las ideas y las piedras

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Comentario del libro Qué fue de los intelectuales? de Enzo Traverso en revista Ideas de Izquierda.

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  • 46 CULTURALecturas crticas|

    Gastn GutirrezComit de redaccin.

    En la entrevista que le realiza Rgis Meyran, el historiador italiano Enzo Traverso explora sin-tticamente la historia del intelectual y el com-promiso poltico, sealando cmo un vnculo caracterstico en la historia del siglo XX est au-sente de la escena contempornea1. Observador metdico e historiador consagrado a la historia intelectual europea como atestiguan sus libros La historia desgarrada y A Sangre y fuego2, en su juventud milit en la Italia de los 70, en la organizacin autonomista Potere Operario (Po-der Obrero) del operaismo marxista (Toni Ne-gri, S. Bologna o Paolo Virno).

    El espacio pblico como condicin del intelectual

    La entrevista se divide en tres apartados Del nacimiento de los intelectuales a su eclipse, El ascenso del neoconservadurismo y Cules son las alternativas para el futuro?, en los que se recorre el pasado y el presente de la historia del intelectual moderno.

    Los extremos de esta historia van del ca-so Dreyfus a una foto de Edward Said del ao 2000. Zola constituye el smbolo del origen de una figura novedosa de crtico, al que la reac-cin antidreyfusista otorg el trmino negativo de intelectual como producto de una moder-nidad decadente donde lo cerebral, lo artificial, lo abstracto y cosmopolita se opone a la natu-raleza, al terruo y la vida concreta. Ms de cien aos despus, el intelectual palestino Ed-ward Said, profesor de literatura comparada de la Universidad de Columbia, tira piedras con-tra un puesto de control israel, lo que contrasta con la opinin pblica norteamericana signa-da por el choque de civilizaciones. Lo que ca-racteriza a la intervencin del intelectual no es solo su actividad especfica en el plano de las ideas, las ciencias o las artes, sino la adopcin de un compromiso poltico disonante con res-pecto a la armona del clima ideolgico.

    Qu es entonces lo que diferencia a esta figu-ra, que comienza a ser denominada intelectual (como sustantivo) recin en la Tercera Republi-ca Francesa? La emergencia de un espacio p-blico consolidado. Un mercado situado entre el mbito de la produccin y el mbito de la de-cisin, segn la nocin que desarroll Haber-mas, caracterstico de una sociedad de masas, con industrias de prensa y medios que les per-mitan a los intelectuales vivir de su pluma. Con-tradictoriamente, el mercado capitalista crea un espacio para la crtica, que posee especificida-des nacionales muy marcadas. En Francia, don-de surge primero, tempranamente se politiza

    el campo intelectual. El diario La libre parole profesa un credo antisemita, mientras que Jean Jaurs funda LHumanite como diario para es-tructurar al socialismo como corriente de ideas. A diferencia de Alemania, donde el cientfico universitario es incorporado al sistema estatal y es garante del orden frente a la demagogia de los socialistas (ver el desprecio que les dedica Weber en El poltico y el cientfico). En el espa-cio pblico el contrapunto objeta el discurso dominante, en un campo magntico en el que se encuentran fuerzas antagnicas.

    Entre 1914 y 1945 se produce un ascenso a los extremos de la lucha de clases, la violencia poltica y la guerra, que denomin guerra civil europea, o retomando a Engels nueva guerra de los Treinta aos. En la derecha prima el odio a los intelectuales (a excepcin del fascismo ita-liano que propone sus propios intelectuales). En el triunfo del nazismo Goebbels organizaba las quemas de libros bajo la consigna de que la era del intelectualismo est terminada. Todos los nacionalismos fueron antiintelectuales, in-cluyendo al naciente estalinismo, aunque en los 30 aprovechar el ethos antifascista motori-zando a los intelectuales hacia los frentes po-pulares, a condicin del silencio ante el orden burocrtico. La excepcin son los surrealistas aliados a Trotsky.

    La Guerra Fra presiona a los intelectuales a elegir entre la crtica al totalitarismo, que se impone en el mundo libre, o el acompaa-miento como compaeros de ruta del esta-linismo. Desde el macartismo en los EE. UU. en un polo, y la Francia e Italia donde los PC son fuertes en el otro. Los intelectuales anti-fascistas en la entreguerras se hacen antitota-litarios durante la posguerra, como el caso de algunos miembros de la Partisan Review en los EE. UU. Con la invasin a Hungra en 1956 la relacin intelectuales-estalinismo comienza a resquebrajarse y emerge una nueva izquierda (heterogneamente trotskista, maosta o gue-varista). En ese contexto se impone la figura de Sartre como intelectual comprometido y en situacin que interviene como alguien que se mete en lo que no le importa denunciando el colonialismo.

    Prisma marxista o liberal?La distincin de Gramsci entre intelectuales

    tradicionales e intelectuales orgnicos cons-tituye para Traverso la primera teora de los intelectuales en la sociedad de clases: los tra-dicionales moldean las herramientas menta-les de una sociedad premoderna (curas, juristas,

    burocracia, etc.), mientras que los orgnicos disean el paisaje cultural de la sociedad capi-talista, y deben por lo tanto elegir entre la clase obrera o la burguesa.

    Sin embargo, a estos conceptos de Gramsci y la nocin de Habermas sobre el espacio pbli-co, Traverso le agrega las consideraciones de Bobbio segn las cuales las definiciones del in-telectual oscilan entre dos polos en relacin al poder: la figura del filsofo rey platnica, que debe introducirse de lleno en el poder para di-sear la ciudad ideal; y la del filsofo de la cor-te consejero del prncipe.

    Seala que el intelectual como arquitecto au-toritario del mundo no es ms que un pretexto para sustentar una posicin conservadora (co-mo la de Popper contra Platn-Hegel-Marx). Sin embargo recurre a este prisma liberal al de-signar con una categora similar a la figura del intelectual revolucionario. Intelectuales bolche-viques o comunistas, como Bujarin, Radek, o Lukcs (que cedieron ante la contrarrevolucin estalinista), son puestos en la misma categora que los tericos del corporativismo racista o Pol Pot. Ms an, al ubicar al intelectual revo-lucionario en la categora de filsofo rey cree demostrar la incompatibilidad entre intelectua-les y poder. Irnicamente sin mayor historiza-cin, critica una supuesta confusin de roles en Trotsky, ya que antes de la revolucin viva de su pluma, pero perdera su condicin de in-telectual una vez en el poder, justificando me-didas autoritarias (tentaciones ya inscriptas en Marx y Lenin). Trotsky sera un intelectual has-ta la revolucin, un filsofo del poder durante la misma, y volvera a ser crtico recin cuando enfrente el exilio y la muerte. Cmo entender que era, luego dej de ser, y luego volvi a ser?

    En A sangre y fuego Traverso sealaba que sera un error de perspectiva querer anali-zar con los anteojos de Habermas y Rawls una poca que produjo a E. Jnger y A. Gramsci, Carl Schmitt y Len Trotsky3. Desatento a su propia recomendacin, al introducir las ante-ojeras de Bobbio sobre la relacin intelectua-les-poder, Traverso yuxtapone un criterio por completo desatento a las consideraciones his-tricas. No se trata de que Trotsky contenga la esencia del intelectual revolucionario ms all de las situaciones ante las que debi actuar (al-gunas ciertamente de excepcin), sino de la nocin de que el intelectual que accede al po-der ya no sigue sindolo.

    Aunque la nocin de espacio pblico es til, la dupla Habermas-Bobbio resiente la teora mar-xista sobre los intelectuales, apenas enunciada

    Las ideas y las piedrasA propsito de Qu fue de los intelectuales?, de Enzo Traverso

  • 47|IdZOctubrede Michel Foucault acerca del intelectual espe-cfico, en oposicin al intelectual universalista, constituiran una respuesta y una adaptacin. La unilateral concepcin foucaultiana del mi-cro-poder y de la mutacin histrica del po-der soberano al biopoder sobre poblaciones, obvia nada menos que la permanencia del po-der estatal imperialista, como el de EE. UU., que plantea la vigencia del intelectual univer-salista. El poscolonialismo, al que sera injusto considerarlo un carnaval acadmico, cierta-mente no tiene ninguna presencia en Asia y frica donde presumiblemente debera cum-plir un rol. Quizs nuevas revueltas en Europa o EE. UU., donde la sociedad es menos WASP (blanco, anglosajn y protestante) que nun-ca, permitan una evolucin prometedora de la mano de rabes, africanos y latinos. Desde la teora, Badiou, Rancire, Butler o Zizek han ganado auditorio como crticos de la domina-cin, pero la ruptura entre stos y los movi-mientos sociales est en la base de sus limitadas y escasas propuestas estratgicas concretas. Traverso enumera iniciativas de resistencia co-mo Contretemps y el peridico independiente

    Media-Part en Francia, o la revista Jacobin en EE. UU., que aunque sntomas de un nuevo auditorio son minoritarias an.

    Para Traverso el panorama actual en ltima instancia es producto de que la derrota de la revolucin comunista en el siglo XX clausur todo horizonte de expectativa. Es esta pers-pectiva melanclica la que resiente su libro, tanto en la reconstruccin del pasado, como en las perspectivas actuales, ya que clausura-do el horizonte estratgico de las revoluciones del siglo XX estaramos efectivamente sin rum-bo entre la Escila del rechazo del pasado y la Caribdis de la ausencia de futuro.

    1. Qu fue de los intelectuales?, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2014.

    2. La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales, Barcelona, Herder Libros, 2011; A sangre y fuego. De la guerra civil europea, 1914-1945, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2009.

    3. Qu fue, op. cit., p. 12.

    en su consideracin sobre Gramsci, alejndo-se de cualquier consideracin especfica sobre las diferentes relaciones intelectuales-burgue-sa e intelectuales-clase obrera. Precisamen-te el ncleo de la cuestin de los intelectuales es la diferenciada situacin de la clase obrera en la sociedad capitalista en comparacin con las fracciones de la burguesa y sus intelectua-les. Traverso, al tratar de destacar la existencia de la figura del intelectual como crtico del po-der, cae en la ilusin de pensarlo como un gru-po social autnomo. Lo que podra ser criticado desde sus propias consideraciones reponiendo los conflictos de clase en el campo magntico de la revolucin-contrarrevolucin ante mo-mentos de radicalizacin, as como el declive de los intelectuales ante las fuerzas del mercado en momentos reaccionarios.

    La clase trabajadora enajenada de medios cul-turales, necesita hacerse del poder para poder desplegar cualquier cambio cultural efectivo. El intelectual crtico del poder puede ponerse del lado de los oprimidos, pero la clase obre-ra a la hora de encarar una transformacin so-cial requiere de la conquista de un poder obrero transitorio, que es tan slo un medio para la au-to-emancipacin de las masas que tiene en la pedagoga y la conquista del tiempo libre sus premisas. El rol del intelectual revolucionario, una figura fascinante como seala Traverso, no puede enajenarse de esas condiciones.

    El declive del espacio pblico La mutacin contempornea se debe para Tra-

    verso a la creciente subordinacin y reificacin del espacio pblico. La relacin Universidad y capitalismo se modific en las ltimas tres dca-das en las que un lenguaje empresario lo inun-d. Con la Universidad de masas y la industria cultural los intelectuales dejaron de constituir una lite, dando paso a la proletarizacin y pre-carizacin. El neoliberalismo, las derrotas del movimiento obrero y el ascenso del neoconser-vadurismo americano se consolidaron con el 89. Mientras en Francia los nuevos filsofos buscaban revertir completamente el espritu del 68, especialmente los ex maostas que primero sostuvieron la revolucin cultural ms retro-grada y luego el perodo ms negro del libera-lismo. El surgimiento de partidos orientados a la conquista de la opinin pblica abandonan-do cualquier referencia de clase, inaugura la era de los partidos catch-all, que ya no nece-sitan militantes, ni intelectuales, sino tan slo think tanks mediticos y gestores. El experto en oposicin al crtico, encarnado por econo-mistas, politlogos o socilogos como tcnicos de gobierno integrados. No hay ms que mirar el panorama ante la crisis econmica mundial, donde los que generaron las polticas que lle-varon a la crisis, son los diagnosticadores de la misma y los expertos que deberan resolverla (el paroxismo de esta tendencia fue el gobierno tcnico de Mario Monti en Italia). Completan este pintoresco panorama los filsofos y escrito-res que actan de actuales bufones de una nue-va nobleza meditica.

    Ante este escenario por izquierda no hay mu-cha alternativa para Traverso. Las discusiones Escultura de Erim Bayri / Fotografa: Juan Atacho