las esculturas paleoantropoides

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LAS ESCULTURAS PALEOANTROPGIDES de la Casa-Museo Posada del Moro Trascendencia científica de un hallazgo arqueológico C uando D. Esteban Márquez, Director de este Boletín, contactó conmigo por vez primera, nunca imaginé que llegaría a formar parte de uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos realizados en la Historia. La colección de retratos pétreos que mos- traba a mis ojos atónitos era lo más impresionante y enigmático que jamás había visto. Ante mí desfi- laban toda una representación de etnias diversas, donde podían reconocerse sin dificultad individuos pertenecientes a los tres grupos étnicos principa- les, europeoides, negroides y mongoloides. La diáspora étnica era incuestionable: individuos con claros caracteres de europeoides mediterráneos (griegos, egeos, itálicos), semitas como los asirios y fenicios, y hamito-camitas como los antiguos libio- bereberes se encontraban unidos en una especie de congregación que sugería una idéntica tradición técnico-estilística. El conjunto me hacía pensar, si se me permite la comparación, en una especie de ONU de la antigüedad. Pero ésto no era lo más inquietante de la colec- ción. Pronto descubrí que, entre todos ellos, había unos extraños individuos que no encajaban en nin- guna de las etnias del homo sapiens moderno. Es- tos eran mucho más arcaicos, más primitivos. De hecho, una de las cabezas me hizo creer que se tra- taba de la representación de un simio. Apreciación que descarté después de una observación detalla- da; evidentemente por razones biológicas. Me encontraba ante la presencia innegable de las primeras representaciones escultóricas de una especie intermedia entre el mono y el hombre mo- derno, o si se prefiere ante unos humanos con carac- teres simiescos, por lo que creí correcto identificar- los como de tipo hominoideo paleoantropo cuestión en la que han estado de acuerdo todos los antropó- JORGE DÍAZ, Antropólogo. Director de la Revista " Arkeohistoria" logos consultados, así como la mayoría de los ar- queólogos que las han visto. Por otra parte, estas conclusiones tan desestabi- lizadoras nos obligaba a plantearnos una serie de preguntas: ¿Cómo podría explicarse la presencia de homí- nidos paleoantopos en un contexto funerario de homo sapiens al parecer del Bronce Tardío? ¿Acaso convivieron homínidos supuestamente extinguidos cientos de miles de años antes con hom- bres modernos en la Iberia protohistórica? ¿Qué antigüedad podrían tener entonces estas ca- bezas? Es cierto que algún arqueólogo ha sospecha- do, que podría tratarse de falsificaciones sin ha- berlas estudiado. Es ésta una reacción lógica cuan- do se está ante la presencia de algo sui géneris, evi- dencias, aparentemente, sin antecedentes conoci- dos, y digo aparentemente porque, resulta que sí existen antecedentes, y en la propia Península Ibé- rica, además de en otros puntos del Mediterráneo como Sicilia y las costas de la antigua Galia. A principios de siglo, las excavaciones de Bolo- nia en Cádiz, dirigidas por el arqueólogo y gestor de adquisición de antigüedades del Museo del Lo- uvre, Pierre París, arrojaron un número considera- ble de cabezas muy similares, algunas idénticas, en cuanto al estilo y la técnica. Lamentablemente, la mayoría se encuentran en Francia. Por otra parte, muchas de las cabezas de Río Tin- to presentan una pátina compuesta de sulfatos y complejos minerales procedentes de las aguas re- siduales de la actividad minera. De hecho, algu- nas de las esculturas presentan mucha más pátina y erosión que la mayoría de las esculturas ibéricas que adornan las salas de nuestros principales mu- seos y que, por supuesto, se tienen por auténticas. a

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Las Esculturas Paleoantropoides

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  • LAS ESCULTURAS PALEOANTROPGIDES

    de la Casa-Museo Posada del MoroTrascendencia cientfica de un hallazgo arqueolgico

    C uando D. Esteban Mrquez, Director de este Boletn, contact conmigo por vez primera, nunca imagin que llegara a formar parte de uno de los ms grandes descubrimientos arqueolgicos realizados en la Historia. La coleccin de retratos ptreos que mostraba a mis ojos atnitos era lo ms impresionante y enigmtico que jams haba visto. Ante m desfilaban toda una representacin de etnias diversas, donde podan reconocerse sin dificultad individuos pertenecientes a los tres grupos tnicos principales, europeoides, negroides y mongoloides.

    La dispora tnica era incuestionable: individuos con claros caracteres de europeoides mediterrneos (griegos, egeos, itlicos), semitas como los asirios y fenicios, y hamito-camitas como los antiguos libio- bereberes se encontraban unidos en una especie de congregacin que sugera una idntica tradicin tcnico-estilstica. El conjunto me haca pensar, si se me permite la comparacin, en una especie de ONU de la antigedad.

    Pero sto no era lo ms inquietante de la coleccin. Pronto descubr que, entre todos ellos, haba unos extraos individuos que no encajaban en ninguna de las etnias del homo sapiens moderno. Estos eran mucho ms arcaicos, ms primitivos. De hecho, una de las cabezas me hizo creer que se trataba de la representacin de un simio. Apreciacin que descart despus de una observacin detallada; evidentemente por razones biolgicas.

    Me encontraba ante la presencia innegable de las primeras representaciones escultricas de una especie intermedia entre el mono y el hombre m oderno, o si se prefiere ante unos humanos con caracteres simiescos, por lo que cre correcto identificarlos como de tipo hominoideo paleoantropo cuestin en la que han estado de acuerdo todos los antrop-

    JORGE DAZ, Antroplogo.Director de la Revista "Arkeohistoria"

    logos consultados, as como la mayora de los arquelogos que las han visto.

    Por otra parte, estas conclusiones tan desestabi- lizadoras nos obligaba a plantearnos una serie de preguntas:

    Cmo podra explicarse la presencia de hom nidos paleoantopos en un contexto funerario de homo sapiens al parecer del Bronce Tardo?

    Acaso convivieron homnidos supuestamente extinguidos cientos de miles de aos antes con hombres modernos en la Iberia protohistrica?

    Qu antigedad podran tener entonces estas cabezas?

    Es cierto que algn arquelogo ha sospechado, que podra tratarse de falsificaciones sin haberlas estudiado. Es sta una reaccin lgica cuando se est ante la presencia de algo sui gneris, evidencias, aparentemente, sin antecedentes conocidos, y digo aparentemente porque, resulta que s existen antecedentes, y en la propia Pennsula Ibrica, adems de en otros puntos del Mediterrneo como Sicilia y las costas de la antigua Galia.

    A principios de siglo, las excavaciones de Bolonia en Cdiz, dirigidas por el arquelogo y gestor de adquisicin de antigedades del Museo del Lo- uvre, Pierre Pars, arrojaron un nmero considerable de cabezas muy similares, algunas idnticas, en cuanto al estilo y la tcnica. Lamentablemente, la mayora se encuentran en Francia.

    Por otra parte, muchas de las cabezas de Ro Tinto presentan una ptina compuesta de sulfatos y complejos minerales procedentes de las aguas residuales de la actividad minera. De hecho, algunas de las esculturas presentan mucha ms ptina y erosin que la mayora de las esculturas ibricas que adornan las salas de nuestros principales museos y que, por supuesto, se tienen por autnticas.

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  • Ningn antroplogo que sea buen profesional podr negar que algunas de las esculturas representan a seres de tipo hom nido paleoantro- poide. Y sto conllevara a que aceptsemos la posibilidad de que algunos paleoantropos sobrevivieron hasta los tiempos protohistricos en el sur de la Pennsula Ibrica, llegando a convivir con las diversas etnias de hom o sapiens existentes en aquellos momentos.

    Este hecho, hoy en da, ya no resulta descabellado, cuando sabemos que hace apenas dos aos se ha descubierto a travs de nuevos fechados realizados por especialistas del Centro de Geo- cronologa de Berkeley (EE.UU) y cientficos de

    mente del tipo hom o antecesor u hom o heidel- berguensis y que ha sido hallado por personas cualificadas y autorizadas, dentro de un contexto arqueolgico de la poca ibrica, estrictamente controlado.

    El aspecto de los huesos indica una frescura y fragilidad porosa idntica al resto de los huesos descubiertos de la misma poca en el yacimiento ibrico. No obstante, es obvio que se exige un urgente fechado del crneo como nico elemento fiable para determinar su correcta antigedad.

    De llegar a confirmarse su contemporaneidad con la poca ibrica estaramos no slo ante una prueba irrefutable de la convivencia entre hom-

    Dibujoreconstruccin del homo erectus"Nuestros orgenes, el hombre antes del hombre".

    Ediciones B., S.A. - 1997. Grupo Z

    Canad e Indonesia que el paleoantropo del sureste de Asia, conocido como hom o erectus jav a - nensis u "Hombre de Java" no se haba extinguido haca unos 250.000 aos como se crea, sino que lleg a convivir con los humanos modernos.

    Sabemos tambin que los fechados ms recientes de restos seos del Neanderthal se encuentran en el sur de la Pennsula Ibrica (yacimiento de Zafarraya, Mlaga). Por lo que debemos esperar que en cualquier momento se produzca el hallazgo sensacional de restos de homnidos paleoan tropos en un contexto protohistrico. De hecho, recientemente he realizado el descubrimiento de la presencia de un crneo conservado casi en su totalidad que, por sus caractersticas antropofsi- cas no queda otra posibilidad que identificarlo con un homnido paleoantropoide muy probable-

    nidos paleoantopos y humanos modernos en tiempos protohistricos, sino ante una evidencia que arrojara un fuerte espaldarazo a la impresionante e invalorable coleccin de retratos de la Casa- Museo "Posada del M oro". Segn parece, los primeros y nicos retratos en piedra de nuestros primitivos antepasados, realizados por quienes les conocieron y vivieron con ellos. Desde mi punto de vista, el ms grande hallazgo arqueolgico realizado hasta la fecha!.

    Personalmente espero, que todos los especialistas y hombres de ciencia que lean este boletn, consideren lo aqu expuesto con rigor e imparcialidad y lleguen, al menos, a la conclusin de que bien vale la pena reunimos todos en el empeo cientfico de estudiar profundamente estas joyas del patrimonio peninsular ibrico... Y de toda la humanidad.

    Escultura de Riotinto (Huelva). Casa-Museo "Posada del Moro' Torrecampo (Crdoba)& ^

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