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LAS ESCENAS TEMIDAS DEL COORDINADOR DE GRUPOS / HERNÁN KESSELMAN, EDUARDO PAVLOVSKY, LUIS FRYLEWSKY. Capítulo 1 Nos ofrecimos a estudiar sus miedos habituales en su desempeño como coordinador, sus mecanismos defensivos con los que lucha contra estos temores, la toma de conciencia entre éstos y sus miedos personales, históricos, con los que él puede asociar sus miedos profesionales; la forma en que es capaz de trabajar dramáticamente estos miedos, con la ayuda de otros que están es su misma búsqueda, cuyas intervenciones le dan un repertorio más amplificado y rico para operar nuevamente con estos miedos en su vida cotidiana profesional. Cada corriente de la Psicología Social (psicoanalítica o no) tiene su método, el cual es ejercido por el coordinador, según su teoría y técnica, para provocar la entrada en la regresión de los integrantes de un grupo con el objeto de movilizar estereotipos de conducta y también tiene sus recursos para provocar la salida de la regresión o progresión de dichos integrantes. Estos métodos varían según la escuela de que se trate. Nosotros queremos proponer la formación del coordinador entrenándolo en la toma de conciencia que éste puede adquirir, asociando las escenas conflictivas de su historia personal y que suponemos forman el sustrato bloqueante de su capacidad técnica (personal) para coordinar. Los ubicamos en compañía de otros coordinadores apasionados en esta misma búsqueda y tratamos de producir en cada uno una regresión que puede llegar a superarse a través del conocimiento profundo de dicha situación para que, cuando vuelva a encontrarse con ella nuevamente, una vez terminado el seminario, pueda contar con un repertorio de conductas alternativas para operar eficazmente como coordinador grupal, configurando una verdadera espiral dialéctica del aprendizaje en su vida de coordinador de grupos que se concibe por el eslabonamiento de unidades de trabajo a las que llamamos escenas (temidas, consonantes, resonantes y resultantes). a)- Las escenas temidas Un coordinador de grupos, si se encuentra en un grupo de colegas que se dispongan para ello, cuenta con un marco de adecuada seguridad psicológica como para revisar "de entrecasa" los momentos difíciles más habituales por los que debe pasar durante su ejercicio en el desempeño profesional del rol. Es posible ponerse a charlar, a confesar temores y dificultades habituales. Estos momentos, imágenes conflictivas de nuestra vida profesional, pueden formar un repertorio de momentos o imágenes capaces de ser espacializadas y representadas dramáticamente en forma de escenas.

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LAS ESCENAS TEMIDAS DEL COORDINADOR DE GRUPOS / HERNÁN KESSELMAN, EDUARDO PAVLOVSKY, LUIS FRYLEWSKY. 

Capítulo 1

Nos ofrecimos a estudiar sus miedos habituales en su desempeño como coordinador, sus mecanismos defensivos  con  los  que  lucha  contra estos   temores,   la   toma de conciencia  entre  éstos  y  sus  miedos personales, históricos, con los que él puede asociar sus miedos profesionales; la forma en que es capaz de trabajar dramáticamente estos miedos, con la ayuda de otros que están es su misma búsqueda, cuyas intervenciones le dan un repertorio más amplificado y rico para operar nuevamente con estos miedos en su vida cotidiana profesional.

Cada corriente de la Psicología Social  (psicoanalítica o no) tiene su método, el cual es ejercido por el coordinador, según su teoría y técnica, para provocar la entrada en la regresión de los integrantes de un grupo con el objeto de movilizar estereotipos de conducta y también tiene sus recursos para provocar la salida de la regresión o progresión de dichos integrantes. Estos métodos varían según la escuela de que se trate.

Nosotros queremos proponer la formación del coordinador entrenándolo en la toma de conciencia que éste puede adquirir, asociando las escenas conflictivas de su historia personal y que suponemos forman el sustrato bloqueante de su capacidad técnica (personal) para coordinar. Los ubicamos en compañía de otros  coordinadores  apasionados  en  esta  misma búsqueda  y   tratamos de  producir  en  cada uno  una regresión que puede llegar a superarse a través del conocimiento profundo de dicha situación para que, cuando vuelva a encontrarse con ella nuevamente, una vez terminado el seminario, pueda contar con un repertorio de conductas alternativas para operar eficazmente como coordinador grupal, configurando una verdadera espiral dialéctica del aprendizaje en su vida de coordinador de grupos que se concibe por el eslabonamiento de unidades de trabajo a las que llamamos escenas (temidas, consonantes, resonantes y resultantes). a)- Las escenas temidasUn coordinador de grupos, si se encuentra en un grupo de colegas que se dispongan para ello, cuenta con un marco de adecuada seguridad psicológica como para revisar "de entrecasa" los momentos difíciles más habituales por los que debe pasar durante su ejercicio en el desempeño profesional del rol. Es posible ponerse a charlar, a confesar temores y dificultades habituales.

Estos  momentos,   imágenes  conflictivas  de  nuestra  vida  profesional,  pueden   formar  un  repertorio  de momentos  o   imágenes   capaces  de   ser  espacializadas   y   representadas  dramáticamente  en   forma  de escenas.

Esas "escenas temidas" pueden quedar como secretos o misterios de cada coordinador.

Si esta escena temida es representada dramáticamente bajo la guía del propio interesado en estudiarse a sí mismo, llegamos al momento, objetivado en otros, de su propia dificultad.

Esta escena temida para este coordinador: ¿qué está encubriendo de él mismo? b)- Las escenas consonantesLa escena temida es utilizada como "vía regia" para llegar al inconciente del coordinador de grupo.

Si   se   invita   al   coordinador   en   cuestión   a   asociar   ideas,   realizar   soliloquios   asociativos   y   a   aislarse momentáneamente, en compañía de los otros, pero en un ejercicio de introspección regresiva en una regresión "guiada" por el conductor del ejercicio sobre sus propios momentos vitales que "hagan eco" con el   afecto   con   el   afecto   de   la   temática   planteada   en   la   escena   temida,   es   posible rastrear alguna oalgunas escenas   que   por   vibrar   tan   parecido   con   la   "escena   temida"   las llamamos escenas consonantes (o escenas familiares asociadas consonantes).

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Estas escenas pueden también, como las temidas, ser representadas dramáticamente con la participación del protagonista y con nuestra conducción, y aluden siempre a una estructura modular subyacente. c)- Las escenas resonantesConcebimos la posibilidad de transformar a esta escena consonante en un medio de trabajo para cada integrante del grupo, bajo la conducción y las sugerencias del director de las dramatizaciones. Le pedimos entonces al protagonista que les "preste" la escena a los demás, para que "circule" libremente por el grupo. Tomamos cada "trozo" de la escena para sacarle algo así como una fotografía amplificada, de tal manera que en lugar de reducirse a las relaciones prehistóricas esta escena comienza a multiplicarse, a enriquecerse con la mirada, el oído, las actitudes, los sentimientos, las reacciones y las palabras de los otros.

La escena consonante, así representada y trabajada, con la multirresonancia del conjunto permite llegar a una Gestalt básica, pluridimensional y totalizante que se contrapone a la visión monocular y parcializadora del protagonista en los momentos en que éste se encuentra examinándola aisladamente. Rompe de esta manera su bloqueo narcisístico, su propia y repetida "novela", y le obliga a elaborar el duelo por la pérdida de este estado que le es antiguo y permanente, proveyéndolo de nuevas perspectivas con las que se dirige nuevamente a examinar sus "escenas temidas".

Las escenas así tratadas dejan de ser solamente encubridoras, para transformarse en "descubridoras" y para formar en conjunto con la resonancia en los otros, esta nueva escena mutativa: la escena resonante. d)- La vuelta a la escena temida: la escena resultanteAl volver a tratar   la escena temida,  va a volver a vivirla y representarla con sus compañeros.  Pero  la escena ya no consuena en su interior de la misma manera. Su bloqueo narcisístico, la novela familiar que subyacía a su escena se ha transformado. La ha reescrito con sus compañeros y ha quedado sobreimpresa para transformar seguramente su óptica de la antigua escena temida que tiene para él, desde ahora, una valoración distinta, mucho más rica que la que tenía antes de ser tratada de esta forma.

Está lista para consonar y resonar con las escenas temidas del resto de sus compañeros que comienzan a desfilar  durante  las  horas del  seminario.  Su novela  profesional   (equivalente  de su novela  familiar)  ha comenzado a modificarse.

DOS ESTARES DEL COORDINADOR / EDUARDO PAVLOVSKY - HERNÁN KESSELMAN. Estar molecular.

En el coordinador, el eje de su actividad no está centrado en la comprensión, sino en la percepción de líneas que se van trazando y van surgiendo a partir del diálogo y de los diferentes códigos corporales de los participantes.  Las palabras son trazos,  como bocetos,  como dibujos que se estuvieran plasmando, proceso cartográfico. La concepción de boceto, dibujo que se construye sin conocer su forma final.

El cuerpo del coordinador debiera dejarse atravesar sin resistencia por estas líneas de ensayos, bocetos que   van   surgiendo   sin   verdadera   significación,   sin   verdaderos   sentidos.   Son   las   redes   que   luego construirán la malla intersticial de sentidos. Las primeras líneas de esas redes no tienen sentido. Son sólo eso, redes, líneas bocetadas, inútil intentar apresar el sentido del proceso de construcción de bocetos. Es el "no sentido" de Winnicott.

De alguna de estas líneas, en el entrecruzamiento nodal de varias de ellas, surgirá una posible escena, pero   la  escena  debiera   surgir  por  presencia,  debiera  devenir  escena  a   través  del   relato  o  del   ritmo corporal, debe, sólo devenir línea cartográfica, entrecruzamientos fugaces de las líneas que brotan del coordinador y de los coordinados.

Pero para permitir la fluidez de la gestación en boceto se debe aceptar ser atravesado sin resistir, devenir cuerpo sin órganos.Cero intensidad del coordinador, máximo registro de conexiones.

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¿Cómo dejarse bocetar en el "sin sentido" de las líneas que atraviesan el cuerpo del coordinador?

Llegar entonces a poder establecer este tipo de contactos abiertos a la percepción de líneas y bocetos, es función del estar molecular del coordinador.

Una escena sería no sólo vista como representación de algo, sino como una línea más a desanudar, de un territorio a otro territorio, la escena es la línea de fuga que permitiría pasar de un territorio a otro, o aquella línea que nos llevaría a otra escenografía, a otras intensidades.

Se  está  entonces,  en  el   registro  de   la  micro-percepción.  Escenas  como  líneas  blandas  que producen "desterritorializaciones" y nuevas "territorializaciones". Cambios escenográficos, bocetos que se borran para crear otros, integrantes que ven y sienten otras escenografías, otros territorios. No hay lugar para segmentariedad dura porque el estar molecular implica un coordinador "cuerpo sin órganos", que permite ser atravesado por líneas bocetos y escenas que sólo surgen si su cuerpo soporta la difícil situación del cero de intensidad.

Máxima situación de espacio lúdico. Es el máximo momento de experiencia,  porque si  el coordinador ofrece   resistencia,   se   rompe   el   boceto   que   sólo   puede   gestarse   sin   interrumpir,   cuestionando   o presionando significaciones. La creatividad exige la tolerancia del sinsentido y el coordinador acepta el desafío de apelar a jugar a ser creador para permitir entonces el máximo registro de conexiones grupales posibles y de escenas que sólo sean líneas a-representativas.

La técnica en el estar molecular se convierte en un boceto más.

Pero ¿cómo sacar el cuerpo de la rostricidad imperante, sin dejar el lugar del coordinador y permanecer con el menor rostro posible, anónimo, desaparecido sin desaparecer?

Cero de  intensidad,  máxima ambigüedad.  A mayor  experiencia del  coordinador,  mayor posibilidad de desaparición anónima. A menor experiencia, mayor rostridad, menor posibilidad de desaparición. A mayor conocimiento técnico mejor posibilidad de la desaparición de las técnicas, que no se perciben que no están presentes en el mínimo de rostridad o máxima experiencia del coordinador.

Como Nicolino Loche, que bajaba sus brazos porque en su máxima experiencia boxística, sus brazos eran imaginados sin necesidad de ubicarlos en su guardia.  Imaginaba la guardia. Sus brazos ya habían sido guardia.  Estar molar.

Es obvio sugerir  que ambas,  molar  y  molecular,   se entrecruzan permanentemente  en el  quehacer  el coordinador, pero es necesidad del coordinador saber instalarse en ambos "estares".

Decíamos que en la molecular lo importante son las líneas a trazar, los bocetos, y que las escenas son también  líneas que permiten entrar  o salir  de diferentes  territorios  escenográficos y que el   lugar del coordinador   es   el   del   "cuerpo   sin   órganos"   deleuziano, cero   intensidad   o   desaparición   anónima, con mínima rostridad.

En cambio, en el nuevo proceso del estar molar, la escenografía del coordinador aparece más recortada en el aquí y ahora a través del cuerpo de los actores, del drama procesado a través de los integrantes del grupo.   El   coordinador   aparece  más   limitado   entonces   por   el   escenario   socio   dramático.   Está  más pendiente de los cortes desde donde pueda intervenir y las líneas que en un primer momento podían bocetarse sin orientación de sentido alguna, ahora intentan ordenarse, según líneas de sentido posible.

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El   coordinador   se   vislumbra   con  mayor   rostridad   y   sus   cortes   de   intervención   sugieren   líneas   de ordenación,  pero   lo  que  es  evidente  es  que  el   coordinador   intenta  pesquizar  en  términos  de   líneas argumentales representativas.

Tal vez no hay una historia, sino historias a ser historizadas, historias y argumentos construidos por los autores del drama y lecturas de diferentes singularidades de los actores de la dramática argumental del grupo. Fisic du rol. Cortes del coordinador estableciendo órdenes posibles. La escena dramática no ya como línea que introduce nuevos territorios sino cargada de "representatividad".

La escena del protagonista se vuelve a presentar, se representa.

El coordinador acompaña la dramatización en sus diferentes procesos. Aparece la visibilidad de las técnicas y los estilos del coordinador. Su rostridad se vuelve más imperativa. Surgen los estilos "morenianos", "psicoanalíticos", "lacanianos", se "ve" cómo se coordina. Silueta y estilo adquieren densidad. Se ordenan campos de caos.

Las   transferencias   a   los   coordinadores   y   las   identificaciones   entre   los   integrantes   del   grupo   son argumentales y representativas.

La Multiplicación Dramática se presenta como proceso de líneas argumentales en el estar molar y a veces sólo como líneas de fuga y cambios de ritmos en el estar molecular.

Decimos entonces, que la multiplicación dramática puede argumentar algo representativamente o sólo expresar ritmos maquínicos de diferentes intensidades, según los diferentes estares, molar o molecular de la coordinación.

A mayor rostridad, mayor gestación de líneas argumental es. A desaparición anónima, sólo máquinas y líneas bocetadas a-representativas.

En   el   estar  molar   hay   hipótesis   y   conceptos   que   el   coordinador   procesa   en   sus   intervenciones   y demostración es. Hay devenires teóricos, el aquí y ahora se vuelve perceptible, se teatraliza la dinámica donde antes sólo había líneas y bocetos con coordinación anónima, ahora hay cuerpos que patentizan dramáticas representativas con un coordinador visible en su singularidad. Alarde de criterios representativos y técnicos.

Estos son  los dos estares diferentes  que el  coordinador debiera conocer como devenires  del  proceso grupal.

ESCENAS TEMIDAS / CONFLUENCIA PSICOSOCIAL.

Algunas de las Escenas Temidas identificadas por nuestros alumnos en sus Prácticas de Coordinación. Fueron trabajadas grupal e individualmente 1. Que se noten mis temores. 2. Exagerado sentido de perfección. 3. Identificación con el más débil. 4. Que no se escuchen mis señalamientos o interpretaciones. 5. No obtener reconocimiento. 

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6. Ser muy tolerante. 7. Temor a no ver el conflicto. No darme cuenta. 8. Hacer alianzas. 9. No ser claro en las consignas.  10. No poder contener una situación.  11. Deserción de los integrantes.  12. Involucrarme. No saber disociar. 13. No entender un nuevo proceso que se está gestando. 14. Temor a la competencia. 15. Tener conductas autoritarias. 16. Tener conductas rígidas. 17. Temor a no resolver el conflicto. 18. Que el grupo haga silencios prolongados. 19. Que se arme lío y no poder contenerlo. Otros. ESCENA DESEADA-ESCENA TEMIDA / ALFREDO MOFFAT.

Todo aprendizaje tiene aspectos divertidos  y otros aburridos. El grupo a veces es estimulante y otras es un plomazo. También aparece cierta desilusión de esa fantasía mágica. Ya saben que esto no es un trabajo mágico,  que  hace  un  movimiento  y   la  persona   sale  de   la   crisis   y  nos   convertimos  en  héroes  de   la asistencia. También en Segundo aparece el tema de cambio de grupos y se extraña al primer grupo. En cambio en Tercer Año, no se ven problemas, porque están inmersos en la tarea. En Tercero, ya hicieron la gran ilusión, la ilusión en la tarea y ahora están en la tarea propiamente dicha, en la realidad de lo que es exactamente esto,  en las posibilidades laborales.

Yo me preguntaba que podía hacer por este Segundo Año como para que cada uno se dé cuenta de qué es lo que lo estimula y qué le hace sentir temor; que a lo mejor no es algo peligroso, puede ser aburrimiento o   la  propia  desilusión.  ¿Cuál  es   la  escena  temida  del   futuro  terapeuta  de crisis?,  ¿Cuál  es   la  escena deseada? Se acuerdan que vimos que cada humano tiene dos escenas: la que más teme y la que más desea. Con  la que más desean ustedes comenzaron  la carrera.  Después  les voy a proponer hacer un trabajo sobre esas dos escenas de cada uno. No sobre las escenas más profundas, las terapéuticas; sino sobre la escena más temida y más deseada como operador. ¿Qué  es lo que más temen como operador de un grupo?, que el grupo los desconozca, que se quede en silencio, que el grupo se tiña de agresividad, que se descompense, que me arrastren en su patología?. A cada uno le va a pasar cosas distintas, esto no es malo. Lo malo radica en no conocer qué temo o qué deseo.

El ejemplo del estudiante de Medicina viene muy bien para graficar lo que estoy diciendo. El estudiante de Medicina en Primer  Año ya  se ve con guardapolvo blanco,  en un hospital,   salvando una vida,  en un quirófano,   siendo  útil   a   la  humanidad.  Un  abogado  se  ve  haciendo  pleitos,  haciendo  mucho  dinero, logrando que algo sencillo y simple, a través de todos los recursos que posee, enredarlo, complicarlo y 

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hacerlo tan oscuro,  que solo él pueda entenderlo.  Y si  ellos no pudieran proyectarse se aburrirían al encarar cada nuevo aprendizaje. ¿Ustedes cómo se ven operando?... Esa es la escena deseada. ¿Por   qué   se   le   llama   escena?,   porque   se   da   como   un   sueño,   como   una   imagen,   que   tiene   una continuación. Si vos vas a ir a un baile, primero te ves bailando, porque si no te ves bailando, no podrías ir; aunque cuando llegues a la fiesta no bailes, pero para llegar al baile primero tenés que verte allí. El deseo moviliza al mundo. Y la escena temida es que no se pueda realizar el deseo, que pase algo que impida la realización del deseo; por ejemplo, que en el baile nadie nos invite a bailar.

Aquí, en el aprendizaje para llegar a ser operadores, algunos de ustedes se ven operando con chicos en la calle, otros con ancianos, otros en servicios de detención de menores, otros con enfermos terminales. Pero si no se ven trabajando, no pueden estudiar, no pueden llegar a la meta.

Esto es muy importante cuando nosotros queremos auxiliar a una persona en crisis. A éste sujeto se lo puede sacar del pozo depresivo, en función del deseo que tiene.  Tiene que conectarse con el deseo. Si está en ese estado, es porque caminó hacia aquello que deseaba, algo le fracasó. Las personas siempre tienen deseo, sea volverse ricos, ser filántropos, vengarse de algo o alguien, todo vale, menos matarse. Este es un deseo muy difícil, es un deseo mentiroso. Porque cuando alguien se quiere matar, en realidad quisiera hacer otra cosa. Tenemos que escuchar ese: “ayudame a vivir que solo no puedo”. Nosotros  tenemos que trabajar para bien. Y ese trabajar para bien, está conectado con la estructura depresiva que gobierna al humano, con el erotismo, con el prestigio, con el deseo de hacer el bien, con el tener poder inclusive.  Por sobre todo,  el  deseo es  reparatorio.  Porque si   les  pregunto  quienes  de ustedes  quiere estudiar para cagar al prójimo... nadie levanta la mano. Es verdad. Y si alguien la llegara a levantar, yo le diría que es un turro pero que es honesto.

Por eso es importante que incorporen que los Cuatro Pasos no tienen ningún sentido, si no son usados para ayudar. Todo lo que enseñamos acá está dirigido y armado para aprender a escuchar. No se puede agredir con lo enseñado desde acá.

Vamos a ver lo que es la escena deseada. Esta siempre va a tener una conexión con la escena deseada de su vida personal. Hay modos que son depresivos; un operador puede ser introvertido, intimista, y puede trabajar muy bien con cierto tipo de patologías como las adicciones. También desde el modo hiperactivo se puede hacer un buen trabajo,  o desde el histérico.  Todas las personalidades neuróticas se pueden instrumentar. En cada uno de nosotros predomina un tipo de personalidad. De allí viene la identidad de la personalidad. Esto es algo que ya hemos visto. Fíjense que hasta el esquizoide puede desenvolverse muy bien en una situación caótica donde otro quedaría atrapado, él al tener tanta distancia emocional, puede funcionar muy bien. Cuando hay una situación catastrófica debemos apelar  al  núcleo esquizoide para poder mantener cierta disociación instrumental. El obsesivo al ser tan ordenado anda fenomenal como operador y coordinador de grupos, cuida mucho el encuadre, aunque es algo aburrido al no estimular, pero es eficiente sobre todo en bulimia y anorexia. La única personalidad que no sirve es la paranoide; porque empieza a desconfiar del asistido: - Y vos, ¿Por qué querés que yo te ayude – Es el único cuadro que no se puede usar.

Entonces, la escena deseada puede ser por ejemplo, ser simpático, agradable o ser alguien conmovedor. Esto sería más o menos el núcleo histérico. Que no es malo ni bueno. Yo tengo un núcleo histérico. Aquel que su escena deseada es ser alguien muy sensible, comprensivo, ese tiene un núcleo depresivo. Si no tuviéramos ese núcleo, no podríamos empatizar con el dolor del otro. También podríamos desear ordenar el mundo, dirigir, ordenar, este sería el núcleo obsesivo. Sin tener una estructura de encuadre no podés trabajar con drogadictos y adolescentes. La droga, la bulimia y la anorexia necesitan un encuadre muy firme,   porque   lo   que   esto   produce   es   una   distorsión   de   la   realidad,   una   caotización   y   para   lograr efectivizar ese encuadre que necesitan, se requiere de un núcleo obsesivo. En cambio si yo deseo detectar los enemigos, esto sería desde el núcleo paranoide. En el año 30´ en Alemania, esto fue muy exitoso. Hitler subió al poder con casi el 60% del pueblo. Todo era tan caótico que había que poner orden y sacar a los   enemigos.   Siempre   tengan   en   claro   la   diferencia   entre   paranoide   y   paranoico.   El   paranoico   ve 

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enemigos hasta en los fideos para sopa. Pero el  núcleo paranoide nos sirve de defensa, para detectar el peligro, por ejemplo para no entrar a las dos de la mañana en un lugar como Fuerte Apache.

En el   juego que vamos a realizar  en un ratito más,  van a notar  que van a aparecer muchas escenas paranoides. Porque vamos a tener las escenas deseadas, que pueden ser tener el poder para someter; y va a ser necesario tener control sobre esto. Porque vamos a descubrir  que tras la escena deseada se oculta la escena temida de muchos coordinadores, que es el temor de ser víctima de estos personajes. El paranoide tiene dos   momentos,  y está relacionada con nuestra estructura de base animal.  El  animal siente  miedo  y   tristeza   igual  que nosotros.  Cuando siente   tristeza,   se  pone  hipotónico.  Cuando está asustado, tiene toda la musculatura tensa, está listo para atacar o huir. Nuestra escena temida va a tener que  ver   con  defendernos  de  un  peligro.   Este  peligro  puede   ser   que  el   grupo  en  que  operamos   se descompense. La palabra descompensar, tiene muchas imágenes, una de ellas es de agresión, de que me agredan. También puede ser que me desconozcan, que me ignoren, que les sea indiferente. Otra escena temida sería la de impotencia, no poder reparar; esto es consecuencia de una fantasía de omnipotencia.

Todo grupo es astuto y a veces capta la escena temida del coordinador. Hacen resistencia y no permiten que el coordinador pueda centrarlos en la tarea, le cuestionan la edad o la experiencia. El grupo tiene que probar si este se va a quedar, prueba al coordinador. Por eso veremos que ante cada escena temida hay una forma para resolverla. Y hay escenas temidas que son verdaderas. Por ejemplo si voy al Borda, y de pronto alguien saca un cuchillo, yo voy a temer. Y esa escena temida es verdadera. Recuerdo que cuando comencé transpiraba, a veces me quedaba mudo, otras me quería ir, me ponía colorado. Hasta cuando entendí a mí escena temida. Porque el problema no es la escena temida, el problema radica en no saber cuál  es.  Hay  que saber  cuál  es,  de dónde viene para  poder   tomar distancia  y  no quedar  pegado en resonancia emocional con la escena temida. Por ejemplo si trabajás con adolescentes, en cuanto te la descubren, estás perdido, porque ahí atacan.

Es  muy   probable   que   ustedes   trabajen   en   la   docencia.   Porque   tanto   la   escuela   primaria   como   la secundaria, van de mal en peor. Entonces ahí hace falta gente con la formación de ustedes. Y por ahí en uno de ustedes aparece la escena temida al ridículo, y los chicos van a encontrar esa escena y mil formas de ridiculizarlos. En cambio si vos la tenés elaborada, el momento queda captado por esa escena temida y ahí nomás se resuelve.

Otra   escena   temida   es   quedar   contaminado,   la   forma   de   resolverla   es   a   través   de   la   disociación instrumental. Uno nunca debe olvidar que el otro es un paciente. Eso nos permite tomar distancia. El otro me está diciendo cosas que me movilizan a mí, pero no tienen que ver conmigo. Esto no lo hagan con las parejas, no vale ni sirve.

Otra escena puede ser no sentir nada, no conmoverse, no poder comprender. Eso es tener demasiada disociación instrumental, es muy común cuando coincide la escena temida tuya con la del asistido. Vos para defenderte disociás porque no podés poner la distancia óptima. Al saber que te puede hacer sentir tanto te separás porque sino te contamina. Eso es la formación reactiva de lo anterior. ¿Saben que es una formación reactiva?, es salir del miedo a través de la acción, es hacer lo contrario a lo que uno siente.

Otra escena temida es que seamos capaces de errar, de equivocarnos. Esto tiene que ver con no poder leer correctamente, con el estar confuso. Sepan que al principio eso es natural. Al principio uno no sabe qué   hacer,   porque   aún   no   tiene   la   observación.   Lo   que   queda   es   aguantarse,   y   aprender   a   pedir información   sin   reparo,   aceptar   que   uno   no   puede   adivinar.   Porque   no   somos   omnipotentes   ni impotentes. Yo trabajo con la potencia, con qué soy capaz de hacer: si el primer caso que les toca es ir a trabajar con la familia de un psicótico, primero tienen que ir escalando, de lo sencillo a lo complejo. En Medicina está más delimitado los grados, jamás lo mandarían a operar un corazón siendo recién recibido. Pero en nosotros los grados de complejidad no están delimitados. Porque la Psicología es una ciencia blanda, con mucha ambigüedad, con mucha participación emocional del operador. Todo lo nuestro se basa en dosificar la distancia que nos es cómoda a nosotros y la distancia que dosifica el otro. Yo trabajo muy bien en lo pesado, en lo intenso, lo sutil, la escucha  finita, yo no podría trabajar con la elegancia. A 

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mí déjame los pibes de la calle, lo pesado. Por eso ustedes tienen que averiguar cuál es la distancia y el tema que les corresponde a cada uno.

¿Cuál es mi distancia?, ¿Cuál es mi tema?, ¿Cómo me veo Yo en mi escena deseada? Son las preguntas básicas que deben hacerse. Por ejemplo Carlos Sica se decidió por la más pesada, con las catástrofes. Estar apoyando a los sobrevivientes de las tragedias. Más pesado que ver los pedazos de cuerpos que sacan de una catástrofe aérea y apoyar al padre de la víctima, no creo que haya otra. La elección que hagamos siempre tiene que ver con el corazón y con algo que nos pasó en la vida. En general, hacemos mucho bien cuando estamos reparando también una escena nuestra. Porque la reconocemos en el otro y es la que en el fondo queremos reparar.

Con  los  presos  es pesado trabajar.  Más que violencia  hay mucha tristeza,  muchas  vidas  destrozadas, mucho no-proyecto de vida. Es todo un tema existencial, hay mucha muerte. El sistema penitenciario es de una corrupción sin límites, es destructivo del proyecto vital, quedan destruidos como humanos.

Otra escena temida es la de quedar paralizados, estáticos, fracasar. Esto se da en el núcleo depresivo. Este núcleo siempre tiende a que en el futuro está el fracaso. Es una actitud la cual hay que trabajar mucho. Cuando es patológico, directamente con la actitud va transmitiendo su camino directo al fracaso.

Alguna escena deseada puede ser ganar dinero, ser reconocido, triunfar, ser querido, ser aceptado. LOS CUATRO PASOS / ALFREDO MOFFAT.  Yo te comprendo desde mi desesperación y te curo desde mi esperanza” (Tato Pavlovsky) 1. Lo simple es complejo.Muchos años nos ha llevado llegar a esta síntesis que es nuestro esquema operativo: Los Cuatro Pasos. Inicialmente   teníamos   esquemas  muy   complejos   porque   creíamos   que   era  más   científico.   Después llegamos a la conclusión que lo más científico es lo más simple.Pichón decía que la vida ya es bastante complicada como para complicarla más al explicarla. Si de algo sirve la ciencia es para simplificar, sintetizar y ayudar a entender.En el caso de las crisis es útil para operar rápidamente. Este esquema operativo organiza las técnicas en cuatro pasos. 2. Esquema operativo de crisis.Toda asistencia con el modelo de crisis puede dividirse en cuatro etapas. Cada paso lleva al siguiente en una sucesión necesaria, no es conveniente pasar al siguiente sin resolver el anterior. Es el orden natural de todo proceso terapéutico que busque un cambio desde lo profundo de la persona.  PASO 1.  LA CONTENCION.

La tarea es el sostén psicológico, conectarse con el otro. Es lo que el psicoanálisis llama transferencia y sostiene que sin ella no hay análisis posible. Es la etapa donde el paciente se siente sostenido y puede confiar. Puede aceptar la tarea de ir hacia dentro de sí mismo. Todo esto tiene que ver con una presencia que le ofrecemos al otro, y que está expresada en una mirada y una actitud que tenemos que adiestrar, como operadores, que debe ser aceptadora y a la vez atenta, ni persecutoria ni distante, la mirada y escucha que tiene cada uno, y eso debe ponerse al servicio de ayudar a otro para que él se pueda mirar a sí mismo.   La   primera   etapa   de   la   contención   es,   entonces,   la   resonancia   emocional,   y   se llama empatía.Es  el  momento de  la   identificación  con el  otro,  para que el  otro  sienta  que vos  estás resonando con él. Vos te conmovés, no demasiado, y lo mirás con cara de que lo entendés; es decir, te ponés en el lugar del otro. Si el otro viene con miedo, vos evocás tus propios miedos para comprender los miedos del otro., y si está triste, con tu tristeza. Nuestro instrumento para curar son nuestras propias experiencias que tenemos que poner al servicio de esa tarea tan delicada que es el proceso de ayudar a otro.

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Ej. (Tanto es así que, en los momentos agudos de angustia, hay una técnica que se ha usado después de la explosión en la AMIA, que se llama "maternaje", que consiste en abrazar para que el otro reconstruya los límites corporales, ya que en cualquier experiencia traumática muy brusca, la persona se regresa tanto en su psiquismo que, incluso, puede llegar a perder el control de los esfínteres, o se coloca en posición fetal. El traumatismo se puede percibir gráficamente por la posición de la persona, y ahí se lo puede abrazar como a un bebé), y ese maternaje lo conecta, y   lo va trayendo al aquí y ahora, lo va conteniendo y esa persona puede ir reorganizándose. PASO 2.  LA REGRESION.

La tarea es ¿Por qué? (buscar qué le pasó). Es consecuencia del anterior. El paciente se siente contenido, encuentra un clima de escucha y se abre. Comienza a sacar lo que le lastima, algunas veces lo puede poner en palabras y otras necesita hacer una catarsis, que es una conmoción de llanto o de ira. Esto es necesario favorecerlo y no impedirlo pues detrás del desahogo viene el relato, de viajar al pasado temido acompañado por el terapeuta que lo sostiene. La angustia ya tiene un por qué.

Ej. Cualquier crisis, aunque sea neurótica, tiene estos dos síntomas que son fundamentales: soledad y paralización  de   la   temporalidad.  Veamos  un  caso:  nos   separamos  de  nuestra  pareja,  es   la   tarde  del domingo, son las seis de la tarde, entra esa melancólica luz amarillenta… y tenemos esa sensación de que el  tiempo se  ha  paralizado  y  estamos   absolutamente   solos.  Es  el  momento  en  el  que perdemos  el contacto con el otro y, a raíz de eso, perdemos el proyecto, que siempre es con otro, ya que no podemos hacer un proyecto si no es con otro, no podemos hacer proyectos con nosotros mismos, sino pensando con otro; por eso, la pareja es el primer proyecto y la separación produce esa sensación de no proyecto, porque el otro se fue con la otra mitad el proyecto.Es como poder vomitar algo q tenemos podrido adentro… PASO 3.  LA EXPLICACION. La tarea es ¿Para qué? (decidir qué quiere).

La explicación es el tercer paso se basa en que, debido a que nos fuimos al fondo, entendemos qué nos pasa.  Es  cuando aparece la palabra que aclara.  En  la  etapa anterior,  el  perseguidor   es un monstruo confuso, y aparece como imagen ambigua y ya en el tercer paso, esto se transformó en palabras que configuran a ese monstruo, que sigue dando miedo pero no terror, y hasta podemos negociar con él. Siempre,   cualquier   cosa  que  pasa,  tiene  una  explicación  histórica,  por   lo  que  pasó  antes;   si  hay  un síntoma, quiere decir que algo pasó. Ej.¿Por qué voy a tenerle miedo a la oscuridad?, quiere decir que algo pasaba cuando era chica y mis padres apagaban la luz. Con otras situaciones traumáticas aparecen otros síntomas, como impotencia, fobia, alergia...Es la continuación del anterior pues de la emoción confusa (a veces en imágenes desoladoras) se pudo llegar a las palabras que colocan las imágenes internas en el espacio simbolizante de la cultura, se categoriza lo ambiguo, lo confuso y se puede transmitir. Con esta operación  es  posible  hacer   circular  ese  mundo   interno,   antes   incomprensible.   Los  monstruos  tienen nombre y  los podemos controlar,  es  la etapa de construir  un proyecto de vida,  se elige el  para qué. Ninguna operación terapéutica te quita la desgracia, pero sí te quita la confusión. Lo importante es que cuando se ve la explicación sobreviene un alivio: "Ahora entiendo por qué me pasa eso”.

La explicación, también, permite organizar el proyecto de vida, y hacer un proceso en sentido opuesto al de la regresión, la progresión, y que consiste en generar un futuro, para continuar esa historia que me empuja desde el pasado.

Pero, ¿con la explicación sola nos curamos? No. Hace falta un cuarto pasoque es el cambio. Si entendiste y no cambiás, sos un paciente esclarecido. “Sé todo sobre  mi Edipo ya, después de diez años de terapia” “¿Y…¿te casaste?”  “No, vivo con mi mamá”. O como el que se meaba en la cama: “¿Qué tal?”  “Ahora sé por qué me meo”, “¿Y tu mujer?” . “Se fue porque  seguía meándome en la cama…” Fue al pedo, entendió todo, se explicó todo, pero  no creció. 

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PASO 4.  EL CAMBIO.   La tarea es ¿Cómo? (Es ayudarle a encontrar la estrategia). Ya lo inexplicable tiene explicación, fuimos al fondo y al entender pudimos elegir por dónde seguir. Es decir logramos armar un futuro . Pero si ese futuro no lo comenzamos a caminar no vamos a superar la enfermedad que siempre es la mutilación de una función de la vida: no poder salir, no poder dormir, no poder despedirse de lo perdido, no poder…, no poder. Este último paso debe poder llevar el proyecto a lo real. Ahora que superamos la fobia a salir ¿Cómo lo hacemos? El último paso, el cambio, es: "Hacelo ya... "   A mí me gusta decirlo en plural: ¿cómo lo hacemos? El paciente elige el sentido de su vida, elige su explicación y construye un proyecto de vida. El paso siguiente es comenzar a realizarlo, es efectuar un cambio en su vida, que es salir de la paralización que genera toda perturbación psicológica; acá es donde entra el otro, porque esa realidad en que tiene que realizar su vida es una trama social, que, fundamentalmente, está sostenida por dos tareas: amar y trabajar, que se concretan en una estructura familiar y en una inserción, o rol, laboral, pero, como en toda perturbación psicológica, hay distintos grados de  desvinculación con la realidad, hay que ayudarlo en su reingreso  a lo real, lo social, y acá es importante estudiar lo que podemos llamar laboral. Ahora puede salir afuera, puede hacer algo, porque siempre la enfermedad mutila el amor y el trabajo. Había venido por que no podía hacer algo, y eso le impedía la vida, lo mutilaba. La angustia produce siempre un efecto mutilante de alguna función de la vida: no se puede querer, no se puede dormir, no se puede tener una buena sexualidad, no se quiere más la vida, algo pasa que nos paraliza y nos deja solos.

 "Está bien, te pasó esto, ya entendimos todo y elegiste el sentido de tu vida. Pero  ahora ¿cómo lo vas a concretar?, ¿cuáles son tus recursos de acción?, ¿cuál es tu escena deseada y cuál tu escena temida?". Los humanos  podemos   recorrer   este   universo   a   través   de   dos   pulsiones:   buscando   lo   que  deseamos   y evitando lo que tememos. Esto es muy complejo, porque muchas veces, lo que deseamos, está impedido por lo que tememos, y, a menudo, para complicar las cosas, lo bueno está debajo de lo malo. En este caso, se   generan   conductas  que   se   llamanambivalentes, se   ama  y   se   odia   a   la  misma  cosa  o   a   la  misma personalas “estrategias posibles".

Cada uno tiene recursos  para organizar  su  vida  cotidiana,  su  estructura   familiar,  y  su  habilidad  para insertarse en la producción. Adquiere una ubicación distinta en la familia, no es más el chivo emisario y adquiere un rol, el paciente ya no acepta ser el “chivo expiatorio” de la familia, ser el tonto, el culpable, el  depresivo...o   sea que redefine su  rol   familiar  En  este  esquema  la  principal  operación es  pasar  de  lo subjetivo a lo social, de lo inconsciente a lo consciente, pasar del paso dos al tres. Pero entonces ¿por qué tiene   un   primero   y   un   cuarto?   Porque   el   primero   y   el   último   constituyen   la   entrada   y   la   salida. Contenemos   para   preparar   el   viaje   al   pasado,   para   buscar   el   hecho   traumático,   luego   volvemos   y organizamos el futuro. Este esquema lo podemos ver como una cajonera con cuatro cajones, en cada uno guardamos técnicas. En el primer cajón está la contención (que incluye la identificación y la disociación) en el segundo están las técnicas regresivas que llamamos máquinas del tiempo: Ensueño Dirigido y Psicodrama Gestáltico. En el tercero está lo que permite organizar un proyecto de destino (historia infantil, guión de vida, la escena cero,   historia   familiar)   y   en   el   último   las   estrategias   de   acción   (reinserción   en   la   familia,   nuevas capacidades laborales, y también la funcionalización de la perturbación).

Este esquema operativo es muy estructurado porque las situaciones de crisis son muy confusas, hay que tener un esquema claro porque el campo va a ser oscuro.

El esquema no sirve para ser un terapeuta de crisis creativo o brillante pero esencialmente sirve para no cometer errores. Si trabajamos ignorando el primer paso vamos a operar sin protección psicológica, sin anestesia la persona no nos va a confiar su dolor. Ahora, si salteamos la contención y la regresión vamos a dar   una   explicación   autoritaria,   que   no   pasa   por   lo   profundo   de   la   identidad   de   la   persona,   no respetaríamos su destino. Y si ignoramos los primeros tres y exigimos un cambio desde lo que nosotros decidimos, vamos a usar el método de “cambiá o te rompo la cabeza”, o uno más suave “cambiá si no quedás excluido” que es la filosofía terapéutica de las terapias conductistas norteamericanas que ensayan con ratas para después “ratizar” al paciente para lograr una dócil obediencia.  

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 3. Abordaje.

La decisión respecto a qué abordaje vamos a utilizar es anterior a comenzar la tarea. Primero debemos observar “cómo viene la mano” porque puede ser que el caso no sea para mí. Que, por ejemplo, sea un problema orgánico que necesite de un médico o un tema policial en una situación de riesgo físico.

Si hemos comprobado que es una crisis psicológica debemos elegir la estrategia operatoria más adecuada. Por ejemplo en una escuela  con una nena abusada sexualmente...  ¿Qué hago? ¿La  llevo afuera? ¿La contengo en la clase? ¿Postergo? ¿Actúo inmediatamente porque la mano viene muy rápida? Después entramos en el procedimiento, elijo uno de ellos. Al final debo elegir una resolución ¿Cómo lo hago? ¿Qué le digo? ¿La mando a la casa? ¿Cierro la intervención?... ¿Le digo que se quede? ¿Llamo al Juez? o ¿Le digo que mañana seguimos…?”.

Cada tanto es conveniente parar y evaluar qué estamos haciendo, ver cómo va el proceso. Uno de los peligros es contaminarse con la situación y perder objetividad.  4. La contención: Identificación y Disociación. Es el encuentro, el contacto a través del cual el paciente abre su dolor. Tiene dos momentos A y B. El primero A es la IDENTIFICACION, donde hay que ponerse en el lugar del otro. Y así percibir los matices de una depresión, su intensidad, ver si es aguda, momentánea o crónica, si es una depresión histérica y está  en una escena  teatral.  Sólo  se   lo  puede entender  con  las  propias  experiencias,   la  operación  es identificarse. Se entra en complicidad con ese mundo. En un primer momento realizamos la identificación con un mecanismo llamado empatía. Es una resonancia espontánea donde me espejo con el otro y me siento el otro. Por eso el terapeuta no puede entender ni curar si es demasiado sano o demasiado loco. Tenemos  que   tener  una   locura  promedio  o   ser   locos   curados,  haber   tenido  experiencias  personales porque si nunca estuvimos profundamente tristes, no vamos a entender a un deprimido. Pero no es posible quedar ahí en el pozo con el otro, por lo tanto hay otro función contraria que es llamamos B,   La DISOCIACIÓN.   No   significa   que   emotivamente   me   separo   del   otro,   es   un   recurso instrumental, viene del psicoanálisis. El operador toma distancia psicológica y lo ve desde afuera. No es que me desentiendo sino que me separo para saber cómo opero con esa persona. "¿Es una depresión grave? ¿Es una manipulación psicopática? ¿Es una escena de base histérica? En el  caso de tener una conducta autoagresiva tengo que poner límites y si está confundido no lo puedo dejar ir a la calle porque puede tener un accidente.

Hay  que atender   las   señales   latentes,  hay  que  escuchar  no   tanto   lo  que dice   sino   cómo  lo  dice,   la entonación. El cómo se dice es lo que contiene el verdadero mensaje profundo... Hay que escuchar los matices del lenguaje del otro.

En síntesis hay que tener el corazón caliente para entender al otro y la cabeza fresca para saber qué maniobra hacer para ayudarlo. En el momento A, recurrimos a nuestro núcleo histérico de la empatía, y también  al  núcleo  depresivo  que  nos  permite  acceder  a   la   intimidad  del  paciente.  En  cambio  en  el momento B utilizamos el núcleo esquizoide que permite la distancia y objetividad.

Además debe encontrarse   la distancia óptima para esa persona,  si  estamos muy lejos puede sentirse desprotegida o si estamos muy cerca puede sentirse invadida. 5. La escucha.

Lo primero que tenemos que lograr es el encuentro dialógico y para eso tenemos que saber escuchar. Creemos que escuchamos pero en realidad no lo hacemos, porque cuando contestamos, a veces, nuestra respuesta no tiene que ver con lo que dijo el paciente, nos debemos dar consejos ni retar. La escucha se 

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hace con todo el cuerpo, también con la mirada que no puede ser inquisidora (policial) porque hace que el otro se cierre más. Tampoco debemos dar la impresión que el otro no nos interesa (con la displicencia del empleado de una oficina pública). Tiene que haber una escucha y una mirada especial que acepta al otro como es. A veces la persona nos puede desagradar o asustar,  tenemos que controlar eso y aceptarlo realmente; no simular que se lo acepta, porque una persona angustiada lo percibe, tiene la sensibilidad de un chico, está dependiente y asustada.

La escucha debe ser aceptar lo que el paciente dice, no pretender que nos diga lo que queremos escuchar. Si nos dice: “Me siento muy triste” no podemos decirle: “Bueno, está bien, tranquilizate, ya se te va a pasar…” porque el otro va a sentir que lo dejamos solo y ni siquiera lo acompañamos en su angustia.  6. Resonancia emocional.

Es muy importante tener en cuenta la resonancia emocional. Es lo que en técnica psicoanalítica se llama contratransferencia.  Debemos preguntarnos: ¿Qué me pasa con lo que le pasa al otro? Porque puedo asustarme, enojarme o deprimirme. Cuando el otro está angustiado nos “carga” con algo que debemos percibir   cómo   resuena  en  nosotros   para   controlarlo.   Frente  al   caso  de  un   abuso   infantil   fácilmente podemos indignarnos y lo que menos necesita una nena en esas condiciones, es una persona enojada frente a ella. El operador se puede deprimir, quedar paralizado, indiferente o ponerse llorar. Debemos conocer  nuestros  puntos  ciegos,  nuestras  escenas   temidas  para  poder  controlarlas  y  no perturbar   la intervención. 7. Vomitar recuerdos podridos.

Cuando el nene dice: “Voy a vomitar, ¿qué hace la mamá? trae la palangana y le sostiene la cabeza (como forma de contención) porque para él es una experiencia desagradable. La madre mira atentamente lo que comió y busca lo que le hizo mal. El terapeuta debe hacer lo mismo.

El paciente no relata cosas agradables, lo hace en forma entrecortada, lo puede decir llorando, a veces cuenta historias muy violentas, habla de su infancia. Entonces el terapeuta con su palangana imaginaria va juntando   las  escenas  que  vomita  el  paciente   y   con  esto  descubre  qué   le  pasó.   Se  pueden   “comer” experiencias  muy  dolorosas  que al  no  elaborarse   se  pudren adentro  y   “dan  mal  olor”,   es  decir   son síntomas que nos pudren la vida. 8. Contención corporal (relajación muscular). El último grupo de técnicas de contención se basa en la simultaneidad de músculo-emoción, estudiada en la terapia de Wilhelm Reich que incluyó lo organísmico en la psicoterapia. Con métodos de relajación entramos   al   problema   por   la   “puerta   de   atrás”   (la   del   cuerpo)   para   ir   en   ayuda   de   la   conciencia perturbada; no se utiliza exclusivamente la “puerta del frente”, que es la palabra. Esta simultaneidad está condicionada por siglos de evolución; ante el peligro el animal-hombre debía contraer la musculatura para la   acción   de   huida   o   ataque.   No   existe   emoción   de   miedo   a   nivel   de   la   conciencia,   sin   que simultáneamente haya contracción muscular.  Actualmente son comunes  las situaciones de estrés que mantenidas por tiempo prolongado conducen a contracciones crónicas y finalmente a daños corporales.

Ante   un   cuadro   de   crisis   aguda,   es   conveniente   utilizar   alguna   técnica   de   relajación   como   el entrenamiento autógeno de Schultz, técnicas manuales o químicas con efectos hipotónicos destinados a bajar el tono muscular.

Es necesario señalar aquí una contraindicación de la relajación muscular: cuando la contracción masiva tiene por fin defenderse de una desintegración psicótica del yo, conviene encontrar antes junto con el paciente alguna otra defensa contra la fragmentación del yo (el brote esquizofrénico) para luego lograr la relajación.

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La relajación muscular como técnica de contención es la más antigua ontogenéticamente, pues no es ni más  ni  menos  que   el   abrazo   y   el   acunamiento  de   la  madre   ante   el   pánico   infantil,   abrazo  que  es simultáneamente, encuentro y relajación organísmica. 9. La historia familiar.

Comprende tres generaciones: la de los abuelos, la de los padres y la de los hijos. Intenta detectar los temas no resueltos, las situaciones inconclusas que pasan como un “paquete generacional” de abuelos a padres   y  de  estos  a   los  hijos.   Pichón  Rivière  decía  que  en   toda   familia  hay  un   secreto   (en  general relacionado con lo incestuoso, lo psicótico, con una muerte o con un aborto) que genera culpas ocultas que rebotan como síntomas dentro de la red histórica de abuelos, padres e hijos. El esclarecimiento de este secreto familiar es esencial para resolver y entender los síntomas del miembro considerado o elegido como “el enfermo”, llamado por Pichón Rivière el “chivo emisario” del grupo familiar.

Además cada familia elabora un mito, una explicación de su historia, de su origen que también indica el desarrollo futuro y permite evaluar un pronóstico familiar. Este mito sirve para ocultar lo vergonzoso y los aspectos psicóticos del grupo. El secreto familiar muchas veces es lo contrario a lo que se dice. Pueden decir:  “¡Cómo te esperamos, Pepito!”   pero en realidad el hijo fue rechazado por ser resultado de un embarazo accidental. 10. El niño fantasma.

Este  aparece cuando existieron momentos  importantes  de  la   infancia  que han sido traumáticos  y  no elaborados.   Como   consecuencia   se   conserva   internalizado   en   la   persona   un   niño   encapsulado,   no integrado a la personalidad adulta. Se trata de un yo-sido no digerido. Resulta notable cómo es posible la conexión con este niño fantasma mediante técnicas como el ensueño dirigido o los diálogos gestálticos. Se llega  a  un nivel  de   reviviscencia   tal,  que   se  encuentran   los  dos  adultos   (el   terapeuta  y  el   paciente) conversando imaginariamente con el niño, explicándole lo que sucedió en la infancia, que por traumático no   pudo   ser   comprendido.   La   sensación   que   se   tiene   es   que   el   adulto   creció   alrededor   del   niño, englobándolo. Por mi parte, más que psicólogo a veces me siento pediatra, pues con frecuencia tengo la impresión que un adulto me trae imaginariamente a un niño psíquicamente lastimado. Y en el caso de algunos pacientes, en tanto no se me configure ese niño angustiado, confundido y abandonado, no logro “pescar” la intimidad del sufrimiento de la persona adulta. 11. La historia infantil. Con las primeras experiencias se comienza a configurar la historia personal. En esa época se imprimen las matrices de vínculos, roles y lugares que van a ir configurando los primeros yos, las capas más íntimas e la identidad.

Toda   terapia  profunda   comienza  por  explorar   los   recuerdos   infantiles.  Allí  estará   la   clave  de   lo  que actualmente no se entiende. Es el momento arqueológico del trabajo terapéutico donde también será útil la   capacidad   deductiva   del   terapeuta-detective   (es   el  momento   de   Sherlock   Holmes)   que   propone hipótesis para unir indicios que reconstruyan lo que sucedió allá en la lejana historia del paciente. Esta historia no es sencilla de encontrar pues muchas veces se encuentra oculta, tapada por una “historia oficial” de los sucesos infantiles construida por padres y parientes. Esto es muy común en la clase media, cultura donde coexisten siempre dos planos, lo que sucedió realmente y la lectura encubridora desde las normas adaptativas.

Un planteo esclarecedor y muy operativo en la práctica terapéutica es el concepto de guión de Eric Berne, el dice que cuando se gesta un niño, los padres comienzan a proyectar sobre él un guión, a proponer cómo será su vida y en el momento de nacer, ese guión comienza a serle transmitido. Los padres ven en el hijo una nueva oportunidad de lograr lo que no pudieron hacer en su vida, esto a veces causa problemas porque lo deseado por los padres puede resultar disfuncional en la generación del hijo.  

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12. El personaje complementario.

Toda matriz vincular necesita dos componentes complementarios, si uno reprocha el otro siente culpa; si uno ataca el otro huye, el masoquista necesita al sádico y el sometido un sometedor, de lo contrario el juego no es posible. Por todo esto, cada uno de nosotros necesita su personaje complementario. El asunto se complica y se pone confuso cuando el personaje complementario real desaparece (se va, se muere) y se lo introyecta (lo mete imaginariamente dentro de sí). Por ejemplo una madre agresiva y controladora, puede internalizarse en el hijo después de la separación física mediante una hipocondría que lo llena de síntomas físicos.

Además, aferrarse al personaje complementario tiene por finalidad no perderlo, en el caso de nuestro ejemplo, sirve para poder seguir aquel diálogo tan conocido de la agresión y el control, ese hombre puede luego buscar una mujer agresiva y controladora (de vuelta con mamá…). 13. El cambio.

La última etapa de toda terapia es que esta modifique la vida real. Si esto no sucede el enfermo será en el mejor de los casos un enfermo esclarecido, pero enfermo al fin.Debemos advertir al paciente que la curación tiene su precio, que tiene que estar dispuesto a pagarlo, tiene que resignarse a la pérdida de los beneficios secundarios del síntoma, esto es, a todas las ventajas que se le concedían por estar enfermo.

Cuando el  paciente se cura se transforma en alguien más sociable.  Un obsesivo se transforma en un muchacho ordenado, una depresiva se transforma en una chica profunda y reflexiva, un paranoico, en un muchacho precavido, no cambiamos totalmente, la terapia no hace milagros, baja lo que perturba, quita el  exceso.  Cada uno de nosotros   tenemos  la   locura para un  lado,  unos  son más  introvertidos,  otros extrovertidos, otros son más histéricos o más obsesivos. La enfermedad es la exageración de una función psíquica, la salud no es la perfección, una cara perfecta es lo más aburrido que hay, siempre un rostro tiene asimetrías, esa es la gracia, su singularidad, esto lo digo para que no crean que la salud es planchar al otro, es más bien sacarle las arrugas más molestas. 14. Nueva inserción social.

Una vez recuperada su autonomía por el proceso terapéutico, el mismo paciente es quien debe decidir el momento del alta cuando sienta sus nuevas posibilidades de vida. Recurrió a la terapia porque había algo que no era capaz de hacer: Salir a la calle, devolver una agresión, permitirse el placer sexual, llorar a un muerto querido, etc.

Continuar   la   terapia  más  allá  de  este  punto   sería  entrar  en  el   juego  del   “terapeuta-muleta”,   según nosotros lo concebimos, esto ya no es terapia sino una rama de la ortopedia.

Como cada caso es distinto, la tarea de ayudar al mejor ajuste social del paciente dado de alta constituye un desafío a la imaginación tanto del terapeuta como del paciente. En la cultura popular hay un término exacto para esta acomodación “el rebusque” que se debe encontrar para funcionalizar la perturbación ¿El fóbico de bibliotecario?; ¿El insomne de sereno?; ¿El epileptoide en una empresa de demolición? ¿En qué medida   corremos   el   riesgo   de   fomentar   el   síntoma   del   paciente   y   en   qué  medida   ayudamos   a   su socialización?. Esto debe resolverse en cada caso. 15. Encuadre.

Respecto a reinstalar el encuadre terapéutico, citaremos un libro de Jay Haley donde cuenta el caso de una terapeuta que tenía un grupo de pacientes psicosomáticos con problemas graves. Un paciente le dice “doctora, qué piernas bonitas tiene…”, con lo cual la sacaba del rol de médica y la colocaba en el de mina a seducir, con esto se resistía al tratamiento. Entonces ella dijo: “Mire yo no sé si es verdad lo que dice usted, es probable que yo tenga piernas bonitas pero usted viene acá a curarse de sus hemorroides no tan 

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bonitas y los trastornos que le trae esa somatización”. Eso se llama re-encuadrar el rol. Lo hizo volver a su problema. 16. Etapas progresivas.

Pichón decía que para empezar cualquier tarea terapéutica siempre hay que dar vueltas antes para poner el   grupo  en   funcionamiento,   es   la   pre-tarea.  Muchas   veces   se  empieza   con   temas   intrascendentes. Supongamos que marido y mujer están en conflicto, tienen que decirse algo muy importante. Van al bar pero no van al grano enseguida. Se preguntan: "¿Qué tal, cómo estás? Qué frío hace. ¡Qué linda ropa te pusiste!". Parecen boludeces, pero eso va preparando el terreno para entrar en tarea. Si apenas se sientan ella dice: "Mañana me voy con Ricardo", sería muy traumático. Mejor empezar despacio…” ¿Te acordás que el mes pasado fui al cine con Ricardo?…”. 17. Supervisión.

Siempre que uno está operando debe tener de alguna manera, un grupo de supervisión. No trabajen solos, se van a cargar. Cada persona tiene un punto ciego que es su escena temida y no la percibe, ahí es donde se va a confundir y van a operar mal. Nosotros en nuestras comunidades nunca trabajamos sin tener detrás un grupo para charlar, ni aún cuando hacemos intervenciones individuales. Lo llamamos el service. En el Bancadero los equipos terapéuticos tienen una reunión de cierre donde uno le puede decir a otro “a mi me parece que te identificaste demasiado con ese paciente, trabajá eso porque si no te lo vas a llevar a tu casa”. FORMACIÓN DEL OBSERVADOR / CLARA JASINER. NELLY GRASELLI. GRACIELA JASINER / FICHA DE EDICIONES CINCO.  1) Comenzaremos dando cuenta del marco teórico y del dispositivo técnico con el que trabajamos. La técnica que utilizamos es la de grupo operativo. Las   fuentes  de   lectura  de   lo   grupal  de   las   que  partimos,   remiten  al   E.C.R.O.   (Esquema  Conceptual, Referencial,  Operativo) creado por Pichón Riviere, lo cual implica hablar de Psicoanálisis, Materialismo Histórico, Existencialismo, Surrealismo, Estructuralismo, Dialéctica. E.C.R.O. que como todo marco teórico es un emergente de su tiempo y como tal, viene a responder a cierta demanda social. E.C.R.O. a través del cual se instaura un diálogo con los interlocutores de su época. Entendemos que este marco teórico delimita un campo de problemáticas, abre cuestiones y como diría Ana Fernández: "abre campos de visibilidad y deja otros sumidos en la oscuridad". Pensamos que la producción teórica de Pichón Riviere emerge en un país dependiente,  en una etapa social   agitada   (1940-1977)   y   de  protestas  acalladas,   con   servicios   hospitalarios  deficientes   y   con  un Psicoanálisis básicamente kleiniano. Entendemos además, que Pichón-Riviere cuestionó el ejercicio del psicoanálisis individual en un momento en que en la A.P.A. existía la consigna "no grupo", en que los intentos de terapias grupales eran calificados como actuaciones psicopáticas, momento en que en el único ámbito donde se ejercía trabajo con grupos, este trabajo era concebido como "terapia para pobres"; pero un momento histórico durante el cual en la Argentina también había toda una difusión con respecto a lo grupal en otros ámbitos, que coinciden con una mayor participación popular en tareas comunitarias. Etapa que conlleva la ruptura de Pichón-Riviere con instituciones en tanto desviante institucional y justamente, a partir de dichas rupturas, genera una mayor   producción   teórica.   Ruptura   con   un   Psicoanálisis   que   no   era   cualquier   Psicoanálisis,   sino   el detentado por esas instituciones. Cuestionamiento  de   lugares  de  poder,  donde  un  supuesto   saber  estaba  enquistado.  Ruptura  con un discurso psiquiátrico organicista, discurso proveniente según Pichon-Riviere de una psiquiatría tradicional, 

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que se mueve sólo en el campo de lo fenoménico y descriptivo, con profesionales que según Pichon-Riviere asumen  la  resistencia  al  cambio  inexorablemente  comprometidos y  leales con su clase social. Rompiendo con éste discurso, Pichon-Riviere propone una tarea no sólo de cura, sino de prevención y salud mental, utilizando, por ejemplo, su técnica de grupos operativos para grupos de aprendizaje. ¿En qué clave ubicamos nosotros los Grupos Operativos con los cuales trabajamos? Es difícil la respuesta, nuestra metodología hace que nos reformulemos esta cuestión periódicamente y desde distintos lugares. Desde otras perspectivas grupales se nos pregunta frecuentemente si el deseo está jugado en el Grupo Operativo y qué papel cumple el fantasma. Sabemos que Pichon-Riviere no menciona el tema del deseo, pero entendemos que desde su propia lectura no podemos omitirlo. En la Técnica de Grupo Operativo, Pichón propone el trabajo sobre los procesos inconscientes relacionados con el aprendizaje. Pensamos al Deseo articulado, por ejemplo, con la demanda que formula el alumno al decir “yo quiero aprender esto", demanda que llega al pedido de autorización para ocupar un lugar legalizado en el discurso cultural, un lugar profesional cuando el sujeto se inscribe en un grupo de formación. Así el sujeto formula" el deseo de trabajar con otros para algo. En él grupo operativo se jugarán y se trabajará sobre las vicisitudes de ese deseo.   El   trabajo   sobre   los   aspectos   inconscientes   en   el   grupo  operativo   incluye   los   fenómenos  de transferencia de los que demandan y de los que coordinan, que serán sujetos soportes de esa experiencia. Si hablamos de deseo jugado en la elección de la Tarea, y en la búsqueda de la elaboración grupal de la misma, estamos hablando de Repetición. Visualizamos ésta, por ejemplo, en la entrada al grupo, que para el sujeto remite a una antigua inserción en su grupo primario fantaseado. Así la Repetición está presente: la escena fantasmática interna se proyecta "de movida" a  la escena grupal externa. Se organiza así la primera red transferencial. 2) Experiencia   con   grupos   de   formación   de   Ob   servadores   :   para   dar   cuenta   de   esta   experiencia, intentaremos en primer lugar explicitar el encuadre de trabajo de los alumnos observadores. Los grupos de 4to". Año de la Escuela están formados por 12 a 15 integrantes aproximadamente, divididos en equipos de observación de 2 ó 3 integrantes cada uno. Cada equipo observa una vez por semana y durante todo el año, un grupo de primero a tercer año o bien un grupo de Tercera Edad de la Escuela, que le fue previamente asignado. Además cada equipo realiza una reunión semanal con el coordinador de dicho grupo, para re-trabajar el material registrado durante la reunión del grupo observado. Por otra parte, en el grupo de 4to. Año hay una reunión semanal, donde se trabajan diferentes aspectos del aprendizaje del rol de observador. Esta reunión de 4to. Año se convierte en un espacio en el que confluyen múltiples problemáticas, en que se diseñan múltiples tareas. Tareas vinculadas a lo que en la Escuela denominamos el trabajo en las cuatro canchas: 1- el Grupo observado.2- el Grupo de 4to. Año. 3- el equipo formado por observadores y coordinadores.4- cancha interna: procesamiento interno del rol en cada observador. Estas "canchas" aparecen   en   la   reunión   de   4to.   Año,   muchas   veces   como   puntos   de   urgencia, superponiéndose   mutuamente.   Otras   veces,   alguna   de   ellas   queda   llamativamente   omitida   en   el despliegue de problemáticas que demandan ser trabajadas en la reunión de 4to. Año. Retomando las características de la experiencia del alumno de 4to. Año, señalaremos algunos ítems que resaltan en este proceso: -  cuando comienzan 4to año, los alumnos de cada grupo deben dividirse en equipos, lo cual provoca una primera vivencia de desorganización y el conflicto por tener que elegirse y ser elegidos. 

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-   tienen que elegir   también  un año para observar;   lo  cual  plantea también,  un primer  esbozo de   la fantasmática del observador: a quién elige, cómo lo elige, qué variables prioriza para esta elección, -¿elige a   aquél   que   lo   puede   complementar   en   el   trabajo?   -   ¿elige   a   aquél   con   quien   se   identifica narcisísticamente, yo a yo, imagen a imagen? - ¿o bien a aquél con quien tiene coincidencias de trabajo por cuestión de horarios que le permite mayores posibilidades de una tarea concreta? - ¿qué año eligió observar? - ¿aquél en que su experiencia como alumno fue más confortable, o aquel otro que quedó signado en su propia experiencia como lugar de fracaso, apuntando entonces la observación a convertirse en una imaginaria reparación de aquello que no se tuvo, en una imaginaria posibilidad de llenar un vacío? -   luego  de  esta  primera  etapa  y  antes  de  comenzar  a  observar,   cada  grupo  de 4to.  año   realiza  un laboratorio destinado a trabajar aspectos del rol de observador. Se intenta que los alumnos trabajen sobre sí mismos de modo que puedan focalizar la atención sobre un espacio interno, para luego un pasaje a una mayor capacidad de percepción y de registro de lo percibido. Otro de los objetivos del laboratorio es trabajar la fantasía del observador y sus escenas temidas al comenzar el aprendizaje del rol. Hay  una  finalidad  exploratoria  de  diagnóstico,   se   intenta   indagar  en  qué  condiciones   (facilitadoras  y obstaculizantes) se encuentra el alumno en relación al comienzo de este rol. -  después de este laboratorio, cada equipo comienza su observación "no participante", con la indicación de tomar crónicas priorizando en ellas lo descriptivo y excluyendo las hipótesis. -  paralelamente, en el grupo de 4to. Año el alumno va trabajando sobre las "cuatro canchas" y en cuanto a su registro, se trabajan justamente las dificultades para centrarse en lo descriptivo. Entendemos que el observador puede tener inicialmente una tendencia a organizar lo que siente caótico, a defenderse de la sensación caótica que provoca  la multiplicidad de estímulos,  tratando de realizar  hipótesis,  denunciar (verdades) que estarían "por debajo" de lo que observa. 3) Tarea del observador y su situación ante la Apertura: Para hablar de la Tarea del Observador comenzaremos especificando aspectos del concepto de tarea en P. Riviere.   Tarea   no   refiere   a   logro   sino   a proceso.   Tarea   explícita.   Tarea   implícita.   Múltiples   tareas estructurantes de lo grupal. Múltiples concepciones a lo largo del pensamiento de su autor. Tarea como análisis de las contradicciones, de las ideologías, como esclarecimiento de fantasías inconscientes, como elaboración de la Situación Patogenética y como enfrentamiento con la muerte. Múltiples   definiciones   de   Tarea   que   conducen   a   pensarla   como   camino  hacia,   no   como   logro,   ni un producto. Tarea como estructurarte de lo Grupal. Tarea como proceso a través del cual los integrantes del grupo recorren un camino en el intento de llenar un vacío pero superando el aislamiento individualista y pudiendo integrar los aportes de otros, difícil camino que cuestiona al narcisismo individual.    Pensamos: Tarea supone trabajo. Trabajo en el sentido sartreano:"... lo que cambia a los hombres, no son las ideas, no basta conocer la causa de una pasión para suprimirla. Hay que vivirla, hay que oponerle otra pasión, hay que combatirla con tenacidad, en una palabra, hay que trabajarse”. Cuando pensamos acerca  de   la  Tarea  del  Observador  pensamos en múltiples   tareas.  Unas  explícitas: registro   de   crónicas,   re-trabajo   de   las  mismas,   observación   de   un   encuadre.   Y   otras   implícitas:   el Observador muchas veces desea en su experiencia "como tal,  reparar aspectos de aquella experiencia suya como alumno: intenta saldar en la observación ahora cuentas que quedaron pendientes en el antes, en su experiencia como integrante. El Observador observa. ¿Qué observa? Observa en dos sentidos: 

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a)  Recurriendo al diccionario epistemológico vemos que Observar  tiene que ver con guardar, cumplir y obedecer  las  reglas y  leyes que se manda y ordena. En este sentido observar tendría que ver con el mantenimiento de un Encuadre. b)   En un segundo sentido observa y  es observado.  Además se observa a sí  mismo. Observa escenas grupales y observa escenas internas. Escenas internas que se entrecruzan permanentemente con escenas de los otros, constituyendo nuevas escenas. Escenas presentes. Escenas ausentes. c) El Observador observa y es observado, pero escucha y no es escuchado. ¿Qué impacto le produce mirar y ser mirado? ¿Qué impacto le produce la mirada de los otros? El rol del Observador se irá construyendo en la medida en que pueda correr su mirada de los polos de atracción, en que corre el riesgo de quedar atrapado. Estos polos pueden ser el mismo grupo como ente. Alguna individualidad en particular. El coordinador como lugar temido y deseado, imaginado como lugar de poder. Desde Anzieu, podríamos pensar que el Observador también siente ante el nuevo grupo un ataque a su narcisismo. Ante una situación nueva, ante un grupo que le devuelve imágenes despedazadas.  Un Yo imaginario que se quiebra. Múltiples personajes que no sostienen especularmente a ese Yo imaginario. El  grupo, según Anzieu,  enfrenta ésta angustia de despedazamiento,  de vaciamiento,  instaurando una Ilusión Grupal. ¿Cómo lo enfrenta el Observador? Pensamos que tal vez lo enfrenta con una ilusión de unificar   con   su  mirada.  A   veces  tiene   la   ilusión  de   "aprehender"   la   totalidad  de  este   concreto  que pretendemos   abarcar.   Ilusión   que   se   convierte   justamente   en   la   tendencia   a   formular hipótesis unificadoras sobre  un   suceder   "latente".   Ilusión  de  poder  dar   cuenta  de   tanta   complejidad   con  una "verdad".   Ilusión"   de   poder,   ahora   sí,   encontrar   esencias   finales.   Es   importante   el   trabajo   con   el Observador para que pueda ir privilegiando las modalidades, describiendo el cómo, más que contestarse sobre el por qué. En razón de este difícil aprendizaje del rol del Observador, citaremos a Freud, cuando en el historial del pequeño Hans dice: "...No   haremos   nuestros   ni   la   comprensible   comprensión   del   padre   ni   sus   primeros   intentos   de explicación,  sino que examinaremos para  empezar,  el  material  comunicado.  Es  que nuestra   tarea  no consiste en "comprender" enseguida un caso clínico; sólo habremos de conseguirlo tras haber recibido bastantes impresiones de él." Provisionalmente dejaremos nuestro juicio en suspenso, y prestaremos atención pareja a todo lo que hay para observar".  Actitud difícil  de  lograr ya que ante  lo nuevo tendemos  inmediatamente  a rotular"  y organizar el campo. En síntesis: nuestra reflexión, gira acerca de esta vivencia de des-instrumentación del aprendizaje de Observador, vivencia que se dramatiza con mayor intensidad aún en el momento de entrar e instalarse en el grupo. En el momento de la Apertura la consigna para el Observador es registrar por escrito las intervenciones de otros, cuya presencia implica un impacto masivo ante el propio "Grupo Interno”. Durante el comienzo la preocupación del Observador está centrada en sí mismo y su propio impacto. Nuestra experiencia es que generalmente promediado el año puede ir descentrándose y mirar, ocuparse de los otros. Entendemos que el camino en el procesamiento de su rol transita justamente por la construcción de un lugar (interno y externo) para lo cual es  imprescindible un monto de tolerancia.  Tolerancia a  las vivencias  iniciales de desinstrumentación, a la vivencia de "estar desnudos frente al mundo", una mínima tolerancia a la de-sestructuración y caos que puede provocar la percepción de los otros y de una tarea nueva, sobre todo desde un rol silencioso que impide el organizarse hablando. Una de nuestras hipótesis es que la situación de caos y desinstrumentación se intensifica en la Apertura, que como veremos, muchas veces ni siquiera es registrada por los observadores, preocupados por la instalación del propio lugar en el grupo. 

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Nos preguntamos cómo se articula esta vivencia inicial de desinstrumentación ante lo nuevo y caótico, con el proyecto de ser Observador. Entendemos que este proyecto se apoya sobre el deseo placentero de aprender, de curiosear, de descubrir secretos, y de ser autorizado en el rol profesional. Como dice Scaglia, el Observador tiene que ir trabajando adentro suyo un proceso de desdibujamiento que le posibilita ir incluyéndose como parte de un Encuadre, de ser protagonista pasar a un lugar de aparente exclusión del intercambio grupo-coordinador. Pensamos también que es una tarea importante del observador la construcción de una Actitud Psicológica que le permita no juzgar sino comprender, lo cual requiere, necesariamente, un trabajo sobre su propia capacidad de aceptar lo contradictorio de sí mismo y contradictorio en los otros, como así también la ruptura de una ilusión de homogeneidad grupal. Cuando hablamos de Actitud Psicológica nos referimos a: 1)  Continencia del otro y de sí mismo.2)  Distancia óptima.3)  Estructura de demora.4)  Posibilidad de formular hipótesis.     Si entendemos al grupo como complejo entramado de múltiples inscripciones, tendremos que poder aceptar "que en el grupo se están produciendo muchos más acontecimientos que de los que podemos dar cuenta"  (Ana María Fernández).     Entendemos que todo este trabajo está muy relacionado con el tipo de registro que pedimos a  los alumnos  observadores.  Cuando   les  pedimos  el   registro   textual,  esto   suele   ser   rechazado  en  primera instancia por los observadores ya que la fantasía que aparece tiene que ver con "perder vuelo".  Pero cuando esta fantasía es trabajada aparecen líneas relacionadas con la bronca que genera el no poder construir rápidamente, a partir de algún elemento manifiesto, hipótesis únicas que dan cuenta de una verdad también única. Cuando   proponemos   crónicas descriptivas,   no   lo   hacemos   desde   un   afán   objetivista,   que   intente reconstruir un ilusorio reflejo de lo acontecido. Justamente entendemos que en la lectura de su registro, de pronto el Observador se encuentra con un vacío inesperado, con un espacio en blanco, con palabras que no pudo registrar,  con  integrantes  a   los  que repetitivamente  intenta siempre  registrar  en forma textual, con aquel otro integrante cuyas palabras siempre sintetiza, como si no pudiera darle un espacio dentro suyo. Y aquí es donde trabajamos; en el_espacio en que el Observador aparece implicado. Este es el punto de la producción del Observador que permite trabajar el rol desde su propia implicación en la crónica.                                 - .Nos resulta importante ayudar al observador a descubrir los múltiples anudamientos a que nos remite un grupo,   o   a   que  pueda   ir   reconociendo   sus   propios   aportes   al   registro.   En   el   transcurso  del   año,   y acompañado por el trabajo teórico de 4to.año, de algunos conceptos centrales como: rol del Observador., transferencia y Contratransferencia/ Concepto de Portavoz, Vectores, Apertura, Desarrollo y Cierre, Tarea, Pretarea y Proceso y Unidad de Trabajo, comienzan a realizar múltiples lecturas posibles de las crónicas tomadas. Este trabajo de crónicas, además de un soporte teórico, se realiza por medio de utilización de técnicas dramáticas. Decíamos antes que el observador está incluido en un circuito de miradas. Que mira y es mirado. "... hay un juego de miradas constituyentes." disparador del proceso de identificaciones laterales". Hay un cruce de miradas donde la mirada del otro resulta constitutiva; mirada que, siguiendo el modelo del estadio del espejo, es una mirada ortopédica, a través de la cual se constituye una imagen especular. "El grupo nos ha llevado  (dice Lemoine) a examinar nuevamente lo que afirma Lacan en relación con el estadio del espejo y a acentuar el hecho de que en el momento en que el niño constituye a la mirada de la madre como ideal, se pierde como ser de deseo. El estadio del espejo representa un momento de falsa seguridad debido a que el niño se apoya en la mirada de la madre. En ese estadio la virtud unificadora del 

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espejo asume la misma función que la del yo ideal. Sirve como defensa contra el despedazamiento. Se trata de un momento necesario en la evolución pero que luego debe ser superado". El Observador observa un espectáculo. "El círculo de participantes es un círculo de miradas". Pensamos que el observador y el coordinador están también incluidos en un comienzo en este cruce especular de miradas. El Observador mira y sirve ortopédicamente a los integrantes para constituir una mirada que los salve del despedazamiento y a la vez es mirado y está pendiente de una mirada que lo ayude a luchar contra su propio miedo al caos y al despedazamiento interno. Entendemos  que el   trabajo  en   la   cancha   interna  tiene que ver  con  la  posibilidad  del  observador  de correrse de este lugar y mirar desde, un otro lugar. Como dice Lemoine- "...hay una tercera mirada, la de los terapeutas. Esa mirada no es un espejo, no refleja nada. Las miradas de los otros chocan con ella y lejos de constituirse, se aniquilan en ella, dejando a los sujetos sin soporte". Es tarea del observador poder empezar a mirar desde un otro lugar desde donde se refracte la mirada de los integrantes en su punto de cruce. ¿Qué sucede, entonces, al observador en un momento tan particular como es la Apertura de un Grupo? Pensamos   a la   apertura en  dos   sentidos:  momomento   inicial   de   la   reunión   cuyos   contenidos   se   re-significarán   retrospectivamente  durante  el   transcurso  de   la   reunión,   y  en  un  segundo  sentido como agujero, como grieta, como lugar de abertura en que debido al alto nivel de desestructuración que supone todo comienzo, aparecen más fisuras para que emerjan por ellas los argumentos de la conflictiva grupal. Lugar en el que falta algo, de aparente sin sentido (en el modelo de Pichón, apertura, desarrollo y cierre). En "Estructura de una escuela"...  (1969) P.R. dice: "La   sesión   de   un   grupo   se   desarrolla   en   tres  momentos   temporales:   apertura,   desarrollo   y   cierre. Los emergentes de apertura, deben ser cuidadosamente registrados por el coordinador y el observador, ya que todo ese material va a ser retrabajado durante la sesión y es dable observar cómo reaparece ya modificado en el momento del cierre". Apertura es un momento. Comienza con la instalación del Encuadre y puede concluir aproximadamente cuando surge un tema que pasa a ser hilo conductor del intercambio entre los integrantes, lo cual supone ya un proceso de resonancia. El  delimitar   la Apertura,  permite a partir de  la    puntualización de los  emergentes de apertura,  cierta lectura del acontecer grupal. En   la   apertura   se  expone  ante  el   espectador  el   argumento  que   se  desplegará  en   la   reunión  y  este espectador, desde su mirada, configura a su vez la Apertura. Entendemos que es importante puntualizar que en su definición Pichon-Riviere no habla de: El emergente de Apertura, sino d : Emergentes de Apertura y que también dice: "...los emergentes de apertura deben ser cuidadosamente registrados" o sea, que no prioriza el interpretar sino el escuchar y mirar, el percibir y dejarse penetrar para realizar una lectura a posteriori.       Coordinador   y  Observador registran o   sea   con  el  modelo  de   la   atención  flotante   se   dejan  empapar, impregnar por este discurso grupal, sin intentar significarlo inmediata y linealmente, sin intentar atribuir a cada elemento de lo manifiesto su correspondiente en lo latente. La apertura impacta vivencialmente al Observador como un desorden, como una situación sin sentido. Ante  este   impacto,  a  veces   se  puede negar,  no se   registra   la  apertura.  Puede  suceder  que   tanto  el coordinador  como los observadores  no  incluyan en su escucha  y  en su  mirada  un espacio  para este momento fugaz, sin palabras o con pocas palabras, desordenado y caótico. Otras veces se pueden obturar sus  múltiples   sentidos   significando  este  momento,   adjudicándole  un único   sentido  oculto,   sin   poder 

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prescindir de esa mirada que imaginariamente unifica lo caótico, lo contradictorio, llena las grietas y las hendiduras  propias  de cada Apertura.  Es necesario el   trabajo sobre sí  mismos de  los observadores y coordinadores para poder tolerar tanto en la situación grupal corno en la lectura de la crónica, la ansiedad que despierta este sumergirse en el mundo del aparente sin sentido. En la apertura se presentan los conflictos grupales. En este primer momento también se instala la red transferencial y queda planteada la Tarea Implícita del Grupo.    Frecuentemente en el momento de 'apertura se detectan altos montos de ansiedad paranoide. Refle-xionando sobre este hecho consideramos valiosa la inclusión de la postulación pichoniana de reactivación del  Núcleo Patogenético en situaciones  de  cambio.  Este aporte  enriquece  nuestro  acercamiento  a  la problemática de la Apertura Grupal y de la Situación del Observador en la Apertura. Tanto el nuevo teórico como la re-instalación en el Encuadre operan como objeto nuevo, detonante de la aparición de sentimientos y ansiedades que configuran la Situación Depresiva Básica de cada integrante. Vivencia de desestructuración y sentimiento de pérdida. Vivencia de conflicto, ya que cada integrante necesita poseer ese objeto nuevo y al mismo tiempo reconocer que no lo posee. Constatación de la propia carencia y de la propia ambivalencia. Impacto en la identidad porque ese teórico y ese grupo no es lo que el   integrante conoce y  por  consiguiente tiene y  por  consiguiente es.  Los  otros  con quienes   trabajan   la clase son nuevos, en la medida en que trabajan un objeto de conocimiento nuevo. La instalación en el grupo y el nuevo teórico condensa la    ilusión de que ya se conoce lo qué sucede, a revelarse como tal, como una ilusión. Por eso Apertura como agujero, como vacío. Porque obliga a reconocerse como carente, dado que obliga a reconocer que el objeto (teórico-grupo) es escurridizo, que no se lo posee. Lo que observamos en general en la apertura, en los integrantes y específicamente en el observador, es la organización de este momento caótico, donde coexisten las ansiedades de pérdida y ataque en aspectos disociados entre sí.  Esto me sirve, esto no me sirve". Por ejemplo, críticas a cosas que sirven de la clase o que no sirven del profesor, o bien, elección de algún lugar físico en el grupo. Formas donde el predominio de la ansiedad persecutoria y de la disociación, permite organizarse e instalarse con mayor tranquilidad en lo grupal. Al menos hasta tanto se logre durante la reunión una situación de sostén que permita, ahora sí, conectarse con lo desestructurante de la carencia. Pero en primera instancia, se ilusiona por lo menos poseer una parte del objeto y controlar una parte de la otra. Se habla del aspecto laberíntico y caótico de la situación depresiva básica. La apertura se presenta como un laberinto. La única manera de descifrarlo y recorrerlo (dejamos constancia de que no hablamos de encontrar una salida), es primero, meterse y perderse en el laberinto. Intentamos cercar este trabajo y nos damos cuenta que hasta aquí hemos planteado la observación como lugar placentero pero difícil y especialmente complejo en el momento de la Apertura. Se nos ocurre que en la tríada Coordinador/Grupo/Observador, esta quizás el Observador en la situación institucional que implica mayores renuncias. Renuncias por un lado, a mostrarse, y por el otro a mirarse a sí mismo. Pensamos que el Observador es el que triangulariza la relación Coordinador/Grupo, pero a la vez está como ellos ubicado en una institución que lo atraviesa. Lo no nombrado hasta aquí: la Institución, aparece repentinamente en nuestra reflexión. Los   integrantes   del   Grupo   depositan   en   el   Observador   aspectos   de   su   Horizontalidad   (Fantasías, deseos/ansiedades). Nos preguntamos ¿Qué deposita la Institución en el Observador? ¿Será que lo que la Institución coloca en el Observador es el lugar de su propia historia? ¿O acaso en sus crónicas no está 

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registrada la historia de la Institución? La historia de su fantasmática, de aconteceres, de palabras dichas, de lagunas, de lugares, ocupados y no ocupados. Pero ¿Qué historia llevan registrados con ellos los observadores? Seguramente no se trata de una historia única:   "una   historia   Oficial"   sino   también   de   algunas   otras   historias,   historias   olvidadas,   historias prohibidas, historias subterráneas. Discursos institucionales, discursos grupales, discursos de los Coordinadores. ¿Qué efecto le produce al Coordinador reencontrarse con las palabras que tal vez dijo, con las que no dijo, con sus fallidos, con todo aquello en que fue dicho, al escuchar la crónica del Observador? Pensamos que en cierto modo el  Observador  es un puente  entre el  Grupo y   la   Institución.  Nos  pre-guntamos  qué   lugar   ocupa   y   de  qué  manera   está   atravesado  por   la   fantasmática   institucional   y   la fantasmática grupal. En nuestra experiencia el Observador, está en un lugar en el que se identifica con estos dos escenarios: lo grupal y lo institucional. Si recordamos la definición de observar en tanto preservar y guardar las reglas y pensamos que  la   institución produce efectos a través del  contrate de normas de funcionamiento,  de estilos  de   coordinación,  no  podemos  omitir  que  aquí,   en  el   lugar  del  0bservador   se  da  un  especial anudamiento; que este lugar del Observador en tanto observador de lo instituido, de las normas, es un puente interesante para la posibilidad de pensar de qué manera la fantasmática institucional produce efectos y atraviesa a los grupos. 

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LO FANTASMATICO SOCIAL Y LO IMAGINARIO GRUPAL / EDUARDO PAVLOVSKY / COLECCIÓN LO GRUPAL; NRO.1; ED. AYLLU, ABRIL 1983. En  1968,  durante   los   seminarios  de  entrenamiento  de  dinámica  de  grupo  que  Didi  Anzieu   realizaba anualmente   en   Paris,   ocurrían   simultáneamente   los   acontecimientos   políticos   sociales   por   todos conocidos. Esta simultaneidad de situaciones, la realización de los seminarios de dinámica de grupo en el mismo momento del acontecer social, le permitieron a Anzieu realizar algunas reflexiones y observaciones de las cuales rescataré las más importantes. Dice Anzieu: 'El desarrollo del seminario, considerado en su totalidad, me ha parecido una reproducción abreviada, en miniatura, del inconsciente social en Francia en Abril y Julio de 1968.' Y se pregunta más adelante: 'Un seminario que reposa exclusivamente en los llamados métodos de grupo, ¿no es acaso un sondeo de las capas más profundas del psiquismo colectivo?' En otro párrafo, Anzieu también se refiere al surgimiento en el staff o equipo terapéutico, durante los seminarios, de una posición autoritaria que surgió como necesidad del equipo de estructurar un orden durante   un  momento   de   gran   caos   y   anarquía   entre   los   integrantes   del   grupo   de   seminarios,   que amenazaba la evolución normal del mismo. El propio staff se extrañó de la posición autoritaria que tuvo que tomar frente a la anarquía reinante. El intercambio de opiniones puso en evidencia dos cosas. Por una parte, la fantasmática de una organización jerarquizada del saber y del poder (tipo de organización tan combatida en mayo) fue reconocida como fantasmática común del equipo terapéutico, por identificación con este tipo de fantasmática social.  Se debatió en el seminario la relación entre la dinámica del grupo del seminario y la evolución inconsciente social en 1968 en Francia. Según Anzieu el equipo terapéutico se identificó con esta estructura del poder y del  saber tan combatida en mayo,  y  actuó en el  grupo ejerciendo el  poder sobre  los  integrantes  del seminario. Después de la "actuación", el equipo terapéutico reunido pudo "metabolizar, elaborar y modificar" esta identificación regresiva. En   un   trabajo   que   realizamos   con   Bauleo   en   1976   y   que   titulamos   "Psicoterapia   en   situaciones excepcionales" intentábamos caracterizar algunos fenómenos clínicos y de dinámica grupal que habíamos observado en nuestros grupos durante el lapso 1976-77, período caracterizado por la represión política por todos conocido. En dicho trabajo nos formulábamos los siguientes interrogantes: ¿Cómo eran las sesiones de psicoterapia de grupo durante ese lapso? ¿Qué efecto tenían en el específico campo de la producción imaginaria de la sesión, los acontecimientos sociopolíticos de ese periodo? ¿Qué fenómenos singulares observábamos en la transferencia, en la dinámica de grupo, en las fantasías inconscientes grupales, en el cuadro sintomático de los integrantes y en las condiciones de seguridad del grupo? ¿Existía alguna singularidad específica del proceso inconsciente grupal y su relación con el inconsciente social? 

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En alguno de nosotros existe hoy una cierta necesidad de intentar describir el clima imperante en las sesiones durante ese periodo, a riesgo de sortear o eludir la fractura o solución de continuidad que sufrió el proceso de la psicoterapia de grupo en ese lapso. Porque hubo perturbaciones serias en el desarrollo de la psicoterapia de grupo en esos años. Desde allanamientos policiales en plena sesión de grupo, con la consecuencia de terapeutas desaparecidos, hasta sesiones en instituciones que se realizaron con policías dentro de la sesión. Se  nos ocurre que no queremos ni  debemos perder  la  memoria  de esa época,  precisamente porque trabajamos en la clínica con el recuerdo para evitar la repetición. Alguno de nosotros tenemos la necesidad de recuperar nuestra memoria para evitar fragmentar nuestra propia identidad profesional. Pensamos   que   somos   el   testimonio   clínico   de   una   época   que   no   debe   volver   a   repetirse.  Nuestro testimonio es también la psicoprofilaxis de toda forma de autoritarismo y fascismo futuro. Adorno, sugiere que para que no ocurra otro Auschwitz, no debe tratar de olvidárselo. La curación es recordar para no repetir. Si no recuerdo, repito. Si repito actuó. "La   interiorización   de   las   prohibiciones   y   prescripciones   es   tal,   que   la   opresión   constituye   para   los oprimidos la condición de posibilidades del goce". El inconsciente social, mediatizado en momentos de excepción social por el grupo, selecciona los temas sobre los que podemos pronunciarnos. Hay palabras y temas censurados. Silencios recortados que hablan de censura. Autocensura.  Palabras mudas.  Ausentes.  La  interiorización de la  violencia  se ha instalado en el  grupo como obvia, como natural. El discurso del grupo se recorta sobre una zona prohibida. Pero nadie prohíbe nada. No es necesario. Prohibir es de alguna manera nombrar lo innombrable por contraste. La dialéctica de la persecución social se ha interiorizado. No hay explicitación del movimiento totalizador. Cualquier   discurso   que   superase   el   límite   previsible   de   lo   pactado  por   la   norma   interiorizada,   será regulado por el grupo mismo, o el portavoz de la violación será callado por el coro de otras voces. El grupo funciona como un censor de las individualidades más transgresoras de la norma social interiorizada. Entrenamiento de la regulación grupal en momentos excepcionales del acontecer social. Misión especial. La   autorregulación   es   la   expresión  de   la  mediatización   represiva   del   grupo   y   cumple   la   función  de preservación dentro del grupo. El   grupo   atempera.   Adapta   el   lenguaje   que   subvierte.   Corrige.   Aminora   imperceptiblemente.   Todo individuo dentro del grupo que se animara a transgredir la prohibición, podría ser discriminado. Un síndrome general  de adaptación.  La  frase  que amenaza es apoderada por un discurso.  Otro,  que asegura la sobrevivencia y disminuye el ribete trágico del gran violador del PACTO. El PACTO es clave. No se puede nombrar lo innombrable. Algo se torna innombrable. Algo ha de ser evitado de nombrar. La verdadera incertidumbre es no saber exactamente la palabra que no se debe nombrar.

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 La verdadera incertidumbre es no saber exactamente la palabra innombrable. Reflejo del inconsciente social. Registro asociativo de palabras nombradas y muerte. El inconsciente social desborda los límites del grupo. Cada integrante "actúa" de acuerdo a su 'fisic du rol' el personaje de una obra que habla de asesinatos, allanamientos   y   desaparecidos.   Cada   inconsciente   individual   sigue   sus   leyes   propias   y   recorta   la singularidad de cada actuación. El grupo es hablado por el argumento del drama del  inconsciente social y su trama argumental.  Cada integrante actúa un personaje principal de esta trama. Lo habla su inconsciente individual, pero al servicio de   una   trama   argumental   que   alude   o   sugiere   una   fantasmática   social.   Inconsciente   social   que   se introduce en la intimidad-interioridad del grupo, de acuerdo a la excepcionalidad de las circunstancias sociales. "Psicoterapia de grupo en situaciones excepcionales", decía Bauleo. Descentramiento de la propia fantasmática grupal. ¿Descentramiento de los mitos familiares durante las guerras? Con  esto   nos   referimos   a   que   los   grupos   estructuran   luego  de   su   agrupamiento   una   configuración organizada a partir de un entrecruzamiento de proyecciones de los integrantes a los cuales se entrecruzan elementos representativos social  es de una manera tal que en esa configuración se escenifica la obra teatral,  al   cual  no  sólo  han  aportado   los   integrantes,   sino  que   la   sociedad  ha   suministrado  el   clima imperante. (Bauleo). CLIMA GRUPAL de intemperancias. Se tiene en el grupo terapéutico la impresión de que el enemigo acecha al grupo. No afuera. Sino dentro del grupo. Espera al acecho la palabra para el asesinato. Se sabe que no pero aun así, como diría Mannoni, se actúa como si acechara. Hay que cuidarse. Hay una escena que lo hace posible. El mismo personaje que pregunta puede ser el asesino. El asesino sin gajes. CLIMA DE TRAICION. Insisto: El violador, el asesino, el torturador, está allí presente en el grupo. Se sabe que no lo está, pero se actúa como si estuviera. Pluridimensional de las ansiedades confusionales. Pregunta: ¿Quién nos aterroriza? ¿Invención? ¿Recreación? Fabrica de miedos del gran EXORCISMO. El miedo no es imaginería. Vivencia del terror que nos asfixia. Sabemos que el torturador es invención. Allí en el grupo lo  inventamos, que no esta, certeza de convocatoria. Recreación nuestra. Lo siniestro del inconsciente social que nos posee, lo circulamos. Lo patetizamos. Circulamos el terror de la convivencia con el monstruo. Lo recreamos entre nosotros para exorcizarlo. Recreación previa a todo EXORCISMO. Pero para exorcizarlo tenemos que creer que está allí, adentro, en el grupo, al acecho, esperan do la palabra innombrable para caer sobre nosotros. El grupo sabe de qué se trata este asesinato. Sabe del improviso. De la trampa. De irrupciones. De la magia del no aparecer más. Esta enterado. Nada es tan mágico como hacer desaparecer. Se corre el riesgo de no volver más. 

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Recreamos entonces el drama del inconsciente social. Lo reinventamos. Lo recreamos. Lo exorcizamos. Traemos los peores fantasmas del drama. Convocamos los protagonistas centrales y los encarnamos; pero como buenos actores tenemos que creer en lo que hacemos. Como buenos actores del método Stanislavsky. Tenemos que creer  que nuestro  enemigo está  allí  entre  nosotros  en el  grupo,  dispuesto  a hacernos desaparecer. Insisto en la creencia. Si EL lo dispusiera somos hombres muertos o desaparecidos. Tenemos la  referencia de que en aquel  mismo mundo que se  llama realidad,  se desaparece todos los días.  La fantasía de desaparecer para siempre, no como muerte sino como pasaje a otro estado, a otro nivel, es una ansiedad terrorífica posible cuando la gente es secuestrada y no se sabe cómo, ni dónde, ni cuándo. Alguna vez nuestras fantasías agresivas vaticinaron la desaparición de nuestros padres, y por rebote la nuestra. Cero al infinito. Jugamos a que sea así, de lo contrario no vale el EXORCISMO. Para que haya exorcismo hay que creer en la obra teatral del inconsciente social y sus terrores. Lo inventamos en el grupo, dentro del grupo. Siempre hay un sospechoso dentro del grupo, un elegido por el rol de la sospecha. Algún rasgo bizarro del sospechoso es aprovechado para invitarlo al escenario. Fisic du rol. Nuestro mago de turno. Tiene poderes inventados. Pero lo creemos. El peligro es grande. La sospecha circula. El sospechoso se siente investido por el rol. Sabemos que es un buen compañero. Lo reconocemos. Pero el efecto de la proyección lo transforma de golpe en sospechoso. Sabiduría grupal. Lo necesitamos para aterrorizarnos. Es nuestro candidato para el EXORCISMO.

Ojo, inventamos al sospechoso, le ponemos carga de torturador, de asesino a sueldo. Pero EL también tiene que inventar. Si no inventa no vale. Le exigimos su monto de creación personal. La magia del fisic du rol y las proyecciones se produce. Una suerte de fascinación y encantamiento. El sospechado asume su Rol con la magnificencia que corresponde al asesino. El secreto goce de producir miedo. El misterioso goce de aterrorizar con el terror del asesino. El intimo goce  de   sentirse  poderoso  en  este   juego  diabó1ico  de   imaginería.   Y  entonces  ocurre   el  milagro:   el sospechado, el elegido por la imaginería del grupo para el Exorcismo, dice de pronto las palabras justas que confirman la sospecha. Toma EL LIBRETO DE OTRO. Un libreto encima de otro libreto. Dos caras que se funden. Proyección sobreimpresa en otra proyección; y como el gran Actor, utiliza el titubeo, la duda y la pausa que conforman la sospecha. Responde con discurso de sospechado. Nadie se asombra de la Metamorfosis. Con Poder de la Magia suministrada por nosotros, el sospechoso responde con la interiorización de los gestos del OTRO. Insisto: lo miramos sobreimpreso. Inventamos con nuestra imaginería un SOSPECHOSO, de un compañero de grupo, y el compañero se hace sospechoso.   Actúa   como   sospechoso,   y   como   sospechoso   tiene   poderes  mágicos.   Puede   hacernos desaparecer. Como decía Sartre de Genet: Una mirada lo clavó como ladrón y él se hizo ladrón. Reinventó la proyección a su gusto. Patetizó lo siniestro de sentirse mirado con la carga ajena. Si me miran ahora como LADRON, ENTONCES JODANSE, LES VOYA ROBAR. Pero voy a inventar mi manera de ROBAR. ESE ES MI DERECHO Y SERA MI SALVACION. Nadie proteste, dice Genet: Yo soy invención vuestra, pero los dejare con los bolsillos vacíos.

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 Ahora el sospechoso hace lo mismo. Nosotros Reinventamos el Terror. Dispusimos  que   alguien   tenía  que   aterrorizarnos.   Y  el   sospechoso  aceptó  el   reto.  Como  Genet,  nos aterroriza. Escena de Terror infinito. Alguien puede nombrar lo innombrable y lo innombrable frente al sospechoso HACE DESAPARECER. Cualquiera puede caer en la TRAMPA. Para nosotros los gestos del sospechado son todos TRAMPA. TRAMPA para hacernos desaparecer. Para que nombremos lo innombrable. Para que nos delatemos.   El   sospechoso   como   el   TORTURADOR   quiere   DATOS   PARA   CONFIRMAR   NUESTRA CULPABILIDAD. MAXIMO MOMENTO DE ALIENACION Y MAXIMO MOMENTO DE CREACION Y EXORCISMO COLECTIVO. (Cada grupo tiene su sospechoso, su asesino). El MAXIMO momento de terror es al mismo tiempo el punto más alto del Exorcismo. Puede durar varias sesiones. El CLIMAX DE TERROR llega al punto más alto. Alguien,   entonces,   dice   la   palabra   que   cierra   el   telón.   A   veces   el   Terapeuta.   La   FUNCION  ACABA. Ceremonia del quite de mascaras. Ritual de camarín. Lavado. Presagio de un Nuevo Orden. Alivio Post Exorcismo. Reencuentro   con   AQUEL   COMPANERO.   EL   DESTINATARIO   DE   NUESTRAS   PRIMERAS   PROYECCIONES FAMILIARES. PERDIDA DE LA EXALTACION DE LA MAGIA DEL GRAN TEATRO. VUELTA A LA COTIDIANEIDAD. EL ASESINO SIN SU MAQUILLAJE es más vulgar. Ya no ASUSTA A NADIE. No hay goce. No hay magia. No hay TERROR inventado. La vuelta a la cotidianeidad, a la vida intima de los actores después de la función. Pero el teatro tiene que volver.  No hay  psicoterapia  sin argumento teatral.   Intercambio  de máscaras.  Nuevos maquillajes  que anuncian la próxima levantada de telón. Casi siempre la vida íntima de los actores es menos atractiva que los personajes que representan en los grandes DRAMAS sociales. La vida íntima es menos grandilocuente. SABOR A VIDITA. La pequeña rencilla narcisística de lo cotidiano, carece de la intensidad del GRAN TERROR INVENTADO. Habrá siempre en el grupo una secreta añoranza de los actores de aquella GRAN REPRESENTACION DEL  INCONCIENTE SOCIAL,  que HABLA de  lo  Innombrable,  de ASESINATOS Y DESAPARECIDOS. Puede ocurrir que no EXISTA un elegido para la SOSPECHA, porque no hay fisic du rol, por ausencia del gesto bizarro para la gran proyección. Entonces, la máscara del asesino pasa de cara en cara por cada uno de nosotros y cada cara para cada uno de nosotros puede ser siempre la cara del asesino, del sospechado. La máscara rotativa se transforma en un confuso calidoscopio. Nadie puede salvarse alguna vez de ser el ASESINO. Todos ensayan el papel. Entonces todos tienen la carga de asesino y asesinado. Todos pueden hacer desaparecer y ser desaparecidos. El horror de sentirse idénticos. No hay ningún rasgo que caracterice al sospechoso. Todos podemos serlo. El hermano puede serlo. El igual a UNO. Nada me diferencia.   EL   ASESINO  NO   SE  DIFERENCIA  DE  MI.   LA  MASCARA  DEL  ASESINO  ROTA   EN   EL  GRUPO REPRODUCIENDO EL HORROR DEL ASESINO ESPECULAR.

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 DESPUES DEL ENSAYO SE NOMINARA EL CANDIDATO. El más sospechoso SERA EL TITULAR DE LA MASCARA DE LA CONFUSION A LA PERSECUSION. En la guerra del 76-77-78 no se halla presente la diferencia entre los contendientes, basada en la piel, raza, religión o lenguaje. No hay franceses que matan a los argelinos. No hay ingleses que matan a los argentinos. HAY ARGENTINOS que matan a ARGENTINOS. La circunstancia se transforma en una situación especular. El enemigo se parece a nuestra imagen en el espejo. LA INSTITUCION DE LA MUERTE, RECREADA, REINVENTADA EN LA GRAN IMAGINERIA GRUPAL, PADECIENDO Y RECREANDO LOS TERRORES INFINITOS. COMO INTENTO DE ELABORAR LO IMPOSIBLE,  A TRAVES DE LA ENCARNACION EN EL GRUPO DE LOS ACTORES PRINCIPALES DEL DRAMA DEL INCONSCIENTE SOCIAL.  Eduardo Pavlovsky.