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La tradición documental sobre el garoe y los relatos de viajeros franceses BERTA Pico DOLORES COREELLA ULL Una parte importante de la historia cultural de una región la constituyen sus leyendas. En las islas Canarias se situaron numerosos mitos clásicos grecolatinos, formando parte el Archipiélago de la denominada geograjta mítica. A partir del Redescubrimiento, o conocimiento empírico, que tiene lugar fundamentalmente hacia el siglo xiv, a las antiguas visiones míticas vendrán a superponerse otras nuevas fruto de las illusions de la décoaverte que, en gran medida, se enraizarían con las imágenes fabulosas que circulaban en la historiografía y en la cartografía occidentales de la época. Por estar situadas en la frontera del mundo conocido, en uno de los cuatro extremos, el occidental, de la tierra habitada o ecumene, los autores grecolatinos de la antigUedad colocaron en las islas atlánticas toda clase de seres extraordinarios, de hechos prodigiosos o de recursos preciosos, como era habitual y tópico respecto a las zonas remotas e inaccesibles, fronteras de otro mundo (Marcos Martínez, 1992: 23 ss.; 1996: II, 32). Así las Canarias entraron desde antiguo en la paradoxografta o escritos sobre fenómenos maravillosos e insólitos. Como indica el profesor Marcos Martínez. En este tipo de literatura es la isla el componente característico, dado que en ella se puede combinar lo científico y racional con lo fantástico y novelesco. Desde siempre ha sido la isla el marco idóneo para colocar en ella las más extraordinarias aventuras, con lo que se ha alimentado toda una mitología insular, de la que los via- jeros medievales volvían a hacer uso a medida que descubrían las islas de los Océ- anos Atlántico e Índico (1996: 32). La situación no varió al final de la Edad Media, ya que, como es bien sabido, la persistencia de los mitos no fue ajena al impulso de los grandes descubrimientos, y la posición geográfica del Archipiélago seguía alimentando la imaginación de los ¡ El terna de esta colaboración al Homenaje al Profesor Cantera surgió corno respuesta al interés iiwstrado por Don Jesús sobre el &bol de la isla dc El Hierro, durante su estancia en esta Universidad de La Laguna con ocasión del Seminario del Cemyr sobre Los universos insulares. 1-linnenaje al Prof Y Cantera. Serv. Publicaciones Universidad Complutense. Madrid, 1997

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La tradición documentalsobreel garoey los relatosde viajerosfranceses

BERTA PicoDOLORES COREELLA

ULL

Una parteimportantede la historia cultural de unaregión la constituyensusleyendas.En las islasCanariasse situaronnumerososmitos clásicosgrecolatinos,formandoparteel Archipiélagode la denominadageograjta mítica. A partir delRedescubrimiento, o conocimientoempírico,quetiene lugar fundamentalmentehacia el siglo xiv, a las antiguasvisionesmíticasvendrána superponerseotrasnuevasfruto de las illusionsde la décoaverteque,en granmedida,seenraizaríancon las imágenesfabulosasquecirculabanen la historiografíay en la cartografíaoccidentalesde la época.Porestarsituadasen la fronteradel mundoconocido,enuno de los cuatroextremos,el occidental,de la tierra habitadao ecumene,losautoresgrecolatinosde la antigUedadcolocaronen las islasatlánticastoda clasedeseresextraordinarios,de hechosprodigiososo de recursospreciosos,como erahabitual y tópico respectoa las zonasremotase inaccesibles,fronterasde otromundo(MarcosMartínez,1992: 23 ss.; 1996: II, 32). Así las Canariasentrarondesdeantiguo en la paradoxografta o escritossobrefenómenosmaravillososeinsólitos. Comoindicael profesorMarcosMartínez.

En estetipo de literaturaes la islael componentecaracterístico,dadoqueen ellase puedecombinarlo científico y racional con lo fantásticoy novelesco.Desdesiempreha sido la islael marcoidóneoparacolocaren ella las másextraordinariasaventuras,con lo quese haalimentadotoda unamitologíainsular,de la que losvia-jerosmedievalesvolvíana hacerusoa medidaquedescubríanlas islasde los Océ-anosAtlántico e Índico (1996: 32).

La situaciónno varió al final de la EdadMedia, ya que,como esbien sabido,lapersistenciade los mitos no fue ajenaal impulsode los grandesdescubrimientos,yla posicióngeográficadel Archipiélago seguíaalimentandola imaginaciónde los

¡ El terna de esta colaboración al Homenaje al Profesor Cantera surgió corno respuesta al interésiiwstrado por Don Jesússobre el &bol de la isla dc El Hierro, durante su estancia en esta Universidad deLa Laguna con ocasión del Seminario del Cemyr sobre Losuniversosinsulares.

1-linnenaje al Prof Y Cantera. Serv. Publicaciones Universidad Complutense. Madrid, 1997

202 13. Fui-o vi). (io,-bella

europeos a fines de la Edad Media y bastante más tarde, que se acercabana él pro-yectando una visión mítica y acogiendo con toda naturalidad la existencia en él dehechos maravillosos.

El gocen o árbol santo de la isla de El Hierro constituye uno de los símbolosesenciales de la tradición instilar, árbol mítico que representaba la abundancia, lafuente inagotable, identificable en parte con el arbor vitae paradisiaco. don divino

de ahí su consideración como árbol santo—, en el que perdura la huella de losmitos de jardín de las delicias o de islas de los bienaventurados que evocaba el nom-bre del archipiélago canario. Pero, aunque su imagen simbólicahaya pci-durado a lolargo del tiempo en la mente de las gentes de las islas, como punto de referencia deun pasado edénico, su historia a través de las crónicas nos descubre —como en laselva de Doramos (Sánchez Robavna. 1992: 69-70)—-— la historia de una desilusión.

Son innumerables las referencias a este árbol mítico. tanto por parte de loscronistas e historiadores como en los relatos de viajeros y cii otros textos literarios.y son muchos los comentarios de los investigadores2. Aquí nos limitaremos a darcuenta de la tradición clásica que sirvió de punto de apoyo a una larga serie de rela-tos a partir del Redesru.hrhniento; prestaremos’ -atei~ción a las crónicas y relacionesde laconquista de Canarias y a las obras de los cronistas de Indias. amén de algúnotro testimonio que estimamos importante; y. finalmente, nos detendremos en lasnarraciones de los viajeros franceses que pasaron por Canarias, varias de las cualesson inéditas para la historiografía isleña, presentando notable interés tanto por laépoca en que fueron escritas cuanto por la imagen que transmiten, en ocasionesmezcla ingenua de fábula y realidad ~en la que persiste la huella de los cronistaspredecesores—. pero también apreciaremos en ocasiones la decepción o frustraciónante la realidad observada que desmentía la imagen utópica esperada, o, en fin, laexplicación racional de los hechos que habían dado lugar a la• ~‘intigiiacreencia.

La riqueza de estos filtimos materiales, que ahora presentanios, es indudable.Algunos de ellos representan eslabones importantes que permiten un conocimientomás profundo del desarrollo de la historiografía de las Islas (Le Cananeo, primeracrónica de la conquista de Canarias, es también el primer libro de viajes que sedetiene a describir sus gentes y sus paisajes. La Singularite: dc la France Anmarti-que, compuesta por André Thevet hacia 1558. supone el antecedente inmediato quellevará a Thomas Nichols unos años más tarde —en ¡583-— a redactar en inglés suDescripción de las Islas Afóníunadz.ís). Otros nos descubre.n y nos permiten trazar elprototipo que tenían y difundieron los europeos sobre estas tierras. Sus fuentes500 múltiples; por un lado. fuiidamentadas cii los mismos textos, y en pri mcr luo iren ese saber enciclopédico medieval que transmitía sin anibages una imagen utopicade estos para:.ies, que veíídría corroborada en los primeros años del Rcnacímiento

LI goroú fue inoliis<, cl lema do la lecciotí dc aperiLira (tel CUrsi, 935—36 eta la Llitiscisid íd dci

LagLina, ¡02 puAda p ir el profesor dita J estis Muy aun Está estala cedí> c¡ no e á¡bol al qn 1 a sí nos deFi Hierro turnaban gui-no a la llegada do los espanoles. y cine despi.iés lite conocido como ¡libo! Suínlu,.

pertenecía u la especie llamada pri miii yatoen le lii, en pl u tal li/es ~ nc pi it j fl ti u o latí i R 1 sp no!lo mo la forma ti/o, pl u tal t,fl.í— - - El ¡1/ o antirí o es la Orúndapln le ¡wioíi.í Noca. ~ o o le a l~í ni it jade las Lauráceas (1. Maynur. 1943: M. Sielffi,a, 944).

La tradición documental sobreel garoe y los relatosde viajeros franceses 203

con la vuelta a la tradición clásicay a la relectura de Plinio, Pomponio Mela o Soli-no; por otro lado, basadas tambiénen la transmísion oral, en la información de lostestigos coetáneos, y sobre todo en la propia experiencia de esos viajeros que lle-gaban a Canarias, simplemente,para aprovisionarse antes de partir de nuevo hacialas grandesrutasatlánticas,tantoen el periplo africanocorno enel que les llevaríaa las Indias occidentales. También son variados, y por ello no menos interesantes,los puntos de vista adoptados y las finalidades del viaje: conquistadores, comer-ciantes, evangelizadores, cosmógrafos reales, naturalistas, marinos y escritoresofrecen como viajeros, según sus intereses, una amplia gama de informacionesetnográficas, míticas, históricas, geológicas, botánicas o lingílisticas que enriquecenla escueta descripción del relato de viajes con aspectos que resultan hoy esencialesy. en ocasiones, singulares.

FUENTES (:LÁsicAs

La mayor parte de los autores que se han ocupado del tema del garoe admitecomúnmente que su origen ha de buscarse en la noticia que da Plinio el Viejo (79d. C.) sobre las islas Afortunadas. El pasaje numerosísimas veces citado es elsiguiente:

lo Pinvialia non essc -aquaní nisi ex imbribus .. Prirnaiaí 1 insularní vocaríOmbrion, nullis =edificiurLtmvestiglis: habere in montibus stagnum, arbores sirnilestornEe, ex quibus aqua exprimatnr. cx nigris amaru, ox candidiorihus poíui iocunda(No/ura/ls Historia. VI, 37).

Esta parece ser la primera noticia sobre las Afortunadas en la que se mencionanunos árboles de los que se obtienen dos clases de agua (en los que algunos han que-rido ver dos clases de euforbiáceas canarias). Aparte de los problemas que ha oca-sionado la identificación de los nombres de las islas del texto de Plinio —quesigue a Juba ti y a Seboso— con las islas Canarias de la actualidad, y más en estecaso, pues una isla dc la lluvia (Onabrion-Pluvialia) es tan vaga rejérencia (ornopara poderla identificar con cualquiera (Marcos Martínez, 1996: ll3)~, creemosnecesario poner en relación el texto de Plinio con otro texto algo anterior de Pona-ponio MeJa (ca. 43 d.C.) también re]ativo a las Afortunadas:

L[na 1 insula] singulari duoruna fontinm ingonio maxiíne insignis: a]ternm qui gus—tavere risu solvuntur in mortem: ita adíectis remedium est ex altero bibere ([)e sitj,orbís, III, II).

Como se ve, mientras que Plinio habla de dos clases de árboles —negros de losque se extraía agua amarga, y más blancos de los que se extraía agua agradable de

Iras un detallado análisis, .1. Al v¿ííex Delgado también concluye que ex ujátil querer e>plicíwrcoii/h-mar con la real/dad el ¡ál,uloso texto de Plinio (1945: 46).

204 13. Pico y D. Cm-bel/a

beber—, en PomponioMela sondosfuentes de lasquemanandosclases de aguacon extraordinarias propiedades: quienes beben de una acaban muriéndosede risa,mal que pueden remediar acudiendo a la otra. Dada la proximidad de los autores ylo que relatan respecto al agua, entendenaos, con Marcos Martínez (1996: 106). quese trata de elementos paradoxográficos introducidos en unas islas reales pero situa-das en los confines del mundo conocido.

Posteriormente el texto de Plinio fue muy conocido, directamente o a través deotro autor muy leído en la Edad Media y el Renacimiento. Se trata de Cayo Julio Soli-no (principios del siglo lii), apodado Simia Plinii. por copiarlo casi literalmente. Vol-vemos a encontrar las grandes férulas o cañahejas negras y blancas con sus dos tiposde líquido4. Esta tradición es recogida una y otra vez en época medieval y renacentis-ta. Baste mencionar que cuando el humanista florentino Domenico Silvestri (1 ?.35-1411) redacta su islario De insulk ci carampropricíatibus utilizando diversas fuentes.tanto contemporáneas como clásicas, al referirse a las islas Afortunadas parairasea pordos veces el texto de Plinio sin apenas variaciones5. Incluso el capellán y cronista de lacorte de Fernando el Católico, el erudito italiano Lucio Marineo Sículo, acoge lamismareferencia, que aplica a la isla de El Hierro, en J)c Rebus Hispania’ memora-bilius Opus (19.15)<’,editado en Alcalá en 1530. Mientras tanto se iba fraguando unanueva visión mítica de las islas Canarias y los cronistas ya habían comenzado ahablar de un árbol prodigioso eia la isla de El Hierro. Por eso es interesante reproducirel comentario que hace en la época de Luis xix’ el jesuita Jean Ardouin en su ediciónde la Historia Natural de Plinio para U50 del Delfín, en cl que es muy significativo elrechazo de la identificación entre el árbol santo——de notoria celebridad, y cuya exis-tencía no se cuestiona— y los árboles de los que hablaba Plinio:

Celebris porro est in Ferro insula arbor ea. quam sacram vocant. lA rbre Saint:cujus stillatitia aqua uníversís sufficii insulanis, quanavis unice sit. Sed neque estarbor natur¿e ferulace~, nec vi aqua ex ea expriníitur. sed sponte stillat (Max Steffeíí,1944: 41).

CRÓNICAS ESPAÑOLAS

Lo real maravilloso tampoco es ajeno al contexto de los primeros cronistasque intentan describir el garne como algo verosímil explicable por la tradición

Pera/ce ibi surgun! ¿íd artojis mcígn,tud¿núín. Laruní </11W fligra sutil, itV/>fl3s.iW liqiior&nt ,asdd iii!aníar/ssinium: qua’ caía//da, aquas rcíríoíi.ínt ej/al,, pojni cjúcoinmodajas... ( (?o//í’cíonea rcruiíí ,rienio-rab/liuna o Po/v/iistor, 56).

Quoddant penas /íerbarum Di inoduní arundinuni quas férulas vacan! ibídem escrescere ud urDo-ruin maguijudinem,qua<n a/i¿/ue nigre, a/be sun! a//que, ex nlgus sucusej liquor amar/ss/mus mona!. exa/bis vero dulcé ej guituní potus accoinodas ¡ ./et /híu/us iii jílontíbus e.sse. stagnum «uní arbori/,us smi!.1/bus ferule ex quibus aj/ua ex/MirO ‘tur, ex ‘tigris amaru, ¿Y ío,ídid/or/bus po/u, ,ocunda (Marcos Mar-tínez., 1996: 188. 189).

6 Qiía stagnuna hube! Di montibus, e! arbores frru/ie símiles. í.±xquitas aqua expr/iít /tu r, ex ,íig ciaanhura, ex <andidis dí,/c/s potuiqile ioí.und¿í (Marcos Martínez, 1996: 145—146, 149-251>.

La tradición docurnen tal sobre el garoe y los relatos de viajeros franceses 205

escrita (auctoritas), pero a la vez como un fenóíi~eno natural basado en la consta-tación de experiencias personales (argumenturn veritatis) y en interpretacionesprovidenciales (cristianas). Andrés Hernáldezen su Historia de los Reyescatólicos,escrita en los primerosaños del siglo xvi, recogiendo seguramente informacionesanteriores, ofrece una de las primeras descripciones extensas del árbol santo y de suentorno:

En esta isla ay una granmaravilla de las del mundo, que es que el pueblo bebe dela agua que un árbol sudapor las ojas. Ay un árbol de manera de un álamo, e es verdetoda vía, que nunca pierde la ola, y su fruto que da es unas bellotillas que amargancomo hiel, e si las comen son medicinales e no hazen daño al cuerpo;es de altura deuna lanza mediana, e tiene grandes raníase copa; es de gordoi cuanto pueden abarcardos hotíabres; el pie de él sud-a maravillosamente gotas de aguacontinuamente, quecaen en una alberca queestá debaxo dél, de tal manera, queuna gota de aguano sepuede perder. De allí han abastado de-agua toda la quepueden beber todos los de laisla, que solían ser ochenta vecinos, e todos e sus casas son hartos e abastados de aquelárbol. Son las hojasy color como de laurel, sino que son un poco mayores. No ay entodas siete islas árbol de aquella natura, ni en toda España, ni ay honbre queotro talaya visto en parte ninguna. E por esto parece bien que es naisterio de Dios, e que qui-so dar allí aquella agua de tal manera, por dar consolación a las gentes que en otrotienpo allí lueron echadas, donde otro poco ni fuente dulce no se falló jamás, nl sefalla (Morales Padrón, 19932, 508-509).

Otro conjunto de referencias importantes lo constituyen las crónicas canarias dela conquista. Redactado el primer relato hacia 1525, hoy conservamos algunascopias bastante posteriores, la llamada ovetense, más cercana al original, la matri-tense, de mediados del xvi y la lacunense, seguramente realizadahacia el siglo xvii.A ellas habría que añadir las recreaciones de Sedeño y Gómez Escudero, ambas delsiglo xvii. En todas estas versiones podemos hallar detalladas descripciones y, porprimera vez, el nombre que los herreños daban al árbol (gan,garao, garoe, garas,jarao, garúo)2:

pero a probeydo Dios Nuestro Señor a esta jente de un notable bien y lo que en estaysla está un árbol en un hoya de vna breña y siena el qual los berreños llaman garaosobre el qual todas las mañanasamanese una nube blanca la qual estila de sí agua porlas hojas abajo que cae en una rrepresa a manera de tanque con que está rrodeadueldicho árbol, de la qual agua beben los yeLmos del lugar y sus ganados (Ovetense,Morales Padrón,19932: 112).

Los testimoniosse enriquecen con las anotaciones de los viajeros —portuguesescomo Valentín Fernandes en 1507, o italianos, como Pedro Mártir d’Anghiera, en1504, Antonio de Pigaffeta, compañero de Magallanes, en 1522 (ed. de Luigi Gio-

En 1592 Abren Calindo especificaba que al órbol llantan garoe, ya/presente los Vecinos ArtolSanto (1977: 84>.

206 8. Pico y D. Corte/la

vannini, 1989: 60), o el ingeniero cremonés Leonardo Torriani en 1592— y con lasdescripciones de los cronistas de Indias (Morales Padrón. 1991: 31-36), desdeGonzalo Fernández de Oviedo o Francisco López de Góníara hasta fray Bartoloméde las Casas. Para este último, se trata de un admirable secreto cíe naturaleza, y aunpor mejor decir es un milagropatente:

.1 El árbol tiene de grueso más de tres cuerpos de hotiabres: tiene nuchi.s brazosy ramas muy gruesas extendidas; las hojas parecen algo a la hechura dc las del laurelo de naranjo: ocupará cotí su sombra más de ciento y cincuenta pasos cía torno; taoparece a árbol alguno de los de España (p. 79).

VIAJERosFRANCESES

Le Cananea abre, como hemos dicho, la ruta de Canarias en los relatos euro-peos. Su información sobre el garoe resulta bastante escueta y, aunque solamente seencuentra en uno de los manuscritos transmitidos, en el dei. de Béthencourt, con-tiene ya los elementos tradicionales de ladescripción (la calidad del agua recogida—a la que se une en este caso una notable propiedad níedicinal—— y su alínacena-mJento en las albercas o tanques), que encontraremos posteriormente en los níanus-critos de las crónicas castellanas (dr. Morales Padrón, 1 993~: 189. 232 y 346):

El au plus hault du pais sont arlares qui tousjours dcgoutent yaue belle et clere, qui

chiet en focés auprés des arlares, la íaailler píwír boire que Fon seroit treuver: el cst yee-Ile yaue de telle condicion, que quant on a tant mengé que on nc peut plus et on boitd’icelle yaue, aochoix qu’il soit une heure la viende est toute digerée. tant que on aaussi grant voulenté de taianger que on aviait aupar advatal que 00 avoil laeu (E. SenaRúfoIs yA. Ciotanescu. 1960: 235).

Será André Thevet. en la segunda naitad del siglo xvi. el prinaer viajero francésque nos presentará una descripción detallada del garoé. Eti La singularitez de 1(1Franceantaríique. escrita en 1558, siguiendo a Plinio describe, en el capítulo y, losárboles parecidos a lastérulas que se encuentralí en la isla de Oíaabrion y de los quese obtiene agua, pero en Le grand lasa/aire ci pi/atape dAndré Thevct, Ango;>-maisin, cosmographe da Rin’, tic//ls ícqueí soíil contenas plnsicrs’ planís ti islashabitées et deshabiíécs cí descríption dice/les. redactado hacia J 586, une eseconociníiento libresco a sus experiencias personales. Señala que en una dc las islashay una platíta xs especie dc pa/nicta que tiene Icís hojas <‘orno cl hinojo, peri> más

anc:hasy ásperas,de la que extrc,encl agua y sc la dmí a los quesufren ¿lo/ores¿lecauca pasión o a los que vomitan sangre, y se el/caen/ra tic dos mclneras: cinc,negra, cavo jugo es 1//uy a¡nt¡rgo, y la otra blanía, c¡c;e a’htí un licor tía/cc> y a 14/a—dable para beber y, más adelante, hablando ya del Aríne ¡¡ícrsei//eux en lis/e deFer servant cíe Jontaine auv Insulaires. como figura en cl manuscrito en un escolioal margen, dice:

La tradición docuinen tal sobre el garue y los re/abs de viajeros franceses 207

Aussy bien que ceux qui publient les singularitez de l’arbre quilx tiennent estre enl’isle de Fer, duquel ilx dient que degoute continuellement de l’eau par ses feuflíes.voire en reIle abondance qu’elle ne suffit pas seulement pour les habitans de l’isle ¡aaaisniesme seroit puor fournir beaucoup de geus daventage s’il y en avoit. Or voicy qu’ilxracontent de cest arbre ínerveilleux quil est de moyenne hauteur, qui a la fueille qua-si comme celle du noyer, horsmis qu’elle est un peu plus grande. II est environné touta lentuur dune enceinte de murailles en niode d’une fontaine, Li oit l’eau qui distillede ses feuilles tombe et se reeneille. Chose qui veritablement nc s~auroit estre assezadmirée, de dire que Ion nc sGauroit trouver (it ce quilx rapportent) en cette Isle Liautre eau, que celle qui distille et dégoutte de cest arbre prodigieux. llx le font tous-jours couvert. et environné dun brou’íllas espais, horsmis que lejour, quand le soleilcommence it lesehaufer, u semble que cette nuée s’aille defaisant et consumant peu itpeu. Ací comíaíencement que les Espaignols se rendirent íííaistres de cette Isle Li lxI’urent íííerveilleusement esbahis. quand ilx n’y trouverenr ny funtaines. ny puys, nyvivieres, Quand jIs deníandoient aus gens de lisIe oit c’est qu’ilx sc pourvoyoient de-au, les acitres leur respondoient quilx recueilloient de leau de la pluyé. et la gardoientdans certains vaisseaux pour leur usage. Mais fault tioter que pour faire trouver bonneleur excuse. ilx avoient premierement cuuvert leur arbre nairaculeus de cannes, detene, et autres semblables choses, considerans que quatid les Espaignolx nc trouve-roient point deau douce en toute lisIe, ilx labandonneruiení incontinent, el seniroient, Mais leur intention, dont ilx pensoient affiner les Espaignols nc leur servil degueres. Car il y eut un Espaignol auquel une fename de lisIe ayee laquelle u avoitlatiiiliaire cognoissanee, descouvrit le secret de cest arbre. Cestuy Li aussy tost quil lesieut ‘alía dire au capitaine: lui nc se peut tenir den rire quand II l’entendit, estimantcelia colíame une fable: toutesfois il le fit descouvrir et en vit un lexperience. Dequoylaus ces Espaignolz. furent merveilleusernent esbahis. Ce pendant la femme qui avoitrevelé ce secret neo porta pas loíagtemps le peché iíaapuny. Cas les principaulx de lis-Ie ayans descouverl. que c’estoit elle qui lavoit nianifesté la firent ííaourir secretenaent.Voilit ce quon raconre des merveilles de cest arbre. lesquellesje lais grande difficul-té de croire, aussy bien que les fontaines ayans saveur de vin, et qui enyvroient ceuxqui seo chargeoient píos quede raison (ff82, r-v).

André Thevet contrasta, por primeravez, sus fuentes con lo que cuentan sobreel árbol milagroso, fábulas que le saií difíciles de creer, la tradición —el saberlibresco— con la experiencia del viaje, el bagaje cultural medieval con la consta-tación de esos datos en su contexto renacentista.

Ya en el siglo XVII. Claude Jannequin, Sicur de Rohejórs, formó parte de laexpedición que, al mando del capitán Lambert,exploró las costas de Africa occi-dental entre 1637 y 1639. Jannequin tuvo aso cargo la redacción del diario de laexpedición, y a su paso por Canarias relata lo siguiente respecto a la isla de ElHierro:

‘‘en certe derniere Ferrol, il se trouue vn nairacle si extraurdinaire. que ie tairoisles louanges deués it lauteur de la nature. si ie nc vous faisois part de eette merucille.

Dicu qui par sa sage prouidence, nc met poiní de ereatures au monde, quil nc leurdécouure les moyens de salinaenter, fait iey paroitre vn effect de sa bonté & de sa cíe-menee: ce que paur connoistre, il faut s~auoir que par taute celle Isle, 1 ny a point deaú

208 13. Pico y Li. Corte/la

du tout, que celle qui distille sans cesse des ‘edilles dvn gros arbre continuellenaentcouuert d’vn petil nuage, qui l’humectant, fait tomber cet eau dans des grands bassins, queles habitaus tienuent liiexpuez polar la receuoir, & en ont méme it si grande quantité, quequoy que cette Isle soit beaucoup peuplée & quil y aye bcaucoup d’animaux, ils en ont sigrande abondance. que si son coulant se pouuoit étendre dauantage auant que dentrer enmer, 1 pourroit poder de petits bateaux, cotiame la plus-part de nos rivieres <pp. 32-34).

Este texto es muy significativo, no sólo porque adaza maniltestarnente con elprovidencialismo de los cronistas de Indias (cfr. Andrés Bernáldez, Gonzalo Fer-nández de Oviedo, fray Bartolomé de las Casas o Alonso de Santa Cruz), sino,sobre todo, por el carácter hiperbólico de la evaluación dc la cantidad de aguadestilada por el árbol milagroso. El autor no se cuestiona en modo alguno la vera-cidad de lo que afirma, que admite y transmite sin reservas.

Hacia la niisma época el capitán de la marina de las Indias Guillaume Coppierestuvo en la isla y, aunque pone menos énfasis en el prodigio, da cuenta de laabundante destilación, si bien su última frase parece indicar cierta restríccion:

Nous fusmes en suite daos lisie de Ferro, en laquelie naist vn arbre, lequel iet-te continuelleínent de leau par ses feflilles, conanae par autant de canauz. de petitesfontaines, & chacune en rend en telle abondance, quelle sulfit pour abreuuer tous lestroupeaux des Bergers, de sorte que les habitans otal. esté contrains de faire grandescuues & reservoirs autour dcídií. arlare pour en hire amas. & ainsi ils en accuniulent leseaux: il est vray que cdte Isle n’est de longue estendué (p. (it

También de la primera mitad del siglo xvii es el testitnonio de Vincent LeBlanc sobre el arbre ,nervcilleux, que incide en los tópicos de que el agua delgaroe es la única de toda la isla, que se recoge en albercas y que basta para abaste-cer a los numerosos habitantes y sus ganados:

En lisIe de Fer se trouue cet arbre merueilleux dunt les feuiíles distillent de leauque les habitans boiuent: l’arbre est couuert dvne petite ntiée de enuleur entre gris &blanc. & iamais elle ne diníinué ny pour lenípeste ny pour vent, & na aucun níouue-ment, & de It procede bule leau que larlare iette dans des cuues tout it lentour. quila re~oiuent en telle abondanee quelle sufftt it abrenuer tous les habitans & leurs bes-tiaux, sans quil se touue autre eau dans toute lisIe, qui salís cela seroil descíle. au lienquauec cela elle est fort habitée & iructifiante’ (p. 42).

Del mismo tenor. insistiendo nuevanaente en la providencia divina, es la des-crtpción que hace, hacia los años setenta del mismo siglo, el viajero Du Bois, queestuvo empleado como secretario de Chamargon, uno de los directores de estable-cimientos franceses en el canal de Mozaíiíbique:

Fer oit Dieu fait bietí paraitre la Providence, secourant les nécessités des sietaspar des moyens mervcilleux.

Cette ¡sIc ‘‘e se lrut glorifier pour Sa fertilité, ny pleuvaíat que rareinetít: íííais cet-te nécessité d’eau esí. recoííípensée par uta Arbre prodigicuz. 1.1: il a les I’euillcs fort

La tradición clocarnental sobre el garoe y los re/citas de viajerosfranceses 209

larges, et les branches dune trés grande étendue: une nuée épaisse environne tuujourscet arbre et se répandant sur ces feuilles, fait distillerde l’eau suffisamment pour ras-sassier la soff des babitans et des bestiaux de cette ¡sIc» (pp. 4-5>

Hacemos notar que los cuatro últimos autores citados, que escriben entre finalesde los años treinta y finales de los setenta del siglo xvíí, dan cuenta del árbol pro-digioso presentando su testimonio como de primera mano, y utilizando en los rela-tos los verbos en tiempo presente, de modo que los posibles lectores podrían creerque efectivamente habían sido testigos oculares de la maravilla relatada. Pero porentonces ya nada quedaba del árbol santo, que había sido derribado por un violen-to huracán en 1610>. Estamos, pues, ante las últimas narraciones de viajeros fran-ceses que continúan la tradición de los cronistas españoles de la conquista, embe-llecidas con el fin de suscitar asombroy admiración, si no envidia, hacia elafortunado viajero testigo de hechos extraordinarios.

Desde fines del siglo xvii y todo a lo largo del xviii se produce un cambio en lanaturaleza de los viajes y en la personalidad de los viajeros. Se tratará, en unos casos,de religiosos misioneros poco proclives a dar crédito a fantasías y leyendas y, sobretodo, de científicos geógrafos y naturalistas participantes en expediciones de inves-tigación y exploración, que tanto contribuirían al avance del conocimiento másexacto del planeta y al progreso del conjunto de las ciencias. En ese ambiente, no esextraño que los viajeros desearan comprobar la, para ellos, dudosa veracidad de loque habían oído contar y que, finalmente. terminaran calificando los hechos deJable. Así hace el cirujano Le Maire, que viaja con el director general de laCompa-ñía de África, y que, al interesarse por el Arbre merveilleux de l’Íle de Fer, recibeunas respuestas que no hacen más que confirmar su escepticismo: les Hahitans meconfirmerení dans la pensée oú jétois déja, que ce recil est une pure Fab/e (1695:45). Igualmente el misionero jesuita P. Taillandier, que visitó Tenerife (pero no ElHierro) en 1707 afirma: cesí une Jáble que ce qu’an rapporte d’un arbre qui s’ytroave doní les feuilles soní autaní de saurces d’oñ l’eau coule continuelle/nent.C esí de quoy leshabitaus mesmes de 1 ‘ls/e de Fern ‘ant entendaparler.

Gran interés ofrece el texto del religioso mínimo y astrónomo, matemático ybotánico real P. Luis Feuillée, que en l724~ recibió el encargo de la Academia deCiencias de desplazarse a Canarias para fijar con precisión la posición del meridianode la isla de El Hierro y para establecer la diferencia de longitud entre esa isla y elObservatorio de Paris. Encontrándose en El Hierro el 18 de agosto anota:

En el Lilaro 27 de Acuerdos capitulares del Cabildo secular de la Isla, ‘olio 184, correspondiente ala sesión de I~ de junio de 1610, se recoge: Pir cuanto el A r/,o/ Sanjo se cayó y con la ma¿/e,’a délrama tiene oc ‘upadas /us írharc’as donde se recogía el agua, y es nec.’esur/o que todo se saque y <e 1/mp/etu tierra que así nt/soto cavé,,, (D, V, Darias Padrón, 1924:127-128)

Hemos de señalar que, entre tanto, en 1708 ya había sido publicado el Dictionnaire un/vencí géo-graph/que e! bistor/que de Thomas Corneille (París: Jeata-Baptiste Coignard), en el que s,v, Eec, tras darcumplida cuenta de la situación, nonalare, características y propiedades del garoé, apíastilla que, notlasante tíadas estas circunstancias, des I>ersonnes ír¿’s-dignes de ¡¡lv aseguran que, habiendoescrito allugar, se les respondió que allí no se encontraba tal árbt,i milagroso,

210 13. Pico ~fi. Corte/la

Larbredont presque tous les voyageurs font mention qui fournit lui seul del’eau A toute lIsIe, quon noíaaíne arlare merveilleux est pure fable, je demandai itle voi r, on se pri t A ri re. je cotí nus ti’ ahoid c~ue je tic ni eslois pas tronapé lorsque

avois douté des relatiotas de ces: voyageurs qui nous racontení une inlinité defaussetés (p. 131).

A. continuacion reproduce literalmente el relato del viajeto inglésLuis Jackson,que se pretendía testigo ocular en 1618, y que adeniás de dar una minuciosa des-cripción del áí’bol y de las obras para la í’ecogida del agua decía que la cantidad des-tilada era suficiente para abastecer a la población de toda la isla, que estimaba en8.000personas, y a sus 100.000cabezas deganado. ya que en una sola ííoche se lle-naba un depósito que contenía 20.000toneles. Ante la magnitud de las cifras. el P.Feuillée deduce que Jackson ha copiado a un predecesor, y concluye no sin ciertairritación que si el inglés hubiese recorrido la isla nc se seroit pos avantaré ¿) nocísraconter des jabíes qui ílec:reditent la bojine tov des vovagciírs’ c/i.ii doií~en/ erre fidel-les duns leu/-s reíalioi/s (p. 132).

Entre las expediciones científicas que hicieron escala en las Canarias duí’aííte elsiglo xvití cabe destacar lade Verdun de la Cretane. Borda y Pingré. a bordo de lafragata La E/orc>, para realizar una serie de operaciones destinadas a mejorar lanavegación y, sobre todo, determinar con precisión la longitud y la latitud. Suestancia en el archipiélago tuvo lugar a finales de 1771 y principios de 1772. En surelato, siguiendo la relación de un autor español que no nombran, hablan de las pro-piedades del arbre sai/It —que asimilan al esp. ti/o y al fr. ti/leal— y, como era píe-visible, manifiestan sus recelos al respecto advirtiendo /1<) jis soiiiincs trts-cloit4nésde garantir lefail.

Es obligado mencionar la escala del célebre polígrafo Bory de Saint Vin-cent, que formó parte de la expedición del capitán Baudin a tierras australes.Eruto de su estancia en Canarias es stí L1~sai scír les ls/es b’ortunées crí AníiqueAt/antique, ou Précis de 1 1-listaire générale de í ‘Archipel des Cumnaries (1802),donde dedica un extenso y documentado apartado al garae (pp. 220-226), reali-zando un pormenorizado estado de la cuestión, apoitando gran abundancia defuentes documentales francesas y españolas, y buscando la explicación al origendel mito, para concluir:

II est clonc de 1 ai’bt’e de 1—er, coííííaae de beaucoup ti’atítres phénotiiétaes d laistoií’enaturelte et de physique, qui. exagérés et tevétus (te circonstataces invraiscmblables.i>nt cID passer pour des contes, mais qu i, i’éclti its it cuí juste valeur. devientaent cies chi,—ses touíes siniples. Le Garoéa pu exister .4 (pp, 224-225).

Hacia la níisnaa fecha Milberc, dibujante y naturalista, participó en laexpediciónde las corbetas Le Géographe y Le Naturaliste y la goleta La Casuarina con desti-no a tierras australes Su texto ese] resultado del mismo viaje que cl de Boíy. si biensus conaentarios tienen un tono diferente y las fuentes que aporta reciben otro tra-tamiento:

La í,’adlc/én docunien ial sobre el garoe y las relatos de viajeros franceses 21 1

Tous les voyageurs ont parlé do fameux arbre sa/nt. qui, sebo les anciennesrelations. tenait lieu it lui seul de ruisseaux et de fontaines. II nc faudrait pas autre cho-se, pour détiaontrer que lexistence de l’arbre saint est une fable ridicule, que lescontradictions mémes de ceux qui en ont parlé LI J’ai déjá dit, au surplus, quil né-tait point de merveilles quon nc débitñt des iles Fortunées (pp. 97 y 99),

En las campañas de la Uranie y la Phvsieienne entre 1817 y 1820 viajé, en cali-dad de dibujante, el hombre de letras Jaeques Arago,que publicó las memoriasdesu viaje en 1922 y, con ligeras modificaciones,en 1839. A su paso por Tenerifehace unas anotaciones relativas al árbol del agua bastante confusasy plagadas deinexactitudes, que revelan un conocimientoíuuy vago de la leyenda:

Les éerivains espagnols do quatorziéme siécle, qui ont parlé de Ténérjife,ont assu-ré. sur la foi de leurs navigateurs, que daos cette Ile, ainsi que dans celles qui lavoi-sínent, il se trouvait un arbre de prodigicuse hauteur, qui ramassait les vapeurs de I’at-mosphére, de tiaaniére quen le secouant, on obtenait une eau claire et bienfaisante. IIy a toujours de la fable dans llaistoire (1822: 28-29. Mismo texto, con variante//y aíoujours du mensange da/ls la vérilé, 1839: 28—29).

Terniinamos nuestro repaso a la abundante documentación de referencias algaroe en los textos de viajeros franceses, de la que hemos ido entresacaíido aquellasque nos parecieron más significativas en cada periodo, reproduciendo unas frases deLes lles Caijaries. Description de lArchipel, obra fruto de la estancia de J. Pitard,botánico investigador de la flora exótica, y Ch. Proust, doctor en Derecho, diputadoy experto en las colonias francesas de ultramar, que permanecieron en las islas des-de diciembre de 1904 hasta mayo de 1905:

De tour temps, le maiaque d’eau a ¿té une grande préoccupation pour les insulaií’esdHierrtí.Cette préoccupation se traduit taaéme datís les légendes que ont été picuse-¡aaent conservées. N’esi-il pas question, en effet. d’une source fabuleuse dazas celle doCa/oil’? la continuación reproducen la descripción que había hecho del árbol AbreoGalindol L’ile de Fer, avant et depuis 1612. a ¿té privée d’eau et «l’arbre-source»i’est quune níerveilleuse légende! (1908: 295-296)

En definitiva, nuevos textos hemos sumado a esa ya tan dilatada historia delgaroe, tema que por sí mismo ha suscitado tantos ríos de tinta como gotas había des-tilado el árbol santo para los antepasados berreños. Todos ellos no han hecho sinoconfirmar la imagen fabulosa que de la isla de El Hierro se ha transmitido a lo largode los siglos, ligada ya por siempre a esa ¡narcívilla, como Gran Canaria está ineludi-blemente uííida a su Selva de I)aríírnas o Tenerife a la Montaña bruma. Durante dosmil años la lítstarici se ha hecho así: y en determinados aspectos ésta es la historia deCanarias, porque no hay otra posible. 1... 1 Y es que no son los hec:/ws los que infor-niuín la historia real, sino que la unaginaeum í.’oíectivíi fbrjuí hechos nuevos y losrransform.íí e/i mi/os. El deber del izistoricídor no e.s derribar los indos, sino interpre-lar/os co/ni) rales, c:o,no hechos que van más allá dc la realidad y, por lo tanto, 5011

oías tuertes que cutí (Cioranesco, 1 986t 12).

13. Pico y D. Corbe/la212

4 - ‘ t’MAut4¶f¡~4 j¡~ LÁfl. 4~ OVJV~DAI4 A110

‘2Ntt, CasetE> d4,At Lii /nr’.hcli aigj¿ut,t<pM41’cl*pM#Dr defirme, nf u ,<ryl 4ni~t$Éahfeija&’/-

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g ~i.;un ¿a, ,,‘,-<<~;< íád~PC t y ‘‘4

El Árbol Santo, Docnnaento del s, xvi’ Archivo Catedral de Las Palmas

La tradición documen tal sobre el garne y los relatos de viajeros franceses 213

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Detalle del mapa de las Islas Canarias por P. Du Val dAlalaeville, 1653. Obsérvese la leyenda quefigura en la Isla de El Hierro: l ‘A rl> re Sa/oc!, qu/ d/stitle 1 eaue la nuicí poar taus ceus <le 1 ‘Ls/e, qul 1 ap-/>e/lettt Garné,

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