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La Testadura, una literatura de paso no. 46: Gabriela Cano, Adilenne M. y Alma Consuelo H.

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Page 2: La Testadura no. 46: Gabriela Cano, Adilenne M. y Alma Consuelo H

Dirección General:

Mario Eduardo Ángeles.

Imagen de Portada: Verónica Posada.

Consejo Editorial: David Morales, Miguel Escamilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y Jesús Reyes.

Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, José Manuel Bañuelos, Paulina Rome-ro, Flor de Liz, Tzolkín Montiel, Enrique Ibarra, Luis Alberto Arellano y Alejandro Angulo.

Contacto:

lat e s t ad ur al i t e r ar i a@ g mai l . c om

México, Julio 2013.

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Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus auto-

res. Cuida el planeta, no desperdicies papel.

Page 3: La Testadura no. 46: Gabriela Cano, Adilenne M. y Alma Consuelo H

CONTENIDO

AUTORES

Gabriela Cano

Adilenne M. H. P.

y Alma Consuelo

Hernández Olguín.

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La Testadura 4

Espejos y Cartografía

Punto de Ebullición

The passenger

Electricity

Por Ejemplo

Suelos ácidos

Ride

por Gabriela Cano

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La Testadura 5

ESPEJOS Y CARTOGRAFÍA

Pienso en los mapas viejos, en la po-

sibilidad de que lo dibujado desaparezca

como la marca de un lápiz en un papel. Y

qué tal si todo fuera como las marcas de

un espirógrafo: la violencia de los trazos,

la impresión de una fuerza locomotiva, la

sensación del bricolaje como el sentido

literal del da-sein, la experiencia que

sencillamente ocurre. Subir al autobús

para regresar o irse, mirar a la ventana

para ver el paisaje que se aleja o para

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La Testadura 7

recordar la leyenda que aparece en el

retrovisor del coche: "Objects in mirror

are closer than they appear".

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La Testadura 8

PUNTO DE EBULLICIÓN

Ella debajo de las sábanas verdes.

Las mismas sábanas en las que ha caído

su cuerpo despojado de sensaciones en

triunfo muerto: Hoy no simulan el sudario

restañado y atontado por las emanacio-

nes del amor. Hoy la cubren entumecida

apenas conmovida por un encuentro más

con una piel casi ajena. Hoy representan

el agua que bulle en la estufa mientras el

café soluble espera en el fondo de la taza

su aniquilamiento.

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La Testadura 9

THE PASSENGER

Metida en el auto nota la existencia

cierta del juicio no inocente. Así como en

movimiento los espacios se muestran por

sí mismos, ante el ojo que siempre finge

una mirada neutra, ella borra la frontera

del viento afuera al bajar la ventanilla.

Sabe a dónde se dirige aunque la vigilia

desusada y vuelta a usar sugiera lo con-

trario. Viento adentro lo reconoce: un

todo se escapa.

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La Testadura 10

ELECTRICITY

De madrugada cuando prendo la luz

apago mi cansado parpadeo. Secuestro

el deseo de vagar en la oscuridad para

caminar en ella y sin dormir voy conocien-

do el fracaso de llamarte en las horas de

la noche. Estás bajo mi vientre igual que

una carga eléctrica como el rayo que se

anida en la nube antes de convertirse en

electricidad.

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foto: Mo. Eduardo Ángeles

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La Testadura 12

POR EJEMPLO

Me da no sé qué saber que siempre

incurro en experiencias disfrazadas, ex-

trañas a las originales. Puedo contarlas

pero al cabo de un rato (justo al inicio) se

tratan de un todo inventado, continuo y

producto de mis imaginaciones igual que

el sentido de una palabra oída al azar. A

veces - con los ojos cerrados - me digo

que se trata de una superposición de

recuerdos y olvidos anacrónicos. Los más

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La Testadura 13

antiguos algunas atmósferas. Los más

recientes algunas imágenes casi corpus-

culares. Piernas, rostros, días, años y

Nombres (siempre, Nombres). Por ejem-

plo, hoy es un día de abril de 2013.

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SUELOS ÁCIDOS

Ella sostenía en sus piernas la cabeza

de él. Él descansaba distraídamente en

un jardín seguro y ella tenía un gesto táci-

to de flor de maceta. Ambos eran plantas

de suelos ácidos. Ya era sabido que des-

pués, detrás de ambos, quedarían las

puertas cerradas. Antes de eso había que

buscar el cuerpo del otro para adivinar,

en medio del gemido, la vida que segui-

ría. Piénsese del siguiente modo: en las

pequeñas dosis que se entregan hay una

intención cabal de integridad.

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La Testadura 15

RIDE

La expresión “luz visible” denota la

radiación electromagnética que puede

ser percibida por el ojo humano. Somos

óptica. Cabalgamos aquí en forma de

espectros.

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El Silencio

Cruelty

Comentarios

por Adilenne M. H. P.

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La Testadura 17

EL SILENCIO

Había una Mujer que, atormentada

por su soledad, dedicaba cada momento

libre a jugar al solitario con una baraja

inglesa. Su familia y amigos habían aban-

donado cualquier intento de hacerle salir

o de pronunciar palabra ante su testaru-

do silencio. Lo que nadie sabía es que

ella cada tarde esperaba la llegada del

amante y aquellos juegos de solitario

constituían parte de la espera.

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La Testadura 18

La tortura que se repetía día con día

había durado veinte años. Aunque ella

sabía perfectamente que él nunca volve-

ría, no podía evitar seguir jugando y tiran-

do las cartas una y otra vez hasta que la

oscuridad la consumía y cerraba los ojos.

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Óscar Édgar López

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La Testadura 20

CRUELTY

¿En donde se resume la crueldad?

¿En tu ausencia? ¿O en la ausencia de

acontecimientos?

¿Hasta dónde se termina la crueldad?

¿Con tu llegada? ¿Con el tumulto del

día?

¿Qué es la crueldad? La manía de

verme sufrir. El goce que extraes de cada

lágrima.

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Óscar Édgar López

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La Testadura 22

COMENTARIOS

Abrí la página y leí con avidez el ar-

tículo que anunciaba de forma tan evi-

dente la impactante noticia. Cuando lle-

gué al final, no pude evitar seguir adelan-

te. Ahí, debajo de todas las líneas impor-

tantes, estaba la opinión de miles de

personas queriendo ser escuchadas.

¿En qué nos hemos convertido?

¿En acaparadores de elogios electróni-

cos?

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La Testadura 23

Eucalipto, la hoja

por Alma Consuelo

Hernández Olguín

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La Testadura 24

Eucalipto, la hoja

En una isla muy lejos de la zona iner-

te, vivía Eucalipto, esa frágil hoja, que

gustaba por dormirse en los arbustos.

Su aspecto más que el de una hoja

parecía el de una leyenda de cine, con

sus colores deslumbrantes, su andar tan

espectacular, solía dejar marcada una

estela de colores que daba la impresión

de estar sumergidos en un sueño. ¡Qué

bella dama!, solían suspirar los ríos, que

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La Testadura 25

enamorados entonaban canciones que

llegaban de su hermosura a plasmarse en

el libro de los suspiros. Ese libro guarda-

ba los momentos más sublimes de la Isla,

como el momento en que Eucalipto na-

ció. Ese día de 8 de enero, se conglome-

raron los árboles, juntos bailaron una

danza que duró por semanas, la tierra se

sacudió de tal manera que llovió desde

ese instante hasta el momento presente,

una lluvia que al momento de tener con-

tacto con la piel descuenta años a los

humanos, de tal manera que ahora habi-

tan solo niños, por lo que se escuchan los

pasos de ellos cual duendecillos ilumina-

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Imagen: Verónica Posada

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La Testadura 27

dos con la luz de las luciérnagas que

aman acompañarlos desde el amanecer

hasta la llegada de la noche.

Desde ese momento todos las hojas

voltean a mirar a Eucalipto, por ser la

hoja elegida, esa que anunciaban las

leyendas, la que haría de las hojas, la

historia de cuentos e historietas, así de

simple, como una hoja, ¿quién pensa-

ría?, pues se escribieron poemas, cancio-

nes, sonetos,! todo para Eucalipto!, esa

hojita que descendiente de las hojas sa-

gradas de la isla sonora, cautivó a los

habitantes con su hermosura. Sus plie-

gues perfectos, su aroma que eleva el

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La Testadura 28

alma a su máximo elemento, así sigue

caminando Eucalipto; enreda los pensa-

mientos, alumbra los caminos, más no

dejes de recordar a los humanos, ahora

niños todos, que es el momento de des-

cansar.

Ese cruel tirano que los gobernaba no

volverá, no habrá más arcoíris sangrien-

tos, ni hilos de desesperanza, como niños

solo pensarán únicamente en los globos,

en los juegos, en atrapar insectos en las

redecillas. Es el tiempo de soñar, ahora sí

no tendrán límites, aquí no hay quién te

diga qué hacer o cómo hacerlo, solo por-

tas esa maleta que contiene miles de

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La Testadura 29

ocurrencias, de respuestas y sonrisas.

Come algodón de azúcar, camina desgar-

bado, no mires jamás las líneas del tiem-

po, son mortales, mira solo la eternidad,

es a la que pertenecemos, es el verdade-

ro alimento del alma.

Eucalipto es la suave caricia, sus pa-

sos ligeros dejan huellas en el piso y en el

cielo; es amiga de los sonidos que aman

acompasar cada movimiento con una

canción, hay tantas canciones en la isla

que no hay tiempo para hacer más activi-

dades que cantar y ser escuchado, es la

clave de la felicidad que reina en isla

sonora. Desde la llegada de Eucalipto,

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La Testadura 30

las hojas no son arrancadas, los árboles

son sagrados, no son objeto para hacer

cuadernos, el que tale un árbol podría

sufrir la pena capital, esa de deambular

cual fantasma por la eternidad, cargando

el tronco pesado del árbol talado y los

pensamientos malvados de los infames

gobernantes del pasado, esos que deglu-

tían los sueños de los habitantes, por eso

esa gran etapa de insomnio, de gran os-

curidad, nadie lograba conciliar el sueño,

ni aunque desesperados buscaran algún

remedio, ningún ser vivo lograba dormir.

Eucalipto llegó, lo decían las abuelas,

estaba escrito en las piedras, pero con el

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La Testadura 31

insomnio no había quien lo leyera o si lo

hacían de tanto cansancio no lograban

asimilarlo, agotados los humanos solían

instalarse en sillones y pasar horas largas

con la mirada pérdida frente a una caja

que iluminada les extraía lo poco que

guardaban en su mente. Eran absorbidos

por esa caja diabólica, era horrendo ver-

los desterrados, no salían de sus casas

por quedarse a ser deshumanizados. Más

no había que lamentarse, Eucalipto de-

rrotaría al insomnio y la apatía, solo bas-

taba con seguir sus colores y entonar sus

canciones para quedar enamorado para

siempre, así como quedaron los habitan-

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La Testadura 32

tes de la isla y de cada rincón que miró u

escuchó el andar de cuan singular criatu-

ra.

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Gabriela Cano (Guanajuato, 1988) estudió Letras Españo-

las en la Universidad de Guanajuato. Su tesis de licencia-

tura, Voces y Memorias en Cartucho de Nellie Campobello

recibió reconocimiento laureado. Ha publicado en revistas

como Onomatopeya y Conspiración del Silencio y en suplementos

como FELISMA y Hojas al aire. Actualmente cursa la Maestría en

Enseñanza de Estudios Literarios en la UAQ.

Adilenne M. H. P. (Querétaro, 1989) Es egresada de la

Facultad de Lenguas y Letras de la Universidad Autónoma

de Querétaro. Asidua lectora y cinéfila, trabaja de momen-

to en la apertura de un blog y en la colaboración con otros

bloggers. Ha publicado en diferentes medios en la ciudad de Queré-

taro. Autora en La Testadura no. 29.

Egresada de la Licenciatura en Lenguas Modernas en

Inglés( U.A.Q.). Columnista de la revista electrónica Cinco

Centros. Trabajó en el periódico cultural Direte. Ha publi-

cado en diversos medios impresos y electrónicos. Autora de La Testa-

dura Especial Colima 3.

¡¡¡La Testadura, una literatura de paso!!!