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El cambio de Gobierno de julio de 1866, de O’Donnell a Narváez,significó la liquidación de la Unión Liberal y con ello la Corona habíaempezado a amputarse miembros de su entorno palatino y político.O’Donnell viajó a Biarritz el 14 de julio de 1866 y allí permanecería hastasu fallecimiento, acaecido un año después.

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La revolución se aproxima y se gesta

La gran dificultad de Prim era aunar en una empresa común aelementos totalmente diversos: progresistas, demócratas y unionistas.Se intentó en vano que los carlistas tomasen parte en la conjura. EnOstende (Bélgica), el 16 de agosto de 1866, demócratas y progresistas

La Revolución "La Gloriosa"

llegaron a un acuerdo para derribar el trono de Isabel II y reunir unaAsamblea Constituyente, elegida por sufragio directo y convocada porun Gobierno Provisional. A Prim le costó bastante esfuerzo ponerse deacuerdo con los unionistas, pero el reusense encontró la fórmula quecontentase a todos. Vino a sumarse a los conjurados, que ya contabancon un miembro de la familia real, el infante Enrique, hermano del reyconsorte, Francisco de Asís, Paquita como le llamaban; otro de losparientes próximos de la Reina; Antonio de Orleans, duque deMontpensier, hijo del rey Luis Felipe de Francia y esposo de la infantaLuisa Fernanda, y única hermana de Isabel II; sujeto muy ambicioso ypersonaje sin escrúpulos donde los hubiera. Montpensier, inteligente yculto estuvo en segunda fila en el palacio de San Telmo, en Sevilla,donde cultivaba una gran explotación de naranjas, razón por la que lellamaban El Naranjero. Fue su esposa, Luisa Fernanda, la que le puso encontacto con el Vicealmirante Topete, comandante del puerto de Cádiz.Napoleón III, emperador de los franceses, vetó a Prim amenazándolecon cerrar las fronteras a los conspiradores en caso de que lacandidatura de Montpensier tuviera éxito.

El Gobierno de Isabel II, con Narváez a la cabeza, desterró a losGenerales sospechosos, haciendo salir de España a los duques deMontpensier y situando en puestos vitales a personas de su confianza.Isabel II cometió otro de sus grandes errores amatorios, en su ya largalista de amantes: Marfori, pasó el comienzo del verano en La Granja deSan Ildefonso. En agosto de aquel año de 1868 se trasladó a SanSebastián y de allí a Lequeitio (Vizcaya), a pasar el verano. Era quizá laúnica persona que miraba la situación con un optimismo que aumentócuando, anclada en la playa la fragata Zaragoza, recibió de los marinosel último homenaje que se le rendiría como Reina de España. Deretorno, la Corte en San Sebastián recibió el 19 de septiembre de 1868la noticia de la sublevación de la escuadra reunida en Cádiz. LaRevolución, La Gloriosa, ganada a pulso por la Reina y su madre, habíadicho “¡Aquí estoy yo!”. España iba a cambiar de arriba abajo. En lamadrugada del 18 anunciaron el pronunciamiento disparando 21cañonazos de la misma fragata Zaragoza que pocos días antes habíaaclamado a la Reina en Lequeitio. La complicidad de Topete permitióque se concentrasen en Cádiz, al amparo de la escuadra, los Generalesrebeldes, entre ellos se encontraba Prim que había llegado el 17 aGibraltar y, en la tarde del 19, llegaron a Cádiz, Serrano y losdesterrados en Canarias. El mismo 19 de septiembre, los

revolucionarios promulgaron un manifiesto que atacaba duramente a lapersona de la Reina anunciando que no depondrían las armas hastaque un Gobierno Provisional convocase una Asamblea Constituyente.

La revolución de Cádiz, La Gloriosa o septembrina, fue el foco de unincendio que se extendía por toda España con asombrosa rapidez. Prim,junto con Topete se apoderó de Cádiz, Huelva, Sevilla, Córdoba,Cartagena y Barcelona; se sublevaron Santander y Santoña. TodaAndalucía estaba con los insurrectos. Dimitió González Bravo, que setrasladó a Francia, y el Gobierno fue entregado en precario a JoséGutiérrez de la Concha, marqués de La Habana, que solo duró diez días.Fue el último Gobierno de Isabel II. El pequeño grupo de los Generalesse distribuyó en puestos de peligro. El marqués del Duero, ManuelGutiérrez de la Concha e Irigoyen, se hizo cargo de las tropas de Castillay de Valencia; el conde de Cheste, Juan de la Pezuela, asumió laCapitanía General de Cataluña, El marqués de Novaliches, Manuel Pavíay Lacy, tomó el mando del Ejército que había de combatir a los rebeldesen Andalucía. Serrano, con las guarniciones de las plazas andaluzas,había formado un ejército importante. Desoyendo las insinuaciones delGeneral Serrano, que proponía un armisticio, Novaliches, junto con losGenerales Caballero de Rodas, Izquierdo y Rey, pasaron el puerto deDespeñaperros el 21 de septiembre. La batalla se dio el 24 del mismomes en el puente de Alcolea, sobre el Guadalquivir, cerca de Córdoba, yel ejército isabelino fue rechazado. Novaliches, herido, entregó elmando al General García de Paredes, que no pudo contener ladesbandada de las tropas, las cuales se unieron a las de Serrano paracontinuar la marcha hacia Madrid.

Las noticias que llegaban a la pequeña Corte de San Sebastiánsembraron la mayor confusión. La Reina intentó por dos vecesemprender el viaje a Madrid, porque confiaba en su popularidad, pero lahicieron desistir; todo era inútil. Su reinado había terminado y el Sexeniorevolucionario empezado. El marqués de Salamanca propuso laabdicación de la Reina en el príncipe de Asturias – futuro Alfonso XII. Lasolución hubiese sido aceptada por todos, incluso por Serrano, pero lanegativa de Marfori lo impidió. No le quedaba a la familia solo unasolución: el exilio. El día 30 de septiembre Isabel II, a la cual unacompañía de Ingenieros rindió los últimos honores, abandonó España.Cuentan que en esos tristes momentos dijo: “Creía tener más raíces eneste país”. Sea como fuese, el advenimiento de la Gloriosa supuso un

cambio trascendental en la vida política del país. La dinastía de losBorbones huía de España -Isabel II no volvería jamás a pisar sueloespañol- y los acontecimientos políticos que se derivarán de estabatalla fratricida no solucionaron nada de los atrasos y malescongénitos de los que venía padeciendo ya la maltrecha Patria.

Antes de desencadenarse la Revolución, y como la presión policial seintensificó, los principales revolucionarios utilizaron una serie de clavespara encriptar las comunicaciones; Prim era “Achón”; Montpensier,“Habitación”; Serrano, “Itálica”; Dulce, “Polonia”; Espartero, “Cartago”;Fernández de Córdoba, “Sagunto”; Becerra, “Carta”; Ruiz Zorrilla,“Crédito”; Pierrard, “Frutos”; Mazo, “Hotel”; Gaminde, “Piñas”; Baldrich,“Violín”; Orense, “Fresas”; Olózaga, “Hemisferio”; Milans del Bosch,“Lorenzoce”, etc. Para los países buscaron los seudónimos; EstadosUnidos, “Palestina”; México, “Abisinia”; Italia, “Campana”; Francia,“Furia”; Alemania, “Mosca”; España, “Cielo”; Inglaterra, “Gloria”;Portugal, “Pata”, etc. Para las regiones españolas; Cataluña, “Caña”;Aragón, “Gorra”; Andalucía, “Chucha”; Castilla, “Gata”, etc. Lasciudades europeas también las tenían; Madrid, “Meca”; Barcelona,“Bata”; Zaragoza, “Grajo”; Roma, “Vieja”; Bayona, “Barra”; Málaga,“Luque”; Sevilla, “Siria”; Vichy, “Bicho”, etc. Al dinero le llamaban“Risak” o “Mica”; policía, “paca”; Gobierno, “murga”; armas, “asco”, etc.Las unidades militares también tenían su clave específica.

Actuación final

La presión policial y sobre todo la falta de dinero eran las principalespreocupaciones de los conspiradores en el exilio, aunque seanunciaban la llegada de fondos por medio del General Dulce, querealmente eran aportados por Montpensier, pero no acababan deaparecer lo que obligaba a retrasar el movimiento revolucionario con lalógica impaciencia de los insurrectos. Olózaga, desde París, se quejabaque el tiempo avanzaba y era muy poco lo que se hacía; además, lecomentaba a Prim su opinión opuesta a embarcarse en la aventuradurante el verano. El marqués de los Castillejos se había vuelto muyreceloso sobre el posible descubrimiento de la trama preparada. Losmovimientos unionistas a favor de los Montpensier eran cada vez másvisibles. Un artículo de Carratalá en La Nueva Iberia fue el catalizadorque todos necesitaban. En el texto “La última palabra” publicado el tresde julio de 1868, se hacía un análisis, a plena luz, de la situación de

ambos partidos, llamando a la unidad de acción. El Gobierno reaccionó;detuvo a los Generales Serrano, Dulce, Zavala, Fernández de Córdoba,Serrano Bedoya, Echagüe y Caballero de Rodas. La mayoría fueronconfinados a Canarias, Zavala a Lugo y Fernández de Córdoba a Soria. Alos duques de Montpensier, que estaban en Sanlúcar de Barrameda, seles comunicó la orden de abandonar el país. Topete al mando de lafragata Villa de Madrid los llevó a Lisboa. Ya no quedaba más alternativapara ellos que la revolución, así que el acuerdo con Prim se desbloqueóde inmediato. La triple alianza, unionistas-progresistas-demócratas eraun hecho. De los progresistas estaban a favor un buen número de Jefes,Oficiales y suboficiales, algunos medios de prensa, un sector de la clasemedia, la experiencia revolucionaria y el nombre de Juan Prim y Prats.Los demócratas, su apoyo en medios populares y algunas figurasnotables del panorama político y universitario. Los unionistas teníanvarios de los Generales más importantes y algunos mandos de laArmada, sus propios órganos de comunicación y, sobre todo, el Risak,el dinero que tanto necesitaba la revolución. De momento, Montpensierentregó tres millones de reales.

Desarrollo: el triunfo de la Gloriosa

Narváez había fallecido y con el partido moderado que lideraba,prácticamente extinguido, ya a nadie se le escapaba que el reinado de

Isabel II tenía los días contados. Muchos militares importantesisabelinos se fueron dejando ganar con gran facilidad; Miraflores, elconde de San Luis, incluso la Armada, salvo ciertos episodios aislados,se sumó a la revolución. La desacertada política naval de algunos de losúltimos Gobiernos isabelinos influyó en este comportamiento. Aunqueen el fondo, alentaba el deseo de contribuir a poner coto a losdesmanes e inmoralidades en que se había instalado el régimen deIsabel II. Topete después de consultar con varios Jefes de la Armada sepuso en contacto con el comité secreto que los conjurados,progresistas y unionistas, tenían en Madrid. Éste se comunicó con Primy Olózaga para que sancionaran el compromiso definitivo entre ambasfuerzas.

Topete, en Cádiz, deseoso de llevar a cabo el levantamiento mientras laReina estuviera de veraneo en el Norte, aceleró las gestiones parainiciar de inmediato la sublevación, por lo que instó a Prim, que estabaen París autorizado por Napoleón III, para que se apresurara a venir aEspaña a toda costa, junto con sus compañeros conspiradores. Elmonarca francés siempre insistía en lo mismo: su negativa aMontpensier como posible Rey de España. Las noticias que llegaban deEspaña sobre la urgencia de algunos sectores en iniciar ellevantamiento revolucionario hicieron al conde de Reus volverrápidamente a Londres. Aunque desde allí no era sencillo viajar a tierrasespañolas, acompañado de sus fieles más próximos, por falta derecursos para fletar el barco en que debían trasladarse. Topete pusouno a su disposición pagado por Montpensier, pero los progresistashicieron una suscripción con que botar otra nave y así, evitar hipotecaspeligrosas para más adelante. No lo lograron, pero Prim rechazó elofrecimiento de Montpensier. Era preciso que Serrano y suscompañeros de exilio llegaran a la Península; el navío Buenaventura conAdelardo López de Ayala, salió el ocho de septiembre de Cádiz aCanarias, a la búsqueda de los Generales unionistas allí desterrados.Finalmente, Prim, salió de Londres a Southampton, con Sagasta y RuizZorrilla el 11 de septiembre. El día 12, embarcaron Prim y los suyos en elDelta, un vapor de la Compañía de Navegación Oriental y Peninsular quecubría la línea Southampton a Gibraltar. Sagasta y Ruiz Zorrilla connombres falsos y pasaportes chilenos, en camarotes de primera clase.Prim lo hizo en camarote de segunda, en calidad de ayuda de cámarade los señores Bark, que realizaban idéntico trayecto. El 17desembarcaron en Gibraltar (“Carmen” en clave) esperando ser

recogidos para continuar el viaje. Paradójicamente, allí se le unió Paúl yAngulo para llevarles a la bahía gaditana. Para tal fin usaron el barcoAdelaida, cuyo dueño no cobró nada al enterarse que su másimportante pasajero era el conde de Reus.

Llegaron a la bahía en la noche del 17 de septiembre de 1868. En susaguas se encontraban anclados hasta una docena de buques de laArmada comprometidos en la sublevación. Topete iba a mandaraquellas unidades desde la fragata Zaragoza. Reunidos a bordo de ésta,expuso al marqués de los Castillejos los motivos de su apoyo a laRevolución y su objetivo de instalar como Reina a la infanta LuisaFernanda – hermana de Isabel II. Además, le comunicó que sóloreconocía como jefe del movimiento al General Serrano. No estaba Primen las mejores circunstancias para plantear grandes reparos, perocomo Topete confesó, se vio obligado a ir a la conspiración y al umbralde la revolución como única salida para enmendar los errores de laReina, pero se mostró opuesto a comprometer el movimiento con elnombre de la infanta, ni con ningún otro. Por lo demás, aceptaba queSerrano figurase al frente de la revolución. Una vez todos de acuerdo,Topete firmó una proclama a los gaditanos indicando los propósitos dela insurrección: soberanía nacional, Cortes constituyentes; garantía delos derechos; moralización de la vida pública, etc. A mediados del día18 de septiembre de 1868 se inició oficialmente la Revolución, LaGloriosa. Nuestro conde y Topete recorrieron las calles de la ciudad eldía 19. Prim dio otra proclama, esta vez a los españoles, llamándoles alas armas, pidiendo la unión de todos los liberales para la regeneraciónde la Patria y terminando con vivas a la soberanía nacional y a libertad;repitió lo que siempre había dicho, pero sin vítores, como otras veces aIsabel II. En la misma fecha reconoció a Rafael Primo de Rivera ySobremonte, Comandante General y Gobernador militar de Cádiz ynombró una Junta Provincial de Gobierno, encabezada por Topete.

Las noticias que venían de otros puntos eran favorables. Sevilla estabacon la revolución y el navío Buenaventura entraba en el puerto con losGenerales desterrados en Canarias. Apenas llegados, se reunieronSerrano, Prim y Topete, aunque el marino insistió en su tesis a favor delos duques de Montpensier, Serrano aceptó, pero como Prim proponía,lo primero era vencer y después ya llegaría la hora de abordar los otrostemas. El manifiesto al país publicado el 19 de septiembre de 1868,redactado por López de Ayala y firmado por los que acababan de llegar

de Canarias, más Topete, Primo de Rivera y Prim, recogía y ampliabacuanto hasta ese momento se había dado a conocer a la opiniónpública, rematado con un ¡Viva España con honra! que se convirtió en laseña de identidad de la revolución. Casi de inmediato, Topete recibióuna carta de Montpensier ofreciéndose para combatir en esemovimiento nacional, como simple marinero, pretensión que fuerechazada cortésmente. Se decidió que Prim recorrería el litoralmediterráneo hasta Cataluña en la Zaragoza, para sumar ciudades a larevolución. Topete seguiría en Cádiz y Serrano marcharía a Sevilla paraorganizar las fuerzas sublevadas hispalenses. El conde de Reus, conSerrano Bedoya pudo convencer a Málaga, Granada, Almería yCartagena.

Entretanto, la reacción de en Madrid fue sustituir el Gobierno deGonzález Bravo por el del marqués de La Habana, José Gutiérrez de laConcha e Irigoyen – último jefe de Gobierno de Isabel II – con aparentevoluntad de resistir. En Lequeitio, donde se hallaba la Corte, al saberselo sucedido en Cádiz, la Reina embarcó en el Colón y volvió a SanSebastián. Todo era pánico y precipitación alrededor de Isabel II. Enmuchos puntos de España se generalizaba la insurrección.

El 18 por la mañana, la escuadra anclada en Cádiz, al mando delalmirante Topete, se alzaba contra Isabel II. Como ya se ha comentado,el día 28 de septiembre, las fuerzas gubernamentales, a las órdenes delGeneral Pavía, fueron derrotadas por las sublevadas del GeneralSerrano, en el puente de Alcolea, a 12 kilómetros de Córdoba. Seprodujeron 162 muertos y casi 700 heridos, siendo uno de ellosNovaliches.

La revolución, llamada La Gloriosa, triunfó rápidamente en toda España.En Madrid, la revolución triunfó el 29. El pueblo aclamaba a Prim, aSerrano y a Topete. La multitud, contenta y optimista, cantaba por lascalles el himno de Riego, porque pensaban que, al fin, la libertad habíaganado. Entre el gentío se oían los gritos de “¡Fuera la Reina!” y“¡Mueran los Borbones!, grito éste último que un malintencionadoconvirtió en “¡Mueran los Bribones!” y “¡Mueran los Bobones!”.Semejante manifestación antiborbónica no se repitió hasta 63 añosdespués, en la primavera de 1931.

Isabel II estaba desolada, no daba crédito a las noticias que llegaban deMadrid. En San Sebastián, el marqués de Salamanca le aconsejó que setrasladara a Francia sin demora, y que abdicara en su hijo Alfonso.Marfori, hechura de Isabel, se opuso a este sensato consejo, alegandoque la Reina no podía capitular ante la revolución. Isabel II perdía eltrono. El 30 de septiembre la Reina pasó la frontera francesa hacia Pau,al antiguo palacio de Enrique IV ofrecido por Napoleón III.

El dos de octubre Prim llegó al puerto de Barcelona y el tres entraba enla Ciudad Condal siendo acogido por una multitud entusiasta,encabezada por las autoridades, entre las que se hallaba el nuevoCapitán General de Cataluña, Joaquín Bassols y Marañosa yrepresentantes de numerosas corporaciones. También estaban sumadre y su hermana. Barcelona de nuevo se volcó en honor del

marqués de los Castillejos durante las horas que permaneció allí. Comoacto culminante pronunció un discurso desde el balcón de las CasasConsistoriales, repitiendo su llamada a la unidad de todos los liberales,acabando con un ¡Abajo los Borbones!, entre grandes aplausos. AMadrid ya habían llegado Serrano y Topete, por lo que no eraconveniente aplazar mucho su llegada a la capital, pero antes quisopasar por Tarragona y Reus, recibido muy calurosamente. Pasó porLérida y Zaragoza, y el siete de octubre, Prim llegó a Madrid, siendo larespuesta de los madrileños, apoteósica.

Los problemas de la Revolución

Más complicado que el desarrollo de la propia revolución de 1866 a1868, fue el accidentado periódo político transcurrido entre 1868 y1874, pues se necesitaba un nuevo pacto que hiciese viable, más alláde las diferencias y rivalidades entre las Juntas Revolucionarias y elGobierno provisional, un proyecto común. El movimiento septembrinodio origen por un lado al Gobierno provisional, expresión del esfuerzomilitar y de los partidos progresistas y unionistas, y las JuntasRevolucionarias, exponentes de la participación popular de carácteresencialmente civil, pero con protagonismo de los demócratas. Éstasse fueron estableciendo al compás del triunfo revolucionario ycolaborando a su consecución en numerosas poblaciones en susmomentos iniciales hasta la constitución de un Gobierno provisional.Aquí comenzaron las diferencias.

Los republicanos, desde la entrada de Serrano en Madrid, no cejaron ensu empeño de movilizar todos los apoyos posibles, llamando a laimplantación de la República. El manifiesto que tuvo más efecto fue elfirmado por el incansable Orense, el cuatro de octubre de 1868. El ochode octubre, en una reunión en casa de Serrano, quedó formado elGobierno Provisional de la Revolución; los progresistas en mayoría concinco Ministros (Prim era Ministro de la Guerra); y los unionistas contres: Romero Ortiz, Topete y López de Ayala, además del PresidenteSerrano. Los demócratas, prácticamente quedaron al margen y el alamonárquica se auto excluyó. La dualidad Gobierno/Juntas, comoinstitucionalización antagónica de dos conceptos de revoluciónpermanentemente enfrentados, marcaría de forma intermitente elperíodo 1868-1870.

Prim en el Ministerio de la Guerra

Centrando el tema en la actuación del duque de Reus al frente de dichoMinisterio, hay que señalar que tuvo una labor muy importante. Tuvoque reorganizar; moralizar; disciplinar a un Ejército habituado a lospronunciamientos y que tenía graves defectos estructurales en cuantoa distribución de personal; importantes carencias de material y medios,salido de una revolución; envuelto en una guerra de Ultramar; y,además, dependiendo el Gobierno esencialmente de él para mantenerel orden frente a las asechanzas involucionistas, de un lado, y“revolucionaristas”, de otro. Un Ejército en que las promocionesmeteóricas y las carreras estancadas obedecían, fundamentalmente, ala voluntad del Ministro de turno. Sus primeras medidas fueron aplicarel ascenso general, otorgado por Decreto de 10 de octubre de 1868, yreconocer algunos, muy pocos, de los empleos ofrecidos por él antesde septiembre. Mérito suyo fue que se vencieran las dificultades y,gracias a su conocimiento del mundo militar, a su autoridad y a laparquedad con que distinguió a sus más afines, fue una pieza clavepara la nueva situación, como lo fue para el triunfo de la Revolución.Ejemplo claro fue el caso del Coronel Amable Escalante, miembrodestacado de la Junta Revolucionaria de Madrid, y a quien ésta le habíaconcedido la faja de General. Amigo y protegido de Prim, no sólo leconvalidó tal ascenso, sino que además como Ministro de la Guerra, le

mandó a Cuba para que hiciese méritos que justificasen su avance en elescalafón. Esta fórmula la aplicó con no pocos de los que pudieransentirse postergados, pues el marqués de los Castillejos solía decir,conforme a su propia experiencia, que el militar debe ganarse susempleos en el campo de batalla, y puesto que hay guerra, en Cuba, -decía a los que querían ascender-, yo les pondré en posición demejorar; con lo cual buen número de aspirantes a promocionarse erandestinados a tierras antillanas. Sin embargo, no tardarían en producirseroces significativos entre Serrano y Prim a propósitos de los ascensosmilitares, ya a principios de 1869, pero las discrepancias con Serrano nofueron más allá por el momento, y unas semanas después, el 25 defebrero de 1869, el propio Regente, Serrano, ascendió a Prim a CapitánGeneral.

Prim, al igual que el resto de los Ministros, hubo de enfrentarse a lanecesidad de suprimir poderes paralelos, incompatibles con elGobierno: los Voluntarios de la Libertad y las Juntas; se pretendía eldesarme de los primeros. En algunas partes, la resistencia alcumplimiento de las normas del Ejecutivo dio paso a la lucha armadaespecialmente en Sevilla, Cádiz y Málaga. Las Juntas desobedientesfueron sometidas por la fuerza del Ejército, mandadas por Caballero deRodas, no sin que se produjeran decenas de muertos y heridos, entre el13 de diciembre de 1868 y el tres de enero de 1869, por lo que se abrióun auténtico foso entre los aliados de septiembre, que no se cerraría enlos años posteriores.

Unionistas y progresistas eran monárquicos, pero una Monarquíadistinta, nacida del derecho del pueblo, consagrada por el sufragiouniversal, símbolo de la soberanía nacional y garante de los derechos ylibertades de los ciudadanos; una monarquía democrática. Losdemócratas se encontraban divididos en este tema. Un sector, conCristino Martos a la cabeza, se manifestaba “accidentalista”, sin hacerbandera decisiva de la cuestión del régimen. Para ellos, más importanteque la forma debía ser el fondo, el marco de actuación de la Monarquíao de la República. Otra parte de los demócratas, con Orense, Pi iMargall, etc. al frente, eran irreductibles defensores de la RepúblicaFederal y dentro del republicanismo demócrata los había partidarios deun modelo unitario. Por último, estaban los llamados cimbrios que sehabían declarado a favor de la Monarquía.

Las calles de Madrid se convirtieron el 15 y el 22 de noviembre en

escenario manifestaciones a favor y en contra de las diferentesalternativas. El seis de diciembre se convocaron elecciones. Larespuesta de los republicanos fue el manifiesto del cinco de enero de1869, protestando por la actitud de las autoridades, tildando alGobierno de traidor a la revolución, a la par que le acusaban deprácticas dictatoriales. Las elecciones convocadas para los días 15 al18 de enero, de las que saldrían las nuevas Cortes que se reunirían enMadrid el 11 de febrero, fueron muy especiales; se trataba de elegir unarepresentación nacional que debía elaborar una nueva Constitución dela que dependía el modelo de régimen y la forma de Estado que habíade implantarse. Sobre unos cuatro millones de votantes, de los queparticiparon alrededor del 70%, los resultados dieron un amplio triunfoa los candidatos monárquicos, o sea al Gobierno.

Prim en las constituyentes

Diputado por Madrid y Tarragona el 11 de febrero de 1869, el marquésde Castillejos iba a culminar su carrera política en el Parlamentoeligiendo el escaño de la capital. El 22 quedó constituido el Congreso,bajo la presidencia de Nicolás María Rivero, líder importante de loscimbrios. Algunos diputados vitorearon a Serrano, otros a Prim; elGeneral Pierrard respondió con un “¡Viva la República!”, coreado por suscorreligionarios. Fue la primera vez que ese grito se oyó en el Congreso.

Fue en la intervención de Prim cuando, en respuesta a los que ya leacusaban de planear la restauración a favor de Alfonso – Alfonso XII –proclamó entre el aplauso de la inmensa mayoría de los diputados, quela dinastía caída no volvería ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás! Pensaba queEspaña entera, salvo pocas excepciones, tenía la misma opinión, asíque…restaurar a los Borbones derrocados sería imposible…imposible… imposible... La fortuna, el azar o el tiempo se encargaríande reducir el tiempo el carácter absoluto de aquellos “jamases” y deaquellos “imposibles” a un brevísimo plazo. En tres sesiones de debatese produjo la oposición de los republicanos (Orense, Castelar, Figueras,Pi i Margall), el General Serrano fue elegido Presidente del PoderEjecutivo, continuando la obra del Gobierno provisional, hasta laaprobación del texto constitucional. Prim, desde el Ministerio de laGuerra continuaba acometiendo los problemas existentes. Las críticasa la política de recompensas y los ataques a la gestión del Gobiernoponían a prueba su paciencia. En su papel de gobernante se perfilaba acada paso el General Prim como un hombre prudente que hablaba, casisiempre, con mucho criterio: dueño de sus palabras y, más aún, de sussilencios. Sus años de máximo responsable de la conspiración le habíanenseñado algo bastante difícil: saber callar. Defendió a capa y espadaque las cuentas no cuadraban al sustituir al soldado español dereemplazo, más barato, por otro que al que llevaría a filas su voluntad.En el fondo, el conde de Reus era partidario de cambiar el Ejército desoldados sorteables por otro de voluntarios, según el modelo inglés,siempre que se tratara de unas Fuerzas Armadas estables, aunque laoposición republicana pedía la eliminación de las quintas. Prim siemprefue fiel defensor del Ejército, buscando unas Fuerzas Armadas másmodernas y acordes con los nuevos tiempos, reformando lasordenanzas. Decía: El Ejército no manda, el Ejército obedece a lasCortes Constituyentes…, el Ejército español es amigo de la libertad.

Autor: José Alberto Cepas Palanca para revistadehistoria.es

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Bibliografía

DE DIEGO, Emilio. Prim, La forja de una espada.

ANGUERA, Pere. El General Prim.

DE CONTRERAS Y LÓPEZ DE AYALA, Juan de Contreras. Marqués deLozoya. La Historia de España.

Juan Bautista Topete y Carballo (1821-1885) fue un marino, militar ypolítico. Vicealmirante de la Armada Española. Políticamente, se lerecuerda por su capital intervención en la Revolución, “La Gloriosa” de1868. Fue ministro en varias ocasiones y Presidente del Consejo deMinistros, con carácter interino, en tres ocasiones.

Carlos Marfori y Callejas (1821-1892), I marqués de Loja. Fue Alcalde ygobernador civil. de Madrid en 1857, diputado a Cortes por Loja yGranada en varias legislaturas entre 1857 y 1884, Ministro de Ultramarentre junio de 1867 y junio de 1868 y Ministro interino de Marina,Capitán de Infantería, intendente general de la Real Casa y Patrimonio,consejero de Estado, gran cruz y collar de la Orden de Carlos III, grancruz de la Orden de Isabel la Católica, caballero de la Orden de San Juande Jerusalén y gentilhombre de cámara con ejercicio de Su Majestad.

Luis González Bravo y López de Arjona (1811-1871) fue un político,periodista, intelectual y orador. Caballero de la Orden de Carlos III.Caballero de la Orden del Toisón de Oro. Fue tres veces diputado, dosveces Ministro de la Gobernación, dos veces embajador de España(Lisboa y Londres) y dos veces Presidente del Gobierno.

Antonio Caballero y Fernández de Rodas (1816-1876). En 1868 apoyó a

la Revolución La Gloriosa. Le nombraron Teniente General y fue elegidoDirector general de Infantería. Aunque en julio de 1869 juró el cargo deCapitán General de Cuba, sólo tardó un año en regresar a España.

Rafael Izquierdo Gutiérrez (1820-1882) fue un militar, político ygobernador colonial. Fue gobernador militar de Lugo en 1861 ygobernador de Puerto Rico entre 1862 y 1863. Destinado como segundoen el mando de la capitanía general de Andalucía, apoyó la revoluciónde 1868. Fue diputado por Málaga en 1869 y por Alicante en 1871, ygobernador de Filipinas entre 1871 y 1873. cargo del que dimitió pormotivos de salud.

Antonio del Rey y Caballero (1814-1886) fue un político y militar, héroede la Primera Guerra Carlista, en el bando cristino, Teniente General delejército, Ministro de la Guerra, Presidente del Consejo Supremo deGuerra y Marina, y senador por la provincia de Ciudad Real en 1871-1872; 1876-1877; 1877; 1879-1880 y 1881-1882. Fue condecorado con lacruz de la Orden de Isabel La Católica, la cruz de la portuguesa Ordende Cristo, la cruz de la Orden de Carlos III, la cruz de la Orden de SanHermenegildo. Los ayuntamientos de Granada, Guadix, Baza, Adra yBerja le nombraron hijo adoptivo.

Domingo Dulce y Garay (1808-1869). Marqués de Castell-Florite. Fue unmilitar que ingresó en el Ejército en 1823 y que participó en el PrimeraGuerra Carlista a favor de los militares cristinos obteniendo cuatroCruces Laureadas de San Fernando. Ya con el grado de General,participó en la Guerra de los Matiners (Segunda Guerra Carlista)enfrentándose victorioso al legendario militar carlista Ramón Cabrera.

Salustiano de Olózaga Almandoz (1805-1873) fue un político, abogado yescritor. Preceptor de Isabel II (Reina desde 1833, pero aún bajoregencia de su madre María Cristina). Presidente del Consejo deMinistros.

Francisco Javier Carratalá Utrilla (1830-1870) fue un periodista y políticode la Comunidad Valenciana. Trabajó como tipógrafo y se convirtió enperiodista político en diarios como La Flor, Diario de Alicante, El BoletínComercial y de Anuncios. Le fue concedida la Cruz de primera clase dela Orden Civil de Beneficencia. Desde 1866 participó en actividadesconspirativas con los exiliados, por lo que fue desterrado a FernandoPoo, aunque se escapó de la isla y en 1867 se estableció en Madrid,

donde colaboró en la fundación del periódico La Iberia y participó en lasconversaciones que consiguieron que la Unión Liberal participara en lacoalición política que dirigió la Revolución La Gloriosa de 1868, durantela cual fue miembro de la Junta Revolucionaria Interina.

Francisco Serrano Bedoya (1812-1882) fue un General y políticoprogresista. Apoyó al general Espartero, acompañándole comoayudante de campo en su exilio en Inglaterra entre 1840 y 1845; seintegró en la Unión Liberal, y participó en la Revolución de 1868. Fuediputado por Jaén en las elecciones de 1854, 1858, 1865, 1869, 1871 y1872. Durante el último trimestre de 1874 desempeñó el puesto deMinistro de Guerra y Ultramar. El fin de su desempeño al frente delMinisterio coincidió con el término de la Primera República.

Adelardo López de Ayala y Herrera (1828-1879) fue un dramaturgo,académico y político moderado, adscrito al realismo literario. Redactóel manifiesto de 1868 que contenía la destitución de Isabel II.

José Paúl y Angulo (1842-1892) fue un político y escritor. Formó partedel grupo promotor de la Revolución La Gloriosa de 1868 y acompañó aPrim en su regreso a España, para convertirse más tarde en sucontrincante ideológico —su actitud frente a Prim se llegó a calificarcomo “de odio profundo y enconado rencor”—. En 1869 fue elegidodiputado a la Asamblea Constituyente por su ciudad natal, Jerez, y, endisconformidad con la Constitución monárquica del mismo año, se uneal frente de lucha en los pueblos de la Sierra de Cádiz, junto a FermínSalvochea y Guillén, refugiándose más tarde en Huelva y volviendo a laactividad política dirigiendo el periódico El Combate, donde aparece en1870 un llamamiento para derrocar a Prim. Se le señala como ejecutormaterial del asesinato del General Prim al frente de un grupo de nueverepublicanos, contando con la complicidad de Solís y Campuzano,ayudante del duque de Montpensier, cuñado de Isabel II, quien sería enúltima instancia instigador del mismo.

El General Rafael del Riego Flórez (1784-1823) fue un militar y políticoliberal. Dio nombre al famoso himno decimonónico conocido comoHimno de Riego, adoptado por los liberales durante la monarquíaconstitucional y, más tarde, por los republicanos españoles. Losfranceses lo encontraron en Arquillos (Jaén) entregándolo a lasautoridades españoles. Fue ahorcado en Madrid.

José María de Salamanca y Mayol (1811-1883) I marqués de Salamanca yI conde de los Llanos con Grandeza de España, fue un influyenteestadista, destacada figura aristócrata y social y hombre de negociosdurante el reinado de Isabel II. A él se debe la construcción y desarrollodel barrio madrileño que lleva su nombre. Murió arruinado.

Enrique de Borbón, (1553-1610) fue rey de Navarra con el nombre deEnrique III entre 1572 y 1610, y rey de Francia como Enrique IV entre1589 y 1610, primero de la casa de Borbón en Francia, conocido comoEnrique el Grande o el Buen Rey y copríncipe de Andorra (1572-1610). Sele atribuye la frase: “Un pollo en las ollas de todos los campesinos,todos los domingos”, que simplifica perfectamente su política de hacerfeliz a su pueblo, no sólo con poder y conquistas, sino también con pazy prosperidad.

José María Orense Milá de Aragón Herrero (1803-1880) fue un políticodemócrata y periodista que defendía el individualismo republicano.Marqués de Albayda. En 1869, participó en la firma del Pacto FederalCastellano, también llamado de Valladolid.

Antonio Romero Ortiz (1822-1884) fue un político, abogado y periodista.Ministro de Gracia y Justicia durante el Gobierno Provisional del SexenioDemocrático y Ministro de Ultramar en los Gobiernos de Zabala ySagasta, en las postrimerías de la Primera República. Tuvo una notableimportancia dentro del movimiento conocido como provincialismogallego.

Cristino Martos y Balbi (1830- 1893) fue un abogado y político, Ministrode Estado en distintos periodos del Sexenio Democrático, además depresidente del Congreso de los Diputados y ministro de Gracia yJusticia.

Francisco Pi y Margall (1824-1901) fue un político, filósofo, jurista,historiador y escritor, que asumió la segunda presidencia del PoderEjecutivo de la Primera República entre el 11 de junio y el 18 de julio de1873.

Los llamados cimbrios fueron un grupo político surgido tras el triunfo dela Revolución de 1868 cuando el Partido Demócrata se transformó afinales de 1868 en el Partido Republicano Democrático Federal y ungrupo de demócratas se decantaron por la "monarquía popular"

defendida por el Gobierno Provisional de 1868-1871. Durante el reinadode Amadeo I los cimbrios, así llamados por la referencia que hizo elGobierno Provisional en su manifiesto del 12 de noviembre de 1868 alpueblo pregermánico de los cimbrios que lucharon contra la RepúblicaRomana en el siglo II a.C., se acabaron integrando en el Partido Radicalde Manuel Ruiz Zorrilla. Sus principales líderes fueron Nicolás MaríaRivero, Cristino Martos y Manuel Becerra y Bermúdez.

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