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¿Existe evidencia histórica de la resurrección de Jesús? Un debate entre William Lane Craig y Bart D. Ehrman Colegio de la Santa Cruz, Worcester, Massachussets 28 de marzo, 2006 Copyright 2006 William Lane Craig y Bart D. Ehrman. Todos los Derechos Reservados Introducción Estudiantes, profesores, personal administrativo e invitados de la comunidad de Worcester, tengo el placer de darles la bienvenida al Centro del Campus Hogan del Colegio de la Santa Cruz. Mi nombre es Charles Anderton. Soy profesor de Economía aquí en la Santa Cruz. A nombre de las organizaciones patrocinadoras (el Centro para la Religión, Ética y Cultura, y la Hermandad Cristiana del Campus) les doy una cálida bienvenida al debate de esta noche. La pregunta que nos ocupa hoy es una de interés perdurable para los cristianos y muchos no cristianos: ¿existe evidencia histórica de la resurrección de Jesús? Apoyando la defensa estará el Dr. William Lane Craig, profesor de Investigación Filosófica en la Escuela Talbot de Teología en La Miranda, California. En la postura contraria estará el Dr. Bart Ehrman, distinguido con el profesorado James A. Gray y presidente del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Por favor, durante el debate consideren respetuosamente ambos puntos de vista y absténganse de aplausos, comentarios u otras formas de apoyo o crítica. Después de la parte formal del programa tendremos una sesión de preguntas y respuestas donde el público podrá interactuar con los exponentes. Por favor, tengan en cuenta que tanto el debate como la sesión de preguntas y respuestas serán grabados en audio y video. También les pido apagar sus teléfonos celulares. El moderador del debate de esta noche es el Dr. William Shea, director del Centro para la Religión, Ética y Cultura aquí en la Santa Cruz. El Dr. Shea recibió su doctorado en 1973 por parte de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Columbia. Ha impartido clases en la Universidad Católica de América, la Universidad del Sur de Florida, y la Universidad de San Luís, Missouri. También ha servido como presidente de la Sociedad Colegial de Teología. El Dr. Shea ha publicado más de 50 ensayos y artículos en diarios académicos y ha escrito y editado numerosos libros, incluyendo: Naturalism and the Supernatural [Naturalismo y lo sobrenatural]; The Struggle Over the Past: Religious Fundamentalism in the Modern World [La lucha con el pasado: Fundamentalismo religioso en el mundo moderno]; Knowledge and Belief in America: Enlightment Traditions and Modern Religious Thought [Conocimiento y fe en Norteamérica: Tradiciones de la Ilustración y pensamiento religioso moderno]; Trying Times: Essays on Catholic Higher Education in the 20th Century [Tiempos de prueba: Ensayos sobre la educación superior católica en el siglo XX]; y más recientemente, The Lion and the Lamb: Evangelicals and Catholics in America [El león y el cordero: Evangélicos y católicos en Norteamérica]. Por favor, den la bienvenida al Dr. William Shea. Observaciones del moderador Buenas noches. El debate es una antigua forma de discurso que combina información, educación, conversión esperada y entretenimiento. Los filósofos griegos, los “sofistas”,

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Page 1: La resurreccion de Cristo

¿Existe evidencia histórica de la resurrección de Jesús?

Un debate entre William Lane Craig y Bart D. Ehrman

Colegio de la Santa Cruz, Worcester, Massachussets 28 de marzo, 2006

Copyright 2006 William Lane Craig y Bart D. Ehrman. Todos los Derechos Reservados Introducción Estudiantes, profesores, personal administrativo e invitados de la comunidad de Worcester, tengo el placer de darles la bienvenida al Centro del Campus Hogan del Colegio de la Santa Cruz. Mi nombre es Charles Anderton. Soy profesor de Economía aquí en la Santa Cruz. A nombre de las organizaciones patrocinadoras (el Centro para la Religión, Ética y Cultura, y la Hermandad Cristiana del Campus) les doy una cálida bienvenida al debate de esta noche. La pregunta que nos ocupa hoy es una de interés perdurable para los cristianos y muchos no cristianos: ¿existe evidencia histórica de la resurrección de Jesús? Apoyando la defensa estará el Dr. William Lane Craig, profesor de Investigación Filosófica en la Escuela Talbot de Teología en La Miranda, California. En la postura contraria estará el Dr. Bart Ehrman, distinguido con el profesorado James A. Gray y presidente del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Por favor, durante el debate consideren respetuosamente ambos puntos de vista y absténganse de aplausos, comentarios u otras formas de apoyo o crítica. Después de la parte formal del programa tendremos una sesión de preguntas y respuestas donde el público podrá interactuar con los exponentes. Por favor, tengan en cuenta que tanto el debate como la sesión de preguntas y respuestas serán grabados en audio y video. También les pido apagar sus teléfonos celulares. El moderador del debate de esta noche es el Dr. William Shea, director del Centro para la Religión, Ética y Cultura aquí en la Santa Cruz. El Dr. Shea recibió su doctorado en 1973 por parte de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Columbia. Ha impartido clases en la Universidad Católica de América, la Universidad del Sur de Florida, y la Universidad de San Luís, Missouri. También ha servido como presidente de la Sociedad Colegial de Teología. El Dr. Shea ha publicado más de 50 ensayos y artículos en diarios académicos y ha escrito y editado numerosos libros, incluyendo: Naturalism and the Supernatural [Naturalismo y lo sobrenatural]; The Struggle Over the Past: Religious Fundamentalism in the Modern World [La lucha con el pasado: Fundamentalismo religioso en el mundo moderno]; Knowledge and Belief in America: Enlightment Traditions and Modern Religious Thought [Conocimiento y fe en Norteamérica: Tradiciones de la Ilustración y pensamiento religioso moderno]; Trying Times: Essays on Catholic Higher Education in the 20th Century [Tiempos de prueba: Ensayos sobre la educación superior católica en el siglo XX]; y más recientemente, The Lion and the Lamb: Evangelicals and Catholics in America [El león y el cordero: Evangélicos y católicos en Norteamérica]. Por favor, den la bienvenida al Dr. William Shea. Observaciones del moderador Buenas noches. El debate es una antigua forma de discurso que combina información, educación, conversión esperada y entretenimiento. Los filósofos griegos, los “sofistas”,

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fueron brillantes para debatir, y los diálogos platónicos y la dialéctica aristotélica fueron refinadas formas de debate literario. Los cristianos utilizaron el debate literario para rebatir problemas filosóficos y teológicos sin fin. Las universidades medievales estaban llenas de alumnos y maestros que deseaban debatir. Algunos cristianos medievales pensaban que si pudieran mejorar a los voceros de la comunidad judía al debatir, podrían convertir a las masas de judíos al Evangelio cristiano. En un famoso debate llevado a cabo en la España del siglo XIII, un fraile dominicano retó a un célebre rabino a debatir si Jesús era o no el Mesías. El rabino dudó si debatir, sabiendo que de ganar con buenas razones de por qué Jesús NO era el Mesías, él y sus compañeros judíos perderían de todos modos, y eso fue exactamente lo que pasó: el rabino ganó el debate, el fraile perdió, y los cristianos incendiaron hogares y negocios judíos. Espero que después del debate de esta noche ninguno de ustedes queme la Escuela de Divinidad Talbot o la Universidad de Carolina del Norte. Mi debate favorito tuvo lugar en Cincinnati en 1834 cuando Alexander Campbell, el fundador de la denominación protestante de Los Discípulos de Cristo, debatió con el obispo católico de Cincinnati, John Purcell, si la iglesia católica era el anticristo y la bestia del mar. Ese debate duró seis horas diarias durante seis días y fue impreso en un volumen de 500 páginas de texto muy comprimido. Ambos hombres vivieron muchos años y ninguno de ellos paró de hablar nunca. Ustedes tienen suerte esta noche, me apresuro a decir, porque hoy trabajaremos bajo unas reglas de conversación muy estrictas, que son las siguientes: El profesor Víctor Matheson administrará el tiempo de los expositores mostrando tarjetas. Cada expositor presentará una exposición inicial con duración de 20 minutos. Cada expositor tendrá 12 minutos para una primera refutación. A cada expositor se le permitirá una segunda refutación de 8 minutos. Cada expositor presentará una conclusión de 5 minutos. Luego podrán aplaudir (no antes). Después podrán hacer preguntas a cada expositor, para un total de 30 minutos. Después podremos aplaudir nuevamente. El Dr. Anderton hará una declaración final. Volvemos a aplaudir, y luego nos vamos a nuestras casas pacíficamente, sin quemar nada por el camino. Los expositores no se conocen en persona, excepto por sus nombres y reputación. No han practicado entre ellos. Esta discusión es seria; no es una reunión de la Federación Mundial de Vencidas. Se debate un tema importante, a saber, ¿a qué tipo de literatura pertenecen los libros del Nuevo Testamento y para qué se pueden utilizar? Ambos expositores son reconocidos conferencistas, académicos y escritores. William Lane Craig tiene un doctorado en Filosofía por parte de la Universidad de Birmingham, y un doctorado en Teología por parte de la Universidad de Munich. Estudió en la Universidad Católica de Louvain durante siete años. Ha sido profesor de Investigación Filosófica en la Escuela de Teología Talbot durante los últimos diez años. Ha escrito y editado más de treinta libros, incluyendo uno titulado Assessing the NT Evidence for the Historicity of the Resurrection of Jesus [Evaluando la evidencia del Nuevo Testamento sobre la historicidad de la resurrección de Jesús], y dos volúmenes de debates anteriores, uno con Gerd Lüdemann de la Universidad Göttingen en Alemania y otro con John Dominic Crossan de la Universidad DePaul.

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Bart Ehrman ha sido distinguido con el profesorado James Gray de Estudios Religiosos en la Universidad de Carolina del Norte. Obtuvo su doctorado en el Seminario Teológico de Princeton, en 1985, y ha estado en Carolina del Norte desde 1988. Ha escrito 19 libros, de los cuales mis favoritos son sus introducciones al Nuevo Testamento y a la literatura cristiana primitiva, así como su reciente volumen sobre el Código DaVinci.

Exposición inicial del Dr. Craig ¡Buenas noches! Quiero decirles cuan agradecido estoy por la invitación a participar en el debate de hoy. En verdad he estado ansioso de discutir esta noche el tema con el Dr. Ehrman. Al preparar este debate, hubo algo que me sorprendió mucho: descubrir cuan parecidas son nuestras historias personales. Siendo unos adolescentes ligeramente marginados, y con cierto conocimiento del cristianismo, nuestras vidas sufrieron un vuelco a la edad de 15 ó 16 años. Ambos experimentamos un renacimiento espiritual mediante la fe en Cristo. Ansiosos por servirle, ambos fuimos a la misma escuela en Illinois, Wheaton College, donde incluso estudiamos griego con el mismo profesor. Tras nuestra graduación, los dos buscamos un doctorado. De ahí en adelante, nuestros caminos se dividieron radicalmente. Yo recibí una beca de investigación por parte del gobierno alemán para estudiar la resurrección de Jesús bajo la dirección de Wolfhart Pannenberg y Ferdinand Hahn en la Universidad de Munich y en la Universidad de Cambridge. Como resultado de mis estudios, me convencí aún más de la credibilidad histórica de ese acontecimiento. Por supuesto, desde mi conversión, creí en la resurrección de Jesús sobre la base de mi experiencia personal, y aún pienso que este acercamiento a la resurrección basándose en la experiencia es una forma perfectamente válida para saber que Cristo ha resucitado. Es la forma en que la mayoría de los cristianos hoy saben que Jesús ha resucitado y está vivo. Sin embargo, como resultado de mis estudios descubrí que también puede armarse una excelente defensa de la resurrección de Jesús desde el punto de vista histórico, y esta noche espero demostrar que la resurrección de Jesús es la mejor explicación de ciertos hechos bien establecidos acerca de Jesús. Tristemente, el Dr. Ehrman llegó a conclusiones radicalmente diferentes como resultado de sus estudios. En su libro más reciente describe patéticamente cómo llegó a perder la fe de su adolescencia. Tomando en cuenta los escritos del Dr. Ehrman, no estoy seguro si aún cree o no en la resurrección de Jesús. Él asegura que no puede haber evidencia histórica de la resurrección de Jesús. Ahora bien, esta es una declaración muy audaz, así que me interesó de manera natural saber qué argumento ofrecería para justificarla. Quedé pasmado al descubrir que el argumento filosófico que utiliza para apoyar su postura es un viejo argumento contra la identificación de milagros que yo había estudiado durante mi investigación doctoral, y el cual es considerado por la mayoría de los filósofos contemporáneos como demostrablemente falaz. Para no robar escenario al Dr. Ehrman, esperaré a que haya presentado su argumento antes de mostrar donde está la falacia. Por ahora, quiero delinear brevemente cómo sería mi defensa de la realidad histórica de la resurrección de Jesús. Para construir el caso, es importante distinguir entre la evidencia y la mejor explicación de dicha evidencia. Esta distinción es importante

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porque en este caso la evidencia es relativamente poco polémica. Como veremos, la mayoría de los académicos la aceptan. Por otro lado, la explicación de dicha evidencia sí es polémica. El que la resurrección sea la mejor explicación es un tema controvertido. Ahora bien, aunque el Dr. Ehrman dice que no puede haber evidencia histórica de la resurrección, veremos que en realidad lo que él quiere decir es que la resurrección no puede ser la mejor explicación de dicha evidencia, no que no haya evidencia. Eso me lleva a mi primer argumento, a saber: (I) Hay cuatro hechos históricos que deben explicarse mediante cualquier hipótesis histórica adecuada:

• El entierro de Jesús • El descubrimiento de su tumba vacía • Sus apariciones después de muerto • El origen de la creencia de sus discípulos en la resurrección

Ahora vamos a considerar este primer argumento más de cerca. Quiero compartir cuatro hechos ampliamente aceptados por los historiadores de hoy. Hecho No. 1: Después de su crucifixión, Jesús fue enterrado en una tumba por José de Arimatea. Los historiadores han establecido este hecho sobre la base de evidencias como las siguientes: 1. El entierro de Jesús es confirmado por múltiples fuentes tempranas independientes. Tenemos cuatro biografías de Jesús; la de Mateo, la de Marcos, la de Lucas y la de Juan, las cuales han sido recopiladas en el Nuevo Testamento junto con varias cartas del apóstol Pablo. Ahora bien, el relato del entierro es parte de la fuente que Marcos utilizó para la historia de los sufrimientos y la muerte de Jesús. Esta muy temprana fuente probablemente esté basada en el testimonio de testigos oculares, y el comentarista Rudolf Pesch la sitúa a no más de siete años de la crucifixión. Además, Pablo también cita una fuente extremadamente temprana del entierro de Jesús, la cual ha sido situada por la mayoría de los académicos en un período no mayor de cinco años posteriores a la crucifixión. En las fuentes que apoyan a los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan, sin mencionar el evangelio extra-bíblico de Pedro, también se halla un testimonio independiente de José acerca del entierro de Jesús. Entonces, tenemos la notable cantidad de por lo menos cinco fuentes independientes que dan testimonio del entierro de Jesús, algunas de las cuales son extraordinariamente tempranas. 2. Como miembro del sanedrín judío que condenó a Jesús, es muy poco probable que José de Arimatea sea una invención cristiana. Había en la iglesia primitiva una comprensible hostilidad hacia los líderes judíos. A ojos de los cristianos, aquellos habían diseñado un asesinato judicial de Jesús. Entonces, según el experto en el Nuevo Testamento, Raymond Brown, es “muy probable” que José haya enterrado a Jesús, ya que es “casi imposible explicar” por qué los cristianos

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habrían de fabricar la historia de un miembro del sanedrín judío que hizo lo correcto por Jesús.1 Por estas y otras razones, la mayoría de los críticos del Nuevo Testamento concuerdan en decir que Jesús fue enterrado en una tumba por José de Arimatea. Según John A. T. Robinson de la Universidad de Cambridge, el entierro de Jesús es “uno de los hechos acerca de Jesús mejor y más tempranamente confirmados”.2 Hecho No. 2: El domingo después de la crucifixión, un grupo de sus seguidoras encontró vacía la tumba de Jesús. Entre las razones que guiaron a la mayoría de los eruditos a esta conclusión están las siguientes: 1. La tumba vacía también es un hecho confirmado por muchas fuentes tempranas e independientes. Marcos no termina con el entierro, sino con la historia de la tumba vacía, la cual está unida verbal y gramáticamente a la historia del entierro. Además, Mateo y Juan son fuentes independientes que hablan de la tumba vacía, la cual también se menciona en los sermones de Hechos de los Apóstoles (2:29; 13:36); y Pablo la implica en su primera carta a los corintios (1 Cor. 15:4). Entonces, nuevamente tenemos varias fuentes tempranas e independientes que atestiguan el hecho de la tumba vacía. 2. La tumba fue descubierta por mujeres estando ya vacía. En la sociedad patriarcal judía el testimonio de las mujeres no era muy tomado en cuenta. De hecho, el historiador judío Josefo dice que a las mujeres ni siquiera se les permitía servir como testigos en los tribunales judíos. A la luz de este hecho, cuan notable es que fueran mujeres quienes descubrieran la tumba vacía de Jesús. Si el relato fuera una leyenda inventada más tarde, seguramente serían hombres, como Pedro o Juan, quienes descubrieran la tumba vacía. El que sean mujeres, y no hombres, tiene su mejor explicación en que realmente ellas fueron los testigos principales de la tumba vacía, y los escritores del Evangelio registraron fielmente lo que, para ellos, era un hecho embarazoso. Podría continuar, pero creo que se ha dicho bastante para indicar por qué, en las palabras de Jacob Kremer (un austriaco especialista en el tema de la resurrección) “Muchos más exegetas se sostienen firmemente de la confiabilidad de las declaraciones bíblicas concernientes a la tumba vacía”.3 Hecho No. 3: En diferentes ocasiones y circunstancias, varias personas y grupos experimentaron las apariciones de Jesús resucitado. Este hecho es reconocido por los expertos de prácticamente todo el mundo, por las siguientes razones:

1 Raymond E. Brown, The Death of the Messiah [La muerte del Mesías], 2 volúmenes (Garden City, N.Y.: Doubleday, 1994), 2: 1240-1. 2 John A. T. Robinson, The Human Face of God (Philadelphia: Westminster, 1973), p. 131. 3 Jacob Kremer, Die Osterevangelien–Geschichten um Geschichte (Stuttgart: Katholisches Bibelwerk, 1977), pp. 49-50.

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1. La lista de testigos de las apariciones de Jesús resucitado mencionados por Pablo garantiza que dichas apariciones ocurrieron. Pablo nos dice que Jesús se apareció a su principal discípulo Pedro, luego a su círculo interno de discípulos, conocido como los doce, después fue visto por un grupo de 500 discípulos a la vez, luego por su hermano menor, Santiago, quien aparentemente hasta ese momento no era creyente, y después se apareció a todos los apóstoles. Finalmente, Pablo agrega “también se me apareció a mí”, cuando el apóstol aún perseguía al incipiente movimiento cristiano (1 Cor. 15:5-8). Dada la inmediatez de la información de Pablo, así como el hecho de que conocía a la gente involucrada, estas apariciones no pueden desecharse como meras leyendas. 2. Las múltiples narraciones de los Evangelios son fuentes independientes que atestiguan las apariciones. Por ejemplo, la aparición a Pedro es confirmada por Lucas y Pablo; la aparición a los doce es confirmada por Lucas, Juan y Pablo; y la aparición a las mujeres es atestiguada por Mateo y Juan. Las narraciones de apariciones están presentes en una gama tan variada de fuentes independientes que no puede negarse con argumentos razonables que los primeros discípulos hayan tenido esas experiencias. De ahí que incluso el crítico escéptico alemán del Nuevo Testamento Gerd Lüdemann concluya: “Puede tomarse como históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron experiencias en las cuales después de la muerte de Jesús éste se les apareció como el Cristo resucitado”.4 Finalmente, Hecho No. 4: Los primeros discípulos repentina y sinceramente creyeron que Jesús había resucitado a pesar de estar muy predispuestos a lo contrario. Piense en la situación que los discípulos enfrentaron después de la crucifixión de Jesús: 1. Su líder había muerto. Y en las expectativas mesiánicas judías no cabía la idea de un Mesías que en lugar de triunfar sobre los enemigos de Israel fuera vergonzosamente ejecutado por ellos como un criminal. 2. Las creencias judías acerca de la vida después de la muerte excluían la resurrección e inmortalidad de alguien antes de la resurrección general de los muertos al final del mundo. Sin embargo, los primeros discípulos repentinamente creyeron tan firmemente que Dios había resucitado a Jesús, que estaban dispuestos a morir por la verdad de esa creencia. Pero aquí surge la pregunta obvia: ¿qué pudo haber hecho que creyeran una cosa tan extraña a los judíos? Luke Johnson, un experto en el Nuevo Testamento de la Universidad Emory, medita: “Se necesita algún tipo de experiencia poderosa y transformadora para generar la clase de movimiento que fue el cristianismo”.5 Por otra parte, N. T. Wright, un eminente erudito británico concluye: “Por eso, como historiador, 4 Gerd Lüdemann, What Really Happened to Jesus? [¿Qué pasó en realidad a Jesús?], trad. al inglés John Bowden (Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press, 1995), p. 8. 5 Luke Timothy Johnson, The Real Jesus [El verdadero Jesús] (San Francisco: Harper San Francisco, 1996), p. 136.

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no puedo explicar el surgimiento del cristianismo primitivo a menos que Jesús se haya levantado nuevamente, dejando la tumba vacía detrás de él”.6 En resumen, hay cuatro hechos aceptados por la mayoría de los expertos: el entierro de Jesús, el descubrimiento de su tumba vacía, sus apariciones después de muerto y el origen de la creencia de los discípulos en su resurrección. Ahora bien, en sus primeras obras publicadas, el Dr. Ehrman expresaba escepticismo acerca de estos hechos. Insistía en que no podemos confirmarlos.7 ¿Por qué no? Bien, dio dos razones: Primero, dijo, los historiadores no pueden aceptar como probable la ocurrencia de un milagro. Aquí obviamente estaba confundiendo la evidencia de la resurrección con la mejor explicación de la evidencia. La resurrección de Jesús es una explicación milagrosa de la evidencia; pero la evidencia misma no es milagrosa. Ninguno de estos cuatro hechos es sobrenatural o inaccesible a los historiadores. Para dar una analogía, ¿sabía usted que es cierto que después del asesinato de Abraham Lincoln hubo un complot para robar su cuerpo cuando estaba siendo transportado por tren de regreso a Illinois? Pues bien, los historiadores obviamente querrán saber si este complot fue o no frustrado. ¿Desapareció del tren el cuerpo de Lincoln? ¿Fue enterrado con éxito en su tumba de Springfield? ¿Aseguraron sus colaboradores más cercanos, como el secretario de guerra Stanton o el vicepresidente Johnson, haber visto apariciones de Lincoln vivo después de su muerte? Estas son preguntas que cualquier historiador puede investigar, y lo mismo pasa con los cuatro hechos acerca de Jesús. Pero el profesor Ehrman dio una segunda razón por la cual los historiadores no pueden confirmar estos hechos: los relatos de estos sucesos incluidos en los Evangelios son demasiado contradictorios. Sin embargo, el problema de esta línea de pensamiento es que asume tres cosas: (i) que las incongruencias son irreconciliables, y no meramente aparentes; (ii) que las incongruencias están en el corazón de la narración, más que en detalles secundarios y periféricos; y (iii) que todos los relatos aseguran tener igual confiabilidad histórica, ya que la presencia de incongruencias en una fuente posterior y menos confiable no puede menoscabar la credibilidad de una fuente anterior más fiel. De hecho, cuando vemos las supuestas incongruencias descubrimos que, como los nombres y el número de las mujeres que visitaron la tumba, son meramente aparentes, no reales. Además, las supuestas incongruencias se encuentran en detalles secundarios circunstanciales de la historia y no afectan para nada los cuatro hechos como los he establecido. Así que la mayoría de los historiadores no han sido disuadidos por este tipo de objeciones y, de hecho, el Dr. Ehrman ha llegado a reconsiderar su postura acerca de ellas. A pesar de las incongruencias en los detalles, ahora reconoce que tenemos “tradiciones sólidas”, no sólo del entierro de Jesús, sino también del descubrimiento de la tumba vacía por parte de las mujeres y, por lo tanto, como él dice, podemos concluir

6 N. T. Wright, “The New Unimproved Jesus” [The nuevo Jesús no mejorado], Cristianity Today [El Cristianismo Hoy] (13 de septiembre, 1993), p. 26. 7 Bart Ehrman, “The Historical Jesus” [El Jesús histórico], (The Teaching Company, 2000), parte II, p. 50.

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con “cierta certidumbre” que Jesús de hecho fue enterrado por José de Arimatea y que tres días después la tumba fue encontrada vacía.8 Cuando descubrí que el profesor Ehrman había dado marcha atrás en esta cuestión, aumentó repentinamente mi admiración por su honestidad y objetividad académica. Una vez que han impreso alguna opinión, muy pocos académicos tienen el valor de reconsiderarla y admitir que se equivocaron. El cambio de opinión del Dr. Ehrman acerca de estos asuntos es un testimonio, no solamente de la fuerza de la evidencia de estos cuatro hechos, sino también de la determinación del doctor de seguir las pruebas adonde sea que conduzcan. Esto significa que mi primer argumento no es motivo de desacuerdo en el debate de hoy. Por lo tanto, todo el debate girará en torno a la respuesta del Dr. Ehrman a mi segundo argumento, a saber: (II) La mejor explicación de estos hechos es que Jesús resucitó. Por supuesto, esta es la explicación dada por los testigos oculares mismos, y no se me ocurre otra mejor. La hipótesis de la resurrección satisface todos los criterios estándar (fuerza explicativa, alcance explicativo y plausibilidad, entre otros) para ser la mejor explicación. Por supuesto, a lo largo de la historia se han propuesto diferentes explicaciones naturalistas alternativas a la resurrección, tales como la hipótesis de la conspiración, la hipótesis de la muerte aparente, la hipótesis de la alucinación, y así sucesivamente. Sin embargo, bajo el juicio de la erudición contemporánea, ninguna de estas hipótesis naturalistas ha logrado explicar plausiblemente los hechos. Ni el Dr. Ehrman apoya ninguna de estas explicaciones naturalistas de los hechos. Entonces, cabe preguntar, ¿por qué el Dr. Ehrman no acepta la resurrección como la mejor explicación? La respuesta es sencilla: la resurrección es un milagro, y el Dr. Ehrman niega la posibilidad de registrar un milagro. Él escribe: “Debido a que los historiadores sólo pueden registrar sucesos probables, y un milagro de esta naturaleza es altamente improbable, no pueden decir que probablemente haya ocurrido”.9 Este argumento contra la identificación de un milagro es antiguo, refutado ya en el siglo XVIII por eminentes expertos como William Paley y George Campbell, y es rechazado como falaz por la mayoría de los filósofos contemporáneos también. Ahora bien, he prometido ahondar en esto más adelante; pero por ahora, permítanme solamente decir que en ausencia de alguna explicación naturalista de los hechos, la vacilación del Dr. Ehrman en aceptar la resurrección de Jesús como la mejor explicación es en realidad bastante innecesaria. El Dr. Ehrman estaría en su derecho racional si abrazara una explicación milagrosa como la resurrección: y nosotros también. En conclusión, pienso que hay buena evidencia histórica de la resurrección de Jesús. Específicamente, he presentado dos argumentos básicos a discutir esta noche: I. Hay cuatro hechos históricos que deben ser explicados mediante cualquier hipótesis histórica adecuada: el entierro de Jesús, el descubrimiento de su tumba vacía, sus apariciones después de muerto y el origen mismo de la creencia de los discípulos en su resurrección. II. La resurrección de Jesús es la mejor explicación de esos hechos. 8 Bart Ehrman, “From Jesus to Constantine: A History of Early Christianity” [Desde Jesús hasta Constantino: Una historia del cristianismo primitivo], Conferencia 4: “Oral and Written Traditions about Jesus” [Tradiciones orales y escritas acerca de Jesús] (The Teaching Company, 2003). 9 Ehrman, “Historical Jesus”, parte II, p. 50.

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Exposición inicial del Dr. Ehrman Me gustaría agradecer a Bill por tan impresionante exposición. A través de los años he oído que Bill es hábil en el debate y la retórica, y ahora he visto por mí mismo por qué los cristianos evangélicos a quienes representa están tan orgullosos de sus habilidades. En mi discurso inicial no trataré directamente muchos, muchos de los puntos que Bill ha mencionado. En lugar de ello expondré las cosas a mi manera, la cual, por cierto, no es exactamente como él dijo que sería, aunque haya ciertas similitudes. Armaré mi propio caso, y en mi siguiente oportunidad de hablar les mostraré por qué, en mi opinión, la postura que él acaba de aventurar es tan problemática. Quiero decir desde un principio algo similar a lo que él dijo al principio de su participación. Yo solía creer absolutamente todo lo que Bill presentó. Él y yo fuimos al mismo colegio cristiano evangélico (Wheaton) donde se enseñan esas cosas. Antes de eso fui a una escuela aún más conservadora, el Instituto Bíblico Moody, donde la “Biblia” era nuestro segundo nombre. Ahí nos enseñaron estas cosas incluso con más avidez. Yo solía creerlas con toda el alma y corazón. Las predicaba y trataba de convencer a otros de que eran ciertas. Pero luego empecé a estudiarlas, no solamente aceptando lo que mis maestros decían, sino considerándolas profundamente por mi cuenta. Aprendí griego para estudiar el Nuevo Testamento en su lenguaje original, y hebreo para leer el Antiguo Testamento. Aprendí latín, siríaco y copto para poder estudiar los manuscritos del Nuevo Testamento y las tradiciones no canónicas sobre Jesús en sus idiomas originales. Me sumergí en el mundo del primer siglo, leyendo textos no cristianos judíos y paganos sobre el imperio romano y otros anteriores, y traté de dominar cualquier cosa escrita por cristianos de los primeros tres siglos de la Iglesia. Me convertí en historiador experto en la antigüedad, y durante veinticinco años he hecho investigaciones en ese campo día y noche. No soy filósofo como Bill; soy un historiador dedicado a encontrar la verdad histórica. Después de años de estudio, finalmente llegué a la conclusión de que todo lo que había pensado anteriormente acerca de la evidencia histórica de la resurrección estaba completamente equivocado. Permítanme empezar por explicar en palabras sencillas qué hacen los historiadores. Los historiadores tratan de registrar, como mejor puedan, lo que probablemente sucedió en el pasado. En realidad no podemos conocer el pasado porque ya no está. Creemos saber lo que sucedió en ciertos casos porque tenemos buena evidencia, pero en otros casos no sabemos, y aún en otros sencillamente tenemos que levantar las manos con desesperación. Es relativamente seguro que Bill Clinton ganó las elecciones de 1996. Está un poco menos claro quién ganó las siguientes. Es bastante claro que Shakespeare escribió sus obras, pero existe algo de controversia. ¿Por qué? Fue hace cientos de años, y surgen diferentes opiniones de los expertos. Es probable que César haya cruzado el Rubicón, pero no tenemos el testimonio de muchos testigos oculares. Los historiadores tratan de establecer niveles de probabilidad de lo que sucedió en el pasado. Algunas cosas son absolutamente ciertas, otras son probables, algunas son posibles, de otras decimos “quizás” o “probablemente no”.

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¿Qué tipo de evidencia buscan los eruditos cuando tratan de establecer probabilidades acerca del pasado? Bien, la mejor forma de evidencia, por supuesto, consiste en relatos contemporáneos, de gente que haya vivido en tiempos cercanos al suceso. Al fin de cuentas, si no se tiene una fuente cuyo origen pueda rastrearse hasta la misma época, entonces no se tiene una fuente confiable. Sólo hay dos fuentes de información para los hechos del pasado: historias que realmente hayan ocurrido, las cuales conozcamos por relatos de testigos oculares, o historias inventadas. Esos son los únicos dos tipos de historias que podemos tener del pasado: cosas que hayan pasado o cosas inventadas. Para determinar qué cosas pasaron en realidad, se requieren relatos contemporáneos, cercanos al momento en que sucedieron los hechos mismos, y ayuda tener muchos de ellos. ¡Entre más, mejor! Es deseable tener muchos relatos contemporáneos, y que éstos sean independientes unos de otros. No queremos muchos relatos que colaboren entre sí; sino relatos que atestigüen los resultados de manera independiente. Además, aunque sean independientes y no colaborativos, deben corroborar los mismos hechos; deben ser relatos congruentes respecto a lo que dicen acerca del tema. Finalmente, se requieren fuentes imparciales, desinteresadas, numerosas, independientes unas de otras pero congruentes entre sí. ¿Qué tenemos en el caso de los Evangelios del Nuevo Testamento? Bueno, desafortunadamente no estamos tan bien como quisiéramos. Nos gustaría estar extremadamente bien porque los Evangelios nos hablan de Jesús, y son nuestra mejor fuente acerca de Él. Pero, ¿qué valor tienen como fuentes históricas? No estoy poniendo en duda su valor como fuentes teológicas o de información religiosa, sino ¿qué valor tienen como fuentes históricas? Desafortunadamente, no tanto como quisiéramos. Los Evangelios fueron escritos de 35 a 65 años después de la muerte de Jesús (35 a 65 años después de su muerte, no por testigos oculares, sino por personas que vivieron después). Los Evangelios fueron escritos por cristianos greco-parlantes de la segunda y tercera generación muy cultos y capaces, no por los seguidores de Jesús, quienes hablaban arameo. Fueron escritos por personas que vivieron 30, 40, 50 ó 60 años después. ¿Dónde obtuvieron su información? Debo señalar que los Evangelios dicen haber sido escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan; pero eso sólo está en las Biblias modernas. Así se titulan los Evangelios, pero quien haya escrito el Evangelio de Mateo, no lo llamó Evangelio de Mateo. Alguien lo escribió y otra persona dijo después: es el Evangelio según Mateo. Alguien dijo quien lo escribió después de que ya estaba escrito. Los títulos son adiciones posteriores. Estos relatos no son testimonios de testigos oculares. Entonces, ¿de dónde provienen? Después de los días de Jesús, la gente empezó a contar historias acerca de él para convertir a otros a la fe. Lo intentaron con judíos y con no judíos. ¿Cómo conviertes a alguien para que deje de adorar a su Dios y empiece a adorar a Jesús? Tienes que contar historias sobre Jesús. Así que conviertes a alguien con base en las historias que cuentes. Una persona convierte a otra, quien convierte a otra, que convierte a otra, y a lo largo de la línea, la gente está contando historias. Funciona de la siguiente manera: Yo soy un hombre de negocios que se encuentra en Efeso. Alguien viene a la ciudad y me cuenta historias sobre Jesús y, con base en ellas, me convierto. Cuento estas historias a mi esposa. Ella se convierte. Ella cuenta las historias a la vecina de al lado. Ella se convierte. Ella cuenta las historias a su marido. El se convierte. Él sale de negocios a Roma, y cuenta las historias a la gente de ahí. Ellos se convierten. La gente que oyó las historias en Roma, ¿dónde las escuchó? Las oyó de mi vecino. Bueno y, ¿estuvo él presente cuando ocurrieron estas cosas? No. ¿Dónde las escuchó? Se las contó su esposa. ¿Dónde las escuchó su esposa? ¿Estuvo

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ella presente? No. Ella las oyó de mi esposa. ¿Dónde las escuchó mi esposa? Las escuchó de mí. Bien, ¿dónde las escuché yo? Tampoco estuve ahí. Las historias circulan año tras año, tras año y, como resultado de eso, cambian. ¿Cómo sabemos que las historias han cambiado durante el proceso de transmisión? Porque hay tantas diferencias en nuestros relatos que no podemos conciliarlos. No tienen que aceptar esto sólo porque yo lo diga; simplemente vean por ustedes mismos. Yo digo a mis alumnos que la razón por la cual no notamos tantas diferencias en los Evangelios es porque los leemos verticalmente, de principio a fin. Empezamos Marcos, leemos hasta el final, empezamos Mateo, leemos hasta el final, se parece mucho a Marcos. Luego leemos Lucas de principio a fin, se parece a Mateo y Marcos. Leemos Juan…un poco diferente, pero casi lo mismo. La razón es que los leemos verticalmente. Para ver las diferencias en los Evangelios, debemos leerlos horizontalmente. Lean una historia en Mateo, luego léanla en Marcos. Comparen las dos versiones y vean qué surge. Surgen diferencias importantes. Simplemente, tomen la historia de la muerte de Jesús. ¿Qué día y a qué hora murió Jesús? ¿Murió el día anterior a la comida de Pascua, como dice Juan explícitamente, o después de ella, como dice Marcos? ¿Murió a mediodía, como en Juan, o a las 9 am, como en Marcos? ¿Cargó Jesús la cruz durante todo el camino o le ayudó Simón de Cirene? Depende del Evangelio que lean. ¿Se burlaron de Jesús ambos ladrones crucificados, o uno de ellos se burló y el otro lo defendió? Depende del Evangelio que lean. ¿Se rasgó la cortina del templo por la mitad antes o después de la muerte de Jesús? Depende del Evangelio que lean. Vean, por ejemplo, el relato de la resurrección. ¿Quién fue a la tumba al tercer día? ¿Fue María sola o iba con otras mujeres? Si fue María con otras mujeres, ¿cuántas eran?, ¿quiénes eran? y ¿cuáles eran sus nombres? ¿Rodó o no la piedra antes de que ellas llegaran? ¿Qué vieron en la tumba? ¿Vieron a un hombre, a dos hombres o a un ángel? Depende del relato que lean. ¿Qué les ordenaron decir a los discípulos? ¿Se suponía que los discípulos debían esperar a Jesús en Jerusalén o ir a encontrarlo a Galilea? ¿Hablaron o no de esto las mujeres con alguien? Depende del Evangelio que lean. ¿Los discípulos nunca salieron de Jerusalén o salieron inmediatamente hacia Galilea? Todo depende de cual relato se lea. Es el mismo problema con todas las fuentes de todos nuestros Evangelios. No son relatos confiables desde el punto de vista histórico. Los autores no fueron testigos oculares; son cristianos greco-parlantes que vivieron de 35 a 65 años después de los hechos que narran. Sus relatos están basados en tradiciones orales que habían circulado durante décadas. Año tras año los cristianos trataban de convertir a otros, y les contaban historias para convencerlos de que Jesús resucitó. Estos escritores, entonces, cuentan historias que los cristianos habían contado durante todos esos años. Muchos de los relatos fueron inventados, y la mayoría fueron modificados. Por esta razón no son tan útiles como quisiéramos para propósitos históricos. No son contemporáneos respecto a Jesús, no son desinteresados y no son congruentes. Pero aunque estas historias fueran las mejores fuentes del mundo, quedaría todavía un obstáculo importante e invencible si quisiéramos enfocar el tema de la resurrección desde el punto de vista histórico y no teológico. No me afectaría que Bill utilizara argumentos teológicos para decir que Dios resucitó a Jesús, o incluso que Jesús se levantó de entre los muertos. Pero esta afirmación no puede ser histórica, y no en razón del viejo argumento del siglo XVIII que me imputó, el cual ha sido refutado desde entonces. Los historiadores sólo pueden registrar lo que probablemente haya sucedido en el pasado. El problema con la historia es que no podemos experimentar con ella, ni

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repetirla. Hoy es muy sencillo probar algo en las ciencias naturales, donde tenemos recursos experimentales. Si yo quisiera probar que las barras de jabón flotan, mientras que las barras de hierro se hunden, todo lo que necesitaría sería unas 50 tinas de agua tibia y empezar a introducir las barras. El jabón siempre flotaría, el hierro se hundiría en todos los casos, y después de un rato tendríamos lo que podríamos llamar probabilidad predicha de que si lo vuelvo a hacer el hierro se hundirá y el jabón flotará. Podemos repetir los experimentos, hacer ciencia experimental, pero en la historia no podemos experimentar ni hacer repeticiones porque una vez que ha sucedido, se va para siempre. ¿Qué son los milagros? Los milagros no son imposibles. Yo no diría que son imposibles. Ustedes podrían pensar que son imposibles y, si piensan así, entonces están incluso más de acuerdo con mi argumento que yo mismo. Sólo voy a decir que los milagros son tan improbables que son el suceso menos posible en cualquier caso dado. Los milagros violan el funcionamiento de la naturaleza. Son tan improbables, su probabilidad tan infinitesimalmente remota, que los llamamos milagros. Nadie que se encuentre sobre la faz de la Tierra puede caminar sobre el agua. ¿Cuáles son las probabilidades de que uno de nosotros pueda hacerlo? Bien, ninguno de nosotros puede, así que digamos que las probabilidades son de uno en diez mil millones. Supongamos que alguien pueda. Bueno, las probabilidades son de uno en diez mil millones, pero de hecho, ninguno de nosotros puede. ¿Qué hay de la resurrección de Jesús? No estoy diciendo que no haya sucedido; sino que si sucedió, es un milagro. Las afirmaciones de resurrección no son sólo en sentido de que el cuerpo de Jesús volvió a vivir, sino que resucitó para nunca más morir. Esa es una violación de la naturaleza, todos los días, vez tras vez, millones de veces cada año. ¿Cuáles son las probabilidades de que eso suceda? Bueno, sería un milagro. En otras palabras, es tan improbable que no podríamos explicarlo por medios naturales. Un teólogo puede declarar que es verdad, y para argüir con él tendríamos que hacerlo en terreno teológico porque no hay fundamento histórico sobre el cual argüir. Los historiadores sólo pueden registrar lo que probablemente sucedió en el pasado, y por definición un milagro es el menos probable de los acontecimientos. Así que, por la mera naturaleza de los cánones de la investigación histórica, no podemos declarar históricamente que probablemente sucedió un milagro. Por definición, probablemente no ocurrió; y la historia sólo puede registrar lo que probablemente ocurrió. Desearía que pudiéramos registrar los milagros, pero no podemos. No es culpa de nadie. Es sólo que los cánones de la investigación histórica no permiten la posibilidad de registrar como probable el menos probable de los sucesos. Por esta razón, las cuatro partes de la evidencia de Bill son completamente irrelevantes. No podemos asignar probabilidades históricas a un acontecimiento que desafía las probabilidades, aunque el acontecimiento haya tenido lugar. La resurrección debe asumirse en la fe, no en base a las pruebas. Permítanme ilustrar mi posición dando una explicación alternativa a la tumba vacía. Yo no creo esto. No creó que haya sucedido así, pero es más probable que un milagro, porque por definición un milagro es el menos probable de los sucesos. Así que déjenme presentarles una teoría, una que soñé. Podría soñar veinte igualmente improbables, y sin embargo serían más probables que la resurrección. Jesús es enterrado por José de Arimatea. Dos familiares de Jesús están enojados porque un líder judío desconocido ha enterrado el cuerpo. En el silencio de la noche, estos dos familiares irrumpen en la tumba, sacan el cuerpo y lo llevan a enterrar ellos mismos.

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Pero mientras van por las calles cargando el cadáver amortajado, son vistos por los vigilantes romanos, quienes los confrontan y los matan justo ahí. Arrojan los tres cadáveres a una fosa común, donde a los tres días están descompuestos e irreconocibles. Entonces, la tumba está vacía. La gente va, la encuentra vacía, piensa que Jesús ha resucitado, y empieza a creer verlo porque ha resucitado y su tumba está vacía. Este escenario es muy improbable, pero no se puede objetar como imposible porque no lo es. La gente abría tumbas. Los soldados mataban a civiles con el menor pretexto. La gente era enterrada en fosas comunes, hasta descomponerse. No es probable, pero es más probable que un milagro, el cual es tan improbable que tenemos que apelar a la intervención sobrenatural para hacer que la explicación funcione. Esta explicación alternativa (que repito, yo no la creo) es por lo menos plausible, y puede ser histórica, contrariamente a la explicación de Bill, la cual no es histórica. La explicación de Bill es teológica. La prueba de que Bill mismo no considera histórica su explicación es que concluye: Jesús fue resucitado. Bien, está afirmación está en voz pasiva (“fue resucitado”) ¿Quién lo resucitó? ¡Se supone que Dios! Esta es una afirmación teológica de algo que ocurrió a Jesús. Se trata de algo que Dios hizo a Jesús. Pero los historiadores no pueden presuponer la fe o incredulidad en Dios para llegar a una conclusión. Las afirmaciones de lo que Dios ha hecho son teológicas por naturaleza, no históricas. Los historiadores, lamento decirlo, no tienen acceso a Dios. Los cánones de la investigación histórica están por su misma naturaleza restringidos a lo que sucede en el plano terrenal. No presuponen (ni pueden presuponer) ningún conjunto de creencias acerca del dominio natural. No estoy diciendo que esto sea bueno o malo. Es solamente la forma en que funciona la investigación histórica. Permítanme hacer una analogía. No es malo que no pueda haber pruebas matemáticas de la existencia de una controversia antisemítica en El mercader de Venecia. Simplemente, las matemáticas son irrelevantes a cuestiones puramente literarias. Así también, la investigación histórica no puede conducir a afirmaciones teológicas acerca de lo que Dios ha hecho. Resumiendo, las fuentes que tenemos no son tan buenas como quisiéramos. Fueron escritas muchas décadas después del suceso por gente que no estuvo ahí cuando pasaron las cosas, gente que heredó las historias modificadas durante el proceso de transmisión. Estos relatos que tenemos de la resurrección de Jesús no son congruentes internamente; están llenos de discrepancias, incluyendo el relato de su muerte y resurrección. Pero he ahí el problema del milagro. No es el problema filosófico relacionado con los milagros y discutido en los siglos XVII y XVIII. Es el problema del historiador con los milagros. Los historiadores no pueden registrar un milagro como el suceso más probable porque los milagros, por su misma naturaleza, son los sucesos menos probables. ¡Gracias!

Primera refutación del Dr. Craig Bien, gracias, Bart. ¡Veo que las cosas están dadas para un buen debate esta noche! Ahora bien, recordarás que aventuré dos argumentos básicos para defenderlos esta noche:

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I. Hay cuatro hechos históricos que deben ser explicados mediante cualquier hipótesis histórica adecuada. II. La resurrección de Jesús es la mejor explicación de esos hechos. Ahora quisiera omitir el primer argumento por el momento e ir directamente al segundo porque es el tema clave de división entre el Dr. Ehrman y yo. El Dr. Ehrman sostiene que nunca podemos afirmar la probable ocurrencia de un milagro porque los milagros por su misma naturaleza son inherentemente improbables. Ahora bien, a pesar de lo que dijo, este argumento no es nada nuevo. Ya había sido propuesto en el siglo XVIII por David Hume en su ensayo “De los milagros”. El argumento del Dr. Ehrman es sólo un “recalentado” del razonamiento de Hume. Ahora bien, ¿qué opinan los filósofos contemporáneos del argumento de Hume contra la identificación de los milagros? Bien, permítanme presentarles a otro Earman, John Earman, profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Pittsburg. [Una presentación en PowerPoint muestra la cubierta del libro de John Earman, Hume's Abject Failure: The Argument Against Miracles [La despreciable falla de Hume: El argumento contra los milagros]. Este profesor Earman no es cristiano; de hecho es agnóstico. Ni siquiera cree que Dios exista. Sin embargo, podemos ver lo que piensa del argumento de Hume: no es solamente una falla, es una falla despreciable. Es decir, es demostrablemente, irremediablemente y perdidamente falaz. Permítanme explicar por qué. Cuando hablamos de la probabilidad de algún suceso o hipótesis A, dicha probabilidad es siempre relativa a un cuerpo de información de fondo B. Así que hablamos de la probabilidad de A en B, o de A con respecto a B. [Una diapositiva PowerPoint muestra la fórmula Pr (A/B)]. Así que con el fin de comprender la probabilidad de la resurrección, dejemos que B sea nuestro conocimiento de fondo del mundo, aparte de cualquier evidencia de la resurrección. Asignemos la letra E a la evidencia específica de la resurrección de Jesús: la tumba vacía, las apariciones posteriores a su muerte, etc. Finalmente, dejemos que R represente a la resurrección de Jesús. Ahora bien, lo que queremos es sacar la probabilidad de la resurrección de Jesús dados nuestros conocimientos de fondo del mundo y la evidencia específica de este caso.

Cálculo de las Probabilidades de la Resurrección: B = Conocimiento de fondo E = Evidencia específica (tumba vacía, apariciones posteriores a la muerte, etc.) R = Resurrección de Jesús Pr (R/B&E) = ?

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Ahora bien, los teóricos del campo de las Probabilidades han desarrollado una fórmula muy compleja para calcular probabilidades como esta, y voy a encaminarlos a través de ella paso a paso, para que puedan comprenderla. El primer factor que necesitamos considerar es la probabilidad de la resurrección dado el conocimiento de fondo solamente: Pr (R/B) = Pr (R/B) es la probabilidad intrínseca (PI) de la resurrección. Nos dice cuán probable es la resurrección, dados nuestros conocimientos generales del mundo. Luego multiplicamos la PI por la probabilidad de la evidencia, dados nuestros conocimientos de fondo y la resurrección: Pr (R/B+E) = Pr (E/B+R) es el poder explicativo de la hipótesis de la resurrección. Nos dice cuán probable es la evidencia de la tumba vacía y demás a partir de la resurrección. Estos dos factores forman el numerador de esta división. Ahora bien, bajo la línea, en el denominador, sólo reproduzcan el numerador. Sólo muevan todo lo que se encuentra sobre la línea hacia abajo de la línea: Pr (R/B+E) = Finalmente, agregamos a eso el producto de dos factores adicionales: la probabilidad intrínseca de que Jesús no haya resucitado multiplicada por el poder explicativo de la hipótesis de la no resurrección:

Básicamente, Pr (no R/B) x Pr (E/B+ no R) representa la probabilidad intrínseca y el poder explicativo de todas las explicaciones naturalistas alternativas a la resurrección de Jesús. Así que la probabilidad de la resurrección de Jesús relativa a nuestra información de fondo y la evidencia específica es igual a esta complicada relación. Y ahora estamos listos para ver precisamente dónde está el error del Dr. Ehrman. Así que en la gran tradición de la falla despreciable de Hume, les presento: el ilustre error de Ehrman.

Pr (R/B)

Pr (R/B) x Pr (E/B+R)

Pr (R/B) x Pr (E/B+R)

Pr (R/B) x Pr (E/B+R)

Pr (R/B+E) =

Pr (R/B) x Pr (E/B+R)

[Pr (R/B) x Pr (E/B+R)] + [Pr (no R/B) x (E/B+no R)]

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Él dice:

“Debido a que los historiadores sólo pueden registrar sucesos probables, y un milagro de esta naturaleza es altamente improbable, no pueden decir que probablemente haya ocurrido”.

En otras palabras, al calcular las probabilidades de la resurrección de Jesús, el único factor que él considera es la probabilidad intrínseca de la resurrección por sí misma [Pr(R/B)], sin tomar en cuenta todos los demás factores. Eso es matemáticamente falaz. La probabilidad de la resurrección podría ser muy alta aunque la probabilidad intrínseca [Pr(R/B)] por sí misma fuera terriblemente baja. Siendo más específicos, el Dr. Ehrman no toma en cuenta los importantes factores de probabilidad de las explicaciones naturalistas alternativas a la resurrección [Pr(no R/B) x Pr(E/B + no R)]. Si estos son suficientemente bajos, disminuyen la improbabilidad intrínseca de la hipótesis de la resurrección. Y podemos corroborar esto viendo la forma para calcular la probabilidad, que es la siguiente…

X X+Y

…porque el numerador se reproduce en el denominador. Ahora noten que cuando la “Y” tiende a cero, el valor de esta relación tiende a 1, lo que en teoría de probabilidades significa certeza absoluta. Así que lo verdaderamente importante aquí es la “Y”, que representa la probabilidad intrínseca y el poder explicativo de sus explicaciones naturalistas alternativas a la resurrección de Jesús. El Dr. Ehrman no puede ignorar así como así estos factores ni presentar hipótesis extravagantes. Para poder explicar la improbabilidad de la resurrección, necesita no sólo derribar toda la evidencia de la resurrección, sino erigir un caso positivo a su favor con algunas alternativas naturalistas. Pero eso no es todo. El Dr. Ehrman tranquilamente asume que la probabilidad de la resurrección en relación con nuestro conocimiento de fondo [Pr(R/B)] es muy baja. Pero creo que aquí está confundido. Después de todo, ¿qué es la hipótesis de la resurrección? Es la hipótesis de que Jesús resucitó sobrenaturalmente. No es la hipótesis de que Jesús resucitó naturalmente. Que Jesús haya resucitado naturalmente es una fantasía

El ilustre error de Ehrman

Pr (R/B+E) =

Pr (R/B) x Pr (E/B+R)

[Pr (R/B) x Pr (E/B+R)] + [Pr (no R/B) x (E/B+no R)]

“Debido a que los historiadores sólo pueden registrar sucesos probables, y un milagro de esta naturaleza es altamente improbable, no pueden decir que probablemente haya ocurrido”. (The Historical Jesus [El Jesús histórico] parte II, p. 50)

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improbable; pero no veo ninguna razón para pensar que sea improbable que Dios haya resucitado a Jesús. Para mostrar que esa hipótesis es improbable, tendríamos que demostrar que la existencia de Dios es improbable; pero el Dr. Ehrman dice que los historiadores no pueden decir nada acerca de Dios. Por lo tanto, él no puede decir que la existencia de Dios es improbable, y si no puede decir eso, tampoco puede decir que la resurrección de Jesús es improbable. Así que la postura del Dr. Ehrman literalmente se refuta a sí misma. Pero la cosa se pone aún peor. Hay otra versión de la objeción del Dr. Ehrman que es incluso más falaz que el ilustre error de Ehrman. La llamo “El traspié de Bart”. Es el siguiente:

“Debido a que los historiadores sólo pueden registrar sucesos probables del pasado, no pueden mostrar que haya ocurrido un milagro, ya que eso implicaría una contradicción: que el suceso más improbable es el más probable”.

En verdad, no hay ninguna contradicción aquí porque estamos hablando de dos probabilidades diferentes: la probabilidad de la resurrección según el conocimiento de fondo y la evidencia [Pr(R/B+E)] contra la probabilidad de la resurrección a la luz del conocimiento de fondo solamente [Pr(R/B)]. No es de sorprender que la primera pueda ser muy alta y la segunda muy baja. No hay ninguna contradicción. En suma, el argumento fundamental del Dr. Ehrman contra la hipótesis de la resurrección es demostrablemente falaz. Ahora bien, Hume tenía una excusa para su falla despreciable: en ese tiempo aún no se había desarrollado el cálculo de probabilidades; pero hoy los teólogos del Nuevo Testamento ya no tienen ninguna excusa para utilizar tal razonamiento demostrablemente falaz. Ahora bien, el Dr. Ehrman ya ha mostrado tener la objetividad académica necesaria para cambiar su postura bajo el poder de la evidencia empírica. Pero en este caso es matemáticamente obligatorio que cambie su postura, y espero que la misma objetividad académica que lo condujo a desdecirse con respecto a los cuatro hechos anteriormente mencionados lo lleve a reconsiderar su oposición a la hipótesis de la resurrección.

El traspié de Bart

• “Debido a que los historiadores sólo pueden registrar sucesos

probables del pasado, no pueden mostrar que haya ocurrido un milagro, ya que eso implicaría una contradicción: que el suceso más improbable es el más probable”. (The New Testament: A Historical Introduction [El Nuevo Testamento: Una introducción histórica], p. 229)

• Confunde Pr (R/B+E) con Pr(R/B)

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Ahora, en los pocos minutos que me quedan permítanme regresar al primer argumento y refutar las respuestas del Dr. Ehrman sobre el tema. Él mencionó algo parecido a una de lista personal de deseos relacionada con las fuentes históricas, y dijo que los Evangelios no son tan buenos como quisiéramos. Permítanme decir que dicha lista de deseos es tan idealista que resulta prácticamente irrelevante para el trabajo del historiador practicante. El único propósito al que podría servir sería el propósito psicológico de poner la barra tan alto, en un nivel tan irrealista, que los Evangelios parezcan no poder pasar. Sin embargo, ninguna fuente de historia antigua está a la altura de esa lista de deseos, y creo que los documentos del Nuevo Testamento cumplen cuatro de los seis puntos de la lista sin ningún problema y los otros dos parcialmente. Así que la verdadera pregunta no es: ¿son tan buenos cómo quisiéramos?, sino ¿son tan buenos como para poder registrar esos cuatro hechos? Y ciertamente lo son. ¿Qué hay de todas las incongruencias? Bueno, recuerden que tendríamos que demostrar tres cosas para poder dar validez a ese argumento: primero, que las incongruencias no se pueden resolver; segundo, que están en el corazón de la narración, más que en los detalles (donde de hecho están); tercero, tendríamos que demostrar que todos los documentos aseguran tener igual credibilidad histórica, ya que las incongruencias en una fuente menos confiable por ser posterior, no minan la confiabilidad de una fuente anterior. Así que no creo que él haya demostrado realmente que las incongruencias invaliden las narraciones. De hecho, si los vemos, todos los Evangelios concuerdan en que Jesús de Nazaret fue crucificado en Jerusalén por la autoridad romana durante la fiesta de Pascua, habiendo sido arrestado bajo los cargos de blasfemia por el sanedrín judío y luego difamado ante el gobernador romano Pilatos bajo los cargos de traición. Murió a las pocas horas y fue enterrado la tarde del viernes por José de Arimatea en una tumba sellada con una piedra. Ciertas seguidoras de Jesús, incluyendo a María Magdalena (a quien siempre se menciona), estuvieron presentes en su entierro y visitaron la tumba el domingo temprano, encontrándola vacía. Después, Jesús se apareció vivo a sus discípulos (entre ellos Pedro), quienes luego se convirtieron en predicadores del mensaje de su resurrección. Los cuatro Evangelios atestiguan todos estos hechos. Podrían agregarse más detalles si incluyéramos hechos mencionados en tres de los Evangelios, tres de los cuatro. Y, como digo, en el fondo el Dr. Ehrman admite desde el 2003 que a pesar de las incongruencias, esos cuatro hechos son históricos. De hecho, al final de su extenso estudio sobre las narraciones de la resurrección, N. T. Wright declara que la tumba vacía y las apariciones tienen una probabilidad histórica tan alta como para ser “prácticamente ciertas”, como la muerte de Augusto en el año 14 d.C. o la caída de Jerusalén en el año 70 d.C.10 ¡Es increíble! Por todo lo anterior creo que en realidad el debate no es sobre estos hechos. La pregunta es ¿cuál es la mejor explicación de los hechos? Y la objeción del profesor Ehrman no es la de un historiador. Su argumento no es histórico. Es un argumento filosófico, basado en la incomprensión de las probabilidades involucradas. Una vez esclarecido esto, no

10 N. T. Wright, The Resurrection of the Son of God [La resurrección del Hijo de Dios] (Miniápolis, Minn.: Fortress Press, 2003).

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veo ninguna razón por la cual no se pueda inferir, sobre la base de la evidencia histórica, que Jesús de Nazaret haya resucitado.

Primera refutación del Dr. Ehrman ¡Gracias, Bill, por esa impresionante refutación! Debo decirte que si piensas que voy a cambiar de opinión porque tienes pruebas matemáticas de la existencia de Dios, lo siento, pero ¡eso no va a suceder! Así que lamento mucho tener solamente doce minutos para refutar; necesitaría unas tres horas, e imagino que Bill también. Permítanme repetir que respeto la creencia personal de Bill respecto a la resurrección de Jesús, pero encuentro totalmente equivocada su declaración de poder demostrarla históricamente. Voy a dividir mi respuesta en cuatro aspectos dudosos de la presentación de Bill, dando ejemplos en lugar de tratar de ser exhaustivo. Primero, Bill hace un dudoso uso de las autoridades modernas. Constantemente cita a los expertos modernos, como si eso demostrara su punto de vista. Bill mismo sabe que el hecho de que la mayoría de los expertos en Nuevo Testamento concuerden con sus cuatro puntos no prueba que tengan razón. Para empezar, la mayoría de los expertos en Nuevo Testamento creen en el Nuevo Testamento; es decir que están teológicamente comprometidos con el texto, y por supuesto que están de acuerdo con estos puntos. Debo decir que no es la mayoría de los historiadores quienes están de acuerdo con la conclusión de Bill. ¿Demuestra eso que está equivocada? No. Sólo significa que su conclusión no es suficientemente persuasiva para la mayoría de los historiadores. Dicho esto, estoy sorprendido por algunas de las así llamadas autoridades que Bill cita, ya que en realidad la mayoría de los expertos críticos que hoy estudian al Jesús histórico desacuerdan con la conclusión de que un historiador puede demostrar que el cuerpo de Jesús emergió físicamente de la tumba. Esto podrá ser sorpresivo para Bill, pero eso se debe al contexto en que él trabaja: un seminario evangélico conservador. En dicho ambiente todos creen lo que él está proponiendo. Y llama mucho la atención que incluso algunas de las autoridades que él mismo menciona no estén de acuerdo. Él cita a muchos eruditos a quienes considero amigos y conocidos, y puedo decirles, ellos no están de acuerdo con la opinión de Bill. ¿Significa eso que está equivocado? No. Simplemente significa que su impresionante recuento de la opinión de los expertos está desviado, ladeado, y no corresponde a la realidad: que él representa la opinión de una minoría. Segundo, Bill hace un uso dudoso de las fuentes antiguas. Cita al apóstol Pablo, sólo por mencionar un ejemplo, como fuente contemporánea (sólo cinco años después de la muerte de Jesús) del entierro de Cristo por parte de José de Arimatea. Pablo no escribió cinco años después del entierro; escribió veinticinco años después, y nunca menciona a José de Arimatea. A José de Arimatea no se le menciona hasta el Evangelio de Marcos, 35 ó 40 años después del hecho. Cuando Pablo indica que Jesús fue enterrado, igual podría haber querido decir que fue enterrado en una fosa común, que es lo que pasaba con mayor frecuencia a los criminales crucificados. Repito, Pablo dijo que lo enterraron; podría haber sido arrojado a una fosa común. Debo señalar que en algunos textos de Bill, él ha citado muchos de mis escritos sacándolos de contexto. Se los mostraré en unos minutos, porque no concuerdo con su afirmación de que he cambiado de opinión. Pero en sus propios escritos, él indica que la narración de Marcos acerca del entierro de Jesús es muy raquítica, y por ser poco adornada, como él la llama, es más probable que sea histórica. Quisiera saber si aún piensa así: que una tradición poco adornada tiene más probabilidades de ser histórica. Porque si es así, quisiera que nos

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dijera si la tradición más embellecida de Mateo es menos histórica. Esto se parece a su comentario de hace algunos minutos referente a que todas las tradiciones tempranas concuerdan en algo, así que no tenemos que tomar en cuenta las posteriores. Bien, entonces, dinos, ¿piensas que las posteriores no son históricas? Tercero, Bill hace afirmaciones y declaraciones dudosas. Por ejemplo, asegura que la historia de las mujeres que van a la tumba nunca habría sido inventada por los primeros cristianos. Debo señalar que Pablo nunca menciona a las mujeres en la tumba, sólo lo hacen los Evangelios posteriores: Marcos y los siguientes. Pero aquí el problema es típico de una gran parte de la postura de Bill. Su declaración no toma en serio la naturaleza de nuestras fuentes. Cualquiera que conozca bien el Evangelio de Marcos no tendrá dificultades en ver por qué 35 años después del suceso, él o alguien de su comunidad podría haber inventado la historia. El Evangelio de Marcos está lleno de reflexiones teológicas sobre el significado de la vida de Jesús; así es el Evangelio de Marcos. No es una hoja de datos; es un Evangelio. Es una proclamación de la Buena Nueva, como Marco la consideró, de la muerte y resurrección de Cristo. Uno de los temas generales de Marcos es que durante el ministerio de Jesús, prácticamente nadie pudo entender quién era. Su familia no entendió. La gente de su pueblo no entendió. Los líderes de su pueblo no entendieron. En Marcos ni siquiera los discípulos entendieron: ¡especialmente los discípulos no entendieron! Para Marcos, sólo los extraños tuvieron indicios de quién era Jesús: la mujer anónima que lo ungió, el centurión en la cruz. ¿Quién entiende al final? ¡Ni siquiera la familia de Jesús! ¡Ni los discípulos! Es un grupo de mujeres previamente desconocidas. Las mujeres en la tumba encajan perfectamente en los propósitos literarios de Marcos. Así que no pueden tomarse en cuenta simplemente como algún tipo de declaración histórica y objetiva de los hechos. Encajan muy bien en los objetivos del Evangelio. Lo mismo puede decirse de José de Arimatea. Quien no pueda pensar por qué los cristianos podrían haber inventado la idea de que Jesús tuvo un seguidor secreto entre los líderes judíos, no tiene imaginación histórica. Cuarto, Bill hace inferencias dudosas a partir de sus afirmaciones. Infiere que Pablo debe haber creído en la tumba vacía porque habló de las apariciones de Cristo. Cristo se apareció, ¡así que la tumba debe de estar vacía! Esta perspectiva es muy problemática. Para la gente de la antigüedad, contrariamente a los pensadores posteriores a la Ilustración, como Bill, una aparición no necesariamente significaba una reanimación del cuerpo físico. Según los Evangelios, Moisés y Elías se aparecieron a Jesús, Santiago y Juan. ¿Debemos creer que estos hombres, Moisés y Elías, regresaron a la vida... que el cuerpo de Moisés fue reconstruido y resucitado y que se apareció del Cielo, o era una visión? Seguramente fue una visión; desaparecen inmediatamente. La gente de la antigüedad no tenía problemas para creer que los cuerpos pueden ser fantasmales, no físicos. La prueba la encontramos abundantemente en todas nuestras fuentes antiguas, ya sean judías, paganas o cristianas. Las fuentes paganas desde Homero en el siglo VIII hasta los himnos homéricos del segundo siglo, desde los mitos paganos hasta las novelas paganas, desde los poetas paganos hasta los filósofos paganos, todos cuentan historias de Dios apareciéndose a los humanos en forma humana. Pero estas son apariciones, visiones; no son cuerpos humanos reales. El santo pagano Apolonio de Tiana, se aparece a sus seguidores después de muerto, pero es una aparición, una visión, no la reanimación de su cuerpo. Los textos judíos son iguales, porque ángeles, arcángeles, demonios y diablos se aparecen a la gente en forma humana, pero no son cuerpos reales.

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En resumen, Bill comete el error de asumir que si los discípulos aseguran haber visto a Jesús vivo, necesariamente creyeron o supieron que estaba en su cuerpo físico real. Esa es una suposición moderna, no antigua. Los textos de los que estamos hablando son textos antiguos, no modernos. La gente de la antigüedad no tenía problemas para pensar que una aparición divina no fuera un cuerpo físico. Podía enterrarse un cadáver y la persona podía aparecer viva después sin que el cuerpo dejara la tumba. Si Bill lo duda, le sugiero leer algunos textos más antiguos para ver cómo hablan del tema. Podría empezar por los textos cristianos del segundo siglo, tales como los Hechos de Juan, el Apocalipsis copto de Pedro o el Segundo tratado del Gran Set, o podría considerar los argumentos utilizados por Basílides, quien fuera discípulo del seguidor de Pedro. Para los antiguos, las apariciones después de la muerte no eran lo mismo que la reanimación del cuerpo. Además, después de la resurrección Jesús hace con su cuerpo cosas que los cuerpos no pueden hacer: entra en habitaciones cerradas con llave y asciende al Cielo. ¿Va Bill a argüir seriamente en el terreno histórico que el cuerpo resucitado de Jesús podía hacer estas cosas? Esas son declaraciones teológicas acerca de Jesús, no declaraciones históricas. Los historiadores no pueden registrar lo que Dios hace. Ese es el trabajo de los teólogos. Lo mismo pasa con su inferencia de que Dios resucitó a Jesús. Esa es una conclusión teológica, no histórica. Es una afirmación acerca de Dios. Si quiere montar evidencia matemática de lo que Dios probablemente hizo en el mundo, tendré que decirle que no va a convencer a la mayoría de los matemáticos, y ciertamente tampoco a la mayoría de los historiadores. Los historiadores no tienen acceso a Dios. Los historiadores pueden decir que Jesús murió en la cruz, pero no pueden decir que Dios aceptó su muerte como expiación. Los historiadores pueden decir que el apóstol Pablo declaró haber tenido una visión de Jesús después de la muerte de éste último, pero no pueden asegurar que Dios lo resucitó. El resultado es el siguiente: No sabemos si Jesús fue enterrado por José de Arimatea. Lo que tenemos son relatos evangélicos escritos décadas después por gente que había oído las historias circulantes, y no es difícil imaginar que alguien los haya inventado. No sabemos si la tumba estuvo vacía al tercer día. No sabemos si quienes vieron a Jesús vivo después de su muerte lo vieron en su cuerpo físico. Bill va a decir ahora que me he contradicho, pero quiero señalar que anteriormente me alabó por cambiar de opinión. Tengo tres preguntas finales para Bill. Si se está declarando historiador, creo que es importante evaluar su relación con todos los documentos históricos a los que apela. ¿Piensa Bill que los Evangelios en los que basa toda su información tienen algún error? Si es así, ¿podría decirnos dos o tres de esos errores? Si no, ¿cómo espera que creamos que está haciendo una evaluación histórica de estas fuentes? Basándonos en las suposiciones que él mismo ha adoptado hace unos minutos, estos textos tienen que ser precisos. Segunda pregunta: Bill cree que se puede demostrar históricamente que Jesús participó en milagros, especialmente el de su resurrección, pero también los milagros de su vida, sin duda. Me gustaría que Bill hablara sobre la evidencia de otros obradores de milagros contemporáneos a Jesús fuera de la tradición cristiana. ¿Está dispuesto a admitir sobre las mismas bases históricas, que estas personas también hicieron milagros? Me refiero a la tradición de milagros realizados por Apolonio de Tiana, Hanina ben Dosa, Joni el Dibujante de Círculos y Vespasiano. ¿Está Bill dispuesto a reconocer que Apolonio se apareció a sus seguidores después de su muerte, o que Octaviano ascendió al Cielo? Puede escoger cualquier otro obrador de milagros de la tradición pagana.

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Tercera, y final, si los únicos milagros que Bill acepta como verdaderos pertenecen a la tradición judeocristiana que él mismo confirma, me gustaría saber ¿cómo puede ser eso posible desde el punto de vista histórico? ¿Por qué la única fe históricamente creíble es la que él adoptó siendo adolescente? ¿Es sólo circunstancial que haya nacido dentro de una familia religiosa o una cultura religiosa que puede demostrar históricamente ser la única religión verdadera?

Segunda refutación del Dr. Craig Creo que en este último discurso hemos oído muchas bravatas, pero hubo, creo, una marcada ausencia de sustancia. Permítanme regresar a mi primer argumento sobre los cuatro hechos: el entierro, la tumba vacía, las apariciones y el origen de la fe cristiana. Ahora bien, el Dr. Ehrman dice que uso dudosamente a las autoridades modernas. Concuerdo en que las citas de las autoridades modernas no prueban nada por sí solas; por eso presenté argumentos bajo cada uno de los puntos. Él tiene que considerar los argumentos. Según él, yo represento la opinión de una minoría. ¡No en lo que respecta a esos cuatro hechos! Dije que hay controversia respecto a si la resurrección de Jesús es la mejor explicación de esos hechos, pero puedo darle nombres y evidencia de la gente que los acepta. Esta opinión representa a la corriente dominante de los expertos en Nuevo Testamento. Ahora que el Dr. Ehrman ha elegido negar el entierro honorable, la tumba vacía y las apariciones, es él quien se encuentra entre la minoría de los expertos en Nuevo Testamento con respecto a esos hechos. En segundo lugar, él dice que hago un dudoso uso de las fuentes antiguas. Por ejemplo, dice que lo de Pablo fue 25 años después, no tan temprano como yo he declarado. Pero seguramente el Dr. Ehrman sabe que en 1 Corintios 15:3-5 Pablo cita una antigua tradición cristiana que él mismo recibió y que se remonta a un período no mayor de cinco años posteriores a la crucifixión. De hecho, James D. G. Dunn la remonta a no más de 18 meses posteriores a la muerte de Jesús.11 Así que en este caso estamos tomando en cuenta esas tradiciones pre-paulinas, no la fecha en que Pablo escribió su carta. También dice que tal vez Pablo estaba hablando de un entierro comunitario. ¡No si vemos la fórmula de 1 de Corintios 15! Es como un resumen de la muerte de Jesús: el entierro realizado por José de Arimatea, la tumba vacía y luego las narraciones de las apariciones. Comparado por un lado con los Hechos de los Apóstoles y por otro con los Evangelios, este resumen de 1 Corintios 15 es como un guión cuya segunda línea es el entierro de Jesús por parte de José de Arimatea. El Dr. Ehrman también dice: “¿Es cierto que las narraciones no adornadas tienen más probabilidades de ser históricas?” Yo diría que sí. Entre su propia lista de deseos, se incluye el de que entre más temprana sea una narración, mejor. Similarmente, entre menos adornada esté, mayor credibilidad histórica tendrá. En tercer lugar, él dijo que yo hice afirmaciones dudosas. Por ejemplo, las mujeres en la tumba: él dice que Marcos las puso ahí porque son parte del paradigma de que sólo los extraños reconocieron a Jesús. Esas son tonterías. Estas mujeres son seguidoras de

11 James D. G. Dunn, Jesus Remembered [Jesús recordado] (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans, 2003), p. 855.

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Jesús; especialmente María es una de las discípulas de Jesús. Así que no puede ser esa la explicación de que aparecieran en las narraciones. Además, como dije, esto está confirmado por fuentes independientes. Él está asumiendo que Marcos es la única fuente; pero tenemos por lo menos cinco fuentes independientes de la historia de la tumba vacía y la participación de las mujeres en ese momento. Así que eso no funciona. Lo mismo pasa con José de Arimatea; yo no estoy haciendo inferencias a partir de Pablo. Tenemos muchas fuentes independientes de la historia de la participación de José en el entierro, y el Dr. Ehrman mismo utiliza ese criterio una y otra vez para establecer la historicidad en su propia obra sobre el Jesús histórico. En cuarto lugar, él dice que hago inferencias dudosas; por ejemplo, que porque Pablo dice que Jesús se apareció, yo infiero la tumba vacía. Nunca hice tal inferencia, ni esta noche ni en mi obra escrita. Lo que yo he dicho en mi obra escrita es que cuando Pablo afirma “y fue sepultado y resucitado”, ningún judío del primer siglo se preguntaría “¿pero estaba el cuerpo aún en la tumba?” Para un judío del primer siglo, los restos de la persona que permanecían en la tumba eran lo que resucitaba a la nueva vida. La creencia judía en la vida después de la muerte implicaba la resurrección del cuerpo físico o los restos, principalmente los huesos. Por eso preservaban los huesos en osarios, hasta la resurrección al final del mundo. Así que la fórmula de 1 Corintios 15 es la que implica la existencia de una tumba vacía, y ningún judío del primer siglo podría haber pensado de otra manera. Pero ciertamente la sola afirmación de que Jesús se apareció no significa que haya sido una aparición física. Sin embargo, noten que Pablo si hace distinción entre las apariciones de Jesús resucitado y las meras visiones de Jesús. Yo retaría al Dr. Ehrman a explicar de cualquier forma la diferencia entre una visión de Jesús, tal como, digamos, lo que Esteban vio (Hechos 7:56), y una aparición genuina del cuerpo resucitado de Jesús, al menos de una forma diferente a que unas suceden fuera de la mente (en el mundo físico externo) y las otras (las visiones) puramente dentro de la mente. Así que el fondo de todo esto, creo, es que el Dr. Ehrman no ha sido capaz de invalidar ninguno de los argumentos que he dado respecto a los cuatro hechos. Todos están establecidos por los mismos criterios que el Dr. Ehrman utiliza en su trabajo: confirmación mediante varias fuentes tempranas independientes y el criterio de desemejanza o, mejor, de vergüenza. Ahora bien, ¿que hay de mi segundo argumento: la resurrección de Jesús es la mejor explicación? Él no respondió a este argumento sino para decir, como despidiéndose de lejos, que no existe evidencia matemática de lo que Dios hace en el mundo. Y, por supuesto, eso no era lo que yo quería decir. Mi argumento es que él no puede decir que la resurrección es improbable sólo porque los milagros son improbables en relación con la información de fondo. Hay que ver todo el alcance del cálculo de probabilidades, y él no ha podido hacerlo. En particular, su opinión se contradice a sí misma porque si los historiadores no pueden hacer juicios sobre Dios, entonces él no puede decir que la resurrección es improbable porque equivale a la hipótesis de que Dios resucitó a Jesús. Ahora bien, él parece sugerir que los historiadores no pueden hacer este tipo de inferencias porque de alguna manera Dios es inaccesible. Bien, tengo un par de argumentos que me gustaría presentar. Primero, no es necesario tener acceso directo a las entidades explicativas de una hipótesis. Pensemos en la física contemporánea, por ejemplo. La física moderna propone todo tipo de realidades a las que el científico no tiene acceso directo: cuerdas, membranas dimensionales superiores, incluso universos

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paralelos que están causalmente desconectados del nuestro. Pero ellos postulan entidades inobservables como esas con base en la evidencia que constituye la mejor explicación. En segundo lugar, noten que los historiadores no tienen acceso directo a ninguno de sus objetos de estudio. Como el Dr. Ehrman dice, el pasado ya se fue. Ya no está ahí. Todo lo que tenemos son los residuos del pasado, y los historiadores infieren la existencia de entidades y sucesos del pasado con base en la evidencia. Y ese es exactamente el movimiento que estoy haciendo respecto a la resurrección de Jesús. Finalmente, número tres, este debate no se trata de lo que los historiadores tienen permitido hacer. Eso sería un debate sobre metodología… sobre las reglas de conducta profesional. Este debate se trata de si existe o no evidencia histórica de la resurrección. Incluso si los historiadores están maniatados profesionalmente por alguna restricción metodológica para no inferir la resurrección de Jesús, ustedes y yo no lo estamos. No estamos restringidos, ni tampoco está restringido el historiador en sus horas libres, por así decirlo. Sería una tragedia y una vergüenza que perdiéramos de vista la verdad sobre el pasado acerca de Jesús solamente por una restricción metodológica. Finalmente, con respecto a Apolonio de Tiana y Joni el Dibujante de Círculos, permítanme sólo citar a Robert Yarbrough, quien señala que estas figuras no tenían ningún tipo de evidencia anterior al primer siglo, el tiempo de Jesús.12 Apolonio de Tiana es una figura del tercer siglo, ni siquiera mencionada anteriormente a dicho siglo. Igualmente con Hanina ben Dosa y Joni el Dibujante de Círculos: John Meier y Ben Witherington han demostrado que éstos son poco relevantes a la situación de Jesús en el primer siglo.13 Así que estas comparaciones, creo, son completamente inválidas. Me gustaría contestar las tres preguntas que me hizo, pero ¡veo que el administrador del tiempo está sosteniendo en alto la tarjeta de parada! Así que tal vez podré hacerlo en la sesión de preguntas y respuestas.

Segunda refutación del Dr. Ehrman Me sorprende sobremanera que Bill se haya negado a considerar mi explicación histórica alternativa a su afirmación de que Dios resucitó a Jesús. Bill cree que la idea de Jesús resucitado por Dios es completamente racional, que tiene sentido. La razón de que sea racional y tenga sentido para Bill es que él cree en Dios, y por lo tanto, por supuesto, Dios puede actuar en el mundo. ¿Pero, por qué no? Dios hace cosas todo el tiempo, entonces no hay nada improbable en la idea de que Dios resucite a Jesús. Bueno, eso presupone creer en Dios, y los historiadores no pueden presuponer la fe en Dios. Lo único que los historiadores pueden hacer es trabajar con lo que hay aquí entre nosotros. Los historiadores pueden tener cualquier creencia religiosa. Pueden ser budistas, hindúes, musulmanes, cristianos, judíos, agnósticos o ateos, y la idea detrás de los cánones de la investigación histórica es que la gente de cualquier creencia pueda ver 12 Robert W. Yarbrough, “The Power and Pathos of Professor Ehrman's New Testament Introduction” [El poder y patetismo de la Introducción al Nuevo Testamento del profesor Ehrman], Perspectives in Religious Studies [Perspectivas en Estudios Religiosos] 27 (2004): 364. 13 John P. Meier, A Marginal Jew [Un judío marginal], vol. 2 (Nueva York: Doubleday, 1994), pp. 581-8; Ben Witherington III, The Jesus Quest [La búsqueda de Jesús] (Downers Grove, Illinois: InterVarsity, 1995), pp. 108-12.

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la evidencia y sacar las mismas conclusiones. Pero para que la hipótesis de Bill tenga valor, es necesario creer en Dios. No tengo objeciones a eso como forma de pensamiento, pero sí como forma de pensamiento histórico, porque no es historia, sino teología. Bill asegura que la mejor explicación a sus cuatro hechos es la ocurrencia de un milagro. Hume, de hecho, no hablaba de lo que yo estoy hablando. Hume se refería a la posibilidad de que sucedan milagros. Yo no me refiero a si los milagros pueden o no suceder. No concuerdo con Hume en que los milagros no pueden suceder. Mi pregunta es, suponiendo que los milagros sí suceden, ¿pueden los historiadores demostrarlos? No, no pueden. Si Bill quiere mostrar nuevamente sus probabilidades matemáticas, sugiero que agregue algunas alternativas históricas; por ejemplo, la que yo aventuré y él ignoró: la posibilidad de que dos familiares de Jesús hayan robado el cuerpo y fueran asesinados y arrojados a una fosa común. Probablemente no sucedió así, pero esta explicación es más plausible que la de que Dios resucitó a Jesús. Permítanme darles otra explicación que se me ocurrió apenas anoche, mientras pensaba en el tema. Ustedes saben que han llegado hasta nosotros algunas tradiciones del cristianismo sirio respecto a que entre los hermanos de Jesús mencionados en el Evangelio de Marcos, uno de ellos llamado Judas, particularmente cercano a Jesús, y también conocido como Judas Tomás, era gemelo de Jesús. No estoy diciendo que esto sea cierto, sino que así pensaban los cristianos sirios del siglo segundo y tercero: que Jesús tuvo un hermano gemelo. ¿Cómo pudo haber tenido un hermano gemelo? Bueno, yo no lo sé, pero eso es lo que decían los cristianos sirios. De hecho, hay interesantes historias acerca de Jesús y su hermano gemelo en un libro llamado los Hechos de Tomás, en el cuál Jesús y su hermano gemelo son idénticos. Se ven iguales, y de vez en cuando Jesús baja del Cielo y confunde a la gente: cuando han visto a Tomás salir de la habitación, ahí está nuevamente, y no lo entienden. Bueno, es su hermano gemelo quien se ha mostrado. Supongan que Jesús hubiera tenido un hermano gemelo: ¡nada improbable! La gente tiene gemelos. Después de la muerte de Jesús, Judas Tomás y todos los demás relacionados con Jesús se escondieron y escaparon de Judea. Algunos años después, uno de los seguidores de Jesús vio a Judas Tomás a la distancia y pensó que era Jesús. Otras personas informaron de avistamientos similares. Se corre la voz de que Jesús ya no está muerto. Para ese momento el cuerpo de Jesús estaba descompuesto e irreconocible. Cada vez se aceptó más la historia de que Jesús había resucitado, y en las tradiciones orales se iniciaron otras historias acerca del suceso, incluyendo la de la tumba vacía. Esta es una explicación alternativa. Es muy improbable. No me la creo ni por un segundo, pero es más probable que la idea de que Dios haya resucitado a Jesús porque no apela a lo sobrenatural, a lo cual los historiadores no tienen acceso. Bill no habló sobre las incongruencias que señalé. Simplemente dijo: “Bien, los relatos más tempranos son mejores que los posteriores”. Si así piensa, quiero que lo diga claramente, ¿cree él que los relatos posteriores son incongruentes y tienen errores, sí o no? Bill dice que los relatos no adornados tienen más probabilidades de ser históricos. Si eso piensa, quiero que conteste mi pregunta: ¿sí o no? ¿Significa esto que los relatos embellecidos de los Evangelios no son históricos? Como ven, no puede tener razón en ambas cosas. No puede decir que relatos no adornados como la escena del entierro en Marcos probablemente sean históricos porque no están embellecidos, y luego decir que el relato de Juan, que esta embellecido, también es histórico. Si tanto los relatos embellecidos como los no adornados son igualmente históricos, entonces este criterio de que hay más probabilidad de que los relatos no embellecidos sean históricos no tiene peso.

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Él pregunta, ¿por qué habían de aparecer las mujeres en la tumba? Yo argumenté por qué Marcos, o cualquiera de su comunidad, pudieron haber inventado a las mujeres. Su respuesta fue: “Bien, María Magdalena fue seguidora de Jesús”. Bueno pues, María Magdalena es muy popular hoy, ya que todo mundo ha leído El código Da Vinci, y si no lo han leído, ya salió en versión económica, para los dos que faltan de leerlo. Sí, María Magdalena fue seguidora de Jesús, pero el argumento de Bill es que nadie inventaría la historia de las mujeres porque éstas estaban marginadas y los hombres no las apreciaban mucho. Mi respuesta es que precisamente por esa razón Marcos podría haber inventado la tradición, porque en el Evangelio de Marcos los marginados son quienes entienden quién es Jesús. Por eso tenemos la historia de las mujeres que descubren la tumba vacía. Bill asegura que ningún judío del primer siglo hubiera dudado que el cuerpo no estaba en la tumba después de ver una aparición de Jesús. Mi única sugerencia es que lea más fuentes judías del primer siglo, porque eso no es cierto. Les daré un ejemplo. Lean el segundo apocalipsis del Apocalipsis Greco-Copto de Pedro, un libro que está plagado de visiones judías del mundo, y donde no hay ninguna duda de que el autor entiende que el cuerpo de Jesús no estaba en un lugar solamente, sino que podía estar en tres lugares a la vez, y que el cuerpo físico no era el único cuerpo que Jesús tenía, también tenía un cuerpo fantasmal. Por supuesto, Bill no respondió mis preguntas, pero tal vez lo haga en la sesión de preguntas y respuestas. Si asegura ser historiador utilizando estas fuentes como históricas, quisiera saber, ¿cree que contengan errores? Si no cree que puedan contener errores, entonces me gustaría saber cómo podemos ser historiadores críticos y evaluarlas como fuentes históricas. Por cierto, él asegura que Joni el Dibujante de Círculos, Hanina ben Dosa y Apolonio de Tiana son gente del tercer siglo; no son gente del tercer siglo, son contemporáneos de Jesús. Mi conclusión es muy simple. Aunque queramos creer en la resurrección de Jesús, esa creencia es teológica; no podemos probarla. No es susceptible de ajustarse a la evidencia histórica; es fe. Los cristianos la creen y la aceptan en la fe, pero la historia no puede probarla.

Conclusión del Dr. Craig En mi exposición inicial, enfaticé que hay dos formas de conocer la resurrección de Jesús: la histórica y la vivencial. Esta noche nos hemos concentrado principalmente en la histórica. Primero, argüí que hay cuatro hechos históricos a explicar mediante cualquier hipótesis histórica adecuada y, segundo, que la mejor explicación de esos sucesos es la resurrección de Jesús. Ahora bien, yo no creo que se haya refutado ninguno de esos hechos hoy. La mayoría de los expertos concuerdan con los argumentos que yo presenté: el entierro honorable de Jesús por parte de José de Arimatea, el hecho de que la tumba fue encontrada vacía, las apariciones tempranas de Jesús a varias personas y grupos, y el origen de la creencia de los discípulos en la resurrección de Jesús. El Dr. Ehrman abandonó su argumento basado en las incongruencias de las narraciones, ya que he mostrado que éstas están en detalles periféricos, no en el corazón de los relatos, y que tenemos un relato notablemente armonioso de los cuatro hechos fundamentales mencionados. El único argumento que quedó de su última participación es con respecto al papel de las mujeres,

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y de nuevo yo simplemente sugeriría que como discípulas y seguidoras fieles y activas de Jesús, ellas no representan a la gente marginada. Además, tenemos confirmación de varias fuentes independientes. Esta no es una característica exclusiva de Marcos; recuerden, tenemos varias fuentes independientes acerca del papel de las mujeres en el descubrimiento de la tumba vacía de Jesús. Entonces, ¿qué hay de ese segundo argumento decisivo respecto a que la resurrección de Jesús es la mejor explicación? Yo demostré por qué el argumento basado en la probabilidad que él utiliza una y otra vez en su obra escrita es falaz. Él dice: “Bueno, Hume no hablaba de mi argumento; él hablaba de la imposibilidad de los milagros”. Eso es incorrecto. El argumento de Hume es contra la identificación de los milagros con base en su improbabilidad. Eso no responde a mi argumento fundamental referente a que él no puede decir que la resurrección de Jesús es improbable porque según él los historiadores no pueden hacer juicios sobre ese tipo de cosas. Incluso aunque fuera improbable, él tiene que considerar todas las demás pruebas que pudieran pesar más que eso. Ahora bien, él dice: “Bueno, mira todas estas otras hipótesis. Tal vez, por ejemplo, algunos familiares de Jesús robaron el cuerpo. ¿No es eso más probable?” No lo creo. Noten que en ese caso no hay motivo para robar el cuerpo; los familiares de Jesús no le creyeron cuando estuvo vivo. Nadie más que José y sus sirvientes, además de las mujeres discípulas, sabían dónde había sido enterrado el cuerpo. No hubo suficiente tiempo para planear y llevar a cabo una conspiración entre la noche del viernes y la mañana del domingo. Además, la presencia de la ropa en la tumba desmiente la hipótesis del robo; nadie desvestiría el cadáver antes de llevárselo. Las conspiraciones como esa siempre salen a la luz; los guardias romanos habrían estado felices de informar a los líderes judíos lo que había pasado. Y esta hipótesis no puede explicar las apariciones de Jesús ni el origen de la creencia cristiana de su resurrección. Así que, por todas esas razones, la hipótesis es improbable. Además, no creo que él haya mostrado ninguna improbabilidad de la resurrección de Jesús obrada por Dios. Lo único que dice es que esta explicación apela a Dios, y que los historiadores no pueden inferir a Dios. Pero recuerden, yo di tres respuestas a eso. Primero, en la física no se tiene acceso directo a las entidades explicativas para inferirlas. Segundo, todo el proyecto de los historiadores tiene que ver con el inaccesible pasado, en cuyo caso se tienen que inferir cosas con base en la evidencia presente, aunque no se tenga acceso directo. Tercero, este debate no es sobre lo que los historiadores pueden hacer profesionalmente. Es un debate sobre la evidencia histórica de la resurrección de Jesús y las conclusiones que podemos sacar. Además, aunque un historiador profesional no pueda sacar a la luz esas conclusiones en una revista histórica o en un salón, puede sacarlas cuando va a casa al encuentro de su esposa. Y podemos sacarlas si pensamos que la evidencia se explica mejor de esa manera, también. En resumen, no creo que haya una buena razón para pensar que la evidencia histórica de la resurrección de Jesús no sea explicada mejor por la resurrección misma. Finalmente, quiero concluir diciendo algo acerca de esa otra posibilidad de conocer la resurrección: el enfoque vivencial. Verán, si Cristo realmente ha resucitado, como la evidencia lo indica, no es sólo una figura de la historia antigua ni una pintura en un vitral. Significa que está vivo hoy y se le puede conocer vivencialmente. Para mí, el cristianismo dejó de ser sólo una religión o un código de vida cuando di mi vida a Cristo y experimenté un renacimiento espiritual en mi propia vida. Dios se convirtió en una

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realidad viva para mí. La luz se encendió donde antes sólo había oscuridad, y Dios se convirtió en una realidad vivencial, junto con una alegría, paz y significado irrefrenables que Él impartió a mi vida. Yo sólo les diría que si están buscando ese tipo de significado, propósito en la vida, entonces no sólo consideren la evidencia histórica, también tomen el Nuevo Testamento, empiecen a leerlo y pregúntense si podría ser verdad o no. Creo que puede cambiar sus vidas de la misma manera que cambió la mía.

Conclusión del Dr. Ehrman

Bien, aprecio mucho tu testimonio, Bill; pero creo que hemos visto que Bill es un evangelista de corazón quien desea que la gente comparta su fe en Jesús, y para lograr ese fin, trata de disfrazarse de historiador. Lo aprecio, pero no se trata solamente de si un historiador profesional puede argüir algo, el punto es si se puede utilizar la historia para demostrar afirmaciones acerca de Dios. En realidad he discutido los cuatro hechos a los que él se refiere continuamente. He dicho que el entierro por parte de José de Arimatea pudiera muy bien ser una invención posterior, igual que la tumba vacía. No tenemos referencias a él en Pablo; sólo lo encontramos más tarde en los Evangelios. Las apariciones de Jesús pudieron muy bien haber sido visiones en lugar de apariciones físicas, porque la gente tenía y tiene visiones todo el tiempo. Un argumento que Bill construyó anteriormente es que todos los discípulos estaban dispuestos a morir por su fe. No escuché ni una prueba de eso. Escucho mucho esa afirmación, pero habiendo leído todas las fuentes cristianas de los primeros quinientos años del cristianismo, me gustaría que nos dijera qué pruebas tiene de que los discípulos hayan muerto por su creencia en la resurrección. Siguiendo con las razones por las cuales cree que mi escenario no funciona, él dice que es más improbable que los miembros de la familia robaran el cadáver que decir que Dios resucitó a Jesús. ¿Por qué? Porque no tenían motivo para hacerlo. Bueno, de hecho la gente actúa por todo tipo de motivos, y el motivo es una de las cosas más difíciles de establecer. Tal vez su familia quería enterrarlo en la tumba familiar. Nadie sabía donde estaba enterrado, dice él. Bien, eso no es cierto; de hecho los mismos Evangelios dicen que las mujeres miraban desde lejos, incluyendo a su madre. ¡No hubo suficiente tiempo para que esto pasara! Pasó de noche ¿Cuánto tiempo se necesita? No se explica la ropa dejada en la tumba. Bien, la ropa en la tumba probablemente sea un adorno legendario posterior. No pueden explicarse las apariciones de Jesús. Sí, la gente ha tenido visiones todo el tiempo. Una vez que empezaron a creer que la tumba estaba vacía, llegaron a creer que Jesús había resucitado, y empezaron a tener visiones. No digo que haya sido así. Digo que es plausible. Pudo haber sucedido así. Es más plausible que la afirmación de que Dios debe de haber resucitado a Jesús. Esa no es la explicación histórica más probable. Habrán notado que Bill tenía cinco minutos adicionales para contestar mis preguntas, pero no las respondió. Uno podría preguntarse por qué. Permítanme concluir diciendo lo que en realidad pienso sobre la resurrección de Jesús. Lo único que sabemos acerca de los cristianos después de la muerte de Jesús es que volvieron a sus escrituras para tratar de darles sentido. Habían creído que Jesús era el Mesías, pero fue crucificado, por lo tanto no podía ser el Mesías. Anteriormente al cristianismo ningún judío pensaba que el Mesías sería crucificado. El Mesías debía ser un gran guerrero, un gran rey o un gran juez. Había de ser una figura de grandeza y poder, no alguien aplastado como un mosquito por el enemigo. ¿Cómo podría Jesús haber sido asesinado como un criminal común? Los cristianos regresaron a sus

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escrituras para tratar de entenderlo, y encontraron pasajes que se refieren a la muerte doliente del Justo de Dios. Pero en estos pasajes, tales como Isaías 53 y los Salmos 22 y 61, la persona castigada o asesinada también es reivindicada por Dios. Los cristianos llegaron a creer que Jesús era el Justo de sus escrituras, y que Dios debía de haberlo reivindicado. Y fue así como los cristianos llegaron a pensar en Jesús como alguien que, aunque había sido crucificado, fue elevado al Cielo en forma muy parecida a como Elías y Enoch habían sido arrebatados en las escrituras hebreas. Pero, ¿cómo puede Jesús haber sido el Mesías, si fue elevado al Cielo? Bien, Jesús debe venir pronto para establecer su reino. No fue un Mesías terrenal; fue un Mesías espiritual. Por eso los primeros cristianos pensaron que el final vendría inmediatamente, durante el transcurso de sus propias vidas. Por esa razón, Pablo enseñó que Cristo fue el primer fruto de la resurrección. Pero si Jesús fue exaltado, ya no está muerto, y así los cristianos empezaron a hacer circular la historia de su resurrección. No fue tres días después cuando empezaron a hacer circular la historia; puede haber sido un año, tal vez dos años después. Después de cinco años ya no sabían cuándo habían empezado las historias. Nadie podía ir a revisar la tumba; el cuerpo se había descompuesto. Los creyentes que habían escuchado los rumores de resurrección, empezaron a tener visiones de Jesús. Otros contaron historias acerca de estas visiones, incluyendo a Pablo. Los relatos de estas visiones circularon por todas partes. Algunas eran visiones reales, como la de Pablo; otras eran historias de visiones, como la del grupo de quinientas personas que lo vieron. Sobre la base de estas historias se construyeron e hicieron circular narraciones, y con el tiempo obtuvimos los Evangelios del Nuevo Testamento escrito 30, 40, 50 ó 60 años más tarde.

Sesión de preguntas y respuestas Pregunta para el Dr. Ehrman: Mi pregunta es para el Dr. Ehrman. ¡Muchas gracias por su exposición! Uno de los comentarios que hizo es que los historiadores no pueden presuponer la creencia en Dios. Yo soy historiador, y de hecho ahora mismo estoy haciendo una disertación de doctorado sobre historiografía, y concuerdo con usted en que no se puede presuponer la creencia en Dios. Pero en realidad no podemos presuponer la creencia en el pasado, punto; incluso ni siquiera que lo conocemos parcialmente. Tenemos que ser capaces de apoyar eso. Entonces los historiadores no pueden hacer presuposiciones; tienen que apoyar cualquier creencia metafísica que vayan a poner sobre la mesa. Así que si usted va a creer en Dios, como el Dr. Craig, tiene que justificarlo. Pero yo no veo que eso este fuera del dominio de los historiadores, ya que los historiadores con frecuencia tienen que cruzar a otras disciplinas. Me gustaría saber qué piensa de eso. Respuesta del Dr. Ehrman: Bueno, ¡Gracias por la pregunta! Para empezar, yo no creo que la historia sea una disciplina objetiva. Según su pregunta, parece que usted está de acuerdo, pero necesitamos hablar más profundamente de su perspectiva de la teoría postmoderna. En mi opinión los historiadores si tienen que apoyar cualquier presuposición que hagan. Pero lo que quiero puntualizar es que para que los historiadores puedan hacer su trabajo, es necesario que haya ciertas suposiciones compartidas. Y está bien decir cuáles son esas suposiciones, pero hay algunas con las que gente de varias creencias teológicas debe estar de acuerdo. Y tienen que ser suposiciones enraizadas en cosas observables. No podemos observar a Dios. Así que muy bien podríamos estar en desacuerdo sobre sucesos históricos importantes. Por ejemplo, hay gente que niega el holocausto; dicen que nunca ocurrió. Bien, ¿cómo demuestra uno que sí sucedió? Se reúne información de testigos oculares, fotografías,

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películas e información que los historiadores aceptan como válida, y se intenta armar un caso. Pero tiene que ser información que cualquier tipo de historiador considere válida, tal como el testimonio de testigos oculares. Y la comunidad de historiadores no acepta lo sobrenatural como criterio válido para evaluar un suceso del pasado. En parte la razón es que a uno pueden ocurrírsele otras explicaciones teológicas alternativas. Veo que se me acabó el tiempo; le iba a presentar una explicación teológica diferente a la resurrección, pero la guardaré para otro momento. Respuesta del Dr. Craig: La opinión del Dr. Ehrman parece ser que para hacer investigación histórica hay que presuponer un cierto ateísmo metodológico. Y me parece a mí que eso no sólo es falso, sino, como ya he dicho, literalmente se refuta a sí mismo. Por que si es cierto que los historiadores no pueden hacer juicios sobre Dios, entonces tampoco pueden juzgar como improbable que Dios haya resucitado a Jesús. No pueden sacar probabilidades de la resurrección con base en los conocimientos de fondo. Esto tendría un valor inescrutable. Y si es inescrutable, él no puede hacer juicios comparativos de probabilidad con respecto a estas alternativas naturalistas y extravagantes que nos ha presentado. Así que me parece que los historiadores deben estar abiertos, por lo menos desde el punto de vista metodológico. No se puede ser ateo metodológico. Y en cualquier caso, repito, este debate no es acerca de lo que los historiadores pueden hacer. Yo, como filósofo, creo poder hacer esta inferencia con base en la evidencia histórica, y no hay nada ilegítimo o ilícito en ello. Pregunta para el Dr. Craig: Dr. Craig, necesitamos que responda las preguntas del Dr. Ehrman, que son: ¿cree que haya algún problema, error o equivocación en los documentos del Nuevo Testamento? Y segunda, él sugiere que usted dice que porque Marcos es una fuente sin adornos, y Mateo sí es una fuente embellecida y usted dijo que piensa que las fuentes posteriores como Mateo están embellecidas. Así que es necesario que responda eso. Respuesta del Dr. Craig: Muy bien, el Dr. Ehrman está tratando de jugar conmigo un juego de los argumentadores en el cual yo me rehúso a participar. El criterio en cuestión es: si un relato es sencillo (muestra una falta de embellecimiento teológico, entre otras cosas), entonces hay más probabilidades y credibilidad de que sea histórico. Y yo creo que eso es cierto. Pero este debate no es sobre la infalibilidad de la Biblia; así que mi opinión respecto a si hay o no errores o equivocaciones en la Biblia es irrelevante. Eso sería una convicción teológica. Desde el punto de vista histórico, yo estoy usando el mismo criterio que él, y estoy totalmente abierto a que nos demuestre que hay errores o equivocaciones en las narraciones. Ese no es el tema esta noche. La infalibilidad de la Biblia es un gran problema para él, ya que lo condujo a abandonar su fe cristiana. Pero no estoy presuponiendo ningún tipo de doctrina de infalibilidad teológica o inspiración bíblica –tampoco lo presuponen los eruditos que piensan que los cuatro hechos mencionados están fundamentados en los criterios de autenticidad que él mismo defiende. Así que mi postura teológica acerca de la confiabilidad o los errores de la Biblia es irrelevante esta noche. La pregunta es, ¿qué se puede probar utilizando los criterios estándar? Mi argumento es que cuando se usan dichos criterios, se pueden probar esos cuatro hechos básicos acerca del destino de Jesús después de su crucifixión. Respuesta del Dr. Ehrman: Así que aparentemente está bien hacer suposiciones teológicas acerca de la resurrección, pero no está bien hacer suposiciones teológicas acerca de las fuentes históricas en las que se basa la creencia en la resurrección. Si la creencia en la resurrección se basa en ciertas fuentes que están en la Biblia, y si estas

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fuentes por su misma naturaleza están libres de errores, entonces naturalmente concluimos que la resurrección tuvo que haber sucedido. Pero Bill se rehúsa a decirnos si piensa o no que la Biblia contiene errores. No quiere decirnos porque da clases en una institución donde los maestros concuerdan en que la Biblia es infalible y no contiene un solo error en ninguna de sus palabras. Así que él no puede creer que la Biblia contenga errores. En caso de que si crea que contiene errores, me gustaría que nos dijera dos o tres de ellos. Si no cree que la Biblia contenga errores, me gustaría saber cómo puede decir que utiliza los Evangelios del Nuevo Testamento como fuentes históricas. Él no puede evaluar estas fuentes desde el punto de vista crítico, y lo único que los historiadores pueden hacer es evaluar desde el punto de vista crítico las fuentes en las que basan sus afirmaciones. Pregunta para el Dr. Ehrman: ¡Gracias, Dr. Ehrman! ¿Cree usted que la teología es válida en algún sentido como fuente del conocimiento o cree en el naturalismo filosófico? [Mala recepción del micrófono]. Respuesta del Dr. Ehrman: Creo que las modalidades teológicas del conocimiento son perfectamente aceptables como modalidades legítimas de conocimiento. Pero creo que las afirmaciones teológicas tienen que ser evaluadas sobre una base teológica. Por ejemplo, usted conoce la idea de que estos cuatro hechos que Bill sigue mencionando demuestran que Dios resucitó a Jesús. Pero a usted podría ocurrírsele una explicación teológica diferente. Por ejemplo, suponga que explicamos esos cuatro hechos diciendo que el Dios Zulú envió a Jesús a la 12ª dimensión, y que fue liberado periódicamente para regresar a la Tierra a descansar de sus atormentadores eternos; pero no pudo contar esto a sus seguidores porque Zulú le advirtió que si lo hacía, aumentaría su agonía eterna. Así que esa es otra explicación teológica de lo que sucedió. Explicaría la tumba vacía y las apariciones de Jesús. ¿Es tan probable como la explicación de que Dios resucitó a Jesús y lo hizo sentarse a su derecha… que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob ha intercedido en la historia resucitando a su Mesías para reivindicar su nombre? Bien, podrían pensar que no, que de hecho la explicación sobre el Dios Zulú es descabellada. Bueno, sí, está bien, es descabellada; pero es teológicamente descabellada. No es históricamente descabellada. No es una explicación menos probable de lo que sucedió que la idea de que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob resucitó a Jesús, porque ambas son explicaciones teológicas; no son explicaciones históricas. Así que dentro del campo de la teología, naturalmente pienso que la teología es una modalidad legítima de conocimiento; pero los criterios para evaluar el conocimiento teológico deben ser teológicos, no históricos. Respuesta del Dr. Craig: Las hipótesis teológicas como esa ciertamente pueden evaluarse mediante el tipo de criterios con los que evalúe la resurrección de Jesús. En particular, una hipótesis como la que se ha sugerido es, creo, perfecta para la ocasión y muy inverosímil, mientras que dado el contexto histórico-religioso en el cual ocurre la resurrección de Jesús, creo que es muy factible pensar que es la forma en que el Dios de Israel reivindica las radicales afirmaciones de Jesús de Nazaret sobre su persona en lo concerniente a ser el Hijo del Hombre y la revelación de Dios Padre a la humanidad. Así que concedido, un milagro fuera del contexto histórico-religioso es inherentemente ambiguo. Dicho contexto, creo, proporciona la clave para la correcta interpretación del milagro. Así que sí creo que necesitamos evaluar las afirmaciones teológicas desde el punto de vista filosófico y según el mismo tipo de criterios que yo propongo usar en la evaluación de las explicaciones de estos hechos.

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Pregunta para el Dr. Craig: Estoy muy interesado en la ecuación de probabilidades que usted presentó. Para poder decir que la resurrección de Jesús es probable, usted debe poner números a la ecuación y obtener un resultado mayor que 0.5. Me interesa mucho saber cual fue el resultado real y el margen de error. Y también como se llegó a esos números. Respuesta del Dr. Craig: ¡Gracias por esa pregunta! Richard Swinburne, profesor de la Universidad de Oxford, escribió un libro sobre la encarnación y la resurrección en el cual utiliza el cálculo de probabilidades que acabo de dar.14 A él le da un resultado de 0.97 en términos de la probabilidad de la resurrección de Jesús. Puede consultar el libro. En lo personal no utilizo el cálculo de probabilidades para argüir sobre la resurrección de Jesús. Lo traje a colación en respuesta al tipo de argumento humeano que el Dr. Ehrman estaba ofreciendo, el cual en mi opinión es completamente erróneo porque trata de decir que la resurrección es improbable simplemente debido a la improbabilidad de la resurrección con base en la información de fondo solamente. De hecho, creo que esa probabilidad es inescrutable, dado que nos estamos ocupando de un agente libre. No veo cómo podemos evaluar o asignar números específicos a eso. Así que la forma en que arguyo con respecto a la resurrección no es utilizando el cálculo de probabilidades. Es utilizando lo que se llama “inferencia de la mejor explicación”, que es la forma en que los historiadores trabajan normalmente. Es decir, se evalúan hipótesis históricas competidoras mediante criterios como: poder explicativo, alcance explicativo, plausibilidad, grado de adecuación, concordancia con las creencias aceptadas y así sucesivamente. Estoy listo para discutir que cuando se pone la hipótesis de la resurrección junto a las alternativas naturalistas, se puede demostrar que al pesarlas la hipótesis de la resurrección supera por mucho a las teorías naturalistas rivales, a menos que se presuponga algún tipo de ateísmo metodológico para evitarlo. Creo que eso es lo que el Dr. Ehrman hace. Pienso que así como yo por ser creyente encuentro la existencia de Dios bastante plausible, él como no creyente la considera absurdamente improbable. Pero no nos ha dado ninguna razón para pensar que la existencia de Dios es improbable, ni que sea improbable que Dios haya resucitado a Jesús. De hecho él no puede evaluar esa probabilidad, dada su afirmación acerca de las limitaciones de los historiadores. Respuesta del Dr. Ehrman: Lo siento. Tengo problemas para creer que estemos teniendo una conversación seria sobre la probabilidad estadística de la resurrección o la existencia de Dios. Creo que en cualquier escenario universitario del país, si estuviéramos frente a un grupo de académicos seríamos echados con un gran abucheo. Dr. Craig: Eso no es cierto. Dr. Ehrman: Bueno, puede no serlo en la escuela en que das clases, pero en la institución de investigación en la que yo enseño…. Dr. Craig: Bueno, ¿qué te parece la Universidad Oxford, donde da clases el profesor Swinburne? Dr. Ehrman: Bueno, Swinburne ha demostrado que hay 0.97 por ciento de probabilidades. ¿Y exactamente a cuántas personas ha convencido? Este es el tipo de argumentos que convencen a las personas que quieren ser convencidas. No son argumentos que puedan ser tomados en cuenta seriamente por personas que finalmente 14 Richard Swinburne, The Resurrection of God Incarnate [La resurrección de Dios Encarnado] (Oxford: Oxford University Press, 2003).

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puedan decir: “¡Ah, sí, ahora voy a creer porque hay un factor del 0.97 por ciento de probabilidades!” De hecho, esas son tonterías; no puedes demostrar la existencia de lo sobrenatural mediante modelos estadísticos. Pregunta para el Dr. Ehrman: Lo que quería preguntar es: ¿el número de informes de las ocasiones en que han ocurrido milagros a lo largo del tiempo incrementan las probabilidades más allá de lo que los historiadores piensan? Respuesta del Dr. Ehrman: Sí esa es una buena pregunta: ¿El número de informes de ocasiones en que han ocurrido milagros a lo largo del tiempo incrementa las probabilidades? Yo diría que la respuesta es probablemente “no”, porque en cada caso particular se tiene que evaluar si es o no un suceso probable. Y nunca puede ser un suceso probable. Pero si uno piensa que sí, que es un suceso probable, me gustaría que Bill nos dijera por qué no cree él que Mahoma hizo milagros, si tenemos informes de que los hizo. ¿Por qué no cree él que Apolonio de Tiana hizo milagros? Él citó a Larry Yarbrough, quien, de hecho, probablemente nunca ha leído la vida de Apolonio. Lo sé porque tuve una discusión con Larry Yarbrough acerca del tema. Nunca ha leído los textos. No sé si Bill haya leído los textos. Son muy interesantes; son textos griegos, y están disponibles para cualquier persona. Informan que Apolonio de Tiana hizo muchas de las cosas que Jesús hizo; podía expulsar demonios, sanar enfermos, resucitar a los muertos y al final de su vida ascendió al Cielo. Y Apolonio de Tiana es solamente una entre cientos de personas de quienes se dijeron tales cosas en el mundo antiguo. Así que si concedemos posibilidades a Jesús, ¿qué tal si concedemos posibilidades a Apolonio… o a Joni el Dibujante de Círculos… o a Hanina ben Dosa… o al Emperador Vespasiano? Se podría hacer una lista de personas tan larga como el brazo. Ahora bien, la razón por la cual no conocemos a estas personas es que, por supuesto, el único Hijo de Dios obrador de milagros del que hemos oído es Jesús. Pero de hecho en el mundo antiguo hubo cientos de personas como él, y cientos de historias acerca de ellas. Las desechamos porque no pertenecen a nuestra tradición. Por eso a Bill le sonó increíble mi explicación alternativa acerca del dios Zulú, porque en su tradición es el Dios de Jesús, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, quien debe participar en el mundo. Por supuesto, la gente de otras tradiciones religiosas dice que son otros dioses los involucrados. Así que no se trata solamente de si Dios ha tenido parte, sino ¿cuál dios? Y como señalé anteriormente, es una feliz circunstancia que casualmente sea ese Dios, el Dios cuya existencia Bill puede demostrar históricamente, el Dios al que él se convirtió cuando tenía 16 años. Respuesta del Dr. Craig: La razón por la cual no creemos en muchas otras afirmaciones de milagros no es que no estemos abiertos a ellas. Por el contrario, yo estoy completamente abierto a la idea de que Dios ha hecho otros milagros aparte de los de Jesús. Pero, por ejemplo, con respecto a Mahoma, no existe ninguna evidencia de tales cosas. No hay ninguna afirmación en el Corán de que Mahoma haya hecho milagros. La primera biografía que tenemos de Mahoma es por lo menos 150 años posterior a su muerte, y no estoy seguro de que incluso así haya afirmaciones de milagros. El caso de Apolonio de Tiana es un mito o leyenda sin valor histórico en absoluto. Son invenciones post cristianas diseñadas deliberadamente para competir con el cristianismo primitivo. Así que la razón para no creer en milagros en esos casos es que no hay buenas evidencias para ello. En cambio, la mayoría de los expertos en Nuevo Testamento, como Bart Ehrman sabe, creen que Jesús de Nazaret llevó a cabo un ministerio que incluía milagros y exorcismos. Creer que se trata de algo sobrenatural es

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un paso adicional; pero hoy no hay duda de que Jesús de Nazaret fue lo que Ehrman considera como un obrador de milagros. Pregunta para el Dr. Craig: Dr. Craig, uno de los argumentos que usted presentó anteriormente al considerar las probabilidades, es que se tienen que pesar las probabilidades de la resurrección contra otras probabilidades o explicaciones que usted mencionó y que están en los Evangelios. El profesor Ehrman presentó esa historia que él mismo no cree además de insinuar lo que en realidad piensa que sucedió. Así que yo sólo quiero leer un par de versículos del Evangelio de Lucas y abrir la posibilidad de que usted comente sobre ellos y nos diga, con base en las afirmaciones del profesor Ehrman, ¿cuál de las dos formas de ver las cosas, la suya o la de él, puede dar un mejor sentido a estos versículos? Esto es de Lucas 24, y relata como Jesús se apareció a los dos hombres en el camino a Emaús y ellos no lo reconocieron. Él les habla, y ellos no lo reconocen. Ellos cuentan todas las cosas que han sucedido y están confundidos, sin saber qué sucede. Él les dice: “‘¡Qué torpes son ustedes y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?’ Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos. Pero ellos insistieron: ‘Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche’. Así que entró para quedarse con ellos. Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Se decían el uno al otro: ‘No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?’” El Dr. Craig interviene: ¿Y cuál es la pregunta acerca del pasaje? No me quedó muy clara la pregunta. Continuación de la pregunta al Dr. Craig: La pregunta es: usted sabe que el profesor Ehrman ha asegurado que estos documentos antiguos no necesariamente sirven al único propósito de establecer la evidencia histórica de las cosas, sino que pueden utilizarse con fines retóricos. Así que la pregunta es: ¿podrían estos versículos estar pintando un cuadro de los orígenes cristianos a través del cual, como el Dr. Ehrman aseguró, los primeros seguidores de Jesús abrieran las Escrituras y encontraran referencias a un siervo doliente reivindicado por Dios? Porque si usted lo nota en estos versículos, ellos no dijeron ‘nuestros corazones ardían dentro de nosotros porque tocamos su carne y realmente lo escuchamos, y eso significa que Dios realizó un milagro y tenemos la evidencia y debemos transmitirla a todos’. Ellos dijeron: ‘nuestros corazones ardían dentro de nosotros cuando él abrió las escrituras’. Respuesta del Dr. Craig: Creo que esa sería una forma posible de leer el pasaje, la que usted acaba de sugerir; pero se desvía del caso que estoy defendiendo esta noche. No estoy construyendo mi caso con base en pasajes así de polémicos. Lo estoy construyendo sobre los cuatro hechos fundamentales que, en mi opinión, están confirmados de manera creíble por varios testimonios independientes y el criterio de vergüenza con el que la mayoría de los expertos en Nuevo Testamento concordarían. Así que no estoy aventurando nada de lo que dije esta noche basándome en la historicidad de la aparición de Jesús en el camino de Emaús o la interpretación que usted le ha dado. Eso está fuera del caso que estoy presentando.

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Sin embargo, con respecto a la idea de regresar a las escrituras y encontrar a Jesús ahí, permítame decir que yo creo que precisamente mi caso basado en los cuatro hechos la invalida. Tenemos buenas fuentes tempranas e independientes que indican que Jesús fue sepultado en una tumba por un judío miembro del sanedrín, que la tumba se encontró vacía el domingo por la mañana después de la crucifixión, que varios individuos y grupos vieron estas apariciones de Jesús y que llegaron a creer que había resucitado. Además, los mencionados pasajes del Antiguo Testamento son tan obscuros y difíciles de encontrar que es muy improbable que sean la fuente de la creencia en la resurrección, como el Dr. Ehrman piensa. Más bien sólo pueden descubrirse en retrospectiva. Una vez que se ha creído en la resurrección de Jesús, se va a buscar en las escrituras para encontrar textos que la demuestren y la validen. Pero la hipótesis contraria es la vieja idea de Bultmann de que de alguna manera al buscar en las escrituras llegaron a creer estas cosas. El problema con esa teoría es que estos pasajes del Antiguo Testamento son demasiado obscuros, demasiado ambiguos, como para llegar producir la creencia de la resurrección sobre esa base. Al ser confrontados con la crucifixión, lo más seguro es que los seguidores judíos de una figura mesiánica como Jesús se fueran a casa o se consiguieran otro Mesías, pero no que llegaran a creer en su resurrección. Respuesta del Dr. Ehrman: Sí, Bill sigue hablando de nuestras buenas fuentes tempranas y sigue ignorando el hecho de que dichas fuentes son 40, 50 ó 60 años posteriores a los hechos y que los autores obtuvieron su información de la tradición oral circulante año tras año desde que las historias se inventaron y fueron cambiando. Así que yo no creo que debamos confiar demasiado en esos cuatro hechos. En cuanto a la idea de que estos pasajes son tan obscuros que nadie podría haber dado con ellos: son de Isaías y los Salmos; no son pasajes escondidos en alguna parte de Malaquías. Son pasajes importantes en la vida y adoración judías, y los seguidores de Jesús demostraron haber leído todas las escrituras para entender lo que significaban. Por cierto, también se encuentra en buenas fuentes tempranas que los seguidores de Jesús hicieron justamente eso. Por lo tanto, yo creo que esa es una explicación completamente plausible de cómo los cristianos llegaron a creer en la resurrección. Pregunta para el Dr. Ehrman: Estoy feliz por esta oportunidad. ¡Creo que perdimos algunas oportunidades de aplaudir! Dr. Ehrman, ¿pueden los historiadores verificar un milagro cuando hay testigos oculares de que tuvo lugar? Dado su método histórico, ¿alguna vez ha ocurrido un milagro? Y en caso afirmativo, ¿cuál? En caso negativo, ¿podría ser que usted se rehúsa intencionalmente a creer en los milagros? Respuesta del Dr. Ehrman: ¡Muy buena pregunta! ¡Gracias! Permítame volver a intentarlo. “Aunque haya testigos oculares”. Supongamos que hubo un caso en 1850; el pastor de una iglesia de Kansas cruzó caminando un estanque durante la celebración del cuatro de julio, y doce personas lo vieron. Los historiadores tendrían que evaluar este testimonio y preguntarse: ¿es probable que lo haya hecho? Ahora bien, estos testigos oculares pueden haber dicho que lo hizo; pero uno puede imaginarse otras posibilidades. Es posible que hubiera piedras en el estanque, por ejemplo. Tal vez él estaba alejado y ellos no vieron bien. Se nos podrían ocurrir otras cosas. Si usted pensara en probabilidades, ¿cuáles serían las probabilidades de que un humano pudiera caminar sobre el agua de un estanque que no esté congelado? Las probabilidades son prácticamente cero, porque de hecho los humanos no pueden hacer eso. Si usted cree

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que sí pueden, entonces muéstreme un ejemplo. Ninguno de nosotros puede. Nadie en la faz de este planeta puede. Miles de millones de personas que han vivido no han podido. Entonces, ¿van los historiadores a concluir que probablemente Juan Pérez, el pastor de esta iglesia probablemente lo hizo? No lo creo. Los historiadores no van a concluir eso porque los milagros son una violación del funcionamiento normal de la naturaleza. Entonces, usted no podría verificar el milagro con base en los testimonios oculares. Además, en segundo lugar permítame decir que no estamos hablando de alguien de 1850. Estamos hablando de alguien que vivió hace 2000 años, y no tenemos absolutamente ningún informe de testigos oculares. Los informes que tenemos son de gente que creyó en Él. No son relatos desinteresados. Son historias contradictorias escritas 30, 50 ó 60 años después de los hechos. Respuesta del Dr. Craig: Estoy de acuerdo en que la resurrección de Jesús es imposible desde el punto de vista natural. Pero ese no es el punto. La pregunta es: ¿es improbable que Dios haya resucitado a Jesús? El Dr. Ehrman ni siquiera puede hacer ese juicio porque afirma que los historiadores no pueden hacer declaraciones acerca de Dios. Así que esta noche está atrapado en una contradicción. Por un lado dice que los historiadores no pueden declarar nada acerca de Dios, pero por otro dice que es improbable que Dios haya resucitado a Jesús; eso es una clara contradicción. Una de las vergüenzas del argumento de Hume fue decir que una persona que viviera en el trópico no debería aceptar testimonios de viajeros con respecto a la posible existencia de agua sólida, es decir, hielo. Así que cualquier persona basada en el argumento de Hume tendría que negar hechos perfectamente naturales de los cuales tuviera evidencia abundante sólo por no conocerlos. Exactamente en la misma forma, el argumento que él está presentando sería un decidido impedimento para la ciencia, si dices que nunca podremos reunir suficientes testimonios (suficiente evidencia) para hacernos creer en algo que contradice el curso normal de la naturaleza. Pregunta para el Dr. Craig: ¡Gracias! Estamos hablando de la revelación de evidencia independiente e imparcial. Así que me pregunto si ambos profesores pueden encontrar evidencias que apoyen sus puntos de vista fuera de los escritos cristianos canónicos. Respuesta del Dr. Craig: De hecho no estamos hablando de fuentes desinteresadas. Pero verán, esa es una característica de toda la historia antigua. Los antiguos no escribían historias desinteresadas; todos tenían un punto de vista o un interés personal. Así que los historiadores deben tomar eso en cuenta al hacer investigaciones históricas. De modo que los expertos hacen eso con respecto a los Evangelios. Se preguntan, ¿cuál es la credibilidad de estos sucesos dado que vienen de creyentes cristianos? Y una forma de sortear ese problema es mediante testimonios múltiples e independientes, porque si una tradición o suceso es atestiguado por varias fuentes muy tempranas e independientes, entonces es altamente improbable que haya sido inventada. Entonces, los expertos normalmente aceptan un suceso que haya sido atestiguado por, digamos dos o tres fuentes independientes. Pero en el caso de la tumba vacía y el entierro, tenemos unas cinco o seis fuentes independientes. Así que aparte de los prejuicios contra los milagros, no hay buenas razones para negar el corazón histórico de esas narraciones, especialmente si recordamos que no estamos hablando de fuentes extemporáneas por 30, 40 ó 60 años. Estamos hablando de las tradiciones en las que se basan, y que se remontan a cinco o siete años posteriores a la crucifixión. Comparados

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con las fuentes de la historia greco-romana, los Evangelios están muy por encima de los materiales con los cuales los historiadores tienen que trabajar, que generalmente son posteriores por cientos de años a los sucesos que registran, involucran muy pocos testigos oculares, y son contados por gente completamente parcial. Y aún así, los historiadores reconstruyen el curso de la historia del mundo antiguo. Como dije al citar a N. T. Wright, la tumba vacía y las apariciones de Jesús son tan ciertas como la muerte de César Augusto en el año 14 de nuestra era, o incluso que la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. Aunque piensen que es una exageración, yo creo que estos hechos están mejor confirmados que muchos otros hechos de la antigüedad comúnmente aceptados como históricos. Respuesta del Dr. Ehrman: Con que pides fuentes no canónicas. Creo que una razón por la cual Bill no quiso contestar es que las fuentes no canónicas no apoyan su postura. De hecho, las fuentes paganas no canónicas nunca se refieren a la resurrección de Jesús hasta algunos siglos después. En realidad, Jesús no aparece en ninguna fuente no canónica pagana hasta 80 años después de su muerte. Así que queda claro que no tuvo impacto en el mundo pagano. El historiador judío Josefo mencionó a Jesús, pero no creía en su resurrección. Existen fuentes cristianas no canónicas que hablan de la resurrección; desafortunadamente casi todas, aunque se trata de Evangelios no canónicos, la narran de forma que no concuerda con la reconstrucción de Bill. Los autores no creen que Jesús haya sido resucitado físicamente, corporalmente. Si desean evidencia de eso simplemente lean el Segundo Tratado del Gran Set o el Apocalipsis Copto de Pedro; sigan leyendo. Sí hay un relato en el que Jesús sale de la tumba. Está en el Evangelio de Pedro; es un relato apocalíptico. Jesús sale de la tumba siendo tan alto como un rascacielos, seguido por una cruz que habla a los cielos. Este es claramente un relato legendario de poco uso para los historiadores que deseen saber qué sucedió. Moderador: ¡Ahora podemos aplaudir! Cierre: Ha llegado el momento de dar por terminado el debate de esta noche, y me gustaría agradecer nuevamente a las organizaciones patrocinadoras: el Centro para la Religión, Ética y Cultura, y la Hermandad Cristiana del Campus, así como a nuestro moderador, William Shea. Ustedes han sido un público sobresaliente con excelentes preguntas. Les agradecemos su asistencia. Hay una mesa al fondo con algunos de los libros de ambos expositores, así como algunos otros volúmenes de la hermandad del campus. Finalmente, me gustaría agradecer una vez más a los profesores William Lane Craig y Bart D. Ehrman por compartir su tiempo y talento con nosotros. Por favor acompáñenme a agradecerles que hayan estado con nosotros esta noche.