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LA REPRESENTACIÓN SIMBÓLICA DEL
GÉNERO EN LA LEGISLACIÓN SOBRE CUOTAS
Antonia María Ruiz Jiménez
Universidad Pablo de Olavide
Raquel Pastor Yuste
Universidad de Cádiz
Tània Verge Mestre
Universitat Pompeu Fabra
VERSIÓN BORRADOR. NO CITAR SIN EL PERMISO EXPLÍCITO DE LAS AUTORAS.
Resumen
La incorporación de la mujer al mundo de la política (entre otros ámbitos) es sin duda
una de las transformaciones más notables de las últimas décadas, no solo en nuestro país. El
análisis de esta transformación y sus consecuencias cuenta con un amplio corpus de
investigación. Sin embargo, la propuesta que presentamos se centra en el análisis de una de las
dimensiones de la representación política del género que aún permanecen infra-estudiadas, la
representación simbólica. Frente a la representación descriptiva (el análisis del número y perfil
de las mujeres que participan como representantes en política) y la representación sustantiva (el
análisis del grado en que los representantes “actúan por” y defienden os intereses de los/as
representados/as), la representación simbólica trata de analizar el grado en que los
representantes se constituyen en “símbolos” susceptibles de generar lazos emocionales y
reacciones psicológicas entre los/as representados/as. En concreto, lo que planteamos es el
análisis de la legislación sobre cuotas de ámbito nacional en España (seis procesos en total: dos
proposiciones no de ley, tres proposiciones de ley, y un proyecto de ley entre 1996 y 2006).
La legislación sobre cuotas se ha justificado a través de argumentos sobre la calidad de
la democracia y el proceso representativo. Nuestro análisis va más allá: en el proceso de
justificación se ofrece una visión normativa del mundo en que mujeres y hombres ocupan unos
lugares determinados. Partimos del planteamiento Lombardo y Meier (2014), aplicando un
análisis crítico de marcos a los textos legislativos iniciales y finales en los procesos
seleccionados. Pero, además, incorporamos el análisis de los debates parlamentarios en los
procesos que han tenido recorrido legislativo (cuatro de los seis), a través de los cuales podemos
analizar la contestación a las construcciones simbólicas de esos textos. Concretamente,
realizamos un perfil de los intervinientes en los debates (a favor y en contra), así como un
análisis de los valores que los propios intervinientes encarnan en sus discursos y sus creencias
sobre el mundo y el lugar que hombres y mujeres ocupan en él.
Palabras clave: género, cuotas, representación simbólica, representación política
Agradecimientos: Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Economía y
Competitividad de España, a través del proyecto FEM2013-45719-P. IP: Tània Verge Mestre
(http://www.upf.edu/simbolrep). Agradecemos sinceramente el trabajo como asistente en la
investigación de Giulia Mariani.
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INTRODUCCIÓN
El avance de la legislación sobre cuotas en España ha sido paulatino. A
mediados de los años 90, y bajo el primer gobierno del Partido Popular, se presentó una
Proposición no de Ley instando al incremento de la presencia de las mujeres en los
cargos públicos, justo un año después de la celebración de la Conferencia Mundial de
mujeres de Naciones Unidas (Beijing, 1995) y de que la Unión Europea instara a los
Estados miembros a adoptar incentivos y medidas legislativas para hacer efectiva la
igualdad en el acceso a la toma de decisiones. Fue defendida por el Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya (IU-IC) en 1996 y
caducó sin llegar a tramitarse. Tres años más tarde, el Grupo Parlamentario Socialista,
presentó una iniciativa relativa a la aprobación por el Gobierno de un plan de acción
sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones en todos los niveles pero
la Iniciativa tampoco fue tramitada por el Congreso de los Diputados y finalmente
caducó.
Por su parte, durante el período de vigencia de la Segunda Legislatura Popular
(2000-2004), tuvieron lugar de nuevo sendos intentos dirigidos a la aprobación de la
paridad entre hombres y mujeres en el acceso a cargos públicos. En este sentido, en el
año 2002 se presentaron tres Proposiciones de Ley en el Congreso de los Diputados
para reformar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) con el objetivo
de equilibrar la presencia de hombres y mujeres en las listas electorales. La iniciativa
del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida señalaba que en las candidaturas
suscritas por los representantes de los partidos, federaciones y coaliciones y por los
promotores de las agrupaciones de electores, la diferencia entre el número de
candidatos de cada sexo, no podía ser superior a uno. Por su parte, la iniciativa
presentada por el Grupo Parlamentario Mixto venía a defender las llamadas listas
cremallera, pues proponía que las listas electorales estuvieran integradas por candidatos
y candidatas, ordenados de forma alternativa.
Finalmente, en la Legislatura Socialista (2004-2008) se aprueba la Ley de
Igualdad (Ley Orgánica 3/2007) que instaura la paridad en las candidaturas electorales,
tanto a través de lo dispuesto en su Disposición Adicional Primera que establece el
principio de presencia o composición equilibrada, como en la Disposición Adicional
Segunda que viene a modificar el artículo 44 bis de la LOREG. La nueva medida
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dispone que las candidaturas deberán estar conformadas por un máximo de 60% y un
mínimo del 40% de cualquiera de los dos sexos, y estas proporciones deberán ser
respetadas tanto para el conjunto de la lista como para cada tramo de cinco puestos.
El análisis de esta legislación, tanto en España como en otros países, se ha
llevado a cabo desde diferentes perspectivas, como señalaremos más adelante. Sin
embargo, su análisis como discurso simbólico está aún por explorar. Es decir, en la
legislación sobre cuotas subyace una visión simbólica de los representados (principal),
de las relaciones de género así como del proceso de construcción del representante
(agente) y de las interacciones entre ambos. De hecho, las cuotas pueden contribuir y,
de hecho suelen plantearlo como objetivo, a crear un hábito y práctica social respecto a
la presencia de la mujer en la política que contribuye a crear el nexo de conexión entre
el símbolo y la respuesta social. Nuestro objetivo en este trabajo es analizar este papel
simbólico desde un punto de vista discursivo, de construcción de los símbolos por parte
de los partidos como creadores.
La legislación de cuotas en cuanto que potencial portadora y creadora de
representaciones simbólicas del género contribuye también a crear identidades,
legitimar el sistema y mantener el control popular. Respecto a la construcción de
identidades sociales, la representación simbólica señala fronteras y define quien está
incluido y excluido. Estas fronteras son esenciales para definir la identidad colectiva
(Gramson 1997; Morelli, 1995). En función de construcción de identidad colectiva, la
representación simbólica suele incluir algunos, no todos, los grupos sociales de un
territorio dado (Lombardo y Meier 2014: 32). Respecto a la legitimación, la principal
función de ésta es mantener el sistema. En este sentido, los símbolos se usan para
otorgar a los sistemas y sus líderes legitimidad, en parte porque estos símbolos son
“canales” de comunicación a través de los cuales el gobierno puede movilizar apoyo
(Birch 1972: 108). La legitimidad se puede generar también a través de la evocación de
los símbolos (de unidad nacional como la bandera o el rey). Éstos pueden generar
respuestas afectivas en la gente, estableciendo de este modo un vínculo más directo
entre el pueblo y el sistema político y social que busca legitimarse. En relación con el
control político, parece evidente que los actores políticos usan los símbolos para ejercer
control político y manejar mejor los conflictos sociales (Northcutt 1991). Especialmente
el discurso y su uso simbólico tienen un papel en el control político (Lombardo y Meier
2014: 35).
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Todo ello justifica el interés y la novedad del análisis de la legislación sobre
cuotas en España desde el punto de visto de la representación simbólica del género. En
las secciones siguientes presentamos, en primer lugar, un breve recorrido por la
literatura sobre representación política y cuotas, y presentamos el marco teórico del
análisis. A continuación describimos la metodología del trabajo. Finalmente,
presentamos y discutimos los resultados de los análisis y finalizamos presentando las
conclusiones.
REVISIÓN DE LA LITERATURA Y MARCO TEÓRICO
La literatura sobre representación política y más en concreto la teoría política
feminista viene desarrollando un amplio corpus de investigaciones de carácter teórico y
empírico acerca de lo que se conoce como las dimensiones fundamentales de la
representación, que siguiendo la obra clásica de Hanna Pitkin (19697), se han venido
centrando prioritariamente en la representación descriptiva y sustantiva. La primera
alude a la presencia en los órganos de representación “standing for”, la segunda al
ejercicio mismo de la representación “acting for”. Más en concreto, si la primera
dimensión trata de dar cuenta de la medida en que los órganos de representación son un
reflejo más o menos fiel de la composición en términos de género de la sociedad a la
que representan, la segunda centra su foco de atención en el ejercicio activo de la
representación y la capacidad de los representantes de hacer presentes en los órganos de
representación los intereses de quienes no pueden estar presentes en ellos. La
representación simbólica, a la que se ha prestado menos atención, y en la que se centra
este artículo, sería, junto con la descriptiva, un tipo de representación “standing for”.
Más concretamente, podemos definir la representación simbólica del género en política
como la medida en que un actor político sexuado (agente) afecta a los sentimientos de
sus representados (principal) de ser justa y efectivamente representados (Schwindt-
Bayer y Mishler 2005: 407). O, en palabras de Burrel (1998:151), las mujeres que
participan en la vida pública, se convierten en símbolos para otras mujeres, mejorando
tanto su identificación con el sistema, como su habilidad para influir sobre el mismo.
Diferentes autores han encontrado, efectivamente, una correlación positiva entre
el número de mujeres en política y diferentes aspectos relacionados con el interés, la
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discusión y la ambición política del género femenino (Sapiro y Conover, 1997; Burns et
al. 2001; Campbell y Wolbrecht, 2006; Koning, 2009; Reingold and Harrel, 2010;
Verge y Tormos, 2012), así como un ejercicio diferencial del poder con respecto a los
varones. Otros trabajos se han centrado en intentar determinar los factores que explican
la infrarrepresentación de mujeres en los órganos de decisión.
En relación a estos últimos, las investigaciones suelen mencionar factores de
carácter socioeconómico (Matland, 1998), cultural (Inglehart y Norris, 2003) e
institucional (Caul, 1999; McAllister y Studlar, 2002) como determinantes a la hora de
explicar la composición más o menos equilibrada en términos de género de las
instituciones de representación. Por lo que se refiere al ejercicio del poder, se trata de
trabajos que vienen a poner en relación las dimensiones descriptivas y sustantivas de la
representación política, reconociendo bien la importancia de una “masa crítica”
(Dahlerup, 1988), bien la de “actores críticos” con capacidad de desarrollar “actos
críticos” (Childs y Krook, 2009; Tremblay y Pelletier, 2000; ) o incluso de “contextos
críticos” (Pastor Yuste, 2011; Pastor e Iglesias, 2014), que por su presencia
cuantitativa, sus orientaciones actitudinales feministas, o el contexto de partido, cámara
legislativa, junto con el momento legislativo en el que el actor se sitúa, pueden
favorecer o dificultar la génesis y desarrollo de una agenda y estilo político propio.
Respecto al efecto que la presencia simbólica del género tiene sobre las mujeres, la
literatura que existe se ha centrado mayoritariamente en los efectos simbólicos que
genera la representación descriptiva (Schwindt-Bayer 2010; Childs 2008; Franceschet et
al. 2012; Stokes-Brown y Dolan 2010; Zettenberg 2012). Iniciativas recientes más
sofisticadas metodológicamente han demostrado el impacto positivo de la
representación simbólica del género en la evaluación del sistema político (Verge,
Espirito-Santo y Wiesehomeier 2015).
Es en este contexto en el que cabe situar el debate en torno a aquellas medidas
como las cuotas que, si bien tienen el efecto visible de mejorar la composición en
términos descriptivos de las instituciones en las que se aplican, cabe considerarlas
también como un indicador en sí mismo de la tercera dimensión a la que nos hemos
referido, la representación simbólica, y que hasta recientemente ha sido la “gran
olvidada” (Lombardo y Meier, 2014: 5) en los estudios feministas sobre representación.
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Por lo que a las cuotas se refiere, numerosos estudios han venido a poner de
manifiesto cuál ha sido la evolución en su aplicación en los países analizados (Dahlerup,
2006; Ruiz Jiménez, 2009; Meier y Lombardo, 2013), su tipología, -desde las cuotas
voluntarias a las cuotas legales que han supuesto cambios normativos y reformas
constitucionales en los países en que se han aplicado-, (Verge, 2013), así como el papel
protagonista de los partidos de izquierda en su implementación (Verge, 2008) y el
“efecto contagio” (Meier, 2013) que su puesta en práctica ha tenido en los partidos más
reacios a este tipo de medidas; partidarios, por su parte, de medidas voluntarias
relacionadas con estrategias retóricas o de acción positiva frente a los partidos de
izquierda, grandes defensores de las cuotas legales y obligatorias en cuanto medidas de
discriminación positiva.
Ahora bien, más allá de la implementación de estas prácticas y de su eficacia en
la consecución del equilibrio paritario de las instituciones en las que se han aplicado,
más allá de la justificación que se ha hecho en torno a la necesidad de las mismas, e
incluso de las visiones que sobre estas medidas pueda tener la ciudadanía subyace a
ellas una visión simbólica de los representados (principal), de las relaciones de género
así como del proceso de construcción del representante (agente) y de las interacciones
entre ambos. Más aún, las cuotas pueden contribuir y, de hecho suelen plantearlo como
objetivo, a crear un hábito y práctica social respecto a la presencia de la mujer en la
política que contribuye a crear el nexo de conexión entre el símbolo y la respuesta
social.
La particularidad de la representación simbólica reside en la capacidad del
símbolo, el agente, para evocar o sugerir significados, creencias, sentimientos y valores
que son adecuados para el principal (Childs 2008; Northcutt 1991; Parel 1969). Sin
embargo, el vínculo entre el agente y el principal es arbitrario y reside en la respuesta
emocional de la gente más que en un criterio racional justificable (Pitkin 1967:101). Es
decir, la conexión entre el símbolo y la respuesta depende del hábito y de la práctica
social encajada en las normas y valores de una sociedad (Lombardo y Meier 2014:4),
que las cuotas, como hemos mencionado, a menudo pretenden y pueden contribuir a
cambiar.
En síntesis, esta comunicación se centra en el estudio de la representación
simbólica del género, tomando como unidad de análisis la legislación sobre cuotas en
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España. Nuestro objetivo principal es la descripción acerca de cómo se construye
simbólicamente la representación de género, no sobre los efectos que dicha
representación pueda tener sobre los representados. Para ello se parte del análisis de
marcos interpretativos de Lombardo y Meier (2014: 6), en que estas autoras plantean un
avance sustantivo en el estudio descriptivo de la representación simbólica del género.
Partiendo de la idea de Pitkin sobre representación simbólica que implica a un agente
que “stands for” un principal, unen la idea más reciente de la representación como
construcción. Es decir, analizan la representación simbólica del género a través de la
construcción de hombres y mujeres como símbolos políticos. Nuestro análisis de la
legislación sobre cuotas comparte estos planteamientos como marco teórico.
Siguiendo a estas autoras nos vamos a centrar en “agentes discursivos” es decir,
en una representación simbólica basada en el lenguaje (Bondi 1997; Bourdieu 1991).
Lombardo y Meier (2014). Analizar el discurso cómo agente en la representación
simbólica es particularmente útil para capturar y hacer explícitos los significados
genéricos y las normas o símbolos que evocan, revelando significados que de otro modo
quedarían ocultos. De lo que se trata en este tipo de análisis es de analizar cómo se
expresan las relaciones de género en el discurso y de qué son símbolos los hombres y
las mujeres en esos discursos.
Lombardo y Meier (2014:26) mencionan algunos antecedentes de este tipo de
análisis en la literatura sobre género y nacionalismo. En ellos se analiza cómo las
naciones o estados simbolizan a hombres y mujeres y el significado que esta creación,
perpetuación y uso de los símbolos generizados implican para la (re)producción del
género. Esos análisis han demostrado que hombres y mujeres no solo simbolizan
aspectos diferentes de las naciones y estados, sino que sus roles están naturalmente
jerarquizados. Las autoras se basan igualmente, en la amplísima literatura existente
sobre todo tipo de agentes, normalmente relacionados con las naciones o los estados:
bandera, desfiles, edificios públicos, estatuas, capitales, monedas, flores y plantas, etc.
Esa literatura pone de manifiesto que los agentes tienen el poder de sugerir un
significado tal que la gente asocia inmediatamente al agente con lo que éste representa.
Precisamente, por este poder de evocación, son ampliamente usados en la
representación política, y no solo por su poder para evocar significado, sino también
para corporeizar ese significado (Lombardo y Meier, 2014: 20).
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Siguiendo a Michael Saward (2006), Lombardo y Meier argumentan que la
representación simbólica, al contrario que la descriptiva o sustantiva siempre implica la
intervención de un creador (maker): un actor que construye al agente en la
representación simbólica. En el caso de la legislación sobre cuotas que nos ocupa en
este trabajo, es obvio que los partidos políticos actúan como creadores de símbolos
(agentes) que representan las relaciones de género (principal), describiendo y
proponiendo cómo debería ser el mundo y los roles que hombres y mujeres jugarían
dentro de él. Nuestro análisis de las cuotas, por tanto, tiene en cuenta tanto a los
creadores o proponentes de las construcciones simbólicas, como a los agentes que se
proponen y la forma en que representan al principal (el género). Sin embargo este tipo
de análisis discursivo es también particularmente adecuado para analizar la contestación
y renegociación de símbolos. En nuestro caso, el debate de la legislación sobre cuotas
(además de los propios textos legislativos), nos va a permitir aproximarnos también a
esta dimensión.
OBJETIVOS, DATOS Y DISEÑO
Como señalábamos en la introducción, nuestro objetivo fundamental es
descriptivo: conocer cómo se representa simbólicamente el género en un corpus
legislativo particular, la legislación sobre cuotas.
Los documentos susceptibles de análisis incluyen tanto legislación de ámbito
nacional como autonómico, así como algunas sentencias del Tribunal Constitucional.
De ellos, nos hemos limitado en este trabajo a los de ámbito nacional, como se refleja
en la tabla 1. En total se trata de seis textos. Las dos proposiciones no de ley,
presentadas en 1996 y 1999, por Izquierda Unidad y el PSOE, respectivamente,
caducaron sin llegar a tramitarse. Las dos proposiciones de ley, presentadas entre 2001
y 2002, por los grupos de IU, PSOE y Mixto, tuvieron tramitación parlamentaria pero
fueron rechazadas. Finalmente, el Proyecto de Ley Orgánica para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres tuvo tramitación parlamentaria y es el único de todos los textos
seleccionados que fue, finalmente aprobado.
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Tabla 1. Iniciativas legislativas sobre cuotas de ámbito nacional
EXPEDIENTE año Proponente Tipo Título Res.
162/000034 1996 Grupo Federal de Izquierda Unida- Iniciativa per Cataluña
Proposición no de ley ante el pleno
Proposición no de Ley relativa a la participación paritaria de hombres y mujeres en los cargos públicos.
C
162/000401 1999 Grupo Socialista del Congreso
Proposición no de ley ante el pleno
Proposición no de Ley relativa a la aprobación por el Gobierno de un plan de acción sobre la participación de las mujeres en la toma de decisiones en todos los niveles.
C
122/000153 2001 Grupo Parlamentario Socialista
Proposición de Ley
Reforma de la Ley Orgánica 5/l985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General (LOREG) (Orgánica).
R
122/000170 2002 Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida.
Proposición de Ley
Acceso en condiciones de igualdad de mujeres y hombres a los mandatos electorales y funciones electivas.
R
122/000236 2002 Grupo Parlamentario Mixto.
Proposición de Ley
Reforma de la Ley Orgánica 5/1985, del Régimen Electoral General, para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso a cargos electos (Orgánica).
R
121/000092 2006 Gobierno (PSOE) Proyecto de Ley
Orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
A
C, Caducado
R, Rechazado
A, Aprobado
El análisis realizado incluye tres dimensiones. Por un lado, realizamos un
análisis del discurso en los propios textos legislativos, siguiendo en parte el CFA o
critical frame analysis (Lombardo y Meier 2014), que responde a cinco preguntas clave
respecto a la propuesta que la ley hace sobre las cuotas:
1. ¿Cuál es, o cómo se define, el PROBLEMA?
2. ¿POR QUÉ es esto un problema?
3. ¿PARA QUIÉN es un problema?
4. ¿Qué suponen las CUOTAS como solución a este problema?
5. ¿Quién se beneficia de la aplicación de las cuotas?
Por otro lado, realizamos un análisis de los debates parlamentarios para los
textos que han tenido tramitación. Nos ha parecido interesante incluir estos debates
porque en ellos encontramos tanto "defensores" como "opositores" de las cuotas, y
entendemos que son interesantes los argumentos y la construcción simbólica del género
por ambas partes. Si nos hubiéramos limitado a los textos legislativos, sólo tendríamos
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una visión de la construcción simbólica del género. Pero las definiciones simbólicas
pueden, y son contestadas. En el caso que nos ocupa, esas construcciones son
contestadas por los "opositores" a las cuotas. Desde este punto de vista, los debates nos
ofrecen mayor riqueza para estudiar la construcción simbólica del género porque
podemos ver cómo es contestada1. Lamentablemente los debates parlamentarios sólo
están disponibles para cuatro de los seis textos seleccionados: los textos que caducaron
sin llegar a tramitarse no fueron debatidos en sede parlamentaria, obviamente. Las
proposiciones de ley presentadas entre 2001 y 2002 se debatieron conjuntamente, es
decir, tenemos un único documento de análisis, el Diario de Sesiones nº 243, de 8 abril
2003, en el que se debate la toma en consideración de dichas proposiciones. Finalmente,
el Proyecto de Ley Orgánica, cuenta con numerosos debates que podrían ser objeto de
análisis, pero no es una ley específica sobre cuotas, aunque una parte de la misma se
centre en ellas. Del corpus disponible se han seleccionado los debates finales en el
Parlamento, el que se aprueba el texto definitivo para enviar al Senado, y el que debate
y aprueba el texto devuelto por el Senado antes de su publicación en BOE (Diarios de
Sesiones nº 225, de 21 diciembre 2006 –aprobación en Pleno; y nº 240, de 15 marzo
2007 –Debate y votación de enmiendas o veto del Senado). El análisis de los debates
parlamentarios sigue un esquema inductivo basado en una codificación sobre valores y
creencias (Saldaña 2013); básicamente nos ha interesado reflejar la visión del mundo
que tienen los intervinientes y el lugar que ocupan hombres y mujeres en esa
configuración.
En tercer y último lugar, analizamos la diversidad de sexos entre “defensores” y
“opositores”, y sus perfiles políticos y personales, en aquellos debates que han sido
objeto de análisis. Entre otras características consideramos su sexo, edad, estado civil,
formación y trayectoria política.
En resumen, planteamos un diseño longitudinal, que incluye el análisis de seis
iniciativas legislativas y tres debates parlamentarios, dentro de los cuales analizamos
tanto el contenido del propio debate como el perfil de los intervinientes.
1 Pero, además, los preámbulos y exposición de motivos de la legislación suelen ser cortos, y el articulado formalista.
Frente a ello, los debates permiten profundizar, precisamente, en los discursos de los partidos. En principio no
interesa comparar si lo que dicen los "defensores" u "opositores" es igual o no a lo que dice el partido, sino que, por
el contrario, tomamos lo que dicen como el discurso del partido. No obstante, al margen del discurso "oficial" que
pueda tener el partido, y que se reproducen en los debates, cada persona tiene unos valores personales, unas
características, una trayectoria política que forman parte de la simbología y, probablemente, del motivo por el que se
encuentra defendiendo (u oponiéndose) a una legislación concreta, y que nuestro análisis también tiene en cuenta.
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RESULTADOS
Iniciativas legislativas
Cada Iniciativa Legislativa viene acompañada de una motivación, lo que en el
propio texto publicado en su Boletín Oficial correspondiente se denomina como
Exposición de motivos. La motivación viene a captar/capturar los argumentos explícitos,
pero sobre todo implícitos, que subyacen y justifican la pertinencia de la Iniciativa que
se propone, y siempre, claro está, desde la perspectiva del Grupo Parlamentario que la
presenta.
Nuestro foco de atención en este trabajo se centrará en el análisis cualitativo de
esa Exposición de motivos.2 Si algo viene a caracterizar de forma común a las iniciativas
legislativas que desde mediados de los años 90 se presentan en España y que culminan
en el año 2007 con la promulgación de la Ley de Igualdad bajo el Gobierno Socialista
de Rodríguez Zapatero, es que la justificación de las mismas se enmarcan en la
preocupación y sensibilidad a nivel internacional por la igualdad y la presencia
equilibrada de hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida social. Las
recomendaciones planteadas a nivel Internacional y Europeo por Organizaciones como
Naciones Unidas, El Consejo de Europa, Parlamento Europeo y los acuerdos suscritos
por los países miembros de la Unión Europea en materia de igualdad, constituyen una
de las bases argumentativas de mayor relevancia y calado entre las distintas fuerzas
políticas españolas en las que enmarcar la justificación de las propuestas nacionales. Y
todo ello porque, si no fuera así, tal como se plantea en la exposición de motivos de las
iniciativas analizadas, España quedaría fuera de la normalidad internacional.
A nivel simbólico, los creadores están proponiendo un agente en la figura de la
mujer política que representa la modernidad y la europeización de España. La
aspiración a la modernización de España a través de su europeización forma parte de un
viejo y profundo debate en nuestro país desde finales del siglo XIX (Preston y Smyth
1984: 25). Joaquín Costa (1981 [1900]) fue uno de sus más fervientes defensores a
través del movimiento denominado “regeneracionismo”. La oposición entre la
2 En el caso de la Ley Orgánica 3/2007 se completará, por una parte, con su Título Preliminar, pues es en él donde se
establecen lo que constituye su objeto y ámbito de aplicación. Por otra parte, con las Disposiciones Adicionales
Primera y Segunda, pues en ellas se recogen, respectivamente, regulaciones específicas para definir el principio de
composición o presencia equilibrada, así como modificaciones de preceptos de leyes vigentes, necesarias para su
acomodación a las exigencias y previsiones derivadas de la Ley de Igualdad, que para el caso que nos ocupa, se
centran en la modificación de la LOREG.
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modernización europea, ligada a la ideología liberal, y el tradicionalismo hispánico
llevó a una notoria confrontación pública entre los dos filósofos más influyentes de
comienzos del siglo XX en nuestro país Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset
(Madariaga, 1989) que llegaron a simbolizar la idea de “las dos Españas” (Carr 1980:
12; véase también Álvarez Junco, 1997; Boyd 1997). En la legislación sobre cuotas
esta vieja idea reemerge y es simbolizada en la mujer política. El sistema político
contemporáneo a la legislación que analizamos, por tanto, sin la presencia femenina,
queda enmarcado en la idea de lo tradicional en el sentido de cerrado sobre sí mismo y
atrasado. Es decir, se transmite la idea de que el principal no estará adecuadamente
representado hasta que el agente-mujer política esté adecuadamente presente en la
política.
Además de esta base jurídico-legal y de contexto internacional en la que se
apoyan las iniciativas legislativas analizadas, el asunto/problema que se trata de afrontar
con las mismas se enmarca en argumentos relacionados con el propio sistema
democrático de forma interna. Hay una relación entre la presencia de mujeres y el
funcionamiento y calidad de la democracia, la cual se tambalearía si en los puestos de
decisión la presencia femenina fuera escasa o inexistente.
(…) Favorecer la participación política de las mujeres considerada de absoluta justicia
democrática y enriquecedora de la propia democracia. (Expediente 162/000034. BOCG D-24,
14.06.1996).
Feminizar la sociedad significa, en primer lugar, incorporar en el ámbito público y de la
decisión política el máximo número de mujeres, para que la anomalía democrática que significa
que las mujeres estén sistemáticamente infrarrepresentadas en los lugares de toma de decisiones
desaparezca (…) (Expediente 122/000236. BOCG B-268-1, 31.07.2002).
(…) Se asumen los recientes textos internacionales en materia de igualdad y se avanza
en el camino de garantizar una presencia equilibrada de mujeres y hombres en el ámbito de la
representación política, con el objetivo de mejorar la calidad de esa representación y con ella de
nuestra propia democracia. (Ley de Igualdad 3/2007 de 22 de marzo. BOE 23.03.2007).
Los creadores establecen un vínculo entre representación y democracia, y, más
concretamente entre esta última y la representación descriptiva en cuanto reflejo lo más
ajustado posible de la composición de género de la sociedad, lo que es de justicia
distributiva; y, por otra parte, entre representación descriptiva y sustantiva puesto que
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una composición de género equilibrada en los puestos de decisión, se considera
condición necesaria para que sean representados los intereses de las mujeres.
A nivel simbólico, por tanto, el creador propone un agente que crea justicia,
enriquece y mejora la democracia. Es decir, volvemos a la idea señalada anteriormente
de “regeneración”, proponiéndose en este caso a la mujer como regeneradora de la
política, de la democracia. Obviamente la idea de regeneración, implica una crítica del
sistema contemporáneo y su funcionamiento, así como de quienes ocupan los puestos de
poder: una crítica de los valores no ya masculinos, sino patriarcales, que expulsan a las
mujeres de la esfera pública. Sin embargo, el creador propone también una idea
simbólica del principal, ya que concibe y construye discursivamente a las mujeres como
un grupo homogéneo con intereses compartidos.
(…) La participación igualitaria de las mujeres en la toma de decisiones no es sólo una
exigencia básica de justicia o democracia, sino que puede considerarse una condición necesaria
para que los intereses de las mujeres se tengan en cuenta (Expediente 122/000153. BOCG B-
171-1, 16.11.2001).
La presencia de mujeres en el ámbito de decisión pública debe dejar de ser una
excepción y los valores, necesidades y experiencias de las mujeres tomen significación política
(Expediente 122/000236. BOCG B-268-1, 31.07.2002).
Precisamente en el contexto de este déficit democrático se enmarcaría la
justificación de la existencia de cuotas que, no serían tanto un fin en sí mismas cuanto
un medio o instrumento para la consecución de un fin cuál es equilibrar la presencia de
los sexos. Se trataría, además de un mecanismo, considerado necesario, para la
consecución de la igualdad y para combatir las discriminaciones por razón de sexo,
siendo los beneficiarios de su implementación la sociedad en general. De manera más
específica, para la consecución de la igualdad en el ámbito de la participación política
se establece en la ley el llamado principio de presencia o composición equilibrada de
forma que en el conjunto de la lista de candidatos las personas de cada sexo no superen
el sesenta por ciento ni menos del 40 por ciento (Disposición Adicional Primera, Ley
3/2007 de 22 de marzo. BOE 22.03.2007). Este principio se formula en la Ley de forma
neutra con respecto al sexo, puesto que no se adjudica un porcentaje específico a un
sexo en detrimento del otro. Y se propone mantener esa proporción en el conjunto de la
lista y en cada tramo de cinco nombres de la misma (Disposición Adicional Segunda de
modificación de la LOREG, Ley 3/2007 de 22 de marzo. BOE 22.03.2007). Por su
14
parte, la proposición de ley formulada por el Grupo Parlamentario Mixto de Reforma de
la LOREG (expediente 122/000236, BOCG B-268-1, 31.07.2002) era más ambiciosa en
este sentido pues proponía que para hacer efectivo el principio de igualdad de
condiciones en la participación política, las candidaturas electorales deberían tener una
presencia equilibrada de hombres mujeres, y para ello las listas electorales estarían
integradas por candidatos y candidatas, ordenados de forma alternativa.
La composición de las listas es un elemento simbólico muy interesante, en
cuanto que el creador propone dos agentes complementarios, de sexo masculino y
femenino, que conjuntamente deben crear el sentimiento de ser justa y efectivamente
representados en el principal, la sociedad en su conjunto.
En resumen, las medidas propuestas tienen un significado simbólico en sí
mismas, pues con independencia de ir dirigidas a la mejora de la representación
descriptiva de los órganos de representación, se constituyen como base y forma de
expresión de unas relaciones de género igualitarias, que redundan en el desarrollo de un
sistema político más democrático y del que se beneficia el conjunto de la sociedad.
Debates Parlamentarios
De los tres debates parlamentarios considerados, el que corresponde a la toma en
consideración de las proposiciones de ley presentadas entre 2001 y 2002, es el único
que realmente se centra de forma exclusiva en el tema de las cuotas. Los otros dos
debates, correspondientes al Proyecto de Ley Orgánica para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres, incluyen una gran cantidad de temas y no todos los intervinientes
tocan el tema de las cuotas. No obstante, han aparecido temas susceptibles de
codificación.
El análisis de estos debates revela que defensores y opositores a las cuotas
construyen argumentos paralelos: cada uno enfatiza unos valores y creencias
determinados sin referirse o responder a los planteamientos del otro (lo que no significa
que no haya críticas). No obstante, existe un marco narrativo común en el que se
producen posicionamientos diferentes. Mientras que los defensores de las cuotas
piensan que se puede, y se debe, acelerar el futuro, los opositores creen que la evolución
15
“natural” de la sociedad traerá más mujeres a la política, una vez superadas
desigualdades más importantes.
El primero de los debates se produce 8 abril 2003 (Diario de Sesiones nº 243).
Se centra en la toma en consideración, conjunta, de las Proposición de Ley de Reforma
de la Ley Orgánica 5/l985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General (LOREG)
(Orgánica), del Grupo Parlamentario Socialista; la Proposición de Ley de Acceso en
condiciones de igualdad de mujeres y hombres a los mandatos electorales y funciones
electivas, del Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida; y la Proposición de Ley
de Reforma de la Ley Orgánica 5/1985, del Régimen Electoral General, para garantizar
la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso a cargos electos (Orgánica), del Grupo
Parlamentario Mixto.
De forma general, la visión del mundo que presentan los intervinientes a favor
de las iniciativas repite ciertas ideas que podemos encontrar también en el análisis de las
proposiciones de ley. Entre otras, la formulación del problema como una cuestión que
afecta a la calidad de la democracia; la idea de que la igualdad real se puede impulsar
mediante medidas legales3, entre ellas las cuotas; la justificación de que existe un
mandato legal y una exigencia internacional para llevar a cabo esta reforma; la creencia
de que una mayor presencia de la mujer en la política mejorará no solo la democracia,
sino la sociedad en su conjunto, etc. Todo ello remite, como hemos mencionado
anteriormente, a la construcción del agente-mujer política como símbolo de
modernidad-europeización y de regeneración política.
No obstante, este debate es muy interesante por la visión más detallada que nos
ofrece, precisamente, de la mujer como regeneradora de la política. De hecho, aparece
de forma explícita la imagen del hombre que busca el poder por el poder, destructivo y
agresivo en su forma de hacer política frente a la mujer, que es dibujada como virtuosa,
equilibrada, capaz de resolver los conflictos por medios no violentos, cuidadora,
maternal, pacifista.
Esta situación viene determinada por un factor externo a la propia tramitación de
las iniciativas legislativas: la muerte de Julio Anguita y José Couso, reporteros que
cubrían la guerra de Irak y que resultaron muertos tras el ataque del ejército americano
3 Lo que sin embargo entra en contradicción con la observación repetida de que hasta el momento la igualdad legal
consagrada en textos como la Constitución no ha conseguido que exista igualdad real.
16
al hotel donde se alojaba la prensa. La participación española en la guerra de Irak se
había producido por el empeño del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar,
frente a una fuerte oposición de la ciudadanía. Así, la figura de Aznar, encarnando la
forma de hacer política masculina se cuela en el debate, y frente a ella se opone la
hipotética forma de hacer política femenina. Mientras que Aznar representa al Hombre
y su forma de hacer política, las mujeres, concebidas de forma completamente
homogénea, representan la salvación y la regeneración frente a esa forma de hacer
política.
(…) Pero la razón y la profunda convicción que tengo me dicen que el día que las
mujeres tengamos poder de verdad y no poder delegado, podremos participar en la toma de
decisiones y desde luego decidiremos desde el sentido común que, como se ha demostrado por el
grupo de Azores, es el menos común de los sentidos (Sra. Navarro Garzón, Grupo Parlamentario
Socialista, DS 243 pp.12437).
Señoras y señores del Gobierno, señoras y señores del Partido Popular, las mujeres
queremos participar en la tarta del poder no porque éste nos enloquezca ni nos parezca un juego
de niños como, por otra parte, parece a veces que les ocurre a los hombres que participan
activamente en la política (…). Si las mujeres hubiéramos llegado al poder en condiciones de
igualdad con los hombres, (…) yo pienso que hoy, (…) la guerra de Irak, señorías, sería una
quimera (Sra. Castro Fonseca, Grupo Parlamentario Federal de Izquierda Unida, DS 243, pp.
12440).
Hoy, cuando tres grupos parlamentarios solicitamos una democracia paritaria, no sólo
estamos pidiendo el acceso de las mujeres para que hagan lo que los hombres hacen, sino que lo
que estamos fundamentalmente pidiendo es la necesidad de feminizar la política. Dicho de otra
manera, que los valores de las mujeres, que son valores de respeto a la vida (Aplausos.), de
cooperación, de sustituir el poder por la autoridad moral y de colocar en el centro de la política
las relaciones personales, sean el verdadero objetivo de la democracia paritaria (Sr. Saura
Laporta, Grupo Parlamentario Mixto, DS 243, pp. 12441).
Como avanzamos en la parte teórica de este artículo, la representación simbólica
funciona porque moviliza sentimientos. En este debate, la instrumentalización
sentimental de una coyuntura política es evidente. Los defensores de las cuotas utilizan
el momento, que es clave, y con un fuerte contenido dramático en el país, para movilizar
sentimentalmente, más allá de las razones que pueden asistirles y que también están
presentes en el debate como hemos señalado más arriba.
17
En este contexto, los creadores construyen al agente-mujer política también
como activista y luchadora por los derechos de las mujeres, como feminista. Pero
además de un reconocimiento o una virtud, esta actitud feminista viene a entenderse
prácticamente una obligación que vendría a legitimar la participación política femenina.
Esta visión remite al concepto de representación sustantiva, y excluye de la
participación legítima, de algún modo, a aquellas mujeres con motivaciones diferentes
para entrar en política (con intereses que no sean explícita y concretamente
“feministas”, que no estén dispuestas a luchar por los derechos y el avance de otras
mujeres). Por otro lado, se construye también al principal, el conjunto de las mujeres
como homogéneo en cuanto a los intereses, demandas y necesidades que el agente
puede representar.
Las mujeres que tengamos responsabilidades nunca nos podemos dar por satisfechas
mientras el avance de las mujeres no sea colectivo (Sra. Navarro Garzón, Grupo Parlamentario
Socialista, DS 243 pp.12438).
Es verdad que hemos hecho progresos muy importantes en España; es verdad que
gracias al movimiento feminista principalmente, que ha sabido mantener sostenidamente una
lucha que ha obligado a los partidos políticos de la izquierda, que también lo necesitan, a ponerse
la pila, hemos conseguido avanzar (Sra. Castro Fonseca, Grupo Parlamentario Federal de
Izquierda Unida, DS 243, 8 de abril 2003, pp. 12440).
Frente a las posturas de los defensores de las cuotas, encontramos al Partido
Popular, el único que se opone a esta legislación. En su visión del mundo las cuotas no
son necesarias, de hecho entienden que estas proposiciones de ley son un signo del
fracaso de los partidos de izquierda en la promoción política de las mujeres, frente al
éxito del Partido Popular en relación al número de mujeres que integra. Su construcción
simbólica del género se materializa a través de una no-construcción: hombres y mujeres
vendrían a ser seres idénticos en una sociedad que se aspira a que sea asexuada.
Nuestra convicción profunda pasa por querer construir cada día una sociedad no de
hombres ni de mujeres, sino sobre todo de personas, con los mismos derechos y las mismas
obligaciones (Sra. Mato Androver, Grupo Parlamentario Popular, DS 243, pp. 12448).
Señoras y señores diputados, subo a esta tribuna de la misma forma que podría hacerlo
cualquier compañero de mi grupo parlamentario, de la misma forma y con la misma satisfacción
(…) (Sra. Mato Androver, Grupo Parlamentario Popular, DS 243, pp. 12447).
18
Los debates en torno al Proyecto de Ley Orgánica para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres vuelven a proponer un agente-mujer política que corresponde a la
mujer activista que representa y lucha por los intereses del resto de las mujeres. El valor
del pacifismo, ligado a la figura femenina, sigue presente aunque con menor énfasis y
sentimentalismo que en el debate anterior.
Agradezco, sobre todo, el impulso desde los movimientos sociales y desde el
feminismo, que tanto tiene que ver con la lucha pacífica por los derechos humanos (Sra. Uría
Etxebarría, Grupo Parlamentario Vasco, DS 240, 15 de marzo 2007, pp. 12100).
(…) Saludar a las representantes de asociaciones de mujeres que hoy nos acompañan
desde la tribuna y reconocer que sin su trabajo continuado, sin su tesón y sin sus demandas
quizás esta ley hoy no hubiera sido posible (Sra. Pigem i Palmés, Grupo Parlamentario Catalán
de Convergència i Unió, DS 240, 15 de marzo 2007, pp. 12102).
Señorías, quiero recordar precisamente hoy a todas las organizaciones de mujeres y a
todas las mujeres que han hecho posible el avance que hoy hemos conseguido (…) siempre con
medios pacíficos empujando para que todas avanzáramos (Sra. Monteserín Rodríguez, Grupo
Parlamentario Socialista, DS 240, 15 de marzo 2007, pp.12106).
En esta ocasión, ambas ideas –activismo y pacifismo– se encarnan en un agente
concreto, Clara Campoamor, al cumplirse en diciembre del año 2007, 75 años de la
aprobación de la Constitución de la II República española en la que se reconocía el
derecho al sufragio pasivo de la mujer.
Queremos traer un recuerdo emotivo y creo que es el mejor homenaje que podemos
ofrecer a las sufragistas, a las defensoras de los derechos de la mujer, representadas sobre todo
por doña Clara Campoamor (Sr. Maldones Sevilla, Grupo Parlamentario de Coalición Canaria-
Nueva Canarias, DS 225, 21 de diciembre 2007, pp. 11461).
El discurso del PP, desde otra perspectiva, continúa enfatizando las mismas
ideas de coherencia y pro-actividad a favor de las mujeres sin la necesidad de cuotas. Y
la hipocresía, manipulación electoralista, y contradicciones de la izquierda al querer
imponer legalmente medidas que incumplen internamente.
La idea de la modernización, encarnada en la figura del agente-mujer política
que veíamos anteriormente, se repite en los debates. Las cuotas se enmarcan en la
discusión respecto a si es posible imponer legalmente el paso al que avanza la sociedad.
Los defensores de las cuotas niegan que el desarrollo social lleve siempre o de modo
19
lineal a una mayor participación de las mujeres en la política, entienden que la inacción
llevaría a plazos demasiado largos para alcanzar la igualdad y rechazan la idea de que
haya que esperar.
Queremos seguir avanzando y tenemos prisa porque el tiempo es un aliado fundamental
para el destino del colectivo de las mujeres del mundo (Sra. Castro Fonseca, Grupo
Parlamentario Federal de Izquierda Unida, DS 243, 8 de abril 2003, pp. 12440).
Estamos, señorías, adelantando la llegada del futuro (Sr. Caldera Sánchez-Capitán,
Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales –Gobierno del PSOE, DS 225, 21 de diciembre 2006,
pp. 11457).
Señorías, es probable que la portavoz del Partido Popular nos diga (…) que hay que
seguir esperando a que la evolución lleve a una participación más activa de la mujer en la
política. Yo creo que son necesarias todas las medidas de acción positiva que se están poniendo
en marcha, no son contradictorias ni excluyentes. Creemos que hay que actuar en todos los
eslabones de la cadena (Sra. Julios Reyes, Grupo Parlamentario de Coalición Canaria, DS 243, 8
de abril 2003, pp. 12444).
Frente a esta concepción, el único partido opuesto a las cuotas, el PP opone dos
ideas: que los problemas reales de las mujeres tienen que ver con otros aspectos sociales
y no con las cuotas; y que la presencia femenina en la política es posible sin las cuotas,
poniéndose como ejemplo.
Perfiles de intervinientes
Como señalamos más arriba, una particularidad del análisis de los textos
legislativos desde un punto de vista simbólico es que se trata de un análisis discursivo
en que no solo están presente el agente y el principal, sino los creadores del agente. En
este caso, los partidos políticos, que seleccionan a las personas concretas que, en los
debates, van a defender la legislación. Por tanto, hemos creído conveniente realizar un
análisis de estos intervinientes por el papel simbólico que tienen en sí mismo.
La primera observación es que los creadores son, sobre todo mujeres (el 70%),
predominando tanto entre hombres como entre mujeres las personas con hijos. La media
de edad ronda los 47 años, siendo algo más elevada para los hombres que para las
mujeres. Cuando los hombres aparecen como intervinientes en los debates lo hacen
20
siempre en pareja, es decir visualizando la misma idea que quiere transmitir la
legislación sobre cuotas. De esta manera las propias parejas actúan como agentes,
corporeizando lo que las cuotas quieren representar.
Si atendemos a la especialización sobre los temas relacionados con la mujer, los
dos intervinientes con más experiencia (ambas mujeres) pertenecen al Partido Socialista
Obrero Español, seguidos por un interviniente de Esquerra Republicana. En el otro
extremo, existen tres intervinientes sin ninguna experiencia previa en temas mujeres:
una diputada del PP y dos diputados del PSOE.
Finalmente, destacan los hombres como los que durante más legislaturas han
sido diputados (1 hombre – 16,6% del total de 6 hombres- ha sido diputado por 6
legislaturas, 2 hombres – 33,3% del total de 6 hombres- por 7). Entre las mujeres, 2
(14,2% del total de 14 diputadas) han sido diputadas por 3 legislaturas y 3 (21,4% del
total de 14 diputadas) mujeres por 2. Por lo que concierne a la actividad por cada
legislatura, se ha elaborado un índex dividiendo el número de cargos ocupados/ítems de
actividad por el número de legislaturas (por ejemplo, 370 ítems de actividad/7
legislaturas). Las más activas son sin duda las mujeres, con 3 que alcanzan los picos de
72, 71 y 67.5 de cargos ocupados por legislatura. Entre los hombres, destaca 1 con
52,86 cargos por legislatura, situándose sin embargo los demás entre los más inactivos,
con 2 hombres que apenas alcanzan 4, 67 y 4,43 cargos por legislatura (curiosamente
son el entonces Presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero y el entonces ministro de
Trabajo y Asuntos Sociales Caldera Sánchez-Capitán, esto es los que más altos cargos
alcanzaron entre los intervinientes). Las mujeres también destacan por haber ocupado
más cargos relacionados a la mujer. 3 mujeres ocuparon 6,10 y 11 cargos relacionados a
la mujer. Para tres mujeres los cargos relacionados a la mujer representan el 50%, el
33,3% y el 30% de todos los cargos ocupados en sus carreras como diputadas. Destaca
una diputada del PP por ser la única mujer que no ha ocupado nunca un cargo
relacionado a la mujer, así como dos hombres.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
El análisis llevado a cabo ha puesto de manifiesto que la legislación sobre cuotas puede
analizarse desde un punto de vista discursivo como un proceso de construcción de
21
representación simbólica. Los creadores (makers) de esta legislación proponen en ella
una visión del mundo, dentro de la cual se construye la figura de un agente-mujer
política de características determinadas que, se argumenta, representa al principal de
forma más adecuada (con la argumentación implícita de que el principal no está correcta
y satisfactoriamente representado). La legislación propone crear un hábito social de
manera que la presencia de la mujer en política sea inmediatamente reconocida como
positiva.
La visión del mundo que se propone en la legislación es la de un país poco moderno y
encerrado en sí mismo (implícitamente, a través de la comparación con la normativa
internacional) y un sistema democrático defectuoso, incompleto e injusto si no cuenta
con la presencia femenina en puestos de representación (explícitamente). Ante esta
descripción, que debe resultar insatisfactoria para el principal, el agente-mujer política
se construye como símbolo de modernidad y de europeización (la mayor presencia de la
mujer en política nos equiparará con los países más avanzados), y como un símbolo de
regeneración política (solucionará los problemas del sistema democrático). Ambas ideas
están profundamente ancladas en la identidad colectiva española y, por tanto, intentan
crear el vínculo entre agente y principal en un nivel sentimental de forma implícita. No
obstante, los debates de 2003, lo hacen también de forma explícita en el contexto de la
guerra de Irak.
La legislación sobre cuotas actúa también a nivel simbólico en otro plano, pues los
proponentes que participan en los debates o bien son mujeres, o bien forman pareja con
hombres. En ambos casos, dan cuerpo, a la misma idea que la legislación quiere
transmitir. En ningún caso un único hombre es el proponente para un partido.
22
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