la psicologia humanista

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~udm@'n tac ibn e p i s t e r n o l b ~ estructura p mCtodo

Miguel Martinez M.

El autor de estas &has, el doctor Mi- guel Martínez M., profesor titular de19De- partamento de Ciencia y Tecnologia del ComporEamiento de la Universidad Sirnon Bolivar, ha consagrado vaRos *os de e4 tudio y reflexión a la elaboración de &a obra, en la cual nos o h e un documen- tado d i b i s de 1- fundamentos en los que se basa b Psícologia Humanista, así como su nibtdo y técnicas.

w Su análisis se compone de dos p&e# pnn- cipales. En la primera, el doctor Marti- nez, hace una crítica a la ciencia ortodoxa y a quienes, ocupados de estudiar h con- ducta humda, han utflizade tos métodos propios de las cien& natdes , sin darse cuenta de que d hambre es aigo más que un objeto de &dio científico. Así, el doctor Martínez afirma " . . . la vida tiene una riqueza de contenido que no captan las &&as matemáticas u operacionak tas y nme& métodos más humanos y person distas".

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r);'Cii'ih DE PATRtfi4CNICi

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Fundamentación epistemológica, estructura y metodo

-- EDITORIAL

Mcxico arqmmi E v i ) i COlOmbm D w m l l i c o v m n u i i

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Catalogaclbn en la fuente

Mart(ner M., Mlguel La p5kologla humanista , fu ndamentacldn

eplstemoióglca, estructura y m W o . -- Méxfca : Trillas, 1992 (relmp. 1993).

170 p. : 23 cm. Blbllografía: p . 157-1 66 hcruye lndkes 158H %B-2a1151-3

La presentación y dlsposklbn en conjunto de LA P~!COLOOA HUMANI5TA: Fundamentacl6n eplstemológka, estructura y mi-todo son propfedad del editor. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o trasrnlMa, medlank ningún slstema o método, electrdnico o mecánfco (Incluyendo el fotocoplado, la grabacidn o cualquier sistema de reovmracldn y almacenamiento de Infwmac/rjn), sln consentlmlento por escrlto del edmr

Derechos reswvados O 1982, Edmrlaf rrlllas, S . A . de C. V., Av. Rib í h ~ r u b u s ~ o 385, Col. Pedro María Anaya, C.P. 03340, MénIco, D. F .

Miembro de la Cdrnara Maclwial de la l n d ~ 5 t m €dltor/al. 13eg. núm. f 58

mmcra edklón, 1982 (15Bn 96ü-24-1151-2) Relmpresl6n, 1 g88

segunda reímpresi6n. maya 1993

Impreso en M P x k o

Prlnted ln Mexko

M a obra se h f n 6 de Impdmtr y encuadernar e! 20 de mayo de 1993, en ios talleres de Poipster~ de M&xb, S. A., Calle Cafetal hum. 47Cbls, Col. amnias Mexlco, C.P 08400, Méxlm. D. F. 5e tli-aron 500 eJemplares, más sobrantes de rqxmkldn. KC 100 -

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Presentación

la obra que hoy presentamos m el d t a d o de un cuncicnzudo trabajo intdectual del doctor Miguel Martiriez. Este trabajo ha nacido -como a casi obligado en un profesor-, al d o r de la labar docente, fnrto de la continua preparación que exige la cátedra universitaria y 3a Smprt vivificante influencia que deja la interacci6n con los alumnos.

El Profesor Marhez nos ofrece aquí d cuidadm y dorsumentado an51isis de una situaci6n y de una historia: la forma tradicional y casi convencional en la cuai aquellos que se han ocupado de estudiar al ser humano, han partido de los prtaupucstos y han utilizado los métodos, las técnicas y d estilo que habían sido Útiles paIa otros objctos, como la de las ciencias naturales, sin percatarse del hecho que esesa realidad -1 hombre- era no s61o mucho m& que un simple objeto de estudio cien- tiEiu3, sino algo menciaImente distinto de todos los demás objetm y, por 10 tanto, que 10s modelm, mitodos y ttcnicasl aplicados no eran 10s m& apropiadas, y que posiblemente Zlemban a interpretacimts que arrojaban conclusiones muy limitadas, y hasta dístorsionadm, sobre la naturaieza humana

EI Profesor M a b e z desarda su estudio dmtacando que para ana- lizar y conocer esa realidad distinta, es también necesario un enfoque diie~ente: d que &e la pstcologíu Atsrnnnista. Corno resultado de la historia aludida, el ser humano ha sido vista, primero, como una reali- dad puramente reactiva -sujeta a la candidad- y, después, con d auge de la psicodinamia, coma una realidad r~acf iua en profundidad; s decir, sujeta a la causalidad que gobernaban las reglas del hconscien- te; pero ambos modda y sus consecuentes tnfcques se quedaban cortos para acercarte al ser humano. Sólo la riqueza y el dinamismo de un duque como $ proactivo es capaz de aprehender reahente "lo huma- no" concibitndolo como 'ker en proceso de devenir", y a4 hacernk

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posible enmdcr por qu6 el uniformado esquema rtactivo (SR) no alcanza a reflejar a la persona, la cual es mucho más que un conjunto dt "R" ( rtspuestas), y por quC una técnica -la aplicaci6n o r d d a de "S" (estimillos)- puede vder tanto como aqutl que la utiliza, quien es, a su vez, un & h d o na registrado. El presente trabaje ts un analii in extmso de &os po9-quds, pero,

&re todo, de la absoluta necesidad de un distinto para qué, y el señaIa- miento de SUS principaIes caractefisticas.

En p&a m& o merm pudientes, dc ciencia no desarrollada, la adap eión rápida e i d t x i v a de tecnologías e instrumentos uniformizada para lidiar con el ser humano e9 una dorada tentaci6n que busca " s a h facer" con rapidez y espectacularidad las ansias de soluciona fáciIes y los mlamos por d t a d o s rápidamente identificables. Pero la natura- leza humana no es objeto de una soluci6n fácil, sencilla y unilateral; la aplicación de "técnicas" apenas resuelve c'sintomas", y deja a cada hombre con su cargamento de entretejidos y enmarañados pmblemaa, y sin tomar conciencia de que él es, en cada instante, e1 portador de las "solucion~'' que busca.

, Esta fundamentacibn epictemol6gica y metodológica de la psicología

humanista en lengua hispana, será de gran utilidad no sblo para quienes estudian d comportamiento humano, sino también para todos aquCllos que trabajan diariamente tratando de analizar, interpretar, comprendtr y ayudar a los seres humanos; profesionales de ayuda tales Mimo psic6- logm, educadores, trabajadores socides, mCdicos y muchos otros, se encuentran en la necesidad de formarse y de llegar a una profunda comprensi& de la c w d m c i a epistemológica y estructural en que se apoyan los métodos y las técnicas que utilizan en su labor profesional. Solamente asl podrán optar por el enfoque que mejor les permitirá acct- der a la uimprcnsión de ese "Ilegar a ser" humana que es cada persona.

Quienes de una forma u otra nos dedicarnos a formar profesionales de ayuda en pafsts latinoamericanos, encontramos que el presente tra- bajo viene a llenar una necesidad que surge en eI marco de referencia bibliográfica básica de nuestro quehacer.

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Prólogo

En la evolución hist6xica de Ia psicdogfa como ciencia se ha puesto -

énfasis en tres enfoques o filmfías de la ciencia psicol6gica. El empirismo clásico concibi6 la psicoIogía como una ciencia pura-

mente desmitiva de las obsewacioncs de 10s fenómenos psicolbgicos .

y de la conciencia y, quizá, corno una fomulaci6n tímida de "Jeyes" empíricas sobre las rtlaciones entre estos fenómenos. Este enfoque pre- ra2eci6 basta Ia Plimera Guerra.Mundial ,y, en amplim sectoles de1 conduchno americano y a l p o s psic61ogos de la GataEt, también desputs.

La orientacih positivista, como la tntendía el m p b o clhice, fue rota por Freud, cuya teorla psicoanalitica -rechazada primero por considaarlla no científica- fue aceptada de- del nuevo cIirna fiI& fico de la pguerra: e1 empl.ismo 16gico.

El m p a ' r k o Idgico predominb entre 1930 y 1960. Can 61 sk'da cabida al "pensamiento 16gico", en d m& ampIio sentido de la palabra. El conocimjento científico -=+e& &e enfoque- no conshit4 sólo en la dcScnpción de los hecha3 y leyes, sino tambih en la formulación de hipÓt& explicativm, para lo cual hará, uso de construcciones 16gkm o modelos. Es la "era de las fem'd'.

A partir de la Segunda Guerra Mundial, pcm tspiahtntt en las Gltunas'dos décadas, apareció un tercer nivel de "abstraccibn" que va ni69 alla de 1- dos anteriom, el descriptivo y e1 hipot6tic0, es e1 nive1 de la mtacimcia. Aunque todavía no tiene m nombre universal- mente aceptado, &a es una nueva-fdmofia o teoría de la ciencia, Su tesis básica sostiene que las tetirsáF cientijicas son par& $e todo el contexto cdturd, d cual, por consiguientq las influencia en sus formu- lacimeses Por le tanto, toda teoría científica tiene su parte f d d f i m ci m~tatsoiz"a

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8 Prólogo

Con base en este planteamiento las teorías científicas deberh formu- lar e x p l i c i t m t s los pmpuestos £ilodficos que aceptan, ya que éstos afectan ampliamente las construcciones hipotéticas y la elecci6n de Irw métodos que van a usar. Y en el h a de las Ciencias Humanas, entre esta presupuestos, es de una importancia capital la formdación explícita de Ios presupuatos concernientes n la "filosofh del hombre" que se ae-

El presente estudie esta orimtado por este último concepto de cien- cia y teoría cientifiea. Cae tambitn dentro de un "amplio marco" de referencia, el del enfoqacs humanista de la psicologh, es decir, aquél que considera al hambre en s í coma un ser libre y creativo, cuyo cornpr- iamiento depende mis de su marco conceptual interno que dc la coac- ciOn de impulsos internos o de la presi6n de fuuzas anteriores:

El concepto de hombre que time la psicolog+a humanista es suma- mente rico y compIejo. Esta orientacjbn no desea excluir de w estudie nada de todo lo que, 5tgPLn su cnfque, identifica y distingue mejor al bombm,-corno m- la Ebertad, la creatividad, . - .- Ioc valores, . el amor, actuar m . u n propbBito y di&irse hacia una meta, .el. sentido de la vida, dd s&imiento y de .-- la . misma, . mue-e,,De aqul-que una rnkt~d&~ía p e - raI, adecuada y eficaz para su etudio, estd en gran parte p r hacer. Sin embargo, &te es el gran desafío que se presenta a los pslcOIogos hma- nigtas: mpetar plenamente ese objeto de estudio tan sutilmente estnic- t d o y entretejido, y encsontmr, al mimo tiempo, el procedimiento más adecuado para comprenderlo.

U t estudio, para poder r e k su cometido, sc ubica en el nivd de la metaciencia, señalado antcriormtnte. En Ibgica se distingue cla- ramente entre nuestro ~onocipilimfo de Em cosas y mestras retbm'un@s sobre nwstro conocimiento de lar cosas; es decir, entre ckncia y co- rrocimiento sobre Ea dencia o "'metaciencia". Las Gltimas dCcadas se han visto c a r d z a d a s por la emergencia dd "pensamiento sobre el pema- miento"; eI hombre trata de redefinir la natumleza de su propio co- nocimiento=

Piécismente, la primera park de nuestro eshidio comistirá tn una crítica de la ci& ortodoxa y de las bases en que se apoya, de SUS ar- t i d o s de fe no probadog de aIgunas definiciones, & m a s y conceptm gratuitos, de su pretensi6n de ser d camino para d conocimiento y de su ingenuidad y falacia al crcer que siempre usa d mismo método, mando, de fa to , no tiene ni ha tenido nunca un método único, y los mejores avances de la ciencia se dieron solamente cuando su8 más distinguidos expwentts decidieron expresamente apartarse de las rígi- das reglas mnáaicas que y coartaban el pensamiento, la orighdidád y la imaginación meadora.

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Prólogo 9

Esta parte constituirá d marso de referencia crítico en que se ubica la segunda, la cual se dedicará a estudiar las bases de un posible para- digma para Ia psicología, que sea a la vez "~ientífico'', es decir, fru- to de un estudia rigurosamente crítico y sistemático, y %humanista'', o sea, fid a la naturaleza integra1 y personal de los seres humanos.

El objetivo fundamental de esta parte es dar una base firme y sóli- da a las siguientes t& centraIag: ei mQodo depende del objeto de la ciencia, y si el objeta de estadio "humanoJ', "animal" e "inorgánico" es irreductible una a otro, necesita métodos diferentes; la vida humana tiene una riqueza de contenido que no captan las técnicas matemáticas u opcracionalistas y neceita métodm más hurnanm y ptrsonalistas; la cIave para la compmi6n de la persona es el estudio del significado de las acciones y de la intención que las anima, más que el mero es- tudio de la conducta externa; el camino que parece más admado para una mbd cornprensibn del hambre es d método dialógico, ya sea porque incluye las bondades del m6todo fenomewlógico y del comprensivo, ya porque reúne un conjunto de cualidades que lo hacen flexible y sensible a las c a r a c t d c n s de cada persona.

Con base en una identilicau6n más dara y precisa de1 valor de la "ciencia normal", será posible v a Ea extrapolaci6n de las Ciencias Na- turales a las Ciencias Humanas, precisar su inadecuación para el estudio de los principalm factom que orientan d comportamiento humano, seiíalar sus limitaciones en la cmprcnsián del hombre como persona y ampliar el mismo concepto de c'cimcia" a todo -&o rigurosamtn- te crítico y sistemático. En a t e sentido, d p m t e &dio se define mejor con base en una epistemologia orientada hacia una meta: la m- prensi6n del hombre.

Por c d p i e n t e , no nos interesan tanto la naturaleza y validez dct conocimiento m sí, en sentido bbsico y universal, sino la naturdeza y validez de ciertos p d i m i e n t o s metodoliigicos para enriquecer una parte del con-to, la de la compremión del hombre como perso- na. Sin embargo, Ie mmponde a h misma picologia analizar y d a - entranar la naturaleza de lm procesos Muicos en que se fundamenta la metodulogia de la ciencia.

Los recursos rnetodoIógicos que se van a utilizar -y que espeufi- caranos más en la Introducción- serán, lwcamente, todos los que oportunamente puedan usarse en los estudios epistcmol6gi~ o poseo- 16gim, decir, todos los que considere convenientes y apropiadm -sín - . lunitacíones de auigiin g4ne.r- la prudencia inteItchial. En cierto sentido, este es un problema de evaIuación de criterios que, por con- siguiente, no puede estar sometido a normm o a obsos c i t e ~ ~ ~ que en- caucen o limiten su propia tarea.

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m

lndice de contenido

Pi-esentación

Prólogo

- Introducción

P R I M E U PARTE .

CRfTICA A LA CONCEPCION CSASICA DE LA CIENCIA

Cap. 1. Naturaleza de Ea ciencia 27 Gap. 2. Chis% eri la concepción d&ca de la ciencia 39 Cap. 3. El m M o en la ciencia 49

S E G m A PARTE

HACIA UN NUEVO PAL4DTGM.A EN PSICOLO6;fA

Cap. 4. Una ~ ~ 6 n humankta dd hombre 65 Cap. 5. Fidelidad a la n a d e z a d a objeto estudiado 83 Cap. 6. - Problemas y fcmm del conmr en picologia . 91 Cap. 7." La estructuia como "datum" fundamental en

p o ; . . ~ ~ 101 Cap, 8 . AnáIisis desintepdor . 109 Cap. 9- * Limitaciones de las dcnicas rnatzmhticaa en el &u&o

del hombre 117

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Cap f O. El probfana del mébodo Cap. 1 1. Búsqueda de una clave metodológica Cap 12, El " ~ o g o " como método

Indicc analítico

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Introducción

CONTaETO GENERAL

En el nGmero de septiembre-octubre de 1975, b revista The Hu- mnist publicii una dec3aracih -A Statrment by 186 Leading Scien- &r- contra la astrología. La decIaraci6a consta de cuatro paites; la primera, de una p@a de extensibn, es la d&l&aci6n propiamente dicha. Siguen, luego, 186 firmas de astránomos, fisicm, matemáticos e individuos de otras profesiones no especificadas, entre d o s dieciocho premios Nobel. %r iiltimo, hay dos artículos que explican más detalla- damente el "procesa" contra la -logia.

Esta declaracihn que, p r la mpetabfiidad de quienes la h a n , pareciera evidenciar la pmici6n inobjetable y deckión definitiva de la ciencia (al estilo del Roma Eocuda cama finita), suscit6, por el con- trario, toda una ola de criticas posteriores. Lo que en estas criticas -se censura a el tono "'religioso" del documento, la debilidad e ignorancia que d e j a n los argumentos y fa manera autoritaria en que se presentan. Efectivamente, muchos se preguntan: ¿para qué son necesarias 186 firmas cuando se poseen fuertes y s6lidos argumentos? Pero lo más grave es que sea literalmente cierto que algunos de estos eminentes cientifi- cm "no saben de qué están hablando". En efecto, ante un represen- tante de la BBC de Londres que quiso entrevistar a algunas de los Premios Nobel, &tos declinaron la solicitud afirmando que 'hunca habían estudiado la astrología y no t d a n idea de sus daalles" (dr. Feyerabend, 1978, pág. 91).

Todo esto ba hecho pensar a más de uno en el famoso MdIetar MaleJeccarutn que el Papa Tnocencio VTTT publid en d ano 1484 contra la brujeria. Hay @o paralelismo entre a m h . El Papa hace pre- ceder a t e libro -preparada por los más eminentes estudimm de k

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4pcica, de 1- fenbrnenm, etiología, aspectos legales y aspectos tcolbgicos de la brujeh- de una bula, habla con toda la autoridad de su sagrada y máxima kvestidura y, en nombre de Dios, condena y lestigmatiza todos los fenómenos hechiceros y de brujería como provenimta de los demonios. Para los que creían en la autoridad papal, ese pronuncia- miento cstnba respaldado por la autodad divina y era total y ahsolu- tamentt cierto.

Ea el caso de los 186 cientificos que se manifestaron mntra la astrologia, tampoco cabe duda alguna -para los que creen en la infa- fibilldad de la ciencia- de que los fenómenos e ideas que propug- na la astrología han quedado definitivamente juzgados p r la ciencia y condenados como absolutamente f a h ,

Hay, sin embargo, una notable diferencia entre ambos casos. El Papa y sus.asesores conocian lo que ataban tratando, pues eran Ias per- sonas que más sabían acerca de esos fm6menos. Por ello, descnien, examinan y rebaten con argmentos cada uno de los fmómenos, Esos autores conocen la materia, hacen una concreta qosic ión de los ar- gumentos de sus opitores y arguyen en contra de eIIm con base en el mejor conocimiento disponible de la 6poca. Esto no parece ser así -por confesión propia- en d caso de los cimtEbicm.

Por lo que se refiere a la brujda, hubo que esperar varios siglos para que los hechos condenada fueran mejor conocidm y revaloriza- dos, gracias a los estudia de Mcsmer y otrcis investigadores de los fmó- menos hijmdiicos. Sin embarga, muchos de 10s mEdicos que prestnciaroia las primeras ope&iones bajo hipnosis se negaron a creer que fueran indoloras. La astrología, en cambio, que ha sido cultivada por inás de tres m3 años y representa la cadena hist6rica m& larga de gmeraIiza- &mes empiricas, no va a necesitar esperar tanto tiempo ,para que la misma ciencia que la condenó confirme muchos de, sus aaertm. De hecho, parece ser que, según algunos atudioms (J, H. Ntlson

y L. Watmn), los conceptos modernos de astronomía y fíica eapacial incluyen extensos 6cplasmas" planctarios, a& como una atmbsfcra solar que se -tiende en el espacio mucho mas allá de la Tierra. Los plasmas intet-actiian con el Sol y entre si. Esta interacción lleva a una dcpcn- dencia de la actividad solar respecto de la posición de Im planetas. As!, viendo los planetas se pueden predecir ciertas formas de la actividad solar con gran precisi6n, La actividad svlar influencia, a mi vez, la calidad de ciertas d a l e s radiales de onda corta; de aquí, que también se puedan predecir fluctuaciones en esta calidad a partir de la posi- +

ción de 1ce planetas. Por otro lado, se conme muy bien Ia profunda idumcia de la aaixidad solar sobre la d a (dr. FeyerabendI 1978, pág. 93).

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Introducción . 15

\ En Ia psicología cogntmitiva hay un principio que ha sido confir- mado por incontables mudios: las granda estrategias de descubrimiento w son transferibles de una disciplina a otra. Este principio lo ilustran Eos risibles edres de lógica y de juicio cometidas por científicos y sabios distinguidos cuando se aventuran fuera de sus propias disciplinan.

EL PROBLEMA: NECESIDAD DE UN SIEVO PARADIGMA PARA LA COMPRENST6N DEL HOMBRE

La declaracibn de los 186 científicos es, quizá, un hecho más de los muchos que han inducido a diferentes representantes de las ciencias que se relacionan con e1 comportamiento humano (psicología, peda- gogía, antropologia, sddogía, historia, economía, etc. ) a clamar por una augua metodología para el estudio de sus f;en6menos.

En efecto, ef concepto ~dicional de ciencia y su método, parece constrcflir y aprisionar nuestro pensamiento cuando trata de comprender la conducta humana. Se necesitaría, por Io tanto, -un sistema logico, una metodologia ftgil y fIexible capaz de adaptarse y captar la ~tructura de Eas vivencias profundas que se dan en el ser humano y que dan razón de str de su canportamiento externo. 0

En lo referente a Ia psicología, se puede a f h m r que &a cuenta con una historia de teorías hecha de cambios de puntos de vista, de cambics de dominas y de cambios de imagen; cambios, todos, que tra-

1 tan de emular las ciencias naturales, sobre todo, a la fisjca./Dufante mucho tiempo el método de Ia psicología ha sido calcado 'dd de la fisica. Es ciertamente incréíble que una ciencia tan joven coma la psi- cología restrinja su pensamiento a lo que otras han pemado, hallado, elaborado u organizado en formulaciones t e ó r i c ~ , declaraciones proga- máticas o estipulaciones metodológicas.

En consecuencia, resuita compre&i%le que, ante esta serie de hechos, en las trcs ÚItimas decadas se haya ido d m 1 B a n d o y afianzando una nueva "fuerza" en psicdo@a, que presenta diferentes facetas: de protes- ta, de desafio, de complemento, de rrctensión o de alternativa. La razOn bLica que sustenta esta nueva orientaci6n -humanista- es que por tste camino la psicoIogia se: habia ido concentrando en el -dio de las f u n c i w s deI-hot7~bre, mientras perdía de vista al hombre mimo; se dedicaba a lo secundario y periftrieo y descuidaba lo primario y esencial, es decir, todo aquello que es m& estrictamente h.umano.

La pricología humanista representa una nueva y mh amplia f i I 6 f í í de la ciencia y comparte, con otras tendencias filosóficas de origen - europeo, una "jvoluci6n" en la fdmfia de la ciencia.

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En mucho1 aspectos, el eIemento';diacrfti& - -.. -.- que,se da entre la pi- cdogía humanista y las otras orientacienes psicológicas ea de orden mc- todol6gico.

La orientación humanista se ubica en el problma que se debe ( eshrdiar y en el pleno a su naturaleza (d ser humano mmo

d. -m); las otras orientaciones están más centradas en sus tdcnicas

i metodol6gicas, las cuales han sido consideradas como la hita ota para lograr algo confiable.

EListlein decía que la "formulación de un problema es mucho más importante que su solucih, la cual puede ser una mera cuestih de destseza matemática o experimental"'; que "plantear nuevas i n m gantes, nuevas pibilidades, ver los viejce prnblmas desde nutvus án- gulos, rcquim imaginación creativa y .mmca un aoence red en la cimcia'" Maslow, 1970, p6g. 18; cursivas nuestras),

L+ i&oIatda del método proviene de l ~ k s g ~ a n d e ~ multados que su uso ha proporcionado en el campo de las ciencias naturales; pero &m beneficios no se pueden atribuir al mbodo en si, sirlo a su alto nive1 de decuaciOn al objeto de estudio de Ias "ciencias naturales, que es más bien, pasivo y esthtico.

Por otm parte, la a d e d 6 n anterior serh, en d i o , ñnfima en rdaci6rr con el objeto dc estudio de Ia psim1ogia (vida psiquica htima y m correspondiente mariifestaci6n extema) y, en general, con el obje- to que estudian todas las ciencias humanas,

1 Todo esto aconsejaría el uso de una gran haginaci6n y valor para idear nuevas formas rnetndoI6gicas más finas y apropiadas a la did-

C mica y estructura psíquicas,

En sus escritos, ha demostrado que no debemos los aspec- tos negativos de la práctica de la "cien& nonnaP' a los grandes cien- tificos, creadores de paradigmas, descubridores o moluuonarios, sino n la gran mayaria de científicos mediocres que todo lo resuelven cm el uso de Ia paciencia, pncamciCin, cuidado y lentitud para no come- ter m e s ; ea decir, que todo parece un constante actuar sumergidos en el miedo.

La bzstoria muestra que lo que ayer naa asustakm por considerarlo revolucianaño, hoy se considera s6Ío una buena intuición, mañana iiqp a ser una doctrina anticuada y poco depu& Jerá juzgada como repre- siva y hasta prrra supsición.

Por esto, no deja de ser lamentable 1á conducta de muchos invec- tigadores curp ciclo de vida htelectnd, tanto en la ciencia como en la metaci- se asaneja, más bien, ai compontamiento de los corales marinos: mientras son jdeacs nadan libremente en el octano, pero m& adelante se v u k scdeQtarins y se calwfican; así viven se- ep su

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nicho. La tradición, cicntifica .ofrece también un nicho tranquilo y pacifico a los investigadores que han aceptado sumisamente los cánones me- todológicos consagrados por ella.

Sin cm-o, no aceptar nada corno defllitivo es Ia &mcia de la investigación. Todo será perfectible, por muy acabado que aparezca, por d mismo espíritu humano que ha hecho avanzar la ciencia hasta e1 punto donde ahora se encuentra. El progreso de Ia Ciencia, y en gene- mi, dcl conocirnicnto, implica bastante m& que una gradual acumu- l a U h de datas, hechos y técnicas cientificas. Quizg, la psicoIop-ia, en su orientación positivista y experimentalista, haya pecado gravemente en este sentido. La riqueza de hechos no es neccsanamente una fi- queza de pensamiento. Necktarnos encontrar d rnttodo para organizar y estructurar ese material m podemsas sintesis tebricas y no quedamos perdidos en una inmensa masa de datos inconexos y dkpems. Aunque cs cierto *amo afirma Kuhn- que cn cada Epoca una comunidad .--- - - científica adopta un !,p-mu-ileterminado, ts decir, un cuerpo de - -- -- creencias, presupuestos, regIas y procedimien- que definen como hay que practicar la ciencia, no es rncnos cierto que un paradigma se impo- ne a otro m la medida en que ofrece una respuesta a la Crisis reinante y demue&ra mayÓr capacidad de resolver los problemas importantes que vive esa comunidad. : En d caso de la psicología, e1 paradigma con que ha labarado hasta

ahora, ha alcanzado los límites de su utilidad en muchas áreas y sc im- pone la necesidad de hallar otra, No obstante, cstamm en un periodo de tmmición en d que las insuficiencias del usado can pa- t entes, pero no .es clara la articulaciDn del nuevo paradigma que deberá sustituirlo.

De aqui que la lucha entre paradigrnas sea siempre muy aguerrida. En general, siempre se acusa al nuevo paradi- que busca status y aceptaci&n, de no ser "cientifico", 10 cual equivale a a c w l e simple- mente de no aceptar los cfiteños y reglas establecidos, es decir, de ho ser como el anterior. Es lógico que si cs obro paradigma, tiene que ser y presentame en forma difercntc. For otro lado, ningún par~digma puede defenderse a si mismo con base en Ios criteria sobre los qur: se funda, ya que se apoyaría en una a,rgumentaci&n Circular.

Chn la aparición del picoanáIlsis surgieron ejemplos muy claros de ato. Se Ie acusaba de no ser "cientXjco", a 10 cual respondían al- gunos psicoanalistas diciendo que ' la ciencia no era psicodinfunica". Se dan con igual frecuencia muchos casos cn el campo de las ciencias s~cioecon6micas en los paises socialistas, donde se acusa a los e r i c e disidentes de ser "anticientikasJ" en esa área, porque van contra b .i;s;ón socialy eclin6rnica aceptada y sostenida por la comunIad

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MARCO DE REFERENCIA Y PRESUPUESTOS BASICOS

En un &dio de fondo epistemológico y metodológico como htc, parece evidente que no debiera haber prmupuesto alguno. Sin embar- go, como nuca actuamos sin algunos pmupucsta y sin un marco de referencia quc dé sentido a lo que decimos, conviene hacerlos patentes para apreciar mejor su posible influencia en nuestro pensamiento.

Ante todol hay una realidad que consideramos eomreta y evidente: que todo ser humano esti ubicado en un tiempo y un espacio determi- nados y que es e1 s d t a d o de una historia personal, familiar, social y cultural única e Irrepetible. Este hecho hace que el individuo vea las cosas d d e un punto de vista que no coincide totalmente con el de nin- gún otro ser humano. En nuestro caso, nuestra historía personal nos ha llevado a ver las realidad= humanas en forma menos positivista y materialista y m5s cargadas de valorcs y de espíritu; en forma menos atomista y d t i c a y m& en sus acpecta de significación, elación con el contato* la totalidad y el proceso.

En la conciencia de ata realidad esta claramente implicito cierto perspectivismo; es decir, que cada uno de nosotras tiene un punto de vista del univemoaque la realidad se compone de innumerabIes puntos de vista, y Cada individuo y cada epoca escoge solamente aquel o aqne- llos que se acomodan más a su capacidad receptiva, y que es absurdo pretender la posesión gnoseológica absoIuta de la realidad.

Así pues, es fácil detectar que hay cierto intento de obligar a la naturaleza a que encaje dentro de unos Emites preestablecidas y relati- vamente infiexibles, y a los fenbmenos que no encajan cn ellw frecuente- mente ni siquiera se les considera.

El método que hemos cscogido para elaborar este estudio -que se describe m& adelante- nos Ilevaxá a tomar un alto nivel de concien- cia dt los prenipuestus aceptados, así como a considerarlos únicamente coma una hlp6tesjs guía, sin que esto impfique circularidad; o mejor dicho, sí implicará circulandad, pero no será viciosa; impficarrt íini- camate 'cinteracción'' entre los presupuestos y aqumentos examinados. En general, no queremos negar que la realidad, vkta desde otro punto de vista, se presente con determinadas caracteristicas, propiedades o matices interesantes y 6tiles; s61o queremos afirmar y probar que esta- mos viendo esa mt.sna realidad -la realidad humana- bajo un nuevo sistema de relacione y desde un punto de vista que nac parcce más rico, más fhrtil, m& coherente y más acorde con el resta de los conocimientos aceptados por m d&5phas.

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3IETODO DE ESTUDIO

Consideramos de capitaI importancia en toda investigación fijar bien el metoda que se ha dc utilizar. De ello se derivará una más f á d com- prensi6n del proceso y contenido de la misma. En nuestro caso, to- rnarnos el tbmino "método" en su sentido ~ o E ó g i w estricto (me& M&), es decir, el camino que se debe r e c m para llegar a la meta deseada.

Cada ciencia exige su pro lo método, de acuerdo con la naturale- za d e l m d e estudio. Nuestro --E- o jeto, en la medida en que es de na tuzeza epistemalógica y rnetodol6gica, se centra en la misma cstrut- tura del canocimiento en si y en d proce~o por medio del cual se logra. So puede, por consjguiente, apoyarse en un mEtodo que, a su vez, ne- caitc una justlficaci0n ulterior. El único instrumento de investigaciiin gnoseol6gica de que disponemos es la ~eJlexiLn,~ ya que el crinocimkn- to es un acto interno, un acto psíquico; y los actos internos y psíquicos sOIo son captabIes conscientemente por medio de la reflexión; no hay otm mcdio.

La reflcxiún la eiltendemos, también, en su sentido estricto, como m a vt6dtQ de la potencia cognoscitiua sobre si mima, que da por re- sultado ma obsmacih interior de la corriente de !a conciencia; es, por le tanto, urra reversión del pensamiento sobre sí-con d cual el hombre cEnoce ses pro@ conocer.

6 p - w - puede tener niveles diferentes de qite'cidad. Si exigimos un alto nivel critico y e s p ~ ~ m m las diferentes etapas del proceso, podernos considerado como un "método", el rnktodo de la refl8xa'bn crítica.

Esta metodología de la d & 6 n m'th terrdi.ia tres etapas (cfr. De Alejandro, 1974, pág. 78) :

1. En un primer movimiento, el entendimiento se U W E U ~ sobre SZ mimo y dirige su atención al yo en cuanto mnoctdor.

2. En un segundo momento, la visión intelectual Interna $8 fija y toma como objeto de su atención eI acto mismo por el que el sujeto actua: entonces el yo p i m a alyo, y a t o succdc por una vcrdadcra y auténtica reflexión.

3. Un tercm momento que comiste en tl embltcimiento de las condicionas lógicas implícitas cn el acto de pensar, que Ia reflexión nos revela como esencialmente dhádcs, Aqtú entendemos el concepto de "lógica" en el sentido aristotélico, ya que sera precisamente la lb gica aristotdica la que guiará la estructura critica de todo nuestro es- tudio. *

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El método de la reflexión crítica puede ser tnriquecido can notables aportes del _-.-.__._..-r-. d o d o fenomenológico; . - - -- y as! lo h m m .

El m&odo- fenomenolOgico eleva, sobre tdo, _el_~jcel c_r$ico - - = de la investigación gnoseol6gica.

AdemAs, sus .+.. reglas - negativa nm ayudan en una triple eiiminacibn O c c r e d ~ ~ ~ i 6 n ' ' (epoché) : primeramente, dc todo lo subjetivo (deseos, sentimientos, actitudes personales, ecc.) ; en segundo témina, de las posiciones tehitas [hipótcsh, tearías o conocimientos) ; y, en tercer lugar, en la exclusiiin de la. fredicz'órt (lo enseñado y aceptado hasta el momento), Igualmente son muy GtiIes sus principales reglas pon'fivm: la que nos prescribe ver iodo lo dado, ya que tendemos a ver sólo la parte que nos interesa y confirma nuestras ideas; y la regla que nos aconseja describir el objeto en la infinita ;vmiedad y complejidad de sus parters. . &Creernos que el mttorXo de la reflexlh critica, vigorizado y forta- lecido con las prescripciones del método fenomcnol6~e0, es el más adc cuado para nuestro estudio.

ALCANCE DE ALGUNOS THtMINOS

Dado que una de las mayores camas de incomprensión entre los hombres -incluso entre pensadores distinguidos-, e el mal usa de los timinos, en a t e estudio trataremos de usar los t&rminos m& h p o r -

. tanta con qxcial cuidado y esmero. En pera l , preferirnos la aigni- ficaci6n etimológica a cualquier otra, pues pensamos que ésa se debe conservar, y si aparecen realidades nuevas, deberán acufimse vocablos nuevos para'desig-nar~as. En caso de usar un término con signifikado a connotaciones diferentes a su sentido etimolbgico, aparecer& entre comi- Ilas y, oportunamente, se explicará.

A continuación precisamos algunas tkminas que son clave en este estudio.

Intuicio'n. El conocimiento a un hecho, no una teoría ni una hi- pótesis; es un hecho anteñor y sup&or a toda especuIación y fdosofía. Es más, estas se dan porque p d t e n a l p o s conocimientas que necesi- tan expzicación. La intuición (de in-tueri = ver dentro] la encendernos como la o i n h intelectual inrnedidíz d¢ la naturaleza de una cosa que, por consiguiente, produce e u i d m d &, pw esto mismo, la Última instancia de validación y criterio atirno de verdad. En ella se apoya y a eIla se reduce toda demústraci0n, verificaciiin o confirmación, ya sea empírica o I6gica- t

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Epistemolo,$a. En la lengua griega cl termino "epistane" se deriva del prefijo "ep?' (sobre) y de la viejisima r& "st" que significa fir- meza, solidez, estabilidad. Esta rajz ha pasado a formar parte de innu- merables vocablos en las lenguas latinas. De esta manera, aplicado al conocimimto, este t h n i n o vt-ndria a indicar la . - -. solidez . - - -. - y firmeza de - I I U ~ -_

tro canachieato-y a determinar las posibilidades, s i ~ c i i i 6 r i y validez +----

de sus contenidos en cuanto representan Ia natural- p relaciones de lo d.

Midodo. También Cste es es témino cuyo aIcance varía mucho entre diferentes autores y, por ello, p e r a frecuentes confusiones y anta- gonismos, especialmente en relación con el problema de si las ciencias humanas deben usar el mismo método que las ciencias naturales o si necesitan uno propio.

En su sentido ehológico, el vocablo griego "método" compues- to por dos eIementm: metú (con) y Bdhs (vía, camino, sendero). El antagonismo entre los diferenta autores proviene de la confusiOn entre los términos' "método" y "ttcnical'. Algunos excluyen toda .ttcnica del concepto de método, reduciendo éste a pura lógica formal; de esta ma- nera, habda, 16gicamente, un so10 método para todas las ciencias. Oaos incluyen en d concepto "método" las reglas más generales y reservan cl concepto '"tCnrcaYy para las reglas QI& especificas, Pero, jen dónde te- minan las -las generales y comienzan las apecEficas? En efecto, estas últirnas pueden m específicas de las ciencias humanas, especificas de una ciencia humana y, también, apecificas de un área o sector de mna ciencia humana.

Nos parece m& lógico usar d támino "mitodo" -y asi 10 haremos en este atudio- con un dto nivel de peczsidla y ad~cunci th al objeto mpecifico de estudio, de tal manera que seiiale un camino lo suficiente- mente preciso para que, partiendo de un t~minzu a quo, se pueda 1Iegar al tmminus ad quem, pues ésa sería la finalidad del método: guiamos por un camino seguro y eficaz-

Pamdi'gma Este vocablo -u; utilizaremos con cierta freeucn- cia- ha tenido siempre un significado &m y pacifico: su sentido eti- mol6gico (fim&ieigms) e~ el de ~-od&&@dn, +@T. En 10s iIrItimos tiempos, especiaImente despub de la obra de Kuhn / 1978, original 1962), se ha pmtado a ciertas confusiones. N m t r m lo usare- mos en su sentido eb010gica (aunque poniendo énfasis en su connata- cirin mlucionaria, aspecto que no expresa el drmino "modelo"), que es el significado principal que le atribuye también K u h : un paradig- ma, en el campo de h ciencia, seria una realización científica univer- salmente reconmida que, durante cierto tiempo, proporciona moddas de &1&& y soluciones a una comunidad determinada (p5g- 13).

Z

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SIGNIFICADO Y RELEVANCIA DEL ESTUDIO

Mzlrio Bunge, en m obra La invebigacidn chtáfica (1975), señala, con la claridad y d hfasis que lo caracterizan, una serie de ideas sobre la importancia de la hvestigaci6n teorética en psicología, que, por la pertinencia de las mismas a nuestro estudio, hacemos plenamente nues- tras.

Es una peculiaridad de la ciencia contemporánea d qae la actividad UmtEfica mis importante -1a más profunda y la mhs fecunda- se eenw en torno a deorfaois y no en torno a recolecci6n de datos, las clasi- ficacionts de bs mismos o hip6tesis sudtas. . . La infancia de toda ciencia se caracteriza pm su concmtraci6n sobre la búsqueda de va- riables rekvantes, datos singulares, clasificaciones t h i p ó t e sueltas que establezcan relaciones entre esas variables y expliquen aqudlos datos. Mientras la ciencia permanece en ese estadio &empírico carece de unidad 16gica.. . La dimensión y Ia adecuación relativas del trabajo teorético miden, pues, el grado de progreso de una ciemcia. . . Por esta radn, Izt fwicologz'a y la socioIogía, a pesar de su enorme accrve de datos empíricos y generalizaciones de bajo nivel, siguen considerándose aún en un estadio mbdesarrodEado porque no abundan en teorías lo sufi-. cientemente amplias y profundas como para dar raz6n del material empírico disponible. Pero en ése como en otros departamentos de la irivatigaci5n, la teorización se considera frecuentemente como un lujo, y no se admite como ocupación decente m& que la recolección de datm, o sea, la d~czipciiin. Y esto hasta el punto de que es& de moda m esas ciencias oponer la teofia (como especulación) a la investigación (entendida como acarreo de datos). Esta actitud pdeociatifica, sos- tenida por un ti@ primitivo de filosofía empirista, es en gran parte la causa del a t r m ds lar &ncicss del hombre. En realidad, ese punto de vista ignora que l a dafos no tienen sentido ni pueden ser r e l m t e s más que en un contexto teorético, y que h acumulacibn al azar de datos, e incluso las generakm-ones que no son míir que condensaciones de datos, son en gran pmts pura pkrdid~ de tiemfio si no van acornpa- %das por una elaboración tcorética capaz de manipular m resultados bruta y de orientar la investigación ( p.@. 41 3 4 1 6 ; cursivas nuestras).

Examhmdo diferentes tipos de investigaciones se puede constatar, h a i t a b l a n a t t con cierta frecuencia, que medir y contar son, algunas =es, susti- dd p e d e n t o , y que quien se cuitra prccipitadamm- te en la acum&Ón de datos no tiene tiempo o preparacibn para ser mítico. Por esta r-n, solía decir Einstein que Ea ciencia mnsr5tía m mar ieorias- Fs evidente que cuanto más alto queramos que wba *

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d edificio de la ciencia, m& profiindos y &lidos deberán ser los cimien- tos en que se apoya.

ANTECEDENTES DEL ESTUDIO Y SUGERENCIAS PARA OTROS POSTERIORES

Hay algunos estudios que han precedido al que ahora presentamos en el planteamiento y análisis parcides del problema que nos ocupa. El que tiene un área de mayor coincidencia con el nuestro es el de Giorgi (E970b). Su enfoque es fenomenolgico y contrapone la psicología entendida desde un punto de vista humanista a la psicología concebi- da como ciencia. natural. Este autor destaca la importancia que juega el enfoque que sc adopta, y termina señalando los elementos básicos de un paradigma cimtifico y humanista para la psicologia. El mismo pro- blema ha sido míudiado por Martíncz ( 1976).

Las diferericias fundamentales e irrcductiblles entre las ciencias natu- rales y Ias ciencias del hombre & puestas de relieve en Giorgi (1966) y en el simposio sobre el hombre y la ciencia del hombre (Coulsan- Rogers, 1968), en donde con un enfoque intdisciplinario, se lucha por un modeIo de cien& que vea al hombre como persona. La subjetivi- dad y relatividad de toda ciencia, sea natural o humana, se presentan con abundante argumentación en Martínez ( 1975 y 19811ia).

Giorgi y otros ( 197 1 ) , Giorgi (1970a) y Rogers ( 1964) han reaIiza- do diferentcfi estudios sobrc la aplicacihn de b metodología fworneno- lógica cm la in~esti~gación p"col6gica. Una descrjpciOn de la concepción humanista del hombre se halla en los estudios de Rogers (1965b) y Martinez ( 1977 y 1980b) ; en este Último se contrapone la concepcibn humanista a las mncepcionm newtoniana y darwhiana del hombre. El estudio de KeIIy (1969) trata de abrir el horizonte de investigaci6n a todos I a aspectos humanos de mayor reIevancii Nlport ( 1968) dacri- be las métodos idiográficos que mayor ayuda pueden ofrecer en esta tarea, y Stverin (1973) transmie en forma antol6gica hgmentos de muy diferentes autores que pueden contribuir a estudiar y comprender al hombre como persona

En cuanto a nuestras posibles sugerencias para estudios postmiore sobre ata &ea, todo nos lleva a concretarnos en una sola recomen- dacibn: que se dediquen los mejores esfuerzos a estructurar m forma orgAnica, coherente y lógica -y, en Ia medida en que la mate~ia de estudio lo permita, también axiomatizada- un paradigma hurnmista para la psicología, que merezca, a la vez, completo respeto por su siste- rnatiñdad dticidad y rigor I+as y sea un instrumenta eficaz en la comprensión de los serm humanos cmm personas.

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Primera parte

Crítica a la concepción clásica de la ciencia

En los dtas' en que psdla silenciarse una Idea dlciendo que era contraria a la nligibn, la teologla era le inayor fuente individual de fafacias. Hoy. cuando todo pensamiento humano puede desacredi- tarse calificdndolo de no-ciontifico. el poder ejercido previamente por la teoio- --- gis ha pesado a i a ciencia: así, la ciencia ha llegado a ser l a mayorfuente indívidual da errores.

a- Horrendas cosas oe están diciendo en nombre de la ciencia y se las cree porque

\ se wp>ne que facienciaes la vasarograda.

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Naturaleza de,

la ciencia

EL HOMBRE, ANIMAL CLASIFICADOR Y ORDENADOR

La ciencia, como 10 indica m nombre, es esencialmente conocirnitn- to; e1 ser humano accede a el a travk de la actividad de s t ~ facurtad más distinguida, la inteligencia, Ia cual tiene la propensián innata a buscar regularidades y la capacidad básica de ordenar las cosas, según sean semejantes o diferentes, de acuerdo con su n a t d e z a y características.

Eate ordenamiento puede ser muy simple, c m o cuando sc trata de agrupar dos plantas en una misma familia, o mucho m& compleja, come la intuición de N m n qne consistih en advertir precisamente la semejanza 3 u e nadie anta habIa v i s t w entre la caida de una man- zana y la osdaci6n dc la Iuna en su Orbita alrededor de la tierra. Consi- derada de esta manera, Ja ciencia no se reduciría a un simple registro de los hechos, sho, más bien, conshtiria en el intento de descubrir o ponm orden en los mismos.

este probIema tiene muchos nombres. En el lenguaje de la psico- logía conductista es un problema de generalización o equivalencia de gthulos. En la terminología de la psicología dc la Gestalt es un pro- blema de contacto entre procesos perceptualcs y huellas de 1s memoria: el llamado "paso H~ffding". Entre los filósofo&, el problema general- mente se formula en tE&os de '~uiversa1e.s'' y de "abstracción a partir de particulares". Para Bmner y sus asociados, es c1 problema de la categorización. En la tecnoIogía de computadoras, se les denomina 1< reconocimiento de caracteres. . . o pautas" (Neisser, 1976, p5g. 60).

La cicncia empieza con Ia creencia de que el universo está ordenado, o mejor, de jue puede ser ordenado por el hombre. Esta ordenación con&*

2'7

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28 Primera parte. Concepción clásica de la ciencia

en disponer las cosas según grupos, no de cosas identicas, sino de mas que parecen ser o comportarse de mudo semejante (Bronoivski, 1978, pág. 65).

La ciencia no seria, por consiguiente, un simple conocimiento, &O

un mocimiento de determinado gEnero, un conocimiento que busca Ie- y a generales relacionando ciertos hecha particulares. Su objeto sería ordenar los hechos particdares mcuadrándolus en la estructura de una ley general. De esta manera, cada ley de b ciencia; buscando a tientas la igualdad dcbajo de los hechos, reuniría un númem diseminado de los mismos y ampliaría el ordm y la midad del univtrso, Vista as!, la cien- cia sería un proceso de creaddn de nuevos conceptos que unificanan. nuestra representación dcl universo.

En 1780 el doctor John B m m declaró que todas las enfermedades tenían una, de dos causas. O bien se debían a IR tensihn de las pafies sblidas dd cuerpo, o a su relajamiento. Por tanto, sólo habría dos ti- pm de tratamiento : uno, soporifero para la ttnsión, y otro estimulante para el relajamiento. El soporifcro que recomendaba el doctor Brown rra el Iáudano y el cstirriulante, el whiskcy. Ksta teoria se coniact: aún hoy día COII cl riomtire dr: "ieoríü brounniana".

Aqui vemos un esfuerzo por ordenar la infinita variedad de iis en- fermedades en relación con sus causas y, por lo tanto, un intento de crear ciencia en este sentido. EE Cxito tan limitada de esta teoría se debió a que 10s hechos (enlemedades) no fueron suficientemente observa- dos. De esta clase de l;imitaciones se deriva fa instancia del mktodo. De donde se deduce que no todos los caminos wn igualmente adecuados para lograr e1 fin perseguido. Bertrand Russe11 señala que la esencia de la ciencia reside en la "fiexsecuciún sistemdtica del conocimiento" (1 975, pag. 109).

Para dgunos científicos, como por ejemplo Eiristein, la ciencia no busca tanto eI orden y la igualdad entre las cosas cuanto unos apectos todavia m& generales, tales como "la simetrfag', 'la amania", "la be- lleza" y "la elegancia", aun a expensas, aparentemente, de su adecrraciiin empírica. Einstein coincide en esto con e! concepto pitagórico de M- Craktys, corno rdz de la armonía. Recordemos que para la mente griega la belleza ha tenido siempre una significaci6n c n t m e n t e objetiva. La belleza es verdad; constituye un carácter fundamental de la realidad. Así es como Ektein vio la teoría general de la relatividad. Sin embar- go, Feigl d a t a que m 1920, en una confaencia t&da en Praga, m- tando él presente, ~ i n s t & a f i d que si ciertas observaciones ecpectda "no concuerdan cuantitativamente con 10s principios de la relatividad g m d , entonca mi teoría se duciria a polvo y cunizas" (cfr. Feyer- abend, 1975, &s. 27,571.

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Cap. 1. Nafuraleza de la ciencia 29.

Puiterionnente señalamos que la ciencia parece tmcr por objeto, 9 algunos estudiosos, descubrir d orden multo del universo. Convie- m puntualizar que aqui hay un presupuesto implicitu: la mmcia de quc el universo tiene un orda .

Para muchos hombm de ciencia el univeiso está constituido por un maravilioso y perfecto mecanismo de relojcrfa, tanto en la astmne d a del macrocosmos como en los más recónditos sectores donde se esconde Ia vida del microcosmos. Esta apreciación fue muy generdiza- da. rnostrándosr; con especial énfasis, a lo largo de toda Ia era ncwto- niana.

Pero, iqu6 significaría esto para hombres que, como RusselI, afir- man: "pienso que cl mmdo externo puede ser una ilusión p m , si &e, se compone de acontecimientos cortos, pequeñm y casuales. El orden, la unidad y la continuidad son invenciones humanas, como 10 con los cat&Iogos y las mticlopedias.. ."; y que nucstra vida diaria

dcsenvuehe en "el rcino del caos por el que estamos quizi rodeados?' '1975, pAg. 81).

Ea H e mismo autor quien rtsponde a esta pregunta: "las Últimas dudas metaf'ícas que acabamos de considerar no tienen relación con Toc usos práctims de la ciencial"ibíidem).

Ciertamente, los nisos prdcticos de la ciencia nos simpmcan la vida p nos brindan comodidad y otros beneficios, sin haber respondido a las numerosas interrogantm que plantea la naturaleza profunda, por ejem- plo, de la electricidad, la Iuz,. ias diferentes formas de energía, ctc.

Kuhn entiende por "ciencia normal*' la inuertigrnción basada f h e - mente en uno o mlis IO~TOS científicos antcriom, que determinada cc- munidad cienmca reconoce durante un tiempo como fundamento para m práctica ulterior (1978, pág. 33). Aunque esta especie de defini- ción utiliza dos F t c e e1 t h i n o que trata de definir, expresa, no obs- tante, en conjunto, un concepto comprensible.

Cuando esta "&cia normal" reúne Ias condiciones anteriom, Kuhn ae refiere a ella con el t h h o de paradigma. El paradigma es un modelo o patrón que ha sido aceptado y que ha ganado su stam por- que tiene más isxito quc otros en la soIución de los problemas que e? gnipo que 10 usa considera importantes. Tener más éxito no quiere decir que sea plenamente exitoso en la solucibn de un probIema o que 10 sea natablementt con un gran número dc ellos. F,s, por consipien- te, una teoría cientrfica que será declarada inválida Unicamente cuando aparezca otra mejor que la sustituya. Esta sustitucih implica, a su vez, que se ha realizado una mparaci6n de ambas teorías con la natu- raleza y de eIIaa entre sí.

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CRITERIOS DE STATUS CIENTf FICO

Más arriba a f h a m m que la ciencia es, en iiltimci anasis, conoci- miento, como lo indica su nombre. Pem amamos qee mele ser cm- siderada como conocimiento de un gEncro determinado, conocimiento de leyes gmmoles obsemadas en c m partionlam. Me rasgo difem- ciaría eI conocimiento cientijico del canocimiento refeido a un caso, hecho o individuo particular, Ya ios fil6sofos escolástico^ solían repetir que scien tia non est individuorum.

Según esta oritntacián, las ciencias serían -utilizando la t e d o - logra de Windelband- disciplinas nomot6ticas, es decir, que studiarian solamente leyes de amplia aplicacj6r1, preferiblemente universales, y la individualidad sería estudiada solamente por la historia, el arte o la bio- grafía, cuyos métodos son idiográfkos.

?- Na obstante, el estudio de la jnriividudidad puede alcanzar t m b i h

,' una Lcnni~malidad'~ O gene-lidad en d@n a;specto y en alguna me-

\ dida, nada despreciable en cuanto a su importancia y utilidad. Par \ ejemplo, d estudio profundo de un individuo puede evidenciar una es-

] tructura pcrsonal cnri un conjunto de rasga y dispasiciones peculiares , que, aunque pertniecen Únicamente a esa v a , dacriben y pueden I predecir e incluso ayudar a LLcontrolar" su conducta a 1s largo de un I extenso penoda de su vida. Aquí tendríamos un tipo de universalidad

"temporal" -porque se extiende a muchas situaciones cn el tiempo-, que puede ser más Util en relación con el individuo, que la univena- lidad "espacial" o 'kxtensional", referida a un elemento dc muchas sujetos.

Par otro lado, es posible que la naturaleza del objeto R=? &&a, tan impetiile e heprodircible como la explusion de una estrella nova, Ia erupcihn de un volcán, un tcrmuto, d e t d a d a rrvolucihn política o el fenómeno de doble personalidad. En casos similares, a la cieticia no le queda otra alternativa que estudiar m s casos hitos a si, ayudada, naturalmente, por m mejor equipo teórico.

Can base en estas reflexiones pdcmos p~cguntarnos que otras carac- t d c a s , ademh de la univemdidad, suden exisjne a determinado cuerpo de conocimientos, para poder mnsiderarFs como "científico". El número y alrrance de estas carac~eristicas varia mucho de acuerdo con lo que cada autor espera de la ciencia. N o se le txigzn las mismas cualidada a t d a s las i r e a o parcelas del saber, por Ia iiencjtla razón de que es su misma naturaleza la que st lo impide. Sin embargo, no por eso se las excluye simplemente de formar parte deI conocimiento científico. AS, por ejemplo, se suelen señalar como caracteristicas del saber científico la predi&dn de evcntos y cl control de los mismos. .'

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Cap. 1. Naturaleza da la ciencia 31

Si uno de 10s objetivos de la ciencia consiste en dsrribir el universo en un lenguaje ordenado, es con la finalidad de que podamce prever los resultados de diferentes aIternativas de acútin, entre las cuales tene- ww que escoger. Lo que buscamos, tanto en la ciencia coma en nuestra rlda cotidiana, es un sistema de predicción, una especie dc adivino, can eI fin de c07~frular el futuro, de escoger y orientar nuestra acci6n.

Sin embargo, una ciencia tan sor~ticada como la astronomía, que puede predecir m mucha perfección futuros eventos del sistma soIar, m e en absoIuto de la capacidad de contmhlos; iguaIrnentq la g e h g b ha llegado a un alto nivel en su capacidad dc explicar el pasada pl$ico, pero muy paco puede aportar en cuanta a la predicción de terremotos y menos aún puede intervenir en el control de los mismos.

Otra característica, objeto de frecuente discusión, es la comunica- bilidad de la ciencia. Si un conocimiento no es comunicable --suele d- no es científico, La razón principal de dto es que el cono- cimiento se considera como algo intersubjetivo que debe gozar de cierto wnsenso entre. la comunidad cientifica

En gnoseoIogía se cstudis un tipo de conocimiento estrictamente pmonal, cl conocimiento uiuencz'al, el compmdcr (Verstshen) profun- do, tan frecuente en las disciplinas humanas y tan experhentado y mido por h psicó1ops clínicos y por los artistas. Esros hombres puc- den captar una realidad singular y particular a un gran nivei de profun- didad, y comprender lo% nexos y las complejas interrelaciones que constituyen ese ser individual, asi como tener uga vivencia muy peculiar

casi mística que les lleva a una cierta identificacihn con el objeta de estudio. En este caso, el sujeto posceda un conocimiento cierto, pero m clmtffico; es decir, hablando cdmol6gicamente, un cmocimieafo no- conocedor, cosa absurda.

Por otro lado, el motivo de la incomunicaldidad de la cicncia puede ser simpIementc a Parte mbiecti et non a pmte 7ei y la consecuencia seria la mhm: eosa iiógica.

Si el objeto de. Ia ciencia es la poscsi6n de la verdad, convendria po- x r énfasis en que habría que buscarla donde y como qu im que &a se mnrentre y considcrarla,como un proceso de investigación entre o w , pero no superior de por sí; únicamente podemos expresar una psefe- rmda por 19 método cmpirim científico sobre otros tipm m6s intuitivos de investigación. Russell, por ejemplo, dice que la ciencia como perse- lmcibn de la verdad será igual, pero no superior, al arte (1975, pág. 8) .

En cuanto a1 hecho de que se de cierta iniermbjetividad o consenso, mordernos que Galileo estaba solo con sus teorías y que 1m "sabios" Jd tiempo, los doctores en teología y doctores utroqw iure, calificaran -ms teorla wmo "absurdas y filosóficamente falsas'" Y mucho t iemp

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32 Primera parte. Concepclbn cibica de la ciencia

antes, el astrbnomo Ptolomeo habfa considerado la idea de que la tierra se movia como extraiia, vieja e "increiblernenre ridícula". Igualmente, el gran viajero griego Piteas de Massilea fue considerado durante mu- chos sigla como un gran "menthmo" por sus relatos acma de una isla cn el nortc que tenia, corrio características, ti mar congelado y el sol brillaba a media noche.

Pero no cs riemario mirar tan atrás m el tiempo; cn nuestro mismo siglo tenemos casos similares. En 1950, por ejemp10, VeIikovsky pu- blic6 la obra WorLds in Cotlision, un libro altamente heterodoxo desde cl punto de vista científico, que aceptaba y se apoyaba cn idcas del Antiguo Testamento, de los Vedas, de 10s Mayas y de la mitoIogía greco- romana, para sostaer que una serie de eventos catastr6ficos que suct- diemn en la tierra cntre los siglos xv y w a.c. sc dcbimn al paso repetido de la tierra a travts de la cola de un cometa que finalmente chmb con Marke y, despub de perder la cola, su cabeza se convirti6 en el planeta Venus. La reacción negativa de los mtrónomos, científicos y grupa acad4micos intcresadoc fue tal que la editorial MacMiZlan tuvo que renunciar, par el boicot de que fue objeto, a sus derechos edit* risles y suprimir el libro (aunque era entonccs el de mayar venta en los Estados Unidos), y Vclikovsky recibió toda claqt de improperios. Sin embargo, el gran público a q t 6 el libro con interés y se convirtió en un best seller. En dicicmbre de 1962, el explorador e s p a d norte- americano Mariner 11 confinnb las predicciones de V&kovsky sobre Venus: "su temperatura incandescente" de superficie era de 426" C "y sus nubes estaban repletas de hidrocarburos (petróleo)". Pero cstos su- cesos no reabrieron la. discusihn, como era lógico, entre 10s científicos. Sencillamente hablaron de una "curiosa coincidencia" (cfr. Velikovsky, 1980, pág. 15-17).

A& como el que canta extra cortsrn, por muy bien que lo haga y sea el único que está cn 10 cierto, siempre da Ia impresión de tstar "desen- tonado", así las comunidadtc "científicas'" censuran duramente al que rompe la "armonía" del paradigma aceptado y condividido, aun cuando d o sea para corregir fdilacias inveteradas.

Fa gen&, la gran rnayoris de esos hombres destacados y, sobre todo, las que han dado origen a las reaoluciun~s chtificrss (como Co- p&rnico, Xewton, Darwin, Plmck y otros), se han quedado solos duran- te mucho tiempo y, eñl repetidas circunstancias, se les comideró como faltos de "sentido cm6n" (y con razbn, pues ese sentido común estaba errado) y alirnadas (cosa igualmente Qerta en cuanto separados del común pensar y obrar). Por ato, Max Plmck escribió con tristeza en su Autobiograjfk que "una nueva vedad cientíEics no triunfa por medio del conven+iento de sus oponente, hcitndciles ver la luz, sino,

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Cap. 1. Naturaleza de la ciencia 33

más bien, porque dichos oponentes llegan a morir y crece una nueva m c i ó n que se familiariza con ella".

Así, PUB, la intersubjdvidad o consenso entre determinada comu- d a d de cientificos contemporáneos, como desea Kuhn, puede ser algo *He, pero no necesariamente indxspensabIe en si.

Bronowski pone el fundamento de la ciencia en d &todo que litüi- za, cs decir, en la unión del mttodo lbgico-deductivo (cuyo uso habla W e c i d o durante toda la Edad Media) con el mhtodo empirico- nsductivo que desarrolló Francis Bacon:

... la superioridad y grandeza de la ciencia reside en Gltirno t ( 5 h en que en d a se juntan 10 racional y lo empírico. La ciencia es dato empírica y ref ledn que se dan cmsktencia de modo recíproca,. . La uni6n de los dos métodos es la base misma de Pa ciencia. Whitehead, que ya puso de relieve este hecho, sitúa la fecha de la rwolución científica m el momento en que Galileo y sus contempmáneos se dieron cuenta de que los métodos, el empírico y e1 l6gim, no tienen smtido separados, y que han de ir reunidos. Se* Whitehead, la Edad Medía era tan lbgica en sus especulaciones sohe la natu- raleza como lo somos nosotros. No es como racionalistas que lcs aventajamos; n u m &tos materiales resultan de Juntar a su lógica, a cada paso audaz de la d n deductiva, una vuelta inexcmble a los duros hechos ernpirioos ( 1 978, págs. 37,109).

Esta pmicibn de 7miitchead cmnldlividida por Bronowski, se pmcnta como aigo muy atractivo y lógico, pero merece algunas reflexiones en cuanta a su historia. Si la d n del rnaodo lógico con eI empirico

atribuye a GaIiieo, debi&ramos aceptar que numeroshos txitm de civilizaciwcs antiguas fueron fruto Únicamente de1 m6todo 16gic0, del empirismo puro o del azar. La ingenieda v id de lm romanos, por ejm- $0, pu&a en evidencia sobre todo en sus puentes; la hidr&ulicq. pa- tentizada en sus acueductm y sistemas de agua corriente y surtidores de las ciudades; la ingenieda de la constnrcci6n en obras como el Co- k y la refinada témica utilizada en d Panteón (enteramente en pie despuk de dos mil años) ; los ingeniosas sistemas dc Calefacción de la rivienda, etc., no pueden explicarse satisfactoriamente sin una utiliza- cih continua de lo racional y lo emplrico.

LIo mismo tendrbos que decir -caminando hacia atrás m el t i c m p e de las obras que la ciencia griega reaiizó m todos los campos de k te& humano. Todavía suscita hoy n u m admiración, p6r ejem- plo, el mbtodo que empleó Eupaluio de Megara, hacia el ano 625 a.c., en Ia comtrwcción de un túnel de unos 1500 metros de largo para pasar un acueducto a travb de una colina y U w a r e1 a%pa a la ciudad d t Samos, Dicha pforacibn se neaiu6 por ambos extremos y m .el encuentro h u b un ermr mínimo -para ese tiempo- t q . 0 d&--diitz-

- #.. ==m\ .' c,o '+= .P 4 .

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34 Primera parte. ConcepciOn clásica de la ciencia

ciOn ( 9 m.) como de nive1 (3 m.) Tdcs de Meto, can el apork de datos astrnn6micos de los babilonim, predijo un eclipse de sol en el año

585 a.c. Aristarco de Sama% hacia el aíb 210 &C., nsb un genial método para deteminar las dimedones y las distancias del sol y de la luna, y concluy6 que e1 d debía d a r , por lo menos, 18 veces más lejos que 1a luna y que tenia que ser, por lo menos, 300 vecB m& gran- de que la tierra; por do, un cuerpo de este tamko t d a que ser el centro de gavedad del cosmcs. Él fue rambiCn el primero en mtener que la tierra se m 6 alrededor del sol, lo cual hizo que lo acusaran de impiedad por Kaber "turbado el d e . de las dioses". Herón de Ale- jandría, en d siglo r d.C., entre muchos ingeniosos aparatos, camtmy6 una authtica máquina de vapor que se movia a reacción; y en un bar- co griego, hundido hacia d año 82 a.c., se encontró un mecanismc -mecanismo de Antikythera- que es una aaihtica computadora as tronómica de tipo bastante avanzado, que usaba parta mecánicas para aliozrar cálculos tedi- (cfr. D e Santillana, 1961 ) . Y una de. Ias in- vencionts griegas, que los grabes perfeccionaron despuh, de gran lms tendencia y utilidad, fne el astrolabio. Este aparato dio muy buenos resultados en la medicibn de la altura del sol y de las &ellas, así como en el cáiculo de las latitudes, y durante mucho tiempo fuc el reloj de h K i o y h regla de cálculo del mundo. -

Remontándonos todavía mhs en el tjernpo, nuestro asombro no ts menor al considerar las maravillas que nos dejaron las civilizaciones egipcia y asiria -todavia lroy incxpficables. en cuanto a ciertas tácni- cas utilizadas & la construcción de pirámides y mausoleos- y, en el lejano oriente, lo prodigimo, por ejempIo? de la medicina china, tan aturtiads hoy y tan vieja como el Emperador Amarillo, que vivid m el tercer milenio antes de Cristo.

Quiz4, nin@n sabio de la antigüedad señaló y estableció mejor la importancia de iinir el rn6todo racional con d empirico, de como lo hizo Ep6crates entre los griegos. Hipócram (460377 a.c.), "padre de la medicjna'" que codiiicb gran parte de Ias setenta abras que componen el "corpus hipou5h" y que se ocupan de la prActica rnJdica, mri- bió en sus Preceptos :

Debe atenderse, en la prhctica rnbdica, no fundamentalmente a laP teorlmis pIakbl.es, sino a k expm-en& combinada con h raxlfn. . . Apmebo la teada si sienta sus basa en los acontecimientos y deduce sus conclusiones de acuerdo aon los hbmenris. Porque si la teoría sienta sus bans en hechos claros, rse ve qiiri &de en el dominio del intelecto, que, a su m recibe sus impre- sionm de o- fuentes.. . Pero si no comimza a partir de una impresi6n clara, sino de rma f i c c i h plausible, induce a menudo a situaciones dolorasas y molestas. T+oa Im que así actilan se p i d e n en un calIejÓn ain salida.

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Cap. 1. Naturaleza de la ciencia 35

Con base en todas estos hechos y en muchisimtxs rnk que p i r í a m o s amnciar, sería más acorde con Ia realidad sostener que : a ) tanto en Ia época de los babilonim, egipcios y fenicios, como, sobre todo, entre 7- griegas y romanos existi6 un auténtico uso de procedimientos 16gico d o n a I e s y empíricos, aunque con un prevaleciente ihfasis en sus as- peaas pragmáticos; b ) los griegm -especialmente los pitagbricos- lwaron esta ciencia a un orden más racional, con lo cual adquiere. un d o r más absoluto; c ) esta primera concepclbn parece olvidarse y eclip- sarse en l a sigIos siguientes y no es redescubierta y restaurada sino hasta Ea Epoca de1 Renacimiento, y d ) esta ciencia, a partir de W e o y riebido a una serie de factores positivos que trajo consigo la época rena- aendsta y la aparición de la imprenta, c o m d a acurnalm y divulgar i r i ~ hallazgos en foma continua y nklemática, casa que no pudieron hacer las Uvihacioncs antiguas. Esto seria mis 16gico que la afirma- ciOn de que todas las creaciones anteriorts a Galileo f u m fir8cien- tifincas.

Karl Popptr, m b o representante del racionalkm crítico, ubica la esencia de la ciencia exclusivamente en su mfoqua cdtko y, más precjsamente, pone como criterio de demarcación entre la ciencia y la ceudociencia, la refutabilidad de un sistema teórico:

. . .la racionalidad de la ciencia no &de en su hdbito de apeIar a datos empfricos en apoya de m dogmas -pues m lo hacen tambih los a d 1 0 - ps--, sino exclusivamente ea al enfoque crítico, en una actihid que supone el nrso crítico, entre otros argurnenms, de datos empiricos: (especialmm~ en las refutaciones). Para nosotros, por consiguiente, la ciencia no tiene nada que ver can Ja búsqueda de la certeza, de la probabilidad o de la confiabi- lidad. No nqs interesa establecer que las teorías cientifica rron seguras, ciertas e probables. Consco'intes de nuestra falibilidad, s61o nos interesa ~ r i t i ~ a r h y someterlas a prueba, con la esperanza de dtsnibrir m que estamos equ iw &, de aprender de nuestros mores y, si tmemos 8Uerte, de lograr teorías mejores,

. . Supongamos que nos hemos propuesto deliberadamente vivir en este de+ conocido mundo nuestro, adaptamos a é i todo lo que podarno$ aprovechar las opoaunidades que encontremos en tl y expIicarlo, si es posible (no necwi- tamos s u p e r que lo es) y hasta donde sea posible, can ayuda de 1- y teorías explicativas. Si nos hemos propriesto esto, entonces no hay pro&- miento más racionaI que el método de! ensayo y del error, de ia conjetura y lb ~qhtuciún; d e proponer teorías intdpidamente; de hacer todo'Ia posible por probar que son errheaa, y de aceptmh tentafiuamsnte, s i nuestros es- fumo~ criticos fracasan (1967, págs. 64, 265, 266; curaivas nuestras}.

De ata manera, Popper resme toda su posici6n dinnando que el crit& para esiablecer el status científico de una teoría es su refuta@ lidad, lo cual- equivaIe a decir que toda teoría debe ofrecer la posibilidaci

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6 Primera parte. Conapciirn clásica de la ciencia

de someter a prueba o contrastar el contenido de la misma y utilizar, para ello, todos los pmcechicntos asequibla a un enfoque crítico.

Para entender Ia justa posición de esta teoria, es ne&o poner especial atención. La prueba "confirmadora" a "refutadoral' scría mal entendida si se considerase solamente cn mtido empírico. A partir de datos empíricos se puede inferir la refutación de una teoría y esto cuan- do la inferencia es purarnmte dedzctim. De esta manera, una teoria o hipótesis jamás podrá ser "verificada" stticto m u , pua siempre. será posible su futura refutación con base en rnk datos, observaciones y "p"mentos; sélo podrá ser cc~orroborada" o "conFirmadEt" --si las; pruebas son positivas- por las mismas. Sin embargo, una hip6tesis o teoría sí puede ser d u t a d a definitivamente con baa en las deducciones imosteniblts que se pubdan derivar lógicamente de ella. De estc modo, sabemos que las teorías refutadas son falsas, mientras que las no refu- tadas puedm ser vtrdaderas.

Para Popper ( 1967 1 ninguna prueba o regla puede garantizar la verdad de una gentralízación inferida a partir de observaciones verda-

d% P r repetidas que estas sean. El éxito de la ciencia: no se basa tn reg1a.s de inducción, sino que depende de la suerte, d d ingenio y de las reglas puramente dednctivas de argumentación dtica. La Znduc- cidn, es decir, la inferencia basada en muchas observaciones, es un mito. No es un hecho psicd¿gico, ni un hecho de la vida cotidiana, ni un pmcedimicnto científico: as upra cuesdidn de fe. Todas las leyes y tcorias son conjeturas o hipótesis de ensayo q u ~ se aceptan provisionalmente, pro tampme, mientras mistan las más severas p m e k de c o n ~ c i ó n que searnm capam de planear, ptro que se rechazan si no las resisten. Sin embargo, en nin@n c&o ni en ningún sentido, la tearia a Ia hi- p6tesis se infiere de los datos empiricos. No hay una inducci6n psicolb- gica, ni tampoco una induccibn Ibgica.

E& posición es compartida por muchos ~ i m ~ c o s , especialmente de la rscuela indoeuropea de Metaciencia que trabajan en el área de las ciencias humanas. El profesor Lmchoten, de la Universidad de Utrecht, por ejemplo, ha aclarado con amplia y precisa indagacidn experimental que Iw renlltadm descubjertos en una situación A no pueden ser decla- rados válidos p m una sjtuaSÓn B, en mto no se haya probado me- diante el a d k k fenomenoliigico la idmtiducl es6mctural de las situacio- nes A y B, casa prácticamente imposible.

Amqtie paraca extraño, d mismo Hume justificaba la inducción en funaiin de la codtsmbre y eI hábito, pero pensaba que no se podía justificar lógicame~~tr, que no habia ningtln: argumento Iógic~ válido que nos permitiera stabIecer "'que Ios casos dt los cuales no hemos te- nido ninguna exprimca se asemejan a aqutDos de los que hemos tenido

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Cap. T . Naturaleza de la denda 57

experiencia". Por consiguiente, "aún después de o k a r la conjunción hcuentc o constante de objetos, no tenemos ninguna iaz6n para tx- m e r uria inferencia concerniente a algún objeto, aparte de aquellos de los que hcmos teriido experiencia...". Pues "si se dijera que tcne- mos experiencia en esto'" decir, si se afirmara que Ea experiencia nos m s a que los objetos constantemente unidos a otros mantienen tal conjunción- entonces, dice Hume, '%mularía nuevamente mi pre- m t a : ~ p o r qut, a partir de esta experiencia, ex t r ímms una conclwi6n que va más alla de los ejemplos pasados, de los cuales hemos tenido experiencia?". En otras palabras, e1 intento de justificar la practica de la inducciOn apelando a la experiencia, conduce a un rcfltso in nitum. Como resultado de esto, podemos decir que las teorias nunca -3ueden sa infere'das de enunciados observacionales, ni pueden ser ju- f icadas racionalmente por &tos ( Popper, 1967, págs. 53-54; cursivas numtras) .

E1 mismo Kant afirma, en su Critica de la razón pura, que la uni- versalidad empírica no es m& que una extensión arbitraria del valor, pe se pasa di: un valor que corresponde a la mayor parte de los casos, al que cosrcsponde a todos ellos { 1973, 1, pág. 149).

Tanto Arist6telcs como el mismo Bacon entendían por inducción, no tanto Ia inferencia de leyes universales a partir de la okrvación de muchos casos particulares, sino un mitodo mediante el cual iieganm a un punto en el que podemos intuir o percibir lu esencia o la veda- dera naturaleza de 1% casas que mciema 40 univmsd y estoI al fin p al cabo, es sipo de la necesa&.

De esh. manera, será la agudeza intdectud del Científico la que Ia observación intelectual de muchos casos para intuir la esencia

o n&d-, a bien le bastará cm muy pocos. ~ r i n t a n o considera que la buena descripción dc tsn ejemplo individuai puede hacer evidente la esencia sin que haya necesidad dc acumular más casos particulares. El método de Jean Piaget -apoyado bhicamentc en esta lógica- fue con- siderado durante mucho tiempo por numerosos investigadores positivis- t a ~ como no científico, debido a quc no seguia ciertos cánones clásicos. Sin embargo, en 1956, el famoso cientifico atómico Oppenheirner, al hablar a la American Psychological Association, lo propone como un modelo para iniciar la invetigacibn en algunas áreas de Ias ciencias humanas.

Con base en lo expuesto anteriormente, y por o t m razones que aiíadirernos en los próximos capítulos, parece ser que el criterio para definir la ciencia puede variar mucho en relaci6n con el tiempo o épocas histiiricas y también con las perspectivas, intereses y deseos de las pa- sonas. En la Edad Media, la teología fue "la reina de las cien*' y

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38 Primera parte. Concepci6n clásica de la ciencia

la mima f d d a no era sino una m d a tkologiae. En el Renaci- miento, y durante todo el siglo wr, el modelo de la cieacia siguió la orientación baconiana, galileiana, newtoniana y darwiniana, es de- cir, tom6 un derrotero estrictamente @tivista, En este sigla, EimtW1, Planck y Heisenberg, entre otros, con la teoría g e n d de la relatividad, la mecanica cuántica y el principio de indetedacihn, dinamitaron las basa de a a ciencia poB;hkta, mecmi&ta y d e t e r m i n i y volvieron a intr~ducir la filsofia en b misma rdz del concepto de cien&.

~Cuhl s e 4 por fin, la naturaTeza de la ciencia? Creemos que no es posible llegar a una p ic i6n definitiva sin considerar Ta luz que sobre este problema moja Ia consideración del teorema de Godel y las ideas de Tarski, camo veremos más adelante.

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Crisis la concepción

clásica de la ciencia

LA CAUSALIDAD UNIVERSAL NEWONIANA

La canccpci6n clásica de la denda, su origen, d m 1 1 0 , influencia ai la cultura, crisis y colapso se pueden observar mejor siguiendo Ia que ha sido considerada como la ciencia por cxedencia y a la que todas !as demás "debían" imitar: la fhica. Su desmIIo triunfal comienza con Francis Bacon y Galileo, se consolida con Newton e impera $0-

nosamente hasta comienzas del siglo xx, cuando entra en crisis con la demolici6n de la causa1ida.d y el determinismo,

En la metodolog3a baconiana Ias leyes de la natrrraieza st encontra- ban seleccionando un fenómeno, elencando sus características, midih- doIas en su variedad de situaciones, anaE&dolas para encontrar pautas sistemáticas y formalizando algunas proposiciones teortticas.

Newton tomó de los experimentos dc Gaiileo y otros itaIianos algu- nas nociones gendes mbre el comportamiento de los cuerpos: que se mueven en Enea r~cta, que van a una velocidad uniforme, que conti- nGan moviéndase así a mam que una fuerza las d~p lace , ecc. Según LJewton, dadas Ia situacibn y las veIocidades de todos IOB cuerpos ce- ]&es en un momento dada, podemos predecir todos sus movimientos a partir de ecte instante hasta. el infinito.

Newton mpwo que las normas generdes que parecen obedecer los cuerpos de tamafío medianamente grande son verdad para cada par- t icda d t materia, sea cual sea su cIase y tamaño. Despub de haber decidido poner m pdctica esta idea, construyó por si mismo un nuevo miverso hecho con íos fragmentos mb pequeños de la materia, cada uno de los cuda sigue las mismas leyes o axiomas. Este universo es una cumtm~C2&n como e1 universo abstracto de la geometría que EndL

. . des constmyó a partir de SUS axiomas. Cada una de esta?, '

I

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40 Primero parte. Concepción dbsica de la ciencia

~ ' c u i a s del universo de Newton atrae a todas las dem& partículas iguales con una fuerza que depende sólo de su distancia; esta f u m decrece de tal manera que cuando la distancia sc dobla, la fuerza dis- minuye hasta una cuarta parte dc su intensidad; y, en general, cuando se altera la distancia, la fuerza se altera i n v m e n t e ai cuadrado de la distancia.

A lo hrgo del siglo xnr, Darwin bus& una expiicacidn mecanikta de ia evolucihn: el mecanismo de la dtcci6n natural. El medio am- biente es la causa de que los animales mejor adaptados al mismo, so- brevivan frente a sus rivales en esta lucha por la existencia. De &a manera, Darwin introducía la idea de causatidad en su teoría de la evoIuci6n.

Así, el método de Newton, basado en la exflicacitín cawd y me- cdnica de los fenómenos, que consideraba ai principio de causa y efecto como su principio ordenador y rector, se fue convirtiendo en el método de toda ciencia.

La creencia de que d universo a una miquina, iievb a muchos investigadores y hombres de ciencia a intentar repetir la hazaña de Newton comtmytndo uri modelo similar para sus respectivas ciencias (economía, psicología, sociología, etc.). Adam Smith, Jeremy Benthan, Stuart Mi, Hartley, Mesrner, Freud, y otros, cada una a su m- nera, dedicaron toda su vida a esta espanza. Pero esta concepción &ca de la ciencia estaba minada internamente y tal situación la Ue- varía gradualmente a tomar conciencia de eUo, a entrar en crisis y a desembocar én un ruidoso colapso.

En cuanto a la arbra~egia bnconiana, Reynolds (1971, pág. 142) señaIa dm desventajas que la acompañan siemprt, p m especialmente en las ciencias socidcs. En primer lugar, el número de datos que pue- den reunirse es tehicamente infinito, y la faIta de consenso entrc los cientificos en cuanto a cudles son las variables importantes ha dado como mdtado tener que medir una lista sin fin de características. Por esto, un científico que adopte esta estrategia no podria -hablando r i gwmen te - superar el primer paso. En segundo lugar, ci proble- ma de enconhar estmcturas interesantm cntre los datos recogidos es abrumada^, pues hay t an ta que todas merecedan una seria conside- racih.

En cstt pracedimiento metodolúgico, siempre se ha puesto knfasis ai la medida y císantificacidn, a tal grado que su precisión estadíctica y decimal UtpO a ser sinónimo de conocimiento científico, aunque los pmbIemas por mtar fueran dt poca importancia y hasta trivial=.

Ciertammtt, m respuesta aproximada y modmta a un pobkrnra importante es mucho más Ú t i i quc una sespuata precisa, elegantc y

C

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Cap. 2. Crisis 41

.mtificada dada a un problema trivial. Lo que no merece estudiame m hay razón que obligue a hacerla bien. Por otra parte, Russell nos rmrcrda que "la tCcnica matemática es poderosa, y los hombres dc &&a mtán naturalmente ansimos de aplicarla siempre que sea posi- 9; pero una ley puede ser muy cimf%fica sin s e cuantitativd' ( 1975, *. 55).

El empirkmo supone y acepta gratuita y &&ente la idea de -e la experiencia sensorial nos da una mejor imagen deI mundo que

pasamienta Iógico c intuitivo. La rwolución científica dei siglo xm, y su consiguiente afianza-

ziiento, se fue apoyando cada vez más en una base que no era tan icjgica como parecía: la idea dc una cauddad universal. La ciencia

es toda astronomía y menos un juego de billar, aunque en el siglo xnt

_.e cxinsñuyese toda una teoda del comportamiento de los gases a par- tzr de e?. Pero también aquí, como en toda el campo regido por Ia -da ley de la termodinimica, hay una puerta abierta. Efectivamen- q podría ocurrir que un recipiente Ueno de agua puesto al fuego, ai vez de henii, se helasre, pues no está demostrado por ninguna de las k p de la fisica que el he& sea imposible; sóIo la segunda ley de la ter- n d n á m i c a demuestra que es altamente imp~obable.

LA CRISIS DE LA CAUSALDAD Y EL DETERMINISMO FfSICOS

La &is y el rechazo de la causalidad utüvmai tuvo un proceso h r i o ~ o y complejo. Cuando a mediados del siglo pasado se abserv6 q e el planeta Uranb sufría retraw, berr ier , con solo papel, lápiz * las leyes de Newton a su dispssicibn, cdcdó d6nde podía haber otro planeta que, con su f u a gravitatoria, alterase la órbita de Umo. Cumdo se cnfocb el gran telescopio de B e r h hacia ese punto, apareció danmente Neptuno. Esto no podia menos que provocar una mayor ad- miracidn por Newton y sus leyes.

Bastantes años más tarde, el mismo EevexTicr descubri6 que también d pIaneta Mercurio sufria alteraciones gravitatorias; pero, por donde- quiera que buscó en el cspacio, no pudo haliar un nuevo Neptuno para culparle de la irregularidad. Este problema sóIo se aclaró con un es- tudio profundo de los mpwstos fundamentales de la fjlo~ofíí de Newton, en especial de su concepto de tiempo. Será Einstcin el que demuestre que el tiempo y el espacio (quc Newtmn crey6 absoltstos) no tienen smtido, en F~~ica, independientemente del obsewador; que un su- W s d o considerar d espacio y el tiempo como dados absolutamente e

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42 Primera parte. Ccnceptión clúsiea de la ciencia

idhticm para todos los observadm. No podemos comparar d títmpo en dan lugares distintos sin enviar una seña2 dc uno a otro, el recomido de cuya distancia toma en sí mismo un tiempo determinado. En con- secuencia, Eulstein mostró que no hay un "unhe& ahora"; sólo hay un "aqui y ahora" para cada observador, de tal manera que d espacio y el tiempo e s t h inextricabIemente unidus entre si y d t u y e n aspec- tas de una misma realidad (Bronowski, 1978)'.

De esta maner% el espacio y el tiempo piden w valor axiomAtico, es deck el valor que Elevaría en sí mismo Ia garantía de su fimtza y solidcz, y se convierten en hipótesis básicas3 que se Im mantiene tanto como se puedan sostener las consmerrcias derivadas de ellas.

Max Planck dio un paso fundamental cuando, en 1900, descubri6 .que Ia energía, como la materia, no es continua, sino que aparece siem- pre camo conjunto o qumta dc determinadm tamaños. D d e un principio, las ideas de la mecánica cuántica no podian concordar con la macánica cláGca de las partículas. Babia que reconocer propiedades casi fanthticas a un electrón siempre que emitía o akorbia un quan- ttsm de energia. Estos átomos e s t h ya muy lejos de los de Dem6crit0, que tenían ganchos y agujeros para relacionarse. Las dificultades au- mentaron hasta que, en la segunda década del siglo xx, se empez6 a ver que no podía formularse simplemente una teoría para describir los acontecimientos micrmópicos y esperar mantenerla rígidamente en el maco clásico de Ea cansalidad.

En €927 Heisenberg demostrd que toda dcscfipción de la natura- Icza contiene una incertidumbre esenda-! s inamovible. Así, cuanto m% cuidadosamente intentamos calcular la posición de m apartícula funda- mental, por ejemplo, de un electrdn, menos segurcis estaremos de su velocidad. Cuanto m& exactamente intentenias estimar su velocidad, menos seguros c s t m o s de SU posiuhn exacta. Por lo tanto, nunca podremos predecir el futuro de una partícula con absoluta seguridad, porque en realidad no podemos estar completamente seguros de su p e m t e (Brono~vski, 1978, pAgs. 75-76).

Este hecho es interpretado por muchas autores como Ia bancrmota del dererrninlsnatr fh i to , EI principio se aplica a partícuIas y amnte- cimientos mimópicos ; pero estos acontecimientos tan pequefm no son ni modo alguuo insignificantes. Son precisamente aquelfos tipos de a c o n t d e n t a s que se producen en los nervios y el cerebro, como también GII Im penes, l a cuales llevan las d d a d e s que heredamos, y, en general, soa la base que constituye toda materia del c o s ~ y todo tipo de mmhicñta p forma de m4a.

Entrar al fondo del pmblcma de la carnalidad lleva, 16picamente, al terreno de la metaifsca- Las Icyes causala no pueden demostrame *

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Cap. 2. Crisis 43

qkicammte, pero Ea g m mayoría de los cientüicos siguen pensando d a t e y mando hablan dt una rdaci6n entre p y q es porque =en que p, de alguna rnmem, causa q, aunque no haya ninguna evi-

de que así suceda. En los: mwimicntos de los cuerpos, por +plo, coa gravitación mutua, no hay nada que pueda llamarse causa

nada que pueda considerarse efecto; s61o hay una fórmula que desig- Ia relación entre ellos. Por &o, muchas mudas fdm6ficac se oponen a la tesis de Taine de que " t d o conwimiento Eientifico es, en

+, un conocimiento causaI" y a la vieja definiciún tradicional de k c i a como cogna'lio rerum per causas, o a la de Kosambi como "cono- &ento de la necesidad'" y piensan, & bien, que la ciencia no debe -ponerse dar respuestas a los porqué, sino sólo a los cómo, o sea, m tiene que limitarse a producir descripciones máximamente complc-

y económicas de los fen6menos actuaIes y posibIes. Bertrand RusseII señaIa que la palabra "causa" est5 muy ligada con

b c i o n e s engañosas, y la razón de que Ia física haya cesado dc buscar camas es que, en realidad, no hay tales cosas:

. . .la ley de causdidad.. . a una reliquia de una edad pasada que sobrevive, como la rnonaqula, S610 porque se supone, erróneamente, que no haec daño (1953, phg. 387).

AC'rITrnES ANTE u CRISIS

Aquellas personas acostumbradas a pensar siempre con base en un determinismo fijo y m una carnalidad universal, recibieron un impacto pzicol6gico desconcertante con la llegada de &a rwolucibn cientifica. Por eso, suelen seguir objetando de la siguiente manera: ipor qué te- nemos que suponer que debido a que la ciencia no puede descubrir la m c t u r a de la causalidad en la naturaltza, esta m c t u r a ya no mis- te? {Por qué no podemos continuar sosteniendo d punto de vista de puc el futuro esta en t e o h determinado, por más que los &nauis

puedan en la práctica predecirlo o no? dPor qué titíene. que significar que no existe un mecanismo perfectamente adecuado que y que nu&m telescopios y rnicroscopioe son demasiado poco penetrante pam *-er su funcionamiento exacto?

Para &S preguntas Bronomki tiene una respuesta:

... esta es una argumentaci6n interesante pero, creemos, bastante patkt'rica, porque Lo que realmente dice cs qac el que hace la pregunta tiene que escogef entre la ciencia y !a cmalidad, y que prefiere inclinarse por la causalidad. Puesto que ata Iltima no es más que uno de las instrumentos de la ciennP, nos parece absurdo aferrame a ella ciegamente cuande parece wn toda eri-

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44 Primera parfe, Cancepcibn el6siea de la ciencia

dencia que no funciona ya como instrumento. Desde luego, cada uno es libre de prefcrir m mtfculo de fe fauodto.. . Pero, no creemos que esta fe sea algo mas que un apoyo confortable y de rutinaria su$e~st i~Óa (1978, pagi- na 81; cursivas nuestras).

Así como él rnecanicismo tuvo que retirarse ante I*, incapacidad de dar una explicacidn científica del mundo hace casi doscientos aiios, con Ia llegada de Ea rica cuhtica el ddemintsmo y la camdidad tikm que ser aba~rdofaados o, cuando menos, ~omp¿etamente redefinidos. De esta manera la ciencia se irá centrando cada vtz más en el descubri- miento de estructuras ordenadas en los sistemas dinámicos y tratará de encontrar y f o m d m las propiedades invariables de estos crirnplejos sistemas.

En sentido estricto, hoy no wisten ya ciencias exactas; existe la ciencia y, por otro lado, mkte el sentido comh, y ambos tienen que aprender a m'milar en su5 m6todos e ideasi básicas la incertidumbre fundamental de todo cotsacipnignto.

Heisenberg había dicho que "quicn quiera llegar hasta el fondo de cualquier discipIina tcndrá que dar, m& pronto o más tarde, con las fuentes human~icas" (Serrano, 1975, pág. 6). Henry Margenau, Pre- mio Nobel dc Física, destaca este punto y lo ponc como eIernento dia- crítico entre fa ciencia del siglo xnr y la del sido xx:

, . .la primera era fáctica, se ocupaba de descubrir datos siempre mas exactos y confiables y la determinacibn de las constantes de la naturaleza hasta un creciente número de lugam decimalcs. La nueritra es una aventura hurnanq prei?ada de desafIos e ideas, esperanzas y frustraciones, y sus conceptos tras- cienden cn sumo grado d dominio de los hechm mcnsurables (1969, pág. 3).

Pero he Einstein el primero en tomar en serio la filosofia. La relatividad equivale a comprendm d universo, no como m i e s de acon- techmimtos, sino como relaciones. A menudo suden citarse ejemplos de Ia mecánica cuantica para demostrar que el mismo acto de obser- var afecta a las pequeñas partículas que estarnos mirando. A&, Op- penhcimer advierte :

... toda i m m c i 6 n para tomar una medida o para w d i a r lo que s u d e en el mundo atómico, crea, no obstante todo el orden de este mundo, una siniaah mima, ímica, no plenamente previsible (Bugentnl, 1967, $E. 61,

Igudm* una pardeda micm~c6pica puede dtsviarse de su tr'a- yectoria qm&m por la acci6n de Ia luz destinada a localizarla; un tem6metm inh-uhtcide en un liquido para mgdir su temperatura, la altera; Im rnmimimtos de la aguja magnetita de un instrumento de me-

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Cap, 2. Crisis 45

-52611 eléctrica inducirán una comente nuwa en el circuito, y la presión -ea de un paciente puede aumcntar por cl solo hecho de tomar k e n c i a de que se la e s t h midiendo.

También resulta a c i l efectuar, en Ias eimcias sociales, un sondeo i5e la opinián y formular la pregunta de forma que no predisponga Ias -estas. En psicología, por ejemplo, el procedimiento de plantearse m mimo las preguntas ha resultado ser sumamente falible: no se pue- 5 escrutar ;a propia mente y pretender uno mismo que no esth obser- -do. Con todo, ninguna de estas dificultades es tan fundamental x m o la que Einstein reveló. En todm estos cjernplm, la obseiuacibn a inaoduce meramente en el experimento. Pero la reIatividad profun- 5 más y demostró que las observaciones son la matm'a prima de h -Lpncia (Bronowski, 1978, pág. 1 13 ) .

Quizá en e1 examen de1 principio de incertidumbre de Htixnbtrg S donde el punto critico se obsewa con mayor claridad, ya que en el =do físico existe no sólo una retroalimentación entre procews ob- -+os, sino una retroalimentación entre el conocedor y lo conocido, una rendición que bien podríamos llamar retrodinaentclnóta epistemdógica. - 9 mismo proceso de percibir una entidad zttbrnica -como stñalamos-, T así en principio toda entidad, ocasiona un cambio en la que se Fci- ti y este cambio, tan demostrado por Heísenberg y es incdculabb c imprerits8ble como tambih ietabk En con- con la retsoali- rwtaci6n dacubierta en ingeniería, la retrohentación epistemológica carece de elemento6 de control (cfr. Margenau, 1969, pág. 21 ) .

Si a esto añadmm la otra gran limitación que tiene toda ciencia y -e golpea, sobre todo, a las ciencias naturales en su ilusa pretemión ?e "plena objetividad" (ya que cuando cree someterlo todo a verifica- c6n y objetivación, 1c queda siempre tspe &BÓn totalmente intacto y ,renuente a todo control, verificación u objetivacih: el proceso de per- crpn'6n y comprmk6n de Im datos y de Im resuItados de la investiga- ción, cuyo intento generda un regrao Fm i91;finitum], podernos concluir que las ciencias naturaIes son también I r ~ k ~ m y, por lo tanto, no ab- dutas, sino sólo vemirnilq probables y estadisticamente indetemina- Hcs. No ~ t a r n t w aqui lejos de la posición de Protágoras cuando, en el *lo v a.c., decia: pdnton chrerndton métron ánthropo éinai (e1 hom- bre ec la medida de todas las cosas).

Einstein decía cm frecuencia -en oposición a Ia mecánica cuánti- ca y en apoyo a fa creencia en fa existencia de un mundo absolutamente causal- que "Dim no juega dados con el Universo". Esta creencia se fue debilitando en 61 hasta que, hacia cl fin de su vida, finalmente admitió la coherencia Iógica de la teoría cuhntica y Ia consistencia de su abru- madora confirmaci6n experimental.

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Segunda parte

Hacia un nuevo paradigma en psicología

V n hombre no cdnoce ni siquiera su -a ciencia, si sólo esa ciencia sabe".

WHETEHEAD: TheAimsofEducatíon

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Una concepción humanista

del hombre

Muchos siglas anta de que comenzara la m actual, un sahkta se Wí preguntado: ~ q u d er el hombre? Aún hoy día estamo5 tratando de bmcm una respuesta adecuada a esta urgente interrogante.

La fil&a griega cre6 una imagen del hombre centrada cn la ziir- tud y la rrazbn: el hombre alcanzaba la virtud a trads del uso de la & y siguiendo sus demandas. El pensamiento cristiano le aííadi6 los concepto$ amor y pecado. E1 Renacimiento introdujo los aspectm de poder y votuntad, plasmando la imagen política del hombre. Los si- glos x m y xm racionalizaron el interés de los hombm por la propiedad, las cosas y d dinmo. Ia imagen freudiana de la primera mitad del. siglo xx cnfatizó el aspecto i r n p t ~ h i ~ ~ , irrclctonal e incomcimk de1 'ser humano, y la psicologia conductista puso eI acento en la presión que tjcrccn los factores am b k t a k s .

El estudio del hombre puede ser realizado desde muy diferentes hgulos y perspectivas cornplanqtarios entre d. Su riqueza resdta siempre inagotable y desafiante. Nuetm enfoque es uno, psicoI6gico.

La psicología del siglo xx ha seguido, básicamentete, t res orientacio- nB: la psicoanalitica, la conduccistn y, más recientemente, la humanista Señalaremos Ia génesis de las dos pLimeras y tratarema de p-tar una caracte&acii>n m& detallada de la tercera, con el fin de d a r e cer la natumleza del ob+to que estudia la psicología y sefltar, con do, la base para poder examinar, m& adeIante, el nivel de adecuacih de la m e t o d o l ~ , los procedimientos y las tCcnicas utilizadas por ello.

GONCEPCION NEWTONIANA DEL HOMBRE

Ai hablar de la concepdlbn newtoniana, como más adelante, de la darwiniana, es necesario aclarar que Newton y Da& se convide- *

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66 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicología

ron, a través de la historia, en sitnpks epónirncis; pues asi como Marx, al oír hablar a los marxistas, dijo que él no era marxista, y muchos han dicho, con razbn, que Cristo no era cristiano ni Gotama budista, igual- mente resuita cierta que Ncwton no tenía una concepciáa " n a r r t o n i d del hombre. "-En su concepci6n del hombre, Newton era, muy pmbablememte, un

escolhtico. En sus escritos sobre teología Newton acepta dos mundos, el natural y el sobrenatural; el natural estA regldo por leyes fíicas y el sobrenatural, al cuai pertenece el hombre, está gobernado por un ser- po diferente de leyn. Pero los discípulos de Newton redujeron ambos mundos a uno. Quizá, el esfueno más clásico haya sido la admirable obra de La Mettrie, L'/iomrric machine (1748), que intenta rcducir 1% fen6menos piquicos a los fen6menos concomitantes de las leyes fisico- guhicas que rigen en el organismo.

Sin embargo, quien tendió el puentc entre el mundo fisico newto- ~iano y las cfencias humanas fue John Locke, que fue m gran admi- rador de Newton. Efectivamente, Newton public6 su obra más famosa, Principia Malkmntica, en 1687. En elIa reduce Ia naturaleza fisica a cinco categorías fundamentales: particular materiales, existentes en un espacio y tiempo absolutos, puestas en movimiento por una fuerza determinada. En 1690 -tres años más tade-, Locke publica su Essay Concernitlg Human Und~standing, en el cual trata de hacer con Ia mente humana lo que Newton ha& hecho con el mundo físico: Locke concibe la mente humana como una realidad compuesta de partículas (las ideas) que exista en un espacio y tiempo determinados y que se funden, amalgaman o cambian par la acci6i de fuerzas exteriores a ellas mismas.

De acuerdo con las ideas de Locke, podemos tener una ciencia de la mente humana m51oga a la ciencia de la naturaleza Síca. Esta implica el prempesesto de que los elementos mentales son anAloges a las partículas físicas y el presupuesto de que explicar toda realidad compleja consiste en descomponerla en sus elementos simples.

La concepción "newtoniana" de la mente fue elaborada en el si- glo m por Condillac, quien ambicionaba ser "el Newton de la pico- Iogía", y en el siglo xrx, por 10s asociacionistag i n g l k Janm Miu y Johu S. Mili, Aiexander Bain y otros, en Alemania por Wundt y H h - holtz, en Rusia por los pavlovianos y, m& tarde, en Norteam&rica por Wamn y m seguidores. Aunque pmtrriormente se cornenz6 a hablar más de mnducta que de mente, la concepcibn básica, .positivista, del hombre y de la amcia pmaneci6 inaltcrada. La ciencia explica redu- ciendo todo a dementos y a las Ieya de la interacción de &tos, y eI hombre ha de explicarse p r medio d t fa reduccidn a sus elementos

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Cap. 4. Concepcibn humanista del hombre 67

d e s o conductuales y a las leyes de su asociación. El representante ~ u n p o r á n c o más conocido de la doctnna "newtoniana" mhe el h n b r e y de las 4cf0xmas lockianas de psicologla", corno las lama AU- -rt, es B. F. Skinner, quien no habla de ideas sino en sus conversa- %es privadas, pero cuyo &tema tdrico de base pertenece decidida- =te al siglo pasado.

Creemos de gran importancia hacer notar el hecho de que tanto h p o después de que las ciencias Yícas -aguijoneadas por Einsteh, Ymck y Heknberg-, dcjaron de lado la explicaci6n elmentalista de 5 naturaleza fisica y rechazaron los "absolutos" newtonianos, haya @íGlogos que insisten tn que una explicación psicológica admada del Imbre consiste en reducir lo complejo a lo simple; y que 10 que ya no s válido para explicar Im cuerpos estiticos t inermes de la física, lo sea y dar raz6n plena de. la vida y conciencia de los seres humanos. Tam- Yén es muy sugerente el hecho de que Wertheimer y Kohler, f undadmes de la escuela de la GestaIt, diametmhente opuesta a esta concepción, hyan sido, el primero, gran amigo de Einstein y el segundo, diacipulo de Max PJmck.

CONCEPCION DARWINIANA DEL HOMBRE

La concepción ntiwtoniotea de1 hambre es escncinhente &ca y, en su fenna extrema, es una doctrina arnbientaliata. Concibe al hmn- h e en esencia como nada., inichhmte como una tabula rasa in qtsa mh2 scdpturn #S#, plasmada, posteriormente, . por fuerzas externas a sí misma. La darwinianos, en cambio, 'ldescubinuon" que la conducta humana p d r h estar movida desde adentro.

También en este caso debemos afirmar que Damin no fue "dar- winiano"; m cambio sí fue pIenamente "newtoniano", pues dedic6 su esfueno de por vida a introducir la biología, y eventualmente la psico- logía, en el reino de Ia ley natural. La obra básica de Darwin, Oí-igin of Species ( 1859), está presentada en. t6rminos estrictamente newtnia- nos; no hay aílí lugar alguno para la teleologia ni para eventos m cau- sados. Fueron los "dwinianos" -y quizá en contra de la vo1unt.d del mismo D m i n - quicncs reintrodujeron cierta teleología.

D m i n argumentaba, en lenguaje aristotéiico, quc las causas fina- les, es decir, Ia aparente direccionalidad de los procesos vitales, pueden ser aplicadm plenamente cm términos de Ias simples causas mateid y eficiente.

lh&n propuso Ia uariacibn al mar y la sdección natural como eIementm explicativos suficientes. Lógicamente, &a era una d o d z m

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68 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psfcología

estrictamente newtomiana, no tdeológica. Sugería que el mundo de Ia uida, como el de la materiaI podía seguir adelante s h asistencia de divi- -

nidad alguna. Sin emba~go, la misma terminología usada p r Darwin facilitó la

entmda de la tdeología. Efectivamente, él hablaba de selección aatu- rd ; pero era dificil pensar en una naturaleza que selecciona sin Terivir la concepción de Ia Naturaleza (con N mayiíscula) del siglo xym, que era una especie de sustitnto de Dirw.

ksi pues, la concepción darwiniana del hombre, aunque esencial- mente rnecaniclsta, contmEa una velada ttleologia. El hombre darwi- niana no es una masa inerte, manipulado por fumas externas a 61 mismo; es un wganisrno autopropulsado, c m sus propias metas, impií- úta o explícitamente establecidas, que se ajusta a un ambiente que también ha geleccionado de alguna manera éI mismo (cfr. MacLed, 1970).

La psicología i n s t i n t i d de McDaugd sigue particularmente esta l í í de pensamiento y habla de instintos humanos derivadas de sus antepasados animales. Pero quien ha llegado a ser el m& &toso de los darwmjanos d t este siglo es, sin duda alguna, P r a d con su doctrina psicoanal'dca basada en los instintos primitivos como fuenta primarias de la rnotivaci0n humana. Sin embargo, hay freudianos más o menos ortodmm que han propuesto diferentes mitutos para 10s instintos: re- flejos prepotentes, impulsos, necesidades básicas, dese- propensiones, &c., y que nos piden que miremos hacia atrás, si no a la historia racial, al menos a la primera historia individual, para poder encontrar una explicacidn de la conducta dd hombre.

También aquí hay m un~educca'onimo, aunque más mitigado que e1 de los newtonimos, Mientras que ésts reducen 10s altos niveles de Ea vida humana a1 comportamient:, de las partícula^ elementales, los danvinianos lo reducen a los orígenes individuales o raciales.

Con todo esto no se quiere afirmar que todos los seguidora, con+ cientes o no, de la concepción "newtoniana", por m Iado, o de Ia "darwjniana", por el otro, deban canfundirse automáticamente con Ia orimtaQón fiIdca que subyace en cada una.

Sin anbarga, es necesario señalar muy cIarmmte que existen ciertos lindtros o puntos diucdta'cor, cuya aceptaWÓn o rechazo ubican a un pensador en una corriente psicológica determinada. Así, por ejtmplo, AlIport, al comentar la posici6n sostenida por los psicólogos 'hdrcu- dianmYs del yo, que reconocen claramente una "autonomía del yo", señaIa que "esto eqaivale a volver del revés la psicología freudiana tradicional" ( 1966, p5g. 26 I ) . Evidentemente, reconocer que &ten, como dicen di- "frm&pcs dd yo libres de conflicto" es aceptar que

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Cap. 4. Concepción humanista del hambre 69

*os nugtra vida, por lo menos en parte, de acuerda con n u m h t e r a e s , vaiora, plan= o intenciones cmmientes, y que nueshs ma- M o n a son aut6111)mas (por 10 men& relativamente) respecto de las pmiones, irnpuh, instintos y situaciones ambientales.

Igualmente, Koch -quien ha sido considerado el organizador del es- tudio m& comprehensivo de Ia psicologia del sigla xx (1959, 1963)-, d describir las tres fases por las que ha pasado el condudsmo (conduc- &o clhico, neomnductismo, neoneoconductismo), habla de este iiI- timo como de quicn ha perdido su carácter distintivo, Efedvamen- te, cita a Guthrie que dice: "nosotros nos descubrimos y sorprendemos a nosotros mismos describiendo inevifablemente [los estímulos] en t6r- minos perceptuales"', es m&, "es. . . necesario que tengan s i p i c a d a para el organismo respondiente" ( 1974, p5g. 17).

Por la tanto, Guthrit reconoce que esthuIos muy diderenta pueden dar origen a las mismas percepciones y, viceversa, el mismo estimulo puede producir percepcionts muy diferentes: con la rniama imagen a la retina, un sujeto ve un conejo y otro ve un pato. Ahora bien, dos pp cuyos m i t m h ticncn percepciones sisternátimmcnte diiintas al recibir el mismo tsthulo, viven, en cierto sentido, en mundos dife- rentes. Y, d t una manera mucho más abierta, recientemente, Baadura ( 1974, 1978 ) habla dt "discernimiento", "conciencia", crpsamientd', '%lección", "autcidirección", "libertad", "responsabilidad" y otros con- ceptos que de ningún modo pueden entendexse dentro del marco de referencia en que se ubica el paradigma conductisLa.

Cremos que en ambos casos Ios n o m h neofreudiano y neo-neocon- ductista señalan un punto de partida, rnh que una dkgnación de la posición actual- que taIa corrientes sostienen, pues el punto diacrítico determinante que diferencia el freudianjsmo y el conductismo de la posiciún que mantiene la psicologEa humanista es la aceptaci6n del determinismo y el rcchazo clc la libertad humana. Pero cn los dos casos señalados -psicólogos del yo y neo - ncsconductisras- hay una ateptaci6n implícita y, a veta, explícita de un nivel más o menos amplio de Ia autodeterminaaón en la conducta humana. Por lo tanto, en la medida en que acepten la libertad humana ( c m las. inherentes e he parables secudas que ella trae) deberán ser considendos como psic61ogos de otimtación humanista más que bajo cualquier otra denominaci6n.

CARACTERIZACION DE LA CONCEPCI6N HUMANISTA DEL HOMBRE

Berelsun y Steiner publirarnn en 1964 un estudio sobre 1 045 in- vmtigacimies ciaitificas re1acionadzcs con la conducta humana, y m i b

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70 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia

yeron que la imagen del hombre que merge .de ellas es 'rin~ompZeta". He aquí sus palabras:

A medida que uno vive Ia vida o Ia observa a su,&dcdor (o dentro de al mismo) o Ia encumm en una obra de arte, ve una riqueza que de alguna manera cayb a t rwis del -te tamiz de las ciencias de la conducta. Este I i h , por ejemplo, tiene muy p o que decir sobre los siguienta aspectos humanos centrales: nobleza, eorajc moral, tormentos fiticos, delicada rela- ción de padre e hijo o del estado rnatkmnial, estilo de vida que corrompe la Inocencia, rectitud o no rectitud de los actos, maligaidad humana, alería, amor y odio, muerte y el mismo sexo (Misid, 1973, ~ á g . 110).

La picolagía humanista es una reaceibn contra este d o de: cosas y la orientación psicolágica responsable de Ias mismas; es un movimien- to contra la psicología que ha dominado la primera mitad de este siglo, y .que se ha caracterizado por mecanicista, elmentalista y reduc- cionista.

Ciertamente, todos los aspectos arriba señalados son, como dicen los autores, aspectos centrales de la vida humana y, como tales, exigen una metodobgh de estudio que no los deje escapar por su tamiz.

El objetivo bIsico de este capítulo, al senilar la gran riqueza de la naturaleza del hombre, es enfatizar daramente que ei estudio de ia mis- m a &ge metodos más sensibles y adecuados que los comúnmente uti- lizados, los &, hasta ahora, han sido extrapolados de las ciencias . naturales.

Aunque en el ambimte de la psicoIogía americana la orientación humanista es muy reciente, en Europa tuvo sus orígenes con Leibniz, y m raíces se remontan hasta Ias doctrinas del intelecto activo de Aris- túteles y S a t o Tornh. Leibniz, contemporáneo de Locke, se enfreflt6 a la aor ia de fa iabula rma de &te. La tesis bisisica de Locke sostenía que nihil est in inteIl6ctu mest pra'us fukt in (nada puede haber en el intelecto que no haya atado antes en los sentidos). A esto Leibniz agrega un complemento desafiante: excipe, nisz' ipse i~rtellecttss (saIvo el mismo intelecto), Para Leihiz el intelecto esd p-petuammte 2c- tivo por derecho propio y e autoimpulsado. Franz Brentano, la Escuela de Wuizbug, Ehrenfels, el movimiento de la Gestalt, D i l t h ~ , la filo- wf5a fenomaiológíca y existencia1 y la ''sqmda generaci6nS' de teóñcos psicoanalistas enriquecieran ampliamente ias ideas de Leibniz.

Los aspectos caract&cas dc la concepcih humanista del hom- bre, que se a contliuacicin, son algunos de, las puntos que d t a q de a c u d a con una visi611 y experiencia pemnal. Cimamtn- te, hay y, qirlzá, de mayor imporimcia para otras p m m m ~ Estas características son aquellas que hemos encontrado y vivido más fre-

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Cap. 4. Conespcibn humanista del hombre 71

cuentemente y m forma más intensa, a lo largo de muchos afios de actividad pedagógica, d e a i t o psicorreligioso y relaci6n psico- teraphtica . Muchas de cllas han sido descritas y enfatizadas dé dife- rente?, maneras por autores representativos de Ia orientaci61-1 humanista: -"Ulport, Rogcrs, Maslow, Bubcr, Kclly, Bühlcr, Jourard, Goldstcin, Ilurray, ,Murphy, Horney, Fromm, Moustakas, Cantril y otros,

E1 hecho de que estas características se presenten separadamente se debe &lo a que es impasibIe hablar de todas al mismo tiempo; ptro, por su natumlaa, se sobreponen, se entrelazan y poseen una fuerte in- teracción, de tal manera que al pensar en una hay que tener siempre presente la realidad de las demh.

E1 hombre vive subjetivamente

Charles Dickens, al habIamos de los miembros del Club Pickwick, señala que se habían rescniado d derecho de dar significados; especiales a las palabras comunes. Quizá &a fue una anticipación de la tesis fundamental de la psicología fenomenol6gica.

Quiérase o no, consciente o inconscicntmmte, los sentimientos, erno- ciones y percepciones de toda persona e s t h llenos de elementos y rna- tices que los hacen muy pe~sondes y, cuando trata de describirlos Con palabras, sentir5 que nunca le puede hacer plena justicia,

El hambre c o m i m su labor cognoscitiva tomando conciencia de su mundo intenio arperiencial, de sus vivencias, de su E~kbnis . Tm- -

. biCn percibe el mundo externo de acuerdo con su realidad personal y subjetiva (sus necesidades, deseas, aspiracion~, valeres, sentunientcs, etc.), es decir, con un enfoque "de-adentro-hacia-afuera".

Esta es una realidad de Ia que el hombre no puede =capar. Ya Dcscartcs y San Agustin fueron conscientes de ello. El ~ogito, el sentio, el dabito, son una afirtnaci6n de la tesis que sostiene que anta de pder alanzar cualquier conocimiento *guro tenemos que m t a r nucstra experiencia del conocer, y que el mundo externo forma parte de csta cx- snencia interna. La psicologfa humanista rechaza el punta dc partida de la ciencia tradicional quc comienza m el presup~sto de la txts- tencia de un mundo objetiva externo, de1 cud d hombre es una parte. Esta podrá ser un punto de Ilegada, pero jamás de partida.

La persona está constituida por un nhcieo central estructurado . .

Sin un n6cleo c e n d estructurado q u e puede ser el concepto de persona, ek yo o d si m i m o - resulta imposible explicar la i n t d

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72 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia

de Ios procesos psicológicos. "La memoria -dice Mport- infiuye en la percepcihn y el deseo en la intencibn, la intencibn detemina la 'ac- cibn, la acc ih forma la memoria y asf indefinidamente" (1966, pági- na 642).

E1 eshidio de este nficleo central resulta muy esquivo a toda obser- vacibn, pues implica un acto refIejo en sentido total: d yo trata dt Conocer su propia naturaleza, aun en ese mismo acto de autoconaci- miento.

Este,piocesa da lugar a un fenómeno psíquico anilogo al defecto que se produce en una sala con espejas paralelos, donde las imhgenes de las imágents se multiplican, te6iicamente, en nfimero Minito y, prkctica- mente, en un ndmero hdcamable para nuestra obstrva~ón. William Jamm decía que querer aprehender plenamenk el ya en la conciencia es wmo intentar pisar la sombra del propio cuerpo.

Este nGcleo central parece ser el origen, portador y regulador de 10s atados y procescis de la pana, Efectivamente, no puede haber adap- tacián sin algo que se adapte, ni oganizaci6n sin organizador, ni per- cepción sin perceptor, ni memona sin continuidad de sí mismo, ni aprendizaje sin cambie m Ia persona, ni evaluación sin algo que posea el deseo y la capacidad de evaluar.

Aliport escogi6 el vocablo latino profirium para denominar este ndcleo central y trata de ilustrar con un ejemplo coma coexisten y se fusionan m nuestra experi&cia cotidiana los siete aspectos que, según 19, lo constituyen:

Suponga el lector que se halla sometido a m examen difM y de gran importancia para 41, Se dar4 cuenta, indudabImenkc, de c u h &pidamente te late el cmxh y le parecer5 que se le revuelve el estbmago (si mismo corporal); tambih se dará cuenta dt la significad6n del examen en relación con d pasado y el futuro (identidad de si misma), de cuánto afecta el amor propio (&a de sí mismo), de IO que el Cxito o el fracarro pueden significar para la familia (extensión de si mismo), d e sus esperanzas y aspiraUmes (imagen de sí mismo), de su papel en cuanto solucionadm de problemas en el mamen (agente m c i o d ) y de la relación de la situación gkobal can 10s objetiws a largo plmo (esfueno orientado). En 1i vida real, en la práctica, es de regla la W6n de lm estados del proprium. Y iras estos estados expe- rimentados del sl m k o tendrá algunas atisbos indirectck del propio sujeto -

como conocedor (1966, pág. 172).

Ei hombre cstá impulsado por una tendencia hacia h antorrealizacibn

La tendencia hacia el pleno desarrollo fhrsco en ei ser humano es 4 sumamate patente; 6 natural, constante y eficaz, mienti.as nd se opon-

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Cap. 4. Concepción humanista del hombre- 73

obstAculas externos. Esa tendencia tiene una nimcci6n clara y la @gue sistern&ticamente: llevar a cada uno de los Órgana físicos y d organismo en su totalidad ha& una plena madurez .estructural y fun- aonat Este proceso requiere de ciertas condiciones ambientales indii q a b l e s de nutrición, asi como de la ausencia de posibles abstAculos pam que sea armónico y Iltgue a feliz drmino.

E1 enfoque humanista considera que la naturaleza humana no puede ser una maravilla en su desan-0110 fisico y un caos en d dmamllo pdquico. Por d contrario, sostiene y prueba la tesis de que hay un pleno paralelismo entre ambra aspectos,

El hom'bre muestra capacidad, y también de~to, de desarrollar sus potencialidades. Parecerfa que esto se debiera a una motivación supre- ma: una necesidad o motivo fundamental que orienta, da energia e integra cI organismo humano. Este impulso natural lo guía hacia su plena automalizacih, lo lleva a organizar su experiencia y, si lo puede hacer m ausencia de factom perturbadores grava, esta oganizaciói ~e orientará en el sentido de la madurez y de1 funcionamiento adecua- do, a decir, en d sentida de la conducta raciona1 y social subjetiva- mente satisfactoria y objetivamente eficaz.

Quizá el &rea donde más claramente se puede observar esta tenda- da básica hacia la aartorreahci6n es en Ia eKperimcia taapdutica. Cuando el terapeuta trata de ayudar y facilitar a una persona la remoción de o W u I o s negativos que están deteniendo &e proceso -ofreci&ndole un clima vivencia1 plcnamcnte auténtico y genuino, una comprensión empática profunda y una aceptacibn y aprecio incaindicio- d e s , como st hace en la ofientaci6n rogeriana-, inmediatamente se desencadena un proceso rmrgamhador y rcestnrcturadw, que pareda oprimido, y la p c m a comi- a sentirse diferente: Libre, ágil, feliz

segura de sí misma. Si ste clima benéfico perdura, el proceso señalado continúa y, des-

pu& de cierto tiempo, la persona dará toda Ios signos de una vida humana normal.

El hombre es mk sabio que su intelecto

Aunque ésta es una cxprcsión de Rogers, es cumpartida por todo psic6Iogo humanista, Es frecuente definir al hombrt como im "animd racional". Se considera su inteligencia, su mán y su Idgica como la nata distintiva. Cuando no sigue este camino o, mejor, cuando va en wntra de el, se' dice que el hombrc procede en forma irracional. Pero d ser humano p e d e también seguir un tercer procedimiento, que m cs racional ni irracional, sino simplemerrte arracional, y constitq-e m

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74 Segunda parte. U n nuevo paradigma en psicología

dirnensi6n d t la vida humana. Se putdc observar frecuentemente este proceder en el mpromiso tatal con una fe, religi6n, filosofia, voca- 461-1, etc., y, en general, casi siempre que hay juicios de vdor.

Ahora bien, eri h orkntaci6n humanista se afirma que este camino puede ser más sabio que la misma vía racional. Cuando un individuo estd libre de mecanismos defensivos, actiia espontáneamente, observa y ausculta todas las reacciones de su propio organismo, dispone de wi d m d o inmensa de datas que e1 organismo procesa, a veces, inconscien- temente y genera conclusiones que se le presentan como infuicion.a. Estos juicios puedcn ser más sabios que e1 pmsamicnto consciente, to- mado en sí mimo, ya que e1 carácter racional del hombre le h a , a veces, a negarse a si mismo y a desconocer aquetla parte que se pmen- ta con una aparente incoherencia.

Parece que esta confianza en la reacciim total de1 propio organismo, y no &lo en la propia mente, tiene mucha relación con la creatividad. Einscein, por ejemplo, al tratar dt aplicar cómo se fue a~ercando hacia la formulación de la teoría de la relatividad, sin ningtn conocimiento claro de su meta, expresa que confiaba en la reacción de mi organis- mo total:

. . .durante toáos aquellos dias existla un sentimiento de direccibn, de ir dere- cho hacia algo concreto. Es muy diíícii expresar a q d sentimiento con p- labras; pero Ese era decididamente el. caso, y debe di~finguitse claramente de las consideraciones posteriores sobre la f m a mciowl de la soIuciWi (cfr. Rogers, 1965b, phg. 23.).

El enfoque de @te tipo de funcionamiento rximd, total, intuitivo y organhnico va muy de acuerdo con Ia f i i f í a odcntal: es un as pecto central del pensamiento Taoísta, romo tambih es parte de la orientación h. Ellos señalan'que '"la mente verdadera no es ninguna mente'" dgo ciertamente desconcertante para la mentaKdad occidental.

El hombre posee capacidad de conciencia y simblÉzaci6n

Al contemplar la natudeza, el paso de la sem inorghicos a 1- organices, a Ias plantas, a los animales, a1 &bre, se obsewa una g r 5 dano'n en Ia cual el ser primigaio se va inclinando, d a vez más, sobre sí mismo c m grados más altos y diensioncs siempre nuevas, hasta com- prendere y v e r s e integramente en el hombre. En cada uno de esoei

paros aparece ma diferencia radical, tpcnciai o, como decían lm autores clásicas, una difacncia que implica una %netabu& eaF &Lo ghnor" (transición a otro génm).

Como ya señalamos al hablar del núcleo cmtraE del sei. hurnano,%l hombre pmee Ia c a e d a d de autwreprescntarse. F,sta posibilidad de

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Cap. 4. Cmwpci6n humanista del hombre 75

mntmpIarse a sí mismo desde afuera, de autoproyectarse, de autoau- plicarse, de auterrcproduclse, esta capacidad de t m conciencia plena . de si mismo ts una caracterktica distintiva del hombre y es la fuente de -ss cualidades m& elevadas.

Esta capacidad le permite distliphe a sí mismo d.el mundo exte- rior, le posibilita vivir en un tiempo pasado o futuro, le permite hacer planes para el porvenir, utiIizar símbola y usar abstracciones, verse a sí mismo como lo ven los demás y tener empatía con ellos, comenzar a amar a sus semejantes, tener senslbiiidad ética, ver la verdad, crear la Mleza, dedicarse a un i d 4 y, quizá, morir por 61. Realizar estas po- siilidades es ser pemna.

Como el proceso de toma de conciencia y su simbolizaci6t-t es tan importante en el hombre, la distorsibn dd mismo trae graves consecuen- cias: pude conducir a una n e u r e o psicosis, a reacciones paranoi- cas de sospecha y odio, asi como a extremos de crueldad y aberraciones sexrrales. Pero si el ambiente g o d en que se desenvuelve una persona cr agradable, no amenazante, pacifico y acogedor, se desarroflara en la mima un movimiento que deja dc usar todo tipo de defensas percepti- vas, no distorsionará la realidad y tendr4 una gran apertura hacia sw authticas vivencias. Esto le IIevará a ser m& hhbil en escucharse a sí mismo, a captar y simbolizar mejor sus sentimientos de miedo y pena, de ternura y valor y la amplia gama de vivencias profundas con sus .infiitos matices. Esta conciencia no b r s i o n a d a de lo que vive y Gente, esta apertura plena a las propias vivmcias y su correcta sim- bolización, conducir& inM~b1ernent.t a una vicia más sensible cm un radio de acci6n m& amplio, de mayor variedad y riqueza persond.

Capacidad de libertad y elección ,?

El problema de In libertad siempre ha tenido un mayor enredo y confusión de conceptos y de t&nos, y es natural que sea así debido a la autorreferencia que implica.

Ida conciencia es el al fa y omega de la libertad: el conocimiento y reconocimiento de la necesidad constituye un verdadero proceso de liberación que el-ser humano puede nevar a cabo respecto a la "natu- raleza".

Cuauto m& se estudia detenidamente el problema de la libertad en el hombre, m& fácilmente es posible percatarse de la paradoja y con- tradicción qistemológica que impIica fa refutación de la misma. La t& básica del deterrninismo afirma que todo lo que el hombre piensa, cree o hace 6 d e t e h a d o por fuerzas que están mis alla de su control. Si piensa algo es porque tiene que pensarlo; si cree algo es pg-

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76 Segunda parte. Un nuwo paradigma en psicología.

que tiene que creerlo, y s i hace algo es pbrque time que hacerlo, Si esto fuera cierto, se seguida que niaglrn conocimiento o compraisi6n de h maiidad objetiva d a posible para el hombre. Efectivanrente, las acciones y el contenido de la mente estarían determinados por factores que no tendtlan nada que ver con la razón ni con 1a 16gica y, por lo tanto, nunca conocería si sus concIusiones son verdaderas o f h . Esta aiEirinación negaria la posibilidad de que el hombre pueda conocer, lo mal es una autocontradicción.

Si t d m los pasos que da un cientifico et6n plenamente determi- nados por factores que no puede controlar, {cbmo podría IIwar a cabo un experimento significativo? En efecto, necesita conocer no solamente las medidas que tiene que tomar, sino ser libre d e hacer las observa- ciones m e n t e s y dizar10 todo de a c u d o con el plan mblecido, sin interferencia &mas. Hebb, por ejemplo, un conductista contem- p h e o , dice sin ambages, que "la Única esperanza dt que la psicologh siga siendo cientifica es suponer que d hombre es básicamente un me- canismo" (1966, p á g ~ 7-8). Habría que oír a este autor explicando &mo un m e c a n h o , un robot o un autómata estudia "citntificamcnte" y ''comprende" a otro similar.

El dderminismo es una teoria cuyo clamor por la verdad es incom- patible con su mismo contenido. Lejos ¿e ser necmario para la tencia de la ciencia, mh bien, la haria impasible. El argumento ad homimna as m& que suficiente para apoyar Ia refutaci61-1 del determi- nismo absoluto. . Por otro lado3 eI determinisms haría totalniente inexplicable toda

una serie de realidada humanas como la qonsabiIidad, la imputa- ción, la culpa, tl arrepentimiento y, en general, toda la &a, el dere- cho y la jurisprudencia. Ante el atropelIamiento de un peatbn, por ejempIo, por parte de un conductor descuidado, la autoridad policid debiera detener tanto a éste como a su autombvil: ambos d a n igual- mente "respomabk", Tampoco t d a n ningún m i d o la educacibn, la terapia u otras actividades culturaIes o sociales, ya que los acontcci- mientas s q d d a n siempre y necesariamente d propio cum,

Algunos autores, ante este f a t d h o lógico e inevitable que se sigue rigmmmente dc la negación de Ja liertad, hablan de un "'defen~i- nlmro pmc¡PI entendiendo con este concepto los "actos no enteramen- te d e d o s por eventos anteriores" (cfr. Berlin, 1968, pág. 680). Evídmtanmte, eito es m contrasentido: si hay actas que no están totalmede dctmmkdas por los eventm antwiwcs, no estfin d e t d - nados en abdtdo. So hay un d&o medio.

Cdmo a qne d hrsnhre es librc en un mundo físico sometido, en gran parte, a 1 . s &qpbk~ tas , eri ciertamente un misterio rnehfki-

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Cap. 4. Concepción humanista del hombre, 77

a, pera no m& misterioso de lo que podria'ser su iImi6n dc libertad 9 su conducta fuera plenamente determinada.

Sin embargo, la libertad de que goza el hombre no e9 absoluta; hay mdos de libertad. S i d o poseo dos opcione o conozco dos soluciones, - hicamente tendr6 un grado de libertad. Pero si tengo muchos conoci- mientos relacionados con la situaci6n en que me encuentro, si p e o una amplia educación y a l tura y una extensa experiencia, tendré más prados de Itbertad y mi acci6n posibIe será máJ libre.

Cuando una persona Ilega a la terapia, generalmente presenta un cmdro de falta de libertad y sc describe a s í misma como "manejada", "condu&h", incapaz de Conocer o elegir Io que quim, y experimenta diferentes @m de insatSacci6n, tristeza, conflicto 0 dezeperación. Pero, a medida que la terapia avanza, se advierte un procesa que va dtl condicionamiento, control, rigidez y estaticidad bada la fluidez y flexibilidad, hacia la espontaneidad y la libertad,

E1 nivel y Ioa grados de libertad aumentan a medida que la pemona se abre y acepta sus vivencias; a medi* que Ia persona ts eila misma y da entrada y hace aaafbles a su zonciencia todos Ias datos disponi- bles y relacionados con la situacibn: las demandas sociales, sus com- plejas necesidades y conflictos psbles, sus memorias de situaciones simidares, su percepción de la singuZaridad de la situación prcscnte, etc.

El hombre es capaz de una relación profunda

Spinoza afirmó: "el hombre es un animal social". La pensadores existencialistas han puesto Mais particular en los dilemas que vive el hombre contemporáneo en una sociedad de masas y estandarizada, en la C U ~ se siente enjaulado, alienado y dahumanizado.

En esa situacibn, aunque rodeado de gente por todas partes, el indi- viduo se siente solo ante su propia existenu% que Ic obliga a Encarar sus dudas, miedos y ansiedades, y busca la compañía de los demás d a - mente m o un medio para superar su soledad. M, esta tendencia, natural en el hombre, se ve aumentada en l a úitimos tiempos, Esa ten- dencia se presenta como positiva y constructiva en sí; pero tambih puede llegar a ser negativa y d m c t i v a cuando es una consecuencia reactiva de la frustración de necesidades b.&icas. Donde mejor puede observarse la verdadera naturaleza de esta caracterlstica a m d pro- ceso de crecimimtu humano (educaci6n) o en el proceso dc remns- tmcción humana (p&eterapia).

En este cacontexta cs f&i¡ observar que d ser humano está sediento de relaciones autlénticas y profundas, de relaciones humanas donde pueda ser él qjsno en todas sus dimensiona y aceptado pIenammtc

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78 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicoiogb

como es, sin que sc Ie utilice para cualquier tipo de dkgnbstico, evaturr- ción o an(t1isis y sin que se le pongan barreras cognoscitivas o emo- cionalw.

Mar& Buber dmcribe esta rdacibn profunda, de persona a perso- na, como una relación "ya-tú'", es decir, una mutua experiencia de hablar sinceramente uno a otro corno personas, como samos, como sen- timos, sin ficcibn, sin hacer un papel o desempeñar un rol sino con plena scncilIez, ~pontaneidad y autentíddad. Este autor considera que ésta es una experiencia que hace al hombre verdaderamente hu- mano, que no puede mantenerse en forma continua, pera que si no se da de vez en cuando, el individuo queda afectado seria y negadva- mente en su desarrollo.

Este tipo de relación a la que constituye la mejor fornia educativa y, cuando ésta ha fallado, la mejor prhctica terapéutica. En su más feliz rdimción, esto da la sensación a sus participantes de haber vivido un momento fuera del tiempo y del espacio, algo similar a un senti- miento de trance del cual se sale como de un túnel y se ~tgresa a una vida cotidiana completamente distinta.

El hombre es capaz de crear

Si es cierto que en algunos animales se pueden observar procesos ínfimos de pensamiento o rudimentas del ftníimeno de la conciencia, de ninguna m e r a se Im pude atribuir la caractdstim típicamente hu- mana de la creatividad. En efecto, e1 pensamiento y Ia conciencia se hallan, en condiciones normales, en todo representante de la especie humana; tn cambio, la creatividad es una dotación que. aparece es- peciaImmte en sus miembros más selectos y destacados en una m otra irea de la actividad: artes, ciencias, filosofia, etc.

Tomncc puntualiza que el pensamiento creatiyo consiste en el p CEO de percibir elmentos que no encajan a que faltan, de formular ideas o hipótesis sobre esto, de probax estas hipbtesis, y de comunicar 10s resultados, la1 vez modificando y volviendo a prribar la hipótesis. Ue esta manera, la realización creativa tendría un carácter novedoso y original, podría ser más o menos extraordinaria y, de alguna'-manera, enriqueceda con su aporte a la sociedad y a la cultura.,

También hay formas menores de creatividad, qujzi cualitativamente difaentes de las realizadona exaaordinarias;dgo que se da en cada pe~ona humana m diferentes formas: un escaparatista, un técnico en publicidad, un dkGador de autom6viles, un creador de modas o un estudiante m d pueden ser frecuentemente creativos en ese nivel. Siempre que el pductg logrado sea algo nuevo y desconocido para

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Cap. 4. Cancepci6n hurnanish del hombre 79

+en lo paliza (p sea una actividad de imaginación, una &tesis mental, Ia formación de un sistema nuevo o una nueva combinacibn de informaciones o realidades ya conoddas), podría considerarse como h t o de un proceso creador. La gran dificultad que ha existida siempre ai dar una wplicación satisfactoria del procm creador, da r a z h de las interpretaciones de tipo rnbtico y parametafísico a que se acudió £recuentemente: inspiraci611, iruminaciiin, estado de trance, mego a las mmas, etc.

Parece ser que, en gran parte, las procesos creativas se dan ai mar- gen de la dkc~ctán del yo y que, incluso, requierm de una renuncia bicial al orden. Cuando las personas creadoras tratan de dacrfbir cómo lograron determinada realizacibn, frecuentemente dicen que la idea se les ocurri6 "de golpe", "sin hacer nada", "corno pos inspiraci6nyy, "míentms no pensaban en el problema", "como una gran intuiCiOn'', 'komo un rayo de claridad ddumbrqtt", etc.

Sin embargo, a veces d pmcso creativo se presenta apremiante y la pttsona se sicnte literalmente acaaada por sus irle= y sime que aten- derlas. El poeta "tiene que escribir", el pintor "tiene que pintar" y d mtisico "tiene que" proyectar sus ideas en notas. Si b que tstá ,en . juego es la soluci6m de un probIema, cntonces puede ir acompañado de un sentimiento dt ten4611 y desasmiego.

En todo caso, una vez obtenido el resultado, sc produce un estado y sentimiento de alivio y, con ~mumcia, pnofund~ vivencias emcciona- Its de felicidad,

El hombre busca un sistema de valora y meen-

Al analEzar unas dmcientas biopafias, Charlotte Eühler observó que cada vida estaba ordenada y orientada hacia uno o varios objcti- vas, Cada individuo tiene alga especial por Io que vive y trabaja, un propósito principal que puede vadar mucho de un individuo a otra. En cada persona existe un proceso evaluador &temo que va etmctu- ratrdo m sistema de valores, el cual, a su vez, se convierte en el núcleo integrador de la pamnalidad y forma una fiI(~ofii unificadora de la vida, Para Allport, "el valor es una creencia can la que el hombre trabaja de preferencia. E3 una dispasicih cagnitiva, motora y, sobre todo, profunda del proprium" (1966, pAg. 530).

La atmctura de los valores que se buscan, la fiosofla unificadora de la vida, la claridad de las metas y de los objetivos que se desean, van creciendo paraidamente con el nivel de madurez de cada perci3lca

y puede, m o los d d asptaos de k p n a l l d a d , sufrir det- dos retrasos. Los jbv- frecuentemente "no saben io que quhmzp

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80 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologla

pero Ia Persona adulta y madura debe saberlo, Lo que en un joven puede ser normd, no lo sería en pemnas mayores.

La búsqueda de valores en una persona no consiste m un exa- men de conceptos vagos e irrelevantes para su vivir cotidiano, sino en un esfuerzo continuo por encontrar JipjIicados pofundos que vati- den su autoidentidad y que establezcan y apoyen 1- campromjsos y las rtsponsabilidades que toma.

En medio del cúmulo de incertidwnbm, dudas y probabilidades que rodean al ser humano, es lógico que &te busque algunos puntas dc anclaje, algunas certezas, alguna be que le sirvan como guia que ilumina su camino o como bálsamo benaico que mitigue las Xnwitables frus- traciones y ansiedades que la vida engendra.

lhgicarntnte, en la medida en que determinada creencia brinda ml tados y efectos satisfactorira se va dianzando cn un individuo y, par el c o n m o , ser5 separada de1 nGdm de vaIora o escépticamente rechazada, cuando del hecho de seguirla se derivan eonsecuendas de- " sastmsas o, riimpIernente, sin valor ni sipificaci6n para 61 mismo.

Cada p o n a es un sbtema de unicidad configurada

Escritores mtempaheos como Canning 1 1970), Fmmm ( 19683, May (1967), Moustakas (1967) y Koyce (1964) han dcscñto con p n detalle d dilema que encara el hombre moderno en lucha por auto- nomía e individualidad, en medio del asolamiento de deshumanizacicin,

, conformismo y encapsulamiento que p d u c e la sociedad tecnológica. El hecho de la individualidad, singularidad y unicidad dt cada

pemna es aigo sobradamente firme. Cada hombre ta una creación Unica de las fuerzas de la naturaleza. Nunca hubo una persona igual2 a ni volved a haberla. Lo que sucede en Ias hueiias digitales es w- temible a muchos otros aspectos del ser humano y, sobre todo, a la uni-, cidad de la persona que resulta de su conjunto configurado, Ya Aristá- te la distinguió claramente entre los pn'ncifiios generales (koirzai ddrchi] , que rigen la naturalcm de todw los seres, y Im prificipios especiales proptos (idiai drch i ) de cada ser en partidar, en 10s cuales se debe basar, y a los cuales vuelve, toda demostración rdacionada con él.

FJ prooeso seguido por Ia naturaleza en la formaci6n de un nuevo ser humano, da una base biológica segura a su singuIaridad: cada uno de la 46 crrmiasomas lleva unos 30 000 gents, que son 1s porta- dwes de im mmcterts hereditarios. Ahora bien, el total de combinacio- nes que estos PIS pueden formar (m sus posibk mutaciones), según calcula Dobzha~~b, "-cede ampliamente el número total d t Ú f o m o ~ del univmm entero. Es midate que iinicamtnte una múiima parte de

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Cap. 4. Concepción humoniña del hombre 81

d a s las combinaciones posibles de gen= ha siso realizada o serfi xea- h d a en el mundo. . . Cada ser humano es portador de un genotipo imito" (Allport, 1966, pág. 21J.

Es lógico que esta inconmensurabIe variabiiidad genetica, -aumen- %da todavía por la variabilidad estructural y bioquimica- determine una amplísima gama de diferencias en el temperamento, la motivación, ha intefigmcia, las emociones, Ia imaginación, la memoria y todas las fun- ciones psicol6gica;g. Las implicaciones que esto trae para el ejercicio de la m~dicina, la educación y la terapia son enormes, pua nadie es nor- md, es decir, nadie se W a en ei témino medio, m& que en un rcduci- do niimero de cualidades.

1s Cada m o n a -señala Allport- se aparta en míllares de aspectos del hombre medio hipotdtica. Pero su individualidad no es la suma del totaI de desviaciones de los promedios" ( 1966, p5g. 247. Cada iudivi- duo e un sistema de unicidad configurada. %r consiguiente, la cien& r, en este caso, la psicología no puede contentarse con 81 estudio de las dimensiones comunes, como si la persona fuera un mero '"unto de knterstcción de cierto número de variables cuantitativa" -como piensa Eyscnck-, sin estructum interna ni coherencia ni sentido; la psicologia debe enfrentar Iu verddera naturdeza da la cstructur~ personal, Ea mu- tua interdependencia e intemcción de los sistemas parciales dentro del Ntemrs entero de La pm~ondidad.

Esta peculiar naturaleza del hombre como &tema de individualidad configurada, a1 lado de las demh características señaladas anterior- mente, hacen ver que paxa una plena comprensión del hombre se re- quiere mas de Eo que cualquier ~~u empiricai puede ofrecer. Y la inadecuacih de esta ciencia implica, a su vez, que tambi6n wn inapm- piados los métodos y técnicas comúnmente utilizadas, trasladad- de Ias ciencias naturales y fundadm en sus mismos presupuestos: una c m - cepción newtoniana o darwiniana dei hombre. Todo esto serh objeto de un anális'is riguroso y sistemático en Ios capítulos siguientes.

Leyendo a Shakqeare, Dostoievsky o San Agustín, frecuentemente se tiene la impresión de que estos hombres tuvieron una comprensibn más profunda del ser humano que la que sc encuentra en nuestros me- jores Iibms de psimlogia. Quizá esto se dcba precisamente a que estos es- critorcs no atomiznmn al hombre ni lo desintegraron en elementos para etudiarlo, sino que lo describieron vivo, en acción. en su totalidad y en los cantextos concretos de lugar y tiempo.

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Fidelidad naturaleza del objeto estudiado

La fidelidad a la naturaleza dd objeto que se está invdgando es algo que, nsmine discrepante, parece de aceptacih universal. Sin un- bargo, &a fidelidad es m& teórica que práctica. De hecho, los presu- puestos y la filosofía hnpficita con que trabaja d investigador 10 guían. '

y, en gran parte, determinan la naturaleza "atribuida'k sus hailazgos. Pareciera como si los presupuestos moldearan y dieran forma a los da- tos y hechos (materia prima) que va encontrando.

Este capítulo tiene como objeto examinar los elementos esenciah del papel d e t d a n t e que juegan los presupuestos en la investigación, cspeciahentt psicol6gica.

QNTOLOGIA PRESUPUFSTA EN TODA JNVESTIGACLdN

Muchos infomes sobre investigaciones psicológicas y casi todas las pubiicacioncs relacionadas w n esta área, comienzan con una hip6tesis aceptada y despues relatan, con detall= hasta obsaivosr, lo que sucede de ahi en adelante. Pero las etapas más importantes y cniciales de la investigación tienen lugar antes de ate y pocas veces son mencionadas, es más, ftcuentemente ni siquiera mn reconocidas,

Si nos pguntamos &o se llegó a la hiphtesis, no podemoc menos de constatar que se hizo a través de una intcrprstacióñ anticipada de los hechos, ya que eso es, en definitiva, una hipótesis: una tesis subya- cente. Ahora bien, esa interpretación exige haber visto los h d w cn una f m a determinada, que Iuego dificulta verlos, de ahí en adelan% en cualquirm de 1- otras formas posibles. La hipótesis puede e- ciarse medbnte un proceso de analogía, inducci6n, deduccibn o -

prr

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84 Segunda parte. Un nuevo pnradigmu en psicologia

trucciiin, pero también puede ser el fruto de una intuición cuyo proceso ts totalmarte inconsciente. Sin embargo, la fomulacibn clara y expií- cita de la hip0tes5 se deriva de relacionar el planteamiento del proble- ma con nuBtra estnictura cognoscitiva personal, Ia cual activa laJ ideas antecedentes pertinentes y las soluciones dadas a problemas anteriores parecidos que, a su vez, son remgankadñs y transformadas en forma de proposiciona de soluci5n al nueva problema que se plantea.

Kuhn (1974) ha demostrado en forma convincente que la investi- gac ih y teoría cientificas eatán influenciadas por un marco de rtferencia prccirrntíh a filosiifico. Hanson (1965) ha hecho también evidente, con ejemplos hist6ricos, que las hipótesis científicas no se construyen con base en la inducci6n de los datos emplricoe, sino más bien sobre la base de una mezcla de evidencia empírica y no ernpí~ica. Por otro iado, psicólogos cogn&tIvistas, como Piqet, han esclarecido ampliamente la conc@bn infantil del mundo; esta concepci6n no e& basada ini- Ualmemte en Ia percepcibn censaria1, suio en "esquemas" semomot6ricos ptkstentes que, naturalmente, son revisados con base en la percepcibn misma. Por último, la obra de Chomky propone una teoría similar, es decir, que la estructura de la Ieaigua predctermina-wcstro pensamiento y nuestras observaciones.

Las diferentes &reas del saber concuerdan en ofrecernos Ia misma evidencia: todo ciaitlfico es, al mismo tiempo, un metafísico, quiera o no admitirla; si no filosafa expiícitamente, Ia hará implícitamente y en- tonces lo hará maI, ya que en su trabajo acepta o rechaza presupuestos fildficos tn forma m& o menos acritica.

En psicología sobre todo, pero, en general,',en todas las ciencias humanas, hay que reconocer el hecho de que la cicncia del sujeto como tal no puede ser ajena a la metarica; es más, ksta constituye sir fulcro y marco de referencia. Pensar que se act6a sin un fondo ontolbgi- a, creer que no se hace metafísica o querer abstenerse. de hacerla a siempre implicar una ontología, pero no crítica; así como los gobierna3 de "técnicos" no hacm política cxplicitamente, pero no dejan de tener una y, con frecuencia, por esto, la peor de todas. Por consiguiente, lo m& d d 1 t para el nivel y la calidad de una investigación cs tomar conciencia de ato y actuar cn consecuencia.

Allport denuncia daramente esta d i d a d en lo que se refiere a la oneatauón *&ta:

]La G c r a f i w i t a d real que presenta la fomuhión positivista consiste en que d n .casi siempre el hecho de que es prisionera de m orienta- ción filosbEca esp&ca, de im periodo cultud igualmente específico y de una e s e d&a& de ciencia. Raramente sc molesta el positivista en defender su punto de Ista d~terminista y casi rnecanickb de la persona

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Cap. 5, fidelidad a la naturaleza del ,objeto 85

humana; lo da por aceptado. No d n a su metafísica y, como dice el fi16- d o Whitehead, ''ninguna ciencia puede ofrecer rnapor seguridad que la meta- física inconsciente que tácitamente preiupone" (Allpmt, 1966, pág. 641).

Toda t e o h psicoIbgica contime en si misma una imagen implícita del hombre, una concepción de lo que es la especie humana. Vimos en el capitulo anterior las tres concepciones principales de la psicología. En el caso del picomáKsis ortodoxo, por ejemplo, cl modelo es una ea- pecie de sistema hidráulico m t1 cual los "fluidos psíquicos" bajo presión timen que mantenerse cn tquilibrio a trav6s de la apertura o el cierre de diftmitcs "dvulas" psíquicas. Sin embargo, aunque no se puede enfatizar demasiado dicha imaLgegen, su difusión en la sociedad a 10 largo de la primera mitad del siglo xx promovió una libre exprdn de los impwlsos agresivos y eróticos, En muchas formas de. la psicologia de esthdo-respuesta, como la dt Skinner, la visibn de3 hombre a la de una máquina automhtica altamente compleja: una vez programada la perso- na a tratnég de su historia de refuenos, se le "introduce'hun estimulo y se obtendrA una respuesta predeterminada. Lo gravt de tal concep- ción del hombre son las ~onsccuencias 16gicas que de eIIa se derivan: si las individuos son máquinas, debmAn evduam come tdes y, por lo tanto, sc usarán, se ~ e p a r a h ~ se volverán a usar y se desecharán de acuerdo con su eficiencia.

En el investigador hace patentes dt vez en cuando los pre- supuestos con quc M a j a ; unas veces en forma implícita y m% o menos velada, pero otras de una manera abierta y declarada. Tolman, por ejemplo, que siempre dec6 ser considerado conductista, en cl calor de una controversia, dijo abiertamente que iba adelante "imaginando cómo me comportada si yo fuera tsna rata" (MacLeod, 1964, pAg. 65). Si esto era cierto, aunque 61 se considerase a sí mismo como conductiata, en realidad m un fmomenólogo, o un criptofenomenólogo, coma la llarn6 Kohler, Por esto está cargada de verdad la frasc anta citada de IVXtehead, de que 'hinguna ciencia puede ofrecer mayor seguridad que Ia metaffsica inconsciente que tácitamente pmpone".

Bertrand Russeii tiene un comentario humorístico que nos ayuda a esclarecer mcjor este punto. Se refiere a los experimentos psicoliigicos realizados con animales, por los americanas, generalmente conductistas, y los que practicaban losi alemanes, de orientaci0n gestaltista.

Se podría decir, hablando en general, que todos los animales que han sida o h d m cuidadosamente se han comportado de tal manera que confimm la filosofía en que creía el olisen-ador antes de comenzar la obsmacióu E% más, todos los anímales exhiben las araderísticas nacionales del o k m n s k - LOS animala &dados por 10s mericanw se mueven frenéticammte

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86 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia '

do un despliegue inm%le de e o q f a y dinamismo y finaimente logran el resultado esperado pw d d a d . Los animales estudiados por la alemanes permanecen quietos y pensa~+~~s, y, por fin, desentrañan la solucibn desde el fondo de su conciencia.. . (cfr. Bugental, 1967a, pág. 95).

Es muy Wgico, que en las Clltimas décadas m€ adquirkndo tanta importancia Ia redefinici61-1 de la naturaleza del wnochiento y que se mtén revisando muchos campos y problemas filosóficos que se habían p d t o , Lra estadios &ticos y sobre valores, por ejempb, ~ t á n de nuevo en boga y, en general, todos los problemas epistemológim que de aIguna manera figuran como preupuestos de cualquier trabajo serio de iuvestigaciOn, están tmnbih de regreso.

En 10 que se refiere a la ciencia psicol6gica, Kodi denuncia la ma- nera extraiia m que se institucionaliw. Las ciencias ganan su hde- penden* y finalmente su status institucional, al Iagrar d suficiente conocimiento como para Ilegar a ser tales. Pero en su etapa inicial la psico~agía: fue &&a en PO fwma en que su instituciondizrlcidn prc- cedió su contenido y m métodos precedieron a sus po blemas. Si existen claves para comprender la historia, &a dmaci6n es ciertamente una para en teridcr Ea brcvc historia dc nucsrra ciencia (cfr. 1959,111, pági- na 783). Es decir, en este caso na se ha r~spetado el orden 16gica &dado por la filosofía de la ciencia. El orden de procedimiento deberfa ser el siguiente: primero, examinar la naturaleza general del fenómeno en estudio ; luego, ver c6mo estudiarlo apropiada y cientifi- canente; y, S& dmpuers3 ver si existe ya un método para d€o o hay que inventar10. El camino seguido por la psicología tradicional fue precisamente el contrario. Por esto, Ca&rer ( 1975) afirma que "el mé- todo de la psicoIogía fue cdcado por dquier, entre loa primeros funda- dor= be esta ciencia, sobre el de la fíícal' (pág. 143),

Tampoco se debería enfatizar dmasiado la W c i b n entre fiIosofíí y ciencia, ya que es ~610 relativa. Efectivamente, una extremada di- tmuón se apoya en la supuesta autonomía de las ciencias, y &a auto- nr;rnia se basa en el hecho de que las ciencias tienea su propio método, diferente dd bilas6fico. Sin embargo, la aceptacibn de un d t o d o se debe a Ia lihe elecaún prwia de un enfoque, lo cual c d t u y e un pun- to de Yista f l e c o .

La afbmación de I3.w.h de que la ekcci6n del mEtodo de la p&o- logía precedió al Btodio de sus problemas a un señalamiento que aclara

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Cep. 5. Fidelidsd a la nahraleza del obiito 87

muchas cosas. La incipiente ciencia psicológica del sido pasado acep- tó el mbtodo dt las ciencias naturaIes y, coricretameate, el de la física, por el pmtigio que &te tenía en dichas ciencias y porque se c d a en- tonces -y muchos creen ahn hoy dia- que sus reauhados se deb'an d d i o d o en si, y no a la adecuación del mismo con el objeto de estu- dio. Aceptada esta falacia, era 16gico desear utilizar10 como si fuera de validez univcrsaI. Pero el objeto de estudio de la psicof+a do em de la misma naturaleza que eI de la f&ca y la admaci6n del método a este- nuevo objeto era esencialmente falla.

Es a$ donde se haiia el fulcro del problema que nos ocupa. es la naturaleza del objeto de &udio dc la psicología? Xn d capítulo anterior hicimos un análisis bastante detallado de la conoep"6n del hombre, vista con un enfoque humanista. Examinado este objeto de estudio más de cerca y en su estructura integral, nos encontramos con algo sumamente complejo e inaferrable.

En efecto, Ias fenhmas humanas siempre ltstan cambiandoIi son di£ides de pencralizar, son sumamente complejos, p m m innumerables factom que se entretejen e interactúan, no hay vocabulario ni pda- bras sensibIes para designar todos sw matices, no hay variable obser- vables definidas que puedan generar hi$tcsiJ altamente significativas y prometedoras, d fenómeno y la vivencia humana pueden ser siempre reintqretadog en formas más diferenciadas y sutiles (pera toda cxpii- cacibn reduce siempre el exfikanandtsm), la variaMidad situacional y fluctuaci6n de factores que afectan la ejenici6n es muy grande (la pe~- mnalidad del inwstigador, eZ rapport, la fatiga, la salud física, la motivación, el nivel y duración dt la atención, Ia tolerancia a h fm- W 6 n , la cdanza en si mimo, el nivd de aspiración, la estabilidad emocional, el nivel de ansiedad, el atrevimiento, el miedo o la .timi- dez, etc, t t c ) y, finalmente, esta d carácter d e j o de la investigación de2 hombre mbre si mismo como p m n a y Ia i m p i d a d de rea- lizar una aproximación empírica a los actos libres.

Todo esto insinúa Ia idea de que los fenómcnas humanos parecen m& bien ser individuales y únicos, y requerir, por consiguiente, mdtodila cspeciala para su adecuado estudio.

VUS DE ABROXXMACIdN EN EL ESTUDIO DEL HOMBRE

Ante la toma de conciencia de esta dificultad i n t h m a al estudio psic01bgico del ser humano, puede optarse por diferentts Podemm señalar brevemente cuatro de ellas.

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88 Segundo parto. Un nuevo paradigma en psicología

, 1 La m& radical la sugiere Wittgensteín al final de su famoso Trac- batus, que suena como un pasaje de la Sagrada Escritura: wonon man nicht spreehen h n n , dorüber mws man schw&gen (sobre lo que no se pude hablar vale más caIIar), ( 1971, pág. 189). Sin embargo, &te parece ser el peor de los consejos, pues e1 mismo Wittgenstein lo do16 escriiiendo y publicando esa no tan pequeña obra sobre muy transern- píricos temas. Nos invita a1 siIencio vioIando él mismo ese silencio.

Una posiciiin menos extremista es la que adaptan todos aquellos que proponen lo que Merton Uama self-fulfdling proghecies. Ektm se basan en el conmido fmómeno de que toda predicción en el h social, o en el área humana en general, se autoinfluenxi, _ _ m decir, aywda y colabora en su cumplimiento. Ya sefialamris m& arriba c6mo Ia difu- si6n del psicoanálisis en la sociedad victoriana ayudó a liberar la ex- presión de los impulsos agresivos y eróticos, que preconizaba como propios y naturales en e1 ser humano. En cuanto a la conducta sexual, algo paraIelo hicieron Ios informes de Kinscy en la sociedad americana. CuaIesguiera que hayan sido loa errores que contenían las obras de Freud y Kinsey, ciertamente fueron menbra, dtsputs de que su conte- nido BegS a ser de dominio público, de lo que eran antes.

Una tercera posición es la de aquéllos que repiten la historia del Iecho de IProcusto. No buscan un método que se adapte a1 objeto de estudio, sino lo contrario: maltratan y d e s d i a n un fenómeno humano hasta que amolda y encuadra dentro deI potm rnetodof6gico prefabri- . * cado. Si esta operación r e w e s u l t a estéril o imposible, de^ conocen ese fen6rntno humano o lo consideran irrelevante, trivial y hasta ridícuIo, debido a que no priede ser estudiado "cimtificamente". Mn- chos autores conductistas han sido acusados repetidamente d t usar esos pmedimienta Alguno de ellos, no obstante, ha sido más coherente, replegándose a estudiar, al menos por un buen lapso de su vida, úni- camente a los animales. Así, Tolman dice: "mi lema por el presente es aRuts, no men~'', y no duda en dedicar una de sus obras al Mm noavegicur dbinw, la rata blanca con que había experimentado amplia- mente (cfr. Sirasser, 1974, pág. 121.

, La cuarta posición e la que hemos insinuado y señalado de dife- crentcs mantras y que concuerda con el enfoque humanista en psicolo- @a: ser plenameutefiles_al objeto de estudio, ai fmómeno humano, cualesquiera sean sus matices y sutiIezas, y tratar de ir creando la metodoIogía que mejor se adecua a su estudia y comprensión. Quizá e m nas lleve a la conclusión de que los conceptos de 'ley", "experi- mento", "mediday', 'Cvariable'', "control", "teoría", etc., cuando son utilizados en piicologia humana, no se comportan ni tienen el mismo significado- que sric homónimm en las ciencias naturaIes. Si esto fuera

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Cap. 5. Fidelidad a la naturaleza del objeto 89

como todo lo hace suponer, e1 término "ciencia" tampoco podria scr =do -con el mismo sentido que tiene en las ciencias naturales m e1 atudio de la percepción, cogniciiin, motivaciiin, del aprendizaje, de la creatividad, psicología social, psicopatologia, personoIogia, estética y &-os muchos fenómenos y disciplinas humanos relevantes para la com- prensión del hombre. El uso del témino "ciencia" en estos campos, -

parecido al de una metáfora altamente cargada que puede crear expectativas muy irreales (cfr. Koch, 1973 ) .

La plena fidelidad al fenómeno humano tiene, a su vez, una exi- gencia más: que las teoxías sean derivadas del estudio de seres humanas Ianos. Muchas teorías psicológicas corrientes están basadas ampliamcn- te en el estudio de la conducta de gente enferma y angustiada o, peor, en Ias cabrioIas de ratas cautivas, hambrientas y desesperada. La diferencia entre la persona sana y la enferma puede ser mayor aún que la diferencia entre ésta y el animal. De aquí, la importancia de ba- sar las teorías en e1 estudio de individuos con salud psíquica normal. -

Esta fidelidad a lo humano -que caracteriza y define al enfoque humanista- guiará hacia el estudie de realidades de alta significaci6n (como son la generosidad, la amistad, la audacia y e1 coraje, la sinceri- dad, la paciencia, la lealtad y fidelidad, Ia responsabilidad, etc.), hasta ahora muy descuidadas y, en conjunto, puede cambiar sustancialmente una teoría sobre el comportamiento humano.

Quizh se podría afirmar que la diferencia fundamental entre los psicólogos humanistas y 10s de otras orientaciones está en el método utilizado. Los humanistas están centrados en el problema por estudiar, tratan de respetar la estructura de1 mismo, ser plenamente fieIes a su na~uralcza y cambian de método de acuerdo con la utilidad que éste les brinda cn cada circunstancia; los psiciilogos de otras orientaciones, especialmente los conductjstas y psicoanalis&J están centrados en el método, como una vía regia y sagrada, y la variación de técnicas es muy restringida, aunque el caso concreto, las circunstancias y el exiguo éxito logrado aconsejen lo contrario.

En conclusión, un enfoque como &te acerca de la relevancia que tienen los presupuestos en Ia conducción de una investigaciiin y Ia fi- delidad al objeto de estudio, no puede ser completo sin desembocar y concluir con la advertencia husserliana de la reducción fenomenológica.

Husserl se admiraba de cómo frecuentemente la gente "ve" cosas que no están presentes y "oye" acentos que nunca se hacen; de que nuestras mentes están tan limas de ideas y teorías sobre cómo deberían ser Ias cosas, que rara vez Ias percibimos como realmente son. Por esto, a la hora de cubrir cada una de las etapas de todo estudia o h v d ~ ciCin, es necesario realizar una efioché; es decir, tornar concientia

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90 Segunda parte. Un nuevo paradigma m psimlogia

poner entre prént& kmporalmente el ~ ~ t r . &m&l (confin- gente) de las cosas, para poder aIcanzar su esencia, prescindir de todos aquellos conocimientos, temias, creencias y deseos qize pueden distomi* nar la naturaleza del fenOmeno en estudio y hacernos ver sólo que - Uo que ya sabema, memm, aeptamos o deseamos o, a lo sumo, algo nuevo, pero que tiene pIena concoidancia, mherencia y ldgica con nues- tra poSiciÓn p&. Es necesario que nuestra mente aea transparente y diáfana -aunque d o d o es podble p*entc-I con el f i n de que sea s6Io d fen6meno ei que nm hable y, como dice el mismo H w r l , LC vayamm hacia Ias cosas mismasa'.

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Problemas y formas

del conocer en psicol8gía

LA FALACIA DE LA PLENA ."OB JETl3TDAI)"

El problema de la naturaleza dt la, ciencia -que en d capítulo uno hemw visto en su aspecto general- será reasumido aqui en su vertiente psicológica.

Za epistemología contemporánea no ha rasueIto todavía en fama cIara la que es el conocimiento y la "ciencia" dd hombre. Es más, si la ciencia e31 gmerd entró en una crisis con la Uegada de las ideas de Einstein, Planck y Heisenbag, esta crisis pas6 a la "ciencia" picol6gica que era tal Unicmente con base en la prkctica de un gran d u c c i + n h o . Quiz6 hoy, más que en otros tiempos, sea necesario impulsar una nueva critica de la razón, especialmente en lo que se refiere a los camLim que conducen a la verdad, la distinción entre "ciencia" y cono- cimiento y la convalidación de cada uno.

Ante este problema se sostiene todo tipo de posiciones, desde las más escépticas hasta una verdadera idolatría de la ciencia. Bridgman -expositor del operauonalisrno- ha negado la existencia de un mi- todo Científico, y sostiene que "la ciencia es lo que hacen los ciedficos, y hay tantos métodos cientificoc como hombres dc ciencia" (cfr. Bunge, 1970, p6g. 6 5 ) . Sin embargo, los que más abundan son Ios idólatras dé la ciencia. Esto es debido a los seniicios reales que la ciencia ha pre- tado a nuestra sociedad y, aobre todo, a muchos otros que se le atribuyen con espíritu iconoclasta en una Epoca hist6rica como la nuestra, en que han perdido vigencia tantos valores humanos; es, a&, fáchente com- prensible tal idolatrla.

La pregunta bkica que se puede formular, y cuya =puesta or;u- para las reflexiones de este capitulo, cs la siguiente: ,necesita ser modi- ficado eI concepto de ciencia que tenernos comúnmente, mando d

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92 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicoiogia

objeto de fa ciencia es e1 hombre mismo? Pudiera, en efecto, ser cierto que solamente se pueda dar un "conocimiento" del hombre y no una "ciencia" del hombre, al menos si utilizamos este término en su acep- cibn corriente. Comúnmente se piensa que la ciencia m aqueIla parte del conocimiento que puede ser verificada experimentaImente o, de al- guna manera, reproducida y comprobada.

Sin embargo, - c o r n o ya se señaló-, Bohr, Heisenberg y otros fisi- cos, han demostrado fehacientemente que el concepto copernicano de que ' l a naturaleza" puede separarse de! hombre no es ya sostenible, que en las ciencias naturaIes son cada vez más las hipótesis que no son sus- ceptibles de contrastación experimental y que, por lo tanto, el ideal de una ciencia completamente independiente de1 hombre, es decir, pIena- mente objetiva, es una ilusión. Si esto es cierto para la más objetivable de Ias ciencias, Ia física, a fortiori lo será para una ciencia como la psi- coIogía, que lleva en sus entrañas la necesidad continua de la autorre- ferencia.

Mediante ~ ~ U ~ O S O S estudios sobre psicología fenomenológica se ha llegado tambi€n a la concIusi6n de que la "objetividad" en el estudio de los seres humanos, aun cuando se busque a través de una estricta y exigente metodologia, es una falacia bdsica, ya que el control de las va- riable siempre es referido a un número muy limitado de enas, se efec- túa a través de una manipulación artificial de la situación, ubica la vida fuera de su contexto natural y toda "imaginada objetividad" se reduce a un total artefacto (cfr. Giorgi et al., 1971).

Con base en esta clase de consideraciones, hay eminentes científicos y filósofos de la ciencia, como Michael Polanyi, que consideran que la palabra "cienciay' no es muy útil, que nadie sabe con precisión lo que es ciencia y que, incluso "no es necesario para 10s científicos conocer lo que es ciencia". Este autor iiegó a sugerir que se pusiera fuera de circu- laci6n, por espacio de diez años, la palabra "cientifico" y que no se usara como término de apreciacihn, ya que así se descubriría un gran número de apreciaciones útiles y más significativas, como "penetrante", "revelado3', "sensible" y, especialmente, "verdadero" (cfr. Rogers- Coulson, 1968, págs. 137, 160, 197).

LA REDUCCI6N FISICISTA COMO úLTIm TNSTkYCIA DE VALIDACIÓN

Posiciones como Ia que acabamos de señalar nos obligan a entrar más a fondo en h episternoIogia tácita que profesan,. cosa que hare- mos & adelante Por ahora, sigamos analizando el concepto corriente de cien&

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Cap. 6. Problemas y hrmas del cbnocer 93

La actitud y postura m& difundida y =tenida tn relaci6n con toda ciencia, es la que afirma que una discipha será Omcia en la medida en que se parezca e imjtc el modelo de la &a

Ya en 1897, Fseud, cuando nadie compmdía sus investigaciones, escribía a su amiga FPiess -quizá, mn ciata ironia- que tendxia que renunciar a sus explicacionm psicotbgicus y le pide que le sugiera una "firme base en la fisiología". Frcud se había imaginado, dentro de la más ds& tradición del fiicismo empirista, una especie de dinhmi- ca general de las leyes de la psique, basada en los rnecanlsmw y las conexiones neurhnicas, que ernplearia los principios de la me+ (ten- sión, descarga, etc.1 que Brücke y von HeImhol~z habían Nevado dc la lisica rnatemhtica a la biología. Posteriormente, Freud tuvo que romper finalmente con Flicss, ya que éste, como fsi6log0, tenía la "fir- mt convicción de basar Ia biología en una fbrmula ffi0-naatemáfica"'. Sin embargo, se sabe que Freud nunca renunció a este vocabulario ni a este modo de explicación.

Una opini6n de Durkheim, frecuentemente citada, sostiene que es preciso tratar los hechos socides "~orno cosas". Aquí estamos ante la misma instancia, ya que identificar los hechos humanos con objetos: físicm equivale, prima facie, a omitir la dirnensi6n subjetiva e intencio- nal por la que precisamente son humanos.

Tamibién Watson, en m primera presentaci6n de la posici6n conduc- tista, había anunciado su intención de hacer de la psicclogia una rama puramente objctiva y experimental de Ia ciencia natural. Y las criterios de esta elección, como 61 mismo señala, son el criterio de em& y d criterio fisaoldgico. h b s permiten ser objetivos, cuantificslbIes, maniplabies y mensurables, condiciones que éi cree indispensables para una seria metodología 'kientifica".

En 1938 Carnap, con su reconocido prestigio, hizo una sugerencia que acentuó esta orientaei6n. Decía que toda ciencia deberia basarse en un lenguaje c o m h pretedico al: tratar los datos; éste debtria ser el lenguaje de las cosgs físicas. Carnap argumentaba de la siguiente. forma: la cien& es el sistema de los principios intmubjetivamente VA- lidos; si estamos en lo cierta al afirmar que cl lenguaje físico es el Unico lenguaje intefsubjetivo que &e, habrb que llegar a la concli3siÓn dc que el lenguajc frsi~o es el lenguaje de la ciencia.

En su alocuciiin presidencial a Ia American Psychohgicd A~socia- tion, en 1974, Bandura expresa:

El aprendizaje observacional ha llegada a ser aceptado recientemente en fonna mis amplia, pero algunos teóricos desean concederle plena res@- dad ckntlfiea solamente cuando sea reducida a ttrminw firiEt3tas (cfr. * 14). #

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94 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologta

bta Enea de pensamiento fue mantenida a lo largo de todas las d6cadas pasadas, y actudrnente es apoyada y profesada en toda su di- mensión por lm picólogos conductistas y de ella no escapan ni siquiera los creadores de la CestaJt~sychoEogie, como hace ver L a - C d o al resumir e1 alcance, apfTitu y ia sipificab6n del i~omorfismo:

. .las formas de la p~lcología re~ten a las formas fisiol6gicas; y las formad &iolúgicas ion modalidades de las formas ffsims. En una parte cmsidcmbIe de sus manifestaciones, lo anímico, 10 vital y lo 'Eco admiten una interpreta- c i h fundada en los mismos principios.. . Por tal &n, ha sido patente en la C~stalrpsychologie la tendencia a la adopciOn progresiva de conceptos, aqwemas y métodos propios de la ciencia física, cuya impronta todavía es diseernibIe en la e w g i a actual.. . De aquí resulta que la f % ~ a no es &o un reservorio de modelos sino la dltima instancia de ualidacfan de lat 4 6 - tesis pdcológicm. Por la segundad de sus m&todos, por la coherencia de su razonamiento, p w la uniformidad de su lenguaje, por la precisión h su & nica experimental, ha representado y repcsenta el ideal permanente del co- non'ma'anto psicoldgico (1918, págs. 68, 76).

Por dIo, Piaget considera que la Gestdtpsycho!op'e constituye un m d o de e~pIicacidn psicdbgica mediante la redtscn'dn fhicista.

En los siguientes capñtulos tendremos difere- oportunidades para volver a este punto básico y señalar detenidamente la pición de la psicología humanista al respecto. Por ahora, baste con indicar un pen- samiento diametrhente opuesto y precisamente de un fgFZ'co, el celebre fisico atómico Robert Oppmheimer, quien, en una alocución a los @- cólogus miembros de la APA, alerta que "el peor de todos los errores posibles que Ia psicología pudiera cometer sería dejarse irduenciar y modelarse al estilo de una física que yo a: existe, que está completamen- te superada en el tiempo (outdated) " "956, pág. 134). Y , añadimos, que &a es precisamente la fiica que ha atada y 6 imitando la psico- logEa de orientación positivista,

Desde 1790, cuando cornenz6 la "Edad de la Radn", la ciencia ha ido adquiriendo una inflada reputación, debido, en gran parte, a la exagerada sobreahaci6n de la absoluta verificacidn, cosa que no ex& ui ciencia alguna.

En lo referente d campo psicuiógico, este énfasis en Ia irnitacibn del modela fiilco ha conducido a diferentes tseudas a sostener una vistan y falsa de la ciencia. Muchos estudiosos del comporta- miento human~ han llegado a sostener un citntificjsmo y una &com- prensión tai de lo que significa ser "objetivos", que nos hacen suponer que para ser "ck~tLficcm'' tenernos que ver aJ hombre como una serie de cisternas a u t d c % como una camplicada máquina y, por lo tanto, como un producto inerte fuerzas que operan sobre él, en lugar de

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Cap, 6. Problemas y formas del conocer 95

reconocer que. tambi& y, sobre toda, es un ser con vivencias, perisa- miento y sentrmientm propios. En concordancia con mc enfoque, se ha tratado de operacionalizar, de abjetivar y de reducir los datos de la experiencia humana, para, de tal forma, hacerlos asequibles aI escm- tinio "científico".

NECESIDAD DE UNA NUEVA FTLOSOFfA DE LA CIENCIA

Pasemos ahora a rdarionar sobre una Enea de p d e n t o que podría ofrecer una vía de duei6n al problema pIanteado por la d u c - Gibn fisicista, Ciertamente, ésta se adentra en la t e o h del conochiento. Es, en efecto, la base epistemolbgica la que m& promete complacer nuestro desiderutum.

E1 marco de referencia amplio dentro del que se ubica esta reflexión cs d patentizado por la Wdtanschauung, que introdujo la psicoIogia ienomenológico-existencial, La psicologíá exSStencid se rebela contra fa idea de tratar a un individuo como si fuera un sistema abstracto de instintos o componentes similares intelectuaIizados. Esta m e l a pone énfasis en b propia experiencia de la vida que tiene una pmona, en el significado que tiene para ella y en las oportunidades que le brinda para su automalizaci6n. La pBicología fenomenol6gica, en cambio, ubi- ca su principal interés m el d-110 de una verdadera ciencia del hombre.

La tesis aquí sostenida -nuestra tesis- se puede simplificar en los siguiente tkminos: la ciencia es sdlo una forma de acceso al cono- cimiento de Ea realidad natural, psico1ógica o mial. El arte, la füosofía, la teología, la literatura, la experiencia &ca, etc., también pueden ser caminos por 1- cuales el hombre puede descubrir la verdad y, por lo tanto, deben ser tan &Emulados como Ia ciencia.

Quizá encon- más ~xactibud, especialmente dc lenguaje, en la ciencia; pero es posible que haya m& verdad, por ejemplo, cn d arte. El mismo Russell, como s t ñ h o s en el prima capítulo, afirma que '7a ciencia como pmecucibn de la verdad será igual, pero na superior al arte'"1975, pág. 8). Ahora bien, el íh al que se dirige la metodolo- gía científica, así como los procedimientos de búsqueda de cualquier disciplina o h a del saber, es d Iogm de1 conocimiento, e1 encuentro con la verdad.

Cada vez se hace más evidente Ia ncctsidad de una numa filosofla de la ciencia, de una nueva y amplia concepci6n del conmimiento, dd mEtodo y arte del conocer; una fiIosofla que no se: restrinja, ni se cstnic-

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96 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicología

ture, ni se adapte Gnicamente a una disciplina específica, sino que dé cabida en su seno y respete a talo tipo de realidades: tanto la atomís- tica como la holista, la que es única como la repetitiva, la mecánica como la humana y personal, la estabIe como la que está. en proceso de cam- bio, la positivista como la trascendente. Ya señalamos en el capítulo anterior que Ia fidelidad a la naturdeza del objeto gtudiado es una condibio sine qua non para estar en el camino de acceso a h d a d que el mismo contiene

Dade hace mucho tiempo la filosofia aristotélica y tomista sastu- vo que vemm, bol~um e# pwlchrzsrn convertuntur. Hoy Polanyi afirma que en la íísica "está lieg;ando a ser casi un lugar común, que la "belle- za" de una temía fííica es frtcunitmentc una pista m& importante hacia su verdad que su hrrespondencia con los hechos, lo! cuales pue- den constituir una dificultad temporal. En efecm, la bellena es mencio- nada hoy día casi exclusa'vemente en la ciencia y no en la artes, lo cual constituye un caso interesante" (cfr. RogedhuIson, 1968, p6g. 176; amivas nuestras).

En el primer capitulo puntualizamos que tambi6n Einsten pensaba que la ciencia no busca tanto el orden y la igualdad entre las c m , cuanto unos aspectos todavia más generales, tales como la simetría, la armonía, la belleza y la elegancia, aun a expensas de su adeniauhn empírica.

Si lo bello m una buena via qme nos conduce a encontrar lo ver- dadera, también lo bueno puede ~erlo, Estudiosos calificados de los proccsos que sigue eI pensamiento humano han demostrado conviacen- temente que en la psicología del pensamiento cp un hecho pacifico que "nucstro pensamiento sólo en contadas ocasiones ec rigurosamente 16- gico'ycfr. Oerter, 1975, pág. 18). En todos lm demh momentos el paisamiento está influenciado y, a veccs, guiado por los valores profe- s a d ~ > las emociones y los sentimientos que, segiln su nivel de coheren- cia con la naturaleza, lo orientaran hacia ella o 10 desviarán de ella.

Este modo de proceder de nuestro intelecto no m imciond, como algunas autores han señalado con frecuencia, es senciilammte m& nd, no es ilógico, sino aE6git0, es decir no va contra la raz6n o la Iligica, sino que camina d margm de ellas y, por el hecho de utilizar muchos otros r e c m que gosec el ser humano, puede ser -coma ha demostra- do Rogm- más sabio que el nisno procedimiento racional o 16gico.

Nace, así, h necesidad de un concepto capaz de expresar, d mismo tiempo e igualmente bien, estos tres aspectos de la perfecciáu ontol6gi- c a del ser. QuiA ~oIamente 10s conceptos de "sz'gnificacibn'> "rrigni- ficadd' puedan d-peñar esta funM6n. En electo, 10 que la verdad, la bondad y la klltza tienen en común es su plenitud de significación.

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CRITERIOS DE VALIDACZON DE LA EVIDENCIA

Entremos más de lleno en los aspectcs epistemoIógicos de nuestro problema. Ciertamente es claro y pacifico que lo que importa en la bijsqueda del conocimiento es el fin y no los medias o métodos con que se l o p . Alcanzar la verdad, adquirir buenos, sólidos y iIitiles mnnci- mientos importa mucho m& que la práctica de un método ir otra. El respeto y utiIizaci6n de un método debiera existir finicamente en Ea me- dida en que el mismo se demuestra exitmo. Lo contrario seria un dog- rndaiismo metodológico incomprensible, una mstodolabrba absurda,

Ahora bien, la ciencia se ha venido idaitiiicando c m un método, el mkodo de la física, que ha dado muy buenos multados en ese campo. Debido a estos 6ptimos I o p se ha atribuida al método de la fúica una virtud y un poder universales. Anteriormente vimos cómo hay quienes consideran el modele físico como "el ideal permanente del conocimiento psicológico". Esta expresión puede tener dos acepciones totalmente di- fcrenta: si lo que se insinúa es un ideal que hay que copiar en psice le&, estaria, a nuestro juicio, muy errado; si 10 que se aconseja es que la psicología se vea estimulada para lograr los m i m o s niveles de excelencia que la física, par l a caminos, los media, metodos y procedi- mienta que más se adecuen a su objeto -aunque sean totalmente diferentes de los de la fÍa- , el consejo sería muy correcto. Es decir, cl método de la Esica es muy bueno m la fkica, porque tiene plena ade- cuaci6n con su objeto. Qrre este método sea bueno en el estudio de otras disciplinas, depende& de su nivel de adecuación a Ia naturaleza dc cada objeto. Por ahora, esto ts dgo que está por demostrarse; es más, en la que se refiere al =tudio del hombre, se está confirmando cada vez más la tesis contraría, como veremos más adelante.

En las ailtimm dos siglos sc ha venido memando la palabra "cien- cia" para designar el conocimiento obtenido a *a& del método cienti- f icq e~ decir, para el conocimiento conimstable experimentalmente. En d primer capitulo señalamos las incongruencias que de aqul se derivan para algunas cimcias muy respetables taIes como la astronoda, la geología, etc, y -podríamos añadir- la historia y todm las ciencias humanas.

El conocimiento que el hombre puede alcanzar y, dc hecho, ha adquirido a m v 6 de Icw siglos, es mucho m& amplio que el apellidada < c ciencia", especialmente en las heas no técnicas. Podemos exam2- nar, como mutstra, la cultura china que, a pesar de que no ha temido ciencia dricto s m , ]le@ correctamente a casi todas las eoucepcioag fundamentales de la biologa sin ninguna investigación "Uen&~

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98 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia

Igualmente, las concepciones básica acerca de la vida, la enfermedad, la muerte, etc., se formaron en todas partes antes de que la "ciencia" flacitm.

Etimológimente, no hay diferencia alguna entre el significado de la paiabra "ciencia" (xcintia, de scire) y la palabra "conocimiento" ( cognit io, de cognuscere ) ; ambo& ttrmuios vendrían a significar que hay +amo decían los filiwofos escolkticos- una udaequatio intellecm cuna re. Por esto, arbitran'amsnte se podría decidir usar ambos teirninos como sindnimos y namar ciencia a todo conocimiento (uso dd t h h o "ciencia" ssenm kargissltno) o reservar esm palabra para aquella partc de la amplia esfera del conocimiento que se ha logrado a través del m h d o científico (smsts bricto). Pero m ningún caso e1 uno S&

superior al otro, pues ambos representahn un conocimiento auténtico y real de su objeto.

;De dbnde, entonces, k viene a la "ciencia" tsa aureola de gloria y respetabilidad con que se presenta un conocimiento cuando se avaIa diuendo que es "uentifico", que ha sido "cientlficamente" demostrado? Nace, a nuestro juicio, dd elemento tácito O implícito que lIevan estas expresiones. Ea como si se afirmara &citamente que se trata de algo seguro, cierto y totalmente verdadera, algo de lo cual de ninguna mane- ra se puede dudar y que no es como los demás "conocimient~", que no se sabe hasta dónde m ciertos, etc.

El análisis de esta actitud de fondo lleva a ubicar el problema en los critmios de validez de Irt Para algunos cientificos, el método riguroso de la fgca ofrece plena evidencia; poder reproducir m ex- perimento, controlar las variables, medir Ia influencia de las diferente causas, lograr consenso, etc., Ies ofrece una evidencia incuestionable de las cmas. Esta evidencia parece serles más visable, más tangible, etc., m general, con una base más sensual, y se adapta m& al campo Para otrm estudi- especialmente dd bea de las ciencias humanas, este metodo no 1- brinda tanta evidencia, Les p e c e que Ics empirjstas pecan por aceptar una ernpiria excesivamente estrecha y que cuando adoptan posicioneri radicdes y extremas invocando continuamente la observabilidad y maisurabilidad de 10s datos y rehuyendo y ahorrecien- da todo concepto o idea renuentes a ello como d fueran fantasmas, m& bien d & a r i a n -en términos de la psicologfa piagetiana- un in- fan-dlkio o estancamiento de su desarrollo intelectual que ha quedado fijado en el nivel dtl pensamiento conmeto y no ha pasado, dc fm, al pemamkto fd o abstracto.

Es, pues, natirral que en el &ea de las ciencias humanas haya muchos autores que abo- esta empiria estrecha y busquen una evidencia con más M& m ~o~nttIectual; que les preocupen mucho más los

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Cap. 6. Problemas y formas del conocer 99

presupuestos implícitos aceptados, que pueden dar al traste con todo, y el reduccionismo defonnador de la realidad estudiada; que consideren, más aún, que toda ciencia está impregnada de opciones extraempí- ricas, basadas en un conjunto de juicios de valor, y apoyada en una base totalmente subjetiva.

Si analizamos el desarrollo de una investigación científica en todas sus partes, constataremos que las opciones subjetivas extraempíricas (que, en último análisis son opciones filosóficas) se dan continuamente: ante todo, la ciencia se origina en una persona determinada que persigue metas, propósitos o valores de significación personal y subjetiva. El científico investiga una cosa y no otra porque la cree de mayor valor; escoge la hipótesis que juzga mejor; determina el método de estudio que más vdora (grupos de control que merecen su confianza, formula- ciones operacionales satirfactorias, procedimientos estadísticos razona- bles, etc.) ; fija el alcance que deberá tener el análisis estadístico; da a sus hallazgos una interpretación u otra según tenga, a su juicio, mayor validez o se aproxime más al criterio que él valora; escoge la medida en que él mismo ha de creer en sus hallazgos, etc.

Es, así, comprensible cómo Polanyi, renombrado filósofo de la cien- cia y eminente científico, pueda afirmar que "la ciencia es un sistema de creencias con las cuales estamos comprometidos.. . y, por lo tanto, no puede ser representada en términos diferentes" (1962, pág. 171 ; cursivas nuestras). En efecto, no es nada infrecuente que una ley que ni siquiera puede ser establecida por demostración para un grupo de científicos, para otros sea estrictamente evidente.

Generalmente se sostiene que una teoría pasa de ser considerada << mera especulación'' o conjetura, a "conocimiento científico" cuando, después de muchas contrataciones, el resultado se mantiene positivo; pero no se advierte que el criterio último y la instancia definitiva de validación de esa contrastabilidad, es decir, el juicio sobre si el resul- tado confirma o refuta la teoría, es una intuición, o sea, una visión in- telectual de la realidad en cuestión. De esta manera se fonna de nuevo el círculo que ya tratamos en el capítulo 3. Tampoco resuelve nada recurrir a la metáfora, totalmente falsa, del espejo. Si el conocimiento sensitivo tiene algo de especular, el conocimiento intelectual no tiene absolutamente nada. Conocer no es formar una imagen especular; si así fuera, se llegaría a explicar el espejo por el conocimiento y el cono- cimiento por el espejo, sin saber, en definitiva, quién explica a quién. Ya vimos (en el capítulo señalado) que la salida de este circulo tiene una sola vía decente: el concepto de interacción. Y siempre seguirá siendo cierto que todos los conceptos, en cuanto aspiren a trasrnitirn~ cualquier clasepe conocimiento de la realidad, tienen necesariammx

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100 Segunda parte, Un nuevo paradigma en psicalsgía

que "realizarse", a la postre, en la "intuición". Ahora bien, la intui- ción tendría siempre la fragilidad y datividad i n t k c a dd ser hu- mano.

De este modo considerada, Ia ciencia, o .el conocimiento auténtico y real, no tienem n i e n criterio indi$mable para que sean verídicos: ni la repducibilidad, ni la contrastabifidad, ni su poder predictivo, ari su cmunicabilidad, ni el nivel de consenso, ni ningún otro. Todos s d n canvenientes y ayudarán que determinada peaona o grupo logren una mayor evidencia; pero ninguno de tala elementos e s e n d o i n t h e c o a la naturaleza de la verdad. Un hombre determinado puede tener plena y total evidencia dc una verdad sin que ésta goce dt nin- guno de los criterios señalados.

La posibilidad de que se de uno m& de esos criterios, depende gene- ralmente de la naturaleza del objeto conocido; y el grado de evidencia que una persona puede lograr acerca de una verdad, está. en fiancibn, y deriva en gran medida, de la capacidad y agudtm de su inteligen~a y de los demás factores cognosutivos. Por esto, necesitamos saber m& res- pecto a la forma en que conomos, cómo los sistemas de rseencias, idea- Ets y apxtaciones innnmuan nuestra percepción de los eventos, Amo interactúan los valores y el conocimiento, y cbmo la alteracibn del con- texto puede favorecer la rtorganizaciijn de nuestras &dada y su desarrollo según nuevas direcciones. De todo esta pueden derivarse suge- rencias y forrnulacimes de una nueva metodologia para las ciencias humanas.

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La estructura como "datum"

fundamental en psicología

EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA COMO PKOTOFEN~6MENO Y CATEGOMA DEL CONOCIMIENTO

k d e -10s-tiempos de GaIileo, el trabajo principal al hacer ciencia --ciencia natural- ha consistido en fijar la qer ienua en una expre- si6n matemática o 16gica. Las experiencias timen que ser trasladadas a un lenguaje de idealirncidn formal. Sin embargo, e1 concepto de "for- ma'' tiene una historia que se remonta mucho más atrh cn el tiempo.

Los conceptos de f o m y de causa son los dos polos en torno a los c d c s ha girado nuestra comprensi& del universo. Aristótdes los com- binó y entrelazb de tal manera que surgió su peculiar concepto de causa formal, que en toda explicaci6n constituiría la bast del w'ncipio de rax01a suficiente. Con el desarrolia de la ciencia renacerrtista, e1 con- cepto aristotEIico de forma-causa pierde vigencia y entra en crisis, Sólo la causa matemática es cowa oma, y comienza la marcha tnunfal de la causdidad mecánica. Esto abrió un gran abismo entre las ciencias de la naturaleza y las cicncias humanas. Es evidente que las ciencias del hombre no pueden renunciar al concepto dc fama sin abolirse con el10 a sí k.

La ausalidad mecánica, poco a poco, tuvo que ir enfrentándose a una serie de problemas que su metodología tradicional no podia do- minar. Así, se vio obligada a rcvisar su aparato conceptual, debido a que cada vez tenía menos vigencia e1 viejo supuesto de que el toda debe explicarse siempre como la suma de las partes. El. concepto de campo electromagnético, por ejemplo, ixtabIecido ya desde el siglo XTX

por F d a y y Maxwell, no es un concepto de cosa, sino de relación; no está formado por fragmentos, sino que es un sistema> una fotd-

e lrJI

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102 Segunda parte; Un nuevo paradigma en psicologla

dad de lfneas de fuera. Todo esto, unido a las teoría sobre la mtcini- ca mhntica de Max PIanck y al principio de indeterminación de Heis- cnberg, condujo a la crisis y colapso de Ia causalidad y de1 deterrninkmo físicos, de que ya hablamos en el capítulo 2.

Lm tstudiw de la Escuela de Berlín de la Gestalttheorie demostra- ion mdiferentes maneras que en un prima momento nos l~on dadas, como también al animal y a.l primitivo, estructurar totales; que perM'& mas, pemariamen fe, con juntos estructurados y no elementos que luego organizarian un proceso distinto de asociación o de sZnt&. De esta manera, 10s "datm" fíiicos concretos (color, sonido, tacto, m.), que suelen ser considerados como el punto de partida de todo el conoci- mienta de Za realidad, son, m& bien, un producto relativamente m- dío. Piaget dernostr6 tambibn que en Ios niños pequeños sus p r i m a vivencias son cabairncnte vivencias fisiogn5micas o de expresión p a s e nalizante, y la percepei6n de las "cosas" a de las "'cualidades de las cosats" se impone mucho despub.

De esta manera, el datum original, lo que se da -que en Gnmeo- logia quiere decir lo que no se dircufe y que inicialmente debiera ad- mitirse por todos-, es uti pratofen0mmo que sc nos impone desde el principio con un sentido o significado persona!; es decir, que no habría hechos "escuetos", plenamente "objetivos", f 0tdrnUIt c "externos'bl obsmador, "indiscutibld' y que "se impongan" de igual manera a to- dos, hechm que sea posible establecer sin rectrmr a la ayuda de deter- minados -puestos conceptuala qne le den un "significado". En el fondo, esta es la misma base del famoso ttorma de Godcl, que ya tratamos en el capitulo 3.

L a '"hechos" que le toca estudiar a las ciencias humanas -da Fakttsm dm Kdfzsry%~ensclaaftert de Cassircr- difieren esencialmsnta de l a hechm de las ciencias naturales. Y a Dilthey -a fines del siglo pasado, y como auténtico iniciador de la psicología humanista- asig- naba a la p~icol~gía el estudio de "una conexión que se nos da siempre de modo originario, corno la vida misma. . ., las regularidades en la conexión de la vida psíquica desmollada". Le parece a este autor que la psicología de su tiempo no se ha dedicado a esta tarea y, por esto, "en las obras de 1w poetas y en las reflexiones sobre Ia vida que enwn- tramm en grandes escritores como Séneca, Marco Amlio, San m- &, Maquiavcb, Montaginc, Pascal, se contiene una com@¿n del hombre, en toda su realidad, frente a la cual queda muy por debajo cualquier psicologia explicativa" ( 1951, pAg. 204).

Siguiendo el pencamiento de MerIeau-Ponty, esta misma idea po- dría expresarse diciendo que la psicología dcbe estudiar la conducta humana entendida como una estructura que contiene Ia treduc5bB.h

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.Cap. 7. La estructura eomo "daium" fwndarnenfal 103

r~lacidn hombre-mundo, Ia cual puede hacerse o no pIenmente pa- tente a la perswa es~udiada o a su observador.

El vdor de este tipo de estnictura se hace más evidente por su capacidad para integrar los puntas de Yistñ interno y externo. En da- to, la historia de Ia pico1Opia hace ver que no ha existido esta integra- c ih , sino que, más bien, las difmmtes escuelas han puesto tnfak eri . . uno u atro enfoque: estudio de fa conciencia con el mCtodo introspec- tivo, a eshrdfo de la conducta extema imitando el mCtodo científico.

Todas las disciplinas científicas han ido reemplazando, cn 10s últimos tiempos, la visión atomistica de su objeto por un enfoque de estructu- ras. Esto m patente, sobre todo, en las ciencias humanas: la psicoIogia, la socioIogía, la etnopia, la historia, la economia, Ea lingiE&ca y la crítica literaria han adoptado, unas más que otras, principb, lenguaje y procedimicntm que van poco a poco constituyendo un método ngu- mso y eficaz de natmaIcza estructuralista. Todas han ido aceptando la idea de que todo ser es, en Ú l h o máhis, un "ser-m+elaciba", y que es lo que es y se comporta como lo hace, en virtud -parcialmente, pero siempre- de su participaei6n y relación c m los demh seres.

Quizá sea Ia psicología, tntrc las disciplinas mencionadas, una de las menos !&avanzado en esa línea, a pesar de que la concepción estructuralista se gesió en gran parte en su seno y constituy6 una escue- la : la '"CataltpsychoEogíe'',

En el campo de la psicología, la doctrina de esta escuela fue acep- tada, teo'ricamnfe, por la arrolladora evidencia de sus hv&igaciones; pero, prdcticammPib~, f r a d en muchas partes, sobre todo en Norteamé- rica y, como frecumttmnite se ha dicho, por "excmo de éxito". Si embargo, en las atimas decadas, Ia orientaci6n humanista le ha dado gran impuIso, especialmente en heas distintas a la percepción, a la cual se habían restringido los psicóIogos demane que Ie dieron origen.

El principio bdsico y sintetizador de la doctrina de Ia Gestdtpw chologk afirma que el todo ex más que Ea suma de s s a ~ partes y, por consiguiente, también las propiedades del todo son diferentes de las propiedades de la mima de ms partes. En una totalidad organizada -explica WerthWner- Io que ocurre en el todo no se deduce de los elementos individuales ni dt su composición, sino, al revQ, lo que =u- me en una parte de me toda 10 determinan las leya inrmas de Ia estructura de ese mismo todo. Es decir, el todo no se explica por las partes, sino que son las partes las que, por su inserci6n en el todo, reci- ben significado y explicacibn. Efectivamente, una parte tiene signifi- catiÓn drrfánfa cuando está d a d a o mmdo está integrada a otra t d d a d , ya que su posición o su función le dan propiedades dif- Es más, un cambio que afecte a una dt l a partes, modifica IE

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104 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia

dada del sistema, pero éstas pueden permanecer idénticas y conservar entre. ellas la misma relacibn, cuando cambian todas las partes,

Gomo una idea intradtrctoria de esta doctrina, pensemos en el in- salculabk avance quc lo@ la cultura occidental al pasar del sistema de numeración romano, al A i g o . La numeración romana se consti- tuye por la apgaci0n de partes: 88 = LXXXVILf = 50 4- 10 3- 10 4- 10 + 5 + 1 + 1 4- l. El todo esigual a Ia suma de las partes. El sistema romano hubiera hecho prácticamente imposible la compleja mattmiitica moderna. El sistema a&bigo, en cambio, i n d u c e un paupvo conceflto : d vdor de cada s'mbo1o numérico o ~Ifra cambia de acuerdo con la posición que ocupa: un 8 puede significar 8 uni- dades, 8 decenas, 8 centenas, 8 millares, etc. Aqui e1 todo es d~ que la suma de sus partes.

Las fundadores de la Gestattpsychdogia -W ertheimer, Kzhler y Mfkn- y sus continuadores, investigaron mucho el fen6meno de lm procesos peceptiaos, especialmente visuales y auditivos, pero apenas indagaron en otras múltiples áreas en que sus ideas podían revolucionar las ciencias humana fundamentando el concepto de estructura como categoría del conocimbnf¿¿.

&tos autores estaban, además, preocupados por dar un respaldo "cient<fico" a sus temías, lo cual no podían realizar mas que remi- tilndose a un modelo fííco explicativo, La física, sobre todo la física dinhica, era la ú1& instancia de: validación de m hipiitesis psicoló- gicas. E1 principio dd iramoPfssmo, que establtce un paralelismo psico- f Éía'co, fue la hi$t& atrevida qut ~ 1 1 ~ s pensaron la más adecuada para darle un espaIdarazo "científico" a sus teorías. De esta manera, se efectúa una vez más una reduccidn fisicista. Si embarg~, las ideas de la Gestalt van a tener resonancia y efectos qut van más allá de lo que sus fundadores imaginaron. Quizá se pueda hacer aquí un parale- lismo, in contrarium, con lo que le sucedió a Newion. h'ewton, siendo muy probablunentc un escolástico cn au concepciírn del hombre -pues aceptaba el mundo natural y el sobrenatural al cual pertenecía el hom- bre-, pone Ias bases para una concepqión de la ciencia exclusivamente físicista; pero él respeta los dos mundos, pTrque el Zdgeist de su época no le &tiha -y quiza ni é l lo vda Iógico- la reducción de ambos mudos a una: el fisica.

La -5 ai contrario, pone las bases a partir de las cuales se origina un mundo psicolbgico irreductible al físico; pero sus autores creen y drsean seguir en el contexto científico de la época y, para darle "seriedad" a s u teorías, buscan el apoyo y Ea expIicaci6n científica más apropiados: la explicación fisica. Ambos, Ncwton y 10s gestdti~tas~ creen seguir en el rontexto cientííico de su época (ñnimista a fisicista), pero

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Cap. 7. La estructura .como '"daium" fundamental 105

sientan las bam tdricas a partir de las cuales se origkrán oricnt* c i m a radicalmente diferentes a las que profcian.

Fue precisamente un fiilhfo humanista, Kurt Riezler, quien dijo que €a ciencia comienza con d rapefo a m materia de estudio. En la pridca, lo que m& hemos tenido eh algunas orientaciones psicoIÓgicas es un imespeto a la persona estudiada, el cual es expresado en las die- rentes formas de práctica reduccionista. Si este respeto existe, d es- tudio psicológico del hombre deber& comenzar par la psique y en eila deberá culminar, pue es ahf donde se inicia y temina la vida psico- ibgica.

Ahora bien, la vida psíquica no es atomistica, sino holikta; no a tmonómica, sino funcional; no es estática, sino dinámica; no m cau- sada, &o motivada; y no es mechica, sino que actúa con un prop6ri- tu. Esta realidad nos obliga a buscar conceptos que la expresen g representan más cabalmente, y taIes conceptos se conviertan, a su vez, en categorías de conocimiento. Estas conceptos no s m b tanto conceptos de contenido, cuanto conceptos de proceso, conceptos sobre realidades di- námtcas. La vida psíquica debe ser captada en su integridad, como se nos presenta realmente. Si la fragmentamos, aun cuando sea bona fide, y con fines de estudio, no estarema estudiando esa vida piquica, sino otra cosa y, por consiguiente, Uqarcmcs a concluaiana falsas.

La vida P.;quica se presenta en "porciones" o "totalidades dinámi- cas y cstmcturadas" que tienen un sentido y una meta, y son como 4 4 complejos neumpsíquicos", "sistemas orghjcos de fuerzas activas" o

"estructuras muy compactas e integradas". Estas cct~talidades organi- zadas" son las que hay que respetar para captar su peculiar naturaleza y sign5cacihn. Nos referirernm a dlm con 10s nombres de "'eshutltd- ras O sistema pdquicos".

Una estructura o sistema p s i q u b es, por consiguiente, un compho organizado de elementos apasenttrnentc diferata ( como impulsos, sen- timientos, recuerdos, percepciones, pensamientos, conductas, etc.) que se sobrcponcn, se entretejen, intcractúan, expresan gran hterdepcnden- cia y tiencn un significado, funci6n o propósito común.

Cada una de estas atructuras psíquicas está, a su vez, compuesta por mbestmcturm de menor amplitud y complejidad. Y todas las es- tructuras psiquicas de un individuo forman su "personalidad", la cual es la stmctura psíquica m& amplia y expresa su filosofía de Ia vida, su cstilo pemnal o m modo pecuiiar de ser, de tal modo que se podría decir con el poeta la6no: omaibe~s Zn Pmtibtss rducet totum.

Una "comparación" que puede ayudar a compfender lo que es una atructura psíquica y, en p e r a l , toda estructura -mutatu muta& a Ia de una da'uisión militar. En una división hay personas, grupos 7

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106 Segunda parte. Un nuewi paradigma en psicología

jerarquías de personas; hay material bélico (aviones, tanques, cafiones, artille-rfa p d a y liviana); bay transportes terrestres, maritimos y aéreos; p p o s de inteligencia y espionaje; sewicios de comunicacibn entre la grupos; técnico6 para reparar cada uno de los equipos; senii- cim médicos y de enfermerh; servicios de alimcntaci6n para las peraonm y de combdbIe para Zm equipos, etr?. Cada una de estas entidada time su estructura y todas forman un complejo mayor, pero todas están unidas por un pmp&it~ o meta común que le confiere un significado específico, y ninguna de ellas se puede comprender cabalmente si se aisIa o se separa de Ia estructura total organizada de la cual forma par- te. Es m&, cada una de las partes carnbiaria de significaci6n al acr integrada en otro complejo con otros fines. Igualmente, d buen o mal funcionamiento de cada parte contribuye o compromete e1 éxita de la totalidad,

La vida biolDgica tarnbih ofrece muy buenos "mde1os" de tstruc- turas. El aparato digestivo, por ejemplo, agrupa una serie de 6rganos y glhdulas de naturaIaa compleja y diversa, pero todos csdn dirigí- dos a cumplir una función Única: transformar los alimentos en sustancia asirnilabIe y nutrlcnte para el organismo. Cualquiera de ellos (los dien- tes, el tstbmago, el hígado, etc.) sesuha fácil de comprender en el contexto y estructura de que forma parte, p resulta falto de sentido y hasta absurdo, si se considera en forma aislada, por sí mismo y sin ubicacibn, rtlacidn o contexto alguno.

Sin embargo, 1m cjcmplos y comparaciones, así como las analo@as y metaloras, tienen siempre sus Iímitq ya que el concepto de estruc- tura no es univoco sino, precisamente, ccadÓ&o", al pasar de una discipiina a otra. Por esto se pude decir que una estructura biológica, psíquica, socid, o una estructura rica, química, -tical, histórica o política, tienen mucho en mh; pero, realmente, no timen nada igual. No existe ni siquitra un enabgatum primcep5 en una disciplina, que Ucve d liderazgo de la andopía a las mas. Sin embargo, desde el punto de vista ep~bmol6giEo y rnetodológb, Ia andogia estructural puede ofrecer '"modelos" fértiles en la comprensión de determinada disciplina, mérito que hay que reconocer a la Gestaltpsychologi~.

En le que se refiere a la estmctura psíquica, hay que tener presente que en d a no todo es armonía, coordinación y orden. Puede haber subehnctum que tiranizan y adavizan a otras; puede haber estmctu- ras en franco progreso y otras en proceso de desintegración. Asi, el Im@s L-al (con todo SU equipo de recuerdos, sentimientos, h a - ginaciones, &.) puede adquirir un dominio opresor sobre la estructura, por ejemplo, de lm valares Cticos, o dernrmbar la estructura de Ia auto- estima o imagen de si mismo, etc. *

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7. l a esfrucfwta como "datum" fundamentcil 107

En general, la personalidad bien integrada tiene menos 1~~ y conflictos internos de subestnicturas; en cambio, las personalidades neu- róticas pueden ser auténticos carnpm de bataiia donde hay todo tipo de intrigas con complejisimas estructvras que desafían la pericia profe- sionai del psic610go para su cabal descifmnientm y comprensión.

SIGNIFICADO "PER SE" Y SSIGNIFICAaO "FUNCIONAL"

Entrando m& a fondo en el fenómeno "partetodo", diremos que hay dos modm de aprehensldn intelectual de m dementa que forma parte de una totalidad. Polanyi 10 expresa de la siguiente manera:

No podemos comprender un toda sin ver srrs partes, pero podemos ver las partes sin comprender el toda.. Cuando comprendemos como partc de un todo una determinada serie de elementos, el foco de numra atenci6n pasa de los detaiis hasta ahora no cmprendidos a la comprensiOn de su signifi- cado conjunto. Este pasaje de la atención no nos hace perder de vista los dctallps, puesto quc sób se puede vcr un todo viendo sus partcs, pero cambia por completo la manera como ap~ehendemos los detallas, Ahora los aprehen- demos en firrscidn del todo en que hemos fijado nuestra atención. Llamaré a e ~ t o aprehetrsidn subsidiada de los detalles, por oposición a la aprsksnsibn focd que emplearíamos para atender a !os detalles en si, no wmo partes de un todo 11966, págs. 22-23).

Esta distinción nos introduce cn la doctrina del "funcionahmo". No quisiCramos adentrarnos en esa área, ya que en la medida en que significa cosas muy diversas para diferentes personas, nos alcjaria de nuestro praphito. Sin embargo, es n e d o puntualizar que en una de sus expresiones más comuna, la del "&is funcional", =te con- cepto ha sido usado coma causal y acausal, como teItológico y ni, te- leológjco, como histórico y -rico, como hoIista y no hollsta, como psicol6gic0, sociológico y político, en dirección del consenso como m via hacia el confiicto y la contradicción, etc. En este etudio tomamos la palabra "función'" "funcional" en el sentido en que la utiliza P o h - yi: come demento conceptual descriptivo que comapone la aprehensión subsediafiu de un elemento o detalle (debida a su contexto, situacih o estructura y al papel que en ellas juega) a Ia aprehensión focd o pm se del mismo, que se mtra en ei elemento y prescinde de todo b dcrnh.

Ia aprehensihn subsidiaria de los elementos no es, por Io tanto, redudble a la aprehensibn f o d ; es otra realidad, una forma s u p e de ser. Cuando un paciente, por ejemplo, entra en m consuEtona &cm Iógico, es cierto que el terapeuta debe ser sensible a todos los as-

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124 Segunda parte. Un nuevo parudlgma an psicología

Algo parecido, aunque de manm diferente, sucede con los métudos mdtiva?iubZes, especialmente con la doctrina de Ias vmiables i n f m i - nientes. En el enfoque psicoanaI5tic0, Rapaport ilustra detalladamente que las "va~iables" pueden ser independientes, intenijnientcs o depen- dients, segGn el contexto m que aparezcan. Knch señala que :

A d d de la ambiilencia, hay una renuencia a usar el paradigma de las variables in tedente s , Así, Cartwright (rcptesentando la doctrina de Lewin) y Murrag evaden, más o menos, la jerga de las variables intervinientes. Katz y Stotland, Parsons y Rapaport mncuerdm en que la dhkci6n variable inde- pendiente-htervinicflte-dependiente no ofrece una comprensi6n particular de1 carhctcr de sus formdaúones teDricas. . . (1959, TII, psg. 745).

El mismo Tolman, que dio qdgm n la doctrina de las variables intemiaicnte~, tiene una scrit de apreciaciona al respecto, que desdien- tan toda confianza en su uso:

Puede haber todo tipo de interacciones a r e las mriables (indtpendientes tanto como inteniinienta) en las nuevas situaciones ne estandarizadas, intw- acciones que no p a d h haberse deducido de lm resultados obtenidos m las situaciones estandarizadas o definidas.. . Pero se podt'ia decir que hay otro modo posible de concebir mis variables intervinientes: el admitir que m meramente una ayuda para p e m r (para "mi pensarni;entol', si se quim). , . h variables idervina'sntes.. . son, en la presente situacidn de nuestro cono- cimiento @coI6gic~, tan invsrificabEar como mk c~eertcias, percepciones, ex- pecbm'mes, vaianciw y uccfores. . .

Con toda raz6n había afirmado antes este autor qUc ". . .mi propia y particdar concepción dt las variabl~ intervinientes proviene primera- mente de mi propia fmommologla M, la. apreclacGn que K 6 k hizo de mi, coptsa'dmdndome cri$ tofenumm¿lugo, fue probablemente conecta" ( 1959, págs. 147-148 ; cursivas nuestras).

Ante esta sinceridad de Tohan, habria que concIuir con el principio que utika la jurispnidencia procesal: "a confesiOn de reo, relevo de pmebas",

En las GItimm tiempos se ha acrecentado la esperanza puesta m el uso de 10s modelos estoc&icos. En la tercera mci6n dd capitulo 2 se- ñalamos que las "lqrCQ' estocásticas son leyes "a medias'" pues no expli- can, ni siquiera en física, los acontechientos y procesos UidividuaIq sino Gnicamentc d resultado promedio de un p p o a conjunto; y lo ilustramos uin ejemplos de Ia desintcgraci6n radiactiva.

En una teoría de formulaci6n estoc5istica, la variabdidud esfoctirticu est& arpresada por una variable no m m r a b b que representa la s u m a o efecto de todac las variabla omitidas en una apreciación. Esta va- riablc na nmmable puede tomar cuaIquiera de sus valores con citr-

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Cap, 9. Limitaciones de las técnicas rnafemóticaa 125

m probabilidad. En síntesis, lo único que a claro cn un proceso estmástico es que -como indica el drmiilo griego "rstochastikós" =o- gido para dtsignarl- ta'de o apunta en uua determinada dirección. Y ato, en generd, s6Io se o b a o advierte como actividad promedio de un -grupo o conjunto de elementos o LndiVlduos. Es decir que el porcentaje o proporción estadíítica, o el enunciado pmbabilitario, no es una propiedad distributiva perteneciente a cada uno de los miembros, sino que se trata de una propiedad colectetia que pertenece d gm$o o clase corno tal.

En las ciencias humanas, cuando se trata con individuos particula- res, con pccmnas concretas, las 'leyes" estaestocasticas (que nos señalan, por cjcmplo, que hay cierta diferencia estadística significativa entre dos' grupos) son de un valor prictico insignificante. La certidumbre mate- mAtica (estadímtica o pmbabiIistica) que nm seíiala lo que hará detcrmi- nada pmporcibn de individuos de un p p o , deja insolubIc el enigma de cada individuo aislada. Nos da la irnpresiún de conocer a t d e un grupo, pero no conocemos en realidad a ninguno dt sus miembros en parzicular.

Por últimq es frecuente tambitn en las ciencias d d hombre el usu de rnodeEos matemáticos. Muchas veces se usan los términos 'índelo'" y '?da" como sinhimos; p m , en general, se IIama "modelo" a cualquier ~fcrmulación S r i c a que no sea una 'cteoría".

Los modelos funcionan como aparatos h ~ c o s en la ciencia. La eficacia heurística de los modelos mpt~ icos ,es notable, y proviene de su mayor familiaridad y fAc.cil visuaEzaci6n de los tcmas. La eficacia de los mddos materndticos, m cambio, se debe a que muchas teorías ma- temhicas han alcanzado una elaboración deductiva extensa.

Ea ambos itipcls de modelos, la fecundidad heurfstica para el inves- tigadw se basa en el nivel y en la precMán isomdrfica que la p p i a teoría tenga con el modelo escogido. Si esta relaci6n es elevada, traba- jar6 rlipidamentt en términos del tema familiar del modelo, realizando 6 1 0 traducciones rutinarias de uno a otro. En el caso dt mar un mode- lo matemAtico, dispondra inmediatamente de una extensa reserva de teoremas ya probados que traducirá a su propia teoría.

La ciencia se apoya mucho en este uso de modelos y a d o d t k gran parte de su progreso y el logro dé revoluciones científicas, asi como cambias de paradi- Sin embargo, tanzbih aquí x esconde un gcwi- sirno peligro de funestas consecuencias p.ara el pragrm de la disciplina ea cuestión y de notables decepciones personales. Esto es sobre toda muy posible en las ciencias humanas, donde sólo se timen i d m fique- máticas de m estructura ldgka. Por elfo, siempre &&e un riego, p con facilidad se peca de excesiva confianza e ingenuidad al creer qm:

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126 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicología

la propia teoría hlpotsca es isomóriica y contiene la misma estructura ldgiea que determinado modelo empírico o masemAtico, Una vez reali- zado este paso indebido, será fácil traducir a nuestra temía Ea propie- dades y relaciones del modeIo, pero comendo el riesgo de atribuirle implicaciones que realmente no tienc. Este peligro -6 siempre prcscn- te mientras el isomorfismo nemario entre el modelo y la teoría pcr- tnanezca sin demostrar. En las ciencias humanas, con gran frecuencia se elude &a dmostracibn y se corre el riesgo señalado, apoyándose únr- camente en un uso más o menas apropiado de metaForas y analogías.

Con todo, no queremos desconocer el hecha de la diversificación Iagrada por las estrategias matemáticas y, sobre todo, el poder de la imaginaÚ6n creadora del hombre que seguirá buscando ttenicas siempre nuevas para abordar e1 intrincado problema de dar una expkauón más adecuada del proceda y actuar humanos.

La ayuda de Ias técnicas rnatemAticas se ha mostrado especialmente eficaz, y lo ser& más en el futuro, en nelacibn con d eaudio impemnd de grupos humanm, En este capítulo hemos querido destacar única- mente sus limitaciones e inadecuación intrínseca en el atudio de Ia que cri la mtmdrsra pdquica humana que, por todas las razones menciona- d-, se presenta con un nivel dificilmente imaginable de complejidad y es de una naturaleza esencialmente diferente a la captada por las t6cnica.s matemáticas seiialadas.

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problema del

método

Decía knstótda que era propio del hombre &ido buscar la precisi6n en toda clase de cosas, en manto lo permita la naturaleza de la materia estudiada, Sin embargo, en lo que se refiere al c o n o ~ i e n t o def hombre, son muchas las personas instruidas que no creen en la p- sibidad de esta precisión y, por lo tanta, renuncian a buscarla.

En a t e asunto parece mejor seguir el pensamiento de Aristhteles que, por otro lado, coincide con tl de otro gran sabio, Confucio, quien decía que era mejor encender una pqueiia luz que lamentarse tn la oscuridad.

Muchos de los atudiosos que no creen eq el logro de una cornpren- sión cabal del hombre, 10 hacen, m& que todo, como reacci6n a cierta práctica fetichista del método, convencidos de que no e&c un camino real de certeza científica, ni un método infalible de conocimiento.y que no se puede hablar de una ''metodoIogia cientlficd' m oposicidn a toda las otras rnetodologías, sino que, m& bien, es necesario reconocer que toda vía para adquirir conocimientos lleva en sí algún riesgo. Creen, ademh, que la mayoría de los métodos basados en la medición no han danoseado ser superiores a los pronkicos que nos ofrece d sentido común.

CRITERIOS METODOL6GICOS GENERALES

En este capítzilo veremos la probIemhica que presenta escoger una metodología para el -dio del hombre, así c m o algunas tentativas de soinci6n, y dejaremos pzra los dos siguientes el examen de aqueZla orientacibn metodológica que creemos más adecuada desde d punto de vista humanista.

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128 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicologia

El distinguido psidlogo francts Pad Fmisse, decia que la psicología ya había logrado nr rnttodo y que ahora tenia que enfrentarse a los problemas más desdiantes y, uno por uno, rmolverlos ( 1963, pág. 87). Nuestra idea básica es, más bien, Ia opuesta. Una psicologia concebida como la que hemos venida describiendo, todavía tiene que decubrir su p p i o mEtodo y tamirién su estilo propio de praxis investigativa, Exis- ten, no obstante, algunas señala que marcan el camino por seguir.

En primer lugar,. hay un d e n I6gico que se impone de por sí. Es necesario que el estudio estt dirigido a problmas importanta, relevan- tes, de notabIe significaciba, Onicamente desputs se pensará en el m& todo apropiado para abordarlos. Es mejor estudiar granda problemas, aunque sea con métodos humildes y tentativos, que estudiar con métodos rciimados aspectos triviales del comportamiento humano. Esto implica juicios de valor; p los juicios de valor que entran en la selección de los problemas es algo inevitable en el proceder humano. No se puede actuar s i n al@ psmpuato axiol6gico.

Ciertamente, la esencia de la ciencia no la c o n d h i p los metodos o procedimientos usados, ni 1% témicas o instnimmcs, sinti la rele- vancia y solidez de los mmimientos lograda Sin embargo, un ex- perimento redizado con un instrumental .sofisticado, aunque sea sobre un terna trivjaI, insu?so e intrascendente, pocas veces cs criticado. Casi toda la critica en la literatura científica se refiere al rn6tod0, a la t h i - ca o lógica seguida. No obstante, es evidente que lo que no merece Bacerw no hay por qué hacerlo bim. Será también siempre t i m o que son los fines y las metas que la ciencia persiga los que mej& pod* dignifica~ sus métodos. El pensamienta contrario nos haría r e c d a r al hombre que se pasó la ñda hp iando sus anteojos & jamás usarlos para ver mejor, del que habla Freud.

En segundo Inpr, es necesaria que las descr+ion~ psico16gicas se hagan con ttSm%nos firopiamente psicoliígicos. El rrso de una termino- logía fisicista, como h que tan frecuentemente encontmmos, reduce s desvirtfia cI significado de los fenómenos humanos, cuando no los destruye en su esencia, Ya ;señalamos, igualmente, la inadecuacidn de la matemática estática y atomlstica, apropiada, mAs bien, para tratar realidades cuantitativas que cualitativas. Tampoco son convenientes los térniinos fifdficos, que tienen un significado preciso dentro de aa dis- ciplina. Esto no quiere decir que el psic6loga no t e n ~ una orientaci6n filosófica, porque, como ya indicamos, todo investigador a a la vez un metaflsico, y no puede dejar de serIo. S610 se quiere indicar que donde le falten a la logia sus propios términos, deber5 acuñar101 y, s i ma otros de &ras dkiplulas, deberá ser muy consciente de su usa anal6gico o metaf0nca y señalarla

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Cap. 10. El problema del método 129

Más que cudquier otra cosa, por todas las razones ya expuestas, el método usado deberd r a p t a r la naturaIeza del objeto estudiado, La fen6mmos psicológicos tienen una estnictura propia, constituida por las vivencias personales de1 sujeto en su da456n única con cl mundo fenoménico. Aislar y tratar de definir variables para después captar su significado en una estructura psPquica, es comenzar desvirtuando su fun- ción y sentido. E1 enfoque pertinente a e1 gtructural: ver y ubicar d bosque para despuk poder ver y ubicar las árbol=

Por último -dentro de a t e cuadro de premisas básicas-, es nece- sario tener muy presente la influencia que tiene la presencia dd ob- servador. Oppenheimer dice que hasta en Ia fisica esto es decisivo:

Toda intervención para haces una medicib, para estudiar lo que sucede en el mundo atómico, crea, no obstante todo el orden de este mundo, una situaciiin nueva, única, no plenamente predccible (cfr. Rugtntai, 1967, pá- gina 6).

Ahora bien, las realidades pIquicas son mucho & fluidas, d i n h i - cas y sensibles que los cuerpos fisicos. Si el estudioso de la psicología quiere comprender al hombre, deber6 tener esto muy en cuenta; de lo contrario, no captará lo que hay en la persona, sino lo que éi ha pesto en eUa.

REILATWIDAD DE LAS TÉCNICAS OPERACIONALISTAS a

Una t¿hica metodolbgica que merece nuestra atención de manera paiticular, por el amplio uso que de d a se ha hecha y se hace tn sus diferente y m& o menos ortodoxas versiom, es la operuciondizacdn. Las actitudes en pro y en contra de ella Uegan fáUImente al extremis- mo: tanto una idolatría c m un total aborrecirrilento.

La muela operaciondista de pensamiento tuvo su inicio en la obra metodol6gica del físico P. W. Bridgman, quien expresb sus ideas en The h g i c of Modmn Php'cs ( 1927). Su idea central es que el signi- ficado de todo t6rmino científico debe ser espcUficabIe aI indicar una operación definida de contrastaci6n que proporcione un criterio para su aplicación. Esos criterios reciben el nombre ae "ddiniwones opcraciw d e s " , El procedimiento operacional invocado por es& definiciones se debe elegir de tal modo que pueda ser realizado en forma hqd- voca por cualquier observador competente. Por e1 contrario, ei uso de -0s que no pueden ser concretados en definiciones opcracidlei, aunque parezcan intaitivammte claros y familiares, conduce a en& dos y cuestiones carentes de sentido.

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150 Segunda parfe. Un nuevo paradlgrno en psimlogia

Bridgman sostiene que cl significado de un drmino queda total y exclusivamente determinado por su definicibn operacional. El Zocus cla&us de su pensamiento es el siguiente:

El. concepto d r longitud queda, por 10 tanta, establecido cuando se fijan las operaciones mediante Ias cuaIes se mide h longitud: es decir, que el ooncepto de longitud envuelve tanto como, y nada mAs que, d conjunto de operaciones mediaaite las cuales st determina la longitud. En general, un concepto cual- quiera no significa otra cosa que un conjunto de operaciones; el concejto es sindnimo del correspondfente conjunto de operace'onss ($g. 5 ) .

Dada que los principios de1 operacionalismo han sido acogidos en forma más entusiasta que crítica en e1 M i t o de algunas orientaciones psicd6gicas y educativas, como también en algunas ciencias sociales, nos vamos a detener en nn aaúlisk mítico algo detallado de su naturaltza, consistencia y pasiiles aplicaciones.

1, En primer lugar, hay que precisar que las llamadas "definiciones operacionaIes" no son definiciones en sentido estricto. La definicibn, propiamente hablando, es, como señala Bunge (1975), una corres- pondencia signo-signo. Es una operacihn puramente conceptual que introduce formalmate un nuevo termino en aIg6n sistema de signos (como el lenguaje de una teoría) y especifica 'a alguna medida la significaGn de ese término. Por otro Iado, un signo no pude tener sentido alguno si no es dentro de un contexto. Ese contexto esth. for- mado por los designata de los signos y ws posibles correlatos: todos juntos son los que dan significaciún al signo. Ahora bien: puede ser que el símbolo tenga un correIato no conceptual y se interprete, d menos parcialmente, por una reGOn entre signo y cordato; esta rehciún sería una "'~qfericibn", en sentido etimolúgico, pero nunca podría ser considerada como una "definición" propiamente tal. El hecho de que las "referidon&' operativas no ofrecen ñnás que interfiretacione$ incom- @as, Uev6 a Carnap (1956) a señalar que una dqfinición operuiiva no debe tornarse como una cquhalencia plena, sino como un simple enunciado condicional.

2. Las Lhfericiones" ayudan ciertamente en d estadio de contras- ta& de la ciencia y contribuyen a dilucidar conceptos, porque sumi- nistran una partc de la extensión de las mismos (de algunos, no de todos). Pero la exageración de su papel y, sobre todo, su confmibn con la deihición ha acumulado en una masa indistinta los conceptos de "hberprttación", "comprtnsibn", "definicibn'" " c o o n ~ c i t 5 n " y "re- ferilci6n". Y, m& precisamente, cuando el operacionalismo, ademh de esto, sostiene que sólo las ofleraciilnes de medición pueden suministrar sigmficaciiin a los términos científicos, cae en 10s siguientes equívocas:

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Cap. 10. El problema del método 131

a) confusión de determinudo (atribucidn de un valor de medici6n) con definido; b ) canfusi6n entre cZfaínki6n (qnivalenua entre signos o entre conceptos) y refarición (corrapondencia entre signos y sus corre- I a h ) ; c ) la identilicacih de irefermcia con referencia mfiáricfi , o sea, de significaci6n con significaci6n empírica; d ) la confusi6n entm signi- ficacibn y contrmtabilidad y, por consiguiente, entre semántica y me- todologia (cfr. Bunge, 1975, pág. 17 1) .-

3. En tercer lugar, la adhesión estricta a Ia máxima de Rridgman no sólo d t a dificil, sino aun imposible. Si "el concepto es sinómimo dd conespondiente conjunto de operaciones", tendríamos tantos con- ceptm "correctos", por ejemplo, de longitud, temperatura, etc., como operaGimcs mediante las Cuales las medimos; habría una longitud 'Iác- til" y una longitud "bptica"; habria un concepto diferente de tempt- ratura, según se use un m b m e t r o de mercurio, uno de alcohoi, uno de gas, uno de resistencia, uno basado en el efecto temodéctrico o un pirómeiro 6ptico. Así pues, la m6xha opei-acianalista de Bridgman " . . .nos obligar's ~~ Hempd (1973) -a fomentar una prome- ración de conceptos de longitud, de temperatura y de los restantes con- cqtas Cientlficos, que no s61o seria inmanejable en la práctica, sino infinita en teoria. Y esto haría fracasar uno de lns objetbos fundamen- tales de la ciencia, a 'saber: conseguir una explicación simple y siste- rnáticamente unificada de los fenbmenos mplricos" (pág. 138). Por otro lado, conviene tener presente que la idohrrka de Ira medida deberia haber U e p h a su fin con el descubrLnimto y dearmiio de las geome- trías no euclideas, las cuales mostraron que no podía aplicarse ningún sklemu ab~ul~kto de medida al mundo.

4. Otra objeción bkica m contra del operacionalismo fue señalada por Popper (19731, cuando expresó que 'f.. ..puede hacersc ver.muy fádmente. que todas las llarnadas defmiciones operacjonales adolecerán de circukara'dafl' (pig. 41 1 ) . Así, hace ver que para definir cosas reta- tivamente sencillas como, por ejemplo, "X a solubIe en agua", por rncdio de una operación típica de contraptaci6t1, habría que afirmar algo analogo a lo siguiente: "X es soluble en agun. si: a j cuando se introduce en agua (necesariamente) desaparece, y 8 ) cuando, una vez que se ha evaporado d agua, se recupera (necesariamente) una sustan- cia que, a su vez, c s roluble en apa" (tbidtm). Algo parecido su- cede con un concepto apamtemente tan simple como d de longitud. Popper señala cOmo la eircularidad dc la definicidn operativa de longitud se puede advertir teniendo en cuenta lm dos hechos siguien- tes: a) la definición operativa de longitud exige que ac apliquen c o m -

ciones de tcmptwa, y b ) la definicihn operativa (corriente) de tempemtura requiere mdiciones de 1ong-i tud (ibidtm).

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152 Segunda paria. Un nueva parodigmo en psicología

La raz6n bkica de este tipo de circularidad es el hecho de que los q x h e r a t o s no son nunca concluyentes, ni pueden serla, pues siempre nm remiten a una contrastación dterior; y, lógicamente, es necamio que esa contrastaciós sea de otra natural-, orden o nivel. Efectiva- mente, j c 6 ~ pueden Ias leya o las teorjas mostrar el carácter inade- cuado de los mismos criterios operativos, en términos de los cuda d a s mismas esth formuladas? Es necesario salirse del sistema o de aus re- glas para poder evaluarlo. La conscataci6n de la circuladad de1 opma- ciondismo ha Uevado a Hemptl ( 1961 ) -no obstante ser un atpaneme de la orienhción 189;~)-positivista del Círculo de Viena- a sostener la tesis de que las lIamadas definicions opcracionala no son más que i r n - pies criterios de aplicación de los tdminos cm-dmados.

5. El operacionalismo sostiene, como ya vimos, la idea de que di- ferentes clases de operaciones definen diferentes conceptos, aunque Estos se designa con el mismo nombre. En el capítulo 8 desarrollamos la tesis que sostiene que toda operacibn pude tencr dos significados: uno, cuando es d d e r a d a en sí misma, significado per se; y otro, cuando se considera en relación con el contcxto o cstnictura de que forma parte, significado funcional o su&~diario. Alli exprtsamm que, sobre todo en las acciones humanas, lm detalla, observadm m sí misnos, carecen de significado y que, incluso, es imposible observarlos de ese modo, parque siempre forman parte de una "fimnomía'b otmctura &árnica m& amplia. El operacionalismo desconoce todo este conjunto de realidades.

6. En sexto lugar, d operacionalismo profesa un reduccioniswao a uItranza, cuando pretende explicar en forma wrn$eta y exhaustiva los fenómenos psicoliígicos en thninos y leyes eripecificca de la biologia, la qulnica y la física. Aquí se plantea la vieja cuestibn de Ia relación entre la mente y el cuerpo.

Ea '~efj,ción" reductiva de un tkmino psicol6gico requeriría la especificación de las ~ondiciows biológicas o fbicoqnírnicas que m, a la vez, naresa&s y snsft'cimtes para que se d& la característica, el estado o proceso mental a que d t&mino se refiere (cfr. Hempel, 1973, págs. 158-159). Ahora bien, las descripciones "psicol6glcad' en t E d - nos bioldgicrxs o ficoquúnicos proporcionan únicamente especificaciones parciabar del sigdicado de las realidades psicoI6gicas, ya que no s61o w expresan h rmplísma riqueza que &as contienen, como hemos descrita en d capitulo 4, sino que ni siquiera determinan de hecho las condiciones necearias y suficientes de los tEnnirm psicológicas.

El examen dc la estnrctura y del contexto, de las circunstancias y manera en que se presentan, por ejemplo, Tos fen6menos de la inteii- gencia, el valer, la malicia, la simpatia, el arrepentimiento o Ea creativi- dad, roanifiesta, sin lugar a dudas, que su riqueza picolbgica queda

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Cap. 10. El problema del mktodb 133

ampliamente mutilada cuando se enuncian en tcminos de un vocabu- lario exclusivamente operacional, Por lo tanto, parece aholutammte indispensable el uso de conceptos psicolágicos para expresar adccuada- mente estas realidades.

7. Otra grave dificultad que presenta la doctrina operacionalista se deriva de su procedimiento de hacer objetious los hechos inobxerva- 6 h . La mayoria de los hechos acerca de los cuales sabemos aIgo no son obsmvabla sino de modo vicario, o sea, que no pueden sino inferirse a través de la mediación de hechos perceptiblcs y por medio de hip6te- sis. De ccta manera, lo Unico que se hace rs hacer objetivo un hecho inobscrvable, sentando su re1 ación seghn leyes con algún hecho percepti- bIe ( o conjunto dt hechos perceptibles) que sirve como indicador del primero. Ahora bien, ato se hace partiendo del mwsto dc que Im hechos o b a b l e s son con~omitan$~s o oefctos de los inobsesvabIes. Pera la afirmacibn de que efectivamente se cumple esa rdaci6n legal entre 1cs observables y 1- inobservables a, naturalmente, una pura ItipÓbesrS, aunque, por cierta misteriosa "rdn", algunos la llaman "dtfiniciiin operacimai" (cfr. Bunge, 1975, pág. 737).

Si e1 operacimalista a coherente con su pdción "teórica", no puede extenderse m& alla de los '"obmables" y su cmelaci6n. Es de- cir, debería atenerse a i consejo quc alguno5 de tUos dan a sus ayudantes de invectigaciiin: "einicamente vea y observe, nno phnsd', Esto indi- Caria que el fmaljsmo matem&tico adecuado que provea una correla- ción es todo le que se requiere. Por otro,lado, si el operacionaiista es honesto en sus creencias, tendrá que renunciar a las ventajas heuristi- cas que ofrece, como vimos en ei capltulo anterior, el uso de bs '"o- deios". Pero, en este caso, ;qué progresos conceptuales harla ni ciencia? En efecto -amo señala Bronowski- "toda teoría científica es una anaIoigian. Ésta es una cuestión para la cual ningún operacionalista parece tener una respuesta adecuada.

En manto al consejo dt 'h y no pensar", podríamos imaginar si existe algún otro consejo más o f d v o para un ser racionai que trata de conocer la naturaleza dc las cosas, pues, pricticammte, se le pide que imite al animal, ser "no pensante1'-

8, Además, el opcracionalismo traza, de facto, un porvenir muy ascuro para d dcsa~rollo de la ciencia. Operacionalmente no pueda d & i c muchos conceptos, ni siquiera en el hea de la fhica. Los física señalan que los conceptos, por ejemplo, de c m absoluto dc temperatura, de número cnántiw3 de fase ondulatoria, de fmci6n de es- tado, de sfin de una partícula libre, no denotan operaciones pocibles. Y m dificultada se acrecientan a medida que ~ Q S introducimos m ciencias menos cuantitativasI como las ciencias biológicas y socid& Es

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4 Segunda porte. Un nuevo paradigma en psicolagia

Eácü entrever que los conceptos, por ejemplo, de adaptación, selección natural, fiogénais, individuo, estado mental, cultura, sociedad, naci6n y muchisimos otros, carecen de operacienea que las puedan especificar, aunque ~610 sea parcjaImente, en foma adecuada.

C m la actitud y práctica operacionalistas llegaríamm a eIiminsr todos 10s conceptos no observacionales y, por consiguiente -como señala Bunge-, &a migencia de referencia operativa da& lugar a una au- téntica decnpitación de la ciencia (cfr.. 1975, pAg. 180).

Por estas razone, algunos filkofos de Ia ciencia, como Bar-Hillel, consideran que el operacionalismo, como en general el positivismo, d a - pués de un aporte ben6fico en la segunda y tercera d6cada de a t e siglo, ha tenido un efecto sofocador sobrt las actividades, especialmente, de un buen número de psic6logos y sociólogos americanos.

N m t r ~ ~ , Iog americanos, estamos capecialrnemtc incIinados a ver todas las dificultades humana como problemas que sólo tienen saEucIones &cno!dgicm, m lugar de considerarios como los dilemas complejos y parad6jim.s que gc. neralmente m. .. Parece ya irnposibte para los científicos socialcs america- nos,. . e2 r&dr la tendencia de trasladar y convertir toda comprenG6n en técnica (Fatson, 1978, pigs. 13-14),

9. Es un h d w innegabIe que cometemos ewores de juicios de per- cepcidn. Nuestra experiencia nunca está completamente libre de la influenda de Ias expectativas y de las opiniones. En cierta medida ve- mos lo que estamos &puestos a ver y dejamos dc ver lo que no ape- ramos ver. Igualmente, la diferente fmaci6n previa de cada hdividuo le lleva a inferir muy distintas conclusionw ante la misma expmiencia. M tambien, toda obsmración, por muy "científica" que pretenda ser, siempre e incvltablmente es una percepcibn intencionada e ilustrada, una operación scIectiva e interpretativa en la cual Ias ideas previas tienen al menos tanto pesa como las impresiones sensibles del momento.

Ante a ta innegable realidad, nace tspontinea una pregunta para Bxidgman y sus seguidores, los operacionaIistas: zcárno corregirnos fa errores de juicios de percepción? ;Se pueden corregir mediante juicios HE esa misma clase? Si son consecuentes, nesponderán a€ imtivamente ; pem entonces retorna la pregunta: ¿cómo corregimos los pmibles errores de juicio cometidos en la a c p d a percepción? Evidentemente, este ra- zonamiento estada reñido con la lógica, porque nos remite a una cadena in infinitum. E m mores de juicios de ~ e p c i 6 n soImente pueden ser descubiertm mediante una facultad de niael sufls&~. Y cuando des- cubrimos cstm errores constatarnos que existe en nu- aparato cognos- citiva un nive1 de contrastación que no a empírico ni, menos aún, operaciond, e1 cual constituye en el ser humano Ia última instancia de

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Cap. 10. fl problema del método 135

validacibn de éstos y de todm los demás procesas cognoscitivm y está constituido por su capacidad de visi611 intelectual o, lo que es lo misrrro, por su intuición.

10. La interpretación operacionalkta, especialmente en la versi6n que &taca el carácter empírico de Ia ciencia, ha tendido a oscurecer los aspctos tetírices y ststerniítfcos de 10s conceptos cientificas y la fuerte interdependencia de la formación de los conceptos, as1 como la for- mación de las teorias. El alcance mpfrico, en cuanto reflejado cn criterios claros de aplicación, no e el bnica desideratuwz de los conceptos científicos, ni tampoco d mis importante. Cada vez se ha ido cmpro- bando m& que los "datos" por si mismos no persuaden ni llevan a ningún científico a Ia acepción o rechazo de una teoría, pues la d- dad ea que siempre operamos dentro de una estructura tc6rica que nos lleva a ver los "datos" de una u atsa manera. Por ello, el concepto de ".mideacias' ha ido cambiando en todas las orientaciones de la filo- sor! de la ciencia, del énfasis puesto en su base empkica al 6nfasis que se da a su bmc raciond y reóre'ca. En esta Ilnea de pensamiento se inscribe Hempel (1973) cuando dice:

El hecho de que una hip6tesi9, tomada aisladamente, no ofrezca posibilídad de contrastación operackmal no proporciona una d n suficiente para &a- zarla como desprovista de conlmida emfílZco o como carente de sentido cien- tíficamente. Lo que debemos, m& bien, es cwside*u el enunciado en el contexto sistemdbico de las demás leyes e hip6tesis en qut aquél ha de funcio- nar y examinar las implicaciones contrastadoras a que puede dar lugar en- tonces (Hempel, 1973, pdg. 143).

11. Por último, conviene ver el problema dd operacionalismo en un contexto y marco de referencia mucho m& amplio. Visto así, apa- recer& cIam que constituye una h t a c i ó n frecuenfemtate repetida en la historia de muchas Areas de la actividad humana: artística, literaria, poEtica, religiosa, +lógica, etc. Es Ia eterna tentaci6n -con dife- rentes variante+- de querer materializar el espkifcs.

Los discipuh de los grandes rnaatms siempre han querido imitarlos gtudiando y copiando sus acciones concretas, sus técnicas, lo que era visible y tangibIe, pensando que así copiarían también d genio que se tscondía dentro de ella. Pero los genios del arte, de la literatura, de la poIítica, de la guerra, de.la picoterapia, b mismo que los mae- tros religimos, realizan muchas acciona a las cuaIes no les dan tanta importancia. Su genio y su carisma, o ni espíritu excepcional, se ex- presan a través de míittiples y variados actos, segfin lo aconsejen las situaciones, Ias circunstancias o las personas que los rodean. Por ests los discfpulos que quieren copiar el genio a t r a d de la aceidn -mae

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136 Segunda parte. Un nueva paradigma en psicología

riai, pierden el espistu y se quedan con Ia Ittra. Pera mbemos que la letra mata, mientras que el espíritu da vida (2 Cor., 3 : 6 ) ; y no deci- mos esto sólo con sentido metafórico.

Rogers se quejaba de que muchos de m discípulos, entreaadm en el Practicum de la Universidad de Chicago, sabían y dominaban per- fectamente las técnicas que 8 empleaba en psicoterapia y, sin embargo, fracasaban mtundamente, aun cuando aplicaban meticdosamente todos los procedimientos como éI mismo lo hacia.

Uno de sus disdpuh, Fiedler, impresionado por este hecho, b su tesis doctoral sobre EJ mismo, y cstudid las semejanzas y diferencias que existian entre los terapeutas " ex i td ' y 10s "no exit~s0s'"e tres tscuelas terapéuticas: la psicoandtica, la adleriana y la mgefiana. El resulbdo demostr6 que los terapeufm exitosos de Im tres escuelas se me= rnejabafs más e n t r ~ si, que con los colegas de la propia escuela que no temían dxito. i Q ~ 6 significaba esto? Que las técnicas ss operach~oes concretas dc cada escuela (que eran diferentes) no jugaban el papd determinante, y que había "algo más" que desempeñaba un papel de- cisivo y que era común a. todos los terapeutas exilosos. Este "aFp más" y diferente de lw tdcnicas, lo llama Rogers "actitud" y lo describe como una dkposlcidn intsrna de gran interh, deseo y consagración por ayudar al "cliente". Evidentemente, esta actitud era Ia que daba uida y efica- cia a la técnica u operación utilizada. Por esto, el terapeuta que la tenía era exitoso y el que no, fracasaba.

Cuando se logr6 eta evidencia, Rogm cambió su prktica m la for- maci6n de terapeuta y comen& a usar el lema a&da más que 16cnicmm Ya San A@n habh señalado a ta realidad y la -res6 fmuentemente en sus &tos: ama et fac qtsod vis. Es decir, 61 está. seguro que cuando se ama, se podrA hacer cualquier cosa, porque e a t i cualquier cosa'' estar& guiada por el amor y, por Io tanto, será buena.

Es daro que la actitud personal O t l espíritu con que "se bacen las cosas" o "se realizan las operacioflm" las impregna dc una realidad invisible, pero auténtica, que d m p e ñ a el papcl principal, Ia represen- &ha decisiva.

Examlriando un poro m& de cerca la práictica operacionalista, po- demm constatar que su pmo indebido ~m4st-e en convertir y reducir una estructufa psíquica (donde hay mucho de apíritu) a un grupo de elernenm, que no son todos Ias que hay en la estructura, ni se captan en su signXcado funcional, sina únicamente en el sentido per se, es de- cir, en su sentido más físico y material. Por ronsiguiente, es muy lógico que el operario&o sea tildado, a veces, de 'bulgar reduccionisao" y que, en mudm casus, se le acuse de estar aplicando la práctica da- cuartizante del ' l d o de Pmcwto" a los fenbmenos psíquicos.

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NECESIDAD E IMPORTANCIA DE LA EXPERIENCIA INTERNA

En'la medida en que en este capitulo y en el antecior hemos seña- lado las limitaciones y Ia inadecuación de a;ferentm prácticas metodo- lógicas 0 herirístieas, y puato Enfasis zn 1a importancia de la estructura psiquica, de 1- actitudes, de 10s presupuestos, de lo que es rnás espiri- tual en el hombre, etc., damos pie a que se formule la pregunta: jcómo estudiar todo esto en forma objetiva, rigurosa y cientifica? Dmde un punto de vista externo puede parecer imposibIe. Si lo fuera, habría que recurrir a Ias dmripciones personale y subjetivas de las personas estudiadas. Pcro, json estas descripcitincs fidedignas?

Esta pregunta replantea un problema epistemol6gico al cual se han dado dos soluciones: r ~ h m de todo método de eshrdio basado tn autoinformes mmo algo sospechoso e indigno de ser considerada con ae- nedad cientifica, y aceptacihn de los rn~smos para ser estudiados rigurosa y &dticamente como cualquier otra fuente de datos.

Concretamente, el problema que aqui se plantea es el de la verifa- cacz'dn dc la experiencia inkrnn, que divide los hechos en "públicos" y "privados". A primera vista parece claro que los hechos fiblicm pue- den ser comprobados por todo el mundo y son, por 10 tanto, seguros c inobjetabEes. Los privados, m cambio, permanecen en la penumbra, ya que, siendo personales, no se pueden obseniar y hay que cremlos sin tener evidencia de ellos. Si examinamcs,esta diferencia más detenida- mentq constataremos que es mucho menos de Ia que aparenta o, in- cluso, desaparece coma tal.

McCurdy, entre otras, hace ver que una persona puede hablar ,en forma idéntica,de un sucño que tuvo, corno si YC tratara C ~ C su ima- gen en un espejo o de un amplano observado en el cielo, Los ddorcs de cabeza, ptnsamientos, senhientos y planes futuros no son menos ob- swlvablm para Ei que Ias cosas que están fuera de 10s Hndem de su piel. Aunque no podmm comunicar nuestro conocimiento de 10s eventos interna can la misma facilidad y precisi6n que los objetos expuesto8 a la vista de los demb, hay muchas formas de hacerlos púbIicos: con palabras, @m, expresiones faciales, pintura, música, etc. (cfr, Severin, 1973, pág. 289). Efectivamente, el hombre t iene muchos lenguajes para comunicarse y no siempre d hablado es el más expresivo.

Aun en el uso ordinario del mktodo cientlfim, la verificación pública presenta problemas epistemoIógico~ cmcialts. La confimación públi- ca es, en 4 1 t h análisis, una infmencia, una construcción 1Ogica deri- vada dt las experiencias o datos privados, Cuando, en efecto, o TWJ

un papl rojo y Ie pregunto a mi colega de trabajo de que co!ar S

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138 Segunda parte, Un nuevo paradigma en psicología

ese papel y me msponde que rojo, yo jamás pod& saber si Ea vivencia experiencia1 que éI ha tenido de ese "rojo" correponde a la que yo tuve, No me queda otro remedio que creer que es la misma u dudar de que lo sea.

La vida diaria, como la vida científim, están sumergidas en esa bá- sica "inseguridad'hepistemoló~ca. Son frecuentes los malentendidos y las discusiones debidos aI uso del m&mo término para designar di- dades experienci~lIes diferentes y, viceversa, la caLüicaci6n de una mima realidad con tEminos diferentes. En las peores circunstancias encontra- mos que se hace uso de las paIabras como si fueran un cajón de sastre donde cada uno pone aquello que desea. Pero en todo esto hay algo mas que convalida la que estamos afirmando. Cuando yo invite a un colega a que o h e , sea tatigo y confirme mi "experimento", realizo tácitamente vanas infercncias y creo plenamente en ellas sin pedir la verificaci6n ajena. En efecto, aceptar que mi colega tc una persona como yo y que puede tener la misma vivencia experiencia1 mh, son claras inferencim. De ninguna manera está demostrado; simplemente lo accpto.

En canclusibn, la diferencia entre hechos púbIicoo y privados no es algo esencid Ambos contienen un elemento de experiencia privada y de inferencia. Por consiguiente, los hechos privados se pueden estudiar con el mismo rigor y seriedad con que se mudian los públicos, y si con- denmas los hechos privados como "muy subjetivos" condenarnos, pari pmm, todos los hechos que co&deramos como pdblicos; e, Invmarnen- te, si aceptamos bona fide los hechos públicos coho buenos, por la misma razón debemos aceptar la existencia y utilidad de los privados.

La pregnnta 16gica que debe seguir es la siguiente: ~ c Ó ~ o podemos comprender al ser humano en forma eficaz? Anteriormente señala- mos que la mayoría de los metodos de estudio no han demostrada ser superiores al sentido común. Quizft esto se debe a que el sentido cm&, aun dentro dc su aparente simplicidad, camina por una pista más dnsona y caberente con la realidad psicolbgica que muchos mhtodcs y es, por lo tanto, mk f&iL En efecto, el sentido comiin nos guía pre- ferentemente hacia visiones integrales, hdistns y dinámicas, más que a apreciaciones atomísticas y estiticas; nos lIeva, sobre todo, a valorar el significado funcionaE de las acciones, más que su sentido psr se.

En la mayoda de las heas donde se solicitan los servicios psicoló- gicos (ducaci011, orientaci611, asesomimto, trabajo social, industria, psicoterap& psiquiatría, etc. ) , d profesional de la psicología no le son suficientes las conocimientos relativcs a grupos y clases socides; nece- sita, m% que todo, SEX capaz de comprender la personalidad indwidmt. Por ello, es apropiada aquí la pregunta: ;cómo podemos ir más allá

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Cap. 10. El problema del método 139

dc 10 que nos ofrece el sirnpIc sentido común? iCÓmo pdemos com- prender la m c t u r a neuropsiquica general de una persona y las subcs- tructurns que Ia integran?

Barker ( 1965) hace una critica acerca de cómo la d i c i a l i d a d dd laboratorio cambia y distorsiona la realidad vivida al obsmr, recoger y medir los datos. Por ello, sugiere un estudio psicol6gico orientado ecol6~icnmente. Una psicológia ecoIÓgica seria mucho más {id a la realidad cstudiada. Aqui hay un paralelismo con lo que están hacien- d o los zo&logos, quienes antes estudiaban animales cautivos, enjaulados, aislados de su grupo y alimentados artificialmente; mientras que ahora tratan de estudiarlos en su medio natural, sin que adviertan la pmncia del investigador y respetando todo el equilibrio ecol6gico. Evidente- mente, esta forma cs mucho más fiel a b rcalidad y m& eficaz.

Esta instancia sugiere tstudiar las personas, individual o colectiva- mente, en el auténtico contexto concreto en que se desenvuelve su vida; sugiere estudias lo que los autores alemanes Ilman su Lebenr- weltph6nomen.

En la medida en que una persona, con su vida y sus relaciones, puede ser concebida como un sistema dinárdto autorregulado, el enfo- que ecoldgico parece ser el más adecuado para estudiar y dscribir su auténtica reaIidad humana.

En ceg-i~ndo lugar, sl9;enda el pensamjento de Laing, quien dice que "la conducta es una función de la vivencia", ts necesario formular una psicologla dcsde el punto de vista de la persona estudiada, que es el verdadero actor. Aqui entra de Ileno la o r i i t a c i h y el aporte de h psicolw'a fenarnenolOgicwxis tencial . Esta visión dará mucha luz a la comprensión del signif~~adu de cada conducta, es decir, ayudará a cap- tar su sentido funcional, que e es1 que importa.

El rnttodo del "observador participante" tiene presentes estas pre- cauciones. En C1, el investigador trabaja m e1 campo y en la situación de la vida real como testigo a ccsombra" y considera tarnbih a la per-. sona estudiada como un informador de sus propias vivencias en la si- tuación concreta. Este método utiliza, sobre todo, teofias de estructura ho lh , como el instrumento gufa más adecuado para su trabajo. En cierto modo, todas estas instancias se concretan en el método dialdgico. En a, ambas personas 4 investigador y la persona estudiada- en- tran en un diaogo cooperativo en el que Ios dos dan y reciben infor- maciiin, 10 cual produce una acción continua de retroalamentaciún que crea un proceso de cambio en ambos interIocutores. Cuando m este diálogo ;o cumplen ciertas condiciones, resulta -a nuestro juicio- el método más promisor en la comprensión del ser humano. Por dIq, este rnttado scrá objeto de un estudio detenido cn el Último caP;&

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11

Búsqueda de una

c l ave metodológica

LA ESTRUCTURA PSfQUXCA B B I c A

Según lo que apresamos en capitulas anteriores, la vida psíquica de los seres humanos no es un agregado &tic0 de elementos incomuni- cados e independientes, sino que, más bien, éstas forman una ~ructura o sistema neurepsiquico organizado y coordinado con fines propios. Del nivel de vmdad de ata tesis se derivaría la siguiente consecuencia meto- dológica: ~e1 conocimiento y comprensidn de una persona depended mucho mb de un procedimiento perspicaz t inteligente para captar esa estructura central y personal que da sentida a todo e1 rato, que de -dios aislados no bien orientados bacia'la emprcnsión del sistema como un todo.

Quizá esta perspectiva preocupe a más de un estudioso por Ia con- notaci6n subjetiva que puede Hevar consigo; sin cmbargo, la naturaleza del objeto estudiado mi parcce rcquerk10. Koch hace ver que el cambio más conspicuo y significativo anunciado por el neo-neoconductismo es un masivo retorno ha& áreas problemáticas que habian dejado de lado o reconocido sólo muy superficialmente debido a su "olor'' aubjetivista; p m que (Koch) cree que es debido, sobre todo, a una evduaciBn enteramente realista de las dificultades para un progreso significativo en estos problemas por. una da exdusivamente 'bbjetira"' ( 1974, p6g. 19). M& adelante volveremos a este punto en un contexto m& propicio.

Lo importante en &a etapa de nuestra reflexión no es el nivel de "abjetividad" caniinica (Iedtad a un método preestablecido), sino el nivel de adecuacih y fIdtIidad a la naturaIaa dd objeto de estudio, que puede exigir la renuncia, incluso, a ese tipo de objetividad. Un bum nivel de adaptación al objeto debe ayudar a lograr su c o m m 6 n ; y la eompretastón de una persona consiste -en palabras dt Spranp-

14 I

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142 Segundo parte. Un nueM paradigma en psicologla

en un acto complejo y teórico con el c u d captamos el nexo interno significativo de su vida y acciones. Comprender significa ptnctrar en su sistema especifico de valores cuyas conexiones son de tipo mental.

En este capítulo nos detendremos (m h biiscpeda de una clave me- todológica que nos permita' captar la estructura m& importante y de mayor nivel m el sistema general de la personalidad. Así podremos apreciar el papel subsidiario que tienen, con rapecto a ella, los otros subsistemas que forman niveles inferiores.

MichaeI Polanyi afirma .que " . . .el estudio dd hombre debe ernpe- zar por una apreciación del hombre en el acto de tomar decisiones responsables" (1966, pág, 55). Ciertamcntc, Ea torna de una decisidn rcspomable muy bien podría considerarse la medula o el corazón de la vida Hquica, de ta l manera que comprenderlo a fondo podrla ser algo análogo a asir un racimo & uvac por el eje central al cual están unidos todos los grandes gajos que, a su vez, sujetan a otros menores y Estos a cada una de Ias nvas.

Tomar una decisión responeable implica, en efecto, ponderar, eoor- dinar y oricntar muchas motivaciones, sentimientas, deseas, recuerdas, pensamientos y conducta hacia una meta determinada, De esta forma, la comprensión de esa decisión puede revelar e1 significado funciond de infinidad de elementos y subesmctum o subsistemas que, de otro modo, serían incomprensibles.

El problema de la decisihn -mudiado sobre todo por autores de lengua alemana (Entscheidung5puNem)- remite a otro de larga tra- yectoria, discutido especialmente en el campo de la fdosofia: la inten- cionalidad. Quien torna una decisión tiene en mente una meta hacia la ciid tiende. La dccísibn no es, por lo tmto, más que una hija de la in- dmcidn. Es, pues, necesario saber lo que es la intención ed un ser huma- no y ver, luego, cbmo podemos conocer esas intenciones, sean de otra persona o de rrosotros mismos; tambih de nosotros mismos, . porque, a vecm, no son plenamente conscjentes. De esta manera, conocer la9 intenciones que persigue una persona

serla una dwe matodobógica para dacifrar y dar sentido a una multi- tud inmensa, variada y, aparentemente, inconexa o disfrazada de c m - ductas. Sin embargo, no debemas confundir la intanciondidad con las intenciones concretas. La intencionalidad es Ia capacidad de1 hombre de tener intenciones; ts una dimensión que Ias fundamenta. Deten&- monm prima0 en la htencionalidad en si.

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Cap. 11, Búsqueda de una clave metodológica 143

Arist6tela dijo que "lo que atA dado a Tos ojos (es decir, lo que se percibe) es la intmciaa del alma". Esto quiere decir que la inten- ci6n, el interés o deseo c m que miramos Ias cosm time tanto poder sobre nuestros scntidos que acomoda, desvirtúa o transforma esos objetos, adapthdolos perceptivamente a su perspcctiva. La intención con que examinamos, por ejempIo, una casa (si deseamos adquirirla para vivir en ella, comprarla para revenderla, pasar en ella nn fin de semana o verla para pintar un cuadro a-tktico), nm Ilcva a ver algo muy diferen- te, y aun las mismas uxsas tienen un significado epecial en cada caso. Se impone el significado fua&nd sobre d significado #ex $6.

El concepto especifico de "intencionalidad" fue introducido en el psamiento occidental por los filósofos Araba de España al principio de la Edad Media, y se convirtj6 en un punto central del pensamien- to de esa &poca. Su idea báaica era la aristotélica, aunque Santo To- más de Aquino reelaborb y enriqueció el concepto.

Aquí nos interma, especialmente, el aspecto psicoIiigico de la intcn- cionalidad, y este aspecto lo enfatizaron mucho las filósofos eacolasticas y b concretaron en un principio famm: quidqecid recipitur ad modum

.recipienik recipitur (lo que se recibe, sé recibe segiín la forma dcl reü- piente) . Psicológicamente, e1 ser humano mddea el objeto de su pes- cepción de acuerdo coa sus caracteristicas idmslncrásicas. La revolución kantiana impulsó esta idea aGa m&. Para L n t , la mente humana es un participante activo y formativo de lo que ella conoce. Ea mente construye su objeto informando la materia arnorfa por medio de f ~ r - mas subjetivas o categorías y como si inye'ctara sus propias leya a la raatak. El entendhiento es, entonces, de por si, un constitutivo de su mundo. Por s to , Kant daba a los £ilOeofos un inteligente consejo: miren al ojo dd observador. Es decir, no tanto d objeto observado en si, cuanto la dispiciOn, enfoque e intenciones del o b a d o r , porque ahí mcontrarh una buena explicación de lo que dice que ve.

El nombre que esta más ligado al concepto de "intencionalidad" es el de Franz Brentano. Brentano -profesor, en la Universidad de Vie- na, de F m d y Husserl- se i n t e d en este problema con el fin de distinguir Im fenbmenos psíquicos de los no psíquic~~ o físicos. Fue así como desam116 su célebre doctrina de Ia intenciondidad. Dada 1a importancia crucial que tiene la significación que 41 le atribuye a este término, reproducYemos literalmente su explicaci6n :

Todo fenbrneno psfquim se caracteriza por lo que los escolásticos de la. Edad Media llamaban la cin-existencia, (Inexfsfsna, existencia eIi, dcnho) intencional (o, alguna vez, mental) de un objeto y lo-que nosotros llamare- mos, aunque no sin cierta ambigüedad, la referencia (Bexiehung) a un e nido, la dirección (Richttrng) hacia un objeta (que en este cbntmto m

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144 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicotogia

debe entender -o algo real) o la objetividad inmanente {inmanente Ge- gmtündlichkeit). Tdos contienen algo d a r a su objeto, aunque no tdas en la misma f a m . En la representa& [ V ~ ~ c l I u n g ) , algo es represen- tado; en el juicio algb e9 reconocido o rechazado; en el amor, algo es amado; en el d io , odiado; rn el dmw, deseado: etc. Esta "in-existencia" inttncinnal es propia blitameate de loa fenhenos pslqaiu>a Wmgh fendrneno fisico presmta dgo simitar. Y mi, podemos d e los fnidmstaor psíquicos dicien- do que m aquellos fenómenos que cmdienai. algunos objetos intsncionales en sí mhmos ( 1973, edic. 1924, 1, págs. 124-125).

LA CONCIENCIA rnTENCIONAL

En cuanto a Ea conciencia, Brentano también la definía por el hecho de que tiene d p n a intención, apunta hacia algo fuera de sí misma, hacia algún objeto, La lntencionaIidad otorga, asf, contenidos signifi- cativos a la conciencia. Todo acto consciente e, por lo tanto, un acto que tiende hacia un fin, hacia un objetivo, es un voIverse de la persona hacia algo.

HumerI ( 1962 ) acepta esta Enea de pensamiento, y pone énfasis en que la conciencia no $610 no puede ser separada de su mundo objetivo, sino que verdaderamente constituye ese mundo. Por eso, afirma que 6 1 el significado es una intenci6n del almaa' y el acto y la experiencia de la conciencia misma seria un moldear y remoldear continuo de nuestro mundo (cfr. May, 1971, pág. 211).

En la practica ttraptutjca es, quizá, donde más midente %e hace e ta tesis. Allí se hace patente, sobre todo, Cómo el carácter seiectivo de la percepción, la rigidez perceptiva, la a p u r a a las vivencias y la acti- vación de la memoria son funciones de Ia intencionalidad. Es más, McCleary y Lazarus han demostrado que existe una discriminación sin representación consciente. Estas autores dicen que &te a un fenhmeno de "sabcefición", mediante el cual un sujeto es capaz de efectuar d k crimiriacioncs a niveles neuro16gicos inferiores d requerido para una representación consciente. Esta capacidad explicaría el hecho de que un sujeto distinga, en un nivel subliinaf, id carhta amenazador de una vivencia determinada y It niegue d acceso a una conciencia plena, o bien 10 distomime para aceptado en la misma (cfr. Rogers y Kinget, 1967,I, pág. 195). A su vez, esto indicaría que en toda persona existe un cenm psíquico, dinámico y coordinador de los demás procesos, que se autorregula y defiende de todo aquello que considera, prima facie, pe- ligros~~ Io mal, en ciertos momentos, puede estar constituido por sus mismas pmepcionps. Por eUo filtra esas percepciones según su capaci- dad presente de rcsktmcia y tolerancia.

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Cap. 1 1. Búsqueda de una clava metodológica 145

La orientación humanista en psicología considera de mayor rere- uancia para la comprensión del hombre, el conowniento de este mundo interno y su din6mica; no niega que el mundo externo sea una reali- dad concreta e influyente y con ciertos significados de carkcter universal -aunque si lo hagan algunos autores-, sino que enfatiza la impar- tan& de la realidad interna del hombre como mtnictura clave para m com@ón como persona. Acepta, por consiguiente, la doctrina de los idola baconianos ( sf acus, tn%.%cs, fmi, theatri ) . Es decir, reconoce los principalm errom en que puede caer el ser humano por derivación, respectivamente, dc su propia naturaleza particdar, de la nalmaka humana en general, de la vida social o de la sugestiva influencia de grandes personalidades. Y así, d Ja'grtificado dldimo que cada fenómeno tiene para una persona especifica no es fruto Unicamente -ni es crea- do- sólo por su realidad cognoscitiva y conativa, sino que r~ el d t a d o de una interaccibn diddgica entre estos poderes y la realidad txttrna. Es decir -volviendo al concepto de intencionalidad- el hombre se dirige hacia un objeto porque atrae su interés o slgnifka algo importan- te para $, pero gran parte de ese significado es algo cmni idú por él con base en toda su historia personal.

Asl pues, el hombre es a la vez un 'creccptor'~ un ctiador" de sig- nificados. Estamos aquí en una posici6n muy alejada de la sostenida por a u t m como Skinner, quien afirma que "una persona no actGa sobre el mundo, es el mundo d que a d a sobre ella'' ( 1972, p5g. 260). Tendría que explicar este autor, entonces,, de dónde ha nacido el pro- greso y fa cultura que hay gozamos, si no Ios considera como fruto de la acción del hombre sobre el mundo.

FUNCIÓN UNIFICADORA DE LA INTENCION

Anteriormente señaIamos que para conocer a una pemna es nace sario descubrir sus intenciones, y que son las intenciones las que unifican los subsistmnas de la personalidad. Analicemos m& detniidmentc esta reaiidad,

En la vida del hombre hay muchas realidades y, si bien es cierto que * algranos aspectos pueden ser estudiados y expLicados en términas de las ciencias naturales, su vida, considerada gIobalmente, sólo puede ser comprendida con métcdos c6nsonos y adecuados a Ia naturaleza de Ia psique. Solamente comprendemos a un hombre cuando su vida y sus acciones, inteligiblemente relacionadas, constituyen una unidad. la observaci6n de fragmentos de su conducta nunca nos dará la c o m p q sión del individuo. Esta conciencia de unidad nos llevar¿%, en p*

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146 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicalogía

de Spranger, a "ver Im hechos coma cargados de significación en reia- ci6n con Ia totaiidaci".

La intencibn es la que unifica y da sentido a cada une de los hechm. Si un hecho no esta unido a la intencidn, no tiene significación e, in- cluso, no lo reconocemos como nuestro. Así, por ejemplo, cuando cometemos una torpeza y ofendemos a alguien, nos excusamos dicien- do que "no fue intencional". Con esto declaramos que .ese acto es aiga ajeno a nosotros mismos y, por lo tanto, no tiene el significado que t m M a si formara parte de nuestra estructura psíquica. Si así fuera, po- dría constituir una "ofensa grave"; en cambio, no pasa de ser un "leve descuido".

Ecta distinción también e muy tenida en cuenta en jurhpudencia. Por eso, cuando se juzga a un delincuente y se comprueba que parte de su delito ha sido preterintenciond -es decir, no querido, intentado o buscado expresamente- se le aminora la responsabilidad y, por con- siguiente, Ia pena. Y en ieologia moral se han distinguido tradicional- mente las acciones humanas en cctus honinis y actw hurnanus. En el primer concepto entran los acta realizados, pero no queridos expre- samente; mientran que el segundo comprende los actos realizados deli- berada y expresamente. Aunque Ias leyes civiles sícmpre respnsabilizan al hombre de tdos sus actos y sus consecuencias, la teología moral de- clara que lm actus laominis no son Imputables. Por ello, tanto la jmk prudencia como la teologia moral san muy conscientes de que una accibn cambia de significado y, por lo tanto, de naturdeza, según forme parte dd sistema general de la personalidad o sea s!mpleme~te algo ajeno, ais- lado y sin relaÜ0n alguna con la misma.

LA INTENCIóN: CLAVE METODOLdGICA

De aqui nace la importancia de conocer ese sistema de la persana- Iidad, Csa estructura neumpsíquics que está dentro del individuo y que da seitido y significado a cada parte en relaciiin con la totalidad.

"Tenunos que vcr la personalidad dtl únicu modo que pucde verse hteligiblemente, como una red de organizacih compuesta dc sistemas en el interior de sistemas, Algunos de estos sistemas son de pequeña magnitud y algo periféricos en relación con la estnicfmn central o del proprium; atros, de mayor alcance, están situados en d nfideo del edifi- cio total. Hay sistemas que entran fácilmente en acción, mientras que otrcis c c t h como dormidos. Unos son tan conformes con d medio cultu- ral que pueden considerarse "comunes"; otros, son definidamente idio- sincrásicos. Pero, en última t W i o , la red, en la que intervienen d e s

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Cap. 1 1. Búsqueda de una clave rnefodolbgi- 147

de millones de cQulas nerviosas, modelada por una herencia única y por experiencias jamis repetidas, es única" (Nlport, 1966, pág. 428).

h esto, nosotros añadimos que esa red hita est6 sostenida prin- cipalmente por motivaciones dirigidas a un objetivo.

Como señalamos en el capítulo anterior, @e sistema de la persona- lidad tiene grados variables de orden y desorden; tiene estructura, pera también tiene falta de ella; tiene función, pem hay tarnbikn perturba- ciones de esa funci6n. Podrjamos decir, ean Murphy, que en todas las personas, aun normales, hay muchas m desligadas y muchos cabos por atar. Sin embargo, todo esto n~ Inipide q u ~ la personalidad se presente en su totalidad con un gran nivel de coherencia y que sea en realidad un sistema complejo de elementos en interacción mutua y con fines propios.

Estas fallas dc estructura y perturbaciones de la función originaron la aparición dt técnicas de estudio tales camo la libre arociacid~a, que es una tCcnica para ir m& allá de la mera intención consciente, entregarse al dominio de Ia intenciondidad y descubrir, asi, e1 significado de las cosas dmmnectadas y aparentemente casuales.

AItport llama "disposicione~ pe~sonales" a las estmcturas *quitas de cada persona y da de eIlas la siguiente definición:

Una disposicih personal es una estructura neuropsiquica generalizada (pe- culiar del individuo) que posee la capacidad de convertir a muchoei estimulo9 en funcionalmente equivalentes y de Iniciar y guiar formas consktmtes (equi- valentes) de conducta adaptativa y estilística (1966, p8g. 443).

SegUn Allport, alguna disposicihn personal tiene una influencia que se observa en cualquier acto; y tal disposición es una disposición cmdi- nd. Por lo tanto, no puede permanecer oculta; el individuo es conoci- do por ella y puede, incluso, ser famoso por ella. Esta cualidad cardinal ha sido llamada a l p a a vec. pasidn dominante, rasgo principal, sen- timiento básico, tema de unidad y raiz de una vida (1966, p8g. 433). Puede que en algunas personas no haya una sola disposición car- dinal con dominio y prepotencia sobre todas las demas, sino que existan varias disposiciones cardinal6 centrales formando una especie de cons- telación.

Todo esto nos pone m& concretamente sobre la pista que debemos seguir para conoccr y comprender a cada persona. Podrfamos decir que el ser humana siempre esta intentando algo. Y para comprender cualquier compartamiento viible suyo, debemos ponerlo en mlaclón con la intención y considerarlo como una expk-Ón de ella. La intención se revela, en genial, en la disposici6n cardinal, y el foca y la clave pm proporciona una @a a la ateqción del observador.

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148 Segunda porte. Un nuevo paradigma en psicología

Identificar, par lo tanto, el SiSrme Grsico de intenciones, y las disposiciones cardiaales de una persona es poner de relieve lo que verda- deramente le importa, lo que atrae su interés y tiene significaci6n de- terminante m su vida; todo esto equivale a identificar su cowteladón de zrahres. Ahora bien, los valores personales son la fuerza dominante en la vida y toda la actividad de una p m m a se orienta hacia Ia reali- zación de esos valores. Por consiguiente, d foco da la c ~ r n p r e ~ h es el vdm4dmEaciÓn de Ia per~ona, es decir, su f i !d ia de la vida.

La pregunta 16gica, en este momento, es: &m0 podemos conocer esa intefi&n, esas dispasiciones cardides, ese sistema de valores o esá filosofí de Ja vida? La respuesta a esta pregunta será d objetivo del capítuIo siguiente.

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Diálogo' ' como

método

BASES FILOSÓFICAS DEL MBTODO' DIALOGICO

A fines dd siglo pasado (1894), Ddthey afirm6, en su obra I d d a acerca de una #J;cologia descriptiva y analítica, que "'.. ..si la xecons- trucci6n de la naturaleza humana general por la psicología quiac ser algo sano, vivo y fecundo para la inteligencia de la vida, tendrá que basarse en el mitodo original de Ia cornprensi6n" (1951, phg. 222).

l)iIthey argumentaba que de las ciencias naturales tmcrnos conoci- miento y explicación, pero que de las ciencias humanas tenemos com- grensibn e interpretaci6n. Y por comprePanón (Verstehen) entiende e1 proceso de captar el significado y la int&ih, que consistc en una operación mentaI; es decir, m una visi6n inteIectual de la labor de la mente humana o, como también dice en otra parte, "eI descubrimiento del yo en e1 tú".

Las d i f m t e s tCcnicas propuestas, dentro del ámbito de la orienta- ción humanista en psicologla, tanto en psicoterapia como en asesora- mimto, educación e investigación, condividen la idea básica común de Ia pmticifiacidn en Ea vinencia.

La idea más genial -entre las que fundamentan lo afirmado en este c a p i t u l e nos viene, paradójicamente, de un hombre que en la historia de La filosofía está precisamente ubicado en los antípodas de nuestra orientaci6n: Ludwig Feuerbach. En efecto, Feuerba.ch es con- siderado como el fundador del materiacalisrno, y es céiebre su aserto de que "el hombre es lo que come"( der Memch i ~ t wns er isst ) ( Amerio, 1965, pág. 384).

Sin embargo, Marth Buber considera que la intuicihn de Feuerbach, que a continuación señaIamos, a un descubrimiento capital y copemi- cano de consecuencias no previstas ni siquiera por él mismo. "'El h o m h

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150 Segunda parie. Un nuevo paradigma en piicoIogfu

individual -escribió lreuerbach en El programa de 1843 que precedi6 su obra Princlp-os de la filosofía del futuro- no contiene en sí mismo la cgencia dd hombre, ya sea en cuanto ser moral o en cuanto ser ptn- sante. La esencia del hombre se halla solamente en la comunidad, en la uni6n dc hombre y hombre, una unidad que se apoya en la realidad de la diferencia entre uyos y utúa" (Schilpp, 1967, pág. 42).

QuizB, el invtstigador que más ha explotado esta intuición y más ha estudiado Ias consecuencias y aplicaciones que de d a se derivan cs el mismo Buber. La vasta obra y pensamiento de Euber están fundamen- tados cn ella, y aquí nos interesa enfatizar sus rasga más pmrninentec, para ofrecer una basc filosófica al método del diáiogo.

El hecho fundamental de la existencia humana es d hombre con d hombre. Zo que singulariza al mundo humano es, por mcima de todo, que en 61 ocurre entre tier y ser algo que no encuentra par cn ningún m r inch de 1a natura- leza. El lenguaje no cs mL que su signo y su medio; toda obra espiritual ha sido provocada por ese algo.. . L t a esfcra.. . la denomino Ia esfera del "entre" ( Z w i ~ c h a n ) . . . Canstituye una protocategorfa de la realidad humana. . . Lo esencial no ocurre en uno y otro dc los participantes, ni tampoco en un mundo neutral que abarca a los dos y a todas las dernls cwa~, sino, en el sentido más pr~cisa, "entre" loi dos, cumo si diitwrnos en iina dimrnsibn a la cual s61o los dos tienen acceso.. .; esta realidad nos ofrccc e1 punto de partida desde el que p d m w avanzar, por un lado7 hacia una comprensibri nueva de la pemma y, por otro, hacia una comprensi6n nueva de la comunidad. Su objeto central no lo constituye ni cl individuo ni la colectividad, sino el hombre con el hombre. animmente en la relación viva podremos reconocer inmediata- mente la esencia pmdiar al hombre.. . Si conaiderarnoa, el hombre con el hombre, veremos, siempre, la dualidad dhimlca que constituye al ser hurna- no: aquí el que da y ahí el que recibe; aquí la fuerza agresiva y ahf la de- f e n ~ i ~ ; aquí el carácter que investiga y ahf el que ofrece infomacibn, y siempre los dos a una, mrnpTetándose con la contribucibn recíproca, ofrcciCn- donos, conjuntamente a1 hombrc (Buber, 1974, págs. 146-150).

En síntesis, Buber considera que d hombre se ha perdido en una --4 anarquía de ideologias, y desea encontrarlo y acercarse a él en su autbn-

tica y m63 genuina realidad. Piensa que esto se consiLgue estudiando a fondo la naturaleza de la relación interhumana (Zwischenmen~chlich- k d ) y obrando en conacuencia. Para ello centra su filosofía del diálo- go 3 u e origind la "psicología del encuentro5' y cuyo mcjor paradigma lo hallamos en la relacibn terapéutica- alrededor de la $-elación yo-tú. Esta expresión indica una rclación de persona. n persona, de sujeto a sujeto, cs decir, una relaci6n de recifirocidrad que implica un sncusntro (Begegnung). Es, por consiguiente, muy diíerente de la relación de persona a cosa, de sujeto a objeto, que envuelve una cierta forma de nti- lizacihn, dominio o control, aunquc se caliiique $10 como un conoci- miento "objetivo".

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Cap. 12. Ei "diálogo" como método 151

M e concepto de "encuentro ya-tú", de Buber, es de una fertilidad heuristica sin límites y tiene gian simflitud o paralelo c m etrus H&fm existenciales, especialmente los de orientación teológica o reLigieoa. Así, Marcel llega también a la fórmula yo-y-tai: -que en él indica un en- cuentra genuino- a través de thninos eomo "'intemubjetividad" y "comunicación", y piensa que solamente podemos conocernos a nosobos mimos partiendo del otro o de los otros.

Igualmente, Fromrn hace ver que "lo que yo soy'" ''10 que tfi eres" solamente se llega a conocer a eravb de tina vivencia mutua, a través de un conochniento redproco de '"o que nbsotros somos". Y la '"tlogia terapéutica", de Pad Tillich, desarrolla en forma s i d a r el rol ilumi- nador que se da en todo encuentro y lo aplica a la psicoterapia y a 1a "comunidad de curaci6n".

Ya Platón habfa dicho que no hay más acciio al muñdo de Ia "idea" que "hablar por medio de preguntas y respuestas". Preguntando y contestando se entiende el "yo'" el "tGY" y no sólo se entienden entre sí, sino que se entienden, ademh, a si mismos. Y en la República pun- tualiza que Ea verdad es, por naturaleza, la criatura del pensamiento dialéctico. Piaget nos ha hecho ver cBmo desde muy niños comenzamos este "'d&iogoy' no s61o con "el otro", sino can todo "lo otro". Y esta actividad tiene dos direcciones: la asimiIaci6n y la acornodació~. La mimilación es la adaptaci6n del ambiente al individuo; la momodación es el procese contrario, es decir, la adaptaci6n del individuo al ambiente.

EL MBTODO FENOMENQL~GICO Y EL COMPRENSIVO EN EL DIALOGO

La naEuraZeze dei didogo permite -y &e es un punto de máxima relevancia- ser enrjqukcido con la aplicacihn de las principales reglas del método fenomenológico. Este m&odo naci6 como una protesta con- tra el reduccionismo. Ir "hacia las cosas mismas'' ha sido siempre el b i t r n o h de la irrvestigación fenornenol0gica. En su p e ~ m p c i ó n nega- &va, me método expresa una opmici6n radical a la práctica de enfocar los problemas partiendo de creencias cristaIiiadas v teorías aM-das en una tradición acrítica que, generalmente, perpetúan Ias c o n c ~ i m e s esderotizadas y los prtjuiciw inconscientes. Todo ello con Iñif.as a un retorno al estudio de fenbmenos no adulterados.

La orientación positivista ha sido muy dada a aplicar e1 f a m m rasurador de Occam, cuya praXis se ceircrcta en el proverbid principio: n m mnf rndtipiica'cartda entia sins necessitate. Lo grave en el uso de este principio, en si maraviiioso, ha consistido en la ligereza coa Ia d sr

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152 Segunda parte. Un nueve paradigma en psicología

ha creído en la no ckstencia de esa necesidad y, ad, se ha llegado .con extrema fadidad a abstracciones sirnpIificadas que terminan con un mínimtln de conceptos cientificos.

La presm2pción positiva del mCtodo fenomenológico nos aconseja que dejemos al ftn6meno hablar por sí mismo, observandoj analizando y describiendo todos sm aspectos, detanes y matices precisa y exacta- mente como aparecen. ]Es necesario tratar de poner cntrc parhteis, momentáneamente y en la medida de lo .posible, toda idea previa para lopar abordar cl fen6meno con mente limpia, fresca, ingenua, inocente y sensible, y permitir así que sea su "estructura" la que se imponga en nuestro c o n ~ m t e . Rogers afirma que de su investigacihn teraptu- tica se llega a la siguiente conclusión:

El organismo humano, cuando opera libre y no defensivamente, es, quizá, 1 mejor instrumento cient~fiw en existencia, y es capaz de captar una es- tmctura mucho antm de que la pueda formular conscientemente (1968, pá- gina 63).

Además de la incorporación de 1%-regl- del método. fenomeno-. .

lÓ&co, el método didógico, a travb del encni&tro, permite también lograr uh -alta nivel de em@tía Han sido precisamente las deficiencias de la t e o h de Ia inferencia las que han inducido a muchos autores (epeciahente en Europa) a idear teorias más amplias y adecuada so- bre los procesos dei conocimiento de las personas.

Lipps introdujo cl concepto de Einfiihlung (sentir dentro, sentir como si estuviéramos dentro dcl otro). Titchener tradujo este t h i n o por ernpatia, el cual entendemos corrientemente como el procm por medio del cual una persona es capaz de colocarse imaginariamente en el rol y en la situacibn de otro, con el fin de comprender m sentimientos, su punto de vista, sus actitudes y tendencias a actuar en esa situación dada Son muchos los factores que infIuyen cn Ja posibilidad de Iograr un mayor o menor nivel de apatía; pero la estructura del dialogo puede hacerse tan variada y flexible que pcrrnite alcanzarla en un alto grado y, con ello, hacer posible tambi6n una mcjor comprensibn del ser humano.

Sin embargo, es indispensable mantener ccincrencia de los limites '

que impone a nuestro "conocimiento del otro" la naturaleza de Ias rea- lidades estudiadas. Ea cicrto que nuestra c o m p ~ ó n de la persona ajena da a c c m a una vivencia psíquica que no es Ia nuestra y, a su vez, esta p o s i d a d de acceso remite a cierta forma de coexistencia con el. prójimo, pero jamás podremos condividir h esencia de la vivencia de utra persona y, mucho menos, imaginar que podamos lograr un si& de dter ego, que seria aIgo similar a Ia bilocación psiquica.

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Cap. 12. El "dlblogo" como mitodo 153

La mayar relevancia. y significación del diálogo, como método de conocimiento de1 otro, estriba, sobre todo, en Ia naturaleza y calidad del proceso en que se apoya. A medida que el encuentro avanza, la atmctura de la personatidad del otro va tomando fama en nucstra mente; comienza por nuestras primeras imprecioncci, con la observaciáln de sw movimientos, sigue e1 oído de su-m, la comunicación no verbal (que es directa, inmediata, de gran fuerza en la interacubn cara a cara y, frecuentemente, previa a todo control consciente) y toda la itEmita gama de contextos verbales, por medio de Ioa mala se pueden clarificar los drrninm, definir los problemas, orientar hacia una perspectiva, pa- tentizar los presupuestos, evidenciar la arracionalidad de una proposi- ción, ofrecer criterios de juicio o suplir los hechos necesarios. El contexto verbal permite, asimismo, motivar al interiocutor, elevar su nivel de interés, reconocer sus logras, prevenir una falsificaci611, reducir los for- malwnos, estimular su memoria, aminorar la c o n f m i h o ayudarle a explorar, reconocer y aceptar sus vlvaicias inconscientes. Y en cada una de estas posibles interacciones tmbién se puede decidir la amplitud o estrechez con que debe plantearse el problema, s i una pregunta debe estructurarse plenamente a dejarse abierta y hasta qué punto es conve- niente insinuar una solucibn o respuesta.

Una de las firrsonas que ha dado un ejemplo, en este siglo, en el uso del mttodo del didogo -aunque con caracterlsticas, en parte., di- ferentes a las que aquf s t ñ a l a r n ~ ha sido Freud. Freud trabaj6 por más de 40 años, redizando hasta once an51isis diarios, sin más labora- torio ni aparato que oír y a n a b a s& enfermos, tratando de inter- pretar sus problemas y comprtnderh.

Lo seiialado hasta aquí, relacionado m fa b'reducci6n" que pmpug- na el método fmomenoIÓgico -cuyo valor hemos considerado incues- tionable y aceptado plenamente- podría poner de relieve un aparente coañ-asartido. Sin embargo, no hay tal contradiccibn; la "reducci6n fenmenolÓgicaY' aconsejada por Russerl -epochd = m d i r o pa- ner cntre pa&& lo subjetivo, lo teórico y la tradicihn- no puede ser nunca total, ni tampoco 61 deseaba que lo fuera. Es cierto que en d didogo hay que tomar todas las precauciones para na proyectar y ver nuestros presupuestos, hi@tesis, teonag y prejuicios. Pero esta no signi- fica que d investigador no tenga sus vaIores, creencias y conocimientos, aun contrarios a los que posee la persana estudiada, y menos aún que tenga que mnv& en una especie de camaleón psico1ógir;o que st identifique miméticamente con la estructura de la personalidad en es- tudio.

Los fiiósofos de la antigüedad sostenían ya el famm principio nl medio sdat virfm. También aquE Ia verdad se hallará en una *

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154 Segunda parte. V n nueva paradigma en psicología

corribinaúón del respeto p fidelidad al fenómeno que se nos ofrece (para captarlo m toda su genuina expwsión) y en un rica aporte de estrategias, témicas y tácticas que faciliten la comprensión cabal del mismo. El grado de intuicih, perspicacia y habilidad para realizar esta dificil combinación, deteminwá el nivel de pericia prof&onal en ata ciencia y arte del conocimiento del ser humano como persona. Si embargo, hay algo que es todavía m& importante que esta pers- picaz inteligencia de las realidades. Así, Rogers, hablando de la eficacia en m trabajo teraphtico a lo largo de más de 40 Gas, dice que "la calidad de mi encuenfro es m& importante, a la larga, de lo que es mi conocimiento acicadhnico, mi entrenamiento prdesiond, mi orimtaci6n en el asesoramiento y las técnicas que uso en la entrevista3' (1967, pb- gina 90).

Otra bondad del método dialógico, que la convierte en una de las mejore vías, si no la mejor, para conoccr al hombre, m su capacidad de aulaeorr@cciÚn y perfectibilidud. A lo largo de todo el proceso, a medida que d encuentro se realiza, en el dar y recibir cantinuo y red- proco de ambas personas, hay siempre iina posibilidad de retroalimen- tación a nivel psíquico. &a realidad, bim apmvcchada, hace que el diálogo corrija sus fallas sobre la marcha, incrtmentt sus lagros y sea, en general, un proceso perfectible.

Es esta caracterktica fa que más agradabIes sorpr&as trae al profe- sional de la psicología, pues una rela* didógica corno la que venirnos describiado, fácilmente reubica a cada uno dc los eIementos impor- tantes, pone de relieve las razones escondidos que dan sentido a lo que parece irracional, conduce al descubrima'anro de la estructura psíquica de la pekona estudiada y permite programar procws de recuperaci6n y autorrcalizaci0n.

DOS OBJECIONES! EL MgTODO INTROSPECTIVO Y LA PERCEPCIdN SELECTIVA

Concluiremos respondiendo a dos objeciones que fácilmente pueden presentarse en este nivel de nuestra argumwitacibn: una, esta en rela- ción con el método de la introspeccih y, la otra, centrada en el: proble- ma de la percepcibn selectiva.

Frccucntmente aparecen estudios que revalorizan d método m- mpeceionista eri psicoIogía y preienden, a vects, identificarlo con el fenomen01ógico (dr. Pilkington y Glisgow, 1967). Es ci&o que este método tiene aspectos positivos que hay que reconocer y su valor sera perenne; pero una justa evaluación del mismo debe ser completa y

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Cap. 12, El "ádiblogo" Como méfodo 155

enfocar a fondo, sobre todo, los puntos neur5lgicos d d mimo. La clase de intrqeccitin rigurosamente definida y practicada por Titchehtr es una de Ias que ha tenido rnL adeptos. Para este autor, la introspección consiste cn analizar, a través de una observación disciplinada, los datos de las vivencias y dmomponerlos en sus elementos irrednctibIes -sen- saciones, sentimientos z imágenes- y en especificar sus atributos: ca- lidad, intensidad, extewión, etc.

Sin embargo, aunque la intro~tccidrl no &á muy Iejas de la obser- vaci6n y deccripcihn fenomenoIbgicas, entre cllas hay dos diferencias crudes . Ante todo, Ia introspección parte del presupuesto de que la vivencia piquica es reductible a un nhrnero fjnito de elementos y atri- butos conscientes. Este pre-juicio dc ninguna manera es aceptado por la orientacibn fwiomenoI0gica. En segundo Iugar -y a t o cs mucho mk importante-, el análisis introspectivo relega, si es que no excluye totalmente, el significado. Su atención cst5 puesta m el sentido per ss de los clementes, que, como señalamos en otra parte, pude scr intras- cendcntc. Para la psicología fenomenol0gica, en cambio, el significado real y auténtico, ya sea de cada clemento como de la totalidad, es aEgo fundaínental y central.

La segunda objeción tiene una base muy sólida e incuationable : toda persona dirige. su atenci6n a1 mundo exterior o hacia su mundo privado interno en forma selectiva; esta atención puede influen- cjada por "mecanismos fncomcientts" y, por lo tanto, su percepch será también scIectiva. Si esto es cierto, lqut objetividad pueden tencr sus palabras o los ihformec que haga, en una entrevista, sobre si mima?

Como anotamos al h a b h de ia intencionalidad, la percepción =lec- tiva cs rina .realidad innegable de nuestra estructura cognoscitiva y, podríamos añadir, que constituye el tendón de AqesiIes de toda preten- sibn de "objetividad absoluta" en nuestros conocimientos. Pero de esta constatacilbn no se deriva la conclusión adoptada por t l conductismo y, en general, por toda orientaciiin positivista: estudiar al ser humano únicamente mediante la obsefvación y negar todo valer a los informes personales y privados. Ya vimos cDmo este procedimiento ma- terializa al hombre, no permite aferrar el significado de sus &danes y vudve incornprensibIc al ser humano.

Una de las c m d u s i o n ~ m& sabias que pueden derivarse de la realidad de la perccpch selectiva & la que dio origen al m€todo fcno- menolirgico: si no podemos actuar siir presupueitos, siii tebi.ias, sin pre- juicios, sin actitudes, etc., tratemos de tomar plena conciencia de ellos para reducir a un mZnimo JU influericia en nuestro sistema cognosutivo.

Otra concIusi0n iguahente inteIigente es la adoptada en la terapia rogeriana. El clima vivencia1 plenamente auténtico y genuino, la m

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156 Segunda parte. Un nuevo paradigma en psicología

prcnsión unpática profunda, la aceptación y el aprecio inwndiQanales c r m ~ una a W e r a cálida, acogedora que dmanecm poco a poco las actitudes defensivas -porqae ya no timen raz6n de ser- y permiten un acceso a las v h c i a s más profundas, volvienda así m i e n t e 10 gut antes no lo era, con 10 cual se facilita el relata de un informe m k fidedigno y objetivo.

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Page 161: La psicologia humanista

índice onomástica

Agassi J., 52 Bugcntal J., 44,86,129 Agusiín, San, 7 1,8 1,102,136 Bühler Ch., 71,79 AllportC:.Jt' . ,T3,67,ti8,71, 72, BungeM.,22,53,58,92,119,123,

79, 81, 85, 108, 111, 113, 114, 130,131, 133 123,147

Aristarco d c Samos, 34,58 Aristótelcts, 37, 70, 80, 101, 127, Cannin!dv 8o

143 Cantril H., 81 Camap R., 93,130 Cartwright D., 124

Bacon F. , 33,37,39,53 Cassirer E., 86,102 Rain h., 66 Cornbs A. W., 71 Bandura A-, 69,93 Comtc A-, 53 Bar- HiIlel Y., 134 Condillac E. B. de, 66 Barker R., 1 39 Cnnfucio, 127 Benihan J., 40 Copérnico N*, 32,49 Berelson R., 69 Coulson W. R., 23,92, % Bergson H., 53 ,I 1 1 Berlin J . , 76 Bvhr N., 92 Chomsky N-, 84 Brcntano F., 37,70,I43,144 Btidgman P. W., 91, 129, 130,

131,134 Darwin C. R, 32, 40, 65,66, 67, Bronowski J., 28, 33, 42, 43, 45, 68

46,47,55,133 De Alejandra J. M., 19 Brown J., 28 De Santillana G., 34,5 1 Brücke E. W., 93 D e m i ~ t o , 42 13runerJ. S., 27 Descartes R., 47,51,71,119 BubcrM.,71,78,149,150,151 DickcnsCh-771

tw

Page 162: La psicologia humanista

Dil they hr., 70,102,149 Datizharicky 'T., 80 Dos toievs kv F., 8 1 Durkheim E., 93

Lhrcnfelu C . voti, 70 Einsiein A-, 16,22,28&, 38,41,42,

41,45,55,67,71,91,96 Emperadnr Amadlo, 34 Eu t:lidcs, 39,50,55 Eupalinn de Mcgara, 33 Eosenck H. J., 8 1

Faraday M., 101 Farson K., 1 34 FeiylH., 28 Fcuerliach L., 149,150 Fqerabcnd Y., 13, 14,28, ,?O, 52,

57,58,59,6íJ Fiodler F. E., 136 Pilolao, 49 Flies W., 93 Fraisse P., 128 Freud S., 7,40,68,88,93, 117,

128,143,153 Frtirnan E,, 80,131

Galileo Galilei, 3 1,33, 35, 39, N, 50,101

GiorgiA.,23,92,120 Glasgow W., 154 GüdcI K ., 38,54,55,36,102 Gcitarna, 66 C;rtsdorf C . , 1 19 Guthric E. R., 69, 120

Hanson H. R., 84 HartIey n., 40 Hebb D. O., 76 Hegcl G. W., 1 14 Heismbcrg C. \V., 38, 42,44, 45, 55,67,91,92,102

Helrnholiz H., M, 93

Htmpcl C . G., 48, 52, 131, 132, 135

WeGn dc .4lejandría, 34 Hiphcrates, 34 Hobbcs 'l.., 47 Horton R.,61 Humc D., 36! 37 Husscrl E., 53, 813, 90, 143, 144,

133

Jarnes W., 72 Jourard S- hl., 7 1

KantE.,37,108,143 Katz U,, 124 KcllyG.A.,23,71 Kierkt:gaard C., 1 14 Kingec M., 144 Kinsey A. C., 88 Koch S., 69, 86,89, 114, 118, 124,

141 KofIka K., 1015 K6liler W ., 61,85, 104, 121. Kusarnhi T), , 4 3 Kuhn'1'.,16,17,21,29,33,W)(>,84

T.aing R. 13., 139 TAa MrttricJ. O., 66 I.azarus S. h., 144 Tmky P. , 71 teibniz C . W., 70 Levcrricr U. , 4 1 k w i n K., 124 Li - Carrillo V, ,94 LinsdiatcriJ., 36 Tipps T., 152 Tmcke. J., M, 70

MacLccid R. B., M, 85 Maquiavelo N,, 102 Marccl G-, 1 5 1

Page 163: La psicologia humanista

Mñrcn Aurelia, 102 Mar~entzi~ H., 23,44,45,120 Martinez M., 23 MarxC:,, 66 Maslriw A, , 1G. 71,115,121 Miitson F, W., 110 .Vüxwell,J. C., 10 1 May R., 80,114,144 M(.Cleary K, S., 144 McC:uscZy H., 1 37 McDoiigall W., 611 Mcrleau - Poriiy M., 102 Mcrtori R. K., 88 Mcsmer F., 41) Mill,J., 66 MiliJ. S . , 40, GF> Misiak H., 70 Mon taipt: M., 102 Moustakas (l., 71,80 Rlurphy G., 1 47 Murray H. A, , 124

Ncisscr U., 27 NtmlsonJ. H., 14 Newio~i T., 27, 32, 39, 40, 4-1, 50,

55,5G, 65,66,104

Occan G., 131 Ocrter R., 96 Oppenheimcr R., 57,44,91,129

Parson T., 1 24 Pascül B., 102 PiageiJ., 37,84,94,102,151 Pilkingion G., 154 Pltágnras, 49,G 1 Piteas dc Massilea, 32 Plarick M., 52, 38, 42, 62, 67, 91,

102 Plai6n,61, 110,151 Polariyi M., 2,5, 92, 96, 99, 107,

112.142 Popper K., 35,36,3 7,52,60,13 1

Kapaport D., 1 24 Reynolds P, D., 4.1) RieiilcrK., 1011 Rogcrs C. R., 23, 71, 73, 74, 92,

96,109,136,152,154 KoyceJ . K., 8C) Ruuucli B., 28, 29, 31, 41, 43, 46,

SO, 54,55,85,93

Saint- ExupFry ,h., 1 10 Sandcr F., I 1 1 Sartre J. P., 1 1 1 Schilpp P. A., 150 SepínC. A . , 114 SEiieca, 102 Serrana S. , 4.4 Sevcrin F., 23, 137 ShakcspertreM.'., 81 Skinncr B. l:., 67,85, 11.3 Smith A-, 40 Spinoxa R., 77 Spranger E. , 141,146 SLciner G . A,, 69 Siotland B., 124 Srrasser S., 88,111,1 19

Taint: H., 43 Tales de Mileto, 34 Tarski A-, 38,54,55,56 Taylor R. G., 120 Terman, L. M., 1 10 Theobald D. B., 53 Tillich P., 151 'TitchenerE. B., 152,155 'I'olman E. C., 88,118,124 Tumás de Aquino, 70,143 Torrance E. P., 78

Velikovski T., 32

Page 164: La psicologia humanista

Wntson J. B., 66,93 Windclband W., 30 WatsonL., 14 Wittgenstein L., 88 Weimer W. B., 52,53 Wundt W., 66 Wertheimer M., 67,103,104 Whitehead A. N., 33,63,85 Wiener N+, 1 10 Zola E., 40

Page 165: La psicologia humanista

índice analítico

Acomdacihn, concepto de, 151 Actitud, en la tmría de Rogcrs;

136 Anilisis, y sus peligros, 109- 115 Análisis factorial, 122 - 123 Aprehensión inteltclual, formas

de focal, 107 subsidiaria, 107

Asirnila~i611, concep~o dc, 15 1 Astrolngia, pruccso contra, 1 3 - 1 5 AutorreaIixacicin, tendencia ha-

cia, 72 - 73

Bilocación psiquica, 152 Brujería, 13- 14

Causa -formal, concepto ariutoté- lico, 101

Causalidad, 42 - 43 rnccinica, 10 1 universal, 39- 48

cs una supersticih, 44 - - instrumento de la ciencia,

43-44 Ciencia, 95 - 100

actitud paleocien~ifica cn la, 22 atomís tica, peligro de la, 199 caractcristicas de la, 30 -38

causiilidad en la, 39-48 causas de su subdeuarr0110,22 clásica, colapso de la, 39 - 40,M canccpto de la, 27 - 29,91-92

según F. Racon, 52 según Einstein, 22,28 según Hume, 36- 37 srgún Polanyi, 99 segtín Windelband, 30

crisis en su concepción clisica, 39-48

acti tudcs ante esta crisis, 43 - 47

tscncia dc la (según Popper), 35-37

falibilidad de la, 35,44,45,46 fundamento lógico -empírico,

33-35 idiogáfica, 30 inccrtidurnbre en la, 4 4 inkncia dc la, 22 influencia dc clcmcntos no-ra-

Clunalcs cn cl' progreso de La, 59-61

interacción su,jeto -ob*jeio, 44, 45,92,99

interacción entre teoría y datos, 52 - 54

Page 166: La psicologia humanista

intersubj ctividad en, 31 -33, 51-52,137-138

intuición cn la, 99- 100 naturaleza de la, 27-38 nomotctica, 30 normal (scgún Kuhn) , 16 - 17,

29 ortodoxa, 8 redefinición dc la, 44 refiitabilidad de: la, 35- 31" subjetividad de la, 5 1 - 56,99 universalidad de La, 30 usu mcotafbrico de la, 88 -89 vivencial, 3 1 y conocimiento, difcrencia, 98 y mitos, 60

Coeficien tcu de correlacihn lineal, 123

Gomprensiá!i, conccptci de, 149 Concepción del homl>re,

darwiniana, 67-69 li-tudiana, 85 humanista, 8,69-81 new toniana, 65 - 6 7 skinneriana, 85

Concicnt:ia intencional, 144 Conduciismo, 69, 93-94, 1 1 2,

114-115 Conocimiento: VCase "Cieririü" Concicimiento vivcncial. 3 1

:Disciplina nomotética, 30 nisposiciones personales, 147

Empatia, 152 Ernpirism~, 41,98,135

clásico, 7 Ií>gico, 7

Epistemologia, conccptode, 21 Errores de juicios de percepción,

133- Escuela dc Berlín: Veasí: '"es-

rültheorie" Estructura,

catcg~ría del coricicirnien tu, 101 - lOli

cognosciliva, 84 r:oncepla de, 11:I - 106 kri6meno primarit), 102 psíquica básica, T 05, 14 1 - 1 18

Evideiicia, conccptri de , 20 critcsicis de vnlidñrifin de, 97- -

1 O0 empírica, 52,58,98-99,135 lógica, 52,9B-99,135 U trucos" para llog~arla, SI3

Evolución, teoría de Fa, 40 ~ x ~ c r ' f e p ¿ i a intcrria, neccsidad c

irnpurlriricia de la, 137- 140

Constelación dc valores, 148 Filosofia dc la cicricia, netcsidad Creatividad, 74, 78 - 71) dc rcvisik de, 95-96 Cri tcrios rnciodoMgicm genera- F ~ ~ ~ ~ ~ ~ , ci,riceplo de, 101

IPS, 127 k'uricinrialismo, 107

Darwin, reoría de, 40,67 "Gcstaltpsyrhologie", escuela, "Daturn" original, 102 Definiciones, "Geltaltthcoric", 1 03 102

intencionalcs, 108 operacionales, 108,129- 136 Hipótesis, genmis de las, 49-56,

"Designata" de los signos, 130 83-84 *.-

neterminismo, 39-43, 75-76, 84- lL

85 principio de, 45, parcial, 76

Page 167: La psicologia humanista

.-%

Indeterminación, principio dc, 42,45

Induccih en la ciencia, 36-37, 52 - 54

según Aristótclcs, 37 según F. Bacon, 37 scgún Hume, 36-37 scgún Kani, 37 y psicrilrigia, 36

Iritelig~ncia, capacidad de orde- narnicnto, 27

Intención(cs),42 146- 148 furicióii unificadora dc la, 145 sistcina. único dc, 148

Iritencionalidad, 142 Iritrospecci6n, 154 - 2 Sti Tntuicion,

c:riicrio dc cvidcncia, 99- 1M, 135

defiriiciiin de la, 20 proceso de la, 74

~sornorfismo, principio de, 104

"Lebensweltphanomen" 1.59 Tdcycs

cstoc:istir:as, 47-48 uso rnrlaii'irico t r i ~isicología,

88-83 Libertad

cualidad bgsica, 75- 7 7 paradrija de su nrgacihn, 75-77

T,Fl>rc ñsociacirin, 1 47

"Malleus maIeficarum", 13- 14 Mecánica cuántica, 42,44- 45 Medida, valor relativo de, 1 1 7 -

118,121 Métodn(s)

cieniífico, 50 limitaciones, JO,57 - 58 pluralista, 57 -6 1

clínir:~, en la ciencia, 36- 37 ctiriceplo de, 21

, ' criterios generdes deI, 1 2 7 - 1 29

de la reff cxián critica, 19 - 20 w

de la psicología, calcado de Ia física. 86 instituci«nalixaciiin ilógica,

$36 dialógicn, 130

bases filosOficau, 1 49 - 15 1 fenornenol0yicri, 20,15 1 introspectivo, 154 magiadel, 50,118- 119 mul tivariables, 1 54 prublcmas dcl, 127 - 199

Mudelos eutocásticos, 124, E 25 maternhticos, 125 - 126

Olijctividad, relatividad de la, , 91 -92

Opcracionalismri, 52,91 Opcracionalización, 129- 136

Paradigma cicn tífico, 9,17 conccpto de (sc-gín Kuhn), 2 1,

29 humanista, S , 15

Pasión dominanie, 147 "Paso Hoffding", 27 Persrin-niidad, 105 Perspcctivismo, en el conocimien-

to, 18 Positivismo, 94, 1 13 Prcsupucstos, en la investigaciih,

83 - 86 Principio

de indererminacihn, 42,43 de incertidumbre, 45,46,55 dc razón suficiente, 10 1

Probabilidad estadística ccinccptci de, 47 -48 t. -.

"Pro~~r ium" (scgún Allport), 72, 79 - .

Psicnariálisis rir todoxo, 85 Psicología

Page 168: La psicologia humanista

176- indies &talífíco ,i*-*wT

corhplcjidad del objeto de la, 87 . de ~stúnulo-respuesta, 85 '

e a q h c humanista, 8, 15, 69- 81,88

exissencial, 95 fenhcnológica, 92,95 fracase del mi.~oda tradiciorial,

~ ~ * * ' 8 7 Gesralt, 94 importancia del individuo sanu

en, 89 importancia del rnctodo en, 89 instintivista, 68 metafisica en la, 84 nuevo enfoque en, 92

I objetividad en, 92 objeto de cstudio de, 65 - 81 ,87 y belleza, !36 y ciencia, 9 1 -92

. Racionalismo crítico, 59 Rgducclón

fenomenológica, 10,89- 90 . . fisicisra, 92 - 94,104

Reduccionismo, 68,88,132 Refeticiones operativas, T 30 Relatividad, 41 -42,4446

- Retroalimentación, 1 39, 154 ' epistemolcjgica, 45,54

Símbolo, 130 Sistema único

dein~encioncs, 148 t

idiomático, 1 13

-TCcnicac .- rnatcmáticas en cl estudiu det '

homhre, Tirnitacinncs de las, 117- 126

opcraciunalistas, rcl atividad, 129- 1363

Teorema de Giidcl, ,55, SG Teorías

y datos, iil tcracci¿n, 52 - 54 origen de las, 49-56

Tctcaktys, concepto dc, 28 Terminos rnctafóncov eii psicolo-

gía, 88-81)

Unicidad configurada, sistcma de, 80-81

Universo dc Isaac Newion, 31)-40,50 ordehmientci dcl, según B.

Russell, 29

Validacibn, por reducción fisicis- ta, 92 -94

Valorcs y creencias, sistcma de, 79 - 80

Selección natural, 68 Variabilidad estocktica, 124 Significada, concepto de, 1 12 Variables intervinientes, 124

importancia del, 106- 108,112- Vivencias fisiognomónicas, 102 115 P a -

Page 169: La psicologia humanista

La segunda parte, se dedica a estudiar las bases de un posible paradigma para b psicología, que sea a la vez fruto de un estudio critico y sishmhtico y sea.fie1 ,a la natudeza integral y personal de los seres humanos. En general, el estudio se enm- dentro de un h a epistemológica y, w í f i c a - ..&nte, de una e p i ~ t e m o l ~ a orientada hacia una meta: la comprensibn del hom- bre como persona, ya que corno el mi+ mo autor asegura " .. .. sólo la riqueza y dinamismo de un enfoque come el de la Psicologia Humanista es cap= de apren- der realmente lo humano". Quienes de una forma u otra se dedican ai estudio de la conducta humana, como psicólogos, educadores y médicos, e m n - h r á n aquí, un valioso volumen que contiene Ia más actual información de los aspectos que estudia esta nueva g arn- plia teoría de la motivación humana.

La tercera fuerza

I,a psicologta propuesta por A bmham kndow.

Fmnk G. Cable.

&te libro es nna síntesis wlwta da las ideas del doctor Abrahani Maslow, de su teor a de las ne 5 ceaidades l&i- y de otroi concep os como la actualización del yo, el dgimen eupsíquicu, k mciedad s h e r g i c ~ y la reforma social.

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