la promesa de finnegan

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    alder Finnegan entró al bar cargado de humo ymiró alrededor. Nunca cambiaba, pensó. Había

    estado fuera del bar durante casi seis años. Sus ojosdeambularon por la multitud de gente bebiendo y riendo.Algunas caras habían cambiado en el pequeño bar irlandéspero el ambiente era esencialmente el mismo. Era un gran

    salón con unas cincuenta mesas y diez cabinas alineadascomo pequeños soldados. El pequeño escenario, usado paramúsica tradicional irlandesa se veía como si necesitaraalgunas reparaciones. Fin se preguntó si a su 1 pa leimportaría si hacía algunas mejoras aquí y allá mientrasestaba por allí.

    La única cosa que todavía estaba perfecta en el bar

    era la larga barra caoba. Oh y el delicioso camarero detrásde ella.  Yum, ¿quién era? Pa seguro que no habíacontratado a nadie que se viera tan bien la última vez queestuvo allí. Fin decidió tomar asiento en la esquina de atrásdel bar e investigar el terreno.

    El bar estaba atestado con veinte o treinta—y—algoclientes. Cuando estaba creciendo parecía que el bar era

    frecuentado por trabajadores del puerto y otro tipo deobreros, la mayoría bastante mayores. Por entonces, elmayor tráfico del bar venía justo después de las cincocuando los trabajadores salían del trabajo. Paraban enFinnegan‟s para una cerveza o dos antes de ir a casa consus familias. Ocasionalmente, algunos hombres llevaban asus esposas o novias al bar los viernes o sábados por la

    (1) En el original dice da que es una manera de decir dad (papá) pero abreviada.

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    noche para escuchar música, pero eso era todo. Estaclientela era completamente diferente de la que solía ser.

    Ahora Finnegan‟s tenía una gran gama de clientes. De

    todo, desde chicos universitarios hasta tipos con traje. Finsacudió la cabeza. ¿Qué infiernos estaba pasando en esepequeño y perezoso bar que su pa había escogido porencima de él y de su madre? Fin sintió que volvía su enfadocon el recuerdo de su madre. Empujó los recuerdos lejos yse concentró en el camarero. Dios, era asombroso. De piequizá medía unos seis pies2 de altura, con oscuro cabellonegro y brillantes ojos azules. Su cuerpo era delgado pero

    con músculos en sus brazos y cuello. Fin se preguntó cómose vería su pecho. Maldición, ahora se estaba poniendoduro. Ese definitivamente no era el lugar adecuado parasentir lujuria por un hombre. Podría arruinarcompletamente su carrera si alguien lo veía mirandofijamente al Sr. Magnífico con una dura polla en sus jeans.

    Para ayudar a esconder su identidad, Fin llevaba una

    gorra de béisbol con su cabello negro rizado a la altura delos hombros metido dentro.

    Continuó observando al camarero entreteniendo a lamultitud. Hacía bromas y reía con las historias de la genteque lo rodeaba. Parecía ser la atracción principal del bar.Fin le vio hacer algunos trucos con botellas de licormientras llenaba los pedidos. Se veía absolutamenteasombroso.

    La pequeña banda de músicos empezó a tocar denuevo pero los ojos de Fin permanecieron en el camarero.Dios, no podía hacer lo que deseaba. Sería el hazmerreírdel fútbol profesional si alguien descubría que prefería a los

     jugadores por encima de las animadoras. Fin miróalrededor para asegurarse de que nadie miraba y golpeó su

    (2) seis pies equivale a 1,82 cm.

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    desenfrenada polla. Tenía que mantener el control. Miróhacia la barra y notó un par de ojos azules brillantesmirando directamente hacia él. La boca de Fin se secó y suspalmas empezaron a sudar. Rápidamente apartó su mirada

    hacia los músicos en el escenario. Cuando volvió a mirar eltío bueno detrás de la barra estaba ocupado haciendo otrode sus trucos con la botella.

    Los clientes empezaron a corear. —Mick… Mick… Mick…Mick.

    Fin miró alrededor. ¿Quién infiernos era Mick? Vio al

    camarero saltar en la barra y hacer una reverencia. Demodo que ese era el nombre del Sr. Magnífico.

    —¡Canta para nosotros, Mick! —gritó alguien de lamultitud. El resto de clientes se sumaron, aplaudiendo ysilbando. Les dio a la gente una hermosa sonrisa conhoyuelos entonces se giró y miró directamente a Fin. Susojos se sintieron como una caricia en la piel de Fin. Mick

    bajó de la barra de un salto y se dirigió al escenario.

    Habló bajo con los músicos y empezó a cantar labalada Irlandesa, “The Banks of Lee”.3 La mandíbula de Fincayó abierta. El hombre tenía una voz que pondría celoso aun tenor irlandés. Las notas eran tan perfectas que tocaronsu alma.

    Captó la mirada de Mick buscándolo durante variospuntos de la balada. Mick acabó la canción e hizo unarápida reverencia antes de volver a la barra para reanudarsus obligaciones. La multitud todavía estaba animandocuando Mick volvió a mezclar bebidas.

    (3) Es una canción tradicional irlandesa.

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    Con su polla finalmente bajo control Fin se acercó a labarra. Se inclinó al final observando a Mick, esperando suturno. Finalmente, Mick se giró y Fin fue visto.

    Caminó hacia Fin y secó la barra delante de él con untrapo. —¿Qué puedo hacer por ti, amigo?

    Fin no se atrevió a decir lo que estaba pensando. —Constrúyeme una Guinness de barril por favor. —Mickasintió lentamente y sonrió. Fin casi gimió. Quería poner sulengua en esos perfectos hoyuelos. Mick de cerca se veíamayor. Fin supuso que tendría alrededor de treinta años.

    —Una Guinness en camino. —Mick se giró lentamentepero con habilidad le sirvió la Guinness a Fin. Se hacíareferencia a construir una Guinness porque el nitrógenoañadido causaba que la Guinness hiciera tanta espuma queun camarero se tomaba su tiempo mientras sacaba laoscura cerveza del barril, añadiendo capa sobre capa hastaque el vaso estaba lleno con la cantidad justa de espuma.

    Cuando acabó le pasó la bebida a Fin—. No mucha gente lapide así. Los clientes de hoy en día quieren cervezamejicana. —Mick sacudió la cabeza—. No entiendo por quévienen a un bar Irlandés para beber cerveza mejicana. —Volvió a secar la barra una vez más y sonrió.

    Fin sacó su cartera de sus pantalones y puso un billetede diez en la barra. —Ellos vienen por ti. Eres el mejor

    camarero que he visto nunca. El mejor cantante también.—Cuando Mick intentó darle el cambio, Fin extendió lamano—. No. Quédate el cambio.

    Le ofreció la mano a Mick. —Soy Calder Finnegan. Mipa probablemente te dijo que me pidió venir a Bostondurante el receso de la temporada de modo que él pudierahacer su viaje a Irlanda.

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    Los ojos de Mick parecieron perder algo de su brillo.Se restregó las manos en sus jeans desteñidos y estrechóla mano de Fin. —Encantado de conocerte finalmente,Calder. Soy Dominic “Mick” Sullivan. 

    —Te dejaré volver con tus clientes. Voy a bebermeesto e iré con pa, pero volveré antes de que se abramañana, y… por favor llámame Fin. —Con el asentimientode Mick Fin volvió a su mesa y se bebió su Guinness.Cuando acabó se despidió de Mick con la mano al salir.

    Mick miró cómo se iba Fin. —Maldición. —Sacudió lacabeza. Cómo no había reconocido a la estrella de fútbolque estaba frente a él. ¿Cómo iba a trabajar al lado deCalder Finnegan, sabiendo que nunca podría tocar a la

    estrella de futbol americano? Sean no le había dicho queFin iba a tomar su puesto cuando él se fuera a Irlanda.Necesitaba llamar a Sean antes de que su avión saliera porla mañana. Mick miró el reloj. Once y media. Mick sepreguntó si Sean todavía estaría haciendo las maletas.

    Descolgó el teléfono del bar y marcó el número deSean mientras llenaba bebidas. Sean contestó al tercertono.

    —¿Hola?

    —Hola, Sean, soy Mick. Espero no haberte despertado.—Mick le pasó a la camarera el último pedido—. Acabo deconocer a Fin. Pasó de camino a tu casa. ¿Por qué no medijiste que iba a ayudar mientras estás fuera?

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    —No te lo dije porque no estaba seguro de querealmente viniera. Como sabes no tenemos la mejorrelación desde que murió su madre. Lo llamé hace un mes.Supongo que le tomó hasta el último minuto decidirse, pero

    estoy contento de que lo hiciera. De otro modo estaríastrabajando trece horas al día el próximo mes.

    Mick suspiró. Sabía que Sean tenía razón, necesitaríaayuda. Solamente no estaba seguro de que Fin fuera el tipode persona que necesitaba. —Cuando llegue dile que losiento que no lo reconocí. Dile que lo encontraré debajo delas escaleras mañana a las diez de la mañana. —Mick llenó

    más pedidos de bebida y dio el cambio—. ¿A qué hora saletu vuelo, Sean?

    —A las ocho de la mañana y si Fin está aquí no haynecesidad de que me lleves. —Sean pareció pensar unminuto—. ¿Mick? Por favor no le hables a Fin sobre elcáncer. Encontraré la manera de decírselo cuando vuelva.

    Mick dejó lo que estaba haciendo y se pasó las manospor el corto cabello negro. —No entiendo por qué no se lohas dicho, Sean. Lo has sabido durante dos meses. ¿Porqué vas a perder un mes en Irlanda cuando puedes pasarlocon Fin?

    —Eso es asunto mío, no tuyo. Estoy haciendo esto poruna razón y no es sólo huir como pareces pensar. Los

    doctores dijeron que tengo seis meses antes de empezar aenfermar realmente y hay algunas cosas que tengo quellevar a cabo antes de irme. ¿Ahora podemos dejarlo así untiempo?

    Mick tragó alrededor del nudo en su garganta. Queríaa Sean como al padre que nunca tuvo. —Ok. Confiaré en tien esto. No tienes que preocuparte. No le diré a Fin nada

    mientras estés fuera.

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    —Gracias Mick. Te veré en un mes. ¿Hay algo quepueda traer para ti?

    —Sólo tú, viejo. Sólo asegúrate de volver.

    —Adiós, Mick. Cuida de Fin. No parece ser un hombremuy feliz a pesar de su fama y fortuna.

    —Adiós. Que tengas un buen viaje.

    Mick colgó el teléfono y tuvo que ir a la esquina de labarra para secarse los ojos. No entendía qué pensaba Sean,pero Sean siempre parecía tener un plan. Mick tendría que

    confiar en que realmente sabía lo que estaba haciendoahora.

    Fin llamó a la puerta principal de color café rojizodonde había crecido. Sólo había vuelto a Boston un par deveces desde la muerte de su madre seis años atrás, y noestaba seguro de poder vivir en esa casa durante elpróximo mes. La puerta principal se abrió y Fin apenasreconoció al hombre mayor frente a él. Su pa habíaenvejecido mucho en esos últimos años. —Hola, Pa.

    Sean Finnegan atrajo a su único hijo a un calurosoabrazo. —Estoy tan feliz de que decidieras venir a casa,Calder. —Sean se apartó en la entrada y dejó que Finentrara en la casa. Cargando una gran maleta, Fin entró alsalón seguido de Sean.

    Fin miró alrededor del salón. —Todo se ve

    exactamente igual. —Fin se giró hacia su pa con unapregunta en sus ojos—. ¿Por qué todo se ve exactamente

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    igual, Pa? No has cambiado nada desde el día en que mamámurió. Ni siquiera la cesta de ganchillo junto a la silla.

    Sean miró alrededor de la habitación como si lo

    estuviera viendo por primera vez en mucho tiempo. Seencogió de hombros y se sentó en su silla. —¿Por quétendría? Tu madre trabajó duro para hacer de su casa unhogar.

    Fin tragó y apartó la mirada. —No quiero discutircontigo esta noche, Pa. —Fin se sentó en el sofá azul florala la derecha de su pa—. He pasado por el bar esta noche

    de camino. Estaba un poco extraño. El bar es tan diferentey todo es lo mismo. Las mismas mesas y cabinas, la mismadecoración, la misma barra, todo se ve justo como siempreexcepto los clientes. ¿Cuándo Finnegan‟s se convirtió en unlugar cálido para chicos universitarios y jóvenesprofesionales de Boston?

    Sean sonrió. Estaba muy orgulloso de su bar, siempre

    lo había estado. —Empezó a cambiar el día que contraté aMick Sullivan. Tiene el tipo de personalidad que reúnegente. Le vendí el apartamento encima del bar hace tresaños.

    Fin estaba sorprendido. —¿Le vendiste elapartamento? ¿Pensé que ese descuidado lugar sólo eraalquilado? ¿Cómo pudiste vender el piso de arriba del

    edificio?

    Sean sonrió y se encogió de hombros de nuevo. —Erala única manera de que viviera allí. Me estaba volviendodemasiado viejo para hacer el mantenimiento requerido yestaba cansado de gente marchándose y debiéndome elalquiler. De modo que hablé con Mick sobre ello y dijo quelo compraría mientras también le vendiera el diez por

    ciento del bar. —Ante la cara de sorpresa de Fin, Sean

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    continuó—. No parece preocuparse sobre la toma dedecisiones del bar o de los beneficios que se ganan con él.Lo que quería era seguridad laboral durante el tiempo queviviera allí. De modo que… dime ¿Qué piensas de él? —

    Sean señaló la gorra de béisbol todavía en la cabeza deFin—. Por cierto, bonita gorra.

    Fin se sacó la gorra. Sus rizos negros cayeron haciasus hombros. —Siento eso. Me la puse para entrar en el bar.Quería revisar las cosas sin que nadie me reconociera. —Dejó la gorra a su lado en el sofá—. Mick parece un… tipo bastante amable. No tuve la oportunidad de hablar con él

    demasiado tiempo pero construyó una buena Guinness.

    Sean asintió. —Sí, el hombre seguro que conoce sutrabajo. Por cierto, llamó antes de que llegaras. Queríaavisarme de que venías. Me dijo que se disculpaba por nohaberte reconocido. Parece que tu gorra tuvo el efectodeseado. Mick dijo que te encontraras con él en el barmañana a las diez de la mañana. —Sean se quitó una

    pelusa imaginaria de sus pantalones—. Estaba esperandoque también pudieras llevarme al aeropuerto. Mi vuelo salea las ocho pero debería estar allí sobre las seis y media.

    —Claro, te llevaré, Pa. ¿Tu primo Peter te recogerá enel Aeropuerto de Shannon?

    —Sí. Dejé su número junto al teléfono en caso de que

    necesites llamarme por algo. No estaremos allí todo eltiempo, planeamos hacer algún viaje por el país, pero comomínimo podemos llamar y revisar los mensajes.

    Fin bostezó. —Lo siento, tengo que ir a la cama si mevoy a levantar y vestirme para las seis y llevarte alaeropuerto. —Fin se levantó y empezó a subir las escaleras,cargando su bolsa.

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    Sean lo llamó mientras llegaba a la puerta de suhabitación. —Es bueno tenerte en casa, hijo.

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    in dejó a su padre en el aeropuerto y condujode vuelta a la casa. Vagó por el viejo lugar, perdido en susrecuerdos. Todavía podía ver a su madre haciendo ganchillodelante de la tele, esperando a que su pa volviera a casa.Evelyn Finnegan esperaba mucho a su pa. Sean siemprehabía puesto el bar primero en su lista de prioridades. Fin

    no pensaba que su pa hubiera visto alguno de sus partidosde fútbol. Aunque su madre sí. Ella siempre estaba enprimera fila animándolo.

    Evelyn era el tipo de madre con la que cualquier niñosoñaba. Todos los niños del vecindario optaban por venir a

     jugar a la casa de Fin porque su madre hacía una reciénhornada de galletas para ellos. Ella era la que curaba sus

    rasguños y lo cuidaba cuando estaba enfermo. No era quesu pa no pensara en él y su madre, simplemente nuncaestaba alrededor. Fin creció viendo a su pa durante diezminutos al día. Sean se unía a su familia para desayunarantes de que Fin fuera a la escuela, pero eso era todo. Supa tenía los domingos por la tarde libres porque el barcerraba temprano pero se quedaba hasta tarde trabajandoen las cuentas. Veía a su pa en las cenas de los lunes peroeso era sólo porque el bar estaba cerrado.

    Fin sacudió la cabeza. Tenía que dejar ir su humormelancólico. Decidió salir a correr antes de encontrarse conMick. Fin subió rápidamente a cambiarse por su ropa deentrenamiento y bajó a la calle. Mientras corría susacostumbradas diez millas su humor se aligeró. Después de

    una ducha rápida, se cambió de ropa, se dirigió al bar,sintiéndose mucho mejor.

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    Mick estaba reaprovisionando el bar cuando Fin entró.Mick se veía diferente esa mañana. Llevaba unas pequeñasgafas de montura metálica. A Fin le gustaba como lequedaban. De hecho, a Fin le gustaba todo del aspecto deél.

    Mick acabó de llenar el refrigerador de cerveza y se

    levantó para estrechar la mano de Fin. —Buenos días.Pensé en adelantar el inicio del día. —Mick sonrió y seencogió de hombros—. No podía dormir por lo que llevo unrato aquí abajo. —Mick se preparó un café y lo colocó en labarra—. ¿Puedo ofrecerte una taza de café esta mañana?

    —Me gustaría una taza, gracias. —Cuando Mick se girópara coger otra taza de café de la estantería, Fin no pudo

    evitar notar el culo fuertemente musculoso de Mick en lospantalones más suaves que había visto. Estaba perdido conla vista cuando finalmente se dio cuenta de lo que estabahaciendo. Alzó la cabeza y vio a Mick mirándolo a través delespejo de detrás de la barra. Fin apartó sus ojos. Pudosentir el sonrojo que subía hasta sus orejas.

    Mick se giró y colocó el café en la barra. —Entonces…¿Cómo vamos a organizar nuestros turnos mientras Seanestá en Irlanda? —Rodeó la barra y se sentó en el taburete

     justo al lado de Fin.

    Fin intentó no permitir que la cercanía de los muslosde Mick lo molestara. —Por qué no me dices cómo seorganizaban tú y Pa y yo puedo seguir su turno. —Micktomó un trago de su café y se lamió los labios. Fin casigimió ante la vista.

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    —Normalmente Sean abría el bar y yo bajaba atrabajar sobre las tres o cuatro. Jeff, el cocinero, sólotrabaja la comida del mediodía y la multitud temprana de latarde. Se va alrededor de las siete de modo que no se

    sirven cenas excepto por los acostumbrados munchies4 dela barra para la multitud de la noche. Tenemos trescamareras que trabajan en dos turnos. Sally debe llegar encualquier momento y se va a las siete. Tiene una familiacon la que tiene que estar por la tarde. Entonces están Lisay Mel. Llegan sobre las seis y trabajan hasta que cerramosa las dos.

    Fin asintió. —Ok. ¿Entonces qué horas trabaja Panormalmente?

    Mick se veía confundido. —¿Qué quieres decir? Seannormalmente está aquí desde que se abre el bar hasta quecerramos por la noche.

    Ahora era el turno de Fin de verse confundido. —

    ¿Todavía está trabajando dieciséis horas con setenta años?¿Por qué?

    Mick colocó una mano en el hombro de Fin y apretóligeramente. —No tiene nada en casa, Fin.

    Fin no sabía si estar enfadado con su pa o sentirlo porél. Rápidamente decidió no enfadarse. —Bien, no era nada

    diferente cuando tenía algo por lo que volver a casa. Estebar siempre ha sido su verdadera familia. —Fin se levantó ypasó alrededor de la barra, intentando sacar a su pa de lamente.

    Podía sentir los ojos de Mick en él. Finalmente, Mick seaclaró la garganta y se apartó de la barra. —Creo que hayalgo que debes ver. Sígueme.

    (4) Tapas, picoteos (papas, pollo frito, cacahuetes, etc.)

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    Fin siguió a Mick hacia la oficina de su pa. Pasó por lapuerta y paró. Las paredes estaban cubiertas de fotossuyas durante varios de sus partidos, de publicidad yportadas de revistas. Todo enmarcado tras un cristal. Fin se

    giró para mirar a Mick. Apuntó hacia las fotos en la pared.—¿Cuándo puso Pa todo esto?

    Mick lo miró y se encogió de hombros. —No lo sé. Lasparedes han estado llenas de fotos tuyas desde queconozco a Sean.

    Fin miró las paredes. Sintió como si su pecho fuese a

    explotar en cualquier minuto. Sintió un aguijón en sus ojosy sabía que iba a llorar. Rápidamente se disculpó y entró enel lavabo.

    Fin corrió hacia el lavamanos y abrió el agua fría.Tomando respiraciones profundas, se salpicó agua fría porla cara. —¿Por qué, pa? Después de todos estos años… ¿porqué estás orgulloso de mí ahora? —Fin cerró el agua y se

    inclinó contra la pared. Se deslizó hasta que se sentó consu cara enterrada en sus manos. Sus rodillas se alzaronpara sostener sus manos. No estaba llorando. Sólo parecíaque no podía llevar suficiente aire a sus pulmones. Finescuchó que se abría la puerta y sintió un cuerpo calientedeslizarse abajo a su lado.

    Fin sabía que era Mick pero no podía mirarlo. Mick no

    dijo nada, sólo se sentó con él. Después de un rato Mickfinalmente habló.

    —Está muy orgulloso de ti, Fin. Por lo que heescuchado de los veteranos siempre lo ha estado. —Mickextendió una mano e hizo círculos en el muslo de Fin.

    Fin cerró sus ojos. Estaba atrapado entre recuerdos de

    su pa y el calor de las caricias del hombre sentado junto aál. Fin se dio cuenta de que el toque suave de Mick debía

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    ayudarlo porque empezó a sentirse mejor. Giró su cabeza yla descansó en su brazo, mirando a Mick. —Gracias pordecírmelo y por… bien, ya sabes. 

    Mick levantó la mano del muslo de Fin y acarició sucabeza. —Tienes suerte, ¿sabes? Mi padre ni siquiera mequiso lo suficiente para quedarse después de mi cuartocumpleaños. —Mick lo miró y se inclinó un poco más—.Sean quizá no te lo haya demostrado pero sé que esehombre te quiere intensamente.

    Fin miró a Mick a los ojos y entonces apartó la mirada

    de nuevo. —Bueno… supongo que mejor deberíamos irnos.El bar debe ser abierto en cualquier momento y necesitoconocer a Jeff y a Sally. —Fin se levantó y extendió la manoa Mick.

    Mick miró los ojos verdes oscuros de Fin y le permitiólevantarlo. Estuvieron allí de pie mirándose el uno al otropor unos momentos. Finalmente Mick dejó ir el aire que

    estaba aguantando. —Vayamos a trabajar.

    Eran casi las once y Fin se sentía agotado. Había

    ayudado a Mick detrás de la barra y a las camareras todo loposible durante la pasada semana y media. Una cosa quepodía hacer era encargarse de la freidora. La mayoría delos munchies de la noche eran preparados por lascamareras. Nada elaborado, solo patatas fritas, nachos y

     jalapeños de pimiento rellenos de queso.

    Fin observó a Mick con creciente interés. Podría jurar

    que Mick había flirteado con él un par de veces durante los

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    últimos diez días. No era nada obvio, sólo miradas queduraban demasiado o toques que se sentían más íntimosque amistosos. Fin sacudió la cabeza. No sabía quésignificaban pero sabía que su polla había estado dura

    durante las últimas horas. Incluso pilló a Mick mirar suentrepierna un par de veces. Quizá, sólo quizá, este mesiría mejor de lo que él pensaba.

    —Hey, Fin. ¡Despierta! —Mick lo llamó—. Necesito queme traigas otro barril de Sam Adams, si puedes por favor.

    Fin asintió rápido y se dirigió al almacén donde

    mantenían el refrigerador que sostenía los grandes barriles.Estaba agradecido por su fuerza cuando levantó el barrilpor encima de su cabeza y pasó a través de la crecientemultitud de gente. Bajó el barril una vez que estuvo tras labarra y se arrodilló para cambiar el manguito del barrilvacío al nuevo. Fin estaba tan ocupado cambiando el barrilque ni siquiera notó cuando Mick vino de pie al lado dedonde estaba arrodillado. Acabó con el barril y giró la

    cabeza para encontrar la polla de Mick justo en su cara. Laerección de Mick estaba claramente perfilada por los suaves

     jeans desteñidos. Fin tragó, intentando aliviar el nudo quese formó en su garganta y se levantó.

    Mick se movió en el último minuto hacia la barra paraponer algunas bebidas en la bandeja de Mel. Fin tragó denuevo y se levantó detrás de Mick. Mick colocó las bebidasen la bandeja y se enderezó de nuevo. Miró a Fin porencima de su hombro y sutilmente retrocedió hacia la duracomo una roca polla de Fin. Lentamente movió su culo deun lado al otro, restregándose él mismo contra la erecciónde Fin.

    Entonces se alejó como si no hubiera pasado nada,dejando a Fin enfrentarse a la multitud de la barra con elempalme más grande de su vida. Fin se acercó más a la

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    barra para esconder el bulto delante de sus jeans. Porsuerte para él, Lisa se acercó a la barra con un pedido decomida.

    Fin tomó el pedido y se dirigió a la cocina. Sacó delcongelador los jalapeños de pimiento rellenos de quesocongelados y los puso en la freidora. Mientras esperaba porlos pimientos cogió dos platos de nachos y los puso en elmicroondas. Estaba a punto de girarse cuando sintió uncalor contra su espalda y una dura polla contra su culo. Dosbrazos lo rodearon y lo atrajeron más contra el hombre trasél.

    Mick lamió el cuello de Fin y Fin gimió. —Quédateconmigo esta noche. —Continuó restregando su ereccióncontra el culo de Fin hasta que la freidora sonó, dejándolesaber que era hora de sacar los pimientos.

    Fin se giró en los brazos de Mick para encararlo y selamió los labios. —Supongo que después de estar toda la

    noche provocándome y con la erección que me diste notendré mucha opción. —Fin miró su polla. Se veía como siintentara romper la cremallera de sus jeans.

    Mick rápidamente pasó una mano hacia debajo de sulongitud y la ahuecó. —Guarda esto para mí, ¿lo harás? —Se giró y volvió hacia la barra. Tan pronto como cruzó elumbral, la multitud empezó a gritar por otra canción.

    Fin rápidamente acabó de preparar los munchies y sedirigió a la barra. No quería perderse una sola nota de lacanción de Mick. Mick estaba de pie en el escenario,hablando bajo con los músicos. Parecía completamenteobvia la erección en sus jeans. Quizá por eso todas lasmujeres se amontonaron delante del escenario. La canciónque cantó esta noche era un poco más viva que sus

    acostumbradas baladas pero igual de hermosa.

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    Los dos secretamente flirtearon el uno con el otro elresto de la noche. Finalmente los clientes se fueron y ellosempezaron a limpiar el bar. Después de que todo estuvieralimpio y recogido por la noche, Lisa y Mel se fueron. Mickcerró la puerta tras ellas y se giró hacia un expectante Fin.

    Caminó hacia Fin con los ojos entornados. Cuando

    estuvieron uno frente al otro, Mick ahuecó la mejilla de Fin.—Tan caliente como estoy por ti, no quiero una folladarápida contra la barra. Quiero llevarte escaleras arriba a micama de tamaño king y lamer cada pulgada de esehermoso cuerpo tuyo. —Acarició ligeramente con los labioslos de Fin y extendió la mano en invitación.

    Cuando subieron las escaleras, Fin empezó a tener

    dudas. ¿Qué si alguien descubría algo sobre esto? Noestaba seguro si merecía el riesgo hasta que miró arriba ysu cara estaba a unas pocas pulgadas del estupendo culode Mick. Ok, quizá lo merecía. No había tenido sexo desdeque estaba con los profesionales y antes de eso, sólo habíasido en cuartos oscuros de los clubs gay que frecuentaba enla universidad. Era tan fácil sólo tener sexo con alguien y

    entonces girarse y vender su historia a los periódicos. Finpensó que Mick era diferente; al menos esperaba que lo era.

    Arriba de las escaleras Fin no podía creer lo que veía.El viejo sucio apartamento había sido transformado. —Wow.Esto es absolutamente hermoso. Quiero decir… No puedocreer ni que sea el mismo lugar.

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    Todo el espacio había estado destrozado y abierto.Todo había sido rehecho al estilo Craftsman 5 con pesadotrabajo de madera. El cuarto principal consistía en unacombinación de salón cocina. Las habitaciones estaban

    separadas por una hermosa barra artesanal de desayuno.Los acabados eran simples pero creaban una sensaciónhogareña a pesar del límite del techo.

    —Gracias. Tomó mucho trabajo pero lo merecía. Tuvemucha suerte de encontrar a un maldito carpintero quehiciera todo lo que yo no podía hacer. Todavía falta haceralgunas cosas. Me gustaría reemplazar todas las ventanas.

    —Mick apartó la mirada de la habitación y miró a Fin—. Voya por una cerveza. ¿Te gustaría una?

    —Sí, me gustaría. Espero que no te importe que te lopida pero ¿puedo tomarme una ducha mientras lasconsigues? Huelo como un chico francés frito.

    Mick rió y se dirigió a la cocina. —Claro. El baño está

    en esa puerta y a la derecha. Prepararé algo para que tepongas cuando acabes.

    Fin se dirigió hacia el baño. Estaba duro pero resistióla urgencia de acariciarse. Después de secarse con la toallanotó la parte de abajo de un pijama estirado en la cama.Rápidamente se lo puso y volvió al salón. Mick estabasentado en el sofá. También se había cambiado los

    pantalones, sólo que los suyos eran de satén. Fin no vioninguna razón para fingir de modo que se sentó en el sofá

     justo al lado de Mick.

    Extendiendo la mano, Mick trazó su mandíbula con laspuntas de sus dedos. —Eres magnífico.

    (5) Estilo de diseño interior popular en Boston, Massachusetts, EEUU.

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    Fin sintió que sus mejillas se ruborizaban, pero no dijonada cuando Mick continuó haciendo un mapa de la cara deFin con sus dedos. Mick deslizó su mano bajando por elcuello de Fin para acariciar su pecho. Mick gimió cuando los

    pezones de Fin se endurecieron bajo su suave toque.Mirando desde su pecho hasta sus ojos, Mick sonrió. —Megusta un hombre sensible. —Dejó los pezones de Fin y viajóabajo hacia el paquete de seis del abdomen que Fin habíatrabajado tan duro por mantener.

    Mick gimió cuando su toque hizo que el juego demúsculos se moviera.

    Fin sintió su polla crecer más duro a cada segundocuando Mick se acercaba al elástico de los pantalones delpijama. Sin embargo, en lugar de continuar, Mick volvióhacia arriba hacia sus pezones. Pellizcó uno con sus dedosmientras su boca se cerró sobre el otro.

    Fin sintió los giros de la lengua de Mick cuando

    mamaba. Pensó que enloquecería antes de que Mickfinalmente se apartara y besara su camino hacia el cuellode Fin.

    Con una suave barrida de su lengua a través de loscerrados labios de Fin, Mick urgió a Fin a abrirlos.

    Suspirando, Fin abrió su boca y permitió que la lengua

    de Mick se deslizara dentro.Era como poner una mecha de dinamita.

    Mick se abrió más y su propia lengua encontró sucamino dentro de la boca de Fin. Fin necesitaba estar máscerca del hombre en sus brazos. Se reposicionó de modoque Mick estaba sentado en su regazo a horcajadas sobre

    sus muslos. Empujó su polla contra la erección de Mick

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    cubierta de satén. —Dios, te sientes bien. Ha pasadomucho tiempo. Probablemente no dure.

    Mick recorrió con sus dedos los largos rizos del cabello

    de Fin. Deslizó su culo adelante y atrás de la polla de Fin.Fin no pudo evitar notar el modo en que la polla de Mickchorreaba pre-semen por los blancos pantalones de satén,haciéndolos transparentes. Mick se movió de los labios deFin hacia el cuello, lamiendo y succionando su camino haciaabajo, dirigiéndose hacia el hueco en su garganta. Hizogirar su lengua en la pequeña hendidura y empezó aacariciar el pecho de Fin.

    Fin descansó su cabeza en el respaldo del sofá ypermitió que Mick lo probara. Continuó embistiendo contrael culo de Mick. Cuando Mick se movió para chupar ymorder sus pezones Fin supo que no duraría mucho más.Extendió la mano hacia abajo y sacó la muy impresionantepolla de Mick fuera de sus pantalones y empezó aacariciarlo al mismo ritmo de sus embestidas contra el culo

    de Mick. Fin metió su otra mano dentro de los pantalonesde Mick y pasó sus dedos por la grieta de Mick. Eso fuetodo lo que le tomó a Mick correrse. El cuerpo de Mick vibrótan duro en el regazo de Fin que su propia polla se dio porvencida y explotó dentro de los pantalones del pijama. Mickcolapsó contra el pecho de Fin y Fin lo rodeó con sus brazos.

    Ambos estaban respirando tan pesadamente queninguno podía decir nada. Finalmente, Mick elevó su cabezay miró a Fin. —Wow, eso fue otra cosa.

    Fin sonrió y levantó su cabeza para robar un beso. —Mmmmm… fue… pero ahora necesitaré otra ducha. —Sonrióy empujó sus pantalones mojados contra el culo de Mick.

    Mick asintió y se levantó, su polla y su saco todavía

    fuera de sus pantalones de satén. Se miró y sonrió. —

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    Vayamos los dos a tomar una ducha y a la cama. —Levantóa Fin y lo dirigió hacia la ducha.

    Mick se desnudó y cogió toallas limpias antes de abrir

    la ducha. Fin le observó moverse por el baño mientras sedesnudaba. La vista de la polla de Mick era demasiadatentación y se arrodilló delante de él. Mick tenía unahermosa polla. Era larga para un hombre tan delgado comoera. Fin trazó las venas que bajaban de la cabeza a la base.Ahuecó el saco de Mick y gentilmente lo apretó. —Dios,quiero probarte tan desesperadamente que me estámatando.

    Mick empujó su ahora erecta polla hacia la boca de Fin.—Estás invitado, estoy limpio. Tengo los papeles en la otrahabitación y no he estado con nadie desde hace un año.

    Fin miró arriba tímidamente. —Yo también estoylimpio. No he estado con nadie desde que me volvíprofesional. —Fin se encogió de hombros antes de que la

    pesada polla de Mick se metiera profundamente en su boca.Dios, había echado de menos esto. Fin amaba chupar pollas.La sensación de la suave piel sobre el músculo duro en sulengua lo volvía loco. Fin hizo girar su lengua alrededor dela cabeza varias veces antes de enterrar su lengua en laranura de la cabeza. Mick sabía fantástico. No había nadade amargor en su esencia. Fin abrió su garganta y tomó lapolla de Mick todo el camino hasta la base.

    Mick se sacudió y empujó sus caderas hacia la cara deFin. —Joder, eso se siente bien. Oh Dios… Fin, mejordetente antes de que me corra. Todavía planeo follar tuduro culo. —Mick levantó a Fin y se inclinó para saborearseen la lengua de Fin—. Maldición, bebé, eres bueno en esto.¿Por qué no has tenido sexo en casi siete años? Con unaboca como esa debería ser un crimen.

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    Fin continuó besando a Mick cuando entraron en laducha. La ducha era perfecta para follar. Era grande ysólida con un banco construido en una esquina y una repisaa la altura del pecho por el otro lado.

    Fin rompió el beso para mirar los hermosos ojos azulesde Mick. —Nunca antes había confiado en nadie que no mevendiera a la prensa antes que tú. Tengo algunosperiodistas siguiéndome que se han dado cuenta del hechode que no he sido visto con mujeres, pero les he dejadosaber que no tengo tiempo para una vida personal. Este esel momento de concentrarme en mi carrera y mi vida

    personal tendría que esperar. —Se encogió de hombros—.Parece que se lo tragaron porque nadie ha dicho nada enun tiempo.

    Mick pareció sorprendido por el comentario. Se apartóy miró en esos ojos verde hierba. —¿Por qué confías en mítanto después de haberme conocido sólo durante diez días?

    Fin se inclinó y lamió las gotas de agua del cuello deMick. —Porque mi pa confía en ti. Si sé algo sobre mi pa esque tiene buen ojo con la gente. —Fin bajó su mano por laespalda de Mick hacia su culo y apretó—. Amo este culo.

    Mick movió su mano hacia la polla de Fin. —No puedodecidir si me gustaría follarte o ser follado por ti. —Continuó acariciando la polla de Fin con ambas manos.

    Fin lamió los labios de Mick. —Fóllame, Mick.

    Mick giró a Fin y puso sus manos en la repisa. —Agárrate a la repisa, bebé. Voy a tener que usar un poco degel de baño. Conseguiré algo de lubricante mañana. —Findescansó su cabeza en su extendido brazo mientras Mickderramaba gel en su mano.

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    Fin gimió y empujó hacia sus dedos cuando agregó undedo y entonces lentamente un segundo dedo. —Se sientefantástico. Sigue así. —Se empujó atrás de nuevo cuandoMick sustituyó los dedos por su polla. Fin se empaló

    lentamente en la llena longitud de la polla de Mick—. OhDios, quema tan bien. Fóllame duro, Mick.

    Fin se sostuvo en la repisa mientras Mick bombeabatoda la longitud de su polla dentro y fuera del culo de Fin.Mick embistió en él tan duro que sabía que uno o ambostendrían moretones por la mañana. Mick se inclinó un pocoy mordió la espalda de Fin cuando su semen explotó

    profundamente dentro del culo de Fin.

    Antes de que Fin tuviera la oportunidad de correrseMick lo giró y se tragó su polla. Fin embistió su polla bajo lagarganta abierta de Mick cuatro veces antes de corrersecon un grito que hizo vibrar la ventana.

    Después de tomar aire, salieron y se secaron el uno al

    otro. Todavía tocándolo, Mick dirigió a Fin a su habitación.El cuarto estaba decorado con sombras de verde conénfasis en el blanco. Fue a la cama y apartó el cobertor.Besó a Fin. —Métete en la cama, bebé. Voy a asegurarmede que todo está cerrado por la noche. Volveré.

    Fin se deslizó en la cama, estaba en el cielo. Micktenía sábanas de satén blanco que se sentían frías en su

    piel. Eso hacía que el calor anormal de mayo fuerasoportable. Fin se extendió y colocó sus manos tras sucabeza. No podía creer el giro que su vida había dado enlas últimas veinticuatro horas. El sexo en la ducha habíasido el mejor de su vida. Bien valió la pena esperar sieteaños. Fin esperaba que Mick quisiera continuar estarelación en ciernes entre ellos pero su falta de autoestimaestaba empezando a meter dudas en su cabeza.

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    Mick volvió a la cama, apagando las luces. Gateó juntoa Fin y se acurrucó contra su pecho. —Hay un mensaje enel contestador de Sean. Finalmente llamó para decir quetodo va bien en Irlanda. Dijo que llamaría de nuevo el

    próximo domingo por la noche. —Mick acarició la sombrade su barba de las cinco contra el pecho de Fin—. Graciaspor confiar en mí, Fin.

    Fin lo levantó para un beso. —No me lo agradezcas.Estaba pensando que el sexo que acabamos de tener en laducha es el mejor de mi vida. Debería agradecértelo a ti. —Sí, sus nervios estaban definitivamente sacando lo mejor

    de él. Se aclaró la garganta y acarició la espalda de Mick—.¿Crees… Crees que podamos repetirlo otra vez alguna vez?

    Mick se acomodó en sus brazos. —No sé qué piensasde mí, Fin, pero no tengo sexo casual con nadie. ¿Dijisteque confiabas en mí? Bien, yo también confío en ti. Confíoen que esto es más que una vez casual en algún tipo dearreglo. Me gustaría seguir viéndote cada noche hasta que

    te canses de mí o te tengas que ir... lo que sea que vengaprimero.

    Fin lo besó. Puso más sentimiento en ese beso de loque se había permitido antes. —No quería ofenderte. Séque todo el mundo ve mi tamaño y mi posición y piensaque soy otro engreído deportista pero eso no podría estarmás alejado de la verdad. —Mick se acurrucó contra sucuello para escuchar y Fin recorrió con su mano el cortocabello negro de Mick—. Siempre he sido muy consciente.No sé si es toda la mezcla de los sentimientos entre pa y yoo qué. Sólo que nunca sentí que fuera lo suficientementebueno. El fútbol es la única cosa en la que he destacado.Infiernos, incluso mi graduado en la universidad es unabroma. —Tomó una profunda respiración y la liberó

    lentamente—. Supongo que es duro para mí creer que soylo bastante bueno para que alguien, aparte de mi madre, se

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    preocupe por mí. Tendrás que aguantarme mientras intentotrabajarlo por mí mismo.

    Mick besó su cuello. —Ya me preocupo por ti. Créeme

    cuando te digo que si mis sentimientos cambian hacia tiserás el primero en saberlo. No juego con esas cosas. Másque nada, no quiero enamorarme de ti.

    Fin se tensó en los brazos de Mick. ¿Por qué Mick seríadiferente de los demás?, pensó.

    Mick besó su cuello de nuevo. —No quieroenamorarme de alguien que sé que se va a ir. Tampocoquiero enamorarme de alguien que esté tan dentro delarmario que no pueda sacarlo a bailar o a cenar como unaverdadera pareja.

    Fin reanudó las caricias al cabello de Mick. —Entiendolo que estás diciendo. Me siento de la misma manera sobreestar asustado del amor. Desearía tener el tipo de carrera

    donde no importara si soy gay o no perodesafortunadamente no lo es. La liga de fútbol profesionaltodavía no es definitivamente una buena carrera a escogerpara un hombre abiertamente gay. Todavía tengo unospocos años más para jugar. Apesta, pero supongo quepondré mi propia vida en espera hasta que me retire. —Finse pasó la mano por los ojos—. Cada día que me levantome siento como un fraude y un mentiroso. No tengo ningún

    amigo en Nueva York porque estoy paranoico de que se leescape algo. Durante la temporada paso mis díastrabajando o practicando y mis noches normalmentedelante de la tele. Sólo desearía poder ser lo que soy ytodavía poder jugar al deporte que amo.

    Después de que Fin acabara, Mick saltó encima de él.Se sentó a horcajadas en los muslos de Fin y empezó a

    acariciar su polla. —Tú tienes un amigo ahora. Por tanto

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    tiempo como me quieras. No me gustaría y no puedoprometerte que no discutamos porque estés encerrado enel armario, pero nunca te sacaré. —Se inclinó y le dio a Finuna serie de apasionados besos—. ¿Me harás el amor antes

    de que nos vayamos a dormir? No tengo lubricante perotengo a mano una crema en la mesita al lado de la cama.

    Fin sonrió y tiró de Mick de modo que estuviera bajo él.Fin alcanzó la crema y derramó una buena cantidad en sumano. Se deslizó por el cuerpo de Mick hasta que su caraestuvo ante las separadas mejillas del culo. —Sepáralasmás para mí. Quiero saborearte primero.

    Mick gimió y enganchó sus rodillas encima de susbrazos, presentando su agujero. —Sí, bebé. Saboréame.

    Fin lamió el agujero fruncido con su lengua. Chupandoy lamiendo, lentamente empujó su lengua dentro delagujero de Mick. Mick gimió y apretó los músculos de suculo en la lengua de Fin. —Por favor, Fin, te necesito dentro

    de mí. —Mick jadeó cuando Fin observó los músculos de suestómago ondeándose. Lamiendo su camino de vuelta haciala grieta de Mick, Fin se metió en la boca su saco cuandoMick continuó gimiendo. Fin sonrió para sí mismo, nuncahabía tenido a nadie tan estimulante antes. Decidió jugarun poco más pellizcando la tierna piel alrededor de la pollade Mick.

    —Oh Dios… Oh bebé… Por favor… 

    Cuando pensó que Mick había sido lo bastante tentado,Fin preparó el agujero de Mick con la crema. Se sentó sobresus rodillas, lubricó su polla y colocó las piernas de Mickencima de sus hombros de modo que pudiera estar lo máscerca posible. Alineó su polla y empujó muy lentamente,alargando el placer de Mick. Mick lo tomó todo y gritaba por

    más. Fin empezó a bombear su polla dentro y fuera de Mick,

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    lentamente acelerando y presionando. Contra más duroembestía, más parecía gustarle a Mick. Mick acabó con susrodillas sobre su propia cabeza, casi tocando el colchóncuando Fin bombeaba en él tan duro como podía. —Oh

    Mick… Oh, voy a correrme, cariño.

    Mick empezó a acariciarse más duro. —Córrete dentrode mí, bebé. —Fin empujó sus caderas a una aterradoravelocidad y se corrió profundamente dentro del culo deMick. Colapsó entre los muslos muy extendidos de Mick, semovió hacia abajo y se tragó su polla. No tuvo laoportunidad de hacer nada aparte de tragárselo antes de

    que Mick empezara a disparar bajo su garganta.

    Ambos estaban casi dormidos cuando Mick finalmenterodó bajo Fin y desapareció en el baño. Fin pudo escucharel agua del lavamanos correr y entonces Mick volvió a lacama con una caliente toalla en sus manos. Amorosamentelimpió la polla de Fin y tiró la tela al suelo. Se acurrucaron

     juntos y se durmieron.

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    a alarma del despertador de Mick se disparócuatro horas más tarde. Mick levantó su brazo hacia el relojy lo golpeó hasta que se detuvo. Se acurrucó de nuevo

     junto al hombre grande y musculoso a su lado, enterrandola cabeza en su cuello y mordisqueándolo suavemente,después de cada mordisco Fin recibía un golpe calmante de

    su lengua. Mick podría perfectamente quedarse allí todo eldía, pero tenía que estar abajo en menos de una hora, ytener el pub listo para trabajar. Mordió un poco más fuertey alcanzó con su mano la erección de la mañana, de Fin. —Mmm te sientes tan bien y tan caliente.

    Fin entreabrió sus ojos y le sonrió —¿Qué hora es? —Perezosamente se empujó en el puño de Mick.

    —Las nueve y cuarto. Por desgracia, es hora delevantarse, aunque podríamos tener tiempo para un masajerápido. —Sonrió a Fin mostrando sus hermosos hoyuelos

    Fin tiró de él colocándolo a su lado y quedando frentea frente, quitó la mano de Mick de su polla y comenzó amoverse frotando sus penes, uno contra otro. Agarró el

    culo de Mick y lo besó profundamente a pesar del alientomatutino.

    Mick frotó su dura polla contra la de Fin. —Se sientetan bien. No sé si volveré a tener suficiente de ti. —Metió lamano entre ellos y le pellizcó los erectos pezones. Fin secorrió, se derramó con tanta fuerza que Mick realmentesintió el chorro de semen en su estómago y pecho, y él le

    siguió casi de inmediato volviendo a remojar sus cuerpos.

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    Siguieron besándose y acariciándose hasta querecuperaron sus fuerzas. Mick se sentó y sacó las piernasde la cama —¿Por qué no te metes en la ducha primero?Yo voy a preparar el desayuno, si nos duchamos juntos

    nunca vamos a ir trabajar. Aunque estoy seguro de que novoy a poder andar hoy. Miro por encima del hombro a Fin ysonrió.

    Fin le devolvió la sonrisa. —Terminaré en un par deminutos. ¿Tienes alguna sudadera o algo así que puedasprestarme? Voy a tener que ir a casa para coger algo deropa porque la idea de ponerme esa ropa que apesta a

    patatas fritas me enferma.

    Mick se echó a reír —Claro, tengo algunas sudaderasque puedo prestarte. No puedo esperar para verte con ellas.El pantalón del pijama que llevabas anoche, es un regalode… un amigo. Son dos tallas más grandes que los míos,pero no tuve corazón para tirarlos. —Mick se levantó y fuea su armario. Volvió con un par de sudaderas negras y una

    camiseta gris—. Tal vez puedas traer tu maleta aquí, quierodecir… si quieres hacerlo.

    Fin tenía una mirada rara en su cara. Después moviósu cabeza un poco. —Si, me gustaría hacer eso —Selevantó y se fue a la ducha.

    Mick no estaba seguro de lo que había dicho para

    poner esa mirada en la cara de Fin, pero sabía que no legustaba. Entró en la cocina para empezar con el desayuno,cogió el tocino y los huevos, todavía pensando en eso.

    El bacon estaba hecho para el momento en que Finentró en la cocina, con el cabello largo y rizado aungoteando sobre la camiseta. Mick sonrió al ver loperfectamente ajustada que esta le quedaba. —Maldita sea

    bebé, tal vez debas dejarte puesta siempre esa camiseta.

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    Fin se miró a sí mismo y se encogió de hombros. —Yopuedo freír los huevos mientras te duchas.

    Mick se limitó a asentir y se dirigió a la ducha. El

    humor de Fin aun no había mejorado. Cuando se estabaduchando se dio cuenta de lo que pasaba. —Cristo. Fin estáceloso. —¿Por qué no pensó antes que el comentario sobrela parte inferior del pijama podría ser un error? Mick se lavóel cabello mientras pensaba en tomar algunas decisionesimportantes. Para el momento en que estuvo vestido denuevo ya sabía que iba a tener que ser honesto con Fin, ydecirle lo que nadie sabía en Boston, excepto Sean.

    Fin estaba sentado en la mesa tomando una taza decafé, cuando Mick entró en la habitación. Se levantó le dioa Mick otra taza y sacó los platos con bacón y huevos delhorno.

    Mick sabía que tenía que hacer esto rápidamente o searriesgaba a perderlo todo. Se aclaró la garganta hasta que

    llamó la atención de Fin. —Puedo decir que algo anda mal,y creo que me di cuenta de lo que es. —Se sentó en lamesa de la cocina—. ¿Tú estado de ánimo tiene algo quever con el comentario que hice acerca del pantalón delpijama que me dio un amigo?

    Fin bajó la mirada al plato y removió los huevos. —Séque no tengo ningún derecho a sentir celos de alguien de tu

    pasado. ¡Infiernos! Esta es la primera vez en mi vidaincluso que he estado celoso. Voy a superarlo.

    Mick se inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Fin.—No hay absolutamente nada de lo que tengas que estarceloso. —Apretó la mano de Fin un poco más fuerte—. Loque voy a contarte nadie más lo sabe en Boston exceptoSean, pero confió en que tú guardarás mi secreto. — 

    Cuando Fin asintió, Mick suspiró profundamente.

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    —¿Alguna vez has oído hablar de Ian Gallagher?

    Fin lo miró como si estuviera loco. —Por supuesto. Fueuno de los mejores tenores del mundo antes de su

    desaparición. —Mick sonrió—. Él no desapareció. Decidiódejar el mundo de la música, se cortó el cabello, se mudó aBoston a vivir encima de un pub y se convirtió en camarero

    Fin se levantó de un salto derribando su silla en elproceso. —¡Cómo! ¿Estás diciéndome que tú eres IanGallagher?

    Mick se echó a reír y sacudió la cabeza. —No, te estoydiciendo que Ian Gallagher fue el nombre artístico de tenorque yo usaba antes de convertirme en camarero.

    Fin todavía se veía confundido. —Lo siento, pero aunno lo entiendo. ¿Por qué abandonaste el mundo de lamúsica, para vivir en un pub y convertirte en camarero?

    Mick se puso en pie y lo abrazó. —Es una larga historia.Básicamente me hice tan famoso y rico que perdí de vistalo que era importante en mi vida. Me olvidé de la razónprincipal por la que yo empecé a cantar. —Mick se tomó unmomento para poner sus pensamientos en orden—. Crecípobre. Ya te dije que mi papá se fue cuando yo tenía cuatroaños. Bueno, pues él nos dejó solos a mi mamá y a mí. Ellatenía tres trabajos a tiempo parcial para poder salir

    adelante.Siempre tuvimos un techo sobre nuestras cabezas,pero no mucho más. Cuando mi mamá estaba en casa porlas noches, nos sentábamos en el sofá y cantábamos. Undía cuando yo tenía alrededor de catorce años, estabasentado fuera en la escalera de incendios cantándole a mimadre, y el coche de un agente de música se estropeó

     justo al lado de mi edificio. Debió oírme cantar, porque losiguiente que supe es que subió la escalera de incendios y

    me propuso que firmara un contrato con él en el acto. Lo vi

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    como una forma en la que mi mamá y yo pudiéramos salirdel edificio gubernamental en donde vivíamos. Así queterminé firmando con el agente y él me hizo rico y famoso.Justo lo que yo pensaba que quería.

    Mick respiró tratando de poner en orden sus recuerdos.—Mi mamá nunca tuvo que trabajar otro día. Después dedoce años en el negocio me había obsesionado con serfamoso, no podía ganar dinero con la suficiente rapidez. Mimadre quería hablar conmigo, pero yo estaba demasiadoocupado con el próximo concierto como para hablar con ella.Un día recibí una llamada de mamá diciendo que no se

    encontraba bien, yo…  —Mick dejó de hablar y se secó laslágrimas de sus ojos—. Le dije que fuera al médico, que selo podía permitir. Yo estaba demasiado ocupado como paraser molestado. Mi madre murió de un aneurisma cerebraldos días más tarde.

    Fin lo beso en la frente. —Oh, cariño lo siento mucho.

    Mick cerró los ojos y Fin lo sostuvo aun más fuerte. —Recibí la llamada después de bajar del escenario una noche,esa fue la última vez que canté por dinero. Despedí a miagente y cancelé todas las fechas de conciertos que auntenía abiertas, y me trasladé a Boston. Entré en el bar undía. Estaba completamente vacío, excepto por un camareroviejo y sabio llamado Sean. Me senté y hablé con él durantehoras, también volví los días siguientes y hablé con élmucho más. Me hizo ver que tenía dinero suficiente paratoda la vida. Que la vida era para vivir, no solo para hacerdinero.

    Mick miró profundamente a los ojos verdes de Fin. —Me dijo que él había cometido un montón de errores en suvida por pensar que el éxito seria igual al amor. Sabía quehabía aprendido su lección demasiado tarde, pero quetodavía había tiempo para mí. Sean me ofreció un trabajo,

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    no tenía nada más que hacer así que lo acepté. Fue lamejor decisión que he tomado. Ahora cuando yo canto parala gente en el bar, es porque me apasiona no porquealguien me pague por hacerlo. —Besó a Fin suavemente—.

    Los pantalones del pijama fueron un regalo de mi agente,no son de un ex amante.

    Mick lo besó otra vez y Fin se ruborizó. —Lo siento.Debes pensar que soy un psicópata por ponerme celosodespués de una sola noche juntos.

    —No, no creo que seas un psicópata. Yo siempre he

    tenido amantes de una sola noche en toda mi vida. Nuncale he pedido a nadie que se quede conmigo. Fin, inclusodespués de una sola noche contigo, puedo decirhonestamente que nunca he sentido por otro hombre lo quesiento por ti. No sé qué es exactamente lo que estoysintiendo, pero sé que es algo grande.

    —Bien, porque yo me siento de la misma manera. —

    Fin lo besó de nuevo y se dirigió a las escaleras—. Voy asalir a hurtadillas ahora, antes de que Sally venga atrabajar. ¿Te importaría si vuelvo más tarde? Tengo quecorrer mis diez millas hoy y trabajar con la máquina depesas en el gimnasio. Si no lo hago esta mañana tendréque hacerlo esta tarde, y yo tenía la esperanza de poderpasar una tarde agradable en el sofá contigo.

    Mick miró de nuevo esa camiseta ajustada al cuerpo.—Eso suena bien. Haz lo que tengas que hacer, para quepodamos pasar toda la tarde abrazados.

    Fin asintió y se dirigió escaleras abajo.

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    El bar estaba muy flojo para un domingo. Mick le dijoa Sally que podía irse a casa antes de tiempo, si quería. Jeffhizo pan de maíz y una olla de estofado y también se fuepronto. A las seis Mick y Fin decidieron cerrar el pub y novolver a abrir en toda la noche ya que solo habían tenidounos treinta clientes en todo el día.

    Fin miró a Mick, que estaba limpiando detrás de labarra. —¿Esto está normalmente así de muerto losdomingos? —Mick recogió el último de los vasos sucios, yvolvió a la barra—. A veces. —Miró a Fin y sonrió—.Excepto en la temporada de futbol. Entonces, este lugarestá lleno. —Fin se sorprendió—. ¿Quieres decir que pa traeun televisor al pub para ver el futbol?

    Mick se echó a reír y cogió un mando a distancia. —Mira. —Apretó un botón y una gran pantalla blanca sedeslizó hacia abajo desde el techo. Mick apretó otro botón yun aparato de proyección se encendió, proyectando laimagen en la gran pantalla blanca. Fin miró hacia el techo.No se había dado cuenta de la unidad de proyección queestaba allí instalada.

    —¿Cuánto tiempo hace que está esto ahí? —Fin fuehacia la barra y se colocó detrás de Mick. Este se encogióde hombros—. No lo sé. Desde que estoy aquí seguro. Porlo general, en temporada baja Sean pone cintas de videode tus antiguos juegos. —Mick alcanzó la espalda de Fin ytiró de sus caderas hacia él. Fin lo envolvió con sus brazos,y comenzó a frotar su polla contra el culo de su amante.

    Colocó su cabeza sobre el hombro de Mick—. Lo siento.

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    Exactamente no entiendo lo que está pasando. ¿Quéantiguos juegos son los que tiene pa en unas cintas?

    Mick se dio la vuelta y tiró de la mano de Fin hacia la

    oficina. —Ven conmigo, tengo que enseñarte algo. —Entraron en la oficina de Sean, se acercó al enorme armariode almacenamiento y quitó el seguro de la puerta. Abrió elarmario y se quedó detrás.

    Fin vacilante asomó la cabeza en el armario. Estaballeno de cintas de video, muchas estanterías solo con cintasde video. Entró en el armario, para observarlo todo

    detalladamente. Estaban todas etiquetadas con la perfectaescritura de pa. Parecía que había una cinta de video decada juego que Fin había jugado a partir del primer año dela escuela secundaria y terminando con el último partido dela temporada pasada.

    Fin lentamente tocó una de las cintas. No podía creerque realmente estaba viendo esto. Bajó la cinta del regreso

    a casa de su último año en la escuela secundaria. Fin corriócinco touchdowns en ese juego. Deslizó la cinta en supecho y se sentó en el suelo del armario. No se podíamover, no podía respirar. Sintió las mejillas húmedas y sedio cuenta de que estaba llorando.

    Mick se sentó junto a él. Lo envolvió en sus cálidos yreconfortantes brazos. Fin se volvió y apoyó su cabeza

    sobre Mick. —¿Por qué? ¿Por qué pa me trata como si nisiquiera supiera que he estado vivo durante treinta años, yhace esto? —Fin señaló todas las cintas—. No pensé quealguna vez me hubiera visto jugar

    Mick secó las lágrimas de Fin. —No lo sé, bebé. Eso esalgo que tú necesitas hablar con él. Lo único que sé, es queno pasa un día en que no hable de ti de una forma u otra.

    —Sujetó la cara de Fin y besó sus ojos—. Para ser honesto

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    contigo, hasta que te conocí yo pensaba que debías ser unhijo muy ingrato. Luego, cuando vi tu reacción a las fotosen las paredes me di cuenta de que había más en estahistoria de lo que yo pensaba. Fin, Tú realmente necesitas

    arreglar las cosas con Sean antes de que sea demasiadotarde —Mick se detuvo bruscamente, como si hubierahablado más de la cuenta.

    Fin se echó hacia atrás un poco y lo miró. —¿Quéestás diciendo? ¿Hay algo qué no me estás contado?

    Los ojos de Mick se llenaron de lágrimas —Estoy

    diciendo que necesitas hablar con Sean. Créeme. Nunca sesabe si va a haber un mañana —Mick tiró de él para besarlo.Lamió las lágrimas de su cara y lo besó apasionadamente.

    Fin dejó caer el video, cogió a Mick y lo puso sobre suregazo. Pasó las manos a lo largo de la espalda de Mick,hasta llegar a su culo. Besó su mandíbula y fue bajando porla garganta. Le sacó la camiseta, y comenzó a chupar y

    morder sus pezones. Fin estaba como un poseso. No secansaba. Se dio la vuelta, puso a Mick sobre el suelo delarmario y empezó a trabajar en los pantalones de Mick.

    Mick pareció entender lo que necesitaba y le ayudó,quitándole la camiseta y los pantalones. Fin se echó encimade él apoyándose en sus fuertes bíceps y antebrazos. Seinclinó y le pasó la lengua por los labios. —Quiero hacerte

    el amor, Mick. —Se levantó un poco para buscar en elbolsillo de su pantalón, sacando un pequeño tubo delubricante. Lo levantó como si hubiera encontrado el premioen una caja de cereales—. Tuve la sensación de que hoypodría necesitar esto en algún momento.

    Mick pasó sus manos por el pecho y el abdomen de Fin,alcanzó su polla y lo miró. —Pon un poco de lubricante en

    mi mano para que pueda lubricarte, mientras tú me estiras.

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    Fin echó un buen chorro en la mano de Mick, y pusoun poco en sus propios dedos. Le abrió las piernas un pocomás y rápidamente le lubricó y dilató el culo, mientras Mickle acariciaba la polla. —No puedo esperar más cariño. —Fin

    sintió cómo la cabeza de su pene se deslizaba lentamenteestirando los músculos del culo de Mick. Notó el calorenvolviendo su polla mientras se introducía cada vez más.Mick comenzó a gemir y a empujarse hacia el pene de suamante. Fin quería hacer sentir a Mick cada centímetro desu deseo. Le gustaba hacerle el amor así, cara a cara. Paróde pronto, cuando fue consciente de a dónde se dirigían suspensamientos. ¿Hacer el amor? Fin se sacudió elpensamiento y continúo el viaje en el culo de Mick. Legustaba la forma en que Mick apretaba los músculosalrededor de su pene. Se inclinó para pasar su lengua porel borde de los labios de Mick. La lengua de Mick serpenteóy lamió su lengua. Fin invadió su boca como un héroeconquistador. Pasó la lengua por cada parte de la boca desu amante. Empujó sus caderas con firmeza pero

    lentamente. Fin no quería un polvo rápido y furioso estavez. Quería recordar este momento por el resto de su vida.Fue en ese instante cuando finalmente lo entendió. Al fincomprendió por qué la gente estaba dispuesta a ir encontra de sus familias, de sus jefes, por el amor de un buenhombre. La mayoría de la gente ve la vida en blanco ynegro, pero Mick y él eran grises. Fin rió en voz alta de supropio juego de palabras. Mick retrocedió un poco y levantó

    las cejas—. ¿Qué es tan gracioso?

    Fin se inclinó para darle un rápido beso. —No meestoy riendo de ti, cariño. Estaba pensando que nosotros nosomos gay, somos grises. —Se dio cuenta de que Micktodavía no lo entendía—. En un mundo negro y blanco,nosotros dos somos de color gris.

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    Mick sonrió y empujó sus caderas hacia la polla de Fin.—Seré gris en tu mundo en cualquier momento. —Mickllegó hasta su propia polla y comenzó a acariciarse,parando al tercer toque para recoger el líquido pre-seminal

    que salía de la cabeza. Recogió con su mano el pre-semeny lo llevó a la boca de Fin. Este lamió la palma de la manode Mick hasta limpiarla, después se inclinó para invadir suboca una vez más, compartiendo la propia esencia de Mickcon él. Continuó su ritmo golpeando más rápido, más fuerte,mientras Mick miraba sus ojos. Cuando sintió que sus bolasse tensaban, besó a Mick con toda su pasión—. Me voy acorrer. ¿Estás listo?

    —Dámelo. —Dijo Mick con una sonrisa.

    Fin se enterró tan profundamente como le fue posibley estalló. Mick lo siguió, disparando un chorroimpresionante de esperma entre ellos.

    Se desplomó y rodó un poco al lado de Mick. Se le

    quedó mirando durante mucho tiempo, incapaz de pensaren otra cosa que en el terror que de pronto le consumía. Sedijo que de ninguna manera podría hacer esto. Fin nopermitiría que las emociones obstaculizaran este romanceque duraba ya un mes. Se dio la vuelta y se sentó. —Creoque debemos subir al piso de arriba, pa se moriría sisupiera lo que estábamos haciendo en su armario de losvideos. —Fin sintió cómo el cuerpo de Mick se tensó, perohabía desaparecido en cuestión de segundos.

    Mick se levantó y echó una mano a Fin. —Vamos,cojamos un gran plato de estofado y pan de maíz y vamosarriba a ver una película.

    Más tarde esa noche, con Die Hard sonando en latelevisión, el teléfono sonó, despertando a la pareja,

    dormidos entrelazados en el sofá. Mick se levantó medio

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    dormido buscando el teléfono. Lo encontró debajo de lamesa del café, donde había sido arrojado en un momentode pasión. Contestó el teléfono.

    —¿Ho…hola?—Mick hey, soy Sean. ¿Cómo está yendo todo en el

    bar?

    Mick se aclaró su adormecida voz y parpadeó variasveces. —Hola Sean. El pub ha estado bien. Cerramos unahora antes anoche. No hay bastante negocio los domingosúltimamente. —Mick miró el reloj. Eran las ocho y media, loque significaba que era mucho después de la medianocheen Irlanda.

    —Sí. Va a estar así un par de meses, hasta que latemporada de futbol comience de nuevo.

    Mick tragó y cerró los ojos, recordando que Fin prontose iría. —Sí, tienes razón. ¿Qué te parece si se cierra el barlos domingos hasta entonces? Simplemente no merece lapena el dinero que se gasta en mantenerlo abierto ahora.

    Sean dejó escapar un suspiro. —Voy a pensarlo unpoco. Hablando de otra cosa… ¿has visto mucho a Calder?He intentado llamar a casa durante la semana pasada, perosiempre salta el contestador.

    Miró a Fin intentando averiguar si él quería hablar conSean. Fin negó sacudiendo su cabeza. —Ha estado muchotiempo entrenando, y lo vi hoy en el pub. Puede ser quesaliera después de que cerramos.

    Mick movió sus cejas graciosamente a Fin, y este se lopagó tirándole una almohada.

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    —¿Por qué estás levantado tan tarde? ¿Te encuentrasbien? —Mick quería preguntarle por su salud, pero noquería que se le escapara nada, con Fin ahí en la sala.

    —Bueno, esa es una de las razones por las que llamo.He estado notando un poco de dolor, no sé si es el cáncer oque he estado caminando mucho por aquí, pero he pensadoen ver a un medico mañana, solo para estar seguro. Queríasaber si podrías ir a casa a buscar mi tarjeta sanitaria derepuesto y mandarme un fax con una copia. La mía se mojócon la lluvia de aquí y se estropeó. También me puedesmandar por fax el expediente médico que he ido guardando.

    Está en el último cajón de mi escritorio, en casa. No esrealmente técnico pero por lo menos el médico de aquítendrá una idea de las pruebas que me han realizado y losmedicamentos que ya han probado.

    Mick se preguntaba cómo iba a escapar de Fin eltiempo suficiente y sin que se diera cuenta, para podermandar por fax toda la información que Sean le estaba

    pidiendo. —Veré lo que puedo hacer. —Mick se alejó de Finy caminó por la habitación. En voz baja, casi en un susurrole hizo un par de preguntas más—. ¿No crees que seríamejor si vienes a casa? ¿Y qué le digo a Fin si quiere saberpor qué he ido a tu casa?

    Sean dejó escapar un suspiro de frustración. —No heterminado todavía lo que me propuse conseguir con esteviaje. No voy a volver a casa hasta que crea que la tarea seha terminado. Puedes decirle a Fin que me tropecé y metorcí un tobillo y que por eso necesito que me envíes porfax la tarjeta sanitaria. Eso es lo que quiero que le digas.Por supuesto que si yo le pidiera a él que me enviara latarjeta por fax, no podría decirle que me mandara elinforme médico. No sé Mick, seguramente tú puedes pensar

    algo. Eso sí, no le digas nada del cáncer todavía.

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    Mick se pasó una mano por el cabello en señal de lafrustración que sentía con ese hombre tan obstinado. —Deacuerdo, Sean ¿Quieres que le diga algo a Fin si lo veo?

    Fin tomó la pregunta como una invitación y bajó susudadera, por lo que su polla saltó libre. Mick sonrió y sepasó la lengua por los labios.

    —Dile a él... —Sean empezó a toser a través delteléfono. La tos se llegó a poner tan mal que Mick tuvomiedo de que no pudiera detenerse. Apretó el teléfono confuerza rogando para que su amigo parara.

    —Dile que lo quiero y que me alegro de que esté encasa donde pertenece —Sean tosió un par de veces más—.Voy a dejar que vuelvas a lo que estabas haciendo. Solomándame tan pronto como puedas el fax a este número…—Sean le leyó el número de fax de su primo y cuando colgótodavía continuaba tosiendo.

    Mick volvió a mirar a Fin de nuevo. Dios ¿cómo pudometerse en medio de todo eso? Fue rápidamente distraídopor la visión de Fin acariciándose lentamente su erección.Parecía una especie de sultán, descansando perezosamenteen el sofá, con fuego en sus ojos y la polla en su mano.Mick dejó caer el teléfono sobre la mesa y se arrodilló juntoal sofá. Lo miró a los ojos y luego bajó su mirada a la pollapalpitante delante de su cara.

    Fin pasó el dedo por las venas a lo largo de su polla, ysecó una gota de humedad de la punta. Llevó el dedo a loslabios de Mick, tentándolo. Abriendo su boca, Mick pasó lalengua a lo largo del dedo delgado de Fin. Cerró su bocasobre la parte superior, tragando hasta el nudillo. Gimiócuando el sabor explotó en su lengua. Se sacó el dedo ymiró a los ojos de Fin

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    —Más. Quiero más de ti. Voy a chupar tu polla hastaque explotes en mi boca y después voy a follar tu culo. Voya llegar tan profundo dentro de ti, que vas a saborear misemen en tu boca.

    Fin se recostó en el sofá y abrió sus muslos. —Soytodo tuyo, Mick. Lo he sido desde que puse los ojos en ti. Elpensamiento de tu boca en mi polla me deja queriendo más.Mi culo está palpitando con la idea de tu dura polla en él.Así que vamos. Dame lo mejor de ti.

    Mick consiguió lo que se había propuesto. Tenía a Fin

    gritando tan fuerte en el momento en el que lo estabafollando, que estaba seguro de que estaría ronco por lamañana. Más tarde, después de su ronda de lucha libre enel sofá, Mick llevó a Fin a la habitación y lo acostó a su lado.

    Lo besó tiernamente y lo miró a sus ojos verdeoscuros. —Tengo que ir a la casa de Sean, y mandarle unfax con la copia de su cartilla médica. Ha estado teniendo

    un poco de dolor en el pecho, pero piensa que puede ser detodo lo que ha estado andando. —Se inclinó y beso a Finotra vez—. No será mucho tiempo. Te voy a despertarcuando llegue a casa. No tenemos que trabajar mañana, asíque tenemos toda la noche para jugar.

    Fin lo miró con los ojos entrecerrados. —¿Por quérazón pa te pide a ti que le envíes por fax la tarjeta?

    Mick le pasó las manos por sus rizos oscuros. —Tratóde llamar a casa, pero por alguna razón saltó el contestador¿Podrías pensar en alguna razón por la que no estabas encasa? —Sonrió—. De todas formas lo que él necesita es quese le envíe el fax durante la noche. Con la diferencia horariay todo eso, será más fácil para él si me voy a hacerlo ahora.

    Fin negó con la cabeza. —No, yo voy. Es mi pa y yotengo una llave de la casa.

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    Mick sonrió y lo besó. —Le dije a Sean que lo haría.Además tengo una llave de su casa, me la dio hace variosaños. Tú solo duérmete y descansa. La forma en que mipolla se está poniendo en marcha, me dice que voy a

    necesitar todo lo que tú puedas dar de ti.

    Mick estaba de vuelta en la cama en una hora. Findormía profundamente, así que decidió aprovechar laoportunidad para tomar en sus brazos al hombre del queestaba enamorado. No había querido enamorarse, perorápidamente esto se le había ido de las manos. Mick sabíaque no podía mentirle acerca de su pa .Por eso le dijo que

    Sean estaba teniendo dolor en el pecho. No era toda laverdad, pero tampoco era mentira.

    Con sus brazos alrededor de Fin, trató de decidir lamejor forma de actuar con respecto al secreto tan bienguardado de Sean. Fin tenía todo el derecho a saber que eltiempo que le quedaba a su pa era corto ¿De qué pensabaSean que estaba salvando a Fin? ¿Tenía miedo de que lo

    tratara de disuadir de su viaje a Irlanda? Todos los queestaban cerca de Sean, sabían de sus ganas de volver aIrlanda antes de su muerte. Mick consideró sus decisiones.Podría ir contra los deseos de Sean y contárselo todo opodía seguir manteniendo al hombre del que estabaenamorado en la oscuridad. Mientras le daba vueltas a lasopciones en la cabeza, lentamente retiró las sábanas que

    cubrían el cuerpo de Fin. Este era la encarnación de laperfección masculina, un fuerte guerrero con un grancorazón.

    En el momento en que el aire frio golpeó su piel, Fincambió de postura en busca de calor. Encontró ese calor enel cuerpo de Mick. Aún dormido, se acurrucó junto a sucuerpo y colocó la mano en la polla de Mick, que se puso

    dura en un santiamén. Él continúo con el estudio del cuerpode Fin. Con solo unos cuantos vellos negros en su pecho, la

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    mayoría de los músculos de Fin se definían con claridad.Sabía lo duro que Fin había trabajado para mantener sucuerpo en esa condición. De repente se sintió culpable pordesear que Fin renunciara a la vida por la que había

    trabajado tan duro, para permanecer en Boston con él.Mick rodeó los pezones de Fin y observó las pequeñasprotuberancias que sobresalían como si fueran en busca desu beso. Decidió obedecer la invitación tácita, inclinó lacabeza y tomó el pezón en su boca. Lamió y golpeó con lalengua la creciente protuberancia y la tomó entre susdientes, mordiéndola suavemente. Fin gimió en su sueño ysu mano comenzó un ritmo inconsciente a acariciar el penede Mick. Como Fin abrió sus ojos, Mick miró el rostrosoñoliento y no pudo resistirse a poner un suave beso enlos labios hinchados por el sueño. Llevó su propia manohasta la base de la polla en la erección de Fin. Le acarició elperfecto pene como si fuera la suave piel de un gatito. Mickllegó más abajo, y colocó las manos en el pesado escrotode Fin, rodando las bolas en su mano.

    Fin se empujó hacia él y lentamente abrió los ojos. —Mmmm… más. —Fin comenzó una investigación más afondo de la polla de Mick, mientras continuaba su propioempuje en la mano de Mick—. Tan caliente, cariño.

    Mick se subió encima de Fin y frotó su goteante polla alo largo de su abdomen, dejando un rastro blanco nacarado

    a su paso. —Quiero montarte Fin.—Mmmm… —Fin gimió y colocó a Mick sobre su polla,

    llegó a la mesilla de noche y sacó el tubo de lubricante—.Tengo que lubricarte primero. —Fin echó poco a poco ellubricante sobre su propia erección y comenzó a deslizar aMick hacia atrás y adelante por encima de su polla. Lasensación de las mejillas del culo de Mick envolviendo su

    polla era el cielo—. Me voy a correr si no subes.

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    Mick se elevó un poco sobre Fin. Su culo bien lubricado.Colocó su suave agujero encima de la polla ymanteniéndola en posición, bajó sobre ella. Enseguida queel pene de Fin traspasó su entrada, él se había perdido en

    un gran orgasmo. Se corrió a chorros sobre el pecho de Finantes de que estuviera sentado completamente sobre suenorme polla. —Lo siento, bebé. Se siente tan bien… ¡OhDios... si!

    Fin sonrío y se hizo cargo. Empujando su polla hasta elfondo del culo de Mick. Después los giró a ambos dando lavuelta hasta que él quedó encima. Fin necesitaba follar

    duro a Mick. Colocó las piernas de Mick encima de sushombros. Colocó su polla otra vez y empujó fuerte. Estandodentro de Mick se sentía como en casa. Empujó a través delanillo de músculos y recorrió todo el camino hasta el fondo,de una estocada.

    Mick estaba entrando en una bruma de placer y seagarró del cabecero. —Fuerte, fóllame más fuerte. —Quitó

    las piernas de los hombros de Fin y las llevó sobre supropia cabeza hasta tocar la cabecera de la cama con lospies. Esto hizo que Fin tuviera que ir más profundo en suculo. Fin lo jodió más duro y más rápido de lo que habíasido follado en la vida—. Demasiado... Oh Fin me voy acorrer otra vez. —Con la posición en la que se encontraba,su pene apuñalaba su pecho con cada envestida de caderas

    de Fin—. Te voy a disparar en el ojo, Fin. —Sonrió cuandoFin lo miró sorprendido. Vio que efectivamente la polla leestaba apuntando a su cara y se echó a reír.

    —Maldita sea, eso es sexy. Dispara en tu propia boca,Mick. Quiero verlo. —Las palabras de Fin parecían estimularsu propio orgasmo, porque después de un par de durasenvestidas, aullaba su liberación. Mick cogió su polla y

    explotó hacia su cara, cayendo la mayor parte de su semen

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    en la mejilla, pero algunas gotas aterrizaron en su boca—.Mmm… Me gustó. —Dijo Mick con una sonrisa y un guiño.

    Fin soltó las piernas de Mick y rodó a un lado,

    manteniendo su pecho sobre Mick. Se inclinó y le lamió lacara limpiándosela, luego se adentró en su boca con unbeso ardiente.

    Rompió el beso y puso una mano en la cara de Mick.—Siempre me has sabido bien.

    —Debe ser todo el zumo de frutas que bebo. No es deextrañar que disfrutes tanto al chupar mi polla. —Acarició eltorso de Fin y llegó hasta una de sus mejillas y la apretó.Miró a su cara y no pudo parar sus siguientes palabras—.Estoy enamorado de ti y tengo miedo.

    Fin bajó la cabeza y la apoyó en el cuello de Mick. —Losé, yo también. Tengo que irme dentro de tres semanas,para el entrenamiento de primavera. Nunca he probado una

    relación a larga distancia. Maldición. Nunca he probado unarelación. ¿Tal vez podríamos intentar conseguir unintercambio a los Patriots6?

    Mick sacudió la cabeza lentamente de lado a lado. —Nunca podrías jugar para los Patriots, y aun así tener unarelación conmigo. No voy a estar escondido como unsecreto sucio durante los próximos años. Entiendo hasta

    qué punto es importante tu carrera, pero no puedo vivir deesa manera. Tampoco podría mudarme a New York paraestar contigo. Mientras tú juegues al futbol simplemente notienes libertad para estar conmigo.

    (6) Los New England Patriots (en español Patriotas de Nueva Inglaterra) son un equipo

    profesional de fútbol americano con sede en Foxborough, Massachusetts. Son

    miembros de la División Este de la American Football Conference (AFC) en la National

    Football Leagu (NFL). Originalmente denominados Boston Patriots, los dueños del

    equipo cambiaron el nombre al ser reubicados en Foxborough en 1971. 

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    Fin le dio un beso disfrutando el sabor persistente delsemen de Mick. —El fútbol es mi vida. Es en lo único que hesido bueno. ¿Quién soy yo sin el fútbol?

    Mick tiró de Fin acercándolo más, envolviendo suspiernas alrededor de sus muslos. —Tú eres el hombre queamo. Yo no te quiero porque puedas jugar al futbol. Te amoporque me haces reír. Eres grande y fuerte, pero tienes uncorazón que es suave y tierno. Eres un hombre maravilloso.¿Por qué te vendes tan barato?

    Fin se encogió de hombros y trazó con los dedos el

    delgado pero musculoso pecho de Mick. —Desde séptimogrado, el fútbol es sobre lo único que la gente quiere hablarconmigo. Se ha convertido en casi toda mi identidad.

    Mick besó la parte superior de la cabeza de Fin. —Teequivocas, no es el fútbol lo que define quién eres tú. Es tucorazón generoso el que lo hace. ¿Alguna vez pensaste quetal vez la gente ha tenido siempre una sola imagen de ti?

    ¿Que el futbol era el único tema de lo que podían hablarcontigo porque sabían lo mucho que te gustaba? ¿Podríaser posible que la gente que te rodea se siente inferior a ti,no superior y te habla sobre fútbol para así sentirse máscercanos a ti?

    La mano de Fin detuvo su movimiento sobre el pechode Mick. —No, nunca consideré ninguna de esas cosas. ¿Por

    qué alguien se podría sentir inferior a mí?

    Mick suspiró. —Tal vez porque eres cálido, amable,eres un hombre que es increíblemente caliente y ademásdá la casualidad que juegas futbol profesional en New York.Yo nunca te pediría que renuncies a tu carrera porque séque es algo que amas hacer. Pero estoy empezando acuestionarme incluso por qué juegas. ¿Te gusta jugar o te

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    gusta sentirte admirado? Tanto si juegas como si no, túseguirás siendo admirable… porque tú eres Calder Finnegan.

    Vio cómo los ojos de Fin se llenaban de lágrimas,

    antes de parpadear rápidamente para no dejarlas escapar.—Necesito un poco de tiempo ¿Tú me amarás de todosmodos?

    Mick se echó a reír y se subió encima de Fin. —Notengo ninguna opción en este asunto. No me tendría quehaber enamorado de ti en primer lugar. Nada de esto va aser fácil, pero nada en la vida lo es. Yo estoy contigo y voy

    a aceptar cualquier decisión que tomes.

    —Gracias.

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    l lunes por la mañana Mick abrió los ojos yestiró los músculos sobrecargados de trabajo. Una de lascosas que podía decir con seguridad, es que habíaconseguido su cupo de ejercicio en los últimos dos días.Miró el reloj, eran solo las ocho y diez. Wow, pensó para sí

    mismo, no podía recordar la última vez que se habíalevantado tan temprano. Miró a Fin y sonrió. Despatarradoen la cama, Fin parecía un hermoso sacrificio.

    Se rascó su barba de media tarde y pensó en lo que legustaría hacer en su único día libre. Mick decidió que porejemplo podía compartir algo especial con Fin. Se inclinó ybesó suavemente sus labios antes de pasar a su cuello y

    luego hasta la oreja. Poco a poco succionó el lóbulo dentrode su boca, hasta que Fin gimió.

    —Mmm. Te voy a dar una hora para terminar esto. —Fin entreabrió un ojo y sonrío a Mick.

    —A pesar de que la idea me interese mucho, hedecidido que vamos a hacer un viaje por la costa durante el

    día. Así que a levantarse y a vestirse. —Mick le dio a Finuna palmada en el culo—. Estamos desaprovechando el día.—Saltó de la cama y se dirigió a la ducha. Sabía que Finpronto lo iba a seguir y entonces no saldrían nunca de laducha, por no hablar de la casa. Rápidamente se lavó elcabello, se enjabonó y salió de la ducha. Decidió dar undescanso a su piel e ir con aspecto desaliñado y noafeitarse. Rápidamente se lavó los dientes, y justo cuando

    salía del baño Fin entró.

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    Fin lo detuvo y lo miró confuso. —Oye ¿qué pasa? Meiba a reunir contigo.

    Mick envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo

    besó. —Ya lo sé, por eso me apresuré. Quiero compartiralgo contigo y tenemos que ponernos en marcha. —Señaloa la ducha—. Así que rapidito. Voy a preparar algo paradesayunar. —Besó a Fin una vez más y le dio una palmadaen el culo—. Muévete bebé.

    Era un hermoso día de mayo y Fin estaba disfrutandodel viaje por la costa. El aire olía mucho mejor aquí que en

    Manhattan. Esa es una de las cosas que más odiaba de laciudad. Uno nunca podía despertar y simplemente salir atomar una profunda bocanada de aire limpio por la mañana.Todavía vivía en el piso pequeño de una sola habitación quehabía comprado cuando firmó su primer contrato. Teníasuficiente dinero para comprar una mansión, como teníanla mayoría de jugadores de la NFL, pero simplemente notenía sentido para él. No tenía ningún amigo y el Señor

    sabe que no tenía ninguna cita. Entonces ¿por qué gastardinero cuando a él no le importaba y a nadie más tampoco?

    Fin giró la cabeza levemente sobre el reposacabezas ymiró a Mick. Dios, era magnífico. Su perfil eraabsolutamente perfecto, como si hubiera sido tallado enmármol. Extendió una mano y la dejó caer sobre el muslode Mick. Este apretó sus muslos para apretujar la mano deFin. Fin sonrío y Mick giró sus ojos azules de una formasensual. —No mucho más lejos, solo faltan otros veinteminutos.

    —Por lo menos ¿por qué no me dices a donde vamos?

    Mick sonrío y encendió la radio. —Entonces no seríauna sorpresa. Estoy a punto de compartir algo que nadie

    más conoce, ni siquiera Sean. Que en realidad es mucho

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    decir, porque creo que Sean conoce la mayoría de missecretos. Esto lo he tenido para mí solo durante nueve años.

    Fin pasó la mano por la parte de los jeans de Mick,

    que cubrían su polla. —¿Estás seguro de que no hay unamanera para que pueda convencerte de que me digas tusecreto ahora?

    Mick le quitó la mano de encima y se recolocó su pene.—Buen intento, pero esta sorpresa la tienes que ver enpersona.

    Veinte minutos más tarde Mick se detuvo delante deuna puerta de hierro e insertó un número en el dispositivotáctil de la entrada.

    La puerta se abrió lentamente para revelar un largocamino de entrada. Mick condujo su camioneta por elcamino sinuoso. Se detuvo delante de una casa de trespisos con tejas grises, que estaba asentada sobre un

    acantilado con vistas al océano atlántico.La casa dejó sin aliento a Fin. Era absolutamente

    pintoresca. Un amplio porche daba la vuelta alrededor detoda la casa. Cajas de flores llenas de geranios rojos seasentaban debajo de cada ventana y en macetas grandes allado de los escalones del porche. Era una hermosa casa enel acantilado más perfecto que había visto nunca.

    —Estoy impresionado con este lugar. —Se giró haciaun sonriente Mick—. ¿Es tuya?

    Mick se bajó del coche, dio la vuelta y abrió la puertade Fin. —Sí, esta casa es mía. Es lo único que mantuvecuando dejé el negocio de la música. Es donde yo vivíacuando conocí a Sean.

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    Fin lo miró como si estuviera loco. —¿Te fuiste deesta maravillosa casa, para vivir encima de un bar irlandés?Si esta fuera mi casa nunca la dejaría. —Fin dio unacarcajada—. Incluso me tendrían que traer la comida a

    domicilio.

    Mick envolvió su brazo alrededor de Fin y miró alocéano. —Tiene todo lo que un hombre podría desear,excepto la compañía. Después de dejar la música me mudéaquí y no salí durante seis meses. Sí, incluso pedía lacomida a domicilio. Tenía que averiguar quién era yo y loque quería para el resto de mi vida. Por fin lo he

    descubierto, quería lo mismo que cualquier otro hombre.Un trabajo del que sentirme orgulloso, una casa que memantuviera caliente y seguro, buenos amigos y alguien aquien amar. Aunque yo ni siquiera esperaba que pudierallegar a sentir la clase de amor que