la poetica de la vivienda

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    La potica

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    La potica

    de la vivienda

    Gilberto Arango Escobar

    Pedro Pablo Pelez Bedoya

    Gilda Wolf Amaya

    2013

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    Universidad Nacional de Colombia Sede Medelln. Facultad de Arquitectura. Escuela del Hbitat Cehap. Gilberto Arango Escobar.

    Pedro Pablo Pelez. Gilda Wolf Amaya.

    ISBN 9789587615173

    1 Edicin 2013

    Edicin: Catalina Restrepo Gutirrez.

    Diseo de cartula: Rodrigo Lenis Len.

    Fotografa de cartula: Casa en cermica tcnica Raku, por Gilberto Arango Escobar.

    Impreso y hecho en Medelln, Colombia.

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacin escrita del titular de los derechos

    patrimoniales.

    728A71 Arango Escobar, Gilberto

    La potica de la vivienda : acciones, discursos y percepciones /Gilberto Arango Escobar, Pedro Pablo Pelez Bedoya, Gilda WolfAmaya. -- Medelln : Universidad Nacional de Colombia. Facultad deArquitectura, 2013.

    I50 p. : il.

    ISBN : 9789587615173

    1. VIVIENDA ASPECTOS SOCIALES. 2. ARQUITECTURA MO-

    DERNA. 3. SEMITICA Y ARQUITECTURA. 4. ARQUITECTURADOMSTICA. I. Pelez Bedoya, Pedro Pablo. II. Wolf Amaya, Gilda Mara.III. Tt.

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    Prlogo Una primera versin de este libro fue publicada en19971, como parte de una coleccin de la Univer-sidad Nacional de Colombia, Sede Medelln. Nose puede decir que la edicin sobresaliera por su

    calidad editorial. Como en el caso de otros librosde esa misma coleccin, desmereca con respectoa los contenidos. Sin embargo, lo planteado ensus pginas ha sido desde entonces profusamen-te citado, utilizado, retomado, e incluso reinter-pretado por muchos trabajos acadmicos en di-ferentes facultades de universidades de Medellny de otras ciudades del pas, como se ha podidocomprobar en muchas bibliografas.

    Hay libros exitosos debido a las ventas, muyacorde con las editoriales comerciales, pero exis-ten otros que son exitosos por las consultas y eluso profuso en el mundo acadmico. Este tal vezsea uno de ellos. A qu se debe el xito y la im-portancia dada a su contenido, para que ameritesu reedicin?

    Los arquitectos obviamente se han preocupadohace mucho tiempo por la arquitectura de la vi-vienda. Es lgico porque es un tema fundamentala su quehacer profesional. Pero lo que ha primado

    1 /Santaf de Bogot, D. C., Talleres Grficos de la Imprenta de laUniversidad Nacional de Colombia, septiembre de 1997.

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    es la investigacin y el libro que da cuenta enfotos y planos de las caractersticas de los dise-os. Cuando su lectura ha sido de corte histrico,

    se le ha dado mayor importancia a los cambiosen los aspectos formales y en menor medida alos aspectos espaciales y funcionales. Pero poco,muy poco, nuestra academia local se haba pre-ocupado por entender y explicar los fenmenosque han incidido en las transformaciones de esasformas, de esos espacios y de esas funciones.Para eso se requera otro arsenal metodolgicoy conceptual por fuera de las estrechas barrerasauto impuestas desde el campo disciplinar que,lamentablemente, en algunos sectores se siguenmanteniendo.

    En este libro, influenciados por otros acadmicos,los autores se aventuraron a interrogar la arqui-tectura con otros presupuestos conceptuales,otro arsenal de nociones y concepciones tericas,

    ya fuera desde la hermenutica, la filosofa o laesttica, especialmente la denominada estti-ca social, segn la propuesta del francs AndrLeroi-Gourhan, o la Potica, acorde con los plan-teamientos del tambin francs Paul Ricoeur, tal ycomo los interpretan aqu los autores.

    Romper los compartimentos estancos, proponerpreguntas y lograr respuestas desde otras disci-plinas, son parte de los logros de los dos textosque conforman este libro: La potica. De la casade patio a la casa moderna, y Los cambios en lavivienda. Discursos y percepciones. En esa medi-da, sus autores entienden las dinmicas y cam-bios de la arquitectura domstica a partir de otrascategoras de anlisis poco usuales en la con-

    cepcin tradicional de la arquitectura. Por tan-to, el abordaje que hacen no es nicamente porla taxonoma formalista sino por lo que ocurri

    en el mundo social y cultural que implic otrasdemandas, otros imaginarios, otras cotidianida-des, por lo cual las respuestas ya no se centranslo en el diseador sino tambin en el receptorde la obra arquitectnica. Si bien, especialmenteen el segundo texto, se mantienen las tipologascomo eje de la evolucin de la vivienda, su surgi-miento no se muestra como hecho aislado o ellasmismas como configuraciones per se, sino que,por el contrario, son entendidas y explicadas enla manera que las dinmicas sociales, polticas,econmicas, las demandaron o las impusieron. Yas, se podran mostrar otros ejemplos del enri-quecimiento de la comprensin del discurso ar-quitectnico.

    Hay pues, en estos dos textos, una nueva manera

    de leer y entender la arquitectura. Si bien en otrosmbitos ya existan avances en tal sentido, no ennuestro limitado mundo investigativo acadmicoy editorial. Este libro marc de alguna manera unanueva relacin disciplinar con las ciencias socia-les, algo que con tanto ahnco ha promovido laEscuela del Hbitat desde los tiempos del Cen-tro de Estudios del Hbitat Popular Cehap enla dcada de los ochenta, obviamente ahora en-riquecida con aportes que hicieron los docentesde Esttica a los autores del libro en su procesode formacin acadmica durante la ltima dcadadel sigloXX.

    Ahora bien, ese mismo carcter transdisciplinarha hecho que un libro de arquitectos interese a

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    historiadores, antroplogos, socilogos, traba-jadores sociales, etc., quienes lo consultan y lotienen como texto relevante o punto de partida

    para sus nuevos anlisis, razn fundamental paraque la Escuela del Hbitat ponga en circulacinesta edicin, corregida en sus aspectos formalesy con algunas reescrituras, y esperamos y aspira-mos que tambin con mejores logros editoriales.

    Por ltimo, queremos reconocer a sus autores:Gilda Wolf Amaya, Pedro Pablo Pelez Bedoya y,especialmente, Gilberto Arango Escobar. Con la

    benevolencia de los dos primeros, queremos ha-cer un reconocimiento al arquitecto Arango Esco-bar, autor del primer texto y coautor del segundo,por ser uno de los pioneros del Centro de Estu-

    dios del Hbitat Popular Cehap ahora que secelebraron ms de treinta aos de su fundacin.Su labor como docente y como director de mu-

    chos proyectos de extensin e investigacin degran importancia en la bsqueda del mejoramien-to habitacional, no slo en Medelln sino en otrasregiones del pas, sus constantes bsquedas ypreocupaciones acadmicas y el aporte que hadejado a las nuevas generaciones, ameritan concreces que sea destacado y exaltado. Esperamosque esta nueva versin del libro haga honor a esaamplia y fecunda labor desplegada.

    Escuela del Hbitat Cehap.Medelln, marzo de 2013.

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    Presentacin Los textos que presentamos son un intento dereconstruccin crtica del itinerario de aconteci-mientos ocurridos en la vivienda urbana, a partirde la llegada y establecimiento definitivo de la

    casa modernaen el pas. Ambos buscan abrir eldebate actual con relacin a la vivienda hacia as-pectos olvidados o no tenidos en cuenta y que, anuestra manera de ver, estn afectando seriamen-te la calidad de vida de los conglomerados huma-nos que habitan las viviendas que se construyenhoy en nuestras ciudades. Igualmente, pretendenincidir en la prctica de arquitectos y dems pro-fesionales que actan, en algn sentido, en la de-finicin de polticas habitacionales, en la configu-racin y puesta en obra de los planes de vivienday, especialmente, buscan involucrar a los usuariosde stas que son quienes las habitan, disfrutano padecen, en la idea de ampliar su visin comousuarios activos y crticos del lugar de estancia dela mayor parte de sus vidas.

    Este trabajo no parte de una metodologaconsolidada, sino ms bien de la bsqueda deaquella que d cuenta de las diversas formas enque el habitante se apropia poticamente delespacio. En este sentido, la Poticade Aristtelesy la lectura que de sta ha hecho Paul Ricoeur ensu obra Tiempo y narracin(2003), as como lostrabajos de potica en la arquitectura realizados

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    por Josep Muntaola, ofrecen la posibilidad deinscribir el asunto de la arquitectura de la viviendaen la cultura. Apoyndonos en estos pensadores,

    que buscan mantener la potica en el centro deldebate en torno a la relacin esttica-sociedad,nos apropiaremos de algunos elementos para lareflexin sobre la arquitectura y su prctica, y enparticular sobre la arquitectura de la vivienda.

    Intentaremos explicarnos el papel que ha jugadola vivienda urbana en nuestra cultura a partir dela llegada de la casa moderna, desde la dcada del

    40 hasta nuestros das, tratando de identificar ac-ciones que en distintos momentos ha desarrolla-do el habitante comn en su prctica cotidiana dehabitar, su relacin con el tipo de espacios y for-mas que se disean y construyen para las vivien-das de consumo social, y el papel que han jugadoel pensamiento y la prctica arquitectnica eneste proceso. Con este propsito, observaremos

    la vivienda como hecho esttico, ms especfica-mente la esttica social1de la vivienda, como ellugar ms atractivo para explorar su significacinsocial y cultural en diferentes momentos y con-textos de la historia urbana colombiana, en unperodo que va desde 1950 hasta nuestros das.

    Nuestro trabajo constituye una aproximacin aun tema poco estudiado, como es la relacin vi-vienda cultura. Esperamos que sirva para mo-tivar a socilogos, trabajadores sociales, antro-plogos, historiadores, psiclogos, diseadoresindustriales, y obviamente a arquitectos intere-sados en el tema. Si esto se logra, habremos al-

    1 / Tal como lo define Andre Leroi-Gourham en El gesto y la palabra(1971).

    canzado el principal objetivo. Con la escritura y lapublicacin original de este trabajo en 1997, nosproponamos, entre otras cosas, poner a prueba

    la propuesta metodolgica y terica diseada porun grupo de profesores para el curso de profun-dizacin Hbitat arquitectura y cultura que sedict entre los aos 1998 y 2002 en la Facultadde Arquitectura de la Universidad Nacional deColombia, Sede Medelln con excelentes resul-tados. Los autores aprovechamos la oportunidadque nos da la Escuela del Hbitat para publicaruna versin mejorada de este trabajo, sin las pre-

    muras y cierto grado de improvisacin que tuvola primera edicin. La presente contiene algunosajustes de contenido que no afectan el espritu delos textos que integran el libro, pero esperamosque los hagan ms claros y gratamente accesiblesal amplio pblico al que pretendemos llegar.

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    Contenido Parte I 21

    Introduccin 23

    1. La mirada potica permite la comprensinde los fenmenos estticos 25

    Una breve lectura de la potica aristotlica 26

    Potica y arquitectura: la mimesis de habitar 27

    2. La potica de la casa de medio patio o casade fachada 31

    Mimesis I: el contexto sociocultural de Medellnen la primera mitad del SIGLOXX 31

    El espritu antioqueo: entre la fbula y el mito 32

    Medelln y la fbula de la sociedad corporativo

    cristiana. O del sujeto entre Dios y el hombre y

    construyeron la ciudad a su imagen y semejanza 33

    La imitacin de la imitacin 40

    Mimesis II: la construccin del discurso y latrama potica. La vivienda, una mimesis de lasprcticas culturales del morar o del habitar 40

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    Mimesis III: la potica de las casas de mediopatio o de fachada. Del zagun al solar 43

    El sujeto que habita esta casa de medio patio 453. La potica de la casa moderna 51

    Mimesis I: la fbula de la vida moderna 51

    Las ideas modernas entran a Medelln 52

    La adecuacin del sujeto medellinense al

    maravilloso mundo Moderno 53

    La modernidad entra al hogar 55

    Mimesis ll: la construccin de la trama poticade la casa moderna, nuevos espacios,nuevos significados 58

    La potica del arquitecto colectivo es sustituidapor la del arquitecto reformador del mundo 61

    De la sala comedor al hall de alcobas 64

    Mimesis III: la recepcin de la vivienda moderna 68

    Eplogo 71

    Bibliografa 73

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    Parte II 77

    Introduccin 83

    1. Potica y arquitectura: hacia una esttica de larecepcin en la vivienda 87

    La Potica: un horizonte para el estudio de laarquitectura 88

    Qu imita la arquitectura? 90

    Los mitos y la fbula 90

    2. Los cambios 93

    Itinerario de los cambios ocurridos en la vivienda

    a partir de1950 94Primer perodo: paso a la modernidad en lavivienda (1940-1960) 94

    Segundo perodo: el Estado protector (1960-1980) 96Tercer perodo: la vivienda pasa a ser un asuntodel mercado (1980 en adelante) 99

    3. Nuevos mitos, nuevas formas de vivienda ynuevos imaginarios 1950 1990 101

    Mimesis I: mitos y poticas 101La ciudad abierta y la ciudad cerrada 101

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    Los medios de comunicacin y su papel en elcambio de los imaginarios colectivos en tornoal habitar 103

    La bsqueda del anonimato 104

    La zanahoria del progreso 106Adentro afuera. Arriba y abajo 107

    El espacio y tiempo en los mbitos pblicoy el privado 109

    El principio de la igualdad es la frmula de oro 111La propiedad horizontal, una nueva experienciade habitar 112El diseo total 114

    Mimesis II y mimesis III: las nuevas tramas devivienda y su recepcin por el pblico, losnuevos imaginarios 115De la casa moderna unifamiliar al apartamento 115El edificio de Renta 117

    Las urbanizaciones multifamiliares, un intentopor masificar la solucin a la creciente demandade vivienda 122

    El miedo: el conjunto multifamiliarse transforma en la unidad cerrada 124El mueble contribuye a definir el espacio 126

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    La vivienda mnima: de todo pero ms pequeo

    Dos modelos de vivienda mnima

    Los conjuntos multifamiliares de vivienda mnima

    Un estudio de caso

    El triunfo de los atributos o el fantsticomundo de To Rico

    4. El decir. Realidad y ficcin en el negociode la vivienda

    Metonimia del engao

    Estudio de caso sobre la oferta de viviendacomercial

    La localizacin

    El espacio pblicoLas zonas comunesElementos de confort

    Habitar, construir, pensar, son cosa del pasado

    A manera de conclusin

    Hacia una nueva fbula

    Eplogo

    Bibliografa

    127

    129

    129131

    134

    139

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    141

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    A Ins Elena por su apoyo y oportunas correcciones.A mis hijos Mara Paulina, Juanita y Miguel.A los profesores del Posgrado de Esttica de laUniversidad Nacional de Colombia, Sede Medelln,que han sabido mostrar qu es la excelencia

    acadmica.

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    Parte I

    De la potica de la casa

    de patio, a la potica

    de la casa moderna

    Gilberto Arango Escobar2

    2 / Profesor emrito de la Universidad Nacional de Colombia, SedeMedelln.

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    Introduccin En las principales ciudades de la zona andina co-lombiana, entre 1920 y 1945, se construy enforma generalizada un tipo de casa que represen-t un importante avance en el mejoramiento dela calidad de vida de la poblacin urbana y quecaracteriz una poca de nuestra historia arqui-tectnica. Sus ligeras variaciones obedecan a lascondiciones particulares del clima local, la dis-ponibilidad de materiales de construccin, o laspreferencias estticas de la poblacin.

    Estas casas, conocidas como casas de fachada ocasas de medio patio, facilitaron el crecimiento de

    las ciudades que jalonaba la naciente moderniza-cin que tena lugar en el pas a lo largo de esteperodo, gracias a las ventajas constructivas questas ofrecan para la construccin en serie y suadaptabilidad al trazado urbano tradicional endamero, permitiendo adems consolidar las reasya urbanizadas de la ciudad y la construccin denuevas reas residenciales. Estas casas fueron

    una evolucin de la casa de patioheredada de losespaoles, una versin simplificada de la casa co-lonial en la que el patio estaba rodeado de corre-dores y estancias en sus cuatro costados. En estaversin ajustada, una de las galeras del patio sesuprime y es reemplazada por el muro mediane-ro, pero los otros tres costados del patio siguenambientando estancias y corredores. Disminuido

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    Gilberto Arango Escobar

    el ancho de la casa y racionalizadas las medidas yproporciones de los espacios, la casa permiti laconstruccin en serie, respondiendo con bastan-te eficiencia a las necesidades de alojamiento dela creciente poblacin urbana. Desde el punto devista urbanstico, este tipo de casa permiti con-figurar una estructura urbana equilibrada, espa-cialmente generosa y con densidades adecuadas,creando una imagen urbana de obra terminada,rica en colores y ornamentos, sin perder unidadde conjunto.

    La tipologa de vivienda urbana que marc todauna poca en la historia de la ciudad colombiana ysu arquitectura en la primera dcada del siglo XX,comenz a ser reemplazada hacia finales de losaos cuarenta por la casa moderna, la cual termi-n por imponerse debido a varios factores: la ne-cesidad social y cultural de encontrar alternativasde vivienda que respondieran a las aspiracionesde cambio de los grupos ms progresistas de una

    poblacin urbana que ya era partcipe entusias-ta de los encantos de la vida moderna y deseabaromper con el ambiente aldeano y la montonavida parroquial; la influencia ejercida por el nue-vo pensamiento arquitectnico moderno tradopor arquitectos criollos formados en las escuelasfuncionalistas europeas y norteamericana, pensa-miento acolitado por elites culturales que aspira-

    ban vincular el desarrollo urbano a las corrientesestticas del pensamiento moderno y a las formasde vida que desde tiempo atrs se haban impues-to en Europa y Estados Unidos y progresaban enpases latinoamericanos como Mjico y el ConoSur; y la necesidad de encontrar procedimientostcnicos y modelos espaciales que permitieranuna produccin eficiente y econmica de vivien-

    das en serie, para atender la creciente demandade alojamiento ejercida por una sociedad que sevinculaba rpidamente a los ideales delprogreso.

    Hoy cabe preguntarse qu perdi y qu gan elhabitante urbano medio con este cambio? Qusignific este cambio en la arquitectura colom-biana? Por qu los arquitectos renunciaron a lacasa de patioy, con ella, al legado de cientos deaos de evolucin y adaptacin de una arquitec-tura heredada de los espaoles que contaba congran aceptacin entre la gente? Cmo fueron

    reemplazados elementos que, como el patio, elcorredor de alcobas o el zagun, llegaron a te-ner tanta significacin y sentido simblico, y quean hoy reconocen personas que nunca vivieronen ese tipo de casas? Por qu la gente de nues-tras ciudades acept con entusiasmo cambiar susprcticas tradicionales de habitar y elegir la op-cin que ofreca la casa moderna?

    Este primer libro es un intento por comprendery responder estas preguntas. En este empeointentar adems poner a prueba los elementosaprendidos en el maravilloso viaje por la historia,el pensamiento y la crtica esttica que tuve lafortuna de vivir en mi paso por el Postgrado deHermenutica y Semitica del Arte de la Univer-sidad Nacional de Colombia, Sede Medelln. Fue

    Paul Ricoeur, entre los muchos autores estudia-dos en ese posgrado, quien para el propsito deeste trabajo me ofreci los mejores elementos encuanto a la comprensin de nuestra arquitectu-ra desde una mirada potica, y Leroi-Gourhamquien me aport el concepto de esttica socialque me permiti entender la dimensin culturaldel fenmeno esttico.

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    La potica de la vivienda

    Captulo I.

    La mirada potica permite

    la comprensin de los

    fenmenos estticos

    En trabajos como Tiempo y narracin(2003), PaulRicoeur hace una relectura de la Poticade Aris-tteles, con la cual no slo logra mostrar la fuerzay la riqueza del pensamiento del filsofo griego,sino que adems lo coloca al orden del da comoaporte al debate de la esttica contempornea,abriendo para sta un amplio horizonte de com-prensin.

    La potica expandida, que trabaja Ricoeur en suobra, permite estudiar cualquier manifestacinesttica o artstica (entendida esta ltima comoun campo de los muchos que conforman la es-

    ttica social), mediante el anlisis del aconteceren los tres momentos por los que, a su juicio,pasa el estudio de la potica y que denomina lasmimesis: la mimesis I se refiere a la comprensindel mundo de la accin, las mediaciones simbli-cas, la fbula y el mito; la mimesis II comprendeel hacer potico, la construccin potica a partirde la imitacin de las acciones humanizadas; y la

    mimesis III corresponde a la recepcin del hechopotico o produccin potica por parte del p-blico.

    Este enfoque de la triple mimesis o las tres di-mensiones que operan en cualquier proceso deproduccin esttica, permite una mirada sobrecualquiera de estos tres momentos, segn sea el

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    Gilberto Arango Escobar

    inters de la reflexin esttica: la crtica, la com-prensin del momento cultural, el proceso deproduccin o lo vivido y sentido desde la recep-cin de la obra.

    Una breve lectura de la potica aristotlica

    El arte para Platn, adems de ser una vulgar imi-tacin de la realidad, es una forma degradada delsaber que va a la parte concupiscible del alma,por lo cual propone expulsarlo de la Polis. Segnla mimesis aristotlica, en cambio, el arte es una

    copia de copia, no una apariencia de la aparien-cia, sino ms bien una recreacin de las cosas queopera como catarsis, entendida sta como puri-ficacin de las pasiones que es el fin que persiguela obra de arte. Aristteles hace entonces del arteun tema de conocimiento que pone al hombre enrelacin con el universo. En poltica, Aristtelesvincula la creacin potica al mundo de lapolis, asu construccin en una dimensin cultural.

    Para Aristteles, el arte hace algunas cosas que lanaturaleza no puede hacer, o las imita. Todo arteintenta imitar, completar la naturaleza. Lapoiesis,concerniente a la sabidura desde la tcnicas, unsaber hacer (el mdico, el artesano), da lugar a latcnica o a lapragmticacuando completa la na-turaleza; cuando no la completa pragmticamen-

    te sino que la imita, aparece el arte, la potica.

    Si para Aristtelespoieincorresponde a ejecutar,poner algo en obra o producir; al unir el sentidode tecne con el de poiein, tenemos como resul-tado saber hacer una cosa, saber poner en obra,de lo cual se pueden sacar dos consecuencias:

    el saber hacer una obra es la obra misma (sin elarmario no tiene sentido la carpintera), la tecnees ya un saber hacer. Dentro de la tecne-poieticexisten cuatro gneros: la epopeya, la tragedia, lacomedia y la lrica.

    La mimesis es para Aristteles la esencia del arte.Pero si se tiene la idea de que el arte es una repe-ticin o un calco de la realidad, se est haciendouna interpretacin vulgar y falsa de Aristteles.En Aristteles la imitacin es ciertamente repe-ticin pero desde la diferencia, luego sta debe

    crear, inventar. En la comedia se hace a los hom-bres peores de lo que son, en la tragedia se loshace mejores de lo que son, por lo cual no esta-mos hablando ya de repeticin repetitiva sino derepeticin creativa. La tarea del pensador del arte,del creador, consiste en investigar el poder y ladebilidad de la cultura. El arte, en consecuencia,no puede ser neutral pues trabaja sobre caracte-res humanos. La poesa trabaja sobre el obrar hu-mano, es en s misma la experimentacin con losvalores: la nobleza, la bajeza, el vicio.

    En la mimesis hay tres momentos para la pro-duccin artstica que, como analiza Paul Ricoeur(2003), son los siguientes3:

    Mimesis I:corresponde al caudal cultural en el

    que est inscrito el poeta, el a priori cultural,constituido por el mundo de los valores en el queactan los hombres tal como son, el mundo de lapraxis cotidiana que no es ms que una manifes-

    3 / Conferencia dictada en 1995 por el profesor Gonzalo Soto, enel Posgrado Hermenutica y Semitica del Arte de la Facultad deCiencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, SedeMedelln.

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    La potica de la vivienda

    tacin en la accin de la fbula y del mito vigen-tes en un momento dado en la sociedad. Todosestamos inscritos en una fbula en un momentodado y participamos de unos mitos que hemos

    creado.

    Mimesis II:es el drama potico mismo con susleyes internas, en l se presenta el mejoramientoo el empeoramiento del caudal cultural que aquse ennoblece, se empobrece o se enriquece. Aquse construye la trama que hace posible la mimesisI de la cual se nutre. Si existe ruptura entre la mi-

    mesis I y la mimesis II, se produce lo inverosmil,la deconstruccin, la deformacin. El vnculo en-tre estas dos mimesis ser entonces lo verosmil,lo creble, lo convincente, y estar articulado alimaginario colectivo.

    Mimesis III:corresponde a la relacin obra-lec-tor. El lector, a partir de la obra, puede llegar acambiar su obrar. Es el mundo de la recepcin, lacual, si es activa, puede incluso afectar la produc-cin de la trama (mimesis II). Aqu el espectadoro el lector (el habitante para el caso de la vivien-da) que experimenta el placer de la tragedia, seenfrenta a la catarsis, o sea a tener que iden-tificar o conocer lo amado, lo convincente comoreaccin a lo aceptable, a lo creble.

    En la catarsis entra en juego el aspecto ms po-lmico de la potica, puesto que en ella se intentala liberacin de pasiones peligrosas, moderarlas,afrontar la angustia humana, evitar el defectoy el exceso de la vida del hombre. La catarsises entonces una racionalizacin del componen-te concupiscente del hombre o de los elementos

    culturales en sus valores y antivalores, pero almismo tiempo tiene que ver con la realidad queexperimentamos, lo espiritual y lo experimental,lo particular y lo universal, la relacin entre el ser

    y el deber ser.

    Potica y arquitectura: la mimesis de habitar

    Ahora bien, cmo emplear la mimesis en el es-tudio de la potica en la arquitectura? La fbulaes para Aristteles la imitacin de la accin o lacomposicin de los hechos o caracteres, aquello

    que nos permite decir que quienes actan lo ha-cen en tanto son tales o cuales. Hay poema trgi-co cuando la fbula imita una accin humana. Elmovimiento de los personajes, los parlamentos,la diccin y la escenografa son el medio como elpoema trgico se lleva a los espectadores. Arist-teles aclara que es la accin la que hay que imitary no a las personas, que la felicidad y la infelici-dad se dan en la accin, el fin mismo no es unacualidad sino una accin.

    Como advierte Josep Muntaola (1981), hay quetener aqu mucho cuidado [] ya que la imi-tacin de la accin no es otra accin sino unafbula, la cual da cohesin a los caracteres de lospersonajes que actan (p. 24). Esto quiere decirque imitar formas no es copiarlas sino fabularlas,

    es decir convertirlas en poesa. Definiendo el roldel arquitecto, el mismo autor demuestra cmo elarquitecto es un poeta de las formas, dado que esquien las crea poticamente dentro del contexto(el mito y la fbula) en el cual se desenvuelve,organizando la trama de los elementos (espacios,estructuras. materiales) que las constituyen.

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    A diferencia del poeta, el arquitecto no utiliza laspalabras para construir la trama, utiliza la pro-yectacin que queda consignada en los dibujos,planos y diseos. La obra arquitectnica se re-

    presenta una sola vez cuando se construye, perotambin puede permanecer (slo en planos) sinser representada. La tcnica y procedimientosconstructivos, las habilidades, etc., son los me-dios utilizados para poner en obra la represen-tacin cuando se construye la obra arquitect-nica.

    Cuando una obra arquitectnica ha sido cons-truida, sirve de escenario para que en ella tenganlugar mltiples tragedias, muchas de las cualescorresponden a fbulas (imitaciones de hechos)diferentes de aquella que la motiv, cambiandosu significacin. Segn Muntaola, esto hace quelo nico propio de la arquitectura sean las formasconstruidas y su trama, sin que las accionesque en ella se realicen cambien sustancialmentesu potica; sta puede ser reinterpretada, pero loesencial permanece en el edificio y no en las ac-ciones humanas que en l se puedan suceder atravs del tiempo. La forma debe tener una expre-sin y una capacidad para ser reconocida.

    La extensin de la potica a las actividades hu-manas especiales, que se concretan en el habitar

    y construir, da lugar a otro tipo de construccionesmimticas y representativas, las de la arquitectu-ra. Ya Aristteles haba abierto el campo de lasposibles imitaciones, como lo seal anterior-mente: la epopeya, la tragedia, la ditirmbica, lapictrica, etc., todos ellos mbitos diferentes delactuar humano.

    Georg Lukacs habla de una doble mimesis enla arquitectura: por una parte, la arquitecturatransforma (imita) la naturaleza gracias a su ca-pacidad constructiva, por otra parte, transforma

    (imita) el hbitat social gracias a su capacidad dehabitabilidad (Muntaola, 1981, p.57). En estamisma direccin, Jaime Xibill (1995) muestracmo la arquitectura, en su tarea de crear mun-dos para habitar, hace objetos poticos de imita-cin a partir de las necesidades y de las accioneshumanas propias del habitar y del espaciar.

    Pero esta imitacin es una simple copia, pues tie-ne relacin con la capacidad del hombre de some-ter los smbolos de la cultura a una permanentereinterpretacin, componer con ellos cada vezdiferentes tramas, crear mundos nuevos. Deesta forma, el arquitecto es un componedor detramas, su objetivo es el mythos, la disposicin,la trama de los hechos espaciales y arquitect-nicos, procurando acrecentar, agregar a nuestravisin de un mundo empobrecido por la cotidia-nidad.

    Ahora bien, para Aristteles el recorrido de lamimesis tiene su cumplimiento en la mimesis III,donde entran en juego el oyente o el lector, ennuestro caso el usuario o receptor de la obra ar-quitectnica. Seala Paul Ricoeur (2003) que la

    mimesis III marca la interseccin del mundo deltexto y del mundo del oyente o del lector (p.140), o sea, en el caso de la arquitectura, el en-cuentro entre la trama espacial configurada y elpblico o el sujeto receptor. Esto quiere decir quela mimesis III no es el resultado mecnico de unproceso lineal sino, muy por el contrario, el resul-

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    tado de un proceso circular entre las tres mimesisque se funde espacialmente, se enreda, en unentramado entre la mimesis II y sus construccio-nes y la mimesis III donde el pblico pone las

    condiciones de la recepcin, al tiempo que haparticipado en el acto mismo de la creacin.

    En trminos de Ricoeur (2003), la construccinde la trama slo puede describirse como un actodel juicio y de la imaginacin creadora, en cuantoeste acto es obra conjunta del texto y su lector(p. 147). Es decir que la sensacin que se produce

    en el receptor o lector, es obra comn de lo senti-doy del que siente, que quien lee tambin acom-paa el juego de la innovacin que se produceen la construccin de la trama y, por lo tanto, elreceptor de la obrajuega con las coerciones narra-tivasy efecta desviaciones4.

    El acto de la lectura de la obra, el habitar en elcaso de la obra arquitectnica, se convierte en elacontecimiento que une las dos mimesis, la mi-mesis II y la mimesis III. De acuerdo con Ricoeur(2003), este es el ltimo vector de la refigura-cin del mundo de la accin bajo la influencia dela trama (p. 148). El autor agrega que existendos aproximaciones diferentes al texto (a la obra),el acto de la lectura y la esttica de la recepcin,y que para ambas el texto es un conjunto de ins-

    trucciones que el lector, sea este individual o co-lectivo, ejecuta en forma creativa o pasiva. Loque se comunica, en ltima instancia, es, ms alldel sentido de la obra, el mundo que proyecta yque constituya su horizonte (p. 148).

    4 / Conferencia del Profesor Gonzalo Soto, antes referenciada.

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    Captulo II.

    La potica de la casa

    de medio patio o

    casa de fachada

    Mimesis I: el contexto sociocultural de Medellnen la primera mitad del SIGLOXXDesde mediados del SIGLOXX, Medelln se posicio-n como la capital poltica y econmica de la vas-ta regin antioquea, territorio enclavado en lafranja occidental de la cordillera andina contenidaentre los dos grandes ros que atraviesan el pasde sur a norte, el Cauca y el Magdalena.

    A quienes habitan este territorio desde la coloniase los conoce como antioqueos, gentes que consus pocas pertenencias y grandes incertidumbresse dispersaron por este abrupto territorio de ver-

    tiente, lejos de las costas y el altiplano, agrupadosen pequeos grupos familiares que se asentaronen pequeos valles y mesetas de las cordillerasoccidental y central para dedicarse inicialmente ala minera del oro y que, cuando esta se agot5, seconvirtieron a la fuerza en agricultores de tierrasquebradas y pobres, robadas a la selva andina,para proveerse de alimento. Las condiciones erantan difciles que, cuando el crecimiento del n-

    5 / El oro superficial, tanto de aluvin como de veta, se agot y re-sultaba poco rentable acceder al mineral ms escondido con la rudi-mentaria tecnologa disponible. Slo hasta la llegada de las empresasmineras inglesas, en el SIGLOXIX, volvi a ser rentable su explotacin.Sin proponrselo, estas empresas terminaron aportando el desarrollotecnolgico que luego sera decisivo para el surgimiento de la indus-tria en Medelln y que tuvo su esplendor entre finales del SIGLOXIXyla primera mitad del XX.

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    mero de miembros de las familias las haca insos-tenibles, los jvenes deban abandonarlas e ir enbusca de nuevas tierras para abrir, configurndo-se as un intrincado mapa de poblamiento a base

    de pequeas y medianas propiedades dedicadas ala supervivencia, soportadas por un gran nmerode pequeos poblados aislados que cerraban elcrculo de la pobreza.

    Este territorio, condenado a la simple subsisten-cia, desde mediados del SIGLOXIXcomenz a ge-nerar excedentes que permitieron la acumulacin

    de recursos, cuando el caf y otros productos queen l se cultivaban irrumpieron con buenos pre-cios en los mercados internacionales y resurgila explotacin minera de la mano de la ingenieratrada por los extranjeros. Con el paso de los aosy la prosperidad econmica ligada al mercado in-ternacional (a pesar de la pobreza nunca supe-rada), el mapa tejido de minifundios y medianaspropiedades se convirti en un territorio cuyodesarrollo econmico, estructura de propiedad yformas de produccin resultaron ms efectivos ydemocrticos, en cuanto a la redistribucin de lariqueza, que los de las regiones ms favorecidasde las grandes sabanas costeras y de los grandesvalles localizados entre las cordilleras, en dondese afinc el latifundio desde la colonia y la pobla-cin campesina ha permanecido siempre some-

    tida a las familias de hacendados, primero comoesclavos y luego como jornaleros sin tierra.

    El espritu antioqueo: entre la fbula y el mitoExiste una larga historia de intentos de caracte-rizacin del pueblo antioqueo, desde los msfolklricos hasta los que se han enfocado en

    responder un interrogante que ha inquietado anacionales y extranjeros: cmo fue posible eldesarrollo industrial en una ciudad como Mede-lln, cuya difcil geografa la asla de otras regiones

    del pas y del resto del mundo, y cuyo contextosocioeconmico era considerado hasta mediadosdel SIGLOXIXcomo uno de los ms pobres y atra-sados?

    Las proezas tecnolgicas tradas por extranjerospara la extraccin de oro fueron apropiadas porlos antioqueos, con lo cual pudieron alcanzar

    gradualmente el mismo estatus de los grupos tra-dicionalmente dominantes que habitaban las tie-rras planas del altiplano, los valles interandinos yla costa Atlntica, en ciudades como Bogot, Po-payn y Cartagena, llegando incluso a superarloseconmicamente. Este proceso de ascenso social,econmico y tecnolgico, indudablemente lleva los antioqueos a adoptar actitudes, hbitos yvalores conducentes al desarrollo econmico.

    Historiadores e investigadores sociales de la his-toria de Antioquia, nacionales y extranjeros, co-inciden en ciertas apreciaciones sobre la naturale-za atpica del desarrollo antioqueo y de Medellnen particular, de la naturaleza de la gente que loprodujo y del espritu industrioso y empresarialque prosper en estas tierras, apreciaciones que

    adems forman parte importante de los imagi-narios colectivos y el folklore del propio puebloantioqueo. Pero es indudable que la prolongadaexperiencia minera de los colonos antioqueos, ysus secuelas en materia de privaciones e insegu-ridad alimentaria, imprimi un carcter particulara esta poblacin en el contexto de la nacionali-

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    dad colombiana, reconocible en cuanto a ciertascondiciones de igualdad social, la confianza ens mismos, la vocacin por la independencia y elnimo por el trabajo.

    Fabio Botero6(1994) formula algunos enunciadossobre los factores especiales que caracterizabanla ciudad de Medelln y a sus gentes a comienzosdel SIGLOXX, cuando se iniciaba el proceso de de-sarrollo industrial:

    La aparicin del primer intento, la primera

    tentativa de crear una autentica burguesaurbana [.] en el marco histrico socialcolombiano. Decir intento, no implica des-de luego un propsito consciente, sino unfenmeno del subconsciente colectivo, yes esto lo que le da su mayor significacin.

    Y agrega:

    Una cultura que deja de lado claramenteel predominio de lo formal para centrar-se sobre cosas ms sustantivas, y sobretodo ms prcticas pero sin llegar nuncaal pragmatismo absoluto o el utilitarismocrudo que en ese entonces, valga la com-paracin,erandominantes (tampoco ex-clusivos) en el mbito norteamericano (p.

    13).

    De esta forma, calificativos como trabajador, em-prendedor, persistente, dispuesto a la aventura ya las empresas atrevidas, familiar, etc., definieron

    6 / Ingeniero planificador y experto en diseo vial, autor de varioslibros sobre Medelln y la ciudad colombiana.

    un prototipo tradicional del sujeto antioqueo.Esta mirada ha hecho crisis con el desgaste demuchas de estas particularidades del espritu an-tioqueo, as como otros elementos de la llamada

    antioqueidad, hasta hace poco consideradosinamovibles.

    Medelln y la fbula de la sociedad corporativocristiana. O del sujeto entre Dios y el hombre

    Hasta muy avanzada la dcada de los cincuen-ta, la ciudad que se presentaba al pas como unapujante urbe industrial era el escenario de fun-

    cionamiento de una bien ajustada mquina deorganizacin social. Medelln era garanta de laestabilidad necesaria para el mantenimiento ydesarrollo del proyecto social y econmico pues-to en marcha por una burguesa de banqueros,industriales y comerciantes, empeada en la tareade establecer un curioso modelo de capitalismoindustrial en una ciudad enclavada entre mon-taas que, en contrava de la naturaleza, habalogrado conectarse por va frrea con el ro Mag-dalena y, por medio de ste, con el mundo. Estaeficiente mquina de control social era la de unaorganizacin social corporativa cristiana.

    Como sealaba Botero en una entrevista realiza-da para este trabajo,

    Esta sociedad corporativo cristiana quedabarepresentada claramente en los eventos cvi-cos religiosos que fueron por mucho tiempo

    importantsimos en la vida de la ciudad y, destos, las procesiones del Santo Sepulcro eraquizs uno de los ms importantes. En ellas,el orden de aparicin de los participantes en

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    la marcha, la manera como ste se organiza-

    ba, expresaba claramente la estructura de laorganizacin social, sus rdenes y jerarquas:en primer lugar, despus de los estandartes y

    los monaguillos que abran la precesin, ve-nan las escuelas y colegios de la ciudad; lue-go seguan las congregaciones, conformadasprincipalmente por seoras, desde las mejoresfamilias hasta las ms humildes mujeres del

    pueblo: entre ellas estaban las Madres Catli-cas, la Sociedad de la Buena Muerta y otras.A stas seguan los gremios de artesanos: de

    carpinteros, zapateros, sastres, etc. luego apa-reca en su orden el alcalde de la ciudad ro-deado de los funcionarios del gobierno muni-cipal; en seguida vena el clero que marchaba

    al lado del palio que cubra al obispo, luegovenan los msicos, el ejrcito y, finalmente,cerrando la precesin, la gente comn.

    Esta estructura de ordenamiento social se reventen los aos cincuenta, aunque mantuvo algunasrplicas en menor escala, por ejemplo alrededorde las fbricas y sus reas urbanas prximas has-ta avanzada la dcada de los sesenta, momentoen el que el clero perdi definitivamente el puestode privilegio que haba logrado mantener desdesiempre en la ciudad y sus municipios vecinos.

    Lo sorprendente de esta historia es que ocurrie-ra en una ciudad que a mediados del siglo ya sehaba consolidado como la ciudad lder del desa-rrollo industrial en el pas y, por tanto, en un im-portante bastin del capitalismo criollo naciente.Desde las primeras dcadas del siglo, la ciudadcontaba con una importante actividad industrial.

    Como lo consigna una gua turstica editada en1943, para esa poca se contaba ya en Medellncon un centenar de artculos manufacturados quese distribuan nacionalmente. Pero justamente en

    la coexistencia del capitalismo de base fabril quese instala en la ciudad y el ordenamiento social detipo corporativo cristiano descrito, radica quizsel xito del modelo de sociedad que logr edificarla burguesa local. Mientras en el resto del pas laIglesia permaneca ligada a los intereses de las oli-garquas terratenientes, en Medelln se lig desdesus inicios al movimiento obrero que, con el apo-

    yo incondicional de los patronos, se comprome-ti en la bsqueda de soluciones a la problemti-ca social y al mejoramiento de la calidad de vidade los trabajadores y sus familias, en el espritudel compromiso social cristiano preconizado porlas doctrinas del papa Len XIII e incluso por elcorporativismo de corte fascista de Pio XII.

    Hasta nuestros das, la corriente sindical cris-tiana ha desempeado un papel protagnico enla historia del movimiento obrero. Las congre-gaciones obreras fueron las primeras organiza-ciones de trabajadores, que luego derivaron enla Utrn, central obrera cristiano-conservadoraque tuvo por dcadas un porcentaje mayoritariode los obreros sindicalizados en la ciudad, y ElObrero Catlico fue el peridico de mayor acogi-

    da entre los trabajadores hasta los aos cuarenta.Esto para mencionar slo dos ejemplos del con-trol ideolgico asignado a la Iglesia con relacinal grupo social potencialmente ms conflictivo, ysobre el que recaa ms directamente la respon-sabilidad de asimilar los cambios que supona elpaso de una sociedad agraria tradicional al nuevo

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    orden de cosas que impona el capitalismo indus-trial. Con la crisis de los aos treinta se quebrun poco este control de la Iglesia y se abrieronpaso propuestas polticas de izquierda entre los

    trabajadores de la ciudad, en especial los delsector oficial liderados por los obreros de los fe-rrocarriles. Sin embargo, esta prdida de controlfue un episodio coyuntural, pues hasta nuestrosdas sigue siendo importante el control ideolgicodesempeado por la Iglesia en la sociedad local.

    El trnsito de la sociedad tradicional a la socie-

    dad capitalista moderna de base industrial, im-plic profundos cambios en todos los niveles dela sociedad. En forma simultnea, se produjeroncambios en la cotidianidad de las personas y lasfamilias, en las funciones de los estamentos so-ciales, en los roles de los sujetos y sus relaciones,en las jerarquas y los rdenes sociales, y por lotanto, en la cultura y la percepcin del mundo.

    Como suele suceder en perodos histricos degrandes transformaciones, en el Medelln de losaos treinta a los cincuenta surgieron claras ten-dencias modernizantes en las artes plsticas, laliteratura y, en general, en el conjunto de activi-dades de crculos intelectuales que, aunque re-ducidos, eran especialmente activos en la tareade profundizar la secularizacin de la vida social,

    poltica y cultural7

    . En una conferencia dictada en7 / Algunos de los intelectuales antioqueos que ms contribuyerona la secularizacin de la cultura durante este perodo clave en lahistoria de la ciudad y tuvieron amplia influencia a nivel nacional,fueron: el filsofo y escritor Fernando Gonzlez, el novelista ingenie-ro y cuentista Efe Gmez ,el ingeniero, arquitecto y pintor Pedro NelGmez, el escritor y poeta Ciro Menda, el poeta Len de Greiff, elnovelista Toms Carrasquilla, el pintor y caricaturista Augusto Ren-dn y el periodista conocido como el negro Cano.

    el postgrado Hermenutica y Semitica del Artede la Universidad Nacional de Colombia, SedeMedelln, el profesor Anbal Crdoba sealabaque, segn el pensador colombiano Gutirrez Gi-

    rardot, los intelectuales de la poca no solo esta-ban dedicados a la mundializacin de la vida, sinotambin a una sacralizacin del mundo, a creer enlos principios de la fe en la ciencia y el progreso,la perfeccin moral del hombre y el servicio a lanacin, como lo postulaba para la poca el pen-samiento liberal de avanzada.

    Un grupo selecto de estos intelectuales se hacaconocer como los Panidas, grupo que se funden 1914 y cuya influencia intelectual afect a lassucesivas generaciones o movimientos intelec-tuales que han hecho contrapeso a la hegemonaclerical en la ciudad. Herederos directos de estegrupo fueron los Nadastas, movimiento literariode los aos cincuenta y sesenta que, a travs dela poesa y de manifestaciones pblicas escanda-

    losas en contra de lo establecido, se convirti enun verdadero dolor de cabeza para las institucio-nes eclesisticas, civiles y militares de la ciudad,al tiempo que goz de un fuerte ascendiente en-tre la juventud, no slo de Medelln sino tambinde las principales ciudades del pas.

    Al mismo tiempo, la vida provinciana se vio

    fuertemente afectada por los grandes sucesos einnovaciones que se producan en el mundo, yque comenzaron a romper el secular aislamientocolombiano, tocando su vida social, econmica,tecnolgica y cultural.

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    Figura 1. Propaganda. Revista Pan(1937, Marzo

    Abril), N 13, p.55.

    Es en este contexto de renovacin que encuentraun terreno abonado para su desenvolvimiento elespritu emprendedor del sujeto medellinense ydel provinciano de la regin andina antioquea,dispuesto siempre al trabajo e inquieto por elprogreso. La ciudad cambia, se introducen nue-vas prcticas sociales y econmicas. Inventos

    como la radio, las comunicaciones, los sistemasde trasporte, entre muchos otros acontecimien-tos tecnolgicos y culturales, ponen en cuestinla cotidianidad, desde siempre sometida a los es-trechos mrgenes de la vida parroquial. La gentedel comn se enfrenta ahora a nuevos paradigmasy las ideas modernas irrumpen en el arte, la li-

    teratura, las costumbres y la vida cotidiana. Lasnuevas realidades comienzan a desequilibrar losslidos soportes de la sociedad tradicional. Todoello se produce en un momento de prosperidad

    en el que se est consolidando el proyecto in-dustrial, la burguesa naciente de comerciantes eindustriales est interesada en poner su sello mo-dernizante en la sociedad local y la imagen de laciudad de Medelln es su principal protagonista.

    Figura 2.Propaganda. Revista Pan (1937, Octu-bre), N 16, p.189.

    Figura 3.Propaganda. Revista Pan (1937, Agos-to), N 33, p.131.

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    En el contexto de esta fbula social, en el mo-mento de apogeo de estos caracteres psicolgi-cos y sociales, es donde entra a actuar el discursomoderno, tratando de utilizarlos y adecuarlos a

    su proyecto econmico, social y esttico. Pero,qu pasaba con la vivienda y la ciudad? En qutipo de viviendas habitaban los pobladores deMedelln? Cmo usaban y significaban estos es-pacios y los de la ciudad? Y finalmente, cmo eraesta ciudad, cules eran sus ritmos, sus cualida-des estticas espaciales y funcionales, sus valoressimblicos y ceremoniales?

    y construyeron la ciudad a su imagen y seme-janza

    Una vez consolidada como clase hegemnica enla ciudad, la burguesa cristiana reformista pre-sent a sus habitantes una propuesta de mo-dernizacin urbana y arquitectnica que asumacomo modelo el estilo neoclsico de arquitecturay urbanismo que los burgueses criollos haban

    encontrado en las grandes ciudades en sus viajesde negocios o de recreo.

    Desde comienzos del SIGLOXX, adinerados comer-ciantes e industriales se dedicaron a la tarea detraer arquitectos europeos con el propsito detransformar la aldea coloquial que era Medelln,en una ciudad digna de sus fortunas y fabrica-

    dos abolengos familiares. Resultaba fascinanteconstruir replicas locales de edificios de estilo.Las familias competan construyendo edificioseclcticos para las sedes de sus empresas, losque bautizaban orgullosamente con sus apellidos(Edificio Olano, Edificio Vsquez). En el barrioPrado, cuyas amplias calles y generosos solares

    configuraban un sector exclusivo en las afuerasde la ciudad al cual mudarse, construyeron ca-sas familiares que igualmente bautizaron con susapellidos, dejando volar su imaginacin con re-

    buscadas mezclas de estilo de casas sacadas derevistas o de fotografas. Se presentaba as comonuevo el eclecticismo historicista, para ese mo-mento en franca decadencia en una Europa satu-rada de los excesos estetizantes del hedonismokitsch de las burguesas locales, pero que aquofreca la posibilidad de construir una ciudad atono con las nuevas necesidades y expectativas

    de las familias adineradas.En este perodo, conocido como el de la arqui-tectura y el urbanismo republicano, el perfil de laciudad cambi y se produjeron nuevas espaciali-dades, resultado de la construccin de edificacio-nes de mayor altura, en tanto que los espaciosadquiran un nuevo significado. Los espacios p-blicos fueron re-escenificados: calles convertidas

    en paseos o avenidas, plazas en parques o jardi-nes, en los que por primera vez aparecieron mue-bles urbanos cargados de ornamento, como lm-paras, bancas, fuentes, barandas y verjas, puertasy prgolas; todo ello sobre los mismos espaciosescuetos de la ciudad tradicional. El espacio pri-vado se resignific, a la par con el enriquecidoambiente urbano que desplegaba la nueva ciudad,

    gracias a la aparicin de una diversidad de edifi-cios especiales que incorporaron mltiples activi-dades y nuevos ritmos a la vida social y culturalde la ciudad.

    Se edificaron teatros y universidades, bibliotecas,edificios pblicos, instituciones educativas y de

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    asistencia, clubes sociales y teatros. Urbanstica-mente tambin se realizaron profundos cambios,incorporando elementos inexistentes en la ciudadhasta ese momento, como el jardn Botnico, y

    las avenidas y paseos fueron destinados, al igualque los edificios de espectculos como la Plaza deToros y el Hipdromo, a servir de escenario paralos grandes acontecimientos cvicos y sociales.Se trataba de replicar los espacios urbanos msfamosos de grandes capitales como Londres, Pa-rs, etc., escenografas adoptadas por la burguesapara transformar la ciudad a su imagen y seme-

    janza.Quizs esta pasin por construir ciudad expliquepor qu en 1945 se fundaron en Medelln dosfacultades de arquitectura (desde haca tiempoexista la Escuela de Minas e Ingeniera), una enla Universidad Pontificia Bolivariana y otra en laUniversidad Nacional de Colombia, Sede Mede-lln, mientras en Bogot haba slo una.

    En la infraestructura se produjeron grandes pro-gresos. Desde los aos treinta, la ciudad se havenido dotando de una infraestructura modernade servicios pblicos (agua potable, energa, al-cantarillado y telfonos), utilizando las tcnicasms avanzadas del momento; dispone de ms deun sistema de transporte colectivo (tranva, bu-

    ses y taxis) y cuenta con aeropuerto; y se em-prenden obras civiles de envergadura como lascanalizaciones del ro y de la quebrada Santa Ele-na, y la construccin de los primeros puentes queabrieron el desarrollo hacia el otro lado del ro.De esta forma, a finales de la dcada del cincuen-ta la ciudad constituye un ejemplo de progreso y

    prosperidad, de desarrollo y productividad, perotambin se presenta ante el pas como la ciudadde la equidad y el progreso social.

    En las memorias de don Ricardo Olano, destacadoexponente de este espritu emprendedor y civi-lista que prosper entre la burguesa local hastalos aos sesenta, se alude a un artculo apareci-do en la publicacin norteamericana The PlannersJournal, que refiere el papel desempeado en laciudad por la Sociedad de Mejoras Pblicas:

    La segunda ciudad de Colombia es Mede-lln, notable en todo el pas por sus gran-des industrias y por su espritu de pro-greso. La ciudad crece rpidamente y susperspectivas de mayor crecimiento sonmuy grandes.

    Y ms adelante aade:

    Es digna de anotarse esta accin ciudadanaque en Medelln est organizada para ini-ciar obras de progreso y estimular la accinoficial, ya que en la Amrica Latina se en-cuentran tan pocas parecidas. Hace resaltarcomo ejemplo, el papel que en los EstadosUnidos juegan los ciudadanos particulares,que con su dinero, su esfuerzo y sus bienes

    planean y llevan a cabo obras maravillosasde utilidad pblica (Marn, 1989, p. 102).En su entusiasmo por mostrarse imponiendo supropia esttica, la burguesa antioquea no sloaprendi a replicar, a su manera, la arquitecturay el urbanismo de las grandes metrpolis, sino

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    tambin sus formas de vida, hbitos y costum-bres, siempre y cuando no entraran en conflictocon los principios religiosos o sociales ms arrai-gados y sin dejar en ningn momento de impul-

    sar decididamente el proyecto social cristiano, aligual que lo hacan las burguesas ms retardata-rias de los pases que les servan de ejemplo. Setrataba de procurar bienestar a sus trabajadores,pero eso s, deteniendo cualquier avance de lasaspiraciones polticas del movimiento obrero. Esdecir, se ide y puso en prctica la afinada mez-cla de autoritarismo y paternalismo que hasta el

    presente ha caracterizado la manera de ser de laburguesa antioquea.

    Se trataba, en fin, de crear un ambiente modernis-ta y cosmopolita para una ciudad que ha reven-tado sus fronteras y se ha abierto al mundo, quesirviera de escenario e indujera a la poblacin a laaceptacin social del mito delprogreso, necesariopara el xito de su proyecto econmico y social.

    Este mito es encarnado por el buen burgus, queadems de mostrar una natural preocupacinpor su prosperidad personal y la de los suyos, esun entusiasta de la construccin y el embelleci-miento de su escenario natural, la ciudad, de lacual l es tanto el interprete como su actor prin-cipal y smbolo del buen ciudadano.

    De esta manera, con el nuevo espritu, los nuevosactores y un nuevo escenario urbano de aspectoms cosmopolita, se produce una ruptura con elpasado provinciano, con el aislamiento protec-tor de una cotidianidad cuyos ritmos y ritualesya no le funcionan al capitalismo naciente y suimperiosa necesidad de ampliar, homogeneizar,

    relacionarse, y as poner en funcionamiento elnico mundo que lo hace posible: el mundo delmercado. Del pasado campesino y aldeano slo sepreserva aquello que, como la religin, los mitos

    de la antioqueidad, de la familia, etc., permitemantener referentes simblicos que sirvan de co-hesionadores sociales frente a una nueva estticasocial centrada en el individualismo.

    Figura 4.Propaganda, Revista Pan (1937, Agos-to), N 15, p. 181.

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    Gilberto Arango Escobar

    Este Medelln de la arquitectura republicana, hoyprcticamente desaparecido y slo reconocibleen las fotografas histricas, alcanz una grancoherencia. Sus edificios, de cuidadosa factura,

    guardaban gran uniformidad volumtrica y formala pesar de los excesos decorativos en interioresy fachadas, y sus equipamientos y edificios p-blicos gozaban de cualidades arquitectnicas ytcnicas que les permitieron mantenerse comosmbolos y marcas de un pasado emblemtico dela ciudad, provisto de un espacio pblico equili-brado y bien dotado que supo respetar el trazado

    urbano heredado del pasado colonial, el mismoque la ciudad moderna parcialmente destruyaos despus, como lo hizo tambin con buenaparte de los edificios de este perodo republicano.

    La imitacin de la imitacinEl bazar de fachadas, en franca competencia porimponer un determinado estilo, se transfiere alas clases medias y en alguna medida tambin a

    los sectores populares. Los edificios, en su granmayora, no son ms que una rplica de edificioscuyas primeras versiones son elaboradas por ar-quitectos extranjeros que han llegado a la ciudad,inicialmente contratados por entidades guberna-mentales para la construccin de edificios pbli-cos importantes, y que rpidamente se convier-ten en los arquitectos de cabecera de las familias

    ms adineradas. Son estos arquitectos los queconstruyen los edificios pblicos, las sedes deempresas comerciales e industriales, as como lascasas quintas de las principales familias que vana pasar a ser la fuente de inspiracin esttica detoda la ciudad.

    Los maestros de obra, que son los arquitectos delas clases medias y populares urbanas, de emple-ados, artesanos y pequeos comerciantes, me-zclan habilidosamente formas y estilos tomados

    de las casas de los ricos, y componen las fachadasde las viviendas como nico distintivo del tipode vivienda que se construye en toda la ciudad yse repite con pequeas variantes que no logranalterar su tipologa. Esta vivienda era la casa defachadao casa de medio patio.

    Mimesis II: la construccin del discurso y la tra-

    ma potica. La vivienda, una mimesis de las prc-ticas culturales del morar o del habitar.

    La arquitectura propone mundos para habitar yentre ellos, el de la vivienda, en sus muy diversasversiones a travs del tiempo y de las culturas,es el que est ms ligado a la cotidianidad de losindividuos, pues en la vivienda transcurren buenaparte de sus vidas y se llevan a cabo actividades

    necesarias para la supervivencia individual y co-lectiva, as como para la reproduccin fsica, so-cial y cultural de la especie. En la construccin deestos mundos, y del de la vivienda en particular,la arquitectura no hace ms que imitar (mimar)las acciones humanas, mejorndolas o empeo-rndolas, es decir enriquecindolas; no se quedaentonces en la simple copia de la accin, sino que

    crea a partir de ella, fabulndola.

    Las acciones humanas asociadas al habitar el m-bito de la vivienda, responden en general a lasmismas necesidades bsicas en todas las cultu-ras. Como seala Jacques Pezeu (1989),

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    La potica de la vivienda

    Toda morada humana, palacio o cabaa,habitacin individual o departamento im-plica, en efecto, un recinto en cuyo interiorlos miembros de la familia pueden perpe-

    tuar los actos elementales de la existencia-descanso alimentacin trabajo y recreo-sin dejar de afirmar su solidaridad afectiva:a este ttulo debe poder cerrarse (p. 54).

    Pero las personas, segn su edad y condicin,tienen una particular percepcin de la vivienda,as como unas determinadas necesidades espa-

    ciales y de uso de la misma, que cambian segnla cultura, la poca y las condiciones especficas yse expresan en acciones que la arquitectura imitaespecializndolas. En relacin con la valoracindel espacio de la vivienda, Pezeu seala:

    Ella es estricta y minuciosa y, para cadacivilizacin [y momento histrico] se de-fine a s misma por el estatus personal de

    cada quien. La casa representa, en efecto,un espacio percibido y utilizado de maneradiferente, por el hombre la mujer y el nio,el anciano, el sirviente o el husped, lomismo en calidad de refugio ofrecido a suexistencia individual, que como escenariode sus relaciones con el prjimo (p. 77).

    La aglomeracin, propia de la urbanizacin, tam-bin constituye un factor determinante en elcambio de costumbres y hbitos en la forma devivir de las personas, obligando a los sujetos ygrupos a tener que vivir situaciones nuevas y amodificar prcticas tradicionales que ya no pue-den tener lugar en las nuevas circunstancias,

    afectando campos sensibles del habitar, comola comodidad, la seguridad y la intimidad, entreotros. Pero simultneamente opera un aconte-cimiento que favorece el proceso de asimilacin

    de estos cambios, se produce un cambio en lapercepcin del mundo y en los imaginarios co-lectivos del grupo social, se alteran los sistemasde valoracin de las prcticas del habitar. Es elcaso, por ejemplo, de cmo la bsqueda contem-pornea del prestigio como prioridad del habitar(vivir en el sitio de moda), ha sustituido o relega-do a un segundo plano otros satisfactores que se

    suponen ms trascendentales para la vida de laspersonas, como son la mayor disponibilidad deespacio o de tiempo.

    As, la casa de medio patioo casa de fachadanoes slo el resultado de una evolucin y acomodoa situaciones locales de unos patrones de vivien-da heredados de los espaoles, como tampocola casa modernase debe entender slo como el

    resultado de la importacin de unas ideas y con-cepciones estticas de moda en otros pases. Enambos casos se trat de procesos de construcci-n colectiva en los que un sujeto colectivo estabademandando unas determinadas condiciones devivienda para satisfacer sus aspiraciones en unmomento especfico de su vida social y econ-mica, sus posibilidades tecnolgicas y sus nece-

    sidades culturales; en ambos casos la construcci-n de esas particulares tramas arquitectnicasobedeci a creaciones poticas, en un caso por elmaestro constructor y en el otro por el arqui-tecto, como intrpretes de procederes, imagina-rios, aspiraciones, acciones de un sujeto histricodiferente.

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    En el caso de la casa de fachadase trata de unacomunidad urbana tradicional en trnsito a lamodernidad, que se identifica con determinadatipologa arquitectnica que sintetiza la cadenade significantes (acciones humanas) propias de

    su forma de habitar, y el maestro constructor deobra opera como intrprete y ejecutor prctico deuna forma de vivienda que se repite una y otravez con muy pequeas variaciones, pues sencilla-mente as se vive.

    En el caso de la casa moderna se trata de una

    trama portadora de un discurso en muchossentidos innovador de las formas de habitar urba-nas, cuyo principal agente promotor y ejecutor espor primera vez un sujeto, el arquitecto, quien abase de metforas debe poner en obra una cons-

    truccin potica de la nueva fbula moderna enproceso de asimilacin por parte de los gruposms inquietos de la sociedad urbana, usando paraello recursos retricos destinados a persuadir ausuarios potenciales, a convencerlos de las ven-tajas del cambio y de la bondad de los nuevosparadigmas.

    Figura 5.Fotografa Gilberto Arango. Barrio Boston, Medelln.

    Mi i III l ti d l d di bi di l l fb l l b l

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    La potica de la vivienda

    Mimesis III:la potica de las casas de medio pa-tio o de fachada. Del zagun al solar.La casa de medio patioes una casa de un piso,cuya fachada de composicin simtrica est com-

    puesta por una puerta localizada en el centro dela misma y dos grandes ventanas a lado y lado,usualmente iguales, con sillar casi siempre bajo ycuya altura va hasta algo ms de los 2.50 metrosdel andn. Puerta y ventanas estn enmarcadaspor marcos y dinteles con molduras y relievesornamentarles de muy diversa factura, cuya de-coracin abunda en motivos geomtricos de ar-quitecturas antiguas o inspirados en plantas ofrutas, decoraciones vaciadas en yeso o cementoque varan los motivos de una casa a otra.

    La puerta exterior, portn o puerta que da a lacalle, conduce a un zagun (o corredor) que vahasta una segunda puerta interior decorada convidrios de colores, a manera de vitral, que sirvede cerramiento para delimitar el mbito privado

    de la casa del mbito pblico de la calle. Mien-tras la contrapuerta o puerta interior permanecacerrada (o incluso simplemente ajustada) duran-te todo el da, la de la calle permaneca abierta,con lo cual la familia manifestaba su permanen-te disposicin a recibir visitantes. El sentido delzagun, ms que reforzar la seguridad, era crearuna transicin entre el exterior y el interior y as

    funcion mientras las condiciones de seguridadde la ciudad lo permitieron, lo que debi ocurrirseguramente hasta los acontecimientos del 9 deabril de 19458, a partir de los cuales se produjo

    8 / El nueve de abril de 1945 fue asesinado por sus opositores el lderliberal reformista Jorge Elicer Gaitn, quien con un fuerte ascendien-te popular, se perfilaba como el seguro ganador de las elecciones a lapresidencia de la repblica prximas a realizarse.

    un cambio radical en la fbula que regulaba la so-ciedad colombiana, transformando todos los c-digos ticos y las relaciones entre los individuos.

    Figura 6.Dibujo Gilberto Arango. Planta de casa de

    medio patio o de fachada.

    La distribucin interior y el tipo de espacios serepiten en todas las viviendas, independiente deque sus moradores fueran pobres o ricos. Las va-riaciones, cuando stas se presentan, eran bsi-camente en el tamao de los espacios, el nmero

    de las habitaciones o de patios el tamao del so dos patios generalmente destacado por

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    Gilberto Arango Escobar

    de las habitaciones o de patios, el tamao del so-lar o el decorado y calidad de los materiales, perono llegaban a alterar la estructura tipolgica de lavivienda.

    Silvia Arango (1989) describe esta vivienda en lossiguientes trminos:

    La casa tipo que en esta poca se propagapuede describirse as: a) dos patios inte-riores: uno de recibo ornamental general-mente adornado con flores y otro interno,de servicio; b) un saln compuesto de unoo varios espacios, con ventanas a la cal-le pero al cual se accede directamente, atravs del patio principal; c) un comedoren el centro de la vivienda separando los

    dos patios, generalmente destacado porun tratamiento diferente en sus muros yabierto con vidrieras al patio principal; d)una serie de alcobas generalmente alinea-

    das y comunicadas entre s y a la vez conlos patios y corredores, y e) unos espaciosde servicio: una cocina grande (compuestade uno o varios espacios) y un W.C. (unsanitario) (p. 140).

    A esta descripcin slo agregara dos compo-nentes clave, al menos en la casa de fachadadeMedelln: el pequeo recibo para las visitas quese localiza inmediatamente despus del contraportn, entre la sala y el primer patio, y el solar alfondo de la vivienda, cuyas dimensiones variabande acuerdo con el tamao del predio.

    Figura 7. Dibujo Gilberto Arango. Fachada casa de medio patio o de fachada.

    El sujeto que habita esta casa de medio patio simblicos de la autoridad el ritual y el orden je-

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    El sujeto que habita esta casa de medio patio

    El sujeto que habita la ciudad en la que se cons-truye esta casa, ha hecho una metfora de los sig-nificantes de la ciudad tradicional y su herencia

    colonial, pero incorporndole otros propios de laciudad republicana que ha venido construyendola joven burguesa que la lidera. La casa, como laciudad, posee puertas de acceso que la separandel exterior y definen simblica y espacialmentesu interior. Sus corredores lineales, como las cal-les, son espacios de encuentro y de sociabilidad,en el primer caso de la familia y en el segundodel ciudadano, y sirven para intercomunicar losespacios, tanto los rituales como los del habitar.El patio principal, de diseo geomtrico y llenode plantas permanentemente florecidas (casisiempre azaleas), al que la familia pone todo suempeo para significar frente a los visitantes tan-to su estabilidad como su creatividad, es el es-cenario obligado de celebraciones (matrimonios,bautizos) y fotos familiares. El patio encuentra

    su equivalente en la ciudad en el parque princi-pal, igualmente ornamental, con diseo invaria-blemente geomtrico y estilo barroco, dispuestopara ser visto y usado pero con restricciones,gracias a la reja protectora que lo envuelve, y esigualmente escenario de las grandes celebracio-nes cvicas y religiosas. Los patios secundarioso de servicio, cuando los hay, como sucede con

    las plazas y parques de la ciudad de menor cargasignificante, cumplen funciones menos formalesy ms abiertas a la improvisacin. Los espaciosrituales son la sala, como el teatro y el club, y elrecibo como el caf o la heladera. Los sitios delsimulacro y el acontecimiento social, el comedorcomo la iglesia y la casa de gobierno, son espacios

    simblicos de la autoridad, el ritual y el orden je-rrquico. Las alcobas dispuestas en fila, como lasviviendas mismas, son el lugar del descanso y laintimidad. La cocina y alacena, las habitaciones

    de servidumbre, los lugares de tejer, remendar, la-var, planchar, representan al interior de la vivien-da lo que en la ciudad son lugares de actividad:los mercados, talleres y fbricas, los almacenes ylugares de alojamiento provisional de operarios yvisitantes. El nico bao y el bao de inmersin,los baos pblicos que nunca ms existieron y laspiscinas para los paseos dominicales. Por ltimo,el solar, lugar de contacto con la naturaleza o detrabajo en la huerta familiar, pero tambin esce-nario de la aventura y de los juegos de los nios,mimesis humanizada del mundo rural que se abrecon todos sus enigmas y significantes csmicos,pero que al mismo tiempo es parque de diversio-nes.

    Como eje constructor de la trama de la casa,

    est claramente presente la mimesis de la natura-leza (desde nuestros antepasados mediterrneosandaluces). La casa es dispuesta de tal maneraque el hombre pueda invitar a sus dominios lapresencia del agua y del sol. En el corredor, comoen la calle, el habitante debe protegerse de la llu-via que moja la casa y con su sonido acompaa eltiempo destinado a la pereza de la siesta (todava

    socialmente posible), o la monotona de una vidadomstica an llena de mltiples y muchas vecesarduos quehaceres; en el solar, como en el cam-po, la lluvia tiene otra significacin, humedece elsuelo para que pueda dar sus frutos, pero tam-bin para dejar ese olor a la naturaleza hmedaque nos recuerda de alguna manera que somos

    parte de ella La casa es tambin una construcci- lor y los rebuscados ornamentos que decoran las

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    parte de ella. La casa es tambin una construccin cuidadosamente dispuesta para que el sol, elacogedor y festivo de la maana, el del tedio delmedioda o el nostlgico de los atardeceres, pue-

    da entrar a la casa a voluntad de sus habitantes,penetrar plenamente en el comedor, en los corre-dores y en el espacio de recibo para las visitas in-formales; para que tmidamente se cuele a las al-cobas a travs de las altas puertas entreabiertas,de ah al corredor interior o corredor de alcobasque las comunica, y permitir cierta vigilancia delos padres sobre la sexualidad de los hijos, pro-curando la penumbra diurna en un espacio hechonicamente para el descanso y el recogimientonocturno y que durante el da aparece como unmostrador de muebles y enceres cuidadosamentedispuestos para ser vistos por el visitante; o paraque, tambin en ocasiones especiales, ingrese a lasala, el recinto ms celosamente guardado de lacasa, a travs de las grandes ventanas que la co-munican con la calle y que permanecen casi siem-

    pre hermticamente cerradas. La noche tambintiene permiso de ingreso a la casa por el patio,para recordarles a los hombres que estn ocupan-do un minsculo lugar en el cosmos, y por el so-lar para sobrecogerlos con sus ruidos, la latenteamenaza de lo desconocido, y convertirse en elespacio predilecto para los sueos.

    Con la aparicin generalizada de la casa de facha-da, el paramento de las calles se ve desprovis-to de los aleros que durante siglos haban pro-tegido al caminante del sol y de la lluvia. Ahoralos paramentos lisos esconden el techo y creanuniformidad, a pesar del esfuerzo evidente de losresidentes por diferenciar sus viviendas con el co-

    lor y los rebuscados ornamentos que decoran lasfachadas. La calle adquiere un carcter esceno-grfico, espacio de representacin de roles, con-venciones y jerarquas que regulan la vida la vida

    pblica. Cada casa posee un sello de familia. Conexcepcin de los das de fiesta o de celebracionesespeciales, la calle se mantiene casi vaca, no eslugar de encuentro o de diversin ms que paralos varones mayores que son los principales usu-arios del espacio pblico. Las mujeres deben per-manecer al interior de las viviendas ocupadas enlos oficios domsticos y, en ausencia de parqueso espacios de recreacin infantil y por convenci-n social, los nios tambin deben permaneceral interior de las viviendas cuando no estn en laescuela.

    Resulta inquietante observar cmo hoy en da,desaparecidas la mayora de las condicionessociales y culturales que servan de contexto aesta arquitectura de casas de medio patio y de

    fachada, las que an existen en buen estado depreservacin continan siendo apetecidas comolugar de habitacin o de trabajo, gracias a quese les reconoce una especial la calidad ambiental,buena iluminacin y condiciones de adaptacinclimtica, adems de otras ventajas como laaltura y confort de sus espacios, la presencia depatios y corredores, su distribucin espacial y la

    disponibilidad del solar, entre otras. Igualmentepasa con entornos urbanos donde existen calles yseries de casa de patio y de fachada en su estadooriginal, y bien preservadas, que son valoradospor cualidades urbanas y espaciales difcilesde encontrar en los conjuntos habitacionalesactuales.

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    Figura 8.Dibujo Gilberto Arango. Corredor y patio principal.

    Aqu cabe preguntarse entonces, cmo se premoderno10que habitaba la casa de medio patio

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    q p gexplica que hoy se les reconozcan calidadesespaciales y ambientales que hacen ms amableel habitar, a unas viviendas y barrios que fueron

    construidos en un momento muy diferente dela vida de la ciudad y para una sociedad cuyoimaginarios, cuyos mitos y universos simblicoseran diferentes a los del presente? Cules sonesas constantes en la cultura, en las prcticas delhabitar, que aun desaparecidas o sustituidas porotras, persisten en manifestarse? Qu hemosganado y qu hemos perdido en la arquitecturade la vivienda?

    El antroplogo Manuel Delgado ha sealadoque la ciudad (como la arquitectura) no seinterpreta sino que se explica, como lo hace lapoesa cuando explica unas cosas ponindolas enrelacin con otras cosas o, lo que es lo mismo,haciendo metforas9. Es decir, no se trata deexplicar el contenido de las cosas, pues stas no

    son ms que signos de signos. En otros trminos,lo que importa de los lugares no son los lugaresen s, sino la significacin que ellos tienen parala construccin de la memoria. Si la memoriapone orden al pasado para ordenar el presente,tiene pues validez que nos preguntemos por lasignificacin de estas viviendas, para ver en qumedida nos resultan tiles algunos de estos

    signos del habitar para mejorar nuestra vidapresente.

    Hemos descrito algunas de las relaciones designificacin entre las acciones del sujeto9 / Planteamiento expuesto en el seminario acadmico Espacios ytrayectos de la memoria urbana, en junio de 1994 en la ciudad deMedelln.

    p q po casa de fachaday el tipo de espacios definidosen su trama arquitectnica. Sin embargo, espreciso profundizar en esta direccin desde la

    mimesis III, o momento de la recepcin de laobra, mostrando cmo la produccin del hechoarquitectnico en el caso de esta vivienda esms un producto de la cultura que del sujeto(arquitecto) creador (quien como veremos, tieneun papel muy destacado en el caso de la casamoderna); que los acontecimientos de la culturay las prcticas cotidianas son los que definen latrama arquitectnica en la casa de patio; y quela recepcin del hecho arquitectnico, por partede este sujeto premoderno que la habita, es la querealiza (o simplemente ratifica) una y otra vez laconstruccin potica de esta vivienda, recreandolas metforas de las acciones culturales vigentesdel habitar, as como los artificios retricos que lahacen aceptable y creble.

    La segmentacin de la casa de fachada enespecialidades tan claramente definidas, proveeun espacio especializado para cada actividad,a tal punto que la irrupcin de una actividadno prevista en un espacio de uso (nico)10 / Cuando me refiero al sujeto premoderno, hago referencia a aquelsujeto urbano colombiano al que le correspondi vivir el momentode transicin entre la sociedad tradicional parroquiana y la sociedadurbana moderna, en la cual ya la cotidianidad est regulada por losritmos de la produccin y de consumo capitalista, as como por unaconcepcin de sujeto que lo ubica como individuo que consume, conderechos y obligaciones y no como un heredero, perteneciente a unadeterminada familia. Este sujeto aun permanece preso de percepcio-nes del mundo y prcticas sociales y culturales tradicionales de unacomunidad local, pero al mismo tiempo comienza a ser espectador yactor de mltiples acontecimientos de cambio hacia la vida modernay es participe entusiasta de paradigmas que, como el del progreso oel de la libertad de opcin individual, van a ser pilares fundamentalesdel nuevo modelo de organizacin social.

    predefinido, crea de inmediato un conflicto, una cual diariamente se conversa y socializa, en las

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    ruptura en las prcticas convencionales de larecepcin. Se puede decir que no hay permisopara la improvisacin en los espacios, stos no

    son de uso intercambiable. A esto se agrega elhecho de que, como la familia, el espacio de lavivienda es fuertemente jerarquizado. No todoslos espacios son para todo el mundo, excepcinhecha de los padres, quienes tienen la facultad depenetrar hasta el mundo ms privado de los hijos.La sala y el comedor son los espacios ritualespor excelencia, el primero como escenario delas relaciones formales intergrupales (las visitasimportantes), y el segundo como aquel en el

    horas de almuerzo y comida, pero tambin se lerecuerda al ncleo de la familia quin ejerce laautoridad, se hace el balance de qu hizo o dejo

    de hacer cada uno de los hijos y se realizan losjuicios a que haya lugar.La seguridad que proporciona la vivienda tieneuna significacin diferente a la actual, pues si bienrepresenta la seguridad patrimonial de la familiao la requerida para el reposo y la supervivencia(condiciones bsicas de cualquier vivienda encualquier poca o cultura), esta vivienda debefacilitar la preservacin de los principios demoralidad individual y colectiva, la seguridad

    Figura 9.Dibujo Gilberto Arango. Alcoba y corredor de alcobas.

    del alma ante las amenazas externas e internas.l d d d l

    de fachadas, de ciertos elementos como lasl d l l l

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    Ms que la seguridad del cuerpo, representa unpropsito que tiene un efecto ordenador de loscomportamientos de los sujetos y del espacio

    que los cobija, y debe asegurar la preservaciny el funcionamiento de los convencionalismossociales del grupo.

    En esta casa, producto de la creacin colectiva,el sujeto que ordena y ejecuta la vivienda (elmaestro constructor) es un simple mediador delproceso de mimesis que la comunidad hace de susprcticas y acciones convencionales, establecidassegn su forma particular de habitar. Comoartesano que es, repite siempre el mismo modelo,agregando eventualmente algo de su particularcapacidad creativa o poniendo en juego sushabilidades, por ejemplo para ajustar el modelo alos distintos lotes y necesidades de las familias,o como artesano de elementos retricos de laarquitectura expresados en el diseo y la factura

    puertas principales de la casa, vitrales, ventanalesy ventanas, o de mobiliarios fijos, etc.

    En consecuencia, tanto la metfora potica comola retrica en la casa de medio patioo de fachada,son construcciones de un arquitecto colectivocuya obra goza socialmente de gran aceptabilidad,tanto por el uso como por la costumbre, y portanto, tender a repetirse una y otra vez hastaque se produzca un cambio en los imaginariosy en las prcticas colectivas del habitar quelos modifiquen o sustituyan. De acuerdo conDelgado, las sociedades no hacen ms que repetiraquello que demuestra ser eficaz como hechotecnolgico, como procedimiento o como accin,incorporndolo a la memoria colectiva hasta quees sustituido por otro acontecimiento que seconsidera ms eficaz, y esto juega tanto para laciudad como para la arquitectura.

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    Mimesis I: la fabula de la vida modernaLa produccin fabril de mercancas y las relacio-nes de mercado terminan por imponer su ritmoa escala en toda la ciudad, subordinando directao indirectamente la totalidad de las actividades

    humanas, entre ellas las del habitar, y ademsponen en funcionamiento otras actividades hastaentonces desconocidas, como por ejemplo la re-gularizacin del tiempo en funcin del ritmo de laproduccin, convirtiendo la jornada de trabajo yel salario en las unidades de medida de la vida co-tidiana, en tanto el espacio se organiza para faci-litar la produccin de mercancas, su distribuciny consumo. Cuando esto ocurre, ya se ha hechopresente a plenitud el nuevo mundo, el mundodel capital, y con l el de la mercanca. El mundode la mercanca ordena el espacio. La jornada detrabajo, ordena el tiempo.

    En trminos de Leroi-Gourham (1971):

    El juego entre el tiempo y el espacio li-

    bres y el tiempo y el espacio domsticosfue bastante amplio hasta muy reciente-mente, salvo en el medio urbano, en elcual el marco totalmente humanizado hasido siempre la seguridad de la eficaciadel dispositivo ciudadano. La infiltracindel tiempo urbano se ha hecho en algu-

    Captulo III.

    La potica de la

    casa moderna

    nas decenas de aos, primero sobre unoslargos intervalos gracias a la periodicidad

    aplicado en el mundo entero, sin importar fron-teras culturales ambientales o de desarrollo tec

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    largos intervalos, gracias a la periodicidadregular de los transportes; pero ahora lle-ga el detalle de las jornadas por la nor-

    malizacin del tiempo segn el ritmo delas emisiones radiofnicas y de televisin(y el Internet). Un tiempo y un espaciosobre humanizados correspondan al fun-cionamiento ideal sincrnico de todos losindividuos especializados cada uno en sufuncin y su espacio. Por el desvi delsimbolismo espacio-temporal, la socie-dad humana volvera a encontrar la orga-nizacin de las sociedades animales msperfectas, donde el individuo existe solocomo clula (p. 337).

    Este nuevo mundo implica necesariamente unhorizonte diferente de percepcin para las per-sonas: nuevos imaginarios se construyen en cor-respondencia con la aparicin de nuevos mitos o

    la resignificacin de los ya existentes, y surgenotros referentes simblicos que desplazan los an-teriores y que, con los nuevos signos, permitirnhacer comunicable la nueva esttica social.

    Las ideas modernas entran a MedellnHe intentado reconstruir la relacin mimticade esta fbula con la ciudad republicana, ltimaversin de la ciudad tradicional, y con la casa defachada, ltima versin de la vivienda heredadade nuestro pasado colonial. Mi inters se centraahora en descubrir cmo a partir de aqu se dioel paso al establecimiento definitivo del proyectomoderno en la vivienda y el urbanismo en Me-delln; y cmo este proyecto, formulado para ser

    teras culturales, ambientales o de desarrollo tec-nolgico, con un persuasivo discurso utpico queafirmaba haber encontrado la forma de construir

    un mundo definitivamente mejor que cualquierotro pasado, se logra instalar tan decididamenteen la ciudad y de manera tan precoz, teniendoen cuenta adems que, a nivel internacional, elmovimiento moderno de la arquitectura se en-contraba an tratando de convencer a travs delos congresos del CIAM11y los escritos de sus te-ricos y promotores.

    En 1953 ya la ciudad era objeto de un Plan Direc-tor12que prevea su desarrollo futuro, la pona atono con las condiciones del desarrollo industrialpor el cual haba optado tiempo atrs, y cons-trua programas de vivienda en serie siguiendolos postulados fundamentales del movimientomoderno13. Barrios como San Joaqun, Calazans11 / La nueva arquitectura era considerada como el producto inevi-

    table y lgico de las condiciones culturales y tcnicas de la poca.Quienes compartan esta creencia, se consideraban miembros delmovimiento moderno que fue reconocido en 1928 con la inicia-cin de los Congresos Internacionales de la Arquitectura Moderna,CIAM, que se preocuparon por la solucin de problemas como elde la vivienda y el entorno urbano. En 1945 se realiz uno de estoscongresos en torno al tema de la vivienda mnima, en l se fijaron laspautas filosficas, normativas y tcnicas que habran de regir estapropuesta en lo sucesivo y que por dcadas nutrieron la formacinde arquitectos en el mundo entero.12 / El plan de ordenamiento urbanstico de Medelln, que se conoce

    como el Plan de Wiesner y Sert (arquitectos de renombre internacio-nal y fieles seguidores de los principios del movimiento moderno),dot a la ciudad por primera vez de unas directrices y objetivos quepermitiran regular y orientar su desarrollo y crecimiento.13 / Ya en la ciudad algunas entidades oficiales haban construidoprogramas de vivienda en serie para empleados, y lo mismo habanhecho las principales industrias para sus trabajadores. Fueron pro-gramas pioneros en su momento, en cuanto ya significaban unanueva mirada del problema habitacional como un problema social,

    y la Floresta fueron construidos en un perodono mayor de tres aos (1953-1956) por el re-

    tipo de edificaciones modernas.

  • 7/25/2019 La Poetica de la Vivienda

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