la novena noche cap 1

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    La novena

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    Lesley Livingston

    Traducido por Juanjo Estrella

    La novena

    noche

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    Ttulo original: Wondrous Strange

    Lesley Livingston, 2009

    Todos los derechos reservados.

    Publicado en Estados Unidos por Harper Teen, un sello de HarperCollins Publishers.

    Editorial Viceversa, S.L., 2009

    Calatrava, 1-7 bajos. 08017 Barcelona (Espaa)

    de la traduccin Juanjo Estrella, 2009

    Primera edicin: octubre 2009

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente pro-

    hibida, sin autorizacin escrita de los titulares del copyright, la reproduccin total o parcial de esta obra

    por cualquier medio o procedimiento, sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por grabacin u otros,

    as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Printed in Spain Impreso en Espaa

    ISBN: 978-84-92819-12-6

    Depsito legal: M-39741-2009

    Impreso por Ddalo Offset, S.L.

    www.editorialviceversa.com

    NOTA DEL TRADUCTOR

    La autora de la novela incluye en la narracin pasajes de las obras teatrales de William Sha-

    kespeare Sueo de una noche de verano, tambin llamada Sueo de una noche de san Juan, yMacbeth.

    En la presente traduccin estos fragmentos aparecen siempre entrecomillados y corresponden

    a la versin de Jos M Valverde.

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    A mi padre

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    SUEO DE UNA NOCHE DE VERANO, WILLIAM SHAKESPEAREDramatis personae

    DUENDES Y HADASOBERN: rey de los duendes y las hadas. Discute con su reina,Titania, por un nio arrebatado que sta tiene a su cuidado, y a quienel rey desea convertir en paje y criado.

    TITANIA: reina de los duendes y las hadas. Es la custodia del niomortal un arrebatado y se niega a entregrselo a Obern.La discusin entre ambos monarcas ha causado mucho revuelo en elmundo de los mortales y ha traido el cambio en las estaciones del ao.

    PUCK: tambin llamado Robin Buen Chico. Este duende traviesoes el principal asistente de Obern. Puck convierte a Lanzadera,

    un ordinario artesano ateniense, en un monstruo con cabeza de asnoy, a peticin del maligno Obern, hace beber a Titania una pocinmgica para que la reina se enamore de Lanzadera, que temporalmentepresenta ese aspecto monstruoso.Puck, asimismo, es responsable de llevar el caos a unos amantesatenienses cuando, por error, les administra tambin la pocin mgica.

    Y tambin FLOR-DE-GUISANTE, TELARAA, POLILLA,GRANO-DE-MOSTAZA y otras hadas y duendes que atienden a lareina Titania.

    ATENIENSESTESEO: duque de Atenas, prometido de la poderosa Hiplita, reinade las amazonas.HIPLITA: reina de las amazonas, prometida de Teseo, el poderosoy belicoso duque de Atenas.LISANDRO: enamorado de Hermia.

    HERMIA: enamorada de Lisandro.

    Guion de KelleyActriz suplente

    ensayos@teatroaval

    on.calle52

    Lunes-jueves10:00,

    Sabado,11:00

    Encasodeperdida,

    devolvedlo,porfavor

    (estovaporti,Bob

    )

    demasiada

    purpurina.

    Consultar

    con Mindi

    Acortar la falda

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    HELENA: enamorada de Demetrio.DEMETRIO: enamorado de Hermia (aunque luego se enamora de

    Elena, gracias a la intercesin de Puck).EGEO: padre de Hermia. Quiere obligar a sta a casarse con Demetrio.FILOSTRATO: Maestro de festejos de Teseo.

    LOS ARTESANOS(Rudos artesanos atenienses.

    En el bosque, ensayando la obra que Pramo y Tisbepresentan a Teseo e Hiplita para los festejos nupciales.)

    LANZADERA: representa el papel de Pramo en la obra Pramo yTisbe. Es un tipo absolutamente egosta que no tiene la menor idea deque le han convertido la cabeza en la de un asno.Y tambin CUA, ENSAMBLE, FLAUTA, SOPLETE, GAZUZA,artesanos que son aterrorizados en el bosque por duendes y hadas

    bromistas y por un monstruo con cabeza de asno.

    Estrenoel1denoviembre

    Repararlaoreja

    delacabezadeasn

    o

    Dios,quelocosestanestosmortales!

    Encontrar

    unassandalias

    !

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    De aqu para all,de all para ac;

    soy temido en todas partes.

    Duende, aplcales tus artes.

    Las inquietantes palabras de Puck resonaban en losodos de Kelley cuando levant la cabeza, lu-chando contra la oscuridad que amenazaba concaer sobre ella. Observ con horror que el tiovivo

    de Central Park se pona en marcha con una sacudida, ilu-

    minado por la luna, que asomaba entre las nubes. Aunqueno haba nadie que accionara el mecanismo, la plata-forma emprendi el movimiento y los caballos pintadosempezaron a subir y a bajar. Los remaches dorados, laspiedras preciosas que recubran las sillas y las bridas lan-zaban destellos como si cientos de seres malvolos y per-versos le guiaran los ojos a Kelley.

    En el cielo, por encima del carrusel, entre nubarronesteidos de rojo y negro y sacudidos por vientos feroces,apareci, suspendida en el aire, una figura a lomos de unbrioso caballo ruano. Kelley not el aguijonazo de las l-grimas, que resbalaron por sus mejillas cuando, al levan-tar la vista, se encontr con los ojos del Jinete. l la mirdesde las alturas, fro, inmisericorde, sin el menor atisbo de

    reconocimiento en su rostro hermoso, hechizado.

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    Samhain

    31 de octubre

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    El Caballo Ruano, enloquecido por la presencia del Ji-nete que llevaba a la grupa, relinch, desafiante. Enca-

    britndose, retrocedi antes de emprender el paso con cas-cos de fuego.El tiovivo daba sus primeras vueltas.Desde muy lejos, a Kelley le lleg el aullido de unos

    perros de caza.El Jinete desenvain la espada y el filo resplandeci

    como un rescoldo.

    Kelley sinti que le faltaba el aire al constatar que elcarrusel giraba cada vez ms deprisa.Unas figuras borrosas, resplandecientes, surgieron

    en el aire y se montaron sobre los caballitos pintados. vi-dos de sangre, con los ojos enrojecidos, blandan espadasde fuego. La contemplacin de su alegra resultaba terro-rfica. Bajo sus cuerpos, los caballos de madera haban

    cobrado vida y resoplaban y piafaban furiosos sobre laplataforma.Y entonces emprendieron el galope. Agitando las pa-

    tas, enloquecidos, se internaron en la noche, siguiendo uncamino invisible que conduca al corazn de la tormenta.

    Tras siglos encarcelada, inmovilizada por las cadenasde un sueo inquieto, hechizado, la Cacera Salvaje des-

    pertaba.Era el Samhain. Esa noche cabalgaran. Esa noche ma-

    taran. Nada en el mundo detendra al escuadrn de losduendes y menos con el Jinete y el Caballo Ruano a lacabeza de la expedicin.

    Soy temido en todas partes.

    Duende, aplcales tus artes.

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    c

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    mo que ascendida?Kelley Winslow not que se le aceleraba el pulso.Aqulla era la quinta semana de ensayos de El

    sueo de una noche de verano, de Shakespeare, en elGran Teatro Avaln. No importaba que los Actores de Ava-ln una compaa de repertorio de tercera categora queactuaba tan a las afueras de Broadway que, en realidad,ya casi actuaba en Hoboken slo hubiera contratado aKelley en calidad de sustituta, lo que equivala a decir quela haban contratado como auxiliar de escena. Era su pri-

    mer papel de verdad como actriz despus de la desastrosaexperiencia escolar y, con apenas diecisiete aos, se alegrabade contar con un programa de creacin de currculums porordenador. Pero ese da, recin llegada al teatro, Mindi, ladirectora de escena, acechaba ya dispuesta al ataque.

    Kelley cargaba una caja con objetos de atrezzo que ha-ba ido a buscar a la furgoneta de la compaa, aparcada

    fuera, y llevaba unas alas de hada sobre los hombros. (Erala nica manera de transportarlas sin torcer sus armazo-nes de alambre.)

    Cmo que ascendida? repiti. Qu quieresdecir?

    Que no hace falta que te quites las alas, nia. Learrebat de las manos la caja con los cachivaches. Nues-

    tra querida Diva deWinter acaba de romperse un tobillo.

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    Est fuera de servicio, lo que implica que t, pequea sus-tituta, accedes al papel principal de Titania, la reina de las

    hadas, en esta funcin.Kelley se qued muda. Haba soado muchas vecescon ese momento, pero por ms que haba visto en los en-sayos a Barbara deWinter sobreactuar y aburrir escenatras escena, jams dese que le ocurriera nada malo. Sinembargo, en ese instante sinti, no sin una punzada de cul-pabilidad, que la alegra se abra paso en ella.

    Lleg el momento. sta es mi gran oportunidad.Eh! Mindi le dio un codazo amistoso. Ya bastade soar despierta. Estrenamos dentro de diez das yQuentin est bueno, por decirlo suavemente, nuestroestimado director est algo asustado. O sea que te sugieroque te enfundes una falda de ensayo y subas tu culo desustituta al escenario para que el Poderoso Q pueda re-

    pasar contigo tus escenas. Buena suerte.

    Mis escenas. Mis escenasCon un torbellino de ideas en la mente, Kelley estuvo

    a punto de chocar con el actor que interpretaba el papelde Puck y que, en ese momento, con gran agilidad, se des-colgaba por la tramoya cantando: Me he puesto colo-

    rado?. Curioso, porque en realidad todo l era de colorverde, de un verde plido iridiscente, de la cabeza a lospies: pelo, piel, ojos, as como su frondosa tnica. Uno delos actores le haba dicho a Kelley que se llamaba Bob,pero al parecer era un actor del Mtodo y haba exigidoque lo llamaran exclusivamente por el nombre de su per-sonaje siempre que fuera maquillado y vestido como tal.

    Si no, amenazaba con abandonar la produccin.

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    Actores chiflados.Entre l y el igualmente exigente y muy ingls di-

    rector Quentin St. John Smyth, Kelley empezaba a pen-sar que el Gran Avaln era un manicomio. Abri de paren par las puertas del guardarropa, rebusc en el colga-dor de las faldas y se puso una por encima de los vaque-ros, abotonndosela lo mejor que pudo con dedos tem-blorosos.

    Hadas, escapad de aqu murmur. No, no es

    esoOh, Dios mo, cul es mi primera rplica?, se pregunt, fre-ntica.

    sas son las falsedades de los celos... Oh, mierda.Se estaba quedando en blanco. Ni siquiera es la en-trada correcta!

    El corazn le lata con fuerza, y apoy la cabeza en el

    marco de la puerta.Esto es lo que has querido toda tu vida, se dijo a s misma,muy seria. Todos aquellos aos interpretando monlogosante los animales domsticos de casa, todos aquellos me-ses suplicando a la ta Emma que le permitiera trasladarsea Manhattan para al menos intentarlo. sta es tu oportuni-dad. Sal ah y demustrales lo que vales.

    Sintindose algo ms segura de s misma, aspirhondo y recorri a toda prisa el pasillo y la zona de bam-balinas, en el preciso instante en que Puck arrojaba un pu-ado de purpurina al aire. Kelley ahog un grito, sobre-saltada, mientras la nube de chispas se le iba posando enel pelo, el rostro, los hombros.

    Oh, muchas gracias, Bob susurr, sacudindose el

    polvillo dorado.

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    El excntrico actor se ech a rer y se dirigi como unrayo al ngulo izquierdo del escenario. Era intil, estaba

    cubierta de purpurina.Genial, parezco una bola de discoteca.Aquellos brillos, al menos, hacan juego con su cami-

    seta vintagede Mi Pequeo Poni.Pero, va a llegar hoy? Kelley oy la voz airada de

    Quentin atronar en el teatro y sinti que el nerviosismose apoderaba de ella una vez ms. Recogindose un poco

    la falda, corri hacia el escenario.Una vez all, bajo los focos, descubri que el polvillode hada brillaba tanto que resultaba cegador. Distrada, sevio tropezando tanto con el dobladillo de la falda como conlas rplicas de su personaje. El corazn le lata cada vezms deprisa, mientras desde una de las hileras de asien-tos, que estaba a oscuras, le llegaban los gruidos y reso-

    plidos exagerados del director, que presenciaba sus rid-culos traspis.Tras cuarenta y cinco minutos, slo haban avanzado

    ligeramente en la escena en que Titania haca su primeraaparicin. En ese tiempo, Kelley ya haba conseguidodestrozar la mitad de sus rplicas, tropezarse con unbanco y pisar a Obern. Adems, haba estado a punto de

    caerse del escenario y aterrizar en el foso de la orquesta,pero, en ese momento, Quentin, misericordioso, habaconcedido un descanso.

    Kelley. Te llamas Kelley, verdad? No esper surespuesta. Bien, dime ese fragmento que has inter-pretado era del Infiernode Dante?

    Eh no balbuci ella, que se notaba la cara ar-

    diendo.

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    De verdad que no?De sta no salgo.

    Ests segura? prosigui l. Porque de esta obradesde luego no era. Y la verdad es que sonaba infernal.Es queSabes? Por ms, asummoslo, de acuerdo?...,

    por ms absolutamente incompetente que se haya mos-trado nuestra anterior diva en este papel Quentin subide un salto al escenario y rode a Kelley como un tiburn

    al acecho, contaba con una ligersima ventaja sobre ti, en-canto.Eh en serio?Pues s. Al menos ella se saba el texto! Todo el

    elenco de actores dio un paso atrs para evitar el radio deaccin de aquella voz atronadora. Y aunque valoro el em-peo que has puesto en salir tan resplandeciente Kelley

    lanz una mirada asesina a Bob, que de pronto pareca en-frascado en el estudio de algo oculto bajo una de sus uas(seguramente una mota de purpurina), qu clase de su-plente no se sabe el maldito texto?

    S que me lo s! protest ella. Bueno, me lo sa-ba. Hace un segundo. Entre bambalinas.

    La sonrisa burlona del Poderoso Q aument de ta-

    mao.Vaya, eso es maravilloso. En ese caso, lo mejor ser

    hacer pasar a los espectadores al camerino, de dos en dos,o de tres en tres, y actas para ellos all.

    YoOh, Dios mo, pens Kelley. Esto es igual que en la escuela

    de teatro. La sangre le lata con fuerza en los odos, y por

    un momento le pareci que iba a desmayarse. O a vo-

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    mitar. Delante de todo el mundo. Se ruboriz slo depensarlo.

    A menos que tu maravillosa predecesora se cure mi-lagrosamente, tienes menos de dos semanas para apren-derte el papel. Menos de dos semanas. Esta produccin seestrena el 1 de noviembre, nieve o truene. Y por lo queveo, seguro que sucedern ambas cosas. Se volvi brus-camente sobre sus talones y agit una mano para despe-dir al personal. Est bien, muchachos, paramos para co-

    mer. No tiene sentido prolongar ms esta situacinabsurda. A las dos en punto todos aqu para las escenascorales. Y t aadi, mirando a Kelley fijamente, es-tdiate el texto, maldita sea.

    El teatro no tard en quedar desierto. Nadie parecainteresado en demorarse mucho despus de aquello, y mu-cho menos de permanecer cerca de la nueva Titania. Ke-

    lley avanz a trompicones hasta la salida, y una vez en lasescaleras exteriores se derrumb.Kelley?Se volvi al or su nombre, pronunciado por el caba-

    llero Jack Savage, el actor que representaba el papel deObern, el rey de los duendes y las hadas. Era un vete-rano de las tablas. A sus cincuenta y pocos, su presencia

    resultaba imponente y posea una voz capaz de fundir elhielo o desconchar la pintura, dependiendo de cmo deci-diera emplearla.

    Hola, Jack dijo, secndose los ojos, avergonzada.Pardiez, querida replic l, corts. S que el Pode-

    roso Q alla como un alma en pena, pero, en serio, nodebes consentir que ese viejo necio te altere. Se sent a

    su lado, en el peldao, desenrosc la tapa de su destarta-

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    lado termo y se sirvi un poco de caf. El aroma intenso,tostado, de aquel grano colombiano la reconfort.

    Kelley le dedic una sonrisa compungida.Jack supongo que sabes que la gente, la mayorade la gente, no usa la palabra pardiez en una conversa-cin normal, verdad?

    Pues yo he iniciado en solitario una cruzada paravolver a ponerla de moda, junto con voto a bros y viveDios, sin olvidar repmpanos. Tom un sorbo de caf

    y le dio una palmadita en la rodilla con afectacin pater-nal. Todos tenemos una misin en la vida, querida. Ysta es la ma, por ms quijotesca que resulte.

    Y si no es mi caso? Kelley mantena la mirada fijaen las puntas de sus zapatillas deportivas, esforzndosepor reprimir las lgrimas. Senta, o mejor dicho, saba, queacababa de arruinar su gran oportunidad. Y si no

    tengo una misin, quiero decir, un destino?Imposible.Por qu? Alz la vista para mirarlo, ansiosa por

    conocer su sincera opinin.Jack arque una ceja gris, elegante.Soy el rey de los duendes y las hadas, querida le

    dijo, guindole un ojo. Y todos esos polvos mgicos me

    han proporcionado grandes dotes de observacin.Jack, hablo en serio.Yo tambin. El actor cambi de gesto y compuso

    un rictus serio. Kelley tienes diecisiete aos. Ests solaen Nueva York. Y persigues un sueo que casi toda la genteen sus cabales considerara inalcanzable, o una completaprdida de tiempo. Creme, s de qu hablo. Y eso indica

    que, o eres una persona muy atrevida, o ests loca. Yo,

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    personalmente, sospecho que hay un poco de todo. Y tam-bin que eres de esas escasas personas con el talento na-

    tural suficiente para arriesgarse y probar suerte.Kelley solt una risotada escptica.Pero ya has visto lo que he hecho ah dentro, no?Y lo he odo, s se burl Jack. Te has equivocado

    casi en la mitad de tus rplicas. Pero a m no me importalo que diga Quentin. Para ser la primera vez, no ha es-tado nada mal. Bueno, algo mal s ha estado, pero no del

    todo. sa es la cuestin. Ha estado algo mal, pero tam-bin algo bien.De veras de veras lo crees? le pregunt Kelley,

    intentando averiguar si hablaba en serio.Lo creo sinceramente, s. Jack se encogi de hom-

    bros y apur el caf. Tienes voz. Tienes presencia. Y,ms importante an, tienes corazn, pasin, y eres terca

    como una mula, cosas que podran llevarte a lugares quela mayora de nosotros ni nos atrevemos a imaginar. En-rosc la tapa del termo. Llmalo destino, o misin en lavida, pero sea lo que sea, tienes algo especial, y en gran-des cantidades.

    Kelley no estaba convencida del todo, pero sonri,agradecida por su bondad.

    Te ha dicho alguien alguna vez que tienes un picode oro, Jack?

    Muchas veces. Aunque, por desgracia, ninguno eracrtico teatral.

    Gracias.No hay de qu, querida. Levantndose, Jack se

    llev la mano a un sombrero imaginario y le dedic un sa-

    ludo, antes de regresar al interior del teatro.

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    La segunda parte del ensayo tambin termin antes detiempo, pero en esa ocasin no fue culpa de Kelley. (Ha-

    bra sido difcil equivocarse en las rplicas, pues le habanpedido que ensayara con el texto en la mano.) Aunque aella le resultaba humillante no saberse el papel a tan po-cos das del estreno, la compaa avanzaba en las escenascorales a tal velocidad y con tan buenos resultados queQuentin slo logr intercalar unos pocos comentariosdescafeinados.

    Al cabo de un par de horas dej marcharse a casi todoslos actores, menos a las dos jvenes que daban vida a Her-mia y Helena, porque quera trabajar en sus monlogos.Como coment con agudeza, y en voz muy alta para queKelley tomara nota, ellas s se saben el papel.

    Mejor para ellas, pens Kelley mientras se pona laropa de calle. Recogi sus cosas y sali de all a toda prisa,

    antes de que el Poderoso Q cambiara de opinin.En el exterior, el cielo de octubre luca un azul intensoy el aire era tibio. El sol brillaba con fuerza, y a Kelley levinieron al recuerdo los das otoales en los Catskills. Alinstante, la invadi la nostalgia.

    Por qu estoy haciendo todo esto?, se pregunt.En los seis meses que llevaba en Nueva York, no se

    haba cuestionado ni una sola vez las grandes decisionesque haba tomado en su vida: graduarse lo antes posibleen secundaria y abandonar sus estudios teatrales paratrasladarse a la ciudad, dejando atrs a los pocos amigosque tena, adems de a su ta Emma, que la haba edu-cado tras la muerte de sus padres, haca doce aos. Kelleyera todo lo que Emma tena, y sentan adoracin la una

    por la otra; pero Kelley, en lugar de continuar sus estu-

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    dios en la cercana universidad estatal, lo que le habrapermitido visitar a su ta los fines de semana, se haba ido

    a vivir a la ciudad ms dura de Estados Unidos, persi-guiendo un sueo egosta para el que haba que reco-nocerlo, se deca a s misma al parecer no serva. Porms que dijera Jack.

    Aminor el paso al llegar a la Octava Avenida, con po-cas ganas de subir a la cuarta planta del edificio, a aquelapartamento que ahora era su hogar. Claro, para ella, el ho-

    gar era otra cosa. Era cielo, hierba, rboles, bosquesdesde su vieja ventana. Y paz.Kelley se detuvo en la esquina de la Calle Cincuenta

    y Cinco. Central Park quedaba a unas pocas travesas. Alls encontrara rboles y hierba, y bancos en los que sen-tarse tranquilamente a repasar el texto, lejos del bulliciode la ciudad. Sin pensarlo ms, dio media vuelta y, acele-

    rando el paso, enfil hacia el este.

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    S

    onny Flannery abri los ventanales y sali a la terrazade su tico. Con la agilidad de un gato, subi de unsalto a la amplia barandilla de granito. Sin dejarse im-

    presionar por las diecinueve plantas que lo separabande la calle, se apost all, como una grgola, los codos apo-yados en las rodillas y las manos, largas y finas, colgandofrente a l, mientras contemplaba las sombras vespertinasde los innumerables rascacielos de Nueva York alargarsesobre Central Park.

    Era demasiado temprano an, no haba motivo para el

    nerviosismo que senta. Todava faltaban varias horas paraque se abrieran las Puertas y, sin embargo, la mera idea delo que se avecinaba haca que la adrenalina resonara en susvenas como un canto de sirena. En una ocasin haba odoun canto de sirena de verdad, y no haba sido nada bonito.Atractivo, s, pero bonito, no. Por debajo de la meloda en-cantadora y desgarradora de las sirenas, lo nico que Sonny

    haba odo eran las notas discordantes del hambre y la ira.Necesidad. Locura y pesadillas. Compulsin.

    La clase de compulsin que lo llevaba a bajar cada no-che al parque, desde haca un ao, a fin de prepararse paralo que estaba por venir cuando las Puertas del Samhainse abrieran y lo nico que se interpusiera entre el OtroMundo y el reino mortal fueran ellos, los Trece Guardia-

    nes, conocidos como los Trece Janos.

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    Aqul era su primer ao de servicio en el grupo, y se-ra la primera vez que custodiara las Puertas. La impa-

    ciencia lo devoraba.La brisa de octubre era fresca, y ms a semejante al-tura, pero, incluso sin camisa y descalzo, con slo unosvaqueros puestos, a Sonny no le afectaba el fro. Por eso,cuando la temperatura cay en picado en el aparta-mento, a su espalda, lo presinti de inmediato.

    Seor dijo sin volverse a mirar. Bienvenido.

    Sonny. El saludo le lleg flotando por el aire.Desde su puesto de viga, en la balaustrada, Sonnyvolvi la cabeza para encontrarse a Obern, rey de laCorte de los Duendes Malignos, apoyado en el quicio dela puerta. El pelo, una mata negra como el azabache sal-picada de hilos de plata, le caa por los hombros y la es-palda a capas espesas. Llevaba un manto hecho con pie-

    les de lobo.La puerta dijo Obern con su voz grave y melo-diosa, en la que resonaban los chasquidos de un lago he-lado al resquebrajarse en una noche de invierno no es-taba cerrada con llave.

    Lo s. Los visitantes indeseados jams pasan delmostrador de recepcin del edificio. Y los otros no suelen

    llegar en ascensor, por lo que normalmente no me molestoen cerrarla.

    Sonny saba muy bien que Obern no haba entradofranqueando la puerta. Al rey del Invierno, seor de loMaligno, no le hacan falta aquellas nimiedades llamadasPuertas. Se limitaba a mostrarse educado. A su parti-cular manera, claro.

    El rey de los duendes torci el gesto.

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    Indeseados?No me refiero a vos, seor. Por supuesto.

    Sonny sonri y salt al suelo de la terraza. Sus piesdescalzos atravesaron el espacio abierto sin producir el me-nor ruido.

    Por supuesto.Me refera a que muy pronto tendr que preocu-

    parme de mantener cerradas muchas puertas.As es. Los ojos fros de Obern resplandecieron.

    En cualquier caso, estis en vuestro apartamento.Sonny alarg la mano y seal con ella la sucesin desuelos pulidos y muebles caros. Yo slo vivo en l.

    Era cierto. Los decretos de Obern prohiban a losduendes todo contacto con el reino de los mortales, y susencantamientos hacan prcticamente imposible que esecontacto se produjera. Pero, en tanto que rey de la ms po-

    derosa de las cuatro Cortes de los duendes y las hadas,Obern poda entrar y salir de l a su antojo. Llevaba aoshacindolo, y de tanto tratar con los humanos, el monarcahaba amasado un impresionante catlogo de valiossimaspropiedades, entre ellas el tico esquinero de Sonny, con vis-tas a Central Park West. Para la mayora, la palabra sun-tuoso se habra quedado corta para describir la vivienda

    del joven jano; muchos neoyorquinos estaran dispuestosa vender partes de su cuerpo por hacerse con un lugarcomo aqul. Pero Sonny se haba criado rodeado del es-plendor de los palacios de Obern.

    Sonny era un arrebatado, un ser humano raptadodel reino de los mortales por unos seres de naturaleza di-vina que no solan engendrar criaturas propias. Como tar-

    daban un siglo entero, en vez de unos pocos aos, en al-

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    canzar la edad adulta (pues en el Otro Mundo el tiempose comportaba de un modo distinto a como lo haca en el

    reino de los mortales), los arrebatados servan de hijosadoptivos de hadas y duendes, caminaban por brillantessalones de palacios esplendorosos, y descansaban y co-man opparamente bajo prgolas y doseles. Eran morta-les convertidos casi en inmortales, y vivan en aquel lu-gar ajeno al tiempo, de ensueo, consentidos o ignoradospor sus caprichosos amos, a veces adorados, en ocasiones

    torturados. Pero siempre sometidos a los designios de losduendes.Te resulta adecuado el alojamiento? La voz del rey

    sac a Sonny de su ensimismamiento.No es un hogar, si es eso lo que preguntis.No, no es eso lo que preguntaba.Por supuesto, seor. Sonny inclin la cabeza, re-

    cordando quin era l, y con quin estaba hablando. Elapartamento est bien. Gracias.Qu suerte que el anterior inquilino lo desalojara a

    tiempo para que t lo ocuparas.El ao pasado un glaistig le reban el pescuezo.En efecto. El rey esboz una sonrisita cruel. Pero

    fue algo fortuito.

    Sonny decidi cambiar de tema.Puedo ofreceros un refresco?La ocasin exige que sea yo quien te lo ofrezca. Obe-

    rn se desplaz hacia el interior de la sala, arrastrandoa su paso un viento fro. De pronto se volvi sosteniendoen la mano una botella oscura rematada por un tapn deseguridad plateado. Instantneamente, a Sonny se le hizo

    la boca agua. Vino de duendes. Las libaciones de los

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    mortales no alcanzaban ni por asomo la perfeccin de sa-bor del licor que contena aquella botella. Al rey pareci

    divertirle la expresin de Sonny. Debemos celebrar tuprimer ao como guardin jano.Sois muy amable, seor. Pero todava no he sido

    puesto a prueba.Si tuviera la menor duda de que lo hars bien, no

    estara aqu, muchacho. Claro que tampoco estarast. Sonny no saba a ciencia cierta si el rey de los duen-

    des hablaba en serio o en broma. Vio que Obern cogados copas de vino del estante de la cocina. Tras girar h-bilmente el tapn plateado de la botella, sirvi el lquidochispeante con mano generosa. No tengo queja prosi-gui, encogindose de hombros en un gesto elegante ytendiendo una copa a Sonny. Eres el mejor jano que heescogido nunca. Mejor incluso que Maddox, y que

    Fennrys el Lobo.Sonny reprimi el impulso de salir en defensa de suamigo Maddox, consciente de que no era sensato mostrarsus discrepancias ante un halago del rey.

    Felicidades brind el monarca. Y buena cacera.Sonny levant tambin su copa y tom un sorbo de

    vino, silenciando el gruido de placer que le provoc su

    sabor. El vino de los duendes burbujeaba de tal modo quepareca hecho de estrellas diminutas.

    Titania te enva recuerdos.El placer que le causaba el vino se esfum al momento

    y se estremeci al pensar en la reina de la Corte Benigna,Titania, poseedora del encanto elemental y la belleza deuna tormenta de verano E igual de peligrosa.

    Te desea suerte.

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    Apuesto a que no ha especificado si se trata de buena o de malasuerte, pens Sonny, pero fue lo bastante prudente como

    para guardarse para s sus reflexiones.Significa eso que la reina del Verano y vos mante-nis relaciones cordiales, seor?

    De momento.Por supuesto, en el Otro Mundo en el reino de los

    duendes, el tiempo no significaba nada. Un momen-to poda durar aos o desvanecerse en un instante.

    Al menos, pens Sonny, si el trato entre Obern y Ti-tania era civilizado, eso significaba que ella no interfe-rira mientras duraran las Nueve Noches, lo que supo-na todo un alivio. El Verano y el Invierno casi nuncase ponan de acuerdo. Sonny se pregunt fugazmentepor las otras dos cortes las conocidas como CortesSombras, y por sus respectivos e impredecibles mo-

    narcas. La reina Mabh, gobernante caprichosa de la ma-lvola Corte Otoal, y Gwyn ap Nudd, el raro y mis-terioso seor de la Primavera. Las alianzas entre losmonarcas resultaban traicioneras, cambiaban constan-temente, y a Sonny le maravillaba la maestra de su se-or para mantenerse a flote en medio de aquellos ma-res procelosos.

    Obern dio unos pasos al frente e indic a Sonny quelo siguiera hasta el balcn. Durante un instante prolon-gado, permanecieron en silencio, apoyados en la balaus-trada. Mucho ms abajo, se extenda, buclico y sereno,el manto verde de Central Park.

    No me falles, Sonny.No os fallar, seor.

    Y este ao, menos que ninguno. No debes fallar.

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    Un silencio denso se instal entre ellos, y Sonnymir a Obern de reojo. La piel, plida y perfecta en

    torno a los ojos del rey, estaba tensa; pero tena el ceofruncido.Parecis preocupado, seor. IncmodoObern se volvi, murmurando para sus adentros,

    como si el joven jano se hubiera esfumado y l estuvierasolo.

    Mis sbditos se aferran a las cadenas de la Entrada

    del Samhain con uas y dientes. Golpean las Puertas,unas puertas que yo he cerrado, con mazas y espadas.Seran capaces de arrancarse brazos y piernas unos aotros, de morir aullando, por atravesar esa rendija in-fernal que separa el mundo de los duendes del de losmortales. Por pasar de all hacia aqu. Para conocereste reino enfermo, contaminado. Qu parecera yo

    entonces... pregunt el rey de lo maligno si per-mitiera que escaparan de mi reino para retozar conmortales? Ms que pronunciarla, esta ltima palabrala escupi de los labios.

    Yo soy mortal, seor observ Sonny en vozbaja.

    T eres un jano. Yo te he creado. La mortalidad no

    tiene nada que ver contigo. Obern ech hacia atrs lacabeza y apur el resto del vino de un trago. A menosque mueras, claro est.

    El rey de los duendes subi de un salto a la balaus-trada. Abriendo mucho la capa, se arroj a la nada y elaire se arremolin a su paso como una voluta de humo.

    En su lugar, un halcn de alas negras como el azaba-

    che sobrevol el parque, piando con furia.

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    Menos de media hora despus, Sonny acechaba lossenderos tortuosos de la Ramble, en Central Park, como

    un gato cazador, proyectando la mente para tocar las cua-tro esquinas de la Puerta del Samhain.A menudo se preguntaba qu pensaran los neoyor-

    quinos si alguna vez descubriesen la verdad sobre su ado-rado Parque Central: que los ms de tres kilmetros cua-drados de santuario verde, ondulado, situado en plenocentro de la ciudad, no eran ms que un disfraz, una fa-

    chada construida con esmero para enmascarar la puertade separacin entre el mundo de los mortales y el OtroMundo, el de los duendes.

    Haca apenas un siglo y medio que existan cuatropuertas como aqulla: Samhain, Beltane, Imbolc y L-nasa, repartidas por el Viejo Mundo: pasajes por los quelos espritus podan ir y venir, relacionarse con el mundo

    de los mortales. Pero una vez los duendes y las hadas em-pezaron a emigrar masivamente al Nuevo Mundo a tra-vs del mar, las Cortes de los duendes decidieron reubi-car una de las Cuatro Puertas en esa nueva tierra enla que se haban instalado tantos mortales, que, adems,crean en duendes.

    Cuando, a finales del siglo XIX, empez a construirse

    Central Park, la Puerta del Samhain qued en el interiorde sus confines. Oculta para la poblacin de la ciudad, sefundi sin fisuras, de modo invisible, con el crecienteoasis urbano, proporcionando un patio de juegos perfectopara quienes cruzaban del otro lado, un lugar de natura-leza exuberante y, por eso mismo, un hbitat natural parahadas y seres mgicos en medio de la cada vez ms fre-

    ntica actividad urbana.

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    La Puerta del Samhain proporcion diversin sin l-mites para los habitantes de ese Otro Mundo de los esp-

    ritus, pero no dur mucho.Unos decenios despus de que concluyeran las obrasdel parque, a principios del siglo XX, Obern se ocup per-sonalmente de cerrar las cuatro Puertas. Airado por unatransgresin mortal, el rey pronunci un encantamientoque las sellara para siempre, de modo que el reino de losduendes y el de los mortales quedaran separados.

    Pero el hechizo de Obern no sali del todo bien.En una de las puertas haba quedado un resquicio.La puerta que se alzaba en el centro de la bulliciosa

    metrpolis que era Nueva York se abra una vez al ao,desde que se pona el sol el 31 de octubre hasta que salael 1 de noviembre. Y no slo eso: cada nueve aos, lapuerta permaneca abierta de par en par durante nueve

    noches, siendo la del Samhain la ltima de ellas.Por eso Obern haba decidido que, ya que no podamantener cerrada la puerta, congregara, desde todos losreinos de los duendes, a los arrebatados ms promete-dores de entre los mortales. Tras reunir a trece de ellos,los haba entrenado y dotado de las habilidades que lespermitiran custodiar la puerta en su nombre.

    La recin creada Guardia de Janos no dejaba de re-sultar algo contradictoria. Pero se trataba de un grupo bas-tante pragmtico que comprenda la realidad de la situa-cin: o servan al rey de los duendes, o moran. As quetodos decidieron servirle.

    De hecho, le sirvieron tan bien que la mayora de ellosno pudo regresar a casa, a su vida en el Otro Mundo. La

    Guardia de Janos haba llegado a adquirir una reputacin

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    tan temible que sus integrantes no eran bienvenidos enninguna parte; los rechazaban por asesinos y los llamaban

    monstruos los mismos duendes que, en tiempos pasa-dos, los trataban como mascotas y juguetes; la suya erauna vocacin solitaria.

    Sonny apart de su mente aquella idea y se concen-tr en la Puerta. En su condicin de jano, no slo eracapaz de percibir el parque, sino que senta a todas lascriaturas que vivan en l. Parpadeaban en su mente

    como llamas de vela: de color amarillo, plido, si eranhumanos. Esa noche perciba menos que de costumbre.Segn le haban dicho, los humanos tendan a evitar elparque de modo instintivo cuando la Puerta se abra.

    Diseminadas aqu y all por todo el permetro delparque, senta las otras llamas: azules y verdes, unas po-cas rojas. Se trataba de los duendes perdidos, los que ha-

    ban logrado escapar con xito al control de los janos enlos aos pasados y que, una vez cruzado el umbral, vivanen secreto en el reino de los mortales. Aquellos seres noeran de su incumbencia, y desapareceran mucho antesde que se pusiera el sol, para no cruzarse con los janos.

    Pero haba algo ms.Algo alguien distinto haba entrado en el parque.

    Concentrndose, Sonny proyect la mente hasta no-tar una presencia muy diferente del resto. Aquella llamano arda con brillo constante, sino que chisporroteabaerrtica, como el resplandor de la plvora.

    Alertados sus sentidos de jano y avivada su curiosi-dad, decidi investigar. Aquella presencia extraa semova despacio. Serpenteaba de modo tortuoso, y reco-

    noci que segua uno de los senderos de la zona del par-

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    que conocida como jardn de Shakespeare. Mir hacia elcielo. Faltaba una hora exacta para el crepsculo y la

    apertura de la Puerta. Intrigado, ech a correr en pos deaquella chispa.Cuando lleg al lugar donde la plvora se haba de-

    tenido, aminor el paso y se aproxim con cautela. Re-curriendo a los poderes mgicos de los que Obern le ha-ba dotado, se cubri con un velo sutil de invisibilidad, porsi su presa contaba con la habilidad de percibirlo; an no

    saba con quin estaba tratando.Se acerc lo bastante como para echar un vistazo, perosegua sin saber de qu se trataba. Era una chica. Eso s.Incluso desde la distancia vea que era bastante joven. Die-cisiete aos, tal vez. l, por su parte, tena dieciocho deedad mortal, como mximo

    Y tambin vea que era guapa. Su pelo era del color

    del cobre bruido y tena los ojos verdes y separados. In-trigado, avanz con sigilo sobre las hojas secas y se aga-zap entre las sombras espesas de un tejo. A travs de lasramas de su escondite observ a la joven, que caminaba,inquieta, de un lado a otro de la placita arbolada, dndosegolpecitos en los dientes con una ua.

    Entonces empez a murmurar algo para sus adentros

    y a gesticular con las manos.Vaya, suspir Sonny. Otra loca de Central Park.Los mortales chiflados, los que no estaban del todo

    bien de la cabeza, aparecan a veces de modo distinto ensu radar. se deba de ser el caso de aquella joven,pens. Y, sin embargo, mientras se volva para alejarse,se dio cuenta de que lo que transmita era una inmensa

    decepcin.

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    La voz de la muchacha se elev de pronto.No desees salir de este bosque.

    Sobresaltado, Sonny mir hacia atrs y vio que apun-taba en su direccin. Se qued petrificado, sin aliento.Aquella chica no poda saber de ninguna manera que lestaba ah. Al escondite que le proporcionaba la vegetacinse sumaba el velo mgico con el que se haba cubierto.

    Te quedars aqu, lo quieras o no aadi clara-mente, con voz enrgica.

    Sonny vio que todo el cuerpo de la muchacha res-plandeca. El pelo, la piel, aquellas manos alargadas, ele-gantes; todos y cada uno de los poros de su piel parecanirradiar destellos.

    Yo no soy un espritu de naturaleza vulgar pro-sigui la muchacha, radiante, elevando las comisuras delos labios hasta dar forma a una sonrisa juguetona.

    Un espritu?, pens Sonny alarmado de pronto.el Verano todava sigue sirvindome en mi s-quito dijo, y dio un paso hacia l, con la mirada perdida,llena de ensoacin.

    El Verano Sonny sinti que un pnico creciente leatenazaba la garganta. Por favor, no, que no sea una de las cria-turas de Titania Se puso en pie, preparndose para salir

    disparado. Y te quiero.Qu?Sin darse cuenta de lo que haca, Sonny haba empe-

    zado a extender una mano entre las ramas, en respuestaa aquellas palabras, pero la apart al momento, con brus-quedad. Qu era exactamente aquello con lo que se ha-

    ba tropezado? De pronto se fij en la camiseta que la jo-

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    ven llevaba bajo la chaqueta abierta, el poni brillante, elarco iris y la palabra princesa Sonny notaba que

    el corazn le lata con demasiada fuerza.Te dar hadas que te sirvanSu voz, dulce como la miel, lo tentaba con su msica,

    lo tena cautivo y sumiso. Y te traern joyas del abismo del mar, y canta-

    rn mientras duermas recostado sobre las floresEl tono potico de aquellas palabras le dio la clave.

    Aquello le sonaba muchsimo, y al caer en la cuentade su procedencia sinti como si le hubiera golpeado unamaza.

    Oh, por los siete infiernos!, maldijo apretando los dientes.Su amigo Maddox se burlara de l hasta el final de lostiempos si le contaba lo sucedido. Lo que, por supuesto,no pensaba hacer. Mir con animosidad a la joven, aun sa-

    biendo que ella no poda verle.Esbozando una sonrisa encantadora, la muchachaaadi:

    De materia corprea voy a liberarte, y andars comoun espritu del aire.

    Luego se alej, dio media vuelta y mir coqueta porencima del hombro, como si lo llamara con la mirada.

    Aunque, claro, no lo llamaba a l. Sonny sinti unapunzada de pesar.

    Y entonces, de un modo abrupto, la joven se detuvoen seco y su humor cambi completamente. Apret lospuos y gir en una especie de danza contenida. Sonnyla observ en silencio mientras ella recoga un papel quereposaba sobre el banco, junto a su bolso. Tras dar unos

    golpecitos a la hoja, estall:

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    Maldita sea, maldita sea, maldita sea. Propin unpuntapi al suelo, y se hizo dao en un dedo con una pie-

    dra cubierta de musgo. Ah!Sonny solt el aire despacio, divertido a su pesar.Era un guin, un papel. Aquella chica era actriz.Que una nia ms bien ridcula le hubiera hecho

    creer que tal vez era Sonny se interrumpi antes deseguir por ese camino. l era un jano. l, ms que nadie,deba ser capaz de percibir la diferencia. Dispuesto a ale-

    jarse, se volvi para observar a la muchacha un ltimo se-gundo.Ella se acerc torpemente a otro banco y se sent con

    mpetu. Luego se ech hacia delante, enterr el rostro en-tre las manos y sus hombros se agitaron al ritmo de lossollozos.

    Sonny no daba crdito.

    Deba irse. Deba dejar sola a aquella criatura patticapara que se recreara a gusto en su tristeza. S, sin duda de-ba irse.

    Pero en vez de eso, mir alrededor en busca de algoque pudiera servirle en aquel jardn decrpito. Descu-bri un rosal con una ltima flor marchita. Los ptalosse aferraban a la corola formando un racimo mustio, y

    las hojas del tallo estaban tan secas que parecan depolvo.

    Servir, pens, arrancndola. Al tocarla, la flor tembl,se estremeci entre sus dedos y fue recobrando su color.Los ptalos se desplegaron hasta adquirir un tono meloco-tn profundo, cremoso, y las hojas recuperaron el verde in-tenso. Sonny inspir profundamente y sali de la espesura.

    Disclpeme seorita

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    La joven levant la cabeza sbitamente y se le des-prendi del pelo una nube de purpurina. Acerc la mano

    a su enorme bolso y la hundi hasta el codo en sus pro-fundidades.Qu tonta, pens Sonny, procurando que su expresin

    no delatara su pensamiento. Si quisiera hacerte dao, ya po-dra habrtelo hecho.

    En los ojos de la muchacha vio un destello de temor.Pero slo un destello. Y eso le impresion.

    Lo siento. No era mi intencin sobresaltarte. Vioque segua hurgando en el bolso. Si ests buscando unespray de autodefensa, no es necesario. Slo quera darteesto. Le tendi la rosa. Me ha parecido que no te ven-dra mal algo bonito.

    El rostro de la muchacha pas de la preocupacin alasombro.

    Vaya dijo en voz baja. Alarg una mano vacilante,mientras alzaba la vista para mirarla. l dio otro paso alfrente y le entreg la flor con gran ternura.

    Es muy bonita susurr ella, contemplando la rosaperfecta que sostena en la mano. Su perfume embriaga-dor impregnaba el aire, y la muchacha aspir hondo, es-bozando una sonrisa. Gracias.

    Pero, cuando volvi a mirar hacia arriba, descubrique l ya no estaba.