la música de germán darío pérez

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Música y músicos de Latinoamérica y el mundo LA MÚSICA DE GERMÁN DARÍO PÉREZ (Colombia) Miércoles 16 de enero de 2013 • 4:00 p.m. Bogotá, Sala de Conciertos Biblioteca Luis Ángel Arango Programa perteneciente al Festival Centro 2013

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La música de Germán Darío Pérez se ha convertido en referente de los intérpretes y seguidores de la música colombiana, gracias a su lenguaje evolutivo y transformador presente siempre en sus composiciones. Al lado de él, al piano, estarán reconocidos ensambles y solistas de la escena nacional, los cuales mostrarán la amplia gama de formatos, y posibilidades de interpretación de sus composiciones.

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Page 1: La música de Germán Darío Pérez

Música y músicos de Latinoamérica y el mundo

LA MÚSICA DE GERMÁN DARÍO PÉREZ (Colombia)

Miércoles 16 de enero de 2013 • 4:00 p.m.Bogotá, Sala de Conciertos Biblioteca Luis Ángel Arango

Programa perteneciente al Festival Centro 2013

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TOME NOTA• Los conciertos iniciarán exactamente a la hora indicada en

los avisos de prensa y en el programa de mano. Llegar con media hora de antelación le permitirá ingresar al concierto con tranquilidad y disfrutarlo en su totalidad.

• Si al momento de llegar al concierto éste ya ha iniciado, el personal del auditorio le indicará el momento adecuado para ingresar a la sala de acuerdo con las recomendaciones dadas por los artistas que están en escena.

• Agradecemos se abstenga de consumir comidas y bebidas, o

fumar durante el concierto, con el fi n de garantizar un ambiente adecuado tanto para el público como para los artistas.

• Durante el transcurso del concierto por favor mantenga

apagados sus equipos electrónicos, incluyendo teléfonos celulares, buscapersonas y alarmas de reloj. Esto ayuda a crear un ambiente propicio para disfrutar la música.

• Por respeto a los derechos de autor de los compositores e

intérpretes, no está permitido realizar grabaciones de audio o video ni tomar fotografías durante el concierto.

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Nació en Bogotá. Inició estudios de piano a los cuatro años de edad, comenzando diez años después a par t ic ipar en concursos nacionales de composición, en los que, en repetidas oportunidades, quedó finalista. Su primer galardón nacional como compositor lo obtuvo en 1985, a los 16 años,

y desde este instante no ha cesado la cosecha de premios en todos los festivales que se realizan en Colombia.

A partir de los 17 años comenzó a explorar nuevas sonoridades y a incorporar a la música tradicional armonías más elaboradas. La combinación de su ancestro familiar arraigado a las tradiciones musicales colombianas y sus estudios académicos, sumados a su creatividad, lo llevó a la búsqueda de un nuevo lenguaje musical, con una gran riqueza rítmica, tímbrica y armónica, dando como resultado un estilo propio que abrió el camino hacia nuevas perspectivas en la música andina colombiana. Sus experimentos tempranos elaborados desde un conocimiento sólido de nuestro folclor, y con convicción y compromiso con sus ideales y sus exigencias musicales, dejaron huella y pasaron de ser experimentos a convertirse en referencia obligada dentro de la música andina colombiana.

Como compositor, cuenta con una gran cantidad de obras instrumentales, varias de ellas interpretadas y grabadas por diversas agrupaciones y solistas en Colombia y el exterior, como: Grupo Sincopando, Nogal Orquesta de Cuerdas, Trío Ancestro, Plectro Trío, Cuatro Palos, Trío Palos y Cuerdas, Trío Arco Iris, Dúo Barrockófilo, Sexteto de Cámara Colombiano, Trío Colombita, Cuarteto Saxonando, Grupo Impromptus, Grupo Camaradería, Edwin Roberto Guevara, Raúl Mesa, Azul Degradée, Urbambú, Trío Tres, Ensamble Tríptico, El Barbero del Socorro, Orquesta Sinfónica Juvenil de Colombia, Orquesta Sinfónica Batuta, Trío un, dos, tres por mí, Cafemate, Jorge Montilla (Venezuela) y Sergei Pylnkov, Facetada (Estados

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Unidos), Musique 21 (Estados Unidos), y Atípico trío, entre otros, y por supuesto el Trío Nueva Colombia y Síncopa-Cinco, agrupaciones que dirige.

El Trío Nueva Colombia, se creó en 1986, y está conformado desde su inicio por Ricardo Pedraza Medina en el tiple, Mauricio Acosta Avellaneda en el contrabajo y Germán Darío Pérez en el piano, quien realiza los arreglos, la dirección y composición de la mayor parte de los temas que interpreta. El trabajo incesante y constante con su trío le ha permitido a Germán Darío Pérez promover con éxito y reconocimiento sus aportes innovadores a la música andina colombiana.

En 2009 creó la agrupación Síncopa-Cinco, conformada por Juan Carlos Contreras (Juan Bandola) en el cuatro, Ricardo Zapata en el bajo eléctrico, Sandra Sánchez y Felipe García en las flautas y Germán Darío Pérez en el piano, dirección, arreglos y composición.

En 2011 entró a formar parte de la Corporación Musicarte, entidad cultural sin ánimo de lucro, desde donde se organiza el Festival Internacional Latinoamérica de concierto, además de otros proyectos de divulgación de la música colombiana de la región andina.

Mi caminoPiano: Germán Darío Pérez

El carrerónBandola: Diego Saboya,Mandolina: John Edison Montenegro

Suite ColombiaPiano: Germán Darío Pérez

HomenajePiano: Germán Darío PérezBandola: Diego Saboya

Guabina y cañaCuarteto Q-ARTEViolines: Liz Ángela García y Juan Carlos HiguitaViola: Sandra ArangoViolonchelo Diego GarcíaInvitado: Luis Carlos Saboya, tiple

Dospianazo No. 1Piano I Carlos Mauricio Mayorga,Piano II: Germán Darío Pérez

INTEGRANTES

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INTERMEDIO

GERMÁN DARÍO PÉREZ (n. 1968)Piano solo

Para bandola y mandolina

Piano solo

Para piano y bandola

Para cuarteto de cuerdas y tiple solista

Para dos pianos

Mi camino

El carrerón

Suite ColombiaBambuco

CañaDanza

GuabinaFox

Pasillo-fuga

HomenajeForever

Como cuando eras tristeSaboyita

La chompa del Chino

Guabina y caña

Dospianazo No. 1

PROGRAMA

CONCIERTO No. 1

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NOTAS AL PROGRAMA

Por Manuel Bernal Martínez

Nuevamente nos reúne en esta sala un concierto monográfico de Germán Darío Pérez Salazar, pero en esta ocasión se aprecia un salto cualitativo. Hoy no se trata del recuento de una fructífera vida musical y de sus logros, de uno de esos homenajes en vida que tantos otros también se merecen, sino de celebrar la música reciente y poco conocida del compositor. Si bien es cierto que nunca nos cansaremos de escuchar sus perennemente frescas obras de hace veinte o más años, de corear “Ancestro, Ancestro… ” al final de un concierto para gozarnos nuevamente como bis su emblemático bambuco premiado en 1988, lo más importante es la divulgación del nuevo repertorio, en diversos formatos, producto tanto de la necesidad creativa como del oficio de compositor, cuando el medio musical local o nacional lo convoca. Nos enfrentaremos entonces a obras producto de dos tipos de motivaciones creativas: la de Pérez con su piano, en diálogo íntimo y libre, dando rienda suelta a su pianismo y a su particular manera de componer géneros locales, y a la de Pérez “haciendo la tarea” autoimpuesta de responder a los requerimientos específicos de una convocatoria de alguna institución musical o cultural, de componer para un par de amigos y sus instrumentos, o desarrollar un proyecto de carácter académico. Lo maravilloso es que siempre brota buena música y, en este caso, también es maravilloso observar que el compositor/intérprete se decidiera a divulgar en concierto y en producción discográfica eso que estaba por ahí, escondido en las gavetas de algún archivo estatal sin posibilidades de sonar, o reposando en la biblioteca de una institución universitaria como parte de la colección de trabajos de grado.

Sobre la música de Germán Darío Pérez se han dado apreciaciones un tanto erradas, especialmente de su relación con el jazz. “No hay influencia del jazz, no he querido estudiar jazz porque no me gusta que en mi música se improvise […] todo está escrito”, afirma de manera categórica. Si bien utiliza acordes y conducciones armónicas que para el común

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escucha entrarían en la categoría de “jazzísticos”, ese tipo de sonoridades no son exclusivas de este género sino que además pertenecen a las maneras de operar de muchas músicas populares latinoamericanas, como el bolero o la bossa-nova, por mencionar apenas dos de ellas. Al contrario de lo que mucha gente cree o aprecia, en Germán Darío es fundamental la melodía, pues es la base de su trabajo musical de cuidadosa artesanía en la que cada elemento está expresamente colocado para interactuar con los otros y producir el efecto deseado; es por eso que en sus interpretaciones no va más allá de variaciones agógicas, dinámicas o de articulación, una manera de cambiar la presentación de los temas que está anclada en las tradiciones interpretativas de la Colombia andina. Al interrogarlo sobre mi apreciación personal de alguna influencia del Impresionismo, responde con un “No lo diría”. Se reconoce producto de dos tradiciones complementarias, al provenir tanto de las prácticas bambuqueras en familia como del estudio académico de conservatorio.

En relación con la llamada “nueva música colombiana” también tiene una posición muy clara: “Usted no puede lanzarse a hacer cosas si no tiene un pie en la tradición, si no conoce su pasado”, asunto que se refleja en su concepción y manejo de los géneros, no como sumatoria de elementos característicos sueltos, sino como producto cultural de las interacciones entre esos elementos. Se distancia así de las concepciones más globalizantes en las que la ruptura del mismo concepto de género musical, de las fronteras entre géneros, pareciera ser la base. Su manejo de la forma musical también tiene sus particularidades: en tanto la mayoría de la música andina urbana se expresa en secuencias de repeticiones que terminan en la tercera (o última) sección, Pérez nos dice que “es una cuestión de discurso empezar con un tema A, presentar otros y volver para cerrar con A […] es acabar de redondear lo dicho con un ‘como les dije al comienzo’ […]”. El suyo es un lenguaje cuidadoso con los motivos, “ninguno queda abandonado por ahí”.

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“La danza permite mucho lirismo, degustar voces internas”. Es a partir de esa convicción y del gusto particular de Pérez por un género que estuvo olvidado durante bastante tiempo por parte de los compositores andinos de las últimas generaciones, debido, quizás, a la omnipresencia de las danzas de Luis A. Calvo, que el género renace a mediados de la década de 1990. Desde Ilusa y Muchas lágrimas, incluidas en la primera producción discográfica del Trío Nueva Colombia (2000) pasando por Aloe y la Danza No. 4, grabadas en su segunda producción (2007), llegamos a Mi camino, una obra lenta y sugerente de dos secciones, la primera de ellas caracterizada por un tema inicial en notas largas mientras el acompañamiento desgrana arpegios en la armonía subyacente, complementado por un segundo tema en el que se destacan las ornamentaciones melódicas en tresillos. La segunda sección es un poco más densa, tanto en el aspecto melódico como en la mayor presencia de acordes.

El carrerón tiene su historia y motivación particulares. En uno de los recientes viajes a Colombia del reconocido mandolinista venezolano Ricardo Sandoval, el bandolista Diego Saboya le propuso grabar una versión para bandola y mandolina del bambuco Vuelamasquelviento de Jesús Alberto Rey y, cómo no, lo hicieron en el estudio de Pérez. Germán Darío no pudo quedarse con las ganas de aprovechar la presencia de los dos intérpretes y, en las horas previas a la sesión de grabación, se sentó a escribir esta obra distinta, fresca, divertida, que le salió de un solo tirón. Como él mismo lo afirma, no se trata de una obra muy profunda, es una especie de divertimento que tiene claras referencias al estilo del choro carioca y de otras músicas brasileñas, aunque hay cortas secciones en que parecen colarse los ecos de un ragtime. A esta versión inicial, que nos hace gozar el exquisito juego contrapuntístico de las dos voces desnudas, le aumentó posteriormente la instrumentación al incluir contrabajo y guitarra.

La suite es una forma musical muy recursiva porque en su misma estructura básica incluye dos principios aparentemente opuestos: la unidad y la variedad. La primera se da inicialmente al sostener una o muy pocas tonalidades

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cercanas en todas las danzas que la conforman; la segunda reposa precisamente en el contraste dado por el distinto carácter de cada danza. Esta será la segunda ocasión en que suene públicamente la Suite Colombia en el mismo escenario de la primera, pero esta vez interpretada por su compositor. Es una obra exigente en lo técnico y lo discursivo, en relación con la que Pérez reflexiona acerca de cómo cambian los lenguajes y recursos compositivos de acuerdo al medio usado durante la composición: como se escribió directamente en el computador, su factura no dependió de las manos y las rutinas del pianista sentado al instrumento. Todo es pianístico, pero “salió distinto”. El primer movimiento es un bambuco más bien lento y nostálgico, escrito en compás de 3/4 pero sin el uso sistemático, solamente ocasional, de las tensiones entre resoluciones melódicas y armónicas que se asocian a esta signatura. Viene luego una caña, ese festivo ritmo característico del Tolima grande en el que se alternan un compás de 3/4 y uno de 6/8, con una segunda sección más abambucada y un delicioso trabajo de la voz intermedia que dialoga con la voz principal en los compases ternarios y en las cadencias. El tercer movimiento es una danza, lenta y lírica como todas las del compositor, pero con un cambio de tempo en su segunda sección que la acerca a sus ancestros antillanos, más bailables. Continúa la guabina en la cual la relación entre voces principal e intermedia se dispone al contrario de como se comentó en el bambuco y termina con una coda rítmica y pícara. El penúltimo movimiento es un brevísimo fox, género bailable de origen norteamericano que se asentó en Colombia en las décadas centrales del siglo XX y que, en manos de Pérez, nos remite hacia la sonoridad de las polkas de salón decimonónico. La suite finaliza con el pasillo-fuga, cuya presentación es rigurosa en el uso de sujeto y contrasujeto que van apareciendo en diferentes registros y grados, sujeto que siempre está presente cuando entra el acompañamiento característico del pasillo.

Homenaje es una obra entrañable en tanto cada uno de sus cuatro movimientos, con tratamientos y lenguaje muy diferentes, está dedicado a un reconocido bandolista y, de alguna manera, a su estilo interpretativo (o compositivo en el

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caso de Carlos Guzmán). La obra se compuso para una de las convocatorias institucionales del Distrito y sus movimientos son Forever dedicado a Fabián Forero Valderrama; Como cuando eras triste, a Carlos Augusto Guzmán; Saboyita, a Diego Saboya, y La chompa del Chino, a Luis Fernando León. El primero es virtuoso, de secciones contrastantes y lenguaje contemporáneo; el segundo es una versión humorística seudobrasileña de un bello pasillo de autoría de Guzmán (titulado Como cuando era triste); el tercero es una obra en compás de cinco tiempos y un ciclo armónico de cuatro compases, y el último un pasillo tradicional “como compuesto por el Chino”. Otra obra cuyo motivo de composición fue una convocatoria es Guabina y caña, para cuarteto de cuerdas y tiple, en la que este instrumento va pasando por sus roles característicos: hay secciones completas en que hace base ritmo-armónica, en diferentes ataques y articulaciones, amén de contramelodías y combinaciones de rasgueo y melodía.

Dospianazo No. 1 es la obra que Germán Darío Pérez compuso para su reciente trabajo de grado, el cual fue considerado meritorio por parte del jurado. Entramos acá en una faceta muy distinta del compositor, insinuada de alguna manera en la suite reseñada. Los elementos que caracterizan los diferentes géneros andinos aparecen citados, pero siempre intervenidos de alguna manera, ya sea en desplazamientos rítmicos que dan por momentos la sensación de amalgama, ora subvirtiendo la disposición usual de bajo/acorde en la base de acompañamiento, enseguida mediante la superposición de elementos de diferentes géneros. Nos topamos entonces con una obra más conceptual en la que usa sistemáticamente procedimientos académicos poco escuchados en su producción anterior: módulos ritmo-armónicos de dos compases, armonía abigarrada y llena de “choques”, discursos de tensión y relajación que están más en lo rítmico que en lo melódico o lo armónico, ostinatos largamente mantenidos, extensas transiciones entre secciones en las que el paso de un género a otro es gradual y, por superposición, contrastes de todo tipo. Los géneros están y no están, aunque siempre estén. La obra comienza insinuando un bambuco, y se escucha una melodía nerviosa, de figuras cortas,

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que va a ser fundamental en el desarrollo de la pieza. La segunda sección aparenta lentitud debido al uso de acordes prolongados y luego, cuando reaparece la melodía nerviosa, el acompañamiento va definiendo la presencia de una guabina para luego pasar súbitamente a un corto pasillo que conduce a un gran acorde. Se da comienzo a una sección “indígena” -al decir del compositor- en la que se reexponen los temas y géneros para citar nuevamente el motivo bambuquero inicial y cerrar con una breve coda. Algunos dirán que Pérez comenzó a “perderse” en la contemporaneidad, pero saludamos acá una nueva posibilidad, otra manera de construir país musical, un campo más de producción de sentido, que es incluyente y reabre fronteras.

No es solamente por el gran aprecio que siento por Germán Darío Pérez Salazar -es difícil ser objetivo con los amigos y compañeros de ruta-, pero creo que tenemos músico y música para rato. No en vano menciona que lo que más le gusta en la vida es llegar temprano a su estudio, despojarse del peso de la chaqueta, las monedas y el reloj, y comenzar a componer, a trabajar con las ideas que aparecen, a darle forma y organizar el sonido, a “vencer el silencio”, como lo expresara tan poéticamente Eliécer Arenas en sus notas al programa de hace poco más de dos años en esta misma sala. Esta nueva etapa que se inaugura con disco y publicación es auspiciosa. En Colombia, el trabajo ya está hecho, continuará haciéndose, pero sin lugar a dudas el escenario de Germán y su obra debe ser el mundo.

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TOME NOTA

Los conciertos realizados en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango están autorizados por la Dirección Administrativa de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, mediante la Resolución 027

del 10 de febrero de 2012