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La muerte del autor Roland Barthes

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Page 2: La Muerte Del Autor-Barthes

Trayectoria intelectual

Cherburgo, 12 de noviembre de 1915 París, 25 de marzo de 1980

Roland Barthes fue escritor, sociólogo, crítico literario, semiólogo, filósofo francés y uno de los teóricos del estructuralismo. Es considerado uno de los más importantes críticos literarios, crítico de los conceptos positivistas en literatura, de las actitudes sociales y cotidianas y trabajó en una ciencia general de los signos.

Vivió en Bayona hasta 1924, fecha en la que se trasladó a París, donde Barthes terminó sus estudios de bachillerato en el Lycée Montaigne y Louis-le-Grand.

Obtuvo el título de bachiller (1934), la licenciatura en Letras Clásicas de la Universidad de la Sorbona (1939) ,Gramática y Filología (1943) de la Universidad de París.

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En 1939, fundó el Grupo de Teatro Antiguo de París. Entre 1934 y 1947 contrajo una tuberculosis que le obligó a pasar mucho tiempo en diversos sanatorios, donde completó sus estudios leyendo a Marx y a Michelet.

Fue profesor durante muchos años (Francia, Rumania, Egipto). En 1946, comenzó a colaborar en la revista de izquierdas Combat, con trabajos que fueron reunidos en el libro El grado cero de la escritura (1953).

En este período, se descubre un primer Barthes muy próximo a las corrientes neomarxistas del momento, que se desplazará más tarde hacia el existencialismo y el estructuralismo. En la década de 1950, fue crítico de los conceptos teóricos complejos que circularon dentro de los centros educativos franceses.

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En 1963 provocó una polémica en el mundo académico con su obra Sobre Racine (1964): en la línea de los nuevos métodos estructuralistas, Barthes explicaba que los elementos de la obra literaria debían entenderse en relación con otros elementos de la misma obra y no en un contexto ajeno a la literatura.

Durante la década de 1970, Barthes continuó renovando su crítica literaria, apelando a Jacques Derrida, Philippe Sollers y Jacques Lacan y a otros filósofos y analistas. Tras su muerte, en los ochenta se publicaron una serie de libros de ensayos sueltos, agrupados temáticamente, que ponían de manifiesto la variedad y la alta calidad de su obra.

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Además de crítica literaria escribió sobre música, arte, cine y fotografía. Barthes abordaba cada uno de estos campos con nuevas herramientas críticas que respondían a su siempre cambiante trayectoria intelectual: neo marxista al comienzo de su carrera, se acercó a la crítica existencialista en la década de 1960, y posteriormente se convirtió en uno de los primeros teóricos que estudió los límites del estructuralismo.

Es interesante resaltar que su teoría ha sufrido varios cambios, el propio autor comenta sobre la tarea exhaustiva de los estructuralistas en homogeneizar y categorizar las cosas, haciendo esto, inclusive, con uno de sus objetos de estudio, que era el texto.

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Barthes y el post-estructuralismo“La muerte del autor”

No obstante, Barthes abandona sus aspiraciones científicas, por lo tanto, es considerado un estudioso que re-contextualizó su teoría, adhiriendo a los estudios post-estructuralistas, los cuales llevan en consideración el sujeto y la historia, y esta fase se evidencia en el ensayo “La muerte del autor”.

Para el crítico, asignar un Autor a un texto es imponer a este texto un mecanismo de seguridad, es proverlo de un único significado, es cerrar la escritura. Enfatiza la cuestión de la no existencia del autor fuera o anterior al lenguaje.

Procura presentar la idea del autor como sujeto social e historicamente constituído. Barthes lo ve como un producto del acto de escribir—es el acto de escribir que hace el autor y no lo contrario.

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Por lo tanto, el ensayo es un tratado sobre la desacralización de la figura del autor en su concepción moderna, nos introduce al pensamiento de la muerte del autor a través de Balzac, dando el ejemplo de la novela Sarrasine, en la cual Balzac utiliza un castrado disfrazado de mujer y escribe acerca de lo mismo.

De este modo, cuestiona de quien es la voz que habla en el texto literario, afirma que “la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen”. El cuerpo que escribe, el sujeto físico pierde completamente su identidad. En este sentido, la escritura se torna independiente del sujeto que la escribe, del autor. Es también el blanco y el negro donde toda identidad se pierde, principalmente la del individuo que escribe.

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Barthes revela que siempre fue así, a partir del momento en que un hecho es relatado y no actúa directamentes sobre lo real, fuera de cualquier función que no sea ejercerse como símbolo que produce esta diferencia, la voz pierde su origen, el autor desaparece (muere) y la escritura comienza.

Nos dice también que el sentimiento de este acontecimiento varia, de acuerdo con cada tipo de sociedad. Además, en una sociedad etnográfica lo que se puede admirar es la cualidad que se presenta un orador, mas nunca su genio, pues el orador , es simplemente un mediador y nunca el creador de una narrativa.

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“La muerte del autor”

Es importante reiterar que para Barthes, la idea del autor como parte del análisis de la obra es una concepción de la sociedad moderna, prestando cuenta al positivismo, lo cual se deve el privilégio de la importancia del autor, después de la Edad Média con el enaltecimento de la “persona humana”.

Barthes reprueba la crítica moderna , puesto que esta busca la explicación del texto en los gustos, vícios e ideologías del autor, como si la ficción fuera una confesión del autor.

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Se apoya en autoridades literarias renomadas como Mallarmé, Valéry y Proust para señalar su discurso de que la importancia del lenguaje precede, apaga a la persona que la escribió. Barthes rechaza la idea del autor como una especie de llave para decifrar el signo lingüístico en el texto literário. Es el lenguaje que pronuncia y no el autor.

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Asimismo, expone que la escritura se vale de una impersonalidad, es ella quien actúa, “performa” y no el escritor. Tal como Barthes expone, “al aceptar el principio y la experiencia de una escritura colectiva, el Surrealismo contribuyó en apagar el autor en provecho de la escritura.”

Al anunciar la muerte del autor, Barthes presenta la figura del Scriptor que nasce con el texto y muere cuando éste es puesto en circulación. Es tan sólo el instrumento para la realización de la escrita, desprovido de historia, ideología, valores, apenas un cuerpo que escribe. En este sentido, la escritura es inscripción y no expresión, una idea que pone en duda su origen, pues no es precedida de su autor.

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El único poder del Scriptor es mezclar textos pré-existentes en nuevas formas, o sea, toda escritura se fundamenta en textos anteriores. De este modo, un texto son todos los textos y el sentido reside en esta intertextualidad. Además, para Barthes, el lenguaje es propiamente inestable, por lo tanto, no puede poseer un significado absoluto en sí.

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Afirma que en la ausencia de un “autor-Dios” para controlar el significado del texto, los horizontes interpretativos están abiertos para el lector activo. Es decir, el lector tiene libre acceso al texto desde cualquier dirección, no hay un camino correcto.

En fin, la unidad del texto no se encuentra en el origen, mas en el destino, es el lector a través del acto de lectura que creará los múltiples sentidos del texto. De este modo, “el nacimiento del lector se paga con la muerte del autor”.

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Algunas obras

Entre sus obras se destacan: Elementos de semiología (1965), Crítica y verdad (1966), Sistema de la moda (1967), S/Z (1970), El imperio de los signos (1970), El placer del texto (1973), Fragmentos de un discurso amoroso (1977) y La cámara lúcida (1980) y etc.