la iglesia y la dignidad del trabajo

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La Iglesia y la dignidad del trabajo Fecha: Viernes 20 de Julio de 2007 Pais: Chile Ciudad: Santiago Autor: Mons. Cristián Contreras Villarroel "Desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales" se titula una Declaración que hemos firmado el Presidente y el Secretario General de la Conferencia Episcopal, a raíz del prolongado conflicto laboral, con lamentables consecuencias de violencia, originado en torno al régimen de subcontratación. Percibimos que el sistema de subcontratación, siendo una realidad muy extendida en el mundo, permite que muchas veces el trabajo no se realice en condiciones dignas y justas. Los obispos hemos dejado en claro que no nos compete pronunciarnos respecto de las soluciones técnicas particulares a éste u otros problemas similares. Los obispos tampoco somos "mediadores", pero siempre estamos disponibles para facilitar el diálogo. Compartimos nuestra reflexión porque a la Iglesia nada humano le es ajeno, menos la dignidad de los más pobres y marginados, realidades que claman al cielo. En Chile ha habido avances en promover soluciones para la realidad del trabajo. De hecho, la ley que modificó las normas sobre el régimen de subcontratación ha constituido un progreso significativo: si bien corrige en parte una grave injusticia, el cambio de una realidad asentada durante largo tiempo ha presionado hacia situaciones extremas. En efecto, reivindicaciones laborales se han visto empañadas por lamentables manifestaciones de violencia. Nada las justifica. Creemos que la violencia es el síntoma de una situación que no ha sido resuelta por nuestra sociedad: la equidad sigue siendo un tema pendiente en la agenda del país. Lo afirmamos desde la realidad que se experimenta en parroquias y comunidades eclesiales a lo largo de todo Chile. Percibimos que la gente hace esfuerzos importantes por salir adelante junto a sus familias: se trabaja con ahínco, no se pierde la esperanza, pero las condiciones en que viven muchos chilenos no puede dejar a nadie indiferente. Sabemos, también, de tantas personas que han asumido la conciencia solidaria y la promoción humana como un objetivo prioritario en sus vidas, organizaciones y empresas. Es un deber de gratitud reconocerlo. Si nos escuchamos mejor unos a otros, facilitaremos soluciones que integren distintos puntos de vista para resolver los dramáticos problemas de pobreza y trabajo precario. ¿Es posible esconder este dolor en el alma de Chile En lo personal, celebro el enorme crecimiento que ha experimentado nuestro país en muchos aspectos, incluido el económico, lo mismo que los esfuerzos por disminuir la pobreza y por mejorar el empleo. Chile cuenta con recursos para construir esa sociedad más justa y equitativa que nos proponían como meta san Alberto Hurtado, el papa Juan Pablo II y el cardenal Raúl Silva Henríquez. Pero si hemos hablado de los desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales, ¿desde dónde contextualizarlo El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 279) señala: La relación entre trabajo y capital presenta, a menudo, los rasgos del conflicto, que adquiere caracteres nuevos con los cambios en el contexto social y económico. Ayer, el conflicto entre capital y trabajo se originaba, sobre todo, "por el hecho de que los trabajadores, ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros" (Juan Pablo II, Laborem exercens, 11). Actualmente, el conflicto presenta aspectos nuevos y, tal vez, más preocupantes: los progresos científicos y tecnológicos y la mundialización de los mercados, de por sí fuente de desarrollo y de progreso, exponen a los trabajadores al riesgo de ser explotados por los engranajes de la economía y por la búsqueda desenfrenada de la productividad (Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, marzo 1999, n. 2). Estas palabras competentes, así como el aporte de nuestra declaración episcopal, son una invitación a quienes tienen la

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La Iglesia y la dignidad del trabajo

Fecha: Viernes 20 de Julio de 2007Pais: ChileCiudad: SantiagoAutor: Mons. Cristián Contreras Villarroel

"Desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales" se titula una Declaración que hemos firmado el Presidente y el Secretario General de la Conferencia Episcopal, a raíz del prolongado conflicto laboral, con lamentables consecuencias de violencia, originado en torno al régimen de subcontratación.

Percibimos que el sistema de subcontratación, siendo una realidad muy extendida en el mundo, permite que muchas veces el trabajo no se realice en condiciones dignas y justas. Los obispos hemos dejado en claro que no nos compete pronunciarnos respecto de las soluciones técnicas particulares a éste u otros problemas similares. Los obispos tampoco somos "mediadores", pero siempre estamos disponibles para facilitar el diálogo. Compartimos nuestra reflexión porque a la Iglesia nada humano le es ajeno, menos la dignidad de los más pobres y marginados, realidades que claman al cielo.

En Chile ha habido avances en promover soluciones para la realidad del trabajo. De hecho, la ley que modificó las normas sobre el régimen de subcontratación ha constituido un progreso significativo: si bien corrige en parte una grave injusticia, el cambio de una realidad asentada durante largo tiempo ha presionado hacia situaciones extremas.

En efecto, reivindicaciones laborales se han visto empañadas por lamentables manifestaciones de violencia. Nada las justifica. Creemos que la violencia es el síntoma de una situación que no ha sido resuelta por nuestra sociedad: la equidad sigue siendo un tema pendiente en la agenda del país. Lo afirmamos desde la realidad que se experimenta en parroquias y comunidades eclesiales a lo largo de todo Chile. Percibimos que la gente hace esfuerzos importantes por salir adelante junto a sus familias: se trabaja con ahínco, no se pierde la esperanza, pero las condiciones en que viven muchos chilenos no puede dejar a nadie indiferente. Sabemos, también, de tantas personas que han asumido la conciencia solidaria y la promoción humana como un objetivo prioritario en sus vidas, organizaciones y empresas. Es un deber de gratitud reconocerlo.

Si nos escuchamos mejor unos a otros, facilitaremos soluciones que integren distintos puntos de vista para resolver los dramáticos problemas de pobreza y trabajo precario. ¿Es posible esconder este dolor en el alma de Chile En lo personal, celebro el enorme crecimiento que ha experimentado nuestro país en muchos aspectos, incluido el económico, lo mismo que los esfuerzos por disminuir la pobreza y por mejorar el empleo. Chile cuenta con recursos para construir esa sociedad más justa y equitativa que nos proponían como meta san Alberto Hurtado, el papa Juan Pablo II y el cardenal Raúl Silva Henríquez.

Pero si hemos hablado de los desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales, ¿desde dónde contextualizarlo El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 279) señala: ��La relación entre trabajo y capital presenta, a menudo, los rasgos del conflicto, que adquiere caracteres nuevos con los cambios en el contexto social y económico. Ayer, el conflicto entre capital y trabajo se originaba, sobre todo, "por el hecho de que los trabajadores, ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros" (Juan Pablo II, Laborem exercens, 11). Actualmente, el conflicto presenta aspectos nuevos y, tal vez, más preocupantes: los progresos científicos y tecnológicos y la mundialización de los mercados, de por sí fuente de desarrollo y de progreso, exponen a los trabajadores al riesgo de ser explotados por los engranajes de la economía y por la búsqueda desenfrenada de la productividad (Juan Pablo II, Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, marzo 1999, n. 2)��.

Estas palabras competentes, así como el aporte de nuestra declaración episcopal, son una invitación a quienes tienen la

posibilidad de avanzar hacia soluciones más dignificantes de los trabajadores: autoridades, legisladores, empresarios, dirigentes sindicales y sociales. El Chile del bicentenario, con la buena voluntad de todos, ¿podrá ofrecer nuevas alternativas a la relación trabajo y capital

� Cristián Contreras VillarroelObispo Auxiliar de Santiago

Secretario General de la Conferencia Episcopal