la ciudad histórica como modelo de ciudad : una revisión conceptual y metodológica de la...

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Este trabajo es un ensayo destinado a situar el problema del patrimonio urbano, su preservación y puesta en valor, en su verdadera dimensión, esto es, en el centro de los procesos de transformación de la sociedad y de su sustrato material. Esto implica rescatar la cuestión del patrimonio de su habitual confinamiento en el campo de la cultura, donde se elabora con materiales ideológicos diversos que alteran y desvirtúan su naturaleza, para situarlo en la encrucijada de los fenómenos sociales y urbanos.

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Resumen

Este trabajo es un ensayo destinado a situar el problema del patrimonio urbano, su preservacin y puesta en valor, en su verdadera dimensin, esto es, en el centro de los procesos de transformacin de la sociedad y de su sustrato material. Esto implica rescatar la cuestin del patrimonio de su habitual confinamiento en el campo de la cultura, donde se elabora con materiales ideolgicos diversos que alteran y desvirtan su naturaleza, para situarlo en la encrucijada de los fenmenos sociales y urbanos. Los cambios en la formacin social, en su morfologa, se enfrentan a la persistencia relativa de las formas urbanas, y esta relacin de adaptacin cursa segn diferentes modalidades casi siempre conflictivas y con efectos devastadores. Se trata de fenmenos que se desarrollan en la frontera que une los hechos sociales con los procesos evolutivos de la ciudad y eso es lo que se analiza en este trabajo, tomando como referencia la ciudad de Guadalajara, capital del Estado de Jalisco. El tratamiento de conceptos como el de formacin social indisolublemente asociada a su dimensin urbana conduce al empleo de la nocin de modelo de ciudad. Las crisis de estos modelos y su sucesin son objeto de estudio en este trabajo y especialmente las condiciones y exigencias en las que se desarrollan los procesos de sustitucin. Termina el trabajo con el estudio de las transformaciones del centro de Guadalajara a mediados del siglo XX que suponen la eliminacin casi total del patrimonio urbano de la ciudad: un proceso de remodelacin radical del espacio funcional y social, inducido por el nuevo rgimen de acumulacin que se despliega en esas fechas y que permite reflexionar sobre el sentido, las alternativas y oportunidades de introducir la dimensin patrimonial en la evolucin urbana. Palabras clave: Patrimonio urbano, morfologa social, centralidad, morfologa urbana, modelo de ciudad, historia urbana.

SummaryThis report is an essay dedicated to the situation of urban heritage problem dealing speacially with the preservation of its real value wich forms the center of the social trasformation process and the basic fabric of the society. This involves the rescue of the heritage from its habitual confinement in the cultural field; where is elaborated with diverse ideological materials that alter and debase its nature to situate it in the dilemma of the social and urban process. The changes in the social formation, in its structure, to confront the relative persistence of the urban structures, this adapting relation follows different varieties, which are nearly all the time conflicting and with devastating effects. This work focuses as well on the process developed in a close union between the social facts and the evolutional process of a city, that is what this work analizes, taking as a reference Guadalajara city, capital of Jalisco state. The crisis of these models and its succession are objects of study on this work, especially the conditions and demanding where the changing process was developed.

The final part of this work is the study of the transformation in the historical centre of Guadalajara by the XX century, that supposed the elimination of nearly all the urban heritage of the city: a radical remodeling process of functional and social space led by the new accumulation regime unfurled by those dates and leave us thinking about the way, the alternatives and opportunities for introducing the heritage dimension in the urban evolution. Key Words: urban heritage, social morphology, urban morphology, city model, urban history, centrality.

PREFACIO

Se trata de evolucin. Pero no es una evolucin sujeta a los automatismos propios de los fenmenos naturales, sino derivada de las estrategias de los agentes sociales y econmicos, de sus problemas de hegemona, del problema ms general de la reproduccin social y sus contradicciones y de las crisis estructurales de los regmenes de acumulacin que constituyen su base material. Es una evolucin socialmente intervenida a travs de multitud de proyectos y acciones donde la esfera urbana representa uno de sus dominios fundamentales. Dentro de este marco general, el problema del patrimonio urbano se sita en la encrucijada que forman los fenmenos evolutivos de las ciudades y las construcciones de la identidad en sus diferentes momentos y escalas. Este trabajo parte de la conviccin de que la ciudad histrica, esto es, la ciudad en su historia y resultante de su historia, va a seguir su particular evolucin como objeto fsico y morfolgico, dimensin material de instancias sociales, culturales, simblicas y econmicas, de acuerdo con los rasgos y condicionantes de su modelo de partida y las dinmicas que conducen la sucesin de modelos urbanos posteriores.

Expresado el problema en estos trminos podra pensarse que se est hablando de biografas de ciudades, pero aunque los rasgos biogrficos que expresan la diversidad de lo real son inevitables, se est hablando en realidad de familias de ciudades, es decir, de lo que podramos considerar ciertos linajes urbanos caracterizados por una secuencia de modelos a lo largo de su recorrido histrico que se enfrentan a necesidades, ms o menos explcitas y tambin sucesivas, de construir un cuadro de representaciones una identidad, una memoria o imaginario colectivo en el que legitimar la hegemona y los proyectos del bloque local o histrico en su momento. Esa particular manera en que cada ciudad o familia de ciudades evoluciona, implica determinadas formas polticas y sociales, igual que los diferentes papeles que la ciudad desempea en el rgimen general y local de acumulacin y en los mecanismos de reproduccin social, de los que depender la manera en que se formar y conservar su memoria propia, su

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patrimonio, como un derivado de ese mismo proceso de acumulacin, de maduracin o de destruccin.

Mientras ciertas sucesiones del modelado se realizan con una fuerte conservacin de masa patrimonial, es decir, de memoria, y esto ocurre generalmente cuando se trata de procesos de maduracin evolucin en el interior, o casi, del mundo social y material anterior que no slo conservan sino que originan formas ms complejas a partir y sobre las anteriores, otras cursan con una fuerte destruccin del legado que tambin termina por retrotraer la ciudad a formas ms elementales. En el primer caso, la ideologa de la identidad se refuerza en su dimensin histrica mientras en el segundo caso es la modernidad y sus exigencias, como nuevas seas de identidad nacional o local, las que dirigen y legitiman el proceso de eliminacin.

Se puede adelantar, con objeto de ilustrar esta afirmacin, que el enfrentamiento ideolgico entre la modernidad y el progreso de un lado y la memoria y el patrimonio por otro, tal como result en el curso de la racionalizacin y legitimacin del modelo industrializado, y que fue recogido tanto en los programas polticos como en las prcticas urbansticas, pasando por su elaboracin cientfica en los diferentes dominios, deriv en su momento en una destruccin masiva y generalizada del patrimonio urbano, que termin por afectar en diferente grado a todas las ciudades, fuera cual fuera su genealoga, aunque de esas diferentes genealogas dependiera el impacto del fenmeno y la propia capacidad de respuesta de sus instituciones y de los propios ciudadanos, es decir, las modalidades y el alcance de esa destruccin o desvirtuacin. De ah que se mantenga la tesis de que por muy general que sea el fenmeno que produce el efecto, ni el propio efecto, ni las respuestas y las soluciones son generalizables.

En efecto, la actividad disciplinar y doctrinal, que las sociedades modernas han desplegado en las ltimas dcadas en lo relativo al entendimiento y la conservacin del patrimonio urbano, no es ms que una prctica concreta, nacida en una determinada regin del planeta y bajo circunstancias en las que se produjo un ltimo gran cambio, que fue demoledor en las ciudades occidentales porque tuvo dimensiones funcionales e inmobiliarias desconocidas hasta entonces, que vinieron asociadas a cambios de propiedad, de gobierno de la ciudad, de tipos edificatorios y de nuevas frmulas morfolgicas, como componentes principales de un nuevo modelo de centralidad, que II

expresaba el triunfo del progreso de la mano de la civilizacin industrial. Sin embargo, y ese es el punto de partida de este trabajo, esta prctica de proteccin y recuperacin patrimonial, hoy difundida mucho ms all de su geografa originaria, y a pesar de su fuerte armamento disciplinar, carece de verdadero estatuto terico porque no est basada en una verdadera teora de la evolucin de las estructuras urbanas, sino en la generalizacin del proceso evolutivo seguido por una de esas familias de ciudades.

En realidad se trata de una prctica que circula en numerosos manuales de intervencin, y elaborada a partir de experiencias muy particulares y acotadas en el tiempo y en el espacio, como se expone ms adelante, que bajo una apariencia cientfica, que en realidad esconde el discurso nacionalista de la identidad que acompa la ascensin del bloque burgus desde el siglo XIX en los pases occidentales, y que ms tarde se reelabora como programa de cierto contenido poltico o econmico ligado a las polticas del bienestar en pleno desarrollo de la sociedad industrial y de acuerdo con su peculiar racionalidad, se ha visto proyectada por instituciones internacionales surgidas en esos mismos pases, mediante la generalizacin de un aparato conceptual, que sita el patrimonio como una realidad propia del terreno del ser, un objeto ontolgico, que a veces alcanza cierta complejidad y que resulta imposible reconducir al terreno del devenir, es decir, a su dimensin histrica slo lo hace por la va de su reinsercin funcional, adaptndose a funciones actuales, que es donde se encuentra su verdadera naturaleza, y desde donde se podra trazar la crtica al modelo de racionalidad de la sociedad del progreso industrial, y de los intereses nacionales o del bien pblico, que gener su destruccin. De hecho esta nueva conceptualizacin en trminos ontolgicos ha permitido gestionarlo de forma descontextualizada y estereotipada como un elemento ms de esa dimensin nacional, que en su momento fue el marco poltico y econmico para legitimar la racionalidad del progreso.

El trabajo que sigue no es ms que una reflexin sobre esta compleja cuestin y un primer ensayo para encontrar la manera de situar el problema del patrimonio en su lugar, es decir, en el entero proceso de evolucin de las ciudades y no en su ltimo tramo y en un rea geogrfica delimitada, en el que no estuvo tanto al servicio de la ciudad como de la construccin de una realidad identitaria de otra escala: la de los intereses nacionales. El recorrido que sigue este trabajo es, seguramente, su aportacin ms interesante, porque permite sealar los campos de estudio que deberan constituir el III

verdadero programa de investigacin, dando especial importancia al concepto de modelo urbano como protagonista del proceso evolutivo, frente a otras posibles teorizaciones de la evolucin que se centraran en el seguimiento de determinados aspectos parciales o variables que recorreran con continuidad evolutiva y suficiente autonoma la historia de la ciudad1.

El concepto de modelo recupera la idea de totalidad contempornea, es decir, lo que la ciudad es, o cmo es, en un momento determinado, identificable por tratarse de una realidad concreta, y tambin la idea de crisis sustitutoria total o parcial que explicara la sucesin, en la medida en que se pusieran en evidencia los motores de las diferentes dinmicas de transformacin. El problema es construir los modelos y su sucesin con todas las dimensiones posibles de forma concreta, lo que equivaldra a que fuera convincente y operativa, y mostrar las vicisitudes de la herencia en ese devenir, para intentar deducir las condiciones en las que la evolucin se inclinara por conservar y aumentar la complejidad de la herencia.

Se trata pues, no slo, de un complejo proyecto de indagacin, sino tambin con vocacin de intentar sealar, si es posible, ciertas lneas de progreso que incluyan la proteccin y acumulacin de patrimonio, un empeo que, dadas las circunstancias, parece condenado a ser conducido con bastante escepticismo respecto a esa posibilidad de encontrar una solucin satisfactoria, salvo que se promoviera un cambio radical en el modelo de ciudad, porque, como se acaba de apuntar, todo parece sealar al despliegue del orden industrializado capitalista como el origen de un modelo de ciudad que rompe con la trayectoria gentica de las ciudades, condenando su memoria a la desaparicin fuera de algunas prcticas de embalsamamiento, aunque stas lleguen a alcanzar gran valor documental y esttico. Y es que este modelo, y sus secuelas posindustriales en los nuevos escenarios de la globalizacin, deja pocos resquicios para recuperar la secuencia gentica interrumpida, a no ser que podamos aadir en la cadena sucesoria al final, algn nuevo modelo, aunque slo sea como imagen terica y como proyecto poltico, en el que la herencia vuelva a jugar un papel fundamental en la construccin de la ciudad.

La innovacin tecnolgica y su incidencia en los modelos de movilidad urbana, por poner un ejemplo que con demasiada frecuencia se ha utilizado como causa eficiente o como legitimadora de transformaciones radicales que, sin duda, tenan otras causas ms decisivas que se reuniran en lo que aqu se denomina modelo urbano. Tambin el propio patrimonio como realidad per se que recorre la biografa de la ciudad ha servido para enhebrar el hilo del discurso de la continuidad.

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IV

Un modelo como el que preconiza la ecologa poltica, como nica alternativa, a da de hoy, a la ciudad globalizada del capital. Quiere decirse que esa reconstruccin que propugna la ecologa poltica del derecho y de la economa poltica urbanas de acuerdo con la racionalidad de las leyes naturales y de los principios de fraternidad, despus del largo divorcio que ha separado el derecho y la economa del mundo real y de la justicia social, debera ser sera, el vehculo para una reutilizacin por y para ciudadanos del espacio heredado.

Los modelos son pues el principal campo de investigacin de este trabajo, donde se le da una especial importancia al primero, o fundacional, en las ciudades novohispanas, pues se trata de un modelo predeterminado que adems permanece dos siglos y medio sin cambios de importancia, es decir, que mantiene su legitimidad, aunque vaya adquiriendo complejidad progresiva y acumulando una importante herencia urbanstica que es la base de su valor patrimonial valor patrimonial y complejidad urbana se convierten en indisociables, y que ha condicionado desde el principio la evolucin misma de la ciudad. Ese mismo modelo con ajustes sustanciales en el orden poltico, jurdico y econmico, que permiten hablar de un cambio al margen de la legitimidad, es decir, resultado de una revolucin, y por tanto de un modelo nuevo que, por simplificar, he calificado de liberal o mercantil, podemos decir que prolonga su existencia ms de un siglo, hasta mediados del siglo XX, porque lo hace con suficiente continuidad, es decir, con ligeros cambios en su herencia urbanstica, manteniendo en lo sustancial la fsica fundacional de la ciudad, aunque con nuevos significados; haciendo suyo el espacio de las elites antecesoras.

Sin embargo, a partir de la mitad del siglo pasado, el nuevo modelo cuyas bases materiales son el desarrollo industrial y el comercio de masas, que en Mxico, y bajo la cobertura legitimadora genrica de los intereses nacionales, adopt la frmula general del modelo de sustitucin de importaciones, introduce una radical transformacin que rompe definitivamente con la herencia histrica, que ya haba sido debidamente reformulada bajo el modelo liberal anterior, y esta vez lo hace desde transformaciones legtimas dentro de la nueva racionalidad que dirige el rgimen de acumulacin, con consecuencias radicales sobre la dimensin inmobiliaria que resulta sacudida en sus cimientos.

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En este caso el trabajo se ha centrado ms en analizar la crisis, o sea, la manera en que se produce la destruccin y, al mismo tiempo, la emergencia del nuevo modelo entre 1947 y 1951 en Guadalajara, por el hecho de que resulta especialmente accesible dadas sus dimensiones inmobiliarias, y porque es a travs suyo, como en otras ciudades occidentales, que se produce un cambio definitivo de la gentica urbana. Es una trayectoria que en su conjunto, y a pesar de ciertas coincidencias relacionadas con el carcter universal del patrn de industrializacin, que el proceso posterior de globalizacin se ha encargado de difuminar, resulta difcilmente comparable con la de las ciudades europeas donde ha surgido el moderno cuerpo disciplinar que intenta ofrecer modalidades de conservacin y revitalizacin del patrimonio generales, a pesar de que ni siquiera han mostrado plena utilidad en sus lugares de origen. Y es precisamente en esa trayectoria donde se encuentran las claves de la herencia y su papel posible en un futuro en el que slo se dibuja como alternativa un modelo social y econmico basado en principios de ecologa poltica.

La primera parte del trabajo se centrar en cuestiones de orden terico, que tratarn de comprender el alcance de las aproximaciones al problema de la evolucin y de la historia de la ciudad, con especial atencin a las prcticas patrimoniales y a sus soportes fsicos como la tipologa y la morfologa urbanas, as como al contenido y formacin del discurso sobre el patrimonio, especialmente en Mxico, y al problema de la formacin de modelos urbanos y sus sucesiones.

La segunda parte tratar de indagar en los modelos tapatos, intentando darle alguna concrecin a los aspectos tericos de la primera parte. Esta es la tarea ms complicada y con ms lagunas ya que supondra rescribir la historia de la ciudad desde perspectivas nuevas y con materiales de los que no se dispone. En realidad esta parte ayuda a sealar los programas de investigacin que cabra desarrollar para hacer una verdadera historia de la ciudad, basada en la sucesin de modelos. Por eso se ha reducido a describir lo mejor posible las dimensiones del modelo virreinal, porque establece la base material de la ciudad y algunas anotaciones ms o menos sustanciales sobre momentos posteriores que indican cambios notables en el modelo hasta mediados del siglo XX.

La tercera parte del trabajo es una crnica crtica de la transformacin radical del modelo de ciudad y de centralidad llevada a cabo durante el gobierno, podramos decir VI

socialdemcrata en el Estado de Jalisco, del Licenciado Jess Gonzlez Gallo, en plena implementacin del modelo de sustitucin de importaciones con el que los pases en vas de desarrollo trataban entonces de acometer ese proceso con ayudas financieras internacionales. All se podr mostrar que la masiva destruccin de patrimonio producida era inherente al cambio del modelo y que la sociedad local, por sus peculiares caractersticas derivadas de la evolucin de los modelos anteriores, careca de capacidad de respuesta y de alternativas. Termina el trabajo con unas breves consideraciones, a modo de colofn, sobre la eventual combinacin de herencia, memoria y patrimonio en un modelo urbano alternativo inspirado por la ecologa poltica.

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PRIMERA PARTE

Sobre patrimonio, tipos y modelos urbanos. El problema de la evolucin de la ciudad y la construccin de la memoria colectiva.

1. Introduccin

Es natural que para legitimar una intervencin tan severa como la que en su da dio nacimiento a la Plaza Tapata se esgriman tpicos como el crecimiento, la modernizacin necesaria, el dficit de comunicaciones y otras cuestiones de semejante naturaleza, pero ya no es tan frecuente que se incluyan entre los problemas que se pretendan resolver el mal aprovechamiento de valiosos espacios, y [los] ataques a sus elementos culturales y se proponga como objetivo necesario y urgente el rescate arquitectnico de los edificios coloniales del siglo XIX y valiosos ejemplares del XX, los hay tambin de fechas anteriores argumentando lo imprescindible que resulta salvaguardar lo cultural y hacer resurgir el Centro Histrico de la ciudad1.

Que la proteccin y valoracin del patrimonio y el resurgimiento del Centro Histrico se utilicen como pretextos para desplegar una de las operaciones ms destructivas del tejido histrico que ha conocido la ciudad a lo largo de su existencia, sin que se produzca una reaccin popular apreciable ni se opongan firmemente las instituciones responsables de velar por su conservacin, pone en evidencia entre otras cosas no slo la borrosa condicin del patrimonio y su imprecisa definicin sino la falta de conceptos para establecer los lmites de intervenciones semejantes y la ausencia de una adecuada planificacin de ciertas instituciones especialmente las de gobierno de la ciudad: Cabildo, Cmara de Comercio, etc., cuya responsabilidad en el desarrollo de estas intervenciones, que alteran profundamente la estructura de la ciudad en su totalidad, es incuestionable. Probablemente el pretexto de la modernizacin era suficiente salvoconducto para una operacin tan destructiva, de hecho haba sido el argumento

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Gallo Lozano F. La Plaza Tapata. Guadalajara 1982. P. 10

principal junto con el inters colectivo en la primera y ms demoledora actuacin conocida por la ciudad a finales de los aos 40, pero queda el problema de la definicin misma de patrimonio, que permite legitimar desde su interior conceptual su propio aniquilamiento.

Las pginas que siguen son una reflexin y una propuesta sobre cual sera la naturaleza y en qu podra consistir el patrimonio urbano los centros histricos y sobre las condiciones de su evolucin. Partiendo de una elaboracin especfica de la idea de modelo de ciudad, este trabajo se centra en describir las peculiaridades del modelo original a partir de su proceso de configuracin y sus transformaciones posteriores hacia otros modelos, siguiendo la propia historia de la ciudad de Guadalajara. Genealoga y evolucin son los instrumentos metodolgicos para un ejercicio que espera superar las limitaciones de la visin tradicional del patrimonio atrapada en formalismos que conducen a contradicciones insuperables entre evolucin y modernidad, introduciendo las dimensiones sociales y urbansticas que generalmente estn ausentes en estas aproximaciones, pero no como aadidos sino tratando de componer con todo el material morfolgico, sociolgico y econmico el imprescindible modelo que le d sentido histrico.

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1. 1. La demolicin de un centro histrico

Figura I. 1

No es ste episodio tan traumtico que se acaba de evocar el primero de su gnero en la historia moderna de la ciudad. Aunque el plano de Guadalajara de 1953, que se reproduce en la figura 1, es probablemente la primera representacin de la ciudad en la que se refleja ya de una manera explcita su entrada definitiva en la modernidad, despus de las grandes transformaciones de 1947-1951, puede decirse que ese viaje haba comenzado de forma casi imperceptible siglo y medio antes y, durante ese tiempo, se haban ido alterando si no las estructuras formales de la vieja ciudad colonial si sus contenidos principales que por entonces se encontraban muy debilitados.

En ese plano, al norte de la ciudad, se aprecian las Barranquitas que se haban convertido en la escombrera donde se acumulaban los despojos de la vieja ciudad tradicional que se acababa de demoler. El celo modernizador del Gobernador Gonzlez Gallo, que no necesitaba justificarse como defensor de patrimonio alguno, haba arrojado all los detritus que haban resultado de la ampliacin de la avenida 16 de Septiembre sobre la traza de la vieja calle de San Francisco o de la avenida Jurez,

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antigua del Coliseo, para formar una gran croise que facilitase el acceso al nuevo centro de la ciudad fuertemente remodelado, y sobre el relleno de esa abrupta topografa que durante mucho tiempo haba contribuido a definir las fronteras de la ciudadela virreinal, y detrs de la avenida ensanchada, la Compaa Comercial Fraccionadora S.A. levantaba ahora la colonia Alcalde-Barranquitas, siempre bajo la advocacin de aquel obispo ilustrado, Antonio Alcalde, que daba nombre a la avenida y al barrio, y que en una tarda edicin del impulso utpico que anim a algunos miembros de la iglesia en los albores de la colonia, haba fundado una fbrica textil y un conjunto habitacional las cuadritas para alojar a sus obreros urbanizados, as como un santuario dedicado a la Virgen de Guadalupe, durante el desempeo de sus funciones pastorales en el ltimo cuarto del siglo XVIII. Un barrio histrico de pequeas casas y propietarios que, por cierto, haba sido alterado profundamente por la ampliacin de la avenida Alcalde.

Mucho habra que rellenar porque era mucho lo que se estaba aireando el viejo centro de la ciudad ya que a la cruz de avenidas que se presentaba como un proyecto de modernidad de fuerte contenido econmico un proyecto de ingenieros, se le sum enseguida, parece que con voluntad poltica compensatoria, la simblica cruz de plazas como un proyecto de objetivos ms espirituales y conservadores, esta vez de arquitecto y siempre bajo el gobierno de Gonzlez Gallo, que se llev por delante, en lo que su autor artstico entendera como un sublime gesto de depuracin, numerosos edificios y varias manzanas completas entre los que figuraban magnficos ejemplares de la arquitectura virreinal y buena parte del patrimonio histrico de la ciudad de pocas posteriores.2 Fueron apenas cuatro aos en los que el viejo centro sucumbi estrepitosamente ante la piqueta y en su lugar surgi una ciudad casi irreconocible. Un nuevo modelo de centralidad sustitua al modelo anterior gastado del que materialmente slo se haba salvado lo imprescindible. Mientras los poderes espirituales y terrenales seEl diario Jalisciense del 10 de noviembre de 1985 publicaba una carta dirigida al creador (artstico) de la Cruz de Plazas en el centro de la ciudad, arquitecto Ignacio Daz Morales, que haca un buen inventario del desastre patrimonial y entre otras cosas deca: .. tir usted arquitecto, dos manzanas con muy buenas fincas, a saber: un palacio, el de Caedo, Mayorazgo del Cabezn o Casa de los Huesos, magnfica construccin del siglo XIX hecha por el arquitecto D. Jos Gutirrez, mismo que edific el Hospicio Cabaas, el Sagrario Metropolitano y la fachada del templo de la Compaa de Jess...derrib tambin usted lo que nos quedaba de las Casas Reales o Ayuntamiento, esquina con Palacio de Gobierno, la de los Garca-Sancho y la de los Alvarez del Castillo, todos excelentes muestras de arquitectura virreinal..... luego continuando, fue arrasada otra manzana, la del templo de la Soledad, construida a finales del siglo XVII, y conjuntamente fueron derribados la capilla de San Francisco Javier, el Colegio de Betlehemitas y el Seminario de Oblatos, la capilla de la Soledad y el Santo Entierro, fundada a fines del siglo XVI...No par ah su afn demoledor, frente a Catedral, tambin usted tir la Real Caja de Moneda y la Casa Caldern, magnfico ejemplar del siglo XVI y la de los Snchez Leero con magnficos hierros. Y como postre se derribaron, por sus ideas, dos palacios ms: el del Arzobispado y el Palacio de D. Francisco Xavier de Vizacarra, marqus de Pnuco... Citado por Gonzlez Romero (1988), p.241-242. Hay que decir que cargar sobre las espaldas del arquitecto una operacin semejante, por importante que fuera su intervencin, que lo fue sin duda, es una manera de desviar la atencin de los verdaderos agentes que impulsaron esta intervencin, lo que contribuye poco a entender los procesos de transformacin que han sentenciado el centro histrico de la ciudad.2

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organizaban simblicamente en torno a una estructura de vacos urbanos en forma de cruz, otra cruz paralela de avenidas daban forma al nuevo centro de la sociedad industrial en agraz. Ese paralelismo formal evidenciaba un divorcio real. El viejo modelo formal de centralidad integrada se descompona en dos centros cruciformes, para que cada cual siguiera su camino sin interferencias ni conflictos.

Sin embargo, el proceso de demolicin del centro virreinal de la ciudad, incluidas muchas de las transformaciones posteriores que ste haba sufrido desde la independencia, y que ahora tambin caan bajo la eficiente piqueta de un gobierno que no se daba tregua en los trabajos de urbanizacin....para el mejoramiento de Guadalajara, haca tiempo que haba iniciado su andadura, poco a poco y por partes, redimensionando las relaciones entre lo pblico y lo privado, desplazando funciones, remodelando la escena urbana, sustituyendo edificios y smbolos del pasado por otros que representaban las nuevas aspiraciones de modernidad y progreso. Como una metfora muy real de este proceso de descomposicin, en el mismo plano de 1953, el flamante Country Club pona fin, por el momento, a la deriva hacia el noroeste de las elites que haban abandonado definitivamente la vieja ciudad, despus de haber ensayado con las famosas colonias numerosas frmulas de habitacin desde los ltimos aos del porfiriato.

Pero, esta radical operacin de centralidad viaria que dej muy maltrechas las estructuras de la ciudad colonial no fue la ltima intervencin enrgica en lo que haba sido la modesta ciudad virreinal, ya que unos aos ms tarde, en la dcada de los aos 70, esta vez bajo el gobierno de Flavio Romero, se remata la faena con la operacin de la Plaza Tapata con cuya evocacin se iniciaba esta reflexin que, ahora s, reconoce su verdadera dimensin comercial e inmobiliaria y resume tanto en su trazado como en su procedimiento, y en el abundante material ideolgico del que se acompaa, todo el complejo de ideas confusas y contradictorias en el que se debate la cultura del patrimonio en general, y en Mxico en particular dados sus peculiares problemas de identidad, sobre todo en su relacin con el urbanismo y la evolucin de la ciudad.

Ahora bien, mencionar sin la debida contextualizacin estos episodios de la reciente historia de la ciudad, por muy espectaculares que hayan sido sus efectos, puede tener la utilidad de atraer la atencin sobre las cuestiones que nos interesan y facilitar la entrada 5

en un dominio que se va a mostrar de acceso complicado, pero no permite tener un marco suficiente de comprensin de los problemas reales de la ciudad, ni facilita el establecimiento de medidas de control eficaces de los procesos de transformacin que van a seguir resultando inevitables, si es eso lo que nos preocupa.

De ah la necesidad de volver sobre las relaciones entre la cultura y la prctica urbansticas por un lado y la cultura de la conservacin del patrimonio por otro, que pasan necesariamente por la comprensin de los procesos sociales y econmicos a lo largo de la evolucin de la ciudad, que giran en principio alrededor de la construccin, y, ms tarde, de la produccin del espacio social, y por entender el patrimonio como un conjunto complejo que evoluciona con los cambios sociales y sus necesidades de construir su identidad, y no slo como un inventario de objetos, de diferente naturaleza y extensin, que en algn momento son sustrados al tiempo y a sus efectos por un grupo de expertos con sensibilidad entrenada.

Expresado este problema en sus verdaderos trminos, de lo que se trata es del problema de la produccin de la ciudad moderna a partir del viejo orden construido. Un problema de carcter general que en la cultura occidental siempre se plante como una ruptura con el orden del Antiguo Rgimen, o ms bien contra l, lo que dejaba escasas opciones al despliegue de prcticas ms moderadas de carcter evolutivo (de conservacintransformacin equilibrada) y que en el caso de las ciudades del virreinato de Nueva Espaa y Nueva Galicia van a adoptar formas especficas, por las peculiares funciones originarias de sus fundaciones urbanas y sus respectivos agregados polticos, que no haban conocido otro modelo en su relativamente corta biografa.

La liquidacin del Antiguo Rgimen que en el caso novohispano va unido a un proceso de formacin de un nuevo estado independiente aristocrtico y burgus al mismo tiempo, corre paralelo con la construccin del orden ciudadano moderno, un problema que no ha tenido todava una solucin satisfactoria, entre otras cosas porque, desde el principio, se ha entretejido con la propia evolucin del sistema capitalista, que no incluye necesariamente, entre sus condiciones de existencia y reproduccin, la mayor parte de las exigencias que componen el programa poltico expresado en las constituciones de las sociedades libres, democrticas e igualitarias. De hecho ese trnsito del antiguo al rgimen liberal en el caso mexicano no supuso grandes 6

alteraciones de la fsica urbana porque tampoco precis profundos cambios en las estructuras sociales, como se argumentar despus.

La desigualdad y la exclusin, por ejemplo, que han sido expresamente condenadas en las cartas constitutivas de los estados democrticos, no slo se han mantenido en el nuevo modelo que en este caso podramos calificar de liberal por oposicin al modelo virreinal, sino que han adquirido proporciones mayores y desde luego han adoptado modalidades espaciales nuevas que alteran profundamente las estructuras espaciales del viejo modelo, tanto como las intervenciones de remodelacin y destruccin del patrimonio histrico.

El punto de partida de este estudio es una reflexin sobre la relativa facilidad con la que en pocos aos tal como se sealaba al principio se desmantela fsicamente el centro de la ciudad virreinal, que sin embargo haba sobrevivido a las adaptaciones burguesas del modelo, incluida la desaparicin de notables edificios y espacios pblicos de considerable poder simblico y de gran utilidad, que adems contaban con gran aceptacin popular, y al mismo tiempo este espacio emblemtico pasa a desempear un papel casi marginal en la nueva estructura metropolitana, y ello a pesar de las empeosas operaciones de centralidad que acompaan a su transformacin, y de la casi machacona insistencia en los valores de la identidad histrica, tan valoradas en el discurso patritico, y que tan importantes resultan para mantener el atractivo turstico que se pretende incentivar. La escasa resistencia ciudadana, incluida la de los numerosos pequeos comerciantes que son removidos de su lugar tradicional en estas operaciones, resulta cuando menos sorprendente, y se corresponde con la falta de alternativas y las remotas posibilidades de desarrollar una estrategia de conservacin que pueda asegurar un futuro menos catastrfico para el legado que an se mantiene en pie, al que evidentemente no se le ha encontrado un papel ajustado en las sucesivas versiones del modelo liberal.

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Figura I. 2.El rea afectada y nueva planta general del proyecto de La Plaza Tapata.

El propio fracaso relativo al menos su xito actual se puede considerar retardado y bastante modificado respecto a sus contenidos iniciales, de las operaciones de centralidad, en especial la de la Gran Plaza Tapata, en la que se haban depositado muchos intereses comerciales e inmobiliarios del momento es un indicador indiscutible de que el proceso de deconstruccin de la ciudad virreinal ha afectado definitivamente a su propio ncleo, que ha sido desplazado de la posicin privilegiada que ha ocupado hasta fechas todava recientes.

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Figura I. 3.Las edificaciones demolidas a la izquierda y el eje de La Plaza Tapata con la Cruz de plazas y los monumentos principales preservados.

Figura I. 4. Panormica de las obras desde el Hospicio Cabaas y la llegada al Hospicio por Morelos a finales del siglo XIX.

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Figura I. 5. La calle Morelos que se demoler para la Plaza Tapata.

Figura I. 6. El nuevo perfil de Morelos, segn el proyecto de La Plaza Tapata.

Figura I. 7. Los restos monumentales del centro de Guadalajara despus de las transformaciones

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Figura I. 8. Diversos aspectos de la remodelacin. Pilares que sustituyen muros, remodelacin completa de la escena urbana y comercio de mercancas asiticas que sustituye al comercio tradicional.

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Parece claro que, la posicin de este espacio central en el cuadro de representaciones sociales impulsado por la burguesa liberal, ha cedido definitivamente su lugar histrico a favor de nuevos espacios de centralidad. Pero precisamente porque el modelado de estos cuadros de representacin colectiva, que juegan un papel superestructural tan importante3, puede llegar a ser muy lento y laborioso, hay que pensar que nos encontramos en presencia de un fenmeno de largo recorrido en el que los sucesos espectaculares que se acaban de mencionar no son ms que un momento especialmente crtico, posiblemente el penltimo acto, de un largo itinerario histrico en el que, tanto el espacio social como las funciones urbanas o sus elementos simblicos, han ido evolucionando de forma continuada, por no hablar de las relaciones entre las esferas pblicas y privadas con sus correspondientes dimensiones espaciales: la casa y el espacio pblico que han ido remodelndose desde que la sociedad liberal pone al individuo en el centro de su proyecto poltico, y se compromete a que todos los individuos sean iguales y libres dentro de un orden econmico en el que eso es imposible.

Figura I. 9. El vaco urbano practicado para desarrollar La Plaza Tapata entre el Degollado y el Hospicio Cabaas

El problema de la ciudad histrica y su eventual conservacin pasa a ser el problema de la evolucin compleja de la ciudad y precisamente en tanto se mantiene como evolucin compleja: un problema urbanstico que vale decir social y econmico, pero tambin cultural y poltico. El lamento del cronista del diario Jalisciense, que se citaba ms3

Como legitimadores de proyectos de intervencin urbanstica, pero sobre todo como catalizadores de consensos y polticas de amplio espectro social destinados a elaborar la idea de progreso econmico y social.

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arriba, se limita a hacer un inventario de bienes inmuebles que deberan haberse protegido, en el estilo ms caracterstico de la conservacin monumental, pero, aparte de centrar sus crticas en aquel que considera como nico responsable del desastre (el arquitecto demoledor), no da ninguna indicacin de cual pudiera haber sido el camino seguido por la evolucin de la ciudad en el que su centro virreinal hubiera podido mantener su papel relevante con las dimensiones propias de su naturaleza originaria. Acaso porque nadie cree realmente que un espacio, al que ahora todo el mundo considera creado para la explotacin del territorio y la poblacin indgena de la regin, como si nadie tuviera nada que ver con los protagonistas de aquel proceso, pueda cumplir un papel propio de la nobleza democrtica de la nueva civilizacin liberal y desde luego incapaz de ofrecer las prestaciones que requiere la eficiencia de la moderna sociedad industrial.

La tesis que se mantiene en las pginas que siguen trata de mostrar entre otras cosas cmo, el aparato ideolgico del que se acompaa el despliegue del nuevo modelo urbanstico liberal que surge a partir de la independencia, acaba por ofrecer una imagen antagnica del viejo centro virreinal que cierra cualquier posibilidad de encontrar el camino de su integracin en los escenarios urbanos de la sociedad moderna, cuando sta se hace presente con sus radicales exigencias, sobre todo en la fase en la sta que centra sus esfuerzos en remodelar sus mecanismos de reproduccin en los que el centro de la ciudad juega un papel crucial, de manera que slo puede resolverse el conflicto con operaciones de depuracin de las que resulta una reafirmacin del nuevo orden republicano como patrocinador de la nueva y esperanzadora sociedad industrial, al mismo tiempo que se incentiva esa transformacin mediante sustanciosas operaciones inmobiliarias, y se introducen en el corazn de la metrpoli los mismos aparatos comerciales que en condiciones normales deberan haberse conformado con su lugar habitual en la periferia metropolitana.

Se podra invertir el orden de causalidad de los fenmenos asociados en el prrafo anterior pero entonces, seguramente, las operaciones inmobiliarias y los cambios funcionales hubieran cursado con algo ms de sensibilidad por la conservacin de los objetos patrimoniales afectados. Al mismo tiempo se pretende mostrar la necesidad de reconsiderar el concepto de patrimonio y ampliarlo al conjunto urbano mismo como modelo de organizacin cvica en sus dos dimensiones de ciudad y de centralidad, con 13

sus virtudes y sus defectos. De ah la importancia de aproximarse a la definicin de los modelos originarios, de analizar su evolucin y de confrontarlos con los modelos modernos que acaban por sustituirlos.

Es difcil establecer con rotundidad si las elites inmobiliarias que emergen durante el porfiriato fueron las que lideraron el arranque de este proyecto de sustitucin, que luego conocer dimensiones mayores, pero no cabe duda de que tuvieron en l un papel determinante. Cuestiones como sta plantean la necesidad de rastrear la historia de la sustitucin de un modelo por otro, prestando atencin a las modalidades espaciales de cada uno con objeto de explorar tambin, al menos en el orden morfolgico, el legado que el espacio virreinal pudiera haber incorporado al desarrollo urbanstico del modelo capitalista, y que en la realidad ha quedado prcticamente aniquilado. Son cuestiones stas que por s solas podran dar lugar a investigaciones propias. Esta aproximacin, mucho ms modesta y de naturaleza fundamentalmente histrica, se limita a prestar cierta atencin a la evolucin del espacio social y de la centralidad urbana componentes bsicas de la reproduccin social y econmica y a las modalidades de diferenciacin del espacio pblico y privado. Es pues un trabajo que se desarrolla en el lugar de encuentro de la historia urbana, de la historia social y econmica, de la morfologa social y del urbanismo y de la memoria colectiva, que forzosamente habr de acotar constantemente sus lmites y sus objetos de estudio para evitar dispersiones que lo haran inabarcable.

As pues, el enfoque que aqu se propone tiene voluntad de integrar diferentes aproximaciones en torno al problema concreto del trnsito del modelo del antiguo rgimen al modelo liberal en sus diferentes variantes, incluidas, aunque de forma referencial, las ltimas exigencias que la competitividad impone en el mundo globalizado, unas exigencias que, al revs de lo que ocurra con el mundo industrializado en el que los patrones adoptaban frmulas muy similares en todas sus aglomeraciones, dependen ahora mucho ms de las caractersticas propias de cada ciudad, es decir, de su propia historia, ya que el papel al que puede aspirarse dentro de este nuevo orden mundial tiene un carcter totalmente individualizado y muy vinculado a la propia biografa. Guadalajara se diferenciar de otras ciudades implicadas en el fenmeno globalizador, de acuerdo con su propia evolucin, es decir, con la secuencia

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de modelos urbanos que ha seguido, y que probablemente la conducir a recuperar su tradicional funcin y fisonoma comercial.

Como en todos los trabajos con voluntad de integrar diferentes campos de estudio, los problemas se multiplican, sobre todo porque para poder responder con un mnimo de fiabilidad a algunas de las cuestiones que se mencionan ms arriba sera indispensable contar con mucha informacin que slo podran aportar determinadas investigaciones sobre Guadalajara que aborden de forma explcita la evolucin histrica de los modelos sealados, y no disponemos de buenas descripciones de sus caractersticas diferenciadas. La historiografa disponible ha enfocado la evolucin histrica de la ciudad como un proceso continuo en el que los hechos se suceden al mismo tiempo que la ciudad crece sobre su territorio. En ese sentido son ms una descripcin del crecimiento de la ciudad y de sus incidencias, y de la manera en que va ocupando y asimilando con el proceso de urbanizacin correspondiente el territorio que la rodea. Los momentos y los cambios reconocidos son los habituales en la historiografa moderna de las ciudades hispanas. Se habla en efecto de la ciudad colonial y su extensin hasta las reformas borbnicas que se identifican como un primer episodio modernizador, y luego los acontecimientos polticos ms notables facilitan la labor de proponer periodos precisos: la insurgencia, la repblica, el porfiriato, la revolucin y la industrializacin por mencionar los ms habituales.

En estos estudios las referencias expresas a la modificacin del espacio social son raras y poco precisas, por supuesto nada sistemticas, aunque en los ltimos aos se han realizado algunos estudios de esta clase en ciertas ciudades como pueda ser el caso de Puebla que, por otra parte, constituye una singularidad en el modelo de colonizacin. Mucho menos frecuentes son los estudios en los que se describen las transformaciones del espacio domstico, al mismo tiempo que se redefinen los lmites entre lo privado y lo pblico (vida privada y vida pblica) y las fronteras que separan los diferentes grupos de clase. Y desde luego no existen para la escala urbana trabajos que analicen la transformacin de los grupos de poder, ni las modalidades de constitucin de estructuras hegemnicas y mucho menos sus dimensiones espaciales.

Sin embargo, aunque no en Mxico, los anlisis de los procesos de transformacin de los centros histricos, como procesos inmobiliarios y de remodelado de nuevas 15

centralidades si cuentan con algunos ejemplos notables, que quizs habra que completar con un estudio ms detallado sobre las transformaciones histricas del capitalismo comercial que aadiran un buen elenco de casos particulares. Los propios excesos que las hegemonas inmobiliarias vienen realizando ltimamente, no pueden separarse de los desplazamientos de los grupos sociales hacia sus ubicaciones diferenciadas en el nuevo orden urbano, ni de la creacin de su nuevo espacio jerarquizado y segregado, que dicho sea de paso contrastara con el mundo integrado, a su manera, de la colonia una ciudad que funcionaba prcticamente como una ciudadela para las oligarquas locales y sus sirvientes. En esta visin que sita el problema en el centro de la dinmica de las fuerzas econmicas y sociales, y de sus agentes hegemnicos, el discurso y las intervenciones destinados a la preservacin, sin otros argumentos que el valor artstico del patrimonio, no slo resultan insuficientes sino que aparecen irrelevantes, cuando no cmplices de la degradacin, y queda patente la necesidad de reformularlos en una nueva dimensin social y cultural.

Pero el problema presenta otras dimensiones, adems de estas aproximaciones que acabamos de sealar y que podramos considerar de carcter estructural, y ms propias del pensamiento de orientacin materialista. As, cabra aadirle otras preocupaciones que, a travs de cuestiones planteadas por los estudios de morfologa social, conectaran la construccin de las representaciones sociales, que tienen tanta importancia en el nivel superestructural, con aspectos de microsociologa o de sicologa social que son ms propios de la sociologa americana. En el fondo y desde luego es ambicioso, se trata de completar y relacionar el enfoque habitual desde la produccin del espacio en el que ya existen caminos trazados, con las exigencias que impone la construccin y conservacin de las estructuras sociales, la formacin de las elites y sus proyectos, y eventualmente con la eclosin de las nuevas clases medias y sus cuadros colectivos de representaciones y valores, en el marco de la construccin del sentido comn sobre los intereses nacionales: del mismo modo en que hablamos de un imaginario colectivo burgus con su modelo de centralidad urbana propio y elaborado por los grupos hegemnicos de la ciudad, se podra hablar de un imaginario colectivo de las clases medias elaborado desde el discurso de los intereses nacionales y aderezado por las estrategias de mercado de las empresas industriales y comerciales del capitalismo moderno. Valdra decir, si no fuera porque ya haba sido desprestigiado con anterioridad, que en estos procesos de intensas dinmicas, el centro histrico de la 16

ciudad, simplemente se perdi porque, vaco de sus complejos contenidos acumulados, ni unos ni otros identificaron su reinsercin, su conservacin o su reutilizacin como necesaria, o dicho de otro modo, ninguna fuerza social, econmica o ideolgica se identific con ese cuerpo urbanstico.

En este intento que forzosamente habr de escoger momentos crticos, o esbozar procesos que se limitaran a sugerir lneas de investigacin futura, se adopta el recorrido histrico como estructura medular de integracin del discurso, pero, en esta ocasin, para contribuir a desarrollar una historia que, a diferencia de la historiografa habitual, permita insertar el discurso del patrimonio en evolucin, es decir, de la herencia, con el discurso de la evolucin del sistema capitalista y de sus dimensiones espaciales: estrategias sucesivas de apropiacin de los espacios centrales; reconstruccin de los espacios productivos; remodelacin del espacio social y formacin de los cuadros de representaciones colectivas y del propio discurso urbanstico que dirige la sustitucin progresiva del modelo espacial de la colonia por el liberal de la independencia moderna, en sus diversas variantes.

1.2. Las diferentes aproximaciones al problema de la ciudad histrica.

Antes, sin embargo, de emprender esta compleja tarea que se acaba de dibujar, conviene recordar aunque sea brevemente, puesto que se vern con mayor detalle en el captulo siguiente, cuales han sido los caminos por los que habitualmente se han hecho las diferentes aproximaciones a los centros histricos, con nimo de intervenir en ellos. Se trata de recorridos disciplinares de orgenes diversos y diversa consistencia cientfica, que el proceso de institucionalizacin ha ido haciendo converger para conformar procedimientos ms o menos generales, pero en cualquier caso, de amplia difusin. El captulo siguiente estar destinado a analizar sus respectivas capacidades para afrontar el problema y tambin sus limitaciones.

Sin duda la lnea ms antigua es la que arranca del campo de los monumentos. Tiene una naturaleza radicalmente cultural que ha permitido aplicaciones muy diversas, destacando las de carcter ideolgico. Es una lnea que puede rastrearse muy atrs en la cultura anticuaria que desarrolla el Renacimiento y que se revisa, o se reconstruye, con connotaciones de identidad nacional a lo largo del siglo XIX. Su papel, poderosamente 17

ideolgico, en la consolidacin de las estructuras polticas nacionales la ha convertido en fundamental, hasta el extremo de que sobre ella se organizan las instituciones nacionales e internacionales occidentales implicadas en el patrimonio, y tambin el proceso de evolucin del pensamiento en la materia, ya que sobre el eje principal que define se van aadiendo o acoplando las aportaciones que provienen de otras actividades o disciplinas.

Esas otras aportaciones que se suman al ncleo central de la cultura monumental, vienen fundamentalmente de dos fuentes muy distintas, las dos relativamente recientes y relacionadas entre s y, aunque con vnculos de fuerza y naturaleza muy diferentes, con la planificacin urbanstica. La primera, de carcter acadmico, ms terica, es la que podramos calificar de morfolgica y versa sobre los tipos arquitectnicos y la morfologa urbana. Es una derivacin de ciertas aproximaciones de la geografa urbana alimentada con los problemas de la teora de la composicin propios de la arquitectura y con voluntad de convertirse en una teora autnoma de la ciudad histrica, o ms bien de la arquitectura de la ciudad, que no es lo mismo. La segunda tiene naturaleza poltica y procede del cambio que la planificacin urbanstica intenta desde mediados de los aos 60, en algunas regiones de Europa gobernadas por la izquierda local, desplazando el centro de las preocupaciones y objetivos del planeamiento, desde la eficiencia productivista del desarrollo industrial a las cuestiones relacionadas con los mecanismos de regulacin. Es decir, centrada en los problemas de la reproduccin y en las cuestiones sociales y el despliegue del estado del bienestar, en un marco poltico de alta participacin ciudadana.

Sin duda es esta ltima aproximacin la que ha despertado ms expectativas y la que ofrece un campo de intervencin ms amplio y con resultados ms brillantes. La deriva hacia las cuestiones sociales ha proporcionado nuevos campos y un nuevo impulso poltico a la lnea central del patrimonio, cuando declinaba, se complicaba o se agotaba el discurso de la identidad, lo mismo que la visin de la arquitectura de la ciudad ha proporcionado algunos apoyos ms tcnicos. El problema es que esta visin ms poltica tiene sin duda un campo de aplicacin ms restringido, ya que es difcil su exportacin fuera del medio social y econmico en el que ha surgido, y ello a pesar de los esfuerzos por extender su aplicacin de forma universal. Entre medias de estas lneas directrices principales hay algunos discursos crticos que intentan una aproximacin 18

capaz de entender la diversidad de problemas reales, es decir plantear la cuestin de la ciudad histrica como algo concreto, susceptible de intervenciones concretas en marcos polticos concretos y con propsitos polticos alternativos. Veamos estas lneas.

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2. TIPOS, MODELOS Y CIUDAD HISTRICATendramos mucha necesidad de una comparacin verdaderamente crtica de las fases de desarrollo de la ciudad antigua y de la ciudad medieval [...]. Para ser fructfera, hara falta que no buscara en absoluto analogas y paralelismos, como esos esquemas de evolucin generales que est de moda construir hoy; al contrario, debera poner en evidencia la particularidad de dos procesos de desarrollo que conducen a resultados tan diferentes, y guiar as la imputacin causal de este desenvolvimiento diferente. Para hacer esto, es indispensable aislar de entrada (es decir abstraer) las componentes particulares de los fenmenos; la comparacin pide enseguida que cada componente particular sea iluminada por reglas de experimentacin y por la construccin de conceptos claros. Max Weber, Economa y Sociedad en la antigedad.

2.1. Introduccin

Profundizar la indagacin sobre las diferencias, incluso sobre las divergencias, era el centro de las preocupaciones de esta aproximacin evolutiva. El objetivo del programa de estudio sobre la ciudad que Weber esboza en el texto, uno de cuyos fragmentos encabeza este trabajo, consista en analizar de forma comparativa y sistemtica la forma de los agrupamientos polticos tal como comunicaba en una carta de 1914 al medievalista von Below. Para Weber esas diferencias se referan a lo que era especfico de cada tipo de ciudad es decir lo que no se encontraba en los dems tipos. En el ltimo captulo de Economa y sociedad en la antigedad ya se haba presentado un primer esquema analtico comparando las estructuras sociales de la ciudad antigua y la ciudad medieval, y es precisamente el desarrollo de estos esquemas lo que constituyen el tema central de su obra pstuma Die Stadt.

Sin embargo, las diferencias entre ambos textos separados por varios aos eran importantes, mientras en el texto ms antiguo el anlisis se organizaba en torno a ciertos tipos de naturaleza ms funcional, ms propia de la geografa en definitiva aunque lejos de determinismos fsicos y territoriales se hablaba de grandes ciudades costeras y comerciales, o de ciudades de ciudadanos del campo, en el ltimo texto se intenta establecer la diferencia entre las ciudades de los dos periodos, considerndolas ciudades ideal-tpicas (antigua y medieval en su caso, y fundamentalmente, aunque no

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solamente), que le conducen a hacer afirmaciones casi de carcter necesario e irrefutable que evidentemente han suscitado mucha controversia entre los historiadores, pero que permiten orientar los anlisis cuando, como en el caso de los estudios urbansticos, la confusin se alimenta, como vemos constantemente y con demasiada frecuencia, de conclusiones precipitadas alentadas por analogas morfolgicas y esquemas evolutivos poco madurados, que terminan por proponer juicios apodcticos como el famoso, que se comentar ms adelante, sobre las diferencias entre la colonizacin americana del Norte en el siglo XVIII (modelo de Ezequiel para entendernos) y la espaola del XVI (modelo de la Jerusalem Celeste del Apocalipsis). Juicios precipitados que adems sirven de poco para profundizar en la cultura de la ciudad y su evolucin y en consecuencia para argumentar sobre los procesos de la ciudad histrica, que no pueden entenderse sino desde la propia historia de la ciudad. Y eso cuando no sirven, directamente, para distraer la atencin de las cosas que importan, como en este caso.

Afirmaciones rotundas como que la ciudad antigua es una corporacin de guerreros y que su ciudadano es bsicamente un homo politicus, mientras que la medieval es una agrupacin industrial y comercial continental y su ciudadano caracterstico sera un homo economicus, no significa que entre estas dos formas fundamentales no haya todo un complejo universo que llena los tiempos y los espacios geogrficos. Las estructuras sociales, la dominacin, las religiones, el territorio y sus determinismos econmicos, las formas culturales, todas estas dimensiones desfilan en el texto de Weber para mostrar la profunda y radical diversidad del fenmeno urbano que, apenas y ocasionalmente, atraviesa en sus pginas la lnea que separa el mundo medieval del mundo moderno.

No es difcil encontrar otros escritos que profundicen algunas de estas cuestiones, y que lo hagan llegando hasta nuestros das, pero es prcticamente imposible encontrar uno solo que incluya en un proyecto destinado a definir simples tipos, es decir, a construir modelos abstractos de referencia, tantas instancias de la realidad y con tanta profusin de conocimientos concretos. Son los tipos ms concretos que se puedan imaginar servidos en medio de su profusa diversidad. Ms an, los tipos ideales que Weber propone sera lo que caracteriza al conjunto de ciudades que componen la diversidad antigua frente a la diversidad medieval, lo que no significa que no haya residuos de

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antigedad o formas arcaizantes en las ciudades medievales o posteriores, las actuales incluidas.

Para los intereses especficos del urbanismo en cualquiera de sus formas de intervencin, este texto weberiano aporta muchos conceptos cuya riqueza operativa estara por desarrollar, pero presenta algunas carencias que sin embargo puede complementar el copioso arsenal morfolgico que constituye el cuerpo central de la urbanstica. Son raras las referencias al mundo fsico y a la geografa y prcticamente nulas las que tratan de las partes de la ciudad o de sus componentes geomtricos y constructivos. No hay referencias al plano de las ciudades, ni a sus organismos edificatorios, ni a la organizacin material del territorio. De ah el inters de ensayar una interpretacin del fenmeno urbano desde esa combinacin entre la urbanstica como ciencia del plano y de las formas organizativas y constructivas de la ciudad y la sistemtica de los agregados polticos, econmicos y sociales y sus instituciones, sin olvidar las aportaciones de la morfologa social, que proporciona esa amplia constelacin de socilogos de la escuela de Durkheim Halbwachs sobre todo que nos permite hablar de espacio social y sus transformaciones.

Pero este discurso introductorio no debe entenderse como que este trabajo sea un ensayo para integrar la sociologa weberiana en los trabajos sobre la ciudad histrica y sus modos de intervencin. Tampoco trata de hacer una historia con ms elementos y desde perspectivas ampliadas de la ciudad de Guadalajara desde su fundacin, para desde esa plataforma abordar el momento del centro histrico y su redencin, caso de que sta fuera posible y pudiramos determinar en qu consiste. Este trabajo, slo pretende explorar y probar la utilidad de conceptos poco habituales en el estudio de los centros histricos, con el objetivo de presentar aspectos operativos de su realidad, depurada de las mixtificaciones con las que los envuelve el discurso del monumento y del inters histrico. Entre estos aspectos operativos estaran algunos que le daran una dimensin social y ecolgica (de sostenibilidad en trminos de economa) de la que careceran las partes ms modernas de la ciudad y los propios centros transformados segn esos patrones ms modernos.

Como una extensin del concepto de tipo ideal weberiano, pero incorporando las aportaciones sobre el espacio social y la morfologa urbana as como la dinmica de las 23

estructuras de dominacin, que incluye no slo la formacin de hegemonas econmicas y sus dinmicas urbanas sino tambin la elaboracin de las estructuras y los escenarios de la memoria colectiva, se trata de proponer el concepto de modelo de ciudad con sus modelos de centralidad asociados como objeto de estudio y como referente de intervencin. Este modelo de ciudad tambin se instala en una constelacin de estructuras urbanas familiares, es decir, en una especie de rbol genealgico urbano con sus correspondientes linajes. En l se definen los lmites y condiciones de su existencia y sus dimensiones caractersticas: produccin, reproduccin y morfologa. Cierto que dos modelos sucesivos en la misma ciudad sugieren una relacin evolutiva entre ellos que habra que describir para establecer las leyes pertinentes. Cierto que las opciones de evolucin de un modelo hacia otros seran limitadas, confinadas en unas pocas ramas del rbol genealgico. Herencia gentica y medio externo son los dos campos que se disputan tradicionalmente el derecho a explicar los procesos evolutivos en el mundo natural, sin que ninguno de ellos haya podido demostrar su hegemona, porque los dos son fundamentales, y esa misma idea es la que se trata de desarrollar aqu para la evolucin de las ciudades. De ah la importancia que se le asigna al modelo originario como se ver ms adelante, porque establece la gentica de la ciudad, y tambin las transformaciones sucesivas del medio expresadas en su recorrido histrico y modeladas por los regmenes econmicos y la formacin de estructuras polticas y sociales.

En principio los modelos seran ms abstractos y admitiran variantes a lo largo de la historia de cada ciudad. Se parte de la hiptesis de que las ciudades mesoamericanas, fundadas en el siglo XVI han conocido dos modelos fundamentales: el virreinal y el liberal, hasta el despliegue del modelo industrial a mediados del siglo pasado, pero las variantes son numerosas y los modelos de centralidad asociados tambin. Se tratar de argumentar y probar la capacidad de estos conceptos para entender la evolucin de la ciudad de Guadalajara y perfilar las posibles lneas de intervencin en su centro histrico, aunque lo importante es dar entrada de forma explcita y central a las preocupaciones urbansticas, polticas y sociales en la tarea de la conservacin de los centros histricos. La tarea es ambiciosa y propia de un programa amplio de investigacin. Aqu slo se van a ensayar algunos de sus campos y en momentos determinados. Algunas de las tareas que se realizan cuentan con un desarrollo ms amplio que otras, sin duda es un defecto del trabajo pero valga en su descargo su carcter pionero y la amplitud de sus campos. 24

2.2. Sobre los tipos en arquitectura.

Desde los aos 60 del pasado siglo los tipos arquitectnicos han conocido una difusin extraordinaria no slo en los dominios de la arquitectura, que constituan su campo natural, sino en los del urbanismo, donde han protagonizado muchos de los trabajos relacionados con la ciudad histrica. No es este el lugar donde hacer un recorrido completo sobre esta cuestin, sino tratar de ver la utilidad que pueda tener el concepto de tipo en los problemas morfolgicos en los que se desenvuelven los modelos urbanos que constituyen el inters principal de este trabajo. Sin ms retrica, se trata directamente de comprobar si los tipos son los trasmisores de ese caudal gentico que se acaba de mencionar y, en su caso, en qu condiciones.

Este inters renovado por la tipologa arquitectnica hace 40 aos, estaba relacionado inicialmente con la necesidad de establecer un cuerpo doctrinal en el que apoyar la teora de la composicin arquitectnica, ya que como ocurra con otras expresiones artsticas la cultura de autor haba sustituido las reglas compositivas como gua para el trabajo de proyecto. La literatura que ha generado este renacimiento de los problemas tipolgicos es enorme y su anlisis crtico podra por s solo ser el objeto de una tesis, pero aqu slo nos interesa desde la perspectiva de su posible contribucin a la tarea de perfilar el concepto de modelo urbano y su campo de aplicacin. En ese sentido no hay que confundir el objetivo que aqu se persigue con la importancia que se le ha dado al uso de las tipologas edificatorias en los trabajos de ordenacin y diseo propios de las intervenciones en la ciudad histrica, a los que inevitablemente habr que hacer alguna referencia ms adelante.

El concepto de tipo lo propone por primera vez Quatremre de Quincy a finales del siglo XVIII en su Diccionario Histrico de la Arquitectura, como aquello que es la verdadera naturaleza de la obra de arquitectura. Un concepto vago que enseguida es preciso aclarar mediante otras definiciones como estructura formal unitaria o fragmentos que se recomponen en una imagen. Poco aaden sin embargo estas otras descripciones que se mueven en el terreno de las abstracciones a las que la arquitectura es tan aficionada. El concepto de tipo como concepto complejo necesita ser experimentado en el mundo material, igual que el de modelo urbano que estamos 25

tratando de desarrollar. Lo que es evidente es que el tipo era aquello que daba unidad a la obra de arquitectura en la antigedad y evitaba que las obras fueran nicas e irrepetibles precisamente lo contrario de aquello a lo que aspiran hoy los arquitectos en particular y los artistas en general. En ese sentido los tipos eran estructuras taxonmicas en arquitectura que denotaban un cierto linaje de las edificaciones incluidas dentro del tipo, y que por lo tanto eran portadoras de una cierta herencia formal que atravesaba el tiempo. Atravesar la historia sin perder el tipo exiga la existencia de algo inalterable fuera, por tanto, de las vicisitudes histricas en los edificios, y algo alterable que asegurara la contemporaneidad en cada momento. Esta doble componente era la caracterstica esencial de la materia construida que permita hablar de conservacin de los centros histricos: histrica, en cuanto invariante histrica (cosas que permanecen), e histrica en cuanto susceptible de actualizacin permanente (cosas que permiten su adaptacin y su vigencia)4.

El esquema bsico de este planteamiento tiene muchas coincidencias con el proceso de especiacin, es decir, con el mecanismo de creacin y consolidacin de especies en el mundo biolgico. Las diferencias fundamentales estn en la autora de sus objetos, ya que si descartamos la hiptesis de un solo acto creador para el mundo natural, en ste todo son leyes generadoras y mecanismos de seleccin que desarrollan un contingente ordenado como una estructura genealgica que conducira hacia atrs en el tiempo a un tronco comn. En el caso de la arquitectura, esta estructura pasa por actos de creacin dispersos, hoy diramos de autor, que slo aciertan a constituir ciertas lneas genealgicas cuando responden a necesidades y condicionantes uniformes la arquitectura verncula, por ejemplo, en la que el creador inteligente cede su protagonismo al medio ambiente y sus exigencias de clima, materiales y actividades productivas, a funciones muy especficas arquitectura hospitalaria, o residencial, etc., o a escuelas o culturas arquitectnicas precisas. Nada de esto facilita, en todo caso, la aparicin de un rbol genealgico, ni garantiza continuidad tipolgicaEn el extremo acababa por ser una estructura fsica tipolgica que se mantena y con ella el centro histrico como agregado de tipologas concretas, o de sus series histricas, mientras que las funciones de cada momento (la parte actualizada) encontraban la manera de instalarse en ese agregado construido. Generalmente el proyecto consista precisamente en resolver ese acoplamiento: facilitar el desarrollo funcional del da sin alterar el constructo histrico ms all de lo imprescindible, o sea ms all de las fronteras del tipo. Dnde se situaba esta delgada lnea que separa estas dos componentes de la realidad urbana ha generado ms tinta que resultados positivos. Por supuesto, entre los edificios y su legado tipolgico y el conjunto urbano an haba otra esfera material que formalizaba las relaciones entre las edificaciones (dominio tipolgico por excelencia) y las componentes del espacio colectivo (plazas, calles, parques, etc.) que eran objeto de estudio de la morfologa, un concepto elaborado por la geografa urbana cuyo campo caracterstico era el plano de la ciudad.4

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(genealgica) en los centros urbanos ms all de los momentos en los que dejaron de actuar los condicionantes uniformes de las fases iniciales. Al contrario, la ruptura y hasta la oposicin tambin la diversificacin son las caractersticas propias de la trasformacin de los tejidos de la ciudad, siguiendo la propia historia de los conflictos de su formacin social. Porque el espacio social y sus exigencias, sus dinmicas antagnicas con frecuencia atraviesan el modelo urbano, las pautas morfolgicas y penetra las estructuras tipolgicas de las edificaciones. Y eso cuando no parten de una ruptura radical como la que promovi la arquitectura Moderna.

As las cosas no parece sensato mantener este universo de objetos ensimismados, formalmente abstractos, desvinculado de lo real. El problema para restablecer el vnculo es que si los tipos son abstracciones geomtricas con escasas referencias y demasiado simplificadas, lo real o la realidad es el concepto ms escurridizo que hemos elaborado: an as no parece que exista otra solucin que referir el tipo a realidades tipificables. A nuestro entender, sin embargo, el tipo, entendido como estructura formal, est, por el contrario, ligado ntimamente con la realidad, con una amplsima gama de intereses que van de la actividad social a la construccin. De ah que todos los edificios tengan un lugar y una posicin bien definidos en una historia entendida desde los tipos (R. Moneo 1978)5. Fcil es decirlo pero no tanto hacer operativa una proposicin que incluye trminos tan imprecisos. Si la geometra pura y dura conduca a una trivializacin del tipo, este otro planteamiento desemboca en una complejidad o, peor, una confusin, que puede hacer tambalear su propia utilidad. Bastara modificar cualquiera de las numerosas dimensiones de lo real para que los tipos se multiplicasen hasta lo singular. De hecho, estas modificaciones permitan hablar de series tipolgicas, como una evolucin desde el tipo madre, de manera que la serie ilustraba la historia del tipo y expresaba su versatilidad.

Evolucin y realidad son dos trminos que convienen al propsito que nos interesa de establecer modelos urbanos en la historia, sin embargo, cuando un autor como R. Moneo trata de ilustrar este fenmeno evolutivo queda atrapado en lo formal una vez ms, utilizando el ejemplo de la cpula con la linterna cuya relacin mutua es alterada por la Ilustracin; un problema constructivo y formal alejado de las cuestiones5

Moneo, R. On typology, Oppositions n. 13, 1978. Hay traduccin castellana Sobre el concepto de tipo en arquitectura. ETSAM , Madrid 1982.

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relacionados con lo urbano. Desafortunadamente desconocemos los motivos sociales o econmicos o polticos de esta alteracin o evolucin del tipo, si es que los hay, pero Moneo no duda en relacionar la estabilidad de los tipos con la propia estabilidad social, eso s sin aportar ningn argumento convincente. Esta idea por cierto si nos puede ayudar, pero en realidad no procede de la arquitectura sino que es una idea habitual en las ciencias sociales.

Lo ms interesante, en el discurso tipolgico, es curiosamente su negacin social. Moneo lo ilustra bien cuando afirma que el nacimiento de un tipo es el momento ms intenso de la arquitectura y de la experiencia del arquitecto. Ya no estamos ante una arquitectura de autor sino ante el autor de La Arquitectura. Y a no ser que el arquitecto, por alguna razn que se nos escapa, haya recibido todo el saber que permite expresar lo social en su amplia complejidad con una forma sencilla no se entiende qu relacin puede mantener la tipologa edificatoria con la sociedad.

No hay peor servicio a la colectividad que tratar de presentar como social lo que no es ms que un confuso discurso ontolgico al servicio del culto a la personalidad excepcional, capaz de hacer que en el mundo de la arquitectura se entienda el significado de su propia lengua (Moneo 1978), y que legitima este pecado venial de vanidad con la humildad de los efectos, ya que esta contribucin del genio alcanza el nivel de generalidad y de anonimato que caracteriza a la arquitectura como disciplina (Moneo 1978).

Esta cuestin de los tipos realmente se mueve, a pesar de esa humildad un tanto afectada y sus efectos annimos y dems, en una esfera de altas energas creativas, como todo lo que tiene que ver con una disciplina que se caracteriza por desbordar genialidad en cada gesto, y por una sobre valoracin de sus productos. De hecho cuando la arquitectura se ha acercado al diseo o al proyecto de la ciudad no ha tardado en regalarnos algunos de esos momentos altamente intensos, creando tipos (no modelos) que significaban el nacimiento de una de esas contribuciones generalizables que hacan tabla rasa con lo anterior y que manifestaban esa inefable personalidad. La Ville Radieuse que Le Corbusier propone como tipo de la ciudad industrial, y su reglamento de aplicacin generalizada recogido en la Carta de Atenas, son un buen ejemplo.

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Con todo, la interpretacin del propio Quatremre parece conservar un inters menos contaminado de protagonismo que atribuye al tipo ciertas propiedades relacionadas con lo histrico dado que sobrevive al paso de la historia dndole continuidad y testimonia los lazos entre la forma y la naturaleza de un objeto. El problema entre el ser y el devenir, que es la cuestin central desde el punto de vista filosfico del patrimonio y de sus soportes materiales, se resuelve as a travs del tipo. Claro que es de nuevo una mistificacin porque se utiliza el trmino naturaleza sin especificar si se trata de su naturaleza econmica, social, jurdica, fsica. Si se responde que es la naturaleza arquitectnica estamos prcticamente ante una peticin de principio: la forma remite a la forma de la cosa. De hecho los ejemplos que Quatremre utiliza para ilustrar esto son apodcticos: qui ne crot pas que la forme du posterieur de lhomme doit produire le type du fond du sige, que la forme circulaire doit elle mme tre le Sel type raisonable pour le couvre-chef?6. Bueno, si eso es todo, los tipos tienen poca utilidad para nuestro objetivo, ni la cabeza del hombre ni su trasero son los problemas a los que se enfrenta la intervencin en la ciudad histrica.

El siglo XIX introdujo el concepto de programa en el centro de este debate. No es casual que sean precisamente las burguesas nacientes las que institucionalizan esta transformacin radical que va a resurgir de nuevo a mediados del siglo pasado en torno a la construccin de lo nacional como supremo legitimador ideolgico mucho antes de que el inters pblico o colectivo ocupara sus funciones de aglutinador social. El programa admite variaciones de contenido y exige composicin, el programa responde a exigencias sociales y econmicas, rompiendo el dilogo exclusivo entre el tipo y la naturaleza del ser. Todas estas instancias son contingentes y cambian con la evolucin de la sociedad, de manera que por primera vez hay sustancia histrica y diversidad en la naturaleza de los objetos de arquitectura que tendrn que dejar su impronta en sus expresiones tipolgicas. La sociedad la sociedad burguesa empeada en su proyecto de conquista del poder, necesita dominar con nuevos objetos programticos todas las esferas de la sociedad, desde el alojamiento hasta las sedes del poder econmico, cultural y poltico: la ciudad en su integridad. Desde esta perspectiva s parece comprensible la relacin entre los cambios sociales y la renovacin profunda del arsenal

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Citado por Moneo, Op. Cit. Una traduccin libre sera: Quin no cree que la forma del trasero del hombre deba producir el tipo del fondo del asiento, o que la forma circular deba ser el nico tipo razonable para el gorro?

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tipolgico. Es la historia y sus leyes las que han dado el poder a los nuevos seores. El viejo orden quedaba debajo de sus ontolgicos escombros.

La composicin, a partir de este momento y segn autoridades como Durand establece la vinculacin, entre el programa y la funcin, con la forma. En realidad es una atadura de nivel superior que aade ms rigidez al tipo, ya que invalidara esa visin actual segn la cual la ciudad histrica, recuperada en sus tipos, puede albergar funciones nuevas sin grandes dificultades. Estos tipos tan verstiles deben ser de los de Quatremre, que se contentan con expresar, solamente, la naturaleza del objeto arquitectnico. En esta nueva visin compositiva del tipo, los elementos de composicin han de descender de escala y recuperar la unidad perdida la unidad parece que es lo nico propio del tipo, mediante composiciones tipolgicas: cuadrculas, ejes, etc. Estas composiciones seran las que alimentaran en urbanismo el Civic Art.

No es extrao que, dicho sea de pasada, la ciudad burguesa del XIX recuperara los trazados ortogonales, los grandes ejes y otros recursos compositivos, o simplemente, como en las ciudades coloniales, conservara esas disposiciones y se limitara a modificar las componentes. La enseanza s es posible con este mtodo que ha transformado la creacin de tipos en produccin de espacios. Producir ciudad abre un nuevo campo de intervencin econmica y una manera de adaptar o transformar los rganos vitales de la ciudad, especialmente sus estructuras de centralidad. Las funciones van a protagonizar esta nueva fase disciplinar, que en el movimiento moderno desplazar definitivamente al tipo y su carga histrica. Mies, como seala Moneo (1978), intentara atrapar el espacio desentendindose de funciones y usos, casi como un alquimista y con resultados parecidos. Bruno Taut, por su parte volva a atar el nudo afirmando que a las mismas necesidades corresponde la misma construccin, y la idea de que las nuevas funciones de la moderna sociedad industrial ofreceran las leyes para desarrollar una nueva arquitectura se convierte, no slo en un pasaporte seguro para el futuro, sino en la legitimacin del rechazo del pasado. Esto no deja de ser curioso porque para decir lo contrario hoy, ha habido que dar un giro de 180 grados, es decir, romper la relacin biunvoca entre forma y funcin para que las propias de nuestra forma de vida actual puedan integrarse en las formas antiguas cuando se rehabilita un centro histrico7. Y es7

C. Cesari (1995) cuyas propuestas relacionadas con la intervencin en centros histricos analizaremos ms adelante dice: La verdadera clave operativa de la conservacin est en esto, en la integracin

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que el discurso de la arquitectura admite una cosa y la contraria, todo depende de cual sea la consigna y quin gobierne la ciudad.

Carece pues de inters para este trabajo seguir las vicisitudes del movimiento moderno que parte de consideraciones bien alejadas y contradictorias, ya que cada autor tena en apariencia visiones encontradas sobre la funcin de la arquitectura. En apariencia porque si Mies hablaba de abstraer cientficamente, como supona, el espacio en realidad lo que estaba haciendo era convertir el espacio de arquitectura en algo independiente, en algo desvinculado de la geografa y la historia, es decir de los dos lastres que obstaculizaban la implantacin sin condiciones de la sociedad industrial capitalista en toda su extensin. La unidad de habitacin de Le Corbusier estaba lista para implantarse en cualquier lugar a condicin de que, ese lugar, careciera de memoria y hubiera trabajadores y empresarios.

Para la historia de los tipos este periodo representa un parntesis, pero para la evolucin de los modelos urbanos esta poca fue crucial puesto que constituye el intento de insertar una nueva forma de vida, de relacionarse y de trabajar (la sociedad industrial capitalista), en una estructura territorial de la que no poda prescindir y cargada de historia, y de formas elaboradas por una sociedad radicalmente diferente que haba evolucionado sobre ella. Slo la periferia, como gran y nuevo paradigma urbano, podra ofrecer ese lugar sin memoria en el que el nuevo despliegue cursara sin tropiezos. Los centros urbanos se convierten en el objetivo prioritario a destruir, como lugar privilegiado del orden que se sustituye y como lugar de acumulacin de experiencias e imgenes de la memoria colectiva que lastraba la sustitucin. La nueva identidad colectiva que habitaba aquellos lugares perifricos se quiere construir

fundamentalmente a partir de la participacin en los productos estereotipados que produce la sociedad industrial. La nueva patria es la industria y sus productos, de momento.

entre estructura antigua y funcin moderna. De hecho, el trmino integracin, fue usado ya por el Consejo de Europa en 1975, para definir los modos apropiados de la conservacin superando as la diatriba entre restauracin y renovacin, tomada la primera como sola accin fsica y la segunda como problema social. La cuestin es cmo independizar forma y funcin para integrarlos a la carta. Esa es precisamente la tarea que va a desarrollar la escuela morfolgica, o mejor Muratori y sus seguidores y Rossi y su crculo.

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Si el concepto de tipo aporta pocos elementos a nuestra pesquisa, al menos sus peripecias histricas nos vuelven a conectar con la sucesin de los diferentes modelos de ciudad.

En los aos sesenta del siglo pasado, como ya se ha sealado, emerge una corriente entre los profesionales que tienen que dar respuesta al problema de la ciudad histrica, que se ve asediada por las lgicas inmobiliarias que acompaan al crecimiento y a la reorganizacin espacial de la ciudad industrial cuando cambia su escala. Para el sistema inmobiliario, encargado de llevar adelante la transformacin, este fenmeno de reorganizacin, que incluye nuevos modelos de centralidad, se resuelve en unos protocolos de intervencin cuya mejor arma es la expropiacin. La lgica de las nuevas funciones impone nuevas tipologas edificatorias y tambin fuertes alteraciones morfolgicas. Esto ya haba ocurrido un siglo antes en algunas ciudades que se adelantaban a los cambios de modelo, pero ahora es un operativo generalizado dispuesto a arrasar todo el espacio histrico.

La historia se convierte, como es lgico, en el baluarte de los que quieren defender la ciudad heredada, el problema es que es una historia congelada (acumulada) en forma de patrimonio colectivo. Patrimonio e historia terminan por ser antagnicos como se ver enseguida. Detrs de este episodio hay un movimiento intelectual, terico y bastante ideolgico, que consigue un cierto grado de institucionalizacin, seguramente porque hereda la tradicin del discurso de la identidad nacional que las burguesas nacionalistas del siglo XIX haban elaborado y que haba calado de diversa manera y profundidad entre las diferentes clases sociales. Despus de todo el gran desarrollo de la industria adopt dimensiones nacionales antes de su fase de globalizacin a partir de los aos 90 del siglo pasado. El discurso de la identidad nacional, regional, local, cultural, tnica, etc., sigue conservando an hoy da una gran capacidad para aglutinar grupos sociales que, por otro lado, se encuentran muy separados por su renta y su participacin real en la vida social y econmica. El carcter irracional de este discurso lo convierte en un arma poltica para todos, pero ha rendido sus frutos ms jugosos especialmente para los partidos conservadores que no pueden ofrecer realidades sociales satisfactorias.

En ese contexto, el centro histrico y su pretendida capacidad de aglutinar la memoria histrica colectiva sigue siendo un territorio en el que las intervenciones deben asegurar 32

unos mnimos de conservacin, sobre los que asentar la argumentacin. Las mejoras urbanas, unidas a la promesa de bienestar para todos que en un principio rodearon al despliegue del modelo fordista en Europa, ya que en Latinoamrica se corresponde con la poca del modelo de sustitucin de importaciones, tambin permitan aglutinar sociedades invertebradas, al menos al principio, ya que pronto mostraron su incapacidad real para cumplir sus promesas de eficiencia y de igualdad, aunque para entonces ya haban sido devastados muchos centros urbanos. Algo semejante ocurre ahora con las promesas que ofrece la globalizacin y la necesidad de empresarializar la ciudad y dotarla de extraos y costosos artefactos, y a cuya sombra se han perpetrado tantos atropellos. La pregunta que cabra hacerse sera, si la cuestin de la conservacin de la ciudad histrica puede liberarse de sus ataduras identitarias, de sospechosa genealoga polticaque han contribuido tanto a simplificar sus contenidos, y armarse como un movimiento social en torno a un modelo urbano de vida que se opusiera al modelo de la periferia propio del modo dominante.

No parece que fuera ese el inters del discurso sobre los tipos cuando en los aos 60 se plantea la necesidad de una nueva teora capaz de explicar la continuidad formal y estructural de la ciudad histrica. Tampoco es fcil averiguar cul era su sentido, ni cuales sus vnculos con las hegemonas histricas. Probablemente fuera uno de esos momentos de ensimismamiento que un colectivo profesional elige para salvar las sospechas de complicidad demasiado evidentes con la destruccin de la ciudad en marcha. No es, en cualquier caso, lo que interesa en este estudio. Su escasa incidencia real en los procesos de planificacin en curso atestigua la debilidad de sus vnculos con los agentes econmicos y sociales, aunque la mayora de sus protagonistas creyeran de buena fe haber encontrado un camino operativo. Sea cual fuere la intencin el discurso era confuso y lo sigue siendo todava, pero eso no ha impedido que bajo su cobertura terica se hayan aplicado de forma bastante indiscriminada y con efectos no menos devastadores algunos de sus conceptos ms operativos, como la construccin invencin o importacin de repertorios tipolgicos imponindolos como lechos de Procusto sobre los tejidos histricos de cualquier ciudad. No siempre ha sido de forma indiscriminada pero tampoco ha sido ms que eso. La idea de la ciudad como una estructura formal que evoluciona a travs de la historia, permanece sin desarrollo reglamentario, y hurfana de teoras que permitan darle sentido social, esto es, insertarla en un movimiento social con futuro. 33

Moneo (1978) describe esta visin: desde este punto de vista la arquitectura, la ciudad, no era considerada ni como un hecho artstico posicin adoptada por las vanguardias ni como producto de la industria, tal como otros queran, sino como el natural resultado de la accin del tiempo aplicada sobre ciertas estructuras formales, siendo ste el nico modo de explicarnos la construccin de la ciudad, cualquiera que sea su escala. El referente principal de este discurso era S. Muratori que plantea estas inquietudes en su Studi per una operante Storia Urbana di Venezia. All se estudiaba la textura urbana y se converta el tipo en la estructura formal que explicaba la continuidad con la que la ciudad se haba desarrollado en sus distintos elementos. Moneo lo resume: el tipo era lo que le permita comprender el modelo de evolucin de la ciudad como organismo vivo que adquiere su sentido en la historia. Puede que el tipo le permitiera comprender todo a Muratori pero no es fcil comprender lo que l mismo quera decir con todo eso.

La oscuridad del pensamiento de Muratori, a pesar de beneficiarse de las aportaciones sobre la morfologa urbana de la geografa francesa y alemana, mucho ms precisas desde luego y menos ambiciosas de propsito, es tal que el propio Moneo (1978), que le atribuye mritos de fundador del anlisis morfo-tipolgico, se ve obligado a escribir en la nota 14 del texto mencionado lo siguiente: Muratori haca de un entendimiento tipolgico de la ciudad el fundamento de su pensamiento, pero el tono idealista y oscuro con que est presentado no permiti el que a su alrededor se constituyese una escuela. Muratori haba entendido la racionalidad implcita en el concepto de tipo, pero no lleg a dar una explicacin sistemtica de la misma. A pesar de sus esfuerzos, permaneci como una intuicin nacida de una manera de pensar imprecisa y espiritualista. Es difcil extraer alguna utilidad de estas expresiones que no sea la imposibilidad de hacer una verdadera historia de la ciudad cuando se cede el protagonismo a puras formas espaciales, que evolucionan como si tuvieran vida propia, sea cual sea su misteriosa naturaleza. Muratori no hizo escuela pero dej seguidores que tampoco acertaron a elaborar una teora satisfactoria del problema de la ciudad histrica.

Si para Quatremre el tipo era una idea previa, un a priori, para esta escuela, inspirados por la visin de Argan, lo que permita identificar al tipo eran ciertas regularidades 34

reconocibles a posteriori entre los edificios. O sea la determinacin de los