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S.X- $ -f K.SIgSi DISCURSO PRONUNCIADO EN LA APERTURA DEL REAL COLEGIO DE SO RDO-MUDO S, JLA TARDE DEJL I 6 DE OCTUBRE DE 1814. EL DOCTOR DON TIBURC10 HERNANDEZ, del Claustro de laUniversidad de Alcalá de Henares, Abo- vado del Ilustre Colegio de esta Corte, Relator de la Sala de Alcaldes, individuo de la Real Sociedad Económica Matri- tense ,y Sócio encargado de dirigir la enseríanza de los POR EN MADRID: EN LA IMPRENTA DE SANCHA. AÑO DE BJBUPTBCA UNIVERSiTAn GRANADA 5=

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S . X - $ - f K . S I g S i

D I S C U R S O PRONUNCIADO

E N L A A P E R T U R A DEL REAL COLEGIO

DE S O R D O - M U D O S ,

JLA TARDE DEJL I 6 DE OCTUBRE DE 1814.

EL DOCTOR DON TIBURC10 HERNANDEZ, del Claustro de laUniversidad de Alcalá de Henares, Abo-vado del Ilustre Colegio de esta Corte, Relator de la Sala de Alcaldes, individuo de la Real Sociedad Económica Matri­

tense ,y Sócio encargado de dirigir la enseríanza de los

P O R

E N M A D R I D : EN LA IMPRENTA DE SANCHA.

AÑO DE

BJBUPTBCA UNIVERSiTAn — GRANADA 5=

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SEÑORES.

Pocas cosas acaso mas envueltas en las den­sas nieblas de la preocupación , y en que la crítica haya tenido menos lugar , que en las relaciones respectivas á sordo-mudos. Ellos arrastran nuestra ternura hacia sí , y en viéndolos executar algo sea lo que sea, ya suponemos un gran mérito en el carita­tivo maestro que los ha enseñado. Ellos aun sin enseñanza alguna llaman dulcemente la atención hasta de los filósofos, para que ad­miren esfuerzos de la naturaleza , y se con­fundan desconociendo los resortes que pone en movimiento , á fin de suplir unas facul­tades interceptadas ó entumecidas. Ellos por un fluxo de imitarlo todo , y de manifestar con el idioma pintoresco de las señas que han comprendido , aunque sea al hombre mas rudo ,quando se proponga trasmitirles

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algún conocimiento no disguntan, antes adu­lan , y excitan el deseo de instruirles. En una palabra dentro de ellos mismos ha pues­to la Divina Providencia quanto necesitan para aprender, y estimular á los demás hom­bres á que les miren con particular estima­ción , y les enseñen. Son muy amables. Pa­rece que en sus ojos hay cierta virtud de re­compensar hasta las intenciones de hacerles bien. Nadie es absolutamente imparcial tra­tando de ellos.

Por eso los coetáneos de Fr. Pedro Pon-• ce deben ser leídos con cautela. Los que no

le tratasen tendrian tal vez por fabulosa la invención divina que no se le disputa ; y no será aventurado presumir que los testi­gos de su enseñanza le mirarían tan deslum­hrados , como si hubiera baxado de los Cie­los rodeado de un fuego que quitase la vista.

Dicen descubrid por verdadera filosofía la posibilidad y razones que hay para que hablen los Sordo-mudos , añadiendo que á sus discípulos les hacia oir , hablar , apren­der idiomas , escribir, pintar, y otras cosas, de lo que señalan por testigo á Don Gas­par de Gurrea , hijo del Gobernador de Aragón. .

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Si estas palabras estuviesen escritas im-parcial y exactamente , por la serie de ideas que presentan afirmaría yo no que Fr. Pe­dro Ponce fué el inventor de este arte pro­digioso , sino que le llevó en el orden cor­respondiente á su último grado de per­fección.

Aunque asi fuese no tenemos datos pa­ra asegurarlo ; y lo mas particular es , que una cosa puesta por obra después de la mi­tad del siglo 16 , se nos presente á prin­cipios del 17 como inventada nuevamente.

Juan Pablo Bonet , movido del amor que tenia al Condestable, cuyo hermano era sordo-mudo ;y viendo las diligencias in­mensas hechas en vano por la Duquesa, bus­cando personas y haciendo gastos excesivos para suplir el defecto de su hijo , empezó ( dice ) i discurrir con particular adverten­cia , contemplando examinando y tentando la naturaleza por todas partes , que parece reparte en los demás sentidos lo que quita á alguno , buscando siempre la perfección del compuesto , que es dechado de su sa­ber y potencia ; y que procurando con par­ticular atención hacer mina , por donde en­trar á dar razones á la razón , salvando el muro que ni se puede abrir ni asaltar , ha-

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6 lid al fin via secreta por donde entrar y ca­mino llano por donde salir.

He copiado estas frases, sin embargo del mal estilo correspondiente al tiempo de cor­rupción en que su autor vivia , para de­mostrar que Bonet supone ser inventor del arte de enseñar los mudos.

En otras cosas no sería imposible que dos hombres de una Monarquía , y casi de una época , cada qual inventase cierto sis­tema dirigido al objeto propio, parecido o diferente , según la educación y género de literatura respectiva; pero no es posible que asi suceda tratándose del arte de enseñar a los Sordo-mudos.

Esta verdad llega al grado de demos­tración , reflexionando sobre la mudez. Es una enfermedad que supone interceptados inutilizados los conductos , por donde se trasmiten al alma cierta clase de sensacio­nes. Suplir la falta de aquellos conductos poniendo en exercicio una facultad que nos es común á todos , y de la que hemos pres­cindido los que oimos hasta el grado de desconocerla , es el objeto de estas escuelas.

Dedúcese de aqui lo siguiente. Si la mudez es enfermedad, indicado está, que lo prime-ro á que ha de aspirarse es á curarla sien­

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7 do posible, y para quando se consiga á fixar el método de enseñar el idioma al enfer­mo restablecido. No conseguida la cura , es preciso que los ojos desempeñen las fun­ciones suyas , y suplan las de los oidos. A la explicación de estas dos cosas ceñiré mi discurso , en que procuraré ser breve sin hacerme obscuro.

La mudez es una enfermedad que sue­le ocupar los Organos del oido dexando li­bres los de la voz , o puede coger los unos y los otros. Sordo-mudos hemos visto que llegan á formar sonidos articulados , y sa­bemos de algunos que jamas los formaron sin embargo de buena enseñanza.

Si los órganos se hallan destruidos, o tienen imperfecciones que enteramente les inutilizan , en vano pretender habilitarlos. Milagros solo pueden esperarse del Hacedor.

Quando no se hallen destruidos , sino que sus máquinas tengan imperfecciones acci­dentales dependientes de obstrucción de los conductos, floxedad o rigidez de los resor­tes , y defectos semejantes , entonces tiene lugar el arte , y la cura es posible.

Las distintas causas de la mudez , con­sistan en vicio accidental del oido solo , o de los órganos del oido y de la voz, pro­

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ducen un efecto, que aunque ide'ntico , es gradual: quiero decir, que los sordo-mudos no oyen lo suficiente para distinguir soni­dos articulados , pero que su sordera es mayor o' menor. Aun fuera de las sensacio­nes de su tacto delicado podrán percibir el ruido, de las campanas , el del canon, las caxas militares , y por motivos que no sa­bemos explicar , recibir ciertas impresiones sonoras mas ó menos fuertes, gratas o des­agradables, y ser sin embargo sordo-mudos.

Quien emprenda curarlos caminará ba-xo el supuesto de que nunca hablaron por­que jamás oyeron hablar : que su torpe­za no es capaz de distinguir los sonidos y ruidos parciales de la palabra : que se­rían tan mudos como son percibiendo el murmullo de. los que conversan . que nada lisonjea la esperanza de sanarlos el que oi­gan mayores ó menores ruidos que los de la voz humana: y que su cura consiste en darles aptitud de distinguir, o. sea analizar los sonidos articulados , si el mal solo re­side en los órganos del oído; y si ocupa éstos y los de la voz, entonces se han de poner expeditos los unos y los otros.

Un perlático á quien cogio su indispo­sición la lengua y dexd libre el oido , no

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, 9 tornará el uso de la voz hasta que esté cu­rada la parte enferma. Para entender á quien nos habla basta oir sabiendo el idioma. Pa­ra contestar se necesita saber y poder ha­blar. Jesucristo quando sanó milagrosamen­te al sordo-mudo en las costas del mar de Galilea primero le toco los oidos, y des­pués le desató las ligaduras de la lengua. ^

A la cura sigue la enseñanza. Los idio­mas para los que hablamos son cosa muy distinta que lo que parecerán á los que nun­ca oyeron si repentinamente comenzasen á oir. Nosotros presenciando la conversación de dos árabes conoceriamos que hablaban aunque no tuviésemos idea de su lenguage. Un sordo-mudo repentinamente, curado aca­so desearía retroceder á su sordera quando oyese por la primera vez el informe ruido de la conversación , y se espantaría de la precipitada alternativa del diálogo.

Iba yo sobre todas estas dificultades quando ensayaba en Octubre de 1808 mis conjeturas sobre la posibilidad de que algu­nos sordo-mudos recobrasen el oido , y conseguí fixar los primeros pasos de una feliz invención casual , que un francés se ha apropiado sin detenerse en barras.

Los sordo-mudos que existían en el co-b

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í-ó lcgio dieron muestras de ir recobrando el Oído con vapores de agua caliente. Admi­raron los efectos quantos lo$> vieron. Acor­dó la Sociedad publicarlos-, yse publica­ron en 28 de Marzo de 1809. Recibí mil honras de las personas mas instruidas , y me visito varias veces un médico francés, llenándome de ponderaciones , y exigiéndo­me explicación de mis experimentos.

A los tres años salid Mr. ítard médico del instituto de sordo-mudos de París con la íelacion de una cura publicada en 11 de Noviembre de 18 r 1 , que solo tiene de ori­ginal (cuyo concepto se ba querido darla) el haber añadido ámi invención la notable particularidad de operar en el oido perfo­rándole ; es decir que aquel profesor preten* de persuadir que ha curado un sentido des-tfuyendo su máquina, á manera del qüe in­tentase curar las enfermedades de la vista sacando los ojos. ¡Y que llegue la ambición de gloria á términos de menospreciar la cen­sura de todas las Naciones!

No importa que se me dispute la gloria de haber comenzado un camino desconoci­do en nuestros dias. Lo que interesa es se­guir aquellas observaciones de buen resul­tado para adelantarlas, ver si dirigidas

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11 por profesores sabios, de que no carecemos, llegan á fixar métodos de curar la mude?. Yo he demostrado que es posible, y eomv» alguno de los que hablaron de Ponce dixo íjue hacía oir á los mudos, aseguré al prin­cipio copiándole, que si escribía con exac­titud llevó aquel Monge, en su origen,, al -último grado de perfección su divino in­vento.

¿Y es bastante haber dado aptitud al oido , y volubilidad á los órganos de la voz para que los discípulos de estas escue­las hablen un idioma? ¿Nosotros incidiremos en el caprichoso error de asegurar que las palabras son signos naturales? Fuera sueñoSj y convengamos en que un sistema de so­nidos articulados correspondiente á un sis­tema de ideas es lo que forma los idiomas. La perfección está en la identidad de estos sistemas. Son menos extensos , ó las len­guas son menos ricas quando los conoci­mientos escasean, y mas quando abundan. Sin ideas no hay idioma. Es imposible lle­gar á penetrar la distinción de la idea y el signo, ó sea la palabra. El convenio hace los signos., y ninguno articulado hay natu­ral , á que pudiera añadirse , que aun los no articulados tenidos por naturales , como el

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baxar la cabeza en señal de anuencia, o mo­verla para negar, son en el efecto conven* cionales.

Ninguno desconociendo estas verdades fixará las reglas de enseñar lo que todos he­mos aprendido ignorando el modo. ¿Quién nos dixo que gritásemos en la cuna para que viniese á suministrarnos alimento la en­cargada de hacerlo? Lo hicimos la segunda vez porque conseguimos el fin la primera. ¿Como pronunciamos imperfectamente aque­llas primeras voces que nos repetían? ¿A que el continuado movimiento de la lengua para articular? Todo aquello se hizo para socor­rer nuestras necesidades. Como ellas se pre­sentaron así creció el lenguage. Su esfera fue la medida del idioma, y la propiedad consistió en la observación de que eian so­corridas.

Próvida la naturaleza, y sin la corrup­ción de instrucciones viciosas, limito á lo mínimo las necesidades de entonces, y nos quito hasta la posibilidad de formarnos otras por falsos juicios. Nuestra adquisición de ideas era en aquel tiempo dependiente del placer y el dolor. No habia lugar á los ex-travios. , . ^

El que fue sordo-mudo , y a quien se

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ha puesto en disposición de percibir la voz, se encuentra con aquel sistema peculiar de su anterior estado, sistema que es inexplicable. Tenia necesidades, y la naturaleza le propor­cionó medios de implorar auxilios para so- x

correrlas. Aquellos movimientos que no se­rían llamados con propiedad naturales .for­maron un idioma de gestos supletorio dellen-™ e de sonidos articulados. Tuvo eficacia relativa, y ya la va á perder. Es menester que vaya caducando por grados,y se necesita oran cuidado para no incidir en que se olvi­de un método que surtid efecto sin que se aprenda con fruto el que ha de reemplazarle.

El idioma del país es en este estado pa­ra el sordo-mudo restablecido como si fue­ra una lengua muerta. Los que le aprendi­mos en la infancia llevamos de guiadora a la necesidad, y sin saberlo juzgamos de co­sas que nos fueron absolutamente precisas. Por eso juzgamos entonces con exactitud. El reúne un gran caudal de anteriores sen­saciones , y por consiguiente de juicios en cuya formación intervino la naturaleza Con­siderémosle enteramente transformado y conducido á una curiosidad insaciable. Aqi el estímulo de aprender y el peligro de er­rar. Faltó la regla verdadera del placer y el

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* 4 dolor. La curiosidad se contenta con todo. No puede figurarse mayor peligro. La em­presa de instruirle va quando menos á cons­pirar contra un método cierto entre el es­collo que precipita en los errores.

Aunque no está en nuestro arbitrio evi­tar todos los inconvenientes insinuados, po­demos deducir conociéndolos, que el plan de enseñanza debe caminar á que tales ni-üos mantengan el sistema que la naturaleza les dicto hasta que aprendan otro conven­cional, y sin perderle tengan á raya la cu­riosidad mientras saben formar los sonidos, y ruidos parciales de la voz, o sea mientras se enteran del valor en sonido, gesto y pin­tura de las que llamamos letras , cada una por sí, y después unidas en sílabas.

Oyendo es fácil esta parte primera de instrucción, y mientras la adquieren se han de procurar hacer los maestros sordo-mudos, y los discípulos deben ver los menos obje­tos que sean posibles. La elección posterior de palabras ha de hacerse prefiriendo los nombres de lo mas necesario. La palabra, y la idea serán primero individuales. La natu­raleza hará después que sin sentir generali­cen, subdividan y formen sistema. El tra­bazón y ornato del idioma dependerá del

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*S hábito. Por último si el éxito ha de ser bueno han de ser conducidos artificialmente por donde fuimos nosotros quando la natu­raleza era nuestra maestra.

De esto se deduce que aun quando la mudez llegue á curarse, hay precisión de mé­todos particulares para que los sordo-mudos aprendan el idioma. Pero los desgraciados para quienes la cura sea imposible , porque su sordera y mudez dependa de deíectos or­gánicos irremediables, ¿han de quedar aisla­dos en medio de la sociedad, y ser hom­bres solo en la figura?

No por cierto. No. Lejos de nosotros un quadro tan horroroso. Afortunada Espa­ña , tú fuiste la inventora del arte divino por cuyo medio se pusieron los sordo-mudos en comunicación con sus semejantes. Gloria eterna á los que trabajaron en objeto tan re­comendable. Ellos hicieron que los ojos de­sempeñasen las funciones peculiarmente su­yas , y las de los oidos.

Muchos que quieren pasar la plaza de instruidos han dudado, y dudan todavía, que un mudo cuya mudez consista en la sordera, y no en defectos de los órganos de la voz pueda aprender el idioma del país para hablarse correctamente, y comunicarse

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con sus semejantes: y todavía se les hara mas increíble que un sordo-mudo con de­fectos esenciales en las partes que sirben pa­ra la pronunciación pueda llegar á entender lo que le dicen, de forma que conteste es­cribiendo , ó formando las letras con las manos puestas en diferentes aptitudes con­vencionales.

Pues no solo es posible , sino seguro llegar á conseguir lo primero , y facilitar lo "segundo , como demostraré en seguida prescindiendo de hechos.

En las voces pronunciadas hay dos co­sas que pueden transmitir á nuestras almas la idea que representan. Una el sonido, otra las formas ó aptitudes externas del ges­to , modulando aquel sonido. Para la per­cepción de la primera sirven los oidos. La segunda es peculiar de los ojos.

Este es todo el secreto. Poner en mo­vimiento una facultad común á ellos con nosotros , y de la que no usamos por falta de conato de exercitarla , o por mejor de­cir de la que hemos prescindido hasta el grado de desconocerla.

Los idiomas leídos, escritos y hablados, son una colección de signos materiales y convencionales. Las letras representan so­

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nidos simples , y movimientos que para modular la respiración hacen los labios , la lengua y los dientes. Escribirlas es saber pintarlas , y pronunciarlas saber poner los labios , la lengua y los dientes en la apti­tud necesaria para que el ayre forme el sonido. Las palabras son el conjunto de al­gunos de aquellos movimientos simples se­ñalados con sus caracteres , o modulados con el ayre.

¿Pues qué cosa mas obvia que el que los sordo-mudos vean á la luz las posturas de los labios , la lengua , y los dientes de quien los habla? El no necesitarlo nos ha hecho que descuidemos de esta facultad, sin embargo de que exercemos otra consiguien­te y aun mas difícil, qual es la de leer, o lo que es lo mismo , entender la signi­ficación de los sonidos pasando los ojos con una rapidez extraordinaria , y muchas ve­ces maquinalmente , sobre la multitud de cifras que componen qualquier escrito , y son otros tantos signos de las palabras que quiso trasmitir á nosotros su autor. Bueno sería dudar de esta verdad , quando siem­pre que leemos conversamos con un sordo­mudo , con un muerto , o con un ausen­te. ¿ No nos están hablando todos los escri-

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i8 tores que cogemos en la mano desde Moy-ses y Homero hasta nuestros días , repre­hendiéndonos , convenciéndonos , arrancan­do nuestras lágrimas , excitando nuestra risa , y dándonos á conocer sus genios, sus costumbres , y aun sus fisonomías , sin verlos , sin oirles, sin tenerles á la vista? ¿ Cómo es esto ? Por medio de unas líneas casi imperceptibles, comparándolas con la extensión de las aptitudes del gesto para pronunciar. ¿ Quien no conoce que esto es mas difícil, que estudiar los movimientos vivos de los órganos de la voz?

Si los sanos descuidamos de tan pre­cioso don , los mudos tienen precisión ab­soluta de valerse de él , y con la buena dirección y el hábito exercen dicha facul­tad por los mismos principios que noso­tros leemos. Lo uno es leer en un libro animado. Lo otro leer en un libro inani­mado. Aquello observar posturas del ges­to para la modulación del sonido. Esto conocer la modulación por unas líneas á que convencionalmente se ha sujetado, co­mo el profesor de música percibe quando estudia sobre las cifras la delicadeza y va­riedad de sones que no oye.

Bonet no llegó á penetrarse de estas

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irresistibles razones , y mi juicio fué porque le faltaron conocimientos en el ar­te de que se llama inventor. Si valiera dar riendas al discurso , mejor le tendría por plagiario de Ponce , que no por autor de la obra que lleva su nombre. Es excelen­te en la reducción de los sonidos ; pero yo la observo contradictoria en el sistema.

Su escollo estuvo en la inteligencia del sordo-mudo por los movimientos del ges­to de quien le habla ; porque le asombró la dificultad de que no todas las aptitu­des de los órganos de la voz son exter­nas quando pronunciamos. Yo le hubiera replicado , que él mismo por el hábito de dar su valor convencional á los caractéres escritos estaría leyendo millares de veces, se distraería , y seguiría maquinalmente en la lectura. Quando cogemos en la ma­no un libro antiguo lleno de abreviaturas, ¿ no suplimos de corrido las letras que fal­tan por el hábito de leer? En suma , ¿el taquígrafo no economiza el tiempo de es­cribir siguiendo la voz por medio de sig­nos abreviados ? ; Luego no convierte con ligereza su clave en la usual de nuestros alfabetos , pronunciando como si tuviera delante nuestros signos comunes? Y el sordo-

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2O mudo á quien la necesidad estimula, ¿no se hará con la inteligencia y el hábito á una taquigrafía de gesticulaciones Sí, Se­ñores , sí. Tienen un estímulo de que no se desentenderán.

La conservación de este estímulo es el resorte de su aprovechamiento , porque el hombre nunca se instruirá si pierde la confianza de adelantar , y la pierde juzgán­dose inepto. Los malos maestros, y los ma­los métodos son la causa de la ignorancia general. El discípulo nunca echa la culpa de su poco adelantamiento al que presume, instruido porque, tiene el cargo de enseñar¿ y es al contrario comunmente. Discípulos sin disposición de aprender hay pocos. Maestros que en lugar de enseñar ponen en la senda del error muchísimos.

Temible es semejante mal en qualquie-ra enseñanza. Mas en la de los niños. Mu­cho mas en la de los desgraciados sordo­mudos. Su situación los tiene aislados ; y es preciso para ponerles en comunicación enseñarles signos convencionales, de otros siglos convencionales en grande cantidad por un círculo inmenso , hasta que pue­dan explicarnos las sensaciones que reciben, y los efectos de aquellas sensaciones , que

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equivale á decir instruirse de lo material y lo invisible.

El sordo-mudo con defectos esenciales en las partes que sirven á la pronunciación, es el mas difícil de enseñanza. La medici­na para nada le sirve , y el arte tiene que contar con que sus ojos suplirán mal por los oidos. No percibe las sensaciones sono­ras del habla , y aunque vea los movi­mientos del gesto para formarlas , no pue­de pasar de gesticular imitando sin hacer los sones. La naturaleza como que se nie-

ozen él á vencer los obstáculos. ^ Esto no obstante por la corresponden­cia de los gestos de la pronunciación con las letras, y con las aptitudes de un alfa­beto manual llegará la paciencia en lo que sea de necesidad á formarle un idioma re­ducido , que con el auxilio de los signos que ellos adoptan , sin maestro alguno le fa­cilite nuestra comunicación en lo necesario.

Por último la Divina Providencia puso dentro de ellos quanto es necesario para ins­truirles. Les dio una enfermedad , pero ya se ha conocido que es posible curarla. Res­tablecidos , se pondrán á nivel en los cono­cimientos con los demás, si la prudencia di­rige su educación. No restablecidos supli­

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rán los ojos el defecto de su oido, y con­versarán con nosotros sino tienen impedi­mento en los órganos de la voz. Aun quan-do le tengan facilitaremos que nos comuni­quen por escrito sus necesidades formándo­les un idioma exacto pero reducido. En los métodos caminando de lo conocido á lo des­conocido irán siempre analizando sin saber-que. analizan. Ellos serán sus maestros, por­que su situación no es susceptible de reglas. Su libro ha de ser la naturaleza. Mi trabajo la observación, y la paciencia. Vuestra la gloria del buen éxito, é inmortal la fama del Príncipe baxo cuyos auspicios renace después de una revolución horrenda tan be­néfico establecimiento.

D I X E .

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