kiosko y más - el país (valencia) - 17 jun 2012 - page #42 · para conversaciones privadas y ......

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42 vida & art es cultura Hitler y Goebbels, durante un paseo en la residencia de montaña de Berghof, en Berchtesgaden, en junio de 1943· / WAL TER FRENTZ Goebbels, propagandista sobrevalorado Peter Longerich sostiene en una nueva biografía que el jerarca nazi padecía un trastorno narcisista y no fue en realidad una figura tan relevante del régimen JACINTO ANTÓN Barcelona Es uno de los nazis menos apre- ciados, y valga el sarcasmo, que era una de sus figuras retóricas favoritas. A Joseph Goebbels, uno de los más famosos dirigentes del III Reich, se le ha calificado de Mefistófeles del partido, demago- go vil y disoluto, y, menos fina- mente, de cojo satánico y enano iracundo. Victor Klemperer lo de- fine en sus diarios como "el más venenoso y mendaz de todos los nazis". Goebbels (Rheydt, 1897- Berlín, 1945, suicidado y chamus- cado - no consiguieron quemar del todo su cuerpo- en el .füh- rerbunker) ha sido probablemen- te el propagandista más famoso de la historia. Medía poco más de metro y medio y padecía desde niño de atrofia y parálisis crónica del pie derecho, lo que provocó comentarios irónicos sobre sus peroratas acerca de la superiori- dad de la raza aria, en la que gene- rosamente se incluía. Sus defec- tos físicos (y no digamos morales) no le impidieron disfrutar de nu- merosas aventuras sexuales, que consignaba puntualmente en su diario, y ganarse merecida fama de rijoso. Vocero de Hitler, antise- mita radical despiadado, gaulei- ter de Berlín, ministro de Propa- ganda del régimen más atroz de la historia de la humanidad, Goebbels, el Savonarola pardo, fue un fanático predicador de la violencia nazi y su humeante ras- tro puede seguirse desde las lu- chas callejeras hasta la declara- ción de guerra total. A tan edificante individuo ha dedicado una nueva biografía, mo- numental como suele (1.052 pági- nas) , el gran especialista en el III Reich y el Holocausto Peter Lon- gerich, autor ya de otra colosal y reveladora obra sobre Heimich Himmler (RBA, 2009). Longerich (Krefeld, Alemania, 1955) , profe- sor de Hhistoria Contemporánea en la universidad de Londres, si- gue en Goebbels (RBA, 2012) el dis- currir vital y político del persona- je, desde su crisis de intelectual fracasado necesitado de un propó- sito en 1923 hasta su decisión de morir con su familia junto a Hit- ler en abril de 1945, ofreciendo una visión completa del mismo y en buena medida muy novedosa. ¿Cree que era el nazi más desagra- dable?, le pregunto. "No sabría de- cirle, me parece una competición muy extraña". Magda Goebbels. El historiador sostiene que Goebbels sufría de "un trastorno narcisista de personalidad" que le hacía buscar adictivamente el reconocimiento y el elogio, y que fue lo que cimentó su dependen- cia de Hitler, al que convirtió en el ídolo al que subordinarse para recibir legitimación y gratifica- ción. Ese narcisismo patológico, basado probablemente en una fal - ta de atención materna en la in- fancia y en el que no influyó su minusvalía física, señala Longeri- ch, "explica la casi absoluta devo- ción a Hitler, su obsesión con su propia imagen y el hecho de que pasara una considerable parte de tiempo enzarzado en largas bata- llas contra sus competidores en el entorno de Hitler". Sorprendentemente, Longeri- ch retrata a un Goebbels mucho menos importante en el seno del régimen de lo que se creía. ¿Ha sido Goebbels pues históricamen- te sobredimensionado? " Así es. Y de alguna manera seguimos sien- do victimas de su propaganda y sobrevalorándolo. Como mues- tro en el libro, muy a menudo no estuvo involucrado en el proceso de toma de decisiones. Esa situa- ción no cambió durante la gue- El historiador dice que muchas decisiones no se le consultaron "Fue por encima de todo un gran publicista de sí mismo" rra, pero Hitler se encontraba con él cada cuatro o seis semanas para conversaciones privadas y eso le proporcionaba la sensa- ción al ministro de ser el más cer- cano asesor del líder. Goebbels nunca se dio cuenta de cómo era manipulado y usado por Hitler". En su libro, Longerich muestra cómo una y otra vez Goebbels se encuentra ante decisiones de gran calado de las que no ha sido informado previamente y que in- cluso le cogen con el pie cambia- do, valga la expresión. Eso no quiere decir, por su - puesto, que Goebbels fuera ino- cente de los crímenes nazis. "Tu- vo un papel activo en la radicali- zación de la persecución de los judíos, en particular en su doble papel de líder del partido en la capital y como ministro de propa- ganda y jefe del aparato de propa- ganda del partido". En la visión de Longerich, Goebbels no es tampoco el gran propagandista que se nos ha he- cho creer. "El problema es que una de las fuentes principales pa- ra estudiar a Goebbels es su pro- pia propaganda, y hemos estado bajo el influjo de ella. Goebbels fue por encima de todo un propa- gandista de mismo, tratando de convencer al mundo de que era un genio de la propaganda capaz de unir a toda Alemania detrás de Hitler. La historia del éxito de su sistema de propagan- da es parte esencial de esa mis- ma propaganda. Tenemos que te- ner presente que las fotografías, metraje y otras fuentes que nor- malmente usamos como eviden- cia de su éxito para manipular al pueblo alemán fueron produci- dos en el Ministerio de Propagan- da, con un propósito principal: crear ese mito". Dicho esto, Longerich recono- ce que Goebbels fue un innova- dor al utilizar en la propaganda política el modelo de los anun- cios comerciales que estaban en- tonces bajo el influjo de la publi- cidad llegada desde EE UU y que se basaban en que se podía indu- cir el comportamiento de los clientes con estímulos relativa- mente simples, en parte subcons- cientes. En cierta manera, pues, Goebbels fue el Donald Draper de los nazis. Otra característica inespera- da que destaca Longerich es la falta de ideas políticas claras de EL PAÍS, domingo 17 de junio de 2012 Goebbels. "Me sorprendió la au- sencia de conceptos o visiones políticos en su obra. Tras leer mi- les de páginas en sus escritos no queda claro qué tipo de sociedad o sistema político prefería o cuá- les eran sus ideas básicas acerca de la política exterior o la Euro- pa dominada por los nazis. Para él , la cuestión central fue siem- pre su propia posición en el régi- men, o mejor dicho, cómo él y su obra eran percibidos por Hitler. Podría decirse que en política es- taba más interesado en el envol- torio que en el contenido". Le pregunto a Longerich qué opina de la parte de seductor de Goebbels que incluye dobletes La percepción que tenía de su atractivo sexual es digna de Torrente Con su esposa, Magda, y Hitler montaron un singular triángulo dignos del Jardín prohibido de Sandro Giacobbe y apreciaciones de su propio atractivo que no de- sentonarían en Torrente ("No tengo tiempo para entregarme del todo a las mujeres ", escribió en su diario, "misiones mayores esperan por mí"). "Creo que ante todo ha de ser vista como parte de su carácter narcisista. Su éxi- to con las mujeres - en muchos casos actrices cuyas carreras de- pendían de él- le servía de estí- mulo para autosatisfacer su pro- pia personalidad". Pese a ser un libro profunda- mente centrado en lo político, la biografía de Longerich dedica es- pecial atención a la extravagante relación que mantuvieron Goe- bbels, su esposa Magda (la Me- dea nazi) y Hitler. "La he descrito como un triángulo, sin especular sobre el elemento sexual. Me pa- rece fascinante hasta qué punto Goebbels permitió a Hitler con- vertirse en parte de su familia y cómo le dejó tomar decisiones básicas que concernían a su vida privada". Longerich señala que hubo flirteo entre Magda y Hit- ler, lo que provocaba celos tortu- rantes en Goebbels, que debía re- primirlos porque, demonios, el Führer era el Führer. ¿Se podría hablar de amistad entre Hitler y Goebbels? "No creo que Hitler tuviera ningún amigo personal. Y en el caso de Goebbels, admiraba a Hitler y era extremadamente depen- diente de él. No llamaría a eso amistad". ¿Qué pena habría reci- bido Goebbels de no haberse sui- cidado en el búnker de la canci- llería y haber comparecido ante el tribunal de Núrenberg? "Sin duda, ejecución". Longerich explica que su próximo libro, que ya ha empe- zado, será otra biografía de un jerarca nazi - le ha cogido el gus- to al género- , aunque no quiere revelar aún el nombre. Lo que es seguro es que no será el este año tan de moda Heydrich. "Per- sonalmente no lo encuentro un candidato adecuado para otra biografía".

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42 vid a & art es

cultura

Hitler y Goebbels, durante un paseo en la residencia de montaña de Berghof, en Berchtesgaden, en junio de 1943· / WAL TER FRENTZ

Goebbels, propagandista sobrevalorado Peter Longerich sostiene en una nueva biografía que el jerarca nazi padecía un trastorno narcisista y no fue en realidad una figura tan relevante del régimen

JACINTO ANTÓN Barcelona

Es uno de los nazis menos apre­ciados, y valga el sarcasmo, que era una de sus figuras retóricas favoritas. A Joseph Goebbels, uno de los más famosos dirigentes del III Reich, se le ha calificado de Mefistófeles del partido, demago­go vil y disoluto, y, menos fina­mente, de cojo satánico y enano iracundo. Victor Klemperer lo de­fine en sus diarios como "el más venenoso y mendaz de todos los nazis". Goebbels (Rheydt, 1897-Berlín, 1945, suicidado y chamus­cado - no consiguieron quemar del todo su cuerpo- en el .füh­rerbunker) ha sido probablemen­te el propagandista más famoso de la historia. Medía poco más de metro y medio y padecía desde niño de atrofia y parálisis crónica del pie derecho, lo que provocó comentarios irónicos sobre sus peroratas acerca de la superiori­dad de la raza aria, en la que gene­rosamente se incluía. Sus defec­tos físicos (y no digamos morales) no le impidieron disfrutar de nu­merosas aventuras sexuales, que consignaba puntualmente en su diario, y ganarse merecida fama de rijoso. Vocero de Hitler, antise­mita radical despiadado, gaulei­ter de Berlín, ministro de Propa­ganda del régimen más atroz de la historia de la humanidad, Goebbels, el Savonarola pardo, fue un fanático predicador de la violencia nazi y su humeante ras­tro puede seguirse desde las lu­chas callejeras hasta la declara­ción de guerra total.

A tan edificante individuo ha dedicado una nueva biografía, mo­numental como suele (1.052 pági­nas) , el gran especialista en el III Reich y el Holocausto Peter Lon­gerich, autor ya de otra colosal y

reveladora obra sobre Heimich Himmler (RBA, 2009). Longerich (Krefeld, Alemania, 1955), profe­sor de Hhistoria Contemporánea en la universidad de Londres, si­gue en Goebbels (RBA, 2012) el dis­currir vital y político del persona­je, desde su crisis de intelectual fracasado necesitado de un propó­sito en 1923 hasta su decisión de morir con su familia junto a Hit­ler en abril de 1945, ofreciendo una visión completa del mismo y en buena medida muy novedosa. ¿Cree que era el nazi más desagra­dable?, le pregunto. "No sabría de­cirle, me parece una competición muy extraña".

Magda Goebbels.

El historiador sostiene que Goebbels sufría de "un trastorno narcisista de personalidad" que le hacía buscar adictivamente el reconocimiento y el elogio, y que fue lo que cimentó su dependen­cia de Hitler, al que convirtió en el ídolo al que subordinarse para recibir legitimación y gratifica­ción. Ese narcisismo patológico, basado probablemente en una fal­ta de atención materna en la in­fancia y en el que no influyó su minusvalía física , señala Longeri­ch, "explica la casi absoluta devo­ción a Hitler, su obsesión con su

propia imagen y el hecho de que pasara una considerable parte de tiempo enzarzado en largas bata­llas contra sus competidores en el entorno de Hitler".

Sorprendentemente, Longeri­ch retrata a un Goebbels mucho menos importante en el seno del régimen de lo que se creía. ¿Ha sido Goebbels pues históricamen­te sobredimensionado? "Así es. Y de alguna manera seguimos sien­do victimas de su propaganda y sobrevalorándolo. Como mues­tro en el libro, muy a menudo no estuvo involucrado en el proceso de toma de decisiones. Esa situa­ción no cambió durante la gue-

El historiador dice que muchas decisiones no se le consultaron

"Fue por encima de todo un gran publicista de sí mismo"

rra, pero Hitler se encontraba con él cada cuatro o seis semanas para conversaciones privadas y eso le proporcionaba la sensa­ción al ministro de ser el más cer­cano asesor del líder. Goebbels nunca se dio cuenta de cómo era manipulado y usado por Hitler". En su libro, Longerich muestra cómo una y otra vez Goebbels se encuentra ante decisiones de gran calado de las que no ha sido informado previamente y que in­cluso le cogen con el pie cambia­do, valga la expresión.

Eso no quiere decir, por su-

puesto, que Goebbels fuera ino­cente de los crímenes nazis. "Tu­vo un papel activo en la radicali­zación de la persecución de los judíos, en particular en su doble papel de líder del partido en la capital y como ministro de propa­ganda y jefe del aparato de propa­ganda del partido".

En la visión de Longerich, Goebbels no es tampoco el gran propagandista que se nos ha he­cho creer. "El problema es que una de las fuentes principales pa­ra estudiar a Goebbels es su pro­pia propaganda, y hemos estado bajo el influjo de ella. Goebbels fue por encima de todo un propa­gandista de sí mismo, tratando de convencer al mundo de que era un genio de la propaganda capaz de unir a toda Alemania detrás de Hitler. La historia del éxito de su sistema de propagan­da es parte esencial de esa mis­ma propaganda. Tenemos que te­ner presente que las fotografías, metraje y otras fuentes que nor­malmente usamos como eviden­cia de su éxito para manipular al pueblo alemán fueron produci­dos en el Ministerio de Propagan­da, con un propósito principal: crear ese mito".

Dicho esto, Longerich recono­ce que Goebbels fue un innova­dor al utilizar en la propaganda política el modelo de los anun­cios comerciales que estaban en­tonces bajo el influjo de la publi­cidad llegada desde EE UU y que se basaban en que se podía indu­cir el comportamiento de los clientes con estímulos relativa­mente simples, en parte subcons­cientes. En cierta manera, pues, Goebbels fue el Donald Draper de los nazis.

Otra característica inespera­da que destaca Longerich es la falta de ideas políticas claras de

EL PAÍS, domingo 17 de junio de 2012

Goebbels. "Me sorprendió la au­sencia de conceptos o visiones políticos en su obra. Tras leer mi­les de páginas en sus escritos no queda claro qué tipo de sociedad o sistema político prefería o cuá­les eran sus ideas básicas acerca de la política exterior o la Euro­pa dominada por los nazis. Para él, la cuestión central fue siem­pre su propia posición en el régi­men, o mejor dicho, cómo él y su obra eran percibidos por Hitler. Podría decirse que en política es­taba más interesado en el envol­torio que en el contenido".

Le pregunto a Longerich qué opina de la parte de seductor de Goebbels que incluye dobletes

La percepción que tenía de su atractivo sexual es digna de Torrente

Con su esposa, Magda, y Hitler montaron un singular triángulo

dignos del Jardín prohibido de Sandro Giacobbe y apreciaciones de su propio atractivo que no de­sentonarían en Torrente ("No tengo tiempo para entregarme del todo a las mujeres", escribió en su diario, "misiones mayores esperan por mí"). "Creo que ante todo ha de ser vista como parte de su carácter narcisista. Su éxi­to con las mujeres - en muchos casos actrices cuyas carreras de­pendían de él- le servía de estí­mulo para autosatisfacer su pro­pia personalidad".

Pese a ser un libro profunda­mente centrado en lo político, la biografía de Longerich dedica es­pecial atención a la extravagante relación que mantuvieron Goe­bbels, su esposa Magda (la Me­dea nazi) y Hitler. "La he descrito como un triángulo, sin especular sobre el elemento sexual. Me pa­rece fascinante hasta qué punto Goebbels permitió a Hitler con­vertirse en parte de su familia y cómo le dejó tomar decisiones básicas que concernían a su vida privada". Longerich señala que hubo flirteo entre Magda y Hit­ler, lo que provocaba celos tortu­rantes en Goebbels, que debía re­primirlos porque, demonios, el Führer era el Führer.

¿Se podría hablar de amistad entre Hitler y Goebbels? "No creo que Hitler tuviera ningún amigo personal. Y en el caso de Goebbels, admiraba a Hitler y era extremadamente depen­diente de él. No llamaría a eso amistad". ¿Qué pena habría reci­bido Goebbels de no haberse sui­cidado en el búnker de la canci­llería y haber comparecido ante el tribunal de Núrenberg? "Sin duda, ejecución".

Longerich explica que su próximo libro, que ya ha empe­zado, será otra biografía de un jerarca nazi - le ha cogido el gus­to al género- , aunque no quiere revelar aún el nombre. Lo que es seguro es que no será el este año tan de moda Heydrich. "Per­sonalmente no lo encuentro un candidato adecuado para otra biografía".