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Juan Luis Segundo Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada , como revistas especializadas, monografías, prensa diaria o páginas de Internet fidedignas . Este aviso fue puesto el 20 de febrero de 2013. Puedes añadirlas o avisar al autor principal del artículo en su página de discusión pegando: {{subst:Aviso referencias|Juan Luis Segundo}} ~~~~ Juan Luis Segundo Nacimiento 31 de octubre de 1925 Uruguay , Montevideo Fallecimien to 17 de enero de 1996 , 70 años Montevideo Nacionalida d uruguayo Alma máter Universidad de París Ocupación filósofo, teólogo Creencias religiosas Catolicismo [editar datos en Wikidata ] Juan Luis Segundo, S.J. (Montevideo , 31 de octubre de 1925 - id., 17 de enero de 1996 ) fue un filósofo y teólogo jesuita uruguayo . Conocido por ser una de las figuras del movimiento Teología de la liberación , escribió numerosos libros en teología, fe, hermenéutica, ideología y justicia social. Fue un abierto crítico de lo que él percibió como insensibilidad de la iglesia hacia la opresión y el sufrimiento de los seres humanos. Índice [ocultar ]

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Juan Luis SegundoEste artculo o seccin necesitareferenciasque aparezcan en unapublicacin acreditada, como revistas especializadas, monografas, prensa diaria o pginas de Internetfidedignas. Este aviso fue puesto el 20 de febrero de 2013.Puedesaadirlaso avisaral autor principal del artculoen su pgina de discusin pegando:{{subst:Aviso referencias|Juan Luis Segundo}} ~~~~

Juan Luis Segundo

Nacimiento31 de octubrede1925Uruguay,Montevideo

Fallecimiento17 de enerode1996, 70aosMontevideo

Nacionalidaduruguayo

Alma mterUniversidad de Pars

Ocupacinfilsofo, telogo

Creencias religiosasCatolicismo

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Juan Luis Segundo,S.J.(Montevideo,31 de octubrede1925-id.,17 de enerode1996) fue unfilsofoytelogojesuitauruguayo. Conocido por ser una de las figuras del movimientoTeologa de la liberacin, escribi numerosos libros en teologa, fe, hermenutica, ideologa y justicia social. Fue un abierto crtico de lo que l percibi como insensibilidad de la iglesia hacia la opresin y el sufrimiento de los seres humanos.ndice[ocultar] 1Aportes teolgicos 2Obra 2.1Libros 2.2Otras publicaciones 3Bibliografa adicional 4Enlaces externosAportes teolgicos[editar] Crculo hermenutico Diferencia entrecredoeideologa Opcin por los pobres Cristologadesde el punto de vista de los pobres Eclesiologay teologa delConcilio Vaticano II Desarrollo dogmtico como proceso de deuteroaprendizaje (conGregory Bateson)Obra[editar]Libros[editar] Berdiaeff. Une Rflexion chrtienne sur la Personne. Ed. Aubier, Paris 1963 (Col. Thologie 53) Teologa abierta para el laico adulto, (5 Vols.)Ed. Carlos Lohl, Buenos Aires. En Colaboracin con el Centro Pedro Fabro de Montevideo: I.Esa comunidad llamada Iglesia(1968); II.Gracia y Condicin humana(1969); III.Nuestra idea de Dios(1970); IV.Los Sacramentos hoy(1971); VEvolucin y Fe(1983-84) De la Sociedad a la Teologa, (Cuadernos Latinoamericanos 2) Ed. C. Lohl, Buenos Airess, 1970 Teologa abierta para el laico adulto(1971) Qu es un cristiano. Etapas precristianas de la Fe. Concepcin cristiana del Hombre, Ed. Mosca Hnos. Montevideo 1971, 128 pp. [La parte sobre el Nuevo Testamento tiene su origen en conferencias dadas en 1962 en la Universidad de la Repblica del Uruguay]. Masas y Minoras en la Dialctica divina de la Liberacin, (Cuadernos de Contestacin Polmica) Editorial La Aurora, Buenos Aires 1973, [Conferencias dictadas en las Ctedras Carnahan, Instituto Superior Evanglico de Educacin Teolgica Isedet 1972] Accin pastoral latinoamericana: sus motivos ocultos, Ed. Bsqueda, Bs. As. 1972 Liberacin de la Teologa(Cuadernos Latinoamericanos 17) Ed. Carlos Lohl, Bs. As. El Hombre de Hoy ante Jess de Nazareth, (3 Vols): I. Fe e Ideologa;II/1. Historia y Actualidad. Sinpticos y Pablo; II/2 Historia y Actualidad. Las Cristologas en la Espiritualidad. Ed. Cristiandad, Madrid, 1982 Teologa Abierta3 Vols.(Col. Senda Abierta 3,4 y 5) Ed. Cristiandad, Madrid 1983-1984: I. Iglesia - Gracia; II. Dios, Sacramentos, Culpa; III. Reflexiones Crticas. Teologa de la Liberacin: Respuesta al Cardenal RatzingerEd. Cristiandad, Madrid 1985 El Dogma que libera. Fe, revelacin y magisterio dogmtico. (Col. Presencia Teolgica 53) Ed. Sal Terrae, Santander 1989 Qu Mundo? Qu Hombre? Qu Dios?(Col. Presencia Teolgica 72), Ed. Sal Terrae, Santander 1993 El Caso Mateo. Los comienzos de una tica judeo-cristiana, (Col.: Presencia Teolgica 74), Ed. Sal Terrae, Santander 1994 El Infierno. Un dilogo con Karl RahnerPrlogo de Elbio Medina. Coeditado por Ed. Trilce, Montevideo y Lohl-Lumen Bs. As. 1998.Otras publicaciones[editar]Desde 1960 colabor en numerosas publicaciones peridicas. Entre ellas, en Uruguay el semanario "Marcha", los "Cuadernos de Marcha", los "Cuadernos Latinoamericanos de Economa Humana", la revista "Vspera", los "Cuadernos Uruguayos de Filosofa" y el diario "poca"; la revista "Mensaje" de Chile, la "Revista Interamericana de Sociologa" de Colombia, "Concilium" de Holanda y "tudes" de Francia.Bibliografa adicional[editar] Bojorge, Horacio (2000).Teologas deicidas: El pensamiento de Juan Luis Segundo en su contexto. Encuentro.ISBN9788474906028.Enlaces externos[editar] Pgina del "Grupo de Lectores de Juan Luis Segundo"El Cardenal Ratzinger y Juan Luis Segundo

Gregor Sauerwald

El ascenso del hasta entonces cardenal Ratzinger al papado provoc en la prensa nacional e internacional, reacciones crticas desmesuradas. Ellas impiden un juicio pertinente sobre la larga trayectoria de quien es ahora Santidad Benedicto XVI como prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe (1981-2005) y contribuyen a devaluar la crtica que ella merece.

Para no dejar desaparecer este perodo tras el velo que la institucin de la Iglesia Catlica suele brindar a sus Papas en defensa del Santo Padre y no dejar el campo de ataque a sus detractores, parece ms que oportuno recordar que, hace 20 aos, el destacado jesuita Juan Luis Segundo public el libro Teologa de la liberacin Respuesta al cardenal Ratzinger (Ediciones Cristiandad, Madrid). Lo que destaca esa crtica autntica es haber tomado en serio al cardenal y a su Instruccin, el documento romano donde condenaba mucho ms que algunos aspectos de la Teologa de liberacin. Resultado de la actitud de esa toma en serio es lo que yo haba llamado una lucha en dos frentes: contra el resentimiento anti-secularista de la Curia y contra el populismo teolgico de la segunda generacin de la Teologa de la liberacin (en Teologa de la liberacin latinoamericana e Ilustracin europea, 1989)

Parece pertinente retomar entonces el pensamientodel extraordinario intelectual que fue el jesuita uruguayo Juan Luis Segundo desde su Liberacin de la teologa (1975) y tambin desde la Teologa de la liberacin Respuesta al cardenal Ratzinger.

LIBERACIN DE LA TEOLOGA

La pregunta de Juan Luis Segundo en 1975 fue Qu quedar, de aqu a un tiempo, de la Teologa de la liberacin?

En 1975 F. H. Cardoso y Enzo Faletto ya haban publicado Dependencia y desarrollo en Amrica Latina (1969), Paulo Freire su Pedagoga del oprimido (1970), Gustavo Gutirrez su Teologa de la liberacin (1971) y Enrique Dussel su Para una tica de la liberacin latinoamericana (1973).

Juan Luis Segundo (1925-96), al tanto de esas teoras de la liberacin y sus diversas corrientes, interviene en los debates dndoles su voz crtica. Como nos informa Elbio Medina en una Biografa de Segundo no publicada, elaborada con motivo de la presentacin de la cantidatura del gran jesuita al Premio a la Labor Intelectual, Segundo haba empezado desde 1961 a analizar la problemtica econmica, social y poltica en forma compatible con una actualizada comprensin de la fe. Ya se ve el perfil de la labor intelectual del filsofo y telogo que nos interesa: repensar junto con los laicos, el mensaje cristiano en ntima conexin con la sociedad latinoamericana. Intelectualidad impregnada y agudizada por medio de la Gesellschaftskritik como Gesellschaftstheorie, la crtica social basada en teora crtica de la sociedad, Segundo va a compartirla en su radicalidad con Ivan Illich a quien conoci en el Encuentro de Petrpolis en 1970, en el marco de la constitucin de la naciente Teologa de la liberacin.

En 1975, cuando Segundo, preocupado por el futuro de la Teologa de la liberacin, analiza su consistencia y relevancia, ella estaba en su auge. Y si la pregunta no es retrica, y no lo es, sino expresin de dudas, vemos a Segundo ya en este momento inseguro. Adems, la inversin de Teologa de la liberacin en Liberacin de la teologa, el ttulo de la publicacin del jesuita uruguayo marca un cierto distanciamiento de esa teologa latinoamericana en vogue en aquellos aos, distanciamiento que va a acentuarse en el correr de las siguientes dcadas. La tarea del telogo, y a eso apunta el ttulo, es hacer teologa, teologa universal en serio, en el sentido de liberar la fe de todo lo que oprime al hombre porque, y eso es el mensaje, cristianizar significa humanizar. Veremos el desarrollo de ese programa de la teologa al estudiar, de manera ejemplar, las partes introductorias de la Liberacin de la teologia.

Una nueva epistemologa: la sospecha ideolgica

Segundo detecta en 1975, un reblandecimiento de la teora en sus colegas y comienza a desenmascararla sin miramientos. Es entonces cuando se pregunta por la supervivencia de la Teologa de la liberacin en el futuro, y su escepticismo se basa justamente en la falta de teora. Pero esta pregunta tiene, sin embargo, en un primer intento, una respuesta positiva y esperanzada. Habla de un proceso irreversible en la creacin de una nueva conciencia y madurez de la fe, no slo en personas aisladas, sino en grupos importantes y poderosos en la Iglesia. Sigue, pregunto, siendo eso as hoy? Como posicin firme constata Segundo un logro en el sentido de que el acento en la salvacin individual y extraterrena constituye una deformacin del mensaje de Jess. Y, sigo preguntando, qued borrado en Amrica Latina que la Iglesia no posee una eficacia mgica para la salvacin y que no existe un orden sobrenatural ahistrico y otro natural e histrico?

Segundo insiste: "...la misma gracia alza a un nivel sobrenatural a todo ser humano y le da los medios necesarios para cumplir, en el amor, ese destino en la nica historia..." (8) Se derrumba, sin embargo, casi toda esperanza cuando l ampla la pregunta y pregunta por el impacto de la Teologa de la liberacin sobre la teologa clsica y las estructuras internas y pastorales de la Iglesia en el mundo. De las tres tendencias que amenazan desde un principio, cada una por su lado o juntas, a la Teologa de la liberacin, las amenazas por las dictaduras, el vaciamiento cada vez mayor del discurso liberador por las autoridades eclesisticas y el carcter improvisado de llenar una necesidad pragmtica ineludible, pero sin la erudicin o detallismo, es la ltima la ms preocupante, es decir, ver la nueva teologa, una teologa local, como una tentativa entusiasta y simptica, pero acrtica. Segundo reclama ms rigor en las ciencias: "...tal vez sea la hora de la epistemologa, es decir, de analizar, ms que el contenido, el mtodo mismo de la teologa latinoamericana y su relacin con la liberacin." (9)

La diferencia con el telogo clsico o tradicional est en el punto de partida: la sospecha ideolgica, a la que debera obligarle al telogo latinoamericano su opcin por los pobres: "Sospecha (el telogo) que todo lo que tiene que ver con las ideas est ntimamente relacionado ... con la presente situacin social, incluso, por supuesto, la teologa." (12) Con esta epistemologa, que marca una clara y por el autor reconocida filiacin marxista, el materialismo histrico, y que es la consecuencia del presupuesto fundamental de una sola historia, a la que no se escapa ni la llamada Heilsgeschichte, la historia de la salvacin, resulta obvio que el telogo de la liberacin debera ser ante todo, y Juan Luis Segundo lo ha sido, un intelectual radical, y eso gracias a su saber sociolgico. Los conocimientos de exgeta, importantsmos y en una tradicin de protesta o protestante, quedan subordinados, mejor nachgeordnet, en un segundo paso, a esa nueva metodologa que se reclama con tanta vehemencia.

La tesis de que la teologa viene despus, porque el compromiso viene antes, conllevar en los aos siguientes discusiones e inclusive enfrentamientos fuertes, no solamente dentro de las iglesias latinoamericana y romana culminando en la Respuesta al Cardenal Ratzinger (1985), sino en el mismo seno de la Teologa de la liberacin. Segundo ya los prev en el 75 y son la razn del pesimismo en sus vaticinios; son dos los puntos discutidos: las implicaciones polticas y pastorales de la versin radical de la Teologa de la liberacin.

Saber sociolgico versus sabidura popular

"Toda teologa es poltica, aun la que no habla o no piensa en trminos polticos."(88) La nueva teologa latinoamericana, en las fronteras entre sociologa y poltica, desenmascara la (falsa) imparcialidad de lo acadmico, que no es otra cosa que un apoyo al status quo poltico. Pero son sobre todo los malentendidos en la fundamentacin de la pastoral que preocupan a Segundo. En los ltimos captulos de Liberacin de la teologa, en Teologa para la religin del pueblo y Un evangelio para minoras, el jesuita uruguayo insiste en un problema que una teologa liberadora no puede ignorar: "...la relacin entre un relativismo creador y conductas necesariamente minoritarias, as como la relacin entre una absolutizacin rutinaria y conductas masivas." (208)

La contextualizacin de la fe en la sospecha ideolgica, su historizacin, que conduce a un cierto relativismo, exige actitudes que no estaban y no estn todava al alcance de todos, del pueblo. Por eso hay esa necesaria primera restriccin a minoras. Pues el acto creativo presupone libertad, un proceso de liberacin, presupone sujetos quienes, al liberarse, han dejado de ser objetos de su evangelizacin. Y ahora el pueblo, las masas, pregunto yo, son objeto de una evangelizacin por las minoras? Segundo recurre entre otros a Lenin, su insistir en el rol de los intelectuales (burgueses) en el proceso revolucionario, y al mismo tiempo, un escndalo para las autoridades eclesisticas, a Jess de Nazaret. Pero el anlisis exegtico de imgenes bblicas como fermento y sal no le deja otra opcin: "a) que las exigencias evanglicas son minoritarias por esencia y definicin; b) que esta caracterstica las lanza no hacia pequeos intereses grupales, sino hacia la liberacin de la humanidad entera, esto es, de las masas..." (260) Y Segundo se apura a subrayar, para evitar cualquier sospecha de tipo totalitarista, que ese proyecto minoritario para las masas no consiste en imponer a estas exigencias elitistas o en construir una sociedad basada en exigencias minoritarias, sino en crear, para s y para otros, nuevas formas de energa para nuevas y ms creadoras posibilidades minoritarias en cada ser humano. Esta posicin de un radicalismo delicado tuvo, en cuanto a lo poltico y la crtica leninista al partido socialdemcrata, su revisin.

En este punto, sobre todo, Segundo constata profundas diferencias entre los telogos de la liberacin. Detecta el origen de la oposicin en Argentina, pero no solamente all, en una Argentina peronista, origen de una teologa del pueblo, sumida bajo la orientacin general de la "teologa de la liberacin" como expresin ms profunda de esta, la profundidad de una Argentina profunda (R. Kusch). Para ejemplificar este fenmeno que supera la mera demagogia eclesistica, Segundo, muy tajante en su juicio, cita a Frei Betto para ponerlo en tela de juicio: "La funcin del telogo es sistematizar la reflexin crtica que hace el pueblo de su praxis a la luz de la fe. Lo que es en aquel el saber racional, es en el pueblo sabidura. l ayuda al pueblo a develar la dimensin liberadora de su fe. De esa fe que es vivida en la abundancia de los dones del Espritu y cuyo discernimiento permite al pueblo escrutar los designios de Dios en los hechos de la vida..." (264)

Segn esta teologa y su correspondiente eclesiologa el telogo est a escuta do povo (Leonardo Boff), lleg a aceptar el discipulado del pobre (Dussel). Subsumir bajo el concepto reflexin crtica que es de origen filosfico y central para la Modernidad, lo racional y la sabidura, y mezclar o confundir la fe vivida con los dones del Espritu, de origen bblico, nos hace evidente por qu Juan Luis Segundo insisti tanto en lo metodolgico, en el rigor de la ciencias a las que pertenece tambin la teologa. La pregunta de Segundo si esa concepcin es o no digna de crdito, realista o romntica, es retrica: "El mensaje cristiano, al identificarse con una sabidura cultural determinada, se reduce hasta el punto de cortarse a s mismo la vuelta creadora, seria, a sus propias fuentes" (266)

Segundo ms tarde, en su Teologa abierta (1983/84), echar la culpa al cambio que est por manifestarse en la Teologa de la liberacin: sus colegas y amigos, en vez de apoyarse en el saber sociolgico, buscan apoyo en una filosofa o teologa filosfica facilitada por Enrique Dussel y Juan Carlos Scannone, los dos apoyados en Emmanuel Lvinas, y en una antropologa o etnologa en vogue que haba privilegiado las culturas autctonas; all los indgenas ya no son ms objetos de correspondientes estudios, sino encarnacin de sujetos autnticos en oposicin a la civilizacin de la Modernidad. Reconocemos fcilmente la inversin de la alternativa de Sarmiento al oponer positivamente la barbarie a la civilizacin.

Dos teologas: Qu qued de ellas?

Para concluir nuestra interpretacin de la pregunta acerca de qu quedara de la Teologa de la liberacin, deberamos diferenciar en nuestra respuesta entre dos teologas de la liberacin, as diferenciar claramente, ms tarde, la Teologa abierta (1983/84). Visto desde la primera a la que parece asociarse el pensamiento teolgico de Juan Luis Segundo en su comienzo, quedan incertidumbres que el jesuita no pudo disipar y que reaparecen, cada vez ms fuertes, hasta en sus Crticas y autocrticas de la teologa de la liberacin (1992). Para Segundo, y recordamos lo constatado en 1975, esa Teologa de la liberacin como teologa del pueblo no tendr futuro. Sera interesante saber cmo ella contribuy a la muerte de la primera, un tema para otra reflexin. .

Respuesta al cardenal Ratzinger

Status del documento: el telogo y el laico ilustrado. -Segundo afirma un hecho bsico: el documento que se analiza no pertenece al magisterio extraordinario sino al ordinario. Por eso es falible, en oposicin a la infalibilidad del extraordinario, p.e. cuando es ex ctedra, es decir en los asuntos de fe que el pontfice declara como dogma. Esa posibilidad de errar no debera ser considerada como meramente hipottica. Recuerda como ejemplo el famoso Syllabus de S.S. Po Nono respecto a la libertad religiosa. (14-16)

Agrega una segunda cosa que hay que tener en cuenta: esta posibilidad, muy real, de errar, no puede ser pretexto para minimizar, no slo el respeto genrico, sino la obligacin de obedecer al magisterio ordinario cuando este ejerce su funcin de ensear. Por eso hay que guardar, sobre todo para el telogo, pero tambin para el laico ilustrado, un difcil equilibrio entre la creatividad y la debida sumisin a la autoridad. "Responsable a la vez ante el magisterio y ante el laicado, el telogo sabe en teora que las dos lealtades no deben ser ms que una: la lealtad a Jesucristo cuyo Espritu trabaja tanto (aunque de diferente manera) en el magisterio como en el laicado." En esa tarea, en Amrica Latina, y eso escap, segn Segundo, a la Congregacin Romana, no se juegan el prestigio o el puesto de profesor, como en el caso de la suspensin del cargo al profesor alemn Hans Kng, sino hasta la vida misma. (16-18)

Ante el documento. -Segundo cita su ttulo oficial: Instruccin sobre algunos aspectos de la Teologa de la Liberacin, publicada con la fecha de 6 de agosto de 1984 y la firma de S. E. el cardenal Ratzinger, presidente de la Comisin para la Doctrina de la Fe. Al referirse el ttulo slo a algunos aspectos, como ms adelante el texto habla de ciertas teologas de la liberacin (en plural), esas formulaciones parecen permitir reducir el impacto limitando su alcance. Segundo, sin embargo, contrapone: "a mi parecer el documento tiene conciencia de ir ms all de la mera denuncia de excesos particulares, raros o perifricos." (21-25)

Confesin. -"En primer lugar quiero dejar constancia de que me siento profunda y plenamente afectado por ella. entiendo que mi teologa (es decir, mi interpretacin de la fe cristiana) es falsa si la teologa del documento es verdadera o es la nica verdadera." En cuanto a la ideologa marxista, p.e., que la Instruccin ataca, dice: " no me siento afectado por esa crtica, pues he escrito, adems de otras cosas, un tomo entero, Fe e Ideologa (El Hombre de hoy ante Jess de Nazaret) que aborda precisamente ese examen crtico de naturaleza epistemolgica". Al apoyarse en Karl Rahner, uno de los telogos de influencia decisiva en la riqueza doctrinal del Vaticano II, para su defensa de Gustavo Gutirrez y su Teologa de la liberacin, del todo ortodoxa, la Respuesta al Cardenal Ratzinger va al punto central cuestionado por el documento romano: un pluralismo legtimo, un sano pluralismo teolgico. "Y, a mi entender, la Instruccin da una luz suficiente para reconocerlo que la Comisin tiene como criterio teolgico para dirimir la relacin pluralismo-ortodoxia." (27-33)

El comienzo de la fe. "Desde el comienzo de la humanidad, la gracia de Dios puso a todos los hombres en camino hacia la relacin ntima con Dios y la vida celestial" -segn el Concilio Vaticano II que sigue en eso la tesis de Rahner del existencial sobrenatural, y el Concilio de Orange (592) que destaca todo lo bueno y verdadero que se halla entre los hombres. "la Iglesiapuede ahoravolverse, como dice Pablo VI, antropocntrica sin dejar por eso todo lo contrario- de ser autnticamente teocntrica. () En efecto, el principio de que hablamos es la categora teolgica que destruye la compartimentacin entre lo profano y lo sagrado, entre lo natural y lo sobrenatural." (100-101)

La teologa de la liberacin y la teologa posconciliar noratlntica. "La diferencia que s existe y es visibleproviene del contexto. () Surga de que la problemtica del hombre no consista all (en el Norte) en qu hacer con el desarrollo (y la direccin antropocntrica de la cultura moderna, la mentalidad moderna, as Pablo VI), sino en qu hacer con el hombre pisoteado, humillado y deformado por siglos de opresin y miseria." Pues condenando la Teologa de la liberacin por reduccionista y secularizadora, como lo hace la Instruccin, ese juicio afecta a la teologa catlica universal. (102-103)

Liberacin y hermenutica: el marxismo. -"en la teologa posconciliar se advierte la necesidad de una hermenutica (o mtodo interpretador) circular: para conocer a Dios es menester conocer al hombre y viceversa. As como para amarlo." Y siendo el ateismo "accidental" en el marxismo, su saber del materialismo histrico, p.e., sirve para conocer. Contra la afirmacin que en el centro de la concepcin marxista haya la negacin de la persona humana y la de su libertad y sus derechos, Segundo recuerda: "Nadie, con un poco de cultura histrica, puede ignorar que el marxismo, bueno o malo, verdadero o equivocado, naci precisamente para luchar contra esa negacin, tal como la sufran millones de personas en el comienzo de la revolucin industrial. () Yo percibo aqu (en la negacin de eso) una nota de odio o, por lo menos, de resentimiento." (117-129)

Primera y segunda parte del documento. -Para Segundo la Teologa de la liberacin no merece la condena que de ella se hace en la primera parte, por reducir el evangelio de la salvacin a lo inmanente de la historia, eso no slo en el caso de la Teologa de la liberacin, sino en la historia de la teologa en los ltimos tiempos, el perodo posconciliar. Sin embargo, ve que la segunda parte del documento podra ser muy til: el magisterio cumple aqu la funcin de anunciar un peligro de error dogmtico y prctico. Aunque aqu tambin se nota cierto sentido comn muy ligado a prejuicios y sentimientos comunes a una poca de tensiones, amenazas y guerra fra en el plano poltico. (136-138)

De la lucha de clases a la violencia. -"Hay, de todos modos, un marxismo simplificador, oficial, ad usum Delphini, donde la dialctica queda reducida a un simple determinismo vlido para todos los conflictos () El documento hace luego un laudable esfuerzo por escapar a ese estereotipo que presenta el odio como la actitud propia del marxista en la lucha de clases." En este contexto surge una cita tomada de la obra Gustavo Gutirrez: "No hay situaciones, por difciles que sean, que impliquen una excepcin o un parntesis en las exigencias universales del amor cristiano." Sin embargo, dice Segundo: "Prefiero considerar la lucha de clases de que habla el marxismo como una bsqueda de la justicia, bsqueda que, en la historia de los hombres y de su pecado, hay que hacer dentro de un contexto conflictivo." Por eso, citando a Medelln y a Pablo VI: "la insurreccin revolucionaria puede legitimarse en el caso de una manifiesta y prologada tirana que ataca derechos fundamentales de la persona y pone en peligro el bien comn de la nacin, ya proceda de una persona o de estructuras claramente injustas." Queda la pregunta por el problema del relativismo moral: "No estar, en ese caso, Amrica Latina en su contexto ms prximo al Antiguo Testamento que al Nuevo?" Ya que para Segundo la violencia es juda y bblica. (145-162)

Amicus Plato sed magis amica veritas: Que Platn me lo perdone

y mis amigos de la Teologa de la liberacin. -"He credo ver aflorar casi continuamente (en la Instruccin) un resentimiento que lleva a la caricatura y desautoriza una crtica que, de otra manera, debera ser reconocida y atendida por la teologa de la liberacin. Porque la necesita. No por cierto para abandonar la partida, sino para madurar. () Siento y mantengo mi solidaridad global con mis colegas latinoamericanos Pero no puedo hablar en nombre de ellos. Lo hago slo en el mo. Quera decirlo porque en este captulo y en el siguiente admitir lo bien fundado de ciertas crticas o advertencias hechas a la teologa de la liberacin." (151)

Los puntos a discutir en y para los dos bandos: la Teologa de la liberacin y la Instruccin. -"Praxis partidaria, parcialidad epistemolgica, relativizacin de la verdad, relativizacin de la teologa y de la fe: he aqu los pasos de la lgica que va siguiendo, con harta claridad, el documento." El eje central de la discusin es o sera: la Ilustracin, ese fenmeno histrico irreversible, diferenciada entre la marca de la primera y de la segunda Ilustracin. El resultado: una sorpresa desconcertante: "A la medida que se avanzaba, se descubra que la verdad esquivaba las interpretaciones ms cienttificas, simples, idnticas a s mismas, inmutables Tampoco la palabra de Dios escapaba a esos prejuicios; por eso, cuando se pensaba tener la verdad, sta remita al cristiano mismo a buscar la verdad (Concilio Vaticano II)." (151-152)

Iglesia popular, iglesia poltica: dos teologas de la liberacin. -"En efecto, entre esas dos teologas, entre el comienzo y mediados de los aos setenta, tiene lugar la aparicin y el desarrollo de la Iglesia del pueblo como fenmeno nuevo en la eclesiologa latinoamericana." Iglesia del pueblo, iglesia de clase, as la Instruccin en su juicio teolgico de una reduccin unidimensional, de ah ambigedades. Segundo acepta esta crtica por ser la expresin Iglesia del pueblo, teolgicamente equivocada, pero sociolgicamente acertada, una iglesia que nace del pueblo. Adems: "esta segunda tendencia de la teologa de la liberacin, en la medida misma en que ha hecho del pueblo ya movilizado o en vas de movilizacin- no slo el objeto inmediato, sino ya desde ahora el sujeto principal de la teologa liberadora, se ha ido separando de las ciencias sociales (y de su anlisis), de la politizacin (como elemento hermenutico) y finalmente del marxismo." Pues por su origen tnico y cultural ese pueblo es tan distinto del proletariado (de Marx), y adems un anlisis de clase no parece poder dar cuenta de la riqueza y de la fuerza del elemento popular latinoamericano. (176-179)

Algunos "defectos" de la Iglesia popular, aspectos negativos de ella, o pasibles de serlo. - Manipulacin de la Iglesia popular? pregunta Segundo. La primera razn, segn l, viene del temor que se tiene en general a toda movilizacin popular espontnea, y por la violencia institucionalizada, la tentacin de una contra-violencia. Una segunda razn para temer es la dbil conciencia que este pueblo tiene de la autoridad eclesistica en general y de su funcin magisterial en particular. Pero para Segundo, estas dos razones desembocan en una tercera y principal: el peligro de manipulacin y esta caracterstica debilidad debera ser reconocida. "Es difcil que esta espontaneidad se conecte profundamente con la fe cristiana, si se entiende por profundidad no el sentimiento, sino la reflexin. Creo que sera tremendamente irreal pedirle al grueso de la poblacin (muchas veces sin instruccin alguna) una concientizacin poltica que corra paralela con un hondo conocimiento de la fe cristiana y de sus consecuencias para la vida y sus problemas." (184-186 )

A modo de resumen. -"Lleva (la Instruccin) hasta sus ltimas consecuencias, sin temer parecer fuera de moda, una clara intencin anti-secularista: la misma intencin que define a la teologa de la liberacin como reductora del evangelio de la salvacin a un evangelio terrestre. El mismo cardenal Ratzinger ayudaba a entender esta sistematizacin cuando enfrentaba la fe a la afirmacin, en Occidente, de la nueva burguesa del terciario con su ideologa liberal-radical de tipo individualista, racionalista y hedonista." Segundo piensa que los latinoamericanos no consiguen reconocer su propia realidad en el documento, ni tampoco la realidad europea que sustenta la primera parte. Contrariamente, la segunda parte del documento le parece ms aprovechable por las ambigedades, las exageraciones clasistas que se reprochan a nuestra concepcin de la Iglesia, de su funcin y de sus posibilidades. (191)

Un aviso a la Iglesia. -"las dos partesse unen en un punto que afecta a la Iglesia entera: la valoracin negativa del Vaticano II y perodo posconciliar." Las pginas de Segundo, como l dice, habrn cumplido su cometido si logran convencer a alguien de la necesidad de reafirmar el solemne magisterio de la Iglesia que, despus de tanto tiempo de inmovilidad y ausentismo, volvi, como deca Pablo VI, a poner a la Iglesia al servicio del hombre. (191-195)

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Biografa

Esta biografa pertenece a parte de un trabajo sobre Juan Luis Segundo preparado por IvonneClerc, Carlos Gutirrez, Jos Irureta Goyena y Elbio Medina, en Montevideo, Uruguay (1996).

1925 Nace en Montevideo el 31 de octubre.1941 Luego de realizar sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Sagrado Corazn, ingresa a la compaa de Jess el 12 de marzo. Hizo los votos religiosos y los primeros pasos de su formacin como jesuita en Crdoba (Argentina).1946 Estudia filosofa en el seminario de San Miguel (Argentina). Se licencia con la tesis "Existencialismo: Filosofa y Poesa", en 1948.1949 Hace su primer ao de magisterio en el Colegio Sagrado Corazn como profesor de Filosofa y Literatura. Publica en 1953, mimeografiado, el registro de sus clases: "Orientaciones Literarias: Apuntes de clase".1952 Realiza un ao de estudios de teologa en el seminario San Miguel (Argentina) y los culmina en la Facultad de Teologa de los Jesutas San Alberto, en Eegenhoven, Lovaina (Blgica). Se licencia en Teologa en 1956 con la tesis: "La Cristiandad una utopa?". En Lovaina participa en un curso sobre la teologa de la gracia, dictado por Leopoldo Malevez. Sostiene Segundo "a partir de un enfoque que ya aparece en el II Concilio de Orange del ao 529, y que diez aos despus se encuentra en los documentos del Vaticano II: la gracia de Dios est siempre implcita en la naturaleza humana. No se debe entonces compartimentalizar lo sagrado y lo secular, manteniendo una perspectiva balanceada".1955 Es ordenado Sacerdote el 15 de agosto y su tercera probacin la hace en 1957 en Paray le Monial.1958 En la Facultad de Letras de la Sorbona, bajo la direccin de Gandillac, consagra los aos siguientes a preparar su "Doctorar d'Etat". Lo obtiene en 1963. Su tesis principal trata sobre el pensamiento de Nicols Berdiaeff y es publicada con el ttulo "Berdiaeff, una reflexin cristiana sobre la persona", (Ed.Aubier, Paris) subvencionada por el "Comit National pour La Recherche Scientifique".La tesis complementaria la realiza bajo la direccin de Paul Ricoeur, con el ttulo "La cristiandad, una utopa?". Retoma su tesis para la licenciatura en Teologa. Los autores que tuvieron mayor influencia en su obra no fueron todos telogos "Debo mucho al primer Rahner, pero los que influyeron ms profundamente en m son autores tanto filsofos como telogos, como por ejemplo N. Berdiaeff y me atrevera tambin a decir el Jean Paul Sartre de la primera poca y de las primeras obras de teatro, tratando el problema de la libertad. En cuanto a la filosofa de la ciencia, la epistemologa y la antropologa, debo mucho a Teilhard de Chardin entre los catlicos y a Gregory Bateson entre los no creyentes".1961 Comienza en Montevideo su actividad como conferencista impulsando y orientando los "Cursos de Complementacin Cristiana". En ellos se analizaba la problemtica econmica, social y poltica en forma compatible con una actualizada comprensin de la fe. Estos cursos duran hasta 1964. Combina su actividad en Uruguay con sus trabajos en el continente. En Chile trabaja con R. Vekemans sobre un "Ensayo de Tipologa Socioeconmica Latinoamericana" y con R. Poblette un "Ensayo de Tipologa Poltica de Amrica Latina". Es asesor de Pax Romana.1962 Participa en los Cursos Internacionales de Verano de la Universidad de la Repblica (Uruguay) con tres conferencias sobre "La Concepcin Cristiana del Hombre".1963 Integra la Direccin de la Sociedad Uruguaya de Filosofa como Vocal. En 1961 haba participado de un Simposio organizado por dicha Sociedad y la Comisin Nacional de UNESCO sobre "El Fracaso de la Sancin Jurdica Universal Objetiva de los Derechos Humanos".Desde 1960 e intensificndose a la fecha, es su participacin como colaborador de diversas publicaciones peridicas, acadmicas y de opinin. En Uruguay: Semanario Marcha, Cuadernos de Marcha, Cuadernos Latinoamericanos de Economa Humana, Revista Vspera, Cuadernos Uruguayos de Filosofa, diario Epoca, diario El Bien Pblico. En Amrica: Revista Mensaje (Chile). Revista Interamericana de Sociologa (Colombia), University of Notre Dame Press (U.S.A.), Orbis Book (U.S.A.). En Europa: Concilium (Holanda), Etudes (Francia), Miscelneas Comillas (Espaa).1965 Funda junto a otros compaeros jesutas y dirige (hasta 1971) el Centro de Investigacin y Accin Social (CIAS) Pedro Fabro. Las actividades del Centro se especializaron en investigaciones socioreligiosas y se difundieron en cursos, en conferencias, y en la revista Perspectivas de Dilogo. Su obra bsica "Teologa Abierta Para el Laico Adulto" de cinco volmenes y editada por C. Lohl en Argentina, es fruto del trabajo y la experiencia del Centro Pedro Fabro, compuesto por un grupo de telogos que son al mismo tiempo especialistas en ciencias humanas, tales como antropologa, sociologa, economa, etc. Su esfuerzo, en el que colaboran laicos, va a ser repensar el mensaje cristiano en ntima conexin con la sociedad latinoamericana. Es asesor en temas de Eclesiologa en el Departamento de Pastoral del CELAM. Comienza una fecunda actividad como gua en pequeos grupos de reflexin teolgica. Es a partir de esa comunicacin contextuada que va tomando forma y organizando su reflexin teolgica, que luego plasma en su prolfica obra escrita. Esta actividad la mantendr hasta el fin y no slo en Montevideo, sino tambin en Caxias do Sul y San Pablo (Brasil).1970 En el Encuentro de Petropolis (Brasil) presidido por Monseor Ivan Illich comienza un contacto regular con otros telogos latinoamericanos desde centros de inters afines. Junto al telogo Gustavo Gutirrez presenta diferentes ponencias que constituyen el marco de la naciente Teologa de la Liberacin. Toda su obra se inserta en la Teologa de la Liberacin. Si bien nunca ocult sus posiciones crticas (adoptadas desde un rigor metodolgico incontestable) en torno a algunos planteamientos de dicha teologa o al menos, de algunos de sus ms calificados representantes. La constante preocupacin de Segundo por dar razn de la fe lo ha llevado a revalorizar el papel del intelecto en ese campo y en el de la praxis histrica, y a reflexionar sobre las relaciones entre la funcin intelectual y la salvacin cristiana. Esto sita como sus centros de inters la relacin del acontecer humano y el reino de Dios, entre las opciones polticas y la esperanza cristiana.1972 Participa con seminarios y conferencias de uno de los eventos fundacionales de la naciente Teologa de Liberacin, el encuentro "Fe Cristiana y Cambio Social en Amrica Latina", organizado por el Instituto Fe y Secularidad, El Escorial, Madrid (Espaa).1974 Desarrolla un curso sobre "Liberacin de la Teologa" en la Ctedra de Estudios Ecumnicos de la Divinity School de la Universidad de Harvard (U.S.A.).Distinguen su libro "The Sacraments Today" con el "Best Book in 1974 Liturgy" por la Catholic Press Association, New York (U.S.A.).1975 El gobierno de facto clausura la revista Perspectiva de Dilogo y se dispersa la actividad del Centro Pedro Fabro, que se cerrar ms tarde.1978 Comienza sus Cursos Anuales de Teologa en la Parroquia San Juan Bautista de Pocitos (Montevideo), que se dictarn todos los meses de setiembre, hasta 1989.1980 En el Centro de Orientacin Misionera de Caxias do Sul (Brasil) realiza Cursos Anuales de Teologa, que se extendern hasta 1994. A partir de este ao se incrementa su actividad como Profesor invitado en distintas Universidades del mundo. Universidad de Birmingham (U.S.A.), Universidad de Minnesota (U.S.A.), Universidad de Comillas (Espaa), Universidad de Camberra y Queensland (Australia), Universidad de Toronto y Montreal (Canad ), Universidad de Dubln (Irlanda).1982 Colabora con la revista La Plaza, Las Piedras (Uruguay) con el artculo "Clemencia para los vencidos". La dictadura clausura definitivamente la publicacin por ste y otros artculos.1987 Conferencia sobre la "Teologa de la Liberacin" en el Paraninfo de la Universidad de la Repblica (Uruguay).1988 Cursos regulares bianuales que dicta en el Centro Svres (Paris) de la Compaa de Jess y en la Universidad de Lyon (Francia), hasta 1994.1989 Conferencia en La Ronda, Huelva (Espaa) sobre "Premisas socioeconmicas implcitas y explcitas de la Teologa de la Liberacin".1990 Primer Premio al Mejor Libro de Teologa de 1990 por su libro: "Jesus devant la conscience moderne: Le Christianisme de Paul" otorgado por la revista "Il Est Une Foi". Francia. Es designado Asesor del Consejo Mundial de Iglesias, Ginebra (Suiza).1992 "Crtica y Autocrtica de la Teologa de la Liberacin" es la ponencia central que le fue solicitada para el encuentro de evaluacin de esta corriente, realizado en El Escorial, Madrid, Espaa, a veinte aos del fundacional, "Fe Cristiana y Cambio Social en Amrica Latina".1996 Fallece en Montevideo el 17 de enero, a los 70 aos de edad.DocumentosArchivos disponibles al 5 Abril 2015 en:http://www.mediafire.com/folder/re20plgkj5qp3/Juan_Luis_Segundo_01http://www.mediafire.com/folder/032rk88ruibhi/Juan_Luis_Segundo_021 A causa de Ese Reino - Lectores de JLS en Umbrales - Set 2009.pdf2 Acerca de las Charlas de Juan Luis Segundo.pdf3 Algunas ideas sobre Escritura y Teologia.pdf4 Ardao, Arturo - Recuerdos de Juan Luis Segundo, filsofo - Misin 1996.pdf5 Aspectos biogrficos y teolgicos de la vida y pensamiento de JLS - Entrevista 1994.pdf6 Assandri, Andrs - Perfil de Juan Luis Segundo - Misin 2006.pdf7 Bailn, Ramn - El crculo hermenutico en la teologa de JLS - Surcos.pdf8 Barriola, Miguel - Jesucristo segn Segundo - 2007.pdf9 Bonelli, Marco Antonio - La libertad cristiana en San Agustn y J L Segundo (port).pdf10 Bonelli, Marco Antonio - La libertad y JLS - Charla La Spezia 2009.pdf11 Cabestrero, Tefilo - Dilogo con Segundo en Montevideo -1978.pdf12 Canessa, Agustn - Juan Luis Segundo Un humanista que salva la historia.pdf13 Cetrulo, Ricardo - Juan Luis Segundo el amigo y compaero de ruta - La Repblica 29 01 1996.pdf14 Cetrulo, Ricardo - Juan Luis Segundo Un liberador de la teologa - Brecha 1 Marzo 1996.pdf15 Costadoat, Jorge - El Dios de la vida - Tesis Doctoral-1993.pdf16 Courtoisie, Agustn - JLS Una teologa de rostro humano - 1996.pdf17 Delgado, Marta - Ubicacin de las Teologas de la Liberacin latinoamericana - 1991.pdf18 El umbral de una escatologa madura - Acerca del Juicio de Dios en JLS.pdf19 Entrevista a Hubert Reeves (1993).pdf20 Entrevista a Trin Xuan Thuan (1994).pdf21 Flores Pinto, Valmir - O ser humano entre o sagrado e o secular -Tesis- JLS - 2005- port.pdf22 Frontn, Federico - La actualidad de la Teologa de la Liberacin - Brecha Oct 2010.pdf23 Gelsi Bidart, Adolfo - Libertad amor justicia - 1993.pdf24 Gonzlez Faus, Jos Ignacio - Prlogo a El dogma que libera de J L Segundo.pdf25 Guerra, Mario - Testimonio como integrante del grupo de Lectores de JLS.pdf26 Gutirrez, Gustavo - JLS Una amistad para toda la vida - Misin 1996.pdf27 Haight, Roger - Pensando sobre Dios con Juan Luis Segundo.pdf28 Hansen, G - La concepcin trinitaria en orgenes de TL- el aporte de JL Segundo-1997.pdf29 Heise, Ekkehard - La espera de Dios El vigor ecumnico de la teologa de JLS - 1997.pdf30 Irureta Goyena, Jos - Treinta y dos aos con JLS - Misin 1996.pdf31 Kapln, Mario y Segundo, Juan Luis - Guas para Cristianos en bsqueda - Ciclo I Cap 1 a 7.pdf32 Kapln, Mario y Segundo, Juan Luis - Guas para Cristianos en bsqueda - Ciclo I Cap 13 a 20.pdf33 Kapln, Mario y Segundo, Juan Luis - Guas para Cristianos en bsqueda - Ciclo I Cap 8 a 12.pdf34 Kapln, Mario y Segundo, Juan Luis - Guas para Cristianos en bsqueda - Ciclo II.pdf35 Kaplun, Mario y Segundo, Juan Luis - Guas para Cristianos en bsqueda - Ciclo III.pdf36 Marl, Ren - Fe Ideologa Religin en Juan Luis Segundo - 1988.pdf37 Mato Fernndez, Carlos - Convergencias entre Popper y Segundo.pdf38 Mato Fernndez, Carlos - El telogo Segundo dialoga con los ateos y filosofa con las ciencias - 1992.pdf39 Matossin, Ricardo - Juan Luis Segundo era alto y delgado-1997.pdf40 Medina, Elbio - Actualidad del pensamiento de Juan Luis Segundo - Misin 2006.pdf41 Medina, Elbio - El sentido del mal en la teologa de J L Segundo - Tesis 1991.pdf42 Medina, Elbio - Homila en la misa de despedida de JLS.pdf43 Medina, Elbio - Juan Luis Segundo Un creyente sabio y comprometido - 1996.pdf44 Medina, Elbio - La cuestin del mal en Juan Luis Segundo - 1992.pdf45 Medina, Elbio - La esperanza en Juan Luis Segundo - Tesis 1995.pdf46 Mena, Francisco - Fe revelacin y signos de los tiempos Una relectura del artculo de JLS 2008.pdf47 Mguez Bonino, Jos - Universalidad y contextualidad en teologa - 1997.pdf48 Murad, Afonso - A teologa inquieta de Juan Luis Segundo - 1994 port.pdf49 Nicolon, Ricardo - Juan Luis Segundo - Hermenutica de la liberacion-2008.pdf50 Ortiz, Eduardo - Juan Luis Segundo - Nuevo Aporte - Cristologa sudamericana-1982.pdf51 Pastor, Flix - Arcani Disciplina. Sobre el pensamiento teolgico de Juan L Segundo-2002.pdf52 Pedroso Mateus, Odair - Dois Ensaios sobre a gnese universitria de Juan Luis Segundo-2013.pdf53 Prez Garca, Antonio - Jornadas en recuerdo de Juan Luis Segundo - Misin 2006.pdf54 Presentacin candidatura de Segundo al Premio Labor Intelectual -1996.pdf55 Presentacin Cuadernos ISEDET en memoria de JLS 1997.pdf56 Raffo, Armando - Concepto y necesidad de la Revelacin segn Segundo -Tesis 1986.pdf57 Renart, Francisco - Fe Antropolgica y fe religiosa en JLS - UCUDAL Oct 2010.pdf58 Renart, Francisco - Presentacin del libro Ese Reino - 2009.pdf59 Reuniones de reflexin con Segundo sobre el Evangelio de Mateo - 1973.pdf60 Rivero Horta, Miguel - La liberacin de duelo ha muerto Juan Luis Segundo.pdf61 Roldn, David - Problemas en torno al mesianismo humanista de Juan Luis Segundo-2010.pdf62 Ruiz Prez, Fco J. - La discusin entre Sobrino y Segundo sobre los Ejercicios-1999.pdf63 Sanhueza Vidal, K S - Jess como Cristo Liberador Algunos trazos de la cristologa de Segundo y Sobrino.pdf64 Santa Ana, Julio de - La reflexin teolgica de Juan Luis Segundo - 1997.pdf65 Scuro, Jorge - Las huellas que dej en mi vida Juan Luis Segundo - Revista Misin 1996.pdf66 Se fue un gigante del pensamiento contemporneo - La Republica18 Enero 1996.pdf67 Segundo, Juan Luis - Hacia una exgesis dinmica - Vspera 3 - 1967.pdf68 Segundo, Juan Luis - Retrato en Umbrales Marzo1996.pdf69 Segundo, Juan Luis - 100 aos de la Iglesia en Uruguay (1878-1978).pdf70 Segundo, Juan Luis - A dnde va esta Iglesia - Marcha - 1967.pdf71 Segundo, Juan Luis - Apuntes sobre Teologa de la Liberacion-1985.pdf72 Segundo, Juan Luis - Berdiaeff - Ponencia Soc. Uruguaya Filosofa - 1963.pdf73 Segundo, Juan Luis - Berdiaeff Une reflexion chretienne sur la personne -Introduction 1963 fr.pdf74 Segundo, Juan Luis - Berdiaeff -Tesis Primera parte- Caps 1 a 4 (Francs).pdf75 Segundo, Juan Luis - Bibliografa.pdf76 Segundo, Juan Luis - Biografa.pdf77 Segundo, Juan Luis - Camilo Torres sacerdocio y violencia - Vspera 1 - 1967.pdf78 Segundo, Juan Luis - Capitalismo-Socialismo Crux Theologica - Concilium 096 junio 1974.pdf79 Segundo, Juan Luis - Classic Curriculum of Theology Is Disaster -1974.pdf80 Segundo, Juan Luis - Clemencia para los vencidos - Revista La Plaza 1982.pdf81 Segundo, Juan Luis - Comentario al Libro de la Sabidura.pdf82 Segundo, Juan Luis - Concepcin cristiana del hombre-1962.pdf83 Segundo, Juan Luis - Concepcin cristiana del trabajo.pdf84 Segundo, Juan Luis - Condicionamientos actuales de la Reflexin Teolgica en AL - 197585 Segundo, Juan Luis - Conversin y reconciliacin en la teologa de la liberacin-1976.pdf86 Segundo, Juan Luis - Creacin instantnea o evolutiva - 1993.pdf87 Segundo, Juan Luis - Cristologa (port.) 1984.pdf88 Segundo, Juan Luis - Crticas y autocrticas de la TdeL- Escorial II -1992.pdf89 Segundo, Juan Luis - De una teologa de salvacin a una de liberacin - Entrevista 1988.pdf90 Segundo, Juan Luis - Del atesmo a la fe - 1968.pdf91 Segundo, Juan Luis - Destino del catolicismo - Marcha 1964.pdf92 Segundo, Juan Luis - Dilogo y teologa fundamental - Concilium 046 - Junio 1969.pdf93 Segundo, Juan Luis - Dinmica de la visin de la Iglesia y el papel del laico en ella-1966.pdf94 Segundo, Juan Luis - Dios demasiado lejos demasiado cerca - 196X.pdf95 Segundo, Juan Luis - Dios nos interesa o no - 1968.doc96 Segundo, Juan Luis - Discernimiento tico-poltico hoy en AL - 1994.pdf97 Segundo, Juan Luis - Disquisicin sobre el Misterio Absoluto - 1985.pdf98 Segundo, Juan Luis - Dos propuestas sobre el Principio y Fundamento -1990.pdf99 Segundo, Juan Luis - El cambio dentro de la teologa latinoamericana - 1983.pdf100 Segundo, Juan Luis - El Dogma Cristiano-1987.pdf101 Segundo, Juan Luis - El futuro del cristianismo en Latinoamrica - 1962.pdf102 Segundo, Juan Luis - El Infierno-1983.pdf103 Segundo, Juan Luis - El padre Lombardi - Tribuna Catlica 1951.pdf104 Segundo, Juan Luis - El poder del hbito - 1968.pdf105 Segundo, Juan Luis - El sacerdote y la novela contemporanea.pdf106 Segundo, Juan Luis - El sentido de la historia humana (1986).pdf107 Segundo, Juan Luis - El testimonio y las bsquedas de Teilhard de Chardin - 1988.pdf108 Segundo, Juan Luis - Es la Teologa de la Liberacin una mala palabra - 1985.pdf109 Segundo, Juan Luis - Esbozo de una antropologa cristiana.pdf110 Segundo, Juan Luis - Ese hombre Jess-1978.pdf111 Segundo, Juan Luis - Etapas de su obra.pdf112 Segundo, Juan Luis - Fase oculta de la Iglesia en Amrica Latina - 1969.pdf113 Segundo, Juan Luis - Fe de Jess-1981.pdf114 Segundo, Juan Luis - Fe e Ideologa-1984.pdf115 Segundo, Juan Luis - Funcin social de la universidad latinoamericana -1962.pdf116 Segundo, Juan Luis - Hacia una exgesis dinmica - Vspera 3 - 1967.pdf117 Segundo, Juan Luis - Hegel Una fecunda ambigedad - 1966.pdf118 Segundo, Juan Luis - Iglesia 20 aos despus del Concilio -1982.pdf119 Segundo, Juan Luis - Ignacio de Loyola prueba o proyecto-1992.pdf120 Segundo, Juan Luis - Intelecto y salvacin - 1966.pdf121 Segundo, Juan Luis - Justicia social y revolucin - 1968.pdf122 Segundo, Juan Luis - Justicia social y revolucin - Montreal -1976.pdf123 Segundo, Juan Luis - La evangelizacin de Amrica -1988.pdf (El ttulo original es El legado de Coln y la jerarqua de verdades cristianas".)124 Segundo, Juan Luis - La hermenutica de Bultmann y la de la teologa latinoamericana -1987.pdf125 Segundo, Juan Luis - La Iglesia y su misin en el Uruguay de 1961.pdf126 Segundo, Juan Luis - La Libertad Cristiana-1989.pdf127 Segundo, Juan Luis - La opcin de los pobres como clave hermenutica para entender el Evangelio- Relat 118.pdf128 Segundo, Juan Luis - La predicacin en la teologa de San Pablo.pdf129 Segundo, Juan Luis - La problemtica actual de la Iglesia - 1971.doc130 Segundo, Juan Luis - La reunin de Puebla no tiene una importancia decisiva - 1979.pdf131 Segundo, Juan Luis - La revancha eclesistica del Partido Nacional - Marcha - 1970.pdf132 Segundo, Juan Luis - Las Bienaventuranzas y la Iglesia.pdf133 Segundo, Juan Luis - Las dos teologas de la liberacin el AL-1986.pdf134 Segundo, Juan Luis - Las elites lat. problemtica humana y cristiana ante cambio social - Escorial 1972.pdf135 Segundo, Juan Luis - Liberacin fe e ideologa Rev. Mensaje - 1972.pdf136 Segundo, Juan Luis - Libertad y liberacin - 1990.pdf137 Segundo, Juan Luis - Los sacramentos, Gracia y Signo-1986.pdf138 Segundo, Juan Luis - Opcin por o con los pobres - 1990.pdf139 Segundo, Juan Luis - Padre Hijo Espritu Una historia - 1968.pdf140 Segundo, Juan Luis - Pequeo psicoanlisis poltico del catlico uruguayo - 1960.pdf141 Segundo, Juan Luis - Perspectivas para una teologa latinoamericana - 1977.pdf142 Segundo, Juan Luis - Problemtica de la idea de Dios y de la liberacin del hombre - 1971.pdf143 Segundo, Juan Luis - Que es la iglesia - Charla -1970.pdf144 Segundo, Juan Luis - Que hay sobre la Declaracin Episcopal - Marcha 1971.pdf145 Segundo, Juan Luis - Que piensa de esto la Iglesia - Marcha - Oct.1973.pdf146 Segundo, Juan Luis - Reflexiones de un cristiano sobre Frente Amplio despus Nov.1971.pdf147 Segundo, Juan Luis - Reino de Dios - 1979.pdf148 Segundo, Juan Luis - Revelacin Fe Signos de los tiempos.pdf149 Segundo, Juan Luis - Sus artculos en Perspectivas de Dilogo - 1965-1974.pdf150 Segundo, Juan Luis - Teilhard de Chardin - 1975.pdf151 Segundo, Juan Luis - Teologa Mensaje y Proceso - 1974.pdf152 Segundo, Juan Luis - Teologa y ciencias sociales - Escorial I -1972.pdf153 Segundo, Juan Luis - Un Dios a nuestra imagen - 1969.pdf154 Segundo, Juan Luis - Un nuevo comienzo - Vspera 2 - 1967.pdf155 Segundo, Juan Luis - Visin Teolgica de la Pastoral - Cursillo - Bogot - 1965.pdf156 Segundo, Juan Luis y Rod, Patricio - Cuaderno Enciclopedia Uruguaya 37 - 1969.pdf157 Segundo, Juan Luis y Rod, Patricio - Presencia de la Iglesia- 1969.pdf158 Sobrino, Jon - Atesmo e Idolatra - Misin 1996.pdf159 Stumme y Michel - Dilogo entre profesor y alumno a propsito de El Hombre de hoy - 1986.pdf160 Taller JLS en Revista Misin Nov 2014.pdf161 Tmez, Elsa - Entrevista a Juan Luis Segundo -1985.pdf162 Tilve, Alejandro - Fe en el pensamiento de Juan Luis Segundo - Surcos -1991.pdf163 Topolansky- Ayestarn - M. Percovich - Junta Dptal. Montevideo- Sobre J L Segundo - 1996.pdf164 Torres Queiruga, Andrs - JLS Una teologa verdadera - Misin 1996.pdf165 Trujillo, Omar - Evolucin determinismo y azar - 1993.pdf166 Trujillo, Omar - La ciencia y la validez de la apuesta por un Dios personal - 2006.pdf167 Valdecir Cordeiro - Dilogo e reflexo cristolgica no pensamento JLS-Tesis 2007 -port.pdf168 Verdugo, Fernando - Fe y modernidad en Amrica Latina La teologa de JLS-2007.pdf169 Verdugo, Fernando - JLS al servicio de las comunidades.pdf170 Verdugo, Fernando - JLS y las mediaciones culturales para pensar la salvacin -2006.pdf171Verdugo, Fernando - Relectura de la Salvacin Cristiana en J L Segundo - 2003.pdf

Blogger.Fe y PolticaIndiceEl pensamiento poltico de Juan Luis Segundo S.J.(Tomado y adaptado de la obra Teologas Deicidas [Editorial Encuentro, Madrid 2000, 380 pgs.] En particular del Captulo 5, pgs. 130-150:Recomendacin y defensa del marxismo)Lo que distingue singularmente la obra de Segundo es su carcter excitantemente positivo y materialista, que no respeta dogmas ni valores absolutos y que no reconoce ningn rito sagrado que haya inhibido sus estudios (Ricardo D. Matossian)La recomendacin y defensa del marxismo por parte de los telogos de la liberacin, entre los cuales el difunto jesuita uruguayo Juan Luis Segundo, es una consecuencia directa de la extendida desatencin a las enseanzas del Magisterio. Hay que decir de nuevo que Juan Luis Segundo no es el inventor de esta desobediencia y que no est solo en esa corriente? Como ha dicho J. M. Carreras SJ: Es interesante sealar que el autor representa una opinin muy extendida entre sus colaboradores y amigos si hemos de hacer caso a sus palabras, y es de suponer que conoce la manera de pensar de quienes han colaborado tantos aos con l y se han alineado en su corriente1.Sin embargo, su obraTeologa de la liberacin. Respuesta al Cardenal Ratzinger2, adquiri notoriedad y destac en medio del nutrido coro de la oposicin3.5.1 Rechazo de la Instruccin sobre Teologa de la LiberacinEs lgico que en el marco de tales interpretaciones de la Historia de la Humanidad y de la Iglesia, y por no tomar en cuenta el lugar del Magisterio en el misterio de la Iglesia, su origen divino y su condicin pneumtica, Juan Luis Segundo haya compartido las actitudes de tantos otros telogos4. Es lgico tambin que de acuerdo a esafe histrica, la Iglesia, el Magisterio, el Dogma, sean medidos con el metro de la racionalidad moderna o de las variadas formas del mito histrico del Progreso, entre las cuales se cuenta la ilusin marxista, y que se los rechace como rechaz Juan Luis Segundo este documento magisterial.Todo el desarrollo de este libro, es un dilogo con la Instruccin de la Santa Sede, dilogo cuya nota dominante es el rechazo rotundo5. Refirindose a la Instruccin de la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe sobre Teologa de la Liberacin, Juan Luis Segundo afirma:Entiendo que mi teologa (es decir mi interpretacin de la fe cristiana) es falsa si la teologa del documento es verdadera o la nica verdadera6. A no pocos lectores y crticos les ha sonado arrogante o autosuficiente esta afirmacin: Segn el autor [Juan Luis Segundo] los que siguen su corriente de la teologa de la liberacin no pueden haberse equivocado. Acaso el Espritu Santo permiti que pastores y fieles, por querer obedecer al Vaticano II, erraran en la fe? (p. 91). Es ms bien la Instruccin [segn Segundo] la que no ha sabido adaptarse a los cambios que el Concilio, laGaudium et Spesy Pablo VI pedan. Por eso ve una contradiccin entre las diferentes expresiones del magisterio ordinario. [...] No es necesario responder a todas las afirmaciones del autor. stas se califican a s mismas al mostrarse en contraste con la Instruccin, y al atribuirse una inteligencia mayor sobre laGaudium et Spesy la doctrina de Pablo VI, que la de una Instruccin aprobada y mandada publicar por el Papa7.Juan Luis Segundo estima, que lo que contiene este documento del Magisterio esuna teologa ms entre tantasy es, adems, slo la doctrina personal del Cardenal Prefecto que ocasionalmente preside ese Dicasterio. El tono de suRespuesta al Cardenal Ratzinger, ejemplifica bien su modo de confrontarse con un documento del Magisterio.La lectura delReglamento para el examen de las doctrinas, por el que se rige la Congregacin para la Doctrina de la Fe, persuade, por el contrario, de que el procedimiento que se sigue en dicho Dicasterio para elaborar una Instruccin como la que impugna Segundo, asegura que no pueda ser el mero reflejo del pensamiento personal de su Prefecto, sino que sea el resultado de una amplsima consulta y, por fin, de la aprobacin del Papa, la cual no es puramentepermisivasino que empea en ella su carisma infalible, aunque no hableex cathedra8.Varios aos antes de la Instruccin de la Sagrada Congregacin para la Doctrina de la Fe, la Carta del Padre Superior General de los Jesuitas, Pedro Arrupe, a los Provinciales de Amrica Latina sobre el marxismo del 08-12-1980, se haba adelantado a dar orientaciones, unas coincidentes con, y otras muy similares a las que varios aos despus dara la Instruccin. Esa carta, no dejaba lugar a dudas al jesuita que las tuviera, acerca de la peligrosidad de adoptar el mtodo de anlisis social del marxismo, debido a su unin intrnseca con visiones incompatibles con la fe9.5.2 Recomendacin del marxismoYa en 1972, en sus Conferencias en la Ctedra Carnahan del Instituto Superior Evanglico de Educacin Teolgica (Isedet) de Buenos Aires, Segundo propona el marxismo como la ms apropiada mediacin cientfica del pensamiento cristiano en su reflexin sobre la realidad social y poltica: En el contexto latinoamericano que conozco, y aunque yo no tenga arte ni parte en ello, lo que ms se aproxima a una ciencia de las masas y de cmo manejarlas en su propio provecho10, son ciertos elementos del marxismo. No pretendo que todo el marxismo sea ciencia. No pretendo siquiera que muchos de sus elementos sean ciencia acabada e indudable. Pero que sea una aproximacin significativa al problema de tratar cientficamente lo que puede haber de cientfico en la conducta social humana, creo que es un hecho. Por lo menos un hecho de conciencia, y ello basta para plantear el problema11. Si el Evangelio, por muy importante y decisivo que sea, no le da al cristianotodoslos criterios de su compromiso poltico; si el cristiano tiene que salir en busca de una ciencia complementaria que le permita analizar y dirigir su conducta en el plano de lo masivo, no es de extraar que una especie de simbiosis superficial a veces, peligrosa sin duda, ambigua siempre entre cristianismo, como conducta minoritaria, y marxismo como ciencia de la conducta de las masas, sea uno de los hechos pastorales ms importantes del cristianismo latinoamericano. No lo sacralizo. Si aparece una ciencia de las masas mejor, se har notar. Es un hecho en el momento actual12.Juan Luis Segundo afirma que Los instrumentos de anlisis que ofrece el marxismo... son inseparables de la totalidad del sistema que los introduce... Al entrar realmente en el juego... el pensamiento teolgico, cmo dudarlo?, pertenece a la superestructura13. Esto significa, que Juan Luis Segundo era consciente de que al introducir el anlisis marxista en lugar de la doctrina social de la Iglesia, se producira una inversin: ya no sera la teologa la que determinara la doctrina y la que calificara la accin social; sino que el anlisis y la praxis marxista seran, en adelante, los que determinaran la teologa. La teologa se volvera superestructura dependiente, es decirideologa14.En obras posteriores Juan Luis Segundo volvi a recomendar el marxismo en trminos parecidos y adopt el instrumental conceptual marxista de la ideologa sacrificndole la identidad de la fe, como se lo ha sealado el jesuita francs Pierre Bigo: En su libroLiberacin de la Teologa15, dice que ha llegado la hora de la epistemologa, es decir, la de analizar, ms que el contenido, el mtodo mismo de la teologa latinoamericana y su relacin con la liberacin (p. 9). Juan Luis Segundo llama a este mtodocrculo hermenutico, y en una primera aproximacin lo define de esta manera: El continuo cambio en nuestra interpretacin de la Biblia en funcin de los continuos cambios de nuestra realidad presente, tanto individual como social. Hermenutica significa interpretacin. El carcter circular de dicha interpretacin va en que cada nueva realidad obliga a interpretar de nuevo la revelacin de Dios, a cambiar con ella la realidad y, por ende, a volver a interpretar... y as sucesivamente (p. 12) [...] No hace falta mucha imaginacin para sospechar que el mtodo de Segundo no es ms que el materialismo histrico de Carlos Marx, con sus nociones de infraestructura y de superestructura (ideologa), aplicado a la teologa. As lo confirma explcitamente el mismo Segundo en otras pginas de su libro:'... con un teora como el materialismo histrico, llegamos a un punto de nuestro crculo: tenemos una teora que nos permite descubrir la verdadera realidad en el sentido mismo de nuestro compromiso histricoPues bien, a esta teora o doctrina que satisface a Segundo se le han hecho atinadamente estas crticas:1) no se trata de un mtodo cientfico16sino de ideologa que puede definirse por los elementos siguientes: a) es visin total (Weltanschauung) de la historia y de la realidad; b) es el hecho de un grupo social que se juzga portador de una misin histrica; c) es una teora directamente inspiradora de la accin poltico-histrica; d) enfoca mutaciones sociales y polticas que se conciben como inspiradoras de una nueva historia, lo cual explica su tono militante; e) recubre una evaluacin del destino socio-poltico como destino ltimo del hombre.2) Contiene presupuestos filosficos que conllevan: a) una concepcin pantesta del mundo y de la historia con la consiguiente negacin de un Dios trascendente; b) una concepcin del cambio en la historia, que niega valor universal y metahistrico a la verdad revelada, y por consiguiente resulta irreconciliable con la concepcin catlica del dogma y del Magisterio de la Iglesia3) Supone en su baseuna concepcin de la fe como praxis poltica: Es menester aceptar dice Segundo y nuestro crculo hermenutico se basa en ello, que una opcin poltica de cambio en pro de la liberacin es un elemento intrnseco y desideologizador de la fe(p. 111).No es esta la concepcin de la fe que encontramos en el Nuevo Testamento (Ver Nota de la Biblia de Jerusaln a Romanos 1,16) ni en el Magisterio de la Iglesia. Segn la revelacin cristiana, la fe es el s libre y personal del hombre sostenido por la gracia dicho a Dios, quien es el primero en tomar la iniciativa de invitarlo a creer en su Palabra y en sus promesas17.En la visin de la teologa poltica filomarxista que Juan Luis Segundo comparte, la fe es justificada por la ideologa. Y el hombre lo es por sus opciones morales, no por la fe. Cuando Segundo presentaLa opcin por los pobres como clave hermenutica para entender el evangelio18, esta opcin por los pobres no es neutra, va inseparablemente acompaada de sus simpatas hermenuticas marxistas. Ya no son los ojos de la fe, los que nos salvan, nos justifican y nos ponen en conocimiento de Cristo y de Dios, sino nuestra opcin ideolgica por el crculo hermenutico marxista.Hay en el pensamiento de Juan Luis Segundo algo de voluntarismo, ya que su pensamiento y su mtodo no es apto para alcanzar los fines que se propone. As lo ha visto Zimbelman, quien despus de pasar revista a numerosas y serias limitaciones de su pensamiento, afirma: Las precedentes observaciones sugieren que el programa de Segundo no puede proveer la esencial coherencia epistemolgica y moral necesaria para justificar sus pasos metodolgicos y su correlativo compromiso para una humanizacin ms eficaz19. Zimbelman lo pone en guardia a Segundo, advirtindole que, de no fundamentar mejor su teora del valor, su doctrina tica, que ha sido clasificada por Mc Cann y otros como prxima al utilitarismo actualista20, la misma degenerar necesariamente en un subjetivismo radical o nihilismo21.5.3 El lugar dndePero de qu manera vivi concretamente Juan Luis Segundo esa opcin por los pobres que propone como necesaria para entender el evangelio? Ya se ha visto en qu trminos se distanciaba A. J. Tambasco de esta postura: la preocupacin por los pobres no me obliga a aceptar todos los mtodos y conclusiones de Juan Luis Segundo. E. Hoornaert, recuerda, en suIn Memoriam, cmo Juan Luis Segundo reconoca que su pblico no eran los pobres sino los burgueses: Me impresion la tranquila seguridad con que se presentaba en una de las reuniones de telogos de la liberacin, en Petrpolis, a comienzos de los aos 80, en el momento en que la mayora de los telogos insista en decir que estaban directa o indirectamente trabajando con los pobres. Segundo deca simplemente que trabajaba con burgueses. En aquel tiempo eso era tab y haca que l estuviese como distante del grupo en conjunto. Hoornaert observa que tambin la temtica que trataba Juan Luis Segundo en el Centro Pedro Fabro era diversa: Segn parece, Juan Luis nunca dio mucho crdito a los slogans de los aos 70-80: la iglesia que nace del pueblo, la opcin por los pobres (de la iglesia en cuanto institucin). No parece haber prestado odos a aquel discurso de que el telogo fulano o zutano aprendi con el pueblo cmo hacer teologa. l aprendi estudiando, en los libros [...] Sus temas eran otros. De cierta manera fueron los temas clsicos. Aquellos con los que lidian los laicos comunes: fe, religin, pecado, Jess, Iglesia, sacramentos, moral, vida eterna22.5.4 El marxismo es inseparable de la lucha de clasesEra posible separar el mtodo de anlisis social marxista de sus adherencias indeseables? Tanto el Magisterio de la Iglesia como el P. General de los Jesuitas Pedro Arrupe, afirmaban claramente que no. Pero la autoridad del P. General de la Compaa tambin pas por el cernidor de lafeen la historiaHaciendo caso omiso de tantas y tan autorizadas opiniones, no slo de la jerarqua sino de los expertos en marxismo que consideran inseparable el marxismo de la lucha de clases, en el libroTeologa de la Liberacin. Respuesta al Cardenal Ratzinger, Juan Luis Segundo afirma haber hecho un discernimiento crtico entre lo que se puede aceptar o no del marxismo, y remite para ello a su libroEl hombre de hoy ante Jess de Nazareth23.Sin embargo no es as, Juan Luis Segundo se pronuncia en dicha obra, abiertamente, en favor del conflicto y trata de fundamentarlo en la conducta del mismo Jesucristo, ensayando, como ha sealado Miguel A. Barriola: la unin, en Jess, de amor y conflicto, pero no tratando de restaurar la armona entre las partes en discordia, sino exasperando la oposicin, dado que suprecomprensinest coloreada de inocultable simpata por el preconizador de la lucha de clases como nico expediente eficaz para que reine imperturbable el amor24. Para Juan Luis Segundo lo poltico es el mejor cdigo para descifrar la globalidad del destino de Jess y de su enseanza25.Cndido Pozo, jesuita, miembro de la Comisin Teolgica Internacional ha evaluado as el intento de Segundo: resulta pueril querer interpretar como intenta hacerlo Juan Luis Segundo26 el materialismo de Marx simplemente como una forma de realismo frente al idealismo de Hegel27. C. Pozo opone a Juan Luis Segundo la severa afirmacin de laLibertatis Nuntiusel atesmo y la negacin de la persona humana, de su libertad y de sus derechos, estn en el centro de la concepcin marxista y califica sus posiciones como errores que amenazan directamente las verdades de la fe sobre el destino eterno de las personas. Por lo que Pozo considera que querer integrar en la teologa un anlisis cuyos criterios de interpretacin dependen de esta concepcin atea, es encerrarse en ruinosas contradicciones28.Juan Luis Segundo incurri, como dice Pozo puerilmente, en lo que el P. Arrupe advierte que sera ingenuo hacer: pasar por alto el hecho de que el marxismo propone sistemticamente la lucha de clases, el odio y la subversin, y que tiene y difunde una visin materialista. Por eso Calvez, Zimbelman, Tambasco y otros han notado su pensamiento de poco objetivo, terico y hasta de romntico. Pero Segundo no lo pas por alto por inadvertencia o por ingenuidad sino por convicciones muy firmes y arraigadas que defendi con todo el instrumental intelectual y agudeza dialctica de que estaba brillantemente dotado.Pablo VI haba multiplicado sus advertencias acerca de la fascinacin con el marxismo. Citemos una sola de ellas, que de haber sido atendida por Juan Luis Segundo lo habra movido a mayor cautela: aquella fascinacin confirma en ocasiones la imitacin de sociologas acristianas, consideradas las nicas eficaces, de una manera ciega y sin previsin de las conclusiones a que conducen; [esa fascinacin] no resiste a la seduccin del socialismo, entendido, ciertamente, por algunos como renovacin social y socialidad renovadora, pero usando a la vez ideas y sentimientos netamente anticristianos: lucha sistemtica de clases, odio y subversin, psicologa materialista que contagia la llamada sociedad de consumo29.5.5 Justificacin de la lucha de clasesNo obstante todas estas advertencias, Juan Luis Segundo se hizo defensor de la lucha de clases.Esa defensa se hace manifiesta, por ejemplo, cuando Juan Luis Segundo denuncia la evolucin por la que, tras Puebla y laLibertatis Nuntius, se iba abandonando la expresinopcin por los pobresy reemplazndola poropcin preferencial por los pobres, y luegoopcin preferencial por los pobres y por los jvenes, para llegar apreocupacin privilegiada (...)proyectada sobre los pobres y las vctimas de la opresin30.El motivo por el que Juan Luis Segundo protesta es claro: advierte, con toda razn, que ya la adicin del adjetivopreferencialle suprime a laopcin por los pobresel sentido de la lucha de clases, mientras que l, por su parte, insistir en que optar en un conflicto significa entrar en l y aceptar la parcialidad inherente a uno de los bandos, en este caso el de los pobres. Toda opcin limita. Y esa limitacin es tanto ms grande cuanto ms hondo y a muerte es el conflicto. Pero, histricamente, de esa parcialidad proviene tambin su fuerza y su eficacia31. En efecto, cuando alguien dice preferencial est obligado por lgica a dar a opcin un contenido conceptual diferente del normal. En lugar de entrar en una lucha tomando en ella partido por uno de los campos, se trata indudablemente de una preocupacin dirigida32. Ello es an ms claro, si se aade, como hizo Puebla, y por los jvenes: la opcin comn hacia ambos grupos no puede concebirse ya como el propsito de quitar la pobreza (y la juventud?) de sobre los hombros de aquellos a quienes la opresin ha obligado a llevarla33. Como se ve, la palabra opcin va perdiendo su sentido de tomar partido en una lucha o conflicto, para terminar siendopreocupacin privilegiada proyectada sobre los pobres y los jvenes,quees bsicamente de orden religioso34. Pero en realidad, el cambio fundamental de sentido se dio tan pronto como se matiz la palabraopcincon el adjetivopreferencial35.La lucha de clases no la invent el marxismo, pero Juan Luis Segundo supone que no hay posibilidad de no entrar en ella36.Debe mantenerse claro, por el contrario, que adems de tomar partido dentro de la lucha de clases, y de la neutralidad y la indiferencia ante los trgicos y urgentes problemas de la miseria y de la injusticia37, es posible volverse haciendo el bien a todos con caridad, en lugar de acentuar las tensiones. Ms an slo esta actitud corresponde a las exigencias del amor cristiano38.5.6 El pensamiento subyacente a la opcin marxistaCndido Pozo ha analizado la cuestin teolgica ms radical que subyace a la teologa marxista de la liberacin y lo ha hecho refirindose precisamente al pensamiento de Segundo porque es ste dice Pozo, entre todos los telogos que reaccionaron ante la Instruccin, quien ha elaborado con mayor profundidad la justificacin teolgica del conflicto.Pozo observa que Segundo ha sido clarividente al afirmar que la teologa de la liberacin marxista, an si no fuera condenada por ser marxista, sera condenada por una reduccin humanista, terrestre y secularista del evangelio de la salvacin39. Segundo est persuadido comenta Pozo de que, a los ojos del Magisterio, la teologa de la liberacin sera inadmisible porel reduccionismo del evangelio de la salvacinsea cual fuere el camino (anlisis marxista o no) por el que hubiera llegado a ello40.Juan Luis Segundo ha acometido el original empeo de querer fundamentar teolgicamente esa reduccin inmanentista de la salvacin, que valdra tanto para el marxismo como para el secularismo neoliberal. Lo ha intentado invocando el concilio de Orange II y su doctrina sobre elinitium fideien la controversia con los semipelagianos. Tambin ha buscado fundamento en las ideas de Karl Rahner sobre el existencial sobrenatural,la categora teolgica que destruye la compartimentacin entre lo profano y lo sagrado, entre lo natural y lo sobrenatural41. Aunque Segundo considere teolgicamente indispensable mantener una distincin conceptual entre estos pares de trminos, suprime toda distincin real entre ellos42, es decir, defiendeun claro monismoa nivel de realidades. Ello significa que no hay actos buenos meramente naturales, ya que todos ellos estaran bajo el influjo de la gracia implicada en el sobrenatural existencial43. Significa tambin que, segn Segundo, no se puedepensar la historia del mundo y la historia de la Iglesia, la historia del esfuerzo humano y la de la gracia y la salvacin de Dios, como dos pisos de un mismo edificio44. Pero ello le permite igualmente negar queexista una transcendencia de la persona humana que no se extienda a la historia, donde los hombres buscan dar a la sociedad estructuras ms justas y amistosas45.El tema de la identificacin entre historia humana e historia de la salvacin inclina a identificar lo natural y lo sobrenatural o el progreso humano y el crecimiento del reino, confusin que ciertamente va contra la doctrina de laGaudium et Spes39: hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo.Esta confusin monista se reflejar, a nivel pastoral, en una crtica a la distincin, cuando se trata de la misin de la Iglesia, entre evangelizacin y animacin de lo temporal, procurando una acentuacin de la unidad tendiente a eliminar todo dualismo. Y este esfuerzo se resuelve inevitablemente en una absorcin de la evangelizacin en el compromiso temporal, y en un vaciamiento de la dimensin cultual.Trasponer el seguimiento de Jess a un orden de tareas meramente intramundanas presupone una reinterpretacin del Jess histrico en clave socio-poltica46que no se sostiene47.En cuanto a la doble argumentacin observa Pozo en que Segundo se apoya para sostener que no hay actos buenos meramente naturales y a travs de ello elevar a categora nica con implicaciones salvadoras, la historia de los hombres, conviene notar que es histricamente cierto que en la controversia semipelagiana, por parte catlica, slo se consideraban sobrenaturales los actos a partir de aquelloscon los que se tiende a Dios desde el comienzo de la fe48. La existencia de actos naturalmente buenos, previos alinitium fidei, parece suponerse tanto en el concilio de Trento como en el Vaticano I, cuando sitan en la fe elcomienzo de la salvacin humana.La posicin segn la cual no existiran actos buenos que no sean sobrenaturales, tiene algn antecedente en la teologa posridentina. Juan Martnez de Ripalda pens que todo acto bueno es, por voluntad de Dios, entitativamente sobrenatural; en este sentido no existiran, de hecho, ms que actos sobrenaturales o actos malos. Una posicin muy discutible, pero que no lleva a un reduccionismo como el que proponen ciertas tendencias de la teologa de la liberacin. Son planteos muy distintos. Ningn telogo posrindentino pens que para la justificacin (y la salvacin) bastara una sobrenaturalidad entitativa.Slo prescindiendo del objeto formal de los actos puede llegarse a pensar que todo acto que no es pecado es sobrenatural ysalvfico. Pero as se abre la puerta a todos los reduccionismos y la confusin entreevangelizacin y promocin humana. La Iglesia tiene que procurar obtener de los hombres no cualquier acto moralmente bueno, sino aquellos actos por los que, siendo sobrenaturales, se disponen los hombres positiva e inmediatamente para la justificacin.5.7 Las enseanzas del P. General Pedro ArrupeRecurdense las enseanzas del Padre General de los jesuitas Pedro Arrupe, quien desde varios aos antes, vena ocupndose del marxismo y advirtiendo a los jesuitas sobre el peligro de adherir a sus ideas. Si Juan Luis Segundo ya haba escrito suMasas y Minorasen 1972 y suLiberacin de la Teologaen 1974, las posteriores advertencias del P. General no parecen haberlo movido mayormente en sus obras posterioresEl 31-03-1977 el P. Pedro Arrupe haba manifestado su preocupacin por los jesuitas que: parecen encontrar en el marxismo su principal inspiracin para la promocin de la justicia y con frecuencia caen incautamente prisioneros de ideologas y de modos de actuar que estn muy lejos de una concepcin cristiana del hombre y de la sociedad y de una praxis verdaderamente evanglica49.El 21-10-1977, el mismo P. Arrupe, responda a un Provincial de Espaa recordndole al Magisterio de la Iglesia Respecto al marxismo, puesto que Ud. hace referencia a l, me limito a remitirme como punto de referencia necesario al magisterio superior de laOctogessima Adveniensnn. 33-3450.El P. Arrupe volvi a ocuparse del tema el 27-09-1978, en su discurso inicial a la Congregacin de Procuradores, ante la cual, dando el Informe sobre el estado de la Compaa, dijo: Sin cerrarnos a todo lo que pueda haber de bueno en el marxismo y sin excluir la posibilidad de un dilogo y hasta de una cierta colaboracin crtica con grupos y movimientos de inspiracin marxista,es evidente que el compromiso de algunos jesuitas con el marxismo como tal y sus declaraciones pblicas de apoyo a su ideologa son inaceptables y son motivo de escndalo y de desconcierto no slo para los que sufren opresin y persecucin bajo regmenes marxistas, sino tambin para muchos otros51.En la carta del P. Arrupe a los Provinciales de Amrica LatinaSobre el anlisis marxistadel 08-12-1980, adverta de nuevo sobre los peligros que conlleva la adopcin del anlisis marxista en estos trminos que contradicen expresamente lo afirmado por Juan Luis Segundo: ...en la prctica, el adoptar el anlisis marxista rara vez significa adoptar solamente un mtodo o un enfoque; significa generalmente aceptar tambin el contenido mismo de las explicaciones dadas por Marx acerca de la realidad social de su tiempo, aplicndolas a las de nuestro tiempo [...] Llegamos ahora al ncleo de la cuestin se puede aceptar el conjunto de las explicaciones que constituyen el anlisis social marxista, sin adherirse a la filosofa, a la ideologa, a la vaticanopoltica marxista? [...] Con mucha frecuencia el materialismo histrico se entiende en sentidoreductor[...] debemos evitar un anlisis que suponga la idea de que lo econmico, en ese sentidoreductor, decide sobre todo lo dems [...] Si raciocinamos como si todo dependiese finalmente de las condiciones de produccin, como si sta fuese de hecho su realidad fundamental y determinante, el contenido de la religin y del cristianismo muy pronto se relativiza y se reduce. La fe en Dios creador y en Jesucristo salvador se debilita o al menos aparece como algo poco til. El sentido de lo gratuito se desvanece ante el sentido de lo til. La esperanza cristiana tiende a convertirse en algo irreal. [...] Existe entonces el peligro de una crtica radical contra la Iglesia, que va mucho ms all de la sanacorreccin fraterna[entendible] en la Ecclesia semper reformanda. Se tender incluso, algunas veces, a juzgarla como desde fuera, y an a no reconocerla ya en realidad como el lugar de la propia fe. As no es raro que la adopcin del anlisis marxista conduzca a juicios extremadamente severos e injustos, con respecto a la Iglesia. [...] En suma, aunque el anlisis marxista no incluye directamente la adhesin a la filosofa marxista en todo su conjunto y menos todava al materialismo dialctico en cuanto tal sin embargo, tal como se lo entiende de ordinario, implica de hecho un concepto de la historia humana que no concuerda con la visin cristiana del hombre y de la sociedad y desemboca en estrategias que ponen en peligro los valores y las actitudes cristianas. Esto ha producido con frecuencia consecuencias muy negativas [...] algunos cristianos... han confesado que esto les indujo a aceptar cualquier medio para llegar a sus fines52[...] Por eso pues,la adopcinno slo de algunos elementos o de algunos enfoques metodolgicos, sinodel anlisis marxista en su conjunto, no es algo aceptable para nosotros[e.d. los jesuitas] [...] La mayor parte de los hombres, incluyendo la mayora de los jesuitas no es capaz [de hablar de anlisis marxista sin aceptar el materialismo histrico reduccionista ni la teora y la estrategia de la lucha de clases generalizada]. As pues,existe un peligro prctico real en difundir la idea de que se puede fcilmente retener el anlisis marxista, como algo distinto de la filosofa, de la ideologa y de la praxis poltica[...] Tenemos la responsabilidad de hacer este discernimiento prctico, lo mismo que el discernimiento terico. Y es menester tambin que demos a los jvenes jesuitas en formacin los instrumentos de estudio crtico y de reflexin cristiana necesarios para que perciban bien las dificultades del anlisis marxista. Ciertamente no se puede presentar este anlisis como el mejor medio de acercamiento a la realidad en nuestra formacin53.Entre las recomendaciones finales, el P. Arrupe avisa: Tengamos siempre en cuenta nuestro papel propio de sacerdotes y religiosos, y no actuemos nunca como francotiradores con respecto a la comunidad cristiana y a los que en ella tienen la ltima responsabilidad pastoral [obvio es decirlo: el Magisterio pontificio y episcopal]; tratemos de asegurarnos de que cualquier colaboracin nuestra se dirija ntegramente a actividades aceptables para un cristiano. En todo ello tenemos el deber de conservar siempre nuestra propia identidad (Ib.).5.8 Seis aos despusEl P. Calvez ha sealado que la defensa del marxismo que hace Juan Luis Segundo oponindose a la Instruccin sobre la Teologa de la Liberacin, seis aos despus de la carta de Arrupe, se refiere a un marxismo inexistente: La Congregacin romana pone particularmente en guardia escribe Calvez contra los emprstitos imprudentes del marxismo. Ruinosos, al lmite, para la fe misma. Ante esto, Segundo se muestra muysensiblea lo que le parece una condenacin universal, de un trazo demasiado simple, o sea injusto, de todo lo que tiene nombre de marxismo. l querra salvar uno o los marxismos que no sufrieran las deficiencias de la versin descrita en la Instruccin. Ante este propsito, de mi parte, me veo llevado a decir: de acuerdo, en teora: dnde est sin embargo, en la prctica el lugar poltico consistente de esos marxismos invocados? se trata, ciertamente, de marxismos? Segundo se esfuerza por su parte, en presentar una idea de la lucha de clases que se identificara, en suma, con la lucha por la justicia, que sera su traduccin. Cmo olvidar empero que Marx no quera nada de ese moralismo?54.A pesar de esta justa advertencia, el alegato de Juan Luis Segundo dej sembrada, en algunos hasta hoy, la conviccin de que la Instruccin iba contra el mismo Vaticano II. En un escrito reciente, el P. Martin Maier, redactor deStimmen der Zeit, revista de la Compaa en Alemania, escribiendo enRazn y Fe, revista de la Compaa en Espaa, afirma a propsito de la respuesta de Segundo al Cardenal J. Ratzinger: en una amplia confrontacin con la primera y muy crtica Instruccin de la Congregacin de la Doctrina de la Fe sobre la Teologa de la liberacin, hizo notar que en un nivel profundo se ponan en cuestin la Teologa y las innovaciones del Concilio Vaticano IIy recalca:en la crtica vaticana el objeto de la crtica no es slo la Teologa de la liberacin sino que apunta a una valoracin negativa del Vaticano II y del perodo posconciliar55. El P. Maier parece no conocer, el juicio del P. Calvez. Ni menciona tampoco el marco marxista de la opcin por los pobres que en el pensamiento de Segundo se convierte en clave convalidadora de toda hermenutica bblica y teolgica. No toma en consideracin el hecho de que Segundo pas por alto las directivas del P. Arrupe sobre el marxismo. Ya de por s, y sin necesidad de panegricos pstumos, lastorsionesdel pensamiento del adversario que le sealaba el P. Calvez a Segundo, tienenlarga vida, mientras que la refutacin de Calvez es desconocida. Es muy difcil volver a juntar las plumas cuando se las echa a volar.El lector podr juzgar si son aplicables o no a lo que venimos exponiendo del pensamiento de Juan Luis Segundo lo que el P. Arrupe advirtiera: Si raciocinamos como si todo dependiese finalmente de las condiciones de produccin, como si sta fuese de hecho su realidad fundamental y determinante, el contenido de la religin y del cristianismo muy pronto se relativiza y se reduce. La fe en Dios creador y en Jesucristo salvador se debilita o al menos aparece como algo poco til. El sentido de lo gratuito se desvanece ante el sentido de lo til. La esperanza cristiana tiende a convertirse en algo irreal. [...] Existe entonces el peligro de una crtica radical contra la Iglesia, que va mucho ms all de la sanacorreccin fraterna[entendible] en la Ecclesia semper reformanda. Se tender incluso, algunas veces, a juzgarla como desde fuera, y an a no reconocerla ya en realidad como el lugar de la propia fe. As no es raro que la adopcin del anlisis marxista conduzca a juicios extremadamente severos e injustos, con respecto a la Iglesia56.Ya se ha mostrado ms arriba cmo Juan Luis Segundo coincidentemente con el anlisis marxista de la religin, desemboc no slo en la sospecha sistemtica, sino en una opcin contra la Iglesia concreta, acusada de idolatra, en aras de una Iglesia mesinica, que debera ponerse al servicio de la transformacin marxista de la sociedad. Con el actualismo pragmtico que le nota McCann57ha impugnado el dogma concreto en aras de un dogma til al programa de la modernidad.Se ha dicho de Segundo en son de elogio: l mismo afirma especialmente en las obras de los ltimos 10 aos que se dirige fundamentalmente al lector no cristiano, como lo hizo Milan Machove_ en elJess para ateos, que l mismo recomienda (y tambin nosotros). Lo que distingue singularmente la obra de Segundo es su carcter excitantemente positivo y materialista, que no respeta dogmas ni valores absolutos y que no reconoce ningn rito sagrado que haya inhibido sus estudios58.Este panegirista encomia juntamente, como rasgos que se unen armoniosamente en el perfil intelectual de Juan Luis Segundo, los atributos de la filosofa agnstica caracterstica del pensamiento modernista, y los del materialismo histrico e irreligioso propios del marxismo.Era lgico que, compartiendo la crtica marxista, Segundo hiciera sus descuentos a la doctrina sobre la infalibilidad de la Iglesia. La doctrina de Juan Luis Segundo al respecto, es, si no la misma, cercana a la de Hans Kng, a quien cita con frecuencia aprobando sus posturas opuestas a las definiciones del Vaticano I.Si se tienen en cuenta las crticas de que da cuenta este informe, no parece apropiado seguir presentando todava este pensamiento como un logro positivo permanente de la Teologa de la Liberacin59. Como se ve, la rectificacin del mximo conocedor jesuita de las doctrinas marxistas, el padre J.-Y. Calvez no ha logrado remediar un error que sigue circulando.5.9 Las lecciones de la historiaComo se muestra en el captulo sexto deTeologas deicidas, Juan Luis Segundo es un admirador de la Historia. Pero no parece haber reparado en las lecciones histricas que muestran que la fe y el marxismo son incompatibles. Nuestro siglo dice A. del Noce vio hace cuarenta o cincuenta aos, movimientos que intentaron integrar marxismo y cristianismo. El intento lo hacan a travs de la frmula que separaba al marxismo Ciencia de la sociedad del marxismo filosfico ateo. Los jvenes que adheran a esos movimientos, animados por maestros como Juan Luis Segundo, pensaban como l. Los decenios han pasado y una parte de esos jvenes han seguido siendo catlicos, pero ya no son marxistas; otros son marxistas, pero ya no son catlicos. Los menos han seguido en la idea de la conciliabilidad o de la conciliacin que se obstinan en seguir esperando, inspirados por sacerdotes, como Juan Luis Segundo o L. Boff, que repiten que Ratzinger quiere imponer una lectura nica del marxismo, la cual si bien es la ms difundida, es slo una entre muchas. Sobre esta tan mentada pluralidad no hay que llamarse a equvocos porque en los puntos fundamentales existe acuerdo entre los marxistas y en la cuestin del atesmo todos coinciden.Lahistoriamuestra que entre los catlicos comunistas muchos se convirtieron al marxismo, en cambio no se ha visto que ningn marxista convertido al catolicismo haya seguido siendo marxista.Los que como Juan Luis Segundo o L. Boff, afirman que la teologa de la liberacin filomarxista era la respuesta ms eficaz contra el atesmo, el cual niega a Dios porque lo considera utilizado por las fuerzas dominantes que buscan perpetuar su poder y porque la teologa est al servicio de la ideologa de la manipulacin de Dios, dicen una verdad a medias y siembran un equvoco. No es verdad, pese a lo que se afirma, y la historia lo demuestra que la raz ms comn del atesmo sea la injusticia social. En nuestros das no se puede establecer la relacin entre Iglesia-riqueza o Iglesia-poder temporal. La burguesa de nuevo tipo es incrdula y no se rige por la moral catlica. No persigue a la Iglesia, pero tampoco se identifica con ella para brindarle defensa o proteccin. A lo ms busca hacerla su aliada contra el marxismo.Las razones del atesmo actual parten de la impresin de que Dios pertenece al pasado (Dios ha muerto) por cuanto no sirve ya como gua en las opciones concretas que impone la sociedad actual. Aparecen aqu la fuerza y el lmite de la teologa de la liberacin. Su lmite reside en la ilusin de que la alianza con un movimiento que se presenta tambin dirigido a la liberacin de los oprimidos, servir un da para eliminar el atesmo que ste profesa.LaLibertatis Nuntiusdice: Todos aquellos que quieren verdaderamente la autntica liberacin de sus hermanos deben reflexionar sobre un hecho de gran importancia de nuestro tiempo: Millones de nuestros contemporneos aspiran, legtimamente, a reencontrar las libertades fundamentales que les han quitado los regmenes totalitarios y ateos que han tomado el poder en nombre de la liberacin del pueblo. No se puede ignorar esta vergenza de nuestro tiempo; es justamente invocando la libertad como se mantienen naciones enteras en condiciones de esclavitud indignas del hombre.El documento expone un hecho innegable. Ha habido algn rgimen comunista que luego de instalado en el poder en nombre de la liberacin del pueblo no haya dado lugar a injusticias en el poder, a limitaciones de la libertad, a persecuciones religiosas, aunque para esto no haya existido motivo poltico alguno?60.La liberacin promovida por movimientos doctrinales ateos, justamente en razn de su propio atesmo, concluye en su opuesto. Es sobre este punto, sobre el que laLibertatis Nuntiusinvitaba a re