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ISIDRO LÓPEZ RUIZ / RECENSIÓN 245 RECENSIONES Joaquín SÁNCHEZ RUIZ. (2003) 7 resortes para artistas. La formación de la lógica plástica. Uni- versidad de Granada. 129 páginas. ISBN 84- 932009-4-8 Joaquín Sánchez realiza un meritorio es- tudio sobre los recursos básicos de los artistas: su perfil, la creatividad, el afán de comunicar, la riqueza de sus viven- cias como fuente de inspiración, la pléyade de objetos y su carga simbólica, etc. Asimis- mo, cada capítulo se divide en un análisis del tema a tratar y ejercicios propuestos para su com- prensión, además de una bibliografía extensa, pero, lamentablemente, no siempre actualizada. El autor arranca en el concepto mismo de ars, tanto como opuesto a ciencia, como opues- to a naturaleza. Sin duda el espacio temporal resulta tan dilatado que pueden disculparse los evidentes jirones de una época (Grecia y Roma) a otra (la Florencia renacentista). En cualquier caso, las descripciones son sabrosas, cuajadas de anécdotas que nos hacen reflexionar que el ar- tista no siempre fue algo mejor considerado que otro operador manual, como un jardinero o un leñador. De ahí que las buenas maneras, los ade- manes, debieran pulirse. Para eso, nada más ade- cuado que la lectura del libro que hizo época: El cortesano de Castiglione que, cual recetario, in- vitaba a la moderación y equilibrio en el trato con los poderosos de turno, en los nuevos aco- modos laborales. Desde las clásicas disputas por la promoción de las artes entre pintura, escultu- ra y dibujo, allá por el Renacimiento, el artista no ha hecho más que pugnar para llegar hasta donde se encuentra hoy: en una universidad, cursando los más altos estudios de doctorado y con reconocimientos de investigación. En la cró- nica académica somos unos recién llegados. Posteriormente, trata la psicología del ar- tista desde la melancolía a los tópicos más recu- rrentes del imaginario sobre su figura: locuaci- dad, haraganería, desequilibrio psicológico, genialidad, locura, egolatría, etc. Esta persona- lidad inconsciente parece tipificar un código éti- co profesional, no escrito, pero asumido por to- dos. Sin embargo, para él, el artista comienza con el conocimiento riguroso, con la práctica diaria y con la entrega al arte, un tanto épica. Como épicas son las preguntas que incluye del escultor David Smith, como ésta: «¿qué parte de la jornada dedicas a tu profesión, a lo que constituirá tu identidad para toda la vida?». El autor contrasta posteriormente dos per- sonajes que entendieron el rol del artista de manera diametralmente opuesta: Dalí y Beuys. De manera que la asunción de la vocación con- lleva toda una identidad de por vida. Los ejercicios prácticos reclaman una re- flexión ya desde su título: Conociendo nuestro grado de implicación. En las páginas dedicadas a la creatividad, el tono se mantiene en la línea anterior. El autor desea que la creatividad se lleve a todos los ám- bitos de nuestra vida cotidiana. De manera que asume que el arte no termina como otros traba- jos reglamentados con un horario. Comienza rescatando un clásico, a Huizinga y su Homo ludens, donde se afirma que la creatividad y el

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Joaquín SÁNCHEZ RUIZ. (2003) 7 resortes paraartistas. La formación de la lógica plástica. Uni-versidad de Granada. 129 páginas. ISBN 84-932009-4-8

Joaquín Sánchezrealiza un meritorio es-tudio sobre los recursosbásicos de los artistas:su perfil, la creatividad,el afán de comunicar,la riqueza de sus viven-cias como fuente deinspiración, la pléyadede objetos y su cargasimbólica, etc. Asimis-

mo, cada capítulo se divide en un análisis deltema a tratar y ejercicios propuestos para su com-prensión, además de una bibliografía extensa,pero, lamentablemente, no siempre actualizada.

El autor arranca en el concepto mismo dears, tanto como opuesto a ciencia, como opues-to a naturaleza. Sin duda el espacio temporalresulta tan dilatado que pueden disculparse losevidentes jirones de una época (Grecia y Roma)a otra (la Florencia renacentista). En cualquiercaso, las descripciones son sabrosas, cuajadas deanécdotas que nos hacen reflexionar que el ar-tista no siempre fue algo mejor considerado queotro operador manual, como un jardinero o unleñador. De ahí que las buenas maneras, los ade-manes, debieran pulirse. Para eso, nada más ade-cuado que la lectura del libro que hizo época: Elcortesano de Castiglione que, cual recetario, in-vitaba a la moderación y equilibrio en el tratocon los poderosos de turno, en los nuevos aco-modos laborales. Desde las clásicas disputas por

la promoción de las artes entre pintura, escultu-ra y dibujo, allá por el Renacimiento, el artistano ha hecho más que pugnar para llegar hastadonde se encuentra hoy: en una universidad,cursando los más altos estudios de doctorado ycon reconocimientos de investigación. En la cró-nica académica somos unos recién llegados.

Posteriormente, trata la psicología del ar-tista desde la melancolía a los tópicos más recu-rrentes del imaginario sobre su figura: locuaci-dad, haraganería, desequilibrio psicológico,genialidad, locura, egolatría, etc. Esta persona-lidad inconsciente parece tipificar un código éti-co profesional, no escrito, pero asumido por to-dos. Sin embargo, para él, el artista comienzacon el conocimiento riguroso, con la prácticadiaria y con la entrega al arte, un tanto épica.Como épicas son las preguntas que incluye delescultor David Smith, como ésta: «¿qué partede la jornada dedicas a tu profesión, a lo queconstituirá tu identidad para toda la vida?».

El autor contrasta posteriormente dos per-sonajes que entendieron el rol del artista demanera diametralmente opuesta: Dalí y Beuys.De manera que la asunción de la vocación con-lleva toda una identidad de por vida.

Los ejercicios prácticos reclaman una re-flexión ya desde su título: Conociendo nuestrogrado de implicación.

En las páginas dedicadas a la creatividad, eltono se mantiene en la línea anterior. El autordesea que la creatividad se lleve a todos los ám-bitos de nuestra vida cotidiana. De manera queasume que el arte no termina como otros traba-jos reglamentados con un horario. Comienzarescatando un clásico, a Huizinga y su Homoludens, donde se afirma que la creatividad y el

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juego van de la mano. La reflexión y la imagina-ción, a diferencia de lo que estamos acostum-brados a conocer en las aulas, es el placer huma-no por excelencia. La propia vida es un gran tea-tro que se ha de interpretar (jugar -nos advierte,en otros idiomas). Tal actividad es libre, pues¿quién juega por obligación? Esta pregunta re-visa la actitud de los alumnos de Bellas Artes,donde nos sentimos perplejos y desbordados porla inercia anodina que se contempla en la prác-tica diaria. Lanza el reto de convertir cualquieractividad en algo estimulante, pues la creativi-dad es un goce íntimo y sin deseo de trascen-dencia. El listón del arte no baja tanto y sólo seconsidera como tal la producción que se ha re-conocido socialmente. El creador ha de ser unconocedor: conocemos, comprendemos y crea-mos. Sólo desde esta perspectiva las obras noserán piezas sin sentido.

Aquí incluye el autor ejercicios entendidoscomo jugueteos, greguerías, gadget mentales yadivinanzas. Algunos son básicos y otros no tie-nen desperdicio. Añade trabajos plásticos de in-geniería inútil (chindogu en japonés) realmenteinteresantes.

Llegados al tema sobre la comunicación, eltexto se dispersa algo, dado que trata demasia-dos asuntos y demasiados abstrusos: cómo per-cibimos y cómo expresamos el mundo que nosrodea. Trae a colación las diferentes maneras depercibir con estupefacientes y cómo la realidadno es sino la interpretación que nosotros hace-mos con lo que nos ocurre. Asimismo, cita lasdificultades inherentes del lenguaje y de la pala-bra y lo extrapola al lenguaje plástico y lo que élllama la lógica poética del mismo. Todo un me-canismo pre-lógico y simbólico donde el artistachoca con el concatenamiento lineal, racional yanalítico. Las propias características del arte, suautorreflexibilidad, la especial laxitud y la am-bigüedad de los códigos utilizados, dotan de unaenorme plasticidad al campo del arte.

Los ejercicios posteriores practican la co-municación a nivel de percepción, según la Pro-gramación Neurolingüística.

Entrando en el tema del recuerdo, el autornos pone frente a nosotros mismos como fuentede inspiración. La riqueza interior de los recuer-dos conforman un inagotable imaginario. La

memoria, símbolo de repetición y de rutina, nosmoldea sin embargo con su capacidad de unifi-car nuestras experiencias en un yo legible. Sinmemoria, literalmente tendríamos que reinven-tar constantemente el mundo. El artista no esun adivinador del futuro; más bien se parece aun sabio que indaga en los archivos del pasado,en sus estancias abandonadas, en los pasillos se-cretos. Así, el artista es enemigo declarado delolvido, pues rescata de la usura del tiempo vi-vencias que nos salvan de la amnesia. Entresaca-mos una larga cita de Rilke, que acaba así: «Tie-nen [las vivencias] que convertirse en sangre, mi-rada, gesto; y cuando ya no tienen nombre, nise distinguen de nosotros, entonces puede suce-der que, en un momento dado, brote de ellos laprimera palabra de un verso».

Los ejercicios para activar el imaginario in-cluyen desde la manipulación de recuerdos, hastala reflexión sobre la memoria colectiva o la con-fección de un árbol genealógico a la manera deJodorowski. Además entresaca ejercicios plásti-cos de gran carga emotiva.

Otro recurso a conocer y dominar por elartista trata del mundo de los objetos que nosrodean. Nosotros actuamos como sustantivosrodeados de cosas. El artista interroga hasta elmás humilde de los objetos que pueblan su ima-ginario, lo descubre y lo promueve más allá delo obvio. El artista se puede extasiar ante lo co-tidianamente bello. Las propias relaciones en-tre ellos provocan una jerarquía, afectos y des-afectos, querencias y rechazos, escaparates ytrasteros.

En un mundo dominado por la cultura deposesión y consumo, el ser humano se reduce aun simple pastor que cuida su rebaño. Sin em-bargo, transmutando esa imagen, el artista in-fluye en su realidad. Pasa de satélite a eje cen-tral, de comparsa a director y se dota de sentidoa través de relacionarlos de otro modo, con susarmonías y estridencias provocadas.

Los ejercicios que propone nos recuerdan ala semiótica surrealista de los poemas objeto.Igualmente fecunda es la propuesta, cámara enmano, de realizar figuras literarias y tropos en lapropia ciudad. Ejemplos gráficos de objetos ca-llejeros que provocan hilaridad o dulzura espon-táneamente.

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Pero, ¿qué sería de los objetos sin su cargasimbólica? Cada cosa que vivimos es esa cosa yal mismo tiempo otras, que acontecieron antesy que subsisten en ella. Igual de relevante para elautor es el objeto, cuanto el aura que despren-de. Tal vez este capítulo, corto, pudiera habersido añadido sin mayor dificultad al anterior yno concederle un tratamiento particular, puesse pierde en arquetipos y en la perennidad deimágenes, algunas de ellas discutibles. Sin em-bargo, los ejercicios propuestos sí tienen másenjundia que el propio texto: se impone inda-gar sobre el espesor psicológico de objetos, almodo de Cirlot, en su Diccionario de símbolos.

Resumiendo, despejados los tópicos sobreel código ético profesional, que más estorba quefavorece, el texto desgrana algunos items que re-

sultan básicos conocer: el artista es un creador,un comunicador, un arqueólogo de sí mismo yun aventurero del universo exterior. JoaquínSánchez propone, por su condición de artista,estas claves desde dentro.

En definitiva, un libro ameno y muy reco-mendable. Combina el rigor con una lectura ágily engañosamente seria. Los ejercicios que propo-ne son en sí un valor y no se limitan a adornar elcorpus teórico. Abundantes fotos a color (36) eilustraciones (5) apoyan el conjunto. Revisablesson algunas categorizaciones y la bibliografía,aunque se cuida de introducirla en cada capítulo.

Isidro LÓPEZ-APARICIO

Profesor titular de la Universidad deGranada en el Departamento de Dibujo

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