jean-claude dhotel biografia de san ignacio

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Jean-Claude Dhótel ¿Quién eres tú, Ignacio e Loyola? sal terrae

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Page 1: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

Jean-Claude Dhótel

¿Quiéneres tú,Ignacio

e Loyola?

sal terrae

Page 2: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

¿Quién eres tú, Ignacio de Loyola?

Page 3: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

ColecciónServidores y Testigos

C.VX.EE.EE.

17

Jean-Claude Dhótel, s.j.

¿Quién eres tú,Ignacio de Loyola?

(2.a edición)

Edición especial autorizadaa los PP. JESUÍTASRepública Dominicana.

Editorial SAL TERRAEGuevara, 20 ~ Santander

Page 4: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

índice

.

Edición especial autorizadaa los PP. JESUÍTASRepública Dominicana.

Título del original francés:Qui es-tu, Ignace de Loyola?^ 1981 by Vie Chrétienne, París.Traducción de Felipe Pardo, s.j." 1984 by Editorial Sal Terrae, Santander.Con h)'. debidas licencias.t'iiiitrtl in Dominican Republic.

\til t ' X ' l H'i

**t>ia I iln muí--

Págs.

Preámbulo ... 7

Un día del año 1491 111. Un hombre, una época, un mundo ... 12

Primera parte:

UN HOMBRE AL SERVICIO DE CRISTO 19

Lunes, 20 de mayo de 1521 212. Las fantasías de Loyola .; 23

25 de marzo de 1522 ... 313. ¿Cómo es esa nueva vida? 33

Viernes, 4 de setiembre de 1523 494. La humanidad de Jesucristo ... 51

2 de febrero de 1528 595. Sabiduría y locura 61

Segunda parte:

COMPAÑEROS PARA SERVIR EN LA IGLESIA 73

15 de agosto de 1534 756. Elegidos para ser sus compañeros 77

Mediados de noviembre de 1538 897. Unidos para dispersarse 91

22 de abril de 1541 ... 1018. Para que e! cuerpo crezca .. 103

28 de junio de 1553 1139. Coraje para emprender 115

31 de julio de 1556 ... 127

Page 5: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

,

Preámbulo

"¿Quién eres tú?"' *-Esta pregunta siempre queda sin respuesta, porque

nunca se ha conseguido agotar todo el misterio de unser humano. Al acabar de escribir las páginas que vie-nen a continuación, me he hecho esta pregunta. Y loúnico que deseo es que, al llegar a la última línea, ellector sienta el deseo de conocer mejor a Ignacio deLoyola.

Una personalidad fascinante; pero, al igual que todolo que es fascinante, impone bastante respeto. La lec-tura permite mantener las distancias y, poco a poco,familiarizarse con el personaje. Por eso es por lo que,aprovechando el tiempo libre que me ha sido deparadopor la circunstancia de haberme fracturado una pierna•—¿pobre y humilde rasgo de similitud con el herido dePamplona!—, he escrito estas páginas.

Pero desearía precisar un poco más la intenciónque me ha guiado.

Bajo el influjo de Dios, Ignacio vivió, hacia lostreinta años, una experiencia decisiva. A través de in-numerables peripecias, pruebas y cambios de rumbo,en un mundo sacudido como no lo había sido desdelas invasiones de los bárbaros, toda su vida fue guiada,en lo sucesivo, por su fidelidad a esta experiencia. Ypara poder compartirla con los demás, la consignó enun pequeño libro, los Ejercicios Espirituales, uno deesos contados libros que no han sido escritos para serleídos: los Ejercicios no se relatan ni se leen. Se hacen.

Page 6: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

8 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA'

Son muchas las personas que han "hecho' los Ejer-cicios o algún retiro inspirado en ellos; y siguen ha-ciéndolos. En estos tiempos de incertidumbre y confu-sión, así como de inmensas esperanzas —cosas ambasque caracterizan a las épocas de cambio—, dichas per-sonas experimentan el valor de los Ejercicios. Sin em-bargo, no conocen a su autor. Incluso hay quienes ex-perimentan con respecto a él una especie de aversiónrefleja, como si su nombre evocara un indefinible podermaléfico. Ignacio inspira miedo. Y también lo inspiranlos Ejercicios. Pero es raro que quien los ha experi-mentado no le dé gracias a Dios por ello.

En vista de ello, he deseado simplemente hacer verque los Ejercicios y la vida de San Ignacio son unasola cosa. Al comienzo de cada uno de los nueve capí-tulos he consignado un acontecimiento concreto y fe-chado, como una página arrancada de un diario, queseñala una etapa o un hito característico, de la mismamanera que los Ejercicios están distribuidos en sema-nas y en días que jalonan la andadura espiritual. Acontinuación, y antes de entrar en el capítulo propia-mente tal, figuran unas cuantas líneas tomadas del librode los Ejercicios; y el contenido del capítulo ilustralas citadas líneas, no a base de doctrina, sino a baseúnicamente de la vida de Ignacio. A parte de esto, nohe inventado nada...

Sólo me queda devolver a los demás lo que he to-mado prestado de ellos... sin su permiso, por lo queles pido perdón.

En primer lugar, a Ignacio y a los compañeros queescribieron sobre él (y por lo mismo, a sus traducto-res) . Después, a los que, desde hace treinta años, mehan "dado" los Ejercicios: Pierre Jounel, Jean De-son/bre, Jean Laplace, Jacques Goussault y oíros mu-flios. También a los que me han hecho comprender oamar a San Ignacio por medio de sus libros o artícu-

PREAMBULO

los, y de manera especial a Dominique Bertrand, Fran-c.ois Conrel, Gastón Fessard, Maurice Giuliani, AlainGuillerrnou, Pedro de Leturia, Hugo Rahner, FranjáisRoiistang... A mis hermanos jesuítas, desde Pedro Arru-pe hasta mis compañeros de comunidad, todos ellosempeñados, con mayor o menor acierto, en vivir enpleno siglo xx la aventura de los primeros compañeros...

Y también (iba a decir: "sobre todo", pero no se-ría del todo justo) al "medio" en el que han nacidoestas páginas: a los miembros de las Comunidades deVida Cristiana (CVX), esos nuevos compañeros que,tras los jesuítas y con ellos, desean servir a la Iglesiasegún el espíritu de San Ignacio, vivir de él y llevar-lo al mundo. Imposible nombrarlos a todos, a los deayer y a los de hoy, a los, vivos y a los muertos: Gon-zague, Marie-Geneviéve, Paul, José, Jean-Pierre, Geor-ges, Augustin... Y Roland, Claude y Annick, Madelei-ne, Claude, Gérard y Anne-Marie, Xavier y Micheline,Philippe-Antoine y Bénédicte... Y los amigos de Euro-pa, y los de todo el mundo, desde Canadá hasta las Fi-lipinas...

Lo que vosotros me habéis dado, os lo devuelvo avosotros... y a los lectores.

JEAN-CLAUDE DHOTEL

Page 7: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

Un día del año

No hubo ningún milagro en el nacimiento de Iñigo de Loyola.Existe una leyenda que pretende que Iñigo nació en un establouna noche de Navidad. Los historiadores tan sólo suponen quenació en 1491, sin precisar más.

Cuando, meses más tarde, un famélico marinero de la 'SantaMaría- aviste la tierra de América, tampoco habrá ningún perio-dista que transmita por cable el anuncio de un «milagro europeo*;tampoco lo habrá cuando, por aquella misma época, la conquistade Granada por los ejércitos de los reyes de Castilla ponga fina la presencia musulmana en la Europa occidental.

Nadie en su entorno sabe que, para el decimotercer hijo yúltimo varón de los señores de Loyola, es una suerte haber na-cido en aquella época. La Casa Solar que alberga a la familiahunde sus robustas raíces en la Edad Media, y la vida que enel/a se hace pertenece aún al pasado. El invento de Gutenbergapenas ha conseguido traspasar sus muros: basta con un «librode las horas-, pues se trata de gente piadosa, y con un librode cuentas, pues es también gente adinerada...

Sin embargo, la conmoción que ha de trastornar a Europa yaestá en marcha: el Renacimiento, el alborear de los tiemposmodernos..., o como se le quiera llamar. Realmente ha sido unasuerte para Ignacio nacer al mismo tiempo.

¿Una suerte? No exactamente. Lo que ocurre es que, a partirde su conversión, Iñigo va a perseguir apasionadamente, a tra-vés de los acontecimientos, las ¡deas y los hombres, otra cosa.Va a buscar a Dios «como a alguien que trabaja* en los acon-tecimientos, las ¡deas y los hombres.

"Contemplativo en la acción*, procurando "encontrar a Diosen todas las cosas* para descubrir su voluntad y cumplirla, Iñigoserá el hombre que la Iglesia y el mundo necesitan en aquelpreéiso momento.

Page 8: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

UN HOMBRE. UNA ÉPOCA, UN MUNDO 13

1. Un hombre, una época,un mundo

una sola mirada la vida de Ignacio y "la redondez delmundo". Porque la voluntad de Dios, que le será ma-nifestada en cada etapa, nunca dejará de guardar re-lación con el designio que un día fue desvelado en lacasa de Nazaret.

EL BENJAMÍN DE LOS LOYOLA

Ver la grande capacidad y redondez del mundo, en lacual están tantas y tan diversas gentes (...) Asimismodespués particularmente la casa y aposentos de Nues-tra Señora, en la ciudad de Nazaret, en la provincia deGalilea. (...) Las tres personas divinas, ...cómo mirantoda la haz y redondez de la tierra, (...) y las personas...en tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unosblancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra,unos llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfer-mos, unos nasciendo y otros muriendo...

Ejercidos Espirituales (EE.EE.), nn. 102-106.

La visión que San Ignacio propone a quien meditasobre la Encarnación en los Ejercicios Espirituales estan vasta como el mundo y tan precisa como un primerplano cinematográfico: el planeta visto por un cosmo-nauta y, al mismo tiempo, las lágrimas de un niño viet-namita. ¿Acaso el relato de San Lucas no ofrece lamisma perspectiva? Cuando habla el ángel, se derrum-ban las paredes de la casa de Nazaret, que se hace tangrande como "la casa de Jacob", para "un reino que10 tendrá fin", y se llena con las gentes de "todas lasgeneraciones" cantadas en el Magníficat: los podero-sos y los humildes, los hambrientos colmados de bie-nes y los ricos despedidos con las manos vacías.. .

Aun cuando la casa de Loyola parece haber sidoconstruida para resistir todos los vientos, hay que abrirsus puertas y ventanas; hay que abandonar sin dilaciónrl País Vasco, España y Europa; hay que abarcar con

Cabellos rubios, barba y bigote, ojos negros. Esta-tura: 1,60 m. Peculiaridades: (desde 1521) cojera dela pierna derecha. Nacido en 1491 (?) en Azpeitia,provincia de Guipúzcoa, España. Hijo de Beltrán y deMaría Sáenz de Licona. Profesiones sucesivas: paje,gentilhombre, (vagabundo), estudiante, sacerdote, Su-perior de la Compañía de -Jesús. Domicilios sucesivos:Azpeitia, Arévalo, Nájera, (sin domicilio fijo), Barce-lona, Alcalá, Salamanca, París, Venecia, Roma... Es-te podría ser, retrospectivamente, el carnet de identi-dad de Iñigo de Loyola.

Iñigo es su nombre de pila. Más tarde lo modifica-rá latinizándolo, tal vez por devoción hacia San Igna-cio de Antioquía. Es vasco, voluntarioso, testarudo, untanto taciturno, pero también vivaz y alegre. Fiel a lacorona española, como toda la familia (tres de sus her-manos morirán, desde México hasta Hungría, al ser-vicio de Carlos I).

Tras pasar los felices años de la infancia y la ado-lescencia en casa de su nodriza —pues su madre habíamuerto a poco de nacer él—, deja la compañía de los"caseros" de su tierra para marchar a Arévalo, comopaje del Contador mayor del reino, Juan Velázquez deCuéllar. A los veinticinco años comienza a servir comogentilhombre en la corte del virrey de Navarra, Anto-nio Manrique de Lara, duque de Nájera, a cuyo servi-

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14 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

cío, el 20 de mayo de 1521, una bala de cañón pon-drá fin a su carrera.

¿Qué carrera? Se pretende afirmar que Ignaciofue, antes que nada, un soldado, y que la Compañía deJesús, en cuanto a su organización, es un fiel calco delejército, debido a palabras como "compañía", "Gene-ral" y otras, además de la importancia que en ella tie-ne la "obediencia". Pero, aparte de que estas palabrasno están tomadas del vocabulario militar y de que, porotra parte, la disciplina dista mucho de haber sido laprincipal característica de los cuerpos armados del si-glo xvi, hay que afirmar que Ignacio no fue un solda-do de profesión. Ciertamente que la espada formabaparte de su atuendo y no precisamente como puro ele-mento decorativo (como es el caso de los alumnos dela Politécnica o de los miembros de la Academia), sinoque tuvo frecuentes ocasiones de desenvainarla paraemplearla contra gentes pendencieras en sus correríasnocturnas o en favor de los hermosos ojos de una da-ma... Iñigo tiene el sentido del honor, de la caballe-rosidad y de la fidelidad al rey; pero no tiene sinomuy rudimentarias nociones de estrategia, de táctica yde disciplina. El escenario de sus "proezas"' es más lacorte que el campo de batalla. Y mejor que la armadu-ra militar le sientan los vivos colores del atuendo degentilhombre, que por lo demás sabe llevar con pres-tancia.

En otro orden de cosas, aunque su fe es viva, élno es un hombre precisamente virtuoso. Nunca se sa-hní exactamente lo que ocurrió en Azpeitia durante elCimiHval de 1515. De entonces se conserva parte de unnr l / i do acusación que menciona en el haber de Iñigo

delitos perpetrados con nocturnidad, preme-M ' H I , iiHirhanza y alevosía"; pero lo único que sa-

ron errle/íi es que Iñigo no salió del todo mallibrado

UN HOMBRE, UNA ÉPOCA, UN MUNDO 15

Pero ¿por qué demorarnos más en este punto? Es-ta primera parte de su existencia se compendia en lasprimeras líneas de su Autobiografía:

Hasta los veintiséis años de mi edad fui un hombredado a las vanidades del mundo, y principalmente medeleitaba en ejercicio de armas, con un grande y vanodeseo de ganar honra. *

En realidad tiene treinta años por aquella época.Treinta años que han tenido su importancia en la his-toria del mundo.

EL ESCENARIO DEL MUNDO

Cuando se observa la cronología paralela **, lo quellama la atención es la relación entre los acontecimien-tos de los primeros años dfe Iñigo y aquellos otros enlos que él tornará parte activa más tarde. En efecto,Iñigo viene al mundo en los albores de una de las prin-cipales mutaciones acaecidas en la historia. Tres sono-ros estampidos la anuncian:

Primer estampido: la conquista de Granada. El Is-lam es arrojado de Europa occidental. Pero la MediaLuna va a incidir con una de sus puntas en el Este, obli-gando al Emperador Carlos a una guerra de desgastecontra Soleimán. Dicha guerra impedirá a Ignacio y asus compañeros ir a Jerusalén, pero siempre anidará enél el deseo de enviar a los suyos al país de Cristo parallevar el Evangelio al Islam.

Segundo estampido: Cristóbal Colón descubre Amé-rica y Vasco de Gama abre la ruta de las Indias. El mun-

* La Autobiografía o Relato del Peregrino fue dictada por Ig-nacio a petición de su secretario, Luis Goncalves da Cámara, du-rante los últimos años de su vida. El relato está escrito en terce-ra persona, pero, dado que se trata de una autobiografía, me hetomado la libertad de transcribir sus citas en pVimera persona.

** Véase el cuadro de la página siguiente.

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16 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

do se ensancha, espoleando con ello el celo apostólico.El año de la aprobación de la Compañía por el PapaJulio III, Francisco Javier parte hacia la India y el Ja-pón y casi consigue entrar en China. Muy poco después,un grupo de jesuitas se embarca para el Brasil.

Tercer estampido: las guerras de Italia. El fenóme-no del Renacimiento va a invadir Europa. Ignoramoscuál sería el interés que pudo tener Ignacio por la cons-trucción de la basílica romana de San Pedro o por ladecoración de la Capilla Sixtina por Miguel Ángel; loque sí sabemos es que este contemporáneo de Rabelais,con quien tal vez se cruzó por las calles del barrio Lati-no parisiense, captará la importancia de la cultura pro-fana y de las "Humanidades".

VIDA DESAN IGNACIO

Nacimiento de Iñigo de Loyola.

Paje en Arévalo.

-Enormes delitos» de Azpeitia.

Al servicio del virrey de Navarra.

Herido en el sitio de Pamplona.Estancia en Montserrat y Manresa.Peregrinación a Jerusalén.

Estudios en España.

Llega a París.

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ACONTECIMIENTOSCONTEMPORÁNEOS

Conquista de Granada. Descubri-miento de América. Alejandro VIBorgia, Papa.Comienzo de las guerras de Italia.Vasco da Gama dobla el Cabo.Julio II, Papa.Construcción de San Pedro, en

Roma.Nacimiento de Calvino. Los portu-gueses llegan a Malaca.León X, Papa.Los portugueses, en China.Fracisco I accede al trono de Fran-cia; Marignan.Carlos I. rey de España. El Princi-pe, de Maquiavelo.Los españoles, en el Yucatán.Carlos I (V de Alemania), empe-rador. Hernán Corles, en México.Ruptura de Lutero con Roma.Los turcos en Belgrado.

Pizarro, con los Incas.Batalla de Pavía.Verrazzano llega a las costas de

AméricaLa Confesión de Augsburgo.

UN HOMBRE, UNA ÉPOCA, UN MUNDO 17

Voto de los primeros compañerosen Montmartre.

Iñigo abandona París.

Ordenación de los compañeros enVéncela.Llegada de los compañeros a Roma.Deliberación de los compañeros;aprobación de la Compañía de Je-sús.

Salida de Javier a la India: Igna-cio, elegido Superior General; pro-fesión solemne.

El Papa envía Jesuitas a Trento.Muerte de Pedro Fabro; admisiónde Francisco de Borja; Jesuítas enel Brasil.

Creación de la Provincia de España.Paulo III aprueba los Ejercicios.Francisco Javier, en Japón.Confirmación de la Compañía.Muerte de Francisco Javier.Creación de la Provincia de Fran-cia.

Muerte de Ignacio (31 de Julio).

Enrique VIII rompe con Roma.Conquista del Perú.Paulo III, Papa. J. Cartler, en Ca-nadá. Gargantúa, de Rabelaís. El• affalre» de los pasquines.

Guerra entre Venecia y los turcos.

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1541 La Institución, de Calvino, en fran-cés. Miguel Ángel pinta <EI JuicioFinal..

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Los españoles, en el Japón; losportugueses, en Filipinas.Copérnico: De revoluttonibus.Apertura del Concillo de Trento.Muerte de Lutero.

Julio III, PapaRonsard: los AmoresMarcelo II y Paulo IV, Papas; la«Paz de Augsburgo».Abdicación del Emperador Carlos.

Todas estas iniciativas de Ignacio, suscitadas por losacontecimientos, se ordenarán a un mismo fin: la refor-ma dentro de la Iglesia.

Mientras el pequeño Iñigo aún está siendo criadopor su nodriza, el trono de San Pedro es ocupado porAlejandro VI, el Papa Borgia. Pues bien, medio siglomás tarde, Francisco, nieto del Papa, es admitido porIgnacio en la Compañía de Jesús y llegará a ser el ter-cer "General" de la Orden. En él canonizará la Iglesiael apellido Borgia, que antes habían llevado el pocoedificante Papa Alejandro, César y la famosa Lucrecia.Por detrás de la anécdota es preciso leer la pasión deIgnacio por "nuestra santa Madre la Iglesia", como éldice, y por su reforma.

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18 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

Porque también es la hora de la Reforma, en la queya se emplean algunos, como Erasmo y Lulero, que son,por así decirlo, los hermanos mayores de Ignacio, mien-tras que Calvino será el hermano pequeño. Porque tam-bién Ignacio, contra todo y contra todos, sospechoso deherejía durante quince años y entregado a los Inquisi-dores a causa de la "novedad" de sus Ejercicios Espi-rituales y del género de vida de sus compañeros, traba-jará por reformar a la Iglesia, pero desde su interior.

Y es que la "novedad" que trae al mundo se inspi-ra en una profunda renovación espiritual, se alimentade una constante atención a las necesidades de la épocay se verifica en una absoluta fidelidad a la Iglesia y enuna obediencia sin límites al Vicario de Cristo.

En 1556 se produce una coincidencia: abdica elEmperador Carlos y fallece Ignacio de Loyola. El Im-perio se desmembrará, pero los mil jesuítas que paraentonces forman ya la Compañía han traspasado lasfronteras del Imperio. Se encuentran "por todas partesdel mundo", allá donde hay hombres "en tanta diversi-dad, así en trajes como en 'gestos, unos blancos y otrosnegros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando yotros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos nacien-do y otros muriendo..." Han sido enviados allá dondelo exigía la necesidad más urgente y más universal. Yel discernimiento de estas necesidades se ha realizadodurante quince años en una pequeña habitación de Ro-ma donde, hasta la última noche de su vida, y con elfin de satisfacer una exigencia superior a cuanto él po-día ofrecer, Ignacio ha estado escrutando los signos delos tiempos.

"¿Cómo será eso?", preguntaba la Virgen María.¿Cómo ha llegado hasta ahí el apuesto caballero? Todoempezó en las murallas de Pamplona el lunes de Pen-tecostés de 1521.

Primera ParteUn hombreal servicio de CristoGrabado Les Fbntaines, ChantiHy.

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Lunes, 20 de mayo de 1521

Iñigo acaba de llegar a la fortaleza de Pamplona con algunosrefuerzos para Miguel de Herrera, comandante de la guarnición.Aquella mañana las tropas francesas, mandadas por André deFoix, han entrado en la ciudad. No es más que un pequeño epi-sodio de la guerra entre Francisco I y el Emperador Carlos que laHistoria habría olvidado de no haberse producido el •accidente»de Iñigo...

Herrera está pensando en rendirse, pero Iñigo quiere salvar elhonor. Se produce una breve discusión y prevalece el parecer deIñigo. Antes de subir a las murallas confiesa sus pecados a uncompañero de armas, siguiendo una costumbre medieval para elcaso de que no se hallara presente un sacerdote.

Tras seis horas de combate, una bala de cañón quiebra lapierna derecha de Iñigo por encima de la rodilla. También la pier-na izquierda resulta alcanzada. Iñigo cae, y poco después finalizala batalla.

Tratado con suma cortesía, ya que no con demasiada compe-tencia, por los franceses —como él mismo atestigua—, es atendi-do allí mismo durante quince días, al cabo de los cuales, y atra-vesando montes y valles, es llevado en una litera hasta Loyola(a unos cien kilómetros de distancia), donde se pone de nuevoen manos de los médicos y de los cirujanos. Es preciso romperla pierna por segunda vez: una 'carnicería', como él mismo dice,que sobrelleva a base de apretar los puños.

Su estado se agrava, y el 24 de ¡unió le aconsejan que recibalos últimos sacramentos. El día 28 ya le dan por perdido. Peroa la mañana siguiente, festividad de San Pedro y San Pablo, sesiente mejor. Y pronto está fuera de peligro.

El día 30 los españoles recuperan Pamplona.¡Demasiado tarde para Iñigo!

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2. Las fantasías de Loyola

...si tal vocación consideramos del rey temporal asus subditos, quánto es cosa más digna de considera-ción ver a Christo nuestro Señor, rey eterno, y delantedel todo el universo mundo, al cual y cada uno en par-ticular llama y dice...

EE.EE., n. 95.

"Cuando estabas debajo de la higuera, te vi", le di-ce Jesús a Natanael.

¿Qué hacía Natanael debajo de la higuera? Tal vezla explicación más sencilla sea la mejor. Si es medio-día, el calor aprieta y una higuera te ofrece su sombra,¿qué cosa mejor puedes hacer que echar una siesta?Tal vez Natanael estuviera soñando y, como apasionadoisraelita que era, seguramente estaría soñando en supaís y en aquel que habría de levantarse un día paraliberarlo..., cuando de pronto viene Felipe a desper-tarle: "¡Ven conmigo, rápido! ¡Le he encontrado!"

Algo parecido le sucede a Iñigo. Ha mejorado detal manera que él mismo pide una nueva operación—esta vez de "cirugía estética"— para que le sierrenun hueso que le sobresale y le estiren la pierna, quehabía quedado algo más corta... ¿Qué no habría hechocon tal de volver a ser un apuesto galán?

PARA PASAR EL TIEMPO...

Volvemos a verle convaleciente hacia el mes de se-tiembre. En tales circunstancias, llega un momento m

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24 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

que no cabe hacer otra cosa sino esperar. Uno se sientebien, pero se aburre. Mira frecuentemente a través dela ventana, como un pájaro enjaulado. Y el menor pen-samiento, el más leve soplo de brisa, un simple ramode flores o una canción que flota en el aire... sirvenpara que el espíritu remonte el vuelo. A los oídos deIñigo llega el rumor de las mujeres que canturrean mien-tras escogen lentejas allí abajo, en el patio; un poco máslejos se escucha la voz del casero que apostrofa a losbueyes... A través de la ventana mira los árboles delhuerto, en los que la fruta está alcanzando su sazón, ylos colores del verano que languidece en las laderasdel monte Izarraitz. Llegada la noche —uno tarda endormirse cuando se ve obligado a permanecer inmóvil—.vuelve sus ojos hacia el cielo y las estrellas.

También tiene el recurso de la lectura. No apete-cen mucho los libros serios. Uno necesita evadirse. So-bre la mesilla de noche se amontonan las novelas... Iñi-go le pide a su cuñada Magdalena que le proporcionelas fabulosas historias de los Amadises y los Tristanes.esos libros de caballería que le hacen a uno soñar... Pe-ro no hay esa clase de literatura en una casa tan seria.Y la piadosa Magdalena vuelve cargada con un montónde libros que ha encontrado Dios sabe dónde: la Vidade Cristo, en cuatro volúmenes, y la Leyenda Áurea.A falta de otra cosa...

LAS FANTASÍAS SE ALTERNAN

La Vida de Cristo, de Ludolfo de Sajonia ("el Car-tujano"), no es un simple relato extraído del Evangelioy de los Apócrifos; es también, y sobre todo, un librode espiritualidad. En cuanto a la Leyenda Áurea, setrata de una antología de citas y anécdotas, tomadas delas vidas de los santos, que tienen una finalidad común:

LAS FANTASÍAS DE LOYOLA 25

hacer grandes cosas, al igual que Cristo, por amor aDios.

Contrariamente a lo que cabía esperar, Ignacio sesiente atrapado en aquellas lecturas. Hacer grandes co-sas...: ¿acaso no era éste el sueño que él perseguía?Pero he aquí que todo comienza a embrollarse. Unasveces el rey temporal, otras el Rey eterno...; unas ve-ces Nuestra Señora, otras una distinguida dama... Unafantasía sucede a otra.

Esa otra dama, hermosa y distinguida, le obsesionaespecialmente. Influido por" los libros de caballería, quesin duda debe de echar un poco en falta, se ve a sí mis-mo cabalgando por los campos para acudir a su encuen-tro, mientras derrota a sus enemigos y trata de compo-ner un madrigal. Porque la verdad es que, según élmismo nos cuenta, "la señora no era de vulgar nobleza:no condena, ni duquesa, mas'era su estado más alto queninguno destas" (Autobiografía, n. 6). ¿Se trata quizáde la infanta de Castilla? El caso es que da rienda suel-ta a su imaginación durante dos, tres y hasta cuatrohoras seguidas.

Después vuelve otra vez a los libros y se sosiegaen seguida; una nueva fantasía sustituye a la anterior:

—"Santo Domingo hizo esto; pues yo lo tengo dehacer. San Francisco hizo esto; pues yo lo tengo dehacer" (Autobiografía, n. 7).

Entonces se ve a sí mismo convertido en ermitañodel desierto, vestido de saco y alimentándose de hierbassilvestres; o se ve descalzo, camino de Jerusalén; o asolas en una cueva, entregado a terribles penitencias.Como los santos. Y por amor a Dios.

¿El amor...? Y otra vez retorna la imagen de ladama de no vulgar nobleza, ni condesa ni duquesa... Yasí sucesivamente, hasta que le invade el sueño.

Page 15: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

26 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?LAS FANTASÍAS DE LOYOLA 27

DlOS CONCEDE LA ALEGRÍA

Si se lee la Autobiografía, se advierte en seguidaque la imaginación es la facultad que predomina enIñigo. Tal vez sea "la loca de la casa", sí; pero sin esachispa de locura, ¿tendríamos ahora una historia? Esaalternancia de fantasías, sin embargo, le interpela se-riamente:

Cuando pensaba en aquello del mundo, me deleitabamucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, ha-llábame seco y descontento: y cuando en ir a Jerusaléndescalzo, y en no comer sino hierbas, y en hacer todoslos demás rigores que veía haber hecho los santos, nosolamente me consolaba cuando estaba en los talespensamientos, mas aun después de dejado, quedaba con-tento y alegre.

Autobiografía, n. 8.

Por el momento se trata de una simple constatación,pero es ya el punto de, partida de uno de los nsgo.s másfundamentales de la espiritualidad ignaciana: la expe-riencia del discernimiento, que controla la imaginacióny la sensibilidad no con et fin de ponerles freno, sinocon objeto de sacar de ellas el mayor partido posible.

Después de determinados pensamientos se •sientemás bien triste; y bastante alegre después de otro l ipode pensamientos. ¿A qué se debe este fenómeno? Iñigono es aún capaz de responder a esta pregunta, pero, na-turalmente, se inclina por la alegría. A fuerza de repe-tirse estas experiencias y de su propio esfuerzo porcontrolarlas en cuanto se han producido, Iñigo no va atardar en dar con la respuesta. Y entonces, frente a losaguafiestas y los avinagrados de la religión, frente alos que tienen perenne cara de cuaresma, frente a quie-nes no ven en la aventura espiritual más que un lúgu-bre peregrinar a través de un valle de lágrimas, frentea todos los doloristas de la literatura y del arte que ha

producido el cristianismo occidental, Iñigo se atreverá aproclamar esta buena nueva:

Propio es de Dios y de sus ángeles en sus mocionesdar verdadera alegría y gozo espiritual, quitando todatristeza y turbación, que el enemigo induce; del cual espropio militar contra la tal alegría y consolación espiri-tual, trayendo razones aparentes, sotilezas y asiduas fa-lacias.

££.££., n. 329.

Este primer criterio del "discernimiento de espíri-tus" es simple, claro y transparente. Quizá demasiado,porque no hay que olvidar que el enemigo es expertoen "sotilezas" que será preciso saber desenmascarar atiempo. Pero la experiencia está en marcha.

LA ELECCIÓN DEL PENITENTE

Entre el rey temporal y el Rey eternal, entre servira una "alta dama" y servir a Nuestra Señora, entre elmundo y Dios, Iñigo hizo una elección definitiva, prefi-riendo la alegría a la tristeza. Pero en seguida mide ladistancia que hay que franquear para pasar del sueño ala realidad. ¡Una bala de cañón no puede abolir todala historia de una vida! Su pasado le viene a la memo-ria no ya con el encantador colorido de la gloria y delos amoríos, sino iluminado por la luz de Dios: unpasado de pecador en un mundo de pecado. Y ese pasa-do se le ofrece como un camino que hay que recorrerpara alcanzar a Cristo y a los santos. Ahora sabe queno podrá quemar etapas ni ahorrarse el tiempo de lapenitencia y la conversión. Su camino será, pues, el delpenitente. Y entre otros planes, el de una peregrinaciónse va imponiendo cada vez con mayor fuerza.

Una vez tomada la decisión, las fantasías deletéreasse desvanecen. Estando una noche despierto, vio c l n r í -mente a Nuestra Señora con el Niño Jesús,

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28 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

...con cuya vista por espacio notable recibí consola-ción muy excesiva, y quedé con tanto asco de toda lavida pasada, y especialmente de cosas de carne, queme pareció habérseme quitado del ánima todas las es-pecies que antes tenía en ella pintadas.

Autobiografía, n. 10.

Esta es la primera señal objetiva de la conversiónde Iñigo: algo ha sucedido. Es el momento de marcarel rumbo.

Habrá personas serias que seguramente se sorpren-derán de que tan importantes decisiones para la vidade un hombre se concibieran a partir de ensoñaciones,fantasías y sentimientos. Efectivamente, no parece serio.Pero entonces hay que convenir en que tampoco elmismísimo Dios es serio, puesto que desde Jacob hastaJosé, el esposo de María, desde el pequeño Samuel alos Magos de Oriente, desde Jeremías hasta los apósto-les Pedro y Pablo, son incontables las ocasiones en queDios ha hablado "en sueños" a sus amigos... Y es queaún sigue siendo el medio más sencillo que Dios haescogido para hacernos comprender que los proyectosque a El le atañen no vienen de nosotros, porque exce-den nuestras posibilidades de valorar la realidad y has-ta lo posible. Lo importante es saber interpretar los sue-ños. Lo cual también es un don de Dios.

Cuatro etapas, pues, parecen haber caracterizado laestancia de Iñigo en Loyola durante su convalecencia:

1) Es seducido por Cristo y por los santos. Laimagen de Jesús que, de entrada, se le ofrece, es la del¡efe prestigioso que invita a los hombres a entrar a suservicio: una especie de fascinación semejante a la queel pequeño paje debió de experimentar cuando llegó ala corte de Arévalo.

2) Es seducido por el aspecto heroico de este ser-vicio : hacer grandes cosas y realizar difíciles empre-sas para señalarse ante este nuevo rey, a imitación delcaballero qi¡e desea realizar proezas.

LAS FANTASÍAS DE LOYOLA 29

3) Mientras se entrega a su fantasía, adquiere con-ciencia de la necesidad de hacer una elección, porque esimposible perseguir dos sueños a la vez: seguir radical-mente a Cristo y conquistar los favores de una dama.Es la primera experiencia del discernimiento espiritual.

4) Pero comprende además que es imposible seguira Cristo sin tender a parecerse a él. La conversión noes un "flechazo" o un súbito enamoramiento. La ilumi-nación de Loyola ha puesto especialmente de relieve lastinieblas de su vida. El camino que habrá de emprenderserá el de la penitencia; pero una penitencia soportadacon alegría, a fin de realizar cosas grandes, a fin de ha-cerse digno de servir a Jesucristo.

No todo son fantasías durante ese tiempo de conva-lecencia ; hay también un proyecto que va tomandocuerpo.

LA PRIMAVERA

Las últimas semanas serán una recapitulación de to-do lo acontecido. Iñigo escoge un hermoso y lustradopapel; y con mucho esmero, a la manera de un calí-grafo o de un miniaturista, va copiando los pasajes esen-ciales de lo que ha leído, escribiendo en rojo las pala-bras de Jesús y en azul las de nuestra Señora. El restodel tiempo lo pasa orando, sin buscar cosas nuevas, sinosencillamente retornando sobre lo que ya ha oído y leí-do, a fin de mejor saborearlo y sentirlo con el corazón,como un amante que, al día siguiente del encuentro consu amada, no deja de pensar en la maravillosa jornadavivida el día anterior. El momento privilegiado paraesta oración es la noche, mientras contempla el cielo ylas estrellas, "lo cual hacía muchas veces y por muchoespacio, porque con aquello sentía en mí un muy gran-de esfuerzo para servir a nuestro Señor" (Autobiogra-fía, n. 11).

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30 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

Pero, aprovechando que ahora todo marcha bien,hay que poner en ejecución el proyecto. Primero, a Je-rusalén; eso es seguro. Pero ¿y después? ¿La Cartuja,quizá? ¿O la vida errante? Ya se verá. Lo importantees partir. Eso sí, habrá que obrar con astucia, porqueMartín, el hermano mayor, cree adivinar algo que nole parece del todo bien... ¿Se habrá convertido nuestroIñigo en un "iluminado"...?

Pero ¿quién va a poder contenerle ahora que sientela llamada del Amado? :

"Mira, ya ha pasado el invierno,han cesado las lluvias y se han ido.Brotan las flores en la tierra,el tiempo de las canciones ha llegadoy se oye el arrullo de la tórtolaen nuestra tierra.¡Levántate y ven!"

"Cantar de los Cantares" 2, 10-14.

Era el comienzo de la primavera.

'

25 marzo de I52-

Es medianoche. Los monjes avanzan en procesión por el corode la iglesia para cantar los maitines del día de la Anunciación. Nosencontramos en el monasterio benedictino de Montserrat, adosadoa la ladera de la altiva montaña cuya silueta, en forma de dientesde sierra, se recorta sobre el cielo de Cataluña.

Al otro lado de la reja, y confundido entre la masa de peregri-nos, hay un hombre en cuyos ojos brilla el reflejo de las lámparasque adornan el santuario. Su mirada está clavada en el rostro apa-cible de la maravillosa talla románica de la Virgen en madera po-licromada. Es Iñigo de Loyola, ligeramente incómodo dentro delvestido de saco que acaba de ponerse directamente sobre su piel.Momentos antes ha dejado colgados, en calidad de ex-voto, su es-pada y su puñal. En cuanto a sus vestiduras de gentilhombre, selas ha regalado a un mendigo.

En los últimos días ha recorrido los seiscientos kilómetros queseparan Loyola de Montserrat, etapa obligada en su camino haciaBarcelona, donde debe embarcar para ir a Jerusalén, vía Roma yVenecia. Ha llegado al monasterio la tarde del día 21 de marzo.Durante tres días, y ayudado por el monje francés Jean Chanon,ha preparado la confesión general de toda su vida pasada. Ayerha recibido la absolución y, por primera vez, ha confiado su se-creto.

Mientras avanza la noche, el nuevo cabal/ero, unas veces de piey otras de rodillas, prosigue la vela de sus armas. Poco antes deamanecer, y en el transcurso de la primera misa de la Anuncia-ción, recibe el Cuerpo de Cristo. Con los primeros rayos del solabandona el monasterio y desciende tranquilamente la montaña.

Pero, en lugar de tomar hacia el este, camino de Barcelona, sedirige hacia el norte. ¿Para no ser reconocido, tal vez? Eso es loque él dice; pero sólo puede decirlo por lo que se refiere al mo-mento de su partida. ¿Para tomarse un poco de reposo antes deproseguir el largo viaje? ¿Para evitar la peste que asóla a Barcelo-na? Lo más probable es que lo hiciera porque Jean Chanon le hu-biera aconsejado que se preparara para la peregrinación haciendounos días de retiro en las cercanías de Montserrat, en un pueblodonde le darían alojamiento en el hospital o en el convento delos dominicos. Ese pueblo era Manresa.

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3. ¿Cómo es esa nueva vida?

Imaginar... el caudillo de todos los enemigos. (...) Con-siderar cómo hace llamamiento de Innumerables demoniosy cómo les esparce... por todo el mundo... para echar re-des y cadenas (a los hombres).

Imaginar... a Christo nuestro Señor. (...) Considerarcómo... se pone... en lugar humilde, hermoso y gracio-so. (...) Considerar cómo... escoge tantas personas, após-toles, discípulos, etc., y los envía por todo el mundo...para que a todos quieran ayudar.

EE.EE., nn. 140-145.

Es preciso hacer abstracción de muchas cosas parapoder imaginarse hoy la Manresa de la que, mucho tiem-po después, dirá Ignacio a propósito de todas sus deci-siones : "Me refiero a un pueblo que se dice Manre-sa..." Sin embargo, no ha cambiado el dentado perfil deMontserrat, allá a lo lejos, como tampoco han cambia-do, a muy poca distancia del lugar, las orillas del ríoCardoner, con las cuevas excavadas en las rocas quelo bordean.

¿Es ya San Ignacio de Loyola el que llama a laspuertas del hospital de Santa Lucía la noche del 25 demarzo de 1522? Véase el juicio que de sí mismo da elpropio Ignacio treinta años después:

Me acaeció una cosa que será bueno escribirse, paraque se entienda cómo nuestro Señor se había con estami ánima que aún estaba ciega, aunque con grandes de-seos de servirle en todo lo que conociese; y así deter-minaba de hacer grandes penitencias, no teniendo ya tan-to ojo a satisfacer por mis pecados, sino agradar y apla-cer a Dios. Y así, cuando me acordaba de hacer algunapenitencia que hicieron los santos, proponía de hacer la

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34 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

misma y aún más. Y en estos pensamientos tenía todami consolación, no mirando a cosa ninguna interior, ni sa-biendo qué cosa era humildad, ni caridad, ni paciencia, nidiscreción para reglar ni medir estas virtudes, sino todami intención era hacer destas obras grandes exteriores,porque así las habían hecho los santos para gloria deDios.

Autobiografía, n. 14.

Demasiado matizado parece este juicio para ser atri-buido a una especie de falsa humildad. Ignacio reco-noce sus grandes deseos de santidad; y reconoce sobretodo que es guiado por Cristo. Pero observa dos cosasde capital importancia: en primer lugar, la ceguera desu alma, ignorante de que las "obras grandes exterio-res" de los santos no son sino manifestación cuasi-espon-tánea de sus virtudes interiores de "humildad, caridady paciencia". Cuando faltan estas virtudes, existe el granpeligro de que la imitación de los santos quede reduci-da a simple remedo y el que se inicia en la vida espi-ritual se vea arrastrado a la vanagloria, que conduce ala soberbia del espíritu. En segundo lugar, observa sufalta de "discreción" o de discernimiento; y de esta ca-rencia ofrece diversos testimonios la Autobiografía.

INDISCRECIONES

Tenemos, por ejemplo, el episodio del moro con elque se encontró cuando cabalgaba hacia Montserrat. Dis-cutiendo con él cada vez más acaloradamente sobre laVirgen María, llega un momento en que Iñigo decideque sea su muía la que decida lo que debe hacer conel moro: si la muía tira por el camino ancho, él se lan-zará en busca del moro para darle muerte; si tira porel camino estrecho, le dejará ir tranquilo. Nuestro Señorquiso, dice Ignacio, que la muía se decidiera por el ca-mino de la misericordia para con aquel pobre hombre.

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 35

¡Tanto mejor para él! Pero lo cierto es que existíanotros criterios...

¿Y no tiene también algo de pueril la espectacularvela de armas en Montserrat? El propio Ignacio, porlo demás, confiesa que se inspiró en el ejemplo de Arna-dís de Gaula. Y en otro orden de cosas, si bien puedeparecer loable que regalara sus vestidos a un mendigo,también podía haber sospechado que el pobre infelizpodía caer en manos de la justicia —como efectivamen-te sucedió— y se le acusara de haber robado los talesvestidos.

En Manresa se dejará crecer el pelo y las uñas, encompensación al cuidado que hasta entonces había dis-pensado a su aspecto exterior, como si la santidad y elaseo no pudieran hacer buenas migas. También se ne-gará a ingerior carne y vino, incluso permanecerá ochodías sin probar bocado... y caerá enfermo.

Esto por lo que se refiere a la falta de "discreción"o discernimiento. En cuanto a la tentación de vanaglo-ria, es de muy distinta sutileza.

LA "COLA SERPENTINA'

La primera parte de la estancia de Iñigo en Manre-sa (de marzo a julio) es un período de calma. Sale to-las las mañanas a mendigar su sustento, asiste a losoficios en la catedral —misa, vísperas y completas—,y el resto del tiempo lo dedica a la oración o a conver-sar con personas piadosas. Se confiesa y comulga cadadomingo, cosa bastante rara en aquel tiempo. Su lec-tura preferida es el relato de la Pasión. Se le imaginauno, al recordar su confesión en Montserrat, de pie antela Cruz y preguntándole familiarmente a su Señor, "co-mo un amigo habla a otro" (EE.EE., n. 54):

—¿Cómo es que tú, mi Creador, viniste a hacerte.

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36 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA? ¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 37

hombre? ¿Cómo es que, dejando la vida eterna, has ve-nido a la muerte temporal y a morrir de ese modo pormis pecados? ¿Qué he hecho yo por Cristo? ¿Qué debohacer por Cristo? (EE.EE., n. 53).

Sin embargo, en otros momentos ocurren cosas bas-tante extrañas:

Estando en este hospital me acaeció muchas veces endía claro ver una cosa en el aire junto a mí, la cual medaba mucha consolación, porque era muy hermosa en gran-de manera. No devisaba bien la especie de qué cosa era,mas en alguna manera me parecía que tenía forma deserpiente, y tenía muchas cosas que resplandecían comoojos, aunque no lo eran. Yo me deleitaba mucho y con-solaba en ver esta cosa; y cuanto más veces la veía,tanto más crecía la consolación; y cuando aquella cosame desaparecía, me desplacía dello.

Autobiografía, n. 19.

¿Alucinaciones de un hombre mal alimentado? Nolo parece, porque la imagen volverá a presentarse aundespués de que Iñigo haya dejado de ayunar. Lo impor-tante es la relación entre esa "cosa" y su estado aními-co: una cosa que brilla, que tiene como muchos ojos yque le hace sentirse feliz.

En otra ocasión le sobreviene un pensamiento rela-cionado con esta visión, aunque distinto de ella:

—¿Cómo podrás tú sufrir esta vida setenta años quehas de vivir?

Y esta vez se responde a sí mismo inmediatamente:— ¡Oh miserable! ¿Puédesme tú prometer una hora

de vida?Dicho de otro modo: cuando la tentación es mani-

fiesta y se siente arrastrado al desaliento, Iñigo no olvi-da la lección de Loyola y reacciona rápido y bien. Perocon el tiempo aprenderá que "el enemigo" puede trans-formarse en "ángel de luz", "entrar con la ánima de-voln y salir consigo". Entonces es menester "mucho ad-v r r l i r el discurso de los pensamientos", pues sólo al final

puede ser "el enemigo de natura humana sentido y co-noscido de su cola serpentina" (EE.EE., nn. 332-334).

Esa forma encubierta de cosas que brillan como sifueran ojos, ¿no es acaso la proyección de un sentimien-to sumamente humano? "Eres un gran tipo... Todo elmundo se fi ja en ti..., eres un sujeto brillante... Todoste admiran..." Más tarde, hallándose aún en Manresa,bastante enfermo y sintiéndose morir, Iñigo se ve asal-tado por "un pensamiento que le decía que era justo".Es el paso de la vanidad a la temible tentación de lasoberbia. Pero para entonces ya sabe reconocer el ori-gen de la seductora visión.

—Por amor de Dios —les dice a unas señoras quehabían ido a visitarle, alertadas de su precaria situa-ción—, si alguna vez volvéis a verrne en punto de muer-te, gritadme a grandes voces diciéndome: "¡pecador!"

Pero por el momento las cosas no están aún tan cla-ras, e Iñigo constata con cierta inquietud los cambiosque en él se producen hacia la mitad del verano: tanpronto siente un profundo desconsuelo, una especie deinsipidez que le quita todo gusto por la oración, comotiene la indefinible sensación de que alguien retirarade sus hombros el pesado manto de la tristeza. Ahorabien, él no puede controlar estos cambios. No es dueñode sus fantasías. Tiene la sensación de depender de al-gún Otro... —

—"¿Qué nueva vida es esta que agora comenza-o ;?mosrUn escalofrío le recorre el cuerpo al comprobar que

ya no es dueño de sí mismo..

EL MENTIROSO Y EL HOMICIDA

Escalofrío de horror y, al mismo tiempo, la tenazresistencia de un hombre voluntarioso. "Cuando eras jo-

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38 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

ven, ...ibas adonde querías. (...) Otro... te llevará adon-de tú no quieras", le dice Jesús a Pedro. Y añade elevangelista: "Con esto indicaba la clase de muerte conque (Pedro) iba a glorificar a Dios" (Jn 21. 18-19).

Iñigo no sabe aún la clase de muerte por la que éldeberá pasar. Desea dar gloria a Dios, pero por los me-dios que él mismo pretende escoger. Y entonces Dios vaa abandonarle por algún tiempo a sus propias fuerzas,hasta que comprenda que el poder de Dios se manifies-ta en la debilidad humana.

De julio a octubre atraviesa una espantosa depre-sión, encerrado en una celda del conven* de los domi-nicos. "Escuridad del ánima —dirá el propio Ignacioal describir en los Ejercicios la 'desolación espiritual'—.turbación en ella, moción a las cosas baxas y terrenas,inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendoa infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose todaperezosa, tibia, triste y como separada de su Criador ySeñor" (EE.EE., n. 317). Es la desolación. En el casoque nos ocupa, la crisis se desencadena a causa de losescrúpulos.

En Montserrat había hecho Iñigo una exhaustivaconfesión general. Se le imagina uno trayendo a la me-moria todos los pecados de su vida, año por año, es-forzándose por recordar lugares y circunstancias: la ca-sa solariega y los alrededores de Loyola, la corte deArévalo, la de Nájera; las relaciones que tuvo, las gen-tes con las que anduvo de correrías en sus años mozos,las ocupaciones a las que se había entregado... (cf.EE.EE., n. 56).

Hoy, el "padre de la mentira" viene a tentarle denuevo, tomando pie para ello en las verdades fundamen-tales. Tras el pecado de los ángeles y el pecado deAdán, basta un solo pecado mortal para que un hombrese precipite en el infierno... ¿Y si, por omitir un pe-cado, ese hombre fueras tú. . .?

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 39

De pronto se siente separado. Separado de Dios yde toda la creación. En la más absoluta soledad. Ya noes nada.

—¿Quién soy yo en comparación de todos los hom-bres? ¿Y qué son los hombres en comparación con lo-dos los ángeles y santos del paraíso? ¿Qué es todo locreado en comparación de Dios? Pues yo solo, ¿quépuedo ser? Corrupción, fealdad corpórea, llaga, pos-tema, ponzoña turpísima... Querría unirme a Dios, yheme aquí tan separado de él como lo están entre sí laignorancia y la sabiduría, la debilidad y la fuerza, lainiquidad y la justicia, la maldad y la bondad... (cf.EE.EE., n. 58).

En medio de esta total confusión tiene el presenti-miento de que no debe desdecirse de su anterior resolu-ción, sino que tiene que "plantar cara". Para ello mul-tiplica las penitencias, ayuna durante toda una sema-na, persevera en la oración, consulta con su confesor...Todo es inútil. Y un amargor de muerte le llena laboca.

El vértigo de la auto-destrucción es la última tenta-ción que pone en juego el que es "el homicida desdeel principio del mundo". Iñigo ve a un hombre caerfulminado al infierno y en sus oídos resuenan los ala-ridos de los condenados. Hay en su celda un gran agu-jero del que no se ve el fondo, y a Iñigo le asalta lala tentación de arrojarse por él...

— ¡No, Señor, no haré cosa que te ofenda!Al borde del abismo, este es el único hilo del que

pende su fidelidad. De por sí, él ya no es nada, estáherido de muerte, abandonado en el campo de batalla.Y se entrega:

— ¡Socórreme, Señor, que no hallo ningún remedioen los hombres, ni en ninguna criatura; que, si yo pen-sase de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande.Muéstrame tú, Señor, dónde lo halle; que aunque sea

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40 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

menester ir en pos de un perrillo para que me dé unremedio, yo lo haré! (Autobiografía, n. 23).

Y es entonces, nos dice, cuando "quiso el Señor quedesperté como de un sueño".

Iñigo acaba de descubrir la máxima humildad. Ylanza una "esclamación admirativo con crescido afecto":

— ¡Vivo! ¡Existo! Los ángeles y los santos hanrogado por mí. No he muerto, no he sido precipitadoen los infiernos, sigo existiendo, gracias a los cielos, alsol, a la luna, a las estrellas, a los árboles y a los pá-jaros, peces y animales.

El relato de la creación prosigue, a pesar del pecadode los hombres. Iñigo se ha reconciliado ícf. EE.EE..n. 60).

Más tarde recogerá en los Ejercicios las ásperas me-ditaciones de esta época de su vida. No para hacer pa-sar a los demás por la misma prueba que él, sino paraque aprendan de nuevo a amar humilde y humanamen-te: "para que si del amor del Señor eterno me olvidarepor mis faltas, a lo menos el temor de las penas meayude para no venir en pecado" (EE.EE., n. 65). Y poreso todas estas meditaciones desembocan en una acciónde gracias, para que el pecado sea conocido a través dela ternura y la misericordia de nuestro Creador y Señor.

COMO UN MAESTRO DE ESCUELA

Durante los últimos meses de su estancia en Man-resa, Iñigo se deja iluminar por Dios, que "le tratabade la misma manera que trata un maestro de escuela aun niño, enseñándole" (Autobiografía, n. 27). Es eltiempo de la gracia, en que "el mismo Criador y Señorse comunica a la su ánima devota abrazándola en suamor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejorpodrá servirle adelante" (EE.EE.. n. 15).

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 4í

¿Cuál fue la naturaleza de aquellas "comunicacio-nes"? Al hablar de ello, Ignacio emplea con frecuenciael verbo "ver", lo cual no deja de ser normal tratándosede "luz". Sin embargo, no son visiones ni "apariciones".Cuando Ignacio dice "vi", quiere decir: "comprendí","conocí"; pero tampoco estos verbos traducen adecua-damente la experiencia, que consiste, si se quiere, enintuiciones, pero dotadas de una certeza de la que noes posible dudar. A veces van acompañadas de algúntipo de imágenes. Pero lo importante es lo que él ha"visto", lo que hizo de él "como si fuese otro hombrey tuviese otro intelecto" (Autobiografía, n. 30) y dioorigen al libro de los Ejercicios Espirituales.

EL AMOR SE COMUNICA

En primer lugar, la Santísima Trinidad, "en figurade tres teclas", dando cada una de ellas su nota y for-mando entre las tres el acorde perfecto. Se hallaba en-tonces Iñigo orando en las gradas del monasterio deSanto Domingo (de ahí, tal vez, la imagen de las tresteclas de un clavecín...). Y es tal la impresión que re-cibe que, por así decirlo, ya no es dueño de sí. En esemomento sale del monasterio una procesión e Iñigo seva tras ella casi maquinalmente, sin poder contener suslágrimas. Es una impresión tan fuerte que en adelante,durante toda su vida, sentirá una inmensa devociónsiempre que rece a la Santísima Trinidad (Autobiogra-f í a , n. 28).

Es en verdad una experiencia de capital importancia.El misterio de la Trinidad, tan empobrecido por la es-peculación, se convierte para Ignacio en la fuente dede toda vida espiritual, aquello de donde todo procedey adonde todo regresa, en perpetuo movimiento y enperpetua comunicación. Quien contempla habitualmen-

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42 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

te este misterio no puede ya satisfacerse con nada. Paranombrarlo, Ignacio empleará la expresión "Majeslas di-vina", que nuestra palabra "majestad" no traduce ade-cuadamente. Se trata del "Deus semper maior", al queúnicamente responde, en la oración y en la acción, el"semper magis". Pero este "magis" no es ya del ordende las proezas ascéticas, sino que traduce el movimien-to de quien ha sido agarrado y arrebatado por el obrardivino, que es en adelante el que dirige su acción.

Una vez se me representó en el entendimiento congrande alegría espiritual el modo con que Dios habíacriado el mundo, que me parecía ver una cosa blanca,de la cual salían algunos rayos, y que della Dios hacíalumbre.

Autobiografía, n. 29.

Es propio del amor obrar y comunicarse. Y así, Ig-nacio percibe a Dios como a Alguien que "trabaja ylabora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de latierra"; y todas las cosas creadas "descienden de arri-ba... como del sol descienden los rayos, de la fuentelas aguas, etc." (EE.EE., nn. 236-237). Esta contempla-ción le llevará a "ver a Dios en todas las cosas", a con-vertirse en ese "contemplativo en la acción" que, segúnSan Ignacio, caracteriza al hombre. Y le llevará tambiéna respetar las cosas y a los hombres. Se cuenta de élque,- siempre que se encontraba con algún hermano enla casa de Roma, una sonrisa iluminaba su rostro, has-ta el punto de que tuvo que intentar controlar este re-flejo, porque podría parecer algo extraño a quien ig-norara la causa del mismo. E igualmente exhortará alos novicios a conducirse "en manera que considerandolos unos a los otros, crezcan en devoción y a laben aDios nuestro Señor, a quien cada uno debe procurar dereconocer en el otro como ei su imagen" (Constitucio-nes de la Compañía de Jesús [Const. S.¡.]. n. 250).

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 43

Es el mismo tipo de representación —unos rayosblancos— que percibirá otro día durante la misa, en elmomento de la elevación. El Cuerpo de Cristo en la eu-caristía no será para él una presencia inerte, sino elcentro de irradiación del mundo, en permanente estadode creación (cf. Autobiografía, n. 29).

La imagen perfecta de Dios es, en efecto, la huma-nidad de Jesucristo. Ignacio afirma haberla visto enManresa "muchas veces y por mucho tiempo, con losojos interiores" (Autobiografía, n. 29). Pero su devo-ción a Cristo no arranca de ahí, sino que hundía susraíces en su fe española y se le había impuesto durantesu convalecencia en Loyola. Pero las visiones de Man-resa sitúan mejor la humanidad de Cristo en el conjun-to de la creación. Al igual que todas las criaturas, lahumanidad de Cristo salió de Dios para regresar a Dios.Pero, al encarnarse el Hijo en ella, lo hizo investido deuna misión, porque Jesucristo es el Enviado del Padre.

La contemplación de los misterios de la vida de Cris-to, que vienen a continuación en los Ejercicios, se orde-nará a partir de ese momento en que el Hijo se ofreceal Padre y se inserta en el mundo para salvar a loshombres, librándolos de las fuerzas del mal e invitán-doles a seguirle. Y como, para cumplir esta misión.Cristo suscita discípulos, el conformarse a Jesucristo yano consistirá para Ignacio en escoger tal o cual ejemplode los Santos, sino en responder al llamamiento de Cris-to para, a su vez, ser enviado (como Cristo lo fue), y enofrecerse en cuerpo y alma al trabajo, del mismo modoque se ofreció Cristo para la salvación del mundo.

Por medio de estas revelaciones sobre la Trinidad,la creación, la eucaristía y la humanidad de Cristo, el"maestro de escuela" prácticamente ha concluido su ins-trucción, y el discípulo tiene la audacia de decir:

Estas cosas que he visto me confirmaron entonces yme dieron tanta confirmación siempre de la fe, que mu-

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44 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

chas veces he pensado conmigo: Si no huviese Escrip-tura que nos enseñase estas cosas de la fe, yo me deter-minaría a morir por ellas, solamente por lo que he visto.

Autobiografía, n. 29.

EN LAS ORILLAS DEL CARDONER

Queda por hacer la síntesis; pero también ésta sele dará hecha en la "iluminación del Cardoner". Se di-rigía Iñigo en cierta ocasión a la pequeña iglesia deSan Pablo el Ermitaño, cuando, al cabo de un rato depiadosa marcha, se sentó, con la cara vuelta hacia elrío, que discurría más abajo, y allí

...se me empezaron a abrir los ojos del entendimiento;y no que viese alguna visión, sino entendiendo y cono-ciendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales comode cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustracióntan grande, que me parecían todas las cosas nuevas. Yno se puede declarar los particulares que entendí enton-ces, aunque fueron muchos, sino que recibí una grandeclaridad en el entendimiento; de manera que en todo eldiscurso de mi vida, coligiendo todas cuantas ayudas hayatenido de Dios, y todas cuantas cosas he sabido, aunquelas ayunte todas en uno, no me parece haber alcanzadotanto como de aquella vez sola. Y esto fue en tanta ma-nera de quedar con el entendimiento ilustrado, que meparescía como si fuese otro hombre y tuviese otro inte-lecto que tenía antes.

Autobiografía, n. 30.

No hay que pensar que Iñigo quedó de repente do-tado de un saber enciclopédico. Lo que indudablementepercibió en esta "visión sintética ', que englobaba lasrealidades de "cosas espirituales'' y "de cosas de la fey de letras'', fue la relación entre los misterios de lafe (Trinidad, creación, eucaristía. Encarnación, etc.) yla finalidad del mundo presente en aquel primer cuartodel siglo xvi ; el lugar del hombre en el universo y elsentido de su propia existenci i en la creación ordenadaa Dios. Por mi parte, y aun a riesgo de equivocarme.

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 45

me gusta descubrir en la meditación fundamental de losEjercicios (la del "Principio y Fundamento") una ver-sión distinta, en el lenguaje de la iluminación del Car-doner:

La humanidad ha sido llamada a la existencia para ala-bar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, me-diante esto, salvar su alma. Y todas las otras cosas sobrela faz de la tierra han sido llamadas a la existencia parael bien de los hombres, a fin de ayudarles a perseguirel fin por el que ellos mismos han sido llamados a exis-tir. •

De donde se sigue que el hombre debe servirse deellas en la medida en que le ayuden para alcanzar su fin,y desprenderse de ellas en la medida en que sean unobstáculo para ello.

Para lo cual es preciso que nos hagamos indiferentesa todas las cosas creadas, en cuanto le está permitidoa la libertad humana. De tal manera que, de nuestra par-te, no deseemos más la salud que la enfermedad, la ri-queza que la pobreza, el honor que el deshonor, o unavida larga más que una vida corta; y lo mismo en todolo demás.

Se trata de que deseemos y elijamos únicamente loque más nos conduce al fin por el que hemos sido llama-dos a existir.

EE.EE., n. 23.

Todo está llamado y ordenado; pero no con un or-den estático en el que cada cosa sigue estando en sulugar, sino integrado en el movimiento oue la creaciónarrastra consigo. En cabeza va Cristo; y detrás, el pue-blo de los hombres libres en medio de las cosas creadas.

Mi vida, por lo tanto, tiene un sentido. Deberé ca-minar por entre las maravillas de la creación no enplan "dilettante", tomando aquí y allá la flor que meagrada y dejando que se marchite en mis manos, sinosabiendo a dónde voy y a dónde va el mundo. Si todaslas demás cosas me resultan indiferentes, no es porqueyo sea insensible a la belleza del universo, a las capaci-dades del hombre y a las alegrías de la vida, sino por-que aún no sé qué es lo que mejoi me conducirá hacia

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46 ¿GUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

lo que Dios espera de mí. Tal vez sea la gris monoto-nía de una oficina, o la penuria de medios en relacióna lo que me gustaría realizar, o la enfermedad corpo-ral o espiritual, o unos cuantos años de vida para llevara cabo el proyecto de todo un siglo... Tan sólo sé unacosa: que debo entrar por el camino que Cristo abriópara liberar al mundo. Y tan sólo deseo una cosa: serel servidor de ese gran designio.

Tal vez en esto está pensando Iñigo mientras da gra-cias a Dios al pie de un cercana cruz.

EL HOMBRE NUEVO

En el transcurso de este período de "iluminaciones'7se produce en el comportamiento de Iñigo un cierto nú-mero de cambios, mínimos en apariencia, pero signifi-cativos.

A partir de ahora va a dedicar mucho tiempo a con-versar con la gente. A no ser que se le robe al sueño...,¿no será demasiada pérdida de tiempo si lo que se pre-tende es encontrar al Señor? Como por azar, es precisa-mente en el momento de acostarse cuando le vienen losmás elevados pensamientos... "Y por aquí -—nos dice—empecé a dubdar si venían de buen espíritu aquellas no-ticias, y vine a concluir conmigo que era mejor deja-llas y dormir el tiempo destinado, y lo hice así." (Auto-biografía, n. 26.)

Otro cambio, esta vez relacionado con la comida:a pesar de las objeciones de su confesor, él tiene la cer-teza de que debe volver a comer carne... Y otro cambiomás, relativo a su aspecto exterior: "Después que em-pecé a ser consolado de Dios y vi el fruto que hacía enlas almas tratándolas, dejé aquellos extremos que de an-tes tenía, y me cortaba ya las uñas y los cabellos" (Au-

¿COMO ES ESA NUEVA VIDA? 47

tobiografía, n. 29). Y por último, y en bien de su sa-lud, acepta vestirse y abrigarse mejor.

¿Exiguo balance? Veamos más bien las razones deestos cambios y cómo Iñigo los decidió. Dos considera-ciones preceden a las decisiones: las consolaciones enla oración y el fruto apostólico de sus conversaciones.

La inspiración personal no es siempre de fiar y,después de las "visiones" de la "serpiente". Iñigo sabeque no toda consolación proviene necesariamente deDios. Son necesarios el discernimiento personal y el delos demás, en este caso el confesor. Pero el inspirado esIñigo, y es él, en último término, quien decide comercarne. Sea cual sea el orden de los pasos que se den,siempre habrá en el proceso de la decisión ignacianacuatro elementos: la inspiración, el discernimiento per-sonal, el control o la confirmación por parte de la Igle-sia, y la decisión. El espíritu de obediencia no producerobots, con tal de que la búsqueda no se haga en solita-rio y la decisión pueda ser revocable.

Pero igualmente importante es la motivación apos-tólica de los cambios. Y aquí se manifiesta aún con ma-yor claridad "el hombre nuevo" en que Iñigo se ha con-vertido en Manresa: un hombre asociado al designio deDios que Cristo prosigue en la Iglesia. En este puntoconvergían las iluminaciones recibidas. Y es tambiénla conclusión a la que llega Iñigo al término de su épo-ca manresana:

Y a este tiempo había muchos días que era yo muyávido de platicar de cosas espirituales, y de hallar per-sonas que fuesen capaces dellas. Ibase allegando el tiem-po que tenía pensado para partirme para Jerusalén.

Autobiografía, n. 34.

Ya no le interesa la soledad de la Car tuja . Ahoradesea ayudar a otros, tan to corno ser ayudado por ellos.Apost i l lado y vida en compañ ía : ¿no está ahí, acaso,

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48 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

el germen de lo que será el proyecto de la Compañía deJesús? Y el caso es que no podía ser de otra manera,después de haber recibido la revelación del amor t r i n i -tario comunicado a toda la creación en un incesantemovimiento; después de haber contemplado a Jesucris-to en el Evangelio y en la Eucaristía; después de haberescuchado su llamada, visto a la humanidad como unpueblo en marcha hacia el Padre, y percibido al mundocomo necesitado de serle arrebatado al enemigo paraentregárselo a Cristo.

Sin embargo, y a fin de ejercitarse "en caridad yfe y esperanza", según sus propias palabras, va a em-prender el camino en solitario. El 18 de febrero de 1523se despide de sus amigos en el puente romano por el quehabía entrado en Manresa. Y se dirige al mar.

^Viernes, ^ de septiembre de

El grupo de peregrinos del que Iñigo forma parte se encuentramuy cerca de Jerusalén. Había desembarcado en Jaffa el 24 deagosto, pero por razones administrativas no han podido abandonarel navio hasta el día 31; y sólo al día siguiente, acompañados deuna escolta turca y de un padre franciscano, se ponen en marchaa lomos de asnos.

Aquella mañana, un español llamado Diego Manes hace que sedetenga el grupo:

—Muy pronto vamos a llegar al lugar desde donde podremosdivisar la Ciudad Santa. Para preparar a fondo nuestros ánimos, pro-pongo que a partir de ahora caminemos en silencio.

Y efectivamente, al poco tiempo ven acercarse hacia ellos lacruz alzada que precede a la comitiva de los monjes que salen arecibirles.

Se apean de sus cabalgaduras... y ¡allí está Jerusalén, resplan-deciente bajo el sol! El júbilo y la alegría son indescriptibles...

El viaje de ¡da y vuelta entre Barcelona y Jerusalén le lleva aIñigo cerca de once meses. Embarcó el 12 de marzo y, antes dellegar a Gasta, ya ha tenido que soportar cinco días de tempestad.En Italia la peste está causando estragos, y las puertas de las ciu-dades están cerradas. Llega a Roma, completamente solo, el Do-mingo de Ramos; recibe la bendición papal y parte para Venecia el7 de abril. En Venecia tiene que aguardar varias semanas hastaencontrar pasaje en un navio. Al fin, el 14 de julio consigue em-barcar para Chipre.

Su estancia en Jerusalén sólo dura veinte días; y a mediadosde febrero de 1524 está de regreso en Barcelona.

En la 'Autobiografía', el relato del viaje ocupa dos de los diezcapítulos de que consta el libro, como si Ignacio se hubiera re-creado al narrarlo, porque los recuerdos son extraordinariamente pre-cisos; y todo el relato, de punta a cabo, con sus aventuras a veceschuscas y a veces trágicas, refleja un avasallador ímpetu juvenil.

Después de su conversión, Iñigo sigue siendo un hombre.

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'

4. La humanidad de Jesucristo

Ver el camino desde Nazaret a Bethlem, considerandola longura, la anchura, y si llano o si por valles o cuestassea el tal camino; asimismo mirar el lugar o espeluncadel nacimiento, quán grande, quán pequeño, quán baxo,quán alto, y cómo estaba aparejado.

Ver a Nuestra Señora y a Joseph y a la ancilla y alniño Jesú, después de ser nacido, haciéndome yo un po-brecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos ysirviéndolos en sus necesidades, como si presente mehallase, con todo acatamiento y reverencia posible.

Mirar y considerar lo que hacen, así como es el ca-minar y trabajar, para que el Señor sea nascido en summapobreza, y a cabo de tantos trabajos, de hambre, de sed,y de calor y de frío, de injurias y afrentas, para moriren cruz; y todo esto por mí.

EE.EE., nn. 112-116.

Tal vez llevara Iñigo en su alforja de peregrino eltexto de la contemplación de la Navidad que proponeen los Ejercicios Espirituales. Lo que había leído en laVida de Cristo, el proyecto que había ideado en Loyo-la y que había meditado en Manresa..., todo ello lo ibaa vivir ahora intensamente.

Pero más que como penitente, aquel viaje lo em-prendió como compañero. Pues había descubierto que.para asociarse al Cristo enviado en misión, debía ase-mejarse a quien le llamaba a trabajar con él, para que"siguiéndole en la pena, también le siga en la gloria"(EE.EE., r\. 95). De ahí su resolución:

Mi firme propósito era quedarme en Jerusalcn, visitan-do siempre aquellos lugares santos; y también tenía pro-pósito, ultra desta devoción, de ayudar las ánimas.

Autobiografía, n. 45.

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52 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

Su proyecto no llegará a realizarse. Pero durantetodo el viaje no dejará de cumplirse en toda su integri-dad su contemplación del misterio de la Navidad: elhambre, la sed, el calor y el frío, las injurias y afren-tas... Y se podría completar citando a San Pablo: "...pe-ligros de ríos, peligros de salteadores...; peligros enciudad; peligros en despoblado; peligros entre falsoshermanos..." (2 Cor 11, 26). Pero, por encima de to-do, la alegría de no ser mejor tratado que su Señor.

La POBREZA COMO ESPERANZA

Resulta imposible referir en detalle las apasionan-tes aventuras de aquel viaje; aprovechamos dicha im-posibilidad para remitir al lector al relato de la Auto-biografía. De todos modos, recordemos algunos puntosque muestran el deseo de Iñigo de conformarse "conChristo pobre" y "lleno de oprobios".

En el conjunto de sus recuerdos, el dinero ocupa unimportante lugar. Iñigo parece haber estado muy preo-cupado no por procurárselo, sino por deshacerse de élcuando lo tenía. Cuando el barco zarpa de Barcelona.cinco pequeñas monedas brillan al sol en un banco jun-to a la playa. Harto ya de verse obligado a llevar con-sigo algún bizcocho para alimentarse durante el viaje(para lo cual tuvo que mendigar), una vez conseguido,depositó cuidadosamente sobre aquel banco las pocasmonedas que le sobraban. Ya no tendrá más que "laesperanza que llevaba en Dios".

Y por más que le repiten que es imposible ir a Jeru-salén sin dinero, él no desiste de su empeño: "¡Ni unaperra!" Y cada vez que le fuerzan a aceptar algún di-nero, le falta tiempo para distribuirlo entre los pobres.Durante el viaje de regreso le faltó poco para quedarse

LA HUMANIDAD DE JESUCRISTO 53

en Chipre, pues el patrón del navio se negaba a admi-tir a bordo a un hombre que no tenía dinero.

— ¡Pero si es un santo!, le decían los amigos deIñigo.

—Pues si es un santo, ¡que haga la travesía comola hizo Santiago!

A Iñigo no le llevarán los ángeles, como cuenta laleyenda que sucedió con el cuerpo del santo Patrón deEspaña, ...sino un patrón más complaciente.

La verdad es que Iñigo hizo muchas amistades, conlas que volverá a encontrarse cuando pase por los mis-mos lugares. En Venecia. donde hace mucho frío, ledieron un trozo de paño que él se enrolló en torno a sudelicado estómago, además de cierta suma de dinero enjulios (monedas con la efigie de Julio II). Pero sucedióque, estando en Ferrara, un mendigo le pidió limosna,y él le dio un marquete, que equivalía a 5 ó 6 cuatri-nes. Naturalmente, se presentó un segundo mendigo, yle dio una moneda de más valor. Vino un tercero, y yano le quedaban sino los julios. Le entrega uno.. . y acontinuación se produce una verdadera avalancha demendigos, hasta que, habiéndose quedado sin blanca, seve obligado a excusarse:

—Perdonadme, amigos, pero ya no me queda na-da...

Para Iñigo, como para Francisco de Asís, la pobre-za no es triste. Curtido con la experiencia del viaje, diráa sus compañeros: "Amen todos la pobreza como ma-dre, y según la medida de la santa discreción, a susliempos sientan algunos effectos della" (Const. S.I.,n. 287). Amar la pobreza, porque Cristo escogió ser po-bre. Y amarla como a madre, porque no hay pobrezaevangélica si no hay esperanza.

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54 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

LAS INJURIAS POR AMOR

En respuesta al llamamiento de Jesús, Iñigo habíacompuesto esta oración:

...que yo quiero y deseo y es mi determinación deli-berada, sóio que sea vuestro mayor servicio y alabanza,de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y todapobreza, así actual como espiritual, queriéndome vuestrasanctíssima majestad elegir y rescibir en tai vida y es-tado.

££.££., n. 98.

Viviendo como un vagabundo, con un aspecto quepodía hacer pensar que también él estaba atacado dela peste, tenía motivos más que suficientes para esperarque vería satisfecho su deseo.

Sin embargo, había una condición en su oración:"queriéndome vuestra sanctíssima majestad elegir y res-cibir...". La humildad comienza por la obediencia.

Estando ya los peregrinos a punto de emprender elregreso, Iñigo se va a ver al Padre Guardián del con-vento de los franciscanos para explicarle su proyectode quedarse en Jerusalén. No le pide que le dé aloja-miento, sino tan sólo que tengan a bien escucharle devez en cuando en confesión. El Guardián no ve mayorinconveniente en ello, pero le dice que debe consultarlocon el Provincial. Una vez llegado éste, y tras unasbreves buenas palabras, le echa el jarro de agua fría :

—Lo he pensado bien... y no podéis quedaros. Esdemasiado peligroso. Otros ya han tenido el mismo de-seo y, de ellos, unos han muerto y otros han sido cap-turados por los turcos...

— ¡No importa! ¡Yo no tengo inconveniente en mo-rir o en ir a la cárcel!

—Sí, ya veo, pero... si vais a la cárcel, nos vere-mos obligados a rescataros, y eso cuesta mucho dinero.Y nosotros somos muy pobres... No. Decididamente,partiréis mañana con los demás peregrinos.

LA HUMANIDAD DE JESUCRISTO 55

—En tal caso, debo decir a vuestra Reverencia quemi propósito está perfectamente decidido y que no pue-do renunciar a él por ningún motivo.

Esto acaba de "hincharle las narices" al buen Pa-dre:

—Ya que os obstináis, tendré que recurrir a mediosexpeditivos. Nos detentamos la autoridad de la SedeApostólica para obligar a abandonar los santos luga-res o para permitir que se quede quien nos plazca. Te-nemos además poder para excomulgar a quien se nie-ge a obedecernos. Voy a mostraros las Bulas...

Iñigo responde inmediatamente que no necesita ver-las. Se ha opuesto sin ningún miramiento a aquel hom-bre que tenía frente a él, pero al oír hablar de la SedeApostólica, ha sacado inmediatamente la conclusión:"No es voluntad del Señor que yo quede en estos san-tos lugares" (cf. Autobiografía, nn. 46-47). Reempren-derá el viaje hasta que, por la voz de la Iglesia, sepaclaramente a dónde quiere llevarle el Maestro. Y esto?e demorará aún quince años...

En cuanto a las injurias recibidas por amor, las haconocido ya y seguirá conociéndolas. Por haber escapa-do sin permiso para volver a ver el monte Olívete, re-cibió unos cuantos palos. Y cuando le llevaban vigilado,dice que era como si viera a Cristo, conducido juntoa él por la cohorte de soldados.

En el camino de regreso, tras la tempestad, la pes-te, los turcos y los franciscanos, se encuentra con ¡laguerra! Entre Ferrara y Genova se ve precisado a atra-vesar el frente que separa a los ejércitos francés e im-perial. ¿Un espía? Apresado por los soldados del Em-perador Carlos, es sometido, como cualquier sospecho-so, al siniestro rito del cacheo, el desnudamiento y elinterrogatorio... Y al no sacar nada de él, los soldadosle conducen ante el capitán, "que él le haría decir".

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56 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

En esta ida tuve como una representación de cuandollevaban a Cristo, aunque no fue visión como las otras.Y ful (levado por tres grandes calles; e iba yo sin ningunatristeza, antes con alegría y contentamiento.

Autobiografía, n. 52.

LA "COMPOSICIÓN DE LUGAR"

Un último punto, referente éste a la oración, hayque añadir al balance de la experiencia de Jerusalén.A veces sorprende la importancia que San Ignacio con-cede a lo que él llama "composición de lugar":

En la contemplación o meditación visible, ...la com-posición será ver con la vista de la Imaginación el lugarcorpóreo donde se halla la cosa que quiero contemplar.Digo el lugar corpóreo, así como un templo o un monte,donde se halla Jesu Christo o Nuestra Señora, según loque quiero contemplar.

EE.EE., n. 47.

Un ejemplo ilustrará esta insistencia. Durante superegrinación, Iñigo vio los santos lugares al estilo denuestras actuales visitas turísticas organizadas: a pasode carga. Había muchas cosas que visitar —verdaderaso falsas, tenidas por verdaderas—, pues ya sabemos queen materia de lugares históricos las leyendas brotan co-mo hongos. A Iñigo le habría gustado detenerse, con-templar pausadamente, rezar... Y en vísperas del viajede regreso, se escapa...

En el monte Olívete está una piedra, de la cual subiónuestro Señor a los cielos, y se ven aún agora las pisa-das Impresas; y esto era lo que yo quería tornar a ver.Y así, sin decir ninguna cosa ni tomar guía [porque losque van sin turco por guía corren grande peligro), medescabullí de los otros, y me fui solo al monte Olívete.Y no me querían dejar entrar las guardas. Les di un cu-chillo de las escribanías que llevaba; y después de haberhecho mi oración con harta consolación, me vino deseode Ir a Betfage; y estando allá, me torné a acordar que

LA HUMANIDAD DE JESUCRISTO57

no había b'en mirado en el monte Olívete a qué parteestaba el pie derecho, o a qué parte el esquierdo; y tor-nando allá, creo que di las tijeras a las guardas para queme dejasen entrar.

Autobiografía, n. 47.

¿Ingenuidad tal vez? ¿ü no será más bien que laoración no es para Ignacio un ejercicio in l e l ec tua l niuna evasión de la realidad? En la oración toma parlela imaginación, como las demás facultades del alma ydel cuerpo, porque se trata de estar presente a lo quese vive. La "composición de lugar" no es sino un "pre-ludio" a la contemplación; y la contemplación mismade la humanidad de Cristo no es sino un camino parair de lo visible a lo invisible. Si Iñigo regresa al monteOlívete para ver cuál era la orientación exacta de lashuellas de los pies de Cristo, es para saber hacia dóndese dirigía su mirada y poder él, en sus ulteriores ora-ciones, ponerse bajo la mirada del Señor a fin de me-jor entender sus últimas palabras como si a él personal-mente le fueran dirigidas...

"¡Si me olvidare de ti, Jerusalén, que se me sequela mano derecha!" (Salmo 137). Iñigo no olvidará. Por-que la memoria cristiana hace presente el misterio queella misma evoca: "Haced esto en memoria mía".

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2 de febrero de 1528

En aquella época, cuando se venia del sur, se entraba en Paríspor la puerta de Saint-Jacques, situada aproximadamente a la altu-ra de lo que hoy es la calle Soufflot. Desde lo alto de Montrouge,adonde llegó aquel día de las Candelas, Iñigo pudo contemplar lainfinidad de campanarios que se apiñaban en el barrio Latino. Y alo lejos, más allá de la Sainte-Chapelle y de las torres de Notre-Dame, podía divisar el verdor del monte de los Mártires...

Desde su regreso de Jerusalén, Iñigo se ha convertido en unestudiante. Ha pasado más de dos años en Barcelona, dieciséis me-ses en la universidad de Alcalá y unas cuantas semanas en la deSalamanca. Estancias más o menos agitadas y cuyos resultados,desde el punto de vista académico, no son demasiado brillantes.Entonces acude a París, para volver a empezar a partir de cero...

Al disponer de algún dinero, para en una fonda donde se alojanalgunos españoles. Dos meses más tarde, habiéndose quedado sinblanca, le ponen en la calle y se ve obligado a mendigar y a al-bergarse, con los peregrinos de paso, en el hospital de Saint-Jacques(ubicado en lo que hoy es el n.° 135 de la calle Saint-Denis). Enconsecuencia, todas las mañanas, después de salir el sol —puestal era la norma del hospital—, deberá correr hasta el Sena, atra-vesar la isla de la Cité, remontar la colina de Sainte-Geneviéve amarchas forzadas... para acabar llegando tarde a las clases del co-legio de Montaigu, donde aprende latín con los niños parisienses.

¡Montaigu! *¡Mejor trato reciben los toreados entre los morosy los tártaros, o los asesinos en la prisión criminal, y hasta los pe-rros en vuestras casas, que el que dan a estos infelices en el dichocolegio! Que si yo fuese rey de París, el diablo me lleve si no leprendiera fuego por dentro y no hiciera quemar al principal y alregente, que permiten tanta inhumanidad delante de sus ojos*.

Fue Rabelais quien escribió estas resentidas palabras. Pero ¡quéimporta! Los estudios no son tan malos: en Montaigu, no hace mu-cho, ha enseñado Erasmo; y de Montaigu acaba de salir el jovenCalvino. Y después Iñigo verá a otros muchos...

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5, Sabiduría y locura

Es humildad perfectíssima... quando..., siendo Igual ala-banza y gloria de la divina majestad, por imitar y pares-cer más actualmente a Christo nuestro Señor, quiero yelijo más pobreza con Christo pobre que riqueza, oppro-bios con Christo lleno dellos que honores, y desear másde ser estimado por vano y loco por Christo, que primerofue tenido por tal, que por sabio ni prudente en estemundo.

EE.EE., n. 167.

"Elijo opprobios con Christo lleno dellos..." Cabepreguntarse cuál es la relación entre este deseo de Iñigo,con tanta firmeza expresado en la "tercera manera dehumildad" de los Ejercicios, y esta nueva empresa queva a llevarle diez años de su vida: estudiar; es decirpasar a las filas de los "sabios y prudentes de estemundo".

La respuesta se inscribe, en primer lugar, en lospropios hechos: nunca sufrió tanto Iñigo de parte delos "sabios y prudentes" (gente "de Iglesia", por aña-didura) como durante sus años de estudiante. Pero, co-mo veremos —y sin perjuicio de mejor comprender yhasta, desear lo que, de entrada, nos parece tan descon-certante y extravagante en esta "tercera manera de hu-mildad"—, hay en ello algo más que una mera coinci-dencia.

En principio, no obstante, es innegable que se daesa seriedad propia de cualquier empresa humana dig-na de tal nombre.

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62 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

ESTUDIOS. . . , ¿PAKA QUÍ:?

El padre de Iñigo, que pensaba en el estado cleri-cal para su hijo, había hecho el ensayo, efectivamente,de llevar un preceptor a la casa-torre de Loyola. Peroal muchacho se le atragantaba la gramática latina.Aprendió, eso sí, a leer, le gustaba escribir y cantababastante bien; pero eso fue todo. En la corte de Aréva-lo, entre uno y otro ejercicio de armas, probó a impor-tunar a la musa tocando algunos instrumentos. Músicay poesía... ¡No era ése el camino de las escuelas!

En Manresa, su "maestro de escuela" fue Dios. Laleyenda tiene su parte de verdad: los Ejercicios le fue-ron dictados, pero no como lo representan las pinturasun tanto ingenuas, sino en el secreto de la experienciaespiritual. En su viaje a Tierra Santa llevó consigo loque había escrito y recogió los frutos de su experien-cia: el árbol era bueno. ¿Para qué injertarle, pues, elpesado aparato de la Escolástica? ¿A qué se debió estadecisión que tomó en Venecia al regreso de TierraSanta?

Después que entendí que era voluntad de Dios queno estuviese en Jerusalén, siempre vine conmigo pen-sando qué haría, y al final me inclinaba más a estudiaralgún tiempo para poder ayudar a las ánimas, y me de-terminaba ir a Barcelona.

Autobiografía, n. 50.

"¿Qué debo hacer?" Ya no busca un objetivo, pues-to que lo ha encontrado, sino que busca el medio queha de escoger, "entre todas las cosas creadas", paramejor poder "ayudar a las ánimas". Ahora bien, en laépoca en que vive Iñigo, la condición de laico parecíapoco compatible con determinadas formas de apostola-do eclesial. Para hablar de Dios había que ser sacer-dote, y para ser sacerdote había que estudiar. ¿Toma-

SABIDURÍA Y LOCURA 63

ría, pues, Iñigo la decisión de estudiar con objeto dehacerse sacerdote, corno muchas veces se ha dicho?

Los hechos parecen contradecir esta explicación. EnVenecia, aún no piensa en el sacerdocio. Todavía noha chocado con los teólogos lo suficiente corno paraconvencerse de la necesidad de ser también él teólogo.Incluso después de haber topado con ellos en Alcalá yen Salamanca, si bien está persuadido de que debe pro-seguir sus estudios, sigue ignorando cuál habrá de sersu estado de vida. ¿Entrará en religión o se dedicaráa andar por el mundo? Y todavía sigue haciéndose lamisma pregunta en el momento de abandonar España.El 3 de marzo de 1528 escribe a Inés Pascual, su bien-hechora de Barcelona:

Con próspero tiempo y con entera salud de mi perso-na, por gracia y bondad" de Dios nuestro Señor, llegué enesta ciudad de París a 2 días de febrero, donde estoyestudiando hasta que el Señor otra cosa de mí ordene.

MHSI, Monumenta Ignatiana, t. II, p. 74.

Lleva ya tres años estudiando, pero aún ignora sies para ser sacerdote. Entonces, ¿para qué?

Desde que tuvo la "ilustración" del Cardoner, estáseguro de la luz que ha recibido en lo concerniente a"cosas espirituales, de la fe y de letras". Cree que losEjercicios son un instrumento capaz de transformar loscorazones y hasta el propio mundo. Pero las hojas queha escrito deben hacerse tan creíbles para los demáscomo para él. El Espíritu Santo, que las ha inspirado,y la Iglesia, que debe aprobarlas, no pueden contrade-cirse. Ahora bien, la Iglesia no aprobará los Ejerciciosa menos que sean conformes a la Escritura y a la Tra-dición. Esta es la razón primordial por la que Iñigodecide adquirir la ciencia y la cultura de la Iglesia.Se trata de enraizar los Ejercicios en la historia delpueblo de Dios.

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64 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

Y se trata, además, de "comunión". Iñigo deseaservir a la Iglesia, pero no "fuera del tiempo", no enuna Iglesia "celeste", sino en este tiempo, con la cultu-ra, el esfuerzo combativo y el lenguaje de la Iglesia ydel mundo en que él vive. Si los Ejercicios no fueranmás que un libro, se transmitirían como tal de genera-ción en generación. Pero, más que un libro, son un diá-logo entre personas: entre el Creador y la criatura. Pe-ro, para hacer posible este diálogo inefable, son tam-bién un diálogo entre el que da los Ejercicios y el quelos recibe. Y tal diálogo no puede prescindir de un len-guaje vivo y actual ni de una cultura temporal quepermite a los hombres comunicarse entre sí, y al após-tol hacerse "judío con los judíos y griego con los grie-gos".

La decisión de Venecia está preñada de este propó-sito. Y por tratarse de un proyecto apostólico, Iñigotendrá el extraordinario valor, a sus treinta y tres años,de aprender con los niños los rudimentos de la gramá-tica latina.

ALCALÁ Y LOS "ALUMBRADOS"

Al cabo de dos años de gramática en Barcelona,Iñigo se matricula en la universidad de Alcalá paraseguir los cursos de "Artes", es decir, de filosofía pri-mordialmente. Su celo apostólico, sin embargo, podíamás que su deseo de formación. Viviendo ya en comu-nidad con cuatro compañeros, daba los Ejercicios yenseñaba el catecismo. No tardaron aquellos cinco indi-viduos en hacerse notar en la ciudad. Se les conocíacomo "los ensayalados", a causa de la saya que todosellos vestían; pero también —y esto ya era más gra-ve— les llamaban "los alumbrados".

En aquellos comienzos del siglo xvr, un extenso mo-

SABIDURIA Y LOCURA 65

vimiento de renovación espiritual estaba sacudiendo ala cristiandad de su marasmo. Los "iluminados" o"alumbrados" formaban parte de dicho movimiento. í\eran precisamente herejes. Lo que sucedía era que bus-caban a Dios por nuevos caminos. Pero muchos de ellostendían a considerar que, una vez hallado el secreto dela unión con Dios, lo demás era secundario y hastainútil. Y "lo demás" significaba los sacramentos, lasoraciones tradicionales y, en resumidas cuentas (y de-bido a su desconsideración del sacramento de la peni-tencia), los preceptos de la moral.

Pues bien; resulta que aparece un hombre que en-seña su propio y particular método de unión con Dios,y unas personas que se singularizan por su indumenta-ria. Los Inquisidores de Toledo son alertados del he-cho. Alguien le avisa a Iñigo "que habían de hacercarnecería dellos". Corría el mes de noviembre de 1526.

Los Inquisidores se limitaron a hacer una investi-gación y dejaron el cuidado de llevar el proceso en ma-nos del vicario general, Juan Rodríguez de Figueroa.La conclusión fue tranquilizadora: no hay nada quedecir acerca de la doctrina y el género de vida de loscompañeros; sin embargo, convendría que dejaran desingularizarse por la uniformidad de su indumentaria.Iñigo acepta la sentencia, pero no sin observar con cier-ta arrogancia:

—No sé qué provecho hacen estas inquisiciones, queu uno tal no le quiso dar un sacerdote el otro día elsacramento porque se comulga cada ocho días, y a míme hacían dificultad. Nosotros queríamos saber si noshan hallado alguna heresía.

—No, dice Figueroa, que si la hallaran, os que-maran.

—También os quemaran a vos, replicó Ignacio, sios hallaran heresía.

¡La humildad tiene estas réplicas!

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Durante algunas semanas, Iñigo disfrutó de una re-lativa tranquilidad; pero una buena mañana fue con-ducido a prisión... Se decía que por su culpa dos mu-jeres, madre e hija (esta última muy hermosa, por cier-to), habían huido de Alcalá. Para que Iñigo quedaralibre de sospechas hubo que esperar a que regresaranlas fugitivas, que habían marchado en peregrinaciónprecisamente contra el parecer de Iñigo. Tardaron cua-renta y dos días en liberarlo. Y como había que dictaruna sentencia, se decidió agravar la sentencia que an-teriormente se había determinado: él y sus amigos de-berían vestirse como los demás estudiantes y abstenersede hablar de cosas de la fe antes de haber cursado otroscuatro años de estudios.

En vista de que parecía que "le tapaban la puertapara aprovechar a las ánimas" (Autobiografía, nn. 58-63), Iñigo decidió abandonar Alcalá y marchar a Sa-lamanca.

SALAMANCA Y LOS ERRORES DE ERASMO

La estancia de Iñigo en Salamanca fue breve: tansólo dos meses, ¡de los cuales pasó tres semanas en pri-sión! En su Autobiografía, sin embargo, Iñigo se ex-tiende en relatar los episodios, porque lo que estaba enjuego en su proceso era el contenido mismos de los Ejer-cicios.

A los diez o doce días de su llegada a Salamanca,que tuvo lugar a mediados del mes de julio de 1527,fue invitado a comer en el convento de los dominicos.En realidad se trataba de un interrogatorio: "¿Qué eslo que predicáis? ¿De qué cosas de Dios habláis? ¿Có-mo habláis de virtudes y de vicies?" Y después le pre-sentan el dilema que pretende hacerle caer en la tram-pa:

SABIDURÍA Y LOCURA 67

•—De virtudes y de vicios nadie puede hablar sinoen una de dos maneras: o por letras, o por EspírituSanto. En vuestro caso no es por letras, luego debe deser por Espíritu Santo.

Iñigo barrunta la trampa que se le presenta y guar-da silencio. Pero el dominico se impacienta:

— ¡Cómo! Ahora que hay tantos errores de Erasmoy de tantos otros que han engañado al mundo, ¿no que-réis declarar lo que decís?

¡Erasmo! Después del asunto de los "alumbrados",he aquí otra sospecha. Por aquel entonces se estaba ce-lebrando en Valladolid un proceso contra el gran hu-manista del Renacimiento. ¿Era la preocupación porla ortodoxia lo que motivaba la controversia..., o eramás bien el rencor de los frailes, para con los cualesno se había mostrado Erasmo precisamente tierno ensus obras? De Erasmo, Iñigo conocía el Manual del sol-dado cristiano. Uno de los discípulos y primeros bió-grafos de Ignacio, Pedro de Ribadeneira, afirma queel santo había concebido hacia Erasmo una aversióninstintiva, debido a que al leer dicho libro había sen-tido enfriársele la devoción. La verdad debe de sermás compleja, porque entre los Ejercicios y el Manualse observan más puntos de coincidencia que de diver-gencia, como son la orientación fundamental del hom-bre hacia Dios, la relatividad de las cosas creadas conrelación a este fin, el primado de la religión interior,la devoción centrada en Cristo, la necesidad del discer-nimiento, etc. Pero es probable que la sensibilidad re-ligiosa de Iñigo acusara la frialdad de esta enseñanza,porque Erasmo no era ningún santo, y su piedad erademasiado prudente y equilibrada. Por otra parte, de-bió de ver herido su sentido eclesial y su respeto porla Tradición por una neta desconfianza, perfectamenteobservable en el Manual, hacia las formas tradicionalesde la piedad (los ayunos, las peregrinaciones, etc.) y

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por una cierta desenvoltura y un excesivo desparpajoal hablar de la Iglesia jerárquica. Siendo así, la alu-sión del dominico estaba fuera de lugar.

Sin embargo, Iñigo fue de nuevo encarcelado, pri-mero en el convento, y más tarde en la prisión. Tuvoque entregar el manuscrito de los Ejercicios a sus jue-ces, los cuales no hallaron en ellos nada contra la fe,pero quisieron saber algo más acerca de ciertas cues-tiones referidas a la teología moral. Y es que, efectiva-mente, al comienzo del libro hay unas notas para ayu-dar a hacer el examen de conciencia.

—Si esto es verdad o no, les dice Iñigo, allá lo de-terminad ; y si no es verdad, condenadlo.

Este tipo de réplica, que recuerda las de Juana deArco ante sus jueces, sitúa en su verdadero lugar lahumildad de Iñigo, hecha de sumisión a la autoridady sin que en ningún momento suponga para él abdicarde ->us convicciones. Iñigo no cejará en su empeño porobtener de la Iglesia el reconocimiento definitivo desus Ejercicios. Y no por causa de su propia reputación,sino "por la gloria de Dios y la salvación del mundo".Y para conseguirlo está dispuesto a soportarlo todo, yhasta se alegra de las penalidades que tenga que pa-decer:

—Pues yo os digo, declarará ante uno de sus jue-ces, que no hay tantos grillos ni cadenas en Salamancaque yo no desee más por amor de Dios.

He ahí el "tercer grado de humildad". El amor eslocura; pero desde ahí se divisa con mucho mayor re-lieve la cordura del discernimiento.

Por lo demás, los procesos de Alcalá y Salamancasupusieron mucho de positivo para Iñigo, que es el pri-mero en reconocer .que, para defender los Ejercicios,necesitaba trabajar aún más, aunque fuera en detrimen-to de un apostolado inmediato. Y también reconoce queno es preciso singularizarse en la indumentaria para

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ayudar a los hombres. Pero, por lo mismo, se niega aadmitir la legitimidad de las restricciones que se im-ponen a. su apostolado. Tras escuchar la sentencia deSalamanca, que corrobora la de Alcalá, Iñigo protesta:

—\ haré todo lo que la sentencia manda; mas nola acepto, pues, sin condenarme en ninguna cosa, mecierran la boca para que no ayude a los próximos enlo que pudiere (cf. Autobiografía, nn. 64-72).

Y tras de estas peripecias, abandona su país a lo-mos de un asnillo.

PARÍS, O LA VIDA DE ESTUDIOS

Dado que, por razones de toda índole, sus estudiosno han marchado con toda la seriedad requerida, Iñi-go va a reemprenderlos desde el principio en París.Lo cual es muy propio de él: nada de términos me-dios. Es preciso hacer borrón y cuenta nueva, con lamisma pasión con que en Manresa había descubiertosu "nueva vida" y con la misma intransigencia con quehabía partido para Jerusalén, cuando se determinó ano disponer de ningún dinero. Es el mismo amor y conel mismo propósito. Y en aras de ello sacrificará todocuanto sea secundario, incluido, naturalmente, el amorpropio: ¡Qué gran victoria sobre sí mismo supone elhecho de que, a sus treinta y siete años, se siente sobrelos bancos de Montaigu, junto a los chiquillos de Pa-rís, para declinar el rosa, rosae!

También renuncia a las consolaciones que experi-mentaba en la oración. Porque resulta que durante lasclases suele distraerse con 'pensamientos espirituales;se lo confiesa a su profesor y le promete "que no fal-taría nunca de seguir todo el curso, mientras pudieseencontrar pan y agua para poder sustentarse". Sin em-bargo, y según afirma uno de sus íntimos, tendrá que

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hacerse "gran violencia para poder someter su espíritua los maestros de la tierra, acostumbrado como estabaa ese maestro mejor que es el Espíritu Santo". Tantomás cuanto que Dios le toma por la palabra, y su es-tancia en París irá acompañada de una gran sequedadespiritual.

También renuncia a su deseo de pobreza radical. Eltener que alojarse en un hospital que distaba tres kiló-metros del colegio y el no poder salir de él hasta des-pués de la salida del sol, siendo así que las clases co-menzaban muy temprano, no era compatible con unamínima seriedad en los estudios. Y para poder alojarseen otra parte tratará de hacerse criado de un "regente",como hacían los estudiantes pobres, imaginándose quesu amo será el propio Cristo y que los estudiantes adi-nerados que pagan su pensión en la misma casa, y alos que él obedecerá diligentemente, serán los apósto-les. Pero, al no encontrar amo a quien servir, irá abuscar el dinero allá donde el dinero está (entre losespañoles ricos de Flandes, y hasta en la propia Ingla-terra), a fin de poder hospedarse convenientemente, su-fragarse los estudios y hasta poder pagar las "copas"con las que celebrar sus éxitos universitarios.

A lo que no renunciará del todo será al apostolado,puesto que es ahora cuando va a poder conquistar, me-diante los Ejercicios, a sus primeros compañeros, Pe-dro Fabro y Francisco Javier. Pero cuanto más avanceen sus estudios, más tiempo dedicará al trabajo. En laUniversidad —dirá el propio Iñigo— "no hablo connadie de las cosas de Dios; pero, terminado el curso,volveremos a lo de siempre" (Autobiografía, n. 82).Cada cosa a su tiempo.

Tampoco puede renunciar al ejercicio de esa cari-dad inmediata que, ante el infortunio del prójimo, obli-ga a dejar todo lo demás. Cierto día se entera de queel español que le había despojado de su dinero al poco

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de llegar a París, se encuentra enfermo en Rouen. Ir asocorrerle parece absurdo. Pero resulta que en aquelpobre hombre es Cristo quien le llama. Hay que serabsurdo y loco en la respuesta. Y decide recorrer des-calzo, sin comer ni beber, los ciento veinte kilómetrosque separan Rouen de París... Al levantarse al día si-guiente para iniciar la marcha, la idea le infunde te-rror; y aterrorizado atravesará la puerta de Saint-Denis,atravesará la llanura de Monceau y llegará a Argen-teuil. Pero una vez pasado este pueblo, y alcanzado elaltozano desde el que se domina París, el miedo ledesaparece de pronto, e Iñigo se siente tan inundado degozo y de energía que se pone a gritar por los camposla bondad de Dios (Autobiografía, n. 79).

Aparte de esta y otras necesarias locuras, Iñigo esun estudiante perfectamente normal.

Si ha escogido París para estudiar, no es por razónde un prestigio intelectual que en nada tenían que en-vidiar las universidades españolas, sino por razones de"método y programa". La enseñanza en España se ba-saba en el método de las "clases magistrales". La deParís, por el contrario, se basaba en los ejercicios prác-ticos, las "repeticiones", la relación persona] con elmaestro y la atención que los más capacitados prestabana los menos dotados. En suma: el método parisino re-cordaba en cierto modo el método de los "EjerciciosEspirituales", por lo que no es de extrañar que le se-dujera a Iñigo.

El resultado fue un progreso manifiesto. Despuésde veinte meses de Humanidades (latín y retórica) enMontaigu, en octubre de 1529 se matricula en el cole-gio de Santa Bárbara, donde obtendrá el bachilleratoen diciembre de 1532 y el grado de "Maestro en Ar-tes" (algo así como la actual licenciatura en filosofíay letras clásicas) en marzo de 1533. En adelante se lellamará "Maestro Ignacio". Este será su más importan-

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te titulo universitario, dado que los estudios de teologíacon los dominicos del convento de los Jacobinos (deci-didamente, Ignacio no es rencoroso) se verán interrum-pidos en 1535 por una grave enfermedad.

Cuando estaba a punto de abandonar París, se en-tera de que se ha abierto un proceso contra él. Acaba-ba de estallar el "Asunto de los Libelos" y la Inquisi-ción redoblaba su celo contra todo lo que pudiera olera herejía. Una vez más, y dado que se trata de lo quemás le interesa, Ignacio se esfuerza por quedar librede toda sospecha. Por más que el Inquisidor trata detranquilizarle, él exige que siga adelante el proceso has-ta dictar sentencia o, cuando menos, que un notario pú-blico dé fe, ante testigos, de las palabras del Inquisidor.Así se hizo, e Ignacio pudo regresar a España para re-poner fuerzas, dejando intacta en París la reputaciónde los Ejercicios.

Con sus estudios, había adquirido la sabiduría de'"los sabios y prudentes".

Pero había conquistado también compañeros en la"locura" del amor. Compañeros a los que dejaba enParís, pero para volver a reunirse con ellos muy pron-to. Y efectivamente, al cabo de unos cuantos meses lavida de Ignacio se relatará en plural.

Segunda Parte:Compañeros paraservir en la IglesiaGrabado: Frontispicio de las Constituciones S.I. (Ed. 1559), Chantilty.

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de agosto de

El escenario es el mismo, o casi el mismo. Pero visto desde másarriba, a medida que los siete compañeros ascienden la colina deMontmartre, alfombrada de viñedos y poblada de molinos. Antesde llegar a la cumbre se encuentra la capilla del Martyrium, aisladaen medio de la campiña. Según la leyenda, fue aquí (en el lugarque hoy ocupa el n.° 9 de la calle Yvonne-le-Tac) donde fueron de-capitados san Dionisio y sus compañeros.

Pedro Fabro, el único sacerdote del grupo, celebra la misa dela Asunción de María: Gaudeamus orones...! En el momento de lacomunión se vuelve hacia sus compañeros con la sagrada forma ensus manos. Y entonces, cada uno de ellos hace votos de castidad,de pobreza evangélica y de marchar en misión a Jerusalén, con talde que el viaje sea factible dentro de un plazo determinado.

Concluida la misa, descienden dando la vuelta por el lado oeste;y en lo que hoy es plaza Girardon, donde mana la fuente de Saint-Denis, se sientan a la sombra para comer las vituallas que han lle-vado consigo, asi como unos racimos de uvas de los viñedos deMontmartre. La escena no deja de recordar el último capítulo delEvangelio de San Juan. Charlan, guardan silencio, a veces se ríen...Cuarenta años más tarde, uno de ellos evocará *el gozo y la exul-tación* de aquella ¡ornada.

Al ponerse el sol, bajan de nuevo a París, 'alabando y bendi-ciendo a Dios...».

Una hermosa ¡ornada estival en la que no parece haber nada quedé la sensación de ser una fecha fundacional. Es precisa la pers-pectiva histórica para dar crédito a la lápida colocada en las pare-des de la capilla del Martyrium, donde se lee que «/a Compañía deJesús reconoce a Ignacio de Loyola por padre y a Lutecia (París)por madre-.

Sin embargo, es la pura verdad: el 15 de agosto de 1534 sietehombres se comprometieron ¡untos con Jesucristo para /levar acabo un proyecto común.

Sus nombres son: Ignacio de Loyola, Pedro Fabro, Francisco Ja-vier, Alfonso Salmerón, Diego Laínez, Nicolás de Bobadilla y SimónRodrigues.

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6. Elegidos para sersus compañeros

Considerar el sermón que Christo nuestro Señor hacea todos sus siervos y amigos, que a tal jornada envía, en-comendándoles que a todos quieran ayudar en traerlos,primero a summa pobreza spiritual, y si su divina majes-tad fuere servida y los quisiere elegir, no menos a lapobreza actual; 2.°, a deseo de opprobios y menosprecios,porque destas cosas se sigue la humildad, de manera quesean tres escalones: el primero, pobreza contra riqueza;el 2.°, opprobio o menosprecio contra el honor mundano;el 3.°, humildad contra la soberbia; y destos tres escalo-nes ¡nduzgan a todas las otras virtudes.

EE.EE., n. 146.

Desde mucho tiempo atrás, el soplo del Espírituhabía ido conduciendo a Iñigo hasta aquella habitacióndel colegio de Santa Bárbara, cuyo umbral traspuso ensetiembre de 1529, unos días antes del comienzo decurso.

Hasta entonces, sus caminos han parecido ser otrostantos callejones sin salida. A medida que iba inten-tando nuevas experiencias, de uno u otro modo se lerevelaba que ninguna de ellas era la voluntad de Dios.Y en cada ocasión, en lugar de luchar contra el obstácu-lo, Iñigo tomaba por un atajo o volvía con flexibilidadsobre sus pasos, sin renegar en absoluto de la experien-cia. Por lo demás, algo de tales experiencias aprove-chará para la formación de los jóvenes jesuítas, a quie-nes mandará realizar tales o parecidas experiencias, o"experimentos", que sirvan a la vez de ensayo y de

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prueba. Al igual que él, el novicio jesuita hará los Ejer-cicios, irá en peregrinación, servirá a los enfermos enlos hospitales, etc., antes de emprender sus estudios. Esa través de estas experiencias como realizará el apren-dizaje de la humildad.

Con todo, ya desde la época de Manresa habita undeseo constante en el corazón de Iñigo: compartir conotros lo que él ha vivido y desea vivir en el futuro. Alprincipio, lo compartirá con algunas devotas mujeres deManresa y de Barcelona; más tarde, con los compañe-ros que le seguirán durante sus estudios en España, aquienes citará en París. Pero no acudirán a la cita. Yya en París tratará, sin éxito, de dar cuerpo, mediantelos Ejercicios, a su proyecto de formar un grupo decompañeros.

Al fin, y provisto de su pequeño equipaje, el viejocolegial de Montaigu, que acaba de matricularse en"Artes", ocupa aquella habitación de forma circular,cuyas paredes conforman uno de los torreones del ca-serón.

LOS COMPAÑEROS DE HABITACIÓN

De buen grado o por la fuerza, los dos estudiantesque ya ocupan la estancia le hacen un sitio. Llevanjuntos cuatro años y, a pesar de su diferente condiciónsocial, se han hecho muy amigos. Inevitablemente, elrecién llegado viene a modificar la situación... ¡No sa-ben ellos hasta qué punto!

El primero en simpatizar con Iñigo será Pedro Fa-bro, a quien se le ha pedido que sea el "repetidor" (en-cargado de repetirle las lecciones) del maduro colegial.Fabro había nacido en 1506 en Villaret, una aldea dela Saboya, en el seno de una familia de modestos cam-pesinos. Empeñado en estudiar a toda costa, sus padres

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tuvieron que acceder a separarse del joven pastor queera Pedro Fabro. Ahora es ya todo un licenciado. Es-cuchémosle :

Aquel año vino Ignacio a vivir en el mismo colegio deSanta Bárbara y en nuestra misma habitación, con la in-tención de iniciar el curso de artes el día de San Remi-gio. Y era el citado maestro (Juan Peña) quien debía en-cargarse de dicho curso. ¡Eternamente sea bendita la di-vina providencia que así lo dispuso para mi bien y misalvación! Pues habiendo sido dispuesto que fuera yoquien instruyera a aquel santo varón, resultó de ello paramí un trato al principio superficial, más luego íntimo, alcompartir ambos una misma estancia, una misma mesa yuna misma bolsa...

Memorial del beato Pedro Fabro, n. 8.MHSI, Fontes Narrativi, I, p. 3Z

"Ambos"... Como si quedara excluido el tercero. Yel tercero es Francisco Javier, de la misma edad que Pe-dro (23 años), mientras que Iñigo tiene ya 38. La ver-dad es que las relaciones entre Iñigo y Javier no fueronen principio precisamente calurosas. Ambos eran españo-les, pero con la diferencia de que el uno era vasco y elotro navarro. Ambos eran nobles, pero tan distanciadosel uno del otro como pueden estarlo el que ha renuncia-do a los "honores mundanos" y el que los persigue fre-néticamente. Por lo que a su porte se refiere, el uno vamal vestido, está enfermo y padece un defecto físico,concentrándose toda su vitalidad en su admirable mira-da ; el otro, por el contrario, es un atractivo y elegantemuchacho con una sólida reputación de excelente depor-tista, adquirida a pulso en la Universidad...

Gentilhombre antes que nada, Javier debió de acogeral recién llegado cuando menos con la cortés sonrisa delgran señor que trata de marcar las distancias. En cuantoa Iñigo, ciertamente quedó seducido desde el primer mo-mento, pues iba a tener que habérselas con un ambicio-so como él. Pero ¿qué clase de proyectos podrían estara la medida de sus ambiciones? Esta es la pregunta que

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habría de hacer a Javier cuando llegara el momento.Mientras tanto, se esforzará por ganar su amistad a basede pequeños favores, sobre todo de orden económico, por-que el tren de vida de Javier no guarda relación consu fortuna, mientras que Iñigo, que vive con menos quenada, está en condiciones de ayudarle.

LA CARTUJA DE VAUVERT

Un poco más allá de la puerta de Saint-Jacques ha-bían edificado los cartujos un hermoso monasterio, enmedio de un no menos hermoso paraje, una parte delcual lo ocupa actualmente el jardín de Luxemburgo. Allíes adonde cada domingo acudían Iñigo y sus amigos aoír misa y a celebrar el día del Señor, dedicados alrecogimiento y a las conversaciones espirituales.

Porque, efectivamente, no tardó Pedro Fabro en de-jar de ser el único en acompañarle. Otro estudiante, elportugués Simón Rodrigues, y dos jóvenes españoles,Diego Laínez y Alfonso Salmerón (este último con die-cinueve años de edad) habían sido conquistados porIñigo. El último en unirse al grupo sería Nicolás deBobadilla, que había llegado a París, más pobre quelas ratas, en la primavera de 1533. Para entonces, Fran-cisco Javier ya se había integrado al grupo.

La conversación espiritual es, junto con el discer-nimiento, uno de los dos carismas de Ignacio, que po-seía ese rarísimo don de expresar con palabras lo quehabía sentido en la oración. Recuérdese aquel día enque, estando en Manresa, tuvo una "visión" de la San-tísima Trinidad: "Ni después de comer podía dejar dehablar sino en la Santísima Trinidad; y esto con mu-chas comparaciones y muy diversas, y con mucho gozoy consolación" (Autobiografía, n. 28; cf. supra, p. 41).Esta "energía espiritual" (para expresarlo en términos

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de los teólogos orientales), acumulada por él en un soloinstante y con tal intensidad que se le saltaban las lá-grimas, es capaz Ignacio, en un segundo momento, detransformarla en un lenguaje inteligible y familiar paralos demás.

Además, frecuentes contactos de toda clase (muchasveces con sus propios contradictores) y la decidida vo-luntad de "buscar a Dios" en el rostro de cada interlo-cutor, le habían proporcionado este sentido del diálo-go ; de un diálogo que progresa, en lugar de dar vueltasen círculo. ¿Acaso no había colocado al comienzo delos Ejercicios ese "presupuesto" que ha de tenerse encuenta en toda relación interpersonal y que deberíamostener siempre presente cuantos participamos en reunio-nes, "forums" y coloquios de toda clase? Dicho presu-puesto reza así:

Se ha de presuponer que todo buen christiano ha deser más prompto a salvar la proposición del próximo quea condenarla; y si no la puede salvar, inquira cómo laentiende, y si mal la entiende, corríjale con amor, y si nobasta, busque todos los medios convenientes para que,bien entendiéndola, se salve.

EE.EE., n. 22.

No hay duda alguna de que es así como, en el recin-to de la Cartuja de Vauvert, Iñigo va preparando a sus¿imigos para hacer los Ejercicios, que darán origen ala Compañía de Jesús. Porque la verdad es que Ignacionunca dio los Ejercicios de buenas a primeras, ¡sobretodo a aquellos seis! Pedro Fabro, que fue el primero,los hizo en 1534, al cabo de cuatro años de conversa-ciones espirituales. Y Javier, que fue el último (puesestaba hecho "de la más dura pasta que jamás pasópor manos de Ignacio"), no los hizo sino después delvoto de Montmartre.

Basándonos en diferentes indicios, podemos hacer-nos una idea del contenido de aquellos coloquios, que

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versaban sencillamente sobre la vida cristiana; veníana ser una especie de catcquesis, pero vivida desde elinterior, allí donde la vida de Dios entra directamenteen contacto con el hombre de carne y hueso, como elfuego con el hielo. Por medio de un determinado tipode examen de conciencia —tal como suena—, Iñigoayudaba a establecer ese contacto cotidiano entre la fey la vida, dejando que "el mismo Criador y Señor secomunicara a la sua ánima devota". No se trata de con-tabilizar lo positivo y lo negativo de la existencia, auncuando esta evaluación sea necesaria para dar un con-tenido tangible a la oración. Pero dicha evaluación que-da encerrada en un movimiento de acción de gracias yde contrición que, día tras día, va abriendo cada vezmás el corazón a la irrupción de Dios y afinando elalma hasta hacerla sensible a las menores caricias delamor divino. Entonces los sacramentos dejan de ser ri-tos y se convierten en "signos sensibles" del amor. Yentonces también, el hombre llega a ese punto críticoen el que la elección resulta ineludible: imposible ser-vir a dos señores... Este es el momento escogido porIñigo para arrojar al ejercitante en la soledad de losEjercicios Espirituales.

LOS TREINTA DÍAS

Desde 1532 estaba decidido Pedro Fabro a "seguira Iñigo en pobreza de vida". Por lo que se lefiere a Ja-vier, no tardó demasiado en verse tentado a renunciara su actividad docente en el colegio de Dormans-Beau-vais para dedicarse a la oración. Pero Iñ go moderó losardores de uno y de otro. Aún no había llegado el mo-mento.

Pedro Fabro hizo los Ejercicios durante el inviernode 1534, al regreso de una breve estancia en Saboya.

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Al parecer, aquel invierno fue especialmente riguroso,hasta el punto de que se heló el Sena. Fabro se lanzóa los Ejercicios "a tumba abierta", negándose durantela primera semana a comer y a beber, así como a en-cender fuego en su habitación. Lo cual es indudable queconstituye un exceso; pero, al igual que hacen los de-portistas en sus ejercicios corporales, no es contrarioal espíritu de los Ejercicios Espirituales forzar tempo-ralmente los l ími tes de la resistencia humana. En laoración, la libertad adquiere sus verdaderas dimensio-nes cuando se fuerzan los límites; y así, por ejemplo, lameditación de los pecados conduce a imaginar el "no"absoluto; y la meditación del infierno, que concluyecon una acción de gracias, permite concebir la posibi-lidad de un "sí" absoluto como respuesta a la llamadade Cristo.

Cuando Iñigo le pidió que dejara de ayunar y queencendiera fuego, Pedro Fabro ya estaba maduro paradar esta respuesta. Entonces, entregado día tras día ala contemplación de los misterios de la vida de Cristo,halló la paz que hasta entonces había buscado en vano.

Su "elección" —ese punto central de los Ejerciciosen que la voluntad humana se adhiere sin reservas a lavoluntad de Dios para, en adelante, llevar a cabo unproyecto común— confirmó su anterior resolución deseguir a Iñigo "en pobreza de vida", "sin el menor in-dicio de codicia de honores y privilegios humanos".Fabro, que había sido el eterno indeciso, estaba firme-mente decidido para lo sucesivo:

...Anteriormente (es decir, antes de determinar mi áni-mo en la orientación de mi vida, lo cual me fue dado porDios por medio de Ignacio) había andado siempre con-fuso y agitado por todos los vientos, eligiendo ora el ma-trimonio, ora hacerme médico, ora jurista, ora regente,ora doctor en teología, ora clérigo sin grado, y a las ve-ces también monje. Por los cuales vientos era yo movidoprimero, según cual fuera el elemento más o menos pre-dominante, es a saber, según que triunfara esta o aquello

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afección. De las cuales afecciones (como queda dicho) li-brándome el Señor, de tal manera me afirmó con las con-solaciones de su espíritu, que me resolví enteramente ahacerme sacerdote, del todo dedicado a su servicio entan ardua y tan perfecta vocación, que no he de ser nun-ca digno de servirle en ella, ni lo soy de tal elección, tanmerecedora de ser siempre por mí reconocida de todaslas maneras y con cualesquiera trabajos de alma y cuer-po de que yo sea capaz.

Memorial del beato Pedro Fabro, n. 14.MHSI, honres Narrativí, I, p. 36.

En estas líneas, tomadas de un diario íntimo, quienesté familiarizado con los Ejercicios reconocerá los ras-gos específicos de la experiencia ignaciana: "la voca-ción y la elección" de Cristo; la fascinación de la po-breza y de la renuncia a los honores para e?tar con Cris-to pobre y humilde; el discernimiento de las consola-ciones espirituales, que conduce a la decisión de seguira Cristo en un determinado estado de vida; y por último,la dedicación al trabajo apostólico, no concebido ya co-mo un deber, sino inspirado por un espíritu de agrade-cimiento que mueve a retornar a Dios las gracias reci-bidas... Un movimiento que permite una íntima y fielidentificación con la vida de Cristo, contemplada a lolargo del día, desde el compromiso de su Encarnaciónhasta la Ascensión junto al Padre

Uno tras otro, los seis compañeros hicieron la mis-ma experiencia, cuyo resultado fue que, a partir de en-tonces, nada podría ya separarlos. Consiguientemente,trataron de prever lo que habrían de hacer juntos. Enlo referente a su estado y a su estilo de vida, no habíaningún problema: serían sacerdotes y vivirían, en lapobreza, al servicio de los hombres. Pero ¿dónde? Si eraposible, en Jerusalén. Si no, se ofrecerían al Vicario deCristo "para que los emplease en lo que juzgase ser demás gloria de Dios y servicio de las ánimas". Y paraello se concedieron a sí mismos un plazo de un año a

ELEGIDOS PARA SER SUS COMPAÑEROS85

partir del momento en que se encontraran todos juntosen Venecia en espera de una ocasión para embarcar.

Consideradas todas las hipótesis, en la mañana dela festividad de la Asunción de 1534 hicieron la "pe-regrinación" de Montmartre y se comprometieron me-diante voto, llenos de gozo y de alegría. Fue aquel undía "natalicio".

"SENTIR CON LA IGLESIA"

El voto de Montmartre está en la línea de los Ejer-cicios: "para gloria de Dios y servicio de las ánimas".Más que de una resolución, se trata de una elecciónafectiva, concebida en la oración de una comunidadeclesial. \l igual que los Apóstoles después de la As-censión, también ellos aguardan la "confirmación". Siésta no llega, es decir, si el viaje a Jerusalén no resultafactible, s.e reintegrarán en la comunidad lata de laIglesia universal; es decir, se pondrán al servicio delPapa para que éste les confíe otras misiones que seanconformes a su proyecto de acudir allá donde las ne-cesidades sean más urgentes y el bien a conseguir másduradero y más universal. No se trata de que haya dosproyectos, el de un grupo y el de la Iglesia, el de unainiciativa privada y el de la obediencia universal, sinode dos posibilidades de un mismo servicio. En amboscasos es el servicio a la Iglesia lo que mueve a los com-pañeros ; y ello en virtud de una especie de instinto,de un "sentir", como dice Ignacio.

Gracias a este instinto, el pequeño grupo ha evitadoencerrarse en el fervor de su mutua comunión, que enaquellos años era un peligro tan real como lo es hoy.Si los cronistas insisten sobre todo en los violentos in-cidentes causados por el choque entre católicos y pro-testantes, la fermentación de los espíritus era, sin em-

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86 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

bargo, mucho más profunda que estas manifestaciones.Muchos partidarios más o menos declarados de la Re-forma vivían en grupos muy fervorosos, y el propioFrancisco Javier se había sentido cautivado, como con-fiesa en una carta a su familia, por '"aquellos compañe-ros externamente irreprochables", los cuales no veíanotra solución a sus problemas que no fuera la rupturade hecho con la Iglesia institucional.

Ante este fenómeno, Ignacio añadió unas páginasal libro de los Ejercicios en el momento en que estabaconstituyéndose el grupo de compañeros: Reglas "parael sentido verdadero que en la iglesia militante debe-mos tener" (EE.EE., nn. 353-370). Estas reglas, muyinfluidas por la época, son a menudo anacrónicas en susdetalles. Pero es muy importante para nosotros que es-tén precisamente influidas por su época, porque, efec-tivamente, para Ignacio la Iglesia no está fuera del tiem-po, sino que está formada por hombres y por la acciónde los hombres que cooperan con Dios en la Historia.Evidentemente que todo lo histórico es contingente: ayereran las indulgencias, las cruzadas y la abstinencia delos viernes, que Ignacio, entre otras cosas, recomienda"alabar"; hoy es la acción de la Iglesia en favor dela renovación litúrgica y el compromiso de los cristia-nos en la política; mañana serán otros problemas, queirán surgiendo a medida que vaya cambiando la "figu-ra de este mundo"; pero en todo cuanto surge de nue-vo y allí donde la Iglesia adopta una postura, de loque siempre se trata es de la cooperación entre Dios ylos hombres.

Por eso es por lo que la "primera regla" es y serásiempre actual:

Depuesto todo juicio, debemos tener ánimo aparejadoy prompto para obedescer en todo a la vera sposa deChristo nuestro Señor, que es la nuestra sancta madreIglesia hierárquica.

EE.EE., n. 353.

ELEGIDOS PARA SER SUS COMPAÑEROS 87

Es un asunto de "ánimo" (corazón) y de "disponi-bilidad", de solidaridad y de servicio. La Iglesia es"Esposa" (solidaria, por tanto) de Cristo. La Iglesia es"Madre" y, por consiguiente, nosotros no podemos vi-vir fuera de ella, fuera de esa comunidad militante dehombres y mujeres que profesan la fe en Jesucristo.Hombres que, aun cuando estén al frente de ella, noestán libres de todo reproche ( ¡y de esto sabía Ignacioun poco...!). Por otra parte, el "deponer todo juicio"propio no significa abdicar de la inteligencia ni de laconciencia. No se trata de renunciar a la crítica, sinode someter ésta a quienes "pueden poner remedio" almal, en lugar de proclamarla a los cuatro vientos (cf.EE.EE., n. 362). "Deponer todo juicio" propio signifi-ca, en realidad, renunciar a mi pretensión de anteponermi juicio personal al de mi comunidad, o el de mi co-munidad al de la Iglesia universal... Por supuesto queresulta imposible aceptar semejante despojo si no se dauna adhesión cuasi-visceral o, si se prefiere, conyugal:"creyendo que entre Christo nuestro Señor, esposo, y laIglesia su esposa, es el mismo espíritu que nos gobier-na y rige..." (EE.EE., n. 365).

Ni servil ni inhumana: la obediencia a la Iglesiaes una ofrenda de la libertad. Por tanto, es un mismomovimiento anímico el que lleva a los siete compañerosa Montmartre para ofrecerse a Cristo en una consagra-ción de su existencia común y el que muy pronto va allevarles a Roma, con el fin de ofrecerse al Papa paraser enviados en misión.

HASTA LA V I S T A . , .

En ia mañana del 16 de agosto, la vida recobra MIcurso normal. Javier hará los Ejercicios antes del co-mienzo del nuevo curso. El día de San Remigio todo el

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88 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

mundo se reincorpora a su trabajo: Javier, en el co-legio de Dormans; los otros, en Santa Bárbara o enlos Jacobinos. Iñigo se zambulle en la teología.

Pero por poco tiempo, pues a principios de 1535 caegravemente enfermo. Ha contraído una litiasis biliar,con sus fortísimas crisis al paso de los cálculos por losmúsculos lisos. Una de dichas crisis se prolonga porespacio de dieciséis o diecisiete horas de fiebre, vómi-tos y sudores fríos. Consultados los médicos, le acon-sejan tomar los aires de su tierra, lo cual es aprobadopor los compañeros. Iñigo aprovechará su estancia ensu país natal para solucionar ciertos asuntos familia-res de sus amigos, al tiempo que los suyos propios.

Se delibera por última vez e Iñigo se ve forzado ainterrumpir los estudios, mientras que los demás debenproseguirlos y'acabarlos. Quedan citados para comien-zos del año 1537 en Venecia. Tal vez se considera tam-bién la posibilidad de reclutar nuevos compañeros, por-que cuando vuelvan a encontrarse en Venecia ya ncserán siete compañeros, sino once. Al grupo de Parísse habrán sumado tres franceses: Claudio Jayo, Pas-casio Broé't y Juan Coduri. Por su parle, Iñigo llevaráconsigo al malagueño Diego de Hoces, que sería elprimero de los compañeros en fallecer (1538).

Una vez determinado todo esto, los amigos comprana escote un caballejo, e Iñigo atraviesa por última vuzla puerta de Saint-Jacques, camino de España.

¡Adiós, París! ¡Hasta la vista, compañeros!

Mediados de noviembre de 1538

Acompañado de Diego Laínez y Pedro Fabro, el "Peregrino*—as; es como a Ignacio le gusta llamarse en su Autobiografía—llega al término de su viaje, que no es Jerusalén, con la que tantoha soñado hasta el último momento, sino Roma...: la Iglesia en suaspecto más visible, más humano, más heterogéneo...

Los tres viajeros se encuentran a unos quince kilómetros de laciudad. En un cruce, en el lugar denominado La Storta ("el recodo»),hay una pequeña capilla en la que entra Ignacio con objeto de con-cluir la oración que viene haciendo desde que Inició la caminata;la misma oración que se hace en los Ejercicios en el momentodecisivo de la «elección': *Un coloquio a nuestra Señora para queme alcance gracia de su Hijo y Señor, para que yo sea recibidodebaxo de su bandera...» ¡Oh, si! ¡Que la Señora tenga a bien po-nerme con su Hijo!

En la capilla de La Storta adquiere de pronto la certeza de ello:«Vi tan claramente que Dios Padre me ponía con Cristo, su Hijo,que no tendría ánimo para dudar de esto, sino que Dios Padre meponía con su Hijo».

Cuando sale de la capilla, al ver sus compañeros el rostro deIgnacio todavía iluminado, le acosan a preguntas. Pero ¿qué puededecir? ¿Cómo traducirlo en palabras?

—Me parece que Dios Padre ha impreso en mi corazón estaspocas palabras: "Yo os seré propicio en Roma*. No sé lo que iráa sucedemos. Tal vez seamos crucificados en Roma... Me ha pa-recido ver a Cristo con su Cruz a cuestas, y al Padre eterno ¡untoa él que le decía: "Quiero que tomes a éste como servidor tuyo.*Y Jesús me ha dicho: "Quiero que tú nos sirvas...»

A continuación reemprenden el camino hacia el corazón mismode la Iglesia militante. Militar es sufrir. Su subida a Roma evocaotra subida: "Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombreva a ser entregado...*

Al llegar & los aledaños de la ciudad, Ignacio dice a sus com-pañeros:—Veo las ventanas cerradas...

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7. Unidos para dispersarse

En toda buena elección, en cuanto es de nuestra par-te, el ojo de nuestra intención debe ser simple, solamen-te mirando para lo que soy criado... Y así cualquier cosaque yo eligiere, debe ser a que me ayude para el fin paraque soy criado, no ordenando ni trayendo el fin al medio,mas el medio al fin.

Es necesario que todas cosas, de las cuales queremoshacer elección, sean indiferentes o buenas en sí, y quemiliten dentro de la sancta madre Iglesia hierárquica...

...no queriendo ni buscando otra cosa alguna sino entodo y por todo mayor alabanza y gloria de Dios nuestroSeñor. Porque piense cada uno que tanto se aprovecharáen todas cosas espirituales, quanto saliere de su propioamor, querer y interesse.

EE.EE., nn. 169, 170, 189.

En llegando a Roma, los compañeros ya saben quesu identificación con Cristo pobre y humillado, en elservicio a la Iglesia, habrá de pasar indudablemente porpersecuciones; pero también saben que primero debe-rá ser, tanto por lo que se refiere a cada uno de elloscomo por lo que se refiere a la totalidad del cuerpo,una disposición de espíritu, en la medida en que cadacual "saliere de su propio amor, querer y interesse".Salir de sí mismo y salir de la comunidad...: es unúnico e idéntico dinamismo el que habrá de regir tantosu vida espiritual como su acción apostólica.

Para convencerse de ello basta con echar un vistazoa los meses transcurridos desde que Iñigo abandonóParís: la comunidad, en el sentido de vida en comúno de proximidad física, tan sólo ha durado de manerapermanente durante los días del barrio Latino.

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92 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

Mayo de 1535. Iñigo llega a Azpeitia, su villa na-tal. A pesar de las presiones familiares, se hospeda enel hospital, al servicio de los pobres. Luego se marchaa solucionar los asuntos familiares de sus compañeros.

Enero de 1536. Iñigo ya está en Venecia, donde,mientras espera a sus compañeros, va a tratar de pro-seguir sus estudios. También dará los Ejercicios a al-gunas personas.

Noviembre de 1536. Anticipándose a la fecha pre-vista, los nueve compañeros dejan París y salen paraVenecia. Tras la alegría del reencuentro, ¿acaso segui-rán juntos? No, sino que se reparten por los diversoshospitales de la ciudad.

Marzo de 1537. Los compañeros, con excepción deIgnacio, acuden a Roma para recibir la bendición delPapa con vistas al viaje a Tierra Santa. Los que no sonsacerdotes obtienen la autorización para ser ordenados;y efectivamente, se ordenan todos ellos, incluido Igna-cio, el 24 de junio en Venecia. Esperan poder celebrarsu primera misa en Belén. Pero por aquellos días Ve-necia rompe sus relaciones diplomáticas con el GranTurco. La nave de los peregrinos no habrá de partir.

Julio de 1537. En lugar de aguardar en Venecia aque se cumpla el plazo que a sí mismos se han im-puesto, los compañeros se dispersan de dos en dos porlas ciudades próximas. Fabro y Laínez se instalan enVicenza, concretamente en las ruinas de lo que habíasido el monasterio de S. Pietro in Vivarolo. Y es ahídonde se reúnen todos en setiembre para celebrar suprimera misa (aunque Ignacio prefiere seguir esperan-do), pues, a fin de cuentas, aquel lugar, "sin puertas niventanas", es lo más parecido a la cueva de Belén...Es durante estos días que pasan juntos cuando, tras ha-ber reflexionado y orado intensamente, se dan un nom-bre : "Compañía de Jesús".

Octubre de 1537. Nueva dispersión: la perspecti-

UNIDOS PARA DISPERSARSE 93

va del viaje se han hecho aún más incierta y el campode su misión se ensancha. Siempre de dos en dos, par-ten hacia Siena, Bolonia, Ferrara, Padua... Ignacio,Fabro y Laínez han emprendido el camino de Roma,donde les hemos visto en el cruce de La Storta.

Pascua de 1538. Se reúnen todos en Roma. Hanllegado al convencimiento de que su unión debe sercompatible con el hecho de vivir dispersos. ¿Cómo so-lucionar prácticamente el problema? Sobre ello van adeliberar.

LA DELIBERACIÓN DE 1539

Dado que, desde que llegaron, tienen los días total-mente ocupados por el trabajo apostólico, se reuniránpor las noches durante el tiempo que haga falta. La de-liberación, que comenzó a comienzos de la cuaresma de1539, no finalizaría hasta el 24 de junio del mismoaño. Sigamos la relación de los hechos que ellos mis-mos dejaron por escrito * :

Era a mediados de la cuaresma. Acercábase el mo-mento en que deberíamos separarnos y dispersarnos, mo-mento que todos aguardábamos ansiosamente para conmayor rapidez alcanzar el fin que desde hacía tanto tiem-po nos habíamos fijado. En vista de ello, decidimos reunir-nos durante muchos días, antes de separarnos, para dis-cutir entre nosotros acerca de nuestra vocación y fórmulade vida. Lo habíamos hecho ya varias veces, pero, comonuestro grupo estaba formado por franceses, españoles,saboyanos y portugueses, estábamos divididos en diferen-tes pareceres y criterios sobre lo que habría de ser nues-tro estado; pero todos, por otra parte, teníamos un mis-mo pensar y querer: buscar la perfecta voluntad de Dios,conforme a la vocación a que habíamos sido llamados.

* El texto original, "Deliberatio primorum Patrum Romae ha-bita anno 1539 a medio quadragesimae ad festum loannis Baptistae",puede verse en Monumento Ignatiana: Const., I, 7. Véase tambiénel comentario de J.-C. FUTRELL, El discernimiento espiritual, SalTerrae, Santander 1984, pp. 69-73.

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94 tOUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

Pero en lo tocante a determinar cuáles serían los mediosmás aptos y los más eficaces, tanto para nosotros comopara los próximos, había una diversidad de pareceres (...).Al fin, de común acuerdo, decidimos y determinamos xieinsistir con más fervor que de ordinario en la oración, enla celebración del santo sacrificio y en la meditación, ydespués de haber así puesto por nuestra parte toda ladiligencia posible, de abandonar para lo demás en el Se-ñor todos nuestros cuidados...

Comenzamos, pues, a desplegar de nuestra parte todosnuestros humanos esfuerzos y a someter a nuestra con-sideración algunas cuestiones que reclamaban un examenatento y una madura reflexión. En todo ello pensábamos yreflexionábamos durante el día, siéndonos de gran ayuday medio de hallarlo la oración. Por las noches, cada unoproponía delante de todos la solución que a su juicio ha-bía parecido mejor y más ventajosa, pues así queríamosentre todos adoptar el criterio más cierto, el cual habríade resultar de un debate colectivo y habría de fundarseen las razones más válidas.

Ni en este preámbulo ni en el resto del documentose cita el nombre de Ignacio, porque es el grupo encuanto tal el que delibera. Un grupo cuya amistad noha eliminado la diversidad de temperamentos y de na-cionalidades, pero cuyo proyecto común es evidente. Yde este proyecto no se desdecirán, porque, según el es-píritu de los Ejercicios, de lo que se trata no es de "or-denar y traer el fin al medio, mas el medio al fin".Cada cual, por lo tanto, va a situarse en la línea de"la vocación a que ha sido llamado". Lo cual no im-pide que se establezca un "orden del día" y un métodode trabajo. Después se entra en lo verdaderamente nu-clear del debate.

UN SOLO CUERPO

La primera pregunta que los deliberantes se plan-tean, ante la perspectiva de su dispersión, se resolvióaparentemente sin dificultad:

Ya que el Papa desea enviarnos a diversas partes delmundo, y naturalmente nos habremos de esparcir por va-

UNIDOS PARA DISPERSARSE 95

rias regiones para trabajar en la viña del Señor, ¿hemosde conservar la unión que ahora tenemos, tan estrechaque ninguna separación física, aun muy considerable, po-dría desunirnos, o no? (...). Concluimos resolviendo que,pues el clementísimo y piadosísimo Dios nos había reuni-do y congregado, siendo nosotros hombres débiles y tandistintos en patria y en costumbres, no debíamos rom-per, sino confirmar y robustecer esta unión hecha porDios. Y mirando los unos por los otros y sintiendo todoslo mismo en el Señor, asegurar un más abundante frutode las almas, porque las fuerzas que se unen son másresistentes y sólidas para lanzarse a difíciles y grandesempresas que las que se dividen y dispersan.

Pero ¿cómo hacer realidad ese cuerpo que, segúnse ve, ha sido proyectado con vistas a dar fruto? ¿Cuálhabría de ser el vínculo orgánico entre aquellos hom-bres físicamente dispersos? Y si —como se pretendía—el cuerpo debía desarrollarse, ¿quién garantizaría suunidad y su cohesión?

Ya que, primero en París y luego en Venecia, en ma-nos del Legado apostólico hicimos voto de pobreza y cas-tidad, ¿será conveniente que añadamos a éstos el tercervoto de perpetua obediencia al que escojamos por padrede toda la Compañía, para mejor, a mayor alabanza deDios y con más mérito de nuestra parte cumplir en todola voluntad del Señor y el precepto de Su Santidad, aquien de todo corazón hemos ofrecido nuestras personascon todo lo nuestro, voluntad, entendimiento y acción?

He aquí el problema de la obediencia, planteadoen el interior mismo del cuerpo naciente. Los compa-ñeros han decidido ya prestar obediencia al Papa, locual constituye un punto fundamental de su proyectoal que, naturalmente, no desean renunciar. Pero estaobediencia es una fuerza centrífuga, porque supone elenvío de todos ellos en misión. Por otra parte, no ig-noran la gran tradición monástica de la virtud de laobediencia, a ejemplo de Cristo. Ahora la obediencia auno de ellos se les presenta bajo una nueva luz: comoun medio para realizar su propósito de mantenerse uni-dos en y para la dispersión. Pero, como sucede siempre

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96 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

que se desea encarnar un proyecto en un medio con-creto y determinado, presienten las dificultades que en-traña y se hallan en desacuerdo. Era preciso interrum-pir la deliberación y revisar el método:

Viendo que para resolver esta cuestión habíamos pa-sado muchos días en oración y reflexión, sin que nin-guna cosa que a todos contentara se ofreciera a nuestroespíritu, determinamos de poner nuestra esperanza en elSeñor y comenzamos a discutir entre nosotros algunosmedios que pudieran ayudarnos a resolver más convenien-temente nuestra duda.

REVISIÓN DE VIDA

Esta interrupción es significativa: nos hallamos enun punto muerto; ¿qué podemos hacer para reiniciarla marcha? Están viviendo juntos la experiencia de loque los Ejercicios denominan "desolación": de tal ma-nera se espesan las tinieblas que no pueden ver conclaridad. En este caso, dice San Ignacio, nunca se debe"hacer mudanza" en los propósitos que anteriormentese tenían (la deliberación, pues, debe proseguir); pero,por el contrario, "mucho aprovecha el intenso mudarsecontra la misma desolación, así como en instar más enla oración, meditación, en mucho examinar..." (EE.EE.,nn. 318-319). Es con este espíritu con el que, tras haberconsiderado diversas hipótesis, adoptan tres decisiones:

1.' Cada uno se aplicaría e insistiría de tal modo enla oración, el santo sacrificio y la meditación, que todossus esfuerzos se encaminaran a hallar el gozo y la pazen el Espíritu Santo en lo tocante a la obediencia, procu-rando cada uno inclinarse de suyo más a obedecer que amandar, si de ello hubiera de seguirse igual gloria deDios y alabanza de la su divina majestad.

2.' Ninguno de los compañeros trataría el asunto conotro ni inquiriría de él sus razones, para que nadie semoviese al uno o al otro lado por humana persuasión, nimás a obedecer que a no obedecer, o viceversa, sino que

UNIDOS PARA DISPERSARSE 97

cada uno buscara únicamente lo que en la oración y lameditación hubiere visto más conveniente.

3." Cada cual se haría cuenta que era enteramenteextraño a esta congregación y como si en ella no fueraa ser nunca recibido, para que así viendo las cosas, nin-gún sentimiento le condujera a pensar y juzgar más deuna manera que de otra, mas siendo, por así decir, ex-traño al asunto, hiciera saber libremente su parecer acer-ca de obedecer o no obedecer, y finalmente confirmaray aprobara con su juicio lo que, según su entender, habríade redundar en mayor servicio de Dios y más dilatada con-servación de toda la Compañía.

Sería ocioso pretender recalcar aún más la pruden-cia que encierra este modo de disponer los ánimos parapoder actuar con libertad de espíritu, así como su vi-gencia en una época, como la nuestra, de predominio detodo lo que pueda ser concertación, armonía y consensocomunitario.

OBEDECER PARA SERVIR

La deliberación se reanudó inmediatamente, comen-zando por un turno de objeciones: ¿no estaría el votode obediencia en contradicción con el proyecto funda-mental? Las razones aducidas y que han llegado hastanosotros manifiestan esta inquietud: efectivamente, laconjunción de los tres votos —de pobreza, castidad yobediencia— iba a incluir a los compañeros en una ca-tegoría perfectamente definida, la de los "religiosos".Ahora bien, aparte de que los religiosos —hablando entérminos generales— no gozaban por entonces precisa-mente de una óptima reputación entre los fieles, ¿noexiste el peligro, a causa de esta asimilación, de quedarsometidos al derecho común de los religiosos, con lasconsiguientes obligaciones, como, por ejemplo, la deresidir en conventos o la de cantar el oficio divino enel coro? Y esto les parece que es incompatible con suproyecto de "discurrir por cualquiera parte del mundo".

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98 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA7 UNIDOS PARA DISPERSARSE 99

Las razones positivas dejan traslucir la misma preo-cupación: la obediencia es necesaria para que haya unresponsable de la coordinación y ejecución de las mi-siones apostólicas; y es igualmente indispensable parael mantenimiento, la cohesión y el desarrollo de todoel cuerpo de la Compañía. Y sólo en tercer lugar vienenlas razones de índole ascética.

Así pues, es a través de una reflexión en profundi-dad sobre la dialéctica de la unión y la dispersión comolos compañeros llegan a una conclusión: "no por plu-ralidad de votos, sino por entera unanimidad resolvimosque nos era más conveniente y necesario vivir en obe-diencia".

Quedaban aún en suspenso otras cuestiones, peroel punto esencial ya quedaba determinado. Y así, seencargó a Ignacio de que durante el mes de mayo re-dactara, para someterla a la aprobación de los compa-ñeros, una "Fórmula del Instituto", o especie de cartamagna, que sería presentada al Papa para que éste die-ra también su aprobación.

En esta "Fórmula" —así como en las Constitucio-nes, que serán el desarrollo de la misma— todo giraen torno a los dos polos del proyecto: la unión para ladispersión, o el "cuerpo" para la "misión", dando prio-ridad a esta última, en el sentido de que los compañe-ros, consagrados a Jesús, se consideran "enviados". Ypuesto que se trata de misiones bien concretas, históri-cas y geográficamente determinadas según las necesida-des del momento, será del Vicario de Jesucristo de quienhabrán de recibirlas.

La intención del voto —dirá Ignacio— que la Compa-ñía hizo de le obedecer como a Summo Vicario de Christosin excusación alguna, ha sido para dondequiera que éljuzgase ser conveniente para mayor gloria divina y biende las ánimas imbiarlos entre fieles o infieles, no enten-diendo la Compañía para algún lugar particular sino para

ser esparcida por el mundo por diversas reglones y luga-res, deseando acertar más en esto con hacer la divisióndellos el Summo Pontífice.

Consf. S.I., n. 603.

Esta vinculación al Papa, en orden a las misiones,será explicitada por cada jesuíta a través de un voto deobediencia especial. Siempre en función de la movili-dad apostólica, los jesuitas vivirán la pobreza del Evan-gelio y rehusarán las dignidades y honores eclesiásti-cos, salvo en aquellos casos en que el Papa expresa-mente lo ordenare. Y asimismo, para asegurar una ma-yor libertad de movimientos, no estarán sujetos a peni-tencias rituales ni a la obligación que tienen los monjesde rezar el oficio en el coro.

Por lo que se refiere a la unión entre los miembrosdel cuerpo, será el "Prepósito General" —"general"en el sentido de "universal", sin ninguna connotaciónmilitar— el primer responsable de su cohesión y de suvigor apostólico. Elegido por sus compañeros, a él co-rresponderá velar por que se mantenga la determinaciónoriginal de la Compañía, por la formación de los jó-venes, por el discernimiento para determinar quién esla persona más apta para tal o cual misión, y por elvínculo entre los compañeros esparcidos a lo largo yancho del mundo. Cada cual se mantendrá en relacióncon él, o con sus delegados, de la manera más estrecha,a fin de que el conocimiento mutuo sea lo más humanoy profundo posible, y para que sea una realidad el afo-rismo: "Compañía de Jesús, comunidad de amor".

Y así concluye la Deliberación de 1539:

Siguiendo el mismo modo de discutir y avanzar en to-do lo demás, considerando siempre los dos puntos opues-tos de vista, permanecimos en estas y otras cuestionespor espacio de casi tres meses, desde mediada la cua-resma hasta la festividad de San Juan el Bautista, inclusi-ve. En cuyo día quedó todo concluido y fijado con suavey concorde consentimiento de los ánimos, no sin haber

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100 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

insistido en grandes vigilias, oraciones y trabajos, así dealma como de cuerpo, antes que definiéramos y delibe-ráramos de tales cosas.

LAS VENTANAS CERRADAS

No duraría mucho la euforia. Paulo III acogió fa-vorablemente el texto de la "Fórmula", pero faltaba aúnformalizar la aprobación pontificia. El documento em-pezó a ir de despacho en despacho... y quedó bloqueadoen el camino. ¿Podía sorprenderse Ignacio, después delo de Alcalá, Salamanca, París y Venecia? Desde sullegada a Roma, los compañeros habían sido vilmentecalumniados y hubo que solicitar una audiencia con elPapa para poner fin a las intrigas.

En este momento, y debido a los aspectos que dis-tinguían a los compañeros con respecto a otros religio-sos, el Maestro del Sacro Palacio cree delectar en laFórmula del Instituto ¡cierto tufo a luteranismo! De-cepcionado, pero nunca resignado, Ignacio pidió a loscompañeros que insistieran-en la oración, acudió a laspoderosas amistades que tenía en la Curia y suavizóligeramente el texto...

Pero aún habría de transcurrir un año para quefuera firmada la Bula de aprobación, con lo cual que-daba oficialmente fundada la Compañía de Jesús, el27 de setiembre de 1540.

22 de abril de

Roma. Basílica de San Pablo Extramuros. Seis de los compa-ñeros —los otros ya han partido en misión— hacen su profesiónsolemne en la capilla de la Santísima Virgen. Después de Ignacio,que celebra la Eucaristía y se ha vuelto hacia ellos con la sagradaforma en la mano, uno tras otro van pronunciando su oblación:

'Yo (Juan Coduri, Diego Lainez, Alfonso Salmerón, PascasioBroét, Claudio Jayo) prometo a Dios todopoderoso, delante de suMadre sanctissima la Virgen y de toda la corte celestial, y enpresencia de la Compañía, a ti, Reverendo Padre, que tienes ellugar de Dios, perpetua pobreza, castidad y obediencia, según laforma de vida contenida en la Bula de la Compañía de Jesús nues-tro Señor, y en sus Constituciones, así declaradas como las quese han de declarar en adelante. Y además, prometo especial obe-diencia al Sumo Pontífice para las misiones contenidas en ladicha Bula. Y también prometo obedecer en lo que toca a instruira los niños en los rudimentos de la fe, según la misma Bula yConstituciones.*

Concluida la misa, se dieron el beso de la paz. Y refiere Igna-cio que luego «se hizo grande y continua tranquilidad, con aumen-to, para alabanza de nuestro Señor Jesucristo*.

Sólo dos días después aceptó Ignacio la decisión unánime desus compañeros, que el 9 de abril le habían elegido como Supe-rior General. Francisco Javier y Simón Rodrigues habían dado suvoto antes de partir para Portugal; Pedro Fabro había enviadoel suyo desde Alemania. Pero Ignacio había pedido tiempo parareflexionar.

Ya anteriormente, después de su ordenación, había esperadodieciocho meses para celebrar su primera misa, que tuvo lugarel 25 de diciembre de 1538 en Santa María la Mayor, donde seencontraba una de las primeras reproducciones de la cueva deBelén. Para entonces ya estaba convencido de que Roma habíade ser su 'Tierra Santa*.

Y ahora mismo lo va a ser San Pablo Extramuros, pues todossus compañeros van a abandonar, o han abandonado ya, el re-cinto de la Urbe. Pero él volverá a entrar en ella para no volvera salir de sus murallas.

Allí se quedará para mantener en la unidad y en la cohesióna aquel cuerpo que va a comenzar a crecer.

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8. Para que el cuerpo crezca

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memo-ria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi habery mi poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno;todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad, dad-me vuestro amor y gracia, que ésta me basta.

EE.EE., n. 234.

La casa es un viejo edificio que tiene la ventaja dehallarse en el centro de Roma, cerca del Capitolio yde la residencia pontificia, y frente a una capilla dedi-cada a Nuestra Señora del Camino (Santa María dellaStrada). No tardará la Compañía en hacerse cargo dela parroquia y edificar en los terrenos circundantes.Entonces Ignacio se instalará en la "casa rectoral":lies pequeñas habitaciones de techos bajos; ésta seráen adelante su vivienda.

Su principal ocupación es la de redactar las Consti-tuciones de la Compañía de Jesús, cosa que no habráconcluido en el momento de su muerte, porque se dedi-có a reelaborarlas una y otra vez, al objeto de tener encuenta las observaciones que le hacían los compañerosy las nuevas experiencias que iba teniendo la Compañía.

Al igual que los Ejercicios y toda clase de decisio-nes que Ignacio tuvo que tomar día a día, las Constitu-ciones fueron gestadas en la oración. Tenemos constan-cia de ello gracias a una serie de notas manuscritas qui-no fueron destruidas y que se conocen con el nomine

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104 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

de Diario Espiritual *. Dichas notas nos transmiten unsecreto que desconocieron sus propios amigos en vidade Ignacio.

EL HOMBRE EN ORACIÓN

No es que, al igual que hicieron los apóstoles conJesús, no trataran de sorprenderle los compañeros, es-pecialmente Laínez, que observa:

Subíase a un terrado o azotea, de donde se descubríael cielo libremente; allí se ponía en pie quitado su bone-te, y sin menearse estaba un rato fijos los ojos en elcielo, luego hincadas las rodillas hacía una humillación aDios; después se asentaba en un banquillo bajo, porquela flaqueza del cuerpo no le permitía hacer otra cosa: allíse estaba la cabeza descubierta, derramando lágrimas hiloa hilo, con tanta suavidad y silencio, que no se le sentíani sollozo, ni gemido, ni ruido, ni movimiento alguno delcuerpo.

Citado por Pedro de Ribadeneira en su Vidadel Bienaventurado Padre Ignacio de Loyola,Libro V, c. 1.

Lo que Laínez vio ya estaba escrito en los Ejerci-cios: el apartamiento a un lugar propicio; el ademánreverente, que favorece el clima de oración; la elec-ción de la postura más cómoda para hallar lo que sebusca; la tranquilidad y la inmovilidad físicas paramantener la atención despierta... Pero la descripciónque hace Laínez muestra hasta qué punto los gestos ylas actitudes de Ignacio no responden a "recetas" o aexcesivas precauciones que podrían estorbar la oracióny privarla de espontaneidad, sino que parecen algo real-mente natural y armonioso.

* Prácticamente desconocido hasta finales del siglo pasado, elDiario Espiritual se publicará íntegro por vez primera en 1934, edi-ción crítica del P. Codina. Para el lector de habla castellana puedeser útil, entre otras, la edición que figura en las Obras Completas deS, Ignacio (ed. I. Iparraguirre - C. Dalmases), BAC, Madrid 1963.

PARA QUE EL CUERPO CREZCA 105

Ignacio recomienda también preparar la oraciónpensando en ella la noche anterior, antes de dormirse,y al despertar por la mañana. Hasta los últimos años desu vida, solía recluirse en su habitación para leer lostextos de la misa del día siguiente, y "lo preveía todo",según escribe uno de sus íntimos. Y el mismo Ignacioanota en su Diario cuál ha sido su primer pensamientoal despertar y qué clase de reflexión se ha hecho antesde la oración: "...queriendo prepararme para la misadubitando a quién me encomendar primero y cómo;me puse de rodillas con este dubio, mirando por dóndecomenzar" (Diario, n. 32).

Y es que, por parte del hombre que ora, lo impor-tante es el comienzo. Ignacio insiste muy especialmenteen este punto: la elección del lugar, el momento y laact i tud; la oblación de sí i las maneras de orar; lasimbiosis entre oración y respiración...; pero tambiénla elección del tema, el punto de partida sensible, laparticipación de la imaginación, la finalidad que se pre-tende... En suma, todo cuanto da a entender que sólose puede partir del punto en el que uno se encuentra,que sólo se puede orar de acuerdo con lo que uno esy la propia idiosincrasia. Al leer esto, podría alguienpensar que podemos entrar sin más ni más en el co-razón mismo de la Santísima Trinidad. Pues bien, hastael final de su vida, Ignacio, tan familiarizado como es-taba con la Trinidad, sigue valiéndose de los "media-dores", como él dice, y recomienda hacer lo mismo:"Pedir a nuestra Señora por que me alcance gracia desu Hijo. . . Pedir otro tanto al Hijo, para que me alcan-ce del Padre..." (cf. EE.EE., n. 147). Porque, si somosde verdad humildes, necesitamos partir de lo sensible;necesitamos ver, imaginar, transitar por caminos cono-cidos; necesitamos textos narrativos, acontecimientosrealmente ocurridos; necesitamos de María, que fuede los nuestros, y de Jesús, que vivió entre nosotros

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106 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA? PARA QUE EL CUERPO CREZCA

El ser llevados más lejos ya no depende de nosotros.Cuando Ignacio habla de lo que le sucede bajo la acciónde Dios, siempre lo hace en términos "pasivos": sentir,recibir, ser invadido, embargado, arrebatado...

CUARENTA DÍAS DE ELECCIÓN

A esta "pasividad" responde el obrar de Dios, comoocurrió con la redacción de las Constituciones de laCompañía de Jesús. Tal vez en ninguna otra parte pue-da captarse mejor que en el Diario Espiritual la integra-ción recíproca entre la oración y el trabajo de unhombre.

El modo que el Padre guardaba cuando hacía las Cons-tituciones era decir misa cada día y representar el puntoque trataba a Dios y hacer oración sobre aquello; y siem-pre hacía la oración y decía la misa con lágrimas. Yodeseaba ver todos aquellos papeles de las Constitucionesy le rogué me los dejase un poco; pero él no quiso.

Autobiografía, n. 101.

Con esta observación de Luis Goncalves da Cámarase cierra el relato de la Autobiografía. Nosotros, másafortunados que él, poseemos esos "papeles" de los queél habla. Por aquella época, Ignacio andaba reflexio-nando acerca de cómo habría de ser el régimen de po-breza en la Compañía *. Siguiendo el método clásico,había anotado en un papel las razones en pro y las ra-zones en contra de tal o cual régimen. Personalmente,él se inclinaba por una pobreza radical. Pero /.veníaesta inclinación de Dios o venía exclusivamente de él?

* Más concretamente, se preguntaba si las iglesias de la Com-pañía podrían poseer rentas. El período que abarca el Diario Espiri-tual va del 2 de febrero de 1544 al 27 de febrero de 1545. Pero e¡tiempo de la citada elección tan só.o ocupó los primeros cuarentadías: del 2 de febrero al 12 de mar:;o de 1544.

Para saberlo, deseaba obtener de Dios una "confirmción", que es la palabra-clave del Diario en aquelépoca.

...me senté mirando casi en genere el tener todo, íparte y no nada, y se me Iba la gana de ver ningunas rzones, en esto vertiéndome otras Inteligencias, es a sber, cómo el Hijo primero invió en pobreza a predicarlos apóstoles, y después el Espíritu Santo, dando su e:píritu y lenguas los confirmó, y asf el Padre y el Hljíinvlando el Espíritu Santo, todas tres personas confirm;ron la tal misión. (...) Hice la oblación... de no tener nad«dando por rata, válida, etc.

Diario, nn. 15-16

Pero esta confirmación global de la Santísima Trinidad, que él busca ardientemente por ser el cogollrde toda decisión humana tomada de acuerdo con la voluntad de Dios, de pronto (-por su culpa, según dice él,por haber descuidado el orar a las tres Personas), pa-rece oirá vez ser puesta en duda. "Tanto pesado y de-sierto de toda cosa espiritual", para algunos días comosi se hallara "en destierro". Y no cesa de onir:

«Padre eterno, confírmame; Hijo eterno, confírmame;Espíritu Santo eterno, confírmame; Santa Trinidad, confír-mame; un solo Dios mío, confírmame»; con tanto ímpetuy devoción y lágrimas, y tantas veces esto deciendo, ytanto internamente esto sentiendo; y con un decir: «yPadre Eterno, ¿no me confirmaréis?» como que tenía porsí, y así al Hijo y al Espíritu Santo.

Diario, n. 48.

E! 23 de febrero llega la esperada confirmación:

...veniendo en pensamiento Jesú, un moverme a se-guirle, parcelándome internamente, seyendo él la cabezade la Compañía, ser mayor argumento para ¡r en toda po-breza que todas las otras razones humanas, aunque meparecía que todas las otras razones pasadas en elecciónmilitaban a lo mismo, (...) y pareciéndome en alguna ma-nera ser obra de la santísima Trinidad el mostrarse o elsentirse de Jesú, veniendo en memoria cuando el Padrnme puso con el Hijo.

Diario, nn. 66-67.

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108 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

Esta nota revela el mismo movimiento que las ilus-traciones de Manresa: de la Trinidad a Jesús, de Je-sús a la Trinidad. Ignacio y la Compañía quedan pren-didos en este movimiento; de ello está seguro Ignaciodesde que tuvo la visión de La Storta, que siente la ne-cesidad de recordar ahora, como si se tratara de unaconfirmación.

Pero en los días siguientes reconoce que, debido asu impaciencia, tal vez no ha sido fiel en dejarse guiarpor Dios. Y así, su oración le lleva a un mayor "res-peto de acatamiento" a Dios y un mayor desinterés desí mismo. El 12 de marzo renuncia a seguir buscandootras "señales". "Se trataba —escribe M. Giuliani ensu introducción a la edición francesa del Diario (DDB,París 1959, p. 26)— de decidir en favor de la pobrezatotal. Buscando la voluntad de Dios sobre este punto,Ignacio halló aún algo más: el secreto de la pobrezainterior."

"DISCRETA CARIDAD"

Esta disponibilidad, fruto de la integración entreoración y reflexión, se traduce en una cierta flexibili-dad que parece caracterizar las Constituciones. Mien-tras las redacta, Ignacio no se limita a transcribir unaexperiencia realmente vivida, sino que además piensaen el futuro. Está asistiendo a las tremendas conmocio-nes del siglo XVI y sabe que la Historia reserva otrasconmociones a la Compañía. Por otra parte, desea queel cuerpo de la Compañía se desarrolle. ¿Cuál será,pues, el principio lo suficientemente firme que impidaque el número o el tiempo rebajen o endulcen la resolu-ción primigenia, y lo suficientemente flexible para adap-tarse a las leyes del crecimiento y de los cambios his-tóricos?

PARA QUE EL CUERPO CREZCA109

Después de mucho buscar, Ignacio acuñó una fór-mula original para expresar tal principio: "discretacaridad". Y no tratemos de explicitarlo demasiado; li-mitémonos a decir que la "discreción" no evoca ni latimidez, ni la reserva, ni la prudencia falta de sagaci-dad, ni el justo medio, ni los miramientos, ni las pre-cauciones diplomáticas... Lo que Ignacio desea ponerde relieve en esta expresión es la indisociabilidad delamor (caridad) y el discernimiento (discreta).

El amor es la corriente que brota de la Trinidady a ella retorna. Es en nosotros el sentido de lo ilimi-tado, que hace que ninguno de nuestros deseos se veajamás plenamente colmado y deja "nuestro corazón in-quieto mientras no descanse en Dios" (S. Agustín). Espara el apóstol el convencimiento de no haber hechotodavía nada y desear siempre hacer "más". Es, en fin,ese sentido espiritual que permite "reconocer a Dios entodas las cosas".

El discernimiento, para Ignacio, es la encarnacióndel amor. Es en nosotros el sentido de la limitación, queobliga a elegir, entre otros muchos posibles, el mejorservicio, y que traduce el amor divino en una acciónhumana concreta. Es la humilde búsqueda de lo queDios quiere "aquí y ahora".

El amor sin el discernimiento es un sueño que yano pasa por los caminos humanos y se pierde en un in-finito sin contenido real. El discernimiento sin el amores una búsqueda agotadora que, incapaz de comprenderla finalidad de la acción humana, se hunde en el acti-vismo.

Tan sólo el binomio "amor-discernimiento", perfec-tamente vivido en Jesucristo, el Amor encarnado, per-mite realizar la síntesis de la contemplación y la acción,del deseo y la eficacia, de lo universal y lo particular.

Tal es el principio que orientó la redacción de lasConsL ¿iliciones.

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110 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

La respuesta a los llamamientos del amor "para lamayor gloria de Dios", siempre fuera de nuestro alcan-ce, y "para mayor ayuda de las ánimas", con las quenos encontramos en cualquier circunstancia, ¿no puedeprescindir de reglas? Evidentemente, basta con "la inte-rior ley de la caridad y amor que el Spíritu Santo es-cribe e imprime en los corazones". Pero son necesariasunas Constituciones que propongan los criterios de dis-cernimiento que permitan a la Compañía y a cada unode sus miembros "mejor proceder... en la vía comenza-da del divino servicio" (Const. S.I., n. 134).

Así, para responder a los llamamientos, es precisoque el cuerpo crezca. Pero no se admitirán con facilidaden él nuevos miembros, sino que será precisó someterlosa prueba, y a quienes no sirvan para este género de vidahabrá que ayudarles a encontrar otro camino (cf. Const.S.I., partes 1.a, 2.a y 3.a). Los que sean admitidos estándestinados a "discurrir y hacer vida en cualquiera par-te del mundo", con el fin de ayudar a todos los hombres.Sin embargo, deberán empezar por largos años de estu-dios, porque no se trata de que sean amables vagabun-dos, sino hombres lo más competentes posible, capacesde hacer frente a cualquier disciplina y a cualquier cul-tura (cf. Const. S.I., parte 4.a).

Sólo entonces serán incorporados a la Compañía,prometiendo obedecer al Papa para cualquier misiónque éste quisiera encomendarles, y prometiendo tambiénprestar una particular atención a la educación de losniños en la fe, para que no olviden, aunque se dediquena los más brillantes ministerios, que la gloria de Diosha de buscarse en el más humilde de los servicios. Laobediencia hará de ellos servidores, y la pobreza lo?hará libres. Vinculados a Cristo y libres para servir, afin de liberar a los hombres y vincularlos a Cristo (cf.Const. S.I., partes 5.a y 6.a). En la elección de las misio-nes y de los misioneros, el que envía habrá de guiarse

PARA OUE EL CUERPO CREZCA 111

por el criterio del amor" ("el bien quanto más univer-sal es más divino"), tanto como por los criterios de laeficacia ("las cosas en servicio de Dios nuestro Señormás urgentes" y "obras pías más durables y que siem-pre han de aprovechar"). Pero el propio enviado debe-rá discernir sobre el terreno los medios más aptos parael desempeño de su misión, porque no es un mero eje-cutor (cf. Const. S.I., parte 7.a).

Dispersos por el amor, será también el amor el quemantenga unidos a los compañeros: la obediencia lesmantendrá en la unidad, la oración les reunirá en Cris-to; pero no deberán olvidar los humildes medios dela correspondencia epistolar, la comunicación de noti-cias, la hospitalidad y las reuniones periódicas. Aunqueel General sea el responsable de la unidad (más en vir-tud de la comunión que de la centralización), cada cual,en el lugar donde se encuentre, deberá hacerse responsa-ble, de acuerdo con los medios de que disponga, de laconservación y el desarrollo de todo el cuerpo (cf. (.onst.S.I., partes 8.a, 9.a y 10.a).

Así fue Ignacio, y así deberá ser todo jesuíta fiel asu vocación. Impaciente por las limitaciones, pero ca-paz de pasar la vida entre las cuatro paredes de unapequeña habitación. Un jesuíta del siglo xvn lo expresóen una fórmula lapidaria : "No sentirse l imitado ni si-quiera por lo inmenso, y encontrar en lo ínfimo, sinembargo, el lugar de uno. . . es divino". "Lo inmenso"es el amor; "lo ínfimo", el discernimiento.

"DADME HUMILDAD AMOROSA"

El 30 de marzo de 1544 anota Ignacio en su Diario:

Me parecía [durante la oración] que la humildad, re-verencia y acatamiento no debía ser temeroso, mas amo-roso, y así esto me asentaba en el ánimo, que f rutada

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112 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

mente decía: -Dadme humildad amorosa...», recibiendoen estas palabras nuevas visitaciones. Asimismo refutan-do lágrimas por advertir a esta humildad amorosa, etc.Después en el día gozándome mucho en acordarme desto,parecerme que no pararía en esto, mas que lo mismo des-pués sería con las criaturas, es a saber, humildad amo-rose

Diario, nn. 178-179.

Invirtiendo los términos, ¿no es lo mismo "humil-dad amorosa" que "discreta caridad"? Delante de suCriador y Señor, Ignacio, a pesar de sentirse diminuto,se ha sentido también atraído por él, arrastrado al inte-rior de la corriente del amor trinitario. Tal será, si aDios pluguiere, "esta mínima Compañía de Jesús"(Const. S.I., n. 134).

No. Por amor a sus hermanos y a los hombres delmundo entero, por cosas tan elementales como la músi-ca o los frondosos castaños de su país, por las pequeñasalegrías y las grandes penas, con tal de que Dios y suservicio sigan siendo lo primero, Ignacio no se detendráahí. ¿Cómo podría detenerse el que cierto día sobre-pasó todos los límites, diciendo: "Tomad, Señor, y re-cibid..."?

28 de junio de 1553

1

(Fragmentos de una carta de Ignacio a Francisco Javier)

Carísimo hermano en el Señor nuestro:Hemos habido acá vuestras letras de 28 de enero de 1552 más

tarde que era razón..., y a esta causa no habréis habido respuestacuan presto yo quisiera. Hemos entendido la puerta, que Dios nues-tro Señor ha abierto a la predicación de su evangelio y conversiónde las gentes en Japón y la China por vuestro ministerio, y nosconsolamos mucho en la su divina ma¡estad, esperando que el co-nocimiento y gloria suya cada día se haya más de extender, y entregentes que puedan perpetuar y llevar adelante lo ganado con eldivino favor (...).

(Sin embargo), mirando el mayor servicio de Dios N. S. y ayudade las ánimas en esas regiones, y cuánto depende de Portugal elbien dellas, me he determinado a mandaros en virtud de santa obe-diencia, que, entre tantos caminos, toméis este de Portugal conla primera oportunidad de buen pásale, (...). Y porque allá podáishacer capaces los que os querrían detener por el bien de las In-dias, diréos las razones que a esto mueven por acá, mirando as/-mes/no el bien dellas.

Primeramente, ya sabéis cuánto importa para la conservación yaumento de la cristiandad en esas partes y en la Guinea y Brasilla buena orden que el rey de Portugal puede dar desde su reino;(...}. Después, importando tanto que la Sede Apostólica tenga In-formación cierta y entera de las cosas de las Indias, y de personaque tenga crédito para con ella, (...). También sabéis lo que impor-ta para el bien de las Indias que las personas que envían allá seanidóneas para el fin que se pretiende en unas partes y otras. Paraesto servirá mucho vuestra venida a Portugal y por acá; (...). Sinestas razones, que son todas para el bien de la India, pienso darla-des calor al rey para lo de Etiopia, que de tantos años a esta parteestá para lo hacer, y no se ve nunca efecto. Asimismo en lo delCongo y Brasil (...).

Encomiéndeme mucho de corazón en vuestras oraciones; y rue-go a la divina y summa bondad a todos quiera dar su gracia cum-plida para que su sanctissima voluntad siempre sintamos, y aqué-lla perfectamente cumplamos.

Todo vuestro en el Señor nuestro,Ignacio

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.

•,

9. Coraje para emprender

Propio es del buen espíritu dar ánimo y fuerzas, con-solaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando yquitando todos impedimentos, para que en el bien obrarproceda adelante.

££.££., n. 315.

Francisco Javier no llegó a recibir la carta que aca-bamos de leer. Había muerto el 2 de diciembre de 1552en la isla de Sanchán, a las" puertas de China, pero lanoticia tardó tres años en llegar a Roma.

Podemos, sin embargo, imaginarnos a Javier leyen-do por encima del hombro de su maestro, con toda fa-miliaridad, mientras éste escribe... Ignacio terminabaotra carta del siguiente modo: "Todo vuestro, sin po-derme olvidar en tiempo alguno". Y Javier le habíarespondido: "Las últimas palabras..., así como con lá-grimas leí, con lágrimas las escribo, acordándome deltiempo pasado, del mucho amor que siempre me tuvoy tiene..."

"El tiempo pasado" son los años en que vivieronjuntos, hasta aquel día de la primavera de 1540 en queIgnacio hizo saber a Javier que el rey de Portugal pe-día hombres para las Indias:

— ¡Esta es vuestra empresa!— ¡Pues sus! ¡Heme aquí!¡Y así es como se va el apóstol! Lisboa, El C, . i l>u ,

la India, las Molucas, el Japón, las puertas ilc C . l i i m i . . .En total, cerca de 100.000 kilómetros.

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116 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

Por aquel tiempo afluyen a Santa María della Stra-da innumerables peticiones de misioneros para Asia,África y América. El Papa quiere teólogos para el Con-cilio que acaba de inaugurarse en Trento: también ha-cen falta hombres en los puntos más conflictivos de laReforma: Alemania. Francia, Irlanda... Se piden co-legios, y los jesuitas se dedican a enseñar... ¿Cóijíoresponder a tantas demandas?

Más que el deseo de volver a ver a su amigo, esesta última pregunta la que explica el tenor de la cartade junio de 1533, dictada por la preocupación que sien-te Ignacio por el bien más universal. Es preciso hacervolver a Javier para que ocupe su puesto en un centrode decisión. Aunque tenga que abandonar Asia, serápara bien de la propia Asia..., pero también de Guinea,Brasil, el Congo, Etiopía... Su capacidad de persua-sión podrá estimular al rey de Portugal; su celo apos-tólico suscitará vocaciones; su experiencia permitirádiscernir quiénes son los más aptos. Y su alegría harálo demás..

EL LLAMAMIENTO A LA ALEGRÍA

Una de las cartas de Francisco Javier había tenidouna enorme resonancia en Roma, en Portugal y en Pa-rís. Fechada en Cochín el 15 de enero de ] 544 y divul-gada por los medios propios de la época, decía particu-larmente lo siguiente:

Muchas vezes me mueve pensamientos de ir a los es-tudios dessas partes, dando bozes, como hombre quetiene perdido el juicio, y principalmente a la universidadde París, diziendo en Sorbona a los que tienen más le-tras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas;(...). Muchos dellos se moverían, tomando medios y exer-cicios spirituales para conoscer y sentir dentro en susánimas la voluntad divina, conformándose más con ellaque con sus propias affectiones, diziendo: «¡Señor, aquí

CORAJE PARA EMPRENDER 117

estoy! ¿Qué quieres que yo haga? Envíame adonde quie-ras, y si te place, aun a los Indios». ¡Quánto más conso-lados vivirían...! (...).

Destas partes no sé más que escriviros, sino que sontantas las consolationes que Dios nuestro Señor commu-nica a los que andan entre estos gentiles, convirtiéndolosa la fe de Christo, que, si contentamiento hay en esta vida,éste se puede dizir. (...) Oh!, si aquellos contentamientosque un estudiante busca en entender lo que estudia, lobuscasse en dar a sentir a los próximos lo que les esnecessario para conoscer y servir a Dios, ¡quánto másconsolados y aparejados se hallarían!

MHSI: Epístolas S. Francísci Xaverii.Vol. I, pp. 166-167 y 174-175.

Llamamiento a partir..., llamamiento a la alegría.No a la alegría que se encierra inactiva en la autocom-placencia, sino a la que moviliza para emprender nue-vos cometidos, como María tras la Anunciación. Esaalegría de la que Ignacio dice que es propia de Dioscuando viene a visitarnos. Esa alegría que, a pesar delas pruebas que tuvo que afrontar en sus últimos años,anida en el corazón de Ignacio y transmite, a quienesse encuentran con él, el coraje necesario para empren-der y perseverar en lo emprendido, tanto en la casa deRoma como en la Ciudad o en el mundo.

EN SANTA MARÍA DELLA STRADA

La casa es demasiado pequeña y, para el gusto deIgnacio, demasiado ruidosa, pues no sólo está pobladade bulliciosos novicios, sino que además es lugar depaso para los que regresan de una misión, y en deter-minados días es una auténtica hospedería.

Ignacio se entrevista diariamente con dos de sus másíntimos colaboradores: Juan de Polanco, trabajador in-cansable y dotado de una excepcional claridad de men-te, y Luis Gongalves da Cámara, encargado de los asun-tos domésticos y sumamente hábil para arrancar confi-

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118 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

ciencias, a quien se debe el texto de la Autobiografía,así como un Memorial que recoge, día a día, lo acaeci-do en la casa de Nuestra Señora della Strada enlre el26 de enero y el 23 de octubre de 1555.

Lo que llama la atención es la extraordinari, ' sen-cillez que reina en aquella casa. Todo el mundo veneraa Ignacio corno a un ser excepcional, pero cada cualconserva su libertad de espíritu a la hora de expresar-se. Ignacio, por ejemplo, desea que todos se llamen mu-tuamente por su nombre de pila. "La costumbre ríe lla-marse simplemente unos a otros por sus propios nom-bres es muy antigua en la Compañía. Contóme el II. Iñi-go de Ochandiano... que oyó contar al P. Araoz, queantes de entrar en la Compañía fue un día a visitar enRoma a nuestro P. Ignacio, que era tío suyo, y llegandoa la puerta, dio el portero, que entonces era el P. Fran-cisco de la India [Francisco Javier], el recado por es-tas palabras: 'Iñigo, está aquí Araoz, que os quiere ha-blar'" (del Memorial del P. Cámara, citado por Astrainen su Historia de la Compañía de Jessú en la Asistenciade España, I, II, 2, p. 225).

En la mesa suele hablar de asuntos ordinarios consus comensales. Come muy poco, pero lo hace rnuy des-pacio para terminar al mismo tiempo que los demás. Lacomida no siempre es abundante. En cierta ocasión sa-can únicamente a la mesa unos huevos cocidos... ¡y pa-lillos de dientes! Uno de los comensales observa queeste último accesorio es por demás superfino, c Ignaciono puede evitar exteriorizar la gracia que le ha hechotal observación.

Sus principales preocupaciones domésticas son dos:los enfermos y los que se sienten tentados. Diariamentetrata estos asuntos con el P. Cámara. Y a pesar de lasgraves dificultades económicas manda comprar una casaen el campo, "La Viña", como lugar de reposo; y él

CORAJE PARA EMPRENDER 119

mismo planea y organiza los juegos: las tablas (una es-pecie de "tres en raya") y el tejo.

A los que flaquean, él les devuelve la moral. A unoque se reconoce indigno, Ignacio le cuenta entre lágri-mas los pecados de su propia vida; a otro, que acabade decirle que ya no aguanta más, le responde: "¡Bue-no, eso está bien!"; pero se lo dice de tal manera y lemira de tal modo que aquella frase tan trivial pone final desánimo. Aunque la formación de los jóvenes es muyexigente, está siempre muy dosificada, y no hay en ellanada que recuerde el famoso "molde jesuítico". Un no-vicio, perteneciente a una noble familia romana, pare-cía estar pasando muy mal rato al verse expuesto a lavista de todos mientras trabajan en la construcción de unmuro que daba a la calle; e Ignacio le dice: "No eseste vuestro trabajo; tenéis, otra cosa que hacer dentrode casa." También se cuenta que, siendo un jovencísi-mo novicio Pedro de Ribadeneyra, caminaba un día de-trás de Ignacio imitando el andar renqueante de éste:le sorprendieron e Ignacio le propuso que él mismo seimpusiera una penitencia. Pedro pidió como penitenciaun día de vacación para todo el mundo... y desde en-tonces se perpetuó la tradición del día de vacación enrecuerdo de "la pierna quebrada".

Sin embargo, la regla de vida es severa, e Ignaciodesciende a los más pequeños detalles de incumplimien-to, sobre todo los que causan perjuicio al prójimo. Peroél no se reserva el monopolio de las penitencias, sinoque, por ejemplo, también el cocinero debe imponerlasa quienes no avisen con tiempo de que no van a comeren casa, aunque se trate de eximios profesores de teo-logía, ¡o aunque hayan sido retenidos por el propioPapa! Son muchos también los que son despedidos dela Compañía, pero Goo^alves da Cámara advier te q i K %

suelen marchar conservando sentimientos amisiosos paracon Ignacio y la Compañía,

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120 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA?

La amistad parece ser el distintivo característico dela comunidad. Es una amistad que irradia el propioIgnacio, que desea tener compañeros, más que "hijos".Y los compañeros le corresponden con pequeños deta-lles, sobre todo cuando se encuentra enfermo: le llevancastañas asadas, al estilo de Azpeitia, o le piden a An-dré des Freux que toque para él el clavicordio. Y lamúsica ayuda a devolverle la salud. Ignacio infunde va-lor... v lo recibe de los demás.

EN LA CIUDAD

La casa está totalmente abierta a la ciudad; y laciudad es, por una parte, la corte pontificia y, por otra,el pueblo de los pobres. ¡Dos mundos...!

Desde el momento de su llegada, los compañerosse han volcado hacia la gente humilde, y no sólo parapredicarles con buenas palabras. Durante el invierno de1538-39 convirtieron la casa en un asilo, al objeto desocorrer a las gentes extenuadas por el frío y el hambre.Se ocuparon de los judíos,- de las prostitutas y de lasmuchachas en peligro. Supieron movilizar sus energíasen favor de los más desheredados.

El otro mundo es la corte pontificia. Mientras estu-vo en Roma, Ignacio conoció a cuatro Papas. Paulo III,que aprobó la Compañía, y Julio III, que la confirmó,se interesaron por la reforma de la Iglesia; pero lesfaltó valor para afrontar lo esencial: "Si el Papa se re-forma, decía Ignacio, él mismo y su casa, y los carde-nales de Roma, ya no habrá más que hacer, y todo lodemás se hará por sí solo y aprisa." El hombre eriquien él esperaba, Marcelo II, murió tres semanas des-pués de su elección. Su sucesor podía ser peligroso parala Compañía, pues, siendo cardenal, Gian Pieüo Garafahabía tratado de oponerse a la fundación de la Com-

CORAJE PARA EMPRENDER 121

pañía; fue elegido Papa el 23 de mayo de 1555 y adop-tó el nombre de Paulo IV.

Al recibir la noticia —relata Goncalves da Cámara—experimentó el Padre una notable mudanga y alteraciónen su rostro; y según supe después, por él mismo o porotros Padres a los que él se lo contó, se le estremecie-ron los huesos en el cuerpo. Levantóse sin decir palabraalguna y entróse a hacer oración en la capilla, y de ahía poco salióse tan alegre y contento, como si la elecciónfuera enteramente conforme a su deseo.

Memorial, n. 93.

¿No había dicho él mismo que le bastaría con uncuarto de hora de oración para tranquilizarse en el su-puesto de que un día fuera suprimida la Compañía?Su entereza en las adversidades procedía de Dios, aligual que todo lo demás en él.

En las empresas que toma —refiere el propio Cáma-ra—, muchas veces parece que no usa de ninguna pru-dencia humana; (...) mas parece que todo lo hace funda-do en sola la confianza de Dios. Mas ansí como en el to-mallas parece que va sobre la prudencia humana, así en elseguidas y buscar los medios para llevarlas adelante usade toda prudencia divina y humana. Parece que cualquieracosa que emprende, que primo la negocia con Dios; ycomo nosotros no vemos que la ha negociado con El, es-pantémonos de cómo lo emprende.

Memorial, n. 234.

Una manera de actuar que volvemos a ver en unafamosa sentencia a él atribuida:

Sea ésta la primera regla en todas tus empresas: con-fía en Dios como si el éxito en ellas dependiera entera-mente de ti y en nada de El; pero pon en ellas todo tuesfuerzo, como si no tuvieras tú nada que hacer, sinoDios todo. *

* Tan paradójica ha parecido esta sentencia que se ha creídoconveniente invertir el orden de las proposiciones subordinadas.G. Fessard (Dialectique des Exercices, pp. 305ss) propone mantener,la tal cual, y la explica así: confiar en Dios supone que Dios deseaque la actividad del hombre se despliegue en todas sus empresas,"como si el éxito dependiera en todo de mí y en nada de él"; perola acción humana debe referirse en último término a Dios, en quientiene su fin toda empresa humana.

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122 ¿QUIEN ERES TU. IGNACIO DE LOYOLA? CORAJE PARA EMPRENDER 123

POLÍTICA EUROPEA

"Todo tu esfuerzo... todos los medios", incluida lapolítica, a condición de que la empresa primero "senegocie con Dios".

Se ha hablado tanto del "poder" de los jesuítas quelos biógrafos contemporáneos son sumamente discretosen lo tocante a la actividad política del fundador. Co-mo si tal medio fuera indigno de él y de su proyectoapostólico (cosa que, por otra parte, piensan demasia-dos cristianos acerca de la política, a pesar de cuantodiga la Iglesia). Hay otros que se lamentan de que nose encuentra en la obra de Ignacio el eco de ningúncombate contra las formas de opresión de su tiempo.Aunque es cierto que Ignacio no pudo plantearse pro-blemas que tardarían aún mucho tiempo en aflorar ala conciencia de la humanidad, hay que observar, sinembargo, que su insistencia en hablar de los beneficioseclesiásticos en el libro de los Ejercicios no es íruto dela casualidad ni es un ejemplo indiferente, sino que ponede manifiesto que Ignacio era consciente, por haberlovivido en su propia familia, de que los beneficiarios detales prebendas constituían una clase de privilegiadosque oprimían a sus inferiores.

Lo cierto es que Ignacio se interesó particularmenteen lo que se denomina la "alta política", y que este in-terés, por extraño que pueda parecer, no es indiferentecon respecto a su proyecto global *. De lo contrario,¿por qué había de proponer al Emperador Carlos armaruna flota en el Mediterráneo? ¿Y por qué había de es-cribir una carta a Pedro Canisió, misionero jesuita, acer-ca de la solución de la cuestión alemana?

* Cf. dos artículos de D. Bertrand que constituyen el anticipode una obra muy esperada. El primero se encuentra en la revista"Christus", 52, pp. 538-553: Pour une politique méditerranéenne; elsegundo, en la "Revue d'ascétique et de mystique", 177, pp. 47-64:De la decisión en politique.

Al menos una cosa no habrá de sorprender, y es quefijara su atención en dos puntos conflictivos de Europay en la conjunción de dos épocas históricas: la guerracontra el Islam en el Mediterráneo pertenece aún a laera medieval; la Reforma en Alemania y la ruptura dela cristiandad constituyen un fenómeno de los tiemposmodernos.

En 1552, el Emperador Carlos está totalmente em-peñado en combates defensivos contra Soleimán. Me-diante su proyecto naval, Ignacio le propone que vuel-va a tomar él la iniciativa, y no por la gloria de las ar-mas, sino para salvar a los cristianos sometidos a escla-vitud y frecuentemente obligados a renegar de su fe;para restablecer las comunicaciones entre España e Ita-lia, entre Europa, África y el cercano Oriente; parahacer realidad el voto de Montmartre...

En Alemania, el país se halla dividido por la cues-tión religiosa. El diálogo no produce ningún resultado.El rey Fernando se encuentra desanimado. La carta deIgnacio, que es una serie de propuestas de acciones di-versas, no es un programa de Contra-Reforma, sino unamanera de decir a los responsables: " ¡ Dejad ya de sen-tir temor y de tergiversar las cosas! Escoged, entre to-das las alternativas posibles, las que mejor os parezcan,y después decidios y actuad. Sólo entonces recobraréisla confianza y la serenidad en la acción."

Hacer frente, recuperar la iniciativa, elegir los me-dios, perseverar con valor... Son, como se ve, los mis-mos consejos que da en los Ejercicios. Lo cual no debe-ría sorprender, tratándose de un hombre que había con-seguido unificar su vida de tal modo que, al final desus días, pudo decir que "siempre y a cualquier horaque quería encontrar a Dios, lo encontraba" (Autobio-grafía, n. 99).

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124 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO DE LOYOLA?

POR TODAS PARTES DEL MUNDO

Y seguramente lo encontraba aún más en la corres-pondencia que mantenía. Todos los días salían de San-ta María della Strada decenas de cartas con destino alos más diversos lugares de Europa, las Indias o el Ja-pón, dirigidas a los suyos o a otros personajes que, porlo que fuera, eran responsables del destino de muchoshombres. Son más de seis mil las cartas que se conser-van, pero ¿cuántas se habrán perdido?

De mí es escribiros a todos —escribía Ignacio en1542—; que puedo decir con verdad que esta otra nochehacíamos cuenta que las cartas, que ahora embiamos atodas partes, llegaban a doscientas cincuenta; y si algu-nos están ocupados en la Compañía, yo me persuado que,si no lo estoy mucho, no lo estoy menos que ninguno, ycon menos salud corporal.

Carta a Pedro Fabro, 10-X1I-1542:Obras Completas, p. 687.

El número, sin embargo, no va en detrimento de lacalidad. Cada carta es redactada dos veces, y amable-mente pide a Pedro Fabro que trate de hacer lo mismo.Poneos en mi lugar —viene a decirle—: vuestras car-tas contienen informaciones precisas, pero presentadassin orden y mezcladas con palabras de afecto y "efusio-nes" que yo no puedo poner en manos de cualquiera...Por tanto, si no os es molestia, escribid dos cartas, unapara dar las informaciones y otra para manifestar las"efusiones".

A propósito de la correspondencia, observemos unavez más la unidad entre la vida cotidiana de Ignacio yel espíritu de los Ejercicios: "Conviene advertir en doscosas —dice en la nota previa a la 'Contemplación pa-ra alcanzar amor'—: La primera es que el amor sedebe poner más en las obras que en las palabras. La 2.a.el amor consiste en comunicación de las dos partes..."

CORAJE PARA EMPRENDER 125

(EE.EE., nn. 230-231). Si Ignacio insiste tanto en lacorrespondencia en la Compañía, es porque la comuni-cación es la expresión de la comunión. Las cartas queél envía son frecuentemente copiadas y difundidas. Ylas que recibe deben ser tales que puedan ser mostra-das a otros. Porque la comunión de los miembros entresí está ordenada a una comunión aún más amplia: lade todos los hombres en el Cuerpo de Cristo, cuyo cre-cimiento compete a la Compañía asegurar en la medidade sus humildes posibilidades. Por eso, y así como "lasobras valen más que las palabras", así también las in-formaciones valen más que las "efusiones" en orden amejor discernir lo que debe hacerse.

Situado en el centro de esa "red", Ignacio es antetodo el hombre del discernimiento y de la decisión, en-tregado al Espíritu de Dios y a lo que de él puedanesperar los hombres. Al trazar en las Constituciones elretrato de lo que debe ser el General de la Compañía,dice:

Debería ser dotado de grande entendimiento y juicio,para que ni en las cosas speculativas ni en las prácticasque ocurriren le falte este talento. Y aunque la doctrinaes muy necesaria a quien tendrá tantos doctos a su cargo,más necessaria es la prudencia y uso de las cosas spirl-tuales y Internas para discernir los spíritus varios y acon-sejar y remediar a tantos que tendrán necessidades spi-rituales, y así mesmo la discreción en las cosas externasy modo de tratar de cosas tan varias, y conversar con tandiversas personas de dentro y fuera de la Compañía.

Consf. S.I., n. 729.

No estaba pensando Ignacio en hacer un auto-retrato.Pero lo cierto es que la descripción le cuadra perfecta-mente.

Y para vivir todo esto hasta el final, el último correosaldrá de la casa de Roma la noche misma del 30 dejulio de 1556...

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124 ¿QUIEN ERES TU, IGNACIO LA?

POR TODAS PARTES DEL MUNDO

Y seguramente lo encontraba aún más en la corres-pondencia que mantenía. Todos los días salían de San-ta María della Strada decenas de cartas con destino alos más diversos lugares de Europa, las Indias o el Ja-pón, dirigidas a los suyos o a otros personajes que, porlo que fuera, eran responsables del destino de muchoshombres. Son más de seis mil las cartas que se conser-van, pero ¿cuántas se habrán perdido?

De mí es escribiros a todos —escribía Ignacio en1542—; que puedo decir con verdad que esta otra nochehacíamos cuenta que las cartas, que ahora embiamos atodas partes, llegaban a doscientas cincuenta; y si algu-nos están ocupados en la Compañía, yo me persuado que,si no lo estoy mucho, no lo estoy menos que ninguno, ycon menos salud corporal.

Carta a Pedro Fabro, 10-XII-1542:Obras Completas, p. 687.

El número, sin embargo, no va en detrimento de lacalidad. Cada carta es redactada dos veces, y amable-mente pide a Pedro Fabro que trate de hacer lo mismo.Poneos en mi lugar —viene a decirle—: vuestras car-tas contienen informaciones precisas, pero presentadassin orden y mezcladas con palabras de afecto y "efusio-nes" que yo no puedo poner en manos de cualquiera...Por tanto, si no os es molestia, escribid dos cartas, unapara dar las informaciones y otra para manifestar las"efusiones".

A propósito de la correspondencia, observemos unavez más la unidad entre la vida cotidiana de Ignacio yel espíritu de los Ejercicios: "Conviene advertir en doscosas —dice en la nota previa a la 'Contemplación pa-ra alcanzar amor'—: La primera es que el amor sedebe poner más en las obras que en las palabras. La 2.a.el amor consiste en comunicación de las dos partes..."

CORAJE PARA EMPRENDER 125

(EE.EE., nn. 230-231). Si Ignacio insiste tanto en lacorrespondencia en la Compañía, es porque la comuni-cación es la expresión de la comunión. Las cartas queél envía son frecuentemente copiadas y difundidas. Ylas que recibe deben ser tales que puedan ser mostra-das a otros. Porque la comunión de los miembros entresí está ordenada a una comunión aún más amplia: lade todos los hombres en el Cuerpo de Cristo, cuyo cre-cimiento compete a la Compañía asegurar en la medidade sus humildes posibilidades. Por eso, y así como "lasobras valen más que las palabras", así también las in-formaciones valen más que las "efusiones" en orden amejor discernir lo que debe hacerse.

Situado en el centro de esa "red", Ignacio es antetodo el hombre del discernimiento y de la decisión, en-tregado al Espíritu de Dios y a lo que de él puedanesperar los hombres. Al trazar en las Constituciones elretrato de lo que debe ser el General de la Compañía,dice:

Debería ser dotado de grande entendimiento y juicio,para que ni en las cosas speculativas ni en las prácticasque ocurrirán le falte este talento. Y aunque la doctrinaes muy necesaria a quien tendrá tantos doctos a su cargo,más necessaria es la prudencia y uso de las cosas spirl-tuales y internas para discernir los spíritus varios y acon-sejar y remediar a tantos que tendrán necessidades spi-rituales, y así mesmo la discreción en las cosas externasy modo de tratar de cosas tan varias, y conversar con tandiversas personas de dentro y fuera de la Compañía.

Const. S.I., n. 729.

No estaba pensando Ignacio en hacer un auto-retrato.Pero lo cierto es que la descripción le cuadra perfecta-mente.

Y para vivir todo esto hasta el final, el último correosaldrá de la casa de Roma la noche misma del 30 dejulio de 1556...

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de julio de 1556

A principios del mes de ¡ulio, en un estado de tremenda fatigay aquejado de considerables dolores, Ignacio habla ido a descansara 'La Viña*. ¿Habría llegado el momento de ir a reunirse con suscompañeros, Diego de Hoces, *el primero en morir*, Juan Codurl,fallecido al poco tiempo de la profesión en San Pablo Extramuros,Pedro Fabro, muerto al regreso de uno de sus incontables viajes, yFrancisco Javier, a quien la muerte sorprendió a las puertas deChina?

En los últimos días del mismo mes había vuelto a Santa Maríadella Strada y se había puesto en manos del médico.

Ayer jueves, por la noche, aún se había ocupado de los asuntosordinarios, como todos los días. Después le pidió a Juan de Polancoque fuera a solicitar del Papa la bendición de los moribundos. Pero,como el médico no manifestaba preocupación especial, Polanco lehizo observar que aún quedaba por despachar un importante correourgente. ¡El correo! ¡Los compañeros...!

—Está bien...; haced como os pareciere; yo me remito entera-mente a vos.

Y se queda solo.Hacia la medianoche, el hermano que ocupa la habitación conti-

gua le oye repetir de cuando en cuando:—¡Ay, Dios mío...!Después vuelve el silencio.Al amanecer del día 31 entran en la habitación de Ignacio y lo

encuentran agonizante. Polanco se apresura a acudir a la residenciadel Papa. Cuando regresa con la bendición, Ignacio ya ha muerto.

Mil compañeros, esparcidos «por todas partes del mundo», iránpoco a poco conociendo la noticia, que les es comunicada por Po-lanco: "...teniendo certitud de su tránsito, ni quiso llamarnos paradarnos su bendición, ni nombrar sucesor, ni aun vicario, en tantoque se hará la elección, n¡ cerrar las Constituciones, ni hacer otrademostración alguna, que en tal paso suelen algunos siervos deDios. Sino que, como él sentía tan bajamente de si y no queríaque en otro que en Dios nuestro Señor estribase la confianza de\a Compañía, pasó al modo común de este mundo...»

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¿Quién eres tú, Ignacio de Leyóla?

.*W ; V -V

4* Una personalidad fascinante, pero,como todo lo fascinante,un tanto sobrecogedora...Y un pequeño libro,los "Ejercicios Espirituales",que tampoco dejan de intimidar.En él dejó consignada Ignaciola decisiva experiencia por él vivida,bajo la acción de Dios,cuando contaba unos treinta años.Los "Ejercicios" y la vida de Ignacioson, en realidad, una misma cosa.

' ?'Al relacionarlos íntimamente,el autor pone de relieve

,' la fuerza y la actualidadque el itinerario ignaciano conservaen pleno siglo XX, tan sacudidopor incertidumbres y por esperanzascomo pudo estarlo el siglo XVI,que fue el "tiempo de gracia"de Ignacio de Loyola.

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SAN IGNACIO DE LOYOLACopia del original de Sánchez Coello,

por R. ESCRIBANO

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ORACIÓN DE SANIGNACIO DE LOYOLA

Oración de ofrecimientoal Señor.

Tomad, Señor, y recibid todami libertad, mi memoria, mientendimiento y toda mivoluntad, todo mi haber yposeer. Vos me lo disteis, aVos, Señor, lo torno; todo esvuestro, disponed a todavuestra voluntad. Dadmevuestro amor y gracia, queésta me basta. Así sea.

Tomad Señor, y recibidtoda mi libertad, mi memoria,mi entendimiento, y toda mivoluntad, todo mi haber ymi poseer; vos me lo disteis,a vos Señor, lo torno; todo esvuestro, disponed a. toda vuestravoluntad, dadme vuestro amory gracia, que ésta me basta.

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CHARTRES1529 1528-1535

ORLEANS

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TOLEDO

Monserat ^^' ' . ^

Page 71: Jean-claude Dhotel Biografia de San Ignacio

ITINERARIOLos años de España.1491-1523Peregrinación a Jerusa-lén. 1523Barcelona, Alcalá y Sala-manca. 1524-1527Estudios en París.1528-1535Viajes por España. 1535Venecia. 1535-1537El camino hacia Roma.1537Los años de Roma.1537-1556

La S torta

TROMA ̂ Frascati