je t'aime, moi non plus: contradicciones y paradojas de la relación moderna de trabajo

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  • 7/27/2019 Je t'aime, moi non plus: contradicciones y paradojas de la relacin moderna de trabajo

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    Una versin posterior de este documento de trabajo se public en:Lago, J. y Bustinduy, P. (Coord.) Lugares comunes. Trece voces sobre la crisis. Madrid: Lengua deTrapo, 2013 [ISBN: 978-84-8381-192-4].*Rogamos remitirse a dicha vers in publicada para citar este documento *

    Je t 'aime, moi non plus :contradicciones y paradojas de la relacin moderna de trabajoAlberto Riesco-Sanz

    La configuracin del orden social contemporneo tuvo mucho de guillotina, de fronteranacional y de declaracin de derechos del ciudadano. Las revoluciones que sacudieronEuropa a lo largo de los siglos XVIII y XIX no se limitaron, sin embargo, a instaurarlibertades y derechos polticos, sino que proclamaron tambin la libertad de empresa y deltrabajo. A lo largo de un proceso histrico ms o menos dilatado en el tiempo y el espacio,

    asistimos al derrumbe de buena parte de las estructuras polticas, sociales y econmicasexistentes con anterioridad al capitalismo. Entre esas estructuras estara la actividadreguladora de los gremios artesanales, as como la relacin de dependencia interpersonal queel sistema de servidumbre impona a cada una de las partes: las poblaciones formaban partedel patrimonio hereditario de un dominio y podan ser utilizadas en beneficio propio por supropietario; sin embargo, dicha potestad con respecto al uso de las poblaciones seacompaaba tambin de la obligacin de mantener y asegurar su proteccin y cuidado.

    El profundo movimiento de transformacin que enterr a las denominadas sociedadesestamentales dibuj al mismo tiempo un escenario histricamente indito: por primera vez,los procesos de creacin de riqueza de los que dependen el bienestar y la viabilidad de lassociedades, tenan que ser garantizados mediante la movilizacin y uso de poblacionescompuestas en su mayora por individuos jurdicamente libres: ciudadanos que en elejercicio de su recin adquirido derecho a la movilidad podan abandonar libremente susanteriores ocupaciones, lugares de residencia y empleadores. Bye, bye, my darling. Sinembargo, el debilitamiento de los vnculos de dependencia personal tradicionales supusotambin que el proceso de "emancipacin" al que nos estamos refiriendo se practicara porambas partes: a la posibilidad de que el trabajador abandonase empleo y patrn a labsqueda de mejores condiciones de vida y trabajo, se aada igualmente la posibilidad deque el empleo abandonase a los trabajadores, desde entonces prescindibles eintercambiables. La libertad del trabajo, desprovista de los recursos materiales con los que

    ejercitarla, se converta, antes que nada, en una libertad para morir de hambre: y es que enlas recin inauguradas sociedades postradicionales, la nica obligacin del empleador conrespecto al trabajador "emancipado" era la del cumplimiento de un acuerdo "libremente"establecido entre dos sujetos jurdicamente iguales (acuerdo mediante el cual uno adquiratemporalmente el derecho a utilizar las capacidades productivas del otro a cambio de unsalario).

    En estas nuevas sociedades (capitalistas), ni la tradicin, ni las restricciones mgico-rituales,ni los grupos de adscripcin por nacimiento, ni las lealtades y obligaciones de ellosderivadas: la necesaria interaccin entre actividades y poblaciones se transform en un

    encuentro -siempre provisional- garantizado, mayoritariamente, por un conjunto dedispositivos a los que hemos solido denominar mercado de trabajo. Una institucin social

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    que presupondra necesariamente la existencia de poblaciones jurdicamente emancipadas(libres como para poder efectuar una compraventa de capacidades laborales que no derivaseen un simple comercio de esclavos) y que estara a su vez sujeta a las variaciones y vaivenesde otros tipos de intercambios (de mercancas y capitales, por ejemplo) ms que a leyes yobligaciones de carcter comunitario.

    En este nuevo escenario que estamos sealando, la mayora de actividades productivasdejaban de estar adscritas -por nacimiento y con carcter hereditario- a determinadosgrupos de poblacin de caractersticas e identidades bien delimitadas. La ocupacin y eldesempeo de unempleo implicaban cada vez menos un oficio, una formacin y un estilo devida especficos, facilitando as la intercambiabilidad acrecentada de las poblaciones y, depaso, la revolucin permanente de los procesos de trabajo (innovaciones tecnolgicas,organizativas, del tipo de capacidades laborales necesarias). Una multiplicacin de lascombinaciones posibles entre poblaciones y trabajos que las sucesivas innovaciones de lossiglos XIX y XX -por ejemplo las registradas bajo lo que se ha conocido como formastayloristas yfordistasde organizacin del trabajo- no haran sino incrementar mediante lafragmentacin de los procesos productivos en tareas cada vez ms sencillas y laestandarizacin de los tiempos, saberes, herramientas, materiales y procedimientosempleados.

    De manera que, para poder comprender la dinmica actual del trabajo y las posibilidadesabiertas en torno a l, podramos afirmar, a modo de hiptesis, que a lo largo de esteproceso histrico de consolidacin del capitalismo hemos asistido -como nunca antes- a unaprogresiva y relativa desvinculacin de poblaciones y trabajos; desvinculacin que, si seaspira a algn tipo de produccin de valor, tendr que ser una y otra vez invertida medianteel establecimiento de un vnculo entre ambos (poblaciones y trabajos) que ser, pordefinicin, temporal e inestable. La relacin de trabajo moderna, basada en el uso decapacidades laborales ajenas a cambio de un salario y a condicin de la revalorizacin delcapital movilizado, ser necesariamente una relacin de trabajo precaria, cuya regulacindio lugar a no pocas contradicciones y dificultades. Inicialmente, dicha relacin de trabajose constituy como una relacin de carcter privado entre individuos jurdicamente libres yequiparables que establecan entre ellos un contrato. Pero qu tipo de contrato? La libertad

    jurdica de los productores con la que naca el capitalismo haca imposible su apropiacin(la persona del trabajador deba ser inalienable o le estaramos transformando de nuevo enun siervo o un esclavo). Por otro lado, la desposesin material de los medios de subsistenciacon la que se haba operado la liberacin del trabajo impeda igualmente que la

    formalizacin jurdica de ese pacto entre "iguales" regulase simplemente, como ocurra conlas artesyprofesiones liberales, el fruto del trabajo (para lo cual se requerira una autonomade la que el asalariado careca). As pues, de forma novedosa, fue la propia prestacin laboraldel trabajador -no su persona, ni el fruto de su actividad- lo que se convirti en el objetocentral del contrato de trabajo (Supiot, 2000).

    Ahora bien, esta innovacin generara, no obstante, un problema pues todo contrato decompraventa de una mercanca otorga al nuevo propietario el derecho de apropiacin de lamisma de cara a garantizar su uso y disfrute. Sin embargo cmo asegurar la plena posesinde la prestacin laboral adquirida mediante el contrato de trabajo cuando al responsable de

    la misma se le ha reconocido el estatuto de sujeto inalienable (inapropiable)? La solucinparcial a este problema vendra del reconocimiento del principio de subordinacin del

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    trabajador asalariado con respecto a su empleador, reconocimiento incongruente con lasupuesta igualdad de las partes que tratar de compensar la frustracin de esta apropiacinimposible de la persona del trabajador por parte del empresario.

    El establecimiento de este principio de subordinacin como elemento caracterstico (yjurdicamente definitorio)de la condicin salarial modernasupuso reconocer la existenciade una relacin de poder desigual entre los sujetos jurdicamente libres (y formalmenteiguales) que entraban en contacto por medio de la relacin de trabajo. Sin embargo, juntoal reconocimiento de la autoridad del empleador, esta subordinacin jurdica posibilittambinacotar y compensar parcialmente la dependencia y desigualdad social existente enla relacin de empleo: por ejemplo, restringiendo dicha autoridad al tiempo y mbitoconcreto delimitado por el contrato de trabajo. El principio de subordinacin jurdicapermiti igualmente reconocer -no sin resistencia por su parte-la responsabilidad jurdica,econmica y social del empleador con respecto al trabajador asalariado, figura de cuyasuerte no poda desentenderse con la excusa de la libertad formal con la que se habaestablecido el contrato. La asuncin (mutualizada, socializada) de esta responsabilidad sereflejar, por ejemplo, en la constitucin de mutuas de accidentes, que diluan en unacolectividad de empresarios la posible responsabilidad del empleador individual (Rolle,2007: 87). Se reflejar tambin en laparticipacin de los empleadores en las cotizacionessociales con las que se financiarn distintos sistemas de proteccin social del trabajoasalariado frente a sus riesgos innatos: desempleo, accidentes laborales, enfermedad,

    jubilacin, fallecimiento;es decir,bsicamenteel riesgo de disolucin -de desaparicin-delvnculo que une al trabajador con su trabajoy hace de l un asalariado. Asistiramos asa lainstitucionalizaciny socializacin progresiva de aquello que haba surgidoen un primermomento comouna relacin de carcter privado entre sujetos formalmente iguales.Institucionalizacin, socializacin y mutacin de la relacin de empleo basada en el trabajoasalariado

    A lo largo de los dos ltimos siglos, en un proceso histrico bastante convulso, conflictivo yrepleto de violencia, hemos asistido -sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial-a unprogresivo reconocimiento y consolidacin (ms o menos vigoroso segn las sociedades) dederechos sociales y econmicos del trabajo asalariado: desde el derecho a la asociacin y a lanegociacin colectiva; pasando por la participacin de los trabajadores en la definicin de laorganizacin de los centros de trabajo y en el reparto de la riqueza generada; el derecho a lasalud; al ocio, al tiempo libre yal descanso; a la educacin. Hemos asistido, igualmente, al

    desarrollo y a la consolidacin de distintos tipos de instituciones sociales encaminadas a laproteccin del trabajo asalariado: desde el derecho del trabajo propiamente dicho; pasandopor los sistemas nacionales y sectoriales de cualificacin que posibilitaban la realizacin deuna carrera profesional y la mejora progresiva de las condiciones de vida y de trabajo; lossistemas pblicos de educacin y formacin; la proteccin social frente al desempleo, losaccidentes laborales, la enfermedad o la vejez.El reconocimiento del principio de subordinacin al que antes nos referamos habraconstituido, paradjicamente, un principio de libertad y proteccin para el trabajoasalariado (Didry y Brout, 2.006). El mercado de trabajo, como resultado de esteprolongado proceso de accin colectiva, habra dejado de comportarse como un meromecanismo de ajuste en el que la incertidumbre era soportada bsicamente por las

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    poblaciones asalariadas, para convertirse en un mbito (parcialmente) controlado por elderecho del trabajo, organizado por distintas instituciones y moldeado por las relaciones depoder existentes entre empleadores yasalariados (Alaluf, 2.012).Los asalariados lograban deeste modo, tras no pocos conflictos y tensiones, una estabilizacin social relativa que servapara contrapesar la precariedad constitutiva de la relacin de empleo en el capitalismoa laque antes nos referamos, mejorando as notoriamente sus condiciones de vida y de trabajo.

    La institucionalizacin de un sistema de proteccin en torno al estatuto social del trabajoasalariado posibilit que el empleo se convirtiera en un factor de integracin social (deciudadana), en lugar de ser un elemento de exclusin y pobreza para una parte importantede la poblacin(Alaluf, 2.012). Un proceso ste que nos ayudara, sin duda, a entender laprogresiva extensin de las instituciones y principios de regulacin y proteccin del trabajoasalariado a cada vez ms capas de la poblacin (no necesariamente asalariadas), tal y comoponen en evidencia: la universalizacin (hoy, en ocasiones, cuestionada) de los sistemaspblicos de salud y educacin; la extensin de las prestaciones por desempleo, enfermedad y

    jubilacin del trabajo asalariado a muchas de las antiguas profesiones liberales; o laabsorcin como "asalariados" de categoras histricamente contrapuestas a los mismos(campesinos, tratantes de comercio, cuadros intermedios y tcnicos, artistas).Una extensiny generalizacin de los mecanismos e instituciones reguladoras del trabajo asalariado msall de los propios asalariados (ms all pues de quienes ocupan un empleo o disponen deuna relacin laboral por cuenta ajena ms o menos formalizada) que hace pertinente quehablemos de sociedades salariales o de salariado, como un tipo de formacin social en el quelos costes y riesgos de la produccin y reproduccin de las potencialidades productivas deltrabajo asalariado (de su formacin, movilizacin y uso) son mutualizadas, asumidassocialmente por la colectividad, conjurando as parcialmente la incertidumbre constitutivade las relaciones sociales modernas. La denominadanorma de empleo fordista, basada en laestabilizacin y mejora progresiva de la relacin de empleo en un contexto de relacioneslaborales reguladas y negociadas entre los agentes sociales, podra servir como ejemplo (almenos en una parte del planeta) de la cristalizacin de este proceso, aunque podamosdiscutir si dicha "norma" de empleo no ha sido, en realidad, una excepcin en la dinmicahistrica del capitalismo. Norma generalizable o excepcin reseable, lo cierto es que estemodelo de relaciones laborales, visible en muchasde estas sociedades desde el final de laSegunda Guerra Mundial, se ver profundamente transformado por la crisis yreestructuracin capitalista iniciada en la dcada de 1970. Un proceso de transformacin atodos los niveles que habra desdibujado a los sujetos implicados en la relacin salarialtradicional (tanto el polo empresarial, como los asalariados y el Estado), cuestionando al

    mismo tiempo los principios e instituciones que hasta entonces haban articulado dicharelacin.

    La globalizacin econmica, el incremento generalizado de la competencia entre lasempresas y la emergencia de nuevas potencias en el escenario econmico internacional; losprocesos de deslocalizacin productiva; las innovaciones tecnolgicas y las nuevas formas deorganizacin del trabajo (produccin flexible, justo-a-tiempo, lean production), entre otrosfactores, han impulsado una profunda redefinicin de la empresa y del espacio ocupado porella en los procesos de creacin de riqueza. En contraste con el modelo de la gran empresafordista, que aspiraba a integrar dentro de ella al grueso de las actividades y funciones

    requeridas en el proceso productivo, asistimos desde hace aos, a un "adelgazamiento" delas empresas (y de su significacin) dentro de las cadenas de generacin de valor. La

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    reduccin de la actividad de las empresas al denominado core business ha tenido comocorrelato necesario la extensin de la subcontratacin y externalizacin de toda una serie deactividades y servicios ya no garantizados por la propia empresa y, sin embargo,imprescindibles para el correcto desarrollo de su actividad econmica. Unas actividades yservicios elaborados, a menudo, por empresas y productores independientes con quienes la

    empresa matriz mantendra vnculos de carcter comercial (y, supuestamente, nuevasrelaciones de cooperacin interempresarial), sin renunciar por ello a establecer una serie denormas de obligado cumplimento para las empresas "colaboradoras" (estndares de calidady procedimientos de produccin, diseo y comercializacin del producto, plazos deentrega). Este desarrollo creciente de la externalizacin afectar incluso a la propia gestin,movilizacin y puesta a disposicin de trabajadores, registrndose, por ejemplo, un mayorrecurso a empresas volcadas en este tipo de servicios (como las denominadas Empresas deTrabajo Temporal). Empresas especializadas en la gestin y cesin de fuerza de trabajo a lasque recurriran otras empresas buscando dotarse de una mayor flexibilidad interna, ascomo de mecanismos que posibiliten la reduccin de los costes laborales (por ejemplo,

    escapando a la mayor regulacin y proteccin de las formas de empleo "estndar")(Kalleberg, 2.000; Kesselman, 2.009; Belkacen, Kornig y Michon, 2.011).

    Estas modificaciones no habran resultado inocuas con respecto a la configuracin histricade la relacin de empleo y su proteccin, tal y como puede apreciarse, por ejemplo, en lasrelaciones de subcontratacin y en la denominada prestacin de servicios, donde lasfronteras de la empresa y de los sujetos implicados en las relaciones de trabajo se venprofundamente reconfigurados (Baudry, 1.992; Chassagnon, 2.012; Lebeer y Martnez,2.012). La relacin de subcontratacin supondra una transformacin del vnculo salarialclsico, transformando la relacin salarial (de subordinacin) en una prestacin de serviciosde carcter comercial. Una relacin donde el asalariado de la empresa subcontratada seencuentra sujeto a varios empleadores, manteniendo una relacin de empleo"convencional" con la empresa subcontratada, al tiempo que establece con la empresausuaria de la mano de obra una relacin comercial en trminos de proveedor-cliente msque una relacin de subordinacin empleador-empleado. Se configurara as una relacin decarcter triangular en la que el empleador de facto que utiliza la fuerza de trabajo nocoincide con el empleador formal, pese a lo cual el primero interviene directa y activamenteen la determinacin de las condiciones de trabajo y empleo del trabajador asalariado, sinasumir por ello plenamente la responsabilidad (y los costes) que de ello se deriva.

    Como la robtica y la automatizacin de los procesos productivos, las relaciones de

    subcontratacin y externalizacin que acabamos de sealar alimentan el "sueo" de unaempresa sin trabajadores. En ocasiones podramos casi referirnos a una empresa sin empresa(o a su reduccin a la mnima expresin). A la fantasa empresarial de la empresa sintrabajadores se aadira la tendencia inversa: la de los asalariados sin empresa. Nos referimosal cada vez ms recurrente discurso y fomento de la empresarialidady el emprendizajecomosolucin al problema del desempleo y como va de crecimiento econmico. Fenmenodentro del cual encontraremos, junto a los "emprendedores por vocacin" a un buennmero de antiguos trabajadores asalariados reconvertidos en autnomos, contratistasindependientes que trabajan, a menudo, para un nico empleador: los denominadostrabajadores autnomos econmicamente dependientes (Bheim y Mhlberger, 2.009;Hernndez, 2.010; Kalleberg, 2.000).

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    Se tratara tambin de los casos mucho ms llamativos de experiencias como, por ejemplo,las denominadas sociedades de porte salarial [portage salarial] (Darbus, 2.008; Lenoir ySchechter, 2.011) surgidas hace aos en Francia y que buscaran estabilizar la condicin yestatuto de los aspirantes a "emprendedores". Dichos "emprendedores" son a menudoantiguos asalariados cados en el desempleo que, ante la falta de ofertas de empleoprocedentes del tejido empresarial existente, deciden establecerse formalmente por sucuenta. Sin embargo, mientras que su situacin como tales emprendedores se consolida,aprovechan los vacos de la legislacin para registrarsecomo empleados (por cuenta ajena)de dichas sociedades deporte salarialpudiendo acceder as a los beneficios y mecanismos deproteccin vinculados al estatuto de trabajador asalariado. Bastara con aadir a estadescripcin los cada vez mayores porcentajes de poblacin desempleada, parcialmenteocupada (o desocupada), o empleada bajo distintas figuras laborales "atpicas" (a tiempoparcial, como autnomos, interinos, con contratos de aprendizaje y formacin, contratostemporales, etc.) (Belkacen, Kornig y Michon, 2.011; Castel, 2.009; Kalleberg, 2.000;Kesselman, 2.009; Schmid, 2.011) para poder confirmar la hiptesis de que estamos

    asistiendo en la actualidad a una mutacin doble del empleo que nos situara en unescenario incierto de empresas sin trabajadores y trabajadores sin empresas.Detrs de estadoble mutacin se evidenciara lo que autores como Alaluf (2012: 5) hanidentificado como la posibilidad de un nuevo tipo de agenciamientode la actividad de unsin fin de productores. Un agenciamiento en el que la generacin de riqueza resultaraposible sin necesidad de englobar a dichos productores en el seno de una estructuraorganizativa similar a lo que hasta ahora habamos conocido como empresa. Muchas veces,este tipo de agenciamiento permitira establecer una dependencia real por parte delasalariado sin necesidad de que sea reconocida su subordinacin jurdica;y, por supuesto,sin necesidad de asumir un principio vinculante y sancionable de responsabilidad social conrespecto a la precariedad constitutiva de su estatuto. Asistiramos as a combinaciones yredes productivas de carcter novedoso compuestas por empresas matrices y empresassubcontratadas; agencias y organismos pblicos de diferente naturaleza (estatales, regionales,transnacionales); laboratorios y centros de investigacin universitarios o para-universitarios;trabajadores y contratistas independientes, etc.- cuya emergencia sealara una profundamutacin de la relacin salarial tradicional, un cuestionamiento de la eficacia de los

    mecanismos de proteccin del trabajo asalariado hasta hoy conocidos, as como unaprofunda mutacin de los dispositivos productivos y de los actores, principios einstituciones en ellos implicados. Todo lo que es slido se desvanece en el aire...

    Qu hacemos entonces con el trabajo?

    Tal y como venimos sealando, la relacin laboral de las sociedades contemporneasprocede a una valorizacin de capitales -de carcter pblico y/o privado- mediante lamovilizacin y uso masivo de capacidades laborales a cambio de salarios. Comoconsecuencia de la movilidad e intercambiabilidad -nunca antes as experimentada- entrepoblaciones y empleos, la relacin de trabajo basada en el salariado tendi a desquebrajar (o,cuanto menos, dificultar) toda identificacin estable -toda identidad- vinculada con eldesempeo de un trabajo concreto: encofrador hoy, limpiadora o trabajadora en unaconservera maana, trabajadora de la restauracin o desempleado o nuevamente estudiante,

    trabajadora externa como desarrolladora de pginas web, animador sociocultural onuevamente desempleada. Entre las consecuencias positivas derivadas de la irrupcin del

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    capitalismo, Marx (1987) seal el abandono del idiotismo de oficio, toda una declaracinde intenciones muy a menudo pasada por alto. Pero qu elegir cuando las alternativasbasculan entre ser idiotao la nada? Entre un estatuto tradicional en descomposicin -y conl sus mecanismos de proteccin de las poblaciones- y una libertad annima y de carcterformal convertidade facto en una radicalizacin de la precariedad de las formas de vida y

    trabajo?

    La respuesta y solucin (parcial) a este problema -la famosacuestin socialde los siglos XIXy XX- consisti, paradjicamente, en la institucionalizacin y reconocimiento de un nuevotipo de identidad, de un nuevo estatuto social: el del trabajador asalariado. As, como enotras tantas ocasiones de la historia reciente, las complejidades y dificultades de lasrelaciones sociales contemporneas se resolvan por medio de una propuesta contradictoria:en este caso, la asignacin de un estatuto laboral fijo -y con l, el acceso a un sistema desalvaguardas y protecciones duramente peleado- a quien haba sido definidointrnsecamente como inestable; a aquel cuya principal sea de identidad haba sido,

    precisamente, la negacin de toda vinculacin permanente y duradera con cualquier formaconcreta de trabajo. No obstante, la encarnacin de ese nuevo estatuto social, la asignacinde derechos concretos y de un contenido sustantivo se efectu delimitando quin era un"verdadero" trabajador asalariado y quien, simplemente un marginal, un desarrapado, unoportunista o un trabajador de tres al cuarto: empleados domsticos, trabajadores a tiempoparcial y con jornadas reducidas, estacionales o irregulares, empleados en determinadasactividades o bajo modalidades de empleo no estandarizadas, atpicas o no fcilmenteidentificables con los principios de ajenidad y subordinacin que, tal y como vimos,pasaron a definir la relacin de trabajo. La configuracin en Europa de los sistemas deproteccin frente al desempleo entre los siglos XIX y XX (Salais et al., 1.986; Topalov1.994) constituye, en este sentido, un buen ejemplo de cmo la adquisicin de derechos yla implementacin de un sistema de proteccin social vinculado al estatuto del trabajoasalariado se hizo seleccionando determinadas modalidades de empleo y figuras ms omenos representativas de poblacin asalariada que dejaban fuera no pocas situaciones yfrmulas de movilizacin y uso ("atpicas") de esas mismas poblaciones.

    De manera que habramos pasado de un escenario (precapitalista) caracterizado por laidentificacin "estable" de poblaciones concretas con formas particulares de trabajo, a otro(capitalista) marcado por la desvinculacin creciente de unas y otras. No obstante, laevolucin histrica de la relacin de trabajo moderna -con su identificacin del nuevoestatuto del trabajo asalariado con determinadas figuras y modos de empleo de las

    poblaciones- habra vuelto a reforzar aparentemente esa vinculacin debilitada por elcapitalismo entre poblaciones especficas y empleos concretos. Punto final a esteencadenamiento de desplazamientos? Vuelta (feliz) al punto de partida? No lo parece. Eneste breve texto hemos hecho tambin referencia al proceso por el cual ese estatuto einstituciones encarnados en torno a figuras y modalidades ms o menos prototpicas delsalariado se haban ido extendiendo -junto a sus dispositivos de proteccin- a otros grupos ysituaciones. No se trata nicamente de la incorporacin de antiguos o nuevos colectivos alos mecanismos e instituciones tradicionalmente ligados al estatuto del trabajo asalariado(sistemas de desempleo y jubilacin mutualizados, por ejemplo); sino tambin de laampliacin y generalizacin de la accin de tales instituciones ms all de quienes

    participaban (o haban participado) directamente en el trabajo asalariado. Launiversalizacin de los sistemas pblicos de salud y educacin ms all de la persona

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    directamente cotizante; o las distintas transferencias que -en grado y variedad muydiferente- reciben los hogares europeos para usos fijados de antemano por el Estado(cuidado de personas dependientes, ayudas para la adquisicin de una vivienda, para formaruna familia o para adquirir material escolar), ejemplificaran este proceso de progresivasocializacin de la relacin de empleo, de su gestin y reproduccin cotidiana. Proceso de

    generalizacin del salariado tras el cual cabra preguntarse cunto de esa identificacin(imposible) de la condicin salarial con determinadas figuras de trabajos y poblacionesquedara an vigente en nuestras sociedades. Intentar atrapar de una vez por todas elmovimiento del salariado en categorizaciones especficas es como pretender poner puertas alcampo. Ssifo strikes again.

    De manera que las sociedades contemporneas parecen haber entrado en una especie dedoble movimiento simultneo que basculara entre: i) la generalidad disruptiva de undesplazamiento histrico de fondo como el que hemos sealado a propsito de ladestruccin de las formas particulares de trabajo y la desvinculacin creciente entre

    poblaciones y actividades (con la consecuente transformacin que ello tendra, al menospotencialmente y como tendencia, tambin con respecto a los posibles repartos de lasactividades no remuneradas); y ii) la necesidad concreta de posibilitar algn tipo deencuentro (aunque sea precario y provisional) entre tales poblaciones, actividades y capitalespara poder hacer realidad los procesos de creacin de riqueza. O dicho de otro modo: undoble movimiento por medio del cual el trabajo abstracto se afirma a travs del trabajoconcreto, pero tambin en su contra (Rolle, 2.001: 311), redefiniendo ntegramente losrepartos sociales de tiempos y actividades. Este movimiento singular nos coloca ante unasituacin cuanto menos curiosa en la que asistimos a la puesta en marcha de una serie deinstituciones sociales, actores y organizaciones que tratan de dar repuesta a los desafosderivados del movimiento de transformacin histrica al que aqu hemos aludido (elsurgimiento del capitalismo); pero cuyas respuestas deben ajustarse y ser coherentes con unacristalizacin ms o menos coyuntural de las relaciones sociales que ese mismo movimientode fondo se encarga una y otra vez de transformar, abriendo de paso ante nosotros un buennmero de desafos.

    Por ejemplo, muchas de las organizaciones (sindicales, polticas, ciudadanas) e instituciones(sistemas de proteccin social y mecanismos de financiacin de los mismos, marcosnormativos y modelos de negociacin, sistemas de cualificacin y de determinacin deitinerarios laborales y formativos...) concebidas en tiempos pasados para la proteccin delempleo y la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones, se han visto superadas y

    cuestionadas en su eficacia e idoneidad no slo por la movilizacin y presin de actorescontrarios a su mantenimiento o extensin; sino tambin por la actuacin reivindicativa decolectivos (nuevos o viejos) excluidos en mayor o menor medida de ellas: mujeres, precariosy trabajadores intermitentes o irregulares, jvenes y minoras empleados en sectores omediante modalidades de empleo situadas en los mrgenes -o fuera- de la relacin laboralconvencional. A la actuacin de unos y otros sujetos habra que aadir -como causa y, almismo tiempo, consecuencia de ellos- la propia transformacin y revolucin permanentedel trabajo y de los procesos productivos (un rasgo este especfico de eso que llamamoscapitalismo).

    La mutacin de la relacin salarial tradicional a la que antes nos referimos (desdibujamientode los principios de subordinacin y responsabilidad; doble escenario de empresas sin

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    trabajadores y trabajadores sin empresas; auge del desempleo estructural; proliferacin deformas "atpicas" de empleo y de estatutos "hbridos" de trabajo; consolidacin de redesproductivas novedosas que desbordan a los agentes econmicos convencionales...) coloca enel centro del debate no slo la necesidad de defender los derechos adquiridos y lasinstituciones capaces de implementarlos; sino tambin la urgencia de debatir colectivamente

    sobre una reformulacin de los sistemas y mecanismos de proteccin social que estn a laaltura de las mutaciones registradas. Aunque de naturaleza, inters y consecuencias muydiferentes, propuestas tales como: el procomn, la renta bsica de ciudadana, lareivindicacin de las actividades de cuidado (no asalariadas), el reemplazo del contrato detrabajo por el denominado "contrato de actividad" o la "seguridad social profesional"deberan ser entendidas como parte de este debate necesario que acabamos de sealar sobrela proteccin y calidad de vida de las poblaciones, as como sobre las modalidades departicipacin y disfrute en la riqueza socialmente generada.

    No obstante, no es ste el nico interrogante ante el que nos sita esa especie de doble

    movimiento singular al que nos hemos referido. Tal y como hemos sealado, el proceso deconfiguracin histrica de las relaciones laborales contemporneas, la movilizacin social,poltica y sindical que acompaaron a dicho proceso y su institucionalizacin en Europa, seefectuaron en gran medida a partir de la movilizacin y visibilizacin (material y simblica)de determinadas figuras y categoras de trabajadores: trabajadores herederos de los antiguosoficios artesanos, trabajadores manuales de las cadenas de montaje fordistas y de la industriametalrgica. Obrero-sublime, obrero-materia, obrero-mquina, obrero-masa (Saunier,2.005). Cada una de estas condiciones obreras particulares actuaron como catalizador parala movilizacin, como referente metonmico (a menudo cuestionado) de un conjunto depoblacin ms amplio. Sin embargo, como ya sealamos, la crtica de movimientos(feministas, ecologistas, sindicalismo alternativo, de parados...) cuyas demandas no se veanrecogidas en el supuesto "universalismo" del movimiento obrero; junto a la transformacinpermanente de los procesos productivos (trabajadores, tecnologas, estructurasorganizativas, etc.), fueron aniquilando o desconfigurando -simblica, poltica ysociolgicamente- una a una estas figuras supuestamente representativas de la totalidad.

    Asistimos as -unos con alegra otros con tristeza y nostalgia- a la crisis y muerte del trabajo,de la clase obrera, del socialismo, de las ideologas, de la historia, de la poltica. Unasituacin sta sin duda paradjica en la que tenemos que hacer frente a un debate de estascaractersticas en un momento histrico como el actual en el que el grueso de las nacionescontemporneas han pasado a estar mayoritariamente integradas por personas asalariadascuyas rentas -globalmente consideradas-dominan y resultan determinantes en el mercadode productos y el consumo, en el sistema financiero y en los circuitos de ahorro (Rolle,1988: 137); en un momento, en definitiva, en el que la extensin del trabajo asalariado y desus principales instituciones sociales han alcanzado una consolidacin y hegemona a escalaplanetaria histricamente inditas, desbordando los lmites de los grupos e identidades que,supuestamente, deban encarnarlo. Justo cuando las instituciones del salariado ms se hanextendido y mimetizado con las estructuras del Estado y con las instituciones que hacenposible nuestra vida cotidiana, menos capaces somos de identificarlas (de atribuirles unaidentidad). Pero y si el proceso general de desvinculacin de poblaciones y actividadespropio del capitalismo volviera intil tales pretensiones de identificar el movimiento de los

    asalariados con una u otra condicin obrera, con una u otra "composicin de clase"? (Alalufy Rolle, 2005).

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    La respuesta a los problemas derivados de la desvinculacin creciente de poblaciones yactividades (que en el capitalismo se traduce en una precariedad generalizada de laexistencia y, cabra aadir, del propio funcionamiento de la democracia) no podemoshallarla en la reafirmacin de una identificacin imposible (por ser sistemticamente

    reseteada) con el trabajo o con cualquier otra actividad (est o no remunerada). Sin negarsus aciertos y xitos, las tambin evidentes limitaciones y derrotas histricas del movimientoobrero a un lado y otro del teln de acero parecen en este sentido bastante elocuentes. Peroentonces qu ventajas tendra reemplazar en nuestros discursos e imaginarios a lostrabajadores manuales de la cadena fordista por el nuevo cognitariado? Qu cambio en elmodo de entender el desafo abierto por las estructuras capitalistas supone colocar en elpedestal de la "vieja clase obrera" a un sujeto de comportamientos, caractersticas yestructuras organizativas aparentemente novedosas como sera el precariado? Se tratasimplemente de reivindicar la potencia, actualidad y nueva hegemona de actividades yfiguras antes desconsideradas: trabajadores precarios, inmateriales, empresariado poltico,

    cadenas de cuidado? Mientras que no hagamos nuestro ese movimiento de fondo queatraviesa el capitalismo desde su nacimiento (la desvinculacin creciente de la evolucin delas poblaciones y de las actividades) estaremos condenados a vivir en una especie de noriapoltica y emocional en la que una y otra vez descubriremos -tras varias escisiones en losmovimientos polticos y ciudadanos; infinitos encuentros y congresos de expertos; algnbest-seller periodstico disponible en aeropuertos y una exposicin multimedia en el ReinaSofa- que la ensima figura subversiva -de los que esta vez s que s eran los/las que deverdad cortaban el bacalao- ha terminado, como tantas otras, en la papelera de la historia.El cognitariado (o lo que sea) ha muerto qu viva el post-cognitariado (o el post-lo-que-sea)!

    Ms que buscar sistemticamente nuevas subjetividades y cristalizaciones productivas quesustituiran a las ya periclitadas (y vuelta a empezar) y que aportaran dimensiones hastaahora dejadas de lado por qu no asumir que el salariado constituye una identidadimposible y que quiz, ms que de frenar su movimiento, de lo que se trata es deradicalizarlo, de subirnos a ese tren en marcha que es el movimiento de desvinculacin depoblaciones y actividades? Es como si afirmsemos: est bien, vosotros os lo habis buscado.Imposibilitasteis toda identidad y toda adscripcin permanente a un empleo puesrecogemos vuestro guante! Nuestro proyecto poltico no aspirar ya a emanciparnos a travsdel trabajo, sino a emanciparnos precisamente DEL trabajo y pensar desde ah en otrosmodelos de participacin, creacin, reparto y disfrute del tiempo, de las actividades y de lariqueza. En el fondo no es algo especialmente novedoso, otros vienen anticipndolo ante

    nuestros ojos desde hace mucho tiempo: las luchas y conquistas del viejo movimientoobrero orientadas a la reduccin del tiempo de trabajo (reduccin de la jornada laboral,prohibicin del trabajo infantil y prolongacin de la edad de escolarizacin obligatoria,

    jubilacin); o, ms recientemente, los debates y experiencias sobre el reparto del empleo y lareduccin de la jornada laboral no apuntaran, aunque sea de forma intuitiva, a este tipo deproyectos que permiten pensar en un escenario post-capitalista articulado en torno a esemagma an por explorar al que hoy denominamos -a falta de mejores categoras-simplemente como "no-trabajo"?

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    Bibliografa empleada

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