james redfield - la undécima revelación

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    LA UNDCIMAREVELACIN

    EL SECRETO DE SHAMBHALA

    JAMES REDFIELD1999

    Este libro fue pasado a formato digital para facilitar la difusin, y con el propsito deque as como usted lo recibi lo pueda hacer llegar a alguien ms. HERNN

    Para descargar de Internet:ELEVEN Biblioteca del Nuevo Tiempo

    Rosario Argentina

    Adherida al Directorio Promineo: www.promineo.gq.nu

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    Libros de Luz: http://librosdeluz.tripod.com

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    LA UNDCIMA REVELACIN: El Secreto de ShambhalaTtulo Original: The Eleven Insight1999 by James RedfieldDigitalizador: Hernn (Rosario, Arg.)L25 29/03/02

    NDICE:1 CAMPOS DE INTENCIN2 EL LLAMADO DE SHAMBHALA3 CULTIVAR LA ENERGA4 ALERTA CONSCIENTE5 EL CONTAGIO DE LA CONCIENCIA6 EL PASAJE7 LA ENTRADA EN SHAMBHALA8 EL PROCESO DE LA VIDA9 LA ENERGA DEL MAL10 RECONOCER LA LUZ11 EL SECRETO DE SHAMBHALA

    CONTRAPORTADA:El poder de nuestras visiones y expectativas fluye desde nuestro interior como una constante oracin. Estepoder es ms fuerte de lo que pueda llegar a saberse hoy, y debemos dominarlo y comenzar a usarlo antes deque sea demasiado tarde.

    En las remotas montaas nevadas cercanas al Tibet se encuentra una comunidad llamada Shambhala, oShangri-La, que durante mucho tiempo se crey no era ms que un mito. En ese lugar existe un conocimientoque se ha mantenido oculto durante siglos... y una Revelacin que puede ejercer profundo impacto en el modoen que cada uno de nosotros vive su vida. La bsqueda de Shambhala comienza con las palabras de unajovencita y la visin de un antiguo amigo. Esas escasas pistas y una poderosa sincronicidad conducirn allector a Nepal, y luego al Tibet. Entre intensas tormentas de nieve y montaas peligrosas, conocer a losmiembros de la secta secreta que custodia misteriosas leyendas: las instrucciones orales, transmitidas de unoa otro durante siglos, que describen los cambios interiores que uno debe experimentar antes de ingresar enShambhala. Por ltimo, perseguido por agentes chinos, el protagonista atravesar regiones donde la ira y la

    compasin luchan por imponer su predominio, hasta llegar a un lugar donde est a punto de revelarse laasombrosa realidad de la energa de la oracin humana: nuestra capacidad an subdesarrollada de aumentarla sincronicidad en nuestra vida e influir en lo que nos suceder en el futuro.Al igual que los otros libros de James Redfield, La Undcima Revelacin tiene un efecto parbola. brete aesta aventura, y la experiencia ampliar tu visin del mundo y te decidir a canalizar tus pensamientos ydeseos en una fuerza dinmica capaz de ayudarte a liberar tu vida, realzar la de los dems y cambiar el mundoen forma activa.

    Para Megan y Kelly, cuya generacin debe evolucionar concientemente.

    AGRADECIMIENTOSEn la evolucin de la conciencia espiritual hay muchos hroes. Se impone un agradecimiento especial a LarryDossey, por su popularizacin precursora de la investigacin cientfica de la oracin y la intencin; tambin a

    Marilyn Schlitz, que contina impulsando el desarrollo de nuevos estudios de la intencionalidad humana, parael Instituto de Ciencias Noticas. En cuanto al tema de la nutricin, es preciso reconocer el trabajo sobreelementos cidos y alcalinos de Theodore A. Baroody y Robert Young.

    Personalmente quisiera agradecer a Albert Gaulden, John Winthrop Austin, John Diamond y Claire Zion,todos los cuales continan haciendo contribuciones especiales a esta obra. Y, sobre todo, un agradecimientoespecial a Salle Merrill Redfield, cuyas intuicin y poderosa fe sirven de constante recordatorio del misterio.

    NOTA DEL AUTORCuando escrib La Novena Revelacin y La Dcima Revelacin, estaba firmemente convencido de que la

    cultura humana evolucionaba a travs de series de revelaciones acerca de la vida y la espiritualidad,revelaciones que podan describirse y documentarse. Todo lo que ha ocurrido desde entonces no ha hechoms que profundizar esta creencia.

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    Vamos volvindonos plenamente conscientes de un proceso espiritual ms elevado que acta "entre bamba-linas" en la vida, y mientras tanto vamos dejando atrs una visin materialista del mundo que reduce la vida ala supervivencia, presta escasa atencin a la religin los domingos y se vale de juguetes y distracciones paradejar a un lado el verdadero asombro de estar vivos.

    Lo que deseamos, en cambio, es una vida llena de misteriosas coincidencias y sbitas intuiciones que nosindiquen que existe un sendero especial para nosotros en esta existencia y que nos impulsen a una bsquedaparticular de informacin y experiencia... como si un destino predeterminado pujara por emerger. Este tipo devida es como una historia de detectives que se desarrolla dentro de nosotros mismos, cuyas pistas pronto nosllevan adelante por medio de una revelacin tras otra.

    Descubrimos que nos espera una verdadera experiencia de lo divino que llevamos en nuestro interior, y silogramos encontrar esta conexin, nuestra vida se infunde de an ms claridad e intuicin. Comenzamos acaptar visiones de nuestro destino, de alguna misin que podemos cumplir, siempre que solucionemosnuestros hbitos distractivos, tratemos a los dems con una cierta tica y nos mantengamos leales a nuestrocorazn.

    De hecho, con la Dcima Revelacin esta perspectiva se expande an ms, para incluir todo el espectro dela historia y la cultura. En algn nivel, todos sabemos que venimos de otro lugar celestial a esta dimensinterrenal para participar en una meta general: la de crear, lentamente, generacin por generacin, una culturapor completo espiritual en este planeta.

    Sin embargo, al comprender esta revelacin vigorizadora, va llegando una nueva: la Undcima. Nuestrospensamientos y actitudes cuentan para que nuestros sueos se tornen realidad. De hecho, creo que noshallamos al borde de comprender, por fin, la manera en que nuestras intenciones mentales, nuestrasoraciones, hasta nuestras opiniones y suposiciones secretas, influyen no slo en nuestro propio xitosino tambin en el de otros.

    Basado en mi propia experiencia, y en lo que est sucediendo a nuestro alrededor, este libro se ofrece comouna ilustracin de este prximo paso hacia la conciencia. Es mi creencia que esta revelacin ya estemergiendo, remolineando entre miles de conversaciones espirituales a altas horas de la noche, oculta apenaspor debajo de la superficie del odio y el miedo que an marcan a nuestra poca. Como antes, nuestra nicaresponsabilidad consiste en vivir de acuerdo con lo que sabemos, y luego tender la mano... y difundir elconocimiento.

    James Redfield Verano de 1999

    Asombrse entonces el rey Nabucodonosor y,levantndose apresuradamente,se dirigi a sus consejeros y dijo:

    "No fueron tres los hombres a los que echamos atadosen medio del fuego?

    [...] He aqu que yo veo cuatro hombres sueltos que sepasean en medio del fuego

    sin que hayan padecido dao alguno,y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de Dios. [...]

    Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdnago,que ha enviado a su ngel

    y ha salvado a sus siervos que han confiado en l!".Libro de Daniel

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    CAPTULO 1Campos de Intencin

    Son el telfono y me qued mirndolo. Lo ltimo que necesitaba en ese momento era una nueva

    distraccin. Trat de borrrmelo de la mente, mirando por la ventana los rboles y las flores silvestres, en laesperanza de perderme en el conjunto de colores otoales del bosque que rodea mi casa.Son otra vez, y tuve una imagen mental, vaga pero apremiante, de una persona que necesitaba hablar

    conmigo. Me apresur a atender.Hola.Habla Bill me dijo una voz conocida. Bill era un experto en agronoma que me haba ayudado con mi

    jardn. Viva cerro abajo, a pocos cientos de metros.Escucha, Bill, puedo llamarte ms tarde? le dije. Tengo una fecha de entrega que cumplir.Todava no conoces a mi hija, Natalie, verdad?Cmo?No hubo respuesta.Bill?Escucha respondi al fin, mi hija quiere hablar contigo. Creo que podra ser importante. No s muy

    bien cmo lo sabe, pero parece que est familiarizada con tu trabajo. Dice que tiene una informacin sobre unlugar que te interesara. Un lugar en el norte del Tbet. Insiste en que la gente de all tiene una informacinimportante.

    Cuntos aos tiene tu hija?Del otro lado de la lnea, Bill ri entre dientes.Apenas catorce, pero ltimamente habla de cosas muy interesantes. Deseaba conversar contigo esta

    tarde, antes de su partido de ftbol. Alguna posibilidad?Empec a responderle que no, pero en mi mente la imagen anterior se expandi y comenz a aclararse.

    Pareca ser de la jovencita y yo, y ambos estbamos hablando en algn lugar cercano al gran manantialprximo a la casa de ella.

    S, est bien respond. Qu te parece a las dos de la tarde?Perfecto repuso Bill.Mientras iba a pie hacia all divis una casa nueva del otro lado del valle, sobre el cerro septentrional. Con

    sa llegaban casi a cuarenta, pens. Todas construidas en los ltimos dos aos. Saba que se iba difundiendoel rumor de la belleza de ese valle en forma de cuenco, pero en realidad no me preocupaba que el lugar sesuperpoblara o que se estropearan los asombrosos paisajes naturales. Justo al lado de un bosque nacional,estbamos a poco ms quince kilmetros de la poblacin ms cercana: demasiado lejos para la mayora de lagente. Y la familia que posea las tierras y ahora iba vendiendo lotes seleccionados para la construccin decasas en los cerros ms alejados pareca decidida a mantener intacta la serenidad del lugar. Todas las casasdeban ser bajas y construirse de modo de quedar ocultas entre los pinos y ocozoles que definan el horizonte.

    Lo que ms me molestaba era la preferencia por el aislamiento que mostraban mis vecinos. Por lo que vea,casi todos eran personajes de algn tipo, refugiados de diversas profesiones, que se haban labrado en suscarreras posiciones nicas que les permitan trabajar con horarios flexibles o viajar cuando ms les conviniera,en calidad de consultores: una libertad necesaria si uno quera vivir tan lejos en aquel ambiente agreste.

    Daba la impresin de que el vnculo comn entre todos nosotros era un persistente idealismo, as como lanecesidad de ampliar nuestras respectivas profesiones con una infusin de visin espiritual, todo en la mejor

    tradicin de la Dcima Revelacin. Sin embargo, casi todos los que vivan en el valle eran muy reservados y secontentaban con concentrarse en sus diversos campos sin prestar mucha atencin a la comunidad o a lanecesidad de depender de nuestra visin comn. Esto se aplicaba en especial a los que profesaban religionesdiferentes. Por alguna razn, el valle haba atrado a gente que practicaba una amplia variedad de creencias,entre las cuales se incluan el budismo, el judasmo, el cristianismo tanto catlico como protestante, y elislamismo. Y aunque no exista ningn tipo de hostilidad entre un grupo religioso y otro, tampoco reinaba unsentimiento de afinidad.

    La falta de espritu de comunidad me preocupaba, porque se observaban signos de que algunos de nuestroshijos mostraban los mismos problemas que se vean en los suburbios: demasiado tiempo solos, demasiadovideo y demasiada atencin a los menosprecios y las humillaciones en la escuela. Comenzaba a preocuparmeque no hubiera en su vida suficiente sentido de familia y comunidad como para quitar del primer plano estosproblemas entre pares y ponerlos en la perspectiva adecuada.

    Ms adelante el sendero se estrechaba y tuve que abrirme paso entre dos grandes peascos que se

    aguzaban hasta formar una cada a pico de unos sesenta metros. Una vez que los pas, o los primerosgorgoteos del manantial de Phillips, que llevaba el nombre de los cazadores de pieles que fueron los primerosen establecerse all, a fines del siglo XVII. El agua bajaba en hilos finos por varios niveles de rocas hasta un

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    estanque perezoso, a unos tres metros al otro lado, cavado, en su origen, por manos humanas. Lasgeneraciones sucesivas haban agregado detalles, como manzanos en lo alto, cerca de la boca, y piedrasunidas con argamasa para reforzar y profundizar el estanque. Me acerqu al agua y me agach para tomar unpoco en la mano; al inclinarme hacia adelante apart una vara que flotaba all. Pero la vara se desliz por lasuperficie de la roca hasta meterse en un agujero.

    Una serpiente de agua! exclam en voz alta, al tiempo que retroceda y senta que se me cubra lafrente de transpiracin. Todava implicaba ciertos peligros vivir all, aunque quiz no los que enfrent el viejoPhillips hace siglos, cuando cualquier da uno poda doblar por un sendero y encontrarse cara a cara con unagran puma que cuidaba de sus cachorros o, peor an, con una manada de jabales con colmillos de ochocentmetros de largo, capaces de hacer un buen tajo en una pierna si uno no trepaba a un rbol con suficientevelocidad. Si ese da uno tena especial mala suerte, poda toparse con un cheroqu enojado o un seminoladesterrado y harto de encontrar algn nuevo colono en sus terrenos de caza preferidos... y convencido de queuna buena mordida en el corazn acabara para siempre con la marea de europeos. No, todos los que vivieronen aquella generacin norteamericanos nativos y europeos por igual enfrentaban peligros directos que ensu momento pusieron a prueba su temple y su coraje.

    En apariencia, nuestra generacin lidiaba con otros problemas, ms relacionados con nuestra actitud hacia lavida y con la constante batalla entre el optimismo y la desesperanza. En la actualidad las voces de la fatalidadresuenan en todas partes, mostrndonos pruebas tcticas de que el moderno estilo de vida occidental nopuede mantenerse, que el aire se calienta, aumentan los arsenales de los terroristas, mueren los bosques y latecnologa crece en forma desmesurada hacia una suerte de mundo virtual que enloquece a nuestros hijos... yamenaza con llevamos cada vez ms hacia la distraccin y el surrealismo sin sentido.

    Como contrapeso de este punto de vista, desde luego, estn los optimistas, que afirman que en la historiahan abundado siempre los pregoneros de catstrofes y desastres, que todos nuestros problemas puedenmanejarse con la misma tecnologa que produjo estos peligros, y que el mundo humano apenas ha comenzadoa alcanzar su potencial.

    Me detuve y contempl de nuevo el valle. Saba que la Nueva Visin Espiritual se encontraba en alguna parteentre esos polos. Abarcaba una creencia en el crecimiento sustentable y la tecnologa humana, pero slo si selos procuraba mediante un avance intuitivo hacia lo sagrado y un optimismo basado en una visin espiritual deadnde puede ir el mundo.

    Una cosa era segura: si los que creen en el poder de la visin quieren establecer una diferencia, sta deberacomenzar ya mismo, cuando nos hallamos al borde del misterio del nuevo milenio. Este hecho an meazoraba. La suerte que tenemos de estar vivos al cambiar no slo de siglo, sino tambin un perodo de milaos. Por qu nosotros? Por qu esta generacin? Tena la sensacin de que en el camino, ms adelante,an haba respuestas ms amplias.

    Contempl un momento el manantial, a medias esperando que Natalie estuviera all, en alguna parte. Tenala certeza de que sa era la intuicin que haba experimentado. En mi imagen mental, Natalie se hallaba en elmanantial, pero yo la miraba como a travs de una especie de ventana. Todo me resultaba muy confuso.

    Cuando llegu, pareca que no haba nadie. Camin por la plataforma de la casa marrn oscura, en forma deA, y golpe fuerte a la puerta. No hubo respuesta. Luego, al echar un vistazo por el lado izquierdo de lavivienda, algo me llam la atencin. Me hallaba frente a un sendero de piedras que pasaba ante la enormehuerta de Bill y suba hasta una pequea pradera cubierta de hierba, en lo alto del cerro. La luz habacambiado?

    Mir hacia el cielo, tratando de explicarme lo ocurrido. Haba visto un cambio en la luz en la pradera, como siel Sol hubiera salido de atrs de una nube y se hubiera asomado de pronto, iluminando esa zona especfica.Pero no haba nubes. Sub hasta la pradera y encontr a la muchachita sentada el borde de la hierba. Era alta,de cabello oscuro, y vesta un uniforme de ftbol azul; cuando me aproxim, se dio vuelta de golpe,sobresaltada. No fue mi intencin asustarte le dije. Ella desvi la mirada un momento, a la manera tmida

    de una jovencita, de modo que me acuclill para quedar al nivel de sus ojos y me present.Me mir con ojos de una persona mucho mayor.Aqu no estamos viviendo las Revelaciones me dijo. Me tom por sorpresa.Cmo?Las Revelaciones. No estamos vivindolas.Qu quieres decir? Me mir seria.Quiero decir que no nos lo hemos explicado por completo. Hay ms que debemos saber.Bueno, no es tan fcil...Call. No poda creer que una jovencita de catorce aos me encarara de semejante manera. Por un instante

    me recorri un relmpago de enojo, pero entonces Natalie sonri;no era una sonrisa amplia, sino slo una expresin de las comisuras de la boca que de pronto la tom

    cautivadora. Me relaj y me sent en el suelo.Creo que las Revelaciones son reales le dije. Pero no son fciles. Llevan tiempo. Natalie no estaba

    dispuesta a ceder.Pero hay gente que ya est vivindolas. La mir un momento.Dnde?

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    En Asia central, en los montes Kunln. Los he visto en el mapa. Hablaba con entusiasmo. Tienes queir all. Es importante. All est cambiando algo. Debes ir ya mismo. Tienes que verlo.

    Me deca esto con una expresin madura, autoritaria, como la de una persona de cuarenta aos. Parpadecon fuerza, sin creer lo que vea.

    Tienes que ir all repiti.Natalie le dije, no estoy seguro de entender qu me quieres decir. Qu clase de lugar es?Desvi la vista.Dijiste que lo viste en el mapa. Puedes mostrrmelo? Ignor mi pregunta; pareca distrada.Qu... hora es? pregunt con lentitud, tartamudeando.Las dos y cuarto.Debo irme.Espera, Natalie. Ese lugar del que me hablabas...Debo reunirme con el equipo me dijo. Voy a llegar tarde.Comenz a bajar con rapidez, y me esforc por alcanzarla.Qu pasa con ese lugar de Asia? Recuerdas dnde es?Cuando se volvi a mirarme por sobre el hombro, vi slo la expresin de una nia de catorce aos con la

    mente puesta en el ftbol.De regreso en casa, me sent totalmente distrado. De qu se trataba todo aquello? Me qued mirando fijo

    mi escritorio, incapaz de concentrarme. Ms tarde di una larga caminata y nad en el arroyo, hasta que al findecid llamar

    a Bill a la maana siguiente y llegar al fondo del misterio. Me retir a dormir temprano.A eso de las tres de la madrugada, algo me despert. La habitacin se hallaba a oscuras. La nica luz se

    filtraba por la base de las persianas. Aguc el odo, pero no o ms que los sonidos habituales de la noche: uncoro intermitente de grillos, el croar montono de las ranas toro junto al arroyo y, a lo lejos, el ladrido de unperro.

    Pens en levantarme y cerrar con llave las puertas de la casa, algo que muy rara vez haca. Pero desech laidea y me content con volver a adormilarme. Me habra dormido sin ms, salvo que en mi ltimo vistazosooliento a la habitacin not algo diferente en la ventana. Afuera haba ms luz que antes.

    Me sent en la cama y volv a mirar. Sin la menor duda, entraba ms luz por las persianas. Me puse unospantalones, me acerqu a la ventana y entreabr las tablillas de madera. Todo pareca normal. De dndevena la luz?

    De pronto oun suave golpeteo a mis espaldas. Enla casa haba alguien.Quin anda ah? pregunt sin pensar.No hubo respuesta.Sal del cuarto, hacia el vestbulo que llevaba a la sala de estar, pensando en ir al armario y sacar el rifle,

    pero me di cuenta de que la llave estaba en el cajn de la mesa de noche, junto a la cama. De modo quecontinu avanzando con cuidado.

    De repente una mano me toc el hombro.Shhhh. Soy Wil.Reconoc la voz. Cuando busqu el interruptor de luz en la pared, l me detuvo; luego cruz la habitacin y

    mir por la ventana. Mientras Wil se mova, not en l algo diferente desde la ltima vez que nos habamosencontrado. Se lo vea como carente de gracia, y sus rasgos parecan por entero comunes, no ligeramenteluminosos, como antes.

    Qu buscas? le pregunt. Qu pasa? Casi me matas del susto.Volvi hacia a m.Tena que verte. Todo ha cambiado. Estoy de nuevo donde estaba antes.De qu hablas? Me sonri.

    Creo que se supone que todo esto est sucediendo, pero ya no puedo entrar mentalmente en las otrasdimensiones, como antes. Todava puedo elevar mi energa hasta cierto punto, pero ahora estoy firmementeaqu, en este mundo. Desvi la mirada un instante. Es casi como si lo que hicimos al comprender laDcima Revelacin fuera slo un paladeo, una vista previa, una vislumbre del futuro, como en una experienciacercana a muerte, y ahora hubiera terminado. Hagamos lo que hiciremos ahora, debemos hacerlo aqumismo, en esta Tierra.

    De todos modos, yo jams podra hacerlo de nuevo dije.Wil me mir a los ojos.Como sabes, hemos recibido mucha informacin sobre la evolucin humana, sobre la actitud de prestar

    atencin, sobre el dejarse guiar hacia adelante por la intuicin y las coincidencias. Se nos ha dado un mandatode sostener una nueva visin, a todos nosotros. Slo que no estamos haciendo que suceda en el nivel quepodemos. Todava falta algo en nuestro conocimiento.

    Call un minuto y luego aadi:

    Todava no s con certeza por qu, pero debemos ir a Asia... a un lugar cercano al Tbet. All estocurriendo algo. Algo que tenemos que saber.Qued perplejo. Natalie me haba dicho lo mismo. Wil volvi a la ventana y mir hacia afuera.

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    Por qu miras por la ventana? le pregunt. Y por qu te introdujiste en la casa? Por qu nogolpeaste la puerta? Qu est pasando?

    Probablemente nada me respondi. Slo que hoy, hace unas horas, me pareci que alguien mesegua. No pude cerciorarme.

    Regres hacia m.Ahora no puedo explicarlo todo. Ni siquiera yo estoy seguro de lo que sucede. Pero en Asia hay un lugar

    que debemos encontrar. Puedes reunirte conmigo en el hotel Himalaya, en Katmand, el 16?Espera un momento! Wil, tengo cosas que hacer aqu. Tengo un compromiso que...Me mir con una expresin que yo no haba visto nunca en el rostro de nadie, salvo en el suyo: una pura

    mezcla de aventura y total decisin.Est bien me dijo. Si no ests all el 16, no importa. Slo asegrate, si vas, de permanecer perfecta-

    mente alerta. Ocurrir algo.Aunque de veras me daba la opcin de ir o no, esbozaba una amplia sonrisa.Apart la mirada, nada divertido. Yo no quera ir.A la maana siguiente decid no decirle a nadie adnde iba, salvo a Charlene. El nico problema era que ella

    se hallaba cumpliendo una misin fuera del pas y resultaba imposible contactarla en forma directa. Lo nicoque poda hacer era enviarle un mensaje de correo electrnico.

    Fui a mi computadora y lo envi, aunque, como siempre, dud en cuanto a la seguridad de Internet. Loshackers pueden meterse en las computadoras empresariales y gubernamentales ms seguras. Cuan difcilsera interceptar mensajes de correo electrnico... en especial cuando uno recuerda que, en sus orgenes,Internet fue creada por el departamento de Defensa para vincularse con sus investigadores informantes en lasuniversidades ms importantes? Est vigilada toda Internet? Desech esa preocupacin, pues conclu queestaba actuando como un tonto. El mo era slo un mensaje entre decenas de millones. A quin le importara?

    Tambin aprovech para hacer por computadora los contactos necesarios para llegar a Katmand, Nepal, el16, y alojarme en el hotel Himalaya. Tendra que partir en dos das, por lo cual dispondra de muy poco tiempopara preparativos.

    Mene la cabeza. A una parte de m le fascinaba la idea de ir al Tbet, cuya geografa es una de las ms her-mosas y misteriosas del mundo. Pero era tambin un pas que se hallaba bajo el control represivo del gobiernochino, y yo saba que poda ser un lugar peligroso. Mi plan consista en avanzar con la aventura slo hastadonde resultara seguro. Basta de meterme en cosas que no poda comprender y permitir que me arrastraran aalgo que era incapaz de controlar.

    Wil se haba ido de mi casa con la misma rapidez con que haba llegado, sin decirme nada ms, as que mimente abundaba en preguntas. Qu sabamos de ese lugar cercano al Tbet? Y por qu una adolescenteme indicaba ir all? Wil se mostraba muy cauteloso. Por qu? No ira un paso ms all de Katmand sinaveriguarlo.

    Cuando lleg el da, trat de permanecer muy alerta durante todos los largos vuelos a Francfort, Nueva Delhiy luego Katmand, pero no ocurri nada importante. Ya en el hotel Himalaya, me registr con mi propio nombrey puse mis cosas en la habitacin; luego comenc a echar un vistazo, y termin en el bar del vestbulo.Sentado all, esperaba que Wil entrara en cualquier momento, pero no sucedi nada. Al cabo de una hora seme ocurri la idea de ir a la piscina, de modo que llam a un botones y averig dnde se hallaba. Estara unpoco fro, pero brillaba el sol y yo saba que el aire fresco me ayudara a adaptarme a la altitud.

    Sal y encontr la piscina, que se extenda frente a m entre las alas en forma de L del edificio. Haba all mspersonas que las que habra imaginado, aunque pocas conversaban entre s. Al sentarme a una de las mesas,not que la gente que descansaba a mi alrededor en su mayora asiticos, y unos cuantos europeos aqu yall pareca agotada o muy aorante de su hogar. Se miraban ceudos y llamaban chasqueando los dedos alos asistentes del hotel para pedirles bebidas y papeles, evitando el contacto ocular en todo momento.

    Poco a poco tambin mi estado de nimo comenz a declinar. All me encontraba pens, encerrado en

    otro hotel a medio camino alrededor del mundo, sin un rostro cordial en ninguna parte. Respir hondo y denuevo me vino a la mente la advertencia de Wil en cuanto a que me mantuviera alerta; me record que serefera a observar los sutiles giros y vueltas de la sincronicidad, esas misteriosas coincidencias quepodan surgir en un segundo para empujar la vida de uno en una nueva direccin.

    Yo saba que percibir el misterioso fluir segua siendo la experiencia central de la verdadera espiritualidad,prueba directa de que, entre bambalinas del drama humano, actuaba algo ms profundo. El problema siemprehaba sido la naturaleza espordica de esta percepcin, que nos acompaa por un tiempo, para atraernos, yluego, con la misma rapidez, desaparece.

    Mientras contemplaba el lugar que me rodeaba, de pronto mis ojos se posaron en un hombre alto, de pelonegro, que sala por la puerta del hotel e iba directo hacia m. Vesta pantalones negros y un elegante suterblanco, y llevaba un diario doblado bajo un brazo. Avanz por el sendero entre las personas que descansabanall y se sent a una mesa situada directamente a mi derecha. Al desplegar el diario mir alrededor y me saludcon un movimiento de la cabeza y una radiante sonrisa. Luego llam a un asistente y pidi agua. En apariencia

    era asitico, pero hablaba fluido ingls, sin ningn acento identificable.Cuando le llevaron el agua, firm la boleta y se puso a leer. En ese hombre haba algo inmediatamenteatrayente, pero yo no lograba definir qu. Slo irradiaba una actitud y una energa agradables, y de vez en

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    cuando dejaba de leer y miraba alrededor esbozando una amplia sonrisa. En un momento hizo contacto visualcon uno de los caballeros hoscos que se hallaban frente a m.

    Yo casi esperaba que el hombre malhumorado se apresurara a desviar la mirada, pero en cambio devolvi lasonrisa al hombre de cabello oscuro y ambos entablaron una charla superficial en un idioma que sonaba anepals. En determinado momento hasta rieron con ganas. Atradas por la conversacin, otras variaspersonas, sentadas a mesas cercanas, comenzaron a mostrarse afables, y una hizo un comentario queprovoc otra ronda de carcajadas.

    Yo observaba la escena con inters. All estaba ocurriendo algo, pens. El estado de nimo que me rodeabacomenzaba a cambiar.

    Dios mo exclam el hombre de pelo oscuro, mirando en direccin a m. Ha visto esto?Ech un vistazo a mi alrededor. Todos los dems parecan haber reanudado la lectura. El hombre seal

    algo en el diario y movi la silla para acercarse a m.Han realizado un nuevo estudio sobre el poder de la oracin agreg. Es fascinante.Qu descubrieron? pregunt.Estaban estudiando el efecto de la oracin en la gente que sufre problemas mdicos, y descubrieron que

    los pacientes que con regularidad eran receptores de oraciones elevadas por otras personas presentabanmenos complicaciones y mejoraban ms pronto, aun cuando no tuvieran conciencia de que se decanoraciones por ellos. Es prueba innegable de que la fuerza de la oracin es real. Pero tambin descubrieron otracosa: que LAS ORACIONES MS EFICACES DE TODAS NO SE ESTRUCTURABAN COMO PEDIDOS,SINO COMO AFIRMACIONES.

    No creo entender bien a qu se refiere dije.Me miraba fijo con unos ojos celestes casi transparentes.Prepararon el estudio con el objeto de poner a prueba dos clases de oracin. El primero consista slo en

    pedir a Dios, o a lo divino, que interviniera para ayudar a una persona enferma. El otro consista simplementeen afirmar, con fe, que Dios ayudar a la persona. Ve la diferencia?

    Todava no estoy del todo seguro.Una oracin que pide a Dios que intervenga da por sentado que Dios puede intervenir, pero slo si decide

    acceder a nuestro pedido. Da por sentado que nosotros no desempeamos papel alguno, salvo el de pedir. Laotra forma de oracin da por sentado que Dios est deseoso y bien dispuesto, pero ha establecido las leyes dela existencia humana de modo que el hecho de que el pedido se conceda depende en alguna medida de lacerteza de nuestra creencia en que se cumplir. De manera que nuestra oracin debe ser una afirmacin qued expresin a esa fe. En el estudio, este tipo de oracin demostr ser mas eficaz. Asent. Comenzaba acomprender.

    El hombre apart la vista, como pensando, y luego continu:Todas las grandes oraciones de la Biblia no son pedidos, sino afirmaciones. Piense en el padrenuestro,

    que dice: "Hgase Tu voluntad as en la Tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada da dnosle hoy, yperdnanos nuestras deudas...". No dice: "Por favor, podras darnos algo de comer?", y no dice: "Por favor,puedes perdonarnos?". Se limita a afirmar que estas cosas ya estn listas para suceder, y al suponer con feque sucedern, hacemos que ocurran.

    Hizo una nueva pausa, como esperando una pregunta, siempre sonriendo.Tuve que rerme. Su buen humor era contagioso. Algunos cientficos teorizan prosigui que estos

    hallazgos implican tambin algo ms, algo que tiene profunda significacin para todas las personas. Sostienenque si nuestras expectativas, nuestras suposiciones de fe, son lo que hace que la oracin surta efecto,entonces cada uno de nosotros irradia constantemente hacia el mundo una fuerza de energa de oracin, nosdemos cuenta ono. Entiende la verdad de esto?

    Continu sin esperar que yo le respondiera:Si la oracin es una afirmacin basada en nuestras expectativas, en nuestra fe, entonces todas

    nuestras expectativas surten un efecto de oracin. De hecho, vivimos rezando todo el tiempo para quese cumpla algn tipo de futuro para nosotros mismos y otras personas, slo que no tenemos plenaconciencia de ello.

    Me mir como si acabara de arrojar una bomba.Se imagina? continu. Ahora la ciencia comienza a confirmar las aseveraciones de los msticos ms

    esotricos de todas las religiones. Todos afirman que tenemos una influencia mental y espiritual sobre loque nos ocurre en la vida. Recuerde las Escrituras, donde dice que la fe, aunque sea del tamao de un granode mostaza, puede mover montaas. Le centellearon los ojos como si supiera ms de lo que deca. Todosdebemos figurarnos cmo funciona esto. Ya es hora.

    Yo lo miraba, tambin sonriente, intrigado por lo que afirmaba pero asombrado por la transformacin delestado de nimo que observaba alrededor de la piscina. En determinado momento ech en forma instintiva unvistazo a mi izquierda, como hacemos cuando sentimos que alguien nos est mirando. Vi que uno de losasistentes de la piscina me observaba desde la puerta de entrada. Cuando nuestros ojos se encontraron,

    desvi con rapidez la vista y regres por la acera que llevaba a un ascensor.Disclpeme, seor dijo una voz a mi espalda. Cuando me volv, vi que el que me hablaba era otroasistente.

    Desea beber algo? me pregunt.

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    No... gracias respond. Esperar un rato.Cuando mir otra vez al hombre de antes, se haba ido. Por un momento escrut el lugar, buscndolo.

    Cuando al fin mir a mi derecha, donde se hallaba sentado el hombre de pelo oscuro, tambin l habadesaparecido.

    Me levant y pregunt al husped sentado a la mesa de enfrente si haba visto en qu direccin se haba idoel hombre del diario. Mene la cabeza y desvi la vista con brusquedad.

    Durante el resto de la tarde permanec en mi habitacin. Lo ocurrido en la piscina me resultabadesconcertante. Quin era el hombre que me haba hablado de la oracin? Haba una sincronicidad enjuego en esa informacin? Y por qu el asistente me miraba fijo? Y dnde estaba Wil?

    Cerca del atardecer, tras una larga siesta, volv a aventurarme afuera; decid caminar unas cuantas cuadrascalle abajo, hasta un restaurante al aire libre que o mencionar a uno de los otros huspedes.

    Muy cerca. Es de lo ms seguro me dijo el conserje cuando le pregunt cmo llegar. Ningn problema.Sal del vestbulo a la luz declinante, siempre alerta por si vea a Wil. La calle estaba repleta de gente, as

    que deb abrirme paso casi a empujones. Cuando llegu al restaurante me asignaron una mesa pequea en unrincn, junto a una reja de hierro forjado cubierta de hiedra que separaba de la calle la zona del comedor. Cendespacio mientras lea un diario ingls; permanec sentado a la mesa ms de una hora.

    En determinado momento me sent incmodo, como si de nuevo alguien me observara, aunque no conseguaidentificar a nadie que lo hiciera. Mir las otras mesas, pero nadie pareca prestarme la ms leve atencin. Mepuse de pie y mir por sobre la cerca, a la gente que caminaba por la calle. Nada. Empeado en librarme deesa sensacin, pagu la cuenta y regres a pie al hotel.

    Al acercarme a la entrada divis a un hombre parado al borde de una hilera de arbustos, a unos seis metrosa mi izquierda. Nuestros ojos se encontraron y l dio un paso hacia m. Desvi la vista, con la intencin depasar de largo, pero me di cuenta de que era el asistente al que haba sorprendido mirndome en la piscina,slo que ahora vesta vaqueros, una camisa azul lisa y calzado deportivo. Daba la impresin de tener alrededorde treinta aos; sus ojos eran muy serios.

    Apresur el paso.Disclpeme mellam.Continu caminando.Por favor insisti. Debo hablar con usted. Avanc unos cuantos metros ms, de modo de hallarme a la

    vista del portero y el personal del hotel, y entonces pregunt:De qu se trata?Se acerc e hizo una especie de reverencia.Creo que usted es la persona a quien vine a encontrar aqu. Conoce al seor Wilson James?Wil? S. Dnde est?No ha podido venir. Me pidi que yo me encontrara con usted en su lugar. Me tendi la mano y yo se la

    estrech reacio, al tiempo que le deca mi nombre.Me llamo Yin Doloe se present.Es empleado del hotel? le pregunt.No. Un amigo mo trabaja aqu. Le ped prestada una chaqueta para poder echar una ojeada. Quera ver si

    usted se encontraba aqu.Lo mir con atencin. Mi instinto me indicaba que deca la verdad. Pero por qu tanto secreto? Por qu

    simplemente no se me haba acercado en la piscina y me haba preguntado mi nombre?Por qu Wil se ha demorado? quise saber.No lo s con certeza. Me pidi que me encontrara con usted y lo llevara a Lhasa. Creo que planea encon-

    trarse con nosotros all.Mir para otro lado. Las cosas comenzaban a darme una sensacin ominosa. Mir de nuevo al hombre de

    arriba abajo y le dije:No s si deseo hacerlo. Por qu no me ha llamado Wil?

    Estoy seguro de que tendr un motivo importante respondi Yin, al tiempo que daba un paso hacia m.Wil me insisti mucho para que lo lleve a l. Lo necesita. Los ojos de Yin suplicaban.Por qu no me acompaa adentro? Tomaremos una taza de caf y hablaremos de la situacin. Miraba

    alrededor como si temiera algo.Por favor, volver maana a las ocho de la maana. Wil ya ha conseguido un vuelo y una visa para usted.

    Sonri mientras se escabulla, sin darme tiempo a protestar.A las ocho menos cinco sal por la puerta del vestbulo principal sin ms equipaje que un bolso; el hotel haba

    accedido a guardarme todo lo dems. Mi plan consista en regresar dentro de la semana... a menos, desdeluego, que sucediera algo extrao una vez que me fuera con Yin. En ese caso, volvera de inmediato.

    Exactamente puntual, Yin subi por el sendero de acceso en un viejo Toyota y nos dirigimos hacia el aero-puerto. En el camino, se mostr cordial, pero continuaba aduciendo ignorancia en cuanto a lo que suceda conWil. En un momento consider decirle, slo para ver su reaccin, lo que me haba dicho Natalie acerca dellugar misterioso del Tbet, y lo que me haba dicho Wil aquella noche en mi cuarto. Pero decid no hacerlo.

    Opt por limitarme a observar a Yin con atencin y ver qu sensacin me daban las cosas en el aeropuerto.En el mostrador de la aerolnea descubr que de veras alguien haba comprado un pasaje a mi nombre en unvuelo a Lhasa. Ech un vistazo alrededor y trat de sondear la situacin. Todo pareca normal. Yin sonrea,obviamente de buen humor. Por desgracia, la empleada de los pasajes no; hablaba apenas un poco de ingls y

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    era muy exigente. Cuando me pidi el pasaporte, me irrit an ms y le respond con igual brusquedad. En unmomento me mir furiosa, como si fuera a negarse de plano a darme los pasajes.

    Yin se apresur a intervenir y se puso a hablar con la empleada con voz calma, en su nepals nativo. Al cabode unos minutos el semblante y la actitud de la mujer comenzaron a cambiar. No volvi a mirarme, perohablaba con tono amable con Yin, y hasta ri de algo que l le dijo. Unos minutos despus, con nuestrospasajes y permisos de abordaje, nos hallbamos sentados a una pequea mesa en una cafetera cercana anuestra puerta de embarque. Haba un fuerte olor a cigarrillo en todas partes.

    Tienes mucha ira me dijo Yin de pronto. Y no usas muy bien tu energa.Me tom por sorpresa.De qu me hablas? Me mir con amabilidad.Digo que no hiciste nada por ayudar a la mujer del mostrador y su mal humor.De inmediato supe a qu apuntaba. En Per, la Octava Revelacin describa un mtodo de levantar el nimo

    de los dems concentrndose en sus caras de una manera particular.Conoces las Revelaciones? pregunt. Yin asinti, sin dejar de mirarme.S respondi. Pero hay ms.Acordarse de emitir energa no es tan fcil agregu, a la defensiva.Con tono muy deliberado, Yin contest:Pero debes darte cuenta de que, de todos modos, ya estabas influyendo en esa mujer con tu energa, lo

    supiera ella o no. Lo importante es cmo dispones tu... campo de... de... Yin no consegua encontrar lapalabra en ingls. Campo de intencin dijo al fin. Tu Campo de Oracin.

    Lo mir con intensidad. En apariencia, Yin hablaba de la oracin del mismo modo que antes lo haba hechoel hombre de cabello oscuro en la piscina.

    De qu hablas, exactamente? le pregunt.Alguna vez has estado en una habitacin llena de gente donde la energa y el estado de nimo fueran

    bajos, y de pronto apareci alguien que elev de inmediato la energa de todos, con slo entrar? El campo deenerga de esta persona va delante de ella y toca a todos los dems.

    S respond. Ya s a qu te refieres. Su mirada me penetr.Si vas a encontrar Shambhala, debes aprender a hacer eso en forma consciente.Shambhala? De qu me hablas?El rostro de Yin se puso plido; su expresin reflejaba incomodidad. Mene la cabeza, como si sintiera que

    se haba excedido y revelado un secreto.No importa respondi con humildad. No es mi lugar. Es Wil quien debe explicrtelo. Iba formndose

    la cola para subir al avin; Yin se apart con rapidez y avanz hacia el encargado de controlar los pasajes.Yo me devanaba los sesos tratando de ubicar la palabra "Shambhala". Por fin record. Shambhala era la

    comunidad mtica de la tradicin de los budistas tibetanos, en la que se haban basado las leyendas sobreShangri-La.

    Mir a Yin.Ese lugar es un mito, correcto?Yin se limit a entregar su pasaje a la azafata y avanzar por el pasillo.En el vuelo a Lhasa, Yin y yo nos sentamos en secciones diferentes del avin, lo cual me dio tiempo para

    pensar. Lo nico que saba era que Shambhala era de gran significacin para los budistas tibetanos, cuyosantiguos escritos la describan como una ciudad santa de diamantes y oro, llena de adeptos y lamas... y ocultaen algn lugar de las vastas e inhabitables regiones del norte del Tbet o China. En tiempos ms recientes,empero, la mayora de los budistas hablaba de Shambhala meramente en trminos simblicos, como larepresentacin de un estado espiritual, no como una localidad real.

    Tend una mano y de un bolsillo del asiento extraje un folleto turstico del Tbet, en la esperanza de obteneruna renovada sensacin de su geografa. Situado entre China, al norte, y la India y Nepal, al sur, el Tbet es

    bsicamente una gran meseta con pocas zonas ms bajas de 1.800 metros. En su frontera sur estn losimponentes Himalayas, incluido el monte Everest, y dentro de China, en la frontera septentrional, seencuentran los vastos montes Kunln. En medio hay profundas gargantas, ros inexplorados y cientos dekilmetros cuadrados de tundra rocosa. Segn el mapa, la zona este del Tbet pareca ser la ms frtil yhabitada, mientras que el norte y el oeste eran ralos y montaosos, con pocos caminos, todos de grava.

    En apariencia hay slo dos rutas principales hacia el Tbet occidental: la ruta norte, que emplean sobre todolos camioneros, y la ruta sur, que bordea los Himalayas y es utilizada por peregrinos de toda la regin parallegar a los paisajes sagrados del Everest y el lago Mansarowar y el monte Kailash, y ms adelante, losmisteriosos Kunln.

    Alc la vista de mi lectura. Mientras volbamos a ms de diez mil metros de altura, comenc a percibir unclaro cambio de temperatura y energa afuera. Abajo se elevaban los Himalayas en torrecillas congeladas yrocosas, enmarcados por un cielo azul claro. Volbamos casi directamente por encima de la cumbre del monteEverest al pasar hacia el espacio areo del Tbet, la tierra de las nieves, el techo del mundo. Era una nacin de

    buscadores, viajeros interiores, y mientras contemplaba los valles verdes y las llanuras rocosas rodeadas demontaas increbles no pude sino sentir reverencia por su misterio. Una pena que ahora estuviera brutalmenteadministrada por un gobierno totalitario. Qu haca yo all?, me pregunt.

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    Volv a mirar a Yin, sentado cuatro hileras detrs de m. Me molestaba que se mostrara tan reservado.Decid, una vez ms, ser muy cauteloso. No ira ms all de Lhasa si no obtena una completa explicacin.

    Cuando llegamos al aeropuerto, Yin resisti a todas mis preguntas sobre Shambhala, repitiendo suafirmacin de que pronto nos encontraramos con Wil, y entonces me enterara de todo. Tomamos un taxirumbo segn me dijo Yin a un pequeo hotel cercano al centro de la ciudad.

    Lo sorprend mirndome.Qu ocurre? le pregunt.Slo quera ver cmo te adaptas a la altitud me respondi. Lhasa est a ms de 3.600 metros. Debes

    tomarlo con calma por un rato.Asent, apreciando su preocupacin, pero en ocasiones anteriores siempre me haba adaptado con facilidad

    a la altitud. Iba a mencionrselo a Yin, cuando divis a la distancia una enorme construccin, semejante a unafortaleza.

    Es el palacio Potala me explic Yin. Quera que lo vieras. Era la residencia de invierno del Dalai Lamaantes de su exilio. Ahora simboliza la lucha del pueblo tibetano contra la ocupacin china.

    Apart la vista y guard silencio hasta que el auto se de tuvo no frente al hotel sino a unos treinta metros calleabajo.

    Wil ya debera estar aqu dijo al fin, mientras se dispona a abrir la puerta. Espera en el taxi. Entrar aver.

    Pero, en lugar de bajar, se detuvo a observar la entrada. Segu su mirada y tambin yo me puse a mirar enesa direccin. La calle estaba colmada de transentes tibetanos y unos cuantos turistas, pero todo parecanormal. Luego mis ojos se posaron en un hombre bajo, chino, que estaba parado cerca de la esquina deledificio, con una especie de diario, aunque sus ojos escrutaban con atencin la zona.

    Yin mir apresuradamente los autos estacionados en el cordn, del otro lado de la calle con respecto alhombre del diario. Sus ojos se detuvieron en un viejo auto marrn con varios ocupantes, vestidos con trajes.

    Rpidamente Yin dijo algo al taxista, que nos mir nervioso por el espejo retrovisor y avanz con lentitudhacia la siguiente interseccin. Mientras andbamos, Yin se inclin para que no lo vieran los hombres del automarrn.

    Qu ocurre? quise saber.Yin me ignor y le indic al conductor que doblara a la izquierda y avanzara ms hacia el centro de la ciudad.

    Le aferr el brazo.Yin, qu est pasando? Quines eran esos hombres?No s me contest. Pero Wil no est aqu. Hay un solo lugar ms adonde creo que podra ir. Observa

    a ver si nos siguen.Mir detrs de nosotros mientras Yin daba ms instrucciones al conductor del taxi. Vi varios autos detrs de

    nosotros, pero todos doblaron. No haba rastro del vehculo marrn.Ves a alguien all atrs? me pregunt Yin, al tiempo que se daba vuelta para mirar por s mismo.No creo respond.Estaba a punto de preguntarle de nuevo qu estaba ocurriendo, cuando not que le temblaban las manos. Le

    mir bien la cara, plida y cubierta de sudor. Me di cuenta de que estaba aterrado. Verlo as hizo que merecorriera el cuerpo un escalofro de miedo.

    Antes de que yo pudiera hablar, Yin seal al taxista un espacio para estacionar y se apresur a hacermebajar con mi bolso, para conducirme por una calle lateral y luego por un estrecho callejn. Tras caminar unostreinta metros, nos apoyamos contra la pared de un edificio y esperamos varios minutos, con los ojos fijos en laentrada de la calle de la que acabbamos de salir. Ninguno de los dos habl una palabra.

    Cuando nos pareci que no nos segua nadie. Yin procedi a bajar por el callejn hasta el edificio siguiente ygolpe varias veces. No hubo respuesta, pero el cerrojo de la puerta se abri misteriosamente desde adentro.

    Espera aqu me dijo Yin, al tiempo que abra la puerta. Ya vuelvo.

    Entr en silencio en el edificio y cerr la puerta. Cuando o el cerrojo, me inund una oleada de pnico. "Yahora qu?", pens. Yin estaba asustado. Iba a abandonarme all? Mir callejn abajo, hacia la calle colmadade gente. Eso era exactamente lo que yo ms haba temido. Al parece, alguien buscaba a Yin, y quiz tambina Wil. Yo no tena idea de en qu poda estar envuelto.

    Tal vez fuera mejor si Yin de veras desapareca, pens. De ese modo yo podra correr de vuelta a la calle yesconderme entre la multitud hasta averiguar cmo regresar al aeropuerto. Qu otra cosa poda hacerentonces, sino volver a casa? Quedara absuelto de toda responsabilidad de buscar a Wil o hacer cualquierotra cosa en aquella desventura.

    La puerta se abri de golpe y Yin sali. De nuevo cerraron de inmediato.Wil dej un mensaje me dijo. Vamos. Caminamos un poco ms por el callejn y nos ocultamos entre

    dos grandes recipientes para basura mientras Yin abra un sobre y extraa una breve nota. Lo observ mientrasla lea. Daba la impresin de estar ms plido todava. Cuando termin, me tendi la nota.

    Qu dice? pregunt, al tiempo que tomabalacarta. Reconoc la letra de Wil y empec a leer:

    Yin: Estoy convencido de que se nos permite el ingreso en Shambhala. Pero debo seguir adelante. Esde suma importancia que traigas a nuestro amigo estadounidense lo ms lejos que puedas. Ya sabes quelos dakini te guiarn.

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    Wil

    Mir a Yin, que me mir de reojo un momento y desvi la vista.A quin se refiere con "se nos permite el ingreso en Shambhala"? Lo dice en forma figurada, verdad? l

    no cree que sea un lugar real, no?Yin tena la vista fija en elsuelo.Por supuesto que Wil cree que es un lugar realsusurr.Y t? pregunt.Mir para otro lado, con la apariencia de que le hubieran puesto sobre los hombros todo el peso del mundo. .S... S... respondi. Slo que a la mayora de la gente le ha resultado imposible siquiera concebir la

    nocin de ese lugar, y ni hablar de llegar all. Por cierto, t y yo no podemos. Call de repente.Yin le dije, tienes que decirme lo que est pasando. Adnde va Wil? Quines son esos hombres a

    los que vimos en el hotel?Se qued mirndome fijo un instante y luego contest:Creo que son oficiales de inteligencia chinos.Qu?No s qu hacen aqu. En apariencia han sido alertados por toda la actividad y las conversaciones sobre

    Shambhala. Muchos de los lamas que hay aqu se dan cuenta de que algo est cambiando en este lugarsagrado. Se ha hablado mucho del tema.

    Cambiando cmo?Cuntame.Yin respir hondo.Yo quera que te lo explicara Wil... pero supongo que ahora debo intentarlo. Debes comprender lo que es

    Shambhala. Las personas que viven all son seres humanos de verdad, nacidos en ese lugar sagrado, peropertenecen a un estado de evolucin ms elevado. Ayudan a sostener la energa y la visin para el mundoentero.

    Desvi la mirada, pensando en la Dcima Revelacin.Son una suerte de guas espirituales?No como piensas respondi Yin. No son como miembros de una familia ni otras almas que se hallan

    en la otra vida y podran estar ayudndonos desde esa dimensin. Son seres humanos que viven aqu mismo,en la Tierra. Los que viven en Shambhala tienen una comunidad extraordinaria y viven en un nivel de desarrolloms elevado. Ellos modelan lo que el resto del mundo lograr en ltima instancia.

    Dnde queda ese lugar?No lo s.Conoces a alguien que lo haya visto?No. De joven estudi con un gran lama, que un da declar que iba a Shambhala y al cabo de varias

    jomadas de celebracin parti.Lleg all?Nadie lo sabe.Desapareci y nunca ms se lo vio en ningn lugar del Tbet.Entonces en realidad nadie sabe si ese sitio existe o no. Yin guard silencio un momento y luego dijo:Tenemos las leyendas...Quines tienen las leyendas?Se qued mirndome. Me di cuenta de que lo limitaba algn tipo de cdigo de silencio.Yo no puedo decirte eso. Pero el jefe de nuestra secta, el lama Rigden, podra aceptar hablar contigo.Qu dicen las leyendas?Slo puedo decirte que las leyendas son los adagios que dejaron aquellos que en el pasado intentaron

    llegar a Shambhala. Tienen siglos de antigedad.Yin estaba a punto de agregar algo ms, cuando atrajo nuestra atencin un sonido en la calle. Observamos

    con atencin pero no vimos a nadie.

    Espera aqu me dijo Yin.De nuevo golpe a la puerta y desapareci adentro. Con la misma rapidez sali y fue hasta un Jeep viejo yherrumbrado, con una cubierta de lona gastada. Abri la puerta y me indic que subiera.

    Vamos me dijo. Debemos apresurarnos.

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    CAPTULO 2EL LLAMADO DE SHAMBHALA

    Mientras Yin comenzaba a conducir el jeep hacia afuera de Lhasa yo permaneca en silencio, mirando lasmontaas por la ventanilla y preguntndome qu habra querido decir Wil con su nota. Por qu haba decididocontinuar solo? Y quines eran los dakini? Estaba por preguntarle a Yin, cuando un camin militar chino cruzen la interseccin frente a nosotros.

    Verlos me sobresalt; sent que me invada una oleada de nerviosismo. Qu estaba haciendo yo ah?Acabbamos de ver oficiales de inteligencia que acechaban ante la puerta del hotel donde se supona que nosreuniramos con Wil. Tal vez nos buscaban a nosotros.

    Espera un minuto, Yin dije. Quiero ir a un aeropuerto. Todo esto parece demasiado peligroso para m.Yin me mir alarmado.

    Y Wil? pregunt. Ya leste la nota. l te necesita.S, pero l est acostumbrado a este tipo de cosas. No creo que espere que yo me ponga en peligro de

    esta manera.Yin asinti.Ya ests en peligro. Debemos salir de Lhasa.Adnde vamos? quise saber.Al monasterio del lama Ridgen, cerca de Shigatse. Ser tarde cuando lleguemos.All hay telfono? pregunt.

    S respondi Yin. Creo que s... si funciona. Asent y Yin volvi a concentrarse en el camino. Muy bien,pens. No hara dao alejarme de aquel lugar antes de disponer lo necesario para volver a casa.Durante horas avanzamos a los tumbos por la carretera mal pavimentada, pasando camiones y coches viejos

    por el camino. El paisaje era una mezcla de feas construcciones industriales y hermosas vistas. Bastantedespus de anochecer, Yin se detuvo en el patio de una casita construida con bloques de cemento. Al costadode un taller mecnico, a la derecha, haba atado un perro grande y lanudo que nos ladraba furiosamente.

    sta es la casa del lama Ridgen? pregunt.No, por supuesto que no respondi Yin. Pero conozco a la gente que vive aqu. Podemos conseguir

    comida y combustible que quiz necesitemos ms adelante. Enseguida vuelvo.Me qued mirando mientras Yin suba los escalones de madera y golpeaba a la puerta. Sali una mujer

    mayor, tibetana, que de inmediato dio a Yin un fuerte abrazo. Yin seal hacia m, sonri y dijo algo que nologr entender. Luego me hizo una sea; baj del jeep y entr en la casa.

    Omos un dbil chirrido de frenos que vena de afuera. Yin cruz corriendo la habitacin y apart las cortinas

    para mirar. Yo me qued de pie tras l. En la oscuridad, distingu un auto oscuro, sin identificacin,estacionado del otro lado del camino, a unos treinta metros de distancia.Quin es? pregunt.No s respondi Yin. Ve a traer nuestros bolsos. Rpido.Lo mir con expresin interrogante.No te pasar nada me asegur. Ve a buscarlos, pero apresrate.Con rapidez cruc el umbral y me acerqu al jeep, tratando de no mirar hacia el auto estacionado a la

    distancia. Met una mano por la ventanilla lateral, tom mi bolso y la mochila de Yin y enseguida volv adentrocon paso veloz. Yin segua mirando por la ventana.

    No! exclam de pronto. Ah vienen. Un relmpago de faros de auto ilumin la ventana, al tiempo queel auto avanzaba a gran velocidad hacia la casa. Yin me sac su mochila y me condujo por la puerta de atrshacia la oscuridad.

    Debemos ir por aqu me grit mientras comenzaba a guiarme por un sendero que ascenda hacia un

    grupo de estribaciones rocosas. Ech un vistazo a la casa, y para mi horror vi que los agentes de civil seapeaban del auto y rodeaban la vivienda. Otro vehculo que ni siquiera habamos visto tom con rapidez por uncostado de la casa y varios hombres ms bajaron de un salto y comenzaron a subir corriendo por la cuesta, anuestra derecha. Yo saba que, si continubamos en la direccin en que bamos, nos alcanzaran en pocosminutos.

    Yin, espera un momento le dije en un susurro. Van a alcanzarnos.Se detuvo y acerc su cara a la ma en la oscuridad.A la izquierda me dijo. Los rodearemos.En ese momento divis a los otros agentes que corran en esa direccin. Si seguamos la ruta de Yin, con

    seguridad nos veran.Mir la parte ms escarpada de la pendiente. Algo me llam la atencin: un breve segmento del sendero

    luca perceptiblemente ms claro.No, tenemos que subir derecho dije en forma instintiva, y nos encaminamos en esa direccin. Yin se

    demor un instante a mis espaldas y luego se apresur a seguirme. Nos abrimos paso por entre las rocas,mientras los agentes se cerraban desde la derecha hacia nosotros.

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    En la cima de una elevacin, un agente daba la impresin de estar justo arriba de nosotros, de modo que nosagachamos entre dos grandes peascos. La zona que nos rodeaba an resultaba perceptiblemente msiluminada. El hombre, que no se hallaba a ms de diez metros de distancia, avanzaba hacia un sitio desde elcual pronto nos vera con claridad. Entonces, cuando se aproxim a los bordes del ligero resplandor, asegundos de vernos, se detuvo en forma abrupta, comenz a avanzar otra vez y volvi a detenerse, como si depronto hubiera cambiado de idea. Sin dar un paso ms, se volvi y baj corriendo la colina.

    Al cabo de unos momentos, le pregunt a Yin en un susurro si le pareca que el agente nos haba visto. Norespondi. No lo creo. Vamos.

    Continuamos ascendiendo la colina durante diez minutos ms antes de detenernos en un precipicio depiedra para mirar hacia la casa. Alcanzamos a ver ms autos oficiales que se acercaban. Uno era un cochepatrullero ms viejo, con una luz roja parpadeante. La escena me llen de puro terror. Ya no quedaba la menorduda: esas personas iban tras nosotros.

    Tambin Yin miraba ansioso hacia la casa. De nuevo le temblaban las manos.Qu van a hacerle a tu amigo? pregunt, horrorizado de lo que podra responderme.Yin me mir con lgrimas y furia en los ojos, y continu guindome colina arriba.Caminamos durante varias horas ms, abrindonos paso slo a la luz de la Luna menguante, peridicamente

    oscurecida por las nubes. Yo quera preguntar por las leyendas que haba mencionado Yin, pero l continuabaenojado y taciturno. En lo alto de la colina se detuvo y anunci que debamos descansar. Mientras yo mesentaba en una roca cercana, l se alej unos cuatros metros, sumido en la oscuridad, y permaneci deespaldas a m.

    Por qu all abajo estabas tan seguro de que debamos subir derecho por la colina? me pregunt sindarse vuelta.

    Tom aliento.Vi algo balbuce. De algn modo, esa rea estaba ms clara. Pareca el camino indicado.Se volvi, se acerc y se sent en el suelo frente a m.Ya antes habas visto algo similar? Trat de ahuyentar mi ansiedad. El corazn me lata con fuerza, y

    apenas poda respirar.S respond. Varias veces, ltimamente. Desvi la mirada y guard silencio.Yin, sabes de qu se trata?Las leyendas diran que nos estn ayudando.Quines?De nuevo apart la mirada.Yin, cuntame lo que sepas sobre esto. No respondi.Son los dakini que Wil mencionaba en su nota? Sigui sin responder.Sent una oleada de enojo.Yin! Dime lo que sabes.Se puso de pie con rapidez y me mir furioso.De algunas cosas se nos prohibe hablar. No comprendes? El solo hecho de mencionar frvolamente los

    nombres de estos seres puede dejar mudo, o ciego, a un hombre durante aos. Ellos son los guardianes deShambhala.

    Fue airado hasta una roca chata, la cubri con su chaqueta y se recost.Tambin yo me senta agotado, incapaz de pensar.Debemos dormir dijo Yin. Por favor, maana sabrs ms.Lo mir un momento y luego me ech sobre la roca donde estaba sentado y ca en un profundo sueo.Me despert un haz de luz que se levantaba entre dos picos nevados, a la distancia. Al mirar alrededor me di

    cuenta de que Yin no estaba. Me levant de un salto y, con todo el cuerpo dolorido, escrut la zona inmediata.Yin no se hallaba en ningn lugar que yo alcanzara a ver.

    Maldicin, pens. No tena manera de saber dnde me encontraba. Me recorri una profunda oleada deangustia.Esper treinta minutos, contemplando las colinas marrones y rocosas con pequeos valles de pasto verde, y

    l an no regresaba. Entonces advert por primera vez que cuesta abajo, a unos ciento veinte metros, haba uncamino de grava. Tom mi bolso y baj por entre las piedras hasta alcanzarlo; luego me dirig hacia el norte.Segn recordaba, por ah se volva a Lhasa.

    No haba andado ochocientos metros cuando me di cuenta de que, a menos de cien pasos detrs de m,cuatro o cinco personas se encaminaban en la misma direccin. De un salto sal del camino y volv a subir,metindome entre las rocas, de modo de quedar oculto pero poder observarlos pasar. Cuando llegaron junto am me di cuenta de que formaban una familia, compuesta por un anciano, un hombre, algunas mujeres y dosjvenes de aspecto adolescente. Llevaban grandes bolsos, y el hombre ms joven tiraba de un carro lleno deposesiones. Parecan refugiados.

    Pens en aproximarme a ellos y al menos averiguar qu camino tomar, pero decid no hacerlo. Tena miedo

    de que pudieran denunciarme ms adelante, de manera que los dej pasar. Esper veinte minutos ms y luegocamin con cautela en la misma direccin. Durante unos tres kilmetros, el camino avanzaba sinuoso a travsde las pequeas colinas rocosas y mesetas, hasta que a la distancia, en lo alto de una de las colinas, distinguun monasterio. Me desvi del camino y trep entre las rocas hasta quedar a unos doscientos metros del lugar.

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    Construido con ladrillos de color arena, el monasterio tena un tejado plano, pintado de marrn, y dos alas acada lado del edificio principal.

    No alcanzaba a ver ningn movimiento, y al principio pens que se hallaba vaco. Pero luego se abri lapuerta del frente y vi a un monje, ataviado con una tnica color rojo intenso, que sali y se puso a trabajar enun jardn cerca de un rbol solitario que se alzaba a la derecha del edificio.

    Se lo vea bastante inofensivo, pero decid no arriesgarme. Retroced hasta el camino de grava, lo cruc ydescrib un amplio rodeo por la izquierda del monasterio hasta pasarlo. Luego, con cuidado, proced a volver asubir por el camino; slo me detuve para sacarme la parka. El sol ya pegaba con fuerza y haca un calorsorprendente. Al cabo de ms o menos un kilmetro y medio, cuando me hallaba a punto de llegar a unapequea elevacin del camino, o algo. Corr hacia las piedras y aguc el odo. Al principio pens que era unpjaro, pero poco a poco me di cuenta de que era alguien hablando, lejos, a la distancia. Quin?

    Con suma cautela, sub entre las rocas hasta alcanzar una posicin ms elevada y observ el pequeo valleque se extenda ms abajo. Se me congel el corazn. Debajo de m haba una encrucijada de grava en la cualvi tres jeeps militares estacionados. Tal vez una docena de soldados se encontraban de pie all, fumandocigarrillos y hablando. Retroced, siempre agachado. Desanduve el camino por el que haba llegado hastaencontrar un lugar donde ocultarme, entre dos grandes rocas.

    Desde all o algo ms a la distancia, del otro lado de la barrera policial. Al principio era un zumbido bajo, yluego un ruido entrecortado que reconoc. Un helicptero.

    Asustado, ech a correr entre las rocas lo ms rpido que poda, alejndome del camino. Cruc un arroyo yme resbal, empapndome los pies y los pantalones hasta las rodillas. Me levant de un salto y ech a correrde nuevo, pero se me enganch un pie en una piedra y ca rodando por una colina, con lo cual me desgarr lospantalones y me lastim una pierna. Me levant con esfuerzo y segu corriendo, en busca de un mejor lugardonde esconderme.

    Mientras el helicptero se acercaba, salt otra pequea elevacin y mir hacia atrs; en ese instante alguienme agarr y me arrastr al interior de una garganta no muy espaciosa. Era Yin. Nos quedamos inmvilesmientras el enorme helicptero volaba directamente por encima de nosotros.

    Es un Z-9 dijo Yin. Su rostro reflejaba pnico, pero me di cuenta de que tambin estaba furioso.Por qu me dejaste donde habamos acampado? me pregunt, casi gritando.Fuiste t quien me dej! contest.Estuve ausente menos de una hora. Deberas haberme esperado.Dentro de m estallaron el miedo y el enojo.Esperado? Por qu no me avisaste que te ibas? An no le haba dicho todo, pero o que a la distancia el

    helicptero volva.Qu vamos a hacer? le pregunt a Yin. No podemos quedarnos aqu!Volveremosal monasterio respondi. Es ah adonde fui antes.Asent; luego me levant y busqu el helicptero con la vista. Por fortuna, se desviaba hacia el norte. Al

    mismo tiempo otra cosa me llam la atencin: el monje al que haba visto antes, que descenda por la zanjahacia nosotros.

    Se nos acerc y le dijo a Yin, en tibetano, algo que yo no entend. Luego me mir.Ven, por favor me dijo en ingls, al tiempo que me tomaba del brazo y me guiaba hacia el monasterio.Cuando llegamos, primero atravesamos un portn y pasamos ante numerosos tibetanos cargados con bolsos

    y diversas pertenencias. Algunos eran muy pobres. Cuando llegamos al edificio principal del monasterio, elmonje abri las grandes puertas de madera y nos condujo a travs de un amplio vestbulo donde haba mstibetanos esperando. Mientras pasbamos, reconoc a un grupo; era la familia a la que haba dejado marchardelante de m en el camino, un rato antes. Me miraron con ojos afectuosos.

    Yin vio que yo los miraba y me pregunt por qu;le expliqu que los haba visto en el camino.Estaban ah para conducirte aqu dijo Yin. Pero t tenas demasiado miedo para seguir la

    sincronicidad.Me mir con seriedad y luego continu caminando tras el monje hasta un pequeo estudio decorado conbibliotecas y escritorios y varios molinillos de oraciones. Nos sentamos a una mesa de madera tallada, donde elmonje y Yin sostuvieron una extensa conversacin en tibetano.

    Permteme mirarte la pierna me pidi a nuestras espaldas otro monje, en ingls. Llevaba una pequeacanasta llena de vendas y varios frascos con gotero. A Yin se le ilumin la cara.

    Ustedes dos se conocen? pregunt.Por favor dijo el monje, ofrecindome la mano al tiempo que haca una leve reverencia . Me llamo

    Jampa. Yin se inclin hacia m.Jampaest con el lama Rigden desde hace ms de diez aos.Quin es el lama Rigden?Tanto Jampa como Yin se miraron como si no supieran con certeza cunto revelarme. Por fin, Yin dijo:Ya te he mencionado las leyendas. El lama Rigden las comprende ms que cualquier otra persona. Es uo

    de los principales expertos en Shambhala.Cuntame exactamente lo que ha sucedido me dijo Jampa mientras continuaba aplicando una especiede ungento en mi pierna lastimada.

    Mir a Yin, que con un gesto me indic que as lo hiciera.

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    Debo comunicarle al lama lo que te ha sucedido explic Jampa.Proced a contarle todo lo que me haba ocurrido desde mi llegada a Lhasa. Cuando termin, Jampa me

    mir.Y qu sucedi antes de venir al Tbet?Le cont acerca de la hija de mi vecino y acerca de Wil.El monje y Yin se miraron.Y qu has estado pensando? pregunt Jampa.Estuve pensando que esto me supera respond. Planeo dirigirme al aeropuerto.No, no me refiero a eso se apresur a aclarar Jampa. Esta maana, cuando descubriste que Yin se

    haba ido, cul fue tu actitud, tu estado de nimo?Me asust. Slo saba que los chinos caeran sobre m en cuestin de minutos. Trat de figurarme cmo

    regresar a Lhasa.Jampa se volvi y mir ceudo a Yin.l no sabe de los Campos de Oracin. Yin mene la cabeza y desvi la mirada.Ya lo hemos hablado dije. Pero no estoy seguro de saber qu importancia pueda tener eso. Qu

    sabes t de estos helicpteros? Nos buscan a nosotros?Jampa se limit a sonrer y me dijo que no me preocupara, que all me encontrara a salvo. Entonces fuimos

    interrumpidos por varios otros monjes que nos traan sopa, pan y t. Mientras comamos, mi mente parecidespejarse y comenc a evaluar la situacin. Quera saber

    todo acerca de lo que estaba sucediendo. En aquel mismo instante.Mir a Jampa con determinacin, y l me devolvi la mirada con profunda calidez.S que tienes muchas preguntas me dijo. Permteme decirte lo que puedo. Somos una secta especial

    del Tbet. Durante muchos siglos hemos mantenido la creencia de que Shambhala es un lugar real. Tambinmantenemos l conocimiento de las leyendas, una sabidura oral tan antigua como el Kalachakra, consagradoa la integracin de toda verdad religiosa.

    "Muchos de nuestros lamas estn en contacto con Shambhala a travs de sus sueos. Hace unos meses, tuamigo Wil comenz a aparecer en los sueos del lama Rigden de Shambhala. Poco tiempo despus, Wil fueconducido a este mismo monasterio. El lama Rigden acept verlo, y descubri que Wil sola tener el mismosueo.

    Qu le dijo Wil? pregunt. Adnde fue?Menela cabeza.Temo que debers esperar, a ver si el lama Rigden te da esa informacin.Mir a Yin, que intent sonrer.Y los chinos? le pregunta Jampa. De qu manera forman parte de esto? Jampa se encogi de

    hombros.No sabemos. Tal vez saben algo acerca de lo que est sucediendo. Asent.Hay una cosa ms agreg Jampa. En apariencia, en todos los sueos aparece otra persona. Un

    estadounidense. Hizo una pausa y una pequea reverencia. Tu amigo Wil no estaba del todo seguro, perole pareci que eras t.

    Despus de baarme y cambiarme de ropa en la habitacin que me haba asignado Jampa, sal al patioposterior. Varios monjes trabajaban en una huerta, como si los chinos no constituyeran la menor preocupacin.Mir las montaas y escrut el cielo. No se vea ningn helicptero por ninguna parte.

    Quisieras sentarte en aquel banco, all arriba? habl una voz detrs de m. Al volverme vi que Yin salapor una puerta situada a mis espaldas.

    Hice un gesto de asentimiento, y subimos por varias terrazas llenas de plantas ornamentales y comestibles,hasta alcanzar unos asientos que enfrentaban un elaborado santuario budista. Una gran estribacin montaosaenmarcaba el horizonte detrs de nosotros, pero hacia el sur tenamos una vista panormica del campo que se

    extenda por kilmetros. Se vean muchas personas andando por los caminos o tirando de carros.Dnde est el lama? pregunt.No s respondi Yin. Todava no ha aceptado verte.Por qu?Yin mene la cabeza.Nolo s.Crees que l sabe dnde est Wil? De nuevo Yin neg con la cabeza.Crees que los chinos todava nos buscan? pregunt.Yin se limit a encogerse de hombros, con la vista fija en la distancia.Lamento que mi energa sea tan mala se excus. Por favor, no dejes que te influya. Es slo que mi ira

    me supera. Desde 1954 los chinos se han propuesto sistemticamente destruir la cultura tibetana. Mira a esagente que va caminando all. Muchos son granjeros desalojados a causa de iniciativas econmicas que hanordenado los chinos. Otros son nmadas que se mueren de hambre porque estas polticas han alterado su

    modo de vida. Cerr ambos puos."Los chinos estn haciendo lo mismo que Stalin hizo en Manchuria, al introducir en el Tbet a miles de extran-jeros, en este caso chinos de diversas etnias, para cambiar el equilibrio cultural e instituir las costumbreschinas.

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    Exigen que en nuestras escuelas se ensee slo el idioma chino.Esa gente que est ante las puertas del monasterio pregunt, por qu viene aqu?El lama Rigden y los monjes trabajan para ayudar a los pobres que peor lo estn pasando con la transicin

    de su cultura. Es por eso que los chinos lo han dejado en paz: l ayuda a solucionar problemas sin agitar alpopulacho contra los invasores.

    Lo dijo de una manera que reflejaba un leve resentimiento contra el lama, y de inmediato comenz adisculparse.

    No dijo. No fue mi intencin dar a entender que el lama coopera demasiado. Pero lo que hacen loschinos es despreciable. Volvi a apretar los puos y se golpe las rodillas. Muchos crean, al principio, queel gobierno chino se mostrara respetuoso de las costumbres tibetanas, que podramos existir dentro de lanacin china sin perderlo todo. Pero el gobierno se ha propuesto destruirnos. Esto se ve con ms claridadahora, y debemos comenzar a hacerles las cosas ms difciles.

    Quieres decir tratar de combatirlos? pregunt. Yin, sabes que no pueden ganar esa batalla.Lo s, lo s repuso. Pero me enojo mucho cuando pienso en lo que estn haciendo. Algn da los

    guerreros de Shambhala saldrn a derrotar a estos monstruos del mal.Qu?Es una profeca de mi pueblo. Me mir y mene la cabeza. Ya s que debo manejar mi ira. Destruye

    mi Campo de Oracin.En forma abrupta se puso de pie y agreg:Ir a preguntarle a Jampa si ha hablado con el lama. Por favor, disclpame. Hizo una ligera reverencia y

    se march.Por un rato contempl el paisaje tibetano, tratando de comprender plenamente el dao causado por la

    ocupacin china. En un momento hasta me pareci or otro helicptero, pero sonaba demasiado lejos comopara saberlo con certeza. Saba que la ira de Yin estaba justificada, y reflexion durante varios minutos ms enlas realidades de la situacin poltica en el Tbet. De nuevo pens en preguntar por un telfono, y me plantecun difcil sera hacer una llamada internacional.

    Estaba por levantarme y entrar, cuando me di cuenta de que me senta cansado, as que respir hondo unpar de veces y trat de concentrarme en la belleza que me rodeaba. Las montaas de picos nevados y lostonos verdes y marrones del paisaje eran severos y hermosos; el cielo, de un azul intenso con apenas unascuantas nubes a lo largo del horizonte occidental.

    Mientras miraba, not que los dos monjes que se hallaban varios niveles ms abajo de m miraban fijamenteen mi direccin. Ech un vistazo rpido a mis espaldas para ver si haba algo all arriba, pero no vi nadadesacostumbrado. Los mir y les sonre.

    Al cabo de unos minutos uno de ellos comenz a ascender por los escalones de piedra hacia m, llevandouna canasta llena de herramientas de mano. Cuando lleg a mi lado me dirigi un corts saludo con la cabezay comenz a quitar las malas hierbas de un cantero de flores situado a unos seis metros a mi derecha. Variosminutos despus se le uni el otro monje, que tambin se puso a cavar. De vez en cuando me miraban conojos inquisitivos y respetuosos movimientos de cabeza.

    Respir hondo unas cuantas veces ms y me concentr de nuevo en la lejana distancia, pensando en lo queme haba dicho Yin sobre su Campo de Oracin. Le preocupaba que su ira contra los chinos destruyera suenerga.

    Qu quera decircon eso?De pronto comenc a sentir el calor del sol y a percibir su luminosidad en forma ms consciente,

    experimentando una cierta apacibilidad que no haba sentido desde mi llegada al pas. Respir hondo, con losojos cerrados, y percib algo ms, una fragancia desusadamente dulce, como un ramo de flores. Lo primeroque pens fue que los monjes haban cortado algunas flores de las plantas que estaban podando y las habandejado cerca de m.

    Abr los ojos y mir, pero no haba ninguna flor cerca. Me esforc por distinguir alguna brisa que pudierahaber llevado hacia m la fragancia, pero el aire no se mova. Entonces not que los monjes haban dejado susherramientas y me miraban con intensidad, con los ojos agrandados y la boca semiabierta, como si hubieranvisto algo extrao. De nuevo mir hacia atrs, tratando de figurarme qu suceda. Al reparar en que me habanperturbado, juntaron con rapidez sus herramientas y canastas y bajaron casi corriendo el sendero que iba almonasterio. Los segu con los ojos un momento, viendo cmo se agitaban y revoloteaban sus tnicas cuandose dieron vuelta a ver si yo los miraba.

    En cuanto baj y entr en el monasterio, supe que haba alguna actividad importante en marcha. Los monjesse escurran de un lado a otro y susurraban entre s en el recinto.

    Camin por un pasillo hasta llegar a mi habitacin, de nuevo planeando preguntar a Jampa cmo poda hacerpara hablar por telfono. Mi nimo estaba mejor, pero de nuevo me cuestionaba mi sentido deautopreservacin. En lugar de intentar salir de aquel pas, algo o alguien me arrastraba ms y ms hacia lo queestaba sucediendo all. Quin saba lo que podan hacer los chinos si me capturaban? Saban mi nombre?

    Incluso quiz fuera ya demasiado tarde para marcharme por aire.Estaba a punto de ponerme de pie y buscar a Jampa, cuando l entr de pronto en la habitacin.El lama ha accedido a verte me anunci. Es un gran honor. No te preocupes; habla perfecto ingls.

    Asent, un poco nervioso. Jampa, de pie en la puerta, pareca expectante.

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    Debo escoltarte... ahora.Me levant y segu a Jampa, que me condujo a travs de una habitacin muy grande, con cielos rasos altos,

    hasta un cuarto ms pequeo, del otro lado. Cinco o seis monjes, que sostenan molinillos de oraciones ypauelos blancos, nos miraron con expectativa mientras nosotros bamos hasta el frente y nos sentbamos.Yin me salud con un ademn desde el otro extremo.

    sta es la sala de recibo me dijo Jampa. El interior del recinto era de madera, pintada de celeste.Murales y mandalas tallados a mano adornaban las paredes. Esperamos unos minutos y entonces entr ellama. Era ms alto que la mayora de los otros monjes, pero vesta una tnica exactamente igual a las de losdems. Tras mirar a todos los presentes con gran detenimiento, pidi a Jampa que se adelantara. Se tocaronlas frentes y el lama susurr algo al odo del monje.

    De inmediato Jampa se volvi y comenz a indicar con gestos a todos los otros monjes que salieran con lde la habitacin. Tambin Yin se dispuso a retirarse, pero mientras lo haca me mir de soslayo y me dirigi unleve movimiento de cabeza, gesto que tom como seal de aliento para mi inminente conversacin. Muchos delos monjes me entregaron sus pauelos, asintiendo con expresin de entusiasmo.

    Cuando la habitacin qued vaca, el lama me indic con la mano que me adelantara y me sentara en unapequea silla de respaldo recto situada a su derecha. Al acercarme hice una leve reverencia y me sent.

    Gracias por recibirme dije.Asinti y sonri; me mir un largo momento.Podra preguntarle por mi amigo WilsonJames? dije al fin. Usted sabe dnde est?Qu es lo que sabes t de Shambhala? me pregunt el lama a su vez.Supongo que siempre he pensado que es un lugar imaginario, una fantasa, como Shangri-La.Lade la cabeza y respondi con tono prctico:Es un lugar real de la Tierra, que existe como parte de la comunidad humana.Por qu nadie ha descubierto nunca dnde est? Y por qu tantos budistas prominentes hablan de

    Shambhala como una forma de vida, una mentalidad?Porque Shambhala en verdad representa una forma de ser y de vivir. Es una manera precisa de referirse a

    Shambhala. Pero adems es un sitio verdadero donde gente verdadera ha logrado esta forma de ser encomunidad unos con otros.

    Usted ha estado all?No, no. Todava no he sido llamado.Entonces cmo puede estar tan seguro?Porque he soado muchas veces con Shambhala, como muchos otros adeptos de la Tierra. Comparamos

    nuestros sueos, y son tan similares que sabemos que tiene que ser un lugar real. Y mantenemos elconocimiento sagrado, las leyendas, que explican nuestra relacin con esta comunidad sagrada.

    Cul es esarelacin?Debemos preservar el conocimiento mientras esperamos el momento en que Shambhala se torne conocida

    a todos los pueblos.Yin me dijo que algunos creen que en algn momento los guerreros de Shambhala vendrn al fin a derrotar

    a los chinos.La ira de Yin es muy peligrosa para l.Est equivocado, entonces?l habla desde el punto de vista humano, que ve la derrota en trminos de guerra y lucha fsica. Todava

    no se conoce la manera exacta en que se cumplir esta profeca. Primero deberemos comprender Shambhala.Pero sabemos que sta ser una clase diferente de batalla.

    Esta ltima declaracin me result crptica, pero el lama hablaba de manera tan compasiva que sent msreverencia que confusin.

    Nosotros creemos continu el lama Rigden que est muy cerca el tiempo en que se conocern en el

    mundo las costumbres de Shambhala.Lama, cmo lo sabe?Una vez ms, por nuestros sueos. Tu amigo Wil ha estado aqu, como sin duda ya sabrs. Lo hemos

    tomado como una gran seal, porque antes habamos soado con l. l ha olido la fragancia y odo la emisin.Me tom por sorpresa.Qu clase de fragancia? Sonri.La que t mismo oliste hoy, hace un rato. Ahora todo cobraba sentido. La manera como haban

    reaccionado los monjes y la inmediata decisin del lama de recibirme.Tambin a ti estn llamndote agreg. El envo de la fragancia es algo muy raro. Yo lo he visto ocurrir

    una vez, cuando me hallaba con mi maestro, y de nuevo cuando estuvo aqu tu amigo Wil. Ahora ha ocurridode nuevo contigo. Yo no saba si recibirte o no. Es muy peligroso hablar de estas cosas de modo trivial. Yahas odo el grito?

    No respond. No comprendo qu es.

    Es tambin un llamado de Shambhala. Sigue prestando atencin, a ver si percibes un sonido especial.Cuando lo oigas sabrs lo que es.

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    Lama, no estoy seguro de querer ir a ningn lado. Este lugar parece muy peligroso para m. En apariencia,los chinos saben quin soy. Creo que quiero volver a los Estados Unidos lo antes posible. Puede decirmednde encontrar a Wil? Est en algn lugar cercano?

    El lama mene la cabeza, con expresin muy triste.No. Lo lamento, pero l se ha comprometido a continuar.Guard silencio un largo momento; el lama se limitaba a mirarme.Hay algo ms que debes saber aadi. Segn los sueos, est muy claro que, sin ti, Wil no podra

    sobrevivir a este intento. Para que l tenga xito tambin t debers estar all.Me recorri una oleada de miedo; desvi la mirada. Aquello no era lo que yo quera or.Las leyendas dicen prosigui el lama que en Shambhala cada generacin tiene un cierto destino que

    se conoce y se habla pblicamente. Lo mismo se aplica a las culturas humanas exteriores a Shambhala. Aveces puede ganarse gran fuerza y claridad observando el coraje y la intencin de la generacin que nosprecedi.

    Me pregunt adnde quera llegar conaquello.Tu padre vive? me pregunt. Negu con un movimiento de la cabeza.Muri hace un par de aos.Sirvi en la gran guerra de la dcada de 1940? pregunt.S respond. As es.Particip en la lucha?S, durante casi toda la guerra.Te cont de la situacin de mayor miedo que vivi? Su pregunta me hizo retroceder mucho en el tiempo,

    llevndome a conversaciones sostenidas con mi padre durante mi juventud. Pens un momento.Probablemente el desembarco en Normanda de 1944 en la playa Omaha.Ah, s repuso el lama. He visto las pelculas estadounidenses sobre ese desembarco. T las has

    visto?S contest. Me conmovieron mucho.Hablaban del miedo y el coraje de los soldados continu.S.T crees que podras haber hecho esas cosas?No s. No entiendo cmo las hicieron ellos.Tal vez para ellos fue ms fcil, porque era el llamado de toda una generacin. En algn nivel lo perciban

    todos: los que luchaban, los que fabricaban las armas, los que cultivaban los alimentos. Salvaron el mundo ensu momento de mayor peligro.

    Call un momento, como esperando que yo le formulara alguna pregunta, pero no hice ms que mirarlo.El llamado de tu generacin es diferente me dijo. Tambin ustedes deben salvar el mundo. Pero

    deben hacerlo de otra manera. Deben comprender que dentro de ustedes hay un gran poder que puedecultivarse y ampliarse, una energa mental que siempre se ha denominado "oracin".

    As me han dicho repuse. Pero supongo que todava no s cmo usarlo.Ante esto, sonri y comenz a ponerse de pie, mirndome con un brillo en los ojos.S dijo. Lo s. Pero lo sabrs. Ya lo sabrs.Me recost en el catre de mi cuarto y pens en todo lo que el lama me haba dicho. Se haba puesto de pie y

    concluido la conversacin de manera abrupta, desechando con un ademn el resto de mis preguntas sinformular.

    Ahora ve a descansar me dijo, tras lo cual hizo sonar una campanilla para llamar a varios monjes.Maana hablaremos de nuevo.

    Ms tarde, tanto Jampa como Yin me hicieron contarles en gran detalle todo lo dicho por el lama. Pero locierto era que Rigden me haba dejado con ms preguntas que respuestas. Todava no saba adnde haba ido

    Wil o qu significaba en realidad el llamado de Shambhala. Todo sonaba fantasioso y peligroso.Yin y Jampa se negaron a discutir cualquiera de estas cuestiones. Pasamos el resto de la tarde comiendo ycontemplando el paisaje, y luego nos retiramos a dormir temprano. Ahora yo me encontraba mirando fijo elcielo raso, incapaz de dormir, la cabeza llena de pensamientos remolineantes.

    Repas mentalmente, varias veces, toda mi experiencia en el Tbet, y al fin ca en un sueo intranquilo. Soque corra entre las multitudes de Lhasa, buscando refugio en uno de los monasterios. Los monjes que habaen la entrada me miraban y se apresuraban a cerrar la puerta. Me perseguan soldados. Yo corra sinesperanza por callejones oscuros, hasta que, al final de una calle, distingua a mi derecha una zona iluminada,similar a la que haba visto despierto. Al acercarme, la luz desapareca en forma gradual, pero delante de mhaba un portn. Los soldados daban vuelta a la esquina, a mis espaldas. Yo atravesaba corriendo la puerta yme encontraba en medio de un paisaje helado...

    Me despert sobresaltado. Dnde estaba? Poco a poco reconoc la habitacin; me levant y fui hasta laventana. Hacia el este comenzaba a amanecer, de modo que trat de olvidar el sueo y volver a la cama, una

    idea que result por entero infructuosa. Estaba totalmente despierto.Me puse unos pantalones y una chaqueta, baj las escaleras y sal al patio situado junto a la huerta, dondeme sent en un banco de metal ornado. Mientras contemplaba la salida del Sol, o algo a mi espalda. Era la

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    figura de un hombre que vena del monasterio hacia m. El lama Rigden. Me puse de pie y l me hizo unaprofunda reverencia.

    Te has levantado temprano me dijo. Espero que hayas dormido bien.S respond, mirndolo mientras avanzaba y derramaba un puado de granos en el estanque, para los

    peces. El agua remolineaba mientras los animales consuman la comida.Qu has soado? me pregunt sin mirarme. Le cont de la persecucin y la zona iluminada. Me mir

    asombrado.Tambin has tenido esa experiencia en la vigilia? me pregunt.Varias veces en este viaje contest. Lama, qu est sucediendo?Sonri y se sent en otro banco, frente a m.Estn ayudndote los dakini.No comprendo. Qu son los dakini? Wil dej una nota en la que se refera a ellos, pero antes de eso yo

    nunca los haba odo mencionar.Son del mundo espiritual. En general aparecen como del sexo femenino, pero pueden adoptar cualquier

    forma que deseen. En Occidente se los conoce con el nombre de "ngeles", pero son mucho ms misteriososque lo que cree la mayora. Temo que slo los conozca en verdad la gente de Shambhala. Las leyendasafirman que se mueven con la luz de Shambhala.

    Hizo una pausa y me dirigi una mirada intensa.Has decidido si vas a responder a este llamado?No sabra cmo proceder repuse.Las leyendas te guiarn. Dicen que, cuando llegue el momento de que se conozca Shambhala, mucha

    gente comenzar a comprender cmo viven all y la verdad que encierra la energa de la oracin. La oracin noes un poder que se manifiesta slo cuando nos sentamos decididos rezar en una situacin particular. Laoracin funciona en esos momentos, por supuesto, pero tambin funciona en otros.

    Se refiere a un Campo de Oracin constante?TODO LO QUE ESPERAMOS, BUENO O MALO, CONSCIENTE O INCONSCIENTE, AYUDAMOS A

    TRAERLO A LA EXISTENCIA. Nuestra oracin es una energa o poder que emana de nosotros en todasdirecciones. En la mayora de la gente, que piensa de maneras comunes, este poder es muy dbil ycontradictorio. Pero en otros, que parecen lograr mucho en la vida y que son muy creativos y exitosos,este campo de energa es fuerte, aunque en general todava es inconsciente. Los individuos de estegrupo poseen un campo fuerte porque habitualmente han crecido en un ambiente donde aprendieron aesperar el xito y ms o menos darlo por sentado, porque tuvieron modelos fuertes a este respecto ylos han emulado. Sin embargo, las leyendas dicen que pronto toda la gente se enterar de este poder ycomprender que nuestra capacidad para usar esta energa puede fortalecerse y ampliarse.

    "Te he dicho todo esto para explicarte cmo responder al llamado de Shambhala. Para encontrar ese lugarsagrado, debes ampliar sistemticamente tu energa hasta que emanes suficiente fuerza creativa para ir all. Elprocedimiento para lograrlo se explica en las leyendas y abarca tres pasos importantes. Tambin existe uncuarto paso, pero slo lo conoce en su totalidad la gente de Shambhala. Es por eso que encontrar Shambhalaresulta tan difcil. Aunque uno logre ampliar su energa mediante los tres primeros pasos, debe contar conayuda para realmente encontrar el camino a Shambhala. Los dakini deben abrir las puertas.

    Usted dijo que los dakini son seres espirituales. Quiere decir almas que estn en la Otra Vida y queactan como guas con nosotros?

    No. Los dakini son seres diferentes, que actan para despertar a los humanos y velar por ellos. No sonhumanos, y nunca lo fueron.

    Y son lo mismo que los ngeles? El lama sonri.Son lo que son. Una realidad. Cada religin les da un nombre diferente, as como cada religin tiene una

    manera diferente de describir a Dios y la manera en que deben vivir los humanos. Pero en cada religin la

    experiencia de Dios, la energa del amor, es exactamente la misma. Cada religin tiene su propia historia deesta relacin y su propia manera de hablar acerca de ella, pero existe una sola fuente divina. Lo mismo ocurrecon los ngeles.

    De modo que ustedes no son estrictamente budistas?Nuestra secta y las leyendas que sostenemos tienen sus races en el budismo, pero abogamos por la

    sntesis de todas las religiones. Creemos que cada una tiene