INTRODUCCION

Las convulsiones que sufren la agricultura y el mundo rural nopueden ni deben considerarse algo pasajero o de importancia me-nor. Por el contrario, ambas son manifestaciones de los cambiosque está experimentando la sociedad postindustrial. Algunos auto-res ven en ello los efectos de un determinado modelo de crecimien-to y, por tanto, una conclusión lógica del proceso seguido en las úl-timas décadas.

En particular, los problemas que viven en la actualidad la agri-cultura y el mundo rural europeos se interpretan, en cierta forma,como el efecto de un "exceso de éxito" de la política agraria pro-ductivista, practicada por la Unión Europea.

La crisis del mundo rural se manifiesta a través de síntomas deobstinada persistencia a lo largo del tiempo: la continuada reduc-ción de la actividad económica y social .en el medio rural; su menorcapacidad para emplear mano de obra; el progresivo empeoramien-to de los términos de intercambio entre las zonas rurales y las re-giones urbanas, que constituyen la clave de la profundización de lasdiferencias de desarrollo entre unas y otras; la continuada sangríade población, que está creando verdaderos vacíos poblacionales yzonas prácticamente desérticas.

La preocupación por las diferencias de renta entre la agriculturay otros sectores económicos llevó, en una primera instancia, a laaplicación de medidas proteccionistas basadas en los precios agra-rios. La Política Agraria practicada por la Comunidad Europea enlos años sesenta y setenta es una buena prueba de ello. Sin embargoel éxito del sistema fue pasajero. En la década siguiente comenza-ron a manifestarse sus grandes contradicciones. Entre ellas, el ele-vado coste presupuestario de tal política; la profundización de losdesequilibrios que se pretendían corregir; la aceleración del ritmode despoblamiento de las áreas rurales; las distorsiones creadas enlos mercados internacionales por las restituciones a la exportación;el injustificado impacto ambiental de muchas prácticas agrarias, etc.

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Nuevos planteamientos teóricos y prácticos empiezan a mani-festarse a medida que se vislumbra el iniĉio de la crisis. En base aellos, la actividad agraria comienza a dejar de ser considerada el ejefundamental de los patrones de acumulación y de reproducción dela economía rural moderna; las subvenciones y las ayudas a la agri-cultura son vistas como cargas que las políticas económicas no pa-rece que puedan continuar manteniendo ad infinitum; la crecientepreocupación conservacionista pone de manifiesto los impactos ne-gativos que la práctica de una agricultura intensiva está teniendosobre el medio ambiente, así como el efecto que el abandono deciertas prácticas culturales tiene sobre la conservación de los paisa-jes rurales.

Ante la evidencia de que se ha agotado el viejo modelo la so-ciedad demanda ahora nuevas funciones al mundo rural; y, así, seentiende que la crisis del mundo rural no es exclusivamente secto-rial. Por el contrario, se interpreta como una crisis de integracióndel mundo rural en el actual modelo de sociedad. Debido a que es-te hecho no es claramente percibido por los agentes sociales y eco-nómicos, el mundo rural presenta notables dificultades para res-ponder a las nuevas demandas. Y en esta dificultad parece radicaruno de los principales obstáculos para llegar a encontrar un nuevopapel en la distribución .de funciones que reclaman los nuevostiempos.

La propia Comisión de la Comunidad Europea dio la primeravoz de alerta sobre el problema que se avecinaba en 1988, con suconocido documento El futuro del mundo rural. Este trabajo cons-tituye una reflexión global que introdujo una óptica de largo plazoy un planteamiento no exclusivamente agrario. Desde entonces larealidad (reforma de la PAC, ronda Uruguay del GATT, aperturadel Este, emergencia dé nuevos competidores, etc.) ha venido dan-do la razón a dicha voz premonitoria. En 1991 la Comisión publicósu conocido documento Evolución y futuro de la PAC, en el queexponía que la necesaria e inmediata reforma de la PAC iba a ge-nerar una crisis agraria a la que convenía anticiparse apuntandoposibles soluciones. Dos situaciones preocupaban particularmenteen aquél momento. Por una parte, los fuertes desequilibrios regio-nales intracomunitarios, que la anterior política agraria no habíasabido resolver, y que se veía acentuada por la incorporación de Ir-landa, Grecia, Portugal y España. Por otra parte, la situación declara desventaja de los pequeños agricultores tras la liberalizaciónde los mercados.

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La combinación de las condiciones de zona desfavorecida y depequeña explotación hacía pensar en una acentuación de los proble-mas que afectarían más a las zonas rurales deprimidas. Porque,efectivamente, la reforma de la política agraria strictu sensu no sehizo esperar. La presión ejercida por la opinión pública internacio-nal sobre la Unión Europea, al hilo de las negociaciones del GATT,actuó como detonante para precipitar una reforma que ya era nece-saria. Se dice que Estados Unidos ganó la batalla de la imagen in-ternacional, abanderar la causa de los países subdesarrollados, yque la UE tuvo que condenar a la parte más frágil de su agricultura.

A partir de ese momento el Desarrollo Rural, empieza a serconsiderado como una necesidad social y política en Europa. Peroel principal problema de esta necesidad es que no se dispone de uncuerpo de doctrina elaborado, sobre el que montar posibles políti-cas futuras en tal sentido. Así, en los países de la Unión Europea sevienen desarrollando iniciativas de reflexión y debate, trabajos deinvestigación y acciones públicas y privadas que procuran, de diver-sas formas, abordar la crisis del mundo rural y sus posibles solucio-nes a través de diversas propuestas de desarrollo rural. En Españael M.A.P.A, gracias al trabajo de un grupo de intelectuales y profe-sionales relacionados con el mundo rural, publicó en 1992 el llama-do libro blanco del mundo rural: El desarrollo del Mundo Rural enEspaña. De igual modo, la transcendencia de los problemas agra-rios y rurales en la Comunidad Autónoma Andaluza justifica lapreocupación de su sociedad y de la Junta de Andalucía por el te-ma. Esta preocupación se plasmó en una serie de iniciativas entrelas que destaca la publicación en 1993 de las Bases para un Plan deDesarrollo Rural Andaluz. Otras imciativas en la misma direcciónhan ido apareciendo en gran parte de la geógrafla europea.

En resumen: existe un alto grado de consenso sobre las causas,la naturaleza y la profundidad de la crisis del mundo rural, así co-mo en la necesidad de abordar acciones de desarrollo rural comovía de solución. Sin embargo, y a pesar de las múltiples iniciativasque en este terreno se están llevando a la práctica en Europa Occi-dental, no existe convergencia sobre los mecanismos e instrumentospara hacer operativas tales estrategias. En consecuencia, el trabajoteórico se hace así especialmente necesario para avanzar en la cons-trucción de un modelo que no existe en la actualidad y que resultaimprescindible para la formulación de políticas adecuadas.

En los últimos años la mayoría de los trabajos científicos sobreel tema se orientan en tres líneas principales. La primera, pretende

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aportar "hipótesis auxiliares " a los modelos vigentes en el sentidode reducir sus efectos y sus externalidades negativas, principalmen-te sociales y medio ambientales, con la menor alteración posible delas "reglas del juego". Esta corriente de pensamiento defiende con-ceptos y políticas amplias, donde los supuestos de equidad social,sustentabilidad económica y ecológica, cohesión territorial y parti-cipación comunitaria, constituyen elementos intrínsecos a los pro-cesos de desarrollo y, por lo tanto, los modelos económicos debenintegrar políticas y estrategias que logren alcanzar estos objetivos.El desarrollo rural es concebido como un proceso de largo plazo ypretende compatibilizar la modernización y la competitividad de laeconomía rural con los objetivos sociales y medioambientales men-cionados. Los defensores de esta corriente de pensamiento poseenargumentos teóricos que indican la viabilidad del modelo. Sin em-bargo persisten grandes lagunas en cuanto a la instrumentalizacióny cuantificación de determinados conceptos.

Una segunda corriente se distingue en la conceptualización delproceso de desarrollo. Considera que los factores no económicosson fundamentales y plantea el desarrollo como un proceso de cam-bio social donde los individuos, organizados o no, constituyen lasfuerzas motoras del desarrollo. En términos prácticos, muchos delos defensores de esta corriente plantean que el desarrollo debe en-focarse mediante el aprovechamiento de los recursos óciosos, gene-rando procesos "desde dentro " y basado en la movilización de lasiniciativas locales.

Una tercera, considera que el mercado y las técnicas contablesno representan la complejidad de las relaciones económicas y so-ciales. Para estos autores, la racionalidad del sistema se basa en lamaximización de utilidades por unidad de recurso natural emplea-do, así como en la conservación, cuantitativa y cualitativa, de esosrecursos. Existen diversas tendencias: En un extremo, la ecológica"radical" que defiende la agricultura de tipo casi tradicional y au-tárquico con el regreso a las formas de producción intensivas enmano de obra y con la utilización de material biológico autóctono.En el extremo opuesto, los ecológicos más "blandos" persiguen elpunto de encuentro entre el proceso de modernización y la conser-vación de los recursos.

La primera y la tercera corrientes de pensamiento prevén que laadministración pública y la sociedad debe de tener funciones espe-cíficas en el proceso de desarrollo, aunque, en cada una de ellas,sus funciones puedan ser de diferente naturaleza. Sin negar el papel

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del mercado se apunta que, por sí sólo, no realiza la mejor asigna-ción de recursos, por lo que al sector público le debe conesponderel papel de conegir las distorsiones provocadas por el desarrollo.Para esta comente, los efectos negativos sociales y medio ambien-tales, son resueltos a través de intervenciones del poder público yasea a través de planes de desarrollo económico específicos, ya seapor medio de programas sociales y medio ambientales o de regula-ción de la actividad productiva.

A pesar de sus aparentes contradicciones, las tres corrientes noson totalmente incompatibles en la medida en que ninguna rechazalos supuestos teóricos de las demás. Con excepción de las tenden-cias más radicales, los supuestos se integran en paradigmas concep-tualmente más o menos amplios (el mercado dentro de una concep-ción global del funcionamento de las sociedades) o con niveles deimportancia diferenciados (importancia de los factores económicosy no económicos en el desarrollo y el papel del Estado).

En los últimos años se empieza a detectar una posibilidad de con-vergencia entre las comentes en ciertas cuestiones básicas. En primerlugar, en lo referente al esfuerzo de reducir las externalidades negati-vas del crecimiento económico sobre el medio rural, los nuevos proce-sos de desarrollo deben incorporar los principios de sustentabilidad yequidad. Para gazantizaz la cohesión territorial, el desarrollo rural sedebe integrar en el actual modelo de sociedad aportando soluciones decazácter global. Efectivamente, el desarrollo rural debe contribuir aldesarrollo global de la sociedad transcendiendo de lo que pudiera pa-recer una actuación local o puntual. El desarrollo rural está estrecha-mente relacionado con la evolución del conjunto de la economía y conla organización de la sociedad civil, en la medida en que la sociedadtiene cada vez más la capacidad de decidir sobre las estrategias de de-sarrollo. En este extremo reside la gran dificultad de un esfuerzo quepretende transformaz el mundo rural, integrándolo en el conjunto sec-tores y siendo elemento imprescindible en el equilibrio de la sociedad.

En segundo lugar, es evidente la gran heterogeneidad que pre-senta el mundo rural. Por ello no es posible pensar en solucionesúnicas ni uniformes; sino que se requiere, necesariamente, que laspolíticas de desarrollo incorporen elementos diferenciales queatiendan a los rasgos propios de cada zona. Paza ello resulta de granimportancia la adecuada caracterización de las dinámicas económi-cas y sociales específicas, como paso paza establecer la viabilidadde las estrategias futuras. Este aspecto refuerza la necesidad de laparticipación real de la población rural en el esfuerzo de desarrollo.

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En este terreno se considera que la formulación consensuada de losobjetivos, constituye la forma más deseable de puesta en marcha delas estrategias que pretenden aportar soluciones a la crisis del mun-do rural. Sin embargo a nadie se le escapa la dificultad de alcanzarel umbral de activación para estas iniciativas participativas, cuandoel contexto en el que se deben propagar se caracteriza por fuertedesvertebración y apatía. El éxito de este proceso dependerá funda-mentalmente de la capacidad de integrar el nuevo desarrollo rural enel proceso global de cambio de los modelos económicos y sociales.

EI mundo académico ha contribuido y lo continúa haciendo, aldebate teórico y al esfuerzo de diseño operativo de las estrategiasde desarrollo rural. Manifestación de ese compromiso la constitu-yen una amplia serie de trabajos teóricos y aplicados sobre la pro-blemática rural, que están viendo la luz a un ritmo creciente en losúltimos años. Y es, dentro de ese marco donde debe ser encuadradoel volumen que aquí se presenta.

Este libro recoge, básicamente, las ponencias de dos seminarioscelebrados en la sede Antonio Machado (Baeza) de la UniversidadInternacional de Andalucía y que se desarrollaron en el mes de sep-tiémbre de 1994.

El primero de los cursos, tenía por título Hacia un nuevo siste-ma rural y estuvo dirigido por Eduardo Ramos. Su principal propó-sito fue analizar y debatir los distintos elementos de conexión entreel mundo rural actual y los procesos globales de desarrollo de lassociedades modernas occidentales. Su estructura se diseñó para re-saltar el necesario carácter sistémico de cualquier iniciativa de de-sarrollo en el mundo rural y de las actividades que se localizan enél. Para ello contó con cuatro bloques temáticos diferenciados, quese corresponden con los principales subsistemas rurales. Entre ellosse dedicó especial atención al papel del subsistema agrario-alimen-tario y al subsistema ambiental en un mundo que se debate entre lanecesidad de competir en los mercados internacionales y de preser-var su patrimonio natural. Las iniciativas comunitarias de apoyo ala naciente política comunitaria de desarrollo rural fueron plantea-das en el último bloque temático del curso.

El segundo de esos seminarios estuvo dedicado a Las PolíticasAgrarias Comunitarias en la Europa Mediterránea; fue dirigidopor Josefina Cruz y contó con la codirección de Miren Etxezarreta.Su principal objetivo fue analizar las agriculturas de los países delsur de Europa en el contexto de las actuales políticas agrarias co-munitarias. El seminario se centró, pues, en el análisis de las carac-

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terísticas e impactos de las políticas agrarias comunitarias, y sus su-cesivas reformas, en los países mediterráneos de la Unión Europea.En el planteamiento inicial del curso se partía de las diferencias es-tructurales existentes entre la agricultura de los países comunitariosmediterráneos y la del resto de los países miembros y, en conse-cuencia, de la diferente capacidad de una y otra agricultura paraadaptarse a los ajustes exigidos por la actual política agraria de laU.E. El curso contó con una primera parte dedicada al análisis delas políticas agrarias, españolas y comunitarias; una segunda en laque se presentaron aportaciones sobre Italia, Grecia, Portugal y Es-paña; y una tercera en la que se analizaron las características, apli-cación y aplicabilidad de tales políticas a sectores específicos de laagricultura y el mundo rural andaluz.

A partir, pues, de las aportaciones realizadas en ambos cursos,emprendemos la tazea de edición del presente volumen, cuyo textose ha dividido en cinco grandes bloques temáticos, que discurrendesde los planteamientos generales hasta los estudios particulares,con una fuerte vocación mediterránea.

Siendo conscientes del vacío teórico en que se enclavan las po-líticas de promoción del medio rural, en el primer bloque, El enfo-que sistémico del desarrollo rural, se recogen una serie de capítulosque abordan la necesidad metodológica y operativa de atender a losproblemas rurales desde una perspectiva global e integradora, esdecir desde una perspectiva sistémica.

En los capítulos del segundo bloque, Un nuevo marco de Políti-ca Agraria e intercambios, se presentan y analizan las modificacio-nes de la Política Agraria Común, que son las que en parte han he-cho necesaria y/o han impulsado, según la perspectiva que seadopte, las políticas de desarrollo rural. Asimismo, en estos traba-jos se especula con los posibles efectos sobre los diferentes sectoresde la agricultura española de la actual política agraria comunitaria yde los acuerdos en el seno del GATT.

Bajo el título Los grandes subsistemas rurales, en el tercer blo-que, se han agrupado una serie de aportaciones que tratan de supe-rar la tradicional perspectiva sectorial del ámbito rural, de mazcadocarácter agrario. Así, junto a aportaciones relativas a la problemáti-ca agraria, en sentido estricto, se incluyen otras en las que se anali-zan el sector agroalimentario, las políticas agroambientales o losusos múltiples del temtorio. Con este bloque se pretende insistir enla necesidad de consideraz el mundo rural como un sistema globalpluriactivo, en el que la actividad agropecuaria constituye sólo unaparte, y no siempre la de mayor importancia.

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El cuarto bloque está dedicado al análisis de la Pluractividadrural. Durante mucho tiempo, la doble actividad de los agricultores,para cuyo análisis se acuñó el término Agricultura a tiempo parcial(A.T.P.), ha sido objeto, en la mayor parte de los casos, de críticaspor cuanto significaba un retraso en la modernización de las estruc-turas agrarias y una disminución de los niveles de productividad.Hoy, por el contrario, se considera que la diversificación de activi-dades, por parte de los residentes en el medio rural, constituye uncomplemento de renta imprescindible como estrategia de manteni-miento de población en las áreas rurales, y se acuña el concepto dePluriactividad rural en sustitución del primero, donde la desapari-ción del término "agricultura" no es casual. Bajo este planteamien-to se realizan diferentes aportaciones en los capítulos que compo-nen este bloque, desde la reflexión teórica y valoración de recursos,hasta el análisis de medidas e instrumentos, entre los que los pro-gramas LEADER constituyen en Europa un referente inexcusable.

Finalmente, en el quinto bloque: Estrategias regionales, se in-cluye un conjunto de experiencias de carácter regional. Todas ellasvan referidas al ámbito mediterráneo y, en razón de la sede en laque los cursos se celebraron, destacan las relativas a la realidad ru-ral andaluza. Sin embargo, se ha procurado que estos análisis de ca-rácter regional superen el marco estrecho del estudio de casos e in-corporen aportaciones metodológicas y reflexiones generales, quesean de interés para otras realidades.

A la hora de los agradecimientos, los editores de este volumenqueremos reconocer públicamente la deuda contraída con la Uni-versidad Internacional de Andalucía, en su sede Antonio Machadoen Baeza, que acogió y patrocinó con todo tipo de facilidades la ce-lebración de ambos cursos, gracias a su voluntad de convertirse enuna Universidad especializada en temas agrarios y rurales. Graciasen primer lugar a su director Juan Gay, de igual modo a su gerentePedro Martín, al personal de administración, Juana García, VíctorAlonso e Isabel Cruz y al de apoyo técnico por su impecable traba-jo. La Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucíacontribuyó también con recursos financieros y apoyo institucionalen la celebración de los cursos, de lo que queremos dejar constan-cia, así como manifestarles nuestro agradecimiento.

El mérito del correcto desarrollo de los cursos corresponde altrabajo de sus secretarios respectivos, a quienes es de justicia reco-nocer su dedicación y entusiasmo: Carlos García Alonso y M.a JoséPrados Velasco. De igual modo queremos agradecer a los ponentes

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y asistentes a ambos cursos su activa participación, con la que ele-varon el nivel de los debates y contribuyeron a clarificar los temasobjeto de discusión. Lo que modestamente hemos tratado de inte-grar en el capítulo de conclusiones finales.

Por último, la excelente acogida que la Secretaría General Téc-nica del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dispensóa nuestra propuesta de publicación conjunta, en la serie Estudios,ha permitido que las ideas contenidas en este volumen estén a ladisposición de un amplio colectivo de lectores interesados en el te-ma. Los editores entendemos que este libro -donde se ha cuidadoque se recogiese una proporción equilibrada de aportaciones teóri-cas, propuestas metodológicas y estudios de casos concretos, puedeser de gran utilidad para profesionales, académicos, estudiantes ypara todos aquellos que de una u otra forma trabajan y están preo-cupados por el futuro y el desarrollo del mundo rural.

Los Editores: Eduardo RAMOS y Josefina CRUZ.Ecija (a mitad de camino entre Córdoba y Sevilla), Diciembre

1994.

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I. EL ENFOQUE SISTEMICO DELDESARROLLO RURAL