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Revista de Geografía Agrícola núm. 44 / 77 Introducción y difusión temprana de recursos fitogenéticos en la región Balsas-Jalisco durante el siglo XVI: una perspectiva agrohistórica Paulina Machuca Chávez 1 Patricia Colunga-García Marín 1 Daniel Zizumbo-Villarreal 2 Resumen Existen evidencias de que en la región biogeográfica Balsas-Jalisco en Mesoamérica se originó uno de los centros de agricultura y domesticación de plantas más importantes del mundo. En ella, ade- más, se desarrolló un proceso de diversificación genética de cultivos introducidos durante la colonia española procedentes de diferentes centros de origen. Variedades que habían evolucionado inde- pendientemente por largos periodos de tiempo y, bajo diferentes presiones selectivas fueron culti- vadas simpátricamente, lo que favoreció su entrecruzamiento. La recombinación resultante generó diversidad novedosa que al ser seleccionada y conservada por las poblaciones humanas nativas creó centros de diversificación secundarios. Para conocer cuáles cultivos se introdujeron tempranamente, tanto por la vía del Pacífico como por la del Atlántico, así como los sitios donde se pudo generar di- versidad novedosa, analizamos 45 relaciones histórico-geográficas del año 1580 referentes a la región Balsas-Jalisco. Se encontraron evidencias exitosas de la introducción y difusión temprana de cultivos provenientes de diferentes centros de domesticación, gracias a la importante tradición agrícola me- soamericana y a su diversidad ecológica y cultural. En el caso del trigo y el coco la diversidad conser- vada y generada ha sido clave para solventar problemas fitosanitarios, ambientales y productivos en la época moderna; mientras que en cítricos, plátanos y arroz, la exploración etnobotánica, colecta y evaluación del germoplasma en los sitios señalados por las Relaciones Geográficas, puede resultar cla- ve para resolver el mismo tipo de problemas. Palabras clave: regiones biogeográficas, domesticación de plantas, diversificación genética. Introduction and early spreading of phytogenetic resources in the Balsas-Jalisco region in the 16th Century: an agro historical perspective Abstract Evidence has been found of early farming and plant domestication practices in the Balsas-Jalisco biogeographic region in Mesoamerica. As one of the most important farming areas in the world, a process of genetic diversity was enhanced with crops introduced during Spanish colonization. 1 Unidad de Recursos Naturales. Centro de Investigación Científica de Yucatán, A.C. 2 Autor para correspondencia: [email protected]

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Revista de Geografía Agrícola núm. 44 / 77

Introducción y difusión temprana de recursos fitogenéticos en la región Balsas-Jalisco

durante el siglo xvi: una perspectiva agrohistórica

Paulina Machuca Chávez1

Patricia Colunga-García Marín1

Daniel Zizumbo-Villarreal2

Resumen Existen evidencias de que en la región biogeográfica Balsas-Jalisco en Mesoamérica se originó uno de los centros de agricultura y domesticación de plantas más importantes del mundo. En ella, ade-más, se desarrolló un proceso de diversificación genética de cultivos introducidos durante la colonia española procedentes de diferentes centros de origen. Variedades que habían evolucionado inde-pendientemente por largos periodos de tiempo y, bajo diferentes presiones selectivas fueron culti-vadas simpátricamente, lo que favoreció su entrecruzamiento. La recombinación resultante generó diversidad novedosa que al ser seleccionada y conservada por las poblaciones humanas nativas creó centros de diversificación secundarios. Para conocer cuáles cultivos se introdujeron tempranamente, tanto por la vía del Pacífico como por la del Atlántico, así como los sitios donde se pudo generar di-versidad novedosa, analizamos 45 relaciones histórico-geográficas del año 1580 referentes a la región Balsas-Jalisco. Se encontraron evidencias exitosas de la introducción y difusión temprana de cultivos provenientes de diferentes centros de domesticación, gracias a la importante tradición agrícola me-soamericana y a su diversidad ecológica y cultural. En el caso del trigo y el coco la diversidad conser-vada y generada ha sido clave para solventar problemas fitosanitarios, ambientales y productivos en la época moderna; mientras que en cítricos, plátanos y arroz, la exploración etnobotánica, colecta y evaluación del germoplasma en los sitios señalados por las Relaciones Geográficas, puede resultar cla-ve para resolver el mismo tipo de problemas.

Palabras clave: regiones biogeográficas, domesticación de plantas, diversificación genética.

Introduction and early spreading of phytogenetic resources in the Balsas-Jalisco region in the 16th Century: an agro historical perspective

AbstractEvidence has been found of early farming and plant domestication practices in the Balsas-Jalisco biogeographic region in Mesoamerica. As one of the most important farming areas in the world, a process of genetic diversity was enhanced with crops introduced during Spanish colonization. 1 Unidad de Recursos Naturales. Centro de Investigación Científica de Yucatán, a.c.

2 Autor para correspondencia: [email protected]

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Paulina Machuca Chávez, Patricia Colunga-García Marín y Daniel Zizumbo-Villarreal

Those varieties that had evolved independently for long and under different selective proce-dures were grown sympatrically, which favored its crossing over. The resulting combination generated a new diversity and created second-ary diversification areas when it was selected and conserved. In order to know about the crops early introduced both through the Pacific and through the Atlantic, as well as the areas where a new diversity was generated, 45 historic and geographic relations from the year 1580 and cor-responding to the Balsas-Jalisco region were an-alyzed. Our findings show a successful spreading of crops coming from different domestication areas, such spreading was enhanced by the Me-soamerican farming tradition and its cultural and ecological diversity. In the case of wheat and coconut palm, a conserved diversity has been crucial to solve phytosanitary, environ-mental and productive problems in modern times. As per citrus, bananas and rice, the same problems may be solved by considering as a crucial factor the ethnobotanic evaluation, and the germplasm collection and evaluation in the areas pointed out by geographic relations.

Key words: biogeographic regions, plant do-mestication, genetic diversification.

IntroducciónMesoamérica es considerada como uno de los centros de domesticación de plantas más impor-tantes en el mundo junto con el cercano Oriente y el norte de China (Harlan, 1971). La región bio-geográfica definida como Balsas-Jalisco (b-j) por Ferrusquía-Villafranca (1990), constituye un núcleo de diversidad genética donde se sugie-re que se domesticaron especies como el maíz (Zea mays L.), la calabaza (Cucurbita spp.) y el frijol (Phaseolus spp.), integrados en un sistema de policultivo conocido como milpa (Zizumbo-Villarreal y Colunga, 2010). Es muy probable que

hace diez mil años los grupos de recolectores y cazadores asentados en la parte noroccidental de la región, comenzaran el proceso de domes-ticación de plantas y la implementación de un complejo sistema agroalimentario que contaba con cultivos de temporal y de riego, huertos fa-miliares y la transformación de los alimentos me-diante el cocimiento a vapor, la fermentación e incluso se pudo involucrar la destilación de bebi-das (Zizumbo-Villarreal y Colunga, 2009).

Gracias a los registros históricos y etnobotá-nicos, sabemos que la región b-j es clave para entender el proceso de inserción de cultivos in-troducidos en México hace casi 500 años, en el escenario de un intenso intercambio de plantas en el nivel global fomentado por la colonización europea. Fue aquí donde convergieron varieda-des de plantas cultivadas originadas en el cer-cano Oriente, África, China e India-Malasia, que ingresaron por el Atlántico y por las costas del Pacífico vía las Filipinas, dando lugar a la recom-binación genética básica para la generación de diversidad genética novedosa en aquellos sitios donde crecieron simpátricamente.

Se ha planteado que el intercambio de plan-tas cultivadas y animales en el siglo xvi fue la más grande revolución biológica en América desde el fin del Pleistoceno (Crosby, 1972). Es en este periodo cuando América abrió sus puertas al mundo por el Atlántico y el Pacífico, en un di-namismo transoceánico que mantenía conecta-dos a Sevilla y Cádiz con el puerto de Veracruz, y a China, Malasia y las Filipinas con los puertos de Acapulco y El Callao en América. De especial interés en el periodo Colonial Temprano fue la búsqueda e introducción de plantas cultivadas y agricultores de dichos cultivos para dar sustento a las campañas de conquista y asentamiento eu-ropeo (Cortés, 2004).

El objetivo de este trabajo es aportar conoci-mientos sobre dónde, cuándo y cómo se intro-dujeron y difundieron inicialmente los cultivos originados en otros centros de domesticación

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Introducción y difusión temprana de recursos fitogenéticos en la región Balsas-Jalisco durante el siglo xvi: una perspectiva agrohistórica

dentro de la región b-j a fin de discutir su posible impacto biológico y sociocultural, conocimiento básico para localizar los núcleos de diversidad genética y definir estrategias que incrementen la productividad y sustentabilidad de los actua-les sistemas agroalimentarios.

MetodologíaUtilizamos como fuente histórica primaria al conjunto de las Relaciones Geográficas de 1580 (en adelante rg) correspondientes a las jurisdic-ciones eclesiásticas coloniales de Nueva Gali-cia, Michoacán, México y Tlaxcala (Acuña, 1987-1988), cuyos territorios abarcan en parte nuestra área de estudio y donde se localizan los prime-ros puertos de entrada de plantas provenientes de Asia: La Navidad, Salagua, Zacatula y Acapul-co. El obispado de Tlaxcala en este tiempo dis-ponía de jurisdicciones tanto en la costa del Gol-fo de México como del Pacífico, y por tanto se incluyeron los sitios que se ubicaron dentro de b-j. Decidimos extender nuestra mirada hacia al-gunas poblaciones de la antigua Antequera, ya que en ella se localizó uno de los primeros puer-tos en la costa del Pacífico: Mazatlán (Tehuan-tepec), el cual era controlado directamente por Hernán Cortés, Marqués del Valle de Oaxaca, y el cual pudo ser la entrada de cultivos procedentes de Panamá y El Callao e indirectamente de Asia.

A pesar de que las rg constituyen un mate-rial histórico importante para entender los cam-bios regionales que experimentaron diversos pueblos mesoamericanos en la época colonial temprana, son relativamente pocos los estu-dios que las han tomado como base, siendo el de Moreno-Toscano (1968) uno de los primeros en la materia. Las rg una serie de cuestionarios que Felipe ii ordenó levantar sobre la naturale-za, la geografía, la economía y algunos aspectos histórico-sociales de todas las ciudades, villas y

pueblos de las Indias. Hacia 1580, gran parte de las rg correspondientes a la Nueva España se ha-bían completado, gracias a los informes de go-bernantes indígenas, así como de autoridades españolas civiles y religiosas. En total, revisamos 45 rg (cuadro 1 y figura 1), tomando en cuenta la información sobre ubicación, usos y técnicas empleadas en los cultivos introducidos. A pesar de que las rg no siempre informan a detalle so-bre todos los aspectos anteriores, esta referencia constituye una guía invaluable para aproximar-nos al universo natural del área que estudiamos.

ResultadosLas rg nos dan cuenta de tres tipos y periodos generales de introducción de cultivos en la re-gión: a) los cultivos de introducción precolom-bina procedentes de Sudamérica; b) los cultivos de introducción vía el Atlántico, llevados desde el Mediterráneo, las Islas Canarias o las Islas de Cabo Verde hacia la isla Española, Puerto Rico y de ahí a Veracruz y Campeche; y c) los cultivos de introducción vía el Pacífico, provenientes del sudeste de Asia que pudieron ingresar por los puertos de Mazatlán (Tehuantepec), La Navidad, Colima, Zacatula o Acapulco.

a) Cultivos de introducción precolombinaVarios cultivos de origen sudamericano fueron traídos o llevados desde o hacia Mesoamérica a través de rutas culturales arcaicas. La presen-cia de maíz (Zea mays L.) en Panamá, Colombia y Ecuador hacia 7800-7500 ap* (Piperno y Persal 1998; Piperno et al., 2000; Aceituno y Castillo 2005; Dickau et al., 2007 y 2010), chile (Capsicum annum L.) y calabaza (Cucurbita argyrosperma hort. Ex L.H. Bailey) en Ecuador hacia 6000 ap (Perry et al., 2007) indica los cultivos exportados desde Mesoamérica. La presencia en el registro arqueobotánico en el istmo de Panamá, Hon-duras y Belice de cultivos sudamericanos como yuca (Manihot esculeta Crantz) para 5000 ap, *Antes del presente.

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Paulina Machuca Chávez, Patricia Colunga-García Marín y Daniel Zizumbo-Villarreal

Maranta arundinacea L; ñame (Dioscorea trífida L.) hacia 5000 ap, cacao (Theobroma cacao L.) 3300 ap y camote (Ipomoea batatas L.) para 2300 ap (Dickau 2005; Dickau, et al., 2010) señala los cultivos importados hacia Mesoamérica.

Registramos cultivos del área andina, la Ama-zonía, la vertiente del Orinoco y de la cuenca de los ríos Paraná-Paraguay: papa (Solanum tubero-sum L.), yuca (Manihot esculenta), achiote (Bixa Orellana L.) cacao (Theobroma cacao L.), camo-te (Ipomea batatas) y piña (Ananas comosus [L.] Merr. ). Estos cultivos eran desconocidos para los europeos, de tal forma que los citan como “vege-tales de la tierra” reportando su uso comestible y medicinal, lo que demuestra su arraigo en b-j.

Existen reportes de huertas de cacao preco-lombinas en Colima y Zacatula-Atoyac (nom-brada Cihuatlán) en Guerrero (Bergman 1969; Crown y Hurst 2009). Las rg identifican cuatro áreas de producción de cacao para 1580: a) Compostela Nayarit; b) Colima-Motines, Coli-ma; c) Tierra Caliente, Michoacán, y d) Zacatula-Atoyac, Guerrero (figura 2).

La Relación de Compostela (Blanco, 1988) re-gistra que en las tierras de la costa, como el Va-lle de Banderas, se producía suficiente cacao, “mucho y bueno”, cultivado en las heredades de los españoles el cual era utilizado por los indios para elaborar bebidas y como moneda. Aunque a finales del siglo xvi la producción de cacao comenzó a declinar por la escasez de mano de obra indígena, dando lugar a otras economías como la de la plata (Calvo, 1990); en 1605 Alonso de la Mota y Escobar todavía reportaba hereda-des de cacao en Compostela, Valle de Banderas, Valle de Chila y Jaltemba, además de algunos sembradíos en la Villa de la Purificación, Jaljocot-lán y Mecatlán (de la Mota, 1966).

Durante el siglo xvi la producción de cacao en Colima fue una de las principales actividades económicas, aun cuando un siglo después sólo quedaban restos del cultivo. En 1540 había 234 mil árboles de cacao plantados en la zona (Sán-

chez, 2008), cantidad que se incrementó a 750 mil en el periodo 1551-1554 (Lebrón, 1979). Las plantaciones se localizaban en Aguacatitlán y Xicotlán, además de Alima y Maquilí (Motines).

Originaria de la cuenca de los ríos Paraná-Paraguay (Bartholomew y Rohrback, 2003) la piña (Ananas comosus) se registró al norte en Villa de la Purificación, Nueva Galicia y al sur en Tehuantepec.

El camote (Ipomea batatas) fue uno de los cultivos que rápidamente se expandió en Meso-américa, y fue aquí donde adquirió su nombre a partir de la voz náhuatl camotl. Se cree que al-canzó su domesticación en la región de Ayacu-cho, Perú (León, 1987). Una de las evidencias de la gran acogida que tuvo este vegetal en Meso-américa fue que además de alimento lo utiliza-ban como elemento medicinal. En 1574 Francisco Hernández –el protomédico de la Nueva Espa-ña– lo reportó como una raíz buena para comer-se cruda, asada o cocida, preparada con distintas viandas; decía que tenía un sabor parecido al de las castañas, aunque llegaba a producir flatulen-cias por ser un poco craso.

En la región b-j el camote se registra en Cuz-catlán, ubicado en el obispado de Tlaxcala, de manera abundante y se reportan “tres géneros” de Ipomea (Castañeda, 1985). En Nueva Gali-cia era común el uso medicinal que los nativos daban al camote, pues los naturales de Ameca (Leyva, 1988) lo utilizaban como alivio contra la sarna, paperas y bubas: “es una yerba que, a los que están tullidos, dan a beber, aquellas raíces muy cocidas, y con el agua de ellas lo purgan. Es tan fuerte y hace tanta operación, que los des-trulle, y purgan por las vías ordinarias, por boca y ojos, y quedan sanos” (Leyva, 1985:96). También en el poblado de Zapotitlán, provincia de Amu-la, Nueva Galicia, empleaban el camote como purgante: “cogida (la raíz), la cortan a tajadas y la secan al sol; y con esta raíz, molida y en agua, se purgan” (Agüero, 1988:67).

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Introducción y difusión temprana de recursos fitogenéticos en la región Balsas-Jalisco durante el siglo xvi: una perspectiva agrohistórica

La papa o patata (Solanum tuberosum) fue registrada en Compostela, Zumpango, Tixtla, Chilapan y Tehuantepec, mientras que la yuca (Manihot esculenta) en las Relaciones del Obis-pado de México, Tlaxcala y Michoacán. Desafor-tunadamente no se reporta mayor información sobre su uso. El achiote (Bixa orellana) se sumó a otros colorantes nativos y se incorporó al vo-cabulario náhuatl como achiotl, de gran aprecio por los pintores gracias a su tonalidad escarlata, muy consistente a la hora de estamparlo en las ropas: “es de tal modo tenaz este colorante que una vez untado apenas podrá quitarse por más fuertemente que se lave, y mezclado con orina es indeleble” (Hernández, 1959:27-28). Era tam-bién un colorante de alimentos y bebidas, ade-más de que protegía de las picaduras de insec-tos y ayudaba a cicatrizar heridas. Hacia 1580 los pobladores de Coatepeque, en la jurisdicción de Ichcateupan (México), lo empleaban para curar las “cámaras de sangre”.

b) La introducción de cultivos por la ruta del AtlánticoTan pronto como se inició el proceso de coloni-zación española en el Nuevo Mundo, diversos cultivos fueron introducidos a La Española y posteriormente al resto del continente ameri-cano (Crosby, 1972). En su segundo viaje trans-atlántico, Cristóbal Colón llevó consigo granos y semillas para el arraigo de la población ibérica asentada en las villas recientemente creadas. Hernán Cortés, en 1524, informó al emperador Carlos I sobre la necesidad de que los navíos que se embarcaban rumbo a América llevaran consigo “cierta cantidad de plantas, y que no pueda salir sin ellas, porque será mucha cau-sa para la población y perpetuación de ella” (Cortés, 1987:144). La introducción de cultivos y técnicas de origen euroasiático y africano por parte de los colonizadores se llevó a cabo jun-to con la introducción de ganado, que ocupó nuevas áreas abiertas a los cultivos bajo drenaje

y riego y aprovechó los pastizales naturales, los cultivos y los esquilmos agrícolas nativos. Se ex-pandieron cultivos como cereales y hortalizas a la usanza europea, y se utilizaron nuevas herra-mientas, medios de transporte y otros ciclos de cultivo (Rojas, 1994). Los cultivos traídos del Vie-jo Mundo tuvieron mayor demanda comercial en las proximidades urbanas y en los reales de minas. En las tierras altas (2 000 msnm) de b-j, se difundió el trigo (Triticum spp.) con éxito, acom-pañado de cebada (Hordeum vulgare L.) y de fru-tales como membrillos, manzanas y duraznos; en las tierras medias (entre 1 000 y 2 000 msnm) se aclimataron bien los cereales y las hortali-zas, mientras que en las tierras calientes (1 000 msnm o menos) se expandieron los cultivos de los cítricos, los plátanos y la caña de azúcar.

Cereales y semillasEl trigo constituía parte fundamental de la dieta en España, por lo cual el gobierno virreinal im-plementó como política su cultivo para satisfa-cer las demandas de la población española, con lo que incluso para 1535 se exportaba desde la Nueva España hacia las Antillas y Tierra Firme (Crosby, 1972:70). Un ejemplo de éxito en b-j fue en la población de Chilchota, Michoacán, donde el maíz y el trigo estuvieron a la par en impor-tancia durante ciertos periodos del siglo xvi; in-cluso en época de escasez de maíz, el trigo fue el alimento sustituto de la población (Villela, 1987). En Quacomán, Michoacán, se tributaba trigo en lugar de maíz hacia la década de 1570 (Dávila, 1987).

Con los cereales llegaron nuevas técnicas e instrumentos agrícolas al territorio mesoameri-cano (figura 5). En Tepeaca, Tlaxcala, tierra abun-dante en trigo y donde según su alcalde mayor se producían alrededor de 80 mil fanegas anua-les hacia 1580, se sembraba con bueyes, siendo los naturales los encargados de la cosecha (Ce-rón, 1985). Los cultivos introducidos también se modificaron con técnicas agrícolas del mundo

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mesoamericano: el corregidor de Tiripitío, don Pedro de Montes de Oca (1987:362), describió cómo los naturales sembraban el trigo a mano en sus camellones a manera de eras de huerta, lo que resultaba más eficiente en términos de la colecta. Desde luego que este tipo de técnicas requería mayor trabajo y un gran número de personas que se dedicaran a ello a fin de tener un excedente y no limitarse al autoconsumo. En algunas poblaciones de la región b-j de finales del siglo xvi e incluso antes, ya registran los moli-nos de trigo y la elaboración de pan.

El haba (Vicia faba L.), el garbanzo (Cicer arie-tinum L.) y el chícharo o arveja (Pisum sativum L.) también se registraron frecuentemente donde se presentaba el trigo, como en el caso de Tiri-pitío, cuyo alcalde mayor presumía que se daba muy bien el trigo, la cebada, las habas y los gar-banzos, “como en la mejor tierra de España” (Montes de Oca, 1987:355).

Frutales arbóreos Moreno-Toscano (1968) refiere que en el siglo xvi las primeras huertas y frutales europeos se en-contraban en los conventos, donde se aclimata-ron. En ellos también se enseñaron las técnicas agrícolas romanas y árabes y fue donde se inicia-ron las obras de irrigación y la construcción de acueductos. Aunque para 1580 estos cultivos se destinaban al consumo de los europeos, paula-tinamente se cultivaron en tierras de los indíge-nas, proceso que tardó varias décadas. Había un clérigo en Tamazula (Michoacán) que cultivaba diversos frutales y hortalizas de Castilla, inclu-yendo el olivo, muy difícil de encontrar en la re-gión (Flores; 1987).

Entre los “árboles de Castilla” que localizamos en la región del b-j hacia 1580 (figura 5), el mem-brillo (Cydonia oblonga Miller) fue el más común, aunque no se describen las prácticas alimenti-cias asociadas a él. Quizás el higo (Ficus carica), del que los naturales elaboraban bebidas em-briagantes, sea el único ejemplo de un manejo

más complejo, pues en Chilchota, Michoacán se preparaba un vino con este fruto (Villela, 1987). La presencia de dos tipos de higo en Tecama-chalco y Cuzcatlán, Tlaxcala, los blancos y los prietos, indicó que llegaron distintas varieda-des de este fruto a la Nueva España (Cerón, 1985; Castañeda, 1985).

La uva (Vitis vinifera) se registró poco en la re-gión; las escasas referencias están relacionadas con los monasterios donde los frailes trataban de incentivar esta industria por el papel relevante que desempeñaba la vid en las ceremonias reli-giosas. Así, tenemos noticias de parrales, princi-palmente del obispado de Michoacán: Xiquilpa, Tancítaro, Tingüindín y Chilchota, todos ellos si-tuados sobre los 1 500 msnm. Tancítaro se consi-deraba como “gentil tierra” para pan y árboles de Castilla, entre ellas la uva (Macarro, 1987), mientras que en Chilchota se daban buenas uvas de Casti-lla por ser tierra fértil, aunque no era un cultivo de interés para los naturales (Villela, 1987).

Se encontraron escasas referencias al dátil (Phoenix dactylifera). Es posible que fray Tori-bio de Benavente, Motolinía, haya sembrado los primeros dátiles de la Nueva España en su monasterio de Cuauhnáhuac (Cuernavaca) ha-cia 1529 y obtuviese su primera cosecha en 1541 (Toscano, 1946). En la Relación de Iguala el co-rregidor desmiente la versión común de que quien planta un dátil nunca ve su fruto, al testifi-car que el beneficiado Moreno plantó un hueso de dátil en el patio de la iglesia y sólo tres años después dio sus primeros frutos (Estrada, 1985); sin embargo ni el olivo (Olea europea) ni la cas-taña (Castanea) tendrían éxito en la región.

HortalizasEn un principio los religiosos sembraban hor-talizas en los patios de los conventos, práctica que se extendió paulatinamente al resto de la población nativa. La berenjena, cuyo consumo en la dieta mediterránea era muy importante, no tuvo tanto éxito en América posiblemente

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Introducción y difusión temprana de recursos fitogenéticos en la región Balsas-Jalisco durante el siglo xvi: una perspectiva agrohistórica

por la presencia de los jitomates y tomates, que incluso terminaron desplazándola de la dieta mediterránea. Como se muestra en la figura 7, los principales vegetales de este grupo fueron la col (Brassica oleracea var. Capitata), la lechuga (Lactuca sativa), el rábano (Raphanus sativus) y la cebolla (Allium cepa) (figura 7).

En la población de Tamazula, entonces juris-dicción de Michoacán, ya había jengibre sem-brado hacia 1580 en el convento de un clérigo (Flores, 1988). De acuerdo con el médico sevilla-no Nicolás Monardes, fue Francisco de Mendoza –hijo del virrey Antonio de Mendoza– quien in-trodujo el jengibre a la Nueva España hacia 1547, junto con semillas de clavo, pimienta y otras es-pecias originarias de Asia (Del Río y López, 1992). Este hecho habría ocurrido de manera simultá-nea con la introducción de jengibre a América por parte de Guido de Lavezares, superviviente de la expedición de Ruy López de Villalobos a las Filipinas, y quien robó a los portugueses algunas semillas de esta planta en las llamadas Islas de la Especiería para llevarlas a España, y de ahí al Nuevo Mundo hacia 1550, donde se sembraron con éxito en la hacienda del regidor de la ciudad de México, Bernardino del Castillo, en Cuernava-ca (Del Río y López, 1992; Sarabia, 1984).

Frutales herbáceosEl melón (Cucumis melo L.), originario de África oriental, fue la especie que mejor y más rápido se aclimató a la región. Para fines del siglo xvi, ya existía un sembradío de temporal definido e in-cluso se cultivaba en algunas localidades para fi-nes lucrativos. En Iguala, al sur de esta región, su corregidor se jactaba de tener en su jurisdicción los mejores melones de la Nueva España (Estra-da, 1985). Muy pronto los naturales de Ameca y Sirándaro encontraron en el melón un cultivo de beneficio al comercializarlo con la gente de tierra fría (Coria, 1987). Al parecer, la sandía (Ci-trullus lanatus [Thunb.] Matsum & Nakai), llegó tardíamente a la región b-j, pues hacia finales

del siglo xvi sólo se localizó en la provincia de Motines, junto con melones y pepinos (Alcalde, 1987); En cambio, el pepino (Cucumis sativus L.) es más frecuente en esta región mesoamerica-na, pues se le detectó en casi una decena de lo-calidades (figura 8).

CítricosLos cítricos se presentaron ampliamente en la región b-j. La naranja (Citrus aurantium) se re-gistró en prácticamente toda la región y sus al-rededores hacia 1580, desde Compostela hasta Tehuantepec (figura 3), seguida por la lima ácida o limón mexicano (Citrus aurantifolia) y la lima dulce (Citrus limetta). Una constante es la men-ción de la toronja (Citrus paradisi) y de la cidra (Citrus medica) en los mismos lugares donde crecían la naranja y la lima ácida. Quizás fueron menos comunes, pero su importancia radica en que representaban una fuente de vitamina C. El limón mexicano, originario de Indo-Malasia, fue conocido por los europeos durante las cruzadas y llevado por los árabes al norte de África y por los cruzados desde Palestina al Mediterráneo. Se introdujo inicialmente al Caribe y a México don-de era común su cultivo en La Española en 1520.

En el siglo xvi, en b-j el cultivo de limón per-maneció al cuidado de religiosos y autoridades españolas. Los nativos lo introdujeron poco a poco en sus huertos donde cultivaban ciruelas (Spondias spp.) y guayabas (Psidium guajava L.) con el mismo fin. Es interesante observar que los naturales de Coatzinco, en Ahuatlán, Tlaxcala, ya utilizaban en 1581 el jugo del limón como purgan-te junto con otras yerbas nativas (Cárdenas, 1985).

PlátanosFue tan rápida la difusión de los plátanos (Musa spp.) y tan escasa su presencia en Europa en el siglo xvi, que diversos españoles los considera-ron como “árbol de la tierra” (figura 3). Se intro-dujo por Tomás de Berlanga en Santo Domingo en 1516. Posiblemente llegó al Caribe desde las

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islas Canarias, a donde habría sido transportado desde Guinea, en África Occidental (León, 1987).

Existen datos sobre la introducción del plá-tano a la actual región b-j por los españoles. Los indios principales de Zapotitlán en la provincia de Amula refirieron que Francisco Cortés había llevado al pueblo las primeras semillas de pláta-no y caña dulce para que las sembrasen cuan-do visitó esta población en 1525 (Romero, 1996). En 1579 el corregidor de Ajuchitlán, Michoacán reportó que en esa zona había muchos pláta-nos “que vinieron de la isla Española” (Garcés, 1987:295). En la Relación de Opono (Nueva Ga-licia) lo señalaron como alimento antiguo de los naturales, al afirmar que “sus comidas eran maíz, frijoles, carnes de venado y truchas […] y miel y plátanos, a su tiempo” (Gómez, 1988:219-220).

A mediados del siglo xvi, Vasco de Quiroga llevó los plátanos desde Santo Domingo y los difundió en las comunidades indígenas. Hacia 1766 se reportan varios géneros de plátanos: los guineos, los de Uruapan y los llamados gor-dos, siendo estos últimos “el pan de que se usa en las tierras calientes por la escasez de harina” (De Moreno, 1766:83). En Tancítaro y Apatzingán, Michoacán se registró en 1580 el manejo alimen-ticio del plátano; en Tancítaro se le comía cru-do, asado y cocido y servía de base para elabo-rar potajes durante la temporada de cuaresma (Macarro, 1987), mientras que en Apatzingán los naturales secaban los plátanos para venderlos, porque “secos, es una fruta a manera de conser-va de carne de membrillo, y, como digo, es fruta que en muchas partes es estimada y vale dine-ros a los que viven de tratar en ellos” (Macarro, 1987). Por otro lado, se reporta en la Villa de la Purificación, Nueva Galicia, que los naturales ha-cían un pan de plátano, lo que revela un proceso de rápida incorporación al sistema alimenticio de la población nativa (Gómez, 1988).

La caña dulce (Saccharum officinarum L.) se menciona como caña de azúcar o caña de Cas-

tilla, y se registra desde Compostela hasta Ante-quera en los extremos de la región. En 1525, los nativos de la provincia de Amula recibieron de Francisco Cortés las primeras semillas para plan-tarla, tal como lo refiere en su relación Agüero (1988) y de allí se habría extendido a las regio-nes aledañas. Además de alimenticia, la caña de azúcar se llegó a utilizar en la construcción. Es interesante observar que en Cuiseo, Nueva Gali-cia, los naturales ya la habían incorporado como material para construir sus casas, junto con otros elementos de la tierra (Medina, 1988).

c) La introducción de cultivos por la ruta del PacíficoLa expansión europea del siglo xv estuvo rela-cionada con la búsqueda de las especias. Tras la conquista de América, la corona española implementó expediciones marítimas que par-tieron del Pacífico mexicano hacia las islas del poniente desde los puertos de Zacatula (1523) y Aguatlán (puerto de Colima) 1527 hacia las Mo-lucas. Estas primeras expediciones fracasaron. El primer retorno exitoso fue desde las Filipinas, realizado por Alfonso de Arellano quien arribó al puerto de La Navidad el 9 de agosto de 1565. El 8 de octubre de ese año llegaron Andrés de Urdaneta y Felipe de Salcedo a Acapulco. El 25 de enero de 1569 Álvaro de Mendaña, quien ha-bía zarpado de El Callao en Perú, arribó al puer-to de Colima procedente de las Islas Salomón (Kelly, 1969; Sevilla del Río, 1977). Utilizando los datos geográficos de Urdaneta se estableció la ruta comercial que unió el puerto de Acapulco con las Filipinas y China que funcionó desde 1571 hasta 1826 y amplió enormemente el intercam-bio de cultivos.

Entre limitaciones importantes para los mari-neros en los largos viajes estaba la poca dispo-nibilidad de agua dulce y alimentos, particular-mente granos y cítricos para evitar el escorbuto. La necesidad de asegurar agua fresca para un largo viaje era evidente. En 1499 Vasco de Gama,

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al conocer las propiedades del cocotero (Cocos nucifera L.) en las costas de India, hizo que fuera forzoso para los navegantes portugueses llevar-los en los viajes como abastecimiento de agua fresca, en cambio, los españoles no dispusie-ron de los cocos hasta después de 1540 (Harries, 1974). Así, posterior a 1540 los capitanes de bar-cos españoles llevaban granos (carbohidratos), cocos (agua, grasas y proteínas) y cítricos (como fuente de vitamina C para prevenir el escorbuto) y estaban obligados a cultivarlos en el caso de perderse y llegar a sitios desconocidos para in-tentar asegurar la supervivencia y poder regre-sar a esos sitios.

Es por ello que no se descarta la posibilidad de que tanto Arellano como Urdaneta y Felipe Salcedo (1565) trajeran varios cultivos. Se tiene registrado que Álvaro de Mendaña introdujo cocoteros a Colima (Kelly, 1969; Sevilla del Río, 1970) y es posible que también cítricos y pláta-nos. A partir de 1571 en los viajes de retorno del Galeón de Manila era obligatorio llevar cocote-ros y cítricos como parte de los bastimentos.

Los registros de 1580 indican que en b-j ade-más ya se habían sembrado los palmares, el arroz (Oryza sativa L.) y los tamarindos (Tamarin-dus indica L.) transportados por la Nao de China. Estos cultivos no llegaron solos, sino acompaña-dos de una cantidad considerable de asiáticos –conocidos en la Nueva España como “indios chinos”–, quienes implantaron sus técnicas y saberes ancestrales en las poblaciones donde se asentaron, lo que permitió un mayor apro-vechamiento de estos cultivos (Machuca, 2009; Oropeza, 2007).

DiscusiónEn cuanto a los cultivos introducidos en tiempos precolombinos, el estudio señala una amplia distribución del cacao criollo en la región b-j. De estas poblaciones sólo han sido estudiados y colectados algunos de la región de Michoacán

(Montemayor y Anaud, 2002). La diversidad ge-nética en los cacaotales criollos ha sido baja, lo cual indica la necesidad de llevar a cabo ex-ploraciones etnobotánicas a fin de rescatar el germoplasma criollo en los sitios reportados y buscar genes de resistencia a enfermedades y sequía, ya que se espera un fuerte impacto ne-gativo en las principales áreas productoras en las regiones húmedas de África y América don-de se cultiva (Davis y Sadiq, 2010).

A pesar de que el área de producción de Co-lima se consideró como una región secundaria de abastecimiento de cacao para el centro de México, fue la que abasteció a los centros urba-nos lejanos en la región de Aridoamérica (Crown y Hurst, 2009), de tal forma que su importancia fue mayor a la estimada.

Los registros sobre piña en las rg indican que este cultivo tenía su límite norteño al sur de Na-yarit, al igual que en el caso del cacao. La diver-sidad genética contenida en estas poblaciones aún no ha sido reportada y es importante cono-cerla para aprovecharla y conservarla.

Cinco casos relevantes con relación a los recursos genéticos vegetales y su utilización presente y futura para la agricultura nacional y mundial, los constituyen las introducciones tempranas de trigo, arroz, coco, cítricos y pláta-nos en la región b-j reportadas por las rg.

La cuenca alta de la región b-j: (Michoacán, México y Oaxaca) y las rg indican una amplia distribución del trigo. Ahora sabemos por los estudios botánicos, agronómicos y genético-moleculares que las introducciones correspon-dieron a una gama de variedades con alta diver-sidad genética, y que tal diversidad, después de cinco siglos, se continúa sembrando por parte de las comunidades rurales nativas, tanto en los campos de cultivo como en los huertos de los conventos. No puede descartarse que además de los trigos procedentes de España, llegaran variedades de trigo procedentes de China a través las Filipinas como abastecimiento en los

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viajes de regreso lo que generó un centro se-cundario de diversidad genética. La diversidad de trigo introducida tempranamente, conser-vada y utilizada por las comunidades nativas, conocida mundialmente como los trigos mexi-canos actualmente está siendo empleada como fuente de genes con alto interés en los progra-mas de mejoramiento moderno en la búsque-da de resistencia a enfermedades, tolerancia a sequía, productividad y sustentabilidad del cultivo (Skovmand, 1997; DeLacy et al., 2000). La utilización de los trigos mexicanos tiene un fuerte impacto en la agricultura europea, parti-cularmente en la actual área triguera de Anda-lucía (Solís-Martel, 2010).

Aunque en las rg no se reporta la presencia de arroz (Oryza sativa) los primeros plantíos en la costa del Pacífico surgieron tempranamente, de-rivados de la necesidad de disponer de víveres para los “indios chinos” durante y después del viaje del Galeón de Manila. El hospital de Aca-pulco en esas fechas, destinaba una parte de sus gastos de comida a la adquisición de arroz, cla-vo y pimienta, teniendo como cocinero a Gaspar “Chino”, quien seguramente enseñó a utilizar estos ingredientes en los platillos que ofrecían (Oropeza, 2007). Ello sugiere también que la pi-mienta negra (Piper nigrum L.) y el clavo (Syzy-gium aromaticum L.) pudieron ser introducidos desde los primeros viajes del Galeón. El precio de estas especias en Acapulco debió haber sido mucho menor si procedían de las Filipinas que desde Europa y más bajo aún si eran producidas en tierras americanas.

En el caso del cocotero las rg sólo nos refieren su presencia en el área de Motines, Colima, sin embargo es probable que también se le encon-trara en el área de Acapulco hacia 1580. La intro-ducción de coco por Álvaro de Mendaña desde las Islas Salomón en 1569 y su posterior cultivo están bien establecidos (Sevilla del Río, 1977). No se puede descartar la posible introducción por Arellano al puerto de La Navidad en 1565, ni por

Urdaneta en Acapulco en 1566. El transporte de cocoteros está registrado a través de la Nao de China al puerto de Acapulco. En 1642 un edicto del gobernador general H. de Corcuera ordena-ba a cada nativo filipino cultivar 200 árboles de coco para satisfacer las necesidades de agua dul-ce que requería el Galeón de Manila para su via-je hacia Acapulco (Grueso y Harries, 1984), este hecho enfatiza la importancia del cocotero para dicha ruta tanto de ida como de regreso.

Los estudios botánicos, agronómicos y genético-moleculares han demostrado la in-troducción de la variedad de coco San Ramón, característica de la isla de Luzón y de Las Vi-sayas en el archipiélago filipino Las planta-ciones de dicha variedad se presentan en los alrededores del puerto de La Navidad y de Salagua, Colima, así como en las cercanías de Aca-pulco (Zizumbo-Villarreal, 1996). Este genotipo de cocotero pudo haber sido introducido tanto por Arellano como por Urdaneta, que zarparon de Luzón. Estos estudios también demostraron la introducción de la variedad Rennell, caracterís-tica de las Islas Salomón, la cual se encuentra en los huertos viejos cercanos a la ciudad de Colima, en el área de Tecomán y en Cerro de Ortega, así como en Coahuayana y Aquila (Motín del Oro) en el actual estado de Michoacán (Zizumbo-Vi-llarreal 1996; Zizumbo-Villarreal y Colunga, 2001). Finalmente, también estos estudios han señalado la presencia de la variedad Laguna, genotipo in-troducido a través del Galeón de Manila, que se cultiva en el área de Manila, y que es común ob-servar en huertas de cocotero en la Costa Chica del estado de Guerrero, cercana a Acapulco (Zi-zumbo y Colunga, 2001).

La introducción y difusión de diferentes va-riedades antiguas de coco que se cultivaron en áreas contiguas permitieron la recombinación e infiltración genética, lo que creó una amplia diversidad genética y un centro secundario de diversidad que sirvió para el establecimiento de programas de mejoramiento sustentable, que

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dieron una respuesta exitosa al principal pro-blema ambiental de este cultivo en América: el amarillamiento letal del cocotero (Zizumbo-Vi-llarreal et al., 1999: y 2008). Los cocoteros, intro-ducidos por los europeos en las costas del Atlán-tico desde las costas africanas en 1549, tanto en Nueva España como en Nueva Granada y Brasil, resultaron susceptibles a la enfermedad. Ello sig-nificó que las áreas productivas del Golfo de Mé-xico y del Caribe, de México y de Honduras, mu-rieran y hayan tenido que ser replantadas con germoplasma selecto cuya base genética son las antiguas introducciones en la costa del Pacífico y sus diversificaciones. Países productores como Brasil y Colombia requerirán en el futuro del ger-moplasma mexicano para revertir los efectos de esta enfermedad cuando se disperse en los próximos años (Zizumbo et al., 2008).

Las rg indicaron una amplia presencia de los cítricos, principalmente la naranja (Citrus au-rantium) y el limón mexicano de semilla o lima ácida (Citrus aurantifolia Swingle) en la región b-j desde Compostela hasta Tehuantepec. De manera similar al cocotero, variantes genéticas de limón mexicano fueron introducidas inicial-mente por la ruta atlántica, y posteriormente en los primeros viajes a Filipinas por la ruta del Pací-fico. Es altamente probable el arribo de genoti-pos desde su área de origen vía Filipinas ya que el tamarindo (Tamarindus indica), otra planta del centro indo-malayo utilizada para prevenir el escorbuto, también se registró en Acapulco en 1584, en el solar de un habitante asiático llama-do Juan Rodríguez (Oropeza, 2007).

La riqueza citrícola de México que represen-ta el limón mexicano se encuentra seriamente amenazada por la bacteriosis del Huanglong-bing (Candidatus liberibacter spp.), que se ha convertido en emergencia fitosanitaria en el ni-vel nacional por la rapidez de su dispersión. La mejor y única opción a largo plazo es utilizar la resistencia genética natural del cultivo contra

esta bacteria (Da Graca, 1991; Da Graca y Kors-ten, 2004). Como en los casos del trigo y coco, la amplia distribución del limón mexicano en diferentes ambientes y culturas da la oportuni-dad de tener éxito en la búsqueda de resistencia natural de este cultivo. Las rg dan pistas claras donde ubicar los genotipos antiguos en huertos de conventos, iglesias y huertos familiares. Co-lectar, caracterizar y evaluar la resistencia de la diversidad en b-j es una tarea prioritaria que nos espera.

Algunos autores han planteado la posibili-dad de que el plátano pudo ser introducido en la época precolombina hacia el 2500 ap, debido a su amplia distribución temprana durante el contacto europeo y al hecho de que cuenta con multitud de nombres nativos. Dichas introduc-ciones pudieron deberse a marinos polinesios, quienes habrían traído, particularmente, pláta-nos con genoma aab en cuyos propágulos vinie-ron sus patógenos (Marin et al., 1998); sin embar-go no existen evidencias concretas del contacto polinesio con América ni registros arqueobotá-nicos que indiquen su presencia en Ecuador o Panamá (Dickau et al., 2010). Este posible geno-ma pudo ser introducido a través de los prime-ros viajes procedentes de las Filipinas junto con los plátanos con semilla. Ello pudo ampliar la diversidad en la región michoacana, que fue la referencia del cultivo.

La sigatoka negra (Mycosphaerella fijiensis More-let) es la más importante enfermedad epidémica del plátano en México y en el mundo. La manera más efectiva y segura de combatirla a largo pla-zo es el uso de variedades resistentes aunque en la actualidad no se cuenta con ellas. La bús-queda de germoplasma resistente es clave para el futuro de este cultivo en México y en el mun-do. Sin embargo, a pesar de disponer todos los genomas descritos en el nivel mundial (Marin et al., 1989), no conocemos aún la variabilidad ge-nética ni en México ni en b-j, región donde las rg

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indican la mayor distribución e importancia his-tórica en el país. Es tiempo de emprender la bús-queda y evaluar este germoplasma que puede resultar clave para el cultivo del plátano en todo el mundo.

Las rg presentaron limitaciones serias para alcanzar nuestros objetivos: en primer término el problema del desconocimiento de los cultivos americanos, y de muchos asiáticos, por parte de sus autores. La información es muy gene-ral y heterogénea y no reporta la variación de los cultivos. En segundo término, las rg se rea-lizaron básicamente en las áreas altas donde los españoles se asentaron y las “vistas” a tierra caliente eran poco frecuentes como para hacer una descripción detallada. En tercero, no existen relaciones que pueden ser clave: como la Rela-ción de Colima que no ha sido localizada o fue destruida, y la del puerto de Acapulco que no se escribió. Es por tanto de gran importancia revi-sar directamente los registros de viaje de el Ga-león de Manila durante el período 1571-1600 en la búsqueda de las plantas que se introdujeron en tiempos tempranos de la Colonia. Se calcula que fueron aproximadamente 230 especies de plantas útiles las que se intercambiaron por esta vía (Pacheco, 2010).

Afortunadamente los estudios botánicos y genético-moleculares nos han venido revelan-do que la región b-j, en efecto, se constituyó en un área experimental de confluencia de diferen-tes germoplasmas donde se generó una amplia biodiversidad en los cultivos gracias a la actitud creativa de los productores mesoamericanos.

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AgradecimientosLa investigación contó con el apoyo del Conse-jo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a través del programa de Estancias Postdoctorales Vinculadas al Fortalecimiento de la Calidad del Posgrado Nacional, Convocatoria 2010. Agrade-cemos de forma especial a Celene Marisol Espa-das Manrique (urn-cicy) por la elaboración de los gráficos.

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1. Compostela 2. Ameca 3. Tenamaztlán 4. Purificación 5. Poncitlán y Cuiseo 6. Amula 7. Motines 8. Tuxpan 9. Xiquilpa

10. Tancítaro 11. Tingüindín 12. Chilchotla 13. Pátzcuaro 14. Tiripitío 15. Sirándaro 16. Sinagua 17. Zacatula 18. Ajuchitlán

19. Tuzantla 20. Ichcateupan 21. Zumpango 22. Iguala 23. Taxco 24. Temazcaltepec 25. Zultepec 26. Tistla 27. Chilapan

28. Cuatro Villas 29. Atlatlahucan 30. Tetela 31. Tototapan 32. Ocopetlayucan 33. Acatlan 34. Ahuatlan 35. Cholula 36. Huehuetlan

37. Tepeaca 38. Xalapa/Cint/ Acatlan 39. Tilantongo 40. Texupa 41. Teutitlán 42. Tetiquipa 43. Teozacualco 44. Peñoles 45. Tehuantepec

Cuadros

Cuadro 1. Relaciones geográficas del siglo xvi consultadas de la región Balsas-Jalisco. (Acuña 1984-1988).

Figuras

Figura 1. Distribución geográfica de las 45 Relaciones Geográficas del siglo xvi consultadas de la Región Balsas-Jalisco (Acuña 1984-1988).

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Figura 2. Distribución geográfica del cacao, camote, piña y papa introducidos en la época precolombina registrados en la región Balsas-Jalisco en las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

Figura 3. Distribución geográfica de la naranja, limón (lima agria), lima y cidra registrada para la región Balsas-Jalisco en las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

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Figura 4. Distribución geográfica plátanos y caña de azúcar registrada para la región Balsas-Jaliscoen las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

Figura 5. Distribución geográfica del trigo, haba, garbanzo y cebada registrada para la región Balsas-Jalisco las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

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Figura 6. Distribución geográfica del membrillo, durazno, granada e higo registrada en la región Balsas-Jalisco en las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

Figura 7. Distribución geográfica de las hortalizas col, lechuga, rábano y cebolla registradas en la región Balsas-Jalisco, en las Relaciones Geográficas del siglo xvi .

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Figura 8. Distribución geográfica del melón y el pepino, registrada en la región Balsas-Jalisco, en las Relaciones Geográficas del siglo xvi .