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índice

Cuatro pueblos, tres secciones de provincia, dos elecciones y una ley Indígenas y 1 o alcaldes en Urubichá, Gutiérrez y Villa Montes Ana Maria Lema ................................................... 4 7

Indígenas, colonizadores y agroempresarios Una visión general sobre las tierras ba¡as en Bolivia Miguel Uriom Fernández de Córdova ..................... 79

Un adiós con textos orientales ··-········-····························--·······-··-···-···························-·-··-·-·····-······ 4

Élites a la vuelta del siglo Cultura política en el Beni: una panorámica Gonzalo Roji1S Ortuste y Luis Tapia Mealúz -· ........ 7

www.flacsoandes.edu.ec

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Nutrición en la selva Seguridad alimentaria en el área rural de Pando MónicaAntezana .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 93

Geografía, historia y biología Identidad cruceña: entre eolias tropicaliz:ados e himnos al imperio &lfoel Archondo . . . ...... ... ...... ... .. ... . ...... .. ... .... ... .. 1 1 1

RESEÑAS/NOVEDADES ........................................................................................................... 1 1 7

Piedras con aires de muier Pilar Cont=as ....... . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . .. . 1 39

1lnkazos SEPUEMBRE/DICIEMBRE 2000 AÑO 3 N'7

Revista Boliviana de Ciencias Sociales, cuauimesual del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB)

Director Rafael Archondo

Consejo Editorial Rafael Archondo Rossana Barragán Pamela Calla Pierre Lavaud (Francia) Cecilia Moreno Rodney Pereira Godofredo Sandóval Javier Sanjinés (EE.UU.) Carlos Toranzo

Diseño gráfico Willmer Galana

Pintura de portada Fernando Rodríguez Casas Fotografía: Pedro Querejazu

Esta publicación cuenta con el auspicio del DGIS (Directorio General de Cooperación Internacional del Ministerio de RelacioJleS Exteriores de los Países Bajos)

Depósito legal: 4-3-722-98

Impresión "EDOBOL" Ltda. Derechos reservados Fundación PIEB, septiembre 2000

Dirección: Edif. Fortaleza, piso 6 o f. 60 l. Av. Arce, 2799 Teléfonos: 432582-435235 Fax: 431866 Correo electrónico: [email protected] Página web: www.lpieb.org

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RESEÑAS/NOVEDADES

La otra que quiero y empezaba a desconocer

Luis Verdesoto

Reflexiones en torno al Infor­

me de Desarrollo Humano en

Bolivia 2000, elaborado por

el PNUD del Sistema de

Naciones Unidas

Informe de Desarrollo Humano en Bolivia

En nuestro hacer, no existe obligación más grata que comen­tar un libro con ideas de fondo, escrito en clave sociológica, como lo manda el "oficio". Es más gra­to, cuando me ha permitido vol­ver la cabeza hacia Bolivia y leer­la desde sus entrañas. Leerla, ade­más, desde otras realidades, que varias veces nos permiten ver y vernos. Me estacioné en Bolivia, por primera vez, cuando se die-

2000

taba el 2 1 060. Pude sentir la "muerte sociológica'' de una cla­se, los mineros, y pude mirar cómo, desde entonces, intenta ser liberal una sociedad vigorosa­mente centrada en la nación.

Los siguientes párrafos tienen un carácter ensayístico. Salvo dos excepciones, no se citan los tex­tos, de los cuales, sin embargo, el comentario sigue siendo tribu­tario (todos los entrecomillados

'Ilnhwli 1 1 7

pertenecen al Informe) . Las con­versaciones tampoco han podi­do ser incorporadas en su forma­lidad, pero su presencia virtual las hace fácilmente reconocibles a los interlocutores.

El texto no tiene que ser co­loquial, no debe serlo, pero no puede sustraerse de debates e interlocuciones, que tienen mu­chos años. A un texto abigarra­do, como es el Informe, no pue-

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de respondérsele con aparentes s impl ezas o invocacio nes a la "buena lectura" (o quien sabe si la pretensión llegase a invocar a la "correcta lectura") . Son años de debates y divagaciones, angustio­sas, fructíferas, que quisieron hacer de las letras, acciones; o de las propuestas, instituciones y de las ideas, democracia . . .

Es m uy imporrante que el li­bro tenga un origen en un orga­nismo internacional, en las Na­cio nes Unidas. Nos dice, que la aparente h o m ogenei dad d e m e t o d o l o g ías, s i e m p re s e reinventa. El texto d e origen, los Informes de Desarrollo Huma­no, son propuestas mundiales de ideas férriles. Nuestra obligación es la irreverencia creativa.

U NO l .- ¿Qué significa global izarse

(globalización) para un país' Es posible hacer una "medición" de la globalización desde las dimen­siones subjetivas de la interacción social? y ¿puede la sociedad te­ner a sus valo res como el mejor i n s t r u m e n t o p ara a s u m i r l a globalizaci ón? Estos parecen ser los remas-retos del Info rme. Aho­ra bien, ¿ para qué/para quién es ú t i l p regu n t arse s o b re l a globalización d e u n país? Esta pregu nta asume una posición contrapuesta a las alianzas ami modenizadoras que se plantean ¿ Cuánto podemos resistir a la globalización?

De entrada, el Informe nos devuelve a las preguntas clásicas de la sociología y de la sociología política acerca de las bases socia­les de la democracia, las determi­naciones centrales del desarrollo. Finalmente, el tema son las rela­Cio nes e n tr e c o m u n i d a d , sociológicamente defmida, y el destino, marcado por imágenes de historia y coyuntura.

2.- Las "definiciones de sí mismo". Un país es una "perso­nalidad social", entendida co mo conjunto de co mportamientos y rasgos construidos en el tiempo y actuados com o pasado y pre­sente, es ubicación de actores frente a sus destinos o pérdida de la ubicación de la sociedad fren­te a lo que ella, u otros, definen como sus estándares. La pregun­ta pertinente sigue siendo, ¿si la "personalidad social" de las na­ciones no se modifica y cuáles son los lími tes de ese cambio? Dicho de otro modo, se asume que la globalización es un fenómeno de un poder pro-activo tan formi­d a b l e , que i n cl us o pr ovoca redefiniciones, empujadas por los actores sociales y las políticas pú­blicas, las que sobrepasan a la mera descomposición de la per­sonalidad social y que asumen nu evos conto rnos y, presu mi­blemente, nuevos contratos.

3 . - Los paradigmas. Pro­ye ctarse en el mundo gl oba­lizado es, necesariamente, asumir una interacción comp leja con

Tinkazos

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otros sujetos, de desigualdad de poder e intereses, desde la defi­nición de los intereses "propios", la que tiene que hacerse con ins­t r um e n tos cada vez m ás estandarizados. El mercado mun­dial nos muestra todos los días definiciones de ello.

Volviendo la principio . Se trata de definir los cambios que se operan en los paradigmas de la subjetividad boliviana, en tan­ro, por un lado, instrumentos de articulación a otros globalizados (o en trance de globalización) y forma de asumir la comparación (o las "desventajas comparati­vas") , y, por otro lado, examinar las aptitudes para conservar a la nación sin modificación o de mo­dificar a la nación en lo sustanti-vo.

En corto, el tema pareciera ser, preguntarnos, ¿están los bo­livianos (y en este sentido, los ecuatorianos o los dominicanos) construyendo fo rmas específicas de ser en la globalizaóón?, o ¿es que acaso se han allanado a los cambios perdiendo sentido na­cional? ( ¿Por qué un país como Ecuador, uno de los más lejanos del m u n do p o r su bajo relacionamiento internacional, i nstrumenta una globalización compulsiva a través, por ejemplo, de la "dolarización" de su econo­mía y de la renuncia de muchos atributos de política económica?)

4 . - Los p o deres de l a globalizaci ón. La fo rma de en ten-

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demos en los "poderes" de l a globalización es disponer d e un arsenal mínimo de "saberes" so­bre nosotros mismos y sobre los otros, i nstrumentos de conoci­m i e n t o , y de una m edic ión confiable, de los cambios nacio­nales, internacionales y mundia­les, referentes sin los cuales no se puede actuar. La disparidad me­dida por los indicadores uadicio­nales (económicos, sociales, terri­roriales, genéricos) se pondera hacia arriba por la disparidad en la capacidad cognoscitiva y tec­nológica. La desigualdad tecno­lógica es monstruosa, distancia gigante que sigue creciendo con­ua nosotros.

Sin em bargo, existen instru­mentos más apegados a los co­nocimientos, que permiten "ne­gociar" (mejor o algo) la inser­ción en la globalización. No po­demos negarnos nuestro derecho a un d i s c u rs o acerca de l a globalización, a una medición de la-autonomía con que la que nos relacionamos y a una visión de la comunidad de la que seguimos siendo parte. Sin asumir este su­puesto, no podemos ser parte de u n a "nego c i a c i ó n" de la globalización. Poco se obtiene al constatar la disparidad Bolivia­Japón, por ejemplo, si un país no se pregunta sobre las definicio­nes "desde las cuales" se negocia la dispari dad . Dicho de otro modo, sólo si los bolivianos en­tienden su propia problemática,

y las dimensiones de la transfor­mación de su personalidad social, será posible asumir, en clave po­sitiva, a la globalización como una oportunidad.

El Informe plantea este reto y "esta mi rada" desde la cual asumir a la medida de las disparida-des clásicas del desarrollo humano.

5.- La soberanía. Perder o reddlnir la soberanía, no hay oua alternativa. El Informe asume, casi como una petición de prin­cipio, la pérdida relativa de so­beranía. Mi rada la soberanía des­de la dimensión territorial tradi­cional, esto es así. Dentro de esos parámeuos, sólo es posible pen­sar a la soberanía desde la dimen­sión de la autonomía absoluta y de la reducción como la conse­cuencia necesaria de los cambios.

Ames bien, cabe afirmar que sí es posible pensar a los múlti­ples cl ivajes de la autonomía en la actualidad, los que conducen a la soberanía como dimensiones que se modernizan y comple­j izan, con un más allá y un más acá de la autonomía absoluta. Las interrelaciones e interdependen­cias refieren cada vez más a una gama de variables en que el terri­torio, fuente de un planteamien­to de exclusión de terceras posi­ciones, pesa cada vez menos den­tro del conjunto. A su vez, las mentalidades de los sujetos socia­l es asumen crecien-temente a los nuevos vínculos como lenguajes para reproducirse a sí mismos. La

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glo-balización de los mercados y de los componentes culturales plantean las formas de una cons­trucción conjunta y conflictiva de los sentidos de la historicidad ("construcción de compromi­sos") .

6.- Los hilos de la mundia­lización. Ciertamente la mayor infl uencia de la globalización opera a uavés de las institucio­nes y las prácticas financieras. El rol cenual de intermediación de los intercambios (y de la referen­cia de todos los intercambios) si­gue siendo el dinero y la decisiva capacidad de financiamiento de los recursos. Sin caer en la tram­pa de reducir la sociedad a las medidas economicistas, es evi­d e n t e q u e el d i n e r o , y el financiamiento, han convertido a "sus" instituciones, en el sínto­ma de la fragilidad de "todas" las instituciones. La vulnerabilidad de la sociedad a las crisis finan­cieras en varios países de la re­gión (y con más dolor por lo cer­cano y lo reciente al Ecuador), muestra el tipo o el grado de pe­netración de los intercambios para la defi nición de la persona­lidad social.

7.- Los compromisos de la globalización. La naturaleza más e lemental q u e adquieren los compromisos entre diferentes en la g lobal ización s u e l e ser l a "condicionalidad" (de l a coope­ración, del comercio, de la aper­tura, etc. ) . La condicionalidad

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supone asimetría y una raciona­lidad no compartida (la simetría y la racionalidad común harían innecesaria a la condicionalidad). A su vez, la condicionalidad li­bera a la interdependencia de su característica de comprensión del otro y la devuelve a su plano ori­ginal de dependencia. Y ésta se basa en el conocimiento de los objetivos e intereses de uno, que supone objetivos e intereses del otro reductibles a los propios. Incluso se puede suponer la exis­tencia de objetivos e intereses co­munes, pero cuya construcción está determinada por la raciona­l idad del que detenta recursos.

Las cartas de intención o la cooperación para la eliminación de la pobreza, básicamente dis­tintas, son actos de una raciona­lidad externa a nuestros países, cuya creación de vínculos con las diversidades internas, están final­mente sentadas en la imposición de las éli tes , la desestructuración de los subordinados o la pérdida de racionalidad sustantiva de las instituciones. En el fondo, la ur­gencia por convertir a la necesi­dad en orden, puede transformar al respeto a la diversidad en que debería sustentarse la confianza entre los interdependientes, en imposición en propósitos tales como el buen gobierno.

8. - Las tareas. El Informe plan tea tareas centrales son las cuales la estabilidad económica no es sustentable. Cada una co-

rresponde a un ámbito clásico de las formaciones históricas. Así, en el ámbito político deben fortale­cerse las instituciones; en el eco­nómico debe re enrumbarse el sentido de la competitividad, y en el social debe superarse la ex­trema pobreza. Exam inemos cada uno de ellos.

Las instituciones bolivianas, especialmente las estatales, nun­ca pudieron construir su propia lógica valórica y sus rutinas para el procesamiento de los temas que les corresponden, porque es­tuvieron sometidas al asedio de la sociedad y de sus lógicas con­tradictorias, que compartían en común, el irrespeto institucional. La "apues ta" (recomendación) pr imor d i al del I n forme se enrumba hac ia la c u l t ura institucional, basada en la edu­cación ciudadana y social. S in embargo, evade la segunda parte de la "apuesta", posiblemente, porque asume, de partida, una respuesta. Esto es, que el tema parece no ser una disyuntiva en­tre el rediseño institucional o la modificación de los sujetos por­tadores de las instituciones, sino la mutua necesidad entre los dos procesos. Más aun cuando, como en el caso boliviano, operan so­bre una base nacional tan sólida como rígida.

Entre l os objet ivos de l a competitividad está el logro d e la eficiencia. La pregunta perma­nente es ¿se puede conciliar solí-

claridad y eficiencia? O, plantea­do de otro modo, ¿se puede con­ducir la eficiencia hacia la soli­daridad? De un lado, el proble­ma parece ubicarse en el modo cómo la búsqueda de eficiencia económica conduce a abigarra­das dualidades entre lo moderno y lo tradicional, entre lo interno y lo externo. De otro lado, la efi­ciencia debería corresponder a la creci ente responsab il idad que deben asumir los productores para la generación y administra­ción de satisfactores de las nece­sidades básicas.

En nuestros países, cada vez con más frecuencia se constata una enorme incapacidad para producir un pacto nacional con­tra la pobreza. Muchos factores convergen en estas imposibilida­des. En Bolivia, uno de ellos, es que la posibil idad de acuerdos contra la pobreza está limitada en que la estabil idad económica se asienta sólo en un pacto político sin un pacto social de sustento. De este modo, la interacción bá­s i ca y el m u ruo condi cio­namiento entre la política econó­mica y la política social no en­cuentra sentido como gestión pública de la sociedad y de los decisores.

Una pequeña disgresión. S­tamos frente a la "vieja" y sÍf'm­P re renovada búsqueda de organicidad entre el sistema po­lítico y el sistema social, que es legítima como actividad de co-

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nocimiento y actividad política. El actual problema de Bolivia y de otros países es que para la c o n s t r u c c i ó n de l a refer ida organicidad, debe "descubrirse" la ecuación social de sustento de la política que se ha implantado, para lo cual también, y con más fondo, debe conocer. ¿Quiénes son los "nuevos" sujetos sociales de la democracia, cuya subjetivi­dad ocupa un lugar intermedio de la sociedad en relación a las prácticas económicas y políticas?

Desde estas dimensiones, el Informe nos obliga a reflexionar sobre la construcción social de la subjetividad boliviana, esto es pensar, de un lado, la construc­ción de las legitimidades, o los obstáculos a esa construcción, de la democracia, y de otro lado, al aporte de los sujetos a las prácti­cas de la sociedad, su economía y su política, a la que nos hemos referido antes. Se trata de cono­cer a los valores, las culturas po­lítica e institucional, y las aspira­ciones, volun tades, los soportes subjetivos de la acción política, del ser orgánico de la sociedad y de sus partes.

9.- Las capacidades. Antes de volver sobre la construcción de la organicidad de la sociedad, con qué "cabeza" se moviliza este "cuerpo", (finalmente es otra lec­tura del Informe), la introduc­ción recoge el ya clásico descu­brimiento de que el incremento de los niveles educativos asegura

una inserción favorable en la globalización. Esto nos recuerda a la movilidad social asociada a la educación tan presente en la región hace cuatro o cinco déca­das.

Pero la referencia es otra. En un país tan bruscamente afecta­do de analfabetismo, como fue Bolivia hasta hace dos décadas, y t a n a l t a m e n t e c o n fl i c t ivo/ deliberativo, que casi no pudo estructurar un orden estatal, la educación aparece como la posi­bilidad de (re) conocer, conocer otra vez, el sentido de la inser­ción i nternacional como una oportunidad. La util ización de la oportunidad está ligada a la j us­ticia tanto en el tratamiento del sistema internacional cuanto en la capacidad para demandarlo, que son capacidades nacionales, ecuaciones de desarrollo con pro­yectos.

La apuesta por la c i uda-danización de nuestros países es­

. tuvo l igada a que la lucha contra el analfabetismo se convierta en presencia pública de los sujetos sociales, como un acto cada vez más deliberado y menos espon­táneo. Ciertamente esta posibi­l idad de ejercicio de la capacidad de elección, de usuarios de la de­mocracia, es pos ible de ejercer sólo dentro de dos condiciones sin las cuales el proceso educati­vo no es sustentable.

De un lado, un nivel de de­sarrollo que permita verificar a la

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oportunidad como una opción viable de progreso. De otro lado, que las estructuras institucionales que permitan exigir y verificar derechos, estén garantizadas por el sentido más profundo de la legit imidad de la sociedad. En suma, que la capacidad de utili­zación de las instituciones de la democracia está necesariamente sustentada en la i mplantación ininterrumpida de la ci udadanía en la democracia.

10.- Las aspiraciones. "Las aspi raciones son metas futuras socialmente construidas a partir de la relación que las personas establecen con otros sujetos dis­tintos en un contexto socio cul­tural específico . . . Las aspiracio­nes son una construcción social subjetiva en la que interviene la visión presente y la perspectiva de futuro del sujeto o la comu­nidad", nos dice el Informe.

Así, el pasado fija parámetros, la sociedad los arrastra y los pro­yecta al futuro en un ejercicio de modificación (nivel de aspiración - meras); fu turo y pasado actúan en el presente permitiendo a los sujetos vivir (sentido de) y actuar (elaborar estrategias) . El presen­te es la única dimensión tempo­ral que permite "medir" los valo­res, más precisamente, la cons­trucción de los valores.

El presente es una dimensión caótica y ordenada. Por un lado, re construye el pasado y re gene­ra otro orden hacia el futuro. Esra

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transición entre órdenes es, no puede ser de otro modo, "caóti­ca". La mirada del desarrollo hu­mano puede dar un sentido de progreso o retroceso, de moder­nidad o modernización. Escru­tar la construcción actual de la subjetividad permite conocer el lindero entre la aceptación y el uso de instituciones. Así, se acep­ta lo que se adecua a formas idea­les y se usa lo que p resenta factibilidad para verificar in t e re­ses.

El ámbito de verificación de las aspiraciones es la garantía de insti tuciones que perm iten el ejercicio de derechos. El tema central es el desplazamiento del eje de funcionamiento de las so­ciedades desde el "estado-centris­mo" como forma públ ica de construcción de los sujetos socia­les al predominio del mercado. La incertidumbre que proporcio­na el mercado ("la cultura de mercado") sólo puede ser contra­pesada con la rutina, solidez y continuidad institucional. El fu­turo de las sociedades sólo existe en vínculo con las instituciones y la capacidad de modificación de la personalidad de las socie­dades como sus sustentos y sus usuanas.

1 1 .- Los valores. El Informe sostiene, indirectamente, que para que los valores sean parte del desarrollo deben ser plurales y reconocerse en el sentido histó­rico de cada sociedad. El reto que

se plantea es desarrollar una téc­nica para medirlos, lo que supo­ne una metodología para discri­minar a sus pares.

Lo p rimero que p lantea el Informe es descubrir el tipo de asociación entre lo racional y lo afectivo. Lo segundo es conseguir una definición de individuación.

Comencemos por esta segun­da definición. Nuestras socieda­des, me refiero a la región, fue­ron construidas a través de suce­sivos hitos colectivos. Más preci­samente, nuestro sentido de co­munidad como "andinos" se pro­duj o a t ravés de ep i sod ios fundacionales masivos. Nuestra "virtud" está asociada con un sen­tido colectivo de solidaridades no mercantiles, que generan cohe­siones políticas, culturales y sim­bólicas (Guerrero, 2000). Esto genera un doble estándar entre un funcionamiento colectivo di­rigido hacia la comunidad y un funcionamiento individual diri­gido al mercado. Esta dualidad del funcionamiento social debe conciliarse a un doble nivel.

De un lado, la conformación del sentido individual de la de­manda, garantía y consecución de los derechos es una tarea ac­tual para conciliar con el sentido histórico de la construcción co­lectiva previa (López, 1 998) . De otro lado, debe producirse una clara individuación de los acto­res sociales para lograr su identi­ficación con roles precisos den-

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tro del sistema político, suscep­tibles del control social y de la rendición de cuentas, y con apor­tes claros a la nueva complejidad con que opera el sentido público actual.

El sentido individual del de­recho y la individuación de roles en el sistema político permitirá a la sociedad dotar de interlocuto­res al proceso de concertación so­cial. A su vez, los interlocutores están provistos de conciencia y espontaneidad. Desde esta pers­pectiva, la construcción de sen­tidos nacionales, avance del con­junto en el logro de una meta, combina, por necesidad, raciona­l i dad y pas ión . Discr iminar metodológicamente en la cons­trucción valórica a los compo­nentes racionales de la pasionales, los conscientes de los espontá­neos, supone una gran disposi­ción de instrumentos para la in­mersión en la realidad. Esta es una tarea de mediano plazo del Informe.

1 2.- "Nación moderna". Su­cintamente la definición del In­forme puede ser codificada como comunidad heterogénea de ciu­dadanos. Así, la nación es una abstracción de rango intermedio que se aleja del "alto nivel" de la c o m u n idad y se S i tÚa equidisranremenre del "bajo ni­vel" del país múltiple de indios y cholos, obreros y campesinos, terratenientes y oligarcas. Entre los acrores sociales de la diferen-

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cia y la conformación de lo co­mún político con forma de Esta­do, puede situarse la ciudadanía en sus dos versiones coetáneas, de comunidad política y de identi­dad social. Desde este punto de vista, la ciudadanía ya no es una sola forma valórica, la superación de la diferencia de la individuali­dad del voto, sino la tensión or­ganizada y armónica de vertien­tes democráticamente articula­das. Lo común en la nación mo­derna son meras de destino arti­culadas por la "igualdad en la di­ferencia", aporre central del In­forme.

La drástica propuesta de eli­minar del Estado boliviano toda forma de homogeneidad forzo­sa , re l igiosa , po l í t ica , idiosincrática, social, cultural , debe traducirse en una lenta ac­ción, simultánea con la reforma val órica-moral de la sociedad bol iviana. Ningún actor ni ideo­logía es propietario del destino nacional.

13 . - ¿Qué comparten los bo­livianos en la producción de su nación moderna? Comencemos por el lado negativo. La identi­dad definida por el otro, Chaco y Pacífico, muestra una clave del funcionamiento político, persis­tente en varios países con defini­ciones colectivistas de sus dere­chos, en que el Estado es el cen­tro de la política y de la reivindi­cación. La dificultad para asumir una definición nacional en clave

positiva oculta el grado de con­formación de lo común de la so­ciedad, limita las iniciativas y "vi­vifica" al país, más en los tiem­pos de crisis que en los de bien­estar y emprendimienro.

El "pes i m ismo" , la baja autoesrima y el sectarismo" son expresiones, adicionalmente a las planteadas en el Informe, de la asunción del subdesarrollo bajo la forma nacional de la opresión. La "conciencia" de nación opri­mida genera los dos polos de reivindacionismo permanente y la devaluación colectiva.

El Informe propone que "el sacrificio, la solidaridad y la ca­pacidad de organización" com­pensan aquella forma nacional devaluada. Cabe acompañar a la afirmación con que esos valores "solos" no generan por sí mismos la compensación a la devaluación colectiva, sino a través de estruc­turas públicas que permitan asir esas volun tades, que hasta enton­ces, sólo son formas individuales o de localidad. Esta es la com­prensión que desarrolló la Ley de Participación Popular, que ini­cialmente recogió la vocación de aporte del p ueblo boliviano y pretendió encaminarla hacia la eficiencia por la vía de la política pública.

El Informe habla de "debili­dad de un p royecto letrado". Su­ponemos que refiere a la ilegiti­midad de las élites que lo porra­ron, a la imposibilidad de arti-

cular nación y cultura. Estos son temas que generan la aversión de los economistas simples. ¿Por qué preguntarse por la nación y la cultura en un país de carencias materiales tan acentuadas? El de­sarrollo no tiene respuesta, ade­más en un mundo de pocas al­ternativas económicas, sin una definición precisa de la ecuación socio-nacional desde la cual se lo demanda.

El rema de la integración so­cial es definido en el Informe como búsqueda de "equidad de oportunidades en el mercado, dignidad y reconocimiento so­cial" . Lo justo debe ser una cons­trucción colectiva, que como producto de su deliberación, ge­nera sentido, plantea el Informe". . . . concepto de igualdad comple­ja, que es la construcción de una comunidad política y de la mis­ma política como fuerza cons­tructiva de la deliberación y de la igualdad".

El concepto de in tegración social remire a la búsqueda de "solidaridad orgánica" construi­da en base a la diferenciación de roles dentro de una mediación institucional. El paso básico pa­reciera consistir en una división del trabajo más desarrollada, a la que se adhiere un intercambio más generalizado de pareceres e ideologías, esto es, la opinión públ ica. Consriruir a la opinión en una parte de lo público y pro­ducir un activo intercambio es lo

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"civilizado" de la sociedad, ám­bito de intercambio o de delibe­ración. El producto del i ntercam­bio es la legitimidad, única fuente constructora de igualdad susten­table y no como mera manipula­ción política o de las políticas públicas.

Ahora b ien , ¿ q ué tipo de "igualdades" tiene delante la so­ciedad como opciones?

14.- Estado y mercado. La transición en el desarrollo gene­ra una incertidumbre que puede ser resuelta por terceros, los populismos emergentes, o por los propios actores a través de volun­tades públicas y políticas. Las alianzas modernizadoras hasta ahora se definen por suprimir cualquier rol el mercado. Desde ninguno de los dos lados, la so­ciedad puede poner en ejercicio su capital social transmitiendo capacidades y vigores colectivos para una construcción nacional que permita avanzar a todos.

La reconfo rmación del sen­tido de lo público en nuestras sociedades está fuertemente vin­culada con amplias búsquedas en torno al Estado y al mercado. Muchas de esas búsquedas des­vían su camino al producir o re­producir equilibrios, mientras que la temática central está en una nueva articulación en tre ellos, en modelos de articulación colaborariva que perm i tan efi­ciencia y derechos, transparencias y resultados.

DOS 1 . - Las élites, la sociedad y la

demanda del m ercado. ¿Cuánto necesitan las élites de la sociedad, de sus valores, de sus sujetos, de su disposición durante la transi­ción de modelo de desarrollo como la que vive Bolivia?, ¿cuá­les son los compromisos que las élites dirigentes pueden asumir con la nación durante esta fase?, ¿t ienen las élites el mismo grado de necesidad de la sociedad du­rante las fases de estabilidad, las que otorgan certezas acerca del futuro? (la referencia a las élites en el Informe alcanza sólo a las empresariales) . El compromiso que actualmente se demanda a las élites dirigentes en Bolivia pue­de tener varias lecturas simultá-neas.

De un lado, ha sido usual demandar a los empresarios ac­ciones precisas que no entorpez­can y favorezcan a la transición tales como estabilidad en los pre­cios, aportes a la capitalización de sectores específicos, aceptación de tasas de rentabilidad. En ese sentido, se apela a su sentido de elemental prospectiva y a un in­tercambio entre la actual reduc­ción de beneficios y su resarci­miento de utilidades en el fu tu­ro. Es decir, se acude a una pro­gramación económica con ran­gos de certidumbre.

¿Qué es certidumbre econó­mica? La certidumbre no son sólo los agregados macroeconómicos,

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sino esos agregados asentados en consensos sociales maduros y en consolidaciones institucionales. Es posible concluir, entonces , que el riesgo económico no es sólo individual sino, de alguna manera, compartido entre los distintos tipos de élites y segmen­tos de la sociedad.

De o tro lado, las élites de­mandan del Estado políticas pú­blicas adecuadas a la transición tales como la flexibilidad laboral, la focalización de subsidios, la reducción y ordenamiento del gasto público. La paradoja es que el Estado sigue siendo el eje de transición y que el compromiso empresarial no guarda armonía con un discurso "principista" anti estatal. El sentido funcional del Estado no alcanza a conformar valores y compromisos en los em­presarios. Los compromisos sec­toriales a los que arriban, sólo se consiguen bajo directo control del aparato por parte de los em­presarios, lo que desvirtúa la na­turaleza misma de la representa­ción.

Las ideas de intermediación y de recodificación de las deman­das se devalúan cuando las élires corporativizan a la gestión públi­ca. Generalmente las éli tes no han podido "reconocer" a la con­formación institucional de la so­ciedad, ni del sistema político, menospreciando la legitimidad social. La posibilidad del com­promiso se dis uelve ante un sen-

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tido del interés privado, exclu­yente de las transacciones/acuer­dos y de la vocación pública. En estas circunstancias, el soporte para la orientación de compor­tamientos de que debe dotarse el Estado, especialmente para la transición, queda reducido a sus factores instrumentales. Y, en la sociedad, el Estado queda sujeto a la correlación de fuerzas.

Esto del lado de los obstácu­los a los compromisos empresa­riales que el Informe ins inúa como viables, l uego de la revisión de la información empírica que ha recuperado. Exami n e m o s otros ángulos del problema.

2.- ¿Cuáles son los valores de las élites dirigentes?, ¿se han mo­dificado estos valores durante la transición?, ¿cuán flexibles son los valores para modificarse a ins­tancias de los cambios sociales?, ¿la nueva fo rma del desarrollo supone sujetos sociales que son vistos por las éli tes desde otros ángulos o necesidades? y ¿cómo se construye el aporte de los va­lores de las élites a la forma con­creta del desarrollo que adoptan nuestros países?

EL Informe nos responde a las anteriores preguntas (las que están imbuidas de razonamien­tos clásicos en América Latina) desde otra serie de preguntas de vocación empírica: ¿Si realmen­te existen las élites, cuál es su proximidad al desarrollo huma­no, sus estrategias territoriales, su

disponibilidad frente a la demo­cracia deliberativa y al aprovecha­miento de ventajas comparativas?

S in decirnos explícitamente por qué, el Informe concreta la investigación de las élites en las regiones. Pudo haberlo hecho en otros sectores. Al asumir a las re­giones como variable definitoria del corte, supone, de un lado, que la conformación territorial de las élites es más importante y signi­ficativa que la sectorial. De otro lado, supone que la región, fo r­mación social en que el territo­rio no es sólo un referente, es la ecuación social desde la cual se mira la nación y la globalización. Además de compartir el supues­to, es importante instsnr en que en la ética (en su amplio semi­do) de las é l i t e s , el s i s t e m a valórico regional e s fuerremente productivo e institucional .

3 . - Empresas y moderniza­ción . Lo primero que nos plan­tea el Informe, en el tem a en aná­lisis, es que las élites viven una dualidad acerca de su carácter dirigente. Qu iero leer la afirma­ción desde su invocación literal, la duda de sentirse parte de la via­bilidad de Bolivia como comu­nidad productiva y de consumo. Pero también quiero leerla como expresión de (ir) responsabilidad. La viabilidad de Bolivia como nación es, fundamentalmente, que los actores asuman roles de referente colectivo, susceptibles de evaluación (control social ) .

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Así, la empresa es una responsa­bilidad pública en el doble senti­do, de la valoración social de su organización, especialmente en sus nuevas tendencias, y de su aporte al sentido público.

Otra disgres ión. El mérito y la angustia bolivianos casi perma­nentes son preguntarse, en cada paso, su viabilidad como nación. El mérito es el vigor de la pre­gunta global, que cond uce a una radicalidad holística siempre sa­ludable. La angustia es la pérdi­da de sustento para una construc­ción progresiva de futuro. Mu­chas veces, de tanto preguntarse, ¿cómo se re laciona todo con to d o ' , l a s o c i e dad corre discursivamente a grandes velo­c i d a d e s , pero s i n c a m b i a r fácticamente de sit io. Puede ser que esta forma deliberativa per­m a n e n t e a t e n t e c o n t r a el pragmatismo del accionar, que en los inicios del capitalismo con­virtió a los (varios tipos de) valo­res en sociedades industriales.

¿ Có mo se co n fo rm a l a historicidad de los actores de una sociedad?, ¿alguien debe asumir la tarea de conformación, orde­namiento, de los intereses de los actores sociales?, ¿cuáles son los roles de las élites sociales y los de los actores políticos? y ¿cuáles son las condiciones macro-sociales de la generalización de una "cultura moderna de empresa"?

In icia lmente cabe realizar una aftrmación rotunda. No se

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&mando Rodrigua Casas. Magnolia. 1984 (fowgmf/a: Pedro Q}¡.mj¡zzu)

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Fernando &drigr= Casas. La nave de los locos. 1988 (fotografla: Pedro �azu)

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podrá construir un sentido pú­blico del accionar de la empresa mientras una organización pre moderna sea socialmente renta­ble y donde las élites oscilen en­t re el pa t r imonia l i smo/ clientelismo y e l formalismo del discurso. La condición previa es que las élites se reconozcan a sí mismas como actores del desarro­l lo hum ano , lo que supone "adop tar posicio nes" sobre la agenda del desarrollo humano.

4.- ¿En qué momento las élites pueden valorar la deman­da del mercado? Un primer mo­mento puede ser cuando la acu­mulación deja de basarse en la aplicación de determinadas po­líticas públicas, que constituye­ron a actores sociales y a proce­sos colectivos. En este sentido, la liberalización en curso puede de­bilitar a una de las bases de la corrupc ión , con resultados macroeconómicos mensurables. Hubo casos en Amhica Latina en que la corrupción organizada en torno a políticas públicas llegó a constituir a fracciones de clase social.

Las crisis tienen un efecto "educativo" central en la confor­mación del mercado. La baja sustan tiva en la demanda del mercado conduce a diversas for­mas de valoración. Probablemen­te las más importantes sean re­conocer las limitaciones de la or­ganizac t o n e m p resarial endogámica, que ubica a la em-

presa también dentro de la "pre­cariedad institucional" que vive la sociedad.

A su vez, la informalidad como modalidad de organización de la demanda también genera una valoración de la norma y el orden de la oferta, la que gene­ralmente viene dada por la ley y la organización j urídica.

Finalmente los empresarios apelan a la demanda como con­secuencia de la baja de utilidades conseguidas invocando a meca­nismos informales o abiertamen­te corruptos. A su vez, la organi­zación transparente de la deman­da es consecuencia, en una parte de casos y situaciones, de la anu­lación de la competencia a través de los mismos instrumentos in­formales y corruptos.

La demanda transparente permite planificar, mientras que los mecanismos informales asien­tan las util idades en la especula­ción. cuando las élites apelan a a la transparencia de la demanda, es que pueden autorregular a las expectativas. A su vez, que pue­den hacer uso legítimo del po­der social que detentan ya que se ha ajustado a sus intereses.

Evidentemente, la demanda no es su componente económi­co. La demanda es el conjunto de circunstancias que logran ar­ticular a un conglomerado y con­vertirlo en una estructura com­pleja. Desde este punto de vista, la demanda no es ni puede ser, el

agregado de ingresos de una so­ciedad, especialmente de sus sec­tores medios y populares. La de­manda existe, como una posibi­lidad predecible, siempre que se integre. La integración social implica muchas formas de inter­cambio, material, simbólica, po­der, comunicación, opinión, y muchas formas de re-estratifica­ción, como posibilidad, dentro de los roles viables ofrecidos a los actores . Una sociedad que no ofrece opciones, no conforma a la demanda.

5 . - Extender la moderniza­ción. La agenda que debe resol­ver la sociedad es extremadamen­te compleja, por las variables en las que opera la disparidad. El informe nos dice: " . . . la pobreza socioeconómica y la discrimina­c ton p o r l a d i ferencia sociocultural, comienzan a pre­sionar con urgencia por la inte­gración de lo excluido y el reco­nocimiento de lo negado. Es un doble requerimiento de moder­nización social, como extensión de la modernidad d isponible a todos los miembros de la socie­dad y también como una moder­nización efectiva en el registro de las relaciones marcadas por lo cultural".

En los períodos del aj uste, la disputa fuerte es evitar retroce­sos en las modernizaciones logra­das. Otra parece ser l a situación, cuando las sociedades, en este caso las élites bolivianas, se plan-

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tean la extensión de las moder­nizaciones vigentes. Entonces, es posible sospechar que puedan existir nuevos horizontes cultu­rales. Desde el análisis de los indicadores económicos bolivia­nos, no es posible afirmar que existan condiciones materiales redistributivas o que se hayan conseguidos índices sustantivamente superiores de desarrollo social, sustento de la pretendida extensión. La que se puede sospechar, con dosis altas de j usteza es que las élites "ha­blan" desde una vocación de su­perar las crisis recurrentes y des­de una situación de revaloración del equilibrio.

El equilibrio permite a las élites reconocer la modernización posible de las relaciones cultura­les que es, redundantemente ex­presado, la modernización de las relaciones etno-culturales como componentes de la demanda. Tal vez les permita, incluso, plantear-

se relaciones interculturales.

6.- Empresa y política. " . . . La modernización de la gestión es­tatal en la perspectiva de la ge­rencia pública "no es instalar a la empresa privada en el sillón pre­sidencial. Al contrario, desde su sentido más fuerte, tiene varios supuestos.

De un lado, p uede ser el anuncio de una agenda de futu­ro, esto es, la modernización de la política. Esto es una visión de compatibilidad posible entre la

conformación del mercado y los agentes de la política, entendidos éstos como sujetos en proceso de modernización.

De otro lado, la gerencia pú­blica es una modalidad de orga­nización del servicio público. La posibilidad de servicio público s in prebenda l i smo , o d e prebendalismo atenuado, supo­ne poner en funcionamiento va­rias "c laves" de l a cu l tu ra institucional en que se pueda re­valorar la capacidad estatal.

Finalmente no puede existir gestión p ública moderna sin la integración del control social como variable de la calidad del Estado y de los actores de lo pú­blico, lo que supone un acuerdo

institucional.

7.- Orientación de compor­tamientos. " . . . El líder aparece como impedido de intervenir en los nudos críticos que discierne. Así, la sociedad aparece como poco digerible, porque está regu­lada también por fuerias anóma­las y sistemát icas a su manera, capaces de reproducir y contro­lar su parcela de funcionamien­to de los sistemas sociales y la propia convivencia. Por ende, la sociedad es objeto de presiones no uatadas, sino impuestas unas sobre o conua otras. Con ello se acentúa la dispersión o las formas no productivas del desorden".

La anterior apreciación, que como muchas otras del Informe fue expresada den t ro de u n

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cripticismo enriquecedor, permi­te "jugar" con distancias y cerca­nías al texto y a sus interlocutores reales.

Si leemos el texto desde los sujetos de prácticas económicas, la sociedad aparece como un im­posible, ya que la falta de homo­geneidad en sus mecanismos de control y regulación, la hacen improcesable en un solo sentido (de gobernabilidad y rentabili­dad) . La fragmentación en mu­chos sistemas sociales conforma­ría una red de presiones inasible para los intereses de las élites. El abigarramiento sólo posibilitaría el desorden productivo.

Pero también podemos leer el texto extraído del Informe desde problemáticas generales. La po­lítica estructurada alrededor de intereses también permite lectu­ras adecuadas de la conformación de lo público. En éste concurren todos los sujetos en reforma den­tro de la transición en el desarro­llo. Así, la lectura de la sociedad desde los aportes concurrentes es una modalidad de reconformar a la política.

La primera conclusión es que sería necesario conformar un es­pacio de lo común, en medio de lo abigarrado de las diferencias. Éstas se estructuran como siste­m as (económicos , pol í t icos , " institucionales" y culturales), s iendo que, en rea l idad son subsistemas con relaciones de colaboración y antagonismo (lo

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formal y lo informal, lo indio y lo mestizo, por ejemplo) .

La pertenencia relacionada de subsistemas dentro de un siste­ma es una trama a descubrir, en cuyo resultado se basa la posibi­lidad de un acuerdo y la acepta­ción orgánica de la dirección en la sociedad (el l iderazgo deman­dado). La posibilidad del colec­tivo mayor (el autogobierne de la sociedad boliviana) no está en la homogeneización de un orden, sino en la construcción colectiva de un sentido de progreso.

8.- Regiones, no sectores. Es necesario realizar una relectura de las regiones desde la acrualidad. Hace décadas, las regiones fue­ron esencialmente un tipo de contribución diferenciada a l a nación . Las regiones disputaban hegemonías en la construcción del Estado central, las gue final­mente se referían a la conforma­ción del mercado interno.

Ahora, las regiones, según el Informe nos plantea, establecen competencias con la agenda na­cional. Creo gue podría estar li­gado a la finalización del ciclo del efecto modernizador de la cen­tralización. Las agendas particu­lares de las regiones se reconocen más en los vínculos con los nue­vos mercados, en general inter­nacionales en los que han logra­do "nichos" específicos. Frecuen­temente, estos mercados son re­giones conformadas por fronre­ras, que han gestado sus propias

lealtades económicas. La pregun­ta a futuro es, ¿si estos entornos territoriales podrán ser la base de afinidades sociales y políticas? Así, lo boliviano (lo ecuatoriano) se vuelve más "abstracto" y lo re­gional es más "concreto".

La región es o puede ser la expresión de una fragmentación más de la nación (y una incapa­cidad de soberanía interna del Estado) y, al tiempo, una cohe­sión interna. En la región actual, v igorosamente i m b u ida de transnaciona!idad, se concreta la idea de subsistemas políticos que se vinculan por la diferencia. La fl exibilidad de l a región para rearmar a l sistema deteriorado junto con las transformaciones estatales es notoria. En la medi­da en que en los estados nacio­nales es cada vez más difícil en­cont rar los fact ores de comp!ementariedad (o de nece­sidad), la posibilidad de acumu­lar capital social (confianzas que se transmiten a través de las ins­tituciones) opera mejor en [as reg10nes.

En e[ caso ecuatoriano, la quiebra de los pactos, incluido el territorial, permite pensar que la reconfirmación del país puede asentarse en nuevos pactos regio­nales/provinciales, en que las ex­periencias de desarrollo loca! exi­toso, por su autonomía en la con­quista de resultados, serán pila­res centrales. Volviendo a Boli­via, la viabilidad del mediano y

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largo plazo de la participación popular, está asentada en la ca­pacidad de regenerar excedentes económicos y sociales de la re­gión, y distribuirlos. Esta capa­cidad redistributiva depende de la naturaleza del pacto regional que se logre y de la transparencia c o n la que se refl ej e en l a estructuración del sistema polí­tico provincial.

C o n m ás exac t i t u d , los subsistemas po líticos departa­mentales deben ser rediseñados para asumir más fehacientemente la representación social emergen­te, los procesos de modernización local, los adelantos productivos y la vocación ciudadana local. Esto implica repensar a la forma partido, la articulación de potes­tades nacional y regionales, las funciones nacionales del Estado, la incidencia productiva del go­bierno local y la conformación institucional de la sociedad civil local.

F ina lm ente , mi tentación por comentar la tipología de re­giones en función de sus acti­tudes frente al desarrollo hu­mano, actitud fatal ista versus actitud pro activa, cedió su lu­gar a la asociación entre la idea de "gobernabil idad" (entendi­da como formación de un cír­culo virtuoso para la asignación de recursos en un a m biente de procedi mientos democráti cos) con l as regiones. Dos elemen­tos nuevos.

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De un lado, lo específico de la racionalidad/percepción regio­nal, en la que los actores son otra forma, más compleja, de colecti­vidad en relación con los actores sociales sectoriales. De otro lado, las m icroregiones o las regiones m uestran u n a c ap ac idad d e emprendimiento y d e integra­ción social, al margen de las aso­ciación clásica de pobreza y exa­cerbación de las reivindicaciones. Muy probablemente, grados me­nores de diferenciación social, al margen del grado relativo de po­breza de ingresos, puedan aso­ciarse mejor con condici ones productivas y generar empresas colectivas más exitosas.

TRES 1 .- Nación y modernidad.

En uno de sus últimos discursos, en algún acto partidario transmi­tido por la televisión a todo el país, don Walter Guevara Arce planteaba como el reto angustio­so de la pol ít ica bol iviana, la sobrevivencia de la nación en m e d i o d e l a neces idad de globalizar la economía, como única opción de fut uro. El con­texto, el partido que había reali­zado la revo lución de 1 9 52, in­t e n t a b a l a d i rección y el protagonismo de un nuevo pro­ceso dramático: ¿cómo ser mate­rialmente global y subjeti va­mente boliviano>

Bolivia, que es un país "siem­pre" al borde de hechos de tras-

cendencia (la revolución y la con­trarrevolución, el socialismo y el capitalismo) se expresaba en me­dio de una paradoja comunica­cional. El octogenario intelectual (más formador de racionalidad que de l iderazgo) hablaba de parámetros de l a mo derni dad boliviana, sentado, ya sin vigor físico, envuelto en un negro abri­go , trataba de derrotar a la opa­cidad del contexto con los colo­res de la nación en baile, apelan­do a su capital social más impor­tante.

A su modo, el Informe tam­bién vive aquella angustia. " En el caso boliviano, la presencia de las culturas originarias, su gran capa­cidad para la solidaridad, la orga­nización social , reflexión históri­ca, la autovaloración simbólica, expresada en muchas luchas socia­les, no ha tenido suficientes opor­tunidades para proyectarse en el manejo de la complejidad moder­na, y de esta manera poder expan­dir su rica visión cósmica en los avatares de la modernidad".

E intenta, el Informe, resol­ver la ecuación acerca de las des­t rezas que deben disponer los actores de la nación para ap rove­char las oportunidades de la mo­dernización. Estas son el manejo de códigos de modernidad, el uso de información, la memoria his­tórica como contexto y un siste­ma de pertenenci a propio.

Los bolivianos, munidos de su nación, serían capaces de ejer-

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cer aptitudes de sociabil idad y reflexividad para lograr " . . . una agenda concertada de desarrollo humano capaz de fo mentar la competitividad, la equidad y la institucionalización en la socie­dad". El objetivo " . . . (la) calidad de vida en un sentido convencio­nal, vale decir, como mayor bien­estar personal y social mediante la satisfacción de necesidades bá­sicas y mayores márgenes de rea­l ización personal. En segundo térm ino . . . (la) calidad de vida como un conj unto de capacida­des o cualidades de los sujetos que les permile, precisamente, un mejor y mayor desarrollo perso­nal en los nuevos escenarios".

2.- ¿ Por qué apelar a la sub­jetividad? " Del lado de la subje­tividad, las respuestas a la vulne­rabilidad y la incertidumbre son más eficaces si se construyen so­bre la sociabilidad y reflexividad progresivas. En otras palab ras, si se edifican en base a la capacidad y disposición de la gente para insertarse en redes sociales, re­flexionar crít i ca y constructi­vamente sobre su situación e his­toria, convirtiéndose en actor deliberante dentro del sistema de toma de decisiones".

Porque "una buena i niciati­va puede fracasar si no se reco­nocen los patios i nteriores del ser humano" .

Dicho en otros términos, la propuesta del desarrollo huma­no requiere del conocimiento de

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los actores, de su objetividad y su subjetividad para proponerles tareas de construcción institu­cional y de futuro viables. La ac­tualidad reclama un fino equili­brio en la reflexión entre la for­ma nacional y la forma global. ¿Son los bolivianos portadores de esa posibilidad?

3.- Sociabilidad. Apelemos a algunos conceptos para ubicar el tema. La sociabilidad desarrolla sentidos de pertenencia (a la co­munidad). La pertenencia (refe­rencia) tiene que darse en un in­tercambio entre la construcción colectiva del "nosotros" en in ter­cambio con los "otros". La comu­nidad de referencia crea una for­ma común (¿hasta dónde homo­génea?) desde la cual se interpela a otras comunidades. Mientras la comunidad conformada perma­nezca en l o s p lanos de la auto referencia, no podrá estable­cer una sociabilidad por inter­cambio con otras comunidades. ·Mientras la nación se reconforme será imposible asir a los saberes de la globalización. ¿Hasta dón­de el vigor nacional impide en Bolivia este intercambio?

La sociabilidad se convierte en una aptitud de aprehensión de lo otro, cuando el sentido de lo público se incuba en las instan­cias primarias de socialización. La familia crea solidaridades, pero no ciudadanos. Como es cono­cido, los sentidos del derecho, deber, responsabilidad y garan-

tía, se basan en la educación acer­ca del sentido de lo público, en niveles de individuación de los actores familiares, en flexibilidad entre lo homogéneo sanguíneo y lo heterogéneo social y, en gene­ral, en la conformación del dere­cho individual como equilibrio de la conformación del derecho colectivo, éste último asociado a la nación y a la familia.

El Informe hace una minu­ciosa reconstrucción de la percep­ción de la conformación familiar de la sociabilidad, pero no de la del sentido público, aquel que permite completar la fórmula de aptitudes para una socialización exitosa, tolerante , confiable , transmisible y, fundamentalmen­te, reflexiva de la globalidad des­de una base nacional. Esto que me he permitido denominar en otro texto como el "consumo de las instituciones".

La capacidad comunitaria del mundo privado boliviano es ex­traordinaria. Ha desempeñado un rol de extraordinaria fortale­za en la transición, como instan­cia de refugio y de protección frente a la crisis y el ajuste. La capacidad de adaptación del mundo privado de los sectores subalternos de Bol ivia es muy creativa. Pero subsiste la duda de ¿si es una capacidad suficiente para insertarse en formas de mo­dernidad avasallantes en el pen­samiento desde sus propios pies culturales?

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El m1smo Informe s e replantea, con j usteza, e n la ve­hemencia de algunas de sus afir­maciones: " . . . los bolivianos tie­nen un alto grado de sociabili­dad, que se expresa en la facili­dad para relacionarse con los de­más. Sin embargo, existe cierta desconfianza de los que otros puedan hacer en el espacio pú­blico, particularmente en la ciu­dad. La "disposición vinculante" es un potencial para el desarrollo humano dentro de la sociedad boliviana, pero tiene que ser ac­tivado y extendido para que abar­que esferas que trasciendan los límites de la familia".

La capacidad de "vivir" el mundo público muchas veces se atropella con un traslape no in­tencional del mundo privado. Muchas esferas del mundo pú­blico se hacen a imagen y seme­janza del mundo privado, por lo cual se configuran como fal ta de orden. La familia es orden públi­co. Las estructuras del parentes­co no generan orden ni estabili­dad públicos. Suelen desbordar el orden públ ico en configura­ción y se imponen desde su lógi­ca agregativa. Un caso claro es la débil conformación de la autori­dad boliviana y la facilidad con

que se consume la legitimidad �in réditos en la formación de con­fianzas con el sistema político a largo plazo.

Refiriendo al mismo proble­ma desde otro sentido, el Infor-

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me plantea que se producen "Mutación (es) de roles sociales que el sistema no logra incorpo­rar". Esto es un desencuentro entre los actores de los cambios y las estructuras institucionales que deberían soportarlos. Desde allí, el problema está también en

la conformación de lo público.

4.- Reflexividad. La pregun­ta central pudiera ser. ¿Son la deliberación y el contacto social tolerante partes constitutivas de las relaciones sociales bolivianas? La violencia (las diversas formas que adquiere) fue, en general, la vía de "solución" de la forma na­cional. Estuvo ligada a las bases productivas de la nación, espe­cialmente, la minería. ¿Qué es lo que ha cambiado en la Bolivia actual, que permita asentar una cultura reflexiva encaminada a la construcción deliberativa del fu­turo y de la forma estratégica de la política?

Las c u l tu ras ( p o l ít i cas) andinas son gestual es. El valor del "gesto" sobresale frente al valor de la palabra. Por ello ha sido tan difícil construir ciudadanía en una escena pública procesada por los antecedentes fami liares, co­munitarios, gregarios, o l igár­quicos o subalternos, codificados. Los municipios que despliegan los gestos en los sistemas políti­cos andinos, no están inscritos, por necesidad, en un código tra­d u c i b l e a l a demo craci a . La polisemia de las nociones de

acuerdo y participación es un ejemplo permanente. A los siste­mas po líticos les espera, m ás bien, una larga construcción de puentes de diálogo intercultural e interinstitucional.

Cabe también indagar acer­ca de las formas de capital social, en las cuales es tan rico en Boli­via. El sentido al que apunta el capital social es asentarse en for­mas de democracia no verbal. Son formas simb ólicas ya que la confianza es creencia, incluso en las formas más avanzadas de le­gitimidad democrática. Esto nos plantea articulaciones complejas entre el mundo simbólico y la democracia, j ustamente para la vigencia de sus compo nentes deliberativos.

Como una última disgresión, cabe opinar que el Informe ob­tiene una conclusión excesiva­mente convencional: "La socia­bilidad es más intensa entre los pobres del campo, mientras la reflexividad, referida al manejo de los códigos de una moderni­dad compleja, está más vigente entre los jóvenes de estratos me­dios y altos urbanos". El llama­do de a t e n c i ó n acerc a de l a convencionalidad de l a afirma­ción trata de prever conclusiones prácticas acerca de la socializa­ción y del desarrollo.

El tránsito del gesto a la pa­labra, entonces a la deliberación, es complejo pues no se trata de la introducción "civil izatoria" de

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nuevos códigos que tampoco son los que hicieron a las "tempranas" democracias más al sur del cono. Se trata de un lenguaje político sustentado en difíciles ecuaciones de valores sociales de sociedades en tránsito al desarrollo. Son va­rios tipos de relaciones: indivi­duo-sociedad, sociedad global­sociedades parti culares e indivi­duo-individuo.

La posibilidad de que la so­ciedad tenga una visión sobre sí misma, como condición de un tratamiento deliberativo de las diferencias, es difícil. La relación especular de los grupos sociales se consigue luego de una activa relación con otros grupos, la que permite justamente una agenda compleja de desarrollo, que pue­da devenir en agenda de desarro­llo humano. En caso contrario, la relación especular no supera la

autoreferencia.

5.- Una distinción. Quisiera diferenciar entre la vocación que existe en Bolivia por diseñar un sistema político basado en la de­li beración respecto de las condi­ciones y aptitudes de los actores para lograrlo. La disposición (as­piración) para el diálogo existe, aunque al mismo tiempo, son bastante más grises las actitudes y prácticas de los actores.

Las élites, como ha sido par­te de este comentario, muestran dificul tades para entender sus compromisos con la sociedad y el mercado. La gente se acerca a

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las instituciones, pero aún no se identifica con ellas. El municipio es la institución que encarna al Estado, pero su "juventud" le impide asumir las funciones que esta situación demanda. El capi­tal social acumulado a nivel lo­cal aún no encuentra cauces para volverse legitimidad nacional. La socialización familiar todavía no se transforma en creadora de ac­tores con derechos a su interior y en la sociedad. Las culturas polí­tica e institucional se transfor-

man, pero sus ciclos, hasta lograr la eficacia requerida por el siste­ma político, aún están distantes de alcanzar la sustentabilidad.

Esta "vuelta" crítica tiene por objeto señalar la plena coinciden­cia de este comentario con el rumbo estratégico del Informe tamo como apoyar, con la duda acerca de la situación actual, a la construcción de sistemas de se­guimiento y observación sociales de los temas señalados, al tiem­po que plantear la necesidad del

incorporar variables abiertas por cada coyuntura.

Un observatorio social en Bolivia debe asumir la rica tarea de evaluar como se construye la "ecuación" para una democracia deliberativa entre las variables pertinentes. De este modo, se ubica en el plano de medida de la estrategia, objetiva, real, que los actores utilizan para ubicarse en la construcción (o destruc­ción) de sus horizontes de demo­cracia deliberativa.

F""4.do Rodríguez CaJas. Sin titulo. 1982 (fotografot: P.dro Q!«rejazu}

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