ignacio telesca - la historiografía paraguaya y los afrodescendientes

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    IGNACIOTELESCA*

    LAHISTORIOGRAFAPARAGUAYAYLOSAFRODESCENDIENTES

    INTRODUCCIN. LACIENCIAHISTRICAENPARAGUAY

    Sobre la historia del Paraguay se escribe poco, y en el Paraguay se escribemenos. Existe slo una revista de historia, editada por la Academia Paraguaya de

    la Historia1. Por su parte, la Universidad Catlica publica dos revistas: Suplemen-to Antropolgicoy Estudios Paraguayos, en donde aparecen ocasionalmente artcu-los acerca de la historia y etnohistoria del Paraguay. Lo mismo puede decirse de laRevista Paraguaya de Sociologa, editada por el Centro Paraguayo de Estudios So-ciolgicos, en donde aparecen ocasionalmente artculos histricos.

    Esta carencia de revistas especializadas se ve acompaada de la misma ca-resta a nivel acadmico. La carrera de Licenciatura en Historia slo se imparte endos universidades en todo el pas: en la Universidad Nacional de Asuncin y en la

    Universidad Catlica. Sin embargo, de esta ltima egres slo una alumna en losltimos diez aos y de la Nacional menos de media docena desde que se hizoobligatorio presentar una tesina para egresar (lo que no representa el 10% de losque terminaron). Hace cinco aos se cerr la nica posibilidad de continuar conel doctorado en historia, en la Nacional. Ahora slo resta salir al exterior.

    * Historiador, se desempea como docente e investigador en la Universidad Catlica NuestraSeora de la Asuncin, Facultad de Filosofa y Ciencias Humanas, Departamento de CienciasSociales.

    1Historia Paraguaya. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia. En el 2005 apareci elvolumen XLV.

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    Adems, no hay que perder de vista que en Paraguay no existe una institu-cin hermana al Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CO-NICET) argentino o al Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientfico eTecnolgico (CNPq) brasileo. Slo se cuenta con el Fondo Nacional de la Cul-

    tura y las Artes (FONDEC) pero que no financia investigaciones sino solamentela publicacin de los resultados. Este panorama explica, en parte, el porqu de lopoco que se investiga y escribe en Paraguay, en lo que a produccin historiogrfi-ca se refiere2.

    MIRADACRTICAA LA BIBLIOGRAFA EXISTENTE SOBRE LOSAFRODESCENDIENTES ENPARAGUAY

    Sin querer hacer una historia de todas las referencias sobre los afrodescen-dientes existentes en la literatura desde los inicios de la colonia, creo convenienteque nos detengamos en la figura de Flix de Azara. Azara junto a Juan Franciscode Aguirre fueron los encargados de la tercera y cuarta partida de la comisindemarcadora de lmites en Amrica del Sur, de acuerdo a lo que se haba estable-cido en el tratado de San Ildefonso en 1777. Como es sabido, la contraparteportuguesa nunca se hizo presente y ambos demarcadores se dedicaron, durantesus largos aos de permanencia y espera, a la descripcin histrica, geogrfica,biolgica, econmica, demogrfica y sociocultural de la regin.

    Azara permaneci en la regin por veinte aos (1781-1801) y su produc-cin bibliogrfica fue muy importante. Si bien se refiere a los afrodescendientes(gente de color en su vocabulario) en varias de sus obras, podemos tomar comomuestra su Viajes por la Amrica Meridional (1969). Despus de alabar las cuali-dades morales de los mulatos y mulatas (espirituales, finas y tienen aptitud paratodo), de analizar el aspecto demogrfico (cinco espaoles por cada mulato) yla relacin existente entre libres y esclavos (su relacin es de 174 a 100; es decir,

    que por 100 negros o mulatos esclavos hay 174 libres), Azara hace hincapi en lasuavidad de la esclavitud en el Paraguay.

    No se puede dejar de admirar aqu la generosidad de los espaoles del Paraguay,que han dado libertad a ciento setenta y cuatro de sus negros y mulatos por cadaciento, aunque nadie los necesita tanto como ellos. No se conocen esas leyes y esos

    2Sin embargo, en el extranjero s se escribe ms sobre la historia del Paraguay siendo dos tpicoslos que concentran ms la atencin: las misiones jesuticas y la guerra contra la Triple Alianza. Noes casualidad que ambos temas se refieran a la historia regional. No es exagerar mucho afirmar quesi continuamos en este ritmo la historia del Paraguay ser escrita en Argentina, Brasil o EstadosUnidos.

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    castigos atroces que se quieren disculpar como necesario para retener a los esclavosen el trabajo. La suerte de estos desgraciados no difiere nada de la de los blancosde la clase pobre y hasta mejor. [...] La mayora muere sin haber recibido un sololatigazo, se los trata con bondad, no se los atormenta jams en el trabajo, no se lespone marca, y no se los abandona en la vejez [...] se los viste tan bien o mejor quea los blancos pobres y se les da un buen alimento. En fin, para creer la manera detratar a los esclavos en este pas es necesario haberlo visto, [...] as nunca habrderecho a quejarse de los esclavos. Yo he visto a varios esclavos a rehusar la libertadque se les ofreca y no querer aceptarla ms que a la muerte de sus dueos (Azara,1969: 276-277).

    Esta cita de Azara ya se hizo clebre en su uso para describir la benignidaddel trato espaol al esclavo en Paraguay, dando origen al mito del esclavo feliz3.

    Uno se quedara con la duda acerca de la veracidad de la misma si es que no fueraporque a rengln seguido agrega: Los espaoles de este pas tratan con la mismadulzura y humanidad a los indios de sus encomiendas4.

    Estas caracterizaciones de Azara se han convertido en moneda comn enlos subsiguientes trabajos sobre los afrodescendientes. Si bien la bibliografa so-bre el punto no es abundante, tampoco est ausente del escaso debate historiogr-fico paraguayo. Podemos decir que la misma se inicia con la obra de Josefina Pla,Hermano Negro en 1972. Es el primer trabajo que intenta abarcar todas las facetasdel universo esclavo en Paraguay utilizando como fuente el Archivo Nacional deAsuncin, con cuyos documentos ha formado un importante apndice5. Su tra-bajo se extiende hasta la Guerra contra la Triple Alianza de 1864-18706.

    Pla sin lugar a dudas es la que comienza a arar la tierra archivstica y quienva a dar la pauta de los temas a seguir investigando. Ya desde el ttulo de su obrase puede apreciar el tinte de la misma. Sin dejar de realizar un anlisis global ygeneral de la temtica, siempre insiste en esa supuesta armoniosa relacin entrelos afrodescendientes y el resto de la sociedad. Segn Pla, las actitudes srdidas ycrueles que dan material a los archivos constituyen la excepcin,hacindose

    clebre su frase, los esclavos felices no tienen historia.Sin embargo, podramospensar de manera contraria, que los expedientes judiciales que se encuentran enel Archivo Nacional de Asuncin (ANA) representan a esa minora de esclavos ypardos libres que pudieron, por una razn u otra, llegar a los estrados judiciales.

    3Cfr. (Levaggi, 1973: 91-92), (Gonzlez, 1948: 220-221) y (Pla, 1972: 76).4Cfr. para el rgimen de encomienda y la esclavitud all reinante el informe del gobernador Pinedodel 25 de mayo de 1775 dirigido al rey sobre la incorporacin de encomiendas y el estado de laprovincia, reproducido en Romero (1987: 214-262). Tambin Garavaglia (1983).5El apndice abarca de la pgina 181 hasta la 273.6Dos aos ms tarde public un extracto de su libro: (Pla, 1974).

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    Que hubo esclavos felices no puede ponerse en duda, pero no creemos que sean lanorma sino exactamente su excepcin7.

    El historiador estadounidense John Hoyt Williams, quien trabaj los aosdel gobierno del Doctor Francia, le dedic una importancia especial al tema de

    los afrodescendientes. Basndose en sus investigaciones en el ANA se hace eco yprofundiza en la obra de Josefina Pla (Williams, 1974), llamando la atencinsobre los conflictos generados ya sea por los pardos o en contra de ellos. Sindecirlo explcitamente queda claro que para l no todos los afrodescendientes sesentan o eran considerados como hermanos. Al mismo tiempo aportaba desde elJournal of Negro History sendos artculos sobre el pueblo de Teveg en el norteparaguayo (Williams, 1971) y Tabapy, la estancia de los dominicos con pobla-cin esclava (Williams, 1977).

    El tema de la abolicin de la esclavitud en Paraguay, desde el decreto delibertad de vientres en 1842 hasta la final abolicin despus de la guerra en 1870lo trabaj Jerry Cooney en un artculo publicado en 1974. Analiza fundamental-mente los alcances de la ley, y el proceso de abolicin teniendo como marco laguerra contra la triple alianza. Si bien hace uso de los datos del censo de 1846, notrabaj directamente con los censos de libertos, que le hubiese permitido un pa-norama ms claro y cuestionador de los datos de 1846.

    Sin embargo y como bien se puede ver, la dcada del setenta ha sido msque fructfera para los estudios sobre la esclavitud y el afroparaguayo en general;formando parte, como dice Carlos Mayo de la explosin de los estudios compa-rados de la esclavitud negra en las Amricas de fines de la dcada del 60 y co-mienzos de la del 70 (Mayo,1993:11). Cierto es que previamente haban apa-recido artculos o recopilaciones sobre el tema, pero ninguno haba alcanzado laprofundidad de los escritos iniciados con Pla y Williams8.

    La dcada del ochenta se inaugura con dos artculos sobre Emboscada, elpueblo de pardos libres fundado en 1740. El primero de Agustn Blujaki, que porser oriundo del lugar hace una historia de divulgacin del pueblo, aunque funda-

    mentalmente se centra en el siglo XX. El otro trabajo es el del investigador Ger-mn de Granda, que si bien apareci despus del de Blujaki parece haber sidoescrito anteriormente ya que ste cita las investigaciones del anterior como enproceso. Ambos investigadores transcriben la Instruccin para el gobierno delpueblo de Emboscada dictada por Pedro de Melo de Portugal el 29 de noviembrede 1783, que se encuentra en el ANA (Seccin Historia, 148-7) y que regula elpueblo administrativamente. Ambos dan por hecho que la funcin bsica atri-

    7

    Cfr. (Pla, 1972: 76). Sobre el aspecto judicial, confrontar Telesca (2005). Para el caso de Crdo-ba cfr. el excelente trabajo de Rufer (2001).8Cfr. por ejemplo, Decoud (1930), Hollanda (1956), Carvalho Neto (1963), o los artculosperiodsticos de Cadogan (1958) y Viola (1967).

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    aspectos ya analizados por los historiadores anteriores (desgraciadamente de Co-oney y de Granda no hizo uso, lo mismo que de los artculos en ingls de Willia-ms).

    Finalmente, en el 2004 apareci la obra de divulgacin de Boccia Roma-

    ach que presenta en sociedad, en un lenguaje ameno, el tema de la esclavitudpartiendo de la Pennsula Ibrica, pasando por Brasil, Buenos Aires y Montevi-deo, para concluir con los esclavos en el Paraguay. El mayor mrito de la obra esponer en contexto regional la problemtica de la esclavitud.

    Como podemos ver, salvo los artculos referidos a los pueblos de Embos-cada, Teveg y Tabapy, los trabajos son ms bien de carcter general10. Faltan aninvestigaciones ms concretas y seriales como por ejemplo sobre la venta de escla-vos, la manumisin, entrada y salida de esclavos, profesiones, familias, diferen-

    ciacin entre la ciudad y el campo, etctera. Al mismo tiempo, la caractersticacomn de estos trabajos es el tomar a los afroparaguayos como grupo homogneoy distinguible del resto de la sociedad, como un ser vivo que nace, se desarrolla yfinalmente desaparece. En ningn caso la identidad del Paraguay es problemati-zada.

    ESTUDIOSPRESENTESSOBRELOSAFRODESCENDIENTES. MESTIZAJEEIDENTIDADENELPARAGUAY

    Actualmente se viene abordando el tema de los afrodescendientes no comoun grupo aparte, sino dentro de la sociedad a la que pertenecen. Y no slo a lospardos en sociedad, sino a la sociedad con los pardos. Las fuentes judiciales delArchivo Nacional son un material riqusimo para iniciar este camino, y un pri-mer resultado se public en Estudios Paraguayos (Telesca, 2005). Esto nos llevafundamentalmente a poner en cuestin el tema de la identidad en el Paraguay.

    Histricamente, y a diferencia de otros pases latinoamericanos, Paraguay

    puede encontrar las races de su propia identidad ya desde tiempos coloniales11.Como ocurre generalmente, esta identidad se da por las caractersticas identita-rias que asume y por las que al mismo tiempo niega.

    Esta conciencia nacional paraguaya se fue tejiendo a travs de mltipleshilos: el mestizaje sin lugar a dudas es uno de los primeros, aunque tambin la

    10No podemos dejar de mencionar en este apartado el captulo que Kleinpenning le dedica a losnegros y pardos. Kleinpenning (2003) Volume 1. Chapter 16. The use of black and free la-bour, pp. 771-803.11Williams (1974) Este autor seala que Paraguay quiz fue la primera nacin del hemisferiooccidental en evidenciar una conciencia colectiva de nacionalismo.

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    geografa jug un papel muy importante, al ser una tierra olvidada por parte de laCorona espaola y de los mismos espaoles. No se puede dejar de lado tampocoel hecho de haber sido Paraguay una entidad propia como provincia colonial,como administracin poltica y eclesistica.Pero a la par con el mestizaje y la

    situacin geogrfica, lo que coadyuv an con mayor vigor y tenacidad a laformacin de la nacin paraguaya (Kahle, 2005: 97)fue la particularidad y ex-clusividad del idioma guaran.

    Sin embargo, estas caractersticas reconocidas generalmente por todos losautores esconden sus propias negaciones. El mestizaje, esa unin entre el espa-ol y el guaran, no se dio a partir de una mutua complementariedad sino de unsometimiento de los guaranes por los espaoles. Por otro lado, la concienciamestiza es ms un producto historiogrfico que uno asumido por los contempo-

    rneos.La sociedad colonial (y podramos decir que hasta 1848 al menos) se divi-da no entre espaoles mestizos indgenas, sino entre los primeros y los lti-mos. Incluso los censos que se poseen de la poca colonial (e independiente) nomencionan a los mestizos (se refieren a espaoles europeos y espaoles america-nos)12.

    Cuando en 1767 se produce la expulsin de los jesuitas, la provincia para-guaya experimenta, como veremos, un gran proceso de espaolizacin. Demsest decir que esta espaolizacin nos habla al mismo tiempo de una discrimi-nacin social, econmica y cultural de lo que no era considerado tal, ya sea ind-gena o pardo. Adems, esta concepcin tradicional del mestizaje se olvida de lapoblacin negra y mulata que para fines del siglo XVIII representaba el 11% de lapoblacin. Es ms, en esos aos uno de cada dos asuncenos era negro o mulato.

    Es decir, cuando nos referimos al mestizaje tendramos que incluir no sloa los espaoles e indgenas sino tambin a la poblacin negra. Sin contar que losespaoles slo aportaron a este mestizaje en el siglo XVI.

    Sin embargo, esta presencia de afrodescendientes es sistemticamente ne-

    gada en el Paraguay. Arsenio Lpez Decoud no dudaba en afirmar que existeentre nosotros una perfecta homogeneidad tnica: el pigmento negro no ensom-brece nuestra piel (Lpez Decoud, 1912: 78). Por su lado, Natalicio Gonzlez,si bien reconoce la presencia negra, aclara que la proporcin de negro que inter-vino en la constitucin tnica del pueblo, fue realmente insignificante. Es ms,seala que los negros se disuelven y desaparecen, sin contribuir con ningn ele-mento, ni siquiera al folklore popular (Gonzlez, 1948: 220).

    12Slo el censo de 1799 menciona la existencia de los mestizos, el 1,1% de la poblacin. Cfr.Maeder (1975).

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    Otra de las caractersticas de la identidad que esconde su propia negacines la lengua guaran. De hecho, la lengua guaran, tambin experiment su con-quista espiritual como bien seala Meli (Meli, 1986 y 2003). No slo fuereducida en las misiones jesuticas sino que en la misma sociedad colonial fue

    experimentando su reduccin a una sola matriz, dejando de lado la diversidaddialectal en unos casos, o asumiendo una de las lenguas del tronco lingsticotup-guaran como el guaran, lo que fue dando lugar a una especie de guaranparaguayo que tuvo su evolucin propia.

    Sin embargo, esta lengua guaran, hablada por la mayora de la poblacin(mestizos, indgenas y negros) y asumida como marca identitaria del Paraguay nofue reconocida como tal hasta la nueva Constitucin promulgada en 1992. Dehecho, cuando comienza en el Paraguay independiente el proceso de escolariza-

    cin y, por ende, las instrucciones para los maestros, siempre se haca hincapi enque el guaran deba ser eliminado de la escuela13. Hoy nos encontramos con unarealidad diglsica en donde el guaran, hablado por una mayora de la poblacin,se encuentra en inferioridad de realizacin frente al castellano.

    Pero no hay que olvidarse tampoco que en el Paraguay existen otras len-guas, incluso anteriores a la conformacin del estado paraguayo, como son las delos pueblos indgenas. En referencia a estas lenguas, la posicin de lengua domi-nante la asume el guaran, y de lengua conquistada pasa a ser conquistadora.Incluso lo mismo podra decirse de las lenguas tradas por los afrodescendientesal Paraguay. En ningn documento aparecen los afroparaguayos hablando en sulengua sino en guaran14.

    Kambaes el nombre con el que se conoce a los negros en Paraguay. Aun-que para la gran mayora de la poblacin es un vocablo de origen guaran, no loes. Ruiz de Montoya, en su Vocabulario de la lengua guaranpublicado en 1640,para referirse a una persona negra utiliza la expresin kua o kuimbae(mujer yvarn en guaran) acompaado con la palabra hi(negro en guaran). Recin en1722, Pablo Restivo, incorpora la palabra cambapara referirse a la negra o ne-

    gro15.Lo que queremos poner de manifiesto con estas lneas es que en los mis-

    mos rasgos que hacen a la identidad paraguaya, arraigados desde hace varios si-

    13Cfr. Las Instrucciones para los maestros de escuelas por la Junta Superior Gubernativa, del 15 defebrero de 181214Respecto al uso por los pardos del idioma guaran, en 1803 encontramos un caso judicial en queuna mulata, Jacinta Lovera, acuchill a su mancebo, un indio, Francisco Ignacio Gmez. Mientrasque l se desenvolvi en castellano en su declaracin, ella necesit de un intrprete. Cfr. ArchivoNacional de Asuncin (ANA) Seccin Civil y Judicial, 1482-5.15Lexicon Hispano-Guaranicum, pulblicado en 1722 e Santa Mara y re-editadoen Stutgart en1893. Incluso aclara que el Tesoro de Montoya no lo tiene registrado.

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    glos, est presente ya una discriminacin cultural: el negro no existe16, la pobla-cin indgena es asumida y subsumida por ende ignorada y las lenguas indge-nas dejadas de lado.

    Vamos a concentrarnos ms especficamente ahora en lo que se refiere a la

    identidad mestiza, y a la negacin del afrodescendiente en la identidad del Para-guay.

    El mestizaje es uno de los rasgos ms caractersticos de la identidad para-guaya. Todo autor lo seala, y no sin razn. La situacin que se vivi en el Para-guay del siglo XVI y sus consecuencias parecen haber tenido una particularidadespecial.

    Segn los clculos de Richard Konetzke entre 1535 y 1600 llegaron a tie-rras paraguayas slo 3.087 europeos. A partir de esa fecha, no hubo ms flujo

    migratorio hasta fines del siglo XVIII. De este nmero, muchos regresaron, mu-chos murieron y muchos dejaron los parajes asuncenos para salir a fundar otrasciudades. Las mujeres no representaron tampoco un porcentaje alto dentro deestos primeros grupos de conquistadores. La consecuencia ms inmediata fue launin de los primeros conquistadores con las indgenas. Como es de esperar,rpidamente los mestizos superaron en nmero a los europeos y de a poco co-menzaron a formar parte de todas las actividades de la sociedad sin gran diferen-cia con los antiguos conquistadores.

    Si no llegaron ms europeos fue porque la provincia del Paraguay no tenanada que ofrecerles. No slo careca de metales preciosos sino que ni siquiera era,como se pensaba en un principio, la ruta ideal para alcanzar la sierra de la plata.Si a esto le sumamos que, por un lado, a comienzos del siglo XVII se divide laprovincia en dos, quedando Paraguay an ms aislada y, que por otro, los jesuitascomienzan a entretejer el enramado de misiones con sus indgenas libres del so-metimiento de la encomienda, las proyecciones para el futuro de los paraguayosno eran las ms halageas. Postergacin geogrfica y econmica fueron los ali-cientes para que la sociedad paraguaya se fuera conformando con la poblacin

    mestiza. Poblacin que muy pronto no fue considerada tal sino con el status deespaola, de hecho los censos coloniales existentes no utilizan esta categora17.

    16No existe ni debe existir. Cfr. el artculo 14 de la Ley de Inmigracin del 6 de octubre de 1903en donde se prohbe la inmigracin de individuos de raza amarilla y negra, de enfermos infecciosos,de mendigos, de cngaros o gitanos...17Confrontar lo que dice al respecto Azara: que uno de los medios empleados por los conquista-dores de Amrica para reducir y sojuzgar a los indios fue hacerlos espaoles casndose con indias,porque sus hijos o mestizos fueron declarados espaoles. Estos mestizos se unieron en general losunos con los otros porque iban a Amrica muy pocas mujeres europeas y son los descendientes deesos mestizos los que componen hoy en el Paraguay la mayor parte de los que se llaman espaoles(Azara, 1969: 275).

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    La historia de Andrs Bentez es paradigmtica para comprender esta nue-va realidad: no slo por el personaje en cuestin sino tambin por el uso historio-grfico del mismo caso. Para el historiador Juan Carlos Garavaglia, Andrs Ben-tez era un indio encomendado que a la muerte del encomendero aprovech para

    salir del pueblo de indios, casarse con una mulata y conchabarse con el amo de lamisma. Cuando el nuevo encomendero requiere de sus servicios, Bentez, apadri-nado por su nuevo amo, interesado ste en su fuerza de trabajo, prueba que no esindio sino mestizo. El encomendero llama la atencin sobre el uso del capote porparte de Andrs Bentez para hacerse pasar por mestizo. Finalmente el goberna-dor falla a favor de Andrs y Garavaglia concluye que ya sabemos que el hbitono hace al monje, pero sin embargo, un indio con capote es un mestizo (Garava-glia, 1984: 57-69).

    Sin embargo, el caso cambi de matiz para Eladio Velzquez. Para el histo-riador paraguayo Andrs Bentez s era mestizo. De hecho si en un primer mo-mento se libr de la encomienda, con el cambio de gobierno el encomenderovolvi a solicitar los servicios de Bentez y el nuevo gobernador le concedi lopedido. Andrs Bentez apel a Madrid, y el 31 de diciembre de 1662 Felipe IVfirm una cdula por la cual se declar a Andrs Bentez libre y exento de laobligacin de la paga del tributo (Velzquez, 1969: 30-34).

    Pareciera que el tema del status bajo el cual comprender a la poblacinparaguaya no est an resuelto ni siquiera entre los mismos historiadores anali-zando el mismo caso18.

    Velzquez transcribe la cdula y sus primeros prrafos son importantespara comprender mejor la visin que se tenia de la originalidad paraguaya.

    Por cuanto por parte de Jos Servn, Procurador General de las Provincias delParaguay, se me ha hecho relacin de que los primeros conquistadores y poblado-res que pasaron a ellas no llevaron mujeres espaolas, por cuya causa se casaroncon hijas de los indios caciques, nobles de aquellas tierras, de quien proceden los

    descendientes de los dichos conquistadores, los cuales siempre han sido tenidospor hijos de espaoles y tratados con los privilegios y exenciones de tales, sin quese haya intentado encomendarlos.

    Ya mismo desde Madrid se equiparaba al mestizo con el espaol. Vemossurgir as la figura del espaol pobrecon dedicacin, casi exclusiva, a las milicias,a la defensa de los diferentes fortines ubicados a orillas del ro Paraguay.

    18Ambos autores utilizan distintas fuentes, pero ninguno de ellos toma cuenta lo que escribi elotro.

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    1761 1782% %

    Misiones jesuitas 46.553 55,4 19.106 19,8

    Pueblos de indios + originarios 6.084 7,2 11.065 11.5

    Poblacin indgena total 52.637 62,6 30.171 31,3

    Poblacin no indgena (incluyendopoblacin parda)

    31.431 37,4 66.355 68,7

    TOTAL 84.068 100 96.526 100

    Quiz, la muestra ms clara de vislumbrar este paso de indgena habitantedel pueblo de indio a mestizo y por ende espaol se puede apreciar comparandolos censos previos y posteriores a la expulsin de los jesuitas en 1767.

    Fuente: Los datos para 1761 en AGI, Buenos Aires, 166. Informe al Rey del obispo Manuel Antonio de la

    Torre sobre la visita general que realiz de su obispado. Para 1782 Aguirre (1949).

    Como podemos apreciar claramente, la poblacin total creci un 14,8 %mientras que la poblacin no indgena lo hizo en un 111%. Parecera temerarioafirmar que la poblacin de las misiones jesuticas pas a incorporarse automti-camente a los centros no indgenas siendo considerados no como indgenas sinocomo mestizos, ergo con el status de espaol, pero los datos no nos dejan con

    muchas otras alternativas. Sea como fuere, el nmero de los considerados espao-les aument, el de indgenas disminuy y la categora de mestizo segua sin existiren los censos.

    Con la independencia en 1811, esta categora de espaol se troc en la deparaguayo. Si bien es claro que racialmente el paraguayo es un mestizo, lo queno est del todo investigado es la conciencia que el paraguayo tena de serlo. Elmestizaje se vino dando desde el mismo siglo XVI, y al acabarse la inmigracinespaola, el mestizaje sigui su curso entre los mismos mestizos con los indgenasy la poblacin parda. Sin embargo la discriminacin racial y social contra el ind-gena y el mulato continu, en cuanto estos podan ser identificados como tales.

    De esta manera, la poblacin parda comenz a utilizar estrategias parasuperar dicha discriminacin e intentar confundirse con la poblacin considera-da espaola. Por ejemplo, es sintomtico lo que se debata en el Cabildo asunce-no en 1757 respecto a la vestimenta de los mulatos:

    Y en este estado entr el Procurador General representando por una peticin en elque contiene que los negros, negras, mulatos y mulatas visten sedas y en sus ves-

    tuarios galones de plata y oro y los mulatos usan espuelas y cabezadas de plata yque por esta causa no hay excepcin de los espaoles y seores en los actos pbli-cos, en las Iglesias, como as mismo pasa que este gente se bautice y case en su

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    Iglesia pidiendo que sobre este punto se exhorte al seor Provisor y Vicario Gene-ral para que mande a los prrocos lo hagan as observar, y para que dichos mulatossean empadronados y vivan con amos conocidos y esos paguen el tributo quedeben pagar a su Majestad segn sus reales leyes, y habindose conferenciadoacordaron sobre el primer punto que slo se les permita a los dichos negros, ne-gras, mulatos y mulatas que vistan ropa de lana de castilla decentemente sin cintasy galones de plata y oro, ni que se les permita usen espuelas ni cabezadas de plata,sobre lo cual dicho seor gobernador dijo que mandara por bando para su ob-servancia; y en cuanto al segundo punto, que es facultativo al dicho seor Provisory no a este Cabildo; y en cuanto al tercer punto, que slo es facultativo su determi-nacin al Gobernador y en esta conformidad dicho seor Gobernador dijo que losmulatos se hallan todo arreglados en el Real servicio por conveniente a la defensade esta Provincia19.

    Parece ser que incluso mucho efecto no habr tenido esta observacin por-que un ao ms tarde, el 8 de mayo de 1758, se vuelve a repetir la misma solici-tud.

    Esta acta capitular nos pone en escena a un grupo, el de la poblacin par-da, que se encuentra en igualdad de condiciones con el resto de la sociedad (dems est decir que ni todos los pardos ni toda la sociedad se vesta de seda niusaban galones de oro), que lucha y procura dejar de ser estigmatizado y entre-mezclarse con el resto de la poblacin. Una segunda estrategia que se desprende

    del acta capitular anterior era la de no utilizar la parroquia asignada para lospardos y naturales, la de San Blas, y utilizar las otras dos, que eran exclusivamentede espaoles.

    Finalmente, una tercera va para dar el salto de ser considerado mulato aser espaol (recordemos siempre, con el status de espaol), parece haber sido elde las milicias. Para fines del siglo XVIII se estaban reorganizando las milicias dela provincia, y las compaas de pardos se encontraron con la realidad que cadavez tenan menos sujetos. Los comandantes de las cuatro compaas de pardos

    que existan, se quejan a su autoridad y expresan:

    [...] que hallndose exhaustas de individuos dichas compaas [las de pardos], aspor la extraccin o separacin de estos soldados, los que olvidando su calidad sehallan interpolados entre las milicias espaolas, como tambin por la falta de

    jurisdiccin para obligar a varios pardos libres exonerados de toda pensin, antesbien entregados a una suma libertad y ocio nada tiles a ambas majestades (de loscuales presentamos listas) as de los que se han separado como de lo que viven enla forma predicha...20.

    19ANA Seccin Historia (SH), vol. 125-1, f. 273. Acta del Cabildo del 3-3-1757.20ANA, SH 166-6, 10-9-1796. Se realiza entonces un padrn de todos los pardos mayores de 18

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    Los que olvidando su calidad se hallan interpolados entre las milicias espao-las. Lo llamativo no es slo que lo pardos quieran dejar de serlo, incorporndosea las compaas de espaoles sino que estos ltimos los acepten sin mayor reparo.Lo mismo se daba respecto al uso de las iglesias para espaoles.

    Todo esto nos remite y nos permite cuestionarnos acerca del rol que lecupo a la poblacin parda en la conformacin de la identidad de la provinciaparaguaya. Sin lugar a dudas el nmero de esta poblacin no era tan reducidocomo se pensaba. Ya en 1682 un informe del obispo Casas seala que existan enAsuncin 1.120 esclavos para una poblacin total de 9.675 personas (incluyendoa 2.075 indios originarios), es decir el 11,6 % de la poblacin (entindase Asun-cin y lo que caa bajo su jurisdiccin, que era toda la provincia menos los pue-blos de indios y Villa Rica). El siguiente dato censal es el del otro obispo, Manuel

    de la Torre, 80 aos despus, dando una cifra cercana a las 3.500 personas. Sinembargo, en este censo no se contabilizan las tres estancias con poblacin pardaque tenan las rdenes religiosas: los jesuitas en Paraguar (en 1782 existan 982personas), los dominicos en Tavapy (en 1792 contaba con 724 personas) y losmercedarios en Aregu (para mitad de siglo XVIII contaban con 517 esclavos21).

    Datos ms precisos los tenemos a partir de 1782:

    Fuente: Aguirre (1949) con las correcciones de Maeder (1975) y Kleinpenning (2003).

    Esta poblacin parda se divide en:

    Poblacin de la ciudad de Asuncin en 1782

    aos y hasta la edad de 55, encontrndose 227 individuos en la ciudad de Asuncin y sus arrabales(que implica 20 kilmetros a la redonda). Con este nmero, se baja de cuatro compaas a tres.21En ANA, Seccin Nueva Encuadernacin (NE), vol. 276 aparece una lista con todos sus nom-bres. Cfr. Durn Estrag (2005).

    Espaoles 55.616 57,8%

    Indios de servicio 2.971 3,1%Indios de los pueblos 7.727 8,0%

    Indios ex jesuticos 19.106 19,8%

    Pardos 10.846 11,3%

    TOTAL 96.266 100%

    Pardos/as libres 6.793 (63,2%)

    Esclavos/as 3.953 (36,8%)

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    Grupos tnicos Habitantes Proporcin sin los13 pueblos SJ

    Incluyendolos 13 pueblos

    Espaoles 62.352 68,6% 57,6%

    Mestizos 1.154 1,2% 1,0%

    Indgenas 14.750 16,2%

    Indgenas de los13 pueblos

    17.268 29,9%

    Pardos/as libres 7.948 8,7% 7,0%

    Esclavos/as 4.598 5,4% 14,1% 4,0% 11,0%Total 108.070 100,0% 100,0%

    Espaoles 3.963 53,5%

    Indgenas 283 3,8%

    Pardos libres 1.853 25,0%

    Esclavos 1.305 17,6%43,6%

    TOTAL 7.404 100,0%

    2.703 negros y mulatos en Asuncin representan el 24,9% de la poblacinparda total (el 22,8% de la poblacin libre total y el 29,3% de la poblacinesclava).

    Para 1799 muchos cambios no se experimentaron. La poblacin estaba

    compuesta de la manera siguiente:

    Fuente: Maeder (1975).

    Poblacin de la ciudad de Asuncin en 1799

    3.158 pardos libres y esclavos en Asuncin representan el 25,2% de lapoblacin total de 12.546 pardos. El 23,3% de la poblacin parda libre y el28,4% de la poblacin esclava. Vemos que los porcentajes se mantienen similares

    con el censo anterior. Sin embargo, Eladio Velzquez afirmaba que en cuanto alos pardos, su nmero tenda a disminuir, a punto tal que en 1805 se considerinnecesaria la existencia de la parroquia de San Blas, que por dos siglos les haba

    Espaoles europeos 82 1,7%

    Espaoles/as americanos/as 2.038 41,2%42,9%

    Indgenas 118 2,4%

    Negros/as y mulatos/as libres 1.546 31,3%

    Esclavos/as 1.157 23,4%54,7%

    TOTAL 4.941 100%

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    servido a ellos y a los tambin extinguidos yanaconas (Velsquez, 1976: 260).Sin lugar a dudas la parroquia de San Blas dej de funcionar pero ciertamente noporque la poblacin parda haya disminuido como bien indica el censo de 1799.

    Por un lado tenemos una poblacin parda que desde el ltimo cuarto del

    siglo XVIII se mantuvo estable en un 11%, con una fuerte presencia en la ciudadde Asuncin, de alrededor el 50%. Por otro lado sabemos que, despus de laexpulsin de los jesuitas en 1767, el grueso de la poblacin considerada espaola(con el status de espaol) era eminentemente mestiza con un alto rasgo indgena(indgenas, importante es hacerlo notar, provenientes de los pueblos de indios ode las misiones, con una forma de vida no muy diferente del campesino habitantefuera de dichos pueblos).

    Este carcter mestizo de la poblacin no significaba, de ms est decir, su

    auto-reconocimiento como tal. En todo caso lo que se vislumbra es una necesi-dad del grupo dominante de distinguirse de los que convivan con ellos: los mu-latos y negros. Ya vimos cmo en el cabildo se reglamentaba la vestimenta permi-tida a este ltimo grupo.

    Otra estrategia discriminatoria puede considerarse la creacin de pueblosespecficos para esta poblacin parda. Ya en 1714, para la fundacin de Villeta deGuarnipitn se destinaron 38 familias de pardos, 12 de las cuales pertenecan a laestancia que tenan los dominicos en Tavapy y los dems de estancias vecinas(Velzquez, 1964).

    Aos ms tarde, en 1740, se crea el pueblo de Emboscada exclusivamentecon pardos libres. Aunque a primera vista queda clara su funcin militar de ante-mural contra las incursiones de los indgenas chaqueos, no se explica muy bienel por qu exclusivamente con pardos. El pueblo funcionaba al estilo de los pue-blos de indios, aunque pronto se dieron cuenta que la poblacin parda no tena lamisma cultura que los guaranes, fundamentalmente en lo que hace al trabajocomunitario. Adems, el empadronamiento de los pardos se hizo entre los queestaban amparados en Asuncin, es decir, no formaban ningn ncleo determi-

    nado. Que haya ocurrido inmediatamente despus de las revueltas comuneras(1721-1735) nos hace sospechar que el quitar a pardos amparados a ciertos veci-nos se haya convertido en una manera de castigo contra los que estuvieron rela-cionados en dichas revueltas (sin descontar la posibilidad que el grupo conforma-do por los pardos haya jugado un rol importante en dichas revueltas). De hecho,el obispo se niega a nombrar cura para ese pueblo exactamente por haber el go-bernador quitado los pardos a sus amos, a quienes servan, adems, continuabael obispo, por las desdichas y miserias con que se mantienen dichos habitadores

    [] sin tener otras cosas que los frutos de los campos y alguna poca ayuda de loque llaman Ramo de Guerra que les da nuestro gobernador (Granda, 1983:632). Segn el informe del obispo de la Torre, para 1761 esta poblacin contaba

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    con 572 personas, lo cual nos habla de un fuerte contingente de personas, unaapuesta grande por parte del gobernador22.

    No va a ser ste el ltimo pueblo que se forme con poblacin parda. Ya enlos inicios de la vida independiente, con la misma finalidad de ante-mural se cre

    el pueblo de Teveg en 1813, en el norte, cercano a la Villa de Concepcin. Sinembargo, este nuevo pueblo va a durar slo diez aos, cuando el Doctor Franciaorden su despoblamiento mandando a la poblacin radicarse en Concepcin ysu distrito.

    Al mismo tiempo, otro punto ha de tenerse en cuenta. El control de estapoblacin parda no slo pueda darse para evitar ms mestizaje, y marcar mejorlas diferencias, sino tambin para controlar que los y las indgenas (especialmenteestas ltimas) queden a vivir y procrear en sus pueblos de origen, garantizando de

    esta forma que el sustento econmico de la Provincia no desaparezca. El siguienteintercambio de notas entre el gobernador Rafael de la Moneda y el vicario generalen sede vacante del obispado asunceno, Antonio Gonzlez de Guzmn, parecierareforzar esta idea.

    El 13 de mayo de 1741, el gobernador le escribe el vicario para hacerlesaber de cmo de resulta de la visita general en que actualmente me hallo enten-diendo he reconocido en los pueblos de indios que he visitado haber varios deellos fuera de su origen y naturaleza casados con mulatas, negras esclavas de losvecinos de esta provincia. Y porque lo expresado se da en grave perjuicio de di-chos pueblos que con la continua evacuacin de sus naturales se van desmem-brando y destruyendo.... El vicario le responde tres das ms tarde y aclara quelos matrimonios son de indios e indias con esclavos y esclavas, y dice que pon-drn todo de su parte con tal que de que Vuestra Seora prohba por su parte elque salgan por mandamientos indias tiernas sin casarse pasando al servicio de losespaoles y espaolas, porque stas, crindose entre las seoras, olvidan el amorde su origen procurando casarse con esclavos, ocurriendo a este juzgado a insi-nuarnos su voluntad para casarse con ellos, siendo as que la libertad para con-

    traer este sacramento que tienen los cristianos, y en especial los indios e indiascomo pobres miserables de pocos espritus, no se les puede violentar por cuyarazn su majestad [...] manda que los indios e indias tengan entera libertad paracasarse con quien quisieren23.

    Como era de esperar, los documentos disponibles en el Archivo Nacionalde Asuncin nos muestran a una poblacin negra y mulata realizando las mismas

    22En el ao 1793, el padre Amancio Gonzlez realiz un padrn en donde figuran 840 pardos:532 adultos ms 308 prvulos; y 221 mestizos: 167 adultos ms 54 prvulos. En total 1.061personas. Cfr. ANA SH 159-3.23ANA SH 120-8. No hay que olvidar que los hijos de las indgenas con esclavos eran libres.

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    actividades que los mestizos pobres (es decir, los espaoles pobres), tanto a niveleconmico, poltico, religioso o social, y participando en los mbitos judicialescomo el resto de la poblacin. Respecto a esta cuestin, en el ltimo cuarto delsiglo XVIII encontramos 39 casos en donde se involucran a negros y mulatos

    directamente. De estos 39 casos, 9 se dan entre blancos (venta, donaciones, y unaseora que se opone al casamiento de su hijo con una mulata); 15 contra negros(por deuda, 5 por adulterios, por matar una mula, 4 por heridas, 2 por robo, porfuga, y por falsificacin de firma); y 15 demandaspor partede los negros (9 pormaltratos, 8 por papeles de venta, pide libertad de hijas, uno para que no sevenda, 6 fueron puestas por mujeres) (Telesca, 2005).

    Esto nos est hablando, entonces, de una poblacin en constante interrela-cin con los otros grupos de la sociedad paraguaya.

    Muchas veces, la bibliografa nos habla del proceso de blanqueamiento dela poblacin parda. Es correcto si este blanquearse se refiere al status, es decir, alser considerado como espaol o paraguayo. Sin embargo, ms que blanquea-miento de la poblacin parda habra que referirse al ennegrecimiento de la socie-dad paraguaya como un todo.

    Ildefonso Bermejo, uno de los extranjeros trados por el Francisco SolanoLpez, dej una narracin rica en detalles sobre la vida social del Paraguay de losLpez. Al arribar al puerto de Asuncin, en 1853, nos cuenta que sali a recibir-los un paraguayo de color algo ms que trigueo. Incluso, cuando se refiere alcongreso nacional reunido en 1857 para re-elegir al presidente Carlos AntonioLpez, nos comenta que no vio ningn negro pero s not que haba gran nme-ro de mulatos (Bermejo, 1913: 5 y 167). De ms est decir, que slo Bermejovea mulatos, el resto de la sociedad, y los mismos parlamentarios vean sloparaguayos.

    Los mulatos eran discriminados a todo nivel, desde el recibir distintoscastigos (slo a ellos se les poda dar azotes, y esto hasta 1870) hasta depender dela autorizacin de la autoridad para casarse con alguien diferente a su status24.

    Esta discriminacin se la puede apreciar incluso en los peridicos que se impri-mieron durante la Guerra contra la Triple Alianza. Todos los peridicos identifi-can a los enemigos del Paraguay con el nombre de kamba, negro. Si bien la re-ferencia principal son los brasileos, se generaliza el trmino para todas las demsfuerzas de la alianza25.

    24Cfr. ANA - SH 441-15, 1817, en donde el Doctor Francia no dio autorizacin al matrimonioentre hijo de un espaol casada con una portea y una parda libre con quien ya tena dos hijos,aunque el muchacho ya tena el aval de su madre viuda para dicho matrimonio.25Por ejemplo, el peridico Cacique Lambar, editado completamente en guaran, en uno de susprimero nmeros se presentaba de la siguiente manera. Lambar ojapo mbohapy siglo igentendiveodefende hague hoyvy: koga oguereko baichapa os hagu isepultragui oorair hagu avei ande

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    Queda en claro, entonces, que a pesar de ser evidente la presencia parda enla conformacin del Paraguay, esta realidad fue constantemente dejada a un lado.No slo en el siglo XX sino tambin en los mismos tiempos coloniales e indepen-dientes.

    Hoy en da, a nivel general, se sigue negando esta presencia de los afropa-raguayos, a tal punto que si se reconoce la presencia de la poblacin parda esporque sta fue introducida por Artigas, cuando ingres al pas en 1820 con 80miembros de su comitiva que eran afrodescendientes, o porque fue el fruto de lasviolaciones realizadas por las fuerzas de ocupacin brasilera.

    DECARAELFUTURO. LASCOMUNIDADESAFRODESCENDIENTES

    Como ya dijimos previamente, los estudios que venimos realizando se orien-tan a cuestionar y problematizar la identidad del Paraguay tomando como puertade entrada la presencia de los afrodescendientes. Adems de esta presencia num-rica, nos interesa tambin las estrategias discriminatorias de parte de un grupo ylas estrategias de sobrevivencia por parte del otro haciendo hincapi en la autoi-dentificacin de cada uno de los sectores que componen la sociedad. Sabemosque la identidad se construye y va variando con el tiempo. Importante ser en-tonces comprender como la identidad del Paraguay se fue construyendo desdefinales de la colonia hasta nuestros das.

    Por su lado Jos Gonzlez, est realizando su trabajo de grado en historiaen la Universidad Catlica sobre los padrones de libertos. Realiz un extensobuceo en el Archivo y pudo armar una lista de alrededor de 9.000 hijos e hijas deesclavas nacidos entre 1843 y 1867. Esto nos pone en alerta de una fuerte presen-cia esclava en el tercer cuarto del siglo XIX en Paraguay y a la vez no cuestiona elmismo proceso identitario de la repblica.

    De la mano del resurgir de los movimientos afroamericanos en el conti-

    nente, en Paraguay tambin se ha dado un incipiente inicio de este despertar enlas comunidades afrodescendientes, fundamentalmente del grupo nucleado alre-dedor de la comunidad de Kamba Kua. Esto se realiza con el apoyo de MundoAfro, de Uruguay, y al presente se encuentran abocados a la confeccin de uncenso que de cuenta de ellos. Este despertar dar nuevos rumbos a la investiga-cin tanto de la presencia afro en Paraguay como de su identidad.

    apytpe, hae oinup, oikutu, hae ojuka hagu avei los kamba ova oporoconquistvo, omonda haguopa jarekva.(Lambar, hace tres siglos junto con su gente defendi su tierra: ahora tiene cmo salir de susepultura para pelear tambin entre nosotros, para pegar, herir y para tambin matar a los negrosque vinieron para conquistar y robar todo lo que tenemos).

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