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Historia deunaidea fascinante UN MAESTRO DE LA MÚSICA DE LAS ESFERAS lL~ E xisten ideas fascinantes en la his- toria del pensamiento humano, y una deellas es la de que los cuer- pos celestes producen sica. Esa música, llamada "de las esferas", ha estado resonando enla imaginación de filósofos, literatos y sicos a lo largo de toda la historia de lacultura euro- pea y más allá desus fronteras. Sin embargo, aunque laexpresión "armonía de las esferas" o "sica de las esferas" pueda ser familiar para cualquier persona culta, pocos sabrían indicar qué autores desarrollaron (¿y desarrollan?) esa sorprendente doctri- na. Por ello, la compilación de una antología de textos como la que comentamos merece el elogio de quie- nes nos interesamos por elpensamien- to musical y deseamos conocer sus fuentes. y también es muy loable la estupenda audacia de Ediciones Ata- lanta, al publicar una traducción espa- ñola de esa antología. Joscelyn Godwin, el responsable de laselección ypresentación de los tex- tos y de sus traducciones al inglés, así como de la introducción general y notas pertinentes, es un ilustre musicó- logo británico, profesor en laUniversi- dad de Colgate, en Estados Unidos. Siempre hemos agradecido al profesor Godwin la riqueza de conocimientos que nos han revelado sus trabajos. Admiramos la amplitud de suhorizonte intelectual yartístico, así como la mara- villosa sensatez, incluso la delicasima ironía (siempre amable y que nunca degenera en sarcasmo ofensivo) con la queaborda susobjetos de estudio. Los textos seleccionados se agru- pan enpartes dedicadas a las distintas épocas de la historia cultural europea: laAntigüedad greco-latina, laEdad Media, Renacimiento, Barroco, Ilustra- ción y Romanticismo, s dos autores quetrabajaron ya bien entrado el siglo XX (Marius Schneider y Rudolf Haase). Dichos textos no lo tratan de la sica de las esferasen sentido estric- to, e. d., de las correspondencias entre los sonidos del sistema musical y los cuerpos celestes. El primer pasaje que encontramos procede del Timeo, de Platón], y describe la formación del almadel mundo de acuerdo con pro- porciones matemáticas que coinciden conlas de la escaladiatónica (según la teoamusical griega clásica). Al colo- car este pasaje platónico al principio del libro, Joscelyn Godwin parece estar sugiriendo el enorme interés de schUzo estudiar la relación entre cosmogonía y cosmología, e. d., entre la doctrina expuesta por Platón en ese texto con las especulaciones posteriores sobre los intervalos musicales entre los cuer- pos celestes. En este sentido, un pasaje de Macrobio (ss. IV-V d. C.), también recogido por Godwin, transmite la hipótesis de que las distancias entre la Tierra, la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y la esfera de las estrellas fijas guardan entre sílas mismas proporciones que Platónhabía atribuido al alma del mundo. De esa doctrina de lagénesis del alma del mundo tratantambién Astides Quinti- liano (s. III d. C.), Giorgio Anselmi (ss. XIV-XV) y Francesco Giorgio (ss. XV- XVI). Podemos mencionar aq, a pesar de que no se refirióal alma del mundo, a Andreas Werckmeister (1645-1706), que trazó paralelismos entre los siete días de la creación, según el Génesis, y lossiete grados de la escala: también en ese autor pode- mos encontrar, bajo la forma de una comparación decorativa, una especula- ción sobre el fundamento cosmogóni- co de la sica del universo. Los textos que siguen aldePlatón se centran enlos supuestos intervalos entre los cuerpos celestes, o, conmás precisión, enlos intervalos musicales expresados por las proporciones entre las distancias de los cuerpos celestes (Plinioel viejo,s.Id. C.). También se recogen intentos deestablecer corres- pondencias entre cuerpos celestes y cuerdas de la lira (Nicómaco de Gera- sa y Teón de Esmirna,entre los ss. I Y II d. C.). De Nicómaco de Gerasa tam- bién se han incluido pasajessobre teo- a acústica que permiten entender mejor los textos sobre la sica cós- mica. Otros sistemas de corresponden- cias aparecen en los textos deClaudio Ptolomeo, Censorino, Macrobio y Boe- cio. Volveremos sobre algunos de ellos. P. e., los capítulos seleccionados del tratado armónico deClaudio Ptolo- meo (s. II d. C.), examinan las corres- pondencias de los sonidos con las esferas celestes, con las facultades del alma(doctrina a laque yaaludió Pla- tón en su República y sobre la que volvieron Plutarco y Proclo) y conlas constelaciones del Zoaco (una fasci- nante novedad, después recogida y desarrollada por Arístides Quintiliano). El erudito sirio musulmán Al-Hasan Al- Katib, en el s. X, y el sabio renacentis- ta Marsilio Ficino, en el XV, también relacionaron el sistema musical, el alma humana yel zodíaco. La armonía de las esferas no fue patrimonio exclusivo del pensamiento pagano. Entre los autores cristianos, San Atanasio (ss. III-IVd. C.), en su obra Contra los paganos, intentó demostrar la existencia de Dios a partir de laobservación del orden cósmico (un argumento que luego recogería Santo Tomás de Aquino). Y, en ese marco, San Atanasio aprovechó la comparación pagana del universo con una lira,enla que cadacuerda repro- duce el sonido de uncuerpo celeste, e identifia Dios con el músico que toca ese instrumento. Los paganos habían atribuido ese papel aApolo (como se ve en el himno órfico dedi- cado a ese dios), y un ilustreejemplo de la adaptación cristiana de esa idea puede hallarse en la Oda a Salinas, de Fray Luis de Ln. Ya enlaEdad Media, Aureliano de Reóme (s. IX) relacionó los ocho modos eclesiásticos y las ocho esferas correspondientes ala Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas fijas, aunque no detalló qué modo correspondía a cada esfera. También en el s.IX, el extraordinario Juan EscotoEriúgena propuso unaori- ginal determinación de los intervalos musicales entre los cuerpos celestes, y fue el primero en admitir que esos intervalos poan modificarse (como después haan Giorgio Anselmi y Kepler). Regino dePm (s. X) y Bar- tolomé Ramos de Pareja (s. XV) siguie- ron a Boecio, Cicerón y Macrobio. Unmanuscrito del De institutione musica, de Boecio, que data de los ss. XI-XII, incluye un poema anónimo con correspondencias como las que Boe- cioatribuaCicerón. Ese texto es, por otra parte, especialmente intere- sante porque incluye enlaarmoa celeste las jerarquías anlicas, a las que atribuye sonidos una octava más agudos quea las esferas astrales. Gior- gioAnselmi (ss. XIV-XV) señaló laafi- nidad de esas jerarquías anlicas con las sirenas del mito deEr, enla Repú- blica, de Platón: según Anselmi, que refleja la influencia de los comentarios de Proclo a la República yal Timeo platónicos, tanto las sirenas como las jerarquías anlicas son esritus can- tores de los astros, y los teólogos cris- tianos habrían colocado a las jerarquí- as angélicas en el lugar de las sirenas

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Page 1: Historia de una idea fascinante UN MAESTRO DE LA MÚSICA DE ... · Joscelyn Godwin, el responsable de la selección y presentación de los tex-tos y de sus traducciones al inglés,

Historia de una idea fascinante

UN MAESTRO DE LA MÚSICA

DE LAS ESFERAS

lL~

Existen ideas fascinantes en la his-toria del pensamiento humano, yuna de ellas es la de que los cuer-pos celestes producen música.

Esa música, llamada "de las esferas", haestado resonando en la imaginación defilósofos, literatos y músicos a lo largode toda la historia de la cultura euro-pea y más allá de sus fronteras.

Sin embargo, aunque la expresión"armonía de las esferas" o "música delas esferas" pueda ser familiar paracualquier persona culta, pocos sabríanindicar qué autores desarrollaron (¿ydesarrollan?) esa sorprendente doctri-na. Por ello, la compilación de unaantología de textos como la quecomentamos merece el elogio de quie-nes nos interesamos por el pensamien-to musical y deseamos conocer susfuentes. y también es muy loable laestupenda audacia de Ediciones Ata-lanta, al publicar una traducción espa-ñola de esa antología.

Joscelyn Godwin, el responsable dela selección y presentación de los tex-tos y de sus traducciones al inglés, asícomo de la introducción general ynotas pertinentes, es un ilustre musicó-logo británico, profesor en la Universi-dad de Colgate, en Estados Unidos.Siempre hemos agradecido al profesorGodwin la riqueza de conocimientosque nos han revelado sus trabajos.Admiramos la amplitud de su horizonteintelectual y artístico, así como la mara-villosa sensatez, incluso la delicadísimaironía (siempre amable y que nuncadegenera en sarcasmo ofensivo) con laque aborda sus objetos de estudio.

Los textos seleccionados se agru-pan en partes dedicadas a las distintasépocas de la historia cultural europea:la Antigüedad greco-latina, la EdadMedia, Renacimiento, Barroco, Ilustra-ción y Romanticismo, más dos autoresque trabajaron ya bien entrado el sigloXX (Marius Schneider y Rudolf Haase).Dichos textos no sólo tratan de lamúsica de las esferas en sentido estric-to, e. d., de las correspondencias entrelos sonidos del sistema musical y loscuerpos celestes. El primer pasaje queencontramos procede del Timeo, dePlatón], y describe la formación delalma del mundo de acuerdo con pro-porciones matemáticas que coincidencon las de la escala diatónica (según lateoría musical griega clásica). Al colo-car este pasaje platónico al principiodel libro, Joscelyn Godwin pareceestar sugiriendo el enorme interés de

schUzo

estudiar la relación entre cosmogoníay cosmología, e. d., entre la doctrinaexpuesta por Platón en ese texto conlas especulaciones posteriores sobrelos intervalos musicales entre los cuer-pos celestes. En este sentido, un pasajede Macrobio (ss. IV-V d. C.), tambiénrecogido por Godwin, transmite lahipótesis de que las distancias entre laTierra, la Luna, Mercurio, Venus, elSol, Marte, Júpiter, Saturno y la esferade las estrellas fijas guardan entre sí lasmismas proporciones que Platón habíaatribuido al alma del mundo. De esadoctrina de la génesis del alma delmundo tratan también Arístides Quinti-liano (s. III d. C.), Giorgio Anselmi (ss.XIV-XV) y Francesco Giorgio (ss. XV-XVI). Podemos mencionar aquí, apesar de que no se refirió al alma delmundo, a Andreas Werckmeister(1645-1706), que trazó paralelismosentre los siete días de la creación,según el Génesis, y los siete grados dela escala: también en ese autor pode-mos encontrar, bajo la forma de unacomparación decorativa, una especula-ción sobre el fundamento cosmogóni-co de la música del universo.

Los textos que siguen al de Platónse centran en los supuestos intervalosentre los cuerpos celestes, o, con másprecisión, en los intervalos musicalesexpresados por las proporciones entrelas distancias de los cuerpos celestes(Plinio el viejo, s. I d. C.). También serecogen intentos de establecer corres-pondencias entre cuerpos celestes ycuerdas de la lira (Nicómaco de Gera-sa y Teón de Esmirna, entre los ss. I YII d. C.). De Nicómaco de Gerasa tam-bién se han incluido pasajes sobre teo-ría acústica que permiten entendermejor los textos sobre la música cós-mica. Otros sistemas de corresponden-cias aparecen en los textos de ClaudioPtolomeo, Censorino, Macrobio y Boe-cio. Volveremos sobre algunos deellos.

P. e., los capítulos seleccionadosdel tratado armónico de Claudio Ptolo-meo (s. II d. C.), examinan las corres-pondencias de los sonidos con lasesferas celestes, con las facultades delalma (doctrina a la que ya aludió Pla-tón en su República y sobre la quevolvieron Plutarco y Proclo) y con lasconstelaciones del Zodíaco (una fasci-nante novedad, después recogida ydesarrollada por Arístides Quintiliano).El erudito sirio musulmán Al-Hasan Al-Katib, en el s. X, y el sabio renacentis-

ta Marsilio Ficino, en el XV, tambiénrelacionaron el sistema musical, elalma humana y el zodíaco.

La armonía de las esferas no fuepatrimonio exclusivo del pensamientopagano. Entre los autores cristianos,San Atanasio (ss. III-IV d. C.), en suobra Contra los paganos, intentódemostrar la existencia de Dios a partirde la observación del orden cósmico(un argumento que luego recogeríaSanto Tomás de Aquino). Y, en esemarco, San Atanasio aprovechó lacomparación pagana del universo conuna lira, en la que cada cuerda repro-duce el sonido de un cuerpo celeste, eidentificó a Dios con el músico quetoca ese instrumento. Los paganoshabían atribuido ese papel a Apolo(como se ve en el himno órfico dedi-cado a ese dios), y un ilustre ejemplode la adaptación cristiana de esa ideapuede hallarse en la Oda a Salinas, deFray Luis de León.

Ya en la Edad Media, Aureliano deReóme (s. IX) relacionó los ochomodos eclesiásticos y las ocho esferascorrespondientes a la Luna, Mercurio,Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno ylas estrellas fijas, aunque no detallóqué modo correspondía a cada esfera.También en el s. IX, el extraordinarioJuan Escoto Eriúgena propuso una ori-ginal determinación de los intervalosmusicales entre los cuerpos celestes, yfue el primero en admitir que esosintervalos podían modificarse (comodespués harían Giorgio Anselmi yKepler). Regino de Prüm (s. X) y Bar-tolomé Ramos de Pareja (s. XV) siguie-ron a Boecio, Cicerón y Macrobio.

Un manuscrito del De institutionemusica, de Boecio, que data de los ss.XI-XII, incluye un poema anónimo concorrespondencias como las que Boe-cio atribuyó a Cicerón. Ese texto es,por otra parte, especialmente intere-sante porque incluye en la armoníaceleste las jerarquías angélicas, a lasque atribuye sonidos una octava másagudos que a las esferas astrales. Gior-gio Anselmi (ss. XIV-XV) señaló la afi-nidad de esas jerarquías angélicas conlas sirenas del mito de Er, en la Repú-blica, de Platón: según Anselmi, querefleja la influencia de los comentariosde Proclo a la República y al Timeoplatónicos, tanto las sirenas como lasjerarquías angélicas son espíritus can-tores de los astros, y los teólogos cris-tianos habrían colocado a las jerarquí-as angélicas en el lugar de las sirenas