historia de un ayer, vida de un hoy

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Historia de un ayer, vida de un hoy

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Page 1: Historia de un ayer, vida de un hoy

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Título del escrito: Historia de un ayer, vida de un hoy

Tipo de escrito: Novela

Género: Narrativa

Nombre: Master ef.

Edad: 19 años

Nacionalidad: Uruguayo

Publicado en: LeerLibrosOnline.es

Page 2: Historia de un ayer, vida de un hoy

Título: Historia de un ayer, vida de un hoy.

Género: Narrativa.

Pseudónimo: Master ef.

Edad: 19 años.

Nacionalidad: Uruguayo.

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Sinopsis

Dr. Brites, psiquiatra reconocido sufre un terremoto en su vida, sufre los efectos

de una noche oscura en sus días que hacen que su vida de un vuelco radical

que lo llevan hasta una tierra lejana en busca de sus sueños.

Esta es una historia de amor y superación. Es una historia que abraza la vida y

ama el presente. Todos tenemos una noche como la del Dr. Brites que cambia

nuestra vida pero ¿A caso tomamos la decisión que anhelamos pero tememos,

o por el contrario seguimos siendo egoístas con nosotros mismos?

Esta es una historia para los valientes que quieren ser protagonista de su

propia historia y no ver pasar frente a ellos un cortometraje de sus días por la

Tierra.

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Ahí estaba yo, comenzando una mañana de mediados de Julio escuchando la

exclamación más común:

-¡¡Que frio tremendo!!

Pues sí, algo normal en pleno inverno si lo pensamos detenidamente pero

como en toda estación de nuestra vida, la búsqueda del por qué quejarnos es

inconsciente y como dice el dicho: El que busca encuentra.

Túnica blanca, lapicera en el bolsillo e historias clínicas en mano marcan el

inicio de un nuevo día de trabajo en el hospital.

Caminando por el pasillo iba entrando en cada habitación a los universos más

secretos, visitando mundos conocidos solamente por mi paciente y por mí. Un

orbe distinto y una realidad diferente en cada paciente a los que la gente llama

comúnmente “locos”. Pero que a decir verdad no están tan locos como se cree

o por lo menos no actúan tan diferente a aquellos que nos pensamos

“normales”.

Vivimos detrás de cosas que en realidad no son lo verdadero, tal como mis

pacientes. Buscamos el dinero que no trae la felicidad, gastamos lo que no

tenemos en el viaje que no podemos hacer y perseguimos un ideal utópico de

paz y armonía cuando lo que hacemos es generar disputas y competencias. En

fin, después de muchos años de trabajar en hospitales psiquiátricos me he

dado cuenta que los locos más peligrosos estamos afuera, asechando a

presas invisibles e imaginarias… Tal como mis pacientes. ¿Cuál es la

Page 5: Historia de un ayer, vida de un hoy

diferencia? Pues que los que están adentro son locos liberales que cuentan sus

locuras, los que estamos afuera las callamos. Siempre abogamos por la

libertad, más cuando alguien se siente libre nos asustamos y lo rotulamos, lo

estigmatizamos simplemente porque nosotros no nos animamos a serlo.

-Buen día Mary ¿Cómo ha pasado?

-Bien doctor, acá estamos tranquilos- respondió.

“Sigue con las alucinaciones de la esquizofrenia – pensé - Hay que aumentar la

medicación”

-Me parece bien entonces, ahora va a venir el enfermero a traerle los

medicamentos del día ¿sí?

-¡Regio doc! Cuídese.

Mary era una abogada de 45 años, casada pero sin esposo, madre pero sin

hijos. A los síntomas como las alucinaciones, delirios o irritabilidad se le suma

el olvido. Muchas personas aquí internadas tiene familia, amigos y un perro,

pero cada uno de estos los han olvidado. La enfermedad genera como daño

colateral el olvido y Mary era la fiel prueba de que eso se cumple. Había tenido

múltiples internaciones pero desde hace cinco años su residencia cambió de

dirección. Su cuarto ya no era su cuarto, su cama no era su cama. Ahora vivía

en el hospital. Al principio sus hijos venían a visitarla, su marido también pero

desde hace tres años todos desaparecieron. Emergen fantasmas

esporádicamente que envían algún presente o que se comunican desde el más

allá por vía telefónica, pero nunca más que eso, nunca se hacen presentes.

Pero no debemos confundirnos, esta no es solo la vida de Mary, es la de

muchos otros que estando en la misma situación son sumidos en el olvido.

Diariamente me paseo por los pasillos de brillante blancura, conversando con

los pacientes e incluso sintiéndome identificado o compadeciéndome de otros

tantos, algo que es imposible de evitar pese a los extensos tratados éticos que

rigen la práctica médica. Recibo a los familiares de cada paciente y les explico

la situación, viendo en muchos ojos el sufrimiento y en otros tantos la

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indiferencia. Disfruto mucho de lo que hago, pero debo confesar algo: Todo ha

cambiado desde aquella noche.

No es fácil superar las dificultades de la vida, claro está que son puestas en

nuestro camino por una razón que no conocemos y que muy pocos lograrán

descifrar. Pero fuera de esto hay una gran realidad: Hay que buscarle la salida

y la moraleja a cada situación que vivamos.

Aquella noche estaba estrellada, champagne, baile y diversión. Un gran salón.

Mi esposa, mi hija y yo. Ese fue el cuadro de aquella noche que cambió todas

las noches desde ese entonces. Tomé el auto, manejé a velocidad moderada

siendo consciente de que estaba cansado. Paré en el semáforo y cerré los

ojos. La sorpresa fue que cuando desperté, no estaba en el auto, no veía la luz

del semáforo y tampoco a mi familia. Sino que todo era blanco y luminoso.

“Estoy en el cielo” - pensé.

Pero no, estaba en el hospital, rodeado de cables y de máquinas a las cuales

estaba conectado. Cercado por colegas que intentaban ver mis reacciones

reflejas y que quedaron sorprendidos al ver mis ojos abrirse. No había muerto,

pero mi esposa y mi hija sí.

Aquella noche manejé con sumo cuidado, pero es claro que no todos toman

esa precaución. Un descuido de uno por la vida de otros. Una noche de

diversión a cambio de una familia destruida, esa fue la realidad de esa noche.

Una persona alcoholizada envistió mi auto. Ni siquiera recuerdo haber sentido

dolor, haberme movido, haberlo visto. Mi último recuerdo antes de cerrar los

ojos fue el rostro de Marilyn dormida en el asiento de copiloto y la luz roja del

semáforo que me hacía aguardar.

“Estoy solo” – me dije a mi mismo.

No podía ni siquiera hablar, estaba espantado con la idea de que todo eso

fuera verdad.

“Tranquilo, esto es un sueño, cerraré los ojos y todo va a ser como antes”

pensaba, pero no era cierto. Siempre supe que lo que me decía era una

mentira, pero tenía que intentarlo. Por un instante me vi inventando un mundo

Page 7: Historia de un ayer, vida de un hoy

que sabía que no era cierto, pero quería créemelo. El hecho es que estaba

solo, internado y sin poder moverme, con fracturas múltiples y con un dolor que

me llegaba al alma o que tal vez nacía de ahí, ciertamente no lo sabía.

- Las cosas pasan por algo, tranquilo no estás solo, ten fe.

Y era verdad… Lo único que me quedaba era tener fe. No sabía de quién había

provenido esas palabras porque el collarete me impedía rotar la cabeza, pero

sin dudas que fue lo que necesitaba escuchar.

Los días fueron pasando, mi mente viajaba por galaxias desconocidas. Me

sumía en sueños tan reales que al despertar la tristeza me abrazaba y no podía

hacer otra cosa que lanzarme a llorar. Llorar porque sentía que mi vida se

desmoronaba. Pero siempre tuve algo presente en las penumbras: La gran

pregunta que debía hacerme no era ¿Por qué? sino ¿Para qué? En ese

momento no entendía el para qué del sufrimiento pero me aferré a esa

pregunta que siempre me hacía cuando algo sucedía y sacudía mi vida: ¿Para

qué…?

Mientras repetía esas dos palabras una y otra vez sin hallar respuesta me

sorprendí al encontrarme haciendo un recorrido que comenzaba desde que

tenía 20 años y culminaba hasta el preciso momento en que comencé a repetir

las palabras.

Conocí a Marilyn en la facultad, dulce y cariñosa como nadie, atenta y

preocupada me colmaba de amor, me ayudaba y comprendía. Nos recibimos

juntos, nos disculpamos las largas horas de las guardias, las llegadas tarde a

casa justificadas por un: “Surgió un imprevisto”. Y esto fue porque simplemente

nos amábamos. Construimos el presente que tenemos… Teníamos en

realidad. Qué difícil es hablar en pasado cuando ayer mi vida era la que yo

había planeado. A expensas de mucho esfuerzo compramos nuestra casa,

nuestro auto, tuvimos una hija y tratamos de plantar las mejores semillas en su

corazón para recoger las más exquisitas cosechas.

El mundo se mueve y junto con él, nuestra vida va cambiando de posición. Es

por eso que nos suceden cosas que no tenemos planeadas y todo aquello que

Page 8: Historia de un ayer, vida de un hoy

alguna vez dictamos como orden al universo se devuelve en forma diferente.

Con una sola razón: Aprender.

No siempre los sacudones que la vida nos da son simples cimbronazos a veces

son grandes terremotos que derriban los cimientos de cualquier Empire State.

Tal vez la verdadera moraleja es que me creí un Empire State pero nunca lo

fui. Me fui concibiendo fuerte, cuando no lo soy, autosuficiente cuando necesito

de los demás. La soberbia y el ego nos devoran por dentro y nos hacen

creernos nuestro propio dios y eso lo entendí porque yo mismo fui devorado

por este monstruo insaciable.

Es así que debí armarme de valor y enfrentar esta nueva vida. Me recuperé

luego de varias semanas, las fracturas se fueron reparando y pude volver a mi

casa. La casa que había dejado esperándome aquella noche y que hoy me

recibía. Sentí que no era mi casa, no estaba mi esposa, no estaba mi hija, no

había risas en el aire. Me di cuenta que a pesar de que tenía tanto en mi propio

hogar buscaba más fuera de él. Decidí no pensar en esta cuestión porque no

había marcha atrás, no había qué hacer, el presente es lo único que podemos

cambiar, el pasado es pretérito y el futuro es incierto.

Esa noche me fui a acostar y lloré mirando hacia mi izquierda. Lloré intentando

retener su aroma, su recuerdo, su silueta dibujada en mi memoria. Lloré

escuchando en mi mente risas y llantos, lloré pensando que estaba solo. Pero

me consolé al fin, porque seguramente ellas estaban mejor que yo, donde el

dolor no existe y la angustia desaparece, donde el odio no tiene lugar y solo el

amor se respira, donde la felicidad es el alimento de cada día y la paz el néctar

de júbilo.

Y así es que comencé esta mañana de Julio, sabiéndome igual que los demás,

sabiéndome reemplazable. Sabiendo que la tierra gira y la marea se alza con o

sin mí presencia. Habiendo entendido que la única forma de dejar una huella

imborrable era haciendo algo por los demás. Y por esto decidí dar un vuelco a

mi vida.

Page 9: Historia de un ayer, vida de un hoy

Luego de hacer el recorrido, haber visitado a Mary y cumplido con mi horario

ansiosamente, me dispuse a volver a casa sabiendo lo que iba a hacer. Entré

rápido y tomé el teléfono.

-Médicos Sin Fronteras buenos días ¿En qué lo puedo ayudar?

No fue una pasión momentánea, sino que había estado pensando en esto

tiempo atrás. Hace unos meses los voluntarios de médicos sin frontera

realizaron una labor de sensibilización en la población e información sobre

dicha organización en el centro capitalino, por donde casualmente pasé y me

fue entregado un folleto informativo.

Viajar por lugares recónditos corriendo riesgos de vida: ¿Alguien en su sano

juicio se embarcaría en una epopeya de este tipo? Ese hubiera sido mi

pensamiento hace un tiempo, aunque a decir verdad, era la conclusión más

lógica a la que podía llegar razonando. Pero hoy en día y después de las

vivencias dantescas que había experimentado me resultaba una

descabelladamente fantástica idea. Podía ayudar y recibir mucho más de lo

que iba a dar sin dudas. Hace muchos años, conocí a una colega que había

participado en numerosos viajes con Médicos Sin Fronteras. Había visitado

Etiopía y los países más desconocidos de África donde solamente Dios sabe

su existencia exacta. Su testimonio era estremecedor contando cada una de

las vivencias que había experimentado. Y es así que pensando en cada una de

sus palabras que hasta entonces guardaba en mi memoria me atreví a romper

los esquemas: había decidido a llamarlos.

Como no tenían cede en Uruguay me comuniqué con la casa central en

Argentina manifestando mi ansiedad de formar parte del cuerpo de misiones de

esta organización. Me comentaron cuál era el espíritu de la organización y eso

me hizo sentirme aún más atraído.

-La institución realiza una labor médica humanitaria incomparable, asistiendo a

las poblaciones más vulnerables sin discriminar etnia ni religión principalmente

en África– me comentó la recepcionista con la cuál hablaba.

Estaba emocionado. Era un panorama nuevo para mí. Nunca imaginé vivir en

Kenia o Tanzania, países sumamente exóticos y llamativos para un americano,

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pero al mismo tiempo desafiantes. Creo que esa es la palabra que me

entusiasma más: Desafío.

La vida entera es un desafío y un coqueteo continuo con seductoras metas,

algunas que logramos obtener como trofeos y otras que nunca alcanzamos, lo

importante es decir sí, sí a ese desafío que se para frente a nosotros.

-Cómo tengo que hacer para… Bueno ya sabe - le dije titubeando.

-¿Para formar parte del equipo?- respondió.

-Sí, claro. Eso mismo.

-Le voy a enviar inmediatamente un e-mail con las correspondientes formas

que debe completar. Luego conviene que pase por aquí, previa coordinación,

para una entrevista con el director…Él mismo le escribirá.

-Perfecto, lo estaré esperando. Gracias.

Colgué con la mano fría y sudorosa, tenía miedo, pero claro que es algo normal

cuando nos enfrentamos a realidades desconocidas.

Recibí el correo electrónico a las 22:06 de la noche, mientras saboreaba un

café humeante frente a la estufa, tratando de combatir el frio. Ni bien abrí el

mensaje descargué el formulario, las formas que debía completar y me dispuse

a leer la nota que estaba adjunta.

Estimado Dr. Brites:

Es un honor y una alegría inmensa para toda la institución y para mí, que

haya manifestado su deseo de formar parte de la organización. Le invito

cordialmente a una reunión, ¿Podría ser tal vez… el 1º de Julio a la hora 12?

Le adjunto los datos pertinentes.

Reciba mis saludos cordiales. Dr. Maurens

Director Médicos Sin Fronteras Argentina

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Luego de haber leído la nota, completé los formularios de admisión con mis

datos personales y los reenvié adjuntando unas líneas.

Estimado Dr. Jordan:

El martes 1º de Julio a la hora 12:00 estaré ahí presente. Ansío la

reunión.

Saluda Atte. Dr. Brites

Cada palabra que escribía, cada tecla que presionaba me llenaba de una

alegría inmensa, indescriptible. Pero también me generaba el mismo temor

que le produce la noche a un niño, porque no puede ver ni sentir más allá de su

propia respiración. Y eso sentía yo, mi respiración que se agitaba y embriagaba

de deseo, mi corazón que corría tras un sueño.

Me dispuse a preparar mi equipaje, puse lo más indispensable, entro ello

alguna ropa y el libro que había estado leyendo: “Un día en el mañana”. El

simple título me estremeció al leerlo en la librería. ¿Cómo sería vivir en el

mañana? Me daría miedo, pensaba siempre. Pero al fin y al cabo el temor lo

único que hace es paralizar a las personas y no dejarlas ser ellas mismas.

Después de comenzar a leerlo detenidamente y aun estando en esa tarea logré

entender que hoy es el mañana del ayer. Cada hoy que vivimos fue un mañana

que soñamos hasta que nos ahogue ese último día donde el hoy será hoy y no

habrá mañana. Solo habrá un ayer y un hoy. Me pregunto cómo será ese día.

Mucha gente ya lo sabía pero guardaban el secreto celosamente como

centinelas que resguardan un tesoro milenario del que todos hemos

escuchamos pero nadie ha visto.

-Voy a formar parte de médicos sin fronteras- le dije al Dr. Josef, director del

hospital donde trabajaba hasta ese entonces- Bueno en realidad estoy

interesado en formar parte de esta organización, voy a tener una reunión en

unos días, quería que estudiar al tanto…

Page 12: Historia de un ayer, vida de un hoy

-No es una noticia que esperara debo serle franco, y sin dudas será una

pérdida para el hospital, pero al igual que usted siempre intenté luchar por mis

sueños aunque no siempre tuve valor- dijo compungido.

Ahí estaba el componente de la receta que echa a perder el producto: el miedo.

El miedo lo paralizó y dejo un sueño en la estantería de los pendientes.

-Lo apoyo - prosiguió – cuando sea la hora de partir simplemente avíseme y

estaremos a su servicio ante cualquier necesidad.

Culminó de decir esto con una sonrisa en su cara y con nuestras manos

estrechadas con fuerza en señal de agradecimiento. Salí de ahí liberado, ya

todo estaba en camino. Era sinuoso sin dudas pero ¿Qué más satisfactorio que

lograr lo anhelado habiendo surtido las ondulaciones del terreno? ¿A caso el

éxito fácil es una realización persona? ¿A caso recibir solo glorias nos hace ser

quiénes somos? No podemos conocer el placer sin habernos encontrado con el

dolor, estos amantes son inseparables.

Los días eran cada vez menos. Caían como las hojas que se desprenden de un

árbol en otoño para dejarlo al descubierto. Así esperaba ese día apoyando la

cabeza en la almohada noche tras noche y pensando en todo lo que iba a dejar

atrás, luchaba con Morfeo batallas cuerpo a cuerpo, saliendo algunas noches

victorioso y otras tantas vencido por él.

Pero al fin llegó la hora de partir. Abordé el barco que me llevaba hacia

Argentina. Divisé una pequeña mesa cerca de la cafetería y me senté sacando

de mi portafolio mi laptop para chequear e-mails y las noticias. Como de

costumbre entré al portal informático de la BBC de Londres y me percaté de

algo que nunca antes había considerado de demasiada importancia. Aunque

sabía la fecha del día, al verla escrita y leer “1º de Julio del 2008”, me di cuenta

que ciertamente para cualquier persona no había particularidades en la fecha

pero para mí resumía mi vida entera. Así como este primer día de Julio, este

era el primer día de una vida nueva.

A decir verdad mi vida iba a ser la misma, iba a tener 36 años, una esposa y

una hija fallecidas, iba a seguir siendo médico, pero nacía un nuev sitio que

jamás había descubierto, y eso era lo que celebraba junto a este primer día de

Page 13: Historia de un ayer, vida de un hoy

Julio. Una etapa de mi vida que nacía no para mi sino para otro que como una

mujer gestaba un niño que nacía en ella pero era de la vida, pues así me sentía

yo, gestando un don en mi interior que iba a ser volcado en un futuro.

Llegué a eso de las 10 horas de la mañana. Tomé un taxi y pedí me llevar

hasta el hotel en medio de la capital Argentina. Dejé mi equipaje y bajé a tomar

el desayuno que estaba servido hasta las 10:30. Luego midiendo fuerzas

conmigo mismo fui vencido por mi ansiedad y emprendí el viaje hacia la oficina

central de médicos sin fronteras.

11:30 estaba sentado en un living de amplios sillones berger de color rojo, con

las manos reposando sobre mis piernas y moviendo el al son de una melodía

que ambientaba el lugar.

Hacia las 12:05 la puerta frente a la cuál esperaba rugió.

-Adelante doctor, es un placer para nosotros – me dijo un hombre alto de traje

azul haciéndome un ademán con la mano- Soy el Dr. Maurens, Felipe para

usted.

-Es un placer - dije extendiendo la mano para estrechar la suya- Dr. Brites,

Isaac para usted.

-Muy bien Isaac tome asiento, vamos a charlar un poco.

El hombre del traje azul tomó la palabra. Sin dudas sabía lo que decía y

hablaba con propiedad.

-¿Sabe cuál fue el lema de nuestra última campaña?- preguntó si dejarme

responder - “Lo único que puede salvar a un ser humano es otro ser humano”.

Ni más ni menos que éste. Esto es lo que creemos, lo que enseñamos a todos

los voluntarios que tocan a nuestra puerta. ¿Se imagina cuál sería el resultado

si cada una de las personas que están afuera se dedicara a pensar en el otro?

Mucho tiempo trabajando en esta empresa me ha dado la herramienta precisa

para darme cuenta que todo sería diferente. Es tan sencillo Isaac pero me temo

que todos nosotros sufrimos el mal de este siglo que es el ensimismamiento,

no miramos para el costado ¿Y sabe por qué? Por temor a que nos pidan

ayuda. Eso es lo más triste.

Page 14: Historia de un ayer, vida de un hoy

Este hombre hablaba con inteligencia y sabiduría. Mientras hablaba me

hipnotizaba con sus palabras y yo asentía para que continuara hablando. Me

alegraba mucho poder escuchar de boca de otra persona mis mismos ideales.

-Es por eso que esta organización hace lo contrario. Nosotros vamos a buscar

a quien nos necesite pero no nos lo haya pedido, salimos en busca de aquel

que tiene tantos sufrimientos que ni siquiera puede alzar la voz. Si no es un ser

humano que salva a otro ¿Quién lo hará? Sabe doctor, muchas veces,

nosotros mismo somos canal de esperanzas, demostrándole a los demás que

se puede salir adelante, que no todo está perdido, que siempre hay quién

quiera ayudar de corazón. Somos canal de medicinas y un testimonio de amor

y de entrega. Somos médicos que amamos nuestro trabajo y que entendemos

que la medicina debe salir a ejercerse donde no hay más que tierra y

enfermedad, donde alguien necesite la mano amiga de un médico para seguir

viviendo. Somos un instrumento que Alguien pone en el camino de muchas

personas, para demostrarle cuánto amor les tiene la Creación.

Al final de estas palabras esbozó una sonrisa y su mirada se posó en mí

seguramente a la espera de una respuesta.

-No puedo agregar más nada a lo que usted ha dicho. Lo que usted ha dicho es

lo que creo y de lo que estoy convencido. Cada una de sus palabras las hago

mías. Mi vida era difícil hasta que me di cuenta que en realidad no lo era y yo

quería creer eso. Tenía en mis manos la herramienta para que todo peso fuera

liviano pero no lo sabía.

Le conté mi historia, la historia de aquella noche mientras Él me miraba siendo

testigo de cada palabra que brotaba de mi boca, tan cerca como siempre lo

está desde el inicio de mi vida.

-Le debo advertir que usted va a experimentar un sentimiento que pocos

experimentan: La nada.

“¿La nada? ¿Qué es la nada?” - pensé.

Como habiendo leído mi pensamiento Felipe continuó.

Page 15: Historia de un ayer, vida de un hoy

-La nada le llamamos entre nosotros a la ausencia de ese algo que mueve al

mundo. Ese algo que es el amor. Vemos esa nada en los ojos cerrados y las

caras volteadas a las realidades del hambre, de la pobreza, de la enfermedad y

de la muerte. Vemos esa nada en el juego a las escondidas que hacen los

países para hacer invisible una realidad que rompe los ojos pero que poco

trasciende. Y la vemos sobre todo en la frialdad con la que miles de personas

conviven en sí mismas si siquiera saberlo y creyéndose solidarios.

-Estoy preparado y quiero llevar el algo que combata a la nada- contesté.

-¿Cuán preparado está como para salir hacia Kenia en diez días?- me preguntó

con una sonrisa en su cara larguirucha y pálida.

No esperaba que me propusiera irme tan pronto, pretendía quedar a

disposición pero como siempre digo: “Si es para ti, lo será”.

Nos quedamos un largo rato charlando en la oficina. Era cálida, los detalles en

madera hacían ese lugar tan confortable como el living de mi casa y los

troncos ardientes dentro de la estufa echaban chispas y combatían el intenso

frío.

Antes de retirarme vi varios videos y fotos de la labor de muchos colegas. Era

realmente conmovedor con cuánto amor trabajaban con aquellos niños

desnutridos y madres parturientas.

Fueron días de muchas expectativas. Llamé a Montevideo y hablé con el Dr.

Josef explicándole todo lo sucedido, me dio el visto bueno con un “Buena

suerte”. Vi pasar los días como quien contempla las estaciones de una vida,

desde la niñez hasta la adultez y agonicé con las últimas horas de vida de esa

larga espera. Todo en la vida tiene que ser disfrutado, hasta aquello que nos

genera la ansiedad más grande. Por eso decidí pasear en los días que me

quedaban, disfrutando y conociendo lugares que nunca había visto. Pero

ciertamente invertí mucho tiempo en pensar en lo que pasaría cuando me vaya

y qué tendría que afrontar.

Al fin después de muchas noches y muchos amaneceres con la vista fija en el

cielo buscando respuestas que solo de ahí podían venir, llegó el día más

Page 16: Historia de un ayer, vida de un hoy

esperando, más ansiado y anhelado. Un destino: Kenia. Una hora: 15:30. Una

meta: Vivir.

Subí a un avión por primera vez, con la alegría de un niño al recibir sus regalos

en la mañana de navidad. Pensaba en que dentro de muy poco iba a poder

responder la pregunta de tantos que nunca habían subido a un avión, inclusive

yo: cómo era ver la tierra desde arriba, ver las nubes desde dentro de ellas

mismas. Y al fin estuve en el cielo. Como un niño que juega inocentemente

intentaba diferenciar formas entre las nubes pero nunca logré ver las dos que

buscaba. Todo tipo de caras, de animales y de cuadros irreales pero nunca las

dos figuras que tanto desearía ver. A decir verdad no necesitaba verlas para

saber que ahí estaban, durmiendo sobre colchones de algodón y disfrutando de

un himno dulce de alabanza al Creador. Al que crea la vida y la felicidad. El que

nos deja libres para elegir viajar a Kenia o quedarnos en un hospital anhelando

un sueño. El que nos dice: Levántate y sígueme.

Las horas de viaje fueron largas, pero entre películas y sueños lograba

pasarlas hasta que anunciaron el aterrizaje en la República de Kenia. Miré

inmediatamente por la ventanilla y divisé una ciudad opuesta a la realidad que

me esperaba. No tardé mucho en darme cuenta que toda esta inmensidad de

construcciones y autopistas hablaban de una capital. La capital sin duda estaba

bajo el reinado de la nada, altos edificios y una economía en huaje reconocida

por su exportación de té y café era la realidad que contrastaba con la muerte y

enfermedad de las afueras de Nairobi.

¿Cómo puede ser que miles de personas estén luchando por vivir un día más

cuando a algunos kilómetros de ellos una ciudad rica yace tranquilamente

ignorándolos? Es una realidad cruel y que no tiene explicación ¿O sí?

Sin duda que sí la tiene y es simple: Es preferible ignorar el problema que

afrontarlo, al fin y cabo sus vidas siguen siendo las mismas, pero las de los

demás no, porque día a día mueren cientos a costas del egoísmo de muchos.

Bajé del avión directo hacia migraciones a llenar el extenso papeleo

burocrático. Luego divisé una persona de camisa blanca y pantalón beige con

un cartel que decía: Médicos sin fronteras. Me acerqué. El hombre se presentó

Page 17: Historia de un ayer, vida de un hoy

y me explicó que venían médicos de todos los países y que ya muchos estaban

aguardado en la camioneta que nos llevaría hacía un pueblito a las afueras de

Nairobi cuyo nombre no se siquiera escribir. Luego me invitó a salir dándome

las indicaciones para que llegara a la combi correcta.

-Buenas tardes - Dije abriendo la puerta.

Recibí una lluvia de exclamaciones en respuesta de las cuales logré entender

tres: “Buenos días”, “Bom dia”, “Good morning”

En verdad era una expedición muy diversa con profesionales de la salud de

todos los países pero que teníamos algo que nos unía: Traer el antídoto para la

nada.

Tal vez miles de personas en el mundo que siquiera conocemos su cara, ni su

nombre, estén unidos a nosotros a través de un lazo que es indisoluble que es

el deseo de ayudar y de dar amor, que forma una red que sostiene al mundo…

Tal vez la pequeña acción humanitaria que cada una de estas fibras que

compone la red realiza hace que ésta sea cada vez más fuerte y pueda

amortiguar el poder de la nada que hace sus fuerzas por instalarse en los

corazones. Tal vez… Son simples suposiciones pero que a mi parecer son

grandes verdades. Aunar esfuerzos siempre tiene un mejor efecto que actuar

solitarios.

El trayecto fue largo hasta que llegamos a un claro donde había una gran

tienda blanca. Era enorme. Bajamos de la camioneta y entramos a ella, había

multitud de camillas, médicos, enfermeros y muchos pacientes, la mayoría

niños y mujeres embarazadas. Niños en cuyos ojos estaba la tristeza y el

temor, cuando debería haber picardía y ternura. Niños con fascias tristes,

cuando deberían estar desbordadas de sonrisas.

Las miradas se posaban en nosotros, expectantes y ansiosos de saber quiénes

éramos. No llevábamos túnica ni nada blanco por ende difícilmente sabrían que

éramos médicos, pero poco a poco fuimos acercándonos a los colegas que ya

estaban trabajando y nos presentamos. Atendimos a algunos dado que habían

demasiados pacientes para pocos médicos y decidimos terminar el día

yéndonos de nuevo hacia la capital.

Page 18: Historia de un ayer, vida de un hoy

Nos instalamos en un hotel en el centro donde iba a ser nuestra primera y

última noche, luego nos ubicaríamos en el campamento cercano a la tienda en

la que habíamos estado.

Me acosté sobre la cama mullida y dejé la ventana sin la cortina para poder ver

las estrellas a través del vidrio. Era una noche despejado, el cielo parecía un

manto tapizado de diamantes que colocándose lado a lado formaban un

camino. Me dormí pensando en que ese camino era una vía, una senda hecha

para mí. Tal vez me llevará a algún lugar que había imaginado, tal vez me

deparaba algo increíble que nunca pensé. A decir verdad lo único que me

propuse fue: Disfrutar este viaje.

Page 19: Historia de un ayer, vida de un hoy

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En LeerLibrosOnline.es podrás publicar todos tus escritos, ya sean novela, cuentos, poesía o ensayo, absolutamente lo que quieras. Pretendemos agrupar a todos esos escritos que están repartidos en los vastos dominios de internet, en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo o en los archivos más escondidos de un ordenador y ofrecerles un lugar para dar a conocer su obra y librarse de ese miedo a que otros la lean. ¿Te animas?

La literatura no sólo pertenece a los libros, que son tan sólo un soporte. La literatura está también en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo, en los archivos más escondidos de un ordenador, en una libreta manida en la que alguna vez se quisieron crear historias, en un trozo de papel vetusto en el que aún se lee una preciosa nota que alguna vez alguien te entregó. La literatura está en folios que acabaron en la basura, en cartas que nunca llegaron o que se guardaron en cajones de olvido, en blogs escondidos en la Web que los buscadores nunca van a mostrar, en letras de canciones inventadas que sólo se conservan en las memorias vergonzosas. La literatura está en todos lados, aunque mucha no se conozca ni se vaya a conocer.

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