hacia una misiología de transformación

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Hacia una Misiología de Transformación Charles Van Ungen, Ph. D. Catedrático de Teología Bíblica de Misiones, Fuller Theological Seminary, CA, USA Publicado en Global Missiology, Octubre 2005, www.globalmissiology.org Traducido por: Instituto Para la Misión Transformadora MINISTERIO AMANECER PERÚ Hacia una Misiología de Transformación…………………………………... …………..1 Introducción……………………………………………………………………………...1 Situación histórica: estableciendo el escenario……………………….. ………………..1 Reacciones de medio siglo: superando dicotomías……………………………...............3 Situación actual: Recuperando credibilidad……………………………………………..7 Recreación en un Siglo: buscando una Misiología de Transformación………………..11 Conclusión……………………………………………………………………………...14 Citas Bibliográficas…………………………………………………………………….17 Introducción Cuando mi hijo Andrew tenía cuatro y cinco años de edad, tenía varios juguetes llamados “transformers.” Eran grandes muñecos de plástico de soldados o guerreros samurai. Cuando uno empezaba a voltear los múltiples componentes y a cambiar la forma del objeto, al final terminaba siendo un Jet o un vehiculo blindado: se “transformaba”. Aun era el mismo juguete, pero sus múltiples formas eran bastante distintas. Cuando pienso en las misiones de hoy en día, pienso en los transformers de mi hijo. La praxis de la misión y el análisis misiológico en el siglo veintiuno debe atravesar una similar transformación radical. Es necesario que sea siempre la misma misión. La misión de Dios, missio Dei. No obstante, hoy en día nos encontramos en una

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Charles Van Engen

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Hacia una Misiología de Transformación

Charles Van Ungen, Ph. D.Catedrático de Teología Bíblica de Misiones, Fuller Theological Seminary, CA, USA

Publicado en Global Missiology, Octubre 2005, www.globalmissiology.org

Traducido por: Instituto Para la Misión TransformadoraMINISTERIO AMANECER PERÚ

Hacia una Misiología de Transformación…………………………………...…………..1Introducción……………………………………………………………………………...1Situación histórica: estableciendo el escenario………………………..………………..1Reacciones de medio siglo: superando dicotomías……………………………...............3Situación actual: Recuperando credibilidad……………………………………………..7Recreación en un Siglo: buscando una Misiología de Transformación………………..11Conclusión……………………………………………………………………………...14Citas Bibliográficas…………………………………………………………………….17

Introducción

Cuando mi hijo Andrew tenía cuatro y cinco años de edad, tenía varios juguetes llamados “transformers.” Eran grandes muñecos de plástico de soldados o guerreros samurai. Cuando uno empezaba a voltear los múltiples componentes y a cambiar la forma del objeto, al final terminaba siendo un Jet o un vehiculo blindado: se “transformaba”. Aun era el mismo juguete, pero sus múltiples formas eran bastante distintas. Cuando pienso en las misiones de hoy en día, pienso en los transformers de mi hijo. La praxis de la misión y el análisis misiológico en el siglo veintiuno debe atravesar una similar transformación radical. Es necesario que sea siempre la misma misión. La misión de Dios, missio Dei. No obstante, hoy en día nos encontramos en una situación muy diferente de la misión, que en la que estuvimos hace 100 años.

Mi tesis es que la misiología evangélica de transformación (1) Amplía conceptos clásicos sobre misiones, desarrollados a lo largo de los últimos 100 años;(2) Supera las dicotomías entre evangelismo y acción social, que surgieron hace 50 años; y(3) Se re-crea a si misma en una praxis trinitaria de la misión, adecuada a los retos globales/locales, y a las oportunidades de la iglesia y el mundo en este nuevo siglo.

Situación histórica: estableciendo el escenario

Para poder comprender hacia donde vamos en el futuro en la articulación de una misiología de TRANSFORMACION, es importante recordar nuestro pasado. Permítanme brevemente resumir en donde estábamos en nuestra reflexión misiológica hace 100 años y hace 50 años. Tal resumen podría ofrecernos un lente bajo el cual ver el futuro. En la Sociedad Post-Capitalista, Meter Drucker dijo lo siguiente:

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Cada algunos cientos de años en la historia (humana) ocurre una transformación aguda. Atravesamos lo que…yo he llamado un “punto de quiebre”. Luego de unas cuantas décadas, (una) sociedad se reajusta a si misma-su cosmovisión, sus valores básicos; sus estructuras políticas y sociales; sus artes; sus instituciones calves. Cincuenta años más tarde, ya es un mundo nuevo. Y las personas que nacen después no pueden siquiera imaginar el mundo en el que vivieron sus abuelos y en el cual sus propios padres nacieron. Actualmente, nos encontramos viviendo justamente tal transformación.” (1993:1)

Hace cien años Global Misión era Western Misión*, una vía de un solo sentido desde el Oeste y Norte hacia cualquier otro lugar en el globo. En ese momento, las perspectivas dominantes tenían que ver con cómo las misiones occidentales podían cooperar entre sí, cómo las áreas pioneras y los pueblos podían ser alcanzadas por el evangelio por primera vez, y cómo ayudar a las iglesias novatas en África, Asia y Latinoamérica, a convertirse en iglesias autónomas, auto-propagadas y auto-financiadas.

A inicios del Siglo Veintiuno había un gran optimismo al respecto de la cultura occidental de modernidad y de la civilización occidental. Se asumía que las otras religiones pronto decaerían en influencia o se desvanecerían completamente. Las misiones estaban predominantemente orientadas a las áreas rurales, y la medicina, la educación y la agricultura eran con frecuencia vistas como medios para evangelizar a aquellos que aun no eran cristianos.

Las actividades misioneras eran llevadas a cabo predominantemente por organizaciones misioneras denominacionales, con algunas notables excepciones como la China Inland Mission*, la Sociedad Misionera de Londres, las Sociedades Bíblicas, entre otros. Existía un entendimiento común de la Biblia, y las gentes compartían una definición común de de misión, articulada y popularizada por el lema del Movimiento de Estudiantes Voluntarios (SVM)*, “La evangelización del mundo en esta generación.”

En 1984, en una serie de videoconferencias de “Cómo ha cambiado mi opinión sobre las misiones”, Stephen Neil observo que en la época del gran congreso de misiones de Edimburgo, 1910, existían argumentos para un optimismo sobrio. Los resumo así:

1. La exploración geográfica del planeta estaba casi completa.2. Había mayor seguridad de la vida humana en el mundo - las guerras

habían cesado.3. La salud de los misioneros era mucho mejor.4. Conductos hacia todas las religiones importantes habían sido ganados, en

todo lugar; cada sistema social había otorgado algunos convertidos.5. Los idiomas mas importantes se habían aprendido6. La Biblia estaba disponible en los idiomas mas difundidos7. Las iglesias mismas se habían involucrado en el trabajo misionero en

otros continentes8. El gigantesco Movimiento Cristiano Estudiantil estaba tomando lugar9. las iglesias del tercer mundo ya se estaban convirtiendo en iglesias

misioneras por merito propio

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Neil concluye esa conferencia observando que habían “tres grandes cambios de los cuales no estábamos al tanto”, en las misiones a inicios del siglo veintiuno.

a. Que muchos territorios pronto se cerrarían a los esfuerzos de misioneros extranjeros.

b. Que habría una recuperación y crecimiento de las grandes religiones no-Cristianas.

c. Que la decadencia de la iglesia seria primordialmente en occidente, en las iglesias mas sólidamente establecidas.

No obstante, en medio de todos los retos, Neil afirma que, “el objetivo de toda nuestra predicación es que nuestros oyentes obtengan una clara imagen de Jesucristo. Deseamos en verdad que las personas se conviertan al cristianismo. Si hemos visto a Cristo y vivido en El, deseamos que todos lo vean - esto es misión” (Neil 1984, final del video, parte I)

Hace un siglo, los misioneros cristianos por lo general compartían un consenso alrededor de la perspectiva clásica de las misiones que no dividía el evangelismo y la acción social. Los misiólogos generalmente veían al evangelio como el impactar la totalidad de la vida. Poseían una definición común de misión articulado y popularizado por el lema del Movimiento de Estudiantes Voluntarios (SVM): “la evangelización del mundo en esta generación”. Este lema fue posteriormente utilizado por John R. Mott como el titulo de su libro más famoso, y también fue adoptado como el slogan de la gran Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo, 1910. El lema del SVM suponía cierta visión holística de la misión, aunque debemos reconocer que tal visión estaba demasiado frecuentemente engarzada en una meta Eurocéntrica de cristianización y civilización. Sin embargo, aun esa meta supone un componente de conversión.

Esa visión de la misión también involucra un alto grado de tensión. Debemos reconocer que la formula Venn-Andreson de los 3-auto, que dominaba la escena era profundamente eclesiocéntrica (primordialmente introvertida y bastante estática), y carecía de compromiso para transformar la cultura o cambiar las realidades políticas y socio-económicas de la época. El énfasis en el servicio social de hace cien años, en términos de agricultura, medicina y educación, no era visto como una actividad contraria a la proclamación verbal del evangelio y a la conversión personal de fe. Eran vistos como aspectos integrales de proclamación de un evangelio que llamaba a la conversión. Después de la segunda guerra mundial esto cambio en el pensamiento norteamericano sobre la misión y un gran abismo surgió entre aquellos que promovían el cambio socio-económico y político en contraposición con aquellos que afirmaban a la proclamación verbal como el centro de la misión.

Reacciones de medio siglo: superando las dicotomías

Después de las guerras mundiales, la revolución francesa, mexicana, bolchevique y maoísta, la guerra de Corea, el nacimiento del Concilio Mundial de Iglesias, y la búsqueda por reconstruir Europa y Japón, entre otros acontecimientos. El globo se empezó ha encoger debido al incremento de viajes aéreos, radio, teléfonos, y televisión. Y las iglesias en Asia, África y Latinoamérica empezaron a crecer, madurar y aumentar

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su influencia global. Las perspectivas de la misión cambiaron radicalmente, produciendo profundas dicotomías.

Hace cincuenta años nuevas naciones surgieron alrededor del mundo. El debate “moratorium” trajo al primer plano de la conciencia de la misión, el crecimiento y el rol misionero de aquellas iglesias primero llamadas “menores” y luego “nacionales” en África, Asia y Latinoamérica. Algunas iglesias y misiones protestantes occidentales hablaban del final de la llamada “era misionera”, promoviendo que se remplace por “era ecuménica” cooperación de iglesia-a-iglesia y contribución global de recursos. El Ecumenismo global se convirtió en una importante agenda para algunos, asociado a un fuerte énfasis en cambios socio políticos en África, Asia y Latinoamérica.

Reaccionando a esta orientación en teología ecuménica de la misión, los Protestantes Evangélicos formaron nuevas coaliciones para enfatizar la proclamación verbal y la conversión personal en contraposición a las metas socio-política, económicas y humanitarias en la misión. Aparentemente, a los protestantes Evangélicos ya no les incomodaba la “conciencia intranquila” (Carl Henry: 1947) al respecto de las dimensiones sociales del evangelio. Nuevas iniciativas de cooperación para la evangelización del mundo surgieron en Wheaton, 1966 y Berlín, 19966 que devinieron en el Movimiento de Crecimiento de la Iglesia, El Movimiento Laussane, el Movimiento AD2000 y otras iniciativas basadas en occidente que veían la misión en términos mas tradicionales de encontrar medios misiológicamente efectivos con los cuales “hombres y mujeres puedan convertirse en discípulos de Jesucristo y miembros responsables de la Iglesia de Cristo” (Donald Mcgavran:1970; C.Peter Wagner 1989:16)

Podríamos resumir la perspectiva misionera de los 50’s y 60’s como sigue:

1. Iglesias nacionales empiezan a madurar a lo largo de Asia, África, Latinoamérica y Oceanía

2. Nuevas naciones nacieron, particularmente a lo largo de África, y la fuerte crítica anticolonial creció entre las iglesias más antiguas.

3. Las misiones de fe crecieron en número y en importancia, particularmente en Norteamérica.

4. El debate moratorium creció5. Una discusión de doble vía concerniente a la misión mundial surgió con una crítica

ascendentemente estridente proveniente de las iglesias nacionales más jóvenes.6. La Comisión de misión Mundial y Evangelismo (CWME) se reunió en la Ciudad de

México en 1962, bajo el lema: “misión en seis continentes”7. El Concilio Vaticano II transformo la Iglesia Católica Romana8. La división protestante entre evangelismo y acción social empeoró9. Los debates Evangélicos/Ecuménicos crecieron y se volvieron mas intensos, tomando

paralelamente, dos lecturas diferentes de la Biblia (una perspectiva tradicional y una mirada orientada mas socio-política y económicamente)

10. Un fuerte Movimiento Ecuménico tomo forma en la WCC.11. Coaliciones y estructuras cooperativas Evangélicas Globales fueron creadas-más

notablemente, el Movimiento Lausanne.12. Dos tercios de los teólogos del mundo comenzaron a elevar sus voces ofreciendo

nuevas perspectivas sobre la misión de la iglesia.

Luego de la Segunda Guerra Mundial hubo una división algo severa entre perspectivas opuestas de la misión Cristiana. Altamente impactado por una conciencia de culpa acerca del Holocausto y el Tercer Reich, y siguiendo el liderazgo de J. C. Hoekendijk,

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el Concilio Mundial de Iglesias enfatizo una teología de relevancia con fuertes agendas socio-políticas, en contraposición a la fe personal.

En reacción a ello, y especialmente desilusionados por la integración del IMC al WCC, los de mentalidad evangélica en Europa y Norteamérica, remarcaron la proclamación verbal del evangelio que busca la conversión personal a Jesucristo, en contraposición a las agendas socio-políticas. (Ver C.Van Ungen:1996:128-136). El Movimiento por los Derechos Civiles en los EE.UU. los movimientos de teología de la Liberación en Latinoamérica, las Filipinas, Corea del Sur, India y demás lugares simplemente exacerbó la división. Las publicaciones de Donald McGravan, tan polémicas como fueron, aunque apuntaban a la dirección correcta, con demasiada frecuencia fomentaban la expansión de la brecha entre estos puntos de vista opuestos sobre la misión.

Cuarenta años mas tarde, aun nos encontramos desafiados por las palabras de Harold Lindsell, ofrecidas en 1962.

Es lamentable que cincuenta años después de Edimburgo (1910) no pueda darse un Congreso Mundial de misiones que trascienda algunas de las diferencias sin importancia que dividen a aquellos que tienen metas misioneras similares…quizá las misiones de fe sean capaces de expandir la visión y proveer un liderazgo creativo y dinámico para una nueva era de avance misionero” (Lindsell 1962:230).

Desgraciadamente, pareciera que las misiones sodaliceas Evangélicas aun no han alcanzado ese reto.

El desarrollo histórico de la teología de la misión que he bosquejado debería darle a los evangélicos una pausa para considerar la manera en que usamos ciertas frases. Por ejemplo, “la Iglesia Completa llevando el Evangelio Completo al Mundo Completo” no fue creación del Movimiento Lausanne en la reunión Lausanne II en Manila en 1989. Fue primero usado por el Comité Central del Concilio Mundial de Iglesias en la reunión de Rolle; Suiza en 1951.

“Misión en seis continentes” o algunas otras fraseologías que enfatizan las múltiples direcciones de la misión global de todas partes a todas partes fueron primero usadas por la Comisión de misión y evangelismo mundial, en la reunión de la ciudad de México en 1963. (Ver R. K. Orchard, Witness in Six Continents 1964.)

El concepto de missio dei que hoy aparece usado con regularidad entre los Evangélicos fue originalmente articulado por Kart Barth en 1932, y siguiendo a Barth, por Kart Hartenstein en 1952. Fue asociado con una visión trinitaria de la misión en la conferencia del IMC en Willingen, 1952. El concepto fue popularizado por Georg Vicedom en 1958, se hizo de uso común en el movimiento ecuménico después de Ciudad de México, 1963 (ver Henry Van Dusen 1961; Georg Vicedom 1965). Fue utilizado como fundamento conceptual en la discusión del CMI y el NCC acerca de “las estructuras misioneras de la congregación” en 1963 (cf. Colin Williams 1963, 1964 y World Council of Churches 1968). En la teología conciliar de la misión el barco de missio dei fue eventualmente cargado con tanto bagaje que casi se hundió.

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Como he buscando demostrar en Mission on the Way*, cuando la Iglesia y la misión se confunden y fusionan, y cuando se hace que missio Dei represente cualquier y toda actividad que la iglesia quiera llevar acabo en el mundo-entonces el dictum de Stephen Neil parece probar que: “cuando todo es misión, nada es misión.” En el Concilio Mundial de Iglesias el término eventualmente se refirió a un cambio de orden en el concepto de misión. La perspectiva clásica de la misión empieza con Dios quien trabaja primariamente a través de la iglesia para alcanzar y transformar el mundo (Dios-Iglesia-mundo). Pero el profundo pesimismo de J. C. Hoekendijk acerca de la iglesia lo motivo a sugerir en The Church Inside Out (1966) que se requería un nuevo orden, un orden se hizo parte esencial del entendimiento del CMI sobre missio dei, luego de su cuarta asamblea en Uppsala en 1968. después de 1968, siguiendo la guía de Hoekendijk, missio dei fue utilizado en los círculos del CMI para enfatizar que Dios estaba obrando en el mundo y lo mejor que la iglesia podía hacer era unirse a los movimientos de lo que Dios estaba haciendo en el mundo (Dios-Iglesia-mundo). Este cambio de orden tuvo profundos efectos de largo alcance en la teología de la misión de aquellos asociados al CMI. Dados los tres ejemplos resumidos arriba, creo que los fisiólogos evangélicos deben ser muy cuidadosos al articular con claridad lo que quieren dar a entender- y lo que no que no quieren dar a entender-usando tales términos.

No creo que nadie estaba realmente satisfecho con la dicotomía que he bosquejado. Los 80’s y 90’s involucraron múltiples intentos por reducir la brecha entre la acción social y el evangelismo verbal. El Movimiento Lausanne dio origen a un numero de consultas, documentos y reuniones buscando repensar el asunto de “la prioridad del evangelismo” tal como fue articulado en el Pacto Lausanne. En los 70’s Arthur Glasser, aunque aun usando el lenguaje del “mandato evangelístico” y “el mandato cultural”, empezó a desarrollar a partir de los trabajos de Oscar Cullmann (1951), Hermann Ridderbos (1962) y George Ladd (1974), la noción de Reino de Dios” como una forma de aproximar el evangelismo a la acción social. Existe hoy en día una muy substancial consenso global en cuanto al tema del Reino-de-Dios como una forma de construir una visión mas holística de la misión (ver e.g., Van Ungen 1991:101-118). Este motivo ha sido prominente en la teología de la misión de Rene Padilla y sus asociados e la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTLA). partiendo del tópico del Reino-de-Dios han desarrollado una idea de “misión Integral” como un parámetro conceptual que podría ser un puente en la brecha entre proclamación verbal y acción social.

La Asociación evangélica de teólogos del Tercer Mundo lucho con el problema en las etapas tempranas de sus discusiones. Miembros de la Asociación Teológica Asiática también buscaron articular un entendimiento mas holístico de la misión que pudiera unir las antiguas dicotomías, como es evidenciado en los escritos de Ken Gnanakan, pro ejemplo. En el Concilio Mundial surgió un gran interés en temas de espiritualidad y formación espiritual.

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Y teólogos de la liberación latinoamericanos como Gustavo Gutiérrez comenzaron a explorar asuntos de espiritualidad y formación espiritual como propios de la liberación.

Así que en los 80’s y 90’s vemos que las perspectivas evangélicas sobre la misión empiezan a interesarse en un enfoque holístico de la misión. Creo que un ímpetu por ello puede haber sido el hecho para que las agencias de misiones sodaliceas predominantemente norteamericanas, activas por mas de 50 años, ahora tengan convertidos de segunda y tercera generación y madurando iglesias en África, Asia y Latinoamérica. Estos convertidos, fruto de la evangelización temprana de estas misiones evangélicas occidentales, han empezado a buscar maneras en las que el Evangelio que ellos aceptaron pueda impactar las realidades socio-económicas, culturales y políticas en las que se encuentran. Esta nueva generación de convertidos viven ahora en circunstancias de opresión, persecución, enfermedad, hambre, y pobreza extrema. Y han empezado a preguntarles a sus hermanos y hermanas de occidente porque debería estar el impacto del Evangelio mas allá de la realidad que están experimentando.

Con el declive de la iglesia e el oeste, y el cambio del centro de gravedad de manera que dos tercios de todo el cristianismo del mundo se encuentra ahora en Asia, África, Latinoamérica y Oceanía, La Iglesia de Jesucristo, es crecientemente una iglesia de pobres y oprimidos. Así que al inicio de este nuevo siglo, los cristianos alrededor del globo sufren todos la misma opresión, deseo, y necesidad que los no-cristianos en sus contextos en los denominados dos tercios del mundo. David Barrett señalo este desarrollo ya en su articulo publicado en octubre de 1983, en el Internacional Bulletin of Missionary Research (Boletín internacional de investigación misionera)*, “No tengo oro ni plata: ¿Iglesia de pobres e iglesia de ricos?” (7:4, Oct 1983,146-151).

El Movimiento global de la “Interrogante” que Luís Bush ha comandado es muy importante. Posee el potencial de generar una re-conceptualización de la naturaleza de la misión que fluye de las fuentes de la mayoría de las iglesias en el mundo mayoritario, articuladas por los cristianos mayoritarios propagados ya en los seis continentes. Alguien podría decir que por primera vez desde Constantino, hace más de de 1600 años, la iglesia mundial tiene el potencial de construir su entendimiento de la misión con ladrillos traídos de las experiencias, la vida, la vitalidad, y la visión de las iglesias del Sur y el Este del globo así como del Norte y el Oeste. Todo esto nos guía hacia un deseo de repensar y reconceptualizar la naturaleza de la misión al inicio de este nuevo siglo.

La Situación Actual: Recuperando Credibilidad

Cuando era pequeño, mientras crecía en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en el sur de México, la palabra “transformador” hacia referencia a esos largos y redondos contenedores que colgaban de los postes eléctricos y que transformaban la electricidad de alto voltaje en una forma usable en una casa domestica. Con alguna regularidad estos explotaban, dejándonos en la oscuridad. Lo genial de estos transformadores era que convertían la energía de las líneas de alta tensión-energía que no era útil y era de hecho

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nociva para nuestros hogares- y la transformaba en voltaje, vataje, y ciclos apropiados para su uso en nuestros hogares. Adaptaba la electricidad al contexto de nuestros hogares.

Al inicio de este nuevo siglo, creo que nos encontramos en tal situación en nuestra reconceptualización de la misión global/local de la iglesia. Con dos tercios del Cristianismo ahora localizado en el Sur y el Este, creo que uno de los asuntos mas significativos de la misión global/local en, desde, y hacia seis continentes en el mundo de hoy involucrará la credibilidad de la iglesia y de su misión. Desde la perspectiva de aquellos que aun no son cristianos, en medio del mercado de competencia entre las afiliaciones religiosas, en un clima global de profundo hambre espiritual y curiosidad, ¿son la iglesia y su misión creíbles? Parecería que los intentos tempranos de articular una teología de la misión relevante han quedado cortos.

o La formula de los tres auto no es lo suficientemente buena: es demasiado eclisocentrica e introvertida. Visualiza a la iglesia a través de un lente predominantemente institucional y es fácilmente cegada a los asuntos que tienen que ver con los que viven en los contextos fuera de la iglesia.

o El idioma como la “prioridad del evangelismo” no es contextualmente lo suficientemente apropiada para la mayoría de las situaciones. Parece más preocupada por formar definiciones proposicionalmente enmarcadas a-priori del evangelismo que por responder a las necesidades, aspiraciones, preocupaciones y sueños de las personas en el contexto que les rodea, quienes aun no conocen a Jesucristo. El equilibrio entre palabras y hechos en nuestro evangelismo debería estar orientado al receptor e informado sobre el contexto.

o El lenguaje del Reino de Dios es útil, pero a tomado un gran numero de diferentes significados y formas en su misma practica y parece ser muy fácilmente reducido a percepciones predominantemente verticales a cerca del Evangelio, perdiendo los asuntos horizontales a la mano. Empiezo a ver que, para ser fiel a la imagen bíblica de Dios y la misión de Dios, debo penetrar en el lenguaje del Reino con un lenguaje sobre relaciones, sobre pactos, sobre amor al Dios y al prójimo. Aunque dicho armazón pueda ser asumido por aquellos que hablan acerca del “Reino de Dios”, no es siempre aparente, ni tampoco frecuentemente enfatizado.

o Tal como mencione en la discusión anterior, el lenguaje missio dei, aunque potencialmente útil, hoy en día requiere mayor aclaración, por causa del múltiple, confuso y a veces contradictorio bagaje que lleva el termino ¿Cómo podemos distinguir lo que es parte del missio dei y lo que no? Debemos ser cuidadosos de no hacer de todo misión y perder la misión en el proceso.

o El lenguaje de la “misión holística” o “misión encarnada” puede también tener algo que ofrecer, pero por momentos estos términos parecen arrastrar perspectivas que continúan luchando con una dicotomía entre la misión como proclamación verbal y personal y la misión que busca un cambio socio-económico y estructural. En otros momentos la “La missio encarnada” parece ser tan afirmadora de la cultura que el escándalo profético de la cruz y el desafió

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del Evangelio de transformar la totalidad de la vida podría ser eclipsado por el deseo de identificarse con los receptores.

Dentro de todo, es como si nosotros como evangélicos hubiésemos empezado a darnos cuenta que, si la misión fuera vista como una moneda, debemos tomar en serio ambos lados de la moneda, la “cara” y el “sello”. Pero parece que continuamos en nuestra búsqueda por mantener la cara y el sello separados-aun-juntos, en ves de reconocer que la moneda, por ejemplo, es de “25 centavos”. Yo sugeriría que una misiología de la TRANSFORMACION podría ayudarnos a hablar sobre la misión como una “moneda de 25 centavos” en lugar de cómo cara y sello.

David Bosch le dio a su magnus opus el titulo, “Transformando la misión.” Y al hacerlo quiso decir ofrecer un efecto en tres significados:

1. En el Nuevo Testamento y a través del tiempo, el concepto de misión fue transformado de tal manera que la variedad de “paradigmas” de auto-entendimiento tomo forma en relación a la conceptualización de la Iglesia sobre la misión.

2. a través del tiempo, las actividades misioneras transforman a la Iglesia cuando participa en la misión de Dios.

3. los lectores de Bosch y la iglesia en general necesitan permitir que el Espíritu Santo transforme su idea de misión para incluir al menos los trece “elementos de un emergente paradigma ecuménico de misión” que Bosch esboza en el ultimo capitulo de su libro.

Yo sugeriría que el uso de Bosch del concepto de “transformación” no valla tan lejos. En Romanos 12:2, el apóstol Pablo amonesta a sus oyentes, “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.”(NVI). Aquí Pablo utiliza la forma griega ¡El pide metamorfosis!15 una misiología de la metamorfosis vincularía el tipo de misión que vimos en la transformación de la mujer de Sicar y del poblado de Sicar en Juan 4.

¡Metamorfosis es la palabra utilizada para describir la transformación fenomenal que ocurre cuando una oruga se convierte en mariposa! Creo que una misiología bíblica de la transformación visiona tal cambio en las personas, en las estructuras y en las naciones de nuestro mundo por causa el Evangelio del Reino y de la obra del Espíritu Santo.

Tal misiología de la metamorfosis involucraría la clase de cambio radical que vemos en Pablo después de su encuentro con Jesús en el camino a Damasco. Esta es la misión de Dios que busca “Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados” (Col. 1:13-14 NVI). Estas es una transformación tan profunda y persuasiva en todo que Pablo termina diciendo, “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.” /Gal. 2:20 NVI)

Esta es una misiología que busca poner el mundo de cabeza. Ya que la misión de la Iglesia es participar en la misión de Jesús y la misión de Jesús establece los parámetros

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de la misión de la Iglesia, la misión Cristiana en la Iglesia busca “anunciar buenas nuevas a los pobres…proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del favor del Señor.” (Lc. 4:18-19 NVI) al final de un capitulo sobre “La meta y el propósito de la misión”, Johannes Verkuyl señalo una misiología de metamorfosis al enfatizar “el Reino de Dios como la Meta de la missio dei” Aquí algunas citas de este pensamiento

El Reino del cual la Biblia testifica involucra la proclamación y la realización de una salvación total, la cual cubre todo el rango de necesidades humanas y destruye todo rezago de maldad y sufrimiento que afecta a la humanidad. El Reino en el Nuevo Testamento tiene una anchura y un alcance insuperables; abarca tanto el cielo como la tierra, la historia del mundo como todo el cosmos.

El Reino de Dios es ese nuevo orden de asuntos iniciados en Cristo que, completado finalmente por el, involucrara una restauración apropiada no solo de la relación entre los humanos y Dios sino también de aquellas entre géneros, generaciones, razas, e incluso entre [humanos] y la naturaleza…

Cuando indagamos sobre las consecuencias practicas de visualizar la misión desde la perspectiva del reino y sus estructuras, una de las primeras cosas a mencionar es nuestro llamado dado por Dios a invitar a los seres humanos a conocer a Jesús como el Mesías del Reino…Dos cosas son necesarias para poder guiar a las personas hacia el Mesías e invitarlas a confesarlo en palabras y hechos. En primer lugar, deben saber que es lo que el Nuevo Testamento dice acerca de el….La segunda cosa necesaria cuando guiamos a alguien al Mesías es que cada uno de nosotros recordemos que el Dios viviente esta de hecho presente…Por lo tanto, cada generación descubre aspectos frescos sobre el y lo confiesan de una nueva forma…

Precisamente porque hemos aceptado el reino como marco de referencia y punto de orientación para nuestra tarea misionera, debemos proseguir a afirmar que un llamado a la conversión debe seguir necesariamente a nuestra proclamación…dentro de la estructura del Reino, la conversión ha si do vista propiamente como una de las metas inclusivas de la misión…

De acuerdo al Nuevo Testamento, la proclamación del mensaje mesiánico debe ser siempre acompañada por reunir, preservar, y añadir personas al pueblo de Dios…la Msisiología debe siempre reservarle un lugar a la eclesiología y al estudio de las iglesias en sus propios entornos.

Ver nuestra tarea misionera dentro de la perspectiva mas amplia del reino nos llevara aun a otro develamiento: la participación en la lucha contra todo vestigio de maldad plagando la humanidad es una parte intrínseca de nuestro llamado. De acuerdo con la Biblia el Reino no pertenece al futuro. Es una realidad presente, la cual aunque no ha sido completamente revelada, si muestra, sin embargo, señales definidas de estar sucediendo…

Es gratificante poder notar al final de este estudio acerca de la meta de la missio dei y nuestra misión concomitante, que la misiología esta viendo cada ves mas al Reino de Dios como el núcleo alrededor del cual gira todo el trabajo misionero…Las iglesias en los seis continentes necesitan estar alerta al cambio en las necesidades y establecer sus

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prioridades de acuerdo a ello. Pero aun así deben presentar todo el mensaje del evangelio y no reducirlo a solo un punto. Seriamos muy inhumanos si solamente tratáramos las necesidades mas agudas y urgentes de un pueblo y los priváramos del rango completo de las promesas de Dios al no mencionar al mismo Mesías…Al mismo tiempo seria una muestra de pereza pecaminosa e indolencia si no intentáramos en fe, juntamente con los hijos del Reino alrededor del mundo, erigirnos en medio del amplio rango de cargas humanas y de señales malignas, y señales de lo que esta por venir. Aquel que ora, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad” esta por lo tanto llamado a contribuir en la expansión del Reino de Dios a lo largo y ancho de la tierra”. (1978:197-204)

El énfasis trinitario de Verkuyl, orientado hacia el Reino, hizo eco en la perspectiva de Lesslie Newbigin, expresada en The Open Secret. “La misión cristiana”, afirma, es la practica de una creencia fundamental, y al mismo tiempo, un proceso en el cual esta creencia esta siendo constantemente reconsiderado a la luz de la experiencia de ponerla en practica en cada sector de la vida humana y en dialogo con todos lo demás patrones mentales por medio de los cuales hombres y mujeres buscan darle sentido a sus vidas. [Esta] creencia fundamental esta encarnada en la afirmación de que Dios se ha revelado a si mismo como Padre, Hijo, y Espíritu. Debo, por lo tanto [ver] …la misión cristiana en tres formas- como la proclamación del reino del Padre, como el compartir en la vida del Hijo, y como el dar testimonio del Espíritu.” (1978:31)

Recreación en un siglo: buscando una misiología de Transformación

¿Cómo, entonces, podemos hablar de la construcción de una misiología de transformación, trinitaria, basada en el Reino? Me parece que el primer paso seria afirmar que la misión no es fundamentalmente nuestra: no le pertenece a la iglesia, no es la propiedad de las agencias misioneras, no es pertenencia de las ONGs cistianas. No es de nosotros el determinar el contenido o los parámetros de nuestra misión. Sino, seguir el énfasis articulado originalmente por Vicedon, la misión es fundamentalmente la misión de Dios: es missio Dei. Siendo cierto esto, es esencial que construyamos un fundamento teológico sobre el cual construir el resto de la superestructura de una misiología de transformación. Tal cimiento no puede ser esencialmente antropológico o estratégico, demográfico o lingüístico, político o económico, sociológico, psicológico o político. Tampoco esta determinado por las necesidades, demandas o aspiraciones de nuestras audiencias objetivo. Los pilares orientados hacia el blando terreno de nuestros variados contextos, pilares que soportarán la estructura de una misiología de trasformación, deben ser verdades teológicas tomadas de la Escritura y de la comprensión de la Iglesia acerca de Dios aprendida a través de veinte siglos de experiencia y reflexión de la Iglesia sobre Dios. Es un orden mayor y está más allá de los límites de este capítulo. Sin embargo, en la sección final de este documento deseo describir a grandes rasgos a modo de esquema de afirmaciones sumarias lo que creo podría ser el contenido de una misiología de transformación trinitaria basada en el reino. Empezamos entonces como lo hace la Biblia (ej. Gén. 1:3, Salmo 8, Juan 1, Efesios 1, Colosenses 1) con afirmaciones acerca de Dios el padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.

Dios Padre

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Los cristianos se preocupan por la creación, no porque sea la “Madre tierra” (paganismo, nueva era). Tampoco porque su cuidado garantice la supervivencia de la raza humana (humanismo secular). Sino, porque es la creación de, cuidada y sostenida por nuestro Padre celestial en Jesucristo (Sal. 8, Jn. 1, Col. 1, Ef. 1). Sabemos que existe un eslabón entre la salvación de la humanidad y la salvación de la tierra. “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios… en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.” (Ro. 8:19-22).Y sabemos que el estatus de la creación está íntimamente conectado con la relación de los entre los seres humanos y Dios. Cuando los humanos se revelaron contra Dios en el jardín del Edén la creación misma cayó. Y ahora “sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora… Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Ro. 8:22,19)

Dios está siempre, en todo momento, activamente en la preservación y recreación de todo lo que existe. Por lo tanto, una misiología de transformación que participe en el Missio Dei involucra a los cristianos en el cuidado, la preservación y la recreación de todo el orden creado.

Todos los seres humanos son miembros de la misma familia humana (todos somos primos como se así fuera), creados por el mismo Dios (Gn. 1-3, Jn. 1). Y toda la vida humana es intrínsecamente valiosa porque, aunque caída, es creada por Dios, a la imagen de Dios. De esta manera, como hijos del Dios creador los cristianos estamos inherentemente en contra de todo lo que deshumanice y destruya la vida. Una misiología de la transformación involucrará un compromiso profundo de afirmar todos lo que valore, cuide y realce la vida humana. El Dios de la Biblia ama a todos los seres humanos por igual (Las tablas de las naciones de Gn.10 y Hch. 2). “De tal manera amó Dios al mundo.” (Jn. 3:16) Incluye a toda la humanidad, incluyendo a todos aquellos que aún no son cristianos. De manera que una misiología de transformación buscará por todos los medios legítimos invocar a todas las gentes a una relación de fe viviente con su creador en Jesucristo por gracia a través de la fe otorgada a nosotros por el Espíritu Santo.

Debido a que Dios el creador de todo ha puesto a los seres humanos como mayordomos de toda la creación de Dios, una misiología de transformación es una misiología de mayordomía. Esta mayordomía no es meramente el cuidadoso y sabio uso de lo que tú y yo tenemos. Sino, es el cuidadoso y amoroso cuidado de lo que le pertenece a Dios. Y todo lo que tenemos le pertenece a Dios. Los cristianos entienden que es su responsabilidad dada por Dios y su llamado, el ser Mayordomos de todo lo que Dios ha creado (Gn. 1-3, Sal. 8, He. 2:6-9).

El Dios de la Biblia es un Dios compasivo, lento para la ira y grande en misericordia (Ver, ej, Ex.34:6, 2 Cr. 30:9; Sal. 86:15). Quien no hará a ninguno perecer, sino que desea que todos vengan al arrepentimiento (2 P. 3:9). Por lo tanto, nosotros como cristianos amamos a todos los demás seres humanos

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porque Dios los amó primero y dio su vida por ellos – cuando todos éramos aún pecadores, Cristo murió por nosotros y por ellos (Ro. 5:8). Nuestra motivación para la misión deriva de la creación de Dios, del amor de Dios, de la misión de Dios, y del deseo de Dios. Ser “hijos de Dios” (Jn. 1:12) supone participar en la misión de Dios. Estamos por lo tanto, ansiosos por predicar el evangelio a todas las gentes porque somos de hecho “deudores de griegos y no griegos, a sabios y a no sabios.” (Ro.1:14). Participamos en el llamado a todas las personas hacia nuestro Padre, porque todo aquel que en Él creyere no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre el judío y el griego – el mismo Dios, que es Señor de todos es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” (Ro. 10:11-13)

Dios el Hijo: Jesús el Cristo

Los cristianos en conversaciones con personas de otra fe confiesan que no hay salvación en nadie mas: Sólo a través de la fe en Jesucristo (Hch. 4:12). Una misiología de la transformación reconocerá la revelación general y la gracia previsora que Dios ha mostrado en el medio de otras fes, pero afirmará del mismo modo que sólo a través de Jesucristo la revelación de Dios es completa --- Y sólo a través de Jesucristo hay salvación.

La encarnación nos muestra que la salvación involucra la creación de una persona completamente nueva, porque “Si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co. 5:17). Del mismo modo, una misiología de transformación se involucrará en la creación y recreación de personas buscando que éstas se vuelvan totalmente completas, completamente humanas en Jesucristo.

La contextualizad encarnacional nos apunta a una comunicación y contextualización orientada al receptor. Jesús adaptó su misión no solamente a los humanos, sino también a humanos específicos: ej, compare su misión con Nicodemo y su misión con la mujer de Sicar (Jn. 3 - 4).

El contenido de la misión de la Iglesia está circunscrito y definido por la misión de Jesús. En Lucas 4, Jesús describe y declara la esencia de su misión. Partiendo de la forma en que el Nuevo Testamento describe la misión mesiánica de Jesús, como el cuerpo de Cristo, la misión de la Iglesia involucra por lo menos koinonía, kerygma, diaconía, y marturía al ser para el mundo una comunidad de profetas, sacerdotes, reyes, sanadores, liberadores y sabios. Como la comunidad amorosa del Rey (Ver C. Van Engen, God’s Missionary People, pp. 87-132).

Un cimiento cristológico de una misiología de transformación también involucrará discipulado en dos sentidos. Primero, el llamado de nuestra Gran Comisión es hacer discípulos --- a llamar, invitar y reunir a aquellos que se convertirán en discípulos de Jesucristo. En segundo lugar, los discípulos deben “ofrecer sus cuerpos en sacrificio vivo” con visión a ser constantemente transformados para así poder “comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios agradable y perfecta” (Ro. 12:2). Como discípulos de Jesús somos por naturaleza discípulos misioneros y “el amor de Cristo nos obliga a ser

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embajadores de la reconciliación en un mundo dolido, turbado y conflictivo” (2 Co. 5:11-21)

El señorío de Cristo es un señorío sobre todos los humanos. Un día, “toda rodilla se doblará” ante Su señorío (Fil. 2). Nuestro privilegio, derecho y deber es proclamar el evangelio del Reino, de que “Jesús es el Señor” en cada rincón de la Tierra, entre cada grupo de gente, para cada persona. El Señorío de Cristo es también sobre los principados y poderes de este mundo, incluyendo los centros de poder económicos, políticos, sociales y estructurales globales.

Dios el Espíritu Santo

El Espíritu Santo transforma la totalidad de la vida − cada aspecto y todas las facetas de la vida de uno. Asimismo, una misiología de transformación basada pneomatológicamente buscará la creación y recreación de toda la persona. Impregnando todas las relaciones y estructuras humanas relativas a la vida de esa persona.

El Espíritu Santo “convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn. 16:8). El Espíritu Santo convierte (transforma) a las personas, dándoles gracia y fe para creer en Jesucristo. El Espíritu Santo es el agente de transformación de personas de adentro hacia fuera. La conversión no es posible sin el obrar del Espíritu Santo. Del mismo modo, una misiología de transformación sólo puede ocurrir a través de la obra del Espíritu Santo. Una misiología de transformación buscará en el poder del Espíritu Santo, crear y recrear la vida espiritual de una persona juntamente con los aspectos físicos, sociales, emocionales e intelectuales de su ser. Un corolario de ello es reconocer que una misiología de transformación pneumatológica involucrará, por su misma naturaleza, una variedad de formas de guerra espiritual.

Una misiología de transformación basada pneumatológicamente supone el reparo de que sólo el Espíritu Santo crea a la Iglesia − y sólo el Espíritu Santo potencia y dirige la misión de la Iglesia. (Harry Boer 1961). El Espíritu Santo forma, transforma y reforma a la Iglesia para ser, saber, hacer, servir y relacionarse en maneras representadas por un sinnúmero de metáforas bíblicas de la Iglesia en misión como “la sal de la tierra,” “la luz del mundo”, vasos de barro llenos con perlas del evangelio, cuerpo de Cristo, una nueva humanidad, embajadores de la reconciliación, la familia de Dios, entre muchos otros. La espiritualidad de los cristianos, de las iglesias, de las agencias misioneras debe ser transformada a través del ministerio del Espíritu Santo y dirigida en misión hacia el mundo perdido y dolido, tan amado por Dios.

Los dones del Espíritu Santo son dados a la Iglesia para la misión en el mundo y los frutos del Espíritu Santo son el regalo del Espíritu para el mundo, por medio de la presencia de la comunidad de fe que encarna ese fruto. Nuestro mundo está en una desesperada necesidad del fruto del Espíritu Santo: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gal. 5:22). Y éste fruto se basa en personas que ponen en práctica el decálogo del amor a Dios y al prójimo. Tal fruto, en el poder del Espíritu Santo transformará radicalmente −

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alterará fundamentalmente – las realidades en las que vivimos hoy.

Jesucristo gobierna en el Reino, por medio del ministerio del Espíritu Santo. No podemos tener una misiología del Reino a menos que tengamos una igualmente amplia, profunda, alta y ancha concepción y praxis pneumatológica en la misión.

Como adelanto de la vida eterna (Ef.1:14) el Espíritu Santo genera esperanza en la venida del Reino en Jesucristo (Ver C. Van Ensen, “Faith, Love and Hope: A Theology of Mission on the Way”, en Mission-On-The-Way, 1996, 253-262). Una misiología de transformación basada pneomatológicamente aguardará ansiosamente el día final cuando Cristo retorne y la transformación final y completa ocurrirá en un nuevo cielo y en una nueva tierra. Entonces los cristianos transformados en una realidad transformada se reunirán alrededor del trono del cordero y cantarán, “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!" (Ap. 5:12 NVI).

Las afirmaciones sumarias ofrecidas aquí son solo un bosquejo de lo que creo está involucrado en la articulación de los cimientos teológicos de una misiología de transformación. En el corazón de esta misión se encuentra un compromiso con el cambio radical.

Conclusión

Durante los 70’s y 80’s serví como misionero en Tapachula, una ciudad tropical en el límite de México con Guatemala. Ahí, un transformador era, una pequeña caja en la cual conectábamos nuestros artefactos para regular la electricidad que llegaba a ellos de la casa. Ese “transformador” elevaba el voltaje a niveles aceptables y amortiguaba los picos eléctricos. Estos dispositivos eran invaluables para la vida extendida de nuestros artefactos eléctricos.

Asimismo, la misión global/local en el siglo 21 debe ser contextual y culturalmente apropiada para las necesidades, aspiraciones, cosmovisiones y agendas de las personas en cada contexto con el propósito de suplir tales demandas, una misiología de transformación necesitará estar basada en una perspectiva trinitaria de la misión que está en continuidad con lo que hemos aprendido acerca de la misión a través de los últimos 100 años. Y en cambio, en una significativa discontinuidad con la praxis de la misión. Como ha sido llevado a cabo durante los últimos 100 años. Continuidad y discontinuidad. Ello parecería ser la esencia del concepto de “TRANS-FORMACION” una misiología de transformación involucra TRANS-Y-FORMACION, discontinuidad y cambio conectado con continuidad y re-creación.

TRANS-(discontinuidad)Una misiología de transformación invoca al movimiento, a la metamorfosis, al cambio, a la conversión, al cambio del corazón, sin un cambio del corazón, un cambio de si, de ser, nada cambiará. Meramente un cambio de afiliaciones religiosas, meramente un individuo, una conversión vertical, no cambiará a las personas, estructuras, sistemas y culturas de este mundo. Para ser verosímil la Iglesia y los cristianos debemos ser buenos para algo – deben ser capaces de demostrarles a las

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personas de sus contextos y naciones que tienen algo concreto, mesurable, visible, positivo, constructivo y provechoso que ofrecer a sus contextos y naciones. Ello llama a una conversión radical, tanto de la Iglesia como de los cristianos, a su misión de ser la presencia transformadora de Cristo en el mundo – tanto como la conversión de los no cristianos a la fe en Jesucristo.FORMACION (continuidad)Una misiología de transformación también llama a la contextualidad encarnacional para la lucha de la relación entre el evangelio y la cultura en miles de contextos diferentes alrededor del mundo. Esta transformación no es meramente un cambio de afinación religiosa, ni meramente una cuestión de nueva membresía de iglesia. Esto no es meramente civilización o educación, o cambio de comportamiento étnico; no es meramente mejora socio-económica y política. En cambio, una misiología de la transformación implica la nueva formación, la re-creación de personas completas- de todos y cada uno de los aspectos de sus vidas, cada uno en su contexto particular, en términos de conocer, ser, hacer, servir, y relacionarse con los demás: tiene simultáneamente implicaciones personales, sociales, estructurales y nacionales. Involucra reconciliación con Dios, con uno mismo, con la creación, con los demás, y con las estructuras socio-culturales. (I Cor 5; ver también la definición de misión de C. Van Ungen en la nota al pie de pagina 14.)

Juan termina su evangelio diciendo, “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Jn. 20:30-31). Para que tengais vida. Como una esponja absorbe el agua, así nuestra misión debe ofrecer nueva vida a las mujeres y hombres de nuestro mundo del siglo veintiuno, en la cual la totalidad de sus vidas, cada aspecto de la vida, todas las áreas de la vida sean tocadas por la presencia de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y los ricos y poderosos de este mundo necesitan ser transformados y convertirse tanto como lo necesitan los pobres y débiles.

Este es un tiempo de cambio social masivo en África, Asia, Europa oriental y Latinoamérica- tanto como en las ciudades de Europa occidental, Australia y Norteamérica. Y la Iglesia de Jesucristo esta ahí para proclamar el Evangelio y contribuir en la construcción de nuevas naciones y la re-construcción de las antiguas. La Iglesia de Jesucristo proclama y defiende el amor, el gozo, la paz, la reconciliación y el valor de la vida humana.

Nuestra misión es una de transformación. Pienso que Gisbertus Voetius (1589-1676) estaba en lo correcto-pero, por causa de la perspectiva de Christendom, su visión sobre la meta de la misión de Dios estuvo incompleta. Voetius definió la meta de la misión en tres ámbitos: la conversión de las personas a Jesucristo, la plantación y desarrollo de la iglesia, y la gloria de Dios. (J. H. Bavinck 1977:155; D. Bosch 1980:126-127; JU. Verkuyl 1978:21; Moreau, Netlan, Van Ungen, edits., 2000:1002).

Creo que en el siglo veintiuno debemos añadir una cuarta meta, insertada entre “la plantación y desarrollo de la Iglesia” y “la gloria de Dios”, tal como aparece mas adelante. Sabemos que hoy en día alrededor de un cuarto de la población de la tierra de alguna forma profesa su fe en Jesucristo. Aquellos cristianos están actualmente esparcidos alrededor del mundo en cada nación de la tierra, hablan más idiomas y poseen mejores formas de comunicación y transporte que nunca antes en la

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historia de la Iglesia. Por primera vez en la historia de la humanidad la iglesia de Jesucristo es capaz de presentar el Evangelio de manera entendible a cada ser humano sobre la faz de la tierra. Pero ello también significa que la iglesia también tiene la oportunidad, deber y llamado a ser una presencia transformadora en cada rincón de la tierra. En consecuencia, creo que debemos añadir una cuarta meta de la misión, como sigue.

La CONVERSIÓN de las personas a Jesucristo, La PLANTACIÓN y desarrollo de la Iglesia, La TRANSFORMACION de la iglesia y, a través de los ministerios de la

Iglesia, la transformación de los contextos y las naciones en los cuales se encuentran las iglesias, y

La GLORIA DE DIOS

Orlando Costas estaba en lo cierto cuando afirmo que la Iglesia solo puede ser la penúltima meta de la misión, no la meta ultima. El cambio socio-económico y político en también básicamente una penúltima pena de la misión. Una misiología de la transformación trinitaria, orientada hacia el Reino se solo se aferrara a una meta: la gloria de Dios (ver Efesios 1:6, 12,14). Un día nos pararemos juntos con toda persona de cada tribu, familia y nación que haya lavado sus vestidos en la sangre del cordero. Todos nosotros estaremos en pie alrededor del trono del cordero cantando, “digno es el cordero inmolado…” (Apo. 5:12)

Nuestra misión es participar en la misión de Jesús, cuya misión fue llevar a cabo la misión de Dios en el poder del Espíritu Santo: ni más, ni menos. Esta es una misión de transformación radical- una misión de metamorfosis. ¿Que forma debería tomar en el ínterin, entre el “ya” y el “aun no” de la venida del Reino de Dios? Creo que Leslie Newbigin logro capturarlo cuando nos reto a darle presencia concreta, vida y expresión a nuestra misión (nuestra misión como transformación) en y a través de la vida de las congregaciones locales esparcidas alrededor del mundo. Lo dijo de esta manera.

“la realidad primordial que debemos tomar en cuenta al buscar el impacto cristiano en la vida publica, es la de la congregación Cristiana…la única hermenéutica del Evangelio es una congregación de hombres y mujeres que lo creen y viven por el…esta comunidad tendrá, creo yo, las siguientes seis características:

Será una comunidad de alabanza. Será una comunidad de verdad Será una comunidad que no vive para si misma Será una comunidad...sostenida en el ejercicio del sacerdocio en el mundo Será una comunidad de responsabilidad mutua. Será una comunidad de esperanza.” (Leslie Newbigin 1989:222-223).

Sea un juguete en las manos de mí. hijo, Andrew, un gran contenedor colgado de un poste, o una pequeña caja eléctrica al sur de México, las tres imágenes nos dicen una cosa: fueron destinadas a ser siempre lo mismo pero siempre cambiando a algo diferente. Así también sucede con nuestra misión en este nuevo siglo. Nuestra misión es proclamar en palabras y hechos siempre el mismo evangelio que siempre esta tomando nuevas formas - es siempre transformado y siempre transformador.

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Mi tesis es que una misiología evangélica de la transformación

(1) Edifica sobre conceptos clásicos de la misión desarrollados a lo largo de 100 años,

(2) Supera las dicotomías entre evangelismo y acción social que surgieron hace 50 años; y

(3) Se re-crea a si misma en una practica trinitaria de la misión apropiada para los retos globales/locales, y oportunidades de la iglesia y el mundo en este nuevo siglo.

Citas Bibliográficas