h haverkate la cortesia verbal
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2 La cortesía verbal
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LA CORTESÍA VERBAL
3 La cortesía verbal
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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
FUNDADA POR DÁMASO ALONSO
II. ESTUDIOS Y ENSAYOS, 386
4 La cortesía verbal
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HENK HAVERKATE
LA CORTESÍA VERBAL
ESTUDIO PRAGMALINGÜISTICO
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
EDITORIAL GREDOS
MADRID
5 La cortesía verbal
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© HENK HAVERKATE
© EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 81, Madrid.
Depósito Legal: M. 17680-1994.
ISBN 84-249-1652-2.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1994. – 6627.
6 La cortesía verbal
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Para Willy, Doenja, Iskander, Katinka
7 La cortesía verbal
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Politeness costs nothing but buys everything
Für jeden ist es wichtig: Benimm dich richtig
Buen porte y buenos modales abren puertas principales
8 La cortesía verbal
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PRÓLOGO
Este libro pretende ofrecer una visión de conjunto de las propiedades
pragmalingüísticas de la cortesía verbal. El marco de referencia dentro del cual se
realiza la investigación reúne las aportaciones de las principales teorías
pragmalingüísticas modernas, entre las que figuran, en primer plano, las desarrolladas
por Searle (1969), Grice (1975) y Brown y Levinson (1978). A pesar de las diferencias
de enfoque, la obra de estos autores puede ser integrada coherentemente en un modelo
de análisis que abarca, de modo complementario, las perspectivas pragmática y
lingüística. Por lo que se refiere a la primera, se prestará atención particular a las
nociones de cortesía positiva y negativa, al análisis coste-beneficio y a las máximas
conversacionales y de cortesía. En el plano lingüístico, el centro de gravedad será el
estudio de las características formales de los actos de habla corteses y no corteses. De
acuerdo con los criterios establecidos por Haverkate (1979, 1984), se someterá a un
análisis específico la distinción entre actos de habla directos e indirectos, así como la
que existe entre la focalización y desfocalización referencial.
A partir de la publicación del opus magnum de Brown y Levinson (1978)
Universals in language usage: politeness phenomena, el interés por el estudio de la
costesía verbal ha ido adquiriendo proporciones espectaculares, culminando en la
organización de gran cantidad de simposios y congresos internacionales, así como e la
publicación de numerosos artículos y monografías dedicadas al tema. Lo que llama la
atención, curiosamente, es que esta vertiginosa evolución parece ajena al mundo del
hispanismo. Tanto es así que sólo se podría citar un número muy reducido que estudios
sobre fenómenos de cortesía en español.
Este libro aspira a llenar una parte, por modesta que sea, de la laguna señalada.
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Para terminar estas palabras iniciales, doy mis más sinceras gracias a Leo Serrano
por la revisión crítica y minuciosa del manuscrito original.
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1
EL ANÁLISIS DE LA CORTESÍA VERBAL
Tal como sugiere la etimología del término, el origen de la cortesía hay que
buscarlo en la vida de la corte1. Por lo que a las culturas occidentales se refiere, es
relevante el hecho de que a fines de la Edad Media los cortesanos empezaran a
distinguirse del pueblo común creando un sistema de modales que sirvió de pauta social
distintiva. La etiqueta correspondiente abarcaba formas de comportamiento público y
privado. Como ejemplos ilustrativos pueden mencionarse la codificación de normas
para las bodas y entierros en el primer caso, y normas para el trato social de individuos
de ambos sexos en el segundo. La importancia sociocultural asignada a la etiqueta es la
causa de que, hasta el día de hoy, sea corriente que los padres se esfuercen por
enseñarles a sus hijos las normas vigentes de cortesía, desde el momento en que éstos
dicen sus primeras palabras2. Lógicamente, cabe señalar una correlación negativa entre
esta preocupación educativa y el prejuicio de que la falta de buenos modales es
característica del estilo de vida de gente de extracción humilde.
La exposición anterior implica que el análisis de la cortesía puede emprenderse
desde dos perspectivas diferentes, según el investigador examine la dimensión
diacrónica o la sincrónica del fenómeno. En el presente estudio, el foco de interés será
el análisis sincrónico. Una segunda restricción consistirá en que nos ocuparemos
exclusivamente de la realización lingüística de la cortesía.
1 Obsérvese que la voz alemana Höflichkeit, que procede de Hof (“corte”), revela la misma etimología. Lo
mismo ocurre con el equivalente holandés hoffelijkheid, que actualmente tiene una connotación arcaica. 2 En un estudio sobre la adquisición de rutinas pragmáticas por parte de niños de habla inglesa, Gleason y
Weintraub (1975) comprueban que la primera fórmula de cortesía que les enseñan los padres es bye-bye.
Incluso en el período en que no saben hablar, se les enseña a los hijos a repetir el saludo, sirviendo de
estímulo verbal: Say : «Bye-bye». Desde una perspectiva histórica, es interesante remitir a un tratado de
Erasmo, titulado De civilitate morum puerilium, en el que el filósofo de Rotterdam subraya la necesidad
de enseñar buenos modales a los niños de alcurnia.
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Aunque la cortesía se considera como una forma de comportamiento humano
universal, es bien sabido que existe una serie de diferencias interculturales en lo que
respecta no sólo a la manifestación formal, sino también a la función interactiva de las
normas vigentes en cada cultura específica. Examinemos dos ejemplos concretos.
La cultura tamul del sur de la India contrasta con las culturas occidentales en el
sentido de que, para un tamul, es descortés preguntar a una persona a dónde va. Se trata
aquí de un tabú que debe explicarse según ciertos conceptos escatológicos acerca del
destino del hombre, a los que los tamules no se refieren explícitamente (Brown y
Levinson, 1987, 12).
La idiosincrasia de los aspectos formales de la cortesía ha sido estudiada
frecuentemente en la cultura japonesa. Así, por ejemplo, Matsumoto (1987) hace notar
que, según la relación social entre los interlocutores, la conjugación del verbo japonés
revela distintos grados de cortesía. Para aclarar este mecanismo, la autora compara los
siguientes ejemplos, equivalentes a la locución española Hoy es sábado:
a) Kyoo-wa doyoobi da (verbo copulativo neutro)
lit.: «Hoy sábado es»
b) Kyoo-wa doyoobi desu (verbo copulativo cortés)
c) Kyoo-wa doyoobi degozaimasu (verbo copulativo supracortés)
Refiriéndose también a la situación del japonés, Ide (1989) señala que los japoneses
perciben la cortesía verbal de un modo totalmente distinto al de los pueblos
representativos de las culturas occidentales. El contraste radica esencialmente en que los
hablantes del japonés disponen de relativamente pocas opciones estratégicas, puesto que
el rígido sistema de la interacción honorífica les obliga a hacer uso de expresiones de
cortesía preestablecidas por la relación social entre los interlocutores. Para el japonés,
por lo tanto, la cortesía verbal no se manifiesta tanto a través de un conjunto de normas
flexibles, adaptables a la situación comunicativa concreta, como a través de un sistema
de reglas determinadas por la jerarquía social, que se aplican más o menos
automáticamente.
Tras estas observaciones sobre la diversidad intercultural de los fenómenos de
cortesía, centraremos la atención en la definición del concepto. Consideraremos, para
empezar, dos definiciones de diccionario:
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Cortesía: «Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o
afecto que tiene una persona a otra»
(Real Academia Española, 1956, 375).
Cortesía: «Conjunto de reglas mantenidas en el trato social, con las que las
personas se muestran entre sí consideración y respeto»
(M.a Moliner, 1966, 785).
En la definición de la Real Academia Española llama la atención la falta de
referencias explícitas a las convenciones socioculturales que determinan el
comportamiento cortés. Formalmente, extraña la disyunción «demostración o acto», ya
que cualquier demostración representa un determinado tipo de acto, por lo que la
referencia al primer término es redundante.
La definición de Moliner es más satisfactoria, porque enfoca tanto el carácter social
como el convencional de la cortesía. Únicamente, el criterio de «reglas», que se deja sin
especificar, sería más aplicable a sociedad como la japonesa que a la española. En
aquélla, como hemos visto, la cortesía queda determinada preponderantemente por un
sistema honorífico codificado. En la sociedad española, en cambio, sería preferible
hablar de normas de cortesía, que permiten un uso flexible de las estrategias
disponibles.
Obviamente, las definiciones lexicográficas sólo pueden servir de introducción
global al tema que nos ocupa. Pasemos a examinar, por tanto, las caracterizaciones de la
bibliografía pragmalingüística. Siendo la cortesía verbal un objeto de análisis de interés
palpitante, no sería difícil enumerar una larga lista de publicaciones en las que se intenta
definir el concepto. En este contexto nos ceñimos a la obra de dos autores citados con
frecuencia: Fraser (1980) y Lakoff (1973)3.
Fraser sostiene que la cortesía verbal reside esencialmente en lo que llama el
«contrato conversacional». Por este contrato entiende los derechos y las obligaciones
mutuas de las personas que traban una conversación. Las convenciones
correspondientes pueden variar de una cultura a otra, pero cabe suponer que, en su
mayoría, son de carácter universal. Así, por ejemplo, los interlocutores fijan implícita o
3 Vale la pena consultar también Ammon, Dittmar y Mattheier (1988, 1196), Franck (1979, 157),
Goffman (1971, 56), Ide (1986, 26, 33), Koike (1989, 189) y Zimin (1981, 41).
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explícitamente las fórmulas de tratamiento. Si son españoles, tendrán que decidirse
sobre si conviene tutearse o hablarse de usted. De acuerdo con la índole de la
conversación, el «contrato» está fundado en derechos y obligaciones específicas.
Menciona Fraser el ejemplo de la visita al médico. Al entrar en el consultorio, el
paciente le reconoce implícitamente al médico derecho a hacerle preguntas personales
sobre su vida privada, sometiéndose al mismo tiempo a la obligación de contestarlas. En
un examen oral, por poner otro ejemplo, el examinador, por lo común, no tiene derecho
a hacer preguntas de índole personal al estudiante, sino que sus preguntas deben
limitarse a verificar el grado de conocimientos de éste en un terreno predeterminado.
Estableciendo una relación intrínseca entre el contrato conversacional y la cortesía
verbal, Fraser (1980, 343-344) llega a formular la siguiente definición:
Given this notion of the conversational contract, we can say that an utterance is
polite, to the extent to which the speaker, in the hearer’s opinion, has not violated the
rights or obligations which are in effect at that moment.
[Dada la noción del contrato conversacional, podemos decir que una locución es
cortés en el sentido de que el hablante, a juicio del oyente, no ha violado los derechos y
obligaciones vigentes en ese momento en que la profiere.]*
Es importante añadir a esta definición que las normas de cortesía determinan el
estilo de la interacción verbal, pero no afectan al contenido proposicional de lo que se
comunica. Formulado de otra manera, el expresar cortesía no es un acto autónomo; es
un acto que se efectúa como subacto del habla.
Elaborando este punto podemos afirmar que las normas de cortesía funcionan como
reglas regulativas, o sea, como reglas que regulan las formas de comportamiento
humano que existían ya antes de crearse las reglas. Por ese motivo, la comunicación
verbal podría darse perfectamente sin aplicar las normas de cortesía. Una persona que
actuara como si estas normas no existieran, violaría profundamente las convenciones
inherentes a los buenos modales, pero lograría hacerse entender sin la menor dificultad.
En este aspecto, las normas de cortesía difieren fundamentalmente de las reglas
gramaticales, que son reglas típicamente constitutivas. Esto quiere decir que la
comunicación verbal sería imposible si no se basara en un sistema de reglas formales
que determinan la estructura del mensaje lingüístico. Una persona que actuara como si
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las reglas gramaticales no existieran, no lograría hacerse entender4. Volviendo a la
definición de Fraser, conviene hacer destacar que no encierra ninguna información
sobre la actualización empírica de la cortesía, o sea, sobre las distintas formas
lingüísticas con que se manifiesta. Surge, pues, la pregunta: ¿cuáles son las estrategias
verbales de las que se vale el hablante cortés? Pues bien, la contestación a esa pregunta
que tanta resonancia ha tenido en la bibliografía pragmalingüística es la dada por Lakoff
(1973). Distingue esta lingüística tres estrategias básicas, que formula en forma de
máximas:
I) No impongas tu voluntad al interlocutor.
II) Indica opciones.
III) Haz que tu interlocutor se sienta bien; se amable5.
Aunque ninguna de estas máximas tropiece en su interpretación con problemas,
debemos hacer hincapié en que no enfocan la interacción verbal desde la misma
perspectiva; es decir, (I) y (II) representan estrategias desarrolladas típicamente por
hablantes exhortativos, mientras que (III) tiene un alcance general y no se asocia con
ningún acto verbal en especial. Esta distinción es crucial, porque corresponde a una de
las nociones básicas de los estudios actuales sobre cortesía verbal. No imponer uno su
voluntad e indicar opciones son estrategias que se aplican para prevenir que el
interlocutor se sienta amenazado por el acto exhortativo; es decir, el hablante que emite
una exhortación penetra en el ámbito intencional del interlocutor, incitándole a que
realice cierta acción en beneficio del hablante. Por lo tanto, el hablante que respeta las
máximas (I) y (II), da a entender al interlocutor que se da cuenta de que amenaza su
libertad en acción. En pocas palabras, cuando evitamos imponer nuestra voluntad e
indicamos opciones, estamos expresando un ruego y no un mandato, que es en lo que
radica precisamente la cortesía exhortativa.
Nótese, a propósito de esto, que la máxima de indica opciones halla un eco
empírico en exhortaciones disyuntivas del tipo: Ven con nosotros, ¿o prefieres quedarte
en casa?
* La traducción al español de las citas es mía [H. H.]. 4 Para una descripción más detallada de la distinción entre reglas regulativas y constitutivas, véase Searle
(1969, 33-42). 5 El texto original dice: (a) Don’t impose. (b) Give options. (c) Make the listener feel good; be friendly
(1973, 293-298).
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La máxima (III) no tiene como función primaria prevenir que el interlocutor se
sienta amenazado. Los hablantes que la cumplen aspiran más bien a crear en él la
impresión de que la consideran como una persona respetable y apreciable.
Las dos clases de cortesía manifestadas mediante las estrategias (I) y (II), por una
parte, y la estrategia (III), por otra, se denominan cortesía negativa y cortesía positiva,
respectivamente. En el segundo capítulo ahondaremos en esta distinción.
Concluimos esta parte introductoria haciendo explícita una observación derivada de
la exposición anterior: ningún hablante, cualquiera que sea su lengua materna, es capaz
de expresarse de forma neutra: sus locuciones son corteses o no lo son, lo cual equivale
a afirmar que la cortesía está presente o está ausente; no hay término medio6. Este
fenómeno no se debe considerar aisladamente, ya que se deriva de la naturaleza del
comportamiento humano en general. Como cada forma de comportamiento, sea verbal,
sea no verbal, se manifiesta de una manera determinada, no hay un comportamiento
neutro, ni siquiera existe un no comportamiento:
…behavior has no opposite. In other words, there is no such thing as nonbehavior
or, to put it even more simply: one cannon not behave (Watzkawick, Beavin y Jackson,
1967, 48-49).
[…no hay fenómeno opuesto al comportamiento. En otras palabras, no existe una
cosa que se pueda llamar no comportamiento o, para decirlo de un modo más simple, no
podemos no comportarnos.]
6 Nótese también:
In other words, it would appear to be imposible to express oneself «neutrally» (Mey, 1979, 134).
[En otras palabras, parece imposible que uno se exprese de una manera «neutral».]
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2
EL CONCEPTO DE IMAGEN («FACE»)
Desde que se introdujo en la literatura pragmalingüística (Brown y Levinson,
1978), el concepto de imagen ha jugado un papel primordial en el análisis de la cortesía
verbal. El término inglés –literalmente “cara”-, se emplea en sentido metafórico,
refiriéndose a la personalidad del hombre como miembro individual de la sociedad de la
que forma parte. La imagen de cada ser humano se compone de dos factores
complementarios, marcados con los términos positivo y negativo. El primero designa la
imagen positiva que el individuo tiene de sí mismo y que aspira a que sea reconocida y
reforzada por los otros miembros de la sociedad. El segundo se refiere al deseo de cada
individuo de que sus actos no se vean impedidos por otros. Brown y Levinson (1987,
13) definen el concepto de imagen como sigue:
Central to our model is a highly abstract notion of «face» which consists of two
specific kinds of desire («face-wants») attributed by interactants to one another: the
desire to be unimpeded in one’s actions (negative face), and the desire (in some
respects) to be approved of (positive face).
[El centro de nuestro modelo lo ocupa una noción muy abstracta, que consiste en
dos clases específicas de deseos («face-wants»), que los interactantes se atribuyen
mutuamente: el deseo de que uno no vea impedidos sus actos («negative face») y el
deseo de que los actos de uno sean aprobados (has cierto punto) («positive face»).
Postulando la validez universal del concepto de imagen, se justifica la hipótesis de
que la interacción social en general y la verbal en especial impone a los participantes la
norma de que respeten mutuamente lo que Brown y Levinson llaman “face-wants”. Es
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inherente a esta visión que la personalidad humana es un objeto sagrado cuya violación
no suele quedar impune. La sanción es el conflicto, o sea, un tipo de interacción
marcado, valorado negativamente por ir en contra de las normas generalmente
aceptadas. Para evitar que se produzca esta situación, los interactantes buscan un
equilibrio, intentando proteger su propia personalidad, así como la del otro. Como
cualquier acto social –sea verbal, sea no verbal- conlleva una ofensa virtual del otro o de
los otros, es corriente que los que establecen una relación interactiva adopten una
actitud profiláctica, acomodándose al patrón de expectativas que se asignan
mutuamente. Dicho de otro modo, lo normal es que al desarrollar estrategias de cortesía,
los interactantes partan de la interpretación más desfavorable de sus actos. Sugerir, por
ejemplo, que el interlocutor está equivocado o mal informado puede implicar que es
incompetente o ignorante. Para excluir tal interpretación, las aserciones en cuestión
suelen hacerse de un modo mitigado. Fórmulas estereotipadas son: en mi opinión, si no
me engaño y puede ser que me equivoque, pero…
El análisis semántico de las dos últimas expresiones revela la puesta en práctica de
una máxima que puede formularse como sigue: critícate a ti mismo antes de que pueda
hacerlo tu interlocutor7. Conviene añadir a todo esto que, en caso de disconformidad,
muchas veces lo más importante no es la verdad o la falsedad de lo discutido, sino más
bien la vulnerabilidad de la persona del interlocutor8. Evidentemente, lo que estamos
considerando aquí son normas o convenciones de las que el individuo puede desviarse
incidental o incluso estructuralmente. Esto tiene como consecuencia que la personalidad
7 En relación con esta máxima es interesante tomar nota de un estudio de Adegbija (1989) sobre dos
culturas africanas, la ogori y la yoruba. Señala el autor que en estas culturas los parientes mayores gozan
de tanto prestigio que, al dirigirles los menores un reproche, sólo pueden hacerlo de manera indirecta.
Una estrategia frecuente consiste en introducir el reproche con una autocrítica. 8 A propósito de esto, véase la siguiente valoración:
Besonders häufig erscheinen indirekte Sprechkate dort angewendet zu werden, wo Sprecher auf
die Erreichung eines inhaltlichen Konsensus grossen Wert legen, d.h. Diskrepanzen in der
Beziehungsebene nicht aufkommen lassen wollen. Dies gilt besonders auch für solche Diskussionen, wo
ein Konsensus nur vorgerspielt wird oder wo er demonstriert werden soll (z.B. in der Fernsehdiskussion)
(Maas y Wunderlich, 1974, 293).
[Los actos de habla indirectos se efectúan sobre todo en los casos en que los hablantes conceden
gran valor a llegar a un acuerdo respecto al tema discutido. De esta manera procuran evitar que su
relación se vea amenazada de discrepancias. Se trata especialmente de discusiones en las que importa
fingir o demostrar que los interlocutores están de acuerdo (por ejemplo, en las discusiones televisivas).]
Un problema interactivo similar al creado por el disentimiento se da cuando el hablante tiene que
defraudar el patrón de expectativa de su interlocutor. En relación con esto, considérese la reacción
insegura del locutor B del siguiente diálogo:
A: ¿Usted no me recuerda?
B: No…; sí, señora…; no, no, señora, francamente no la recuerdo a usted (Beinhauer, 1985, 181).
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social del individuo no sea necesariamente una constante. Por citar a Goffman (1967,
10):
…while his social face can be his most personal possession and the center of his
security and pleasure, it is only on loan to him from society; it will be withdrawn unless
he conducts himself in a way that is worthy of it.
[…aunque su imagen social puede ser su bien más personal y el centro de su
seguridad y su placer, la sociedad sólo se la ha prestado; se la quitará a no ser que se
comporte de manera que se le considere digno de mantenerla.]
En 2.1. y 2.2. volveremos sobre la distinción de imagen positiva e imagen negativa,
prestando especial atención a su manifestación en las conversaciones cotidianas.
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2.1. LA IMAGEN NEGATIVA
La mayor parte de los estudios dedicados al concepto de imagen se centran en el
análisis de las estrategias que sirven para proteger la imagen negativa del interlocutor.
El foco de interés, por tanto, son las normas de interacción que establecen que los actos
del individuo no se impidan injustificadamente. Como se ha insinuado más arriba, los
actos exhortativos constituyen el prototipo de los actos de habla que amenazan el
derecho del individuo para actuar autónomamente. Goffman, en cuya obra hay que
buscar los orígenes del concepto de imagen como categoría de pragmalingüística,
considera la exhortación como un acto del hablante cuya finalidad es pedir permiso al
interlocutor para infringir esos derechos. Para Goffman (1971, 112), un ruego es:
…asking license of a potentially offended person to engage in what could be
considered a violation of his rights.
[…pedirle permiso a una persona potencialmente ofendida para participar en lo
que podría considerarse como una violación de sus derechos.]
Enfocando la cortesía negativa desde una perspectiva intercultural, Brown y
Levinson (1978, 134-135) observan:
When we think of politeness in Western cultures, it is negative politeness
behaviour that springs to mind. In our culture, negative politeness is the most elaborate
and the most conventionalized set of linguistic strategies…; it is the stuff that fills the
etiquette books…
[Cuando pensamos sobre la cortesía en las culturas occidentales, lo primero que
se nos viene a la mente s el comportamiento de cortesía negativa. En nuestra cultura, la
cortesía negativa es la categoría más elaborada y convencionalizada de las estrategias
lingüísticas…; es la materia que llena los manuales de urbanidad…]
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Hay que distinguir cuatro estrategias para realizar un acto de habla que amenaza
potencialmente la libertad de acción al interlocutor:
I) se realiza el acto directamente sin mostrar cortesía;
II) se realiza el acto mostrando cortesía positiva;
III) se realiza el acto mostrando cortesía negativa;
IV) se realiza el acto indirectamente.
Lógicamente, hay una quinta alternativa, que consiste en dejar de actuar el acto.
Esta opción es la que se prefiere en los casos en que el acto amenazaría gravemente la
personalidad del interlocutor. Piénsese, por ejemplo, en preguntas indiscretas, críticas
personales e insultos. No es una coincidencia, desde luego, que sean precisamente estos
tipos de actos los que se condenan en los manuales de urbanidad.
Fijémonos ahora en las cuatro estrategias arriba indicadas, ilustrándolas con
ejemplos concretos. Supongamos que el hablante A quiere que el interlocutor B le
pague una factura dentro de un mes. Según la estrategia que seleccione, A puede
dirigirse a B por lo menos de cuatro maneras distintas:
1) Usted deberá pagar la factura dentro de un mes.
2) Comprenderá usted que tengo que disponer del dinero dentro de un mes,
¿no?
3) ¿Podrá usted pagarme la factura dentro de un mes?
4) Para financiar un gran proyecto tengo que cobrar las facturas de mis clientes
dentro de un mes.
(1) es un ejemplo característico de un acto verbal directo. Ciñéndose al uso del
verbo modal deóntico deber y la especificación literal del acto que el interlocutor debe
realizar, A expresa la exhortación sin mostrar ninguna forma de cortesía. En virtud de su
carácter directo, actos exhortativos como (1) no manifiestan consideración por la
imagen negativa del oyente; su realización, por tanto, suele quedar limitada a
situaciones comunicativas en las que la transmisión del mensaje es urgente o difícil por
causas externas a la comunicación.
Huelga decir que la falta de cortesía negativa es típica también de hablantes
emocionados o enfurecidos. Un caso extremo, finalmente, es el que señala Goffman
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(1969, 34) al observar que en los interrogatorios policiales el que dirige las preguntas
recurre, a menudo, a estrategias que sirven para desestabilizar emocionalmente al que ha
de contestar. Nos encontramos aquí, pues con una violación intencional de la libertad de
acción del interlocutor.
En el ejemplo (2), el hablante apela a la solidaridad de B de dos modos diferentes.
Primero da a entender, mediante comprenderá usted, que considera a B capaz de
formarse un juicio sobre el problema señalado, sugiriendo que B es una persona dotada
de inteligencia. Luego, A solicita la conformidad de B, indicándole con la coletilla
interrogativa ¿no? que la solución del problema depende de su colaboración. Es obvio
que las dos estrategias tienen por objeto reforzar la imagen personal que B tiene de sí
mismo; la cortesía mostrada, por consiguiente, es de tipo positivo.
La estrategia reflejada por el ejemplo (3) representa una manifestación
convencional de cortesía exhortativa. Haciendo una pregunta informativa sobre la
capacidad de B para realizar el acto pedido, A protege la imagen negativa de aquél,
porque da a entender que es consciente de que penetra en el campo intencional de su
interlocutor. Se trata aquí de una fórmula utilizada en muchas lenguas para expresar
cortesía negativa.
La estrategia del ejemplo (4), para concluir, consiste en la realización indirecta del
acto verbal. La aserción emitida sin más no encierra ningún indicio formal de la
intención exhortativa de A, lo que produce la impresión de que no tiene el propósito de
amenazar la libertad de acción de B. Esta forma de cortesía negativa le ofrece incluso al
interlocutor la oportunidad de responder sólo a la carga asertiva de la locución, sin tener
que prestar atención al acto exhortativo implícito. Así, por ejemplo, una posible
reacción a (4) –evidentemente, no deseada por A- podría ser:
4a) ¡Qué casualidad! Yo también tengo entre manos un proyecto importante.
Como sugiere la variedad de estrategias ilustradas por los ejemplos anteriores, la
exhortación ocupa un lugar central entre los actos de habla que amenazan la imagen
negativa del interlocutor. Para verla centraremos la atención en el carácter idiosincrásico
de este tipo de actos. Su objeto ilocutivo puede definirse como sigue: el hablante que
emite una exhortación tiene como fin influir en el comportamiento intencional del
oyente de forma que éste lleve a cabo la acción especificada por el contenido
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proposicional de la locución. Los actor exhortativos se subdividen en actos impositivos
y no impositivos, clasificación basada en un criterio teleológico; es decir, el hablante
impositivo quiere que el oyente realice el acto exhortado antes que nada en beneficio del
hablante mismo. Ejemplos prototípicos de esta clase son: el ruego, la súplica y el
mandato. A diferencia de los actos impositivos, los no impositivos se realizan para
beneficiar primariamente al oyente y no al hablante. A esta clase pertenecen el consejo,
la recomendación y la instrucción. Aunque en la realización de las dos clases de
exhortaciones el hablante invade el campo intencional del oyente, el grado de
imposición es mayor en las peticiones, las súplicas y los mandatos, ya que estos actos
encierran una apelación inherente a la colaboración del interlocutor. Por eso, el hablante
socialmente competente procurará formular el acto impositivo de tal modo que respete,
en lo posible, la imagen negativa de su interlocutor. Así, puede indicarle que no hace
falta dedicar mucho tiempo a la realización del acto exhortado. Considérese la función
estratégica de la oración hipotética que sirve de coletilla en el ejemplo siguiente:
5) ¿Me ayudas a subir esta maleta, si tienes un momento?
Otra estrategia de cortesía negativa consiste en indicar que no hay que invertir
mucha energía en la realización del acto pedido. El hablante de (5), por ejemplo, podría
conseguir esta finalidad añadiendo: No pesa mucho.
La categoría del mandato ocupa un lugar particular, puesto que abarca actos
impositivos realizados por hablantes que no toman en consideración la imagen negativa
de sus interlocutores. Esta falta de cortesía es característica de tres situaciones
comunicativas diferentes:
I) el hablante se halla en una posición de poder con respecto al oyente, bien se
trate de poder físico, como en el caso de un secuestro, o bien de poder social, como en
el caso de que ocupe una posición institucional superior;
II) el hablante está emocionado o enfadado por el comportamiento del oyente;
III) hay circunstancias externas a la relación interactiva que requieren que el
oyente reaccione inmediatamente a la exhortación.
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Cabe suponer que la amenaza de la imagen no desempeña un papel tan
preponderante en la realización de los actos exhortativos no impositivos, puesto que en
este caso el oyente es el beneficiado por el acto. Sperber y Wilsol (1986, 250) van tan
lejos que, al analizar el siguiente diálogo:
6) HE: Could you tell me the way to the station?
SHE: Turn right at the traffic lights and keep straight on
[ÉL: ¿Podría usted decirme cómo se va a la estación?
ELLA: Al llegar al semáforo doble usted a la derecha y vaya todo recto],
afirman que a “Ella” le trae sin cuidado que “Él” siga o no las instrucciones. Esta
caracterización de la situación, sin embargo, está bastante lejos de la realidad cotidiana.
Sabemos por experiencia que si no se sigue debidamente una instrucción o consejo, la
persona que lo ha dado suele insistir repitiéndolo o aclarándolo. Esta reacción es aún
más previsible si se trata de un consejo personal. Piénsese, por ejemplo, en el hablante
que recomienda a un amigo o pariente enfermo que tome cierta medicina. En el caso de
que éste se niegue a cumplir el consejo, es muy probable que se produzca una discusión
sobre los pros y los contras del medicamento. ¿Por qué? Porque no atender un consejo o
recomendación puede implicar que el consejero es una persona incompetente o, peor
aún, una persona ignorante. Éste es el motivo por el que el contenido proposicional de
un acto exhortativo no impositivo a menudo se negocia. Desde el punto de vista
interactivo, podemos afirmar que la personalidad de los interlocutores se ve amenazada
en dos niveles distintos. Primero, el consejero invade el ámbito intencional del
interlocutor, exhortándole a que realice una acción determinada. Amenaza, pues, es la
imagen negativa del otro. Luego, éste, al negarse a seguir el consejo, amenaza la imagen
positiva del hablante original, implicando que duda de su competencia en la materia.
De todo esto es lícito sacar la conclusión de que en no pocas situaciones
comunicativas es más fácil no cumplir un ruego que desatender un consejo. Conviene
poner de relieve, para finalizar, que a este aspecto sociopsicológico de la interacción
exhortativa apenas si se le ha prestado atención en la bibliografía sobre los hechos de
cortesía verbal.
Los actos de habla impositivos y no impositivos no sólo se diferencian en el plano
interactivo sino que también contrastan en el propiamente lingüístico. Refiriéndose a
24 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
una publicación en prensa de Fraser, Koike (1989) señala las siguientes características
distintivas9:
I) Por favor, se emplea casi exclusivamente en actos impositivos, rara vez en actos
no impositivos. Esto puede verse en la siguiente variante, pragmáticamente mal
formada, de la segunda parte del ejemplo (6):
7) *Al llegar al semáforo doble usted a la derecha y vaya todo recto, por favor.
II) Según el objeto ilocutivo de la exhortación no impositiva o, por citar a Fraser
otra vez, según el contrato conversacional, el oyente no tiene obligación de seguir el
consejo del hablante. Así se explica que el ejemplo (8), que contiene una reacción ante
el rechazo de un consejo, no esté bien formado desde el punto de vista pragmático:
8) *¿Cómo se atreve usted a no seguir mi consejo?
III) Según el criterio del beneficio primario del oyente, éste puede comentar
positiva o negativamente un consejo:
9) Me has dado un buen (mal) consejo.
En la respuesta a un acto impositivo, en cambio, el criterio del beneficio primario
del hablante hace que se excluyan valoraciones como:
10) *Me has hecho una buena (mala) petición.
Fraser llama la atención, por último, sobre un interesante fenómeno sintáctico del
inglés, que no tiene equivalente en español: el imperativo del verbo try (“tratar de”)
admite dos clases de complementos oracionales: el gerundio y el infinitivo. En el primer
caso, lo que se expresa es un consejo, como en:
11) Try opening the window.
[Trata/ trate usted de abrir la ventana.]
9 Aunque Fraser sólo se ocupa del inglés, sus observaciones son válidas también para el español, como se
ve por la traducción de los ejemplos reproducidos aquí.
25 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Si se opta por el infinitivo, sin embargo, lo que se expresa ante todo no es un
consejo, sino un mandato:
12) Try to open the window.
26 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
2.2. LA IMAGEN POSITIVA
En el párrafo anterior hemos visto que los actos de habla exhortativos constituyen
el prototipo de los actos que amenazan la imagen negativa del oyente. En éste nos
ocuparemos de la pregunta: ¿cuáles son los actos de habla que dejan sentir sus efectos
en la imagen positiva del interlocutor, o sea, en la imagen positiva que éste tiene de sí
mismo? Recuérdese que esta imagen está basada en el deseo de cada individuo de que
otras personas deseen para él lo que él desea para sí mismo, como, por ejemplo, salud,
libertad y honor. Brown y Gilman (1989, 162) ilustran el concepto de imagen positiva
señalando que la expresión Have a nive day (Que tengas/ tenga un buen día, Buenos
días), que se suele repetir a diario, supone un acto de cortesía que refuerza de un modo
característico la imagen positiva del interlocutor; el hablante le desea al interlocutor lo
que desea para sí mismo. Otros ejemplos típicos de actos de habla que apoyan la imagen
positiva del oyente son el cumplido, la felicitación y la invitación10
.
La cortesía positiva no sólo se manifiesta en los actos de habla intrínsecamente
corteses, también se maneja para mitigar actos de habla no corteses.
En 2.2.1. y 2.2.2. examinaremos una serie de estrategias representativas, tomando
como marco de referencia la distinción entre el macronivel del discurso y el micronivel
del acto del habla.
2.2.1. El macronivel del discurso
En el macronivel del discurso, conviene distinguir una gran variedad de estrategias
para expresar cortesía positiva.
10
La cortesía positiva se manifiesta también a través de actos no verbales. Piénsese, por ejemplo, en un
tenista de mucha experiencia que deja de exhibir parte de su talento en un partido contra un jugador de
menor categoría. Evidentemente, esta actitud tiene por fin proteger la imagen positiva de este.
27 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Haciendo una selección representativa, empezaremos con el análisis de una
estrategia general, que consiste en mostrar conformidad con la opinión emitida por el
interlocutor. Nuestro punto de partida es el macroacto argumentativo, que tiene como
finalidad discutir la justificación de opciones contrarias. Pues bien, en los turnos
alternativos que caracterizan este tipo de acto de habla es corriente que los hablantes
manifiesten cortesía positiva para no manifestar abiertamente que opinan de modo
diferente. La mitigación de la propia opinión sirve, entonces, para minimizar el
disentimiento, por lo que se crea la impresión de que hay una conformidad parcial
respecto al tema debatido. Remitiendo a la nota [8], subrayamos una vez más que hay
muchas situaciones comunicativas en las que los interlocutores conceden más
importancia a la ficción de que coinciden en sus opiniones que a la verificación de las
mimas. Para un resumen de las estrategias aplicadas para conseguir este objetivo, vale el
análisis de Pomerantz (1984, 620):
Some of the ways of minimizing or de-emphasizing the stated difference
between oneself and co-interactants are: including claims of uncertainty when
disagreeing […], forming a disagreement as a partial agreement, stating a
disagreement as an impersonal position (e.g. couldn’t it be the case that… or
some people think…), and even withholding a disagreement entirely.
[Algunas de las maneras para minimizar o reducir la disconformidad entre uno
mismo y sus interactantes son: expresar incertidumbre al formular la disensión
[…], presentar el disentimiento como una conformidad parcial, formular la
disensión desde un punto de vista impersonal (por ejemplo, ¿no podría ser el
caso que…? o hay gente que cree…) e incluso abstenerse de emitir la disensión.]
Recuérdese que ya hemos considerado algunas estrategias para expresar
incertidumbre, que se aplican frecuentemente para atenuar una opinión divergente: si no
me engaño… y puede ser que me equivoque, pero… Otra estrategia consiste en que el
hablante acentúa su modestia fingiendo ignorancia o incompetencia, como por medio de
no sé mucho de este asunto, pero… De este modo se implica que el oyente sabe más o
está mejor informado que el hablante del tema en cuestión. Para presentar el
disentimiento como una conformidad parcial se prestan específicamente locuciones
adversativas del tipo: tienes razón, pero… Además, la opinión divergente puede
28 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
introducirse por el adverbio bueno, que sirve de enlace pragmático entre la locución del
interlocutor que expresa la opinión no aceptada y la locución del propio hablante que
expresa la opinión contraria. Es interesante constatar que el sentido léxico positivo de
bueno está en entera consonancia con su función atenuadora.
En conclusión, los ejemplos tratados arriba nos muestran que, es el macroacto
argumentativo, la finalidad primaria de respetar la imagen positiva del oyente es
establecer la impresión de que se le considera como una persona competente, capaz de
pensar y actuar racionalmente.
El respetar y reforzar la imagen positiva del oyente juega también un destacado
papel en la comunicación de masas. A propósito de esto, Simons (1976, 18) observa que
a los confereciantes y oradores se les aconseja orientarse hacia su auditorio, esto es,
proteger el ego de éste, y adaptarse a su marco de referencia. La finalidad de la
aproximación psicológica al auditorio es conseguir que adopte una actitud positiva
aceptando el mensaje emitido como un mensaje digno de ser tomado en consideración.
La estrategia en cuestión se denomina «persuasión coactiva».
Finalmente, nos queda llamar la atención sobre una estrategia de cortesía positiva
de índole empática. Se manifiesta a través de dos variantes, una profiláctica y otra
alterocéntrica. La primera consiste en evitar entablar una conversación sobre asuntos
controvertidos que puedan dar lugar a una divergencia de opiniones entre hablante y
oyente. La variante alterocéntrica consiste en sacar a colación temas de interés personal,
que se introducen preferentemente con preguntas sobre la salud, el trabajo o la familia
del interlocutor. Un reflejo característico de este tipo de interacción es la repetición de
las palabras del otro para mostrar solidaridad. Considérese el siguiente fragmento de
diálogo:
13) A: A mi mujer le han robado un collar de perlas.
B: ¡Válgame Dios, un collar de perlas!
2.2.2. El micronivel del acto de habla
En el micronivel del acto de habla, en este párrafo nos dedicaremos particularmente
al análisis de dos categorías de expresiones referenciales indirectas que se utilizan para
29 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
silenciar o impersonalizar la identidad del interlocutor. En 8.1.2.2.2.1. volveremos sobre
estas estrategias, situándolas en una perspectiva lingüística coherente.
Empezaremos con un tipo de referencia que se manifiesta por el uso de la
desinencia verbal de la primera persona del plural. Se trata aquí de una estrategia que
puede llamarse pseudoinclusiva. Este neologismo, introducido por Haverkate (1984), se
deriva de la tradicional distinción entre referencia inclusiva y exclusiva. Como se
argumenta en dicho estudios (1984, 19-21), la realización inclusiva o exclusiva de la
primera persona del plural debe describirse fundamentalmente dentro del marco de la
clasificación de los actos de habla. Así, por ejemplo, el pedir permiso requiere la
interpretación exclusiva, como puede verse por un ejemplo como ¿Podemos entrar?, en
el que la desinencia del verbo modal excluye referencias al interlocutor. En las
propuestas, en cambio se da el fenómeno inverso; la referencia expresada por el sujeto
incluye tanto al hablante como al oyente, por lo que es inherentemente inclusiva, como,
por ejemplo, en ¿Vamos al cine hoy?
Ahora bien, al realizar un acto de habla exhortativo, los hablantes que se valen de la
estrategia pseudoinclusiva fingen que en la actualización de lo descrito participan
colectivamente ellos mismos y sus interlocutores. En realidad, sin embargo, se implica a
quieres les corresponde la realización del acto pedido, que son sólo los interlocutores.
Surge, pues, la pregunta: ¿en qué tipo de interacción sirve la referencia pseudoinclusiva
para mostrar cortesía positiva? La respuesta es unívoca; el factor decisivo es la relación
social asimétrica entre los interlocutores, o sea, para puntualizar, el hablante tiene que
tener autoridad o poder sobre el oyente. Específicamente, podemos pensar aquí en la
comunicación entre padres e hijos, maestros y alumnos, y enfermeras y pacientes. La
referencia pseudoinclusiva de los ejemplos (14) – (16) ilustra la relación jerárquica
inherente a dichos tipos de interacción, respectivamente:
14) Y ahora vamos a acostarnos tranquilamente.
15) Este ejercicio lo hacemos por escrito.
16) Es hora de que tomemos nuestras medicinas.
Nótese, luego, que las exhortaciones pseudoinclusivas requieren un análisis en dos
planos diferentes: el plano de la interpretación del oyente y el de la intención del
hablante. Siendo evidente el carácter ficticio de la referencia inclusiva, la reacción del
30 La cortesía verbal
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que recibe el mensaje suele distar de ser positiva. Concretamente, es fácil que al
hablante pseudoinclusivo se le considere como un interlocutor paternalista. Con relación
a esto, es relevante hacer mención del paternal we (el nosotros paternal), acuñado por
Jespersen (1955, 217) para indicar esta interpretación.
Situándonos del lado del hablante vemos un panorama totalmente distinto. Su
intención perlocutiva es crear una solidaridad simbólica con el oyente, borrando el perfil
de la distancia social que les separa. Beinhauer (1985, 404) analiza un ejemplo
ilustrativo:
Dirigido al enfermo, resultaría más personal y afectuoso ¿cómo andamos?, pues
al formular así la pregunta el médico se hace solidario con el destino del
interrogado por medio del «plural inclusivus».
La segunda categoría de referencia indirecta que interesa para este análisis es la que
se emplea para mitigar una crítica dirigida al interlocutor. Fijémonos en los dos
ejemplos siguientes:
17) Esta carta no está bien traducida.
18) Usted no ha traducido bien esta carta.
La diferencia es evidente: utilizando una construcción pasiva sin agente
especificado, el hablante de (17) deja de referirse abiertamente al oyente, por lo que el
reproche adquiere un carácter indirecto. La estrategia aplicada consiste, pues, en
proteger la imagen positiva del oyente y en consecuencia, la cortesía comunicada es de
tipo positivo. El hablante de (18), en cambio, no manifiesta ninguna forma de cortesía.
Mediante el pronombre personal de segunda persona se refiere explícitamente al oyente,
dirigiéndole un reproche directo, no atenuado.
Para concluir, nos centraremos en dos tipos de situaciones comunicativas en las que
la protección de la imagen positiva del individuo ocupa un papel idiosincrásico.
El primer tipo concierne a la situación compleja que se da cuando un hablante, para
no violar la imagen positiva de un interlocutor, viola intencionadamente la de otro.
Piénsese, por ejemplo, en una situación en la que, en una calle concurrida, un niño,
acompañado de su padre, choca con un adulto. Si el padre, sin ver quién tiene la culpa,
31 La cortesía verbal
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le reprocha a su hijo falta de atención, es obvio que su reacción tiene como único objeto
prevenir que se viole la imagen positiva del transeúnte. Ni que decir tiene que la
conducta del padre es moralmente condenable porque viola intencionadamente la
imagen positiva de su hijo.
En segundo lugar, conviene tener en cuenta que no es siempre la imagen positiva
del otro la que se protege o refuerza. Igual pasa con la imagen positiva que tiene el
individuo agente de sí mismo. Con relación a esto, es interesante estudiar el
comportamiento de personas que se enfrentan con problemas imprevistos de índole
física como, por ejemplo, resbalar con una cáscara de plátano, darse con una puerta en
las narices o caérsele un libro en un charco. Es un hecho empírico que, en tales
circunstancias, las víctimas reaccionen de una manera estereotipada gritando o hablando
solas para dar a entender a los testigos del incidente que no son responsables de lo que
les ha sucedido. Sugieren, pues, que son factores ajenos a su voluntad lo que han
causado el problema, lo que equivale a decir que esta forma de pseudocomunicación no
tiene más función que proteger la imagen positiva del emisor mismo11
.
De los análisis llevados a cabo en este párrafo y el anterior se saca la conclusión de
que la cortesía positiva es un recurso estratégico del que se sirve el hablante para
conseguir diferentes objetos perlocutivos: reforzar o proteger la imagen social del
interlocutor, por una parte, y manifestarle, por otra, que el hablante le considera digno
de formar parte del grupo o de la clase social a la que él mismo pertenece. Esta forma de
solidaridad puede designarse adecuadamente con el término inglés in-group solidarity
(solidaridad de grupos).
Obsérvese, por último, que las categorías analizadas son tanto de tipo lingüístico
como metalingüístico; es decir, en el nivel metalingüístico se trata fundamentalmente de
la estrategia que consiste en evitar trabar conversaciones sobre asuntos controvertidos,
así como su complemento positivo, o sea, la estrategia que consiste en sacar a colación
temas de interés personal.
Las principales estrategias lingüísticas a las que hemos pasado revista son la
repetición empática de las palabras del interlocutor, la referencia pseudoinclusiva y la
referencia indirecta.
11
En un original estudio dedicado al análisis sociopsicológico de la emisión de gritos, Goffman (1978)
habla de response cries (gritos de reacción).
32 La cortesía verbal
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3
EL ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO
A la categoría de imagen, tratada en el párrafo anterior, se le asigna validez
universal. Por muy difícil que sea verificar esta hipótesis, hasta el día de hoy no se han
descubierto culturas en las que las imágenes positiva y negativa del individuo
interactante no desempeñen un papel social, aunque sabemos que la función e
interpretación de las mismas pueden variar de una cultura a otra.
Haciendo abstracción de diferencias culturales, podemos sostener que, en el plano
de la interacción verbal concreta, los locutores suelen ser conscientes de su propia
imagen y de la de su interlocutor. Esta conciencia cobra una forma específica cada vez
que se aplica una estrategia de cortesía para conseguir un determinado objeto
comunicativo. Aquí el factor central es el procedimiento racional del hablante, que
busca, selecciona y despliega la estrategia. Efectivamente, la racionalidad constituye la
base de la cortesía en general, y, como veremos más adelante, de la cortesía lingüística
en especial. En este sentido, merece la pena citar la siguiente observación:
Discourse politeness is a cost parameter of a general principle of rationality,
regulating all intentional activities, when applied to speech acts (Kasher, 1986,
112).
[La cortesía del discurso es un parámetro de coste de un principio general de
racionalidad que regula toda actividad intencional relativa a los actos de habla.]
La racionalidad inherente a la cortesía verbal se manifiesta de dos modos distintos:
I) por medio de la justificación del acto de habla;
II) por medio de la valoración del balance coste-beneficio.
33 La cortesía verbal
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En el primer caso, nos encontramos con aclaraciones hechas para motivar qué es lo
que induce al locutor a realizar el acto de habla. Este tipo de comportamiento racional se
refleja particularmente en la realización de los actos exhortativos. Como hemos visto,
las exhortaciones constituyen la clase de actos de habla que amenazan el espacio
intencional del interlocutor, razón por la cual en no pocas ocasiones el hablante se ve
obligado a motivarlas. La justificación exhortativa, por tanto, es un acto de cortesía que
sirve para indicar al oyente que su libertad de acción no se ve impedida arbitraria o
inútilmente. Frecuentemente, la justificación se realiza mediante un acto de habla
indirecto. Por ejemplo:
19) Está oscuro en este rincón.
Emitida en un contexto o una situación apropiada, esta locución puede utilizarse
perfectamente para exhortar al interlocutor a que encienda la luz, sin que la proposición
contenga referencia alguna al acto pedido. Evidentemente, es la distancia inferencial
entre aserción explícita y exhortación implícita la que crea, de forma simbólica, la
interpretación cortés de la locución. Nótese que la exhortación siempre puede hacerse
explícita, en cuyo caso la justificación pierde su función indirecta:
20) Encienda la luz, que está oscuro en este rincón.
Tanto (19) como (20) son ejemplos ilustrativos de la inclinación del homo loquens
en general, y del homo exhortativus en especial, a racionalizar su comportamiento
verbal. Esta actitud sirve a un doble objetivo: por una parte, el locutor se muestra cortés,
proporcionando al interlocutor información que no le es necesariamente manifiesta; por
otra, se presenta a sí mismo como un interlocutor dotado de razón, capaz de motivar sus
actos. De este modo, aspita a reforzar su propia imagen positiva.
Lógicamente, se manifiesta la misma actitud en la realización de los actos
argumentativos:
Thus, instead of presupposing that the goal of arguing is to convince alter of the
truth of one’s own statement (opinion), of reaching a consensus, we can now
34 La cortesía verbal
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include a goal suck as conveying a certain image of ego to alter (the rational
intellectual who «thinks it out logically»… (Quasthoff, 1978, 13).
[De modo que, en lugar de presupones que la finalidad de argüir es convencer a
alter de la verdad de la aserción (opinión) de uno, es decir, llegar a un consenso,
podemos añadir ahora otra finalidad, que consiste en transmitir cierta imagen de
ego a alter (el intelectual racional que «reflexiona lógicamente»…]
En la bibliografía pragmalingüística actual se advierte un marcado interés por el
segundo tipo de racionalidad que hemos distinguido: la valoración del balance coste-
beneficio. Como el término sugiere, este parámetro está derivado de las ciencias
económicas. Puede definirse formalmente en los siguientes términos: los economistas
que se valen del análisis coste-beneficio aplican una técnica que expresa y cuantifica las
ventajas y desventajas de un proyecto, basándose en una unidad monetaria común. El
objeto de este análisis es la maximalización de los beneficios.
Obviamente, dentro del presente marco de referencia, el concepto de coste no debe
definirse en términos de dinero, sino en términos de energía verbal. Esto significa que,
dado un objeto comunicativo determinado, el hablante escogerá la estrategia de cortesía
que, con menos coste verbal, alcance ese objetivo. Como las estrategias son variables,
adaptándose particularmente a la situación comunicativa concreta, el grado de cortesía
de un acto de habla aislado no puede medirse, sino que queda determinado por el
contexto o la situación en que se efectúa. Esto quiere decir que la cortesía no es propia
de determinadas clases de oraciones, sino de locuciones emitidas en una situación
comunicativa específica12
. Veamos algunos ejemplos ilustrativos.
La interpretación estándar de la locución imperativa Cierra la puerta es la de un
mandato hecho por un locutor que tiene poder o autoridad sobre el oyente. No obstante,
la interpretación autoritaria no se impone de una manera absoluta o necesaria. Cierra la
puerta puede emitirse perfectamente como exhortación cortés, por ejemplo, en el caso
de que uno invite a un amigo o colega a entrar en su despecho para comunicarle una
noticia confidencial. En estas circunstancias, el hablante no necesita recurrir a una
12
Considérese también:
…no sentence is inherently polite or impolite. We often take expressions to be impolite, but it is
not the expressions but the conditions under which they are used that determines the judgment of
politeness (Fraser y Nolen, 1981, 96).
[…ninguna oración es inherentemente cortés o descortés. Muchas veces ciertas expresiones nos
parecen descorteses, pero no son las expresiones sino las circunstancias en las que se emplean las
que determinan la calificación de cortesía.]
35 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
fórmula de cortesía especial, porque su interlocutor se dará cuenta de que el efecto de la
acción que se le pide redunda en beneficio de ambos13
. Incluso puede darse el caso de
que el imperativo se profiera enfáticamente, sin que se interprete como mandato
categórico; entonces sirve de seña convencional para llamar la atención del interlocutor
sobre un peligro inminente. Así, por ejemplo, la exclamación ¡Párese!, para indicar que
se acerca un coche a toda velocidad, no refleja por parte del hablante ninguna intención
de expresarse descortésmente. Otro ejemplo parecido, que no es de índole incidental,
sino estructural, es la comunicación de los médicos que efectúan una operación
quirúrgica. Aquí, la situación comunicativa requiere que las exhortaciones se emitan
con un mínimo de energía verbal o, en muchos casos, tan sólo por gestos. Dicho de otro
modo, la urgencia del reflejo rápido excluye el uso de fórmulas de cortesía explícitas.
Un caso distinto de los anteriores lo ha señalado Goffman (1971, 84), quien observa
que en el primer encuentro entre dos amigos que no se han visto durante largo tiempo es
corriente que se intercambien largas y efusivas salutaciones. Si el contacto se hace
regular repitiéndose varias veces al día, los saludos tienden a hacerse cada vez más
cortos, hasta que llega la fase en la que se reducen a fórmulas rutinarias.
Lo que queda demostrado por todos estos análisis es que el hablante racional busca
un equilibrio entre coste verbal y beneficio interactivo, guiándose tanto por su relación
social con el interlocutor como por la índole de la situación comunicativa. La
variabilidad de las estrategias aplicadas refleja el resultado de la valoración
correspondiente.
Para medir el grado en que el acto de habla amenaza la imagen del interlocutor,
Brown y Levinson (1987, 76) han ideado un esquema analítico compuesto de tres
parámetros. Su hipótesis es que la selección de estrategias de cortesía depende de la
correlación de estos factores. El esquema tiene la estructura de una ecuación:
13
El ejemplo del imperativo ha sido tomado de Rintell (1981, 33). Véase también la siguiente exposición
sobre el uso del imperativo inglés:
This form (sc. the imperative) is rarely used in both British and American English, where its use
is generally deemed to be impolite. There are a number of exceptions to this which are generally
handled well only by native speakers, for instance, the imperative is correct if the action
commanded is clearly for the benefit of the hearer, or in special circumstances where the
authority hierarchy is clearly defined, or in an emergency (Brend, 1978, 254).
[Esta forma (sc. el imperativo) se usa raras veces, tanto en el inglés británico como en el
americano, porque su empleo suele considerarse descortés. Hay excepciones a esto, manejadas
bien, en general, sólo por los hablantes nativos. Así, por ejemplo, el uso del imperativo es
correcto si la acción exhortada redunda claramente en beneficio del oyente, o también en
circunstancias especiales en las que la jerarquía de autoridad está claramente definida, o en caso
de emergencia.]
36 La cortesía verbal
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W = D (S,H) + P (H,S) + R
Los símbolos deben interpretarse así: W (weightiness) corresponde al peso del acto
de habla en cuanto amenaza la imagen del interlocutor. D (distance) es la distancia
social que media entre S (speaker, o sea, hablante) y H (hearer, o sea, oyente). P
(power) representa el poder que el oyente tiene sobre el hablante. De acuerdo con una
metáfora espacial, D y P pueden asociarse con las dimensiones horizontal y vertical de
la relación social entre locutor e interlocutor, respectivamente. El símbolo R (Rank), por
último, se refiere al grado de imposición implicado por el acto de habla. Lógicamente,
la categoría de imposición es una variable que difiera de una cultura a otra.
En lo que se refiere a la realización cortés del acto de habla, están vigentes las
siguientes correlaciones:
I) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor la distancia entre
hablante y oyente;
II) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor el poder del oyente
sobre el hablante;
III) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor el grado de imposición.
De estas correlaciones se infieren dos conclusiones: si el peso de la imposición es
muy reducido, como en el caso en que el hablante tiene poder sobre el oyente y la
exhortación es una exhortación rutinaria, no hace falta aplicar una estrategia de cortesía
especial; el hablante puede limitarse a la realización directa del acto de habla. La
situación inversa se da cuando el peso de la imposición es muy grande, incluyendo el
riesgo de amenazar la relación social de los interlocutores; en tal caso, el hablante
preferirá no realizar el acto de habla. Ni que decir tiene que las situaciones que
acabamos de describir representan dos casos extremos.
Pasemos ahora al análisis de algunos ejemplos concretos:
21) ¿Puede usted decirme qué hora es?
22) ¿Quiere usted decirme qué hora es?
37 La cortesía verbal
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(21) y (22) sirven de fórmulas convencionales para hacer una petición cortés. Nótese
que la cortesía radica en la estructura sintáctica de las oraciones, que expresan,
literalmente, preguntas empáticas sobre la capacidad y la disponibilidad del interlocutor,
respectivamente. En casos como éstos, se considera que hay un balance entre el coste
verbal invertido por el hablante y la energía que se le pide invertir al oyente en contestar
a la pregunta. No obstante, conviene resaltar que las fórmulas arriba mencionadas no
pueden utilizarse automáticamente para hacer una petición cortés. Así, por ejemplo,
23) ¿Puede usted prestarme 100.000 pesetas?
dirigido sin más ni más a una persona desconocida no será interpretado como
exhortación cortés, ya que una apelación tan grave y confidencial al interlocutor
requiere de una amplia justificación por parte del hablante. En otras palabras, el ejemplo
(23) refleja un patente desajuste entre corte y beneficio, por lo que está
pragmáticamente mal formado.
Hablando en términos generales, podemos decir que, cuando más difícil de efectuar
por el hablante mismo sea el acto exhortado y, en consecuencia, mayor sea el poder o la
competencia del oyente, más se le impone al hablante la necesidad de aumentar la
energía verbal requerida para la expresión cortés de la exhortación14
. El siguiente
ejemplo, tomado de Brown y Levinson (1987, 93), ilustra la cortesía de un hablante que
considera muy alto el grado de imposición y, por ese motivo, invierte gran cantidad de
energía verbal al formular el ruego:
I’m terribly sorry to bother you with a thing like this and in normal
circumstances I wouldn’t dream of it since I know you’re very busy but I’m simply
unable to do it myself.
[Siento terriblemente tener que molestarle con una cosa como ésta y, en
circunstancias normales, no se me habría ocurrido pedírselo, porque sé que está
muy ocupado, pero me es materialmente imposible hacerlo yo mismo.]
Para concluir este capítulo, dedicaremos unas palabras a la adquisición de
estrategias de cortesía. Bates (1976, 316) sostiene que los niños aprenden a expresarse
14
Obsérvese que esta correlación refleja un marcado aspecto icónico del signo lingüístico.
38 La cortesía verbal
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cortésmente a una edad relativamente tardía. Esta evolución contrasta con la de la
adquisición de las reglas formales inherentes a los sistemas fonológico y sintáctico de la
lengua, que se llegan a dominar mucho antes. La diferencia tiene su explicación natural
en el hecho de que, desde un punto de vista puramente racional, las normas de la
cortesía verbal van contra la claridad y la eficacia comunicativa. Lo que sucede, pues, es
que los niños tienden a orientarse hacia el componente proposicional y al objeto
ilocutivo de las locuciones que producen, sin tener en consideración los factores
interactivos que hemos visto en este capítulo, a saber, distancia socia, poder y grado de
imposición. Recuérdese, a propósito de esto, que hemos observado en el primer capítulo
que los padres empiezan a enseñarles a sus hijos las normas de cortesía prácticamente a
partir de su nacimiento. Probablemente se dan cuenta de que el camino por recorrer es
largo.
39 La cortesía verbal
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4
MÁXIMAS CONVERSACIONALES Y DE CORTESÍA
La exposición sobre el análisis coste-beneficio ha puesto de manifiesto que la
cortesía verbal representa una forma de comportamiento regida por principios de
racionalidad. En circunstancias normales, los que participan en un diálogo o
conversación se guían por estos principios para prevenir que la relación social con el
interlocutor pueda entrar en un estado de desequilibrio. Formulado más detalladamente,
la racionalidad inherente al comportamiento cortés crea un sistema de normas que deben
aplicarse para conseguir determinados objetivos comunicativos. En la bibliografía
pragmalingüística es corriente distinguir entre normas comunicativas globales y
específicas. Esta categoría última abarca las máximas de cortesía elaboradas por Leech
(1983); las normas globales corresponden a las máximas conversacionales de Grice
(1975).
Dada la importancia de la aportación de Grice al estudio de las estrategias
comunicativas, pasaremos revista primero a las categorías básicas de su teoría. La
distinción primaria que hace el filósofo americano es la que se da entre principio y
máxima. Un principio es una categoría fundamental, irreducible, que se toma como base
para explicar la operación de una serie de categorías derivadas, que son las máximas. El
principio conversacional postulado por Grice es el que denomina principio de
cooperación (cooperative principle). Este principio tiene carácter prescriptivo,
definiéndose así la forma general: «adapta tus contribuciones conversacionales a la
índole y al objetivo del intercambio verbal en que participas».
Las máximas que proceden del principio de cooperación representan normas
específicas. Se distinguen las siguientes: la máxima de calidad, la máxima de cantidad,
la máxima de relación y la máxima de modo.
40 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La máxima de calidad concierne a la sinceridad del hablante. Encierra dos
submáximas que rezan como sigue:
I) no digas lo que crees que es falso;
II) no digas lo que no puedes probar adecuadamente.
La máxima de cantidad prescribe: «proporciona la cantidad de información
requerida por el objetivo de intercambio verbal».
La máxima de relación prescribe al hablante que sus contribuciones
conversacionales sean relevantes.
La máxima de modo, finalmente, se compone de varias submáximas, y la más
importante de ellas sería: «evita usar expresiones oscuras o ambiguas».
Una de las consecuencias principales del sistema de las máximas es que puedan ser
burladas. Estas desviaciones de las normas ocupan un papel central en la teoría de
Grice. Se trata aquí de las llamadas implicaturas, que pueden ejercer diversas funciones
comunicativas. Dentro de este marco de referencia, es importante hacer notar que las
implicaturas sirven a menudo de estrategias de cortesía. Consideremos algunos casos
concretos.
La máxima de calidad se incumple por motivos de cortesía si decir la verdad
encierra una evidente amenaza de la imagen positiva del oyente. La estrategia
correspondiente es la que normalmente se indica con la expresión mentira piadosa.
En lo que respecta a la manifestación de la máxima de cantidad, puede darse el caso
de que no nos sea posible transmitir toda la información que tenemos a nuestra
disposición, porque conllevaría expresar opiniones desfavorables sobre el interlocutor u
otras personas. En estas circunstancias, opera la siguiente correlación: a menor cantidad
de información, mayor grado de cortesía. Véase el siguiente ejemplo, tomado de Leech
(1983, 80):
24) A: Todos echaremos de menos a Guillermo y Ágata, ¿no?
B: Bueno, todos echaremos de menos a Guillermo.
Evidentemente lo que implica la reacción de B es que no todos echarán de menos a
Ágata. Esto equivale a decir que B incumple la máxima de cantidad, porque hubiera
41 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
podido expresarse con mayor rigor informativo, pero sólo a costa de mostrarse descortés
con una tercera persona.
Otro ejemplo tratado por Leech (1983, 96) es este diálogo:
A: ¿Dónde está mi bombonera?
B: Los niños estuvieron en tu habitación esta mañana.
Aquí la implicatura conversacional de B, que burla la máxima de relación,
corresponde a la respuesta directa: Los niños pueden haberla cogido. La justificación de
la implicatura hay que buscarla en el deseo de B de evitar referirse explícitamente a un
posible acto reprochable de los niños. En vez de acusarlos, B hace una observación
aparentemente inocente sobre su paradero temporal, dejando interlocutor sacar la
conclusión descortés.
En lugar de callar información, el hablante puede optar también por la estrategia
inversa: proporcionar al interlocutor información ya conocida. Podemos pensar aquí,
por ejemplo en una técnica conversacional aplicada comúnmente en las entrevistas
televisivas; es decir, en vez de dirigir una pregunta directa al entrevistado, el
entrevistador puede limitarse a hacer una aseveración para enterarse de determinados
aspectos confidenciales de la vida personal del interlocutor. Narbona Jiménez califica
esta estrategia de la manera siguiente:
…la utilización de una mera secuencia enunciativa en lugar de una pregunta
directa, para provocar una reacción por parte del interlocutor, recurso del que se
abusa hoy en las entrevistas ofrecidas por radio o televisión (1986, 248).
He aquí algunos ejemplos:
25) Entonces tuviste un conflicto con el entrenador.
26) Pero tu mujer decidió no volver a verte más.
27) A los quince años ya había ganado usted muchos premios.
En el contexto que aquí nos interesa, (25)-(27) son ejemplos característicos de actos
de habla indirectos, ya que, a pesar de tener estructura sintáctica de aserciones, sirven
42 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
para provocar reacciones verbales específicas en el interlocutor. Esto puede verse por la
estructura interrogativa de las variantes directas de (25)-(27):
25a) ¿Por qué tuviste un conflicto con el entrenador?
26a) ¿Por qué decidió tu mujer no volver a verte más?
27a) ¿Qué premios había ganado ya usted a los quince años?
Ahora bien, formulando aserciones indirectas en lugar de preguntas directas, el
entrevistador de los ejemplos (25)-(27) contribuye a proteger la imagen positiva del
interlocutor, que se ve amenazada por las referencias de su vida privada.
En términos generales, podemos afirmar que los hablantes que proceden de esta
manera incumplen la máxima de cantidad, puesto que, estrictamente, cometen una
tautología comunicándole al interlocutor información con la que éste está más
familiarizado que ellos mismos.
Obsérvese, por último, que hay expresiones estereotipadas del tipo como ya sabe
usted y como es bien sabido, que se utilizan exclusivamente para dar a entender que se
repite cierta cantidad de información conocida ya por el interlocutor.
La siguiente cita resume la esencia de lo que llevamos expuesto sobre los efectos de
cortesía producidos por las implicaturas griceanas;
We know that when we are being polite, we tend not no be as truthful as Grice
enjoins us to be, nor as brief and clear and to the point –politeness has to be paid
for, with insincerity, vagueness and verbosity (Lauerbach, 1989, 30).
[Sabemos que, cuando somos corteses, no nos inclinamos a ser tan sinceros
como nos prescribe Grice, ni tan breves, claros y precisos –la cortesía se paga con
insinceridad, vaguedad y verbosidad.]
De la definición de las máximas conversacionales dada al principio de este
capítulo se colige que las normas derivadas de las mismas son normas que regulan
ante todo la estructuración cognitiva del mensaje lingüístico; es decir, las máximas
están orientadas hacia el contenido proposicional de las contribuciones
conversacionales. Específicamente, la máxima de calidad radica en la verdad o
falsedad de la proposición expresada. La máxima de cantidad regula la extensión de
43 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
las locuciones intercambiadas. La máxima de relación estimula al locutor a hacer
contribuciones relevantes que se adapten de modo racional al contexto lingüístico.
La máxima de modo, por último, prescribe al locutor que construya su mensaje de
forma que pueda ser interpretado inequívocamente.
El resumen anterior muestra que las máximas conversacionales no abarcan el
componente social de la interacción verbal; la cortesía sólo entra en juego cuando el
hablante incumple las máximas, pero no sirve de parámetro para definirlas15
. Esto
ha llevado a algunos investigadores a postular un sistema de máximas de cortesía
como complemento de las máximas conversacionales de Grice. La propuesta más
elaborada es la de Leech (1983), que establece un principio de cortesía análogo al
principio de cooperación de Grice. El principio de cortesía se manifiesta a través de
seis máximas: la de tacto, la de generosidad, la de aprobación, la de modestia, la de
unanimidad y la de simpatía.
Cada una de estas máximas encierra dos normas complementarias basadas en
factores minimizadores y maximalizadores. Así, la máxima de tacto prescribe al
hablante que minimice el coste para el hablante y que maximalice el beneficio para
el interlocutor. El hablante que respete la máxima de unanimidad, por poner otro
ejemplo, minimiza la disconformidad y maximaliza la conformidad entre él y el
interlocutor.
Las máximas de cortesía están asociadas con determinadas clases de actos de
habla, repartiéndose de la siguiente manera: las máximas de tacto y generosidad se
aplican a los actos exhortativos y comisivos16
, las máximas de aprobación y
modestia se aplican a los actos expresivos17
y asertivos, y las máximas de
unanimidad y de simpatía se aplican a los actos asertivos. Leech ilustra dos de estas
correlaciones señalando que la máxima de aprobación se manifiesta típicamente en
la realización del acto expresivo de felicitar y la máxima de modestia en el acto de
pedir perdón.
Todavía no se han hecho investifaciones empíricas suficientes para verificar la
potencia teórica de las máximas de cortesía. Lo mismo ocurre con las escalas de
15
En su discutida obra Relevance. Cognition and communication (1986), Sperber y Wilson propugnan la
idea de que toda interacción verbal queda regida por un solo principio racional, el principio de relevancia.
Lógicamente, esta concepción excluye cualquier interés por el estudio de las relaciones sociales entre los
interlocutores y, en consecuencia, por el estudio de la cortesía como objeto de análisis pragmalingüístico.
Para una extensa crítica de la teoría reduccionista de Sperber y Wilson, véase Mey y Talbot (1988). 16
El acto prototípico de los comisivos es la promesa. 17
La clase de los actos expresivos incluye actos como agradecer, felicitar y dar la bienvenida.
44 La cortesía verbal
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minimización y de maximalización asignadas a cada una de las mimas. De ahí que
algunos críticos de la teoría de Leech (Dillon et al., 1983) hayan observado que, sin
una justificación empírica rigurosa, la lista de las máximas podría extenderse ad
infinitum.
En resumen, hemos distinguido dos clases de máximas: las máximas
conversacionales de Grice y las máximas de cortesía de Leech. Las primeras están
orientadas primariamente hacia la estructura cognitiva de la conversación; éstas,
determinan ante todo los aspectos sociales de la interacción verbal. La diferencia se
manifiesta claramente en el incumplimiento de las máximas: en el caso de las
máximas griceanas, es corriente que el incumplimiento tenga como fin producir
efectos de cortesía. El incumplimiento de las máximas de cortesía de Leech, en
cambio, da como resultado un comportamiento no cortés o incluso descortés.
Sea cual fuere el caso, incumplimiento o cumplimiento, hay que tener en cuenta
que la interpretación de cortesía o descortesía es siempre la interpretación del
interlocutor; es él quien juzga el efecto perlocutivo del acto de habla
independientemente de la intención comunicativa del hablante.
45 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
5
LA CORTESÍA VERBAL: ACCIÓN, TRANSACCIÓN E INTERACCIÓN
En los capítulos anteriores se ha puesto de manifiesto que mostrar cortesía
verbal es un tipo de acción. El carácter específico de esta acción consiste en la
selección de determinadas estrategias convencionales, lo que implica que la cortesía
no representa una acción autónoma, sino que siempre está integrada en la acción
verbal total. Por eso, en cuanto acto, la cortesía es un subacto del acto del habla.
El carácter transactivo de la cortesía se define según el balance de coste y
beneficio. Las transacciones se verifican a base de la inversión de energía verbal
por parte del hablante, con el objeto de lograr que el oyente reaccione de acuerdo
con la finalidad comunicativa del acto de habla. En el caso del acto exhortativo, son
fundamentales tres estrategias transactivas:
I) la justificación de la exhortación;
II) la minimalización del coste para el interlocutor;
III) la maximalización del beneficio para el interlocutor.
La categoría de interacción, por último, se manifiesta a través de las
consideraciones de imagen. Desde esta perspectiva, el hablante desarrolla,
guiándose por la índole específica de la situación comunicativa, estrategias que
sirven para reforzar la imagen positiva de su interlocutor o para prevenir que la
imagen negativa del mismo se vea amenazada.
Resumiendo, el carácter inherentemente racional de la cortesía como categoría
de acción, transacción e interacción está reflejado ante litteram por la siguiente cita,
tomada de un manual de urbanidad escrito hace más de medio siglo:
46 La cortesía verbal
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En somme, théoriquement, la politesse paraît indifférente à la morale.
Elle n’est ni une vertu ni un vice, simplement un procédé (Mirepoix, 1937, 273).
[En suma, teóricamente, la cortesía es indiferente a la moral, no es una
virtud ni un vicio. Son simplemente, modales…]
47 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
6
EL ANÁLISIS TIPOLÓGICO
En los capítulos anteriores hemos elaborado la tesis de que la cortesía
representa una forma de comportamiento humano regido por determinados
principios de racionalidad. Como hemos visto, estos principios regulan
actividades interaccionales para conseguir que se produzcan estados de cosas
deseados.
Las correspondientes acciones teleológicas se manifiestan tanto en la
realización de actos comunicativos como en la de actos no comunicativos. En el
último caso, el agente cortés efectúa actos puramente instrumentales, como, por
ejemplo, dejarle abierta una puesta a alguien, recoger y devolver un objeto que
se le ha caído a un transeúnte o ayudar a una persona ciega a cruzar la calle. A
esta categoría de cortesía pertenecen también los actos que se efectúan para
resolver el problema que surge cuando dos o más personas quieren conseguir
objetos físicos entre sí incompatibles: aparcar el coche en el mismo sitio, entrar
en una tienda al mismo tiempo, ocupar la única silla libre en una terraza, etc. En
todas estas situaciones, constatamos que el interactante cortés, que es el que cede
la prioridad al otro o a los otros, se guía básicamente por el principio de
racionalidad. Como es sabido, los aspectos normativos de la cortesía
instrumental se describen en los manuales de urbanidad.
En cuanto al estudio de la cortesía tal como se manifiesta en la
interacción comunicativa, es indispensable partir de la distinción entre varios
niveles de análisis, que pueden visualizarse mediante el siguiente esquema de
estructura arbórea:
48 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
CORTESÍA
-/comunicativa/ +/comunicativa/
-/lingüística/ +/lingüística/
-/paralingüística/ +/paralingüística/
-/metalingüística/ +/metalingüística/
comunión etiqueta
fática conversacional
-/micronivel/ +/macronivel/
DIAGRAMA 1
Como indica el cuadro, se establece una oposición fundamental entre la cortesía
lingüística y la no lingüística18
.
La propiedad esencial de la última consiste en que el aparato articulatorio no
interviene en la producción de los signos de cortesía correspondientes. Siguiendo la
ramificación del esquema, vemos que la cortesía no lingüística se divide en dos
subclases: la paralingüística y la no paralingüística.
Ésta se verifica exclusivamente por gestos que sirven para proporcionar los mismos
efectos perlocutivos que consiguen los actos puramente lingüísticos. Así, por ejemplo,
por medio de una inclinación de cabeza podemos dar a entender que estamos
escuchando con atención las palabras de nuestro interlocutor. Un signo verbal
equivalente podría ser: Continúe usted o Siga usted hablando. Obsérvese que el
lenguaje gestual puede ser también vehículo de expresión de cortesía ritual. Piénsese
18
Para una taxonomía de los signos comunicativos no lingüísticos, véase Maas y Wunderlich (1974, 85-
86).
49 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
aquí en gestos que representan el saludo militar, un saludo civil a la bandera o una
actitud de respeto ante el paso de un cortejo fúnebre19
.
La cortesía paralingüística se expresa igualmente mediante gestos, pero, a
diferencia de los no paralingüísticos, aquéllos aparecen sólo conjuntamente con signos
verbales, lo que equivale a decir que desempeñan una función comunicativa
concomitante.
El saludo es una categoría interesante para este análisis, puesto que puede
efectuarse de tres maneras distintas:
I) por medio de una expresión verbal sólo; entonces, se especifica por:
+/comunicativo/, +/lingüístico/;
II) por medio de un gesto sólo, en cuto caso pertenece a la subcategoría
especificada por los rasgos: +/comunicativo/, -/lingüístico/, -/paralingüístico/;
III) por medio de una expresión verbal acompañada de un gesto. En este caso, el
gesto –esencialmente, un abrazo, un beso o un apretón de manos- tiene una función
paralingüística. Esta realización del saludo, por lo tanto, se especifica por los rasgos:
+/comunicativo/, +/lingüístico/, +/paralingüístico/20
.
En lo que se refiere a la distinción entre signos verbales y signos no verbales, hay
que mencionar como categoría especial el silencio. El silencio puede desempeñar
distintas funciones comunicativas, tanto corteses como descorteses. Como veremos en
6.2., el silencio cortés puede ser la manifestación concreta de la máxima Presta atención
a lo que dice tu interlocutor, que guarda una estrecha relación con otra que reza: No
interrumpas al que está hablando. Luego el silencio puede tener por objeto evitar un
conflicto en el caso de que uno de los interlocutores se abstenga de reaccionar ante un
19
Para una detallada descripción de la fisiología de estos gestos, véase Meo Zilio y Mejía (1983, 130). 20
Respecto a la inherente indisolubilidad del comportamiento lingüístico y paralingüístico, es relevante la
exposición siguiente:
To focus on language alone or on body motion alone is thus to focus on only a part of the
system, and until its relationship with the other parts is also understood, our understanding of
communication will be limited indeed. It makes no sense to speak of «verbal communication»
and «nonverbal communication». There is only communication, a system of behavior patterns by
which people are related to one another (Kendom, 1977, 211).
[Centrarse solo en el lenguaje o sólo en los movimientos del cuerpo equivale a centrarse sólo en
una parte del sistema; mientras no entendamos sus relaciones con las otras partes, nuestra
comprensión de la comunicación será limitada. No tiene sentido hablar de «comunicación
verbal» y «comunicación no verbal». No hay más que comunicación, o sea, no hay mas que un
sistema de patrones de comportamiento por medio de los cuales los que comunican están
mutuamente relacionados.]
50 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
acto descortés del otro. Se trata, entonces, de la estrategia evasiva que, siguiendo a
Grice, se denomina opting out.
Finalmente, el silencio, o, mejor dicho, el dejar de hablar, puede ser interpretado
como señal de descortesía. Respecto a esto, Leech (1983, 141) sostiene:
…if one has been engaged in conversation by someone else, silence is a sign of
opting out of a social engagement to observe the interpersonal rhetorical principles,
and is hence in many circumstances a form of impoliteness.
[…si uno se ha visto implicado en una conversación entablada por otra persona,
el silencio es una señal del deseo de anular el compromiso social de observar los
principios retóricos interpersonales, y por ello, en muchas circunstancias, una forma
de descortesía.]
En 6.3. tendremos ocasión de ver que esta forma de descortesía es característica de
la situación en que uno de los interlocutores deja de responder a la primera parte de una
pareja adyacente, o sea, para poner un ejemplo concreto, cuando la persona a quien va
dirigida una pregunta se calla en lugar de contestar a la pregunta o de explicar por qué
no la contesta.
Para redondear la exposición sobre la cortesía comunicativa no lingüística, es
interesante señalar dos ramas de la psicología aplicada que se ocupan de su estudio en
un contexto más amplio: la «cinésica» y la «proxémica». La primera tiene por objeto
investigar el aparato gestual del hombre con atención especial a las funciones
comunicativas del mismo21
. La proxémica se dedica al estudio de la repartición del
territorio entre dos o más personas interactantes que se encuentran en el mismo espacio
físico. Las normas que determinan esta repartición varían de una cultura a otra. Así, por
ejemplo, al sostener una conversación, los ingleses suelen guardar una distancia espacial
mayor que los árabes, lo cual conlleva que a un inglés le pueda parecer descortés el
comportamiento proxémico de un árabe, dándole la impresión de que éste invade su
espacio, tanto físico como mental. A los árabes, mutatis mutandis, les sucede lo mismo:
pueden interpretar la distancia proxémica relativamente grande de los ingleses como
señal de falta de interés o, peor aún, como señal de descortesía intencionada.
21
La contribución más valiosa al estudio del lenguaje gestual representativo de España e Hispanoamérica
es el diccionario de gestos de Meo Zilio y Mejía (1980, 1983).
51 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
En términos generales, puede decirse que el hombre muestra tolerancia a
violaciones de normas proxémicas. Sobre esto, Vine (1975, 379) observa:
In general it would appear that far from being the MOST aggressive species, man
is one of the LEAST physically aggressive over space, and particularly where
strangers invade personal space. Even when crowded into close physical contact
with others, we can tolerate such invasions for short periods, as in elevators or
subway trains.
[En general, parece que, lejos de ser la especie MÁS agresiva, el hombre es una
de las especies físicamente MENOS agresivas al delimitar el espacio; sobre todo para
las situaciones en las que personas extrañas invaden el espacio personal. Aun
hallándonos en estrecho contacto físico con otros individuos, podemos tolerar estas
invasiones por poco tiempo, como en los ascensores o en el metro.]
Volviendo al diagrama arbóreo, seguimos la ramificación de la cortesía lingüística,
que se divide en dos subclases: la metalingüística y la no metalingüística. En 6.1. y 6.2.
nos ocuparemos de la cortesía metalingüística, que cumple dos finalidades
fundamentales: establecer o mantener un contacto social apreciable, por una parte, y
observar las reglas de la etiqueta conversacional22
, por otra. La primera estrategia se
denomina «comunicación fática», expresión acuñada por el antropólogo Malinowski en
el primer tercio de este siglo. En análisis de la comunión fática constituye el tema
central del párrafo siguiente.
A la cortesía no metalingüística, o sea, la propiamente lingüística, dedicaremos
atención especial en los capítulos 7, 8 y 9.
6.1. LA COMUNIÓN FÁTICA
Los orígenes de la comunicación social hay que buscarlos en la inclinación innata
de los seres humanos a reunirse, a estar juntos y a disfrutar de la mutua compañía. En el
plano de la interacción verbal, esta inclinación halla su exponente más característico en
la comunión fática, cuya función primaria consiste en crear un ambiente de solidaridad
22
Esta expresión se toma de Garvey (1977, 67), que la usa en un sentido específico, aplicándola a la
obligación social del hablante de responder adecuadamente a los actos de habla de su interlocutor. En este
contexto, el término denota un concepto más amplio, es decir, el comportamiento conversacional en
general.
52 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
que permita entablar una conversación placentera para los interlocutores. Para alcanzar
esta finalidad, es condición necesaria evitar que se produzca la tención psicosocial
inherente a situaciones potencialmente comunicativas en las que deja de desarrollarse
un intercambio vernal. Mirando las cosas desde otra perspectiva, podemos afirmar que
la comunicación fática es incompatible con la interacción de personas que tienen
sentimientos de mutua antipatía.
Siendo una categoría normativa, la comunicación fática se manifiesta como la
realización lingüística de una máxima que, de acuerdo con la índole del intercambio
verbal, se define positivamente en términos de Sigue hablando o negativamente en
términos de Evita el silencio. Los temas de la comunicación fática son estereotipos, por
lo que el contenido de lo comunicado suele carecer de valor informativo. Ejemplos
característicos son: Hace buen día hoy y ¡Cuánta gente por aquí! La comunión enfática
orientada hacia el hablante se advierte en frases como: Es un trabajo muy duro éste y
Mis piernas no valen para subir estas colinas. La orientación hacia el oyente,
finalmente, se manifiesta típicamente por interrogaciones empáticas como: ¿Lleva usted
mucho tiempo aquí? y Eso será un trabajo muy duro, ¿no?
La tipología descrita se basa en la índole de la relación social de los interlocutores.
Como se infiera del término, la categoría neutra puede utilizarse en cualquier situación
comunicativa. La orientación hacia uno de los interlocutores, en cambio, refleja
diferencias de estatus social. Esto es, en las interacciones de personas que no pertenecen
a la misma clase socioeconómica, se respeta, por lo general, la convención de que el
hablante superior tome la iniciativa de invadir el espacio mental del inferior, haciéndole
preguntar sobre su salud, su familia o su profesión. El hablante inferior, a su vez, no
suele pasar los límites de su propio mundo de interés, prefiriendo participar en la
conversación mediante frases egocéntricas, orientadas hacia sí mismo.
Al establecer un contacto comunicativo, puede darse el caso de que uno de los
interlocutores ocupe una posición estática en el espacio donde tiene lugar el encuentro,
mientras que el otro invade este espacio moviéndose hacia donde se halla el primero. En
tales circunstancias, el que inicia la conversación suele ser el «invasor». Quizá sea lícito
ver en esto un paralelismo con la manifestación de cortesía negativa, que, como hemos
puesto de relieve en 2.1., sirve para compensar la invasión del hablante en otro espacio,
o sea, el territorio intencional del oyente.
53 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Resumiendo la función intrínseca de la comunicación fática, podemos concluir que
el tipo de silencio que tratan de evitar o romper las personas interactantes encierra una
amenaza potencial para su relación social. (Hayawaka, 1952, 70) formuló este punto de
la siguiente manera:
…it is possible to state, as a general principle, that the prevention of silence is
itself an important function of speech, and that it is completely impossible for us in
society to talk only when we «have something to say».
[…se puede sostener, como principio general, que evitar el silencio es en sí una
importante función del lenguaje; y que es absolutamente imposible para nosotros,
en sociedad, hablar solamente en los casos en que «tenemos algo que decir».
El principio expuesto por Hayakawa se aplica también a la cultura española, como
muestran los siguientes pasajes de La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza
(1988):
-Ven, Delfina, acabó diciendo, vamos a sentarnos un poquito en aquel banco.
-Aquí estaremos muy bien –dijo él cuando se hubieron sentado lado a lado en el
banco de piedra-; ahora la necesidad de mantener una conversación se hacía imperiosa
(342; el subrayado es mío).
Ella dijo: Soy María Belltall.
-Sé muy bien quién es usted –dijo él-. Hace tanto calor en esta habitación –
añadió para combatir el silencio (352; el subrayado es mío)23
.
En contra de lo que pudiera sugerir la exposición anterior, la comunicación fática
dista de ser un fenómeno de cortesía universal. Varios estudios empíricos han
demostrado que está ausente en gran número de culturas. Basta con llamar la atención
sobre las siguientes observaciones de Lévi-Strauss (1958, 77-78):
23
Considérese también el caricaturesco ejemplo citado por Jakobson (1960, 355):
«Well! » the Young man said. «Well!» she said. «Well, here we are», he said. «Here we are»,
she said, «Aren’t we? » «I should say we were», he said, «Eeyop! Here we are. » «Well! » he
said. «Well! » she said. «Well! » he said, «well».
[«Bueno», dijo el joven. «Bueno», dijo ella. «Bueno, aquí estamos», dijo él. «Aquí estamos»,
dijo ella, «¿no?» «Yo diría que estamos», dijo él, «Je, je, aquí estamos». «Bueno», dijo ella.
«Bueno», dijo él, «bueno».]
54 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
…notre civilisation traite la langue d’une façon qu’on pourrait qualifier
d’immodérée : nous parlons à tout propos, tout prétexte nous est bon pour nous
exprimer, interroger, commenter … Cette manière d’abuser du langage n0est pas
universelle ; elle n’est même pas fréquente.
[…nuestra civilización maneja la lengua de una manera que podría calificarse de
inmoderada: hablamos a cada paso, cualquier pretexto nos sirve para hacer una
observación, una pregunta, un comentario… Este modo de abusar de la lengua no
es universal, ni siquiera es frecuente.]
Milroy (1987) pone de relieve que los padres rusos animan a sus hijos para que
participen en la conversación con la visita que viene a cenar, mientras que a los niños
franceses se les dice que no intervengan. En su estudio sociolingüístico sobre la
interacción verbal en los barrios bajos de Belfast, la misma investigadora nos informa
de que, entre los irlandeses del Norte, no es raro que amigos o vecinos estén juntos
varias horas sin cruzar palabra. En Tannen y Saville-Troike (1985) se mencionan
ejemplos de culturas –como la finlandesa y la de los indios atabascos del Canadá- que
muestran una tolerancia relativamente grande a intercalar pausas y períodos de silencio
en las conversaciones cotidianas.
De lo anterior pueden extraerse dos conclusiones:
I) la comunicación fática está repartida de un modo arbitrario entre las culturas
del mundo;
II) las diferencias correspondientes pueden dar lugar a malentendidos
interétnicos.
Por lo que a este problema se refiere, se ha constatado, por ejemplo, que en los
colegios norteamericanos a menudos los profesores interpretan el comportamiento
marcadamente silencioso de sus alumnos indígenas como actitud de descortesía24
.
24
La comunicación fática puede incluso experimentarse como un choque entre dos culturas. Valgan como
ejemplos las siguientes observaciones autobiográficas de dos extranjeros que trataban de adaptarse a las
tradiciones conversacionales de la cultura india:
I was certainly learning to handle conversations, now that I had been in New Delhi for nearly
two years; meaningless, insincere, but light. You had to keep it frothy, that was all that mattered
(Naipaul 1985, 63).
55 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Conviene destacar, para concluir, que el silencio puede desempeñar otra función,
totalmente distinta de la que acabamos de examinar. Esto es, el no hablar o dejar de
hablar puede ser una señal de cortesía ritual o institucional manifestada por personas de
categoría social inferior. Así, por ejemplo, en otros tiempos era corriente que los padres
de familias jerárquicamente organizadas obligaran a sus hijos a callar hasta que ellos
mismos les dieran permiso para hablar25
. Es interesante observar que el tipo de cortesía
de que aquí se trata queda reflejada por la evolución semántica del sustantivo «infante»,
que vio transformado su primitivo significado de «incapaz de hablar», por el que denota
la obligación del hijo del rey de guardar silencio en presencia de su padre.
6.2. LA ETIQUETA CONVERSACIONAL
Continuando nuestro recorrido por el diagrama arbóreo, llegamos a la segunda
categoría de cortesía metalingüística, que corresponde a la etiqueta conversacional. Esta
etiqueta se compone de normas cuya aplicación tiene como fin la organización racional
del intercambio lingüístico.
Las normas que deben respetar los interlocutores pueden definirse con máximas
como no hables gritando ni susurrando, no interrumpas al que está hablando y presta
atención a lo que dice tu interlocutor. Fraser y Nolen (1981, 96) mencionan las
siguientes violaciones de la etiqueta conversacional:
The speaker who insists un speaking unclearly, interrupting, switching
languages, or perhaps whistling for his dog while the other is speaking is violating
general terms of the conversational contract and is viewed by the hearer as impolite.
[Seguro que estaba aprendiendo a conversar, ahora que llevaba casi dos años en Nueva Delhi; sin
valor informativo, insincero y sobre todo ligero. Lo único que importaba era que hablaras sobre
cosas insignificantes.
The conversation in our hut followed established patterns and rules. It was employed to occupy
space and time; the need for communication with nothing new to say. To break out of the
convention of acceptable topics or, worse, to question them, was to disturb the known order, to
alienate oneself from the group. Conversation was relaxation: it heightened reality and reinforced
the status quo. It neither provoked thoughts nor required it (Lloyd, 1984, 219).
[Las conversaciones en nuestra cabaña seguían patrones y reglas establecidas. Servían para
ocupar tiempo y espacio; se trataba de la necesidad de comunicar sin que nadie tuviera nada nuevo
que decir. Rompiendo con la convención de hablar de tópicos aceptable o, peor aún, poniéndolos en
tela de juicio, equivalía a romper esquemas conocidos, a distanciarse uno del grupo. Conversar era
relajarse: fortalecía la realidad y el status quo. No provocaba pensamientos ni los quería.] 25
Véase Leech (1983, 141).
56 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[El hablante que persiste en hablar de una manera confusa, en interrumpir a su
interlocutor, en cambiar de una lengua a otra, o quizá en silbar a su perro mientras
el otro está hablando, viola los términos generales del contrato conversacional, por
lo que su interlocutor lo considerará un hablante descortés.]
A propósito de cambio de una lengua a otra, que, según Fraser y Nolen, representa
una forma de interacción descortés, hay que tener en cuenta que el llamado code-
switching (cambio de código) constituye una evidente excepción a las violaciones de la
etiqueta conversacional. Muchos estudios sociolingüísticos han revelado que, dentro de
subculturas bilingües, el cambio de la lengua vernácula a la lengua estándar, y
viceversa, no supone infracción alguna a las normas de cortesía, sino que marca la
transición de temas personales a otros formales. Como tal, el cambio de código es un
fenómeno natural, que se da en las más diversas partes del mundo26
.
La máxima no interrumpas al que está hablando concierne al sistema de los turnos
conversacionales. Halla una resonancia empírica en fórmulas de cortesía como:
Perdóneme que le interrumpa, pero…, o sea, fórmulas que indican que el hablante se da
cuenta de que amenaza potencialmente el espacio intencional del interlocutor. Las
interrupciones, en efecto, son actos amenazadores si impiden que el que está hablando
alcance su objetivo comunicativo. Esto se aplica especialmente a interacciones con
respecto a las violaciones de la máxima. A propósito de ello, remitimos a una
observación de Díaz-Plaja (1976, 88-89):
La frase «el diálogo es un monólogo intercalado» ha nacido, probablemente, en
España. Cuando dos individuos empiezan aquí una conversación no intentan
intercambiar ideas, sino afirmar las propias todo el tiempo que le permita el otro.
La siguiente cita aclara que la máxima no interrumpas al que está hablando debe
considerarse desde dos perspectivas, una cultural y otra individual:
…whereas some people feel certain that it is impolite to talk at the same time as
someone else, there are many other people –many New Yorkers among them- for
whom it is «polite» (that is, socially appropriate) to talk along with others as a way
26
En cuanto al estudio de dialectos españoles, vale la pena remitir a una publicación de Lance (1975)
sobre el cambio de código entre el inglés y el mejicano hablando en Estados Unidos.
57 La cortesía verbal
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of showing enthusiasm, understanding, and rapport. For them, an overlap is not an
interruption (Tannen, 1987, 157).
[…mientras que algunos consideran que es descortés hablar al mismo tiempo
que otra persona, hay muchos otros –y entre ellos, muchos neoyorquinos- para
quieres es «cortés» (es decir, socialmente apropiado) hablar al mismo tiempo que
otros. De esta manera muestran entusiasmo, comprensión y simpatía. Para ellos, la
duplicidad no es una interrupción.]
Frente a culturas y subculturas, como la española y la neoyorquina, se han
identificado otras en las que los diálogos se componen de monólogos estrictamente
separados. Así, por ejemplo, en un estudio etnográfico sobre los kunas, pueblo indígena
de Panamá, Sherzer (1983) señala que la interacción verbal de este pueblo se caracteriza
por el hecho de que los participantes en una conversación hablan a menudo durante un
largo período sin ser interrumpidos. Esto lleva consigo que el interlocutor tenga que
armarse de paciencia antes de poder hacer uso del turno siguiente. Sherzer ha
descubierto también que las conversaciones kunas tienden a estructurarse de manera que
se transforman en diálogos diádicos, aun cuando estén presentes más de dos personas.
Obsérvese, por último, que la máxima No interrumpas al que está hablando se
cumple también mediante formas de comportamiento no verbal. En el estudio de
Adegbija (1989, 75) sobre dos culturas nigerianas se describe un ejemplo ilustrativo. En
dichas culturas, la yoruba y la ogori, se respeta la norma de que, cuando una persona
investida de poder o autoridad se dirige a otra de categoría social inferior haciéndole
una advertencia o reproche, ésta no mira a la cara al hablante superior; la actitud que le
corresponde adoptar es tener las manos a la espalda y estar serio.
La máxima Presta atención a lo que dice tu interlocutor se aplica a dos categorías
de cortesía que pueden denominarse «intra» y «extraconversacional». Los hablantes que
dejan de manifestar cortesía extraconversacional son hablantes que no prestan atención
física a las palabras de su interlocutor porque están absortos, escuchan la radio, saludan
a un transeúnte, etc.; se trata, pues, de reglas interaccionales que no afectan al contenido
o la estructura interna de la conversación. En términos generales, puede decirse que la
etiqueta extraconversacional está basada en lo que Searle (1969, 57) denomina
«condiciones normales de aducto y educto». «Aducto» se refiere aquí a la percepción e
interpretación del oyente, «educto» a la producción lingüística del hablante. Para llegar
58 La cortesía verbal
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a un intercambio verbal adecuado hace falta que se cumplan tanto las condiciones
normales de aducto como las de educto. Así pues, el hablante debe hallarse a una
distancia del oyente que le permita percibir lo que dice, los dos deben saber hablar la
lengua que utilizan y no deben ser físicamente incapaces de hablar y escuchar.
La cortesía intraconversacional estriba en lo que Stati (1982, 193) llama il codice
dell’interscambio verbale. Este código especifica las reglas conversacionales que deben
observar los interlocutores al responder a sus respectivos actos de habla. Algunos
ejemplos concretos son corresponder a un saludo, contestar a una pregunta e indicar la
razón o las razones que uno tiene para no acceder a un ruego. En 6.3. volveremos
detalladamente sobre estas relaciones diádicas.
Nos queda, para concluir este párrafo, señalar que en muchas culturas se aplica o se
aplicaba una etiqueta especial relacionada con la organización de conversaciones
formales, como las que se mantienen, por ejemplo, en recepciones y banquetes. En esas
ocasiones, lo corriente es que los participantes respeten un sistema de turnos
preestablecidos. Considérese la siguiente nota autobiográfica de una mujer británica de
alta alcurnia que se fue a la India en la época colonial:
I can remember being very nervous of the conversation when I first went out to
India. My mother would say, «You must make conversation. You must talk first to
the man on your right and then to the man on your left – and you must talk. You
must never close a conversation» (Allen, 1976, 114).
[Recuerdo que estaba muy nerviosa a propósito de entablar conversación,
cuando me fui a la India por primera vez. Mi madre repetía: «Debes entablar
conversación. Debes hablar primero al hombre que está a tu derecha y luego al
hombre que está a tu izquierda – y debes hablar. Nunca debes cerrar una
conversación».]27
.
27
En el mismo libro de Allen se describe el protocolo que regulaba las recepciones oficiales en la corte
del virrey británico en la India:
[…] if you were greeting a prince of a certain standing you had to go down to the bottom of the
steps outside to meet him. With one of less standing you would greet hum at the top steps and one of
no standing you would probably greet while you sat in your study […] (1976, 95).
[[…] si ibas a saludar a un príncipe de alta categoría, debías salir y bajar por la escalera para
recibirle. Si el príncipe era de categoría menor, le saludabas desde lo alto de la escalera, y si era de
poca categoría, podías recibirle en tu despacho.]
59 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
6.3. LA CORTESÍA Y LOS MACROACTOS DE HABLA
El siguiente nivel de análisis es el de la cortesía propiamente lingüística, es decir,
utilizando la terminología de nuestro diagrama, el nivel de la cortesía no
metalingüística. Aquí es necesario hacer una distinción primero entre actos de habla
globales y locales. Los primeros pueden denominarse «macroactos», éstos
«microactos». Como es bien sabido, hay una estricta correlación entre estas categorías
en el sentido de que, en un texto bien estructurado, los microactos se integran tanto
formal como conceptualmente en los macroactos. Y lo mismo ocurre con la información
sociocultural del texto. Esto conlleva que, en lo que concierne a la expresión de cortesía,
no deban producirse discrepancias entre la micro y la macroestructura del discurso.
En el micronivel del acto de habla, la cortesía se manifiesta a través de una variedad
de categorías lingüísticas: selección de pronombres de tratamiento, uso del condicional
o imperfecto de cortesía, realización indirecta del acto de habla, etc.
En el macronivel del discurso, que es el que enfocaremos ahora, la cortesía queda
determinada por factores de coherencia y relevancia interaccional.
Estos factores deben analizarse desde dos perspectivas, según la cortesía se
produzca en el turno de un solo hablante o en los turnos alternativos de dos
interlocutores. En el primer caso se trata de aportaciones monádicas al diálogo, de
extensión variable. Los ejemplos más característicos los encontramos en los actos
exhortativos. Fijémonos primero en la estructura de la petición siguiente:
28) Ah, veo que te has cortado el pelo. Estás muy guapa así.
A propósito, ¿tienes tiempo para cuidar del bebé esta noche?
En este ejemplo salta a la vista que el acto exhortativo central, que se formula
mediante una pregunta informativa, precede una secuencia que tiene carácter de
comunicación fática, o, mejor dicho, tiene carácter de comunión pseudofática, ya que el
hablante finge no aspirar a ningún otro objeto que el de manifestar una forma de
comportamiento socialmente apreciado, mientras que, en realidad, intenta reducir los
posibles efectos negativos de su acto exhortativo. En resumen, el macroacto (28)
encierra dos estrategias de cortesía diferentes: la comunión pseudofática sirve para
60 La cortesía verbal
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expresar cortesía positiva, en tanto que el carácter indirecto de la exhortación,
manifestado por la interrogación informativa, sirve para expresar cortesía negativa.
Un segundo tipo de macroacto exhortativo, que se lleva a cabo con relativa
frecuencia, se compone de una petición precedida o seguida de una secuencia de
aserciones que tienen por objeto justificar el acto exhortativo central. Procediendo de
esta manera, el hablante se comporta como un agente racional, anticipando posibles
preguntas sobre su penetración en el territorio intencional del interlocutor. Al mismo
tiempo, manifiesta cortesía negativa ofreciendo al oyente la oportunidad de juzgar la
razonabilidad de la exhortación. Lógicamente, cuanto mayor sea el grado de imposición,
más se le impone al hablante la necesidad de motivar su apelación a la colaboración del
oyente. Examinemos un ejemplo concreto tomado de Rintell (1981, 20):
29) Disculpe, señor, mi sobrino no puede ver bien el juego, y yo le agradecería si
Vd. Fuera tan amable de cambiar su sitio con él. Porque como Vd. Sabe, la
localidad es muy cara, y el niño se va perder el juego si no puede ver.
Este macroacto consta de tres componentes claramente distinguibles: una
presecuencia, que encierra la motivación, «mi sobrino no puede ver bien el juego», el
núcleo exhortativo: «yo le agradecería que Vd. fuera tan amable de cambiar su sitio con
él», y una post-secuencia, que añade dos motivaciones más: «la localidad es muy cara y
el niño se va a perder el juego si no puede ver». Nótese que la última motivación no es
más que una repetición de la expresada en la presecuencia. La referencia al precio de la
entrada, finalmente, es una motivación de segundo orden, que no guarda relación
indirecta con el núcleo exhortativo.
En (29) las motivaciones están orientadas hacia el hablante. Paralela a esta
categoría, existe otra que consiste en motivaciones orientadas hacia el oyente. Para ver
la diferencia, fijémonos en el ejemplo (30):
30) (Madre a su hijo:) Oye, Pepito, se me ha olvidado recoger la tarta que tenía
pedida para la visita de esta tarde. Si vas a la pastelería ahora mismo, te daré un
trozo. Puedes tomar mi bicicleta.
61 La cortesía verbal
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La macroestructura de (30) es idéntica a la de (29); reconocemos la tripartición de
presecuencia, núcleo exhortativo y postsecuencia. La presecuencia sirve para justificar
la petición del hablante, mientras que la postsecuencia expresa una motivación orientada
hacia el oyente, especificando el provecho que éste puede sacar si cumple el deseo del
hablante. Además, se le indica que puede ahorrar tiempo y energía aceptando la oferta
de la bicicleta. Estas dos formas de cortesía positiva reflejan la operación de la máxima
de tacto de Leech mencionadas en el capítulo 4. La máxima se compone de dos
submáximas complementarias, que rezan:
I) Maximaliza el beneficio para el interlocutor.
II) Minimaliza el coste para el interlocutor.
Evidentemente, la hablante de (30) actúa conforma tanto a la primera como a la
segunda submáxima, haciendo la oferta del trozo de tarta y de la bicicleta,
respectivamente.
La última variante del macroacto exhortativo que queda por analizar presenta la
petición en forma de un problema. Consideremos el siguiente ejemplo:
31) Necesito un coche urgentemente. ¿Sería posible que me dejaras el tuyo
durante un par de horas?
La estrategia desarrollada por el hablante de (31) consiste en hacer una apelación al
interlocutor en su calidad de agente racional, capaz de resolver un problema al que el
hablante no encuentra solución. La cortesía manifestada de esta manera es de tipo
positivo, porque el objeto interaccional que se intenta conseguir es reforzar la imagen
positiva que el interlocutor tiene de sí mismo.
De los análisis anteriores se deducen dos patrones –uno bipartito, otro tripartito-
que parecen ser característicos del macroacto exhortativo en general. La fase inicial, y
en el caso de las secuencias tripartitas, también la final, suele tener un marcado carácter
periférico; allí es donde el hablante aplica diferentes estrategias de cortesía, tanto
positiva como negativa. Así pues, puede recurrir a la comunión pseudofática, justificar
su exhortación o apelar a la ayuda del interlocutor para resolver un problema. En la fase
nuclear se enfoca el núcleo ilocutivo del macroacto, especificándose el contenido de la
62 La cortesía verbal
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exhortación. Obsérvese que, a las fases arriba indicadas, puede añadirse la de la
salutación. Como el saludo es un acto cortés desprovisto de valor conceptual, se explica
que ocupe la posición más periférica posible, o sea, la posición inicial absoluta del
macroacto.
Conviene observar, para concluir, que los subactos del macroacto de habla son
actos opcionales que sirven de soporte al acto ilocutivo central. Formulado de otro
modo, es el contexto situacional el que influye en la decisión del hablante de efectuar un
macroacto de habla en lugar de un microacto, o sea, un acto que se realiza mediante una
sola locución. Por lo que al factor de opcionalidad se refiere, es interesante detenerse
ante una diferencia con macroactos no verbales, que no se dejan reducir a un solo acto
nuclear. Compárese, por ejemplo, el hacer un viaje en avión, macroacto determinado
por un conjunto de subactos imprescindibles: reservar un billete, ir al aeropuerto,
facturar el equipaje, subir al avión, etc. Es evidente que todos estos subactos, por
diferentes que sean, integran en su totalidad el macroacto de hacer un viaje en avión.
El segundo tipo de macroacto, mencionado al principio de este párrafo, contrasta
con el que acabamos de examinar por consistir en, por lo menos, dos turnos alternativos
de los interlocutores; se trata, pues, de aportaciones diáticas o poliádicas al diálogo.
Dentro del presente contexto, nos centraremos sobre las llamadas parejas adyacentes.
Este concepto, que ocupa un papel primordial en el análisis conversacional, tal como lo
practican los etnometodólogos28
, puede definirse así:
Key to an ethnomethodological approach, for example, is the adjacency pair: is a
sequentially constrained pair of turns at talk in which the occurrence of a first-pair-
part creates a slot for the occurrence of a second-pair part, such that the non-
occurrence of that second-pair-part is heard as an official absence… Example are
question and answer pairs, compliment and response pairs (Schiffrin, 1986, 48-49).
[Un ejemplo clave del análisis etnometodológico es la pareja adyacente, o sea,
una pareja de turnos de habla definida como una secuencia en la que la ocurrencia
de la primera parte de una pareja crea una posición para la segunda parte, de modo
que la no ocurrencia de esta segunda parte se interpreta como una ausencia
oficial… Son ejemplos de esto las parejas de pregunta y respuesta, de cumplido y
reacción ante el cumplido.]
28
El origen del análisis etnometodológico hay que buscarlo en las publicaciones de Garfinkel (1967) y
Sacks, Schegloff y Jefferson (1974).
63 La cortesía verbal
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Esta cita pone de manifiesto que la pareja adyacente refleja la estructura canónica
del diálogo que se caracteriza por una repartición equilibrada de turnos; es decir, lo
normal es que el turno de uno de los interlocutores provoque el siguiente turno del otro.
Formalmente, cabe hacer una distinción entre parejas simétricas y asimétricas. En
el primer caso, el segundo miembro de la pareja se da como eco del primero, fenómeno
típico del intercambio de fórmulas de saludo y despedida. Como sugiere el término en
sí, la pareja simétrica se manifiesta a través de turnos no idénticos. Un ejemplo
ilustrativo es la secuencia de pregunta y respuesta, en la que la estructura del segundo
miembro es necesariamente distinta de la del primero.
Si nos fijamos en la realización cortés de la pareja adyacente, constatamos en
primer lugar que hay casos en que el primer miembro provoca una reacción
estereotipada. Así, es cortés devolver un saludo o agradecer una oferta o invitación. En
otros casos, sin embargo, el segundo miembro no se da de una manera preestablecida.
Aquí se percibe una diferencia entre respuestas preferidas y respuestas no preferidas.
Veamos algunos ejemplos. El acto de dirigir un cumplido al interlocutor puede provocar
varias respuestas preferidas. Brown y Levinson (1987, 39) mencionan tres variantes
distintas:
I) aceptar el cumplido reduciendo el elogio;
II) aceptar el cumplido atribuyendo el elogio a una tercera persona;
III) devolver el cumplido.
Cabe deducir que una respuesta no preferida es aceptar el cumplido sin más ni mas,
pues este tipo de reacción implica que el que recibe el cumplido sólo concede
importancia al refuerzo de su propia imagen positiva.
Un caso más complicado es la invitación. Ya hemos visto que la respuesta
convencional es agradecer al interlocutor la realización de un acto comisivo. No es raro,
sin embargo, que la pareja adyacente correspondiente sufra una expansión, puesto que,
si por una parte es cortés invitar a una persona, por otra es también cortés negarse a
aceptar la invitación. Lógicamente, si el primer interlocutor insiste en que el segundo
acepte, y éste, a su vez, insiste en no aceptar, la secuencia puede desembocar, en teoría,
en un proceso de regreso infinito. En un estudio empírico del chino moderno, Gu (1990,
253) llega a la conclusión de que la secuencia de invitar y rechazar suele repetirse tres
64 La cortesía verbal
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veces antes de que se acepte la invitación. Mirando las cosas desde una perspectiva
universal, podemos formular la hipótesis de que las cultures difieren notablemente con
respecto a la realización del macroacto en cuestión. Una comparación global entre las
culturas holandesa y española, por ejemplo, muestra que los holandeses hacen uso en
general de menos turnos alternativos para llegar a la aceptación de la invitación que los
españoles. En lo que respecta a algunos aspectos idiosincrásicos de la interacción
española, es de interés remitir a Beinhauer (1985, 142):
Para insistir en una invitación que no ha tenido éxito se recurre a una forma muy
característica de la mentalidad española: ¿Me va usted a hacer ese desaire? (o ese
desprecio, o ese feo). Y para evitar que así se interpreta la no-aceptación, se suele
decir: no me lo tome usted a desaire. El mismo pundonor característico revela la
pregunta del que invita: ¿me lo desprecia usted? (es decir, «¿me cree usted indigno
de ofrecerle esto?»).
A continuación, centraremos la atención en la pareja adyacente aserción-respuesta a
la aserción. Aquí, la reacción preferida consiste en mostrarse de acuerdo con la aserción
hecha en la primera parte de la pareja. El segundo locutor puede aumentar el grado de
cortesía de la respuesta preferida reforzando el núcleo proposicional de la aserción. Por
ejemplo:
32) A: Me ha gustado la última novela de Delibes.
B: Sí, es un libro fenomenal.
La respuesta no preferida a la aserción consiste en negar que la proposición
expresada corresponda a un estado de cosas real. Como la disensión amenaza la imagen
positiva del interlocutor, poniendo en duda sus conocimientos del mundo o la veracidad
de lo que asevera, es corriente que se introduzca por medio de una afirmación, que va
seguida de una conjunción adversativa que divide el turno en dos partes, una afirmativa
y otra negativa. La formulación prototípica es: Sí, pero… Este sí funciona como señal de
cortesía positiva, porque sugiere que hay un acuerdo parcial con relación a la opinión
expuesta. En realidad, sin embargo, no se trata sino de un pseudoacuerdo.
65 La cortesía verbal
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Un caso especial es el del diálogo sobre un tema específico entre un locutor experto
en la materia y otro no experto. El tipo de interacción más profundamente investigado
es la conversación entre médico y paciente. Se ha comprobado (Atkinson, 1982;
Heritage, 1984) que en la mayoría de los casos los médicos escuchan la anamnesia de
sus clientes sin intervenir, o si intervienen, es mediante un breve sí o una inclinación de
cabeza. Estas llamadas respuestas mínimas caen fuera de la clasificación de los actos de
habla corteses y no corteses; sirven únicamente para indicarle al locutor que se está
prestando atención a lo que dice, de modo que no significan ni asentimiento ni
disentimiento.
La última categoría de macroacto diádico relevante para esta investigación es el
acto exhortativo. La reacción preferida, que puede o no ir acompañada de un
asentimiento verbal, consiste en acceder a la exhortación. En lo que se refiere a la
reacción no preferida, o sea, el rechazo de la exhortación, cabe advertir que las
estrategias de cortesía muestran diferencias interculturales. Así, por ejemplo, en las
culturas asiáticas es descortés formular una reacción abiertamente negativa. Esto lo
ilustra la siguiente observación de Lloyd (1984, 87): una británica casada con un hindú,
que pasó dos años en el campo de la India:
I later learnt that no-on ever flatly denied a request, however outrageous.
[Más tarde me di cuenta de que nadie se negaba nunca rotundamente a cumplir
una petición, por muy extravagante que fuera]29
.
En las culturas occidentales, la reacción no preferida suele mitigarse mediante una
justificación que indica por qué le es imposible al hablante exhortado acceder a la
exhortación. Llama la atención que, en general, la respuesta no va introducida por la
29
Este tipo de reacción es similar a la manifestada por personas que fingen estar enteradas de hechos de
los que sus interlocutores creen que están enterados. Beinhauer (1985, 134) cita este ejemplo:
Julia (hablando de su marido): Calixto Romero; le oiría usted nombrar.
Guzmán: Sí, tengo una idea.
Y éste es el comentario de Beinhauer:
Calixto Romero es un fabricante enriquecido, y, naturalmente, su mujer cree que todo el
mundo le tiene que conocer. Guzmán en su vida ha oído hablar de él, pero evita confesarlo a
Doña Julia y contesta: Sí, tengo una idea.
Obviamente, la mentira piadosa –Beinhauer habla de «mentirijilla»- tiene por objeto no defraudar las
expectativas del interlocutor, de modo que sirve de estrategia de cortesía positiva. Refiriéndose a la
mentira piadosa en términos generales, Bienhauer observa:
Lo desagradable que es para un español tener que dar negativas rotundas está reflejado
de un modo característico en la calificación de algo árido como más seco que un no (1985, 134-
135).
66 La cortesía verbal
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negación explícita no; es indudable que se trata aquí de una estrategia que tiene por
objeto prevenir que se vea amenazada directamente la imagen positiva del
interlocutor30
. Otra estrategia que sirve para atenuar los efectos negativos del rechazo de
la exhortación consiste en acompañar la justificación con una contrapropuesta.
En resumen, la distinción entre respuestas preferidas y no preferidas es fundamental
para el análisis de la cortesía, como se manifiesta en las parejas adyacentes. La
conclusión general es que las respuestas preferidas expresan cortesía por respetar la
imagen positiva que la persona a quien van dirigidas tiene de sí misma. En las
respuestas no preferidas, el hablante cortés se esfuerza por compensar verbalmente la
reacción negativa al acto de habla de su interlocutor. Según el tipo de acto de habla,
hemos visto que las estrategias de cortesía tienen como finalidad:
I) reducir el elogio de un cumplido;
II) mostrar empatía por el interlocutor al negarse a aceptar una invitación;
III) introducir el disentimiento por medio de un pseudoasentimiento;
IV) indicar el motivo o los motivos por los que se rechaza una exhortación.
Para concluir, es interesante constatar que, a diferencia de las respuestas preferidas,
las no preferidas suelen producirse con un breve aunque perceptible retraso,
intercalándose entre la primera y la segunda parte de la pareja una pausa o una
interjección monosilábica, como eh….
6.4. LA CORTESÍA Y LOS MICROACTOS DE HABLA
Tomando como marco de referencia la tipología de los actos de habla elaborada por
Searle (1976), efectuaremos el análisis del micronivel del acto de habla de acuerdo con
la distinción de actos corteses y actos no corteses. El rasgo distintivo de estas categorías
30
Nótese también:
Goffman (1976, 284) […] explains the observes fact that, as a rule, one does not, e.g., turn down
a request in a non-verbal manner only (by, e.g., merely shaking one’s head), whereas this is
perfectly normal and possible when granting a request (by, e.g., nodding); in the first case one is
always obliged to add a reason for one’s non-complying (and usually «dispreferred» behavior)
(Bubblitz, 1988, 257-258).
[Goffman (1976, 284) […] explica que no se suele rechazar, por ejemplo, una petición de un
modo no verbal solamente (meneando, por ejemplo, la cabeza), en tanto que esta reacción es
perfectamente normal y posible en el caso de que se acepte una petición (asintiendo, por ejemplo,
con la cabeza); en el primer caso, se está obligado siempre a motivar el no cumplir la petición,
porque esto se suele considerar como una forma de comportamiento «no preferida».]
67 La cortesía verbal
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concierne a los efectos interaccionales que suministra la realización del acto de habla; si
ésta no sirve a la finalidad intrínseca de beneficiar al interlocutor, el acto no es cortés.
Ejemplos prototípicos de esta categoría son los actos asertivos y exhortativos. Si, por el
contrario, la realización del acto de habla redunda en beneficio del interlocutor, el acto
es cortés. Los principales representantes de esta categoría son los actos expresivos y
comisivos.
En relación con la oposición entre «cortés» y «no cortés», nótese en primer lugar
que la cortesía inherente a los actos de habla corteses es de tipo positivo31
. En segundo
lugar, es importante resaltar que la calificación «no cortés» no debe tomarse en un
sentido antónimo respecto a «cortés», sino en un sentido complementario. Esto es, «no
cortés» no implica necesariamente descortés. Para puntualizar, la categoría de actos no
corteses se divide en dos subcategorías: los actos descorteses y nos actos no descorteses.
Los actos no descorteses son neutros en lo que respecta a la expresión intrínseca de
cortesía. Los miembros más representativos de esta categoría ya los hemos indicado
antes: son los actos asertivos y exhortativos32
.
Obsérvese, de paso, que la distinción que acabamos de hacer es una distinción entre
actos de habla; no se aplica a determinados tipos de oraciones. Remitiendo a la
observación de Fraser y Nolen citada en la nota 12, insistimos en que no hay oraciones
corteses, ya que la cortesía de cada oración depende del contexto o la situación en que
se emita. Formulado de otra manera:
It means, for example, that we shall not be able to predict when an «inherently
polite» sentence will be too polite for the context, and so interpreted as ironic or
impolite (Butler, 1988, 97).
31
A propósito de esto, considérese también:
[…] positive politeness is found pre-eminently in the COMMISSIVE and EXPRESSIVE classes
(Leech, 1983, 107).
[[…] la cortesía positive se halla sobre todo en las clases COMISIVA y EXPRESIVA.] 32
En relación con la distinción entre actos corteses y no corteses, Leech observa:
Some illocutions (eg orders) are inherently impolite, and others (eg offers) are inherently polite
(1983, 83)
[Algunas ilocuciones (p. ej. Los mandatos) son inherentemente descorteses y otras (p. ej. Las
ofertas) son inherentemente corteses],
y, a propósito de los actos asertivos:
Such illocutions tend to be neutral as regards politeness […] (1983, 105).
[Tales ilocuciones tienden a ser neutras respecto a la expresión de cortesía.]
68 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[Esto significa, por ejemplo, que no somos capaces de predecir cuando una
oración «inherentemente cortés» es demasiado cortés para el contexto, en cuyo caso
será interpretada como irónica o descortés.]
A continuación, pasaremos revista a los actos descorteses. Sus representantes más
característicos son los actos expresivos que denotan un estado psicológico negativo del
hablante respecto al oyente. Ejemplos ilustrativos son actos como insultar, agraviar y
expresar desprecio. Formalmente, los actos expresivos negativos se distinguen por el
hecho de que no pueden efectuarse mediante locuciones performativas. Así, por
ejemplo, para insultar a nuestro interlocutor podemos decir: Eres un sinvergüenza. Ni
siquiera al emitir la locución Te desprecio provocamos incondicionalmente que el
interlocutor se sienta de verdad despreciado. La conclusión, pues, es que los actos
expresivos que proceden de emociones negativas hacia el oyente, deben ser definidos de
acuerdo con los efectos perlocutivos que el hablante intenta producir33
.
Fraser y Nolen interpretan la descortesía como violaciones del llamada contrato
conversacional, basado, como hemos visto en el primer capítulo, en los derechos y
obligaciones que los interlocutores se conceden mutuamente. Como ejemplos de la
violación del contrato conversacional, dichos autores (1981, 96) mencionan los
siguientes tipos de interacción: el niño que dirige una orden a su padre, el empleado que
critica públicamente la política de la compañía donde trabaja, y el inquisitivo cliente que
pregunta al comerciante sobreexcitado si ya ha mejorado su problema de impotencia.
Además de la descortesía que se manifiesta como forma de comportamiento
individual, cabe señalar un tipo de interacción verbal en el que la descortesía o falta de
respeto hacia la persona del interlocutor no tiene carácter incidental, sino estructural. Se
trata del interrogatorio policial o judicial al que se ve sometido el acusado de un delito.
En un estudio sobre los tribunales estadounidenses, Lakoff (1989) hace notar que el
discal tiene derecho a atacar al procesado de una manera incompatible con los
principios de cortesía que regulan las conversaciones ordinarias. La descortesía
33
Obsérvese que los insultos pueden desempeñar también un papel irónico o jocoso. El ejemplo más
conocido de este tipo de interacción no sincera es el que describe Labov (1972) en su estudio sobre los
insultos rituales entre los adolescentes negros de Nueva York. Como las proposiciones expresadas por
estos insultos son claramente falsas, de lo que son conscientes todos los participantes, Labov concluye
que los intercambios ofensivos rituales funcionan como manifestación simbólica de la solidaridad entre
los miembros del grupo.
69 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
manifestada en tales situaciones estriba en la presión psicológica que se ejerce sobre el
procesado para hacerle perder su equilibrio emocional.
No es necesario decir que, con estas breves caracterizaciones de la descortesía
verbal, el tema dista mucho de estar agotado. Y así, de acuerdo con el objetivo central
de este libro, volveremos a ocuparnos de la descortesía incidentalmente.
70 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
7
ACTOS DE HABLA CORTESES
De acuerdo con la taxonomía expuesta en 6.4., dedicaremos este capítulo y el
siguiente al análisis de los actos corteses y no corteses, respectivamente. Como ya se
indicó, aquella categoría comprendía fundamentalmente los actos expresivos y
comisivos, ésta los actos asertivos y exhortativos.
7.1. ACTOS EXPRESIVOS
El objeto ilocutivo de los actos de habla expresivos puede definirse como al
expresión de un estado psicológico del hablante, causado por un cambio, que atañe al
interlocutor o a él personalmente.
En la definición original de Searle (1976, 12-13) el contenido proposicional del
acto expresivo describe una propiedad atribuida sea al hablante, sea al oyente. No
obstante, entre los ejemplos dados por Searle –thank, congratulate, apologize, condole,
deplore, welcome («agradecer, felicitar, pedir perdón, dar el pésame, lamentar, dar la
bienvenida»)- no figura ningún acto que denote una propiedad atribuible solamente al
hablante; todos especifican una reacción del hablante ante una situación en la que el
oyente toma una parte activa o pasiva.
En cuanto a la enumeración citada, podría decirse que es un fiel reflejo de la
distribución de los actos expresivos centrados en el hablante y en el oyente; es decir,
cuantitativamente, esta categoría predomina con mucho sobre aquélla, que cuenta
relativamente con muy pocos miembros. Algunos ejemplos son: lamentarse34
,
avergonzarse y arrepentirse. Y aun estos verbos se emplean frecuentemente para
34
Considérese:
The act of lamenting is like condoling in expressing sorrow; but while condoling is directed at
the misfortune of others, lamenting expresses sorrow at one’s own misfortune (Norrick, 1978, 288).
[El acto de lamentar es parecido al de dar el pésame al expresar dolor; no obstante, dar el pésame
está centrado en la desdicha de otras personas, mientras que lamentar expresa dolor respecto a la
desdicha del hablante mismo.]
71 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
denotar un estado psicológico del hablante acarreado directamente por su relación con el
oyente. Por consiguiente, Verschueren (1981, 141) parece tener razón al observar:
Thus, if my hypothesis is correct, the distinguishing trait of expressives is not the
expression of a psychological state as such but the expression of a psychological
state important to the hearer.
[Entonces, si mi hipótesis es correcta, el rasgo distintivo de los actos expresivos
no es la expresión de un estado psicológico como tal, sino la de un estado
psicológico importante para el oyente.]
Ejemplos paradigmáticos de actos expresivos centrados en el oyente son:
agradecer, felicitar y dar el pésame. Su realización se considera como un gesto de
cortesía convencional provocado por situaciones en las que el oyente desempeña un
papel activo o pasivo. Así, por ejemplo, si el hablante le felicita por cumplir años, el
papel del oyente es necesariamente pasivo. Por otra parte, si el hablante le da las
gracias, se presupone que el oyente ha realizado cierta acción en beneficio del hablante,
a la cual el acto de agradecer sirve de respuesta cortés.
Estas caracterizaciones ponen de manifiesto que los actos de agradecer, felicitar y
dar el pésame son actos reactivos ante un cambio en el mundo relacionado con el
interlocutor. Una importante implicación de esto es que el hablante que desatienda estos
cambios, dejando de dar las gracias al interlocutor, dejando de felicitarlo o dejando de
testimoniarle el pésame, será considerado como un hablante socialmente incompetente,
o sea, como un interlocutor descortés.
En resumen, agradecer, felicitar y dar el pésame son actos corteses, porque sirven
para apoyar o reforzar la imagen positiva del interlocutor. Merece la pena añadir que los
efectos positivos producidos por estos actos no pueden ser cancelados. Sólo los actos
que ocasionan efectos negativos para el interlocutor pueden anularse verbalmente
mediante la disculpa, la excusa o el perdón. Partridge (1982, 66) aclara este punto
describiendo el caso hipotético en que una persona A cree haber pisado a otra persona
B. Entonces A quiere indicar que lamenta lo ocurrido diciendo: Siento haberle pisado.
Sin embargo, resulta que está equivocado y B le dice: Pero usted no me ha pisado. En
ese caso, a A no le es posible salir del apuro respondiendo: *Entonces no lo siento.
72 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
En cuanto a su realización sintáctica, los actos expresivos se efectúan típicamente
por medio de locuciones performativas como Te lo agradezco, Le felicito por su
restablecimiento y Le doy mi más sincero pésame por la muerte de su madre. Estos
ejemplos nos muestran que la causa del estado psicológico en el que se encuentra el
hablante se describe opcionalmente a través del contenido de la proposición
subordinada. Si deja de describirse, como en el caso de Te lo agradezco, la causa se
infiere del contexto o la situación comunicativa.
De lo anterior puede deducirse que el valor cognitivo de los actos expresivos es
reducido; no derivan su función del intercambio de información factual, sino que sirven
para resaltar el componente social de la interacción verbal. En el plano lingüístico, esta
función queda reflejada por el carácter factivo de los predicados expresivos. Si, por
ejemplo, damos las gracias a nuestro interlocutor diciéndole Le doy las gracias por
haberme enviado los libros, no afirmamos que éste nos haya enviado los libros, sino
que presuponemos que lo ha hecho. De acuerdo con los criterios formales establecidos
por Kiparsky y Kiparsky (1971), los verbos factivos se distinguen porque la
información presupuesta por el contenido proposicional de la oración incrustada como
en el caso de que ésta se emita en forma interrogativa. Examines, para ilustrar este
mecanismo formal, el carácter factivo del verbo lamentar tal como aparece en los
ejemplos siguientes:
33) Juanita lamenta haber causado el accidente de tráfico.
34) Juanita no lamenta haber causado el accidente de tráfico.
35) ¿Lamenta Juanita haber causado el accidente de tráfico?
La interpretación de estos ejemplos es inequívoca; en cada uno se presupone que
Juanita ha causado el accidente referido.
Con respecto a la estructura sintáctica, por último, es notable que los verbos
expresivos tiendan a seleccionar el infinitivo como complementizador, aun en el caso de
que no haya correferencia de sujetos. Esto puede verse en el ya citado ejemplo Le doy
las gracias por haberme enviado los libros35
.
35
Para el inglés, Searle señala también una estructura complementizadora específica: apologize y
congratulate son incompatibles con oraciones subordinadas introducidas por la conjunción that (que).
Estos verbos exigen el gerundio como complementizador, como demuestran los ejemplos siguientes:
I) I apologize for stepping on your toe.
*I apologize that I stepped on your toe.
73 La cortesía verbal
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En los párrafos que siguen someteremos a un análisis más detallado cuatro tipos de
actos expresivos que son de uso frecuente: el saludo, el cumplido, el agradecimiento y
la disculpa.
7.1.1. El saludo
El saludo es un acto expresivo idiosincrásico por varias razones, entre las cuales
destacan las siguientes:
I) el saludo se considera como un acto expresivo universal; esto es, no se
conocen culturas en las que no esté integrado en el componente verbal de la
interacción social;
II) su realización formal está basada en fórmulas rutinarias, en su mayor parte
fosilizadas;
III) el acto de saludar no sirve para transmitir información proposicional36
.
Elaborando este último punto, podemos sostener que, a diferencia de los demás
actos expresivos y de los actos de habla en general, los saludos no se intercambian para
expresar una descripción del mundo extralingüístico. Por este motivo, en la realización
del saludo intervienen, más que en la de otros actos de habla, signos paralingüísticos y
no lingüísticos37
.
En el plano del discurso, el saludo forma parte de una pareja adyacente cuyos
miembros suelen ser idénticos. Así, por ejemplo, A: Buenos días – B: Hola, ¿qué tal?,
la pareja es excepcional en el sentido de que las dos partes que la componen actualizan
el mismo acto de habla.
Las principales funciones interactivas del saludo pueden especificarse como sigue:
[Siento haberle pisado el dedo.]
II) I congratulate you on winning the race.
*I congratulate that you won the race.
[Te felicito por haber ganado la carrera.] 36
Greet is to be treated as an expressive verb, even though it lacks the typical syntactic indicators of that
category (Leech, 1983, 209) [Saludar debe calificarse como verbo expresivo aunque carece de estructura
sintáctica típica de esa categoría.] 37
Para la distinción entre signos lingüísticos, paralingüísticos y no lingüísticos, véase lo expuesto en 6.
74 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
I) el saludo sirve para abrir el canal comunicativo; es decir, funciona como señal
para llamar la atención del interlocutor, incitándole a participar en un intercambio
verbal;
II) el saludo puede contribuir a evitar que se produzca una tensión social,
provocada cuando dos personas se encuentran en una situación comunicativa
potencial sin cruzar palabra; en ese caso, el saludo es el acto de habla que se presta,
por excelencia, a introducir la comunicación fática;
III) de acuerdo con la fórmula seleccionada, el saludo sirve para establecer o
confirmar una determinada relación interaccional, tal como se define por factores
como posición social, grado de intimidad y afecto.
El análisis semántico de las fórmulas de saludo, que constituyen una clase
típicamente cerrada, lo efectuaremos según los siguientes criterios:
(I) significado léxico;
(II) dimensión temporal;
(III) distancia social.
Significado léxico: la extensión de las fórmulas de saludo varía normalmente de una
sola palabra, como, por ejemplo, hola, adiós, a dos o tres, como ¿qué tal?, ¿cómo te va?
La diferencia semántica es obvia: la categoría de saludos monoléxicos carece de
contenido proposicional; son fórmulas que sólo se pueden utilizar para saludar. La
segunda categoría consta de fórmulas que literalmente especifican preguntas sobre la
vida personal del interlocutor, particularmente sobre su salud o bienestar.
Convencionalmente, estas preguntas se interpretan ante todo en un sentido simbólico;
no se suele esperar una respuesta concreta a las mismas, lo cual queda sutilmente
ilustrado por el adagio inglés: Don’t tell your friends about your indigestion: «How are
you!» is a greeting, not a question [No hables a tus amigos de tu indigestión: «¿Cómo
estás?» es un saludo, no una pregunta].
En el plano sintáctico, para concluir, el saludo puede realizarse mediante una
fórmula léxicamente vacía, una fórmula de estructura proposicional o mediante una
combinación de estos dos tipos. Así, por ejemplo, se representa una variación entre
Hola, ¿Qué tal? y Hola, ¿qué tal?
75 La cortesía verbal
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Dimensión temporal: en español, la dimensión temporal se manifiesta a través del
sistema tripartito de los saludos convencionales buenos días, buenas tardes y buenas
noches. Conceptualmente, estas fórmulas se reparten de una manera asimétrica, lo cual
se debe a la falta de la expresión *buenas mañanas como complemento de la serie de
buenas tardes y buenas noches. Esto tiene como consecuencia que buenos días, a pesar
de su significado léxico genérico, tenga una intensión predominantemente específica,
sirviendo de sustituto de la forma no existente antedicha.
Respecto a la actualización de la dimensión temporal, las lenguas no presentan una
correlación uno-a-uno. Limitándonos a una comparación contrastiva entre el español y
el holandés, llegamos a la conclusión de que en holandés el sistema de las fórmulas de
saludo no sólo es simétrico, sino también más extenso que el del español. Es decir, el
holandés cuenta con la fórmula goede morgen, que, en español, correspondería a
*buenas mañanas. El término equivalente a la interpretación genérica de buenos días
es: goede dag. Además, la extensión relativamente mayor del sistema holandés se
refleja a través de la distribución tripartida de goede middag, goede avond y goede
nacht. El primer término abarca desde mediodía hasta las seis de la tarde, goede avond
se emplea a partir de esta hora hasta medianoche; goede nacht es el saludo que se usa
antes de acostarse.
Distancia social: la distancia social es un factor que opera en dos planos distintos,
según sea horizontal o vertical. En el primer caso, se trata del contacto entre personas
que no se conocen, en el segundo, la distancia es jerárquica, basada en el poder o
autoridad de uno de los interlocutores respecto al otro. En una lengua como el español,
que no cuenta con un amplio sistema de expresiones honoríficas, como, por ejemplo, el
japonés, el factor de la distancia social repercute, fundamentalmente, en la selección del
pronombre de tratamiento cortés. Así, se establece una oposición entre las fórmulas de
solidaridad ¿qué tal? y ¿qué hay?, por una parte, y la fórmula de distanciamiento ¿cómo
está usted?, por otra.
Para concluir, pasaremos revista a algunos temas de interés aislados.
Dentro del marco de los universales pragmalingüísticos, cabe señalar el fenómeno
de que las fórmulas de saludo que sirven para abrir el contacto verbal difieren en su gran
mayoría de las que se emplean para cerrarlo. Hasta pronto, adiós y te veo mañana, por
ejemplo, sólo se emplean como fórmulas de despedida y, por este motivo, contrastan
con ¿qué tal?, ¿qué hay? y hola, que nunca pueden desempeñar esa función.
76 La cortesía verbal
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Normalmente, la despedida no se hace mediante una fórmula aislada, sino que se inicia
por medio de una presecuencia. Ejemplos estereotipados son: Lo siento, pero que hacer
y Me gustaría quedarme más tiempo, pero me esperan en casa. La categoría de las
fórmulas de despedida contiene también variantes empáticas, que expresan una actitud
altruista por parte del hablante: No quiero entretenerle más, Me voy, porque tendrás un
millón de cosas que hacer, etc. Evidentemente, la cortesía inherente a estas expresiones
es de tipo negativo; el hablante da a entender que se retira del espacio intencional del
oyente.
En cuanto al origen etimológico de las fórmulas de saludo y despedida, conviene
destacar que, en no pocos casos, revelan alusiones a la religión, la cultura o la sociedad.
En español, el aspecto religioso predomina en adiós, vaya con Dios y en el arcaísmo si
Dios quiere, utilizado como expansión de varias fórmulas de despedida. Un ejemplo
característico del alemán aparece en algunos dialectos hablados en el área alpina; así, en
dialecto tirolés, el saludo corriente es Grüss Gott («Saluda a Dios»).
Desde un punto de vista sociocultural, es interesante llamar la tención sobre un
saludo tradicional chino, que actualmente va cayendo en desuso. La traducción sería:
¿Ha cenado usted? o ¿Ha comido usted su arroz? La respuesta convencional a este
saludo es: Sí, he sido tan egoísta. El origen de estas fórmulas no es difícil de rastrear; se
refieren literalmente al bienestar de la persona saludada, implicando que la carencia de
alimento se da con tanta frecuencia que el hambre es un fenómeno estructural.
Como las fórmulas de saludo y despedida tienen una estructura fosilizada y son de
uso estrictamente convencional, valdría la pena hacer un análisis comparativo con otras
fórmulas estereotipadas restringidas a situaciones preestablecidas, como ¡Que
aproveche!, ¡Salud! y ¡Jesús! Dentro del contexto de esta investigación, dicho análisis
se justificaría por dos razones: las categorías indicadas representan actos de habla
expresivos y, al mismo tiempo, sirven para denotar cortesía positiva.
7.1.2. El cumplido
El objeto ilocutivo del cumplido se deriva de un objeto social general que consiste
en crear o mantener un ambiente de amabilidad. Específicamente, los hablantes que
emiten un cumplido tienen como fin expresar solidaridad y aprecio, así como establecer
un contexto interaccional que facilite la colaboración entre los interlocutores. El
77 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
cumplido, por tanto, es una estrategia de cortesía eficaz para introducir un acto de habla
que amenaza la imagen negativa del oyente. A propósito de esto, recuérdese el ejemplo:
28) Ah, veo que te has cortado el pelo. Estás muy guapa así.
A propósito, ¿tienes tiempo para cuidar del bebé esta noche?
En este macroacto exhortativo, el cumplido sirve para mitigar la amenaza
potencialmente encerrada en la petición, que es el acto de habla central del turno38
. El
efecto perlocutivo que el hablante aspira a producir es crear una situación en la que, por
el aprecio expuesto, le sea difícil al oyente negarse a colaborar, o sea, dejar de cumplir
la petición. Desde una perspectiva más amplia, podemos afirmar que el cumplido es un
poderoso instrumento persuasivo en los tipos de interacción en los que el balance coste-
beneficio puede ser objeto de negociación. En contextos no exhortativos, el cumplido
puede inducir al interactante a quien va dirigido a sentirse obligado a compensar al que
lo ha emitido, de acuerdo con el principio normativo de noblesse oblige.
Por lo que al intercambio de cumplidos se refiere, podemos sostener que sirve a la
finalidad primaria de crear o reforzar solidaridad. Esta función puede ser la única
manifestada, puesto que, como ha observado acertadamente Leech (1983, 84), el
cumplido puede emitirse en situaciones comunicativas en las que no se requiere la
realización de ningún otro acto de habla.
La estructura sintáctica del cumplido se caracteriza por dos patrones básicos, que se
adaptan, flexiblemente, a un gran número de situaciones comunicativas en las que el
hablante desea dirigirse al oyente para emitir un juicio positivo sobre el mismo.
Fundamentalmente, se trata de esquemas que tienen la forma general de me gusta X y X
tiene buen aspecto. Manes y Wolfson (1981, 123) señalan que, sustituyendo X por la
frase nominal apropiada, se pueden formular cumplidos sobre objetos tan diversos como
un corte de pelo, pan hecho en casa, un vestido, un coche nuevo o un trabajo bien
hecho. Respecto al esquema X tiene buen aspecto, compárense los cumplidos del
38
Examinemos también el ejemplo de Brown y Levinson (1978, 108):
Goodness, aren’t your roses beautiful! I was just coming by to borrow a cup of flour.
[¡Caramba, qué maravillosas están tus rosas! Pasaba por tu casa a ver si me podías dejar una taza
de harina.]
Es interesante observar que tanto el ejemplo de Brown y Levinson como el del canguro guardan una
estrecha relación funcional con la figura retórica de la captatio benevolentiae.
78 La cortesía verbal
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ejemplo (28) Estás muy guapa así y el de la nota 5: Goodness, aren’t your roses
beautiful!
Otra estructura sintáctica, que parece ser típica del piropo, es la oración exclamativa
marcada por una forma de presente de subjuntivo. La función ilocutiva del cumplido así
formulada es optativa, como puede verse por los siguientes ejemplos, tomados de
Beinhauer (1985, 152): ¡Viva la gracia!, ¡Viva la sal!, ¡Bendita sea la madre que la
parió!, ¡Benditos [sean] los ojos que te ven! Pasando por alto las propiedades
sintácticas arriba indicadas, Beinhauer saca una conclusión demasiado pesimista al
observar: «Ya se comprende que estos fuegos multicolores del momento difícilmente se
dejan aprisionar en el cuadriculado de un esquema científico» (1985, 152).
Aparte de los cumplidos que expresan un aprecio directo, se distinguen otros que se
realizan de manera indirecta, indicando únicamente el objeto del aprecio sin calificarlo.
Se trata aquí de expresiones exclamativas como: ¡Te has comprado un vestido para la
fiesta!, ¡Ha hecho usted pintar su casa! y ¿Qué veo? ¡Un coche nuevo! Fórmulas de
este tipo son variantes indirectas del esquema me gusta X y como tales se asocian con
las realizaciones directas: Me gusta tu vestido – la pintura de su casa – el coche nuevo.
Nótese que el carácter indirecto de dichos cumplidos puede explicarse como violación
de la máxima de cantidad. Esto es, tomadas en sentido literal, estas expresiones no
proporcionan información nueva, sino información de la que el interlocutor ya está
enterado. Lo que se transmite, pues, es información relativa a hechos que, siguiendo a
Labov, hemos denominado «sucesos AB»39
.
Fijándonos en la labor interpretativa del oyente, advertimos que éste, al verse
enfrentado con aserciones exclamativas cuyo contenido proposicional es literalmente
irrelevante, se deja guiar por dos factores para llegar a la correcta interpretación de las
mismas: la situación comunicativa, por una parte –conoce al locutor y sabe que éste no
tienen ningún motivo para no dirigirle un cumplido- y la entonación exclamativa, por
otra –un hablante racional no puede tener ningún interés en comunicar información
presupuesta de manera enfática-40
.
39
Para una explicación del término, véase cap. 6, nota 6. 40
Proporcionar información presupuesta puede servir también para reprochar o poner en ridículo al
interlocutor. Se trata, entonces, de actos exhortativos que no consiguen el efecto deseado, debido a la
impericia o falta de atención al oyente. Un ejemplo ilustrativo sería: El ascensor se llama oprimiendo el
botón.
79 La cortesía verbal
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Es importante hacer constar que la realización indirecta del cumplido no puede
explicarse como intento por parte del hablante de atenuar la fuerza de su acto de habla41
.
La mitigación no cumple ningún papel en la realización del cumplido, puesto que, en
virtud de su objeto ilocutivo, es un acto de habla cuya realización no conlleva
consecuencias negativas para el oyente. El mismo efecto perlocutivo es característico de
otro acto expresivo, la felicitación. Véase la siguiente exposición:
I can, for example, congratulate you indirectly by saying «That was just great»,
or «I am very pleased with the results of your efforts», or «I couldn’t have done
better myself». Each of these is indirect, but none counts as mitigation, since
congratulations involve no unwelcome effects (Fraser, 1980, 346).
[Puedo felicitarte indirectamente diciendo, por ejemplo, «Muy bien hecho» o
«Me gusta mucho lo que has conseguido» o «Yo mismo no habría podido hacerlo
mejor». Cada una de estas locuciones es indirecta, pero ninguna cuenta como
mitigadora, puesto que las felicitaciones no acarrean efectos desfavorables.]
Pasando a un análisis comparativo del cumplido y la felicitación, comprobamos en
primer lugar que ambos actos de habla tienen en común al expresar cortesía positiva.
Luego resulta que su relación es tan estrecha que a veces es difícil trazar una línea
divisoria. Norrick (1978, 286) enfoca el problema señalando que, en algunos casos, el
mismo acto puede interpretarse indistintamente como cumplido o felicitación. Ejemplos
ilustrativos son las locuciones indirectas analizadas por Fraser en la última cita
mencionada. En otras situaciones, sin embargo sólo se puede efectuar uno de los dos
actos de habla, excluyéndose la realización del otro. Considerando algunos casos
concretos, Norrick indica que no podemos felicitar a un tenista porque haya mejorado la
técnica de sus golpes de revés; sólo le podemos dirigir un cumplido. A una persona que
cumple ochenta años, en cambio, no le podemos dirigir un cumplido; conviene
felicitarla. Sin aducir argumentos explícitos, Norrick propone atribuir al acto de felicitar
la propiedad de clase genérica, reservando para el cumplido el estatus de subclase de la
misma. Esta taxonomía se podría defender tomando en consideración que el cumplido
se refiere, esencialmente, a situaciones producidas por la intervención activa del
interlocutor. La felicitación, por su parte, es una categoría más aplica, ya que abarca
41
Valgan los ejemplos (4) y (19) para ilustrar que la realización indirecta del acto de habla es una
estrategia prototípica del hablante exhortativo.
80 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
también situaciones que no son producto de una actividad humana, como, por ejemplo,
cumplir años.
En resumen, podemos sostener que, salvo contados casos, como el piropo, el
cumplido supone la participación activa del interlocutor en la situación descrita,
mientras que la felicitación se refiere a situaciones en cuya realización el interlocutor ha
participado activa o pasivamente.
Al pasar al nivel del discurso, donde el cumplido ocupa el papel de miembro inicial
de una pareja adyacente, comprobamos que es más fácil dirigirle un cumplido a una
persona que responder adecuadamente al mismo. Es decir, la respuesta al cumplido
requiere que se atenúe con cierta sutileza el aprecio expresado. He aquí la razón por la
que este tipo de acto de habla forma parte de la categoría de actos de habla cuya
realización se suele considerar delicada42
. A propósito de esto, conviene recordar que en
6.3. hemos indicado que la reacción preferida al cumplido admite tres variantes
estereotipadas:
I) aceptar el cumplido reduciendo el elogio;
II) aceptar el cumplido atribuyendo el elogio a una tercera persona;
III) devolver el cumplido.
Entre las reacciones no preferidas destacan el refuerzo o la afirmación sin
restricciones, o sea, actos que revelan falta de competencia social por parte de quien
recibe el cumplido.
Para terminar, valdría la pena indicar un campo de investigación en el que no
podemos entrar en el contexto de este estudio; se trata del análisis etnolingüístico del
cumplido como vehículo de expresión convencional de cortesía positiva. Al hacer una
comparación especulativa entre las culturas norteamericana y holandesa, por poner un
ejemplo contrastivo, podríamos decir que en la primera el afán de estimular la imagen
positiva del interlocutor mediante un cumplido se manifiesta de un modo mucho más
marcado que en la segunda. No está claro todavía en qué punto de la escala
correspondiente habría que colocar la cultura española.
42
Para una calificación de otros miembros de esta categoría, considérese:
Most adults, in fact, never learn to condole and some never learn to deny very effectively (Shuy,
1978, 95). [De hecho, la mayoría de los adultos nunca aprende a dar el pésame y algunos nunca aprenden
a negar de un modo eficaz.]
81 La cortesía verbal
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7.1.3. El agradecimiento
El acto de «agradecer» es un acto expresivo reactivo cuya realización queda
determinada por un acto previamente efectuado por el interlocutor. El efecto de este
acto, que puede ser verbal o no verbal, redunda en beneficio del hablante que da las
gracias. De esta caracterización cabe deducir que «agradecer» es un acto de habla que
sirve a la finalidad particular de restablecer el equilibrio de la relación coste-beneficio
entre hablante y oyente, lo cual equivale a afirmar que las fórmulas de agradecimiento
compensan simbólicamente el coste invertido por el oyente en beneficio del hablante.
Todo ello implica que el dejar de restablecer el balance coste-beneficio, no dando las
gracias al interlocutor cooperativo, se considera como una forma de comportamiento
descortés.
En muchas culturas es cortés informar a la persona que agradece, que no hace falta
restablecer el balance coste-beneficio. Esto puede ilustrarse por medio de las siguientes
fórmulas, usadas por hablantes de holandés, inglés y español, respectivamente: géén
dank, niet ni danken; don’t mention it; de nada, no hay de qué, no las merece.
Según Coulmas (1981, 81), «agradecer» es un candidato plausible para la categoría
de los universales de cortesía:
As regards apologies and thanks, it seems to e a reasonable assumption that they
exist as generic speech acts in every speech community. I would even go so far as
to venture the hypothesis that every language provides a stock of conventionalized
means for fulfilling these functions.
En lo que se refiere a la disculpa y al agradecimiento, es razonable supones que
existen como actos de habla genéricos en cada comunidad lingüística. Me atrevería
incluso a formular la hipótesis de que cada lengua dispone de un conjunto de
medios convencionales para desempeñar esas funciones.]
El investigador que intente verificar esta hipótesis, debería tener en cuenta el hecho
empírico de que el acto de agradecer muestra rasgos culturales específicos, porque no se
produce en todas partes en las mismas situaciones comunicativas. Para ilustrarlo,
empecemos con un ejemplo concreto de la cultura norteamericana. En Estados Unidos
es costumbre cerrar una conversación telefónica comercial con Thank you for calling
(Gracias por haber llamado), fórmula rutinaria emitida por el interlocutor que ha sido
82 La cortesía verbal
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llamado. En el plano etnolingüístico, esta estrategia, desconocida o poco corriente en los
países europeos, puede ser interpretada como rasgo distintivo de una cultura que
concede mucho valor al mostrar cortesía positiva. En España, por poner otro ejemplo,
las reglas normativas que determinan la interacción entre camarero y cliente no
prescriben que el cliente dé las gracias al camarero al servirle éste la comida o
consumición. Del mismo modo, el camarero suele abstenerse de acompañar
verbalmente el acto de servir. En un restaurante holandés, sin embargo, la ausencia de
respuestas verbales en el tipo de interacción descrito se podría considerar como señal de
descortesía intencionada. Otro ejemplo contrastivo hispano-holandés: el revisor de los
ferrocarriles holandeses intercambia diariamente mil gracias con los viajeros al recibir y
entregar los billetes que debe controlar. Su colega de la RENFE, en cambio, puede
ahorrarse esta energía verbal por completo.
De estos análisis se extraen dos conclusiones, una específica, otra general. La
específica es que la cultura española difiere de la holandesa en que, por regla general,
no concede valor particular al emitir fórmulas de agradecimiento como respuestas
verbales a actos rutinarios efectuados dentro de un patrón interaccional preestablecido.
Podríamos decir, pues, que el español adopta una actitud esencialmente racional ante el
acto rutinario, inclinándose a ahorrar energía verbal, en tanto que el holandés tiende a
acentuar el aspecto social de la interacción, prefiriendo mostrar cortesía positiva.
La conclusión general es que las diferencias descritas pueden dar lugar fácilmente a
malentendidos o conflictos de tipo etnolingüístico. Así pues, no es raro que, dentro del
contexto de los actos rutinarios, el comportamiento interaccional de los españoles les
parezca descortés a los holandeses, mientras que a los españoles la reacción verbal
preferida por la cultura holandesa les dé la impresión de ser exagerada o superflua43
.
Acerca de la problemática de los contrastes etnolingüísticos, Leech (1983, 84) hace
este comentario:
…I am aware that people typically use «polite» in a relative sense: that is,
relative to some norm of behavior which, for a particular setting, they regard as
typical. The norm may be that of a particular culture or language community. For
43
Es curioso que en la enseñanza de lenguas extranjeras se preste poca atención, por no decir ninguna, a
estas cuestiones de importancia vital. Los cursos de lengua holandés-español, por poner un ejemplo,
indican, en general, que Dank je wel equivale a gracias; no obstante, dejan de proporcionar toda la
información principal al no explicar en qué circunstancias se dice gracias en un intercambio verbal
español.
83 La cortesía verbal
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example, I have been seriously told that «Poles/Russians/ etc. are never polite», and
it is commonly said that «the Chinese and Japanese are very polite in comparison
with Europeans», and so on. There stereotypic comments are often based on a
partial evidence, and one of the tasks of what I earlier called «sociopragmaties» is
to examine the extent to which language communities do differ in their application
of the PP ( = Politeness Principle, H.H.).
[…me doy cuenta de que la gente usa «cortés» fundamentalmente en un sentido
relativo: es decir, relativo con respecto a cierta norma de comportamiento, que se
considera típica de un contexto particular. La norma puede ser la de una cultura o
comunidad lingüística determinada. Me han dicho en serio, por ejemplo, que los
«polacos/rusos/ etc., no son nunca corteses» y es una opinión común que «los
chinos y japoneses son muy corteses en comparación con los europeos», etc. Estas
observaciones estereotipadas están basadas muchas veces en una evidencia parcial,
y una de las tareas de lo que he llamado antes «sociopragmática» es investigar hasta
qué punto las comunidades lingüísticas difieren en la aplicación del Principio de
Cortesía.]
Hemos visto que las circunstancias en las que se expresa gratitud pueden variar de
una cultura a otra. A esto conviene añadir ahora que no sólo el contenido léxico de las
fórmulas, sino también el componente instrumental del acto puede diferir. Veamos dos
casos ilustrativos. En japonés, las fórmulas de agradecimiento expresan lo que en las
culturas occidentales corresponde a una disculpa. Así, por ejemplo, un japonés que ha
pasado la velada en casa de amigos, invitado a cenar, darás las gracias a sus anfitriones
valiéndose de una expresión como: «Os he causado mucha molestia esta noche».
Naturalmente, las normas de la cortesía obligan a éstos a insistir en que no ha sido
molestia alguna.
El segundo ejemplo concierne a la realización no verbal del acto de agradecer. El
botswana, lengua indígena de África del Sur, no tiene fórmulas lingüísticas para
expresar agradecimiento; los hablantes de esta lengua se valen de un gesto manual,
elevando los dedos de la mano de tal modo que las puntas se tocan delante del cuerpo.
Finalmente, tenemos que llamar la atención sobre un uso particular del acto de
agradecer, o sea, el anticipar las gracias. Desde el punto de vista semántico, el acto de
anticipar las gracias se desvía de la norma de que el contenido proposicional sea factivo;
84 La cortesía verbal
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es decir, no se refiere a un hecho consumado, sino a un acto que queda por realizar por
parte del interlocutor. Por esta razón, podría argumentarse que el objeto ilocutivo no es
expresivo, sino exhortativo, visión sintácticamente corroborada por el hecho de que el
subjuntivo es el modo del verbo subordinado:
36) Agradeceré que me MANDE los géneros a la mayor brevedad posible.
7.1.4. La disculpa
El hablante que se disculpa realiza un acto de habla expresivo cuyo objeto ilocutivo
es dar a conocer al interlocutor que sea ha violado cierta norma social y que él, es decir,
el hablante, se cree, al menos parcialmente, responsable de haber ocasionado dicha
violación. En consecuencia, la disculpa refuerza la imagen positiva del interlocutor,
amenazando al mismo tiempo la del hablante.
El carácter factivo del contenido proposicional puede o no estar basado en
situaciones reales; en el primer caso, el hablante ha realizado un acto que ha provocado
un efecto desfavorable para el oyente; en el segundo, el hablante ha dejado de realizar
un acto que habría proporcionado un efecto favorable para el oyente.
Goffman (1971, 113) señala que la disculpa contiene varios elementos: la expresión
de arrepentimiento, dolor o empatía y también la expresión o implicación de que el
hablante ha dejado de actuar conforme a las normas sociales vigentes en la comunidad
de la que forma parte. Otra característica es la presuposición de que el hablante asume la
responsabilidad de evitar la violación de la norma en el futuro. En el plano perlocutivo,
la reacción del oyente de que el hablante intenta provocar es el perdón, lo cual queda
reflejado claramente por fórmulas de disculpa de uso frecuente como: perdóname,
dispense usted y discúlpeme.
En virtud de lo anterior, podría sostenerse que el hablante adopta al mismo tiempo
dos actitudes contrarias, una retrospectiva, otra prospectiva. La primera consiste en
reconocer lo reprochable del comportamiento seguido con el oyente, la segunda está
orientada hacia la reintegración del hablante en la comunidad como miembro
socialmente aceptado. Dentro del marco del análisis coste-beneficio, cabe afirmar que la
disculpa se emite para restablecer el balance desequilibrado de las relaciones
interaccionales entre hablante y oyente. Desde esta perspectiva, la disculpa es
85 La cortesía verbal
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perfectamente comparable con el agradecimiento: ambos actos son actos expresivos
reactivos.
Lo mismo que en los actos exhortativos, la mayor o menor inversión de coste
verbal por parte del hablante depende de la índole de la situación que provoca la
realización de la disculpa o del agradecimiento. A propósito de ello, recuérdese la
comparación entre las fórmulas exhortativas convencionales (21) y (22), por una parte,
y la fórmula (23), por otra, que hemos calificado por no convencional, o sea,
pragmáticamente mal formada por desatender el hablante del equilibrio entre coste y
beneficio.
En cuanto a la categoría de la disculpa, podemos ilustrar la diferencia en cuestión
haciendo uso de los dos ejemplos siguientes: chocar con una persona desconocida en
una calle concurrida no acarrea normalmente un daño grave, es una situación que se da
con bastante frecuencia, de modo que el transeúnte absorto que provoca el choque
puede limitarse a recurrir tan sólo a una fórmula de disculpa convencional, como
perdón, no me lo tome a mal, etc. Fórmulas como éstas, sin embargo, no serán
suficientes para restablecer el equilibrio si, por ejemplo, el que se excusa ha dañado
gravemente un coche prestado. Entonces, aparte de la disculpa, se requieren por lo
menos una expresión de sincero arrepentimiento, una explicación de las causas del
accidente y garantías para la indemnización.
En los dos casos descritos la causa del daño infligido al interlocutor es un suceso
imprevisto, pero es fácil imaginarse otras situaciones, como se desprende de la
taxonomía establecida por Lange (1984, 89-90). Utilizando terminología latina, Lange
distingue cuatro categorías: (I) error, (II) casus, (III) necessitas, (IV) oblivio.
Error abarca factores como ignorancia y equivocación. Por casus se entiende la
categoría de los incidentes y accidentes, así como casos de fuerza mayor. Parece
probable que en las culturas occidentales este factor sea la fuente principal de la
disculpa. Necessitas se refiere a las situaciones en las que un deber moral obliga a uno
de los interactantes a infligir daño al otro. Y, por último, oblivio es el factor del olvido.
Lo que llama la atención es que la taxonomía de Lange no incluye la categoría del
insulto. Es una omisión evidente, porque es bien sabido que el insulto es uno de los
actos que primero requieren una disculpa por parte del ofensor para que se restablezca el
balance interaccional entre hablante y oyente.
86 La cortesía verbal
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En el nivel del discurso, nos encontramos con dos situaciones diferentes: (I) la
disculpa es autónoma, es decir, ofrecida por el hablante sin pedirla el interlocutor; (II) la
disculpa no es autónoma, en cuyo caso sirve de respuesta a un reproche explícito
dirigido al hablante por el interlocutor. Lógicamente, aquí se da una alternativa: el que
recibe el reproche puede o no aceptarlo; en el primer caso se disculpa, en el segundo,
no. Nótese que, cualquiera que sea la actitud que adopte, el hablante que responde a un
reproche tiende a justificar su comportamiento no aceptado; es el reflejo típico del homo
loquens que, como hemos visto al considerar el ejemplo (20), muestra una marcada
tendencia a racionalizar su comportamiento.
Un terreno prácticamente inexplorado es el del análisis etnolingüístico del peso
relativo de los cuatro factores distinguidos por Lange. Una de las preguntas
fundamentales aquí es si cabe percibir diferencias estructurales entre las culturas
europeas y las no europeas, entre las que las asiáticas merecen atención especial. Luego
convendría efectuar análisis intraculturales. Un ejemplo característico de este tipo de
investigación es el estudio realizado por Holmes (1983) en Nueva Zelanda. Haciendo
una comparación entre los dos sexos, Holmes llega a la conclusión de que los hombres
se disculpan sobre todo cuando llegan tarde a un compromiso, o sea, en los casos en que
violan una norma de índole temporal. Las mujeres, en cambio, tienden a disculparse por
violaciones de una norma de índole espacial, es decir, cuando chocan con una persona.
En las conversaciones cotidianas es corriente que los usuarios de la lengua no
distingan netamente entre formular una disculpa y expresar sentimiento. Volviendo al
ejemplo del chocar con una persona en la calle, no suele percibirse ninguna diferencia
perlocutiva entre las reacciones Discúlpeme y Lo siento. Sin embargo, hay una
diferencia esencia, y es que la disculpa presupone el sentimiento, mientras que la
relación inversa no se da. Un conocido ejemplo histórico que revela la relación
hiponímica entre las dos categorías es el llamado incidente del U2, que tuvo lugar en los
años cincuenta. El presidente Eisenhower se mostró dispuesto a expresar su sentimiento
ante el gobierno ruso por haber violado el avión americano el espacio aéreo soviético,
pero se negó a disculparse. Se produjo entonces un grave conflicto político entre las dos
grandes potencias, puesto que los rusos insistieron en que el gobierno americano
ofreciera sus excusas.
Por lo que al acto de expresar sentimiento se refiere, es importante resaltar que se
efectúa frecuentemente como acto de habla indirecto, con la función específica de
87 La cortesía verbal
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producir un efecto perlocutivo atenuador. Los hablantes que aplican esta estrategia,
utilizando la fórmula estereotipada Lo siento, intentan reducir los efectos negativos
inherentes a la transmisión de mensajes desfavorables para el interlocutor. Obsérvese
que, en virtud de su contenido léxico, Lo siento expresa empatía o simpatía por el
interlocutor, de modo que funciona perfectamente para conseguir la finalidad
comunicativa indicada.
Elaborado este análisis, hacemos una estricta separación entre dos funciones del
predicado «sentir», según aparezca o no como verbo principal de una locución
performativa. Si se emplea en una locución no performativa, como en Carlos siente
haber revelado el misterio, «sentir» no proporciona ninguna información sobre la
actitud personal del hablante con respecto al oyente. El uso performativo del predicado,
en cambio, se interpreta como fórmula convencional para expresar empatía o simpatía.
No obstante, al decir Lo siento, el hablante puede tener la intención de comunicar algo
más que empatía o simpatía. Lo que ocurre entonces es que, además del significado
literal de la expresión, otro no literal va implicado, o sea, una respuesta negativa a un
acto de habla previo del interlocutor. Considérese un ejemplo como:
37) A: ¿Podría usted cambiar mil pesetas?
B: Lo siento; no tengo moneda suelta.
Este empleo de la expresión performativa debe calificarse de estrategia atenuadora,
ya que el hablante pretende proteger la imagen positiva del oyente, previniendo que éste
se vea enfrentado con una respuesta literal que contiene información desagradable. Por
consiguiente, en (37) Lo siento sustituye a una respuesta negativa directa a la pregunta
del hablante A; es decir, representa un acto de habla asertivo indirecto, lo cual es una
conclusión interesante, ya que en la bibliografía dedicada al tema la fuerza ilocutiva
múltiple de los actos de habla indirectos se asocia casi siempre con la categoría de los
exhortativos.
A continuación, trataremos de dar respuesta a dos preguntas interdependientes. La
primera es: ¿cuáles son los actos de habla que admiten una respuesta negativa mediante
Lo siento?, y la segunda: ¿qué es lo que se debe entender por «respuesta negativa» a un
acto de habla? La contestación a la primera pregunta es simple: Lo siento es una
88 La cortesía verbal
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reacción convencional a actos asertivos y exhortativos, en general, y a peticiones e
interrogaciones, en particular.
Al contestar a la segunda pregunta, nos centraremos sobre estas dos clases de actos
de habla. Ahora bien, por «respuesta negativa» a una petición se entiende el rechazo de
la petición, lo cual, lógicamente, implica que la persona a quien va dirigida no es capaz
o no está dispuesta a cumplir con el deseo del hablante. Dentro del marco de la teoría de
los actos de habla, esto significa que deja de cumplirse una de las condiciones previas
inherentes a la realización del acto exhortativo. Lo interesante en el presente contexto es
que el rechazo puede ser formulado cortésmente mediante Lo siento. Véase el ejemplo
siguiente:
38) A: ¿Puedes llevarme a casa esta noche?
B: Lo siento; tengo el coche estropeado.
La parte performativa de la respuesta de B debe considerarse como acto de habla
indirecto, puesto que este hablante efectúa dos actos ilocutivos al mismo tiempo: un
acto explícito, que expresa el sentimiento, y otro implícito, que sirve para rechazar la
petición.
Al pasar a la categoría de las interrogaciones44
, cabe destacar que representan una
subclase particular de la clase de los actos exhortativos; es decir, difieren de actos como
pedir, mandar y suplicar, ya que se realizan exclusivamente para influir en el
comportamiento verbal del interlocutor. Éste, por consiguiente, puede mostrar dos
clases de reacciones negativas al acto interrogativo: por una parte, puede negar el
contenido proposicional de la pregunta, lo que equivale a decir que da una respuesta
negativa. Por otra, puede indicar que no es capaz de contestar a la pregunta. En tal caso,
se da la misma situación que hemos ilustrado con (38): el acto de habla indirecto Lo
siento sirve de estrategia de cortesía para prevenir que el oyente se vea enfrentado con
una reacción negativa explícita. El siguiente ejemplo, por tanto, es paralelo a (38):
44
Para el presente análisis son interesantes sólo las llamadas interrogaciones generales. Para una
caracterización de esta categoría, véase:
Cuando preguntamos sobre el contenido de la oración, es decir, sobre la verdad o falsedad del
juicio, la pregunta es general. Así, por ejemplo, ¿ha llegado tu padre?, ¿conocéis a ese señor tan
distinguido? Nuestra pregunta se dirige a saber si es cierta la relación entre sujeto y predicado. La
respuesta esperada es sí o no; […] (Gili Gaya, 1985, 47).
89 La cortesía verbal
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39) A: ¿Sabe usted dónde está la estación de ferrocarril?
B: Lo siento, señora; no soy de aquí.
Volviendo a la situación en que el interrogado niega el contenido proposicional de
la pregunta, podemos perfilar nuestro análisis fijándonos en la índole de la información
comunicada. Es decir, Lo siento se emplea en los casos en los que el hablante presupone
que una respuesta negativa a la pregunta encierra información desagradable para el
oyente. Los hablantes que no parten de esta presuposición no pueden aplicar la
estrategia, como se desprende del contraste entre los ejemplos (40) y (41), uno bien,
otro mal formado pragmáticamente:
40) A: ¿La habitación tiene cuarto de baño?
B: Lo siento, señor; sólo tiene lavabo.
41) A: ¿En este hotel, se nota mucho el ruido de la autopista?
B: *Lo siento, señor; no se nota mucho.
Para redondear el análisis de Lo siento, nos quedan por hacer dos observaciones. En
primer lugar, como ya hemos ilustrado con los ejemplos anteriores, el empleo indirecto
de la expresión implica una respuesta negativa al acto exhortativo precedente; por eso el
hablante que se disculpa se inclina a explicar por qué no puede atender al ruego del
interlocutor. Esto queda demostrado claramente por la aportación de los hablantes B en
los ejemplos (37)-(40), quienes, para no faltar a las normas de la cortesía positiva,
justifican explícitamente la respuesta negativa implicada por Lo siento.
La segunda observación es de índole sintáctica. Como sugieren los ejemplos (37)-
(40), el predicado expresivo suele llevar como argumento un pronombre clítico; es
decir, por regla general, el predicado no se especifica por medio de una proposición
subordinada que indique el objeto de la disculpa o del sentimiento. Esta falta de
especificidad se debe a que dicha información es deducible del contexto, o sea, del
contenido proposicional del primer miembro de la pareja adyacente.
Sin ser un predicado que, por su significado léxico, pertenezca a la clase de los
denotan disculpa o sentimiento, temer(se) se emplea con frecuencia con el mismo fin
atenuador que sentir. El análisis correspondiente debe basarse en la distinción de dos
usos del predicado. Por una parte, si el hablante no tiene intención de producir un efecto
90 La cortesía verbal
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perlocutivo particular en el oyente, la expresión (me) temo sirve para denotar un
sentimiento de miedo, cuya causa puede o no estar indicada literalmente; en caso
negativo, se infiere del contexto o de la situación comunicativa. Por otra parte, (me)
temo puede emplearse por razones puramente estratégicas. Considérese la observación
siguiente:
In other cases, the expression of the speaker’s attitude toward what he says, is
integrated into the utterance itself. Many instances of I think, I’m afraid, and so
forth, do not have literal meaning and are incidental to what is said…: Get the cat
out of here, or else I’m afraid that Bennie will give us a lot of trouble (Davison,
1975, 157-158).
[En otros casos, la expresión de la actitud del hablante con respeto a lo que dice
está integrada en la locución misma. Muchos casos de creo, me temo, etc., no tienen
sentido literal, sino que dependen de lo que se comunique…: Quita el gato de aquí,
que, si no, me temo que Bennie nos va a causar un montón de problemas.]
Es obvio que, en el ejemplo citado, me temo sirve de recurso atenuador para
prevenir que se vea amenazada la imagen negativa del interlocutor; la estrategia del
hablante consiste en mitigar la justificación de la exhortación. Todo esto nos induce a
concluir que (me) temo es una fórmula de cortesía que, lo mismo que lo siento, expresa
empatía o simpatía del hablante hacia el oyente. Por este motivo, la expresión puede ser
utilizada apropiadamente para introducir información que el hablante presupone
desagradable para el oyente.
Respecto a la interpretación semántica de (me) temo, parece que Davison no acierta
al postular un significado no literal para el empleo atenuador de la fórmula, puesto que
no está claro cómo se debería definir tal significado. En realidad, la diferencia entre el
uso mitigador y no mitigador no está relacionada con el contenido léxico del predicado,
sino con el valor veritativo de la proposición incrustada. Esto es, la interpretación no
mitigadora implica que el hablante no es capaz de juzgar la verdad de dicha
proposición; la interpretación mitigadora, en cambio, implica que el hablante no sólo es
capaz de determinar la verdad de la proposición, sino que la ha determinado ya45
.
45
Los siguientes argumentos sintácticos corroboran el análisis propuesto. El uso no mitigador de (me)
temo no es compatible con el llamado alzamiento de oración. Así, por ejemplo, a la pregunta ¿Cuál es su
diagnosis de la paciente? una respuesta bien formada sería:
91 La cortesía verbal
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Concluimos este capítulo con un análisis comparativo de los actos de habla
expresivos que hemos venido investigando. Siendo el saludo una categoría aparte por
adolecer de contenido proposicional variable, nos centraremos en el cumplido el
agradecimiento y la disculpa. En los párrafos precedentes, hemos ahondado
particularmente en los objetos ilocutivos y los efectos perlocutivos de dichos actos de
habla. Ahora queda por enfocar la estructura global de las situaciones comunicativas en
las que el hablante dirige un cumplido al interlocutor, le agradece una atención o le pide
perdón. Para llevar a cabo el análisis correspondiente nos valdremos de un modelo de
tres parámetros ideado por Norrick (1978, 284-287) para valorar la situación que
provoca la realización del acto de habla, por una parte, y los papeles que desempeñan el
hablante y el oyente en dicho estado de cosas, por otra. La valoración puede ser positiva
o negativa, los papeles de los interlocutores pueden ser activos o pasivos. La aplicación
de estos criterios produce los siguientes resultados:
CUMPLIDO:
Estado de cosas: positivo
Hablante: paciente
Oyente: (I) agente – ha creado la situación descrita por el contenido
proposicional
(II) paciente – ocupa un papel pasivo en la situación descrita.
Ejemplo: piropos sobre la fisonomía del oyente
AGRADECIMIENTO:
Estado de cosas: positivo
Hablante: paciente
Oyente: agente
a) Temo que no se recupere de la pérdida de su esposo.
Mal formada, en cambio, estaría la variante a la que se aplica el alzamiento de oración:
b) *No se recupera de la pérdida de su esposo, temo.
Por otra parte, al usarse (me) temo como estrategia mitigadora, el alzamiento de oración es perfectamente
aceptable:
c) Me temo que has llegado tarde.
d) Has llegado tarde, me temo.
El carácter bien formado de (d) se explica tomando en consideración que el hablante interpreta el
complemento has llegado tarde como una proposición que corresponde a una situación real; en eso radica
precisamente el contraste con el ejemplo (b), donde la proposición del complemento se refiere a una
situación futura, por lo que su valor veritativo no puede determinarse. El segundo argumento sintáctico
concierne a la estructura modal del complemento: la interpretación mitigadora requiere el empleo del
indicativo, la no mitigadora sólo es compatible con el subjuntivo.
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DISCULPA:
Estado de cosas: negativo
Hablante: agente
Oyente: paciente
7.2. ACTOS COMISIVOS
El objeto ilocutivo de los actos de habla comisivos se define como la expresión de
la intención del hablante de realizar, en beneficio del oyente, la acción descrita por el
contenido proposicional. La promesa y la invitación son los miembros prototípicos de la
categoría comisiva. A diferencia de los actos expresivos, la proposición de los
comisivos no es factiva, sino que denota una situación futura, o sea, una acción que
realizará el hablante o el oyente, según se trate de una promesa o de una invitación,
respectivamente. La variedad de manifestaciones lingüísticas del acto comisivo es un
fiel reflejo de las distintas condiciones ilocutivas inherentes a su apropiada realización.
Empecemos por las condiciones previas, que son de tres tipos: (I) habilidad; (II)
aceptabilidad; (III) razonabilidad.
La habilidad concierne a la capacidad del hablante de efectuar el acto promedio,
que halla su expresión formal en locuciones como Yo podría hacerlo por usted y Puedo
ayudarte, si quieres. Searle (1975, 80), de quien están tomados los ejemplos, menciona
también interrogaciones del tipo de: ¿Podría serle útil?, ¿Puedo ayudarte? La
comparación de estas variantes asertivas e interrogativas del acto comisivo revela una
distinción entre dos acepciones del predicado misivo revela una distinción entre dos
acepciones del predicado poder: la de habilidad y la de permiso, respectivamente. Por lo
que a ésta se refiere, podemos sostener que el objeto explícito de las interrogaciones es
pedir permiso, en tanto que el objeto implícito es comprometer al hablante a cumplir lo
prometido.
La condición previa de aceptabilidad está relacionada con el criterio del beneficio
para el oyente, que se especifica como sigue: el oyente debe preferir que el hablante
efectúe el acto prometido a que no lo efectúe. La aceptabilidad repercute
lingüísticamente en interrogaciones del tipo de: ¿Quiere que se ayude?, ¿Prefieres que
vuelva a verte mañana?
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Otra variante es la interrogación no incrustada: ¿Apago la luz?, ¿Cierro la
ventana? La estructura de estas preguntas comisivas, basadas en el empleo del presente
de indicativo, es característica del español. En otras muchas lenguas, como el alemán, el
inglés, el holandés, prevalece el futuro. Beinhauer (1985, 168) sugiere una correlación
entre el «presente interrogativo» y el «exhortativo»:
La expresión hace juego con la del mandato en tiempo presente empleado
preferentemente para comunicar órdenes a un inferior: Limpias perfectamente los
cubiertos y pones la mesa…
La condición de aceptabilidad puede manipularse para producir efector irónicos,
como en: ¿Quieres que te dé dos bofetadas? Lógicamente, el efecto irónico se deriva
del carácter de la acción sobre la que se centra el acto comisivo: dar dos bofetadas no
redunda en beneficio del oyente, sino que, al contrario, le perjudica.
La condición previa de razonabilidad concierne a los motivos que tiene el hablante
para efectuar el acto comisivo. Su manifestación lingüística adopta distintas formas,
como se ve por ejemplos como Sería mejor que lo hiciera yo y Necesitas mi ayuda,
Carlota. Obsérvese que los predicados mejor y necesitar no especifican literalmente los
motivos del hablante, sino que implican que éste los tiene y puede explicitarlos si el
interlocutor se lo pide.
Además de las condiciones previas, se distinguen la condición esencial, la
condición de sinceridad y la condición del contenido proposicional, que determinan la
forma de la locución comisiva de una manera idiosincrásica.
La condición esencial estipula qué locuciones cuentan convencionalmente como
vehículo de expresión del acto comisivo. Su manifestación canónica es la locución
performativa: Te prometo que te devolveré los libros mañana. La variante no
performativa de este ejemplo es: Te devolveré los libros mañana.
Como indica el término, la condición de sinceridad es primordial e irreductible en
el sentido de que el hablante comisivo debe tener realmente intención de llevar a cabo el
acto prometido. Son manifestaciones lingüísticas de la condición de sinceridad
locuciones como: Quiero ayudarle a usted y Tengo la intención de prestarte el dinero.
La condición del contenido proposicional, por último, determina la estructura
léxico-sintáctica de la locución comisiva. Como se desprende de los ejemplos
94 La cortesía verbal
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anteriores, el criterio fundamental es que la proposición contenga un predicado que
denote una acción.
Según su objeto ilocutivo, orientado hacia el beneficio del interlocutor, los actos
comisivos se califican como actos prototípicos para comunicar cortesía positiva. Sin
embargo, en el caso de las invitaciones, el patrón interaccional es bastante complejo
debido al hecho paradójico de que el interlocutor que acepta una invitación no sólo se
ve beneficiado, sino también amenazado por la misma. La misma está en que, al aceptar
la invitación, el invitado corre el riesgo de dar la impresión de pensar solamente en su
propio provecho. Por esta razón, se da por hecho que contrae una deuda con quien
invita, que le obliga, en principio, a restablecer el equilibrio del balance coste-beneficio
correspondiendo a la invitación cuando se dé la oportunidad. Al mismo tiempo, al que
acepta la invitación se le impone la obligación social de reducir en lo posible el coste
del que le invita.
Todo esto conlleva que no sólo sea cortés invitar, sino también rechazar la
invitación46
. En un detallado estudio sobre las estrategias de cortesía en el chino
moderno, Gu (1990, 253) observa que las transacciones chinas de invitar y negarse a
aceptarla invitación consisten, por regla general, en una triple secuencia de turnos. El
patrón manifiesta la estructura siguiente:
I) A: invita;
B: rechaza la invitación justificando su reacción negativa;
II) A: repite la invitación rechazando la justificación de B;
B: vuelve a rechazar la invitación defendiendo sus argumentos;
III) A: insiste en que B acepte minimizando el coste de la invitación;
B: acepta condicional o incondicionalmente.
46
Véase también:
[…] it is polite to offer someone something, but it is also often more polite to decline an offer tan
to accept it (Leech, 1983, 169).
[…] es cortés ofrecerle a una persona una cosa, pero a menudo es más cortés rechazar una oferta
que aceptarla.]
En caso de que la oferta sea inaceptable para el interlocutor, es corriente que justifique el rechazo para
evitar que se amenace la imagen positiva del que hace la oferta. Así, por ejemplo, un rechazo cortés de:
¿Quiere usted un trozo de tarta helada? Podría ser gracias, estoy a dieta, pero no simplemente no. Esta
respuesta sería deficiente por dos razones: es directa, por lo que no se compensa verbalmente el coste
invertido por el que hace la oferta. Además, la simple negación violaría la máxima de cantidad,
dejándose de especificar el motivo del rechazo. Así, no se excluiría la interpretación de que la oferta es
inoportuna o incluso impertinente.
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Ni que decir tiene que valdría la pena efectuar un análisis comparativo de diferentes
culturas europeas para averiguar si las normas occidentales se desvían –y en caso
afirmativo, en qué medida- de las normas del chino descritas por Gu.
El delicado carácter del balance coste-beneficio, que, como acabamos de indicar,
caracteriza buena parte de la interacción comisiva, explica el hecho de que se den
situaciones en las que el hablante vacila entre hacer o no una invitación.
Específicamente, se trata del problema que surge cuando se produce un desajuste entre
el esfuerzo que el hablante que invita tiene que invertir en mostrarse cortés y el
beneficio concreto que con esto se obtiene. Es interesante constatar que en bastantes
casos los hablantes resuelven el dilema haciendo la invitación, aun sabiendo que el
beneficio no cubre el coste invertido. Considérese, por ejemplo, una invitación como:
42) ¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros?
que se emite a menudo por compromiso. Es notable que este tipo de falsa cortesía se
manifieste particularmente en la interacción de personas que tienen una relación social
de igualdad y solidaridad. La insinceridad comisiva que estamos examinando ha sido
ilustrada por el filósofo Leonard (1959, 184) en forma de parodia:
43) Oh, do come to spend Christmas with us! Bring all six of the children and
the darling dog, and plan to stay until after New Year’s.
[Por favor, venga a pasar las Navidades con nosotros. No deje de traer a sus
seis pequeños y a su querido perro y procure prolongar su visita hasta después de
Año Nuevo.]
La ironía del ejemplo (43) estriba en que, en general, un hablante comisivo sincero
se esfuerza por poner de manifiesto que su invitación no produce un gran desequilibrio
en el balance de coste-beneficio. El hablante de (43), en cambio, se burla de esta
máxima ofreciéndole al interlocutor una ristra de atenciones a cuál más exagerada, por
lo que éste se ve ante la imposibilidad de aceptar la invitación, si no quiere abusar de la
extrema generosidad del que invita.
Al enfocar el problema de coste y beneficio, Leech (1983, 134) señala que, en
circunstancias normales, los hablantes comisivos tienden a reducir la importancia del
96 La cortesía verbal
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papel que desempeñan al hacer la invitación, dejando de referirse a sí mismos como
agentes responsables de realizar la oferta. Leech compara las siguientes parejas de
ejemplos para ilustrar la estrategia correspondiente:
44a) You could borrow my bicycle, if you like.
[Podrías tomar prestada mi bicicleta, si quieres.]
44b) I could borrow you my bicycle, if you like.
[Te podría prestar mi bicicleta, si quieres.]
45a) Would you like these pencils sharpened?
[¿Quiere usted que se le afilen estos lápices?]
45b) Would you like me to sharpen these pencils?
[¿Quiere usted que yo le afile estos lápices?]
Los ejemplos (44a) y 45a) adolecen de una referencia explícita al hablante, por lo
que se prestan mejor que sus variantes (44b) y (45b), que sí contienen tal referencia,
como vehículos de expresión para facilitar al interlocutor aceptar la invitación.
Consideramos ahora:
46) ¿Quieres tomar café? Se está haciendo de noche. Voy a preparar cualquier
cosa (Sastre, s. a., 178).
Este ejemplo es representativo de una invitación prototípica por tres razones.
Primero, la interrogación, que expresa el núcleo de la invitación, haciendo explícita la
condición previa de aceptabilidad, está orientada hacia el oyente; no contiene referencia
alguna al hablante. Luego sigue una justificación de la invitación, que sugiere que es
atractivo aceptarla desde un punto de vista racional. Finalmente, el hablante indica que
no tiene que invertir mucho costo en efectuar la oferta. La última estrategia puede
caracterizarse como sigue:
The idea is that it is more polite, in an offer, to make it appear that the offerer
makes no sacrifice, so that in turn it can became less impolite for h to accept the
offer (Leech, 1983, 134).
97 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[La idea es que el que hace una oferta se muestra más cortés si da a conocer que
la oferta no supone ningún sacrificio, de modo que para el oyente sea menos
descortés aceptar la oferta.]
Una alternativa a interrogaciones comisivas tales como (45a) y (46) es expresar la
invitación como una disyunción que permita al interlocutor elegir entre dos ofertas por
lo menos. El tipo de disyunción de que aquí se trata es peculiar porque manifiesta
simultáneamente dos de las máximas de cortesía de Lakoff, tratadas en el capítulo 1: no
impongas tu voluntad al interlocutor e indica opciones. Ilustraremos la invitación
disyuntiva mediante un diálogo de la obra de Sastre (s.a. 31):
47) IZASKUN: ¿Quieres tomar un café? ¿O piensas dormir?
JON: Un poco de café pero también pienso dormir…
Nótese, de paso, que lo que llama la atención en este ejemplo no es tanto la empatía
manifestada por la expresión disyuntiva de la invitación, sino más bien la respuesta del
invitado, que no muestra ninguna forma de cortesía, al no agradecer la oferta e
interpretar al mismo tiempo la disyunción como una coordinación de dos ofertas.
Fijémonos, a continuación, en algunas estrategias específicas. Bublitz (1980, 61) y
Leech (1983, 109) observan que el imperativo se utiliza a menudo para conseguir
efectos de cortesía comisiva. Podemos pensar aquí en locuciones estereotipadas como:
Pasa y siéntate. Como el empleo del imperativo se asocia en primer lugar con la
realización de actos exhortativos, que son fundamentalmente no corteses, la aplicación
de esta estrategia parece paradójica. Pues bien, la explicación hay que buscarla
precisamente en el carácter exhortativo del paradigma. Es decir, mediante el imperativo
el que invita incita a su interlocutor a que lleve a cabo una acción cuyos efectos, de
acuerdo con la condición previa de aceptabilidad, redundarán en su propio beneficio;
dicho de otro modo, la fuerza ilocutiva del imperativo comisivo tiene como fin inducirle
al oyente a que actúe por su propio bien, creando un estado de cosas que no favorezca
hablante, sino a él mismo.
La estrategia de la invitación exhortativa se manifiesta de modo prominente en
español, cuyos hablante suelen acentuar la cortesía inherente a la misma reduplicando el
imperativa cuando otorgan un permiso solicitado por el interlocutor. Por ejemplo:
98 La cortesía verbal
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48) A: ¿Puedo fumar?
B: Fume, fume usted.
Detengámonos, por último, ante otro tipo de cortesía comisiva característica del
español. Se trata de una serie de fórmulas arcaicas que consisten en la oferta simbólica
de determinados objetos que están en poder del hablante. Beinhauer (1985, 140-141)
menciona los ejemplos siguientes:
49) A: ¡Qué hermosísimas se han puesto estas macetas!
B: Están a la disposición de ustedes.
A: Muchísimas gracias.
50) A: ¿Usted gusta?
B: Gracias, ¡que aproveche!
51) Tengo el gusto de ofrecerle a usted su nuevo domicilio en la calle de Toledo,
número 17.
Obsérvese que el carácter simbólico de las ofertas se infiere de la respuesta del
interlocutor; en los ejemplos (49) y (50) las agradece sin valerse de las mismas.
Castro (1966, 232-233) ha llamado la atención sobre el origen árabe de las citadas
fórmulas de cortesía; además, señala los problemas de interpretación que pueden surgir
en un contexto etnolingüístico:
Multitud de cortesías sólo adquieren sentido cuando las examinamos a esta luz
islámica. Al mostrar a una persona amiga un objeto de valor, si aquélla lo elogia, lo
correcto es decir: «Está a su disposición». Ha acontecido a veces que un extranjero,
ignorante de que esas palabras son un rito verbal, preguntara si de veras le ofrecían
el objeto valioso, y eso ha creado más de una situación embarazosa.
(…)
Es musulmana la costumbre de decir: ésta es su casa, a quien la visita por
primera vez. Al marcharse el visitante se le dice: «Ya sabe que ha tomado posesión
de su casa».
(…)
Al ir a comer o beber delante de alguien que, por el motivo o la situación que
sea, no va a participar de la comida o de la bebida, lo correcto es decir: «¿Usted
99 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
gusta?» En pueblos andaluces, a alguien que pasa junto a quienes están comiendo,
se le dice: « ¡Venga usted a comer!» Nadie acepta, por supuesto. (…) En las
grandes ciudades, o entre quienes han adquirido costumbres extranjeras, tales usos
no viven con la misma intensidad que entre aldeanos.
Finalmente, haciendo una comparación entre la cortesía transmitida por los actos de
habla expresivos y comisivos, llegamos ala conclusión de que en la realización de los
expresivos sólo se aplica una reducida clase de estrategias. Es decir, en muchos casos el
hablante expresivo se limita a hacer uso de fórmulas performativas como Lo siento, Te
felicito por haber obtenido el título de licenciado y Le agradezco su ayuda financiera.
Estas fórmulas admiten pocas variantes; las que se producen sirven, en general, para
reforzar la expresión del estado psicológico del hablante, como, por ejemplo, en Te
felicito sinceramente (con todo mi corazón) por haber obtenido el título de licenciado.
La escasa variación formal que caracteriza a las locuciones expresivas halla su
explicación natural en el análisis corte-beneficio. Para puntualizar, el hablante expresivo
manifiesta una patente forma de cortesía positiva; el efecto del acto de habla, pues,
redunda en beneficio del oyente, lo que hace superfluo el uso de fórmulas de cortesía
específicas. Partiendo del equilibrio coste-beneficio, se puede argumentar que no sería
racional invertir un esfuerzo especial en un acto cuyo objeto intrínseco es beneficiar al
interlocutor.
Los actos comisivos ofrecen una imagen menos uniforma, lo cual se debe sobre
todo al complejo patrón interactivo de las invitaciones. Concretamente, se trata del
dilema del invitado que no sólo se ve beneficiado, sino también amenazado por la
invitación; como hemos visto, al que acepta una invitación le corresponde restablecer el
equilibrio del hablante coste-beneficio. Para mitigar el dilema, el hablante que invita
puede seleccionar entre los miembros de una clase relativamente extensa de estrategias,
cada una de las cuales representa el reflejo formal de una o más condiciones previas
inherentes a la realización del acto de habla comisivo. Sin embargo, hay que tener en
cuenta que la comunicación de cortesía positiva predomina hasta el punto que el acto
comisivo no se realiza mediante locuciones implícitas cuto contenido proposicional deje
de expresar información literal sobre la obligación que contrae el hablante con el
oyente. Para aclarar este punto, es útil hacer una comparación con los actos
exhortativos. Podemos, por ejemplo, valernos de una aserción como Hace mucho calor
100 La cortesía verbal
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aquí dentro para pedir a nuestro interlocutor que abra la ventana. Es obvio que esta
aserción no encierra ninguna información léxica sobre la acción pedida. Ahora bien,
esta clase de relación implícita entre los actos ilocutivos primario y secundario es
característica de los actos exhortativos; no se da en los comisivos. Con esta
constatación, por último, tropezamos con una diferencia intrínseca entre la transmisión
de cortesía positiva y negativa: a diferencia de la negativa, la cortesía positiva excluye
la realización implícita del acto ilocutivo como vehículo de expresión47
.
47
Véase también:
Die Strategie positive politeness wird immer dann benutzt, wenn (Sprech) Handlungen mit einem
vergleichsweise geringen Indirektheitsgrad vollzogen weden, die Strategie off record, wenn die
Handlung einen vergleichsweise hohen Indirektheitsgrad aufweist (Schulze, 1985, 100).
[La estrategia de cortesía positiva se aplica en los casos en que se dan actos (de habla) que se
califican de indirectos sólo en una medida relativamente reducida; la estrategia off record ( = la
realización no literal del acto, H.H.), en los casos en los que el acto se califica de indirecto en una
medida relativamente alta.]
101 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
8
ACTOS DE HABLA NO CORTESES
De acuerdo con el principio expuesto en 6.4., los actos de habla no corteses se
definen, de modo negativo, como los actos cuyo objeto ilocutivo no sirve para
beneficiar al interlocutor. Como quedó aclarado en el mismo párrafo, la categoría de los
actos no corteses se divide, lógicamente, en actos descorteses y actos no descorteses.
Los descorteses no pueden ser objeto de investigación en el presente estudio, ya que son
incompatibles con la expresión de cortesía. Los no descorteses abarcan las principales
clases de actos de habla, o sea, los asertivos y los exhortativos, que son neutros en el
sentido de que no sirven para comunicar cortesía intrínseca. Si se realizan cortésmente,
la cortesía manifestada es de tipo extrínseco. En los capítulos que siguen someteremos a
un análisis específico las diferentes estrategias de cortesía extrínseca aplicadas por
hablantes asertivos y exhortativos.
8.1. LA ASERCIÓN
El objeto ilocutivo del acto de habla asertivo debe definirse pro la intención del
hablante de convencer al oyente de que él, es decir, el hablante, cree sinceramente que
la proposición expresada corresponde a un estado de cosas real. No hace falta, como se
supone a menudo, que el hablante intente convencer al oyente de la verdad de la
proposición. Si es eso lo que procura lograr, realiza una determinada clase de acto
asertivo, o sea, un acto argumentativo. Considérese la siguiente exposición:
Thus «I am simply stating that p and not attempting to convince you» is
acceptable but «I am arguing that p and not attempting to convince you» sounds
inconsistent (Searle, 1969, 66).
102 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[Así pues, «Asevero simplemente que p (= proposición, H.H.) y no intento
convencerte» es aceptable, pero «Argumento que p sin tener la intención de
convencerte» suena a inconsistente.]
Ahora bien, ¿cuáles son las principales estrategias de cortesía de las que se vale el
hablante asertivo?
Como tendremos ocasión de ver, la cortesía asertiva consiste esencialmente en
atenuar, de distintas formas, el contenido proposicional o la fuerza ilocutiva de la
aserción. Lo que se aplica, pues, es una subestrategia de cortesía, o sea, mitigación.
En cuanto al macronivel del discurso, podemos remitir al párrafo 2.2.1., donde
pasamos revista a los tres recursos más importantes para minimizar el disentimiento:
expresar incertidumbre al formular una opinión divergente, presentar el disentimiento
como una conformidad parcial y enfocar el objeto de la disconformidad desde un punto
de vista impersonal. Recuérdese que el disentimiento se considera como un tipo de
interacción no preferida, ya que amenaza potencialmente la imagen positiva que los
interlocutores tienen de sí mismos; por eso es corriente que, al formular un punto de
vista divergente, el hablante ponga especial cuidado en atenuarlo.
En el análisis del micronivel del acto de habla concentraremos la atención en la
realización formal de los recursos de mitigación asertiva, distinguiendo una disimilitud
básica entre la modificación semántica y la modificación pragmática de la proposición.
Esta categoría se divide en dos subcategorías: locuciones performativas atenuadas y
manipulaciones del valor veritativo.
8.1.1. Modificación semántica de la proposición
Como sugiere el término, la modificación semántica de la proposición opera en el
plano de la estructura informativa de la aserción; se centra en la especificación de un
posible contraargumento. Su manifestación lingüística preferente es la oración
concesiva, cuya función pragmática puede resumirse así:
Die Kozessiv-Relation ist – interaktionsfunktional betrachtet – dafür geegnet,
eingesetzt zu warden, um in Argumentationssituationen unnötige Differenzen zu
vermeiden und das Widersprechen möglichst moderat erscheinen zu lassen (Klein,
1980, 161).
103 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[Desde el punto de vista interactivo, la relación concesiva se presta
especialmente a evitar, en situaciones argumentativas, discrepancias innecesarias y
a aparentar que la contradicción es lo más moderada posible.]
Respecto a esta observación, es importante tener en cuenta la relación dialéctica
que cabe percibir entre la información concesiva y la información causal. Ésta sirve por
excelencia para motivar una aserción desde la perspectiva del hablante, sin que se
considere la del interlocutor. La información concesiva, en cambio, se maneja
preferentemente para prevenir posibles discrepancias entre el hablante y el oyente. Hay
que destacar que esta función estratégica se deduce del significado léxico del término:
indica que el hablante ‘concede’ que es posible lanzar por lo menos un argumento
contra lo que afirma.
En español, la relación concesiva se expresa fundamentalmente con dos formas
sintácticas distintas, según el modo de la oración adverbial está indicativo o subjuntivo.
Esta alternativa modal representa un interesante caso de distribución contrastiva, porque
la selección del indicativo implica que el hablante tiene la intención de enfocar,
explícitamente, un posible contraargumento del interlocutor. Si se utiliza el subjuntivo,
el contraargumento no se presenta como información nueva, sino como información
presupuesta; es decir, el contenido de la proposición concesiva ya le es conocido al
interlocutor y, en no pocos casos, será precisamente éste quien haya sacado a colación el
contraargumento en cuestión. Consideremos la siguiente pareja de ejemplos:
52) Aunque juegan bien, no van a ganar.
53) Aunque jueguen bien, no van a ganar.
La oración concesiva del primer ejemplo expresa un posible contraargumento
respecto a la aserción formulada por la oración principal. Fundamentalmente, la
información concesiva proporciona el efecto de romper un patrón de expectativa, de ahí
su relación dialéctica con la información causal, que sirve precisamente para confirmar
lo que se espera o lo que se podría esperar. En el caso concreto que estamos
examinando, equivale a afirmar que, en circunstancias normales, los deportistas que
juegan bien ganan. Es razonable supones, por tanto, que el hablante de (52) enuncia la
oración concesiva para contrarrestar una posible reacción negativa del interlocutor
104 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
contra lo afirmado en la oración principal. En otras palabras procura evitar que se
produzca una discrepancia explícita, puesto que deja claro que le parece racional,
aunque no convincente, que se contradiga lo que afirma. Comparemos, para aclarar este
punto, (52) con su paráfrasis adversativa:
52a) Juegan bien, pero no van a ganar.
El término ‘paráfrasis’, por supuesto, hay que tomarlo en un sentido puramente
conceptual; en el plano sintáctico, (52) y (52a) presentan una estructura diferente, ya
que, a diferencia de (52), (52a) encierra dos aserciones enlazadas por una conjunción
coordinante, lo cual, en el plano pragmático, sugiere una interdependencia menos
estrecha. Efectivamente, aquí el hablante no intenta anticiparse a una posible
contradicción del oyente, sino que se muestra preparado para responder a posibles
argumentos contra cada una de las dos aserciones.
En el ejemplo (53) el uso del subjuntivo marca el carácter presupuesto de la
información que da la oración concesiva. Es decir, se trata de un conocimiento
compartido por los que participan en el diálogo; incluso es muy posible que sea el
interlocutor quien haya emitido la opinión representada pro la parte concesiva de la
oración. Esto revela que el hablante aprovecha la oración concesiva para significar que
toma en serio la facultad de raciocinio del oyente; de esta forma empática, por así
decirlo, intenta aumentar la fuerza persuasiva de lo que afirma en la oración principal.
De lo anterior parece lícito concluir que la estrategia concesiva desempeña una
función atenuadora, ya que contribuye a evitar o mitigar posibles discrepancias entre los
interlocutores.
8.1.2.1. Locuciones performativas atenuadas
La expresión locución performativa atenuada, traducción del inglés «hedged
performative», fue acuñada por Fraser (1975) para designar oraciones del tipo: tengo
que aconsejarte que no le digas nada sobre lo ocurrido, quiero invitarle a participar en
el banquete y puedo darle permiso para pagar el importe en tres plazos. La estructura
formal de estas oraciones muestra que tienen un carácter pseudoperformativo debido a
la representación deóntica (tengo que), volitiva (quiero) e hipotética (puedo) de los
predicados performativos aconsejar, invitar y dar permiso, respectivamente. Estos tipos
105 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
de modificación performativa son precisamente los que provocan la mitigación del acto
de habla correspondiente.
Ciñéndonos a la atenuación de locuciones performativas asertivas, analizaremos
más detalladamente los ejemplos siguientes:
54) Querría concretar que el deporte tiene importantes valores pedagógicos.
55) Podríamos decir que este punto de vista es bastante conservador.
56) En este caso se podría sugerir que la redefinición de la teoría carece de
originalidad.
Es obvio que estas aserciones reflejan aportaciones a diferentes tipos de
discusiones. (54), por ejemplo, puede emitirse perfectamente como resumen de un punto
de vista sostenido en un debate. (55) ilustra una aserción que puede provocar fácilmente
una reacción de disentimiento del interlocutor. (56), finalmente, representa una muestra
típica de la argumentación científica. Evidentemente, las afirmaciones hechas en un
debate o discusión expresar una opinión personal del hablante o escritor, de modo que,
en principio, pueden ser cuestionadas por el interlocutor. De ahí que el hablante no sólo
deba ser capaz de motivar lo que sostiene, sino que, por razones tácticas, le convenga a
menudo recurrir a estrategias mitigadoras para hacer su punto de vista más aceptable
para el interlocutor.
La estructura léxico-sintáctica de los ejemplos anteriores puede caracterizarse de la
siguiente manera: cada una de los oraciones contiene un verbo ilocutivo atenuado por
modificación volitiva o hipotética. El verbo ilocutivo indica qué tipo de acto de habla se
realiza, en tanto que la información proposicional la expresa la oración subordinada, que
funciona como complemento directo. De este modo, se establece una distancia formal
entre la expresión de fuerza ilocutiva atenuada y el contenido proposicional. El espacio
sintáctico que se crea, sirve de recurso icónico del que se vale el hablante para no
enfrentar al oyente directamente con una proposición de contenido discutible; es decir,
esta proposición va incrustada en una expresión metalingüística mitigada.
Finalmente, hay que señalar que, además de las locuciones performativas
atenuadas, existen otras construcciones metalingüísticas que producen efectos
mitigadores. Se trata concretamente de una clase de fórmulas estereotipadas que
introducen o califican el acto de habla que el locutor se propone efectuar. Algunos
106 La cortesía verbal
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ejemplos característicos son: no quiero interrumpir, pero…, sé que no tienes tiempo,
pero…, siento tener que molestarte, pero…. La cortesía de estas expresiones estriba en
que el hablante muestra empatía por el interlocutor, anticipando disculpas por su
comportamiento verbal. Dicho de otra manera, se toma la molestia de dar a conocer
explícitamente que es consciente de que invade el territorio cognitivo o intencional del
otro. Esta clase de fórmulas se denomina con un término inglés opting-indevices; en
cuanto a su efecto comunicativo, se podría hablar de la metafocalización del acto de
habla48
. Obviamente, estas estrategias no sirven exclusivamente para introducir una
aserción; son aplicables también a otras clases de actos de habla.
8.1.2.2. Manipulaciones del valor veritativo
En el plano formal, la categoría de las manipulaciones del valor veritativo se
manifiesta en dos niveles diferentes: hay que distinguir entre estrategias léxicas y
deícticas.
8.1.2.2.1. Estrategias léxicas
El estudio de las estrategias léxicas requiere un análisis del campo semántico de los
predicados cognitivos, que se compone de tres clases fundamentales: predicados
epistémicos, predicados doxásticos y predicados dubitativos. Estas clases se definen de
la manera siguiente: los predicativos epistémicos expresan que el sujeto es consciente o
está enterado de que lo descrito por la subordinada corresponde a la realidad factual. El
archilexema de esta clase es saber.
Los predicados doxásticos expresan que el sujeto tiene buenos motivos para
considerar que lo descrito por la subordinada corresponde a la realidad factual. El
archilexema de esta clase es creer.
Los predicados dubitativos, por último, expresan que el sujeto tiene buenos motivos
para considerar que lo descrito por la subordinada no corresponde a la realidad factual.
El archilexema de esta clase es dudar.
Dentro del conjunto de estas clases léxicas, las que se usan especialmente con fines
estratégicos son la de los predicados epistémicos y la de los doxásticos.
48
Al referirse al contenido informativo de las expresiones metafocalizadoras, Lauerbach (1989, 48-49) las
califica de doublé-bind scheme, ya que los dos componentes de la oración adversativa muestran una
relación contradictoria, afirmando el segundo lo que niega el primero.
107 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Los predicados epistémicos pueden ser manipulados por hablantes que, sin disponer
de información fidedigna, fingen responder de la verdad de lo que dicen. Estos
hablantes violan la segunda máxima de calidad de Grice, que dice: «Do not say that for
which you lack adequate evidence» (1975, 46). (‘No digas aquello para lo que carezcas
de pruebas adecuadas’). Concretamente, la manipulación se da al usar de expresiones
como sé a ciencia cierta que…, estoy seguro de que…, no cabe duda de que…, en casos
en los que sólo sería legítimo introducir la subordinada con creo que…, pienso que…,
me parece que…, etc49
. Es axiomático que las estrategias epistémicas mencionadas son
recursos retóricos que no tienen por objeto atenuar la fuerza ilocutiva de la aserción,
sino que, al contrario, la enfatizan, por lo que caen fuera del ámbito del presente
estudio.
Ahora bien, entre los predicados cognitivos los doxásticos son los que se emplean
de un modo paradigmático para producir efectos atenuadores. Fijémonos, una vez más,
en su caracterización semántica a través de una definición de Givón (1982, 24):
…propositions that are asserted with relative confidence, are open to challenge
by the hearer and thus require or admit evidentiary justification.
[…(sc. se trata de) proposiciones aseveradas con bastante confianza en su valor
veritativo; pueden ser rechazadas por el oyente y, por este motive, requieren o
admiten una justificación empírica.]
Parafraseando a Givón, podemos sostener que los hablantes que afirman hallarse en
un estado doxástico dejan ver que no están seguros de que el contenido de su creencia
corresponda a la realidad factual. Ésta es la razón por la que las expresiones doxásticas
pueden emitirse para producir efectos mitigadores. Así, por ejemplo, es corriente que
los hablantes que se hallan en un estado epistémico, convencidos de la verdad de la
proposición expresada, atenúen la fuerza de su aserción incrustándola en una cláusula
49
Obsérvese también:
People very often claim to know when they do not, although they are not ignorant of the meaning
of know or of the circumstances in which they use the word. By using the word, even though
illegitimately, one can encourage important actions, gain respect and admiration, cause attitudes one
regards as desirable and even acquire the compliance one needs to achieve some difficult ends
(Lehrer, 1974, 136).
[La gente pretende muchas veces saber una cosa, cuando, en realidad, no está enterada de ella.
No obstante, no le es desconocido el significado de saber, y conoce las circunstancias en las que
emplea la palabra. Al emplearla, aunque sea de forma incorrecta, uno puede incitar a otras personas
a emprender actos de importancia; puede infundir respeto, causar admiración, provocar actitudes que
uno considera deseables e incluso ganar la confianza necesaria para alcanzar objetivos difíciles.]
108 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
del tipo de creo que…, pienso que… y me parece que…. Obviamente, estos hablantes,
que adoptan una actitud contraria a la de los que violan la segunda máxima de calidad
de Grice, evitan dar la impresión de que imponen su opinión al interlocutor; a éste, por
consiguiente, se le ofrece la oportunidad de formular una opinión divergente, sin que
ninguna de las partes vea amenazada su imagen positiva. Esto equivale a decir que la
estrategia doxástica se aplica sobre todo en los casos en los que el hablante no está
seguro de que el oyente haga suyo su punto de vista. Un ejemplo ilustrativo es la
situación en que se le dirige una censura o un reproche al interlocutor. Véase la
siguiente observación de Moliner: «Se emplea (sc. ‘me parece’) muy frecuentemente
para atenuar un juicio, una censura o un reproche: ‘Me parece que no has hecho bien’»
(Moliner, 1967, 640).
El tipo de mitigación que estamos examinando ha sido analizado también por
Hooper (1975, 101), quien habla de weak assertives (‘aserciones débiles’).
Considerando la diferencia entre He wants to hire a woman (‘Él quiere contratar a una
mujer’) y I think he wants to hire a woman (‘Creo que él quiere contratar a una mujer’),
la lingüista americana argumenta:
When used in the first persona, simple present time, the semantic content of a
weak assertive predicate in its parenthetical sense is reduced to the extent that it
makes no assertion in itself, but rather only describes the speaker’s attitude toward
the truth of the asserted proposition, which lies in the complement.
[Cuando se usa la primera persona del presente, el contenido semántico de un
predicado débilmente asertivo queda reducido en el sentido de que no hace una
aserción auténtica, sino que describe más bien la actitud del hablante respecto a la
verdad de la proposición aseverada, que se expresa en el complemento.]50
La interpretación débilmente asertiva se manifiesta por excelencia cuando el
preciado doxástico aparece al final de la oración. El proceso sintáctico correspondiente,
50
La misma estrategia atenuadora se aplica en francés:
If, for obvious reasons, a speaker does not wish to go on record as having uttered – and therefore
(in good faith) as having been sure of – the truth of such a statement, he/she may hedge or soften it by
adding linguistic material of a «metastatement» nature. This implies that the statement is not presented as
fact but as the speaker’s (subjective) interpretation of the world: Je pense/crois [… que cette idée est
genial (Prince, 1976, 415).
[En caso de que el hablante tenga Buenos motivos para no expresar explícitamente la verdad de
una aserción de la que ha comprobado que es fidedigna, la puede mitigar o suavizar añadiendo material
lingüístico que tenga el carácter de «metaaserción». Esto implica que la aserción no se presenta como un
hecho, sino como la interpretación (subjetiva) del hablante acerca del mundo: Creo/pienso […] que esta
idea es genial.]
109 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
que se indica con los términos complement preposing (anteposición de complemento) o
sentence raising (alzamiento de oración) consiste en una regla de movimiento que lleva
la cláusula que sirve de complemento al principio de la oración. Los predicados
doxásticos que se dan en estructuras de este tipo adoptan el presente, y, como la
creencia expresada es la del hablante, están marcados por la desinencia de primera
persona del singular. El efecto atenuador producido por la anteposición de complemento
es el de un afterthought (pensamiento posterior) o tail (coletilla), como puede verse en:
57) Su hijo no tiene mucho talento para el atletismo, me parece.
Respecto a la estructura sintáctica, conviene observar que la estrategia mitigadora
ejemplificada en (57) no depende necesariamente de la anteposición del complemento;
la intercalación parentética del predicado doxástico puede servir para la misma
finalidad:
57a) Su hijo, me parece, no tiene mucho talento para el atletismo51
.
Este análisis nos induce a concluir que las locuciones débilmente asertivas expresan
una pseudocreencia formulada por hablantes que desean suavizar sus aserciones para
proteger tanto su propia imagen positiva como la del interlocutor.
Obsérvese que la mitigación asertiva es un fenómeno tan general del haba cotidiana
que los hablantes que quieren evitarla explícitamente tienen a su disposición un
modismo particular, a decir verdad, que sugiere, literalmente, que la veracidad no es
una cualidad natural de la interacción verbal. Lo mismo se da en otras lenguas, como
muestran el equivalente holandés om de waarheid te zeggen y el inglés to tell the truth.
Para concluir el análisis de los lexemas doxásticos examinaremos los efectos
estratégicos de la transformación llamada ‘desplazamiento de la negación’, que hasta el
momento ha sido investigada esencialmente desde un ángulo sintáctico, más que
pragmático. Fijémonos primero en el ejemplo siguiente:
51
El alzamiento de oración o la parentetización del predicado no se aplica en el caso de que se tematice la
creencia del hablante. Esto lo ilustra la pareja adyacente siguiente:
1) A: ¿Le parece que mi hijo tiene mucho talento para el atletismo?
2) B: Me parece que su hijo no tiene mucho talento para el atletismo.
Evidentemente, si el hablante B respondiera a la pregunta emitiendo (57), su aportación al diálogo estaría
pragmáticamente mal formada.
110 La cortesía verbal
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58) Creo que ella es la persona más indicada para decírselo.
Partiendo de la estructura afirmativa de (58), comprobamos que lo que cree el
hablante de este ejemplo puede negarse de dos maneras distintas, como se ve por la
diferencia entre (59) y (60):
59) Creo que ella no es la persona más indicada para decírselo.
60) No creo que ella sea la persona más indicada para decírselo.
En lo que se refiere a la interpretación semántica, es evidente que (59) y (60) no
proporcionan información sinónima, puesto que en (59) el hablante afirma tener una
creencia positiva en la proposición subordinada, en tanto que en (60) expresa una
creencia negativa respecto a esa proposición; esto quiere decir que sólo dice lo que no
cree, dejando de explicitar lo que sí cree. Claro está que en esta vaguedad informativa
radica precisamente el carácter atenuador de (60).
En el plano del análisis interactivo, por lo tanto, percibimos que la mayor parte de
los hablantes preferirán la variante (60), si tienen la intención de no imponer su opinión
al interlocutor.
Nótese, además, que el efecto estratégico producido por el desplazamiento de la
negación puede explicarse por el carácter icónico de la estructura sintáctica. La mayor
fuerza asertiva de (59) tiene su origen en que la negación está inmediatamente delante
del constituyente que determina, o sea, el predicado de la oración subordinada. En (60),
en cambio, la negación aparece en la cláusula matriz, por lo que la distancia sintáctica
entre negación y proposición subordinada se convierte en signo icónico de la mitigación
de fuerza asertiva. A propósito de esta relación entre estructura sintáctica e información
icónica, es interesante citar a Lakoff y Johnson (1980, 129):
If the meaning of form A affects the meaning of form B, then the CLOSER form A
is on the meaning form B, the STRONGER will be the EFFECT of the meaning A on
the meaning of B […]. There is a rule in English, sometimes called negative
transportation, which has the effect of placing the negative further away from the
predicate it logically negates; for example, Mary doesn’t think he’ll leave until
tomorrow. Here n’t logically negates leave rather than think. This sentence has
111 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
roughly the same meaning as Mary thinks he won’t leave until tomorrow, except
that in the first sentence, where the negative is FURTHER AWAY from leave, it has a
weaker negative force. In the second sentence, where the negative is CLOSER, the
force of the negative is STRONGER.
[Si el significado de una forma A afecta al significado de una forma B, cuando
MÁS CERCA esté la forma A de la forma B, MÁS FUERTE será el EFECTO del
significado de A en el significado de B […]. Hay una regla en inglés, llamada a
veces traslado de la negación, que tiene el efecto de colocar la negación más lejos
del predicado que niega lógicamente; por ejemplo, ‘María no cree que (él) se
marche hasta mañana’. Aquí no lógicamente niega se marche antes que cree. Esta
oración tiene más o menos el mismo significado que ‘María cree que (él) no se
marchará hasta mañana’, excepto que en la primera oración, donde la negación está
MÁS LEJOS de se marche, tiene una fuerza negativa MÁS DÉBIL. En la segunda
oración, donde la negación está MÁS CERCA, la fuerza de la negación es MAYOR.]
En español hay que resaltar que la diferencia pragmática referida por Lakoff y
Johnson se refleja formalmente no sólo por distancia sintáctica, sino también por
diferencia modal. Para puntualizar, la distinción entre (59) y (60) demuestra claramente
que la aparición de la negación en la cláusula matriz requiere el uso del subjuntivo en la
de complemente, mientras que la variante fuerte de la aserción requiere el uso del
indicativo.
La conclusión que sacamos es que el español es una lengua en la que la atenuación
asertiva que hemos estudiado se expresa por un doble código formal: distancia sintáctica
y selección moral.
Para terminar, hay que llamar la atención sobre una clase de expresiones cognitivas
que desempeñan una función pragmática equivalente a la de los predicados doxásticos
que acabamos de examinar. Se trata de fórmulas estereotipadas como en mi opinión, si
no me engaño y puede que me equivoque, pero…, que reflejan en mayor o menor grado
la máxima: critícate a ti mismo antes de que pueda hacerlo tu interlocutor. Son
estrategias apropiadas para comunicar cortesía positiva; es decir, el hablante que las usa
adopta una actitud modesta hacia el oyente, dándole a entender que no se hace
incondicionalmente responsable de la verdad de la proposición aseverada. De este modo
se ofrece al oyente la oportunidad de dar una opinión divergente sin correr el riesgo de
112 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
perjudicar su relación social con el hablante. Lo estereotipado de estas fórmulas puede
inferirse de su forma notoriamente fosilizada. Así, por ejemplo si no me engaño no
admite sustitución por *en el caso de que no me engañe, a pesar de la afinidad
semántica de los conectivos hipotéticos en el contexto dado. Un rasgo formal típico,
lógicamente explicable, es la referencia obligada al hablante mismo: en MI opinión, si
no ME engaño, puede ser que ME equivoque, pero….
Vale la pena señalar que junto a en mi opinión hallamos también en mi modesta
opinión. Considerando el sentido intrínseco de modesto, nos inclinaríamos a creer que la
expresión se usa como variante mitigadora de en mi opinión. Sin embargo, su empleo
evoca convencionalmente una interpretación irónica, de modo que, en vez de producir
un efecto mitigador, sirve de recurso reforzador.
8.1.2.2.2. Estrategias deícticas
Queda por investigar la segunda categoría de las manipulaciones del valor
veritativo de la proposición, que es la que se compone de dos clases de estrategias
deícticas. Para valorar su función pragmalingüística es indispensable tomar como punto
de arranque el llamado concepto de centro deíctico. Para caracterizarla, véase la cita
siguiente:
The three types of deixis according to Fillmore […] –person (e.g., you, me),
place (e.g., here, there), and time (e.g., now, later) – are all oriented to the speaker’s
point of reference, which constitutes the deictic center. In discussing deixis Rauh
[…] points out that the center of orientation of the utterances, based on the
speaker’s point of view, may be shifted in different ways to convey certain
meanings (Koike, 1989, 191).
[Según Fillmore […], los tres tipos de deixis, -persona (p. ej., tú, yo), lugar (p.
ej., aquí, allá) y tiempo (p. ej., ahora, después)- están orientados todos hacia el
punto de referencia del hablante, que constituye el centro deíctico. Al analizar el
concepto de deixis, Rauh […] pone de relieve que el centro de orientación de las
locuciones lingüísticas, basado en el punto de vista del hablante, puede moverse n
varias direcciones para comunicar significados diferentes.]
113 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Como sugieren los ejemplos entre paréntesis, la categoría de deixis de persona se
divide en dos subcategorías fundamentales, la fuente locutiva, o sea, el hablante, por
una parte, y el objeto locutivo, o sea, el oyente, por otra. En el párrafo siguiente
veremos que las dos categorías pueden ser manipuladas para proporcionar determinados
efectos de mitigación.
La segunda categoría del centro deíctico relevante para el presente análisis es la de
la deixis temporal; a ésta se dedica el párrafo 8.1.2.2.2.2.
8.1.2.2.2.1. La coordenada de persona del centro deíctico
Como introducción al concepto de la deixis de persona remitimos el párrafo 2.2.2.,
donde llamamos la atención sobre dos recursos referenciales para mitigar la fuerza
ilocutiva del acto de habla. Específicamente, mediante los ejemplos (14)-(16) y (17)-
(18) hemos analizado los efectos perlocutivos de la referencia de la primera persona del
plural y de la referencia implícita. En lo que sigue, enfocaremos las estrategias
referenciales dentro del marco del centro deíctico.
Comenzando con la referencia no específica, advertimos que esta categoría se
manifiesta de distintas formas en español: además dela pasiva sin agente explícito,
ilustrada por (17), pueden utilizarse para fines atenuadores: el pronombre
pseudorreflexivo «se», la segunda persona del singular del verbo y la primera persona
del plural del verbo. Por su carácter no específico, las tres categorías pueden servir para
silenciar la identidad de los participantes en la interacción verbal asertiva. Esta
estrategia deíctica puede denominarse apropiadamente desfocalización. En Haverkate
(1984, 83-84), la desfocalización se define como una táctica de distanciamiento
manejada por el hablante para reducir o minimizar su propio papel o el del oyente en lo
descrito.
Centrémonos primero en el uso del pronombre pseudorreflexivo, tomando como
punto de partida el ejemplo siguiente:
61) Se puede demostrar fácilmente que esta teoría no está bien fundada.
(61) muestra que la construcción pseudorreflexiva es un medio eficaz para
desdibujar los límites de la zona deíctica del hablante. Esto quiere decir que, bajo la
interpretación que aquí nos interesa, el hablante establece un distanciamiento respecto al
114 La cortesía verbal
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contenido de la proposición para evitar dar la impresión de que quiere imponer su
opinión al oyente; aprovechando el carácter no específico de se, puede formular un
punto de vista divergente sin correr el riesgo de perjudicar su relación con el
interlocutor.
De ejemplos como los siguientes puede derivarse evidencia empírica de que la
construcción pseudorreflexiva encierra una referencia potencial al hablante:
62) Por lo menos en mi caso se deja de pensar así y yo pienso que seguiré
haciendo novelas como las que he hecho hasta ahora (Sturniolo, 1982, 63).
63) Nunca se está seguro de nada (Carrasco, 1978, 217).
En el último ejemplo, la concordancia de género del predicado nominal refleja
formalmente la participación del hablante (femenino) en lo referido. En (62) alternan
dentro del mismo contexto sintáctico dos clases de referencia al hablante: la no
específica del pronombre pseudorreflexivo y la específica de los pronombres posesivo y
personal, respectivamente.
Como hemos visto en el análisis del ejemplo (61), la índole desfocalizadora de la
referencia pseudorreflexiva causa una extensión de la zona deíctica del hablante hasta el
punto de que los límites de la misma se hacen confusos. De este modo, el empleo del
pronombre pseudorreflexivo contribuye a sugerir que lo que se asevera no corresponde
a un punto de vista personal del hablante, sino a una verdad generalmente aceptada o
reconocida. La generalización, desde luego, tiene como fin aumentar la fuerza
persuasiva de la aserción.
Además de contextos argumentativos como el ilustrado por (61), hay otros en los
que se aplica la desfocalización como estrategia para atenuar la fuerza de actos de habla
que amenazan la imagen positiva del oyente. A esta categoría pertenecen en particular
los reproches y las censurar. Considérese:
64) En la reunión de ayer se decidió que no te has adaptado bien a nuestro
equipo.
65) Por eso se nota que no has considerado una solución verdaderamente
eficaz.
115 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La interpretación que nos interesa aquí es que en los dos casos el hablante intenta
borrar los perfiles de la zona que ocupa en el centro deíctico para silenciar información
referencial específica. La aplicación de esta estrategia se explica porque las aserciones
en cuestión amenazan la imagen positiva del interlocutor, por su contenido
proposicional desfavorable. Concretamente, (64) expresa una referencia desfocalizadora
a un conjunto de personas que incluye al hablante y excluye, lógicamente, al oyente.
Esta interpretación nos lleva a concluir que, aunque la aserción carezca de referencia
específica al hablante, es muy posible que éste haya tomado parte esencial en la
decisión referida. En otras palabras, la construcción pseudorreflexiva es un instrumento
referencial que ofrece al hablante la oportunidad de fingir que no es responsable de lo
descrito. La misma interpretación vale para (65), con la única diferencia de que el
pronombre pseudorreflexivo no desfocaliza más que la identidad del hablante.
Veamos otro caso:
65) Se debería prestar atención a advertencias tan serias.
Es evidente que en este ejemplo la elección del pronombre pseudorreflexivo tiene
como fin mitigar la fuerza del reproche, contribuyendo a proteger la imagen positiva del
oyente. Evitando referirse abiertamente al interlocutor, el hablante de (66) deja de
identificarlo como alguien que ha actuado de un modo inapropiado.
Una comparación entre (61) y (66) muestra que el proceso de desfocalización opera
en dos niveles referenciales, ya que puede acabar tanto en la despersonalización de la
identidad del hablante como en la del oyente.
Contrastemos, para finalizar, los ejemplos (61) y (66) con sus variantes no
desfocalizadas:
61a) (Yo) puedo demostrar fácilmente que esta teoría no está bien fundada.
66a) (Tú) deberías prestar a tención a advertencias tan serias.
Es fácil ver que en estos casos el hablante no intenta atenuar la fuerza del acto de
habla; (61a) enfoca explícitamente el papel del hablante en lo descrito, mientras que
(66a) enfoca el papel del oyente.
116 La cortesía verbal
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Los resultados de los análisis efectuados ponen de manifiesto que la construcción
pseudorreflexiva se presta perfectamente para desdibujar, por motivos de mitigación, los
límites de las zonas ocupadas por los interlocutores en el centro deíctico. Su efecto
perlocutivo desfocaliza la identidad del hablante u oyente, como se vio en los ejemplos
(61)-(65), por una parte, y (66), por otra.
A continuación, sigue un análisis del uso desfocalizador de la segunda personal del
singular del verbo. Aunque el interlocutor sea la persona formalmente referida, los
gramáticos, en general, opinan que el hablante es quien ocupa la posición central en la
zona deíctica actualizada. Considérese: «El llamado TÚ impersonal es muchas veces en
realidad una variante del YO» (Bobes Naves, 1971, 33).
Sin embargo, tendremos ocasión de ver que esta visión es demasiado restringida,
puesto que se trata de una estrategia referencial típicamente generalizadora, por lo que,
en principio, sirve para desfocalizar la identidad de cualquier persona. Este punto ha
sido advertido por Llorente Maldonado de Guevara (1977, 113)52
:
Vas a la plaza, estás toda la mañana a la cola, y no logras nada puede
escucharse en una conversación, sin que el hablante se refiere a un tú sino a una
persona cualquiera y determinadamente ninguna.
Desde un punto de vista psicológico, podríamos afirmar que el carácter
desfocalizador de la referencia de la segunda persona del singular del verbo refleja el
educto de un proceso de interacción internalizada en la que el homo cogitans se divide
en dos interlocutores, un hablante y un oyente, dialogando consigo mismo. En efecto,
tropezamos con locuciones concretas que parecen justificar tal hipótesis. Obsérvese, por
ejemplo, la aportación del locutor B a la siguiente pareja adyacente de una entrevista
periodística, que revela un cambio formal de la primera a la segunda persona del
singular dentro de un mismo contexto sintáctico:
52
Para el uso desfocalizador del tu francés, véase la siguiente observación:
The utterances we are concerned with are generalizations involving and indefinite persona, and
they all have the effect of locating this persona in a potentially repeatable activity or context.
Anyone’s experience may constitute the basis for generalization, though most often it is the
speaker’s (Laberge y Sankoff, 1979, 428).
[Las locuciones que estamos considerando son generalizaciones basadas en la referencia a una
persona indefinida; todas surten el efecto de asociar a esta persona con una actividad o contexto
potencialmente repetible. La experiencia de cualquier persona puede constituir la base para la
generalización, aunque en la mayoría de los casos se trata de la experiencia del hablante.]
117 La cortesía verbal
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67) A: ¿Qué piensa usted sobre la instalación de nuevas armas nucleares en
Europa?
B: Lo que me pregunto es si, como líder político, puedes asumir la
responsabilidad de tales proyectos.
Al analizar el componente social del intercambio verbal, hallamos que los hablantes
que explotan la potencia desfocalizadora de la segunda persona del singular intentan
crear o mantener una relación de solidaridad con sus interlocutores, lo cual, en el plano
gramatical, se refleja en la actualización de la forma de tratamiento familiar53
.
Como ya hemos surgido, el tipo de desfocalización que estamos considerando
admite una orientación desde varias perspectivas. Aunque formalmente se enfoca la
perspectiva del oyente, el hablante puede expresar una generalización basada en una
experiencia individual. Como ilustración, el siguiente ejemplo:
68) Si trabajas hasta muy entrada la noche, no puedes dormir bien.
De acuerdo con la interpretación que interesa aquí, (68) es la observación de un
hablante que toma su experiencia personal como punto de referencia implícita para
sugerir que se trata de una experiencia general compartida por todo el mundo, y, en
consecuencia, también por el oyente. La estrategia sirve a tres finalidades distintas.
Primero, al presentar su propia experiencia como problema general, el hablante puede
evitar que se le dirija una crítica personal; hace, pues, un intento de proteger su imagen
positiva. En segundo lugar, el carácter genérico de la aserción se prestar para entablar
una conversación objetiva sobre un problema que le afecta al hablante en particular.
Finalmente, por el empleo de la segunda persona del singular – forma de tratamiento
familiar – el hablante manifiesta el tipo de cortesía positiva que hemos denominado in-
group solidarity (solidaridad de grupo).
Del análisis anterior se deduce que la referencia desfocalizadora de la segunda
persona del singular es incompatible con el uso del pronombre sujeto tú, porque la
coaparición de los dos tipos de referencia crearía una contradicción entre la
53
El papel central del factor «solidaridad» ha sido señalado también por Bobes Naves (1971, 33), Coste y
Redondo (1965, 213) y Llorente Maldonado (1977, 114). Nótese, sin embargo, que el pronombre de
tratamiento cortés usted se usa a veces para producir el mismo efecto desfocalizador que la segunda
persona del singular. El siguiente ejemplo está tomado de Kärde (1943): ¡Con estos cambios de
temperatura! Por el día tiene usted calor, por la noche frío.
118 La cortesía verbal
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desfocalización manifestada por la desinencia del verbo y la focalización expresada por
el pronombre personal.
Además, conviene subrayar que la estrategia desfocalizadora puede manipularse
adecuadamente para apartar la atención del oyente de una situación desfavorable
provocada por el hablante. Para precisar, lo que queda implicado por el carácter no
específico de la referencia desfocalizadora es que el oyente habría podido provocar la
misma situación. Así, por ejemplo, una persona, al chocar con otra en una escalera,
puede justificar su comportamiento diciendo:
69) Están tan oscuro aquí que no ves prácticamente nada.
La interpretación generalizadora de este ejemplo salta a la vista si lo comparamos
con (69a), que contiene una referencia específica al oyente:
69a) Están tan oscuro aquí que (tú) no ves prácticamente nada.
Huelga decir que (69a) sería una locución pragmáticamente mal formada si se
emitiera con el mismo objeto ilocutivo que (69), es decir, con el de pedir disculpas.
La paráfrasis no desfocalizada de (69), por último, que por razones obvias deja de
atenuar la fuerza del acto de habla, se construye mediante la referencia específica al
hablante mismo, como puede verse un:
69b) Está tan oscuro aquí que (yo) no veo prácticamente nada.
Recapitulando los efectos perlocutivos de la referencia desfocalizadora de la
segunda persona del singular del verbo, llegamos a la conclusión de que se trata de una
estrategia típicamente atenuadora: por una parte, sirve para manifestar solidaridad de
grupo; por otra, es un vehículo de expresión eficiente para proteger la imagen positiva
del hablante. Se podría, pues, calificar la estrategia según dos clases de mitigación
distintas: mitigación altruista y mitigación egocéntrica.
Respecto a la deixis de persona, nos resta investigar la desfocalización expresada
por la primera persona del plural del verbo, cuyo uso puede reflejar tres clases de
estrategias referenciales, según la desfocalización se exprese mediante «referencia
119 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
pseudoinclusiva», «referencia de clase» o «referencia genérica»54
. En este contexto,
sólo interesa la primera categoría, vista en 2.2.2., donde, con los ejemplos (14)-(16),
abordamos la mitigación de actos de habla exhortativos. Ahora nos toca centrarnos en la
mitigación asertiva.
Como punto de partida para el análisis de la referencia pseudoinclusiva, sirve la
siguiente exposición de Gili Gaya (1985, 229):
Nosotros representa a un sujeto singular en el plural de modestia, como el que
emplea, por ejemplo, un escritor al hablar de sí mismo, diluyendo en cierto modo la
responsabilidad de sus palabras en una pluralidad ficticia: nosotros creemos, en vez
de yo creo. Hoy parece ganar terrero el uso yo, pero muchas personas lo estiman
insolente y pedantesco.
Contra lo que parece sugerir esta cita, el llamado «plural de molestia» no sólo
aparece en textos escritos, se emplea también en discursos o diálogos de carácter
expositivo; en una palabra, c’est le «nous» d’auteur ou d’orateur (Benveniste, 1966,
235).
Como denota el mismo término, el plural de modestia representa una forma
mitigadora de comportamiento verbal. Específicamente, la finalidad primaria del
hablante que se vale del recurso es evitar un enfrentamiento directo con el interlocutor.
Puede decirse que el uso del plural de modestia crea una situación en la que se da por
hecho que el oyente o, en la mayoría de los casos, el lector comparte la responsabilidad
del punto de vista expuesto por el emisor del mensaje. Esto se puede ver en los
siguientes ejemplos, tomados de textos escritos (Van Embden, 1981, 15):
70) Los elementos que hemos venido siguiendo en su desarrollo ayudan a una
solución del problema de la valoración, con el que concluiremos.
71) Un antiguo discípulo nuestro, el profesor F. Potayos, […] es hoy autoridad
en la materia.
Aunque el español carece de medios formales para indicar la diferencia entre la
referencia inclusiva y exclusiva de la primera persona del plural, la distinción es
54
Estas categorías fueron introducidas y elaboradas por Haverkate (1984, 84-92).
120 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
conceptualmente importante porque sólo la referencia inclusiva se manipula para
desarrollar estrategias desfocalizadoras, como se ve claramente por el uso del plural de
modestia en los ejemplos (70) y (71).
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la referencia actualizada por hemos
venido siguiendo y concluiremos en (70) no puede considerarse inclusiva en sentido
estricto, ya que, en realidad, los lectores a quienes va dirigido el texto no toman parte
alguna en la situación descrita; su participación es meramente ficticia, siendo el autor
quien ha venido siguiendo los elementos en su desarrollo y concluirá con el problema
de la valoración. Del mismo modo, es evidente que en (71) el profesor Potayos no es un
discípulo común del autor y de su público; nuestro no se refiere a otra persona que a él.
Ahora bien, estos análisis semántico-pragmáticos aducen suficientes argumentos para
acuñar el término referencia pseudoinclusiva. El nuevo término es más adecuado que el
tradicional plural de modestia, puesto que, si bien es verdad que el uso de nuestro en
(71) puede calificarse apropiadamente de recurso de modestia, las expresiones
desfocalizadoras de (70) reflejan en primer lugar una estrategia persuasiva del autor,
que consiste en pretender que tanto él como sus lectores comparten una responsabilidad
colectiva respecto de la verdad de las proposiciones referidas, mientras que, en realidad,
el único responsable es el autor.
La categoría de referencia pseudoinclusiva se compone en gran parte de
expresiones estereotipadas, características de textos argumentativos en general, y
académicos en particular. Algunos ejemplos prototípicos son: así llegamos a la
conclusión, de que, volveremos sobre este punto en el capítulo siguiente y como hemos
demostrado anteriormente. Es obvio que en todos estos casos, lo mimo que en los
ejemplos (70) y (71), el emisor del mensaje procura establecer una relación de
solidaridad con sus interactantes, suponiendo un lazo de solidaridad de grupo. Esto
equivale a afirmar que la referencia pseudoinclusiva representa una estrategia para
comunicar cortesía positiva.
Obsérvese que la expresión de cortesía no es una conditio sine qua non, ya que la
desfocalización puede aplicarse también para aludir la responsabilidad de un acto que ha
provocado un efecto desfavorable, o incluso nocivo. Considérese, por ejemplo:
72) Nos hemos equivocado de cura (Bobes Naves, 1971, 330).
121 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Después de nuestra interpretación, (72) representa el intento de un médico de
comprometer a su paciente en el fracaso de un mal tratamiento, del que, lógicamente,
sólo él es responsable. Ni que decir tiene que en casos como éste la mitigación
referencial es de tipo egocéntrico.
En resumen, la referencia pseudoinclusiva consigue tres clases de efectos
desfocalizadores en los actos de habla asertivos:
I) expresa modestia;
II) crea la impresión de que el oyente comparte el punto de vista del hablante;
III) permite al hablante eludir la responsabilidad de haber provocado una situación
no deseada.
En los tres casos, la desfocalización actúa como una estrategia persuasiva, lo cual,
en términos más precisos, quiere decir que el hablante despliega una forma de cortesía
positiva, pretendiendo que el contacto entre él y sus interlocutores quede determinado
por solidaridad de grupo. Esta táctica se manifiesta claramente por el empleo del plural
de modestia, que tiene como objeto reforzar la imagen positiva del interlocutor,
reduciéndose al mismo tiempo la del propio hablante. Fijémonos una vez más en el
ejemplo del profesor Poyatos para perfilar nuestro análisis anterior: a los lectores del
texto se les asigna una cualidad positiva ficticia, la de haber contribuido a la formación
académica de la persona indicada, lo cual, al mismo tiempo, repercute necesariamente
en una reducción de la importancia del papel educativo del autor, que se vale del plural
de la molestia.
¿Cómo valorar, finalmente los resultados de la investigación verificada a la luz del
tema general de este capítulo: las manipulaciones del valor veritativo de la
proposición?
Adoptando como marco de referencia el sistema de las máximas griceanas,
podríamos contestar a la pregunta señalando que la referencia pseudorreflexiva y la
referencia generalizadora de la segunda persona del singular del verbo implican una
explotación de la máxima de cantidad, que dice: proporciona la cantidad de información
requerida por el objetivo del intercambio verbal, Make your contribution as informative
as is required (for the current purposes of the Exchange) (Grice, 1975, 45). Ejemplos
ilustrativos son: (61) Se puede demostrar fácilmente que esta teoría no está bien
122 La cortesía verbal
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fundada y (66) Si trabajas hasta muy entrada la noche, no puedes dormir bien, Como
hemos visto anteriormente, la información referencial de estas aserciones no es tan
precisa como pudiera, escondiéndose le hablante, por así decir, tras la pluralidad ficticia
de las expresiones desfocalizadoras.
En el caso de la referencia pseudoinclusiva, estamos ante la explotación de las
máximas de calidad. Así, por ejemplo, en el tipo de situación comunicativa ilustrada por
(71), el hablante dice lo que cree falso (says what he believes to be false), burlando de
esta manera la primera máxima de calidad (Grice, 1975, 46). La explicación está en que
el autor sabe que el profesor Potayos no es discípulo de su público.
Luego, en expresiones estereotipadas como así llegamos a la conclusión de que y
volveremos sobre este punto en el capítulo siguiente, el emisor del mensaje burla la
segunda máxima de calidad, que dice: «No digas lo que no pueden probar
adecuadamente» (Do not say that for which you lack adequate evidence, Grice, 1975,
46). La explotación procede de que el emisor no puede tener la seguridad de que su
público comparta la conclusión a la que llega, ni que esté de acuerdo con volver sobre el
punto referido, respectivamente.
8.1.2.2.2.2. La coordenada de tiempo del centro deíctico
En los actos de habla asertivos, la manipulación de la coordenada de tiempo del
centro deíctico se efectúa fundamentalmente mediante el empleo del condicional. Como
es sabido, la gramática tradicional del español ha hecho gran variedad de propuestas
para calificar el estatus lingüístico de este paradigma. Para un resumen conciso, véase la
siguiente observación:
It is clear, then, that the –ría form has a very strange history, for it has been
characterized as an indicative, a subjunctive, a conditional, and a potential form
(Castronovo, 1989, 383).
[Es evidente, pues, que la forma en –ría tiene una historia muy extraña, ya que
ha sido caracterizada como una forma de indicativo, de subjuntivo, de condicional y
de potencial.]
La explicación de la confusión a la que se refiere Castronovo hay que buscarla en la
composición semántica del condicional, que es peculiar porque es el único paradigma
123 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
del verbo que denota una amalgama de dos rasgos temporales esencialmente
contrastivos: [+ pretérito], [+ futuro].
De este análisis componencial cabe deducir que las formas del condicional están
marcadas negativamente respecto al tiempo presente; dicho de otra manera, su punto de
referencia no puede coincidir con el momento del acto de habla, o sea, el momento en
que se codifica el mensaje. Podría afirmarse también que las oraciones que contienen
una forma del condicional no se refieren al mundo real, sino a un mundo posible.
Dentro del presente marco de referencia, podemos imaginar un mundo posible como un
mundo donde se da una de estas dos situaciones:
I) situaciones que no son reales y que no pueden convertirse en realidad;
II) situaciones que no son reales, pero que pueden convertirse en realidad.
Dos ejemplos para ilustrar las situaciones indicadas:
73) Si papá viviese, estaría leyendo todo el día con el mal tiempo que hace.
74) Si me lo preguntara, le podría decir dónde está su mujer.
Las distintas acepciones del condicional de (73) y (74) se indican, por lo general,
con los términos contrafactivo e hipotético, respectivamente.
La interpretación contrafactiva utiliza tanto el condicional simple como el
condicional perfecto. Así, por ejemplo, a pesar de la diferencia temporal, (73) y (73a)
concuerdan en lo que respecta a la expresión del factor de contrafactividad:
73a) Su papá hubiese vivido, habría estado leyendo todo el día con el mal
tiempo que hacía.
La interpretación hipotética, en cambio, no admite la alternancia de tiempo simple y
compuesto; requiere el empleo del condicional simple, como se ve en la siguiente
variante de (74), que no expresa hipótesis, sino contrafactividad:
74a) Si me lo hubiera preguntado, le habría podido decir dónde está su mujer.
124 La cortesía verbal
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Volviendo sobre el análisis componencial, advertimos que la combinación de los
rasgos distintivos [+ pretérito], [+ futuro] denota un punto de referencia separado del
momento del acto de habla por una distancia temporal doble. Metafóricamente
hablando, esta distancia puede asociarse con la distancia interpersonal creada por el
hablante para expresar cortesía o mitigación. En otras palabras, la interpretación
potencialmente cortés del condicional puede explicarse en términos de distancia o
espacio metafórico. Pues bien, estas consideraciones justifican el empleo de la
expresión condicional de cortesía.
A continuación, examinaremos los efectos perlocutivos del condicional de cortesía
tal como lo usa el hablante asertivo. Nuestro punto de arranque lo constituyen los
ejemplos (54) y (55), que repetimos por comodidad expositiva:
54) Querría concretar que el deporte tiene importantes valores pedagógicos.
55) Podríamos decir que este punto de vista es bastante conservador.
En 8.1.1. hemos visto que (54) y (55) deban calificarse como locuciones
performativas atenuadas, porque el empleo de los verbos querer y poder mitiga la
fuerza del verbo principal performativo. Como los dos ejemplos son representativos de
la interacción verbal argumentativa, es lógico que la atenuación de la fuerza ilocutiva
sirva para conseguir que la opinión expresada se acepte con mayor facilidad.
En lo que respecta a la interpretación semántica, observamos que (54) y (55) son
manifestaciones de la regla general de que el condicional de cortesía actualice la
acepción hipotética; cada una de las aserciones describe una situación que no se da en el
momento del acto de habla, pero que puede convertirse en realidad.
Vale la pena destacar que en el ejemplo (54) el condicional de querer entra en
oposición con tres constituyentes morfopragmáticos: el pretérito de subjuntivo quisiera,
el imperfecto de indicativo quería y el condicional del verbo performativo concretar. La
distribución de estas formas puede representarse mediante una escala de cuatro puntos
que mide los efectos perlocutivos correspondientes. Los puntos de dicha escala,
entonces, reflejan en medida creciente la intención del hablante de atenuar la fuerza
asertiva de la locución:
concretaría → quería concretar → querría concretar → quisiera concretar.
125 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
En cuanto a la estructura sintáctica de nuestros ejemplos, hemos advertido en 8.1.1.
que son similares, en el sentido de que contienen un verbo principal performativo que
hace explícito el tipo de acto de habla que se efectúa. El contenido de la aserción se
especifica por la oración subordinada, lo cual tiene como consecuencia que se
establezca una distancia sintáctica entre la expresión de fuerza ilocutiva y el contenido
proposicional. Ahora bien, el espacio así creado constituye la base de una estrategia
icónica cuya aplicación permite al hablante prevenir que el oyente se vea enfrentado
directamente con una expresión lingüística determinada; en lugar de eso ,con lo que el
oyente se ve enfrentado es con una expresión lingüística incrustada en otra
metalingüística.
La segunda propiedad compartida por (54) y (55) concierne al uso del condicional,
que hace referencia a una situación hipotética. Recuérdese que, en virtud de su análisis
componencial, la aceptación hipotética del condicional puede interpretarse como
espacio metafórico.
La conclusión que sacamos del análisis anterior es que la coaparición de espacio
icónico y metafórico, tal como se expresa por la especificación metalingüística del acto
de habla y el empleo del condicional, respectivamente, produce una forma particular de
atenuación asertiva.
Centrándonos en la diferencia entre locuciones performativas y locuciones
performativas atenuadas, advertimos que en las primeras la separación sintáctica de
fuerza ilocutiva y contenido proposicional está icónicamente relacionada con la
distancia interaccional que el hablante quiere establecer entre él mismo y el oyente. La
distancia suministra, por así decir, un efecto antimitigador. Por esta razón, podría
sostenerse que el factor espacio contribuye a que las locuciones performativas sean
características de un estilo formal o institucional.
En las locuciones performativas atenuadas, la fuerza ilocutiva y el contenido
proposicional van separados también, pero aquí se produce un efecto mitigador, ya que
la distancia se ve modificada por determinados constituyentes, tanto léxicos como
flexionales, entre los que el condicional cumple un papel primordial.
Se puede afirmar, pues, que la función atenuadora del espacio icónico-metafórico
consiste en que el hablante ofrece al oyente la oportunidad de utilizarlo llenándolo de
una reacción disidente sin correr el riesgo de amenazar su imagen positiva. Tales
126 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
reacciones no son inusitadas, desde luego, puesto que estos actos de habla son ejemplos
típicos de aserciones argumentativas.
Según lo que acabamos de exponer, tiene sentido sustituir la etiqueta de
condicional de cortesía por la de condicional de mitigación para caracterizar con
precisión la función pragmática de locuciones como (54) y (55).
Nótese, de paso, que el efecto atenuador de (55) se refuerza con la manifestación de
una referencia pseudoinclusiva. Como se ha demostrado en el párrafo anterior, un efecto
perlocutivo igual puede producirse usando el pronombre pseudorreflexivo. En suma, la
fuerza asertiva de (55) se atenúa por tres factores, que operan simultáneamente:
I) empleo del verbo modal hipotético;
II) realización hipotética del verbo modal mediante el condicional;
III) referencia pseudoinclusiva.
Antes de incluir este párrafo, conviene llamar la atención sobre una clase particular
de aserciones que, siguiendo a de Boer (1987), denominamos aserciones reservadas
(reserved statements). Veamos un ejemplo representativo (Gili Gaya, 1985, 168):
75) Viajeros procedentes de la frontera aseguran que las tropas chinas habrían
desencadenado una ofensiva.
Es evidente que el efecto atenuador del condicional de (75) difiere radicalmente del
que hemos examinado en relación con las aserciones argumentativas. En esta categoría,
el condicional sirve para mitigar la fuerza del acto de habla; no afecta a la proposición
de la oración subordinada, de modo que ésta se presenta como una proposición que
describe una situación real.
En (75), sin embargo, lo que se atenúa no es la fuerza ilocutiva de la locución, sino
la actitud del hablante hacia el valor veritativo de la proposición. En términos más
precisos, la acepción hipotética del condicional permite al hablante situar
metafóricamente la situación referida en un espacio temporal diferente del momento del
acto de habla. De esta manera le es posible eludir la responsabilidad de la verdad de la
proposición expresada; en efecto, dicha responsabilidad corre por cuenta de la persona o
de las personas que han divulgado la noticia, a saber, en el ejemplo concreto que
127 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
estamos analizando, viajeros procedentes de la frontera. La identidad de la fuente de
información, por lo tanto, queda sin especificar. LA fuente puede ser incluso totalmente
inespecificada, como en expresiones estereotipadas del tipo de según rumores… y según
noticias no confirmadas…. Por otra parte, las aserciones reservadas pueden atribuirse a
fuentes cuya identidad es conocida. En (75), por ejemplo, el sujeto de la oración podría
remplazarse por los delegados de la Cruz Roja. Obsérvese que las fuentes indicadas a su
vez, pueden haber recibido la información de otras, de modo que es apropiado distinguir
entre fuentes directas e indirectas.
En el nivel sintáctico, las aserciones argumentativas y reservadas difieren en cuanto
a la selección del sujeto; al sujeto de la aserción reservada se le impone la restricción de
que no se refiera al hablante, mientras que la selección del sujeto de la aserción
argumentativa no está restringida, a no ser que se presente como una locución
performativa atenuada, en cuyo caso es obligatoria la referencia al hablante, sea
explícita, sea implícitamente mediante una referencia desfocalizadora.
Hay que subrayar, para concluir, que la aparición del condicional como elemento
característico de las aserciones reservadas no se limita al español; es un fenómeno
interlingüístico, como muestra la cita siguiente, en la que se considera la situación del
francés:
Con más evidencia […] aparece el conditionnel como metáfora temporal en el
estilo periodístico. Georges y Robert Le Bidois lo llaman contionnel des dires; Paul
Imbs conditionnel de l’information hypothétique. Tiene el valor expresivo del dicitur :
le ministre préparerait une conférence de presse -«parece que el ministro prepara una
declaración»-. En todo caso, el hablante no se hace responsable de la exactitud de la
noticia (Weinrich, 1968, 144-145).
8.2. LA EXHORTACIÓN
Es bien sabido que la cortesía verbal se asocia normalmente con la realización de
actos de habla exhortativos. Así se explica que un considerable número de estudios,
tanto teóricos como descriptivos, que en las últimas décadas han sido dedicados al
análisis de la cortesía versen sobre el uso y la estructura de la exhortación en general y
del ruego en particular. En este libro también hemos ahondado incidentalmente en la
manifestación cortés del acto exhortativo. Resumiendo los principales puntos tratados
128 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
hasta ahora, mencionamos en primer lugar el poder analítico del concepto de imagen
negativa, definido como el deseo del individuo interactante de que otros no invadan su
territorio intencional para reducir o impedir su libertad de acción.
En segundo lugar, hemos visto que son precisamente las exhortaciones las que
encierran una amenaza inherente a la imagen negativa del interlocutor. Esto tiene su
origen en el objeto ilocutivo del acto exhortativo, que hemos especificado así: el
hablante que emite una exhortación tiene como fin influir en el comportamiento
intencional del oyente de forma que éste lleve a cabo la acción descrita por el contenido
proposicional de la locución.
En el plano taxonómico, por último, hemos hecho una distinción entre actos
exhortativos impositivos y no impositivos, distinción fundada en la intención del
hablante; esto es, el hablante impositivo procura conseguir que el oyente realice el acto
exhortado primariamente en beneficio del hablante mismo. Ejemplos prototípicos de
esta clase son: el ruego, la súplica y el mandato. El hablante no impositivo, en cambio,
procura conseguir que el oyente realice el acto exhortado primariamente en beneficio de
sí mismo. Los principales componentes de esta clase son el consejo, la recomendación y
la instrucción. En 2.1., al tratar el ejemplo (6), hemos examinado algunas discrepancias
interaccionales que pueden proceder de la comunicación exhortativa no impositiva.
En este capítulo nos ocuparemos de los actos impositivos, en cuya realización la
cortesía, de tipo negativo, según los criterios expuestos en 2.1.55
, desempeña una
función primordial.
En 6.3. y 6.4. se introdujo la distinción entre dos niveles de análisis: el macronivel
del discurso y el micronivel del acto de habla. Hemos ahondado en el primero con cierto
detalle al analizar la estructura formal y la función pragmática de los ejemplos (28)-
(31). Así pues, comprobamos que el macroacto impositivo representa un patrón
típicamente trimembre, compuesto de una presecuencia, un núcleo exhortativo y una
postsecuencia56
. Otro objeto de macroanálisis es la pareja adyacente que consiste en una
exhortación seguida de la reacción positiva o negativa del interlocutor.
55
Véase también:
[…] negative politeness belongs pre-eminently to the DIRECTIVE CLASS (Leech, 1983, 107)
[[…] la cortesía negativa pertenece, sobre todo, a la clase de los ACTOS EXHORTATIVOS.] 56
La postsecuencia parece ser el elemento menos estable. El siguiente ejemplo de Rintell (1981, 19), que
refleja la secuencia de la misma, se caracteriza por una estructura bimembre, compuesta de una amplia
presecuencia seguida del núcleo exhortativo:
[…] Sir, I’m sorry […] I have to go now to school, but I’m going to receive a package. It’s a
present for my mother. Could you do me a favour and receive it for me?
129 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
El tema central de los párrafos que integran este capítulo es la cortesía negativa tal
como se manifiesta en el micronivel del acto de habla. Específicamente, analizaremos la
exhortación impositiva desde dos perspectivas diferentes: una sociopsicológica y otra
pragmalingüística. Esta última, que radica en la distinción entre actos de habla directos
e indirectos, será objeto de investigación del párrafo siguiente.
La perspectiva sociopsicológica, que estudiamos luego, está orientada hacia la
distinción entre las dos manifestaciones fundamentales de la exhortación impositiva: el
ruego y el mandato. Obviamente, sólo mediante la primera categoría se puede
comunicar cortesía negativa. Ahora bien, para delimitar el concepto de ruego es
indispensable hacer una comparación contrastiva con el mandato.
El hablante socialmente competente sabe que la selección de una u otra categoría
repercute en un efecto perlocutivo radicalmente distinto. Así, por ejemplo, si el hablante
dirige un mandato al oyente sin que éste le atribuya una posición de poder o autoridad,
es probable que rechace la fuerza ilocutiva de la exhortación, aunque, en principio,
pueda estar dispuesto a colaborar con su interlocutor. Una reacción verbal que
manifiesta esta actitud podría ser Usted no tiene que mandarme nada.
En 2.1. hemos especificado las circunstancias en las que los hablantes exhortativos
se sirven del mandato. Las repetimos aquí para mayor comodidad:
I) el hablante se halla en una posición de poder con respecto al oyente, ya sea de
poder físico, como en el caso de un atentado, ya sea de poder social, como en el
caso de que ocupe una posición institucionalmente superior;
II) el hablante está emocionado o disgustado por el comportamiento del oyente;
III) hay circunstancias externas a la relación interaccional que requieren que el
oyente reaccione inmediatamente a la exhortación.
Excepción hecha de estas condiciones especiales, podemos establecer la siguiente
máxima relativa a la selección del tipo de acto exhortativo:
Si quieres que tu interlocutor realice una acción determinada en tu propio
beneficio, dirígete a él en primera instancia haciéndole un ruego,
independientemente de que tengas o no poder o autoridad sobre él.
[Señor, perdone […] tengo que ir a la escuela, pero espero un paquete. Es un regalo para mi
madre. ¿Podría usted hacerme el favor de recogérmelo?]
130 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Esta máxima implica que el mandato es el miembro marcado de la oposición, y el
ruego, el no marcado.
Teniendo en cuenta que el ruego es preferido también por hablantes que gozan de
poder o autoridad, constatamos que éstos, en las situaciones comunicativas
correspondientes, aplican una estrategia para disimular la distancia social que les separa
de sus interlocutores. Lógicamente, el efecto perlocutivo que se pretende es que el
oyente no se sienta amenazado por la posición superior del hablante y, en consecuencia,
se muestre dispuesto a considerar el ruego como una invitación a colaborar con él57
.
Se puede concluir que el ruego se emplea en tres tipos de contextos interactivos:
I) el hablante tiene poder o autoridad sobre el oyente, pero se abstienen de
manifestarlo;
II) entre hablante y oyente no hay relación social jerárquica;
III) el oyente tiene poder o autoridad sobre el hablante.
El estatus sociopsicológico del ruego pone de manifiesto que hay que trazar una
estricta línea de demarcación entre locuciones que tienen forma de mandato, y, por
implicación, se interpretan como tales, y locuciones que tienen fuerza de mandato sin
tener su forma. Es fácil que las dos categorías se confundan, como muestra la cita
siguiente:
In the culture of his country, the utterer of a request is someone who has or is
acting as if he has no authority or power to compel compliance. Although the
speaker expects the addressee to grant his request…, he is not insistent, and will not
be enraged by refusal (Green, 1975, 21).
[En la cultura de este país (sc. Estados Unidos) el que emite un ruego es alguien
que no tiene o finge no tener autoridad o poder para forzar al interlocutor a que
acceda al ruego. Aunque el locutor espera que cumpla con su deseo…, no es
insistente y no se enfurecerá por un rechazo del interlocutor.]
57
El mismo mecanismo de disimulación de poder se advierte en la evolución del uso de los pronombres
de tratamiento. Hoy en día no es infrecuente que los hablantes socialmente superiores animen a sus
interlocutores inferiores a que les traten de tú.
131 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Suponiendo que, en lo que atañe al fenómeno que aquí nos interesa, no existen
diferencias sociopsicológicas entre la cultura estadounidense y la española, la
disyunción de la primera parte de la observación es indiscutiblemente correcta: los
hablantes que emiten un ruego o tienen o no tienen poder. La segunda parte, en cambio,
es falsa; e decir, si el hablante que goza de poder finge no ser superior, es muy probable
que sea insistente y se enfade al no ser obedecido. En este tipo de intercambios verbales,
se advierte a menudo que el rechazo del hablante inferior lleva al otro a lanzar una
secuencia de mandatos diferenciados entre sí por un creciente grado de intensidad.
Obsérvese, por ejemplo, la siguiente batería de exhortaciones:
Manolo, ¿quieres limpiar tu habitación?
¡Manolo, limpia tu habitación!
¿Vas a limpiar tu habitación, sí o no?
Si no limpias tu habitación ahora mismo, te doy dos bofetadas.
En relación con este ejemplo, conviene poner de relieve, por una parte, que hay más
expresiones para reforzar la exhortación que las arriba indicadas y, por otra, que la
secuencia no tiene límite fijo, de modo que se pueden añadir más mandatos. Otras
características estructurales son: (I) la secuencia en su totalidad no es reversible; (II) los
miembros individuales de la misma no son intercambiables entre sí.
Llama la atención que las baterías exhortativas manifiesten una sucesión de tres
formas de comportamiento interactivo, que se presentan en el siguiente orden
cronológico: cortesía negativa → falta de cortesía → descortesía.
Finalmente, el ejemplo de la batería exhortativa muestra que, en las interacciones
determinadas por la superioridad social del hablante, una de las funciones básicas del
ruego es mantener en reserva variantes impositivas no corteses, que pueden darse en
caso de que el objeto ilocutivo deseado no se consiga.
Los hablantes que no tienen poder, en cambio, no utilizan generalmente variantes
no corteses; para ellos el ruego es la manifestación impositiva más apropiada, puesto
que, a diferencia del mandato, les ofrece la oportunidad de no insistir sin perjudicar su
propia imagen ni la del interlocutor, en el caso de que éste no esté dispuesto a cumplir
su deseo. A propósito de esto, téngase en cuenta que
132 La cortesía verbal
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Manchmal haben die indirekten Ausserungen den Anschein grössere Höflichkeit
(besonders bei Aufforderungen), oder sie geben dem Angesprochenen eine grössere
Wahlfreiheit, sie so oder so zu verstehen, oft aber dienen sie einfach dem Sprecher,
sich Rückzugsmöglichkeiten offennzuhalten, d.h. eine Beziehung nicht endgültig
zu formulieren, sondern nur versuchweise (Maas y Wunderlich, 1974, 160).
[A veces, las locuciones indirectas parecen ser más corteses (máxima cuando
expresan exhortaciones); también ofrecen al interlocutor mayor libertad de
interpretarlas de una manera determinada. Frecuentemente, sin embargo, el
hablante se vale de las mimas para crear la oportunidad de retirarse; entonces, es su
intención no formular su relación con el interlocutor de manera definitiva, sino
provisional.]
En el párrafo siguiente enfocaremos la perspectiva pragmalingüística de la
exhortación impositiva. Nuestro punto de partida será la discutida distinción entre actos
de habla directos e indirectos.
8.2.1. Actos de habla directos e indirectos
Se ha sostenido con frecuencia la tesis de que la cortesía es el factor predominante
en la realización de los actos de habla indirectos. Lo que está menos claro, sin embargo,
es con qué criterios se debe juzgar si un acto de habla es directo o indirecto. Una mirada
a la bibliografía dedicada al tema muestra que el problema ha sido estudiado desde una
gran variedad de perspectivas. Pasemos brevemente revista a los enfoques más
conocidos.
Gordon y Lakoff (1975) trabajan en el marco de la semántica generativa.
Argumentan que se puede predecir de forma hipotéticodeductiva la estructura de las
distintas realizaciones del acto de habla indirecto, utilizando un modelo basado en lo
que ellos llaman «postulados conversacionales».
Grice (1975) relaciona los actos de habla indirectos con las implicaturas
conversacionales, que considera manifestaciones concretas de las distintas clases de
máximas que se derivan del principio de cooperación. En 4, hemos calificado este
principio según la siguiente norma de conducta comunicativa: adapta tus contribuciones
conversacionales a la índole y al objetivo del intercambio verbal en el que tomas parte.
133 La cortesía verbal
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Searle (1975) se centra en la relación entre la intención del hablante y la
interpretación del oyente. Desarrolla la hipótesis de que el oyente que quiera llegar a la
correcta interpretación del acto de habla indirecto debe reconstruir el significado de la
locución a través de un procedimiento que consta de diez pasos sucesivos.
Leech (1983), finalmente, sostiene un punto de vista algo extremo postulando que
todos los actos de habla, incluso los efectuados mediante locuciones imperativas como
Dame fuego, son indirectos en mayor o menor grado.
El marco de referencia que adoptamos en este estudio difiere esencialmente de los
que acabamos de resumir, ya que tiene su origen en una estricta relación entre forma
lingüística y función pragmática. En lo que a esta relación respecta, se suele afirmar que
los actos de habla directos son los que están marcados por una correlación entre
estructura sintáctica y objeto ilocutivo. Si a una locución específica puede atribuírsele
más de un objeto ilocutivo, es corriente calificarla de acto de habla indirecto. Así, por
ejemplo, al comparar Aparte usted su coche y ¿Quiere usted apartar su coche?,
Davison (1975, 143-144) interpreta la locución imperativa como acto de habla directo y
la interrogativa como acto de habla indirecto.
Ahora bien, es evidente que esta caracterización de la distinción entre «directo» e
«indirecto» está fundada esencialmente en la tradicional tipología de oraciones
declarativas, interrogativas e imperativas. Específicamente, se trata de la suposición de
que cada una de estas categorías sintácticas corresponde a un objeto ilocutivo particular.
En los casos concretos considerados por Davison, por ejemplo, esto significa que,
debido a la elección del imperativo, Aparte usted su coche se considera como una
exhortación directa. ¿Quiere usted apartar su coche?, en cambio, sería una exhortación
indirecta, ya que tiene la estructura formal de una interrogación.
El problema inherente a esta aproximación es que, en el plano puramente
pragmático, una exhortación como ¿Quiere usted aparcar su coche? no se interpreta
como menos directa que Aparte usted su coche. Los dos ejemplos se consideran
manifestaciones convencionales del acto de habla impositivo58
, lo cual tiene su
58
Considérese también:
The problem is made more complicated by the fact that some sentences seem almost to be
conventionally used as indirect requests. For a sentence like Can you reach the salt? Or I would
appreciate it if you would get off my foot; it takes some ingenuity to imagine a situation in which their
utterance would not be requests (Searle, 1975, 60).
[El problema se complica por el hecho de que algunas oraciones parecen ser usadas casi
convencionalmente como ruegos indirectos. En cuando a una oración como ¿Puedes pasarme la sal? o
134 La cortesía verbal
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explicación formal en que en ambos casos el hablante hace una referencia explícita no
sólo al interlocutor, sino también al acto pedido. Su intención comunicativa, pues, no
deja lugar a interpretaciones ambiguas. Por eso, el criterio del carácter directo o
indirecto del acto de habla no sirve para diferenciar entre Aparte usted su coche y
¿Quiere usted apartar su coche?
Veamos ahora con más detalle la estructura del último ejemplo. Como ya hemos
observado, los pragmalingüistas sostienen con frecuencia que locuciones de este tipo
representan actos de habla indirectos, puesto que se utilizan para comunicar un ruego
cortés, aunque, sintácticamente, tengan estructura interrogativa. Este argumento,
repetimos, es indiscutible; no es sólo el acto interrogativo el que queda reflejado
formalmente, lo mismo se aplica al acto exhortativo. Es decir, para que oraciones del
tipo que estamos examinando se interpreten como ruegos, deben cumplirse las
siguientes condiciones lingüísticas:
I) el sujeto debe referirse obligatoriamente al interlocutor. Así, por ejemplo,
¿Quiere ella apartar su coche? No tienen la fuerza ilocutiva de un ruego;
II) el tiempo actualizado no debe referirse a un punto de referencia futuro o
pasado: ¿Quiso usted apartar su coche?, por ejemplo, es tan sólo una interrogación
informativa, que no se utiliza para expresar un ruego;
III) el predicado básico debe ser seleccionado entre la categoría de los
predicados que denotan una acción59
. Así, pues, ¿Quiere usted ser feliz? no es un
ruego, sino una interrogación solamente.
A lo anterior podemos añadir, hablando en términos interactivos, que cualquier
hablante socialmente competente de español ha asimilado la regla pragmática de que
una pregunta dirigida a una persona sobre su disponibilidad de realizar cierta acción se
interpreta convencionalmente como ruego. Esto quiere decir que el oyente no necesita
disponer de conocimientos situacionales específicos para llegar a la correcta
Apreciaría que no me pisara el pie, se requiere cierta ingenuidad para imaginar una situación en la que su
uso no sería interpretado como ruego.] 59
Fundamentalmente, el rasgo distintivo es el llamado factor control (Dik, 1989, 96-98). Este rasgo se
aplica a los predicados que describen situaciones que pueden ser controladas por agentes humanos. Lo
que se implica, por lo tanto, es que a la tradicional categoría de los predicados de acción se añade una
más, la de los predicados que Dik denomina predicados de posición. Algunos ejemplos relevantes son:
quedarse sentado, permanecer (en un lugar determinado) y mantenerse en pie, todos ellos, pues,
predicados, que pueden cumplir el oficio de predicado matriz de la oración exhortativa y, en
consecuencia, admiten la conjugación imperativa.
135 La cortesía verbal
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interpretación de tales actos de habla. De todo esto se infiera que el presunto carácter
indirecto de exhortaciones como ¿Quiere usted apartar su coche? No puede ser
justificado ni desde el punto de vista lingüístico ni desde el pragmático.
Resumiendo, la distinción entre actos de habla directos e indirectos debe
fundamentarse en criterios tanto lingüísticos como pragmáticos, es decir, criterios
basados en la estructura proposicional, por una parte, y criterios basados en la
interpretación del acto de habla, por otra.
Dentro de este marco de referencia podemos establecer una escala de cuatro puntos,
cuyos polos extremos están ocupados por oraciones con una especificación completa del
acto que debe realizar el oyente y oraciones que no contienen ninguna especificación de
ese acto. Consideremos los siguientes ejemplos:
76) ¿Puedes traerme el correo?
77) ¿Está cerrada la puerta?
78) Quisiera que me ayudaras a subir la maleta.
79) Hace un frío tremendo aquí.
80) Quisiera que se encendiera la luz.
81) Hace falta encender la luz.
(76) y (77) son paralelos en el sentido de que están marcados por una estructura
interrogativo. No obstante (76), igual que el ejemplo ¿Quiere usted apartar su coche?,
pertenece a la clase de los actos de habla directos en virtud de la especificación
completa del acto exhortado, en tanto que (77), interpretable como un ruego de cerrar la
puerta, no está caracterizado de esa forma, por lo que pertenece a la clase de los actos
indirectos. Lo mismo vale, mutatis mutandis, para los ejemplos (78) y (79), ambos
determinados por estructura declarativa; (78), sin embargo, es la manifestación de un
acto de habla directo – la oración subordinada contienen una descripción completa del
acto exhortado-, y (79) la de un acto indirecto si se interpreta, por ejemplo, como un
ruego de encender la calefacción.
Como indicamos anteriormente, el criterio de estructura proposicional no es el
único aplicable para determinar la distinción entre carácter directo e indirecto de acto de
habla. Se complemente con el criterio del proceso interpretativo. En cuanto a los
ejemplos que estamos analizando, esto quiere decir que, abstracción hecha de factores
136 La cortesía verbal
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situacionales, la interpretación convencional de (76) y (78) es la de un ruego. En
circunstancias normales, es imposible asignarles otra función ilocutiva. Obsérvese, a
propósito de esto, que incluso el empleo de poder en (76) corresponde a una norma
preestablecida: no podría remplazarse, ene l contexto dado, por predicado ser capaz de,
a pesar de que los dos lexemas sean conceptualmente sinónimos.
(77) y (79), en cambio, no evocan la interpretación de un ruego convencional.
Caracterizados por una proposición que expresa una situación estática y, por
consiguiente, falta de referencia explícita a un acto futuro del oyente, pueden ocupar
también la función de una interrogación informativa y una aserción, respectivamente.
En otras palabras, su potencial interpretación exhortativa queda determinada
fundamentalmente por el contexto o la situación; los dos ejemplos son prototípicos de la
clase de actos de habla indirectos.
Fijémonos, por último, en la estructura de (80) y (81), comparándola con la de (76).
Lo mismo que este ejemplo, (80) y (81) contienen una especificación completa del acto
pedido; difieren de (76), sin embargo, por adolecer de una referencia explícita al oyente,
de modo que en la escala de cuatro puntos antes citada les corresponde una posición
entre los polos directo e indirecto.
Véase ahora:
82) ¿Hay sal en la mesa?
Interpretado como exhortación indirecta, (82) comparte con (80) y (81) el hecho de
que no contienen referencia explícita al oyente, pero difiere de estos ejemplos en que su
proposición deja de describir el acto exhortado. Suponiendo que ese acto consista en
buscar la sal, vemos que lo único que se especifica es el objeto concreto hacia el que el
acto está orientado. Esto conlleva que, en la escala de cuatro puntos, (82) ocupe una
posición más indirecta que (80) y (81).
Nótese, luego, que (79), Hace un frío tremendo aquí, ocupa una posición más
indirecta todavía que (82). Es decir, la interpretación correcta depende enteramente de
los conocimientos de que disponga el interlocutor respecto a la situación comunicativa.
Así, por ejemplo, la intención exhortativa del hablante puede ser que el oyente cierre la
puerta, atice la lumbre o encienda la calefacción. Además, el ejemplo (79) encierra una
ambigüedad inherente en lo que respecta al objeto ilocutivo implícito; es decir, fuera de
137 La cortesía verbal
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la aserción explícita, puede expresar no sólo un ruego, sino también una advertencia, un
consejo, una orden, etc. Obsérvese, finalmente, que Hace un frío tremendo aquí no
representa necesariamente un acto de habla indirecto; como ya hemos visto, puede ser
también la manifestación de un acto directo, en cuyo caso se interpreta como aserción
solamente.
Los análisis anteriores parecen corroborar suficientemente la validez del esquema
que trazamos a continuación, correspondiente a la escala de cuatro puntos introducida
arriba:
[----------[----------]----------]
1 2 3 4
DIAGRAMA 2
El primer punto está ocupad por oraciones como Aparte usted su coche, ¿Quiere
usted apartar su coche? y ¿Puedes traerme el corre?, que, como quedó expuesto ya,
contienen una especificación completa del acto exhortado, así como una referencia
explícita al interlocutor.
Al segundo punto corresponden oraciones como Quisiera que se encendiera la luz
y Hace falta encender la luz, que describen el acto exhortado sin expresar referencia al
interlocutor.
El tercer punto lo ocupan oraciones como ¿Está cerrada la puerta? y ¿Hay sal en
la mesa?, que no especifican el acto, sino que indican sólo el objeto del mismo.
El cuarto punto, por fin, lo hemos ilustrado a través del análisis de Hace un frío
tremendo aquí, oración desprovista de cualquier indicación del acto exhortado.
La escala así establecida puede justificarse empíricamente por medio de un test
sintáctico ideado por Ross (1975, 246), que consiste en relaciones anafóricamente el
predicado acceder al ruego con la oración exhortativa por clasificar. Si la referencia
anafórica produce una oración gramaticalmente bien formada, el acto exhortativo en
cuestión es directo; en el caso contrario, es indirecto .Podemos ilustrar la aplicación del
test con los ejemplos (76), (81), (82) y (79), incrustándolos en una estructura de
discurso directo:
76a) María le dijo a su amiga: «¿Puedes traerme el correo?», y ésta accedió al
ruego.
138 La cortesía verbal
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81a) María le dijo a su amiga: «Hace falta encender la luz», y esta accedió al
ruego.
82a) *María le dijo a su amiga: «¿Hay sal en la mesa?», y ésta accedió al
ruego.
79a) *María le dijo a su amiga: «Hace un frío tremendo aquí», y ésta accedió al
ruego.
Del hecho de que (76a) y (81a) difieran de (82a) y (79a) en que las primeras son
oraciones gramaticales en español y las otras no, se deduce que el límite entre
exhortaciones directas e indirectas está exactamente entre los puntos 2 y 3 de la escala.
La taxonomía de actos de habla directos e indirectos nos servirá de punto de partida
para valorar la tesis generalmente sostenida de que la cortesía es el factor predominante
en la realización de los actos de habla indirectos. Hay que tener en cuenta, sin embargo,
que los que se basan en esta tesis parecen sugerir que los actos de habla directos no se
efectúan para comunicar cortesía. Tanto es así que el estatus interactivo de esta
categoría queda poco claro, ya que en la bibliografía pragmalingüística apenas si se ha
dedicado atención a su estudio. En los párrafos que siguen, por tanto, analizaremos tanto
las exhortaciones directas como las indirectas desde la perspectiva de la transmisión de
cortesía negativa.
Concluiremos el presente párrafo examinando una cuestión terminológica. Al
definir el objeto ilocutivo múltiple de los actos de habla indirectos, Searle los describe
como actos ilocutivos primarios primario y secundarios. A propósito del diálogo:
Estudiante X: Vamos al cine esta noche.
Estudiante Y: Tengo que estudiar para un examen.
argumenta:
Let us say that the PRIMARY illocutionary act performed in Y’s utterance is the
rejection of the proposal made by X, and that Y does that by way of performing a
SECONDARY illocutionary act of making a statement to the effect that he has to
prepare for an exam. He performs the secondary illocutionary act by way of
uttering a sentence the LITERAL meaning of which is such that its literal utterance
139 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
constitutes a performance of that illocutionary act. We may, therefore, further say
that the secondary illocutionary act is literal; the primary illocutionary act is not
literal (Searle, 1975, 62).
[Digamos que el acto ilocutivo PRIMARIO realizado por Y es el rechazo de la
propuesta hecha por X y que el rechazo de Y consiste en la realización de un acto
ilocutivo SECUNDARIO, mediante el cual asevera que tienen que preparar un
examen. Realiza este acto ilocutivo secundario emitiendo una oración cuyo sentido
LITERAL es de índole tal que su realización literal cuenta como realización de este
acto ilocutivo. Podemos decir además, por consiguiente, que el acto ilocutivo
secundario es literal; el acto ilocutivo primario no es literal.]
El análisis de Searle parece correcto en lo fundamental; sin embargo, es
incompleto en el sentido de que enfoca únicamente el papel del hablante. Para el oyente,
o sea, en el caso concreto que estamos considerando, el estudiante que hace la
propuesta, los términos están exactamente invertidos: se ve enfrentando primariamente
con la aserción de Y, de que, por inferencia, tienen que deducir el rechazo. Esto puede
describirse de manera consistente si partimos de que el acto ilocutivo primario
corresponde al acto interpretativo secundario e, inversamente, el acto ilocutivo
secundario al acto interpretativo primario. Aclaremos este punto con otro ejemplo:
83) ¡Estás derramando la sal!
Si el hablante que produce esta locución desea que el oyente deje de derramar la
sal, su intención primaria es efectuar un acto ilocutivo exhortativo, o sea, para precisar,
un acto ilocutivo prohibitivo. Lo que percibimos, pues, es que el hablante de (83), en
lugar de emitir una locución exhortativa directa, como, por ejemplo, No derrames la sal,
recurre al uso de una oración declarativa que expresa una aserción sobre una situación
factual. Como el oyente se ve enfrentado primariamente con esta aserción, lo normal es
que responde explícitamente a la misma. Podrían ser respuesta convencionales: Sí, no
me había dado cuenta y, en caso de disconformidad, No, no es verdad. Nótese que,
dentro del marco de referencia de Searle, las dos reacciones no contarían como
reacciones ante el acto ilocutivo primario, sino ante el acto ilocutivo secundario del
hablante. Dicho sea de paso que Sí, no me había dado cuenta y No, no es verdad serían
140 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
respuestas pragmáticamente mal formadas si el estímulo fuera la prohibición directa No
derrames la sal.
Todas estas consideraciones nos inducen a proponer, para evitar ambigüedades,
que se reemplace la expresión «acto ilocutivo primario» por «acto ilocutivo implícito» y
el término «acto ilocutivo explícito».
8.2.1.1. La exhortación directa
Pocos pragmalingüistas pondrán en duda que la oración imperativa representa el
prototipo de la exhortación directa. Esto no impide, sin embargo, que hasta el momento
no se haya dicho casi nada sobre una posible interpretación cortés del imperativo. Lo
que suele advertirse es que la oración imperativa sirve de expresión característica de un
mandato hecho por un hablante con poder o autoridad. Como tendremos ocasión de ver,
dicha interpretación no se impone de una manera necesaria. Recuérdese, con relación a
esto, que en el capítulo 3 ya señalamos que la oración Cierra la puerta puede emitirse
perfectamente como exhortación cortés en caso de que uno invite a un amigo o colega a
entrar en su despacho para comunicarle una noticia confidencial.
De lo anterior cabe extraer dos conclusiones: en primer lugar, la oración
imperativa no excluye una interpretación cortés. En segundo lugar, la interpretación
cortés no depende de que la ración sea imperativa, sino que queda determinada por la
situación comunicativa en la que se emita.
A continuación, detallaremos los aspectos formales de la oración imperativa que
sirven de condición necesaria para que se interprete como exhortación cortés.
Para obtener una imagen más clara del objeto de investigación empezamos con
un análisis contrastivo del holandés, lengua peculiar en el sentido de que, a diferencia
de muchas otras, cuenta con una serie de partículas modales –eens, even, mar- que
pueden denominarse apropiadamente «marcadores exhortativos corteses». Las oraciones
imperativas en las que aparecen expresan normalmente un ruego. Veamos algunos
ejemplos concretos. Schrijf di top! (¡Escribe esto!) es un mandato; Schrijf dit EENS op,
Schrijf dit MAAR op, en cambio, son fórmulas exhortativas atenuadas que se utilizan
para expresar un ruego. Esta interpretación se deriva directamente del contenido léxico
de las partículas en cuestión; es decir, eens significa literalmente «una vez», even
corresponde a «un rato» y mar es una partícula de valor permisivo que mitiga la
autoridad del locutor. Es obvio, pues, que, por su significado léxico, eens, even y mar
141 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
son partículas pragmáticas especialmente adecuadas para minimizar el grado de
imposición de la exhortación. Dicho de otro modo, su uso contribuye a reducir la
amenaza de la imagen negativa del interlocutor.
En el plano sintáctico, llama la atención que las tres partículas muestran una
extensa potencia distribucional, ya que pueden ser combinadas libremente. Así, pues,
los ejemplos tratados arriba se complementan con las variantes Schrijf dit MAAR EENS
op, Schrijf dit MAAR EVEN op, Schrijf dit EENS EVEN op, e incluso la combinación de
todas juntas: Schrijf dit MAAR EENS EVEN op.
De todo esto se sigue que la estructura léxica de la oración imperativa holandesa
influye de un modo esencial en su interpretación de ruego o mandato.
En el plano fonético, se percibe que los hablantes de holandés hacen una
distinción entre dos tipos de entonación imperativa, uno atenuador, el otro reforzador,
correspondiendo el primero a la expresión de un ruego y el segundo a la de un mandato.
Esto significa que la distinción entre ruegos y mandatos manifiesta una redundancia
formal en los casos en los que la oración imperativa queda marcada tanto por partículas
modales como por un contexto entonativo cortés.
Centrando ahora la atención en el español, vemos que esta lengua carece de
partículas del tipo que acabamos de ver en holandés. En el nivel prosódico, sin
embargo, la oración imperativa se caracteriza de la misma manera que su equivalente
holandesa, diferenciándose, en principio, un contexto entonativo de ruego y otro de
mandato. La restricción de «en principio» hay que tomarla en serio, puesto que no es
infrecuente que en las conversaciones cotidianas se den casos en que la distinción no se
perciba claramente. Como se infiera de la siguiente observación, el fenómeno no afecta
sólo a la oración imperativa, sino también a la exhortativa en general:
Es mayor el contraste de tono e intensidad entre el mandato y la súplica
que entre la recomendación y el ruego, y mayor asimismo entre estas últimas
que entre la invitación y la petición. Pero es inútil buscar líneas fijas y precisas
que delimiten al campo de acción de estas formas […] (Navarro Tomás, 1948,
185).
El comentario de Navarro Tomás sugiere, pues, que el oyente puede tropezar
con dificultades al valorar la fuerza ilocutiva de la entonación exhortativa. Un ejemplo
142 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
ilustrativo de ambigüedad entonativa lo proporciona un pasaje de La venta de los gatos
de G. A. Bécquer, citado por Navarro Tomás:
Señorito – me dijo con un acento que él procuró suavizar todo lo-, voy a
pedirle un favor. ¡Un favor! –exclamé yo, sin comprender cuáles podrían ser sus
pretensiones-; diga Ud., que si está en mi mano es cosa hecha. ¿Me quiere Ud.
Dar esa pintura que ha hecho? Al oír sus últimas palabras, no pude menos que
quedarme perplejo; extrañaba por una parte la petición, que no dejaba de ser
bastante rara, y por otra el tono, que no podía decirse a punto fijo si era de
amenaza o de súplica (1948, 185).
Esta cita muestra que, en lo que respecta a la interpretación del componente
prosódico de la oración exhortativa, hay situaciones en las que el oyente no está en
condiciones de determinar si la curva melódica percibida sirve o no para expresar
cortesía60
. Lógicamente, el oyente puede problematizar la intención ilocutiva del
hablante, pero como sugiere el fragmento de Bécquer, es posible que se limite a sacar
sus propias conclusiones, por que corre el riesgo de llegar a una falsa interpretación de
la actitud interactiva de su interlocutor.
En el caso de que el oyente interprete mal el patrón entonativo de la exhortación,
pasando por alto la intención del interlocutor de expresarse cortésmente, no hace falta
que deje de cumplir con el deseo de éste. Lo que sí puede ocurrir entonces es que, en
una fase posterior del intercambio verbal, su disgusto no manifestado le lleve a adoptar
una actitud negativa ante otro acto de habla de su interlocutor, que no tienen que estar
necesariamente relacionado con el original.
60
Se ha sugerido que en inglés no hay rasgos formales que distinguen el ruego del mandato:
What is linguistically the same utterance, […] may have the status of a request or of a command,
depending not on any feature proper to grammar, but on the social relationship of the parties
involves (Hymes, 1972, 6).
[Lo que lingüísticamente es la primera locución, puede tener el estatus de un ruego o mandato,
siendo el factor decisivo no un rasgo gramatical determinado, sino las relaciones sociales de los
interlocutores.]
Respecto al alemán, tampoco se tienen una imagen clara de la estructura entonativa de la oración
imperativa:
Es ist noch unklar, ob für Imperativsätze eine besondere Intonarion vorgesehen weden muss oder
ob sie mit der Intonation von Aussagesätzen identisch ist (Bierwisch, 1965, 176).
[No está claro si hay que asignar a las oraciones imperativas una entonación especial o si su
entonación es idéntica a la de las oraciones declarativas.].
143 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
A continuación, nos centraremos en el uso cortés de la oración imperativa. Es
fácil comprobar que este uso es característico de situaciones comunicativas en las que
los papeles de los interlocutores están más o menos preestablecidos; es decir, se trata
sobre todo de intercambios verbales rutinarios. Piénsese, por ejemplo, en la interacción
entre camarero y cliente en un café o entre vendedor y comprador en el mercado. Los
ejemplos que siguen muestran respectivamente los dos tipo de interacción citados:
84) Tráiganos dos cervezas y un helado.
85) Póngame dos kilos de plátanos.
Hay otro campo de acción del imperativo como vehículo de expresión cortés, y
es el que se utiliza para pedir la realización de una acción en la que no hace falta invertir
mucha energía; es decir, la apelación a la colaboración del interlocutor concierne ala
ejecución de una tarea simple. Dentro del marco del análisis coste-beneficio, puede
decirse que este tipo de acciones son acciones convencionales que tienen como objeto
transmitir lo que se llama «bienes libres» -traducción del inglés free goods-. Con esta
expresión se designan acciones como decir qué hora es, dar lumbre o abrirle la puerta a
una persona61
.
Remitiendo a los criterios fijados por Brown y Levinson para determinar en qué
medida el acto de habla amenaza la imagen negativa del interlocutor –véase el capítulo
3- podemos concluir que la interpretación cortés de la oración imperativa corresponde a
un grado de imposición relativamente bajo.
En lo anterior hemos puesto de relieve que a la curva melódica le corresponde
una función distintiva en la interpretación de ruegos y mandatos. No obstante, dista
mucho de ser el único parámetro formal. Fundamentalmente, hay que hacer una
distinción entre signos lingüísticos y paralingüísticos. Por lo que a éstos se refiere, la
realización de actos como cabecear, sonreír o guiñar el ojo puede contribuir a resolver
una ambigüedad prosódica potencial. En el plano puramente lingüístico, la ambigüedad
se suele evitar utilizando distintas clases de estrategias deícticas, léxicas y sintácticas,
61
Véase también el comentario de Stati:
[…] accender una sigaretta, dire l’ora, passare is sale a tavola, fornire un indirizzo ecc. Sono
azzioni che non costano grande faticha e che sono state designate con l’expressione inglese «free
goods» (1982, 91).
[[…] encender un pitillo, decir la hora, pasar la sal en la mesa, indicar una dirección, etc., son
acciones cuya realización no cuesta mucho trabajo y que se designan con la expresión inglesa «free
goods».]
144 La cortesía verbal
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entre las que destaca el uso del vocativo, la interjección y la coletilla. Estas dos series de
ejemplos sirven para ilustrar los contrastes lingüísticos entre l ruego, inherentemente
cortés, y el mandato, inherentemente no cortés:
RUEGOS
86) Apaga esa luz, ¿quieres?
87) Suéltame, por favor.
88) Oye, Juan, escúchame.
MANDATOS
86a) ¡Venga, apaga esa luz!
87a) ¡Suéltame, imbécil!
88a) ¡Escúchame!, ¿ya?
Tras examinar la cortesía exhortativa tal como se manifiesta por la oración
imperativa, pasamos al análisis de la oración interrogativa. Dedicaremos nuestra
atención especialmente a oraciones del tipo ¿Puedes traerme el correo? y ¿Quiere usted
apartar su coche? En 8.2.1. hemos clasificado estos ejemplos como especímenes de la
clase de los actos de habla directos, puesto que, lo mismo que la oración imperativa,
contienen una especificación completa de la acción pedida, así como una referencia
explícita al oyente. La diferencia con la oración imperativa radica en que no expresan
un solo objeto ilocutivo, sino dos: uno explícito, que es una interrogación y otro
implícito, que es un ruego.
Hay que señalar, luego, que cada uno de los ejemplos denota una condición
previa inherente a la realización del acto exhortativo. Es decir, ¿puedes traerme el
corre? expresa una referencia a la llamada condición previa de habilidad, condición
que, como sugiere el término, concierne a la presuposición del hablante de que el oyente
es capaz de efectuar el acto pedido. De modo parecido, ¿Quiere usted apartar su coche?
Contiene una manifestación de la condición previa de disponibilidad, que concierne a la
presuposición del hablante de que el oyente está dispuesto a efectuar el acto pedido. Si
el hablante, al emitir la exhortación, no parte de estas presuposiciones, su contribución
al intercambio verbal o no es sincera o es irracional.
Fijémonos ahora en la estructura interrogativa de las dos locuciones. Podemos
argumentar que la cortesía manifestada reside específicamente en dos factores: primera,
el hablante ofrece al oyente la oportunidad de responder sólo a la pregunta, lo que
145 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
equivale a decir que una respuesta negativa no se considerará necesariamente como un
rechazo a acceder al ruego, ya que lo que se tematiza no es más que una condición
previa de la exhortación62
. El segundo factor hay que describirlo según la empatía que
muestra el hablante hacia su interlocutor, informándose sobre sus condiciones físicas en
el primer ejemplo, y sobre su estado mental, en el segundo.
En resumen, problematizar la habilidad o disponibilidad del oyente es una
estrategia convencional para formular un ruego no sólo en español, sino en muchas otras
lenguas63
.
A propósito de la habilidad del oyente como condición necesaria para la
realización del acto exhortado, Rescher (1966, 29-30) ha observado:
A command must be realizable […]. Thus any possible human doing,
i.e., anything which «lies in the power of» men to do or not to do, can serve as a
command requirement. Anything impossible –logically, physically, or
conceptually (e.g. altering the past)- has to be excluded
[Una exhortación debe ser realizable […]. Cualquier acto humano
posible, esto es, todo lo que «está en manos» del hombre para hacer o no hacer,
puede servir de condición para una exhortación. Cualquier cosa imposible –
lógica, física o conceptualmente (por ejemplo, cambiar el pasado)-, debe ser
excluida.]
Todo esto no quita, sin embargo, que en el lenguaje conversacional se produzcan
violaciones de la condición previa de habilidad. En tales casos nos encontramos con
expresiones irónicas, que se presentan de dos formas distintas. En primer lugar, la ironía
puede estar basada en restricciones biológicas del hombre en general o del interlocutor
en particular, en cuyo caso la intención perlocutiva del hablante es conseguir
determinados efectos humorísticos. Un ejemplo concreto es pedir a una persona que
tiene la pierna rota que participe en un partido de fútbol.
62
Se puede afirmar (Risselada, 1990, 22) que ¿Puedes traerme el correo? es más cortés que ¿Quiere
usted apartar su coche?, puesto que en el primer caso una respuesta negativa implica una referencia a
factores ajenos a la voluntad del interlocutor, mientras que en el segundo la negación implica que el
interlocutor no está dispuesto a colaborar con el hablante, por lo que amenaza la imagen positiva del
mismo. 63
Una excepción incidental es la que menciona Searle (1975, 76) respecto al checo. En esta lengua, los
ruegos no se expresan con una referencia a la habilidad del interlocutor. El equivalente hecho de ¿Puedes
traerme el corre?, por lo tanto, se interpretaría como pregunta informativa solamente.
146 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La segunda clase de ironía constituye la imagen relejada de la que acabamos de
considerar. Se produce en las situaciones comunicativas en que está claro tanto para el
hablante como para el oyente que éste está en perfectas condiciones para acceder al
ruego de aquél. Incluso está mal o convencionalmente obligado a cumplir con el deseo
del interlocutor, por haber faltado a ciertas normas de cortesía. Un ejemplo ilustrativo es
la ironía expresada por ¿Puedes retirar tus pies de mi silla?
La locución ¿Podría usted cerrar la puerta?, por poner otro ejemplo, se
interpreta normalmente como la expresión cortés de una exhortación. Puede servir de
petición dirigida a una persona desconocida, como, por ejemplo, cuando el propietario
de un comercio se dirige a un cliente que acaba de entrar. La misma fórmula, sin
embargo, adquiere el carácter de un mandato cuando la emplea irónicamente un padre
irritado por el descuido de su hijo que ha dejado abierta la puerta por enésima vez.
Los casos de ironía aquí tratados demuestran una vez más lo que ya destacamos
en el capítulo 3: la cortesía de la interacción verbal queda determinada por el carácter
específico del contexto y de la situación comunicativa. Esto quiere decir que, contra lo
que se supone a menudo, las preguntas sobre la habilidad y disponibilidad del oyente no
sirven incondicionalmente para formular una exhortación cortés.
Volviendo, finalmente, sobre la interpretación cortés de las interrogaciones
exhortativas que estamos analizando, conviene señalar una ambigüedad potencial. Se
trata de situaciones en las que el hablante no está seguro de que el interlocutor sea
realmente capaz de efectuar el acto exhortado. En tales casos, los objetos ilocutivos
interrogativo y exhortativo presentan una ordenación cronológica, ya que la pregunta
sirve primariamente para obtener la información pedida. Si el interlocutor está en
condiciones de cumplir el deseo del hablante, el acto de habla adquiere, una segunda
instancia, la fuerza de un ruego. Valga como ejemplo:
89) ¿Puedes traducir esta carta al español?
A continuación, sigue un análisis lingüístico de las referencias a la
disponibilidad y habilidad del oyente. Al examinar la estructura proposicional del
ejemplo ¿Quiere usted apartar su coche?, señalamos que la interpretación directa de
este ruego se deriva de la co-aparición de la especificación completa del acto pedido y
la referencia explícita al interlocutor. Por lo que a estas propiedades formales se refiere,
147 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
hemos visto que existe un paralelismo con los ruegos basados en la expresión de
habilidad. Se rompe el paralelismo en el plano léxico, donde la condición previa de
habilidad halla su vehículo de expresión más o menos exclusivo en el verbo poder. Para
referirse a la disponibilidad del oyente, al hablante tiene en cambio a su disposición una
gran variedad de expresiones. Los ejemplos que siguen muestran una serie de variantes
de ¿Quiere usted aparcar su coche?:
90) ¿Le importa apartar su coche?
91) ¿Tiene inconveniente en apartar su coche?
92) ¿Me hace el favor de apartar su coche?
93) Tengo la bondad de apartar su coche.
A pesar de que los cuatro ejemplos explicitan la condición previa de
disponibilidad, no lo hacen de la misma manera. (90) y (91) derivan su interpretación
cortés de la expresión de una pregunta sobre las objeciones que puede tener el oyente
para cumplir el deseo del hablante. En los ejemplos (92) y (93), en cambio, el efecto
cortés se produce por el significado léxico de favor y bondad, que aluden al poder o la
autoridad del oyente.
Sintácticamente, la condición previa de disponibilidad difiere de la de habilidad
que puede ser expresada por construcciones de coletilla. Véase la siguiente variante de
¿Quiere usted apartar su coche?:
94) Aparte usted su coche, ¿quiere?64
,
y así, del mismo modo:
92a) Aparte usted su coche, ¿me hace el favor?65
,
93a) Aparte usted su coche, tenga la bondad.
La referencia a la disponibilidad del interlocutor puede explotarse también para
producir efectos irónicos, no corteses, lo cual sugiere equivalencia con la misma
64
Remitimos también a un ejemplo tomado de un cuento de Delibes (1966, 165): Nicolás, toca «Mambrú
se fue a la guerra», ¿quieres? 65
Si es inferible del contexto o de la situación, muchas veces se suprime el verbo que indica el acto
exhortado: Perdone, la calle de Hermosillo, ¿me hace usted el favor? (Beinhauer, 1985, 147).
148 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
categoría de ruegos que especifican la condición previa de habilidad. Así, el ejemplo
visto ¿Puedes retirar tus pies de mi silla? Es perfectamente comparable con ¿Quieres
retirar tus pies de mi silla?
Dediquemos, para concluir, unas breves palabras a la relación intrínseca de las
condiciones previas de habilidad y disponibilidad. Un análisis comparativo pone de
manifiesto que no pertenecen al mismo análisis comparativo pone de manifiesto que no
pertenecen al mismo nivel preparatorio, sino que son condiciones jerárquicamente
ordenadas. Podemos precisar así este punto: la habilidad para realizar un acto
determinado es un criterio absoluto en lo que respecta a las capacidades individuales del
agente. La disponibilidad, en cambio, es un criterio relativo, ya que es negociable; es
decir, en principio, es posible persuadir a un interlocutor a que acceda a un ruego que,
en una fase anterior del intercambio verbal, rechazó. Podemos deducir de un par de
ejemplos contrastivos una evidencia empírica para la jerarquía señalada:
95) ¿Quieres ayudarme a redactar este documento, si puedes?
96) *¿Puedes ayudarme a redactar este documento, si quieres?
(95) es perfectamente aceptable, mientras que (96) está pragmáticamente mal
formado, ya que la habilidad del interlocutor, que se indica mediante la apódosis, está
condicionalmente subordinada a su disponibilidad, referida por la prótasis. Dentro del
mismo contexto, vale la pena mencionar una observación por Leeech (1974, 810) sobre
la neutralización de la distinción conceptual entre habilidad y disponibilidad.
Refiriéndose a la respuesta escrita a una tarjeta de invitación, Leech señala que, por
razones de cortesía, cuando se rechaza la invitación, la negación no puede adoptar la
forma de *no quiero aceptar la invitación; de modo que, en este contexto específico, se
selecciona el lexema que denota habilidad como antónimo del que denota
disponibilidad.
Los análisis de este capítulo nos permiten concluir que tanto las oraciones
imperativas como las interrogativas que contienen una referencia de la habilidad o
disponibilidad del interlocutor sirven como vehículos de expresión convencionales para
transmitir cortesía negativa.
8.2.1.2. La exhortación indirecta
149 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
En 8.2.1.1. hemos advertido que el carácter empático de las preguntas sobre las
condiciones físicas y mentales del interlocutor desempeña un papel central en la
comunicación de cortesía negativa. Por este motivo, la habilidad y disponibilidad para
efectuar el acto exhortado pueden calificarse adecuadamente de condiciones previas
orientadas hacia el oyente.
Ahora bien, en la manifestación de la exhortación indirecta intervienen otros tipos
de condiciones previas, que no están orientadas hacia el oyente, sino hacia el objeto del
acto exhortado. Se trata de las llamadas condiciones de obviedad y razonabilidad.
La condición previa de obviedad –traducción literal del término inglés obviousness-
, halla su expresión formal en oraciones interrogativas cuyo objeto ilocutivo explícito es
verificar si la situación deseada se da o no en realidad. Para un ejemplo concreto,
remitimos a (77): ¿Está cerrada la puerta?, poniendo de relieve que una respuesta
afirmativa a esta pregunta implica que se suprime la interpretación exhortativa indirecta.
La siguiente exposición enfoca la índole de la presuposición que subyace en la
expresión de la condición previa de obviedad (Downes, 1977, 86):
…it may NOT be the case that imperatives are restricted to future time
reference… The crucial criterion may be that the speaker does not know that the act
has been carried out or carries out in a certain way. We might say that imperatives
are incompatible with «verifies by the speaker» past time reference. Since
verification includes future time (one cannot verify an act yet to be performed), the
more general constraint on imperatives is that the act must be unverified by the
speaker…
[…puede ser el caso que los imperativos (sc. Oraciones exhortativas) NO estén
restringidos al tiempo futuro… El criterio crucial puede ser que el hablante no sepa
que el acto haya sido efectuado o efectuado de una manera determinada. Podríamos
decir que los imperativos son incompatibles con una referencia al pasado
«verificado por el hablante». Como la verificación implica tiempo futuro (no se
puede verificar un acto que aún no se ha realizado), los imperativos están sujetos a
la restricción general de que el acto no haya sido verificado por el hablante…]
Consideremos algunos casos concretos:
150 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
97) ¿Has echado la carta al correo ya?
98) ¿Hay café?
99) ¿Tienes dinero tú?
Aunque estas preguntas pueden hacerse sólo para pedir información, en muchos
casos se caracterizan por un objeto ilocutivo múltiple. Es decir, el hablante puede
usarlas para averiguar si la situación que quiere que se produzca, ya se da en realidad.
Como ya hemos indicado antes, esto conlleva que una respuesta afirmativa a la pregunta
haga que la petición implícita deje de tener efecto. Una respuesta negativa, en cambio,
implica que la interrogación activa el acto de habla indirecto, que en los ejemplos (97)-
(99) puede especificarse como: echar la carta al correo, hacer café y pagar la cuenta,
respectivamente.
De lo anterior se desprende que el interlocutor que no ha realizado todavía el acto
pedido, pero que tiene la intención de acceder al ruego, no necesita contestar a la
pregunta; puede limitarse a manifestar que está dispuesto a cumplir con el deseo del
hablante. Así, pues, una respuesta verbal apropiada a (97) podría ser:
100) No te preocupes; lo haré ahora mismo.
Al comparar la estructura proposicional de los tres ejemplos mencionados,
percibimos que (98) y (99) no contienen ninguna referencia a los actos pedidos. Lo
único que se describe es el objeto en el que se debe centrar la acción del oyente. En
(97), por otra parte, dicha acción está especificada literalmente. Sin embargo, esto no
significa que tengamos una exhortación directa; mediante el uso del presente perfecto el
hablante no orienta la acción hacia el futuro, -como, por ejemplo, en ¿Puedes traerme el
correo? y ¿Quiere usted apartar su coche?-, sino hacia el pasado, por lo que la
locución adolece de fuerza exhortativa directa. Recuérdese, a propósito de esto, que en
8.2.1. hemos determinado el carácter indirecto de exhortaciones como (97)-(99),
asignándoles la penúltima posición en la escala de cuatro puntos:
Nótese, luego, que el adverbio ya del ejemplo (97) contribuye esencialmente a la
interpretación impositiva de la locución; se refiere al conocimiento común compartido
por hablante y oyente de que a éste le toca llevar a cabo la acción aludida.
151 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Lógicamente, la manifestación lingüística de la condición previa de obviedad
facilita al hablante el distanciarse cortésmente de su interlocutor. Lo que hace en
realidad es formular una pregunta objetiva sobre una posible situación evitando
acercarse abiertamente al territorio intencional del interlocutor. Sabemos, por
experiencia propia, que las preguntas en cuestión las hacen también los hablantes que
están enterados de que la acción pedida no se ha efectuado aún, lo cual equivale a decir
que se burlan de la condición de sinceridad de los actos interrogativos, puesto que, por
razones estratégicas, formulan la pregunta con falsas pretensiones.
Es lícito concluir de todo esto que los ruegos indirectos del tipo de (97)-(99)
expresan de forma prototípica cortesía negativa.
Pasemos ahora al análisis de la condición previa de razonabilidad, que, como
quedó arriba indicado, es comparable a la de obviedad en la medida en que su
manifestación lingüística corresponde a la realización indirecta del acto exhortativo.
La razonabilidad de la que aquí se trata subyace en el comportamiento racional del
homo agens en general y del homo loquens en especial. Dentro del marco de la teoría de
los actos de habla, el factor crucial es la presuposición de que cada hablante es capaz de
explicar por qué realiza un determinado acto de habla. En relación con los actos
exhortativos, se puede sostener que la justificación explícita del acto sirve para
convencer al oyente de que hay un motivo para cumplir el deseo del hablante. Rescher
(1966, 16-17) enfoca este punto como sigue:
…a command generally has some justification, i.e., the source should be in a
position to provide a rational and reasonable answer to the question of why he
issued a certain command. A command can thus be «questioned» by its recipient
both as regards the authority of its source and his grounds for giving it.
[…generalmente, una exhortación tiene cierta justificación, es decir, la fuente
debe estar en las condiciones apropiadas para dar una respuesta racional y
razonable a la pregunta de por qué emitió una exhortación determinada. Así, pues,
el receptor de una exhortación puede pedir que se justifique tanto la autoridad de la
fuente como sus motivos para hacerla.]
Como hemos observado en varios pasajes de este libro, la justificación de la
exhortación desempeña un importante papel en la expresión de cortesía negativa. En
152 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
6.3., por ejemplo, al analizar los ejemplos (29) y (30), hemos advertido que el
macroacto exhortativo se compone preferentemente de un ruego precedido y/o seguido
de una secuencia de aserciones que tienen por objeto motivar el acto exhortativo central.
De este modo, el hablante muestra cortesía negativa, ofreciendo al oyente la
oportunidad de juzgar la razonabilidad de la exhortación.
Un ejemplo ilustrativo de la estrategia indicada es (19) Está oscuro en este rincón,
en relación con el cual hicimos notar que, emitido en un contexto o situación apropiada,
puede utilizarse adecuadamente para exhortar al interlocutor, por ejemplo, a que
encienda la luz.
Es obvio que la índole marcadamente indirecta de actos de habla como (19) tiene su
origen en que se hace una aserción que no encierra ninguna referencial formal a la
exhortación implícita. De esta manera, el hablante produce la impresión de que no tiene
el propósito de amenazar la libertad de acción del oyente. Evidentemente, es la distancia
conceptual, o mejor dicho inferencial, entre aserción explícita y exhortación implícita la
que crea la interpretación cortés de la locución. Esta forma de cortesía negativa le
permite incluso al oyente responder tan sólo a la fuerza asertiva de la locución, sin que
tenga que prestar atención al acto exhortativo implícito. Así, pues, un interlocutor no
cooperativo podría responder a (19):
19a) Sí, aquí no entra nunca el sol.
Esta respuesta ilustra claramente que se puede manipular el proceso inferencial que
hay que recorrer para llegar de la fuerza explícita a la implícita del acto de habla
indirecto. Concretamente, el hablante de (19a) deja de dar los pasos deductivos
necesarios, desatendiendo el carácter indirecto de la locución.
Un análisis más detallado de la situación nos muestra que la reacción no
cooperativa puede desestabilizar el intercambio conversacional, si el hablante original
se da cuenta de la insinceridad de su interlocutor. Naturalmente, puede insistir
repitiendo la exhortación en forma directa mediante una locución imperativa; otra
estrategia sería problematizar la violación del principio de cooperación (Grice, 1975)
con el objeto de restablecer el equilibrio interactivo. Sin embargo, si el locutor
exhortativo no procede de ninguna de estas maneras, dejando de manifestar su disgusto
es muy probable que se originen los primeros gérmenes de un conflicto personal. Tales
153 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
conflictos suelen desarrollarse del modo siguiente: el hablante que ve frustrada su
intención comunicativa adopta una actitud que sabe que irrita al interlocutor. Éste, a su
vez, reacciona de modo parecido, manifestando una forma de comportamiento que irrita
al hablante original. El resultado natural de este tipo de antagonismo es que las
relaciones sociales de los interlocutores se vean amenazadas seriamente. Huelga decir,
para finalizar, que la situación aquí descrita representa una forma extrema del fracaso
comunicativo ocasionado, en el fondo, por la intención de manifestar cortesía negativa.
Se da por supuesto, a través del análisis anterior, que el interlocutor cooperativo se
guía tanto por sus conocimientos generales del mundo como por sus conocimientos
particulares de la situación comunicativa en la que se encuentra, para inferir de la
aserción explícita la correcta interpretación de la exhortación implícita66
.
Cabe distinguir dos tipos de procesos inferenciales, según el contenido
proposicional de la aserciones sea específico u opaco. Esta clasificación, establecida
por Haverkate (1979, 127-134), está fundada en los criterios que se detallan más
adelante.
En cuanto a la clase de aserciones de contenido específico remitimos, en primer
lugar, al ejemplo (79): Hace un frío tremendo aquí. Interpretando esta locución como un
acto de habla múltiple, compuesto de aserción explícita y exhortación implícita,
podemos sustentar que la aserción tiene por objeto indicar al oyente que hay una razón
para realizar una acción determinada, cuya índole debe deducir del contenido
proposicional, por una parte, y de la situación comunicativa, por otra. Respecto a (79),
es razonable suponer que la acción aludida es, por ejemplo, cerrar la ventana, encender
la calefacción o apagar el ventilador. En el caso de que oyente no interprete
debidamente la relación entre lo que se dice y lo que se pretende –o desatienda
intencionadamente esa relación-, el hablante puede explicitar su intención con una
oración impositiva en la que la aserción original cumpla función de oración subordinada
causal. Este procedimiento se ve en la siguiente expansión de (79):
79a) Cierre la ventana, que hace un frío tremendo aquí.
66
En los actos de habla indirectos, el hablante comunica al oyente más de lo que dice en realidad,
confiando en la información de fondo lingüística y no lingüística, mutuamente compartida, así como en
las capacidades generales del oyente de razonar e inferir. Más específicamente, el aparato necesario para
explicar la parte indirecta de los actos de habla indirectos incluye una teoría de actos de habla, ciertos
principios generales de conversación cooperativa […], información de fondo mutua del hablante y oyente,
así como la habilidad del oyente de inferir.
154 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Centrémonos, a continuación, en la clase de las aserciones de contenido opaco,
tomando como punto de partida el ejemplo:
101) La asistenta no ha venido hoy tampoco.
La interpretación que aquí interesa es la de un acto de habla múltiple caracterizado
por una fuerza asertiva explícita y otra exhortativa implícita, lo cual, a primera vista,
sugiere una equivalencia de (79) y (101). Una investigación más precisa, sin embargo,
pone de manifiesto que, al comprar los dos ejemplos, la condición previa de
razonabilidad opera de modo esencialmente distinto. Es decir, (79) describe una
situación que debe ser transformada en otra, mientras que la proposición de (101) no
describe esa situación, de modo que, en este caso, el oyente sólo puede inferir la acción
exhortada a partir de sus conocimientos particulares del contexto o de la situación. Así,
pues, suponiendo que se trata de una locución dirigida por una mujer a su marido, que
acaba de llegar a casa, la exhortación puede estar orientada hacia acciones tan diversas
como fregar los cacharros, ayudar a limpiar la casa o ir a casa de la asistenta a
informarse de por qué no ha aparecido.
Para formalizar la distinción entre aserciones de contenido específico y opaco
proponemos describir la primera categoría según el deseo del hablante de que el oyente
transforme la situación indicada (E) en –(E), o viceversa; las aserciones de contenido
opaco, en cambio, no indican una situación que deba ser transformada en otra. Aquí la
descripción de la situación sólo sirve para indicar que hay otro, (EI), no referido
explícitamente, que debe ser transformado en –(EI), o viceversa67
.
Una prueba empírica para verificar la diferencia entre los dos tipos de aserciones
exhortativas consiste en incrustarlas en una proposición que exprese un juicio de valor.
Compárense, por ejemplo:
79a) Es absurdo que haga un frío tremendo aquí.
101a) Es absurdo que la asistenta no haya venido hoy tampoco.
67
Es interesante observar de paso que gran número de anuncios comerciales están basados en aserciones
exhortativas de contenido opaco. Por poner un ejemplo concreto, no encontramos anuncios que contengan
exhortaciones directas del tipo Compre los productos de Hele Rubinstein, sino El tiempo se detiene en tu
piel con Helena Rubinstein. Del mismo modo, el público no se enfrenta con Abra usted una cuenta en
Granadaban, sino con En Granadaban su dinero crece más seguro.
155 La cortesía verbal
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Es evidente que (79a) puede emitirse perfectamente con la misma intención
exhortativa que (79). Cabe añadir a esto que la valoración negativa expresada por la
proposición incrustadora hace que la locución adquiera la interpretación de un reproche
indirecto, lo cual conlleva que el hablante que la emite realice, a la vez, dos actos
ilocutivos implícitos.
Consideremos ahora (101a). Es indudable que estamos ante una oración
gramaticalmente bien formada. Sin embargo, a diferencia de (79a), es muy poco
probable que se produzca para comunicar una exhortación, de modo que, en
circunstancias normales, el oyente no interpretará la aserción valorativa como un ruego
para que friegue los cacharros, ayude a limpiar la casa o vaya a casa de la asistenta a
informarse de por qué no ha aparecido.
Redondeamos el análisis comparativo de las aserciones de contenido específico y
opaco considerando de nuevo la escala de cuatro puntos, establecida en 8.2.1. Es
incontestable que tanto una categoría como otra corresponden, de acuerdo con los
criterios fijados al respecto, al punto cuatro de la escala, o sea, el punto ocupado por las
realizaciones más indirectas del acto exhortativo. Como hemos destacado arriba, las
aserciones opacas se diferencian de las específicas en que no son interpretable más que
a partir de conocimientos de fondo particulares, inaccesibles a personas no iniciadas en
el dominio correspondiente del discurso. En las aserciones específicas, en cambio, los
conocimientos de fondo tienen una función menos preponderante, ya que se describe
una situación objetivamente interpretable.
Por este motivo, la categoría de las exhortaciones indirectas que corresponden al
punto extremo de la escala se bifurca en dos subcategorías, diferenciadas por la índole
del proceso inferencial.
Ahondaremos, en lo que sigue, un poco más en la estructura proposicional de las
aserciones de contenido opaco, fijándonos en la relación dialéctica entre la expresión de
cortesía negativa y la interpretabilidad del acto de habla. De acuerdo con la máxima de
relación (Grice, 1975), estos dos factores deben estar en equilibrio. Al hablante
indirecto, por consiguiente, se le impone la necesidad de construir la aserción de
contenido opaco de forma que el interlocutor se percate, sin dificultad, de su relevancia
para la exhortación implícita.
156 La cortesía verbal
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Véase, a propósito de esto, la exposición de Blum-Kulka sobre la correlación
señalada:
The concept of (in)directness, when applied to speech acts, is taken to equal the
relative length of the inferential path needed to arrive at an utterance’s illocutionary
point. Thus, the more «indirect» the mode of realization, the higher will be the
interpretive demands on the hearer (1987, 133).
Thus the most polite way of making a request is by appearing to be indirect
without burdening the hearer with the actual cost of true indirecteness (1987, 143-
144).
[Cabe establecer una correlación entre el carácter directo o indirecto del acto de
habla y la distancia relativa que se tiene que recorrer por el camino inferencial para
llegar al objeto ilocutivo de la locución. Así, pues, cuanto más «indirecto» sea el
modo de realización, más coste tendrá que invertir el oyente en el proceso de
interpretación.
Es decir, la forma más cortés de hacer un ruego es intentar aparentar ser
indirecto, sin obligar al oyente a invertir el corte real que supone la interpretación
de una locución auténticamente indirecta]68
.
Para aclarar la esencia del problema inferencial, es útil señalar que los hablantes
pueden tener motivos muy particulares para hacer una exhortación. Esto conlleva, como
ha sugerido acertadamente Downes (1977, 94), que sea imposible concebir una
aserción, cualquiera que sea su contenido proposicional, a la que, en un contexto
apropiado, no se pudiera tribuir una fuerza exhortativa.
Ahora bien, lo anterior puede haber creado la impresión de que la manifestación de
la condición previa de razonabilidad sólo sirve para comunicar cortesía negativa. La
práctica de las conversaciones cotidianas muestra, sin embargo, que esta idea es falsa.
Fundamentalmente, intervienen dos criterios formales en la interpretación cortés o no
cortés del acto de habla indirecto: el patrón entonacional y la estructura léxica de la
proposición. Retomando el ejemplo (79), Hace un frío tremendo aquí, comprobamos
que el hablante que haga esta aserción mediante un marcado refuerzo prosódico, no
expresa un ruego, sino un mandato, por lo que produce un efecto perlocutivo
68
Una útil contribución al estudio de la relación entre cortesía e interpretabilidad es el artículo de Rycker
(1990).
157 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
evidentemente no cortés. Naturalmente, esta interpretación presupone que el hablante
tiene autoridad sobre el oyente y que éste está enterado de que, en virtud de esa
autoridad, tiene la obligación de realizar la acción implícitamente indicada por la
aserción.
La influencia de la selección léxica la podemos ilustrar por medio de (79a): Es
absurdo que haga un frío tremendo aquí. Recuérdese que esta variante de (79) puede
ser emitida con la misma intención exhortativa que el ejemplo original. Hemos
observado, además, que el empleo del lexema absurdo suministra un efecto perlocutivo
negativo, puesto que la locución implica que el oyente es responsable de haber
provocado una situación no deseada. Ni que decir tiene que el mismo efecto se consigue
acompañando la aserción de vocativos despectivos como idiota, imbécil y estúpido. La
conclusión es obvia: la aplicación de las estrategias léxicas indicadas hace que el
hablante se exprese de un modo no cortés o, incluso, descortés.
Con estas consideraciones concluimos nuestra investigación de la cortesía negativa
tal como se transmite por la referencia a las condiciones previas de obviedad y
razonabilidad.
8.2.1.2.1. Estrategias deícticas
En este capítulo investigaremos el subacto referencial del acto exhortativo,
adoptando, en consonancia con el análisis de los actos asertivos, el centro deíctico como
marco de referencia. Para una caracterización del concepto remitimos al principio de
8.1.2.2.2. Aplicando el modelo que se elabora allí, dedicaremos los siguientes párrafos
al análisis de la cortesía tal como se expresa por medio de las categorías de la
coordenada de persona y tiempo.
8.2.1.2.1.1. La coordenada de persona del centro deíctico
La intención primordial del hablante exhortativo que manipule la coordenada de
persona del centro deíctico es suavizar la fuerza del acto de habla. El efecto atenuador
se consigue mediante una referencia no explícita al interlocutor. Esta forma de cortesía
negativa es inherente a varios tipos de exhortaciones indirectas. Las estrategias en
cuestión pueden describirse adecuadamente basándonos en la escala que hemos ideado
para determinar el carácter directo o indirecto del acto de habla. En todos los casos, la
158 La cortesía verbal
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manipulación de la coordenada de persona da como resultado la desfocalización de la
identidad del oyente.
Para empezar nos centraremos sobre el segundo punto de la escala, al que
corresponden locuciones que indican el acto exhortado, sin contener una referencia
específica o directa al oyente. Recuérdese, respecto a esto, el primer ejemplo dado en
8.2.1., Quisiera que se encendiera la luz. Al interpretar esta locución como exhortación
indirecta, vemos que expresa una referencia gramatical al interlocutor a través del
pronombre pseudorreflexivo. Esta categoría, como es sabido, está marcada
negativamente respecto al rasgo [específico]. Lo que se aplica, pues, es una estrategia de
distanciamiento deíctico que tiene como fin comunicar cortesía negativa. Dicho de otro
modo, dejando de hacer referencias específicas al interlocutor, el hablante evita invadir
abiertamente su campo intencional.
Otra estrategia desfocalizadora consiste en actualizar la referencia pseudoinclusiva
de la primera persona del plural. Aquí es relevante un ejemplo como (14) Y ahora
vamos a acostarnos tranquilamente, exhortación sobre la que hemos observado que
tipifica relaciones asimétricas entre los interlocutores, o sea, en este caso, entre padres e
hijos. Hemos visto también que la cortesía negativa manifestada por la referencia
pseudoinclusiva reside en que el hablante superior la maneja para crear una solidaridad
simbólica con el oyente. Mirando las cosas desde la perspectiva del centro deíctico,
vemos que se amalgaman las zonas de los interlocutores, lo cual sugiere una reducción
del papel activo del oyente. En el marco de las máximas griceanas, podría establecerse
que el hablante de (14) se burla de la primera máxima de calidad, porque dice una cosa
que sabe que es falsa; únicamente incita a que se acueste al interlocutor.
El tercer punto de la escala está ocupado por locuciones que no describen
necesariamente el acto exhortado, sino que indican su objeto. Por esta razón, no es raro
que carezcan de constituyentes deícticos. Un ejemplo ilustrativo es (98): ¿Hay café?,
que, de acuerdo con la interpretación que examinamos aquí, es una manifestación de la
condición previa de obviedad inhernte a la realización del acto exhortativo. Consultando
si cierta situación corresponde a la realidad, la pregunta del hablante implica que el
oyente, cuya identidad se silencia por completo, haga que se produzca esa situación en
el caso de que la respuesta sea negativa. Dicho de otro modo, el hablante de (98)
actualiza el máximo grado de distanciamiento respecto a la zona deíctica del
interlocutor.
159 La cortesía verbal
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Observamos el mismo proceso desfocalizador en las locuciones que ocupan el
cuarto punto de la escala. Son exhortaciones basadas en la manifestación de la
condición previa de razonabilidad, como, por ejemplo, (19): Está oscuro en este rincón.
Este ejemplo es perfectamente comparable a (98); las dos locuciones muestran que la
despersonalización del interlocutor se presenta en su forma prototípica en la expresión
de las condiciones de obviedad y razonabilidad. Esto no es sorprendente, puesto que ni
una interrogación sobre la situación deseada ni la descripción de la razón por la que se
emite la exhortación requieren una referencia intrínseca a la persona del interlocutor.
En resumen, los análisis que hemos visto en este párrafo han demostrado que en la
mitigación deíctica del acto exhortativo intervienen tres tipos de referencias: la
pseudorreflexiva, la pseudoinclusiva y la implícita.
Al comparar, para concluir, los actos asertivos y exhortativos en cuanto a la
manipulación de la coordenada de persona, percibimos que en los asertivos el hablante
puede borrar tanto los perfiles de su propia zona del centro deíctico como los de la zona
del interlocutor. Ejemplos ilustrativos son (64) y (66), respectivamente. El hablante
exhortativo, en cambio, no tiene más remedio que desfocalizar la identidad del oyente,
lo que encuentra su explicación natural en el objeto ilocutivo de la exhortación, que se
orienta hacia el interlocutor en su calidad de persona agente.
8.2.1.2.1.2. La coordenada de tiempo del centro deíctico
En los actos de habla exhortativos, la manipulación de la coordenada de tiempo se
hace con el empleo de dos paradigmas verbales: el condicional y el pretérito imperfecto.
En cuanto al condicional, recuérdese que su composición semántica es peculiar
porque expresa una amalgama de dos rasgos temporales básicamente contrastivos: [+
pretérito], [+ futuro]. Hemos advertido que las oraciones que tienen una forma del
condicional no se refieren al mundo real, sino a un mundo posible. Respecto a los dos
tipos de mundos posibles distinguidos en 8.1.2.2.2.2., conviene resaltar que, en los actos
exhortativos, sólo desempeña un oficio distintivo el mundo que hemos definido como
situaciones que no son reales, pero que pueden convertirse en realidad. Lógicamente,
el otro tipo de mundo posible, caracterizado por situaciones que no son reales y que no
pueden convertirse en realidad, es incompatible con el objeto ilocutivo de la
exhortación.
160 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
El condicional que se refiere a situaciones que pueden llegar a ser reales se suele
designar como condicional hipotético y, como hemos visto por el análisis de las
aserciones, se presta perfectamente a expresar cortesía atenuadora.
Veamos ahora en qué circunstancias este condicional se puede utilizar para atenuar
la fuerza del acto exhortativo. Nuestro marco de referencia lo constituyen las
condiciones previas que hemos utilizado para examinar las manifestaciones directas e
indirectas de la exhortación.
Empezamos por las condiciones orientadas hacia el oyente, que son las de
habilidad y disponibilidad. En 8.2.1.1. hemos sostenido que su manifestación
lingüística es indicio de la realización directa del acto exhortativo; basábamos la
argumentación en el análisis proposicional de ¿Puedes traerme el correo? y ‘Quiere
usted apartar su coche? Ahora bien, en los dos ejemplos el presente de indicativo puede
sustituirse por el condicional hipotético sin que ello repercuta en la gramaticalidad de
las oraciones. Lo que sí sufre un cambio es s interpretación pragmática: ¿Podrías
traerme el correo? y ¿Querría usted apartar su coche? denotan un grado de cortesía
mayor, si se emiten en la misma situación comunicativa. La diferencia entre presente y
condicional se explica teniendo en cuenta que, en virtud de su análisis componencial, el
condicional indica un punto de referencia separado del momento del acto de habla por
una doble distancia temporal. Esta distancia la hemos asociado metafóricamente con la
distancia interpersonal creada por el hablante para expresar mitigación. En la gramática
tradicional, como vimos, se suele hablar de condicional de cortesía.
Nótese que algunas de las variantes de ¿Quiere usted apartar su coche? pueden
mitigarse también con el empleo del condicional de cortesía. Así, por ejemplo, al lado
de (90) y (91), tenemos:
90a) ¿Le importaría apartar su coche?
91a) ¿Tendría inconveniente en apartar su coche?
Pasemos, a continuación, a la investigación de las condiciones previas tratadas en
conexión con la exhortación indirecta: las condiciones de obviedad y razonabilidad. La
primera la ilustramos mediante los ejemplos (97)-(99). Lo interesante en este contexto
es que ninguno de estos ejemplos admitiría el condicional de cortesía con tanta facilidad
como las locuciones que expresan habilidad y disponibilidad.
161 La cortesía verbal
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Vayamos por partes. En (97) el condicional no podría usarse para aumentar el grado
de cortesía. Dicho de otro modo:
97a) ¿Habrías echado (echarías) la carta al correo?
no expresa un ruego cortés, ni siquiera expresa un ruego.
A propósito de:
98a) ¿Habría café?
99a) ¿Tendrías dinero tú?
cabe advertir que estas variantes de (98) y (99) requerirían contextos muy específicos
para ser interpretadas como ruegos corteses. Sea lo que fuere, al condicional no se le
puede asignar –en ninguno de los casos-, el estatus de transmisor de cortesía
convencional.
La condición previa de razonabilidad se examinó a través de los ejemplos (19), (79)
y (101), que tipifican la realización más indirecta del acto exhortativo. Parece ser, a
primera vista, que el empleo del condicional de cortesía no es compatible con ninguno
de los tres. No obstante, al recordar las palabras de Downes (1977, 94), según el cual
toda aserción, dado un contexto apropiado, puede hacerse con fuerza exhortativa,
debemos precisar nuestra observación en el sentido de que se requieren factores
situacionales más específicos aún que los postulados para los ejemplos (98a) y (99a),
para que una aserción como, por ejemplo, (19a) Estaría oscuro en este rincón pueda
interpretarse como ruego cortés.
Quedan por investigar tres clases de oraciones exhortativas en las que el uso del
condicional contribuye a una interpretación convencionalmente cortés.
I) Compárense:
102) Quiero que me cortes el pelo.
103) Querría que me cortaras el pelo.
162 La cortesía verbal
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Advertimos, en primer lugar, que tanto (102) como (103) representan
manifestaciones lingüísticas de la llamada «condición de sinceridad» (Searle, 1969, 64-
65), que subyace en el comportamiento intencional del hablante. Como sugiere el
mismo término, la sinceridad inherente a la realización del acto de habla hay que
definirla como un estado psicológico primario del hablante, irreducible a factores
externos. En lo que respecta a los actos exhortativos, la condición de sinceridad estipula
que el hablante que dirija un ruego o mandato al interlocutor quiera realmente que éste
realice el acto exhortado. El campo de acción de la condición puede demostrarse
empíricamente por una comparación entre: Recoge tus juguetes; quiero que lo hagas y
*Recoge tus juguetes, pero no quiero que lo hagas. El primer acto de habla se efectúa
de manera consistente; expresa mediante una coletilla, que sirve de refuerzo persuasivo,
que el hablante es sincero al hacer la exhortación. El segundo, en cambio, manifiesta
una contradicción del tipo denominado paradoja de Moore: la sinceridad presupuesta
por Recoge tus juguetes queda anulada explícitamente por la oración adversativa, de lo
que resulta que la locución deja de ser interpretable. Se produce, pues, una evidente
situación de doublé-bind.
Volvamos, tras este breve excurso, a los ejemplos que acabamos de dar. (102)
ilustra la norma de que el uso de la forma del presente de indicativo impide que la
locución tenga la fuerza de un ruego cortés. La referencia directa al estado intencional
de hablante es característica de interacciones en las que el hablante tiene poder o
autoridad sobre el oyente. El ejemplo (103), por otra parte, expresa cortesía; en virtud
de la acepción hipotética del condicional, querría se refiere a una situación que no se da
en el momento del acto de habla. Podríamos afirmar que este uso del condicional crea
un espacio temporal metafórico respecto al estado intencional actual del hablante. Al
mismo tiempo está vigente el criterio de espacio icónico, puesto que la condición de
sinceridad y el contenido proposicional de la exhortación se expresan separadamente en
el nivel de las cláusulas subordinante y subordinada, respectivamente. Locuciones como
(103), por consiguiente son ejemplos prototípicos de mitigación exhortativa69
.
69
Obsérvese que el efecto mitigador puede duplicarse si se silencia la identidad del interlocutor como
persona agente. Es relevante, al respecto, la siguiente variante de (103):
(103a) Querría que se me cortara al pelo.
Esta locución encierra un doble distanciamiento del centro deíctico, tanto por la coordenada de tiempo
como por la de persona. Debido a su estructura proposicional –especificación del acto y desfocalización
del actor- (103a) representa un miembro de la clase de exhortaciones que ocupan el segundo punto de la
escala con la que determinamos el carácter directo o indirecto del acto de habla.
163 La cortesía verbal
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Llama la atención que en la bibliografía sobre el condicional de cortesía lo que ha
interesado ha sido especialmente la expresión de la condición de sinceridad. No se suele
mencionar el condicional como vehículo de expresión cortés en la realización formal de
las condiciones previas de habilidad y disponibilidad. Así, por ejemplo, la Real
Academia Española (1984, 474) sólo presta atención a ejemplos como Desearía hablar
con usted y Querría pedirte un favor. La misma restricción la encontramos en Weinrich
(1968, 146), que basa su análisis en una comparación entre varias lenguas:
El condicional de cortesía se encuentra en los idiomas más diversos. Por eso
puede traducirse sin temor: J’aimerais savoir…, Me gustaría saber…, Gostaria de
saber…, Ich würde (möchte) gerne wissen…
II) Más abajo analizamos la segunda clase de exhortaciones en las que el uso del
condicional contribuye a una interpretación convencionalmente cortés. Pertenecen a esta
clase oraciones asertivas que contienen una descripción completa del acto exhortado, así
como una justificación del mismo. Considérense:
104) Sería bueno que fueras al banco ahora mismo.
105) Sería una solución ideal que tú te encargaras de eso.
106) Usted sería la persona más indicada para comunicárselo.
La interpretación cortés de estas exhortaciones se deriva de la interacción del
condicional y la selección léxica del predicado principal. En los tres casos, éste denota
información que refuerza la imagen positiva del interlocutor.
Para que se transmita cortesía, se requiere, por regla general, que las dos
condiciones arriba mencionadas operen simultáneamente; la sustitución del condicional
por otro paradigma verbal no proporciona necesariamente el mismo efecto perlocutivo.
Igual ocurre con la proposición que describe la justificación del ruego: si no se
selecciona un predicado que indique una valoración positiva de la colaboración del
interlocutor, no es intención del hablante expresarse cortésmente. Valgan como
ejemplos predicados como urgente, necesario e inevitable, cuyo uso no produciría
efectos de cortesía.
164 La cortesía verbal
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La estructura lingüística de (104)-(106) pone de manifiesto que la cortesía
expresada pertenece a la categoría de mitigación. Lo mismo que en los ejemplos (54)-
(56) y (103), estamos ante la interacción de dos clases de espacio: metafórico e icónico;
el metafórico queda determinado pro el uso del condicional que produce un
distanciamiento temporal del momento del acto de habla. El espacio icónico tiene su
origen en la estructura subordinada de la oración reflejándose por la distancia sintáctica
entre la justificación y la especificación del acto exhortado.
III) La última clase de exhortaciones relevante para el presente análisis es la que se
compone de locuciones performativas atenuadas. Empecemos por repasar lo que
llevamos dicho acerca de las locuciones performativas asertivas. Mediante la
investigación de los ejemplos (54)-(56), hemos visto que el condicional se emplea de
dos maneras distintas para atenuar la fuerza del acto de habla: puede marcar tanto el
verbo performativo como los verbos modificadores poder y querer.
Pues bien, en cuanto a las exhortaciones performativas, se da una situación similar,
como puede verse en:
107) Le rogaría que me tradujera este fragmento.
108) Querría rogarle que me tradujera este fragmento.
Estas oraciones reflejan la misma estructura formal que (54)-(56): la especificación
del predicado ilocutivo está sintácticamente separada de la del contenido proposicional
por el carácter subordinado de la oración; dicho de otra forma, la oración subordinante
contiene una referencia explícita al acto de habla exhortativo, mientras que subordinada
hace una descripción concreta del acto rogado. El espacio icónico que se crea así
coaparece con el espacio metafórico reflejado por el significado hipotético del
condicional. La combinación de los tipos de espacio mitiga la fuerza de las locuciones,
transformándolas en performativas atenuadas.
Podría hacerse una observación especial acerca de la función pragmática de los
verbos poder y querer, que, por su sentido léxico, resultan apropiados para mitigar la
fuerza de las locuciones que hemos venido examinando. Como sugieren los ejemplos
(54) y (55), por una parte, y (108), por otra, el hablante asertivo puede hacer uso tanto
de poder como de querer, mientras que el exhortativo sólo puede explicitar la condición
165 La cortesía verbal
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de sinceridad, lo que le obliga a limitarse al uso de querer. Fijémonos, para ver esto
mejor, en la siguiente variante de (107):
107a) Podría rogarle que me tradujera este fragmento.
Aunque (107a) representa una oración bien formada en castellano, no puede usarse
de manera convencional para expresar un ruego cortés70
.
Recapitulemos, finalmente, la influencia estratégica del condicional para modificar
la fuerza de los actos exhortativos. Hemos constatado que puede atenuar de modo
convencional la realización lingüística de las condiciones previas de habilidad y
disponibilidad, así como la de la condición de sinceridad. También sirve de instrumento
mitigador en las locuciones performativas. Es normalmente incompatible, sin embargo,
con la manifestación de las condiciones previas de obviedad y razonabilidad.
Ahora bien, estos datos empíricos proporcionan una corroboración interesante de la
escala de cuatro puntos. Es decir, el condicional de cortesía atenúa de manera
prototípica las locuciones exhortativas que hemos calificado de directas por hacer una
especificación completa del acto exhortado; son locuciones, pues, que se colocarían en
los dos primeros puntos de la escala. Algunos ejemplos relevantes que hemos
considerado son: ¿Podrías traerme el correo?, ¿Querría usted apartar su coche?,
Querría que se me cortara el pelo y Querría rogarle que me tradujera este fragmento.
Concluimos, pues, que a la prueba empírica de Ross, basada en el empleo anafórico del
predicado acceder al ruego –véase 8.2.1.-, se puede añadir otra en la que el condicional
hipotético sirve de parámetro.
Nos queda señalar que sería conveniente remplazar la expresión tradicional de
condicional de cortesía por condicional de mitigación, puesto que, como hemos podido
ver a través de los análisis verificados, el uso cortés del condicional consigue un
marcado efecto atenuador, provocado por el distanciamiento metafórico de la
coordenada de tiempo del centro deíctico.
Finalmente, veremos el llamado imperfecto de cortesía, estrategia comparable a la
que acabamos de investigar. Recordemos primero algunas citas de la bibliografía sobre
el tema. Alarcos Llorach (1978, 107) hace la siguiente exposición:
70
La variante interrogativa de (108a) ¿Podría rogarle que me tradujera este fragmento? si admite una
interpretación exhortativa cortés. Aquí la cortesía radica en que el pedir permiso para exhortar precede al
acto exhortativo mismo.
166 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La perspectiva de alejamiento común a todos los pasados (en cualquier modo)
explica los usos llamados de «modestia» o «cortesía»: «quería pedirte un favor» ( en
lugar de quiero), donde el hablante se «aleja» por cortesía del hecho objetivo, su propio
«querer»…
Brown y Levinson (1978, 209) asocian el empleo del imperfecto de cortesía con la
intención del hablante de evitar amenazar la imagen negativa del interlocutor:
…the use of point-of-view operations to distance S from H or from the particular
FTA. One set of mechanisms involves manipulating the expression of tense to
provide distancing in time. As the tense is switched from present into past, the
speaker moves as if into the future, so he distances himself from the here and now.
Hence we get negative polite FTAs with increasingly remote past tenses, for
requests: I have been (was) wondering whether you could do me a little favour.
[…el uso de cambios de punto de vista para distanciar al hablante del oyente o
del acto que amenaza su imagen. Hay una serie de mecanismos que consisten en
manipular la expresión de tiempo para crear distancia temporal. Como el tiempo
verbal cambia de presente a pretérito, el hablante entra, por decirlo así, en el futuro,
de manera que se distancia del aquí y ahora. Así, pues, vemos que al realizarse
actos que amenazan la imagen del oyente, la expresión de tiempos pretéritos cada
vez más remotos sirve para comunicar la cortesía negativa inherente a los ruegos:
Me he estado (me estaba) preguntando si podías hacerme un pequeño favor.]
Es de interés subrayar que los autores citados están de acuerdo en que el imperfecto
de cortesía opera mediante un proceso de distanciamiento: «perspectiva de
alejamiento», «operations to distance S from H». Aplicando los parámetros del modelo
del centro deíctico, cabe hablar, efectivamente, de un distanciamiento estratégico del
momento del acto de habla, que constituye el núcleo de la coordenada de tiempo.
Además, podemos interpretar la distancia temporal entre presente y pasado como
espacio metafórico71
, lo que sugiere afinidad con el condicional, cuyo uso cortés implica
un doble distanciamiento del momento del acto de habla: no sólo hacia el pasado, sino
también hacia el futuro.
71
Borrego, Asencio y Prieto (1987, 165) señalan que Bello ya se dio cuenta del carácter metafórico del
imperfecto de cortesía, refiriéndose al mismo en términos de anterioridad metafórica.
167 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Entre los paradigmas que integran el pretérito, sólo el imperfecto puede utilizarse
para transmitir cortesía. Esta selección se explica de un modo natural por la
composición aspectual del paradigma; denota un aspecto imperfectivo, que, en el
contexto metafórico referido, actualiza una interpretación durativa, sugiriendo que la
situación hipotéticamente colocada en el pasado puede convertirse en realidad. Ésa es la
razón por la que se excluye el uso del pretérito definido para producir efectos de
cortesía; este paradigma, por el aspecto perfectivo que denota, establece una separación
fundamental entre pasado y presente.
Veamos, ahora, algunos ejemplos concretos:
109) Quería que me acompañaras al teatro.
110) ¿Qué deseaba el señor?
111) Quería pedirle un favor.
112) A ver si me podrías traer el periódico.
Al considerar estas exhortaciones, percibimos un perfecto paralelismo con la
manifestación del condicional de mitigación. Es decir, tanto el uso cortés del imperfecto
como el del condicional requiere que la realización del acto de habla sea directa.
Concretamente, (109), (111) y (112) contienen una descripción completa del acto
exhortado, especificándose en (109) y (111) la condición de sinceridad y en (112) la
condición previa de habilidad. En el último caso, advertimos que la referencia a la
habilidad del oyente no se formula por una oración interrogativa, que es lo que hasta
ahora hemos visto, sino por una asertiva, introducida por la partícula exhortativa a ver
si. En (110), ejemplo característico de la interacción entre vendedores y clientes, la
mitigación expresada por el imperfecto se ve reforzada por el uso de el señor, que,
sustituyendo al pronombre personal de tratamiento, expresa una distancia respetuosa y,
como consecuencia, cortesía positiva. El uso del imperfecto de (111), por último, hace
que la locución se interprete como performativa atenuada.
En vista del paralelismo con la terminología del condicional, podría proponerse
sustituir la expresión imperfecto de cortesía por imperfecto de mitigación, que expresa
168 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
de un modo más preciso que el efecto de cortesía proviene de un proceso de
distanciamiento72
.
72
En el lenguaje infantil es corriente un uso especial del imperfecto, que se puede ver en un ejemplo
como: Yo era el rey y tú eras la reina. Podría sostenerse que locuciones de esta índole se caracterizan por
una carga exhortativa implícita, ya que tienen por objeto llegar a un reparto de papeles. Sea lo que fuere,
el uso del imperfecto en estos casos no debe asociarse con la comunicación de cortesía; sirve más bien
para introducir al interlocutor en un mundo ficticio, no existente en el momento del acto de habla. Véase,
de paso, el siguiente comentario:
A los extranjeros les choca particularmente, me consta, el oír a nuestros niños decir cosas como:
Yo era el sheriff, y tú eras el pistolero; y tú robabas un banco y yo te perseguía (Conde, 1989,
95).
A esta cita cabe añadir que entre esos extranjeros no podría haber habido holandeses, ya que los niños
holandeses y, probablemente los de otras culturas también, utilizan justamente la misma estrategia.
169 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
9
ESTRATEGIAS DE CORTESÍA: ANÁLISIS LINGÜÍSTICO
El presente capítulo tiene una doble finalidad: (I) presentar un resumen de las
categorías lingüísticas que hemos ido analizando en su función de vehículos de
expresión de cortesía; (II) completar el resumen con las categorías que todavía no se han
investigado. Lógicamente, un cuadro panóptico de este tipo debe basarse en una
clasificación coherente y exhaustiva. A la coherencia taxonómica, precisamente, no se
le ha prestado mucha atención en los estudios de la cortesía verbal. Por ver un ejemplo
ilustrativo, Scarcella y Brunak (1981, 67) distinguen las siguientes estrategias al
presentar los resultados de una investigación empírica:
(1) hedging; (2) indirectness; (3) pre-sequences to directives; (4)
impersonalizing, and (5) deferential address terms.
[(1) atenuación; (2) actos de habla indirectos; (3) presecuencias de
exhortaciones; (4) impersonalización; (5) términos de tratamiento de respeto.]
Está claro que, desde un punto de vista taxonómico, las categorías indicadas son
heterogéneas porque pertenecen a diferentes niveles de análisis lingüístico. Así, la
atenuación puede manifestarse a través de la realización performativa del acto de habla
–véanse los ejemplos (54)-(56) y (107)-(108)-, mientras que, por otra parte, se expresa
también mediante la referencia de persona y tiempo, como hemos visto en (64)-(66) y
(104)-(106), respectivamente.
A diferencia de la atenuación, la realización indirecta del acto de habla
corresponde a un objeto ilocutivo múltiple. En el párrafo 8.2.1. se ha visto que las
estrategias indirectas se manifiestan a través de diversas formas lingüísticas, cuya
descripción debe efectuarse en el marco de las condiciones previas del acto de habla.
170 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La categoría de las presecuencias difiere de todas las demás en que opera en el
macronivel del acto de habla, lo cual implica, como se puso de relieve en 6.3., que
requiere un análisis en el plano del discurso.
La impersonalización y los términos de tratamiento de respeto, por último, son
categorías de carácter exclusivamente referencial; se manifiestan en la aplicación de
estrategias desfocalizadoras y focalizadoras, respectivamente.
Para evitar enumeraciones heterogéneas, del tipo de la que acabamos de revisar, nos
valdremos, en lo que sigue, del análisis componencial del acto de habla, que nos permite
calificar de manera coherente las propiedades lingüísticas de cada una de las estrategias
de cortesía. El análisis se hace a partir de la distinción entre los subactos del acto de
habla, que son los actos articulatorio, ilocutivo y proposicional; el último se divide en
actos predicativo y referencial73
.
La descomposición del acto de habla se ve en el esquema siguiente:
ACTO DE HABLA → ACTO INSTRUMENTAL – ACTO FUNCIONAL
ACTO INSTRUMENTAL → Acto articulatorio
ACTO FUNCIONAL → ACTO INTERPERSONAL – ACTO PROPOSICIONAL
ACTO INTERPERSONAL → Acto ilocutivo
ACTO PROPOSICIONAL → Acto referencial – Acto predicativo.
9.1. EL ACTO ARTICULATORIO
En el análisis pragmático del acto articulatorio, que forma parte del componente
instrumental del acto de habla, tiene relevancia primordial el patrón prosódico con que
se articula una locución en una situación comunicativa determinada. A propósito de
esto, ya vimos en 8.2.1.1. que la entonación es el criterio determinante de la
interpretación cortés o no cortés de la locución imperativa.
En términos generales, puede formularse la hipótesis de que una curva melódica
creciente refleja la intención del hablante de expresarse cortésmente. Partiendo del
supuesto de que el inglés no difiera notablemente del español en este aspecto, es útil
detenernos en el análisis prosódico del siguiente ejemplo, tomado de Ladd (1980, 155):
73
Para una exposición detallada sobre la descomposición del acto de habla, véase Haverkate (1984, 45-
49).
171 La cortesía verbal
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A: Do you want a glass of water?
[¿Quieres un vaso de agua?]
B: I’ll have a beer.
[Yo tomaré una cerveza.]
Ladd observa que con una curva entonativa creciente el locutor B puede dar a
entender que rechaza cortésmente la oferta de A. Esta interpretación corresponde a la
siguiente paráfrasis de las palabras de B: tú me ofreces algo para beber - ¿podría ser
cerveza en lugar de agua? Una curva melódica decreciente, por implicación, indicaría
que B no tiene la intención de suavizar el rechazo de la invitación. Hay que tener en
cuenta, sin embargo, que los contornos prosódicos no son siempre claramente
discernibles. Para un examen más detallado del fenómeno, remitimos a lo que vimos
sobre la entonación imperativa en 8.2.1.1.
Conviene señalar, por último, que, en un contexto más amplio, el estudio del acto
articulatorio debería complementarse con el del acto cinésico, constituyendo los dos
juntos el componente instrumental del acto de habla. Recuérdese que en el capítulo 5
pasamos revista a algunas estrategias cinésicas al considerar el aparato gestual como
vehículo de expresión de cortesía. Llegamos a la conclusión de que los gestos, como
signos comunicativos no lingüísticos, pueden producir los mismos efectos perlocutivos
que los actos puramente verbales.
9.2. EL ACTO ILOCUTIVO
En el nivel del acto ilocutivo, las principales estrategias de cortesía son las que
determinan la elección entre la realización directa e indirecta del acto de habla. Los
detallados análisis hechos en 8.2.1., 8.2.1.1. y 8.2.1.2. han evidenciado que dicha
elección se aplica por excelencia a los actos exhortativos, ya que éstos encierran una
amenaza intrínseca de la imagen negativa del interlocutor.
En el presente contexto, centraremos la atención en una estrategia no examinada
todavía: el uso de interjecciones.
La interjección es una categoría cuyo estatus gramatical está poco claro, lo que se
explica por el escaso interés que ha recibido en la bibliografía lingüística. Por eso, antes
de adentrarnos en sus funciones pragmáticas vamos a dedicar algunas palabras
introductorias a sus propiedades sintácticas y semánticas.
172 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
En el plano sintáctico, la interjección se distingue por una distribución flexible;
gracias a su carácter extraproposicional puede ocupar tanto la posición inicial como la
final en la oración. Incluso puede aparecer, aunque esto ocurra con menos frecuencia, en
una posición parentética.
Desde el punto de vista semántico, hay que distinguir entre interjecciones de forma
léxica y no léxica. Representantes de la última categoría son eh, ah, psss; a la primera
pertenecen, entre otras, mira, oiga, di.
Las funciones pragmáticas de la interjección son diversas. En primer lugar –quizá
quepa hablar de una función auténtica- sirve para llamar la atención del interlocutor,
para que participe en el intercambio verbal. En este sentido, conviene mencionar la
expresión inglesa attention-getting device (función de llamada), que se refiere
inequívocamente a la intención del hablante de abrir el canal comunicativo.
En segundo lugar, se utiliza la interjección para orientar la atención del interlocutor
hacia un determinado tipo de acto de habla. Fijémonos, en la distribución de eh y ah.
Globalmente, las dos interjecciones comparten la propiedad de expresar una reacción
emocional del hablante ante lo que describe. Difieren, sin embargo, respecto a lo que
podríamos llamar su «distribución ilocutiva»: eh se compagina por excelencia con actos
exhortativos y ah con actos asertivos. Esto se puede ilustrar con ejemplos como:
113) ¡Eh, déjala en paz inmediatamente!
114) ¡Ah, es precioso el anillo que me has regalado!
La potencia combinatoria de las interjecciones salta a la vista si se invierten los
términos; si se intercambian en los ejemplos propuestos, producen oraciones mal
formadas:
113a) *¡Ah, déjala en paz inmediatamente!
114a) *¡Eh, es precioso el anillo que me has regalado!
Es interesante señalar que eh, articulado con entonación interrogativa, puede
aparecer también al final de la oración, en cuyo caso expresa una forma de solidaridad
de grupo. Refiriéndose a ejemplos como: De modo que ha perdido la memoria, ¿eh? o y
no se acuerda de nada, ¿eh?, Beinhauer (1985, 96) afirma:
173 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Este ¿eh? sugestivo se emplea también en situaciones en que el hablante teme
que el interlocutor pueda no estar de acuerdo con lo dicho […]
La realización interrogativa de la interjección, por tanto, es un recurso apropiado
para transmitir cortesía positiva.
Basándonos en lo anteriormente expuesto, podemos dividir las interjecciones en
dos clases, según estén orientadas hacia el hablante o el oyente. Ah pertenecería a la
primera clase, eh a la última. Para elaborar la distinción, añadamos algunos ejemplos
más:
115) ¡Anda, el gato se ha escapado!
116) ¡Dios mío, qué calor!
117) Venga, no martirices más a tu hermanito.
118) Vamos, no te pongas así.
En (115) anda denota la sorpresa o el desengaño del hablante al descubrir la
desaparición del gato. En (116) Dios mío refleja irritación provocada por las
condiciones meteorológicas.
En los ejemplos (117) y (118), en cambio, venga y vamos son interjecciones
orientadas hacia el oyente, enfatizando el deseo del hablante de que aquél modifique su
comportamiento de acuerdo con lo expresado por el contenido proposicional.
Abordemos ahora la pregunta central del presente análisis: ¿dónde interviene la
cortesía en el uso de las interjecciones? La respuesta es tan simple como unívoca; no
hay más que una interjección de claro perfil cortés: por favor. En Beinhauer (1985, 147-
148) se encuentra una útil introducción a los usos de por favor y expresiones de función
parecida74
:
Como ya hemos dicho, (sc. haga usted el favor) es característico del
diferenciadísimo sistema expresivo de la cortesía española, que en otros tiempos no
contara con fórmulas fijas equivalentes al alem. «bitte», fr. «s’il vous plaît», it.
«favorisca», ingl. «please». Hoy se usan para ello los giros formados con hacer el
favor, los cuales, sin embargo, frente a los citados de otros idiomas, son aún
74
Una investigación empírica realizada por Moreno Fernández (1989, 31) revela que sus informantes
atribuyen a haz el favor un grado de cortesía más alto que a por favor.
174 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
susceptibles de matización: hágame usted el favor de…, hágame el favor de…, ¿me
hace usted el favor de?, resultan mucho más expresivos, por más personales, que
haga usted el favor de…, haga el favor de…, o aun el simple favor de… […].
Mientras los giros antes mencionados enuncian un ruego auténtico, favor de no es
más que un signo de llamada. Modernamente se va generalizando cada vez más por
favor como fórmula fija de petición, correspondiente a las de otros idiomas
indicados arriba […]. Este ¡por favor! no se utilizaba antes para preguntar la hora o
pedir otro favor cualquiera, sino únicamente en situaciones peligrosas o dramáticas,
p. ej., ¡¡no haga usted eso, por favor!!; […]; y ¡por favor: ni una palabra a nadie!
La distribución sintáctica de por favor no se desvía de la de las interjecciones en
general; las posiciones canónicas que le corresponden son la inicial y final de la oración.
A diferencia del equivalente inglés please, por favor no aparece en interior de la oración
sin entonación de pausa. No obstante, su aparición en otras posiciones distintas de la
inicial o final absoluta es poco frecuente; está condicionada esencialmente por la
anteposición de un vocativo, otro constituyente de evidente carácter extraproposicional.
Véase un ejemplo como:
119) ¡María, por favor, quédate un rato más!
Otra propiedad sintáctica de la interjección de cortesía reside en su capacidad de
constituir una unidad oracional sin soporte de otros elementos lingüísticos. En ese caso,
naturalmente, el contenido proposicional de la exhortación debe inferirse del contexto o
de la situación comunicativa.
Por regla general, la exhortación implícita o tienen carácter prohibitivo o se refiere
a una acción recién efectuada por el interlocutor. En el último caso, el hablante expresa
el deseo de que se anulen los efectos de la misma. Así, por ejemplo, en un intercambio
verbal que se da en una habitación donde hace frío, la exclamación ¡por favor!
consigue un efecto prohibitivo si es obvio para el que la enuncia que su interlocutor se
dispone a abrir la ventana. Una segunda interpretación del ejemplo está relacionada con
la situación en que el oyente acaba de abrir la ventana; entonces, ¡por favor! indica el
deseo del hablante de que la cierre.
175 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
La referencia a una proposición implícita, no expresada formalmente, la entendió
Fraser (1975, 189) de la siguiente manera:
Although I will usually speak of the «proposition expressed in the utterance», it
is often the case that the proposition in question is understood by both the speaker
and the hearer and, therefore, not stated; the speaker’s utterance might consist, then,
of only the indication of what position the speaker holds toward this proposition.
[Aunque hablaré, por regla general, de la «proposición expresada por la
locución», es frecuente que la proposición en cuestión no se exprese, sino que la
sobrentienda tanto el hablante como el oyente; la locución del hablante, entonces,
podría consistir nada más que en una indicación de la actitud que adopta hacia la
proposición.]
En el plano de la interpretación pragmática, hay que resaltar que el uso de por favor
tipifica ruegos no convencionales; la interjección añade al ruego la información de que
el hablante considera que el acto pedido cae fuera del patrón interactivo corriente. Se
trata, pues, de actos no rutinarios, como se vio en el ejemplo de la ventana que
acabamos de examinar75
.
Hasta ahora nos hemos ocupado exclusivamente de la interpretación cortés de por
favor. Conviene tener en cuenta, sin embargo, que, según la realización fonética de la
interjección, puede actualizarse una fuerza exhortativa no cortés. Si está marcado por un
contorno prosódico enfático, lo normal es que por favor deje de expresar cortesía
negativa; en ese caso, no se le atribuye la interpretación de un ruego, sino la de un
mandato. La influencia del factor entonativo, que suele pasarse por alto en los análisis
de please, ha sido señalada por M.a Moliner (1966, 1288):
Puede decirse (sc. por favor) con enfado, bien en tono exclamativo, bien en tono
interrogativo: «No cantes más esa canción, …¡por favor!» «¿Quieres irte de una
vez, por favor?»
75
Lo mismo se aplica al uso del inglés please, como se desprende de los resultados de un estudio
empírico:
In the same way, Stross […] found that «please» was used only for requested acts extraneous to
duties (Ervin Tripp, 1972, 247).
[Del mismo modo, Stross […] encontró que please se empleaba solo para pedir actos no
relacionados con deberes preestablecidos.]
176 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Vale la pena, finalmente, llamar la atención sobre una clase de interjecciones
atenuadoras inherentes a la súplica y, por ello, transmisoras de un grado de cortesía más
elevado que la de por favor. Algunas son: en nombre de Dios, por caridad y por lo que
más quieras.
9.3. EL ACTO PROPOSICIONAL
El último componente del acto de habla relevante para el análisis de las estrategias
de cortesía es el subacto proposicional, que, como hemos indicado anteriormente, se
divide en dos subactos: el predicativo y el referencial. Examinaremos estos actos en el
mismo orden.
9.3.1. El acto predicativo
En la bibliografía pragmalingüística no se ha analizado el acto predicativo
específicamente hasta ahora. Nuestro punto de arranque para llegar a una descripción
coherente es la distinción conceptual del predicado: selección, modificación y
repetición.
Por selección entendemos, en este contexto, diferentes clases de estrategias léxicas
cuyo fin es suavizar una expresión que amenaza potencialmente la imagen del
interlocutor. En orden cronológico, pasaremos revista al eufemismo, la lítote y la ironía.
El eufemismo es el resultado de un proceso de selección léxica que facilita al
hablante evitar un lexema o expresión de connotación desfavorable, parafraseándola o
sustituyéndola por una metáfora. Fundamentalmente, los eufemismos son el producto de
ciertas convenciones socioculturales. Así, es corriente que, ya en una fase temprana de
la adquisición de su lengua materna, los niños aprendan a evitar determinadas palabras
relativas a conceptos tabú, que, lógicamente, pueden variar de una cultura a otra. Para la
española, es interesante la siguiente valoración:
En situaciones en las que se requiere un recurso eufemístico, el LC (sc. lenguaje
convencional) es abundantísimo en español, especialmente en lo que toca a la
muerte, escatología y sexo76
. Con respecto al primer tema valgan los siguientes
76
En cuanto al eufemismo sexual, se puede pensar en ejemplos como: ¡canarios!, ¡canastos! y ¡caray!,
para Beinhauer (1985, 90) «[…] expresiones originalmente obscenas y eufemísticamente desfiguradas».
177 La cortesía verbal
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ejemplos: ¡Entregó su alma a Dios! ¡Le llegó la hora! ¡Que Dios lo tenga en su
gloria! (Freire, 1989, 51).
De los ejemplos citados por Freire deducimos que los eufemismos se distinguen, en
general, por una forma más larga o compleja que sus equivalentes no eufemísticos. A
estos ejemplos fácilmente pueden añadirse otros que manifiestan la misma peculiaridad
estructural: mujer publica (alegre), la parte donde la espalda pierde su casto nombre,
hacer lo que otro no puede hacer por uno, etc. Como ha señalado Haiman (1980, 800),
el carácter más complejo de la expresión eufemística debe interpretarse como un reflejo
icónico de la realidad descrita, ya que la paráfrasis o metáfora utilizada sugiere que el
hablante se distancia del objeto tabú.
A continuación, pasamos al análisis dela lítote, la segunda categoría de cortesía
mitigadora que hemos definido como selección léxica. La lítote se basa en dos clases de
contrastes de significado: antonimia y complementariedad. Véanse los ejemplos
siguientes:
120) Su manera de proceder no era muy decente.
121) Papá no está sobrio, que digamos.
122) Eso no es verdad.
(120) y (121) representan casos de antonimia por la elección de los predicados
decente y sobrio, que se oponen a sus antónimos indecente y borracho,
respectivamente. Los dos lexemas pueden ser modificados por medio de los adverbios
comparativos más y menos, lo cual es un indicio de que sus límites conceptuales no
pueden determinarse de manera fija; es decir, el contraste semántico entre el miembro
positivo y el negativo del paradigma no es absoluto.
La oposición reflejada por (122) es de carácter distinto, puesto que verdad y el
lexema de significado contrario mentira están enlazados por la relación de
complementariedad. Por eso no pueden modificarse por más o menos y la negación de
uno de los términos produce automáticamente la afirmación del otro.
Sobre la negación del predicado en general, cabe advertir lo siguiente. En el acto
predicativo, la elección de un predicado determinado implica que se excluye la
aplicación de todos los demás predicados que podría aparecer en el mismo contexto
178 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
proposicional Ahora bien, en el caso de la negación de un predicado, se dan dos
posibilidades diferentes, de acuerdo con la intención comunicativa del hablante. Por una
parte, éste puede referirse implícitamente a cada uno de los predicados aplicables que no
están negados; por otra, puede llamar la atención sobre un predicado específico entre los
no negados. En el primer caso, podemos pensar en un ejemplo como:
123) El vecino de enfrente no es ministro
en el que la negación del predicado ministro implica, en principio, la aplicabilidad de
cualquier otro que forme parte del mismo campo léxico, es decir, el campo de los
términos de profesiones.
En el segundo caso, se trata de la lítote, o sea, del recurso que sirve para orientar la
atención del oyente hacia un predicado determinado. A pesar de que, tradicionalmente
se defina la lítote como una figura estilística, es evidente que, por razones persuasivas,
puede utilizarse como una estrategia atenuadora; entonces, el hablante se distancia del
concepto negativo implícito, refiriéndose mediante la negatio contrarii al concepto
antónimo o complementario de valor positivo77
.
Esto equivale a afirmar que, como en el caso del eufemismo, la lítote ofrece al
hablante la oportunidad de no responsabilizarse de los aspectos negativos de una
expresión determinada. Como la lítote se da por la negación de un lexema, evitándose la
expresión directa del lexema de significado contrario, podríamos calificar el
distanciamiento que se produce en términos de iconicidad.
Entre el eufemismo y la lítote cabe señalar la siguiente diferencia semántica: el
primero sirve para silenciar una connotación desfavorable, la segunda, para silenciar
una denotación desfavorable.
Centrémonos, por último, en la ironía en cuanto se utiliza como estrategia para
comunicar cortesía. Entre las tres clases de estrategias predicativas que hemos definido
como selección léxica, la ironía es la única cuya interpretación depende intrínsecamente
de factores contextuales o situacionales. Esto es, la estructura proposicional de un acto
de habla irónico no encierra indicios léxicos que permitan calificar la locución como
miembro de la clase de las locuciones irónicas. Esto lo trata Muecke (1973, 36), quien,
77
Téngase en cuenta que la contrariedad de significado no se manipula siempre para evitar que se
amenace la imagen del interlocutor. Así, podemos incluso dirigirle un cumplido, como, por ejemplo:
Tonto no eres, chico.
179 La cortesía verbal
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refiriéndose a las palabras ¡Muy bien expresado! escrita por un profesor al margen del
trabajo de un estudiante, observa que nadie que no haya visto el texto puede determinar
si la intención de la valoración es irónica o no.
El concepto de ironía suele delimitarse de dos maneras diferentes. En la mayor
parte de los casos se define como una figura retórica que consiste en dar a entender lo
contrario de lo que se dice. A propósito de esto se ha afirmado:
[…] es decir, la definición de ironía como un recurso retórico mediante el cual se
dice una cosa de tal manera que el hablante le atribuye un significado más o menos
opuesto al que pudiera inferir de lo dicho explícitamente (Scari, 1974, 87)78
.
El segundo tipo de definición parte de un criterio más global, tomando como base
no el significado contrario, sino un significado distinto de lo que el hablante dice
explícitamente.
Al comparar las definiciones específica y global percibimos que son heterogéneas,
ya que el segundo tipo abarca un campo conceptual más amplio que el primero.
Podríamos formular la diferencia como una oposición hipónima, considerando la
definición basada en el concepto del significado contrario como el miembro marcado y
la basada en el concepto del significado distinto como el miembro genérico de la
oposición.
La definición que toma como criterio el dar a entender algo distinto de lo que se
dice es demasiado aplica, porque se aplicaría igualmente a figuras estilísticas como la
metáfora, la metonimia y la hipérbole. La definición que toma como criterio el dar a
entender lo contrario de lo que se dice, en cambio, adolece del defecto opuesto, pues
excluye del campo de investigación determinadas categorías irónicas. Un ejemplo
relevante sería la exhortación ¿Podrías pisarte tus propios pies?, cuya proposición no
contiene elementos que contraste con otros implícitos.
La mayoría de los autores que se ocupan del tema acentúan el carácter negativo de
la calificación irónica. Grice (1975, 124) lo explica del siguiente modo:
I cannot say something ironically unless what I say is intended to reflect a
hostile or derogatory judgment or a feeling such as indignation or contempt.
78
Compárese también Moliner (1967, 171), Real Academia (1956, 762), Roster (1978, 17-18).
180 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
[No puedo decir algo irónico sin tener la intención de expresar un juicio hostil o
despreciativo o un sentimiento como indignación o desdén.]
Aunque parezca una contradicción, la estrategia de formular irónicamente «un
juicio hostil o despreciativo» puede interpretarse como cortesía:
[…] under ordinary conditions, straightforward expression of unfavourable
beliefs is more irritating than ironic expression of the same. And it is more
irritating, because its unfavourable message is clearer, being less dependent upon
interpretation and inference which leave a wider margin of doubt with respect to the
content of the message (Kasher, 1986, 108).
[…en circunstancias normales, la expresión no disimulada de juicios
desfavorables es más irritante que su expresión irónica. Es más irritante, porque la
índole desfavorable del mensaje es más evidente, dependiendo en menor grado de
procesos interpretativos e inferenciales, que dejarían un margen de duda más
amplio con respecto al contenido del mensaje.]
Aparte de la expresión de juicios despreciativos, la ironía se utiliza también para
transmitir cortesía positiva. Entonces, el significado literal negativo implica una
valoración positiva de lo descrito. Dos ejemplos característicos son:
124) ¡Pues no has crecido nada!
125) ¡No te quiero nada!
No hace falta decir que el ejemplo (124) suena muy natural en boca de una persona
mayor que se dirige a un niño. El ejemplo (125) representa una aserción irónica en una
conversación entre amantes.
Sin embargo, hay que señalar que este tipo de ironía se produce con relativamente
poca frecuencia, lo cual puede explicarse con la siguiente argumentación79
. Una
aserción que adopta la forma de una locución de significado literalmente negativo y que
sirve para implicar un juicio positivo, como, por ejemplo, una alabanza o un cumplido,
induce más fácilmente a una mala interpretación, incluso entre amigos, que una aserción
79
Para la exposición original, véase Myers Roy (1978, 180).
181 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
en forma de una locución de significado literalmente positivo y que sirve para expresar
una crítica o un reproche. Ello se debe a que el hablante que hace una aserción del
primer tipo, -véanse los ejemplos (124) y (125)- viola dos convenciones pragmáticas a
la vez: una corresponde a la máxima de cortesía, la otra a la máxima de calidad de
Grice: «no digas cosas que crees que son falsas» (1975, 46).
Por otra parte, el hablante que busca criticar o reprochar con locuciones que
literalmente especifican una propiedad favorable, no viola más que una convención
pragmática, la que corresponde a la máxima de calidad. La máxima de cortesía, en
cambio, no sólo se respeta, sino que se aplica deliberadamente, ya que el contenido
proposicional de la aserción expresa literalmente una valoración favorable.
Lógicamente, la cortesía transmitida de este modo es de tipo positivo.
La modificación de la proposición por cortesía se hace de varias formas. Una de las
estrategias principales consiste en emplear atenuantes, término que corresponde al
inglés hedge. Podríamos definir el atenuante como una partícula, palabra o expresión
que sirve para modificar el significado de un predicado de forma que se indique que ese
significado sólo se aplica parcialmente al objeto descrito. Parece que el empleo de los
atenuantes va ganando cada vez más terreno en el lenguaje coloquial. El uso popular de
como –comparable al atenuante inglés sort of- es un ejemplo ilustrativo, sobre el que se
ha observado:
En el español de los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno que se ha
censurado desde diversos ámbitos; nos referimos al exagerado uso de como que llega a
servir unas veces como nexo y otras como «comodín» en cualquier situación de habla.
Aludimos a usos del tipo: (1) Kim Novak es como muy bella, (2) A mí Luis me parece
como muy superficial, (3) Kashogi tiene como mucho dinero […] (Manjón Cabeza
Cruz, 1987, 176).
Es evidente que, en estos ejemplos, el empleo de como produce un efecto
atenuador; lo que indica el hablante es que no se responsabiliza de aplicar el predicado
en toda su intensión léxica al sujeto referido. Al mismo tiempo vemos que el atenuante
no produce necesariamente efectos de cortesía. Concretamente, en estos ejemplos,
solamente el segundo se prestaría a expresar cortesía, lo cual, lógicamente, tiene su
origen en la mitigación del significado peyorativo del predicado superficial. Aquí
tropezamos con una condición intrínseca del funcionamiento cortés del atenuante; la
182 La cortesía verbal
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mitigación se aplica a calificaciones negativas de la persona o del objeto referido. Esta
restricción la muestra eficazmente Leech (1983, 147) con la comparación entre:
126) La pintura estaba un poco sucia.
127) *La pintura estaba un poco limpia.
El uso mitigador de poco, en su función de adverbio mitigador, es característico del
lenguaje conversacional, no sólo en español, sino también en muchas otras lenguas:
Spitzer llama la atención sobre el empleo eufemístico (¡sic!, H.H.) en italiano de
poco. En español sucede lo mismo. Está un poco alumbrado, se dice incluso de
quien está como una cuba […]. El ejemplo citado tendrá sin duda equivalentes en
todas las lenguas europeas, así en al. ein wenig angeheitert, fr. mais ça c’est un peu
fort (que, por cierto, tiene exacta réplica en español: es un poco fuerte, ¿no? […]
(Beinhauer, 1985, 181-182).
Aparte de la modificación externa del predicado con adverbios y partículas, hay que
distinguir la modificación interna, o sea morfológica, que se consigue con la sufijación
diminutiva. Consultemos, una vez más, a Beinhauer (1985, 183-184):
A veces, los sufijos diminutivos, sobre todo los agregados a adjetivos o a
adverbios, también pueden asumir función de atenuantes. Ya sabes que es algo
envidiosillo (atenúa lo que en verdad significa: es de lo más envidioso); […] Igual
cabe decir respecto de los sufijos –ejo y –ete al ser agregados al radical de ciertos
sustantivos: Se gana unas pesetejas o unos duretes o durejos por ahí vendiendo
cerillas; con matiz irónico: Para comprar esa finca, ya puedes aflojar unos cuantos
milloncejos.
En el plano cognitivo de la interacción lingüística, podríamos argumentar que en el
uso de los atenuantes, tanto léxicos como morfológicos, subyace el fenómeno de que al
hombre, como usuario de lengua, le falta la capacidad de definir con exactitud las
categorías empíricas mediante las cuales organiza la realidad de su vida cotidiana. Esto
repercute, de manera evidente, en la representación léxica de nuestro saber lingüístico.
183 La cortesía verbal
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Puntualizando, de la forma en que están estructurados los diccionarios de las lenguas
naturales se desprende que es imposible indicar las condiciones necesarias y suficientes
requeridas para formular una definición máxima y óptima del significado de las
unidades léxicas. Elocuente ilustración de la idiosincrasia que aquí se trata es el fracaso
de la teoría de la semántica interpretativa, que nunca consiguió fundar
satisfactoriamente sus categorías distintivas de marcadores y diferenciadores.
Volviendo ahora a los atenuantes, podríamos sostener que enfatizan la imprecisión
o vaguedad semántica del léxico, haciendo borrosos los límites de los conceptos que
modifican; en eso, pues, radica precisamente su función pragmática mitigadora.
La última estrategia de cortesía que nos queda por investigar en el plano del acto
predicativo es la que se manifiesta por la repetición léxica. En 6.3., al tratar la cortesía e
el macronivel del texto, hicimos constar que, en la pareja adyacente aserción-respuesta a
la aserción, la respuesta preferida consiste en mostrarse de acuerdo con la aserción
hecha en la primera parte de la pareja. De este modo se transmite cortesía positiva,
puesto que la conformidad refuerza la imagen egocéntrica del interlocutor. Lo
interesante en este contexto es que el grado de cortesía puede aumentar por la repetición
total o parcial de la aserción original.
Positive politeness can also be achieved by being agreeable. Linguistic markers
of this category include repetitions of all or part of what a preceding speaker has
just said and positive back channel cues. (Here we define positive back channel
cues as markers of agreement such as «yes», «true» and «really») (Scarcella y
Brunak, 1981, 66).
[Se puede comunicar cortesía positive mostrándose agradable. Los marcadores
lingüísticos de esta categoría incluyen repeticiones de todo o parte de lo que un
hablante precedente acaba de decir, así como indicadores de retroalimentación
positivos. (Aquí definimos los indicadores de retroalimentación positivos en
términos de expresiones de conformidad, como, por ejemplo, «sí», «cierto» y «de
verdad»]80
.
Indudablemente, esta estrategia no es exclusiva de los hablantes de español, sino
que también se da en otras lenguas. Sin embargo, llama la atención el que en español la
80
Para una valoración de las distintas funciones de la repetición en el lenguaje conversacional, véase
Tannen (1987 a).
184 La cortesía verbal
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repetición léxica se da con tanta regularidad que no sería desacertado calificarlo como
una especie de lengua eco. Sobre esto es útil la comparación de Beinhauer (1985, 184)
entre español y alemán:
Y ahora un fenómeno de particular interés: me refiero al perfecto
ENCADENAMIENTO ENTRE HABLA Y RÉPLICA propio de la conversación. El español
parece que atiende a las palabras del interlocutor de manera más concreta y precisa
que, por ejemplo, un alemán. Es decir: parece que se fija más en la forma de lo que
oye que en el contenido. El alemán, por el contrario, suele fijarse más en el
contenido que en la forma. Capta las ideas del interlocutor asimilándolas para luego
contestar de una manera enteramente independiente, sin que influya en su réplica la
forma de que venía revestido lo manifestado por el interlocutor. En otros términos:
adopta en la conversación una actitud más egocéntrica que el español.
Entre los ejemplos de Beinhauer (1985, 185) figuran:
¿Le parece a usted poco? –Poco. (Aquí en alemán sólo cabe un ja; en cambio,
en español un simple sí no sería lo corriente.) […] ¿Y los dos son soldados? –Los
dos. […] ¿Todo eso se lo has dicho tú? –Yo.
En el último caso, la respuesta yo, naturalmente no es una copia exacta del núcleo
informativo de la interrogación, sino que constituye el reflejo pronominal diádico de tú.
A los ejemplos de Beinhauer, que representan casos estereotipados de la reduplicación
léxica en español, es interesante añadir el siguiente diálogo, tomado de una novela de
Cela, que se distingue por la marcada insistencia con que uno de los hablantes repite las
palabras del otro:
Pasábamos por el cementerio…
El ciprés parecía un fantasma alto y seco, un centinela de los muertos.
-Feo está el ciprés.
-Feo.
En el ciprés una lechuza, un pájaro de mal agüero, dejaba oír su silbo misterioso.
-Mal pájaro ese.
185 La cortesía verbal
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-Malo…
-Y que todas las noches está ahí.
-Todas…
-Parece como si gustase de acompañar a los muertos.
-Parece…
(Cela, 1976, 94)81
.
Huelga decir, finalmente, que con los análisis anteriores no pretendemos sugerir, ni
mucho menos, que la repetición léxica no sirve para otro fin que el de transmitir cortesía
positiva. Así, puede utilizarse también para reforzar un punto de vista sostenido por el
mismo hablante, en cuyo caso la repetición no está orientada hacia el interlocutor, sino
que es egocéntrica. El hablante puede valerse de la repetición altrocéntrica incluso para
manifestar descortesía; en ese caso, la reduplicación de las palabras del otro, que busca
ponerle en ridículo, produce un efecto sarcástico.
9.3.2. El acto referencial
El último párrafo del capítulo lo dedicaremos a la investigación del segundo
subacto del acto proposicional: el acto referencial. En varios lugares de este libros nos
hemos ocupado de los efecto de cortesía producidos por la impersonalización o
desfocalización de la identidad de los interlocutores. Especialmente en los capítulos
sobre la aserción y la exhortación hemos ahondado en la manipulación de las
coordenadas de persona y tiempo del centro deíctico como estrategia para mitigar la
fuerza del acto de habla.
En lo que sigue centraremos la atención en dos categorías de referencia específica:
pronominal y focalizadora. Ésta, que se expresa primordialmente con frases vocativas,
se basa en la enfatización de la identidad del interlocutor, de modo que constituye la
imagen reflejada de la referencia desfocalizadora.
La referencia pronominal, que vamos a ver primero, se actualiza, desde luego, con
los pronombres de tratamiento. Como es sabido, se suele distinguir entre pronombres de
uso familiar y de uso cortés. A pesar de su aceptación general, la distinción
terminológica deja de ser satisfactoria. Limitándonos a los pronombres personales,
encontramos que el uso de tú no siempre indica familiaridad, ya que se usa también
81
Para un análisis estilístico del fragmento, véase Gil (1987, 135).
186 La cortesía verbal
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entre personas desconocidas que se encuentran por primera vez. Según parece, lo que
determina la selección de tú es la intención de manifestar solidaridad. Lo mismo vale,
mutatis mutandis, para el empleo de usted, que no sólo sirve de pronombre de cortesía,
que es el estatus pragmático que comúnmente se le atribuye, sino también de pronombre
de distanciamiento. La última función la podemos ver por la interacción entre padres e
hijos. Si lo normal es que los padres tuteen a sus hijos, se advierte que, en situaciones
conflictivas, pasan fácilmente al uso del pronombre usted no para expresar cortesía, sino
por el contrario, para manifestar distanciamiento. Gili Gaya (1985, 229) comenta este
cambio de código:
Conviene hacer notar, por no hallarse registrado en las gramáticas, que tratar de
usted a una persona a la cual tuteamos ordinariamente, significa enfado o
resentimiento hacia ella, como queriendo hacer visible que no tiene ya nuestra
confianza. Un padre trata de usted a su hijo en son de reprimenda.
De lo anterior se colige que el cambio del pronombre de solidaridad por el de
distanciamiento tipifica interacciones caracterizadas por antagonismo82
, mientras que el
cambio inverso implica que los interlocutores aspiran a tratarse en plan de solidaridad.
Según las relaciones sociales de los interlocutores, la cortesía o el distanciamiento
pronominal puede ser recíproco o unilateral. En el último caso, la dirección es
ascendente, utilizando el pronombre usted solamente el hablante inferior. Sobre esto hay
que señalar que en el español de las últimas décadas se observa un marcado progreso
del uso del pronombre de solidaridad, evolución tardía si se compara con el inglés,
donde se inició ya en el siglo pasado.
Como es sabido, el español comparte con muchas otras lenguas el carácter
bimembre del sistema pronominal de tratamiento. Ahora, tomando como punto de
partida la morfología de los miembros del paradigma, percibimos que la diferencia
formal entre tú y usted se explica adecuadamente por la iconicidad del signo lingüístico.
Es decir, el pronombre usted refleja tanto léxica como morfosintácticamente la cortesía
o el distanciamiento interpersonal que pretende expresar. La iconicidad léxica viene del
82
Este fenómeno no es privativo del español; véase esta observación sobre el sueco:
It is considered the height of rudeness to switch back to ni after an initiation ritual to intimacy du
(Paulston, 1976, 374).
[Volver al uso de usted tras iniciar la interacción mediante el pronombre de intimidad tú se
considera señal de extrema grosería.]
187 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
origen etimológico del pronombre, ya que la cortesía y el distanciamiento indicados por
Vuestra Merced siguen manifestándose en el derivado pronominal actual, que, por su
forma y evolución más compleja, se distingue claramente del pronombre de solidaridad.
En el plano morfosintáctico, se advierte que usted, al ocupar el oficio de sujeto, requiere
el uso de la desinencia de tercera persona, concordancia que sugiere distancia respecto
al interlocutor, cuya referencia prototípica se expresa con la segunda persona del
paradigma verbal.
Echando, por último, un vistazo comparativo a otras dos lenguas, vemos en alemán
y francés la iconicidad morfosintáctica se expresa por medio de la concordancia con la
desinencia plural del verbo. Concretamente, la pluralidad de los pronombres Sie y vous
puede interpretarse como mayor cortesía o distanciamiento hacia el interlocutor.
La focalización del hablante puede hacerse desde dos perspectivas opuestas:
egocéntrica y no egocéntrica. Como indica el término, la focalización egocéntrica es
incompatible con la expresión de cortesía. Se trata esencialmente de una estrategia para
manifestar autoridad o para indicar que el hablante se atribuye el papel de protagonista
en lo descrito. Obsérvense los ejemplos siguientes:
128) Ven aquí, tu padre quiere hablar conmigo.
129) Ya comprenderás que fue a Carlos a quien le tocó fregar los cacharros.
En el primer ejemplo, la elección de tu padre como variante focalizadora del
pronombre personal yo no tiene más finalidad que subrayar el poder del hablante con
respecto al oyente.
Desde la interpretación de que Carlos se refiere a la persona que emite la locución,
(129) es un espécimen de cierto tipo de estilo narrativo coloquial en el que el hablante
destaca su papel de protagonista refiriéndose a sí mismo por medio de su nombre
propio. Es obvio que las estrategias egocéntricas deben calificarse de anticorteses: el
hablante desatiende por completo al oyente para colocarse a sí mismo en el foco del
interés.
A diferencia de la focalización egocéntrica, la no egocéntrica sirve para manifestar
cortesía y, como se trata del refuerzo de la dignidad del interlocutor, la cortesía es de
tipo positivo.
188 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
Las expresiones no egocéntricas pueden combinarse con cualquier clase de acto de
habla, y como tienen una función exclusivamente honorífica, son recursos apropiados
para acentuar o establecer relaciones sociales jerárquicas. Como observó certeramente
Abraham (1975, 69), hay dos categorías de referencia honorífica: la que desvaloriza el
estado social del hablante y la que enaltece el del oyente83
. En español, la primera
estrategia se da convencionalmente por el empleo del sustantivo servidor/a, tanto en el
lenguaje oral como en el escrito. En el último caso hay que mencionar en particular la
fórmula su atento (y seguro) servidor, o su variante femenina, que aparece al final de
cartas de estilo formal o ceremonioso como antecedente del nombre propio del autor.
Beinhauer (1985, 139) explica la connotación sociopsicológica de servidor,
señalando que sugiere una relación ficticia de señor y criado, porque el hablante se
atribuye a sí mismo el papel social inferior y al oyente el superior. conviene añadir, sin
embargo, que el empleo de servidor como expresión autorreferencial al hablante hoy
casi ya no se usa, lo cual se debe, evidentemente, a la eliminación de buena parte de los
antiguos patrones de jerarquía social84
. No obstante, eso no quita que la expresión siga
utilizándose con sentido irónico, en cuyo caso suele ser modificada por el adjetivo
humilde.
El segundo tipo de focalización honorífica que nos queda por examinar es la que
expresa referencia al oyente. En el plano formal, hay que hacer una distinción entre
constituyentes vocativos y no vocativos. En Haverkate (1984, 67-76) se argumenta que
el vocativo puede ocupar una rica variedad de oficios pragmalingüísticos, uno de los
cuales es muy relevante para la presente investigación: se trata del uso del vocativo
honorífico para expresar cortesía ceremoniosa o institucional. Esta estrategia, que refleja
una patente asimetría social entre los interlocutores, está determinada por la norma de
que, al dirigirse a un interlocutor superior, el hablante adopte una actitud de respeto.
Dicha norma corresponde a la siguiente correlación: cuanto más específico sea el
83
Considérese también:
There are two sides to the coin in the realization of deference: one in which S humbles and
debases himself, and another where S raises H (pays him positive face of a particular kind, namely
that which satisfies H’s want to be treated as superior). In both cases what is conveyed is that H is of
a higher social status that S (Brown y Levinson, 1978, 183).
[La realización de deferencia es una medalla con dos caras: por una parte, el hablante se humilla
y desprecia, por otra eleva al oyente a un nivel más elevado (manifiesta una forma de cortesía
positiva particular, esto es, cumple con el deseo del oyente de ser tratado como una persona de rango
superior). En los dos casos, lo que se comunica es que el oyente pertenece a una clase social superior
a la del hablante.] 84
Esta tendencia es paralela a la que hemos señalado sobre el creciente uso del pronombre de tratamiento
solidario tú, que va ganando terreno a costa del pronombre de distanciamiento usted.
189 La cortesía verbal
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carácter de la institución, más se impone al hablante la necesidad de valerse de un
vocativo honorífico. Así se explica el uso obligatorio del vocativo en la realización de
ciertos actos de habla rituales. Un ejemplo ilustrado es la interacción verbal en la
institución castrense, que prescribe el empleo de fórmulas estereotipadas como:
130) A sus órdenes, mi sargento (mi capitán, mi coronel, etc.).
Otros ejemplos de vocativos utilizados en contextos institucionalmente definidos
son Su Majestad, Su Santidad y Excelentísimo Señor85
. No hace falta insistir en que la
estructura fosilizada de todas estas fórmulas de tratamiento proviene del carácter
ceremonioso de los actos de habla que acompañan.
Ahora bien, si las instituciones son menos específicas, y hay más personas que
participan en ellas, el hablante inferior no está necesariamente obligado a utilizar un
vocativo para dirigirse a su interlocutor. Entonces, el factor predominante no es la
norma colectiva, sino la individual. Así, por ejemplo, entre padres e hijos cabe supones
que la estructura jerárquica o no jerárquica de la familia influye en la mayor o menos
frecuencia con que los hijos usan un vocativo honorífico cuando se dirigen a sus padres.
Aparte de los vocativos utilizados en contextos institucionalmente definidos, hay
que distinguir otros cuyo uso no está restringido a un ámbito social específico; son
vocativos que se emplean en el lenguaje conversacional para denotar afecto o cariño;
por eso, contribuyen a transmitir cortesía positiva. Brown y Gilman (1989, 159)
desarrollan este punto estableciendo la siguiente correlación: a mayor grado de afecto
corresponde mayor grado de cortesía, a menor grado de afecto corresponde menor grado
de cortesía.
Un interesante ejemplo del uso del vocativo afectivo lo comenta Beinhauer (1985,
157):
La salutación más cordial y espontánea es el simple vocativo […].
85
A propósito de esto es interesante remitir a un estudio de Adegbija sobre el yoruba y el ogori (lenguas
indígenas de Nigeria), en el que se hace constar que en esas lenguas la acumulación de títulos delante del
nombre propio de una persona es una estrategia convencional para comunicar cortesía positiva:
Multiple titles before a person’s name imply more honor; the more titles can be prefixed before a
person’s name, the greater honor he is considered as possessing and, by implication, the greater the
degree of politeness such a person would most likely attract (1989, 70).
[La proliferación de títulos delante del nombre de una persona implica más honor; cuantos más
títulos se puedan anteponer al nombre de una persona, mayor honor se le atribuye y, por
consiguiente, mayor serpa el grado de cortesía que se muestra con tal persona.]
190 La cortesía verbal
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Leonor (que ve por primera vez a su padre en el garito donde ejerce el peligroso
oficio de vigilante): ¡Papá, papaíto! –Antonio: ¡Hija mía!
La alegría del encuentro es tan grande, que el saludo queda reducido al mero
vocativo del ser querido.
Obsérvese que la forma diminutiva del vocativo aumenta el grado de afecto. Esto
no sólo vale para la derivación morfológica regular, como para papaíto del ejemplo
anterior, sino también para las variantes hipocorísticas del nombre propio, como, por
ejemplo, Chelo, Merche, Paco.
Concluimos, pues, que la cortesía expresada por la modificación diminutiva o
hipocorística del vocativo reside en su connotación pragmática indicadora de afecto.
Para redondear el análisis de la referencia focalizadora al oyente, examinaremos la
categoría de expresiones no vocativas. Este tipo de tratamiento se utiliza para crear
distancia social entre los interlocutores. Específicamente, el hablante puede aspirar a
dos finalidades comunicativas distintas. Por una parte, las fórmulas no vocativas le
sirven para manifestar cortesía formal; por otra, para humillar u ofender al interlocutor.
Obviamente, el último tipo de interacción cae fuera del ámbito del presente estudio86
.
La expresión de cortesía formal se puede ver en el ejemplo siguiente:
134) Si el señor desea esperar al señor marqués, puede hacerlo, desde luego.
(Beinhauer, 1985, 29).
86
Para indicar tan sólo de qué clase de descortesía es de la que aquí se trata, vamos a hacer un breve
análisis de dos ejemplos relevantes. El primero está tomado de un cuento de García Serrano (1966, 109),
en el que un joven, irritado por la actitud burocrática de un funcionario, se burla de éste hablándole de la
siguiente manera: Mire usted, conserje. La reacción es inmediata e imponente: Soy el Ordenanza Mayor
del Gobierno Civil de Gambo.
El segundo es un ilustrativo ejemplo americano, en el que un policía interroga a un sospechoso:
POLICEMAN: What’s your name, boy?
DOCTOR: Doctor Puissant, I’m a physician.
POLICEMAN: What’s your first name, boy?
DOCTOR: Alvin.
[POLICÍA: ¿Cuál es tu apellido , chico?
DOCTOR: Doctor Puissant. Soy médico.
POLICÍA: ¿Cuál es tu nombre, chico?
DOCTOR: Alvin.]
Según el análisis de Coulthard (1977, 48), podría decirse que en este intercambio verbal el policía insulta
tres veces al interrogado: primero, se dirige a él usando una fórmula de tratamiento con connotación
despectiva. Luego, desatiende la respuesta del doctor sin prestar atención a su estatus socioeconómico y,
por fin, repite el vocativo humillante.
191 La cortesía verbal
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A propósito del uso de el señor como sustitutivo honorífico de usted, Beinhauer
hace una comparación con el portugués, señalando una notable diferencia entre las dos
lenguas, porque en portugués o senhor se usa como una expresión referencial no
marcada, equivalente a un pronombre personal de cortesía o distanciamiento, mientras
que en español el señor expresa una referencia marcada; su empleo representa una
estrategia focalizadora para transmitir cortesía positiva.
A pesar de que la focalización no vocativa vaya cayendo en desuso en el lenguaje
actual, sigue manteniéndose en algunas fórmulas convencionales, como en la
interacción entre vendedor y cliente: ¿Qué deseaba la señora?
En resumen, la focalización honorífica consigue dos clases de efectos perlocutivos:
eleva el nivel social del oyente y rebaja el del hablante, estableciéndose en ambos casos
un notable grado de distancia interpersonal.
En el plano tipológico, la cortesía focalizadora se incorpora fácilmente en la
dicotomía de cortesía positiva y negativa. Brown y Levinson –váse la nota 11-, optan
por considerarla como una clase particular de cortesía positiva que corresponde al deseo
del oyente de verse tratado como un interlocutor socialmente superior.
Desde la perspectiva del análisis coste-beneficio, finalmente, es evidente que la
cortesía focalizadora representa el corte especial que el hablante está dispuesto a invertir
para acentuar la distancia social que le separa del interlocutor.
192 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
10
CONCLUSIÓN
Partiendo de la composición morfológica del término pragmalingüística,
comprobamos, al final del libro, que en los primeros capítulos ha dominado la atención
por la dimensión pragmática de la cortesía verbal, mientras que en los últimos nos
hemos centrado especialmente en sus repercusiones lingüísticas.
Desde la perspectiva pragmática, hemos examinado la aplicación de conceptos tan
esenciales como la distinción entre cortesía positiva y negativa, las máximas de cortesía,
el análisis coste-beneficio y los fundamentos sociales de la interacción lingüística. Estas
categorías nos sirvieron de marco de referencia para establecer una clasificación de
actos de habla corteses y no corteses, que se integra coherentemente en una tipología
general de formas de comportamiento humano.
El componente lingüístico de la investigación se ha enfocado a través de análisis de
diferentes clases de actos de habla, corteses y no corteses. En particular, hemos
aprovechado criterios lingüísticos para aclarar la discutida distinción entre actos de
habla directos e indirectos.
El capítulo final estaba dedicado al análisis de los aspectos formales de la cortesía
verbal, sirviendo de pauta la descomposición del acto de habla. Este enfoque permitió
construir una tipología de estrategias basada en los cuatro subactos del acto de habla, o
sea, los actos articulatorio, ilocutivo, predicativo y referencial.
Como hicimos constar en el prólogo, este estudio pretende ofrecer una visión de
conjunto de las propiedades pragmáticas y lingüísticas de la cortesía verbal. Aunque no
tienen intención de realizar un estudio exhaustivo, el libro sirve, en cierto modo, de
repertorio general en el que el lector puede encontrar un conjunto ordenado de las
principales estrategias de cortesía. Según parece, las lagunas conciernen a determinadas
193 La cortesía verbal
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subclases de las clases generales. Consideremos, para aclarar este punto, un caso
concreto.
Entre las estrategias que actúan en el plano del subacto predicativo hemos
investigado la repetición léxica. En el párrafo correspondiente hicimos un análisis de
parejas adyacentes como: ¿Le parece a usted poco? –Poco y ¿Y los dos son soldados? –
Los dos, en las que el segundo hablante hace una copia exacta del materia léxico
utilizado por el primero. Ahora, aparte de la repetición literal de las palabras del otro, el
hablante puede recurrir también a estrategias pragmáticamente equivalentes, aunque
formalmente distintas. Un ejemplo ilustrativo está representado por (32), que repetimos
aquí para mayor comodidad:
32) A: Me ha gustado la última novela de Delibes.
B: Sí, es un libro fenomenal.
En este caso está claro que la cortesía positiva manifestada por el hablante B no
radica en una repetición exacta, sino en un refuerzo del núcleo léxico de las palabras del
interlocutor.
Comparable también a la repetición y al refuerzo léxico es la estrategia que consiste
en completar las palabras del otro en conformidad con lo que está a punto de decir.
Aquí, la cortesía positiva procede del comportamiento empático del segundo hablante,
que presta una escrupulosa atención a las palabras del primero.
Evidentemente, lo que esto sugiere es que en un estudio que pretenda ser realmente
exhaustivo, el análisis de las clases de cortesía distinguidas en el presente necesita
complementarse con el de todas sus subclases correspondientes, tanto en el macronivel
del discurso como en el micronivel del acto de habla.
Otros temas para futuras investigaciones incluyen la evolución de las estrategias de
cortesía a través de los tiempos. Aquí, lógicamente, nos encontramos con la limitación
de que de los siglos anteriores sólo nos han llegado documentos escritos, en su mayor
parte de tipo literario.
El objeto de estudio de mayor envergadura, sin duda alguna, sería el análisis
empírico de las categorías de cortesía que constituyen el marco de referencia de este
libro. Esta investigación, desde luego, tendría que verificarse a base de corpus
representativos del español, tanto hablado como escrito. Si, además, el futuro
194 La cortesía verbal
_______________________________________________________________________
investigador se dedicara también al análisis de datos de otras lenguas, podría contribuir
a encontrar respuesta a la pregunta fundamental: ¿muestra la cultura española, una
preferencia por la cortesía positiva o por la negativa, o es más bien una cultura en la que
ambas formas se mantienen en equilibrio?
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