guillermo vega sinsaber 2012

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Poemario de Guillermo Vega Zaragoza, junio 2012.

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SINSABER

Poemas

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Primera edición fuera de comercio: México, D.F., 2012 © Guillermo Vega Zaragoza [email protected] http: //ombloguismo.blogspot.com © ® Queda prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización por escrito del autor.

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I. Registro de causantes

Cada deseo me ha enriquecido

más que la posesión siempre falsa del objeto mismo de mi deseo.

André Gide

Los alimentos terrenales

Solo como un poeta en el aeropuerto.

Joaquín Sabina

“Así estoy yo sin ti”

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Prurito amoroso

El amor (lamento contradecirlos, señores poetas de este y otros siglos) surge de la contaminación, nace cuando uno se expone a su maléfica influencia, basta estar unos momentos en contacto con alguien debidamente infectado (de preferencia mujer, aunque no a todos sucede) para que, de repente, las ronchas aparezcan, el prurito inaguantable de la ternura nos haga presa y de un costado nos surja una rama que poco a poco se vuelve un árbol del que la amada toma los frutos. El amor toca nuestras cabezas con su pesada mano y nos hace voltear a cada lado de la calle, buscando, como locos, nadie sabe qué, pero buscando. Si del amor nos infectamos, no existe aún cura ni conjuro que evite el fatal contagio.

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Con los pies en el techo Empiezo otra vez este andar con los pies en el techo. Me pregunto si entre tus virtudes está la del silencio preciso, para sincronizar nuestros relojes y respetar la hora en que tenemos que compartir nuestras soledades. Es este miedo a vivir la misma historia, pero qué quieres, uno es hombre y está ciscado. Amo la luz que irradia tu voz. Mi cuarto, ínfimo como es, se ilumina a través de mí al escucharla. Tenía miedo de no encontrarte, que fueras un invento de mi fiebre, un apunte fugaz en el libro del tiempo. Pero llegaste. Y no voy a dejarte ir, no puedes.

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Curiosidad Cuando estás a mi lado, prefiero mirarte de lejos, rozar furtivamente el cadalso de tus rodillas y recorrerte toda, como una ciudad, sin más secretos que el suburbio más húmedo. No soporto las agujas de ternura en tu mirada, atravesándome y volviéndome transparente. Me preguntas cómo me habitan los fantasmas cuando mi alma es un purgatorio por culpa de las albas columnas que sostienen tus dos mundos, con la arrogancia que paseas en prisiones de encaje, adornos de tu andar entre nubes.

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Quién te manda Quién te manda, flor, virgen, helecho, a tejer ansias en el humo de la calma con ese perfil de desvelo, a posar tus manos con ese abandono sobre el regazo de la noche, a cruzar las piernas con extraviada soltura como si no sostuvieras el mundo con ellas. Quién te manda, estrella, santa, roca, a despertar leones dormidos en el alba. a escoger entre las vidas que se te ofrecen, a extraviar pasados imposibles, a buscarle manos a los peces, a cruzarte en la ruta de imparables saetas y negar que has sido herida. Quién te manda, mar, nube, árbol, a olvidar un arete en mi bolsa cuando sabes que no tengo nada más que tu sombra a creer que puedes andar por ahí con tu arrogante inocencia. Sólo espero que levantes tu mano y precipites mi caída en la noche imposible de tu pelo.

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Renombrar el mundo

Mi posición es ésta:

el poeta no cumple su palabra si no cambia el nombre de las cosas.

Nicanor Parra Como un recién nacido, me enseñas a balbucir, a ponerle nombre a las cosas, saber que la llama que me hunde se llama corazón, que esa llaga en el costado es la añoranza, que ese abismo que nos separa es la noche, que tu voz es un oasis, que tu cuerpo es el misterio y tu alma el espejo transparente donde busco reflejarme. Busco las palabras justas para reinventarte. Volver loco el diccionario y engarzar de nuevo las palabras. Empezaré con tus manos: plumas, hojas, viento, filos, ansias. ¿Y tus ojos, a qué nombre responderán? Llamas, humo, flechas, voces, calma. Tu cabello debe ser cascada, alma, capricho, instante, nube.

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Tus labios: alas, desvelos, agua, tiempo, lunas. Tú: origen, mundo, espejo, deseo, sirena.

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Tacaña de luz No se vale que andes por ahí sembrando inquietudes en viriles calmas, que permitas besar tu codo como si no fuera la parte más significativa de tu cuerpo. Tacaña de luz. No convidas de tu manto luminoso. A mí, el primero, el más desvalido, el más transparente. ¿Qué más quieres, luz? ¿Cuánto más quieres arder? ¿Por qué te empeñas en iluminar irremediables penumbras? Una palabra tuya bastaría para desnudar el milagro de mis entrañas. Y te resistes a pronunciarla. Nada detiene ya a este tren fugitivo. Sólo basta esperar el barnizado escándalo del descarrilamiento.

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Vaso interminable

Quiero ver tu espalda desnuda

para saber dónde estuvieron las alas. De la película Céline, citado por V. Roura

Me gusta tu perfil delgado, tu andar de pájaro, a saltitos, como pizcando alpiste. Me gustas de frente, tu nariz incorrecta, tus labios alisios, la crema coronada que guardan tus encajes, Me gusta tu espalda, como alas desplegadas, la estrecha región de mis desvelos, tus piernas cruzadas, homenaje de la noche a la luz. Me gusta cómo te bebes la vida, sin dejar una sola gota de momentos. Quisiera ser el vaso interminable de tu sed.

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Ala de pájaro Algo fragua la noche en tu pelo, indómito como ala de pájaro. Cada noche que te vas, tu aroma se queda en mí. Puedo olerte con mis dedos. Quiero invadirme de tu mirada, que me recorras por dentro con tus ojos submarinos. Te invito a recorrer la carretera infinita. Te ofrezco la incandescencia de mis brazos. Déjate ir, aunque te pierdas, estás segura en el jardín de mi pecho.

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El silencio de la rosa

El silencio de la rosa habla de ti. José Emilio Pacheco

A veces quisiera traerte esa luna que tanto miras, hacerle una cuna de palabras para mecerte con ella en mitad de tu cama. A veces quisiera tener rotas las piernas en vez del alma para que te reflejes en mí cuando quieras tropezarte. A veces quisiera hacer hablar a la rosa, quebrar su silencio insomne, para arrancarle un grito que se parezca a tu nombre.

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Nocturno Si la luz tuviera que irse me quedarían tus ojos para iluminarme. Si la noche se extraviara dentro de mi alma me acompañaría el calor de tu mirada. Si la música se negara a poblar mis oídos de nuevo me quedaría tu voz para alegrarme. Pero si te fueras ni luz ni noche ni música importarían. Yo iría tras de ti como el abismo llama al suicida.

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Regalos Regálame tus ojos para hacer una fuente de clara agua donde lavar mis penas. Regálame tu piel para morir abrasado mordiendo el calor interminable de tus poros. Regálame tu brazo el derecho porque eres zurda la parte de tu cuerpo que puedo besar ya que tus senos me están vedados. Regálame el dedo pequeño de tu pie izquierdo para mutilarte sin que nadie lo note y tener una parte de ti colgada al cuello. Regálame tu vida para desperdiciarla con caricias dilatadas al cabo tú ya tienes la mía.

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La mujer que amo La mujer que amo tiene labios perdidos en la bruma días que pasan lentos esperando su mirada la espalda interminable y la devoción de su cintura. La mujer que amo tiene alondras en el pelo y el cuello blanquísimo la región donde se marca el deseo el puente entre sus senos y mi boca el túnel que conducen sus piernas el mundo que encierra su falda negra. La mujer que amo tiene dos razones escondidas en sus desvelos las noches largas y la piel enrojecida una alfombra interminable donde juguetean mis dedos. Una duda habita el cuerpo de la mujer que amo el delito que se resiste a cometer la música que hacen sus manos a la hora del pecado.

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Distancia de miles Espero que regreses a romperme el ansia, a convidar contigo soledades nuevas. Clavo una estaca en tu lugar de origen y allí queda, aterida, como estandarte del insomnio. Me maldigo por no ser digno de la bendición de tu talle.

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Al beber el ansia

No hay nostalgia peor que añorar

lo que nunca jamás sucedió. Joaquín Sabina

Espero tu regreso como la noche el maullido de un falso niño, arrepentido de jugar a estar contigo. Abro el libro del que juntos tantas veces bebimos, creí que el poeta me ayudaría a encontrar tu lugar entre tanta ausencia. Sólo me queda recitar entre dientes apretados, como la oración a un dios impotente, los versos en que me reconozco a través de ti.

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Ahora que estás lejos

Para Araceli

Porque te hace, te conoce. Lo conozco yo porque me hiciste.

Rubén Bonifaz Nuño Ahora que estás lejos sólo atino a esconder mis ganas en el café, a recordar las veces que tu cuerpo se ha rendido ante la verdad de mi hipérbole. No sé cómo pedirte perdón por todo el bien que no te hago. Y tú tan frágil y yo tan falso, y tú tan luz y yo tan asco. Ahora que estás lejos no sabes de los cuerpos que miro, de este culpable vaivén de senos y caderas. Pero nunca podré traicionarte: eres la mujer de todos los cuerpos que deseo.

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El poema perfecto

El poema de amor es darle vueltas a lo que por sabido ya es callado.

Del poema de amor todo se dice y nada se recuerda.

Efraín Huerta Me pasé la noche rascando a mitad de la cama buscando las palabras para hacerte el poema perfecto. Me dolió el estómago, tuve que ir al baño, me puse a llorar, me dieron ganas de olvidarte y no había más botella que la de tu ausencia. Te bebí de un trago y entraste en mí como yo te tengo cuando estamos solos sin más vergüenza que nuestra piel. Y me emborraché de tu recuerdo y de tu risa, de tu mirada y de los vellos de tu sexo. Quise tocarte y terminé por tocar mi centro, allí donde siempre pierdes el equilibrio. Entonces me dio sueño y recordé lo que estaba buscando. Exhausto, sólo encontré estas palabras blancas.

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Me dueles, desde luego

Me dueles, mansamente,

insoportablemente, me dueles. Jaime Sabines

Dije que me dueles. Te pienso y me dueles. Me dueles como un nudo de gaviotas moribundas, como debe dolerle al mundo el parto de un monte, como un amanecer delineado en un vidrio húmedo. ¿Qué más puedo hacer sino llorar como un juguete olvidado en el parque? Me aferro a cualquier libro como una bandera para faltarle el respeto a la nostalgia y lo único que se me ocurre decir es que me dueles, como el hambre de un condenado, como una llaga en el lado izquierdo del aire, como la inmensa cañada que se abrió entre nosotros. Este amor nuestro nos corta con sus dos filos, nos hiere los costados desangrándonos en soledad.

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Exabrupto ¿Podría decirme alguien a dónde carajos se fue el amor? ¿Por qué ya no me visita como antes y me deja como una casa después de una fiesta?

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Nada es tan eterno Cómo duele deshacerse de los demás. Cómo duele que los demás se deshagan de uno. No tengo nada ni nunca he tenido a nadie. Lo peor de todo es que nadie me ha tenido. A veces ni yo mismo. ¿Yo soy mío porque no me puedo dejar? Duele el rechazo: ofrecer la vida ponerla a disposición del otro y que la ignore como si no existiera. Pero duele más rechazar. Así que estamos a mano.

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La fecha final Tengo miedo de disolverme en ti, de fundirnos juntos en el vaivén de las olas, que se penetran y se pierden una en otra, de dejar de ser tú y yo y convertirnos en ese nosotros de los que se aman. No es que no te ame, pero tengo miedo de convertirme en el monstruo que ya imaginaba el filósofo, en esas dos cabezas que saben exactamente lo que sabe la otra, en esos dos cuerpos unidos por el centro, siameses que mueren si los separan. Yo no quiero morir, quiero dejar de ser yo sólo en el momento preciso de la fusión inevitable, eterna y fugaz, que es morir trenzados. No quiero que mueras, por eso tengo que alimentarte con falsas esperanzas, a pesar de que sé, sabes, sabemos que ya todo terminó, que el futuro se fue por la ventana. Juntos somos peligrosos, queremos todo y la vida no puede ser así. Pero ya no hay remedio. Todo es una tristeza infinita.

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Como un escarabajo

A la More Uno recoge lo que a lo largo de la vida ha ido tirando, reponiendo cristales quebrados por la propia estupidez. Uno se queda solo otra vez, en paz, pero solo, con mucho tiempo para escribir y emborracharse y coger con putas y comulgar cada domingo y condenarse por toda la eternidad. Solo, pero feliz, con tanta mierda sobre los hombros que uno ya camina jorobado como un escarabajo. Uno se la pasa repartiéndola a puños y termina tragándose la que sobra a cucharadas con tanta mierda en la boca que ni respirar puede. En el fondo del barril de mierda que es la vida, no hay más que el olvido. Todo terminó exactamente igual que al principio.

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Después de todo,

el mundo no se acaba por unas nalgas.

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Llenar un vacío ¿A poco con una mujer a tu lado vas a ser feliz? ¿A poco crees que puedes llenar un vacío con otro vacío?

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Epitafios

Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos.

“Proverbios”, Eclesiástico, 25:24 La primera mujer que amé en mi vida me dijo: "Tienes todo lo que puedo pedir en un hombre pero en el corazón no se manda". Ahora ella está sola con dos hijos (de diferentes padres) y el alma amargada. La segunda mujer que más he amado en mi vida me dijo: "No podemos ser nada porque si llegara a morir quiero tener la confianza de dejar a mis hijos en buenas manos". Como lo único que quiero hacer en la vida es escribir poemas no soy digno de confianza.

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la única mujer que me ha amado en la vida no quiere tener hijos y me ama precisamente porque escribo. Pero cuando estoy con ella no puedo escribir me ama tanto que quisiera devorarme y me invade la angustia. Por eso no estoy con ninguna de ellas.

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II. Sinsaber

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Escribir Escribir como si no hubiera más remedio. Escribir aunque sea un poco, donde sea, cuando sea, como sea, como si te estuvieras desangrando, como si de veras te doliera, como si se te fuera la vida, como respirar un aire enrarecido, como si fuera lo único importante. Escribir aunque a nadie le importe. Escribir como se arregla un jardín, como le crecen ramas a los árboles, como cae la lluvia sobre las flores, como se escurre el agua entre la tierra yerma, como el susurro de la madrugada, como el rugido de un huracán. Escribir como la brisa. Escribir como la indecisión de la marea. Escribir como un rinoceronte enamorado, como el vaivén de unas caderas, como el delgado tirante de un sostén. Escribir en la noche sobre la noche. Escribir sobre tu cuerpo. Escribir al final de tu espalda Escribir sobre tu ausencia. Escribir como el llanto de un niño. como un duelo de esgrima, como un concierto de helicópteros,

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como el tintineo de copas infinitas, como una ráfaga de metralleta. Escribir como una bomba atómica. Escribir por escribir. Escribir como nadie.

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Tierra prometida

Para N.

Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar.

Éxodo, 14:16 Extasiado, te miro dormir como debió ver Moisés que las aguas se abrían ante los suyos para llegar a la tierra prometida, blanca e infinita, como la piel de tu espalda dividida en dos mundos paralelos que mi boca se apresta a conquistar. Bebo de ti la leche de la madre con la avidez de un condenado. Quisiera ser tu madre, concebirte y tenerte dentro de mí, para nacerte al fin y volverme tu hijo, que me devores para volver a tu interior, para que me nazcas de nuevo y nacer y morir y volver a nacer entre tus muslos. Podría mirarte respirar otros veinte o dos mil años tan sólo para saber que existes,

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que no eres producto de la fiebre o el delirio, que estás aquí, en este lugar de los desvelos y que te admiro como el impuntual cometa que eres, que siempre has sido. Pero has regresado al fin y no quiero dejarte ir sin quedarme otra vez con un pedazo de tu luz. Tu cuerpo desnudo, prístino e interminable, es lo más cerca que estaré del cielo en esta vida.

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Testamento

Para la Buba Alarcone Voy a escriturar a mi nombre todos los paisajes. Para empezar, éste que veo desde el piso noveno del palacio del sol. Ya es mía esa luna escondida detrás de la cortina. Son mías esas calles lodosas y hasta el anémico periférico. También pondré a mi nombre el recuerdo de todas las mujeres hermosas que he vislumbrado aquí. No pude poseerlas, pero ya son mías, sin que ellas lo sepan, por la pura magia de mis partes pudendas. Pero no pude adueñarme de esos inmensos ojos detrás del cristal, ni de la dientona sonrisa,

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ni del hoyuelo en la barbilla, ni de las caderas ni del nacimiento de sus poéticos senos. Y desde luego, a nadie voy a heredarle estas posesiones. Que se jodan mis descendientes. Son exclusivamente mías. Y ahora de ustedes a través de este poema.

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El cuerpo le estorba a la palabra ¿Por qué no tienes versos en lugar de piel? ¿Por qué no puedo tocarte sólo con letras, sílabas y acentos? ¿Por qué tus senos no pueden ser las líneas de un soneto, para recitarlos de memoria? ¿Por qué tus piernas no son rimas paralelas y tu vientre blanco un verso libre? Tus nalgas podrían ser redondillas, tus brazos endecasílabos y tus labios nocturnos o madrigales. Y tu sexo, ah, tu negro sexo, un haiku interminable.

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Reginas

Para Elisa Yo no sé nada de reinas (soy republicano, pero eso no viene al caso) y sin embargo sé distinguir a una en cuanto la veo entrar a un salón: se sienta, cruza las piernas, se quita los lentes oscuros, abre su cuaderno y sus manos se mueven como gaviotas sobre la espuma. Dibuja el retrato de un hombre y luego a una mujer ofreciendo la flor de su sexo. Se levanta, camina como lo que es (ya dije que una reina), sonríe como la niña que sigue siendo y me mira a los ojos como la mujer que será. Me extiende los papeles y regresa a su lugar. En uno de ellos ha escrito: “No te me estoy aventando, así son mis dibujos”.

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Y le creo, porque las reinas no andan por la vida regalando dibujos sicalípticos a cualquier plebeyo. Las reinas (siempre lo he sabido) hacen lo que quieren, sin dar explicaciones (para eso son reinas). Y para provocar sueños y tragedias en el alma de hombres condenados.

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Día oliverino Día sucio. Día grisáceo. Día desaseado. Día en taxi. Día sin ruedas. Día embotellado. Día pluvioso. Día sentido. Día lágrima. Día gallina. Día sin huevos. Día cobarde. Día centrífugo. Día sin centro. Día periférico. Día iluso. Día desengañado. Día incrédulo. Día distraído. Día desllevado. Día inmóvil. Día imbécil. Día aburrido. Día inútil.

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Día sin sol. Día sin fuego. Día desfogado. Día inmaculado. Día con manchas. Día dálmata. Día de ratas. Día de gatos. Día noctívago. Día giróvago. Día oliverino. Día girondiano.

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La ilusión del caníbal No bromea aquel que confiesa: “Me la comería a besos”. Si pudiera, la engulliría toda como la boa del diminuto príncipe, como la tierra ávida absorbe la lluvia en el desierto. El beso es una mordida extraviada, un tímido devoramiento en una danza de lenguas excitadas. El beso es una cópula perversa, hermafrodita, donde ambos se penetran y se preñan de hijos minúsculos que nacen y mueren y resucitan cada vez que los labios se aproximan. El beso es la ilusión del caníbal, deseo prohibido de la carne prójima, aliento vital desesperado, agonía infinita del instante. Para cumplir con su cometido, los que se besan deben consumirse mutuamente, a plazos pero sin pausa, con insaciable pasión antropófaga, deglutirse con paciente ternura hasta el último hueso, y separarse como si ya no fueran uno,

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para volverse a devorar en el banquete próximo. El fin del beso es imposible. Cada beso es uno solo,

inacabable.

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Penumbra La noche es clara en su penumbra, como nunca antes, como siempre. Los sonidos no la invaden. Nada la perturba sino el silencio. Desde los recovecos del insomnio aparece la niebla. Quién sabe de dónde vienen las palabras que la van poblando, que adquieren poco a poco la forma de tu cuerpo acercándose liviano, delgado, casi transparente. Nada es mío. Y sin embargo sé que soy el rey del mundo, casi Dios, porque tú vienes hacia mí. Y entonces entramos en la caverna. Y yo te miro y tú miras las sombras. Y no pasa nada sino el tiempo. Ahí está tu cuerpo, intocado. Y tus labios y tus senos, Intocados. Y tus caderas y tus piernas, intocadas.

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Nada las perturba. Será que no se saben tan deseadas. Y yo regreso y me lamento por no tenerte, por saber que no te soy necesario, que no lleno nada, que tu vacío no me necesita. Y la noche sigue tan clara en su penumbra.

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Vaivén

Para la Gab, que dice que nunca le han escrito un poema

I mira si seré pendejo o despistado que en este islote no sé distinguir el sur del norte tus vaivenes me hacen sentir como una bicicleta

colgada del techo con las ruedas al revés

me encabronas con una impaciente ternura no he aprendido cómo acercarme a ti

erizo de piel suave y tostada no sé descifrar tus acertijos a veces tan ingenuos como cuando te desatas el pelo

(siempre a las 11 te he tomado el tiempo)

y cae como cascada que se confunde con la noche me gusta esto de saberme rodeado de agua por los cuatro costados no importa hacia dónde camine siempre me voy a encontrar contigo miro el mar y te veo miro el puente y te veo miro el atardecer y te veo miro los barcos y te veo pero no sé si van o vienen

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igual que tú

es tan así que no quiero mirarte y de todos modos te veo eres una enfermedad

una especie de chancro delicioso que se me ha metido en las entrañas y del que no tengo intenciones de curarme ¿a quién chingados se le ocurre ser quien eres? (y es que al parecer nomás con palabrotas entiendes) esto me han dicho: “todos ustedes los poetas nomás escriben de lo que no tienen si quieren algo pues nomás estiren la mano y agárrenlo y dejen de estar fregando” “trasciende la psicología”

me dijeron no lo entiendo ¿cómo voy a trascenderla si yo soy yo y no me puedo dejar?

claro ahora caigo

de eso se trata dejar de ser yo para ser tú para ser otro para ser nosotros para eso aún no estamos preparados.

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(a estas alturas has de estar pensando: “este es un pendejo”) todos estos días dos palomas se la pasan zureando en la ventana se pasean sobre la barda van y vienen

persiguiéndose así como tú

diminuto vendaval oscuro

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II mira si seré pendejo o despistado que no me había enterado que vives a cuatro cuadras de distancia ahora ya sé dónde está tu casa para ir a apedrearla

¿que por qué? nomás de huevos a ver si así despiertas de una vez y dejas de hacerte la pinche víctima (éste será el poema con más palabrotas que haya escrito) me caga que te ningunees me caga que no valores lo que haces me caga

(no me discutas carajo)

que no sepas ya que eres tan grande que desde hace un buen rato este islote te ha quedado chico para todo el mujerón que eres que has sido y que vas a ser poeta maldita maldita poeta de libritos a 200 pesos deja de compadecerte y lánzate al abismo

(ya sabes que del madrazo no te salvas) pero en una de ésas aprendes a volar solita sin tener que cortarte las venas

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otras cosas que me cagan: que naciste en el norte pero en realidad eres del sur

(me confunde y me encabrona) que te pongas vestiditos que dejan al descubierto tus brazos y tus piernas

(voy a cortártelos para comérmelos) que hagas lo que te da tu regalada gana sin pedirle permiso a nadie ni pedir disculpas por las barbaridades que profieres me caga no haber escrito aquel cuento juntos me caga no entender lo que debería haber entendido me caga que esto ya ni es poesía sino puro

pinche desahogo me caga mirarte y saberte tan lejos

(ahí vas con la psicología)

está bien voy a dejar de quejarme voy a estirar la mano y tomar lo que quiero y dejar de escribir esto porque no te tengo

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III mira si seré pendejo o despistado que creo que es poesía cualquier cosa que escribo me voy a sentar a esperar a que me escribas un poema donde me pidas que regrese o que no me vaya me voy a sentar a esperar a que regreses a que te vayas y regreses en uno más de tus vaivenes interminables desde aquí es imposible escapar del sol del mar y del amor

(me había prometido no mencionar esa palabra en este poema)

de la mierda y la estupidez del desaire y el abandono del terror y la soberbia del dolor y la ternura del padre y de la madre

(yo por eso ya me deshice de ellos bien muertos y enterrados que están)

escapar de uno mismo desde este lado de la ventana sólo se ve la pared y las palomas encima persiguiéndose zureando agobiadas como si agonizaran

(qué ganas de degollar palomas qué ganas de degollar puercos qué ganas de degollar hombres)

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desde aquí escucho las campanas los cantos de la iglesia

con este calor hace rato que dios se mudó a otro lado y nadie parece haberse dado cuenta en este abismo al que nos lanzan las madres inconcientes sólo dos cosas nos quedan por hacer

sobrevivir y sobrevivir el suicidio es una forma poco elegante de expresar el asco que sentimos prefiero la capitulación lenta

pero efectiva de la podrida existencia

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Un hombre muy bueno algo debo estar haciendo mal no es posible que tres mujeres coincidan en que soy un hombre muy bueno

pero no para ellas la primera vino de lejos pero sigue allá en su condición de isla sirena desolada que abandona el mar por voluntad propia pero encabronada consigo misma

(seguro) me dice que soy muy mal pedagogo o psicoanalista

(nunca he querido serlo) por cuestionarla mientras espera en la fila del cadalso

¿por qué no corres y te largas si todo te resulta tan insoportable?

me promete que en cuanto caiga la cuchilla volverá a sonreír y se tomará un café americano a mi salud y a la suya otra más vino de lejos y sigue lejos

(cosas de la edad) aunque ya la tuve en mi cama pero sólo me atreví a rozarle un brazo salió corriendo a las ocho y media me dejó un nudo en la cabeza pero antes

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(o después no me acuerdo había bebido demasiado vino tinto)

le tomé el rostro entre las manos y le dije ¡no entiendes!

¡no entiendes! ¡no entiendes!

y fallé al besarla (le di en un ojo)

ella simplemente dijo paciencia

(o eso recuerdo) ahora se la pasa mesándome los vellos de los brazos

peor que tortura china la última

(de ella hablaré poco) es de las que necesita coartadas para ser ella misma le encanta imaginarse siendo otra que no es me propuso algo indignante para cualquier hombre

(y más a una edad como la mía) que fuera “su amiga”

(¿alguien quisiera hacerme el favor de decirle de mi parte que se vaya derechito a la chingada?)

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perdón no se molesten

ya lo hice yo mismo no necesito vejigas pa' nadar ¿no oyeron que soy un hombre muy bueno que se ahoga en el agua salada de su propia estupidez?

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Hay mujeres Hay mujeres que llegan tarde que piden disculpas que te invitan un café a las doce que venden libros que te cuentan su vida a la hora de la comida que se divorciaron que se casaron con el hombre perfecto que enviudaron que tienen hijos preciosos que son dispersas y despistadas y se enamoran de poetas Hay mujeres que te encuentras en la calle por casualidad que te invitan a cenar a su casa que se dejan masajear en la madrugada que reciben llamadas de amor a deshoras que se invitan solas a comer que se van a la mitad de las fiestas con todo y su cabello ensortijado por las que mandarías todo al diablo con las que quisieras compartir la vida de las que te enamoras sin remedio Hay mujeres que no quieren regresar a su casa que te piden asilo en tu cuarto de hotel que te miran tiernamente que tienen retortijones inoportunos

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que sonríen hermosamente que se dejan besar por hombres solos que se fotografían contigo y salen enamoradas de ti en esas fotos que pasan la noche contigo que se arrepienten de lo que acaban de hacer que te abandonan antes del amanecer que te piden que las olvides y regresan y te vuelven a besar que te despiden en la terminal de autobuses que te piden de nuevo que las olvides y a las dos horas ya te están volviendo a llamar Hay mujeres a las que les hablas a diario por las que no puedes dormir que se ven preciosas en la tele que les encanta lo que escribes que te presumen con sus amigas que se la pasan pensando en ti y se enamoran perdidamente que te invitan a que las veas trabajar de las que todos están enamorados que te llevan a comer con sus papás que les compran pinturas a los principitos que tienen bellas princesas como hijas que regresan con otro que se llama igual que tú por las que viajas diez horas para verlas que te llevan a moteles pero no dejan que las beses que tienen miedo de enamorarse de enloquecer un poco de perder su estabilidad

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de no cumplir a la perfección su papel de madre que prefieren tener a su lado un ujier que a un hombre de verdad Hay mujeres a las que les escribes poemas en la madrugada a las que quieres ver todos los días por las que dejas botado el trabajo que te llevan a dormir a sus casas que te arropan y te cuentan cuentos que te regalan chocolates que se duermen mientras manejan en la carretera a las que les recitas poemas de Sabines que tienen secretos que sólo te cuentan a ti que te dejan a mitad de la calle que te envían mensajes a la misma hora en que tú se los mandas a ellas que se pierden al manejar en la ciudad que no te responden el teléfono Hay mujeres que te visitan muy temprano los domingos y te abandonan muy temprano los domingos que te dejan su aroma entre los dedos a las que les escribes cartas de despedida que responden de inmediato porque siempre quieren tener la última palabra que te abandonan como un juguete roto en el parque y las vas a desear toda la vida Yo las he conocido a todas y todas tienen el mismo nombre

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La catástrofe Empezará así: el día menos pensado te encontrarás con que ya no recuerdas mi rostro. Querrás verlo en las fotos donde estamos juntos, pero yo habré desaparecido de ellas. Luego desearás escuchar mi voz, pero mi número ya no estará en tu teléfono. Me buscarás en la guía y todo será en vano. Después, me escribirás un correo pero el servidor te responderá: “no fue posible entregar el mensaje”. Tampoco estaré ya entre tus redes. Cualquier vestigio de las palabras que escribí pensando en ti se habrá esfumado. Vendrás a la ciudad a buscarme, pero te perderás, como acostumbras, darás mil vueltas por las calles y nunca encontrarás mi casa, ésa en donde un día quise que te quedaras. Te parecerá haberme visto en lugares insólitos. Me confundirás con otros hombres, incluso con algunos que ni siquiera se me parezcan. Pensarás haber escuchado mi voz detrás de ti, diciéndote algún poema que ya no recuerdas. Entonces sabrás que me has olvidado por completo. Seguirás con tu vida ocupada y feliz.

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Y un día, también el menos pensado, por casualidad, te encontrarás con alguien que tendrá mi nombre, mi rostro, mi voz y hasta la misma dirección, y de súbito te acordarás de quién era, pero él ya te habrá olvidado después de tanto tiempo. Sólo así, hundiéndonos en la catástrofe del olvido, será posible enamorarnos de nuevo.

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Anciano Soy un anciano solo en la mesa de un restaurante blandiendo un cuchillo. De repente me han caído encima todos los años del mundo. Espero que regrese alguien. Ya no recuerdo quién pero alguien. Me duele el cuerpo. La espalda encorvada. El cabello encanecido. La desolación del alma. Nunca volveré a ser joven. Ya ni siquiera hay alguien a quien esperar. Ya ni siquiera puede haber presente. Futuro ni soñarlo. Nada más el pasado y algunos recuerdos. Soy un anciano solo blandiendo un cuchillo.

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Lamento del poeta con ganas Qué ganas de pisar el puente de Brooklyn y escribir desde ahí poemas inspirados por el espíritu de poetas portentosos, aturdidos por mi humilde presencia. Qué ganas de decir: “Paseo por el Puente de Londres y pienso en los poetas que me han precedido abriendo sus enormes poemas a mi entendimiento”. Qué ganas de cruzar el Pont Neuf y encontrarme a una bella pintora tuerta y su amante clochard escupiendo fuego desde las entrañas del celuloide. Qué ganas de atravesar el Golden Gate en la moto de Bob Dylan y aullar que he visto a las mejores mentes de mi generación consumidas por la locura. Qué ganas de sentarme en un cafetín del Quartier Latin y atisbar de reojo al sapo y al castor y más allá encontrar al cronopio conversando con el bigotón de las mariposas amarillas. Qué ganas de ser un poeta laureado, presumir de la vez en que el Premio Nobel me estrechó la mano y con eso tácitamente avaló lo que escribo y me sentí santificado.

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Qué ganas de salir de este cuarto donde se consumen mis horas mientras allá afuera a otros les sucede lo que dicen que se llama vida.

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¿A quién hay que pedir perdón?

¿Has venido aquí por perdón? ¿Has venido a resucitar a los muertos? ¿Has venido a hacer el papel de Jesús

con los leprosos en tu cabeza? Bono (Paul Hewson)

Hay que pedir perdón. No importa a quién. En principio, a uno mismo por la cobardía de no levantarse en armas a diario contra uno mismo, derrocarse cada hora, cada día, inconformarse con el estado que conservas cada vez que te miras al espejo. Por no rebelarse contra el mundo contra la desvergüenza, contra el asco, contra la violencia, contra la miseria (pero no ésa que se resuelve con dinero, la más deplorable e indigna) sino la del alma, ésa que no quiere reconocer el dolor enterrado en cada rostro, la impotencia del porvenir, ésa que cree inútil cualquier esfuerzo,

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pues de todas maneras todo ha de morir sin remedio. Hemos perdido la capacidad de asombro: en un mundo de idiotas todo comienza y se acaba con quince minutos en las pantallas. Hay que pedir perdón y reconocer que somos leprosos, con el alma cercenada por la vergüenza. ¿A quién hay que pedir perdón por la rabia, la desolación y la muerte? ¿De qué sirve el perdón? De nada, sólo para exhibir nuestra propia miseria. ¿De qué sirve regresar al mismo sitio? De nada, sólo para mostrar nuestra indolencia. ¿De qué sirve despertarse cada mañana? De nada, sólo para convencerse de que cada día es oscurecido por la noche. Cada poema sirve tanto como las balas.

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Sinsaber No sé qué diablos sea la poesía pero las larvas del viento se alimentan de los sueños de los hombres camisas rojas se rinden ante la certeza del ansia los escritorios se vacían de amorosas notas y almuerzos a medio consumir las callejas se rompen en mil pasos pedazos de noche se agolpan en el pecho las putas no entienden de arrecifes nadie se salva de la inquietud No sé qué diablos sea la poesía pero palabras asaltan las pantallas y se confunden con el cabello de las mujeres los pájaros se agolpan en la planicie del insomnio y las nubes emprenden una galería de ausencias cada gota restaña a otra gota cada latido consuela a otro latido en la encendida cadencia del ámbar las paredes azules tiemblan desde la plataforma del olvido en cada cortina se esconden ojos asesinos lamentables testigos de la muerte nada los salva nada los condena sino su propia angustia No sé qué diablos sea la poesía pero los niños se enfrascan en juegos inocentes como desaparecer del mañana

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cuervos hambrientos los seducen en la tibia marea del desenfreno cada quien pierde lo que encuentra cada quien se atora en clavos ardientes cada quien se muestra desnudo ante la mirada absorta del abismo las luces de la alcoba se endurecen con cada madrugada de abandono muslos encendidos por el deseo de otros muslos las bombillas estallan en inciertos resplandores y llamadas perdidas en amaneceres de prostíbulo No sé qué diablos sea la poesía pero la canción sigue siendo la de siempre tras los ojos azules se esconden otros ojos alforjas plenas de alfileres esponjas marchitas de la propia estupidez mujeres con pechos de sal y miradas entristecidas por la ciudad abandonada gatos que buscan los restos del naufragio porque detrás de ellos no queda nada sino el hambre perpetua del aroma por las cabezas mutiladas espinas de un mismo artista nadie es condenado nadie se hace responsable sino la aurora que los acecha

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Plegaria

Para Otto-Raúl González, in memoriam

Dios: líbranos de los poetas. Cárgatelos a todos de una vez, de nada sirven, mas que para ponernos tristes con palabras que hieren, que incomodan. Nos salpican y nos ensucian con puras verdades. A nadie le gusta la verdad. A nadie le gusta verse reflejado en palabras que ni entiende. Por eso a nadie le gusta la poesía. Poesía,

la de las canciones de la radio. Poesía,

la de los informes de gobierno. Poesía,

la de los columnistas políticos. Poesía,

la de los reportes financieros. Poesía,

la de los cronistas deportivos. Poesía,

la de los presidentes asesinos. Ésa sí es poesía de veras, música para los oídos de las

corporaciones multinacionales

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(¿puede haber algo más poético que estas dos palabras juntas en un poema?)

Los poetas no saben de poesía. Los poetas sólo saben lastimar. Los poetas no tienen ni tuvieron madre, por eso no respetan nada ni a nadie. ¿Qué es eso de inventar colores de alegría y esperanza? ¿Qué es eso de darle voz y voto a los geranios? ¿A quién le importa un conejo con las orejas en reposo? ¿Para qué hablar de venados y pájaros, lunas mutiladas y conciertos para metralleta? (Pensándolo bien, esos sí tendrían alguna utilidad: aleccionar a las tropas mercenarias que luchan por la libertad.) El hombre del nuevo milenio sólo debe pensar en consumir y olvidarse de mariconadas como la poesía, que no sirve de nada. Se los digo yo, que escribí este poema inútil y el mundo sigue igual que siempre. Que Dios nos salve de la poesía.

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Ïndice I. Registro de causantes 5 Prurito amoroso 7 Con los pies en el techo 8 Curiosidad 9 Quién te manda 10 Renombrar el mundo 11 Tacaña de luz 13 Vaso interminable 14 Ala de pájaro 15 El silencio de la rosa 16 Nocturno 17 Regalos 18 La mujer que amo 19 Distancia de miles 20 Al beber el ansia 21 Ahora que estás lejos 22 El poema perfecto 23 Me dueles, desde luego 24 Exabrupto 25 Nada es tan eterno 26 La fecha final 27 Como un escarabajo 28 Llenar un vacío 30 Epitafios 31 II. Sinsaber 33 Escribir 35 Tierra prometida 37 Testamento 39

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El cuerpo le estorba a la palabra 41 Reginas 42 Día oliverino 44 La ilusión del caníbal 46 Penumbra 48 Vaivén 50 Un hombre muy bueno 57 Hay mujeres 60 La catástrofe 63 Anciano 65 Lamento del poeta con ganas 66 ¿A quién hay que pedir perdón? 68 Sinsaber 70 Plegaria 72

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Sinsaber de Guillermo Vega Zaragoza se terminó de imprimir en junio de 2012

en México, Distrito Federal.

Esta edición fuera de comercio consta de 500 ejemplares.

© ® Queda prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización por escrito del autor.

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