gramsci santucci

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  • 7/28/2019 Gramsci Santucci

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    GRAMSCI

    Antonio A. SANTUCCI

    Ttulo original: Gramsci,

    Prima edizione: ottobre 1996Newton & Compton editori, Roma, Casella postale 6214

    Traducido del italiano por Giovanna Baldi y Jaime Massardo.

    http://www.geocities.com/catedragramsci/textos.htm

    http://www.geocities.com/catedragramsci/textos.htmhttp://www.geocities.com/catedragramsci/textos.htmhttp://www.geocities.com/catedragramsci/textos.htm
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    Advertencia

    Los ttulos de la obra gramsciana cuyos pasajes aparecen citados en este texto son

    indicados con las siguientes siglas:

    CT, Cronache torinesi, 1913-1917, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1980.

    CF, La citt futura, 1917-1918, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1982.

    NM, Il nostro Marx, 1918-1919, a cura di S. Caprioglio, Torino, 1984.

    ON, LOrdine Nuovo, 1919-1920. a cura di V. Gerratana e A.A. Santucci. Torino, 1987.

    SF, Socialismo e fascismo. LOrdine Nuovo, 1921-1922, Torino, 1966.

    CPC, La costruzione del Partito comunista, 1923-1926, Torino, 1971.

    Q, Quaderni del carcere, a cura di V. Gerratana, Torino, 1975, 4 voll.

    L, Lettere, 1908-1926, a cura di A. A. Santucci, Torino, 1992.

    LC, Lettere dal carcere, 1926-1937, a cura di A. A. Santucci, Palermo, 1996, 2 voll.

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    Advertencia de los t raductores

    Por razones de estilo, pero tambin apoyndonos en una suerte de legitimidad que

    emana de la propia naturaleza de la circulacin de la obra de Gramsci, hemos preferido

    conservar en italiano los nombres propios de los artculos, los peridicos, las revistas y los

    libros citados en el texto. Los diferentes escritos del propio Gramsci, los pasajes de estos

    ltimos que disponen de un ttulo especfico y los escritos de otros autores La Religione

    de Benedetto Croce, Gramsci, un uomo, de Palmiro Togliatti o Guida alla grammatica

    italiana, de Alfredo Panzini, mantendrn tambin su nombre y su sonoridad en su

    lengua de origen. Para organismos como los Consigli di fabbrica as como que para unconjunto de expresiones o palabras de uso en la vida cotidiana trattoria, maccheroni,

    bistecca o panini, las que solamente pueden conservan su fuerza y su connotacin

    cultural en su propia lengua no realizaremos tampoco traduccin alguna. En relacin con

    algunos de los personajes presentes en el texto con los cuales el pblico espaol o

    latinoamericano no est necesariamente familiarizado nos hemos permitido incorporar

    algunos datos sucintos concernientes a su biografa y a su relacin con Gramsci. Estos,

    as como todos los sealamientos que no comprometen al autor, aparecen sealados en

    parntesis cuadrados, de la forma [...] .

    G. B. y J. M.

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    Indice

    Advertencia

    Advertencia de los traductores

    A propsito de la edicin castellana : La recepcin de Gramsci en Amrica Latina.

    I . Gramsci a fines de siglo

    1. Despus del ochenta y nueve

    2. Hoy y maana

    3. Por qu dos Gramsci?

    4. Poltica y verdad

    5. Verdad y hegemona

    6. La reforma de la poltica

    7. Victorias transitorias y derrota aparente

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    VII. Europa, Amrica, Asia...

    1. El renacimiento

    2. Ms all de los confines

    3. De nuevo en Italia

    APENDICE

    Cronologa de la vida de Antonio Gramsci

    Bibliografa esencial

    Bibliografa esencial en castellano

    A PROPOSITO DE LA EDICION CASTELLANA.

    La recepcin de Gramsci en Amrica Latina.

    Algunos problemas tericos y polticos.[1]

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    Jaime Massardo

    El trabajo de Antonio A. Santucci aparece en el momento en que se cumplen 60 aos de

    la desaparicin de Antonio Gramsci. Probablemente esta circunstancia bastara por s

    sola para justificar la edicin castellana de un texto que reconstruye la vida y la obra de un

    autor que, como Gramsci, viene siendo conocido y estudiado en Amrica Latina desde

    hace varios lustros.[2] El escrito que tenemos en nuestras manos, sin embargo, se ubica

    en las antpodas de cualquier conmemoracin o evocacin ritual. Situando en su

    importancia relativa y en una perspectiva global los distintos momentos particulares que

    conforman la compleja articulacin de circunstancias histricas y cristalizaciones tericasde la obra gramsciana, la apretada sntesis del Gramsci de Antonio A. Santucci ofrece una

    lectura abierta tanto a quien se acerque por primera vez al tema como al investigador o al

    militante poltico ya familiarizado. Sntesis que, adems, del punto de vista que aqu nos

    interesa, tiene la virtud de restituir una problemtica, la cual, an sin constituir en s misma

    el objeto del texto, permite al lector atento advertir, latente, la pertinencia de una lectura

    latinoamericana de la obra de Gramsci. A esta lectura queremos dedicarle algunos

    comentarios.

    I

    Seguramente la primera vez que el nombre de Antonio Gramsci aparece en Amrica

    Latina es en julio de 1921, en el peridico El Tiempo de Lima, en un artculo escrito un

    mes antes, desde Roma, por Jos Carlos Maritegui,[3] el que, comentando la situacin

    de la prensa italiana, deca: El Ordine Nuovo es el diario del Partido Comunista [y] est

    dirigido por dos de los ms notables intelectuales del partido : Terracini y Gramsci .[4]

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    Frgil hito que en el proceso de reconstruccin de la presencia de Gramsci en el

    continente latinoamericano ocupa un lugar casi anecdtico, el artculo del Tiempo, no

    menos que su propio autor [5] y que el pensamiento poltico del militante comunista a

    quien ste colocaba junto con Terracini entre los ms notables intelectuales del partido ,sern durante largo tiempo olvidados por la crnica.[6] Epocas aquellas de reinado

    positivista, di nuova teologia materialistica como deca el propio Gramsci,[7] la

    interpretacin que en estrecha relacin con las necesidades instrumentales de la

    poltica se ir imponiendo dentro del movimiento comunista vendr, a golpes de un

    socialismo cientfico tributario de una nocin de ciencia portadora de una fuerte carga

    positivista, no slo a ignorar los actores del perodo revolucionario de las luchas obreras

    en Amrica Latina,[8] sino que se abstendr de toda tentativa de historizacin crtica de

    procesos sociales de la envergadura de por ejemplo, la Revolucin Mexicana, la que,ignorada en su especificidad, ser relegada a un segundo plano,[9] olvidndose con ella,

    una de las enseanzas ms valiosas del trabajo de Marx, aquella que le otorga a la

    historia y vale la pena subrayarlo aqu, una prioridad ontolgica.[10]

    Y, sin embargo, Macondo ya exista! Tres aos despus de la carta de Gramsci al Comit

    Central del Partido Comunista de la URSS,[11] Maritegui haba sometido a crtica las

    nociones de colonia y semicolonia [12] en las que la Internacional Comunista [13]

    al igual que lo haba hecho la Socialista[14] buscaba encerrar conceptualmente lacomplejidad de las formaciones sociales latinoamericanas.[15] Y desde noviembre de

    1928 circulaban los Siete ensayos de interpretacin sobre la realidad peruana...[16]

    Conviene, entonces, en funcin del problema que nos ocupa, recordar

    sucintamente aqu que esta breve alusin de Maritegui a Gramsci en el artculo de El

    Tiempo se ubica en un clima poltico internacional marcado por el fracaso de la llamada

    accin de marzo que, cuatro meses antes, haba mostrado los lmites de la concepcin

    de la teora de la ofensiva del Partido Comunista Alemn, fracaso que es necesariocolocar, a su turno, en una relacin de continuidad con el asesinato de Rosa Luxemburg y

    de Karl Liebknecht por los socialdemcratas alemanes, con la liquidacin de los Consejos

    de Baviera y de Hungra, con la derrota del Ejrcito Rojo en las puertas de Varsovia y con

    la ausencia de perspectiva de las huelgas obreras en Francia y en Italia, fracaso que

    representaba, en consecuencia, el claro signo de un cambio en la correlacin de fuerzas

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    polticas en el plano mundial y de que la revolucin en Europa no tendra lugar, por el

    momento...[17]

    A este cambio en la correlacin de fuerzas polticas correspondern una serie de

    sucesivos virajes en la conduccin de la Internacional, virajes cuya descripcin, junto conmostrar la gnesis de la poltica de los comunistas para Amrica Latina, tiene la virtud de

    ayudarnos a situar el contexto que ir a permitir una lectura latinoamericana de la obra de

    Gramsci, lectura que digmoslo una vez ms, constituye el objeto de estas lneas.

    Es til, entonces, hacer una breve pausa para escribir que, entre junio y julio de

    ese mismo ao de 1921, a la luz de estos cambios de la correlacin de fuerza en la

    situacin internacional, Lenin y Trotsky que junto con Stalin, Kamanev y Zinoviev

    compartan el Secretariado Poltico del Partido Comunista Ruso se esforzaban, en el IIICongreso de la Comintern, por conciliar la poltica de izquierda de los comunistas

    alemanes con la de los otros partidos como el Partido Comunista Francs ms

    moderados en la apreciacin de la coyuntura.

    La insistencia de Lenin sobre el peligro de las salidas intempestivas y el hecho de que

    subrayara al interior de la Internacional la importancia de la conquista de la mayora de la

    clase obrera antes de plantearse la lucha por el poder Ilich haba comprendido que

    ocurra un cambio de la guerra de movimiento, aplicada victoriosamente en Oriente en el17, a la guerra de posiciones que era la sola posible en Occidente , anotar Gramsci en

    los Quaderni...,[18] muestra perfectamente bien la importancia que ste le atribua al

    problema.[19]

    Marcado por la necesidad de romper el aislamiento poltico, el resultado del debate al

    interior de la Internacional puede ser interpretado como un viraje hacia la derecha que

    va a traducirse en la poltica del Frente Unico formalizada en el contexto del IV Congreso

    (1923?),[20] en el que, al mismo tiempo que Gramsci la informacin disponible nomuestra que halla habido realmente contacto entre ellos, estarn presentes delegados

    de Mxico, Argentina, Uruguay y Chile. Estos delegados latinoamericanos van a participar

    en la redaccin del primer documento que la Internacional dirige a los obreros y

    campesinos de Amrica Latina. Leamos algunos prrafos de este texto:

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    La doctrina Monroe le sirve a los imperialistas americanos para asegurar sus

    conquistas en Amrica Latina. Los prstamos, las nuevas inversiones de capitales

    americanos en las explotaciones industriales, comerciales o bancarias, lasconcesiones de vas frreas y empresas martimas, las adquisiciones de

    yacimientos petrolferos, entre otras mltiples formas de expansin de la

    penetracin econmica yankee muestran como el capitalismo norteamericano

    busca transformar en Amrica del Sur la base de su podero industrial. [...]. Estas

    actividades econmicas arrastran las diversas burguesas nacionales a participar

    en las luchas imperialistas de Amrica Central, de Panam, de Colombia, de

    Venezuela, de Per. La burguesa de todas las Amricas prepara la reaccin

    contra el proletariado convocando congresos policiacos y cuando los obreros deAmrica del Sur se levantan contra las tentativas criminales del capitalismo

    yankee, como en la ocasin del proceso de Sacco y Vanzetti, las clases

    gobernantes ahogan estas demostraciones proletarias para probar su sumisin

    interesada y conciente al imperialismo del norte. La unin panamericana de la

    burguesa es un hecho evidente, tanto como su objetivo de mantener sus

    privilegios de clase y su rgimen de opresin. [...]. Obreros y campesinos! [...]la

    lucha contra vuestra propia burguesa se transformar cada vez ms en lucha

    contra el imperialismo mundial y se volver una batalla de todos los explotadoscontra todos los explotadores [...].[21]

    Podemos constatar aqu como, a comienzos de 1923, el nexo entre las clases dominantes

    latinoamericanas y el imperialismo norteamericano, vale decir, la imbricacin de sus

    intereses y su complicidad factual, se despliega en el anlisis de la Internacional en toda

    su significacin poltica, mostrando ntidamente a los trabajadores latinoamericanos la

    naturaleza de la dominacin a la cual se ven sometidos.

    En el mismo momento, sin embargo, en los Lnder de Saxe y de Thuringe formados con

    la participacin de los comunistas, el Frente Unico entraba en una fase de crisis interna.

    El Partido Comunista Alemn se haba planteado la posibilidad de utilizar estos gobiernos

    regionales como bases territoriales para la insurreccin armada y acababa de proponer la

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    huelga general. Los socialdemcratas se escandalizan y amenazan con retirarse del

    Frente. La direccin comunista cede. En octubre de ese mismo ao de 1923 la Reichwehr

    derriba los gobiernos de Saxe y de Thuringe sin encontrar resistencia.[22]

    La discusin a propsito de las causas y las responsabilidades de la derrota de octubre vaa situarse en el centro del debate de la Internacional, donde comienzan a enfrentarse

    sobre este punto como sobre bastantes otros las tendencias que se conforman

    originalmente al interior del Partido Comunista Ruso: de un lado, el triunvirato Stalin,

    Kamanev y Zinoviev y del otro Trotsky y lo que se transformar luego en la Oposicin de

    Izquierda. En enero de 1924 vale decir, en el momento de la desaparicin de Lenin,

    el Presidium del Comit Ejecutivo de la Comintern modifica la poltica de Frente Unico

    para Alemania. Seis meses despus, el V Congreso de la Internacional va a formalizar la

    consigna de la bolchevisacin , vale decir, de un nuevo viraje hacia la izquierda de laInternacional que parta ahora de la constatacin de la incapacidad de los partidos

    comunistas a excepcin, por supuesto, del partido ruso para transformarse en

    organizaciones preparadas, lase hechas ad hoc para la conquista del poder.[23]

    A pesar de su apariencia, el examen de las circunstancias polticas que originaron la

    consigna de la bolchevisacin que escapan, por supuesto, al marco de estas breves

    consideraciones, muestra que sta obedece ms bien a la lgica de una poltica

    defensiva que testimonia, a su turno, del peso, al interior de la Comintern, del partido ruso,el que va a entrar pronto en el difcil terreno de la construccin del socialismo en un solo

    pas .[24]

    Ser en ese contexto que es el mismo que sita la carta de Gramsci al Comit Central

    del Partido Comunista de la Unin Sovitica en el que podemos encontrar un segundo

    documento que formaliza la poltica de la Internacional para Amrica Latina. En efecto, si

    hacemos el ejercicio de abrir LInternacionale Communiste del 15 de diciembre de 1926,

    podemos enterarnos que, para la Comintern, los pases latinoamericanos se dividen ahoraen cuatro categoras:

    a]Los pases coloniales que dependen directamente y polticamente del imperialismo

    norteamericano [...]Estos son los pases de Amrica Central...

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    b]Los pases semi-coloniales, que dependen del capital financiero extranjero y que, a

    pesar de su independencia poltica, estn sometidos econmicamente al imperialismo

    norteamericano y cuyos gobiernos estn en manos de los grandes terratenientes [...]Estos

    son Venezuela, Colombia, Per, Bolivia, Paraguay...

    c]Los pases independientes polticamente y econmicamente, pero penetrados por el

    imperialismo en sus actividades econmicas ms importantes y cada vez ms a su

    merced [...]Estos son Argentina, Brasil, Chile...

    d]Los pases donde existen ya gobiernos democrtico-revolucionarios que buscan

    construir la economa nacional [...]Es el caso de Mxico... .[25]

    Esta caracterizacin y no discutamos aqu lo incorrecto o no del anlisis, ser de

    corta vida. Un nuevo alineamiento vendr a producirse en el partido ruso: el de la mayora

    del Comit Central, controlado esta vez por Bujarin y Stalin contra la Oposicin de

    Izquierda dirigida por Trotsky, Zinoviev y Kamanev. Producto de este alineamiento, la

    Internacional, bloqueada polticamente, va, durante los ltimos meses de 1927, a

    endurecer su poltica en relacin con los socialistas. La consigna de clase contra clase

    aprobada por el VI Congreso desarrollado entre julio y septiembre de 1928 Gramsciacababa de ser trasladado a la crcel de Turi y que vena, en realidad, a formalizar la

    poltica del llamado tercer perodo adoptada en el IX Plenum del Comit Ejecutivo de la

    Comintern llevado a efecto en febrero de ese mismo ao, ilustra bien este nuevo viraje

    hacia la izquierda , el que iba a ser seguida de una ofensiva contra la derecha de la

    Internacional, de la cual Bujarin fue el chivo expiatorio.[26]

    Ser en el contexto de esa ofensiva que Humbert-Droz desde haca largo tiempo ligado

    a Bujarin, asume la direccin del Secretariado Latinoamericano de la Internacional. Sunombramiento suerte de punicin u ostracismo poltico ilustra bastante bien el lugar

    que ocupa Amrica Latina en la poltica de la Comintern y contribuye a mostrar que esta

    poltica se constituye como el reflejo de la lucha tendencial que se desarrollaba en el seno

    del PCUS y que privilegia, en consecuencia, las necesidades de ste por sobre las del

    movimiento obrero que se formaba en Latinoamrica. As, sin que existan mutaciones

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    estructurales que la justifiquen y, por supuesto, sin explicacin poltica alguna, los

    pases latinoamericanos dejan de encontrarse determinados por la tipologa que, bien o

    mal, haba desarrollado la Internacional en noviembre de 1926, para obedecer todos a la

    matriz semi-colonial .

    Los pases de Amrica Latina escribe Humbert-Droz, a pesar de su

    independencia poltica formal, son pases semi-coloniales los cuales deben ser

    examinados del punto de vista de nuestra tctica en los pases coloniales y semi-

    coloniales .[27]

    Tctica que para ir rpido sin cambiar su fundamento, vale decir, partiendo de lapremisa de que el el movimiento revolucionario en Amrica Latina puede ser

    caracterizado como una revolucin campesina y antiimperialista [28] y que en

    consecuencia entra en la categora de lo que se ha convenido en llamar una revolucin

    democrtico burguesa ,[29] dar lugar a los siete aos de aislamiento de la poltica de

    clase contra clase tanto como, a partir del discurso de Dimitrov del 2 de agosto de 1935,

    en el VII Congreso de la Internacional Comunista, a la del Frente Popular...[30]

    Podemos de esta manera constatar sucintamente como, en un lapso poco mayor de unadcada, el proletariado latinoamericano que se reconoca en la Internacional Comunista

    pasa de la lucha contra las burguesas y el imperialismo, a la bsqueda de una alianza

    con las primeras bsqueda de la que stas, por lo dems, no parecen haberse enterado

    jams, para combatir al segundo.

    Alianza antiimperialista, entonces, con una burguesa nacional para cumplir una etapa,

    la de la revolucin democrtico burguesa que, en las formulaciones de la Comintern,

    era, en realidad como lo escribe Jos Aric, una traduccin rusa de la experienciaeuropea del ciclo abierto por la Revolucin Francesa de 1789 ,[31] revolucin

    democrtico burguesa que algunos aos ms tarde se ir a confundir pensemos en

    pases como Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Mxico o Uruguay, con el proyecto

    desarrollista de industrializacin a travs de la sustitucin de las importaciones,[32]

    confusin que, por supuesto, no obsta la feroz represin contra los comunistas desatada,

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    con el pretexto de la guerra fra , por los Estados nacionales , como, verbi gratia, la

    que se produce en Chile entre 1947-1958, durante la vigencia de la llamada ley de

    defensa de la democracia ,[33] al mismo tiempo que las fuerzas sociales de

    transformacin permanecan encerradas en una rigurosa lgica etapista , luchando por

    realizar la dicha revolucin democrtico burguesa ...[34]

    II

    Ser como reaccin frente a esta concepcin terica que comenzar a surgir en Amrica

    Latina una tendencia terica y poltica que buscar un anclaje poltico en la propia historia

    y en la propia cultura de la formacin social latinoamericana.[35] Dentro del horizonte que

    abre esta bsqueda todava subalterna y de los caminos que ella emprender

    durante los aos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la referencia a la obra de

    Antonio Gramsci, como una tentativa que haba realizado para Italia un esfuerzo

    semejante, va a ir cobrando paulatinamente inters hasta ocupar un lugar central.

    As, despus de treinta y seis aos de la breve alusin del artculo de El Tiempo y

    diez de la desaparicin del propio Gramsci, Ernesto Sbato escribe en Buenos Aires, para

    la revista Realidad, un artculo a propsito de las Lettere del carcere, que acababan de

    ganar en Italia el premio Viareggio,[36] y de las cuales una edicin castellana con un

    prlogo de Gregorio Bermann prlogo reproducido al mismo tiempo por el semanario

    comunista Orientacin,[37] ser publicada tambin en Buenos Aires.[38] De esta forma,

    a traves de las Lettere..., Gramsci comenzaba todava muy parcialmente, a ser

    conocido en Argentina.

    En el contexto de esos pasos iniciales, Hctor Agosti redacta un prembulo a la

    edicin de la conferencia de Palmiro Togliatti, El antifascismo de Antonio Gramsci,[39] y

    comienza a desbrozar el terreno [40] para el acercamiento a Gramsci de un grupo de

    militantes comunistas argentinos entre ellos, Jos Aric, los que van a traducir y, a

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    partir de 1958, a publicar en castellano los Quaderni..., traduccin y publicacin que

    representan insistamos en esto porque puede que no sea casual, la primera que se

    realiza en una lengua extranjera.[41] Agosti fue, de hecho, en los aos 50 nos dice el

    mismo Aric, el punto de agregacin de un movimiento tendencialmente gramsciano

    [42] y para todos nosotros, un precursor [43] Anotemos aqu, al pasar porque puedeque tampoco sea casual, que estas traducciones castellanas aparecen tambin en

    Buenos Aires, vale decir en la capital del nico pas latinoamericano que, para Gramsci

    no tendr probablemente que pasar por la fase del Kulturkapf y por el advenimiento del

    moderno Estado laico .[44]

    De esta manera, entonces, el proceso de decantacin de un grupo gramsciano al interior

    del Partido Comunista Argentino ir haciendo camino.

    En octubre de 1962, Oscar del Barco publica Notas sobre Antonio Gramsci y el problema

    de la objetividad en los Cuadernos de cultura,[45] dirigidos por el mismo Hctor Agosti y

    en abril de 1963, Jos Aric funda, en Crdoba, Pasado y Presente una revista trimestral

    de ideologa y cultura de clara inspiracin gramsciana ,[46] el nombre no era un

    azar,[47] que pretenda organizar una labor de recuperacin de la capacidad

    hegemnica de la teora marxista sometindola a la prueba de las demandas del presente

    .[48]

    Esto era ya demasiado para una concepcin partidaria donde la ciencia haba sido ya

    escrita y la poltica no poda sino ser un resultado de la aplicacin de sta. A mediados de

    ese mismo ao de 1963, el grupo gramsciano ser expulsado del Partido Comunista

    Argentino. La revista Pasado y Presente concluye su primera serie en septiembre de 1965

    y proseguir, gracias al esfuerzo de Jos Aric, de Oscar del Barco, de Santiago Funes,

    de Juan Jos Varas, primero en Buenos Aires, entre abril y diciembre de 1973, y ms

    tarde, en Mxico esa tierra que acogi todos nuestros exilios, una labor de difusin, la

    que, en trminos de formacin de una cultura poltica de las clases subalternas,represent probablemente la actividad de mayor importancia realizada durante los ltimos

    decenios en el continente latinoamericano : la edicin de los Cuadernos de Pasado y

    Presente.

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    Por otro lado, el agotamiento del modelo de desarrollo basado en la ideologa del

    progreso [49] as como el impacto poltico de la Revolucin Cubana van a desencadenar

    en Amrica Latina, a partir de la mitad de los aos 60, una serie de conflictos de orden

    social, poltico y terico marcados por un constante ascenso y una organizacin en

    niveles cada vez superiores de estas mismas clases subalternas.[50]

    Movilizador en tantos sentidos, rico, formativo, creador y multiplicador de energas

    revolucionarias, fatto fisiologico, esistenziale, collettivo como deca Italo Calvino a

    propsito de la explosin literaria en Italia durante los aos de la posguerra,[51] este

    clima poltico y cultural, va a facilitar en determinados grupos militantes, un encuentro con

    Gramsci que podra situarse en la continuidad del que haba realizado Agosti en

    Argentina. Gramsci nos lleg gracias a la traduccin argentina de su obra nos dice,

    por ejemplo, comentando la recepcin de Gramsci en Chile, Osvaldo Fernndez, y susescritos fueron acogidos y devorados por toda una generacin de intelectuales chilenos

    cuya prctica poltica le haba conducido a la preocupacin por el trabajo terico .[52]

    El mismo clima va tambin, sin embargo probablemente como fruto perverso de sus

    mismas virtudes, a subordinar numerosas posibilidades de lectura de Gramsci a las

    tendencias preexistentes en la cultura poltica de las mismas clases subalternas

    tendencias fortalecidas por el propio ascenso de la lucha revolucionaria, bloqueando ,

    filtrando y, en un cierto sentido, postergando su apropiacin.

    Una explicacin orgnica de esta postergacin del encuentro con Gramsci puede

    encontrarse en el escollo que representa para una aproximacin a la problemtica

    gramsciana fenmeno al que, a nuestro juicio debe prestrsele la mayor atencin para

    el anlisis de los procesos de formacin de la cultura poltica de las clases subalternas en

    Amrica Latina la larga y firme implantacin del socialismo cientfico en los medios

    militantes latinoamericanos, implantacin que, desde un clima cultural fuertemente

    positivista, haba hecho suya una nocin de ciencia traducida quid pro quo de laWissenschaft alemana[53] bastante cercana a la brujera superior [superiore

    stregoneria]de la que nos hablaba Gramsci.[54]

    El fenmeno viene de lejos. Transportado por la lengua castellana, favorecido por la

    migracin, el desarrollo de la industria minera y, en general, por los primeros balbuceos

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    de una actividad industrial, la recepcin del marxismo en Amrica Latina, va a nutrirse

    desde fines del siglo XIX a travs de las redes de la Internacional Socialista,[55] de

    una cultura poltica fuertemente marcada por las tradiciones del Socialistische

    Arbeiterpartei Deutschlands estructuradas a partir de temas como la

    Zusammenbruchstheorie [56] y la ley de bronce de los salarios de Lassalle,[57]tradiciones que sern traducidas al francs en claves guesdistes [58] por el Parti Ouvrier

    Franais [59] y de stas al castellano por Jos Mesa y los socialistas de Madrid,[60]

    desde donde se deslizarn sin tardar hacia Amrica Latina a travs de los bagajes de la

    emigracin, de las pasarelas , que representan intelectuales orgnicos de la tradicin

    socialista como Juan Bautista Justo, o de medios de difusin, como el peridico El

    Socialista, que editaba Pablo Iglesias. [61]

    Junto con esta lnea de explicacin gentica debe tambin prestarse atencin a otra, detipo coyuntural, pero que encontr en el marxismo como ciencia un terreno abonado.

    Nos referimos a la influencia de lo que podra expresar el vocablo estructuralismo

    ,[62] que antecede el impacto Althusser ,[63] y que vino a caracterizar una buena parte

    de la actividad terica de los aos 60, influencia que perdiendo de vista el hecho de que

    la propia ciencia es una categora histrica [64] contribuy a la bsqueda de certezas

    all donde la necesidad de hurgar en las races y en la cultura de las clases subalternas

    resultaba quizs todava demasiado aleatoria y donde ningn resultado estabagarantizado de antemano.[65]

    El manual sovitico encuentra as su continuidad en los Conceptos elementales de

    materialismo histrico, de Marta Harnecker,[66] la que, despus de haber participado

    activamente en el seminario de Althusser, en Paris, va a traducir Pour Marx,[67] y Lire le

    Capital,[68] textos que alcanzan una importante circulacin en Amrica Latina.

    Las profundas diferencias que caracterizan el papel que Gramsci le asigna a la historia deaquellas que se pueden encontrar en Althusser [69] y nos cuesta mucho trabajo dejar

    de pensar aqu en Vico [70] sosteniendo con energa contra Descartes el valor del

    mtodo propio del conocimiento histrico ,[71] diferencias que, por otra parte, el propio

    Althusser admirador de Comte, no lo olvidemos[72] formalizar en diciembre de 1967,

    en una carta a Rinascita,[73] van a condicionar la recepcin de Gramsci en Amrica

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    Latina, hacindola pasar lectura consagrada mediante, por el filtro legitimador del

    althusserianismo , lase la ideologa legitimadora de la ciencia .[74] Singular

    circunstancia escribe Antonio A. Santucci, el xito de Althusser en la izquierda

    latinoamericana bloquear, durante los mismos aos en Argentina y en Chile la precoz

    influencia gramsciana .[75]

    Esta supuesta ciencia con la que termin identificndose tautolgicamente la cultura

    poltica de una buena parte de la izquierda latinoamericana, impidi, adems, advertir en

    su justo momento la importancia de los componentes historicistas que formaban parte de

    la llamada Teora de la Dependencia [76] en su lucha contra el formalismo de la Teora

    del Desarrollo,[77] o la proximidad tica y poltica que exista entre Antonio Gramsci y

    Ernesto Guevara [78] y en general, entre Gramsci y la prctica poltica de buena parte

    de la izquierda revolucionaria o valorar la lectura de Gramsci que se encontraba en losfundamentos mismos de la Teologa de la Liberacin,[79] la que al mismo tiempo,

    inspirndose en los trabajos de juventud de Marx, iba a encontrar en la filosofa de la

    praxis una visin del mundo que, apoyada en la historia latinoamericana y en las

    capacidades transformadoras de la actividad humana sensible, estaba en condiciones de

    asumir el papel de una gua de la accin poltica.

    Es justamente en la Teologa de la Liberacin donde podra incluso establecerse un

    momento bastante autnomo de la recepcin de Gramsci en Amrica Latina a partir de laestada de Gustavo Gutirrez en Roma en los aos 1959-1960.[80] De vuelta al Per,

    Gutirrez abrir su Teologa de la liberacin texto central en su produccin, destinado,

    adems, a circular profusamente en Amrica Latina,[81] con una parfrasis de Gramsci,

    que construye la imagen de que todos los hombres son telogos .

    Ocurre con la teologa dice Gustavo Gutirrez, lo que A. Gramsci deca de la

    filosofa : Es necesario destruir el prejuicio, muy difundido, de que la filosofa sea algosumamente difcil porque es la actividad intelectual propia de una determinada categora

    de especialistas cientficos o de filsofos profesionales y sistemticos. Es necesario, por

    eso, demostrar previamente que todos los hombres son filsofos, definiendo los lmites y

    el carcter de esta filosofa espontnea, propia de todo el mundo , ( Avviamento allo

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    studio della filosofia e del materialismo storico , Saggio introduttivo, en La formazione

    delluomo, Roma, 1969, 217 ).[82]

    Para Gutirrez, diversos factores han contribudo a subrayar en forma preferente y, demodo distinto al pasado inmediato, los aspectos existenciales y activos de la vida cristiana

    ,[83] entre ellos, la influencia del pensamiento marxista centrado en la praxis, y dirigido

    a la transformacin del mundo .[84] Esta nueva actitud se expresa con nitidez en las

    Tesis sobre Feurbach, en las que Marx expone, concisa pero penetrantemente lo esencial

    de su enfoque [85] as como en la temtica del hombre nuevo de los Manuscritos

    Econmico-filosficos, de 1844 .[86] A la presencia de Gramsci en la forma en la cual

    Gutirrez concibe la teologa, se asocia tambin el nombre de Maritegui,[87] porque es

    vlido tambin para la teologa lo que, en otra perspectiva escriba J.C. Maritegui,Peruanicemos el Per, Lima, 1970, 119 : La facultad de pensar la historia y la facultad

    de hacerla y crearla se identifican .[88] Esta facultad de pensar la historia tiene para

    la teologa un sentido preciso:

    Si la teologa contribuye a descubrir la significacin de los acontecimientos

    histricos afirma Gutirrez, es para hacer que el compromiso liberador de los

    cristianos en ellos sea ms radical y ms lcido. Slo el ejercicio de esta funcinhar del telogo lo que, tomando una expresin de A. Gramsci puede llamarse un

    nuevo tipo de intelectual orgnico .[89]

    No parece un azar, entonces, que en la concepcin de su diseo poltico para Amrica

    Latina de finales de los aos ochenta,[90] el aparato poltico de la administracin

    norteamericana halla colocado tanto a la Teologa de la Liberacin, esa doctrina poltica

    disfrazada de creencia religiosa ,[91] como a Antonio Gramsci, ese importante yrenovador terico marxista [92] entre los factores que estimulaban el profundo conflicto

    cultural que est teniendo lugar en los pases latinoamericanos ,[93] conflicto que, para

    ser controlado, requiere que el mecanismo poltico permanente... sirva los intereses de

    la sociedad ,[94] aproximacin en la que puede leerse como han demostrado los aos

    recientes[95] una poltica de internal preventive war.[96]

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    De esta manera, no ser sino solamente bajo el estimulante clima cultural e intelectual

    que se desarrolla en Mxico a partir de la segunda mitad de los aos setenta vale decir,

    paradjicamente, desde los aos que marcan el inicio del reflujo de las fuerzas populares

    que anunciar el despeadero de los aos ochenta y noventa, y donde, entonces, lanecesidad de ajustar cuentas con la teora comenzaba a ser imperante, que puede

    situarse un momento de encuentro relativamente ms permanente de Gramsci con las

    clases subalternas del continente latinoamericano, encuentro que, como seala Arnaldo

    Crdoba, estaba destinado a perdurar .[97]

    Precedidos por la Antologa editada por Manuel Sacristn,[98] y dinamizado por las lneas

    de publicacin de diversas casas editoriales,[99] una verdadera plyade de pensadores

    van a participar en un debate, el que, es preciso sealarlo, va a tener, producto de lagenerosa acogida del pueblo mexicano a los refugiados brasileos, bolivianos, uruguayos,

    argentinos y chilenos, un carcter marcadamente latinoamericano.

    As, trabajos como La revolucin pasiva : una lectura de los Cuadernos de la crcel, de

    Dora Kanoussi y Javier Mena,[100] o Los usos de Gramsci, de Juan Carlos

    Portantiero,[101] o antologas como El pensamiento revolucionario de Gramsci,[102]

    realizada por la Universidad Autnoma de Puebla, o Gramsci y las ciencias sociales,[103]

    hecha por los propios Cuadernos de Pasado y Presente por citar slo algunosejemplos, van a dar vida a un proceso de difusin y de discusin en torno al

    pensamiento de Gramsci de una dimensin hasta el momento indita en Amrica Latina.

    Conviene retener aqu que a partir de este encuentro con Gramsci y esto tanto para las

    clases subalternas como para el Estado, comienza tambin a percibirse en el

    continente latinoamericano un proceso de incorporacin de categoras gramscianas al

    andamiaje de estudios de la ms distinta ndole y de la inspiracin tambin ms diversa,

    proceso cuya descripcin y anlisis, en la complejidad de su desarrollo y de susimplicancias tericas y polticas, sobrepasa con creces el propsito de estas lneas...[104]

    Vista de este modo, entonces, vale decir, situada en la dialctica concreta del fracaso de

    la lnea de la Comintern y la necesidad de una historizacin de la poltica por parte de las

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    fuerzas revolucionarias del continente, la lectura de Gramsci en Amrica Latina recupera

    toda su dimensin terica y poltica y puede ser considerada como la inspiradora de una

    tentativa de parafraseando a Maritegui latinoamericanizar Amrica Latina . Para

    cumplir cabalmente su cometido, el examen de la recepcin latinoamericana de la obra de

    Gramsci que intentamos aqu, debe, sin embargo, tambin incorporar, hacer suya, lainterrogacin gramsciana a propsito de este continente y de la naturaleza de las

    sugerencias que de ella se desprenden.

    III

    Antes de intentar algunas consideraciones sobre este punto y sobre la especificidad del

    procedimiento metodolgico gramsciano, hagamos entonces todava una ltima pausa

    para leer las lneas que Gramsci anota a propsito de Amrica Latina, y que en un sentido

    estricto constituyen el nico material disponible para reconstruir la interrogacin de la que

    hablamos, lneas que, por lo dems, no sern publicadas en sta y siempre en Buenos

    Aires, antes de 1960.[105] Una primera nota, que se encuentra en el Quaderno 1 (XVI),

    (107) y que data posiblemente de principios de 1930,[106] asume la forma de la crticaque Gramsci dirige al escrito de Filippo Meda, Statisti cattolici, publicado en Napoli por

    Alberto Morano, y en el que aparecen las biografas de Daniele O Connel, Garca

    Moreno, Luigi Windthorst, Augusto Bernaert, Giorgio Hertling y Antonio Maura, todos

    exponentes del conservadurismo clerical [107]. Leamos el pargrafo :

    La biografa de Garca Moreno [108] nos dice Gramsci es de la misma manera

    interesante para comprender algunos aspectos de la lucha ideolgica de la ex Amricaespaola y portuguesa, donde se atraviesa todava un perodo de Kulturkampf primitivo,

    es decir, donde el Estado moderno debe todava luchar contra el pasado clerical y feudal.

    Es interesante observar esta contradiccin que existe en Amrica del Sur entre el mundo

    moderno de las grandes ciudades comerciales de la costa y el primitivismo del interior,

    contradiccin que se prolonga, por un lado, a travs de la existencia de una gran masa de

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    aborgenes y por otro, de emigrantes europeos, por otra parte, ms difcilmente

    asimilables que en Amrica del Norte: el jesuitismo es un progreso en relacin con la

    idolatra, sin embargo, es un obstculo para el desarrollo de la civilidad moderna

    representada por las grandes ciudades costeras: esto sirve como medio de control para

    mantener en el poder a la pequea oligarqua tradicional, que por consiguiente no lacombate sino de una manera blanda. La masonera y la Iglesia positivista son la ideologa

    y la religin laica de la pequea burguesa urbana, a la cual adhiere en gran parte el as

    llamado sindicalismo anrquico, que del cientificismo anticlerical hace su alimento

    intelectual (Problema del despertar a la vida poltica y nacional de la masa aborigen: en

    Mxico algo semejante ha ocurrido por el impulso de Obregn y de Calles?) [109]

    Una segunda nota,[110] que aparece en el Quaderno 3 (XX), (5), escrito con todaprobabilidad en los primeros meses de 1930 [111] se interroga sobre:

    Amrica. Son latinas Amrica Central y del Sur? Y en que consiste esta

    latinidad? Gran fraccionamiento que no es casual. Los Estados Unidos,

    concentrados y que a travs de la poltica de emigracin buscan no slo mantener

    sino acrecentar esta concentracin (que es una necesidad econmica y poltica

    como ha demostrado la lucha interna entre las varias nacionalidades por influirsobre la direccin del gobierno en la poltica de la guerra, como demuestra la

    influencia que tiene el elemento nacional en la organizacin sindical y poltica de

    los obreros, etc.,), ejercen una gran fuerza para mantener esta disgregacin, a la

    cual buscan sobreponer una red de organizaciones y movimientos guiados por

    ellos: 1) Unin Panamericana (poltica estatal); 2) Movimiento misionero por

    sustituir el catolicismo por el protestantismo; 3) Oposicin a la Federacin del

    Trabajo de Amsterdam y tentativa de crear una Unin Panamericana del Trabajo

    (ver si existen tambin otros movimientos e iniciativas de este gnero); 4)Organizacin bancaria, industrial, de crdito que se extiende sobre Amrica. (Este

    es el primer elemento).

    Amrica del Sur y Central estn caracterizadas: 1) por un nmero considerable

    de indios que, aunque sea pasivamente, ejercen una influencia sobre el Estado:

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    sera til tener informacin sobre la posicin social de estos indios, sobre su

    importancia econmica, sobre su participacin en la propiedad territorial y en la

    produccin industrial; 2) las razas blancas que dominan en Amrica Central y del

    Sur no pueden relacionarse con las patrias europeas que tuvieron una gran

    funcin econmica e histrica: Portugal, Espaa (Italia),[112] parangonable aaquella de los Estados Unidos; stas representan en muchos Estados una fase

    semifeudal y jesutica, por la cual se puede decir que todos los Estados de

    Amrica Central y del Sur (exeptuando Argentina, quizs) deben atravesar la fase

    del Kulturkampf y del advenimiento del moderno Estado laico. (La lucha de Mxico

    contra el clericalismo da un ejemplo de esta fase). La difusin de la cultura

    francesa est ligada a esta fase: se trata de una cultura masnica de las luces,

    que ha dado lugar a la llamada Iglesia Positivista, en la cual participan tambin

    muchos obreros que sin embargo se llaman sindicalistas anarquistas. Aporte devarias culturas: Portugal, Francia, Espaa, Italia. Cuestin del nombre: Amrica

    Latina o ibrica, o hispnica? Franceses e italianos usan latina , portugueses

    ibrica , espaoles hispnica . De hecho, la mayor influencia es ejercida por

    Francia: las otras tres naciones latinas tienen escasa influencia, no obstante la

    lengua, porque estas naciones americanas (estn) en una suerte de oposicin a

    Espaa y Portugal y tienden a crear su propio nacionalismo y su propia cultura.

    Influencia italiana, caracterizada por el carcter social de la emigracin italiana: por

    otra parte, en ningn pas americano los italianos son la raza hegemnica .[113]

    Finalmente, encontramos en el Quaderno 4 (XIII), (49) y reproducido en el Quaderno 12

    (XXIX), (1)] una tercera nota, fechada en noviembre de 1930,[114] la que nos dice que:

    En Amrica del Sur y Central el problema de los intelectuales me parece que

    debera ser examinado tomando en cuenta estas condiciones fundamentales:tampoco [115] en Amrica del Sur y Central existen una vasta categora de

    intelectuales tradicionales, sin embargo, la cuestin no se presenta en los mismos

    trminos que en los Estados Unidos. En efecto, en la base del desarrollo de estos

    pases encontramos la civilizacin espaola y portuguesa del 1500 y del 1600

    caracterizada por la Contrarreforma y el militarismo. Las cristalizaciones ms

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    resistentes todava hoy son el clero y el ejrcito, dos categoras de intelectuales

    que, en parte, continan las tradiciones de la madre patria europea. Por otra parte,

    la base industrial es muy restringida y no han desarrollado sobrestructuras

    complicadas : la mayor cantidad de intelectuales es de tipo rural y, como domina el

    latifundio con vastas propiedades eclesisticas, estos intelectuales estn ligados alclero y a los grandes propietarios. La composicin nacional es muy equilibrada

    tambin entre los blancos, sin embargo, se complica por la masa nativa de indios

    que en algunos pases son la mayora de la poblacin. Se puede decir, en general,

    que en estas regiones americanas existe todava una situacin de Kulturkampf y

    de proceso Dreyfus, vale decir, una situacin en la cual el elemento laico y

    burgus no ha an alcanzado la fase de subordinacin a la poltica laica del

    Estado moderno de los intereses y de la influencia clerical y militaresca. Ocurre as

    que por oposicin al jesuitismo hay todava mucha influencia de la Masonera y deltipo de organizacin cultural como la Iglesia positivista . Los acontecimientos de

    estos ltimos tiempos (noviembre 1930), desde el Kulturkampf de Calles en

    Mxico a la insurreccin militar popular en Argentina, en Brasil, en Per, en Chile,

    en Bolivia, muestran precisamente la exactitud de esta observacin. Sobre los

    intelectuales de Amrica del Sur hay notas esparcidas por varios cuadernos [116]

    Una primera observacin a propsito de estas notas de los Quaderni..., fue escrita hacediez aos por Enzo Santerelli, en una comunicacin al Simposio Intenacional Vigencia y

    legado de Antonio Gramsci, realizado en Santiago de Chile en 1987. En ellas parecen

    evidentes algunas deformaciones o simplificaciones propias de una tendencia a la

    comparacin continental nos dice Santarelli, al mismo tiempo, la condiciones de un

    anlisis completo culminan en la hiptesis de un Kulturkampf, una idea que Gramsci

    extrae de la experiencia mexicana, peculiar y sistemtica, de un bloque nacional-popular

    bien identificado, que para l, como europeo, equivale al concepto de reforma intelectual y

    moral como instrumento de hegemona cuyo fin es la transformacin de las estructuraspolticas y sociales .[117]

    Comunicacin que buscaba ante todo estimular el conocimiento de la obra gramsciana

    por parte de un pueblo en lucha contra una dictadura militar,[118] vale decir, portadora en

    s misma de una fuerte carga moral y poltica, la interpretacin de Enzo Santarelli tuvo

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    Ninguna hiptesis , entonces, ni anlisis completo , ni tampoco

    simplificaciones . Ms bien osservazioni, spunti, motivi per la memoria, a esbozar en

    sus grandes lneas . Observaciones particularmente ilustrativas del procedimiento

    epistemolgico gramsciano, reveladoras de la identidad que establece entre sujeto y

    objeto de conocimiento, concebidos como registros que se engarzan y se determinanmutuamente.

    Observaciones que nos conducen a pensar, en consecuencia, que la nocin de

    Kulturkampf tiene para Gramsci, en el contexto en que la utiliza,[125] el valor de una

    metfora en su sentido original de traslado ,[126] pero adems, de una metfora

    que cumple una funcin heurstica precisa, la de interrogar la formacin social

    latinoamericana desde la complejidad del fenmeno de la constitucin del II Reich alemn

    bajo el puo de Bismark y, ms exactamente, durante la aplicacin, de 1872 a 1875, delKulturkampf,[127] vale decir, de una poltica dirigida contra el Centro, partido catlico de

    masas de tipo confesional que vena participando en la poltica alemana durante los veinte

    aos inmediatamente anteriores.[128]

    Aunque vinculada con problemas de poltica internacional de envergadura como las

    tendencias separatistas polacas detrs de las cuales no era difcil percibir la mano del

    Vaticano, la disputa entre la Iglesia Catlica y el Estado en la Alemania de Bismark se

    va a anudar internamente en torno al problema de la educacin laica y, en general, entorno a las libertades civiles.[129]

    Dicho de otra forma, el Kulturkampf representa la lucha por estas mismas libertades

    civiles, por la laicidad del Estado o por el Estado tout court all donde existe vaco o

    imposibilidad de la nacin, pensada como el lugar donde se produce la lucha por la

    hegemona. La metfora gramsciana muestra entonces toda su pertinencia en la medida

    en que, estructurando un discurso que parece organizarse al ritmo mismo de su

    objeto,[130] reproduce ese aspecto no constitudo de las formaciones socialeslatinoamericanas,[131] tan caro, por lo dems, a pensadores del temple de Jos Carlos

    Maritegui,[132] de Ren Zavaleta [133] o de Jos Aric...[134]

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    La historia, entonces objeto de conocimiento, escenario desde el cual ste se realiza y,

    al mismo tiempo, identidad entre ambos, leda por los intelectuales, es reintroducida

    al procedimiento de la investigacin por la puerta de entrada que stos mismos

    representan, en la medida en que, en su calidad de funcionarios de la sobreestructura

    ,[147] reproducen orgnicamente [148] la visin de mundo y por lo tanto, el estadofactual de las diversas clases por los que son comisionados . Conocimiento del devenir

    orgnico de las diversas clases a travs de la lectura de la historia que los intelectuales

    realizan desde ellas. Orgnico, porque, como lo seala el texto de Antonio A.

    Santucci,[149] la labor intelectual no se agota en los intelectuales individuales o

    intelectuales de profesin .[150]

    En el anlisis gramsciano la funcin intelectual hay que buscarla en el conjunto del

    sistema de relaciones en las cuales los intelectuales (y en consecuencia los grupos quepersonifican) vienen a encontrar el complejo general de las relaciones sociales .[151] El

    intelectual que cuenta es el intelectual orgnico , el que crea cada grupo social ,[152]

    y que le da homogeneidad y conciencia de su propia funcin no slo en el campo

    econmico, sino tambien en el social y poltico .[153] De otra manera y pensando,

    quizs, en la abeja de Marx,[154] cuando se distingue entre intelectuales y no

    intelectuales ,[155] en realidad el sentido comn se refiere a la funcin social inmediata

    de la categora profesional de los intelectuales .[156] Esto significa, como lo recuerda

    tambin Santucci, que si bien se puede hablar de intelectuales, no se puede hablar deno-intelectuales ,[157] simplemente porque los no intelectuales no existen ,[158]

    porque no hay ninguna actividad humana en la cual se pueda excluir toda intervencin

    intelectual [159] y porque no se puede separar el homo faber del homo sapiens ,[160]

    ya que, si bien no todos los hombres tienen en la sociedad la funcin de intelectuales

    ,[161] se puede decir que todos los hombres son intelectuales .[162]

    La apropiacin social del universo de lo concreto es, entonces, un conocimiento que

    realiza, a travs del examen de la funcin de los intelectuales orgnicos en condicioneshistricas dadas, en el desarrollo de una clase realmente existente en un momento

    determinado de su formacin.[163] Incorporada al procedimiento de investigacin, la

    funcin de los intelectuales propuesta por Gramsci, se ubica as en el centro del proceso

    de historizacin de la investigacin en su conjunto.

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    Las notas de Gramsci sobre Amrica Latina deben ser ledas, entonces, antes que en su

    sentido explcito, en funcin de las sugerencias metodolgicas que se desprenden del

    lugar que ocupan en el conjunto de su obra, vale decir, con las mismas precauciones con

    que es necesario examinar los Appunti e note sparse..., o sea, como observaciones que

    deben ser verificadas y profundizadas , como eventuales puntos de partida,intuiciones casi, sobre un continente donde no existe una vasta categora de

    intelectuales tradicionales [164] y donde la base industrial, muy restringida, no ha

    desarrollado sobreestructuras complicadas .[165]

    Intuiciones que, como conocimiento precoz, cristalizan metforas el Kulturkampf, pero

    tambien el affaire Dreyfus, vale decir una situacin en la cual el elemento laico y burgus

    no ha alcanzado an la fase de subordinacin a la poltica laica del Estado moderno de

    los intereses y de la influencia clerical y militaresca ,[166] que cumplen la funcin deinterrogar una formacin social diversa la latinoamericana, cuya problemtica, en

    cualquier caso, debe ser reconstruda con absoluta autonoma con respecto a las

    categoras utilizadas metafricamente, las que, en este sentido como anotbamos ms

    arriba cumplen solamente una funcin heurstica, aunque, por la misma fuerza de la

    imagen que convocan, se les pueda, no obstante, atribuir tambin una funcin

    anticipadora , en el plano de la representacin,[167] funcin a la que ahora s

    contribuyen algunos elementos de anlisis concreto de Alcuni temi...,.

    As, si el Mezzogiorno puede ser definido como una gran desagregacin social [168]

    dado que los campesinos, que constituyen la gran mayora de su poblacin, no tienen

    ninguna cohesin entre ellos .[169] tambin el proceso de construccin de los Estados

    latinoamericanos oper sobre un virtual vaco social ,[170] de fluidez o vacancia

    jerrquica [171] que en el caso de los pases andinos y de la poblacin indgena se

    logr a costa de reproducir respecto a sta la relacin colonizador-colonizado impuesta

    por los grandes imperios ...[172]

    Trasladadas a Amrica Latina, si se quiere, traducidas en clave

    latinoamericana, las notas de Gramsci que aqu comentamos deben ser

    entendidas, entonces, como una invitacin a realizar, para esta misma Amrica

    Latina, el ejercicio de reconstruccin histrica de la funcin de los intelectuales,

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    slo procedimiento a travs del cual, nosotros, latinoamericanos, podremos

    recoger y actualizar la herencia gramsciana...[173]

    Existe tambin, finalmente permtasenos intentar formalizar en este terreno tan

    subjetivo, una razn existencial para establecer esta lectura de Gramsci. Quizs porquecomo dice Aric nos sigue deslumbrando el carcter inacabado, abierto,

    problematizador de su escritura [174] de ese cortaziano modelo para armar [175] o

    porque en esa extrema sensibilidad suya en la apropiacin de lo poltico, sentimos algo de

    familiar , algo as como una herida abierta , el hecho es que a travs de la innegable

    seduccin de sus escritos se produce un fenmeno macondiano : el tiempo desaparece y

    slo hay presente, contingencia, lucha cotidiana, hic et nunc.

    Quizs porque, sin saberlo, Gramsci escribe para Amrica Latina, porque su pensamientose forma en la lucha contra un fascismo que, mutatis mutandis y con todas las

    precauciones de historizacin que anotamos ms arriba, no tiene nada de

    esencialmente distinto de los que conocimos en la regin. Y ese pensamiento alcanza su

    madurez en una crcel que tampoco es demasiado diferente de las que hoy todava

    existen en nuestro continente. Quizs porque, cum granus salis, Gramsci, en una cierta

    dimensin, es latinoamericano, porque naci en esa prolongacin del colonialismo interno

    que es Cerdea, a la que podemos imaginar sin dificultad como una puerta de entrada a

    Amrica Latina, porque naci en el contacto con un mundo que, an sin portar en su senorelaciones capitalistas de produccin, sufra la succin del excedente a travs de los

    mecanismos de concentracin y centralizacin de capitales, o simplemente, quizs

    porque en ltimo anlisis, este Gramsci que podemos leer tan familiarmente, este

    Gramsci que historizacin mediante, insistimos nos inspira de forma tan natural, no

    hace sino recordarnos que la poltica revolucionaria se hace, hoy como ayer, con seres

    humanos en lucha, con seres humanos que an en estos tiempos de globalizacin ,

    sienten en la piel la brutalidad y el absurdo de la sociedad actualmente existente...

    Entre las virtudes del libro de Antonio A. Santucci, se encuentra como decamos alprincipio la de posibilitar esta lectura a travs de un trabajo de historizacin de la vida y

    de la obra de Antonio Gramsci que entrega el hilo conductor del que se desprende

    nuestra propia tentativa....

    en Paris, otoo de 1997

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    I. Gramsci a fines de siglo

    1. Despus del ochenta y nueve

    Si se piensa en los ms de diez mil ttulos y en tantas lenguas, comenzando por el

    Afrikaans, Albanian, Arabic, Bengal, pasando por el Korean, Macedonian, Norwegian, y

    as hasta el Swedish y Turkish, la masa de la Bibliografa gramsciana internacional

    recogida por el historiador americano John Cammett hace sentir todo su peso en la

    acostumbrada pregunta ritual: Se puede decir todava algo nuevo en torno a la figura y a

    la obra de Antonio Gramsci? Y, sin embargo, la perplejidad dura poco y la respuesta se

    impone por s misma. Llegados al final de su siglo, se puede decir algo nuevo sobreGramsci. No para satisfacer a cualquier precio una exigencia de originalidad, ni tampoco

    porque recientemente hubiesen aparecido cambios espectaculares en la interpretacin

    historiogrfica o importantes descubrimientos de escritos desconocidos en el pasado. Es

    probable, al contrario, que el ltimo momento de profunda innovacin en los estudios

    gramscianos nos lleve a la publicacin de la edicin crtica de los Cuaderni del carcere

    (1975), la que ha abierto, efectivamente, caminos de investigacin y de profundizacin

    terica hasta entonces imprevistos. Cierto es que, tambin, con el tiempo, han venido

    siendo poco a poco esclarecidos los contornos de algunos episodios biogrficos y sedispone adems de textos filolgicamente ms completos y dignos de fe. No obstante, las

    razones que inducen a mirar hoy a Gramsci con otros ojos son diferentes, exteriores a la

    reconstruccin de su vida y de sus escritos.

    Dos en particular son los acontecimientos que han incidido profundamente sobre

    el contexto tradicional dentro del cual se haba acostumbrado a considerar la contribucin

    gramsciana a las vicisitudes de la poltica nacional y al pensamiento marxista

    contemporneo: la crisis del comunismo histrico y la desaparicin del Partido ComunistaItaliano.

    El comunismo es el porvenir prximo de la historia de los hombres y, con ste, el

    mundo encontrar su unificacin no autoritaria, monoplica, pero no obstante,

    espontnea, por adhesin orgnica de las naciones (ON, p. 20).[176] 1989: han

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    repudiar las ideas de Marx y de Lenin ya sea por cuenta propia o incluso en provecho

    propio.

    Lejana entonces la atmsfera en la cual la nueva Italia de la posguerra, apenas

    reflorecida la libertad y la democracia, saludaba con reconocimiento el sacrificio deGramsci en las crceles de Mussolini y con admiracin el descubrimiento de una obra

    literaria y cientfica fruto del mismo cerebro al que el Duce se haba propuesto impedir que

    funcionara por veinte aos. Casi una burla contra un poder desptico. Cierto, frente a la

    ola de las polmicas actuales suscitadas por las tendencias extremistas de la revisin

    historiogrfica de los fascismos europeos, con los riegos de ver desnaturalizada o borrada

    la memoria de pginas luminosas de las vicisitudes de la democracia nacional, aparece

    todava espontneamente el recuerdo de la leccin moral y humana de Gramsci. Otra

    cosa es, sin embargo, mostrar la vitalidad de su pensamiento poltico una vez amputadode la perspectiva comunista que lo ha guiado.

    A primera vista, un acercamiento a Gramsci aparece hoy descartado. Basta con

    leer su vida y sus escritos con la conciencia de que se trata de documentos que

    pertenecen a otra poca, dignos, a pesar de todo, de ser conocidos y estudiados. Y, en

    parte, seguramente es as. Seguir la intensa existencia de este protagonista de la historia

    del movimiento obrero italiano e internacional desde la crisis de la Primera Guerra Mundial

    hasta la fundacin del Partido Comunista de Italia y el advenimiento del fascismo, conocerlas lneas fundamentales de una tentativa original de repensar y desarrollar crticamente

    las teoras de Marx en constante confrontacin con las de otros grandes pensadores,

    recoger la influencia de las ideas gramscianas en el debate ideolgico y poltico en la

    segunda parte del siglo XX, representa un fascinante viaje por el pasado reciente de la

    cultura contemporanea. Pero puede Gramsci revelarse tambin un compaero de viaje

    adecuado para aqul que intente comprender el presente y, quizs, escrutar el porvenir?

    Probablemente s, a condicin de estipular algunas distinciones.

    3. Por qu dos Gramsci

    Era 1937, el ao de la desaparicin de Gramsci, cuando Togliatti lo conmemoraba como

    hombre de partido ntegro. Y con razn: a la constitucin, y despus a la renovacin y a

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    Si, entonces, el primer Gramsci pertenece ciertamente a una poca delimitada y

    en muchas direcciones superada, el Gramsci que mayoritariamente cuenta (...) es un

    autor pstumo cuya obra ha entrado en el crculo de la cultura italiana e internacional en

    una poca distinta de la que l ha vivido, cuya obra ha podido ser publicada incluso slo

    porque la poca en la que ha sido escrita la poca del fascismo triunfante haconcludo .[177] En resumen, un clsico del pensamiento poltico contemporneo y,

    pensando en las Lettere, de la literatura clsica del siglo XX. Y se sabe que todo

    autntico clsico, siendo expresin de un tiempo, resiste a la contingencia y permanece

    abierto al dilogo con las generaciones futuras.

    INCORRECTO. AL FRAGMENTAR A GRAMSCI EN DOS ROMPE UN PRINCIPIO

    BASICO GRAMSCIANO QUE ES EL DE COMPRENDER LA REALIDAD COMO

    UNIDAD=TOTALIDAD LEJOS DE CUALQUIER DETERMISMO ECONOMISTA OPOLITICO. GRAMSCI PIENSA COMO REVOLUCIONARIO QUE TIENE UN ESPACIO

    ORGANIZATIVO DEFINIDO: EL PARTIDO COMUNISTA. LA DISOLUCION DE LA

    URSS Y DEL PCI SON ACCIONES CONTRARIAS A GRAMSCI, A SUS PROPUESTAS

    E IDEAS, AUNQUE CONFIRMEN LA CENTRALIDAD DE LO CULTURAL EN EL

    SISTEMA DE DOMINACION.

    4. Polti ca y verdad

    En este punto se podra afirmar entonces que la prioridad, en un primer momento

    atribuda por Togliatti al hombre de partido con respecto al intelectual y al escritor

    debera ser hoy revisada. Y, en efecto, es sta la orientacin que prevalece tanto en la

    crtica italiana y extranjera. Incluso la tendencia a dejar de lado la accin y los escritos

    polticos de Gramsci en el perodo legal ha terminado a veces por disminuir ms all de

    lo necesario o, directamente, por hacer desaparecer la importancia de los elementos de

    continuidad en relacin con la obra madura. Sin embargo, ms all de los casos en loscuales emerge un manifiesto extravo del examen del pensamiento gramsciano

    considerado polticamente inocente ,[178] es necesario reconocer que, momentos

    destacados, tales como la participacin en el movimiento torinense de los Consigli di

    fabbrica y la direccin del Ordine Nuovo, o las intervenciones en los debates de partido

    que precedieron el congreso de Lyon se encuentran ahora perfectamemente fechados y

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    librados solamente a la reconstruccin y a los juicios historiogrficos. Un frescor diferente

    conservan sus agudas notas en torno a temas permanentes y generales como la cuestin

    poltica de los intelectuales, el nexo entre filosofa, folklore y sentido comn, o entre

    Estado y sociedad civil. Con todo, el problema es delicado y presentar a Gramsci con los

    ropajes de los grandes intelectuales requiere, ante todo, de una cierta cautela, justamenteporque la relacin entre intelectuales y poltica es normalmente bastante compleja.

    Para Julien Benda, autor francs discutido en varias oportunidades en los

    Quaderni gramscianos, los intelectuales (considerados como sabios) que servan

    intereses prcticos y polticos y a la propia actividad cientfica, artstica, filosfica,

    traicionan su propio papel de guardianes de la justicia y de la verdad desnuda.[179] Y el

    tema, que ocupa justamente a Gramsci, se vuelve recurrente en el debate

    contemporneo.

    Para Michel Foucault es necesario pensar el problema poltico de los

    intelectuales no en trminos de ciencia/ideologa sino en los de verdad/poder , por

    el contrario, la verdadera cuestin poltica no es el error, la ilusin, la conciencia alienada

    o la ideologa, es la verdad misma [180] El crtico americano de origen palestino Edward

    Sad sostiene que la tarea principal del intelectual es la de decir la verdad al poder

    .[181] Pero tambin Sartre, el famoso autor del compromiso (engagement)[182] del

    hombre de cultura, deca que las clases explotadas no tienen necesidad de unaideologa sino de la verdad practicada socialmente .[183]

    Ulteriormente, Hannah Arendt, la estudiosa de filosofa poltica, ha resumido bien

    lo que ella misma define como un lugar comn :

    Nadie, de hecho, ha dudado jams que verdad y poltica estn en relaciones

    ms bien encontradas, la una con la otra, y nadie, que yo sepa, ha jams includo

    la sinceridad entre las virtudes polticas. La mentira siempre ha sido consideradacomo el necesario y legtimo instrumento, no slo del oficio del poltico o del

    demagogo, sino tambin del estadista. Porqu es as? Y qu cosa significa

    esto, de un lado, para la naturaleza y la dignidad del mbito poltico y, del otro,

    para la naturaleza y la dignidad de la verdad y de la sinceridad? Es, quizs, un

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    componente de la esencia misma de la verdad ser impotente y un componente de

    la esencia misma del poder el engaar? [184]

    En cuanto al lugar comn , Gramsci est de acuerdo. En efecto, l escribe en losQuaderni:

    Es una opinin muy difundida en algunos ambientes (y esta difusin es un signo

    de la estatura poltica y cultural de dichos ambientes) que, en el arte de la poltica,

    sea esencial el mentir, el saber esconder de una manera astuta la opinin

    verdadera y los verdaderos fines a los cuales se tiende, el saber hacer creer lo

    contrario de lo que verdaderamente se quiere, etc., etc., La opinin es tanarraigada y difundida que, cuando se dice la verdad, nadie la cree (Q. p. 699).

    Sin embargo, Gramsci no comparte un esquema segn el cual la verdad sera patrimonio

    de la cultura y de la ciencia desinteresada, mientras la poltica debera necesariamente

    fundarse sobre el engao. Para l, en efecto: en poltica se puede hablar de reserva, no

    de mentira en el sentido mezquino que muchos piensan: precisamente, en la poltica de

    masas, decir la verdad es una necesidad poltica (Q, pp. 699-700)

    5. Verdad y hegemona.

    Es til tener presente que el concepto de verdad no es unvoco. Para retomar una

    distincin bastante simple, pero comnmente aceptada y utilizada por Hannah Arendt,

    existen, en efecto, verdades racionales y verdades de hecho . El primer mbito

    comprende la verdad matemtica, cientfica, filosfica. Vale decir, aquellos principiosgenerales y abstractos, objeto particular de los anlisis y de los procedimientos

    epistemolgicos. En la esfera poltica dominan, por el contrario, hechos y acontecimientos

    y, a pesar de ello, es hacia esta ms modesta verdad de hecho que es necesario mirar.

    Como el papel, durante la Revolucin Rusa de un hombre llamado Trotsky, que no

    aparece en ninguno de los libros de historia de la Rusia Sovitica . El ejemplo es

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    contundente, porque demuestra, sea que las verdades de hecho son las ms

    vulnerables de todos los tipos de verdad racional vistas de conjunto (es ms fcil

    calumniar a un adversario que negar que dos ms dos son cuatro), sea que la

    probabilidad que la verdad de hecho sobreviva al asalto al poder es verdaderamente

    escassima .[185]

    Gramsci, sin embargo, an considerndolo antes que otra cosa en su calidad de

    intelectual, no solamente no se ocupa de una hipottica verdad racional, sino que

    tampoco quiere transformarse en simple defensor de la verdad de hecho, ocultada o

    distorsionada por el poder poltico. Esta tarea tradicional del intelectual no le pertenece.

    Decir la verdad no es para l el primer imperativo moral del honesto hombre de cultura ni

    ninguna otra cosa que se le parezca. Es una necesidad poltica estrechamente ligada a

    la principal categora de su pensamiento, la hegemona.

    En cuanto militante comunista, Gramsci se opone a la hegemona de los

    regmenes burgueses y autoritarios que ejercitan su dominio sobre el proletariado. En

    cuanto pensador marxista intenta elaborar una teora hegemnica alternativa, que libere

    la capacidad de las clases explotadas de dirigir autnomamente el conjunto del cuerpo

    social y el sistema de produccin econmica. Para combatir al adversario poltico, se

    necesita, en primer lugar, conocer y comprender los mecanismos a travs de los cuales el

    poder logra imponerse. En el caso de los regmenes abiertamente autoritarios, elproblema de la verdad resulta, en el fondo, secundario. En efecto, por definicin, los

    dictadores y los grupos oligrquicos no se preocupan de ganar el consenso de las clases

    dominadas. Por lo dems, no mienten tampoco, no se cuidan de esconder sus intereses y

    sus fines. Pueden incluso exhibir con sinceridad, prevaricaciones e intentos tirnicos con

    fines de propaganda y como advertencia para los opositores, puesto que mandan

    mediante la coercin violenta. Las fuerzas democrtico burguesas se inclinan, por el

    contrario, a camuflar la verdadera naturaleza de intereses sociales y econmicos

    contrapuestos. Ocultan, pues, la verdad, con el objeto de obtener un consenso pasivo,que pasa por la libre adhesin o, directamente, por el apoyo participativo. Diferente es el

    tipo de consenso requerido a la masa revolucionaria, a los futuros actores del

    autogobierno. Son estos organismos para los cuales Gramsci retiene cuestiones

    vitales, no el consenso pasivo e indirecto sino aquel que es activo y directo (Q. p. 1771).

    Y para obtenerlo es indispensable el mtodo de decir la verdad incluso si sta no es

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    una reforma integral prxima a la teora de Gramsci. No es Cuba ejemplo de una

    reforma intelectual y moral, no es esa Reforma realizada, y que por supuesto gener una

    respuesta cultural tremenda por parte del imperio con la conquista inexorable de un

    espacio ideolgico/cultural para s, la nica razn del mantenimiento de Cuba por fuera de

    la dominacin imperialista y los dictamenes del F.M.I.? O todo el mundo termina en laEuropa prospera y decadente del Euro y el Pacto de Olivos?

    En cada ocasin algo ha faltado. Y as, all donde, al Este, se han verificado

    transformaciones en las relaciones de produccin, los partidos en el poder han hecho una

    bosta con la verdad y privado a los intelectuales del derecho a expresarla. En las

    democracias liberales occidentales, la verdad de los intelectuales de oposicin no ha

    creado otra cosa que exiguas corrientes de opinin, tan inadecuadas para cumplir

    reformas sustanciales en el sistema econmico que, al final, han renunciado a todo. Nisiquiera el P.C.I., al menos formalmente el partido ms gramsciano del mundo, ha

    escapado a la acusacin de practicar una verdad doble . Tanto que sera, quizs,

    necesario reflexionar sobre el por qu Togliatti, polmicamente acusado de campen de

    la doblez comunista, concluye su Gramsci, un uomo, escrito un par de meses antes de

    morir, recordando la verdad implacable que contena la obra gramsciana en lucha no

    slo por comprender sino por transformar el mundo .

    7. Victor ias transitorias y derrota aparente.

    Lo expuesto hasta el presente es solamente una de las posibles claves de lectura

    destinada a establecer si, y en que medida, Gramsci ha permanecido inmune al fracaso

    de la experiencia comunista histrica. Se puede, ciertamente, proponer otras, quizs ms

    complejas y sofisticadas. No obstante, el tema de la recuperacin gramsciana de la

    verdad en la poltica es, sin ninguna duda, de gran actualidad. Por otra parte, tambin la

    ltima tentativa seria de reformar el socialismo real antes de la debacle, la perestroika deMikhail Gorbachof tena un eje en la glasnost, la trasparencia en cada sector de la vida

    asociativa. Lo importante es la verdad , proclamaba claramente el presidente

    sovitico.[187] Casi no es necesario recordar como en Occidente, en aos muy recientes

    (y con Italia en primera fila), han sido instalados poderosos laboratorios de manipulacin

    poltica, basados en el control de los medios de informacin y de comunicacin de masas.

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    Son estas ltimas, los horizontes de la que Gramsci define como gran poltica ,

    contrapuesta a la pequea poltica ( poltica cotidiana, poltica parlamentaria, de

    corredores, de intriga) .

    La gran poltica comprende las cuestiones conexas con la fundacin del nuevo

    Estado, con la lucha por la destruccin, la defensa, la conservacin de

    determinadas estructuras orgnicas econmico-sociales. La pequea poltica, las

    cuestiones parciales y cotidianas que se plantean al interior de una estructura ya

    establecida para la lucha por la preeminencia entre las distintas fracciones de una

    misma clase poltica (Q. pp. 1563-64).

    Basta recorrer un peridico para medir las modestas dimensiones actuales tanto prcticascomo ideales de gran parte de los procesos y de los acuerdos polticos nacionales e

    internacionales. Y, en efecto, frente a una poltica de corto aliento a la cual muchos han

    vuelto la espalda, Gramsci no tiene gran cosa que decir. Una cierta inactualidad suya es

    pues proporcional a la inactualidad de la gran poltica , que va ms all de la simple

    administracin y no elude temas y transformaciones de dimensin extraordinaria. La

    justicia, la libertad, la igualdad, claramente, el elemental derecho a la vida, no son

    captulos de la filosofa moral sino objetivos especficos de la democracia poltica todava

    no adquiridos en todas partes. Si continuaran permaneciendo al margen, entonces s quelas ideas de Gramsci seran definitivamente derrotadas. No est, no obstante, excludo

    que en tal caso se tratase de una derrota colectiva.

    Seguro que los artculos para el Avanti ! y el Ordine Nuovo como incluso ahora los

    mismos Quaderni del carcere y las Lettere, requieren una lectura selectiva, al punto de

    separar elementos fechados, resultados inciertos y provisorios, de instrumentos

    conceptuales todava vlidos para afrontar problemas actuales. Entretanto, para no cerrar

    prejuiciosamente el dilogo con uno de los mayores autores italianos del siglo XX, sehace indispensable volver a recorrer las etapas que, de Torino a Mosc, de Viena a la

    prisin de Turi, llevaron al pequeo Nino de Ghilarza a tranformarse en el Gran

    Gramsci de New York.[188]

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    II. Cerdea

    1. Los Gramsci.

    La familia es de origen albans, del principado de Gramsh, transplantada luego a Calabria

    y Campania. Gennaro Gramsci, el abuelo de Antonio es oficial de la gendarmera

    borbnica establecida en Gaeta. Despus de la unificacin de Italia ser incorporado a los

    carabineros con el grado de coronel. Haba desposado a Teresa Gonzlez, hija de un

    abogado napolitano de ascendencia espaola. De su unin nace en 1860 el quinto hijo,

    Francesco, el cual, despus de terminar el liceo, se inscribir en la Facultad de

    Jurisprudencia. En 1881, sin haberse todava titulado, gana un concurso en laadministracin pblica y deja Gaeta. Es destinado a Cerdea, a Ghilarza, hoy provincia de

    Oristano, para dirigir el local del Registro Civil.

    Dos aos despus, Francisco Gramsci desposa con Peppina Marcias, hija de un

    pequeo propietario sardo, cobrador de impuestos. Alta, agraciada, con grandes ojos

    oscuros, vestida como una continental, Peppina era socialmente y sobre todo

    culturalmente ms avanzada que las otras muchachas del lugar .[189] En 1884 nace

    Gennaro. En Ales, donde la familia se ha trasladado, otros tres hijos: dos mujeres,Grazietta, en 1887 y Emma, en 1889, el 22 de enero de 1891, Antonio, Nino para los

    padres. En Sorgono, cerca de Nuoro, nueva destinacin de los Gramsci, nacen: Mario, en

    1893, Teresina, en 1895 y Carlo, en 1897. Nino frecuenta el Jardn Infantil de las monjas.

    En 1898, una inspeccin esclarece un pequeo error contable en las cajas del

    Registro Civil. Francesco Gramsci es despedido del empleo y sin recursos vuelve a

    Ghilarza con la mujer y los nios. En agosto es arrestado bajo la acusacin de

    malversacin de fondos pblicos. Condenado a cinco aos y ocho meses permanecer enla crcel, en Gaeta, hasta fines de 1904. Con dedicacin y coraje, Peppina resiste a la

    desventura. Cose a mquina, plancha, tiene en pensin al veterinario y al teniente de

    carabineros del lugar. Aos dursimos, de verdadera tormentadomstica, recordar ms

    tarde Gramsci.

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    Seramos capaces de hacer lo que ha hecho mam hace treinta y cinco aos ? De

    enfrentarse, ella sola, pobre mujer, contra una terrible tormenta y de salvar siete hijos?

    Cierto, su vida ha sido ejemplar para nosotros y esto nos ha mostrado cuanto vale la

    paciencia para sortear dificultades que parecen insuperables incluso para hombres de

    gran temple (LC. p. 631).

    2. Primeros estudios y una enfermedad solapada

    Tiene casi ocho aos cuando es inscrito en la primera clase de la escuela elemental de

    Ghilarza. Crece mal. Una joroba diagnosticada demasiado tarde como tuberculosis

    vertebral le aflige desde la primera infancia. Estaba todava en Sorgono cuando haba

    tenido una crisis bastante seria, con convulsiones, hemorragias, sntomas anlogos aaquellos de los graves estados de agotamiento sicofsico que lo atormentaran otras

    veces en el futuro. Y siempre tratado con terapias aproximativas. De pequeo, nada ms

    que compresas de alcohol y tensiones en la columna vertebral mediante un busto

    suspendido al techo. Le suministraba opio un mdico torinense (L, p. 80). Aos despus,

    en Mosc, curas a base de quinina, que arrastran los consiguentes inconvenientes (L,

    p. 172). Slo cuando los sufrimientos acumulados en la crcel van a demoler

    irremediablemente una salud precaria, y ya entrado en la cuarentena, se le abre una luz

    de explicacin sobre las causas reales y los orgenes lejanos de su propia condicin.

    Yo haba sufrido desde nio el mal de Pott y no logro comprender de donde halla

    salido ste, del cual he escuchado hablar por la primera vez. Me consta

    positivamente que mis enfermedades infantiles se debieron a una cada que la

    empleada domstica ocult a mis padres (...) En 1911, en Oristano en casa de mi

    to conoc al doctor Cominacini que me haba curado entonces (de nio) y haba

    tratado de impedir las consecuencias de la catstrofe. Me disgusta tocar estetema, pero tanto mi to como Comancini me dijeron con bastante franqueza (o

    brutalidad) que la causa de mis desgracias haba sido la falta de inters y la apata

    de mi padre y que, curado a tiempo, hubiera podido ser salvado (LC, pp. 706-

    707).

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    A pesar del comienzo atrasado en la escuela es alumno diligente, a menudo el primero de

    la clase. Aprueba la escuela elemental con un promedio de diez. No solamente. Trabaja

    en el Catastro con Gennaro, el hermano mayor, para aligerar las restricciones famliares.

    He comenzado a trabajar a la edad de 11 aos, ganando 9 liras al mes (lo que,

    por otra parte, significaba un kilo de pan por da) por 10 horas de trabajo al da,

    comprendida la maana del domingo y me lo pasaba moviendo registros que

    pesaban ms que yo y muchas noches lloraba a escondidas porque me dola todo

    el cuerpo (LC, p 622).

    Sin embargo, el agravio ms grande es el de tener que interrumpir los estudios,

    justamente yo, que haba tenido 10 en todas las materias de la escuela primaria,

    mientras asistan el hijo del carnicero, del farmacutico, del negociante en telas (L, p.

    271). En dos aos de ausencia a la escuela estudia un poco, de manera privada. As que,

    cuando en 1905 el padre est ya en libertad, entra directamente a la tercera clase de la

    escuela media elemental del instituto Carta-Meloni de Santulussurgiu, un gimnasio

    comunal, en verdad en muy mal estado a una veintena de kilmetros de Ghilarza. Tresaos despus, con alguna dificultad (pasa tres materias en septiembre) egresa, en

    Oristano.

    3. Liceano en Cagliari .

    En 1908, Gennaro Gramsci vive en la cabecera de la provincia sarda, es contador en una

    fbrica de hielo y cajero de la Cmara del Trabajo. En el otoo Nino se reune con l y seinscribe en el liceo Giovanni Maria Dettori, de Cagliari, y va a habitar en una pieza

    pagada al da . Alquilar luego con el hermano una pieza en la calle Principe Amedeo.

    El 5 de noviembre expide a Ghilarza la que ser su primera carta conocida:

    Querido pap, ayer he comenzado a ir a la escuela; los profesores todava no estn

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    todos, pero, sin embargo, han comenzado las lecciones y han dictado parte de los libros

    que hay que procurarse (L, p. 3).

    Escribe a los de la casa con aire desenvuelto, ligeramente excitado con la

    nueva vida. Pide algunas liras para pagar la matrcula; castaas, hongos y huevos encantidad; los clsicos de Virgilio y Homero. Parece contento, dispuesto a experimentar su

    independencia reciente y la animacin de la ciudad. Sobre todo logra sentirse un

    estudiante de verdad, despus de aos escolares precarios y aventurosos.

    De partida era previsible, pues (y previsto), algn problema en el conocido Dettori.

    Las notas trimestrales no son sin embargo decepcionantes: suficiente en latn, griego,

    filosofa, 8 en qumica y en el oral de italiano. Escribe al padre: Como ves he tenido

    notas discretas y debes tener en cuenta que es el primer trimestre y de Santulussurgiu nohe venido con la mejor preparacin . Tiene un solo pesar, poda quizs andar mejor si no

    fuera que:

    Estuve tres das fuera de la escuela por no haber llevado el diploma justamente

    en los das de los exmenes trimestrales; de modo que en historia natural no he

    tenido nota y, en historia, 5; el profesor me ha hecho una reprimenda pero yo no

    tena culpa alguna porque te he escrito siempre: mndame el diploma y t te haces

    el sordo (L, p 14).

    Es enero de 1909 y es por ahora slo un adelanto de las prximas incomprensiones que

    terminarn, como lo testimonia en crnica directa el epistolario juvenil, por precipitar las

    relaciones con el padre al borde de la ruptura. Por aadidura, puede decirse, estn los

    viejos rencores no adormecidos: la burla de sus coetneos en Ghilarza, mientras

    Francesco Gramsci estaba en prisin, la sospecha de una cierta negligencia frente al mal

    que le afliga.

    Entretanto los estudios prosiguen, incluso entre algunas incertidumbres. Escribe

    en febrero:

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    Al primer examen no puedo absolutamente asistir, porque el programa, en 6

    meses lo hemos concludo sin hacer nada de bueno. Es una cuestin de suerte:

    puedo aprobar todo o puedo reprobar todo de la misma manera: ninguna

    seguridad, entonces; no quiero que t me hagas despus reproches intiles (L,p.18).

    Despus de algunos das vuelve a asomar la confianza.

    En la escuela voy discretamente y este trimestre espero andar mejor: incluso esta

    maana he sido interrogado en latn y griego y he tenido 8 y 7, notas que, dada laseveridad del profesor quieren decir algo (L, p. 20).

    En junio es promovido al grado superior. El ao siguiente incluso la desventaja en la

    preparacin de base aparece superada. En 1911, se grada con 8 en todas las materias y

    9 en composicin de italiano.

    4. Hacia el socialismo.

    Nino hace en Cagliari una vida apartada y de estudio. Escassimo y raro el dinero de

    casa. La descripcin de sus das magros no dejan espacio a expansiones de la vida de

    estudiante. Contar al hermano menor, Carlo:

    Recib la primera mesada, despus no recib ninguna otra: estaba totalmente a

    cargo de Nannaro, que no ganaba ms de 100 liras al mes. Cambiamos depensin. Yo tena una pequea pieza que haba perdido toda la cal por la

    humedad y tena una sola ventanita que daba a una especie de pozo, ms bien

    una letrina que un patio. Me di cuenta en seguida que no se poda avanzar por el

    malhumor de Nannaro que las tomaba siempre conmigo. Empec no tomando ms

    el poco caf matinal, luego atrasaba el almuerzo siempre hasta ms tarde y de

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    esta manera, economizaba la cena. Cerca de 8 meses com as una vez al da y

    llegu al final del tercer ao del liceo, en graves condiciones de desnutricin (LC,

    p. 116).

    En las cartas de aquellos aos a su padre hay un nico episodio fuera de la

    acostumbrada rutina escolar. Era el 15 de abril, se trata de esto:

    El 26 de febrero los estudiantes del segundo y tercer ao del liceo harn una

    excursin a Gspini para visitar las minas de Montevecchio porque estudiamos

    mineraloga y, en consecuencia, debo ir yo tambin y estoy verdaderamente

    indecente, con este vestn que tiene ya dos aos y est deshilachado y brillante,por lo tanto, mndame una carta de crdito para alguna sastrera para que me

    pueda hacer la ropa a tu cargo y despus te ocupas t de reembolsar el dinero a la

    agencia. Porque yo para ellos no valgo nada. Te ruego de no dejar de hacerlo,

    porque este mes estoy realmente desesperado. Hoy no he ido a la escuela porque

    he tenido que cambiarle le suela a los zapatos y me a costado tres liras, he tenido

    que comprarme el Foscolo que me cost dos liras. No s qu diablos hacer: este

    carnaval no he salido un momento de casa, en cuclillas en un rincn, amurrado,

    tanto que Nannaro crea que estaba enfermo (L, p. 32).

    Pasa una semana, de dinero, nada. Nino va de todas maneras a Gspini con la ropa que

    brilla por todas partes . Desilusionado y ofendido, reclama al padre: en Ghilarza estaba

    indecente (...) ahora que ha pasado otro mes y medio y han crecido las roturas, no

    solamente indecente sino sucio y harapiento . Y acusa: De todas maneras ahora no

    estoy ms en Ghilarza y, por lo tanto, todos ustedes no van a poder