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La recepción de Gramsci en América latina: cuestiones de orden teórico y político Jaime Massardo International Gramsci Society Newsletter Number 9 (March, 1999): electronic supplement 3 www.italnet.nd.edu Resumen Comunicación a la Convenzione internazionale «Gramsci e la rivoluzione in Oc- cidente », organizada por el Partito della Rifondazione comunista en Torino, los días 4, 5 y 6 de diciembre de 1997. Ponencia presentada al 51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiago de Chile, 14-18 Julio de 2003. Seguramente la primera vez que el nombre de Antonio Gramsci aparece en América latina es en ju- lio de 1921, en el periódico El Tiempo de Lima, en un artículo escrito un mes antes, desde Roma, por José Carlos Mariátegui, 1 el que, comentando la situación de la prensa italiana, decía: «El Ordine Nuovo es el diario del Partido Comunista y está dirigido por dos de los más notables intelectuales del partido: Terracini y Gramsci». 2 Frágil hito que en el proce- so de reconstrucción de la presencia de Gramsci en el continente latinoamericano ocupa un lugar casi anecdótico, el artículo del Tiempo, no menos que su autor 3 y que el pensamiento político del militante comunista a quien éste colocaba junto con Terra- cini «entre los más notables intelectuales del par- tido», serán durante largo tiempo olvidados por la crónica. 4 Epocas aquellas de reinado positivista, «di nuova teologia materialistica » como decía el propio Gramsci, 5 la interpretación que – en estrecha rela- ción con las necesidades instrumentales de la políti- ca – se irá imponiendo dentro del movimiento comu- 1 Cf., Paris, Robert, La formación ideológica de José Car- los Mariátegui, Cuadernos de Pasado y Presente, N o 92, Mé- xico, 1981. 2 Cf., Mariategui, José Carlos, «La prensa italiana», El Tiempo, Lima, 10 de julio de 1921 [Fechado en Roma en junio del mismo año]. 3 Cf., Massardo, Jaime, «El marxismo de Mariátegui», Dialéctica, Année XI, N o 18, Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla, septiembre de 1986, pp. 89-101. 4 Cf. Paris, Robert, «Mariátegui y Gramsci, prolegóme- nos a un estudio contrastado de la difusión del marxismo» Socialismo y participación,N o 23, Lima, septiembre de 1983, pp. 31-54. 5 Gramsci, Antonio, Quaderni del Carcere, Edizione cri- tica dell’Istituto Gramsci, a cura di Valentino Gerratana, To- rino, Einaudi, 1977, p. 85. nista vendrá, a golpes de un «socialismo científico» tributario de una noción de «ciencia» portadora de una fuerte carga positivista, no sólo a ignorar los ac- tores del período revolucionario de las luchas obreras en América latina, 6 sino que se abstendrá de toda tentativa de historización crítica de procesos sociales de la envergadura de – por ejemplo – , la Revolución Mexicana, la que, ignorada en su especificidad, será relegada a un segundo plano, 7 olvidándose con ella, una de las enseñanzas más valiosas del trabajo de Marx, aquella que le otorga a la historia – y vale la pena subrayarlo aquí – , una prioridad ontológica. 8 !Y, sin embargo, Macondo ya existía! Tres años después de la carta de Gramsci al Comité Central del Partido Comunista de la URSS, 9 Mariátegui había sometido a crítica las nociones de «colonia» y «semi- colonia» 10 en las que la Internacional Comunista 11 6 Cf., Löwy, Michael, El marxismo en América latina, Mé- xico, Era, 1982. 7 «Au Mexique – dice Travine, delegado de la URSS al VI Congreso de la Internacional Comunista, en la XXXIV sesión de la mañana del 17 de agosto de 1928 – , la révolution dure depuis pas mal d’années, et il est temps de se prononcer à son sujet, d’étudier le caractère de la marche ainsi que de la direction de cette révolution», lo que muestra bastante bien el estado del análisis de la Comintern sobre América latina, Cf., La Correspondance Internationale,N o 125, 19 octobre 1928, p. 1366. 8 Cf., Kosik, Karel, La dialectique du concret, Paris, Les Editions de la Passion, 1988. 9 Cf., Gramsci, Antonio, Lettere 1908-1926, a cura di An- tonio A. Santucci, Torino, Einaudi, 1992, pp. 455-462. 10 Cf., Mariategui, José Carlos, «Punto de vista antiimpe- rialista», [Tesis presentada a la Primera Conferencia Comu- nista Latinoamericana realizada en Buenos Aires, en junio de 1929], Obras, Tomo II, La Habana, Casa de las Américas, 1982, pp. 187-192. 11 Cf., Flores Galindo, Alberto, La agonía de Mariátegui, Madrid, Editorial Revolución, 1991. Imago Mundi, (13 de febrero de 2008 20:57) — www.serviciosesenciales.com.ar 1

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La recepción de Gramsci en América latina: cuestiones de ordenteórico y político

Jaime MassardoInternational Gramsci Society NewsletterNumber 9 (March, 1999): electronic supplement 3www.italnet.nd.edu

Resumen

Comunicación a la Convenzione internazionale «Gramsci e la rivoluzione in Oc-cidente», organizada por el Partito della Rifondazione comunista en Torino, losdías 4, 5 y 6 de diciembre de 1997.

Ponencia presentada al 51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiagode Chile, 14-18 Julio de 2003.

Seguramente la primera vez que el nombre deAntonio Gramsci aparece en América latina es en ju-lio de 1921, en el periódico El Tiempo de Lima, en unartículo escrito un mes antes, desde Roma, por JoséCarlos Mariátegui,1 el que, comentando la situaciónde la prensa italiana, decía: «El Ordine Nuovo esel diario del Partido Comunista y está dirigido pordos de los más notables intelectuales del partido:Terracini y Gramsci».2 Frágil hito que en el proce-so de reconstrucción de la presencia de Gramsci enel continente latinoamericano ocupa un lugar casianecdótico, el artículo del Tiempo, no menos que suautor3 y que el pensamiento político del militantecomunista a quien éste colocaba junto con Terra-cini «entre los más notables intelectuales del par-tido», serán durante largo tiempo olvidados por lacrónica.4 Epocas aquellas de reinado positivista, «dinuova teologia materialistica» como decía el propioGramsci,5 la interpretación que – en estrecha rela-ción con las necesidades instrumentales de la políti-ca – se irá imponiendo dentro del movimiento comu-

1 Cf., Paris, Robert, La formación ideológica de José Car-los Mariátegui, Cuadernos de Pasado y Presente, No 92, Mé-xico, 1981.

2 Cf., Mariategui, José Carlos, «La prensa italiana», ElTiempo, Lima, 10 de julio de 1921 [Fechado en Roma en juniodel mismo año].

3 Cf., Massardo, Jaime, «El marxismo de Mariátegui»,Dialéctica, Année XI, No 18, Escuela de Filosofía y Letrasde la Universidad Autónoma de Puebla, septiembre de 1986,pp. 89-101.

4 Cf. Paris, Robert, «Mariátegui y Gramsci, prolegóme-nos a un estudio contrastado de la difusión del marxismo»Socialismo y participación, No 23, Lima, septiembre de 1983,pp. 31-54.

5 Gramsci, Antonio, Quaderni del Carcere, Edizione cri-tica dell’Istituto Gramsci, a cura di Valentino Gerratana, To-rino, Einaudi, 1977, p. 85.

nista vendrá, a golpes de un «socialismo científico»tributario de una noción de «ciencia» portadora deuna fuerte carga positivista, no sólo a ignorar los ac-tores del período revolucionario de las luchas obrerasen América latina,6 sino que se abstendrá de todatentativa de historización crítica de procesos socialesde la envergadura de – por ejemplo – , la RevoluciónMexicana, la que, ignorada en su especificidad, serárelegada a un segundo plano,7 olvidándose con ella,una de las enseñanzas más valiosas del trabajo deMarx, aquella que le otorga a la historia – y vale lapena subrayarlo aquí – , una prioridad ontológica.8

!Y, sin embargo, Macondo ya existía! Tres añosdespués de la carta de Gramsci al Comité Central delPartido Comunista de la URSS,9 Mariátegui habíasometido a crítica las nociones de «colonia» y «semi-colonia»10 en las que la Internacional Comunista11 –

6 Cf., Löwy, Michael, El marxismo en América latina, Mé-xico, Era, 1982.

7 «Au Mexique – dice Travine, delegado de la URSS al VICongreso de la Internacional Comunista, en la XXXIV sesiónde la mañana del 17 de agosto de 1928 – , la révolution duredepuis pas mal d’années, et il est temps de se prononcer àson sujet, d’étudier le caractère de la marche ainsi que de ladirection de cette révolution», lo que muestra bastante bienel estado del análisis de la Comintern sobre América latina,Cf., La Correspondance Internationale, No 125, 19 octobre1928, p. 1366.

8 Cf., Kosik, Karel, La dialectique du concret, Paris, LesEditions de la Passion, 1988.

9 Cf., Gramsci, Antonio, Lettere 1908-1926, a cura di An-tonio A. Santucci, Torino, Einaudi, 1992, pp. 455-462.

10 Cf., Mariategui, José Carlos, «Punto de vista antiimpe-rialista», [Tesis presentada a la Primera Conferencia Comu-nista Latinoamericana realizada en Buenos Aires, en juniode 1929], Obras, Tomo II, La Habana, Casa de las Américas,1982, pp. 187-192.

11 Cf., Flores Galindo, Alberto, La agonía de Mariátegui,Madrid, Editorial Revolución, 1991.

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al igual que lo había hecho la Socialista – 12 buscabaencerrar conceptualmente la complejidad de las for-maciones sociales latinoamericanas.13 Y desde hacíaya un año circulaban los Siete ensayos de interpre-tación sobre la realidad peruana. . . 14

Conviene, entonces, en función del problema quenos ocupa, recordar suscintamente aquí que esta bre-ve alusión de Mariátegui a Gramsci en el artículo deEl Tiempo se ubica en un clima político internacio-nal marcado por el fracaso de la llamada «acción demarzo» que, cuatro meses antes, había mostrado loslímites de la concepción de la teoría de la ofensivadel Partido Comunista Alemán, fracaso que es nece-sario colocar, a su turno, en una relación de continui-dad con el asesinato de Rosa Luxemburg y de KarlLiebknecht por los socialdemócratas alemanes, conla liquidación de los Consejos de Baviera y de Hun-gría, con la derrota del Ejército Rojo en las puertasde Varsovia y con la ausencia de perspectiva de lashuelgas obreras en Francia y en Italia, fracaso querepresentaba, en consecuencia, el claro signo de uncambio en la correlación de fuerzas políticas en elplano mundial y de que la revolución en Europa notendría lugar, por el momento. . . 15 A este cambioen la correlación de fuerzas políticas corresponderánuna serie de sucesivos virajes en la conducción dela Internacional, virages cuya descripción, junto conmostrar la génesis de la política de los comunistaspara América latina, tiene la virtud de ayudarnos asituar el contexto que irá a permitir una lectura la-tinoamericana de la obra de Gramsci, lectura que –digámoslo de una vez – , constituye el objeto de estaslíneas.

Es útil, entonces, hacer una breve pausa paraescribir que, entre junio y julio de ese mismo añode 1921, a la luz de estos cambios de la correla-ción de fuerza en la situación internacional, Leniny Trotsky – que junto con Stalin, Kamanev y Zino-viev compartían el Secretariado Político del PartidoComunista Ruso – se esforzaban, en el III Congresode la Comintern, por conciliar la política «de izquier-da» de los comunistas alemanes con la de los otrospartidos – como el Partido Comunista Francés –másmoderados en la apreciación de la coyuntura. La in-

12 Cf., Haupt, Georges, L’Internazionale socialista dallaComune a Lenin, Torino, Einaudi, 1978.

13 Cf., Massardo, Jaime, «La originalidad del pensamientode José Carlos Mariátegui» Anuario mariateguiano, año V,No 5, Lima, Amauta, 1993, pp. 160-166.

14 Cf., Mariategui, José Carlos, Siete ensayos de interpre-tación de la realidad peruana, [Primera edición: 1928] México,Era, 1979.

15 Cf., Claudin, Fernando, La crise du mouvement commu-niste du Komintern au Kominform, 2 Vol., Paris, Maspero,1972.

sistencia de Lenin sobre el peligro de las salidas in-tempestivas y el hecho de que subrayara al interiorde la Internacional la importancia de la conquistade la mayoría de la clase obrera antes de plantear-se la lucha por el poder – «Ilich había comprendidoque ocurría un cambio de la guerra de movimiento,aplicada victoriosamente en Oriente en el 17, a laguerra de posiciones que era la sola posible en Oc-cidente», anotará Gramsci en los Quaderni . . . – ,16muestra perfectamente bien la importancia que éstele atribuía al problema.17 Marcado por la necesidadde romper el aislamiento político, el resultado deldebate al interior de la Internacional puede ser in-terpretado como un viraje «hacia la derecha» que vaa traducirse en la política del Frente Unico formali-zada en el contexto del IV Congreso,18 en el que, almismo tiempo que Gramsci – la información disponi-ble no muestra que haya habido realmente contactoentre ellos – , estarán presentes delegados de Méxi-co, Argentina, Uruguay y Chile. Estos delegados la-tinoamericanos van a participar en la redacción delprimer documento que la Internacional dirige a losobreros y campesinos de América latina. Leamos al-gunos párrafos de este texto:

«La doctrina Monroe le sirve a los imperialis-tas americanos para asegurar sus conquistasen América latina. Los préstamos, las nuevasinversiones de capitales americanos en las ex-plotaciones industriales, comerciales o banca-rias, las concesiones de vías ferreas y empre-sas marítimas, las adquisiciones de yacimien-tos petrolíferos, entre otras múltiples formasde expansión de la penetración económica yan-kee muestran como el capitalismo norteame-ricano busca transformar en América del surla base de su poderío industrial. [. . . ] Estasactividades económicas arrastran las diversasburguesías nacionales a participar en las lu-chas imperialistas de América central, de Pa-namá, de Colombia, de Venezuela, de Perú.La burguesía de todas las Américas preparala reacción contra el proletariado convocandocongresos policiacos y cuando los obreros deAmérica del sur se levantan contra las tenta-tivas criminales del capitalismo yankee, como

16 Gramsci, Antonio, Quaderni del Carcere, op. cit., p. 866.17 Cf., Lenin, V. I., Oeuvres, Vol. XXXII, Editions sociales,

Paris, Editions en langues étrangères, Moscou, 1963, pp. 492-508.

18 Cf., Lenin, V. I., Oeuvres, op. cit., Vol. XXXIII, pp.442-444.

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en la ocasión del proceso de Sacco y Van-zetti, las clases gobernantes ahogan estas de-mostraciones proletarias para probar su su-misión interesada y conciente al imperialismodel norte. La unión panamericana de la bur-guesía es un hecho evidente, tanto como suobjetivo de mantener sus privilegios de cla-se y su régimen de opresión. [. . . ] Obreros ycampesinos! [. . . ] la lucha contra vuestra pro-pia burguesía se transformará cada vez másen lucha contra el imperialismo mundial y sevolverá una batalla de todos los explotadoscontra todos los explotadores [. . . ]».19

Podemos constatar aquí como, a comienzos de1923, el nexo entre las clases dominantes latinoame-ricanas y el imperialismo norteamericano, vale decir,la imbricación de sus intereses y su complicidad fac-tual, se despliega en el análisis de la Internacional entoda su significación política, mostrando nitidamen-te a los trabajadores latinoamericanos la naturalezade la dominación a la cual se ven sometidos. En elmismo momento, sin embargo, en los Länder de Sa-xe y de Thuringe formados con la participación delos comunistas, el Frente Unico entraba en una fa-se de crisis interna. El Partido Comunista Alemánse había planteado la posibilidad de utilizar estosgobiernos regionales como bases territoriales parala insurrección armada y acababa de proponer lahuelga general. Los socialdemócratas se escandali-zan y amenazan con retirarse del Frente. La direc-ción comunista cede. En octubre de ese mismo añode 1923 la Reichwehr derriba los gobiernos de Saxey de Thuringe sin encontrar resistencia.20 La discu-sión a propósito de las causas y las responsabilidadesde la derrota de octubre va a situarse en el centrodel debate de la Internacional, donde comienzan aenfrentarse – sobre este punto como sobre bastantesotros – las tendencias que se conforman originalmen-te al interior del Partido Comunista Ruso: de unlado, el triunvirato Stalin, Kamanev y Zinoviev ydel otro Trotsky y lo que se transformará luego enla Oposición de Izquierda. En enero de 1924 – valedecir, en el momento de la desparición de Lenin – ,el Presidium del Comite Ejecutivo de la Cominternmodifica la política de Frente Unico para Alema-nia. Seis meses después, el V Congreso de la Inter-nacional va a formalizar la consigna de la «bolche-

19 Cf., «Aux ouvriers et paysans de l’Amérique du Sud», LaCorrespondance Internationale, Année III, No 5, 19 janvier1923 [Subrayado nuestro].

20 Cf., Háyek, Milosh, «La discusión sobre el frente únicoy la fallida revolución en Alemania» Historia del marxismo,dirigida por Eric J. Hobsbawm, Barcelona, Bruguera, 1983,Vol. VIII, pp. 11-44.

visación», vale decir, de un nuevo viraje «hacia laizquierda» de la Internacional que partía ahora dela «constatación» de la incapacidad de los partidoscomunistas – a excepción, por supuesto, del partidoruso – para transformarse en organizaciones prepa-radas, léase «hechas» ad hoc para la conquista delpoder.21 A pesar de su apariencia, el examen de lascircunstancias políticas que originaron la consignade la «bolchevisación» – que escapan, por supuesto,al marco de estas breves consideraciones – , muestraque ésta obedece más bien a la lógica de una políticadefensiva que testimonia, a su turno, del peso, al in-terior de la Comintern, del partido ruso, el que va aentrar pronto en el difícil terreno de la «construccióndel socialismo en un solo país».22 Será en ese contex-to – que es el mismo que sitúa la carta de Gramsci alComité Central del Partido Comunista de la UniónSoviética – en el que podemos encontrar un segundodocumento que formaliza la política de la Interna-cional para América latina. En efecto, si hacemos elejercicio de abrir L’Internacionale Communiste del15 de diciembre de 1926, podemos enterarnos que,para la Comintern, los países latinoamericanos sedividen ahora en cuatro categorías:1. «Los países coloniales que dependen directa-

mente y políticamente del imperialismo norte-americano [. . . ] Estos son los países de Américacentral. . .

2. Los países semicoloniales, que dependen del ca-pital financiero extranjero y que, a pesar desu independencia política, están sometidos eco-nómicamente al imperialismo norteamericano ycuyos gobiernos están en manos de los grandesterratenientes [. . . ] Estos son Venezuela, Co-lombia, Perú, Bolivia, Paraguay. . .

3. Los países independientes políticamente y eco-nómicamente, pero penetrados por el imperia-lismo en sus actividades económicas más impor-tantes y cada vez más a su merced [. . . ] Estosson Argentina, Brasil, Chile. . .

4. Los países donde existen ya gobiernos demo-crático revolucionarios que buscan construir laeconomía nacional [. . . ] Es el caso de México».23

21 Cf., Háyek, Milosh, «La bolchevización de los partidoscomunistas», Historia del marxismo, op. cit., Vol. VIII, pp.45-73.

22 Cf., Frank, Pierre, Histoire de la Internationale commu-niste (1919-1943), Paris, La Brèche, 1979.

23 Codovilla, Vittorio, «L’oppression imperialiste en Amé-rique latine et ses conséquences», L’Internationale Commu-niste, Année VIII, No 6, 15 décembre 1926 [Subrayado enel original]. Para profundizar este aspecto del tema, véanselas intervenciones de Codovilla en la VII sesión del EjecutivoAmpliado de la Internacional, la mañana del 26 de noviembrede 1926.

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Jaime Massardo

Esta caracterización – y no discutamos aquí loincorrecto o no del análisis – , será de corta vida.Un nuevo alineamiento vendrá a producirse en elpartido ruso: el de la mayoría del Comité Central,controlado esta vez por Bujarin y Stalin contra laOposición de Izquierda dirijida por Trotsky, Zino-viev y Kamanev. Producto de este alineamiento, laInternacional, bloqueada políticamente, va, durantelos últimos meses de 1927, a endurecer su políticaen relación con los socialistas. La consigna de «clasecontra clase» aprobada por el VI Congreso desarro-llado entre julio y septiembre de 1928 –Gramsci aca-baba de ser trasladado a la cárcel de Turin – y quevenía, en realidad, a formalizar la política del llama-do «tercer período» adoptada en el IX Plenum delComité Ejecutivo de la Comintern llevado a efectoen febrero de ese mismo año, ilustra bien este nuevoviraje «hacia la izquierda», el que iba a ser seguidade una ofensiva contra la «derecha» de la Internacio-nal, de la cual Bujarin fue el chivo expiatorio.24 Seráen el contexto de esa ofensiva que Humbert-Droz –desde hacía largo tiempo ligado a Bujarin – , asumela dirección del Secretariado Latinoamericano de laInternacional. Su nombramiento – suerte de puniciónu ostracismo político – ilustra bastante bien el lugarque ocupa América latina en la política de la Co-mintern y contribuye a mostrar que esta política seconstituye como el reflejo de la lucha tendencial quese desarrollaba en el seno del PCUS y que privilegia,en consecuencia, las necesidades de éste por sobre lasdel movimiento obrero que se formaba en Latinoa-mérica. Así, sin que existan mutaciones estructuralesque la justifiquen – y, por supuesto, sin explicaciónpolítica alguna – , los países latinoamericanos dejande encontrarse determinados por la tipología que,bien o mal, había desarrollado la Internacional ennoviembre de 1926, para obedecer todos a la matriz«semicolonial».

«Los países de América latina – escribe Humbert-Droz – , a pesar de su independencia política formal,son países semicoloniales los cuales deben ser exa-minados del punto de vista de nuestra táctica en lospaíses coloniales y semicoloniales».25

Táctica que – para ir rápido – sin cambiar su fun-damento, vale decir, partiendo de la premisa de queel «el movimiento revolucionario en América latinapuede ser caracterizado como una revolución cam-

24 Cf. Agosti, Aldo, «El mundo de la III Internacional: losestados mayores», Historia del marxismo, op. cit., Vol. VII,pp. 527-609.

25 Humbert-Droz, «Quelques problèmes du mouvementrévolutionnaire de l’Amérique latine» (deuxième partie),L’Internationale Communiste, Année X, No 17, 15 août 1928,p. 1119 [Subrayado nuestro].

pesina y antiimperialista»26 y que en consecuencia«entra en la categoría de lo que se ha convenido enllamar una revolución democrático burguesa»,27 da-rá lugar a los siete años de aislamiento de la políticade «clase contra clase» tanto como, a partir del dis-curso de Dimitrov del 2 de agosto de 1935, en elVII Congreso de la Internacional Comunista, a ladel Frente Popular. . . 28

Podemos sucintamente constatar de esta mane-ra como, en un lapso poco mayor de una década,el proletariado latinoamericano que se reconocía enla Internacional Comunista pasa de la lucha contralas burguesías y el imperialismo, a la búsqueda deuna alianza con las primeras – búsqueda de la queéstas, por lo demás, no parecen haberse enteradojamás – , para combatir al segundo. Alianza antiim-perialista, entonces, con una «burguesía nacional»para cumplir una etapa, la de la revolución «demo-crático burguesa» que, en las formulaciones de laComintern, era, en realidad – como lo escribe JoséAricó – , «una traducción rusa de la experiencia eu-ropea del ciclo abierto por la Revolución Francesa de1789»,29 revolución «democrático burguesa» que al-gunos años más tarde se irá a confundir – pensemosen países como Argentina, Brasil, Colombia, Chile,México o Uruguay – , con el proyecto «desarrollis-ta» de industrialización a través de la sustituciónde las importaciones,30 confusión que, por supues-to, no obsta la feroz represión contra los comunistasdesatada, con el pretexto de la «guerra fría», porlos «Estados nacionales», como, verbi gratia, la quese produce en Chile entre 1947- 1958, durante lavigencia de la llamada «ley de defensa de la demo-cracia»,31 al mismo tiempo que las fuerzas socialesde transformación permanecían encerradas en unarigurosa lógica «etapista», luchando por realizar ladicha «revolución democrático burguesa». . . 32

26 Humbert-Droz, «Quelques problèmes du mouvementrévolutionnaire de l’Amérique latine» (deuxième partie),L’Internationale Communiste, op. cit., p. 1208 [Subrayadoen el original].

27 Ibídem.28 Cf., Dassu, Marta, «Fronte unico e fronte popolare: il

VII Congresso del Comintern», Storia del marxismo, progettode Eric Hobsbawm, Georges Haupt, Franz Marek, ErnestoRagionieri, Vittorio Strada, Conrado Vivanti, Volume terzo(2), Torino, Einaudi, 1981, pp. 589- 626

29 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, Caracas, Nueva Sociedad, 1988, pp. 104-105.

30 Cf., Rodriguez, Octavio, La teoría del subdesarrollo dela CEPAL, México, Siglo XXI, 1980.

31 Cf., Furci, Carmelo, The Chilean Communist Party andthe Road to Socialism, London, Zed Books Ltd., 1984.

32 «Para elaborar una propuesta política – nos dice JoséAricó – no era impresindible desentrañar previamente las com-plejidades históricas y genéticas de una formación social por-que su destino ya estaba fijado de antemano. La ciencia del

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La recepción de Gramsci en América latina: cuestiones de orden teórico y político

En respuesta a esta concepción, una – todavíasubalterna – tendencia a buscar un anclaje políticoen la propia historia y en la propia cultura de laformación social latinoamericana comienza a surgiren el Continente.33 Dentro del horizonte que abreesta búsqueda y de los caminos que ella emprende-rá durante los años posteriores a la Segunda GuerraMundial, la referencia a la obra de Antonio Gramsci,como una tentativa que había realizado para Italiaun esfuerzo semejante, va a ir cobrando paulatina-mente interés hasta ocupar un lugar central. Así,después de treinta y seis años de la breve alusión delartículo de El Tiempo y diez de la desaparición delpropio Gramsci, Ernesto Sábato escribe en BuenosAires, para la revista Realidad, un artículo a pro-pósito de las Lettere del carcere, que acababan deganar en Italia el premio Viareggio,34 y de las cua-les una edición castellana con un prólogo de Grego-rio Bermann – prólogo reproducido al mismo tiem-po por el semanario comunista Orientación – ,35 serápublicada también en Buenos Aires.36 De esta for-ma, a traves de las Lettere. . . , Gramsci comenzaba –todavía muy parcialmente – , a ser conocido en Ar-gentina. En el contexto de esos pasos iniciales, Héc-tor Agosti redacta un preámbulo a la edición de laconferencia de Palmiro Togliatti, El antifascismo de

marxismo ocultaba con sus oropeles una ideología legitiman-te», [Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramscien América latina, op. cit., p. 73]. «Il Pcb, a livello politi-co – escribe Carlos Nelson Coutinh – , continuava a proporrel’immagine di un Brasile «arretrato», semifeudale e semicolo-niale, bisognoso di una rivoluzione «democratico-borghese» odi una «liberazione nazionale» come premessa per imboccarela via del progresso sociale. . . Il Brasile era visto come unasocietà «orientale», che andava «letta», secondo i paradig-mi terzinternazionalistici elaborati nei riguardi della Cina».COUTINHO, Carlos Nelson, «In Brasile», Gramsci in Europae in America, Introduzione di Eric J. Hobsbawm, Roma-Bari,Laterza, 1995, p. 128.

33 El pensamiento político de José Carlos Mariátegui, par-ticularmente en los Siete ensayos. . . , [Cf., Prólogo de RobertParis a Sept essais d’interprétation de la réalité péruvien-ne, Paris, Maspero, 1968, pp. 7-30], que en esta perspectivase pueden considerar una obra fundante, pero también el deotros como Aníbal Ponce en sus últimos años, en el exilioen México, ilustran nítidamente la conformación de esta ten-dencia. Cf., Teran, Oscar, ¿Aníbal Ponce: el marxismo sinnación?, México, Cuadernos de Pasado y Presente, No 98,1983.

34 Cf., Sabato, Ernesto, Realidad, No 6, noviem-bre/diciembre de 1947.

35 «Todavía recuerdo – nos dice José Aricó – el deslumbra-miento y la impaciente inquietud que despertó en mi mentela lectura de esta plana íntegra de Orientación, que incorpo-raba el texto de Bermann», Aricó, José, La cola del diablo,itinerario de Gramsci en América latina, op. cit., p. 138.

36 Cf., Gramsci, Antonio, Cartas desde la cárcel, Prólogode Gregorio Bermann, Buenos Aires, Editorial Lautaro, Co-lección Crítica y polémica, 1950.

Antonio Gramsci,37 y comienza a «desbrozar el te-rreno»38 para el acercamiento a Gramsci de un gru-po de militantes comunistas argentinos – entre ellos,José Aricó – , los que van a traducir y, a partir de1958, a publicar en castellano los Quaderni . . . , tra-ducción y publicación que representan – insistamosen esto porque puede que no sea casual – la primeraque se realiza en una lengua extranjera.39 «Agostifue, de hecho, en los años 50, nos dice el mismo Ari-có, el punto de agregación de un movimiento tenden-cialmente gramsciano»40 y «para todos nosotros, unprecursor»41 Anotemos aquí, al pasar – porque pue-de que tampoco sea casual – , que estas traduccionescastellanas aparecen también en Buenos Aires, va-le decir en la capital del único país latinoamericanoque, para Gramsci «no tendrá probablemente quepasar por la fase del Kulturkapf y por el adveni-miento del moderno Estado laico».42

De esta manera, entonces, el proceso de decan-tación de un grupo gramsciano al interior del Par-tido Comunista Argentino irá haciendo camino. Enoctubre de 1962, Oscar del Barco publica «Notassobre Antonio Gramsci y el problema de la objetivi-dad» en los Cuadernos de cultura,43 dirigidos por elmismo Héctor Agosti y en abril de 1963, José Aricófunda, en Córdoba, Pasado y Presente una revista

37 Cf., Agosti, Héctor, «Noticia sobre Antonio Gramsci»,Cuadernos de Cultura, Buenos Aires, No 9/10, febrero de1953.

38 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 32.

39 Gramsci, Antonio, El materialismo histórico y la filoso-fía de Benedetto Croce, Traducción de Isidoro Flaumbaum,Prólogo de Hector Agosti, Buenos Aires, Lautaro, 1958; – ,Los intelectuales y la organización de la cultura, traducciónde Raúl Sciarreta, Lautaro, Buenos Aires, 1960; Literaturay vida nacional, traducción de José Aricó, prólogo de HéctorAgosti, Lautaro, Buenos Aires, 1961; Notas sobre Maquiavelo,sobre política y sobre el Estado moderno, prólogo, traduccióny notas de José Aricó, Lautaro, Buenos Aires, 1962. Las edi-ciones que siguieron fueron las brasileñas: Cartas de la cárcel,Civilização Brasileira, 1966;Materialismo storico, CivilizaçãoBrasileira, 1966; Gli intellettuali, Civilização Brasileira, 1968;Letteratura e vita nazionale, Civilização Brasileira, 1968. JoséAricó dice que «por esos años ambas ediciones fueron las másnumerosas y completas en lengua no italiana», Aricó, José,La cola del diablo, itinerario de Gramsci en América latina,op. cit., p.133.

40 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 21.

41 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 32.

42 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 290.43 Barco, Oscar del, «Notas sobre Antonio Gramsci y el

problema de la objetividad», Cuadernos de cultura, No 59,Buenos Aires, septiembre/octubre 1962, pp. 29-41.

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trimestral de ideología y cultura «de clara inspira-ción gramsciana»,44 el nombre no era un azar,45 que«pretendía organizar una labor de recuperación dela capacidad hegemónica de la teoría marxista so-metiéndola a la prueba de las demandas del presen-te».46 Esto era ya demasiado para una concepciónpartidaria donde la «ciencia» había sido ya escritay la política no podía sino ser un resultado de laaplicación de ésta. A mediados de ese mismo año de1963, el grupo gramsciano será expulsado del Parti-do Comunista Argentino. La revista Pasado y Pre-sente concluye su primera serie en septiembre de1965 y proseguirá, gracias al esfuerzo de José Ari-có, de Oscar del Barco, de Santiago Funes, de JuanJosé Varas, primero en Buenos Aires, entre abril ydiciembre de 1973, y más tarde, en México – esa tie-rra que acogió todos nuestros exilios – , una labor dedifusión, la que, en términos de formación de unacultura política de las clases subalternas, representóprobablemente la actividad de mayor importanciarealizada durante los últimos decenios en el conti-nente latinoamericano: la edición de los Cuadernosde Pasado y Presente.

Por otro lado, el agotamiento del modelo dedesarrollo basado en la ideología del progreso47 asícomo el impacto político de la Revolución Cubanavan a desencadenar en América latina, a partir de lamitad de los años 60, una serie de conflictos de ordensocial, político y teórico marcados por un constanteascenso y una organización en niveles cada vez su-periores de estas mismas clases subalternas.48 Movi-lizador en tantos sentidos, rico, formativo, creador ymultiplicador de energías revolucionarias, «fatto fi-siologico, esistenziale, collettivo» – como decía ItaloCalvino a propósito de la explosión literaria en Italiadurante los años de la posguerra – ,49 este clima polí-tico y cultural, va a facilitar en determinados grupos

44 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 63.

45 Desde una perspectiva grupal fuimos «gramscianos» –escribe José Aricó – y como tales reivindicábamos nuestraidentidad en el ámbito del debate argentino» Aricó, José, Lacola del diablo, itinerario de Gramsci en América latina, op.cit., p. 66.

46 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 63.

47 En abril de 1967, Felipe Herrera, en la época presidentedel Banco Interamericano de Desarrollo, BID, afirmaba que«la brecha entre el mundo desarrollado y el mundo subdesa-rrollado, en lugar de disminuir, como se esperaba, se agranda-ba», Herrera, Felipe, «Vialidad de una comunidad latinoame-ricana», Estudios internacionales, No 1, Santiago de Chile,1967.

48 Cf., Marini, Ruy Mauro, Subdesarrollo y revolución, Dé-cima edición, México, Siglo XXI, 1980.

49 Calvino, Italo, Prefazione a Il sentiero dei nidi di ragno,Nona edizione, Torino, Einaudi, 1980, p. 7.

militantes, un encuentro con Gramsci que podríasituarse en la continuidad del que había realizadoAgosti en Argentina. «Gramsci nos llegó gracias a latraducción argentina de su obra – nos dice, por ejem-plo, comentando la recepción de Gramsci en Chile,Osvaldo Fernández – , y sus escritos fueron acogidosy devorados por toda una generación de intelectua-les chilenos cuya práctica política le había conducidoa la preocupación por el trabajo teórico».50 El mis-mo clima va también, sin embargo – probablemen-te como fruto «perverso» de sus mismas virtudes – ,a subordinar numerosas posibilidades de lectura deGramsci a las tendencias preexistentes en la culturapolítica de las mismas clases subalternas – tenden-cias fortalecidas por el propio ascenso de la lucharevolucionaria – , «bloqueando», «filtrando» y, en uncierto sentido, «postergando» su apropiación.

Una explicación orgánica de esta «postergación»del encuentro con Gramsci puede encontrarse en elescollo que representa para una aproximación a laproblemática gramsciana – fenómeno al que, a nues-tro juicio debe prestársele la mayor atención parael análisis de los procesos de formación de la culturapolítica de las clases subalternas en América latina –la larga y firme implantación del «socialismo cientí-fico» en los medios militantes latinoamericanos, im-plantación que, desde un clima cultural fuertementepositivista, había hecho suya una noción de «cien-cia» – traducida quid pro quo de la Wissenschaft ale-mana – 51 bastante cercana a la «brujería superior»[superiore stregoneria]de la que nos hablaba Grams-ci.52 El fenómeno viene de lejos. Transportado porla lengua castellana, favorecido por la migración, eldesarrrollo de la industria minera y, en general, porlos primeros balbuceos de una actividad industrial,la recepción del marxismo en América latina, va anutrirse desde fines del siglo XIX – a través de lasredes de la Internacional Socialista – ,53 de una cul-tura política fuertemente marcada por las tradicio-nes del Socialistische Arbeiterpartei Deutschlands –

50 Fernandez, Osvaldo, «Tres lecturas de Gramsci en Amé-rica latina», Gramsci, actualidad de su pensamiento y de sulucha, Roma, Claudio Salemi, 1987, pp. 217. Cf., también elprólogo del mismo Osvaldo Fernandez a la selección de textosde Antonio Gramsci, Maquiavelo y Lenin, Santiago de Chile,Nascimento, 1971.

51 Cf., Massardo, Jaime, «La réception d’Engels en Améri-que latine» Friedrich Engels, savant et révolutionnaire, Paris,P.U.F., 1997, pp. 217-228.

52 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.1459.

53 Cf., Waldenberg, Marek, «La estrategia política de lasocialdemocracia alemana», Historia del marxismo, dirigidapor Eric J. Hobsbawm, op. cit., Vol. IV, pp 127-164.

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estructuradas a partir de temas como la Zusammen-bruchstheorie54 y la «ley de bronce de los salarios»de Lassalle – ,55 tradiciones que serán traducidas enclaves guesdistes56 por el Parti Ouvrier Français57 yde éstas al castellano por José Mesa y los socialistasde Madrid,58 desde donde se deslizarán sin tardar

54 Cf., Marramao, Giacomo, «Teoría del derrumbe y ca-pitalismo organizado en las discusiones del extremismo his-tórico», Derrumbe del capitalismo o sujeto revolucionario,México, Cuadernos de Pasado y Presente, No 78, 1978, pp.7-49.

55 Inspirándose en las terías de la población de Malthus –inspiración en sí ya suficientemente reveladora – , Lassalle for-mula su «ley de bronce de los salarios», según la cual la sobre-población permanente no iría nunca a permitir a los trabaja-dores la posibilidad de obtener un salario superior al mínimofisiológico, de lo que se desprendería la inutilidad de las luchasreivindicativas y de la acción sindical. Cf. CorrespondanceMarx-Lassalle, Paris, P.U.F., 1977.

56 Cf., Dommanget, Maurice, L’introduction du marxismeen France, Paris, Editions Rencontre, 1969.

57 Cf. Lindenberg, Daniel Le marxisme introuvable, Paris,Calmann-Lévy, 1975.

58 Después del Congreso de La Haya el grupo madrileñoque reconocía el Consejo General de la Asociación Interna-cional de los Trabajadores revela su extrema debilidad políti-ca. Expulsado de la Federación Regional Española controladapor la Alianza Internacional de la Democracia Socialista ins-pirada por Bakunin, el grupo alcanzaba apenas una cincuen-tena de militantes durante los años 70, en el momento en queintenta reorganizarse para formar la Nueva Federación Ma-drileña. Entre sus miembros se encontraban Pablo Iglesias,Francisco Mora, José Mesa. . . Después del golpe de Estadode enero de 1874, Mesa se instala en París, establece rela-ciones directas con Engels – que representaba a España en elConsejo General – y, desde fines de 1876, comienza a frecuen-tar a Jules Guesde. Este, exiliado después de La Commune,había vuelto a París aprovechando la prescripción de cincoaños dictada por el Estado francés y participaba junto conGabriel Deville y Emile Massard en las reuniones de estu-diantes revolucionarios del café Soufflot. Mesa colabora en elperiódico L’Egalité que Guesde funda en 1877 [ Cf., Guereña,Jean-Louis, «Contribución a la biografía de José Mesa: de LaEmancipación a L’Egalité», Estudios de Historia Social, No

8/9, Madrid, 1979, pp. 129-137]. L’Egalité es pronto envia-da a Madrid donde, a partir de 1879 se constituye el GrupoSocialista Madrileño con la intención de transformarse en unPartido Socialista. El grupo tiene grandes dificultades paraimplantarse. Pablo Iglesias y sus amigos logran remontar, an-tes mal que bien, sus insuficiencias políticas para fundar, en1886, El Socialista. [Cf., RIBAS, Pedro, La introducción delmarxismo en España, Madrid, Ediciones de la Torre, 1981].En agosto de 1888 se realiza el Primer Congreso del PartidoSocialista Español. La precariedad de su implantación socialy política va a repercutir en la naturaleza de El Socialista queintentará suplir la ausencia de elaboración teórica y políticapropia, traduciendo articulos de Le Socialiste, semanario pari-sino del Parti Ouvrier Français. Así, a título de ejemplo, entreotros escritos, El Socialista va a publicar en 1886, «La jorna-da legal de trabajo reducida a ocho horas» que Paul Lafarguehabía escrito originalmente, en 1882, para L’Egalité y, el añosiguente, «La religión del capital», igualmente de Lafargue y,«Babeuf y la conjuración de los Iguales», de Gabriel Deville,que habían aparecido en Le Socialiste en 1886 y 1887, respec-tivamente. En 1889, el periódico madrileño traduce «Justicia

hacia América latina a través de los bagages de laemigración, de las «pasarelas» que representan in-telectuales orgánicos de la tradición socialista comoJuan Bautista Justo, o de medios de difusión, comoel periódico El Socialista, que editaba Pablo Igle-sias.59

Junto con esta línea de explicación genética de-be también prestarse atención a otra, de tipo co-yuntural, pero que encontró en «el marxismo comociencia» un terreno abonado. Nos referimos a la in-fluencia de «lo que podría expresar el vocablo «es-tructuralismo»»,60 que antecede «el impacto Althus-ser»,61 y que vino a caracterizar una buena parte dela actividad teórica de los años 60, influencia que –perdiendo de vista el hecho de que «la propia cienciaes una categoría histórica» – 62 contribuyó a la bús-queda de certezas allí donde la necesidad de hurgaren las raíces y en la cultura de las clases subalter-nas resultaba quizás todavía demasiado aleatoria ydonde ningún resultado estaba garantizado de ante-mano.63 El manual soviético encuentra así su conti-nuidad en los Conceptos elementales de materialis-mo histórico, de Marta Harnecker,64 la que, despuesde haber participado activamente en el seminario deAlthusser, en Paris, va a traducir Pour Marx,65 y

e injusticia del cambio capitalista» que Lafargue había escri-to para L’Egalité en 1882, y «Estudio acerca del socialismocientífico», folleto que Deville había publicado en 1883. En1892, puede leerse en Madrid, siempre en El Socialista, «Co-lectivismo», que Jules Guesde había hecho aparecer un añoantes en Le Socialiste, en París, y, en 1895, «La huelga generaljuzgada por Gabriel Deville» que acababa de ser publicadatambién en Le Socialiste [Cf., Castillo, Santiago, «De El Ma-nifiesto a El capital», Comunicación al coloquio Rezeptionder Werke von Marx under Engels in Spanien, Traversis, 15y 16 de junio de 1992]. Como hemos mostrado en otro lugar,el programa de los socialistas españoles, redactado por PabloIglesias en 1886, será reproducido textualmente y hecho suyopor el Partido Obrero Socialista, fundado en 1912, en Iqui-que – en el norte chileno – , por Luis Emilio Recabarren. Cf.,Massardo, Jaime, La formation de l’imaginaire politique deLuis Emilio Recabarren, Thèse, 2 Vol., Doctorat en Histoire,Université de Paris III-La Sorbonne- Nouvelle, 1994.

59 Cf., Massardo, Jaime, «Mariátegui e Iglesias», Solar, Es-tudios Latinoamericanos, Revista de la Sociedad Latinoame-ricana de Estudios sobre América latina y el Caribe, Santiagode Chile, 1996, pp. 43-53.

60 Fernandez, Osvaldo, «Très lecturas de Gramsci en Amé-rica latina», Gramsci, actualidad de su pensamiento y de sulucha, op. cit., p. 216.

61 Ibídem.62 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.

1456.63 Cf., Sanchez Vazquez, Adolfo, Ciencia y revolución, Ma-

drid, Alianza editorial, 1978.64 Harnecker, Marta, Conceptos elementales de materia-

lismo histórico, México, Siglo XXI, 1975.65 Cf., Althusser, Louis, La revolución teórica de Marx,

Traducción y presentación de Marta Harnecker, Segunda edi-ción en castellano, México, Siglo XXI, 1968.

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Lire le Capital,66 textos que alcanzan una impor-tante circulación en América latina. Las profundasdiferencias que caracterizan el papel que Gramsci leasigna a la historia de aquellas que se pueden en-contrar en Althusser67 – y nos cuesta mucho traba-jo dejar de pensar aquí en Vico68 «sosteniendo conenergía contra Descartes el valor del método propiodel conocimiento histórico – ,69 diferencias que, porotra parte, el propio Althusser – admirador de Com-te, no lo olvidemos – 70 formalizará en diciembre de1967, en una carta a Rinascita,71 van a condicionarla recepción de Gramsci en América latina, hacién-dola pasar – «lectura consagrada» mediante – , porel filtro legitimador del «althusserianismo», léase laideología legitimadora de la «ciencia».72 «Singularcircunstancia – escribe Antonio A. Santucci – , el éxi-to de Althusser en la izquierda latinoamericana blo-queará, durante los mismos años en Argentina y enChile la precoz influencia gramsciana».73

Esta supuesta «ciencia» con la que terminó iden-tificandose tautológicamente la cultura política deuna buena parte de la izquierda latinoamericana, im-pidió, además, advertir en su justo momento la im-portancia de los componentes historicistas que for-maban parte de la llamada Teoría de la Dependen-cia74 en su lucha contra el formalismo de la Teo-

66 Althusser, Louis, BALIBAR, Etienne, Para leer El Ca-pital, traducción de Marta Harnecker, Madrid, Siglo XXI,1969.

67 Cf., Althusser, Louis, «L’objet du Capital», Chap. V:«Le marxisme n’est pas un historicisme», Lire le Capital, Pa-ris, Maspero, 1980, pp. 150-184.

68 Cf. VICO, Giambattista, La scienza nuova, introduzio-ne e note di Paolo Rossi, terza edizione, Milano, Rizzoli, 1988.

69 Cf., Cassirer, Ernest, «L’objet de la science de la cul-ture», Logique des sciences de la culture. Cinq études, Paris,Les éditions du Cerf, 1991, p. 84.

70 Haciendo un balance de la filosofía francesa después de1789, Althusser dirá que Auguste Comte «est le seul espritdigne d’intérêt qu’elle aît produit», Althusser, Louis, «Au-jourd’hui», Prefacio a Pour Marx, Paris Maspero, 1965, p.16.

71 Cf., Althusser, Louis, Carta a Dal Sasso, Rinascita, Pa-ris, 11 décembre 1967. Una versión castellana de esta cartacon el nombre de «Acerca de Gramsci», se encuentra en Ac-tualidad del pensamiento político de Gramsci, Selección e in-troducción de Francisco Fernández Buey, Barcelona, Grijalbo,1977, pp. 274-279.

72 Aricó nos dice que el discurso de izquierda «encontrabaen la aparente rigurosidad conceptual de Althusser una posi-bilidad de refundar su condición de portador de una verdadcientífica y por lo tanto histórico política, erosionada por lacrisis del estalinismo», Aricó, José, La cola del diablo, itine-rario de Gramsci en América latina, op. cit., p. 101.

73 Santucci, Antonio, Gramsci, Roma, Newton & Comptoneditori, p. 83.

74 Cf. Massardo, Jaime, «Teoria de la dependencia. Unamirada retrospectiva», Amérique Latine entre la Dépendan-ce et la Libération, Annales littéraires de l’Université deFranche-Comté, Paris, Les Belles Lettres, 1990, pp. 235-245.

ría del Desarrollo,75 o la proximidad ética y políticaque existía entre Antonio Gramsci y Ernesto Gue-vara76 – y en general, entre Gramsci y la prácticapolítica de buena parte de la izquierda revoluciona-ria – o valorar la lectura de Gramsci que se encon-traba en los fundamentos mismos de la Teología dela Liberación, la que al mismo tiempo, inspirándoseen los trabajos de juventud de Marx, iba a encon-trar en la filosofía de la praxis una visión del mundoque, apoyada en la historia latinoamericana y en lascapacidades transformadoras de la actividad huma-na sensible, estaba en condiciones de asumir el pa-pel de una guía de la acción política. Es justamenteen la Teología de la Liberación donde podría inclu-so establecerse un momento bastante autónomo dela recepción de Gramsci en América latina a partirde la estadía de Gustavo Gutiérrez en Roma en losaños 1959-1960.77 De vuelta al Perú, Gutierrez abri-rá su Teología de la liberación – texto central en suproducción, destinado, además, a circular profusa-mente en América latina – ,78 con una paráfrasis deGramsci, que construye la imagen de que «todos loshombres son teólogos».

Ocurre con la teología, dice Gustavo Gutiérrez,lo que A. Gramsci decía de la filosofía:

«Es necesario destruir el prejuicio, muy di-fundido, de que la filosofía sea algo suma-mente difícil porque es la actividad intelec-tual propia de una determinada categoría de

75 «En Marx hay una advertencia metodológica – escribe,por ejemplo, Theotonio Dos Santos – que obliga a estudiar ca-da proceso histórico en su especificidad, para de ahí vincularloa otros procesos y a las condiciones históricas particulares enque se desarrolla. Marx reafirma el carácter científico, histó-rico concreto, de su método en contra de las interpretacionesformalistas y dogmáticas del mismo» [Dos Santos, Theoto-nio, Imperialismo y dependencia, México, Era, 1978, p. 341]Si para Gramsci, «la filosofía de la praxis es el historicismoabsoluto», la afirmación de Dos Santos «para el estudio de lasituación específica de los países que no ingresaron al capita-lismo junto con Europa», reclama, al menos tendencialmente,la misma orientación metodológica.

76 Cf., Massardo, Jaime, «Antonio Gramsci, Ernesto Gue-vara: Dos momentos en la elaboración de la filosofía de lapraxis», comunicación al XXI Congreso de Sociología Lati-noamericana por una democracia sin exclusión, organizadopor la Asociación Latinoamericana de Sociología, ALAS, SãoPaulo, septiembre 1997. 78 Cf., Ramos, José, «Gramsci e lateologia della liberazione», Modern time, Gramsci e la cri-tica all’americanismo, a cura di Georgio Baratta e AndreaCatone, Roma, Diffusioni 84, 1989, pp. 389-403.

77 Gibellini, Rosino, Notas biográfica a La nueva fronterade la teología en América latina, Salamanca, Ediciones Sígue-me, 1977, pp. 286-287.

78 Suarez, Alberto, De la critique de la modernité à la mys-tique du pauvre. Approches à l’oeuvre de Gustavo Gutiérrez,Mémoire de DEA, Université de Paris X-Nanterre, 1995.

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especialistas científicos o de filósofos profesio-nales y sistemáticos. Es necesario, por eso, de-mostrar previamente que todos los hombresson filósofos, definiendo los límites y el ca-rácter de esta filosofía espontánea, propia detodo el mundo», («Avviamento allo studio de-lla filosofia e del materialismo storico», Sag-gio introduttivo, en La formazione dell’uomo,Roma, 1969, [217]»).79

Para Gutiérrez, «diversos factores han contri-buído a subrayar en forma preferente y, de mododistinto al pasado inmediato, los aspectos existen-ciales y activos de la vida cristiana»,80 entre ellos,«la influencia del pensamiento marxista centrado enla praxis, y dirigido a la transformación del mun-do».81 Esta nueva actitud «se expresa con nitidezen las Tesis sobre Feurbach, en las que Marx expo-ne, concisa pero penetrantemente lo esencial de suenfoque»82 así como en «la temática del «hombrenuevo» de los Manuscritos Económico-filosóficos, de1844».83 A la presencia de Gramsci en la forma enla cual Gutiérrez concibe la teología, se asocia tam-bién el nombre de Mariátegui,84 porque «es válidotambién para la teología lo que, en otra perspecti-va escribía J.C. Mariátegui, Peruanicemos el Perú,Lima, 1970, 119: «La facultad de pensar la historiay la facultad de hacerla y crearla se identifican».85Esta «facultad de pensar la historia» tiene para lateología un sentido preciso:

«Si la teología contribuye a descubrir la signifi-cación de los acontecimientos históricos – afirma Gu-tierrez – , es para hacer que el compromiso liberadorde los cristianos en ellos sea más radical y más lúci-do. Sólo el ejercicio de esta función hará del teólogolo que, tomando una expresión de A. Gramsci puedellamarse un nuevo tipo de intelectual orgánico».86

79 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, Lima,CEP, 1990, p. 67. Originalmente este trabajo asumió la for-ma de una conferencia pronunciada en el Encuentro nacionaldel movimiento sacerdotal ONIS, de julio de 1968, en Chim-bote, Perú, y publicada por el servicio de documentación delMIEC, en Montevideo, en 1969 y en Bogotá, en 1971, con eltítulo de Hacia una teología de la liberación.

80 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.72.

81 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.77.

82 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.102.

83 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.95.

84 Cf., «Mariátegui y Gutiérrez», entrevista a Gustavo Gu-tiérrez, Pretextos, No 6, Lima, 1994, pp. 109-117.

85 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.81.

86 Gutierrez, Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p.84. «Unicamente – escribe Gutiérrez – un quiebre radical del

No parece un azar, entonces, que en la concep-ción de su diseño político para América latina de fi-nales de los años ochenta,87 el aparato político de laadministración norteamericana haya colocado tantoa la Teología de la Liberación, «esa doctrina políticadisfrazada de creencia religiosa»,88 como a AntonioGramsci, «ese importante y renovador teórico mar-xista»89 entre los factores que estimulaban «el pro-fundo conflicto cultural que está teniendo lugar enlos países latinoamericanos»,90 conflicto que, paraser controlado, «requiere que el mecanismo políticopermanente. . . sirva los intereses de la sociedad»,91aproximación en la que puede leerse – como han de-mostrado los años recientes – 92 una política de in-ternal preventive war.93

De esta manera, no será sino solamente bajo elestimulante clima cultural e intelectual que se desa-rrolla en México a partir de la segunda mitad delos años setenta – vale decir, paradójicamente, desdelos años que marcan el inicio del reflujo de las fuer-zas populares que anunciará el despeñadero de losaños ochenta y noventa, y donde, entonces, la ne-cesidad de ajustar cuentas con la teoría comenzabaa ser imperante – , que puede situarse un momen-to de encuentro relativamente más permanente deGramsci con las clases subalternas del continente la-tinoamericano, encuentro que, como señala Arnaldo

presente estado de cosas, una transformación profunda delsistema de propiedad, el acceso al poder de la clase explotada,puede permitir el paso a una sociedad distinta» Gutierrez,Gustavo, Teología de la liberación, op. cit., p. 97.

87 Cf., Fernandez, Osvaldo, «In America Latina» Gramsciin Europa e in America, Introduzione di Eric J. Hobsbawm,Roma-Bari, Laterza, 1995, pp. 141-157.

88 «América latina: la nueva estrategia norteamericana.Documento de Santa Fe II», Araucaria, No 45, Madrid, 1989,p. 21.

89 Ibídem.90 «América latina: la nueva estrategia norteamericana.

Documento de Santa Fe II», op. cit., p. 20.91 Ibídem.92 Cf., Chonchol, Jacques, Systèmes agraires en Ameri-

que latine, des agricultures préhispaniques à la moderni-sation conservatrice, Paris, Institut des Hautes Etudes del’Amérique latine, 1995.

93 Cf., Landau, Georgo W., Feo, Julio, Hosono, Akio, Amé-rica latina en la encrucijada: el desafío para los países tri-laterales, Traducción integral no oficial del 39 informe a laComisión Trilateral, preparado y presentado en la reunión deWashinton de los días 21 al 23 de abril de 1990.

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Córdoba, «estaba destinado a perdurar».94 Prece-didos por la Antología editada por Manuel Sacris-tán,95 y dinamizado por las líneas de publicación dediversas casas editoriales,96 una verdadera pléyadede pensadores van a participar en un debate, el que,es preciso señalarlo, va a tener, producto de la ge-nerosa acogida del pueblo mexicano a los refugiadosbrasileños, bolivianos, uruguayos, argentinos y chi-lenos, un carácter marcadamente latinoamericano.Así, trabajos como La revolución pasiva: una lectu-ra de los Cuadernos de la cárcel, de Dora Kanoussiy Javier Mena,97 o Los usos de Gramsci, de JuanCarlos Portantiero,98 o antologías como El pensa-miento revolucionario de Gramsci,99 realizada porla Universidad Autónoma de Puebla, o Gramsci ylas ciencias sociales,100 hecha por los propios Cua-dernos de Pasado y Presente, por citar sólo algunosejemplos, van a dar vida a un proceso de difusión yde discusión en torno al pensamiento de Gramsci deuna dimensión hasta el momento inédita en Améri-ca latina. Conviene retener aquí que a partir de esteencuentro con Gramsci – y esto tanto para las clasessubalternas como para el Estado – , comienza tam-bién a percibirse en el continente latinoamericano unproceso de incorporación de categorías gramscianasal andamiaje de estudios de la más distinta índole yde la inspiracion también más diversa, proceso cuya

94 Cordova, Arnaldo, «Gramsci y la izquierda mexicana»,La Ciudad futura, No 6, agosto de 1987, Suplemento/4,«Gramsci y América latina», p. 15, citado por José Aricó,La cola del diablo, itinerario de Gramsci en América latina,op. cit., p. 154.

95 Cf., Gramsci, Antonio. Antología, Selección, traduccióny notas de Manuel Sacristán, segunda edición, Madrid, SigloXXI, 1974.

96 Gramsci, Antonio, Pasado y presente, traducción de Ga-briel Ojeda Padilla, Juan Pablos, editor, México, 1977; – , ElRisorgimento, traducción y notas de Stella Mastrangelo, JuanPablos, editor, México, 1980; – , Cuadernos de la cárcel, tra-ducción de Ana María Palos y José Luis González, Méxi-co, Era, 1981, 6 vol. Actualidad del pensamiento político deGramsci, Introducción y selección de artículos de Francis-co Fernandez Buey, Barcelona-Buenos Aires-México, Grijal-bo, 1977; Texier, Jacques, Gramsci, Barcelona-Buenos Aires-México, Grijalbo, 1979; VV. AA., Gramsci y la política, coor-dinado por Carlos Sirvent, México, UNAM, 1980.

97 Cf., KANOUSSI, Dora, MENA, Javier, La revoluciónpasiva: una lectura de los cuadernos de la cárcel, UniversidadAutónoma de Puebla, 1985.

98 Cf., Portantiero, Juan Carlos, Los usos de Gramsci, op.cit.

99 Cf., VV. AA., El pensamiento revolucionario de Grams-ci, op. cit.

100 Cf., VV. AA., Gramsci y las ciencias sociales, op. cit.

descripción y análisis, en la complejidad de su desa-rrollo y de sus implicancias teóricas y políticas, so-brepasa con creces el propósito de estas lineas. . . 101

Vista de este modo, entonces, vale decir, situadaen la dialéctica concreta del fracaso de la línea de laComintern y la necesidad de una historización de lapolítica por parte de las fuerzas revolucionarias delcontinente, la lectura de Gramsci en América latinarecupera toda su dimensión teórica y política y pue-de ser considerada como la inspiradora de una ten-tativa de – parafraseando a Mariátegui – «latinoame-ricanizar América latina». Para cumplir cabalmentesu cometido, el examen de la recepción latinoame-ricana de la obra de Gramsci que intentamos aquí,debe, sin embargo, también incorporar, hacer suya,la interrogación gramsciana a propósito de este con-tinente y de la naturaleza de las sugerencias que deella se desprenden.

Antes de intentar algunas consideraciones so-bre este punto y sobre la especificidad del procedi-miento metodológico gramsciano, hagamos entoncestodavía una última pausa para leer las líneas queGramsci anota a propósito de América latina, y queen un sentido estricto constituyen el único materialdisponible para reconstruir la interrogación de la quehablamos, líneas que, por lo demás, no serán publi-cadas en ésta – y siempre en Buenos Aires – , antesde 1960.102 Una primera nota, que se encuentra enel Quaderno [1] (XVI), § (107) y que data posible-mente de principios de 1930,103 asume la forma dela crítica que Gramsci dirige al escrito de FilippoMeda, Statisti cattolici, publicado en Napoli por Al-berto Morano, y en el que aparecen las biografíasde Daniele ’O Connel, García Moreno, Luigi Windt-horst, Augusto Bernaert, Giorgio Hertling y Anto-nio Maura, todos «exponentes del conservadurismoclerical».104 Leamos el párrafo:

101 En efecto, bajo una política concebida por la Casa Blan-ca, en el contexto de la globalización, vale decir de una nue-va fase de acumulación capitalista, los nombres – y más rara-mente los conceptos – de las categorías gramscianas, como unapreventive war, recorren el continente latinoamericano, dandocuerpo a los análisis más variados. Hemos tocado este tema enel contexto de la crítica a los trabajos de José Joaquín Brun-ner. Cf., Massardo, Jaime, «Globalización y construcción deconocimientos. Notas a propósito del estado de la investiga-ción social en América latina», Iconos, No 1, FLACSO, Quito,febrero/abril de 1996, pp. 105-114.

102 Gramsci, Antonio, Los intelectuales y la organización dela cultura, op. cit. Una edición completa de los Quaderni . . . ,comenzará a aparecer sólo en 1981, Cf., Gramsci, Antonio,Cuadernos de la cárcel.

103 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.2373.

104 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 98.

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«La biografía de García Moreno105 – nos diceGramsci – es de la misma manera interesantepara comprender algunos aspectos de la luchaideológica de la ex América española y portu-guesa, donde se atraviesa todavía un períodode Kulturkampf primitivo, es decir, donde elEstado moderno debe todavía luchar contrael pasado clerical y feudal. Es interesante ob-servar esta contradicción que existe en Amé-rica del sur entre el mundo moderno de lasgrandes ciudades comerciales de la costa y elprimitivismo del interior, contradicción quese prolonga, por un lado, a través de la exis-tencia de una gran masa de aborígenes y porotro, de emigrantes europeos, por otra par-te, más dificilmente asimilables que en Amé-rica del norte: el jesuitismo es un progresoen relación con la idolatría, sin embargo, esun obstáculo para el desarrollo de la civilidadmoderna representada por las grandes ciuda-des costeras: esto sirve como medio de controlpara mantener en el poder a la pequeña oli-garquía tradicional, que por consiguiente nola combate sino de una manera blanda. Lamasonería y la Iglesia positivista son la ideo-logía y la religión laica de la pequeña burgue-sía urbana, a la cual adhiere en gran parte elasí llamado sindicalismo anárquico, que delcientificismo anticlerical hace su alimento in-telectual (Problema del despertar a la vidapolítica y nacional de la masa aborigen: enMéxico algo semejante ha ocurrido por el im-pulso de Obregón y de Calles?)».106

Una segunda nota,107 que aparece en el Qua-derno 3 (XX), § (5), escrito «con toda probabilidaden los primeros meses de 1930»108 se interroga sobre:

«América. ¿Son latinas América central y delsur? ¿Y en que consiste esta latinidad? Gran frac-cionamiento que no es casual. Los Estados Unidos,concentrados y que a través de la política de emi-gración buscan no sólo mantener sino acrecentar es-

105 Gabriel García Moreno [Guayaquíl, 1821-1875], fue unconnotado miembro de la oligarquía ecuatoriana. Participóen el gobierno provisional de 1859 a 1861 y fue Presidente dela República de 1861 a 1865 y de 1869 a 1875.

106 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 98.107 Dejamos de lado una referencia a América latina Qua-

derno 2 (XXIV) § (16), que consiste sólo en un resumen delartículo de Francesco Tommasini «Política mundial y políticaeuropea», aparecido en la revista Nuova Antologia del 1ero ydel 16 de mayo de 1927. [Cf., TOMMASINI, Francesco, «Po-litica mondiale e politica europea», Nuova Antologia, annoLXII, fasc 1324, 1◦ e 16 maggio 1927, pp. 35-52 e 204-217].Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., pp. 166-172.

108 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.2381.

ta concentración (que es una necesidad económica ypolítica como ha demostrado la lucha interna entrelas varias nacionalidades por influir sobre la direc-ción del gobierno en la política de la guerra, comodemuestra la influencia que tiene el elemento na-cional en la organización sindical y política de losobreros, etc.,), ejercen una gran fuerza para mante-ner esta disgregación, a la cual buscan sobreponeruna red de organizaciones y movimientos guiadospor ellos:1. Unión Panamericana (política estatal).2. Movimiento misionero por sustituir el catolicis-

mo por el protestantismo.3. Oposición a la Federación del Trabajo de Ams-

terdam y tentativa de crear una Unión Paname-ricana del Trabajo (ver si existen también otrosmovimientos e iniciativas de este género).

4. Organización bancaria, industrial, y de créditoque se extiende sobre América. (Este es el pri-mer elemento).América del sur y central están caracterizadas:

1) por un número considerable de indios que, aun-que sea pasivamente, ejercen una influencia sobreel Estado: sería útil tener información sobre la po-sición social de estos indios, sobre su importanciaeconómica, sobre su participación en la propiedadterritorial y en la producción industrial; 2) las ra-zas blancas que dominan en América central y delsur no pueden relacionarse con las patrias europeasque tuvieron una gran función económica e histórica:Portugal, España (Italia),109 parangonable a aquellade los Estados Unidos; éstas representan en muchosEstados una fase semifeudal y jesuítica, por la cualse puede decir que todos los Estados de América cen-tral y del Sur (exeptuando Argentina, quizás) debenatravesar la fase del Kulturkampf y del advenimien-to del moderno Estado laico. (La lucha de Méxicocontra el clericalismo da un ejemplo de esta fase).La difusión de la cultura francesa está ligada a estafase: se trata de una cultura masónica de las luces,que ha dado lugar a la llamada Iglesia Positivista, enla cual participan también muchos obreros que sinembargo se llaman sindicalistas anarquistas. Aportede varias culturas: Portugal, Francia, España, Ita-lia. Cuestión del nombre: ¿América latina o ibéri-ca, o hispánica? Franceses e italianos usan «latina»,portugueses «ibérica», españoles «hispánica». De he-cho, la mayor influencia es ejercida por Francia: lasotras tres naciones latinas tienen escasa influencia,

109 La edición crítica a cargo de Valentino Guerratana se-ñala que le parentesi sono state aggiunte in un secondo tem-po, probabilmente in funzione dubitativa. Gramsci, Antonio,Quaderni del carcere, op. cit., p. 290.

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no obstante la lengua, porque estas naciones ameri-canas (están) en una suerte de oposición a España yPortugal y tienden a crear su propio nacionalismo ysu propia cultura. Influencia italiana, caracterizadapor el carácter social de la emigración italiana: porotra parte, en ningún país americano los italianosson la raza hegemónica».110 Finalmente, encontra-mos en el Quaderno 4 (XIII), § (49) y reproducidoen el Quaderno 12 (XXIX), § (1) una tercera nota,fechada en noviembre de 1930,111 la que nos diceque:

«En América del sur y central el problemade los intelectuales me parece que debería serexaminado tomando en cuenta estas condi-ciones fundamentales: tampoco112 en Améri-ca del sur y central existen una vasta catego-ría de intelectuales tradicionales, sin embar-go, la cuestión no se presenta en los mismostérminos que en los Estados Unidos. En efec-to, en la base del desarrollo de estos paísesencontramos la civilización española y portu-guesa del 1500 y del 1600 caracterizada porla Contrareforma y el militarismo. Las crista-lizaciones más resistentes todavía hoy son elclero y el ejército, dos categorías de intelec-tuales que, en parte, continuan las tradicio-nes de la madre patria europea. Por otra par-te, la base industrial es muy restringida y nohan desarrollado sobreestruscturas complica-das: la mayor cantidad de intelectuales es detipo rural y, como domina el latifundio convastas propiedades eclesiásticas, estos intelec-tuales están ligados al clero y a los grandespropietarios. La composición nacional es muyequilibrada también entre los blancos, sin em-bargo, se complica por la masa nativa de in-dios que en algunos países son la mayoría dela población. Se puede decir, en general, queen estas regiones americanas existe todavíauna situación de Kulturkampf y de procesoDreyfus, vale decir, una situación en la cual elelemento laico y burgués no ha aún alcanzadola fase de subordinación a la política laica del

110 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., pp.290-291. Dejamos de lado la continuación del parágrafo [pp.291-292]que consiste en el resumen de un artículo de LambertiSorrentino, «Latinidad de América», Italia Letteraria, annoI, No38, 22 de diciembre de 1929.

111 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.2384.

112 Este «tampoco» [anche] es el claro signo del vínculo delpárrafo destinado a América latina con aquellos que lo prece-den y en los que aparecen observaciones sobre Italia, FranciaAlemania, Rusia Estados Unidos. En este caso la comparaciónes con los Estados Unidos.

Estado moderno de los intereses y de la in-fluencia clerical y militaresca. Ocurre así quepor oposición al jesuitismo hay todavía mu-cha influencia de la Masonería y del tipo deorganización cultural como la «Iglesia positi-vista». Los acontecimientos de estos últimostiempos (noviembre 1930), desde el Kultur-kampf de Calles en México a la insurrecciónmilitar popular en Argentina, en Brasil, enPerú, en Chile, en Bolivia, muestran precisa-mente la exactitud de esta observación. Sobrelos intelectuales de América del sur hay notasesparcidas por varios cuadernos».113

Una primera observación a propósito de estasnotas de los Quaderni . . . , fue escrita hace diez añospor Enzo Santerelli, en una comunicación al Simpo-sio IntenacionalVigencia y legado de Antonio Grams-ci, realizado en Santiago de Chile en 1987. En ellas«parecen evidentes algunas deformaciones o simplifi-caciones propias de una tendencia a la comparacióncontinental – nos dice Santarelli – , al mismo tiempo,la condiciones de un análisis completo culminan enla hipótesis de un Kulturkampf, una idea que Grams-ci extrae de la experiencia mexicana, peculiar y siste-mática, de un bloque nacional-popular bien identifi-cado, que para él, como europeo, equivale al concep-to de reforma intelectual y moral como instrumentode hegemonía cuyo fin es la transformación de las es-tructuras políticas y sociales».114 Comunicación quebuscaba ante todo estimular el conocimiento de laobra gramsciana por parte de un pueblo en luchacontra una dictadura militar,115 vale decir, portado-ra en sí misma de una fuerte carga moral y política,la interpretación de Enzo Santarelli tuvo además –y tiene aún – la virtud de llamar la atención y abriruna lectura sobre el problema del Kulturkampf, lec-tura que quisiéramos retomar a condición de esta-blecer algunas precisiones.

En ese entendido, conviene recordar que las lí-neas que Gramsci dedica a América latina en losQuaderni . . . , van a encontrar su forma más desa-rrollada – y cronológicamente, su última redacción –en los Appunti e note sparse per un gruppo di saggisulla storia degli intellettuali, con los que se iniciael Quaderno 12 (XXIX), vale decir, forman parte

113 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., pp.481-482; el mismo parágrafo aparece en las pp.1528-1529.

114 Santarelli, Enzo, Introducción a, Gramsci. Actualidadde su pensamiento y de su lucha, op. cit., pp. 12-13 [Subra-yado nuestro].

115 El artículo de Enzo Santarelli fue escrito en función dela iniciativa del Simposio Internacional Vigencia y legado deAntonio Gramsci, organizado en Santiago de Chile en mayode 1987, vale decir bajo la dictadura militar que se habíaimpuesto en 1973.

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de la reflexión gramsciana a propósito del diversogrado de «organicidad» de los intelectuales en rela-ción con los «grupos sociales fundamentales» por loscuales son «comisionados» [commessi ]116 y que, enconsecuencia, su alcance debe subordinarse a la es-tructura lógica que organiza dicha reflexión, circuns-tancia que deja pocas posibilidades de encontrar enellas «análisis completos» y menos aún «hipótesis»que no estén acompañadas de las necesarias precau-ciones, consustanciales, por otra parte, al lugar quelos mencionados parágrafos ocupan.117 Precaucionesque el propio Gramsci hace explícitas antes inclusode comenzar la redacción de los Quaderni . . . , co-mo en la carta a Tatiana Schucht del 19 de marzode 1927, en la que, haciéndole saber su intenciónde realizar «una investigación sobre los intelectua-les italianos, su origen, su agrupación según las co-rrientes de la cultura, sus diversos modos de pensar,etc.»,118 le muestra al mismo tiempo los límites inhe-rentes a la empresa que se propone. Tema sugestivo«en grado sumo»,119 le dice Gramsci, «que yo, na-turalmente podré sólo esbozar en sus grandes líneas,dada la absoluta imposibilidad de tener a disposi-ción la inmensa masa de materiales que sería nece-saria».120 Por lo demás, el parágrafo del Quaderno12 (XXIX), al que nos referimos y que correspondea un conjunto de observaciones sobre la formaciónde los intelectuales en distintos lugares del mundo,aparece precedido de una nota que no deja lugar adudas sobre su estatuto. «Esbozo una diferencia quesalta a los ojos – escribe Gramsci – , en el desarrollode los intelectuales en una serie de países, al menoslos más notables, con la advertencia de que estas ob-servaciones [osservazioni ] deben ser verificadas [con-trollate] y profundizadas (por otra parte todas es-tas notas deben ser consideradas simplemente comoideas [spunti ] y temas para la disertación [motivi perla memoria]que deben ser verificados [controllate] yprofundizados)».121

116 «Commessi» entre comillas en el original. Gramsci, An-tonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 1519.

117 «Questa ricerca sulla storia degli intellettuali non saràdi carattere «sociologico» [. . . ] Tuttavia sarà difficile evitarealcune forme schematiche e astratte che ricordano quelle della«sociologia» occorrerà pertanto trovare la forma letteraria piùadatta perché l’esposizione sia «non-sociologica». Gramsci,Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 1515.

118 Gramsci, Antonio, Lettere del carcere, Introduzione diAntonio A. Santucci, Palermo, Sellerio editore, 1996, p. 56.

119 Ibídem.120 Ibídem [Subrayado nuestro].121 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.

1524. Notemos que Gramsci insiste ulteriormente sobre la na-turaleza de estas observaciones. Así en el Quaderno 8 (XX-VIII), que no puede haber sido escrito antes de principios de1932, podemos leer, a propósito de las Note sparse e appun-ti per una storia degli intellettuali italiani, que ellas poseen

Ninguna «hipótesis», entonces, ni «análisis com-pleto», ni tampoco «simplificaciones». Más bien os-servazioni, spunti, motivi per la memoria, «a esbo-zar en sus grandes líneas». Observaciones particular-mente ilustrativas del procedimiento epistemológicogramsciano, reveladoras de la identidad que estable-ce entre sujeto y objeto de conocimiento, concebi-dos como registros que se engarzan y se determi-nan mutuamente. Observaciones que nos conducena pensar, en consecuencia, que la noción de Kultur-kampf tiene para Gramsci, en el contexto en quela utiliza,122 el valor de una metáfora – en su senti-do original de «traslado» – ,123 pero además, de unametáfora que cumple una función heurística precisa,la de interrogar la formación social latinoamericanadesde la complejidad del fenómeno de la constitu-ción del II Reich alemán bajo el puño de Bismark y,más exactamente, durante la aplicación, de 1872 a1875, del Kulturkampf,124 vale decir, de una políticadirigida contra el Centro, partido católico de ma-

un «carattere provvisorio – di promemoria – di tali note e ap-punti [. . . ] Si tratta spesso di affermzioni non controllate, chepotrebbero dirsi di «prima approssimazione», Cf., Gramsci,Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 935.

122 Permanecen en la penumbra las lecturas que pueden ha-ber empujado a Gramsci a emplear esta noción. Para Bis-mark – nos dice Otto Pflanze en Bismark and the develop-ment of Germany – , el Kulturkampf «se presenta como unainternal preventive war»[Planze, Otto, Bismark and the de-velopment of Germany, Vol II «The period of Consolidation(1871-1880)», Chapter. seven, «The Kulturkampf», Princen-ton University Press, 1990, p. 199], lo que no parce verdade-ramente lejos del tema de la «revolución preventiva», caro aGramsci en el estudio del Risorgimento. Con todo, el términomismo de Kulturkampf no aparece sino sólo cuatro veces enlos Quaderni . . . , tres en relación con América latina y uno acomienzos del Quaderno 1 § (5), en relación con un artículoaparecido en la Vossische Zeitung[Cf., Vossische Zeitung, 18de junio de 1929] vale decir, siempre antes de finales de 1930.Su utilización puede haberle sido entonces sugerida por laslecturas realizadas en la cárcel de San Vittore de Milano, dela cual, como observa Robert Paris, «no tenemos ningún in-ventario»[Paris, Robert, Introduction aux Cahiers de Prison,Paris, Gallimard, 1996, p. 56] En los Appunti e note. . . , en-contramos, sin embargo, una observación que puede llegar aser reveladora: «en el libro Parlamento e governo nel nuovoordinamento della Germania, de Max Weber [Bari, Later-za, 1919.] – nos dice Gramsci – , se pueden encontrar muchoselementos para ver como el monopolio de los nobles había im-pedido la importancia del Centro Católico» [Gramsci, Anto-nio, Quaderni del carcere, op. cit., p. 1527] Una relectura delproblema con estos antecedentes podría perfectamente abriralgunas pistas interpretativas. Ellas sobrepasan,sin embargo,el propósito de estas líneas.

123 Porque «il linguaggio, intanto, è sempre metaforico» di-ce Gramsci, Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit.,p. 1427.

124 «Lo studio dell’origine linguistico-culturale di una meta-fora impiegata per indicare un concetto o un rapporto nuova-mente scoperto – dice Gramsci – , può aiutare a comprenderemeglio il concetto stesso», Gramsci, Antonio, Quaderni delcarcere, op. cit., p. 1474.

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sas de tipo confesional que venía participando en lapolítica alemana durante los veinte años inmediata-mente anteriores.125 Aunque vinculada con proble-mas de política internacional de envergadura – comolas tendencias separatistas polacas detrás de las cua-les no era difícil percibir la mano del Vaticano – , ladisputa entre la Iglesia Católica y el Estado en laAlemania de Bismark se va a anudar internamenteen torno al problema de la educación laica y, en ge-neral, en torno a las libertades civiles.126 Dicho deotra forma, el Kulturkampf representa la lucha porestas mismas libertades civiles, por la laicidad delEstado o por el Estado tout court allí donde existe«vacío» o imposibilidad de la nación, pensada comoel lugar donde se produce la lucha por la hegemo-nía. La metáfora gramsciana muestra entonces todasu pertinencia en la medida en que, estructurandoun discurso que parece organizarse al ritmo mismode su objeto,127 reproduce ese aspecto no constituídode las formaciones sociales latinoamericanas,128 tancaro, por lo demás, a pensadores del temple de JoséCarlos Mariátegui,129 de René Zavaleta130 o de JoséAricó. . . 131

Pero la tentativa de situar la aproximación deGramsci a América latina en el marco de los Appuntie note sparse per un gruppo di saggi sulla storia degliintellettuali, permite encontrar un segundo elementode análisis dentro de la problemática que nos ocupa.Así, si hacemos el ejercicio de retomar la lectura dela carta del 19 de marzo de 1927 que acabamos decitar, podemos ver que, justamente en el momentode exponerle su proyecto sobre la función de los in-telectuales, Gramsci le pregunta a Tatiana Schuchtsi recuerda su «rapidísimo y superficialísimo escri-to sobre la Italia Meridional y sobre la importanciade B. Croce»,132 para afirmar inmediatamente des-pués que quisiera «desarrollar ampliamente las tesis

125 Cf., GALL, Lothar, Bismark, le révolutionnaire blanc,Paris, Fayard, 1984.

126 Cf. Planze, Otto, Bismark and the development of Ger-many, op. cit.

127 Incluso hoy pudiéramos pensar la metáfora del Kultur-kampf, por ejemplo, para un país de una tradición conserva-dora tan fuerte como Chile, donde la pena de muerte no hasido nunca puesta en tela de juicio, donde el aborto es ile-gal, donde el divorcio no existe [!en 1997!]y donde el tema delSIDA despierta fuertes sospechas.

128 Cf., Massardo, Jaime, «El concepto de formacióneconomico-social en el pensamiento de Karl Marx», Crítica,No21, Universidad Autónoma de Puebla, 1984, pp. 83-87.

129 Cf., Mariategui, José Carlos, Siete ensayos de interpre-tación de la realidad peruana, op. cit.

130 Cf., Zavaleta, René, Lo nacional-popular en Bolivia, Mé-xico, Siglo XXI, 1986.

131 Cf., Aricó, José,Marx y América latina, México, AlianzaEditorial Mexicana, 1982.

132 Gramsci, Antonio, Lettere del carcere, ed., cit., p. 56.

que había entonces anunciado».133 El «rapidísimoy superficialísimo escrito» al que Gramsci se refie-re, no es otro que Note sul problema meridionale esull’atteggiamento nei suoi confronti dei comunisti,dei socialisti e dei democratici, el que estaba justa-mente redactando en el momento de ser aprehendi-do por la policía política fascista, y que había sido«desarrollado lentamente – nos dice Antonio Santuc-ci – , discutiendo varios puntos conjuntamente conotros compañeros del partido».134 Su importanciaentoces «es indiscutible»135 porque,

«la obra gramsciana estaba representada has-ta ahora por cartas privadas y artículos deperiódico destinados, en la intención del au-tor, a «morir después del día» Por la primeravez, entonces, Gramsci se cimenta en un gé-nero de indagación historiográfica que, si bienestaba conectado a los problemas políticos delmomento y no del todo desprovisto de temaspolémicos inmediatos, se revelará de largo al-cance. En suma, una suerte de preludio al mé-todo de trabajo seguido en los Quaderni . . . ,con, además, la anticipación de los temas quevuelven en las notas de la cárcel, como hege-monía, bloque histórico, función ideológica ypolítica de los intelectuales».136

Si hacemos el ejercicio de abrir el escrito encuestión – difundido bajo el título de Alcuni temi de-lla quistione meridionale,137 con el que, en enero de1930, lo publica en Paris Lo Stato operaio, la revistade la migración comunista – ,138 podemos ver comoGramsci, bajo la forma de una réplica a los redacto-res de la revista Quarto Stato, «que habían criticadola actitud del Partido Comunista Italiano hacia losproblemas del Mezzogiorno»,139 analiza la naturale-za del la quistione meridionale, reconstruyendo loshilos visibles e invisibles que unen el Mezzogiorno aldesarrollo capitalista italiano en su conjunto y mos-trando en ellos la función de los intelectuales. Hilosque han estimulado y que estimulan aún la tenta-ción de establer inmediatamente más de una simi-litud entre el Mezzogiorno y la América latina – o

133 Ibídem.134 Santucci, Antonio, A., Gramsci, op. cit., p. 58.135 Ibídem.136 Ibídem.137 Gramsci, Antonio, «Alcuni temi della quIstione meri-

dionale», La costruzione del partito comunista, 1923-1926,quinta edizione, Torino Einaudi, 1971.

138 Dorso, G., «La quIstione meridionale nel pensiero di An-tonio Gramsci», La Rivoluzione meridionale, Torino, 1955,pp. 249-278.

139 Santucci, Antonio, A., Gramsci, op. cit., p. 58.

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La recepción de Gramsci en América latina: cuestiones de orden teórico y político

como afirma Portantiero, «directamente entre el ar-senal teórico gramsciano y América latina – ,140 peroque, situados en el contexto del análisis gramscianode los intelectuales, donde, de acuerdo a la carta del19 de marzo de 1927, los ubica el propio Gramsci,se presentan ante todo, como elementos reveladoresde la metodología utilizada. Hilos, entonces, que, enfunción del examen de la interrogación gramscianasobre América latina, deben ser puestos provisoria-mente entre paréntesis, para poder captar en todasu significación el método propuesto por Gramsci.

Lo esencial de este método consiste en su natu-raleza radicalmente historicista –«la cuestión cam-pesina en Italia está históricamente determinada, noes la ‘cuestión campesina y agraria en general’», nosdice Gramsci – ,141 pero esta historicidad, sin embar-go, para ser fecunda, debe estructurarse como tal enel procedimiento mismo de la investigación, cuestiónque – a nuestro juicio – , encuentra una «puerta deentrada» en la propia especificidad de la función delos intelectuales. En ello reside, creemos, el núcleoesencial de la propuesta metodológica gramsciana,y por lo tanto su extrema originalidad. Premunidode la certeza de que «conocemos la realidad sólo enrelación al hombre»,142 y puesto «que el hombre esun devenir histórico, la objetividad es también undevenir»,143 Gramsci, identificando sujeto y objetode conocimiento – filosofía e historia – , propone unalectura de los problemas del Mezzogiorno a partirde una reconstrucción crítica del proceso de apro-piación social del universo de lo concreto capaz dedar cuenta de la función que allí cumplen los inte-lectuales, de sus vínculos con el poder, de su papelen la cohesión social, en fin, de la naturaleza de laproducción de su visión del mundo. La historia, en-tonces – objeto de conocimiento, escenario desde elcual éste se realiza y, al mismo tiempo, identidadentre ambos – , «leída» por los intelectuales, es rein-troducida al procedimiento de la investigación por la«puerta de entrada» que éstos mismos representan,en la medida en que, en su calidad de «funciona-rios» de la sobreestructura»,144 reproducen «orgáni-

140 «Buena parte del arsenal teórico gramsciano – dice JuanCarlos Portantiero – es directamente pertinente para el aná-lisis de las sociedades latinoamericanas». Pontantiero, JuanCarlos, «Gramsci para latinoamericanos» VV.AA., Gramsciy la política, op. cit., p. 36.

141 Gramsci, Antonio, «Alcuni temi della quIstione meridio-nale», La costruzione del partito comunista, 1923-1926, op.cit., p. 140.

142 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, ed. cit., p.1416.

143 Ibídem.144 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.

1518.

camente»145 la visión de mundo y por lo tanto, elestado factual de las diversas clases por los que son«comisionados». Conocimiento, entonces, del deve-nir orgánico de las diversas clases a través de la lec-tura de la historia que los intelectuales realizan des-de ellas. Orgánico, porque, como lo señala el textode Antonio A. Santucci,146 la labor intelectual no seagota en los «intelectuales individuales» o «intelec-tuales de profesión».147 En el análisis gramsciano lafunción intelectual hay que buscarla «en el conjuntodel sistema de relaciones en las cuales los intelectua-les (y en consecuencia los grupos que personifican)vienen a encontrar el complejo general de las rela-ciones sociales».148 El intelectual que cuenta es el«intelectual orgánico», el que «crea cada grupo so-cial»,149 y que le da «homogeneidad y conciencia desu propia función no sólo en el campo económico,sino tambien en el social y político».150 De otra ma-nera – y pensando, quizás, en la abeja de Marx – ,151«cuando se distingue entre intelectuales y no inte-lectuales»,152 en realidad el sentido común se refiere«a la función social inmediata de la categoría pro-fesional de los intelectuales».153 Esto significa, co-mo lo recuerda también Santucci, que si bien «sepuede hablar de intelectuales, no se puede hablar deno-intelectuales»,154 simplemente porque «los no in-telectuales no existen»,155 porque «no hay ningunaactividad humana en la cual se pueda excluir todaintervención intelectual»156 y porque «no se puedeseparar el homo faber del homo sapiens»,157 ya que,si bien «no todos los hombres tienen en la sociedad lafunción de intelectuales»,158 se puede decir que «to-

145 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.1513.

146 Cf., Santucci, Antonio, A., Gramsci, op. cit., pp. 68-69.147 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.

1396.148 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p 1516.149 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.

1513.150 Ibídem.151 «Una abeja avergonzaría, por la construcción de las cel-

dillas de su panal – dice Marx – , a más de un maestro albañil.Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañilde la mejor abeja es que el primero ha modelado la celdillaen su cabeza antes de construirla en la cera», MARX, Karl,El Capital, traducción, advertencia y notas de Pedro Scaron,cuarta edición, Siglo XXI, México, 1976, p. 216.

152 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, op. cit., p.1550.

153 Ibídem.154 Ibídem. Citado por Antonio, A Santucci, Gramsci, op.

cit., p. 68.155 Ibídem.156 Ibídem.157 Ibídem.158 Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere.

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Jaime Massardo

dos los hombres son intelectuales».159 La apropia-ción social del universo de lo concreto es, entonces,un conocimiento que realiza, a través del examen dela función de los intelectuales orgánicos en condicio-nes históricas dadas, en el desarrollo de una clase«realmente existente» en un momento determinadode su formación.160 Incorporada al procedimiento deinvestigación, la función de los intelectuales propues-ta por Gramsci, se ubica así en el centro del procesode historización de la investigación en su conjunto.

Las notas de Gramsci sobre América latina de-ben ser leídas, entonces, antes que en su sentido ex-plícito, en función de las sugerencias metodológicasque se desprenden del lugar que ocupan en el con-junto de su obra, vale decir, con las mismas precau-ciones con que es necesario examinar los Appuntie note sparse. . . , o sea, como observaciones que de-ben ser «verificadas» y «profundizadas», como even-tuales puntos de partida, intuiciones casi, sobre uncontinente donde «no existe una vasta categoría deintelectuales tradicionales»161 y donde «la base in-dustrial, muy restringida, no ha desarrollado sobre-estructuras complicadas».162 Intuiciones que, comoconocimiento precoz, cristalizan metáforas – el Kul-turkampf, pero tambien el affaire Dreyfus, vale decir«una situación en la cual el elemento laico y bur-gués no ha alcanzado aún la fase de subordinacióna la política laica del Estado moderno de los intere-ses y de la influencia clerical y militaresca – ,163 quecumplen la función de interrogar una formación so-cial diversa – la latinoamericana – , cuya problemáti-ca, en cualquier caso, debe ser reconstruída con ab-soluta autonomía con respecto a las categorías uti-lizadas metafóricamente, las que, en este sentido –como anotábamos más arriba – cumplen solamenteuna función heurística, aunque, por la misma fuerzade la imagen que convocan, se les pueda, no obstan-te, atribuir también una función «anticipadora», enel plano de la representación,164 función a la que –ahora sí – contribuyen algunos elementos de análisisconcreto de Alcuni temi . . . Así, si «el Mezzogiornopuede ser definido como una gran desagregación so-

159 Ibídem.160 Cf., Massardo, Jaime, «Conocimiento y cambio social

en América latina», Crítica No 24, Universidad Autónomade Puebla, julio de 1985, pp. 111-113.

161 Cf., Supra, nota No 114.162 Cf., Supra, nota No 114.163 Cf., Supra, nota No 114.164 Nos referimos al plano de «lo concreto representado» del

que nos hablaba Marx. MARX, Karl, Introducción generala la crítica de la economía política (1857 ), Decimosegundaedición, México, Cuadernos de Pasado y Presente No 1, 1978,p. 57.

cial»165 dado que «los campesinos, que constituyenla gran mayoría de su población, no tienen ningu-na cohesión entre ellos»,166 también «el proceso deconstrucción de los Estados latinoamericanos operósobre un virtual vacío social»,167 de «fluidez o va-cancia jerárquica»168 que «en el caso de los paísesandinos y de la población indígena se logró a costade reproducir respecto a ésta la relación colonizador-colonizado impuesta por los grandes imperios». . . 169«Trasladadas» a América latina, si se quiere, tradu-cidas en clave latinoamericana, las notas de Gramscique aquí comentamos deben ser entendidas, enton-ces, como una invitación a realizar, para esta mismaAmérica latina, el ejercicio de reconstrucción histó-rica de la función de los intelectuales, sólo procedi-miento a través del cual, nosotros, latinoamericanos,podremos recoger y actualizar la herencia gramscia-na. . . 170

Existe también, – permítasenos intentar forma-lizar en este terreno tan subjetivo – , una razón exis-tencial para establecer esta lectura de Gramsci. Qui-zás porque – como dice Aricó – «nos sigue deslum-brando el carácter inacabado, abierto, problemati-zador de su escritura»171 de ese cortaziano «modelopara armar»172 o porque en esa extrema sensibilidadsuya en la apropiación de lo político, sentimos algode «familiar», algo así como «una herida abierta», elhecho es que a través de la innegable seducción desus escritos se produce un fenómeno macondiano:el tiempo desaparece y sólo hay presente, contin-gencia, lucha cotidiana, hic et nunc. Quizás porque,sin saberlo, Gramsci escribe para América latina,porque su pensamiento se forma en la lucha con-tra un fascismo que, mutatis mutandis – y con todaslas precauciones de historización que anotamos másarriba – , no tiene nada de esencialmente distinto delos que conocimos en la región. Y ese pensamiento

165 Gramsci, Antonio, «Alcuni temi della questione meridio-nale», La costruzione del partito comunista, 1923-1926, op.cit., p. 150.

166 Ibídem.167 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci en

América latina, op. cit., p 93.168 Zavaleta, René, Lo nacional-popular en Bolivia, op. cit.,

p. 10.169 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci en

América latina, op. cit., p. 93.170 «La lección que nosotros debemos extraer de la frecuen-

tación de los escritos de Gramsci – escribe Aricó – debe ser-virnos para emprender con perseverancia y espíritu abiertoun camino de apropiación de lo real semejante al que él sepropuso recorrer con sus apuntes de la cárcel, Aricó, José, Lacola del diablo, itinerario de Gramsci en América latina, op.cit., p. 129.

171 Aricó, José, La cola del diablo, itinerario de Gramsci enAmérica latina, op. cit., p. 30.

172 Ibídem.

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La recepción de Gramsci en América latina: cuestiones de orden teórico y político

alcanza su madurez en una cárcel que tampoco esdemasiado diferente de las que hoy todavía existenen nuestro continente. Quizás porque, cum granussalis, Gramsci, en una cierta dimensión, es latinoa-mericano, porque nació en esa prolongación del colo-nialismo interno que es Cerdeña, a la que podemosimaginar sin dificultad como una puerta de entra-da a América latina, porque nació en el contactocon un mundo que, aún sin portar en su seno rela-ciones capitalistas de producción, sufría la succióndel excedente a través de los mecanismos de concen-tración y centralización de capitales, o, simplemen-te, quizás porque en último análisis, este Gramscique podemos leer tan familiarmente, este Gramscique – historización mediante, insistimos – nos inspirade forma tan natural, no hace sino recordarnos quela política revolucionaria se hace, hoy como ayer, conseres humanos en lucha, con seres humanos que – aúnen estos tiempos de «globalización – , sienten «en lapiel» la brutalidad y el absurdo de la sociedad ac-tualmente existente. . . en Paris, otoño de 1997.

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