gilbert badía, los espartaquistas, vol. i

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    GILBERT BADIA

    F L A i.-- S ( J A RCi >1M i N /!U 11: U( aO'.M.I h.

    LOS ESPARTAQUISTAS

    ILOS LTIMOS AOS

    DE ROSA LUXEMBURGO Y KARL LIEUKNECIIT1914 - 1919

    D O N A C I O N.Ju a n C a r l o s p o rtiiu f iirro

    E D IT O R IA L M A T E U

    Balmes, 341 B A R C E L O N A

  • Ttulo original de la obra LE SPARTAKISM E

    Traduccin deBERNARDO M U N IE SA BR ITO

    YARM ANDO SABAT

    Portada de M AN U E L AM IGO

    Depsito legal, B. 23331-1971 ( I )

    @ Copyright by L'Arche. Pars, 197 Copyright by EDITORIAL MATEU, 1971

    Todos ios derechos reservados para la lengua castcllr.na

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    N o t a E d i t o r i a l

    Hubo un emblema que engarzaba tres L , tres revolucionarios : Lenin, Luxetnburgo y Liebk- necht. H oy n i siquiera se sospecha de l, la gloria del revolucionario bolchevique ha eclipsado la de los activistas de Espartaco. Nunca se haba dado a los lectores de habla hispnica tina visin de los hechos ocurridos en aquellos aos en Alemania y una presentacin de los dirigentes de aquel m ovim iento. Creemos que, con esta obra. Coleccin M aldoror viene a llenar este vaco.

    Advertim os para la lectura de la obra:Las llamadas que figuran entre parntesis [ej.:

    (JJJ constituyen las tpicas notas de pie de pgina. Las que aparecen en form a de e-xponentes son las referencias que rem iten a tas notas del fina l de cada captulo.

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    INTRODUCCIN

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    E sp a rta co ! Qu s ign ificad o tiene este t rm ino p a ra e l h om b re de hoy? Qu figuras evoca? S u g ie re acaso la s ilu eta de un esclavo revo lu c io n a r io o nos recu erda m e jo r a R osa Luxem burgo y a K a r I L iebkn ech t, asesinados en BerJn duran te la noche del 15 de enero de 1919?

    D u ran te la rg o tiem po, sobre todo en el pero d o en tre guerras, se han conm em orado sus nom bres asoc iados al de Len in , desaparecido a l igual qu e e llo s en un m es de enero. Se han honrado las tres L com o vincu ladas p o r un m ism o corazn ; lo s revo lu c ion a rios del m undo entero no han d ife ren c ia d o sus luchas. S in em bargo, actualm ente, la g lo r ia d e l d ir ig en te bo lchev iqu e eclipsa en c ie r ta m ed id a e l recu erdo de los com batientes espartaqu istas.

    C uriosam en te, e l recu erdo del Espartaqu ism o lo han m an ten ido m s v iv o c iertos m ilitantes que los h is to r iad o res especia lizados en la m ateria, ya que aqu llos ve an en l un m odelo de la revo lu c in en su estado m s puro. (T an to es as que

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    en Francia llegaron incluso a aparecer los Ca- hiers de Spartacits.) Entre determinados m ilitantes revolucionarios, el Espartaquismo encarna una concepcin especial de la revolucin, una va distinta, que ellos oponan de manera vo- Juntarista a la prctica de los bolcheviques. A los ojos de sus valedores, el Espartaquismo es la revolucin sin com prom iso, sin ninguna de las alteraciones que el e jerc ic io del poder habra de producir en Rusia. Las manos de Rosa Luxemburgo y de K arl Liebknecht estn limpias. Mas todo deseo de pretender ubicar al Espartaquis- mo y tratar de ju zgarlo segn su va lor intrnseco, no im plica desde el princip io la necesidad de centrar el tema de una m anera absoluta, describirlo con suma minuciosidad, de form a que pueda llegar a captarse toda su com plejidad?

    I :E l propsito esencial de esta obra es tratar

    de facilitar al lec to r una relacin exacta de los hechos: Cmo nace y se desarrolla el Esparta- quismo? Cules fueron las actividades de K arl Liebknecht y de Rosa Luxem burgo entre 1914 y 1918? Cmo defin an ellos m ism os su actitud y de qu m anera precisaban sus propias concepciones?

    Muchos contem porneos han pretendido convertir el Espartaquism o en un espectro, debido a lo cual, tras su desaparicin, ha llegado a transform arse en un m ito. En p rim er lugar qu isiramos establecer las condiciones histricas reales de su nacim iento y de su desarrollo.

    A travs del presente estudio analizarem os detenidamente las figuras de sus dirigentes, considerndolos no com o personajes de leyenda, sino com o seres de carne y hueso sumidos en e l torbellino de una lucha que los sita en toda su grandeza, incluso cuando nos preguntam os sobre las posibilidades reales de x ito del m ovim ien to que animaban y que se esforzaban en d irig ir.

    An hoy en da, las figuras de K a r l L iebknecht y de Rosa Luxem burgo brillan con una pureza que no ha em paado el paso de los aos. Nuestro

    propsito no es el de restarles adm iracin , sino ayudar a su m e jo r com prensin, m ostrar su co- ra je y su desinters, sin que p o r e llo haya que

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    LOS IiSIAKTAQUJSTAS 11reh u sar sil an lis is c r t ic o y tra ta r de a verigu a r los p as ib les e rro res de sus dec is iones po l (ticas.

    Bsicamente, estudiaremos el Espartaquismo del perodo 1914-1919. Esta segunda fecha puede parecer discutible, ya' que el Partido comunista alemn, que sucedi a la Liga Espartaquista en enero de 1919, presenta an ciertos rasgos especficos del Espartaquismo. El nombre cambi, mas la naturaleza del m ovim iento persista. Sin embargo, 'hay que convenir que, con el asesinato de Rosa Luxem burgo y de Karl Liebkinccht, se inicia una nueva etapa. La revolucin alemana no se haba realizado, pero en los aos subsiguientes el pas habra de verse envuelto en num erosos sobresaltos revolucionarios, a pesar de que el Espartaquismo, privado de su lderes ms populares, haba perdido no slo toda posibilidad real, sino toda esperanza de hacerse con el poder poltico o de in flu ir sensiblemente en la lnea de evolucin poltica de Alemania. El Partido comunista, preso en sus profundas divisiones internas que culminarn con la escisin, se defini lentamente, ensanchando su audiencia popular hasta que, en octubre de 1920, la m ayora del Partido socialista independiente decide fusionarse con l y constituir e l K.P.D. E llo significa el fin del Espartaquism o: el Partido comunistaalemn (K .P .D .) se convierte en una organizacin de masas. Su nom bre cambia y constituye parte esencial de la I I I Internacional. Mas Alemania tam bin haba cam biado: la Repblica, a pesarde todo, haba conseguido consolidarse, y en su seno se realizaron profundos reagrupamientos polticos, desvanecindose la posibilidad de una transform acin revolucionaria del rgimen. No lo parece, pero en realidad los acontecimientos de noviem bre-diciem bre de 1918 quedan ya muy atrs.

    E l nuevo perodo que se inicia en 1919 merece y requ iere un estudio preciso, que no renunciam os a em prender un da, pero que desbordara el m arco del presente anlisis.

    E l fracaso final del Espartaqitismo es quiz la causa que ha m otivado que los historiadores no se hayan ocupado de l lo suficiente. El

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    xito obtenido por los bolcheviques mantiene en la sombra otras muchas tentativas revolucionarias que no consiguieron cristalizar, pero las condiciones y razones de tales fracasos deberan ser analizadas ms de cerca. Sin duda, existe una tendencia que considera que el Espartaquismo no poda triunfar, y efectivamente as fue, lo que propici la consolidacin de su olvido. Mas, al pretender fundar un socialismo basado en la ms amplia democracia, no coincida acaso el Espartaquismo con controversias muy actuales al respecto? Nosotros tenemos la seguridad de que sus concepciones merecen ser estudiadas con inters.

    Su fracaso reviste una considerable im portancia desde otro punto ele vista: en efecto, de la orientacin tomada por Alemania en 1918 dependa la de toda Europa. Sin nimo pr*oftico, no es evidente que una Alemania espartaquisla aliada con la Rusia sovitica habra ejercido una influencia considerable sobre la poltica de los pases vecinos? En consecuencia, la luoha contra el Espartaquismo constituy el fundamento de Ja orientacin poltica de la Repblica de Wcimar. En 1919, Alem ania tena una doble encrucijada, simbolizada por las dos proclamas de Berln del9 de noviem bre. En el balcn del Reichstag, el socialdem crata m ayoritario Philipp Scheidemann proclam la Repblica, m ientras que desde el balcn del Palacio, casi en el m ism o momento, Liebknecht anunciaba el nacim iento de la Repblica socialista. Esta ltim a no pudo sobrevivir, ya que sus posibilidades de desarrollo desaparecieron con el fracaso del Espartaquismo.

    Para derrotar al Espartaquismo, los M ayori- tarios aceptaron el apoyo activo del e jrc ito im perial, representado por H indenburg y Groener, y aceptaron tambin el apoyo de toda la burguesa alemana, que, con gran lucidez, com prend i que el nico m edio de salvaguardar las estructuras del d ifunto rgim en era sostener la accin de los llamados socialistas m oderados, los M ayoritarios, con Ebert, Scheidemann y Nos- ke a Ja cabeza.

    Esta alianza h izo posib le que la reaccin alemana pudiera conservar intactas o casi intactas

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    LOS ESPARTAQUISTAS 13

    sus bases polticas, ideolgicas y militares. Algunos aos ms tarde, los Mayoritarios fueron expulsados del poder. Paradjicamente, fue el mariscal Hindenburg quien sucedi a Friedrich Ebert en el cargo de Presidente del Reich.

    El mantenimiento de las bases del conservadurismo alemn explica parcialmente, en nuestra opinin, el xito del nacionalsocialismo doce aos despus del aplastamiento de los esparta- quistas. En 1933 y 1945, Alemania pag duramente los errores de 1918; en efecto, cristaliz un cambio de rgimen, si bien perpetuando lo fundamental del sistema precedente. Los hombres y las ideas del pasado fueron valorados durante todo el perodo de la Repblica de Weimar como glorias y valores nacionales tanto por haber vencido en la batalla de Tannenberg como por haber aplastado al Espartaquismo.

    E l 31 de enero de 1918, Romain Rolland escriba un artculo en L'Aven ir in tem ationa l: Los Scheidemann y los Ebert son, aunque les pese, prisioneros de la reaccin; estn encajados ya dentro de las fuerzas conservadoras a las que han recurrido contra sus hermanos enemigos... En una carta al conde de Montgelas, tres semanas ms tarde, aade: L a casta m ilitar ha vuelto a tom ar el poder en Alemania. Mientras no sea liquidada, no habr democracia ni Repblica alguna ser posible. Terminaba su artculo diciendo: E l rgimen que se va a instalar en Alemania ser el de una burguesa capitalista y m ilitar o el de una dictadura con un hom bre fuerte (1)- Romain Rolland adivinaba lo que iba a ocurrir. Esta evolucin estaba claramente relacionada con la coalicin forjada para aplastar a los espartaquistas.

    Uno se pregunta a menudo cules fueron las razones que en 1932 impidieron la unin de las fuerzas obreras contra el nazismo. Acaso, para comprenderlas, no habra quiz que remontarse a la semana sangrienta de enero de 1919?

    Sin pretender, desde luego, que el Esparta-

    1. Todas estas citas han sido extradas de la t e s is de Renl.'tieval: Romain Rolland, VAllemagne ct la guerre. Pars, IV , pgs. 6S8-690.

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    quism o y sus vicisitudes perm itan explicar toda la h istoria alemana de los aos siguientes, creem os que sus consecuencias se h icieron sentir ms all de 1918, que las orientaciones polticas de esta poca tendran sobre la evolucin futura de A lem ania repercusiones cuya im portancia no debera subestimarse.

    Por su parte, los h istoriadores en general la han subestimado. Rosa Luxem burgo y K a r l L ibk- necht no han sido su ficientem ente estudiados. En la prop ia A lem ania, apenas se haba estudiado el Espartaquism o, excepto, c laro est, en el Este, en la Repblica D em ocrtica A lem ana. En el Oeste, desde hace algunos aos, los problem as que plantea e l nacim ien to de la Repblica de W eim ar com ienzan, es cierto, a suscitar nuevos y serios estudios. E l E spartaqu ism o sigue siendo an un m ovim ien to al que m uchos se acercan con sentim ientos confusos: no se le aborda fron talm ente y p o r reg la genera l se acaba por condenarlo o, p o r lo m enos, se lim itan a m ostrar sus defectos esto es precisam ente lo que hace Eberhard K o lb (2 ). Fuera de Europa, es en U.S.A. donde han aparec ido los m e jo res estudios (3).

    Es necesario p rec isa r e l ca rcter d e l presente estudio? P o r estar destinado a todos aquellos interesados en la h is to ria de A lem ania, hem os tratado de ev ita r e l v ic io de la erud ic in intil. Para que el le c to r pud iera ju zga r textos o r ig in a les. hem os publicado, en el segundo tom o, una seccin docum ental, re la tivam en te abundante, par-

    2. E berhard K o lb : Die Arbeiterrdte in der deutscheti Itt-nenpolitik 1918-1919, Dsseldorf, 1962. Lo m ism o ocurre con Franz Osterroth-Dieter Schuster: Chronik der deutschen So-zialdemokratie, Dietz, H annover, 1963; con H eidegger: Diedeutsche Sozialdemokratie und der nationale Staat (1870-1920), Gottingen, 1956. Osterroth m enciona al E spartaquism o una sola vez en una obra de 600 pginas.

    3. O bra de Cari E . Schorske: Germ n Social Dem ocracy1905-1917, The Developnient of the Great Schistn, H arvard Un-versity Press, 1955, que contiene una excelente b ib liogra faanaltica (pgs. 330-352). Tam bin puede consultarse a J. A. Bex-- Ir.u: The Germn Social Detnocratic Party, 1914-1921, N ewYork , 1949.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 15

    te de cuyos textos, inditos en la m isma Alemania (in fo rm e Eberlein, cartas de K arl Lieb- neoht y Rosa Luxem burgo), aparecen aqu traducidos por prim era vez. Confiamos en que interesen sobre todo a los especialistas. Sin embargo, e l leotor corriente podr tambin hacerse una idea de la agitada vida de aquellos revolucionarios, sus preocupaciones, sus luchas y su trgico final.

    Slo nos queda dar las gracias a todos los que han hecho posible la realizacin de este trabajo, y especialm ente a nuestros amigos alemanes que nos han facilitado el acceso a sus archivos.

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    P R IM E R A PAR TE

    REAGRUPAMIENTO DE LA EXTREMA IZQUIERDA TENTATIVAS DE ORGANIZACIN

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    I. L A T A R D E D E L 4 D E A G O S T O .

    El 4 de agosto de 1914, el Partido socialde- ancrata alemn vota unnime en el Reichstag a favor de los crditos militares, inaugurando as la poltica de Unin Sagrada que la mayora de sus dirigentes mantendrn hasta el fin de las hostilidades, aprobando implcitamente la actitud del canciller Bethmann H ollw eg y las decisiones de su gobierno, es decir, la guerra y la invasin de Blgica.

    En la tarde del 4 de agosto, varios miembros de la oposicin interna del partido se renen en el piso berlins de Rosa Luxemburgo. Estn presentes Franz Mehring, Julin Karski-Marchlewski, E m st Meyer, Kathe y Hermann Duncker, Hugo Eberlein y W ilhelm Pieck. La propuesta de abandonar el partido es rechazada de plano. Se conviene invitar a los 'socialdemcratas, conocidos por sus simpatas hacia las posiciones izquierdistas, a una discusin sobre la situacin, paralo cual se rem itieron ms de 300 telegramas. El resultado constituy una extraordinaria decepcin: Clara Zetkin fue la nica en estar de acuerdo

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    sin exp resa r n ingn tipo de reservas, m an ifestndo lo as inm ed ia tam en te; m uchos no se d ig naron n i s iqu iera contestar, y los que a pesar de tod o con testaron a la llam ada lo h ic ieron negativam en te, in vocando una serie d e razones superfic ia les y estpidas 1.

    Los opos ito res se encontraban prcticam ente solos. Es la seal

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    socialistas alemanes se sentan profundamente orgullosos de! estado de desarrollo alcanzado por ru organizacin.

    De hecho, ya desde antes de 1914, a pesar del permanente verbalism o revolucionario que em pleaban y de la eleccin de Haase (representante de una tendencia centroizquierdista en el seno de la organizacin) para sustituir la vacante dejada por la desaparicin de Bebel, la direccin del Partido socialdem crata alemn segua controlada por la fraccin derechista.

    Sin embargo, en 1914, el m iedo a la guerra haba decrecido: tras las alertas de Agad ir y las guerras balcnicas, se crey que el con flicto servio-austraco sera igualmente aislado en su p ropia zona, sin rebasar los lm ites de los pases afectados. La idea ms en boga entre los socialistas, que provena de un profundo anlisis, les llevaba a concluir que el capitalism o internacional sera en ltim a instancia un factor de paz, ya que los capitalistas saban perfectam ente que una guerra sera ruinosa incluso para el vencedor. Quizs esto explica el hecho de que, en ju lio de 1914, los socialistas alemanes (Rosa Luxemburgo incluida), al igual que los socialistas franceses, creyeran en la voluntad pacifista de sus respectivos gobiernos.

    El argumento de la legtima defensa...

    La guerra estall repentinamente. Ebert estaba de vacaciones en la isla de Rgen, en el mar Bltico, Kautsky se preparaba para partir hacia Italia, Scheidemann descansaba en algn lugar de los Alpes y Bem sten reposaba en Suiza. Aadamos a esto que los je fes socialistas slo reciban las noticias contradictorias que proporcionaba la prensa y que el gobierno distribua segn su conveniencia. E l juego diplom tico y poltico de las cancilleras resultaba prcticamente indescifrable para cualquiera que no estuviera ligado directamente a ellas.

    A la hora de intentar com prender las reacciones de los je fes socaldemcratas frente al conflicto mundial, no pueden olvidarse una serie de detalles.

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    LOS ESPARTAQUISTAS

    En lugar de analizar el carcter de la guerra, se atenan simplemente a una distincin entre agresores y agredidos. Rusia haba sido la prim era en m ovilizar sus ejrcitos y amenazaba a Prusia oriental; por lo tanto, Alemania estaba en una postura defensiva. (E n Francia, un razonam iento del m ism o tipo llevar a la siguiente conclusin: Alemania ataca y por lo tanto Francia debe defenderse.) Rusia ha encendido la antorcha y la ha lanzado contra nuestra casa, grita el 4 de agosto, en el Reichstag, el canciller Beth- mann H o llw eg al anunciar que Alemania est en guerra. E l estengrafo anota lo siguiente: (T em pestad de gritos: Muy justo! Muy c ierto !) Seores prosigue el Canciller nos encontramos en estado de legtim a defensa (clamorosa aclam acin) y la necesidad hace la ley! (aplausos frenticos) \

    En el curso de una entrevista que semanas ms tarde mantiene el diputado socialdemcrata David con e l m inistro Delbrck, aqul dira lo siguiente: S i e l grupo parlamentario se ha decidido a aprobar por unanimidad los crditos para la guerra, ello se debe bsicamente a que se trata de una guerra que nos ha impuesto Rusia. El odio hacia Rusia y e l apasionado deseo de derrocar el zarismo han sido las razones principales de la actitud de la socialdem ocraciaT. Este argumento, bajo la consigna popular: Defendamos nuestras mujeres y nuestros hijos contra las hordas cosacas, ser repetido por la prensa socialdemcrata hasta la saciedad.

    Y en Francia? Alemania, por su parte, acababa de iniciar las hostilidades fundamentndose en las justificaciones elaboradas por un canciller. Si las tropas alemanas han penetrado en Blgica, explicaba Bethmann H ollw eg en el Reichstag, es porque sabamos que Francia estaba dispuesta a invadir este territorio. La prensa, incluida la socialdemcrata, es ms clara todava: Nuestra frontera occidental est amenazada- Segn el comunicado oficial, Francia ha iniciado el ataque. Sus tropas tratan de avanzar haca Alsacia- Lorena, el sector sur de Alemania y la Renam as. Numerosos dirigentes socaldemcratas llegan a la conclusin de que una vez iniciadas las hosti

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    lidades no quoda o tro rem ed io que e l de luchar.' En un artcuilo d ifundido el 31 de ju lio con el ttu lo de S e r o no ser, F ried rich S tam p fer haca suyos los argum entos de Noske. S i la guerra estalla, lo s sin p a tr ia (lo s socia listas) cum plirn con sus ob ligaciones y no se dejarn supera r por la accin de los pa tr io tas La necesidad de la defensa nacional se im pone, segn ciertos socialdem cratas, en cualqu ier contingencia. Incluso escribe W o lfgan g Heine, m iem bro de la extrem a derecha del partido si el gobierno alem n hubiera sido el responsable nico y d irecto de la ca tstro fe (. . . ) , estaram os ea la ob ligacin d e defender a nuestro pas y d e salvar todo aquello d igno de ser s a lv a d o 10.

    P or o tra parte, A lem an ia se siente o rgu llosa de su progreso. Contra la reaccionaria Rusia, cualquier v ic to r ia alem ana contribuye a salvaguardar los intereses del socia lism o internacional. Con el fin de ju s tifica r estas ideas, se recurre incluso a textos de M arx (en La Gaceta Renana, en 1848 o a un artcu lo de Engels publicado en 1891 en D ie N eu e Z e it, sin p rec isa r e l cam bio de situacin desde los sucesos de 1905, tras los cuales, Rusia se haba con vertido en un po lvo rn revolucionario.

    ...y el de la actitud de las masas

    A l adoptar una posic in p a tr i tica , an tepon iendo p o r p rim era vez e l argum ento naciona l, parece com o si la socialdemocracia in tentara expresar los sentim ientos que anim an a las masas en B erln y en las principales ciudades alem anas.

    Durante los prim eros das de agosto, la m ayora del pueblo alem n se com porta com o una especie de torbellino ; tanto en B erln com o en Pars, una extraa fieb re enturbia los cerebros. Rosa Luxem burgo evocar m s tarde: L a b o rrachera del patrio tism o barato estaba en las calles, las noticias falsas hablando de envenenam iento de depsitos de agua potab le (. .. ), de estudiantes rusos d inam itando las vas frreas, de franceses sobrevolando N urcm berg, con tribuan a increm entar los excesos de las m ultilu -

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    J OS ESPARTAQUISTAS 25

    des, que ve an espas en todas partes; las concentraciones en los cafs, en los que en m ed io de una m sica ensordecedora se in terpretaban cantos pati'i ticos; la pob lacin de ciudades enteras, convertida on popu licho, estaba presta a denunciar y m a ltra ta r a quien fuera, y predispuesta con fac ilidad a a lcanzar e l parox ism o del delirio , d ifundiendo e lla m ism a rum ores totalm ente carentes de base cierta ; era un clim a de sacrific io ritual, en fin , una a tm sfera de p ogrom

    Un socia lista boer, Pontsm a, que haba perm anecido en B erln hasta e l 28 de agosto, habla tam bin del fren es pa tr i tico . E l espaol l- varez del V ayo, que vuelve a Espaa el 17 de setiem bre, pub lica en E l L ib e ra l d e M adrid sus im presiones, que luego sern recogidas p o r L H u- m an it en su nm ero del 8 de octubre: E n B erln, todo e l m undo est seguro de dos cosas: que los alem anes tienen razn y que vencern en todas p a rtes

    Un socia ldem crata alem n que en agosto pasa bruscam ente d e l ala izqu ierda a la extrem a derecha, K on rad Haenisch, explica cm o, tras enterarse de la declaracin de guerra, se d ir ig i a B erln convencido de que estallara la revolucin. En la estacin, sus cam aradas le notifican que los rusos han invad ido A lem ania, por lo que se d ir ige a su dom ic ilio en donde encuentra a su am igo H erm ann Duncker, a quien trata de convencer de la necesidad de defender a la patria am enazada por la invasin rusa.

    La votacin de los crditos militares

    E l 3 d e agosto, en estas condiciones, se rene en B erln la d ireccin socia ldem crata para defin irse sobre la actitud a tom ar frente a la solicitud de crd itos m ilitares que ol gobierno se dispone a presentar al d a siguiente en el Parlamento. V o ta r en fa vo r de tales crditos es aceptar el rg im en y aprobar la guerra. En realidad el gob ierno sabe ya a ciencia cierta quesern aprobados.

    Todava el 27 de ju lio , la socialdem ocracia haba organizado, en la capital del Reich, veintisiete m anifestaciones contra la guerra. Sim ilares

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    concentraciones tuvieron lugar en Stuttgart, Ham - burgo, Gotha y Sajonia. Sin em bargo, un diputado socialista v is it secretam ente al Canciller, e l 29 de ju lio ; despus de haber hablado y consultado con los principales dirigentes del partido, Ebert, Braun, H erm ann M ller, hace saber a Bethm ann H o llw eg lo siguiente: N o debe tem er ninguna accin (huelga general o parcial, sabotaje , e tc .) ls.

    E l 3 de agosto, en e l curso de la reunin del grupo parlam entario y del Com it d irectivo (se haba invitado tam bin a Kautsky, considerando su reputacin com o te rico ), e l Partido socialdem crata, pasando de la neutralidad al apoyo, decide v o ta r en fa v o r d e los crd itos blicos solicitados p o r el gobierno. E ste vo to de aprobacin, que constitu a una flagran te vio lacin del p rogram a y de los com prom isos establecidos en los congresos internacionales, especialm ente en el de Basilea, no h izo m s que con firm ar la pav lt ica seguida p o r los d irigentes del partido y de los sindicatos.

    L a vspera d e la reunin, la d ireccin del partido, que form aba parte del a la derecha de la organizacin, haba ya decid ido e l sentido de la votacin. Scheidem ann lo con firm a en sus M em orias. En feb rero de 1915, L iebknecht se queja de estos 20 30 cam aradas que segn el testim on io de Edm ond F ischer estaban ya dispuestos, el 4 de agosto de 1914, a v io la r la d iscip lina partidista y vo ta r en fa vo r d e los crd itos m ilitares en e l caso de que e l grupo parlam entario hubiera decid ido vo ta r en con tra .

    Y , sin em bargo, en la reunin del 3 de agosto, la oposicin se h izo escuchar. Una oposicin dbil y divid ida, ya que, en e l m om ento de votar, slo14 diputados se pronunciaron en contra de la aprobacin de dichos crditos.

    De todos m odos, m uy a pesar suyo, la m inora acept la decisin de la m ayora en una sesin pblica. Haase, que se negaba a aprobar los crditos, se d e j convencer y ley desde una tribuna la declaracin p o r la que explicaba y justificaba el voto unnime d e los socialistas. Parece sorprendente que el 4 d e agosto hubiera votado en contra de sus convicciones, pero para l y sus

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    LOS ESPARTAQUISTAS 27

    amigos la disciplina interna del partido era una cuestin de principio. En el pasado, la izquierda del partido haba luchado siempre por imponer el respeto a las decisiones tomadas en los congresos, para im ponerlas, especialmente a la mayora de los diputados revisionistas de Baviera, que no dudaban n i un slo mom ento en aprobar los presupuestos oficiales y en unirse, en contra de la opinin del Com it directivo, a los diputados de los partidos burgueses. E l Partido socialdemcrata basaba precisamente su fuerza en su cohesin y disciplina internas. De aqu provenan los escrpulos de los opositores a rom per esta cohesin. P or otra parte, el 4 de agosto no se saba todava cul iba a ser la poltica del partido. L a m inora dir Liebknecht da por descontado que, en todo lo dems, e l partido mantendr una po ltica de oposicin, una poltica de lucha de clases, incluso durante la guerra

    Sin em bargo, no result ser as; el chovinismo se apoder de la prensa socialdemcrata. La incorporacin a filas de un joven diputado, de nombre Frank, y el posterior anuncio de su muerte en e l fren te occidental, m otivaron artculos que exaltaban desmedidamente el patrioterism o de la socialdem ocracia y la g loria del Reich. Ante los xitos iniciales de los ejrcitos alemanes, varios diputados socialistas empezaron a vislumbrar la posibilidad de futuros expansionismos territoriales. Tras su vis ita a Blgica, Koster, socialista de Ham burgo, y Noske explicaron a sus interlocutores belgas que su pas no sera anexionado, pero que sus enclaves m ilitares seran arrastrados y que A lem ania convertira Amberes en la base de una flo ta de guerra tan poderosa que impondra a Gran Bretaa el abandono definitivo de toda idea de guerra futura 1S. En el fondo, no se trataba ms que de una aprobacin de la poltica de anexiones territoriales preconizada por los pan- germanistas.

    Purga en la socialdemocracia

    Desde el m ism o comienzo de la contienda, dos fracciones opuestas s-e enfrentan en el seno de la socialdemocracia alemana. Las consideraciones en

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    tes se lian manifestado de manera tan sorprendente en el curso de las ltimas sem anas".

    Delbrck es ms conciso todava: H ay quehacer que la vida le sea lo ms fcil posible declara en una reunin m inisterial e*l 31 de diciembre de 1914 a esta fraccin (se refiere al ala derecha del partido ) y, al m ismo tiempo, tratar de m eter una cua en el seno de la socialdemocracia 1".

    Si hemos insistido sobre las tentativas hechas por una parte del Partido socialdemcrata para com partir el poder, ello se debe a que perm ite comprender m ejor Ja actitud de los futuros espartaquistas, asi com o la dificultad de su lucha. Se vern obligados a batirse en distintos frentes. Tendrn que enfrentarse con un m ovim iento chovinista a escala nacional y en funcin de esta razn analizarn 'las causas de la guerra. Partiendo de los razonamientos socialistas clsicos sobre la guerra, olvidados e ignorados en esos momentos en Alemania, van a dem ostrar que la guerra acenta la lucha de clases y agrava la explotacin de los obreros por parte de la burguesa. Dentro del partido, denunciarn la poltica llamada do Unin Sagrada, que oculta los verdaderos problemas y traiciona los principios socialistas.

    De golpe se van a encontrar sometidos a una hostilidad activa y vigorosa, tanto por el aparato disciplinario del partido como por el aparato represivo del Estado. Uno y otro, interesados en que las voces de los futuros espartaquistas no sean odas ni comprendidas, se esforzarn por todos los medios a su alcance en reducirlos al silencio.

    Desde el com ienzo da la impresin de que se trata de un m ovim iento condenado al fracaso, que ser aplastado bajo el peso del nmero y de la fuerza. La oposicin socialdemcrata da la im presin de lanzarse a una lucha valiente, pero desesperada y sin esperanzas...

    NOTAS

    1. Ver en Documentos, tomo I I de la presente obra, pg. 15, el informe Eberlein. Cf. igualmente Dic Revolation,

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    LOS ESPARTAQUISTAS 31

    Gcdachiiiisnummer zum 10. Jalirestag der GrlLndung des Spar-t a k u s b u n d c s , nm. 2, Berln 1924.

    2. Protokoll ber die Verhandtungen des Parteilaf.es der S.P.D., Essen, 15-21 setiembre de 1907, Berln, 1907, pg. 229.

    3. Clara Zctkin, Ausgcwahltc Reden urtd Schriflert. Bd. I,Berln , 1957, pAg. 368. '

    4 . Karl Liebknecht, Gesammelte Reden utid Schriften, Bd.I, B erln , 1958.

    5 . Cf. G. Haupt, Le Congrs manqu, Pars, 1965, pgs. 27y ss.

    6 . Citado por Gilbert Badia en Europa, 1964, n. 421-422, pgs. 55 y ss.7. Citado por Gilbert Badia en el documento cte que es autor y que lleva por titulo Le Mouvetnent Social, 1964, n. 49,plgs. 96-97.

    8. E u rop c, 1964, ob. cit., pg. 58.9. Articulo difundido por el boletn de prensa que Stampfer

    diriga el 31 do julio, y reeditado luego por numerosos peridicos socialistas.10. W. lleine, Cegen die Qtiertreiber. Dessau, s.d., pg. 9.

    11. Rosa Luxemburgo, Atsge\\'Shlte Reden nnd Schriften,Berln, 1955, Bd. I, pg. 258.

    12. Cf. I.'Hutnanit ilel 11 de setiembre y del S de octubre ilo 1914. Alvares del Vnyo evoca la atmsfera de Leipzig y de Berln en los primeros das del mes de agosto de 1914 en su* ftlrjnnrias Las batallas d ta libertad, Pars, Maspcro, 193,pAgs. 59 y ss.

    t.l. Europa, 196-1, ob. cit., p.tg. 56.14. Liebknecht, Klasseiikainnf tifien dtn Kricg, llcvln, 1919.

    pt\g. 16. (li.Ntu obra se ellimV bajo U\ abreviatura de sctikarni'/...)

    15. Conversacin sostenida por los interlocutores belgas do Noske.

    16. Clttulo en Monvtint-nt Social, 1964, ob. cit., pAg. 6 , nota 3, y publicado en L'llnmantt del 17 de diciembre de 1914.

    17. Id.. prfg. 99.18. Dcutschcs Zcnlral Arehlv Mcrseburi. Staatsmnistrrimu,

    Kep. 90 a Uil. I II , N r 6 , Staatsmliilstcrial-SitzunBsprotokolIc, Ud. 163, Ul. 307.

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    TT K A R L L IE B K N E C H T , R O S A L U X E M B U R G O , F R A N Z M E H R IN G

    Y C L A R A Z E T K IN C O N F IR M A N SU D E S A C U E R D O C O N E L S.P.D.

    E l resultado de su primera tentativa, en la tarde del 4 de agosto, con vistas a reagrupar a la oposicin, no desanima a Rosa Luxemburgo. Es ms, la actitud de la socialdemocracia reafirm a a los oposicionistas en su hostilidad hacia la lnea que sigue el partido, pero cul es el camino a seguir?

    Su prim era estrategia se reduce a agotar todos los medios legales que tienen a su alcance: N os otros no queremos explica Eberlein en el in forme que recoge las tesis espartaquistas constituir un pequeo club, n i tampoco una secta \ El ob jetivo estaba claro: reforzar la conciencia de las masas, puesto que slo la accin por ellas desarrollada lograr poner trmino a la guerra. Mas cmo realizar este objetivo?

    A pesar de su derrota del 3 de agosto, Liebknecht no se doblega frente a los argumentos de la m ayora ni est dispuesto a dejarse reducir al silencio. Desarrollando su punto de vista ante asambleas de militantes, a pesar de las dificultades que supone el estado de sitio, explica la

    2

  • 34 GILBERT BADIA

    esencia de su argumentacin sobre el carcter de fa ^uerra y propone al Comit directivo de la or- n lac idn . durante los ltimos das del mes deagosto, que prepare una reunin masiva contia la propaganda anexionista, propuesta que la direccin del partido rechaza.

    Carente de una organizacin estructurada, la oposicin no posee en el partido ms que algunos puntos de apoyo y escasos y dbiles m edios de accin. En diciembre de 1913, aprovechando una serie de discusiones con la redaccin del Le ip - ziger Volkszeitung, que en 1917 se convertir en el* rgano de los socialistas independientes, Rosa Luxemburgo, Mehring y Karslci fundan un boletn peridico ciclostilado denominado Sozialde- mokratische Korrespondenz, que aparece tres veces por semana y del que se im prim en Linos 150 ejemplares, los cuales son rem itidos a los diarios y a determinados militantes de la socialdem ocracia. Cada nmero -comprenda, en sus 5-7 pginas, varios artculos polticos, una ed itoria l econmica e informacin diversa. Antes de iniciarse la guerra, numerosos peridicos utilizaron el boletn, mas, despus del 4 de agosto, ya fuera por conviccin poltica o simplemente por m iedo a la censura, la m ayora de los diarios social dem cratas dejaron de reproducir editoriales del boletn espartaquista. Tan slo siete de estos diarios siguieron hacindolo: entre ellos, el SchwabischeTagwacht de Stuttgart, el V olksfreund de Brunswick, el Volksblatt de Gotha, el B rger-Ze itung de Bremen y el D er K a m pf de Dsseldorf.

    Pero incluso estos fieles aliados se retraeran lentamente hasta confinarse en una prudente re serva, sin atreverse a provocar un enfrentam iento con la direccin del partido. Unicam ente e l Volksblatt de Gotha continu publicando los puntos de vista de la oposicin, hasta que el 10 de enero de 1915 fue definitivam ente intervenido por la autoridad m ilitar. Hacia fines del ao, c-ortada toda su conexin con los m edios de difusin populares, la Sozialistische Korrespondenz dej de editarse. Antes, el 22 de agosto, Franz M ehring Haba publicado un artculo titulado E l partida y la patria, en e l que expresaba la esperanza de que Ja guerra no im pedira que la socialdemocra-

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    LOS ESPARTAQUISTAS-35

    Cia continuara su lucha p o r la em ancipacin delos trabajadores.P qj- si_i parte, L iebknecht hab a escrito a undiario de B rem en protestando p o r la d ifusin de v e r s i o n e s tendenciosas sobre los de cates del 3 de agosto por parte de la fra cc in n -ayoritaria , que daban a entender que e l grupo parlam en tario estaba unido. E l Iiilrger-Zeitu .n .g de B rem en no public esta carta, pero s lo h izo e l ro ta tivo holands H e t V o lk , y luego L H u m a n it , en cuyas pginas aparecieron los fragm en tos esenciales del artcu lo cuj'o orig ina l ten a fecha 3 de setiem b r e 2.

    Utilizacin de la prensa extranjera

    Y a que no pod a d ifund ir sus puntos de vista en Alem ania, la oposic in tuvo la id ea de darlos a conocer a travs de la prensa de las naciones neutrales, especia lm ente en el d ia rio suizo B e rn e r Tagw acht, a l que m uchos socialistas de izqu ie rda- alemanes se suscrib ieron ( i ) . E-l 13 de setiem bre, Rosa Luxem burgo escribe a Franz M eh rin g lo siguiente: C onsidero que es im pos ib le ca llarse(2). C lara y yo pretendem os consegu ir que se publiquen algunas notas en la prensa socia lista extran jera (Suiza, Italia,. H o landa y Suecia), a tra vs de las cuales haram os saber que, al igua l que nuestros cam aradas, actualm ente no tenem os posib ilidad alguna de expresar nuestros puntos de vista, los cuales no coinciden desde luego con la d ireccin del partido. Rogarnos a nuestros cama- radas extran jeros que tengan esto m uy en cuenta 3. A l serle so lic itado a M ehring que su nom bre figu rara al p ie de tales notas, ste resnond i a fir m ativam ente en un cab le de fecha 17.

    La declaracin de los cuatro d iscrepantes no apareci en el d ia rio suizo hasta el 30 de octubre, a pesar de que fu e expedida hacia finales de se-

    1. La difusin de este peridico en Alem ania sera prohibida por las autoridades en agesto de 1915.

    2. Tras la publicacin de un llamamiento del Comit ejecutivo de la Internacional a todos los partidos socialistas, el Comit directivo del S .P .D . protest, arguyendo que no se le haba consultado a la hora de redactar la proclama.

  • 36GILBERT BADIA

    tiem bre. Era breve y concisa. Los abajo firm antes precisaban: N o s vem os en la obligacin de in form ar a los camaradas extranjeros que consideramos esta guerra, sus causas, su carcter, as com o el papel de la socialdem ocracia en la situacin actual, a pa rtir de unos puntos de vista que no coinciden con los de los camaradas S- defcum y F isoher

    La repercusin que esta declaracin tuvo en e l extran jero fue considerable. En U H u m a n it del 8 de noviem bre, Edouard Vaillan t le dedica un ed itoria l que se in icia con las siguientes palabras: P o r fin llega de A lem ania un rayo "deluz y de esperanza socialista e intem acionalista. Tras resum ir lo esencial de tan nob le declaracin, Vaillant prosigue:

    Esta -declaracin (...) tiene un doble valor: es el feliz testimonio de la persistencia, a travs de la crisis y de la tempestad, de elementos esenciales para la reconstitucin de la Internacional sobre sus bases antiguas y futuras, sobre sus bases socialistas permanentes, y el testimonio no menos precioso de que Alemania no se encuentra totalmente subyugada por el imperialismo, y que existen an republicanos, demcratas y socialistas que cuentan con sus propias fuerzas para desembarazarse de l B.

    La condena de Sdekum y F isc lier por parte de la izqu ierda socia ldem crata estaba ms que justificada. En tre agosto y setiem bre, el gobierno a lem n u tiliza los servic ios de determ inados so- cialdem cratas com o em bajadores o fic iosos para convencer a la op in in pblica de los pases neutrales, tarea para Ja que aqullos posean una ven ta ja notab le sobre los funcionarios ordinarios. E l canciller Bethm ann H o llw eg , que el 10 de setiem bre pernocta en e l Gran Cuartel General, teleg ra fa lo siguiente a Berln : R u ego enven aAm rica, tan pron to com o sea posible, a Sdekum para contrarrestar la labor de Vandervelde. Desde Berln , el secretario del In te r io r responde: E lenvo de Sdekum a Am rica es im posible, ya que en su opinin, que yo com parto, su presencia en el partido es indispensable en estos m om entos. E l partido sugiere el envo de B em stein , con quien ya nos hem os puesto en con tacto a.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 37

    Los cuatro dirigentes de la extrema izquierda

    Los cuatro lderes -de la extrema izquierda enviaron un nuevo artculo, en diciembre de 1914, p a ra su publicacin en el rgano peridico de la izqu ie rd a laborista britnica. (Varios de estos artculos seran publicados a finales de enero de 1915 por un peridico norteamericano, el Arbeiter- zeitung de Saint-Louis.) Liebknecht subraya en su texto que cada partido socialdemcrata debe combatir a su prop io enemigo en su propio pas. Mehring constata un creciente fermento revolucionario en todos los grandes centros que el partido tiene en Alemania, especialmente en Berln, Hamburgo, Leipzig y Stuttgart. Clara Zetkin evoca la I I I Internacional que nacer de entre las ruinas y las cen izasT.

    Ya en estas premisas de la lucha encontramos los nombres de aqullos a quienes podra llamarse los T res Mosqueteros (los Cuatro) del Esp a rta q u ism o : K arl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Franz M ehring y Clara Zetkin. Por encima de algunas divergencias de carcter ms bien superficial, les una una slida amistad. E l fundamento de todos ellos es e l internacionalismo, y en su corazn albergan el mximo respeto por los principios revolucionarios. Creen esencialmente en la v irtud de la accin, y adaptan su propia existencia a sus ideas, incluso al precio de verse privados de la libertad.

    E l ms conocido de ellos es K arl Liebknecht. H ijo de un compaero de Bebel, W ilhelm Liebknecht, es diputado en el parlamento de Prusla desde 1903, representando en el Reichstag a la circunscripcin de un barrio berlins. Se destaca, tanto en Alemania como en el extranjero, por su lucha contra el m ilitarismo, por lo que m uy pronto conocer las crceles imperiales: en 1908, su fo lle to M ilita rism o y antim ilitarism o le acarrea una condena de 18 meses en una fortaleza, aunque esto no consigue hacer mella en su nimo. En vsperas de la guerra provoca un gran escndalo al descubrir que los Krupp se dedicaban a sobornar funcionarios con el fin de informarse respecto de las decisiones que el gobierno pensaba tom ar materia armamentista.

  • 38g i l b e r t b a d ia

    K a r l Liebknecht, m uy popular entre la juventud socialdem crata, trata de obtener, en contra de la opin in del aparato del partido, el que los jvenes puedan organizarse y d isfru tar de una cierta autonom a. P or esta razn, ser elegidopresidente de la In ternacional ju ven il durante la guerra.

    La ficha policaca que se le h izo durante su cautiverio de 1916 nos in form a que m eda 1,72 m de estatura, ten a un rostro algo' alargado', con la fren te elevada, e l m entn prom inente, los ojos grisceos y las cejas de co lor castao. Llevaba bigote. Signos peculiares: boca ligeram ente to rcida.

    Es un gran orador: le agrada hablar a lasmasas, a las que sabe conm over en su fib ra ms ntim a. Durante la revolucin de noviem bre de 1918 habla en varias ocasiones, a veces subido a un pedestal de las estatuas de la avenida de la V ictoria , otras sobre el techo de un automvil.

    Fantico de la accin, fustigar sin contemplaciones a los centristas y sus eternas dudas. Su cora je y su clebre grito de A b a jo la guerra!, as com o su condena en 1916, >le valdrn una inmensa popu laridad que llegar incluso a rebasar las fronteras alemanas.

    A l estallar la insurreccin de enero de 1919 entra en com bate con toda su energa. A l igual que Rosa Luxem burgo, se negar a huir y caer jL in to a ella, el da 15 de enero, vctim a de las balas de asesinos enardecidos por una violenta campaa antiespartaquista rayana en la histeria.

    Rom ain Rolland dir de l: E ra un coraznardiente, ansioso de am or por el pueblo, acongojado por la m iseria humana, enervado de odio hacia los opresores.

    Rosa Luxem burgo es la terica del grupo. A los 18 aos se traslada de Polonia a Suiza y posteriorm ente a Alemania. Gran polem ista, es una period ista de excepcional talento. Sensible hasta el sentim entalism o, ama la naturaleza, los libros, y posee una gran cultura, que le perm ite hablar de cualquier tem a: econom a, historia, poltica,literatura. _

    Desde hace aos, de manera infatigable, se bate en el seno del Partido socildem ocrata ale

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    LOS ESPARTAQUISTAS 39

    mn contra el ala revisionista, en favor de la pureza marxista. Tras la insurreccin rusa de 1905, subraya la importancia de la lucha de masas en contra de los prudentes estrategas que dirigen el partido. Su lueha contra el militarismo le vale un proceso en 1913.

    Pas en prisin la mayor parte de la guerra: liberada por la revolucin de noviembre, corre hacia Berln y se sumerge apasionadamente en el torbellino de la accin poltica, tal como hiciera en Varsovia durante e l levantamiento de 1905.

    Sus enemigos la han presentado siempre como una vulgar incendiaria, pero Rosa la Roja o Rosa ia sanguinaria odiaba la violencia. Durante mucho tiempo acusar a los bolcheviques de haber empleado la fuerza contra sus enemigos. A pesar de su frgil aspecto, esta mujer posea una energa indestructible.

    Cuarenta y cinco aos despus de su trgico fin, sigue an presente. Centenares de miles de hombres y mujeres, que nada o casi nada saben sobre el Espartaquismo, pronuncian su nombre con emocin.

    Franz Mehring era una especie de mentor revolucionario cuya dignidad y cultura le hacan acreedor incluso del respeto de sus ms encarnizados adversarios. Su poblada barba blanca le daba todo el aspecto de un patriarca. Escribi ensayos de historia literaria su Lessing Leg&nde sita al autor de Nathan el sabio en su verdadera perspectiva , as como de historia poltica: durante mucho tiempo, su Historia de la social- democracia no ha tenido equivalente.

    A comienzos de siglo, durante varios aos, fue redactor-jefe del Leipziger Volk.szeitu.ng, adems de colaborar regularmente en la revista Die NeueZeit, que diriga Kautsky.

    Excelente conocedor de la obra de los fundadores del marxismo, escribir la primera biografa autnticamente fidedigna de Marx.

    Clara Zetkin, que representar al Partido comunista alemn en el Congreso de Tours, del que nacer el Partido comunista francs, es una gran especialista en la -lucha feminista. Durante un cuarto de siglo dirige Die Gletchheit, peridico editado por las mujeres social demcratas. Fre-

  • 40 GILBERT BADIA

    sente com o delegado en todos los congresos de laI I In ternacional, en la fundacin de la cual pa rtic ip activam ente, in ten ta o rgan iza r a las m u jeres socialistas a un n ive l in tem aciona lis ta . A ragn la evoca en Les C loches de Bale.

    A l esta llar la gu erra tiene 57 aos, pero n i su edad n i la en ferm edad que padeca le im p iden partic ipar activam en te en las lu d ia s desarro lla das p o r los espartaqu istas en S tu ttgart, lu gar en e l que resid a ; am iga de Rosa Luxem burgo, intercam bia con e lla una asidua correspondencia , parcia lm ente in d ita todava , que contiene p re ciosos datos sobre estas dos m u jeres y sus luchas. De 'los cuatro lderes, slo e lla sob rev iv ir a la revo lu cin de n ov iem b re (M eh rin g m u ri en enero de i 919).

    En agosto de 1932, casi ciega, d iputado p o r el Partido com unista, tom a p o r ltim a vez la palabra en su ca lidad de decano del Reichstag, que en el fu tu ro p res id ir G oering: a ll denuncia laam enaza del fasc ism o y hace un llam am ien to en p ro de la un idad ob rera .

    M u ere algunos m eses m s tarde en la U n in Sovitica , en donde reposan sus cenizas b a jo Jos m uros del K r e m lin.

    Su compromiso ante los militantes

    A parte los artcu los enviados a la prensa socia lista de los pases neutrales, o tros m edios de d ifusin se o frec a n a los oposic ion istas pa ra dar a -conocer sus puntos d e v is ta ; especia lm ente aquellas reun iones en e l curso de las cuales los m iem bros de base soca ldem cratas pagaban re gu larm ente sus co tizaciones, y en las que era p ro p ic io pasar a la d iscusin po ltica . W ilh e lm P ieck cuenta cm o Rosa Lu xem bu rgo exp lic en un barr io berlins, a l d a s igu ien te de la declaracin de guerra, un verd ad ero curso d iv id id o en cuatro sesiones. Estas exposiciones seran e l fundam ento de la p os te r io r c r t ica a la d irecc in del partido. Las reuniones fem in istas, es d ec ir, de las jven es d e l partido , eran tam bin u tilizadas por la izqu ierda , sobre todo en B erln y sus suburbios, en donde la oposic in con taba con num erosas sim patas. A pesar del p e lig ro que e llo supo

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    LOS ESPARTAQUISTAS 41

    na, los organizadores, esto es, los responsables de las diversas circunscripciones, solicitaban a Liebk- neoht y a Rosa Luxem burgo que vin ieran a exponer la situacin p o ltica a sus afiliados.

    Ta l es el caso de N ederbarn im , en las cercanas de B erln , en donde el cam arada Gbel haba m ontado una seccin educativa que difunda un boletn a cic lostil, e l cual inclua algunos artculos de la oposicin, hasta que cierto da, alertada ya, la d ireccin de l partido in tervino y obtuvo su supresin.

    Los in fo rm es policacos ponen en evidencia la agitacin existente. Una nota del p re fecto de polic a de B erln , del 10 de setiem bre, explica que lo s m ilitan tes de extrem a izqu ierda se esfuerzan en p rovoca r un c lim a de hostilidad a la guerra a travs de v io len tos discursos, que pronuncian en las reuniones socialistas. O tro in form e, del 19 de octubre, habla de la actitud sum am ente provocadora de los m ilitantes extrem istas.

    E l tem a sobre e l cual se centran siem pre los oposicion istas es la actitud de los socialistas ante la guerra. Su finalidad : d isipar la confusin yacabar con la leyenda de la unanimidad del partido. Contra la propaganda o fic ia l, Mehring, en un artcu lo del G othaer V o lksb la tt, fechado el 14 de setiem bre y titu lado U na buena muestra de je su itism o, denuncia a aquellos -que utilizan equivocadam ente las tom as de posicin de los clsicos del m arxism o, deform ndolas. La situacin, explica, no es la m ism a que en 1848 (artculos de M arx en la Gaceta Renana ) o que en 1891 (artculo de Engels: E l socialism o en A lem ania). Rosa Luxem burgo, a su vez, tom a parte en favor de la posic in socia ldem crata o rtodoxa . La Sozialis- tische K orrespon d en z de 17 de setiem bre publica uno de sus artculos, en e l que ataca al H am bur- ger E ch o p o r v ilip end iar a los socialistas extranje ro s a.

    Karl Liebknecht condena su voto del 4 de agosto

    Despus del 4 de agosto, un problem a preocupa gravem ente a K a r l Liebknecht. Es correcto votar los crd itos de guerra? Qu debe hacer el Partido socia ldem crata? Ambas cuestiones no

  • 42 GILBERT BADIA

    cesa de exponerlas y discutirlas con sus cam aradas. En diez artculos exp lica su posicin y las circunstancias de su voto:

    Con (muchos otros camaradas escribe el 18 de enero de 1915 a un militante socialista !he intentado, antes del 4 de agosto, hacer todo lo posible para convencer al grupo parlamentario de que deba votar en contra de los crditos (...) Respecto a separarme de mis amigos polticos ms -prximos, miembros del ala izquierda, no pareci adecuado en ese momento nadie poda imaginarse an los extremos a que iba a llegar fla organizacin. Eil 3 y 1 4 de agosto iba todo de mal en peor. Slo disponamos de algunas horas, de algunos minutos, y, para desesperacin y horror nuestro, nos encontramos de repente con que el ala izquierda se haba desintegrado

  • 44g i l b e r t b a d i a

    a Franz M ehring y publicadas en Docum entos, tomo I I de la presente obra, pg. 17.

    9. Carta del 14 de febrero de 1915 (ver Docum entos, tomo I I de la presente obra, pg. 31) a Bruhw ood.

    10. Todas estas citas han sido sacadas de L 'H um anit de] 20 de diciembre de 1914.

    11. Die Vorgange in der Schwabischen Tagwacht und ihre Ursachen, Stuttgart, 1914, pg. 15.

    12. Dokumente..., ob. cit., I I , 1, pg. 35, nota 1.

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    I I I . L IE B K N E C H T V O T A C O N T R A LO S C R D IT O S M IL IT A R E S

    A medida, 'q u e transcurran las semanas, la brecha interna del Partido socialdem crata se fue haciendo m ayor. E l v ia je de Liebknecht a Blgica y su discurso en Stu ttgart fueron aprovechados por e l Com it d irectivo para ped irle explicacics nes. E l 2 de octubre fue citado para presentarse ante las m xim as autoridades del partido. La pequea guerra que se in ic i durante los prim eros tiem pos tom ya la fo rm a d e un intercam bio de cartas.

    Liebknecht d e j bien sentado que la accin desarrollada por l estaba basada en los estatutos internos del partido, y que era especialmente f ie l a las resoluciones de los congresos nacionales e internacionales.

    Anlisis del carcter de la guerra

    La discusin g ir esencialmente en torno al carcter de la guerra. A l principio, los futuros espartaquistas tom aron una actitud defensiva. Sus declaraciones tendan sim plem ente a refu tar las

  • 46g i l b e r t b a d ia

    tomas de posicin oficiales. Sin embargo, iban ya a defin ir y concretar su plataform a. En su carta del 26 de octubre, Liebkneoht declara que es a las claras una guerra imperialista, la guerra mundial im peria lista prevista desde hace tiem po (...) se trata a la vez de una guerra preventiva germano- austraca y de una guerra de conquista \ Esta idea es recogida dentro de un esquema propagandstico d ifundido por la oposicin a comienzos de noviem bre: S on intereses capitalistas los que han provocado la guerra y los que deban necesariam ente llevarnos a ella. Si lo entendemos con claridad, nos ser im posib le participar en las campaas nacionalistas que difunden su entusiasmo por la guerra y hablan de la pa tria amenazada- a. E l 17 de noviem bre, durante una reunin de los m ilitares encargados de la propaganda entre las m ujeres socaldemcratas, Kthe Duncker expone las causas de la actual guerra y propone a la asamblea una serie de conclusiones, especialmente la 'siguiente: L a presente guerramundial no tiene su origen n i en la accin arbitraria de tal o cual personalidad ni el "el odio racial de los pueblos ; su origen est en la bsqueda de beneficios capitalistas a escala mundial y en las contradicciones im peria lis tas3.

    Desde un punto de vista ob jetivo, el momento es ms favorab le que en setiembre; m ilitarm ente, la batalla del M arne diluy la esperanza alemana de que la guerra se convirtiera en una B litzk rieg de varias semanas de duracin. Con la llegada del invierno se inici la excavacin de las primeras trincheras. Se tem a ya que la guerra se alargara y no haca fa lta mucha imaginacin para adivinar los prxim os efectos del bloqueo aliado.

    Todava en noviem bre, los lderes de la oposicin tenan la posibilidad de expresar legalmente sus puntos de vista. D ie Neue Zeit, rgano terico del S.P.D. dirigido por Kautsky, public el da 20 un artculo de M ehring titulado De la esencia de la guerra, en donde el autor muestra cmo no existe ruptura alguna entre la poltica anterior de la burguesa y la guerra. Pone en guardia ante^ la idea, mantenida por la m ayor parte de la social- demccracia, de que lo importante es luchar con-

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    LOS ESPARTAQUISTAS 47

    ira los enemigos exteriores, despus de lo cual se resolvern todos dos problemas de la poltica interior a los que se enfrentaba la socialdemocracia.

    A comienzos de mes, Clara Zetkin haba hecho un llamamiento a las mujeres socialistas de todos los pases que deba aparecer el da 27, en el diario femenino (socialdemcrata) Die Gleich- heit ( La Igualdad). La censura prohibi su publicacin. E l llamamiento apareci en Suiza, en el Berner Tagwacht y ms tarde fue difundido en Alemania en form a de opsculo. Clara Zetkin escribi: Cuanto ms dura esta guerra ms palidecen las frases altisonantes destinadas a camuflar su naturaleza capitalista (...), las mscaras se caen; est aqu, con todo su hedor, esta guerra de conquista capitalista, esta guerra por el poder mundial

    Durante l transcurso del mes de noviembre, desde el m ismo momento en que comprendi que la direccin del partido estaba decidida a votar en favor de nuevos crditos militares que el gobierno iba a pedir al Parlamento, Liebknecht prepar un proyecto de resolucin contra la aprobacin de dichos crditos y lo envi a varios diputados de la minora. Inclua tesis elaboradas para justificar su toma de posicin y en l sita directamente a Alemania como acusada: Unacaracterstica esencial del imperialismo, cuyo principal representante en Europa es actualmente Alemania, est constituida por el expansionismo econmico y poltico que engendra tensiones ms y ms grandes, y luego enumera los objetivos de la expansin alemana en Europa, Prximo Oriente y Africa. Ms adelante, demuestra por qu esta guerra es una guerra imperialista de la ms hermosa especie y no una guerra defensiva ni una guerra por una civilizacin superior. Los Estados ms civilizados estn metidos en ella porque precisamente son civilizaciones capitalistas.

    No hay que dejarse embaucar por frases que invocan a Dios ni por el patriotismo fcil.

    Por otra parte, las clases dirigentes se estn aprovechando de la guerra para, instaurar un rgimen de. terror.

  • 48g i l b e r t b a d ia

    S e ha prohibido hablar de la lucha de clases, lo cual no ha suprimido las contradicciones de clase. Se le ha quitado sus armas al proletariado, que lucha par su liberacin, pero en cambio no se ha atacada la opresin poltica ni la explotacin econmica. La Unin Sagrada no es ms que un juego gramatical para justificar el estado de sitio. E l slogan ya na existen los partidos (1) significa simplemente que se le reconoce al proletariado la igualdad de derechos en tanto que carne de ca n 5.

    S in em bargo, L iebknech t no hab la todav a con c la ridad sob re la d irecc in d e l partido . E sto se debe a que n o ha p e rd id o la esperanza de con vencer a la soc ia ld em ocrac ia con sus puntos de vista. A pesar de todo, sus in ten tos iban a resu lta r vanos.

    El no -de Liebknecht

    E l 30 de n ov iem bre , nuevas y la rgas d iscusiones en el seno de la fra cc in parlam en taria p re ced ieron a l escru tin io. L iebkn ech t propuso que se rechazaran los crd itos e invoc, p a ra ju s t ifica r su v o to n ega tivo , la v io la c in de la n eu tra lidad b e lga y los bru ta les m todos del e j rc ito a lem n, as com o los p rops itos anexion istas de que h acan ga la c ie rtos persona jes o f ic ia le s 8.

    L a p rop os ic in de L iebknech t rec ib i e l apoyo de o tros 17 m iem bros en el seno del grupo socia ldem crata , lo que s ign ificaba un aum ento de 4 nuevos d iputados respecto a l pasado m es d e agosto, aunque tam b in hab a ten ido lu gar la deserc in d e l d ipu tado Lensch, pasado a la m ayora . E l grupo m ayoritari-o se n eg a con ceder a la m in ora e l derecho a exponer pb licam ente sus puntos de vista. De nuevo, H aase se d e j convencer y ley desde la tribu na del Parlam en to las razones p o r las que se aprobaran los crd itos solic itados. A firm ab a que la socia ldem ocrac ia pensab a que to d a v a las fron teras de A lem an ia podan considerarse am enazadas p o r las tropas enemi-

    1. A lusin a la clebre frase de Guillerm o I I al iniciarse las hostilidades: Escuchad: yo no reconozco a ningn partido, slo reconozco a los alemarles.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 49

    gas y que la situacin n o haba variado desde l pasado 4 de agosto. A pesar de todo, se m an ifestaba de acuerdo con la In ternacional en el sentido de que todos los pueblos tienen e l derecho a ser independientes, si as lo desean.

    Insistiendo de nuevo en la frm u la del 4 de agosto, la d ec larac in ped a que, una vez consegu ida la seguridad de A lem ania, s e concertara una paz que p e rm itie ra coexistir con sus vecinos. E l orador p ed a a l gob ierno m edidas en fa vo r de la ju stic ia socia l y una dism inucin de la censura n.

    V arios diputados h icieron saber que, si llegaban a sum arse 15 votos, no tendran inconveniente en vo ta r en contra de los crditos. A l fina l no sigu ieron a Liebkneoht, quien prcticam ente se qued slo en e l Reichstag al vo ta r en contra, e l 2 de d ic iem bre de 1914.

    Con el fin de ju s tifica r su voto , d irig i una carta al presidente de la Asamblea, quien proh ib i que fu era le da pblicam ente p o r todo el pas, en la que, entre otras cosas, deca:

    Esta guerra (...) es una guerra imperialista, una guerra por el dominio del mercado mundial (...) El slogan Contra el zarismo , tan usado en Alemania, ha servido, igual -que en Francia y en Gran Bretaa Contra el militarismo , para movilizar los instintos ms innobles, las tradiciones revolucionarias y las esperanzas del pueblo al servicio de un odio chovinista (...) La liberacin de los pueblos ruso y alemn debe ser su propia obra. Hay que exigir una paz sin anexiones, que no sea humillante para nadie. La paz slo ser duradera y firme si se fnda en la solidaridad internacional de la clase obrera y en la libertad de todos los pueblos.

    A l conclu ir y resum ir sus razones, Liebknecht d ice b ien claram ente que una de las principales es su oposicin a los planes anexionistas s. Mand este tex to a la direccin del partido, explicando que se ve a ob ligado a oponerse a los crditos con el fin de perm anecer fie l al program a del partido y a las resoluciones de las conferencias in ternacionales. E l perid ico Vorwarts, l ed iciem bre, public una nota lapidaria de Ja dire cc in d e l partido en la que se lamentaba d e

  • 50GILBERT BADIA

    la fa lta de disciplina p o r parte del camarada L iebknecht y anunciaba tam bin que el grupo parlam entario se ocupara del asunto.

    E'l gesto de Liebknedht le va li muchos testim onios de adhesin por parte de socialistas alemanes y extran jeros. Num erosos soldados le escrib ieron desde el frente. Incluso, en ocasiones, fueron grupos enteros de socialistas los que le fe lic itaron m ostrndose de acuerdo con sus tesis.

    E l m ensa je de s im pata enviado p o r W illi Schulz, de NeukoIIn, inclua 26 firm as; Georg Schumann, redactor del Le ip z ige r Vokszeitung, in form que se encargara de la d istribucin de las cartas y m anifiestos de Liebknecht; Heleen An- kersm it, de Am sterdam , en nom bre de muchas m ujeres socialistas de H olanda, le h izo saber directam ente que, gracias a l, h e escuchado de nuevo la vo z de la In ternaciona l; E rnst Chrs- tiansen, de Copenhague, fe lic it a l p rim er presidente de la In ternacional juven il, p o r su antim ilitarism o y sus sentim ientos de fratern idad internacional

    U H u m a n it del 8 de d ic iem bre se h izo eco en prim era pgina del vo to negativo del diputado socialista, b a jo e l sigu iente ttu lo : P o r qu K arl Liebknecht ha rechazado los crd itos m ilitares?. E l artcu lo subraya esta accin, em inentem ente valerosa, del doctor K a r l L iebknecht, quien (. . . ) se ha m antenido en sus trece a la hora de la ve rdad (2). E l autor insiste sobre el hecho de que Liebknecht no es m enos pa tr io ta que sus colegas, p ero no d ispona de ningn o tro m ed io para p rotestar contra e l m ilita rism o alem n que ya com bata antes de esta guerra, as com o contra la vio lacin de la independencia e in tegridad te rr itoria l de los pases neutrales. Despus de haber estigm atizado la reaccin de la prensa socialdem crata alemana, que trataba de cubrir de op robio a K a r l L iebknecht, e l au tor del artcu lo concluye que, si la censura alem ana acalla e l grito sordo ( s ic ) de Liebknecht, no por e llo el p ro le tariado habr dejado de escu ch arlo 10.

    2. Se votaba contando los diputados sentados y los levantados.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 51

    Ya an tes d e l e s c ru t in io , Kautsky h ab a p rev is to que L ie b k n ec h t se op on d ra . E l 28 de n o v iem b re esc r ib a lo s igu ien te a V ictor Adler:

    Lo peor del asuntles que Karl Liebknecht con media docena de seguidores parece decidido no slo a no votar con nosotros, a lo que tiene completo derecho, sino a votar decididamente en contra de los crditos. Esto, posiblemente, no significar todava la escisin definitiva del partido. Este desgraciado de Karl est cayendo en la ridiculez (...) Su decisin puede U.evar a una escisin definitiva

    En esta m ism a carta, Kautsky xplica que la derecha de la socialdemocracia, e l grupo David, Heine, Sdekum y los dirigentes sindicales, pasa abiertam ente al ataque contra el "centro marxis- ta (3). Opinaba que, si el centro hiciera causa comn con David, es decir, con la derecha, muchos obreros se inclinaran por el grupo Luxemburgo.

    A pesar del respeto y admiracin que Liebknecht despertaba por su coraje, no todos sus amigos parlam entarios lo apoyaban. Ledebour, uno de los animadores de la izquierda, consider que el vo to de Liebknecht fue un e rro r poltico. Pero acaso, incluso Franz M ehring y Julin Karski, el prim ero de diciembre, no haban desaconsejado a su am igo K a r l votar en contra de los crditos, aun en caso de quedarse solo?

    La prensa socialdemcrata conden, en trm inos generales, m ny severamente el voto de Liebknecht.E l Volksw acht de B ielefeld, cuyo redactor je fe era Severing, preconizaba e l castigo de un hombre que no sabe supeditar su vanidad personal a los intereses defl. m ovim iento ob rero alemn. E l Vokszeitung de A ltenburg publicaba la carta de un soldado que consideraba deshonroso el comportam iento de Liebknedht y conclua: Venceremos a pesar de todoRom ain Rolland, por el contrario, manifestsu adm iracin por la actitud del valeroso Liebknecht. Escrib i: Toda Alemania lo insulta y

    ! - ' 5 A ; ' c / " > w' c * A H G E N T IN A3. Las comilafe soi'del ?

  • 52g i l b e r t b ad ia

    abofetea. Se le echa a la cara, com o si fuera una in juria, e l nom bre de aventurero y extran jero: ep teto este ltim o que posteriorm ente sera para l un ad je tivo g lo r ioso

    En Alem ania, los adversarios ms violentos de Liebknecht son los lderes sindicales. Cari Legien, presidente de la Confederacin sindical, pronunc i una larga y v io len ta requ isitoria , e l 27 de enero de 1915, contra los anarqu istas que deseaban hacer exp lotar la organizacin, y demanda que Liebknecht sea exclu ido del grupo parlam entario. A continuacin aade: S i e l grupo parlam entar io socia ldem crata hubiera cum plido con su deber e l 4 de agosto, posib lem ente la fo rm a exterior de la organ izacin habra desaparecido, pero el esp ritu hubiera perdurado, este esp ritu que anim aba a nuestra organ izacin en la poca de las leyes antisocia listas (d e B ism arck ) y que nos perm iti superar todas las d ificu ltades Para L e gien, e l v a lo r de la organ izacin que constituye e l partido es inestim able. N o slo lo necesitam os ahora, sino en cualqu ier circunstancia, y especialm ente lo necesitarem os despus de la g u e r ra 13.

    E l ataque de Leg ien y los com entarios de K au tsky dem uestran qu e ya en tre la oposic in de extrem a izqu ierda y la m ayora socia ldem crata ex ista un foso in franqueab le. L a gente se preguntaba sobre las posib ilidades de m antener la unidad del p a rtid o y la pa labra escisin co rr a de boca en boca.

    A p a rtir del 2 d e d ic iem bre, y tras ser acusado p o r la d irecc in del p a rtid o d e no haber seguido la d iscip lina, L iebknech t se esforzaba todava ms p o r popu la riza r sus ideas. A m ediados de enero, durante una reunin a la que asistan casi dos m il personas y que tuvo lu gar en e l b a rr io b e r lins de N euklln , con la presencia de num erosos d iputados y d irigen tes de l partido , L iebknecht m antuvo sus op in iones sin retractarse lo m s m n im o. D urante d icha reunin, h izo prcticam ente p o lvo los argum entos que la m ayora haba u tilizado pa ra ju s tifica r la aprobacin de los crd itos, especia lm ente lo que l llam aba chovin ism o de m asas.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 53

    Pero aceptemos incluso que la gran mayora del p u eb lo hubiera pedido la aprobacin de los crditos.En este caso, la posicin correcta de la socialdemocracia sera tener en cuenta, desde luego, la opinin de las masas, con el fin 'de estudiarla y sacar conclusiones tiles, pero nunca seguirlas ciegamente. El partido debe dirigir a las masas y no dejarse dirigir por ellas, ya que nunca se haba pensado o decidido servir sus ideales cediendo a los instintos de masa o adaptndose a ellos. A l contrario: luchando contra los instintos de las masas ha sido cmo nuestra organizacin ha crecido y se ha convertido en lo que hoy en da todava es. Lo que el partido debe hacer es representar los intereses de las masas, as como educarlas para q u e comprendan mejor sus propios intereses, de forma' que, una vez aclarados, puedan luchar por sus verdaderos objetivos y no estar dominadas y sometidas a los caprichos de las clases dominantes.

    La socialdem ocracia no debe cambiar su poltica antiim peria lista de la poca de paz por una poltica p rom ilitaris ta en perodo de guerra: Cualquiera que no com prenda que no podemos utilizar esta guerra para nuestros fines com o no sea luchando con todas nuestras fuerzas contra ella y no utilizando los m todos de la "Unin Sagrada", sino la lucha de clases, es que no ha com prendido el ABC de la dialctica h is t r ica 18.

    Con esta arrem etida, Liebknedht coincida con las ideas que Lenin desarrollaba en Suiza en la m ism a poca; ste crea que los revolucionarios alemanes deben utilizar la guerra para sus propios y Exclusivos fines. Sin embargo, Liebk- neoht n o lleg a profundizar hasta la tesis leninista del d erro tism o revolucionario; su objetivo inm ediato, y que propona sin cesar a cuantos le escuchaban, era poner fin a la guerra. Su guerra a la guerra no hace especial hincapi sobre las condiciones del derrocam iento del rgimen actual creadas por ese m ism o sistema generador de conflictos.

    Primeros ataques contra la izquierda

    Los ataques de las izquierdas, su actividad, el eco d e sus argum entos en ciertos medios del partido, p rovocaron una doble reaccin. Por vina parte, la d ireccin de la socialdem ocracia se es

  • 54 g i l b e r t b ad ia

    fo rzaba p o r silenciarlas, m ientras que, p o r otra, e l gob ierno pona en accin a sus fu erzas represivas.

    A l com ienzo, la d ireccin del partido se dedic a p riva r a la oposicin de cualqu ier m ed io legal de expresin. Se apoder de todos los d iarios en los que los oposicion istas gozaban de sim patas y a travs de los que pod a expresar sus puntos de v ista de fo rm a m s o m enos clara. A m enudo bastaba con sustitu ir a ta l o cual period ista para que cam biara toda la orien tacin de l perid ico. Respecto al Schw abische Tagw acht, l asunto era mucho ms delicado, ya que en S tu ttgart la opos icin tena m ayora dentro del m ism o partido. Para situarles en m inora , se convoc una asam b lea socia ldem crata de todo W urtem berg. La d ireccin consigu i as que la asam blea in terv in iera la redaccin del Schw abische Tagw acht y nom brara al d iputado Kei'l, representante del a la derecha, nuevo redactor-je fe . E s to tu vo lu gar en noviem bre de 1914. L a m ayora , a pesar de la fuerte oposicin, ra tific la decisin, excepto en Stuttgart m ism o, en donde, sobre 131 delegados, e l 6 de diciem bre, slo 40 aprobaron las m edidas tomadas. Estos delegados, al verse en m inora, abandonaron la sala. Los 90 restantes vo taron y aprobaron una resolucin condenando la actuacin de la d ireccin d e l p a rtid o y con firm ando al m ism o tiem po su apoyo y s im pata en fa v o r de Liebknecht.

    Se trataba de una o fen s iva general. Kautsky, e l 11 de feb rero de 1915, se qu e j de que el ataque no slo i'ba d ir ig id o con tra la izquierda, sino tam bin contra l m ism o. Algunos (es decir, el a la -derecha) deseaban lib e ra r al partido de todo vestig io m arx ista :

    N o les ser fcil expulsarnos pura y simplemente del partido escribe a Vctor Adler, pero hay que reconocer que dominan la direccin y van colocando a sus hombres en lugares clave, 'ocupando una posicin tras otra. Con este propsito llegan incluso al terrorismo y a una brutalidad que es apenas imaginable. Desde luego no desean una escisin, pero quieren controlar totalmente el aparato del partido, relegndonos a actuar como simples perros mudos .

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    LOS ESPARTAQUISTAS 55

    A lg u n o s das antes, concretam ente e l 2 de f e brero

  • 56GILBERT BADIA

    uno de los p rra fo s -de la resolucin . L iebknech t fue condenado p o r 82 vo tos con tra 15. L eg ien tuvo que re t ira r su p e tic in de expulsin del partido p o r no ser estatutaria. E sto le conven a a l ala derecha, pues a la h ora d e ser vo tad a la expulsin de L iebknech t h ab ra s ido rechazada, lo que hub iera s ign ificado un vo to de con fianza en su fa vor. P o r 92 vo tos con tra 7 se dec id i que di p r x im o congreso de l partido , n ico organ ism o facu ltado p a ra expu lsar a un d iputado, d ec id ir a d e fin itivam en te sobre la suerte de L iebknecht. V a l rese e l p rra fo s igu ien te: E s te gru po rechaza las razones invocadas p o r l (L ieb k n ech t) pa ra justific a r su vo to , ya qu e las considera irreconciliables con los in tereses de la soc ia ld em ocrac ia a lem ana. S lo fu e vo ta d o a fa v o r p o r 58 diputados, m ien tras que 38 se opusieron . D e estas c ifra s se desprende que una gran p a rte d e d iputados dudaban ya, en feb re ro d e 1915, de que los in tereses superiores de la socia ildem ocracia (a q u no se trataba de su p ro g ra m a ) ex ig ieran una p o lt ic a de U n in S agrada .

    Las izqu ierdas pu sieron las d iscusiones pa rla m entarias al a lcance de los m ilitan tes de base m ed ian te la ed ic in de fo lle to s d istribu idos clandestinam ente.

    Rosa Luxemburgo encarcelada

    Sin em bargo , e l gob iern o ten a o tros m ed ios para redu c ir a l s ilen c io a los ld eres de la oposicin . A este respecto es cu rioso constatar, s in que se p retenda a firm a r que hub iera hab ido acuerdo p rev io , 'la co in c idencia de las m ed idas tom adas: e l 2 de feb re ro , L iebkn ech t es condenado p o r e l C om it d irec tivo socia lista ; e l 7, es convocado p o r las au toridades m ilita res y l com andan te de su dem arcac in le com un ica solem nem ente, y en p resencia de o tro oficiad, lo sigu iente: A p a rtirde este in stan te es u sted un so ldado y p o r lo tanto estar som etido a l reg lam en to m ilita r . Sin em bargo , e l com andante le conced i p erm iso para qu e pu d iera p a rtic ip a r en las sesiones parlam entarias desarro lladas en la D ieta prusiana, tras adv e r t ir le sobre da p roh ib ic in de p a rtic ip a r en o tra s reun iones que n o sean las parlam entarias,

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    LOS ESPARTAQUISTAS 57

    as com o cualqu ier clase de agitacin ora l o escrita en A lem an ia o en e l extran j ero, y especialmente la p roh ib ic in de lanzar proclam as revo lu cionarias. A continuacin le ley varios prrafos del cd igo de ju stic ia m ilita r y las penas que poda esperar en caso de pers istir en su actitud 20.

    E l 19 de feb rero , Rosa Luxem burgo, que haba sido condenada en 1914 a un ao de crcel por propaganda an tim ilitarista , fu e encarcelada, a pesar d e que su pena haba sido sobreseda por razones de salud; esta condena no expiraba hasta el 31 de m arzo.

    Aparentem ente, la oposicin espartaquista haba s ido decapitada; sin em bargo, no estaba reducida al silencio. N i la d ireccin del Partido socia ldem crata n i el gob ierno haban previsto que num erosos d irigentes obreros eran conscientes de que esos m ilitantes perseguidos por su actitud consecuente contra la guerra no eran ms que socia listas fie les a las tradiciones y principios por los que e llos m ism os haban com batido. E l nom bre de L iebknech t se convirti , a partir de finales de 1914, en un autntico sm bolo de unin.

    P o r la prensa nos hem os enterado de los ataques que se lanzan contra usted le escribi un obrero de B reslau el 2 de feb rero de 1915 , y qu iero m an ifesta rle que aqu, com o en muchos otros lugares, num erosos cam aradas aprecian su actitud con respecto a la gu e rra ...21.

    inicios organizativos

    A pesar de saberse v ig ilados p o r la polica, los oposicion istas p ron to sintieron la necesidad de crear una organ izacin clandestina, y al principio tra taron de hacerlo en e l seno del m ism o Partido socia ldem crata.

    En cada reunin tombamos la palabra cuenta Hugo Eberlein, y a cada momento se iniciaban violentas discusiones con los partidarios de la guerra. En Berln, empezamos por apoyarnos en Mariendorf y Charlottenburg, mientras que la juventud del grupo lo haca por Neuklln. Dentro d estas secciones organizamos fracciones secretas (...) que no tardaron en

  • 58 GILBERT BADIA

    ser vigiladas por la polica, por lo que no hubo ms remedio que organizaras ilegalmente

    Fue p rec isam en te en este m om ento cu and. o en Su iza aparec i un fo lle to con tra la guerra escrito p o r T ro tsk i. Con el o b je to de ev ita r riesgos a los cam aradas alem anes que se encargaban de su d istribucin , se in trod u je ron en l algunos cam b ios de ca rcter fo rm a l.

    A finales de 1914 prosigue Eberlein, comenzamos a crear una organizacin clandestina (...) Durante los primeros meses slo disponamos de contactos irregulares con los camaradas con quienes habamos entrado en relacin por azar. Sin embargo, tratamos ya desde un principio de conectar con los grupos obreros revolucionarios all donde sabamos que, por una. u otra razn, se reunan. Puede decirse que nuestra organizacin ilegal se cre a base de dichos contactos

  • 60 GILBERT BADIA.

    necesidad, de una organ izacin centralizada; sentan sobre todo la necesidad de reunirse y ponerse de acuerdo, y de ah p rov ienen las tentativas de organ izacin tratadas en 'las conferencias nacionales celebradas en los p rim eros meses de1915.

    N O T A S

    1. K a rl Liebknecht, Klassenkam pf..., ob . cit., pg. 31.2. Spartakus im Kriege, B erln , 1927, pg. 23.3. Citado p o r Heinz W ohlgem uth, Burgkrieg nicht Burg -

    friedel (abreviacin: Burgkrieg...'),"Berln, 1963, pg. 77.4. C lara Zetkin, Ausgeivahlte Reden und Schriftert, t. 1,

    pg. 636.5. Estas tesis fueron publicadas p o r primera- vez por Heinz

    W ohlgem uth, Burgkrieg..., ob. cit., pgs. 241-248. U na parte de estas declaraciones aparece de nuevo en el proyecto de m anifiesto que figu ra en Klassenkampf..., ob . cit., pgs. 36-33.

    6 . Sobre las discusiones del grupo parlam entario, cf. Klassenkampf..., ob . cit., pgs. 38 y ss.

    7. Texto de la declaracin en Dokum ente..., ob. cit. I I , 1, pgs. 62-63.

    8 . Klassenkampf..., ob . cit., pgs. 40-41.9. A lgunas de estas cartas y telegramas aparecen publica

    das p o r W alter Barte l, com o un apndice, en su obra: DieLinken in der deutschen Sozialdemokratie im Kam pf gegen M ilitarism us und K rieg (abreviacin: D ie L inken ...), Berln ,1958, pgs. 599-605.

    10. L H um anit del 8 de d iciem bre de 1914. E l artculo, f ir m ado po r H om o, contiene algunas inexactitudes (d im isin de L iebknecht).

    11. V ctor Ad ler, Briefwechsel m it August Bebel und KarlKautsky, V iena, 1954, pg. 606. _

    12. C itado p o r W alter Barte l, D ie Linken..., ob . cit., pg. 2 1 2 .

    13. Rom ain Rolland, Journal ces annes de guerre, pg. 152.14. Texto completo en Dokum ente..., I I , 1, ob. cit., p

    ginas 72-76. Este texto h ab a sido difundido a travs del bo letn de la seccin de N iederbarn im .

    15. Sobre este discurso de Legien, cf. H . J. Varain , Frete Gewerkschaften Sozialdemokratie und Staat, Dusseldorf, 1956, pgs. 80-81.

    16. K arl Liebknecht, Klassenkampf..., ob . cit., pgs. "1-/4. Una parte de este texto aparece en Dokum ente..., ob. cit., II,1, pgs. 89-93.

    17. V ctor Ad ler, Briefwechsel..., o b . ext., pg. 611._18. V e r captulo precedente, nota 6 . Estas acusaciones es

    taban fundam entadas.19. Sobre este debate, cf. Liebknecht, Klassenkampf..., ob.

    cit., pg. 49 y ss., y P rager, Geschichte der U .S .P .D ., Ber-, ln 1921, pgs. 54-55. Sobre las visitas a Blgica, cf., L Hum anit del 24 de octubre y 16, 17 y 20 de diciem bre de 1914.

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    LOS ESPARTAQUISTAS 61

    20. La narracin de la escena aparece en una carta de Liebknecht a Haase. V er en Documentos, tomo I I de a presente obra, pgs. 29-31.necht a Haase. V er seccin Documentos, pgs.

    21. Esta carta figura en los archivos del Instituto del M arxismo-Leninismo de Berln (que en adelante citaremos bajo la abreviacin de I.M .L .), en donde se encuentran, adems de los documentos originales, fotocopias de casi todos los documentos importantes respecto al movimiento obrero alemn, cuyos originales estn en el I.MJL. de Mosc. Ref. N L 1 IV B/6 , folio 150.

    22. Esta cita y las siguientes han sido extradas de un documento indito, del que lo ms importante se cita en D ocumentos, tomo I I de la presente obra: informe Eberlein.Durante mucho tiempo, Eberlein se encarg de los asuntos de organizacin. Adems, l mismo fue quien volvi a tratar sobre estos asuntos durante el Congreso en el que se fund el Partido comunista alemn.

    23. I.M .L ., expediente N L 1 IV B/6 , folio 99.24. A este respecto, vase la carta de Liebknecht a Bor-

    chardt, publicada en Documentos, tomo I I de la presente obra, pg. 1 1 , en donde da indicaciones precisas sobre la actividad espartaquista, etc.

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    IV . L A R E V IS T A D IE IN T E R N A T IO N A L E

    Crispien, m iem bro de la oposicin, haba enviado desde Stuttgart, el da 5 de enero de 1915, una carta-circular a los camaradas adictos, para proponer la fecha y el lugar de reunin. Dos semanas ms tarde, el 20, h izo saber a sus compaeros que haba recib ido respuesta positiva de K a r l Liebknecht, Luxemburgo, Julin Borchardt (B erln ), Dissmann (Frankfurt), Menke (Dresde), N otter : (M unich), Bartel (Dantzig), M inster (Duis- burgo), Z im m er (Karlsruhe), Zetkin y Westmeyer (S tu ttg a r t )1.

    La reunin del 5 de marzo de 1915

    H ay fundam ento para pensar que estos sondeos de Crispien tuvieron lugar y origen en la reunin desarrollada l 5 de m arzo de 1915 en Berln, p r im ero en el bufete de Liebknecht, que era abogado, y ms tarde, por razones de seguridad, en e l p iso de W ilhelm Pieck, en la que participaron alrededor de 50 militantes.

  • 64g i l b e r t b a d ia

    Los nombres que aparecen en las notas de W ilhelm Pieck no coinciden exactamente con los que da Crispien. Segn Pieck, se hallaban presentes, entre otros, Franz M ehring, Kathe y H ermann Duncker (R osa Luxem burgo estaba detenida en la crcel de Barnim strasse) y Otto Gbel por Berln ; O tto Rhle, el segundo diputado que se neg a vo tar en fa vo r de los crditos m ilitares, y M erkel, de Dresde; Paul Levi, jo ven abogado d Frankfurt, que haba defend ido a Rosa Luxem burgo durante e l p roceso en el que se la conden a un ao de prisin en 1914; Otto Geithner, de Gotha, cuyo perid ico acababa de ser proh ib ido por la autoridad m ilitar, Peter Berten, de Dusseldorf, y Crispien =.

    Esta lista dem uestra que no todos los presentes en la con ferencia acabaran siendo espartaquistas. Crispien, p o r ejem plo, fue uno de los fundadores del Partido socialista independiente, pero nunca lleg a adherirse al Espartaquism o! En esta poca, la oposicin todava se hallaba en proceso de form acin . Les una una hostilidad a la po ltica de com prom iso llevada a cabo por la d ireccin del partido, p ero discrepaban en cuanto a los m todos a u tiliza r para poner fin a la guerra, a la que se oponan, as com o en la apreciacin de la situacin po ltica in terio r e internacional.

    La Conferencia d io origen a un em brin de o rganizacin: se design un grupo de camaradasresponsables para cada regin. Cada uno de ellos pod a as lle va r a cabo los contactos que considerara necesarios con los oposicionistas que conociera. En p r im er lugar, se trataba de encontrar las d irecciones de los m ilitantes a los que se pod a enviar propaganda, si b ien no haba an pos ib ilidad de e laborar una p la ta form a po ltica p recisa n i de p ropon er una organizacin centralizada. Cada cual, p o r su cuenta y con sus am igos, luohaba lo m e jo r que pod a y com o crea que deb a hacerlo. De m om ento, esta accin clandestina no se sala dl m arco del Partido socialdem crata. E l p rincipa l ob je tivo segua siendo asegurar posiciones dentro del m ism o partido, tra ta r de convencer a los m ilitantes para que leyeran y d ifundieran los artcu los de los d irigen

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    LOS ESPARTAQUISTAS 65

    tes ms conocidos, como Liebknecht, Rosa Luxemburgo y Mehring.

    Preocupada por la fa lta de base terica de la o p o s ic i n , Rosa Luxemburgo haba propuesto editar una revista mensual dedicada principalmente a restablecer el contacto con los otros partidos socialistas. Busc y encontr los apoyos financieros necesarios para llevar a cabo este proyecto. En una carta del 11 de febrero da las gracias a un camarada por su ayuda material y le hace saber que los preparativos avanzan3. Es probable que tuviera ya preparado en ese momento el artculo titu lado L a reconstruccin de la Internacional, antes de ser encarcelada.

    Rosa Luxemburgo, siempre optimista, crea que e l nmero uno aparecer a comienzos del mes de marzo. Los artculos estn ya en la im prenta. Adems, estaba segura de tener, en la luoha contra la guerra y contra los socialchovi- nistas, el apoyo de las masas m s avanzadas del socialism o, en el sentido tradicional de la expresin.

    Redactar y preparar la revista era relativamente fcil, pero editarla era ya otro cantar. Fue durante la reunin del 5 de marzo cuando se encontr la solucin: Peter Berten, gerente del Volks- zeitung de Dsseldorf, acept hacerse responsable ante la ley de dicha publicacin.

    E l prim er y nico ejem plar de D ie In ternationale fue rpidam ente puesto a punto y apareci a mediados de abril. Como subttulo llevaba la siguiente gacetilla: Revista mensual para la prctica y la teora m arxista. Se haba previsto una tirada de 9.000 ejemplares. Los 5.000 destinados a Berln fueron repartidos durante la tarde del 14 de abril. Los responsables de su distribucin los vendieron a los m ilitantes socaldemcratas en el curso de las reuniones peridicas que tenan lugar cuando los compaeros cotizaban (Zahla- bende), reuniones que constituan una excelente ocasin para encontrarse, discutir sobre los distintos puntos de vista y o r opiniones sobre la situacin poltica del momento.

    E l ala izquierda, con gran prudencia haba enviado los m oldes a Suiza, al socialista de Berna R obert Grim m , quien llevo a cabo una segn

  • X 66 GILBERT BADIAedicin de 6.000 ejem plares destinados al extranjero .

    El contenido de la (revista

    La revista com enzaba con un artcu lo de Rosa Luxem burgo sobre la reconstruccin de la In ternacional socialista (1). La autora no slo atacaba la actitud de la d ireccin del partido, sino tam bin a Kautsky, el terico del m arasm o qu e durante aos haba e laborado una teora reducida al sim ple papel de dcil s irv ien ta de la p rctica o fic ia l del a la conservadora del partido. Kautsky haba anunciado la idea de que la In ternacional