gallego garcia laura - cronicas de la torre 2 - la maldicion del maestro

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Primera edicin: mayo 2002 Decimosegunda edicin: enero 2007Direccin editorial: Elsa AguiarImagen de cubierta: Jos Luis NavarroDiseo de la coleccin: Alfonso Ruano y Pablo Nez Laura Gallego Garca, 2002www.lauragallego.com Ediciones SM, 2000Impresores, 15Urbanizacin Prado del Espino28660 Boadilla del Monte (Madrid)www.gruposm.comCENTRO INTEGRAL DE ATENCIN AL CLIENTETel.: 902 12 13 23 Fax: 902 24 12 22 email: [email protected]: 9788434886865Depsito legal: M48.32720O6Impreso en Espaa / Printed in SpainGohegraf Industrias Grficas, SL 28977 Casarrubuelos (Madrid)Tras El Valle de los Lobos, mi libro ms personal, muchas personas que lo leyeron me animaron con su entusiasmo por la historia de Dana y Kai a escribir una segunda entrega de sus aventuras. Este libro est dedicado a todos ellos, especialmente y con todo cario a Andrs, por su apoyo y sus consejos; a mi hermano Sergio (tuve que reescribir este libro casi entero debido a la crtica aplastante que me hizo del primer borrador, pero no me arrepiento); a Nuria, que fue la primera en leer El Valle de los Lobos; a Arancha (y, por supuesto, sus hermanas Isabel y Mara Jos), a Beatriz; a SolMiriam y sus sobrinas, Eva y Mara; a mi editora, Marinella; y a muchos chicos y chicas que he conocido en algunos colegios e institutos por los que he pasado, y que me han hablado en muy buenos trminos de Fenris (los chicos) y de Kai (las chicas). A todos vosotros, espero que os guste esta nueva novela.Cada ser humano tiene, dentro de s, algo mucho ms importante que l mismo: su Don. Paulo Coelho, BridaIORDALA Muchacha haba sabido que estaba condenada mucho antes de que la sacaran del hmedo y apestoso calabozo en que la haban confinado, mucho antes de que la subieran, maniatada, al carro que recorrera las calles de la ciudad hasta la plaza mayor, mucho antes de que la amarraran al poste y encendieran la pira.Lo haba sabido al mirar a los ojos a los miembros del tribunal. Ellos no haban pronunciado palabra, pero ella haba ledo el odio, el miedo y el desprecio en su mirada.Haba pasado toda la noche pensando en ello, hacindose a la idea de que iba a morir y, por eso, cuando los guardias acudieron a buscarla al amanecer, ella los recibi con orgullo y frialdad, sin un pice de miedo en sus ojos. Era inocente, no haba hecho nada malo, y estaba siendo vctima de una injusticia. Lo gritara por el camino, lo gritara sobre la carreta, durante el vergonzoso paseo hasta la plaza, lo gritara en lo alto de la pira hasta que las llamas ahogaran su voz.Sin embargo, no le result fcil encontrar valor para proclamar su inocencia cuando el carro sali de la prisin y la multitud la recibi con gritos, insultos, amenazas y una lluvia de huevos y hortalizas.Inspir hondo mientras los tomates impactaban en su cuerpo. Soy inocente!!! chill, pero no pudo aadir nada ms; como si hubiese dicho una blasfemia, la multitud rugi an ms y le lanzaron ms verduras. La muchacha sinti que las lgrimas le abrasaban los ojos, pero parpade varias veces para retenerlas; su orgullo le impeda llorar ante aquellas personas hipcritas que la haban querido y apreciado (o, al menos, haban fingido que lo hacan, se dijo amargamente) hasta apenas unos das antes.Alz la barbilla con valenta en medio de la lluvia de hortalizas e insultos. Su pelo, rojo como el fuego, iluminado por el sol naciente, pareca una ardiente corona en torno a su semblante plido, que, sin embargo, mostraba una mueca de desprecio. Gentuza, pens. Esquiv un huevo. Lo nico que lamentaba era que la privaran de una muerte digna. Ser inmolada en la hoguera era bastante pico, pero, en su opinin, los tomates sobraban.Sacudi la cabeza, confundida, y por un momento asom a sus ojos un atisbo de miedo. En qu estoy pensando? se dijo, obligndose a s misma a recuperar algo de cordura. Voy a morir, me van a quemar en la hoguera! La perspectiva, vista con sensatez, era aterradora, as que decidi que era mejor el orgullo, y volvi a levantar la cabeza, bien alta.No era fcil conservar la dignidad en tales circunstancias, pero ella se las arregl bastante bien. Con todo, el paseo se le hizo eterno, y casi agradeci que la subieran a lo alto de la pira. Entonces, la multitud dej de lanzarle cosas, aunque no se callaron. Que griten, pens, resentida. Que griten hasta destrozarse la garganta.Apenas oy las palabras del alguacil:Muchacha, an puedes salvar tu alma. Confiesa tu pecado.Ella esboz una sonrisa escptica.Pecado? repiti.Bruja!! chill una mujer en primera fila.Soy inocente repuso la joven con calma.Si eres inocente, no tendrs nada que temer: el fuego no podr daarte dijo el alguacil.Ella dej escapar una risa amarga. Si yo fuera una bruja, el fuego no podra daarme rectific, y tampoco estara aqu ahora. Hara rato que habra salido volando sobre mi escoba.Los razonamientos no entraban en la lgica de aquel hombre.Confiesas tu pecado, hija ma? insisti.Confieso, s dijo ella, y mir a su alrededor. Confieso que os odio a todos, porque vais a condenar a una chica inocente! Ese es mi pecado!Hubo un breve silencio, pero entonces alguien grit:Bruja!Y todos corearon:Bruja! Muerte a la bruja!La chica vio la tea ardiendo acercarse a la paja de la pira.Soy inocente! grit Y mi muerte caer sobre vuestras conciencias como una losa, y os perseguir eternamente!No! grit una vieja Nos ha echado una maldicin!La muchedumbre retrocedi unos pasos, murmurando aterrorizada. La muchacha no pretenda lanzar una maldicin (no habra sabido cmo hacerlo), pero la gente haba tomado sus palabras por tal.Los ejecutores no se entretuvieron ms, y lanzaron la antorcha ardiendo al montn de paja, que prendi rpidamente. Luego, se echaron hacia atrs, con una sonrisa de alivio y satisfaccin en sus labios.Cuidado, bruja le advirti el alguacil, antes de recular l tambin.Una llamarada se alz sbitamente frente a la joven condenada, que mir a su alrededor. El fuego la rodeaba y se acercaba a ella inexorablemente. Cerr los ojos y respir hondo, pero el humo la hizo toser. El calor se haca insoportable. Abri los ojos otra vez para mirar a la muchedumbre que contemplaba el espectculo de su ejecucin, pero no eran ms que manchas borrosas tras las llamas.Tosi de nuevo, sintindose desfallecer. El calor abrasaba su piel, y el humo, sus pulmones.No... soy... una brujamusit.Le pareci de pronto que la gente dejaba de gritar y murmuraba, pero no poda estar segura y, de todas formas, ahora ya daba igual.Alguien chill:El diablo!Y la chica abri los ojos. Entre las llamas vio una alta figura vestida de rojo que se mova con elegancia y seguridad. Se dijo que su mente comenzaba a desvariar, sobre todo cuando el desconocido subi a la pira como si nada, atraves el fuego y se coloc junto a ella, que apenas poda respirar ya. Estaba desfallecida, pero, aun as, pudo preguntar a aquel producto de su imaginacin:Quin eres?Alguien que ha venido a rescatarte dijo l, sacando un cuchillo.La chica lanz una exclamacin de miedo, pero el extrao se limit a inclinarse hacia ella para cortar sus ataduras.La multitud murmuraba aterrorizada sin atreverse a dar un paso hacia ellos, pero la joven ya no les prestaba atencin. Observ, como en un sueo, cmo las llamas laman los pies de su salvador, sin llegar a prender en su tnica.Estoy muerta, verdad?El otro no respondi.La gente gritaba ahora, sealndolos, pero segua sin acercarse a ellos. La muchacha sinti que las llamas alcanzaban su vestido, sinti que mordan su piel, y grit de dolor.El desconocido se inclin un poco y pronunci una palabra en un idioma extrao. Entonces las llamas del vestido de la condenada se apagaron de sbito, y el fuego retrocedi un tanto.Estoy muerta repiti ella, y t eres el diablo.El individuo de rojo se ri. Su risa era cantarina y musical, la muchacha lo capt con claridad, a pesar del crepitar de las llamas, y se pregunt si el diablo poda rer as. Alz la cabeza para mirar al desconocido. Era muy alto, y tena el pelo de color de cobre.Has venido a llevarme contigo?El desconocido acab su trabajo. Las ataduras cayeron al suelo. Estaba libre.Su salvador se volvi hacia ella, y la chica vio que no era un ser humano: tena las orejas puntiagudas, los rasgos finos y delicados y unos enormes ojos almendrados con pupilas que parecan de cristal coloreado.El respondi por fin a la pregunta.S dijo solamente.Las llamas se alzaron ms alto, y ella grit:Pues scame de aqu, scame de aqu!Pero el extrao ser de la tnica roja simplemente sonri. Puedes salir t sola.Qu ests diciendo? Me abrasar!No lo hars.La chica lo mir dubitativamente.Confa en m dijo l.Ella consider que no tena nada que perder. Alz la cabeza y avanz un paso, introducindose en las llamas.Cerr los ojos mientras senta el fuego rodeando su cuerpo, el humo abrasando sus pulmones...Otro paso ms.Abri los ojos y vio frente a s a la multitud, que ahora ya no tena aliento para insultarla. La miraban todos con la boca abierta y los ojos desorbitados de miedo y asombro.Mir a su salvador. l sonri.Eres libre, muchacha dijo.Ella se desmay.Cuando abri los ojos le cost recordar lo que haba pasado, pero se sinti desconcertada, porque no estaba ya en la celda de la prisin. Sobre ella haba un cielo azul por el que se paseaban algunas nubes solitarias que parecan copos de algodn. Me muevo, pens; y entonces percibi el sonido de los cascos de un caballo y el crujido de las ruedas de un carro. Escuch con atencin. Se oan tambin voces, dos voces masculinas. Una perteneca a un chico joven, y la otra era... una voz meldica y musical.Se incorpor un poco y mir a su alrededor.Estaba en una carreta, s, una carreta que avanzaba por un camino que discurra entre campos de cereales. Haba dos personas sentadas en la parte delantera del carro, de espaldas a ella. Una era un muchacho, quiz de su edad, tal vez uno o dos aos mayor que ella. El otro era el extrao de la tnica roja, que la haba rescatado del fuego.No pudo reprimir una exclamacin al recordarlo, y los dos se volvieron.Vaya, ya has despertado! coment el chico; deba de tener unos quince aos, era moreno y mostraba una sonrisa clida y agradable. Cmo te encuentras?El otro se levant para pasar a la parte trasera de la carreta, y ella lo mir con cierta aprensin. Era tan raro como le haba parecido al principio, y la muchacha retrocedi un poco cuando vio que se acercaba. Su salvador fij en ella sus extraos ojos gatunos y sonri.Nunca antes habas visto un elfo, verdad?Un elfo? repiti ella.Mis amigos me llaman Fenris se present l. Y este es Jons.El chico salud desde delante, sin soltar las riendas.Encantada dijo la chica, an confusa.El elfo le dirigi una sonrisa tranquilizadora, y ella lade la cabeza para observarlo mejor.A que ya no me encuentras tan extrao?La muchacha se apart de la cara la melena pelirroja, todava con restos de hortalizas, y sigui mirndolo. La brisa revolva el suave cabello cobrizo del elfo, dejando al descubierto sus extraas orejas. Sus delicadas facciones no carecan de atractivo, y sus enormes ojos almendrados eran los ojos ms misteriosos y sugerentes que ella haba visto nunca.No pareces el diablo decret finalmente, sonriendo. De dnde vienes?A Fenris no pareci gustarle aquella pregunta. Desvi la mirada para pasearla por el horizonte, pensativo.De muy lejos... respondi vagamente.Se acomod sobre la carreta. Todos sus movimientos eran giles y elegantes como los de un felino, y la chica se descubri a s misma observndolo fascinada.Hay ms como t? quiso saber.Fenris no pareca dispuesto a responder, pero Jons lo hizo por l:Todo un continente poblado por elfos al otro lado del mar!Oh... vaya fue lo nico que pudo decir ella.Hubo un breve e incmodo silencio, que la chica rompi al cabo de un rato:As que me habis rescatado mir hacia atrs y vio que la ciudad quedaba ya muy lejos. Por qu lo habis hecho?Fenris se encogi de hombros.Me parece una atrocidad eso de ir quemando a la gente. Quieres ms motivos? O es que habras preferido quedarte all? aadi.Ella se estremeci.No, ni hablar se apresur a responder. Adems, nada me ata all ya. No tengo familia... y acabo de descubrir que tampoco tengo amigos.Nos tienes a nosotros dijo Jons con una sonrisa.Pero la muchacha no poda olvidar aquel extrao rescate.Me has hecho pasar a travs de las llamas dijo, mirando fijamente al elfo.No corrigi l: t sola has pasado a travs de las llamas.En serio? intervino Jons, sorprendido. Cmo lo has hecho?Yo qu s! Yo no...Fenris alz la mano para indicarle silencio.Cuntos aos tienes? pregunt.Trece.Por qu queran quemarte en la hoguera?Ella se encogi de hombros.La tonta de Bela me vio encendiendo el fuego y fue con el cuento a la seora.Y qu tiene eso de particular? dijo Jons, extraado, pero Fenris lo hizo callar con un gesto.Cmo encendas el fuego?Qu es esto, otro interrogatorio? protest ella, exasperada. Pero Fenris la miraba fijamente con aquellos extraos ojos suyos, y la joven descubri que no poda resistirse a aquella mirada.Le cont que llevaba tiempo sirviendo como doncella en una de las casas ms importantes de la ciudad. Era un buen trabajo; haba sido afortunada, teniendo en cuenta que no tena familia ni nadie que cuidase de ella.Ella era una chica normal; lo nico que haca era... encender el fuego. Con suma facilidad. Con demasiada facilidad, haba dicho el presidente del tribunal.La muchacha no entr en detalles, y Fenris se dio cuenta enseguida de que no le gustaba hablar de ello.Fenris dijo Jons, volvindose un momento hacia l. En serio crees que...?S. Es tal y como yo sospechaba. Cruz el crculo de llamas ella sola, y sali indemne, como si fuera una salamandra.Qu es una salamandra? pregunt la chica.Es un bicho que aguanta el fuego sin quemarse explic Jons.Un reptil corrigi Fenris.Pero los poderes de la salamandra solo se aprenden a partir de cuarto grado, no? le pregunt Jons.El elfo asinti, pensativo.Son incluso difciles de aprender para los de cuarto grado. Pero en esta chica parecen ser innatos.Me gustara saber qu est pasando protest ella. Fenris sonri de nuevo.Pequea Salamandra. dijo S, creo que ese ser tu nombre a partir de ahora. Te queda muy bien.Yo no me llamo as.Ya lo s. Pero tu vida ya no va a ser igual a partir de ahora, y eso bien merece un cambio de nombre, no crees? Aunque no es obligatorio. Puedes quedarte con tu nombre, por supuesto. Por cierto, cul es?Qu quieres decir con eso de que mi vida va a cambiar? pregunt ella con desconfianza. No pienso hacer nada que...Alguna vez has pensado en estudiar?Estudiar? repiti la chica, sorprendida. No.Fenris no dijo nada ms, y ella tuvo que volver a la carga:Bueno, os agradezco mucho que me hayis salvado y todo eso, y no es que me muera de ganas de regresar, pero, por curiosidad, solo por curiosidad adonde vamos?A la Torre respondi Fenris.Y dnde est eso?En el Valle de los Lobos.Queda muy lejos?Bastante.La muchacha, cansada de que fuera tan poco explcito, le tir de la tnica para llamar su atencin. El elfo se haba tumbado boca arriba sobre las mantas, con los brazos detrs de la cabeza, en ademn indolente, y pareca poco dispuesto a mantener una conversacin.Por qu me llevis all? exigi saber ella. Y quines sois vosotros?Explcaselo, Fenris.Bueno el elfo suspir y se incorpor un poco para mirarla a los ojos. Tengo buenas noticias para ti, Salamandra: eres una bruja.Llegaron al valle tras dos semanas de viaje, a lo largo de las cuales Salamandra tuvo ocasin de conocer a sus salvadores ms a fondo, y de averiguar ms cosas sobre la Torre y la naturaleza de sus habitantes.Y, si sois magos... dijo un da, por qu viajis en carreta?Porque an no has sido oficialmente aceptada como alumna de la Torre contest Jons. Y, adems, no ests preparada para un hechizo de teletransportacin.Tele... qu?Ya lo aprenders. Para eso est la Torre!Fenris era ya un mago consagrado, como indicaba el color de su tnica, porque haba superado la temida Prueba del Fuego, que marcaba el final del aprendizaje bsico. Pero Jons luca una tnica de color azul, que lo sealaba como estudiante de tercer grado.El chico hablaba con entusiasmo de la Torre y los que vivan en ella. Sus alabanzas ms sinceras y calurosas estaban destinadas a la que llamaba la Seora de la Torre.Es la mejor Maestra que uno podra tener, te lo aseguro. Cuando yo llegu a la Torre no las tena todas conmigo, pero ella hizo que me apasionara por la magia... y aqu me tienes!Por Jons, Salamandra se enter tambin de que solo haba dos alumnos ms en la Torre, aparte de ellos dos: Conrado, un muchacho tmido y silencioso que ya estaba en cuarto grado, y un chico fanfarrn e impertinente que se haca llamar Morderek.A veces se pone pesado, pero es buen chaval.Es un imbcil terci Fenris amablemente. Pero bueno, nadie es perfecto y, adems, es endiabladamente bueno con los animales... aunque no me explico cmo lo aguantan.Nunca haba entrado en los planes de la muchacha estudiar magia y hechicera en una Torre oculta en un valle remoto, pero, a medida que Fenris y Jons le hablaban de la vida all, Salamandra senta crecer su entusiasmo hasta lmites insospechados.Un da la carreta se intern por un estrecho desfiladero que los llev por fin hasta el Valle de los Lobos.IILa Seora de la torreEra un valle muy grande, pero haba en l un enorme bosque, y un ro lo recorra de parte a parte. Al pie de las altsimas montaas coronadas de niebla y nieve se desparramaban las casas de un pueblecitoNada cambia, eh, Jons? dijo Fenris, contemplando la belleza del valle.No coincidi el muchacho. Todo sigue igual de hermoso.Anocheca. El aullido de un lobo rasg el silencio, y Salamandra se sobresalt. Mir a sus compaeros, pero Jons no pareca preocupado, y Fenris mostraba una amplia sonrisa.Solo nos dan la bienvenida aclar, cuando todo un coro de aullidos se elev sobre el valle.Ya, muy gracioso replic ella, creyendo que el elfo bromeaba. Dnde est la Torre?No llegaremos esta noche. Dormiremos en el pueblo y maana reemprenderemos el camino.Salamandra se resign a esperar al da siguiente para satisfacer su curiosidad.La ltima etapa del viaje a travs del Valle de los Lobos transcurri sin novedad. Era primavera, y la naturaleza exhiba sus mejores galas. Con todo, la chica not que la temperatura all era considerablemente ms baja que en la ciudad.A media tarde vieron la Torre a lo lejos.Salamandra se qued mirndola, sobrecogida. Era como una inmensa aguja clavada al pie de las montaas, junto al bosque. Su cspide pareca rozar las nubes, y estaba rematada por una pequea plataforma con almenas. Fenris dirigi su mirada hacia all, y a la muchacha le pareci ver un brillo extrao en sus ojos.En cuanto salieron de la sombra del bosque el caballo ech a trotar alegremente hacia la Torre. Jons no tir de las riendas para frenarlo, de modo que los tres ocupantes de la carreta no tuvieron ms remedio que agarrarse bien.Rodeaba la Torre una alta verja de hierro. El caballo se detuvo frente a la puerta y se puso a piafar con impaciencia.Ya va, ya va dijo Jons, y alz la mano.Espera dijo Fenris de pronto; haba clavado sus ojos al otro lado de la verja, donde una pequea comitiva de gente se haba reunido en torno a algo. Creo que hay problemas concluy, frunciendo el ceo.Salamandra gru. Odiaba los problemas. Ya haba tenido bastantes.Jons lade la cabeza y mir a Fenris. El elfo suspir y pronunci una palabra que Salamandra no entendi. Enseguida, la puerta de la verja se abri sola, con un chirrido.Salamandra no se sorprendi. Llevaba dos semanas viajando con el mago y el aprendiz, y haba sido testigo de prodigios similares. La simple idea de que algn da ella tambin podra hacer eso la haca estremecerse de pies a cabeza.Lleva a Alide al establo orden Fenris, mientras tenda la mano a Salamandra para ayudarla a bajar del carro. Ella, sin embargo, rechaz su ofrecimiento con una sonrisa y salt gilmente al suelo.Jons se llev el caballo, no sin antes dirigirle al elfo una mirada de preocupacin e incertidumbre.Fenris avanz por el patio bordeado de rosales hasta las personas que estaban reunidas ante la puerta de la Torre, y Salamandra lo sigui.Haba dos chicos jvenes, vestidos con tnicas. Salamandra los reconoci fcilmente gracias a la descripcin que Jons haba hecho de ellos: se trataba de Conrado y Morderek. Conrado era un chico larguirucho que no paraba de sonarse la nariz. Morderek era algo ms bajo, de pelo castao largo, recogido en la nuca, y tambin pareca consternado. Junto a ellos haba tres individuos muy cortos de estatura, fornidos, que lucan largas barbas. Enanos, pens Salamandra. No haba visto muchos a lo largo de su vida, pero alguna vez alguno de ellos se dejaba caer por la ciudad, para comerciar con los humanos.Presidiendo aquella extraa reunin haba una mujer joven, alta y esbelta, que vesta una sencilla tnica blanca. Su cabello, negro como el ala de un cuervo, contrastaba con sus ropas y con su semblante plido. Su nico adorno consista en un amuleto de plata que llevaba colgado al cuello con una fina cadena. La joya tena forma de una luna en cuarto creciente que sostena entre sus cuernos una estrella de seis puntasElla alz la cabeza al verlos llegar, y Salamandra vio que tena las mejillas hmedas.Fenris!El elfo corri a su encuentro, y los dos se fundieron en un abrazo. Salamandra sinti una punzada de celos, pero enseguida tuvo otras cosas en qu pensar.Qu ha pasado? pregunt Fenris, an con el brazo alrededor de los hombros de la Seora de la Torre.Los ojos de ella se dirigieron hacia un bulto inmvil, tendido sobre un improvisado lecho en medio del patio. Era una mujer anciana, de raza enana, plida y serena, con el cabello gris enmarcndole un rostro surcado de profundas arrugas, que yaca frente a los otros tres enanos.Maritta susurr Fenris.El corazn inform la Seora de la Torre con un suspiro. Ya sabes, a su edad no habra debido trabajar tanto, todos se lo decamos pero ya la conoces, era testaruda y cabezota como una mula.Se sec otra lgrima.Salamandra se dio la vuelta al sentir que Jons se reuna con ellos. Vio que el chico se detena a hablar con sus compaeros, y observ su expresin de incredulidad, primero, y de dolor, despus, cuando Conrado le dijo lo que haba sucedido. Jons ahog un grito y corri junto al cuerpo inerte de la anciana.Maritta! exclam.Se qued mirndola un momento, con los ojos llenos de lgrimas. Salamandra se reuni con l.Lo siento dijo. No la conoca, pero, por lo visto, todos la querais mucho.Jons suspir.Era la cocinera de la Torre explic, secndose las lgrimas. Grua mucho, pero era un pedazo de pan. Siempre podamos contar con ella, para lo que fuera.El sonido de unas ruedas de madera llam la atencin de Salamandra. Un cuarto enano avanzaba tirando de las riendas de una mua que arrastraba una carreta tras de s. Conrado y Morderek se apartaron para dejarle paso.Uno de los enanos carraspe y se adelant.Seora de la Torre dijo con voz profunda, ha llegado la hora.La hechicera asinti. Avanz hasta colocarse junto al cuerpo de Maritta y mir a su alrededor.Vosotros, habitantes de la Torre dijo a Fenris y a los chicos, sabis ms de la vida y de la muerte que ningn mortal. Sabis que en el fondo nada muere, y que Maritta seguir con nosotros, de una manera o de otra. Hoy lloramos su prdida porque la echaremos de menos. Pero todos sabemos que ella sigue existiendo en el Otro Lado.Fenris asinti, pero Jons, Conrado y Morderek no parecan muy convencidos. Salamandra se pregunt qu saba la Seora de la Torre. Ms que ningn mortal, se dijo.La maga se inclin junto al cuerpo de su amiga muerta para depositar un beso sobre su frente arrugada y marchita. Susurr unas palabras en su odo, y Salamandra pudo or algo que son como: ... dile que no lo olvido.Pero la Seora de la Torre se enderez con presteza y pronunci las palabras de un conjuro, y el cuerpo de Maritta se alz lentamente del suelo para levitar en el aire.Los cuatro enanos retrocedieron, intimidados. El cuerpo de Maritta descendi hasta posarse suavemente sobre la parte trasera de la carreta.Eh! dijo Jons. Adonde se la llevan?A casa, muchacho respondi el conductor de la carreta, que pareca de ms edad que los otros, con una cansada sonrisa. De vuelta al hogar.Sacudi las riendas y chasque la lengua, y la mula ech a andar. Jons se apart para dejar que el carro diese media vuelta.La Seora de la Torre, el elfo y los cuatro jvenes se quedaron un buen rato viendo cmo la carreta se alejaba lentamente, llevndose consigo los restos mortales de Maritta, flanqueada por la comitiva de enanos acompaaba en un silencio solemne y pesaroso Tambin entre los habitantes de la torre hubo un largo, largo silencio. Salamandra se sinti embargada por la emocin y la tristeza, pese a no haber llegado a conocer a la fallecida.Finalmente, la Seora de la Torre suspir y se volvi hacia sus alumnos hacia sus alumnos.Tomaos el da libre si queris La prdida ha sido un duro golpe para todos nosotros.Conrado y Morderek cruzaron una mirada. Se despidieron de su Maestra y del elfo con una inclinacin, realizaron un gesto extrao con la mano y desaparecieron sin msSalamandra parpade perpleja. Se volvi haca Jons para asegurarse de l segua all. Pero entonces oy la voz de la Seora de la Torre dirigindose a ella.De modo que acabas de llegar.Y Salamandra la mir. La mujer haba clavado en ella unos profundos ojos azules serenos y pensativo la chica crey leer en ellos una, honda tristezaFenris me ha dicho que ha visto en ti cualidades de maga dijo ella. Has llegado hasta aqu Quieres quedarte en la Torre? No estoy segura respondi Salamandra con sinceridad. Todo esto es nuevo para m.La Seora de la Torre esboz una calida sonrisa y Salamandra simpatiz enseguida con ella.Tambin lo fue para m confes la hechicera. Siento que hayas venido en un da tan triste. Todos somos como una familia, y Maritta era un miembro muy importante en ella.Lo comprendo, asinti la chica.Iba a aadir algo ms, pero se qued en blanco. Ella, habitualmente tan atrevida y locuaz, ahora no encontraba las palabras. La majestuosa Seora de la Torre la intimidaba.Mir a Fenris en busca de apoyo, pero el elfo tambin tena sus ojos almendrados fijos en la maga. En contra de lo que esperaba, Salamandra no sinti celos esta vez. Aun sin conocerla apenas, haba algo en aquella mujer que inspiraba admiracin y respeto.Seora... empez, pero ella la interrumpi con un gesto.Llmame Dana dijo. Cuando hayas tomado tu tnica, debers llamarme Maestra... sonri. Aunque, para hacer honor a la verdad, eso es una formalidad que no todos siguen aqu, en la Torre. Y tu nombre es...Salamandra no respondi, de modo que la Seora de la Torre mir a Fenris, que sonri, y a Jons, que pareca bastante incmodo.Bueno... dijo el muchacho. En realidad, no sabemos... La llamamos...Salamandra cort la chica, con una amplia sonrisa.Me llamo Salamandra.La Seora de la Torre sonri, divertida. Su nueva alumna cruz una mirada con Fenris, que le gui uno de sus ojos almendrados en seal de complicidad.De nuevo una jovencita en la Torre coment el elfo, sonriente, y mir a Dana. Tambin t eras una nia cuando llegaste, recuerdas?S asinti ella. An me parece or refunfuar a Maritta: Una granjera! Pero qu andar tramando ese viejo chivo?.Fenris acogi la imitacin con una franca carcajada. Jons y Salamandra sonrieron, algo incmodos. La muchacha se dio cuenta de que ni siquiera el chico entenda del todo las palabras de su Maestra; seguramente, aquel recuerdo databa de muchos aos atrs, antes de que l llegase a la Torre.Bah, pero no hace tanto de eso sigui bromeando Fenris.No, no para ti la hechicera lo mir de arriba abajo. Tienes exactamente el mismo aspecto que la primera vez que te vi, hace ms de quince aos... que son apenas un suspiro para ti, oh longevo elfo...Fenris sonri.Jons carraspe, y los magos volvieron a la realidad. Dana dirigi a Salamandra una sonrisa de disculpa.Quieres que lleve a Salamandra a su habitacin, Maestra?La Seora de la Torre segua sonriendo cuando fij su mirada en la chica, una mirada serena y acogedora.Qu ms puedo decir murmur. Bienvenida a la Torre. Si necesitas algo, cualquier cosa..., sabes que puedes contar conmigo.Salamandra inclin la cabeza.Muchas gracias. Espero no defraudarte y ser una buena maga.Los ojos de Dana parecieron sonrer.Oh, lo sers le asegur; no me cabe duda de que lo sers.Se volvi hacia Fenris, que asinti. Ambos se despidieron de sus alumnos, dieron media vuelta y se alejaron por el jardn, hacia la verja. Salamandra se qued mirndolos un momento. El brazo del elfo rodeaba la cintura de la Seora de la Torre, y la muchacha dese por un momento poder estar en su lugar, y tener tanta confianza y amistad con aquel misterioso y fascinante hechicero.Eh Jons le dio un codazo, y Salamandra volvi a la realidad. Subimos?Entraron juntos en la Torre. Mientras suban por una enorme escalera de caracol, Jons coment:Es maravillosa, verdad?S asinti ella. Qu hay entre los dos?Entre quines?Pues... Fenris y Dana. Parece como si...Oh, no lo creo! Son muy buenos amigos, casi como hermanos. De todas formas, los elfos no suelen enamorarse de mujeres humanas. Ellos viven entre ochocientos y mil aos. Te imaginas lo que debe de ser ver que tu pareja envejece mientras t sigues siendo joven? l seguir teniendo el mismo aspecto cuando la Maestra ya sea una venerable ancianita.Salamandra no saba nada acerca de la longevidad de los elfos, y no le gust nada enterarse.Para no pensar en ello, cambi de tema:Es una lstima que Dana est triste hoy. He llegado en mal momento.Oh, no creas. Ella est triste muy a menudo.Por qu?Ojal lo supiramos.Fenris haba acertado con respecto a Salamandra: era una maga. Tena una sensibilidad especial para la magia, particularmente la magia del Fuego. Pero, segn le explic Jons, antes de que pudiese siquiera soar con empezar a practicar los hechizos del Libro del Fuego, el manual de estudios del cuarto grado, primero tendra que superar nada menos que tres niveles, con sus correspondientes exmenes. Mira, es sencillo le explic el primer da. Estudias el Libro de la Tierra, haces el examen, apruebas, pasas a segundo grado y cambias tu tnica blanca por una tnica verde, que significa que ya conoces los hechizos de Tierra. Despus estudias el Libro del Aire, haces el examen y, si pasas, cambias la tnica verde por una azul y ests en tercer grado. Entonces estudias el Libro del Agua, haces el examen, apruebas, cambias la azul por la violeta del cuarto grado. Te empollas el Libro del Fuego, haces el ltimo examen, que se llama la Prueba del Fuego y, si pasas...Si sobrevives terci Morderek lgubremente.Si pasas repiti Jons sin hacerle caso, obtendrs la tnica roja y sers una maga consagrada.Por qu lleva entonces la Maestra una tnica blanca? pregunt Salamandra con curiosidad.Bueno, no debera dijo Morderek.No confirm Conrado. Los Archimagos como ella visten una tnica dorada.Pero concluy Jons, la Maestra hace lo que quiere casi siempre.Todo aquello, dicho as, pareca muy difcil, y Salamandra se sinti momentneamente intimidada. Pero, en cuanto se enfund la blanca tnica que la sealaba como estudiante de primer grado, y tuvo entre sus manos el Libro de la Tierra, su primer manual de hechizos, se sinti entusiasmada. Era de naturaleza voluntariosa y valiente, y, aunque no quisiera admitirlo ni siquiera ante s misma, se mora de ganas de impresionar a Fenris con sus progresos. Pronto se habitu a la vida en la Torre, y no tard en descubrir que era mucho mejor que la que haba dejado atrs. Si bien al principio la decepcion el hecho de que no hubiera clases magistrales, al cabo de un tiempo tuvo que admitir que aquel sistema era mucho mejor. Le dejaban libertad total para estudiar el Libro de la Tierra paso a paso; tena a su disposicin una enorme biblioteca a la que poda acudir siempre que quisiera, y un laboratorio y una pequea salita de prcticas para ella sola. Y, por si le quedaban dudas, siempre que lo deseara poda acudir a consultar a Fenris o a la Seora de la Torre.Gracias a Jons, aprendi no solo a leer, sino tambin a hacerlo en arcano, el lenguaje de la magia. Despus de aquello, pudo avanzar por s sola en sus estudios.As, siguiendo las instrucciones del Libro de la Tierra, aprendi a comunicarse con los animales y a escuchar lo que decan las plantas. Aprendi a hacer crecer una semilla en la palma de su mano, a preparar pcimas, a invocar a los espritus del bosque..., pero tambin aprendi algo de medicina, botnica, zoologa... Ninguna de las personas que haba conocido en la ciudad saba tanto como ella ahora. Y an le quedaba mucho, mucho ms por aprender...Todos sus compaeros iban varios grados por delante de ella, de modo que Salamandra se senta sola a veces, porque, aunque Jons la ayudaba de vez en cuando, la mayor parte del tiempo l trabajaba con hechizos muy por encima de su nivel.Sera divertido practicar juntos le coment a su amigo un da. Es una pena que no me hayis trado antes a la Torre.Bueno, no te preocupes intervino Morderek, que siempre tena una oreja puesta en las conversaciones ajenas. Seguramente pronto podrs practicar con Jons, porque, como es tan vago, lo alcanzars antes de que se presente a la Prueba del Fuego.Jons se puso rojo hasta las orejas. Eso no es verdad farfull, pero Salamandra saba que s lo era; el chico no tena mucha voluntad, y perda bastante el tiempo en lugar de estudiar.Claro que es verdad se burl Morderek sin piedad. Eres el alumno ms antiguo de la Torre y, sin embargo, an ests en tercero. Conrado te pas ya hace mucho...Conrado es diferente se defendi Jons. Todos sabemos que no hace otra cosa que estudiar. Y yo qu? Tambin llegu despus que t, y dentro de nada me presentar al examen del Libro del Aire y tendr la tnica azul, como t.Vale ya, Morderek cort Jons, rojo como un tomate; mir a Salamandra de reojo, pero ella ya estaba pensando en otras cosas y no se percat del apuro de su amigo. Los meses pasaron sin sentirse. Un ao despus, Salamandra estaba a punto de hacer su primer examen, Conrado preparaba la Prueba del Fuego y Morderek haba pasado a tercer grado, cambiando su tnica verde por una de color azul.En cambio Jons segua en tercero, y Salamandra se preguntaba por qu. El chico era inteligente y habilidoso, y su amiga descubri que apenas tena problemas para memorizar los hechizos.Si hubiera estado ms pendiente de l, quiz se habra preocupado por ayudarle, pero lo cierto era que, aunque lo apreciaba como amigo, los ojos de Salamandra estaban siempre ms atentos a los movimientos de una tnica roja por la Torre que a los ejercicios de magia de Jons.IIILA ADVERTENCIA DEL SER INVISIBLEUn da, Jons asom la cabeza por la puerta de la habitacin de su amiga.Salamandra, la Seora de la Torre quiere hablar con nosotros.Ella se qued sorprendida, pero sigui a Jons a travs la Torre, que haba aprendido a conocer como la palma de su mano. Llegaron al saln de reuniones, una gran habitacin con las paredes forradas de gruesos tapices, y tomaron asiento junto a Conrado y Morderek; Conrado se sentaba muy tieso y nervioso, pero su compaero se haba acomodado en el silln como si estuviese en su cuarto; sus pies descansaban sobre el respaldo del silln de delante.Qu pensis que querr decirnos? pregunt Jons.Bueno... Conrado pareca incmodo. Hoy es el aniversario, ya sabis...El aniversario? repiti Salamandra. El aniversario de qu?Pues... hoy hace un ao que Maritta nos dej.A Salamandra le cost un poco asociar el nombre con la mujer enana que se haban llevado en una carreta el da de su llegada. Desde entonces haba en la Torre otra cocinera, una chica atolondrada y de pocas luces que se llamaba Tina. Salamandra suspir, sin acabar de creerse que ya haba pasado un ao desde su llegada a la Torre.Los chicos no tuvieron mucho tiempo para elucubrar. Dana entr en el saln, serena y majestuosa, y Morderek se apresur a colocar los pies en el suelo. Pero la Seora de la Torre, en lugar de subir al estrado donde estaba la mesa presidencial, se sent en un silln, cerca de ellos, y les brind una clida sonrisa.Salamandra le sonri a su vez. Dana era una mujer extraa, reflexiva y distante, y a veces un tanto fra. Pasaba mucho tiempo asomada a las almenas, contemplando el horizonte, perdida en sus pensamientos, y nunca rea; pero s sonrea a sus alumnos a menudo.Salamandra no saba ni poda imaginar qu secreta tristeza la atormentaba, pero intua que el trato con Jons, con ella y con los dems chicos la calmaba y, de alguna manera, la devolva a la vida. Dana siempre haba sido buena y amable con ellos, aunque Salamandra supona que tambin poda llegar a ser muy severa y estricta, si la situacin lo requera. En aquel ao apenas haba habido motivos para que ella se enfadase, pero la chica no tena ms que ver cmo la Seora de la Torre impona respeto al mismsimo Morderek con su sola presencia, y ello le indicaba que la hechicera ya haba metido en cintura a su insolente alumno mucho tiempo atrs.Hola, buenas tardes salud Dana. Gracias por venir tan pronto. Tengo algo que deciros.Call un momento, creando un silencio expectante en el saln.No he sido yo dijo Morderek rpidamente.Conrado ahog una risita, y Jons y Salamandra sonrieron ampliamente.Ests seguro? Dana mir a Morderek fijamente, y el chico se puso plido y tartamude.So... slo era una broma. No... no creers que he hecho algo malo, verdad?Dana volvi a sonrer.No dijo al fin. No, que yo sepa, y generalmente s bastante de las cosas que pasan por aqu clav una mirada reprobatoria en la eterna tnica azul de Jons, y el chico enrojeci. Qu hay del examen?No estoy preparado an dijo Jons rpidamente, pero Dana movi la cabeza.Ya hablaremos le advirti, y Jons trag saliva.La Seora de la Torre mir a todos sus alumnos y dijo:En fin, os he reunido aqu para anunciaros que he recibido una comunicacin del Consejo de Magos, pronto habr una nueva alumna en la Torre.Hubo un silencio sorprendido.Y eso es todo? solt de pronto Morderek. Cuando Salamandra vino el ao pasado no nos dijiste nada. No es propio de los magos anunciar su llegada.Se trata de una alumna muy especial repuso Dana despacio, pasando por alto el tono impertinente de Morderek. Parece ser que su familia no estaba de acuerdo con que la mandaran aqu, y ella tampoco viene a gusto hizo una pausa; prosigui despus, visiblemente incmoda. Quiz os traiga problemas, pero me gustara, por favor, que la tratis bien para que llegue a sentirse como en su casa...Morderek resopl por lo bajo.... o la Torre podra tener dificultades dentro de poco concluy Dana. Su familia es muy, muy influyente.Ni que fuera una princesa rezong Morderek.Qu tipo de problemas? pregunt Jons enseguida.Pues, en realidad... empez Dana, pero, sbitamente, call y fij su mirada en algn punto al fondo del saln de reuniones.Los chicos se volvieron, pero no vieron nada ni nadie all. Sin embargo, pareca evidente que haba algo, la Seora de la Torre se haba puesto mortalmente plida, y sus ojos seguan abiertos de par en par.Maestra... la llam Conrado tmidamente.Dana volvi a la realidad. Se volvi hacia sus aprendices y murmur:Disculpadme un momento. Ahora vuelvo.Se levant rpidamente y abandon el saln, con un revoloteo de su tnica blanca.Los cuatro jvenes tardaron un poco en hablar.Qu habr pasado? pregunt Jons, preocupado.No lo s Conrado estaba muy inquieto, y no paraba de lanzar miradas nerviosas al lugar donde se supona que Dana haba visto algo fuera de lo corriente. Qu creis que puede haber percibido?Eh, t deberas saberlo gru Morderek. Ya ests en cuarto.Bueno, la lista de manifestaciones espirituales y demonacas es largusima se defendi el interpelado, y ella es una Archimaga. Puede haber sido cualquier cosa.Y si le preguntamos a Fenris? intervino Salamandra.T siempre encuentras excusas para buscar a Fenris! protest Jons, picado.Eso no es verdad!Eh, eh dijo Conrado, conciliador. Fenris ha ido al bosque, y ya sabis que all no hay quien lo encuentre... supongo que es porque l no se deja encontrar, por otro lado. Por qu no aguardamos a que vuelva la Maestra, simplemente? Al fin y al cabo, ha dicho que la esperemos aqu.Eso hicieron, pero Morderek no aguant mucho. Un buen rato despus, anunci que ya estaba harto, y se fue.Salamandra tambin estaba nerviosa.Voy a buscarla dijo, y, antes de que nadie pudiera impedrselo, sali del saln.Subi casi corriendo por la enorme escalera de caracol que vertebraba la Torre, hasta llegar a las almenas. Se asom, pero no vio a Dana all, de modo que sigui subiendo hacia la cspide, donde estaban los aposentos privados de la hechicera.Fenris le haba contado que, tiempo atrs, antes de que Dana gobernara en aquella escuela, las habitaciones ms all de las almenas haban estado rigurosamente prohibidas para los alumnos. Sin embargo, a Dana no le molestaba que los aprendices subieran de cuando en cuando a consultarle dudas, siempre que llamaran a la puerta.Salamandra lleg por fin a su destino: un descansillo con cuatro puertas. Una de ellas daba a la habitacin de Dana; otra, a su laboratorio; la tercera, a su despacho.La cuarta habitacin estaba sellada, y Salamandra se pregunt, como cada vez que suba all, qu habra detrs...La distrajo de sus pensamientos la voz de Dana, que proceda del otro lado de la puerta del despacho, que estaba entreabierta.... he esperado tanto tiempo, tanto tiempo... Dime, por qu no has venido a verme en todos estos aos?Salamandra aguz el odo, pero no oy la respuesta.Te he echado de menos todos los das de mi vida sigui diciendo la Seora de la Torre, tras una pausa. No s si habra sido o no ms duro para m verte solo de vez en cuando por poco rato. Pero estoy dispuesta a averiguarlo. Ahora que has vuelto...Call sbitamente, pero enseguida prosigui:La maldicin? Y crees que me importa? sus palabras tenan, de pronto, un dejo amargo. No tengo miedo, Kai.Salamandra parpade, perpleja. No conoca a nadie llamado Kai. Se acerc a la puerta y espi por la rendija abierta, con precaucin.S que te preocupas por m dijo la Seora de la Torre con ternura. Siempre lo has hecho, y te lo agradezco, y no te imaginas... no te imaginas lo que supone para m verte otra vez, despus de tanto tiempo...Su voz se quebr, y Salamandra la oy sollozar. Abri un poco ms la puerta para asomarse al interior, y reprimi una exclamacin de sorpresa.Dana estaba sola. Se haba apoyado sobre la enorme mesa de roble con runas talladas que presida su despacho, y lloraba.Te he echado tanto de menos... gimi. Y ahora me dices... que te marchas otra vez y que no volvers. Que solo has venido a advertirme...Salamandra vio que Dana alzaba un momento la cabeza, como si escuchase una voz que solo ella pudiese or. La hechicera exhal un profundo suspiro.S, luchar asinti. Te promet que seguira viviendo, y no creas que no me cuesta... pero no voy a salir huyendo, no, no lo har. Ellos son ahora lo nico que me ata aqu, Kai, lo sabes. Y digas lo que digas no pienso abandonar la Torre.Se levant bruscamente.S que lo haces por mi bien aadi, pero quiero que me comprendas.De nuevo call, como si escuchara la respuesta. Despus dijo:Un ao... la maldicin ha de cumplirse... s, eso lo s. S lo que hicimos, y s que hemos de pagar por ello. Por eso no voy a salir corriendo. Si l vuelve por m, que lo haga. Ya no le tengo miedo. No temo a la muerte; para m ya no es ms que una vieja amiga.Nuevo silencio.Algo peor que la muerte? dijo Dana. Qu quieres decir?Salamandra sinti de pronto una mano sobre su hombro y lanz una exclamacin involuntaria. Dana se volvi enseguida hacia ella, sorprendida.Seora de la Torre dijo la suave y melodiosa voz del elfo Fenris, me parece que te espiaban.Dana mir a Salamandra, que crey morir de vergenza. Pero en los ojos de la Seora de la Torre haba un brillo especial. A pesar de la arruga de preocupacin que marcaba su frente, su rostro resplandeca de felicidad.Salamandra... dijo Dana; trataba de poner un tono severo en su voz, pero se notaba que estaba pensando en otra cosa.Qu es eso de la maldicin? pregunt la aprendiza enseguida.Vio que Fenris alzaba la cabeza para mirar a Dana y repeta:Maldicin?Dana asinti, mir a su amigo y dijo con un suspiro:Estaba empezando a preguntarme por qu tardaba tanto en vengarse.Fenris frunci el ceo. Se inclin para mirar a Salamandra a los ojos.Chiquilla le dijo con cierta dulzura. Ests cansada, verdad?Nnn... empez ella, pero sus ojos estaban fijos en la hipntica mirada color mbar del elfo. No pudo decir, antes de caer totalmente dormida en sus brazos.Dana se qued un momento en silencio, observando la puerta por donde Fenris acababa de salir, llevndose consigo a la muchacha dormida.Comprendes ahora por qu no puedo marcharme? murmur.De entre las sombras surgi una figura que se acerc a ella sin ruido. La Seora de la Torre se volvi hacia ella.Lo comprendes, Kai?l alz la cabeza, pero no dijo nada. Se trataba de un muchacho de unos diecisis o diecisiete aos, rubio, de ojos verdes y expresin seria.He recorrido la Torre dijo l con lentitud. He visto a todos sus habitantes. Son casi todos aprendices muy jvenes, Dana. No podris vencerlo.Dana respir hondo.Si no te marchas aadi Kai, vendr a buscarte, y es muy posible que esos chicos a los que intentas proteger salgan perjudicados.Dana se acerc al ventanal para mirar a travs del cristal, como buscando una escapatoria a aquel dilema. El Valle de los Lobos se extenda ante ella, silencioso y sombro.Estoy en una encrucijada, Kai confes. Quiz debera acudir a su encuentro y enfrentarme a l...El muchacho frunci el ceo.Dana... empez, pero ella lo interrumpi con un gesto.S lo que vas a decirme. S que quieres protegerme, pero tengo una responsabilidad. T tambin tenas una responsabilidad, lo recuerdas? T deberas comprenderme mejor que nadie.Kai inclin la cabeza.Quiz deberas pedir ayuda al Consejo de Magos sugiri.No me escucharn. No confan en m.Por qu no?Kai se irgui, indignado. Dana lo tranquiliz con un gesto y una sonrisa.Quiz haya una posibilidad, al fin y al cabo dijo. Probablemente nos visite maana uno de los miembros del Consejo. Ser una buena oportunidad para tantear el terreno, no crees?Kai todava pareca preocupado. Se acerc a la hechicera para acariciarle el pelo, y ella se estremeci. Alz la mano para coger la del muchacho, pero sus dedos pasaron a travs de los de l, como si Kai fuese de humo. Dana inspir profundamente.Casi haba olvidado el dolor que se siente por dentro cuando es tan evidente que t y yo no somos iguales murmur.Kai desvi la mirada.Alguien carraspe suavemente y les hizo girarse hacia la puerta. Fenris acababa de llegar.La he dejado en su cuarto, dormida inform. Despertar maana, pero no s qu voy a contarle para que deje de hacer preguntas. Por cierto, Dana, qu est pasando?La Seora de la Torre le dirigi una mirada clara y lmpida, llena de emocin contenida.Es Kai dijo solamente. Kai ha vuelto.Fenris dio un respingo y abri la boca para decir algo, pero no le salieron las palabras.Qu...? Por qu...?Mir hacia todos lados, en busca del chico que hablaba con Dana. Kai segua junto a ella, pero el elfo no lo vio.Estoy aqu, Fenris murmur.El mago tampoco pudo or su voz. Kai sonri amargamente.Cmo ha vuelto, y por qu? pregunt Fenris.Tuvo un encuentro... bastante desagradable, por as decirlo respondi Dana, mirando a Kai, que se haba puesto serio de repente. Ha vuelto para advertirnos de que un grave peligro acecha a la Torre, pero despus... tendr que marcharse.Lo supona asinti Fenris, pensativo. En cuanto a ese peligro... creo saber de qu se trata.Parece peor de lo que imaginas continu Dana. Kai le oy decir que preparaba algo... "especial" para nosotros se estremeci. Un destino peor que la muerte.Peor que la muerte? repiti Fenris, frunciendo el ceo. Qu puede ser peor que la muerte? Aunque, en realidad, para ti la muerte no...No termin la frase. Mir a Dana y descubri un brillo apenado en sus ojos. Por el rostro juvenil del elfo cruz una sombra de preocupacin.Entiendo. Podremos vencerlo de nuevo, no?No lo s, Fenris. No lo s. Nos jugamos mucho ms que la vida, sabes? El futuro de la Torre pende de un hilo. Si el Consejo se entera de esto...Dana, eres consciente de que la nueva alumna est a punto de llegar?Bueno intervino Kai. Y qu significa eso?Dana lo mir y sonri tristemente.Solo significa una cosa, Kai ms problemas.IVDOS VISITANTESA Salamandra la despert, cuando el sol estaba ya muy alto, la voz de Jons.Eh, arriba, dormilona! Ha llegado la nueva!Salamandra tard un poco en reaccionar. Oy el sonido de su puerta al cerrarse, y an lleg a distinguir un rumor de pasos apresurados alejndose por el pasillo.Abri lentamente los ojos, algo confusa. Tena la sensacin de que el da anterior haba pasado algo importante, pero no habra sabido dilucidar si haba sucedido de verdad o simplemente lo haba vivido en sueos.Todava aturdida, se levant, se visti y baj a lavarse al patio. Algo ms despejada, record las palabras de Jons, y se puso a buscarlo por la Torre, intrigada.Lo encontr en el estudio de Morderek, una habitacin abarrotada hasta el techo de jaulas que contenan una gran variedad de animales, desde ratones o ardillas de lo ms comn hasta extraos pjaros de plumas doradas, o reptiles de dos cabezas, o pequeos mamferos trados de los ms' alejados continentes.Salamandra no se entretuvo en mirar a su alrededor; en el centro de la estancia se haban reunido sus tres compaeros, en torno a un objeto que estudiaban con atencin. Solo Conrado reaccion al orla entrar, sobresaltndose y dirigindole una mirada de culpabilidad. Qu...? empez ella, pero Morderek la hizo callar con un gesto.Entonces Salamandra se dio cuenta de que estaban mirando una bola de cristal.Habis cogido el culo de Fenris para espiar? empez, indignada, pero Jons la cort:Dana tiene problemas!Y Salamandra tir todos sus escrpulos por la borda para unirse al concilibulo, hacindose un hueco entre Conrado y Jons.El objeto mgico mostraba el despacho de la Seora de la Torre. Ella estaba de pie frente a su mesa, observando gravemente a una joven elfa de rasgos delicados y aristocrticos, que se cubra la cabeza con la capucha de una suave capa de piel inmaculadamente blanca. La joven sostena su mirada sin pestaear, con una expresin glida. Su semblante plido pareca de porcelana, y en l brillaban unos enormes ojos almendrados de color verde, de un tono que pareca ms felino que humano.Es Nawin susurr Jons. La nueva.S dijo Morderek. Y adivinas qu? S, es una princesa!Venga ya! solt Salamandra, sorprendida. Centr entonces su atencin en la imponente figura, ataviada con una tnica dorada, que se ergua detrs de Nawin. Se trataba de una mujer elfa, que alzaba la barbilla con gesto decidido y enrgico. Su abundante cabellera de color castao claro, salpicada de pequeas cuentas brillantes como estrellas, caa por su espalda como un manto. Sus ojos eran de un profundo tono zafiro, como el del cielo despus de la puesta del sol.Quin es? pregunt Salamandra.Nada menos que Sh-Mae, una leyenda en el Consejo de Magos respondi Conrado, estremecindose.Bueno, y qu hace ella aqu?Silencio! gru Morderek.Los cuatro se concentraron de nuevo en la imagen que les ofreca el culo.Dana haba apartado la mirada de Nawin para clavarla en la Archimaga que la acompaaba.Cul es el problema? pregunt suavemente.Los ojos de Shi-Mae se estrecharon peligrosamente. Haba cruzado los brazos sobre el pecho, y todo en su actitud indicaba que no le haca gracia estar all.La princesa posee grandes cualidades dijo, y su voz son dulce y melodiosa como la de un ruiseor, pero con un dejo de impaciencia.Dana sigui sosteniendo su mirada, esperando que aadiera algo ms. Como no lo hizo, se encogi de hombros y coment:S, eso parece evidente. Pero sigo sin ver cul es el problema.Shi-Mae alz la cabeza despreciativamente, y explic con lentitud, como si hablase con alguien corto de entendederas:Los magos elfos sugerimos en el Consejo que la enviasen a un lugar digno de su talento.Ah dijo Dana. La Torre no es digna del talento de Su Alteza, es eso?Shi-Mae no respondi, pero su silencio fue bastante elocuente. Dana se encogi de hombros.Muy bien dijo. Que se vaya, entonces.Los ojos de Shi-Mae lanzaron un destello de advertencia.Sabes muy bien que ha de acatar las normas del Consejo de Magos, Seora de la Torre dijo suavemente, aunque en su voz vibraba un tono de ira contenida.Dana sonri levemente.No sabes cmo lo siento, Archimaga. Debo suponer por tus palabras que me consideras responsable de la decisin del Consejo? Sabes que no pertenezco a l.Debes suponer que tanto los magos elfos como la familia de la princesa estn muy disgustados con esa decisin.Y te han enviado a ti para hacrmelo saber?Me han enviado a m para que me asegure de que la Torre cumple todos los requisitos indispensables para ser considerada una Escuela de Alta Hechicera digna de que un miembro de la realeza lfica estudie en ella. Todos conocemos la irregularidad del historial de este lugar...Dana no respondi a la provocacin, de modo que Shi-Mae sigui hablando:Doy por sentado que sabes lo que significara un informe negativo presentado al Consejo de Magos...Dana palideci levemente, pero no movi ni un msculo.En el estudio de Morderek, Salamandra se estremeci.No estar hablando de cerrar la escuela, verdad?Esta vez fue Jons quien la hizo callar.Shi-Mae segua hablando.Cmo voy a permitir que la princesa acepte por Maestra a una advenediza que ni siquiera ostenta la tnica dorada que hace honor a su rango?Estoy de luto repuso Dana lacnicamente.Tu luto dura ya diez aos, Seora de la Torre. Dana alz la mirada para clavarla en los ojos de Shi-Mae.Mi luto durar hasta que yo lo decida replic. El Consejo no es quin para juzgar el alcance de mi prdida.Conmovedor dijo Shi-Mae con irona. Resulta incomprensible que llores por haber perdido algo que en realidad nunca tuviste.Dana se irgui, como movida por un resorte.Cmo te atreves? Ests en mi casa! No olvides que sigo siendo una Archimaga, igual que t.Shi-Mae lade la cabeza con una sonrisa de suficiencia y avanz unos pasos hasta colocarse junto a la princesa Nawin, que no se haba movido, y segua erguida frente a Dana, como una estatua de mrmol.Eres una Archimaga, pero no eres como yo le espet a la Seora de la Torre. Todos saben en el Consejo cmo obtuviste el poder del unicornio. Todos saben que pesa una maldicin sobre ti y sobre la Torre y todos sus moradores.En aquel mismo instante una forma rojiza empez a tomar cuerpo en la habitacin.Aunque estaba a salvo en el estudio de Morderek, Salamandra no pudo evitar sentirse inquieta, hasta que el recin llegado se materializ por completo en el despacho de Dana, y los chicos vieron que se trataba de Fenris.Los ojos del mago se encontraron con los de Shi-Mae, y l se sobresalt.Sorprendido? susurr la elfa, que no pareca estarlo lo ms mnimo. Qu extrao; eres t el que llega de sbito sin llamar a la puerta.T dijo Fenris con voz ronca. Qu haces aqu?Shi-Mae se encogi de hombros.Motivos de trabajo. Y t? Todava correteas por los bosques bajo la luna llena?Fenris palideci.Ya basta intervino Dana, cansada. Ya nos has ofendido bastante, Shi-Mae. Mrchate con tu protegida o djala aqu y haz tu inspeccin, lo que prefieras. Pero, por favor, hagas lo que hagas, hazlo rpido.Shi-Mae sonri de nuevo.De entrada dijo, creo que deberas vigilar que tus alumnos no espen a travs de los culos de sus Maestros.En el estudio de Morderek rein enseguida el desconcierto.Nos ha descubierto! gimi Conrado; un papagayo chill desde una de las jaulas, y el chico dio un salto del susto.Todo el mundo fuera! decret Morderek, alarmado, y los ech a todos con cajas destempladas.La reunin de espas se disolvi rpidamente, y Salamandra se encontr de pronto sola en el corredor, con el culo entre las manos.Mascullando contra sus compaeros, que la haban abandonado con el cuerpo del delito a la menor seal de peligro, Salamandra decidi que lo mejor que poda hacer era acudir al estudio de Fenris para dejar el culo donde estaba.Recorri la Torre con el objeto mgico cuidadosamente cogido entre las manos, llena de malos presagios acerca de la llegada de Nawin y Shi-Mae. Cuando por fin lleg a su destino vio que la puerta del estudio estaba abierta, y que Fenris no se hallaba en su interior.Antes de guardar el culo, sin embargo, no resisti la tentacin de echar otro vistazo.Lo que vio la dej un poco sorprendida al principio, hasta que record, de pronto, lo que haba presenciado en el despacho de Dana el da anterior.La bola de cristal le mostraba a la Seora de la Torre, de nuevo sola en su despacho, hablando con un ser a quien solo ella poda ver y or.Pero tengo responsabilidades! deca ella. Maldita sea, tengo a los elfos en mi contra, al Consejo estudiando la Torre con lupa y a Shi-Mae metiendo las narices en todo! De dnde quieres que saque tiempo para proteger la Torre de la maldicin? Te necesito a mi lado, Kai, tienes que quedarte!Kai debi de contestar algo que no gust a Dana, porque respondi rpidamente:Tiene que haber alguna manera! Ya no soy una simple aprendiza, tengo mucho, mucho poder, sabes? Y no voy a dejarte marchar otra vez. Encontrar la manera de que estemos juntos, te lo prometo. T solo dame tiempo.Dana se paseaba nerviosa arriba y abajo, jugueteando inconscientemente con el colgante de plata que siempre llevaba al cuello. De pronto, la Seora de la Torre se par y lo mir, pensativa. Alz la cabeza y se volvi hacia un lado, donde se supona que estaba su interlocutor invisible.Crees que podra vincularte a un objeto? le pregunt.Escuch la respuesta con atencin, y se apresur a aclarar:No sera una vinculacin completa, claro. Pero no es un hechizo complicado. Ahora que ests en este mundo, puedo hacerlo sin problemas. Tendras que quedarte cerca del amuleto, por supuesto, pero de todas formas siempre lo llevo puesto. Qu opinas?La respuesta pareci ser afirmativa, porque Dana sonri y dijo:Bien. Entonces realizar el conjuro esta misma tarde.Abri uno de los cajones de su mesa y guard dentro el colgante. Despus se volvi de nuevo hacia su invisible acompaante.No nos quedan muchas opciones dijo. No pienso salir huyendo, pero ya has visto que tampoco puedo pedir ayuda a Shi-Mae, estara encantada de echarnos a todos de la Torre. No s qu voy a hacer. Nuevo silencio. Dana se sent tras la mesa de su despacho, pensativa. De pronto Salamandra la vio sonrer con ternura.Juntos, s murmur la Seora de la Torre. Juntos haremos frente a la maldicin y sacaremos la Torre adelante.Movi la cabeza, como si estuviera disfrutando de una caricia, y los ojos se le llenaron de lgrimas. Alz la mano y la desliz por el aire, frente a ella, como si acariciase el rostro de una persona que solo ella poda ver. Sin embargo, sus dedos se movan vacilantes, y finalmente cerr el puo con rabia y emiti un gemido de impotencia.Maldita sea susurr. Ojal pudiera tocarte, por una vez en mi vida.Salamandra decidi que ya haba visto bastante. Confusa y avergonzada, vel el culo de nuevo y lo guard en su sitio.Volvi a su habitacin llena de incertidumbre y dudas acerca de lo que haba visto... o lo que no haba visto. Quin era ese tal Kai? Exista de veras, o era un producto de la desbocada imaginacin de una mente enferma? Estaba Dana en sus cabales, o, por el contrario, se haba vuelto loca tiempo atrs? O tal vez padeca alucinaciones a causa de alguna droga?Salamandra sacudi la cabeza. La Seora de la Torre siempre haba sido amable con ella, pero tena que reconocer que era bastante rara. Por los comentarios que Shi-Mae haba hecho acerca de su luto, Salamandra dedujo que Kai poda ser alguien muy querido por Dana, tal vez un antiguo amor que haba muerto tiempo atrs. Pero los muertos no volvan a dejarse ver por los vivos, ni siquiera por los magos ms poderosos. Quiz ella nunca lo acept, y cree que todava est vivo, y que viene a verla, pens la chica, y se estremeci. Saba de ancianas viudas que decan hablar con sus maridos muertos. En realidad no los vean; o mentan para hacerse las interesantes, o bien no andaban bien de la cabeza.La idea de que su Maestra estuviera loca no resultaba muy tranquilizadora, as que Salamandra intent buscar otra explicacin. Kai poda ser el producto de una invocacin; Dana era lo bastante poderosa como para hacer algo semejante. Pero segua habiendo un detalle preocupante: el tono con que la hechicera se diriga a su invocado. Cuando invocas a un ser de otro plano, se dijo Salamandra, le dices "Obedece a tu amo y dime lo que quiero saber!", o algo parecido. No le susurras palabras de amor. Y, de todas formas, quin se enamorara de un genio, un demonio o un elemental?Absorta en sus pensamientos, Salamandra no se dio cuenta de que alguien doblaba la esquina, y tropezaron. La otra persona solt algo en lfico, que son bastante irritado.Lo siento dijo Salamandra mecnicamente.Entonces vio que se trataba de Nawin. La joven princesa se sacudi el vestido (no era un vestido, observ entonces Salamandra, sino una blanca tnica de aprendiza, ricamente bordada con hilo de oro y cuentas brillantes) y le lanz una mirada llena de desprecio.Salamandra sinti que la inundaba la ira.Ya he dicho que lo siento gru. No hace falta que me mires as, no voy a contagiarte nada.Ella no se molest en responder. Se envolvi en su capa y sigui andando pasillo arriba.Elfa engreda mascull Salamandra.La princesa murmur algo entre dientes. Salamandra oy perfectamente que deca, con un fuerte acento lfico:Pattica humana.Sinti que se le encenda la cara de ira.Cmo has dicho?Nawin segua andando, sin volverse, de modo que Salamandra corri tras ella y la cogi del brazo, obligndola a mirarla.yeme bien, nia bonita. Aqu no vamos a besar la tierra que pisas, as que vete acostumbrando o regresa a tu palacio de cristal y djanos en paz.Los labios de Nawin se contrajeron en una mueca de odio. Solo dijo tres palabras, duras y glidas:No me toques.Salamandra solt su brazo de inmediato, como si la elfa estuviese apestada. Nawin le dirigi una breve mirada y pregunt:No tienes idea de en qu antro has ido a caer, verdad?Salamandra cedi a la provocacin.La Torre no es ningn antro! Ni t ni esa Shi-Mae tenis derecho a...La rabia ahog sus palabras. Nawin se limit a mover la cabeza, con calma.No sabes nada de tus Maestros, eh? No sabes cmo lleg esa Dana a ser Seora de la Torre, ni sabes quin es ese elfo que la acompaa a todas partes.Salamandra salt ante la mencin del mago.Ese elfo es Fenris, y es mi amigo. Eso me basta.Nawin clav en ella sus ojos verdes.Es evidente que no conoces muy bien a tu "amigo" dijo, poniendo una especial irona en la palabra. Si supieras de l lo que sabemos en el reino de los elfos, no volveras a acercrtele. Un elfo nunca es desterrado de su hogar sin una razn de peso, y... creme... en su caso haba una razn de mucho peso. No podr volver nunca ms.Salamandra se qued de piedra. Nawin haba sabido poner en sus palabras el veneno de una vbora sin llegar a perder su acento dulce y musical, y la muchacha tuvo que reprimir las lgrimas de odio y rencor que acudieron a sus ojos.Con un grcil movimiento, la princesa elfa se apart de ella y sigui su camino.No te creo! chill Salamandra a sus espaldas. No eres ms que una nia rica, consentida y engreda!Nawin no se molest en girarse, ni en contestar.Salamandra! dijo la voz de Jons tras ella.La chica se sobresalt. Su amigo pareca seriamente preocupado.Qu has hecho? Debas ser amable con ella! Si se lo dice a Shi-Mae...No me importa susurr la muchacha, y, apartndolo de un empujn, ech a correr hacia su cuarto, confusa y con las mejillas encendidas.Shi-Mae descenda por la gran escalera de caracol con paso sereno y elegante. Los pliegues de su tnica dorada crujan al deslizarse sobre la fra piedra.Al pie de la escalera la esperaba Fenris.El mago elfo alz hacia ella sus ojos ambarinos y la mir con seriedad. Ella levant la barbilla con orgullo.Shi-Mae dijo l.Qu es lo que quieres? pregunt ella en lfico.Fenris sonri con amargura. Se le haca extrao or a alguien hablar en su idioma materno, despus de tanto tiempo.Por qu has venido?No es por ti, te lo aseguro replic ella speramente.Nawin ser algn da reina de los elfos, y debo asegurarme de que reciba una educacin que est a la altura de su talento.Fenris asinti, pensativo. Sabes que ests en mis dominios, no? Shi-Mae se irgui y lo mir con fiereza. Osas amenazarme?No me trates como si fuera un aprendiz, Shi-Mae. No he olvidado lo que hubo entre t y yo. No he olvidado que me juraste amor eterno.Shi-Mae le lanz una mirada llena de rencor. Entonces yo era joven e ingenua. Sal de la Escuela del Bosque Dorado con un magnfico expediente. Super la Prueba del Fuego, me convert en Archimaga despus de muchos aos de estudio y esfuerzo. Cmo puedes pensar que sigo siendo la misma?No ests casada observ l. La magia ocupa todo mi tiempo. Shi-Mae hizo ademn de seguir andando, pero Fenris se interpuso en su camino.Tampoco he olvidado lo que dijiste de m el da del juicio dijo con voz ronca. Creo que no tuve oportunidad de agradecer tus "amables" palabras. Gracias a tu testimonio me sacaron de la sala arrastrndome como un perro, y los arqueros de Su Majestad me persiguieron por el bosque como a una alimaa, hasta que, herido y atormentado, pude escapar del Reino de los Elfos. Dnde estabas t entonces, Shi-Mae? En una de tus fiestas de alta sociedad? Fue as como obtuviste el rango de Archimaga?Cllate! bram ella; las palabras de Fenris haban logrado hacerle perder la compostura. No merecas seguir entre nosotros, criatura monstruosa. No s cmo pude... Cmo pudiste quererme? complet l. De verdad? Sentiste algo por m alguna vez, Shi-Mae? O era otra de tus mentiras?No ment en el juicio, lo sabes muy bien. Yo no tengo la culpa de tu desgracia.Se libr de l y sigui caminando por el corredor, sin mirar atrs. Fenris la observ con gesto torvo.Me traicionaste dijo.No, t me traicionaste a m corrigi ella sin volverse; no pudo ocultar en su voz un tono de sorda rabia. Cmo iba a casarme con un monstruo como t? Cmo crees que me sent al descubrir...?No termin la frase. Se desvaneci en el aire y desapareci de all, como un suspiro.Fenris qued solo al pie de la escalera. Sus ojos almendrados seguan fijos en el lugar donde Shi-Mae haba estado apenas unos momentos antes.Me traicionaste repiti para s mismo en un susurro, perdido en los recuerdos del pasado.VLa desaparicin de DanaEra noche cerrada. En su habitacin, en la cspide de la Torre, Dana dormitaba en un sueo intranquilo, respirando entrecortadamente.Fuera, los lobos aullaban desde las montaas.Dana.La Seora de la Torre abri los ojos casi enseguida. Se volvi hacia la ventana. All, recortada contra la luna creciente, estaba la silueta de Kai, sentado sobre el alfizar. Dana se relaj un tanto, pero apreci que su postura tensa no era natural en l.Qu es lo que pasa, Kai?l le tendi la mano.Dame la mano, Dana.Ella se irgui y susurr una palabra mgica. El candil mgico que reposaba sobre la mesa se ilumin inmediatamente, baando la habitacin en una suave luz vacilante.Dana observ el rostro de Kai. El muchacho se haba incorporado y se alejaba del alfizar, desde donde sola velar el sueo de su amiga, para acercarse a ella.Dame la mano repiti.Dana se apart de la cara la larga melena negra y alarg la mano hacia l, vacilante. Saba que no podra tocarlo, pero tambin saba que poda sentir su contacto, un tipo de contacto que no era real, pero que poda consolarla inmensamente.Kai sonri. Sus dedos rozaron los de ella, y Dana lanz una exclamacin de sorpresa. Los haba sentido clidos, consistentes, vivos.La Seora de la Torre aferr la mano del muchacho, que se cerr en torno a la suya.Puedo... tocarte dijo ella, maravillada.Kai sonri otra vez. Dana lo mir a los ojos, aquellos ojos verdes cuya mirada tena clavada en lo ms profundo del corazn.Pero vio algo en ellos...El chico segua sonriendo con ternura. Sin embargo, la Seora de la Torre pudo ver, a la dbil luz del candil, que sus ojos le estaban mintiendo.T no eres Kai dijo. Quin...?Trat de desasirse, pero no lo consigui. El muchacho lanz una siniestra carcajada. Sus ojos eran ahora de un ptreo color gris.Al fin eres ma dijo, con una perversa sonrisa.Kai se irgui inmediatamente en su puesto sobre el alfizar de la ventana en cuanto oy chillar a la Seora de la Torre.La hechicera se debata en sueos y acababa de gritar su nombre.Dana? llam Kai, preocupado.En la penumbra pudo ver algo aterrador: la mano derecha de Dana haba desaparecido, y su brazo se desvaneca lentamente en el aire.Dana!Kai se lanz hacia ella, tratando de evitar que desapareciera por completo. Sus dedos lograron alcanzar la mano de la joven maga, pero, cuando intentaron aferrarla, pasaron a travs de ella, como si Kai no fuese ms que un ser creado de niebla incorprea.Dana grit de nuevo en sueos, poco antes de desvanecerse ante la mirada desesperada e impotente de Kai. El chico trat de abrazarla, de retenerla a su lado, pero, una vez ms, no logr ni siquiera rozarla.Sus manos quedaron tendidas hacia el lecho donde momentos antes haba estado Dana, en un ltimo intento de hacer algo por ella.Dana... solloz.Ya nadie poda escucharlo.Salamandra apenas pudo dormir aquella noche. Eran demasiadas las cosas que la preocupaban: los comentarios de Shi-Mae, Dana hablando con nadie, las acusaciones de Nawin...Quiz era esto lo que ms le quitaba el sueo. No quera creer a la joven elfa, pero, le gustara o no, lo cierto era que, al igual que Dana, el elfo a veces se comportaba de una manera extraa. Era ese aire de misterio lo que fascinaba a la muchacha, un brillo peligroso en sus ojos almendrados, una sensacin de terrible secreto sobre su persona y su pasado.Su pasado... quin o qu haba sido Fenris en su tierra natal? Eran ciertas las palabras de Nawin? Si Fenris haba sido desterrado..., por qu? Qu crimen haba cometido?Y de qu conoca a Shi-Mae? Por qu l, de ordinario tan imperturbable, se haba alterado tanto al verla?Salamandra pas la noche inquieta, debatindose entre la duda y los celos. El aullido de los lobos desde las montaas no contribua a tranquilizarla, pese a que, despus de un ao en la Torre, ya se haba acostumbrado a orlos todas las noches. Pero jurara qu hoy allan ms alto, se dijo la chica, en medio de su insomnio, metiendo la cabeza bajo la almohada.Solo cuando el sol sala tras las montaas logr dormitar un poco. Pero, apenas un rato despus, la despertaron unos enrgicos golpes en la puerta.S? bostez, frotndose los ojos, cercados por profundas ojeras.Reunin urgente! Era la voz de Morderek. Qu pasa? pudo articular Salamandra, intentando despertarse del todo.Pero no hubo respuesta.Salamandra luch contra el impulso de volver a arrellanarse bajo la manta y seguir durmiendo. Con un suspiro, se levant, se visti y sali de su cuarto.Se encontr en el patio con Jons, que tambin haba acudido a la pila para lavarse la cara.Tienes mal aspecto dijo l. No has dormido bien? Salamandra suspir de nuevo, mientras meta la cabeza bajo el cao y reprima una exclamacin al contacto con el agua helada. Cuando se incorpor de nuevo, sus rizos pelirrojos chorreaban. Tiritaba, pero se senta bastante ms despierta que antes.He pasado toda la noche en vela dijo, mientras ambos suban las escaleras. No s, me preocupa todo este asunto. Quin ha convocado la reunin, Dana o Fenris? Jons le dirigi una mirada seria. Ninguno de los dos respondi. Ha sido Shi-Mae. Qu? No puede! Ella no es Maestra de esta escuela. Jons se encogi de hombros.Lo s. Podramos negarnos a asistir, y no pasara nada. Pero yo estoy preocupado. No oste a los lobos anoche? Salamandra se estremeci. S. Qu significaba? No lo s. Pero nada bueno, creme. Salamandra se detuvo un momento, antes de entrar en el saln de reuniones, para hacerse una trenza con el pelo mojado. Conrado pas a su lado, muy atribulado, estudiando un libro bastante grueso sobre el lenguaje de los animales. Salamandra lo mir mientras entraba en la estancia, y suspir por tercera vez.Condenados lobos! murmur.Sinti de pronto una presencia tras ella, y se volvi. Ah estaba Fenris, contemplndola con una seria expresin pensativa.Vamos, entra dijo l. Qu es lo que pasa?Pero el elfo no respondi. Dio media vuelta y se alej.Salamandra se reuni con sus compaeros en el interior de la sala. Shi-Mae no haba llegado todava, pero Nawin ya estaba all, sentada lejos de los dems. Salamandra la ignor, y fue a hablar con Conrado, Morderek y Jons.Anunciaban una desgracia estaba diciendo Morderek. Los lobos del valle estn anmicamente unidos a los habitantes de la Torre, sobre todo a los Maestros. No haba ms que escucharlos: nos decan que nos andemos con ojo. Yo dira que decan algo ms que eso intervino una voz melodiosa, seria y serena.Los aprendices se sobresaltaron. Junto a ellos acababa de materializarse Shi-Mae, imponente con su refulgente tnica dorada.Yo... se atrevi a decir Morderek. En mi opinin, los lobos...Shi-Mae le dirigi una terrible mirada, y Morderek enmudeci. Hubo un incmodo silencio; solo Nawin pareca sentirse a sus anchas.Salamandra an estaba algo dormida, pero captaba perfectamente que suceda algo grave. Volvi la cabeza; no vio a Fenris en la sala, pero no se atrevi a preguntar por l. En su lugar, dijo:Dnde est Dana... quiero decir, la Maestra? rectific ante la mirada severa de Shi-Mae.Esperaba que me lo pudieseis decir vosotros replic la hechicera elfa.Rein el desconcierto entre los alumnos, que se miraron unos a otros. Fue Conrado el que se atrevi a preguntar:Se... Se ha ido?Eso parece Shi-Mae estudi los rostros de los chicos; Salamandra enrojeci intensamente. T, muchacha, qu sabes?Salamandra enrojeci an ms. No poda revelarle a Shi-Mae todo lo que haba visto; pero, por otro lado, ella era una Archimaga, y Salamandra slo una estudiante de primer grado, y deba contestar a sus preguntas.Yo... s que ella estaba confusa dijo con precaucin. Hablaba sobre una maldicin y... vacil; no quera contarle todos los detalles de la escena que haba presenciado el da anterior. Dijo que no tena miedo record oportunamente. Dijo que nunca abandonara la Torre, que no nos dejara. Que se enfrentara a la maldicin y sacara la escuela adelante.Los chicos asintieron, sonrientes y aliviados, pero Shi-Mae no vari un pice la expresin de su rostro.Y qu ms te dijo? inquiri.Me... dijo? repiti Salamandra, un poco perdida.La mirada de Shi-Mae se endureci.Comprendo dijo. Espiabas otra vez.Salamandra enrojeci de nuevo.Bueno, bueno murmur Shi-Mae, recorriendo la estancia con paso sereno y tranquilo. Siento deciros que, a ltima hora, a vuestra Maestra le han fallado sus buenas intenciones: ha huido de la Torre, y quin sabe si volver. No! exclam Jons, interviniendo tras un largo rato de silencio. Ella no ha huido, no se ha marchado! Seguro que volver.Shi-Mae se detuvo y lo mir con sus ojos de color zafiro. Pero Jons sostuvo su mirada sin pestaear.Yo conozco a la Maestra, seora dijo el chico. Ella no se marchara, no nos dejara.Shi-Mae no respondi. Conrado alz la mano tmidamente.Perdn dijo. Qu es eso de la maldicin? La Archimaga sonri levemente.Veo que son muchas las cosas que Dana no os ha contado. No quiero preocuparos intilmente; el Valle de los Lobos est maldito, y la Seora de la Torre es la causante. Sobre ella recae directamente la maldicin. Ahora que se ha marchado, vosotros no tenis nada que temer.Quiz por eso se ha ido dijo Conrado a media voz; probablemente solo estaba pensando en voz alta, y no pretenda que nadie le oyese; pero se le oy, y, vacilante ante la penetrante mirada de Shi-Mae, explic, quiero decir, que tal vez se ha marchado para no ponernos en peligro. Bueno dijo fa Archimaga. Yo solo s que nadie en sus cabales reabrira una escuela situada en un lugar maldito; ella lo saba y lo hizo, y, ahora que ha llegado la hora, se ha marchado, sin ms. O es que acaso le ha dicho a alguien adonde iba?Salamandra abri la boca para contestar, pero no dijo nada.Qu va a pasar ahora con nosotros? pregunt Morderek.De momento, mientras el Consejo de Magos estudia el caso, yo ser vuestra Maestra y Seora de la Torre en funciones.No! se le escap a Salamandra.Las dos elfas la fulminaron con la mirada, y ella se apresur a aadir:Y Fenris?Pudo apreciar que en el delicado rostro de Shi-Mae apareca una levsima mueca de desprecio.El Consejo de Magos no lo ha tenido en cuenta. Adems aadi, algo pensativa Es posible que tambin l est maldito.Salamandra se mordi la lengua para no decir lo que pensaba y estropear las cosas.Me gustara que entendieseis concluy Shi-Mae que este cambio es por vuestro bien. Los aprendices no deben pagar por los errores pasados de los Maestros.La Archimaga no dijo nada ms. Se despidi de ellos y desapareci de la estancia.Nawin se levant y sali de la sala sin hacer comentarios. Salamandra la mir marcharse.Dime que todava estoy durmiendo y esto es una pesadilla murmur, muy preocupada.Jons la mir con simpata.Eh dijo. Ya vers como no es nada. Dana estar de vuelta para la hora de la cena, y Shi-Mae tendr que marcharse.Salamandra abandon la habitacin, cabizbaja y meditabunda. Volvi a su cuarto y se asom a la ventana para contemplar el magnfico paisaje del Valle de los Lobos de buena maana.Maestra susurr, por qu te has ido? Qu vamos a hacer ahora?Sinti de pronto un extrao roce en la mano, como si un clido soplo de brisa la hubiese tocado. Sobresaltada, mir a su alrededor. Pero no haba nada. Su habitacin estaba tranquila y en calma, y ella segua estando sola.Alguien llam a su puerta, y la muchacha se sobresalt.Salamandra! dijo Jons desde fuera. Conrado y yo bajamos a desayunar, vienes?Salamandra lade la cabeza y mir suspicaz a todos los rincones del cuarto. Finalmente, se dio por vencida y respondi a la pregunta de su amigo abriendo la puerta y reunindose con l en el pasillo.Fenris cerr los ojos y junt las manos. Frente a l, en el suelo del estudio, haba dibujado un crculo bordeado de signos arcanos. Cuatro incensarios que dejaban escapar volutas de humo azul rodeaban el crculo. El aire tena un olor misterioso, extico y algo picante, con toques de azufre. El olor que les gusta a los demonios, pens el mago.Se esforz por concentrarse. Alz las manos y pronunci la frmula de la invocacin.No tuvo que esperar mucho. Un aire fro y hmedo surgi del crculo y recorri toda la habitacin. Fenris sigui con los ojos cerrados, procurando no perder la concentracin. Saba perfectamente lo que estaba ocurriendo ante l, y saba que deba estar atento para evitar perder el control.Cuando abri los ojos vio ante l a una criatura femenina de innegable belleza. Era delgada como una slfide, y sus cabellos negros enmarcaban un rostro ovalado en el que brillaban unos grandes ojos oscuros, completamente oscuros, sin iris, ni pupila. Sus orejas eran alargadas como las de los elfos, pero los dos pequeos cuernos que tena en lo alto de su cabeza y su piel, de color azulado, denotaban que no era ni humana ni de raza lfica. Fenris sonri para si mismo. Aquella criatura ni siquiera era mortal.Por qu me has llamado, mago? pregunt ella, con una voz acariciadora y sugerente.Tengo algunas preguntas que hacerte, demonio. Ella hizo un gesto aburrido.Preguntas, preguntas... Los mortales no tenis ms que preguntas.Busco a una hechicera perdida. El demonio se ri.Una hechicera! se burl. Crees que voy a perder mi tiempo buscando a una hechicera?No tienes otra opcin observ el elfo. La criatura tuvo que admitir que tena razn. Estaba atrapada en el crculo mgico de Fenris, y no podra volver a su dimensin a no ser que el mago la dejase marchar.No es una hechicera corriente prosigui Fenris. Se trata de una Archimaga que obtuvo el poder del unicornio. Es, adems, una Kin-Shannay. El demonio palideci.KinShannay! repiti en un susurro. Entonces no deberas preguntarme a m. Sabes que un KinShannay nunca est solo.Lo s asinti el elfo. Por eso lo ms seguro es que se haya llevado a su compaero consigo.El demonio se removi dentro del crculo, inquieto. Mis orbes y espejos mgicos no logran encontrarla prosigui el mago. Bscala en tu dimensin, demonio. Bscala y te otorgar la libertad.El demonio gru, mostrando unos colmillos afilados. Fenris traz un smbolo mgico sobre ella con el dedo, y la criatura desapareci con un aullido.El mago se qued un momento en tensin. El demonio volvi casi inmediatamente. Fenris se esforz por parecer calmado cuando le pregunt: Y bien?No est en mi mundo dijo ella, encogindose de hombros.Entonces, dnde puede estar?Hay infinitas dimensiones, mago. Cmo voy a saberlo?A quin debera preguntarle, entonces? Pues a ellos, por supuesto. Fenris reprimi un estremecimiento. No puedo contactar con ellos, criatura del Inframundo. Lo sabes.El demonio le dirigi una sonrisa llena de malicia.Hay una parte de ti que tal vez pueda, mago. Recuerda que en tu mundo las cosas invisibles no son tan invisibles para los hijos de la luna. Y ahora, puedo marcharme?Fenris dud un momento, pero finalmente deshizo el hechizo, y el demonio desapareci con un aullido.Cuando la puerta nterdimensional se cerr y el demonio se hubo marchado, Fenris se dej caer sobre una silla, temblando, y respir hondo.Estaba agotado, y todava tena la piel de gallina.Morderek suba las escaleras lentamente, con el corazn palpitndole con fuerza. Se detuvo un momento antes de llegar a la cspide de la Torre, y vacil.Tengo que seguir se record a s mismo. Si dejo pasar esta oportunidad, puede que nunca vuelva a presentarse.Sigui subiendo, y se detuvo al final de la escalera. En aquel descansillo haba cuatro puertas, el chico lo saba muy bien.Y la puerta que estaba siempre cerrada ahora se hallaba entreabierta.Morderek dirigi la mirada hacia el despacho de Dana, que ahora ocupaba Shi-Mae, como Seora de la Torre en funciones. Vacil de nuevo. Haba acudido all para hablar con Shi-Mae, pero el misterio de la cuarta puerta siempre haba despertado su curiosidad.Se acerc para asomarse, solo un momento.Dentro no haba nadie. Era una amplia habitacin amueblada de forma parecida a las docenas de pequeos estudios que haba en la Torre. Estanteras con libros de hechizos, una enorme mesa al fondo y una gran variedad de objetos y amuletos mgicos. La chimenea estaba fra y silenciosa.Morderek estaba acostumbrado a toparse por casualidad con habitaciones que nadie haba usado en aos. Era algo habitual en la Torre, ya que se trataba de un edificio muy grande, y sobraba espacio para las pocas personas que vivan all.Sin embargo, aquella estancia que se ocultaba tras la cuarta puerta presentaba un estado mucho peor que el simple abandono. Pareca como si all, mucho tiempo atrs, se hubiese librado una batalla campal. Los cristales de la ventana estaban rotos, haba una estantera volcada y gran parte de los objetos y los libros estaban por los suelos, destrozados. Las paredes presentaban quemaduras que Morderek reconoci como impactos de rayos de fuego mgico que no haban dado en el blanco.Qu sabes de este lugar? dijo a sus espaldas una voz melodiosa y musical.Morderek se sobresalt. Se volvi lentamente, pero la mirada de los ojos de Shi-Mae no era severa, sino simplemente interrogante y pensativa, como si estuviese tratando de decidir si vala la pena hablar con aquel chico.Yo... balbuce Morderek. No s nada. Esta habitacin siempre est cerrada.Shi-Mae asinti.Lo supongo. Perteneci al antecesor de Dana, un hechicero que se haca llamar el Amo de la Torre.Y... qu pas? se atrevi a preguntar Morderek.Shi-Mae no respondi. Mir al chico de nuevo y, a un leve gesto de su mano, la cuarta puerta se cerr, sobresaltando al aprendiz.Queras alguna cosa, muchacho? pregunt la Archimaga.S dijo l cuando logr recuperar el habla. Yo... conozco el lenguaje de los animales y tengo poder sobre ellos. Por eso estoy aqu, estudiando magia y hechicera.Lo s asinti Shi-Mae.O anoche a los lobos. Y escuch su mensaje. S lo que est pasando. S que Dana no va a volver.La expresin de Shi-Mae no se alter lo ms mnimo.No he dicho nada a nadie se apresur a explicar Morderek. No quiero meterme en asuntos que no me incumben.Entonces, para qu has venido? Solo quiero aprender. Cuando vine aqu todo me pareca nuevo y excitante, pero, seora, ahora creo que la Torre se me ha quedado pequea. Creo que mi Maestra es una gran hechicera, pero s que llegar un momento en que ya no pueda seguir ensendome.Morderek trag saliva antes de mirarla a los ojos y aadir:Y creo que ese momento ya ha llegado. Shi-Mae lade la cabeza, sin dejar de observarlo. Los ojos verdes de Morderek, habitualmente fros y altivos, parecan ahora llenos de fervor. Lentamente, el muchacho se arrodill ante la Archimaga elfa y baj la cabeza en seal de respeto y humildad.Te suplico, seora, que me recibas como alumno y devoto servidor.Shi-Mae tard unos minutos en responder. Morderek respiraba entrecortadamente, sabedor de que aquello que acababa de hacer era una gran osada, y de que la hechicera poda matarlo con un solo gesto de su mano. Sabes lo que puede pasarte si traicionas a tu Maestra?No voy a traicionarla dijo el chico. No soy estpido. Simplemente quiero cambiar de Maestra... si t me lo permites.Es ella quien debe autorizarlo, muchacho.Pero ella no est, y t eres ahora la Seora de la Torre. Llvame contigo al Bosque Dorado y deja que aprenda magia de alguien como t.Shi-Mae sonri.Eres un humano dijo solamente.Soy un humano que admira y respeta a los elfos de sangre pura.Shi-Mae segua mirndolo.No puedes equipararte a la princesa Nawin.Nunca he pretendido hacerlo, seora.Shi-Mae acerc su mano al rostro del muchacho, que se estremeci un breve momento. Sinti que la elfa colocaba la mano sobre su cabeza, y al instante not una mareante sensacin de vrtigo.An oy las palabras de Shi-Mae antes de caer desvanecido:Tendrs que ganarte ese honor, muchacho. Ests en periodo de prueba. Te estar observando...VILA REBELIN DE LOS LOBOSSalamandra encontr a Fenris en las almenas, contemplando el crepsculo con gesto serio. La brisa sacuda su tnica roja y revolva su cabello cobrizo. La chica se detuvo un momento en la puerta de salida, dudando; pero enseguida ech a andar hacia el mago con decisin.La voz de l la sobresalt:Parece que fue ayer.Salamandra se detuvo de nuevo. Fenris haba hablado sin girarse ni hacer el menor movimiento, por lo que se pregunt si estaba dirigindose a ella. Por si acaso, decidi que lo mejor era hacerse notar:Perdn, cmo dices?Fenris respondi, sin alterarse:Que parece que fue ayer cuando Dana se acercaba de esa misma manera, en silencio, para preguntarme cosas que ella no debera saber.Salamandra no supo qu responder.Cuando vives entre elfos apenas notas el paso del tiempo prosigui Fenris. Las estaciones se suceden, una tras otra. Pero estar entre humanos es... suspir casi imperceptiblemente. Es diferente. Ves cmo crecen, los ves madurar, envejecer, ao tras ao. Entonces te das cuenta de que el mundo cambia, aunque los elfos no lo hagamos.Hace solo quince aos, Dana era una chiquilla como t. Ahora la miro y veo en ella una mujer, y pienso... cmo ha pasado esto? Cmo puede ser que a m me queden cerca de setecientos aos de vida? Qu voy a hacer cuando ella... cuando vosotros, incluso, ya no estis?Salamandra desvi la mirada y cerr los ojos un momento, sintiendo una punzada de dolor en lo ms profundo de su corazn. Qu es mi vida para ti, Fenris?, pens. T tienes mucho tiempo por delante. Podras vivir tu vida con diez humanas como yo, una detrs de otra, si quisieras.Dana era como yo, cuando tena mi edad? pregunt para evitar seguir pensando aquellas cosas.Fenris sonri levemente.No dijo. Era silenciosa, retrada y solitaria. Apenas haca otra cosa que no fuera estudiar y pasear por el bosque, perdida en sus pensamientos.O venir a preguntarte cosas Salamandra avanz hasta colocarse junto a l. Me cuesta trabajo creer que ella fuera una vez una estudiante como yo. Al principio, yo crea que ella haba sido tu Maestra.Oh, no. Aunque ella parezca mayor que yo, en realidad yo tengo ms de doscientos aos.Ya lo s cort Salamandra con algo de brusquedad.Rein un silencio que a la muchacha se le hizo insoportablemente incmodo. En cambio, Fenris segua contemplando el horizonte con gesto serio, pero sereno.Has venido a preguntarme algo dijo l por fin. Qu es?Salamandra alz la barbilla para mirarlo fijamente.Quiero saber por qu se ha ido.Ya lo sabes: por la maldicin.Estoy cansada de or hablar de esa maldicin! estall la muchacha. Todo el mundo la menciona, pero nadie quiere explicarme en qu consiste!Fenris guard silencio. Ms calmada, Salamandra habl de nuevo:Adems, yo no creo que Dana haya huido. Nunca hara algo semejante.Yo no he dicho que haya huido, Salamandra hizo notar l, suavemente. Simplemente, se la han llevado. Llevado? Pero...!Fenris la hizo callar con un gesto. Cuando se volvi para mirarla, pareca profundamente preocupado.No s dnde se la han llevado, ni si est bien, Salamandra dijo. No s nada. Solo s que probablemente est en peligro, y que nosotros no podemos hacer nada. Pero... podramos ir a buscarla... Dnde vas a ir a buscarla, Salamandra? Ella abri la boca para contestar, pero no se le ocurri nada que decir. Mir a su amigo y estall:T deberas saberlo, Fenris! Eres un mago, un Maestro mago!Fenris esboz una triste sonrisa. Desgraciadamente, Salamandra, no tengo ni la ms remota idea de dnde puede estar Dana. La he buscado desde aqu con todos los medios a mi alcance, pero ni las bolas de cristal pueden mostrarme su imagen ni los genios que invoco saben responder a mis preguntas. Salamandra guard silencio, pesarosa. Lo siento aadi el elfo.Tiene que haber algo que podamos hacer insisti ella. Si la magia no funciona, habr que probar otra cosa. Habr que salir a buscarla, no importa dnde.Shi-Mae no nos dejara abandonar la Torre, lo sabes. Y ahora debemos obedecerla a ella.Lo dijo con tanta amargura que Salamandra no pudo evitar preguntar:Qu pas con ella, Fenris? Qu hubo entre Shi-Mae y t?l la fulmin con la mirada.No es asunto tuyo.Salamandra lo saba, pero, aun as, le doli el tono de voz del elfo, excesivamente duro y cortante, en su opinin.Crea que ramos amigos dijo. Pero... oh, disculpa! Olvidaba que t solo eres amigo de Dana.Salamandra... empez Fenris, irritado; pero ella segua hablando.Aunque no eres muy buen amigo, que digamos. Dices que Dana est en peligro y lo dices as, tan tranquilo... Si t hubieses desaparecido, yo ya habra removido cielo y tierra en tu busca!El enfado de Fenris desapareci como por encanto. El elfo le dirigi a la chica una mirada pensativa, y ella se sinti muy humillada por haberle revelado lo que consideraba una debilidad.... Cosa que, desde luego, no te mereceras en absoluto aadi rpidamente, irritada. Te importa ms esa elfa que todos nosotros juntos! Eres el ser ms egosta que he conocido nunca.l no respondi. Ella lo mir a los ojos y le dijo, lentamente, y sin el menor asomo de temor:Te odio, Fenri