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Celaya Gto noviembre 2011 año 3 # 12 Universidad Latina de México

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Gaceta de la Facultad de Psicología de la Universidad Latina de México

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Celaya Gto noviembre 2011 año 3 # 12

UniversidadLatinade México

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Rector: ING Q. Ramón I. Lemus Muñoz LedoDirector Académico: Dr Rafael Lemus Muñoz Ledo

Director Administrativo: LIC Carlos Lemus Muñoz LedoCoordinador Lic. en Psicología: TF Verónica Garibay Laurent

Depto de Comunicación: Lic. Carlos Franco RamírezDiseño: LDG Jorge O. Moctezuma

1.- Psicoanálisis y Psicología: Mi amiga la Cloaticue, o cómo me volví un mitólogo / 17.- El estrés / 20.- Evaluación de Competencias; ventajas, retos y limitaciones /

24.- ¿Es la Etnografía sólo un método de investigación educativa? / 27.- La Mujer al Desnudo, la verdadera historia detrás del Mito / 32.- Vida y existencia; una interrogante

sobre a vida y su inevitable esencia / 36.- La Mujer, ¿Envase o Esencia?

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o. ABSTRAC: Gods, mythology; will almost related to psycho-

logy and behavior of humans as we are today. The inclination is zoomorphic deities immemorial origins. Deaht and Life have driven to humans based on something stronger tan them, thought paradoxically this has been another factor to snatch the on ‘aberrant’ ways, for the same act of “feeding” their deities in different cultures around the world. Mythomania or mytholo-gy; the truth is that when you talk about of both two, we are re-search the same conclution: humans and gods are closely linked.

Recurro, con frecuencia, a imágenes mitológicas para amplificar y sustentar el bagaje histórico-imaginativo de las pasiones y a los patrones de conducta que guíen el que hacer de nosotros los mortales. Frecuentemente voy al Museo de Antropología e Historia en la ciudad de Mé-xico y me sumerjo en un mundo de un solo monolito. Todo lo que me rodea se pierde en cuanto la veo. Es la Coatlicue: es, en su totalidad, la figura de un ser humano, una mujer, varias de cuyas partes se ven sustituidas por otras propias de la serpiente. Así, en el lugar de su cabeza se encuentran, enfrentadas, las de dos serpientes. Éstas, descendiendo, se proyectan hacia el extremo de sus bra-zos y ocupan el lugar de sus manos. Más abajo, converti-das en su cinturón, se transforman en una sola con dos cabezas. De ese cinturón descienden, multiplicadas, en una falda; a lo largo de esta enlazan sus cuerpos, y en su borde alternan sus cabezas y sus colas. Por último vuel-ven a ser las dos de la cima. Ahora, ondulando, bajan en-tre las piernas. Ahora, entre los pies, dirigen sus cabezas en sentidos opuestos.

En el monumento, pues, aparecen una mujer y dos ser-pientes que, proyectándose hacia abajo, forman sus ma-nos, su cinturón, su falda, y por fin, vuelven a ser ellas mismas, encerrando desde abajo, como lo hacen en lo más alto, la figura de la mujer. Mírense, además, las ar-ticulaciones de sus hombros y sus codos. Allí aparece un modo de máscaras; ellas tienen ojos y bocas.

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Mírense sus pies; se encontrará en ellos, figurada en volu-men pleno, la máscara que cubre sus hombros y sus codos

Los antiguos mexicanos, para dar expresión escrita a sus ideas, no usaron signos alfabéticos sino formas plásticas cuya lectura directa nos está todavía vedada. Para com-prender su significado necesitamos de un texto escrito con signos que conozcamos. Ese texto existe y su nom-bre es Histoyre du Mechique.

En ese texto se narra cómo dos dioses, transformados en serpientes, se unieron a un ser humano, y con su cuerpo, que dividieron por la mitad, crearon la tierra y el cielo, esto es, el universo entero. Esa unión, pues, representa la máxi-ma condensación del poder creador, en el punto preciso en que va a ser ejercido. Algo similar a aquella masa y tempe-ratura con las cuales la materia pudo, al explotar, originar el universo. Pero hay más: en la base de este monumento está una imagen de Tláloc, esculpida en relieve no para ser vista, sino para integrar el significado cabal de su sentido.

Todos sabemos que el labio superior de la boca de éste es ancho, y que sus extremos adquieren formas diversas. Este labio representa dos cabezas de serpiente enfrenta-das, igual que en la cima del monumento. Además, sobre el cuerpo de la imagen en relieve, aparece un símbolo: un quincunce rodeado por una banda circular estriada representa así mismo el momento previo a la creación universal. Tenemos, pues, que tal momento está repre-sentado esencialmente, por la unión de dos serpientes y un ser humano, ya sea su rostro, ya alguna otra de sus partes. Cuando se trata de su rostro, su unión con las ser-pientes se figura en el labio superior

Coatlicue, cuyo nombre significa Señora de la Falda de Serpientes, era la Diosa Tierra de la vida y la muerte para los aztecas. Era una mujer con una falda de serpientes y un collar hecho con los corazones de las víctimas de los sacrificios. Sedienta de sangre, tenía los senos flácidos y afiladas garras en pies y manos.

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Un cuchillo de Obsidiana fecundo por primera vez a Coatlicue, y de tal embarazo nacieron la Diosa Coyo-lxauhqui (Campanas Doradas) y un grupo de vástagos que fueron con-trolados por esta Diosa, quien tenía poderes mágicos capaces de provo-car importantes daños. Tiempo des-pués, Coatlicue quedo embarazada nuevamente, esta vez por una bola de plumas. Conto a sus descendientes lo ocurrido y estos se ofendieron mu-chísimo, ya que según la tradición, una Diosa solo podía quedar emba-razada en una sola ocasión, aquella en que debía dar vida a la autentica descendencia divina, y ninguna mas.Coyolxauhqui y sus hermanos lo consideraban un ultraje y decidieron asesinar a su propia madre como ven-ganza. Durante el periodo de gesta-ción Coyolxauhqui, ayudada por sus hermanos, decapito a su madre, pero inmediatamente, el Dios Huitzilopo-chtli, que se encontraba en el vientre de Coatlicue apareció armado y con una serpiente mato a muchos de sus hermanos y hermanas, cuyos cuer-pos se convirtieron en estrellas. A Coyolxauhqui le esperaba otro final. Loco de furia Huitzilopochtli le cor-to la cabeza y la lanzo al cielo, don-de se convirtió en la luna. El resto del cuerpo de la Diosa lo arrojo a la profunda y obscura garganta de una montaña y allí quedo para siempre.

El mito Azteca, como todos los mi-tos de la América Central, giraba alrededor de la muerte; su religión

exigía sacrificios de sangre y se mo-vía alrededor de una pléyade de divi-nidades de la muerte y de otras mu-chas entidades menores y terribles. Sobre todas esas criaturas del tene-broso mito infernal regían, desde el círculo noveno, el más recóndito del universo oscuro de Chicnaujmi-chtla, los esposos Mictlantecuhli y Mictecacihualtl. El Universo estaba compuesto por una serie de planos paralelos, que iban desde los nueve, o trece, exteriores, en donde tenían su morada los dioses, hasta los de planetas y astros que se ven en el firmamento, pasando por los cielos de colores. Bajo el plano de nuestro mundo, debajo de ese disco que está en el centro mismo del Universo, ro-deado de agua en toda su periferia, se sucedían los planos paralelos, que aquí sumaban nueve, terminando en ese infierno al que iban las almas de

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los seres anónimos. Allí llegaban tras un camino de cuatro años a través de muchas y duras pruebas aquellas ánimas que no habían sido elegidas por Huitzilopochtli, el gran dios su-premo y divinidad del Sol, quien se preocupaba sólo de la muerte de sus elegidos, los guerreros, o por Tláloc, el dios de las lluvias y el agua, a quien correspondían los que habían muer-to por las aguas exteriores del cielo y de la tierra, por las tormentas y los rayos, y por causa de enfermedades relacionadas con las “aguas” interio-res del cuerpo humano.

Nuestro mundo, como los cielos si-tuados bajo los dioses, tiene cuatro colores que sitúan sus cuatro partes componentes: frente al negro del país de la muerte, situado al Norte, está el azul, que corresponde al país del Sur; y frente al Levante de color blanco,

está el Poniente de color rojo. Como es natural, el dios más importante del panteón azteca, Huitzilopochtli, era también el dios de la guerra, ya que éste era el oficio por excelencia de la casta superior, fuera de la pareja y rival actividad sacerdotal que le ren-día culto a él, sin descuidar la rígida y completa administración de la vida pública y la ordenación de la priva-da. Huitzilopochtli, hijo de la virgen Coatlicue, y hermano de una única mujer y de los cuatrocientos del Sur, era la divinidad primera, a quien se atribuía la guía del pueblo azteca des-de Aztlán, en el norte en el territorio conocido como la tierra de las gru-llas, hasta la orilla del lago Texcoco, en donde asentaron la capitalidad de su imperio. El dios supremo era, na-turalmente, hijo de una virgen, como suele hacerse en todas las mitología con los dioses primeros, y se dice,

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para centrar la razón de esa virginidad, que Coatlicue via-jó embarazada por obra del cielo, ya que puso en su seno una guirnalda de plumas de colibrí, de la que nacería la divinidad suma. Pero no se creyó que fuera posible tal embarazo, y los cuatrocientos del Sur, guiados por una de las hijas, trataron de evitarse la pretendida deshonra de su madre, asesinándola antes de que pudiera dar a luz a aquella criatura. Coatlicue logró evadirse del ataque de sus anteriores hijos, dando a luz a su hijo en forma de un hombre adulto y completamente armado, como corres-ponde al dios que ha de personificar la guerra y que ha de vérselas con sus cuatrocientos hermanos,todos aquellos que dudaron de la virginidad de su madre y quisieron darle muerte. Pero también Huitzilopochtli es quien, además, sería más tarde el mismo Sol y nada menos que el águila, el astro por excelencia y el animal más poderoso de la heráldica azteca. Huitzilopochtli, señor de Sol y del Sur, con su vestido de plumas y armado con el escudo en la siniestra y la lanza en la diestra, recibía el sacrificio ritual de los corazones, aún palpitantes, arrancados del pecho de sus víctimas.

Tezcatlipoca era otra divinidad solar y lunar, el sol cálido del estío y la divinidad nocturna invisible. Es dios sin-gular, uno de los rivales Tezcatlipoca, puesto que cuatro fueron los hijos de Ometeotl, cada uno con uno de los cuatro colores simbólicos: blanco, rojo, negro y azul. Para mayor complicación de la figura divina de Tezcatlipoca, muchas veces aparece su oponente Quetzalcóatl con la misma caracterización que él.

Tezcatlipoca andaba en la noche, aterrando a los infelices, o contribuyendo a cimentar la fama de los valerosos que sostenían su coraje ante la terrible presencia del dios, que era tan temido como respetado, ya que a él también se le ofrendaban sacrificios abundantes, sacrificios humanos. Una de esas festividades dedicadas a Tezcatlipoca era la del Toxcatl, para la que se preparaba a un prisionero, siempre un hombre joven y apuesto, durante todo un año. Tres se-manas antes de su sacrificio ritual, el engalanado prisione-ro, considerado como la personificación misma del dios,

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era unido en matrimonio a cuatro vír-genes elegidas, y con ellas estaba hasta que llegaba el día de la ceremonia. En-tonces, acompañado por la nobleza en pleno, era llevado hasta el templo del sacrificio; allí, ya en solitario, ascendía la larga escalinata con toda la majes-tuosidad del dios encarnado. En la cumbre, le esperaban los sacerdotes y el cuchillo de obsidiana que habría de abrirle el pecho de un solo golpe, para que su corazón pudiera ser levantado al cielo y arrojado luego, con el cuer-po, gradas abajo, de manera similar a como se hacía para complacer a Quet-zalcóatl y al gran Huitzilopochtli.

La figura de Quetzalcóatl aparece también muy destacada en el mito Azteca, porque se trata del dios que se sacrifica por los humanos para devolverles la tierra, entregándose él y su doble, su nahual, al reino de los muertos. Quetzalcóatl gozaba de la simpatía de sus fieles, puesto que él era el creador de las artes y las indus-trias, la divinidad encargada de hacer llegar todo lo que el ser humano tenía a su favor, aunque también se le tra-taba como a una divinidad temible, puesto que se le debía sacrificar un hermoso esclavo, comprado cuarenta días antes de la fiesta del dios; de su cuerpo se apoderaban los más ricos comerciantes, puesto que esa carne santificada también era manjar ritual.

Pero, aparte de los sacrificios de san-gre, tan íntimamente unidos a la reli-gión azteca, el buen dios Quetzalcóatl

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enfrentado a Tezcatlipoca, quien había introducido entre los habitantes de la ciudad de Tula la maldad y el vicio, ter-mina por tener que abandonar su propia tierra, para salir al mar. No sin antes prometer regresar algún día glorioso, día que se esperaba activamente, con una centinela constante de las costas por las que se sabía que, en ese día grande, Quetzalcóatl regresaría a traer sólo el bien a su pueblo.

Tláloc, continuador de una de las divinidades preclásicas de la lluvia, el dios de la serpiente y, muy especialmente, del dios Chac de los mayas, es una de las divinidades más antiguas del panteón azteca. Tláloc, como antes habían hecho Cocijo o Tzahui, es el ser que se ocupa de la tute-la del agua, el dios que puede hacer que los campos flo-rezcan y la vida pueda continuar eternamente. A Tláloc, como antes Chac, se le asociaba con los cuatro puntos cardinales y con los cuatro colores que los representaban, moraba en las alturas de las montañas, velando por las nubes que en ellas se formaban y, en los templos, esta-ba al mismo nivel que el gran Huitzilopochtli. Como es natural, el ritual religioso de Tláloc exigía el sacrificio de víctimas humanas, pero, tal vez por la tremenda necesi-dad que el pueblo tenía de acceder a esa agua tan nece-saria, la exigencia se multiplicaba, ya que eran los niños recién nacidos los que debían servir de vehículo de satis-facción para el dios de la lluvia.

Al lado de Tlaloc estaba Chalchihuitlicue, la diosa del jade y la turquesa, colores que toma el agua que los hu-manos ven sobre la tierra. Era generalmente considerada su esposa, y ella velaba por los ríos y arroyos, por los po-zos y las lagunas. De forma que era otra divinidad agríco-la de la fertilidad.

Chicomecoalt, la hermana de Tlaloc, otra divinidad de los campos, amparaba el maíz, teniendo una especial personificación como diosa del maíz que florece, bajo la denominación de Xílonen. Pero no era la única divinidad del maíz, el más importante alimento de los aztecas, ya que junto a ella está el matrimonio formado por Cinteotl

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y su esposa Xochiquetzal, con los cuales velaba, por ex-tensión, por el buen fin de todos los cultivos.

Finalmente, la diosa Tlazolteotl, por haber sido esposa de Tlaloc en un principio, y luego del temible Tezcatlipo-ca, era la compleja divinidad que presidía el amor entre los humanos, la diosa del amor carnal, por una parte, y quien luego se encargaba de escuchar las confesiones que los fieles hacían de sus faltas, para después vigilar el cum-plimiento de las correspondientes expiaciones marcadas para esas faltas

Como en el mito de los orígenes de otras culturas, entre los mayas aparece el del silencio y las tinieblas originales. Nada existe y es la palabra la que dará origen al Univer-so. De ello se encargan los progenitores, entre los que se cuentan Gucumatz y Hurakán, el Corazón del Cielo, ade-más de Ixpiyacoc e Ixmucané, abuelos del Alba.

La creación del ser humano pasó por varias pruebas hasta llegar a su estado definitivo. En el primer intento, la ma-teria empleada fue el barro, “pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía”, no podía andar ni multiplicar-se, “al principio hablaba, pero no tenía entendimiento”. En la segunda prueba, los progenitores decidieron hacer muñecos de madera, que “se parecían al hombre, habla-ban como el hombre”, pero, aunque se multiplicaron, no tenían alma, entendimiento ni memoria de su crea-dor, “caminaban sin rumbo y andaban a gatas”. Fueron destruidos y sobrevino un gran diluvio. Además de los males enviados por los dioses, también se rebelaron, ven-gándose de ellos, los perros, las aves de corral, las piedras de moler, los utensilios domésticos. El intento definiti-vo de creación concluyó con los hombres de maíz, que fueron cuatro: Balam-Quitzé (Tigre sol o Tigre fuego), Balam-Acab (Tigre tierra), Mahucutah (Tigre luna) e Iqui-Balam (Tigre viento o aire). Éstos estaban dotados de inteligencia y buena vista, de la facultad de hablar, an-dar y agarrar las cosas. Eran además buenos y hermosos. El desarrollo de los seres humanos se identifica entre los

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mayas con el principal cultivo y fuente de sustento, el maíz: de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.Los mayas creían que había trece cielos dispuestos en capas sobre la tierra y que eran regidos por sendos dio-ses llamados Oxlahuntiku. La tierra se apoyaba en la cola de un enorme cocodrilo o de un reptil monstruoso que flotaba en el océano. Existían nueve mundos subterrá-neos, también dispuestos en capas, y regidos por sendos dioses, los Bolontiku, que gobernaban en interminable sucesión sobre un ciclo o semana de nueve noches. El tiempo era considerado una serie de ciclos sin principio ni fin, interrumpidos por cataclismos o catástrofes que significaban el retorno al caos primordial. Pero nunca se acabaría el mundo porque creían en la palingenesia, la regeneración cíclica del universo. Los libros del Chi-lam Balam exponen predicciones acerca de esos ciclos de destrucción y renacimiento, como la que relata la suble-vación de los nueve dioses subterráneos contra los trece dioses celestiales, el robo de la gran serpiente, el derrum-be del firmamento y el hundimiento de la tierra. También en el Chilam Balam se dice que en 1541 llegaron los dzu-les, los extranjeros. Hasta ese momento estaba medido el tiempo de la bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde donde los dioses nos contemplan, pero llegaron los dzules y lo deshicieron todo. Enseñaron el te-mor, marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor de los otros porque viviese la suya: habían venido “a cas-trar al Sol”. Según los mayas lacandones, cuando se acabe el mundo los dioses decapitarán a todos los solteros, los colgarán por los talones y juntarán su sangre en vasijas para pintar su casa. Después reconstruirán la ciudad de Yaxchilán, donde se habrán refugiado los lacandones. Según otra versión, los jaguares de Cizín, dios del infra-mundo, se comerán al Sol y la Luna.

Entre los mayas existen tres moradas diferentes para los muertos: el inframundo, un paraíso que se encuentra

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situado en uno de los cielos y una morada celestial. La primera, llama-da Mitlán, Metnal o Xibalbá (así se la nombra en el Popol Vuh), está en el quinto de los nueve submundos, el más profundo. Llegar hasta allí es peligroso: el muerto necesita un par de zapatos nuevos, debe pasar tres puertas y cruzar un lago con ayuda de perros. La segunda, el paraíso, es un lugar ameno donde corre leche y miel y equivale a la morada de los dioses de la lluvia o tlálocs mexicas. En el paraíso hay además un espacio para los niños, a quienes se coloca en un gran árbol lleno de pechos de mujer que los siguen alimentando. Según algunas interpretaciones, tam-bién los suicidas acaban en la segunda morada. La tercera morada está en el cielo séptimo, el más alto, donde van los que han pasado una temporada en el inframundo, los muertos en la gue-rra y las mujeres que murieron en el parto. Uno de los dioses de la muerte más importantes es Cizín, también relacionado con los temblores de tie-rra y con el color amarillo, símbolo de la muerte. No es casual su vínculo con el dios Jaguar, a quien se considera se-ñor de la noche estrellada, aunque en realidad reina al mismo tiempo en el cielo, en la tierra y en el mundo subte-rráneo de las sombras.

Cada uno de nuestros actos, de nues-tras pasiones y motivaciones, está estructurado y sustentado en una larga historia. Historia que nuestros antecesores expresaron en imágenes

míticas, en leyendas, en cuentos de hadas y del folklore y en los sueños compartidos de pueblos y aldeas. Para el hombre primitivo las pulsio-nes e instintos eran manifestaciones de una inteligencia superior que se expresaba a través, y por intermedio, de la psique individual y colectiva. Había ciertos personajes que, actuan-do a modo de antena, canalizaban las necesidades y daban forma a los re-querimientos de la colectividad, ellos son los Chamanes o personalidades “maná.” Ellos han pasado por un pro-ceso iniciático que les permite ver más allá de lo que pueden captar los otros miembros de la sociedad. En las tribus primitivas era, y es en ciertas etnias, frecuente observar como jefe o brujo reúne a sus congéneres para contarles el sueño tenido la noche anterior. Si este es un “Gran Sueño,” marcará el destino de la comunidad pudiendo cambiar la historia de todo un pueblo o el de una civilización. Los sueños también previenen, nos alertan de posibles riesgos.

Los mitos y leyendas nos hablan del alma colectiva, nos brindan imágenes de los patrones y formas de aprehen-sión de las grandes civilizaciones. Se constituyen así, en una suerte de en-tendimiento del alma de los pueblos. Los cuentos de hadas y del folklore retratan estos modos de conducta en comunidades más pequeñas, son la mitología de las sociedades más limitadas. Vemos entonces como, en cada pueblo, en cada familia se bara-

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jan historias y anécdotas que consti-tuyen el hilo directriz de la tradición. Ellas dan sentido de pertenencia, de identidad, nos engraman dentro de un determinado módulo de desarro-llo, nos dicen quienes somos, cuáles son nuestros puntos de partida. Ellas también nos hablan de los guiones que van a gobernar nuestra exis-tencia: patrones y argumentos que pueden destruirnos o construirnos, y que sobrepasan en mucho las posi-bilidades de la acción volitiva.

Los sueños son las mitologías indi-viduales, cuando no son Grandes Sueños como los relatados ante-riormente. Ellos nos dicen la acción de nuestra vida, nos alertan y com-pensan cuando una conducta está muy polarizada, complacen nuestras fantasías más secretas y nos dan las pautas para dar dirección a nuestra existencia. Los sueños nos hablan del mito que se está constelizando en no-sotros; mas allá de los diagnósticos médico-psiquiátricos son los mitos, los cuentos que cada unos de noso-tros debe vivir, los que nos permiten entender, con claro conocimiento psicológico, lo que constituye el sen-tido de la existencia individual. Cada persona está regida por un patrón que los antiguos Griegos llamaron “Daimon.” Este demonio es una es-pecie de destino que cada individuo debe satisfacer, la traición al destino particular produce sufrimiento y, a la larga, enfermedad y muerte.

Lo anterior choca abruptamente con las concepciones colectivistas. Estas últimas nos hablan de un ideal uni-versal de perfección. Como si todos los seres humanos fuéramos iguales y estuviéramos destinados a un mismo fin. Lo que es ideal para unos no tie-ne, necesariamente, que ser un mo-delo único. Pero también esta con-cepción de una sola forma de vivir y de concebir el desarrollo, encuentra fundamento en la mitología y en la historia: Procrustes fue un Rey que quería que todos quienes vivieran en su ciudad fueran iguales, inventó para ello un lecho donde tendía a los ciu-dadanos y viajeros, y si la talla no era la esperada, los estiraba o recortaba, según el caso. Lo mismo ocurre ac-tualmente cuando pretendemos im-poner a nuestros semejantes patrones divorciados de su realidad individual. Si bien hay una serie de normas y le-yes que nos permiten convivir, estas deben servir para hacer respetar las diferencias particulares y no para uni-formar a los ciudadanos.

La psicología es una mitología de la actualidad, en especial la psicología profunda. En esta estudiamos las motivaciones más hondas del com-portamiento humano. Las escuelas de psicología profunda nacen con la concepción de lo inconsciente, es este un estado en el cual los conteni-dos psíquicos no están disponibles para la reflexión consciente, es decir, representa una condición de inacce-sibilidad en los procesos condicio-

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nantes de la conducta. Esta incons-ciencia va a determinar gran parte de nuestra conducta, con la particu-laridad de que ella trabaja veinte y cuatro horas al día, siendo una fuen-te inagotable de información, tanto por los estímulos subliminales que se almacenan en ella, como por los ins-tintos y pulsiones que pugnan por su expresión desde sus profundidades. En ella se almacena también todo el bagaje filogenético y evolutivo de la especie. La predeterminación de la conducta se evidencia en los actos fa-llidos, los sueños, las equivocaciones, los estados de humor inexplicables, los síntomas y las enfermedades. Desde lo inconsciente se producirá la elaboración imaginativa. La creación es una forma por medio de la cual los seres humanos expresamos nuestro paradigma vital, colectivamente esta se manifestará por medio de la poe-sía de la mitología, en los cuentos de hadas y, a nivel más personal en los sueños y las obras de arte, en la poe-sía, en la música, en la pintura, etc.

Para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, es difícil pensar que nuestra realidad está guiada por las mismas necesidades que orientaron la existencia hace 6.000 años. Hay que tener una alta dosis de humil-dad para reconocer que la búsqueda de la vida eterna, la cual llevó a los sumerios a escribir la Epopeya de Gilgamesh, tiene la misma motiva-ción que la que conduce gran parte de los experimentos médicos en la

actualidad. Que la persecución de la felicidad y la juventud, el encuentro con el Shangrila mítico, condiciona la vida de gran cantidad de hombres y mujeres de hoy. La lucha contra lo inevitable, la ilusión de que podemos vencer lo que en sí mismo es invenci-ble, la necesidad de los hombres de jugar a dioses, de crear y hacer vida, que la clonación no nace en nuestra era, ya estaba engramada en la crea-ción del Golem por el pueblo judío, en la fantasía siempre presente de crear a un ser perfecto e invencible. Es esa misma fantasía la que hace a las universidades actuales hablar del “Producto humano que el País ne-cesita y que ellas tienen el deber de proveer.” Es absurdo pensar que la perfección se puede alcanzar negan-do nuestras miserias y limitaciones, nuestras maldades y sombras. Negar la esencia paradojal del ser humano, que somos buenos y malos, nobles y viles, altos y bajos, uno y múltiple; es una de las condiciones más peligro-sas para el individuo y para los pue-blos. Ella nos conduce a la inflación irreflexiva. Esta última fue llamada Hubris por los griegos y constituyó el pecado por excelencia. Por Hubris fue condenada Aracné a tejer eterna-mente, ella se sintió tan segura de su arte que se atrevió a retar a Atenea, la diosa después de vencerla la convir-tió en araña. Ixión se atrevió a desear a Hera e intentó poseerla, por ello fue castigado a permanecer en el Ha-des atado a una rueda de fuego.

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Somos víctimas de Hubris quienes nos infatuamos en nuestra omnipo-tencia y en nuestro Narcisismo. Nos sentimos por encima de nuestros semejantes arriesgándonos a ser víc-timas de la venganza de esos dioses y demonios que pueblan el inconscien-te individual y el alma colectiva.

La hibris o hybris (en griego antiguo ὕβρις húbris) es un concepto griego que puede traducirse como ‘desme-sura’ y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados, resultando a menudo en merecido castigo. En la Antigua Gre-cia aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento vio-lento inspirado por las pasiones exa-geradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequili-brado, y más concretamente por Ate (la furia o el orgullo). Como reza el famoso proverbio antiguo, errónea-mente atribuido a Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.»

La religión griega ignoraba el con-cepto de pecado tal como lo concibe el cristianismo, lo que no es óbice para que la hibris parezca la principal falta en esta civilización. Se relacio-na con el concepto de moira, que en griego significa ‘destino’, ‘parte’, ‘lote’ y ‘porción’ simultáneamente. El des-tino es el lote, la parte de felicidad o desgracia, de fortuna o desgracia, de

vida o muerte, que corresponde a cada uno en función de su posición social y de su relación con los dioses y los hombres (véase como moirala división del mundo realizada por los tres grandes Crónidas, que determi-na el destino de cada uno). Ahora bien, el hombre que comete hibris es culpable de querer más que la par-te que le fue asignada en la división del destino. La desmesura designa el hecho de desear más que la justa medida que el destino nos asigna. El castigo a la hibris es la némesis, el castigo de los dioses que tiene como efecto devolver al individuo dentro de los límites que cruzó. Heródoto lo expresa claramente en un significati-vo pasaje:

Puedes observar cómo la divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen demasiado, sin permitir que se jacten de su condición; en cambio, los pequeños no despiertan sus iras. Puedes observar también cómo siempre lanza sus dardos des-de el cielo contra los mayores edifi-cios y los árboles más altos, pues la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía.

La concepción de la hibris como fal-ta determina la moral griega como una moral de la mesura, la modera-ción y la sobriedad, obedeciendo al proverbio pan metron, que significa literalmente ‘la medida en todas las cosas’, o mejor aún ‘nunca demasia-do’ o ‘siempre bastante’. El hombre

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debe seguir siendo consciente de su lugar en el universo, es decir, a la vez de su posición social en una sociedad jerarquizada y de su mortalidad ante los inmortales dioses.

La hibris es un tema común en la mitología, las tragedias griegas y el pensamiento presocrático, cuyas his-torias incluían a menudo a protago-nistas que sufrían de hibris y termi-naban por ello siendo castigados por los dioses. En la Teogonía de Hesío-do, las distintas razas de hombres (de bronce, de hierro, etcétera) que se suceden unas tras otras se condena-ron por su hibris. En cierto modo, la falta de Agamenón en el primer libro de la Ilíada se relaciona con la hibris al desposeer a Aquiles de la parte del botín que debería corresponderle en justicia. Por su parte, Heráclito mues-tra la hibris como el señalamiento de una falta hacia el Nous o dios legal: «El sol no traspasará sus medidas, pues si no las Erinias, asistentes de la Dice, lo descubrirán.» No obstante, Heráclito piensa que mientras haya discordia, se podrá fundir las partes en el Uno. Por lo tanto aquí la hibris es un fluir de opuestos, haciendo po-sible la vida.

Había también una diosa llamada Hibris (o Hybris), la personificación del anterior concepto: insolencia y falta de moderación e instinto. Hi-bris pasaba la mayor parte del tiempo entre los mortales. Según Higinio era hija de Érebo y la Noche, atribuyén-

dole otros autores la maternidad de Coros, el daimon del desdén.En el derecho griego, la hibris se re-fiere con mayor frecuencia a la vio-lencia ebria de los poderosos hacia los débiles. En la poesía y la mitolo-gía, el término fue aplicado a aque-llos individuos que se consideran iguales o superiores a los dioses. El hibris era a menudo el ‘trágico error’ o hamartia de los personajes de los dramas griegos.

Al final las mitologías se unen, sean griegas, aztecas, mayas, de cualquier signo, podemos ver siempre la seme-janza, el descubrir que las sociedades usan los tiempos y las circunstancias. Es por lo anterior que el conocimien-to de la mítica de los pueblos, las anécdotas familiares y populares son tan importantes para el conocimien-to del hilo conductor de los seres hu-manos, tanto a nivel colectivo como individual. Es probable que en la mitología encontremos patrones que puedan indicarnos el sentido de los fenómenos que presenciamos en la actualidad. Ella nos puede indicar el camino basándose en la experiencia, en la historia y en el conocimiento de los patrones eternos que condicio-nan el comportamiento humano, los arquetipos.

Y al final me volví un mitólogo o ¿mi-tómano?

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Referencias bibliográficas.

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“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo” William Shakespeare

¿En algún momento de tu vida, te has sentido estresado?

¿Qué es él estrés?Estrés proviene del anglicismo stress que significa ten-sión y es una reacción fisiológica del organismo en la que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

El estrés es un proceso perceptivo y cognitivo, se refie-re a cualquier exigencia o estímulo que nos produzca un estado de tensión y tiene que ver con las demandas vs los recursos que tenemos, es decir que cuando la demanda es más alta y tengo pocos recursos se genera más estrés. El estrés es una respuesta natural y necesaria para la su-pervivencia, a pesar de lo cual hoy en día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos modos de vida, des-encadenando problemas graves de salud.

Respuestas fisiológicas al estrésEl cuerpo responde naturalmente al estrés y lo hace en 3 etapas: La fase de alarma, la fase de resistencia o adapta-ción y la fase de fatiga o desgaste.

En la primera fase es cuando el cuerpo esta fuerte, recibe la señal de alarma y busca sacar lo mejor de sí para atender esa mayor demanda, aumenta la actividad en casi todos los sistemas, mas azúcar más energía. La segunda etapa la de resistencia es una etapa de reparación como resul-tado del deterioro ocurrido en la primera etapa el cuer-po comienza a sufrir los estragos de intentar adaptarse a esa nueva situación y es cuando hay dolores de cabeza, tensión muscular, tic´s, ansiedad, entre otros síntomas. Y finalmente ante la incapacidad de afrontar la tensión por

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más tiempo, ocurre un desbalance del equilibrio interno y fisiológico en el cuerpo, el organismo simplemente no soporta más y se enferma. Como consecuencia de este estrés continuo, surgen una gran variedad de enferme-dades como hipertensión, ataques al corazón, derrames cerebrales, úlceras, asma, cáncer, migraña, entre muchas otras que cada vez son más frecuentes en nuestra comu-nidad y que pareciera que surgen de forma espontanea y sin razón alguna.

Tipos de estrésSi exploramos la bibliografía podemos encontrar que existen principalmente 2 tipos de estrés y que uno de ellos incluso se podría catalogar como “estrés bueno”. Es-tos 2 términos son:

Distrés, utilizado cuando nos referimos a las consecuen-cias perjudiciales de una excesiva activación psicofisio-lógica, este es negativo porque discapacita y en pocas palabras provoca que la persona no pueda funcionar, y eustrés se usa cuando hacemos alusión a la adecuada ac-tivación necesaria para culminar con éxito una determi-nada prueba o situación complicada, es positivo porque provoca un descargue de adrenalina, para poder seguir funcionando.

Fuentes del EstrésEnlistar una serie de causas o fuentes del estrés sería algo muy complicado, quizás habría algunas causas en gene-ral comunes en la mayoría de gente, pero en la práctica esas fuentes dependen exclusivamente de la persona, de lo particular, del entorno, de los estímulos que recibe. Si los estímulos fueran para todos iguales, todos estaríamos estresados o no de la misma forma. ¿Qué marca la di-ferencia entre una persona y otra?, la respuesta seria la forma en que cada uno percibe la realidad.

Pero como buscamos hablar de lo general, se pueden dis-tinguir 2 tipos de fuentes de estrés:

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Estímulos externos como son los problemas económicos, familiares, exceso de trabajo, temor, pérdida de un ser querido, entre otras cosas, y estímulos internos que per-tenecen al dominio psicofísico del individuo, como por ejemplo, un dolor intenso, una enfermedad, sentimientos de inferioridad, problemas sociológicos, entre otros.

¿Qué hacer para evitar el estrés?Para afrontar el estrés de forma positiva creo yo, en pri-mer lugar hay que conocer aquello a lo que nos enfrenta-mos (retos, metas, exigencias) y las posibles consecuen-cias del mismo.

Es importante valorar las propias aptitudes a la hora de seleccionar nuestro modo de vida y nuestras actividades, no exigirnos demasiado ni plantarnos objetivos inalcan-zables, pues nos ayudará a no obtener frustraciones inne-cesarias en nuestra vida diaria.

Debemos mantener una vida sana, llevando una dieta equilibrada, realizando ejercicio físico y evitando la so-brecarga de tensiones.

Mantener una situación afectiva estable es básico para afrontar el estrés, así como llevarse bien con los amigos y con quienes nos rodean, pues tendremos un apoyo en ellos en caso de necesidad.

Es también una herramienta el uso de ciertas técnicas de relajación y sobre todo como dije arriba el estrés depende de cómo es que tú veas la vida, estresante, difícil, dura o tal vez la puedas ver hermosa, divertida, romántica, excitante.

Tú decides de qué lado la vez, sé feliz…

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IntroducciónHablar sobre la evaluación de competencias desde las ventajas, los retos y las limitaciones que implican, hacen necesario hacer un recorrido por la historia y evolución del movimiento de las competencias, en el presente tra-bajo se buscará esbozar parte de esta historia en dos ám-bitos por demás vinculados: el ámbito laboral y el ámbito educativo en aras de explicar cuáles han sido las principa-les vicisitudes a las que se ha enfrentado la evaluación de las competencias de los trabajadores y futuros trabajado-res en estos dos escenarios. Desarrollo Desde 1973, año en que el psicólogo David McClelland publica su artículo “Testing for competence rather than intelligence” el movimiento de las competencias ha con-siderado a través de numerosos estudios meta-analíticos que las pruebas de contenido tradicionales de aptitudes académicas y de conocimientos junto con las califica-ciones escolares y los títulos obtenidos no son procesos efectivos en la evaluación debido principalmente a dos consideraciones:

1.- En primer lugar se concluía que este tipo de instru-mentos no predecían con eficacia el desempeño, y2.- de manera importante -en términos del análisis estruc-tural social- se argumentaba que este tipo de instrumentos se encontraban frecuentemente y negativamente sesgados en contra de grupos colectivos que pertenecían a las de-nominadas minorías –mujeres y personas de los estratos socioeconómicos bajos que no habían podido tener acce-so a las mismas oportunidades de educación formalizada-.

Hasta aquí una de las aseveraciones más críticas que se han formulado en contra de los instrumentos para la me-dición de los estados y rasgos psicológicos comúnmente llamadas “pruebas psicométricas”, tan empleadas hasta entonces para la toma de decisiones en muchos de nues-tros ámbitos de vida: la educación, el empleo y la salud. Pero, prácticamente al mismo tiempo se gestaba otra

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de las más trascendentes críticas en torno a otra de las herramientas predilectas en la compleja y ardua tarea de identificar a la persona cuyo potencial y experiencia se ajustaban de manera idónea a los puestos de trabajo en el mercado laboral: la entrevista de trabajo.

Del campo de la psicoterapia en donde el profesor de psi-quiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota, William Schofield, expondría en 1964 el se-vero “Síndrome YAVIS”, pronto sería importado el cues-tionamiento completo hacia cualquier interacción huma-na incluyendo las entrevistas de selección para el trabajo. Así, los entrevistadores y el resto de los representantes de las áreas de recursos humanos a nivel mundial habrían de poner en tela de juicio su otrora herramienta consentida para la función de atracción y adquisición de talento.

¿Sería posible que los reclutadores y seleccionadores habrían estado juzgando de manera inexacta a las innu-merables filas de candidatos a ocupar un puesto en las organizaciones para el trabajo de una manera poco efi-caz e injusta? ¿A cuántos trabajadores “extraordinarios” habrían dejado ir a favor de incluir entre su personal a candidatos que eran mucho mejores en la realización de una actividad pobremente relacionada con las activida-des que habrían desempeñar dentro de sus puestos de trabajo pero que sin duda habían sido capaces de mos-trarse como personas más jóvenes (Young), atractivas (Attractive), verbales (Verbal), aparentemente inteligen-tes (Intelligent) y exitosas (Successful) en la situación de entrevista? La respuesta: ¡el número era incontable! ¿Qué habrían de hacer a partir de ahora?

Una de las respuestas a esta pregunta estribaba en buscar los métodos de investigación que facilitaran la identifica-ción de las variables “de competencia”, que predijeran el desempeño en el trabajo y que no estuvieran prejuiciadas (o al menos, fueran menos prejuiciadas) por la raza, el género, o los factores socioeconómicos . Esta búsqueda de métodos llevó a considerar dos vertientes:

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1. La Utilización de Muestras de Cri-terio. Este método compara a gente que claramente han tenido un trabajo exito-so o una vida interesante con gente que ha sido menos exitosa con el fin de poder identificar aquellas características que se encuentran asociadas con el éxito; y

2. La Identificación de Conductas y Pensamientos Operantes Causalmente Relacionadas con Resultados Exitosos. Esto es, que las mediciones de compe-tencias deberían involucrar situaciones abiertas en las que un individuo tiene que generar alguna conducta, en distin-ción a las mediciones “respondientes” tales como el auto-reporte y las pruebas de opción múltiple, que requieren la elección de una de varias bien definidas respuestas alternativas a situaciones cuidadosamente estructuradas. Las situaciones de la vida cotidiana y del trabajo raras veces presentan tales con-diciones de prueba. Antes bien, el mejor predictor de lo que una persona pueda hacer y de hecho hará es lo que él o ella espontáneamente dice o piensa en una situación desestructurada- o ha hecho en situaciones similares del pasado.

En otras palabras se pretendía iden-tificar ¿qué hacían “los mejores tra-bajadores” que les hacían tener éxito y que no realizaban las personas con un desempeño en el trabajo prome-dio o francamente inferior? ¿Qué conocimientos, habilidades y actitu-des mostraban los ocupantes estrella que no mostraban aquellos que no sobresalían en sus trabajos? A este

conglomerado de conocimientos, habilidades, actitudes –y algunos in-cluyen rasgos- pronto se le habría de denominar “competencia”.

De esta manera en lugar de preguntar a los candidatos sobre el manejo que le darían de una situación hipotética –algo que los invitaba a protegerse en consideraciones generales-, se empezaría a preguntar por qué era lo que en realidad habían hecho en una situación así. También sería impor-tante que ellos hablaran de los even-tos que habían considerado de “éxi-to” y de “fracaso” en sus experiencias académicas y de trabajo.

De esta manera, pronto se habría de escuchar entre la jerga el siguiente paradigma “el mejor predictor de la conducta futura de un candidato es la conducta pasada y la actual. Este sería el atisbo del paradigma de la evaluación por competencias que poseemos en la actualidad para la selección del personal que habrá de ocupar un puesto de trabajo.

No es difícil pensar que el movimien-to de las competencias pronto se habría de introducir en los espacios e instituciones encargadas de la for-mación de los futuros trabajadores. Y concomitantemente, en este contexto, el cuestionamiento sobre el significa-do de la evaluación en términos de la academia habría de experimentar un recorrido singularmente parecido a su contraparte en la esfera laboral.

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En este orden de ideas es Ahumada Acevedo quien esquematiza la se-cuencia cronológica que llevaría la inclusión del criterio fácticamente relacionado con el desempeño en el trabajo –la competencia- en el en-torno educativa y la eclosión de este nuevo paradigma educativo hasta configurarse como lo conocemos en la actualidad.

Tangencial al análisis de los propósi-tos –los qués- y de las estrategias –los cómos- en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el autor establece algu-nos momentos importantes sobre los cuántos de este proceso, es decir, so-bre los procedimientos de evaluación.

Así, se hace posible contemplar las siguientes fases:

En los años treinta del siglo pasado, el padre americano de la evaluación educativa, Ralph Tyler, llevaría a con-siderar la evaluación desde la pers-pectiva del logro de ciertos objetivos formulados de manera anticipada.

El pragmatismo de los años setenta permitiría la exposición del modelo CIPP o de toma de decisiones en la evaluación curricular, propuesto por Daniel Stufflebeam, junto a este mo-delo la evaluación sería conceptuada como un proceso sistematizado de recolección de información que ha-bría de emplearse de manera última en la toma de decisiones.

Y si bien incipiente desde los años se-senta, pero con un auge mucho más cristalizado entre los años ochenta y noventa, el enfoque basado en los criterios en el que pronto se habría de incluir el criterio de desempeño de las tareas, es decir, la competencia es uno de los temas motivos de este trabajo.

Fuentes:

AHUMADA ACEVEDO, P. (2001). La Evaluación en una Concepción de Aprendizaje Significativo. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso.SCHOFIELD, W. (1964). Psychothe-rapy: The purchase of friendship. Englewood Cliffs, Nueva Jersey: Pren-tice Hall.

SPENCER, S. M., & SPENCER, L. M. (1993). Competence at Work Mo-dels for Superior Performance. Nueva York: John Wiley & Sons.

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IntroducciónLa etnografía es uno de los métodos más relevantes en investigación cualitativa a través de descripciones deta-lladas de situaciones, eventos, personas, interacciones y comportamientos que son observables, lo que los par-ticipantes dicen, sus experiencias, actitudes, creencias, pensamientos y reflexiones tal como son expresadas por ellos mismos y no como uno los describe (Martínez M, Miguel, 1998) para captar el sentido que las perso-nas dan a sus actos, a sus ideas y al mundo que les rodea (Martínez M, Miguel, 1998).

La etnografía es la rama de la Antropología que se ocu-pa, de las técnicas apropiadas para describir la cultura y redes de relaciones sociales de un grupo humano, origi-nalmente de grupos tribales o sociedades no occidenta-les, aunque actualmente se refiere a cualquier grupo hu-mano moderno o tradicional. Así que sus preocupaciones esenciales suelen ser las epistemológicas y sus necesida-des y consecuencias metodológicas (Mardones y Ursua, 1999:42). Etimológicamente, el término “etnografía” (del gr. Etnos = pueblo y de graphía = descripción), equivale a la ciencia que tiene por objeto el estudio y descripción de las razas o pueblos (Martínez M, Miguel, 1998).

La etnografía se apoya en la convicción de que las tradi-ciones, roles, valores y normas del ambiente en que se vive se van interiorizando poco a poco y generan determi-nados estilos que pueden explicar la conducta individual de manera adecuada, comparte una estructura de razona-miento que por lo general, no es explícita pero se mani-fiesta en diferentes aspectos de la vida (Martínez M, Mi-guel. 1998 pp.30-31), dándole la credibilidad y el criterio de rigor, que logra que su uso en educación sea bastante enriquecedor por todas sus aportaciones en el contexto en el que se da este fenómeno, ya que estudia su realidad, desde esta perspectiva la etnografía sí es un método en la investigación educativa, debido a las siguientes razones.

Aún existe polémica en lo que se entiende por etnogra-fía, algunos autores la consideran como un enfoque o

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paradigma de investigación naturalista contrapuesto al positivismo (Mardones y Ursua, 199 pp.19-20) para en-tender la forma en que cada grupo humano ve el mundo. Elsie Rockwell (1987: 7) menciona las diversas maneras en que los seres humanos han logrado sobrevivir, vivir y darle sentido a la vida.

Se afirma que la etnografía se interesa por lo que la gente hace, cómo se comporta y cómo interactúa. Elsie Roc-kwell (1987), propone describir creencias, valores, pers-pectivas, motivaciones y el modo en que todo eso se de-sarrolla o cambia con el tiempo de una situación a otra. Trata de actuar desde dentro del grupo y de las perspecti-vas de los miembros que lo componen, lo que cuenta son sus significados e interpretaciones.

El etnógrafo se interesa por lo que aparece y por lo que hay detrás, es decir, por el punto de vista del sujeto y la perspectiva con que éste ve a los demás y puede utili-zarlo en distintos contextos, permitiéndole describir la conducta habitual de instituciones y grupos concretos, describir o reconstruir de manera analítica escenarios y grupos culturales intactos. El investigador etnográfico comienza examinando grupos y procesos incluso muy comunes, como si fueran excepcionales o únicos. Ello le permite apreciar los aspectos tanto generales como de detalle, necesarios para dar credibilidad a su descripción (Martínez M, Miguel, 1998 pp.36-38).

La etnografía educativa es un proceso heurístico y un modo de investigar sobre el comportamiento humano. Se suele utilizar una combinación equilibrada de da-tos, tanto subjetivos como objetivos, para reconstruir un universo social. En la educación se utiliza el método etnográfico ya que presenta diversas posibilidades en el campo de la educación.

Los estudios de etnografía educativa pretenden colaborar a la mejora de las prácticas educativas, a fin de propiciar la innovación de todos los elementos que intervienen en

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el proceso educativo (Bertely,B. M. 2003:2). Ha contribuido a poner de manifiesto la gran complejidad que encierran los fenómenos educativos y su integración en un medio sociocul-tural más amplio. Posibilita a los res-ponsables de la política educativa, así como a los usuarios de la educación, un conocimiento más real y profundo de la realidad educativa y, por lo tan-to, ofrece una orientación más precisa para la toma de decisiones.

La etnografía educativa se centra en descubrir lo que acontece en la vida de cada día; recoge datos significa-tivos de forma predominantemente descriptiva de lo que sucede, los in-terpreta y puede así comprender e intervenir más adecuadamente en las aulas. Se trata de estudiar lo que allí ocurre, las distintas interacciones, actividades, valores, ideologías y ex-pectativas de todos los participantes.En este tipo de investigación juega un papel relevante la reflexión acerca del marco teórico del estudio, dado que no se pueden diseñar unas téc-nicas metodológicas que no estén en conexión con la orientación teórica e ideológica del estudio (Bertely B. M. (2003 pp.2-3)

CierreLa investigación etnográfica en el campo de la educación, aporta un enfoque de los problemas educati-vos más amplio, rico y completo, ha-ciendo alusión al contexto en que se producen los hechos. Las interaccio-

nes entre los miembros de un grupo, sus valores, ideología, lenguaje, etc., que juegan un papel significativo a la hora de interpretar lo que sucede en ese grupo humano. Esta percepción más global y completa de los proble-mas aporta una gran ayuda para po-der enmarcarlos en parámetros más amplios, en los que se desenvuelve la conducta de los grupos huma-nos. De lo indicado anteriormente se deduce que la etnografía sí es un método de la investigación educativa porque permite el estudio del com-portamiento humano. Desde esta óptica puede llegar a afirmar que la investigación en las ciencias sociales se amplía.

Fuentes Consultadas

Bertely B, M. (2003). Retos meto-dológicos en etnografía de la educa-ción. En http://www.uv.mx/cpue/coleccion/N_2526/Publmari.htm

Mardones y Ursua. (1999). Filosofía de las ciencias sociales. México: Coyoacán

Martínez m., Miguel (1998). La in-vestigación cualitativa etnográfica en educación: manual teórico-práctico. 3ª. Edición. Reimp. 2008. México: Trillas.Rockwel, Elsie. (1987). Reflexiones sobre el proceso etnográfico (1982 – 1985). Material mecanografiado. DIE – CINVESTAV – IPN.

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IntroducciónMucha de la información que trata de explicar nuestro pasado es traspasada de generación en generación, sin saber realmente si su procedencia es solida. Pocas veces nos cuestionamos acerca de su veracidad. Muchos de es-tos datos desacreditan la participación de la mujer como parte de la historia y su evolución, pero realmente nos hemos cuestionado alguna vez: ¿Cuál es la verdadera im-portancia de la mujer en la prehistoria?

A continuación presentamos la recopilación de funda-mentos que contestan a esta pregunta, que aclaran un panorama de dudas forjadas a través de cientos de años y que hemos creído ciegamente sin realmente saber de donde es que provienen todos esos relatos que en la ac-tualidad son parte ya de nuestra cultura y forma de vida y la manare en la que nos organizarnos como sociedad.En este texto trataremos de poner algunas cartas sobre la mesa para que podamos formar ideas propias acerca de la participación de las mujeres, así como de su importancia en el desarrollo del género humano.

Comenzaremos brindando los mitos que nos han dado a conocer, para después mostrar las pruebas que dieron origen a otra historia diferente a la que todos creemos y conocemos, pruebas que realzan el papel de la mujer y que no solo destacan al hombre como único ser respon-sable de la supervivencia de la especie, ni como el princi-pal creador de la civilización moderna.

La antropología y sus mitosA través del tiempo se ha formado la historia de nuestro pasado en base a mitos, historias que nuestros antepasa-dos han adornado y heredado de acuerdo a sus creencias y su cultura.

Los mitos que han llegado hasta nuestros días deberían responder a la pregunta ¿realidad o ficción? Ya que no existe algo que nos compruebe que los relatos realmente

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hayan sucedido de esa forma o que quizás, pueden ser solo el traslado de nuestra organización, costumbres o estilo de vida a nuestro pasado. La antropología ha sido el campo encar-gado de tratar de descifrar dichas pre-guntas, pero a pesar del tiempo y de algunas pruebas no han podido llegar a respuestas exactas y concretas, por lo que han optado por seguir varios conceptos relatados en dichos mitos y buscar las pruebas que los confirmen.

Uno de los grandes mitos es el de la creencia de que el hombre era el pro-veedor de alimentos, mientras que la mujer solo era la encargada de pro-crear y cuidar la descendencia, exis-ten historias en las cuales se a llegado a decir que incluso la mujer llego a intercambiar carne por sexo, mientras que otras relatan la imagen de una mujer recolectora de frutos con los cuales se mantenía a la tribu mientras los cazadores, en efecto, hombres, lle-gaban con la caza, resultado de varios días de arduo trabajo en grupo.

Uno de los mitos mas conocidos donde se toma en cuenta a la mu-jer seria la historia de un ejemplar de australopitecos aferensis a quien los antropólogos dieron el nombre de “Lucy”, hace “unos 3,3 millones de años después, un soleado 30 de noviembre de 1974, la encontraron” (Adovasio, Soffer, & Page, 2008, pág. 50) . Muchos son los misterios que rodean a esta figura del pasado, uno de ellos sobre el verdadero sexo de

los restos de este espécimen, ya que no se sabe si era macho o hembra debido a que los órganos blandos se desintegraron a través del lapso de tiempo en que los fósiles estuvieron ocultos, además de que solo se en-contraron el 40% de su esqueleto; otro de los misterios es sobre la causa que provoco su muerte ya que de este hecho se desprenden varios rumores de procedencia igualmente dudosa, como lo es el relato que se dice que Lucy se ahogo en el rio y los sedi-mentos del agua cubrieron sus restos hasta su descubrimiento, mientras que por otra parte se cuenta que mu-rió en medio de una riña de territorio entre las tribus de aquellos tiempos. Quizás jamás sabremos lo que en realidad paso, ya que nos es imposi-ble poder llegar a comprobar todo lo que nuestra imaginación a llegado a formar como parte de nuestra sed de respuestas, lo que si sabemos es que “Lucy y los suyos fueron considera-dos los ancestros directos de todos los seres humanos actuales” (Adova-sio, Soffer, & Page, 2008, pág. 51)

También podemos notar la diferen-cia de géneros que se a marcado a través de la historia en las compa-raciones tanto fisiológicas como de roles en la sociedad en la forma en la que muchos antropólogos han com-parado dichas características entre hombres y mujeres. Algunas de estas comparaciones, en su mayoría apo-yan la idea del hombre como un ser superior ante la mujer, desde la idea

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de que el cerebro de la hembra es mas pequeño en cuestión al cerebro de un macho, mas sin embargo cabe destacar que el tamaño no es lo im-portante, en ambos sexos el numero de neuronas es igual, pues lo impor-tante no es la materia gris, sino la forma de organización de este, mas si embargo existen estudios com-probados que afirman que las muje-res utilizan ambos hemisferios para desarrollar su lenguaje de ahí que se diga que “una mujer habla mas que el hombre”, ya que este solo desarrolla la capacidad lingüística del hemisfe-rio izquierdo. Otros estudios revelan que la mujer tiene capacidades emo-cionales como la lectura del lenguaje corporal y la percepción de las emo-ciones de los demás, mientras que los hombres son propensos a rotar bien mentalmente una figura, a leer mapas y recordar las posiciones de los números, de esta información po-demos deducir que los roles que se toman en los géneros se deben a las características que cada uno presenta y desarrolla con mayor facilidad.

Otra diferencia que se marcaba era la física, debido que se pensaba que por el tamaño y estructura que por natu-raleza caracteriza a la hembra, esta no puede desarrollar las funciones que el macho por su complexión si podía lograr, es por eso que se supone que las mujeres se quedaban en el hogar, realizando solo actividades que su fi-sionomía les permitiera realizar.

Con esto podemos concluir que los mitos han tenido una importante fuerza en la historia que en la actua-lidad conocemos sobre nuestro pasa-do y la forma en que sus culturas se organizaban.

Pruebas sustentablesYa hemos hablado sobre los mitos que han marcado la historia de la an-tropología, pero debemos saber que el que sean mitos no implica que sea una completa falsedad, también se cuenta con bases reales que testifican o complementan las historias conta-das a través del tiempo, investigacio-nes antropológicas avalan la veraci-dad algunas de estas historias, lo que nos da fundamentos para sostener las teorías mas cercanas a una realidad. Un ejemplo de una imagen real del pasado es el descubrimiento de he-rramientas conocidas como “agujas” que nos comprueban el hecho de que las mujeres realizaban activida-des como la de tejer, acción que les ayudaría a facilitar su vida en varios aspectos de esta; dichas agujas es-taban fabricadas del marfil de los colmillos del mamut. Gracias a esta técnica lograron elaborar artefactos como redes, cestas, trampas y hasta prendas, todo esto de gran utilidad para las tribus de aquellos tiempos.Otro de los inventos de gran utilidad fue el de “la cuerda y el hilo era dig-no de admiración…abrió la puerta a un amplio abanico de nuevos modos de trabajar y de mejorar las probabi-

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lidades de supervivencia” (Adovasio, Soffer, & Page, 2008, págs. 209-210), la cuerda se utilizaba para atar cosas, cogerlas, sujetarlas o para transpor-tarlas. A partir de esto aparecieron mas herramientas como las cañas de pescar, las sogas, las correas, las asas y los paquetes.

Demasiadas investigaciones se han emprendido en busca de respuestas comprobables y el esfuerzo de los antropólogos a dado sus frutos, como la investigación realizada en 1987 acerca de “las mitocondrias de Eva” a través de la tipificación de ADN Mi-tocondrial de las distintas razas hu-manas de las placentas, que arrojaron como resultado que todos los huma-nos tenemos un antepasado común materno que según la investigación vivió hace 200 000 años, y que segu-ramente era procedente de África, co-nocida como Eva. Se dedujo que era de 7 de sus hijas de donde provenía toda la población europea, mas sin embargo ni esta investigación se libro de los mitos, ya que a cada una de las hijas se les otorgo un nombre y carac-terísticas especificas lo cual es impo-sible, pues no existen pruebas de que fuese así, aunque en estos mitos se incluyen algunos hechos que pueden ser rescatables tales como la partici-pación femenina en la invención de la canoa, la domesticación de los ani-males y la agricultura, pero a pesar de las pruebas genéticas hay teorías que aun así no están de acuerdo con los resultados de la teoría ya que se fun-damentan en otros hechos.

Es momento de tomar un tema muy importante en la historia de nuestra evolución como es la agricultura y la domesticación de animales y plantas, ya que estos sucesos marcan las pautas de un antes y un después de nuestra historia, y de lo que somos ahora, des-de la cultura hasta algunos cambios fí-sicos, debido al tipo de vida que a par-tir de esas nuevas técnicas surgieron y que hasta el día de hoy aplicamos en nuestras formas de vida.

La participación de las mujeres en es-tos sucesos es de gran importancia ya que su participación fue fundamen-tal para el avance de la humanidad, pues la aplicación de estas técnicas facilitó enormemente la producción de alimentos de una forma más sen-cilla, aumentando su cosecha y el nú-mero de ganado con el que contaban aquellas tribus, las cuales a partir de este cambio optaron por el sedenta-rismo, debido a que ya no tenían la necesidad de caminar en busca del alimento para sobrevivir.

Aunque se dice que “la domestica-ción de estos animales debió de ser tarea de hombres, pues, sobre todo los que viven en estado salvaje, son grandes y peligrosos” (Adovasio, Soffer, & Page, 2008, pág. 306), po-demos imaginar que la mujer tam-bién tuvo que ver en esto pues era la que quedaba a cargo del hogar y del cuidado de los hijos, y en algún mo-mento de la historia también quedo a cargo de los cultivos y los animales domesticados.

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Por lo anterior podemos tener in-formación más verídica respecto a la participación femenina en la evo-lución de especie humana, desmin-tiendo algunos de los mitos que la sociedad actual conoce como parte de la historia.

ConclusiónDespués de este repaso en el que co-nocimos el desempeño de las mujeres en el paso del tiempo podemos llegar a la conclusión de que no todo lo que es contado es verdadero, mediante el desarrollo del tema es posible obser-var la manipulación de la historia a través del tiempo por las distinciones de genero, que han omitido la impor-tancia de la mujer así como sus contri-buciones en varios aspectos que han beneficiado a la sociedad tanto pasada como actual.

Ahora puedes darte cuenta que el pa-pel de la mujer no solo fue el de un ama de casa que solo estaba al cuida-do de las crías, si no que también re-fleja el papel de una mujer luchadora en busca de mejores condiciones de vida para su familia y para ella, cosa que no fue fácil pero que al paso de los tiempos se lograron cosas que quizás aquellos antepasado imagina-ron, es importante no descartar la im-portancia del hombre para que esto sucediera, ya que la evolución es un proceso que requirió de la unión de ambos géneros, sin subestimarse uno del otro, ya que los dos han sido fun-damentales para poder llegar a lo que

hoy en día somos y tenemos como es-pecie, como cultura y como sociedad.

El esfuerzo de ambos a llegado a simplificar nuestra vida actual, desde aquellos inventos estructurados para poder sobrevivir hasta la tecnología mas avanzada que ha llegado a su-perar lo que en aquellos tiempos no podría ni imaginarse.

Esto es solo un poco de lo mucho que no nos han contado, y que de-beríamos conocer…”la verdadera importancia de la mujer”.

Bibliografía Adovasio, J., Soffer, O., & Page, J. (2008). El sexo invisible. una nueva mirada a la historia de las mujeres. Mexico: Lumen.

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No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena

de ser vivida es responder a la pregunta fundamental de la filosofía […].

Es profundamente indiferente quién gira alrededor del otro, si la tierra o el sol. Para decirlo todo, es una cuestión baladí […] Nunca vi a nadie morir por el argumento ontológico.

ALBERT CAMUS, El mito de Sísifo.

Curioso es como al ponerle fin a nuestra existencia, es ya el hecho de encontrarle un sentido a la vida misma. Cuán-tos nos habremos preguntado, si vale siempre realmente el hecho de seguir viviendo. Desde diferentes ámbitos y contextos; tales como el religioso, filosófico, político, so-cial y psicológico, llegan a caer en contradicciones. Esto es, el defender el derecho a la vida -mayoritariamente ajena- como a su vez defender el derecho a quitarla. ¿Será acaso que al llevar a cabo cualquier de los dos antes men-cionados, queremos hacerlo con la vida particular? Son demasiadas incógnitas, las que precisamente nos arrojan a efectuar “el acto más valiente de un cobarde”. Si bien es cierto que cada uno es responsable de su propio ser, viviéndolo desde el lado más cruel y miserable o el más hermoso y favorable, si en algún momento le llegase a la mente la idea de suicidarse ¿deberíamos intervenir otros? ¿Sería un atentado hacia la ‘soberanía’ del otro individuo o un ‘soporte’ para que continúe viviendo?

No hay ni habrá una respuesta universal respecto a estos cuestionamientos. Pero visto desde mí es que, si el otro realmente pide la ayuda, y solamente por voluntad y osa-día propia, buscaremos la manera de ponerle “fin” a su sufrimiento. De otra manera, jamás la persona aceptará la ayuda de otros. ¿Acaso la vida siempre, sin excepciones e inexorablemente, vale la pena de ser vivida?

Más de algún modo en los dos casos se triunfa. Si esa per-sona consuma el acto de suicidarse, triunfa al dejar atrás el sufrimiento, y si no, triunfa porque sigue existiendo, y puede que valore más el hecho de estar en este mundo.

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Ahora bien, revisándolo desde la perspectiva religiosa y pagana, el suicidio va estrechamente ligado a la violación de Las Leyes de la Natura-leza, pero la muerte misma es una de ellas. Entonces, es posible que se esté siguiendo con el ciclo, aunque para muchos –religiosos y/o paganos- esto no sea “ético”.

Continuar viviendo, por el contrario, es aceptar el desafío y transmutarlo en un acto creador de sentido, en un gesto de rebeldía que se encarne en la invención de ese sentido ausente. Se trata, al fin de cuentas, de vivir una vida elegida y, como tal, vivirla sin concesiones, con autenticidad. En un mundo ideal, seríamos noso-tros la fuente de sentido no sólo de la vida, sino también de la muerte.

Emplearíamos las posibilidades que nos brinda la tecno ciencia para que la muerte, en lugar de negada, fuera vivida como la suprema posibilidad del hombre, como aquello que coro-na una vida que, según es dable espe-rar, haya sido la mejor vida posible. El deseo de atentar contra la vida, no es otra cosa sino que, el temor de que nuestras vidas se prolonguen, en contra de nuestros deseos, inde-finidamente, o, ¿meramente un tras-torno psicológico? ¿Verdaderamente una escapatoria de la vida como tal?

Pocos años atrás, escribir sobre el modo de morir era casi un sinsentido, más aún lo era el discutirlo. El aporte

distintivo de la revisión crítica de los derechos de los individuos a dirigir sus vidas, incluyendo las circunstancias de su muerte, fue la problematización de la muerte voluntaria -fundamental-mente, la eutanasia y el suicidio asisti-do- como parte de una lista compre-hensiva de dichos derechos.

Se hace alusión a la estrategia de exclusión del diferente denunciada por Foucault y seguida por Szasz. Los expulsados han variado a lo lar-go de las épocas, según la ideología dominante. Ya fueren los herejes de la inquisición, las brujas en la Edad Media, el confinamiento de los le-prosos intramuros del Humanismo, o la manicomización de los locos de la Modernidad o de la marginación de la muerte propia de la sociedad hedonista actual.

En el imaginario colectivo, la muerte representa una tríada de fracasos di-fícilmente admisibles. En el imperio de la imagen el valor o desvalor se miden en términos del placer que provocan legitimándose en una es-tética contemporánea regida por el antagonismo entre el mundo de los vivos y de los muertos. De este modo la realidad de la muerte es ausencia de imagen, generalmente de juven-tud, y siempre de belleza. A ello se suma la expropiación de la muerte del moribundo cautivo del imperati-vo tecnológico, “el moribundo teme, con justificado horror, ser preso de un tiempo sin tiempo”. El moribun-

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do intenta apropiarse de la muerte como el último hecho de su vida personalísimo e intransferible, ya sea median-te un acto suicida, o para aquellos pacientes parapléjicos imposibilitados de hacerlo por mano propia, recurriendo a terceros en lo que dio en denominarse suicidio asistido.

Si por añadidura el imperativo de preservar la funcionali-dad familiar y social encamina el proceso del morir, es un requisito que ya no se muera en el hogar sino en un lecho extraño. El acto de desterrar al moribundo en una insti-tución impide que la muerte alcance a invadir el ámbito de la vida privada y que altere de manera perversa la co-modidad de quienes deben continuar con sus actividades cotidianas. En la consecución de este proceso de margina-ción, al moribundo se lo obliga atravesar etapas bien dife-renciadas -territorios topológicamente delimitados en su institucionalización-, donde cuanto mayor es su dolencia y más delicado su estado, más radical es su exclusión.

¿Es dable que el peso de la responsabilidad de la expropia-ción de la muerte recaiga exclusivamente en el denomina-do paradigma tecnológico? ¿No será éste un chivo expia-torio? Acaso no sea otro más que el ser humano quien ha despojado de todo contenido existencial y de toda signifi-cación no sólo a la muerte sino al proceso del morir. El re-sultado es nuestra propia enajenación del derecho a morir, más precisamente del derecho a morir con dignidad.

Se trata del componente reflejo del suicida: quien mata y quien muere es la misma persona. Se trata de morir por mano propia. Todo suicidio inaugura un campo discur-sivo que remite necesariamente a la figura simbólica del otro. Todo discurso sobre una práctica suicida involucra a un tercero. Desde que la vida es un don divino, un rega-lo, una propiedad y a través de ellas la exégesis argumen-tativa de la muerte de Sócrates a propósito del Fedón de Platón, a los distingos agustinianos y tomistas en la mira de diferenciar las buenas muertes de las malas muertes, tal el caso de Jesús y Judas respectivamente. El esfuerzo denodado a través de la doctrina del Doble efecto difun-

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dida tenazmente por Tomás de Aquino, con el objetivo primordial de poner el acento en la intención primaria del agente y no en las consecuencias del acto que pueden ser in-deseadas. Salvar los actos martiriológicos, sacrifi-ciales y de renunciamiento-en la historia del cristianis-mo- de ser calificados de actos suicidas se torna imperati-vo teológico, ético y político.

Hay que deconstruir el prejuicio que el suicido histó-ricamente conlleva y propone el constructo colectivo desde una mirada libre y desprejuiciada que habilita mo-ralmente el estar al servicio de los otros. No se soslayan las prácticas eutanásicas ni las del suicidio asistido. Ni las controversias en relación a la autonomía del paciente y la decisión de ponerle fin a su vida. Como tampoco se desdeña el después. Un después doloroso para el entor-no afectivo de quien decidiera que su vida ya no tiene sentido. Desde un planteo filosófico de hondo contenido existencial, sino para ayudarnos a comprender la inson-dable condición humana.

Cohen Agrest, Diana, (2007) Por mano propia. Estudio so-bre las prácticas suicidas. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,.Albert Camus, El mito de Sísifo. Ensayo sobre el absurdo, Buenos Aires, Losada, 1996, Borges Jorge Luis, “El Biathanatos”, en Otras inquisiciones, Madrid, Alianza- Emecé, 1981, Perlson Joseph y Ben Karpman, “Psychopathologic and psy-chopathic reactions in dogs”, en Quarterly Journal of Crimi-nal Psychopathology, IV, 1943, pp. 504-521.

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La principal pregunta que se tratara de resolver en el si-guiente escrito será, ¿Qué evidencias hay de que la mujer es el sexo invisible desde el punto de vista antropológico? La cual ha causado controversia con el paso del tiempo hasta la actualidad, debido a esto se abordaran diferentes argumen-tos que intentarán dar una explicación desde nuestro punto de vista y basados en estudios antropológicos.

Analizaremos el desarrollo del hombre en el aspecto físico y socio-cultural a través de la historia, haciendo hincapié en la mujer, todo esto alrededor de la pregunta planteada anteriormente. Se abordara los descubrimien-tos y/o aportaciones realizados por la mujer que han provocado el cambio del mundo como lo hoy lo cono-cemos, como por ejemplo la agricultura, al pesca, y la domesticación de animales y planta.

Desarrollo fisiológico y biológico de la mujer en la his-toria antropológica A través de la historia se creé que el primer humano que comenzó a caminar erguido fue la especie australopite-cos en el cual uno de los más populares de estos especí-menes fue “Lucy” aunque realmente no se sabe si Lucy era mujer u hombre (Adovasio, 2008).

La especie humana ha presentado varios cambios du-rante el paso del tiempo, los cuales han sido provocados por el medio ambiente, pero los más destacados son los que ha sufrido principalmente la mujer, uno de los más importantes y que han provocado características conse-cuentes es la postura erguida, como por ejemplo el cam-bio de forma en la pelvis:

Esta especie es destacable porque a partir de este punto histórico es donde se comienzan a dar grandes cambios físicos y culturales en las especies humanas en el mundo de ese entonces, por ejemplo se menciona en el escrito (Adovasio, 2008) que las mujeres a partir de que se vol-vieron erguidas presentaron cambios en la pelvis, “para

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que una persona camine o corra con facilidad a dos piernas, ambas deben de estar relativamente juntas, lo que implica que la pelvis y, por lo tanto, el canal del parto precisa ser rela-tivamente estrechos. Si la cabeza de los fetos humanos crecie-ra mucho más antes del parto, la pelvis de la madre tendría que ser tan ancha que esta andaría con dificultad, de forma similar a como lo hacen los cocodrilos y lagartos […]. Por eso, el estrecho canal del parto humano es una solución ne-cesaria que obliga a renunciar a muchas cosas” (Adovasio, 2008, pág. 84). Se presentó otro cambio como el produ-cir sonidos con la boca-garganta, el cambio fisiológico del pelaje, Otro aspecto que genero la postura erguida fue que los homo tuvieron la capacidad de producir so-nidos con la boca, se creé que la hembra fue la primera en utilizar este recurso, la razón fue que con el tiempo las hembras no desarrollaban tanto pelaje como antes, esto provoco a su vez que el hijo de la hembra no pudiera sos-tenerse de su pelaje y a su vez no podría estar agarrado de la espalda de la madre, menciono esto porque es ne-cesario entender esto antes de que se exprese el siguiente motivo, este otro es que por no poder sostenerse de la madre en el momento de buscar alimento por parte de esta misma se requería dejar a la cría en el suelo, esto provocaba que él se “sintiera” solo al no estar cerca de ella, entonces la hembra para poder hacer saber al pe-queño que se encontraba cerca comenzó a emitir sonidos para que se diera cuenta que se encontraba cerca y así no provocaría preocupación en la cría, pero claro eso solo es una teoría no está comprobado totalmente.

El ahorro de energía debido a esta postura utilizando esta para otras actividades, el aumento de la tasa de mortalidad, la capacidad de correr, entre otras (Salou, 2000). La postu-ra erguida mejora la visión del entorno y la panorámica de visión. Así se desarrolla un aparato visual más perfecto, y las manos, ese instrumento cuya importancia para nuestro desarrollo iguala a la del cerebro, pueden especializarse, posibilitándose la construcción y el uso de herramientas.

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“Podemos especular el ahorro de energía, aunque peque-ño, de caminar erguidos habría sido especialmente benefi-cios para las hembras, pues engendrar a un bebe y parirlo consume una cantidad de energía increíble (comer por dos, ejemplo). Asimismo, las hembras debieron de descubrir que podían utilizar las manos y brazos, entonces liberados, para transportar a los niños durante distancias más largas”. (Adovasio, 2008, págs. 81-82).

Evolución del rol de la mujer a través de la historia de la humanidad

En este apartado se hablará del cambio socio-cultural que tuvo la mujer en la historia de los homos.

El primer cambio remarcable en la historia de la hembra, es que comenzó a formar parte de la actividad de la cace-ría con los machos, característica que por mucho tiempo fue solo realizada por estos, mas sin embargo la hembra desempeñaba una tarea más amplia a la del varón, a ella le tocaba repartir de lo que cazaba a sus hijos y a ella, en cambio el hombre solo repartía comida entre los mismos cazadores y solo algunas veces a alguno de sus descen-dientes pero a ella nunca, es por eso que de ahí se co-menzó a generar un gran papel en cuanto a lo social por parte de la mujer.

Lo mencionado anteriormente dio paso a otras caracte-rísticas que hicieron que la esta dejara de ser considerada como débil, la que no podía salir de la casa, que no podía cazar y que mucho menos tendría un rango de mayor je-rarquía que la del macho.

Uno de los sucesos que podría mencionarse con respecto a la jerarquía que comenzó a obtener la mujer fue que, en algunas tribus tomo el papel de “consejera” de la tribu y esta a su vez poseía habilidades que solo podían ser trans-mitidas a las mujeres de la tribu, como la habilidad de manipular la arcilla o de realizar costuras tan complejas que eran muy diferentes a las que las demás personas de la tribu no podían realizar.

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Ejemplo de ello: “Forma arcilla mezclando la tierra fina y polvorienta con agua, y con ella modela una cabeza y un cuerpecito de oso […] entona unas palabras y tira al oso al horno. En cuestión de minutos, este explota con un agudo crujido y una cascada de restos y virutas del animal de barro se estrellan contra las paredes del horno.” (Adovasio, 2008, págs. 202-203).

Con respecto a las artes de la fibra, creemos que la mujer fue quien dio mayor contribución en este aspecto, debi-do a que pasaba mayor tiempo en un lugar estable, que nos atreveremos a llamarlo “hogar”, donde como activi-dad de ocio y por curiosidad, comenzaron a entretejer fibras, logrando un tejido más complejo, a partir de esto observaron que tenía una utilidad más favorable que solo un “pasatiempo”.

ConclusiónA través de lo ya expresado, se demostró que la mujer no es el “sexo invisible” como se percibe actualmente y como la sociedad lo ha hecho creer durante el paso de la histo-ria. Cabe mencionar que las aportaciones que ha brinda-do la mujer, han sido trascendentales en lo cultural.

Y con ello, ha dado a conocer su posición social, como un elemento fundamental, para su desarrollo. Demostrando ser pieza clave y respaldo, en la vida del ser humano. Se demostró que sin ella probablemente el mundo no sería como hoy lo conocemos, ya que como lo observamos, ha beneficiado con grandes cambios a la vida .

BibliografíaAdovasio, S. P. (2008). El sexo invisible. México: Lumen.Salou, J. M. (Agosto de 2000). Albaiges. Recuperado el Domingo de Septiembre de 2011, de http://www.albaiges.com/antropologia/andamoserguidos.htm

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