frye, northrop - el camino crítico - tres

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  • 8/6/2019 Frye, Northrop - El camino crtico - Tres

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    epocas preterit as 10 hacia normalmente con el pasado 0 con un pe-riodo atemporal anterior al principio de la historia.

    La incumbencia en sentido puro se expresa mediante unacreencia incondicional que presta poca atenci6n a la evidencia y a laraz6n, Q que al menos no depende de elias. Pero cuando la impor-tan cia de la verdad como adecuaci6n se deja sentir , la incumbenciadebe reconocer y contar con este otro aspecto del sentido de la reali-dad, que viene proporcionado por la mente. EI primer intento de laincumbencia en este sentido fue la elaboraci6n de una sintesis de-ductiva de la experiencia en la que sus propios principios constitu-yen las premisas mayores, en tanto que los hechos de la experienciaque dan supuestamente relacionados con ellos mediante la logica.

    Esta es la tendencia de la filosofia medieval, que culrnin6 en eltomismo. Subyaciendolo habra un gigantesco esfuerzo encaminadoa demostrar que el cristianismo se encontraba en posesi6n de la ver-dad como adecuaci6n y de la verdad revelada, y que el mismo eraverdad tanto por las pruebas de la raz6n como por demostraci6nhist6rica. La fe cristiana, 0 cuerpo fundamental de la incurnbenciaarticulada, se convirtio asi en la base de 'una estructura racional de-ductiva suministrada por la teologia, de la que, a su vez, debiandeducirse, idealmente al menos, los principios de la filosofia y pos-teriormente de la ciencia. El rnarxismo sigue todavia esforzandoseen un escolasticismo deductivo semejante y mantiene que sus prin-cipios son cientlficos, esto es, que son prernisas mayores y validasde la ciencia, En las democracias tambien aparece en cada genera-ci6n de modo recurrente una poderosa afioranza de una sintesis en-, c iclopedica del pensamiento que disponga de un cuerpo de datoscientificos solidamente establecido, de una base de leyes y de unasuperestructura formada por las premisas de la creencia y la esperan-za. Despues de la Fenomenologia del espiritu de Hegel estas am-biciones confieren un giro profundamente cosmol6gico a la filosofiadel siglo XIX, en el que tan a menudo se consideraba que la tareafundamental de la filosofia era la construcci6n de sistemas enci-clopedicos, 0 catedrales verb ales del conocimiento y la fe. El hechode que los esfuerzos mas completos por reconciliar los dos tipos derealidad hayan conducido al canibalismo puede ser significativo: enHegel el conocirniento devora en ultima instancia a la fe, al igualque en la Summa contra gentiles es la fe qui en devora al conoci-rruento.

    Con todo, la estructura rnitica cristiana del Medievo era 10 bas-tante amplia como para abarcar 10 que hemos lIamado la oposici6nliberal de la cultura y el conocimiento basados en el mundo clasico,

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    que, claro esta, no era oposici6n en el sentido de grupo diferente depersonas que hubiera adoptado un mito de la incumbencia distinto ,En el siglo XVI la sintesis deductiva, si bien seguia existiendo , sernantenia en 10 que Wallace Stevens denomina las demarcacionesmas espectrales. Los ataques dirigidos contra uno de sus apoyos fun-damentales -1 0 real universal de la filosofia nominalist a- habiandebilitado bastante esta s intesis. y la Reforma protestante la debili-t6 aiin mas en Inglaterra, pues la tendencia general del protestan-tismo es a separar los campos de la fe y el conocirniento. En esta si-tuaci6n, la oposicion liberal, reforzada por la expansion de laeducaci6n superior en los sectores laicos, la invenci6n de la imprentay el aumento de la autoridad central en las naciones y las ciudades-estado, se consolid6 en el humanismo y adquiri6 un papel prepon-derante en la sociedad del Renacimiento.

    Desde nuestro punto de vista actual, el hurnanismo puede con-templarse como una etapa en la acomodaci6n de la cultura literariade una sociedad al mito dominante de la incurnbencia. Hist6rica-mente fue la inevitable segunda etapa que sigui6 al fracaso delesfuerzo por obtener una sintesis deductiva. Los humanist as , porutilizar una expresi6n un tanto desgastada, eran principalmentehumanistas cristianos: habrfan pensado que intentar un retorno alpaganismo 0 politeismo era absurdo, y, ademas, la elaboraci6n deun nuevo rnito de la incumbencia habria destruido la idea mismade humanismo. A pesar de todo el interes que los humanistas dedi-caron a los estudios biblicos y teol6gicos, y a pesar de la gran va-riedad de sus intereses practices, la idea de humanismo se refiere aalgo distinto y complementario de las incumbencias religiosas y po-liticas de su epoca.

    A 10 largo de muchos siglos, los habitos mentales de la culturaescrita habian alcanzado preponderancia suficiente como para quese considerase que ellenguaje de la prosa y la raz6n era la principalexpresi6n verbal de la realidad. Se consideraba inadmisible queen10 religioso un poeta tuviera el mismo tipo de autoridad que unteologo, y en 10 que respecta a la his toria y a la moral,ellenguajede la poesia tampoco alcanzaba a ser el que expresaba 10 que setenia por verdad literal. Cuando se establece una cultura escrita elorador se convierte en su principal figura oral. El humanismo recu-per6 las nociones fundamentales de la cultura oratoria de la Romade Augusto, incluyendo la idea de un conocimiento enciclopedicoque se adquiere por medio del estudio de la ret6rica. Esta teorfa seexpone en De oratore de Cicer6n, y fue su prese?cia real 0 supues-ta en Virgilio uno de los elementos que contnbuyeron a crearle

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    una reputacion legendaria, tanto en .la Edad Media como despues.La cultura de la epoca de Augusto fue contemporanea de otros

    dos acaecitnientos sociales que desde la perspectiva historica del hu-manismo eran definitivos: la centralizacion de la autoridad temporalen el ernperador y el comienzo del cristianismo. Los hurnanistas, aligual que sus predecesores rnedievales, asumieron con naturalidadque las relaciones que existian entre el naciente Imperio y la inci-piente Iglesia, eran mas Intimas de 1 0 que realmente fueron. Se su-puso que la Egloga Cuarta de Virgilio, al igual que el relato dePlutarco donde, se dice que el gran Pan ha muerto, eran profedasmesianicas; se creyo que Seneca mantenia correspondencia con SanPablo; las Me.tamorfosis de Ovidio eran una especie de Biblia pa-gana, dado que abarcaban desde los relatos de la creaci6n y el dilu-vio hasta las visiones del final de la naturaleza. En Ovidio, Virgilio,Horacio y otrosexisten est ados de animo que revelan una obsesionpor la idea de un cambio inevitable en los asuntos de los hombres-que Yeats expresa con las palabras Luna llena en rnarzo, expre-si6n que enlaza el asesinato de Cesar con la Resurreccion->, yen lasepocas cristianas estos estados de animo se asociaron con naturalidadal nacimiento de Cristo. As!' pues, el perlodc augustal presentabauna cierta aura de encarnaci6n, tanto secular como sagrada.; De este modo, dicho periodo alcanzo una importancia particular

    para un movimiento que no reclamaba ni la autoridad espiritual delcrisrianismo ni el poder: temporal del principe 0 el Emperador, sinoque intentaba establecer dentro de Ia sociedad una especie de gIU-po .el it is ta equil ibrador que permit iera el desarrollo delestudio y lacultura bajo la proteccion de ambas autoridades. El cristianismoposeia la verdad, pero carecia del estilo: San Pablo escribia en ungr,iego inferior, y el .latln patristico no tenia cornparacion con el deCicer6n. E1principe detentaba el poder y teoricamente era la perso-na a qui en mas importaba educar al modo errciclopedico del orador,1 0 : que explica la aparicion de tratados como el Fundamento de unprincipe cristiano de Erasmo, 0 Iii gobernante de Elyot, cuyo granprototipo clasico es la Ciropedia de jenofonte, que establecia laeducaci6n ideal del principe ideal. Pero en la practica el principetendia mas a ser un hombre de voluntad, y de hecho la funcion so-cial del humanista se aproximaba mas a la de servidor y consejerodelrnismo, es decir, a la del cortesano cuya educacion esboza Cas-tiglione.

    En la Iiteratura medieval encontramos con frecuencia la idea delcirculo de caballeros, esto es; de un grupo de caballeros unidos poralgun sirnbolo circular, como lajarretera 0 la Tabla Redonda, entre-

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    gados al servicio del principe y a los ideales sociales de la Iglesia: Eltema del circulo de caballeros, que generalmente se disuelve en al-.gun final tragico 0 elegiaco, ha recorrido la li teratura inglesa desdelos grupos comitatus de la primera poesia heroica hasta Tennyson-de hecho, hasta T. H. White y Tolkien-. En ciertos aspectos, loshumanistas eran el equivalente civil e intelectual del circulo de ca-balleros, y la relaci6n que existe entre ambos grupos es el tema delmayor poema ingles del humanismo renacentista, La reina de lasbadas de Spenser. En el un grupo de caballeros pasa por todas lasacostumbradas rutinas caballerescas de rescatar doncellas y matardragones y gigantes, pero en realidad toda esta actividad simbolizala educacion cultural y religiosa ideal de un principe cristiano yrenacentista, igualmente ideal.

    El humanista tipico era mas estudioso y critico que poeta, y, ttlhumanismo se consideraba forjador de una estructura social paraeste ultimo, ademas de proponerle las convenciones y normas de suexpresi6n. No solo existian poeras mayores y menores, tambien exis-tian generos mayores y , menores, y los primeros -en particular laepica=- cumplian el especifico papel social de ocuparse de las. figa-ras pertenecientes a la clase dominante y de exigir al poeta parte deaquella enciclopedica gama de conocimientos cuya posesion se atri-buia antes de el a Romero y a Virgilio. Estos conocirnientos tcnianque derivar de todo el conjunto formado por la literatura dasica y lacristiana: para el humanista los autores gl'iegos y latinos eran auto-ridad en todas las ramas del saber -Vitruvio en arquitectura y Ga-leno en Medicina, n o menos que Ciceron y Virgilio en literaru-ra-. Lairnprenta, al permitir a los estudiosos determinar una editioprinceps y hurtar un texto clasico ala corriente corruptora del tiem-po, con todos sus peligros de errores por parte de copistas y deabandono de manuscritos por ignorancia, desernpefio un papel pre-ponderante en la fijacion de est a idea de autoridad y comunidad in-telectual. Asi pues, la imprenta supone un estado mas avanzado enla creaci6n de un punto de referencia espacial para la comunidad,que, como ya hemos visto, es inhereate a todos los tipos de es-. ~crrtura.Los generos literarios del humanismo , que eran los de Ciceron, yantes de el los de Platen, suponen el tipo de evolucion en la .prosade la incumbencia que cabia esperar de su propia situacion cultural.Incluyen la epistola formal, donde el autor habla como miembro deuna comunidad exclusiva que se dirige a otro; la defensa retorica,de la que es un ejemplo la apologia de Sidney; eldialogo que sedesarrolla en un simposio; y el rratado educativo, que a veces adop-

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    taba la forma de una utopia, a irnitacion tanto de la Republica dePlat6n como del tratado paralelo de Cicer6n de donde viene elSamnium Scipianis. Todos ellos son generos que expresan la idea dela importancia social que tiene la educaci6n literaria. El conocimien-to enciclopedico no es un conocimiento especializado: la versatili-dad es un ideal humanista porque solamente con ella se puede man-tener el senti do de la perspectiva social y contemplar toda la gama yvariedad que ofrece la cultura de una comunidad. Como estudioso,el humanista podia especializarse hasta el mismo punto que el gra-matico de Browning, pero al igual que este relacionaba su especiali-zaci6n con una visi6n totalizadora de la sociedad.

    Esta vision no se alejaba mucho de la del diletante, que es elideal cortesano de Castiglione, y cuya principal funci6n social es serpatron y conocedor de las artes: Para Castiglione, el diletante cor-tesano hace de todo con una facilidad y ligereza (sprezzatura) querecuerdan el juego, y este, a su vez, recuerda el rango social del ca-ballero, esto es, de la persona que se veia libre, no de responsabili-dad social, sino de las obligaciones del trabajo. El humanista rendiaa desconfiar del tipo de lenguaje tecnico que no pudiera traducirse auna conversaci6n cultivada, porque sugeria las actividades laboraleso profesionales de un grupo social de menor categoria. Este pre-juicio se llev6 hasta el extrerno de hacer que el nombre del gran ge-nio analitico Duns Scoto llegara a ser sin6nimo de estupidez a causade su tecnico vocabulario filos6fico. La educaci6n del humanista eraret6rica, y este arte habia desarrollado una jerga formidable por sucuenta; aun asi, los caballeros no utili zan terminos eruditos en suconversaci6n 0 escritura. Esta actitud social se ve reflejada en elhecho de que los grandes fil6sofos de los dos siglos siguientes fuerandiletantes en senti do estricto y que no tuvieran relaci6n alguna conla profesi6n de los escolasticos.No sabeis, decia Roger Ascham, cuanto dafio haceis al conoci-miento los que no os ocupais de las palabras, sino de la sustancia, yestableceis asl un divorcio entre la lengua y el coraz6n. Pues obser-vad todas las edades... y con seguridad encontrareis que cuando.comenzaron a descuidarse las palabras adecuadas y buenas ... tam-bien ernpezaron a aparecer las malas acciones, las maneras extrariasa oprimir a las buenas reglas y las opiniones nuevas y fatuas a rivali-zar con la doctrina antigua y verdadera, primero en filosofia y des-pues en religi6n. En este pasaje observamos la fuerza de 10 quehemos llamado ansiedad de continuidad, que es tipica del huma-nismo; pero un siglo despues se repite el mismo tapas en Miltondentro de un contexto mas revolucionario: Pues dejemos que las

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    palabras de un pais se muestren en parte desalinadas y of end a npor sl mismas, yque en parte se degraden por el uso y sean inopor-tunamente pronunciadas, ~que declararan entonces, si no es, conrazones no ligeras, que los habitantes de ese pais son una raza indo-lente que bosteza ociosa y cuyas mentes hace tiernpo que ya estandispuestas a aceptar cualquier grado de servidumbre? Por otro lado,nunca hemos oldo de un imperio 0 estado que no floreciese mode-radamente , al menos mientras gust6 y se ocup6 de su propia len-gua '.Ascham nos revela de que modo el humanismo creia ser provee-dor de un complemento a la autoridad social. La autentica autori-dad proviene de la iglesia y del est ado , que ponen en practica lasformas espiritual y secular de 10 que venimos llamando el mito de laincumbencia. El discurso preciso, disciplinado y elegante es la mani-festaci6n 0 presencia audible en la sociedad de ese orden y esa esta-bilidad. El orden de la comunidad y el de la comunicaci6n no serelacionan magicamente, sino como 10 hacen la realidad y la apa-riencia. El humanismo no era cientifico ni se mostraba particular-mente inclinado hacia la nueva ciencia: era un culto a la autoridadprecisamente por tratarse de un movimiento literario que giraba entorno a los clasicos en lugar de evolucionar y avanzar con el tiempo ,como hace la ciencia. Y, sin embargo, como vemos en Milton, est aactirud profundamente conservadora del humanismo -su devoci6npor el orden y la disciplina- no es necesariamente parte de una vi-si6n autoritaria de la sociedad. El humanismo concede al poera unasituacion social dentro de una cultura escrita y racional, en la queeste, como Cresida, desert a del campo defensor para pasarse al delos sitiadores. Esto es, en lugar de ser el maestro del rnito de la in-cumbencia, el poeta pasa a formar parte del mito de la libertad,que esta profundamente endeudado con la cultura clas ica, y utilizaa esta ultima como una especie de contrapunto liberal e imaginativofrente a los temas cristianos. Por supuesto, el poeta no tiene mucharelaci6n con 10 que habiamos descrito como base del mito de la Ii-bertad -{:On la logica, la evidencia y la verificaci6n, que subyacen ala filosofia y a las ciencias y son elementos no miticos-. No obstante,representa parte de ese espiritu de antigua Iibertad que Miltonasocia siempre a la literatura clasica en sus mejores momentos. Latradici6n oratoria siempre mantuvo una relaci6n con la libertadpolitica, que comienza con Dem6stenes y su lucha contra el impe-

    1 El pasaje de Roger AsCHAM seencuentra en The Scholemaster, II (English Worksof Roger Ascham, ed. Wright, 1904,265-266) , Yel de MILTON en Famiiiar Letters, 8,trad. David Masson.

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    rialismo rnacedonico. Incluso Ciceron, a pesar de toda su ineptirudpol'itica , arrastraba algo de este aura, parte de la cual t ransrnitio a suescasamerite oratorio conternporaneo Caton.

    Estoy situando la defensa de Sidney en el contexto del movi-miento humanista por ser su idea de la poesia tan esencialrnentecaracteristica de este. Cuando nos preguntamos por que habria denecesitarse una defensa de la poesia nos vemos transport ados al co-razon de la circunstancia humanista. Tanto en los dias de Sidney co-mo despues muchos se obsesionaron con los valores de la culturaescrita. Para la mayor parte de ellos la religion provenia de un li-bro: resultaba espiritualmente pel igroso ser iletrado y, s in embar-go, la religion debia entenderse a partir de ese Iibro en los terrninosde la pros a mas sencilla. De ahi la actitud de panfletarios comoGosson, que solicitaban saber por que Platen no habfa de tener ra-zon y por que motivo los poetas, con sus gastadas formas de pensary su anhelo por 10 fabuloso, podian hacer valer todavia derecho al-guno sobre nuestra atencion.

    Para Sidney, Gosson, de ser algo, es una especie de hombre depaja, y la sensation de amenaza social no result a muy opresiva. Noobstante, Sidney tiene la vaga idea, compartida por la mayor partede sus contemporaneos, de que el poeta ha sido despojado de unaherencia mas grandiosa. En un pasado lejano, incluso anterior a Ho-mero, en un periodo que se asocia a nombres tan legendarios comolos de Museo, Lino y Orfeo, adernas de los de Zoroastro en religiony Hermes Trismegisto en filosofia, el poeta era , como tan a menudonos dice la critica renacentista, el legislador de la sociedad, el fun-dador de la civilizacion. Como ya hemos indicado, esto se refiere alas condiciones sociales de una cultura oral 0 preliteraria en la que elpoeta profesional si no es exactamente un legislador es, al menos,un educador, el hombre que conoce porque recuerda.

    Los crfticos isabelinos tarnbien detectaron que en Homero existiala energia enciclopedica de un mito de la incumbencia, 0 que 10 res-paldaba, y tenian por el la el mismo t ipo de admiracion sentimentalque hoy han sentido muchos por la sintesis cultural de la Edad Me-dia -comparacion que, como ya hemos visto , no es fortuita. Sidneydestaca menos estos tern as que muchos de sus conternporaneos, co-mo por ejernplo Chapman, pero aun asi no dejan de existir , uni-dos a una idea generalizada en el Renacimiento segun la cual de to-dos los logros del hombre los mas importantes son los primeros.Ahora el poeta desempefia un papel social subordinado y debeadaptarse a el, incluso hasta el punta de escribir una defensa de lapoesfa. Pero jarnas podra olvidar el encanto de su prirnitiva heren-

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    cia, los dfas en que la inspiracion divina descendia sobre el con elraptus de la autentica profecia . Est deus in nobis, decia Ovidio 2.Este deus ya no es un dios, sino tan solo un poder psicologico ysubjetivo; pero no ha dejado de ser numinoso, sigue pronuncian-dose con una autoridad misteriosa y terrible, y todavia es peligrosojugar con el.

    La postura critica general de Sidney se encuadra en el mismomarco de principios cristianos que la de los detractores de la poesia.En una cultura escrita, las normas del significado vienen establecidaspor los escr itores no literarios: son los que escriben en prosa discur-siva quienes realmente pretenden decir 10 que dicen y acoplan conprecision las palabras a los hechos 0 proposiciones que estas con-tienen. En comparacion con ellos el significado que comunica el poe-ta es indirecto 0 ironico, como ahora veremos. EI apologista de lapoesia debe considerar, en primer lugar, la s iguiente cuest ion: ies lapoesia genuinamente educativa? Para Sidney, como para sus con-ternporaneos en general, el objetivo de la educacion en su senti domas amplio es la reforma de la voluntad, que ha nacido en el peca-do y esta encaminada por derroteros equivocados. Por S I sola la ver-dad no puede cambiar el rumbo de la voluntad, pero la poesiaaliada a la verdad, alliberar la intensidad y la resonancia emocionalque Ie son propias, puede servir de incitacion para que los senti-mientos se acoplen a la inteligencia, y de este modo contribuir aque la voluntad cambie. Por 10 tanto, la funcion de la poesia es pro-porcionar un ana/ogo retorico de la verdad incumbente. La retorica,en palabras de Aristoteles, es el antistrophos de la verdad, .e l coroque responde, y cualquiera que sea la autentica funcion social delpoeta depende de que su retorica este en consonancia con las dis-ciplinas racionales, que guardan una relacion mas precisa con larealidad.

    A S I pues, la concepcion de la poesia que tiene Sidney es unaaplicacion de la perspectiva. general adopt ada por el hurnanisrno,que ve el discurso disciplinado como manifestacion 0 presenciaaudible de la autoridad social. Descubrimos que en 10 que concier-ne a la incumbencia secular, y mas concretamente al valor militar, lapoesia no es corruptora del mismo, sino compafiera de los campa-mentos. En relacion con la incumbencia cristiana la poesia nosapar ta del nivel inferior de la naturaleza -el mundo fisico ordina-rio, que es en esencia ajeno al hombre- y nos traslada al nivel su-per ior de la verdadera naturaleza humana, donde elhombre debie-2 Ovimo , Fasti, vi, 5.

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    ra encontrarse y de hecho se enconttaba al principio; es decir, al ni-vel que simbolizan los mitos del Paraiso y la Edad de Oro. Por estaraz6n, Sidney nos dice que el mundo de la naturaleza es de broncey que s610 los poetas pueden ofrecernos otro de oro; tambien nosdice que la poesia desarrolla .una segunda naturaleza porque seasocia a un mundo ideal donde ha dejado de existir la distincionentre arte y naturaleza.

    La siguiente cuesti6n con que debemos enfrentarnos nace de unataque a la poesia, segun el cual est a iinicamente trataria de 10 queno es cierto 0 es fabuloso. En este punta Sidney sigue una linea deargumentaci6n que par te de Arist6te les , segun la cualla afirmaci6nverdadera es especffica y concreta . Hay dos tipos de aseveraciones deesta clase: la hist6rica 0 factual y la predicada 0 conceptual; la pri-rnera es ejemplo 0 ilustracion, y la segunda principio 0 precepto. Lapoesfa se aleja de las declaraciones concretas ; e l poeta , dice Sidney,nunc a afirma 0 niega: elabora su propia clase distintiva de asevera-ciones que combinan el ejemplo del historiador con el precepto delfil6sofo moral. En comparaci6n con el historiador, el poeta no nosofrece el acontecimiento exis tencial, s ino el recurrente 0 esencia l; encomparaci6n con el moralista, no expone la verdad esencial, sino laexistencial, esto es, el tipo de verdad que s610 puede exponerse pormedio de la ilus traci6n 0 la parabola. Lo mas dis tintivo de la poesiaes el poder de ilustraci6n del poeta, que consiste parcial mente en lacapacidad de divulgar y hacer mas accesibles las verda des de la reve-laci6n y de la raz6n.

    He aqui el porque de la importancia que para los criticos huma-nis tas tiene el dicho ut pictura poesis. La poesia es un cuadro par-lante que muestra con intensidad y sin pedanteria 0 jerga algunaaquello cuya comprensi6n es de nuestra mayor incumbencia. Por 10tanto, no hay consecuencia en decir, por un lado, que el poeta di-vulga las disciplinas racionales, que recubre la pildora de una capade azucar, que instruye al ignorante; ni tampoco la hay en afirmar,por otro lado, que la gran poesia es un tesoro de sabiduria esotericaque los poetas ocultan con parabolas.epara que no la deshonren in-genios profanes, en palabras de Sidney. Se puede comprender am-bas perspect ivas de la poesia por medio deLmencionado axioma utpictura poesis, el cual implica que s61010sencillo y 10intenso puedenser genuinamente profundos. La pedanteria y las jergas, lenguajesdel conocimiento especializado, producen oscuridad, y la profundi-dad de est a no es verdadera.

    En esto podemos observar c6mo se originaron las actitudes docu-mentales 0 de trasfondo que adoptara la cri tica posterior. EI modo

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    de conseguir que el esrudio de la poesia tenga sentido desde estaperspectiva es relacionarla con las dos disciplinas vecinas que formu-Ian aserciones li terales y realmente dicen la verdad y exponen los he-chos. Estarnos nuevamente en el embrollo te6rico de que hablabarnosy que nos forzaba a comprender el poema l iteralmente, a traves deltipo de significado que comparte con la escritura no literaria. Sinembargo, el axioma ut pictura poesis indica clararnente que el poe-rna no significa, en realidad, 10que dice, sino 10que ilustra 0 rnues-t ra. EI mismo Sidney no tiene plena conciencia de esta implicaci6n,de inmensa importancia para Ia teorla critica, aunque cuadra con laorientaci6n general de su argumentaci6n. Lo que dice el poeta tieneuna importancia limitada: hable de 10 que hable siempre existiranotras formas de expresi6n verbal que 10expongan de un modo quese aproxime mas a la verdad literal. En la epoca de Sidney, por su-puesto, se valoraba altamente al poeta por su capacidad de elaborardeclaraciones sentenciosas del tipo que los lectores y escolares co-piaban en sus cuadernos corr ientes . Sin embargo, cuanto mas admi-rable sea una frase, mas reflejara algo que ya conocemos de otra rna-nera. Gerard Manley Hopkins 3 establece una distincion entre elpensamiento aparente, 0 significado explicito, y el pensamientosubyacente, 0 textura de imageries y metaforas ". Pero el pensamien-to subyacente de un poema, esdecir, su significado metaf6rico 0 plas-tico, es evidentemente su verdadero pensamiento, y en una culturaescrita se aleja, hasta cierto punto, incluso de la afirmaci6n explicita.

    Si observamos a Shakespeare caemos en la cuenta de que la cul-tura isabelina seguia siendo en gran medida oral, y demostracionde ello es la existencia misma de un teatro poetico popular. En esteautor vemos vigente gran parte de la primitiva funci6n educadoraoral del poeta, y esto es aiin mas evidente en sus obras hist6ricas.Shakespeare es tambien ejemplo de la identificaci6n del poeta oral con la actitud de su auditorio. En 10 que se refiere a las afirmacionesexplicitas, esto es, a 10 que aparentemente cuenta la obra, parecedispue+o a aceptar la idea 0 implicaci6n de que Enrique Vera unglorioso conquistador y Juana de Arco una bruja malvada, queShylock es el represent ante tipico del judio 0 del judaisrno , que sedebe observar a los campesinos a traves de los ojos de los nobles,que el soberano reconocido es designado por Dios y puede, en vir-tud de ello, curar enfermedades, asi como muchas otras cuestionespor encima de las que el critico moderno pasa con un silencio em-3 Carta a Alexander Baillie. 14 de enero de 1883.

    Overthought y underthought en e l original. (N. del T.)- 61 -

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    to que este clasicismo reforzado ejerci6 en la literatura consisti6 endar aliento al culto del buen juicio, ala formaci6n de una comuni-dad literaria coherente y articulada, y a la asimilaci6n de cultura ygusto; es decir, a toda la cultura del siglo XVIII, que instintivamentedenominamos augusta. Excepto en el caso de algunos deistas , sesigui6 considerando que en 10esencial este clasicismo reforzado eraanalogo y complementario del cristianismo, y la influencia de New-ton vino a robustecer aiin mas esta actirud. Mas tarde encontrare-mos en Shelley y algunos rornanticos alemanes la idea de que el ver-dadero mito de la incumbenda de la cultura occidental tiene un ori-gen mas clasico que cristiano. Esta idea se repite en la reafirrnacionde la tradicional postura humanista que Matthew Arnold llev6 a ca-bo en Cultura y anarquia. Escribo estas paginas en el centenario dedicho libro (1969), y nadie puede tratar en este afio un tema comoel mlo sin conciencia de que la confrontaci6n entre cultura y anar-quia ha adquirido una forma muy distinta de la que Arnold con-sideraba.

    Segun el , el mito revolucionario hebraico de la incumbenciaestaba perdiendo su empuje y corria hacia las desert icas-arenas de lamoralidad burguesa. Comenzaban a cobrar forma otros movimien-tos revolucionarios. Uno era el culto a

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    tado fue la conservaci6n de una educaci6n ados niveies, ei mas ele-vado de los cuales, eiliberal, quedaba reservado para los caballeros,rnientras que ei vocacional se reservaba a los dernas, y todo ello enuna sociedad que intentaba superar estos estereotipos.

    En nuestros dias ha llegado a aceptarse que todos los que man-tienen una relaci6n autentica con la sociedad son trabajadores y, por Iconsiguiente, ei terrnino caballero ya no es socialmente funcional.La idea de una educaci6n de caballero, a la que estuvo ligado elhumanismo durante tanto tiempo, tambien ha dejado de ser fun-cional. Idealmente la tendencia de la democracia no es tanto a abo-lir las elites como a descentralizarlas. En una sociedad donde todostrabajaran, todos pertenccerlan a algun tipo de elite; y la supervi-vencia del antiguo elitismo -que se encuentra irnplicita en la ideade que quien permanece mas tiempo en la escuela y acude a la uni-versidad recibe la mejor clase de educaci6n- no esevidentementesino una considerable remora social. Resulta todavia mas evidenteque en el curso del siglo que ha transcurrido desde la aparici6n dell ibro de Arnold ha desaparecido totalmente la sociedad humanista,que apenas existia incluso entonces. Arnold ha tenido much os suce-sores que le han seguido en su proceso moral y enjuiciador de valora-ci6n cri tica sin tan siquiera darse cuentade ello. Existen estudiantesde humanidades en las universidades y en otros lugares, pero no son10 mismo que una comunidad de humanistas. La sociedad media-dora que establece las normas para juzgar y valorar la literatura hadesaparecido y, por consiguiente, cada crit ico valorativo s610puedehablar por si mismo, aunque una piadosa acci6n de la naturalezapueda ocultarle hasta que punto se arriesga. Puede intentar creerque sus normas y valores siguen existiendo en algun tipo de cieloplat6nico, pero ni aun asl tendrian much a autoridad. Hablandodesde una perspectiva social, hoy cada intelectual se encuentra en lasituaci6n de Arquimedes en Siracusa, que quiza hubiera podidomover el mundo de encontrarse en otra situacion , pero que, estandodonde estaba, s610 podia continuar su trabajo mientras pasara inad-vertido a los patanes asesinos de Roma.

    El mito de la incumbencia y el de la libertad llegan con elhu-manismo a un punta de su desarrollo donde parecen intercambiar (sus caracteristicas originales. EI mito de la incumbencia adquiere unaspecto reflexivo y proclama el apoyo de la evidencia 16gica e hist6-rica; el mito de la libertad se hace literario e imaginativo en la me-dida en que el poeta, que en el rnito de la incumbencia ha sidoexcluido de la autoridad fundamental, encuentra su funci6n socialen una actividad complementaria, que liberaliza la incumbencia,

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    pero tambien la refuerza (haciendo abstracci6n de ciertas tensionesaqui o. alia). El rnovimiento rornantico, como veremos, aport6 unaconcepcion diferente del papel del poeta, pero en el presente sigloel marxismo ha vuelto al punto de vista de Sidney. Su programa pa-ra las artes consiste esencialmente en asignarles la protesta para an-tes de la revoluci6n y el panegirico para despues; una vez estableci-da la revolucion, laobligaci6n del artista estriba en producir 10 queal referiroos a Sidney habiarnos denominado un analogo ret6rico delmarxismo, y en convencer a las emociones y a la imaginaci6n de laval idez de los ideales social istas, que se exponen mas li teralmente enla filosofla y en la econornia marxistas. Muchos de los mejores escri-tores rusos caen dentro de esta orbita, pero los precept os del realis-mo social se han mostrado notoriamente incapaces de acoplarse agran parte de 10 que el arte moderoo tiene de verdaderarnente revo-lucionario en la forma, y no s610 en el contenido. Esta claro que laimaginaci6n literaria es el nucleo del todavia sin desartollar mito dela libertad de la sociedad sovietica.

    Al comienzo de esta argumentaci6n citabamos a Ascham y aMilton a proposito de la creencia basica del humanismo en la im-portancia social del discurso disciplinado. Para Ascham, fiel a losprincipios del sistema isabelino, el buen estilo era, como la ley, ma-nifestaci6n del orden y la seguridad que la iglesia y el estado dis-pensaban a la sociedad. Puede que hoy Ascham represente paranosotros a todos los escritores conservadores y, por 10general, clasi-cistas, que necesitan sentirse respaldados por la realidad de la auto-ridad espir itual y temporal que expresan su s escritos. Estos escritoresencuentran su funci6n social en el hecho de ilustrar esa autoridadpara la imaginaci6n social. Sin embargo, quiza fuese Dryden el ulti-mo escritor importante que sinti6 esta realidad en sus dos facetas;despues de e I la autoridad social ira asociandose cada vez mas a unconservadurismo idealizado 0 a algun constructo intelectual, comolaotradici6n cultural.

    Gran parte de la Iiteratura posterior al movimiento rornanticorefleja la idea de que el escritor ha asumido, por asl decirlo, unaautoridad espiritual por defecto. En concreto, la poesia adquiere laresonancia emocional oracular y resuelta de quien se dirige conautoridad a una epoca que encauza la mayor parte de su atencionpor otros derroteros. La poesia rornantica preserva en Keats y Cole-ridge la idea de un encantamiento 0 ensalmo tejido en torno a unlugar bien guardado, y tarnbien preserva la noci6n subsiguiente deseparaci6n ritual entre ella misma y su auditorio. El movimientoque ahora nos ocupa, asociado a Eliot, Pound, Hulme y Wyndham

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  • 8/6/2019 Frye, Northrop - El camino crtico - Tres

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    Lewis, se consideraba rebel de a esta actitud, pero, sin embargo, ensu mayor parte se limit6 a intensificarla. Eliot seguia a un buen rni-mero de predecesores franceses cuando mantenia que si la tradici6nde autoridad habia desaparecido habria que reestablecerla antes deque la poesia pudiera desempefiar su funci6n adecuadamente, aSI jcomo cuando postulaba la monarquia como contrapart ida tempo-ral de una Iglesia establecida. En otros, incluyendo a Mallarme , Ril-ke y tal vez Flaubert, encontramos mas bien la idea de que el artistaes el sacerdote iniciador y secular de una tradiciorr cultural que pre-serva la perdida autoridad de' la Iglesia y el estado bajo una formaideal. Wyndham Lewis se expresa desde una posicion semejantecuando ridiculiza al que denomina espectador ditirarnbico, estoes, al miembro del auditorio que es 10 bastante pretencioso comopara imaginar que su presencia puede modificar dealgun modo elproceso creador. Esta confianza en un orden ideal 10condujo juntoa muchos otros a exaltar el arte arcaico, a t que la lejania temporalteridia a conferir una autoridad inescrutable. La idealizaci6n de 10primitivo sugiere la existencia de una cierta afinidad entre el arte yla religion modernos: ambos pasan a formar parte de un rnito tra-dicional de la incumbencia, que sobrevive como especie de paladi6no monumento cultural basado en una tolerancia, e incluso un respe-to que, en real idad, se apoyan en la indiferencia. 'Losimpresionistasfranceses excluidos de la Academia formaron su propio s alo n d es r e-fuses; pero resulta dificil incluso imaginar que tipo de obra de arteentraria hoy en un salon sernejante. Sin embargo, a duras penaspuede suponerse que esta tolerancia signifique la aceptaci6n general, de la autoridad de las artes,

    Por otro lado, para Milton, tan profundamente suspicaz con laautoridad constituida de la Iglesia y del estado , las implicaciones queencierra la actitud humanista eran muy diferehtes. Para el la rela-ci6n entre real idad y apariencia se presenta invertida: la manifesta-ci6n extern a de la verdadera fuente de autoridad social es la autori-dad constituida. y la fuente misma es la autoridad profetica que serevela en el escritor inspirado y proviene de la Palabra de Oios. Lainfluenciade esta ultima sobre la sociedad es siempre subversiva yrevolucionaria por tratarse del mensaje de una mente infinita a otrafinita. Oesde el punto de vista de Milton el escritor profetico ha re-cuperado el papel original que correspondia al poeta de enseriardmito de la incumbencia, y debido a la influencia revolucionaria dela tradici6n profetica el mensaje de la incumbencia es identico al dela libertad. Lo que pretende la voluntad de Dios para el hombrees la libertad, pero no se trata de algo que este desee natural mente ,

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    dado qu~ su naturaleza esta pervertida. to que desea naturalmente 'es 0 bien la supremada 0 bien la conformidad con la costumbre y 10que venimos llamando la ansiedad de continuidad. El escritor pro-fet ico no es s610 un escritor eualquiera, bueno 6 incluso grande, si-no el escritor elegido, cuya devocion a su arte ha crecido hasta elpunto de consagrarse profeta de Dios -y cuya consagraci6n ha sidoaceptada. '

    Esta idea del poeta profetico como medium de la incumbencia yde la libertad sociales fue elaborada por Milton en un contexto cris-tiano , y mas concretamente protestante , pero su tradici6n sera con-tinuada fuera de este contexto por Shelley y otros, todd 10cual ten-dremos que examinar en la siguiente secci6n.

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