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HACE UNA DÉCADA, CON APENAS 36 AÑOS, CREÓ EL INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS COGNITIVAS (INECO), UN REFERENTE DE EMPRENDEDORISMO CIENTÍFICO INÉDITO EN EL PAÍS Y AMÉRICA LATINA. CON UNA CARRERA BRILLANTE EN EL EXTERIOR, EN 2001 VOLVIÓ AL PAÍS PARA DEMOSTRAR QUE ES POSIBLE HACER POLÍTICA PÚBLICA DESDE EL SECTOR PRIVADO. EN EXCLUSIVA, REVELA CÓMO PLANEA CANALIZAR SU LIDERAZGO SOCIAL: DE LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA AL RESCATE DE LOS VALORES REPUBLICANOS. POR QUÉ CREE QUE ES HORA DE CONSIDERAR UNA COALICIÓN GOBERNANTE. Txt: Andrea del Rio Entrevista: Andrea del Rio y Juan Manuel Compte Ph: Antonio Pinta FACUNDO MANES “El problema de la Argentina no es ser neoliberal o de izquierda, sino la truchez” 16 > CLASE

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El neurólogo estrella de la Argentina es un referente del emprendedorismo científico en América latina. En su rol de líder social, apuesta por la revolución educativa para cambiar el paradigma de la política en su país.

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HACE UNA DÉCADA, CON APENAS 36 AÑOS,

CREÓ EL INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS

COGNITIVAS (INECO), UN REFERENTE DE

EMPRENDEDORISMO CIENTÍFICO INÉDITO EN

EL PAÍS Y AMÉRICA LATINA. CON UNA CARRERA

BRILLANTE EN EL EXTERIOR, EN 2001 VOLVIÓ

AL PAÍS PARA DEMOSTRAR QUE ES POSIBLE

HACER POLÍTICA PÚBLICA DESDE EL SECTOR

PRIVADO. EN EXCLUSIVA, REVELA CÓMO

PLANEA CANALIZAR SU LIDERAZGO SOCIAL:

DE LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA AL RESCATE

DE LOS VALORES REPUBLICANOS. POR QUÉ

CREE QUE ES HORA DE CONSIDERAR UNA

COALICIÓN GOBERNANTE.

Txt: Andrea del Rio

Entrevista: Andrea del Rio y Juan Manuel Compte

Ph: Antonio Pinta

FACUNDOMANES

“El problema de la Argentina no es serneoliberal o de izquierda, sino la truchez”

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EEs el precursor de las neurociencias cognitivas enel país. Es el autor de un best-seller sobre el fun-cionamiento del cerebro que lleva más de un añoen el ranking de los libros de no ficción. Es elinvestigador que, tras su paso por Harvard yCambridge, volvió en 2001 a su patria para hon-rar su compromiso con el bien común. Es el crea-dor de un instituto científico (Ineco) que, apos-tando a la divulgación, la capacitación y la investi-gación, demostró que es posible hacer políticapública desde el sector privado. Es un referentesocial que apuesta por el conocimiento y los valo-res republicanos como piezas clave del nuevoparadigma de gestión del Estado. Para ser lo que hace, Facundo Manes tuvo queser: médico (Universidad de Buenos Aires),Master in Sciences (Universidad de Cambridge,Reino Unido), residente de neurología en laFundación para la Lucha contra las EnfermedadesNeurológicas de la Infancia (Fleni), experto enneuroimágenes funcionales en el Departamentode Neurorradióloga del Massachussets GeneralHospital de la Escuela de Medicina de laUniversidad de Harvard (Estados Unidos). Por hacer lo que es, Facundo Manes tuvo que:desarrollar el Departamento de NeurologíaCognitiva y Neurociencias Cognitivas Humanasen Fleni, crear y dirigir el Instituto de NeurologíaCognitiva (Ineco) y el Instituto de Neurocienciasde la Fundación Favaloro, presidir la FundaciónIneco y la World Federation of NeurologyResearch Group for Aphasia, Dementia andCognitive Disorders, asumir como rector de laUniversidad Favaloro.Con 46 años, Facundo Manes es el científicoargentino del momento. Su prestigio internacionalcomo artífice de las dos instituciones que, desde laArgentina en particular y América latina en espe-cial, generan conocimiento original en suexpertise, convive con su creciente popularidad

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como uno de los divulgadores más carismáticos,cuyas giras por el interior del país son tan multitu-dinarias como su presentación en el Teatro GranRex, que convocó a más de 3 mil seguidores ennoviembre pasado. Y, desde su salto a las primerasplanas tras haber liderado el equipo que operó a lapresidenta Cristina Fernández de Kirchner de unhematoma subdural en 2013, demostró una luci-dez y honestidad intelectual para analizar el pasa-do, el presente y el futuro de la Argentina que lohan convertido en una figura cuya manifiestavocación política esperanza a muchos desencanta-dos con la dirigencia tradicional. Sin embargo, essu faceta de emprendedor la que menos se cono-ce. Y la que, quizás, mejor permita explicar porqué Manes puede convertirse en un fuera de seriecapaz de cambiar el paradigma de la ciencia y losnegocios en la Argentina. ¿Cómo se le ocurrió ser emprendedor científico en la Argentina de 2001?Lo hice por las circunstancias. Regresé al país enjunio de ese año y el escenario era: por un lado, laneurología y la psiquiatría clásicas, con excelentesexpertos en accidentes vasculares, cefalea,Parkinson, esclerosis múltiple o en esquizofrenia,trastorno bipolar, depresión, respectivamente; y,por el otro lado, el psicoanálisis. Cuando llegué,habiendo estudiado, en Estados Unidos y Europa,científicamente el cerebro sin ser reduccionistasino multidisciplinariamente, con matemáticos,músicos, físicos, neurólogos, psiquiatras y filóso-fos; y no sólo las enfermedades sino la toma dedecisiones, la emoción, la memoria, el olvido, lacreatividad; y en humanos, no en ratas de labora-torio, porque hay fenómenos, como la memoriaautobiográfica o el proceso de toma de decisionescomplejas que sólo se dan en humanos; entoncesencontré que mi área no estaba desarrollada. Pero, antes de detectar ese nicho, fue la vuelta.¿Por qué regresó?Porque soy argentino. Porque esto es mío.Porque en cualquier otro lado, por más que ten-gas un cierto éxito económico, académico oempresarial, te levantás a la mañana y sabés queno estás en tu lugar. Y porque soy una personaque trabaja para el largo plazo. Cuando llegué alos Estados Unidos tenía mi sueldo de investiga-dor, un auto grande y un departamento en uncondominio con pileta. Ir a Cambridge fue comopasar de rico a pobre: en donde vivía había unacanilla para el agua caliente y otra para la fría que,con una goma, se mezclaban para bañarse; llovíatodo el tiempo e íbamos en bicicleta al hospital,

De Usar el cerebro. Conocer nuestramente para vivir mejor (Facundo

Manes y Mateo Niro, Planeta)

“¿Y qué es la políticasino el esfuerzo paravivir en sociedad,adaptarnos y generarrespuestas creativasa problemas colectivos?

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que quedaba a cuatro kilómetros, pero nadie sequejaba porque hasta los premios Nobel de 70 u80 años se movilizaban así. Un día, caminandocon mi tutor, vi una casa vieja, que era elLaboratorio Cavendish, donde se cambió la físicadel mundo. Le pregunté cómo había sido posible.Y me respondió: “¿Sabés lo que se necesitó?Cuatro paredes y gente brillante adentro”. Ahí medi cuenta que los edificios y la tecnología sonimportantes, pero que la diferencia la marcan losrecursos humanos que quieren cambiar el mundo.La diferencia entre la universidad que está 150ºen el ranking y Cambridge, Harvard, Oxford oYale es que, en la primera, uno de cada 100 estu-diantes quiere cambiar el mundo, pero en lasotras son 10 de cada 100 los que trabajan paraeso. La gente hace a las instituciones. Y mi vueltatuvo que ver con el largo plazo. Sé que, en eselargo plazo, se puede construir un país diferente,y que depende de los que podemos aportar. Su regreso se produjo justamente cuando tantos emprendían el éxodo. ¿Temió habercometido un error de timing?Volví en junio y en diciembre, cuando estalló lacrisis, había empezado a trabajar en Fleni. Cuandoen el mundo se veía que acá se robaban camionescon vacas y otras imágenes terribles, tuve 15 ó 20e-mails de profesores de los Estados Unidos yGran Bretaña que me decían: “Venite mañana atrabajar conmigo”. Y dije que no porque sentí lanecesidad de aportar desde mi lugar. Me dabanbronca esos e-mails. Pero me convencieron deque tenía un rol. Si estuviera en Suiza o Noruega,que es el modelo de país que quisiera, estaríahaciendo ciencia. Pero estoy en un país, que es miotra pasión, que necesita una contribución detodos. Mi país tiene problemas. Y uno no puedehacer sólo lo específico, tiene que comprometerse. ¿Y ese sentimiento de pertenencia bastó, en2001 y hoy incluso, para compensar las señalesde desaliento del contexto?Sí, porque yo me involucro. Lo frustrante sería,para mí, no involucrarme. Justamente, creo que elmejor tratamiento para el pesimismo y el desaso-siego –porque es cierto que hay muchos proble-mas graves en la Argentina– es involucrarse y tra-tar de cambiar. Nos vamos a morir antes de ver elpaís que todos soñamos –desarrollado, con justiciasocial, con transporte e infraestructura de primernivel, líder del conocimiento–, pero lo importanteno es verlo sino luchar por él. Tenemos que traba-jar sin esperar los resultados. Podemos verlos encosas inmediatas, pero lo profundo, como que el

27 a 30 por ciento de la población–según el Observatorio de laUniversidad Católica Argentina– seapobre y tenga hijos con un cerebro queno se nutre bien y no tiene estímulo afectivoni cognitivo, eso no se soluciona de un díapara el otro por más que empecemos hoy. Unpuente lo podemos hacer en un año, bajar lainflación se puede lograr en dos años, alguiennos puede asegurar que creceremos 7 % poraño en la próxima década, pero igual ten-dremos dramas terribles, como esos chi-cos desnutridos. Eso es un suicidiosocial, porque esos chicos mañanahipotecan su vida. Por ende, esuna hipoteca social del país.Que la inflación sea baja yque crezcamos es bárbaro,son requisitos necesarios.Pero la mejor lucha contrala pobreza es la revolucióneducativa. Que no dependeexclusivamente de una inyecciónpresupuestaria...No. Y tampoco dependede un gobierno: dependede una política deEstado, que es lo quenos falta. Tampoco hayque echarle la culpa detodo a este Gobierno: ladecadencia argentina eneducación, pobreza,marginalidad y corrup-ción viene de décadas.Y la sociedad lo aceptapor veranitos econó-micos, por com-prar electrodomés-ticos. Somostodos responsables,no es culpa de ungobierno temporario. Losgobiernos por ahí se equi-vocan al confundir su des-tino personal con el delpaís. Por eso necesitamosinstituciones fuertes: paraque los dirigentes no seconfundan. El Estado somosnosotros.

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Cada vez que se plantean mejoras en lacalidad de la educación pública surgen mitosy tabúes. Como si, confiando en el liderazgode otras épocas, no se registrara la decadenciade los últimos años. ¿Notó esa contradicciónal volver?Es como si le tomo la presión a un paciente, saleque es hipertenso y se enoja con el tensiómetro.¡Nosotros discutimos los rankings! No estamosreconociendo el problema, sino que discutimoslas medidas que evalúan la decadencia. Hay unaalarma ahí. Soy un científico que recorre el paísdando charlas y veo esa decadencia. Noto el con-traste con mi historia personal: llegué a BuenosAires en un tren, sin ningún contacto y, por laeducación pública, pude llegar a las mejores uni-versidades del mundo, acceder a las mejores ins-tituciones de mi área en el exterior, volver y creardos institutos de neurociencias. Digo: no sólopude hacer acá neurociencias sino crear un siste-ma que hoy se replica en el país y en el exterior.Porque, cuando volví, ni el Conicet podía des-arrollar lo que yo hacía. Volvemos a las razones por las que decidió ser entrepreneur científico...El sistema me empujó, porque no había un lugardonde se estudiara científicamente la mente.Estaba Fleni, donde había sido parte de la prime-ra camada de residentes en neurología y adondevolví como jefe de neurología cognitiva, neurop-sicología y neuropsiquiatría, hasta 2005.También estaba el hospital público, donde sehacía buena neurología. Pero no había una insti-tución que tuviera mi objetivo. Por eso, la tuveque hacer yo. Sin quererlo, por necesidad, metuve que convertir en un científico que, además,se ocupa de pagar el papel higiénico. ¿Cómo fue la decisión de renunciar a la contención que le ofrecía una instituciónreconocida para crear un proyecto independiente e inédito?Durante esos años en Fleni, que fueron demucho éxito, el mayor logro fue desarrollar unamasa crítica. Porque, hasta entonces, aquí nohabía gente que estudiara científicamente lamente. Entonces, recluté a gente joven y brillan-te: biólogos, matemáticos, neurólogos, psicólo-gos, estadísticos. Y les fui asignando misiones:“Estudiá toma de decisiones y te contacto conun amigo en Cambridge”, “Estudiá memoria yte contacto con un colega en los EstadosUnidos”. Así, en Fleni hicimos experimentosmuy novedosos y empezamos a crecer. Pero, en

un momento, no me sentí cómodo: veía que elfuturo era por ahí pero no veía que la instituciónlo tuviera como prioridad. Esos años de produc-ción de investigación original a nivel internacio-nal me habían generado propuestas desde elexterior, pero quería quedarme en la Argentina.Entonces, renuncié. Y lo hice porque quería pen-sar. Esa es una cosa que después me di cuentaque hacen los líderes: estar dispuestos a abando-nar el pasado. Si uno no quiere perder el pasado,es difícil que lidere el futuro. También tenía otracaracterística de los líderes: conexiones, porquesiempre he sido muy sociable. Pero no tenía unplan: solamente sabía que quería algo. Y esotambién es parte del acto creativo, que requiereun período de incubación y luego explota. Cuando renunció, ¿tenía la hoja en blanco o ya había garabateado lo que sería Ineco?Tenía esos elementos a mano pero no tenía aIneco en mente. Aunque fui dando los pasos queme condujeron irremediablemente en esa direc-ción. Tenía varios trabajos científicos para publi-car, suficientes dólares en el banco para vivir unaño y nacía mi hija, así que quería estar en pazconmigo mismo y pensar cómo seguir mi impul-

EXCLUSIVO

“Simboliza lo mejor de la Argentina”Gastón Manes Cofundador y presidente de Grupo Ineco

En 2005, cuando Facundo ya era referente en su especialidad,hicimos un viaje a Croacia, la tierra de nuestra madre, y

tuvimos una semana para charlar. Como abogado, venía trabajandode manera independiente desde que me recibí, a los 22, y meespecialicé en Derecho Comercial. Por eso, tenía una forma de pensar los emprendimientos diferente a la de Facundo, quien siempre trabajó arropado por instituciones de otros o públicas.Conocía su capacidad para liderar y le planteé por qué no pensabaen irse por su lado, pero él no veía qué lugar existente podía absorber lo que hacía. Entonces le propuse que lo hiciéramos comoun emprendimiento conjunto. Al principio, no armamos un plan denegocios propio de alguien que hizo un MBA, sino que fue másparecido a una cuenta simple: había una demanda enorme depacientes que lo querían ver y tenía un equipo que lo seguía. Loúnico que le faltaba era tener una institución que estuviera alineada con su potencial, y no a la inversa. Mi función era darleesas famosas cuatro paredes y cierta seguridad económica paraque se sintiera tranquilo. No fue una inversión grande: se compusode dinero para alquilar el edificio y comprar muebles, más todo elgasto de puesta en funcionamiento y el apalancamiento para pagarlos sueldos hasta que Ineco empezara a generar dinero. Todo esepaquete habrán sido unos u$s 250 mil.Nos basamos en el modelo de la Clínica Mayo: también la fundarondos hermanos que hicieron mucha ciencia para que ese prestigio –a través de la divulgación y la publicación– redundase en el conocimiento de la institución médica a la que la gente va a atenderse, lo cual cierra el círculo virtuoso. Al poco tiempo, laFundación Favaloro nos propuso crear su Instituto de Neurociencias:necesitaban un líder asistencial, investigador y académico, yFacundo cumplía con los requisitos. También les interesó que yatuviéramos una empresa que nos permitía armar ese espaciodesde cero. Ahí hicimos otro modelo: Marcelo Savransky, mi socioen el estudio jurídico, armó una inversión entre varios amigos porque había que equipar quirófanos y demás. Hay abogados queinvirtieron en restaurantes en Palermo: yo, en vez de dedicarme algazpacho, me dedico a las neurociencias.Si la Argentina elige a personas como Facundo como referentesocial, quiere decir que va por buen camino. Porque él simbolizamuchas cosas de lo mejor de la Argentina: el esfuerzo, la ascendencia social por el conocimiento, el sacrificio, el no conformismo, todo lo mejor que heredamos de nuestros abuelos,que en su gran mayoría llegaron sin nada y construyeron este país.Y demuestra que no necesitás haber salido de un lugar elitista parallegar a ser un líder. Hoy, nuestro vínculo está mejor que nunca.Está naturalizado que somos socios y hermanos, por lo cual nospodemos decir cosas que en una reunión de directorio no se aceptan. Pero, si a la noche tengo que elegir con quién cenar, escon él. Y le pasa lo mismo, aunque a ninguno de los dos nos faltaninvitaciones. Con pocas personas me pasa (diría que sólo mi mujer,con la que estamos hace 21 años juntos; y a él con su esposa)eso de estar en una reunión y saber lo que está pensando.Jugamos de memoria. Somos dos en uno”.

Creo que el mejor tratamiento para el pesimismoy el desasosiego(porque es cierto que hay muchos problemas graves en la Argentina)es involucrarse ytratar de cambiar.Tenemos que trabajar para ellargo plazo,sin esperar losresultados

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so, mi instinto, que era mi apuesta por las cienciascognitivas en serio en la Argentina. ¿Pero, quépasó? Todos esos jóvenes que formé empezaron allamarme avisándome que también se iban deFleni. Fueron unas 15 personas que resignaban unsueldo fijo y una obra social. Entonces, hablé conmi hermano Gastón, que es abogado, y le dije:“Tengo que hacer algo”. Cuando me preguntóqué necesitaba, me acordé de la frase de mi tutoren Cambridge: gente brillante ya tenía, pero nece-sitaba cuatro paredes. Tenía unos mangos, pero nopara bancar a todos. Entonces, mi hermano yMarcelo Savransky, su socio en el estudio jurídico,se involucraron y decidieron invertir en ciencia.Creyeron en mí. Y no tuve otro apoyo. ¿No llevó o no le aceptaron la carpeta en otrasinstituciones, universidades o el Estado?Lo que hice se podría haber hecho en Fleni, en elConicet, en una universidad pública o privada. Unlugar como Ineco –que produce investigación ori-ginal en neurociencias a tal punto que es uno delos más importantes de América latina y compitecon la Universidad de San Pablo en el área–, esta-ría en manos del Estado o de una universidad enlos Estados Unidos o el Reino Unido. Pero en laArgentina, las universidades privadas en esemomento no daban tanto apoyo a centros deinvestigación, la UBA es demasiado grande y en elEstado había una cultura de psicoanálisis tal quecreo que no se sabía muy bien qué eran las neuro-ciencias cognitivas... Sentí que no había espacio.No es que alguien me dijo que no. ¡Todos medecían que era una idea bárbara, pero no aparecíael dinero! Y quería que invirtieran en investigación,no que me apoyaran a mí con un sueldo. Por eso,cuando le definí a mi hermano qué necesitaba, medi cuenta de que, para indagar en los procesosmentales complejos en humanos, no necesitabaquirófano, terapia intensiva ni hospital. Necesitaba,literalmente, cuatro paredes. Mi hermano y susocio, con buen tino, eligieron un lugar adecuadopara el proyecto, en Barrio Norte, porque quizás,con mi mentalidad de médico, yo habría buscadouna zona más barata. Ahí entendí qué significabatener un business plan. ¿Cómo resolvieron el financiamiento, tras elaporte inicial propio y de sus socios?Decidimos armar una cooperativa de médicos.Llamé a muchos colegas que, habiéndose formadoen el exterior, estaban en sus consultorios trabajan-do solos. Y, junto con los que me siguieron deFleni, reuní a unos 50. Los que atendíamos a lospacientes formábamos la cooperativa y cobrábamos

en forma privada la consulta, porque nos era muydifícil entrar en el sistema de la medicina prepaga,donde había intereses y competencia. El área nues-tra, para hacerse bien, requiere de tiempo, peroninguna obra social te paga lo que le lleva a unexperto estudiar una depresión u otras enfermeda-des que no implican medir solamente la presiónarterial. Por eso, decidimos que la mitad del ingre-so de la cooperativa se destinaría al instituto deinvestigación. No es fácil que un médico resigneparte de su ingreso, pero ese monto que delega-mos pagaba el edificio y su logística, y además a losinvestigadores full time. Eso fue lo novedoso.Porque parte del equipo no veía pacientes: eranmatemáticos, físicos y biólogos que ya estabaninvestigando desde el primer día. Entonces, no esque hicimos investigación cuando Ineco dio supe-rávit, sino que desde el inicio, y a pérdida, lo hici-mos. Los países desarrollados no hacen ciencia einvierten en educación cuando son desarrollados,sino que son desarrollados porque invierten eneducación y ciencia de primer nivel. ¿Eran conscientes de que estaban cambiando elparadigma de producción de ciencia en el país?Fue una cosa que no pensamos, la hicimos. Poreso, arrancamos sin business plan ni nada. En2007, dos años después, empezamos a crecermuchísimo en publicaciones de impacto interna-cional. Hasta entonces, teníamos tres contribucio-nes a la sociedad, además de la atención de pacien-tes: las charlas gratuitas para educar a la gentesobre neurociencias y enfermedades; la formaciónde los colegas que querían aprender esta nueva dis-ciplina y la producción de conocimiento original.Eran tres aportes a la comunidad que encaramossin dinero del taxpayer. A veces tengo que sopor-tar que me digan: “Bueno, pero es un lugar priva-do”. ¡Hicimos Ineco sin dinero del que pagaimpuestos en la Argentina y le dimos al país unpolo internacional en neurociencias! Me encantaríaque fuera de la UBA o del hospital público, perono se hizo. ¿Entendés la locura argentina de lopúblico versus lo privado? El futuro es una mezcla.E Ineco hizo, sin explicitarlo, una política públicadesde el sector privado. Hoy ya estamos haciendoun convenio con el Conicet, ya entramos al siste-ma... Pero el paso inicial lo dimos nosotros. Apenas dos años después, crearon FundaciónIneco. ¿Formaba parte de los objetivos iniciales?En 2007 estaba creciendo mucho mi locura cientí-fica y la cantidad de pacientes, pero una cosa escrecer en ciencia y otra en los números. Y se sabeque la manera más segura de fundirse es con un

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Fútbol, circo y genialidadPor Horacio Riggi*

El pibe era hijo de un doctor, con todo lo que eso implica enun pueblo, pero se solía ganar la vida manejando un tractor

de sus primos en las cosechas o acomodando sillas en los circos que llegaban a Salto. Era y es así: un tipo que sale delmolde. Precisamente de uno de esos circos viene Goropo, elsobrenombre por el que todos lo conocen en Salto, y tambiénel de Chinchu, que se llama Gastón, que es el hermano y essocio y ‘cómplice’ de mil aventuras. Goropo y Chinchulín erandos personajes que estaban todo el tiempo juntos, como loshermanos Manes. Los que conocemos a Facundo de chicodesde siempre supimos que es un tipo privilegiado. No sóloporque consideramos que tiene más neuronas que el resto delos mortales, sino porque siempre contó con Gastón, otro cerebro importante, pero de bajo perfil, y abogado en vez deneurocientífico. Con Gastón, en los albores de la democracia,formaron el primer Centro de Estudiantes de la provincia deBuenos Aires. Tal situación no pasó inadvertida. Como muestra,sobra un botón: Eduardo Aliverti los convocó para su programaSin anestesia, que por ese entonces tenía en Radio Belgrano, yles hizo un reportaje. Se venían las elecciones en el queridocolegio San Martín de Salto. Gastón hizo el tejido electoral yFacundo arrasó en las urnas. Tenían 14 y 15 años. “Se siente,se siente, Goropo presidente”, canté y cantaron casi todos en elpatio interno de ese colegio que quedaba justo frente a la casade la familia Manes.Pero, tal vez, la mayor muestra del poder de convocatoria de los hermanos fue cuando Salto jugaba un partido de fútboldecisivo por el Campeonato Provincial Argentino contra RoquePérez, ciudad que no esperaba más de 100 hinchas saltenses.Es que corría el año 1984 y en Salto eran más atractivas lascarreras de autos que el fútbol. Pero Facundo y Gastón, queseguían teniendo 14 y 15 años, organizaron y lideraron la caravana que partió del pueblo con 17 micros repletos y contratados por los Manes.Facundo es líder, generoso, humilde y avasallante. Gastón,sensible, pero pensante y preciso. Ya en Buenos Aires, la historia de Facundo es bien conocida. Sin embargo, hay undato que vuelve a hilvanar la historia de los hermanos. Ineco, elinstituto modelo de neurociencias que crearon, se gestó en unviaje a Croacia que hicieron junto a su madre (de ese origen,como gran parte de la comunidad de Salto). Ineco no hubieseexistido sin la genialidad de Facundo y sin el impulso deGastón, socio estratégico y ‘financista’ del proyecto.

Resabios de un 9 goleadorAl Goropo de Salto le gustaba el fútbol y jugaba bien. Era un 9prometedor en las inferiores de Compañía General. Con el pasodel tiempo, de ese goleador quedan algunos resabios de calidad, pero ahora habla más de lo que corre. Por eso, lesugiero que, si se anima a jugar un picado con el Dr. Manes:aténgase a las consecuencias. No sólo le va a hacer goles. Esque, hablando de fútbol, sabemos que en el barrio está casitodo permitido, y Facundo puede tener el honor de tener a una presidenta de paciente o ser votado por Stephen Hawkingpara presidir la World Federation of Neurology Research Groupon Aphasia and Cognitive Disorders, pero nunca dejó de ser Goropo.

*Editor de Economía y Negocios de El Cronista Comercial

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médico, al menos eso siempre dice mi hermano(risas). Hubo dos cosas que nos llevaron a pensarque necesitábamos una fundación para que cubrie-ra aquellos tres objetivos. Primero, que uno de loschicos nuestros –Tristán Bekinschtein, que ahoraestá en Cambridge– ganó la beca Marie Curie, quees una de las mejores en ciencias en Europa y siem-pre se la llevaba la Universidad de Hong Kong oalguna estadounidense. Un día me llamaron deBruselas para que explicara cómo era que unaS.R.L. había dado lugar al científico ganador, por-que nunca les había pasado tener que firmar con-trato con una S.R.L. Segundo, me mandó unemail Agustín Ibáñez, que hoy es el jefe delLaboratorio de Psicología Experimental yNeurociencias de Ineco. Estaba estudiando enHeidelberg, Alemania, y quería venir a trabajar connosotros. ¡Imaginate lo que fue para mí que, dosaños después de crear Ineco, tuviera el pedido y laoportunidad de repatriar a un investigado argenti-no! Estaba muy contento, pero mi hermano medijo: “Pará, nos estamos fundiendo. Tenemos quehacer una fundación porque, ya que no hacemosprácticas como operar, que dejan un margen mayoren la medicina, con la consulta no podemos finan-ciar Harvard tampoco”. Por eso, otro mérito delproyecto es haber hecho la Fundación cuando yateníamos todo, y no crearla para ver qué hacíamos. ¿Y cómo calzó en ese esquema de crecimiento la creación del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro? Me llamaron porque el sueño de René Favaloro,un adelantado, había sido estudiar la relación cora-zón y cerebro. Acepté porque, así, el grupo demédicos de Ineco que veía a pacientes privados

podría trabajar a la mañana para todas las obrassociales: podríamos brindar una cobertura de pri-mer nivel a un gran espectro social, algo que paramí era muy importante.Más allá del prestigio profesional y del éxito del modelo de negocio científico que creó, elreconocimiento mediático recién llegó en 2013, cuando lideró al equipo que operó a laPresidenta de un hematoma subdural. ¿Cuál fue el impacto en el posicionamiento de Ineco?Tuvimos el honor de que la Unidad MédicaPresidencial y la presidenta Cristina Fernández de

Kirchner eligieran el proyecto de dos hermanosque había nacido unos años antes. Pero fue conse-cuencia de que Favaloro diera lugar a la propuestade Ineco. Ya para entonces había pasado la desgra-cia de que el Hospital Francés tuviera problemas:ahí había un grupo de neurólogos y neurocirujanosmuy importante, de los mejores de la especialidad,profesores de 50 y pico a quienes les ofrecimosacompañarnos. Después, apareció la oportunidadde asociarnos con Grupo Oroño para crear InecoRosario y de abrir un centro de rehabilitación enRamos Mejía. E incluso la Universidad DiegoPortales, una de las más importantes del ámbitoprivado en Chile, nos propuso codirigir un labora-torio de neurociencias aportando nuestros recursoshumanos. Quiero decir que Ineco también fueposible porque la Argentina todavía tiene una clasemedia intelectual –por el sistema educativo quetuvimos y nos diferenció– que no se ve en Chile,Colombia, Perú y otros países de la región queestán creciendo macroeconómicamente. Por eso, elimpacto de Ineco es cultural. Nunca va a cotizar enla Bolsa, no hacemos software, no queremos hacerdinero: con que vivamos de la medicina, ya está.Hace 14 años, cuando volví al país, las neurocien-cias no eran conocidas en la Argentina. Pero huboun cambio cultural, más en un país donde sólo sehablaba de psicoanálisis, para que hoy todos hable-mos de neurociencias cognitivas. E Ineco ayudó aese cambio que no se mide en la Bolsa, un paráme-tro que muchas veces se utiliza para hablar de unentrepreneur. Pero, ¿cómo se mide a un entrepre-neur social, cultural o científico? Porque nosotrosdamos lugar a conocimiento y también lo exporta-mos. Entonces, hay que tener cuidado cuando sólo

Los gobiernosse equivocan alconfundir su destino personalcon el del país.Necesitamosinstituciones fuertespara que losdirigentes no seconfundan. El Estado somosnosotros

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se mide a los emprendedores con ciertas variables.¿Cómo comparás a Ineco con Globant, Despegaro Mercadolibrer? Obviamente no es posible, perono por eso nuestro impacto cultural es menor. ¿Cuál fue el momento más crítico del proyecto?Hubo ciertos ataques sutiles de instituciones, quenos mandaban inspecciones y nos desprestigiaban.No teníamos todavía espalda para defendernos delos que no querían que existiera Ineco. Pero losuperamos porque estábamos convencidos de loque hacíamos. Nuestro éxito era hacer. O sea, quehoy Ineco tenga contador, CEO, versiones enRosario o Chile, es yapa. En el fondo, aquellosprimeros tipos que trabajábamos juntos, haciendolo que nos gustaba, ya era un éxito. Desde elpunto de vista empresarial, lo crítico fue empezara pensar que el liderazgo fuerte y el matiz deempresa familiar tenía que cambiar. Nos costó dar-nos cuenta de que era el camino, porque natural-mente uno piensa que sus decisiones son las mejo-res. Fue un proceso no fácil pero necesario. ¿En lo financiero siempre pudieron estar ordenados?El proyecto era cultural y científico, y la cooperati-va nos permitió ser viables. Porque no lo hice yosolo, sino que fue una decisión de vida de variosprofesionales. Hubo complicaciones, inversiónpersonal, pero no hubo grandes líos porque fui-mos muy cuidadosos. Y, si había dinero de más,era para investigar, no para cambiar el auto.Tuvimos que poner mucho dinero personal, y nosólo al inicio, sobre todo mi hermano, pero siem-pre lo tomamos como algo trascendente en nues-tras vidas, no sólo por las neurociencias sino porlo que implica generar conocimiento a largoplazo. Imaginate si el país tuviera este concepto:¡Volamos!¿Cuál es el lado en las sombras de ser empresario científico en la Argentina? La sombra es la energía: creo que en estos años heenvejecido más de lo que me hubiese pasado sihubiera hecho ciencia solamente. Estuve involu-crado en todas las decisiones económicas, y todoese estrés tiene un costo. Y otra sombra es que, aveces, no se entienda que Ineco es una políticapública desde el sector privado. Pero no sólo esuna injusticia por Ineco: creo que el país está con-fundido en separar lo privado y lo público. No losiento como algo personal, pero sí creo que esadiscusión es tóxica para la Argentina. Hay genteque no comprende el esfuerzo que es hacer unaempresa, pagar sueldos, invertir las ganancias,tener responsabilidad sobre 400 familias que viven

de esto. Y también hay gente que no entiende elrol del privado en la economía de un país, quedamás romántico lo público. Es curioso, porque siyo hubiese estado en la universidad pública, quizástambién hubiese tenido ese concepto de alguiencomo yo. Pero aquí me llevó la vida. Ese es elcosto mayor: que no se comprenda. Es algo oscu-ro que me da lástima por el país. ¿Qué líder era cuando empezó y cuál es hoy?Soy totalmente diferente. Era un poco más impul-sivo, un poco más ingenuo, un poco más pasional.Hoy creo que soy menos impulsivo. Sigo siendoapasionado, pero estos años de liderar empresasme han convertido en alguien más racional. Y mehan convencido de que el equipo es todo. ¿El emprendedorismo es una nueva conexión aestablecer en el cerebro social argentino, paraque Ineco no sea un caso aislado?Para que los argentinos seamos más emprendedo-res necesitamos entender que no podemos obse-sionarnos y dedicarnos casi todo el tiempo al pasa-do, porque así nos restamos la posibilidad de ima-ginar el futuro. Tenemos que poder dedicarnos aambos. Creo que somos un país muy creativo –yno es un cliché– porque estamos en crisis perma-nente. Pero para imaginar el futuro necesitamosproyectarnos en el largo plazo. E imaginar el futu-ro es una clave para ser emprendedor. ¿Se necesita mística para hacer ciencia aquí?Se necesita mucho profesionalismo, estar conecta-do con el mundo, tener estándares internaciona-les. Pero además, como decía Bernardo Houssay,se necesita patriotismo para hacer ciencia en laArgentina, porque las condiciones no son tanfavorables. Este Gobierno hizo mucho por la cien-cia. Ahora tiene que ser una política de Estado.Para eso, hay que hacer que la ciencia cruce todaslas áreas y no que sea solamente un Ministerio. Y ahora que sí se habla de neurociencias, ¿cuáles su siguiente meta? Hoy puedo estar haciendo una entrevista un lunesa la mañana porque hay un CEO en Favaloro, unCEO en Ineco, un director médico de neurocien-cias en Favaloro, en Rosario, en Ramos Mejía y enChile, un director de la Fundación. Soy un líderque siempre delegó, porque lo que hice siemprefue producto del trabajo en equipo. Ahora elcamino es que Ineco sea Ineco y no Manes.Quiero ayudar a que se consolide como un lugarde excelencia en neurociencias. Porque yo estoypensando en otras cosas: estoy preocupado porciertos temas del país y ahí es donde quiero cola-borar. Para mí, que haya desnutrición en un país

CLASE <2233

Think & tankPor Fernando Straface*

Un think tank busca mejorar la calidad de las políticaspúblicas intermediando entre el conocimiento experto yel proceso político. Recaba evidencia sobre las políti-

cas, los costos de las decisiones y el impacto esperado. En laArgentina, con instituciones débiles e intercambios políticossignados por la maximización del aquí y ahora, un think tanktiene una misión adicional: promover una agenda de largoplazo en un mercado que privilegia la gratificación instantánea. Estas organizaciones construyen relevancia con tres activos: su capacidad para generar conocimientorelevante para la discusión de políticas, la calidad de su interlocución con el sistema político y otros actores relevantes, y su base de sustentación económica. Para lo primero, un think tank debe lograr atraer profesionales concredenciales académicas y vocación de influir en la agendapública. No es una universidad, pero el conocimiento que traduce para el sistema político debe fundarse en evidenciasólida y estándares de producción robustos. Los think tanksargentinos tienen un desafío adicional desde 2007, tras laintervención de las estadísticas oficiales.Lograr acceso e intercambios permanentes con el sistemapolítico son claves para la misión de un think tank. Los políti-cos valoran el trabajo de estas instituciones cuando recibensolidez técnica sin tecnocratismo. Un think tank trabaja parael largo plazo, lo cual supone enfocar la tarea en una agendade desarrollo, que priorice investigaciones y políticas, y evitela tentación de opinar constantemente sobre la coyuntura.El sistema político no es el único actor con influencia sobrelas políticas. Por ello, un think tank debe entender y actuartambién con agentes económicos (capital y trabajo), la socie-dad civil, actores regionales e internacionales. El cortoplacis-mo no es patrimonio de la política. Un think tank no aseguraretorno inmediato en un país con altas tasas de descuentopara cualquier inversión. La autonomía de agenda de estasorganizaciones guarda estrecha relación con su forma degobierno, su estructura y modalidades de financiamiento. Unthink tank se consolida institucionalmente cuando deja de sergobernado por aquellos que lo fundaron o que lo financian.Su gobierno gana en densidad y capital relacional cuandorefleja en su composición intereses e ideas diversas y esautónomo de cualquier sector específico.En cuanto al financiamiento, es bueno comprometer al sectorprivado, pero es mejor aún diversificar entre muchos actoresesos aportes y orientarlos hacia una agenda estratégica queno se vea atomizada en innumerables proyectos. Para ello, losgrandes think tanks internacionales han logrado constituiractivos fijos y/o financieros que financian una parte de su fun-cionamiento con los resultados de las inversiones realizadas.En los últimos años, un desafío adicional entrampó la existen-cia de algunas de estas instituciones. En contextos de altapolarización, en ocasiones se demanda a los think tanks posi-cionamientos irreductibles, alineados y coherentes con unaideología o un sector político. Es casi una contradicción conla misión de pensar (think) y luego actuar (tank). La realidades mucho más compleja que el “decime de qué lado estás”.*Director Ejecutivo del Centro de Implementación de Políticas

Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC)

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que produce alimentos para 400 millones de perso-nas es inmoral. Y la desnutrición no sólo se comba-te con alimentos, sino con educación, afecto y estí-mulos, porque el chico, aunque coma, si no tieneestímulo afectivo y cognitivo, no va a poder hacernada en el futuro. La pregunta del millón: ¿dará, finalmente, elsalto a la política?Si estuviera en Noruega, estaría haciendo neuro-ciencias, que es lo que me apasiona. Pero yo tengootras dos pasiones: mis afectos y la Argentina. Ycreo que la ciencia tiene mucho que aportar a lapolítica. La ciencia trabaja en equipo, toma encuenta el pasado –no inventa la rueda, es decir, nopuede investigar algo sin revisar lo que hizo elanterior–, imagina el futuro, es ejecutiva –consigueel dinero para investigar, sea un mecenas o ungrant–, lo publica y se expone a la crítica. ¡Mirá siesa metáfora de la ciencia no podría ser buena!Imaginate lo que sería la política si revisara el pasa-do, no tomara lo malo aunque lo hiciera el propiopartido, trabajara en equipo, ejecutara, se expusieraa la crítica y pensara en el largo plazo. ¡Mirá si notengo para aportar! ¿Visualiza su aporte como candidato?Creo que los argentinos estamos discutiendo el díaa día. Más allá del drama de Nisman, que nos preo-cupa a todos, y de temas importantes de la coyun-tura, tenemos que discutir el problema real.Imaginemos un escenario sin inflación y con 10años de crecimiento: igual tendremos al 30 % delpaís pobre y con mala calidad educativa. Entonces,aún solucionando las dos cuestiones que los econo-mistas señalan como prioridad, no se resuelven losproblemas del país. Ahí creo que tengo muchopara aportar. En términos concretos, me siento unprivilegiado porque mi voz se escucha. Hoy nonecesito una candidatura. Y nunca me lo plantearíacomo un ejercicio narcisista y personal, o para unproyecto propio. Si aparece una causa importantedonde Manes candidato podría ser de utilidad, qui-zás lo pensaría. ¿Pero la política, en la foto de hoy, le da margen para plantear los temas que le interesany aportar las soluciones que propone por fuerade una candidatura o adhesión partidaria?Creo que hoy la política da margen si nos juntamosreferentes sociales y logramos una suerte de comi-sión que busque soluciones para asegurar la nutri-ción y la educación en el país. Para mí, la revolu-ción educativa no pasa por un ministro brillante,un nuevo Sarmiento u otro presidente. La revolu-ción educativa tiene que ser de abajo hacia arriba,tiene que pasar entre el docente y el alumno. Elcerebro humano aprende de tres maneras: pormotivación, ejemplo e inspiración. Si uno pone un

cd para aprender alemán, no lo logra ni en 100años. Pero si uno se enamora de una alemana, en 6meses está hablando. Entonces, el docente tieneque volver a ser eso: un inspirador, un motivador yun ejemplo. Tenemos que ayudar al docente a rein-ventarse. Y esa es una política que requiere de lasociedad. Raúl Alfonsín, en el ‘83, canalizó lademocracia y la representó porque había una socie-dad que lo pedía. Aspiro a que, ahora, la sociedadargentina ponga al conocimiento y a la educacióncomo prioridad. Suena utópico, pero tambiénsonaba utópico hacer neurociencias en la Argentinahace 15 años, siendo un país con gran impacto delpsicoanálisis, sino el único en el mundo. Entonces,mi idea es que la sociedad pida y demande educa-ción a los candidatos y políticos. En el mundo delconocimiento, donde una idea vale más que 300hectáreas, no nos podemos quedar afuera.¿Y por qué cree que los políticos no encuentran estímulo en esos temasfundamentales para la sociedad?Creo que los políticos están, en general, depen-diendo mucho de los consultores y las encuestas.¿Qué hubiera hecho Sarmiento si una encuesta ledesaconsejaba invertir en educación? Necesitamosmás líderes y próceres que piensen más en el largoplazo y no en las encuestas y en los consultorespolíticos. ¡Así estamos en el día a día total! Y poreso hay una gran frustración y un gran espectrosocial que no se siente enamorado de los candida-tos actuales. Para mí, la historia de vida acá tam-bién es muy importante. ¿Por qué le creemos alpapa Francisco cuando habla de austeridad? Porquefue austero toda la vida. Cuando uno habla deeducación o de moral hay que tener una trayecto-ria, porque sino es difícil ser creíble. ¿Cuál es la encrucijada que paraliza al país?Creo que la Argentina tiene un dilema: el cortoplazo, el populismo, la corrupción, la falta de insti-tuciones fuertes; o la República, el corto plazo –lle-var comida ¡ya! a los chicos– pero también el largoplazo, las instituciones fuertes, el combate de lacorrupción. Esa es la división actual. Creo que hayque educar, charlar y reunirse para posicionar a laArgentina como uno de los países más influyentesen educación y conocimiento. Puede pasar en 100años o en 50 pero, si no ambicionamos ese objeti-vo en grande, no vamos a llegar nunca. Si nuestrameta es llegar a no tener inflación... Y bueno, porahí lo logramos y crecemos 2 %. Ojo, eso es indis-pensable para crecer, pero ¿para qué lo queremoslograr? Muchas veces estamos peléandonos portemas menores, en una discusión muy miope, deldía a día. Y por eso mucha gente está asqueada.¿Quién discute las políticas de Estado? No veo másque chicanas.

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EXCLUSIVO

“Un proyectocientífico altruista”Marcelo Savransky Cofundador e integrante del Consejo de Administración de la Fundación Ineco

Ineco fue concebido como un proyecto médico-científi-co que apuntaba a promover el bienestar de la socie-

dad a partir de las neurociencias a través de serviciosde asistencia, educación e investigación. Fue un proyec-to diseñado desde el sector privado como un colectivocientífico liderado por Facundo y acompañado por unapasionado grupo de talentosos investigadores y profe-sionales. Esa energía convenció, primero a Gastón yluego a mí, de acompañarlo. El problema era cómofinanciar, sin ayuda del Estado, un proyecto concebido,en gran medida, para contribuir a la sociedad y que noperseguía un fin de lucro. Esas dificultades nos genera-ron la convicción acerca de la necesidad de constituiruna fundación como vehículo para promover el avancedel conocimiento científico sobre las enfermedadesneurológicas y psiquiátricas. Al principio costó muchísi-mo el fundraising porque, habitualmente, las fundacio-nes recaudan para un objeto concreto, algo tangible,como la compra de un tomógrafo computado, un reso-nador o la ampliación de la sala de un hospital. Ennuestro caso teníamos que explicarle a la sociedad quese estaban financiando proyectos de investigación cien-tífica cuyos resultados podían servir para el diagnósticoy el tratamiento de enfermedades neuropsiquiátricascuya importancia se vinculaba con la mejora de la cali-dad de vida de la gente.Naturalmente, el crecimiento de Ineco produjo oportuni-dades –mal llamadas crisis, a nuestro entender– quenos obligaron a profesionalizar la gestión. Tuvimos queestablecer un sistema de mandos medios y gerenciasque atendieran diferentes áreas (comercial, administra-tiva, de prensa) y crear departamentos por especiali-dad. También generamos manuales de procedimientospara estandarizar algunos procesos y apelamos a con-sultorías para que nos ayudaran a implementarlos.Vengo de una familia de abogados y escribanos y, dealguna forma, esto fue un giro, un desvío en lo quecreía que iba a ser mi vida. Al principio lo tomé concautela, pero había un componente muy atractivo: ade-más del proyecto médico, estaba la función social vin-culada con la educación, con la investigación, con hacerun aporte al bien común. Y ese espíritu altruista del proyecto me decidió a sumarme”.

Ph: G

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Me siento un pprriivviilleeggiiaaddoo porque mi voz se escucha. Hoy no necesito una ccaannddiiddaattuurraa. Si aparece una ccaauussaa importantedonde podría serde uuttiilliiddaadd, quizáslo pensaría. Si hay unpprrooyyeeccttoo rreeppuubblliiccaannooque combata la corrupción, voy a estar

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¿Cómo se lleva con la fama un científico que,desde joven, gozó de prestigio profesional yahora es visto como un referente social?Con una gran responsabilidad. Siento que la famamía, pequeña, no viene fácil sino que viene conuna enorme responsabilidad. Siento que no esimportante ser conocido si uno no tiene una causa.Y yo he tomado la fama por respeto a la causa. Mecuido de que no me confunda el reconocimientoporque, si lo tomo como algo personal, soy untarado. Tengo que resistir la tentación natural delser humano, porque mi fama no me viene comoactor o deportista, sino con una causa que, creo, esla de muchos argentinos. Hoy tengo un lugar pri-vilegiado que no tenía hace tres años, cuando qui-zás consideraba participar en un partido políticoporque ahí podría contribuir. Pero ahora quetengo reconocimiento, lo puedo hacer sin estar.Eso no quiere decir que, si me convenzo de quemi figura puede ser vital para una causa, no consi-dere una candidatura. Pero no lo haría por algopersonal o narcisístico. Llegado el caso, ¿su identidad partidaria, de origen radical, incidiría?Creo que si hay un proyecto republicano queponga al conocimiento como política de Estado,que ponga como política de Estado que no hayaun niño desnutrido, sin afecto ni estímulo cogniti-vo, que combata la corrupción y que fortalezca lasinstituciones, voy a estar. Después podemos discu-tir si privatizamos tal empresa o no, si la geopolíti-ca es con China o con los Estados Unidos: pero loque no podemos discutir es fortalecer la República.¿Y eso es viable de cara a las próximas elecciones presidenciales?Hoy es un problema, porque fijate que tenemosmassismo, sciolismo y macrismo. Y lo que tenemosque tener son partidos políticos. Reconozco elliderazgo de los tres candidatos con mayores posi-bilidades. No es culpa de ellos sino de la crisis de2001 que afectó la reputación del Partido Radicalcomo partido con capacidad de gobernar, y creoque eso le hizo mucho daño al sistema democráti-co. Una de las cosas que hay que hacer es fortale-cer el sistema de partidos políticos, como lo dice el

artículo 18 de la Constitución. Quiero luchar paraeso: no quiero que haya otro ismo. Quiero serparte de un partido político. Si bien vengo de unafamilia radical, creo que el peronismo y el radicalis-mo describen muy bien a la Argentina pasada, perono estoy tan seguro de que describan bien al paísfuturo. No veo mal que la recuperación de ciertosvalores republicanos se haga en coaliciones, comomuchos países de Latinoamérica que tiene expe-riencias en eso.¿Le gusta la Argentina versión 2015?Si veo el proceso de la democracia argentina hastaacá, no soy totalmente pesimista. A diferencia deotros países de Latinoamérica, tenemos un sistemademocrático increíble, donde todos nos sentimosparte. En el ‘83, Alfonsín representó un paradigmade la democracia, un sistema que hoy ya nadie dis-cute. Con (Carlos) Menem –siempre estuve y estoyen contra del proceso menemista– aguantamos a(Julio) Nazareno en la Corte Suprema y muchosempresarios y clase media lo bancaban en nombredel proceso neoliberal. Y ahora cierta izquierdaprogresista se banca cierta corrupción. Entonces,muchas veces, el problema es la truchada y no laideología. En la Argentina, a veces el problema noes ser neoliberal o de izquierda, sino ser trucho,porque fuimos truchos por derecha y por izquier-da. Somos poco serios. Volviendo al menemismo,así como soy crítico, reconozco que implementó laidea de modernidad y hubo cierta inserción en elmundo que nadie discute tampoco: hasta los másizquierdosos tienen un celular que inventó el capi-talismo. Después vino un proceso, con losKirchner, de darnos cuenta que somos deLatinoamérica. O sea, hubo un paradigma dedemocracia, un paradigma de modernidad y unparadigma de igualdad social. ¿Cuál es el próximoparadigma? Yo creo que es el conocimiento. Si lomiro así, hemos evolucionado. Porque el conoci-miento no se hubiera dado en una sociedad sindemocracia, sin modernidad y sin discusión por laigualdad. Más allá de todas las falencias, creo quehemos avanzado. Y por eso soy optimista. Quesurjan los líderes que tengan que surgir es un pro-ceso largo.◆

“Una explosión de conocimientos”Por Guillermo Jaim Etcheverry*

Diez años atrás, cuando comenzaron lasactividades de Ineco, era posible antici-par el éxito que acompañaría a tan ambi-

ciosa iniciativa. La calidad de los profesionalesnucleados en torno a la institución y la visión desu director, Facundo Manes –quien acometía laempresa dotado de una sólida formación y con una confianza y un entusiasmoarrolladores–, hacían sencilla esa predicción. Sinembargo, a una década de aquella instanciafundacional, se comprueba que los pronósticosde entonces se han visto ampliamente superados por la realidad de una institución que muy rápidamente se erigió en referenciaobligada de los estudios básicos y clínicos en elcampo de la neurología cognitiva, tanto en nuestro país como en el resto de América latina.La labor de investigadores de las más diversasdisciplinas vinculadas con la comprensión de loscomplejos fenómenos responsables de las funciones cerebrales superiores, cimentó el prestigio local e internacional del que hoy gozaesta institución. Asimismo, la alianza de Inecocon la Fundación Favaloro ha potenciado elimpacto de sus integrantes en la atención médica y en la educación profesional en elcampo de las neurociencias, área que ha experimentado una inusitada explosión de conocimientos en los últimos años.*Médico y exrector de la Universidadde Buenos Aires (2002-2006)

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