f. dubet (2011). repensar la justicia social (libro completo, parte 2)

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3. La igualdad de oportunidades Desde su or igen, la igualdad de o port uni dades parti- cipa d el p royec to democ rático mode rno. Incluso, quizás esté más presente que la igualdad de las posiciones, porque ha sido impulsada por las burguesías y las elites deseosas de des-- truir los obstáculos que el sistema estamentaric del An tiguo Régimen o po nía a sus as piraciones; p or lo de más , la Ilu st ra- ción identifica la igualdad con la igualdad po lítica y la liber- tad común de expresión antes que con la igualdad social. La Revolución Francesa abolió los antiguos estamentos con el fin de que cada uno pud iera acce der a todos los empleos seg ún su mér ito , co n inde pendencia de su nacimiento. Al pro hib ir la ex istencia de corporaciones, las leyes d 'Allard e y Le Cha pe- líer votadas en 179] defienden la libertad de ci rcu lar en el es-- pacio social en función de los talentos y de las necesidades de cada uno ,y de los r equisitos del comercio. Estás leyes, así como la abolición del feudalismo en la noche del 4 de agosto, de struyen los fundamento s de l Antiguo Régim en ; anu ncian el rei no de la i gualdad de oportunidades. No cuestionan las desigualdades sociales, p ero ofrecen a cada uno la posibilidad de aspirar atoda s las po sici ones sociales -po r desiguales que estas sean (Savid an, 2007 ) -. Aun cuando la hlstoriograíla marxista ha opu esto este prin- cipio "burgu és" a las aspiraciones ígualita ns tas de los sans-CtJ.- lo ues ya la política del aú o IJ, p are ce más razonable con side- ra r que la igu al dad de oportunid ad es es , jun to co n la igu aldad de las posici one s. la segunda manera de resolver la con t rad icción crucial de las socie dades democráticas liberales

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Page 1: F. Dubet (2011). Repensar La Justicia Social (Libro Completo, Parte 2)

3. La igualdad de oportunidades

Desde su origen, la igualdad de oportunidades parti­cipa del p royec to democrático moderno . Incluso, quizás estémás presente que la igualdad de las posiciones, po rque hasido impulsada por las burguesías y las el ites deseosas de des-­truir los obstác ulos que el sistema estamentaric del An tiguoRégimen oponía a sus aspiraciones; por lo demás, la Ilustra­ció n iden tifica la iguald ad con la igualdad política y la liber­tad común de expresión antes que con la igualdad social . LaRevolución Francesa abolió los antiguos estame ntos con el finde q ue cada u no pudiera acceder a todos los empleos segúnsu mérito , con inde pendencia de su nacimiento. Al prohibirla ex istencia de corporaciones, las leyes d 'Allarde y Le Cha pe­líer votadas en 179 ] defien den la libertad de circular en e l es-­pacio soc ial en función de los talentos y de las necesidades decada uno, y de los requisitos de l co mercio . Estás leyes , asícomo la abolición de l feudalismo en la noche del 4 de agosto,destruyen los fundamentos de l Antiguo Régimen; anuncianel re ino de la igualdad de opor tun idades. No cuestionan lasdesigualdades sociales, pero ofrecen a cada uno la posibilidadde aspirar a todas las posiciones sociales -por desiguales queesta s sean (Savidan, 2007 )-.

Aun cuando la hlstoriograíla marxista ha opuesto este prin­cipio "burgués" a las aspiraciones ígualitanstas de los sans-CtJ.­

loues y a la política del aú o IJ, parece más razonable conside­ra r que la igu aldad d e oportunidades es , junto co n laigu aldad d e las posiciones. la seg unda manera de re solver lacontrad icción crucial de las sociedades dem ocráticas liberales

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54 REr·E.N$AR tA J USTlCTA SOC TAL

qu e d eb en co mbinar la igua ldad fundame ntal de lodos 10 5

ciudadanos co n las desigualdad es sociales producid as por elfuncionami ento de la economía y la libertad de cada un o(Gauche r, 2002). Por cie rto , la izquierda ha preferido histéri­cemente la igua lda d de las posiciones a la igualdad de oportu­nidades. pero nunca ha renunc iado totalmen te a esta ú ltima.Así lo atestiguan su an tigua y prolongada defen sa de la meri­tocracía republican a en la escu ela y el hecho de q ue ven enes te modelo una man ifestación del combate co ntra los privi­legios. En la actua lidad, la igualdad de o portu n idades es rei­vindicada tanto por la de recha como por la izqu ierda; está enel corazón de la mayoría de las teorías de la j usticia , e mpe­zando po r la de Rawls ([ 1971] , 1987) . Sin e mbargo, la sustitu­ció n progresiva de la igualdad de las posiciones por la igual­dad de las oportun idades no surge solame nte de la histo riade las ideas sociales y po líticas: induce una profunda transfor­mación de las representaciones de la vida .social, de sus acto­res y de sus mecanismos.

UNA FlCCIÓN ESTADfSTICA

La igualdad de oportu nidades reposa sobre un a ficción y so­bre un modelo estadístico que supo ne que, en cada ge nera­ción . los ind ivid uos se d istribuyen proporcionalmente en to­

dos los niveles de la es truc tura socia l sean cua les fueren susorígenes y sus co nd iciones iniciales. No se afecta la jerarquíade las posiciones y de los estatus, pe ro los individuos qu e ocu­pan esas posiciones deben provenir de todas las capas socialessegún el modelo de un a movilidad pe rfecta. Así, en una socie­d ad que es tuviera compuesta por un 30% de obre ros, por un10% de miembros de minorías visibles y un 50% de mujeres,la igualdad de oportun idade s supondría qu e los d irigentespo líticos, los estudiantes de las mejores universid ades y 10 5

obre ros de la construcció n constitu iría n grupos compuestos

u.. IG UALDAD DE O PORTUJoJ IOADES SS

por 30% de hijos de obreros . 10% de hijos de las m.inorias vi­sibles y 50% de mujeres. Las desigu aldad es de los Ingresos yde las cond iciones de vida qu e separan a cada uno de estosgrupos dejarí an de se r injustas porque todos y cada un o desus miembros tendrían la opor tunidad de esca par de ellas. ycomo se supone o bien que los ind ividuos son todos iguales, obien que sus talentos o sus méritos iniciales han sido reparti­dos al azar po r la providencia, en tonces, en consecue ncia . de­be n terminal" reparti éndose pro po rcionalmente en todos losniveles de la sociedad.

Esta ficció n es tan exigen te como la de la igua ldad de laspo siciones: sin d uda. todavía más exigente . porq ue suponequ e la heren cia ylas diferencias de ed ucación están a~lidas

para q ue el mérito de los individuos produzca, por SI solo.desiguald adesjustas.6 Por cierto, nad ie cree por co mpleto enuna ficción de estas características. como tampoco nadie de­sea una estr icta igualdad de las posiciones; pero todo pareceindicar qu e el modelo fun ciona. Extrae su fuerza de la crí ticasocial que denuncia, co n el apoyo de estadísticas, la partemuy escasa que representan las mujeres. tos hijos de obreros,10 5 hijos de migrames, 10 5 discapacitados. en las di\'C~ esfe­ras de la vida social. Mientras que un a crítica co nduc ida ennombre de las posiciones denuncia las brech as en ~s salariosqu e sepa ran los ingresos de los dirigentes de los ingresos delos asalar iados más modestos, la critica ejercida en nombre dela igualdad de oportun idades denuncia la endogamia socialde los gru pos diri gentes en los cu ales las mujeres y las mino­rías visibles no se encuen tran suficien te mente represen tadas.

Esta ficción se reencuentra e n todas partes -eu la vida po­lítica, en la escue la, en el mundo del u-abajo-. En todos esos

6 Alld rcw Car llcgí<:.q \le nQ en. por cierto lIlluCilpilali fu.1IC proponíadeja.r:\ $U' hiJO'S wlo el dinero necc.ario ~:ln. una vid ;¡. modcu:, yren;tu ir $UÍQrllm;\ a.l. rol<:c uVld;¡o. tn.\'n de rUlld:U:lOnt. (....,:a~

Fm ier W:>.II . 1989 ).

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56 REPE NSAR LA JUSTICIA SOCIA L

ámbitos. numerosas leyes y medidas han sido adoptadas paratender a la igu aldad de oportu nidades. Este combate no esnuevo , pero se ha visto sens iblemen te acelerado durante es­tos últimos atlas e n nombre de lo que se llam a la "d iversi­dad-oAl privilegia r e l acceso de los alumnos desfavorecidos yprovenientes de las minorías en las mej ores un iversidad es,múltiples dispositivos escolares se esfuerzan po r acrece ntar laiguald ad de las oportu nidades. La ley de paridad exige unare prese ntación más eq uitativa de las muj eres en el mundo po­lítico . Después de que se ha revelado la banalidad del racismoen el tra bajo -discrirn ínaci ón emboscada o escondida, insul­tos y bromas dudosas-, la mayor parle de las organizacio nessind icales y pa tro n ales h an firmado un acuerdo: reconocen"la iguald ad en materia de recl utamie nto , de asignaciones, deremuneraci ón , d e formación profesional y de promoción enla carrera, sin d istinciones por e l apellido, la apariencia físicao el lugar de residencia " (Batail le, 1997; la asociación SOS-Ra­cisme publica regularmen te informes que llevan a las mismasconclusiones). El tratado de Ámsterdam de 1997 hace de laluch a co ntra las dísc rim lnaciones el principio esencial de laj usticia social. Diversas autoridades, en tre las que se cuentala Alta Au to ridad de Lucha co ntra las Discriminaciones y porla Igu aldad (HALDE, por su sigla en fra ncés), se han encar­gado de luc ha r contra todas estas d esigualdades. Hay que se­ñalar que todas estas med idas y todos estos dispositivos apun4

tan a d ism inuir las d iscri mi naciones en el acceso a lasposiciones, pero que no cuestionan el orde n de esas posicio­nes: no im pugnan n i las j e rarq uías escolares, ni las jerarqu íassalaria les, ni e l precio de la vivienda, ni las jerarq uí as d e auto­ridad de la vida política y profesional.

Un debate opone hoy a las asociaciones, 105 dem ógrafos,los políticos e lec tos y los sociólogos para saber si los censos ylas múl tiples her ra mien tas estad ísticas d eberían in troducirotros criterios de m edida (color de la pie l, or igen étnico, re­ligión , etc.) en vez de lim itarse a los que indican los ingresosy las activid ades profesio nales, cons truidos d urante el largo

LA IGUALDAD DE OI'ORTUNIOAO'tS 57

período en el cual la igu aldad de las posicion es era la figuradominante de la justicia. La amplitud de es tos debates mu es­tra hasta que punto la ficción estad ística de la igu aldad deoportu nidades está en e l co razó n de un modelo de j usticiaqu e se impone a todo un co nj un to de individu os y de gruposcuyo puma co mún es el d e estimarse víctimas de una discri­minación. Esta injusticia se mide sobre la base de dife ren tesatrib utos re feridos al sexo, a las características é tnicas, a lassingularidades físicas, a la sexualidad, a la cu ltura yau n a mu­ch as otras particul aridades. Nat han Clazer ( 1987) defin ió,con el auxil io de un modelo estadístico ex tre madamen te so­ñsricado , princip ios políticos que pe rmiten medir lo más fina­men te posi ble las oportu nidades de un individuo, CO Il el finde estab lecer y disunguir qué correspondería a los obstácu los"objetivos" plan tados co ntra la igualdad de oportun idades yqué se debería al individuo mismo, más o menos ca paz y de­seoso de probar su suerte. En una palabra , de lo qu e se trata

es d e me dir científicamen te e l mérito reconociendo qué co­r re sponde al determinismo social y qué corresponde a la res­ponsa bilidad individual .

La o leada de declara ciones, de med idas, de leyes, de dispo­sitivos dedi cados a la igualdad de oportun id ades sign ifica almen os tres cosas. Sanc iona los lím ites y las debilidades delmodelo de la igualdad d e las posiciones: los qu e hablán ennombre de las oportuni dades (aque llos e n cuyo nombre ha­bla es te modelo) so n los que fue ro n dejad os-para-más-ade­lante por e l modelo de la igualdad de las pos iciones. Después,este modelo induce una muy profunda tra nsformación de lasrepresentaciones de la sociedad, porque hace su rg ir ac tore ssocia les qu e hasta entonces era n invisibles y silen ciosos. Enes te sentido, afec ta los procesos de represen tación po lítica ydiseñ a Otro "contra to socia l". Por ú lti mo, hay que observarque el modelo de las opo rtun idades se impone cuando las po­siciones se vuelven más escasas: cuando la vida social emp iezaa parecerse al juego de la silla, se di scute menos sobre e l nú­mero de las sillas que sobre las man eras de ocuparlas y sobre

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58 REP ENSAR U JUSTICIA SOCIAL

la equidad del á rbitro. Se pasa de la metáfora organi~ista, quees tr uctu raba la igualdad de las posiciones, a la metáfora de­portiva que remite a los startmg-bÚ>dts. ol í~.picos, _do.nde cadauno espe ra para saltar y se co nfía a la Jus ticIa ~e1 arbitro: hacefalta que cad a uno tenga la m isma oportu~ldad de gam~r yque el juego produzca desigualdades a parur de desempenos

incontestablement e justos.

DI SCRIMINACI ONES y MINORÍAS

La igualdad de las posiciones está asocia~a a ~~a rcp~csen ta­

ción d e la sociedad en términos de esu-atíficaci ón socloprofc­síonal y de clases socia les: las posiciones se defil.len c~n inde­pendencia de quienes las ocu pe n. Por.e l ce ntrarte ,.la 19uald~d e las opor tunidades conduce a definir gru pos sociales en ter­minos de d iscriminaciones y de desventajas, es decir, en fun­ción d e sus ch ances objetivas de acceder a todas las posiciones.Mutación del lenguaje: los obreros se vuelven clases desfavo~e­

ciclas o co mo se dice de m an era más ch ic, "grupos care ncia­dos". se ven menos definidos por lo penoso de su trabajo (opor Ía explotación que sufren ) que po r sus débiles oportu ~ ~­dades y el co njunto de obstácu los que se opone n a su movili­dad social ascendente. A partir de ah ora , los barr ios popularesson d esignados como barrios d~sfavorecidos o "difi~iles" , e it~~cluso "sens ibles". En gran me dida, se observa una desobre n­zaci ón" de las categorías populares, en p rovecho de nod on.esmás vagas en las cuales factores eco~ómicos, ~~llUrales y soc ia­les privan a los individuos, en especial a los runos, de sus opor­

tu n idades de asce nder socialme n te .El modelo de las oportunidades ha ampliado esta represen­

tació n a todos los gru pos que, en razó n de su identidad , sehan vuelto víc timas de discrim ina ciones que h acen d ecrecer,y au n desaparecer, sus oportun idades de acce~e r a las mejo­res posicio nes. La estratificación lineal de los mgresos estalla

U\, IGUALDAD DI!. OPORTUNIDADES 59

en una multitud de gru pos definidos por las segregaciones delas que son objeto, sea cu al sea su lugar en la sociedad. Obre­ras o ejecutivas, las mujeres son di scriminadas: así lo demues­tra su subreprese ntaclón en el seno de los grupos d irigentes ylos c bstáculcs específicos a los que muy a me nudo se hanvisto confron tadas. Obreros o ejecutivos, los rnaghrebinos ylos negros so n discriminados: así lo ind ican su escasez re lativaen el seno de los grupos di rigentes y la alta lasa de desempleoque, fuera de estos gru pos, los golpe a. Como estas minoríasvisibles no son homogéneas, cada u na choca contra obstácu­los espe cíficos , y Jos grupos de víctimas son cada vez más nu­me rosos, más estrechamen te definidos y más específicos. Afin de cuentas, la sociedad se co ncibe como un mosaico degrupos definidos por sus oportun idad es más que por sus po­siciones. Más exactamente. la d efinici ón de las posiciones estáco nstruida en términos de oportun idades.

Esta represen tación de las injusticias socia les implica unalucha contra las discriminac iones. Esta puede ser or ien tadade dos maneras complementarias. La prim era apunta a ga~

rantizar la igualdad de acceso a los bie nes y a los servicios delos cuales los más d iscriminados están , de hecho, exclu idos.En este caso, hay que abrir las' puertas de las instituciones,ase~rar la equ.ida~ d e los proced imientos de selec5ión yequ ipar los te r rnon os d e modo qu e cada uno pueda cu idarsu salud, instrui rse, desplazarse. cu ltivarse de la misma ma­nera que todos sus co nciudadanos. De hecho, esta políticap rolonga el modelo republicano tal como fue concebido enFranci a desde el siglo XIX y se acomoda bastante bien a laigu aldad de las posiciones , qu e se ve justificad a de u na nuevaforma. La segu nda orientación. qu e durante much o tiempofu e percibida co mo en contradicció n con la pre cedente, re­posa sobre un principio de com pe nsació n (Fassin, 2002) . Eneste caso. hay que te ner en cuenta las discriminaciones esp e­cífi cas y proponer pol ít icas bien dirigidas a fin de establecerlas condiciones de una competencia equita tiva. Entonces, re­su lta impor tan te medir las di scrimin aciones, sea por estadís-

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rica, sea por algú n método de lesting, para así constru ir po liu­cas de d iscriminación positiva que an ulen las dísc rlmi nacio­ncs "natu rales" (Sabagh, 1998) . Por ejemplo. pueden estable­cerse cu pos que favorezcan a tal o cual grupo para acrecentarsu presen cia en determinadas esferas sociales; o bien puedencrearse dispositivos de apoyo. como lo hace en Francia la ca­rrera de Cie ncias Políticas co n los alumnos que vienen de lossubu rbios, para aumentar así sus oportun idades de culminarcon éxito sus estudios. Las clases y los grupos socioprofesíona­les interesados en la igualdad de las posiciones se "en sustítui­dos por minorías construidas por la lucha contra las discrimi­naciones.

Pero todas estas minorías no pueden ser definidas por sus ca­rencias y po r sus minusvalías. Como la discriminación seasienta sobre estereotipos negativos, es importante combatirlosyderribarlos. De la misma manera qu e los obre ros reclaman laigualdad en nombre de su explotación, del valor y de la digni­dad de su trabajo , las minorí as deben ha cer reconocer co movalores positivos las caracte rísticas sociales y culturales en nom­bre de las cuales son discrim inadas. Mientras que el modelo delas posiciones apela a la tolerancia o a la indiferencia, el mo­de lo de las opo rtun idades asocia el repud io de las d iscrimi na­ciones a una exigencia de reconocimiento. Los inmigrantes ylas mujeres son víctimas de una doble injusticia: no sólo sondiscriminados en sus carreras profesionales o en sus vidas coti­d ianas, sino que su identidad no es reconocida positivamente,en un pie de igualdad con las otras. Es por esta razón que laigualdad de las oportunidades está siempre asociada a un com­bate cu ltural que denuncia las injusticias sufridas en la historia,yque las luchas por la memoria se ubican en primera fila comopiezas políticas clave de la mayor importa ncia.

Las diversas filosofías "co mu u uartstas" no son co nsecue n­cias necesar ias de la igualdad de oportunidades, pe ro resul tapatente qu e es te modelo de j usticia les abre un espacio másamplio que el modelo de las posiciones, a medid a que la re­presentación de la sociedad se desliza desde las clases hacia

LA IC UALDAD DE OP ORTUNIDADES 61

las minorías. El problema del reco nocimiento de las identida­des culturales se plantea con tanta ma)'Oragudeza cuanto quelas minorías asocian discriminaciones e ide ntidades cultura­les, y que se debe determinar qu é lugar dar a estas últimasuna vez que se admite que existen - aunque más no sea , queexisten porque son d iscriminadas (Taylor; 1997; Kymlicka,2001 ; Wal~r, 199i )- .

LA SOCIEDAD ACTIVA Y LA RESPONSABIUDAD PERSONAL

La igualdad de las posic iones ha sido asociada a la imagen deuna sociedad "funcional" (combinando las doctrinas de Dur­khelm y las de Marx) en la cual las posiciones forman un sis­tema, au nque sea un sistema d e exp lotació n. De ello se siguela búsqu eda, po r obra de pollucas pú blicas universales, deun a integración de la sociedad en torn o a un co ntrato socia lglobal y relativamente opaco. La igualdad de las oportu nida­des transfo rm a esta imagen en todas y cada una de sus partes.Dado que las oportunidades co nciern en a los individuos. es­tos deben ser activos y movilizarse para merece rlas. Lo queestá en juego en la sociedad dejan de ser las instituciones ypasan a ser los individuos, a los que se pide que quieran triun­far y aprovechar sus oportunidades. Las posiciones son asímenos un estatua asegurado qu e oportunidades Yobstácu los,recu rsos y desventajas, redes y capitales. Desde entonces, lasociedad ya no es co nsiderada como un orden más o menosjusto e integrado: se vuelve una actividad cuyo d inamismo ycohesió n resu ltan de la acción de los aclares mismos (Duber,2009) . En el largo plazo, la sociedad de 133oportunidades esactiva y eficaz, porque ubica a los individu os en una co mpe­te ncia continua, porque moviliza el trabajo y el talento de to­

dos, porque es una dinámica más que un orden.La igualdad de las oportu nidades hace pasar de polít icas

sociales universales a políticas d irigidas, centradas sobre pú-

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blicos, riesgos y o portu n idades específicas. Los auxilios pres­tados se "truecan" a cambio de respo nsabilidades y de com­promisos. Uno merece apoyos y o por tu n idades cuandoace pta movilizarse. ac tua r, tener proyectos, cuando se pliega alas exigencias del nnpowerment. En el modelo de las o por tu ni­dades, nadie debe ser una víctima pasiva; la ayud a sociaJ esmenos un de rech o d e autor sobre un a de uda social que un aacción co n un b lanco específico qu e pone a su beneficiarioen una situació n de res po nsabilidad . El RMI {Ingreso Mí·nimo d e Inserción] , co n su obli gación de "inse rció n", era unprimer esbozo d e ese modelo ; las políticas de "Ilexisegu rld ad"lo llevan un poco más lejos, y el RSA [Ingreso de SolidaridadActiva] lo perfeccion a, porque, en esta nueva fuente d e in­greso, la solidarid ad se da a cambio de la actividad . El ene­migo es la asistencia, o bien, el asiste uclalismo. En países másliberales qu e Francia, especialmente en Estados Unidos y elReino Unido , se esbozaro n políticas de adjudicación in icialqu e co nsiste n en entregar una p restación a los menos íavore­cidos para que ellos la usen con p lena responsabilidad paraaprovechar sus opo r tun id ades. El "nuevo ígualitarísmo'' dise­ñado por Giddens se inscribe plenamente en este modelo : seayuda a los que qu ie ren ayudarse a sí mismos, se prefiereayudar a los individu os a que evolucio ne n antes que asegurarlas posiciones (Fau cher-Kine . Le Gales, 2007; Giddens y Dia­mond,2005).

En el modelo d e las o po rtu n id ades, el co nt rato social glo-­bal cede su lugar a los con tra tos individuales. Insp irados porla adj udicación inici al de Thomas Pain e, economistas y so ci ó­logos proponen dar a cada joven norteameri cano una su made 80 000 dólares qu e compense el hecho de qu e las ge nera·cie nes p recedentes pud iero n sacar provecho d el Estado deBien estar; con esta su ma, podrá lanzarse en la vida asegu rán­dose, pagando sus estudios, viajando -o incluso bebiendo, siasí lo desea-oDespués, pasará lo qu e tenga que pasar: "Nues­tro plan bu sca la justic ia arraíg ánd ola en el valo r capitalistamás impo r tan te : la propiedad privada . Abre la vía a u na sccie-

CA ICiJAI.J)AD DE OPORTiJNfOADf;.S 6 3

dad más demo crática y más libre" (Ackerman y Alstou, cit. enDal~on , 2009: 43). Los oouchersqu e algu nos Estados nortea­meri can os en tregan a las familias para que elijan los estudiosd e sus hijos o la su ma adjud icada a todos losjóvenes de masde 18 añ os e n Dinamarca participan del mismo modelo. En elpun lo de partid~ , se equ ilibran las desigualdades; despu és,dado que las desigualdades producidas por el uso de estos re.cursos dependen sólo de los individu os y de su Ubre arbitr ioya las desigualdades son perfectamente j ustas. El Contrato so­cial se limita a la d esigualdad inicial -los auxili os del punto departida pueden incluso se r más exactos al ser aj usta dos sobrela base d~ los re~lt'SOs faru iliares-, pero, en todo lo que sigue.ya no existen mas qu e COntratos individuales cuya suma seconsidera armoniosa.

Los más rad icales ven aquí un a tentativa por desmantelar elEstado d e Bien estar (Murray, 2006). Pero erraríamos si viéra­1ll0~ en estas polí ticas sólo un a máqu ina de gue rra neoliberal.S~na, antes qu e nad a, subestimar las debilidades y las injusti­eras de los .~tados de ~iel1estar construidos sobre la igualda dde las posiciones. Sen a, después, considerar despreciable laaspiración a la au tono mía en las sociedades donde la volun­tad de no verse asignado a un cstatu s y el deseo de se r amosde nuestras vidas son valores cardinales. ,

DEL ELlTlSMQ REPUBLICANO

A LA IGUALDA D D E OPORTUNIDADES

Es probable que los responsables de las políticas ed ucativas,sin .d istinción en esto en tre min isterios y sindicatos, hayancreído durante largo tiempo que se podía abrir a todos laspu ertas d cl tradi cional liceo fra ncés, pero manteniendo elViej o modelo en el cua l cada un o tenía u n lugar ampliamente~red el~f1ni l1 ado. Esto es, al me nos, lo que indican la larga re­siste ncra de u n modelo pedagógico selectivo y la nostalgia en-

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6 4 REPENSAR LAjUSTtCIA SOC lAt..

démlca del elitismo republicano. Pero, en los hechos, inclusoantes de que esto se imponga en los espí ritus, la escuela entróde lleno en el modelo de la igualdad de oportunidades.

La escue la democráti ca de masas consid era que lodos losalumnos deben hacer uso de la oportunidad de que disponenen la escuela y después en el liceo : se ha co nver tido entoncesen una máquina encargada de distribuir a IQS alumnos en fun­ción de sus resu ltados y de su mérito . Su papel ya no es el dein tegrar la sociedad, o rientando a cada uno hada el lugar quele está destinad o, sino el de dist ribuir a alumnos teóric amen teiguales al término de una competencia honorable. La escue lad ebe realizar la f lcci óu estad ística de la igualdad de oportuni­dad es volviendo a barajar las cartas en cada nueva generación.Pero , para hacerl o, sería necesario que llega ra a anular losefec tos de las d esigualdades sociales en los rendimien tos delos alumnos. Desde la décad a de 1960, toda la sociología de laeducación y toda la crítica escolar se alinean sobre esta normade justicia midiendo la brecha que existe entre ese modelo y larealidad, mostrando que la distribución d e los rendimientosescolares y la formación de las eli tes siguen estando pesada­mente d eterminados po r el medio social de los alumnos. Pero,más allá de este fracaso, es evidente que la escuela de la igual­dad de las oportunidades, la escuela puramente mer-itocráti ca,se volvió el patrón de losjuicios y de las prácticas escolares. Elrecorrido que los alu mnos hacen a medida que avanzan en loscursos es considerado como el de competidores antes quecomo el de aliad os: deben distingu irse de la masa en fun ci ónde su solo méri to , al término de un a sucesión de pruebas que,concebidas co mo justas, deben producir, entonces , d esigual­dades que también sean justas. "Que gane el mejor" podría serel lema de esta carrera escolar.

La escuela de la igualdad de las oportu nidades ha engen­drado dos grandes polí ticas. La primera reposa sobre la ho­mogeneidad d e la oferta escola r. Duran te un os cuarentaaños. se han abierto miles de escuelas, ce ntena res de liceos yd e nuevas un iversidades, que se prolo ngan en sedes deseen-

LA IGUALUAO DE OPORTUN IDADES 65

tral lzadas. La igualdad de las oportunidades supone qu e la se­lección se haga lo más tarde posible, que los troncos comunesde formación se prolonguen y que cada alumno encuen tre,cerca de su lugar de residencia, un establecimiento capaz deacogerlo en condicio nes idénticas a las de todos los otros. Así,el modelo mentocrático rep ub licano reservado a la escue lapr imari a se am plió y transformó en igualdad de o portun ida­des, y nosotros sabe mos que los estudiantes secundarios, losuniversitarios y los docentes están muy apegados a este nuevomodelo, po rque la igualdad de la oferta parece ser la condi­ción de base de la j usticia. Todas las reformas qu e pa recenamenazar este ideal -costo de los estud ios, selección precoz,peso del control con tin uo en el bachi llerato- son violenta­mente rechazadas.

Co mo es evidente q ue la iguald ad de la ofer ta escolar noanu la totalmente las desigualdades vinculadas al nacimien to ,se activan políticas específicas pa ra los alumnos conside radoscomo más desfavorecidos en el plano social y cultural. Paraestabl ecer la igualdad de las oportunidades, hay qu e ofrece rmás a los qu e tiene n menos, para qu e la jerarquía de los re­sultados escolares sea, finalmente, irrecusable . Desde estepu nto de vista , la creación de las "zonas de educació n priori­tarias" (ZEP) en 1981 , y después la d e los establecimientosllamados "ambición éx ito" es una mutación d ecisiva, af me­nos en el orden de los principios. Au nque Francia haya rehu­sado siempre adoptar u na política de cupo s, un gran nú­mero de dispositivos específicos ha sido activado parafavorecer el éxi to (por ejemplo, en el acceso a las insti tucio­nes un iversitarias de excelenc ia) de los mejores alumnos pro­veni entes de las clases sociales y de los barrios desfavoreci­dos, a menudo habitad os por minorías visibles. Don dequieraq ue las desventajas rel ativas parecían demasiado impor tan­tes, el Ministerio d e Educación Nacion al, los departamentosy las comunas han puesto en funcionam ien to d ispositivos deapoyo escolar, presenta dos como medidas de justicia y de se­gunda oportunidad.

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66 R.l!.P ENS....R LAJVSTICI... SOC I...I.

La escuela no sólo debe realizar la ficción de la igu aldad deoportunidades, sino que tambi én se cons idera que, al cum­plir con las ex pecta tivas de este modelo , debe resolver uncierto nú me ro de problemas sociales. Después d e las revuel­tes en los suburbios del otoño de 2005, se ha repe tido mucho,por izquie rda y por d ere ch a, que la igualdad de las oportuni­dades escolares era la manera más eficaz. de integrar a los jó­venes y de mitigar su rabia. Se agrega que este modelo deigualdad es susceptib le de transformar a las e lites. de acrecen­tar la co nfianza y el di namismo de la soc iedad , de reforzar laecono mía y la co hesión social. No es só lo j usto, es bueno yú til; por todas estas razones, está hoy en el corazón de las po­líticas escolares - y esta ce ntra lidad se impone a todos los ac ta­res, es tén a favor o en contra de las refcrmas-. En materi a es­colar. todo (o casi todo) es justificado y criticado en nombrede la igualda d de o po rtunidades y del mérito ind ivid ual.

LOS SEXOS , EL G ÉNER O Y LOS CUPOS

En lo que respecta a la condición de las m ujeres . e l pasaje dela igualdad d e las posiciones a la igualdad d e las oportuni da­des ha sido progresivo. Los obstáculos for males que impedíanel acceso a u n gran número de capacitaciones yd e p rofesio­nes han sido p rogresívamerue eliminados a partir de fines delsiglo XIX, y las muje res entraron en ám bitos que h asta enton­ces les estaban vedados: la enseñanza, la medicina, la aboga­cía, la alta función pú blica. las Fuerzas Armadas, etc. Aunquelas muje res hayan tra baj ado sie mpre en la agricu ltura. la in­dustr ia y los emp leos domésticos, su des pegue de la vida fami­liar ha sido favorecido por el desarrollo del Estado .de Bienes­tar. No só lo es te les ha ofrecido numerosos em plees en laense ñanza, la salud y el trabajo soci al, sino que ha abie rtoguarderías.jardines d e infantes y servicios (adem ás de concc­d el' aux ilios financieros) , lo quc les permitió tra bajar y pagar

LA IGU"' LDAD DI!. OPORT UNID"'DES 67

las cargas y los impuestos que con tr ibuyen al financiami ent od e ese mismo Estad o de Bien estar (Esp ing Andersen , 2008) .Al mismo tiempo, las muj eres han sido las grandes beneficia­rias de la masificación escolar (Baudelot y Estable t, 1992) .Pe ro la ape rlUra de la for mación y del mercado de trabajo alas mujeres no ha reducido totalmente las desigualdades en­tre los sexos. Sin que sean explícitamen te d iscrimi nadas, loson objetivamente por el juego de las pequeñas decisio nes yorientaciones cuya acu mu lación produce efectos decisivos(Cousin , 2007; Marry. 2004).

Bajo el impulso de los movimientos fem in istas y de los estu­dios es tad ísticos, se adoptaron medidas an tidiscrim ina toriasd irigidas a es tablecer, de man era volunta rista, la igualdad deoportun idad es. La más espectacu lar es e l establecimi ento decu pos que impone n una lasa mínima de muje res e n la vidapolítica (Lepinard. 2005; Mcussuz-Lavau , 1998) . Progresiva­mente, se instaló la idea según la cual la p resencia de las mu ­j eres debe estar en paridad en un gra n número d e ámbitos.En las instancias dirigen les y en diversos co nsej os representa­tivos, se "busca n " a menudo mujeres para dar una imagen deapertura, co n una mezcla d e co nvicciones )' de co nfo rmismopolíti cam ente co rrec to.

El modelo de la igualdad de las oportun idades aplicado alas muje res ha desplazado el clivajc entre los sexos hacia unarepresentación d e la vida soc ial en términ os d e g énero. Nosólo las personas tienen un sexo, sino que las ac tividades, lasculturas y las relaciones empiezan a tener un género; y la d is­tri bu ción y la estructura d e este género se ponen inmediata­men te en juego desde que individuos de sexo diferente ci rcu­lan por la sociedad sin verse nunca asig nados a un lugar.Entonces, la luch a por la igua ldad d e las oportu nida des sevuelve un co mba te cu ltu ral re lativo al orden del gé nero. Se­ría sin duda excesivo afirmar que el pasaje del sexo al gé ne roh a sido provocado por el deslizam iento de la igualdad de lasposicion es a ln iguald ad de las oportun idade s, pero re sultaforzoso constatar que los dos fenómenos está n vincu lados.

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68 REYENSAR LA JUST IC IA SOCIAL

Lo s países que han eleg ido la igu aldad de oportun idades demanera mucho más radical que Fran cia (Canadá, EstadosUn idos y los países escandinavos, por ejemplo) son tambiénlos pa íses en los cuales la p roblemática de! géne ro está másp resente -en los seminarios uníve rsiranos, pe ro también y so­bre todo en la legislación que pro mueve la paridad y reprimee! acosc--. Se puede decir, incluso , que la crítica feministad esarrollad a en nom bre de la igu aldad de oportu nidades seha am pliado haci a u na cr ítica antropológica que sacude elo rden de l género. Y esta crítica se despliega en todas partes:en la vida doméstica, en las relaciones amorosas, en el tra­bajo, en e l arte , en la política, e tc.

P OLíTICAS PÚBLiCAS 'V MINORÍAS ViSIBLES

Cuando se pasa de la igua ldad de las posiciones a la igu ald adde las oportunidades, los inm igran tes se vuelven "minorías vi­sibles" a las que se percibe y se tra ta co mo tales. Cuando loshijos de los inmigran tes so n estigm atizados en razón de susorígenes y del color de su p ie l, cuando sus calificaciones y susdiplomas no les permiten acce der igu ali tariarnente a tod as lasposiciones, se impone la lu cha co n tra el ra cismo y las d iscri­mina ciones. Deben adoptarse medidas de justicia específicascon el fin de es tablecer la equ idad previa a la igualdad deoportunidades.

El imag inario republican o, la me moria del crisol francés yla fobia del co mu nítarismo hacen que nuestra sociedad re­sista a u na representación e n térm inos de minorías. Sin em­ba rgo, en los hechos, las prácticas van mucho más rápido quelas re presentaciones. Desde hace ya mucho tiempo, bajo laco be rtu ra de polí ticas uuíversalístas destinadas a los barrios"difícile s", existe n medidas específicas que ap untan a los jóve­nes de esos barrios, empezando por las ZEP, que so n defin í­d as, entre otros criterios, por el núme ro de niños ex tranj eros l

LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES 69

o proveni en tes de la in migración . Los dispositivos de inser­ción , las medi das de ayu da a l em pleo, las zonas francas ytodas las políticas sucesivas de la ciudad ap untan, sin decirlojamás, a las m inorias visibles, y esto yadesde hace varias déca­das (Doytcheva, 2007). Resumiendo , se hace discriminaciónpositiva sin d ecirl o . ¿Có mo podría ser de otro modo, desdeque las minorías visibles son víctimas de una discriminaciónnega tiva fre n te al trabajo, la vivienda y la poli cía?

Mientras que las revue ltas urban as de las dé cadas de 1980 y1990 fueron percib idas principalmente en términos socia les(d esoc upación y pobreza) y se pensaba que Francia no seríanun ca una sociedad racial ízada como Estados Unidos, las vio­lencias del otoño de 2005 fu eron comp rendidas como la re­vuel ta de las minorías visible s. Desde hace varios años, y siem­pre al precio de algu nas disputas teológicas sobre e! "modelorepublicano" (pe nse mos en las disputas sobre el velo islám icoy sobre las estad ísticas étnicas), las medidas de stinadas a pro­mover la "dive rsid ad" se h an multiplicado (Slmo u , 2008). Laley d el 27 de mayo d e 2008 reconoce la d iscriminación indi­recta e invierte la carga de la pru eb a al obligar a l discrimina­dor a dem ostrar que no es cu lpable. Ca rtas de intenci ón ydiscursos, también allí co n una mez cla de convicciones mora­les, de interés bien en tend ido y de conformismo, afir man la,ne cesida d de tene r en cu enta la "d ivers idad " en la co mposi-ción de los co nsej os, d e las instancias políticas y de los gobier­nos. Los currícu lum vitae anónimos vuelven co n re gul ar idada estar a la orden d el día, y la capacidad de reflejar la "diver­sidad " se ha vuelto una exigen cia cívica, un compromiso demodern idad y, a veces, u na especie de argumento para au­men tar las ven tas.

Se d emostra rá fácilmente que hay una gran d istancia entreestas declaracione s, estas leyes, estos dispositivos y los hechos.Lo que no impide que los marcos de la represen tación de lavida social hayan sido totalmente perturbados en un país qu edurante largo tiempo había recu bierto esas desigu aldadescon un espeso "velo de ignorancia". Este cam bio es tan consi-

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70 RI!. PENSAR lJ\JUSTIC IA SOC IAL

derable qu e las rep resen taciones mismas de los actores está ntransformadas y se constituyen movimie ntos específicos qucasocian la de nuncia de d iscriminaciones y sufr imientos (pasa­d os y prese ntes) a la afirmación de una identidad cu lturalqu e exige ser reconocida. Así co mo la toma de co nciencia delas injusticias Infligidas a las muje res se desliza hacia una crí­tica cu ltural de los gé neros, la luch a contra las injusticias infe­ridas a las minorías visibles combina una voluntad de integra­ción co n el deseo de reconocimiento de las identidadescul turales. Allí también esta mutación no podría se r atribuidatotalmente al re ino de la igua ldad de oportunidades, peroestá claro que este modelo de justicia le confiere una fuerzasingular. En efecto , obliga a de nunciar los obstáculos quese interponen a una competencia equitativa: y.como esos obs­t áculos participan o co n tr ibuyen a la iden tidad de las vícti­mas , llaman a una política de reco nocimiento para que el es­tigma se co nvierta en orgullo.

De la misma manera que la igualdad de las posiciones estávinculada a una representación de la sociedad, a la definiciónde grupos legít imos y a un modelo de represen tación polí­tica , la igualdad de opo r tunidades es tá asociada a otros gru­pos y a otros tipos de representaci ón. Confiere a la cultura y alas diversas iden tidades una dinámica y un lugar n uevos (Re­na ut, 2007) . Seria ingenuo creer que Fra ncia se ha despla­zado total y mas ivamente de la igua ldad de las posiciones a laigualdad de las opo rtunidades. De hecho , los dos mode los co­existen movilizando acto res po líticos diferentes segú n las Iluc­tuacio nes de la vida política. Pero, en tanto min istro del lnte­rio r y luego presidente de la Repú b lica. Nicolás Sar kozy hadado un impulso sensible al modelo de las oportun idades sinqu e po r ello pueda ide ntificarse ese modelo sólo co n el pen­samíe mo libe ral , yaque la izqui erda no tiene argume ntos qu eopone rle y a veces, incluso, dobl a la apuesta en la cue stión.¿Cómo es posib le oponerse a la igualdad de opor tun idades?Es fácil imagi nar que una vez pasada la calma ch icha ideoló­gica provocad a po r la crisis económica del OtO i10 de 2008

LA IC UALDAD os OI'ORTUNIDAO!!'s 7 I

- hay que defender los em pleos-, la igua ldad de las oponunt­dades co nt inuará carcomiendo a la igualdad de las pos icio­nes. Yesto se verá agudizado po rque los beneficiarios de laigualdad de las posiciones no pueden igno rar más las debili­d ades y las lagunas de la justicia que defienden .

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4. Crítica de la igualdadde oportunidades

Como ocu rre con la cr-i tica de la iguald ad de po sicio­nes, la de la igualdad de opor tunidades no debe atacar losprin cipios que la fu nd an: es imposible o po nerse al derechode los individuos de aspirar a todas las cond icio nes y a todaslas oportu nid ades. Del mismo modo que con la igualdad deposiciones. la crí tica apun tara más a los límites y a los efec tosreales de la igualdad de oportun idades. Sin embargo, nuestroapoyo es aquí menos sólido, porque, en Francia, el modelod e la igu aldad de oportun idades no tiene ni la antigüedad niel predominio que eje rce el de la igualdad de posiciones so­bre las trad iciones políti cas y las instituciones . Hace falta, en­tonces, fundarse sob re hechos más tenues y sobre indiciosmás di spares, mirar mas a menudo del o tro lado d el Arlán­tlco, co n el fin de anticipar las consecue ncias de los mecani s­mos que se instalan en Francia, probable mente de 'mane rairreversible, en nombre de la igualdad de oportunidades.

LAS DESIG UALDADES SE PROFUNDIZAN

Desde hace u nos trei nta años, las desigualdades sociales sepro fu nd izan en todas pa rtes, y sobre todo en los países quehan optado por la igua ldad de oportun id ades antes que porla igualdad de las posiciones. La evolució n es espectacular enEstad os Unidos, do nde los ricos son cada vez más ricos y lospobres cada vez más nu merosos. La crí tica de la igualdad de

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74 REPJ::.NSAR LAJUSTIClA SOC IAL

posiciones desarroll ad a por los co nse rvadore s en tre la eraReagan y el fin d e los años de G. W. Bush fu e más sensible alos "privileg ias" de los as istidos que a los de las ricas 'victí­mas" de las exacciones fisca les. Mientras que la igualdad deopor tunidades su pondría q ue la gravitac ión de la he ren ciase viera sensiblemen te re d ucida (para que así cada genera­ción vue lva a poner los contadores a cero), el declinar de laredistribución , fundado sobre el argumento que dice que elm éri to de los vencedores debe ser recompen sad o sin nadaque lo trabe, ha te rmin ado por acen tuar el peso del naci­mien to y de la d isparidad de las fortunas. Esta lógica lleva ala "ar istocrauzació n" de las e lites; algunos de los grandes res­ponsables de la economía nacional inclu so se han inquie­tado, temiendo que el espíritu del capitalismo pie rda así algod e su vitalidad.

Como la retórica de las oportun idades está en el corazónde este movimien to político, no es totalmente ilegítimo impu­tarl e efectos antiigualitarios, de la m isma mane ra que se pue­den denunciar los corporativismos escondidos por detrás dela igualdad de posiciones. Como la igualdad de oportunida­des co nduce a redistribuir menos y a asegurar menos las posi­cio nes, se la asocia generalmen te co n la decaden cia del Es­rad o de Bien esta r, reducido a las meras red es de seguridadco ntra la miseria to tal. Ah ora bien, este debilitamien to ecre­cie rna las desiguald ades y la pobreza. Como lo hemos visto enel gráfico del ca pitu lo 1, las desigu aldades se acrecientancada vez que el Estado de Bienestar retrocede.

Esverdad qu e la igu aldad de oportu nidades no implica po­ner un co to a las des igualdades excesivas, porque lo que .se es­pera de ella es que garan tice equita tivame n te el acceso a to­das las posiciones di sponibles. En el mejor de los casos, si aveces de fine un piso para los ingresos y para las condiciones.no limita los ingresos más elevados: nada, en efec to, debe en­torpecer la recompen sa d el mérito y de l éxito. De esta ma­nera, los ingresos altos han ex plotado en un gran nú me ro depaí ses sin suscitar escándalo, h asta el momento en que el

CRl -rICA DE lA IGUALDAD DE OPORTUNII)ADES 75

modo d e ca p tar esos ingresos, a veces pred ator¡o, puso enriesgo la econom ía misma. En los hech os, la igu aldad deo portun idades reposa so bre una concepción estrecha delprincipio rawlsiano de la dife rencia. Este pri ncipio exige quelas desigualdades engendradas por la competencia meritocrá­rica no sean desfavorables para los más desp rotegídos.Cuando el sala rio básico se separa demasiado de los ingresosmás elevados, la riqueza de los ricos no sirve a los más desfa­vorecid os, que se ven bloqueados en las redes de seguridad.Mien tras que los "de rechos adqu iridos" del modelo de las po­liciones son ajustados en relación con la riqu eza global, las re­des de seguridad, en cambio, no impiden la profu ndizaciónde las desigualdades. Desde la década de 1960 a la década de2000 , e l nú mero de niños pobres pasó de J5% a 20% en GranBre taña, y de 10% a 20% en Estados Unidos (y de 30% a 50%entre los negros) . En términos re lativos, la tasa creció menosentre los negros que entre los bancos, lo que j uega a favor dela igu aldad de oportunidades. pero es u n pobre co nsuelopara los negros cuya situación se ha degradado en términosabsolutos (Damon, 2009).

Esta indiferencia hac ia 105 pobres no resulta totalmentesorprendente cuando se examina d e ce rca la retó rica de laigualdad de oportu nidades, cuya ficción estadística tiene elojo puesto sobre las el ites. Es siempre en las esferas más ~ leva­das de la sociedad donde se mide la efectividad de la iguald adde oportunidades: se cuenta el número de mujeres, de exd esemp leados y de negros en los gobie rnos, los pa rla me ntos,los consejos de adm inistración de las empresas o en la televi­a ÓI1. Ahora bien, si la rela tiva ause ncia de las mujeres, de losex desemplead os o de los negros en la e lite es profunda­men te injusta, se podría pen sar también que su sobre rre prc­ten tación estad ística en los empleos más precarios, más peno­'Os y menos pagos es igualm en te escanda losa -y sin duda lo esmucho más, porq ue concierne a mu ch as más personas-. Estetropismo elitis ta es u na especie d e lapsus que revela que, enlos hech os, la igualdad de oportunida des es más sensible al

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76 lUtPENSAR LAJUSTICIA SOCIAL

éxito y al cursus honorum glorioso de algu nos an tes qu e al fra­caso de l mayor número (Ben n Michaels, 2009). Se cue nta lahistoria del selfmadL man que empezó su carrera levantandouna hebilla en la vereda, pero se olvida el curso vital de millo­nes de inm igran tes que, después de una vida de trabaj os pesa­dos, siguieron pobres u oprimidos.

Aun si no puede con cluirse que la igualdad de oportunida­des es una astucia ideológica de 13$elites pa ra enmascarar lascondiciones de su reproducción, es innegable que la d iferen­cia de salarios entre las mujeres y los hombre s en los cargosejecutivos más altos parece a menudo más escandalosa que laasignación de las mujeres a los empleos menos calificados ymenos estables. Pero también el número de perronas afecta­das varía según se mire hacia arriba o hacia abajo de la socie­dad . Si es de desear que los hijos de los pobres formen cl 15%de los efec tivos de las universidades de elite, porq ue compo­nen e115% de la sociedad, no es segu ro que esto camb ie mu­cho en la sociedad francesa: los pobres se cuentan por millo­nes, mien tras qu e los alumnos de las universidades de elitesolamen te po r ce nte nares. Si es bue no que el 50% de los di­pu rados sean muj eres, no es cier to que esto co nsue le en mu­cho a aquellas que se ven relegadas a los trabajos más penososen d iversos servic ies o en los superme rcados. En este ámbito,porque se trata de representación, los cupos de mujeres en lavida po lítica son perfectamente legit ima s, co n la condiciónde que no se cre a que afectan directamente la estruc tura so­cial. Si bien es bueno que los mie mbros de las minorías visi­bles estén presen tes e n las elites di rige ntes, también en estecaso, por razo nes de representac ión po lítica, es verosímil queesto no mejorará la co ndic ión de aquellos que se ven masiva­mente condenados a los trabajos agotadores y mal pagos de laconstrucción y las obras públicas. Por Jo demás, nada diceque los dirigentes prove nientes de los grupos discriminadosserán más competentes, más abiertos y más generosos queaquellos a qu ienes reemplazan: seguros de su mérito indivi­dual, podrían ser, incluso . muy poco indulgentes hacia ague-

CRiTICA DE LA ICUALOAO DE OPORTVN IOAOES 77

llos a los que podrían conside rar menos volun tariosos y me­nos industriosos que ellos mismos.

DESVENTAJ AS E IDENTIDADES DE VfCTIMAS

Con la igua ldad de oportun idades. se pasa de la pareja ex plo­tación / trabajo a la pareja discrlminac ión/Idenüdad. Estecambio implica dos especies de ob ligaciones: la de demostrarque se es víctima de desventajas o de discriminacion es, y la dereivind icar una ide ntidad prop ia co ntra los prejuicios y lasidentidades asignadas. Esta lógica a priori normal puede te­ner, sin embargo, efectos negativos.

Conce bir las desigualdades en términos de discriminacio­nes co nd uce a jerar quizar las víctimas que tien en inte rés de"exhibir" sus sufrimientos ylas injusticias que sufren, con el finde obtene r la ventaja diferencial que les permitirá beneficiarsecon ayudas específicas. El mundo de las víctimas, por otrapar te, no es necesar iamen te fratern al: cada uno , individuo ogrupo, debe presentarse como si fuera más vícurna que los de­más. No es raro que el resen timiento se vuelva un resorte esen­cial de esta competenc ia, porque yo pu edo no per,r0narles aotros que hayan consegu ido parecer más víctimas que yo y quesean po r eso más reconocidos y mejor asistidos (Chaumont,1997). Este escenario no es inverosímil. Por ejemplo, las díspu­las por la memoria abren una contabilidad y una competenciamacabras en la cual las víctimas acaban a veces por pe learsecon Otras víctimas. Por minoritaria que sea, la evolución de unDieudoun é no es anecdótica: el antiguo militan te contra el de­rech ista y xen ófobo Frente Naciona l, h ijo de un a parejafran co-camerunesa, se convirtió en un an tisemita lleno deodio bajo el pretexto de que la memoria de la Shoah en masca­raría los sufrimientos de las víctimas de la esclavitud.

Aun sin incurrir en tales excesos, la competencia entre lasvíctimas tiende a acalorarse. Víctimas del racismo, los negros

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78 REPENSAR LA)lJST IC 1A SOCIAL

de las An tillas (y por lo tan to , franceses) y los negros proce·dentes de África (y por lo tanto, inmigrantes o antiguos inmi­gra ntes) no llegan a unificar sus lu chas: ¿la esclavitud sufridapor los ancestros de los primeros es peor que el co lonial ismosufrido por los padres de los segu ndos? ¿Las muchach as queviven en los suburbios oprimidas por los muchach os de su ba­rrio son más o menos víctimas que sus hermanos de signadoscomo la causa de todos los maj es? Como la igualdad de opar·tunidades ab re una com pe tencia ge ne ral, pone desde un co­m ienzo a las víctimas en situ ación de competencia. ¿Las mu­j eres de las clases populares son más Omenos víctimas que losho mbres de las minorías visibles? Esas mi norías, ¿son todasvíc timas en el mismo gra do ? Los hom osexuales de mediosacomodados, ¿sufre n lo mismo , d esde el punto de vista social ,que los he terosexuales pobres? Y, dado que se es víctim a "entanto" perten eciente a talo cual condición . e l mundo de losderechohabíentes no cesa de frac cio narse (co mo las corpora­ciones y las coaliciones de vent ajas adquir idas en el modelode las posiciones) .

Este mecan ismo victimario induce una obligación de asigna­ción. A pesar de que la igualdad de oportu nidades es, e n pn n­cipio, profundamente individualista y que apela a la autonomíay a la libe rtad de cada uno, el hecho de definirse como víctimalleva a identificarse con un co lectivo. Aunque la perspectivaco nstructivísra dom inant e hoy en las ciencias sociales no secansa de exp lica r que las culturas y las identidades no tienennada de natural y son producciones cul turales y sociales, la ló­gica de asignación resulta todavía más impera tiva; sin embargo .cad a individuo pod ría ele gir en un repertorio de iden tidadesaqu ella que decide movilizar. Se le pu ede reprochar al modelode las posiciones que niegue las identidades. pero , a la inversa,,el mode lo de las oportunidades las exalta hasta hacer de ellascasi una obligac ión. Por poco que se ad mita que las construo­dones culturales e ídentítarias son perforrcauvas, alcanza paraque el postulado ind ividualista que preside al modelo de lasoportun idades se encuentre muy amenazado. No basta con de-

c RfTICA DE LA ICUALOAI) PI: OPOR.TUNIDADES 79

cir que soy una víctima de mi ide ntidad (porque esa ide ntidadse encuentra estigmatizada): estOy obligado a someterme a ella,incluso a reivindicarla, aunq ue más no fuera para combatir deese modo la discriminación. La discusión de los dem ógrafos so­bre el censo étn ico está dominada por este problema: para lu­char contra las discriminaciones, hay que asignar a cada indivi­duo identidades que se chocan con el p rinci pio mismo deautodefínicíó n, pero no hacerlo es ren unciar a com batir las d ie­criminaciones. Ytodo esto no tien e en cuenta la formación deidentidades culturalme n te mestizadas, am biguas y ambivalen­tes qu e no dejan , felizmente, de cre cer en nuestras sociedadesmulticulturales y p lurtnaci onal es.

En la medida en que nadie pu ed e sentirse satisfec ho porser definido como una víc tima, la victimlzacl ón se ve siempreasociada a una reivindicación de la dignidad. Hay que darvuelta e l estigma y reemplaza r las fronte ras sociales por fron­ter as cu lturales. Es en este sentido que el reconocimiento par­ticipa de la nebulosa id eo lógica y política de la igualdad deoportunidades. A prio r i, nada parece más natural y más j ustoque la exigencia de reco nocimien to, esencial para la forma­ción d e un sujeto (Hon neth, 2000) . Pero el reconocimient ono es u na teoría de la justicia , po rque antes de reconocer unaidentidad h ay que sabe r si esta identidad merece ser recono-­cida (Dube t, 2008). Principalmente, hay que preguntarse si lacultura que ex ige un re conocimien to es compatible con lasmemorias de las otras víctimas y con Jos principios fu ndamen­tales de la democracia , d e la libertad y de la d ignidad de laspersonas. Es también una reivindicación que apenas si puederesisti r a las relaciones d e fuerza en tre las co mun idades, Poreje mplo , en Quebec reconocen los d erechos de las minorías,pero a co ndición de qu e aprendan el fran cés, am enazado porel inglés en Canadá. No existe ent onces armo nía p reestable­cida e ntre la lu cha con tra las d iscriminaciones y el pri nci piode re conoci miento.

Mientras que las desigualdades de posición se miden fácil­mente , aun si hay que d ecllnarlas en diferentes casos (ingre-

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80 REP tNSAR Ur.. JUSTICIA SOC IAL

sos, actividad, edad, salud, sexo, eic.). la medida de las discri­minacio nes pla ntea problemas. En efecto, ex isten d iscrimina­ciones obje tivas que no remiten a ninguna volun tad explícitade discriminar. Por ej emp lo, cu ando no se toma pa ra un tra­baj o a n ingu no de los miembros de una minoría visible dete r­minada, porque no tienen las calificacio nes requerid as; obien cuando se recluta a las perronas que están más próximasa uno (en el plano social y cultural ) po rque es más có modo ymás económico en té rminos de los "costos de transacción"(Eymard-Duvernay, March al el al., 1997) . Por cierto, existendiscriminaciones voluntar ias fund adas sob re estereotipos se­xuales y etnorraciales y, en estos casos, se cierra la puerta delempleo , de la vivienda, de los espacios y de los derechos agrupos así co mo a los individuos. Aqu í, la d iscriminación esmás condenable desde el punto de vista de la iguald ad deoportu nidades, pero su carácter volunta rio y mo ralmenteinaceptable no es fácil de estab lece r fuera de los tr ibuna les ydel testing. Co n el fin de separar las desigualdades voluntariasde las involuntarias, la justicia social co rre el riesgo de vol­verse a la vez una causa pa ra magistrado s que midan las inten­ciones de los actores, y un asunto de casuística es tadística.Desde 2005 , la HALDE (Alta Autoridad de Lucha contra lasDiscriminaciones y por la Igualdad) no presenta más que unnúm ero muy limitad o de casos do cumen tados, hasta talpu nto es d ificil de apo rtar pruebas de la discriminación. Elhecho de que se infiera discriminació n de determinadas prác­ticas no signific a que sea posible proba rlo caso por caso: el in­dividuo d iscr iminado po see otras caracte rísticas además deaquellas po r las que se lo discrimina, yel discrim inante pueded iscrim inar sin in tención dire cta de hacerlo (Calves, 2008;Sabbagh, 2003; Sim ón, 2000; weu. 2009).

CRiTICA DE lA leVALUAD OE OI'OR;TUNIDADE.$ 8 1

LA R ESPONSABI LIDAD COMO ORDEN MORAL

Se le puede reprochar a la igualdad de las pos iciones que bus­qu e promover un orden moral conservador, donde cada unodebe quedarse en su lugar yestá invitad o a defender el honorde su rango . A priori, el modelo de las oportun idades es mu­cho más libera l, porque es posible movilizarse para cambiarde posición en una sociedad abierta y activa donde nada estádefin itivamente adq uiri do . Sin embargo, el desplazamientoope rado aquí no es menos moralizante que el de las posicio­nes; sólo cambia la naturaleza de los impe ra tivos morales. Losgo bie rnos más liberales, los que han sustituido radicalmentelas posiciones por las oportunidades - Thatcher, Reagan, Bushpadre y Bush hijo . Sar kozy (en campaña electo ralr-, no hansido particularmente libera les en lo qu e se refie re al controlsocial írueriorízado po r los individuos y al control soc ial a se­cas: todos ellos defen dieron, además de la libertad econó­mica, un Estado fuerte y un cierto orden mora l (Cambie,1988). En el mundo ideal de las pos ibilidades, "quere r es po­der", y, una vez qu e se dio la señ al de largada para la carrera,"¡ay de los ven cidos!"; estos últimos verdaderamente no hicie­ro n uso de sus oportun idades, se dejaron estar y son tantomás responsables de sus fracasos po rque se les ofrecieron to­das las chan ces. Para triunfar; hay que ser virtuoso, hay que le­vantarse temprano y trabajar, y también hay que dom ina rse auno mismo.

Este control surge me nos de una no rma moral que de uninterés bien entendido; hay que ser virtuoso con el fin detriunfar en la competencia, pe ro , co mo la virtud es un re­curso eficaz en función de sus resultados, uno puede librarsede ella cuando ya tr iun fó. Cuanto más igualitarlamente estánrepart idas las oportu nidades, más se co nvier te cada uno enun mlcroe rnprendedor a cargo de sí mismo, y el confor­mismo se vuelve menos un impera tivo moral que un recu rsod irigido a la acción. Se reencuc ntra este d ispositivo de con­trol en el "nuevo managemmr, que abre espacios de libertad a

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82 RE PENSAR Ut.JUST1CtA SOCIAL

los em pleados a cambio de una plena responsabilidad de susactos. Lo que vale para los ejecu tivos también vale pa ra losmás pobres: e l pri ncipio de la asig nación de base universaldeja e n man os d e los individuos lo que les ocur rirá en el fu­turo . Se sus ti tuyó "el honor de 105 trabajadores" por la obliga­ció n de jugar y d e ganar; se cam bió una moral fundada so bre"la dign idad d e los trabaj ad ores" por una moral de deportis­tas de alto nivel (v éanse, respectivamente , Lamo nt, 2002, y

Ehrenberg.l99l ) .No sólo las fro n teras soc iales se vuelven fronte ras cu ltura­

les, sino que, co n u na nitidez todavía mayor, se vuelven fro n­teras mo ral es. La pareja formad a por los explo tadores y losex p lotados se "'C progresivament e susti tuida por la parej a d elos vencedores y de 105 ven cidos. Pe ro , para que los primerosmerezcan su éxi to y goce n p lenamen te d e é l, es necesarioque los segundos merezcan su fracaso y sufran el peso de este.Cuan to más se promete la igualdad de oportu nidades, más se"cu lpabiliza a las víctimas", responsables de su prop ia d esgra­cia (Ryan , 1976) . Se acusa a 105 pobres }'o tros fracasados dese r responsables d e su sue rte. Cuando este fra caso no pued eser imp utado ni a las d iscriminaciones n i a la naturaleza -en·fe rm edad es y disca pacidad es fisicas--, d ebe ser atri bu ido a losind ividuos mism os. Esta gramática moral co nduce a las vícti­mas a buscar co n obstinación discrim inaciones y desigu alda­des "na tu ra les", co ntra las cua les no se puede luchar, para asípoder j ustifica r sus desgracias. Espor esta razón que la igual­d ad d e oportu n ida des escola res a menudo va acompañadadel énfasis en e l ro l de la in teligencia innata susceptible deex plicar las d esiguald ad es inexpl icables (Dube t, Duru-Bellat.2007) . Expulsada por un a metafísica de la responsabilidad ín ­timam ente vincu lada co n la igualdad de oportunidades, la na­turaleza "se venga " ret ornando po r e l cam ino de las desigu al­dades genéticas .

Al suge rir qu e la ca pacidad de hacer uso de sus oportun ide­des está asociada a los méritos de los individuos, se vuelve po­sible e leg ir a los que deben ser ayud ados (Dur u-Bella t, 2009).

CRÍTICA DE LA IG UALDAD DE Ol-'ORTUNIDAD&S 83

El co n tra to socia l se individualiza; por intermedio de las fu n­d aciones }' de las O NG, cad a uno tiene e l derecho de e legirsus buen as ca usas y sus víc timas. Mientras que la so lida rida dasociada a las po siciones es ciega, porque se refi ere a los dife­rentes estatue antes que a las personas. e l modelo de las opor·unudades personaliza la so lidaridad. "Solidario si yoq uiero " yCO Il qui en yo quiero, afi rman los sociólogos más libe rales(La ure m , 1991) . Después de todo, este programa (o más bie nesta pe sadilla ) no es imposible de rea lizar, porque la técnicaestadística de las compañías de seguros, por eje mplo, seacerca a u na individual izació n de hu d iscapacidade y de losriesgos. ¿Cuáles son las características de los individuos quemerecen ser ayudados y cuáles las de los que no merece nserlo ? Se puede imaginar que un algoritmo estadístico Pe r­mite responder a esta cuestión y desgarra defi n itivamente elvelo de ignoran cia del contrato social (Romer; 1998) . Parad ó­j ícamente, mientras que la igualdad de oportunidades quierepromover la au tonomía, reencuentra los rasgos más reaccio­narios de la asistencia social, los de aq ue l momen to en el que105 be nefactores tenían e l derecho de elegir "sus pobres" y"sus causas ".

;MERlTOCRAClA y COMPETENClA ESCOLAR

En Fra ncia la escuela es , sin d uda, e l ámbito en e l cual laigualdad de oportun idades se ha visto ac tivada de la maneramás sistemática. El balance de la masificación es claro: si to­dos los a lu m nos se han be ne fic iado por e llo, po r otra pa rtelas brechas e ntre los mej ores y los menos buenos no se red u­jero n de mane ra significativa. Yco mo estas brechas están de­terminadas, en gran medida, por los oríge nes soc iales de losalu mnos , no hacen más que proyeclarse y ace ntuarse en e lmundo esco lar. La aplastante mayor ía de la e lite escolar siem­pre ha provenido de la ente social, mie ntras que los vencidos

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84 REPENSAR U. J USTICIA SOCIAL

de la competencia escolar ha n salido de las categorías másdesfavorecidas.

Pero el fracaso de la igualdad de oportunidades no se debeso lamen te a desigualdades sociales situadas río arriba de la es­cuela y a las desigualdades todavía persistentes de la ofe rta es­colar. Prov iene de una paradoja interna del modelo mismo.Más se cree en la igualdad de oportunidades, más se confía ala escuela la ab rumadora misión de realizarla en cada nuevageneració n. Pero más se adhiere a esta uto pía , más se piensaq ue lasjerarquías esco lares son j ustas y se deben sólo al mé­ri to individual. En este caso, puede parecer justo que d iplo­mas y títulos tengan un fuerte poder sobre el acceso a las po­sicione s sociales y profesionales, porque son, a p rio ri , elinstrumento más apto pa ra ne u tralizar las consecuencias delas desigualdades socia les iniciales.

Todo el pro blema se debe a que la creencia en este modelode j ustic ia lleva a las familias a pensar que no hay o tras opor­tunidades fuera de las que da una buena escuela. Esta convic­ción tiene como efecto acentuar la competencia escolar e nt relas fam ilias a las que les in teresa ahondar la brecha con el finde asegurar las mejores oportunidades a sus hijos. Dicho deotro modo, cuanto uno más cree, o más obligado está a creer,en este modelo de justicia, más se profundizan las desigualda­des escolares; los vencedores potenciales tienen interés enacentuarlas y para ello eligen juiciosamente los establecimien­tos, redes y apo yos escolares más eficaces (porque son los másselectivos). Esta creencia tiene efectos bien reales: el peso y lainfluencia de las instituci ones esco lares acrecientan las venta­j as financieras y sociales d e los más diplomados, y cuanto másgrandes son esas ventajas, más socialmente desiguales resul­tan . Al fin de cuen tas,' el sistema escolar reprod uce lasdesigualdades sociales, en oposició n al principio sobre e l quereposa (Dubet, Duru-vellat y Vér étou r, en prensa). En elnombre de la igu aldad de opor tunidades, ¿cómo ha cer paraqu e cada un o no busque optim izar las suyas, concen tra r todossus recursos en ellas, di stan ciándose aún más de los menos fa-

CRfT lCA DE U. IG UALDAD DE O PO RT UNIDADES 85

vorecídos> Francia ilustra mendíanamerne este mecanismo:todo ocu r re co mo si la igualdad de oportunidades acrecen­tara la gravi tación de títulos y diplomas. Desde en to nces, estagravitac ión se ha vuelto el más sólido vector de la rep roduc­ción de las desigualdades.

Seex hibe la igualdad de opo rtunidades com o un facto r decohesión y de un idad , cuando , po r el contrario, puede te­merse que ace ntúe la co mpe tencia escolar y abra la guerra detodos contra lodos. Así se desarrolla, en la enseñanza públicacom o en la privada, un "mercado escolar". La metáfora de lme rcado vale en un do ble sentido. En primer lugar, todas lascarreras, todos los títulos y todos los establecimie n tos comp i­ten entre sí; cuanto más selectivos son, y por lo tanto más ren­tables a priori, más éxito tienen. Mientras que los movimien­tos es tud iantiles protestan co ntra la selección en nom bre dela igualdad de posiciones, los estud iante s, incluso los más me­vilizados, eligen las car re ras más selectivas y las que más pro­fesiona lizan a sus egresados. Como consecuencia, el sistemaque se establece está d irigido por la demanda de títulos cultu­rales antes que por la oferta cultural de ed ucación. Los alum­nos , las familias y los estud iantes eligen las d isciplinas en fun­cíón de su rentabilidad escolar, y se sabe que las ori entacionescientíficas de los liceos se llenan de alumnos que, sin que for­zosamente amen las ciencias, quieren constitui rse un capital.En el largo plazo , es la función cultural de los sistemas educa­tivos la que esta en peligro.

Desde el pu nto de vista de los individuos, la igualdad de lasoportunidades esco lares es un principio de una gran cruel­dad que deriva de do s procesos fundamentales (Dubet,2004). El primero es interno a la naturaleza de la competen­cia meritocrá tica qu e debe articu larse en torno a una normade excelencia a la cual cada individuo debe poder aspirar.Desde en tonces. la "ví a regia ", la de los mejores, se imponecomo la norma indiscutible y los otros se j erarquizan por susfra casos, por la d istancia q ue los separa de la excelencia apriori ofrecida a todos los que la merecen. Es así co mo se

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86 RE PENSA R LAJUSTICTA SOCIAL

"orien ta" en Francia, segú n un proceso de destilación fraccio­nada siempre negativo. Esto expli ca por qué los alumnosfran ceses manifiestan un n ivel d e confianza en sí mismos par~

ücularme ute débil: un o nunca es lo suficien teme n te buenocomo para emprender el camino real o la formación situadajusto debajo de este.

A esto se ag rega un p roceso psicoló gico particularmentecruel para los alumnos "vencidos", que fatalm ente deben Pes­clb irse como responsables de sus fracasos y de sus lagunas, enuna palabra, de su "nu lidad". Cuan to más lo invade todo elmarco del mo de lo de la igualdad de oportun idades, menospueden co nso larse los alumn os atribuyendo sus fracasos aotros fac to res que no sea n ellos mismos. Co mo esta atr ibu­ción del fracaso a si mismo es penosa, hasta in tolerable, algu­nos alu mno s ya no participan en el juego, a otros les va mal,y otros todavía se vuelven contra la escue la y, por medio de laviolenci a, intentan recuperar su dignidad perdida. Para qu elos vencedores no deban su éxito más qu e a sí mismos, es ne­cesario que los vencidos sólo se pe leen consigo mismos.

La iguald ad de posiciones es rígida y conservadora po rqueencie rra a los individuos en su posición y los ubica con sus se­mej antes. La ígualdad de oportun idades es maleable y cru elporque o bliga a los individ uos, a menudo a los más frágiles, adesarraigar se de su lugar y de sus seres más cercanos. HannahArendt pone en evidencia este fenómeno al evocar la desegre­gació n voluntaria in iciada en el sur de Estados Unidos a finesde la década de ] 950:

El pu nto de partida de mis reflexiones fue una ima­gen publicada por los diarios que mostraba a una ne­gra en trando a una escuela recientemente integrada:una tyoupe de n iños blancos la perseguía , un am igoblanco d e su padre la protegía, y e n la cara se le no­taba que la situación nueva no era precisamente en­cantadora para ella . Mi primera pregunta fue : ¿quéharía yo, si fuera una madre negra? Si yo fuera una

CRiTICA De LA ICUALDAD DE OPORTVNIDADES 87

madre negra del Sur, sentiría que la Corte Suprema,sin qu ere rlo, pero inevitablemente, ha colocado a mihija en una posición más humillante qu e aquella enla que se encontraba antes. Sobre todo, si yo fueranegra, sen tiría que la tentativa misma de comenzar ladesegregación escolar no sólo ha desplazado el fardode la responsabilid ad de las espaldas de los adultos alas de los niñ os. Estaría ad emás convencida de qu etodo está dirigido a evitar el verdad ero p roblema. Elverdadero problema es la igualdad ante la ley.(Arendt, 2005)

¿Es más cruel encerrar a los individu os en posiciones injustasqu e obligarl os a abandona r la seguridad de esas posicionespara adqu irir las mismas oportunidades q ue los otros? En elcaso de estos descendientes de esclavos evocado por HannahArendt,la respuesta deja poco espacio para la duda: la igual­dad tiene un precio. ¿Pero la respu esta es siempre tan evi-•dente en o tros casos?

AB OLIR LAS DESI GUA LDAD ES ,La igualdad de oportun idades ha abierto a las mujeres posi­ciones que antes les estaban cerradas. Sin embargo , no sólo laigualdad de los sexos no ha bo rrado la barrera de género,sino qu e la ha revelado. Exami nemos la situación femen inaen la escue la para comprende r esta resistencia a la igualdadde oportun idades. Según la fórmu la de Catherine Marry(2003), la situación de las alu mnas mujeres es en gran me­dida paradójica: en p romed io, obtien en mejores resul tad osescolares que los varones, pero no hacen re ndir esa ventajael igiendo las carreras más eficaces y más p restigiosas. Poreje mplo, prefiere n estudios literarios mientras que los varo­nes optan por or ien tacio nes más cien tíficas. Los títulos que

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88 RO'I';NSAR LAJUSTICI A SOCIA L

obtie nen son menos re ntables en el mercado de trabajo. Di­cho de otro modo, no transforman sus cualidades escolaresen igu aldad profesional. Dos tipos de explicación permitenarrojar luz sobre esta paradoja .

La primera atr ibuye las desigualdad es de orientación alpeso de los cl ichés y de los estereotipos. qu e orientan a muje.res yvaro nes ha cia di sciplinas y carreras marcadamente dife­ren ciad as. Desde los j uegos sexuados en el jardín de infanteshasta la elección d e orientaciones propuesta a los a lum nos,una multitud de imágenes y de inte racciones familia res yesco­lares guía insid iosam ent e a cada sexo a su destin o de g éne ro.Este tipo de análisis se apoya sobre hechos sólidos y sobre unbuen sen tido sociológico a(1O más só lido: la dominación mas­cu lina inscrita en toda nuestra cultura pe sa más que las volun­tades po líticas. Hay que subrayar, sin embargo, los límites deesta explicación. El primero entre ellos reposa sobre un postu ­lado d e alienación ge nera lizada, según el cual ni ñas y niñosin tcriorizan es tereotipos que son también for mas de domina­ción. Pero no se ve siempre con claridad qué ganan conello los varones, y la alie nación de las mujeres co nsistiría enperpetuar una dominación que ellas mismas denuncian . La se­gunda difi cultad proviene de que, co mo la mayor parte de losmaestros so n maestras . la desigualdad sexu al tra nsita ría por lasmujeres mismas. que j ugaría n así en contra de sus in tereses degé nero.

llevado a su extre mo, es te aná lisis ex ige abolir las diferen­cias p ara crear las condiciones necesarias a la iguald ad d eoportunidades. A p rio ri, es te programa parece más fácil d erealiza r, ya que el gé nero es una co nstrucció n social en su mae n tera me n te arb itra ria. Para "des hace r e l género" (Buüer,2006). se pod ría e n to nces separa r los sexos e n la escu ela(es tá d e moda en algu nos países), para que las ni ñas no sevean encerradas en es tereotipos. Po r ejemplo, estudiando fí ­sica y h aciend o d epo rtes e n. ause n cia d e varo nes, las n iñaspodrían lib era rse d e ex pectativas que interior-izan tanto encienc ias como eu d eportes. O tra solución co nsistiría en exi -

CRiTICA DE LA I(;.UAl.DAD DE OPORTUNIDA DES 89

gir a la escuela que borre las identificaciones de g éne ro pro­ponie ndo sistemáticame n te 105 mismos j uegos infan tiles, lasmismas d isciplinas y las mismas o rientacione s a niñas y niños.Se trat aría de una política extre madame n te volun tarista quedemandaría a la escuela poner entre paré n tesis a la sociedadta l como es. En todos los casos, para llegar verdade rame nte ala iguald ad de oportu nidades , es necesaria una medida rad ioca l para abolir las di ferencias que están e n el orige n de lasdesigualdad es.

Un segundo tipo de explicación pos tu la que las muchachasno es tán totalmente alienadas y que. dad as su iden tid ad y susluracl ón , co ns truyen proyectos más bien racionales (Du ru­Bellat, 2005). Si las jóvenes elige n o rientac iones y profesionesllamadas femeninas. es porque serán mejor recibidas allí yporque piensa n que así aume ntarán sus oportun idades deco nseguir empleo , ya que el mercado d e trabajo es lo que es.Las muj eres tambi én tienen e n cue nta una var iable que no esmenor: el proyecto de vida fam iliar. Si aún persiste una dife­re ncia cu ltu ral mayo r en tre varones y mujeres, es que estas ú l­timas incluyen el nacim iento y la ed ucación d e 105hijos en suproyecto de vida, Cuan do las j óvenes alime ntan proyectos es­co lares y profesionales, saben (más o men os cla ramente) queserán a la vez trabajad oras y madres, y se pued e su po ner quelos varo nes piensan en esto mu cho menos que el las. Así, rnu­

chas profesiones especializadas (las de la enseñ anza, porejemplo) pueden ser e legidas porque crean mcnos tensionesentre ma rido y mujer, men os d esfases d e ca lendario entre lavida fami liar y la vida profesional. Se puede ver en esto unamodalidad de la dominación ma sculina, lo que no sign ificaque estas opciones profesionales sean irracionales, y las ant i­cipac ione s y los p lan es de vida pesan quizás más que los cl i­chés sexuales transmitidos por la escue la.

Si se o lorga algún crédito a estos últimos argumen tos, invi­tan a des plazar la respu esta a la paradoja. Más que "forza r" alas j óven es a libe rarse de iden tidades qu e las ap lasta n , sepuede pensar que es la igu aldad cre cien te de las po sicion es

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90 REPeNSAR Ur..JUSTICIA SOC IAL

que ellas se destinan a ocupar la que cu mplirá con las condi­ciones de la igualdad de oportunidades, Las mujeres jóveneselegirán orientaciones y profesiones menos "fe men inas"cuando todas las posiciones tengan en cuenta sus proyectosprofesionales articulados a la vida familiar, Lo inverso valetambién para los hombres. Para alcanzar la igualdad de opor­tunidades, es mejor actuar sobre la estructura de las posicio­nes en el trabajo y en la familia antes que obrar sobre la cul­tura y la identidad de los actores. De hecho, este argumentoes un retorno, por el costado, de la igualdad de posicionespara realizar la igualdad de las oportunidades. y como la es­co laridad mixta no ha borrado cas i las des igualdades en trelos sexos, merece ser exam inada se riamen te.

LA OBLIGACiÓN IDENTITARlA

En la medida en que las m inorías visibles so n víctimas del ra­cismo. parece normal compensar esta d iscriminación con me­didas volu ntaristas que se asientan sobre cupos. Es fáci l. a esterespecto, mostrar que la ceguera republicana ante las difere n­cias es u na hipocresía social. Pero la realización de la igual­dad de oportunidades por medio de políticas voluntaristaspuede, paradój icamente, profundizar las desigu aldades y de­gradar la calidad de la vida social. Aunque Julius Wilson, so­ci61ogo negro norteamericano, haya defendido largo tiempola discriminación positiva. hoy hace de ella un balance ma)'O­r itariameme crítico (Wilson, 1987). Durante las décadas de1950 y 1960, los guetos negros norteame ricanos estaban abso­lutame n te segregados, pero eran bastante heterogéneosdesde el pun to de vista de su co mposici6n social. Había po­bres, obreros, marginales. pe ro también clases medias, doce n­les, algunos médi cos, abogados y comerciantes. Gracias a loscupos y otras medidas de discrim inación pos itiva desarro lla­das por el presiden te Jo hnson y sus sucesores hasta e l co-

CR iTICA DE L\ ICUALDAD DE OPORTUNIDADES 9 1

mie nzo de la década de 1980, la burguesía negra huyó delgueto hacia wburbs de clase media.

Esta mutación ha degradado profundamente la situacióndel gueto, encerrado en la pobreza, la margi nalidad y la des­viación . La suma de los éxitos individuales no se ha transfor­mado en promoción colectiva. Por el contrario, a l lado deuna pequeña burguesía negra se ha formado una under danfuertemente discriminada , ya que las clases medias no quie­ren pagar por ge nte a la que consid eran sin ningún mérito.Además, explica Wilson , esta pol ítica ha sido injusta para conJos blancos pobres, que no se benefician de med idas dirigidasexclusivamente a los negros ; d urante este tiempo, a es tos seles incitaba a iden tifica rse con su "raza ". En defin itiva, e lsaldo de esta política habría sido ampliame nte negativo .

Seg ún toda evidencia, esta evo luc ión no concierne sólo aEstados Unidos. Nada preserva d e ella a Francia, en un mo­me n to en el que no dej a de afirmarse que la salvación de losbarrios "d ifíciles" pasa por la promoción de los mejores, a loscuales se ofrece rían todas las posi bilidades de "irse de allí ".Sin duda, es j uste abrir los cursos de ingreso en las un iversida­des de excelencia a un 5% de los alumnos de los secundariosde barrios diñciles: los problemas vienen de q ue aquellos que"se van " abandonan un barrio que pierde así a ~us miembrosmás activos. También en este caso, la suma de las salvacionesindividuales no trae necesariamente consigo la salvaci ón co­lectiva. y la igualdad de oportunidades puede incluso degra­dar la distribución equitativa de las pos iciones. Si hu bie ra queelegir sólo un argumento sobre la diferencia entre e l modelode las posiciones y el de las oportunidades, seria este: la j us ti­cía que se hace a los individuos no es necesaria mente un pro­vecho para toda la sociedad.

Mien tras que la igualdad de posibilidades ape la a la auto­no mía de los ind ividuos libres de circu lar, su realizaci ónprác tica co nduce a reemplazar las asignacio nes asoc iadas aluga res por asig naciones igualmente ríg idas asociadas a gru­pos discrim inados, En esto no es segu ro que sea tan liberal

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9 2 IllPf'NSAR LA J UST1CIA SOC IAL

como pre tende. Por otra parte , las políticas de la igualdad deoportunidades, ind ividuales en prin cip io , ignoran los proce­sos de movilidad co lectiva que du rante much o tiempo hanfavorecido la in tegración de los inmigran tes: algu nos gruposh an util izado recursos comun itarios para ge nerar actividadeseconómicas gracias a las cuales constr uyeron para sí iüne ra­rios de p ro moción. No es seguro que los inmigran tes porw­gueses o chinos que han montado "empresas étnicas" en laalbañ ilería y en el comercio hayan triunfado menos que lasco mu nidades que lo apuestan todo a las polí ticas escolares ylos cupos. La capac idad de poder ocu par posicio nes, y has tad e crearlas, ha sido quizás más eficaz y m ás jus ta que laigualdad de oportunidades. Y la Repúb lica no se ha vistoamenazada por ell o . Por otra parte , los paises más co mp ro­metidos con las políticas de cupos las abandonan , y no sólopara d efender las desigu aldades existe n tes. H oy los cu posso n rechazados por el 90% de los no rt eamerican os y po r el80% d e los negros: este rech azo es an tes una cuestió n deco n trato social que de p rej uicios, po rque sólo el 20% de losopositores a los cu pos ma nifiesta op in io ne s ra cistas (Snider­man y Carml n. 1997) .

Co mo la igu aldad de posiciones, la igualdad d e o po r tuni­dades no es perfec ta. Reemplaza ide n tidades y coali ciones dein tereses por otras qu e son igualmen te rígid as; en última ins­tan cia , acepta más desigualdad es que el modelo de las posi­ciones, aunque no sean exactamen te las mismas. De maneramás fu ndamental, se ap oya sobre u no d e lo s principios dej ustici a más frág iles y más d iscu tibles : e l mérito. ¿En nombrede qué el méri to revelado por la esc uela sería mej or que e lm érito que resulta distinguido por otras prue bas? (Duru-Be­lla t, 2009) ¿Có mo sepa rar, en el mérito , 10 que se debe a laso portu nidades, al trabaj o, a las virtudes de los individuos y alas circu ns tancias? La única manera de esca par de esta apo~

ría sería multipli car las pru ebas que permi ten medirlo . Pero.en es te caso, la vida social acabar ía por ase mejarse a un cam ­peonato deportivo ininte rrum p ido . a u na su ma de co ntratos

CRiTI CA OE LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES 93

individuales que ocuparían el lugar del co ntrato social y delsen timiento de "formar una soc iedad". A la sombra de laigualda d de o portunidades, siempre hay u n fo ndo de da rwi­nlsmo soc ial.

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5. Prioridad a la igualdadde posiciones

La crítica a la igualdad de posiciones conduce. acasoa pesar de uno mismo, a adoptar un a sensibilidad liberal y adenunciar este modelo de protección como profundamenteinjusto y conservador. Inversamente, la crit ica a la igualdad deopor tun ida des lleva a que nos sintamos un poco "vieja iz­qu ierda", renuentes a la lucha de todos con tra lodos, Enton­ces parecería natural no elegir y adoptar un punto de vista sa­bio y mesurado que combine los dos principios, o bien un apostura radical que condene sin conte mp lacio nes una socie­dad decididamente ir reform able. Ahora bien , estos dos mode­los de j usticia igualm en te deseables (y criticables) producenefectos concretamente opuestos ycorresponden a representa­ciones de la vida social también opuestas entre sí. Yaunque nose trata de sacr ificar totalmente un principio a otro, se debeacorda r prioridad al que parezca mejor y másjusto. Én defini­tiva, siempre resulta necesario elegir.

Personalmente, me inclino por el principio de la igualdadde posiciones, porque es el más favorable para los más débilesy porque hace más justicia al modelo de las opo rtun idadesqu e ese mismo modelo. Desde el momento en que el fun cio­nam iento "natural" de la economía parece amenazar las basesde la socie dad, es u rge nte aco rdar la pr ioridad a la igualdadde posiciones. más all á de ren ovar profundamente su puestaen acció n.

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96 REPENSAR tAjVSTICIA SOCIAL

LAS DESIGUALDADES HACEN MAL

En su concepción más d ura , el modelo de la iguald ad deoportunidades no dice nada de las desigualdades soc ialesinaceptables; desde el momento en que nacen de una compe­ten cia igu ali ta ria, so n consideradas como justas , por másabarcadoras que sean. A lo sumo, la igu aldad de oportunida­des proviene de la necesidad de instau rar una red de segu ri­dad que pe rmita depurar la co mpetencia de algunas discr imi­naciones inhumanas. Ahora bien, la igualdad es buena en símisma. Las desigu aldades hacen m al: hacen mal a los ind ivi­duos que son víctimas y hacen mal a la sociedad.

En un libro n otable , Wilkinsoo (2002) pone en evidenciae l h ech o de que las desigualdad es sociales no son bue naspara la salud de los individuos. No sólo los más pobres sonmenos saludables que los rico s, lo que no es una sorpresa,sino que la salud del co njunto de la población es tan to peorcuanto mayores son las desigu aldades. Dicho de otro modo, sitodos los otros factores perman ecen constantes, so n lasdes igualdades en tanto tales las que ha cen mal. Hacen malporque deseq uilibran la ofe rta d e aten ción de salud a favorde los más r icos, pero también, y sobre todo, po rq ue todos, ri­cos o pobres, pagan el costo físico de las desigualdades. Lasrelaciones sociales son tensas, a menud o agresivas; los lndiví­duos apenas si tienen confianza en sí m ismos y en los otros, yaque siempre se tie ne mucho que perder o mucho que gan ar;la ge nte se angustia y desarrolla enferme dades vinculadas aese estrés. Una investigación sobre el destino social de alum­nos qu e ha n d ejado la escuela muestra que, una vez adultos ,llevan siempre las marcas de ese fracaso: re nu ncian a conti­nuar su formación, se llevan ma l con los demás y viven "acom­plejados" (Pa llas , 2000 ). En un es tu dio reciente , Putnam(2007) muestra que las desigualdades pervierten el cap ital so­cial de lo s individuos reducie ndo su confianza al círculo desus semejantes y acentuando la d esconfianza en tre las co mu­nidades. Las d esigualdades incrementan la hostilidad ent re

PRIOR IDAD A LA IG UAlDAD DE POS IC IONES 97

los grupos y los ind ividuos. Se permanece entre iguales, sólose ayuda a los más próximos; lib res de elegir u obligados a vi­vir juntos, los individuos se protegen poniendo la mayor dis­tanda posible entre e llos y los otros, siempre más o men ospercibidos como extraños peligrosos.

Incluso en las sociedades ricas, las desigualdades degradanla vida colec tiva. Los más ricos se agrupan en gakd commun uies

o barrios cerrados, los pobres se agru pan en cuasi guetos. Elespacio público se d ivide entre zonas ricas y protegidas y zo­nas pobres y peligrosas. Esta evolución no es monopo lio de lasgra ndes ciudades norteamericanas; se perfila en Fra ncia co nla formación de u na ciudad a mucha velocidad. Si bien lasdesigualdades sociales no explican por sí mismas la de lincuen­cia y la criminalidad, es cierto que contr ibuyen a su des ar ro­llo: los ricos se vuelven presas codic iadas, mientras que losmás marginales pued en devenir predadores . El análisis deMerto n , que descr ibe la delin cuen cia co mo una respuesta alas ten siones provocad as cuando se unen un ideal de éxito co­mún para todos y las de sigu aldades socia les, no ha qu ed adoobsole to. En las sociedades de mocráticas, las des igualdadesincrem en tan las frustraciones de los que no pued en alcanza rlos modos d e vida y de consumo de las clases medias. Los másricos son tan r icos q ue ya no se sien ten ligad os a las socieda­des en las que viven, mien tras que los más pobres se sientenrech azados por esa misma sociedad qu e "culpabiliza a las víc­timas" y las acusa de ser responsabl es de su miser ia. En defini­tiva, no queda sino la policía para colocarse en el lugar de losme canismos de control social que se han vuel to ineficaces.

Po r todas estas razones, las desigualda des no son buenaspara la democracia. Una gra n parte de la población ya novota ni co nfía en instituciones ni en elites que parecen inca­paces de re ducir las desigualdades. A veces, las clases popula­res ad hieren a las ideologías más au toritarias y más xenófo­bas, porqu e estas alie ntan la promesa de una reconciliaciónnacion al finalmente igual itaria , que llegará cua ndo la soci e­d ad se baya liberado de todas sus "diferencias". En un in-

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98 REP ENSAR I.AJ USTI CiA SOCIAL

forme so bre los efect os de la educación, Baudelot y Leclerc(2005) mu estran que el alto n ivel de instrucción escolar in­cre menta e l civismo de los ind ividuos. su liberalis mo cultural~ su confianza en la democracia; pero muestran también qu e.incluso en los países donde la educación de masas ya es unhech o . los menos instru ido!'! no man ifiestan esas disposicio­nes positivas porque de por sí las desigualdades escolares y 50­

cialcs los alejan de los valores democráticos. No es señal deantinorteamericanismo primario constatar q ue el país másrico del mu ndo es también especialmente desigu al y que lasdesigualdades le hacen daño: el n ivel de salu d globa l no es delos mej ores. a pesar de una medicin a muy eficaz y de gastose n salud excepc ionalme nte altos. Po r o tra pane , la participa­ció n electoral es débil y la tasa de criminalidad alta. Sin ma ui­festar e l menor ápice d e nostalgia por el régime n sovié tico,puede o bse rvarse que la ex plos ión d e las desigualdades enRusia ha provocado una regresión de la esperanza de vida,además de incrementar la tasa de suicidios y el crimen o rgani­zado, y que, por Otra parte , el nuevo régimen no es particula r.mente favorable a las opi niones democ rá ticas. Incluso, lasdesigu aldades no son buen as para la naturaleza y e l medioambiente, en la medida en que acentúan el consumo co nsp i­cuo de los más ricos y los procesos de imitación de los más po­bres; descomponen el sentimiento de solidaridad que suponeu na moderación del co nsumo, ya que este sirve ante todopara aparentar y marcar la distancia social.

Se puede por lo tanto afirmar que la igualdad -en todocaso, la igu ald ad re lativa entre las posiciones sociales- es unbie n en sí mismo. Esta co nstatación es u n argume nto fuerte afavor de la igu aldad de posicio nes, cuyo objetivo es reducir labrech a de los ingresos y de las cond iciones de vida. Es necesa­rio defender las políticas de redistribución, que sigu en siendoel med io más seguro de tender hacia desigualdades m od era ­das y acep tables. Esto supone ponerse de acuerdo sobre lasd efiniciones de los grupos más ricos, pe ro también de las cla­ses med ias. Como los muy ricos so n poco numerosos y las cla-

PRI ORIDAD A LA IGUALDAD DE POS ICIONes 99

ses medias son políticamente intocables, se e limina cualquierca pacidad de red istr ibución si se piensa que las clases mediasse ex tie nden hasta donde empieza el 5% que corresponde alos ingresos más elevados.' Aho ra bie n , e n Francia (pa ís másbie n iguali tario e ntre los paises co mparables). con ingresosque d uplican los del p ro med io se pe rtenece al grupo del 10%más rico: 2364 euros para una persona sola, 4469 para u napareja y 6080 para una pareja con dos hijos. Los partidos o losmovimientos sociales que verdaderamente quieran reducirlas desigualdades no deben temerles a los impuestos; es nece­sario dejar de decirles a las fra njas superiores de las clases me­d ias que so n "me d ias", y gravar más fuertemente sus ingresos.IV no hablemos de los pa trim onios! Si se pi en sa que la igual.dad es un bien en sí, es p reciso te ne r e l coraje de inferi r lasconsecue ncias políticas que derivan de ese principio .

LAS POS IC IONES DE TERAUNAN LAS OPORTUNlDADES

El mejor argu me n to a favor de la igualdad de posicio nes esque, cuanto más se red ucen las desigua ldades en tre las posi­ciones, más.se e leva la igualdad de oportu nidades: en efecto ,la movilidad social se vue lve mucho más fáci l. Este "teorema"se comprende sin tropiezos: es más sencillo desplazarse en laescala social cuan do las d istancias en tre las dife rentes pos icio­nes so n re lativamente estrechas. De hecho , la movilidad so­cia l, que es uno de los indicadores objetivos de la igualdad deoportunidades. es más fue r te en las sociedades más igua lita­rias. En ese caso , el "asce nsor socia l" no sube ni baja mucho,pe ro mucha más gente pued e usarlo . La movilidad social , tra-

, Ik hecho, b. defi nici6 1lde hu dlUoel medlloS ei de na turaleu polf(kaamei que w ciológica, y una defini ción muy vaila te rmina pordesligarl:u de todo deber de s<>liduidAd (vfate Cha"~l. 2(00) .

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PRIOJUOA l) A l..A lCUALD AD DE. PO SICIONES 101

C«ficiente de c.orrebci611en tre la.¡variables .. 0,472

:.---<>Ikino Unido

......Akman ia. F .'J (!J""" n.nc(a

¡y'"Suecia

(!J""" Dinamarca

0,20 0,40

Impacto de 10$ ingresos del pad re sobre 10$ h ijo s

o(332,5.:;..} 30,0

~ 27,5

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'- 25.0

~5 ,0

Estad oa Unim-

\,

LeCtUI" ; 20%, 40% o m{¡s de los ingre305 de los hijos se explican porlo, de su padre. El lndle...de eini mid e las d¡stan cl;u de f(>$ ingre.olentre la fra.cción mú rica y I:l.m.:4 pobre de la sociedad.

22,5

Figura 2. Desiguald ades y reproducción social

cuela, que ace ntúa CO I1 fuerza las desigu aldades fam iliares yesco lares, mien tras que la tasa de redistribución social a te­n úa las desigual dades en tre las posiciones. Australia y Ca­nadá están en una situación inversa: las desigu aldades son re.Iarívameme fuertes, mientras que la reproducción social esdébil. En este sentido, estos dos países viven conforme almito de l Nuevo Mundo, rico en opor tu nidades para quienquiera ap rovecha rlas, Pero , de man era global, e incluso

duc ci ón estadisríca de la igual dad de oportun id ades.f es u nefecto positivo e indirecto d e la igualdad de posiciones. Existemayor movilidad social en los países escandinavos y en Fran­cia que en Estados Unidos, aun cuando las creencias colecti­vas no refl ej an esta situación: los no rteamericanos p iensanque viven en u na sociedad ab ierta, mie ntras que los fra ncesescreen que su sociedad está bloq ueada (Mistra l y Salzrnann ,2007).

La figura 2 muestra que, en las sociedades men os igualita­rias, las desigualdades se reproducen más, ya que la parte delos ingresos d e los hijos determinada por el ing reso d e lospa dres es más importante. Si bien existen variaciones entrelas d istintas sociedad es, se puede decir que, en ge neral, ladesigualdad favorece la reproducción social y, por lo tanto ,que es desfavorable a la igualdad de oportun idades. En la ca­rrera mcri tocr éuca, e l nacimiento da ventaja a algunos indi­vidu os y perjudica a otros.

Desiguald ades débiles ha cen que las p romoci o nes seanmen os difíciles y las caídas me nos penosas. Se p uede tam­bién pensar que, con menos que ganar y men os que perder,los individuos co nsagra n men os esfuerzos y menos energía aasegura r su rep roducción soc ial. Es por lo tanto artificial, aveces ro tundamen te falso, oponer la igu aldad y la eq u idad ,ya que las sociedades más igu alita rias son también las máseq u itativas, en la med ida en que en ellas la igualdad de opo r­tun idades es más elevada. En esta comparación inter nacio­nal, Francia no queda en u na situació n mu y favorable: lasdesigualdades son rela tivame nte débiles, pero la reprcduc­ció n social es particu larmente más fuerte que en otros paí­ses. Se puede imputar esta característica al peso de la es-

100 REPENSAJl LA)VST1C IA SOCtAl.

8 Hay qu e ~r prud entes con el uso de elta fórmula, ya que la mQVilidadsodal pu ede surgir de fa«(oru diferentes a La igu aldad deoportunidad« . en u peci;¡J de la movilidad esrructural provocada po rel deu.rrollo «onó m ico. qu e modifica el peso rela th 'Ode las diuinuu(:uegorí'U $/X"Íalt.s.

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102 REPENSAR UJUSTI ClA SOCIAl..

cuando se es muy favorable a la igualdad de oportu nidades,hay un mo tivo de interés pa ra defend er co mo pTior id~d laigu ald ad de posicio nes, porque es e lla la que, en su ong~n,

det ermina e l espacio de las oportu n idades realmente abier­

las a los individuos.Finalmente . e l argume nto según el cual las desigualdades

sociales sedan favorab les a l dinamismo económico resultamuy poco ad misible. Si se m ide este último baj~ la luz de latasa de desempleo , Estados Unidos y Gran Bretaña, que cuen­tan relativamente co n pocos desem pleados (al men os antesde la crisis de 2008), son incuestionablemente países din ámi­cos; peTO este no es e l caso de Italia , tan d esigual ~om~ el!os.Inversamen te, los países escand inavos son a la vez igualuan os,soc ialme n te poco reproductivos y eco nóm icamen te dinám~'

coso La igu aldad de posicio nes y la "sociedad de las O~~tU Ill­

dades" no resultan entonces incompatibles. a co ndic i ón deque se pongan en acción políticas sociales inteligentes queaseguren los trayectos más que las "adquisiciones social~s". t.snecesario tambi én descree r de quiene s justifican su hipcrri­queza por la excepcional utilidad colec tiva d e su talen to : Z~­

nedlne Zidane y BiU Cates , ¿te ndrían men os ta len to y crean­vidad si fueran un poco menos ricos?

El a rgumen to segú n e l cual la igualdad de posiciones seríaco ntra pro ducente y amenazaría e l di nam ismo económico noresiste las observaciones más e lemen tales. Los países delnorte de Europa , a los que es necesa rio añadi r Australia yNueva Ze landa. no son menos d inám icos y creativos queOran Bre taña y Estados Unidos. y sin embargo, las desigu al.dades so n mucho más débiles y las tasas sociales mucho máspe sadas que en los países más radi calmente lH~erales. Despu.ésde todo , Estados Unidos y Ca nadá , co n la m ism a econouua.presenta n desigualdades muy distintas: son más .dé~ile~ enCanadá. la ed ucación y la salud so n mejo res. la criminalidades más baja . La igu aldad no perjudica el dinamismo econó­m ico, más bien h ay que desear la.

PRiORI DAD A U IGUAlDAD DE POS ICIONES 103

DE LA IG UALDA D DE LAS POSICIOSES

A LA AUTONOMfA DE LOS INDIVIDUO S

Se le reprocha a me nudo a la igualdad de posiciones limitarla autonomía de los ind ividuos. fre na r su d inamismo y sucreatividad. porque te ndrían más que pe rder q ue ganar ypor-que, ante todo . velarían por asegurar su posición . Esta cri­tica n o carece de fundam entos; la fue rza de la igu ald ad deoport u n idades radi ca en promover la libertad de los indivi­duos y e n estimula r su e nergía. Dura n te much o tiempo ,hemos creído que la vieja EUTOpa rígida se oponía a una NOT­

team érica abierta a todas las posibi lidades. Desde el punto devista de la tradi ción liberal, que d a prioridad a la auto nomíade los individuos, la igualdad de o portu nidades goza de unaven taj a filosófi ca que se vuelve mucho más incuestio nableporque la igu aldad de posiciones desco nfía del egoísmo indiovidualista. Pero esta no es sinónimo de ígualita rismo : uno desus peores ene m igos sigue siendo el ex tre m ismo más o me­nos juvenil que u ne el iguali ta rismo radical a l rechazo detoda forma de re parto (gracias al mito siemp re renovadode las "200 fam ilias" que pueden pagaTpor lodos). Es necesa­rio entonces re chazar la fáb u la del iguali tarismo . Por o traparte, un sondeo de la rNSEE [Instituto Naciona l d~ Estad ís­tica y de Estudios Económicos] muestra que los fra ncesesacep tan las desigualdades "razonab les" desde el momento enqu e estas dejan un lugar al m érito y que preservan el semi­miento de vivir en la misma sociedad (Pikeuy, 2003).

La autonomía ind ividual su po ne que se posee algo, ycon lasuficie nte segur idad como para formular proyectos y sentirselibre . Así, la pro tección de los empleos y de las pos iciones, la"p ro pied ad social" (que la "sociedad salarial" descri ta por Ro­ben Castel ha garanuzado tan b ien durante e l siglo XX). esuna co nd ición necesaria para aquella autonomía (Cas te l yHarochc, 200 1). Cuando no todos los individu os pu ed en serpropietarios y rentistas. cuando su fue rza de trabajo qu eda so­metida a las aleatoriedades del mercado. es necesario que

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104 Rf.:PENSAlt. LA J USTICI A SOCIAL

ellos se be neficie n con apoyos segu ros: calificac iones recono­cidas, derech os sociales, leyes labo rales, segu ros co lectivos,etc. Si no fue ra así, estarían conde nados a no ser más que su­jetos heroicos que cOllsl.ruycn y comba ten solos, o prol etariosobligados a cambiar su libe rtad po r su supervivencia. Se hao lvidado qu e toda un a trad ición socialista ha reivind icado elderecho de los obre ros a ser individuos capaces d e ele gir y dean ticipar su propio destino (Abenso ur. 2000). Sólo los revc lu­cio na rios profesio na les han desp reciado el "ind ividualismopequ eñoburgués" al que, segú n ellos. los explotados esta bantan trivialmente apegados.

La igualdad de posiciones es un factor d e autonomía por­que permite elegir (parcialmen te) los modos de vida . Soy,po r otra pa rte, más libre de decidir si los t érminos de la elec­ción son relatívameme igu ales ent re sí. El destino (familiar osocial) que me co nd uce a devenir obrero no es catastrófico sitengo la sue rte de vivir en un a sociedad en la qu e la distanciaentre el estatua de los obreros rel de los ejecutivos no es de­masiado grande. Tengo, en ese caso, una gara ntía de digni ­dad y una posibilidad de exp resar mis "capacid ad es". En unespacio de desigualdades relativamente poco acen tuadas, yoadqui riría más au tonom ía que en una sociedad donde laigualdad de oportu n idades ensancha vertiginosamente lasdistancias. La igu aldad de posiciones puede, e ntonces, parti ­cipar de una f ilosofía liberal que valoriza la au tonomía.¿Q uién, por otra parte, podría creer qu e las soc iedad es másigualitarias amenazan la libertad de los individuos? Los paisesescandinavos, Aleman ia y Francia no limitan más las liberta­des que países filosóficam ente más liberales.

La igualdad de posiciones debe ser prioritaria porque en­ge ndra un a sociedad me nos cruel qu e la iguald ad de o portu­nidades. El modelo de las oportun idades se impone cuando1M posiciones deseables son escasas y cuando cada un o tieneel derech o, el deber r la obligació n de pe lear para inten taroc uparlas. Cuando el número de pos iciones es esta nco o de.clina, u n juego de suma cero (hasta de suma negativa) tiende

PRIORIDAD A LA IC UALDAD DE POSIC IONES 1 0 5

a ínsta urarse : los mejo r ubi cados ar riesgarían inclu so per­d erl o todo si reinara una auténtica igualdad de opo rtu nida­des. En ese caso, basta con observa r sus est rateg ias pa ra adver­tir qu e, a pesa r de los llamados u rgen tes e n pro de laigualdad de oportunidades, se las arreglan para protegerse dela compe te ncia de los OUlsltkn. Acumulan los patrimonios,multipl ican sus red es socia les y su capital socia l, esco larizan asus hijos en el extranjero, e tc. En definitiva, se compo rta nco mo un a clase heredi taria, una aris tocracia.

Es sin d uda po r esta razó n que las clases d irigentes amantanto la igualdad de oportu nidades: sabe n que siempre po­d rán arreglárse las con los principios que ellas enunc ian. Evi­dentemerue.J a igualdad de posicio nes ame naza también a losque más tien en red ucien do la d istancia que los separa de losotros ysometiéndolos a cargas impositivas más pesadas. Pero ,de hecho, la amenaza es para ellos mu cho menos crue l, yaque la j erarquía misma se ve men os d irectamente cues tio­nada : un ejecutivo al que pagan menos sigue sien do un ejecu­tivo y es dable supone r que sufrirá menos pagando impuestosque viendo a sus hijos ceder las posiciones qu e él les habíad estinado a unos niños pobres, por más que tengan mayoresméritos.

Este razonamiento un poco cín ico a favor de la iguald ad depos iciones vale tam bién para las clases desfavo récidas. Sinduda es injusto que los hijos de los o bre ros sean a su vez obre­ros. Pero es aú n más inju sto que sean obre ros porque fueronderrotados al competir, po rque son "nulos". como p romueveel modelo d e la igua ldad de oportunidades escolares, qu equ iere co nvencer a los vencidos de que merecen su destino .Aquí, la igualdad de posiciones sería más respetuosa y másj usta : co nduciría an te todo a mej orar los ingresos y las cond i­cio nes de trabajo de los obreros ya pe rmiti rles a los que qu ie­ran (y puedan) cambiar de posici6n, sin que esto se conviertaen un imperativo , lo cual termina siendo poco reali sta en lamayoría de los casos. En otras palab ras, la igualdad de Oportu­n idades, a pesar de su re tórica rneritocrá tíca, promueve yj us-

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J06 REP W"SAR LAJUSTICIA SOC IAL

tifica (después de todo) las desigualdades existe ntes, mien trasqu e el modelo de las pos iciones, aunque sospechoso de con­servadurismo, permite al menos red ucirlas.

Los mo ralistas fra nceses del siglo XVIl nos rec ue rdan qu elas desigualdades suscitan a menudo sentimientos poco hono­rab les. Lasdesiguald ades entre las posiciones producen celos.Entonces se acusa al sistema social (o a los d ioses, la provid en­cia, la maja sue rte) de ser la causa. de su desdicha . Pero laigualdad de oportunidades. que reposa sobre un imperativode compete ncia y d e movilidad, desarrolla la envidia an tesque los celos: es necesario querer más de lo que se tiene . Laenvidia se d istingue de los ce los porque reposa sobre el deseode tener 10 que poseen los Otros , simp leme nte porque lo po­seen. Es u n sen timien to más inextingu ible que 105 celos. Y.como en u na situación de igualdad de oportunidades u nosólo pu ede enojarse co nsigo mismo cuando fracasa, única­mente qu ed a el resentimiento para salvar la d ignidad y elamor propi o . Co mo no es posible acusar al sistema o a losd ioses, sólo queda acusar a los otros proyecta ndo sobre ellosla culpabilidad de no habe r sido mej or que ellos. Desde estepunto de vista, la crue ldad de la igualdad de oportu nidadeses u n terreno favorable para la violencia y para los sentimie n­tos menos agradables.

DES tGVALDADES y DIFERENCIAS

La igualdad de o po rtu nidades dese nmasca ra las d iscrimin a­ciones y las inju sticias escondidas detrás del orden de las posi­cio nes. También es ir refu table, desde el pun to de vista de las"minorías", que asegu rar los lugares excluye y encierra en un aposición subord inada. Cua ndo se adopta el principio de la di­versídad.fa lógica d e las pos iciones y la de las oportunidadesparecen profundamente antagónicas, porque es difi cil mini­mizar el sexismo, el racis mo y los mil prejuicios que la igual-

PRI OlUOAO A LA IC UAlJ)AO DE POSICIO NES 10 7

dad fundamental de los individuos vuelve intolerables. Tam­bién pu ed e sospecharse que la defensa de las posiciones man­tiene los privilegios de los insiden, es decir. d e los hombresblancos calificados. La lucha contra las discriminaciones es en­tonces un a p ieza esencia l y hay que combatir para que la equi­dad procesal del tratamiento de los individu os por pa rte de lasinstituciones públicas y de mercad o quede asegurada en la jus­ticia. el empleo , la vivienda, la ed ucación , la salud. etc.

Sin embargo, incluso desde este punto de vista, el principiode igualdad de pos iciones no debe ser olvidado: permite salirde una aporía inscrita e n la igualdad de oportun idades, a lacual va u nida la exigencia de reconocimiento. Po r más que to­dos queramos ser iguales y diferentes (Touraine, 1997), nosenfren tamos co n una suerte de ley sociológica segú n la cua lcasi todas las d iferen cias dev iene n desigualdades. En efecto,más allá del círcu lo d e las elites internacionales de 105 nego­cios, de l arte y de la ciencia , donde las d iferencias culturalesson u na carta a favor, es muy ra ro que esas diferencias no seantambién pretextos para la formación de desigualdades soc ia­les: desde que las desigualdades obligan a jerarquiza r a 105 in­dividuos, sus "di fere ncias" fu ndan y legitiman las desigualda­des. Las máq uinas para p roducir desigualda des inscriben lasdiferencias en la es tructura socia l, también en los países qu epostulan más firmemente los ideales pluriculturales cÍe la "coa­lición arco iris". Esta constante trágica hace que se plan teendos tipos de soluciones.

O bien se postu la que, co mo todas las d iferencias sondesigua ldades, es necesario abo lirlas o re lega rlas a las esferasinferiores d e la vida pri vada. En ese caso, las instituciones sedeclaran ciegas a las diferencias ysólo las toleran en un espa­cio d om éstico y folcló r ico. Es el modelo fran cés d e la laici­dad, que hoy se resquebraja por todas partes ydel que resultafácil demostrar qu e justifica la dominación d e la d iferen ciadominan te (la de los hombres blancos, calificados, fran ceses"de cepa" y de cultura cristiana) . O bien se reconocen las di­ferencias para fundar políti cas compensato rias con tra las di s-

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10 8 REI'ENSA R LAJUST ICIA SOCIAL

criminaciones , pe rQen tonces se cor re el riesgo de deificar lasdiferencias: se vuelven útiles para los actores mucho más alláde las meras necesidades existe nciales de la ide ntificacióncu ltural a la que cada uno aspira. En este caso , el po stuladode la igualdad de oportun idades acen túa las diferencias y sevuelve en co nt ra de la autonomía de los ind ividuos que quie­ren exh ibir sus d iferencias y encerrarse en ellas.

La ún ica manera de salir de esta alte rnativa consiste e n se·parar radicalme nte los de rec hos sociales y los derechos cul­rurale s. Como lo sugiere Nancy Frazer (2005), es necesariod istinguir el reconocimien to de la red istribución. Si el reco­nocimíe uto amplía la participación democrática y si sientalas bases para la formación de un yo social armonioso , nod ice nada, e n cambio, de las posiciones. El reconocim ie ntoes entonces una cues tió n ética, un prob lema democrá ticovincu lado con los derechos fundamentales.? pero no es auto­máiicamenie un problem a de justicia social. Cada uno puedee leg ir su re ligión, siempre qu e no cues tio ne la religión (o lafalta de religión ) de los ot ros. Pero si a las rel igio nes y, másampliamente, a las cu lturas, se asocian derechos sociales par­ticulares, au nqu e sean aruídiscr iminatorio s y compensa to­rios, la libertad religiosa se ve cues tionada como libertad per­sonal, ya qu e si renuncio a mi ide ntidad atri buida, pierdo losderechos que le están asociados. Por el con tra rio, la luchapor la igualdad de posicion es tiene como efecto debilitar lapareja formada po r las difere ncias y las de sigualdades. Para­d ójicamente , inscribe el recon ocimien to en un pensamien tolibe ra l que hace de la iden tificación cultural una de las liber­tades funda me ntales de l ind ividuo. Soy tan to más lib re dere ivind icar-me (o no reivindicarme] co mo pe rte necien te auna minor ía si es ta no me da acceso a derechos sociales par­ticulares. En todo caso, la igualdad de pos iciones vuelve esta

9 F.... por ~$ta nu6n que !:l. "divcn idad" dd.~ e~mr presente en b.1inuallci:u ""prc~llt,.tiv<u. como los parlamentol.

t-'KIORIOAD A LA IGVALOAO OE POSICIONES 10 g

libe rtad posible, ya que elijo mi identi dad po r ella misma yno po r su u tilidad .

En mate ria de diferencias, la j usticia de las posiciones pre­senta ento nces la ventaja de an ular la unión entre recono ci­miento y de rechos sociales. Evita, teóricamente en todo caso,que las difere ncias cu lturales se vuelvan cuad ros de asigna.ción rígidos. Cuanto más iguales son las posiciones, más sepueden elegi r las dife rencias, ya que su traducción socíceco­nómica es menos importante. Si uno qu iere luchar con tra lasdiscr iminaciones y separar las "esferas de j usticia" (Walzer,1997). la igualdad de posicion es se revela fundamen tal. Losderechos sociales son desconectad os de los derechos cívicos,lo qu e va de suyo; deberían también ser d istintos de los dere­chos culturales, lo que es menos claro cuando la igualdad deoportunidades ocupa todo el espacio de laj usticia yestableceun lazo entre discriminación y reconoci mien to.

Q.UE RE R L A IG UA LDAD

Cua nto más iguales en tre ~í son las posiciones sociales, mayo­res son las opo rtunidades de ascende r socia lme nte. Es po resta razón qu e la igualdad de pos iciones debe se/algo priori­tario; pero esta supe rioridad no es una razó n para olvida r lasfuertes críticas qu e se le pueden realizar. También la defensadel modelo de be pasar po r profundas transformaciones denuestras políticas, pa ra que la igualdad de posiciones no en­mascare un conservadurismo social y cu ltural incon fesable.

La redu cción de las des igualdades en los ingresos debe seruna prioridad. Es urgente ponerl a en marcha , sin esperar aqu e el crecimiento recuperado haga de ella una operación in­do loro. Es perfectamen te concebible baj ar el techo de los in­gresos más altos, no sólo para red istribu ir los ingresos sillapor razones sociales y morales. ¿Cómo clamar por la igualdadde oportunidades y la confianza mu tua cuando las elites eco-

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r i o REPENSAR LAJUSTICIA SOCIAL

nómicas acapara n salarios ybo nos fuera de lo común? ¿Cómoped ir a las clases med ias superiores que reduzcan su tren devida. cua ndo los ricos son tan ricos? Se puede pe nsar tam biénqu e , si los respo nsables políticos adop taran un modo de vidamás sobrio. podrían más fácilme nte exigir los sac rificios qu eellos mismos ape nas si se imponen invocando la grandeza desus fun ciones y su propia vanidad.

Pero se sabe bien que la redistr ibución no se hace esenc ial­mente sobre "las espaldas de un puñado de ricos"; se hace e ne l in teri or mismo de la estructura social. Cua ndo u na partesignifica tiva de las riq uezas se redistribuye, es importan te sa­be r quién paga v quién recibe . ¿Quién paga el seguro socialy quién se hace tra tar por el se rvicio de salud? ¿Quié n pagala ed ucación y qu ien se be ne ficia de ella a través de sus h ijos?Co mo la igu aldad teórica de ofe rta escolar es ciega a las de­sigualdades soci ales, un a ma nera de salir de esos bucles dedecepción co nsiste en co nst ru ir políticas más eq uitativas te­n iend o la capacidad y el coz-aje de obse rvar más de ce rca losmecanismos de las tran sferencias.

Luego del ZEP (zonas de educación prioritarias) , numero­sos d ispositivos han facilitado el acceso de los bu enos alum­nos provenientes de ento rnos desfavorecidos a las mejores ex­pectativas de formación, multiplicando las opciones de apoyoescolar, las ayudas financieras y a veces la reserva de lugares.Si b ien no se pu ede reprochar nada a esas medidas, sino sueficac ia limi tada, es necesario constatar que no cue stio na n ladesigualdad de la ofe rta esco lar "normal". En efecto , no sólolos mejores alumnos son los mejores por razo nes familiares ysociales, sino q ue se benefician de una oferta escolar d e me­jor calidad a pesar de las pocas med idas de discr iminaciónpositiva. Y la igualdad de opo rtu nidades rneritocrática accn­túa esa desigu ald ad . Desde este pu nto de vista, es j usto qu e laescue la dé más a los qu e tienen más mérito . Les ofrece forma­ciones más largas, más caras y más útiles e n términos de e m­pleos y de ingresos. No sólo es justo recompensar el mérito,sino q ue ade más es buen o hace rlo, porque los más me rito rios

PRIO RIDAD A LA IC UALDAD DE POS IC ION ES 1 I1

desarrollarán compe tencias que será n útiles para todos al tra­bajar co mo méd icos, ingenieros, investigadores, e tc.

El único problema es qu e los más merito rios son tambiénlos más favorecidos socia lme n te y de este modo la co lectivi­d ad da más a los qu e ya tienen más. Si u no se pregun ta qui énpaga y qui én gana en este asunto, es to talmente posible quepor e l juego de las tasas y los impuestos, los menos favorecí­dos, cuyos h ijos real izan estudios cortos y poco ren tab les, pa­guen por los o tros. En cuanto a la utilidad social colectiva delas el ites esco lares, no es fácil di stingu irla de la ut ilidad pri­vada. ¿Pero es necesario paga r los estud ios de los alum nos dela Politécn ica si luego se vuelven IrcuJns, o los de los estudian­tes de medicina para que después pasen a engrosar las filas de105 especia listas que viven en la Costa Azul, e n tanto qu e fal­tan médicos clínicos en el campo ? Estas pregun tas son com­plej as. pe ro vale la pena mirar po r detrás del velo del méritoesco lar y de la gratuidad (supuesta) de los estudios.10

Por más que esto huela un poco libe ral , debe co nstatarsequ e las "ventajas adquiridas" son paga da! po r qui enes no lastienen y que resulta muy egoísta defender un derech o parti­cu lar a la jubilación co n cincuen ta añ os bajo el pretexto deque todo el mundo debería gozar de él. En tiempos en quelos regímenes de jubilación son cuestionados. la igualdad deposicio nes exige que sean aj ustad os sobre los riesgos profesio­na les cubiertos y sobre la esperanza de vida de los grupos pro­fesionales. Co mo un iversitario , estoy mejo r cubierto qu e unobrero de la construcció n o qu e un chofer de tra nspo rte. Nosólo es toy mej or pago , sino que , estadís ticame n te, mi j ubila­ció n será más p rolon gada y más co nfortable. El reparto deriesgos de man era más igualitaria consiste tam bién e n com-

10 Paradójicamenk. no el ....ro qu e 10. paise. lIbf:rales, en los cua le. lo.estudi os . upe riorel mi. pre ll igio_ son pagos ycaro•• ell.lbletcanliSll':m:l.,5 de~"5 g....cias a los cuales lo. meno. f:lSon:<:idosacceden aformaciones que nuestro par•. que prefie re 1;1. gratuidad. no le.ofrece.

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112 REPENSAR LA JUST IC IA SOC IAL

partir el rie sgo de desem pleo. del que se sabe que es ex tre ma­damen te desfavorable para losjóvenes. las mujeres, las m ina­rías y los trabajado res poco calificados. Y ya que riesgo h ay.¿por qu é abandonar, por d esco nfianza hacia un pre tendid osocial-liberalismo. los intentos de políticas de "Ilexisegu rlded "en favor de u na posición vitali cia que se sabe perfectamenteque vale sólo para una m inoría?

Más allá de los ingresos y de los riesgos, las desiguald adesson tam bié n las de la calidad de vida y de los bienes colecti­vos. Los embotellamientos, los transportes públicos inciertose incómodos. la d istancia de los espacios públ icos urbanos yde ocio, la geografía de la inseguridad son algu nas en tre tan­tas des igualdades que casi no se to man en cuen ta, pero quearrui nan la vida de much os. Un índice de "felicidad bruta "pe rmitiría captar y co mpensar las desigua ldades que no des­cansan sólo sob re los ingresos.

Much o más que la segregac ión en el empleo, las muje resson pe na lizadas por la división del trabajo doméstico y por lascoacciones que esto les impone. Han soportado tanto, p rácti­carnente sotas, los pesos de la crianza y de la ed ucación de loshijos. que no aspi ra n a las mismas carreras que los hombres; yestos no les co nfian responsabil idades y cargos en los cualesse sospecha que ellas se compromete rán menos. La igualdaddoméstica es la co ndición previa de la igu aldad de o po rru ni­dad es en tre hombres y muje res (M éda , 2001). Más que suge­rir a las mujeres tener Jos mismos proyectos, las m ismas am­biciones y los mismos modelos que los hombres; más queimpon er cu pos que no co ncernirían más que el acceso a lase lites; más vale desarrollar políticas y modelos educativos queco nduzcan a las parejas a compartir e l trabaj o doméstico .Cuando los em pleos reservados a las mujeres sean de factopagados como tos de los hombres, se puede imaginar que es­tos últimos les escaparán me nos y que las mujeres no los per­cib irán más como u na for ma de segregación.

Del mismo modo, más que deplorar la "etnízació n" de lasociedad p ro metiend o una igualdad de oportun idades a

PltlORlDAO A LA IC\JALDAD DE POSIC IONES 11 5

qu ienes las merecen, más vald ría evitar la concentración delas mi norías etnorraciales en ciertas actividades y en cie rtosbarrios. ¿Cómo propon er seriame n te un a disc rimi naci ón po­sitiva cuando se acomoda ta n bien u na discri minación nega­tiva aplastante? ¿Cómo promover algunas cuando la mayo ríaestá sospechada de estar compuesta por criminales en poten­cia, como los polí ticos de derecha insinúan en cada elección?Seguramen te, todos los "dispositivos" son buenos como paraadoptarlos, pero ¿qué peso tienen cuando no se quiere redu­cir las des igu aldades entre las ac tividades profesionale s y en­tre los ba rrios? En un a sociedad más igualitaria, la elecciónde vivir j u n tos y de formar una comunidad no nacería de lacoerción, sino que sería una elecció n de vida positiva. u namanera d e mantener su cu ltu ra y sus raíces, u na manera deconstituir un capi tal social co lectivo. Cuanto más iguales sea­mos en princi pio y en los hech os, más podemos elegir ser d i­fe rentes, sin que esta dife rencia sea un encierro para unos yun pe ligro para otros. En todo caso, una política de estas ca­racterísticas sería mej or que aque lla que orga niza a la vez laselección de algu nas e lites y la guetificación de las otras (e l re­verso de la misma medalla) .

Desde que nos co nside ra mos como fundame ntalme nte li­bres e iguales, la igualdad de posiciones no tiene ninguna su­perioridad normat iva Ofilosófica sobre la igualdad de oportu­n idades. En el horizonte de u n mundo perfec tamente justo ,no habría incluso n inguna razó n para dis tinguir en tre estosdos modelos de j usticia. Pero en e l mundo tal como es, laprioridad dada a la igualdad de posiciones se debe a que ellaprovoca men os "efectos perversos" que su competidora y, porsobre todo, a que es la co ndición previa para una igualdad deoportunidades mejor lograda. La igualdad de posicionesacrecienta más la igualdad de oportunidades que mu chas po­líticas que se d irigen directamente a ese objetivo. Es necesariodefender un "igualitarismo sustentable" (Savidan, 2007), conla mayor igualdad posi ble m ientras resulte fu ncional y hagaun lugar al mérito y a las oportunidades. que siguen sie ndo

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1 14- REPENSAR l..AJUSTtCIA SOCIAl..

una verdade ra exigencia. La igualdad de posiciones puedeser defend ida también en nombre de la libertad persona l si seco ncibe el libe ralismo como el desarrollo de la au tonomía in­d ividual. La redistribución no es una política vana o co nde­nada, desde que el Estado de Bienestar se afirma mej or gra­cias a ella y elige acercar entre sí el espacio de las posic ionessociales antes que pro teger a aquellos que ya están ubicadosen un a. En pocas palab ras, se trata de un proyecto reformista.

La igua ldad de posiciones me parece así un proyecto mássólido y más gene roso qu e la iguald ad de posibilidades. Esmás sólido porque induce a un contrato social más ab ierto, acondición de mirar con mayor ate nción las políticas de ingre­sos, de protecciones yde transferencias sociales. El modelo deigualdad de opor tunidades parece decir siemp re, al final, queuno no les debe nada a los dem ás y que es libre de todadeuda. Pero se olvida demasiado que las opor tunidades indi­vidua les se benefician de las inversiones colectivas. El bu enéxito de algunos no habría sido po sible sin el capital colectivode las infraestructuras, de los equipos, de la cu ltu ra y de lasinstituciones que les han permitido fructificar sus talentos. Laj usticia de las posiciones es más gene rosa porque no permiteolvidar lo que debem os a los otros; recuerda que la produc­cl ón de los vencedo res no ex ige el sacrificio de los vencidos.

Conclusión

Aun si ad mitimos que la igualdad de opo rtunidadeses tan deseable como la igua ldad de las posicion es y que noexiste razó n alguna para jerarquizar los mod elos de justiciasocial. hay qu e defi n ir prioridades qu e comprometan a la ac­ción po lítica y a las representacion es qu e nos hacemos de lavida social. Esto es tan to más indispensable cuanto que hoy, yde manera insensible. el modelo de igua ldad de oportun ida­des se impon e sin qu e se mida qu é es lo qu e esto implica. Essin d uda natural que un gobiern o liberal de derecha prefierael mérito , la respo nsabi lidad individual y la libertad de em­presa. Un modelo que se apoya sobre el imaginario de un acompetencia eq uitativa, de l que se supo ne, por añadidura,que es favorable al dinamismo econó mico, tiene todas lasopo rtunidades de triunfar sobre un modelo qu e es pe rcibid ocomo una sed imen tació n de ventajas adquir idas y de "rigid e­ces".

Pero laj usticia de las oportunidades no es en modo algunoun avatar de la ideología neolibe ral, asimilable a un engaño ya una astuc ia. ¿Hay qu e recordar que el mundo de la escue lano deja de afirmar este principio, mientras que el modelo delmercado le p roduce ho rro r? ¿Hay que recordar qu e el mo­delo de las oportunidades denuncia discr iminaciones inacep­tables que calla el modelo de las pos iciones? Y sobre todo ,¿hay que recordar que cada uno tien e derecho a que se le re­conozcan su méri to y sus esfuerzos. que tiene el derecho a es-­peTar que su vida no sea uu destino escrito de antemano? Sihe defendido la igualdad de pos iciones, no es para negar

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1 16 JlEPENSAR LAJUST ICIA SOCIAL

toda legi timidad al mérito ya la justicia de las oportunidades.Po r el co n tra rio, mi e lección tiene dos motivos.

El primero se debe al hecho de que la igualdad de posicio­nes , al invitar a afianzar la estructura social. es buena para losindividuos y para su autonomía: acrecienta la confianza y laco hesió n social en la medida e n que los ac tores no se com­prometen en una competencia co nt inua , que consiste entriu nfar socia lmente, pero tambié n en exponer su estatuscomo víctima para be neficiarse de derechos específicos. Laigua ldad de las posiciones, aunque siempre re lativa, crea unsistema de derech os yde obligac iones que conducen a su bra­yar 10 que tenemos en co mún y, en ese sent ido, refuerza la so­lidarid ad . No apu nta a la solidaridad perfec ta d e las uto pías(o más bien de las pesad illas) comunistas, pero busca la cali­dad de la vida social y, por ese camino, la de la autonomíapersonal: soy tanto más libre de actuar cuanto menos me veoamenazado por desigualdades sociales demasiado grandes.En esto , nada quita al liberalismo político, alm que conduzcaa domi nar y a limi tar el libre juego del libe rali smo econó­mico . En una palab ra, la mayo r igualdad posible es buena ensí porque refuerza la autonomía de los individ uos.

El segundo mo tivo que me h ace defender la igu aldad depos iciones se debe a que cons tituye sin d uda la mejor man erade realizar la igu aldad de oportunidades. Si las oportu nida­des son defin id as como la posibilidad de elevarse en la estruc­tura social en fu nción del mérito y del valor, pa rece evidenteque esta fluidez sea tanto mayor cuanto menos distanciadasen tre sí se encuentren las posiciones; los que suben no tienentant os o bstácu los que franquear y aquellos que desciendenno se arriesgan a pe rderlo todo. En contra de un mito tenaz,existe mayor movilidad social en Francia que en Estad os Uni­d os, dond e las di stancias en tre las di stintas posiciones sonmás grand es. En efecto, al menos desde los p rincipios que larigen , la igua ldad de o po rtu n id ades no dice nada ace rca delas d esigualdades sociales que separan entre sí a las d isti ntaspo siciones; y el foso es a veces tan profundo que los lnd lvl-

CONCLUSiÓN I 17

duos pueden no franquearlo jamás, con la excepción de algu­nos héroes cuyas hazañas se pone n en un marco doradocomo una suerte de propaganda. A pesar de l "principio de d i­ferencia- que invita a obrar de modo que la igualdad de lasoportunidades no degrade la condició n de los menos favore­cidos (Rawls, 1987) , hay que constatar que, en todas las partesdonde re ina , las desigu aldad es se profundizan.

Se habrá comprend ido ya, sin duda, qu e este pequeño en­sayo no es u n eje rcicio de ñlosofla social to talmente gratuito.De algún mod o, me lo ha dic tado la situación polí tica Iran­cesa. Mientras que la derech a po ne por las nubes la igualdadde oportunidades, la izquierda está rigtd izad a: en té rm inos fi­losóficos y po líticos, no tiene nada qu e oponerte. O bie n do­bla la ap uesta sobre ese terreno, o bie n defiende el Estado deBienestar tal co mo fu nciona. con sus defectos y sus conserva­d urismos, para complacer a sus clientelas tradicio na les, queson también las más protegidas. Presa de u n ataque de p á­ni co, reencuentra los viejos reflejos del radicalismo verbalaunque sin tomar en se rio sus prop ias ind ignaciones . Yla iz­quierda de la izquie rd a ya no es cre íble cuando llama a un aruptura decisiva que no tiene intención alguna d e llevar a t ér­

mi no . En última instancia . todos defienden sus derech os ad­qu iridos y se p roclaman tan to más rad icales cuanto qu e noquieren cam biar nada. Duran te este tiempo, la -ve rsión libe ralde la igualdad de oportunidades se impone en las prácticas yen los hechos, aun cuando a nuestro país le cues te aceptareste ca mbio.

La igualdad de las posiciones podría cons titu ir uno de loselementos de la reconstrucción ideológi ca de la izquierda, aco nd ición d e que esta tenga u n poco de coraj e: el coraje depra"ocar el descon tento de u n sector de su electorado (quepor o tra parte está huyendo de ella a toda velocidad) y de sera lgo más que el partido de las clases calificadas y econ ómica­me nte desa hogadas. La izqu ie rda de bería tener también lacapacidad de romper co n las fáb ula...que se cuenta a sí mismaso bre el Estado de Biene star y los servidos públicos, de los

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11 8 RE PENSAR LAJUSTICIA SOCIAL

cuales este se ha vuelto guardián puntilloso a falta de una vo-­luntad de transformación. En la actualidad, la palabra "re­forma" ha pasado al vocabulario de la derecha , y el rechazo alcambio es el estandarte de la izqu ierda. El firme deseo deigua ldad permitiría salir de este callejón sin salida y hacer elverdadero trabajo del políti co: transformar princip ios en pro­gramas y tener una ofer ta pa ra aquellos que han dejado dereconocerse en las representaciones políticas de la vida socia l.

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francois dubetrepensar la justicia social

Hay quíenes pien$ar'l ooe el rT'lEljof modo detrabaja¡ por lajusticia social es ¡:M"ocurar la igualdadde posiciones. esto es,redistribuir la riqueza y asegurara todos un piso aceptable eaconcftciooes de vida Yde accesoa la educacl6n. los serviciosy la seguridad. y hay quienes piensanque lo importante ee­

garantizar la igualdad de ccortcnoeoes. de manera Que

cada uno coseche logros de acuerdo con sus méritos, enel merco de una competencia eQuitativa. O se apuesta a unsistemasolidario. en el que es central el papel del Estado,o se apuestaal ijbre juego de la iniciativaprivada.

Nadie podria estar en contra de estos modelos, ya que unasociedad democrática debelia combinar la Igualdad fundamentalde todos sus miembros y las -justas ínequidadeS" que surgen del

esfuerzoy el taeoto personales. SInembargo, los responsablesde la eccóo poIfticadeben dar priOridad a uno u otro. Deentrada. Frarcce Ducet alerta contra la trampa de la igualdad de

oportunidades,que es hoy el discurso hegemónico. Aun cuandoresponda al deseo de movilidad de las personas, profundiza las

cesquaoaoes y puede conducir a la lucha de tocos contra todos.

Entooria, el hijo de unobrero tiene las mismas p:>sibilk:lades deacceder a un puesto jerárquico que el hijo de un ejecutivo y, sifracasaen el intento, se atribuiráese resultadoa razonespuramenteiflCfllJiduales; en Joshechos. entre las condfciones de vida de unoy otro la distancia es tan honda que se vueNe Infranqueable.

Decldido a irlstalarun debate serio, Dubet defiendeel "modelode las poscooes", porque atenúa las orectee entre los

diferentes estratos scoees. AnaIl2:ando el ámbito de la escuela.

la situación de la mujer y las mooeas. este brillanteensayistaplantea la necesidad de una reccostnccoo intelectual de laizquiefda, QUe debe atreverse a tradUCir principios en programasy a interpelar a quienesse sientenajenos a la cosa púbrte8.

ISBN: 978-98 7-629- 163-7

~ siglo veintiuno..fX.'.I editores