exposición organizada por la fundación corpartes …de neruda, con más de 100 libros en...
TRANSCRIPT
2
3
Exposición organizada por la Fundación CorpArtes conjuntamente
con la Fundació Joan Miró, Barcelona.
Catálogo publicado con motivo de la exposición Joan Miró,
La fuerza de la materia, que tuvo lugar en el Centro de las
Artes 660 / CA660, de agosto a noviembre de 2014.
Joan Miró, La fuerza
de la materia
6
Álvaro Saieh Bendeck Presidente Fundación CorpArtes
Fundación CorpArtes
7
La Fundación CorpArtes, fundación de nuestra familia, abre
las puertas del Centro de las Artes 660 o, CA 660, con la
muestra Joan Miró, La fuerza de la materia.
Finalmente CorpArtes tiene su casa propia. Hemos
concretado el sueño, que nace el 2002, de crear un espacio
para la cultura con experiencias de excelencia y que sea
accesible al mayor número de personas. Esta obra fue
construida con un claro objetivo: ser compartida con nuestra
comunidad, para que las familias vivan la experiencia del
arte y la cultura. Estos han influenciado profundamente
nuestra forma de apreciar la vida y en ocasiones se
olvida que ambos, arte y cultura, son muy relevantes en la
adquisición real de educación y comprensión. Queremos
ser una opción para quienes buscan educar a sus hijos en
la vida buena.
En estos 12 años CorpArtes ha sido parte activa de la cada
vez mayor vida cultural de nuestro país. Múltiples muestras
son testigo de ello, como la exhibición de esculturas de
Degas, las pinturas de Botero y la selección de obras de
Balmes y Barros, la cual también fue exhibida en tres países
de Latinoamérica. Además de la exposición de manuscritos
de Neruda, con más de 100 libros en diferentes idiomas en
Chile, Estados Unidos y Venezuela.
Hemos organizado concursos y festivales; nos orgullecemos
de la organización del Festival Internacional de Cine de
Santiago (Sanfic), el cine de verano, Exit el festival de
estudiantes de teatro, los festivales de teatro en vacaciones
de invierno y verano, la selección de la escultura en
honor a Neruda en Cantalao, entre otros. Creemos en la
proyección de Chile en el mundo y por ello hemos apoyado
a nuestros artistas en distintas partes del mundo, como lo
es la participación en el pabellón de Chile en la Bienal de
Venecia. CorpArtes ha impulsado múltiples eventos a través
de estos años, que en un cálculo simple, alcanzan los 1.000,
llegando a más de 600.000 asistentes.
Uno de nuestros objetivos es, a través de estas experiencias,
contribuir a la creación de capital cultural, esencial para el
desarrollo integral de nuestra sociedad. Deseamos llegar a
quienes tienen menos oportunidades de acceso a la cultura,
en especial a los niños, y para ello, implementaremos un
programa educacional ambicioso e innovador. Creemos que
la colaboración con instituciones similares es crucial y por
ello trabajaremos para ser miembros activos de una red de
centros culturales, museos y teatros, tanto de Chile como en
el exterior, y así poder convocar a artistas y académicos de
talla mundial. Queremos invitar a todos los empresarios y
emprendedores a hacer de este centro su lugar para apoyar
el arte y la cultura.
Por primera vez en nuestro país y en el marco de la
inauguración del sector de las artes visuales del CA660,
ofrecemos al público una completa colección de pinturas,
esculturas y grabados de uno de los artistas españoles
más polifacéticos del siglo XX. Joan Miró Ferrà incursionó
en la pintura, la escultura, la decoración, los grabados,
la litografía y la poesía, entre otras disciplinas. En todas
conoció a sus más destacados exponentes y compartió su
talento con sublimes pintores, literatos y poetas de su época,
como Picasso, Huidobro y Hemingway, entre muchos otros.
Se trata de una muestra inédita, conformada por piezas que
nunca antes habían sido exhibidas de manera conjunta, y
una de las más importantes presentadas en Latinoamérica.
Nos complace contar en la apertura de esta exposición con
la presencia de su nieto, Joan Punyet Miró, probablemente
la persona que más conoce la vida íntima, obra y legado
artístico de su abuelo. Es un privilegio poder conocer a
través de su relato, el cariño y compromiso de su abuelo con
nuestro país y con la “intelectualidad chilena”.
En casi mil metros cuadrados de galería, podrán apreciar
más de un centenar de obras del artista que hablan de
la facilidad de Miró para desplazarse entre la pintura, el
dibujo, la escultura y la obra gráfica.
Queremos inaugurar este Centro Cultural con una exposición
única, que sin duda será recordada por los chilenos.
Agradecemos a la Fundación Joan Miró y a la familia del
artista, por haber confiado en CorpArtes y en su gestión
cultural. Ha sido un trabajo apasionante, no exento de
dificultades, pero que nos hace sentir muy orgullosos.
Quiero agradecer a todos quienes han sido parte
fundamental de este trabajo, tanto de la construcción de
CorpArtes como fundación, como de aquellos que han
estado en la obra del centro cultural. Sin su esfuerzo y
compromiso, esta obra no habría sido posible.
8
Rosa María MaletDirectoraFundació Joan
Miró
9
Si la condición requerida para que un autor –literario o
plástico– pueda ser considerado un clásico es que su obra
se mantenga vigente con independencia de la cronología,
podemos afirmar que Joan Miró es efectivamente un clásico.
El clasicismo de Miró, sin embargo, no responde a unos
cánones convencionales ni a un tradicional concepto de
belleza. Su obra es el resultado de un sabio equilibrio
entre los distintos factores que determinaron su personal
manera de expresarse.
Entre estos cabe destacar, en primer lugar, su personalidad
y su carácter. En Joan Miró, la actitud tranquila y reflexiva
era perfectamente compatible con un carácter curioso e
inquieto. Fue este aspecto el que lo condujo a experimentar
con todas las técnicas que tenía a su alcance y el que
le permitió definirse «como un pintor al que le gustaba
trabajar con los elementos más diversos». Esta curiosidad,
acompañada de una firme autoexigencia, le llevó a no
escatimar esfuerzos para dominar los secretos de todos los
campos que exploró. Del mismo modo que, en las clases del
maestro Francesc Galí, el joven Miró había sido capaz de
dibujar objetos no vistos, solo conocidos por la experiencia
táctil, a lo largo de toda su vida siguió planteándose
múltiples retos para evitar soluciones demasiado fáciles.
El otro factor que desempeña un papel determinante en la
personalidad artística de Miró es el que aglutina toda la
herencia que procede de la tradición, tanto popular como
cultural, por él recibida. Sin las experiencias vividas por el
artista en el entorno rural que tanto apreciaba, nos resultaría
difícil captar el sentido de sus esculturas. Igualmente difícil
podría ser llegar a comprender el valor universal que tienen
los temas más recurrentes en su obra –la mujer, los astros, los
pájaros– si prescindimos de la tradición. Todas las fuentes
culturales ligadas a las mitologías mediterráneas hacen
referencia a la mujer, como símbolo de vida y fertilidad, a los
astros, que marcan el paso del tiempo y el ciclo de la vida, y
a los seres alados, a medio camino entre la esencia terrenal
y divina. Miró es un peldaño más en la evolución del arte
de un país que conserva restos de pinturas paleolíticas,
que guarda el importante legado de los frescos medievales
románicos de las iglesias del Pirineo y que tiene aún muy
cercana la aportación de Antoni Gaudí en su arquitectura.
Esta continuidad en la tradición siguió un camino
único, sin precedentes, condicionado por la voluntad y
el interés de Miró para conseguir llegar, con su obra, allí
donde llega la poesía. No es la literalidad lo que cuenta
sino la emoción que despierta. Este tercer elemento, que
el artista tuvo en cuenta desde sus inicios, se refuerza de
manera decisiva a partir de su primer contacto con los
poetas y escritores surrealistas.
La obra de Joan Miró, tan fácil de identificar pero tan
difícil de imitar, capaz de hablar al espectador con las
formas aparentemente más simples y de manifestarse
con los materiales más humildes, se presenta ahora en
Santiago de Chile con una amplia selección de pinturas,
esculturas y obras gráficas. Aunque vivimos en una época
en que las comunicaciones hacen posible la inmediatez en
la circulación de la información oral y escrita, no resulta
fácil trasladar el impacto visual de la obra de arte sin el
contacto directo. Por eso nos complace poder presentar
hoy la exposición Joan Miró, La fuerza de la materia,
que ha viajado de la Fundació Joan Miró de Barcelona
a Santiago. Esto ha sido posible gracias, en primer lugar,
al interés manifestado por Catalina Saieh, vicepresidenta
de CorpArtes y Jacqueline Plass, directora general de la
Fundación CorpArtes, por inaugurar el Centro Cultural con
la obra de Joan Miró. La modélica organización de este
centro y su staff profesional han sido un factor decisivo para
llevar adelante el proyecto. La favorable acogida que este
ha recibido por parte de la familia Miró y, de forma muy
especial, por Joan Punyet Miró y Lola Fernández, nieto y
bisnieta del artista, ha sido asimismo un factor decisivo.
El acuerdo, por último, del Patronato de la Fundació Joan
Miró para organizar la exposición ha permitido reunir el
relevante conjunto de obras que integran Joan Miró,
La fuerza de la materia.
Celebramos que Joan Punyet Miró, historiador del arte y
nieto del artista, haya aportado su reflexión y su testimonio
en el texto que ha escrito para el catálogo.
Nuestra más afectuosa felicitación va dirigida a
Catalina Saieh y a Jacqueline Plass, con el más sincero
deseo de que este Centro que hoy se inaugura pueda
dar un eficaz servicio al público y encuentre, así, el
reconocimiento que se merece.
10
Joan Punyet MiróJoan Miró y la poética existencial
Joaquim Gomis: Joan Miró, 1944. © Hereus de Joaquim Gomis. Fundació Joan Miró, Barcelona
11
Anotaciones de Miró años 30.Archivo Successió Miró.
1. En 2007 fue cedida por la familia Miró a la Fundació Joan Miró de Barcelona.
El interés de Miró por los intelectuales chilenos empezó hace
muchos años, allá en 1917, cuando la revista NORD-SUD
vio la luz del día gracias a Vicente Huidobro, Max Jacob,
Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy. El alma de Miró
anidaba en la literatura de esta publicación francesa con
sangre chilena en sus venas. Europa se desangraba por el
inhumano conflicto de la Primera Guerra Mundial, y Miró
necesitaba leer tanto como su cuerpo necesitaba comer. De
hecho, llevaba un control exhaustivo de su peso, su presión
sanguínea y su alimentación, como el piloto de Fórmula 1
que necesita regular la mecánica de su bólido para llegar
primero a la línea de meta.
Costumbre poco corriente en un ser humano ordinario,
pero lógica en la mecánica espiritual de un alma infinita
que transitaba por un cuerpo finito. Sin haber pisado jamás
tierras chilenas, Miró mantuvo un interés por la literatura y la
poesía que provenía de sus intelectuales. Y es lo que ocurre
con genios del siglo XX como Picasso y Dalí que, habiendo
creado una poética artística universal, se trasladan más allá
de un límite nacional, político o geográfico, para acabar
siendo de cualquier lugar y de ninguno a la vez.
En 1997 tuve como tarea realizar un inventario muy
exhaustivo de los 1700 volúmenes que forman la biblioteca
personal de mi abuelo. 1 Y ahí fue cuando apareció el
poemario de Vicente Huidobro publicado en París en
1921 titulado Saisons Choisies. De hecho, Miró y Huidobro
llegaron a intercambiar correspondencia, y mantuvieron
conversaciones bastante a menudo durante sus encuentros
en París. Pero esa publicación ejemplar de un chileno en
París compartía estantería con el Manifiesto Surrealista
que firmó Breton en 1924. La imperiosa necesidad de
12
Joan Miró, Pilar Juncosa y su hija Dolores, París 1931.Archivo Successió Miró.
Dos mujeres1931
Grupo de personajes en el bosque
1931
“existir” en el París que se encontró un Miró de 31años, le
empujaba a romper la placenta del pasado para respirar
el aire del futuro. Teniendo como punto de partida el
chasquido nihilista y la imagen destructora de DADA,
aparece un nuevo lenguaje al que ni siquiera Miró se
atrevió a ponerle nombre. En una carta se refiere a sus obras
como “X”, ante la incapacidad de definir el resultado de su
insurrección. Pero las “pinturas oníricas” de la época y su
radicalización artística no le impiden contraer matrimonio
con Pilar en 1929; año del crack financiero en Wall Street.
Y un año más tarde nace Dolores, única hija de Miró, que
equilibra la terrible crisis de expresión plástica que sufría
durante aquella época. En 1931, durante la fundación de la
Segunda República Española, pinta Grupo de personajes en
el bosque y Dos mujeres, obras que presentan la evolución
pictórica audaz de Miró en el difícil y convulso quinquenio
republicano. No es de extrañar que en esos momentos Miró
mencione su intención de asesinar la pintura, para empezar
un rechazo frontal a todo concepto pictórico preestablecido.
Figuras biomórficas habitan un espacio gaseoso e ingrávido,
donde predominan los ocres y las manchas accidentales de
un artista, que muchos se han atrevido a denominar como
precursor del action-painting de Pollock o los color-fields de
Rothko. Durante esos años realizó una serie de collages
revolucionarios por su carácter demoledor y perturbador,
cercano al espíritu nihilista Dadá. Maderas sin tratamiento
alguno, desnudas y desprovistas de toda pintura decorativa
o barniz protector, aparecen con clavos, candados y
cadenas. Estos objetos no nacieron determinados por
el ejercicio de una reflexión sino, más bien, todo lo
contrario. La insurrección del artista catalán en contra de
la academia, favorece el resurgir de un antiarte convulsivo
e inquietante. La materialidad de lo pobre, lo rechazado y
13
lo aparentemente obsoleto es recuperado, para formalizar
una agresión en toda regla en contra del concepto de
belleza pre-establecido. Una vez estos ensamblajes cobran
vida, adquieren una presencia intensa y penetrante ante el
inquieto ojo del espectador, que no puede parar de observar
con cierta inquietud las obras creadas por Joan Miró.
Volviendo de nuevo a la intelectualidad chilena, cabe
recordar que existe una carta que le envió en 1932 Eduardo
Lira, chileno de nacimiento pero venezolano de adopción,
país del que se convirtió en una figura esencial en la escena
artística y musical. En esta carta, Lira asegura que supo
de la existencia de Miró a través de un artículo escrito por
Huidobro. Prosigue diciendo: “Vicente nos habló largamente
de su arte. Su concepción pictórica entusiasma a los jóvenes
de este país […]. Desgraciadamente aquí en Chile no
hay nada […]. Veríamos con mucho agrado si pudiéramos
mantener cierta relación con Ud. Un aislamiento completo
de todo lo Europeo; desconocimiento de lo que se produce
y de la actividad de Uds…” 2 Lira vuelve a escribir a Miró
de nuevo en 1933, cuando le agradece su respuesta: “He
tenido también una gran felicidad al leer lo que Ud. dice
de Vicente Huidobro. Tal vez nosotros los jóvenes, en este
país infecto seamos los únicos que hemos dejado que su luz
bañe nuestro espíritu”. 3
De nuevo, en la biblioteca de Miró, emerge un oasis
huidobriano publicado en 1932 y titulado Gilles de Raiz con
esta tierna dedicatoria: “Para Joan Miró que inventó el azul y
otros colores propios. Con el afecto de su viejo amigo Vicente
Huidobro”. Y más adelante, del mismo autor, Tremblement
de ciel, con unas dulces palabras que dicen “A mon ami le
peintre Joan Miró, un recuerdo de su amigo y admirador,
Vicente Huidobro”. Pero en pocos años la terrible Guerra Civil
Española iba a comenzar, para enfrentar a los españoles en
dos bandos: el Republicano y el Franquista. Cabe mencionar
a los brigadistas canadienses, estadounidenses, ingleses y
franceses que vinieron a luchar con los Republicanos contra
las tropas de Franco, apoyadas por Hitler y Mussolini.
En esta época, el dibujo predomina con una intensidad
abrumadora que acoge en sus tripas el grito silenciado por
el horror que padecen. Miró no les da unos títulos poéticos,
prefiriendo limitarse a dejar algunos de ellos sin título o, en
algunos casos, llamarlos Mujer o Pájaro. Formas irreverentes,
descompuestas o deformes sobre fondos negros o rojos
sanguinolentos, nos hablan de muerte y desazón. Temiendo
por su vida, Miró se va a París en 1936, donde algunos
meses más tarde llegarán su mujer y su hija. Viendo como
avanza el deterioro de la situación internacional Miró ve
como sus dibujos se alejan de toda realidad; especialmente
con la serie de las 23 Constelaciones pintadas durante 1940
y 1941. La musicalidad de dichas obras nos alejan del dolor
recurrente plasmado en otras composiciones de la época,
llevándonos hacia la paz y la inmensidad del universo. El
ejercicio de introspección lo conecta con la luz de la noche,
la luminosidad de los astros y la grandilocuencia de la
forma. En 1942, mujeres, pájaros y estrellas nos adentran en
la madurez de la línea que perfila monstruos con poderosas
bocas y enormes ojos. Estos parecen fantasmas robados por
la mano de Miró de las terribles pesadillas e imágenes que
habitan su subconsciente. Constelaciones primitivas adoptan
en su vientre el trazo de un pintor consciente de la barbarie
que atraviesa la humanidad. Millones de muertos esbozan
el panorama más sombrío de la historia reciente de Europa,
cuando Miró expresa sus sentimientos mediante la reacción
en cadena de espacios cromáticos donde anidan personajes
grotescos y estrellas que iluminan el caos y la destrucción
que provoca la Segunda Guerra Mundial.
En 1947 viaja a Nueva York por primera vez con su mujer y
su hija, dejando atrás una España sumida en una terrible
depresión. A diferencia de Alemania e Italia, donde vieron
caer los regímenes totalitarios de Hitler y Mussolini, en
España se padecieron 35 años de dictadura franquista.
Era tal la presión y el acoso, que numerosos intelectuales
se vieron forzados a exiliarse a diferentes países
latinoamericanos, donde fueron recibidos con los brazos
abiertos y, además, se les ofrecieron facilidades
para comenzar una nueva vida. 4
2. Archivo Successió Miró, Palma de Mallorca. 3. Ibíd. Menciona a Gabriela Rivadereina, María Valencia, Waldo Parraguez, Jaime Dvor, Claudio Costa, Colodia Teitelboim, Eduardo Anguita. Acerca
de todos ellos, Miró escribe lo siguiente a Christian Zervos el 19 de julio de 1934: “Creo que es un grupo muy interesante, uno que podría comprometerse mucho”. Fonds Société Kandinsky, París.
4. Como no mencionar aquí el inmenso agradecimiento a Pablo Neruda, que en su cargo de Cónsul de Chile en París, organizó el traslado de varios miles de refugiados republicanos a bordo del Winnipeg.
Amigos de Miró, como el arquitecto Germán Rodríguez Arias o el periodista Francesc Trabal, fueron acogidos poco después continuando allí su trayectoria profesional.
14
Al acabar la estancia de nueve meses en Nueva York, Miró
se instaló en Barcelona donde comenzó a trabajar el dibujo
desde otra perspectiva, dejando que su mano gravitara
libremente sobre la hoja virgen de papel. Los fondos fueron
compuestos con una materia líquida capaz de evocar las
más sorprendentes variaciones. Su ligereza translúcida hace
eco de la incógnita del vacío que Miró brinda para acoger
a sus astros, pájaros, mujeres y signos. Tras la contienda
bélica, las formas nos sugieren visiones hipnóticas cargadas
de latidos prehistóricos y connotaciones musicales. En
1949, el poeta francés Raymond Queneau publicó un libro
extraordinario titulado Joan Miró ou le poète prehistorique,
en el que habla del hermetismo de sus obras, así como de
las dificultades que encuentran los espectadores al intentar
descifrar los códigos lingüísticos mironianos. En algunos
momentos, compara el lenguaje pictórico del artista catalán
con la escritura china, obligando al espectador a conocer
un número específico de caracteres para interpretar el
significado de cada pictograma. La escritura de Miró se nos
escapa de las manos aunque, tras un lento escrutinio, vemos
Sin Título1949
“Son Abrines” con la casa de Joan Miró y el estudio Sert, Palma de Mallorca 1970.Archivo Successió Miró.
como algunas claves se van descodificando paulatinamente
ante nosotros. Por ejemplo, en el dibujo Sin título de 1949,
observamos un personaje central con una mirada hipnótica
próximo a una inquietante luna negra. Pictogramas oscuros y
erráticos parecen emerger de otro espacio y de otro tiempo,
manteniendo una rigurosa esencia nostálgica de un mundo
primitivo. Ocres y tierras componen el fondo de un espacio
universal en el que también convergen unos grafismos
negros borrados, esfumados y vaporizados por un grattage
concienzudo realizado por el artista catalán.
Miró trabajaba sus composiciones, de la misma manera en
que Pablo Neruda componía sus poemas. Después de todo,
los dos eran unos poetas que volaban alto, muy alto para
preparar concienzudamente su caída al vacío o quizás,
más bien, su incursión por la puerta trasera al mundo del
subconsciente. La poesía chilena reaparece en la biblioteca
personal de Miró con el libro de Neruda titulado Las uvas y
el viento, publicado en 1954. Este libro nos muestra el camino
recorrido por el autor en Europa, retratando la devastación
15
de las guerras, la nueva cartografía política y, como no
podía ser de otro modo, Neruda abre las ventanas de su
alma de par en par para que entre la luz de la humanidad
y su poder de concordia y conciliación. Dos años más tarde,
en 1956, con este libro y muchos otros bajo el brazo, Miró
realiza la mudanza definitiva de su biblioteca personal a
la casa que se construyó en Palma de Mallorca, lindante
al vanguardista estudio que le diseñó su buen amigo y
arquitecto, Josep Lluís Sert. Cuando Miró llegó a su nuevo
estudio empezó un ejercicio de autocrítica extraordinario,
empujándole a destruir la mayor parte de las obras que
había creado en su estudio barcelonés. Una nueva etapa
comenzaba para un Miró distinto, que decide permanecer
en una isla del mar Mediterráneo para restablecer sus
vínculos con la naturaleza. De alguna manera, Neruda
habla de este sentimiento en su libro Tercer libro de las
odas, publicado en 1957 y que también se encuentra en
la biblioteca particular de Joan Miró. Por alguna razón me
parece respirar un mismo aire al leer a Neruda y al mirar
a Miró. En 1959 Miró declara: “El anonimato me permite
renunciar a mí mismo, pero al renunciar a mí mismo llego
a afirmarme más. […] El mismo proceso me hace buscar el
ruido oculto en el silencio, el movimiento en la inmovilidad,
la vida en lo inanimado, lo infinito en lo finito, formas en el
vacío y a mí mismo en el anonimato”. 5 Entonces, del mismo
modo en que Goya se instaló en la Quinta del Sordo,
Monet en Giverny, Picasso en Mougins, Calder en Saché y
Pollock en Long Island, Miró decidió hacerlo en Mallorca.
Todos estos artistas optaron por huir de la gran urbe con
el fin de poder trabajar en un lugar más tranquilo, sin ser
constantemente interrumpidos por visitas de curiosos que
alterasen su ritmo de vida.
Pero no es mi intención, bajo ningún concepto, dar la
impresión de que Miró ya se consideraba un viejo artista
retirado que deseaba irse a un lugar tranquilo para morir
en paz. Nada más lejos de la realidad. En 1960, a los 67
años, continuaba con una necesidad vital y con un anhelo
creador extraordinarios. Muchas de las obras de esa época
muestran su pugna por la definición de un lenguaje pictórico
único, irrepetible y vertebrado, mediante la utilización
Pintura1960
5. “Trabajo como un jardinero”, Yvon Taillandier, en XXe Siècle, 15 febrero 1959, en Margit Rowell, Joan Miró. Escritos y conversaciones, IVAM/Colegio Oficial Aparejadores y Arquitectos Técnicos,
Valencia-Murcia, 2002, p. 342.
de un alfabeto primitivo que coexiste sobre un fondo
matérico dispar. Uno de los ejemplos más reveladores lo
encontramos en la obra titulada Pintura, realizada en 1960,
cuyas formas gravitan sobre una materia bruta. Una tabla
de madera reciclada, quizás, de algún envío que le llegó
a su casa desde París o Nueva York. En este caso el azar
entra en juego dentro de la retórica mironiana. Sin duda,
por alguna razón que desconocemos, al cruzarse durante
un breve instante de tiempo con este trozo de madera
rechazado, que carece de valor alguno, Miró redescubre
en él toda la vida que parecía haber perdido. Se observan
las marcas, las manchas y la pátina que el paso del tiempo
ha ido depositando sobre ella. Miró decide crear, con un
simple trazo negro, un eco simbólico con una silueta a lápiz
preexistente e indecisa, azarosa y desequilibrante que
ya habitaba este particular soporte. Varios años antes se
hablaba del Tachisme en Francia con pintores como Fautrier
o Dubuffet, también en Estados Unidos emergieron artistas
como Pollock, De Kooning, Motherwell y Cliford Still entre
otros, y en España surgió el Informalismo con Saura, Millares
y Tàpies como faros más relevantes en el horizonte nacional.
En muchos de estos casos, el pensamiento jungiano y la
influencia de diferentes técnicas como, por ejemplo, la del
16
Clovis Prévost: Joan Miró dans son atelier de Palma, 1973, N&B. © Clovis Prévost
17
18
Pintura1962
accidentada, nocturna y astral. Quizás éste sea un buen
ejemplo ilustrativo de la dualidad mironiana, permitiéndolo
pasar de un tríptico monumental, a pintar sobre una vieja
tela reciclada, sin bastidor alguno, pero con la intensidad
del mismo azul que utilizó en el tríptico y la inteligencia
latente del símbolo que pelea por ser.
Debemos viajar momentáneamente al pasado, en particular
a 1912, cuando el maestro Francesc Galí 7 obligaba a
Miró a realizar una serie de dibujos con los ojos vendados.
Miró sólo disponía del sentido del tacto para visualizar
mentalmente los objetos. Con el mero uso de la memoria,
reproducía los objetos mediante una línea a lápiz sobre
papel. Esa experiencia sensorial le ayudaría en el futuro a
trabajar la escultura. Los términos ensamblaje y construcción
son los más apropiados para referirse a su obra escultórica.
automatismo surrealista, hacía brotar en esta generación
de pintores una cascada de sentimientos dispares como
la rabia o el dolor, dejando traslucir el estado de ánimo
de cada artista. Violencia, frenesí, descaro y valentía
palpitaban en sus obras para adentrarse, mediante
la frescura del gesto y la luminosidad del color en la
espiritualidad del ser primitivo que anida en el rincón más
íntimo de nuestra alma. Al volver a Miró tras visualizar el
terreno en que nos movemos, entendemos mejor la distancia
que este druida del color había tomado en referencia al
mundo que le rodeaba. En su estudio de Palma de Mallorca
experimentaba con diversos modos de expresión para
liberar el anhelo creativo que le instigaba a tomar riesgos,
algo que otros muchos hubieran evitado. “Cuando un
cuadro no me satisface, siento un malestar físico, como si
estuviese enfermo, como si el corazón me funcionara mal,
como si no pudiera respirar, como si me ahogara. […] Y al
principio, siento ese malestar que le he descrito. Pero, como
soy muy peleón en esas cosas, me lanzo a la lucha. Es una
lucha entre yo y lo que hago, entre yo y el cuadro, entre yo
y mi malestar. Esa lucha me excita y me apasiona. Trabajo
hasta que el malestar cesa”. 6 Miró no se hizo, en ningún
momento, concesiones gratuitas que pudieran romper el hilo
de su concentración.
A principios de los años 60 Miró trabajaba simultáneamente
sobre soportes dispares como cartón, tela convencional o
trapos viejos reciclados, y técnicas diferentes como cerámica,
escultura, grabado y litografía. Va saltando de un soporte
a otro con el fin de transgredir su última creación para
reinventarse y evitar la repetición. Recuerdo una anécdota
muy significativa relacionada con la búsqueda de materiales
de bellas artes. Cuando los pintores acabaron su trabajo
en el estudio Sert, Miró les pidió que no tirasen las viejas
y gastadas brochas porque deseaba trabajar con ellas.
Y de esas brochas nació el azul acuoso y translúcido del
tríptico Azul I/ II/ III realizado en 1961, y que ahora está en
el Centro Pompidou de París. Para contrarrestar la potencia
lírica de los tres azules, Miró se enzarzó en la escritura
criptada de su subconsciente y realizó unos signos delicados
que gravitan entre tres estrellas negras y un punto rojo.
La obra titulada Pintura, de 1962, se adentra en un terreno
peculiar, al ser realizada sobre una vieja tela con manchas
de disolvente y barnices. Al no tener bastidor, la tela cae
por su propio peso, se estira y cuelga en el espacio, con
sus imperfecciones y sus rarezas, sugiriendo una realidad
19
Joan Miró en la playa de la Barceloneta con los alumnos de la academia de F. Galí, tercero por la derecha en la fila posterior, c. 1915.Archivo Successió Miró.
6. Rowell 2002, p. 337. 7. Joan Miró estudió en la Escuela de Arte de Francesc Galí entre 1912 y 1915.
Lejos de la pureza formal de Brancusi, o del nihilismo
de Duchamp, del heroísmo de Picasso o de la escultura
cinética de Calder, Miró manipula el proceso de asociación
automática e intuitiva de los surrealistas para crear diversos
nexos entre lo real y lo fantástico, lo aparente y lo onírico,
o entre lo eterno y lo efímero. Su primera acción consistía
en reunir los materiales necesarios para empezar los
ensamblajes en su taller. Largos paseos por la playa y el
campo le permitían disponer de los objetos que, además
de sorprender a sus colaboradores, formaban parte de
su pinacoteca predilecta. Ésta se componía de objetos
inverosímiles frente a los ojos de la gran mayoría: latas
oxidadas, clavos torcidos, cestas agujereadas, calabazas,
huesos, huevos de gallina, caparazones de tortuga, fogones,
grifos, martillos, tubos de pintura vacíos, piedras encontradas
en la playa, un tricornio perteneciente a la Guardia Civil,
barras de pan, almendras, tomates, una galleta de Inca,
frascos de perfume, balones de plástico agujereados,
raíces de árbol, tapaderas metálicas e, incluso, un porta
rollos de papel higiénico.
Una vez en el estudio, los colocaba en el suelo formando
círculos para que, por si solos, sugirieran diversas
posibilidades formales al infiltrarse, con sigilo, en el
subconsciente del artista. Una vez allí, en su mundo
imaginario, la alquimia entraba en juego para crear el shock
necesario, la chispa que iluminaba el camino que seguiría
posteriormente su mano. Nunca tuvo interés alguno en
acelerar el proceso creativo sino todo lo contrario, concedía
tiempo a la reflexión intuyendo que así, del diálogo iría
asociando paulatinamente sus ideas. En cualquier detalle,
por insignificante que pareciera, podría residir la clave
que, como decía André Breton, nos acercaría a “ciertos
objetos a los que sólo se puede tener acceso a través de los
sueños”. La transposición progresiva de elementos acababa
componiendo un personaje grotesco, una figura elíptica, un
tótem místico o una cabeza ruda y escarpada. Una mujer
con un sexo desproporcionado, un personaje con un sexo
masculino o una construcción con una caja de sombreros,
son también resultado de este proceso.
20
Francesc Català-Roca. Miró en la Fundición Parellada. Barcelona, 1972 © Fons F. Català-Roca – Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya.
Mujer y pájaro1967
La mayoría de los objetos eran transportados a la fundición
Clementi en Meudon, Susse en París o a la fundición
Parellada de Barcelona. Una vez allí, encerrado en su
mundo imaginario, Miró recibía la ayuda necesaria para
ensamblar los objetos, antes de proceder a la fundición
en bronce. Sólo las palabras justas y necesarias eran
pronunciadas, ni más, ni tampoco menos. No se efectuaban
comentarios gratuitos, ni elogios innecesarios que pudieran
interrumpir esos momentos de silencio. Como explicaba
Manel Parellada: “En el taller había respeto. Si me hubiese
puesto a hablar seguramente me habría echado, lo más
seguro es que me hubiese dicho que venía a trabajar…
Así que era mejor no distraerlo”. 8 Durante una jornada
de trabajo en la fundición Clementi, además de llegar
con objetos inesperados con los que ningún fundidor
hubiese creído que llegaría nunca a trabajar, Miró
presentó una tapa metálica. Clementi se sorprendió al ver
al artista empeñado en que ese peculiar objeto, utilizado
probablemente para tapar una gran olla de barro donde
se cocinaba sopa de arroz para los agricultores que
trabajaban el campo en Mallorca, formase parte de una
de sus esculturas. Finalmente, la pieza pudo acabarse sin
imprevisto alguno, uniendo la tapa a la raíz de un árbol que
21
Miró en la fundición Parellada trabajando en la escultura El peregrino (1973), Barcelona 1973.
Archivo Parellada.
8. Joan Punyet Miró, Al voltant de Miró, Fundació Joan Miró, Barcelona 2014, p. 221.
Mujer 1970
formaba el cuerpo de la escultura titulada Mujer y pájaro
de 1967. Pero la historia no acaba aquí, ya que días más
tarde Miró decidió pintar la escultura de color rojo, amarillo
y azul. Un fundidor de escultura en bronce tiene sus límites,
y Clementi no daba crédito al observar que además de
rechazar los materiales clásicos y la técnica tradicional, Miró
decidió transgredir aún más al pintar de colores un material
tan noble como el bronce. Aimé Maeght, el galerista de
Miró en París, quedó totalmente anonadado al observar la
virulencia y el atrevimiento escultórico de Miró y, una vez
pagada la elaboración de dicha escultura, Maeght le dijo:
“Joan, cómo vamos a vender esta obra…” Miró, ni corto ni
perezoso le contestó: “No te preocupes Aimé, simplemente
debemos esperar 35 años…”
Las esculturas realizadas durante los años 70 en la fundición
Parellada de Barcelona, nos revelan la importancia de
la fuerza magnética, del shock preliminar y de la magia
del instante ante el vacío de la creación. La textura del
material pobre, rechazado y obsoleto se subleva ante
la imposición de las leyes del olvido. Miró les salva del
ostracismo mediante una transformación camaleónica,
supersticiosamente ligada a las leyes del azar y del
accidente fortuito. Por ejemplo, al estudiar con detalle la
escultura Mujer, de 1970, observamos que el cuerpo descansa
sobre una servilleta de tela de un restaurante, fundida en
bronce para la ocasión. El cuerpo circular puede ser un típico
pan mallorquín o un objeto cerámico, mientras observamos
una cuchara adherida, y un brazo modelado previamente
en arcilla para, después, tomar forma en bronce. La cabeza
de la mujer es un pretzel colocado en la parte más relevante
de la figura femenina, simbolizando a la vez la cara con
dos ojos y una boca, o la corona de una reina. La pátina,
resultado de la acción del ácido y el soplete, era aplicada
por los colaboradores de Miró, siendo el propio artista el
que elegía la más adecuada. En este caso en particular, el
hombre prehistórico parecía haber encontrado una reliquia
de la edad del bronce, con goteos y chorreones del ácido
sobre la árida y abrasiva textura del bronce.
Volviendo a la relación intermitente de Miró con Chile, esta
vez encontramos la colaboración del artista catalán con
Pablo Neruda, al aportar dos grabados para iluminar una
edición especial del trabajo titulado El sobreviviente visita
22
Personaje, pájaro II1973
Personaje, pájaro III1973
Personaje, pájaro I1973
los pájaros, publicado en 1972. Neruda se convierte en
molécula, se deshace en el aire para desaparecer entre los
pájaros, piedras, raíces, mar, sal, manantial, escarabajos,
tierra y los restos de un animal invertebrado. El poeta canta
al viento para exorcizar sus terrores, para repartirse en
fragmentos segundos antes de ser engullido por la nada y
transferir parte de su alma a los colores de su amigo Miró.
El poeta del color y el taciturno de la palabra se ramifican
para consolidar la febril polinización de la esperanza ante
amenazantes nubarrones de tormenta…
…que llegaron un 11 de septiembre de 1973 culminando
con lo que ya sabemos y que servidor no hace falta que
le explique al lector chileno. Pero lo que sí debe recordarse
es que en ese mismo año Miró pintaba, con un gesto más
rudo, directo y pesado, tres personajes negros enigmáticos
envueltos en un ojo cargado de terror y asombro. En el
tríptico Personaje, pájaro I/II/III, la espontaneidad, frescura y
color residen en el fondo trabajado por una serie de elipses
y chorreos provenientes de un gesto explosivo. Parece que
un ave de presa nocturna ocupa nuestro espacio para
atacar fugazmente, con un furor dionisíaco, la presa fácil
que lo presiente pero que no consigue visualizar. Elipses
verdes entran en contacto directo con explosiones de color
rojo surgidas de un gesto brutal, violento que colisionan con
un dripping pollockiano de color naranja. La efervescencia
del instante es fresca, dinámica y, en cierto modo, violenta.
Estas obras representan un giro de 180 grados hacia la
búsqueda de una tajante auto crítica que le induce a destruir
muchas de ellas. Cuando algún detalle, en una obra, le
parecía insuficiente, optaba por la destrucción. Buscaba la
novedad en todo momento con el fin de sorprenderse a sí
mismo. En una gran mayoría, la estructura se hace presente,
consolidada, y la efervescencia del gesto esparce su energía
en derredor. El ataque es inmediato, estableciendo un léxico
inesperado que nos impregna de la tenacidad de un golpe
de pincel automático, abrupto y compulsivo. El accidente
provocado por una urgencia viril, casi erótica, sitúa el acento
sobre una fuerza frenética que se metamorfosea sin cesar.
La preparación de los fondos impresiona por la vigorosidad
de los giros y elipses creados por los movimientos de la
brocha. El óleo, adelgazado con disolvente, es aplicado
de manera intuitiva y directa, creando un mar agitado,
un remolino de viento, o un océano embravecido. Sobre
esa turbulencia solía ejercer a menudo un frottage que,
como un fósforo, prendía fuego de inmediato dando vida
a una nube de humo tóxico impregnada de frenéticas
sugerencias. En diciembre de 1973 decidió colocar cinco
telas de gran formato en el suelo del espacio de una nave
industrial que consiguió durante unos meses en Tarragona,
para realizar una experiencia transgresora. Tras lacerarlas
con un cuchillo y esparcir color por doquier, las roció con
23
Francesc Català-Roca. Miró y las telas quemadas . Tarragona, 1973 © Fons F. Català-Roca – Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya.
24
le saludaba como al artista que mantenía su compromiso
político, social y cultural vigente ante una sociedad que
luchaba por abrirse paso hacia la democracia de manera
pacífica. Picasso, gran amigo de Miró, había fallecido en
Francia en 1973, sin ver cumplido su sueño de volver a una
España postfranquista. Pero Miró optó por vivir en España
durante 35 años bajo el yugo fascista, para convertirse
en un anti-sistema dentro del sistema. Su buque insignia,
la Fundació Miró, sería una plataforma extraordinaria de
libertad, donde Miró consiguió devolver el cariño que le
dio la sociedad, con un regalo de un valor moral, artístico y
patrimonial incalculable.
En esta última época, además de los cuadros, cerámicas,
murales, decorados para obras de teatro, litografías,
grabados, libros ilustrados, tapices y sobreteixims, pasaba
mucho tiempo dibujando en el estudio Sert y también en su
casa. Aún recuerdo el día en que pasé toda una tarde a su
lado, mientras él dibujaba en el salón de Son Abrines. Tras
la comida familiar, degustando las delicias de la cocina de
Pilar, Miró acostumbraba a sentarse en su sillón, situado
al lado de un mueble de reducidas dimensiones en el que,
al levantar una tapa, guardaba un bloc de dibujo y varios
lápices. Sin intención de interferir en su trabajo, decidí
sentarme en la mesa del comedor para observarle con
atención. Me impresionó ver la fuerza con la que trazaba
las líneas sobre el papel, sosteniendo el lápiz con firmeza
y ejerciendo una presión fuera de lo normal. Al continuar
Vista del Grand Palais, París 1974.Archivo Successió Miró.
gasolina y les prendió fuego. Llamas de cuatro metros de
altura eran controladas por Miró con una escoba mojada
con agua. Josep Royo, colaborador de Miró, comentó cómo
le impactó esa experiencia, observando a un anciano de
80 años con un gran temple, como danzaba entre llamas
en un mar volcánico e incandescente en plena erupción. 9
Más adelante, Miró comentaba que ante la imagen de ver
un señor comprar una de sus telas por un millón de dólares,
él decidía quemarlas. Poniendo el énfasis en su lado más
provocador, Miró decidió presentar estas cinco telas en la
gran retrospectiva presentada en el Grand Palais de París en
1974. Uno puede imaginarse las críticas que surgieron entre
los periodistas especializados en arte, al contemplar con
asombro ese espectáculo lleno de valentía y provocación.
También en 1974 se llevó a cabo la maravillosa revolución
de los claveles en Lisboa, que derrotaría la dictadura de
Salazar y daría libertad a Portugal. Miró quedó impregnado
por el júbilo y el simbolismo de esa revolución pacífica,
que llenaría las portadas de los periódicos de todo el
mundo con personas plantando claveles en los cañones
de los fusiles de los soldados. Un gesto de una belleza
extraordinaria que llenaba de esperanza un mundo que
seguía siendo oscuro en muchos rincones.
En junio de 1975 abría sus puertas la Fundació Joan Miró en
Barcelona, justo cinco meses antes de la muerte de Francisco
Franco. Miró había ganado la batalla ante el mundo y se
25
Miró trabajando en el estudio Sert, Palma 1978.© Robin Lough.
la diversificación de su sistema de signos, añadiendo
claves y entresijos que le incitaban a usurpar los estratos
de su subconsciente girando, en ocasiones, la lámina para
analizarla con detalle. Se trataba de un entreno, una carrera
de obstáculos, o una inmersión a pulmón libre para ejercitar,
como todo atleta, sus músculos antes de una competición.
Debía trabajar la práctica del trazo, dejándose llevar por la
mano sin reflexión previa, sin titubeo alguno, para aplacar
la voracidad del dibujo que, mientras germinaba con sus
formas improvisadas, descubriría, tras el proceso, una
composición deslumbrante.
Los riesgos se acentuaban al adentrarse en el taller. Allí la
danza era constante, seductora e incluso agresiva. Miró
llegaba a utilizar materiales corrosivos para alterar el papel;
hierros incandescentes para marcar el ganado quemaban sin
piedad algunos de los cartones, deformándolos al utilizar ese
material abrasivo para desfigurar la pulcra homogeneidad
del soporte. A menudo, los sumergía en cubetas de agua
y, posteriormente, los dejaba a la intemperie durante días
para que, después de ofrecerlos a la voracidad de la noche
y del sol, los accidentes fortuitos de su maltratada superficie
le incitaban a trabajar en ellos. Hojas de calendarios,
sobres de correos, envoltorios de regalos, cartas de amigos,
papel de la carnicería, periódicos y papeles arrugados
se combinaban con papel japonés, láminas de papel
vegetal o de seda, cartulinas hechas a mano y muchas
otras variedades que corroboran la modernidad de Miró.
La búsqueda del soporte inadecuado, de lo irregular,
de lo distinto, es un signo de su latente interés por la
improvisación. En el hecho de dar rienda suelta a todo deseo
intuitivo, que pudiese desencadenar una fértil secuencia de
acontecimientos inesperados, así como en el hecho de forzar
la transmutación de su lenguaje plástico, residen algunos de
sus puntos cardinales e intempestivos. El accidente súbito e
inesperado, fértil y voraz, asesina a sangre fría el martirio
impuesto con insistencia y maestría por la rutina, creado
por más de 70 años dedicados a la innovación. Rutina que
en diferentes ocasiones, ha intentado adormecer su fuerza
creativa sin conseguirlo.
En el campo del grabado, Miró también mostró ser un
innovador del lenguaje y de las técnicas del momento
que, en muchos casos, lastraban la evolución de su
mano. Siempre quiso ir un paso por delante, moviéndose
cómodamente entre tórculos, buriles, ácidos y planchas
de cobre para, finalmente, conseguir unos grabados de
grandes dimensiones con la dignidad y la frescura de una
pintura sobre tela. Si observamos el grabado titulado El
soldado de permiso, de 1974, nos sorprende el movimiento
de la figura negra, avanzando entre flechas, estrellas, y
manchas de color animadas por signos desparramados
sobre el papel. Para mantenerse lo más cerca posible del
espíritu del cavernícola, Miró plasmó su propia mano en
9. Punyet Miró 2014, pp. 289-292.
26
Francesc Català-Roca. Miró en Son Boter. Palma de Mallorca, 1979 © Fons F. Català-Roca – Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya.
27
El soldado de permiso1974
negro. Un ejercicio arriesgado porque podría desequilibrar
toda la potencia y brutalidad de la obra, sumiéndola en
el fracaso más rotundo. Sin embargo, consigue sellar su
presencia de manera radical y fulgurante, manteniendo
la danza del color puro, casi en dos aplastos de color
rojo, sintetizando el frenesí en el dripping negro de la
parte inferior. El resultado es sorprendente. La frescura y el
dinamismo de la imagen central viaja sobre un papel con
textura granulosa y heridas provocadas por la poderosa
mordida del ácido sobre la plancha de cobre. Así, el artista
se adentra en una dimensión donde toda la composición
gravita en un espacio astral, sacando su energía para soltar
lastre y dirigirse hacia la dimensión del subconsciente para
recuperar personajes perdidos a los que Miró sólo tiene
acceso mediante sus incursiones en el mundo de los sueños.
El 20 de abril de 1978, cuando mi abuelo cumplía 85 años,
pude entrar en el estudio acompañado por la abuela Pilar
y mi hermano Teo. Fue la única ocasión en la que visité
a Miró en el taller Sert. Todavía puedo oír el crujir de los
peldaños mientras bajábamos con lentitud la escalera
de madera, y la dulce voz de Pilar llamando a su marido.
Seguimos descendiendo hasta llegar a la planta baja. Una
vez allí, recuerdo que me fascinó el colorido que provenía
de sus obras. No era más que un niño curioso que, sin
poder valorar la importancia del momento, fui sorprendido
por la frescura, la vitalidad, la pureza y la energía que
emanaban de aquel entorno. También recuerdo el olor de
la pintura acrílica y el óleo, del aguarrás, de la gasolina y
otros materiales repartidos por el estudio. “La pinacoteca”,
formada por los objetos de lo más variopinto encontrados
durante sus paseos en las cercanías, producía sensaciones
que liberaban una chispa cuyo origen se hallaba en la
acumulación de una gran tensión espiritual. Recuerdo que,
entre los esqueletos de rana, serpientes y pájaros, entre las
conchas y las piedras, los insectos y demás objetos había
un muñeco de plástico mordido por los perros con el que
yo solía jugar durante mi infancia. Me apresuré a preguntar
la razón por la que unos de mis juguetes preferidos se
encontraba cautivo allí y, mirando a Pilar, con la esperanza
de recibir una explicación, obtuve por respuesta una tierna
sonrisa que apaciguó mi curiosidad. Para mí fue como
sumergirme en un mundo imaginario; un universo creado
por un solo hombre y en el que, únicamente él, podía
concederse la libertad de dar rienda suelta al gesto, al
impulso e, incluso, al ataque contra cualquier tela, cartón
o papel que estuviera en el suelo, encima de una mesa,
o apoyado contra la pared. Las obras de gran formato
se encontraban en la parte más alejada de la entrada y
acaparaban toda mi atención debido al colorido de sus
fondos y a la contundencia del trazo, que les proporcionaba
una luminiscencia fresca y frenética. Se asemejaba al
escenario, en una obra de teatro, distribuyéndose, los
cuadros más pequeños, a ambos lados de las obras
monumentales. Recuerdo que había grupos de seis u ocho
cuadros de pequeño formato esparcidos por el suelo, en los
que trabajaba simultáneamente. Las formas que otorgaban
el equilibrio a la composición, eran negras. Se intuía que
la pintura había sido aplicada mediante una pincelada
jugosa y consistente. Algunos colores parecían haber sido
salpicados con la ayuda de un pincel y otros, aplicados
directamente con la yema de sus dedos. Tenía que moverme
con cautela para no tropezar con el ángulo de un cuadro o
con alguna de las mesas, llenas hasta rebosar de botellas,
pinceles y botes de pintura. Sin duda, uno de los detalles
que más me impresionó fue la enorme cantidad de telas en
blanco que tenía preparadas para trabajar en un futuro.
28
Francesc Català-Roca. Joan Punyet, Joan Miró, Teo Punyet y Pilar Juncosa. Estudio Sert, Palma de Mallorca, 1978 © Fons F. Català-Roca – Arxiu Fotogràfic de l’Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya.
29
Ese detalle confirmaba que, a pesar de sus 85 años, Miró
no daba su brazo a torcer. Precisamente era esa necesidad
física que le inducía a luchar constantemente contra ese
malestar que le comprometía, de algún modo, a continuar
trabajando día tras día. En 1980, cuando Michael Gibson
le cuestionó sobre su ritmo de trabajo, Miró le respondió:
“Trabajo por la mañana. Trabajo por la tarde. Y cuando
no trabajo, sigo pensando en el trabajo. Incluso cuando
duermo, sigo pensando en él de forma subconsciente”. 10
Miró donó dos cuadros al pueblo chileno. La primera
donación fue en 1972 y la segunda en 1978, pero con la
condición de guardarlo como parte de la colección del
museo de la Resistencia, hasta la instauración definitiva
de la democracia. En cierto sentido, hizo lo mismo que su
querido amigo Pablo Picasso con el Guernica. El malagueño
lo dejó depositado en el MoMA de Nueva York, con la
orden escrita de que enseguida que se instaurase la
democracia en España, tenía que ser enviado a Madrid.
Gracias al espíritu democrático de estos artistas, podemos
disfrutar de obras importantes desde el punto de vista
artístico pero, sobre todo, y por encima de todo, el
ciudadano debe ahondar en la ejemplaridad del gesto y
la altura de miras de dos personas comprometidas política,
artística y socialmente con la democracia a escala mundial.
Sin embargo, el 23 de febrero de 1981, el teniente coronel
Tejero de la Guardia Civil con la intentona de golpe de
estado ensombreció el proceso democrático en España
momentáneamente. Durante unas horas el terror volvió
a una España enmudecida que vio salir los tanques del
ejército por las calles de Valencia. Recuerdo los momentos
de tensión en casa del abuelo, los largos silencios, las largas
esperas y las angustias que parecían recordarle un pasado
demasiado doloroso. Afortunadamente las aguas volvieron
a su cauce, y 15 días más tarde del principio y fin de esa
amarga pesadilla, firmó los estatutos para la creación de
la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca. Institución pública y
municipal resultante de la generosidad de un artista humilde
y comprometido con su tiempo.
10. “Miró: When I see a tree… I can feel that tree talking to me”, Michael Gibson, Art News, New York, enero 1980, p. 55.
Durante su intervención con motivo de su nombramiento
como doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona
en 1979, Miró dijo que: “Cuando un artista se expresa en
un entorno en el que la libertad es difícil, debe convertir
cada una de sus obras en una negación de las negaciones,
en una liberación de todas las opresiones, de todos los
prejuicios y de todos los falsos valores establecidos.
Cuando los demás, a su alrededor, trabajan en todo tipo
de empresas al servicio, en general, de los hombres y, en
particular, de su pueblo y de la realización completa de su
historia, es necesario que el artista no se sienta apartado
de todas estas iniciativas ni de todos estos esfuerzos y que
apoye a unos y a otros con su presencia personal y con la
eficacia que su obra pueda tener.
Estoy contento de poder tener la ocasión de que en esta sala,
cargada ya de un siglo de historia de nuestro país, resuenen
estas palabras de solidaridad humana, de fidelidad a la
tierra, de diálogo directo fuera de las fronteras de la sociedad
de clases, y de colaboración con la empresa de la libertad”.
Miró, como artista, ha sido objeto de miles de estudios
realizados por especialistas en arte moderno. Sin embargo,
Miró, como ciudadano, merece un capítulo aparte. Quizás
varios cientos de capítulos aparte, por la lección moral que
se desprende de cada uno de sus actos, y por el arrojo y
valentía de cada una de sus decisiones. Sin duda, Miró es
una de esas personas que marcan una época, al margen
de la opinión que tenga cada uno de las obras de arte que
realizó a lo largo de su vida. Se cometería una injusticia si
no mantuviésemos aquí, en Chile, una luz encendida en el
fondo de nuestros corazones por el recuerdo de Joan Miró
y su vinculación democrática y generosa con el pueblo
chileno. No debemos olvidar el ejemplo que ha dado con
un comportamiento solidario y comprometido con la justicia,
la democracia y la libertad para mejorar las relaciones entre
los pueblos de este planeta. Por eso, y sin otra finalidad en
especial, deseo que este recorrido transversal a través de
la poética existencial de Miró nos acerque más a un
personaje tan particular.
30
La obra de Joan Miró, uno de los artistas más destacados del arte del siglo XX, está estrechamente ligada al surrealismo y a la influencia que algunos de los artistas y poetas vinculados a este grupo ejercieron sobre él durante los años 20 y 30. A través de ellos, Miró experimenta la necesidad de alcanzar una fusión entre pintura y poesía, y con este propósito somete su obra a un proceso de simplificación de la realidad que le aproxima al arte primitivo, no sólo como referencia para configurar un singular vocabulario de símbolos, sino también para aprehender de una forma nueva la cultura material.
31
Joan Miró, La fuerza de la materia quiere poner de relieve este último aspecto, mostrando, a lo largo de una amplia selección de obras realizadas entre 1931 y 1981, la importancia que el artista dio siempre a la materia, como vía de aprendizaje de nuevas técnicas, pero, sobre todo, como fin en sí mismo. Experimentando con los materiales más heterodoxos y los procedimientos más innovadores, Miró quiere traspasar las reglas establecidas para alcanzar las fuentes más puras del arte.
Las obras de esta exposición proceden de la Fundació Joan Miró de Barcelona y de colecciones particulares.
32
Joaquim Gomis: Joan Miró, París, 1961. ©Hereus de Joaquim Gomis. Fundació Joan Miró, Barcelona.
33
34
A mediados de los años 20, Miró, influido por las prácticas de sus amigos poetas, que se dejaban sugestionar por una palabra escogida al azar, empieza a experimentar con soportes poco usuales en la práctica artística. Estas experiencias le convencen de la necesidad de ir más allá de la pintura convencional, llegando a manifestar unos años más tarde su deseo de asesinar la pintura. “Siento un asco profundo por la pintura, sólo me interesa el espíritu puro, y no me sirvo de los instrumentos usuales en los pintores salvo para ser certero en los golpes que doy”, proclama Miró en 1931. Para alcanzar este propósito trabajará con todo tipo de superficies y de procedimientos, y aunque nunca llegará a abandonar la pintura por completo, la restringe temporalmente a formatos muy pequeños.
35
Durante los años de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial Miró recurre a menudo al dibujo como herramienta para denunciar la tragedia, y sobre un soporte tan común como el papel define su lenguaje de signos, sin por ello renunciar a explorar al máximo las posibilidades que le ofrece la materia.
36
Joan Miró. La fuerza de la materiaPinturas y Dibujos Joan Miró, La fuerza de la materia
37
Grupo de personajes en el bosque
1931
Óleo sobre tela
33 x 41 cm
Colección particular
En 1931, en el curso de una entrevista realizada
en su estudio de París, Miró manifiesta
una profunda aversión hacia la pintura de
caballete. A pesar de ello, reconoce seguir
practicándola con el propósito de cuestionarla
desde dentro.
El tratamiento del fondo y de las figuras de
Grupo de personajes en el bosque es divergente.
El fondo, trabajado con obstinación y sin una
voluntad representativa, concibe la pintura
como un campo de pruebas, acorde con el
cuestionamiento de los medios pictóricos por
parte de Miró. Los colores son fluidos y se
funden en suaves gradaciones, incluso permiten
entrever la textura de la tela a fuerza de
frotamientos posteriores. En contraste, las formas
son duras, opacas y están cuidadosamente
delimitadas, lo que proporciona una impresión
de suspensión y de profundidad a la vez.
38
Dos mujeres
1931
Óleo sobre tela
22 x 16 cm
Colección particular
<
Mujer
1938
Lápiz color, pastel, tinta china
y gouache sobre papel
41 x 33 cm
Colección particular
>
Algunas pinturas, grabados y dibujos de
1938 presentan variantes de este encuadre
de la figura femenina. Más realista o más
abstracta, más detallada o más sintética, con un
tratamiento cromático más severo o más audaz,
el busto de la mujer irrumpe en el espacio de
la representación. Las similitudes no se limitan a
mostrar la parte superior del cuerpo femenino,
donde, por alguna razón inexplicable, tiene
también cabida su sexo, que asemeja un astro
o una araña.
Miró muestra a la mujer, una mujer genérica, en
una actitud asombrada o gesticulante, agitando
los brazos elevados y estirando el cuello.
39
40
41
Personajes y pájaro
1937
Tinta china y acuarela
sobre papel
25 x 32 cm
Colección particular
Sin título
1937
Acuarela y gouache sobre
papel negro
65 x 50 cm
Colección particular
<
42
Mujeres, pájaros, estrella
1942
Lápiz, pastel, tinta china, aguada
y gouache sobre papel
64 x 49 cm
Colección particular
43
Personajes, pájaro, estrellas
1942
Lápiz, acuarela, gouache, tinta china
y pastel sobre papel
66 x 51 cm
Colección particular
En 1942, Miró, instalado en España, trabaja casi
exclusivamente en papel. La ejecución es directa,
fluida, segura, sin el prólogo, necesario en otros
momentos, de los bocetos preparatorios.
Junto con la actualización de un repertorio
formal, ya prácticamente consolidado, buena
parte de las creaciones de estos años inciden
en una de las preocupaciones fundamentales
de Miró: la experimentación. La misma
voluntad aparece de una manera obsesiva en
sus reflexiones escritas: “Limpiar los pinceles
con óleo sobre el papel; una vez seco el
color, pasarle papel de lija y piedra pómez,
y por encima capas de acuarela y pastel”. En
muchas obras el objeto de la experimentación
es el soporte, que Miró frota y rasca. Las
formas, como siempre, acaban imponiéndose.
44
Mujeres, pájaro, estrellas
1942
Llapis, lápiz blando, pastel, tinta
china y acuarela sobre papel
42,5 x 79 cm
Colección particular
45
46
Mujeres, pájaro, estrellas
1944
Tinta china y acuarela sobre tela
41 x 33 cm
Colección particular
47
Personajes en la noche
1944
Tinta china y acuarela sobre tela
27 x 35 cm
Colección particular
En una serie de 18 pinturas de pequeño
formato, Miró traslada a la tela técnicas
específicas del papel (tinta china y acuarela).
El tema, con pequeñas variaciones, es la tríada
mujer/personaje-pájaro-estrella, en tanto
que su investigación se centra en la relación
línea-espacio. La simplicidad representativa se
corresponde con la simplicidad de los títulos, y
los elementos que integran los cuadros surgen
de primera intención.
Al menos la mitad de las obras presentan un
efecto de tinta corrida, del todo intencionado,
que en parte desdibuja las formas y les
confiere un sutil aspecto aterciopelado. En
uno de sus cuadernos, Miró anota: “En ciertos
lugares, mojar el papel/tela y dibujar encima
con un punzón con tinta china para que quede
medio emborronado y lleno de expresión”.
48
Pintura
1949
Óleo sobre tela
22 x 16 cm
Colección particular
<
Sin título
1949
Tinta china, aguada, acuarela
y pastel sobre papel
63 x 47 cm
Colección particular
>
49
50
En 1956, mientras España vive todavía la presión de la posguerra bajo la dictadura franquista, Miró, cuya obra goza de un cada vez mayor prestigio internacional, decide instalarse en Palma de Mallorca, donde su amigo el arquitecto Josep Lluís Sert le había diseñado un taller. Allí dispondrá, por un lado, de espacio suficiente para trabajar y, por el otro, de un refugio ideal para la meditación.
51
Miró continuará utilizando el vocabulario de formas que había dejado establecido a principios de los años 40, donde los personajes, las mujeres, los pájaros y las constelaciones dominan la composición y dan título a sus obras, aunque, ahora, estas formas aparecen aumentadas de tamaño e individualizadas. Simultáneamente, en un afán por llegar a una manifestación artística completamente anónima, su gesto se libera.
El gusto por la cultura del objeto surrealista, unido a un interés continuo por la materia, propiciarán que a finales de los años 70 se dedique con intensidad a la escultura en bronce utilizando el procedimiento de la cera perdida, para crear nuevos seres a partir del ensamblaje de diferentes objetos extraídos del entorno popular.
52
Joan Miró,La fuerza de la materiaPinturas y Dibujos
53
Pintura
1960
Óleo, lápiz grafito y masilla
sobre madera
50 x 58 cm
Colección particular
El soporte no es un elemento secundario de la
obra, sino un componente de primer orden. En
este caso, la elección de madera como base
del trabajo plástico condiciona de manera
evidente el resultado, ya que Miró no sólo
deja a la vista sus cualidades naturales, sino
que las líneas y las notas cromáticas conversan
directamente con las vetas y los nudos.
El estatismo y la solidez de la madera, sin
embargo, no producen esa misma sensación
en lo que respecta a las formas, que, según
Miró, son a la vez móviles e inmóviles, y
precisa: “como no hay línea del horizonte ni
referencias en profundidad, se desplazan en
profundidad, porque un color o una línea
provoca fatalmente un desplazamiento del
ángulo de visión”.
54
Tres mujeres
1960
Lápiz carbón, acrílico y lavado
sobre papel
51 x 66 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
55
Pintura
1962
Óleo sobre lona
229 x 67 cm
Colección particular
El pensamiento, el arte y la cultura de extremo
Oriente fascinaron a Miró desde siempre:
“Desde que era joven, tenía mucho interés en
el ukiyo-e de Japón, y me impresionó mucho la
manera de reaccionar de los japoneses ante
una gota de agua, una piedra pequeña, un
puñado de arena, cosas que parecen no tener
sentido”. Ciertamente, el formato alargado y
vertical de esta obra recuerda a los kakemonos,
término que en Japón se atribuye a pinturas o
caligrafías que cuelgan en las paredes y que
ambientan la ceremonia del té. La verticalidad
del soporte, por otra parte, acentúa la sensación
de ascenso y de ligereza de las formas.
El fondo es un espacio sensibilizado por el
efecto del aceite de linaza expandido por casi
toda la superficie y por algunos pliegues. Sobre
ese fondo, Miró dispone –seguramente con la
ayuda de un trapo impregnado en pintura– dos
configuraciones de aspecto caligráfico, signos y
unas breves notas cromáticas.
56
Personajes y pájaro en el crepúsculo
1962
Gouache, acrílico y lápiz cera
sobre cartulina
70,3 x 100 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
En uno de los cuadernos de los últimos años,
Miró escribe: “Descartar la diferencia entre
dibujo y pintura; no hay superioridad ni
inferioridad”. Miró pasaba sin prejuicios de una
técnica a otra: entendía la experiencia creativa
como un acto de entrega absoluta que exigía en
cada momento unos medios determinados, y por
eso no podía compartir la división académica de
artes mayores y artes menores.
En algunas épocas de su vida, Miró dejó
de lado temporalmente la pintura para
sumergirse en otras técnicas que lo atraían,
como por ejemplo la cerámica, la escultura o el
grabado. Pero nunca interrumpió el trabajo en
papel. El dibujo era para él una herramienta
esencial, el territorio de la expresión inmediata
y, a menudo, de los hallazgos. Su producción
dibujada es impresionante, y comprende bocetos
y estudios preliminares de muchas obras, y
también numerosas realizaciones con un
carácter definitivo.
En estos dibujos, las líneas se perfilan con
claridad, definen personajes ligeros que conviven
con suaves o marcados acentos de color.
57
58
Personajes
1962
Óleo, pastel y carbón sobre papel
50,3 x 65,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
59
Personajes y pájaro
1962
Lápiz cera, lápiz carbón y óleo
sobre papel
50 x 65 cm
Colección particular
60
Perro pequeño
1963
Óleo sobre papel perforado
51 x 76 cm
Colección particular
Mujer III
1965
Óleo y acrílico sobre tela
115,9 x 81 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
En general, Miró confía al dibujo la definición
de los personajes principales. Un dibujo
predominantemente negro, a menudo una
línea delicada y sutil.
En esta obra, en cambio, la función
representativa corresponde al color. A pesar
de ello, el artista no renuncia a la eficacia
configuradora del trazo, más grueso en los
contornos de la figura y más liviano en el
fondo y en los espacios interiores. La visión
de la mujer, centrada en el busto, no ofrece
rasgos particulares, ni en lo que respecta a
la fisonomía ni a una posible expresión del
rostro. Miró anula el retrato para afirmar el
esquema, el estereotipo.
61
62
Pintura I
1965
Óleo sobre tela
16,5 x 24,6 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
63
Pintura III
1965
Óleo sobre tela
19,2 x 27 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
“Creo que sólo cuenta lo que tiene una
cantidad de vida, y lo que pone uno de su
sangre y su alma, sea en la más pequeña raya
o en el punto más pequeño. Hokusai decía
que quería ver vibrar el punto más pequeño de
sus dibujos. Y todo lo que no tiene esta vida, es
nulo”. Estas declaraciones de Miró hechas en
1928 reflejan un pensamiento todavía vigente
en su trabajo muchos años después.
Estas pinturas son un ejemplo de ello. La
sobriedad es patente, si bien los elementos
esenciales del lenguaje pictórico (el punto,
la línea, la mancha) acuerdan un difícil
equilibrio en el que la sutilidad de los matices
se conjuga con la justeza en la disposición
de los componentes.
64
Música del crepúsculo I
1965
Óleo sobre tela
16,5 x 24,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
65
Música del crepúsculo V
1966
Óleo sobre tela
19,3 x 33,3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
66
Pintura I
1969
Óleo sobre tela
22 x 33 cm
Colección particular
67
Pintura V
1969
Óleo sobre tela
16 x 27 cm
Colección particular
68
Mujer y pájaro en la noche
1969
Óleo sobre papel
90 x 66 cm
Colección particular
Mujer en el claro de luna
1970
Gouache, tinta china y lápices de
cera sobre papel
99 x 61 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
69
70
Esculturas Joan Miró, La fuerza de la materia
71
Mujer
1966
Bronce
30,4 x 25,8 x 14,3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
72
Mujer
1966
Bronce
27,3 x 17 x 6 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
73
Cabeza y espalda de muñeca
1966
Bronce
34 x 22,7 x 15,4 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
74
El reloj del viento
1967
Bronce
50,5 x 30,2 x 16,3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
La selección de los elementos obedece a
distintas motivaciones: a veces es una forma
concreta lo que llama la atención de Miró;
otras, actúa guiado por el sentido del humor o
por la ironía, o bien por la fuerza evocadora
o por un particular simbolismo. Un objeto
cualquiera puede contener un sentido poético
profundo: en El reloj del viento, una caja de
sombreros y una cuchara de madera componen
el mecanismo elemental de un reloj imaginario
que mide la fuerza del viento.
Confeccionada la pieza, Miró la traslada al
bronce mediante el procedimiento de la cera
perdida, si bien concede la máxima importancia
al acabado, a la pátina capaz de conferirle un
carácter único. En este punto, el entendimiento
con los fundidores es básico. De la Fundición
Parellada, de donde salió El reloj del viento,
el artista destaca la fuerza expresiva de las
pátinas, “con un aspecto salvaje y potente”.
Cabeza de mujer
1966
Bronce
11 x 8,5 x 6 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
75
76
77
Mujer y pájaro
1967
Bronce pintado
200 x 102 x 77 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
En 1967, Miró introduce el color en la
escultura. Cada componente es destacado
por un color distinto. Paradójicamente, como
consecuencia de esa coloración, éstos
parecen ahora más irreales: las texturas
toscas, rugosas, lisas o porosas quedan
apenas insinuadas bajo una capa de color
intenso. Los componentes no se distinguen
por su identidad en tanto que objetos, sino
por un atributo cromático que el artista
determina. Un concepto más pictórico que
escultórico. Además, la visión frontal se
impone poderosamente al espectador, como
estableciendo un punto de vista privilegiado,
y esto implica también la mirada del pintor.
Las esculturas de Miró se apropian de la
iconografía desarrollada en las pinturas, no
obstante articulan un lenguaje de formas
basadas en un repertorio de objetos en
desuso y de hallazgos casuales.
Mujer
1967
Bronce
57 x 21,5 x 23,7 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
78
Punto de partida de Cabeza en la noche, 1968
Plato de cerámica, piezas metálicas,
tronco de madera y pieza de barro
25 cm Ø / 9,5 x 27,2 cm /
12,7 x 27,5 cm / 29,5 x 1,1 cm /
28,5 x 1,1 cm / 34 x 10 cm / 9 x 14,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
La escultura ofrece un amplio repertorio de
objetos a los que Miró atribuye un sentido
nuevo, en el cual la funcionalidad ya no cuenta.
La mayor parte de la escultura presenta una
amalgama de objetos organizados que, de
tanto en tanto, conviven con formas modeladas.
La elección es puramente subjetiva: Miró
recoge lo que encuentra en el transcurso de
paseos por el campo o por la playa, cosas
desechadas, cosas olvidadas, a las que aporta
una nueva vida, cosas a menudo dispares
o aparentemente irreconciliables. Al final el
bronce lo unifica todo.
Cabeza en la noche
1968
Bronce
67 x 35 x 30 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
79
80
Personaje
1968
Bronce
56 x 49,5 x 3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
Miró concede una importancia especial
al pie: “El pie siempre me ha interesado
violentamente, su forma, su función. ¿No es
a través de él como el hombre establece el
contacto con la tierra?” Su pintura lo incluye
explícitamente: figuras de pies desmesurados,
pies que tienen la solidez de columnas,
huellas… Aunque en menor grado, también
la escultura proporciona no pocos ejemplos
notables: grandes pies modelados, hormas de
zapatos, zapatos de mujer, pies de maniquíes
o huellas en la arcilla que lo muestran en
negativo. El pie ausente y, sin embargo,
presente gracias a esa impronta.
Hay, ciertamente, algo de primitivo en el
acto de reconocerse en la huella de la mano
impresa en la tela o en la del pie sobre el
barro húmedo, marcando un lugar, dejando
constancia de una vivencia.
81
Mujer
1969
Bronce
68,7 x 26,3 x 11 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
82
83
Maternidad
1969
Bronce
77,2 x 43,4 x 28,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
En los años 60, Miró, que había hecho algunas
esculturas con objetos ensamblados, empieza
a trabajar con regularidad en bronce. El punto
de partida es siempre inesperado: “Utilizo
sólo las cosas que encuentro; las acumulo en
mi taller, que es muy grande. Dispongo los
objetos en torno, en el suelo, y escojo este
o aquel. Combino varios objetos, y a veces
reutilizo elementos de otras esculturas”.
En Maternidad, la simple apertura de un hueco
en una calabaza y la instalación en él de un
componente que parece asomarse al exterior
sugiere la idea del seno materno.
El bronce, en este caso, muestra una apariencia
tosca, cruda, tal como es sacado del horno,
sin pulir ni tratar. El aspecto característico de
las piezas realizadas en la Fundición Parellada
era especialmente apreciado por Miró, que
admiraba en ellas “esa pureza que contiene
el poder de sugestión y la fuerza primitiva de
las esculturas”.
Proyecto para un monumento
1969
Bronce
53 x 11,4 x 15 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
84
Cabeza
1969
Bronce
55,2 x 30 x 10,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
Punto de partida de Cabeza, 1969
Pieza de cartón con grafismo a
bolígrafo, ratonera de madera
y metal con piezas de barro y
fragmento de ladrillo
27 x 12,5 cm, 32 x 15 cm
y 11 x 14,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
85
86
Durante la década de los 70, Miró raramente amplía su vocabulario de signos para expresar imágenes reales. Sigue creando sus obras más poéticas, aquéllas que exigen una mayor reflexión por parte del público, sobre la tela, sin dejar por ello de cuestionarse el sentido final de la pintura.
87
En 1974, cuando el artista había cumplido 80 años, el Grand Palais de París le dedica una gran exposición retrospectiva. Su avanzada edad no le impide aprovechar esta muestra para presentar un número importante de obras nuevas, con las que, además de poner de relieve su compromiso con los cambios sociales, deja en entredicho la pintura. Para eliminar todo lo que ésta tiene de ilusión, la somete a las prácticas más heterodoxas –quema las telas, las lacera, las agujerea– y utiliza los soportes más inusitados –tablas de madera, papeles de lija, obras de estilo pompier, etc.–, destruyendo y creando al unísono. Al desacralizar la pintura no sólo consigue provocar al espectador, sino también poner en cuestión el valor económico de la obra de arte.
88
Joan Miró,La fuerza de la materiaPinturas y Dibujos
89
El gallo de la mañana II
1972
Óleo sobre tela asfáltica
112 x 89 cm
Colección particular
El afán experimental que caracteriza la creación
de Miró le lleva a interesarse por soportes
inhabituales en la práctica artística, como el
papel de lija, el celotex, la masonita, la uralita
o, como en este caso, la tela asfáltica. El
espesor y la homogeneidad de la base, una
negrura sin matices, le permite extraer calidades
a un color blanco que, por lo general, quedaba
relegado al fondo. El blanco revela ahora
tonalidades intermedias, grisáceas o marrones,
y una cierta irregularidad en los contornos fruto
de la granulosidad del material.
En lo referente al tema, no puede decirse
que el gallo sea un motivo recurrente en
la producción de Miró de los últimos años,
aunque sí aparece con relativa frecuencia en
sus comienzos. Con el curso del tiempo, Miró
había desarrollado un vocabulario de signos
poéticos que comprendía, entre otros, la mujer,
el pájaro, el sol, la luna y las estrellas. En raras
ocasiones se permitió alterar los términos de
dicho vocabulario permitiendo la esporádica
inclusión de algún otro concepto.
90
Personajes, pájaros III
1973
Óleo sobre tela
73 x 92 cm
Colección particular
Dos aves de presa
1973
Acrílico sobre lona
258,5 x 210,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona.
Donación de Pilar Juncosa de Miró
>
El soporte escogido por Miró para esta obra
es una lona de un tamaño considerable. A
diferencia de otras épocas, en este momento
aborda directamente la obra, sin un boceto
que le sirva de referencia e implicándose
con todo el cuerpo. El desencadenante
de las formas es, a veces, simplemente
una salpicadura o una irregularidad de la
superficie. El motivo señalado en el título surge
a posteriori, como una necesidad de imponer
coherencia y dar sentido al impulso inicial.
Con el transcurso de los años, la pintura de
Miró se vuelve paradójicamente más audaz y
más gestual: extiende los cuadros en el suelo
para pintar, aprovecha el azar y deja a la vista
los accidentes imprevistos. A menudo también
aplica el color con los dedos, y, si lo cree
conveniente, camina por la superficie para
trabajarla mejor.
91
92
Personaje, pájaro I
1973
Óleo sobre tela
65 x 54 cm
Colección particular
La inquietud experimental de Miró no se limita
únicamente a la elección de soportes atípicos
en el trabajo pictórico. También la manera de
aplicar la pintura es relevante.
Un particular lenguaje de signos y una
gama básica de colores constituyen el
armazón que sustenta una producción
basada en el aprovechamiento del azar, en
la constante indagación de recursos, en una
espontaneidad entrenada. En este caso, un
trazo negro grueso que deja entrever un ojo
se impone a remolinos de color azul, amarillo,
rojo y verde y a esporádicas salpicaduras
anaranjadas. Como contrapunto al ojo, una
mancha difuminada de color morado.
93
Personaje, pájaro II
1973
Óleo sobre tela
65 x 54 cm
Colección particular
94
Personaje, pájaro III
1973
Óleo sobre tela
65 x 54 cm
Colección particular
95
Pintura I
1973
Óleo sobre tela
35 x 22 cm
Colección particular
96
Pintura III
1973
Óleo sobre tela
35 x 22 cm
Colección particular
97
Pintura IV
1973
Óleo sobre tela
35 x 22 cm
Colección particular
98
Personaje, pájaros
1973
Óleo sobre pintura de estilo pompier
45 x 71 cm
Colección particular
99
100
101
Algunas pinturas de los últimos años destacan
por su carácter sintético y por la restricción
de los colores a una gama básica. Su misma
simplicidad, unida a pequeños accidentes
durante la ejecución y las superposiciones de
áreas cromáticas permiten a veces reconstruir
el proceso seguido por el artista. En Mujer en
la noche, Miró parte de una mancha azul;
después, con el negro, divide el cuadro en
zonas, a las que agrega el rojo y el amarillo.
El ojo, los tres cabellos, la estrella y el punto
violeta (un astro), elementos habituales en su
creación, son introducidos posteriormente. Por
último, Miró dispone las piernas de la figura.
Los orígenes de la confrontación de los
personajes de Miró con la noche se remontan
a los años 40, y sigue siendo frecuente en la
producción más tardía. Lo mismo sucede con
los pájaros. A veces la noche es sugerida por
las masas negras o por la presencia de astros,
ambos recursos perceptibles en esta obra. Con
respecto al pájaro y su función mediadora
entre el cielo y la tierra, Miró traza un ojo de
una incontestable ambigüedad.
Mujer en la noche
1973
Acrílico sobre tela
195 x 130 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona.
Donación de Pilar Juncosa de Miró
<
Cabeza
1974
Acrílico y óleo sobre tela
73 x 60 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
102
Poema
1974
Óleo sobre tela
130 x 97 cm
Colección particular
>
Miró escribió: “Que mi obra sea como un
poema musicado por un pintor”.
Las inscripciones poéticas que aparecen en
algunas de sus obras, principalmente de los
años 20 y 30, y un número importante de
títulos confirman ese deseo. Otros ejemplos los
constituyen determinadas pinturas posteriores,
muy sobrias, cuyo título hace una referencia
explícita al poema o al poeta. El espacio
pictórico es, en sí mismo, una metáfora de la
hoja en blanco, que aloja las palabras del
pintor: pinceladas libres, manchas, trazos
discontinuos, formas definidas o indefinidas y,
eventualmente, signos visuales.
Es cierto que la poesía tiene en Miró una
traducción eminentemente plástica. No
obstante, con independencia del aspecto
físico que revista, la poesía es un sustrato,
un estado de espíritu que inspira la totalidad
de su creación.
Personaje en la noche
1974
Acrílico y óleo sobre tela
73 x 91,9 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
103
104
Cabeza
1940-1974
Acrílico sobre tela
65 x 50 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
105
Cabeza
1940-1974
Acrílico sobre tela
61 x 38,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona.
Donación de Pilar Juncosa de Miró
Aquí el verdadero protagonista no es el
tema representado, sino el negro. O mejor
dicho, los negros, ya que este color ofrece
una amplia gama de tonalidades. El negro
proporciona a los personajes su materialidad.
El formato vertical, especialmente apropiado
para el retrato, alberga dos fragmentos
amplificados, dos visiones parciales de dos
cabezas. Miró evita las fisonomías concretas
porque no es ese el motivo de su interés,
sino la plasmación de la figura como un
ente poderoso.
En ambos lienzos sobrevive un dibujo, visible
en el fondo, realizado en 1940, que dialoga
con la forma sobrepuesta.
106
Sin título
c. 1975
Óleo, gouache y lápiz cera
sobre papel
104,5 x 69,5 cm
Colección particular
>
Ballet romántico
1974
Óleo sobre tela
50 x 100 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
El poeta Arthur Rimbaud, lectura habitual de
Miró, consideraba adorables las pinturas
idiotas, las pinturas de puertas, los decorados,
las telas de saltimbanquis, los letreros y las
estampas populares. También los dadaístas
sintieron una debilidad especial por esa clase
de objetos y se dedicaron a retocarlos para
pervertir su sentido.
El origen de estas pinturas son sendos cuadros
de autor desconocido en una línea que
podríamos considerar kitsch. Las formas y
los signos de Miró se imponen a un paisaje
invertido y a una escena nocturna que muestra
a unas bailarinas. Al final, los resultados ofrecen
dos planos superpuestos, dos momentos de
realización, aunque totalmente dependientes el
uno del otro, donde la representación del fondo
contrasta con la inmediatez de Miró.
107
108
Personaje, pájaros
1975
Óleo, tinta china y lápiz grafito
sobre cartón
63 x 49,3 cm
Colección particular
Dos personajes cazados por un pájaro
1976
Óleo sobre tela
92 x 73 cm
Colección particular
>
109
110
Personaje, pájaros
1976
Óleo y lápiz cera sobre papel de
embalar alquitranado grapado
sobre madera
77 x 50 cm
Colección particular
Es un hecho frecuente que Miró aborde
determinadas cuestiones plásticas mediante
la realización de series. La serie le permite
formular y reformular un problema o una
intuición y obtener una variedad de resultados.
Las obras pertenecientes a una misma serie
presentan, como es lógico, rasgos comunes.
En este caso, el parentesco entre las cuatro
pinturas es doble: por una parte, Miró utiliza
como base tablones de cajas de madera
a los que, en tres de ellas, superpone
papel alquitranado; por otra, traza líneas
esquemáticas que se imponen con rotundidad.
Estas líneas surgen de primera intención,
al dictado de la mano en contacto con el
soporte, y dejan entrever los ojos de los
personajes aludidos y una precaria estructura
facial o corporal.
En esta secuencia, el color negro tiene una
función determinante, ya que es el elemento
rector. Miró lo expresó así: “Trabajo por
etapas, primera etapa, los negros; con las
otras etapas viene lo demás que me es dado
por los negros”.
111
Personaje, pájaro
1976
Óleo sobre madera
77 x 50 cm
Colección particular
112
Cabeza, pájaro
1976
Óleo y lápiz cera sobre papel de
embalar alquitranado y grapado
sobre madera
77 x 50 cm
Colección particular
113
Cabeza, pájaro
1976
Óleo, lápiz cera y lápiz de color
sobre papel de embalar alquitranado
y clavado sobre madera
76,5 x 51 cm
Colección particular
114
Mujer, pájaro, estrellas
1977
Lápiz grafito, lápiz carbón, lápiz
de cera y gouache sobre cartón
27,2 x 48,3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
Sin título
c. 1978
Tinta china, gouache, lápiz cera
y lápiz grafito sobre cartón
52 x 35 cm
Colección particular
>
115
116
Perro
1978
Tinta china y lápiz cera sobre papel
42,7 x 61,4 cm
Colección particular
A lo largo de su vida, Miró hizo diversas revisiones
de obras comenzadas por él años antes. En
términos generales, la actuación posterior oculta
parcialmente el diseño anterior, al tiempo que
dota de protagonismo a las formas más recientes,
ya sea por la contundencia del trazo o por la
eficacia visual de la nueva versión.
En cambio, en esta obra, no puede afirmarse que
los gruesos trazados negros o rojos prevalgan
sobre el texto impreso o sobre el dibujo. Se trata,
más bien, de la convivencia simultánea de dos
planos o de dos realidades distintas; de una
complementariedad. La complejidad de esta obra
deriva precisamente del carácter indisociable de
ambas intervenciones.
117
118
119
Mujer
1978
Acrílico sobre tela
92 x 73 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
Mujer, pájaro
1978
Acrílico sobre tela
81 x 65 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
120
121
Sin título
c. 1978
Óleo y lápiz sobre cartón
100 x 70 cm
Colección particular
<
Personajes, pájaro
1979
Lápiz grafito, cuerda y cinta
sobre madera
54,5 x 43 cm
Colección particular
>
122
123
Pintura III/V
c.1980
Óleo sobre tela
97 x 76 cm
Colección particular
>
Sin título
c. 1979
Óleo, tinta china y lápiz cera
sobre papel
104,5 x 70 cm
Colección particular
<
124
Esculturas Joan Miró, La fuerza de la materia
125
Mujer
1970
Bronce
62 x 42 x 33,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
126
Guerrero
1970
Bronce
78 x 32,7 x 15,9 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
127
Gallo
1970
Bronce
53 x 38,3 x 58,8 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
El gallo no ocupa, como sí en cambio el
pájaro, un lugar primordial dentro de la
iconografía mironiana, aunque aparece
eventualmente en obras de distintas épocas.
El gallo, al contrario del pájaro, no es una
figura ágil sino más bien pasiva, indolente,
si bien ambos guardan un cierto parentesco,
patente de modo más o menos sutil.
Esta escultura nace de una combinación
de elementos objetuales (en concreto un
fragmento de cántaro, palos y unas ramas) y
de formas modeladas, trasladados al bronce
por el sistema de la cera perdida. En otra
escultura de ese mismo año, curiosamente
titulada Pájaro, Miró aprovecha en la
configuración de la cabeza la misma pieza
empleada para la cabeza del gallo.
128
129
Personaje y pájaro
1971
Bronce
44 x 19 x 15,3 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
Pájaro posado en un árbol
1970
Bronce
86,2 x 38 x 12,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
130
Mujer
1971
Bronce
56,3 x 33,3 x 30,7 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
131
Pájaro en un peñasco
1971
Bronce
65 x 50,2 x 27 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
132
Joaquim Gomis: Punto de partida de Pájaro sobre una rama, 1981. 1956-1961. © Hereus de Joaquim Gomis. Fundació Joan Miró, Barcelona
133
Pájaro sobre una rama
1981
Bronce
76 x 82,5 x 29,4 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
134
Personaje
1981
Bronce
88,5 x 62,5 x 47,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
Punto de partida de Personaje
Servilleta de tela
18 x 13,5 x 0,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
135
136
La importancia que Miró otorga a la materia, como parte integrante y a menudo decisiva de su pintura, le lleva a interesarse por otras técnicas, como la escultura, el tapiz o la obra gráfica, encontrando en cada una de ellas un terreno propicio para la experimentación.
En el campo del grabado, Miró intenta en un primer momento ahondar en las posibilidades que le ofrecen el aguafuerte y la aguatinta para introducir en su obra, a finales de los años 60, el carborúndum, procedimiento que le va a permitir enriquecer la materia y potenciar el trazo. Sabe desafiar en todo momento los condicionantes de la técnica para evitar que sean un impedimento a la libertad de expresión que ha alcanzado en la pintura.
137
Desde un punto de vista social y humano, la obra gráfica cumple también con algunos de los objetivos perseguidos por Miró en su etapa de madurez. Por su carácter de obra múltiple, litografías y grabados alcanzan una difusión superior a la de la pintura. Además, el trabajo del artista en colaboración con los artesanos le lleva a renunciar a su propia individualidad, como habían hecho los maestros de la Antigüedad a quienes siempre había admirado.
138
Grabados Joan Miró, La fuerza de la materia
139
El ogro jovial
1969
Aguatinta y carborúndum
73,5 x 106,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
140
141
Las preocupaciones y las investigaciones de
Miró en la obra gráfica son equiparables a las
que se observan en su pintura, en su escultura
o en la cerámica. Su estilo se adapta a las
necesidades técnicas específicas y evoluciona
de forma acompasada.
En Los dos amigos se aprecia una escalera
o escala. Formada por dos líneas verticales
segmentadas por líneas horizontales, es uno
de los signos característicos de Miró. En
esta obra se establece, además, una curiosa
relación entre figura y fondo: los dos amigos
del título resultan de un juego ambiguo de
positivo y negativo. Mientras los trazos
negros dominantes definen el contorno de
uno de los personajes, el otro es una forma
blanca fantasmal entre los dos ojos. Uno no
existiría sin el otro.
Los dos amigos
1969
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
71,5 x 106,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
142
El matador
1969
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
106,5 x 73,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
La sucesiva intervención de Joan Miró en el
mundo del grabado es la historia de una
superación técnica progresiva. Miró conoce
los sistemas tradicionales y los asimila,
para someterlos después a una manera de
hacer personal.
A finales de los años 60, Miró cuenta ya
con una larga experiencia en este campo
y combina procedimientos tradicionales
(punta seca, aguafuerte, aguatinta) con otros
que le proporcionan resultados más densos
(aguatinta al azúcar, carborundo).
Al contrario de lo que sucede con las técnicas
tradicionales, que se basan en el vaciado
de la plancha metálica, el carborundo da
un resultado en relieve. Miró se interesa
por esta técnica seguramente por el efecto
matérico que ofrece, y le confía una función
constructora, dibujística. Por eso, normalmente
lo presenta a modo de amplios trazos de
un negro intenso, si bien de forma ocasional
también lo utiliza para crear áreas de color
del tipo de las que se observan en El matador.
143
El director de orquesta
1974
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
113,8 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
144
El estrangulado
1974
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
114,4 x 73,9 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
145
La mujer peonza
1974
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
118 x 74,1 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
146
El soldado de permiso
1974
Aguafuerte y aguatinta
114 x 73,8 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
147
El bufón rosa
1974
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
115,5 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
148
El sonámbulo
1974
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
114,8 x 74,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
Algunas figuras, como la que compone
El sonámbulo no son incorpóreas ni están
definidas por unos contornos lineales; al
contrario, son masivas y opacas.
Su aspecto dista de ser identificable: es una
forma compleja que se expande hasta el
punto que practicamente la totalidad de la
superficie constituye la substancia de la figura.
No es extraño que Miró reaproveche
recursos empleados en alguna obra.
Esto es particularmente apreciable en el
trabajo escultórico, que ofrece ejemplos de
reutilización de objetos en más de una pieza.
Pero también puede observarse en otras
técnicas, con una finalidad más experimental.
Una muestra de ello es La egipcia, para cuya
elaboración Miró se sirve de fragmentos
recortados de la plancha usada en la
estampación de El sonámbulo.
149
La egipcia
1977
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
121,5 x 85 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
150
La manicura atolondrada
1975
Aguafuerte y aguatinta
74 x 115,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
151
152
El ratón negro con mantilla
1975
Aguatinta
115 x 74,7 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
153
El ratón rojo con mantilla
1975
Aguatinta
114,7 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
Las pinturas de los últimos años producen
una viva impresión de espontaneidad. La
gestualidad requiere amplitud y por eso los
formatos son grandes (inusualmente grandes,
cuando se trata de estampaciones).
Miró solía incluir efectos pictóricos que
sugerían inmediatez y no excluía el azar, pero
todo eso lo supeditó siempre a una idea de
conjunto gobernada por un sentido estricto
de la composición. En el caso de la obra
gráfica, la naturaleza misma del procedimiento
establece, además, una distancia entre la
creación propiamente dicha y el resultado
definitivo en forma impresa.
En algunas obras, se aprecian efectos plásticos
que reflejan una voluntad expresiva y una
ejecución impulsiva; a veces son trazos de tinta
o salpicaduras, como en estas dos obras.
154
La equilibrada
1975
Aguafuerte y aguatinta
115,5 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
La rata de la arena
1975
Aguatinta
74 x 115 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
155
156
El topo eufórico
1975
Aguafuerte y aguatinta
74 x 115,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
157
158
El penacho rojo
1976
Aguatinta y carborúndum
115 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
159
Galatea
1976
Aguafuerte, aguatinta y gofrado
115 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
160
La bailarina criolla
1978
Aguafuerte, aguatinta y carborúndum
114,5 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
El color negro no siempre cierra y define.
La bailarina criolla tiene una horma naranja
predeterminada, una especie de ideograma
que recuerda la estructura elemental de
un cuerpo. Los trazos negros imprimen
dinamismo y la proyectan hacia afuera,
literalmente la hacen bailar.
Algo parecido sucede con Mambo, donde
un patrón negro en declive se repite en
la zona correspondiente a la cabeza de
la figura. La multiplicación de esta forma
sugiere el cabello de un personaje más
sugerido que descrito, con referencias a los
ojos, las extremidades inferiores y a una
mano, directamente impresa.
161
Mambo
1978
Aguafuerte y aguatinta
114,3 x 73,9 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
162
La fugitiva
1978
Aguafuerte y aguatinta
113 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
163
El ustachi
1978
Aguatinta y carborúndum
114,3 x 74,2 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
164
165
El brahmán
1978
Aguatinta, carborúndum y grattage
110,7 x 74 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
>
El ciego entre los pájaros
1978
Aguafuerte, aguatinta,
carborúndum y grattage
135 x 96,5 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
<
166
La metamorfosis
1978
Aguafuerte, aguatinta,
carborúndum y grattage
107 x 75 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
167
Pantagruel
1978
Aguafuerte, aguatinta,
carborúndum y grattage
106,8 x 74,7 cm
Fundació Joan Miró, Barcelona
168
169
170
Biografía
Joaquim Gomis: Joan Miró en su taller de Barcelona, 1944. © Hereus de Joaquim Gomis. Fundació Joan Miró, Barcelona
Joan Miró, La fuerza de la materia
171
Joan Miró nace el 20 de abril de 1893 en Barcelona,
donde transcurre su etapa de formación artística.
En 1920 viaja por primera vez a París y desde 1921 vive a
caballo entre esta ciudad y Mont-roig, en el Campo de
Tarragona. En la capital francesa, se integra rápidamente
en los círculos culturales y artísticos de vanguardia.
Se relaciona especialmente con los poetas y artistas
surrealistas en el momento de máximo esplendor de este
grupo. De hecho, la exposición individual de su obra
en la Galerie Pierre en 1925 se convertirá en una de las
manifestaciones surrealistas más significativas.
Hacia finales de los años 20, Miró pone en práctica su
deseo manifiesto de “asesinar la pintura”. Empieza entonces
una etapa de exploración con nuevos materiales y
nuevos soportes, a lo largo de la cual realiza los primeros
collages y construcciones.
En 1936, con motivo de la Guerra Civil Española,
Miró se traslada a Francia. En su obra se suceden las
imágenes trágicas y monstruosas como reacción a los
acontecimientos. Puntualmente retoma el realismo figurativo.
Cuando en 1940 el ejército nazi invade Francia, Miró,
instalado desde el año anterior en Varengeville-sur-Mer
(Normandía), busca refugio en España, donde termina
la serie titulada Constelaciones. Con ella consolida un
nuevo vocabulario de signos y símbolos que definirá su
obra de madurez.
En 1941 el Museum of Modern Art de Nueva York le dedica
la que será su primera gran retrospectiva. En 1947 Miró
realiza su primer viaje a Estados Unidos para trabajar en
una gran pintura mural para el Terrace Plaza Hotel de
Cincinnati. Durante su estancia en Nueva York frecuenta
el taller de Stanley W. Hayter, con quien profundiza en
las técnicas del grabado. En Europa, una vez acabada la
guerra, el marchante Aimé Maeght se convertirá en una
figura clave en el desarrollo de su obra gráfica.
Durante esta década empieza también a trabajar en el
campo de la cerámica y la escultura.
En 1956 deja Barcelona para instalarse definitivamente en
Palma de Mallorca, donde Josep Lluís Sert le construye un
gran taller. Inicia en este momento un período de revisión
de su obra precedente, que le llevará a abandonar
temporalmente la pintura.
En 1958 recibe el Guggenheim International Award
por los murales que realiza para la sede de la
UNESCO en París.
A partir de los años 60, empieza a trabajar con formatos
de grandes dimensiones. Su pintura muestra una clara
presencia del gesto, que se impondrá cada vez con mayor
intensidad gracias a un trazo decidido y directo. En su
obra se percibe la influencia del Expresionismo Abstracto
Norteamericano y de la pintura oriental.
En el ámbito del grabado, Miró se inicia en 1967, de la
mano de Robert Dutrou, en la técnica del carborúndum.
Su trabajo en este campo y en el de la litografía se
intensificará notablemente.
El reconocimiento internacional de su obra se hará patente
tras las numerosas exposiciones retrospectivas dedicadas al
artista en ciudades como Nueva York, Tokio, París, etc.
Joan Miró continúa trabajando en su taller de Palma
de Mallorca hasta su muerte, acaecida el 25 de
diciembre de 1983.
172
1940
TAKIGUCHI, Shûzo. Miró. Tokio: Atelier.
1941
SWEENEY, James Johnson. Joan Miró.
Nueva York: The Museum of Modern Art.
1948
GREENBERG, Clement. Joan Miró.
Nueva York: Quadrangle Press.
1949
CIRICI, Alexandre. Miró y la imaginación.
Barcelona: Omega.
CIRLOT, Juan Eduardo. Joan Miró.
Barcelona: Cobalto.
QUENEAU, Raymond. Joan Miró ou le
poète préhistorique. París: Skira.
(Les trésors de la peinture française).
1956
PRÉVERT, Jacques; RIBEMONT-DESSAIGNES,
Georges. Joan Miró. París: Maeght Éditeur.
1957
SCHEIDEGGER, Ernst. Joan Miró: Gesammelte,
Schriften, Fotos, Zeichnungen. Zurich: Arche.
1958
HUNTER, Sam. Joan Miró: His graphic work. Nueva
York: Harry N. Abrams; Joan Miró: L’oeuvre gravé.
París: Calmann-Lévy; Joan Miró: Das graphische
Werk. Stuttgart: Gerd Hatje; Joan Miró: Su obra
gráfica. Barcelona: Gustavo Gili, 1959.
1959
ERBEN, Walter. Joan Miró. Munich: Prestel Verlag;
Londres: Lund Humphries; Montecarlo:
André Sauret; México: Hermes, 1961.
SOBY, James Thrall. Joan Miró. Nueva York:
The Museum of Modern Art; Puerto Rico:
Universidad de Río Piedras, 1960.
SWEENEY, James Johnson. Atmósfera Miró.
Barcelona: RM.
1961
DUPIN, Jacques. Miró. París: Flammarion;
Nueva York: Harry N. Abrams; Colonia: Du Mont
Schauberg; Milán: Mondadori, 1962.
1962
TAILLANDIER, Yvon. Creación Miró 1961.
Barcelona: RM.
1963
GASCH, Sebastià. Joan Miró. Barcelona: Alcides.
(Colección Biografies populars).
1966
PENROSE, Roland. Joan Miró: Creación en el
espacio. Barcelona: Polígrafa. Ediciones en
castellano, inglés, francés y alemán.
1967
DUPIN, Jacques. Miró. París: Union Générale
d’Éditions. (Collection d’Art Unesco 10/18, 380).
México; Buenos Aires: Hermes; Nueva York: Mentor
Unesco Art Book.
1969
GREENBERG, Clement. Joan Miró.
Nueva York: Arno Press.
1970
CIRICI-PELLICER, Alexandre. Miró en su obra.
Barcelona: Labor; Miró llegit. Barcelona:
Edicions 62, 1971.
PENROSE, Roland. Miró. Londres: Thames &
Hudson; Barcelona: Daimon, 1976; Edición en
catalán y castellano: Londres: Thames and Hudson;
Barcelona: Destino, 1985; Edición en francés: París:
Thames and Hudson, 1990.
SWEENEY, James Johnson. Joan Miró.
Barcelona: Polígrafa.
TAPIÉ, Michel. Joan Miró. Milán: Fratelli Fabbri; París:
Hachette-Fabbri; París: Celiv, 1989.
1971
ROWELL, Margit. Miró. Nueva York:
Harry N. Abrams.
1972
DUPIN, Jacques. Miró escultor. Barcelona: Polígrafa.
LEIRIS, Michel; Fernand MOURLOT. Joan Miró
lithographe I (1930-1952). París: Maeght Éditeur;
Barcelona: Polígrafa; Ginebra: Weber Éditeur.
TAILLANDIER, Yvon. Miró à l’encre. París: XXe Siècle;
Mirografías. Barcelona: Gustavo Gili.
1973
JOUFFROY, Alain; Joan TEIXIDOR. Miró sculptures.
París: Maeght Éditeur (2ª edición ampliada París:
Maeght, 1980); Miró plastik. Munich: F. Bruckmann
KG; Miró Sculpture. Nueva York: Leon Amiel.
RUBIN, William S. Miró in the Collections of the
Museum of Modern Art. Nueva York: The Museum
of Modern Art.
1974
PIERRE, José; José CORREDOR-MATHEOS.
Céramiques de Miró et Artigas. París: Maeght; Miró
& Artigas: Keramik. Berna: Benteli.
1975
QUENEAU, Raymond. Joan Miró lithographe II
(1953-1963). París: Maeght Éditeur; Barcelona:
Polígrafa; Ginebra: Weber.
1976
PICON, Gaëtan. Joan Miró: Carnets Catalans.
Ginebra: Albert Skira. (Les sentiers de la création);
Joan Miró: Catalan Notebooks. Nueva York: Rizzoli;
Joan Miró: Carnets catalans. Barcelona: Polígrafa,
1980; Joan Miró: Cuadernos catalanes. Barcelona:
Polígrafa, 1980.
ROWELL, Margit. Joan Miró: Peinture-poésie. París:
Éditions de la Différence.
TEIXIDOR, Joan. Joan Miró lithographe III (1964-
1969). París: Maeght; Barcelona: Polígrafa, 1978.
1977
CIRICI, Alexandre. Miró-Mirall. Barcelona:
Polígrafa; Miró et son temps. París: Société
Française du Livre.
RAILLARD, Georges. Joan Miró: Ceci est la couleur
de mes rêves. París: Seuil; Conversaciones con Joan
Miró. Barcelona: Granica, 1978; I colori dei miei
sogni: Conversazione con Georges Raillard. Milán:
Emme Edizioni, 1979.
1978
GIMFERRER, Pere. Miró, colpir sense nafrar.
Barcelona: Polígrafa; Miró y su mundo. Barcelona:
Polígrafa; Miró, catalan universel. Hier et Demain.
1980
CORREDOR-MATHEOS, José. Los carteles de Miró.
Barcelona: Polígrafa; Miró’s Posters. Secaucus, NJ:
Chartwell Books; Les affiches originales.
París: Cercle d’Art.
1981
CALAS, Nicolás; Elena CALAS. Joan Miró
lithographe IV (1969-1972). París: Maeght;
Barcelona: Polígrafa; Ginebra: Weber Éditeur.
PRÉVERT, Jacques. Couleurs de Braque, Calder, Miró.
París: Maeght Éditeur.
1983
MALET, Rosa María. Joan Miró. Barcelona:
Polígrafa. Ediciones en catalán, castellano e
inglés; Edición francesa: París: Albin Michel;
Ediciones en alemán e italiano: Barcelona:
Poligrafa, 1985.
173
1984
DUPIN, Jacques. Miró graveur I (1928-1960).
París: Daniel Lelong. Ediciones en francés, inglés
y alemán; edición en castellano: Barcelona:
Polígrafa, 1987.
WEELEN, Guy. Miró. París: Nouvelles Éditions
Françaises, 1984; Colonia: Du Mont Buchverlag;
Milán: Garzanti.
1986
ROWELL, Margit. Joan Miró: Selected Writings and
Interviews. Boston: G.K.Hall; Joan Miró: Écrits et
entretiens. París: Daniel Lelong, 1995; Edición en
castellano: Joan Miró: Escritos y conversaciones.
Valencia: Institut Valencià d’Art Modern; Murcia:
Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos
Técnicos de la Región de Murcia, 2002. (Colección
de Arquilectura; 43).
1987
JOUFFROY, Alain. Miró. París: Fernand Hazan.
1988
Obra de Joan Miró: Dibuixos, pintura, escultura,
ceràmica, tèxtils. Barcelona: Fundació Joan Miró.
(Edición abreviada: La Fundació Joan Miró i les seves
col.leccions. Barcelona: Fundació Joan Miró, 1990.
Ediciones en catalán, castellano, francés e inglés).
1989
CRAMER, Patrick. Joan Miró: Catalogue raisonné des
livres illustrés. Ginebra: Patrick Cramer; Joan Miró:
The illustrated books. Catalogue raisonné. Ginebra:
Patrick Cramer.
DUPIN, Jacques. Miró graveur II (1961-1973). París:
Daniel Lelong. Ediciones en francés, inglés y
alemán; edición en castellano: Barcelona: Polígrafa.
RAILLARD, Georges. Miró. París: Hazan. (Les chefs
d’oeuvre); edición en castellano: Madrid: Debate,
1993. (Grandes maestros de la Pintura moderna).
1990
COMBALÍA, Victoria. El descubrimiento de Miró: Miró
y sus críticos, 1918-1929. Barcelona: Destino.
1991
DUPIN, Jacques. Miró graveur III (1973-1975). París:
Daniel Lelong. Ediciones en francés, inglés y
alemán; edición en castellano: Barcelona: Polígrafa.
1992
CRAMER, Patrick. Joan Miró lithographe V (1972-
1975). París: Maeght Éditeur. Ediciones en francés,
inglés y castellano.
1993
DUPIN, Jacques. Joan Miró. Barcelona: Polígrafa.
Ediciones en catalán, castellano e inglés; edición
en francés: París: Flammarion.
GIMFERRER, Pere. Les arrels de Miró. Barcelona:
Polígrafa; Las raíces de Miró. Barcelona: Polígrafa;
The roots of Miró. Nueva York: Rizzoli; Joan Miró:
Auf den Spuren seiner Kunst. Stuttgart: Daco-Verlag-
Günter-Bläse.
1994
GASSNER, Hubertus. Joan Miró: Der magische
Gartner. Colonia: Dumont.
1998
COMBALÍA, Victoria. Picasso-Miró: Miradas
cruzadas. Madrid: Electa.
1999
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume I: 1908-
1930. París: Daniel Lelong; Successió Miró, 1999.
2000
CABAÑAS, Pilar. La fuerza de Oriente en la obra de
Joan Miró. Madrid: Electa.
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume II: 1931-
1941. París: Daniel Lelong; Successió Miró, 1999.
HAMMOND, Paul. Constellations of Miró, Breton.
San Francisco: City Lights Books.
2001
DUPIN, Jacques ; LELONG-MAINAUD, Ariane.
Miró graveur IV(1976-1983). Paris: Daniel Lelong.
Ediciones en francés, inglés y alemán; edición en
castellano: Barcelona: Polígrafa.
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume III: 1942-
1955. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2002
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume IV: 1959-
1968. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2003
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume V: 1969-
1975. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2004
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Paintings. Volume VI: 1976-
1981. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
LABRUSSE, Rémi. Miró. Un feu dans les ruines.
París: Hazan.
2005
Miró: Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca.
Palma de Mallorca: Fundació Pilar i Joan Miró;
Barcelona: Lunwerg.
2006
FERNÁNDEZ MIRÓ, Emilio; ORTEGA CHAPEL, Pilar.
Joan Miró: Sculptures. Catalogue raisonné 1928-
1982. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2007
BALSACH, Maria Josep. Joan Miró: Cosmogonies
d’un món originari (1918-1939). Barcelona: Galàxia
Gutenberg/Cercle de Lectors. Ediciones en
castellano: Joan Miró: Cosmogonías de un mundo
imaginario (1918-1939). Barcelona: Galaxia
Gutenberg/Círculo de Lectores.
PUNYET MIRÓ, Joan; GARDY ARTIGAS, Joan;
CALERO FERNÁNDEZ, Cristina. Joan Miró, Josep
Llorens Artigas: Ceramics. Catalogue raisonné 1941-
1981. París: Daniel Lelong; Succesió Miró, 2007.
2008
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Drawings. Volume I. 1901-
1937. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2009
MIRÓ, Joan. Epistolari català: Joan Miró 1911-1945.
Vol. 1. Barcelona: Barcino; Fundació Joan Miró.
2010
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Drawings. Volume II. 1938-
1959. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2012
DUPIN, Jacques; Lelong, Ariane.
Joan Miró: Catalogue raisonné. Drawings III. 1960-
1972. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2013
DUPIN, Jacques; LELONG-MAINAUD, Ariane. Joan
Miró: Catalogue raisonné. Drawings. Volume IV. 1973-
1976. París: Daniel Lelong; Successió Miró.
2014
PUNYET MIRÓ, Joan. Al voltant de Miró. Barcelona:
Fundació Joan Miró.
174
Joaquim Gomis: Taller de Son Abrines, Palma de Mallorca, 1956-1961. ©Hereus de Joaquim Gomis. Fundació Joan Miró, Barcelona.
175
176
Catálogo
Coordinación Editorial
Francisca Saieh Guzmán
Gloria Moragues, Successió Miró
Diseño y Maquetación
Corp Imagen y Diseño
Sara García Paskvan
Textos
Joan Punyet Miró
Rosa María Malet
Álvaro Saieh Bendeck
Fotografías de las obras
Jaume Blassi
Joan Ramon Bonet
Francisca Puig
Gabriel Ramon
© Successió Miró/ADAGP, París/
CREAIMAGEN 2014.
Impresión
Fyrma Gráfica
Exposición
Fundación CorpArtes
Presidente
Álvaro Saieh Bendeck
Vicepresidenta
Catalina Saieh Guzmán
Directora General
Jacqueline Plass Wähling
Coordinadora de Exhibición
María Pies Ortúzar
Comunicación y Difusión
María Jesús Carvallo Oyanedel
Viviana Bendeck Quevedo
Coordinación y Operaciones
José Tomás Palma Araya
Javier Chamas Cáceres
Felipe Silva Morales
Y sus respectivos equipos.
Equipo CorpGroup
Programa Educación
Arte y Cultura Contemporánea
de la Universidad del Desarrollo
-ArtCCO UDD-
Pablo Allard Serrano
Ana María Fermandois Vöhringer
Juan Pablo Baraona Reyes
La Fundación CorpArtes agradece la colaboración
de todas aquellas personas e instituciones que
han contribuido a la realización de Joan Miró,
La fuerza de la materia. En especial a:
CORPBANCA, Joan Punyet Miró, Lola Fernández
Jiménez, Abertis y la Embajada de España.
Conservación
Lili Maturana
Diseño
Corp Imagen y Diseño
Francisca Saieh Guzmán
Rocío Zúñiga Rodríguez
Montaje y Diseño Gráfico
Amercanda
Transporte
VIPACK Chile
SIT Transportes Internacionales S.A.
Fundació Joan Miró
Dirección del Proyecto
Rosa María Malet
Concepción del Proyecto
Teresa Montaner
Jordi Clavero
Ester Ramos
Conservación
Elisabet Serrat
Coordinación Técnica
Jordi Juncosa
Ester Rabert
Susana Carnicero
Imma Carballés
Enric Gili
Fundación CorpArtes
Centro de las Artes 660 / CA 660
Rosario Norte 660, Las Condes
Santiago - Chile
(+562) 2598 1410
www.corpartes.cl
178
179
Joan Miró, La fuerza
de la materia