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EVANGELIO 2017 El Evangelio de cada día comentado por José Fernando Rey Ballesteros

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EVANGELIO 2017

El Evangelio de cada día comentado por José Fernando Rey Ballesteros

Primera edición: septiembre de 2016Segunda edición: Julio 2017

© J Fernando Rey© Cobel

ISBN: 978-84-943728-4-1

www.cobelediciones.com

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

INTRODUCCIÓN

Empieza un año, y este librito quiere acompañarte durante los 365 días que tienes por delante.

No te llevará mucho tiempo. Bastarán diez minutos cada ma-ñana, o cada noche, si quieres adelantarte a la Palabra para que, al amanecer, te encuentre dispuesto.

Quieren estas páginas ayudarte a meditar en oración ese mensa-je que, cada jornada, Dios tiene guardado para ti.

Lo primero que leerás será el evangelio de la misa de ese día. Léelo despacio, que no suele ser largo y no te quitará mucho tiem-po. Vale la pena que lo saborees sin prisas.

Después, te ofrezco un breve comentario de 200 palabras para ayudarte a entender lo que lees y a hablar con Quien te habla. ¿Por qué dirán algunos que Dios guarda silencio? ¡Si nos llama cada mañana!

Este libro está escrito, sobre todo, para seglares. En voso-tros pienso cuando publico la entradas del blog «Espiritualidad Digital»1, de donde extraigo ahora estas páginas. Sé que tenéis poco tiempo, y por eso procuro ser breve. Confío, sin embargo, en que, a partir de la brevedad de estas líneas, vuestra oración, después, sea larga. Por ejemplo… de 24 horas al día, que en todo momento se puede hablar con Dios.

José–Fernando Rey Ballesteros, pbro.

1 www.espiritualidaddigital.com

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ENERO1 de enero(Santa María, Madre de Dios)

Encontraron a María y a José, y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 16-21 En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encon-

traron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, conta-ron lo que se les había dicho de aquel niño.

Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditán-dolas en su corazón.

Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho.

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pu-sieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

El nombre de JesúsComo en el caso de Juan, los padres de Jesús no eligieron el

nombre del Niño; venía elegido de lo alto: Le pondrás por nombre Jesús (Lc 1, 31).

Jesús es el mismo nombre de Josué, el sucesor de Moisés que introdujo a los hebreos en la Tierra Prometida cruzando el Jordán. Significa «Dios salva».

Moisés guió a su pueblo por el Desierto, y murió sin ver la con-sumación de la obra redentora. Estaba claro que esa consumación vendría por manos de Otro. Josué (Jesús) fue anuncio de ese Otro, y llevó a los hebreos a una Tierra que era anuncio de la verdadera Tierra, la prometida por Dios para los suyos.

Jesús es el verdadero Josué, el llamado a consumar la obra de Moisés y a extenderla a todas las naciones. No es casualidad que comenzase su vida pública en el Jordán. Él, a través del Jordán de su Pasión, introducirá al Pueblo de Dios (la Iglesia) en el Paraíso,

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aden la Nueva Jerusalén: en el Cielo.

Ojalá entendiéramos muy bien esto, para saber qué es lo que debemos esperar del Niño Dios: no ha venido a la Tierra a resolver nuestros problemas. Ha venido a redimir al hombre.

2 de eneroEl que viene detrás de mi Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 19-28 Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Je-

rusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: - «¿Tú quién eres?»Él confesó y no negó; confesó:- «Yo no soy el Mesías.»Le preguntaron:- «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»Él dijo:- «No lo soy.»- «¿Eres tú el Profeta?»Respondió:- «No.»Y le dijeron:-«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos

han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»El contestó: - «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Se-

ñor”, como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

- «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»

Juan les respondió: - «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no cono-

céis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»

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Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan es-taba bautizando.

Nuestros maestros: la mula y el bueyNo ha venido de visita, aunque nos ha visitado. Se marchará,

y ascenderá a lo más alto del Cielo, pero permanecerá en medio de nosotros hasta el fin del mundo. Pertenece, por su origen y su linaje, a la eternidad de Dios, pero ha entrado en la Historia de los hombres y no saldrá de ella. Es Emmanuel, Dios-con-nosotros.

En medio de vosotros hay uno que no conocéis. Ésta es la gran-deza de la Navidad: el Verbo divino no se marcha. Desde su Encar-nación, acompaña al hombre en cada paso, a cada hora. En todos los sagrarios, y en los santuarios de las almas en gracia, Cristo sigue vivo, su corazón late al compás de los nuestros… Y, dos mil años después, muchos no lo conocen.

Conoce el buey a su dueño; la mula, el pesebre de su amo. Is-rael no me conoce, mi pueblo no discierne (Is 1, 3). Aquí los tene-mos: esos dos mansos animalitos que pueblan nuestros belenes son el testimonio más fiable contra la rebeldía del ser humano. Porque los seres irracionales honraron la visita de su Señor, mientras los hombres le dieron la espalda. 2015… Y muchos no se enteran. Dios camina a nuestro lado.

3 de eneroHe ahí el cordero de DiosLectura del santo evangelio según san Juan 1, 29–34Al día siguiente Juan ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cor-

dero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel». Y Juan dio testimonio di-ciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda

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adsobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Contra tu aburrimiento, mi fervorPara mucha gente, nuestros templos no son sino sucursales de

un club de aficionados a la religión. Nuestras misas, representacio-nes aburridas de ritos incomprensibles. Si tienen que asistir a un funeral o a una boda, se les vuelve interminable. Ni entienden lo que allí sucede, ni se sienten implicados. Supongo que es como si a mí me llevasen a ver un partido de hockey sobre patines. Salvo que alguien me introduzca en la gracia del juego, no me interesa en absoluto.

Lo que los pastores contemplaron, a simple vista, no era gran cosa: un hombre, una mujer y un niño en la inmundicia de un esta-blo. Nada más… Pero, a ellos, unos ángeles les habían entregado la clave que iluminaba la escena: ese niño era el Mesías. El Cielo brillaba en Belén.

Yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. Juan, como los ángeles, ofrece la clave que abre los Cielos ante la humanidad de Cristo. Me pregunto si nuestro fervor y pie-dad podrán abrir los Cielos ante quienes vienen a un templo para cumplir con un engorroso compromiso. Nuestra forma de estar en la iglesia debería gritar que allí está Dios.

4 de eneroHemos encontrado al Mesías Lectura del santo evangelio según San Juan 1, 35-42 En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose

en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios».Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?».Ellos le contestaron:«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».

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Él les dijo:«Venid y veréis».Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron en él aquel día;

era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús;

encuentra primero a su hermano Simón y le dice:«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se tradu-

ce: Pedro)».

Tiene sed el pastorcitoAyer lo decíamos: es el Hijo de David, y en su pequeñez divina

(más fuerte que la fuerza de los hombres) viene a vencer al Goliat del pecado. Como David, es también pastorcito, y viene a reunir al rebaño de Dios para llevarlo a las verdes praderas del Reino celeste.

Venid y lo veréis… Cantamos: «Venite, adoremus»… Venid, venid todos. Porque la Humanidad entera está llamada a congre-garse en torno al pesebre, y a rendir allí, junto a la ofrenda de los Magos, todos los corazones, todas las vidas, todos los anhelos.

Y lo llevó a Jesús. Tan cerca está el pesebre de la Cruz, que ya en Belén grita el Niño: Tengo sed. Llévale almas a Jesús. No quie-ras guardarte para ti la alegría de la Navidad. Aprovecha que el mundo está de fiesta, y entra en casa de tus amigos y vecinos a fe-licitarlos. Entre turrón y turrón, o después de un brindis, muéstra-les el verdadero sentido de tus villancicos. Háblales en voz bajita sobre Cristo, cuéntales cómo ha alegrado tu vida, revélales el gozo de la Redención, e indícales el camino hacia Belén. Hay que llenar los confesonarios y los templos. Ha nacido Dios. Y tiene sed.

5 de eneroTú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 43-51

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adEn aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a

Felipe y le dice:- «Sígueme.»Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuen-

tra a Natanael y le dice:- «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo he-

mos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.»Natanael le replicó:- «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»Felipe le contestó:- «Ven y verás.»Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:- «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»Natanael le contesta:- «¿De qué me conoces?»Jesús le responde:- «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la hi-

guera, te vi.»Natanael respondió:- «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»Jesús le contestó:- «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees?Has de ver cosas mayores.»Y le añadió:- «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ánge-

les de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Ángeles suben y bajan…Tanto en el nacimiento como en la resurrección del Hijo de

Dios, los ángeles tienen un papel relevante. En ambos casos, son mensajeros de la Buena Nueva. Es normal: si la Encarnación abrió la puerta de descenso, la resurrección abrió la de subida entre el Cielo y la Tierra. Ambas puertas quedarán abiertas, y los ángeles –pobladores celestes– suben y bajan por ellas.

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Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre. Centrados como estamos en la Sagrada Familia, prestamos poca atención a los ángeles. Somos, en eso, como María Magdalena, tan ansiosa por encontrar el cuerpo del Señor que ni al ángel prestó atención. Hizo mal ella, y hacemos mal nosotros. Los ángeles tienen mucho que decirnos en Navidad. Ellos nos enseñarán, aquí en la Tierra, el modo en que alaban en los Cielos a Dios.

Ante el Belén de tu hogar, trata mucho a tu ángel. Él se adelan-ta, y, postrado ante el pesebre, adora al Niño. Pídele que te enseñe a gozar de la oración de alabanza. Si el Rey de los ángeles se ha hecho hombre, bueno es que el hombre le alabe como hacen los ángeles.

6 de enero(Solemnidad de la Epifanía del Señor)

Venimos a adorar al Rey Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12 Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Hero-

des, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: - «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos

visto salir su estrella y, venimos a adorarlo. » Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él;

convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:- «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:“Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de

las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel.”»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le preci-saran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

- «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo en-

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adcontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pa-rarse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo ado-raron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

¡Cuidado con los falsos reyes magos!Quienes tenéis niños en casa vivís hoy un día intenso y agitado.

El paso de los Reyes Magos por vuestros hogares ha llenado de regalos el amanecer, y se ha convertido en jolgorio vuestra casa a las siete de la mañana.

No quisiera alarmaros, pero… ¿Estáis seguros de que han sido los verdaderos Reyes Magos quienes han dejado en vuestra casa los regalos? Lo digo porque a veces hay suplantadores de identi-dad interesados, que están dispuestos a dejar obsequios en vues-tros hogares con espurios fines comerciales.

Yo os diré cómo saber si han sido los verdaderos Reyes Magos quienes os han visitado esta noche: recordad que ellos recorrieron un larguísimo camino para honrar al Hijo de Dios. Él fue el princi-pal agraciado con sus dones. Desde entonces, su veneración por el Niño Jesús no ha cesado.

Por tanto, si os han visitado, habrán dejado en vuestras casas su regalo para el Niño Dios. Buscad bien entre los paquetes (o quizá algún sobre). Si aparece en vuestras casas el regalo de Jesús, es que han venido los Reyes. Si no…

Claro que, si no pusisteis los zapatitos del Niño en la puerta…

7 de eneroEstá cerca el reino de los cielos

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Lectura del santo evangelio según san Mateo 4, 12-17. 23-25 En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan

se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el te-

rritorio de Zabulón y Neftalí. para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:

«Tierra de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»

Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:- «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, procla-

mando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolen-cia en el pueblo.

Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.

Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Una mirada al Belén…Más que los discursos morales o los buenos consejos, es la pre-

sencia de la bondad cerca de nosotros la que nos mueve a cambiar. El amor sólo se transmite por contagio, como una saludable enfer-medad. Y así, el «Dios con nosotros» que ha bajado a la Tierra ha venido a iniciar una bendita epidemia.

Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos. No se trata de una amenaza, como cuando los niños dicen: «¡Callad, que viene el profesor!» Más bien, es una maravillosa noticia: El reino de los cielos está cerca. Situaos bajo su influjo, y os convertiréis. Acer-caos a quien se ha acercado a vosotros, y vuestras vidas cambiarán.

Por eso la oración que transforma al hombre es la de contempla-ción. Y es fácil orar así en Navidad: basta con mirar embelesados

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adal Belén de nuestras casas, o al de nuestras parroquias. Conforme lo miramos, nos enamoramos, y el corazón se derrite. Acudir al confesonario, dejar allí nuestra vida anterior, y comulgar fervoro-sos para nacer de nuevo son los pasos siguientes. Pero todo empie-za en una mirada.

Quedan apenas cuatro días para que la Navidad termine. Apro-vecha, abre bien los ojos, y mira… ¿A qué esperas para enamo-rarte?

8 de enero(El Bautismo del Señor –Ciclo A–)

Éste es mi Hijo amadoLectura del santo evangelio según san Mateo 3, 13–17En aquel tiempo, Jesús vino de Galilea al Jordán donde estaba Juan,

para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre Él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Un perfecto desconocidoQuienes habían acudido aquel día al Jordán para ser bautizados

por Juan se asombraron al escuchar la voz de Dios: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. ¿Quién era aquel hombre? Un arte-sano, hijo de un artesano. Nada más.

Durante treinta años, Jesús había vivido su vida como cualquier otro judío: estudiando, jugando, y, más adelante, trabajando. Tan sólo sus familiares y vecinos lo conocían.

Y, sin embargo, no fueron aquellos treinta años menos reden-tores que los tres que pasaría predicando a las gentes y obrando signos. Ni fueron menos redentores que las tres horas que perma-necería clavado en la Cruz. Cada minuto de esos treinta años, vivi-

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do en obediencia a su Padre, fue tan sacerdotal como cada uno de los que viviría en adelante. Si Cristo hubiese muerto con 17 años a consecuencia de una pulmonía, hubiéramos sido redimidos tam-bién por su sacrificio. Pero no nos hubiésemos enterado. Durante ese tiempo, pasó perfectamente desapercibido.

Ésa es la vocación de la inmensa mayoría de vosotros: redimir el mundo unidos a Cristo sin que nadie se entere. Obedeciendo y amando, entregando la vida en silencio con cada minuto de ora-ción y trabajo, de vida familiar y de soledad con Dios.

9 de enero(Lunes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

Convertíos y creed en el Evangelio Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20 Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a

proclamar el Evangelio de Dios; decía: -«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio.»

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:-«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su herma-

no Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

La puntualidad, virtud divinaEl arresto del Bautista provocó una honda conmoción en Jesús.

El cariño que el Señor profesaba a su precursor hizo que su cora-zón sangrase. Por otro lado, la salida de escena de Juan marcaba el inicio de la actividad pública de Cristo.

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea. De-cía: – «Se ha cumplido el plazo». Era la hora. El taller familiar,

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los cuidados de María, el trato con sus amigos y vecinos, la vida cotidiana en Nazaret… Todo quedó atrás repentinamente. En la vida de Jesús hay un reloj puesto en hora por su Padre, y el Señor acompasará con él sus movimientos, a golpe de campana, con la precisión del segundero.

Me gusta comenzar la misa a la hora en punto. Esa «sana obse-sión» por la puntualidad la he aprendido en el Evangelio. Cuando Dios marca el tiempo, no se le debe hacer esperar ni un instante; en los asuntos divinos, la impuntualidad es algo peor que descortesía. No en vano dice san Marcos que, al escuchar la llamada del Señor, los apóstoles inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Ese inmediatamente era la primera forma de seguir a Jesús, quien ja-más hizo esperar a su Padre.

10 de enero(Martes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

Les enseñaba con autoridad Lectura del santo evangelio según San Marcos 1, 21-28 En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a

enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en la sinago-ga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:

-« ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús lo increpó:-«Cállate y sal de él.»El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy

fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:-«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. In-

cluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen.»Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la co-

marca entera de Galilea.

La autoridad y su mala prensa

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El Hijo de Dios, que no vino a la Tierra a ser servido, sino a servir, jamás exhibió complejo alguno a la hora de enseñar con autoridad. No enseñaba como los escribas, sino con autoridad.

Me acordaba de ello el pasado día 6, mientras escuchaba al Rey de España decir que «mandar es servir». Pero, en sus labios, esas palabras sonaban a disculpa, muy a tono con la sensibilidad de nuestro tiempo. La autoridad tiene mala prensa. Y, si se ejerce, es preciso hacerlo pidiendo perdón por el pecado de mandar. Recor-darle a la «víctima» de tu autoridad que «mandar es servir» es una forma de disculparte: «déjame que te mande; mira que lo hago para servirte».

Los padres ya no mandan sobre los hijos. Los profesores sufren el acoso de los alumnos sin ejercer autoridad alguna sobre ellos. La policía municipal que murió asesinada en Francia la semana pasada no llevaba ni un arma con la que defenderse… Decidida-mente, la autoridad está mal vista en nuestros días. Como contra-punto, la obediencia tampoco se estila.

Tanto peor para nosotros. Porque no nos salvaremos sin obe-decer. Pero tampoco sin ejercer la autoridad que el Señor nos ha otorgado a cada uno.

11 de enero(Miércoles de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

Curó a muchos enfermos de diversos males Lectura del santo evangelio según San Marcos 1, 29-39 En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y

Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le

hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a mu-chos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

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Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañe-ros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

-«Todo el mundo te busca.»Él les respondió:- «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar tam-

bién allí; que para eso he salido.» Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios

Otra forma de empezar el díaOh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo (Sal 62, 2). Estas

palabras del Salterio estaban esperando, para hacerse verdad, a que llegase el Mesías, el Dios–hombre que redimiera la Humanidad desde su propia entraña. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado, y allí se puso a orar.

Ese primer momento de la jornada, cuando suena el despertador y los ojos se abren, merece ser entregado a Dios. Es el sacrificio de las primicias. Muchos se lo entregan al dinero –madrugan para ganarse el pan–, otros a sus problemas –«nada más despertar, me acuerdo de lo desgraciado que soy»–, otros a la actualidad o a la música –despiertan oyendo la radio–, otros, sencillamente, a la pe-reza –no se acaban de levantar hasta media hora después–…

Pero también están los discípulos de Jesús: como su Maestro, hacen verdad el versículo del salmo y madrugan por Dios. Se le-vantan de la cama media hora antes de lo requerido por su trabajo, y emplean esos primeros minutos del día en la oración –incluso antes de desayunar–. Le dan al Señor las primicias de la jornada. ¡Y qué jornada! Da gusto empezar el día con Dios.

12 de enero(Jueves de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

La lepra se le quitó, y quedó limpio Lectura del santo evangelio según San Marcos 1,40-45 En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodi-

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llas: -«Si quieres, puedes limpiarme.»Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo:-«Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.Él lo despidió, encargándole severamente:-«No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al

sacerdote y ofrece por tu, purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio ».

Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a el de todas partes.

Las manos del SalvadorEl Hijo de Dios se encarnó porque quería tener manos. Tam-

bién deseaba ojos, labios y pies. Los pies, para andar caminos; los labios, para predicar, y los ojos, para mirar al hombre. Las manos las quería para curar.

Ayer tomaba de la mano a la suegra de Pedro, y hoy al leproso. Extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio».

Esa mano de Cristo que sana es la mano de Dios tendida hacia el hombre; toda una invitación a poner en juego tu libertad. Por-que, si no la tomas con las tuyas, no podrá sanarte. Es la mano del sacerdote que absuelve los pecados, consagra el pan, unge al enfermo y derrama el agua del Bautismo. Antes, en España, se besaba la mano al sacerdote, y no era –como algunos quisieron creer– signo de sumisión a un ser humano, sino veneración por las manos de Cristo. Yo, que soy sacerdote, con frecuencia beso mis manos, porque no son mías, sino suyas.

Ten devoción por las manos del Salvador. Las verás, también, traspasadas por clavos y cosidas al Leño, abiertas en llagas por las que mana la sangre redentora. ¿No tomarás esa mano sufriente de Dios para quedar limpio?

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13 de enero(Viernes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados

Lectura del santo evangelio según San Marcos 2, 1-12 Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que es-

taba en casa.Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía

la palabra.

Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: -«Hijo, tus pecados quedan perdonados».

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus aden-tros:

-«Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar peca-dos, sino solo uno, Dios?».

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:-«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus

pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados-dice al paralítico-: ”Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa” ».

Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos.

Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:-«Nunca hemos visto una cosa igual».

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Los ojos del SalvadorSi ayer dedicábamos estas líneas a las manos de Jesús, hoy se

las dedicaremos a sus ojos.Para esos ojos de Cristo, la torpeza de la materia se convertía en

transparencia del más fino cristal. Miraba Jesús, y atravesaba espa-cios, taladraba volumen y color hasta que sus ojos descansaban en la entraña de los seres. Cristo fue vidente de lo invisible. Por eso siempre estuvo tan solo. Cualquiera que haya recibido esa gracia sabe de lo que hablo.

Viendo Jesús la fe que tenía… ¿Quién ve la fe? Se ven caras, piernas, brazos, sonrisas, ojos y lágrimas. Pero sólo Jesús –y quien se haya dejado invadir por su Espíritu–, mirando rostros, puede ver la fe.

Hijo, tus pecados quedan perdonados… ¿Quién ve los pecados, si nadie los desvela? Se ven el cuerpo tullido y el semblante surca-do por el dolor. Pero sólo Jesús –y quien se haya dejado invadir por su Espíritu–, mirando unas piernas enfermas, puede ver el pecado que paraliza el alma.

Ojalá te identifiques tanto con Jesús que veas lo que Él ve. Qui-tarás importancia a muchas cosas que ahora te importan, y otor-garás su verdadera importancia a cosas que ahora no te importan nada.

14 de enero(Sábado de la 1ª semana del Tiempo Ordinario)

No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores Lectura del santo evangelio según San Marcos 2, 13-17 En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la

gente acudía a él y les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:

-«Sígueme.»Se levantó y lo siguió. Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa, de Leví,

muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípu-

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los, pues eran ya muchos los que los seguían. Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y pu-

blicanos, decían a sus discípulos: -«¿Por qué come con publicanos y pecadores?».

Jesús lo oyó y les dijo:-«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a

llamar a los justos, sino a pecadores».

Los riesgos de ser DiosEn cierta ocasión, sufrí con una madre el drama de la desapari-

ción de su hija. La joven –mayor de edad– se había marchado de casa tras una violenta discusión. Regresó dos años más tarde, y le hizo a su madre una confidencia: dos días después de marcharse, experimentó unos fortísimos deseos de regresar. Tuvo que echar mano de todo su orgullo para resistir aquel impulso. Su madre le preguntó a qué hora le sucedió. «A las ocho de la tarde».

Ese día, a las ocho de la tarde, orábamos ante el Santísimo Sacramento pidiendo el regreso de la joven. En aquel momento, pensamos que Dios nos había negado aquella gracia. Pero, tras escuchar la confesión de la interesada, supimos que Dios no nos lo negó; quien nos lo negó fue ella.

La voz de Dios no es irresistible; no debe serlo, porque Dios quiere una obediencia libre. Entre el sígueme que Jesús pronuncia ante Mateo y el se levantó y lo siguió hay un abismo, una eterni-dad. Y sólo la libertad humana puede cruzar ese abismo y atravesar esa eternidad. Con el hombre, creado libre, Dios puede fracasar, y, en ocasiones, fracasa. Pero la culpa no es suya, sino nuestra.

15 de enero(2º domingo del Tiempo Ordinario –Ciclo A–)

Lo he visto y doy testimonioLectura del santo evangelio según san Juan 1, 29–34En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de

Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás

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de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

Aristóteles con cefaleaSupón que me hablas de tu insoportable dolor de cabeza, y que

yo conozco unas pastillas infalibles para combatirlo. Entonces yo te doy una caja de esas pastillas. Pasada una semana, me dices que las pastillas son maravillosas y me devuelves la caja. Yo la abro, y descubro que no has tomado ni siquiera una… Tendré que pensar que te gusta el dolor de cabeza, o, en caso contrario, que no te fías de mí. Pero lo importante es que has podido quitarte el dolor, y, por una razón u otra, no has querido. Tienes lo que te mereces.

¿Quién crees que es Jesús? ¿Un modelo de conducta que te in-dica lo que debes hacer? ¿Un conseguidor de favores celestiales al que rezarle en momentos de apuro?

Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ése es Jesús: Aquél que ha venido a librarte del peor de tus dolores y del más terrible de tus males. Por eso es tan grotesco que algu-nas personas entren en la iglesia el domingo en pecado, escuchen misa, y salgan en pecado -como entraron- por no haber querido confesar. Mi amigo el de las pastillas, a su lado, es Aristóteles.

16 de enero(Lunes de la 2ª semana del Tiempo Ordinario)

El esposo está con ellos Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 18-22 En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban

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de ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: -«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan.

¿Por qué los tuyos no?»Jesús les contestó:-«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo

está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.Llegarán días en que les arrebatarán al esposo; y entonces ayuna-

rán en aquel día.Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado;

porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los

odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos. »

Perfecto hombre, perfecta hambreHay personas a quienes no le gusta comer. Yo desconfío de gen-

te así; creo que algo anda mal en su psyche. Lo normal es que al individuo humano le guste comer. Tengo pruebas sobradas de que a Jesucristo le gustaba comer. Y, si podía comer bien –como en casa de Marta– comía bien. Era perfecto hombre. Y tendría, lógi-camente, perfecta hambre.

Luego están quienes comen basura: comida rápida, bollería quí-mica y cosas de ésas. Bah, son unos insensatos. Saciar el hambre con esas cosas atenta a la dignidad humana.

Luego están quienes ayunan por no engordar. Son mártires de la figura. Sus principales detractores son los gusanos, a quienes acaban dejando un sándwich escuchimizado.

Y luego están los santos. Comen lo que pueden. Pero, a imagen de Cristo, si pueden comer bien, comen bien. Con templanza y sin derroches, pero bien. Además, saben ayunar. Pero, a diferencia de quienes desprecian la comida, cuando ayunan sufren. Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día ayunarán. El dolor es doble: echan de menos al Novio –expulsado por nuestros pecados– y echan de menos la pitanza.

¡Afortunadamente, el Cielo es Banquete!