etnografía de cooperantes. relatos y experiencias de vida
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Etnografía de cooperantes.
Relatos y experiencias de vida de expatriados.
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Etnografía de cooperantes.
Relatos y experiencias de vida de expatriados.
Raquel Sánchez Padilla
Tesis dirigida por el Dr. Pablo Vidal González
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A mi hija Carmen, que con su existencia me arrancó del ensueño de la
ilusoria perfección y me mostró la belleza de lo extraordinario.
4
Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Mario Benedetti, Noción de patria
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AGRADECIMIENTOS
En este incesante intercambio de dones que es y debe ser la vida, llega el
momento en el que me corresponde dar las gracias a todos aquellos que me
han regalado su ayuda y apoyo para realizar mi tesis.
A los cooperantes, mis informantes, y ahora ya amigos, que han tenido la
generosidad de entregarme un trocito de sus vidas, que han confiado en mí
para ser su confidente. Todavía me sorprendo y se me encoje el corazón
cuando comprendo que he tenido la fortuna de participar en la construcción
de sus relatos. Gracias.
A mis compañeras y sobre todo amigas: a Ángela, Pilar, Claray Cova.
Vuestros consejos, vuestra ayuda, y por encima de todo, vuestro aliento me
ha sostenido en este arduo camino. Gracias.
Y por supuesto, también a mis compañeros y amigos: Jose Enrique y
Daniel. Vosotros habéis sido mis hermanos mayores, me habéis abierto el
sendero y me habéis protegido de las caídas. Gracias.
A lo largo de este proceso he tenido la dicha de compartir momentos y
conversaciones con grandes antropólogos que son ante todo, grandes
maestros de la vida. Mi agradecimiento y admiración a Joan Prat que me
acogió en su Tarragona con cariño y cercanía, y me dio alas para lanzarme a
volar. Gracias. Agradecimiento, admiración y profunda gratitud a Anne-
Marie Brisebarre, no hay ni un instante a su lado que no sea una maravillosa
lección magistral. Gracias. A Joan Frigolé por sus consejos e interés,
conversar con él fue un nuevo impulso en la elaboración de la tesis. Gracias.
A Mónica Martínez y Cristina Larrea por vuestro apoyo, ayuda y confianza
en mi trabajo. Habéis sido unas maestras para mí. Gracias.
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Gracias al personal de todas las bibliotecas en las que he trabajado. Mención
especial a Sergio y Mari Carmen de la Biblioteca del Museo de Etnología de
Valencia. A Fermín, que tanto me ha ayudado, en la biblioteca de la
Universidad Católica de Valencia. Gracias a las bibliotecarias del
Laboratoire d'Anthropologie Sociale de l’EHESS. Gracias a los
bibliotecarios de la Universidad de Sussex. Gracias a mis colegas del ENA
de Meknés, especialmente a Mahdi que me ha brindado tantas
oportunidades para aprender.
A mis amigos y amigas, que habéis sido pacientes conmigo en estos años y
me habéis querido esperar y acompañar. Gracias también a Mark por
nuestras desveladas interpretativas. Es verdad eso que dicen: “una amigo
siempre está cuando lo necesitas”Especialmente a Aurelio. Gracias.
A mi familia. Mi gran apoyo. Mi pilar. Gracias a mi padre y a mi madre,
porque en estos años hemos crecido juntos… a mi David y a mi Amaia. A
mi Alicia y a mi Pedro. A mi Pepa y a mi abuelita. Todos, todos me habéis
ayudado a llegar hasta aquí.
Y en último lugar, quiero dar las gracias a mi Director de tesis, Pablo Vidal.
Gracias es una palabra que se queda pequeña. Pablo ha sido mi guía y mi
maestro. Debo agradecerle su tiempo, su paciencia, su constancia, su
dedicación, su disponibilidad, su capacidad de escucha y su respeto por la
libertad. Pablo me ha animado en los momentos en que necesitaba ánimos,
me ha dado paz cuando era oportuno, me ha esperado con paciencia, ha
velado por mí. Sólo espero no haberle defraudado demasiado. Gracias
Pablo. Gracias.
7
ÍNDICE
ÍNDICE DE FIGURAS………………………………………………….12
INTRODUCCIÓN……………………………………………………….14
PARTE I: MARCO TEÓRICO…………………………………………20
1. Marco conceptual……………………………………………..20
1.1. El cooperante: sujeto antropológico………………………20
1.1.1. Introducción………………………………………..20
1.1.2. Estatuto del cooperante…………………………….24
1.1.2.1. La creación del estatuto……………………24
1.1.2.2. Luces y sombras del estatuto del
cooperante………………………………………29
1.1.3. Trabajar en terreno…………………………………36
1.2. Antropología y cooperación………………………………41
1.2.1. Introducción………………………………………..41
1.2.2. Historia de la era del desarrollo…………………….42
1.2.2.1. Qué es la cooperación
internacional…………………………………….42
1.2.2.2. Los periodos………………………………..44
1.2.2.3. Actores e instrumentos…………………......46
1.2.2.4. Sistema español de Cooperación Internacional
al Desarrollo…………………………………….47
1.2.2.5. El papel de las ONGD……………………...49
1.2.3. Antropología del y para el desarrollo………………51
1.2.3.1. Enfoques de la Antropología
Aplicada………………………………………...51
1.2.4. Países y territorios beneficiarios……………………54
8
2. Marco metodológico…………………………………………..59
2.1. El método de los relatos de vida…………………………..59
2.1.1. Nuestro enfoque……………………………………62
2.1.2. Objetivo principal…………………………………..63
2.1.3. Relatos de vida: fuente subjetiva…………………...63
2.1.4. El rol del investigador……………………………...66
2.1.5. Una propuesta innovadora en la antropología aplicada
al desarrollo…………………………………………..68
2.2. Proceso metodológico……………………………………..69
2.2.1. Reconstruir el mundo social a partir de relatos de
vida…………………………………………………...70
2.2.2. Claves teóricas que fundamentan el diseño de la
investigación………………………………………….72
2.2.3. Enfoques teóricos del método de los relatos de
vida…………………………………………………...76
2.2.4. Nuestra propuesta epistemológica………………….77
2.2.5. Preguntas de investigación…………………………79
2.2.6. Hipótesis …………………………………………...80
2.2.7. Proceso inverso al hipotético-deductivo……………81
2.2.8. Aportaciones de la perspectiva etnosociológica a
nuestra investigación…………………………………85
2.3. Diseño de las entrevistas…………………………………..87
2.3.1. La entrevista conversacional……………………….88
2.3.2. Primer borrador de guion de entrevista…………….89
2.3.2.1. Asuntos previos…………………………….89
2.3.2.2. Contenidos del guion borrador…………..…91
2.3.3. Guion de la entrevista según criterio de eje
biográfico……………………………………………..93
2.3.4. El guion de entrevista definitivo…………………...95
9
2.3.5. Otras decisiones del diseño de las
entrevistas…………………………………………….97
2.3.6. Ficha de entrevista………………………………….98
2.4. Selección de los entrevistados…………………………...100
2.4.1. Criterios maestros del muestreo
cualitativo…………………………………………...100
2.4.2. Número de entrevistados………………………….104
2.4.3. Razones para participar en una investigación
cualitativa…………………………………………...105
2.4.4. La importancia de la contactación………………..106
2.4.5. El entrevistador…………………………………...107
2.4.6. Diseño de los preparativos de la
entrevista…………………………………………….109
2.5. El trabajo de campo ……………………..………………110
2.5.1. La contactación……………………………………111
2.5.2. La entrevista conversacional……………………...115
2.6. Análisis de las entrevistas cualitativas…………………..121
2.6.1. Análisis del discurso en tratamientos
cualitativos…………………………………………..121
2.6.2. Representatividad y objetividad…………………..123
2.6.3. La transcripción…………………………………...124
2.6.4. Campos de exploración…………………………...126
2.6.5. Conceptos vitales recurrentes……………………..127
2.6.6. Tópicos temático-narrativos………………………128
PARTE II: RELATOS DE COOPERANTE………………………….132
3. Los cooperantes……………………………………………...132
3.1. Toni, el trabajador humanitario………………………….133
3.2. Sara, el entusiasmo incansable…………………………..135
10
3.3. César, el emergencista…………………………………...137
3.4. Daniel, el activista……………………………………….139
3.5. Ximo, pasión por la cooperación………………………...140
3.6. Lucía, la trabajadora social………………………………142
3.7. Pedro, un arquitecto cooperante…………………………143
3.8. Jesús, espíritu altruista…………………………………...144
3.9. Rebeca, una expatriada singular…………………………145
3.10. Mario, profesional por duplicado…………………146
3.11. Mercedes, una cooperante muy polivalente………147
3.12. Lola, una médico en terreno………………………148
3.13. Juan, un cooperante agrónomo……………………149
3.14. Julián, el expatriado “expatriado”………………...151
3.15. Maruja, búsqueda del crecimiento personal………152
4. Punto de partida......................................................................154
4.1. Convertirse en cooperante……………………………….154
4.2. Inquietudes y gustos compartidos……………………….157
4.3. Movilidad profesional……………………………………161
4.4. El espíritu solidario………………………………………162
4.5. La familia del cooperante………………………………..165
4.6. Perfil formativo previo…………………………………..167
4.7. Conseguir un contrato……………………………………170
4.8. Formación específica en cooperación……………………174
4.9. Los preparativos antes de partir hacia el terreno………...177
5. En el terreno............................................................................190
5.1. Tipo y objetivo de la misión o proyecto…………………191
5.2. Duración de la estancia…………………………………..192
5.3. Región donde coopera…………………………………...195
5.4. Destino: capital o terreno………………………………...199
5.5. El tipo de vivienda……………………………………….207
5.6. Medidas de seguridad……………………………………218
11
5.7. Vida
social……………………………………………………..226
5.8. Cambio de estatus………………………………………..239
6. El retorno…………………………………………….………245
6.1. Tipos de retorno………………………………………….245
6.2. Compaginar o dedicación exclusiva……………………..247
6.3. Estrés postraumático……………………………………..248
6.4. Necesidad de compartir………………………………….251
6.5. Duelo migratorio…………………………………………253
6.6. Añoranzas………………………………………………..255
6.7. Sentirse fuera de lugar…………………………………...257
6.8. Choque cultural en origen………………………………..259
6.9. Desarraigo………………………………………………..261
6.10. Precariedad laboral………………………………..265
6.11. Punto de no retorno……………………………….268
6.12. Proyección de futuro……………………………...270
6.13. Aprendizajes y crecimiento personal……………..275
CONCLUSIONES………………………………………………………281
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………..298
12
ÍNDICE DE FIGURAS
a. Mapas
o Mapa 1. Países africanos prioritarios para la
AOD……………………………………………………………57
o Mapa 2. Países de Norteamérica prioritarios para la
AOD…………………………………………………………....57
o Mapa 3. Países de Sudamérica prioritarios para la
AOD……………………………………………………………58
o Mapa 4. Países de Asia prioritarios para la
AOD…………………………………………………………....58
b. Gráficos
o Gráfico 1. El cooperante como canal de la
cooperación.................................................................................22
o Gráfico 2. Variables características de la vida en
terreno………………………………………………………...191
o Gráfico 3. Variables que condicionan la vida en el
terreno………………………………………………………...227
o Gráfico 4. Representación simbólica de Aidland…………….281
o Gráfico 5. Esquema diacrónico de la vida del
cooperante.……………………………………………………282
o Gráfico 6. Pares de oposiciones conceptuales………………..283
o Gráfico 7. Términos clave del universo narrativo del
cooperante…………………………………………………….285
c. Tablas
o Tabla 1. Actores del sistema de cooperación
internacional…………………………………………………...43
o Tabla 2. Preguntas de investigación……...……………………79
o Tabla 3. Hipótesis principales………………………………….80
13
o Tabla 4. Listado de asuntos previos al diseño de las
entrevistas……………………………………………………...90
o Tabla 5. Contenidos del guion borrador de entrevista…………91
o Tabla 6. Guion de la entrevista de investigación según criterio de
eje biográfico………………………………………………......94
o Tabla 7. Guion de entrevista configurado a partir de los propios
relatos de los cooperantes……………………………………...96
o Tabla 8. Ficha entrevistado…………………………………….99
o Tabla 9. Criterios maestros del muestreo cualitativo de
cooperantes expatriados en Valencia…………………………100
o Tabla 10. Carta explicativa a ONG perteneciente a la fase de
preparación…………………………………………………...102
o Tabla 11. Guion contactación telefónica……………………..112
o Tabla 12. Correo preparación entrevistado…………………...114
o Tabla 13. Estrategias de acción para los momentos previos a la
construcción del relato………………………………………..116
o Tabla 14. Estrategias de transcripción………………………..125
o Tabla 15. Conceptos vitales recurrentes en los relatos
registrados……………..……………………………………...128
o Tabla 16. Informantes………………………………………...133
o Tabla 17. Tipologías básicas de cooperante combinando 4 pares
de opuestos……………………………………………………284
o Tabla 18. Dilemas del discurso cooperante…………………..291
o Tabla 19. Hipótesis de investigación…………………………294
14
INTRODUCCIÓN
There are many anthropological studies on social structures and practices
which have to do with development cooperation. In our country there are
texts which can be considered as classics such as Unceta (2000), Gómez-
Galán y Sanahuja (1999) or more recent revisions such as Alonso (2009). At
an international level, we can find numerous examples of works that reflect
on development and its ethical issues (Crush, 1995; Escobar, 1995). In the
nineties and the first years of the two thousands, deconstructive criticism
was developed to the full through authors such as Escobar (1995); Grillo
and Stirrat (1997); Hobart (1993) or Wright (1994) amongst others. Since
then, and until relatively recent times, the academic world has approached
the study of international cooperation from a highly abstract perspective,
focussing mainly on a reflection on the concept of development and the
practices and ideologies of the actors of cooperation until finally becoming
concerned with the figure of an aid worker.
Indeed, in the last few years, the anthropology of and for development has
made a big U-turn. Dissatisfied with an analysis centred exclusively on the
deconstruction of the narratives of development and on the ethnography of
the “beneficiaries” of cooperation, social scientists have become more
interested in the role played by aid workers in the deployment of
development.
In this sense, it is important to mention the work carried out by the Centre
for the Study of Migration at the University of Sussex (England), which has
just finished a project of investigation whose main aim was to address the
lack of attention paid to the profession of aid workers in scientific studies.
Using a marked ethnographic approach, the team at the University of Sussex
consider that their work can offer a more detailed understanding of the
15
processes of development. Socially confronted concepts such as altruism
and professionalism, the importance of mobility both in their working and
social lives, and the weight of intercultural dialogue between the different
actors in the field of humanitarian aid, have been some of the fundamental
issues dealt with in this study.
On the other side, in Spain, there have been some more discreet approaches
on the roles played by aid workers in the great machinery of international
cooperation. On the subject of training and specific preparation (Angulo,
2004), on psychological aspects (Martín y Donà, 1997), or more specifically
on the role of the actors of cooperation (CONGDE, 2006). But, in no case
have we found a proposal which presents an aid worker as an
anthropological subject whose defining characteristics identify him or her as
an object of study of social and cultural anthropology.
We start from the idea that aid workers are complex social beings that live
and work within the framework of a particular culture which exists
irrespective of the country in which they are carrying out their work. It is
not easy to define exactly what type of culture it is since we are not dealing
with a migrant community or nomadic culture. Rather, we are dealing with a
type of “mobile world” which does not belong to any specific territory.
As we are talking about culture, we cannot explore the lives of aid workers
by exclusively sticking to their working environment. We feel that it is
absolutely necessary to demolish the limits which have been established in
other studies and make in-roads into the social world of aid workers. This is
a world characterised by a high level of professional mobility which defies
the notions of nation vs state, territoriality, and which, without doubt,
boycotts the more classical idea of “culture”.
This peculiar mesocosmos, to which an aid worker belongs, obliges us to
organise our field work in a different way, irretrievably abandoning the
16
anthropological idea of in situ research and engaging fully in the
biographical method.
Thus, the aim of this investigation is to gather stories of aid workers in order
to go in-depth into the understanding of the culture of aid work. This group
of people, largely forgotten, directly influences and affects the results of
humanitarian and development interventions since they are not just mere
tools, but rather people who make their mark on these interventions.
Attention is drawn to the fact that in evaluation processes their work is
neither recognised nor taken into account, as if they had no influence on the
final result.
But, who exactly is the aid worker that we are talking about? What is his or
her profile? In the first place, it is necessary to clarify that aid workers who
conform to a certain stereotype are thin on the ground. Within the category
of aid workers there is great diversity and is therefore, a very flexible
category. We should not forget that this field is going through a period of
constant changes, more pronounced during the last decade, which affects the
configuration of the organisations, discourses and policies.
The study of aid workers is an opportunity to access a space where changes
take place and where the motivations of a group of professionals, who are
usually almost invisible, can be found. To go in-depth into their every-day
lives allows us to get to know certain aspects that, otherwise, would have
been unapproachable.
In spite of the fact that they develop their work in countries of the South,
their situation is very different to that of local workers since they have a
privileged position as refers to power, knowledge and access to resources.
Apart from these differences in their working environment, aid workers live
in a social and cultural reality which is totally different from their
surroundings.
17
Through the stories of our group of informants, we have been able in our
work to elaborate on our knowledge of socio-cultural relationships,
networks, institutions, narratives and, above all, the multiple identities of
expatriated professionals of foreign aid.
Synopsis
The main body of this thesis is divided into two distinct parts. The first part
is entitled “Theoretical framework” and includes chapters 1 and 2. The
contents have a markedly theoretical nature as the title indicates; the second
part “Stories of aid workers” combines description and analysis.
In chapter 1, “Conceptual framework” we will examine the meaning of the
concept “aid worker”. Starting with the definition in the aid workers
statutes, we will demonstrate why we can consider an aid worker as a
characteristic object of anthropological research. In the second part of this
first chapter we will reveal the most significant milestones in the history of
development, and we will define what exactly international cooperation is,
what its periods are, the main actors and instruments, and the role that
NGOs play. To end this chapter, we will illustrate with maps the places
where our informants have cooperated.
In chapter 2, “Methodological framework”, which is also technical, we will
insist, specifically, on the biographical method which we used in our
research. In this chapter, we will not only explain the process by which we
obtained the stories from our aid workers, but also give the ideological keys
that support this work.
In chapter 3, “The aid workers”, with which we inaugurate the second part,
we delve into the reasons for this work. As the title indicates, we will
introduce each of the aid workers who have collaborated as informants in
18
our research. Through little details, we will introduce the person who is
behind each story in order to contextualise their narratives, to put faces to
their names and to offer a biographical continuity.
In chapter 4, “The starting point”, of a descriptive nature, we will try to
outline the path that a person has to follow in order to become an expatriate
aid worker. By using the technique of crossed stories, we will be able to
draw a profile of a professional of cooperation previous to doing this job,
we will analyse his or her main motivations, and we will underline the main
challenges of cooperating in the South.
In chapter 5, “In the field”, we will fully address the complex life of an aid
worker as an expatriate. Through our informants´ rich descriptions, we will
present the fundamental variables which are vinculated to life in the field
and which make up the different possible profiles of an aid worker. Outside
their work and working hours, we will accompany them, in their stories, to
where they live, to their leisure time activities, to their social events and
discover the very strict measures of security which they are submitted to.
In chapter 6, “The return”, with which we finish the second part, describes
and analyses not only the return of the aid workers to their homes, but also
the price that they have to pay for a lifestyle of such mobility and which
includes a certain job insecurity.
Last of all, and to close this presentation, we will recapitulate on everything
that we have stated in order to draw conclusions.
Before concluding this introduction, we feel that it is necessary to clarify
that, due to the amount of information that we have obtained through our aid
workers´stories, we cannot terminate this study. There is an enormous range
of themes and issues that have appeared throughout our conversations with
aid workers and that we have not been able to comment on because of our
19
time and space limitations.The richness of the biographical method becomes
patent in this fact, and we would like to commit ourselves to continue
studying these wonderful gifts which each of our expatriates has blessed us
with when sharing their lives with us.
Valencia, September 2013
20
PARTE I: MARCO TEÓRICO
MARCO CONCEPTUAL
EL COOPERANTE: SUJETO ANTROPOLÓGICO
INTRODUCCIÓN
¿Quién es un cooperante? ¿Por qué podría resultar interesante para nuestra
sociedad actual presentar una investigación acerca de este actor de la
cooperación internacional? ¿Por qué podríamos considerarlo un sujeto
antropológico?
En primer lugar consideramos necesario acotar la idea de “sujeto
antropológico”. Estamos hablando de un sujeto cuyas características
definitorias lo conforman como objeto de estudio de la antropología social.
Creemos que la mejor forma de responder a estas primeras preguntas con las
que abrimos este apartado es recurriendo al fragmento de un texto que hace
unos años, elaboró un grupo de trabajo de la CONGDE comprometido con
la reivindicación del cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 38.2 de la
Ley 23/1998, de 7 de julio, de Cooperación Internacional para el Desarrollo
en el que se establece la obligación de aprobar el Estatuto del Cooperante.
Consideramos que los párrafos que a continuación exponemos reflejan
fielmente los rasgos característicos del “ser cooperante”. En una primera
lectura se pueden comprender, sin duda, las razones que nos han impulsado
a emprender nuestra investigación. Esta exposición contiene los argumentos
que a nuestro juicio, demuestran por qué el cooperante es un sujeto social
21
sumamente interesante para la antropología, por qué es sin duda, un sujeto
antropológico:
“El personal cooperante compromete y expone la totalidad de su
persona en su trabajo cotidiano, convirtiéndose en muchos casos, en
el "emisario de solidaridad", en el lado humano de la cooperación,
en la figura que pone cara a la solidaridad y en el encargado de
proyectar la imagen solidaria de España en el exterior. Los
cooperantes, como responsables últimos -y con frecuencia
principales- del modo en que se lleva a cabo la cooperación, tienen
en sus manos una parte fundamental del éxito o fracaso de ésta.
Como punto de partida, es necesario que se reconozca la situación
especial en la que se encuentran quienes se dedican a esta labor: las
difíciles condiciones de trabajo y de vida, el choque cultural, los
peligros que han de afrontar, la inseguridad, el riesgo de accidentes y
enfermedades, la carencia de infraestructuras médicas, las
consecuencias violentas de la guerra y otros desastres (tanto
naturales como provocados por el ser humano), la falta de
comunicación con la familia, etc.
Esta situación de vulnerabilidad no sólo se manifiesta durante la
permanencia en el "terreno", sino también en el momento del
retorno. Es decir, al finalizar las misiones, estos trabajadores han de
reinsertarse social y laboralmente en su país. Ello conlleva una serie
de dificultades provocadas por el cambio de hábitos y costumbres y,
en especial, por la sensación de desarraigo con la que se encuentran
a la vuelta, así como los efectos que en su vida profesional y familiar
provoca el alejamiento de su entorno durante largos periodos de
tiempo.” (CONGDE, 2002:2)
En el primer párrafo, el texto nos presenta al cooperante como una
proyección social en sí mismo, “el lado humano de la cooperación”, “la cara
de la solidaridad”, “el encargado de proyectar la imagen solidaria”. Se trata
por tanto de una profesión que esencialmente no se pertenece a sí misma,
sino que responde a un “deber” que le sobrepasa. El cooperante, en el
ejercicio de su labor, debe ser capaz de compaginar su singularidad natural,
es decir, su persona como individuo saturado de su mismidad, con la
habilidad de mostrarse como un ente colectivo que sobrepasa los límites de
su particularidad.
22
Debe ser el canal a través del cual la cooperación internacional, con todo su
aparato institucional, con las razones de su existencia, sus estrategias,
instrumentos y sectores, se manifiesta, se relaciona con su entorno y alcanza
su sentido.
Gráfico 1. El cooperante como canal de la cooperación.
Así pues, la primera propiedad que hace al cooperante sujeto antropológico
es su concepción como representante de una realidad social y colectiva.
Digamos que es la materialización humana de un mundo social concreto.
Como veremos a lo largo de nuestra exposición, la idea de “imagen solidaria
de España” que es proyectada sobre el cooperante, y que en el fondo habita
23
en las mentes de sus conciudadanos, no necesariamente apunta a la
cuestionable identidad1 de este colectivo:
“While traditionally NGO/IGO work has been associated with
altruism, in recent years the presumed (lack of) altruism of NGO
workers has increasingly been the subject of criticism. (…) there is a
critique of the increased professionalization of NGOs and the
associated careerism of the employees; which is seen to be
incompatible with altruistic values” (De Jong, 2011:36)
El segundo fragmento de nuestro texto citado, es para nosotros
profundamente interesante porque manifiesta la situación de liminaridad en
la que el cooperante desarrolla su trabajo. Un contexto siempre cambiante,
inestable, marginal y, a veces, peligroso. Esa es primordialmente la
condición esencial del espacio en el que el cooperante ejerce su acción.
Pero eso no es todo, como se expone en el último párrafo citado, el retorno
del cooperante a su lugar de origen, lejos de ser un proceso sencillo y
estabilizador que compense la fragilidad de la fase anterior, se convierte en
un rencuentro sin reconocimiento, en el regreso de alguien distinto al lugar
de siempre. El hueco que el cooperante espera encontrar a su vuelta, ha
desaparecido, por lo que la reinserción laboral y la reintegración social se
tornan una tarea compleja.
El cooperante, sujeto antropológico. Trabaja y vive como cooperante, pero
no es un qué sino un quién. Su situación de expatriado invade todas las
dimensiones de su realidad personal. Lo emplaza a una condición de
liminaridad constante que, necesariamente debe ajustar y sobrepasar. Estar
en el limen lo configura identitariamente. Sin embargo, esta identidad está
1 La constitución de la identidad según las teorías clásicas no sólo se explica desde el
ámbito de lo estructural, que intenta acotarse en este caso a través de acciones concretas
como la redacción de una Estatuto del Cooperante, sino que también atiende a la acción de
los propios actores sociales. Es el ámbito de la acción y de la reflexión acerca de la misma
de lo que versa nuestra investigación.
24
condenada a resolverse, diluyéndose hasta desaparecer, o autoedificándose
en las paredes de la estructura social.
ESTATUTO DEL COOPERANTE
El 14 de mayo de 2006 entró en vigor el Real Decreto 519/2006, de 28 de
abril, por el que se establece el Estatuto de los cooperantes (B.O.E de 13 de
mayo), que, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 38.2 de la Ley
23/1998, de 7 de julio, de Cooperación Internacional para el Desarrollo,
recoge el marco normativo en el que deben contemplarse los aspectos
esenciales de la labor de los cooperantes, principalmente en lo que respecta
a sus derechos y obligaciones.
LA CREACIÓN DEL ESTATUTO
Llegar hasta la redacción y aprobación de dicho documento fue un proceso
sumamente costoso. Tuvieron que transcurrir ocho largos años para dar
cumplimiento al mandato legal. La demora en la elaboración del estatuto
provocó que fuera la CONGDE la que tomara la iniciativa.
Así, a principios de los años 2000, la Coordinadora de ONGD del Estado
Español, en consenso con sus organizaciones miembro, inició una estrategia
dirigida a incorporar el estatuto a la agenda política. Además, se constituyó
un grupo de trabajo para elaborar un documento donde figurasen los
aspectos claves que debería contemplar el estatuto del cooperante.
En esos años se formularon varios borradores del estatuto, se celebraron
distintos seminarios y jornadas con la voluntad de favorecer la reflexión y la
puesta en común sobre los contenidos primordiales que debían ser recogidos
en el futuro Real Decreto. Las diversas organizaciones que trabajan en la
Cooperación Internacional tuvieron que hacer un esfuerzo de consenso para
25
que sus propuestas fueran acordes con la gran variedad de perfiles e
idiosincrasias que presenta el sector.
La CONGDE, representada por su Grupo de Trabajo del Estatuto del
Cooperante, mantuvo sendas reuniones con distintos parlamentarios, así
como con el secretario general de la Agencia Española de Cooperación
Internacional2.
El proceso fue lento y tedioso pues afectaba no sólo al Ministerio de
Asuntos Exteriores y Cooperación sino que también intervenían el
Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Economía y Hacienda, así como los
distintos agentes implicados en cooperación. Desde 1999 hasta 2002, sólo
fue convocado en tres ocasiones el grupo de trabajo creado a tal efecto en el
seno de la comisión del Consejo de Cooperación al Desarrollo, y se había
trabajado únicamente sobre cuatro de los dieciséis artículos de los que
constaba el proyecto del real decreto presentado por el Gobierno de aquel
momento. Ante la demora en la elaboración del Estatuto, el 19 de febrero de
2002 se presentó y aprobó en el Congreso de los Diputados una moción en
la que se exhortaba al Gobierno a presentar en el plazo más breve posible un
Proyecto de Ley regulador del Estatuto del Cooperante.
La batalla del Estatuto era realmente importante para avanzar en la
conquista de la profesionalización real y eficaz del trabajo del cooperante.
El derecho a tener un contrato, a inscribirse en un registro, a tener la
posibilidad de acogerse a la protección ante las embajadas o consulados o
algo tan esencial como estar dado de alta en la Seguridad Social no era hasta
hace bien poco un conjunto de derechos que estuvieran realmente
asegurados para el cooperante.
2 Información recogida en www.discursia.com/VIII/intervencion/27463/elvira-velasco-
morillo.html y a través de conversación telefónica con uno de los miembros del Grupo de
Trabajo para el Estatuto del Cooperante de la CONGDE, D. Félix Fuentenegro (Federación
Médicos Mundis)
26
Su trabajo como desplazado en un determinado país, cuyo contexto en
muchas ocasiones es intrínsecamente complicado, iba normalmente
asociado a cierta desprotección e incertidumbre provocada por su situación
de irregularidad laboral.
Además de los aspectos que ya contemplaba la propia Ley de Cooperación
Internacional al Desarrollo en su artículo 38, enmarcado por el clima de
reflexión y debate que caracterizó este proceso de elaboración del Estatuto,
se planteó la necesidad de incorporar tres ámbitos específicos, esto es, la
protección social, la política fiscal específica y la normativa laboral que
facilitara la entrada y la salida trabajadores y funcionarios a proyectos de
acción humanitaria y cooperación en el exterior.
El 20 de noviembre de 2002, se organizó un seminario en el Congreso de los
Diputados. Con el propósito de no quedarse al margen y llevar a la esfera
política las verdaderas necesidades de los cooperantes, la Coordinadora
Estatal de ONG para el Desarrollo (CONGDE) con su Grupo de Trabajo del
Estatuto del Cooperante al frente, presentó un texto alternativo de
propuestas para que fueran tenidas en cuenta a la hora de redactar un
anteproyecto de ley del Estatuto del Cooperante. En el texto elaborado no
sólo se definía la figura del cooperante y de las entidades que pueden
otorgar este estatus, sino que además se recogía su difícil situación de
retornado a la vuelta. Así mismo, incluía todos aquellos aspectos que
necesariamente se deben tener en consideración para crear un marco de
estabilidad, seguridad, no discriminación y garantías para el cooperante en
el ámbito de la protección social estableciendo medidas de fomento para
favorecer la incorporación de profesionales a la cooperación.
Entre las propuestas abordadas, preocupaban sobremanera las características
fundamentales del tipo de contratación que se aplicara al cooperante. La
CONGDE proponía una regulación del contrato laboral sujeto a
27
características propias, dada la especial problemática de este colectivo.
Además de la necesidad de ser reconocidos a efectos fiscales y de Seguridad
Social, el texto subrayaba la dificultad inherente en este tipo de trabajo a la
hora de definir un horario y una jornada laboral, así como la acotación
concreta de la fecha de finalización del contrato. ¿Cómo se puede computar
un trabajo que se enmarca en contextos tan complejos e imprevisibles? Por
otro lado, se señalaban los problemas administrativos para conseguir la
residencia y el permiso de trabajo en un país extranjero. Las ONG
reclamaban un mayor apoyo por parte de las Embajadas y Oficinas Técnicas
de Cooperación en la gestión de los permisos y que se tuviera en cuenta esta
situación en el momento de firmar acuerdos bilaterales de cooperación.
También se llamaba la atención sobre la falta de cobertura de las pólizas de
seguros privados en cuanto a sus necesidades específicas. En esta línea,
pedían que el Ministerio de Asuntos Exteriores promoviera “un concurso de
compañías de seguros para la contratación de una póliza” asequible y que
cubriera casos como los gastos médicos ordinarios o la repatriación en caso
de urgencia. De esta manera, los cooperantes de las organizaciones no
gubernamentales estarían en condiciones similares a las de los funcionarios
de la Agencia Española de Cooperación Internacional.
Además de la propuesta de unas condiciones de contratación ajustadas a sus
características, la CONGDE demandaba la creación de medidas de
reinserción laboral para paliar la desvinculación laboral y social que
padecen los cooperantes una vez finalizada su labor en el extranjero. Para
solucionarlo, la Coordinadora proponía establecer una ayuda o subsidio
especial y ampliar por parte del INEM el plazo para la incorporación a
nuevos puestos de trabajo, contemplando la problemática personal del
cooperante. La CONGDE también recomendaba que especialistas en
medicina tropical realizaran una revisión obligatoria al retornado, tanto
física como psicológica.
28
En el terreno fiscal, puesto que el trabajador de una ONG recibía el mismo
tratamiento fiscal que el trabajador de una multinacional española que
ocupara un puesto en el extranjero aunque realmente existían enormes
diferencias salariales entre ambos, la CONGDE proponía en su texto
medidas como la equiparación al régimen de dietas y rendimientos de
trabajo recibidos por un contribuyente en el extranjero; la igualación en el
coste de contratación para las ONG de cooperantes residentes en España y
no residentes, y la exención de rendimientos percibidos por trabajos
realizados en el extranjero, entre otras.
Especialmente vinculado a la acción humanitaria, pero no exclusivamente,
un importante número de personal dependiente de las Administraciones
públicas compagina su trabajo con el de cooperante expatriado. Por esta
razón, la CONGDE proponía facilitar el acceso de estos perfiles a proyectos
de cooperación, así como considerar la experiencia desarrollada en
proyectos de cooperación para acceder, trasladarse y promocionarse dentro
de la función pública.
En definitiva, con esta propuesta, la Coordinadora de ONG para el
Desarrollo en España, aspiraba a zanjar la situación de desventaja laboral
que sufrían los cooperantes expatriados que, pese a contar con un perfil
ampliamente cualificado y experimentado, habían de conformarse con unas
condiciones que en absoluto podían competir con las que se ofrecen en el
mercado laboral al resto de ciudadanos españoles. Así, este colectivo insistía
en la necesidad de diseñar medidas que desembocaran en la creación de un
marco de estabilidad, seguridad, no discriminación y garantías en el ámbito
de la protección social, laboral y fiscal.
Tras años de interrumpidas conversaciones entre los distintos organismos y
entidades implicadas, el 28 de abril del 2006 se aprueba el Estatuto del
Cooperante.
29
LUCES Y SOMBRAS DEL ESTATUTO DEL COOPERANTE
En 2007, la CONGDE publica un informe sobre los recursos humanos de las
ONGD en el que dedica un apartado a reflexionar sobre las consecuencias
de la publicación del Estatuto:
“El Estatuto del Cooperante aprobado supone un gran avance en el
reconocimiento de las especificidades propias de las personas
cooperantes, fomentando medidas que permiten un marco de
estabilidad, seguridad, no discriminación y garantías en la protección
social, laboral y fiscal. Aspectos que sin duda van a favorecer la
incorporación de nuevos profesionales y va a redundar en una mayor
cualificación y profesionalidad”. (CONGDE, 2007:20)
Pero, ¿cuál es el contenido de dicho estatuto y en qué medida se adecúa a
las necesidades antes planteadas?
En primer lugar, nos centraremos en su ámbito de aplicación analizando la
definición de cooperante que propone el Estatuto:
“aquellas personas físicas que participen en la ejecución, sobre el terreno,
de un determinado instrumento de cooperación internacional para el
desarrollo o de ayuda humanitaria en cualquiera de sus fases, a realizar en
un país o territorio beneficiario de la política de ayuda al desarrollo, parte
de la acción exterior del Estado de acuerdo con el artículo 3 de la
Ley23/1998 de 7 de julio, y que tengan una relación jurídica con una
persona o entidad promotora de la cooperación para el desarrollo o la
acción humanitaria (…)”. (BOE núm. 114. Sábado 13 de mayo 2006. Pág.
18493-18494)
30
Esta definición, que responde a la voluntad por parte de las instituciones de
profesionalizar la cooperación, acota algunos aspectos claves de lo que es, y
por lo tanto, de lo que no es un cooperante.
La primera condición para ser considerado cooperante responde a la
necesaria relación jurídica con una entidad promotora de la cooperación
para el desarrollo y/o de la acción humanitaria. Así pues, autónomos,
becarios, personal de prácticas, personal local y voluntarios quedan
explícitamente excluidos de la categoría de cooperante. Esta exclusión
manifiesta la distancia existente entre la concepción de cooperante que
pretende dar el Estatuto y la que poseen las organizaciones no
gubernamentales de cooperación al desarrollo y humanitarias, e incluso la
de los propios actores.
Efectivamente, el estatuto subraya la importancia de la relación jurídica
como ítem fundamental en la definición del cooperante, mientras que las
ONGD consideran cooperantes a “todas aquellas personas que participan en
el terreno en la ejecución de los proyectos, tengan o no contrato laboral bajo
legislación española” (CONGDE, 2007: 21)
La propuesta de la CONGDE pone el énfasis en la condición de estar en “el
terreno”, y aspira a que puedan considerarse cooperantes aquellas personas
que se encuentran contratadas bajo la modalidad de contrato laboral sujeto a
normativa del país de destino o internacional según el Convenio de Roma de
19803 sobre la ley aplicable a las obligaciones contractuales. Es decir, se
pretende que además de considerar cooperante a aquellos que están
contratados en España, con los derechos y obligaciones que esto implica, se
amplíe la cobertura, redefiniendo el concepto y albergando otras situaciones
3 En la actualidad existen normas de Derecho Comunitario como El Reglamento ROMA I
que sustituye la aplicación en la UE al Convenio y que puede ser aplicable a contratos
transfronterizos europeos y a trabajadores multinacionales o móviles que podrían resultar
de utilidad en el caso de los cooperantes internacionales.
31
como la de aquellos que son contratados transfronterizos, incluyendo a
becarios o voluntarios.
Debemos tener en cuenta que, si nos atenemos a la definición que da el
Estatuto, en ese sentido, quedan excluidos los expatriados de la AECID que
trabajan como personal técnico en las Oficinas Técnicas de Cooperación
puesto que se encuentran adscritos oficialmente a proyectos que pertenecen
al estado receptor de la ayuda y que por lo tanto, no cuentan con un contrato
laboral español. Así, el 70% del personal de la AECID no tiene acceso al
sistema de seguridad social español ni a un seguro médico.
No obstante, además del estatuto, el cooperante, como “sujeto jurídico”
tiene más coberturas legales con intensidad de protección dispensada
variable. A nivel global, dentro del Derecho Internacional se pueden acoger
al Derecho Internacional humanitario y Derecho de los conflictos armados
que les incluye como sujetos protegidos. Dentro del Derecho Internacional
General quedarían contemplados por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, la Protección diplomática y el Estándar Básico de
protección dispensada a todo extranjero. Como funcionarios o agentes de
Organizaciones Internacionales también tienen protección.
Por otro lado, a nivel local, y no exenta de polémica, el cooperante
valenciano puede acogerse a la Ley 11/2010 del 16 de julio de la Generalitat,
Reguladora del Estatuto de las Personas Cooperantes Valencianas.
Con esta regulación, la Comunidad Valenciana se convirtió en la primera
autonomía que ampliaba la normativa estatal sobre personas cooperantes.
Las principales novedades de la regulación autonómica valenciana con la
estatal son el tratamiento de la materia con rango de ley; la concesión de
derechos y prestaciones concretas y directas; la inclusión de la familia del
cooperante; la inclusión de los misioneros y cooperantes ligados a
32
confesiones religiosas así como una indemnización para las personas
cooperantes valencianas en caso de ser víctimas de secuestro u otros actos
violentos.
Así, y en lo referente a la inclusión de la familia, la ley contempla
prestaciones a favor del cónyuge e hijos menores del cooperante para evitar
que las entidades promotoras privilegien en los contratos a quienes no tienen
responsabilidades de este tipo.
Además de la figura del cooperante propiamente dicho, se regulan los
derechos de las personas voluntarias y de las misioneras, equiparándolas
expresamente a los cooperantes profesionales. Esta acción fue considerada
por algunos sectores como un efecto propagandístico del gobierno que
impulsó esta Ley puesto que el Estatuto no distingue entre cooperantes
laicos y religiosos.
Sin embargo, la CONGDE también llama la atención sobre la exclusión de
los voluntarios de la categoría de cooperante en el Estatuto del Cooperante,
pues supone, en la práctica, “la imposibilidad de optar a las indemnizaciones
reconocidas en el propio Estatuto, para los/as participantes en proyectos de
cooperación.” (CONGDE, 2007:21)
No debemos olvidar que la mayoría del personal de las ONGD es voluntario,
y que muchos de ellos, tal y como recoge la Ley 23/1998 del 7 de julio de
Cooperación Internacional para el Desarrollo, desarrollan su labor en países
receptores.
Efectivamente, existe una profunda contradicción en los términos con los
que se trata la figura del voluntario en estos dos textos citados. Por un lado,
el voluntario se define como:
33
“aquella persona física que se compromete libremente a realizar
actividades de interés general (entre las que se encuentra la
cooperación al desarrollo), que no se realicen en virtud de una
relación laboral, funcionarial, mercantil o cualquier otra retribuida y
reúna los siguientes requisitos:
a) Que tengan carácter altruista y solidario.
b) Que su realización sea libre, sin que tengan su causa en una
obligación personal o deber jurídico.
c) Que se lleven a cabo sin contraprestación económica, sin perjuicio
del derecho al rembolso de los gastos que el desempeño de la
actividad voluntaria ocasione.
d) Que se desarrollen a través de organizaciones privadas o públicas
y con arreglo a programas o proyectos concretos.” (Ley 15-1-1996,
núm. 6/1996. Voluntariado Social)
El voluntario, por lo tanto, no queda exento de la posibilidad de participar
en actividades de interés general que se realicen en otros países como parte
de acciones concretas de la cooperación al desarrollo. Sin embargo, su
derecho a las exenciones fiscales, inmunidades y privilegios queda ya
recogido en los acuerdos internacionales sobre la materia suscritos por
España, por lo que parece que realmente no sea necesario, al menos en este
sentido, que se le cite expresamente en el Estatuto del Cooperante, que es
sobre el cooperante y no sobre el voluntario.
Otro de los puntos clave de la definición del cooperante que recoge el
Estatuto es el de tratarse de una profesión que se lleva a cabo en un país
beneficiario, esto es, en un territorio que no es España. Este aspecto es
sumamente determinante, tanto, que en la misma definición se insiste en que
el cooperante participa en la ejecución de un instrumento de cooperación
sobre el terreno. El concepto “terreno” perfila definitivamente la condición
de la labor que desarrolla el cooperante y es lo que le confiere un interés
antropológico.
34
Pese a que la definición del estatuto consigue determinar con aparente
sencillez la hasta hace poco imprecisa labor del cooperante, no podemos
obviar la complejidad que contiene el hecho de tener que estar
necesariamente en otro lugar distante social y culturalmente del de origen
para definir categóricamente su labor.
De esta manera, el que trabaja en la cooperación española, no es
necesariamente cooperante, es decir, el que gestiona un proyecto de
cooperación internacional para el desarrollo o de ayuda humanitaria, y lo
hace desde la sede de una ONG en Valencia, no es un cooperante. No lo es,
porque no desarrolla su labor en terreno.
No cabe duda, que en el imaginario social estos términos siguen sin estar
demasiado claros, de ahí que en la mayoría de ocasiones, cuando se habla de
cooperante se acompaña dicho término con el adjetivo “expatriado” al que
no hace ninguna referencia la definición del estatuto, probablemente por
considerarla redundante.
En lo relativo a la relación laboral, el Estatuto establece la necesidad de
elaborar el contrato laboral indicando las causas que justifiquen la
temporalidad del mismo, no siendo suficiente reflejar, como ocurría antes, el
nombre del proyecto para el que es contratada la persona interesada, sino
que deben añadirse el periodo de ejecución del proyecto y la descripción de
las labores a realizar.
El grupo de trabajo sobre el Estatuto de la CONGDE considera que deberían
incorporarse en este apartado los Códigos de Conducta de la red
internacional (que incluye la Carta de Cracovia) y el Código de Conducta de
las ONG de Desarrollo de la CONGDE, siguiendo lo indicado en el Artículo
11.a “Deberes de los Cooperantes”. (CONGDE, 2007)
35
Cabe resaltar también que el estatuto regula nuevos derechos relacionados
con la seguridad sanitaria. Desde la aprobación del mismo, las coberturas de
seguro deben incluir, además del de accidentes, seguro de vida y atención
psicológica, así como la atención sanitaria en situaciones relativas al
embarazo, parto y maternidad.
Mencionar también la incompatibilidad del artículo 7 del Estatuto del
Cooperante con el Estatuto de los Trabajadores, en su Artículo 46
(excedencias), al considerar que la excedencia solicitada en el puesto de
trabajo para contratar con una entidad de cooperación e ir al terreno, es de
carácter voluntario, asignándole a continuación la circunstancia de reserva
del puesto de trabajo.
Finalmente, nos gustaría resaltar algunas de las lagunas que algunos
colectivos han detectado en el Estatuto. En primer lugar, la decepción que
supuso para cooperantes y ONGD, que el instrumento normativo para
regular el estatuto fuera un Real Decreto y no una ley. Sin ir más lejos, la
figura del voluntario sí fue regulado mediante Ley.
Por otro lado, en palabras de la CONGDE (2007):
“El Estatuto fija positivamente aspectos importantes que suponen
regulación de los derechos del personal cooperante pero, al mismo
tiempo, no incluye aspectos especialmente relevantes, como pueden
ser la fiscalidad o el régimen de cotización a la Seguridad Social, por
ejemplo, y también crea confusión sobre algunas situaciones, que no
son suficientemente aclaradas”.
Como ya hemos mencionado más arriba, se excluye del estatus de
cooperante al personal expatriado sin relación laboral tan frecuente en
intervenciones de emergencia; se deja sin acotar lo que denomina “gastos de
residencia”, que queda a la determinación de las organizaciones; sigue
36
dejando en precario las fórmulas de contratación laboral que actualmente
utilizan algunas organizaciones; el papel del “las entidades promotoras de la
cooperación para el desarrollo” queda por definir con más detalle; el
Estatuto no cubre a todo el personal de la AECID, de hecho, están excluidos
aproximadamente el 70% de su propio personal como ya apuntábamos más
arriba; y por último, queda por definir cuál es la interferencia en el mandato
de organizaciones no-gubernamentales que pueda generar el hecho que el
Estado español cubra la seguridad social de los cooperantes.
TRABAJAR EN TERRENO
Uno de los aspectos que definen la vida de un cooperante es su movilidad.
Las expresiones “trabajar en terreno” o “irse a terreno” se repiten
constantemente a lo largo de los relatos que hemos registrado. El
cooperante, independientemente de su idiosincrasia concreta, ejerce su labor
en un lugar distinto al de su origen. Para desarrollar su trabajo, normalmente
se desplaza desde un país del Norte a uno del Sur4. “El cooperante necesita
ir allí, pues únicamente allí se es cooperante” (Briales, 2010: 9). “Allí” es un
país receptor de la ayuda, un lugar físico en el que se lleva a cabo una
acción concreta de cooperación. Así, la primera y más importante
característica de esta profesión es que el cooperante trabaja y vive fuera de
su patria, es decir, es cooperante expatriado.
Esta movilidad constante lleva asociada repetidas situaciones de
incertidumbre acerca de la duración de la estancia o del conocimiento del
próximo destino, y a las dificultades inherentes de una vida laboral y social
4 Con respecto a este asunto, en estos últimos años están ocurriendo importantes cambios y
transformaciones. La cooperación Sur-Sur es un hecho, pero se escapa al contexto de esta
investigación que se ciñe a los actores cooperantes de la cooperación Norte-Sur.
37
en un país que nos es el propio. Pese a que se trata de características
intrínsecas a la vida de los cooperantes (Fechter, 2011a), es inevitable
preguntarse cómo se experimenta este continuo cambio de destino. ¿Es
factible este tipo de vida? ¿Realmente implica tanta inestabilidad como
parece? ¿Qué estrategias emplea el cooperante para amortiguar los posibles
efectos de su movilidad constante?
No hay duda que el ser humano está capacitado para la movilidad y se
puede presumir que los grupos humanos son capaces de afrontar las
dificultades que acarrean las migraciones:
“De suyo, la humanidad ha sido nómada durante la mayor parte de su
historia y tan sólo desde el Neolítico se establece la tendencia a
habitar permanentemente en el mismo territorio (y aún hoy perviven
grupos nómadas como los gitanos, los tuaregs, etc.).” (Atxotegui,
2000: 89)
Pero lo cierto es que las personas tenemos “poderosas tendencias al arraigo”
(Atxotegui, 2000:89). Quizás, la existencia de este conflicto de
disposiciones entre el nomadismo y el sedentarismo en el ser humano como
individuo y en los grupos sociales como colectivos unido a la complejidad
que conlleva la propia acción de migrar, ha favorecido el interés que este
tema ha despertado desde siempre en las Ciencias Sociales.
Disciplinas como la psicología y la psiquiatría han dedicado una parte
importante de su labor de investigación a profundizar en la comprensión del
hecho migratorio y de los aspectos psicopatológicos y psicosociales
vinculados a él, Ramos (2009), Pacheco et ál. (1984), Atxotegui, (2000),
(2001), (2002), Badillo (2001) y Tizón et ál. (1993) entre otros han
estudiado las consecuencias psicológicas derivadas del cambio que supone
trasladarse para trabajar y vivir en otro país. El llamado “duelo migratorio”,
por ejemplo, es uno de los fenómenos más ampliamente estudiados.
38
Otra de las líneas de investigación que más se ha desarrollado en los últimos
años dentro del campo de los estudios sobre la migración, es el de las
profesiones móviles. En el ámbito de los negocios, también existen diversos
manuales en los que se explica el tipo de capacitación especial que necesitan
los trabajadores para ser expatriados (Dessler, 2001)
Ahora bien, sin duda llama la atención que entre los numerosos trabajos e
investigaciones llevados a cabo dentro de esta línea, el colectivo de
cooperantes internacionales haya sido prácticamente olvidado.
Sólo en estos últimos años se han comenzado a desarrollar algunos trabajos5
que reflexionan sobre la movilidad en la profesión de cooperante, situándola
dentro del grupo de los migrantes cualificados o de las también
denominadas profesiones transnacionales.
Como se irá mostrando a lo largo de este trabajo, existen muchos tipos de
cooperantes, algunos pasan muchos años en un mismo país, otros combinan
períodos de trabajo en su lugar de origen con temporadas más o menos
cortas fuera de su patria. Cada uno de ellos se mueve con mayor o menor
frecuencia a “terreno”, es decir, se expatria.
Precisamente en España el término expatriado se utiliza, dentro del contexto
de la cooperación al desarrollo como sinónimo de cooperante, sin embargo,
Coles y Fechter (2011) apuntan que, a nivel internacional, cuando se habla
de expatriado, normalmente se hace referencia más bien a occidentales que
trabajan en el sector comercial.
Así pues existen distintos términos que pueden ser empleados cuando se
describe el tipo de profesión que es ser cooperante. “Expatriado”,
“profesional móvil” o incluso, refiriéndonos al colectivo, “comunidad
5 Consultar los trabajos de Raymond Apthorpe de la Australian National University; Anne-
Meike Fechter y Ritu Verma de la University of Sussex; Heather Hindman de la University
of Texas at Austin; Silke Roth de la University of Southampton entre otros.
39
transnacional”, son conceptos que emplearemos a lo largo de nuestra
exposición y que consideramos ilustran y matizan con precisión una de las
características constitutivas de la vida del cooperante.
Efectivamente se puede considerar a los cooperantes como una comunidad
transnacional. El transnacionalismo se caracteriza por la movilidad de las
personas, los objetos y las ideas, así como una fluidez constante de estilos
de vida y prácticas profesionales diferentes:
“National borders or other boundaries such as those defining social,
cultural, or ethnic groups are seen as being increasingly irrelevant,
particularly for affluent movers.” (Fechter, 2011b: 33-34)
Especialmente para un ciudadano de occidente, el mundo, a efectos
prácticos, se ha hecho más pequeño. Las nuevas tecnologías y sobre todo
internet, han logrado que las distancias y los tiempos se acorten hasta la
cercanía total, al menos virtual, y la simultaneidad. Aquellos que se hallan
lejos de su familia y amigos pueden mantenerse cerca gracias a las
telecomunicaciones vía satélite, las aplicaciones prácticamente gratuitas
para smart phones, el correo electrónico o la realización de llamadas a
través de software como el Skype. Además, volar ahora es más barato y
fácil. Existen múltiples oportunidades de conectar destinos alejados. Un
viajero occidental puede llegar volando a casi cualquier lugar del mundo, o
al menos, puede acercarse mucho.
El cooperante se encuentra con todas estas facilidades. Parece que las
fronteras se diluyen ante el constante fluir de su estilo de vida. Briales
(2010) lo denomina “privilegiado de las fronteras” pues disfruta de una
movilidad privilegiada, movilidad improbable para otros ciudadanos
carentes de cierta acumulación de capital económico y/o simbólico.
En este punto debemos preguntarnos si su condición de ciudadano
transnacional, confiere al cooperante la categoría de ciudadano del mundo y
40
por tanto de individuo culturalmente intercambiable. ¿Se podría considerar a
la comunidad de cooperantes expatriados repartida a lo largo del llamado
Sur una sociedad global que se adapta camaleónicamente a cualquier
realidad social en la que habite? O más bien, como defiende Favell (2003)
cuando habla de los profesionales móviles en general, ¿las vidas de estos
expatriados se encuentran acotadas y sometidas por múltiples lindes?
¿Acaso un profesional de la cooperación puede elegir el barrio donde vivir,
los mercados en los que comprar, los lugares por donde pasear o el colegio
al que enviar a sus hijos a estudiar?
¿Libertad de movimientos o jaula de cristal? ¿Y si en realidad pudieran
converger ambas cosas? En un mundo en el que las relaciones
internacionales se caracterizan por una dependencia histórico-estructural
(Quijano, 2000), el cooperante expatriado es un cosmopolita que
aparentemente vive en un espacio libre de fronteras, y a la vez es un
ciudadano global sometido a una movilidad caracterizada por su capacidad
para construir nuevas fronteras, o quizás, más bien, para reedificar la
antiguas.
Efectivamente, la profesión de cooperante parece dotar a la persona que la
ejerce de la posibilidad de viajar, de acercarse a otras culturas, de conocer
nuevas realidades y vivir experiencias universales. El cooperante, como
ciudadano global, está ávido de comunicarse con otros, de luchar por la
injusticia codo con codo con aquellos que lo necesitan y que no comparten
su “suerte”.
41
ANTROPOLOGÍA Y COOPERACIÓN
INTRODUCCIÓN
Dedicamos este apartado a analizar la evolución en el sistema de
cooperación al desarrollo y el papel que ha jugado la antropología social y
cultural en relación al mismo. Haremos un breve repaso sobre las
finalidades e intereses que han ido configurando la llamada agenda del
desarrollo, teniendo en cuenta de forma no exhaustiva las teorías sobre el
desarrollo que se han formulado en estos más de cincuenta años, algunas de
las cuales han sido sometidas a intensas críticas por parte de la comunidad
científica antropológica.
En primer lugar, es necesario aclarar lo que se entiende por cooperación al
desarrollo diferenciándola de lo que se conoce como Ayuda Oficial al
Desarrollo (AOD). Posteriormente, expondremos un pequeño repaso muy
sintetizado de los distintos períodos de la cooperación y una breve síntesis
de los actores e instrumentos principales del sistema internacional de ayuda
al desarrollo.
Más adelante, y debido al contexto en el que se sitúa nuestra investigación,
consideramos imprescindible hacer un pequeño repaso del Sistema Español
de Cooperación Internacional al Desarrollo incluyendo el papel clave que
las ONGD juegan dentro de la cooperación en nuestro país y sin duda, en las
trayectorias laborales y vitales de los cooperantes.
Para terminar situaremos nuestro trabajo dentro de la actividad
investigadora que ha desarrollado hasta el momento la antropología aplicada
al desarrollo.
42
HISTORIA DE LA ERA DEL DESARROLLO
QUÉ ES LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Gómez-Galán y Sanahuja (1999:17) definen la cooperación para el
desarrollo como:
“el conjunto de actuaciones, realizadas por actores públicos y
privados, entre países de diferente nivel de renta con el propósito de
promover el progreso económico y social de los países del Sur de
modo que sea más equilibrado en relación con el Norte y resulte
sostenible”.
El término cooperación al desarrollo no es sinónimo de Ayuda Oficial al
Desarrollo (AOD), aunque en muchos casos se utilicen indistintamente.
Calabuig y Gómez-Torrres explican que la Ayuda Oficial al Desarrollo
(AOD) la constituyen:
“Los flujos que las agencias oficiales, incluidos los gobiernos estatales
y locales, o sus agencias ejecutivas, destinan a los países en desarrollo
y a las instituciones multilaterales y que en cada operación satisfacen
las siguientes condiciones: a) tienen como principal objetivo la
promoción del desarrollo económico y el bienestar de los países en
desarrollo y b) son de carácter concesional y contienen un elemento de
donación de al menos el 25%.” (2004: 11)
Ambos comparten el objetivo de promocionar el desarrollo económico y
social, pero la AOD la ejecutan agencias oficiales por lo que, en principio,
los actores privados no deben considerarse parte de la Ayuda Oficial. Ahora
bien, la AOD puede ser canalizada de manera bilateral o multilateral; la
primera es la que procede de fuentes gubernamentales y se transfiere
mediante donaciones o créditos directamente a los gobiernos de los países
receptores y también a instituciones privadas, como las ONG. La ayuda
multilateral se canaliza a través de las organizaciones internacionales por
43
medio de sus propios programas y proyectos de cooperación. “Los fondos
provienen de las aportaciones de los Estados miembros.” (Calabuig y
Gómez-Torrres, 2004: 12)
Actores públicos
(Norte y Sur)
Organismos multilaterales:
vinculados al sistema de NNUU, de
carácter financiero, UE
Estados: Ministerios, Agencias de
Cooperación
Administración autonómica y local
Universidades y otras entidades
Actores privados
(Norte y Sur)
ONGD (Asociaciones y
Fundaciones)
Empresas
Sindicatos y otros colectivos sociales
Tabla 1. Actores del sistema de cooperación internacional
Fuente: Calabuig y Gómez-Torrres, 2004: 13
“Existen dos perspectivas de clasificación de los instrumentos de la
cooperación. La primera perspectiva entiende la cooperación como
parte de las políticas públicas de un país, por lo que los instrumentos
de éstas se reducen a las actividades que puedan llevar a cabo los
Estados y los Organismos Internacionales, esto es, las preferencias
comerciales, la cooperación económica, la ayuda financiera, la
asistencia técnica, la cooperación científico-tecnológica, la ayuda
humanitaria, la ayuda de emergencia y la ayuda alimentaria.
Si, por otro lado, se entiende la cooperación como un principio
básico de convivencia en el mundo actual, entonces, sus
instrumentos serían aquellos en los que la sociedad civil es su
principal actor, a saber, la sensibilización y educación para el
desarrollo, la investigación, el comercio justo y la presión política.
(Calabuig y Gómez-Torres, 2004: 13).
44
Pero, ¿cuándo y por qué comienza la era del desarrollo? La Cooperación
Internacional para el desarrollo, según la entendemos hoy en día, es
consecuencia de los cambios acaecidos en el sistema internacional al
finalizar la Segunda Guerra Mundial. Como expone Bretón (2010), es en el
Discurso sobre el estado de la Unión de Truman del 20 de enero de 1949
cuando se perfila el modelo de intervención que supuestamente debería
conducir a los países subdesarrollados hasta la quimera del Primer Mundo.
LOS PERIODOS
Se puede hablar de distintos períodos que han ido marcando el devenir del
desarrollo. El primer período de la cooperación arranca, como decíamos, en
los años cincuenta y se extiende hasta los años sesenta del siglo XX. Se
caracteriza por la formulación de las teorías económicas desarrollistas y las
de la dependencia. También es el período en el que se crea la
institucionalidad de la cooperación internacional. Los primeros instrumentos
empleados fueron los proyectos de cooperación al desarrollo centrados en
mayor medida en el componente tecnológico y la creación de
infraestructuras. (Boni, 2010). La idea de desarrollo de este período poseía
un marcado carácter economicista con pretensiones universalistas:
“En un primer momento, el concepto de desarrollo fue concebido
como una categoría económica basada en la evolución de modelos de
progreso económico para la reducción global de las desigualdades
socioeconómicas.” (Martínez y Larrea, 2010: 20).
En el segundo período que comprende la década de los setenta del siglo
pasado, se constata el fracaso de la cooperación internacional y se introduce
un giro en el debate teórico con la perspectiva de las necesidades básicas6:
6 Como expondremos más adelante, este giro teórico favorece el reconocimiento de la
antropología como disciplina que posee un gran potencial para evaluar los aspectos sociales
y culturales del desarrollo.
45
“A mediados de los años setenta se empezaron a utilizar con amplitud
los conocimientos socioantropológicos en el diseño de los proyectos.”
(Bretón, 2010:13)
La década de los ochenta, que coincide con el tercer período, pasará a la
historia como la década perdida y la constatación, una vez más, de que la
ayuda al desarrollo no había funcionado. Por otro lado, en esta década
también comienza la preocupación por los efectos sociales de las políticas
de ajuste, que se agudizarán en los noventa. En 1985, con la publicación del
libro Putting people first editado por Michael Cernea, se produjo un cambio
en la manera convencional de entender los proyectos puesto que se puso el
acento en que el desarrollo tiene que ver con la gente, las organizaciones
sociales y su conocimiento e instituciones (Robb, 2004). De esta forma, el
campo del desarrollo tan acotado a las disciplinas económicas hasta el
momento, se permeará definitivamente con las aportaciones de otras
disciplinas como la sociología y la antropología. (Boni, 2010)
El cuarto período que va desde los años noventa hasta principios del 2000,
está marcado por el debate sobre el desarrollo y la cooperación. En estos
años se asiste a la conformación de un nuevo paradigma en las teorías del
desarrollo, el del desarrollo humano:
“Se va abriendo camino en la agenda del desarrollo a la preocupación
por la participación de los pobres, con la introducción de las
evaluaciones participativas de la pobreza (Participatory Poverty
Assessments en su terminología inglesa) popularizadas por el Banco
Mundial. Los últimos años de los noventa y los primeros del siglo
XXI arrancan con un importante consenso mundial sobre la
importancia de la lucha contra la pobreza. El documento que mejor
recoge este acuerdo son los Objetivos de Desarrollo del Milenio
definidos en el año 2000 y que actualmente se encuentran en
prácticamente todas las políticas de AOD de los organismos
bilaterales y multilaterales”. (Boni, 2010: 8)
46
Finalmente podemos hablar de un quinto período o período actual
caracterizado por una profunda crisis económica de los países
tradicionalmente donantes. En esta etapa, el debate sigue girando en torno a
temas ya clásicos como los efectos de la globalización en el desarrollo, la
eficacia de la ayuda, el papel de las ONG o las relaciones en el sistema de la
cooperación internacional.
ACTORES E INSTRUMENTOS
Para comprender mejor la estructura en la que se mueven los cooperantes
expatriados, es necesario conocer los actores e instrumentos principales del
sistema internacional de ayuda al desarrollo. Por un lado están los
organismos internacionales que otorgan créditos concesionales con el fin de
reducir la pobreza en el mundo por medio del fortalecimiento de las
economías de los países pobres mediante la promoción del crecimiento
económico y el desarrollo. Es el caso del Banco Mundial o los distintos
bancos regionales de desarrollo y otros organismos de crédito, todos ellos se
engloban dentro de la denominación “Instituciones Financieras
Internacionales (IFI)”. (Torres, 2010: 57)
El segundo gran grupo lo conforman un conjunto de organismos
internacionales que realizan la ayuda multilateral mediante donaciones o
subvenciones. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es la mayor
organización internacional existente. Se define como “una asociación de
gobiernos global que facilita la cooperación en asuntos como el derecho
internacional, la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y
social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos” (Torres, 2010:
62). Existen múltiples programas y fondos de las Naciones Unidas7 que
7 El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP). Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH). El Programa Mundial de Alimentos (PMA). El Alto Comisionado de las Naciones Unidas
47
actúan bajo la autoridad de la Asamblea General y del Consejo Económico
y Social.
Además de la ONU, en este grupo también se incluyen los organismos de la
Unión Europea y sus estados miembros que mediante una gran diversidad
de instrumentos supone el suministro del 60 % de la AOD mundial y más de
dos tercios de las donaciones. (Torres, 2010).
SISTEMA ESPAÑOL DE COOPERACIÓN INTERNACIONAL AL DESARROLLO
El panorama español de la cooperación internacional al desarrollo tiene sus
peculiaridades respecto al europeo. En primer lugar, España entra a formar
parte del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) y con ello al sistema
internacional de cooperación al desarrollo treinta años después de su
creación. Lo cierto es que a finales de los años setenta España era
considerada por el Banco Mundial como un país en vías de desarrollo, por
lo que su tradición y experiencia como país donante es relativamente corta.
Sin embargo, ya en los años ochenta, la sociedad civil española manifiesta
su interés y preocupación por el desarrollo de los países pobres. Este
fenómeno queda reflejado por el aumento y proliferación de Organizaciones
No Gubernamentales para el Desarrollo (ONGD). El paso definitivo en la
institucionalización de la cooperación internacional en nuestro país se lleva
a cabo en julio de 1998 cuando se aprueba la Ley de Cooperación
Internacional para el Desarrollo:
para los Refugiados (ACNUR). La Agencia de Naciones Unidas para la Ayuda a los Refugiados Palestinos (UNRWA). Otros organismos de la ONU con intervención en el desarrollo son el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Hábitat), y el Programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA). Existen además otros organismos vinculados a las Naciones Unidas, como son la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) o la Organización Mundial de la Salud (OMS).
48
“La ley establece el ámbito de aplicación, los principios, objetivos y
prioridades de la política española de cooperación para el desarrollo.
Así mismo, se refiere a la planificación, incluyendo los instrumentos y
modalidades de la cooperación pública española, se atribuyen las
competencias de los órganos operativos en la definición, formulación
y ejecución de la política española de cooperación para el desarrollo
(órganos rectores y órganos consultivos y de coordinación) y se
recogen también los recursos materiales asignados a la ejecución de la
política española de cooperación, distinguiéndose entre los
canalizados multilateral y bilateralmente. Se aborda también, entre
otros, el contexto social de la cooperación, dedicando una sección a la
cooperación no gubernamental. Según esta Ley, la política de
cooperación internacional para el desarrollo determinará estrategias y
acciones con un objetivo último: La promoción del desarrollo
sostenible humano, social y económico para contribuir a la
erradicación de la pobreza en el mundo.” (Gómez, 2010: 78)
Las modalidades en que pueden financiarse y ejecutarse los programas,
proyectos y acciones de cooperación para el desarrollo coinciden con las ya
establecidas por el contexto europeo, es decir, la cooperación bilateral o la
multilateral. Además, es interesante conocer las herramientas específicas
con las que se ejecutan las acciones concretas de cooperación. Se trata de
cuatro instrumentos establecidos por la ley de Cooperación y que en cierta
medida condicionan los posibles perfiles de cooperante. Estos son: la
cooperación técnica; la cooperación económica y financiera; la ayuda
humanitaria, tanto alimentaria como de emergencia; y la educación para el
desarrollo y sensibilización social.
También cabe señalar la distribución geográfica y sectorial de la ayuda
oficial al desarrollo, pues, como ocurre con los instrumentos de la
cooperación, estos dos ejes de prioridades marcan también las biografías de
los cooperantes españoles:
“a) Geográficas: orientadas a las regiones y países que serán objeto
preferente de la cooperación española. Según la Ley, se consideran
áreas geográficas de actuación preferente a “los países de
Iberoamérica, los países árabes del norte de África y de Oriente
49
Medio, así como aquellos de menor desarrollo con los que España
mantenga especiales vínculos de carácter histórico o cultural”. Sin
embargo, las prioridades geográficas también han ido cambiando con
el tiempo. En los últimos años África Subsahariana ha tomado
especial relevancia en la política de cooperación española, aunque no
aparece como área prioritaria en el ámbito de la Ley, Senegal,
Mozambique, Namibia, Angola, Cabo Verde y Mali disponen de una
Oficina Técnica de Cooperación.
b) Sectoriales: las dirigidas a determinados ámbitos de actuación
preferente. Estos son: Cobertura de las necesidades básicas; Inversión
en el ser humano; Infraestructuras y promoción del tejido económico;
Defensa del Medio Ambiente; Participación social, desarrollo
institucional, buen gobierno y Prevención de conflictos y construcción
de la paz”. (Gómez, 2010: 81)
EL PAPEL DE LAS ONGD
No podemos cerrar este recorrido por la cooperación española sin pararnos
antes frente a uno de los colectivos más importantes del llamado tercer
sector. El movimiento asociativo voluntario de la sociedad civil española
que suponen las ONGD bien merece por su complejidad y repercusión
social varias tesis doctorales. Así pues, lo que nosotros pretendemos
dedicándole un espacio, al igual que hemos hecho con la AOD, es mostrar
una síntesis ilustrativa que nos ayude a conocer el contexto que enmarca la
vida profesional y personal de los cooperantes.
Como hemos señalado más arriba, a diferencia de lo que ocurrió en los
países del Norte en los que el origen de la mayoría de ONGD que existen se
sitúa a partir de la II Guerra Mundial, en España, a excepción de una
treintena de ONGD de motivación principalmente religiosa, ligada a la
Iglesia Católica, el verdadero boom de las ONGD ocurre en los años
ochenta8.
8 Hay que señalar que Cruz Roja Española supone una excepción, pues fue fundada en
nuestro país en el año 1847.
50
Existen múltiples tipologías de ONGD, cada una con su procedencia
particular, forma de trabajo, de organización, principios, etc.:
“Dentro del panorama español y según datos de la CONGDE9, nos
encontramos desde grandes ONGD, con más de cien mil socios (un
8% del total), hasta pequeñas ONGD formadas por pocos miembros y
con un espíritu muy voluntarioso.” (Pons, 2002)
Creemos que una de las clasificaciones propuestas por autores diversos
(Ortega, 1994; Cuesta y Calabuig, 2010) que más se ajusta a nuestras
necesidades de investigación, es aquella que las agrupa según la variable de
la motivación que las ha originado o la característica que ha hecho que ese
conjunto de personas se haya agrupado con fines solidarios. En ese sentido,
en España podemos hablar de ONGD religiosas, político-sindicales,
solidarias, internacionales, profesionales, universitarias y empresariales e
institucionales. Desde luego, hay que tener en cuenta que una misma ONGD
podría adscribirse a más de una modalidad.
Entre los tipos de actuaciones e intervenciones que las ONGD pueden llevar
a cabo, son los proyectos de desarrollo y la ayuda humanitaria y de
emergencia en las que los cooperantes participan desarrollando su trabajo en
terreno. Otras estrategias de actuación de las ONGD según propone la
CONGDE (2008) son la sensibilización y educación para el desarrollo, la
investigación, la incidencia política y el comercio justo.
ANTROPOLOGÍA DEL Y PARA EL DESARROLLO
Tras una breve descripción de los conceptos generales en el campo de la
cooperación al desarrollo es necesario dar un paso más que nos permita
seguir conociendo el marco en el que se fundamenta nuestra investigación.
Para ello consideramos imprescindible conectar las dos realidades que
9 CONGDE (2008) Informe de la CONGDE sobre el sector de las ONGD 2007.
51
articulan nuestro trabajo, esto es la cooperación al desarrollo y la
antropología.
Puesto que en la primera parte de este marco teórico ya hemos profundizado
en la metodología empleada en nuestra investigación, lo que a continuación
presentamos es una síntesis muy concentrada del devenir de la antropología
aplicada al desarrollo. Como se ha expuesto más arriba, el desencanto y
decepción con los primeros planteamientos del desarrollo que ponían el
énfasis en la economía como articuladora del discurso del desarrollo,
provocaron un giro hacia otros planteamientos en los que se tuviera en
cuenta el factor humano y social. Es ahí cuando la antropología toma partido
en el estudio del desarrollo y su aplicación.
ENFOQUES DE LA ANTROPOLOGÍA APLICADA
Tal y como proponen Larrea y Martínez, (2010) en su síntesis histórica de la
antropología aplicada al desarrollo, es posible distinguir cuatro tradiciones
distintas de antropología aplicada.
La primera de ellas, la antropología intervencionista, surge en los Estados
Unidos e Inglaterra y se desarrolló hasta los años sesenta: “Consistía en una
antropología centrada en la intervención social y/o el cambio político
planificado para atenuar los efectos del desarrollo y favorecer la
incorporación de los valores occidentales.” (Larrea y Martínez, 2010: 29).
En segundo lugar, las autoras presentan la antropología aplicada como teoría
de la práctica, se trata de una antropología cuyo objeto de investigación son
los propios proyectos de intervención social, es por lo tanto una
antropología crítica. En tercer lugar se cita a la antropología aplicada
militante, a través de la que los antropólogos no sólo estudian y analizan el
desarrollo de los grupos sociales sino que además colaboran y se implican
desde dentro de la cultura para realizar el cambio. Y en último lugar, la
52
propuesta por Sol Tax (1975), la antropología de la acción, caracterizada por
su humanismo y compromiso con los actos sociales cuyo método principal
es la investigación-acción en la que los propios afectados participan en la
resolución de sus problemas.
Dentro de nuestras fronteras, pese a que la antropología para el desarrollo ha
tenido su propio impacto en el ámbito de la formulación y eficacia de los
programas de cooperación al desarrollo, “el debate teórico sobre el
desarrollo ha estado dominado por los antropólogos del desarrollo”10
(Larrea y Martínez, 2010:65)11
. De esta forma, antropólogos como Lluís
Mallart; Joan Picas; Andreu Viola; Juan Carlos Gimeno, Pilar Monreal o
Antonio Aledo entre otros han planteado el desarrollo como un objeto de
estudio en sí mismo. Desde esta posición, han puesto de manifiesto las
contradicciones existentes en las estrategias de cambio social promovidas
por las acciones de desarrollo. Herederos del postestructuralismo, han
priorizado el análisis del lenguaje y de los significados en sus
investigaciones, presentando la noción del desarrollo como un discurso del
poder.
Teniendo en cuenta estas teorías críticas del desarrollo, los antropólogos
aplicados han querido replantear los fundamentos de la disciplina apostando
por un estilo de investigación que permitiera una práctica del desarrollo más
democrática y respetuosa con las prioridades de los grupos beneficiarios:
10
Arturo Escobar define la antropología para el desarrollo como “el trabajo que realizan los
antropólogos dentro de las instituciones para el fomento del desarrollo como en los
departamentos de antropología preparando a los alumnos que habrán de trabajar como
antropólogos en los proyectos de desarrollo” y la antropología del desarrollo como “una
crítica del desarrollo y de la antropología para el desarrollo surgida en los años ochenta por
parte de un número creciente de antropólogos inspirados en teorías y metodologías
postestructuralistas” (Escobar,
http://www.bantaba.ehu.es/formarse/ficheros/view/Texto_6_Escobar_Antropologia_y_Des
arrollo.pdf?revision_id=73983&package_id=73718) (fecha de consulta: 12 de septiembre
de 2012) 11
Larrea y Martínez han llevado a cabo la primera compilación sobre el proceso y
evolución de la antropología aplicada al desarrollo en España.
53
“En España, una gran parte de los estudios antropológicos aplicados al
desarrollo se ha dedicado a analizar la cultura de los beneficiarios y
los niveles de participación” (Larrea y Martínez, 2010: 71)
Sea desde la perspectiva que sea, es decir, “del” o “para el” desarrollo, y
considerando que esta oposición no siempre tiene razón de ser, no cabe duda
que las prácticas del desarrollo internacional han sido ampliamente
revisadas por el análisis crítico de distintos expertos. Estos trabajos revelan
que el desarrollo es una potente fuerza que afecta las vidas de aquellas
personas que son el objetivo de la erradicación de la pobreza. Dicho análisis
manifiesta claramente que el desarrollo raramente se experimenta en bloque
tal y como los agentes del desarrollo pretenden. En realidad, el desarrollo es
aceptado, rechazado, combatido, negociado, transformado y rearticulado
precisamente por los “beneficiarios” e incluso muchas veces por los propios
cooperantes. Lo más importante no es la consideración del fracaso constante
de los proyectos de desarrollo en alcanzar sus objetivos sino sus efectos no
intencionados. Hay una desconexión entre lo que se pretende y lo que
realmente ocurre (Verma, 2011b). Si alguien puede y debe conocer esta
realidad “desconectada”, ese es el cooperante.
La mayoría de las etnografías sobre la cultura del desarrollo se han centrado
principalmente en sus instituciones, productos y prácticas políticas
desatendiendo especialmente el papel que juegan aquellos que se encargan
de la implementación de la ayuda (Fechter, 2011a). Esto ha ocurrido a pesar
del énfasis otorgado en las últimas décadas a los enfoque más participativos
en las prácticas del desarrollo y en el reconocimiento de la importancia de
los actores individuales, tanto los locales (García y Torregrosa, 2010) como
los internacionales en los procesos de desarrollo.
De esta forma, Long (2001) propone realizar una etnografía para
comprender la vida social de los proyectos de desarrollo –desde su
54
conceptualización hasta su realización- así como las respuestas y las
experiencias vividas de los múltiples actores sociales que participan. De
Vries (1997) y Arce (1989) realizaron las primeras investigaciones acerca
de los dilemas en el trabajo de los cooperantes como artífices en primera
línea de la batalla del desarrollo. Pese a todo, el análisis del papel que
juegan los cooperantes sigue siendo bastante exiguo, según Stirrat (2008) se
conocen más detalles de los misioneros y los colonos del s. XIX y principios
del XX que de los cooperantes contemporáneos.
PAÍSES O TERRITORIOS BENEFICIARIOS
Los destinos a los que son enviados los cooperantes normalmente están en
consonancia con las prioridades geográficas de la AOD que se gestiona
desde España. El Plan Director de la Cooperación Española para el periodo
2009-201212
establece tres tipos de zonas prioritarias según una serie de
criterios de eficacia tales como los indicadores de desarrollo, la presencia y
articulación de la Cooperación Española en el país, el marco de asociación
posible en el país, el potencial del país como socio de desarrollo y la
posición relativa de la Cooperación Española respecto a otros donantes.
Así, el primer grupo denominado de Asociación Amplia, es decir, “Países
Menos Adelantados”, “Países de Bajo Ingreso” o “Países de Renta Media
Baja” reúne aquellos países en los que existen oportunidades para establecer
un marco de asociación a largo plazo basado en los principios de eficacia de
la ayuda con la finalidad de canalizar un elevado volumen de AOD (2/3 del
total) y el uso de un amplio espectro de instrumentos. Honduras, Nicaragua,
12
Disponible en
http://www.fondodelagua.aecid.es/galerias/fcas/descargas/documentos/III_Plan_Director_2
009_2012_LINEAS_MAESTRAS.pdf (última consulta realizada el 13 de septiembre de
2012)
55
El Salvador, Guatemala, Haití, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y
República Dominicana son los países latinoamericanos de asociación
amplia. En el Magreb y Oriente Medio y Próximo dichos países son
Marruecos, Mauritania, Argelia, Territorios Palestinos y Población
Saharaui. En África Subsahariana son Etiopía, Malí, Mozambique, Senegal,
Cabo Verde y Níger. Filipinas y Vietnam son los países de asociación
amplia en la región de Asia y el Pacífico.
El segundo grupo lo conforman los denominados Países Menos
Adelantados, Países de Bajo Ingreso o Países de Renta Media Baja
(Asociación Focalizada) en los que el programa de cooperación no permite
una asociación del tipo A y aumenta su impacto en desarrollo si se centra en
un único sector clave o en más de uno pero bajo un único enfoque,
identificado conjuntamente con el país socio y con un uso selectivo de
instrumentos. A este grupo se destina 1/5 parte del total de la AOD. Se trata
de Colombia en Latinoamérica; Irak y Líbano en Oriente Medio; Guinea
Ecuatorial, Sudán, Guinea Bissau, Gambia, Angola y República
Democrática del Congo y Guinea Conakry en África Subsahariana; y Timor
Oriental, Afganistán, Camboya y Bangladesh en Asia y Pacífico.
El último grupo, “Asociación para la consolidación de logros de desarrollo”
lo conforman los países que permiten el establecimiento de estrategias de
asociación concretas para la promoción del desarrollo a través del
fortalecimiento de políticas públicas inclusivas; la promoción de la
cooperación sur-sur; la cooperación triangular; y la provisión de bienes
públicos globales. Se trata de Costa Rica, Brasil, México, Venezuela,
Panamá, Argentina, Uruguay y Cuba en Latinoamérica; Siria, Túnez, Egipto
y Jordania en el Magreb y Oriente Medio y Próximo; y Namibia en África
Subsahariana.
56
Por otro lado, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España, en su
último informe sobre el sector de las ONGD publicado en 2010, muestra
que las zonas geográficas a las que se les han dedicado los porcentajes más
elevados de los fondos para la Cooperación para el Desarrollo, Acción
Humanitaria y Emergencia, Comercio Justo, Codesarrollo, etc. han sido, en
primer lugar América Central, Norte y Caribe con un 29% del total de los
fondos ejecutados, seguido de América del Sur con un 28% de porcentaje y
de África Subsahariana con un 23%.
En el mapa que se presenta a continuación aparecen marcados los países de
África que son prioritarios para la AOD (Plan Director de la Cooperación
Española, 2009-2012). En tono rosa se señalan los que pertenecen al Grupo
A (Asociación Amplia), en amarillo los del Grupo B (Asociación
Focalizada) y en verde los del Grupo C (Asociación para la consolidación
de logros de desarrollo).
Los países marcados con una equis en rojo son aquellos en los que los
informantes de nuestra investigación han estado llevando a cabo tareas de
cooperación al desarrollo y/o Ayuda Humanitaria.
57
Mapa 1. Países africanos prioritarios para la AOD (elaboración propia)
En los dos mapas siguientes se presentan los países de América que son
prioritarios para la AOD. La leyenda sigue los mismos criterios que en el
mapa de África.
Mapa 2. Países de Norteamérica prioritarios para la AOD (elaboración propia)
58
Mapa 3. Países de Sudamérica prioritarios para la AOD (elaboración propia)
Por último presentamos el mapa de Asia exponiendo los mismos ítems que
en los mapas anteriores.
Mapa 4. Países de Asia prioritarios para la AOD (elaboración propia)
59
MARCO METODOLÓGICO
EL MÉTODO DE LOS RELATOS DE VIDA
Probablemente, desde el indefinido inicio de la etnografía, el buen
investigador ha asumido la necesidad de conversar con los otros casi tanto
como la de desplazarse hasta los lugares cercanos o remotos que habitan
dichos otros.
Obtener sus relatos, o mejor dicho, construirlos junto al narrador, equivale,
según Marinas (2007:19) “a entrar en un circuito del don. En palabra que se
da”. Se trata por tanto de una tarea sagrada, de un acto comunitario entre
dos “túes”, o dos “yoes”, y en el mejor de los casos entre un “tú y yo” que
conversa. Esta performance fruto de la entrevista narrativa o conversacional
instaura un vínculo creativo entre el relator y el escuchante13
, lo que termina
creando una relación personal nada desdeñable entre ambos. Algunos
antropólogos consideramos que este tipo de trato no sólo debe ser permitido,
sino que es verdad inequívoca de que las cosas se están haciendo bien.
De dicho encuentro surge un organismo autónomo cuya dimensión total
escapa al narrador y al escuchante y se halla en un proceso constante de
creación, recreación e innovación. De esta manera, la historia relatada no es
un constructo inerte, concluso y por lo tanto yermo, sino que mantiene su
fuerza vital y edifica las partes implicadas y el proceso en sí mismo en un
continuum temporal.
13
Empleamos escuchante frente a oyente, pues consideramos que el término “escuchar”
refleja con mayor fidelidad el sentido en la acción de atender a lo que el otro cuenta mejor
que el de “oir”. El que escucha “presta atención a lo que oye” (RAE) mientras que el que
oye “percibe con el oído sonidos”, sin que esto implique necesariamente la voluntad de
atender o comprender lo que su interlocutor quiere comunicar.
60
Puesto que las categorías y términos que el narrador emplea en la narración
poseen un carácter social, esto es, son categorías existentes en el imaginario
colectivo del grupo social al que pertenece el sujeto, el resultado es el texto
de un sujeto individual que inevitablemente refleja los valores, tradiciones,
actitudes, lenguajes, etc. de su realidad social.
Este reconocimiento de lo colectivo en lo particular a partir de relatos de
vida es defendido por multitud de autores que consideran que el método
biográfico es un método eficaz en el estudio del mundo social. En este
sentido, Coetzee (2000, 31) afirma que:
“El desplazamiento del centro de atención, desde una comprensión
de la historia a partir de un enfoque “macro”, colectivo, estructural y
en gran escala, a unos análisis “micro” de la experiencia, la
evaluación y la interpretación individuales, representa algo más que
una mera sustitución del colectivismo metodológico por el
individualismo metodológico. El centro de atención se desplaza
sobre todo hacia un situacionalismo metodológico, que contempla la
situación en la que han tenido lugar tanto la acción social como la
experiencia individual.”
Al fin y al cabo, son las historias particulares, tejidas dentro del grupo
primario, las que reproducen y, por qué no, condicionan la ideología, la
memoria y la organización de la vida colectiva. Son una vía perfecta para
descubrir la articulación de las relaciones sociales.
Sin embargo, y aunque estamos convencidos de la capacidad que posee la
perspectiva biográfica (Bertaux, 1993a) para responder a las inquietudes que
el investigador pueda tener acerca de cuestiones colectivas o grupales, nos
gustaría insistir, y así lo haremos a lo largo de nuestra exposición, en el
valor y por qué no, el deber que tenemos de prestar atención al discurso
individual y particular de cada uno de los narradores de relatos.
61
Efectivamente, si en algo resalta y aventaja el método de los relatos de vida
a otros métodos de investigación en ciencias sociales, es en su maleabilidad
y flexibilidad a la hora de responder a voluntades sociales, políticas,
ideológicas o éticas. Puede que otros enfoques camuflen dichas voluntades
bajo la (siempre engañosa) apariencia de cuestiones metodológicas o
técnicas. Pero lo cierto es que detrás de cada acción acometida por un
científico social, en mayor o menor medida, siempre hay una razón, una
idea, una cuestión ideológica o incluso un asunto de identidad, en definitiva,
un significado social.
¿Y qué tiene de “malo” que el impulso que origina la razón de ser de una
investigación sea una cuestión de semántica social? Nada, absolutamente
nada de malo. Aceptar esto es más bien un acto de realismo y madurez
científica. Pues bien, empleando relatos de vida, es decir, accediendo de
primera mano al nivel de las relaciones sociales de las personas14
, podemos
entrar en contacto con determinados procesos sociales y cuestionar su
estatus y su sentido:
“vivimos en sociedades en donde todos los procesos sociales
implican alguna forma de dominación (de los ricos sobre los pobres,
de los poderosos sobre los que no tienen poder, de los varones sobre
las mujeres, de los adultos sobre los más jóvenes, del norte sobre el
sur, etc.…), y nuestra búsqueda de la verdad se transforma
inmediatamente en una lucha contra la falsedad de las ideologías que
acompañan la dominación social (el “orden social”), que la disfrazan
de necesidades técnicas o naturales (el “orden de las cosas”)”
(Bertaux, 1993a: 23)
De esta forma, la implicación en temas de caráter social desde la perspectiva
biográfica es ineludible y no sólo sigue estando en rigor en la actualidad,
sino que adquiere nuevo impulso. Según Fontana (2008) los nuevos
enfoques que él califica de “empáticos” son un ejemplo ético a favor de las
personas y grupos que se estudian. Este tipo de orientación es, por encima
14
En tanto que individuos humanos (poseedores de humanidad)
62
de planteamientos teóricos o metodológicos, un método moral que pretende
restablecer el carácter sagrado de lo que significa ser persona. En ese
sentido, la visión convencional de la entrevista en la que se pretendía
encontrar la mejor forma de extraer respuestas de una persona se transforma
radicalmente. La forma de entrevistar se convierte en el reflejo fiel de los
cambios que la sociedad va experimentando. Kong y colaboradores (2002)
se atreven incluso a hablar de la entrevista en las ciencias sociales actuales
como una metodología de la amistad, a través de la que se superan las
relaciones asimétricas y donde el investigador se convierte en compañero y
defensor de los sujetos que estudia y pretende que los resultados de su
investigación favorezcan y promuevan nuevas politicas sociales que
mejoren las condiciones de vida de los narradores.
Hasta ahora, la antropología del desarrollo o para el desarrollo se ha
ocupado de las prácticas de la cooperación internacional con la intención de
preparar, asesorar, analizar o evaluar las intervenciones de la ayuda
internacional. Es decir, desde un enfoque bastante instrumentalista de la
antropología.
NUESTRO ENFOQUE
En este trabajo queremos proponer un cambio de enfoque, un salto
cualitativo que nos ponga en primer plano a las personas, a los actores de la
cooperación, antes que a las instituciones e incluso antes que sus propias
acciones concretas. Entender la cooperación como una realidad cultural, y
no tanto como una práctica social del Norte sobre el Sur, resaltando e
impulsando el estudio de las narrativas personales de los sujetos que
conforman dicha cultura de la cooperación.
Para comenzar con esta nueva línea de aproximación, debemos partir del
hecho que el cooperante expatriado, nexo entre el Norte y el Sur, es un
63
ciudadano liminar por excelencia, es precisamente el sujeto cuyo relato
puede orientarnos hacia la comprensión y por lo tanto, hacia el diálogo entre
el desarrollo internacional y la antropología.
El empleo de relatos de vida se convierte así en el vehículo perfecto para
desplegar una ciencia social comprometida con la propia realidad social y
con cada uno de los miembros que la componen.
OBJETIVO PRINCIPAL
Así, nuestro objetivo primordial es llevar a cabo un análisis sobre la
conformación identitaria de un grupo de cooperantes, según la definición del
Estatuto de los Cooperantes15
otorgando especial relevancia a las
representaciones simbólicas, sin renunciar al estudio de las relaciones socio-
estructurales. La configuración identitaria del grupo será aprehendida a
partir de la reconstrucción de las trayectorias laborales/vitales de un grupo
de cooperantes desde sus propios relatos de vida.
De esta manera, podremos vislumbrar una “representación” del “ser
cooperante” desde el punto de vista antropológico. A través de las “voces”
de dichos cooperantes lograremos profundizar en cuestiones como los
motivos que impulsan a una persona a convertirse en un cooperante, sus
valores primordiales y dificultades entre otras.
RELATOS DE VIDA: FUENTE SUBJETIVA
No concebimos otra forma de aprehender esta realidad sino desde la
dimensión profundamente subjetiva de los relatos que construyen los
cooperantes expatriados en la actualidad. Lo que realmente nos interesa es
15
Art. 4. R. D. 519/2006. BOE núm. 114 de 13 de mayo de 2006.
64
registrar “su versión” de los hechos, conocerla, comprenderla, interpretarla
y presentarla a la vida pública, para que pueda convertirse en conocimiento
común, lo que es para nosotros, la verdadera vocación de la antropología.
En este sentido, trabajar con relatos nos aporta una riqueza de la que carecen
otras propuestas metodológicas:
“es justamente esa reconstrucción subjetiva lo que permite llegar a
un nivel de análisis que le está vedado a otros métodos, éste es el
análisis de las representaciones y de la identidad social.” (Montero,
1998:136)
Así, más allá del ámbito explicativo que surge del análisis de variables
causales, tenemos la posibilidad de acceder al terreno de las
reconstrucciones de las historias y experiencias de vida de personas
concretas. Lo que nos interesa no son los rasgos que se repiten, porque
entonces volveríamos a entrar en la espiral de lo cuantitativo, viéndonos en
la necesidad de resolver la cuestión acerca del número significativo de
relatos y de las veces en que se repiten los elementos. Más bien se trata de
identificar los elementos decisivos en la vida del narrador. Los hitos que, de
alguna manera, han marcado el curso de los acontecimientos. Lo que aporta
un significado especial, distinguible para el cooperante.
En las conversaciones con los cooperantes hemos querido acercarnos todo
lo posible a su visión, a su experiencia particular, esforzándonos
especialmente en comprender, abrazar y entrañar sus razones. A través de
sus relatos, hemos sido conducidos de lleno hasta el centro de las
representaciones que cada uno se crea acerca de la realidad.
Hasta ahora, la bibliografía antropológica no se ha ocupado de plantearse el
estudio de las prácticas de la cooperación internacional desde una propuesta
hondamente subjetiva, nosotros no pretendemos explicar la realidad de
65
dicha práctica, sino que lo que realmente nos interesa es el sentido que los
cooperantes expatriados dan a sus acciones, de manera que sea posible
captar cómo se vive desde el interior de esta realidad social, yendo más allá
de la pura descripción.
Desde este punto, es sencillo e incluso nos atrevemos a decir que es
“natural” saltar al ámbito de las identidades. Es otra de las ventajas de
trabajar con relatos de vida. En el diálogo que entablan antropólogo y
cooperante se favorece el recurso de la expresión simbólica, la memoria y
por lo tanto, la subjetividad, tan imprescindible cuando se quiere acceder al
universo de lo identitario.
Según nuestra idea, el relato de vida, por tanto, puede ser considerado como
la expresión de la identidad personal y social del cooperante expatriado.
Personal porque atiende a su propia individualidad, se centra en sus
inquietudes, necesidades e intereses. Es un método absolutamente eficaz
para captar la cosmovisión del narrador. También responde a su identidad
social porque, inevitablemente, sus palabras, ideas, gestos y silencios son
reflejo y consecuencia de una serie de “acuerdos” sociales, comunes e
implícitos que, sin que el cooperante sea demasiado consciente, quedan
impresos en él. Así, la historia de vida se convierte en el vehículo perfecto
que integra la identidad personal y la de grupo.
No obviamos ninguna de las dificultades intrínsecas al uso de relatos de
vida, sabemos de primera mano que cuando alguien se embarca en la
compleja tarea de narrar su vida, el primer obstáculo con el que se encuentra
es el de la memoria. Pero este obstáculo es a la vez el baluarte sobre el que
se asienta su propia identidad. La necesidad de hacer memoria, de recordar,
y también de conectar unos recuerdos con otros de manera que puedan tener
una coherencia narrativa, se convierte en un ejercicio de constitución del sí
66
mismo. Afirmamos con Joutard (1999: 160) que “la memoria es un
elemento constitutivo de la identidad”.
Efectivamente, a lo largo de este ejercicio de memoria, de repaso de los
acontecimientos y elementos que forman la vida, cada uno va elaborando
una teoría propia de lo que ha venido a ser su existencia. Se trata por tanto,
de un ejercicio que pretende ser “comprensivo”, capaz de colmar de sentido
el devenir de una vida como objeto integrado en un marco histórico. Es, en
palabras de Roca y Martínez (2006: 90) “la construcción, por parte de cada
individuo, de su propia ontología”.
Según Bertaux (1993a: 161), a lo largo de la entrevista, el papel que
desempeña el sujeto narrador se va modificando de manera que no sólo
“informa” sino que expresa una ideología particular, y lo que es más
interesante, adquiere un rol de investigador de su propia vida puesto que no
recita su vida sino que “reflexiona sobre ella al mismo tiempo que la
cuenta”.
Efectivamente, recitar la propia vida implicaría una construcción previa de
ese relato, “fabricado” antes del encuentro con el investigador, de manera
que, sea como sea, previa o simultáneamente, la narración de la historia
personal, implica necesariamente una reflexión y construcción del relato que
se “traduce” en un ejercicio de abstracción y reelaboración de la propia vida
y por lo tanto de lo que uno es.
EL ROL DEL INVESTIGADOR
Nuestra presencia durante la entrevista conversacional nos convierte en el
“otro” con el que se comparten las experiencias vitales aportando la
alteridad que, según Augé (2005), es la base sobre la que se construye la
67
identidad. Desde esta perspectiva, entendemos que la identidad no es algo
estático e inamovible, sino que, partiendo de cierta influencia hereditaria, se
trata de un fenómeno dinámico y plástico.
Por lo tanto, la capacidad que posee la narración de la historia de vida para
servir como edificadora de la identidad, no sólo está relacionada con el
esfuerzo memorístico y teleológico en la construcción del relato, sino que
también se ve afectada por la interacción y relación que se establece entre el
investigador y el sujeto narrador.
Por esta razón, consideramos que nuestra participación como mediadores en
la elaboración de la arquitectura auto identificativa del narrador es una
importante labor que llevar a cabo:
“(…) la historia oral tiene una fuerte responsabilidad: manejamos
“dinamita” e incluso “armas nucleares”. La puesta al día del
patrimonio oral, instrumentalizada, puede contribuir a alentar
identidades simplificadoras maniqueas excluyentes, portadoras de
odio y de muerte. (…) podemos ayudar a las identidades cerradas a
que se abran si cumplimos plenamente nuestro papel de
historiadores e historiadoras y no de simples memorialistas.”
(Joutard, 1999: 160)
Como investigadores, en nuestro rol de ser el “otro” en la entrevista,
debemos ser conscientes de que representamos una identidad que puede ser
más o menos cercana a la del cooperante. Nuestra escucha atenta, nuestro
interés por ciertos temas, la empatía ante aspectos concretos del relato puede
estar favoreciendo en mayor o menor medida la apertura o el cierre de la
identidad de nuestro narrador. En este sentido, el recurso a la memoria de
cómo se ha llegado a ser lo que se es, el espíritu crítico y el respeto mutuo,
son la clave para acercar posturas y crear vías de diálogo:
68
“Para que las identidades no sean “mortíferas”, o sea, portadoras de
muerte, es preciso que sepan mezclarse, es decir, que reconozcan la
necesidad de aportaciones extranjeras externas. La historia oral que,
con su recurso permanente a la memoria, es un importante vector de
la identidad puede ayudar a las identidades a efectuar este mestizaje
necesario, antídoto de la cerrazón.” (Joutard, 1999: 162)
UNA PROPUESTA INNOVADORA EN LA ANTROPOLOGÍA APLICADA AL DESARROLLO
Así, la acción de narrar la propia vida se convierte en un ejercicio de
coherencia con uno mismo y con el mundo que le rodea. El que relata se
encuentra ante el dilema de los acontecimientos que han ido dando forma a
su existencia, hechos que, sin duda, han estado profundamente
condicionados por su entorno. Sus creencias, temores, ritos, actitudes,
convicciones, deseos, aspiraciones, prejuicios y sentimientos de pertenencia
han sido en parte moldeados por el propio grupo. Integrar todo ello dentro
de la estructura de un relato en un espacio de tiempo concreto y ante un
“otro” expectante, exige del narrador un importante esfuerzo de
concentración que dé como resultado una composición saturada de
semántica. Así, al construir la historia de vida, “se presupone que la vida es
una historia”. (Bourdieu, 1996: 29) Una historia henchida de sentido y que
otorga a la persona la capacidad de autoconocimiento, de reconocimiento en
relación a los otros y de autodistanciamiento.
Este encuentro con uno mismo y con lo que los otros son en él, implica sin
duda un recorrido que va desde el ámbito de lo social, puesto que se genera
a raíz del encuentro con el “otro”, en este caso con el investigador, hasta la
esfera privada, es decir, la acción de recordar, de reflexionar, de construir
sentido que ocurre en el interior de la persona. Y de nuevo, el narrador
vuelve a resurgir fortalecido y renovado a la esfera pública, conciliado con
lo que él es y proyectado hacia un futuro que continúe haciendo historia.
69
Engullidos por este complejo y a la vez apasionante contexto que acompaña
al propio empleo de relatos de vida, debemos preguntarnos por qué hasta
ahora, y especialmente desde nuestra disciplina no nos hemos ocupado de
escuchar a este grupo de personas que en el desarrollo de su profesión
implican la globalidad de su persona y que a priori parece ostentar el título
de responsables últimos y con frecuencia principales del cómo se hace la
cooperación, consideración que esperamos revisar y cuestionar a lo largo de
nuestro trabajo.
PROCESO METODOLÓGICO
Una cuestión capital en la investigación social se refiere a la articulación
individuo/sociedad, que cuando se vincula al método de los relatos de vida,
parece convertirse en un binomio excluyente y no a la inversa, que es como
realmente lo concebimos en nuestra propuesta. En nuestra opinión, este
enfoque hierra en dos aspectos. El primero es el de identificar “lo social”
con “las estructuras sociales”, efectivamente, desde ese punto de vista, si la
tarea del investigador es la localización de las estructuras sociales, partir del
relato particular hace que las cosas se compliquen. Esta postura surge a
partir de un modelo interpretativo que apunta hacia la teorización sobre la
acción social enmarcada en un sistema de funciones exclusivamente
sociales. El segundo error, a nuestro parecer, es el hecho de desestimar que
la manera de acceder al relato del otro está ligada a un acto social
propiamente dicho, la entrevista. Al no tener este hecho en cuenta, el
enfrentamiento entre individuo y sociedad, obvia que el individuo nunca se
presenta como una unidad aislada, cerrada en sí mismo e imbuida por su
dimensión psicológica, sino que el proceso, como una relación social que es,
70
pone en marcha los mismos mecanismo de la interacción social cotidiana en
el que los significados de las categorías se elaboran entre el entrevistador y
el entrevistado.
RECONSTRUIR EL MUNDO SOCIAL A PARTIR DE RELATOS DE VIDA
Sin embargo, en nuestro caso, hemos optado por desarrollar la investigación
empírica a partir de varios relatos, y no de un solo relato que responda a la
biografía de una única persona. Partimos de la consideración del grupo
primario como el espacio perfecto para investigar desde la perspectiva
biográfica por varios motivos. En primer lugar, contar con múltiples relatos
que provienen de un grupo pequeño de cooperantes permite al investigador
dibujar y reconstruir con más detalle y precisión los itinerarios de vida de
cada uno de los narradores sin llegar a verse abrumado por la dimensión de
la muestra, ni la disparidad de los orígenes de la misma. Los testimonios,
debido a su procedencia, ya están conectados mediante vínculos sociales y
culturales entre sí. Matizada y enriquecida por la aportación de las otras,
cada historia nutre un poco más la visión que hemos ido adquiriendo acerca
del mundo social del cooperante expatriado. Así, se va sucediendo con
cierta agilidad, la descripción densa formulada por Geertz (2000). Por lo
tanto, el registro de relatos cercanos entre sí, próximos social y
vivencialmente, favorece una mayor compresión del espacio social desde
todos los ángulos posibles de su observación, es decir, lo simbólico, lo
estructural, lo universal, lo particular, etc. Asimismo, poder yuxtaponer e
intercalar los relatos agrupándolos por temas, situaciones o espacios
temporales mediante la aplicación de la técnica de relatos cruzados, por la
que nosotros nos decantamos, permite una observación transversal de la
realidad más global, de nuevo, más densa. De esta forma, a la vez que se
ilustra la estructura social, se muestra, a través de la peculiaridad distintiva,
la singularidad y representatividad de cada caso, en definitiva, la
heterogeneidad de la realidad. En tercer lugar, el estudio de varias historias
71
de vida que comparten un nexo común, da como resultado un texto coral
con unas características literarias superiores a otras propuestas y que se
manifiestan por la amenidad, fluidez y capacidad de reflejar la realidad con
mayor detalle, desde varios puntos de vista, es decir, lo que nosotros
consideramos más fiel.
En la fase de la recogida de datos, en nuestro caso, la entrevista o
conversación hemos intentado brindar al cooperante la posibilidad de
autoexpresión que la propia técnica favorece. El objetivo de la entrevista
pretende fundamentarse en un sincero interés por comprender al otro,
captando la estrategia de construcción de su relato, los hitos que aportan un
sentido especial a su narración, etc. Se trata de conocer desde dentro el
mundo social, a partir de la visión del otro, en un profundo ejercicio de
empatía. Por supuesto, no hay recetas para lograr esto porque la entrevista
es en sí un acto social, un encuentro con el otro, el éxito de este intercambio
no depende de si empleamos un guion abierto de preguntas o de si nos
valemos de grabadora para registrar el relato, sino de la calidad y el
contenido humanístico que posea dicho encuentro.
Esta misma “delicadeza procedimental” requerida en el registro de la
entrevista se traslada al momento de la transcripción del material oral.
Aunque los puristas del lenguaje hablado, que constituyen una minoría
dentro de nuestra disciplina, consideran que la grabación original es el
documento primario, y por lo tanto, rechazan las transcripciones por
considerarlas reproducciones pobres o falseadas, nosotros creemos que es
muy conveniente entrar en la fase de análisis con los relatos transcritos.
La transcripción debe reflejar con fidelidad el momento de la conversación,
debe hacerse eco de la intencionalidad de cada una de las palabras del
narrador y, a la vez, obtener como resultado un texto fluido y legible.
Coincidiendo con Page (2002: 155), “la transcripción de calidad es un arte,
72
no un proceso mecánico”. Por este motivo nos decantamos porque la figura
del transcriptor y la del investigador sean la misma. De esta manera, al
hallarnos presente en el momento de la entrevista, podemos asociar lo que
oímos en la grabación al momento real en el que sucedió, trayendo al
recuerdo toda la información que aporta el contexto y subtexto del proceso.
Al fin y al cabo, como escuchantes compartimos la experiencia del relato
con cada uno de los cooperantes pudiendo ver sus expresiones, los gestos de
sus manos, el brillo de sus ojos o su mirada perdida.
CLAVES TEÓRICAS QUE FUNDAMENTAN EL DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN
Esta propuesta de investigación con relatos de vida tiene una implicación
directa en el diseño del proceso, concretamente a la hora de formular las
hipótesis:
“En la perspectiva que se propone aquí, el pensamiento sociológico
estaría presente a lo largo de todo el proceso de investigación, pero
las hipótesis deberían ser formuladas sólo hacia el final.” (Bertaux,
1993a: 25)
Efectivamente, nuestra labor no consiste en “probar” nada, nuestra intención
no es deducir leyes sociales que sirvan para explicar hacia dónde se dirigen
las sociedades. ¿Y quién conoce estas leyes? ¿Realmente existen? Nosotros
lo ponemos en duda.
Conocer no significa necesariamente ciencia positiva, ésta es más bien
pobre y limitada especialmente cuando se trata del ámbito de las ciencias
sociales y humanas. También existe el conocimiento crítico que es fruto de
la experiencia y el sentido común y que, en el encuentro con la historia16
pasada, presente y futura de una persona, se convierte en un útil instrumento
para hallar certezas. Optar por un estudio basado en relatos de vida
exclusivamente no deja de ser arriesgado, pero consideramos que vale la
16
En el sentido de “story” o relato.
73
pena apostar por un método que conduce necesariamente hacia propuestas
transformantes y dinámicas, que genera cambios. El primero de estos
cambios se gesta en el encuentro entre el investigador y el informante.
Puesto que la elaboración de un relato de vida requiere de cierta empatía,
confianza y confidencialidad, la relación entre ambos artífices está
asegurada. Sesión tras sesión, científico y actor intercambian experiencias,
recuerdos, inquietudes, aspiraciones, etc. y van incorporándose el uno en el
otro, asumiendo el rol del otro y plasmándose mutuamente una huella
imborrable.
Nos atrevemos a hablar de “intercambio” porque estamos convencidos de
que la entrevista en profundidad17
implica un intercambio. El investigador,
que no es un ente invisible o imperceptible también es aprehendido por el
informante. Se presenta ante su interlocutor con toda la carga social y
cultural de la que cualquier persona es portadora. Y si la entrevista se
convierte en una conversación, que es como consideramos que en justicia
debe ser, entonces no hay duda de la interacción y reciprocidad del proceso,
y en consecuencia, de su capacidad transformadora. Portelli (1996:100) lo
expresa con las siguientes palabras:
“La palabra de la “fuente” es siempre mediata, siempre filtrada por
el investigador; y por ello, que el investigador quiera ser un trámite
“neutro” y transparente, “esconderse bajo la fuente” es no solo
metodológica y políticamente erróneo (se trata de diálogo, no de
monólogo), si no también factualmente imposible porque su mera
presencia modifica el testimonio.”
Desde la etnografía de salvamento, los estudios de cultura y personalidad o
el interaccionismo simbólico gestado en la Escuela de Chicago, se ha
prestado una especial atención al modo en cómo se realizaban las entrevistas
que daban acceso a los relatos. Sea cual sea el punto de partida, todos
17
También la etnográfica y la de cuestionario cerrado.
74
coinciden en que la entrevista juega un papel primordial y decisivo que
queda directamente reflejado en el resultado de las investigaciones.
La entrevista permite captar los valores, las apreciaciones, las concepciones
y la visión del informante. Esta perspectiva personal es fiel reflejo de un
contexto a través del que se manifiesta y en el que actor y universo social se
enriquecen mutuamente. Por este motivo, creemos que a lo largo del
proceso investigador, el científico social debe tener en cuenta la situación en
la que ocurre la entrevista. En el momento del análisis será imprescindible
tener presentes dichas consideraciones. Los etnometodólogos ponen un
importante énfasis en este aspecto, registrando en audio o video (o ambas
cosas) las entrevistas y, simultáneamente toman notas del más mínimo
detalle que conforma el cuadro contextual del proceso. Consideramos un
acierto recurrir a la tecnología para registrar las entrevistas. En primer lugar
permite al entrevistador una escucha más natural y fluida que puede
combinar con la observación del actor social, de esta manera, no necesita
estar pendiente de anotar ideas o de ser capaz de memorizar lo que dice el
informante. La grabadora, que en un principio puede incomodar al narrador,
pronto pasa a un segundo plano, sobre todo si el investigador ha planteado
su uso de forma apropiada, no invasiva y respetando la voluntad de su
interlocutor.
Ahora bien, creemos que registrar en grabadora, no es ni mucho menos
suficiente si pretendemos captar bien el contexto en el que sucede la
entrevista. Nosotros, junto a otros autores como Dunaway (1996) por citar
alguno, consideramos que el investigador debe documentar con anotaciones
complementarias e inmediatamente posteriores a la entrevista, todas las
categorías posibles de lo que rodea dicho encuentro. Así, además de la
grabación, el entrevistador debe disponer de una detallada descripción del
entorno físico de la entrevista, dónde sucede, porqué, qué relación posee el
entrevistado con el lugar, y por supuesto debe quedar especificado el día, la
75
hora y la duración de la entrevista. No debe olvidar tampoco el entorno
social, es decir, explicitar el status que ocupa el informante dentro de la
comunidad, su edad, y su estética; el tipo de interacción entre ambos
participantes, si hay entendimiento, humor, empatía, etc. Aunque la
ejecución de la entrevista puede ser analizada en las sucesivas escuchas de
la grabación, es más oportuno que el investigador anote tras la entrevista la
sensación que se lleva de dicho encuentro, el ritmo de la narración, la
coherencia en lo expuesto, el entusiasmo, la indecisión o los silencios. Y
desde luego, no debe faltar un franco análisis del rol jugado por el propio
investigador, es decir, cómo se ha sentido haciendo la entrevista, si sus
expectativas se han cubierto, las dificultades que ha hallado, etc. Cuando
toda esta información es anotada en el debido momento, el análisis posterior
de la narración es más sencillo y clarificador.
El hecho de trabajar con relatos no sólo deriva en la obtención de un texto
particular cargado de subjetividad, sino que implica una construcción de la
narración desde una dimensión temporal que a su vez responde a un ciclo
vital. Este fenómeno exige del trabajo con método biográfico una constante
revisión y recreación de las ideas y conclusiones que se puedan ir
extrayendo. Los recuerdos a los que alude el informante que relata su vida
no permanecen sellados en algún lugar de su mente, esperando ser
“extraídos” como si de unos documentos bien archivados se trataran. Lo que
en realidad ocurre en el proceso de contar la vida es que esas vivencias
pasadas se conciben de una forma concreta dependiendo de la situación en
la que se encuentre el narrador. En ese sentido podemos decir que son
acontecimientos inconclusos mientras el protagonista de los mismos siga
rescatándolos del olvido. Relatar implica, por lo tanto, actualizar, poner en
circulación de nuevo esas experiencias dentro del marco de la vida social,
que el presente emerja desde la reconstrucción narrativa del pasado.
Dependiendo del momento y la situación de la entrevista, la forma que se
76
emplea para narrar la vida puede ir variando. Los mismos hechos pueden ser
enfocados de distinta manera, se pueden silenciar aspectos que en otro
momento se hubieran expresado. No hay una fórmula fija ni estática porque
el propio acto de contar un relato de vida es en sí una forma de construcción
social más, un proceso dinámico y creativo que muestra la esencia de la
realidad social y cultural en estado puro, esencialmente como es,
inabarcable, inconmensurable e imparable, en permanente recreación, como
un auténtico organismo vivo (Spencer, 1883).
ENFOQUES TEÓRICOS DEL MÉTODO DE LOS RELATOS DE VIDA
El trabajo con relatos de vida puede ser emprendido desde diversos
enfoques. Básicamente, estas diferencias son susceptibles de agruparse en
torno a dos grandes propuestas epistemológicas y al paso intermedio que
conduce de la una a la otra. Por un lado está la tradición realista, es decir,
aquella que considera que el relato de una persona refleja en mayor o menor
medida una realidad previa e independiente a la forma en cómo se elabora
dicho relato. La etnosociología, por ejemplo, se ajusta a este perfil, de ahí su
empeño en recoger tantas historias de vida como sea posible para poder
descubrir los patrones sistemáticos que se dan en las experiencias
personales. Sin duda, esta postura bebe de la tradición positivista y busca
formular una sociología objetiva y global.
El puente que conduce a la otra gran tradición epistemológica, el enfoque
construccionista postmoderno, es el de la propuesta textualista. Desde este
supuesto, el investigador renuncia a concebir el relato como el espejo en el
que se refleja un mundo social acotado y verdadero, ya establecido y del que
todos sus actores y sobre todo, sus acciones, son su consecuencia. Así, los
etnometodólogos y los interaccionistas simbólicos consideran que el
lenguaje, debido a su capacidad performativa, es el medio más fiel para
comprender las estrategias organizadoras y reproductoras que los individuos
77
emplean para construir el orden social. Por ello, la etnometodología propone
tratar la historia de vida como una construcción social.
El enfoque textualista llega a su máxima expresión a través del enfoque
construccionista postmoderno, las historias de vida dejan de ser entendidas
como un recurso para comprender cómo los individuos interpretan la
realidad social y comienzan a ser consideraras historias que hablan por sí
mismas de la cultura y del carácter discursivo propio del mundo social. El
objetivo de este tipo de investigación es generar un discurso crítico y
reflexivo, que cuestione las historias que los individuos relatan y también
los textos interpretativos que los investigadores proponen como
consecuencia de sus investigaciones. Fruto de esta propuesta es el espíritu
más reflexivo que en la actualidad impregna los estudios a partir de relatos
de vida. El propio entrevistador toma conciencia de los juegos de poder que
se suceden a lo largo de las entrevistas y de su función como coprotagonista
en lo que a elaboración del conocimiento se refiere. Según Davis (2003:
157), este interés por la reflexividad:
“También ha mostrado, de forma más general, hasta qué punto es
inherentemente discutible la producción de conocimiento social.
Además, comprender las ambivalencias y contradicciones propias de
cualquier conocimiento acerca del mundo social, puede,
paradójicamente, llevarnos más cerca de la “realidad”, o por lo
menos, tan cerca como sea posible”
NUESTRA PROPUESTA EPISTEMOLÓGICA
Nosotros no consideramos excluyentes entre sí ninguna de las tres
propuestas. No dejamos de percatarnos de que se trata de interpretaciones
epistemológicas profundamente distantes entre sí, pero no creemos que sea
necesario decantarse definitivamente por una o por otra. Desde nuestro
punto de vista, esta diversidad de planteamientos no refleja una
concatenación irremediable de intentos fallidos por interpretar la vida social
78
y que desemboca en la pérdida de identidad del propio científico social, sino
más bien consideramos que se trata de una cuestión de objetivos.
Dependiendo de la finalidad del estudio, el investigador debe decantarse por
un planteamiento más o menos realista, atender a aspectos construccionistas
o proponer una lectura triple (realista, textualista o constructivista) del
mundo social que estudia.
La propuesta de Bertaux (1993b) de concebir la investigación social desde
una perspectiva biográfica, nos parece de lo más acertado. De este modo, se
deja abierto todo un crisol de posibilidades que el trabajo con relatos de vida
aporta. Las opciones son numerosas y dependen de múltiples factores como
el objetivo de la investigación, el tipo de registro empleado, el tratamiento
de los datos, el enfoque epistemológico inicial, la relación entre el
investigador y el informante y las características personales de cada uno o el
universo de análisis entre otros.
Al adoptar una perspectiva biográfica nos predisponemos a trabajar con los
relatos dándoles el tratamiento que las propias narraciones sugieran. Implica
estar dispuesto a realizar un diseño de investigación absolutamente
innovador, adaptado a las circunstancias y en el que el investigador parta de
una leve propuesta que encauce el interés de conocimiento que se quiera
adquirir y poco más. En este tipo de diseño que sugerimos, partir de
hipótesis establecidas es difícil o poco práctico. Aunque también resulta
imposible despojarse por completo de las ideas previas que normalmente
son las primeras impulsoras de la investigación. Las hipótesis se suelen ir
construyendo a lo largo de la realización de las entrevistas, así ocurre, por
ejemplo, en la propuesta etnosociológica que consigue construir una teoría
viva y profundamente arraigada a la realidad social a partir de un proceso
inverso al hipotético- deductivo.
79
PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
Fieles a esta idea hemos querido ir avanzando en nuestra labor investigadora
dentro de este trabajo partiendo de una primera propuesta.
“Tota recerca s’orienta a partir de les preguntes que, amb
intencionalitat teórica, formulem a l’inici del seu disseny. Aquestes
preguntes no són ni casuals ni ingènues, sinó que constitueixen
l’eix teóric a partir del qual formulem hipótesis, enteses como
aquelles intuïcions interpretatives que volem validar empíricament
amb les dades, experiències i visions que obtindrem mitjançant el
treball etnogràfic” (Pujadas, 2004: 276)
Así, el impulso inicial lo generan un conjunto de sencillas preguntas:
Pregunta No. 1. ¿Cómo es la vida de un cooperante expatriado?
Pregunta No. 2. ¿Existen distintos estilos/perfiles de cooperantes?
Pregunta No. 3. ¿Qué impulsa a una persona a escoger la cooperación
internacional como profesión?
Pregunta No. 4. ¿Cómo es el proceso de convertirse en un cooperante
expatriado?
Pregunta No. 5. ¿Cuáles son los costes personales, laborales y emocionales
en la vida de un sujeto transnacional como es el cooperante expatriado?
Tabla 2. Preguntas de investigación
Tras establecer la definición que nos permitiera acotar la población a
investigar y realizar las gestiones necesarias que se vinculan al método de
los relatos de vida, aspectos que desarrollaremos más adelante,
comenzamos con las entrevistas conversacionales propiamente dichas, y
desde estos primeros encuentros, poder ir forjando nuestras propias
categorías y conceptos a medida que avanzamos en nuestras observaciones.
Son las propias narraciones de los cooperantes las que impulsan la
80
elaboración de hipótesis y de conceptos que hemos ido formulando de
manera simultánea.
A medida que íbamos aumentando el número de relatos registrados y
analizados, íbamos proponiendo nuevas categorías y conceptos con la
intención de alcanzar un conocimiento comprensivo de la realidad de los
cooperantes expatriados:
Se trata de un “proceso continuo de verificación y reformulación de
hipótesis, donde los primeros hallazgos llevan a nuevas teorías y
nuevos planteamientos –retrocediendo a las historias de los primeros
informantes y volviendo a otras nuevas y así sucesivamente-
logrando, por fin, una sociología teóricamente viva y
sustancialmente enraizada en la realidad social.” (Thompson, 1993:
70)
HIPÓTESIS
De este modo, la construcción del conocimiento consiste en un proceso de
creación continuo cuyo resultado siempre es fiel reflejo de la situación que
describen los relatos de los cooperantes.
Las hipotesis principales que surgen de dicho proceso de investigación son:
Hipótesis No. 1. El espiritu altruista, el compromiso social y la acción solidaria
fundan el comportamiento de los cooperantes, impulsando su trabajo cotidiano.
Hipótesis No. 2. El cooperante, debido a su condición de expatriado, posee las
herramientas oportunas que le permiten conectar con el personal local y
beneficiario. Es capaz de empatizar con él y descifrar sus códigos culturales.
Hipótesis No. 3. La vida familiar y social se ve perjudicada por el estilo de vida del
cooperante que implica movilidad constante.
Hipótesis No. 4 La vida laboral del cooperante como expatriado es relativamente
corta y carece de continuidad en el país de origen.
Hipótesis No. 5 La vida itinerante del expatriado provoca desarraigo,
desorientación y conflictos de identidad.
Tabla 3. Hipótesis principales
81
PROCESO INVERSO AL HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO
Nuestro enfoque, que recoge la herencia de la Grounded Theory
desarrollada por Glaser y Strauss (1967), permite analizar las relaciones que
se establecen entre las personas y las estructuras sociales en las que se
desenvuelven. Ahora bien, discrepamos de estos autores en su propuesta que
subraya la necesidad de “aproximarse” al objeto de estudio libre de
categorías preestablecidas o ideas preconcebidas.
Lo cierto es que resulta imposible despojarse totalmente de los
conocimientos previos que el investigador posee acerca del objeto de
estudio. No cabe duda que incluso es necesario contar con cierto bagaje
relacionado con lo que se quiere investigar. ¿Cómo es posible realizar
preguntas pertinentes o encauzar una entrevista hacia el aspecto del relato de
vida que nos interesa sin tener una idea previa de los aspectos
fundamentales del mismo? ¿Qué clase de confianza generaríamos en el
informante si nuestras preguntas fueran demasiado obvias e inocentes? Es
muy probable que nuestro interlocutor censurara sus propias aportaciones
con la intención de no abrumarnos con una cantidad y calidad de
información que nosotros damos la impresión de no ser capaces de seguir o
de estar preparados para recibir.
Al fin y al cabo, el investigador es portador, al igual que el narrador, de todo
un constructo intelectual y cultural del que no puede escapar por mucho que
lo intente. El investigador social no va a ser capaz de despojarse de esa
formación concreta que durante sus años de vida académica adquirió y
configuró su perfil profesional.
Dado que parece improbable que se logre ese acercamiento “neutro” al
relato, consideramos más conveniente hacer explícita esa inevitable
subjetividad que nosotros, como entrevistadores poseemos cuando
82
realizamos nuestro trabajo. Casi simultáneamente a la recogida de datos, en
el proceso de análisis, hemos querido tener en cuenta nuestro propio punto
de partida en la investigación, cuáles fueron nuestras pretensiones e
intenciones en el planteamiento de las preguntas o en la forma de dirigir la
entrevista y cómo éstas se fueron modificando a medida que iba avanzando
en nuestro estudio. Es decir, ¿por qué no tratar la propia visión previa del
investigador como el fragmento de un relato más y cotejarlo con las
categorías que se vayan generando? ¿No sería éste un procedimiento que
favorecería el aumento de la validez y fiabilidad de los resultados?
Aunque Glaser y Strauss (1967) no contemplan esta posibilidad, su
propuesta de un nuevo tipo de investigación empírica basada en el trabajo
de campo, supone el nacimiento de un nuevo enfoque, de una nueva
perspectiva, la etnosociológica.18
Así, tomando como referente las técnicas
de observación de la tradición etnográfica, apartan en principio las teorías
sociológicas existentes y se adentran en el campo con la intención de
descubrir, a partir de sus observaciones, las formas sociales existentes que
podrían repetirse en situaciones parecidas. De esta forma, recurriendo a los
relatos de vida, tratan de pasar de lo particular a lo general comparando los
casos particulares y detectando lo que contienen de datos fácticos, teniendo
en cuenta los indicios descriptivos o explicativos que los narradores
proponen.
En la perspectiva etnosociológica, la dimensión histórico-temporal del
mundo social adquiere una gran importancia. El presente en el que se
desarrolla la investigación es parte de la historia, por lo que los procesos que
estructuran la vida social que se encuentran en continuo crecimiento y
retroceso sólo pueden ser comprendidos teniendo en cuenta esa dimensión
diacrónica que aporta el relato de vida. De ahí la importancia de considerar
18
Término acuñado por Bertaux. (2005)
83
al informante un narrador que se configura como el personaje principal de
su relato de vida.
Este relato es, por encima de todo, una narración. Una reconstrucción
histórica narrativa articulada por una trama, por la experiencia vivida del
propio narrador.
Ahora bien, si se trata de una “re-construcción”, podríamos pensar que la
información obtenida a partir del testimonio del informante puede alejarse
considerablemente de la realidad a la que hace referencia.
A diferencia de la corriente “textualista”, los etnosociólogos se suman a la
tradición realista en investigación biográfica según la cual “la historia de
una persona posee una realidad previa a la forma en que se cuenta e
independientemente de ella”. Partiendo de esta premisa, el investigador
asigna, a priori, a los testimonios de sus informantes una categoría de
veracidad que posteriormente comprueba mediante la comparación
sistemática. De esta manera, el investigador puede ahondar en el
conocimiento de las relaciones sociales objetivas.
Bertaux (2005), que es el autor que más se ha preocupado por establecer una
teoría clara y concisa de la perspectiva etnosociológica, explica que los
objetos de estudio de este tipo de investigación son los “mundos sociales”
por una lado, y las “categorías de situación” por otro.
La forma como se aborda cada uno de estos objetos de estudio no es
exactamente la misma, y depende directamente de lo que se entiende por
cada una de ellas.
Así, según este autor:
“Un mundo social se construye en torno a un tipo de actividad
específica. La panadería artesana, el transporte por barco, (…). Pero
también hay ciertos mundos sociales que se desarrollan en torno a
84
actividades no remuneradas, ya sean culturales, deportivas,
asociativas, etc.” (Ídem, 2005: 17-18)
En el caso de nuestra investigación, la actividad cooperante llevada a cabo
por un expatriado constituiría un llamado mundo social. Desde la
perspectiva etnosociológica se considera que las lógicas que rigen el
conjunto de dicho mundo social se dan igualmente en cada uno de los
microcosmos que lo componen, por lo que observando varios de estos
microcosmos, identificando las lógicas de acción, los mecanismos sociales,
los procesos de reproducción y de transformación, se deberían poder captar
al menos algunas de las lógicas sociales del mismo mundo social o
mesocosmos.
En cuanto a las “categorías de situación”, es decir, situaciones que son
comunes a un grupo más o menos amplio de actores, se convierten en
fenómenos sociales en la medida en que originan presiones y lógicas de
acción que tienen puntos comunes.
Los relatos de vida, a través de su dimensión diacrónica, permiten localizar
los mecanismos y procesos que han conducido a algunos individuos a una
situación dada a la que tratan de acomodarse.
El objetivo de un investigador social que adopta esta perspectiva para su
investigación es elaborar, a partir de la observación del funcionamiento de
uno de estos mundos sociales o de una situación social, un cuerpo de
posibles hipótesis que brinde las herramientas necesarias para interpretar los
fenómenos observados. Por eso, podemos afirmar, que se trata de un
proceso inverso al hipotético-deductivo.
85
APORTACIONES DE LA PERSPECTIVA ETNOSOCIOLÓGICA A NUESTRA INVESTIGACIÓN
Pero, ¿cuántos relatos de vida es necesario analizar para estar seguros de
que hemos alcanzado la comprensión total de una determinada situación
social? Puesto que la perspectiva etnosociológica está ligada a estudios en el
ámbito de la sociología, y, a diferencia de los antropólogos o los
historiadores, los sociólogos manejan los datos con la intención de
generalizar a partir de ellos, el investigador debe analizar tantos relatos
como sea necesario para alcanzar la saturación. El momento de saturación
de conocimiento se alcanza cuando el investigador comienza a ser capaz de
comprender las pautas de relaciones socioestructurales que organizan la vida
de los actores que forman parte de un mundo social o de una categoría de
situación.
Este proceso de saturación implica ir construyendo poco a poco la muestra,
lo que permite generalizar a partir de formas particulares siempre que el
investigador recurra a las diferentes categorías de agentes de una misma
realidad social.
Dentro de este corpus de formas particulares, deben tenerse en cuenta los
“casos negativos”, es decir, aquellos que, a pesar de pertenecer a un mismo
mundo social, se diferencian sustancialmente en sus itinerarios y en sus
formas. Es lo que en la perspectiva etnosociológica se denomina
diferencialidad, es decir, también se trabaja con los relatos de las personas
que aunque pertenecen al mismo ámbito social, ejercen su actividad de
forma muy diferente a la mayoría. De esta forma se pone en marcha un
mecanismo muy interesante y del que no se puede prescindir en una
investigación antropológica, la no supresión de las diferencias que se
detectan a partir del estudio de casos particulares.
86
No existen relatos mejores que otros, todos ellos aportan una información
irremplazable que enriquece y llena de matices la posterior interpretación
del investigador. Por ello es muy importante recurrir a la mayor variedad de
testimonios posibles. Se considera que estas diferencias que pueden darse en
mayor o menor medida deben ser incluidas en el informe final de la
investigación, pues, además de aportar una visión más amplia y cercana a la
realidad interpretada, pueden convertirse en el punto de partida de
posteriores trabajos.
Otro mecanismo de control de la generalización a partir del conocimiento
particular que esta perspectiva no contempla es la validación de la
comunidad (Archila, 1998). El grupo social al que pertenecen los narradores
puede participar en la revisión de los resultados obtenidos en la
investigación, aportar nuevas visiones, matizar algunos aspectos que pueden
haber quedado “desajustados” a la percepción de la realidad que ellos
poseen, en definitiva, aprobar o sancionar las conclusiones elaboradas.
No debemos olvidar que en la perspectiva etnosociológica el investigador se
interesa principalmente por los hechos y las prácticas que los testimonios
revelan acerca de un mundo social o categoría situacional, de ahí el empeño
en detectar la dimensión social de todas las experiencias narradas a través de
la generalización del conocimiento.
No obstante, la publicación de amplios extractos del relato de vida como
caso particular puede ser empleado por un investigador que adopte el
enfoque etnosociológico para ilustrar el modelo teórico alcanzado. Es lo que
se conoce como la función expresiva del relato (Bertaux, 2005: 52) Para
ello, la experiencia narrada debe ser capaz de ejemplificar una extensa parte
de las relaciones y de los procesos sociales estudiados.
87
La validez de la capacidad ejemplificante de los relatos de vida reside en la
naturaleza social que, inevitablemente, estos poseen. Las historias
particulares son siempre sociales pues se desarrollan dentro de una situación
social (dimensión natural de la persona humana) y reproducen, a la vez que
condicionan, la ideología, la memoria y la organización de la vida colectiva.
En este sentido, la perspectiva etnosociológica, tradicionalmente empleada
en el ámbito de la sociología, se aproxima a través de su metodología a la
historia y a la antropología, y aporta a estas disciplinas nuevas herramientas
y enfoques en la investigación social con relatos de vida.
DISEÑO DE LAS ENTREVISTAS
“Diseño y actuación tienen como norte que los resultados
sean profundos, detallados, vívidos y precisos” (Rubin
1995:76 ss)
Por lo expuesto hasta ahora damos por hecho que se entiende las razones
que justifican la elección de la entrevista en profundidad, también
denominada entrevista cualitativa. Este tipo de conversación que se
caracteriza por su flexibilidad y dinamismo ha sido descrita por Tylor y
Bodgan (1987:101) como “no directivas, no estructuradas, no
estandarizadas y abiertas”
A la hora de realizar el diseño hemos tenido en cuenta que cuando se lleva a
cabo una entrevista cualitativa, el resultado es siempre imprevisible.
Efectivamente, el investigador, al comenzar con su tarea de entrevistar,
puede tener más o menos claro el objetivo de la misma, pero los resultados,
la cantidad y calidad de las respuestas, la adecuación de éstas a la idea
88
original del entrevistador, la empatía y entendimiento de ambos
colaboradores (entrevistador y entrevistado) son aspectos de difícil
acotación en el sentido de que varían de unas entrevistas a otras incluso
cuando los actores sean los mismos. El propio objetivo inicial puede verse
desechado ante nuevos horizontes de conocimiento fruto de la conversación
llevada a cabo en el proceso de investigación. Este tipo de entrevista es muy
flexible, o al menos debe serlo, lo que sin duda asegura un buen resultado
esto es, un resultado cualitativo, complejo, rico en matices, denso y por lo
tanto interpretable, alejado de respuestas concisas y fácilmente catalogables.
LA ENTREVISTA CONVERSACIONAL
Nuestro punto de partida en el diseño de las entrevistas ha sido la voluntad
de mantener una conversación con el expatriado sobre un tema en el que
ambos estamos implicados, a ambos nos interesa, nos importa. La
experiencia de vida como cooperante expatriado es realidad vital del
entrevistado, pero simultáneamente es nuestro objeto de estudio. El interés
de este tipo de planteamiento radica en que, a través de la entrevista
conversacional, el investigador pueda ir adentrándose en la personalidad del
entrevistado, descubriendo su cosmovisión, las perspectivas que posee sobre
su propia vida, y también el modo en cómo narra sus experiencias.
Puesto que este tipo de entrevista puede requerir más de una sesión, hemos
tenido en cuenta esta posibilidad a la hora de contactar con el relator, y en
los casos que ha sido necesario, se ha dedicado hasta dos sesiones para
conversar sobre los temas pertinentes. Dada la extensión del proceso, hemos
recurrido al registro sonoro de las entrevistas. Este material ha sido de gran
ayuda a la hora de repasar y analizar las entrevistas, pues conserva una gran
cantidad de información formal que ilumina el sentido de los contenidos
expuestos por el narrador. El estudio de los giros, expresiones, silencios,
89
gestos, entonación de la voz, movimientos corporales, expresiones faciales,
etc. es parte fundamental y característica de la entrevista en profundidad.
Otro de los aspectos claves en el planteamiento del diseño de la entrevistas
es la importancia de la contextualización (Atkinson, 1998). Puesto que el
trabajo de campo, esto es, la realización de las entrevistas se ha ido
sucediendo a lo largo de un año, hemos querido que los sucesos en el
entorno, los cambios circunstanciales quedasen reflejados también en el
diseño de las entrevistas, por lo que hemos dejado un espacio concreto a
esta tarea, teniendo por tanto en cuenta el contexto sociopolítico en el que se
llevaba a cabo la entrevista, y el contexto físico en el que nos
encontrábamos durante la conversación. El análisis de esta dimensión es
muy importante a la hora de interpretar los relatos obtenidos.
PRIMER BORRADOR DE GUION DE ENTREVISTA
Puesto que nuestro objetivo primordial era invitar al cooperante a construir
un relato sobre su experiencia como expatriado, la primera y principal
decisión de diseño que llevamos a cabo fue la de no hacer preguntas en las
primeras entrevista que realizamos. Así pues construimos un primer
borrador de guion (Valles, 2007: 205) de entrevista con los temas más
genéricos que nos interesaba cubrir, con la intención de ser lo
suficientemente flexibles como para poder seguir las distintas propuestas de
relato que nos hicieran nuestros informantes y sobre todo, con el interés de
captar aspectos no previstos en dicho guion, de manera que fueran los
propios cooperantes los diseñadores de los temas de interés en la vida del
expatriado.
ASUNTOS PREVIOS
A la hora de construir este primer borrador tuvimos en cuenta algunos
asuntos (Weiss, 1994) que están directamente relacionados con el estilo de
investigación que queríamos llevar a cabo, el tipo de material que nos
90
interesaba recoger, y el formato que pretendíamos emplear a la hora de
presentar los resultados:
Asunto No. 1. Queremos que la experiencia de construir su relato como
cooperante sea edificante, auto reflexiva, auto afirmativa e incluso catártica
en caso de ser necesario. Que el relato pueda contener propuestas latentes de
nuevas prácticas de cooperación, críticas constructivas (o no), y
aprendizajes que enriquezcan al narrador.
Asunto No. 2. Nos gustaría poder transmitir al narrador el valor que
otorgamos a su relato. Establecer una relación equitativa, estando dispuestos
a establecer lazos de amistad si las circunstancias lo permiten. Ser capaces
de empatizar y simpatizar.
“Es importante mantener una perspectiva ética en todo el
proyecto y ser un practicante reflexivo cuando se trata de
trabajar tan cerca de alguien que te ha dado tal regalo, tal
confianza como un relato de vida.” (Atkinson, 1998:39)
Asunto No. 3. Pretendemos establecer un clima de libertad y de confianza
con la intención de conseguir relatos que reflejen los auténticos temas de
interés para el cooperante. Esta flexibilidad está directamente vinculada al
modelo de investigación adoptado que ha sido expuesto en el apartado
“proceso metodológico”.
Tabla 4. Listado de asuntos previos al diseño de las entrevistas
91
CONTENIDOS DEL GUION BORRADOR
Partiendo de estas premisas, nuestro guion borrador presentaba en un primer
momento los siguientes contenidos:
Contenido No. 1. Relato de su experiencia personal como cooperante.
Contenido No. 2. Las dificultades de la cooperación
Contenido No. 3. Proyección de futuro
Contenido No. 4. La convivencia con otras personas de culturas distintas.
Contenido No. 5. Mitos sobre la cooperación.
Tabla 5. Contenidos del guion borrador de entrevista
Así, el contenido no. 1 refleja nuestra voluntad de partir de la construcción
de un relato de vida como marco que sostenga todo el proceso de obtención
de datos sobre el cooperante expatriado, el desarrollo de su trabajo y los
efectos del mismo en su vida personal. No obstante, y para no dejar escapar
aspectos que a priori nos parecían importantes, planteamos los siguientes
cuatro contenidos que aparecen en el cuadro no. 4.
El contenido no. 2 pretende abarcar todos aquellos aspectos que puedan ser
obviados o eludidos por el relator como fruto de prejuicios, miedos,
corporativismo, etc. No queríamos perder la oportunidad de rescatar esos
aspectos del relato de vida. Lo cierto es que la mayoría de nuestros
informantes incluyeron esta dimensión de su trabajo en el relato, sin
necesidad de una demanda específica por nuestra parte. Como suele pasar
cuando se trabaja desde una perspectiva biográfica, no sólo no fue evitado
por la mayoría sino que además, los relatores incluyeron nuevos
planteamientos sobre las dificultades de su trabajo que nosotros no
habíamos intuido en principio, pero que conforme íbamos avanzando en la
investigación, y por lo tanto, se iban acumulando los relatos, aparecían de
92
forma reiterada, lo cual, dicho sea de paso, aporta validez en lo que a
representatividad se refiere.
Otra de las cuestiones que no queríamos dejar desatendidas, y que a
diferencia de la anterior, no surgía en el relato de forma espontánea, era la
relacionada con la proyección de futuro del expatriado. A nosotros,
imbuidos por nuestra propia cosmovisión y nuestros conocimientos
previos19
, nos parecía que, por la propia idiosincrasia del trabajo del
cooperante, no debe ser tarea fácil saber qué va a ser de uno dentro de veinte
años. Además, en el trabajo de consulta bibliográfica previo a las
entrevistas, encontramos algunos informes que nos hacían dirigir nuestras
creencias en esta dirección. El hecho de que la cooperación española sea
bastante joven puede ser una de las causas por la que los gráficos que
presentan los grupos de edad del personal remunerado en otros países de los
informes anuales de la CONGDE que van desde 2004 hasta 2009 muestren
un sector eminentemente joven en el que aproximadamente el 83% de las
personas que trabajan expatriadas se encuentran en la horquilla 25-45 años.
¿Dónde se ubican todos esos cooperantes una vez cruzan al siguiente grupo
de edad, esto es entre 45 y 65, y más aún, a partir de 65 años? Puesto que
considerábamos este aspecto de sumo interés, decidimos incluirlo como
contenido concreto en nuestro guion borrador, tal y como mostramos en el
cuadro no.4.
La razón de ser del contenido número 4 es evidente en una tesis de
antropología como esta. Nuestro interés por conocer cómo es el encuentro
entre culturas más o menos distantes, situación en la que supuestamente el
cooperante se halla de forma continua, requería un apartado concreto en
nuestro guion borrador. Ahora bien, los relatos obtenidos en este sentido nos
sorprendieron en gran medida, y, aunque dejamos el análisis de los mismo
19
Insistiremos sobre este aspecto en el apartado siguiente
93
para el apartado pertinente dedicado a ello, sí nos gustaría insistir en la
bondad de este método, que permite la suficiente libertad y flexibilidad al
narrador como para que puedan aparecer narraciones tan dispares unas de
otras, y por lo tanto tan enriquecedoras para los que estamos dispuestos a
escuchar discursos inesperados.
Por último, desde el enunciado “mitos del cooperante” queríamos proponer
un espacio de reflexión del cooperante acerca de la visión que considera que
los demás tienen de él, especialmente de la sociedad occidental de la que
provienen, pero no en exclusiva. ¿Cómo piensa el cooperante que le ve el
personal local o los beneficiarios? ¿Cuál cree que es la consideración que
tienen los ciudadanos de su país de origen acerca de su labor? Todas estas
preguntas y otras muchas querían quedar recogidas dentro del contenido no.
5 del guion borrador.
Una vez expuestos los motivos que explican nuestras razones para plantear
el primer guion borrador, un guion de preguntas temáticas de investigación
(Kvale, 1996), debemos anotar que a medida que íbamos realizando nuevas
entrevistas, este esquema se iba transformando, respondiendo y adaptándose
a las propuestas de los propios informantes.
GUION DE LA ENTREVISTA SEGÚN CRITERIO DE EJE BIOGRÁFICO
Después de las dos primeras conversaciones, decidimos ampliar nuestra
guía de entrevista que pasó de ser una simple lista de contenidos a un guion
basado en el eje biográfico con la intención de recoger no sólo lo que el
informante pensaba sino cómo actuaba respecto a eso (Cea y Valles, 1990).
Esto no significa que nosotros fuéramos marcando el orden en el que el
cooperante iba exponiendo sus ideas, sino que íbamos anotando las mismas
mientras comprobábamos que los tres tiempos del eje biográfico se iban
sucediendo. Si al terminar la primera sesión de entrevista, considerábamos
necesario continuar con una siguiente, decisión que tomábamos de forma
94
conjunta el informante y la investigadora, animábamos al narrador a incluir
momentos de su historia de vida que, por alguna razón, todavía no hubiese
esbozado.
A continuación exponemos el guion basado en el eje biográfico que
utilizamos durante las primeras entrevistas. Debemos insistir en el hecho
que los enunciados expuestos responden a cuestiones de investigación, y no
a preguntas dinámicas a usar durante la entrevista:
1. Reconstrucción de la trayectoria laboral
a. Pasado
i. Formación necesaria
ii. Experiencia
b. Presente
c. Futuro
i. ¿Cómo se proyecta en el futuro? ¿se puede seguir siendo
cooperante a largo plazo?
2. Reconstrucción de la trayectoria vital
a. Pasado
i. ¿Qué tipo de vida lleva el que decide ser cooperante?
ii. Estilo de familia
iii. Formación recibida: colegios, etc.
iv. Valores recibidos/valores actuales
b. Presente
i. Repercusiones de su profesión en su vida:
1. Relaciones familiares
2. Amistades
3. Desarraigo
4. Estabilidad económica
c. Futuro
3. ¿Existe alguna situación o experiencia particular que favorezca el planteamiento
de esa profesión?
a. ¿Qué motivos le impulsan a ser cooperante?
4. Consideraciones/auto representaciones del cooperante acerca de su labor
a. ¿Es una profesión? ¿Es una vocación?
b. Dificultades intrínsecas a esa labor
c. El mito del cooperante
d. Código ético del cooperante
5. Reflexiones sobre la cooperación al desarrollo
a. Políticas
b. Eficacia
c. Redes sociales
d. Globalización
e. Internet
f. Tipos de proyectos
6. La experiencia con el otro
a. Derechos sociales y diversidad cultural
b. La violencia
95
c. Los nacionalismos
d. La diferencia/otredad
e. Justicia
f. Condiciones de la comunicación intercultural
g. Relativismo
h. La dominación masculina y el papel de la mujer en el desarrollo
7. ¿Cómo construye el relato el cooperante? Análisis.
8. Análisis de las representaciones sociales sobre el cooperante. Estudio. Y reflexión
con el entrevistado.
Estimulantes temáticos: aspectos de actualidad relacionados con el tema de investigación
(noticias, políticas, etc.) Tabla 6. Guion de la entrevista de investigación según criterio de eje biográfico.
EL GUION DE ENTREVISTA DEFINITIVO
Después de aplicar este guion a las cinco primeras entrevistas decidimos
realizar un nuevo cambio de enfoque. En nuestro empeño por ser coherentes
con nuestra propuesta de investigación y ser verdaderamente flexibles para
poder registrar lo que realmente le importa e interesa al cooperante
expatriado, vimos oportuno desestimar el guion según el eje biográfico.
Lejos de favorecer la acotación de temas, consideramos que dicho guion
ejercía sobre nosotros cierta constricción, impidiéndonos una escucha
totalmente libre, y lo que es más importante, influyendo de alguna manera
en la construcción del relato del narrador, lo que sin duda nos alejaba de
nuestros planteamientos iniciales.
La configuración de un nuevo guion de contenidos fue relativamente
sencilla ya que formaba parte del proceso de investigación. Así pues,
después de registrar cada entrevista, realizábamos su transcripción y su
análisis, de manera que pudiéramos detectar los temas/contenidos que el
narrador había expuesto en su relato. Así, conforme íbamos avanzando, la
lista de temas se iba ampliando y ratificando, se iba construyendo poco a
poco en función de los relatos de los cooperantes. Al final del proceso,
obtuvimos un listado de contenidos vinculados al relato del cooperante
expatriado que no sólo suponía un guion para las entrevistas que se iban
sucediendo, sino que conformaba la base del análisis de los datos obtenidos,
96
implicaba una revisión de las primeras hipótesis y un indicativo de
saturación de conocimientos.
En el cuadro siguiente presentamos el guion de entrevista definitivo basado
en los contenidos de los relatos de los cooperantes:
La familia
Viajes
Preparativos antes de salir a terreno
Cómo llega a la cooperación
Estudios y Formación específica en cooperación
Momento de inflexión en su vida
Colabora en acción social/humanitaria/vida asociativa
Idiomas
La seguridad en el terreno
Vida social en el país receptor
Descripción del trabajo de cooperante
Los compañeros de trabajo: espacio multicultural
La pregunta acerca del sentido de lo que se hace: ¿sirve mi labor?
¿Cómo ve la población local al cooperante?
Descripción del país/países donde ha cooperado (situación política, social, cultural,
geográfica)
Aprendizajes en el terreno relacionados con el crecimiento personal
Costes de trabajar expatriado
El choque cultural
Las condiciones de vida en terreno
Lo que se deja atrás (familia, amigos, etc.) y el desarraigo
Un nuevo estatus
Frustración, sensación de no haber hecho lo suficiente
El retorno: Dificultades emocionales en el retorno, trabajo, choque con la cultura de origen
La nuevas tecnologías en la vida del cooperante
El futuro del cooperante
Valores, ideales… del cooperante
Compaginar familia y cooperación
Mitos sobre el cooperante
97
La cooperación como una necesidad, una pasión
Profesionalizar
Denunciar injusticias
El sueldo
El lado oscuro de la cooperación
¿Qué debería cambiar en cooperación?
Comentarios reflexivos sobre el ejercicio de la entrevista en profundidad
Tabla 7. Guion de entrevista configurado a partir de los propios relatos de los
cooperantes.
OTRAS DECISIONES DEL DISEÑO DE LAS ENTREVISTAS
La duración de la entrevista y la necesidad de dedicar más de una sesión al
registro del relato dependió de las características particulares de cada
cooperante. Independientemente del número de sesiones empleadas, la
transcripción y el análisis de la entrevista se hacían inmediatamente después
a su realización. Sin duda este hecho aporta algunas ventajas que
expondremos en el apartado relacionado con el trabajo de campo, pero nos
gustaría hacer alusión a esto en este momento, ya que implica que un mismo
relato recogido en dos sesiones, pasara por un proceso profundo de análisis
y comprensión entre la primera y segunda sesión, de manera que, cada vez,
la conversación se hacía más precisa y concreta, si se quiere incluso, más
directiva. En algunas ocasiones esto supuso pasar de una entrevista en
profundidad abierta, no directiva y no estructurada, a una entrevista en
profundidad semiabierta, con preguntas concretas y directas que el
informante estaba dispuesto a responder ya que, por otra parte, la confianza
y empatía era mayor, pues nos conocíamos mejor y el ambiente era más
distendido que en el primer encuentro:
“Tú ve preguntándome, lo que tú quieras o necesites ampliar.
Pregúntame en el orden que a ti se te ocurra” (Mario II)
98
FICHA DE ENTREVISTA
Existen otros aspectos que están relacionados con el diseño de la entrevista
y que se refieren a aquellos momentos inmediatamente anteriores y
posteriores al registro. Se trata de esos minutos que preceden al rec de la
grabadora y que son tan importantes. Incluyen los primeros instantes una
vez que el registro sonoro ha comenzado y el cierre de la conversación, de
manera que la situación no resulte forzada o carente de naturalidad, todos
estos aspectos los trataremos en el apartado de trabajo de campo. Sí cabe
decir aquí que en último lugar, pasamos al informante una ficha descriptiva
de los datos básicos de su perfil tales como sexo, edad, procedencia, etc.
La ficha de entrevista permite al investigador contextualizar los aspectos
básicos para el análisis de la entrevista. Además, sirve de hoja de control
para asegurar la diversificación de la muestra y facilita un esquema de las
áreas descriptivas e interpretativas que se han trabajado en la entrevista
conversacional.
99
Tabla 8. Ficha entrevistado
100
SELECCIÓN DE LOS ENTREVISTADOS
La elección de la población a investigar depende de muchos factores. Según
el modelo tradicional, la muestra escogida debería responder a exigencias de
representatividad, pero esta pretensión nos resulta una falacia.
Consideramos que desde la antropología podemos prescindir por completo
de ese requerimiento puesto que cualquier relato que de alguna manera esté
relacionado con el tema de nuestro estudio, es susceptible de ser tenido en
cuenta ya que posee rasgos particulares significativos. El investigador que
escoge los relatos de vida como técnica de observación de la realidad social
y/o cultural, es consciente de que cada historia aporta un conocimiento
nuevo e irremplazable que enriquece el corpus total de los datos obtenidos.
En ese sentido, no hay historias mejores o peores, sino diversidad,
pluralidad, complejidad, en fin, humanidad. Otro asunto sería la necesidad
de plasmar a lo largo del texto, la estrategia adoptada para escoger a los
informantes. Especificar si la elección atiende a factores como la edad, el
género, la profesión, la procedencia o incluso, la accesibilidad o
predisposición a ser entrevistados.
CRITERIOS MAESTROS DEL MUESTREO CUALITATIVO
Nuestro criterio de selección responde a la combinación de los siguientes
fundamentos muestrales o, en palabras de Valles (2007: 66) criterios
maestros del muestreo cualitativo:
Criterio 1. Acotar el universo de entrevistados a partir de la definición de cooperante que
propone el Estatuto del Cooperante.
Criterio 2. Muestreo acorde con la voluntad de un diseño flexible de investigación. La
muestra se puede ir modificando, ampliando, reduciendo, en definitiva, revisando a lo largo
del estudio en función del contenido de las entrevistas que se vayan realizando y teniendo
en cuenta los cambios circunstanciales.
101
Criterio 3. El número de entrevistados responderá a un proceso de saturación de
conocimientos.
Criterio 4. Aplicar la estrategia bola de nieve partiendo de un muestreo previo de ONG.
Criterio 5. Heterogeneidad en el muestreo de ONG. Contactar con ONG de perfiles
distintos: emergencistas, humanitarias, desarrollo.
Criterio 6. Predisposición y accesibilidad.
Tabla 9. Criterios maestros del muestreo cualitativo de cooperantes expatriados en Valencia
Barajando los seis criterios expuestos en el cuadro 8, fuimos realizando la
selección de los narradores, aunque sería más preciso decir, que teniendo en
cuentas los criterios maestros del muestreo cualitativo de cooperantes
expatriados en Valencia, los narradores contactados nos seleccionaron a
nosotros como interlocutores suyos, accedieron a compartir su tiempo, sus
recuerdos y sus experiencias con nosotros.
En primer lugar, y como consecuencia de nuestro trabajo previo de lectura
de material escrito relacionado con nuestro tema de investigación, optamos
por adoptar la definición que hace el estatuto del cooperante como punto de
partida:
“A los efectos de este estatuto, son cooperantes aquellas personas
físicas que participen en la ejecución, sobre el terreno, de un
determinado instrumento de cooperación internacional para el
desarrollo o de ayuda humanitaria en cualquiera de sus fases, a
realizar en un país o territorio beneficiario de la política de ayuda al
desarrollo, parte de la acción exterior del Estado de acuerdo con el
artículo 3 de la Ley 23/1998, de 7 de julio, y que tengan una relación
jurídica con una persona o entidad promotora de la cooperación para
el desarrollo o la acción humanitaria, en los términos que se señalan
en el artículo 3 de este real decreto”. (BOE, núm. 114: 18493-18494)
Puesto que la definición recoge la idea de que el cooperante debe tener una
relación jurídica con una persona o entidad promotora de la cooperación,
pensamos que debíamos empezar la localización de los cooperantes desde
las ONG, aplicando por tanto el criterio no. 5. Así, en el muestreo de ONG
102
contactamos con todas aquellas que forman parte de la Coordinadora
Valenciana de ONGD, un total en la actualidad20
de 109 ONG. Además, y
puesto que todas las ONG no forman parte necesariamente de dicha
coordinadora, contactamos con otras ONG que conocíamos previamente
gracias a su visibilidad dentro de nuestra sociedad.
Tabla 10. Carta explicativa a ONG perteneciente a la fase de preparación
De esta manera, fueron las propias ONG las que nos facilitaron el contacto
con cooperantes expatriados. Debido a la naturaleza de dicho trabajo,
20
Febrero de 2012
103
muchos de ellos se encontraban trabajando fuera de nuestras fronteras, este
hecho supuso una nueva acotación de la muestra. De todos los cooperantes
propuestos por las ONG contactadas, conseguimos establecer trato con
aquellos que quisieron colaborar en nuestro estudio y que además se
encontraban en Valencia durante nuestro periodo de realización del trabajo
de campo, lo que responde al criterio de muestreo no. 6.
Desde el momento en que comenzamos con las entrevistas
conversacionales, pudimos aplicar los restantes criterios maestros de
muestreo cualitativo expuestos en el cuadro 8. Los propios narradores nos
presentaban a otros cooperantes que, conociendo la experiencia de su
colega, estaba predispuesto a colaborar en nuestra investigación. Puesto que
consideramos que la técnica de la bola de nieve posee el riesgo de
homogeneizar la muestra, tuvimos especial cuidado en no recurrir
demasiadas veces a ella, especialmente cuando el cooperante nos facilitaba
el contacto con otros cooperantes narradores potenciales de un perfil similar
al suyo.
En la medida en que íbamos avanzando en el trabajo de campo y por lo
tanto, en el análisis de las entrevistas, hallábamos que en las narraciones de
nuestros interlocutores aparecían referenciados nuevos perfiles de
cooperante con los que no habíamos contactado en un principio. Es el caso
de los cooperantes expatriados que trabajan para agencias gubernamentales,
como la AECID, la Comisión Europea, etc. o aquellos que han estado
expatriados cooperando pero que lo han hecho yéndose sin un contrato
previo. En este sentido aplicamos el criterio muestral no. 2 de nuestro
cuadro antes citado y fuimos por tanto, ampliando y rehaciendo nuestras
hipótesis de partida.
104
NÚMERO DE ENTREVISTADOS
La cuestión del número de entrevistados, aspecto que con frecuencia puede
producir cierta incomodidad al investigador que, como en nuestro caso, ha
focalizado su estudio en una epistemología cualitativa, sin duda, forma parte
de las decisiones muestrales. Pese a que el criterio de saturación de
conocimientos es un punto de llegada válido, al que nosotros nos hemos
acogido para poder establecer un final a la fase del trabajo de campo nos
gustaría insistir una vez más en la necesidad de superar el apego a la
cuestión cuantitativa. ¿A cuántos cooperantes entrevistamos? Nosotros
proponemos tantos como se pueda, se quiera y sea necesario. ¿Por qué?
Porque en realidad el número de entrevistas no es lo importante.
Efectivamente, más allá del ámbito explicativo que surge del análisis de
variables causales, el investigador tiene la posibilidad de acceder al terreno
de las reconstrucciones de las historias y experiencias de vida de personas
concretas. Ese es el valor principal. Lo que interesa no son los rasgos que se
repiten, porque entonces volveríamos a entrar en la espiral de lo
cuantitativo, viéndonos en la necesidad de resolver la cuestión acerca del
número significativo de relatos y de las veces en que se repiten los
elementos. Más bien se trata de identificar los elementos decisivos en la
vida del entrevistado. Los hitos que, de alguna manera, han marcado el
curso de los acontecimientos. Lo que aporta un significado especial,
distinguible para el narrador.
Al terminar el trabajo de campo, por cuestión de economía temporal y no
por falta de informantes dispuestos a conversar con nosotros, habíamos
entrevistado a un total de quince cooperantes expatriados. Cuatro de dichas
entrevistas se prolongaron en un segundo encuentro de entrevista por
requerimiento y/o conformidad del propio narrador. A todos se les ofreció la
posibilidad de recibir transcritas las entrevistas con el objeto de
“retornarles” lo que, sin duda, les pertenecía, y también, cómo no, para
105
darles la opción de corregirlas, ampliando o eliminando lo que ellos
consideraran oportuno.
RAZONES PARA PARTICIPAR EN UNA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA
Es evidente que cada uno debía poseer sus razones para participar en una
investigación como la nuestra, ¿cuál es el móvil o los motivos que
predisponen a una persona, en este caso un cooperante a acceder a ser
entrevistado frente al resto de cooperantes contactados que rechazaron
nuestra propuesta?
Muchos de los cooperantes entrevistados manifestaron la necesidad que
tienen de contar su experiencias, les urge ser escuchados. Sin duda, el
momento en el que se realiza la contactación influye sobremanera, hay
veces que si la vivencia como expatriado es muy reciente y además ha sido
algo decepcionante o especialmente dura, es muy probable que el narrador
no se encuentre con el ánimo y la predisposición necesaria para revivir la
experiencia de nuevo a través de la construcción del relato:
“Si hubiéramos tenido esta conversación hace diez meses… no sería
lo mismo… seguramente no hubiera aceptado tener esta
conversación porque estaba bastante mal” (Lucía: 671-672)
Pero lo cierto es que la acción de relatar proporciona al narrador una
sensación de sentido y coherencia de lo vivido que en el caso del cooperante
es especialmente valorada. Cuando uno construye su relato de vida lo hace
necesariamente a través de una serie de estrategias formales que estructuran
y organizan la información. El orden en la elaboración de la narración viene
acompañado de una selección de la información, y por lo tanto, la exclusión
de otras alternativas. Además, organiza el discurso dentro del ámbito
espacio-temporal ofreciendo al escuchante y sobre todo a sí mismo, un
discurso henchido de sentido.
106
Muchas de las vivencias que se narran se alejan sobremanera de la realidad
de nuestro contexto social. Son extrañas, extremas e incomprensibles para
una mentalidad occidental. También lo fueron en su momento para el propio
expatriado, que en el mejor de los casos aprendió a comprenderlas. Ahora
bien, ¿quién está dispuesto a escuchar retorno tras retorno las injusticias
vividas, las miserias compartidas o los logros alcanzados que el cooperante
ávido de comunicar no puede optar por silenciar?
Además de la necesidad de contar, de compartir y de ser escuchado, puede
haber otras muchas razones que predispongan al cooperante a contar su
relato de vida. Prat (2004: 53) enumera algunas:
“Sembla que la disposició a relatar la vida podría venir embolcallada
per un cert narcisisme (hom explica i dóna a conèixer el testimoni
propi i, per tant, la gent elegida se sent valorada en ser escoltada);
d’altres factors podrien ser l’amistad, el parentiu, l’alliberament (la
utilització de l’entrevista como element personal de catarsi) i també
el fet voler deixar constancia de la pròpia vida en una publicació.”
Otras de las razones que nosotros aludimos para aceptar ser entrevistado
teniendo en cuenta el perfil de nuestro informante es el de la responsabilidad
social. Concienciar y dar a conocer es un objetivo intrínseco en la labor del
cooperante. Por lo que resulta bastante lógico que quiera participar en un
trabajo como el presente.
LA IMPORTANCIA DE LA CONTACTACIÓN
En último lugar nos parece necesario contemplar una razón más para
explicar la aceptación de los informantes para ser entrevistados. Dicha razón
está directamente relacionada con el proceso de contactación y la capacidad
de establecer cierta empatía desde el primer instante. No pretendemos ni
mucho menos ser pretenciosos o egocéntricos al proponer hablar de
nosotros mismos, pero tampoco queremos caer en el oscurantismo de
107
aquellos que obvian la presencia y la influencia que el entrevistador ejerce
en el transcurso de la investigación y por lo tanto, también en la aceptación
o no de participar por parte del informante.
Qué duda cabe que si el futuro informante se siente acogido y respetado, si
siente que el investigador aprecia y valora su posible aportación, es más
sencillo que se anime a participar en la experiencia de narrar su vida. De
esta manera es necesario que el investigador, que es también el interlocutor
del informante, muestre verdadero interés y el ánimo de realizar un trabajo
cooperativo y recíproco. Debe saber transmitir a su informante que más allá
de un mero objeto de estudio es un sujeto personal, y sobre todo, que es
poseedor de un precioso valor que es su relato, valor que surge de la propia
unicidad e irrepetibilidad del que lo encarna.
EL ENTREVISTADOR
Por esto, consideramos absolutamente necesario presentar al entrevistador
que ha participado en esta investigación. Su participación sobrepasa la mera
presencia y lo sitúa en la arena de la creación del relato junto al informante.
No es un frío espectador prácticamente invisible que escucha y registra la
narración, esa pretensión es inalcanzable y, nos atreveríamos a decir,
éticamente errónea.
“El investigador debe ir más allá de la ingenua posición positivista
que considera que la persona contamina el proceso de investigación.
El investigador debe reflexionar sobre su rol en la entrevista.”
(Kimery, 1992: 156)
Abordaremos brevemente en este apartado la cuestión del perfil del
entrevistador. Podemos decir que en nuestra labor como entrevistadores,
somos conscientes de que poseemos una serie de características que
determinan el discurrir de las entrevistas. Se trata de un tema que puede ser
tratado de forma más amplia tanto en la vertiente del diseño, como en la del
108
trabajo de campo. Además, debe tenerse en cuenta en el análisis de los
relatos registrados que desarrollaremos a lo largo de los capítulos centrales
del presente trabajo. En primer lugar, debemos considerar nuestra apariencia
física y social. Ser mujer, joven, becaria de investigación y con poca
experiencia en el ámbito de la cooperación internacional es una carta de
presentación que influye en la predisposición del conversador. Sin embargo,
y hay que decirlo, existe una importante experiencia previa en la
investigación con relatos de vida, tanto a nivel práctico como teórico.
Nuestra predisposición respecto a las entrevistas conversacionales era
conseguir crear un espacio de interacción social que favoreciera una relación
equitativa entre el investigador y el cooperante. Una relación ecuánime entre
el que quiere contar y el que desea escuchar, buscando alcanzar la apertura
de ambos interlocutores, intentando derrumbar los muros de los prejuicios o
de la objeción, aceptar y acercar.
La suma de la formación y conocimientos específicos en materia de las
ONG donde había colaborado el cooperante y el espíritu de camadería y
cercanía que pretendíamos brindar, generaba una relación de estatus de
igualdad, que era exactamente lo que se perseguía y se consideraba
adecuado. Las entrevistas no carecían de cierta reciprocidad, aunque se trata
de intervenciones escasas, con la intención de que el narrador no pierda el
hilo de su relato, siempre que considerábamos necesario, y siguiendo
criterios de naturalidad en el curso de una conversación, interveníamos con
comentarios, anotaciones a lo dicho, matizaciones con el ánimo de aclarar, u
opiniones personales sobre lo expuesto. Coincidimos con Oakley (1981: 58)
en su principio de “no intimidad sin reciprocidad” que esta forma de
proceder aporta coherencia a nuestra voluntad de trabajar desde la empatía y
amistad.
109
Además, el estatus académico que acompaña al entrevistador no genera
desequilibrio con el perfil de los entrevistados, ya que en la mayoría de
casos también poseían formación universitaria. Curiosamente, y esto se
percibe con nitidez en la lectura de los relatos, los informantes manifestaban
sentirse muy cercanos e identificados con la labor del antropólogo lo que
provocaba una cierta visión compartida de los asuntos sobre los que se
hablaba y por lo tanto un acoplamiento óptimo entre escuchante y narrador.
Todas las entrevistas fueron realizadas por la misma persona, esto supone
una ventaja en nuestra investigación pues la información se iba acumulando,
lo que aportaba perspectiva y experiencia para las entrevistas siguientes y un
mayor control de las variables temáticas que se repetían.
DISEÑO DE LOS PREPARATIVOS DE LA ENTREVISTA
Otros aspectos a tener en consideración en este apartado son los relativos al
diseño de los preparativos de entrevista tales como la fecha, es decir, día,
momento del día, e incluso momento en la vida del cooperante (recién
regresado del terreno, habiendo pasado tiempo…), lugar donde se realizará
la entrevista y tipo de registro.
En lo referente a la fecha, la elección de la misma estaba totalmente
supeditada a la voluntad e intereses del informante. La razón de este criterio
es obvia, se trata de que el narrador disponga del tiempo que mejor le
convenga para que la entrevista pueda realizarse en unas condiciones lo más
optimas posibles. Sin prisa, sin atropello, en un ambiente de tranquilidad y
privacidad que le permitan sentirse cómodo y favorezcan su locuacidad.
El mismo razonamiento es aplicado a la hora de seleccionar el lugar de la
entrevista conversacional. Pese a que nuestra primera sugerencia siempre
era la de acudir al lugar que ellos propusieran para evitarles la molestia del
110
desplazamiento, y sobre todo, con la intención de visitarles en su medio
(Valles, 2007: 80), en muchos casos, esto significaba acudir a su domicilio
particular, ya que, dadas sus características laborales, realmente no tenía un
lugar (físico) de trabajo. En ese sentido, dependiendo de cada informante,
realizamos las entrevistas unas veces en el domicilio particular, otras en la
sede de la entidad a la que estaba vinculado y otras veces en nuestro
despacho de la universidad. En todas ellas existía un denominador común,
de nuevo, privacidad, tranquilidad, silencio, y disponibilidad absoluta del
espacio.
Respecto al registro de las entrevistas, todas fueron registradas en grabadora
digital de audio. La forma en que esta opción de registro influyó y
determinó los resultados de la entrevista será expuesta en el apartado
relativo al trabajo de campo.
EL TRABAJO DE CAMPO
Si hay un momento especial y esperado en el proceso de investigación
antropológica, ese es sin duda el del comienzo del trabajo de campo. Es el
tiempo dedicado al encuentro con el otro, lo que en nuestro caso constituye
una auténtica pasión.
Como ocurre en casi todo, y este caso no iba a ser distinto, en el trabajo de
campo con entrevistas en profundidad la experiencia del entrevistador es
fundamental (Wengraf, 2001:187). Encontrarse vis a vis con una persona
ciertamente desconocida, ser capaz de conseguir un buen grado de empatía
y confianza, y manejar simultáneamente las herramientas pertinentes, es
decir, la grabadora digital y las anotaciones sin restar de frescura y
111
“naturalidad” la conversación requiere cierta práctica. En ese sentido, y
como ya apuntamos más arriba, creemos que nuestra experiencia y
formación previa en este aspecto nos sirvió para poder realizar con
satisfacción este trabajo.
LA CONTACTACIÓN
Tras una fase de preparación muy cuidada, caracterizada por el respeto
profundo al relato de vida, los primeros pasos en lo que ya se considera fase
de exploración y recogida de datos mantienen el mismo espíritu de
delicadeza y pulcritud en su ejecución.
Así, en lo que Fontana (2008:131) denomina accessing the setting, en
primer lugar está el proceso de contactación con el cooperante. Una vez que
la ONG, el organismo u otro cooperante nos pasa el dato del posible
informante nos poníamos en contacto con él por vía telefónica primero. En
período de contactación procuramos no establecer contacto directamente
con el cooperante, sino hacerlo siempre a través de otra persona o entidad,
que hacía las veces de intermediario entre el informante y nosotros los
investigadores. Esta forma de proceder respondía a la voluntad de no ser
invasivos, de evitar cierta presión u obligación. La mayoría de ONG que
colaboraron con nosotros procedieron enviando un correo electrónico a sus
contactos cooperantes para que quien quisiera se pusiera en contacto con
nosotros a través del e-mail también. Otros cooperantes, después de
participar en nuestra investigación quisieron comentarlo con sus conocidos
y algunos de ellos se animaron haciéndonoslo saber también a través de
correo electrónico.
Una vez disponíamos del nombre y datos de contacto del posible
colaborador, y sabiendo que teníamos su consentimiento para hacerlo,
realizábamos la llamada telefónica. Llamada que no era improvisada sino
que respondía también a un guion previo:
112
Tabla 11. Guion contactación telefónica
A diferencia de otros autores (Wengraf, 2001; Pujadas: 1992) que proponen
incluir en el material de pre-entrevista (Wengraf, 2001:192) un cuestionario
con información sociodemográfica solicitado al informante previamente a la
realización de la entrevista, nosotros consideramos material de pre-
entrevista a toda aquella información que pudiéramos obtener sobre el
cooperante y su realidad social y vital sin entrar en contacto directo con él.
Así, nuestra indagación se limitaba a estudiar y comprender las
características de los trabajos que había realizado, las particularidades e
historia de la entidad con la que había trabajado como expatriado y los
aspectos más significativos del país o países donde había estado destinado.
Este estudio previo lo consideramos también una parte esencial de la
necesaria preparación del entrevistador (Atkinson, 1998). Dado que se trata
113
de un tema muy concreto y especializado, indagar los aspectos citados nos
aportaba herramientas fundamentales para la consecución de la entrevista
conversacional con ciertas garantías de éxito. De este modo evitábamos
divagaciones, falta de comprensión e incapacidad de discernir a lo largo del
proceso de construcción del relato, o desaprovechamiento del tiempo por
sentirse el informante en la obligación de explicar el contexto en el que
desarrolla su trabajo21
.
Nosotros, por nuestra parte, optábamos por solicitar al cooperante la
información antes mencionada sobre su contexto sociodemográfico, lo que
nosotros hemos denominado ficha entrevistado22
al finalizar la fase de
entrevistas, si todavía seguía siendo necesario, pues en muchos casos,
dichos ítems habían quedado expuestos a lo largo de la conversación.
Una vez que conseguíamos fijar una fecha, un lugar y una hora concreta
para entrevistar a nuestro informante, le enviábamos unos días antes de
dicho momento, un e-mail que poseía doble finalidad. La primera, servir de
recordatorio, la segunda y principal, orientar, y dar la oportunidad al
entrevistado de prepararse para la entrevista. En palabras de Atkinson
(1998: 29), “la entrevista será incluso mejor si se da tiempo a los
entrevistados para prepararse también”.
21
Una cosa es que el informante necesite apoyarse en la explicación de su contexto para
construir el relato y otra bien distinta es que él tenga que interrumpir su discurso para lograr
que nosotros sepamos de qué está hablando. Esto último hay que evitarlo en la medida de
nuestras posibilidades y se consigue mediante una buena preparación del entrevistador. 22
Mostrada en la tabla nº 8.
114
Tabla 12. Correo preparación entrevistado
Nótese que el mensaje expuesto en la tabla 12, contiene mucha información
de interés para el entrevistado. En primer lugar, se sitúa al informante dentro
del contexto general que encuadra su aportación particular, una
investigación social. En ese sentido, nuestro interlocutor comprende que el
tiempo que nos dedique y el regalo de su relato tienen un sentido y una
finalidad concreta. Además, en las primeras líneas se hace una propuesta
implícita referente a la relación de estatus entre el investigador y el
115
cooperante. Se considera, y se explicita, que éste último posee la categoría
de “experto”.
Los siguientes párrafos están dedicados a transmitir la esencia, el estilo, el
espíritu de nuestra propuesta de investigación a través de relatos. Queremos
dejar bien claro que no se trata de una entrevista estructurada, sino que se
pretende entablar una conversación libre y fluida. Considerando que esto
puede desconcertar en cierto sentido a nuestro colaborador, le sugerimos
algunos de los asuntos que pueden ser tratados en el próximo encuentro. Las
sugerencias son poco concisas, bastante generales de forma intencionada,
para no acotar demasiado, o influir en exceso en la marcha del relato:
“Las cuestiones amplias suelen servir para estimular la memoria del
entrevistado, animándole a pensar en el tema como un todo.”
(Hammer y Wildavsky, 1996: 45)
Consideramos que es un buen momento para informar al cooperante acerca
de aspectos que atañen a la ética profesional. Es necesario contar con su
consentimiento para emplear grabadora digital, debe contar con nuestra
confidencialidad, y no puede haber duda de que él posee la capacidad de
modificar el relato obtenido23
.
Por último, y como ya hemos comentado más arriba, el e-mail nos sirve para
recordar la fecha, hora y lugar de nuestra inminente cita.
LA ENTREVISTA CONVERSACIONAL
Una vez superada la fase de contactación con todas sus estrategias y
acciones, llega el momento de la entrevista conversacional. Investigador e
23
De hecho, todos nuestros informantes que así lo han querido, tienen una copia de las
transcripciones de sus relatos, y han tenido la oportunidad de cambiar, corregir o modificar
lo que han considerado oportuno.
116
informante nos encontramos en el lugar predeterminado el día y la hora
previamente estipulada. Es la primera vez que nos encontramos. Es un
momento decisivo. Prat (2004: 64) lo expresa con las siguientes palabras:
“Fins que la gravadora no es posa en marxa i el nostre interlocutor
no comença a parlar no tenim relat i aquests moments que van des
que ens trobem fins que comencem a gravar incideixen, sens dubte,
en el producte final.”
Estas primeras impresiones recíprocas entre antropólogo y cooperante
dibujan una imagen acerca del interlocutor, son el terreno sobre el que se va
a ir construyendo el relato.
Nuestras estrategias de acción para aplicar en caso de que fueran necesarias
en estos primeros momentos de la sesión de entrevista conversacional con
las siguientes:
1. Permitir un tiempo para “reconocerse”.
Dado que no nos conocemos físicamente, debe haber en estos primeros instantes
un tiempo para identificar a la otra personas con nuestro informante (en nuestro
caso) o con el investigador (en el caso del cooperante)
Si la entrevista ha sido concertada en un lugar propuesto por el informante,
normalmente su lugar de trabajo o su vivienda, atenderemos con especial cuidado
a las normas de cortesía (esperando que nos haga pasar, etc.)
Si la entrevista ha sido concertada en el lugar de trabajo del investigador,
esperaremos a nuestro colaborador en la puerta de la universidad. No le llevaremos
directamente a nuestro despacho, sino que le mostraremos dónde está y le
preguntaremos si primero quiere tomar algo en la cafetería.
2. Conversación informal previa.
Mostraremos interés por su situación, si ha llegado sin problema (en caso de que
sea él o ella quien acude a nuestro despacho). Le agradecemos que haya accedido
a colaborar en nuestra investigación.
Conversación caracterizada por su espontaneidad, naturalidad y sinceridad.
3. Enmarcar interacción.
Recordar el sentido del encuentro y el formato que se pretende (entrevista
117
conversacional)
Mostrar la grabadora, explicar cómo funciona y dónde va a estar situada.
Preguntarle acerca del tiempo que dispone, si necesita terminar a una hora
específica, etc.
Explicarle que, a lo largo de la sesión, tomaremos notas en nuestra libreta por si
aparece algún tema o cuestión, poder recuperarla posteriormente sin necesidad de
interrumpir el relato.
4. Invitar a conversar.
Alentar a que comience narrando su experiencia como cooperante expatriado.
Explicarle que puede comenzar su narración por donde él o ella lo considere más
oportuno.
Tabla 13. Estrategias de acción para los momentos previos a la construcción del
relato
En la mayoría de los casos, la aplicación total o parcial de dichas estrategias
nos aseguró una buena marcha de la entrevista. La fluidez con la que el
cooperante narraba, el entusiasmo mostrado a través de sus gestos y
modulación de la voz, sus actitudes posturales e incluso la pérdida del
sentido del paso del tiempo: “¡Coño, son las siete menos cuarto…!” (Ximo
I: 598), eran señales inequívocas de que existía un buen clima para la
entrevista conversacional.
Una vez que la grabadora ya está en marcha, y las palabras se van
sucediendo modelando un relato inédito e irrepetible, nos adentramos en la
fase más imprevisible del trabajo de campo. Se trata de embarcarse en una
tarea vibrante que no deja indiferente a ninguno de los participantes, Fraser
(1996: 140) explica esta sensación con expresivas palabras:
“Uno descubre la vida del otro al escuchar; y es ese viaje hacia lo
desconocido que me emociona.”
La imprevisibilidad no afecta sólo al escuchante sino que también actúa
sobre el propio narrador que puede mostrar sorpresa al descubrir que su
118
propio relato se desarrollar por senderos insospechados. “Nada de lo que te
estoy diciendo tenía yo pensado decirte…” (Rebeca: 991-992).
Efectivamente la experiencia de la conversación rompe esquemas previos e
incluso actitudes habituales. “No, pero normalmente no hablo tanto… yo
soy más de escuchar y observar…” (Julián: 726). Sin duda, y pese a que son
nuestros informantes los que nos han elegido para ser sus interlocutores, el
proceso de narrar encierra ciertos riesgos en lo referente al control que el
narrador ejerce sobre su propia construcción.
La espontaneidad característica de este tipo de metodología pese a haber
ejercido una preparación tan exhaustiva como la que hemos expuesto aquí,
nos deja poco margen para otra cosa que no sea una escucha atenta y sincera
por parte del entrevistador. En nuestro caso nos ayudábamos de una libreta24
en la que anotábamos asuntos o expresiones que necesitábamos retomar a
posteriori. Asuntos que podían ser novedosos, o temas que requerían una
reflexión más pausada y extensa.
Otro de los “riesgos” del uso de entrevistas abiertas es el del cansancio.
Tanto la acción de narrar como la de escuchar puede ser muy extenuante, y
es necesario minimizarla en la medida de lo posible. Rickard (2000: 121)
propone “permitir que las personas entrevistadas marquen la orientación y el
ritmo de la entrevista”, pero es verdad que en muchas ocasiones es el propio
investigador el que se ve en la necesidad de ir cerrando la entrevista y si es
necesario proponer una segunda sesión.
Efectivamente existen distintas tácticas para animar, aclarar, reafirmar o
recapitular, tácticas que algunos autores (Valles, 2007) han querido exponer
en vastas listas, pero que, en nuestra opinión responden básicamente al
24
Dato que se cita en el cuadro nº 12.
119
sentido común y el respeto hacia el otro aplicado en la situación de una
conversación.
Una vez la grabadora vuelve a su estado de reposo, hemos intentado percibir
el estado anímico de nuestro colaborador. Normalmente, intentábamos no
terminar la sesión de forma brusca, como si lo único que nos interesara
fuera aquello que se puede registrar en dicho artilugio. Nada más lejos de la
realidad. El relato registrado es precioso en la medida en que es fruto de la
creación de dos personas interactuando, el valor por tanto reside en la
persona. Así pues, y manteniendo el espíritu que guía todo nuestro trabajo,
el momento de la post-entrevista es igualmente cuidado y atendido.
También, si no va a haber más sesiones, solemos solicitar a nuestro
colaborador que rellene la ficha del entrevistado. Y le advertimos de la
posibilidad de requerir más adelante una nueva colaboración, le explicamos
que vamos a repasar la grabación y ver si hay algún aspecto que no ha
quedado claro o que necesitamos revisar. Normalmente todos se ponen a
nuestra disposición sin titubeos.
Una vez que hemos despedido a nuestro informante y nos hemos quedado
solos, repasamos las anotaciones que hemos realizado en nuestra libreta de
campo, y redactamos un resumen de la conversación:
“Es una buena idea llevar un diario detallado durante el período de
entrevistas. (…) puede servir a varios propósitos. En primer lugar,
debe contener un bosquejo de los temas examinados en cada
entrevista. (…) Lo mismo que el observador, el entrevistador debe
tomar nota de los temas, interpretaciones, intuiciones y conjeturas
emergentes, gestos notables y expresiones no verbales esenciales
para comprender el significado de lo que se dice.” (Tylor y Bodgan,
1987: 131 y 132)
El momento óptimo para realizar esta tarea es inmediatamente después de
finalizar la entrevista, la memoria está fresca y sobre todo, la impresión y
120
sensación que deja la interacción acometida, y que es tan importante para el
posterior análisis del relato permanece casi intacta en esos primeros
instantes. Nótese que se trata de un verdadero mecanismo de control, que
sirve para detectar los condicionamientos propios de la técnica de los relatos
de vida:
“Ha estat molt útil i il·lustratiu que els investigadors fessin
l’etnografia de l’entrevista, és a dir, que ens descrivissin tot el procés
que va portar la seva realització com també l’ambient en què es va
desenvolupar.” (Prat, 2004:76)
Antes de cerrar este apartado para dar paso al relativo al análisis de las
entrevistas, consideramos necesario insistir, una vez más, en la importancia
que posee un buen equilibrio de roles entre los interlocutores para construir
una material, el relato, que sea susceptible de convertirse en objeto
antropológico. Según Kauffmann (1998) la clave está en crear un clima de
conversación con el informante pero sin relajarse totalmente como ocurriría
en una conversación cotidiana. La razón radica en la necesidad de poner
toda la atención sobre el interlocutor para que éste se sienta “bien
escuchado” y perciba que es el centro del diálogo en el que él posee un
conocimiento de gran valor que el investigador desconoce a pesar de ser el
que “dirige” la conversación. Kauffmann afirma que de esta manera, el
intercambio entre entrevistador y entrevistado se equilibra. Ya no es el
entrevistador/investigador el que todo lo sabe, sino que necesita del
testimonio del entrevistado para tener acceso a un nuevo conocimiento. Así,
el entrevistado descubre que cuanto más profundiza en sí mismo a lo largo
de la conversación, más se refuerza su poder en la interacción.
Este proceso en espiral logra que el informante descubra su papel como
autor de manera que no se limita a dar cierta información sino que se
implica hasta el punto de autoconstruirse como toda una unidad identitaria a
través de su propio relato.
121
De esta forma, el investigador logra el acceso a algo más que una sencilla
conversación. Ha accedido a un tipo de relato con hondura, denso y
profundo pero que conserva la frescura y el impacto de lo inmediato. Este
“texto” es la fuente fundamental de la que el científico social extraerá todo
el material necesario para descubrirnos las claves que nos dan acceso a la
cosmovisión de los otros.A partir de este momento, el antopólogo entra en
escena y emprende el arriesgado ejercicio de la interpretación.
ANÁLISIS DE LAS ENTREVISTAS CUALITATIVAS
Cuando uno repasa la literatura relativa a la investigación con relatos de
vida encuentra que existen múltiples caminos para plantear el análisis del
material biográfico. Los hay que se decantan por la primacía del contenido,
otros se muestran más preocupados por la información que aporta el análisis
de la estructura del relato. Algunos consideran que no es necesario elaborar
una explicación cuando se trata de estudios de caso único y proponen que la
tarea del antropólogo debe ceñirse, en ese caso, a justificar la
representatividad de la historia escogida. Unos se decantan por presentar
relatos de vida paralelos, otros en cambio, con el ánimo de contrastar la
información, optan por el sistema polifónico mediante historias de vida
cruzadas. Incluso existen trabajos en los que el empleo de relatos se ciñe
exclusivamente a la fase analítica de manera que en la etapa de publicación
no se editan dichos testimonios.
ANÁLISIS DEL DISCURSO EN TRATAMIENTOS CUALITATIVOS
Pujadas (1992: 72) propone lo que él denomina “análisis del discurso en
tratamientos cualitativos”. Mediante la detección de las ideas principales, en
palabras de Pujadas (1992:74) “el establecimiento de las dimensiones”, la
122
exposición de las distintas posibilidades con respecto a una de esas
dimensiones, es decir, “establecer variables” (ídem: 75) y la “categorización
de cada una de esas variables” (ídem: 75), esto es, la intensidad o frecuencia
con la que se manifiesta la variable en cada caso estudiado, el antropólogo
logra alcanzar el nivel de operalización de cada una de la variables
previamente categorizadas en relación con el contexto.
Independientemente del enfoque más o menos cualitativo del análisis, la
labor de interpretación del antropólogo es incuestionable. Cuando la
publicación llega a manos del lector, ésta debe estar provista de las claves
necesarias para que dicho lector pueda acceder al mundo de la lógica y del
sentido común del narrador del relato. De esta manera, el antropólogo debe
ser capaz de interpretar dentro de una variada pluralidad de significaciones y
motivaciones acerca de los hechos recogidos. Si cabe, también debe
presentar las narraciones transcritas, o incluso grabadas, para favorecer al
lector un espacio propio de reflexión.
Otro de los aspectos fundamentales a tener en cuenta para la fase de análisis
de un trabajo de investigación con material biográfico es la necesidad de
contextualizar el relato. Convenimos en la importancia de describir y acotar
el contexto histórico-social atendiendo a las características específicas del
entorno, de manera que esto quede reflejado en la exposición de los
resultados.
En palabras de Vansina (2007: 163), “la historia oral demuestra ser una
herramienta flexible, poderosa y maravillosa para enfocar la realidad
humana”. Efectivamente, a través del relato se puede acceder al ámbito de lo
que de verdad importa al informante, su cosmovisión y su humanidad. Su
narración aporta una información repleta de frescura, y normalmente
abundante en detalles. El método biográfico otorga al investigador la
123
capacidad de acceder a la descripción densa o sustanciosa de la que hablaba
Geertz (2000).
REPRESENTATIVIDAD Y OBJETIVIDAD
Aunque es evidente que el problema de la representatividad y la objetividad
de los relatos se halla constantemente en entredicho, consideramos que
todos los niveles de la realidad se manifiestan en un mismo individuo y por
lo tanto en un mismo relato. A través de la historia de vida, el antropólogo
accede a una “visión interna de lo social” (Morín, 1993: 85), de manera que
se puede comprender la manifestación de lo colectivo en el individuo y,
viceversa, la acción concreta del individuo en la configuración del colectivo.
Esta capacidad de observar el flujo de las acciones en ambos sentidos,
implica, como ya hemos expuesto anteriormente, la necesaria flexibilidad en
el planteamiento inicial de la investigación. Suele ocurrir que el
investigador, conforme profundiza en su análisis, se va encontrando con
aspectos que ni siquiera podía sospechar. De ahí la posibilidad de
aproximarse al estudio sin necesidad de cerrar previamente los posibles
resultados, lo que favorece la plasticidad en el planteamiento de las
hipótesis.
Según Moore (1999: 166), es imprescindible otorgar un “gran valor a la
recopilación y al registro de la mayor cantidad de información posible con
objeto de crear un contexto que permita interpretar los intercambios
comunicativos”. Efectivamente, nosotros hemos recalcado en el apartado
anterior la necesidad de registrar el relato en grabadora digital, y acompañar
dicho registro de la toma de notas en la libreta de campo. El siguiente paso
decisivo, es pues, el de la transcripción de dicho registro sonoro.
124
LA TRANSCRIPCIÓN
De Tourtier-Bonazzi (1991: 185) defiende la postura de ciertos archivistas
que consideran que el trabajo con los relatos orales hay que hacerlo
escuchando directamente las grabaciones y no transcribiendo, “pues no deja
de ser una interpretación”.
Frish (2005: 149 y 150) por su parte ratifica esta idea con las siguientes
palabras:
“A pesar de reconocerse que, en la reducción del texto, se alisa de
manera incontestable el significado inherente, la transcripción ha
parecido no sólo inevitable sino también “natural”. La presunción de
esta práctica casi universal es que sólo en el texto puede encontrarse
el material con eficacia y eficiencia: el texto es más fácil de leer,
escanear, revisar, buscar, publicar, mostrar y distribuir. Los
documentos de audio y vídeo, en cambio, tienen que ser
inevitablemente escuchados en “tiempo real”.
Efectivamente, las grabaciones son poco manejables, por eso nosotros
consideramos necesario transcribir, ahora bien, el tipo de transcripción
realizada determinará en gran medida el análisis y por lo tanto los resultados
de la investigación.
Page (2002: 163) pone de manifiesto las dificultades con las que se
encuentra un transcriptor cuando tiene que trabajar sobre una entrevista que
no ha realizado él mismo:
“Por muy preparado y experto que sea un transcriptor, o por muy
bien informado que esté, no se halló presente en la entrevista. No
miró al entrevistado a los ojos, no pudo ver su lenguaje corporal, no
contempló su cuarto de estar o su despacho, no vio sus gestos ni sus
expresiones. No pudo ver una sonrisa irónica, unos ojos en blanco,
unos dedos indicando “entre comillas”.
Esto es precisamente lo que nosotros hemos querido evitar mediante una
serie de estrategias concretas de transcripción:
125
1. La misma persona que entrevista realiza las transcripciones.
2. La transcripción de las entrevistas se realizará inmediatamente después de
haber finalizado las mismas.
3. La revisión de la transcripción se llevará a cabo escuchando las grabaciones.
4. Elaborar un grupo de reglas de transcripción y aplicarlas a todas las
entrevistas.
Tabla 14. Estrategias de transcripción
La persona que transcribe una conversación de la que ha formado parte
como interlocutor posee toda la información y experiencia que ha recibido
de la propia acción de su participación y del entorno en el que ésta ocurría.
Frisch (2005: 150) explica que:
“Hay mundos de significados tras las palabras. El significado deriva
del contexto y el escenario, de los gestos, el tono, el lenguaje
corporal, la expresión, las pausas, de la gracia y los movimientos
realizados. Si nos limitamos al texto y a la transcripción, nunca
localizaremos estos momentos y significados, y mucho menos
tendremos oportunidad de estudiar, reflexionar y aprender de ellos."
Además, la mayoría de los autores que manejan este método insisten en la
conveniencia de una transcripción inmediata (Bertaux, 1993b) o realizada lo
antes posible (De Tourtier-Bonazzi, 1991), t
odo se tiene más fresco, se mantiene la impresión y la sensación que ha
causado la conversación con el informante. En definitiva, se comprende
mejor lo que se escucha en la grabación y por lo tanto se puede trasladar a
un lenguaje escrito con más fidelidad que no deje de ser fluido y legible para
el lector.
Transcribir es interpretar, de ahí que Page (2002) lo considere un arte que
varía según el individuo que lo lleva a cabo. Los documentos transcritos
deben proporcionar información comunicativa, de manera que recojan no
sólo las palabras literales del narrador que forman frases completas e
inteligibles sino también las frases incompletas, las repeticiones, los titubeos
126
y todo aquello que se considera elemento comunicativo y que
inevitablemente es parte del mensaje:
“Muchos investigadores (…) empiezan ahora sus análisis con la
consideración de “¿cómo fue la entrevista?”(…) Describen las
dudas, sospechas o desconfianza que deben ser negociados en una
entrevista, (…) también prestan más atención a la forma en que sus
entrevistados disimulan, hablan de cosas no pertinentes o incluso de
forma abierta intentan engañarles durante la entrevista. Pueden
describir también los problemas que ellos tienen para identificarse
con la persona a la que entrevistan” (Davis, 2003:156)
CAMPOS DE EXPLORACIÓN
Conforme las transcripciones se iban realizando y simultáneamente a este
proceso, íbamos llevando a cabo el estudio de los relatos, tratamos de
plantear diversos campos de exploración entre los que se encuentran el
desarrollo temático, la localización de estructuras constantes y el fenómeno
de la reflexividad dentro de la dinámica de la propia conversación y la
necesidad de realizar un análisis de la situación que completara e integrara
la información de la conversación.
Según Guber (2001:18), los relatos son el soporte perfecto donde localizar
el nivel de reflexividad en la acción que lleva a cabo cada individuo. La
autora entiende que “la reflexividad señala la íntima relación entre la
comprensión y la expresión de dicha comprensión”. Puesto que desde la
etnometodología se considera que los procedimientos empleados para
producir y experimentar las situaciones de la vida cotidiana son idénticos a
los que se utilizan a la hora de describir dichas situaciones, la investigación
con relatos supone el acceso directo a la posibilidad de compresión de los
mecanismos y recursos de construcción y mantenimiento del orden social.
Pero, como hemos expuesto más arriba, no se trata únicamente de analizar
el nivel de reflexividad del informante en la medida en que construye su
127
relato, sino que más bien hay que concebir la propia entrevista como un
fenómeno interactivo protagonizado por el entrevistador y el entrevistado.
Donde ambos son coproductores del relato e interfieren en la visión que
tienen el uno del otro.
Para realizar esta tarea, el investigador debe considerar todo aquello que
conforma su propio contexto, es decir, sus experiencias, sus pasiones,
historia intelectual y preocupaciones, y confrontarlo con la situación del
investigado. Es lo que Martínez (2002) denomina contextos específicos, esto
es, el marco en el que se produce el lenguaje-en-interacción. Se trata, por lo
tanto, de no perder de vista que el conocimiento objeto de investigación del
antropólogo se halla en las acciones de la vida cotidiana del grupo
investigado y del que, necesariamente, comienza a formar parte aunque lo
haga de manera peculiar y diferenciada.
Cuando un investigador comienza una sesión de entrevista, está siendo
partícipe junto al entrevistado de la creación de “algo nuevo”, ambos en su
interacción están generando una experiencia que posee estructura simbólica
y que es por lo tanto una realidad social en sí misma. De ahí la necesidad de
analizar no sólo los contenidos del texto sino la estructura textual y el
contexto.
CONCEPTOS VITALES RECURRENTES
Bertaux (2005, 92), refiriéndose a la aplicación de la hermenéutica en el
análisis de relatos explica que es necesario “identificar las palabras que
remiten a un mecanismo social que ha influido en la experiencia vivencial”.
De ese modo, las palabras se convierten en señales que apuntan hacia un
mundo enclavado en lo social que se manifiesta dentro de una realidad
histórico-temporal.
128
En nuestro análisis hemos detectado la repetición de ciertos conceptos
relativos a la experiencia vital de nuestros cooperantes entrevistados:
Viajar Idioma Familia Culturas Seguridad Estatus
Ideales Necesidades Profesionalizar Retorno Frutración
Tabla 15. Conceptos vitales recurrentes en los relatos registrados
La interpretación implica siempre ir “más allá” de lo puramente aparente, de
lo que se ve, de lo que “parece ser”. Por eso, interpretar puede resultar una
tarea en cierto sentido, paradójica. Responde a la subjetividad del que
interpreta, aunque no es únicamente fruto de su imaginación sino que el
investigador debe argumentar su interpretación en base a un análisis
concienzudo y verificable del texto. La clave de este análisis está en cada
una de las palabras y frases empleadas por el informante. Las frases más
comunes, aunque aparentemente banales, tienen una importancia crucial,
pues aportan, al igual que las expresiones recurrentes, gran información
sobre el marco social del que son un fiel reflejo. Partiendo de este
planteamiento, hemos organizado la exposición de nuestro análisis.
TÓPICOS TEMÁTICO-NARRATIVOS
Otros autores como Roca y Martínez (2006) proponen guiarse por el
esquema narrativo que sigue el informante al contar su relato, como una
pista para el análisis interpretativo del texto. Es lo que denominan análisis
estructural del relato:
“Cuando hablamos de la estructura de un relato autobiográfico nos
referimos básicamente al esquema narrativo subyacente sobre el que
el informante ha construido el discurso al explicarnos su vida. Nos
referimos a los criterios de ordenación, organización y composición
del relato, a los ejes principales que sigue la distribución de los datos
aportados, al soporte argumental, al tipo de secuenciación realizada,
a las fórmulas y procedimientos narrativos utilizados en la
confección del discurso e incluso al tono y a la orientación
descriptiva o expresiva que modulan la narración.” ( 93)
129
Cuando el informante se embarca en la tarea de elaborar su discurso,
necesariamente atiende a un tipo de eje que lo articule. Este eje, que entre
otros factores está condicionado por la formación del hablante, su
experiencia y su contexto social, responde básicamente a tres tipologías, la
cronológica, la temática que suele ser laboral o familiar y la que se refiere a
un acontecimiento de tal magnitud para el informante que se convierte en un
aspecto central de su vida.
Para Roca y Martínez el hecho de que el informante escoja un eje u otro ya
aporta una importante pista a la hora de realizar el análisis interpretativo de
su discurso. Además del eje, la forma en como se inicia y se finaliza el
relato también son elementos significativos que deben tenerse en cuenta
para alcanzar una mayor comprensión del mismo.
En el caso de los relatos de cooperantes, y tomando como ejemplo la
propuesta de Duero y Limón (2007: 11-12) podemos detectar una serie de
tópicos temático-narrativos, es decir, aquellos temas que aparecen de forma
reincidente a lo largo del relato y que sirven de ejes articuladores del
discurso.
En la medida en que uno va realizando entrevistas a cooperantes
expatriados, es fácil percibir cómo aparecen a lo largo de los relatos y con
carácter redundante los términos “aquí” (su país de origen) y “allí”
(refiriéndose al país donde coopera). Se trata de conceptos que sin duda,
articulan el discurso y que apuntan hacia una liminaridad temporal en la que
se halla el cooperante y que deriva directamente de su propia tarea. De ahí el
ahínco por modular la narración en torno a ese par conceptual.
De esta forma, el narrador realiza un ejercicio de memoria ligada al espacio.
Podríamos hablar de memoria espacial que se refiere a “la reconstrucción
130
del tiempo pasado a través de los lugares recordados” (Velasco, 2004:38).
En las narraciones podemos hallar, además del abundante binomio
“allí/aquí”, los nombres de los lugares en los que han cooperado a lo largo
de su vida. De esta manera aparece una lógica de orden geográfico que
conecta el transcurrir del tiempo con la fragmentación espacial característica
de la vida del cooperante.
Puesto que el movimiento es el fenómeno fundamental, el eje en torno al
cual gira la vida del cooperante, en su relato abundan los topónimos que
aluden a las distintas poblaciones en las que ha habitado.
Además de la ubicación espacial que implica la construcción de un relato y
que constituye el marco experiencial de las relaciones sociales, el
cooperante recrea su identidad a través de la propia narrativa de los
acontecimientos de su vida.
En nuestro estudio de los relatos registrados hemos querido combinar la
capacidad de observación activa, el conocimiento del contexto histórico-
social, la imaginación y una sincera voluntad de rigorismo para realizar una
buen análisis comprensivo. La información y los significados contenidos en
el relato han ido apareciendo en el transcurso de lecturas sucesivas.
También hemos querido atender de un modo especial las explicaciones que
los cooperantes dan constantemente a lo largo de sus conversaciones. Las
descripciones, representaciones, críticas, opiniones y razonamientos son
formas de explicación que hemos estudiado con la pretensión de analizar
cómo los actores crean, mantienen y, si es necesario, transforman el sentido
de su mundo vital.
Todo este trabajo interpretativo que hemos realizado queda reflejado en la
forma de organizar y exponer los resultados de nuestra investigación. Lo
primero que hemos hecho es plantearnos a quién va dirigida nuestra
131
investigación. Obviando nuestro primer objetivo, que es sin duda el de
presentar a la comunidad científica esta tesis doctoral, no hemos querido
renunciar a poner los resultados de este estudio con relatos de vida al
servicio de aquellos que han prestado su testimonio, que han dedicado su
tiempo, esforzándose en ejercitar la memoria, emprendiendo la aventura de
construir y hallar sentido sobre aquello que ha acontecido en sus vidas.
Creemos que la antropología debe ser aplicable en la vida social, debe valer
para transformar, para mejorar, para cuestionar. En palabras de Bertaux
(1993b: 33)
“Si la sociología no puede referirse a la gente, si no puede
proporcionar conocimiento social a la sociedad, si no es capaz de
ampliar la conciencia social (no como una “conciencia de estatus”,
por supuesto, sino como una conciencia histórico-social) resulta un
fiasco.”
132
PARTE II. RELATOS DE COOPERANTE
"La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados". Johann Paul
Richter, (1763-1825); poeta alemán
LOS COOPERANTES
A continuación presentamos a cada uno de nuestros informantes. Con esta
pequeña introducción de quién es cada uno, pretendemos orientar y situar
cada una de las citas de los relatos registrados que irán apareciendo a lo
largo de esta segunda parte.
Después de la revisión del marco conceptual y la exposición de la
metodología empleada en la presente investigación, ha llegado el momento
de escuchar las voces de los protagonistas de este trabajo.
Como expusimos en el apartado dedicado a la metodología, hemos
empleado la técnica de cruzar los relatos, de manera que iremos analizando
cada uno de los temas recurrentes en las conversaciones con cooperantes,
escuchando las distintas voces que conforma dicho grupo.
Para evitar la descontextualización y la deconstrucción del relato, cada vez
que citamos a uno de nuestros cooperantes, señalamos el número de línea
dentro de la transcripción de la conversación, en la que se pueden encontrar
dichas palabras. De esta forma, el lector siempre puede “retornar” al texto
transcrito para alcanzar una mayor comprensión del sentido e intención del
informante en cada momento.
Con la intención de facilitar la lectura, en las citas hemos eliminado la voz
del investigador, de manera que en alguna ocasión, se ha incluido la
pregunta dentro de la propia respuesta del informante. Esta medida no afecta
133
al sentido ni a la veracidad en el tratamiento de los datos, pues, insistimos
de nuevo, los relatos se han transcrito de forma íntegra y se pueden
consultar a lo largo de todo el análisis.
Tabla 16. Informantes
TONI, el Trabajador Humanitario.
Toni es un hombre joven, dinámico y entusiasta. Nos conocimos en una
exposición de fotografía sobre Haití que presentaba visualmente el trabajo
en ayuda humanitaria que había desarrollado la ONG en la que trabaja.
Escucharle explicar cada una de las imágenes expuestas me dio una ligera
idea de su personalidad y características como cooperante. Es un apasionado
de su trabajo que considera inseparable de su vida personal. Pese a su larga
experiencia como expatriado él se define por encima de todo como un
134
trabajador humanitario que desarrolla su labor en poblaciones que viven en
una situación de mucha vulnerabilidad.
Actualmente cuenta con 38 años y es el responsable coordinador de la
organización gubernamental en la que trabaja, pero a lo largo de los años ha
hecho de todo:
“He pasado por todas las posiciones, desde el voluntario de
campaña, del que hace los proyectos, del que recoge el correo…
¡¡de todo!!” (Toni: 731-735)
Toni empezó como cooperante sin saber que estaba haciendo cooperación.
Tras finalizar la carrera de psicología, y habiéndose especializado en
psicología comunitaria pidió una beca intercampus con la Agencia Española
de Cooperación Internacional y se fue a trabajar como profesor a una
universidad en Tegucigalpa, Honduras. Durante su estancia fue sorprendido
por el huracán Mitch que arrasó todo el país. Cruz Roja solicitó apoyo
psicológico para los voluntarios que trabajaban en el rescate de las víctimas
del desastre. De esta manera, Toni se inició en el trabajo en ayuda
humanitaria en un país que no era el suyo.
A su regreso de Honduras, y tras su intensa experiencia allí, decidió
incorporarse a una ONG de Cooperación al Desarrollo cuyo objetivo
principal es proporcionar asistencia psicosocial. Los primeros años trabajó
como voluntario en el área de sensibilización principalmente y tres años
después se fue con la beca de los jóvenes cooperantes de la Generalitat
Valenciana como expatriado durante tres meses a El Salvador a trabajar con
maras de San Salvador.
Su destino siguiente fue Bolivia. Pasó nueve meses en La Paz y tres meses
en Santa Cruz. Esa fue la primera vez que pasaba más de tres meses
expatriado. Allí aprendió que el cooperante es un gestor de proyectos por
135
encima de todo cuya misión principal es impulsar a los profesionales
locales. Toni cuenta que un cooperante humanitario debe ser muy flexible y
tener capacidad para reformular los planes en un momento dado. Eso lo
aprendió bien cuando en 2006 viajó a Batticaloa en Sri Lanka a trabajar en
un proyecto de apoyo psico-social a supervivientes del tsunami.
Posteriormente desarrolló un proyecto parecido con supervivientes del
terremoto de Haití en 2010.
Toni en su discurso profundiza en las diferencias existentes entre
cooperación gubernamental y no gubernamental:
“Muchos salen de la gubernamental porque a veces las directrices
son demasiado… estás mucho más constreñido…” (Toni: 323-329)
Para él, el valor fundamental de su trabajo es la capacidad de compartir
experiencias, de relacionarse y de generar red, acciones todas que provocan
de una manera u otra un cambio en la realidad social en la que trabaja.
SARA, el entusiasmo incansable
La primera vez que quedé con Sara comprendí que sería necesaria más de
una reunión para poder registrar todo lo que me quería contar. Pese a que
habla a gran velocidad, su empeño por vivir intensamente cada experiencia
que le brinda la vida, su alegría por compartir y el gran amor que siente por
su trabajo la convierte en una informante apasionada y apasionante.
Nuestro primer encuentro tuvo lugar en la sede de la organización no
gubernamental para la que trabaja. Era el mes de agosto y hacía mucho
calor. Me encontré en la puerta con una mujer joven de unos treinta y seis
años. Llevaba un vestido de algodón muy fresco que le daba un aire muy
136
hippie. Desde el primer segundo conectamos, porque ella tiene química y
empatiza con asombrosa facilidad.
Sara comenzó su relato explicando el amor que desde pequeña siente por
otras culturas y concretamente por el ser humano. Un amor que heredó de su
abuela, según me contó más adelante. Su mayor ideal es ser capaz de
conocer y comprender a la persona humana para llegar hasta ella y poderla
ayudar cuando y cuanto sea necesario.
Un aspecto que se ha tomado muy en serio a lo largo de su trayectoria como
cooperante es el de trabajar para una ONG que sea seria, independiente y
transparente. A lo largo de su discurso Sara insiste en la importancia de
valorar y respetar el esfuerzo que hacen las personas que donan su dinero
para acción social, por eso, desde el primer momento que entró en contacto
con el mundo de la cooperación quiso desplazarse hasta el terreno para ver
cómo se empleaban esas donaciones.
Su primera misión fue a Shangil Tobaya, una pequeña ciudad de Darfur del
Sur en Sudán, donde pasó ocho intensos meses coordinando un programa de
desnutrición infantil. Pese a ser su primer destino, la situación allí era
bastante compleja. Se trata de un emplazamiento que acoge dos campos de
desplazados que albergan a más de 26.000 habitantes donde el conflicto
armado continua. Sara recuerda entre risas que lo primero que pensó fue:
“¡¡Madre mía, ¿dónde me he metido?!!” (Sara: 46-48)
Sus siguientes misiones también han sido en África. Además de Darfur, en
Sudán ha trabajado en enclaves como la ciudad de Gogrial cerca de la
frontera con la República de Sudán, en Tambura, una pequeña aldea donde
trabajó durante seis meses en un programa de lucha contra la THA también
conocida como la enfermedad del sueño y en Juba, la capital de Sudán del
Sur. En West Pokot, Kenia ha llevado a cabo una campaña de vacunación y
en República Centroafricana era la enfermera encargada de la farmacia.
137
Todas sus experiencias en terreno se caracterizan por su capacidad para
conectar con la población. Sara conoce de verdad al personal local que
trabaja con ella, entabla una auténtica amistad que procura mantener a lo
largo del tiempo. En cada misión pone especial cuidado en conocer la
historia y las características culturales de cada pueblo y ese interés suyo le
permite trabajar con mayor eficacia y destreza.
Cuando Sara no está expatriada trabaja como enfermera en puertas de
urgencias porque le gusta y prefiere ese tipo de servicio:
“Me gusta lo inmediato. Sé que está en mi mano una persona que
está completamente inestable. La puedo estabilizar y después otra
gente ya se encargará de cuidarla. Yo he estado trabajando en salas
y lo que pasa es que acababa fatal emocionalmente porque me
involucro muchísimo con los pacientes, con la familia… al final
acaban absorbiéndome y venía a casa hecha polvo.” (Sara II: 141-
146)
En la actualidad ha tenido que hacer un paréntesis en su actividad de
expatriada. Sara cuida de su madre que tiene una salud delicada, pero
mientras tanto, no deja de permanecer activa en el mundo de la cooperación,
y desde hace unos meses, ha entrado a formar parte de la junta directiva de
su ONG.
CÉSAR, el emergencista
Cuando contacté con César para reunirnos me sorprendió su predisposición
y servicialidad. Me acogió de buen grado en su bonita casa una fría mañana
del mes de diciembre. Su familia, compuesta por su mujer de origen
británico y sus dos hijos, estaban fuera trabajando y estudiando
respectivamente, así que pudimos pasar una agradable mañana conversando
tranquilamente, sin prisa y sin interrupciones.
138
Lo primero que me explicó César es que era oficial de las fuerzas armadas
en la reserva. Después de pasar unos años viviendo y trabajando en Gran
Bretaña decidieron regresar a España, pero una vez aquí, le resultó muy
complicado encontrar trabajo. Optó entonces por colaborar como voluntario
en una institución humanitaria:
“Y poco a poco, pues lo que pasa en una ONG, te vas metiendo y
tal…” (César: 31-35)
Efectivamente, el paso de voluntario a delegado de emergencias lo vivió
como algo muy natural. Después de realizar la formación específica entró en
la base de datos de la organización y, a partir de ese momento, empezó a dar
disponibilidad y por lo tanto, a salir a terreno.
En enero de 2006 fue enviado a Pakistán como primera misión, y desde
entonces no ha parado de acudir a aquellos lugares en los que se requiere su
presencia para ayudar en una situación de emergencia. Casi un año después
de la primera misión recibió la alarma para acudir a Kenia. De aquella
experiencia tiene un recuerdo especial pues pasó allí las navidades y celebró
su 50 cumpleaños. Después ha trabajado en países tan dispares como Haití,
Corea del Norte, Indonesia e Irán.
El tiempo de estar expatriado en una misma misión para un perfil como el
suyo es de un mes. El trabajo es tan intenso e implica tanto desgaste físico y
psíquico que se considera que más de un mes en esas condiciones es
inviable. César me contaba con detalle el proceso que va desde el momento
que la unidad de emergencias de la oficina central de su ONG da el aviso
hasta que el cooperante sale con el resto del equipo al lugar donde ha
ocurrido el desastre.
Defiende que el expatriado debe tener una relación contractual con la
organización con la que sale a terreno. Él aboga por una profesionalización
139
que asegure que el emergencista será capaz de gestionar la situación y no
convertirse en un estorbo: “Precisamente porque son profesionales su labor
es mucho más eficiente y eficaz” (César: 227)
Además remarca la importancia de trabajar con una organización que
respalde al expatriado, que responda en cuestiones de seguridad en el
terreno y que posea años de experiencia.
DANIEL, el activista
Desde bien joven, Daniel tuvo inquietudes en el ámbito de la solidaridad y
el mundo asociativo. Cuando terminó su carrera de económicas y
habiéndose especializado en política agraria y comercio internacional, tenía
claro que quería trabajar en el mundo de la cooperación para el desarrollo
pero eso sí, no tenía ninguna intención de ser cooperante.
Cuando lo conocí tenía 35 años. Hacía seis meses que había regresado de
Marruecos tras pasar allí cuatro años como cooperante y ostentaba el cargo
de director técnico de la ONG en la que trabaja.
Daniel me explicó que la familia y la pareja habían sido uno de los motivos
de peso de plantearse el retorno a la sede. Pese a todo, la experiencia como
expatriado la había vivido como una auténtica oportunidad de
enriquecimiento personal. Él considera que las estancias de los expatriados
deben ser largas, sin renunciar a algún descanso acompañado de un retorno
de corta duración. La estancia en terreno de varios años, según Daniel,
permite mejorar la calidad de la cooperación, tener equipos más estables que
conozcan en profundidad las características y problemática específicas del
terreno y lograr un estilo de cooperación enfocada no tanto a los resultados
como a los procesos.
140
Defiende con ahínco la necesaria preparación específica del cooperante
expatriado. Daniel considera fundamental la formación en aspectos sociales,
la capacidad de investigación no sólo cuantitativa sino también cualitativa, y
la experiencia en trabajo comunitario y enfoques participativos.
Con respecto a cómo debe enfocarse la cooperación internacional, él
considera que en la actualidad se tiende hacia el trabajo en red y
multidisciplinar, por lo que las ONG cada vez deben ser más especializadas.
XIMO, pasión por la cooperación.
Ximo es un hombre joven de unos cuarenta años. Es pediatra y cooperante
desde siempre. Y digo que lo es desde siempre porque su historia es la de
una vocación temprana por la acción solidaria y la ayuda humanitaria. Con
16 ó 17 años comenzó a trabajar en programas de voluntariado y le fascinó
tanto la experiencia de ayudar al otro que decidió estudiar medicina para
aliviar a los que él consideraba eran los que más sufrían en el mundo, los
niños que padecen alguna enfermedad y que no tienen recursos.
Dado que empezó tan joven en el mundo de la cooperación ha trabajado en
multitud de países de varios continentes, especialmente en el África
Subsahariana. No tiene muy claro qué pensar sobre la cooperación
internacional y las agencias de cooperación, pero sabe que sí confía en la
figura del expatriado que es al final el que salva una vida o ayuda en la
gestión concreta de un problema o de un proyecto de desarrollo.
Defiende la profesionalización de la cooperación pues el hecho de tratarse
de un trabajo remunerado permite una dedicación plena. Así, el cooperante
puede trabajar en lo que quiere y tener los gastos básicos cubiertos.
141
Él se considera a sí mismo un cooperante de carácter emergencista, de
hecho no cree que la cooperación para el desarrollo pueda ser eficaz en
ciertos contextos, especialmente en África subsahariana, donde ve muy
complicado que una persona que no tiene sus necesidades básicas cubiertas
pueda pensar en trabajar para otros y con otros por el bien común. Lo que
realmente le debe preocupar es cubrir sus necesidades básicas y las de los
suyos.
Como cooperante, Ximo se siente un privilegiado:
“no hay nada en esta vida a mis cuarenta años que me haya
aportado lo que me ha aportado la cooperación”. (Ximo I: 528-
530)
Sin embargo vive en una constante lucha entre lo que su corazón de
cooperante le pide y las circunstancias y peculiaridades de su persona. La
cooperación le genera una tensión constante fruto de la necesidad de ayudar
que siente como una pulsión inevitable y el precio que este tipo de vida
exige pagar.
A lo largo de los años ha conocido a mucha gente que trabaja cooperando en
terreno. Opina que una persona que vive mejor en terreno de lo que viviría
en su propio país no se le debe considerar un cooperante, es un expatriado
sí, pero no un cooperante. Alude a aquellos cuyo estatus mejora
considerablemente cuando trabajan en terreno, es decir, tienen un sueldo
elevado, viven en una zona residencial de alto standing, tienen chófer y
criados... Para Ximo ese perfil responde al de expatriado no cooperante, es
decir, una persona que trabaja en un país que no es el suyo y nada más. En
contraste, resalta la labor de los misioneros y misioneras: “eso sí que es
cooperar” afirma Ximo (Ximo I: 591). Argumenta que los misioneros
trabajan y viven durante años, o incluso toda su vida en terreno. Ellos están
142
siempre allí. Para Ximo, la clave para lograr eso está en el olvido de sí. Esa
es su aspiración, olvidarse de sí mismo para sólo pensar en los demás.
LUCÍA, la trabajadora social.
Cuando me pasaron el contacto de Lucía tenía dudas acerca de quedar o no
con ella. “Sólo” ha estado dos veces en terreno. Pero su experiencia ha sido
tan intensa que en seguida comprendí que era conveniente contar con su
relato.
“Siempre he querido trabajar en esto, lo mío es conocer otras culturas,
enriquecerme de otras culturas y ayudar al prójimo” afirma Lucía (401-406)
cuando le pregunto sobre los motivos que le impulsaron a salir a terreno.
La primera vez participó en un proyecto de cooperación al desarrollo en la
República Dominicana, la segunda acudió a Haití tres meses después del
terremoto dentro de un equipo de post-emergencia.
Es divertido escucharla hablar de la convivencia con otros expatriados en
una misma casa como si se tratara de un “gran hermano”. Explica lo intensa
y complicada que puede llegar a ser la convivencia con distintas personas en
un contexto como el de la ciudad de Haití tras el fatídico terremoto.
Lucía cree que la profesión de cooperante va haciéndose un hueco en el
panorama laboral, que hace años podía verse como una trabajo para
aventureros amantes del peligro pero que en la actualidad el cooperante sale
a terreno más protegido, y en la mayoría de organizaciones se contempla la
posibilidad de facilitar puestos familiares donde se cuenta con que el
cooperante vaya acompañado de su familia, incluyendo menores que haya
que escolarizar, etc.
143
En lo que se refiere a la formación, Lucía considera que es un aspecto
fundamental que hay que reivindicar. Los másteres en cooperación no le
parecen suficientes, ella aboga por un grado específico que gestione y
uniforme de alguna manera la metodología que se debe desarrollar en
cooperación para lograr así unificar las acciones en los países del Sur bajo
unos mismos criterios humanitarios y de desarrollo.
PEDRO, un arquitecto cooperante.
Pedro tiene 35 años, es arquitecto y en ocasiones cooperante. Lo primero
que me explica cuando comenzamos a hablar es que existen muchos tipos
de cooperantes y que él es uno de esos que no es tan vocacional. A Pedro le
encanta su profesión y ve en la cooperación una oportunidad muy atractiva
para desarrollarla. Le encanta viajar y conocer otras culturas. Entró en el
mundo de la cooperación casi por casualidad y con relativa facilidad, tenía
el perfil apropiado para un cooperante técnico, el hecho de que hablara
idiomas fue decisivo. A Pedro no sólo le interesa la solidaridad fuera de
nuestras fronteras. En Valencia también forma parte de una asociación de
arquitectos con ciertas inquietudes comunes respecto a la vertiente social de
la arquitectura.
Su primera experiencia como expatriado fue en Mauritania donde pasó trece
meses supervisando un proyecto. Después, siempre que ha podido ha
procurado salir a misiones cortas. Este tipo de estancias le suponen menos
desgaste psíquico y emocional. No lleva bien el hecho de tener que
adaptarse y acomodarse a un sitio para luego marcharse al año o dos años
como mucho. Las estancias cortas le permiten estar centrado en su trabajo
sin tener que esforzarse mucho en adaptarse al lugar, porque el tiempo pasa
rápido y no vale la pena.
144
Así pues, después de Mauritania trabajó en Mozambique durante cuatro
meses, después un mes en Mali y posteriormente en Marruecos, siempre
misiones cortas. Considera que la mejor aportación que se puede hacer
desde la cooperación es la transferencia de tecnologías, conocimientos,
modelos y maneras de trabajar, y apunta que los verdaderos cambios
requieren tiempo, mucho tiempo.
JESÚS, espíritu altruista
Jesús es electricista. Trabaja desde hace años para el ayuntamiento de su
pueblo. Aunque le gusta mucho su trabajo, lo que realmente le apasiona es
ayudar a los demás:
“De toda la vida he estado colaborando de forma
voluntaria con organizaciones, siempre he tenido ese
espíritu de ayuda a los demás, desde pequeño”. (Jesús: 14)
Jesús ha tenido experiencias como expatriado bien distintas. Sus primeras
salidas a terreno fueron en Guatemala donde colaboró y trabajó como
técnico en un proyecto de cooperación impulsado por la Iglesia Católica con
la Comunidad de Pueblos en Resistencia (la CPR). Jesús llegó a Guatemala
por primera vez en diciembre de 1996, coincidiendo con la firma del
acuerdo de paz entre el Gobierno de Guatemala y la URNG (Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca). Su relato sobre el tiempo que pasó
en Guatemala es sumamente interesante y emocionante, y refleja en buena
medida el esfuerzo habitual que debe hacer un expatriado para ajustarse y
trabajar de forma más eficaz en una cultura distinta a la de su origen.
Además del trabajo en Guatemala, Jesús ha trabajado en diversas ocasiones
en equipos de emergencias interviniendo tras la devastación que supone un
desastre natural como es un terremoto, una inundación, etc. En general, pero
145
especialmente en este tipo de misiones, Jesús es muy cuidadoso con las
normas y reglas que regulan la seguridad en el terreno. Considera que
adherirse a ese tipo de normas lejos de constreñir o limitar la actuación del
cooperante le aportan mayor libertad de actuación: “porque sé los límites y
márgenes donde tengo que estar” explica (Jesús: 968-969).
Para poder combinar su trabajo de electricista en España y el de cooperante
humanitario emergencista ha optado por reservar su mes de vacaciones al
momento en que haya un aviso de emergencia. De esta forma, durante el
año se mantiene activo en acción social colaborando con su ONG local a la
par que desarrolla su trabajo en el ayuntamiento y cuando llega el momento,
sale a terreno durante un intenso mes allá donde haga falta.
REBECA, una expatriada singular.
Rebeca es una mujer de fuertes ideales. Cuando quedamos para conversar
tiene 37 años y una voz dulce y pausada. Construye su relato con
delicadeza, describe cada acontecimiento con detalle, de manera que
consigue construir un relato lleno de matices, cercano y asequible para el
que lo escucha.
Tras muchos años de trabajo voluntario en una ONG de Desarrollo, Rebeca
tiene la oportunidad de conocer en terreno alguno de los proyectos a los que
ella ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo en el área de la sensibilización.
En este viaje aprovecha para hacer algunos contactos que, más adelante,
serán decisivos en su experiencia como cooperante.
Tras quince días de visitas a proyectos en terreno, regresa a España, donde
la crisis económica comienza a azotar también al tercer sector. Rebeca se
queda sin trabajo y contacta con los amigos que conoció en su viaje por si le
pueden ofrecer algo. Pese a que lo que le ofrecen es trabajo como
146
voluntaria, no se lo piensa dos veces, a la situación laboral se suma una
situación personal de cierta liminaridad, así que, no sin incontables
dificultades especialmente de carácter burocrático, se embarca en su viaje
como expatriada “singular”.
¿Por qué singular? Porque es un caso excepcional. Lo habitual es que el
cooperante expatriado salga a terreno de la mano de una agencia u ONG, en
principio con un contrato, un proyecto a desarrollar y una fecha de vuelta.
Pero Rebeca, a pesar de que finalmente no sólo trabajó como voluntaria en
terreno, sino que pudo trabajar profesionalmente en dos proyectos distintos
en el país que la acogió, saltó a la cooperación internacional sin nada más
que muchas ganas de conocer otra realidad cultural y una enorme ilusión
por poner sus conocimientos al servicio de los demás en un país distinto al
suyo.
MARIO, profesional por duplicado.
Mario comenzó su andadura en la cooperación internacional rondando los
cuarenta. Pese a que puede parecer una vocación tardía, lo cierto es que
desde siempre ha tenido interés por otras culturas y también por los
procesos y sistemas que articulan los grupos sociales, de ahí sus estudios en
ciencias políticas y sociología, especializándose precisamente en Relaciones
Internacionales. Ha sido un viajero incansable y por supuesto habla inglés y
francés. Tiene, por lo tanto, un perfil que encaja muy bien con el de
cooperante internacional.
Evidentemente, Mario tenía su trabajo en la administración de un hospital
en Valencia antes de comenzar como expatriado, y ha conseguido
compaginar ambos trabajos sin tener que renunciar definitivamente a
ninguno de los dos. De hecho, defiende que los cooperantes deberían
147
conjugar esa labor con otra que les aportara más estabilidad en su país de
origen y le parece un riesgo la dedicación exclusiva a la cooperación:
“He conocido muchos casos de gente que ha querido volver
y no puede, porque aquí no tiene trabajo, porque ahora qué
hace, ahora se ha quedado descolgado, y entonces como que
sigue en cooperación, pero ya no porque quiera o por… sino
porque no tiene otra opción” (Mario II)
Pese a llevar poco tiempo cooperando, la experiencia de Mario es muy
interesante pues ha trabajado tanto para gubernamental como no
gubernamental y en dos continentes distinto, África y América. Su visión de
la cooperación por lo tanto es muy completa y rica dando como resultado un
relato cargado de información que favorece un enfoque comparativo.
MERCEDES, una cooperante muy polivalente
Mercedes ha pasado la mitad de su vida expatriada en distintos países de
África. En la actualidad es delegada de una ONG en Valencia. A lo largo de
su dilatada experiencia como cooperante ha tenido la oportunidad de
desempeñar distintas funciones en terreno y de trabajar para diversas ONG y
agencias.
Terminados los estudios de económicas pero con vocación por las ciencias
políticas y por los idiomas, se anima a colaborar como voluntaria en una
ONG pequeña mientras busca trabajo. Curiosamente recibe de forma
simultanea dos ofertas de trabajo muy diferentes entre sí, por un lado tiene
la oportunidad de trabajar para una de las compañías auditoras más
importantes del mundo y por otro, le ofrecen la posibilidad de trabajar como
expatriada con una reconocida ONG de carácter internacional. Mercedes
hace su elección y en este punto comienza su periplo en la cooperación
148
internacional en África. Tanzania, Mozambique, Ruanda o Kenia son
algunos de los países en los que ha cooperado.
Además de encargarse de la administración y las finanzas de diversos
proyectos de atención sanitaria a refugiados, epidemias y víctimas de
conflictos armados, ha gestionado también programas de apoyo a la
sociedad civil en la lucha por los derechos humanos, la defensa de la mujer
y la construcción de la paz. Su labor no sólo ha incidido directamente en el
ámbito ciudadano sino también en el político.
El relato de vida de Mercedes es uno de los más originales de los que hemos
registrado. En él se puede leer cómo ha ido compaginando su vida como
cooperante con la formación de su propia familia a lo largo de los años que
ha estado expatriada. Mercedes está casada con otro de nuestros
informantes, Julián.
LOLA, una médico en terreno.
Lola es una médico de 37 años que comienza su relato explicándome que a
ella siempre le había llamado la atención la cooperación internacional
porque aúna dos grandes intereses que ella posee, el de la ayuda a los demás
y el de trabajar en un lugar distinto al de su origen.
Así pues, cuando vio aparecer un equipo de médicos de una ONG
humanitaria por su facultad para dar una charla lo vio claro, terminó la
especialidad, obtuvo el máster en medicina tropical y comenzó a cooperar
como expatriada con ellos.
Lola cuenta que en sus diversas misiones ha visto con sorpresa cómo le
parecía más complicado aprender a convivir con el resto de sus compañeros
expatriados que con los locales del lugar:
149
“casi cuesta más adaptarse a las costumbres o a la visión de los
expatriados, que a las del propio país, seguramente porque como estás
viviendo con ellos y trabajando con ellos también, y tal, pues casi te
resulta más ajeno el belga que el congolés” (Lola: 48-52)
No obstante, cuenta que ella se siente como pez en el agua cuando trabaja
en alguna misión humanitaria expatriada. Se siente mucho mejor integrada
que cuando trabaja como médico en algún hospital de nuestro país. Ella
opina que es más fácil encontrar personas que piensan y tienen la misma
visión de las cosas entre la comunidad de expatriados que en la comunidad
médica al uso.
Así pues, desde que terminó la residencia, Lola ha estado yendo y viniendo
a terreno, compaginando su trabajo en la ONG con el trabajo en el hospital
en la ciudad de Valencia. Zimbabue, Níger, República Centroafricana y
Haití son los países en los que ha estado expatriada hasta la fecha de la
entrevista.
Uno de los aspectos a resaltar del relato de Lola es la reflexión que hace
acerca de las influencias recibidas en la infancia y cómo éstas han podido
marcar en cierto sentido el rumbo que su vida ha tomado hacia la
cooperación internacional.
JUAN, un cooperante agrónomo
Recuerdo la entrevista que mantuve con Juan como una de las más
agradables e interesante que he realizado. Este joven cooperante (tiene 32
años cuando realizo la grabación) anota en la casilla titulada “trabajo actual”
de mi ficha de entrevista la palabra “paro”. Aunque dedicaremos un
apartado específico a la proyección de futuro que los cooperantes
consultados hacen, debemos subrayar el profundo impacto negativo que ha
150
supuesto la crisis económica en este sector y concretamente en este
colectivo. Hombres y mujeres excepcionalmente preparados y con amplia
experiencia han visto estos últimos años cómo se esfumaban las
posibilidades de trabajar como cooperantes expatriados. Sin duda son
espectadores del profundo cambio de paradigma al que se está sometiendo
la cooperación internacional. Intuimos que este ámbito nunca volverá a ser
el mismo.
Volviendo a Juan, lo primero que hay que resaltar es su increíble capacidad
para contar cosas, es un fantástico narrador que “engancha” a su interlocutor
desde el primer minuto de su relato. Recostado en el sofá del salón de su
casa en un pequeño pueblo del interior de la provincia de Valencia, va
desgranando con un sutil e inteligente sentido del humor cada una de sus
experiencias de cooperante. Pese a poseer una profunda capacidad crítica y
habilidad para el análisis de las circunstancias, no cae en ningún momento
en la tentación de construir un relato quejumbroso o negativo. Parece que
Juan, sin abandonar el realismo que otorga un origen humilde y sencillo
como el suyo, es un hombre que por encima de todo exhala respeto hacia las
personas y las cosas y por lo tanto no pierde la esperanza de lograr un
mundo mejor.
Juan ha trabajado en diversos países coordinando proyectos de cooperación
para el desarrollo, Argelia y Cuba son los países donde más tiempo ha
vivido, pero también ha estado expatriado en misiones puntuales en
Marruecos, Sahara, México, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y
Honduras.
De su trabajo resalta cómo le ha ayudado a aprender a trabajar en equipo, a
saber cooperar con otras personas para alcanzar un objetivo común. Juan
cuenta que entró en la cooperación muy motivado por hacer algo bueno con
su vida y con la de los demás, pero que con el paso de los años, aunque no
151
ha perdido esa ilusión, ha conocido un lado menos luminoso de la
cooperación internacional y de los propios cooperantes que le contraría.
JULIÁN, el expatriado “expatriado”
La entrevista a Julián fue un verdadero reto para mí. No era la primera
conversación que tenía con un cooperante expatriado, pero sí la primera vez
que además de cooperante, mi informante también era antropólogo como
yo. Pese a mi miedo escénico, la entrevista fue desarrollándose con absoluta
fluidez y facilidad. Julián además de un experimentado antropólogo ha
resultado ser un estupendo informante.
Julián es un cooperante expatriado “expatriado” porque no es español, pero
por razones que explica en su relato, vive en Valencia desde hace algo más
de un año. Se ha pasado la mayor parte de su vida lejos de su hogar, es un
auténtico nómada del siglo XXI. Cuando le pregunto dónde sitúa él su
patria, pese a ser europeo, dice que él se siente africano. Sudán, Somalia,
Ruanda, Ghana y Kenia son algunos de los países que le han acogido en su
labor como cooperante.
La cooperación internacional le ha brindado la oportunidad de hacer lo que
más le gusta en el mundo, viajar y vivir en distintos países, teniendo la
oportunidad de conocer diferentes culturas y de ayudar a otros, pero sobre
todo, la de vivir múltiples aventuras.
A lo largo de su trayectoria ha podido trabajar para distintas ONG y en su
relato cuenta la idiosincrasia de cada una y cómo hay que ir aprendiendo a
trabajar según las circunstancias.
Casado con nuestra informante Mercedes, Julián explica que no siempre es
sencillo compaginar el trabajo de ambos, y cuando la familia se amplía y
152
llegan los niños hay que empezar a elegir los destinos con más cuidado,
teniendo en cuenta aspectos que cuando se está sólo no parecen importar
demasiado.
MARUJA, búsqueda del crecimiento personal
Maruja tiene 38 años, es ingeniera de telecomunicaciones y lleva cuatro
años cooperando en el África Subsahariana.
Su historia es muy interesante, ¿cómo llega una técnico a dar el salto a la
cooperación internacional? Maruja cuenta en su relato que tras trabajar
varios años desarrollando su profesión en una empresa, se dio cuenta que no
se sentía llena, que le parecía que invertía demasiado tiempo y esfuerzo de
su vida en algo que no reportaba beneficio más que a unos pocos. Decidió
que era hora de cambiar el rumbo:
“mi idea era sentirme orgullosa al final del día, cuando llegara a casa
poder decir: bueno, estoy contenta con lo que he hecho” (Maruja:
25-29)
Su deseo de crecimiento personal unido al gusto por viajar y conocer otras
culturas la condujo finalmente hasta el mundo de las ONG.
Maruja es muy sincera al describir cómo distan entre sí las expectativas que
uno tiene antes de salir a cooperar la primera vez y la realidad que se vive
una vez llegas y comienzas a trabajar.
Uno de los aspectos que hoy por hoy le atraen más de su trabajo es
precisamente el hecho de que cada día es muy diferente de otro día, y que
cada misión implica un cambio en casi todo, país, cultura, características
geográficas, los compañeros de trabajo…
153
Su relato es muy rico en descripciones. Explica con detalle cómo es la vida
cotidiana de un expatriado, cuáles son sus condiciones de vida según qué
labor esté desarrollando allí. Además, logra reflejar con verdadera destreza
cómo es la relación con los otros expatriados, con el personal local y con la
población beneficiaria.
154
PUNTO DE PARTIDA
CONVERTIRSE EN COOPERANTE
Cuando repasamos los distintos recorridos que nuestros informantes han
tenido que realizar para llegar a ser cooperantes, nos percatamos
rápidamente de que su profesión no forma parte de las tradiciones laborales
de los españoles por lo que sigue sin asentarse en el imaginario social.
Al tratarse de una profesión no clásica, no existe una ruta claramente
marcada que conduzca a la meta. De hecho, es la propia meta la que, según
algunos de nuestros informantes, ni siquiera se planteaban:
“En principio no es que yo nazca y de pequeño me venga una
iluminación y diga: “no, yo de mayor quiero ser cooperante (…) en
el instituto yo ni sabía que había cooperación internacional y este
tipo de ayudas. Me entero mucho más tarde” (Dani: 17-21)
Así pues, dentro de nuestro grupo de entrevistados encontramos una
tendencia general a entrar en el mundo de la cooperación de forma casi
fortuita, o al menos, “dejándose llevar” más que siguiendo un plan para
lograrlo:
“La verdad es que fue un poco, o sea, tampoco tenía claro qué
quería, fue una coincidencia de estas que me…, mira que te
pasan…” (Mercedes: 18-85)
A excepción de Sara y Ximo que parece que desde muy jóvenes tenían
clarísimo que querían dedicar su vida a ayudar a las personas que más lo
necesitaran en los lugares más olvidados, el resto de entrevistados, de una
manera u otra, entraron en el mundo de la cooperación casi sin darse cuenta
y sin buscarlo:
155
“un poco por azar y por cosas del destino se me plantea el que me
pueda ir de la mano de Cruz Roja a Burkina Faso (…) me fascinó
África, me fascinó el trabajo y se me encendió la luz en mitad de la
noche africana y dije: “ya está, esto es lo que yo quiero hacer””
(Mario I: 13-54 )
Incluso para los más vocacionales el camino ha estado lleno de
incertidumbre y sólo su empeño y pasión les ha permitido llegar hasta el
final. El fragmento que presentamos a continuación pertenece al relato de
Ximo. Consideramos que ilustra de forma ejemplar lo complejo y arduo que
puede ser convertirse en cooperante:
“No me di cuenta que me quería dedicar al mundo de la
cooperación hasta aproximadamente los 16 años. En esa época
entré en contacto con Cáritas, estuve trabajando en programas de
voluntariado y dije: “Esto es muy chulo, yo me quiero dedicar a
esto” y dije: “A ver cómo puedo ayudar más a la gente necesitada,
pues curando a la gente enferma”, dije: “pues me hago médico”.
Con 18 años fui a MSF y dije: “Me quiero ir a África a ayudar a
los negros”. Y la entonces delegada me contestó: “Pero esto es
para médicos, ¿tú eres médico?”. Yo dije: “No”. Ella replicó:
“Pues sé médico y luego vuelves”…
Total, que hice la carrera de medicina mientras colaboraba como
voluntario en diversas organizaciones. Cuando me licencié volví:
“Buenas, ya estoy aquí otra vez, que me quiero ir a África”. Me
dicen: “Bueno, pero te hacen falta los años de experiencia, no
puedes irte a África”
Pues nada, tenía que hacerme especialista. Y dije: “a ver, ¿quiénes
son los que más sufren en este mundo?, los niños, que son las
víctimas…” ¿no? Pues me hice pediatra.
Y regreso a la ONG: “Buenas, ya estoy otra vez aquí, me quiero ir
a África”. La respuesta es: “¿Pero tú hablas idiomas?” “¿y tienes el
máster en medicina tropical?”. Yo les contesto: “Es que pedís
muchas cosas... es que pedís un montón de cosas, colegas, que ya
soy médico, tengo cuatro años trabajando aquí en la sanidad
pública, que he hecho la tesis doctoral y no sé qué…”. Me dicen:
“¿idiomas hablas?”. “Algo de inglés, el de COU”. “No, no vale.
Máster en medicina tropical, ¿lo tienes?”. “No”. “Pues allí es todo
medicina tropical…”
Ponte a estudiar idiomas, haz el máster un año más… total que al
final, si en todo ese tiempo no te has casado, no has tenido hijos…
156
porque te plantas con 28 o 30 años… A esa edad la gente ya está
acomodada y tal… si no tienes claro que te quieres ir, abandonas…
Total que al final: “Buenas, ya estoy aquí. Yo soy aquel… ¿te
acuerdas?”. Había un nuevo delegado: “¡Ah! Sí, sí, me han
hablado de ti. Llevas por aquí como 15 años… Pues mira, justo
hay una plaza para…” Hice un curso más con ellos y finalmente ya
me fui a África a mi primera misión.” (Ximo I: 55-142)
Otro de los aspectos que se repite con frecuencia en los relatos de los
cooperantes cuando hablan del recorrido realizado hasta llegar a ser lo que
son tiene que ver con una situación de transición, un estado de
indeterminación:
“Yo he conocido a mucha gente mayor que está de coordinadora y
tal, sobre todo gente que se ha hartado de su trabajo, que se ha
encontrado en una situación a lo mejor pues que los hijos son
mayores, que se ha divorciado de su marido, por ejemplo eso sí
que yo creo que he conocido algo, sabes que son los famosos
cooperantes y que se van y que están allí pues en un país de estos,
pues un proyecto a término, de 5 años ó 6 ó 7…” (Pedro: 613-618)
Una de nuestras informantes es muy locuaz expresando cuál era su situación
antes de decidirse a salir de cooperante:
“Yo me fui con una situación ya te digo, era una situación muy
propicia porque tenía bastante crisis, crisis de trabajo, crisis
emocional, crisis de amistades” (Rebeca: 945-947)
De esta manera, haber finalizado los estudios y encontrarse en el impase de
no saber muy bien hacia dónde enfocar la carrera profesional, haber perdido
un trabajo, estar viviendo una ruptura sentimental o tener una crisis
existencial, son algunas de estas situaciones liminares que pueden ser
impulsoras definitivas de la elección de la cooperación como una forma de
vida:
157
“Hice una carrera en gestión medioambiental y trabajé y viví en
Gran Bretaña, luego nos vinimos a España y aquí no pude
encontrar trabajo. Yo nunca había pensado… hombre yo siempre
he tenido un poco de conciencia social y tal pero no… meterme en
una ONG pues no… el caso es que empecé mirando temas de
medioambiente y ONG… no encontré ninguna ONG en Valencia
que funcionase con voluntariado de verdad. Entonces fui a Cruz
Roja para ver si tenían tema de medio ambiente… no funcionaba
ese grupo pero bueno, entré y empecé dando clase de castellano a
inmigrantes, durante dos años y era muy gratificante y poco a poco
pues lo que pasa en una ONG, te vas metiendo y tal… yo el tema
de salir fuera nunca me lo había planteado…” (César: 15-35)
Vocación temprana, acontecimientos casuales o situaciones de transición
pueden ser algunos de los variopintos puntos de partida en los relatos de
nuestros cooperantes:
“Pensé en la cooperación por muchos factores, ¿no? a mí el tema
de viajar me gusta, me gusta mucho. El tema de vivir en una
sociedad diferente por aprender otras cosas y otras formas de vida
también me gusta. El tema de cambiar de entorno, no de irte a vivir
a EEUU y quedarte allí, sino pues ir a aprender y tal, moverte a
otro sitio también… y luego pues lo que te comentaba antes, el
hecho de tener la sensación de que tu trabajo sirve para mejorar la
vida de otra gente, y no para darles más a los que ya tienen, ¿no?
un poco por el esfuerzo, toda la energía que se invierte en el
trabajo, que es mucha, es en lo que más se… o sea aquí tenemos la
suerte de no necesitar ir a trabajar para comer, ¿no? entonces tú
estás invirtiendo tu energía en algo y yo no me sentía… no tenía la
sensación de que eso fuera algo provechoso.” (Maruja: 72-80)
INQUIETUDES Y GUSTOS COMPARTIDOS
Si bien dichos inicios parecen desestabilizar la ansiada coherencia que a
priori debe presentar un perfil, coherencia que por otro lado nosotros
consideramos una quimera, no podemos negar que hay ciertas inquietudes y
rasgos compartidos comunes que debemos remarcar:
“Yo siempre he sido viajero, me encanta viajar” (Juan: 22)
158
Efectivamente, hay una faceta que se repite con frecuencia entre los
cooperantes entrevistados, es la del amor por viajar y por conocer otras
culturas:
“Yo de todas formas había viajado mucho previamente, quiero
decir, eh… países en desarrollo y países desarrollados, a mí me
gusta mucho viajar… es archiconocido… cualquiera que me
conoce mínimamente sabe la facilidad que tengo para hacer las
maletas” (Mario I: 154-157)
No se trata tanto de hacer turismo como de conocer otras culturas, otras
gentes:
“Siempre me había gustado viajar, siempre me había gustado el
contacto con otras cultura, porque bueno, quería estudiar
antropología, no pude, me metí en trabajo social y siempre me he
especializado en inmigración” (Lucía: 59-62)
Lejos de ser una simple curiosidad o afirmación más o menos superficial,
para algunos (Pedro: 29-30, Julián: 19-26) viajar es una auténtica pasión,
uno de los pilares en base a los que se construye el edificio de su vida
cotidiana:
“he viajado muchísimo, la verdad, he viajado mucho, llevo ya, si
no recuerdo mal, 43 países visitados” (Jesús: 292-295)
Son viajes largos que en algunas ocasiones realizan sin acompañantes y que
llegan a convertirse en estancias sin fecha de vuelta:
“Yo sí que he viajado bastante. Cuando era pequeño viví seis años
en Londres con mi familia. Después me fui de Erasmus a Francia
un año y después estuve otro año en Australia. El tema de viajar no
es un gran problema. También he viajado solo por el sudeste
asiático” (Pedro: 277-281)
159
Viajes en la medida de lo posible no “turísticos” sino que permitan una
auténtica inmersión en la cultura, que favorezcan el contacto con la
población, el intercambio y encuentro con el otro:
“Es que mis vacaciones nunca han sido las vacaciones de… yo
siempre he sido muy de ir por mi cuenta, de sacarme un billete de
avión y plantarme en Tailandia y recorrerme Tailandia por mi
cuenta. O irme a Canadá… quiero decir que no han sido las
vacaciones de ir a El Corte Inglés y decir: “oye, me quiero ir al
circuito de Turquía”, que eso también lo he hecho… Pero
normalmente yo he ido más de por libre.” (Mario II: 214-238)
Por supuesto, debemos prestar atención a la voz discordante con esta
postura más general. Cuando le preguntamos a Toni si le gustaba viajar, si
era muy viajero, nos contestó con un “no” rotundo:
“Yo irme de viaje a un sitio en estilo turista, no puedo, o sea, yo si
me voy claro, me cojo la “lonely” del país, me miro las
asociaciones que sean como la mía, les llamo, aprovecho para
llevarles bibliografía y me voy al país. Pero no me planteo en
absoluto irme a conocer cualquier país por conocerlo no… porque
claro, tú has visto a los turistas en los países donde has estado, no
se enteran de nada… ¡¡y tú no quieres ser de esos…!! No, no, yo
no viajo. Yo creo que los cooperantes no somos gente de mucho
viajar, somos gente que va a un lugar y se queda eternamente allí.
Eso no es viajar, porque trabajamos durante mucho tiempo en el
mismo lugar, en la misma calle…
No entiendo por qué la gente quiere irse una semana a Vietnam,
“¿irte una semana a Vietnam? Si tú sabes que hasta que no lleves
dos meses no te vas a enterar de nada…” No me atrae nada hacer
eso…” (Toni: 1357-1378)
Los argumentos que Toni expone acerca de por qué no le interesa viajar son
sumamente interesantes y coherentes con la postura del resto de
cooperantes. En realidad lo que nos está diciendo es que no le gusta ser
turista, no le compensa viajar para ver otros lugares. A él le interesan las
personas con sus formas de vivir y entender la vida, y eso no se consigue
“viajando” sino conviviendo con ellas.
160
Este interés por convivir con otras culturas que comparten los cooperantes
queda reflejado en los relatos que han ido construyendo. En no pocas
ocasiones los informantes narran sus experiencias profesionales en países
distintos al suyo de origen cuando todavía no trabajaban en cooperación,
sino que eran profesionales de otro ámbito y, en la medida de lo posible,
aprovechaban cualquier ocasión para trabajar como expatriados:
“Cuando terminé la carrera de económicas decidí hacer una
práctica de un año fuera, y me fui a Ecuador, a Guayaquil”
(Mercedes: 36-39)
“Yo estudié ingeniería. Teleco. Y empecé a trabajar un poco de
teleco, pero me gustaba lo de viajar al extranjero y tal. Conseguí
una beca del Instituto Español de Comercio Exterior y estuve
trabajando en la India, en la parte comercial de la embajada.
También trabajé en Inglaterra un año.” (Maruja: 14-15; 164-171)
De la mano del interés por viajar y conocer otras culturas va el espíritu de
aventura que algunos de los entrevistados afirman poseer:
“Lo que más me atrae es la aventura, ¿no? Estar ahí en África, ver
cosas que me interesan. Claro, también lo de ayudar a los demás
me interesa…” (Julián: 36-38)
“Tú sigues yendo allí porque te gusta la aventura entre otras
razones” (Ximo: 347-348)
Y la capacidad de hablar idiomas:
“De siempre me había gustado hablar inglés. Cuando llegué a la
universidad empecé a estudiar francés. Más adelante me puse a
estudiar alemán. Tuve una misión en Mozambique así que cuando
llegué me metí en un curso y aprendí portugués.” (Mercedes: 29-
32; 55-56; 294-299)
161
Estos tres rasgos, el gusto por viajar, el espíritu aventurero y la capacidad de
hablar idiomas que se repiten en la mayoría de los relatos recopilados, nos
comienzan a dar algunas pistas sobre qué tipo de personas suelen dedicarse
a la cooperación.
MOVILIDAD PROFESIONAL
Pese a que a los ciudadanos que habitamos el Norte nos parece
relativamente sencillo y asequible la acción de viajar de un lado a otro, lo
cierto es que esta acción pone de relieve una de las primeras asimetrías que
se dan en nuestro contexto social aparentemente cada vez más transnacional
y diluido, donde se quiere creer que las fronteras son cada vez más escasas y
los ciudadanos cada vez más globales.
Si además, la voluntad de viajar es anterior a la “necesidad” de viajar que
implica la dedicación profesional a la cooperación internacional, podemos
comprender que nuestro protagonista (el cooperante que todavía no lo es)
cuenta con los recursos y privilegios necesarios para atravesar fronteras e ir
al encuentro de otras culturas.
Cuando se quiere y se puede viajar, y se desea continuar dentro de esta
dinámica, el siguiente paso es lógico:
“La verdad es que esto de la cooperación no sé, siempre me había
llamado la atención, siempre había querido hacer algo de
cooperación, ir a otros sitios, no sé, vivir con otra gente, porque no
es lo mismo viajar que estar trabajado en un sitio, ¿no?” (Lola: 19-
22)
Tal y como explica Rodman (2011) el aumento del número de personas que
realizan largas estancias en lugares alejados de su hogar, ha sido posible
gracias a que los límites entre el ocio y el trabajo se han ido difuminando en
estos últimos años:
162
“Es que para mí este trabajo es muy difícil separarlo de tu vida
personal porque… pues eso, yo precisamente estoy trabajando en
esto porque quiero eh… que mi tiempo de trabajo me resulte como
que estoy haciendo algo que lo haría en mi tiempo libre, entonces
para mí no es un trabajo, es mucho más” (Maruja: 893-896)
Aunque no se suele incluir en los trabajos que actualmente se producen
sobre movilidad, la profesión de cooperante es implícita y explícitamente
móvil. Ser cooperante implica taxativamente ir desde aquí a allí. Este
trabajo permite el viaje a lo alejado, a lo exótico, a lo diferente, a lo opuesto.
Es el pasaporte que da acceso directo al Sur:
“A ver, a mí lo de trabajar en el extranjero, más que en el
extranjero en países del Sur digamos en países no europeizados
siempre me llamó la atención, ¿no? Por ejemplo cuando me fui con
la beca yo podía haberme ido a Alemania… pero yo no quería irme
a ningún país de esos, por eso pedí la India. También intenté irme a
Sudamérica a trabajar para una empresa que al final no salió,
pero… entonces ese tema siempre me había llamado” (Maruja:
1020-1026)
Este privilegio vuelve a poner de relieve otra de las camufladas asimetrías
que campan a sus anchas en el mundo de la cooperación internacional: los
ciudadanos del Norte son globales, los ciudadanos del Sur son locales:
“Those who move are able to do so because they have access to
resources that other people do not. They travel because the value of
their income stretches farther in one site than other. They travel
because they have the time to do so when others do not. They
move because their skills and expertise are better recompensed in
one local than another. They travel because their activities “away”
impart cultural capital- “overseas experience”- when the same
tasks carried out locally would be construed as mundane drudgery.
They move because there are jobs in one locale and not in
another.” (Amit, 2011: 8)
EL ESPÍRITU SOLIDARIO
Pero hay un rasgo más que se repite en todos y cada uno de los relatos
registrados. Un querer que todos nuestros informantes comparten sin
163
excepción: el de poseer cierto espíritu solidario que les impulsa a implicarse
en la mejora de las vidas de otras personal:
“Yo trabajé en cuarto mundo, trabajé en hijos de madres de la
cárcel, trabajé con discapacitados físicos, psíquicos, trabajé con los
niños del sida y me di cuenta que la gente que más sufre en este
mundo, bueno, eso es difícil de decir, en aquella época pensé que
la gente que más sufría era la gente enferma y que no veía
cubiertas sus necesidades. Las necesidades de la gente enferma no
son sólo médicas sino que son también humanas, no vamos a
entrar en eso, pero bueno, y… bueno, la cuestión es que dije:
“bueno, pues ahora qué tengo que hacer, o me hago sacerdote, o
me hago médico, o me hago para ayudar esta gente, ¿no?” y como
me gustaba mucho la ciencia decidí hacerme médico” (Ximo I: 85-
92)
Efectivamente, además de ser considerada la motivación oficial, las razones
solidarias sí ocupan un lugar prominente entre los motivos que aluden
nuestros informantes. Ahora bien, en el panorama general, también se puede
uno topar con cooperantes que, sorprendentemente, o quizás no tanto,
carecen de interés por cualquier aspecto relativo a la acción solidaria:
“Ahora muchos expatriados van por el dinero” (Julián: 40)
“Yo conocí un chico que era arquitecto. Estaba en nuestra misma
ciudad, Batticaloa, en la zona tamil, fue allí para construir un
hospital. Tenía que dedicar dos o tres meses para ver
localizaciones, y eso es lo que hacía. Iba a eso, todo lo demás no le
interesaba. Cuando no estaba viendo localizaciones se iba al
restaurante de los cooperantes, a la “peli” de los cooperantes, que
era un cañón proyector que lo ponía Cruz Roja los lunes, y seguía
con su coche y su chófer viendo localizaciones y ya está, acabaría
su informe perfectamente, supongo y ya está. Cuando nos
sentábamos a hablar, nosotros hablábamos de cómo estaban los
campamentos, la gente y todo esto… y él hablaba de sus diseños,
no le interesaba nada más.” (Toni: 624-635)
164
Es interesante resaltar algunas de las reflexiones que nuestros informantes
han hecho respecto al origen de esas inquietudes por ayudar al más débil o
desfavorecido.
La solidaridad entendida como la capacidad de sintonizar y apropiarse del
sufrimiento de los otros y que va acompañada de una reacción inmediata
para aliviar o eliminar dicho sufrimiento, puede ser fruto, sin duda, del
temperamento natural de la persona, pero también, como suele ocurrir, es el
resultado del aprendizaje y el cultivo voluntario de dicha virtud. Por eso
mismo, a lo largo de nuestras conversaciones invitábamos a reflexionar a
nuestros interlocutores acerca de las posibles razones que habían favorecido
en ellos ese espíritu solidario.
Algunos consideran que se trata de valores que han aprehendido de su
familia y entorno escolar:
“Yo creo que en cierto sentido lo he vivido en casa desde pequeña.
Igual son cosas que yo pienso, pero aunque mis padres no son muy
religiosos, yo fui a un colegio de monjas, porque es el colegio al
que ha ido digamos toda mi familia. Mi madre tiene siete hermanas
y un hermano y tres de ellas son religiosas de esa congregación, de
este colegio. Me acuerdo que en el colegio, por ejemplo, había una
hermana que había estado en Chile y nos contaba historias de
cuando había estado allí y cosas así. Una de mis tías ha estado en
el Congo muchos años, dando clase. No sé, yo creo que por ahí eso
me puede haber influido en parte.” (Lola: 151-163)
Quizás, conocer cuál ha sido el contexto situacional que ha acompañado el
devenir de la vida de nuestros informantes, puede aportarnos más
información a la hora de explicar qué influencias o circunstancias han sido
decisivas en su tránsito hacia el mundo de la cooperación profesional.
Lejos de ser exhaustivos, nuestra primera propuesta es realizar una parada
en los momentos del relato en los que precisamente, se alude a la familia. Lo
que nos cuentan los cooperantes acerca de sus familias, y la forma en cómo
165
lo cuentan enriquece profusamente todo el relato en su conjunto, aporta
contextualización y herramientas para comprender mejor nuestro grupo
sujeto de estudio.
Entre los relatos, nos llama la atención el poder ejemplificante al que alude
Sara en el siguiente fragmento:
“Yo me crie con mi abuela Sara que vivía en esta casa, en esa
habitación. Ella me contaba historias de cuando se dedicaba a ir a
la Habana, a Colombia… a muchos sitios. Viajaba, iba a sitios a
colaborar… yo la escuchaba y quería hacer lo mismo que ella. Mi
otra abuela era matrona, ayudaba a los partos y a cambio le daban
fruta, un pollo, lo que había… lo que antiguamente se hacía,
entonces claro, yo creo que todo eso me ha influido” (Sara II: 19-
23)
LA FAMILIA DEL COOPERANTE
El estilo de vida y los valores inculcados desde sus familias de orientación
son otro aspecto que se pone de relieve:
“Yo me considero hijo de una familia humilde, mis padres eran
trabajadores. Siempre hemos tenido becas para pagar los estudios.
Yo trabajaba cuando podía para pagarme la universidad, etc. nunca
hemos tenido… He tenido muchas frustraciones, no he tenido todo
lo que he querido, he tenido que trabajar para pagarme mis
caprichos, mis viajes, mis estudios, tal… y eso es un valor en sí
mismo” (Ximo I: 66-76)
Algo que se repite relato tras relato es la controversia que les supone a las
familias el hecho de que sus hijos escojan la cooperación internacional
como una forma de vida:
“Yo vengo de una familia… mis padres… bueno mi padre era
enfermero, ATS, mi madre profesora de inglés, sí que el tema…
mi padre es inglés, mi madre española… quiero decir, no es que
haya vivido desde pequeña la interculturalidad y esas cosas
¡¡porque era un británico y una española!! O sea que tampoco era
un nigeriano con una española, ¿sabes? Que choca más, pero sí que
el tema un poco más internacional eso sí que lo hemos vivido, sí
166
que mi padre de muy joven, se enroló en un barco y se recorrió
todo el mundo, siempre ha habido un poco de espíritu aventurero y
de conocimiento, ¿vale? De interés por conocer otras cultura…
Pero nunca han querido que me dedicara a esto, nadie, nadie, ni mi
hermano ni… ¡nadie! Entonces, de hecho, supuso un problema en
la familia cuando yo me marché a República Dominicana. Aún así,
los valores de igualdad, de respeto, de humildad, de… pues sí, eso
sí que ha habido en mi casa, pero nadie quería que yo me dedicara
a esto. Ni siquiera a trabajo social. Hubieran preferido profesiones
como maestro o del ámbito de la medicina, o algo así. Sí una
profesión que esté vinculada con la dedicación a los demás pero
que no implicara riesgos y que no implicara coger maleta y
largarse. Lárgate si quieres de vacaciones pero no como un medio
de vida.” (Lucía: 472-487)
Toni considera que es cuestión de tiempo que las familias españolas vayan
aceptando la profesión de cooperante como una opción laboral más que
pueden escoger sus hijos:
“No les parece bien, mi familia por ejemplo, que no tiene ninguna
vinculación con este ámbito, no le parece bien. Sí que tiene una
parte de orgullo de decir: “mira, mi hijo trabaja en ayuda
humanitaria y tal”, pero no les parece bien. Su idea es que salgas
de ahí lo antes posible. Ahora un poco se han resignado pero lo
viven mal. Yo creo que la mayoría de familias cuando el
cooperante se va por primera vez lo viven mal. Muchos tienen
miedo de que no vuelvas, es ese miedo infundado de que si te vas a
Senegal no vas a volver nunca. También el miedo de bueno, lo
típico, todo el mundo le tiene miedo a los países del Sur… allí te
disparan, te matan, no sé qué, no sé cuánto, y eso pasa. Luego yo
he visto familias que no, pero claro tienen que ser muy concretas.
Son familias en las que los padres ya estaban vinculados a
movimientos sociales. Esto en España no pasa mucho, pero bueno,
es que nosotros creo que vamos una generación atrás respecto a
Europa sobre la cooperación, ¿no? No hay padres cooperantes de
nadie porque no había cooperación.” (Toni: 927-944)
Daniel coincide con Toni tanto en la experiencia con sus padres como en el
cambio que necesariamente habrá en el futuro con respecto a este tema:
“Pues mi familia fatal, pero fatal porque… pues hombre, yo
imagino que yo lo viviré mejor con mis hijos, es más, a lo mejor
los mando y todo para que me dejen tranquilo (se ríe). Pero mi
familia fatal porque hay muchas cosas que ellos no entienden…
167
Claro, para mi madre Marruecos es un país donde hay
marroquíes… (Nos reímos) entonces, tiene que ser un país malo,
no puede ser bueno, ¡¡¡es verdad!!! (Nos reímos) Es lo que
hablábamos antes de las imágenes preconcebidas, entonces ellos
estaban preocupados allí, porque joder, allí está el Islam y los
musulmanes y Alqaeda y todo eso, claro, irse allí era todo malo,
cuando vinieron a visitarme, ¡bueno! Mi padre no quería volver a
España, estaba encantado…” (Daniel: 821-840)
PERFIL FORMATIVO PREVIO
Otra de las paradas obligatorias es el tema de la formación previa que
poseían nuestros informantes antes de convertirse en profesionales de la
cooperación. ¿De qué campos del conocimiento proceden? ¿Cuáles eran sus
inquietudes formativas?
“Yo soy licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, me
especialicé en una rama de Relaciones Internacionales, y la verdad
es que lo que me ha llamado siempre la atención era la diplomacia”
(Mario I: 17-26)
Al igual que Mario, Mercedes también estaba interesada en estudiar
Ciencias Políticas, pero las circunstancias la empujaron a formarse en una
titulación más o menos cercana:
“Yo estudié económicas. Quería estudiar políticas, pero no había
políticas en Valencia, entonces mis padres me dijeron: “mira no, si
quieres estudiar algo tiene que ser en Valencia porque no… o te
buscas una beca o algo, pero vamos no…” Y entonces dije: “bueno
pues hago económicas y si luego en tercero…”, porque tienes la
posibilidad de pasarte pero bueno, ya estando en tercero dije:
“chica, yo casi que acabo esto y ya luego veré”. Pero vamos, que
nunca tuve… lo de económicas fue un poco por, bueno un poco
comodín, ¿no?” (Mercedes: 48-54)
Daniel es el segundo de nuestro grupo de informantes que también se formó
como economista:
168
“soy bastante crítico con lo que… bueno, con lo que se está dando
en las escuelas de economía ahora” (Daniel: 36-37)
“Yo en la universidad me había especializado en tema de políticas
agrarias y comercio internacional, y luego había trabajado mucho
en desarrollo rural, cooperativismo, economía social, etc.” (Daniel:
82-84)
Julián estudió Antropología Social y Cultural, estudios que habría cursado
también Lucía en caso de haber sido posible. Puesto que no existía esa
opción, optó por diplomarse en Trabajo Social:
“Quería estudiar antropología, no pude, me metí en trabajo social y
siempre me he especializado en inmigración, en extranjería”
(Lucía: 59-62)
Rebeca y Toni estudiaron psicología:
“Me especialicé en psicología humanitaria” (Toni: 95)
Del ámbito sanitario provienen Lola, Sara y Ximo. Sólo éste último ha
trabajado tanto en cooperación humanitaria como en desarrollo.
Los dos cooperantes especialistas en emergencias, César y Jesús son militar
en la reserva y electricista respectivamente:
“Yo soy oficial de las fuerzas armadas en la reserva, ¿sabes?
Entonces, yo pasé a la reserva hace tiempo y bueno, pues hice una
carrera en gestión medioambiental” (César: 14-17)
Y por último tenemos tres ingenieros en el grupo. Pedro es arquitecto,
Maruja que es ingeniera en telecomunicaciones y Juan:
“Pues me llamo Juan. Soy ingeniero agrónomo. Estudié
agronomía porque mi padre era agricultor y siempre el campo me
había atraído. Luego estudiando la carrera al final no me gustaba
169
tanto. Vas probando asignaturas pero no te cuadra tanto” (Juan: 12-
14)
Con estos perfiles formativos, creemos que el grupo de cooperantes con el
que hemos realizado nuestra investigación se ajusta bastante a los requisitos
en el área de conocimientos de base que plantea Tres (2006) en su trabajo
sobre las necesidades de formación de los profesionales de la cooperación.
Tres subraya lo conveniente que es que los cooperantes hayan recibido una
educación superior que les dote de ciertos conocimientos básicos
sistematizados que constituyan el punto de partida de todo aquello que irán
aprendiendo a lo largo del desarrollo de su profesión25
.
Este autor considera que los estudios de carácter más general “permiten una
mayor adaptabilidad, pero implican la dificultad de identificar puestos de
trabajo” (Tres, 2006:134). Esto es exactamente a lo que se refiere Mario en
el siguiente fragmento de su relato:
“Entonces mi trayectoria ha sido mucho más general y soy como
un médico de cabecera. Eso me ha permitido, creo, por lo menos
así lo he vivido, tener una visión más general que la gente que
solamente… pues por ejemplo, los delegados de agua y
saneamiento que saben mucho de agua y saneamiento y punto y
pelota, o sea, no les pidas… o el logista… o el… yo por suerte o
por desgracia, he ido dando muchos tumbos, porque como
tampoco sabía dónde estaba mi sitio… he estado de aquí para allá.
Entonces eso no es ni bueno ni malo, es distinto, a veces es un
poco malo porque claro como los perfiles cada vez son más
especializados hay menos espacio cada vez para los “médicos
generalistas”, ¿no? (Mario I: 642-657)
Por otro lado, nuestro grupo de informantes también lo conforman personas
con formación en carreras técnicas. Este perfil goza de una alta demanda,
25
Nosotros hemos dedicado un apartado del presente trabajo a la reflexión sobre lo que
“enseña” la experiencia en terreno como cooperante expatriado.
170
pues como señala Tres (2006:134) en su propuesta, “existen importantes
déficits de carácter técnico en los países en desarrollo”.
Ahora bien, este autor insiste en la importancia de complementar la
formación de los profesionales con perfil más técnico con un “aprendizaje
en ciencias sociales o humanidades” (Tres, 2006: 134). En este sentido,
Angulo también propone reflexionar acerca de la necesidad de formar y
reforzar algunas actitudes que deben ser fundamentales en el perfil del
cooperante: la modestia, el coraje y el compromiso. (Angulo, 2004: 401). El
hecho de que aumente la demanda de perfiles más técnicos, puede estar
creando un desequilibrio en la balanza de los enfoques en cooperación. La
formación en ciencias sociales que sugiere Tres (2006), aporta herramientas
para analizar e interpretar críticamente el mundo social e intervenir, decidir,
cambiar y buscar elementos que permitan transformarlo, lo que constituye el
fin primordial de la cooperación internacional.
Daniel, a lo largo de su relato insiste en varias ocasiones en la importancia
de enfocar la cooperación desde una perspectiva adecuada, esto es, sin
olvidar la dimensión social no sólo en el fin, sino a lo largo de todo el
proceso:
“algunos conceptos que creo que son básicos que deben tener los
cooperantes son la formación sobre aspectos sociales, temas de
investigación digamos de análisis no sólo cuantitativos sino
también cualitativos, experiencia también en trabajo comunitario,
en temas de enfoques participativos, y luego la importancia de todo
esto del trabajo social en la cooperación” (Daniel: 173-188)
CONSEGUIR UN CONTRATO
Después de haber repasado las distintas situaciones que condujeron a
nuestros informantes al mundo de la cooperación, tras destacar algunas de
sus características personales comunes, y habiendo trazado ciertas
pinceladas sobre su entorno familiar y la formación recibida, llega el
171
momento de exponer las acciones concretas que llevaron a cabo para formar
parte del selecto y exclusivo colectivo de cooperantes expatriados de nuestro
país.
¿A qué nos referimos cuando lo denominamos “selecto” y “exclusivo”?,
principalmente aludimos al número total de profesionales de este perfil
dentro del panorama de la cooperación española. En 2012 la AECID
computaba alrededor de 2.500 cooperantes españoles expatriados en todo el
mundo además de otros 307 trabajadores españoles de la Agencia Española
de Cooperación Internacional para el Desarrollo que llevan a cabo su labor
como personal expatriado en las Unidades de Cooperación en el Exterior
(UCE) de la AECID26
.
Sin duda, y en términos relativos, la profesión de cooperante es para unos
“pocos”. Quizás esa sea la razón que explica por qué, una vez nuestros
informantes habían visto claro que querían convertirse en cooperantes,
encontraron bastante complicado lograr su meta:
“Yo presenté mi curriculum a varias ONGs. Desde que eché mi
curriculum hasta que salí con MSF pasó un año entre unas cosas y
otras. Mucha gente piensa que MSF está deseando, que sí está
deseando coger gente y tal, pero con un mínimo de compromiso.
Te tienes que comprometer un mínimo, no sé si son seis meses o
un año y bueno, ellos te dan un sueldo pequeñito y a cambio pues
ellos te ofrecen la casa y tal, y entonces el proceso es un poco
largo. Yo entregué mi curriculum, luego hice unos test que te
daban, un test psicológico para ver cómo eres, hay una frase a
medias y la completas y un no sé si también un test psicotécnico,
uno que también hay que elegir, tipo test. Luego un test de nivel de
inglés y luego una entrevista. Eso fue lo que yo hice, y ahora han
añadido otra cosa, otro paso más, no sé si es varios días o un día
solo que es como una especie de dinámica de grupo que está
dirigida por un psicólogo para ver cómo reacciona la gente, si
trabajan bien en equipo y tal, yo eso no lo hice pero ahora sí que se
ha implementado. El proceso es un poco lento, y mientras pues yo
también había echado curricula con otras ONGs, con dos de ellas
llegué a hacer la entrevista, una de ellas no me volvió a llamar, era
26
Noticia de la AECID: http://www.aecid.es/es/noticias/2012/09-2012/2012-09-07-
cooperantesespanoles.html (última consulta: 23 de septiembre de 2013)
172
un puesto muy específico, de director y yo creo que era
demasiado… y la otra que era Acción Contra el Hambre pues me
llegaron a decir que estaba seleccionada y que también hacía con
ellos el cursillo este para enseñarte cómo es la organización, y
luego me dijeron: “ah muy bien, espera porque de momento no
tenemos ningún proyecto que se ajuste a tu perfil”, y bueno,
esperando, esperando pasaron meses, y al final me llamaron de
MSF y me fui. La primera salida yo creo que es la que más cuesta”
(Lola: 172-500)
“En el 2002 yo envié mi curriculum a MSF, lo envié a Médicos del
Mundo, lo envié a la CR, lo envié a Oxfam, a un montón de sitios
y sólo me contestaron de una ONG para concertar para hacer las
pruebas y tal, bueno, eso tardó un tiempo, a lo mejor al cabo de
unos meses. Hice pruebas, pues pruebas psicotécnicas, de
personalidad, de idiomas y de formación técnica y lo pasé y luego
hice una entrevista personal. Desde que me llamaron la primera
vez hasta que hice la formación pasaron casi dos años. Yo mientras
pues intentaba hacer cursos de temas de cooperación y tal.
Tampoco tenía experiencia en el terreno de cooperación. No tenía
experiencia específica de cooperación, lo que pasa es que bueno,
pues claro, yo me imagino que se valora todo, ¿no? una persona
que lleva dos años ahí insistiendo y que sabes… y también la
madurez, yo no tenían “veintipico” años, yo ya tenía treinta y
tantos, dices pues bueno, pues una tía que a los treinta y tantos,
llevaba ya insistiendo y tal… o sea que también se… lo miran
todo, y bueno, y … bueno, parece que ha salido bien (se ríe)”
(Maruja: 120-173)
Uno de los requisitos que más desespera a aquellos que quieren ser
contratados por un ONG para trabajar en terreno es el de la experiencia
previa. ¿Cómo vencer el círculo vicioso?:
“Esto es una pescadilla que se muerde la cola… si nunca sales,
nunca tienes experiencia y ¿cómo sabes que sirves si nunca lo has
hecho?, pero también por otro lado, es que… ¿cómo te mando si
no sé si vas a aguantar…? y como además en esto como en todo en
esta vida frenética que llevamos no hay tiempo para descubrir
capacidades… pues yo tengo que ir a tiro hecho. Entonces, bueno,
cuando sales, pasa el tren, te tienes que subir, sí, o sí. Porque es
que si no te subes al tren después es muy difícil, es muy difícil.”
(Mario II: 845-854)
173
La importancia que se le otorga a la experiencia en terreno no es exclusiva
de nuestro país, Verma (2011a) explica que nuestros vecinos franceses, a
través del Programa de Voluntariado Francés, ofrecen la mejor vía para
adquirir experiencia fuera de sus fronteras, especialmente para jóvenes
graduados que carecen de experiencia profesional previa o específica en el
área de la cooperación internacional.
Toni coincide en considerar este tipo de programas la opción ideal para
romper el dialelo:
“Mucha gente nos lo dice “he intentado trabajar en cooperación y
no hay forma, no me cogen de ninguna manera…” Por lo de
siempre, porque todas las organizaciones apuestan por que se tenga
experiencia en terreno. Y la gente dice: “¿entonces cómo
empiezo?” Entonces claro, ahí te toca todo el tema de becas que no
piden experiencia o los campos de trabajo, eso es la forma de
entrar, lo que pasa que la gente no quiere esto, la gente quiere
mandar su currículo y que lo seleccionen para ser cooperante y eso
no va a pasar…” (Toni: 493-515)
La Asociación Profesional de Cooperantes27
, consciente de lo complicado
que es iniciarse en el mundo de la cooperación internacional profesional, ha
reservado en su página web un espacio dedicado a orientar y dar directrices
a aquellos que quieran empezar a trabajar en este sector. Bajo el título de
“¿Qué hacer si quieres trabajar en cooperación por primera vez?” se
proponen alguno de los programas que existen para jóvenes cooperantes de
las Naciones Unidas, de la Unión Europea y del Instituto de la Juventud que
se hace en conjunto con la AECID.
Pese a todo, dos de nuestros informantes afirman que ellos no tuvieron
ninguna dificultad y les resultó relativamente sencillo comenzar a trabajar
como cooperantes:
27
http://cooperantes.net/wide-page/
174
“yo ahí sí que soy consciente de que fui un privilegiado, lo normal
ahí es que tu… o lo más común, es que la gente vaya dando
tumbos en temas de cooperación, pues se meta como voluntario en
una ONG, empiece un poco a conocer el mundo y con un poco de
suerte sale al terreno pero no es tan…” (Mario I: 183-185)
“Para mí no ha sido nada complicado, yo nunca he buscado trabajo
en una ONG” (Juan: 443)
FORMACIÓN ESPECÍFICA EN COOPERACIÓN
Ante tanta exigencia y competencia, el profesional de la cooperación se ve
obligado a intentar alcanzar un alto nivel de formación y preparación,
teniendo en cuenta, eso sí, que existen múltiples y variados contextos dentro
del ámbito de la cooperación y dependiendo de éstos y del camino que desee
escoger el propio cooperante, deberá esforzarse en acentuar más o menos
unas u otras aptitudes y capacidades.
Nuestros informantes también han ido formándose en temas específicos de
cooperación a través de cursos, títulos y másteres:
“Hice un curso de cooperación internacional que era en Castellón,
en la UJI, luego las prácticas las hacíamos en Marruecos. Había
dos cursos de cooperación al mismo tiempo uno que se hacía en el
poli y otro en Castellón, yo fui al de Castellón. Me pareció un
curso muy interesante porque eso, era súper baratillo y luego había
unos ponentes ahí como bien reconocidos, muy buenos que te
hablan de la economía mundial, de la crisis de tal y esto a uno se le
despierta más y más y está metido en el mundo se sigue
despertando y sigue avanzando… Después hice el curso de
agroecología en Cuba, luego regresando de Cuba me metí ya en el
master de la Coma, en el postgrado de la Coma, con ganas de
ampliar” (Juan: 44-55)
No se trata únicamente de hacer formación generalista en cooperación, sino
que los cursos pueden ayudar a pulir el perfil y a ir encauzando al
175
cooperante en un área más específica. Ese es el caso de Toni que tiene muy
claro que su ámbito es el de la acción humanitaria:
“Yo del 98 al 2001 en tres años había hecho cursos de
cooperación, había hecho sensibilización, me había formado en
humanitaria, o sea, la situación era bastante diferente” (94-96)
En algunos casos son las propias ONG las que dan la formación específica a
sus cooperantes:
“Al personal contratado por la ONG se le ha ido formando en qué
es la identificación, qué es la formulación, qué es la ejecución,
todas las fases del ciclo del proyecto y bueno, cómo se justifica,
cómo se trabaja con equipos profesionales locales, un poco
también se les ha formado sobre la institución porque cada
maestrico tiene su librico…” (Lucía: 259-265)
Otra opción bastante valorada entre nuestros informantes es la de formarse a
través del trabajo que se realiza en oficina técnica, en sede, puesto que
puede aportar una visión más completa de la labor que se realiza y se debe
realizar:
“A mí la coordinadora me supuso, bueno, una ampliación de mis
conocimientos brutales, sobre todo en temas de políticas, porque
constantemente he estado en grupos de trabajo en los cuales
participabas desde el punto de vista de la secretaría técnica
entonces claro todos los documentos los preparas, los repasas, los
envías, tal, hasta que llega un momento que ya eres el único que
haces propuestas (se ríe) te dan ya ese grado, también porque como
vas a distintas comisiones de trabajo pues siempre vas recogiendo
de la una, de la otra, y al final pues hasta se fían de ti y eso, más
que una preparación especial para esto era un currículum digamos
profesional que poco a poco que lleva allí, de hecho yo creo que he
hecho un buen trabajo como cooperante y creo que lo he hecho
porque tenía la formación y tenía algo de experiencia y había visto
ejemplo buenos, ejemplos malos, sabía lo que podía hacer una
cosa, lo que generaba las otras, entonces yo creo que eso es
importantísimo, yo he visto muchos cooperantes que ni siquiera
tienen un postgrado en cooperación, terminan la universidad no
han hecho ningún postgrado y además nunca han estado
vinculados en el mundo asociativo, entonces les falta, les falta
176
un… les falta visión y no sé yo creo que aquí es requisito
indispensable” (Daniel: 175-194)
No obstante, en los relatos registrados se pueden oír algunas voces que
critican este tipo de formación porque consideran que no sirve de mucho,
que no encaja con la realidad de la labor que se desarrolla en terreno, que en
el fondo es un trámite más:
“Ya sé que ahora hay escuelas donde puedes aprender sobre acción
humanitaria, pero claro, los profesores nunca han trabajado en
acción humanitaria” (Julián: 374-376)
Desde el ámbito académico también se ha llevado a cabo un análisis crítico
de los actuales estudios de cooperación que merece ser revisado. Angulo
(2004) señala que existe una proliferación de seminarios, cursos, títulos y
posgrados que difícilmente pueden ser fruto de una demanda similar y
cuestiona la formación del profesorado que imparte dichos cursos por
proceder, en general, de ciencias relacionadas con ese ámbito, pero sin ser
especialistas en él.
Hemos repasado el itinerario formativo que han recorrido nuestros
informantes para convertirse en cooperantes expatriados, pero, ¿cuál sería el
ideal?
Según Tres (2006) lo más conveniente es que, partiendo de los
conocimientos que aportan los estudios en educación superior, el
profesional complemente su formación mediante la realización de posgrados
en desarrollo y/o cooperación:
“Los posgrados en cooperación y desarrollo normalmente son de
carácter multidisciplinar, una aproximación necesaria, pero no
suficiente. Comprender en profundidad los procesos de desarrollo,
dada su complejidad y multidimensionalidad, obliga a pensar en la
177
oferta de estudios interdisciplinarios que deben estar concebidos
desde esta perspectiva.” (Tres, 2006:135)
Lucía en su relato también expone lo que ella considera necesario en la
formación del cooperante internacional:
“Yo creo que el itinerario formativo idóneo sería primero que
hubiera una carrera de cooperación, se llame como se llame, yo
creo que es muy importante, están muy bien los postgrados, están
muy bien lo másteres, es cierto que tanto un arquitecto como un
trabajador social, como un biólogo pueden trabajar en cooperación
pero yo creo que la universidad debería de hacerse cargo, ¿vale?
Como una… como un grado ¿sabes? Algo… una especialidad en
la que se pudiera trabajar uniformemente la metodología que se
quiere llevar a cabo en cooperación, porque Intermon tiene una
forma de trabajar, CR tiene otra… eh… Médicos del Mundo tiene
otra, no sé, algo que se unificara bajo unos mismos criterios
humanitarios y de desarrollo, pero eso no existe… Entonces, como
no existe yo creo que son muy interesantes los postgrados y los
másteres que tienen prácticas en terreno… yo creo que son muy
importantes, por tener ese mes, dos meses, incluso si pudieran ser
tres meses en terreno, ¿vale? En el que simplemente vieras a qué
tipo de países vas a ir, las situaciones en las que se va de trabajo
son duras, no es fácil… entonces que la gente fuera ya sabiendo
qué tipo de países son, qué tipo de trabajo se desarrolla, cómo son
las relaciones con el personal local… Que no vayas de salvador del
mundo y luego lo que hagas sea atentar contra el orgullo y contra
la dignidad de las personas que mucha gente lo hace sin querer…
entonces yo creo que ese sería un poco el itinerario, luego ya pues
busca trabajo… pero sí que un máster o un postgrado que tuviera
sus prácticas… yo creo que tres meses sería lo ideal, pero claro,
supone una pasta… pero bueno…” (Lucía: 350-371)
LOS PREPARATIVOS ANTES DE PARTIR HACIA EL TERRENO
Después de toda esta formación previa, llega el momento de hacer el salto,
de partir hacia el terreno. Por supuesto, no es lo mismo salir por primera vez
que hacerlo por décima. También cambia la vivencia de este momento
inmediatamente previo dependiendo de si se trata de una misión de
emergencia, de la participación en un proyecto de cooperación humanitaria
o de desarrollo.
178
Tampoco es lo mismo salir a un país americano que hacerlo a uno africano.
Todos los factores que rodean esta salida influyen la manera de vivirla y
prepararla. El tiempo que durará la estancia como expatriado, el contexto
laboral y familiar del que parte el cooperante, el tipo de agencia con la que
sale, etc.
Por esta razón es conveniente que el cooperante antes de expatriarse se
prepare en diversos ámbitos. Por un lado debe arreglar todos los aspectos
materiales: equipaje, vacunas, instrucciones para la misión, etc.
Algunos cooperantes son muy metódicos en este sentido, especialmente
aquellos que salen a misiones de emergencia y que no pueden dedicar
mucho tiempo a pensar qué van a meter en sus maletas antes de partir. En
algunas organizaciones utilizan una plantilla que entregan a los
profesionales para que puedan hacer su equipaje en tan solo unos minutos:
“Tengo una maleta, una maleta rígida porque viajar con una unidad
grande te permite poder llevar más equipaje, equipaje más grande,
la tengo con la pegatina de mi ONG, y con la bandera española en
grande pegada. La tengo guardada sólo para eso, para esos viajes,
esa mochila está debajo de la cama, pero en el armario hay un
listado que tenemos, una tablita excell, y cada uno se la adapta a
sus cosas. En esa tablita te pone desde los calzoncillos que vas a
llevar, cuántos vas a llevar, calcetines que vas a llevar, ropa de
abrigo que lleves, te pone todo, todo el material que vas a usar en
la misión. Si te hace falta pastillas porque estés tomando una
medicación, la tienes apuntada ahí, si te hacen falta gafas llevarte
un par de gafas de recambio, si tienes perro y te lo tiene que cuidar
alguien, quién te lo tiene que cuidar, quién te tiene que coger la
correspondencia del buzón, la gente que vive sola, quién tiene que
pagar un recibo o si tienes un seguro pendiente… en fin todo eso
viene detallado, todo, todo en la tabla excell. Entonces tú lo que
tienes que hacer es coger la tabla excell, pones la maleta encima de
la cama, la tabla excell al lado y con un bolígrafo vas tachando vas
cogiendo y metiendo vas: “esto sí, esto sí, esto sí, esto sí” y “cla
cla cla cla cla” en unos minutos está, es decir que no hace falta
tener una mochila preparada exclusivamente para salir. Sí que
tengo ropa que es expresamente para ir, por supuesto y esa ropa
pues es con la que salgo. Tengo unos pantalones que me he
comprado de ropa de esta de trabajo que hacen en Suecia que es
una ropa muy muy buena, es anticorte, es ignífuga y todo lo
179
demás, son pantalones que son de estos desmontables de
cremallera que te sirven para todos los sitios y tengo unas prendas
un poco más especiales digamos, que son las que echas siempre.
Pero el resto no, el resto de la maleta está ahí, la maleta
normalmente está vacía… que si cargadores para el móvil, que si
la música para el móvil, el mp3, en fin, viene todo detalladito y
cada uno se lo arregla porque en la misma lista vienen bragas y
sujetadores y calzoncillos y hay quien utiliza una cosa o utiliza otra
(se ríe). Ya te digo, cada uno se lo adapta un poco a su manera y yo
lo que tengo es esa lista allí en el armario cuando te pita “¡pi, pi!’”
“¿A ver qué es esto? ¿A ver que tengo?” Vacunas, el pasaporte,
fotos de tamaño carné, siempre te llevas cuatro o cinco, por si te
piden… el carné de conducir internacional también lo tienes a
pesar de que nos piden en todo momento que no conduzcamos…”
(Jesús: 918-946)
Como decíamos más arriba no es lo mismo irse para uno año que hacerlo
para cuatro, ni expatriarse a Marruecos que hacerlo a Belize. Daniel en su
relato nos cuenta que cuando se fue a Marruecos su equipaje era similar al
que preparaba cuando se iba de vacaciones a su pueblo en la costa del sur de
Valencia. Pese a estar un total de cuatro años, iba haciendo retornos
intermitentes de corta duración para llevar a cabo algún debriefing en sede
con su organización, para realizar alguna visita familiar o de vacaciones, por
lo que no necesitaba un equipaje para años:
“A Marruecos la maleta… no sé, es que era la misma maleta que
yo en verano, cuando me iba al pueblo para pasar dos meses, me
llevaba, nada especial, también es un país, en el que no necesitas
ningún tipo de vacunas, yo sí que me puse la hepatitis A y la B,
luego las perdí por no repetir (se ríe) la A creo que sí que la tengo,
pero la B que eran tres, la tercera vez ya no me la pude poner
(44:56) pero bueno que eran… pero luego no te recomiendan
ninguna vacuna. Y pues sí lo típico, llévate suero y alguna cosa por
si pillas una gastroenteritis y poco más y un botiquín normal,
paracetamol y tiritas… (Se ríe) y Betadine, pero mi maleta no era
nada especial, libros, muchos libros, eso siempre me acompaña y
luego ya está.” (Daniel: 409-432)
180
Si, como es el caso de Rebeca, el cooperante decide expatriarse por su
cuenta, los preparativos se complican. Hay algunos aspectos de los que
normalmente se encarga la organización con la que sale, y obtenerlos sin el
respaldo de una ONG o Agencia pueden requerir mucho tiempo:
“Y ya te digo empieza el periplo de los papeles, claro, embajada,
hay una embajada y dos consulados, ya está, en toda España, me
refiero, una de ellas en Tenerife. Entonces tienes que empezar a
averiguar pues todo, seguros médicos, bueno, billetes de avión que
era un poco lo más fácil, pero todo lo que tienes que llevar para
una estancia de un año, papeleos de tal… y cómo vas, qué
necesitas, qué no necesitas, o sea, un montón de cosas que si tú vas
con una ONG eso te lo solucionan en un momento, o sea, ni te
preocupas de nada, pero que si vas por tu cuenta te lo tienes que
sacar tú todo. Entonces, empiezas, seguros médicos, nadie sabía
nada de seguros médicos, además a nivel internacional con unas
características muy concretas, porque: “yo cuando he estado es que
me lo ha organizado la ONG”, o sea, le dices a la gente que ha
estado te dice: “yo es que iba con el de la ONG con lo cual no sé.
Bien, entonces a averiguar. Mapfre no, bueno las más famosas,
Sanitas, no, no sé qué no, “nosotros no hacemos” o es muy cara.
Eso es uno. Luego intentar conseguir información de un poco
cómo funciona o qué papeleo necesitas o… de la embajada de
Paraguay que en Valencia no hay consulado, no hay oficinas, no
hay nada. Vas a la gente, Paraguay es súper desconocido… y la
verdad es que fue difícil, o sea estuve allí unos cuantos meses para
arriba y para abajo, además luego al final conseguí averiguarlo
todo, me dijeron: “Es que tampoco…”, o sea, Paraguay al no tener
firmado el convenio de La Haya para viajeros y no sé qué,
entonces tiene una forma especial. Vale, me tuve que ir a Madrid,
o sea, te tienes que ir a Madrid a la embajada, sacarte el informe
médico, los antecedentes penales, ¿qué más…? o sea, la célula de
que tú eres española, todo eso… con lo cual tienes que ir a un
montón de… bueno primero tienes que ir aquí, a todas las oficinas
de aquí, luego te tienes que ir a los ministerios en Madrid. En
Madrid tienes que tener los papeles y firmarlos todos en la
embajada, gastarte dinero, gastar tiempo, ves aquí, sellos, todo
cuños, todo sellos, todo monísimo, lo tengo guardado, pero creo
que lo voy a enmarcar, es monísimo, luego no me sirvió de nada.
Todo esto para que luego no te sirva de nada. El seguro médico al
final lo solventé porque conocía a una persona que está con
seguros, pero eso es muy complicado. Además al no tener
información de… porque la gente de allí tampoco sabía, y yo
tampoco sé qué necesitas… estuve con esto pues igual dos meses,
o sea, estamos hablando de eso, búscate un seguro médico,
vacúnate, haz los papeleos, averigua toda la información, te
puedes estar…a ver lo puedes solventar rápido, pero dos meses,
181
vete a Madrid. Claro porque el papel es, por ejemplo, el informe
médico, te lo sacas, tienes que ir al médico de cabecera, te hace un
informe, luego pasa por aquí por el colegio de médicos, tiene que
estar dos o tres días, luego te lo mandan a Madrid, en Madrid tiene
que estar una semana, luego vete, luego el Ministerio de Asuntos
Exteriores también… o sea, son papeleos que tienes que llevar “x”
tiempo, es lo que digo, todo esto…” (Rebeca: 60-108)
No cabe duda que además de las necesidades reales que puedan generar las
características de la misión, la personalidad y la costumbre que se tenga de
viajar determina en mucho el equipaje del cooperante:
“Yo tenía 6 días para prepararme para ir a Ruanda. Vivía con mi
novia, los dos antropólogos entonces ya sabíamos que… siempre
estás preparado, creo. Y viajamos mucho, entonces ya, como he
dicho, tenía seis días, tenía mi guitarra y mi mochila con ropa y ya
está, y mi diccionario de francés… y nada más. (Nos reímos) Pero
es suficiente, ¿eh? Hay muchos expatriados que van con
contenedores llenos de… la nevera y todo eso…” (Julián: 95-100)
Además de los aspectos más materiales, es importante una preparación
intelectual y psicológica. Es imprescindible revisar las expectativas que se
posean y someterlas al sentido común, ajustándolas al máximo a la realidad
esperable.
El cooperante, especialmente en las primeras misiones, genera una serie de
expectativas sobre su trabajo y su vida en terreno que pueden determinar en
cierto sentido el futuro laboral del propio expatriado:
“Aunque yo conozco muchos que se deshumanizan totalmente y
vuelven aquí súper desencantados, ya no quieren saber nada de ese
país, ni de la gente, ni de la cooperación, ni de las ONGs, de nada.
Y yo creo que es porque van mal preparados, van con nociones
equivocadas, entonces claro, se esperan pues, no sé, “pufff” se
esperan muchas cosas que luego, pues no es así… y el desencanto
es tan grande y luego llegas aquí y de repente eres un don nadie
182
cuando allí has sido lo más grande que había, pues nada…”
(Daniel: 1114:1118)
En no pocas ocasiones, el cooperante busca encontrar en el país que le acoge
una especie de lugar idílico, un paraíso donde él encaja a la perfección. Un
nuevo hogar en el que su presencia es bienvenida y donde su vida, a través
de la labor que realiza, cobra sentido:
“No sé, yo creo que hay un momento que sí que hay alguna
cultura, algún país que por alguna razón te ejerce atracción… que
eso es peligroso porque que te vayas a un sitio por el país y no por
el trabajo que vas a hacer… eso es súper peligroso, pero sí que
pasa. Sí pasa, la gente dice, por ejemplo, Senegal. Senegal es uno
de esto países, yo siempre he querido ir a Senegal ¿por qué? No lo
sé… yo he visto entrevistas de la experiencia personal de esa
persona, su curriculum vitae no tiene que ver con Senegal, pero yo
creo que en mucha gente sí que se produce, sobre todo a final de
carrera, cuando tienes una incertidumbre muy grande… un sitio
que lo tienen como el paraíso perdido, es decir, este sitio es genial.
Quieren ir porque piensan que allí van a desarrollar todo lo que no
han desarrollado en el sitio donde están, pero es un ideario…”
(Toni: 1108-1123)
El entusiasmo y las ganas de cambiar el mundo son algunas de las
emociones más características en las primeras misiones. El cooperante tiene
un millón de ideas que quiere poner en marcha en cuanto llegue a terreno.
En ocasiones, este frenesí choca de frente con las expectativas que los
propios beneficiarios y el personal local tienen acerca de la labor que en
realidad va a llevar a cabo el expatriado:
“Así que, que nada, entonces claro, pues empiezas con la idea esa
fantástica y maravillosa de que esto va a ser increíble, vas a llegar
allí y aquello va a ser fantástico, la gente va a estar contentísima, y
todo el mundo… y claro esa es tu historia, y luego pues llegas allí
y claro, tú llegas a un país, eres de fuera, llegas allí intentándoles
montar lo que tú quieres montar que a lo mejor no es lo que ellos
quieren y claro, pero aun así, la primera experiencia fue muy
positiva y yo estaba muy contenta y… y entonces pues decidí
seguir” (Maruja: 29-35)
183
Efectivamente es muy frecuente que el cooperante llegue a terreno creyendo
que conoce y sabe qué es exactamente lo que la población beneficiaria
necesita y cómo conseguirlo. La experiencia, según cuentan nuestros
informantes en sus relatos, demuestra lo contrario:
“Entonces, mi visión iba cambiando continuamente porque bueno,
se iba enriqueciendo desde lo que tú en un principio te puedes
pensar, que bueno que no debería ser así, pero sí que es verdad que
hay cierto prejuicios que no te puedes quitar al principio, en el
sentido de que lo que tú crees que les puede hacer falta a ellos, que
luego podemos hablar de cómo tiene que ser la identificación,
participativa. Pero cuesta mucho quitarte esa máscara y trabajar
sobre el plano participativo sin tú involucrarte de una forma de
decir, “ya, pero es que yo creo”, el “yo creo” ese siempre está ahí.”
(Daniel: 117-122)
Maruja en su relato también hace referencia a esa actitud en cierta medida
reminiscente del etnocentrismo paternalista (Briales, 2011: 248) con la que
los cooperantes llegan a terreno:
“Tú llegas allí nueva y no sabes que la gente que está allí lleva
haciendo ese trabajo un montón de tiempo, no eres consciente,
¿no? de todo el proceso por el que han pasado ellos, todos los
cambios que han vivido y que realmente son ellos los que saben
cómo está la historia, tú vienes de fuera y a veces pecamos un
poco… hay de todo, ¿no? pero a veces somos un poco prepotentes,
en plan de venimos y nos pensamos que porque hemos estudiado
en Europa y no sé qué” (Maruja: 229-234)
El discurso oficial de la cooperación humanitaria y de desarrollo es el de
que el Norte, mediante su intervención, puede salvar vidas y brindar una
mano que conduzca hacia la modernidad a aquellos pueblos del Sur que, por
lo que se ha podido ver hasta el momento, no han sido capaces, o las
circunstancias han impedido que puedan lograrlo. Pese a que este discurso
184
tiene matices y es más o menos intenso según el tipo de actor de la
cooperación, esto es, agencia gubernamental u ONG, el cooperante, como
ciudadano del Norte, lo tiene profundamente arraigado, aún pese a que él
mismo crea que no es así:
“La cooperación es un trabajo más, que se empieza como si fueras
el salvador como si fueras aquí a salvar al mundo, a los niños, pero
luego te das cuenta que es una profesión más y que son ellos los
que te salvan a ti…” (Lucía: 53-55)
El tema de las perspectivas nos permite asomarnos a la discusión acerca de
los dilemas que vertebran la vida del cooperante. En principio, el
profesional de la cooperación debe confiar y creer que su trabajo sirve para
lo que se supone que sirve. Y como es lógico, esa es una de las expectativas
que lleva cuando sale a terreno:
“Porque claro tú piensas que la cooperación sirve para lo que los
programas dicen y eso realmente a nivel de cooperante no es
verdad, que la cooperación en teoría tiene que equilibrar un
montón de cosas y tal, pero cuando tú vives directamente en esos
países, piensas, aquí… claro un cambio a nivel de cooperación se
ve muy lentamente” (Toni: 178-181)
Algunas de esta falsas expectativas se podrían evitar si existiera una buena
preparación para salir a terreno como una fase bien establecida y acotada
dentro del itinerario formativo del cooperante:
“Yo creo que mucha de la crítica que tienen los cooperantes hacia
la cooperación tiene que ver con el no querer aceptar que esa es la
realidad, no tanto que la cooperación no funciona, y todo el rollo
que se montan siempre los cooperantes de que todo es un
fracaso… No, la cooperación lo que pasa es que tenemos me
parece que un 5% de los recursos que tienen todas las
multinacionales del mundo, entonces ¿qué quieres que hagamos
con esto? Si las empresas a nivel mundial no pueden controlar el
planeta, que lo intentan y tal… nosotros seguro que no, somos
súper pequeños, hasta los más grandes son pequeños, y entonces
claro, si no eres consciente de esto te puede dar un ataque… pero
yo creo que se produce ese momento de que no te das cuenta
durante un tiempo, porque tampoco nadie te lo explica, yo el
185
módulo que doy de qué hace el cooperante que son dos máster de
cooperación (2:04:09), se pasan dos años viendo marco lógico…
tal, lo que sea… y cuando les planteas cómo se van a mover en el
sitio se quedan como mirando de “pues esto no lo había
pensado…” (se ríe) o cuando les planteas eso, que mucho de tu
trabajo de cooperación seguramente a lo mejor va a ser
planificación… pueden volverse locos” (Toni: 1533-1555)
Algunas de las organizaciones tienen institucionalizados los “briefings”.
Estos cursos o reuniones informativas son de asistencia obligatoria e
informan al profesional sobre las características del trabajo que van a
desarrollar, las condiciones a las que van a estar sometidos en el país que les
acoge, etc. Pretenden ser sesiones que sirvan de preparación para la acción
ante las situaciones y circunstancias en el transcurso de las posibles
actividades que tendrán que realizar los cooperantes:
“Antes de irte nos dan un curso de formación de dos semanas, la
primera semana es común para todo el mundo. Explican cómo
funciona la ONG, cómo es la vida en terreno, para prepararte, ¿no?
para el choque cultural, social, lejos de la familia y tal, un poco
intentar preparar a la gente. Advierten sobre lo que no se puede
hacer, porque las cosas se hacen así y/o asá, que aprendas cómo
funciona la organización, y cómo vas a vivir el tiempo que estés
allí, y luego otra semana que es formación específica para el
trabajo que tú ibas a hacer. La verdad es que a mí, el curso me
parece que está muy bien. Te preparan muy bien para lo que te va a
venir, ¿no? que no llegues allí y de repente sea como “¡Dios mío!”
Te explican muy bien la organización, te explican muy bien los
problemas qué puedes tener, las sensaciones que puedes tener, a
quién puedes recurrir. A mí ese curso me parece que está muy bien
montado, desde el punto de vista de preparar a la gente para lo
que…” (Maruja: 179-196)
Jesús explica que para él esta formación previa es fundamental y le ha
ayudado a no generar expectativas equivocadas, por ejemplo, en lo referente
a las condiciones de vida en terreno:
“Es que estamos… yo creo que lo mejor que tiene CRE es la
formación que nos dan. Y con eso, sabemos a dónde vamos, nadie
186
nos está engañando ni nos está mintiendo, yo sé que no voy a un
hotel de tres estrellas cuando me voy a Chile o me voy a… y sé
dónde voy a ir y sé lo que voy a sufrir, por lo tanto, no me voy a
quejar de nada” (Jesús: 753-757)
En algunos casos, estos cursos presentan una fórmula con la que los
asistentes pueden experimentar el estilo de convivencia que desarrollarán en
terreno con otros expatriados que compartan misión con ellos:
“Antes de salir Médicos Sin Fronteras nos hace un cursillo de
semana y media que explica un poco pues cuál es la misión de la
organización, con sus normas, su forma de actuar, y bueno un poco
cómo funciona, ¿no? para conocerla un poco, y ese curso además
es en inglés, hay gente de varios países y bueno, está bien. Lo
hacen un poco para que la gente vea que vas a estar viviendo con
gente de otros sitios y tienes que adaptarte a vivir con otra gente”
(Lola: 30-37)
Además de los cursos de carácter más institucionalizado, algunas ONG
organizan reuniones de traspaso. En estas sesiones se encuentran los
expatriados que ya han retornado del terreno y aquellos que están a punto de
marchar. Intercambian impresiones, datos, instrucciones, etc. Es lo que Toni
explica a continuación con respecto a una de las misiones que su ONG
realiza en Haití:
“Nosotros, la parte de fotos sirve para exposición pero también
sirve para enseñar lo que hay, la parte de video también, luego
tenemos los informes técnicos de lo que se habla, pero luego
siempre hay una reunión de traspaso, de cómo se vive en Puerto
Príncipe, qué hay ahí, ¿no? a nivel del día a día, de “puedes llegar
a tal sitio, a la 6 se va a ir la luz y eso es un desastre”… ese tipo de
cosas son súper importante…” (Toni: 1487-1493)
Cuando hablamos de desarrollo, la preparación primordial se centra en
conocer profundamente el proyecto que hay que desarrollar:
187
“Al final la cosa es el proyecto. ¿Por qué voy a Argelia?, a hacer
un proyecto, ¿qué proyecto? eso es lo que tengo que estudiar. Es
un proyecto que te tienes que estudiar lo que se va a hacer, lo que
se quiere, lo que se quiere comprar, con quién se va a trabajar y
luego ya te preparas como un viaje normal, vaya. Como el que se
va a vivir cuatro meses a París o lo que sea.
I: ¿Lees sobre la cultura…?
J: Sí, sí. Eso de manera personal, sí claro, siempre buscas, siempre
lees, siempre te caen libros en las manos que…” (Juan: 556-563)
Algunos cooperantes intentan realizar una inmersión previa en la cultura del
país que les acogerá durante unos meses. Lectura de libros sobre la historia,
crónicas, visionado de películas, quedar con otros expatriados que hayan
estado allí antes, son algunas de las acciones que acometen con la pretensión
de estar “preparados” para el inevitable choque cultural:
“Con el poco tiempo que tuve, que fue un mes, pero en ese mes sí
que me leí bastantes cosillas. Me empapé sobre bueno, me leí
muchos libros sobre la historia de Marruecos, la historia de España
allí y luego no he parado hasta ahora, de hecho tengo una
biblioteca sobre España en el Riff que es brutal. De hecho, cada
persona que venía allí de prácticas yo le decía la bibliografía básica.
Le daba cuatro o cinco libros y le decía, de éste, capítulo cuatro, de
éste tal, de éste página tal y tal de tal y tal, que era lo básico que
uno tenía que conocer cuando iba, de hecho con eso preparamos
para los campos de trabajo que hacíamos allí, un dossier que no sé
por dónde estará, con bueno, textos de libros, para que conocieran
un poco la cultura de, no de Marruecos, sino del Riff y sobre todo
la historia que había tenido España en el Riff que eso nadie lo sabe,
porque es que no lo damos en ningún sitio, ni historia, es un país
totalmente desconocido con toda la implicación que ha tenido
España allí, claro, yo eso lo descubrí en un mes antes de irme,
empecé a descubrirlo y allí ya dije: “joder, ¿cómo puede ser que
esto haya pasado hace ochenta años y aquí no tenemos ni idea de
nada?”, todavía hoy eso se vive allí, es que hay peñones allí
ocupados por militares españoles allí, que nada que están ahí y los
ves ahí al lado...cuando llegas allí, joder, es que allí murieron hace
70 años 15.000 españoles a parte de los que murieron aquí, que no
sé, que al menos tendría que haber una referencia en los libros de
historia, es que ni aparecen…” (Daniel: 438-459)
188
Otros cooperantes, sin embargo, consideran que no sirve de mucho estos
ejercicios previos de intento de conocer la cultura del país de acogida o
sobre las condiciones de vida allí. Argumentan su postura señalando que lo
normal es que la experiencia personal siempre supere cualquier otra forma
de contacto con la realidad social y cultural:
“Lo mejor es dejarse llevar… quiero decir, ir con la mentalidad lo
suficientemente predispuesta a que no sé lo que me voy a encontrar
y pues lo que me encuentre me he encontrado. E irlo gestionando
un poco sobre la marcha, porque también si vas con un plan
preconcebido, aunque sea muy desestructurado pero a lo mejor va
y resulta que tu plan no tiene nada que ver con la realidad que te
encuentras, con lo cual, tampoco te sirve de mucho estar dándole
vueltas al coco mucho tiempo antes de… pues: “no va a haber luz,
no va a haber agua…” pues tú qué sabes, a lo mejor sí… Entonces
lo mejor es que llegues con la suficiente apertura mental y la
suficiente capacidad de adaptación como para que bueno, pues, lo
que te vaya surgiendo en el terreno te los vayas, lo vayas
gestionando.” (Mario II: 131-141)
Las diferencias culturales pueden ser tan profundas y drásticas que nada, ni
siquiera una preparación a conciencia, las puede paliar. Ximo cuenta en su
relato que a veces, las prácticas “médicas” o de salud en general que se
llevan a cabo en las poblaciones con las que él trabaja, pueden llegar a ser
muy frustrantes. En algunas ocasiones ha tenido que contemplar con horror
cómo algunos remedios del curandero local han quitado la vida a niños que
él mismo tenía en tratamiento. Ximo explica que para ese tipo de situaciones
no hay preparación posible:
“Nadie te preparar para manejar eso, ni en la facultad de medicina,
ni en la organización, ni nadie, ni en los másteres, que yo he hecho
un máster de medicina tropical, tampoco, ni te lo nombran, MSF
imparte cursos internacionales, de muchas cosas, hasta te preparara
parar secuestros, curso de minas antipersona… pero esto nadie te
prepara para eso. Ese tipo de frustraciones nadie te prepara para
ellas de cómo manejarlo ni, ni, ni… atraviesas un poco las fases
estas de reacción frente al duelo, la integración, ira, negociación,
todas, todas las atraviesas y al final pues no te queda más que
aceptarlo pero sí, respondiendo a la pregunta. Nadie te prepara, lo
que haces es… mecanismos tuyos de defensa adaptativos y más o
189
menos y a mí en mi caso particular, a mí con el paso del tiempo me
van fallando y son cosas que llevo mal, y te ves que al final como
que no toleras,” (Ximo: 170-251)
190
EN EL TERRENO
“You will never be completely at home again, because part of your heart will always
be elsewhere. That is the price you pay for the richness of loving and knowing people
in more than one place.”
Girlgi.com
¿Cómo es la vida del cooperante en terreno?
Para responder a esta pregunta debemos enumerar en primer lugar una serie
de variables que determinarán las características de la vida en el terreno del
cooperante expatriado.
Partiendo de los relatos recogidos proponemos establecer ocho variables
distintas que serían el “tipo y objetivo de la misión”, “duración de la
expatriación”, “región donde se desarrolla su labor”, “destino al que es
enviado”, “tipo de vivienda en la que reside”, “medidas de seguridad”, “vida
social” y “grado de cambio de estatus”.
Estas variables combinadas entre sí dan como resultado distintas categorías
de análisis de las diversas formas de vida de los cooperantes cuando están
expatriados. En algunas de ellas ocasionalmente se puede establecer una
relación causal, por ejemplo entre la variable “tipo y objetivo de la misión”
y la variable “tipo de vivienda”, en otros casos la relación causal no es tan
clara sino que intervienen otros factores de carácter más circunstancial, por
ejemplo la relación que se establece entre la variable “tipo de vivienda” y la
variable “vida social”.
Es importante subrayar que las categorías analíticas que se obtienen de la
combinación de las diversas variables que a continuación vamos a exponer,
no se corresponden con los distintos informantes que han participado en
nuestra investigación, no existe una equivalencia directa ni exclusiva y
tampoco se pretenden agotar de manera exhaustiva todos los perfiles
191
posibles. Nuestra propuesta pretende ser una herramienta de análisis para
comprender mejor qué elementos son esenciales en la vida en terreno del
expatriado. Dentro del grupo de nuestros informantes, más de uno ha estado
a lo largo de su carrera profesional identificado en mayor o menor medida
con más de una categoría.
Gráfico 2. Variables características de la vida en terreno
TIPO Y OBJETIVO DE LA MISIÓN O PROYECTO
La primera variable que queremos señalar es la que establece el tipo y
objetivo de la misión o proyecto. Sin duda, el carácter de la cooperación
que vaya a realizar condicionará en gran medida el estilo de vida que pueda
tener en terreno el cooperante. Por supuesto, esta variable está plenamente
determinada a su vez por la organización o entidad que promueva el
proyecto. Como ya hemos expuesto más arriba no es lo mismo que el
192
cooperante vaya en misión humanitaria que lo haga para gestionar un
proyecto de desarrollo. Tampoco hay que olvidar que, dentro de la
cooperación humanitaria, existen acciones de carácter emergencista que
imprimen un modus operandi muy distinto del resto de intervenciones:
“La convivencia es muy diferente en un contexto de emergencia
pura y dura a un proyecto de desarrollo a largo plazo donde el
ambiente es más…, te permite más… pues eso, todo es más
flexible, puedes salir más, moverte más, relacionarte más y todo
más. Yo tengo más experiencia en lo otro, ¿no? contextos más
problemáticos, con problemas de seguridad, donde todo es difícil”
(Ximo: 22-26)
DURACIÓN DE LA ESTANCIA
Otra de las variables determinantes es la duración de su estancia, esto es, el
tiempo que están expatriado para llevar a cabo su labor. En el caso de
nuestro grupo de informantes, Cesar (45), por ejemplo, cuenta que sus
estancias normalmente no suelen superar el mes puesto que es especialista
en emergencias y ese es el tiempo máximo de misión que le permite la
organización con la que trabaja; otros nos explican cómo han vivido los
meses que han estado cooperando, es el caso de Lucía (41) cuando nos
habla de su trabajo en una postemergencia en Haití; Maruja (261) o Lola
(85) en sus relatos cuentan que suelen estar alrededor de un año cada vez
que participan en un proyecto humanitario, y por último, están los relatos de
Daniel (63) o Mercedes (564) entre otros, que explican sus estancias de
varios años trabajando expatriados.
La variable del tiempo de estancia posee sin duda una relación causal no
exclusiva con la variable “vida social”. El estilo e intensidad de la vida
social28
que puede llegar a establecer el cooperante que acude a una misión
28
En las siguientes páginas explicaremos los múltiples contextos en los que los cooperantes
pueden desarrollar su vida social: grupo de expatriados, personal local, población
beneficiaria.
193
corta (de uno a tres meses) será bastante diferente de aquel que se establece
durante varios años (desde dos años en adelante) en un mismo país. (Coles y
Fechter, 2011)
En este sentido, Daniel (579-588) explica que se siente más capaz de
establecer relaciones sociales con la población beneficiaria cuando se trata
de periodos más o menos cortos de estancia. Pero si, como es su caso,
requiere estar cuatro años en terreno, él considera imprescindible crear una
red de amigos con características sociales, culturales y personales más
afines a él.
Por otro lado Mercedes explica que en periodos cortos, lo habitual es que la
vida social se reduzca al círculo de compañeros expatriados que comparten
contigo el lugar y el proyecto:
“A veces en MSF somos bastante endogámicos. Supongo que tiene
que ver con el hecho de que vas por poco tiempo. Con lo cual si
vas por poco tiempo, ¿para qué? O sea, ¿para qué voy a hacer el
esfuerzo de conocer gente de fuera que…? A ver otra cosas es que
a lo mejor conozcas a alguien y te pongas a hablar y de ahí salga
algo, ¿no? pero en principio no es algo que vas a hacer porque…”
(305-312)
Aunque ambos testimonios puedan parecer contradictorios, en realidad no lo
son. Lo que quieren decir, y esto lo expondremos de forma más desarrollada
cuando lleguemos a la variable “vida social”, es que, independientemente
del tiempo que dure la expatriación del cooperante, éste siempre tenderá a
desarrollar su vida social con personas afines a él. Hay veces que la
duración es tan corta que no da tiempo a conocer a nadie más que a los
propios compañeros de trabajo, tanto expatriados como staff local. Esta es
la idea a la que hace alusión Mercedes. Por otro lado, el cooperante que está
mucho tiempo en un mismo destino, siguiendo esa máxima de buscar
relaciones con personas afines, prescindirá de vincularse a la población
194
beneficiaria siempre que ésta sea bastante distante en cuanto a cultura y
cosmovisión. Este es el caso de Daniel, él percibe que tiene la posibilidad de
construir una red de relaciones más en sintonía consigo mismo debido a que
dispone de tiempo (está expatriado cuatro años) y vive en el espacio
apropiado para ello (una pequeña ciudad).
Teniendo en cuenta que el tiempo que dura la expatriación está
intrínsecamente vinculado además al tipo de misión que desarrolla el
cooperante, podemos intuir que existe una fórmula interpretativa que nos da
alguna pista más sobre las características de la vida en terreno. Daniel, en su
relato, refleja muy bien la idiosincrasia de la suma de las tres variables:
“Sí que es verdad que después de tres años tú eres uno más de allí
y muchos de los prejuicios que tú vas teniendo y muchas de las
cosas que también te van contando, a lo mejor cooperantes que hay
por allí es imposible que hagamos… cultura muy individualista,
luego tú vas desgranando y te vas dando cuenta que no, que existen
herramientas y hay mecanismos, que ellos tienen también una
historia colectiva de trabajo comunitario, entonces todo eso lo vas
escarbando y lo vas sacando, entonces, un cooperante que lleva
tres años pues eso lo puede hacer, pero un cooperante que va un
año y se vuelve pues para mí, si es un trabajo técnico, pues bien, si
vas a montar o a construir una cosa, perfecto, pero si trabajas con
otro enfoque más dirigido a procesos a largo plazo, pues necesitas
equipos estables, y gente que conozca el terreno pero una persona
que va y vuelve es un técnico que va a hacer un trabajo puntual y
ya está.” (Daniel: 122-132)
Toni coincide con Daniel en señalar que el tiempo de la estancia es decisivo
a la hora de favorecer oportunidades de conocimiento recíproco entre el
cooperante y la población beneficiaria. De este modo parece que cuando se
trata de proyectos que buscan contribuir en los procesos de cambio y
transformación de la realidad abanderados por la comunidad local, lo más
apropiado es que el cooperante pueda estar un período de tiempo más o
menos largo, que le permita conocer bien las características sociales y
195
culturales del contexto en el que trabaja, ser conocido por los locales y
conectar de esta forma con la población:
“yo estuve un año y entonces ahí ves tú una evolución diferente en
ti y en los otros, hay un momento en que tú, yo tenía ya muchos
amigos paceños de las universidades de tal de cual y ya te
movías… sí que eras extranjero pero eras residente, entonces la
gente te ve diferente” (Toni: 269-272)
REGIÓN DONDE COOPERA
En tercer lugar hemos querido remarcar la importancia que posee la región
en la que se lleva a cabo la intervención como tercera variable de nuestro
análisis:
“Cada misión es totalmente diferente… hay misiones más políticas
y misiones más… depende el nivel en el que estés, depende el país
en el que te encuentres… a lo mejor es más de fortalecimiento
institucional, trabajar con una sociedad nacional para fortalecerles
como organización para que ellos luego puedan trabajar… y a lo
mejor hay mucho ahí contacto con las autoridades civiles… En
cambio si es un proyecto en el pueblecito “Macamundu” de agua,
de hacer pozos, pues es un proyecto bien clarito y específico… es
que no hay ninguna misión igual, no hay ningún país igual y sobre
todo hay que ser muy flexible, muy flexible para adaptarte a la
situación que te vas” (César: 381-390)
A lo largo de sus relatos, nuestros cooperantes han ido señalando las
notables diferencias que encuentran en la forma de hacer cooperación según
el país en el que se lleve a cabo su labor. Sin entrar en detalle de la
idiosincrasia de cada país, sí podemos atender a las diferencias que ellos
mismos han remarcado confrontando la cooperación en América Latina y en
África.
Uno de los aspectos que más se señalan en los relatos es que los objetivos de
cooperación cambian para cada uno de esos dos continentes. Pedro lo
expresa de la siguiente forma:
196
“Yo sé que África es diferente. La cooperación no es del mismo
tipo, quiero decir que en la cooperación en América Latina puede
haber proyectos muy similares pero allí hay gente formada, y ya
estás hablando de derechos humanos, derechos de las mujeres, etc.
En cambio en África igual estás hablando de seguridad alimentaria,
sanidad básica, habitabilidad básica. Quiero decir, que son
proyectos que podrías hacer en América Latina pero ya no tienen
tanto sentido ¿no? En un proyecto de habitabilidad básica les estás
diciendo que tienen que contratar el agua, que no se debe ir a cagar
en mitad de la duna, que deben tener wáter, que se deben tratar las
aguas, que se debe limpiar, que no se debe tirar basura en la calle,
que se tienen que organizar para recoger la basura…” (Pedro: 357-
367)
Curiosamente, tal y como aparece explicado en la web de la AECID, las
actuaciones de Ayuda Humanitaria están ligadas al principio de necesidad
por lo que no se pueden circunscribir a un área geográfica en particular:
El criterio geográfico vigente en el ámbito de desarrollo no es
aplicable por tanto a la asignación de los recursos de la Acción
Humanitaria. Los criterios que deben primar, tal como se define en
la Estrategia de Acción Humanitaria de la Cooperación Española,
son ante todo la evaluación de necesidades y la gravedad de la
crisis29
.
Ahora bien, si repasamos los datos que dicho organismo facilita en su web,
podemos confirmar que a lo largo de 2011, la gran mayoría de las
actuaciones acometidas en Ayuda Humanitaria se han llevado a cabo en el
continente africano30
, lo que confirma la pertinencia de la reflexión de Pedro
antes citada y explica la opinión de Ximo que anotamos a continuación:
29
http://www.aecid.es/es/que-hacemos/accion/que-hacemos/Marco-geografico-actuacion/.
Consultado el 13 de junio de 2013 30 Etiopia, Sudan, Somalia, Libia, RDC, Kenia, Haití, Chad, Yemen, Zimbabwe, Territorios
Palestinos y Níger.
197
“Tienen que estar cubiertas sus necesidades básicas para poder
dedicarse a niveles más altos de solidaridad, etc., hacia los demás,
y en África subsahariana, el que más tiene, tiene una bicicleta o un
burro, ¿vale? Entonces, dile tú a un africano que no, que tiene que
trabajar para los demás… este es un comentario que quería hacer
por lo que soy tan crítico con los programas de desarrollo en
África Subsahariana, sí que los veo más implementables en
Hispanoamérica y en Centroamérica…” (Ximo: 505-512)
Por lo que parece, la primera gran diferencia que señala nuestro grupo de
cooperantes es la del tipo de cooperación que se hace en un continente y en
otro. Parece que es más habitual salir de misión para África en un proyecto
de ayuda humanitaria y para América en un proyecto de desarrollo, siempre
que en este último continente no haya ocurrido alguna catástrofe natural. Sin
embargo, estas conclusiones son demasiado simplistas. Debemos por lo
tanto ahondar más en las características diferenciadoras que nuestro grupo
de cooperantes quiere remarcar, porque el lugar donde se coopera
condiciona en gran medida la vida en terreno e incluso puede llegar a ser
determinante a la hora de aceptar o no una misión.
Toni, que se define a sí mismo como trabajador humanitario, explica que
lleva varios años intentando que la ONG para la que trabaja pueda iniciar un
programa de intervención en algún país de África Occidental, pero no lo
consigue. Él lo explica de la siguiente manera:
“Nunca hemos cooperado en África. Eso es una cosa que tenemos
pendiente en plan estratégico, intentamos empezar en Senegal,
mandamos un cooperante para diagnóstico en terreno y no
conseguimos absolutamente nada… Es muy, muy difícil trabajar
con ellos, muy difícil y más como queremos trabajar nosotros, es
decir que haya alguien de allí que se implique en un programa. No
lo conseguimos, porque tienen un pensamiento muy vertical,
entonces como nosotros trabajamos muy horizontal empezamos a
dar vueltas, ellos están esperando que les digamos lo que tienen
que hacer y nosotros no se lo decimos y así seguimos, llevamos
tres años así… En África Occidental no hay forma… si quieres
trabajar así, si quieres trabajar vertical no pasa nada, tú coges,
haces tu programa, les dices lo que vas a hacer, les dices cuál es su
198
función y eso va a funcionar, pero claro, la implicación en ese
proyecto no está, luego eso se diluye… si vas a Senegal verás
ONGs, millones de ONGs, pero… que están totalmente
enganchados con la dependencia del Norte y que si eso se suelta, la
gente va a buscar otra ONG de esas para trabajar” (Toni: 793-823)
Reflexiones como la de Toni merecen una profunda revisión de cómo se
está ejecutando la cooperación internacional, y sobre todo, cómo la están
percibiendo sus beneficiarios.
Lo que sí queremos subrayar, para seguir con el análisis de los relatos de los
informantes cooperantes que han colaborado con nuestra investigación, es
que no cabe duda que este colectivo tiene una idea bastante uniforme del
estilo de cooperación que se acomete en cada zona señalada. Dadas las
características de nuestros grupo, han aparecido a lo largo de las
conversaciones registradas varios sectores geográficos a los que se les
atribuyen características concretas, dichos sectores son, a grandes rasgos,
Latinoamérica, Magreb, África Subsahariana y Asia.
Sin duda, cada cooperante, según sus rasgos de personalidad, sus
posibilidades y sus preferencias, optará y se enfrentará a la cooperación en
cada uno de dichos sectores, de forma particular.
Ximo prefiere cooperar en África (subsahariana). Sus razones son nítidas:
“Yo desde que trabajé en África ya rechacé para siempre más
volver a Hispanoamérica a trabajar, y no es porque estén cerca los
australopithecus afarensi… no, es porque entiendo que la
necesidad es más evidente.” (Ximo II: 489-491)
Mario también prefiere África. Es cuestión de cómo percibe él la situación
social en ambos continentes:
“Yo creo que África es especial. Es que no tiene nada que ver,
bueno yo me he movido más por Centroamérica por trabajo y sin
199
trabajo… y es que no es igual. Yo por ejemplo no me siento
cómodo, fíjate, normalmente a los otros cooperantes les encanta
irse a Latinoamérica… yo personalmente, a mi Latinoamérica no
me gusta, me parece que son sociedades muy violentas… la
violencia ha campado a sus anchas… eh… es híper… fíjate que
esto pueda sonar incluso raro, pero yo las he percibido mucho más
radicalizadas religiosamente que los países del África
subsahariana” (Mario: 602-608)
DESTINO: CAPITAL O TERRENO
Sea como sea, el lugar influye en el estilo de cooperación y también en las
condiciones de vida de los cooperantes. De esta manera llegamos a la cuarta
variable que hemos denominado “destino”. Con este término pretendemos
tener en cuenta la gran diferencia que existe entre la vida del cooperante que
habita en la ciudad y aquellos que tienen su residencia en un ámbito no
urbano.
En algunos casos, el cooperante tiene la posibilidad de escoger la ubicación
de su residencia según sus preferencias:
“Yo vivía en la ciudad, yo decidí vivir en la ciudad, en Alhucemas
que está en la costa. Nosotros trabajamos en tres zonas, en tres
comunas que estaban más o menos…la más lejos yo la tenía a una
hora y las otras a 45 minutos. En algunos momentos viví en Beni
Hadifa pero el resto yo decidí que quería vivir en la ciudad, una
ciudad costera, tal, pues lo decidí por calidad de vida y luego
también por proximidad con las instituciones, las contrapartes
estaban aquí también. No me importaba tener que trasladarme
habitualmente a las comunas. Consideré que no hacía falta que yo
viviera con los beneficiarios, y que… hombre… ufff…los cuatro
años pues a mí en las comunas se me hubieran hecho un poco
pesados, porque yo estaba solo y al final no es tan fácil el tema de
la integración. Haces amigos y tal pero, pero bueno, allí
evidentemente hay un choque cultural y yo qué sé, yo no me
apetecía poner un esfuerzo por mi parte por integrarme en el
sentido de… que sí que yo un mes o dos puedo estar allí y me
empapo de su cultura y tal pero ya con la edad que tenía, yo sabía
que iba a volver yo no quería ponerme a vivir como ellos con la
chilaba, ir a la mezquita, no beber alcohol, no salir pues a ciertas
horas… no me apetecía, tampoco mi trabajo me lo exigía, que
tuviera que hacer esa integración ahí…” (Daniel: 567-590)
200
Según el relato de Daniel, se intuye que la vida en contexto urbano permite
al cooperante mantener cierta “distancia” con la población beneficiaria. En
el grupo de cooperantes con los que hemos trabajado, esta premisa se
cumple en todos los casos. Juan expone esta idea con las siguientes
palabras:
“Mi postura es estar al pie del proyecto, que es la gracia, ¿no? De
estar con la gente que seas una persona más local, aunque siempre
eres el de fuera que trae un poquito el dinero, pero no es lo mismo
estar viviendo el día a día y enterarte de los problemas de por qué
sí, de por qué no, que tu estés en la capital, visitas el proyecto cada
cuatro meses como si estuvieses en España y que te cuenten lo que
te quieran contar…” (Juan: 78-83)
El binomio que ellos emplean es el de capital/terreno. Es decir, un
cooperante puede vivir en “capital” o en “terreno” que incluye desde un
campamento de refugiados hasta un pequeño pueblito o comuna pasando
por un barrio de exclusión o una ciudad pequeña. En este caso, el concepto
“terreno” se refiere a todos aquellos destinos que no son la “capital”. Las
diferencias entre ambos puestos son bastante significativas.
“Lo difícil en mi caso era vivir y trabajar en un barrio de exclusión
de América Latina, porque trabajabas en la comunidad y eso era
mucho más duro y vivíamos allí y eso es bastante duro cuando
llegas… Normalmente casi nadie manda un cooperante solo a vivir
en comunidad porque es complicado… de no tener a nadie de
apoyo, porque además tú llevas tu propio ritmo y hasta que te
acostumbras a la comunidad… o sea por ejemplo, pasar una
semana en la comunidad sin salir es súper duro para alguien que es
occidental porque allí no hay cines (se ríe), no hay nada… la
comunidad es el barrio, calles sin medio hacer y todo esto,
entonces tú no tienes una red social muy grande, y , ¿qué haces?, o
sea, estás toda la semana trabajando con los chavales y el domingo
te quedas en casa encerrado, o sea… no… hasta que empiezas a
generar redes es… se tarda. Eso es un trabajo duro. Yo creo que
trabajar por ejemplo en área rural o en barrio de exclusión viviendo
dentro es más duro que vivir con tu propio equipo, porque tu
propio… porque por ejemplo ahora en Haití, las casas de las
organizaciones grandes, ellos tienen sus casas de cooperante,
201
entonces ahí ya están estructurados para responder a las
necesidades de alguien occidental pero si te metes a trabajar en un
espacio de desplazados, dentro del campo de desplazados ahí estás
fastidiado…” (Toni: 112-126)
Esta dureza de la vida “en terreno” frente a la vida “en capital” intenta ser
amortiguada mediante acciones estratégicas que las ONG tienen integradas
en la estructura organizativa:
“Being one of a handful, or the only foreigner in a rural context is
a reality for many volunteers, and tends to be a difficult
experience. Life in a “fish bowl” means the individual is at the
centre of village gossip, speculation, and curiosity. It leads to many
feelings of vulnerability, which are diminished through intense and
often frantic social activities with other expat volunteers, as well as
activities that take them outside their village worlds, including
official trainings, visits to other volunteer sites, over-working on
development projects, and the infamous fraternity-like parties that
Peace Corps volunteers are renowned for.” (Verma, 2011b: 178)
Efectivamente, los expatriados que viven en terreno visitan la capital de
forma periódica, y realizan descansos obligatorios a lo largo de su estancia:
“Es un no parar, no paran, no paran, de hecho, un trabajo que se
tiene que hacer y que muchas entidades hacen es obligar a los
cooperantes a parar, sacarlos fuera… sobre todo a los de
humanitaria, o sea, cuando llevan tres meses, decir, os vais a ir,
estáis en Tailandia, os vais a Bombay, estáis una semana, y luego
venís, y no quieren, claro, nadie quiere irse, pero da igual, tú lo
sacas a la fuerza, porque llega un momento que no, que el día a día
se te va comiendo tanto que la gente empieza a perder la
perspectiva…” (Toni: 1005-1011)
Llama la atención que estas pausas obligatorias sean en la mayoría de veces
rechazadas o mal acogidas por parte de los cooperantes:
“Yo durante mucho tiempo he rechazado los descansos que nos
obligan a hacer. Hay misiones en las que es obligatorio, yo cuando
he asumido labores de coordinación he obligado al expatriado a
irse de “weekend” y me han tocado las narices cuando me han
obligado a mí a irme. Pero siempre que he podido he rechazado
202
irme a la capital. Los psicólogos dicen que es bueno y tal, pero a
mí me supone un estrés bestial ese contraste tan… Yo no puedo
estar trabajando con gente que se está muriendo de hambre y a las
8 horas ir a un tailandés a gastarme 100 euros en un pollo
agridulce. No, no puedo, yo no puedo, por no hablar de los que se
van de discotecas o cosas peores que… que bueno, que ya me
parece fuera de lo legal incluso. Yo siempre he rechazado irme de
weekend porque es que me ha sentado peor.” (Ximo: 192-204)
Sara por su parte lo tiene claro, ella prefiere como destino el terreno frente a
la capital porque implica estar en primera línea, en contacto directo con los
beneficiarios:
“En capital nunca me ha gustado estar. A mí me gusta la primera
línea, a mí me gusta la carnaza…” (Sara: 812-814)
Parece interesante señalar en este punto que los proyectos en los que
participa Sara normalmente no llegan al año de duración. La intensidad y el
posible aislamiento que supone en algunas ocasiones la vida en terreno
(como opuesto de capital) es muy difícil de prolongar en el tiempo:
“Tenemos una pareja de cooperantes en Hassi Labiad que está al
lado de Merzouga. El año pasado tuvieron una crisis. Ahora les
hemos dado una opción de trabajar tres semanas seguidas, sábados
y domingos y una semana descanso. Se querían alquilar una casa
en Meknes y tal porque la casa en Hassi Labiad no la pagan, y pues
pueden encontrar algo baratillo en Meknes y tener ahí una vía de
escape. Porque claro, llevan ya dos años allí en una zona que es…
allí no hay nada, nada. Y en las relaciones con la gente pues son, es
el choque cultural ese, y claro es que a él le supone que no puede ir
con su mujer a algunos sitios y si va, su mujer tiene que ir con
ciertas mujeres. Pues si forma parte de tu trabajo o yo qué sé, o de
tus estudios o lo que sea pues lo puedes hacer, pero como norma
de vida y ya siempre, pues no sé, no… es lógico que no te pueda
gustar, más que lógico es lícito y yo no lo veo mal.” (Daniel: 605-
618)
Entonces, ¿cuáles son las condiciones de vida de un expatriado que reside
en “capital” y las de otro que vive en el propio “terreno”? Para profundizar
203
en esta idea debemos citar algunos fragmentos del relato de Mercedes. En su
caso, a lo largo de los años ha tenido la oportunidad de vivir en ambos
contextos. En una de sus misiones trabajó en un campo de refugiados en
Tanzania. En este tipo de misiones humanitarias, la emergencia implica que
la vida en “terreno” sea muy intensa en muchos sentidos. Se trabaja muchas
horas y se convive de forma constante con el resto de expatriados pues no
hay muchas más opciones para desarrollar una vida social en un contexto de
esas características:
“También lo que pasaba en ese tipo de proyecto, como estás en
medio de la nada, en medio de la nada, entonces, el único contacto
que tienes con gente es de las otras ONGS que había, porque
vamos, era un pueblo pero enano, en medio de… Tanzania… o
sea, es que no había, no tenías una opción muy grande de mucha,
ni vida social, ni vida fuera de nada, entonces sí que hacíamos
mucha vida, pues sobre todo con MSF Holanda, porque bueno,
pues nos llevábamos bien, y entonces sí que, digamos que,
trabajabas todo el día y luego por la noche a lo mejor seguías
trabajando, ¿sabes? que el nivel de adrenalina, ¿no? de también lo
que estabas viendo durante el día, era como que… era diferente a
otros países en los que estábamos, porque claro, en un emergencia
siempre como que lo vives mucho más…” (Mercedes: 132:141)
Sin embargo, la vida en capital es bien distinta:
“En Mozambique, en el equipo de capital éramos, uno, dos y
tres… éramos tres. A mí me tocó vivir sola en la casa para la gente
que viene de los proyectos, ¿no? para cuando vienen a la capital, se
llama guest-house, en vez de tener que pagar un hotel cada vez,
pues en MSF sí que tienen muchas guest-house en las capitales.
Así que de vez en cuando tenía visita” (Mercedes: 237-248)
“Nairobi es un sitio donde hay mucha gente que se queda muchos
años y que va cambiando de trabajo… porque digamos que la
calidad de vida es buena, pues cosas como por ejemplo el clima es
perfecto, las casas son grandes, para vivir con niños, a nivel de
salud no tienes ningún problema, colegios lo mismo, es como
que… el problema que tienes es la seguridad, pero bueno, pues
vives con eso, ¿no? no andas, vas todo en coche y…” (Mercedes:
572-577)
204
“En Nairobi vivíamos en una casa enorme, enorme y muy chula,
sí, era muy bonita, sí, sí. Allí era muy difícil huir del rollo este
elitista que al final como expatriado estés donde estés, vives. Y
eres así, porque es así, porque… y no intentes cambiar eso porque
tú vas a seguir siendo blanco y…, entonces una de las cosas que no
nos gustaba de crecer allí era eso, ¿no? el que nuestros hijos
piensen que eso es lo normal, el tener esa casa enorme, el tener un
chófer, el tener una chica que es la que limpia, en fin todos esos
extras, que nos han venido muy bien los años que han sido
chiquititos, pero que ahora que ya son como más conscientes de las
cosas, pues no queríamos que tuviesen.” (Mercedes: 659-676)
Mercedes hace alusión a la vida más elitista “típica del expatriado” cuando
describe su trabajo en una agencia gubernamental y estando destinada en
capital. Fetcher (2011b:37-38) recopila algunas metáforas que los propios
expatriados con los que ha desarrollado su investigación emplean para
describir su situación y que sintonizan con lo que expone Mercedes en el
último fragmento citado. “Burbuja”, “bunker”, “gueto”, “invernáculo” e
incluso Disneyland son algunos de los conceptos que Fechter recoge en sus
conversaciones con expatriados y que hacen referencia tanto al tipo de
vivienda como a aspectos relacionados con la vida social.
Como ocurre con otras, la variable “destino” tiene una relación causal
bastante directa con la variable “vida social”. Las opciones se multiplican
exponencialmente en la capital frente al terreno. Tanto en lo que a grupos
humanos se refiere como en aspectos más materiales, el contexto urbano
ofrece un crisol de asociaciones, grupos, comunidades, actividades
recreativas, espacios de esparcimiento, etc. que normalmente el terreno no
aporta:
“En El Congo, yo estaba en capital pero vivíamos todos juntos en
la misma casa, no había nadie con familia, y pues ahí había
muchas… como era una ciudad había muchas ONGs, entonces
pues todos los fines de semana había alguna fiesta, lo que pasa es
que este equipo no era nada festero y yo creo que en los seis meses
que estuve allí fui a dos fiestas o tres si llega… era… no salíamos
mucho, era más de, pues eso, a lo mejor pues estábamos, teníamos
al lado un lago, pues a lo mejor el domingo por la mañana irte al
205
lago a tomar el sol, tomarte una cerveza y tal…” (Maruja: 432-
438)
Por otro lado, parece que la estancia en terreno facilita el contacto con la
población beneficiaria y local, lo que a su vez desemboca en mayores
oportunidades de conocimiento de su cultura y por lo tanto favorece los
resultados del éxito en las intervenciones. (Verma, 2011a:74 y ss.)
“yo creo que la inmersión cultural es fundamental para llegar a la
población” (Ximo II: 70-75)
“esa es mi idea, que el cooperante tiene que ser muy cercano y
tiene que estar viviendo, no en las mismas condiciones que una
persona local, porque no tenemos esa costumbre y para nosotros
sería el doble de duro… Pero bueno, lo más parecido a un
lugareño” (Lucía: 28-31)
Ahora bien, es necesario matizar este último aspecto. Si bien el terreno
(frente a la capital) permite mayor contacto con la población beneficiaria,
éste puede limitarse exclusivamente a relaciones de tipo profesional o
laboral, sin trascender realmente en la vida social del cooperante que
siempre intentará relacionarse con personas afines en la medida de lo
posible:
“Contacto con la gente local se tiene poco. A ver, yo tenía contacto
porque yo llevaba todo lo que era la gestión del personal, pero
vamos, era un contacto… no muy… En principio menos que,
mucho menos que en otros sitios, sí… porque además es que las
diferencias eran..., claro a lo mejor si tú estás en una capital, gente
como que tiene, yo qué sé, más educación, que ya puedes hablar…
igual que te pasaría aquí, si te vas ahí en medio de no sé dónde,
pues a lo mejor con la gente de allí tienes poco en común”
(Mercedes: 147-155)31
31
Mercedes está hablando sobre una experiencia en una emergencia en un campo de
refugiados en Tanzania.
206
El relato de Mercedes revela otra nueva sinergia entre variables que todavía
no hemos citado. La relación entre “duración” y “destino”:
“Un año es poco tiempo para lo que son los estándares de algunas
capitales, sí. Por ejemplo, yo en Nairobi, fuimos para un año, luego
nos hemos quedado 10, que es mucho, pero también porque hemos
estado cambiando de organización, pero hay mucha gente en
Nairobi y en otras capitales, Maputo, lo mismo, las que están más
o menos, pues yo que sé, o en Marruecos o… la gente se queda
para mucho más. La gente que va por ejemplo con Naciones
Unidas o Comisión Europea, esos van mínimo 4 ó 5 años. Es
otro… digamos, el mundillo expatriado va para más tiempo
que…” (Mercedes: 317-325)
Así, podríamos interpretar que cuando un cooperante es expatriado durante
un periodo superior al año, es más probable que esté en un destino de capital
frente a uno en terreo. O al menos, establecerá su residencia en un núcleo
urbano y acudirá al terreno de forma periódica en caso necesario tal y como
contaba más arriba Daniel.
Además podemos realizar una conexión más de variables en este punto, la
variable tipo de labor del expatriado y lugar donde reside. Según Verma
(2011b:176) los cooperantes que coordinan o dirigen el o los proyectos que
una misma ONG desarrolle en un país, tienden a establecerse en las zonas
donde se concentran los espacios de poder: “working near centre of state
power, bureaucracy, decision making, various government ministries, and
the international diplomatic and development world” y éstos se sitúan sin
duda en las capitales. La autora señala que la elección de este espacio
alejado de la población beneficiaria es un impedimento más para el buen
hacer de la cooperación internacional:
“Some development practitioners prefer an urban-based working
life, while others lament that the bureaucratic exigencies, demands,
and red tape of their work do not allow for more frequent
interaction and dialogue with the ‘target’ population. In effect, as I
207
argue elsewhere, the development machine, powered by the weight
of its own heavy bureaucracy, creates more disconnect than
interface”. (Verma, 2011b: 176)
EL TIPO DE VIVIENDA
El tipo de vivienda es nuestra quinta variable. Según aparecen en los relatos
registrados existen grandes diferencias y múltiples versiones de residencia
de cooperantes. Algunos han compartido vivienda directamente con la
comunidad local. Es el caso de Jesús, caso que por otro lado es excepcional
dentro de nuestro grupo de informantes y que consideramos que se
circunscribe al estilo de cooperación que desarrolla en un momento concreto
con la institución con la que él colabora (misioneros jesuitas):
“Yo llegué allí y me asignaron una casa donde vivía uno de los
catequistas de allí de la parroquia (era un hombre que vivía solo).
Su casa, estamos hablando de dos lamas de aluminio y cuatro
maderas cercando y nada más. A mi lado tenía unas gallinas que
tuvieron unos polluelos y todo…Pasé a formar parte de la familia
(se ríe) y esa era un poco la vida, en parte me enriqueció mucho
más porque yo podía, todas la noches estaba hablando con él, con
esta persona, estábamos hablando, contando cosas.” (Jesús: 120-
128)
Como decíamos, el hecho de vivir con la población no es lo habitual.
Rebeca, que como ya expusimos más arriba, se fue como cooperante
autónoma, cuando llegó a Paraguay vivió primero en casa de su contacto allí
y después logró alquilar un apartamento y vivir sola. Así, los primeros
meses vivió con población local, aunque las condiciones de vida nada
tuvieron que ver con las que describe Jesús, la inmersión cultural es
igualmente profunda:
“Yo nada más llegar me voy a casa de esta señora que se llama
Estela. Tiene una casa…, la verdad es que está bien, porque
trabajar para una ONG española pues tiene sus… o sea, cobran
208
más que el resto, entonces, vive bien, y me acogió totalmente
como a su hija, o sea, “tu habitación, lo que quieras, descansas,
luego ya te pongo en contacto”. Entonces yo tuve esa ventaja, vivía
con gente paraguaya, venía su hermana, venía su hijo… Hice una
inmersión en la cultural mucho más real desde el primer momento.
De hecho, mis amistades todos eran paraguayos, yo me moví con
copartes paraguayas al 100% y todo el trabajo que hacía era con
gente… pues con indígenas directamente…” (Rebeca: 162-172)
Lo más habitual es que, si es posible, el cooperante viva con más
compañeros en una casa. Esto ocurre con más frecuencia en misiones de
tipo humanitario donde es necesario mayor número de personal expatriado
para sacar adelante la misión. En los casos de proyectos de desarrollo es más
fácil que al cooperante le toque vivir solo. Es el caso de Daniel, que
precisamente por esta razón eligió vivir en capital o de Juan que escogió
ubicarse en terreno pese a que parecía una locura. Él mismo reconoce que
fueron especialmente duras las consecuencias de esa elección y que no es lo
más habitual:
“La experiencia fue muy bien, un poco dura porque Argelia es un
país un poco duro, yo tenía mi casa y vivía solo. Estaba en el
desierto, en mitad de la nada. Otros cooperantes de Argelia me
catalogaron un poquillo de loco porque estaba viviendo allí en un
sitio que ni de coña los cooperantes se van allí” (Juan: 73-103)
“Yo me adapte súper bien y era un sitio durillo, o sea, los
cooperantes de Argelia, todavía se acuerdan de mí, y han pasado
cuatro años, como el que vivía solo allí abajo… (Juan: 145-147)
Aquellos cooperantes que van acompañados de su familia suelen tener una
casa asignada en capital o al menos en una ciudad más o menos grande,
pues la ONG o agencia para la que trabajan procura que las condiciones de
vida respondan a las necesidades de todos los miembros de la familia,
especialmente cuando algunos de ellos son niños:
209
“Si estás en coordinación puedes salir con familias, según qué
sitios. Hay menos opciones, ¿no? porque si tienes un niño pequeño
y tu pareja pues no vas a ir a Darfur, por ejemplo o cosas así, si son
sitios pues que… o sea, en conflicto y tal. Cuando vas con familia,
MSF pues te ayuda a buscar una niñera, o el colegio, te dan una
casa sólo para la familia…por ejemplo en Zimbabue había una
familia, sí, allí pues hay colegio y está bien…” (Lola: 523-529)
Estas casas de la ciudad en general son marcadamente superiores a las casas
en las que vive la población local. De hecho, algunas de ellas serían
inalcanzables para los cooperantes en su país de origen:
“No te planteas nunca irte a una casa grande, varias habitaciones,
con jardín. Pero llegas a Nicaragua y alquilar esa casa son 600€ y
entonces piensas por 600€ voy a tener una casa que en mi vida voy
a tener, eso les pasa mucho a los cooperantes, que viven todos en
súper casotas.” (Juan: 629-632)
Nerín (2011) afirma que los cooperantes que viven en las zonas urbanas
están ubicados en los mejores barrios residenciales:
“Cuando por la mañana salen a la calle ven esa África que nunca
se ve en los reportajes de su organización: chalets con jardín,
vigilantes de seguridad, piscinas, calles tranquilas…” (79)
Mario explica cómo era su casa en Níger y la diferencia con respecto a las
casas de la mayoría de la población local:
“Mi casa, pese a los cortes de agua y luz, era
mejor…¡¡¡infinitamente mejor!!! que la de la mayoría de los
habitantes de Níger, ¡¡¡¡Era una casa!!!! La mayoría no tiene nada,
nada, nada, están viviendo en una casa de paja, y entras en la casa
y es el espacio, es decir, la casa lo único que le da es techo, porque
entras a la casa y no hay nada. Al principio es muy chocante
porque además en Níger, las pocas casas que hay de construcción
como aquí, están todas rodeadas de cabañas hechas de barro y paja.
Entonces bueno, pues al principio te choca, sí. Además si hubieras
visto la primera casa donde yo viví, la de la federación… aquello
era… pues no sé cuántas habitaciones tenía, siete u ocho
210
habitaciones con cuartos de baño… hombre, quiero decir, no
estamos hablando de la casa de la Presley, sí, es que dicho así, pero
claro, el contraste sigue siendo… ¡¡¡brutal!!! Era una casa con dos
plantas, entonces, quiero decir, era una casa ostentosa con
referencia a su estándar de vida. Pero en realidad simplemente es
que era una casa grande, y si tú hubieras visto la casa… verías
que… casi cualquier casa de aquí era mejor, indistintamente que
claro, tú aquí no tienes una casa de siete habitaciones y otros tantos
cuartos de baño, pero la calidad de construcción y la calidad de
todo, dirías esto, cualquiera aquí, nuestra casa es mejor que… pero
claro, si lo comparas con una choza de barro, pues evidentemente
era muy….” (Mario: 614-639)
Este contraste que describe Mario en su relato entre la casa en la que vivía él
y el tipo de viviendas que la rodeaban, es objeto de análisis también en el
trabajo de Fechter (2011b) sobre los expatriados en Jakarta. Esta autora
emplea el término “extrañeza” para describir la percepción que los
expatriados tenían de sus hogares allí. La característica principal de los
mismo es que configuraban un espacio aislado y separado del resto, no sólo
por estar en muchos casos rodeadas de altos muros o vallas, sino porque el
contraste entre estar dentro de la casa del expatriado o fuera era
extremadamente radical. La casa del expatriado se convertía en un refugio o
bunker que lo protegía del caos local.
Mercedes y Julián, que vivieron diez años en Nairobi, describen las
condiciones de su casa en la misma línea, salvando las distancias, que
describe Fechter (2011b: 40):
“Cuando me cambié a trabajar en lo de la Comisión nos
cambiamos de casa. Era una casa enorme, enorme y muy chula, sí,
era muy bonita, sí, sí. Teníamos esa casa enorme, chófer, una chica
que es la que limpia, en fin todos esos extras.” (Mercedes: 658-
676)
“Nosotros teníamos un chófer, un cocinero, demasiado, ¿eh? A mí
no me gusta tener tanta gente, pero sólo había una señora en casa,
bueno, el cocinero también, claro, estaba en la cocina. Teníamos
dos niños pequeños, entonces con el cocinero muy bien, tres días
211
por semana, y también un chófer también porque con los niños y
Nairobi que es muy grande… El tráfico es imposible, entonces
chófer, muy bien, teníamos un chófer muy simpático también, pero
claro, al final tienes tres o cuatro personas que tienes que cuidar y
pagar bien.” (Julián: 239-252)
En muchas ocasiones el cooperante vive junto a otros compañeros en una
misma casa. En el caso de nuestro grupo de entrevistados, hemos podido
observar que esto ocurre como ya señalábamos más arriba principalmente
con cooperantes que participan en misiones humanitarias y no tanto entre
aquellos que gestionan proyectos de desarrollo. Nuestros informantes de
perfil más de desarrollo son Daniel, Pedro, Rebeca, Mario y Juan. Estos
cuatro cooperantes cuentan en sus relatos que en general han vivido en casas
no compartidas mientras han estado en terreno. Los de perfil más
humanitario, Sara, César, Ximo, Jesús, Maruja y Lola explican que siempre
han compartido casa o tienda de campaña en las misiones humanitarias en
las que han participado. Por último, el resto, Toni, Lucía, Mercedes y Julián,
que a lo largo de su vida han participado tanto en humanitaria como en
cooperación para el desarrollo, han vivido en las dos versiones de casa a las
que estamos aludiendo, y en la mayoría de las ocasiones se cumple la
relación casa/tipo de misión que hemos propuesto.
La casa de los cooperantes es un lugar curioso. En una realidad en la que lo
constante es el trasiego de personas que llegan y se van, la casa, como
espacio físico, permanece estable e inmutable, siendo testigo de ese flujo
incesante:
“En las casas MSF pues siempre, siempre no, pero casi siempre en
el comedor hay una estantería y la gente va dejando los libros que
ha leído, porque un libro ya lo has leído y volvértelo a llevar en la
maleta… y entonces llegas y hay libros de varios idiomas, los más
diversos, y entonces tú vas cogiendo, vas dejando tus libros, es una
estantería viva (nos reímos) que va cambiando… sí, sí.” (Lola:
341-346)
212
En la mayoría de las ocasiones se trata de un auténtico laboratorio de
convivencia multicultural. Personas de distintas nacionalidades y diversos
perfiles profesionales que son desconocidas entre sí cohabitan durante un
periodo de tiempo más o menos largo.
Cada uno de los habitantes de la casa aporta su cosmovisión, sus
costumbres, su estilo propio de hacer las cosas, y todo ello va dejando su
poso, su huella en aquella casa. A veces, en las formas y lugares más
insospechados los cooperantes pueden hallar vestigios de los antiguos
habitantes de esa misma casa:
“Desayunábamos juntos, allí teníamos a la cocinera que venía a
prepararnos tostadas de pan y tal por la mañana. Como llevaba allí
diez años le habían enseñado platos europeos, tenía platos
bastante… tenía platos locales también, pero por ejemplo había allí
una chica filipina antes de que llegara yo, y le había enseñado un
pollo con jengibre y no sé qué que estaba buenísimo, sí, tenía de
todo, estaba rica la comida…” (Maruja: 291-303)
Algunas organizaciones, conscientes de que este ambiente tan heterogéneo a
veces puede ser bastante desafiante procuran que, a nivel estructural, la casa
sea estable. De esta manera el cooperante, a lo largo de su vida profesional,
va llegando a las distintas casas de cooperantes y encuentra en ellas
elementos fijos e identificativos que al fin y al cabo hacen su estancia más
llevadera. Lola describe las casas de cooperantes de Médicos Sin Fronteras:
“Pues la casa estándar, salvo emergencias en que ahí, sí que es
mucha gente y duermen un poco todos juntos como se puede, en
un proyecto estándar que no es emergencia cada expatriado tiene
una habitación para él solo, y teóricamente en cada habitación hay
una cama siempre, un armario, una mesa, una mesita y una silla, en
teoría, en mi última misión no había mesa, pero como estaba la
oficina al lado pues bueno, si quieres una mesa te vas a la oficina.
Y los muebles siempre son los más baratos que se encuentren, si se
encargan pues es, no sé, una estantería, tabla, tabla, tabla, tabla…”
(Lola: 324-330)
213
Lola cuenta en este fragmento lo que sería el ideal de casa, pero la realidad
es que el cooperante no siempre puede vivir en un lugar que cumpla todos
esos requisitos. Lucía describe en su relato los aspectos relacionados con la
vivienda en su misión de postemergencia en Haití:
“aún tuvimos suerte de encontrar una casa más o menos estable
que podíamos tener un baño, una cocina, aunque durmiéramos
fuera en la calle, en el jardín, pero vamos, que teníamos nuestro
aseo personal asegurado, donde se pudo contratar a una persona
para que nos cocinara y estar bien alimentados, pero bueno fue una
experiencia curiosa porque en cuatro meses que estuve allí yo viví
en tres casas diferentes y pues bueno, con lo que supone pues ir
para arriba, para abajo… en el mismo Leogán, en tres casas, y
siempre con más gente. Media España se fue para allí a trabajar en
Haití, entonces pues bueno, fue un choque estar en un “Gran
Hermano”, (se ríe) además un ¡¡¡”gran hermano”!!! De hecho la
compañera con la que estaba chateando ahora me ha dicho que
debido a las elecciones, que está habiendo disturbios y que están
enclaustrados y sigue siendo un “gran hermano” aquello… con
todo lo que eso acarrea…” (Lucía: 165-178)
Lucía emplea la metáfora del “gran hermano” para describir el tipo de
convivencia que se genera en un contexto como es el de la casa compartida
de los cooperantes. No es la única que emplea esta imagen sino que la
emplean otros cooperantes a lo largo de los relatos recopilados por lo que
consideramos interesante analizar esta idea e interpretarla.
En primer lugar, debemos aclarar que esta figura se aleja bastante del
concepto original empleado por Orwell en su novela “1984”. El ‘Big
Brother’ de la novela representa al partido político que controla a la
sociedad desde la sombra, a través de pantallas colocadas estratégicamente
en cada esquina del mundo, en cada casa y calle. Cuando Lucía habla de
‘Gran Hermano’ entendemos que se refiere al popular ‘reality’ que consiste
en encerrar a un grupo de personas que no se conocen previamente en una
misma casa repleta de cámaras que graban y emiten todo lo que pasa dentro.
214
Hay dos aspectos que Lucía pretende señalar al emplear la metáfora del
Gran Hermano. El primero, que ya hemos mencionado, es el de la
convivencia de personas distintas y desconocidas en un mismo espacio. El
otro apunta hacia la idea de “estar encerrado”. Efectivamente, la imagen de
“claustro” o “bunker” (Fetcher, 2011b:37) ha aparecido unas líneas más
arriba haciendo alusión también a otro tipo de vivienda habitual en los
cooperantes expatriados.
Dicho aislamiento es físico, pero también de carácter relacional. Físico
porque en muchas ocasiones los cooperantes cuentan con vigilante de
seguridad y toque de queda, además de que tienen muy restringidas las
salidas en solitario o a ciertas horas del día, o incluso deben desplazarse en
coche según en qué zonas32
. Estas medidas de seguridad sumadas a todas
aquellas actividades de la vida cotidiana que no realizan, como por ejemplo
salir a comprar, provocan que el cooperante que no se empeñe en lo
contrario, acabe reduciendo su vida social al único y exclusivo grupo de
compañeros con los que comparte su casa, sufriendo por lo tanto, un
aislamiento relacional. Al final, el grupo de cooperantes se convierte en la
primera y principal red social de cada uno de los individuos que lo
constituye:
“tú vives en una casa con guardias, tienes un chófer, tienes un
coche, sólo te mueves en coche, tienes alguien que te limpia, que te
cocina, que te compra, eso quiere decir que hay muchas cosas que
ellos hacen que tú no haces, porque te las hacen,” (Maruja: 485-
488)
Así, la vida cotidiana se halla repleta de situaciones compartidas y espacios
comunes con los otros cooperantes:
“Todo el mundo tenían que estar listo a la misma hora, espera no
sé quién, este no sé qué, siempre llegábamos tarde al final,
32
Hemos dedicado un apartado de este capítulo a la seguridad del cooperante expatriado.
215
entonces siempre nos tenía que esperar el personal en la puerta.
Luego pues bueno, organización del día, en general pues vamos a
hacer esto, vamos a hacer lo otro, coches para arriba, coches para
abajo, a la hora de comer en todos los sitios en los que he estado
íbamos a comer a la casa, nos cocinaban, entonces pues lo mismo,
si hay coche pues todo el mundo tiene que estar listo a la hora de
comer para irnos todos juntos, si tienes mucho curro pues a lo
mejor te quedas y tus compañeros te traen la comida al trabajo y te
la tomas allí, y luego ya pues por la tarde allí ya había un poco más
de flexibilidad, ¿no? si alguno se quería quedar, bueno, pues como
teníamos un conductor, pues lleva a unos, vuelve a esperar a
otro… (Maruja: 382-397)
El tipo e intensidad que se establezca en la convivencia depende del grupo y
de la afinidad que exista entre sus miembros:
“Influye mucho el equipo con el que vives, yo por ejemplo en el
primer proyecto en el que estuve en Zambia, el equipo nos
llevábamos muy bien, hacíamos muchas cosas juntos, era como
una familia. Pues después de cenar nos quedábamos charlando, el
fin de semana pues uno se iba a pasear y nos íbamos todos detrás y
tal, entonces había un ambiente muy familiar, ¿no? Yo no tenía la
sensación… siempre echas de menos, ¿no? pero yo no soy mucho
de echar de menos (a la familia), entonces pues encima allí si
tienes la sensación de que tienes cariño, pues aún menos” (Maruja:
265-272)
Conviene señalar que en la mayoría de organizaciones se procura crear
grupos heterogéneos en los que no haya exclusivamente expatriados
europeos sino que también constituyan los equipos de trabajo y de la casa
cooperantes africanos33
:
“Ahora en Uganda tampoco se ha creado… o sea, nos llevábamos
bien, pero no había una sensación ahí de súper grupo. También
había más gente que estaba casada, que tenía hijos y que tenía la
familia fuera, entonces pues siempre estaban llamando por teléfono
a la familia, o en vacaciones se iban a casa a estar con la familia…
Además éramos mitad de equipo europeo, mitad de equipo
africano, ¿no? entonces la diferencia cultural también se nota. El
33
Somos conscientes de que esta práctica es bastante desconocida por la población
española, pero es muy habitual que un maliense realice tareas de cooperación en un
campamento en Kenia, por ejemplo. Se trata por lo tanto de un cooperante expatriado.
216
rollo de los africanos es más, pues eso, mi familia está no sé dónde,
llamando todos los días… más por trabajo, ¿no? están allí un poco
por trabajo y nosotros era más rollo de vivir la experiencia africana,
¿no? Para ellos tampoco era tan diferente de… entonces eso, para
ellos irse por allí a pasear por la aldea pues no era una cosa ahí
súper exótica, no es que les motivara demasiado (nos reímos) así
que…” (Maruja: 273-289)
Como no podía ser de otra manera, en algunas casas reina la armonía y en
otras se desatan conflictos o roces entre sus moradores. Sara describe a lo
largo de su relato algunas situaciones de fricción con algunos de sus
compañeros de casa:
“El señor doctor había sellado la puerta y las ventanas para que no
entrara arena… ¡porque le molestaba al dormir la arena en la piel!,
y yo casi me asfixio de calor…Y entonces esa persona solo quería
arroz para comer y arroz en un tipo determinado de preparación y
yo le decía: ‘¡pero qué más te da! Tío que hay gente que no puede
ni comer y tú estás preocupado por la receta de arroz…” (Sara:
728-743)
Los equipos tienen la figura del coordinador que, entre otras labores,
también debe mediar ante las situaciones de desequilibrio dentro del grupo-
casa. No son situaciones extraordinarias o muy diferentes de las que puedan
ocurrir en otro contexto de convivencia pero sí pueden verse potenciadas
debido a la situación de constante liminaridad en la que se hallan los
cooperantes:
“Un cooperante keniata en Sudán que hace su trabajo de técnico de
laboratorio muy bien pero que es incapaz de relacionarse con el
resto de compañeros; una expatriada europea que dedica todo su
tiempo libre a estar con el staff nacional y evita cualquier tipo de
relación con la gente del equipo de la casa; dos chicas expatriadas
que siempre van juntas a todas partes y excluyen al único chico
que está en la casa viviendo con ellas…” (Sara: 728-743)
217
La tercera modalidad de vivienda que aparece reseñada en los relatos que
hemos recopilado es la que se emplea normalmente en situación de
emergencia, esto es, las tiendas de campaña colectivas. Dependiendo de la
organización a la que pertenezcan, la gestión y distribución de las mismas
cambia en algunos aspectos. No obstante coinciden en gran medida en los
aspectos fundamentales. Jesús explica cómo se organiza un grupo de
emergencistas en las tiendas que ellos llevan:
“El tamaño de las tiendas es de 12 metros por 6’5 metros. Son
bastante grandes. Cuatro personas caben bien, ocho, bien, uno
enfrente del otro y ya te quita todo el espacio donde puedes dejar
todos los trastos, donde guardar la ropa, entonces te tienes que
organizar de otra manera. Lo normal es que haya ocho personas
por tienda como máximo, aquí estábamos contando a veces hasta
dieciséis dentro de la tienda. Con dieciséis es imposible, te tienes
que meter debajo de la cama las cosas… allí íbamos cogiendo
cajas de cartón, y cortándolas a la altura de la litera para guardar la
ropa, plegarla y meterla debajo de la litera porque no había ni un
sitio donde pudieras dejar tus cosas. Con respecto a la comida y la
higiene nos lo hacemos todo nosotros, la unidad es autosuficiente
durante un mes, como mínimo, llevamos todo el material dentro de
ahí. Llevamos todo, llevamos lavadora, llevamos todo tipo de
cosas dentro de la unidad. Llevamos cocina, llevamos comida,
llevamos unas raciones de comida que son de estas que utiliza el
ejército, de campaña vamos, o los excursionistas, cada unidad tiene
la comida suficiente para un día entonces estás comiendo de esas
unidades, normalmente son botes de fabada, lentejas, garbanzos…
tres o cuatro menús, no hay muchos. Llevamos café. El agua
solemos comprarla en destino, llevamos algo de agua desde aquí,
pero no mucha porque el agua pesa demasiado para llevarla en el
avión, compramos más agua allí o si no nos llevamos pastillas
potabilizadoras, o las potabilizadoras también de agua, llevamos
todo en la unidad para ser autosuficientes, nosotros no necesitamos
nada del país, de la gente del país, no se trata de cuando vayas a
un sitio vayas a ir a quitarle la poca comida que le está llegando,
entonces, ¿qué ayuda les estás dando?” (Jesús: 803-858)
Debido a las circunstancias que rodean al cooperante en situación de
emergencia, la vida en las tiendas se limita al tiempo de descanso, que por lo
que cuentan los informantes, es más bien escaso.
218
MEDIDAS DE SEGURIDAD
Muy vinculada a la casa, y como sexta variable que proponemos tener en
cuenta en nuestro análisis es la que se refiere a las medidas de seguridad que
el cooperante tiene la obligación de suscribir.
En los últimos años parece que la ayuda internacional se ha convertido en
una empresa de riesgo (Thomas 2005, 123). Los medios de comunicación
internacionales constantemente informan sobre robos, asesinatos o
secuestros a cooperantes. Además de los peligros vinculados a la violencia y
las situaciones de conflicto, nuestros informantes hacen alusión a los
accidentes de tráfico y a los peligros de contraer enfermedades endémicas.
Como ya adelantábamos unas líneas más arriba, el cooperante se ve
sometido normalmente a estrictas medidas de seguridad. Cada ONG
gestiona este asunto de manera particular. En general hemos podido apreciar
que las normas son más estrictas en las ONG que actúan en zonas de mayor
“riesgo”34
. En principio, la vida rural se concibe como algo más peligroso
que la vida en la ciudad:
“The urban bias of development interventions means a life far-
removed from lives of farmers, and for women, it is reinforced by
personal security concerns, sexual harassment, and restrictions on
personal mobility (especially at night). Indeed, in Madagascar
women development practitioners prefer to live in urban centres
and view life in “the bush” as a serious drawback full of dangers
and risks.” (Verma, 2011b: 178)
La cuestión de la seguridad no está exenta de polémica y llena de
contradicciones y dilemas como ocurre con casi todo lo que tiene que ver
con la cooperación internacional.
34
Algunas ONG tiene equipos de especialistas que evalúan el grado de peligrosidad que
tienen algunas de las misiones que llevan a cabo. (ver Nerín, 2011: 81- 82)
219
En algunos foros de cooperantes se critican la dureza de las medidas y la
inversión económica que implican los equipos de seguridad. Talaré
Tchiombiano, asistente jefe de misión MSF-OCBA en Níger escribe en la
publicación de comunicación interna de MSF Àbá51, un artículo en el que
reflexiona acerca de la voluntad de MSF-OCBA de continuar sus
actividades reforzando su dispositivo de seguridad en Niamey (Níger) con
el consecuente aumento de gasto que esto supone:
“Obsérvese por ejemplo el gasto correspondiente a los teléfonos
por satélite, los sistemas de alarma instalados en los domicilios de
los expatriados y los desplazamientos en avión, por no citar más
que esto.
Analizando todo esto, constatamos que la seguridad es la línea de
gasto más importante del presupuesto, en detrimento de las
actividades en favor de las poblaciones. Sin querer cuestionar la
importancia de la seguridad, tenemos que admitir que con lo que
cuesta un solo teléfono satélite podríamos tratar a muchos niños en
los centros de recuperación.
Acaso si un donante de MSF supiese de antemano, por ejemplo,
que sus 15 euros iban a utilizarse en comprar e instalar alarmas y
no en tratar a los niños que lo necesitan, ¿no se lo pensaría dos
veces antes de ponerse la mano en el bolsillo?” (Tchiombiano,
2011: 28)
Es interesante subrayar, que independientemente de la cuestión de si son o
no pertinentes ciertas normas o ciertos instrumentos empleados con fines de
protección (radio VHF, handset, teléfonos móviles, aviones/helicópteros,
etc.) el porcentaje de inversión que las ONG hacen de sus ingresos en
medidas de seguridad no aparece en sus informes periódicos. Quizás se teme
la falta de comprensión por parte de los socios donantes si caen en la cuenta
de que parte de sus aportaciones se invierten en protección del cooperante y
no directamente en la compra de vacunas (por poner un ejemplo).
Durante las conversaciones con nuestros informantes, el tema de la
seguridad va apareciendo implícitamente a lo largo del relato. En ningún
220
caso se convierte en un asunto central en la elaboración del discurso pese a
que en algunos de ellos se hace referencia al encarcelamiento o incluso la
muerte de algún compañero:
“Después hubo un problema en Nyala, encerraron en la cárcel a
los coordinadores porque querían la lista de las mujeres que habían
sido maltratadas para poder vengarse de ellas” (Sara: 516-518)
“Con MSF siempre estás en zonas que tienen problemas. Hay un
peligro, un riesgo, también hay expatriados que han muerto.”
(Julián: 55-59)
Cuando les preguntamos concretamente sobre la seguridad en el terreno,
algunos relatan momentos en los que se han sentido más inseguros o han
sido conscientes de que su vida corría peligro: “Estuvimos casi a punto de
ser secuestradas” (Sara: 646).
“En aquella situación había problemas de inseguridad con
disparos, tiros… había días que no podíamos ir a trabajar…
disparaban…” (Ximo: 168-169)
Las situaciones pueden llegar a ser tan extremas que se considere necesario
evacuar a un equipo entero e incluso cerrar un proyecto:
“En Ruanda también lo que pasó fue que, no sé si te acuerdas, pero
hubo asesinatos de expatriados. Mataron a cuatro de médicos del
mundo de un tiro en la cabeza, estaban en su casa y… de Naciones
Unidas, etc. Yo tenía cierta responsabilidad con el equipo nuestro
que estaba en el terreno y no nos gustó, entonces entre eso, y otras
razones más operacionales e internas de nuestra ONG, se decidió
cerrar Ruanda y me tocó cerrarlo, vino el director general, y lo
cerramos. La situación de seguridad ya había empezado a
empeorar y sobre todo el problema, porque situaciones de
seguridad hay en todos lados, ¿no? pero el problema era que estaba
dirigido a expatriados porque no se quería que viésemos lo que
estaba pasando, con lo cual la amenaza es directa, ¿no? Entonces
lo sientes mucho más que… pues como lo he podido sentir en
221
Somalia, que sí hay conflicto, pero nunca soy yo el blanco, ¿no? o
sea, el objetivo.” (Mercedes: 373-384)
En general todos afirman comprender y aceptar las medidas de seguridad
impuestas por las ONG aunque en ocasiones puedan incomodar, coartar o
incluso limitar su labor en el terreno:
“Yo pienso que las medidas de seguridad son necesarias pero a la
larga hacen que también la gente se queme un poco, porque están
todo el día trabajando, la gente quiere salir, entonces sí es
necesario pero hay que saber cuándo hay que flexibilizar o cuándo
digamos facilitar un poco que la gente tenga su vida propia. En
general no limitan nuestro trabajo en terreno. En algún caso puede.
Pero en general no. Cuando estuve en República Centroafricana
pues de vez en cuando se visitaba el centro de salud, y entonces
para ir al centro de salud el coordinador de terreno, el jefe, tenía
que saber si iba a haber militares o paramilitares, si iba a haber
problemas y tal, entonces por ahí te puede limitar. Si has oído que
podría haber problemas pues entonces no vas a ir al centro de
salud.” (Lola: 269-279)
Ahora bien, parece que no todos los cooperantes asumen y cumplen las
normas de seguridad, lo que acaba poniendo en peligro no sólo al propio
cooperante sino a toda la misión:
“Llega un tío allí y porque ha estado en Sudán ocho meses, que es
un país donde históricamente hay muchos planes de seguridad,
llega a Somalia y se piensa que sabe más de seguridad que el tío
que lleva allí tres años. Esto es un motivo por el que nos acaban
secuestrando, nos acaban pegando tiros… porque nos saltamos
nosotros mismos las normas de seguridad. Yo soy un gran defensor
de que las normas de seguridad deben ser estrictas y respetadas y
esto no se cumple. Y para mí todo el gasto que se haga en eso es
fundamental, porque cuando nos pasa algo como que nos
secuestren o que nos disparen, se cierra el proyecto y nos vamos.
La seguridad es algo que hay que tomar muy en serio, y es un
fastidio porque yo soy de los que llegan a un terreno y oye yo me
quiero ir a hacer footing por las mañanas a las 5 de la mañana,
antes de trabajar. No, no puedes. Me dejan hecho polvo si no me
dejan porque está minado o porque haya riesgo de lo que sea…
pues te toca las narices pero te callas y lo aceptas. Pero hay
muchos que aun así se van a hacer footing, y la mayoría de veces
222
que tenemos problemas de seguridad es porque el expatriado se ha
saltado las normas, porque se ha ido a hacer una caminata sin
walki, porque no llevaba identificación, porque no llevaba el
dinero de seguridad, porque han cogido el coche y se han puesto a
conducir ellos solos pensando que aquí nunca pasa nada y sí que
pasa. Es que solo salen en el periódico los problemas de seguridad
súper fuertes, pero tenemos mogollón de problemas de seguridad,
con autoridades locales, de gente que le han pillado un porro, de
gente que ha comprado alcohol en un sitio que estaba prohibido…
y eso acaba repercutiendo a que el proyecto no funcione bien, y lo
que tú quieres es que el proyecto funcione bien para curar a
gente… todo el mundo opina de seguridad y eso me parece muy
mal. Creo que el dinero está bien invertido en ese tema…” (Ximo:
695-717)
Nuestro grupo de entrevistados manifiesta ser conscientes de los riesgos que
están ligados a su profesión y parecen asumirlos sin darles mayor
importancia en sus narrativas. Desde nuestro punto de vista, esta postura de
“distancia” frente a un problema tan serio y que no ha dejado de aumentar
en los últimos veinte años (Stoddard, Harmer y DiDomenico, 2008), revela
una voluntad de proyectarse como profesionales de lo que hacen, y, al igual
que ocurre con cualquier otra realidad laboral, su postura es que “asumen”
los riesgos: “eso es parte del trabajo también, creo” (Julián: 54-55)
Las ONG por su parte, también están realizando un esfuerzo importante por
institucionalizar ciertas prácticas y protocolos de seguridad. Como resultado
de estas iniciativas han proliferado los cursos preparatorios y la formación
en cuestiones de seguridad para el terreno así como publicaciones dedicadas
exclusivamente a ese tema como por ejemplo el manual publicado por la
ONG “Save the Children” (2010) que recoge cada una de las posibles
situaciones de riesgo en terreno y propone estrategias para gestionarlas:
“Organizations tend to employ international security advisors who
provide training, risk assessment, and security management
consulting; in addition some organizations also hire unarmed local
guards.” (Roth, 2011: 153)
223
Como hemos venido señalando a lo largo de esta investigación, los límites
que separa la ayuda humanitaria de la cooperación para el desarrollo no son
siempre demasiado nítidos, sino que más bien se confunden y se difuminan
en muchos aspectos, lo que justifica nuestra propuesta de tratarlo como un
continuum. Sin embargo, en lo que a seguridad se refiere, sí podemos
apreciar importantes diferencias ya que las intervenciones humanitarias
suelen plantearse desde los principios de neutralidad e imparcialidad
mientras que la cooperación para el desarrollo implica la colaboración con
los gobiernos locales para poder llevar a cabo su trabajo (Roth, 2011). En
general, las organizaciones que llevan a cabo misiones humanitarias están
más expuestas a diversos peligros, desde amenazas de violencia humana
(guerrillas, terrorismo, secuestros, conflictos bélicos), riesgos sanitarios
(contagio de enfermedades) o incluso naturales (réplicas de terremotos,
etc.).
Por todo lo expuesto hasta ahora, cuando el cooperante se desplaza a terreno
se ve sometido a una serie de normas con las que tiene que aprender a
convivir diariamente. Una de las medidas a la que hace referencia el grupo
de cooperantes entrevistados es la de no salir a caminar en ciertos lugares y
a ciertas horas:
“Por ejemplo una de las cosas que he visto que les ha costado a
bastantes cooperantes son las normas de seguridad. Por ejemplo,
en Haití si estás en Puerto Príncipe no puedes caminar por la calle,
siempre tienes que ir en un coche y mínimo con otro cooperante y
tienes que pedir siempre, si vas a salir por la noche tienes que
decírselo a tu jefe y estar en casa antes de las doce, y normalmente
no se puede traer gente a casa salvo excepciones que consultas
también con tu jefe coordinador de terreno, ¿no?” (Lola: 263-268)
En algunos casos, las ONG lo que hacen es pedir a sus trabajadores que
planifiquen sus movimientos y avisen en todo momento de dónde están, a
224
qué hora van a salir, desde dónde, por dónde van a pasar y cuando llegan a
su destino deben comunicar su posición:
“Allí nos contaban que la jefa de la delegación de Haití, un día
llegó a casa, cansada y extenuada, apaga la radio, apaga el
teléfono, se ducha y se acuesta a dormir y aún no había cogido el
sueño cuando llama a su puerta la policía militar que le dice: “¿qué
pasa?” “señora, ¿está todo bien? ¿No le pasa nada?” “No, no, estoy
bien, tranquilo” “Mire es que nos acaban de llamar de Cruz Roja
que vengamos a comprobar cómo se encuentra usted porque no ha
dicho nada de cuando ha llegado a casa”…Por eso cuando sales te
sientes protegido y te sientes seguro dentro del equipo…” (Jesús:
889-895)
Relacionado con las posibilidades de desplazamiento está el tema de los
vehículos. Algunas organizaciones contratan directamente personal local
como chóferes y evitar así que los cooperantes conduzcan:
“Una de las muchas cosas que te hacen firmar cuando sales de
Madrid es el código de conducta de CR española y el de la
Federación que es lo mismo (se ríe) pero te hacen firmar los dos,
en uno de ellos te pone el tema de conducir, si vas a un sitio no
conduzcas, contrata a gente del país y que te conduzcan ellos,
porque ellos conocen las normas, la manera y todo lo demás.
Luego, si por alguna de aquellas tienes que conducir, atender a
todas las normas de circulación tanto las que sabes tú como las que
puedan ocurrir en ese país de ahí, que tengas el carnet de conducir
internacional en vigor, etc.” (Jesús: 948-956)
Las normas no sólo se circunscriben al ámbito de los desplazamientos, en
algunas organizaciones los cooperantes reciben una serie de indicaciones
sobre cómo cuidar su salud, cómo protegerse de contagios, cómo evitar
picaduras o mordiscos de insectos o animales endémicos, qué deben y no
deben comer según dónde y quién prepare los alimentos. A ninguna
empresa de ningún sector le conviene que sus trabajadores caigan enfermos,
pero en el caso de una ONG, esta posibilidad se debe considerar más
inoportuna todavía:
225
“Cogí el dengue hemorrágico y estuve a punto de… fallecer… A
consecuencia del dengue me quedaron una serie de problemas de
salud por los que no me puedo arriesgar a ir a ciertos países, a
ciertas zonas o a ciertos proyectos que puedan ser peligrosos para
mí… (Lucía: 23-24. 56-58)
En lo que se refiere a asuntos de salud, nuestros informantes coinciden en
afirmar que el estatuto del cooperante ha favorecido la mejora respecto al
seguro médico del cooperante expatriado:
“Hay una cosa buena y es que nos han hecho un seguro muy bueno
que es el de DKV yo creo, que es caro, muy caro. La AECID paga
la mitad y aun pagando la mitad es caro. Aunque eso bueno, eso
normalmente está subvencionado dentro del proyecto, dentro del
salario de un cooperante. Bueno pues eso es prácticamente lo único
que nos ha hecho por el Estatuto, que es un muy buen seguro, en
eso sí que es verdad que… para un cooperante, pues hombre eso es
todo, la salud es lo principal. Yo tuve muchos problemas en
Marruecos al principio con el seguro que no, no me solucionaban
nada, terminaba siempre yendo a médicos privados y pagándomelo
yo y luego no me lo querían pagar y con este seguro tú
directamente te vas al mejor médico que encuentres te metes en un
hospital, el que sea, y llamas por teléfono y dices: “oye que vale
tanto”, “no te preocupes, ya nos encargamos de todo”.
Directamente lo pagas y te lo envían, en tres días lo tienes
ingresado en tu cuenta. El Estatuto ha mejorado lo que es la
seguridad sanitaria de los cooperantes…” (Daniel, 1168-1180)
Otro de los aspectos vinculado al área de la seguridad en terreno es el que se
refiere a las relaciones políticas y diplomáticas. El expatriado, en el país que
está cooperando, no deja de ser un representante del Norte, un emisario
español y la imagen concreta de la ONG para la que trabaja. En este sentido,
cada acción y cada declaración del cooperante no se le atribuye únicamente
a él, sino que se extiende a todo aquello que personifica. Así, está obligado
en todo momento a ser coherente con el discurso y estrategia de su ONG
que a su vez suscribe el discurso del Norte en el Sur:
“Era jefe de delegación y ya era un cargo mucho más político y tal,
¿no? político en el sentido que tienes que relacionarte con otras
226
ONG, con el gobierno, con las autoridades, es todo mucha
diplomacia… es muy complicado, ¿no?” (César: 300-303)
Daniel explica en su relato que en cierta ocasión, su ONG se vio obligada a
repatriar a un cooperante por cuestiones políticas:
“Te conviertes en una persona muy diplomática, porque estando
solo allí todo esto se te puede volver en contra, y claro es que…
¡uff! tú imagínate que tengas que sacar una persona del país, que a
nosotros en nuestra ONG nos ha pasado por un conflicto político y
personal y tenerla que sacar porque llegaron a la situación de
inseguridad para él… claro y ahí le tienes que decir: “es que no has
sabido actuar, tú primero has dejado mal a la entidad y luego tú te
has metido en un problema en el que podrías haber salido mal
parado”” (Daniel: 733-739)
En algunas ocasiones, son los propios cooperantes los que no están
dispuestos a correr ciertos riesgos si pueden evitarlo:
“Yo en la entrevista dije: “mira, yo quiero trabajar con vosotros
pero yo no quiero estar en un sitio que tenga conflicto bélico” yo
no me siento preparada para estar viendo gente que se mata los
unos a los otros. Entonces claro, eso, desde el punto de vista de la
ONG es como: “bueno si tenemos otra persona cogemos a otra
persona que le podemos mandar donde sea y no a ésta que nos dice
que no quiere ir.”” (Maruja: 138-142)
“Lo que pasa es que en Haití hay una situación que no es fácil a
nivel de seguridad personal y a mí eso no me apetece” (Pedro:
732-733)
VIDA SOCIAL
Antes de presentar la variable número siete “vida social” consideramos
oportuno hacer un apunte de lo expuesto hasta ahora para conectarlo con las
siguientes líneas. En nuestro propósito de comprender cómo es la vida de
los cooperantes en terreno, hemos acotado una serie de variables que
227
condicionan dicha experiencia. Por supuesto, existen otros muchos
determinantes que no hemos señalado como la propia personalidad del
cooperante por citar un ejemplo. Precisamente, la posibilidad de recurrir al
relato como fuente primaria aporta toda esa riqueza y complejidad de
detalles que el análisis deconstruye.
Gráfico 3. Variables que condicionan la vida en el terreno
Así, la vida social que el cooperante consiga establecer en terreno, va a estar
muy condicionada por todas las variables citadas hasta ahora, y pese a todo,
la personalidad del cooperante y el resto de condicionantes externos serán
los que den forma al tipo de relaciones que se establezcan. Cuando
repasamos los relatos encontramos que entre nuestros informantes existen
perfiles que se asemejan bastante a la misma categoría de cooperante y sin
embargo su experiencia en terreno ha sido profundamente distinta
228
precisamente como consecuencia de estos condicionantes que no hemos
enumerado.
Ahora bien, en nuestro análisis debemos proponer algunas de las fórmulas
probables dentro de esta variable y contrastarlas con los relatos registrados.
Cuando hablamos de vida social, ¿a qué nos referimos exactamente? y, ¿por
qué nos parece una variable especialmente importante?35
La variable vida social describe la frecuencia y la modalidad de contacto
con otras personas que desarrolla el cooperante fuera del propio ámbito
laboral.
Consideramos que este aspecto es especialmente vulnerable en la vida del
expatriado y dado que contribuye a la plenitud y felicidad de la persona
(López y García, 2005) insistimos en subrayar su importancia.
A lo largo de los relatos hemos recopilado distintas modalidades de vida
social. Los hay que tienen una vida social muy intensa y de carácter mixto,
esto es, se relacionan tanto con su compañeros cooperantes como con los
locales con los que trabajan. También están los que tienen una vida social
muy escasa debido a que dedican prácticamente todo su tiempo a desarrollar
su tarea profesional. Otros cooperantes limitan su vida social al contacto y
recreo con cooperantes o expatriados exclusivamente frente a los que acaban
huyendo de ese “gueto” y se posicionan casi en el lado opuesto fraguando
amistades con locales e incluso beneficiarios.
Tener una vida social equilibrada, es decir, compaginar la vida recreativa
con la laboral y relacionarse tanto con expatriados como con locales es un
objetivo deseable que no siempre se logra.
35
Véase que en el esquema hemos representado la variable “vida social” en un tamaño
mayor que el resto.
229
En primer lugar, el trabajo del cooperante a veces es tan intenso y tan
invasivo que no siempre se consigue encontrar tiempo para realizar otro tipo
de actividad que no sea descansar. Por otro lado, incluso el cooperante que
tiene voluntad de fraguar amistad con el personal local se encuentra con
muchas dificultades para lograrlo. En palabras de Nerín:
“En su persona se materializa la dura frontera entre el Norte rico y
el África pobre. En la comunidad donde trabaja, todos quieren
sacarle algo: ropa, alimentos, medicamentos, propinas, un
empleo… Y en muchas ocasiones mantiene relaciones muy tensas
con sus compañeros de trabajo africanos: el técnico de la ONG del
Norte puede cobrar salarios astronómicos, en tanto que sus
compañeros del Sur de la misma calificación suelen percibir
salarios ridículos (según los estándares de los países
desarrollados).” (2011:98)
Juan recuerda que cuando estuvo de cooperante en Cuba logró fraguar
grandes y muy buenas amistades: “Tengo unos amigos cubanos que son
para toda la vida, una gente súper buena, súper preparada y gente genial”
(325-340). Pero, en sintonía con lo que apunta Nerín, también percibió esa
distancia insalvable que erigen las diferencias entre el Norte y el Sur: “Es
que en Cuba el extranjero siempre se ve como un dólar…”. En su relato,
Juan explica que entre la población local siempre está la sospecha de que el
que se acerca a un expatriado lo que en realidad quiere es conseguir algo de
él. Recuerda que a sus amigos también los criticaban en ese sentido. Es
difícil vivir siempre bajo es mirada social acusadora. El nivel adquisitivo de
unos y otros es tan distinto que es imposible equiparar la forma de vida:
“Ellos a lo mejor ganan 12$ al mes y yo estaba ganando a lo mejor
más de 1000€ al mes… es que es una diferencia tan, tan, tan
grande que mi vida al final nada tiene que ver con la de ellos, y a
mí no me cuesta nada pagar, invitar… al contrario, con todo el
amor del mundo, que uno por lo colegas hace lo que sea, pero eso
a mí me cansó de Cuba…” (Juan: 325-340)
230
Para estar en sintonía con los locales y poder tener una buena relación, es
necesario que el cooperante haga un esfuerzo de acercamiento y empatía
con la cultura del país que le acoge. En ese sentido, las habilidades
personales de cada expatriado juegan un papel fundamental. Pero no hay
que olvidar que la población local también debe poner de su parte, tener
interés y ganas de dedicar su tiempo al “blanco”. Nuestros informantes
explican que la población local también se cansa de ese ejercicio de
encuentro con el otro, pues al fin y al cabo los cooperantes vienen y van y
ellos siempre permanecen allí. Así, la propia comunidad local también debe
cuestionarse si vale la pena establecer relaciones con los expatriados. A
esto, según Coles (2011: 134) hay que añadir las barreras del idioma, la
religión y las costumbres propias que consiguen restringir el contacto social
a un nivel muy superficial.
“También la gente de allí, sabe que te vas a ir y tampoco quieren
generar muchas redes contigo” (Toni: 576-591)
“Al principio, si eres el primer blanco eres una curiosidad, y la
gente quiere enseñarte a sus amigos, pero claro, tienen su vida y no
están esperando siempre para salir contigo” (Julián: 318-324)
Ximo recuerda que en sus primeras misiones no le daba ninguna
importancia a la vida social, de hecho la denostaba. Él consideraba que no
había ido a África a hacer amigos pero con el tiempo se dio cuenta que es un
aspecto que hay que cuidar porque si no es así, la vida en terreno se hace
insostenible:
“Los tres primeros meses que estuve en mi primera misión en
Somalia recuerdo que prácticamente no me relacionaba con nadie.
Levantarme por la mañana, desayunar solo, ir a trabajar hasta que
se hace de noche, volver, una ducha, cenar solo, meterme a leer un
libro y dormir pronto y al día siguiente igual, y así tres meses. Yo
era el único médico español, todos eran internacionales, con lo cual
no me apetecía nada seguir hablando inglés, lo que me apetecía era
231
leer un libro en castellano…, pero somos personas humanas y
tenemos unas necesidades, y una de nuestras necesidades es ésta,
¿no?” (Ximo: 21-89)
Sara es un ejemplo de cooperante que disfruta de la vida social en terreno y
lo hace tanto con sus compañeros expatriados como con el personal local.
Su espíritu vital e intrépido y su amor por el ser humano le empujan
constantemente a empatizar con el otro para lo que se ve en la necesidad de
conocerlo e intentar comprenderlo. Su narrativa siempre defiende la
importancia de interesarse y aprender acerca de la cultura de la población
beneficiaria para ser más eficaz en su labor como cooperante. Para ella, los
momentos de esparcimiento son los idóneos no sólo para pasarlos con los
otros expatriados, sino, sobre todo, para conectar con los locales y aprender
sobre ellos y de ellos.
Ella recuerda una anécdota que le ocurrió en un campamento en Sudán del
Sur de la que extrajo un importante aprendizaje: la ayuda será más eficaz en
la medida en que tenga en cuenta la cosmovisión de la población
beneficiaria.
“Montamos tres grandes tiendas blancas para atender a los
pacientes. Una estaba destinada al tratamiento de la diarrea
debida a la disentería y toda la historia, otra donde
teóricamente venían para hacer consultas externas y otra
para los nenes. Lo que a mí me empezó a llamar la atención
es que no venía casi gente, no venía nadie. Estuvimos cinco
meses, diciendo, bueno, tal, buscando, yendo, haciendo lo
que es salir a los poblados, captamos a gente, pero no
venían. Empezamos a preguntarnos qué estaba ocurriendo.
Alguien nos dijo que para la población, que era musulmana,
veían el lugar como un cementerio. Tres cosas blancas
enfocadas a la Meca lo asociaban al lugar donde ir a morir.
Entonces yo dije nosotros allí a morir no vamos, nosotros si
vamos es para teóricamente para sanar, entonces dijimos,
pues ale guapos, cambiamos. Pues ale va, quitando las
tiendas, montamos semipermanentes o cambiamos la
orientación de las tiendas. Y ya la gente empezó a venir…
era una tontería que no era ninguna tontería, pero
simplemente era, es decir, es que la antropología es súper
232
importante a la hora de llegar a la población y a la hora de
ayudarles, entonces dijimos: burros, burros, burros, burros”
(206-226)
Cuando se tiene una relación equitativa y fluida con la población local, este
tipo de situaciones se pueden evitar o al menos disminuir. Pero el
cooperante, ¿realmente puede llegar a entablar amistad con los locales o su
situación y estatus se lo impiden?
Sara cuenta que muchos de sus compañeros se sentían incómodos con la
forma que ella tiene de relacionarse con los locales. Sienten como una
amenaza tratar a los compañeros no expatriados de forma cercana y
amistosa pues piensan que van a perder autoridad o van a acabar
“tomándoles el pelo”:
“Llegaba el domingo y yo le podía decir a mi compañero local, oye
mira, vente y pasamos el domingo juntos o te vienes a la casa a
comer y tal, claro mis otros compañeros decían: “tía es que es la
primera vez que viene un staff nacional a la casa del expatriado”…
aquellas primeras misiones tenían miedo de: “Oye, a ver si es falta
de respeto”. Pero yo creo que se puede ser jefa y se puede
coordinar teniendo también un poquito de amplitud, también dando
un poquito de manga ancha y entendiendo los problemas de los
demás, es decir, saber a qué población estamos ayudando, es súper
importante conocerlo, súper importante, claro la gente, pues las
primeras misiones, no lo entendían.” (624-638)
Si bien es cierto que la vida social con locales en según qué casos es
complicada, no se trata ni mucho menos de una misión imposible. Es
cuestión de voluntad. Como afirmábamos unas líneas antes, al final, las
personas buscan relacionarse con sus afines en la medida de lo posible. La
clave está en quién considera el cooperante que es su afín. ¿Exclusivamente
el resto de expatriados cooperantes? ¿Otro tipo de expatriados?
¿Cooperantes locales? Y la propia población local, ¿a quién considera
amigable?:
233
“A mí me encanta tener vida social con los trabajadores y tal, me
gusta que me cuenten, me gusta irme a sus casas o que ellos
vengan a la casa de la ONG, porque esa casa es casa de todos. A
veces mis compañeros se comportaban como si tuvieran miedo,
sobre todo cuando eran primeras misiones. Miedo de que se
confundiera el nivel profesional con otra cosa. Y yo digo: “pero es
que os estáis perdiendo un montón de información, os estáis
perdiendo un montón de empatía, os estáis perdiendo un montón
de cosas”. Después vinieron otros expatriados que eran congoleses
y salían a tomarse cervezas pues en el chiringuito de al lado de la
casa y tal donde iban todos los locales y me decían que saliera con
ellos. También en el chiringuito se comentaba mi presencia, pues
lo típico, “ha venido la blanca aquí a tomarse una cerveza”, “pues
esta quiere rollo, ¿no?” Teóricamente es lo que piensan muchos, de
decir, las blancas van a buscar el negro porque claro…, al final
dices, yo también trabajo en España y eso no quiere decir que
cuando me vaya a trabajar me tengo que acostar con todos los que
trabajo…” (573-594)
Sara en sus misiones normalmente entabla amistad con población local,
principalmente con compañeros de trabajo. Éstos le invitan a sus casas, les
presentan sus familias, la invitan a fiestas, e incluso, en alguna ocasión, ha
optado por pasar su “weekend de descanso” con amigos locales en vez de
con los cooperantes expatriados con los que vive”:
“ya la Hawaia36
se convirtió en Sara… yo creo que la ayuda debe
ser como lo haríamos con cualquier persona, es decir, es que no
tiene que ver nada ni religión, ni cultura ni nada, es simplemente
de corazón a corazón, o sea, es decir, yo soy así, tú eres así, cómo
nos podemos ayudar, qué podemos hacer, pues simplemente es con
la honestidad, la sinceridad, el verte mucho de cara...” (59-70)
Frente a la experiencia de Sara, Maruja explica en su relato que la relación
con locales es muy complicada y a lo largo de su trayectoria como
cooperante su vida social ha estado muchos más vinculada al resto de
expatriados que a la población local. En el fragmento que a continuación
36
Significa “blanca” en la lengua local
234
citamos aparecen las ideas claves del tipo de vida social más habitual en el
expatriado y algunas de las razones que la justifican:
“A mí una de las cosas que no me gusta de cómo se trabaja en mi
ONG es que muy difícil mezclarte con la sociedad local, ¿no? Que
yo lo entiendo, ¿no? tienen sus razones (seguridad), pero tienes
que hacer mucho esfuerzo para mezclarte, que se puede hacer,
porque hay gente que lo hace, ¿no? Lo que pasa es que lo que te
resulta más cómodo es pues quedarte en tu casa, con el resto de
guiris y tal.”
“Yo creo que lo que más te dificulta la vida social con locales es el
tema de la diferencia cultural, el hecho de que todo el mundo sabe
que eres europeo, y eso, aunque tú te puedas mover va a estar ahí,
¿no? Yo creo que limita más desde el punto de vista de a lo mejor
de la percepción que tienen de nosotros y de lo que tú te puedas
acercar y lo que puedas aprender de cómo viven ellos realmente,
de cómo piensan, de… porque eso, tú vives en una casa con
guardias, tienes un chófer, tienes un coche, sólo te mueves en
coche, tienes alguien que te limpia, que te cocina, que te compra,
eso quiere decir que hay muchas cosas que ellos (la población
local) hacen que tú no haces, porque te las hacen. Tampoco ves
cómo viven ellos en realidad, porque tú estás a años luz, no te
relaciones con la gente. A lo mejor te puedes relacionar con el
vecino, pero resulta que tu vecino de esa súper casa que tienes es
alguien que incluso en tu país estaría en un nivel muchísimo más
alto que el tuyo, ¿no? Es verdad que si tú haces el esfuerzo y al
salir del trabajo, pues eso, te mueves y tal, tú te lo curras el fin de
semana y te vas al mercado a comprar e intentas… puedes, ¿no?
pero exige esfuerzo, entonces, pues según en qué situación no lo
haces. Y lo normal es que al final, lo que yo he visto, ¿eh? Lo
normal es que al final el equipo de cooperantes expatriados esté un
poco cerrado, ¿no? y tengan pocas interacciones con la gente
local.”
Como exponíamos más arriba, la tendencia más común es la de “conectar” y
“fraguar” amistad con aquellos con los que el cooperante siente mayor
afinidad, comparte ciertos valores y posee una cosmovisión parecida. Este
fenómeno acaba generando en la vida de los expatriados lo que Toni
denomina “islas de occidentalidad”:
“Las islas de occidentalidad en el sur, que existen, que con los
universitarios, los… que somos prácticamente iguales, nos
parecemos mucho, es decir, todos hemos usado el Windows, todos
235
hemos leído ciertas cosas, hemos visto ciertas películas, pero el
resto del país no es así, entonces tú puedes llegar a un país y
empezar así de este lado, de esa isla, de esa gente con la que tienes
intereses comunes, licenciados y tal” (Toni: 137-143)
Toni propone partir de estas “islas” que amortiguan el choque cultural, para
ir creciendo en el contacto con otros locales más alejados de la propia
cultura. Este ejercicio de acercamiento no siempre se lleva a cabo. A veces,
la vida social del expatriado se limita a una “burbuja” (Amit, 2011:9). Este
aislamiento al que ya hemos hecho referencia en diversas ocasiones a lo
largo de este capítulo, afecta los resultados del éxito en las intervenciones
como señala Sara en el fragmento de su relato antes citado.
A veces, la distancia entre nacionales y expatriados puede ser realmente
grande y acabar por generar vidas paralelas que únicamente interactúan a
nivel profesional y siempre, desde luego, en una relación en la que
predomina la verticalidad:
“Con respecto a los locales, siempre se nos ha acusado de que los
dejamos al margen de todo esto de la convivencia y sigue
ocurriendo así, para nada los integramos en nuestra vida social,
están aparte, están fuera de… aunque el campamento sea el mismo
y locales y expatriados vivamos juntos, a pesar de vivir juntos en
tiendas de campaña una al lado de la otra, cuando se organiza un
acto social, nos separamos, como antiguamente los hombres y las
mujeres en la iglesia, igual, sí, a lo mejor todos cenamos lo mismo,
porque la comida es la misma para todos, pero los blancos con los
blancos y los negros con los negros, yo me pongo a lady Gaga y tú
pones tu música de “butuumbaumbaumba”, yo me pongo mi
modelito minifalda y tal y ellos siguen con sus ropas… porque son
locales y…. ¿vale? Sí, a veces, se intenta aunar en una fiesta
común, todo lo que quieras, pero se acaban diferenciando, las
parejas que se forman, se forma blancos con blancos y negros con
negros, rara vez se forma una pareja de blanco con negra o negro
con blanca o algo así, aunque haberlas “hailas”, pero muy
esporádico y muy raro, y eso ellos nos lo echan en cara, que no los
incluimos en el área social y eso es una de sus… Es una especie de
racismo para ellos y tienen parte de razón. O sea, estoy de súper
buen rollo contigo de lunes a viernes currando y llega el viernes
por la tarde y ya no te dirijo la palabra, porque solo te quiero para
trabajar, no me interesas como amigo, ni como amistad, ni como
236
pareja ni como contacto sexual, no me interesas nada, solo me
interesas como contraparte para currar, ¿vale? ¿Eso es lícito? Pues
supongo que lícito es, pero no me parece muy ético, y es así, o sea,
pocas veces un staff local llega con un expatriado más allá de una
relación laboral aunque estés seis meses con él conviviendo y
durmiendo a su lado tienda con tienda, pocas veces, ¿sabes? Y eso,
a poca sensibilidad que tengas pues te… ¿ellos tienen parte de
culpa? Pues probablemente a lo mejor ellos también tienen parte de
culpa, tampoco es solamente culpa nuestra, ellos también tienen
parte de culpa de tampoco hacer… O simplemente es que es así, no
sé” (Ximo: 21-137)
La descripción tan ilustrativa que hace Ximo en su relato choca
profundamente con la visión que desde el Norte tenemos de cómo es la vida
del cooperante, y sobre todo de cómo son estos “héroes” del siglo XXI.
Imagen que pese a que ellos, al menos en los relatos que nosotros hemos
recopilado, intentan eliminar, las ONGs siguen mostrando a través de sus
campañas:
“La propaganda de las ONG y de los organismos internacionales
(…) presentando en anuncios, documentales y folletos imágenes de
cooperantes blancos, tan blancos como el donante, curando
heridas, repartiendo comida o labrando campos. (…) Se presenta al
cooperante como un héroe moderno, como el difusor de la
civilización con elementos de mártir” (Nerín, 2011: 30-31)
Pese a que nuestro grupo de informantes insiste a lo largo de sus relatos en
el amor y valor que le dan al ser humano y lo enriquecedor que puede ser el
contacto con otras culturas: “lo mío es conocer otras culturas, enriquecerme
de otras culturas” (Lucía: 401:402), lo cierto es que en sus propios relatos
aparecen otros compañeros que nada tienen que ver con esa imagen idílica e
inmaculada del trabajador37
.
Volviendo a la variable que nos ocupa, con respecto a la vida social, los
expatriados, en sus momentos de esparcimiento acaban reproduciendo sus
37
Ver texto del relato de Julián sobre cooperantes racistas (511-537) o el de Lucía sobre el
“coopulante” (540-554). Esta última idea también en Nerín, 2011:100.
237
patrones de ocio y diversión en el nuevo entorno en el que trabajan, pese a
ser un entorno completamente distinto. Así, cuando llega el fin de semana
interpretan, al igual que harían en su lugar de origen, que deben dejar de
trabajar y “salir de marcha”:
“¿Qué supone eso? Pues supone comprar alcohol en países donde a
lo mejor no está bien visto comprar alcohol, o incluso llega a estar
prohibido, pero bueno, el dólar todo lo puede. ¿Aquí qué música
oímos?, ¿el disco de Lady Gaga y no sé qué? Pues vamos a poner
unos bafles aquí y montamos una discoteca para poner a Lady
Gaga en mitad del Sahel. Cuando salimos de marcha ¿qué pasa?
Que nos dejamos las t-shirt de la ONG y claro el fin de semana nos
arreglamos mucho y nos vestimos súper bien, y nos pasamos una
hora maquillándonos, y nos ponemos súper guapas y tal…
entonces intentan reproducir el mismo patrón del weekend. A mí
esto me llega a parecer una falta de respeto y de coherencia. Yo
creo que la inmersión cultural es fundamental para llegar a la
población, para que te respete. No puedes estar luchando por eso
cinco días y luego dos echas todo por la borda y tu música no me
importa una mierda y mi música es… y mira que bafles tengo y
mira cuándo alcohol bebo y mira cuánto dinero tengo ” (Ximo: 21-
89)
Cuando el cooperante vive en la capital o acude a ella para pasar los
“weekends” de descanso, sus posibilidades de actividades recreativas
aumentan, al menos en el sentido occidental de lo que deben ser. Así, el
expatriado tiene la oportunidad de ir a la piscina, “ducharse como toca”, ir al
restaurante y comer como si estuviera en Europa o incluso mejor ya que su
nivel adquisitivo en referencia al local, es mucho mayor que en su país de
origen:
“Ante la imposibilidad de tejer vínculos de amistad con los
africanos, normalmente el cooperante optará por relacionarse con
otros blancos (los expatriados, expats, como les llaman los
francófonos): jugará a tenis con ellos, verá películas de arte y
ensayo y beberá vinos franceses con ellos. Con frecuencia pasará
semanas enteras recluido en el sacrificado mundo de piscinas,
criadas y bares de copas en el que sobreviven los trabajadores de la
ayuda” (Nerín, 2011: 100)
238
Ximo cuenta que la madurez y experiencia del cooperante es crucial a la
hora de plantear el estilo de vida social que se desarrolla en terreno:
“Cuando te encuentras un proyecto en el que hay más gente que
tiene más experiencia son gente, no sé, más pausada, más
tranquila, donde la convivencia es más fácil, tengo experiencias
preciosas. De hecho, una de las cosas muy bonitas es encontrar
estos momentos con gente, momentos fuera del trabajo, de
convivencia con otros compañeros, no sé, alrededor del fuego, por
la noche y hablar tranquilamente y tocar la guitarra…” (21-89)
Estando en terreno, el cooperante puede irse al otro extremo y desvincularse
por completo de cualquier contacto o vida social con personas que no sean
locales. Esta posibilidad también carece de equilibrio y puede desestabilizar
en gran medida al expatriado:
“En vez de tener un equilibrio, ¿sabes? Yo en 13 meses que estuve
allí, los 11 primeros no tuve contacto con españoles más que igual
cuatro o cinco veces, perdí totalmente la conexión con la gente de
mi propia cultura y además, aparte de ser la primera vez que me
iba con todos los problemas que me sucedieron… perdí un poco la
perspectiva. Fue como, estar de maravilla con mis amigos, con mi
gente dominicana perdiendo todos mis principios que había
mamado durante toda mi vida y la vuelta aquí fue horrorosa, o sea
una experiencia muy traumática” (Lucía: 387-394. 646-651)
Como se intuye al repasar los relatos, la vida social del cooperante no es
sencilla, y muchas veces la soledad es la compañera de viaje más habitual
para un expatriado:
“Al final es no sentirte socialmente integrado ni con tus propios
compañeros expatriados, ni con la gente local que trabaja contigo
cada día, ¿no? eso potencia mucho el sentirte un… en vez de ser un
cooperante, como si fueras un colono, ¿no? y a mí eso me frustra,
y como digo yo he vivido de todo, he vivido situaciones de
integración con gente local, en proyectos donde éramos más, y
proyectos en los que estaba totalmente diferenciado y era
horroroso, proyectos donde tenía compañeros con los que me
identificaba mucho, y proyectos con los que he dicho, estoy
deseando que no llegue el fin de semana porque me voy a meter en
mi tienda de campaña y no voy a salir hasta el lunes por la mañana
239
porque no me apetece bailar lady gaga ni botellón ni… es verdad,
se organizan botellones, como aquí, sí, sí. Es… y creo que el
tiempo juega en contra del expatriado, es decir, cuantos más años
lleva el expatriado trabajando en proyectos más se encuentra con
que hay más primeras misiones y menos gente que repite… la
gente que repite es una minoría, eso es en terreno y luego en la
capital es esto elevado al cubo.” (Ximo: 29-137)
Esa soledad a la que alude Ximo en este fragmento de su relato se puede
prolongar también más allá del tiempo en el que el cooperante coopera y
trasladarse a la vida en el país de origen. Sobre los costes de la vida del
expatriado hablaremos en el siguiente capítulo, pero nos parecía importante
señalar desde este apartado de la vida social que el cooperante puede entrar
en una dinámica instrínseca a su estilo de vida que le hace desarraigarse de
todo, y hallarse “enganchado” a la cooperación y, en consecuencia,
profundamente solo.
CAMBIO DE ESTATUS
La última variable que queremos señalar para analizar cómo es la vida del
cooperante en terreno, se refiere al cambio de estatus.
Efectivamente, a través de los relatos de nuestros informantes hemos podido
refrendar que normalmente la posición social del cooperante cuando está
expatriado cambia con respecto a la que tiene en su país de origen.
El expatriado adquiere un nuevo estatus porque el rol que desarrolla en el
terreno es distinto al que ejerce en su patria, incluso cuando se trata de la
misma profesión, como ocurre con un médico o enfermera que realiza
labores de cooperación humanitaria en una misión sanitaria en el Sur:
“En los proyectos nosotras somos como si fuéramos las directoras
del hospital, nosotras somos las que contratamos, las que hacemos
entrevistas de trabajo, las que hacemos las planillas, las que
hacemos los pedidos de farmacia, las que organizamos las
farmacias, las que vamos a ver los pacientes, a hacer seguimiento
de cada paciente y cuando ya vemos que todo está bien, nos vamos
240
a la oficina y organizamos todo lo demás, los pedidos, la
formación, todo, todo, ver y analizar estadísticamente de dónde
vienen más población, etc. Entonces vienes aquí (a España) y sólo
contacto directo con los pacientes. (Sara: 608-632)
De esta forma, el trabajo del cooperante se presenta como un reto constante
que implica superación y determinación. Normalmente el expatriado ocupa
puestos de máxima responsabilidad, gestiona, toma decisiones, en
definitiva, dirige desde el terreno los proyectos que le han sido asignados y
al personal que trabaja en ellos:
“Llevas proyectos de gran envergadura, eres una figura muy
importante dentro de ese proyecto, quiero decir, no eres un técnico,
como puedes ser en España” (Lucía: 574-582)
El estatus adquirido se construye a partir de la suma de varios factores.
Además del tipo de trabajo que ejercen en terreno, nuestros informantes
aluden a las características de la sociedad en la que desarrollan su labor que
les brindan la posibilidad de obtener un nivel de prestigio mayor. Es a lo que
Nerín llama “vivir como un blanco en un país de negros” (2011: 78):
“Con frecuencia los cooperantes también son los que más usan, en
África, los campos de golf, los clubes de tenis, las piscinas, los
restaurantes de lujo, los videoclubes… y también las empresas de
alquiler de veleros, de quads, de ultraligeros, de planchas de surf”
(Nerín: 2011: 79)
Efectivamente, el poder adquisitivo aumenta, no necesariamente porque los
sueldos en terreno sean mayores que en España, que sí ocurre en muchas
ocasiones, sino porque además su dinero allí vale más y por lo tanto se le
puede sacar más rendimiento:
“Yo allí al final de mes llegaba sobrado, aquí no llego a final de
mes. Yo allí tenía un poder adquisitivo que aquí no tengo. Allí no
tenía el mismo salario que aquí, de hecho ganaba más que aquí,
claro, allí las condiciones eran muy distintas, y aquí, llego aquí y
241
de repente, joder, voy súper apurado, pero para todo, pero ya no es
por… porque allí yo tenía el coche, se me rompía me costaba nada,
allí también pagaba pero mucho menos”. (Daniel: 542-552)
Ese nivel económico suele también ir acompañado de bienes materiales y de
privilegios sociales, de manera que el cooperante puede llegar a vivir un
estilo de vida muy distinto al de su vida en origen:
“For many, living in rural Madagascar is their first expat
experience. As such, it offers a privileged status as a foreigner in
relation to the ‘target’ population, which they greatly appreciate
but are also defensive about (even though it’s at the bottom of the
development ladder). In addition, they are able to afford a lifestyle
and access to resources unimaginable in their homelands.” (Verma,
2011b: 177 y 178)
Al aumentar su poder adquisitivo, también lo hace su poder social y su
capacidad de influencia lo que le reporta recibir un trato privilegiado o una
serie de beneficios específicos:
“Sí, y bueno, sinceramente, es algo que también es agradable, sí.
Es agradable porque tú quieres entrar en un sitio a cenar: “¡ah, no
hay sitio! Pero, ¡ah! ¡¡¡¡Pasa, pasa!!!!”. Sí, pero no es justo, ¿no?
Pero sí, al final, también la policía, claro, la policía para a todos,
para obtener dinero, porque si no te retienen una hora o dos horas
hasta que pagas algo, pero claro, nosotros teníamos también la
suerte de tener una matrícula diplomática por trabajar en la
Comisión Europea” (Julián: 143-160)
Esta ascensión en la escala social es fruto de los contrastes culturales. Es un
dilema más de la vida del cooperante expatriado. La misma persona en
distintos contextos sociales ocupa diferentes estatus. El cooperante en el
Norte, pertenece normalmente a la amplísima llamada clase media, en el Sur
pasa a formar parte de la clase alta.
De esta forma, la cooperación permite al expatriado codearse y relacionarse
con gente con la que en España nunca se relacionarías. En no pocas
242
ocasiones puede ser invitado a las recepciones de la Embajada, o hablar con
embajadores, cónsules o ministros:
“Sí, eso con los cooperantes pasa mucho que… o sea que los
cooperantes a lo mejor en su pueblo no se hablan ni con el vecino
y luego llegan al país y se codean con súper altos cargos, ¿sabes?
Con ministros, con responsables de programas, no sé qué… ufff,
con organizaciones que ponen fondos y que ponen muchos
millones ahí en el país, eso es curioso, eso es una cosa… ¡cómo
cambia el estatus de la persona! ¡totalmente! Yo eso lo llevo bien.
La verdad es que muy bien, tía. A mí me encanta viajar, me
encanta conocer gente y estando en la cooperación te permite
conocer unas gentes que de otra manera uno no llega así en su día a
día y eso la verdad es que está muy bien” (Juan: 422-435)
El estatus y los “lujos” van asociados también a una serie de limitaciones en
cuanto a la libertad de movimientos:
“El estatus que tienes va asociado con una serie de limitaciones
que no te compensa. El estatus que tienes es más restricción de
libertad que estatus, ¿no? porque tienes un guardia, pero tienes un
guardia porque tienes que dormir siempre en casa, porque tienes
que tal, porque tienen que saber en todo momento dónde estás,
entonces es como… (Pone cara de agobio) pero, bueno, y lo del
chófer es porque no podemos conducir, entonces es que como todo
en las cosas… (Maruja: 1005-1015)
Tampoco debemos olvidar que el estatus no es algo que uno se adjudique a
sí mismo sino que es asignado por la sociedad, la cultura o por el grupo
particular en donde se desenvuelve la persona y que es adquirido
cumpliendo alguno o varios de los criterios que lo determinan.
Así, los cooperantes ocupan un estatus elevado en las sociedades en las que
trabajan puesto que son más ricos que la mayoría de la población local,
tienen la capacidad de tomar decisiones de gran envergadura y/o
responsabilidad, a través de su labor son capaces de ejercer algún tipo de
impacto en la sociedad y ostentan un nivel de conocimientos y formación
243
normalmente superior también al de la media de personas que configuran su
grupo social total de referencia:
“Nuestro estatus frente a los demás es muy elevado. Nosotros
estamos en una clase social por encima del 99% de la población,
no en todas, pero por ejemplo, en Marruecos si tienes formación,
tienes dinero, vienes de un país en el que puedes hacer valer tus
derechos, incluso estando fuera de tu país los puedes hacer valer
allí, y luego tienes, tienes poder y tienes capacidades para
ejercerlo, que es lo más importante, entonces nuestro estatus es
bastante elevado.” (Daniel: 516-541)
Como es sabido, a cada estatus corresponde un conjunto de conductas
también definidas socialmente. Así, la propia sociedad que acoge al
cooperante espera de éste que ejerza su rol que no siempre coincide con la
idea previa que él mismo posee. A veces para el expatriado esto supone un
choque, una situación que le puede incomodar:
“Y a ti te ven como… un ejecutivo de Repsol y tú sois iguales, y
eso te puede volver un poco loco, porque tú imagínate, llevas
mucho tiempo y la gente no te reconoce la parte ésta de valores y
transformación y de cambio social, tú eres un blanco, tienes pasta y
por eso estás aquí, y ya está, y tú dices: “¿!!Pero esto!!?” (Se ríe)
Claro, pero tú no te lo esperas porque tú esperas que cuando te
vean que la gente reconozca que tú eres como una persona de
cambio social y tal, no, la gente no ve eso, porque en los países
donde vas eso no existe, el voluntariado, las ONG, el tejido civil
no está, que siempre que viene alguien, o es de un partido político
o pertenece a alguna compañía. Tú eres de una compañía,
normalmente si eres español tú eres de la embajada española, si
eres… aunque seas de una ONG… aunque sea de Greenpeace, si
eres español eres de la embajada, y claro eso sí que te confronta, y
dices: “¡pero bueno, esto cómo puede ser!” (Toni: 185-195)
Así, el cooperante, quiera o no, se lo haya planteado o no, ocupa un nivel
nuevo en la sociedad del Sur a la que acude para “ayudar”. La propia
población actúa y le trata como lo hace con los que pertenecen a una clase
social superior a la de ellos.
244
No cabe duda que vivir con ciertos privilegios y comodidades y tener un
cierto reconocimiento social puede desembocar en la creencia por parte de
algunos cooperantes de que su vida es y debe ser así:
“El personal local te trata, te mira con ese rollo así de inferioridad
y hay gente que al final se lo cree que está por encima de todo el
mundo y eso es también muy peligroso” (Pedro: 53:29)
Fechter (2011b: 201) cuando habla de “ego-boost” corrobora los no pocos
fragmentos recopilados de nuestros informantes que señalan actitudes de
superioridad y prepotencia por parte de algunos cooperantes:
“Yo he visto cooperantes con una actitud…, gritándole a todo el
mundo allí tal, es decir, date cuenta que tú aquí no vienes a ser un
prepotente y a decir a la gente y a aprovecharte de tu situación
para… entonces claro eso, por eso te digo la importancia de que
alguien tenga cierta formación sobre ciertos aspectos, porque si no
allí vas con un estatus, con una actitud un poco de prepotencia… Y
ese es el problema del cooperante, el cooperante no aprende que
poco a poco tiene que ir reduciendo su estatus y al final tú tienes
que ser un muñequito y ellos tienen que ser pues ya el gigante. Ese
es el problema, nosotros llegamos como gigantes y no hacemos el
proceso este de reducción y que ellos vayan creciendo que
realmente es cuando los empoderas y ellos tienen capacidad de
decidir, ¿no? por ellos mismos. Eso no lo hacemos, al final nos
quedamos, la mayoría de veces nos quedamos ahí y a veces
bajamos un poco, pero cuesta mucho.” (Daniel: 516-541)
El problema es que cuando el cooperante retorna a su país de origen pierde
todos esos privilegios que le aportaban su estatus en terreno y en algunas
ocasiones la reinserción laboral y social se convierte en una auténtico
drama.
En el siguiente capítulo veremos cómo es el retorno del cooperante y qué
costes implica su estilo de vida.
245
EL RETORNO
“si yo no supiera que mi mundo también es este, no podría vivir aquí, eso me costó un
año y medio de psicoterapia poder interiorizarlo” (Ximo: 300-314)
El retorno es una faceta más dentro de la cotidianidad de la vida del
cooperante. Pese a ser una constante, se trata de uno de los aspectos más
complejos y difíciles con los que tiene que lidiar. La vuelta a casa del
expatriado puede suponer un nuevo choque cultural, esta vez, y aunque
parezca extraño, con su propia cultura. Estrés postraumático, desarraigo o
soledad son algunas de las consecuencias a las que es posible que se tenga
que enfrentar:
“Pero la experiencia, o incluso el estrés producido por estas
situaciones, pueden no terminar cuando los cooperantes finalizan
su trabajo o vuelven a su país. Entonces pueden darse problemas
tanto para enfrentar las situaciones vividas como para la
reintegración social (encontrar trabajo, amigos, etc.)” (Martín y
Donà, 1997:52)
TIPOS DE RETORNO
El cooperante, a lo largo de su vida hace diferentes retornos. La primera
forma sería el retorno intermitente, se regresa al país de origen por
descanso, vacaciones o reunión de trabajo en la sede de la ONG o la
institución correspondiente. No se trata de un verdadero retorno porque, tras
el periodo de paréntesis correspondiente, el cooperante regresa al mismo
puesto que tenía en el país del Sur y continúa con la labor que estaba
realizando.
El retorno intermitente es necesario por varias razones. La primera, si se
trata de una visita a sede, es obvia, es una cuestión de trabajo, es parte de la
246
labor que desempeña el cooperante. Pero además de este primer motivo,
algunos cooperantes escogen volver en sus vacaciones a su país de origen en
vez de visitar otros lugares de las zonas donde están destinados porque de
esta manera pueden aprovechar para visitar a la familia, rencontrarse con los
amigos y con sus raíces. Pueden hacer pequeños “simulacros” de reacople
en el mundo del Norte (tan distinto al del Sur). Por otro lado, este
“descanso” les sirve para “desconectar” de la intensidad del trabajo en
terreno:
“Yo hacía retornos intermitentes. Mucha gente normalmente lo
hace, hay gente que no, que se queda un año y tal, pero eso ya
corres el riesgo de quemarte, porque sí que necesitas estar
motivado para… como es un trabajo de, normalmente de motivar a
la gente eso quiere decir que tú necesitas estar todavía más
motivado” (Pedro: 466-470)
Sea cual sea el caso, el expatriado puede aprovechar estas visitas como
pequeños “ensayos” que le preparan para amortiguar el retorno propio de un
final de misión:
“Yo recuerdo la primera vez que estando allí tuve que venir a
España porque se organizó un encuentro de delegados del África
subsahariana y tuvimos que ir. Yo me encontraba en la Gran Vía
de Madrid… era una sensación de agobio, de… ¿sabes? O sea,
todo me molestaba. Me molestaba el ruido de la calle, me
molestaba el ruido de los coches, me molestaba… la gente corría,
corría y corría y es que además tengo esa imagen en la Gran Vía
parecía como cuando te pasan por televisión esas imágenes que
van a cámara rápida y… ¿sabes? Esa sensación que todo el mundo
va… Es una sensación… extraña” (Mario: 274-332)
Otro tipo de retorno es el que ocurre cuando el cooperante ha terminado con
la misión o proyecto en el que estaba trabajando. El expatriado regresa a
casa, pero lo hace pensando ya en cuál será su nueva misión, o incluso
sabiendo cuál es la siguiente, en este último caso, y aunque la próxima
misión sea en el mismo país en el que ha estado cooperando, debe regresar
247
antes de reenganchar. Es decir, el paso por el país de origen, y sobre todo,
por la sede de la institución para la que trabaja, es obligado:
“Sí porque además tienes que hacerlo. Tienes que acabar, hacer el
debriefing que se llama, ¿no? contar todo lo que ha pasado, lo que
no, lo que sea y luego te dan el briefing para el sitio nuevo”
(Mercedes: 257-262)
La tercera y última posible forma de regreso es la que hemos denominado
retorno definitivo. Algunos cooperantes, por diversas razones, deciden
cambiar de vida y acabar con sus días de expatriado para siempre, o al
menos así se lo plantean en principio38
.
COMPAGINAR O DEDICACIÓN EXCLUSIVA
Ninguna de las tres versiones de regreso expuestas se vive igual si el
expatriado se dedica exclusivamente a la cooperación internacional que si
compagina dicha labor con el ejercicio de otra profesión en su país de
origen. Entre nuestros informantes, César, Juan, Maruja, Toni, Mercedes o
Julián, entre otros, se dedican o han dedicado a la cooperación de manera
exclusiva, mientras que Mario, Sara, Ximo o Jesús por ejemplo, lo
compaginan con otra profesión en su país de origen.
Lucía, que compagina la cooperación internacional con la acción social
aquí, considera que su situación le permite disfrutar de las experiencias
propias de la vida de expatriado, pero sin los inconvenientes que ésta
acarrea:
“Yo tengo mi puesto de trabajo indefinido aquí en Valencia. No
quiero dedicarme en exclusividad a la cooperación, sí que me
interesa mucho, pero quiero evitar el desarraigo… quiero evitar los
problemas psicológicos que en general se puede llegar a padecer.
Es una profesión más, la cooperación es un trabajo más, que se
38
Más adelante aclararemos este comentario. En muchos casos, el desenganche definitivo
se va prolongando en el tiempo y parece que nunca termina de llegar ese “para siempre” al
que hacemos alusión.
248
empieza como si fueras a salvar al mundo, pero luego te das cuenta
que es una profesión más y que son ellos los que te salvan a ti…
(se ríe) en pocas palabras, ¿no?” (Lucía: 48-55)
No obstante, compaginar no es sencillo. El profesional depende de los
permisos o periodos vacacionales para poder salir a terreno a trabajar en un
proyecto. Lograr ambas cosas a veces se convierte en una tarea
prácticamente imposible, y cuando se consigue, implica costes, renuncias y
sacrificios.
“Claro, lo ideal es que tengas el puesto aquí que te permita irte allá
y volver, pero eso, pues tampoco es tan fácil, ¿eh? Incluso en mi
caso tampoco es tan fácil porque yo pago un precio cada vez que
me voy… laboral, me refiero…” (Mario II: 784-786)
ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
A lo largo de este trabajo hemos ido desgranando los dilemas y señalando
las dificultades intrínsecas en la vida del cooperante expatriado. Los costes
de este estilo de vida no sólo se pagan en terreno como hemos apuntado en
el capítulo anterior, sino que a veces son más palpables en el retorno:
“Los trabajadores de la acción humanitaria están expuestos a
múltiples fuentes de estrés, entre otras muchas las siguientes: las
dificultades de un contexto de penuria y de violencia, el contacto
con el sufrimiento de la población, los dilemas propios del trabajo
humanitario, la autocrítica constante, las deficientes estructuras de
mando y comunicación interna dentro de sus organizaciones, así
como la alta rotación del personal. Además, esta exposición
crónica al estrés acontece en un contexto en el que faltan muchos
de los mecanismos habituales de apoyo sicológico y afectivo,
como la familia, la pareja y los amigos.” (Rapaport)
El retorno puede ser tan duro que puede llegar a condicionar el deseo de
continuar siendo cooperante:
249
“Yo ahora el retorno lo vivo tan mal que me condiciona para ya no
querer volver a salir porque no quiero volver. Cuando esto al
principio ni te lo planteas. La vuelta era incluso hasta deseada,
¡qué guay! Voy a poder ir a la playa, voy a poder volver a ver a
mis amigos, a comer bien, a… todo, ¿no? Todas las cosas buenas
que tenemos en este mundo voy a poder volver a disfrutar de ellas,
y poco a poco eso se va dando la vuelta a la tortilla… y yo mis
últimas veces la vuelta ha sido muchísimo peor que la ida, la ida es
dura pero yo siempre digo, vale es duro, esto es una mierda pero al
menos estoy aquí luchando, pero la vuelta no, porque la vuelta
vuelves aquí, sabes que lo que has dejado está igual o peor y tú
estás aquí en el Burguer King o comprando en las rebajas del Zara
y entonces acabas por limitarte mucho tu vida. Yo no puedo ir a
comprar a Zara, no puedo irme a hacer viajes de placer a Cancún,
no puedo hacer según qué cosas que hace la mayoría. Pues yo qué
sé, pues, según qué películas de cine yo no puedo ni acercarme a
verlas y tengo un… no sé, gastar dinero en según qué cosas me
parece un despilfarro y no puedo… irme a esquiar a la nieve,
gastarme mil euros en un forfait, no, no puedo. Claro esto lo llevas
mal, vives con eso siempre, siempre, cualquier cosa te… bueno
hay cosas de las que te estoy hablando que están súper estudiadas,
súper descritas como estrés postraumático, flashback (34:54)
vivencias, es lo que es. Es un estrés postraumático, punto y pelota,
está diagnosticado y quien no lo quiera reconocer que no lo
reconozca. Hay gente que pide ayuda, hay gente que no. Yo lo pedí
en su momento y me ayudaron. Y ahora esta vez pues lo veo
mejor, pero vamos, qué duda cabe que la vuelta es… y entonces ya
no, no sé… bueno nunca puedes decir no volveré, pero me aterra,
me aterra irme para volver.” (Ximo: 284-304)
En este fragmento Ximo habla del estrés postraumático que ha padecido a la
vuelta de las misiones humanitarias en las que participa. Rapaport, en el
diccionario de acción humanitaria y cooperación al desarrollo define dicho
síndrome con las siguientes palabras:
“El estrés postraumático, o trastorno por estrés postraumático
(TEPT) (Post-Traumatic Stress Disorder, PTSD), es el conjunto de
síntomas físicos y psicológicos que experimentan las víctimas y
testigos de situaciones traumáticas breves o duraderas (catástrofes
naturales, guerras, accidentes graves, muertes violentas, torturas y
violaciones, etc.), que surgen como respuesta tardía o diferida a
tales acontecimientos estresantes y pueden persistir largo tiempo
después de los mismos.”
250
Como explica este autor, dichos síntomas aparecen como respuesta tardía,
de ahí que suela ser habitual que el estrés postraumático, aunque no sea de
forma exclusiva, aparezca cuando el cooperante ha regresado a su hogar y
no durante su estancia en el terreno:
“Y la vuelta aquí fue, o sea fue horrorosa, o sea una experiencia
muy traumática, una experiencia, vamos si de hecho cuando volví,
después de haber estado pues cinco años formándome y luchando
y… perdiendo mi pareja, porque me separé debido a que me fui,
que quería luchar por este trabajo y eso… y decir, para esto, ¡¡¡lo
he perdido todo!!! Todo lo que… he perdido mis cinco años de
formación, he perdido a mi marido… me he separado, ¡¡¡he
perdido todo lo que he construido toda mi vida adulta!!!” (Lucía:
390-399)
Tristeza, depresión o distimia pueden ser los efectos del regreso. No importa
las veces que se haya salido a cooperar. Algunas personas no terminan de
“acostumbrarse” a las consecuencias de la vida del cooperante:
“Yo estoy para que me traten, de hecho en la evaluación que me
hizo la psicóloga al venir de Etiopia me lo dijo… pero me niego a
recibir ayuda otra vez. Yo ya estuve de baja meses diagnosticado
de estrés postraumático y bueno ahora mismo no estoy tan mal
porque aquella vez no podía ir a trabajar, no podía ir al hospital, no
podía… ahora llevo una vida normal, claro cuando hablo de ese
tema, sí, dices estás fatal, pero yo de cara al exterior llevo una vida
creo que normal. La gente me ve y no me ve como un perro verde,
creo, pero sí reconozco que hay aspectos que una ayuda me
vendría bien. Y sí, esta distimia… he perdido totalmente el interés
en cosas que antes para mí eran pilares.” (Ximo II: 644-671)
Evidentemente, no todos los cooperantes viven el retorno igual. Además de
las características personales, aquellos que han llevado a cabo un trabajo
más vinculado al desarrollo que a la ayuda humanitaria no suelen sufrir este
estrés postraumático al que estamos haciendo alusión. En cooperación para
251
el desarrollo, el personal expatriado no suele estar sometido a situaciones de
tanto estrés o de tanto riesgo39
.
“Frustración” es otro de los conceptos que más se repiten en los relatos de
nuestros informantes cuando hablan de sus sensaciones a la vuelta del
trabajo en terreno:
“Hay otra frustración que tiene cualquiera que haya ido al terreno y
es que te da la sensación de no haber podido hacer, o sea, por “h” o
por “b”, es decir, por la organización, por ti, por las circunstancias,
por lo que quieras, que no has podido hacer todo lo que te hubiera
gustado hacer y que sientes que hubieras podido hacer si las cosas
hubieran ido de otra forma. Pero bueno, esto es lo que es…”
(Mario: 226-230)
“¿Sensación de frustración o de no haber hecho lo suficiente?
Siempre, siempre… por ejemplo, en Argelia totalmente, yo en
Argelia me dije 400 millones de veces que si aquello no
funcionaba justamente era por mí, porque no había sido capaz de
transmitir la importancia de los fondos públicos, del proyecto, de
la suerte que han tenido ellos…” (Juan: 661-662)
NECESIDAD DE COMPARTIR
La experiencia en terreno es tan intensa y tan rica que el cooperante, a su
vuelta tiene la imperiosa necesidad de compartir con su entorno todo aquello
que ha vivido. La experiencia de relatar se convierte así en una auténtica y
sana catarsis40
. Pero ese foro tan deseado no siempre está donde se espera o
se le necesita:
39
Generalizar aquí es imposible. Podemos enumerar múltiples proyectos de cooperación
para el desarrollo en el que el personal expatriado sí está sometido a situaciones constantes
de estrés y de riesgo de su integridad física. Por poner un ejemplo, queremos citar el trabajo
de la cooperante catalana Gloria Company que al frente de la ONG Asociació de
Cooperació per Afganistán (ACAF), brinda apoyo a jóvenes inmoladas en el instante
mismo en que llegan al hospital de la ciudad de Herat. 40
En el presenta trabajo adjuntamos un anexo con las reflexiones de nuestros informantes
acerca de su experiencia de relatarnos su vida como cooperantes expatriados. Esta
“necesidad” de contar ha favorecido nuestra investigación y, en muchos casos, ha facilitado
nuestro trabajo a lo largo de todo el proceso.
252
“Tú llegas con unas ganas increíbles y de compartir, y de decir, y
de enseñar y de contar, y de… acabas de llegar y quieres todo,
entonces, claro la gente todavía no está preparada quizá para
escucharte todo, y entonces llega y… pero claro tú estás ahí con
ese bullicio que te cuesta contenerlas, entonces yo llegué y las
primeras dos semanas nadie me preguntaba nada, y entonces te
ofuscas muchísimo porque dices: “¿y no te importa?” Ya te relajas
y entonces ya empiezas a contar más cosas, vale, ¿eso qué te dura?
Un mes, al cabo de un mes es: ¡ya está! Ya te has adaptado, ya
estás aquí, ya vuelves otra vez a lo mismo, entonces ya la gente ya
dice: “ya no me cuentes nada más”, a no ser que te encuentres
gente nueva, ya está, ya está, estás aquí, ya has vuelto a ser tú, ya
vuelves otra vez a la marcha que es encargarte de todo, ¡hala!
Entonces te quedas ahí y dices: “¿Y ya está?” (Rebeca: 999-1010)
En algunos casos, los cooperantes buscan sus propias estrategias y acaban
reuniéndose con otros cooperantes para poder compartir y comentar
experiencias:
“Sí, bueno, una de las cosas que es un poco difícil y que además
comentaba con otro compañero de MSF es que vuelves y a la hora
de contar tus vivencias a tus amigos, puede ser o que no lo
entiendan o incluso que no les interese, porque dices: no, es que la
política del país, lo que está pasando tal y cual. Muchas veces no
les interesa, y que si le cuentas la anecdotilla y tal, sí, pero que te
pongas a hablarles de política y de tal… hay mucha gente que no
quiere saberlo, digamos…. Y en ese sentido, claro, te sientes un
poco solo…. Luego ves que lo que puedes contar no es lo mismo
que con, que le contarías a un compañero de MSF que lo ha vivido
y sabe de qué estás hablando y le puedes hablar de otra manera.”
(Lola: 536-545)
En otras ocasiones son las propias ONG las que organizan esos foros donde
los cooperantes pueden intercambiar impresiones. Toni explica que en
Psicólogos Sin Fronteras suelen llevar a cabo este tipo de actividad:
“Pero sí que he visto mucha incomodidad y no sentirte
comprendido… claro, porque sí que el cooperante cuando vuelve
tiene una necesidad de expresar y por eso nosotros lo que hacemos
siempre con los nuestros, e intentamos que la gente lo haga, es
tener esa parte de… bueno la exposición de fotos, rueda de prensa
y tal, porque lo que has vivido necesitas transmitirlo a alguien y no
se te tiene que quedar y normalmente la gente de tu familia y tu
entorno normal no te entiende y dejarlo ahí es malo, es malo…”
(Toni: 890-921)
253
Cada vez son más las ONG que desarrollan estrategias de ayuda para
prevenir los efectos negativos en el retorno tal y como apuntaba hace unos
años Sterns (1993). De esta manera, se crean los espacios y tiempos
necesarios para que el cooperante pueda exponer su informe sobre su
experiencia laboral y personal al regreso, actividad normalmente
denominada “debriefing”. En dichas acciones suele participar un psicólogo
o persona especialmente capacitada:
“Yo sí te puedo decir que a la vuelta de las misiones si la misión es
como esta, hay un psicólogo…” (César: 636-642)
DUELO MIGRATORIO
El cooperante, con su retorno deja atrás un país, unas gentes y unas
amistades con las que ha convivido de forma intensa. En el capítulo anterior
hemos visto que en la vida en el terreno el expatriado normalmente debe
hacer el esfuerzo de construir su red social y de generar una serie de
vínculos que le permitan edificar su identidad en el lugar donde está
destinado. En ese sentido la vuelta puede ir acompañada de los elementos
propios del duelo migratorio (González, 2006), porque para el cooperante,
lo que deja atrás es un segundo hogar:
“Cuando vuelves aquí, eso no se puede olvidar, la experiencia es
demasiado potente, a nivel humano, no la dejas atrás, es imposible,
no puedes… en humanitaria no puedes hacerlo casi nunca, en
desarrollo depende dónde vayas y con qué organización vayas, es
que depende el toque que hayas tenido con la comunidad local la
que realmente está en situación de exclusión y de riesgo, si has
estado muy cerca de eso, hay muchas cosas que dejas de entender a
tu vuelta” (Toni: 890-921)
Esta pérdida o duelo, en el caso del expatriado, se manifiesta
fundamentalmente por el sentimiento de nostalgia y añoranza hacia el país
254
en el que estuvo expatriado y hacia las personas con las que entabló amistad,
ya sea miembros del equipo, o población local:
“Vienes aquí, y claro, a parte a nivel emocional, que estás
conviviendo con mucha gente, claro es venga el lloro, el tal, y los
llevas aquí, es decir, pienso que no los has perdido porque los
tengo a todos aquí (se señala el corazón) y gente que quiero, que
por narices se lo han ganado, mi cariño y mi respeto, a la mayoría
de gente con la que he trabajado, el staff nacional, gente expatriada
muy buena, y alguno de ellos tienen mi respeto, pero otros no”
(Sara: 683-726)
El cooperante no se olvida de las condiciones del país que deja atrás y
normalmente permanece pendiente de la evolución de la situación a través
de la prensa o manteniendo el contacto mediante nuevas tecnologías con los
que se quedan allí:
“de todas las misiones, luego vuelves y lees noticias del país, yo
tengo correos electrónico de los compañeros, de los expatriados
sobre todo con los que he compartido, también de algún local…
sí.” (Lola: 546-550)
“Sí que recuerdas mucho, sabes lo que les está pasando y sabes lo
que está sufriendo aquella gente, lo que le están presionando
políticamente por ser indígenas o por ser mestizos, cómo la gente
se la han ido cargando” (Jesús: 378-388)
El recuerdo es doloroso, y como ocurre en cualquier tipo de duelo, la
tristeza y los sentimientos intensos están a flor de piel:
“Llorando, claro. Yo me acuerdo que era como si fuera mi familia,
gente que dices es que ya no la voy a volver a ver y yo me acuerdo
de llorar y decirme no llores más, pero es que no puedo evitarlo, es
que se me parte el corazón, es que me han cuidado, me han tratado
como su hija, me ha tratado como una amiga, pues si el traductor
me acuerdo que me decía voy a ir a hablar con tu madre porque me
voy a casar contigo, le voy a dar a tu madre por lo menos 100
camellos” (Sara: 685-694)
255
AÑORANZAS
La despedida se prolonga en el tiempo y todavía desde el país de origen se
intentan mantener las amistades. A través de la información que llega desde
allí, el cooperante siente que de alguna manera sigue perteneciendo a
aquella sociedad. Pero lo cierto es que las relaciones a distancia suelen tener
fecha de caducidad, Juan es bien consciente de eso:
“emocionalmente… luego cuando te acuerdas dices, joder, ya ves,
yo ahora por ejemplo, es lo que pasa con las amistades, ahora me
estoy escribiendo mogollón o mucho con los cubanos, pero dentro
de cuatro años a lo mejor no intercambio ningún correo con ellos,
¿sabes? Pues eso, a través de las vías electrónicas tienes un
contacto y cada vez que lees un mail de Cuba, pues “¡ah! acaban
de pasar los carnavales”, ahora… cualquier cosilla que te cuenten
para mí es un mundo, es una maravilla porque lo revives. Lo que te
cuente, “ah este año las fiestas no han sido buenas”, “estás
lloviendo mucho”, “está haciendo un calor…” “el tipo este se ha
ido no sé dónde”, “no sé quién ha cambiado de pareja”… claro, es
volver a la realidad donde has estado dos años y que ha sido tu
realidad también y te actualizan un poquito…” (Juan: 687-696)
Dichos vínculos emocionales no sólo se establecen en estancias en terreno
de larga duración. César, cuyas misiones duran un mes al tratarse de
acciones emergencistas, explica que cuando retorna echa de menos a los
miembros del equipo con el que estuvo trabajando:
“Se crean unos lazos emocionales muy fuertes con el resto del
equipo… unos lazos emocionales muy fuertes con los compañeros
de la sociedad nacional, en este caso con los pakistaníes,
enfermeras y tal que fueron allí, y marca mucho… A pesar de que
se trata de no crear unos lazos emocionales, porque entonces ya es
cuando… ese es el gran error, crear un lazo emocional con alguien
de allí. Yo me vi muy impactado” (César: 657-683)
Daniel explica que él fue más consciente de la pérdida cuando tuvo que
regresar a Alhucemas, donde había estado expatriado cuatro años, para
hacer una visita de trabajo:
256
“Lo traumático fue cuando volví en octubre que hice una visita allí
por trabajo, claro aquello ya era mi Alhucemas, aquello ya era la
ciudad de invierno con todo tu grupo, tranquila… ahí sí que lo pasé
mal, eso sí que… mmm (afirmando)…esa vuelta fue peor que la
primera… joder… sí, sí, mi segunda vuelta fue…” (Daniel: 908-
926)
Además de las personas, nuestros informantes explican que echan de menos
la forma de vida de allí. La vida en “Aidland” como ya hemos explicado en
otros capítulos, es muy estimulante y en algunos casos va asociada a un
estatus que a veces, se desearía mantener también en origen:
“Sí, allí la vida es como queremos nosotros. Hacemos lo que
queremos… y como he dicho antes, ahí no hace falta adaptarte, tú
vives como quieres, siempre hay gente que vive como tú, y aquí
claro, hay que adaptarse mucho más, con la hora de comer, con la
hora de cenar, de… muchas cosas, colegio… sistema escolar…
Aquí hay que adaptarse y en África no.” (Julián: 704-721)
“cuando ya llevas un tiempo… es decir, cuando vas y vienes al
terreno, cada vez es más difícil la vuelta porque el contraste se te
hace… o sea, la vida al volver es más gris. Vas notando más los
grises cada vez que vuelves, porque el terreno es que es tan
vibrante, tan así, ¿sabes? Está todo tan a flor de piel, todo el día,
que… luego cuando llegas aquí todo es tan, tan…insulso,
desustanciado… que es como muy gris.” (Mario II: 1112-1162)
El propio trabajo, pese a lo desgastante y agotador que puede llegar a ser, se
añora. Los cooperantes de carácter más técnico explican que cuando
desarrollan su profesión en su país de origen no les parece tan enriquecedora
y estimulante:
“y entonces ahora estoy haciendo eso, estoy aquí en Valencia hasta
navidades y bueno, la primera semana muy mal, la verdad, porque
(se ríe) yo iba al trabajo y decía: “¿Qué hago aquí?” Si a mí esto no
me gusta, si a mí lo que me gusta es lo otro” (Maruja: 677-684)
257
“Claro, es que el trabajo aquí siempre es mucho más rutinario. O
sea, en el terreno es que todo es muy vibrante, porque el día a día,
porque además cuando te preguntan y qué haces en el día a día en
el terreno, pero si es que no hay dos días iguales. Tú aquí sí que
tienes el día a día, tienes… y miras para atrás en el tiempo y
pues… es como… pero tú allí miras para atrás y dices: “¡¡¡Dios,
todo lo que he hecho este mes!!!” ¿No? Entonces, claro, eso luego
cuando lo trasladas… aquí esto todo se te queda vacío, así como
deslavazado… es como pufff… qué horror. Y acoplarse a esa
rutina es difícil…” (Mario II: 1112-1162)
SENTIRSE FUERA DE LUGAR
La sensación de desubicación o de “rareza” es muy habitual, y aparece en
varias ocasiones descrita en los relatos.
“Pues volver a casa siempre es duro y raro, vuelves a casa y estás
más perdido que perdido, estás más desubicado… y eso no tiene
precio, pero hasta que te ubicas un poquito han pasado unos
cuantos meses y esos cuantos meses si tú los multiplicas por
salario mensual, es una pérdida considerable porque estás en otra
onda totalmente. Luego sin darte cuenta, un día con otro, un día
con otro, etc. Pues el viaje del cooperante queda como un recuerdo
ahí… y uno vuelve más o menos a su normalidad pero le cuesta a
uno unos cuantos meses…” (Juan: 671-676)
Actividades cotidianas y amigos con los que se tenía una buena relación
antes de empezar a salir a terreno se convierten en realidades ajenas al
cooperante:
“Cuando vuelves ya no puedes hacer ciertas cosas… te cuesta
mucho. Por ejemplo, no sé, tipo centros comerciales, tal, cual…
claro la gente te dice “vamos a quedar en tal sitio” y tú dices “no,
yo no voy ahí a quedar”. Y llega un momento que de decir que no
vas a quedar pues dejas de quedar y eso es normal. Hay gente que
lo vive muy mal, ese cambio, porque ellos no quieren perder a esas
personas pero se dan cuenta que no lo llevan bien. Si no estabas
muy vinculado a movimientos sociales aquí, pues es igual que
cuando llegas al nuevo país, te pasas un tiempo que estás en el
limbo, ¿no? quedas o no quedas mucho con la rueda antigua pero
la nueva no acaba de empezar, ¿no? yo sí que en el taller que
damos sí que se lo recomiendo a la gente, que cuando vuelva si
empieza a sentirse como un poco aislado que se vincule a
movimientos sociales” (Toni: 890-921)
258
En el retorno pueden aparecer sentimientos de incomprensión, de estar fuera
de lugar, de no pertenecer al grupo de siempre:
“Entre los compañeros de trabajo sí hay división. Están los que te
miran como la extravagante, ¿no? que se va por ahí… hay gente
que te mira como qué valiente, y tú dices, que no…y luego los que
no entienden muy bien por qué te quieres ir a estas cosas…” (Lola:
551-559)
En algunos casos, el desajuste es tan grande, que llega la soledad y el
aislamiento:
“Yo he ido perdiendo amistades, he ido perdiendo círculos, he ido
prescindiendo de ellos. Yo cada vez más conmigo mismo y mis
circunstancias… ayer hablaba por teléfono con un compañero con
el que estuve en Etiopia y le decía: “es que no tengo nada en
común con mis compañeros de trabajo, nada, nada, cero, bueno sí,
que trabajamos en el mismo hospital”. A ver, repito, ni soy mejor,
ni somos peores, ni… somos diferentes y punto. Yo en mi hospital
como solo, intento comer solo, ceno solo, desayuno solo, porque
me siento ahí con ellos y se me ponen a hablar de cosas…, lo veo
todo como desde tan fuera, que si el coche que se va a comprar,
que si los azulejos de la cocina, que si el chalet que se quiere
comprar no sé dónde, que si las navidades, bueno las navidades es
horroroso, es lo peor.” (Ximo II: 340-362)
El regreso con la reintegración oportuna puede costar mucho, siempre ayuda
tener perspectivas de algún tipo en el país de origen. Juan explica que él
considera más sencillo el retorno cuando se tiene la proyección de un nuevo
trabajo:
“Por ejemplo si vuelves y ya tienes otro trabajo, o te han ofrecido
otra cosa o te has presentado a otra cosa, es como que el trabajo te
absorbe tanto tiempo del día y tanto espacio en la cabeza que no sé
si es mejor o peor. Pero cuando llegas así que no tienes nada , que
es muchas veces, llegas ahí como en un limbo y ahora qué hago,
ahora no sé, si me voy a otro país, qué pereza, me quedo aquí en
este país pero la verdad es que estoy bien, pero no me gusta
tantísimo, me cambio de sector pero cómo me voy a cambiar de
259
sector… luego con el tiempo eso se convierte en más normal pero
es que el retorno no es fácil, yo creo que el retorno de la
cooperación te deja medio “tocaillo”, sea de la cooperación del
país que fuese” (Juan: 678-686)
CHOQUE CULTURAL EN ORIGEN
Pero, ¿por qué es tan difícil volver a formar parte del lugar del que se
procede? ¿Por qué les cuesta tanto a los cooperantes el retorno? Toni explica
en el siguiente fragmento que los cooperantes antes de salir a terreno
cuentan con la posibilidad de sufrir el choque cultural, pero lo que no
esperan es sufrirlo en el retorno:
“Regresas muy mal. Si realmente tú te has implicado… si
realmente has hecho un cambio personal, eso que decíamos de
desarrollar… porque te has adaptado a la nueva realidad, cuando
vuelven la verdad es que los cooperantes se adaptan mal, se
adaptan mal porque no esperan que se tengan que adaptar. Sí que
hacen un trabajo, hay gente que lo hace y gente que no, pero la
mayoría sí que hacen un trabajo de investigación y de
conocimiento de la nueva realidad a la que van a conocer y le dan
un voto de confianza, ¿no? y aunque no esté muy cómodo pues
sabe que eso va a pasar, pero cuando vuelve, piensa que su
reincorporación es inmediata a la realidad local. Y no, porque es
imposible, sobre todo para los de humanitaria que es más difícil,
normalmente tu código de valores, si realmente has trabajado bien
en el país ha cambiado, tu red social no ha cambiado y de repente
empiezas a sentirte muy raro, muy raro… y eso normalmente
desemboca en dos cosas, o un cambio aquí de tu red social
normalmente vinculada mucho más con movimientos sociales de
lo que estabas vinculado en origen o el reenganche, mirarte por
internet donde están las nuevas ofertas y volverte a ir…” (Toni:
864-876)
El primer choque con el que se encuentra el retornado es el propio entorno,
profundamente distinto del que proceden. El ruido, los estímulos, la
velocidad con la que todo ocurre aquí frente al ritmo mucho más pausado
característico de los países del Sur:
260
“La vuelta, la vuelta vienes aquí y dices… vaya tela. Yo me
acuerdo que al llegar a Valencia dije madre mía, tengo un dolor de
cabeza… tú ibas andado y demasiados estímulos externos… los
coches, los autobuses, los pitos, las luces… y dices, bueno parece
mentira que hayas estado toda tu vida en Valencia y llegues aquí
después de… y que te afecte tanto… entonces es un poco que me
cuesta. Me cuesta y necesito un tiempo para volver. Porque es que
es un cambio muy radical, de abrir la nevera y tener agua fresca o
lavarte el pelo con dos manos, o tirar de la cadena… O
simplemente la boda a la que fui de recién llegada, que tiraron las
típicas carcasas y empezó “pam, pam”, te quedas aquí y dices vale
Sara relájate que son petardos, recuerdo que me cogí de una amiga
y dije, ¡ostras! ¡Vaya tela!” (Sara II: 683-726)
La propia forma de ser de los paisanos españoles puede resultar extraña.
Rebeca cuenta que cuando regresó se dio cuenta que se sentía más
identificada con la forma de ser de los paraguayos y su estilo de vida:
“Sí, sí, sí, noté mucho más choque al volver. O sea, de los propios
españoles sigo sin entenderlos, digo: “estáis todos cabras…Y
entonces llegas aquí y dices, pues eso, esta todo el mundo súper
enfadado, súper estresado, no tienen tiempo para nada, o sea, yo lo
noto en mis compañeras: “no tenéis tiempo para llamar, para
mandar un mensaje”, o sea, lo que es la vida social es secundaria,
no sólo es el estrés del trabajo, es que tenemos un estrés en la vida
social, porque tienes que ir al cine a ver la última película, el
último estreno, pero a la vez tienes que ir al teatro porque queda
mucho más intelectual y hay que variar y a la vez te tienes que ir a
la playa a tomar el sol y a la vez tienes quedar con tus amigas a
cenar en el restaurante de moda y tienes que ir y a la vez tienes
que… claro, tú piénsalo, tenemos que hacer, y pasear, y hacer
gimnasia, ahora tenemos que hacer gimnasia y comprar productos
biológicos y quedar con los amigos para no sé qué, y quedar…
y…” (Rebeca: 867-920)
Desde luego, no todos los cooperantes viven con el mismo grado de
dificultad el regreso al hogar. Maruja explica que el tipo de trabajo que
haces en terreno, la intensidad de las relaciones que puedas desarrollar allí y
la propia personalidad del cooperante influyen en la forma de afrontar el
retorno:
261
“Pues yo me pensaba que el regreso iba a ser más chocante, ¿no?
hay gente que tiene más sensación de impacto, yo, para eso a lo
mejor soy menos emocional y más racional. Yo tenía un poco de
miedo de decir, bueno a lo mejor cuando vuelva me encuentro
desubicada pero al final cuando volví la sensación que tenía era
“bueno si es que he vivido aquí treinta y pico años”, claro que no
me parece raro lo que pasa aquí, porque es lo que he aprendido
desde siempre, y cuando estoy allí, pues me despierta curiosidad
todo y no lo vivo como algo traumático… o sea el cambio de llegar
allí y que todo sea diferente me parece interesante no me parece…
no me molesta, me parece curioso, me despierta la curiosidad y las
ganas de aprender, y luego cuando vuelvo aquí pues a lo mejor sí
que te das cuenta de ciertas cosas a lo mejor que ni te habías
planteado, ¿no? que llegas aquí y dices, ostras pues si es verdad y
esto porqué lo hacemos así, podríamos hacerlo… pero no me
resulta… no lo vivo como algo así muy chocante. Sí que es cierto
por ejemplo que cuando volví de Zambia que fue el primer sitio al
que fui, tuve que pasarme por Atenas y dando un paseo vi en los
escaparates de las tiendas unos pantalones que valen 800 euros, o
sea una animalada de eso que dices, claro yo venía de Zambia, de
allí que… y yo, claro, cuando me pasé por el tercer escaparate o
sea por dentro me hizo todo un poco como ¿y esto? ¿Pero esto qué
es? De decir, ¿pero qué estamos haciendo aquí si con esto allí
viviría una familia no sé cuánto tiempo con unos pantalones
míseros? Entonces ahí sí que me di cuenta un poco del choque este
de decir, pufff es que vivimos una vida… pero luego, no sé…
porque sí que sé que hay otra gente que sí que le… a lo mejor
también porque eso, por lo que te decía porque no he estado en
proyectos así muy fuertes ¿no? donde realmente veas a gente
muriéndose y cosas así muy intensas emocionalmente. Y luego,
pues eso, que los logistas no estamos en los hospitales, o sea, yo
voy de visita al hospital pero yo no veo el día a día de la gente que
está muy mal y tal, sí que vives lo que te cuentan, ¿no? si al
personal médico le afecta algo mucho pues cuando llega a casa lo
cuenta y tal pero no lo vives así de cerca, entonces…” (Maruja:
720-756)
DESARRAIGO
Otro de los peligros de la vida del cooperante es el de sufrir desarraigo. En
su trasiego constante del Norte al Sur y del Sur al Norte, el expatriado va
perdiendo los vínculos afectivos y culturales que le conectan con sus amigos
y familia:
262
“También se hace difícil que cuando tienes que decir adiós a
aquello y te tienes que enfrentar con la vuelta. La vuelta no es
fácil… hay un paréntesis de un año… que hay que rellenar…
¿sabes? No se… aunque tú hayas estado en contacto, te has
carteado, has escrito e-mails… pero hay un año y no con todo el
mundo además has podido mantener esa intensidad. Es decir, no es
lo mismo cuando estás aquí que ves… tus compañeros de trabajo,
tus amigos, que tal… aunque no los ves todos los días… pero
cuando estás en el terreno eso es más difícil.” (Mario: 852-860)
Los motivos para perder la red de apoyo habitual del expatriado, que es
precisamente lo que le empuja al desarraigo, pueden ser diversos. Por un
lado, simplemente las constantes ausencias pueden provocar que los amigos
acaben olvidándose de él porque pierden el hábito de tenerlos cerca y de
hacer algún tipo de vida social con él:
“Los amigos se acostumbran a que no estás, entonces ya no te
llaman para quedar… Cuando vuelves anhelas estar con ellos, de ir
a tomarte algo o de pegarnos un bailoteo o lo que sea… y no
llaman, tienes que estar tú llamando para decir ¿vais a hacer algo?,
¿vais a quedar?” (Sara II: 565-580)
Algunos expatriados aprovechan los retornos parciales, entre misión y
misión, o los de descanso para pasar el mayor tiempo posible con los suyos
y reforzar de esta manera los vínculos afectivos y sociales:
“Entre misión y misión siempre me he quedado aquí como dos
meses o tres sin trabajar, y pues dedico el tiempo a estar con la
gente, a estar con mis padres que están jubilados y a pasar tiempo
con ellos, pues ir a comprar con ellos… todo. Y luego ir a ver a
mis amigos, pues eso, pasar unos días en casa de no sé quién con
sus hijos, otros días en casa de no sé cuántos, y no perder el
contacto” (Maruja: 650-662)
263
Maruja explica que para que esto dé resultado es necesario un esfuerzo
proactivo por parte del expatriado, dedicar tiempo a la familia y amigos y
que dichos vínculos sean ya muy fuertes de antemano:
“La sensación es que te pierdes el día a día, ¿no? pues yo qué sé, tu
familia queda para celebrar el cumpleaños de no sé quién, y tú no
estás, un amigo tuyo tiene un hijo y tú no estás, no sé quién ha
sacado la plaza de no sé cuánto y tú no estás, o a tal se le ha muerto
su padre y… o sea, que te pierdes las cosas buenas y las malas del
día a día, ¿no? que al final es lo que construye una relación, porque
una relación que es súper intensa una semana, pero que luego no te
ves en un año… pues si es muy fuerte porque sois muy amigos, sí
se mantendrá, pero sino pues lo más normal es que se disuelva un
poco… pero yo en ese sentido he intentado, cuando estoy allí no
desconectarme completamente y luego cuando estoy aquí dedicar
mi tiempo a ver a la gente, más que a descansar o tal, pues si tengo
una amiga que vive en Zaragoza, pues intentar ir a Zaragoza a
verla, si mi hermano está en Barcelona pues ir a Barcelona y estar
allí con él unos días, o sea, porque al final es lo que me apetece
también, ¿no? si viniera muerta y me apeteciera descansar
probablemente haría eso, pero lo que necesito es estar con la gente
y me dedico a eso” (Maruja: 689-719)
También puede ocurrir que el cooperante no haya perdido el contacto con su
familia y amigos, pero cuando retorna se da cuenta que los intereses, los
valores y la cosmovisión que tiene ha cambiado y no sólo no coincide con la
de su grupo de siempre, sino que choca, lo que hace que la relación de
amistad sea insostenible:
“Se da el conflicto de decir pero esta gente ha sido amiga mía
durante 10 años y ahora me siento yo mal, y normalmente
empiezas a pensar que quien está mal eres tú que algo te habrá
pasado. Ese choque sí se da mucho. A veces con más violencia o
menos violencia. Hay algunos que cogen en una cena y crucifican
a todos sus colegas y empiezan a decir que “sois todos unos
capitalistas y no quiero veros nunca más” no sé, por ejemplo…
pero es lo más normal del mundo, tú vuelves de Haití, pues cogen
el restaurante más guay que hay en la ciudad y te llevan allí y tú en
ese momento que a lo mejor te has pasado siete meses mirando si
había agua o no, dices “esto no puede ser” ¡no lo puedes soportar!
(se ríe)” (Toni: 877-888)
264
Cuando el cooperante no es capaz de mantener los lazos afectivos y sociales
a lo largo del tiempo y tampoco consigue crear una nueva red de apoyo, su
vida cuando retorna puede estar marcada por el aislamiento y la soledad:
“Con el paso de los años cada vez me he ido aislando más,
perdiendo amigos, si… y actualmente pues creo que mis amigos…
bueno, no tengo. Sí a veces quedo con algunos compañeros de la
facultad para cenar, cada tres meses una cena y ya está. Incluso los
que haces en terreno luego los pierdes, te puedes comunicar por
internet una temporada pero luego los vas perdiendo si viven en
Massachusetts y tú vives aquí… sí, la evolución es hacia el
aislamiento en mi caso.” (Ximo II: 349-355)
La posibilidad de tener una relación de pareja también es un aspecto que en
cierto sentido se ve afectado por la vida del cooperante. Lejos de afirmar
que sea algo incompatible, sí que hemos podido confirmar a través de los
relatos de nuestros informantes que mantener una relación sentimental
cuando uno va y viene durante periodos más o menos largos es muy
complicado. Algunos de nuestros informantes han renunciado a sus parejas
para poder salir a cooperar, otros, han encontrado el amor precisamente en
terreno y otro tanto han renunciado a la cooperación para poder sacar
adelante sus vidas sentimentales:
“Si quieres formar una familia o si quieres poder compaginar el
trabajo con la familia, pues bueno, puede ser complicado, y más
para, yo creo que para una mujer. La mujer… es que me he
encontrado parejas muy interesantes que son los dos cooperantes,
un destino lo elige él, otro destino lo elije ella, entonces así van
pasando los años y se van manteniendo unidos… pero bueno. Se
forman muchas parejas mixtas, quiero decir de diferentes
nacionalidades, también es muy bonito… Pero bueno, dificultades
yo las resumiría en eso, en desarraigo” (Lucía: 566-573)
Cuando hablamos de desarraigo no sólo nos queremos referir a la pérdida de
vínculos afectivos o culturales. En el caso de los cooperantes que hemos
entrevistado, hemos podido confirmar que algunos de ellos han llegado a
265
perder los vínculos de carácter más material como pueda ser el tener una
casa a la que regresar cuando vuelve del terreno o algún tipo de pertenencia:
“Muchos expatriados que te encuentras por allí no tienen casa, ni
tienen coche ni tienen nada. Yo he llegado al volver de terreno y
haberme embargado un piso, me compré un piso… estuve, ese fue
el año que estuve en Congo. Yo pensaba que me iba a llegar la
nómina para pagar la hipoteca, y no, cuando llegué lo iban a
subastar, y vine y no tenía piso. Tenía un velero de siete metros,
pequeño, y me fui a vivir al velero, rápidamente llamé a la ONG:
“oye que no tengo casa en cuanto tengáis un proyecto me vuelvo a
ir…” (Ximo: 551-576)
Mercedes y Julián, por su parte, para amortiguar el posible desarraigo
emplearon la estrategia de mantener un piso en origen que les pudiera
acoger aquellos momentos en los que hicieran retornos parciales. Parece que
ésta es una manera de no desvincularse totalmente del primer hogar y de
mantener siempre abierta en cierta manera la posibilidad de regresar:
“Durante todo este tiempo, que es lo que yo creo que también ha
sido digamos fácil para continuar teniendo ganas de venir a
Valencia, teníamos casa. Desde que tuvimos los niños hemos
estado viniendo un mes o mes y medio al año porque con mi
trabajo en la comisión tenía unas vacaciones de dos meses al año, o
sea que… entonces sí que veníamos mucho y a mí mi abuela me
había dado un piso, que además es en la misma finca de mis
padres, con lo cual es muy cómodo. Entonces ese piso ni lo hemos
alquilado ni nada, lo hemos tenido y hemos estado viniendo,
hemos podido, digamos, no necesitar alquilarlo entonces siempre
hemos tenido nuestro espacio para venir.” (Mercedes: 641-649)
PRECARIEDAD LABORAL
Además, el cooperante cuando retorna puede verse fuera del mercado
laboral de su país de origen. El tipo de labor que ha realizado a veces es
muy especializada, el estatus que ocupaba en terreno, como ya hemos
explicado era muy alto:
“Tú sigues yendo allí porque te gusta la aventura, porque te pagan
porque hay… los médicos aún, pero los que no son médicos, llegan
266
aquí y no encuentran trabajo de nada, yo tengo un amigo que es
economista que son logistas y aquí con la crisis ya ni te cuento, es
que no encuentran trabajo de nada, o sea tú te vuelves a ir porque
tú allí eres alguien y aquí no eres nadie, porque allí eres un tío
buenísimo haciendo pozos, y aquí no vales para nada, es así de
duro,” (Ximo: 347-355)
Y en su regreso, si quiere dejar la cooperación como expatriado, no es
sencillo encontrar un “lugar” dentro del mercado laboral:
“Yo lo que pasa es que cuando he vuelto no he trabajado, ¿sabes?
No me he reubicado profesionalmente. Económicamente he vivido
de lo que he estado trabajando en los meses de cooperación… Así
que… con cierta incertidumbre… no lo sé… no lo sé… bueno
ahora estoy intentando montar una empresita, hago algunos
trabajos de arquitecto, también estoy abierto a misiones cortas,
¿sabes? Pero por ejemplo, tampoco descarto en algún momento a
lo mejor hacer una… un proyecto más largo” (Pedro: 577-585)
La incertidumbre, por lo tanto, se sigue reafirmando como uno de los
leitmotiv de la vida del cooperante:
“yo cuando me fui allí, luego me asusté: “¡ostia! ahora cuando
vuelva a lo mejor no encuentro trabajo, o encuentro trabajo que lo
que yo pensaba a lo mejor me podía abrir puertas… no me abre…
me abre muchas pero para seguir trabajando de cooperante… a lo
mejor aquí me hubiera… a formular proyectos o no sé, de repente
otra vez a empezar de cero”. Entonces hubo un momento que dije:
“joder, igual me he equivocado” (Daniel: 1099-1120)
Juan, en su relato expresa de forma muy elocuente esa visión de la
proyección laboral que se tiene cuando se acaba de regresar del terreno
como en su caso:
“Entonces puede que busque en la cooperación que es en lo que me
he formado o puede que empiece en un sector nuevo para probar
cosas nuevas, podría ser ahora en México, pero también podría
buscar trabajo en cooperación por ahí con cualquier ONG, y creo
que, digo yo… la verdad es que no sé cómo está el mercado, hay
mucha gente, muchos másteres, mucha gente estudiando
267
cooperación, es una salida laboral como otra yo qué sé, pero creo
yo con la experiencia que tengo creo que podría encontrar trabajo
más o menos fácilmente…” (Juan: 450-456)
Por otro lado, si el cooperante quiere seguir vinculado al mundo de la ayuda
internacional ya sea en sede como saliendo a terreno, a veces tampoco es
sencillo continuar:
“Claro, en un momento dado se tiene que volver a integrar en la
plantilla de una ONG de aquí en España. O sea, toda esa
experiencia acumulada aquí en el terreno, traerla aquí, pero luego
aquí, eso también es muy difícil, porque tampoco las ONG son
capaces de absorber tanta mano de obra… entonces cómo hacerlo,
pues no lo sé.” (Mario II: 759-762)
“Laboralmente de momento no me ha servido de nada tampoco, no
me ha abierto puertas, de hecho he mandado cv a ONGS y no me
ha llamado ninguna, o sea, que no me ha servido” (Rebeca: 1082-
1084)
Algunos cooperantes optan por buscar trabajo desde el propio terreno antes
del retorno para tener un plan laboral cuando vuelven:
“Bueno, ahora lo que he hecho es, he vuelto, y ahora estoy con un
contrato de verano, otra vez de cuatro meses. Y el año pasado
igual, volví, y ya tenía apalabrado un contrato de verano, en otro
sitio.” (Lola: 129-133)
“Yo lo que hice cuando tomamos la decisión, yo lo que hice fue
hablar con gente aquí para ver qué posibilidades podría haber”
(Mercedes: 617-618)
Pero, como expone Juan a continuación, no siempre los esfuerzos por
amortiguar los efectos de la vida del expatriado dan fruto, porque el propio
trabajo de cooperante conlleva de forma intrínseca dichos efectos:
268
“Cuando llegas aquí, al que sea tu entorno, sea Valencia, sea Jaén,
el que sea, nunca es lo mismo. Los colegas son los colegas, la
familia es la familia, pero ellos han pasado por su vida en ese
tiempo, en esos dos años, tú has pasado por tu vida que has hecho
otras cosas en otro sitio y llegas y como que no encuentras sitio. Te
encuentras desubicado. Luego eso, trabajo… bueno, es que es un
trabajo precario, es como muy inestable, te vas, estás en un sitio
transitorio, no tienes ni tu casa, ni tus raíces, ni tu familia ni nada,
terminas el proyecto y te vas al paro, al paro o donde sea, dices
coño, si estuviese aquí de ingeniero eso no me pasaba,
normalmente, ahora con la crisis es un poco diferente, te puede
pasar, pero por lo general uno tiene un puesto de trabajo que se va
alargando, son años y años…” (Juan: 597-620)
PUNTO DE NO RETORNO
Es precisamente la precariedad en el trabajo a la que hace alusión Juan, la
que puede conducir al cooperante al “punto de no retorno”:
“Cuando hace años que dan vueltas por el mundo, la mayoría de
estos cooperantes se encuentran bien pillados porque han llegado a
un punto de no retorno: no han formado familia en su país de
origen, toda su experiencia laboral se centra en el ámbito de la
cooperación y no tienen arraigo en ninguna parte. La única huida
hacia delante que les queda es continuar cooperando, cooperando y
cooperando.” (Nerín, 2011: 101-102)
Mario se pregunta dónde quedan las motivaciones iniciales de los
cooperantes cuando se ven obligados a continuar por que no encuentran otra
salida:
“conozco gente que ni siquiera puede volver, porque no tiene
empleo, porque se tiene que ir reenganchando y eso al final es,
tienes que hacer de la cooperación una forma de vida y eso es algo
que a mí me parece un riesgo del tema de la cooperación porque
después es muy difícil encajar, volver, el retorno es muy difícil y
entonces ya lo haces porque no te queda más salida, no porque
realmente te apetezca o quieras aportar, entonces si se produce eso,
ya, creo que ahí pueda haber un efecto más negativo que positivo
(silencio). Es decir, se supone que tú te vas al terreno porque
quieres ir porque te apetece y porque es algo que… (Pensando)”
(Mario: 231-243)
269
Precisamente, el desarraigo puede derivar en el deseo de no retorno por
parte del expatriado:
“En cualquier caso es difícil. Volver es difícil porque si has estado
poco tiempo no, pero cuando, y la gente que lleva muchos años es
que incluso hay gente que lleva muchos años que no quiere volver,
porque, pues se ha quedado descolgada de sus amigos, no se ha
quedado descolgada de su familia pero hay quien se ha tirado 4 ó 5
años en el terreno sin venir, o viniendo sólo en Navidad, pues ya
me contarás… ah… es que hay mucha gente que cuando hablas
con los delegados dicen: “Es que ahora yo volver a España, es
que… no me apetece, es que no quiero”. Tampoco a lo mejor no
tienen claro qué es lo que quieren hacer, pero desde luego sí que no
quieren volver, porque una vez que te… esto es así, o sea, una vez
que sales… todo empieza a desajustarse, con el ritmo de tu vida
allí es distinto a lo que está pasando aquí, entonces ese desajuste
puede ser mayor o menor pero luego volverlo a hacer encajar
cuesta un poco. Y luego porque, hombre es que claro, también
depende en qué trabajes y en lo que… cómo sea tu vida aquí. Que
será más fácil o más difícil volver, pero… (1:52:00)” (Mario II:
1112-1162)
Lucía decidió mantener su trabajo en su ciudad y salir a terreno sólo en la
medida en que fuera compatible. Su decisión vino motivada precisamente
porque no se quería verse “enganchada” a la cooperación internacional:
“Se junta con que podría perder mi trabajo en Valencia y como no
me quiero dedicar toda mi vida a enganchar un país con otros, con
otro, con otro, porque no me apetece, no quiero ese tipo de vida.
Algunos, cuando ya se les termina la vida profesional de
cooperación porque se han cansado, o porque se han quemado… se
les ve que están quemados y se les va retirando, integrarse en un
mercado laboral en España, si no estás dentro de la cooperación,
no hay un puesto dentro de cooperación que sea muy ejecutivo…
¡¡¡uf!!! Un antiguo jefe me decía: “mira, yo para irme a trabajar a
Carrefour de reponedor me quedo aquí, que soy lo más…” (Lucía:
440-582)
La falta de estrategias y soluciones a esta realidad por parte de las ONG e
instituciones de desarrollo, se convierte en algunas de las quejas de los
cooperantes que hemos entrevistado:
270
“tampoco hay ningún colchón, por lo menos no conozco, no sé qué
tienen previsto para que alguien que se ha pasado un montón de
años en el terreno pueda regresar a España y encontrarse algo, te
tienes que seguir buscando la vida, con lo cual…” (Mario: 263-
267)
PROYECCIÓN DE FUTURO
Entonces, y habiendo señalado el peligro del “enganche” a la cooperación.
¿Cómo se ven nuestros cooperantes en un futuro? ¿Existe un momento
oportuno para dejar de ser cooperante? ¿Qué motivos o situaciones empujan
a un profesional a buscarse otro trabajo?
Repasando los relatos registrados, podemos vislumbrar cuáles son las
posibles razones para dejar la cooperación a las que nuestros informantes
aluden. El cansancio físico y psicológico es uno de los argumentos que más
se repite a lo largo de las conversaciones:
“El precio que pagas es que te das cuenta que no vas a cambiar el
mundo, que por más que te lo curras los niños se siguen muriendo.
Que por más que hagas reuniones con todo el mundo, el país sigue
siendo corrupto. Que a nadie le importa que esta gente se esté
muriendo, ni porqué los hombres siguen yendo a hacer la guerra y
a violar a las mujeres. Pagas un precio de frustración altísimo
estando allí, mas el que pagas cuando vienes aquí, ¿vale? Que es
otro punto y aparte, se te juntan las dos cosas. Como decía Bertolt
Brecht “los hay que luchan toda la vida, eso son los
imprescindibles” y te das cuenta de que no vas a poder ser de los
que luchan toda la vida, porque hay supermanes, pero tú no lo eres,
o yo no lo soy. Y te cuesta tomar la decisión pero lo haces por tu
salud mental y física, porque si no te retiras a tiempo… bueno, yo
de hecho tuve problemas de depresión, historias, ¿no? necesité
ayuda, estuve de baja, etc. Por todo esto, ¿no? porque se va
acumulando en ti, el ver tanta miseria, el vivir tanta miseria y tanta
frustración. Ahora con la epidemia de cólera en Haití: “oye por
favor, necesitamos gente, puedes venir un mes solo a Haití a
hacer… La gente se está muriendo de cólera y necesitamos
médicos” Y te vas un mes o una cosa así, es decir, te sigues
sintiendo cooperante, aunque ya no tenga mi nómina yo me sigo
sintiendo, para lo bueno y para lo malo, para lo bueno, que eres tú,
y eso es importante, ¿eh?” (Ximo: 238-261)
271
La vida itinerante y el cambio constante, la falta de estabilidad laboral y la
necesidad de “partir de cero” cada nuevo proyecto son algunas de las
razones que expone Juan en este fragmento tremendamente ilustrativo:
“Y de repente es como que cambias de país y se queda un limbo, o
sea, has estado currando que lo has entregado todo, pero de repente
eso ya se termina, es como casi volver a empezar de cero. Si
continúas buscando trabajo y te vas a otro país, ese otro país nada
tiene que ver, con una gente que nada tiene que ver, con un
proyecto que nada tiene que ver… (se ríe) y es un poco rollo. La
verdad es que el trabajo del cooperante es bastante precario. Yo
creo que es bastante precario porque depende de proyectos. Los
proyectos en general son de corta duración, vamos a decir entre un
año y como máximo tres años, por ejemplo, y luego después de
esos 1 o 3 años, es como que tienes que haber conseguido
financiación para otro proyecto, que puede ser que… aunque tú te
quieras quedar en un país puedes ser que nunca más haya
financiación y te tienes que pirar. Luego empezar de cero en otro
sitio… es siempre lo mismo, empezar de cero tal, la contraparte,
situarte, empezar a comprar, el proyecto va avanzando en meses, y
luego en ejecución hay mogollón de cosas, se acerca la fecha de
cierre, tienes que cerrar todo, dejar las cuentas a cero… bla, bla,
bla, y otra vez lo mismo, y otra vez lo mismo, y eso, cada proyecto
de su padre y de su madre. Entonces cuando eres jovencillo, creo
que el trabajo de cooperación está muy guay, creo que todos
deberíamos pasar en cierta manera por un trabajo de cooperación,
aunque fuese voluntario, aunque fuese dentro de un programa de
universidad, pero hacer un trabajo valido para alguien en un país
del sur, en condiciones del sur, bla, bla, bla.. creo que es una cosa
muy interesante, pero luego eso no tiene ninguna estabilidad
laboral, no tienes ninguna estabilidad en el país, cada proyecto es
un mundo nuevo.” (Juan: 367-393)
En tercer lugar, la familia, aparece en los relatos como un fuerte reclamo
para retornar y cambiar de vida:
“Mi pareja y yo hemos estado más de 5 años a distancia, y ella
estaba un poco cansada. Porque yo allí estaba bien, la verdad, yo
soy una persona que la distancia la vivo cómodamente, pero bueno
ella no lo vivía tan bien. Todos sus amigas y amigos ya se iban
viviendo en pareja y ella cada vez se iba quedando más sola y claro
al final pues bueno, ella lo iba pidiendo: “algún día habrá que
volver, no te lo quiero decir, tal…”. Y en mi caso yo pues por una
parte fue mi pareja, y también un tema de enfermedad familiar… y
ahí ya me puse fecha, y ya lo decidí, dije: “Bueno, Daniel, ya está
bien”, dije: “ya está bien”. Ya está bien porque yo sabía que quería
272
volver, entonces dije: “ya la aventura ha terminado” y… y
nada….” (Daniel: 788-817)
Pese a que las razones que exponen nuestros informantes son muy decisivas
y convincentes, lo cierto es que ninguno quiere dejar la cooperación
definitivamente. Algunos quieren seguir saliendo a terreno siempre que
puedan:
“Mi idea es eso, continuar saliendo a terreno y por supuesto
continuar formándome en antropología,” (Sara II: 821-829)
La mayoría de nuestros entrevistados intentan buscar alternativas para
continuar ligados a la ayuda humanitaria y/o para el desarrollo:
“Yo sigo muy vinculado a la ONG, de hecho todos los lunes estoy
en alguna charla, o participo en alguna mesa, doy clases en la
facultad, ahora vamos a hacer unas jornadas en la UJI, no sé, me
muevo bastante, vuelvo a participar del tema de voluntariado en la
oficina de Valencia. Aparte me sirve para relacionarme con más
personas y ser un habitante y un ciudadano social, un animal
social.” (Ximo II: 635-641)
Otra opción que se plantean es la de regresar a la cooperación dentro de
unos años, cuando hayan podido formar una familia y hayan tenido
experiencia en otros ámbitos laborales:
“Yo me quiero dedicar a la cooperación haciendo trabajos
puntuales, quiero hacer evaluaciones. Un trabajo puntual en un
proyecto por y para mí, eso está de puta madre, no pierdes la
realidad, es como que te llevas lo mejor de cada sitio. Es como un
viaje de vacaciones pero trabajado y pagado con fines sociales, con
realidades interesantes, con gente interesante de conocer pero sin
desarraigarte. Puede ser que en un futuro próximo, mi pareja y yo
nos vayamos a vivir otro proyecto de cooperación, ella no trabaja
en cooperación y se puede llevar una temporada, por ejemplo a
nosotros nos gustaría ir a un país francófono, llámese Marruecos,
o llámese Mali o Senegal o lo que sea. No ahora, pero dentro de
273
unos años con nanos, para meter idiomas y para meter vivencias a
los nanos que creo que está muy guay también entonces se puede
llevar, pero complicado… uno se hace cooperante cuando no tiene
pareja, eso lo tengo súper claro. Y luego una vez que se ha hecho
cooperante, le viene la pareja y entonces hay que adaptar la
situación, hay gente que se dedica a cooperación, por ejemplo los
que trabajan en el ACNUR, la FAO, lo que sea, esa gente gana una
pasta y a las parejas no les importa irse a ese país y aceptar las
condiciones laborales de su compañero o compañera, pero los
cooperantes así de base no se ve tanto, el cooperante de base, yo lo
que he conocido es que son parejas, son parejas de cooperantes que
se han conocido en el mundo de la cooperación…” (Juan: 727-
737)
También están los cooperantes que quieren seguir en cooperación pero
compaginándolo con otro trabajo aquí:
“En el futuro no lo sé muy bien. Creo que me gustaría volver a
salir pero quizás no de inmediato, me gustaría más tener un poco
de estabilidad aquí y luego digamos hacer lo contrario de lo que
estoy haciendo, estar más tiempo aquí y de vez en cuando salir a
terreno. Al principio cuando sales lo haces con mucha ilusión y yo
creo que si sales muy seguido al final eso te desgasta un poco,
porque cuando estás allí pones mucha energía, y a veces la gente,
aunque es normal también, la gente de allí no responde con tanta
energía o con tanta ilusión, ¿no? porque para ellos no supone tanto
cambio, y… bueno, si no tienes cuidado yo creo que te puedes
desgastar un poco.” (Lola: 250-259)
En quinto lugar tenemos un grupo que no tiene las cosas demasiado claras o
que simplemente todavía no se han planteado cómo se proyectan en el
futuro:
“el tema del futuro, cuando empecé sí me lo planteé. Cuando vi
que la cooperación me gustaba pensé: ¿lo voy a seguir haciendo
toda la vida? ¿Voy a ser capaz de estar toda la vida así? ¿Me voy a
sentir desarraigada si alguna vez tengo pareja? ¿y si quiero tener
hijos? ¿O si tengo 60 años y estoy cansada y quiero…? Y claro, yo
pensé, bueno, pues si en un momento quiero volver a España
tendría que pensar un plan B, ¿no? Pero como no se me ocurría
ninguna forma fácil de llevarlo a cabo, dije bueno no voy a dejar
de hacer lo que me apetece hacer ahora por pensar que a lo mejor
en un futuro esto va a quitarme oportunidades porque al final no
274
sabes, ¿no? Lo que quiero hacer ahora es esto, ya veremos luego,
no miro muy a largo plazo…” (Maruja: 921-936)
De lo que no cabe duda es que todos coinciden en señalar que en otros
países de Europa la profesión de cooperante está más integrada en la
sociedad y en España encontrarse con un cooperante jubilado sigue siendo
algo excepcional:
“En Haití tu veías gente de Inglaterra, de Suecia, de Noruega, oye
y todos tenían de 60 años para arriba y estaban todos trabajando en
cooperación desde que eran tiernos infantes o sea que somos aquí
los que todavía no tenemos esa mentalidad…” (Lucía: 455-460)
“Yo creo que sí se puede ser toda la vida cooperante, conozco a
gente que lo ha hecho pero yo creo que es más sano combinar
también tu vida de aquí. Yo conozco gente que… bueno, en Haití,
había una enfermera de 67 años, de Zaragoza, que había hecho 15
misiones con MSF o una cosas así” (Lola: 517-521)
Mientras conversábamos sobre su futuro, era inevitable que surgieran
reflexiones sobre el futuro de la cooperación en España según la propia
percepción de nuestros informantes. Sin entrar en pormenores en este
asunto, pues se trata de un tema transversal a nuestra investigación,
consideramos interesante exponer a continuación la reflexión de Ximo sobre
los recursos humanos en cooperación, dado que es un tema recurrente en los
distintos relatos:
“Mira, hace poco estuve dando unas clases en la facultad de
medicina y encontré desinterés por estos temas. Creo que cada
vez… no sé si por la crisis económica esta, aunque yo creo que no
tiene mucho que ver, pero los valores de la juventud actual son
otros, no van por ahí. Creo que los valores de la juventud van por
el materialismo, por la obtención inmediata del placer, por el
reconocimiento personal, por el tener muchas cosas, van por ahí…
para asegurarte un futuro para ti y tu pareja y poco más, creo que
van por ahí los tiros, de hecho ya se está viendo, el principal
275
problema que tienen ahora las ONGS no es ya la falta de dinero
sino la falta de recursos humanos.” (Ximo II: 592-608)
APRENDIZAJES Y CRECIMIENTO PERSONAL
Para terminar con este capítulo nos gustaría exponer algunas de las
reflexiones que nuestros informantes han hecho a lo largo de las entrevistas
sobre el efecto que la vida de cooperante ha causado en sus vidas. Todos
están de acuerdo en que el contacto con una realidad tan distinta como la
que supone la vida en Aidland les ha transformado de una manera u otra:
“Yo es que no creo que aprendas cosas, es que creo que cambias
totalmente. Creo que hay un antes y un después o sea ya no… no
puedo enumerar… creo que es un total, o sea, a ver, si mi manera
de ver todo… desde mi manera de ver el telediario, mi manera de
ver a mi pareja, hasta mi manera de ver a mi familia, a mi hija, la
manera de ir a comprar a Mercadona, hasta qué libros leer, hasta
qué cursos estudiar… ¡todo! ¡O sea todo! Todo te cambia, y de
manera, y no de un día para otro sino de una manera progresiva, te
va… la experiencia en el tercer mundo te va modulando cuando
luego vuelves aquí, lo que tú eres, lo que tú haces…” (Ximo II:
275-282)
En primer lugar, nuestro grupo de informantes habla de un cambio en la
forma de ver y valorar las cosas:
“pero me volví súper austero con el agua, o sea, abrir un grifo…
¡por Dios! O sea, ¿sabes? Ese tipo de cosas que hasta que te
vuelves a decir otra vez bueno, pues si es que, que yo no abra el
grifo de agua no… pero a mí me seguía pareciendo mágico el abrir
el grifo y que SIEMPRE (enfatiza) que cada vez que abría yo aquí
el grifo me caía agua” (Mario: 274-332)
Comparar aquella realidad con la nuestra es inevitable y el contraste es muy
grande:
“Yo no me puedo comprar un vestido de 100 euros o unos zapatos
de 75 euros porque digo vaya tela, vaya tela, madre mía, porque
digo… ¿tú sabes aquí con eso cuántos niños comerían?… Un
276
cinturón o lo que sea, cualquier cosa, enseguida hago, “pam”, mi
cabeza está, de decir, pero ¿cómo me voy a gastar yo dinero aquí
habiendo…? Ahora por ejemplo en Somalia que necesitan tanto
ahí, y tanta gente que está allí padeciendo, yo no me siento bien
haciendo eso. Pero tienes que pensar, vamos a ver tú estás aquí,
teóricamente tienes tus necesidades, tienes tu tal… vives… tu
salario, te compras tal… porque no puedes estar siempre pensando
con el sentimiento de culpa de hacer cualquier cosa porque es
mucho y hay mucha gente padeciendo” (Sara II: 431-440)
“Aprecias más ciertos valores, ¿no? no sé, el hecho de tener
comida o el hecho de tener agua corriente, cosas que normalmente
no te planteas siquiera, pues cuando vuelves de allí sí. A la vuelta,
sobre todo la primera vez, cuando volví de Senegal, porque ves
que aquí está todo bien, las calles limpias, asfaltadas y es mucho
contraste, ¿no? piensas, es que no es justo, es que es muy distinto.”
(Lola: 226-234)
El consumismo de nuestra sociedad se percibe de forma más palpable y
voraz. Y el propio cooperante se convierte en un agente de denuncia aunque
sea en su propio hogar y dentro de su entorno social más cercano:
“Ves las cosas de diferente manera, sobre todo ves el tema del
consumo, del malgasto de las cosas, el tema del agua… yo sigo,
cada vez que abro el grifo, incluso ahora, es que es el tema del
agua, que es que tengo el grifo ¡y es que hay tanta gente en el
mundo que no tiene grifo! Es que hay tantos miles de millones de
personas, ¡¡¡miles de millones que no tienen grifo!!! Y claro, yo
estoy aquí con el grifo… yo siempre el tema, he estado
concienciado, pero es que ahora, el tema del grifo para mí es
emblemático, es emblemático del tema este del consumo y tal. El
tema de la ropa, esto de estar… y ahora me canso de esto y ahora
me compro otra ropita, y ahora dentro de 6 meses… y el tema este,
esta forma de comprar mucho y barato en vez de comprarte dos o
tres prendas al año que te cuesten más pero que te duren mucho
más tiempo, ¿no? Esta filosofía del consumo, por consumir, por
consumir. Parece que estamos en el círculo vicioso, y consumir y
luego nos chantajean con los puestos de trabajo, si no consumimos
no tenemos puestos de trabajo y toda la economía va mal, y tal…
Bueno, pues esto impacta mucho, el tema de la comida, el tema de
tirar la comida, de aprovechar toda la comida, de que no… el tema
de la caducidad… y luego llegas a la nevera y dices: “Jo, este
yogur ha caducado, pero ¿por qué lo habéis dejado caducar?, ¿por
qué no lo habéis comido antes?” Estos detalles sencillos que en la
vida nuestra rutinaria pues no tiene ninguna importancia, pero…
277
Luego te vuelves a meter otra vez en la vida, pero el poso queda
ahí, el poso del uso racional de nuestros recursos…” (César: 685-
702)
Hemos recopilado muchos fragmentos en los que los cooperantes relatan
situaciones en terreno que les han brindado la oportunidad de conectar con
los aspectos más esenciales de la vida:
“Aprendes muchas cosas. Yo creo que lo que nunca dejas de
aprender es los diferentes valores que tiene la vida humana que
aquí nos pasan desapercibidos y no les hacemos ni caso. Y hablo
de valores como la humildad, el respeto, el compartir, el silencio,
la reunión, no sé… incluso la pobreza. Todos esos valores aquí en
el día a día, creo que nos pasan desapercibidos. Pero allí estás
constantemente con ellos, con el “te doy la mano”, con el “me das
la mano”, con el… (suspira) algo tan básico como disfrutar de…
no sé, del sol. Aquí sale el sol, se mete y no lo piensas, algo tan…
En este último proyecto en África volví a encontrarme con muchas
emociones y una de esas emociones que me encontré que aquí
tampoco la tienes y esto es otra de las cosas que aprendes. Pues
íbamos en el autobús, veníamos de un campo de refugiados de
trabajar, ya para casa, se estaba haciendo de noche, allí llevan
como no sé cuántos años sin que caiga una gota de agua, de sequía,
una de las causas de la malnutrición y tal, entre otras, y empezó a
llover, y en el autobús íbamos gente local, somalíes, etíopes,
españoles, europeos… y empezó a llover, bueno… ufff… se
pusieron a cantar de alegría… no sé qué… bueno la piel de gallina,
yo llorando, ¡por cuatro gotas de agua! (silencio, se sonríe) aquí
llueve y hasta te cagas en todo, joder, lloviendo otra vez, íbamos a
ir en la moto… yo que sé, ¿sabes? Todo eso… (Nos reímos) es
súper fuerte.” (Ximo II: 309-326)
Todos nuestros informantes coinciden en afirmar que la experiencia en
cooperación les ha enriquecido en muchos sentidos, pero sobre todo como
crecimiento personal:
“A mí aquello me hizo crecer muchísimo a nivel de gestión, de
relaciones institucionales, diplomacia, contacto con la gente… yo
creo que aquello fue súper enriquecedor para mí… sí, sí… Y aun
así yo creo que me ha enriquecido más humanamente que
profesionalmente.” (Daniel: 1099-1120)
278
“Me ha permitido aprender muchas cosas… O sea, a nivel
personal, mucha más madurez, conocimiento, etc. A nivel de
experiencias, me ha permitido tener experiencias que de otra
manera nunca hubiera tenido. Me ha permitido conocer muchas
personas, muchas sociedades, muchas culturas que te abren la
mente, que te hacen ver que Valencia no es “la millor terra del
mon…” (Se ríe) Y estas cosas, estos temas, te hacen ser tolerante,
te hacen ser más comprensivo, son muchos aspectos muy positivos
en general…” (César: 709-715)
Muchos de ellos afirman haberse convertido en personas más relativistas y
flexibles a la hora de juzgar y manejar situaciones:
“Yo soy muy perfeccionista, por eso decía que al principio al abrir
el proyecto yo estaba muy agobiada porque era como claro, miles
de cosas que hacer, nada está como tú querrías que estuviera y eso
lo llevo mal, yo creo que en eso he aprendido un poco a relativizar,
también en el sentido, en cómo es la gente, ¿no? o sea, tú aquí te
piensas que esto es lo normal, porque es lo que hacemos nosotros y
luego llegas allí y hay cosas tan sumamente distintas y dices, pues
no será normal, ¿no? a lo mejor ahí lo de la normalidad depende
para quién, entonces yo creo que en eso sí, o sea, aún me queda
mucho camino porque pues, al final tu forma de ser puedes
modificarla un poco pero no vas a cambiarla radicalmente y yo
sigo siendo muy… un poco como esto es lo correcto y esto es lo
incorrecto pero yo creo que sí que estoy aprendiendo en eso, y en
el día a día, a lo mejor valoro más también la compañía de la
familia, aprecio más el tiempo que estoy con mis amigos…”
(Maruja: 757-772)
“Lo de relativizar las cosas… aprendí a relativizar. Todo es
relativo, y nosotros no tenemos… Cuando digo nosotros me refiero
a nuestro entorno cultural. Nosotros no somos la panacea, ni
tenemos las soluciones ni… de hecho las solucione, ellos conocen
mucho mejor el país y el terreno y todo lo que… con lo cual quien
pretenda pensar que… y eso es algo que ha ocurrido durante
muchos años desgraciadamente, pues esa mentalidad colonialista,
que todavía persiste, no nos engañemos, de pensar que tú llegas y
llegas con dinero y con el conocimiento, y sí que llegas con el
dinero, pero el conocimiento… es… yo creo que… justamente el
aprendizaje es que aquí sí que se diría eso de que “yo sólo sé que
no sé nada” aquí es donde te das cuenta que tú no sabes nada y
que… puedes tener muchos conocimientos técnicos, pero que la
vida es otra cosa…” (Mario II: 562-572)
279
En el ejercicio de reflexionar acerca de la experiencia vivida, el grupo de
cooperantes de nuestra investigación atestigua haber hecho aprendizajes
concretos en diversos aspectos de su vida. Trabajo y autoconocimiento son
las dos áreas que más se enriquecen según se señala en los relatos.
Juan y Pedro explican cómo han mejorado en habilidades para su trabajo:
“Trabajar en equipo. Nunca antes había trabajado así en equipo y
al final la cooperación es más que fundamental porque para mí el
cooperante es el que se tiene que encargar de conjunto con la
contraparte de gestionar el proyecto. Entonces es un… cada uno
tiene su papel, a lo mejor yo me encargo de las importaciones, de
la justificación, de preparar los cursos y tal, y el otro se encarga de
llevar a cabo las construcciones… trabajar en equipo, en
cooperación sobre todo, en otro tipo de trabajos no, pero en
cooperación…” (Juan: 565-570)
“Allí aprendes mucho de gestión y de viabilidad de proyectos”
(Pedro: 89-91)
Y Toni y Lola, por su parte, exponen cómo el terreno les ha favorecido a la
hora de aprender a conocerse mejor a sí mismo:
“Yo el tiempo más largo que he pasado, lo he pasado en Bolivia, y
sí que tengo una parte que yo considero que es boliviana, de ver el
mundo. Claro, porque hay cosas que solo has visto allí, que esa
experiencia nunca la has tenido en España, y entonces te hace ver
las cosas de otra forma. Además ser cooperante sí que te da una
visión exterior de tu propia cultura, normalmente no la tienes, te
permite verte a ti mismo desde fuera… Entonces yo creo que esa
forma de ver el mundo, yo creo que esa parte sí que te ha
transformado un poco, porque si sólo fueras valenciano no
pensarías que eso se puede hacer, entonces sí que has incorporado
cosas, ¿no? de la cultura, y ver que las realidades humanas son más
amplias, has incorporado cosas del otro lado, sobre todo en los
espacios que tú, en tu cultura no hay explicaciones sobre esto… o
no se aplica, como si tú vives mucho en ciudades y toda la cultura
rural que has aprendido es de Bolivia, tu parte rural es boliviana lo
que se hace en el campo y lo que no se hace pertenece a Bolivia,
pero porque tú no la tenías, pero como tú tengas una cultura aquí
de campo, olvídate… eso ya no lo incorporas…” (Toni: 1169-
1244)
280
“Aprendes cosas sobre ti mismo porque te ves bajo presión. Como
decía una amiga mía, el terreno saca de ti lo mejor y lo peor (se ríe)
(Lola: 374-384)
De lo que no cabe duda es que el retorno es una de las fases más importantes
y vitales en la vida del expatriado que, como han señalado nuestros
informantes, ni se cuida ni se prepara como es debido. El cooperante ha
vivido una experiencia que inevitablemente le ha “afectado” en un sentido u
otro. A su regreso, toca hacer balance del sentido de su labor y de cómo ésta
ha marcado su presente y su futuro.
281
CONCLUSIONS
In order to understand who an expatriate aid worker is, we have carried out
some research based on the biographical method. Reconstructing, crossing
and analysing the stories of our fifteen informants, we have managed to
access the socio-structural and symbolic area of the social world which they
belong to.
Throughout our work we have used different terms to talk about the
mesocosmos of expatriate aid workers. We have used concepts such as “the
culture of cooperation”, “cooperationland”, or Aidland” (a term coined by
Raymond Apthorpe) which seems to fit the bill perfectly.
Be it as it may, independently of the term that we wish to use, it is important
to assert that without doubt the aid worker belongs to a cultural universe
which is unique and characteristic. Aidland, the allegorical land of aid
workers, is a complex world, an autonomous and omnipresent network of
institutions, people and activities amalgamated by a set of attitudes,
narratives and practices. This is the socio-cultural structure in which an aid
worker, who is obviously not the only social actor, plays a very important
role.
Gráfico 4. Symbolic Representation of Aidland (prepared by the author)
282
THE MICROCOSMOS
In the first place, we should list our conclusions on the identity of an aid
worker which we have extracted from their stories. To this purpose, we will
use a diachronic perspective according to the following outlines:
Gráfico 5. Diachronic diagrama of an Aid Worker’s life (prepared by the author)
An international aid worker feels attracted by other cultures and different
peoples and is not only interested in their needs but also in fighting for
social justice.
Before becoming a professional aid worker he or she will have participated
in social action platforms, will have travelled the world, and will probably
be fluent in two languages.
Some of them will have a very marked socio-humanitarian vocation whilst
others, however, will focus their interests in political action, management of
human resources and diplomatic relations. The former tend to develop a
more horizontal line of work than the latter who, usually end up vinculated
to international cooperation through governmental agencies.
The training profiles which they respond to basically belong to three
categories: socio-humanistic to which psychologists, social workers,
283
political scientists, economists and so on belong to; technical, which
provides engineers of different sorts and, last of all, health, in other words,
nurses and doctors.
However, an aid worker is not considered as such until he or she has
developed some work in a country of the South. The modalities and
different versions of an aid worker in the field are increased exponentially
when taking into consideration their origins.
The key elements that define the style of an expatriate who will become an
aid worker may be expressed based on opposite conceptual pairs, as in the
structuralist tradition, which materialise and become obvious when the aid
worker is doing field work:
Gráfico 6. Pairs of conceptual opposites (prepared by the author)
These opposites determine the type of aid worker that will emerge on the
grounds of their experience in the field. If the expatriate works in
cooperation for development humanitarian issues; if he or she is going to
develop their work in major urban areas or more isolated areas; if he or she
works for governmental entities or for NGOs. Last of all, if he or she
284
develops diverse and social activities or rather limits social contacts to a
more or less closed space or even tends to solitude and isolation.
These elements are not the only ones. There are, in fact, many more. But,
they do constitute in themselves the basic outline of the essential differences
between the different models of cooperation.
The combination of these four opposite pairings gives us a result 16
different basic options of types of aid worker:
Tabla 17. Basic Typologies of an Aid Worker combining four pairs of opposites
(prepared by the author)
In the measure that we add variables to these four pairings, then the options
multiply exponentially and the categories of possible aid workers rocket.
Based on the stories of our aid worker, we consider that the key to the
interpretation of their social identity should not be rendered in terms of
categories, but rather in the analysis of the variables which play an essential
role in the existence of expatriates.
Apart from the fundamental features to which we have made reference to up
until now, in other words, those which have to do with motivation and
training, as well as those which are directly manifested through the work of
285
the aid worker and his social life style, we should mention other identitary
features which are especially noticeable when the aid worker returns home.
On returning, aid workers need to fit in one again in their places of origin.
Some of their experiences in the field may have been so tough and shocking
that they may need psychological help in order to overcome situations of
post-traumatic stress. The longer the aid worker spends coming and going
from North to South, the more it takes them to reintegrate and find their
place.
THE MESOCOSMOS
After having introduced the essential features that configurate the micro-
cosmos of the aid worker, we should now put forward our conclusions on
the mesocosmos to which they belong to. In other words, we should
highlight the fundamental elements which vertebrate the narrative universe
of an aid worker.
There are two terms which synthesise the discourse of our informants:
mobility and dilemmas. The culture of an aid worker cannot be understood
without going in some depth into these two ideas which articulate the life of
an aid worker:
Gráfico 7. Key Terms of an Aid Worker’s Narrative Universe (prepared by the author)
286
The mobility
Mobility is one of the aspects that defines the lives of aid workers.
Throughout their working lives they must travel to several different
countries of the South and combine these stays with longer or shorter stays
in their countries of origin. It is common that they do not plan these
professional and geographical ventures well in advance.
The setting from which an aid worker programs a journey is odd and is
greatly different from the realities from which other expatriate cooperants
start from. For example, an expatriate who works for a multinational has a
company as a starting point and as a reference. If this worker is able to live
in another place it is because it is part of his or her professional career.
Travelling and being an expatriate are things which have to be done in order
to ensure a good professional status within the company. This expatriate´s
compass always marks the same direction: the direction which takes them to
develop a prosperous and successful career. An aid worker, however, travels
to his or her destination from a specific situation which is also unstable.
Their connection with an NGO or one same project is never safe, in fact, it
usually tends to vary. One same aid worker may have cooperated with many
different NGOs throughout his or her professional career paths. It is likely
that an aid worker will leave a job in order to work for a non-governmental
organisation or for a United Nation agency, and even, dedicate part of his or
her life to something which is completely divorced from international
cooperation and then return to it. This, which is very frequent in some cases
and in some, not so frequent, is often a factor which has to do more with a
lack of stability in an aid worker´s life since each entity has its own
idiosyncrasy, own principles, own working methods, rules and regulations,
safety protocols and so on. To this must be added, the difficulties caused by
287
what is often frequent in the NGO scenario where aid workers are expected
to have a great deal of commitment and also identification with the core
values of the organisation.
The factor of permanence in the same place is also a factor to be taken into
consideration. The time aid workers remain on a project can differ
significantly depending on the type of project which is to be developed. If
we are dealing with an intervention in an emergency it may be that the
maximum time allowed for an aid worker on this type of missions is one
month. After this time is up, the aid worker must return home and be
substituted by another colleague. However, there are much longer stays and
aid workers may spend many years in the same place, with intermittent
returns to their countries of origin, or to the country to which an NGO
belongs or to the country where the company is established in order to be
debriefed or just simply to enjoy some holidays.
Mobility, and a lack of stability, as a result of the former, form part of an aid
worker´s routine. In view of this fact, home, understood as a place of
reference, becomes something blurred and unclear. The place of arrival, the
new homeland, is an unknown factor, variable and provisional, which lacks
the space to become a real home. An aid worker needs to discover a habitat,
and needs to build a place for themselves which will help him or her in each
of the phases of their jobs, wherever they be and for whoever they work.
Life cannot be understood without a home and aid workers, as human
beings, need a home land. Where do they belong? Where is there home? If
from the outset, an aid worker does not have a place in which to sink his or
her roots then, how can he or she occupy a status within a social scenario?
How can they find their own space? Can they exist as someone who is
peripheral?
288
There is no other option but to establish oneself. It is paramount to
transform an intangible scenario far from home into a clearly identifiable
and stable place. The so-called liminarity of an aid worker who is trapped in
the chrysalis of routine suffers a metamorphosis and transforms itself into
social stability. An individual clings onto what is understood as social
integration since outside the structure he or she cannot last in time.
In order to exist, an aid worker has to find his or her place in the universe of
social representations, not only for the benefit of his/her own self-image but
also, and above all, so that their figure has a specific place within a social
structure. These constant shifts in the life of an aid worker result in the
creation of a new space, a homeland which just like them, is in constant
movement. This is an itinerant place for someone who is always on the
move and yet is always somewhere provisional.
In this way, an aid worker becomes an inhabitant of Aidland. Torn from the
ephemeral communitas (Turner, 1979) an aid worker turns into a dweller of
the world of international cooperation, and is a citizen of “cooperationland”.
Aidland is therefore a tangible metaphor which transcends frontiers between
nations. Independently of the country to which the aid worker is going to
work, there is a “space for international cooperation” and this means that the
aid worker will have a series of privileges as well as a specific status.
Aidland is not a hermetic or closed space. Its frontiers are constantly being
crossed in both directions. Governmental civil servants, communitary
leaders and local staff and agencies reside in Aidland part time adopting the
customs and practices of this “land” in their meetings with expatriate aid
workers. The latter, on the other hand, abandon this “allegorical land” in
order to socialise with expatriates from the world of diplomacy and
business. Moreover, Aidland becomes a showcase for social and cultural
changes in the aid workers´ countries of origin.
289
As a result, the social lives of expatriates are very similar to the way that
they live or work, independently of the country which is beneficiary of their
help. Indeed, Aidland allows aid workers to follow a series of cultural rules
and behaviour protocols which can be easily transferred from one country to
another. In this way, aid workers are not the only “roamers”. The whole
culture of development is mobile and transportable and goes where they go.
Undoubtedly, this movility does not only affect work relationships but also
largely affects social relationships which occur outside the work scenario.
As has already been pointed out, the duration and characteristics of the stay
evidently shape the type of relationships which aid workers establish where
they work and with the people who live there. But, be it as it may, an aid
worker´s social life unavoidably suffers due to the high degree of movility
which he or she has to endure. This type of life is not only harmful,
exhausting and traumatic but also causes isolation, high levels of stress,
anxiety and depression.
This situation of instability may be the reason which explains the creation of
that sphere which encompasses all the culture of coperation and which we
call Aidland. This space always portrays a known and permanent universe
wherever an aid worker may be. The imprint of the North is not only clearly
reflected in the physical and symbolic structures found in offices, hospitals
or camps in which cooperation work is carried out, but also in the fact that
the cultural codes of Aidland are able to reach the domestic scenario.
By creating a sense of home, an expatriate manages to alleviate the effects
of the culture shock (Oberg, 1960) which individuals usually suffer when
they are submitted to a contact with a social scenario which is totally
different from theirs. Aidland is their homeland, and therefore it is not
necessary for them to assimilate a brand new culture whenever they change
destination.
290
That said, change exists and it has its effects. Instability and uprooting
characterise the lives of the citizens of Aidland. The feelings of loneliness
and isolation are frequent. Uncertainty as to their professional futures
becomes patent in each of their stories. We are dealing with lives which are
in transit, extremely complex and have a myriad of variants. What there is
no doubt about is that this intrinsic mobility profoundly marks their
characteristics and essence.
The dilemma
In the process of study, analysis and understanding of the stories which have
been registered, we have detected a series of conflicts and related problems
with the activity of an aid worker, and what is more important, with the
legitimacy of the figure of aid worker in itself. In this way, the dilemma is
the core of the rhetorical context of the life of an aid worker.
These dilemmas, which are not ideological (Billig: 1991), in other words,
which do not only have to do with power relationships but rather with
anthropological ones, that is to say, which respond to fundamental questions
about the meaning of life, are the result of contradictions and the
ambivalence of the idea of development, but also of the permanent
transitoriness of the aid worker as such.
In the following table we can observe five dilemmatic binary opposites
which are repeatedly present in the stories told by our informants:
Tabla 18. Dilemmas of an Aid Worker’s discourse (prepared by the author)
291
The first dilemma which we have wanted to address has to do with the lack
of reciprocity and exchange of gifts. Our informants consider that
“cooperation” is too little and that there are too many bosses. This lack of
equitable collaboration is not only manifested in the origin of the resources
that support most of the projects but also in the level of work and social
human relationships. For the expatriates, it is a contradiction that it is them
who carry out field work instead of the local people and that they are the
ones who are ultimately responsible for the projects. In this sense, some aid
workers define themselves as “managers” or “directors” when they explain
the type of work they do in the field. They also highlight in their stories the
lack of a social relationship with local people and the tendency and
preference to live with and enjoy moments of leisure with fellow
cooperators and expatriates.
The second dilemma highlights the contradictions which affect the
professionalisation of the people who work in cooperation. When
development cooperation becomes an institutional and ideological
machinery which, instead of tending to disappear (a synonym of success)
tends to an inertia towards expansion and a prolongation in time, we have in
our hands a double discourse. Our informants, feel that an aid worker should
be professional, with specific training and a sense of commitment which is
supported by a work contract. However, they also consider that it is a danger
to prolong the work of an aid worker because, amongst other reasons, they
feel they may lose their vocation and the reasons which led them to
cooperate. In an aid worker´s words, it is fair to work in cooperation as a job
opportunity as long as this choice is accompanied by love for ones fellow
human beings and the search for the common good.
292
The next dilemma is, in a certain sense, linked to the previous dilemma.
Cooperants disagree with the social image which people have of them:
altruistic, generous and heroes who are overflowing with good will. Faced
with this idyllic vision there are people who receive a nasty surprise when
they discover that cooperants are paid for their work. Expatriates insist on
introducing themselves as “normal” workers, just like any other
professionals in the field of humanitarian who “receive much more than
they give”.
The fourth dilemma arises from the difficulties of combining life as an aid
worker with family life. Some expatriates manage to combine both elements
when their partner is also an aid worker, but when there are children then
the conflict arises once again and the likelihood of abandoning is brought
back to the table. Some of these professionals resolve the dilemma by
changing cooperation with an NGO for work with a non-governmental
agency which offers more stable jobs which are of less risk and which are
located in larger urban areas where their children can go to school and
socialise with other children like themselves.
The fifth and last dilemma, which we would like to allude to, has to do with
the social position and status which an expatriate occupies in the field. The
further south an expatriate is, the nearer he or she is to achieving northern
hemisphere status. Prestige, power, contacts, elitism and privileges are a
pedestal on which an aid worker can him or herself stand when working in
the field. Some expatriates live in a situation of genuine frustration, but
what is true is that, even if an aid worker is one of the closest people to the
South (at least, physically), it is very difficult to leave behind the North.
Perhaps, and due to the idiosyncracies and pecularities of Aidland, the
inequalities between North and South are personified in the aid worker and
the local people.
293
It may seem that this approximation to the social universe of aid workers
from the perspective of dilemma bears a criticism which affects these social
agents. Nothing could be further from the truth. The dilemmatic thought
pattern of an aid worker reveals a questioning of the issue of development
and NGOs which is absolutely necessary. If the world of cooperation were
to listen to these voices more carefully perhaps the modus operandi could
change and even improve.
VERIFICATION AND REFUTATION OF HYPOTHESES
After establishing the fundamental features which configurate both the
microcosm and the mesocosm of the expatriate aid worker, we should focus
again on the hypothesis which we made during the period of research in
order to verify or refute them:
Tabla 19. Hypotheses of the investigation
We cannot deny that amongst the habitual motivations of aid workers to
carry out their work we can find altruism, social commitment and solidarity.
294
Nevertheless, these are not the only reasons which inspire them to opt for
this way of life. Cooperation is just one more work option and, since
technical profiles are in greater demand in the field, we can find aid worker
who lack the motivations which we outlined in the first of our hypotheses.
The second assumption which we have drawn up has to do with the capacity
of the aid worker to establish a free-flowing and equitable dialogue with
people and cultures in the South. By virtue of being in contact with other
cultural realities we presupposed that they would know how to use strategies
of cultural dialogue. What is true is that, either due to existing training
deficiences or because contact with another culture in the field is limited to
the minimum expression, the aid workers in our study have demonstrated
certain flaws in the field. For this reason, we have to refute our second
hypothesis.
However the third hypothesis has been duly verified. An aid worker´s
hyper-mobility, and the uncertainty, uprooting and lack of stability it entails,
is indeed an impediment when there is a wish to have a partner and start a
family. Even though the repercussion of these factors is not as drastic in
their social lives, aid workers still have to make an extra effort in order not
to feel uprooted and have a balanced and enriching social life.
With regard to their professional lives as referred to in the fourth hypothesis,
today, cooperation is seen as a profession which covers a relatively short
period of an aid worker´s life. To retire as an expatriate is an option which,
for the time being, an aid worker does not contemplate. On the other hand,
the precariousness of this job which constantly requires “new beginnings”,
entails a disconnection with the labour market in the country of origin and
may lead to a total loss of opportunities to re-enter the labour market back
home.
295
The last of our assumptions alludes to the possible consequences which an
expatriate aid worker may suffer due to the lifestyle which is associated
with this profession. Evidently, not all aid workers suffer from post-
traumatic stress or a sense of uprooting or find themselves in a situation
where they have to deal with identity crises. However, there is absolutely no
doubt that the risk of suffering from one of these or other effects is very
high. Increasingly, both organisations and aid workers develop strategies
which alleviate these effects. It is also worth making it clear that not only
the itinerant nature of an aid worker´s life is the root of these “problems”,
but also situations of stress in the field, sentimental ties and attachments
when on missions and developing projects and a lack of institutional
foresight, add to these problems.
To finish, we would like to refer to some of the themes which have also
been recurrent throughout our conversations with the aid workers but which
have not been dealt with here, due to a lack of space, time or because they
did not adjust to the objectives of this investigation.
We propose that, for future research, the role of female aid workers should
be addressed. We consider that focusing on gender is not only interesting in
itself but also responds to a palpable reality. The amount of female aid
workers is now almost larger than males and we are therefore convinced
that the discourse and the modus operandi of women should be different
from men. Despite the fact that women have traditionally dedicated
themselves to work which is more vinculated to care, social and human,
activities, international cooperation has seemed to them, until relatively
recently, to be a hostile environment in a man´s world.
Another issue which is much talked about in our conversations with aid
workers is one which we could refer to as “the dark side of cooperation”.
Practices which may be considered as unfair and ineffective, discourses
296
which deepen the schism that divides North and South, illegal processes and
survivals and so on are some of the plots which have been outlined. It
should be taken into consideration that an aid worker plays a prominent role
in the detection of this dark side. After all, an aid worker is the first citizen
from the North who has to bear the brunt of the errors and malpractice of
international help.
The differences and similarities between governmental and non-
governmental cooperation; the world of NGOs, Official Development
Assistance in our country; the supposed neutrality of agencies on the
ground, the salaries of aid workers, the competition between NGOs and
religious and lay workers in Aidland, are some of the issues which remain
for future work.
Since this investigation has been conceived to listen to the voice of aid
workers and, as result, understand their singular social universe, we would
like to finish by making reference to one of the reflections made by one of
our aid workers on his life:
“Contándote mi experiencia yo lo he pasado mal, lo he pasado
mal… Pienso que es un proyecto tuyo interesante, original,
novedoso, útil… y bueno pues yo qué sé, si puedes echar una
mano, pues te apetece formar parte de eso… yo creo que es súper
emocionante y súper necesario y es el día a día de muchísimas
personas… Pero yo lo vivo mal, yo hablar de esto… es como…
qué te diré yo… Reabres las heridas… Yo luego estoy dándole
vueltas a todo lo que he dicho o he dejado de decir… y lo llevo
mal, reabres heridas y conflictos no superados, sensaciones, las has
exteriorizado, las has vuelto a sentir, a revivir. Tenía olvidada la
imagen del austrolopitecus, de la lluvia en el autobús, del niño sin
ojos y de los ocho muertos de hambre al día… y al hablarlo te
vuelve de golpe todo a la cabeza y tienes que volver, llegar a casa,
darle el potito de lenguado con bechamel a tu hija y ver el
telediario y entonces claro… es jodido… se pasa mal” (Ximo II:
718-733)
297
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