estado, ideologia y pensamien to politico

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¿Qué es el estado? El uso del término “estado” es hoy familiar para referirnos a aquella institución que cumple la función de ordenar jurídicamente una sociedad y dentro de la cual nos identificamos como miembros o partes de una nacionalidad dada. Digamos que hoy en día, en las condiciones en las que se encuentra el mundo no existe individuo alguno que no se sienta o sea considerado parte de un estado. Dos enfoque sobre el estado El estado, como el poder, es otro de los conceptos con los que más frecuentemente se identifica la política, sobre todo porque nos da la idea de su localización: de donde se encuentra, donde reside, aunque—como vamos a ver--- su definición no es siempre tan simple. La palabra misma—estado---es un término relativamente nuevo, que se ha ido llenando de contenidos con el paso del tiempo y en el cual actualmente podemos encontrar, por el menos, dos tipos de definición. Primer enfoque: origen En este enfoque definiremos estado como determinación del fuero del poder y de la soberanía política. Comencemos por la definición etimológica del término y su vínculo con las disputas históricas por el poder. En la Europa cristiana de los siglos XII al XVI se comienzo a utilizar el término status (stat, state, steat en otras lenguas) para distinguir entre los dominios divinos y terrenos, lo “espiritual” y lo “mundano”, lo eterno y lo temporal. El status representaba todo aquello que no estaba referido al fin espiritual del ser humano, es decir, la condición del país en su aspecto social y político, en su constitución material, territorial, organizativa; también se refería a la condición del gobernante (príncipe) y de las personas que lo aconsejaban y ayudaban, y a la definición de orden y de la autoridad de la cual este derivada, es decir, el estado es todo lo

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Estado, Ideología y Pensamiento Político. A nivel general y en Colombia.

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Page 1: Estado, ideologia y pensamien to politico

¿Qué es el estado?

El uso del término “estado” es hoy familiar para referirnos a aquella institución que cumple la función de ordenar jurídicamente una sociedad y dentro de la cual nos identificamos como miembros o partes de una nacionalidad dada. Digamos que hoy en día, en las condiciones en las que se encuentra el mundo no existe individuo alguno que no se sienta o sea considerado parte de un estado.

Dos enfoque sobre el estado

El estado, como el poder, es otro de los conceptos con los que más frecuentemente se identifica la política, sobre todo porque nos da la idea de su localización: de donde se encuentra, donde reside, aunque—como vamos a ver--- su definición no es siempre tan simple.

La palabra misma—estado---es un término relativamente nuevo, que se ha ido llenando de contenidos con el paso del tiempo y en el cual actualmente podemos encontrar, por el menos, dos tipos de definición.

Primer enfoque: origen

En este enfoque definiremos estado como determinación del fuero del poder y de la soberanía política.

Comencemos por la definición etimológica del término y su vínculo con las disputas históricas por el poder. En la Europa cristiana de los siglos XII al XVI se comienzo a utilizar el término status (stat, state, steat en otras lenguas) para distinguir entre los dominios divinos y terrenos, lo “espiritual” y lo “mundano”, lo eterno y lo temporal. El status representaba todo aquello que no estaba referido al fin espiritual del ser humano, es decir, la condición del país en su aspecto social y político, en su constitución material, territorial, organizativa; también se refería a la condición del gobernante (príncipe) y de las personas que lo aconsejaban y ayudaban, y a la definición de orden y de la autoridad de la cual este derivada, es decir, el estado es todo lo que se refiere al mundo humano organizado con respecto a los fines de las personas en la tierra y no a los fines espirituales.

Esa distinción entre lo “espiritual” y lo “mundano”, hecha por la misma iglesia en la cabeza de los papas, con el fin de fundar la supremacía de esta, permitía la separación de política y religión y, a su vez, la consolidación de la política como un campo autónomo que reemplazaba paulatinamente los demás poderes.

Este primer enfoque sobre el estado nos remite, históricamente, a los orígenes de la problemática donde nace el mismo término stato, pero también, a una concepción que se ha hecho tradicional y que lo define como una unidad entre territorio, población, costumbres específicas y orden político.

Segundo enfoque: surgimiento

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El segundo enfoque está relacionado estrictamente con el surgimiento de las teorías políticas modernas a partir del siglo XVII y tiene que ver con lo que algunos pensadores llamas sociedades políticas, por contraposición a la sociedad civil. Como veras, estas teorías se subdividen a su vez en dos tipos: unas que justifican las relaciones políticas modernas y su ligazón y, otras, que la critican.

Teorías de defensa del estado

Ya para el siglo XVII el término estado adquiere un significado específico, al estudiar cual es el origen de la política en las sociedades europeas. Los filósofos modernos (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant) hacen de él una nación conceptualmente comprensible. Al sostener que la información de la sociedad (estado) es producto de la transformación del ser humano de un estado de naturaleza a un estado de vida civil.

Según estas teorías, el estado moderno adquiere de otras formas particular, que lo distingue de otras formas estatales antecesoras, con la que se cultivaron los griegos antiguos, convirtiéndose en la única y a la vez unitaria forma de estructuración de la vida en sociedad, en el verdadero y exacto aparato para administrar y manejar el poder político, que opera según procedimientos cada vez más definidos y especializados. Su tarea va en función básicamente de garantizar la paz interna del país, eliminar el conflicto social y permitir la normalización de las relaciones de fuerza existentes como producto de las contradicciones de intereses, ejerciendo el monopolio de la fuerza.

A esto se le ha denominado el estado como potencia, es decir, una concepción que ve en el estado la sumatoria de voluntades individuales, más exactamente una racionalidad de vida colectiva creada por un pacto social, a partir de la razón de los individuos, que prefiere la vida en sociedad para superar los obstáculos propios del estado natural.

Teorías criticas del estado

A esta primera forma de determinar las relaciones políticas bajo el concepto estado, le sobreviene una concepción crítica que considera al estado como dictadura, es decir, como imposición de un poder hegemónico de una clase social sobre otras. Marx, que es el pensador que expone esta idea, considera que la realidad política está fundada en relaciones de fuerza, en una sociedad dividida en clases, unas poderosas y otras explosiones sociales de dominación establecidas y a sus necesidades de perpetuación y reproducción en el tiempo.

Según este enfoque, las formas del estado varían históricamente, conforme a la evolución de las relaciones de fuerza entre clases dominantes y clases subalternas. Tiranías y democracias no escapan a esta lógica. El estado es entonces, por definición, la dictadura de una clase poderosa sobre otras explotadas. Y las llamadas formas de gobierno son adaptaciones históricas de la dominación a los diversos estados de lucha entre estas clases.

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El Estado en el siglo XX

Más allá de los distintos enfoques sobre el estado, este ha visto crecer su importancia especialmente en el transcurso del presente siglo, a tal punto que, regularmente, lo identificamos con la política. En este sentido, se puede decir que la historia de los últimos siglos se ha constituido en la historia de la estatización de la política. Evidentemente, si solo ves un caso como el de Colombia, puedes darte cuenta de que una vez lograda la independencia de España, inicio un proceso d evolución muy confuso, que fue dando forma lentamente a instituciones, a proyectos nacionales centralizados y al fortalecimiento del estado como una institución activa, que entro a determinar con mayor fuerza el transcurso de los asuntos sociales.

El estado intervencionista

Desde la segunda mitad del siglo XIX apareció en Europa una concepción intervencionista del estado, que fundaba su proyecto en la necesidad de desarrollar con profundidad la ciudadanía, para garantizar una mayor igualdad entre las personas, lo que aumento la participación política. Esta visión política correspondía a una circunstancia histórica de miseria generalizada y de crecimiento de la pobreza, producto del desarrollo de la sociedad capitalista.

En 1919, en Alemania, se hizo un primer invento de desarrollo de un estado intervencionista fuerte, en la llamada república de Weimar. También en nuestro país se discutía en aquel momento sobre la necesidad de desarrollar un estado intervencionista que proyecta con mayor fuerza el desarrollo nacional. Rafael Uribe Uribe, por ejemplo, a principios del siglo proponía para Colombia el desarrollo de una fuerte intervención del estado en la economía, que impulsara definitivamente el progreso y el desarrollo.

Pero el “experimento” que verdaderamente cumplió la misión de estatizar la sociedad fue el llamado “consenso keynesiano”, una combinación de una serie de políticas intervencionistas del estado en la sociedad, que construyó lo que se llamó el estado de bienestar. Keynes, un prestigioso economista inglés, propuso unas series de políticas económicas que reformaron profundamente la relación entre la política y la economía. Por ejemplo, la regulación estatal de la moneda a través de un banco oficial, el banco emisor. Esto lo permitía al estado, en momentos de necesidades de inversión social, emitir recursos para satisfacerlas. Las políticas de pleno empleo buscaban garantizar una elevación sustancial del nivel de vida de los trabajadores, así como el desarrollo de políticas de salario más acordes con las necesidades de consumo.

El estado se convertía así en un factor económico central, regulador de la economía y de sus fluidos, redistribución de recursos, protector de ramas enteras de los servicios, cuando no era su diseño. Esto fue denominado estado de bienestar y, en sus versiones menguadas en el tercer mundo, estado intervencionista.

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El estado intervencionista se desarrolló principalmente después de la segunda guerra mundial y contribuyo a la reconstrucción de los países arrasados por la destrucción bélica. Tuvo su época de oro en la década de los años cincuenta, en los países más avanzados, y entro a una profunda crisis en los años sesenta y setenta, a raíz principalmente de los déficits presupuestales, las necesidades energéticas para mover las grandes industrias, la crisis social por la presencia totalizarte del estado hasta en la vida privada y por la destrucción del entorno como producto del desarrollo impetuoso de la industrialización extensiva, entre otras causas.

Privatización del estado

Desde los años setenta comenzó un proceso de reforma del estado intervencionista, cuyo objetivo era reducir su tamaño, convertir la actividad pública en una actividad menos burocrática y dispendiosa, disminuir los déficits presupuestarios, privatizar muchos de los servicios prestados por el estado, desregular la intervención estatal en la economía, etc. Esta reforma cobro fuerza en los años ochenta con los gobiernos de Reagan y Thatcher en los Estados Unidos e Inglaterra, respetivamente.

Hoy en día se ha generalizado al mundo entero, con los llamados procesos de globalización. En Colombia se hizo efectiva, principalmente, en la reforma constitucional de 1991, pues esta constitucionalizo principios de desregulación laboral, económica y financiera, dinámica mercantiles para la presentación de los servicios públicos y procedimientos participativos de organización y gestión que contribuye al ensanchamiento del consumo de los servicios públicos sobres bases de mercado.

El estado, hoy, es un estado cada vez más privatizado, llamado neoliberal, cuyos principios de acción son la eficiencia, la eficacia, la productividad y, en general, la llamada gobernabilidad.

Como estado nacional, ha perdido el centralismo y la fuerza reguladora que tuvo en los momentos, convirtiéndose en un organismo administrativo de políticas que actualmente se manejan desde ciertos mundiales de poder económico, político y financiero, como los organismos mundiales de crédito.

Las relaciones estatales de hoy son difusas y globales. Por eso, algunos políticos y politólogos han comenzado a hablar de estado mundial, de gobierno mundial y de instituciones políticas globales. Estas tendencias a la mundialización la representa con mucha claridad la conformación de bloque políticos regionales de mucho peso, como la unión europea o el tratado de libre comercio en América.

El Estado colombiano

Formación del estado colombiano

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Las instituciones políticas en el territorio de la actual Colombia fueron formándose lentamente, como instituciones derivadas de las españolas. Esta derivación, sin embargo, no significa que no se hayan adaptado instituciones políticas, que como en el caso del derecho indiano, intentaron acoplarse a nuevas realidades socioculturales, económicas y políticas.

Aunque el estado no son muchos solamente las llamadas instituciones políticas, la evolución de estas últimas si muestra con claridad el sentido de unas relaciones sociales de poder y de dominación, las transformaciones en el orden de las clases sociales y la composición social del poder político.

El estado colonial genero nuevas realidades sociales en América en función de las necesidades de España. Estas nuevas realidades convirtieron a las colonias americanas en enclaves económicos, que tomaron cuerpo propio y posteriormente, desarrollan un sentido de la independencia. Las revoluciones de independencia americanas no constituyeron una ruptura radical con estas realidades socioeconómicas, más que en su dependencia con la metrópoli, de tal manera que las instituciones políticas de la época de la colonia incidieron fuertemente en los procesos posteriores de formación de los estados americanos

Tres grandes coyunturas histórico—sociales han contribuido al surgimiento de formas típicas de estado en Colombia.

El estado hacendista

Este periodo que va aproximadamente desde la guerra de independencia hasta la primera década del siglo xx, hizo posible la consolidación de un estado territorial y nacional en Colombia. Se caracterizó por una lucha territorial y política muy fuerte, que produjo numerosas guerras civiles y una lucha ideológicas encanada por el predominio de interés de viejos y nuevos estamentos sociales, como también entre la tradición y la innovación.

Se buscaba una identidad propia en lo territorial, lo institucional y lo estatal en una región donde se entrecruzaban tradiciones económicas, institucionales y religiosas de mucho arraigo, de tal manera que los deseos de liberalización, fortalecidas por la independencia, en sus aspectos de continuidad y de ruptura, encontraban innumerables obstáculos.

La evolución del estado colombiano ha estado muy unida a las formas productivas dominantes en el transcurso de su historia y a las características difícil de su conformación territorial, geográfica y regional.

Durante la primera etapa del surgimiento del estado en Colombia, el predominio de la hacienda en el siglo XIX, de economía agrícola y plantaciones, impuso formas estatales fragmentadas e inestables, que se batieron en frecuentes guerras internas. La estabilidad posterior, que supuso la constitución de 1886, intento consolidar un régimen político ligado a la tierra y al comercio mundial.

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La forma dominante del estado concebida desde esta constitución fue el centralismo político, cuya representación más elocuente es el amplio predominio del poder presidencial sobre el resto de poderes.

El estado agroindustrial

La posterior consolidación de una economía cafetera, unida a los desarrollo de la industrialización en Colombia, en las primeras décadas del siglo xx, van a influenciar fuertemente en los cambios políticos e instituciones que suponen un proceso de modernización del estado. Este proceso corresponde al desarrollo de un intervencionismo estatal en la economía, el cual se dirigió a la consolidación de una industria propia y de un mercado interno, características de una economía capitalista nacional. Esta fue la segunda coyuntura histórico—social que proporciono una forma estatal típica en Colombia.

El llamado pacto industriales—cafeteros fue la forma económica que inspiro reformas constitucionales como la de 1936, especialmente en el plano de las relaciones productivas y laborales modernas, constituyendo con el tiempo un régimen político de la alteración bipartidista. Régimen que tomo forma lentamente en la disputa política que condujo a la violencia de los años cuarenta y cincuenta, a la junta militar y a la dictadura de rojas, y que finalmente se materializo en el pacto bipartidista de Sitges. Este periodo, conocido como el frente nacional (1957-1974), fue el momento de consolidación y a la vez de crisis de esta forma estatal, donde novedosa fuerzas económicas se consolidaron en el poder político del estado.

El frente nacional, al fortalecer un sistema de democracia restringida a los grandes partidos tradicionales, se constituyó en un proceso de homogenización política, que termino borrando las diferencias doctrinas y políticas entre los mismo. Las crisis de esta forma estatal sobrevinieron con el surgimiento de nuevas fuerzas sociales, que se fueron conformando con el desarrollo industrial y urbano del país, las cuales no encontraron en el sistema político vigente una posibilidad de satisfacción de sus crecientes expectativas.

En los años setenta se hizo más palpable la inconformidad con este estado político. Emergieron los grandes temas del desarrollo político posterior en Colombia: la paz, la reforma del estado, la ampliación de la democracia, la participación política, la reforma urbana y la reforma agraria. Fue una década de fuerte efervescencia social, como lo demostró el paro cívico de 1977, que sacudió la estructura sociopolíticas del país.

El estado agroindustrial, conformado en este periodo, desarrollo políticas basadas económicamente en la llamada sustitución de importaciones, proceso a través del cual dio impulso y protección al desarrollo de ramas propias de la industria, constituyo las bases de una política de seguridad social y, en general, desarrollo políticas de intervención estatal en la economía para asegurar la conciliación de un mercado interno. Todo esto combinando con un régimen político bipartidista.

El estado neoliberal6

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Los procesos de concentración de la riqueza, en los países latinoamericanos, se hicieron cada vez más fuertes desde los años setenta, dando lugar a una transformación acelerada del mundo productivo. Esta situación, acompañada del surgimiento y florecimiento de nuevos “negocios”, como el narcotráfico, privilegio el desarrollo financiero a expensas del desarrollo productivo e industrial.

La crisis social y política de la década de los ochenta y los noventa se levantó sobre estas transformaciones, dando lugar a nuevas exigencias institucionales y al surgimiento de formas no sujetas a la obstrucción de reglas proteccionista y controladoras por parte del estado, llamadas desreguladas y difusas, es decir a nuevas formas de actividad productiva y política que no se acogen a los beneficios y del intervencionismo del estado, que han sido denominadas democracia participativa. Esta es la coyuntura histórica que permite la tercera forma del estado colombiano.

La reforma constitucional de 1991 da cuenta de estos procesos constitucionalizando una concepción de la política descentralizada y más cercana a la dinámica comunitaria. Es decir, una concepción donde el papel de las burocracias estatales tradicionales se ha visto limitado por reglas de eficiencias y productividad, y se ha encontrado acompañado por una concepción de la gestión social donde la sociedad asume formas de regulación autónoma.

La privatización de la política, es decir, el proceso por el cual no solo se reduce el tamaña del estado, de su intervencionismo y de su burócrata, sino también se saca la política de los centros institucionales tradicionales oficiales y se lleva al mundo privado de las relaciones entre individuos, es la forma contemporánea del estado colombiano, acorde con los procesos de globalización de la economía y de desarrollo del mercado mundial capitalista.

¿Qué es la ideología?

Ideología como ideario

La ideología como concepto nace en la época moderna significando el hecho de compartir un ideario religioso, político o filosófico determinado, con el cual consideramos y juzgamos el mundo en que vivimos. En este sentido, las ideologías no son posturas o idearios puros, pues combinan diversas fuentes, tanto teóricas como sociales.

Las ideologías son, por excelencia, percepciones elaboradas que acertadas o no, existen y están profundamente arraigadas en la mentalidad colectiva.

La ideología como instrumento de poder

Un segundo de ideologías, que se usa menos, pero por eso no deja de ser importante, es el que la define como un conjunto de ideales contenidos en una teoría o en un discurso político o filosófico, que abarca los intereses de quienes gobiernan o de aquellos que

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justifican una realidad política dad. Esta definición supone que toda política tiene como fin representar los intereses de las más poderosas de una sociedad.

La anterior definición se la debemos al filósofo alemán Carlos Marx. Un ejemplo es, según este autor, el carácter abstracto de conceptos como libertad en las prácticas políticas modernas. Mientras las personas, como ciudadanos, creen disfrutar de este derecho, pues está contenido en las constituciones que rigen los estados de hoy, la liberta es más real para quien tenga los medios económicos de disfrutarla. Lo mismo sucede con el derecho a la propiedad. Todos, en abstracto, somos, beneficiarios de este derecho pero, en realidad, la desequilibrada reparación de su cuantía hace pocos materialicen este derecho, mientras muchos se ven sometidos a la miseria.

La ideología se presenta, de esta manera, como un dispositivo que nos hace vivir con una creencia sobre el mundo y su orden, mientras este discurre bajo leyes de comportamiento diferentes a las imaginadas o deseadas.

La ideología como campo de tensión social

Otra forma de ver la ideología, que deriva de la tensión social, es la que la considera como una esfera de disputa de las sociedades desde donde crece todo el accionar político. La ideología es una especie de caldo de cultivo donde las clases sociales y los grupos humanos debates sus intereses bajo la forma de las ideas, las concepciones, los programas políticos. Esta tensión de ideas es una tensión de fuerzas sociales reales, que lentamente le van dando forma a una realidad política específica, en la medida en que contribuye a moldear las instituciones y los pactos sociales que las fundamentan. El terreno de la ideología es, entonces, el terreno de la disputa cultural entre clases sociales, e. terreno de la formación de su propia coincidencia y el de la confrontación con las clases opuestas. Esta teoría fue sugerida por el teórico socialista italiano Antonio Gramsci.

Ideología y ciencia

Igualmente, se ha hablado de la ideología como una esfera intermedia entre la ciencia y la utopía, es decir, una realidad social de la conciencia, profundamente ligada a la producción racional de las sociedades. Mientras la ciencia, produce sus verdades bajo la acción racional y consciente del científico, basada en su capacidad prescriptiva y analítica, la ideología funciona con verdades aprendidas y aceptadas, en la medida en que no las discute, sino que las vive.

Sin embargo, la tarea científica es una actividad donde también lo ideológico interviene fuertemente con tu presencia, pues la gente de ciencia también comparte una ideología desde la cual presupuesta muchos de los contenidos de su producción teórica e intelectual.

Somos parte se una ideología porque miramos el mundo social desde unas ideas del bien, de la justicia, de la armonía, de la felicidad, de la libertad, de la igualdad para todos. Este

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significado de ideología, el más universalmente aceptado, indica aprobación de un conjunto de ideas sobre el ser humano, la sociedad y la política que se comparten y se reproducen socialmente.

¿Fin de las ideologías?

Cuando al comenzar la década del noventa se habló del fin de las ideologías, se hizo una referencia al llamado periodo de la guerra fría, culminado con la caída del muro de Berlín a finales de los años ochenta o al advenimiento de la llamada época posmoderna.

De un lado, porque la confrontación capitalismo-socialismo había terminado con el triunfo definido del primero y se había hecho hegemónica la ideología liberal. O porque con el fin de la época moderna se había agotado una forma de representación totalitario-racionalista del mundo, abriéndose enormes posibilidades para un predominio de lo particular, de la diferencia, de la heterogeneidad en contra de la emogenizacion, también ideológica, del mudo moderno, según los llamados posmodernos.

Principales ideologías

Modernas

El liberalismo

Según el liberalismo, el estado debe proteger la libertad individual, principalmente en cuanto se refiere a la propiedad. Esta idea representa la materialización de una filosofía del ser humano que parte de este como individuo autónomo, libre e igual frente a los demás. Por tal motivo, el estado no puede copar todos los espacios de la vida humana, si no garantizar la convivencia de las diferencias individuales, conservando el derecho a la vida privada y al desarrollo de los intereses individuales.

El poder del gobernante debe estar contralado por la ley para que no sea despótico, con respecto a la libertas y a la propiedad como atributos naturales de los individuos asociados. Este principio significa que la autoridad política debe estar controlada por instrumentos legales para que no se exceda en su ejercicio y no pisotee los derechos individuales del ser humano.

Los llamados liberalismo de contenido social agregan a estos presupuestos el libre desarrollo de la personalidad, como función estatal, y la redistribución de los ingresos sociales, a través de políticas dirigidas por el estado, entre otros.

El liberalismo es hoy en día la ideología dominante, porque, más allá de sus presupuestos filósofos los hombres de hoy piensan en términos individualistas, se miran a sí mismos como sujetos autónomos que practican la libertad de escoger individualmente en una sociedad competitiva y de consumo, aspiran a realizar el ideal de la maximización de

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beneficios individuales y saben que viven en una sociedad de mercado donde actúan como ciudadanos competitivos.

El socialismo

El socialismo representa un ideal de justicia social, cuyos presupuestos no son los individuos, sino las comunidades, anteponiendo la igualdad social a la libertas. Se constituye en una ideología crítica de la producción de desigualdades típicas del capitalismo moderno. A lo largo del siglo XX, sus ideales estuvieron ligados a formas estatales de expropiación de los bienes de los más ricos y de nacionalización de la propiedad.

El socialismo desea crear una sociedad más justa, sobre la base de un principio de igualdad efectiva, es decir, material. La socialización de las propiedades significo, para muchos socialismos, una etapa de transición hacia una sociedad librada totalmente de la propiedad privada, del individualismo y del egoísmo competitivo, propios de la sociedad capitalista. Esto se conoce con el nombre de comunismo. Es la expresión de una sociedad sin clases sociales y sin estado dominante.

La ideología socialista ha sufrido un duro golpe con la caída del llamado socialismo real de los países de Europa oriental, la desazón por los resultados prácticos de una sociedad que se proclamó como tal, ha sido grande. Sin embargo, hoy en día después de descubierta la crisis que genero in triunfalismo liberal, el aumento de la desprotección y de la pobreza, y la inseguridad laboral, entre otros fenómenos sociales, pueden haber abierto campo para el resurgimiento de un socialismo crítico.

Política y políticos

¿Quiénes hacen la política?

En la antigüedad griega se hablaban de la existencia de un cuerpo político, denominado politeuma, que era el encargado de hacer la política. Estaba conformado por los ciudadanos y los gobernantes, o sea, los políticos. Los griegos creían en la existencia de una correspondencia entre las virtudes de los ciudadanos y las virtudes del estado, lo que hacía posible, según ellos, la realización del bien común, garantizando una permanente participación de unos y otros en las pequeñas y grandes decisiones políticas.

En la época moderna sobrevino un cambio importante en esta problemática, pues se comenzó a concebir al gobierno como una labor especializada, realizada por políticos profesionales y expertos quienes, directa o indirectamente, son delegados por los ciudadanos para realizar las labores gubernativas de la sociedad. Hasta cierto punto, la política moderna ha estimulado la existencia de unos ciudadanos pasivos que delegan y esperan que la política sea realizada por los políticos, cuya labor profesional es esa.

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El desarrollo de la sociedad moderna vino acompañado de cambios que exigieron, cada vez más, la necesidad del uso de competencias técnicas que requieren expertos y una amplia participación de personal especializado. El desarrollo moderno ha significado el paso de una economía familiar a una economía de mercado y el de una economía de mercado a una economía regulada, planificada y protegida, de la cual se derivan problemas políticos cada vez más complejos de resolver.

Tal vez de esta complejidad la que en parte explica la especialización del político, especialización que le ha planteado nuevas exigencias y que lo ha venido cambiando con el paso del desarrollo. Si antes el político se planteaba como una persona carismática, con capacidad oratoria y de convicción, hoy estas competencias son cada vez mas desplazadas por el conocimiento técnico de distintas materias de la administración pública.

El político de plaza pública, de relaciones públicas y de contacto con los electores se ve cada vez más rodeado de consultores, consejeros y asesores, quienes son expertos en diferentes materias y muchas veces son los que no sólo redactan los discursos, sino que diseñan las leyes, los planes de desarrollo9 y las políticas públicas que se aplican.

En este sentido, la política moderna, incluso en el actual periodo de estímulo a una ciudadanía competitiva, está lejos de concebir un ciudadano realmente activo y participante, pues los verdaderos centros de la decisión política son ejercidos por políticos profesionales y técnicos expertos en diversas materias. El político se comporta entonces como un negociador y un publicista de la política, secundado por la labor oculta de expertos y por la actividad casi contemplativa de los ciudadanos. Tal vez aquí resida su exagerado protagonismo, en el cual vemos a la política entera.

La gran política

A la política diaria, menuda y cotidiana que hacen políticos profesionales y tecnócratas (política de la transacción con múltiples fuerzas e intereses que a diario se acomodan), la acompaña la política grande, la de proyectos programáticos e ideológicos a mediano y largo plazo, la de producción de valores sociales determinados, la de la educación y la de la cultura. La que sustenta una época.

La gran política tiene que ver hoy con la transformación del universo de valores políticos, conocido como la estadolatria, el paternalismo y la pasividad ciudadana, en otros de carácter pragmático, como la participación ciudadana, la autonomía política y la competitividad ciudadana.

Dentro de la gran política podemos considerar los proyectos liderados por destacados estadistas y reformadores como Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Rafael Núñez y Alfonso López Pumarejo.

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De igual manera, los proyectos constitucionales se convierten en gran política porque responden a necesidades coyunturales, proyectando a las sociedades hacia nuevos rumbos y permitiendo la construcción de una cultura política determinada.

Otro ejemplo de la gran política son los proyectos revolucionarios y emancipatorios que se cuentan, en primer lugar, como grandes movimientos políticos en sociedades determinadas, que fundan época y cambian radicalmente el orden social y la organización política de una sociedad.

Pensamiento político

Desde un punto de vista genérico, el pensamiento político representa un cuadro justificado de una realidad política presente, pasada o futura, existente o deseable; un cuadro crítico del orden de una situación crucial de la sociedad. En este sentido, obras de diverso género e índole, como tragedias, dramas, novelas o tratados filosóficos, intencional o involuntariamente, consciente o inconscientemente, abierta o reservadamente, expresan pensamientos políticos diversos.

Pero existe un sentido más restringido de lo que puede ser llamado pensamiento político, y es cuando hablamos de un pensamiento sistemático, deliberadamente construido sobre el estudio riguroso de la problemática política y sus condiciones.

División lineal de la historia del pensamiento

Si lanzamos una mirada lineal al devenir de la historia del pensamiento político occidental podemos encontrar dos grandes momentos, determinados por la forma que cobra este pensamiento.

El primero está asociada a la forma que toma el pensamiento político en la antigüedad y, aunque cubre incluso toda la época medieval, durante este periodo el pensamiento político está asociado permanentemente con la ética, es decir, con la virtud y el bien, lo que significa que no define la política exclusivamente como la esfera técnica del gobierno de la sociedad o del funcionamiento de las instituciones del Estado, sino que asocia estas definiciones con valores de comportamiento humano como el bien, la justicia o la prudencia.

De otro lado, esta relación estrecha entre ética y política significa que durante un extenso periodo, prácticamente desde el siglo V o. de C. of siglo XVI d. de C., para poder ser definido la política era necesario dibujar un cuadro completo del universo, del mundo y de su verdad.

El segundo momento corresponde al surgimiento de la llamada política como ciencia, cuando se concibe como una hipótesis sobre la naturaleza del ser humano, que lo impulsa a construir un orden artificial que es la sociedad, es decir, la política.

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Lo creación del Estado civil (de la vida en sociedad),es obra de individuos independiente que voluntaria y racionalmente la deciden así, no de una decisión inconsciente, proveniente ya sea de la naturaleza del mundo o de Dios, la sociedad es humana, el Estado es humano, el orden político es humano. No hay regla ética o moral preexistente que determine la conducta de los seres humanos que han decidido asociarse.

La política es, entonces, la fundación de una autoridad humana superior se regirá los destinos de las personas en sociedad. Es un arte de gobernar conforme a unas reglas claramente definidas, que no tienen carácter natural: De esta manera, la política se ha convertido en ciencia, que se ocupa de una esfera diferenciada de la vida social: la esfera del gobierno y de la autoridad.

Clasificación con respecto al poder

Si hacemos un corte distinto en la larga historia Occidente, podemos descubrir otras formas de clasificación de los pensadores y del pensamiento político sistemático. Por ejemplo, según la posición que un determinado momento un pensador o una obra asuman frente al poder dominante o a las relaciones políticas existentes, se puede hablar de un pensamiento político oficial o de un pensamiento político “maldito”.

El pensamiento político oficial se refiere, precisamente, al aprobado por el poder y en ese mismo sentido, al que justifica a quienes lo ostentan. Por el contrario, el pensamiento político maldito es crítico radical del pensamiento político oficial, al que considera, por lo general, inestable, indeseable y opresivo.

Estos tormos de pensamiento político surgen de lo relación entre pensamiento y poder, los cuales están ligados a los intereses de los sectores sociales que representan. Las clases socialmente poderosas, que constituyen poder político, son por lo general clases ricas, pero así como hay circunstancias humanos donde una sola clase rica es hegemónica, hay situaciones humanas e históricas donde aparecen clases ricas en competencia y, por lo tanto, los dos se enfrentan. Aquí un pensamiento tradicional se enfrenta con un innovador y, por supuesto, hoy discordias, prohibiciones, forcejeos, hasta que definitivamente se hace clara la dominación de una de las clases en disputa, la cual impone su pensamiento político.

Por ejemplo, el pensamiento moderno de Hobbes, Locke y Rousseau representaba l imaginación política de la nueva clase burguesa en ascenso, que en los siglos XVll y XVIII tuvo que enfrentarse a la tradicional aristocracia feudal. Estos autores, que revolucionaron el pensamiento político con sus ideas sobre la naturaleza individualista del hombre, contribuyeron con su pensamiento al triunfo definitivo de la revolución burguesa, triunfo que instauró el poder político hegemónico de esto clase. Una vez dado este proceso, sus pensamientos justifican a cabalidad el nuevo orden: se convierten en las ideas políticas "oficiales”, que representan el nuevo sistema.

Análisis histórico del pensamiento político13

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Para abordar el pensamiento político y su historia es necesario armarse de una serie de elementos críticos y metodológicos que permitan su comprensión cabal y ajustada a las proporciones del momento en que se produjo. Esto con el fin de evitar modernizar a los antiguos o traer de aquellas épocas criterios e ideas que no caben en una sociedad como en la que vivimos hoy.

Ya hemos visto cómo términos tales como Estado difícilmente pueden entenderse por fuera del contexto de la época moderna y de sus procesos de formación política. De igual manera, hoy no podríamos entender la justificación de la esclavitud que hace Aristóteles en la Política o la invocación del individualismo liberal que hace un pensador moderno como John Locke. ¿Quiere decir esto que no hay un criterio de liberta en los antiguos o una realidad de esclavitud tras los modernos?

Las épocas hay que mirarlas en su especificidad histórica, pues las personas tienden a pensar cómo viven, y lo hacen según un momento histórico determinado.

Una de las grandes perplejidades que nos asiste actualmente, con respecto a la sociedad, es la tremenda dificultad que significa el poder imaginarnos la cooperación, la solidaridad, el trabajo colectivo. ¿No será que la conciencia política moderna, en gran parte moldeada por el individualismo liberal del pensamiento político moderno, nos ha educado en una percepción individualista del mundo, que parte siempre de nuestra propia singularidad como personas, impidiéndonos valorar los múltiples vínculos y dependencia que tenemos con los demás y con la sociedad? Para las personas de hoy vale la autonomía personal, no la dependencia de los demás, pues esta última es interpretada como una señal de debilidad personal.

Paradójicamente, pensadores antiguos como Aristóteles consideraban anormal a aquellos que pretendiesen vivir por cuenta propia, como individuos, pues como ya lo hemos planteado, una persona era valorada como un ser colectivo cuyo sentido único era precisamente la comunidad. ¿Podremos llegar a una síntesis de estas visiones opuestas?

El pensamiento político en Colombia

En el siglo XIX, Colombia fue ante todo un país de fulgurantes figuras del pensamiento político, algunas de ellos pioneros en áreas como la administración pública. Se discutieron las grandes ideas políticas de la Ilustración con el acento de la situación revolucionaria creada por la Revolución Francesa.

Ideas liberales

En el siglo XX la discusión política se hizo más pragmática, debido tal vez a la maduración de las instituciones políticas liberales desarrolladas a raíz del fenómeno de la

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Regeneración. Pero también, debido al surgimiento de una sociedad más compleja, donde diversas y nuevas fuerzas sociales confluyeron alrededor del desarrollo capitalista del país.

La independencia

Fue un periodo de claro predominio de ideas liberales y liberalizantes, cuyo objetivo primordial era la reforma política y la autonomía con respecto a la metrópoli. Las fuentes de este pensamiento son básicamente la filosofía social moderna, florecida en Francia e Inglaterra, y en no menor cuantía e importancia, el influjo del liberalismo español, cuya concepción laica del mundo social permitía reformas como la de la segunda mitad del siglo XVIII en los centros de estudios colombianos de la época, entre otros casos.

Se destacaron aquí las ideas de libertad de comercio en contra de las restricciones coloniales (Nariño), el derecho a la participación de los ciudadanos en el gobierno (Camilo Torres), la concepción laica del origen de la autoridad, así como ideas de justicia redistributivo. Pero ante la realidad de la independencia y la necesidad de instituciones políticas para Estados nuevos, el pensamiento político enfiló sus baterías hacia la caracterización de las realidades americanas y la forma de gobierno más adecuada para ellos.

Aquí se hace fuerte el pensamiento de Bolívar, especialmente en la concerniente al federalismo, la integración latinoamericana y la alianza con Inglaterra, el proteccionismo industrial, la instrucción pública y una democracia indirecta formada por cuatro poderes: el Legislativo, constituido por tres cámaras (Senado, tribunos, censores), el Ejecutivo, por Presidente y vicepresidente vitalicios, el Judicial y el Electoral.

La constitución del Estado Nación

La consolidación de la independencia desató un proceso de búsqueda política intensa. Desde luego que fue un proceso donde se cruzaron intereses regionales muy fuertes que disputaban el poder alrededor de la tierra y del comercio agrícola. Este periodo puede considerarse desde el final de la primera mitad del siglo XIX, pasando por su momento más destacado desde el punto de vista de la consolidación de un proyecto nacional, la Regeneración (1886), hasta la denominada hegemonía conservadora que culminó en las primeras décadas del siglo XX.

La disputa de ideas consideraba, en primer lugar el establecimiento pleno de un Estado separado de la Iglesia, un Estado laico y secularizado que cumpliese con la misión de establecer la libertad, idea que sostuvieron incluso pensadores de honda raigambre cristiana. Es el caso de José Eusebio Caro, quien en la década de los cuarenta del siglo pasado, defendió la idea de un Estado liberal democrático basado en la soberanía popular: el sufragio universal, la definición clara de los derechos individuales, la tolerancia de los

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cultos religiosos y el control s la actividad gubernamental, para que esta no fuese despótica.

Sobre Ia forma de ese laicismo se debatió con fuerza. Centralistas y federalistas esgrimían diversos y sólidos argumentos, que tomaron cuerpo con distinta intensidad en momentos muy importantes de nuestra historia.

La importancia de implementar una forma-Estado especifica que recogiese o fundase una fisonomía nacional propia, condujo las discusiones hasta aspectos muy concretos de resolución. No bastaban sólo grandes principios de organización; también se hacía necesaria una discusión la administración especifica de la esfera pública. Aquí las ideas de Florentino González fueron precursoras.

La modernización

La modernización se extiende desde el final del primer gobierno liberal (1934) hasta la reforma constitucional de 1991. Tiene que ver con una etapa de crecimiento y fortalecimiento del Estado Nacional bajo la forma del intervencionismo típico de las naciones latinoamericanas.

Intervencionismo

Aquí se destaca principalmente la idea del intervencionismo estatal, una idea que había sido debatida en el siglo XIX y que cobro mucha fuerza a principios del XX en el discurso político de Rafael Uribe Uribe, idea que consistía principalmente en asignarle al Estado un carácter no solo de garante de la paz y la convivencia, sino de instrumento regulador del desarrollo de un mercado nacional fuerte.

La forma que fue adquiriendo este intervencionismo es la de la llamada sustitución de importaciones, es decir, una política que procura crear infraestructuras productivas propias en ramas importantes de la economía, evitando el consumo de productos importados mediante su producción por industrias nacionales. El intervencionismo generó modernización social, principalmente a partir de las reformas de López Pumarejo en cuanto al establecimiento de una legislación laboral. Durante el gobierno de Rojas Pinilla importantes acciones en la organización de una infraestructura de transporte y de puertos y toda una actividad de desarrollo de las obras públicas.

Otro de los avances importantes de la discusión sobre la modernización tuvo que ver la implementación de políticas de universalización de la instrucción pública, la implementación de la seguridad social en todos sus órdenes y el desarrollo de la reforma agraria, con Carlos Lleras Restrepo.

En este periodo (1934-1991) la discusión política se volvió aún más menuda alrededor de aspectos decisivos de la forma institucional del Estado colombiano. La pugna entre conservadores doctrinarios, de pensamiento totalitario, como los llamados Leopardos

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(Silvio Villegas, Gilberto Álzate Avendaño), los incipientes populismos que sin embargo cobraron muchísima fuerza en los idearios y en las prácticas políticas de Jorge Eliécer Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla, y los modernizadores demoliberales que edificaron el llamado Frente Nacional (Mariano Ospina, Laureano Gómez, Alberto Lleras, Carlos Lleras), se destacan como representantes de las discusiones políticas cruciales durante el presente siglo.

Ideas socialistas

Durante el siglo XX las ideas socialistas están ligadas al surgimiento de los trabajadores como clase, al desarrollo de dinámicas organizativas propias (sindicatos y partidos políticos) y al surgimiento de un pensamiento político socialista y de izquierda que ha tenido representantes como Ignacio Torres Giraldo, Antonio García o Camilo Torres Restrepo.

Se destaca la fundación del Partido Socialista Revolucionario (PSR), a mediados de la década del 20, y del Partido Comunista Colombiano (PCC), en 1930.

Ultimas transformaciones

Lo modernización sobre la base de claras políticas intervencionistas sufrió una transformación radical, por obra de la reforma constitucional de 1991, cuyos presupuestos cuestionan profundamente la idoneidad y pertinencia de las políticas intervencionistas para el eficaz desarrollo de las instituciones políticas liberales y su relación con el mercado. Se destaca aquí, entre otros, el pensamiento de juristas que han propugnado por el llamado Estado mínimo y por una política privatizada que regule el libre desarrollo de las actividades privadas.

Sociedad civil

Existe una expresión política que actualmente se usa con mucha frecuencia para significar en la mayoría de los casos la relación de la sociedad con el Estado. Está expresión es "sociedad civil”. Se dice, por ejemplo, que la sociedad civil participa o debe participar en las conversaciones de paz; que la sociedad civil debe apersonarse de la solución de los problemas de derechos humanos, de la provisión de servicios públicos y de la educación ciudadana, entre otros.

¿Qué es la sociedad civil? ¿Por qué, como ciudadanos, somos considerados parte de ella? Y aún más, ¿qué significa la sociedad civil en un periodo como el actual, cuando se habla de democracia participativa y de privatización de la política, es decir, cuando la tradicional separación entre un Estado centralizado, intervencionista, burocratizado y la sociedad se sustituye por un Estado mínimo, descentralizado técnicamente eficiente, que se distribuye por el cuerpo social?

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Concepto de sociedad civil

La sociedad civil, nombre utilizado para designar la vida asociativa del ser humano, es la vinculación de hombres y mujeres poro la vida comunitaria, o lo que es lo mismo, una sociedad constituida sobre la base de individuos libres que deciden asociarse con el fin de asegurar la producción en la vida humana a través de diversos medios e instrumentos.

Este significado, casi permanente en la historia de las concepciones políticas occidentales, también quiere decir que la sociedad civil expreso un modo de organización de la sociedad y que, por lo tanto, podemos asimilar su significado con la política y el Estado. Sin embargo, la identidad: sociedad civil = Estado = política = sociedad, ha sufrido variaciones con adaptación a los cambios y progresos de las sociedades.

En efecto, los filósofos sociales modernos, quienes más desarrollaron este tema de la sociedad civil, consideraron los tres conceptos (Estado, sociedad civil y sociedad política) como concepciones que se explican mutuamente y que guardan una relación de semejanza entre sí, debido a que los tres expresan el paso del ser humano de un estado de incivilidad, llamado estado de naturaleza, a un estado de vida en comunidad, en sociedad. Esta transición dio inicio al proceso de civilización del ser humano, llamada estado civil.

Podemos, entonces, afirmar que el primer gran significado que adquiere el término de sociedad civil es el de asociación política, que se relaciona también, en la filosofía social moderna, con el término sociedad o Estado, puesto que las tres palabras tienden a designar una misma realidad.

La circunstancia de que el ser humano sea por naturaleza un ser individual hace que su vida comunitaria resulte de un acto de creación. La creación de la vida social supone un acuerdo o una ligazón universal. Al hecho de establecer un acuerdo se le llama contrato, y por esta razón podemos hablar de la sociedad civil como contrato social.

Libertad y sociedad civil

Al hablar de la sociedad civil, la filosofía social moderna considero que la vida en sociedad prolonga la condición determinante de la naturaleza humana, que es la cualidad de la libertad. En este sentido, el paso de un estado de vida en situación de aislamiento, que es el estado de naturaleza, a un estado de vida en comunidad con los demás, que es el estado social, supone que la vida en sociedad construye una serie de normas, los cuales en general procuran garantizar la libertad característica del individuo humano bajo la forma de derechos y libertades individuales para defender a este mismo individuo de los posibles abusos e intromisiones del Estado en la vida de los particulares.

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Como producto de la reflexión anterior, en la práctica y en el pensamiento político moderno ha surgido el tema de la libertad civil, que hoy en día recibe también el nombre de libertades públicas. Éstas son un conjunto de libertades dirigidas a los individuos asociados en una comunidad política y que expresan la posibilidad de ejercer sin coacción alguna el libre pensamiento, la libre expresión, la libertad de cultos, la libertad de iniciativa, la libertad de asociación y de movilización, entre otras.

Esta primera concepción moderna de la sociedad civil es el punto de arranque del tema ya casi obsesivo de la libertad.

La sociedad civil, como contrato social, es la teoría que encierra no sólo el inicio de las teorías políticas llamadas modernas, sino los grandes temas políticos de esta época, centrados en la idea de la libertad como la característica más distintiva de la vida de los seres humanos, como individuos y como personas. Dos siglos de existencia de estas concepciones y un ascendente proceso de consolidación de las instituciones liberales en el mundo de hoy, han hecho que sus expectativas e ideales enraícen hondamente en la conciencia de los ciudadanos de las sociedades contemporáneos.

Nadie duda hoy de la existencia de una conciencia de la individualidad y de la obligatoriedad, ante todo del Estado y sus instituciones, de respetar esta condición de individuos libres, considerada esencial. Sin embargo nunca antes se había tenido tanta conciencia o necesidad de considerar los aspectos vinculantes de la vida del ser humano como los rasgos colectivos, las inclinaciones comunitarias y, por encima de las demás, su dimensión de ser social.

Estos ámbitos nos remiten a pensar en la calidad de vida que llevamos como seres humanos y nos llevan a reflexionar sobre los mejores modos de construir sociedades más justas, sociedades en mayor o plena armonía con la naturaleza, sociedades que hagan más cercano a su materialización el ideal de la igualdad que también proclamaron los filósofos liberales clásicos.

El individualismo liberal lio conducido al extremo de la indiferencia por todo lo que no sea nuestro propio beneficio individual. El reino de la sociedad civil libertaria parece más un agregado de átomos dispersos que una sociedad de seres humanos que construyen para el beneficio de toda la humanidad.

Sociedad civil y estado

La separación entre sociedad civil y Estado es típico del siglo XX y se debe teóricamente a los planteamientos de Hegel, quien considero que aunque el ser humano siempre vive en sociedad, éste se comporta en ella unas veces como individuo con intereses particulares y otras veces como ciudadano del Estado, es decir, como un hombre público con intereses generales. De estas ideas emana la separación entre la sociedad civil y el Estado como esfera donde se solucionan las diferencias que distinguen a las personas en el mundo privado.

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En la sociedad civil el ser humano tiende a comportarse como individuo particular con intereses diferenciados, pues este es el mundo del mercado, de la vida productiva diario. En el Estado tiende a comportarse como ciudadano del mismo, resolviendo las diferencias en una síntesis ética que lo hace un ser universal.

Esta noción es la que se ha hecho popular en nuestra época, y en lo que todos pensamos cuando se nos habla de sociedad civil. Nos vemos como un cuerpo distinto al Estado. Es la concepción que también invocan muchos de los políticos y gran parte de los políticos vigentes, pero ¿la política que hoy realmente pone en práctica esta teoría?

Se supone que hoy estamos en una fase de privatización de la política, es decir, que la lógica de la política se guía por principios de productividad, eficiencia, eficacia, que son principios de mercado.

Esto es lo mismo que decir que hoy la política no se define moralmente como una actividad de servicio desinteresado, sino que funciona bajo la lógica del interés, y de intereses privados muy claros que encuentran en ella viabilidad económica, es decir, ganancia. O, ¿al proveedor privado del servicio de recolección de basuras le interesa sólo servir a la comunidad? No. Él sirve a la comunidad, ejerciendo una actividad que le es rentable y que le produce dividendos.

Si estas prácticas se han generalizado, e incluso los ciudadanos casi por definición los prefieren a los anteriores burocratizadas e ineficientes, ¿no es la política actual también mercado? Si respondemos afirmativamente, esto nos complicó muchísimo la definición actual de sociedad civil, puesto que sería muy difícil distinguir entre actividad pública y actividad privada, base de la definición que tenemos de sociedad civil.

Es claro, entonces, que estamos viviendo una transición no solo en el concepto de la política sino en su complementario, la sociedad civil. De nuevo aparece uno diáfana identidad entre el significado de Estado y de sociedad civil, con un ingrediente adicional a la concepción clásica, y es que hoy esa identidad está determinada por el carácter económico tanto de la vida privado individual como de la actividad política.

Estamos asistiendo a la conformación de una sociedad civil donde es el mismo ciudadano quien gestiona, donde la delegación del poder se hace mínimo y la participación ciudadana máximo, donde el gobierno circula por toda la sociedad y no está localizada únicamente en las instituciones centrales, con un ingrediente típico de esta época: la política como mercado, la ciudadanía como competencia y consumo, la sociedad entera como un conjunto de relaciones complejas costo-beneficio, el mundo como el mundo de la propiedad privada.

En conclusión, la sociedad civil hoy se distingue claramente de la concepción clásica, en primer lugar porque aunque identifica sociedad y Estado, no lo hace desde un punto de vista de la sola convivencia, sino desde el reconocimiento de la competencia, de las diferencias individuales que realizan preferencias, desde el mercado,, en su segundo lugar

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porque concibe lo público únicamente posible a través de medios privados, es decir, de medios económicos dentro de una economía capitalista. De esta manera unifica nuevamente Estado y sociedad.

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