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España, una nación de naciones Juan Maldonado Gago 23 1. A modo de introducción: el valor de la expresión a expresión una nación de naciones es una síntesis que refleja el empeño y las vicisitudes que las distintas etnias y culturas emigradas a Norteamérica han sufri- do en el crisol fundidor o melting pot norteame- ricano. La expresión ha tenido una aceptación ondulante desde la Primera Guerra Mundial, momento en que fue objeto central de contro- versia entre la defensa brillante que de la misma hicieran los intelectuales de izquierda, Horace M. Kallen y Rudolph Bourne, y el ataque que sufrió por estadistas de la talla de T. Rossevelt y W. Wilson. Es conocida la derrota de la tesis de aquellos que proponían la necesidad de con- servar los orígenes, celebrarlos y no dar oportu- nidades a que en el crisol norteamericano que- daran fundidas las raíces de las poblaciones in- migrantes en beneficio de una nación uniforme y homogénea. La etapa xenófoba de los años veinte y el proceso de americanización poste- rior, darían paso a una nueva onda que invirtió la tendencia hacia la educación intercultural y hacia el optimismo, especialmente motivado por el hecho de que el país, los EE.UU, integrara a diversos pueblos en contraste con el fenómeno regresivo que el nazismo alemán llevaba a cabo en su criminal actitud de jerarquización de los pueblos en creadores, usurpadores o destructo- res de cultura. Al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Louis Ademic, escribirá un libro con el mismo título, Una nación de nacio- nes, uno de los cantos más apasionados en de- fensa de una América transcultural. Con estos precedentes, la sugerencia de una colaboración con este título referida a España, suscita el hallazgo instantáneo del franquismo como situación paralela a la de los EE.UU alu- dida anteriormente. Es difícil objetar que la mi- seria cultural del franquismo convirtiera a éste no en un crisol, sino en un pozo negro donde quedaban succionadas las culturas diferencia- das del hecho histórico español. La salida del mismo comportaba que una expresión como la de nación de naciones reflejara también aquí los mismos sentimientos que reflejó entre los segui- dores de la América transcultural l. Sin embargo, es una expresión que, pese a ser utilizada por personalidades relevantes, tan- Dpto. Ciencia Política y de la Administración II. Univ. Complutense, Madrid. Politica y Sociedad, 20 (1995), Madrid (pp. 23-33)

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España, una nación de naciones

Juan Maldonado Gago

23

1. A modo de introducción: el valor de la expresión

a expresión una nación de naciones es una síntesis que refleja el empeño y las vicisitudes que las distintas etnias

y culturas emigradas a Norteamérica han sufri- do en el crisol fundidor o melting pot norteame- ricano. La expresión ha tenido una aceptación ondulante desde la Primera Guerra Mundial, momento en que fue objeto central de contro- versia entre la defensa brillante que de la misma hicieran los intelectuales de izquierda, Horace M. Kallen y Rudolph Bourne, y el ataque que sufrió por estadistas de la talla de T. Rossevelt y W. Wilson. Es conocida la derrota de la tesis de aquellos que proponían la necesidad de con- servar los orígenes, celebrarlos y no dar oportu- nidades a que en el crisol norteamericano que- daran fundidas las raíces de las poblaciones in- migrantes en beneficio de una nación uniforme y homogénea. La etapa xenófoba de los años veinte y el proceso de americanización poste- rior, darían paso a una nueva onda que invirtió la tendencia hacia la educación intercultural y hacia el optimismo, especialmente motivado por el hecho de que el país, los EE.UU, integrara a diversos pueblos en contraste con el fenómeno regresivo que el nazismo alemán llevaba a cabo en su criminal actitud de jerarquización de los pueblos en creadores, usurpadores o destructo- res de cultura. Al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Louis Ademic, escribirá un libro con el mismo título, Una nación de nacio- nes, uno de los cantos más apasionados en de- fensa de una América transcultural.

Con estos precedentes, la sugerencia de una colaboración con este título referida a España, suscita el hallazgo instantáneo del franquismo como situación paralela a la de los EE.UU alu- dida anteriormente. Es difícil objetar que la mi- seria cultural del franquismo convirtiera a éste no en un crisol, sino en un pozo negro donde quedaban succionadas las culturas diferencia- das del hecho histórico español. La salida del mismo comportaba que una expresión como la de nación de naciones reflejara también aquí los mismos sentimientos que reflejó entre los segui- dores de la América transcultural l.

Sin embargo, es una expresión que, pese a ser utilizada por personalidades relevantes, tan-

Dpto. Ciencia Política y de la Administración II. Univ. Complutense, Madrid. Politica y Sociedad, 20 (1995), Madrid (pp. 23-33)

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to académicascomo políticas, de izquierdasode derechas,—Solé-Tura,Tussell,AnselmoCa-rretero, Fraga,etc.—no dejade ser,comodiríaAndrésde Blas, unafórmula«bienintencionadapero imprecisa». Es más, a esta imprecisiónhabríaqueañadirleel receloquesuscita,debidotanto a la falta de arraigo intelectualde la mis-ma, comoa las resonanciasépicasqueindirectay subliminalmenteevoca,acercándonosecosdeotros tiemposno tan lejanos,que la hacen,porello, liminar conañejase imperialesexpresionesdel tipo que tanto gustabanal ecuatorianoJuan Montalvo o al nicaraguenseRubénDarío. La persistenciade esteconfusoy alusivoestilo evocador,que tienecomo sujetocolecti-vo a España,se transformaen suspicacia,al serentendido, en la mayoría de las ocasiones,como fórmulaquepretendieraocultaraquellasotras realidadesnacionales,impidiéndosedeestamaneraquela buenaintenciónde quienesla utilizan halla tenido más éxito. Una prue-ba recientedelos recelosy suspicaciasquepue-den levantarsealrededor de una expresióncomo ésta cuando es utilizada con el ardoremotivo que merecierancausasmejores,ha te-nido lugar en el episodiode exaltaciónnacio-nal por «un quitameallá ese fletán», en el quealgunosespíritusde alta inflamabilidad,acusa-ron la circunstanciay percutieronestereofó-nícamentelos oidosde la ciudadaníaen térmi-nos de no se sabebien que dignidadnacionalagredida.

Por otra parte, y aquí está su validez, estaexpresiónes de perfectaortodoxiaen el marcoteórico de la nación política, a la que se debecontemplarcomo el resultado a que se llegacuandode la cmiiprobación de un hecho,creadosobre todo por el pasado(la nación), se empiezaa pasar a la «voluntad»de «crear» un nuevohe-cha, es decir, un Estadobasadoen la soberaníapopular y por lo tanto se hace inevitable el pasohacia un «Estadonacional» (Chabod,1987:73)2Los versadosen estaideadela nación no debenencontrarextemporáneasu utilización si apli-can la cita correctamentea la Españadel 78para,acá; cuestióndistinta es que el conoci-miento no alcanceo, en su caso, por ruindadmoral no se quieranaplicar debidamenteestossaberesy, al tenerla oportunidadde observarcon qué entusiasmola afición hace uso de susparticularessímbolos banderilesnacionalesoregionalesa cada ocasión que se le presenta,pudieranvenírselesa la cabezala imagende una

Españacentón,y tampocoes esto lo que quieresignificar la expresiónde marras.

Al reflexionar máscríticamentey calibrar suvalor usual para el casoespañol,se puede unoarriesgara tenerlapor un referenteque se per-cibe como una formulación hipostáticade doselementos,uno emocionaly otro político; elpri-merode naturalezareactiva, de improntaresa-biday con tintesde desquitepor el ridículo em-pIco, muchasveces,del modismoestadoespañolen vez de su auténticay real sustantividad,Es-paña3; y el segundo,porquequizásu defectuosaimplantaciónreflejaríael modelo de ambigue-dadque sc instaléen el discursopolítico de latransicióny queafectóespecialmentea la formay desarrolloestructuraldel Estadoautonómico(Del Aguila y Montoro, 1984: l59)4.

De cualquiermanera,estea modo dc sincre-tismo político de incómodaaceptación,lo queamparaincondicionalmentees aunardos reali-dadeshistóricosociales,cuyo devenira lo largodel tiempo, se ha decantadoconstitucional-mente como nación y nacionalidadesen elartículosegundode laConstitucióny ensucon-creción político institucionalen el Título VIIIde la Constitución.Diez añosmás tardede pro-mulgada,en 1988,uno de los artíficesde la mis-ma ya escribíaque «no existeninguna posibili-dadde desplegarelEstadode la Autonomíaspre-visto en el Título VIII en un sentido abierto ydemocrático,esdecir, en un sentidofederal,sinunacuerdosustancial, firme e irreversible sobre elconceptode nación española j’ sobrela legitimi—dad indiscutible del concepto de nacionalidad.Cualquier interpretaciónunilateral queponga encuestión de manera sustancial y sistemática elconceptode una nación españolao la existenciay la legitimidadde diversasnacionalidadesen suseno,es decir, de una auténticanación de nacio-nes o de una comunidadde comunidades,haceimposible el desplieguedemocrarico del TítuloVIII en sentidoprogresistay federal» (VV.AA,

Aunqueel propósitono es el de hacer unainterpretación que cuestione unilateralmenteninguna de las dos realidadeshistóricas, sinoreflexionarsobreel sentidoque tieneel concep-to de nación política y, por tanto,el de naciónde naciones,aplicadoa la Españade la Consti-tución del 78, es imposible substraersea la co-rrienteen quede maneranaturalseinstalatodoaquélque, de una u otra forma, se adentraenestosterrenosy hurga en los pasajesde la me-

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moríahistóricacolectiva,indagando,comosi desatisfacerunapulsión neuróticase tratara,lasrazonesque ayudena entenderla identidaddelos españoles.Algunasveces esta identidadhatratadode entendersey expresarseen unaformade nacionalismo español, satisfactoria paraunosy repulsivaparaotros, y otrasveces,a lainversa.Como si nuestraconvivencia colectivase asemejaraa unanoria, las mismaspreguntasvuelven a plantearsede tiempo en tiempo, ysiempreterminanpor remitirnos a la Historia,porque,quizáunapartede la respuestase halle,al igual queparafranceses,austriacoso griegos,tanto en la idea de nación que manejemos,co-mo en la Historia,o masqueen la Historia,enla forma de escribirla, en la historiografíaquehemosheredado.

En consecuencia,nos aproximaremosa laideaescuetade nación bauerianacomofórmulade apoyo paradeducirla virtualidad de la na-ción política ínsita en nuestraconstitucióny lanaturalezade supotencialnacionalismo,asíco-mo a resaltarlos rasgoshistoriográficosquesir-ven de apoyo a la hipótesis de una nacio-nalismo españolextramadamentedeterminadopor la enjundiade nuestrahistoriografía.

2. Una ideade la nación

U na de las teoríassobrela nación,vá-lida y aplicableal casoespañolquenos ocupa y lamentadaen su mo-

mento por García Pelayode que la misma nose hubieratenido en cuentaen el periodocons-tituyente,fue la de Otto Bauer, queconcibeco-mo centrode gravedadla descripciónde la mis-ma como «procesode integracióndel desarrolloeconómico,de las modificacionesde la estructurasocial y de la articulación en clasesde la socie-dad» (Bauer, 1979: 19)6. ComentaGarcía Pe-layo que unadefinición de estanaturaleza,aje-na a todosustancialismo,seadecarácterespiri-tual, sea de caráctermaterial, es ciertamente,unarealidad objetivada,resultadode las accio-nes humanasrealizadasen y a travésde la His-toria, y cuya categoríabásicano es la substan-cia sino la relación recíproca.

Efectivamente,y aunquesólo sea a título pe-dagógico,en la basede tal procesode objetiva-ción históricaestánlos factoresquedansentidoal concepto sociológico de nacionalidad, es

decir, los factoresgeneradospor el convivir delos gruposhumanosque de maneraevolutivahan ido forjando lazosy vínculosobjetivos,co-mo la lengua, la descendenciacomún, la reli-gión, las costumbres,tradiciones,el territorio,los mitos particulares,etc. La importanciadeestosfactoresen el procesogenerativode la na-ción es reducida,comparadacon la queha teni-do el Estadocomo fuerza aglutinadoray motorde una mayor homogeneizaciónde la pobla-ción. Obviamente,cuandoel factorestatales elproductode la voluntadconscientede los gru-poshumanosen elmarcode un territorio deter-minado, la nacionalidadquedadefinida voliti-vamentey en un plano de superioridadexclusi-va frente a los factoresobjetivos.Pero la His-toria no ha sido siemprey para todoslos pue-blos un testimoniode autodeterminaciónde lavoluntadindividual (Mercadé,1983: 48)~.

En ciertamedida,todo el vínculo de factoresetnográficos,así como la pertenenciaa un Es-tado,es decir, la suma de factoresobjetivos ysubjetivos,caenen el conceptobauerianode co-inanidad de destino, que no significa «someíi-mientoa un mismodestino, sino convivenciaco-múndel mismodestinoen permanentecomunica-ción y continua interacción recíproca» (Bauer,1979: 121)8; es la vivencia y padecimientoco-munesdel destino lo quegenera,en definitiva,a la nación por vía de la acuñacióndel carácternacional, materializaciónplástica del «reconoci-mientode la relaíiva homogeneidadde los modosde obrar de los connacionalesde determinadaépoca»,ajeno,por tanto,a todaconnotacióndeespiritualismonacional: «el carácter no consti-tuye ni una substancia,ni un ¿lato permanente,sino sólo unacategoríacuyocontenidoestá sujetoa constantescambios históricos» (Bauer, 1979:23) 9; en definitiva, un precipitadohistóricocuyaconcreción varia con el propio ritmo de losacontecimientoshistóricos.

3. Historiografíay nacionalismo

Cuál es el papel de la historiografíaCM en todaestaabstraccióndel proceso

de formación de las naciones?Lasospechade quelas nacionessonconstruccionesintelectuales,emocionalesy, en suma,historio-gráficas,no esuna simpleexageracióncarentedesentido;algodebeexistir en la sospechacuando

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el propioG. Lefebvreescribieraal respectoque,«a partir de la mitad del siglo xix, Alemaniatra-baja por su unidad, y uno de los rasgos carac-terísticos de la historiograjía alemanaes el ¿leestaral serviciode esteaspectounitario. Por esoha desempeñadoun papel inmensoen la evolu-ción delespíritualemán no sólo hacia la unidad,sino ¡lacia el pangermanismo»(Lefebvre, 1974:272)10. Por las mismasfechas, y entrenoso-tros, el profesorJover Zamora,establecíaco-mo principio generalque «una historiografía seda en una sociedad;y de la mismaforma en queaquella contribuyea modelar la concienciahis-tórica de ésta última, no hay historiografía quese substraiga, directa o indirectamente,a loscondicionantes¿le un presenteactuantlo sobrecada escuelay sobre cada historiador» (Jover,1976:220)~

Dicho lo anteriorpor alguiena quienno pue-de achacárselefaltade rigor científiconi sersos-pechosode ideologizarcuantotoca, tiene la vir-tud de dar entradaa criteriossimilaresdecono-cidos colegassuyos. Así, por ejemplo, MorenoAlonso, refiriéndosea las continuasinnovacio-nesen los planeseducativosa mitad desiglo XIXy en plenavoráginehistoricistaimpulsadaporlos airesdel romanticismode la época,subrayaque «en efecto,dichos planeseran productos deun interésapasionadoyvehementepor ordenar lainstrucciónpública de acuerdo con las directricespolíticasde cadagobierno,el espíritude la épocay el carácter nacional» (Moreno Alonso, 1979:245) t2

¿Estuvola Historiografíadel xíx y del xx es-pañol a la altura de las circunstanciasy reflejóla conciencianacional que existía, es decir laconcienciade la nación«comodestinoquemehajórmado en determinadamanera, cuya cultura—siguediciendoBauer—medetermina,queope-ra comounafuerzaen mi carácter... (como) unaarticulación de las representacionesde la nacióncon las representacionesde mi yo», de modoquela nación semuestra«comoun pedazodemi mis-mo, la peculiaridad nacional comoun pedazodemi carácter?» (Bauer, 1979: 145) t3 o, por elcontrario,nuestrahistoriografíafue tan ramplo-na que no le cupo paralelismo algunocon lahistoriografíaforánea?

Recordemosque con la reacciónante los cá-nonesracionalistasilustradosy del despuntedelprimer historicismocon Niebuhr,comienzanadesarrollarselas culturasnacionalistas,de for-ma incipientea finales del XVIII y prolijamente

en el xix, poniéndoseel conocimientohistórico,como antesdecíamos,al servicio del despertarde la conciencianacionaly, por tanto,en la re-cámaradel nacionalismo.Es el periodoal quese reFiere Kohn cuandohablade los historiado-res nacionales, como Michelet en Francia,Munch en Noruega,Treischkeen Alemania,Pa-lecky en Checoslovaquiay Bancrolt en Nortea-mérica(Fusi, 1985: 56) t4

Como ha escrito Diego Catalándesde unaperspectivaecuménica,para todo tiempo y lu-gar, en su ensayo introductorio a la obra dcMenéndezPidal, «si el tratamientoautonómicode Itís historias nacionalesrespectoa la Historiauniversalno estájustificadopor la preexistencia¿le los pueblosa su actuaciónen la Historia, lacreación de ese ¡nodo historiográfico tendrá queser un fénómenohistórico y. comotal, explicableenjinci~ndetiemposy condicionessociopolíticasparticulares» (MenéndezPidal, 1982: 15) i5 Deuna manerasimilar se refería Elorza al papelque la historiografíajugabaen la elaboraciónde estereotiposy de función ideológicapara elcasoespañolen laobra dc Menéndezy Pelayo,señalandola escisión que ésta supone de laHistoria de Españaen una tradición nacionaly una heterodoxiaajena a la misma, y cómoestadenunciade D. Marcelino «llega a ser unapieza claveen el procesode apropiaciónconser-vadora del tema del patriotismo,févorecidoporel desplazamientointernacionalista¿le sus opo-nentes. tras la frise de e.valtación ¿lemocraticanacionalista que se cierra en 1848» (Elorza,1972: 50)16

La naturalezade nuestrahistorigrafíaha sidotratada y analizadaen términos generalesdcmaneraescasay reducida,coincidiendolos di-versosautoresen el hecho de que, mientrasenEuropa,el siglo XIX eraexaltadocomoel siglode la Historia, aquí tenía razónAltamira cuan-do sentenciaquecarecemosde libros de Histo-ria de Espafiaen el siglo xix. Este asertoserácorroborado,entreotros, por el profesor JuanMancha!,cuandoescribequeen el XIX «loshis-toriadoresespañolesno estuvierona la altura desu tiemponi en su metodologíainstrumentalni ensu jilosojía. La inestabilidadpolítica tuvo, desdeluego, efectosparalizadoressobre el trabajo his-tonográfico: no tanto por la félta de continuidado por los riesgosposiblesy la carenciade protec-ción estatal como por la verdadera confusiónideológica y la tibiezaemocionalde muchoshite-lectuales»(Marichal, 1984: 179) VI

POLPTICAy

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España, una nación de naciones 27

De una forma brillante ha expuestoel profe-sor Aróstegui las característicasde la historio-grafía hispanaen el xix, como estudioprelimi-nar a la obrade Pirala(Pirala, 1984)18,a partirdel principio de que «la Historia fue para clxixun instrumentoesencialmentedidáctico y, comotal, ideologizador» (Pirala, 1984: XV) 19 ParaAróstegui no puedehablarsede creaciónhisto-riográfica españoladurantela mayor partedelXIX (MenéndezPidal, 1982:52>20; a la alturadelos añostreinta no se habíaproducido todavíaninguna Historia General«lo que marca ya unretrasoen comparacióncon otrospaísesde Euro-pa», y, si bien se publicanhistoriascomo las deGonzaloMorón o JuanCortaday se adoptaladel americanoDunhampor Alcalá Galianoy sepromulga por EduardoChao la de MarianaoModestoLafuentepublica la suyaen 1850,qui-zá fuera tan importante,sin embargo,por suinfluencia posterior,la recepciónde la historio-grafía francesadel momentoo parte de la ale-mana.

En España,por entonces,todavíano se dife-renciabaclaramenteHistoriografíade Literatu-ra, aunqueya estuvierandelineadaslas carac-terísticasFundamentalesde la historiografíali-beral a Finales de los cincuenta,despuésdelimpulso dado por el periodo historiográficomásbrillantedel xix, alrededordel bienio prog-resista,quesecerraráen un momentoimprecisode las dosdécadasfinalesdel siglo, y queArós-tegui simbolizacon la publicaciónde la Historiade Españaescritapor individuos de númerodela RAH, y cuya aparición comienzaen 1890,dirigido por Cánovasdel Castillo, quién, noobstante,veinte años atrás rechazabalos pro-nunciamientos positivistas por su arraigadoprovidencialismoagustiniano.

La ausenciade unahistoriografíadel caladode otrascercanas,como la francesao alemana,serácolmadapor un subgénerode la literaturahistoriográficaqueArósteguiha definidocomoAnalística, cuyoscaracteresmásdestacadosse-rán los de ser una literaturade confrontaciónala que no le es ajenala cuestiónde la identidaddela sociedaden los primerostiemposliberales;suconcienciadecontemporaneidad,de lo nuevo,«de lo infbrmativofrente a 1<) doctrinal, lo librefrente a lo legal y religiosamentecontrolado»:endefinitiva, «la Analísticafue la forma de historiade su propio tiempoquesedio el siglo xix... naceevolucionoy des¿íparece sin entrar nunca en eltemade una verda¿leraHistoriografíaexplicativa,

pero renuncia también a hacer Historia-Discur-so... renuncia a hacercualquier reflexiónfilosófi-ca,aunqueno la ético—didáctica,a intentar algunageneralizacióno abstraccion...El problema eramás bien el de la pobreza con que se concibe elsignificadode Historia, la pobreza¿le su contciii-do» (Pirala, 1984: XLII)2i.

No seráhastafinales de siglo, en ladécadadelos noventa,cuandolas corrientesinnovadoras,inducidaspor la recepciónde los foráneos,ini-cien un cambiode talanteen elcampohistorio-gráfico «en aquella parcela mejor abonadade laintelectualidad españolade la Restauración,osea la krausista»(Pirala, 1984: XXXVI) 22 Lasinterpretacioneso corrientes historiográficasque se sucedena partir de entoncesno nosinteresan,por escaparseal contenidoe inten-ción de estetrabajo,queaquísólo quiereponerde relieve aquellascarenciasde la historio-grafía del xix, por si las mismasocultaranele-mentosquehubieranpermitidoavistarmásra-zonesqueayudarana explicar la debilidaddelnacionalismoespañolduranteel mismo y sudespertara finalesde siglo; o, en su caso,si taldebilidades sólo la que se nos muestrapor lasrazonesde una inexistentehistoriografía du-rantela mayor partedel mismo(De Blas, 1989y 1991)23.

Sí nos interesa,en cambio,aludir a la histo-riografía contemporánea;al renacerde los es-tudios de historia, y especialmentea los estu-dios de historia social a partir de mediadosdelos sesenta,en quealgunoscamposson espe-cial y fructíferamenteconcurridos,comolos re-lativos al movimiento obrero,prensay socie-dad, industrialización,desarrolloagrario,etc.,pero, probablemente,ninguno tan polémicocomo el que se desatasobrela cuestiónde larevolución burguesa en España.No era unasimplecontroversiaentre historiadoresquedi-rimieran las bondadesrelativasde sus respec-tivos métodosanalíticoso de sus síntesishis-tóricas;era unapolémicaque encerrabaalgu-nasotrascosas.

Como tema de investigación, la revoluciónburguesahasido objetode casi permanentealu-sión de lahistoriografíaespañola,y hay un mo-mentocrucial en la comprensiónde la misma,quese cifra en el fracasodel sexeniorevolucio-nario, (1868-73>, conel frustradorepartode lapropiedadrural y la supuestaabolición fallidadel feudalismorenqueante.Desdeentonceshas-ta bien entradala transicióndemocráticapos-

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28 Juan Maldonado Cago

franquista,se han producidoun cúmulo de po-sicionesante el tema que lo convirtieronen te-ma de debatepor excelencia.

En la clarificacióny desmitificaciónde la his-toriografíadel pasado,incluyendosobretodo ladel pasadomáscercano,le correspondea Juan-Sisinio PérezGarzón un lugar relevante,dejan-do constanciade ello en el X Coloquiode Pau,en 1980, al margen,claroestá,de sus trabajosmás monográficos.Apoyándonosbásicamenteen él (Tuñón de Lara, 1980: 90~138)24,se pre-tendedar sentidoal efectoque ha podido teneren la crisis de la ideanacionalespañolade estosúltimos tiemposentrenosotros,la asunciónportodo un plantel de profesores,militantes o cer-canos del PCE en aquellostiempos,de la me-xístencia de la revolución burguesaespañola.Éstesería,por otra parte,uno de los flancosquese contemplaen la tesisde Andrésde Blas, quecircunscribetal crisis a tresfactores:guerracivil,represiónfranquistay transiciónpolítica, comofactores que catapultan a los nacionalismosperiféricos.Aquí, siguiendocon la cuestiónhis-toriográfica y su relación ideológicao manipu-ladoradel nacionalismo,solo aludiremosa lasposicionesque ante la revolución burguesasemanteníanen plenatransicióno en añospreviosa la misma, en los que se diseñabanestrategiaspolíticas en clave nacional y federalistasque,impertérritamente,hoy todavíase mantienenin-cólumesen los mismos ámbitos, sin que estaúltima razónpresupongaque los criteriossobreel temahistóricode debatesigansiendolos mis-mosqueantaño.

A grandesrasgoslas posicionesanteelmismolepermitíanestablecera PérezGarzónunaseriede grupos.El primero se definiría por aquellosque administraríanla herencia historiográficarepublicanay cuyas lineas generalespasaríanpor la negaciónde la revolución, al identificarlatifundismocon feudalismoy a éstecon el ca-cíquismode la Restauración.Un segundogrupoquearrancaríade Vicens Vives y se prolongaríahastaNadal,que acentúael núcleo interpretati-yo en la identificaciónde la revoluciónburguesacon la industrialización,de lo quesecolige que,sí ésta sehizo tardey mal, aquellaquedaríapen-diente.Un tercergrupode individualidades,en-tre las quedestacaríanArtola y JoverZamora,que sin escrutarahora sus razonescientíficas,habríanadmitido el hecho de la revolución enla décadade los treinta del siglo pasado.Y, fi-nalmente,un grupo de historiadoresde rúbrica

marxista,Tuñón de Lara, Pierre Vilar, J. Fon-tanay J. Solé-Tura,los cuales,al margende susreconocidosméritos,siempreexhaltadosjusta-mente,y de sus propias peculiaridadesindivi-duales como historiadores,habrían tenido encomúnreferirseal casodela revolución españo-la a partir del modelo francés, especialmenteacentuandola ausenciade redistribuciónterri-tonal desdeabajo. Estacarenciaes definitiva enla comprensiónde la evolución del xíx, que alfaltarle el componentesocial de la revolucióninvalida la semejanzaconel francés,y, por tan-to, se da por no realizadala misma.

A estecriterio generalizador,Tuñónle añadi-rá algún que otro complementarioque reafir-man sus ideas de fracasoen la coyunturade1874, al configurarseel bloquede poder oligár-quico que integraríaen el mismo a la alta bur-guesía financieray a la industrial.

Pierre Vilar participaigualmentedela mismafijación en el modelo francés y aunque sutrayectoria investigadorasea previa al motivode la revolución burguesa,cree que el pesodelcampoespañolen la formación social del xix,determinósu fracaso,o, cuandomenos,quedóneutralizada.

ParaFontana,lo especificodel fracasobur-guésestáen la ausenciadel componentesocialal modo francés,si bien hay unanotabledife-renciaentreel Fontanade 1970 y el de 1979,pasandode coincidir en las tesis de Solé-Tura,en las que se identiFica economíaagrariaconAntiguo Régimen o feudalismo y capitalis-mo con industrialización,a desviarsedesde1973 del modelo francésy ahondaren la víaprusianade transición hacia la sociedadcapi-talista.

Por último, Solé-Tura, quizá quien mejorplasmacon su obra Catalanisme i revolucioburgesa,de 1967, la perspectivamarxistasobrela revolución burguesaespañola.Su tesissos-tiene que la historia del nacionalismocatalánes la historia de una revolución frustrada,y,aunquela historia no es rectificable,al menoses licenciosaparasubsanarsemejantefrustra-ción al estarseen presencia,en pleno desarro-llismo del régimen franquista,de otra revolu-ción en acto.Su identificaciónde la revoluciónburguesacon una de las fases del desarrollocapitalista,la industrial y financiera,le lleva aidentificar a la misma con la etapade creci-miento del franquismode los sesenta.Cuandorectifiqueen 1974 lo haráconrespectoal capi-

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talismocomo modode produccióndominante,no asísobre la tesisde la revolución burguesafrustradaen el xix.

Comoepílogo de estedebatese asistiráa lapolémicaentrequienespodríandefinirsecomorhompsonianos,como Fontány MartínezShaw,principalmente, y los althusserianos Clavero,Acosta y F. PérezRoyo. La polémicaen algu-nos momentoses delirante,especialmentecuan-do BartoloméClaverose adentraen la teoriza-ción del Estadoy de las ideologías,cuestionesque les hacenacreedoresdel asertocon el queel propioThompsoncalificaraaaquellos,«a losque yo veocomouna mutacióno una excrecenciaperfectamentedesarrollada¿leí idealismoque em-plea ciertos conceptosmarxistaspero que inten-tan encerrar totalmenteel diálogo empírico y lacrítica empírica de estos conceptos.Tiene cate-goría de teologíay entreuna teologíay lo queyoconsiderola más importantetradición de Marx,puedehaber muy poco en común» (Thompson,1978: 311)25.

Todosestostópicosy mistificacionessobrelainexistenciade la revolución burguesa,la debi-lidad estructuralde la burguesíaespañolay laasuncióncolectivadel inevitabledeberhistóricode efectuaríacomo pasoprevio a la revoluciónsocialista,fueron hechossuyospor el PCE «du-rante cuarentaaños(y) por exigenciashistóricasde primacía de la lucha inmediata,ha venidore-pitiendo(hasta 1975) los mismos análisis que sehacíandesdeuna óptica pequeñoburguesaen la IIRepública,con lo que ello ha significadode iner-cia en la delimítación de los objetivospolíticos,deenvaramientoen la teoría sobreel procesohistó-rico español y de reiteración de esquemashis-toriográficos, risibles en las obras de P. Vilar,Tuñón de Lara o R. Tamames»(Pérez-Garzón,1980: 101)26.

¿Quéimportanciapolítica teníaunainterpre-taciónde estetalanteen un temaaparentementesolo histórico, tal y como era presentadaporquienessosteníansu fracasoduranteel xix, y.en algunos,hastabienentradala segundamitaddel xx? Era importante,comopuedesuponerse,en el ámbito de la izquierdamarxista, y másconcretamenteen el PCE.

Una partedel discursoideológicoqueapoya-ba las argumentacionesquedabansentidoa laestrategiaparasalir de la dictaduraen el marcode la llamadaruptum pactada,se atenía,comohemosvisto, al supuestode unarevolución bur-guesaincompletao deficientementerealizadaen

el pasado,lo que conllevabaunadeficientema-duración de la conciencianacional de corte li-beral-burgués,y, por tanto, la convicción histó-rica de que no habíahabido oportunidaddeconsolidarla construccióndela naciónal modoliberal, de manerasemejantea la que existió enlospaísesde nuestroentorno.Esto,a suvez, eracorroboradopor un hecho determinante:laausenciade esteciclo histórico que consolidaralas necesariascondicionesobjetivas en la forma-ción de la nacióndecorteburgués,habríansidola causade que en su lugar anidarala ideadenación propiadel nacionalcatolicismo,en cuan-to sistemade valorespropios de la connivenciaentre la escasaburguesíaexistentey la oligar-quía más tradicionalista. Esta conjunciónhabría prolongado hastala fecha los elemen-tos residuales,pero todavíavivos, de aquellosviejos segmentosoligárquicosque lograron susupervivenciagracias a las dictaduraso a larenovacióndel caciquismo.De estaforma, porla ausenciade condicioneshistóricas,quedabadebilitadatodaconsideracióna la naciónespa-ñola queno fuera la identificadapor la imagi-neríadel franquismo;lo queexplicaba,obvia-mente,que las referenciasdestinadasa la mis-ma se soslayasenmediantela fórmula estadoespañol.

4. Propuestasfederales

—síemprees arriesgadoy comprometi-

0 do levantar alguna voz del lado deuna ideologíatan perversay nefasta

en la mayoríade las ocasionescomo la del na-cionalismo.Por lo mismo, recomponerunaco-munidad y cohesionaríaa basede unamovili-zaciónnacionalque no seaestrictamenteétnicay exeluyentesolo puedeser posiblesi en algúnsitio del pacto constitucionalpuedenhallarselos resorteso mimbresideológicosqueapuestenpor un nacionalismoderivadode la concienciade Españacomo naciónpolítica, es decir,de unnacionalismorenovadopor la Constitución,decarácterintegrador,progresistay solidario nosólocon los connacionales,sino tambiéncon lasnacionesrestantes.

Existe unanimidaden considerarqueel ar-ticulo 2 CE, al establecerquela Constituciónsefundamentaen la indisoluble unidad de la na-ción española,es en si mismoel puntode origen

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de la arquitecturaestatal,desarrolladasobreelderechoa la autonomíade las nacionalidadesyregiones que la integran.Y es imposible, pormuy profundo que seaelejercicio hermenéuticoque se haga,hallar en él esasmimbresintegra-dorasqueden cuerpoal nacionalismopolíticode nuevocuño.Por contra,pesea la valoraciónque de los preámbulosconstitucionalespuedahacerse,es en el nuestrodondese puedeencon-trar el techo ideológico que la Constituciónes-tableceparadefinir los límites interpretativosdeEspañacomo nación política, como nación denaciones.

¿Qué repugnanciaintelectual puede existirpara queunainterpretaciónde esta naturalezasea derivada del Preámbulo constitucional,cuandoéste es el epicentroquecondensala vo-luntad del puebloespañolen la definición de unproyectopolítico colectivo?.Debenser razonesmuy fundadaslas de aquellosque cuestionanorechazansu adhesiónal nacionalismopoten-cialmenteallí implícito, a un expedientequeex-presala voluntadde la nación por un proyectopolítico queaspiraa garantizarla convivenciademocráticaconformea un ordeneconómicoysocial justo,garantistade las libertadesy apoya-do en el imperio de la ley; abierto, toleranteyprotectorde las culturas,tradiciones,lenguaseinstitucionesde todoslos pueblosde España,yque tiene como baseel efectivo propósitode ladignificación personal,promoviendola cultura,los medios económicos,a la búsquedade unasociedaddemocráticaavanzada,y, sin ser me-nor el compromisointernacionalista,sepronun-cia por la voluntadexpresadel puebloespañolde fortalecer la paz y cooperarcon todos lospueblosde la tierra. En definitiva,del potencialqueencierrael Preámbuloes posiblederivar lacertezapolítica que en el mismo no late nostal-gia alguna por ninguna comunidadnatural ohistórica perdida,ni el rescatede ningún esen-cialismo sustraidopor el arterodestino,sino lavoluntadproyectadasobreidealesque aparecencomocriterios políticos irrenunciablesa finalesde estemilenio.

Y sin embargo...Se dibujan dos proyectospolíticos en clave

federalquecorrespondena IzquierdaUnida yPartidoPopular,quepuedenforzar la estructu-ra política del Estadoautonómicode forma in-necesariay arriesgada,ademásde contribuir adiluir aquellarealidadquese amparaen la ideade nación de naciones.

41. El Estado Federal Solidariode IzquierdaUnida

IU da por buenahoy todavíala tesis de unainexistenteo deficiente articulaciónde unana-ción españolaquehabríadc corresponderseconla fasehistórica de dominio hegemónicode laburguesía,y abandera,como alternativaa estehecho, dos discursosideológicosque son entresi concordantesy que entroncancon la viejatesis leninista de vinculación voluntaria de lospueblos a proyectoscolectivos previa escisiónde los mismos de aquellas entidades(esta-dos con nacionalidadesplurales, viejos impe-rios, etc.) en que históricamentese habíandesa-rrollado. Estosdos discursosson el reconoci-miento del derechode autodeterminacióny elllamadoen susúltimos documentosde trabajo,EstadoFederalSolidario. Ambos discursoses-tán en la basede las Reflexionessobre un nuevomodelode Estadoque la coalición manejay quees de suponermarqueel horizontede los deba-tes políticos con explícita alusión a la naciónespañola.

El documento,a partir de unaconcepcióndela Constituciónde 1978 en quese prolongahoytodavía un lenguaje propio de otros tiempos—la Constitución,se vienea decir,«seredujo atraducir la voluntadpolítica de la clasehegemó-nica y de las capassocialesdominantesde sus-tituir el Estadounitario centralizadopor otraforma político-constitucionalen la que fueraposible unacierta redistribución territorial delpoder único del Estado»— (IU, 1995: 5)27,

apuestade entradapor la reformadel modelode Estadoactual y su tranformaciónen la delEstado Federal Solidario, aprovechandolaspotencialidadesque ofrece la propia constitu-ción. Ahora bien, la defectuosainterpretaciónquese hacedel artículo 1.2, confundiendounashipotéticasatribucionesqueemanarandel mis-mo conel reconocimientoque allí se tiene co-mo fuentede la soberaníanacional,ponendemanifiestoque el puntode partidade la trans-formación del Estadoque es objeto de debateen el senode IU. se establecea partir de unaclara incomprensióndel hecho nacionalespa-ñol, y no solo comohechohistóricocon mayoro menoréxito, sino como hechogenuinamen-te renovadopor el proyectoconstitucionalde1978.

Se desprendeexplícitamentedel documentoque IU entiendesuperablela forma actual del

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Estadopor el bien de los pueblosy comunida-des de España(¡U, 1994)28 y, a partir de estacreencia,se idea el procesoteórico quetendríalugar en la construccióndel EFS; un procesodondelosdisparatesdetodogénerosemultipli-can a lo largo del texto. Todo comienzacon eldiseño de dos referendos, uno propiamenteconstitutivo del EFS, y otro, calificado comorequisitopreceptivoy vinculante,parala apro-bación de la Carta Constitucional Federal; esdecir, primero el pueblo español se pronunciaen quesequiereconstituir y mástardeconocerála naturalezadel Estadoen quese ha constitui-do, como si ambascosasfueran políticamenteseparables.Si unapartedel pueblosoberanosemanifiestacontrario aconstituirseen partedelEFS habrá querespetarla voluntaddemocrática-menteexpresadadeesapartedel puebloespañol...La solucionpara estoshipotéticospero posiblescasosconsistiría en que esaparte del pueblo es-pañol continuará con su «st¿¿tus»de ComunidadAutónoma. Incluso si se trataseuna parcela depoblacion¿lentro <leí territorio de una comunidadautónonía, habría que respetarel derechode lasminoríasy decidir democráticamentesobresi pa-sabaa constituir lo quehoy se denominauna Co-munidad Autónoma uniprovincial o si pasabaaintegrarseen otra comunidaden casode queestojúera posible(tU, 1995:27)29

No obstante,el galimatías federal que des-prendeel documento,se compensaen otro or-den de objetivos,muy especialmentesi se tieneen cuentaque los principios del EFS son tancristalinoscomo siguen:el principio de igualdadintersubjetivae interterritorial mantieney amplíael «interfrderalismo»de las clases trabajadorasfrente a interesesparticularistasy disgregadores,porque las clases laboriosas tío pueden quedarfragmentadasante la unidaddel capital nacionale internacionalque operaen todosy cadauno delos puntos geográficosdel Estado español (tU,1995:28)30

Parecequetodaestafilosofía del nuevoEsta-do no entraraen contradicciónconelargumen-to aprobadoen la IV AsambleaFederalde di-ciembre de 1994, en dondese deja constanciaque al final del camino «en nuestro modelo deEstadoFederal Solidario, debenconvivir los ele-mentosdel llamadojéderalismocooperativo, cotíelementos¿leí federalismode coordinacion...Yellosin olvidar nuestro reconocimientoa la capacidadde autodeterminaciónde los pueblos del EstadoEspañol,porque el EstadoFederal que ¡ U plan-

tea solo puedeser fruto de un pacto en condicio-nesde igualdadentre los pueblosque deseenfor-mar parte de él».

4.2. El Estado Federal del Partido Popular.

La propuestafederaldel PartidoPopulartie-ne en M. Fragaa su principal valedor, que laentiendecomoel precipitadonatural al que hade llegarsedesdela idea de la Administraciónúnica. La legitimidad básicade ésta se halla enla firme creenciade quelos gravesproblemasseagudizany se agrandan,y tambiénpor la nece-sidad ¿¡ue, a muy corto plazo, impone la conver-sión de todo el sistemaautonómicoen otro deci-didamentefederal (Fraga Iribarne, 1993:37)3i

Estavoluntad federalizadoraal modo como laentiendeel PP presentaciertos elementosque,al menosdesdeunaópticateórica,aparecenco-mo aristasde difícil encajeen el modelo parla-mentario,puesse trataría,de implantarseen al-guna ocasión,de unaauténticarefundacióndelmodelopolítico en susmecanismosdecisorios.

Así, desdeunadesbordanteeinconteniblega-lleguidad, sentenciaun principio de identidadparaGaliciaen unostérminosllamativospor elgradode exclusióne incompatibilidadqueesta-blece,y da por sabidosunosanclajesde sospe-chosoe indudablesaboresencialistaqueadvier-ten de la preeminencianacionalitariagallegafrentea cualquierotra: nosotrosqueremosseguirsiendogallegos,no queremospagar el precio dedejar de ser gallegospor serespañoles,ni por sereuropeos(Fraga. 1993:97>, (32). Estees cl puntoideológicooriginario apartir del cualse desplie-ga el procesode federalizacióna que deberes-ponderel Estado.

Desdeel rechazoa unainterpretaciónrestric-tiva del art. 150.2 CE, tal y comoésteparecieraestaren el ánimodel legisladorconstituyente,esdecir, de aplicaciónorientadaa las comunida-deshistóricas,abogapor laextensióndel mismoatodaslas comunidadesautónomas,aspiraciónqueno debieraserobjetableen purateoría si talpretensiónno significarasolamentevaciaral Es-tadocentralde competenciasde su exclusividadparasertransferidasa otrosórganosdel mismoEstadoubicadosfuerade la centralidadpolíti-co-administrativa.Lo objetableresideen quelauniversalizacióndel 150.2 CE, no debe ser to-madasolamentecomo unaexpresiónde la vo-luntadautonomistaextremade quehacegalael

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líder popular, sino por el alcanceque la pro-puestatieneen ladesvirtuacióndel sistemapar-lamentario.Efectivamente,todas las argumen-tacionesestánencauzadasa dar credibilidad aunanuevainstituciónpolíticaque seconvertiríaen el eje del Estado,una institución que tienequeser —y debeser— su cabezay orientador:elConsejoAutonómicoo Conjérenciade Presiden-íes de Gobiernode ComunidadesAutónomas,pre-sidido por el Presidentedel Gobierno del Reinode España(Fraga,1993: 130), (33).

Este nuevo artilugio institucional —cuyasmodalidadesy variantesdiversasen Estadosfe-deralesentra en el capítulo de las relacionesintergubernamentalesy tienenen el modelo ca-nadienseunacelebradafórmula tras la enmien-da constitucionalde 1987—estáen elcentrodelfederalismoejecutivo,cuyaspremisashanestadosometidasa criticas adversasen muchasocasio-nes,especialmentepor la función degradadaysubsidiariaen quecaeríael Parlamentoen susatribucioneslegislativasy de control político delgobierno.Comodijo TrudeauparaCanadá,lle-var a efectounasideasde estecaladoes ponerelgobiernonacionalen manosde un consejodeprimeros ministros.

Ambas propuestasfederales,en resumidascuentas,parten de proposicionesteóricasquerechazanla actual estructuradel Estado,queencuentraninsatisfactorialas formasdeautogo-bierno parael territorio nacional,aunqueestasno tengannadaqueenvidiara fórmulasfedera-les por el nivel competencialadministrado.Trasla firma de los AcuerdosAutonómicosdel 92 yde la Ley Orgánicade Transferenciasde com-petenciasa las Comunidadesdel 143, parecíaclara la voluntad mayoritaria de asentar losprincipios y reglasdel federalismocooperativo,peroda la impresiónqueel vértigo a la sensatezrazonadaha vuelto a instalarseotra vez entrenosotros.Convendríaecharun vistazo ala His-toria...

NOTASCOLOMER, i., 1984: Contra los nacionalismos. Como co-

rrobora este autor, es una expresión en la tradición izquier-dista catalana, sin aducir más comentarios.

2 CElAisoD, E., 1987: La idea de nación. Entre nosotros yde manera ejemplarmente pedagógica, ha sido Andrés deBlas quién más ha profundizado en la diferencia entre no-clón cultural y tíació,, política. Véase su última hora, un lo-grado intento por presentar una teoría del nacionalismo queaynde a entender el caleidoscopio nacionalista de Europa:Nocionalis,nos y naciones en Europa, AU, Madrid, 1984.

A propósito de esta cuestión, refieren Mercadé, Her-nandez y Oltra, qtíe en toda encrucijada terminológica’ «seesconde un enigma de conciencia y de identidades unís pro/ha-do. Pensamos al respecto que la expresión España se refierea una e,ítidoul susceptible <le dos tipos dc interpretaciones eidentijicaciones, a saber: una pluralista que la asume en tantoen cuanta tal noción sea capaz de combinar la pluralidad deelenientos nacionalitorios que la coínpoí cmi... fIai’, empero,una segunda acepción nacionalista de España, encomiada ca—mo hemos visto e,, las posicioííes de corle autoritario í’ esen—cilisía, ideología formulada históricanwnte desde regímenespolíticos de corte dictatorial conservador u, por tanto, respon-sables de una canjhsión extiu yente Co,, el Estado:formulaciónque diluí le ideológicamente totía diferenciación de España enpueblos o nacion¿,lidades: ... Cosa distinta es lo nació,, cante—muido en la expresión Estado español, la cual, creemos. hacereferencia a las formas históricas de estructurar el poder porparte de los intereses sociales. «España» u «Estado español»son, pues realid<ídes difere,utes: imhricad<ís com,uo es sólito, pe-ro diferenciables ti medida que el pluralismo de la sacie-dad civil se h¿t.e ‘uds patente y maduro». Once tesis sobre lacuestión nacional en España. Anthropos. Barcelona, 1983,pág. 43.

«La a’nbigiiedtí<I —escriben Rafael dcl Aguila y R. Mor-toro reliriéndose a la transición política española— se con-vierte así paradójicamente en cl/hndtímenmo tIc la caniprensión

el consenso”. El discurso político de la íraí,sición, CI 5, Ma-drid. 1984, pág. 159.

SoLÉ-TuRA, i.: «Una lectura autonomista y federal delmodelo de Estado constitucional» en VV,AA,: Federalis-mo y Estado de las Autonomías, Planeta. Barcelona. 1988,~ag. 26.

6 BAIJER. O.: Lo cuestión de las nacionalidades u la social—democracia. Prefacio a la 23 cd., siglo xxi, México, 1979,pág. 19.

Más de una vez se ha buscado afinidad entre el pensa-miento fascista y las nociones baucrianas: por ejemplo, Mer-cadé, Hernández y Oltra, refieren como esta nociones pre-sentan «un singular enfoque con las proposiciones de Ortegasobre la nación y que, andando el tiempo, adaprona .1. A.Primode Rivera devotamente, para acuñar su noción de patria¿mt, unidad de destino en lo univers¿tl . irrisiónfascist izan—te dcl nacionalismo español». Op. cit. pág. 48.

Acerca de esta mediación de Ortega entre el pensamientode Bauer y Primo de Rivera, especialmente el Ortega de lasesión constituyente del 25-IX-1931, escribe ELORzA, que lamisma alcanza hasta un nivel que le «detiene en la puertadel infierno». El enlace entre la crisis del republicanismo deOrtega y los orígenes del movimiento fascista htí fluctuadoentre el desconocimiento de los unas y las yanas de olí,idar delos otros, continúa diciendo Elorza, para añadir que «a í:ues-tíojuicio con un claro peijuicio para la figura de Ortcgtu». Larazón y la sombra, Anagrama, Barcelona, 1984, pág. 212.

8 I3AuER, op. cit., pág. 121.ibid.. pag. 23. Prefacio de García Pelayo.

LEFEBvRI% O.: El naci,nienu> de la Historiografía con-teniporrineo, cd. Martínez Roca. Barcelona, 1974, pág. 272.

JOVER ZAMORA, J. M .: «Corrientes historiográfícas enla España contemporánea», en VV.AA.: Once ensayos sobrela Historia, Fundación Juan March, Col. Ensayos Rioducro,pág. 220.

~ MORENO ALONSO, Historiografía romciníic¿t españolo,Servicio de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1979,pág. 245.

~ BAUER, op. cit., pág. 145.

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14 J. PABLO Fusí escribe al respecto que «en el XIX hubo,

desde luego, sentimientos de identidad nacional, conciencianacional y tendencias de imííerpretación nacional, más o menosrecogidas en ci lenguaje y los programnas de los partidos yllevadas a los textos consiliucionales: pero no hubo ni unateoría, ni umía dactrimia, ni una ideología, ni un ,novimiento que,exaltando los sentimientos nacionales e ideas esencialistas dela patria, aspirasen a la construcción de un modelo unitario ynaciomual de Estada». Nacionalismno y regionalismo en España.Excma. Dip. Prov. de Córdoba, servicio de publicaciones.Córdoba, i985, pág. 56.

t5 MENÉNDEZ PIDAL, R.: Los españoles en la Hisroria, Es-pasa Calpe, Madrid, 1982, pág. i5.

16 TriunJb. n.0 532, 9-Xll-1972; Número extra: Los Espa-mioles, pág. 50.

17 MARICHAL, J.: Teoría del ensayismo hispánico. AlianzaEditorial, Madrid, 1984, pág. 179.

‘~ PIRALA, A.: Historia de la Guerro civil y de los partidosliberal y carlista. Ediciones Turner, Madrid, 1984.

‘« Ibid., pág. XV.20 Como recoge Diego Catalán en la obra ya citada, pág.

52, correspondería a Juan Francisco de Masdeu con su His-toria artística de España y de la cultura española, para defen-darla ante la Italia de la Ilustración, escritaen 1781, sitttarseen la frontera que separa el vacío historiográfico que vienea continuación durante todo el siglo xix.

21 ibid., pág. XLII.22 ibid., pág. XXXVI.“ Andrés DE BLAS que ha dedicado buena parte de sus

esfuerzos académicos al estudio del nacionalismo español,sostiene en este punto que la debilidad del mismo a lo largodel xix, es debida a la fortaleza del Estado espa~oI, que enningún momento, excepto durante la Guerra de la indepen-dencia, se vio impugnado como para tener que recurrir aexpedientes como el nacionalismo. Quizá un estudio com-parado de las historiografías nacionalistas en Europa reile-jara la relación directa con el fenómeno del nacionalismo eneixíx, y pudiera determinarse el grado de inducción a quemutuamente se someten. En cualquier caso, ahí está la obra

de Andrés, especialmente su Tradición republicana y nacio-tialismo español, Teenos, Madrid, 1991, así como Sobre elnacionalismo español, CEC, Madrid, i989.

24 PÉREz GARZÓN, J.-S.: La revolució,í burguesa en Espa-ño: los inicios de un debate cient~tico. 1966-1979, en M. Tu.ÑÓN DE LARA: Historiografía española contemporánea, sigloxxi, Madrid, 1980, ~5ags.90-138.

25 THOMPSON,E. P.: Tradición, revuelta campesina y con-ciencia de clase, pág. 311.

26 PÉREZ GARZÓN, Op. cit., pág. 10!.27 Area Federal del estado, Administraciones públicas y

justicia: Rejiexiones sobre un nuevo modelo de Estado, Ma-drid, julio, 1995, pág. 5.

25 La sustitución del Estado autonómico por el EstadoFederal Solidario, se razona, entre otras cosas, porque ésteha de dar una respuesta positiva a una pluralidad de pro-blemas esenciales, entre otros: 1. El carácter social del Esta-do; 2. El carácter democrático del Estado con su nota deigualdad; 3. El imperio del Derecho; 4. La respuesta a laevidente crisis del Estado del Bienestar; 5. La eficiencia delEstado en sus actividades prestacionales; 6. El proceso euro-peo de federalización y de cesión de poderes soberanos a laUE.

Llama la atención el contraste de modelos de Estado en-tre [U e Iniciativa per Catalunya, especialmente referido aldiseflo de Estado por el líder de esta última formación, Ra-fael Ribó. Véase, por ejemplo: VÁZQUEZ MONTALBÁN: Ra-fael Ribó, eí optimismo de la razón 1, Planeta, Barcelona,1988, pág. 139 y Ss. También, Rafael RtnÓ: Catalunya, naciódesquerra. Ediciones de la Magrana/Ediciones 62, Barcelo-na, 1988.

29 Izquierda Unida. Area federal de Estado, Administra-ciones públicas y justicia: Reflexiones sobre un nuevo modelode Estado, Madrid, julio de 1995, pág. 27.

30 Ibid.. pag. 28.~‘ FRAGA IRIBARNE, M.: Administración Unica, Planeta,

Barcelona, 1993, pág. 37.32 Ibid., pág. 97.“ Ibid.. pág. 130.

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