escritura resistencia

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La escritura con alfabeto latino en comunidades indígenas del occidente novohispano. El texto como lugar de lucha. Rosa H. Yáñez Rosales Universidad de Guadalajara Presentación. Si bien es cierto que hasta este momento (primera década del siglo XXI), no se han encontrado evidencias contundentes de que en el occidente de México se elaboraran códices antes de la invasión española, esto no significa que se ignorara su existencia, que no se leyeran o que no se fabricara papel. Una sencilla pista que sugiere que se aprovechaba el papel que se obtiene del maguey, es el caso de los topónimos “Amatitlán”, población perteneciente al municipio de Tequila, donde abunda la planta de maguey, y “Amatlán” Amatlán de Cañas, en el sur de Nayarit y Amatlán de Xora, un poco más en el centro- noroeste del mismo estado, que también sugiere la presencia o la fabricación de papel: “lugar de papel”, “lugar de amates”, podría ser la traducción de Amatitlán y Amatlán. Como quiera que sea, en la época colonial en el occidente de México, indudablemente hubo una rápida apropiación de la lectoescritura en alfabeto latino. Se utilizó para satisfacer demandas, inquietudes, trámites de los pueblos de indios. Hubo escribanos o amatlahcuilo, como corresponde al término en náhuatl, que hicieron uso de la escritura alfabética, en náhuatl y en español para aquellas necesidades en que consideraron necesario o pertinente su uso. En el presente trabajo se hará un recorrido a partir del siglo XVI hasta principios del XIX, en donde se mostrarán instancias en que individuos o comunidades, hicieron uso de la escritura como una herramienta que permitía comunicar un mensaje a una autoridad colonial o a otros individuos indígenas. Desde la perspectiva que se propone en este trabajo, el uso de la escritura alfabética en las instancias en que el régimen colonial daba entrada al texto escrito, demuestra la capacidad de la población indígena de sobrevivir y retomar su destino en sentido histórico con sus propias decisiones, no de manera pasiva, sino activamente, aunque no se tratara de una acción armada, En prensa: Coloquio Participación indígena en los procesos de Independencia y Revolución Mexicana . México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

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escritura resistencia

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La escritura con alfabeto latino en comunidades indígenas del occidente

novohispano. El texto como lugar de lucha.

Rosa H. Yáñez Rosales Universidad de Guadalajara

Presentación.

Si bien es cierto que hasta este momento (primera década del siglo XXI), no se

han encontrado evidencias contundentes de que en el occidente de México se

elaboraran códices antes de la invasión española, esto no significa que se

ignorara su existencia, que no se leyeran o que no se fabricara papel. Una

sencilla pista que sugiere que se aprovechaba el papel que se obtiene del

maguey, es el caso de los topónimos “Amatitlán”, población perteneciente al

municipio de Tequila, donde abunda la planta de maguey, y “Amatlán” Amatlán

de Cañas, en el sur de Nayarit y Amatlán de Xora, un poco más en el centro-

noroeste del mismo estado, que también sugiere la presencia o la fabricación

de papel: “lugar de papel”, “lugar de amates”, podría ser la traducción de

Amatitlán y Amatlán.

Como quiera que sea, en la época colonial en el occidente de México,

indudablemente hubo una rápida apropiación de la lectoescritura en alfabeto

latino. Se utilizó para satisfacer demandas, inquietudes, trámites de los pueblos

de indios. Hubo escribanos o amatlahcuilo, como corresponde al término en

náhuatl, que hicieron uso de la escritura alfabética, en náhuatl y en español

para aquellas necesidades en que consideraron necesario o pertinente su uso.

En el presente trabajo se hará un recorrido a partir del siglo XVI hasta

principios del XIX, en donde se mostrarán instancias en que individuos o

comunidades, hicieron uso de la escritura como una herramienta que permitía

comunicar un mensaje a una autoridad colonial o a otros individuos indígenas.

Desde la perspectiva que se propone en este trabajo, el uso de la

escritura alfabética en las instancias en que el régimen colonial daba entrada al

texto escrito, demuestra la capacidad de la población indígena de sobrevivir y

retomar su destino en sentido histórico con sus propias decisiones, no de

manera pasiva, sino activamente, aunque no se tratara de una acción armada,

En prensa: Coloquio Participación indígena en los procesos de Independencia y Revolución Mexicana.

México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

participando en las instituciones coloniales con las reglas que estas mismas

instrumentaron.

Así, se hablará de documentos escritos con escritura alfabética, en

náhuatl o en español y que van del siglo XVI a principios del XIX, que revelan

voluntades tanto individuales como colectivas. Encontramos una amplia

tipología textual, desde aquellos predominantemente administrativos, como

inventarios o recibos, elecciones de autoridades, traspasos de poder, hasta

aquellos que implican una toma de decisión más deliberada, como denuncias,

declaraciones, aclaraciones, testamentos, circulares, y de manera significativa,

cartas, que representan un tipo textual que debe estudiarse en su propia

dimensión. La hipótesis principal de este trabajo, es que el texto escrito con

escritura alfabética, se volvió el “lugar de la lucha”. Que éste adquirió

dimensiones tan importantes como el de una lucha armada, por lo que si bien

hay algunos periodos en los que no tenemos noticia de un movimiento rebelde,

en los textos se pueden encontrar clamores, reclamos, argumentos tan

importantes como un movimiento. Y en tal sentido, son una manifestación de

las comunidades o de individuos indígenas de una decisión de participar

activamente en el esbozo de su futuro.

El trabajo se divide en tres partes. En ellas se pretende delinear un

continuum entre las primeras manifestaciones de escritura que se han

identificado, de autoría indígena, hasta las más posteriores, cercanas al fin del

régimen colonial.

I. Los inicios de la vida colonial.

Después de lograr el sometimiento militar de Tenochtitlan, hubo por lo menos

tres expediciones militares de españoles e indígenas aliados, al occidente de

México. Las expediciones, unas más violentas que otras, sirvieron para fundar

puntos de control colonial y fincarían de manera definitiva la presencia de los

españoles. La primera fue realizada por el pariente de Hernán Cortés,

Francisco Cortés de San Buenaventura, en 1524. La siguiente, fue la de Nuño

Beltrán de Guzmán, de 1529-1531 y la tercera, la expedición punitiva del virrey

Antonio de Mendoza, en 1541 (Yáñez Rosales, 2001).

Algunos historiadores (Muriá, comunicación personal), consideran que

esta última, la represión al movimiento de la Guerra del Mixtón, o Rebelión de

los caxcanes (1540-1542), fue la “verdadera conquista del occidente de

México”. Los distintos reacomodos de la población rebelde en tanto traslados

forzados de un lugar a otro, el hecho que en la zona se quedaron a vivir

algunos de los grupos indios aliados al virrey Mendoza que contribuyeron a

sofocar el movimiento, son parte del contexto en que la villa de Guadalajara, la

de su asiento definitivo, empieza a desarrollarse como un centro político,

religioso y económico, opuesto a Compostela, en el actual estado de Nayarit,

que no logró consolidarse en los pocos años que llevaba fundada como capital

de Nueva Galicia.

Lo que interesa en el presente trabajo de este episodio, es el devenir de

uno de los principales líderes del movimiento armado del Mixtón, el de

Tenamaztle, quien era “señor” de Nochistlán, en el actual estado de Zacatecas.

Después de la represión de la guerra, la pista de Tenamaztle se pierde por casi

diez años. Reaparece en la década de 1550, preso en Valladolid, España. A

raíz de su presencia allá y la coincidencia con fray Bartolomé de las Casas1,

resulta un breve expediente. Al parecer, hasta ese momento, 1555, no ha

habido ninguna acción jurídica: Tenamaztle no ha sido juzgado, está preso y

todo indica que su situación legal está indefinida.

Tenamaztle, preso, dicta tres textos de diferente extensión. Se dirige al

Consejo de Indias, en donde narra lo sucedido en Xalisco a partir de las

entradas de los españoles y de la presencia de los encomenderos Juan de

Oñate y Miguel de Ibarra. Pide se le permita regresar a Xalisco y ofrece mediar

entre la Corona española y los indígenas de su región que estaban “alzados”.2

Véase enseguida un fragmento del primer texto:

… que… vuestra Alteza tenga por bien mandar poner en libertad los vecinos y moradores que hobieren vivos del dicho pueblo de Nuchistlán y Xuchipilla y sus sujetos, mandando que yo sea restituido en el señorío dellos, como cosa propia mía y que dejaron mis padres del cual he sido despojado; y a mí y a todos ellos Vuestra Alteza incorpore en la Corona Real de Castilla… Y en cumplimiento dello trabajaré de atraer al servicio de dicha corona Real los acatlecas [¿zacatecas?] y los coachichiles, que son otras

1 Las Casas se encontraba en Valladolid en ese tiempo pues es el momento de la polémica con

Ginés de Sepúlveda. 2 Son los años de la guerra chichimeca, que es una continuación de la guerra del Mixtón, que

duraría toda la segunda mitad del siglo XVI. Véase Powell, 1977 y 1980.

naciones que están bravas y no han venido al servicio de Dios ni obediencia de Su Majestad, ello, por los grandes daños y males que han recebido de los españoles dellos, por los que han oido haber padecido sus vecinos y de las provincias donde los españoles han llegado… Todos estos me ofrezco traer, sin lanzas ni espadas dándome Vuestra Alteza un obispo y cierto número de frailes con que yo vaya De acá , y allá publique y predique lo que suelen los religiosos en las otras partes y las rectifiquen la voluntad de Su Majestad. Y las mercedes que les dicen hacer y les hará la principal de las cuales es, y ésta pongo por principal condición para yo cumplir lo que habrá, de lo que a aquellas naciones ofrezco… (en León Portilla, 1995, p. 145).

Todo indica que su solicitud no tuvo respuesta efectiva. Por lo menos, no

se ha localizado documentación posterior que permita saber si se le juzgó y si

hubo alguna sentencia favorable a él o no. Lo más probable es que haya

muerto preso en España.

León Portilla (1995), que es quien dio a conocer estos textos, considera

que el discurso de Tenamaztle revela una fuerte influencia, la “guía”, dice el

historiador, de Bartolomé de las Casas. Esto probablemente es cierto, incluso

es poco posible que los conoceríamos de no ser por el nombre de Bartolomé

de las Casas.3

Aun así, el punto es que gracias a los textos dictados por Tenamaztle, se

puede reconstruir un capítulo más sobre la historia del movimiento de los

caxcanes, uno que nos permite saber que Tenamaztle sobrevivió a la represión

del virrey Mendoza, que intentó negociar su entrega para que se le juzgara

como alguien perteneciente al grupo dirigente de Nochistlán, y que incluso se

ofreció a mediar entre dos partes en conflicto.4 Esto lo sabemos por la propia

voz de Tenamaztle, a veces apenas audible, en tanto que la voz de Las Casas

parece apropiarse de la del líder indígena. Aun así, el testimonio particular,

digamos el palimpsesto del documento, el borrador original, resguarda la voz y

el testimonio de Tenamaztle.

En el mismo siglo XVI, encontramos ya un conjunto de textos

procedentes de la comunidad de Xalisco, Nayarit. Se encuentran resguardados

en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. El conjunto es uno de los más

3 Esto lo he abordado más ampliamente en Yáñez Rosales, 2010a.

4 Antes de que se dieran a conocer los documentos por León Portilla, sólo quedaba claro que

su rastro se perdía después de algunas batallas en la mencionada guerra del Mixtón. Véase Muriá, Tomo I, 1980.

extensos escritos en náhuatl en la región occidente y a través de él se

observan varias de las transformaciones por las que están pasando las

comunidades indígenas. Llama particularmente la atención, que la comunidad

de Xalisco, posiblemente conformada por tecoxquines,5 haga uso de la

lectoescritura en náhuatl para dirigirse a los padres franciscanos, pidiendo no

se disminuya el territorio que está asignado al convento de Xalisco, pues se

está construyendo otro en Santiago Itzcuintla y eso significará una merma

territorial importante. E igual, escriben en náhuatl para denunciar a su cacique,

don Cristóbal, quien los explota sin límite y a quien no le importan los abusos

que está padeciendo la gente, con tal de, eso sí, cumplir con el tributo que los

encomenderos de la zona le están exigiendo. Asimismo, el propio cacique don

Cristóbal, recurre a la lectoescritura y narra haber engañado a señores

“chichimecas”, bajo presión de Domingo Arteaga, subalterno de Cristóbal de

Oñate, el encomendero. Los de Xalisco, el grupo dirigente, les dieron regalos

para que confiaran en ellos y vinieran de manera pacífica. Una vez que los

chichimecas estuvieron en Xalisco, fueron apresados. Algunos murieron de

hambre, otros fueron colgados.6

A continuación cito algunos de los fragmentos de uno de los cuatro

textos que conforman el conjunto de documentos de Xalisco, donde se narra

parte de este último episodio:

Eh aquí en primer lugar con lo que nos afligió Domingo Arteaga y disque fue por orden de nuestro señor el capitán y nos afligió a Cristóbal y a los nobles y a los traductores. Dijo ahora escuchen ustedes, dice vuestro señor en relación a los chichimecas ya que siempre los matamos allá en el camino y dice vuestro señor has de llamar a la gente de Acuitlapilco a veinte personas y no quiere diez, sino precisamente veinte… obedécelo y si haces lo que te ordena tu señor, mucho te amará… y todas las cosas que necesites te las dará. Rápidamente envía tu mensajero allá, dijo Domingo Arteaga y nosotros le dijimos; escucha noble mío, ellos, la

5 La base de este comentario es la información consignada en la Relación Geográfica de

Compostela, muy cercana a Xalisco, de 1584, prácticamente contemporánea de los documentos de Xalisco (Acuña, ed., 1988, pp. 88-89). Lo que no sabemos es qué lengua hablaban los tecoxquines, en tanto que en los documentos de Xalisco, es muy claro que el náhuatl no era su primera lengua. En el texto en que se denuncia al cacique indígena don Cristóbal, se menciona que éste se niega a aprender el idioma mexicano, lo cual impide realice la confesión. 6 Sobre este hecho, que algunos señores chichimecas murieron ahorcados, es interesante

observar que Tenamaztle, el líder de la guerra del Mixtón cuyo testimonio se comentó arriba, narra que le “colgaron” a nueve señores, León Portilla, 1995, pp. 142-143. En el documento de Xalisco se habla de la muerte de 18.

gente de Acuitlapilco… hermanos nuestros, acaso no somos hermanos con ellos... Con enojo contestó a nuestras palabras… y nosotros los gobernantes dijimos, para probar a los chichimecas enviemos a nuestros hermanos menores que prueben dijimos, luego tomaron todas las cosas para contentar a los (chichimecas) los besotes de oro para entregárcelo y… y sal, todas las cosas que para ellos son de valor… dijimos, luego ordenamos a nuestros hermanos menores… Sólo yo los llamaré… Y ellos dijeron, está bien allá iremos les dijo… y luego vinieron. Así vinieron a decir. Y Domingo nuestro señor luego otra vez dijo, dónde están los chichimecas que, aún vendrán le dijimos. Luego aquí comenzó a afligirnos, el capitán mucho nos desmayó con la aflicción por los chichimecas y luego nos entristecimos, conversamos para reunir las orejeras y los besotes y la sal para que otra vez fueran y otra vez fueron allá a Acuitlapilco… Luego vinieron… nuestros hermanos menores y luego dijeron, pasado mañana esperaré a los chichimecas. Luego los esperamos, dispusimos con los que íbamos a contentarlos y luego vinieron dieciocho y yo don Cristóbal contenté a los chichimecas, y luego los enviamos con Cristóbal de Oñate, luego vinieron para llevarse a los chichimecas, los llevaron a Tepic atados de las manos y entonces agarraron a todos los chichimecas y luego me dijo, que me iba a pagar, que me daría mantas, y oro y me iba a dar un caballo y asimismo cuanta cosa me mencionó el capitán y Domingo el mayordomo y un cristiano de nombre Martín Benítez. Ante todos ellos me lo mencionó, dijo está bien lo que te había ordenado y luego [a los chichimecas] los llevó a guardar a la cárcel; ahí en la cárcel algunos chichimecas murieron de hambre y cuando ya los iba a colgar nos ordenó que hiciéramos las cuerdas para que los ahorcara y entonces apuró lo de las cuerdas, ahí otra vez nos hizo desfallecer Domingo… mucho nos afligió a mí don Cristóbal, los nobles y los traductores los hizo sufrir, por inventos fuimos afligidos (en Calvo, et alii, pp. 81-82).7

Es decir, el mayordomo español Domingo Arteaga ordenó a los de

Xalisco traer a los chichimecas de Acuitlapilco. Los convencerían de venir,

llevándoles regalos, seguramente los usuales y necesarios de acuerdo con la

diplomacia indígena de la región. Una vez que vinieran, serían tomados

prisioneros por los españoles, no está claro si por alguna autoridad judicial o

por quién. No se dice si hubo algún tipo de juicio, probablemente no. Después,

los chichimecas fueron ahorcados, con la colaboración de los mismos señores

de Xalisco. Además de traerlos con engaños, tuvieron que hacer las cuerdas

para la horca. Había un acuerdo de “reembolsarles” a los de Xalisco los gastos

7 Como se comentó arriba, el conjunto de documentos se encuentra resguardado en la

Biblioteca Pública del Estado de Jalisco. Se encuentra casi totalmente escrito en náhuatl. Las citas que aquí se reproducen provienen del libro editado por Thomas Calvo et alii, en 1993, en el que se agrega al texto original la traducción al español.

hechos en los regalos, pero eso no ocurrió. Los de Xalisco fueron utilizados

para engañar y traicionar a los chichimecas. Ellos mismos, fueron engañados y

abusados por el mayordomo y el encomendero.

Por otra parte, en una de las fojas de este documento, se puede

observar uno de los cambios más fuertes que la escritura pictográfica

mesoamericana ha experimentado: el pictograma ha cedido su lugar al

alfabeto.

“Denuncia de los indios de Xalisco”, Fondo Franciscano, Biblioteca Pública del Estado de Jalisco.

Es probable que el escribano o amatlahcuilo que elaboró el escrito haya

sido la misma persona que hizo el pictograma que asoma tímidamente en el

margen superior izquierdo de la foja y que apenas ocupa alrededor de tres

centímetros cuadrados, cuando los pictogramas prehispánicos, si bien no

exhiben un tamaño único, en general sí son de dimensiones superiores. En los

primeros códices coloniales, el pictograma va acompañado de un pie de

ilustración, con frecuencia en español, en donde se explica la información que

contiene el pictograma. En cambio en el escrito de Xalisco, el pictograma ha

cedido su lugar por completo a la escritura alfabética.

Todo esto, la presencia de escritura pictográfica, la alfabética, de la

narración a veces en plural, a veces en singular de los de Xalisco, y de las

voces insertas de los encomenderos, hace del documento de Xalisco un texto

polifónico que registra un momento singular en la historia de la región: el de la

consolidación del régimen colonial neogallego por una parte, junto con una de

las instituciones que le permitieron fortalecerse, como lo es la escritura

alfabética, y por otra el del debilitamiento irreversible de la clase dirigente

indígena de la región y de la escritura pictográfica mesoamericana.

II. Siglo XVII, los cambios en las comunidades.

Como se sabe, en el siglo XVII, la población indígena alcanza los niveles

demográficos más bajos. La que sobrevive, ha experimentado cambios en su

cultura alimentaria, su tradición religiosa y la forma de gobierno por la cual se

rige.

Para la segunda década de siglo XVII, encontramos un conjunto de

testimonios recogidos en Xalostotitlan, predominantemente en náhuatl, con

motivo de una denuncia8 contra el vicario de varias poblaciones, por acoso

sexual, por “vivir amancebado” con una española casada y por maltrato de las

autoridades indígenas. Se recogen testimonios en todas las poblaciones

atendidas por el vicario. Poco a poco, con los testimonios en náhuatl, se va

conformando el expediente9, que pondrá fin a la vida sacerdotal del acusado,

pues se le asigna una iglesia “vieja” en Guadalajara por “cárcel”. Los distintos

alcaldes indígenas de aproximadamente once poblaciones que eran las

8 No está del todo claro ante quién se está denunciando, sin embargo, pareciera que es ante el

obispo de Guadalajara. 9 1618, AGN, Inquisición, vol. 320, exp. 1 (fojas 0-43v, los principales y viejos del pueblo de

Jalostotitlán denuncian a su vicario, por hostigamiento sexual, maltrato físico, de tenerlos atemorizados, de estar amancebado con una mujer; náhuatl-castellano).

atendidas por el padre Muñoz, presentan su “memoria”.10 En el contexto de

nuestra región, este documento, junto con el de Xalisco, es uno de los más

extensos del occidente de México escritos en náhuatl y es uno en el que

también se encuentran más “voces”, esto a pesar de que la acusación contra el

padre Muñoz es esencialmente la misma y la denuncia pareciera ser repetitiva.

Como sea, hay matices en la acusación e incluso el náhuatl en que está escrito

tiene ciertas variaciones, por lo que el documento es sumamente rico. Veamos

algunos fragmentos del mismo:

El sacerdote que está aquí no quiso venir a confesar al ahora difunto Alonso Flores. Sólo así murió. Fue el mayordomo, Pedro Martín, a buscarlo a Mitic. Ya no estaba el sacerdote. Todavía fue a llegar allá a Jalostotitlan. Lo vio y le llamó, diciéndole, “Padre, ¿va a ir a confesar a Alonso Flores?” El sacerdote sólo corrió al mayordomo. Alonso Flores no se confesó. Sólo así murió. Isabel Martha no fue confesada y no recibió la extremaunción. Inés Ylamatzin sólo así murió. También María sólo así murió. Preciosas ánimas. El sacerdote todavía le debe a la gente. Les debe a las ánimas: a algunos todavía no les dice misas. Aquí están: a Diego Gerónimo todavía no le dice su misa. A Pedro Zacarías todavía no le dice su misa. Ya le dimos dinero y todavía no dice misas. Nuestro sacerdote no nos estima en nada: ni al alcalde ni al regidor. Cuando agarra a un alcalde, lo zarandea mucho. Luego le dice, “con esta su varita le voy a sacar los ojos, para que con esta vara no se presuma conmigo.” Cuando no le proporcionamos rápidamente los plebellos para ir a la casa de la española a trabajar, ¿cuánto no nos manda al diablo! Nos arroja al infierno con los diablos. Nos aflige mucho. No es poco lo que nos hace sufrir con el servicio [que] hacemos a su amante la española. Estamos informando que nos está mortificando nuestro sacerdote Francisco Muñoz. Pedro Pablo, alcalde Francisco Luis, regidor (en Sullivan, ed., 2003, p. 32).

Un fragmento de otro testimonio, es como sigue:

Pedro Pablo, alcalde de Mezquitic, Juan Domingo, alcalde de San Juan, Francisco Angel, (alcalde de) aquí en Jalostotitlán, Pablo Jacobo, alcalde de Teocaltitlan, y el alcalde de San Gaspar, todos nosotros vecinos,

10

En este caso, el uso del término “memoria”, equivale a “relación de los hechos”, esto frente a

otro uso del término como sinónimo de “testamento”.

hemos venido aguardando. Para nosotros es necesario que usted no empiece las averiguaciones en relación a nuestro sacerdote Francisco Muñoz hasta que él este expulsado, tal y como usted ordenó, porque nos atemoriza mucho a nosotros y a los testigos que van a exponer en relación a la averiguación. Porque si no sale, si no es expulsado, se echará a perder mucho nuestra justicia, y no se podrá exponer sus pecados y sus fechorías. Le suplicamos a usted todos nosotros sus hijos: le pedimos dos veces, tres veces. Pedimos que usted haga su justicia. Y con respecto a otro asunto: a usted le pedimos su justicia en relación a nuestro sacerdote Francisco Muñoz, para que le embargue su propiedad, su hacienda. Hay mulas y vacas lecheras y novillos y puercos y otras cosas de su propiedad, y sus productos frutales. Es necesario que todo aparezca ante usted, todo lo que es su propiedad. Usted enviará a alguien a indagarlo, porque Francisco Muñoz le debe mucho a la gente por todas partes en el pueblo y en los hospitales. Sacó todo el dinero. Y en esto, nosotros sus vasallos le pedimos a usted su justicia, porque nuestro sacerdote nos aflige mucho. Y ahora queremos que no vuelva a entrar dentro de este partido. Que se vaya. Saldrá definitivamente. Así imploramos a usted, nosotros sus vasallos. Nuestras firmas: Pedro Pablo, alcalde Juan Domingo alcalde Diego Martín, Alcalde de Jalostotitlan Francisco Angel, alcalde Pablo Jacobo, alcalde (en Sullivan, ed., 2003, p. 33-34).

Se pueden observar varios hechos. Además del enojo de integrantes de

la comunidad por los múltiples agravios sufridos por la perturbación y

desquiciamiento del vicario, la claridad de que debe ser expulsado si se quiere

que los testigos se presenten. Es decir un conocimiento del sistema judicial

novohispano de que para lograr cierta imparcialidad, el acusado debe ser

neutralizado. Por otra parte, la defensa de instituciones de las que ellos, los

indígenas de Jalostotitlán se han apropiado, como el hospital. Se denuncia que

hay faltantes de las cajas de los hospitales, el cual es una institución colonial.

Para lograr la recuperación de las cantidades faltantes, se deberá embargar al

padre Muñoz sus bienes. En tal sentido, estamos ante un testimonio

sumamente rico para darnos una idea de los cambios que han ocurrido a

menos de un siglo de la implantación del régimen colonial y observar que a la

comunidad le interesa modificar la situación de abuso que experimenta. Las

comunidades atendidas por el padre Muñoz ponen en juego las herramientas

que tiene a la mano, las mismas que la Corona española ha establecido como

reglamentarias para expresar inconformidades.

Siglo XVIII, litigios y testamentos como medios de lucha.

En el siglo XVIII se experimenta un incremento poblacional importante, tanto de

la población indígena como de la perteneciente a los demás grupos sociales y

étnicos. En tal sentido, la tenencia de la tierra será el motivo de fuertes y

prolongados litigios, sobre todo a partir de 1690, fecha en que se decreta que

se debían medir las tierras para su composición, esto es su posesión legal,

disposición que se repitió en 1754.11

Como se sabe, fueron esencialmente tres las formas legales de

posesión de la tierra en manos indígenas, además de la individual: fundo legal,

tierras de comunidad y tierras de cofradías. Los archivos donde se concentran

documentos coloniales, contienen numerosísimos litigios que nos permiten

saber que los pueblos indígenas eran asediados en sus posesiones a pesar de

ser sujetos jurídicos con derechos establecidos. De igual manera, el uso de los

recursos naturales, fuera montes para provisión de madera o corrientes de

agua, sufrió una presión muy fuerte y las comunidades tuvieron que participar

activamente en la defensa de su posesión. Los litigios podían durar décadas,

significando una gran inversión tanto económica como de esfuerzo por parte de

los pueblos y comunidades de indios, hecho que no garantizaba en ningún

momento el éxito del litigio. De hecho, el porcentaje de resolución a favor de los

indígenas fluctuó entre un 5% y un 10%, mientras que por otro lado, en el siglo

XX, se vinieron a resolver algunos litigios, cuyo inicio se sitúa en el siglo XVIII,

lo que da idea de la inversión hecha por parte de quienes emprendían la lucha

(Jiménez Pelayo, 1987; Van Young, 1989; Serrera, 1992; Yáñez Rosales,

2001).

Además de litigios por tierras, tenemos un tipo de texto que de acuerdo

con algunos investigadores es el que más tiempo se produjo durante la época

colonial, es decir, fue el primero que se conoce en lenguas indígenas, desde la

década de 1530, y todavía hacia 1770 se estaba escribiendo. Me refiero al

testamento. En términos generales, todos los habitantes de las colonias,

11

Sobre esto, véase Yáñez Rosales, 2001, capítulo 5; Jiménez Pelayo, 1989.

independientemente del grupo étnico o virreinato al que pertenecieran, tenían

la obligación de testar. Este hecho era tan trascendental en la vida colonial, que

incluso se sostiene que el entrenamiento para dictar un testamento era tanto o

más eficiente que las mismas actividades tradicionales de evangelización,

como la catequesis (Burkhart, 2004). Esto se dice, sobre la base de los detalles

que se enuncian en los testamentos y que reflejan tanto preocupaciones por el

destino de los bienes materiales, como por el del cuerpo y su alma, así como el

cuidado o seguimiento al bienestar de las almas.

Para el caso de nuestra región, no se ha localizado un gran número de

testamentos. Los pocos que ya se han estudiado, denotan preocupaciones

similares a los de otras regiones, por parte de los moribundos en lo que

concierne a que los bienes queden en manos de un familiar, que en los

respectivos aniversarios, se diga una misa, que se destine algún dinero para

limosna, etc. De igual manera, al ser textos dictados, reflejan algunos usos

orales de la lengua, y en tal sentido es posible reconstruir, entre otras cosas,

cómo el español empezó a permear de manera más contundente el náhuatl, en

el caso de aquellos textos que se conservan en dicha lengua. Veamos algunos

párrafos del testamento de María Polonia, una mujer de Tlajomulco, quien dicta

su testamento hacia 1737:

… aquí en la tierra, en sus benditas manos [de dios] yo pongo mi alma, que así se la llevará [lleve] a su respetable casa que es el cielo… y así, yo digo que el padre Dios me perdonó aquí en la tierra. Así allá en el templo, dentro de la casa, se enterrará mi cuerpo [mi carne terrenal] … en el frente, en el comienzo de las pilas [donde comienzan las pilas], donde está la banca del señor corregidor, allí se escarbará esa mi sepultura, donde me persignará [me bendecirá] el mi querido sacerdote. Y yo ofrezco de limosna para la casa Santa Jerusalén dos tomines. Y yo digo que mi querido hijo Diego Cristóbal, que es su nombre del joven, que él me ayudará con mi misa de cuerpo presente, con todo mi entierro, así, yo lo digo, en frente de Dios Y esta mi querida casa y todo el corral lo hago por [lo dejo para] mi querido hijo Diego Cristóbal…12

Como se puede observar, María Polonia manifiesta preocupaciones que

conciernen el destino de sus bienes como el bienestar futuro de su alma. Al

dictar su texto, manifiesta tanto la preparación previa que ha recibido para

12

Archivo Municipal de Tlajomulco de Zúñiga (AMTZ), 1737. Versión en español de este fragmento del texto de R. Yáñez.

dictar su testamento, como la conciencia de que su texto cumplirá la función de

conservar su voluntad, más allá del momento de su muerte.

Epílogo. La “carta circular” del indio Mariano, Tepic, 1801, en las vísperas

de la guerra de Independencia.

A principios del mes de enero de 1801, las autoridades españolas de

Aguacatlán, en el actual estado de Nayarit, fueron informadas de que circulaba

una carta, en donde se convocaba a los gobernadores o alcaldes de los

pueblos de indios a reunirse en Tepic el 5 de enero, pues el “día de Reyes”

sería la entrada del rey. Deberían llevar consigo “su bandera blanca con las

armas que sean, lanzas, flechas, cortantes, hondas, palos o piedras”. El

convocante, era supuestamente un indígena de nombre Mariano.

Independientemente de que el indio Mariano nunca fue encontrado, y

que el movimiento de integrantes de los cabildos indígenas de la zona hacia

Tepic, sí se dio, no deja de llamar la atención que la convocatoria a tomar Tepic

se dio mediante una “carta circular”, y en ella se concentraba la información

necesaria que daría lugar a una respuesta masiva, tanto por parte de las

comunidades que se decidieron a atender la convocatoria, como por parte de

las autoridades que sofocaron la intención, antes de que empezara.

El historiador Castro Gutiérrez (1991), en quien me baso para lo que

aquí expongo, hace notar que el cabildo indígena de Tepic mantenía una lucha

férrea contra los vecinos españoles de la misma ciudad, para que Tepic no

fuera declarado “villa”, hecho que le restaría muchas de las atribuciones que la

comunidad consideraba valiosas. Así, la noticia de la circular llevó a la

detención de los alcaldes de Xala de Abajo, de Tequepexpan. Las

averiguaciones dejaron en claro que habían tenido lugar distintas reuniones en

las que la toma de Tepic estaba planeada. El total de detenidos, llegó a casi

300. Luego se desató una epidemia de “dolor de costado”, de la que murieron

varios de los detenidos aunque los documentos consultados por Castro

Gutiérrez también sugieren que fueron asesinados. De acuerdo con el mismo

historiador, independientemente de que Mariano probablemente nunca existió,

Juan Hilario, el único detenido que aseguraba haber visto a Mariano, “tuvo la

habilidad de capitalizar una latente agitación social y una oculta efervescencia

milenarista… parece acertado aseverar que existía una creciente tensión social

en el área…” (pp. 362-363).

Para tratar de concluir.

Si bien sólo he mostrado un poco de lo que se escribió desde algunas

comunidades del occidente de México, considero que se pueden enunciar

algunas conclusiones preliminares sobre el uso de la escritura con alfabeto

latino hecha por individuos y comunidades durante la época colonial.

La escritura, para individuos o comunidades indígenas, en náhuatl o en

español, es un medio para dirigirse a cualquier persona, desde una autoridad

española, como el Consejo de Indias, tal y como lo hizo Tenamaztle, o a un

párroco, a un obispo, o para dirigirse a otras comunidades o autoridades

indígenas. Es un medio válido también para trascender, como lo es dictar un

testamento. El moribundo, hombre o mujer, sabe con certeza que lo que

plasma en el papel, independientemente de las fórmulas (“Aquí, en el pueblo

de…”, “Sepan todos aquellos quienes vean este papel…”), las palabras

registradas en el testamento, trascienden el momento de su enunciación y son

un medio para comunicar una voluntad, una decisión, cuya influencia es futura

y servirá tanto para que los familiares paguen las misas en su aniversario de

muerte, como para que los pocos o muchos bienes se conserven. Tener esa

certeza indudablemente daría tranquilidad al moribundo.

Por otra parte, la argumentación que se exhibe en muchos de los textos,

permite saber que en ellos se está librando una lucha y que la labor de quien

escribe, sea escribano de cabildo indígena, de cofradía o de otra instancia, es

en gran medida el responsable de que el documento o litigio cumpla su función

jurídica y llegue a buen fin.13

Como quiera que sea, a pesar de, al parecer, no existir una tradición de

elaboración de códices en el occidente, las comunidades indígenas hicieron un

uso continuo de la lectoescritura en alfabeto latino. Gracias a esto podemos

recuperar parcialmente sus voces, en nuestra búsqueda del palimpsesto, del

borrador original. Lo que queda claro, es que muchas de sus luchas se

13

He abordado el tema de los escribanos indígenas en Yáñez Rosales, 2010b.

trasladaron al texto, como la de Tenamaztle, y debemos recurrir a ellos para

entender el pasado e interpretar y actuar de manera más justa en el presente.

Archivos consultados: AGN, Archivo General de la Nación AMTZ, Archivo Municipal de Tlajomulco de Zúñiga FF-BPEJ, Fondo Franciscano de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco

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____________________ 2010b. “Escritura y pintura mesoamericanas en los

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Jalisco/Consejo Estatal para la Cultura y las Artes Jalisco, pp. 25-40.