entrenador de futbol de menores

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ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO X MÓDULO ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO PARA MEJORAR LA CAPACIDAD DE RENDIMIENTO DEPORTIVO REALIZACIÓN FISIOLÓGICOS FUNDAMENTOS FISIOLÓGICOS AUTOEVALUACIÓN 2011 DOCUMENTO OFICIAL “CURSO VIRTUAL ENTRENADOR DE FUTBOL DE MENORES” ENTRENADOR DE FÚTBOL DE MENORES MÓDULO X Semana 4

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ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO X MÓDULO

ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO PARA MEJORAR LA CAPACIDAD DE RENDIMIENTO DEPORTIVO

REALIZACIÓN FISIOLÓGICOS

FUNDAMENTOS FISIOLÓGICOS

AUTOEVALUACIÓN

2011

D O C U M E N T O O F I C I A L

“ C U R S O V I R T U A L

E N T R E N A D O R D E F U T B O L

D E M E N O R E S ”

ENTRENADOR DE FÚTBOL DE MENORES MÓDULO X – Semana 4

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MODULO X

1) ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO PARA MEJORAR LA CAPACIDAD DE RENDIMIENTO

DEPORTIVO

El deporte de alto rendimiento, por las elevadas exigencias que plantea a la capacidad de

carga psicofísica del deportista, necesita contar, para optimizar el proceso de

entrenamiento, con medidas que favorezcan la capacidad de rendimiento deportivo y los

procesos de regeneración posteriores a la carga.

En este sentido, los métodos de entrenamiento tradicionales disponen actualmente de un

eficaz complemento ofrecido por diversos métodos de entrenamiento psicológico.

Los métodos de entrenamiento psicológico se pueden subdividir en tres grupos

principales:

1. Métodos psicológicos para mejorar la regeneración y aumentar la capacidad de

rendimiento físico.

2. Métodos psicológicos para mejorar el aprendizaje de la técnica.

3. Métodos psicológicos para eliminar factores de distorsión psíquicos que influyen sobre

la capacidad de rendimiento deportivo.

1.1. ENTRENAMIENTO AUTÓGENO

El entrenamiento autógeno fue desarrollado a principios del siglo XX por I. H. Schulz, a

partir de la hipnosis. En contraposición con la hipnosis, no se trata aquí de una relajación

inducida desde fuera, sino de una autorrelajación mediante concentración, mediante la

autosugestión provoca un estado similar al del sueño: un estado de disminución de la

conciencia con relajación muscular óptima (Rosa, 1973).

Ámbito de aplicación

En el ámbito deportivo, el entrenamiento autógeno desempeña sobre todo un papel

importante en cuanto a la recuperación y la regeneración de las potencialidades físicas y

3

psíquicas del deportista que ha estado sometido a situaciones de carga extrema en la

competición y que se ve obligado a superar lo antes posible los estados de agotamiento

físico y de hiperexcitación psíquica.

Realización y fundamentos fisiológicos

El punto de vista de la psicología del aprendizaje supone un gran apoyo para asegurar el

éxito. El acceso al nivel inferior del entrenamiento autógeno, es de una importancia

fundamental en el ámbito deportivo, se consigue mediante fórmulas de autosugestión

como “estoy muy tranquilo”, etc. A continuación describiremos los ejercicios del nivel

inferior:

Ejercicio de la pesadez:

Fórmula: “el brazo derecho es muy pesado”.

Procesos fisiológicos. En este ejercicio se da prioridad de forma consciente al brazo

derecho, la mayoría de las personas son diestras, pues en la corteza cerebral de la

zona precentral (que contiene las áreas motoras) la mano derecha está

especialmente representada y de su área puede partir una irradiación extensa

hacia otras áreas corticales. La sensación de pesadez se explica por el descenso del

tono muscular y se constata de forma objetiva mediante registros

electromiográficos.

Ejercicio del calor:

Fórmula: “el brazo derecho está muy caliente”.

Procesos fisiológicos. Al descenso del tono muscular va asociado el descenso del

tono vascular. De esta forma se produce una dilatación de los vasos, con el

consiguiente aumento de la temperatura de la piel, que provoca la sensación de

calor. En paralelo a este proceso tiene lugar un descenso de la frecuencia cardíaca

y de la presión sanguínea, que influye también favorablemente sobre la capacidad

de relajación y de recuperación.

Ejercicio del corazón y el pulso:

Fórmula: “la pulsación del corazón es tranquila y vigorosa”.

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Procesos fisiológicos. Con este ejercicio se continúa y profundiza la relajación el

corazón, inducida ya en el ejercicio del calor. La tendencia al descenso de la

frecuencia cardíaca se encuentra en relación positiva con el proceso de la

relajación completa, con la ayuda del entrenamiento autógeno, el sujeto sometido

al ejercicio tiene que liberarse por completo de esquemas mentales de

rendimiento y distanciarse, concentrándose en la autorrelajación, de las

condiciones del entorno. Por ello el aprendizaje del entrenamiento autógeno

debería tener lugar en un momento de tranquilidad interior y de ausencia de

conflictos psíquicos, y no en un momento de gran tensión interna.

El entrenamiento autógeno exige un ejercicio sistemático y rítmico, planificado con

rigor en la secuencia diaria y convertido por tanto en una costumbre. Rosa (1973)

habla de la formación de un “estereotipo temporal en el transcurso del paso a una

situación de reacción trofotrópica.

Ejercicio de la respiración:

Fórmula: “la respiración es tranquila y regular”.

Procesos fisiológicos. En este ejercicio la prolongación de la espiración mejora

también la relajación, pues el aire espirado induce una relajación muscular, sobre

todo en la musculatura de las extremidades (Strohmeier 1981).

Ejercicio de los órganos del vientre:

Fórmula: “El calor fluye por el plexo solar”.

Procesos fisiológicos. El aumento del riego sanguíneo en los órganos abdominales,

debido a la autorregulación, provoca una nueva relajación psicovegetativa, con

una regulación simultánea de la producción de jugos gástricos. La consecuencia es

una mayor movilidad del intestino y un transcurso de la digestión sin alteraciones.

Además, el ejercicio del plexo solar se caracteriza por una descarga de sangre en la

cavidad abdominal (Hoffmann, 1982).

Ejercicio de la frente:

Fórmula: “Frescor agradable en la frente”.

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El ejercicio de la frente, con su fórmula de “frescor agradable en la frente”,

contrasta con el estado general del cuerpo durante el entrenamiento autógeno,

que se caracteriza por una experiencia de calor (Schultz, 1979).

Procesos fisiológicos.

Para la autorregulación de estados psíquicos y vegetativos se utiliza la palabra, la fórmula

de sugestión. De esta manera se puede activar o amortiguar determinadas funciones del

organismo mediante el segundo sistema de señales, influyendo así sobre los

correspondientes estados psíquicos (Cernikova/Daskevic, 1972, Eberspächer, 1982).

El nivel inferior tiene como objetivos principales relajar la musculatura y paralelamente,

amortiguar la excitabilidad de las estructuras nerviosas; como consecuencia del ejercicio

mejora en general la regeneración psíquica y se acelera la regeneración psicofísica. Al

nivel inferior le sucede normalmente el nivel superior, en el que se plantean tareas de

meditación: vivencias de colores, formas, otras personas o el inconsciente. El nivel

superior, con su objetivo de regeneración óptima en un tiempo mínimo, apenas resulta

practicable en el ámbito del deporte.

El tiempo de aprendizaje del entrenamiento autógeno se sitúa entre 2 y 3 meses y el

tiempo de ejercicio diario no debe superar al principio los 10 minutos. Hasta que no se

consiga realmente el objetivo de un ejercicio, por ejemplo, la sensación de pesadez, no se

debería pasar al siguiente ejercicio. Al final de cada sesión de entrenamiento autógeno se

produce la “retirada”, esto es, la desconexión del estado de relajación pasando al estado

de vigilia habitual, con fórmulas como: “brazos firmes”; dicha desconexión va

acompañada de breves ejercicios.

1.2. VENTAJAS Y LÍMITES DEL ENTRENAMIENTO AUTÓGENO

El dominio del entrenamiento autógeno permite en poco tiempo eliminar o reducir la

fatiga corporal y disolver tensiones emocionales.

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Los 5 minutos de recuperación mediante el entrenamiento autógeno ejercen, según

Genova (1971), una influencia mayor sobre la regeneración de las funciones psíquicas que

una hora de recuperación sin entrenamiento autógeno.

El entrenamiento autógeno puede ser muy útil también en los momentos previos a la

competición, en la situación previa a la salida; si esperamos durante mucho tiempo una

salida importante, la tensión emocional prolongada puede originar una fatiga nerviosa

pronunciada, que “acidifica” al deportista ya antes del inicio de la competición

propiamente dicho.

El entrenamiento autógeno nos ayuda a evitar esta situación.

No obstante, la práctica del entrenamiento autógeno no resulta idónea en todos los casos.

Cernikova/Daskevic (1972) señalan la inadecuación del uso deportivo de los textos del

entrenamiento autógeno elaborados para la práctica médica, cuyo objetivo es una

relajación y tranquilidad profundas sin consecuencias; dichos textos pueden provocar

incluso una pérdida de la capacidad de rendimiento en la competición, pues la relajación

total previa se mantiene durante un tiempo largo y origina en determinadas

circunstancias una laxitud física y psíquica.

Así pues, después del entrenamiento autógeno se necesita la correspondiente activación

del deportista. El entrenamiento autógeno no consigue un éxito rápido en todos los

deportistas, pues el tiempo de aprendizaje puede ser relativamente largo dependiendo de

las particularidades individuales.

Si el entrenamiento autógeno se domina de forma incompleta, se aprende bajo la presión

del rendimiento y se practica de forma esporádica suele ser ineficaz, pues la facilitación y

la automatización de los reflejos condicionados y el influjo mutuo de ejercicio y fórmula

no se encuentran consolidados aún o se han perdido ya.

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1.3. FORMAS EMPARENTADAS CON EL ENTRENAMIENTO AUTÓGENO

Relajación muscular profunda

La relajación muscular profunda es conocida como relajación neuromuscular, como

entrenamiento de relajación y como relajación muscular progresiva, y fue desarrollada por

E. Jacobson. En sus efectos, la relajación muscular profunda es similar al entrenamiento

autógeno, pero sus objetivos no son tan elevados como los planteados en el nivel superior

de este último método. El influjo de la relajación muscular profunda mejora la

regeneración psíquica y elimina factores de distorsión psíquicos (por ejemplo, el miedo);

por ello, dentro de los métodos de entrenamiento psicológico mencionados, podemos

clasificarla tanto en el primer grupo: esternón, diafragma, plexo solar, arteria aorta,

ombligo; como en el tercero. En contraposición con el entrenamiento autógeno, la

relajación muscular profunda se aprende con relativa velocidad; para explicar los

conocimientos básicos no necesitamos más de 2 horas; posteriormente basta con varias

repeticiones breves.

La duración de la relajación muscular profunda se sitúa en unos 10 minutos.

El entrenamiento de la relajación muscular profunda produce los siguientes efectos en los

ámbitos físico y psíquico (Buchmann, 1974):

Eliminación o atenuación de los trastornos del sueño.

Alivio o eliminación de dolores existentes por elevación del umbral del dolor.

Alivio o eliminación de estados anímicos desagradables (miedo, etc.).

Aumento general de la tolerancia frente al estrés.

Normalización de diferentes funciones corporales (descenso de la tensión arterial y

de la frecuencia cardíaca, sedación nerviosa, etc., igual que con el entrenamiento

autógeno).

Aumento del riego sanguíneo de la musculatura en su conjunto.

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Realización

La toma de contacto con la relajación muscular profunda tiene lugar mediante

inspiraciones y espiraciones tranquilas y prolongadas.

A continuación se tensan sucesivamente, de forma consciente, lenta pero intensa, todos

los grupos musculares del Tono en reposo* “Estoy completamente, Tranquilidad general

tranquilo” de cuerpo y psique.

1. Ejercicio de pesadez “El brazo derecho (izquierdo) Relajación muscular, Pueden ocurrir

descargas está muy pesado” tranquilidad general autógenas de todo tipo, reacciones

debidas a la reducción de la carga.

2. Ejercicio de calor “El brazo derecho (izquierdo) Vasodilatación, Descargas autógenas

está muy caliente” tranquilidad.

3. Ejercicio del corazón “El corazón late de forma Normalización del trabajo Descarga

autógena muy tranquila y regular” del corazón, (fin de la sensación de tranquilidad

aprensión y expectativa).

4. Ejercicio respiratorio “Respiración totalmente Armonización de la (como arriba)

tranquila (y regular)” respiración, tranquilidad.

5. Ejercicio del abdomen “El calor fluye por el plexo Relajación y armonización (como

arriba), (plexo solar) solar (abdomen)” de todos los órganos abdominales, tranquilidad.

6. Ejercicio de la cabeza “Frescor agradable Cabeza fresca, clara, Descargas autógenas, en

la frente” relajación vascular ocasionalmente dolor en la cabeza, de cabeza y vértigo,

tranquilidad

* El tono en reposo sólo puede obtenerse en determinadas condiciones, por ejemplo,

durante ejercicios autónomos; según Schultz, este tono vale como “indicador” para

orientar el entrenamiento.

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1.4. TIPO Y FÓRMULA DE EJERCICIO, EFECTOS Y SÍNTOMAS DEL NIVEL INFERIOR DEL

ENTRENAMIENTO AUTÓGENO (LINDEMANN, 1974,):

El cuerpo se relaja de nuevo. La sucesión que conviene mantener, grosso modo, es la

siguiente: nuca, manos, brazos, piernas, pelvis y musculatura de la parte inferior de la

espalda, nalgas y rostro.

Fundamentos fisiológicos

La respiración profunda que precede al ejercicio y la relajación de la musculatura en su

conjunto, que provoca un descenso de la frecuencia cardíaca, aumenta la tendencia al

sueño. Posteriormente, después de la marcada tensión y relajación muscular, desciende

también la actividad eléctrica en los diferentes fascículos musculares y en sus

correspondientes nervios, y las interacciones de músculos, nervios y cerebro provocan una

disminución de las actividades cerebrales, lo que constituye un requisito previo para la

capacidad de relajación.

El incremento del riego sanguíneo tiene que ver con la fuerte tensión muscular y con la

posterior relajación, debido a la dilatación de los vasos sanguíneos. La amortiguación de

los estados dolorosos se basa en el hecho de que el organismo normalmente despierto, en

tensión, que reacciona normalmente con gran velocidad e intensidad ante los estímulos

dolorosos, no percibe en el estado de relajación profunda el mismo dolor con la misma

intensidad.

Los estados de miedo, etc., se reducen o desaparecen por el efecto de una inhibición

condicionada; la posterior terapia del comportamiento parte del hecho de que las

tendencias reactivas indeseadas, basadas en su mayoría en el miedo, no pueden

mantenerse en presencia de una relajación profunda. La relajación muscular profunda

produce una relajación de este tipo y permite por tanto limitar y eliminar el miedo. El

proceso discurre, según Buchmann (1974), de la siguiente manera: el acoplamiento,

repetido con frecuencia, de relajación fisiológica y excitación psíquica produce la

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reducción o la desaparición de las formas de reacción indeseadas. La ventaja de la

relajación muscular profunda frente al entrenamiento autógeno radica no sólo en la

facilidad de su aprendizaje, sino sobre todo en la posibilidad de aprender esta forma de

entrenamiento también en un momento de tensión psíquica.

Con la tensión muscular aplicada al principio se eliminan los excedentes de energía y de

adrenalina y con la posterior relajación se crean, como consecuencia del descenso de la

frecuencia cardíaca y de la tensión arterial, las condiciones para una tranquilidad psíquica.

En determinadas circunstancias, la intención de “estar muy tranquilo”, formulada por el

entrenamiento autógeno, no resulta suficiente para una amortiguación real.

Otra ventaja de la relajación muscular profunda se basa en el hecho de que el aprendizaje

del contraste “tensión-relajación” contribuye a una mejora de la percepción

propioceptiva, e influye por tanto positivamente sobre el proceso del entrenamiento

(Stützle, 1981).

Dependiendo de las características individuales en los momentos previos al arranque de la

competición, Kemmler (1973) propone como límite para la práctica de la relajación

muscular profunda un tiempo de entre 60 y 20 minutos antes de dicho arranque. No

conviene superar dicho límite por debajo, pues un margen demasiado corto entre la

relajación y el arranque de la competición es un factor de disminución del rendimiento.

ENTRENAMIENTO PSICORREGULADOR

El entrenamiento psicorregulador según Gissen se deriva igualmente del entrenamiento

autógeno. Figura entre los procedimientos de relajación, movilización y consta por tanto

de una parte de sedación y otra de activación, cuyo contenido básico depende de los

rasgos de la personalidad del deportista y de la tarea que le espera. En principio, el

relajación muscular profunda intenta aprovechar de forma óptima el paso a la inmersión

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autógena, provocada por el descenso del flujo de información y por la consolidación de

una relajación muscular, garantizando así la mejor disposición posible al rendimiento por

parte del deportista (Gissen, 1973). Además del entrenamiento autógeno, en el

entrenamiento psicorregulador se utiliza también la forma de entrenamiento ideomotor.

2. REALIZACIÓN FISIOLÓGICOS

El entrenamiento psicorregulador, que se practica de modo preferente en la postura del

cochero (Gissen, 1973), se basa en su primera parte en los principios elementales del

entrenamiento autógeno, si bien no se utilizan los ejercicios de la pesadez y del frescor en

la frente.

El estado de inmersión se consigue mediante cinco grupos de diez fórmulas cada uno, que

por la claridad de sus representaciones visuales producen los siguientes efectos (Gissen,

1973):

1er grupo de fórmulas: tranquilidad y concentración sobre sí mismo.

2o grupo de fórmulas: relajación de los brazos.

3er grupo de fórmulas: relajación de las piernas.

4o grupo de fórmulas: relajación del tronco.

5o grupo de fórmulas: regulación respiratoria y cardíaca.

Dentro de los grupos de fórmulas, la atención se dirige en un primer momento hacia la

parte del cuerpo en cuestión, después al proceso que se inicia, y finalmente se constata la

conclusión del proceso con la tranquilidad que se irradia.

Después de la parte de relajación, la continuación del entrenamiento psicorregulador

depende del efecto deseado del ejercicio.

Si se busca una regeneración rápida del organismo después de una carga física, se

prolongan los ejercicios de sedación.

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Si el deportista tiene que llegar a un nivel de tensión óptimo para dominar las exigencias

inminentes de entrenamiento o de competición, se pasa a la segunda parte propiamente

dicha del entrenamiento psicorregulador, la movilización. Además de la aplicación sencilla

del entrenamiento psicorregulador, Gissen (1973), plantea un método cíclico, que supone

una continuación de las fases de sedación y movilización en el sentido de un ejercicio

doble. La ventaja de dicho método consiste, según Gissen, en la mayor eficacia

conseguida, sobre todo, en la segunda fase de sedación. Varios estudios de las reacciones

psicogalvánicas de la piel demuestran el intenso grado de relajación al que se llega en esta

fase.

Durante la fase de relajación del entrenamiento psicorregulador se producen reacciones

similares a las originadas por el entrenamiento autógeno, esto es, el paso a una fase

trofotrópica (enfocada hacia la recuperación), junto con un descenso de la frecuencia

cardíaca, de la tensión arterial y del tono muscular. En la fase de movilización

encontramos un aumento de la simpaticotonía y por tanto, una mayor disposición al

rendimiento (cf. Gissen, 1973).

La eficacia del entrenamiento psicorregulador en el ámbito deportivo se basa en los

siguientes puntos (Gissen, 1973):

Aceleración de los procesos de regeneración después de las cargas deportivas.

Reducción de la caída del rendimiento con carga estática y dinámica por utilización

del entrenamiento psicorregulador.

Mejora de la capacidad de rendimiento psíquico, descenso del número de errores y

mantenimiento de la atención.

Efecto desensibilizador en relación con factores de distorsión psíquicos.

Eliminación de trastornos del sueño.

Eliminación de estados de sobreexcitación y de apatía antes y después de la

competición.

Seguridad de un rendimiento estable en la competición.

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Así pues el entrenamiento psicorregulador, con sus numerosas variaciones, es un método

aplicable de múltiples maneras en el deporte.

2.1. ENTRENAMIENTO PSICOTÓNICO

El entrenamiento psicotónico es una forma de entrenamiento que sirve, según Thierry

(1972), para incrementar la disposición al rendimiento deportivo. Para ello se influye

sobre el tono muscular con la ayuda de ejercicios del nivel inferior del entrenamiento

autógeno. Con el descenso del tono muscular se debe conseguir una amortiguación del

nivel de excitación psicofísica; el ahorro de energía muscular y nerviosa que se obtiene

beneficiaría la capacidad de rendimiento deportivo.

Se puede ver que esta forma no presenta diferencias sustanciales con el entrenamiento

autógeno y que se basa en los mismos mecanismos fisiológicos, si bien se concentra en la

influencia selectiva sobre el tono muscular.

MÉTODO DE RELAJACIÓN-ACTIVACIÓN Y TERAPIA ACTIVA

Con el método de relajación-activación se trata, según Schmidt (citado en Kemmler,

1973), de un enfoque psicorregulativo que ayuda al deportista a liberarse del exceso de

estrés originado por cargas psíquicas, sin sufrir no obstante pérdidas en su dinámica de

rendimiento.

El método consta de una combinación de ejercicios de relajación y ejercicios de tensión,

dosificados con vistas a la competición. El programa de ejercicio discurre en tres fases:

Relajación y distensión de la musculatura (ejercicios del nivel inferior del

entrenamiento autógeno).

Reposo y regeneración de las fuerzas.

Estimulación y activación mediante formulación de una serie de intenciones.

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Con la terapia activa estamos, según Frester (citado en Kemmler, 1973), ante un método

muy próximo al método de relajación-activación, y vinculado también estrechamente al

entrenamiento autógeno. El programa de ejercicios discurre asimismo en tres fases:

Relajación (nivel inferior del entrenamiento autógeno)

Transición y activación mediante formulación de intenciones.

Gimnasia de impulsos. (animación, estimulación).

Después del ejercicio global predominan los síntomas de un nivel reducido de los máximos

de excitación. Así se consigue una forma de trabajo más económica del Sistema Nervioso

Central y un mejor comportamiento de los circuitos reguladores (Frester, citado en

Kremmler, 1973).

2.2. ENTRENAMIENTO MENTAL

Kunze (1971) clasifica los métodos de entrenamiento mental en función del tipo de

recepción y procesamiento de la información y distingue al entrenamiento mental de los

entrenamientos de observación, verbal y práctico.

Subdivide el entrenamiento mental, en entrenamiento subvocal, entrenamiento de

percepción de la información poco perceptible y el entrenamiento ideomotor.

El entrenamiento subvocal y el entrenamiento de percepción de la información poco

perceptible se pueden regular desde fuera en mayor o menor medida (mediante fórmulas

o imágenes determinadas relacionadas con la secuencia motora óptima) y constituyen una

realización del valor ideal; en cambio, con el entrenamiento ideomotor disponemos de

una indicación de valor ideal y otra de valor real. La realización del valor real se produce

siempre que la representación motora se asocia a un modelo motor disponible. Por su

parte, la realización del valor ideal en el entrenamiento ideomotor aparece con el modelo

de entrenamiento mental.

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Por entrenamiento mental entendemos el aprendizaje o la mejora de una secuencia

motora mediante representación mental intensiva, sin el acompañamiento del ejercicio

real (Volkamer, 1972).

Formas del entrenamiento mental

El entrenamiento mental se encuentra, según Fetz (1979), en el mismo nivel que el

entrenamiento práctico, y se divide en las llamadas “formas de ejercicio mental”, el

entrenamiento de información verbal, el entrenamiento ideomotor y el entrenamiento de

observación.

Ejercicio motor (entrenamiento)

Ejercicio práctico (entrenamiento), Ejercicio mental (entrenamiento), Ejercicio de

información verbal, Ejercicio ideomotor Ejercicio de observación, Información escrita,

Información verbal, Demostración del movimiento, Imágenes Símbolos (abstracciones).

Sin movimiento no está consolidado plenamente (cf. Fetz, 1979). De esta manera, la

realización del valor real en este tipo de entrenamiento sirve para estabilizar un

movimiento, mientras que la realización del valor ideal incluye siempre un componente de

aprendizaje, mejora o reaprendizaje (cf. Kremer, 1985).

Realización

Como en todos los métodos de entrenamiento, las condiciones de aprendizaje óptimas en

el entrenamiento mental optimizan los efectos del entrenamiento. Así, la eficacia del

entrenamiento mental depende en gran medida de factores internos y externos.

Condiciones internas

Como condiciones importantes para el éxito del entrenamiento mental, podemos señalar

la actitud positiva, el fomento de la motivación y la actitud del deportista frente a los

procesos mentales concentrados que le aguardan (Frester, 1972), propone apoyar la

motivación informando sobre los fundamentos del entrenamiento mental y sobre

ejemplos felices de su aplicación.

Se debe desactivar la ambición excesiva y todo tipo de compulsión. La disposición a la

representación mental, y por tanto el éxito del ejercicio, aumenta en estados de

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relajación. La relajación puede inducirse mediante procedimientos psicorreguladores

como el entrenamiento autógeno y la relajación muscular progresiva y también mediante

música tranquila (Frester, 1984).

Knab (1989,) propone, entre otras medidas, gimnasia respiratoria y de impulsos

(estiramiento dinámico) como intervención relajante antes del entrenamiento mental

propiamente dicho, mientras que Porter/Forster (1987) mencionan además la meditación,

el masaje y el baño de flotación. El resultado de los experimentos de Kemmler (1973)

demuestra la especial eficacia, ya mencionada, del entrenamiento mental asociado a una

relajación previa. En estado de relajación el deportista dispone de mayor facilidad para

organizar una representación mental fiel a la realidad; los tiempos de carrera en el

entrenamiento mental se corresponden en mayor medida con los tiempos concretos.

Otro requisito para el éxito del entrenamiento mental es la representación exacta del

valor ideal óptimo en el deportista (Fetz, 1988). Ésta puede crearse mediante descripción

verbal, series de imágenes, grabaciones de vídeo, etc. Dado que el entrenador no puede

intervenir en la secuencia del ejercicio en el sentido de su regulación, el deportista tiene

que acostumbrarse, según Volkamer (1972), al trabajo autónomo para asegurar el éxito

del ejercicio.

Condiciones externas

Las condiciones externas del entrenamiento mental están determinadas sobre todo por el

criterio de la limitación de estímulos externos.

El sujeto que lo practica tiene que estar protegido frente al ruido, la luz agresiva, el calor o

el frío excesivos, etc. (Volpert, 1976).

2.3. ENTRENAMIENTO IDEOMOTOR

(Ejecutado por uno mismo en la imaginación). Como muestran los estudios de Ratov y

cols. (1981), la postura corporal adoptada es un criterio decisivo para la eficacia del

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entrenamiento mental; la imagen electromiografía de la musculatura en cuestión durante

la representación mental sólo se corresponde con la imagen de la ejecución real en

postura de bipedestación, no en postura de decúbito.

En el entrenamiento mental, el control de la realización correcta a cargo del entrenador

sólo es eficaz en un grado limitado; por ello deben adoptarse medidas que favorezcan el

control propio en el deportista. Este objetivo puede lograrse mediante una elaboración en

común del programa de entrenamiento mental (Frester, 1984).

El entrenamiento mental, propiamente dicho debería ir precedido, como ya hemos

indicado– de una fase de relajación, para facilitar la inmersión y aumentar la capacidad de

concentración.

Para ello se puede utilizar el entrenamiento autógeno y otras técnicas de relajación. Para

que su práctica resulte eficaz, el aprendizaje del entrenamiento mental debe transcurrir

de acuerdo con unas pautas. Por ello un buen programa de entrenamiento mental ocupa

necesariamente un cierto período de tiempo.

En relación con el entrenamiento mental, Frester (1984) propone un procedimiento en

cinco fases:

1. Entrenamiento autógeno.

2. Actualización del valor ideal mediante demostración óptica.

3. Entrenamiento ideomotor.

4. Imitación práctica de la secuencia motora.

5. Realización práctica de la secuencia motora en su conjunto.

El esquema de Frester debe efectuarse en un solo día; en cambio, la propuesta de Steiner

(1985, 229) consiste en un esquema de varios días.

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El entrenamiento psicorregulador básico debe mejorar las condiciones psicofisiológicas

que potencian la eficacia del entrenamiento mental. Se practica durante un mínimo de 6

semanas antes de comenzar con el entrenamiento mental básico (Steiner, 1985). En la

fase de la integración se acoplan ambos procedimientos y sólo después de una clara

representación del movimiento.

Si no disponemos de una representación mental del movimiento como resultado de

experiencias motoras anteriores del deportista, podemos establecer un valor ideal con la

ayuda de la información verbal y/o la percepción visual; asimismo, la realización propia del

movimiento nos proporciona una representación motora clara y extensa (Tiwald, 1972).

Para elegir las formas de ejercicio mental y sus contenidos conviene distinguir si el

entrenamiento mental se practica para una adquisición nueva, para la consolidación o

para el mantenimiento de una secuencia motora o para la corrección de un movimiento

erróneo, esto es, si el deportista dispone o no de una cierta representación mental del

movimiento y si existen ya enfoques erróneos de dicha representación mental. Existen

además otros factores que desempeñan un papel importante, como el estadio del

desarrollo, el nivel actual del aprendizaje, la capacidad de asimilación, los recursos

verbales, etc.

Esta fase se inicia la fase de la adaptación situacional. La unidad formada por los

entrenamientos psicorregulador y mental se integra aquí en el proceso de entrenamiento

práctico. Finalmente, la aplicación en la competición constituye la última etapa de este

esquema (Steiner, 1985) recomienda para el entrenamiento mental un esquema

compacto en tres bloques.

En primer lugar debe aplicarse una técnica de relajación; a continuación se practica,

mediante representaciones mentales motoras, el entrenamiento propiamente dicho y

finalmente se pone en práctica el movimiento, para garantizar un análisis y una evaluación

de su ejecución.

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2.4. EL ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO DE KARLSRUHE

Parece tener en cuenta todos los resultados de la investigación sobre el entrenamiento

mental.

El entrenamiento psicológico de Karlsrube se efectúa también durante varias semanas. En

el programa básico el deportista aprende tres procedimientos de psicorregulación. La

versión breve no se utiliza hasta que no se han estabilizado las reacciones psicofísicas con

la ayuda del programa largo (Förster, 1990).

En el programa elegido, el deportista se decide por el procedimiento que, de forma

subjetiva, percibe como más eficaz en relación con la psicorregulación. Para el

entrenamiento mental propiamente dicho se le proporcionan herramientas auxiliares

escritas, como instrucciones precisas sobre el ejercicio y textos sobre el movimiento.

Finalmente, el entrenamiento mental se aplica en la forma de programas cortos.

Como ocurre con el método de Steiner, también aquí se integra primero en el

entrenamiento y después en competiciones preparatorias antes de incluirlo en

competiciones normales (Förster, 1990).

Dependiendo de la forma de entrenamiento mental utilizada, el deportista comienza a

representarse la secuencia de movimientos de una tarea. Las indicaciones específicas del

entrenador deberían darse antes del inicio del entrenamiento mental, pues las

informaciones sobre la secuencia motora que se facilitan durante el entrenamiento

mental tienen un efecto más bien perjudicial respecto a su eficacia (Frester, 1984).

Durante la realización del entrenamiento mental es importante que la secuencia mental

discurra con fluidez, sin aferrarse a una parte determinada del movimiento. Si aparecen

representaciones motoras poco claras o erróneas, se ha de interrumpir el entrenamiento

mental, pues de no ser así puede estabilizarse una imagen errónea del movimiento.

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La inmersión en el entrenamiento mental puede facilitarse con el programa en tres etapas

de Kemmler (1973):

Verbalización de la secuencia motora en su conjunto.

Observación de una demostración tomada como modelo (película, etc.).

Preparación del programa:

Análisis de tareas, de problemas.

Elaboración de programas: Referidos a la persona.

Referidos a la situación:

Motivación/actitud.

Realización del programa:

A. Entrenamiento básico:

Entrenamiento psicorregulador básico.

Entrenamiento mental básico.

B. Fase de la integración:

Acoplamiento sistemático de entrenamiento psicorregulador.

Entrenamiento mental:

C. Fase de la adecuación situacional en:

Entrenamiento

Competición

Realización de la secuencia motora coherente y conforme a la representación

mental, teniendo en cuenta especialmente las sensaciones corporales que

acompañan dicha secuencia (sensaciones cinestésicas) y las dificultades técnicas

específicas que existen en la estructura del movimiento.

3. FUNDAMENTOS FISIOLÓGICOS

El efecto Carpenter desempeña un papel especialmente importante en el entrenamiento

mental; la representación mental intensa del movimiento produce una excitación central

del área cortical motora del cerebro y por tanto, una serie de microcontracciones de los

músculos (Kohl/Krüger, 1972).

21

Por ello no es de extrañar que durante la representación mental de movimientos se

constate una intensificación del metabolismo gaseoso, una aceleración de la respiración y

la frecuencia cardíaca, un aumento de la tensión arterial, una mayor sensibilidad de la

visión periférica y una mayor excitabilidad de los nervios periféricos.

Como muestran varios estudios electroencefalográficos, durante la representación mental

de movimientos se produce un incremento de las interacciones intercerebrales; durante el

entrenamiento mental aumentan en el adulto en un 20-30 % y en el deportista joven,

sólo en un 10-15 %. En el no deportista o en el principiante aparecen bastantes menos

interacciones en el electroencefalográficos (Smieskol, 1973).

En una comparación con el entrenamiento de percepción de informaciones poco

perceptibles se pudo ver que la representación mental del propio movimiento generaba

una mayor actividad de las áreas motoras, mientras que la representación mental del

movimiento de otra persona estimulaba más el área óptica.

Por ello, en el entrenamiento de percepción de informaciones poco perceptibles hemos

de contar con una mayor importancia del analizador óptico.

La observación repetida de vídeos, series de imágenes, demostraciones de los

movimientos, etc., provoca en el Sistema Nervioso Central la formación de “huellas” que

aceleran la facilitación de modelos de coordinación motora. En la práctica del

entrenamiento se debería tener en cuenta que las fases iniciales y final del movimiento

mostrado, así como las fases de tensión máxima, consiguen el efecto de inducción

máximo (Kohl/Krüger, 1972).

Dado el estrecho acoplamiento entre la ejecución real y la representación ideomotora de

un movimiento, el objetivo del entrenamiento debe ser maximizar los procesos de

22

desarrollo técnico y estabilización mediante una alternancia óptima entre entrenamiento

práctico y mental.

Importante. Por lo general, el ritmo de la visualización en el entrenamiento mental debe

coincidir con la velocidad en el entrenamiento activo. En este sentido, la eliminación de

errores técnicos automatizados constituye una excepción: aquí se recomienda ejecutar el

movimiento “a cámara lenta”.

Lo mismo se aplica para secuencias motoras muy complicadas.

3.1. MOMENTO ÓPTIMO DE REALIZACIÓN Y DE APLICACIÓN DEL ENTRENAMIENTO

MENTAL

No se puede indicar valores unitarios para el tiempo de ejercicio ni para el número de

repeticiones. Sólo existe unanimidad entre los diferentes autores cuando indican la

conveniencia de practicar el entrenamiento mental con la máxima regularidad posible

para que éste resulte eficaz (Loehr, 1988).

El entrenamiento mental se debería practicar, según Syer/Connolly (1987), diariamente y

siempre en el mismo momento, siendo la duración aconsejada de entre 5 y 10 minutos.

Debido a la fatiga intensa que producen las elevadas exigencias del entrenamiento mental

en cuanto a concentración y a capacidad de representación, la duración de un

entrenamiento de este tipo no debería superar, según Ter-Ovanesian (1971), un tiempo

de entre 2 y 3 minutos. En el transcurso de un día, en su opinión, puede entrenarse varias

veces de forma mental, centrándose el ejercicio, sobre todo el de tipo ideomotor, en

detalles del movimiento difíciles de registrar (Ter-Ovanesian, 1971).

El número de repeticiones depende del estado momentáneo del aprendizaje del

deportista y del grado en que se domine la tarea. Además, la duración y el número de

repeticiones dependen en gran medida de la madurez, del interés y de la capacidad de

concentración del deportista (Frester, 1984).

23

3.2. FACTORES INTRAPERSONALES QUE INFLUYEN SOBRE LA EFICACIA DEL

ENTRENAMIENTO MENTAL:

Edad

Como se sabe, la eficacia del entrenamiento mental aumenta con la edad.

No obstante, el aumento de la capacidad de rendimiento en el entrenamiento mental no

presenta una trayectoria lineal. La mayor tasa de crecimiento se sitúa entre los 11,9 y los

13,9 años (Walther, 1972). Así pues, el entrenamiento mental parece ser escasamente

viable como sustituto del entrenamiento práctico hasta los 13 años de vida.

Frente a este punto de vista, Rapp y Schoder ven posible la práctica del entrenamiento

mental en la edad preescolar. Los resultados experimentales de Förster (1990)

demuestran igualmente que un programa de entrenamiento psicológico se puede

plantear con éxito también a atletas jóvenes. Los sujetos jóvenes del experimento

practicaron, en general, el entrenamiento mental con mayor frecuencia que los de más

edad.

Inteligencia

Según los estudios de Jessen (1972), la capacidad para entrenar de forma mental parece

estar en correlación positiva con la inteligencia. En cambio, Stark (citado en Volkamer,

1972) y Buchmeier (1975, 135) piensan que sólo se necesita un cierto grado de

inteligencia para analizar correctamente un movimiento y por tanto, para reproducirlo

mentalmente de manera parecida a la realidad.

Experiencia motora

Los estudios de Clark (citado en Volkamer, 1972), acerca del entrenamiento mental como

factor de mejora del rendimiento en habilidades motoras muestran que, en atletas

avanzados y experimentados, este método es casi tan eficaz como el entrenamiento

práctico, mientras que en principiantes el éxito del ejercicio se debe sobre todo al

24

entrenamiento práctico. A modo de resumen se hace una valoración de las ventajas e

inconvenientes del entrenamiento mental.

Ventajas del entrenamiento mental:

El entrenamiento mental acorta los tiempos de aprendizaje para la adquisición de

técnicas deportivas.

El ejercicio mental de una secuencia motora aumenta la estabilidad de una

habilidad motora.

El entrenamiento mental entrenamiento mental aumenta la precisión y por tanto,

también la velocidad de ejecución de un movimiento.

El entrenamiento mental permite frecuencias de repetición relativamente

elevadas por unidad de tiempo, favoreciendo así el ahorro de energía.

En modalidades cuyo entrenamiento requiere un gasto elevado o una organización

compleja, el entrenamiento mental ofrece una posibilidad de economización.

La utilización del entrenamiento mental ha demostrado su utilidad sobre todo en

los descansos por lesión, pues se mantiene la representación mental del

movimiento y se limitan los procesos de atrofia.

El entrenamiento mental se puede utilizar para simular situaciones previas al

arranque y situaciones de competición; de esta manera el atleta afronta la

competición con menos carga, pues en su representación mental ya ha recorrido

varias veces la secuencia.

El entrenamiento mental se pude utilizar como medida complementaria del

calentamiento, lo que acorta los tiempos de éste (ahorro de energía).

El entrenamiento mental ha demostrado su eficacia en modalidades con tiempo de

entrenamiento limitado (ocupación de polideportivos o instalaciones).

El entrenamiento mental permite estudios “mentales” a cámara lenta,

permitiendo así mejorar la representación mental, sobre todo de las secuencias

motoras técnicamente difíciles.

25

El entrenamiento mental se puede utilizar con provecho en modalidades con

riesgo elevado de lesiones.

El entrenamiento mental reduce el miedo en modalidades arriesgadas desde el

punto de vista de las lesiones, pues la representación mental intensa del

movimiento permite reconocer y por tanto practicar mejor, elementos motores

no registrados aún con seguridad.

El entrenamiento mental favorece la corrección de técnicas motoras aprendidas

de forma errónea, pues con su representación mental repetida los esquemas

motores antiguos se relajan y se pueden programar otros nuevos.

Límites del entrenamiento mental:

El efecto del entrenamiento mental depende de la experiencia motora y de la

intuición clara del movimiento, de modo que antes de los 12 años de vida apenas

resulta aplicable.

El entrenamiento mental no es apropiado en la misma medida para todas las

modalidades; parece especialmente apropiado para disciplinas con exigencias

técnicas elevadas.

Debido a la intensa fatiga provocada por la concentración, el entrenamiento

mental sólo se puede utilizar en períodos de tiempo limitados (en torno a 2 o 3

minutos por sesión de entrenamiento).

El entrenamiento mental no incluye el movimiento de los músculos y

extremidades ni los controles, dependientes de dicho movimiento (mediante los

correspondientes mecanismos de retroalimentación), que verifican la corrección

de la ejecución del movimiento.

Si el entrenamiento mental se practica durante demasiado tiempo o de forma

exclusiva, pueden desarrollarse y asentarse secuencias motoras erróneas por falta

de control ejercido en condiciones de realidad.

26

Formas emparentadas con el entrenamiento mental:

Entrenamiento de observación

Inervación muscular más acentuada con el entrenamiento de observación que con el

entrenamiento mental.

Realización

Como métodos de exposición en el entrenamiento de observación tenemos la

demostración (a cargo del profesor o de otros alumnos), vídeos, series de imágenes,

dibujos, etc.

Como se deduce de los estudios de Leirich (1973), la utilización de series de imágenes

parece ser más eficaz que la proyección de una película circular (de repetición continua).

Esto se explica, entre otros motivos, por la posibilidad de una observación más

prolongada; los tiempos de observación mayores están en correlación directa con la

mejora de los rendimientos motores. Los rendimientos peores con tiempos de

observación menores se explican por la ausencia de procesos de facilitación en el cerebro,

de modo que los centros motores no disponen de informaciones suficientes sobre la

secuencia motora (Mester, 1980).

Principios básicos metodológicos sobre el entrenamiento de observación:

La demostración tiene que corresponder a la secuencia motora técnicamente

correcta.

La demostración debe tener en cuenta el grado esperable de ejecución del

movimiento por parte del alumno.

En principio, la demostración debe repetirse varias veces y la observación del

alumno debe dirigirse de forma sucesiva hacia los desplazamientos esenciales de

las partes del cuerpo (demostración analítica).

27

La densidad informativa, momentáneamente muy elevada en el caso de

movimientos de transcurso muy rápido, debería reducirse mediante prolongación

temporal, en la medida en que la ejecución del movimiento lo permita.

Los desplazamientos esenciales de las partes del cuerpo se pueden destacar

mediante una demostración especialmente exagerada.

La posición del alumno debe elegirse de tal modo que perciba en buenas

condiciones visuales todos los desplazamientos de las partes del cuerpo y el

movimiento en su conjunto (distancia), y de tal modo que el eje óptico se

encuentre en perpendicular o inclinado respecto del plano del movimiento.

Hemos de tener en cuenta, además, que la dirección de la atención mediante tareas de

observación, las explicaciones sobre la estructura y la biomecánica del movimiento y las

posteriores descripciones y esquemas del movimiento –para examinar la capacidad

perceptiva del alumno– aumentan considerablemente el efecto de la demostración del

movimiento.

El entrenamiento de observación incluye la observación selectiva, planificada y repetida

del ejercicio de otras personas (Ulich, 1973).

Así pues, una observación o contemplación casual, sin intención de ejercicio, no supone

un entrenamiento de observación (Fuhrer, 1984).

La importancia del entrenamiento de observación radica sobre todo en que apoya el

proceso de aprendizaje motor. En el estadio de principiantes ayuda a formar la

representación mental del movimiento, y en deportistas avanzados precisa o consolida

dicha representación. No obstante, como en la mayoría de los casos, el entrenamiento de

observación supone una indicación de valor ideal; el interés de este método de

entrenamiento radica menos en la estabilización que en la adquisición y la mejora de

habilidades motoras.

28

El entrenamiento de observación reviste una especial importancia sobre todo al inicio de

un proceso de aprendizaje, pues el analizador óptico sólo interviene de forma destacada

en las primeras fases del proceso de aprendizaje, y al avanzar dicho proceso las

informaciones visuales pierden importancia. El éxito del entrenamiento de observación es

más probable con niños en la mejor edad de aprendizaje motor, esto es, entre 9 y 11 años

de edad, utilizando la combinación de demostración/imitación.

Desde el punto de vista epistemológico, el efecto del entrenamiento de observación se

explica por la vinculación del reflejo no condicionado y del reflejo condicionado originada

por la observación de un movimiento; dicha vinculación provoca a su vez determinadas

reacciones, de forma que el observador está en condiciones de aprovechar para su propio

proceso de aprendizaje las experiencias motoras del observado, junto con las

consecuencias que de ellas se derivan (Volpert, 1976).

El entrenamiento de observación provoca una inervación en la musculatura en la que se

centra la tarea de observación; la inervación se corresponde con el ritmo de trabajo de la

persona observada. Al comparar la actividad muscular con la producida por el

entrenamiento mental encontramos una Así pues, la optimización del comportamiento

visual o de observación tiene lugar con el aumento de los conocimientos, lo cual

contribuye a su vez a una mayor eficacia del entrenamiento de observación.

Entrenamiento verbal (EV)

Otra forma de entrenamiento aplicable sin trabajo práctico es el entrenamiento verbal.

Cada demostración debe ir precedida de una información verbal para no dejar al azar la

percepción, sino para provocarla en los alumnos con la mayor intensidad sensorial

(Leirich, 1973).

El entrenamiento verbal es una comunicación verbal planificada, repetida y selectiva

acerca del transcurso de las habilidades sensomotoras que se quieren aprender Esta

29

pretensión da idea del alto grado de eficacia del entrenamiento de observación (Ulich,

1973).

Con la utilización simultánea y compleja de estrategias del entrenamiento verbal, tal como

se refleja, por ejemplo, en los medios audiovisuales (película educativa).

Se puede distinguir, según Ulich (1974), tres formas:

1. Comunicación con otras personas.

2. Comentarios durante la preparación y la ejecución del movimiento.

3. Conversación consigo mismo.

Estas posibilidades de entrenamiento verbal se utilizan dependiendo de la situación y de

las capacidades disponibles; se atribuye una especial importancia a la tercera forma, que

se expresa en órdenes dirigidas a uno mismo.

Realización y fundamentos fisiológicos

La indicación verbal del valor ideal tiene lugar fundamentalmente con métodos como

descripción, explicación, instrucción y corrección del movimiento, así como programa de

aprendizaje y similares (Kremer, 1985).

La explicación de los rasgos esenciales produce mejores resultados que una descripción

extensa del movimiento (Leirich, 1973).

Para el entrenamiento verbal, Puni (1961) propone, teniendo en cuenta sus diferentes

formas, el siguiente procedimiento:

1. Exposición verbal exacta del ejercicio a cargo del profesor o entrenador (primero se

definen los conceptos y después se amplía y se precisa su contenido).

2. Creación de una primera representación mental gruesa de la técnica del ejercicio; a

continuación dicha técnica se precisa de forma constante.

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3. Formulación exacta de la tarea concreta a cargo del entrenador, destacando los

momentos más importantes e intentando provocar la sensación de los movimientos.

4. Repetición verbal exacta de la tarea a cargo del deportista.

5. Representación mental del ejercicio mediante “comentario mental” de su ejecución,

utilizando las “órdenes a uno mismo”.

6. Los entrenadores informan después sobre el ejercicio.

7. Realización del propio ejercicio a cargo del deportista.

8. Evaluación del propio ejercicio a cargo del deportista.

9. El entrenador dictamina sobre la autoevaluación indicando errores y carencias con la

mayor exactitud posible, destaca los aspectos positivos y evalúa la ejecución del ejercicio y

la autoevaluación del que lo ha efectuado.

Los efectos del entrenamiento verbal muestran un estrecho parentesco con el

entrenamiento mental. Con el entrenamiento verbal se puede constatar también

alteraciones de los valores del EEG e intensificaciones de los potenciales musculares en el

EMG debidas al análisis y a la descripción del movimiento (Puni, 1973). Al mismo tiempo,

hemos de suponer procesos comparables, orientados hacia la movilización del organismo,

que se reflejan en un aumento de las frecuencias cardíaca y respiratoria y de la tensión

arterial.

Principios metodológicos básicos acerca del entrenamiento verbal:

En el entrenamiento verbal se han de tomar en consideración las capacidades

lingüística y de asimilación del alumno para garantizar un entendimiento óptimo

entre éste y el pedagogo. En este sentido resulta útil un repertorio léxico común

en forma de expresiones especializadas, de modo que la comunicación sea rápida y

clara.

En la elección de la información verbal y del número de desplazamientos (del

cuerpo y de sus partes) que se quiere enseñar, hemos de tener en cuenta el

estadio de desarrollo y de formación del alumno, así como el grado de

31

complicación del movimiento. Como directrices para el número de

desplazamientos (Leirich, 1973), se recomiendan dos o tres desplazamientos para

las edades entre 10 y 14 años, cuatro o cinco para las edades entre 15 y 18 años, y

entre seis y ocho para los estudiantes de educación física y para los deportistas.

Para elucidar la estructura dinámica del movimiento se recomienda una repetición

de las informaciones verbales en forma de un discurso rítmico, que acompaña al

movimiento (Fetz, 1979).

Al aumentar el nivel de las capacidades, la cantidad de información verbal se

puede reducir hasta un mínimo, pues el experto, sobre la base de su propia

experiencia motora, está en condiciones de indicarse a sí mismo el valor ideal de

un movimiento (Mitterbauer, 1976).

Con el progreso del ejercicio puede efectuarse un cambio en el tono del discurso,

pasando de un volumen alto a uno bajo y llegando finalmente a una expresión en

forma de “impulsos lingüísticos interiores” (Wunderli, 1976).

Hipnosis

Este procedimiento no es aplicable a todas las personas, pues depende de una

sensibilidad específica para la sugestión externa que aquí tiene lugar.

Realización

El hipnotizador lleva al deportista a un estado próximo al sueño. A continuación se le

sugieren a estas últimas instrucciones que pondrá en práctica bajo el influjo de la hipnosis

o en el posterior estado de vigilia.

Posibilidades y límites en la práctica deportiva:

Las medidas de sugestión hipnótica pueden influir sobre el rendimiento deportivo, sobre

todo en el ámbito psíquico: en casos de miedo injustificado al fracaso, miedo ante un

contrario supuestamente más preparado, etc.

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En cambio, el aumento del rendimiento físico sólo resulta posible en la medida en que la

hipnosis elimine en el ámbito psíquico factores de distorsión o inhibiciones que influyan

sobre un rendimiento potencial. La orientación consciente y la concentración sobre la

competición no resultan posibles, pues el autocontrol está en gran medida desconectado

durante la hipnosis.

Dadas las dificultades técnicas que presenta la hipnosis, sobre todo en el ámbito de la

preparación para la competición, los límites de su aplicación en el ámbito deportivo

suelen ser bastante estrechos (Kemmler, 1973).

Desensibilización: Modificación sistemática del comportamiento:

En el entrenamiento de desensibilización se elaboran, después de un trabajo sistemático

con los contenidos de la competición inmediata, los factores traumatizantes individuales,

hasta que vayan perdiendo poco a poco importancia en este ámbito mental y se superen

los trastornos en el ámbito de los mecanismos de regulación nerviosa (Hahn, 1972).

La desensibilización fue desarrollada por Wolpe (1958), como método de terapia del

comportamiento. Sirve para eliminar o reducir las formas de comportamiento neuróticas,

como, por ejemplo, el miedo como síntoma de realizaciones inadaptadas debidas a

procesos de aprendizaje “erróneos” (Kemmler, 1973).

Finalmente, en el caso de la modificación sistemática del comportamiento, los ejercicios

de relajación se repiten hasta que la representación mental de la situación no provoca ya,

por el efecto de habituación, reacciones de inhibición.

AUTOEVALUACIÓN

1. Investigue si la desconcentración en el fútbol es por desgaste físico o deterioro mental.