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c SOCIEDAD JOSÉ A. VIERA-GALLO En el centenario de su muerte Homenaje a la memoria del presidente Balmaceda El sistema político vigente en 1891 fue incapaz de procesar los conflictos incubados durante los años previos y llevó al enfrentamiento entre los seguidores de Balmaceda, partidario de un Ejecutivo fuerte y eficaz, y tos de la mayoría opositora del Parlamento proclives a un mayor peso de los partidos que representaban a los poderes económicos. El enfrentamiento fue posible por la división de la Fuerzas Armadas. El autor, presidente de la Cámara de Diputados, se interroga sobre la capacidad de las actuales instituciones para procesar conflictos, manteniendo la unidad. El artículo es una reelaboración de un discurso pronunciado en la Cámara como homenaje a Balmaceda en el centenario de su muerte. Los subtítulos son de Mensaje. B almaceda es una de las grandes figuras, casi míti- ca, da la política chilena. Controvertido, admirado en su tiempo por unos y vilipendiado por otros, orillante orador, poseedor de una rara inteligencia, liberal y reformista a ultranza pero a la vez firme defensor del principio de au- toridad, polémico, soberbio, su figura sigue todavía levantando polvaredas, inspira a los suceso- res del silfón de O'Higgins y fasci- na a los historiadores. El insigne poeta nicaragüense Rubén Darío, quien conoció Inti- mamente a lafamiliadel presiden- te, \o describe así: "Era Balmace- da a mi entender, el tipo del ro- mántico-político y selló con su fin su historia. Era alto, garboso, de ojos vivaces, cabellera espesa, gesto señorial, palabra insinuan- te, al mismo tiempo autoritaria y meliflua. Había nacido para prínci- pe y actor. Fue el rey de un instan- te de su patria; y concluyó como un héroe de Shakespeare". A temprana edad Balmaceda, luegode formarse en el seminario, abrazó el ideario liberal y comen- a actuar en política desde el Club de la Reforma. Ingresó a la Cámara de Diputados en 1870; como ministro de Relaciones Ex- teriores del presidente Domingo Santa María, le correspondió hacer la paz con la Confederación Peru- boliviana, escribiendo una de las páginas de oro de la cancillería chilena; luego fue nombrado mi- nistro del Interior, cuando se pro- mulgaron las llamadas leyes lai- cas que posibilitaron el matrimo- nio civil y los cementerios laicos. Fue partidario de la separación de la Iglesia del Estado, de las liberta- des de conciencia y culto. Elegido Presidente de la Re- pública en 1886, enarboló un pro- grama que sintetizaba su ideario liberal y reformista, que habría de materializarse en un vasto plan de obras públicas y de inversión esta- tal. Balmaceda inaugura en Chile una primera versión de lo que sería una concepción moderna del Es- tado, interviniendo en el desarro- llo económico y social del país. Nace en este período la idea del Banco del Estado, se construyen tramos de ferrocarriles y viaduc- tos, se fundan escuelas y estable- cimientos educacionales, como el Instituto Pedagógico, destinados a preparar al país para el futuro industrial que avizoraba. Así se aprovechaba la riqueza salitrera. El Estado cobraba un impuesto de exportación fijo al salitre que le permitía costear las múltiples in- versiones en obras públicas y pagar deuda externa. Balmaceda lucha contra el control monopólico de la riqueza salitrera en manos extranjeras, buscando compartir la propiedad entre los particulares y el Estado y presionando conti- nuamente para que se aumentara la producción. Esta política, por otra parle, fue la que siguieron invariablemente todos los gobier- nos que lo sucedieron. Impotencia del sistema político frente a la crisis Es sabido q ue bajo el gobierno de Balmaceda llegaron a su punto de quiebre conflictos que madura- MENSAJE N"405. DICIEMBRE 1991 483

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c SOCIEDAD

JOSÉ A. VIERA-GALLO

En el centenario de su muerte

Homenajea la memoriadel presidenteBalmaceda

El sistema político vigente en 1891 fue incapaz deprocesar los conflictos incubados durante los años previos yllevó al enfrentamiento entre los seguidores deBalmaceda, partidario de un Ejecutivo fuerte y eficaz, y tos dela mayoría opositora del Parlamento proclives a un mayor pesode los partidos que representaban a los poderes económicos.El enfrentamiento fue posible por la división de la FuerzasArmadas.El autor, presidente de la Cámara de Diputados,se interroga sobre la capacidad de las actuales institucionespara procesar conflictos, manteniendo la unidad. El artículo esuna reelaboración de un discurso pronunciado en la Cámaracomo homenaje a Balmaceda en el centenario de su muerte.Los subtítulos son de Mensaje.

Balmaceda es una de lasgrandes figuras, casi míti-ca, da la política chilena.

Controvertido, admirado en sutiempo por unos y vilipendiado porotros, orillante orador, poseedorde una rara inteligencia, liberal yreformista a ultranza pero a la vezfirme defensor del principio de au-toridad, polémico, soberbio, sufigura sigue todavía levantandopolvaredas, inspira a los suceso-res del silfón de O'Higgins y fasci-na a los historiadores.

El insigne poeta nicaragüenseRubén Darío, quien conoció Inti-mamente a lafamiliadel presiden-te, \o describe así: "Era Balmace-da a mi entender, el tipo del ro-mántico-político y selló con su finsu historia. Era alto, garboso, deojos vivaces, cabellera espesa,gesto señorial, palabra insinuan-te, al mismo tiempo autoritaria y

meliflua. Había nacido para prínci-pe y actor. Fue el rey de un instan-te de su patria; y concluyó comoun héroe de Shakespeare".

A temprana edad Balmaceda,luegode formarse en el seminario,abrazó el ideario liberal y comen-zó a actuar en política desde elClub de la Reforma. Ingresó a laCámara de Diputados en 1870;como ministro de Relaciones Ex-teriores del presidente DomingoSanta María, le correspondió hacerla paz con la Confederación Peru-boliviana, escribiendo una de laspáginas de oro de la cancilleríachilena; luego fue nombrado mi-nistro del Interior, cuando se pro-mulgaron las llamadas leyes lai-cas que posibilitaron el matrimo-nio civil y los cementerios laicos.Fue partidario de la separación dela Iglesia del Estado, de las liberta-des de conciencia y culto.

Elegido Presidente de la Re-pública en 1886, enarboló un pro-grama que sintetizaba su idearioliberal y reformista, que habría dematerializarse en un vasto plan deobras públicas y de inversión esta-tal. Balmaceda inaugura en Chileuna primera versión de lo que seríauna concepción moderna del Es-tado, interviniendo en el desarro-llo económico y social del país.Nace en este período la idea delBanco del Estado, se construyentramos de ferrocarriles y viaduc-tos, se fundan escuelas y estable-cimientos educacionales, como elInstituto Pedagógico, destinadosa preparar al país para el futuroindustrial que avizoraba. Así seaprovechaba la riqueza salitrera.El Estado cobraba un impuesto deexportación fijo al salitre que lepermitía costear las múltiples in-versiones en obras públicas ypagar deuda externa. Balmacedalucha contra el control monopólicode la riqueza salitrera en manosextranjeras, buscando compartirla propiedad entre los particularesy el Estado y presionando conti-nuamente para que se aumentarala producción. Esta política, porotra parle, fue la que siguieroninvariablemente todos los gobier-nos que lo sucedieron.

Impotencia del sistemapolítico frente a la crisis

Es sabido q ue bajo el gobiernode Balmaceda llegaron a su puntode quiebre conflictos que madura-

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ban desde hacía décadas en elpaís. Entre estos, habría que des-tacar las disputas ideológicas entrelaicistasy católicos ultramontanos,entre liberales y conservadores yentre presidencialistas y parlamen-laristas. El autoritarismo portalia-no generó desde sus inicios unafuerte resistencia liberal. Pero lasdisputas dividieron incluso a lacorriente liberal. Una parte de ellase unió a radicales y conservado-res en la oposición a Balmaceda.

Por razones que nuestra histo-riografía aún no termina de diluci-dar, «I sistema de partidos impe-rante en la época fue incapaz deprocesar, controlar y prevenir laagudización de esos conflictos queterminaron por desatar una abier-ta confrontación entre el presiden-te Balmaceda y la mayoría oposi-tora del Congreso.

La Constitución de 1833 sufrióuna serie de reformas que fuerondando pie a un auge del "parla-mentarismo". Se había llegado almecanismo político de la aproba-ción o rechazo -por parta delCongreso- de las leyes periódi-cas, a la interpelación a los minis-tros del gabinete y a otras prácti-cas que ataban de manos al Pre-sidente de la República. Balmace-da intentó varias veces doblegarla iniciativa del Congreso, en unclaro intento por volver a un "pre-sidencialismo". Esto motivó elquiebre definitivo, en medio delcual los "parlamentaristas"detodosigno acusaron a Balmaceda de"dictador".

Como ha ocurrido otras vecesen nuestra historia, esta confron-tación de poderes desembocó enuna crisis política y finalmente enuna cruenta guerra civil. El enfren-tamiento armado se prolongó porocho mesos y cobró la vida de másde diez mil compatriotas, termi-nando con la victoria de los insu-rrectos, la deposición y posteriorsuicidio del propio presidente Bal-maceda.

¿Por qué los partidos de laépoca no fueron capaces de sus-tentar el régimen político y resol-ver pacíficamente las diferenciasexistentes? El país venía saliendovictorioso de la Guerra del Pacífi-

co, gozaba de una notable pros-peridad económica, la dase políti-ca podía sentirse, con razón,segurade su hegemonía. Nadadeello, sin embargo, pudo impedirque se desencadenara la trage-dia.

La división de las FuerzasArmadas

La crisis social y política alcan-zó £ las instituciones armadas. Nohabría habido guerra civil sin laparticipación y división de lasFuerzas Armadas. Pese al esfuer-zo de Balmaceda por potenciar ala Armada, ésta se rebeló en sucontra por motivos políticos so-brepasando la actitud leal de losalmirantes que habían conducidola guerra del Pacífico. Por su par-te, el Ejército permaneció fiel alPresidente, aunque los oficialesse dividieron y el sector más jo-ven, que había recioido mayorinfluenciadel proceso de profesio-nalización llevado a cabo por lamisión prusiana al mando de EmilKorner, se pasó al mando rebelde.Se puede afirmar que los altosoficiales que condujeron la Gue-rra del Pacífico, tanto en la Arma-da como en el Ejército fueron bal-macedistas. Esa guerra había pro-ducido prolundas transformacio-nes en la vida, experiencia y pen-samiento de los militares. En 1886se inauguraba la Academia deGuerra que pretend ía formar a losnuevos oficiales en materias es-tratégicas, estableciendo al mis-mo tiempo una férrea disciplinasegún el modelo prusiano.

La ruptura en las FF.AA. y eldesarrollo de la guerra civil deja-ron huellas imborrables en losinstitutos armados. Se rompía elprincipio portaliano de obedienciaa la autoridad civil que había regi-do desde 1831. El proceso de mo-dernización y profesionalizaciónde las Fuerzas Armadas se veíainterrumpido. Cuestionada la au-toridad presidencial y rota lacohesión del cuerpo de oficiales,tardará tres décadas en lograrseun nuevo esquema de relacionescívico-militares en el marco de unanueva Constitución.

Balmaceda, defensor de unEjecutivo eficaz

Lo que es indiscutible es que laguerra civil representa la crisisdefinitiva del Estado Portaliano.En efecto, la concentración abso-luta del poder en una mano -muyadecuada para salir del caos quesiguió a la Independencia y paraformar la República- ya no eraconsistente con la existencia deuna clase dirigente poderosa, cul-ta, que se sentía preparada paragobernar y que había desarrolla-do intereses diversificados. Lasociedad se había vuelto máscompleja, articulada y plural, aun-que seguía predominando el pa-trón agrario de relaciones. Nue-vos sectores intelectuales y profe-sionales pugnaban por hacerseescuchar en la escena política ycomenzaba aorganizarse la masaobrera del salitre. Las diferenciassociales eran abismales. La mor-talidad infantil alcanzaba al 38%.La mal llamada "República Parla-mentaria" que se instala en Chiletras el triunfo de ios revoluciona-rios en la guerra civil, y que dejainerme al Ejecutivo en manos deun Congreso todopoderoso, no esotra cosa que la materializaciónde un régimen aristocrático en quela oligarquía ejerce sin contrape-sos todo su poder. Los partidospolíticos, por lo restringido delcuerpo electoral, no eran instru-mentos adecuados de represen-tación y participación política. Estacrisis institucional se agudizó porla emergencia de la llamada"cuestión social".

Balmaceda buscó mantenerlos fueros de la autoridad presi-dencial en contraposición a latendenciamayoritaria.Su concep-ción del gobierno como una enti-dad representativa y popular, suvisión del Estado como un agenteactivo del desarrollo, realizador degrandes inversiones, creador deescuelas, lo opuso f rontalmente ala "fronda aristocrática". El presi-dencialismo de Balmaceda eramoderado, con un sentido muydiverso al que existió en Chüedurante los decenios portalianos.A Balmaceda lo obsesionaba la

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idea del gobiernoeficaz para moder-nizar el país e intro-ducir cambios so-ciales dentro de unesquema liberal.

Si sus contem-poráneos lo llevaronal suicidio, el tiem-po le dio la razón.Arturo Alessandri,quien fuera en sujuventud opositor aBalmaceda, siendopresidente del Se-nado, al participar el12 da octubre de1949 en la inaugu-ración de un monu-mento en su honor,recuerda que "suaudacia, revolucio-naria en ese tiem-po, mereció críticasy hasta denuestos.Hoy es una prácticademocrática indis-pensable a todo ré-gimen genu ¡ñámen-te republicano y nose concibe un go-bierno o un gobernante de estahora que no esté en íntimo y per-manente contacto con su pueblo".Asimismo, "su concepto de la au-toridad, sobre el cual no transigióni en los últimos instantes de suvida, no provenía de un apetito in-sensato de poder, sino de un afánenérgico y patriótico de realizar yde hacer el bien. No quiso la auto-ridad para sí, por vanidad de ejer-cerla, sino como una herramientaque la voluntad del pueblo poníaen sus manos para convertir onrealidad las esperanzas de gran-deza y bienestar colectivos".

Forman parte también de esosreconocimientos postreros estehomenaje que, un siglo despuésde su muerte, el propio Parlamen-to le brinda.

Las lecciones del pasado

Los cien años transcurridosdesde la muerte de Balmaceda,cuando otros graves conflictossociales, ideológicos y políticoshan derivado también en irresolu-

Balmaceda: Su concepción del gobierno lo opuao frontatmentea la "fonda aristocrática"

bles contraposiciones entre elEjecutivo y QI Legislativo, demues-tran que en la sociedad chilena laagudización de las tensiones so-ciales se refleja inmediatamenteen el sistema político. Por eso estan importante que el proceso decambios, la modernización eco-nómica y la participación políticase den dentro de un esquema deunidad nacional. Todo lo que afec-te ala unidad nacional termina porSesionar la libertad y detener loscambios.

En esta hora, en que Chilereinicia un período de convivenciademocrática, en que protagoniza-mos la fascinante aventura deestablecer un régimen político delibertades para enfrentar el sigloXXI, es bueno recordar a Balma-ceda y meditar sobre nuestra his-toria. ¿Son las actuales institucio-nes políticas capaces de asumir yconducir los conflictos sociales sinllevarnos a un callejón sin salida?¿Debe el Presidente de la Repú-blica concentrar todo el poder dela administración, o no debe aca-

so su figura ser unsímbolo de unidadnacional por sobrelas pasiones de lalucha política?

Estas son inquie-tantes preguntasque el recuerdo deBalmaceda nos pro-voca una y otra vez.A mi juicio es indis-pensable que nosesforcemos conespíritu patriótico por.alcanzar un adecua-do equilibrio de po-deres entre el Ejecu-tivo y el Congreso yque enfrentemoscon seriedad la con-venienciade introdu-cir cambios hacia elestablecimiento deun sistema semipresidencial de go-bierno. Ello suponefortalecer, flexibilizary clarificar el esque-ma de partidos polí-ticos existente. Espreciso también to-

mar nota de que el actual modelode relaciones cívico-militares, quegarantiza un espacio de autono-mía castrense, es más bien frutode la transición a la democraciaque atributo permanente del Esta-do. En tal sentido, civiles y milita-res deben trabajar por superarlosin traumas, asumiendo los nue-vos desafíos de la cambiante si-tuación mundial.

Conocer la historia, sus he-chos y protagonistas, desentrañarel sentido de los procesos políti-cos vividos, especialmente de losperíodos de crisis, resulta indis-pensable para construir el futurosobre bases sólidas.

U n país no es sólo proyectos yesperanzas. Es también su tradi-ción y su pasado, por dolorososque hayan sido en ciertos momen-tos. El mejor homenaje a Balma-ceda y a los caídos en la guerracivil por ambos bandos es quecontinuemos trabajando con laaltura de miras conque hasta ahoralo hemos hecho por el bien deChile. D

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