el señor de los clanes - español

651

Upload: miguel-cornejo

Post on 05-Nov-2015

273 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

novela wow

TRANSCRIPT

  • EL SEOR DE LOSCLANES

    (Serie: "WarCraft", vol.02)Christie Golden

    2002, Lord of the ClansTraduccin: Manuel de los Reyes

  • Prlogo

    Acudieron cuando los llamGul'dan, aquellos que hab anconsentido (no, insistido) en vendersus almas a las tinieblas. En su da,al igual que Gul'dan, haban sidoentes de profunda espiritualidad.En su da, haban estudiado elmundo natural y el lugar queocupaban los orcos en l; haban

  • aprendido de las bestias delbosque y de los campos, de lasaves del cielo, de los peces de losros y los ocanos. Y habanformado parte de ese ciclo, ni ms,ni menos.

    Ya no.Antes fueron chamanes, ahora

    eran brujos, haban catado apenasel poder, como una minscula got ade miel en la lengua, y les habasabido muy dulce. As pues, suansia se haba visto recompensadacon ms poder, y ms an. Elpropio Gul'dan haba estudiadobajo la tutela de su seor Ner'zhul,hasta que el alumno hubosuperado al maestro. Aun cuandohubiera sido gracias a Ner'zhul quela Horda se haba convertido en laabrumadora e imparable oleada de

  • destruccin que era en laactualidad, Ner'zhul no haba tenidoel coraje de continuar. Sentadebilidad por la nobleza inherentede su pueblo. Gul'dan ca reca detales remilgos.

    La Horda haba exterminadotodo lo que se poda exterminar eneste mundo. Estaban perdidos sinuna va de escape por la quedescargar su sed de sangre, ycomenzaban a volverse unoscontra otros, clan contra clan en undesesperado intento por aplacar losbrutales anhelos que ardan en suscorazones. Era Gul'dan el quehaba encontrado un nuevo objetivosobre el que concentrar lacandente necesidad de muerte dela Horda. No tardaran enaventurarse en un nuevo mundo,

  • lleno de presas f rescas, fciles yajenas a la amenaza. La sed desangre se tornara febril, y la Hordasalvaje necesitaba un consejo quela guiara. Gul'dan iba a liderar eseconsejo.

    Asinti a modo de saludocuando entraron; sus ojos,pequeos y encendidos, no perdandetalle. Llegaron de uno en uno,acudan igual que bestias a lallamada de su amo. A l.

    Se sentaron a la mesa, los mstemibles, los ms respetados yodiados de todos los clanes orcos.Algunos eran horrendos, puestoque haban pagado el precio de susconocimientos arcanos con algoms que sus almas. Otrospermanecan impolutos, dotados decuerpos fuertes y compactos de

  • tersa piel verde ceida sobremsculos torneados. Asi lo habansolicitado al firmar el pactotenebroso. Todos eransanguinarios, sagaces, y n o sedetendran ante nada con tal deamasar ms poder.

    Pero ninguno era tansanguinario como Gul'dan.

    --Los pocos aqu reunidos--comenz Gul'dan, con su vozronca-- somos los ms poderososde nuestros clanes. Sabemos loque es el poder. Sabemos cmoobtenerlo, cmo emplearlo y cmoconseguir ms. Hay quienescomienzan a hablar contra algunoque otro de los nuestros. Ese clandesea regresar a sus races; aquelest cansado de asesinar ainfantes indefensos. --Sus carnosos

  • labios verdes se curvaron en unrictus de desdn --. Esto es lo queocurre cuando los orcos seablandan.

    --Pero, gran seor --dijo uno delos brujos --, hemos acabado contodos los draenei. Qu nos quedapor matar en este planeta?

    Gul'dan sonri , tensando susgruesos labios sobre los enormes yafilados dientes.

    --Nada. Pero nos aguardanotros mundos.

    Les cont el plan, solazndoseen la chispa de codicia que prendien los ojos de los congregados. S,saldra bien. sa sera laorganizacin de orcos mspoderosa de todo los tiempos, y ala cabeza de dicha organizacin nohabra nadie ms que Gul'dan.

  • --Nosotros constituiremos elconsejo que dicte el son al quehaya de bailar la Horda--concluy--. Cada uno de vosotroses un poderoso portavo z. Sinembargo, el orgullo orco es tal queno deben saber quin es elverdadero seor aqu. Que creanque blande su hacha de batallaporque as lo desea, y no porquese lo ordenamos nosotros.Seremos un secreto. Seremos losque caminan en la sombra, elpoder que crece cuanto mayor seasu invisibilidad. Seremos elConsejo de las Sombras, y nohabr nadie que conozca nuestrafuerza.

    Empero, algn da, y no muylejano, habra alguien que laconocera.

  • _____ 1 _____

    Incluso las bestias tenan froesa noc he, pens Durotan. Congesto ausente, estir el brazo haciael lobo que era su compaero yrasc a Diente Afilado entre lasorejas. El animal gru,agradecido, y se acurruc junto al. Lobo y caudillo orco observaroncmo caa la silenciosa nieve,enmarcada por la moldura ovaladaque constitua la entrada de lacueva de Durotan.

    Antao, Durotan, caudillo del

  • clan del Lobo de las Heladas, habaconocido el beso de climas msapacibles. Haba blandido su hachaa la luz del sol, con los ojosentornados para protegerlos delresplandor sobre el metal y de lassalpicaduras de sangre humana.Antao, haba sentido afinidad portodo su pueblo, no slo por losmiembros de su clan. Se habanerguido hombro con hombro, comouna oleada verde de muerte que severta por las laderas de las colinaspara tragarse a los humanos. Sehaban saciado juntos ante lashogueras, haban atronado con susrisotadas, haban narrado relatosde sangre y conquistas mientrassus hijos dormitaban cerca de lasbrasas moribundas, con lascabecitas llenas de escenas de

  • carnicera.Mas ahora, los pocos orcos

    que constituan el clan del Lobo delas Heladas tiritaban aislados en suexilio en las glidas montaasAlterac de aquel mundo aliengena.Sus nicos amigos eran losenormes lobos blancos. E ran muydiferentes de los gigantescos lobosnegros sobre los que habancabalgado los congneres deDurotan, pero un lobo seguasiendo un lobo, daba igual el colorde su pelaje; la paciencia y ladeterminacin, sumadas a lospoderes de Drek'Thar, les hab anganado el afecto de las bestias.Ahora, orco y lobo cazaban juntos yse proporcionaban calor el uno alotro durante las interminablesnoches nevadas.

  • Un ruido apagado provenientedel corazn de la cueva consiguique Durotan se diera la vuelta. Susemblante severo, compuesto enun perpetuo rictus de tirantez porculpa de los aos de clera ypreocupacin, se suaviz alescuchar aquel sonido. Su hijopequeo, an sin nombre a laespera de que llegara el Da de laOnomstica correspondiente a eseciclo, ha ba gritado mientras sealimentaba.

    Durotan dej que DienteAfilado siguiera observando cmocaa la nieve, se levant y anduvohacia la cmara interior de lacueva. Draka haba desnudado unseno para dar de mamar al nio.Acababa de retirarle el sustento albeb, se era el motivo por el que

  • ste haba gimoteado. Enpresencia de Durotan, Drakaextendi un ndice. Con una uanegra afilada como una navaja, sepinch el pezn con fuerza antesde volver a acercar la cabecita delbeb a su pecho. Ni una sombra dedolor se reflej en su hermosorostro de poderoso mentn. Ahora,cuando el nio lactara, no slobebera la nutritiva leche materna,sino tambin su sangre. Tal era elalimento apropiado para un jovenguerrero en ciernes, el hijo deDurotan, el futuro caudillo de losLobos de las Heladas.

    El corazn de Durotanrebosaba de amor por sucompaera, una guerrera queigualaba su coraje y su astucia, ypor el hijo que haban engendrado,

  • adorable y perfecto.Fue en ese momento cuando

    se le vino encima la certez a de loque tena que hacer, igual que unmanto que le cubriera los hombros.Se sent y exhal un hondosuspiro.

    Draka levant la mirada hacial, entornados sus ojos castaos.Le conoca demasiado bien.Durotan no quera comunicarle culhaba sido su sb ita decisin,aunque en el fondo de su coraznsaba que era lo correcto. Perodeba hacerlo.

    --Ahora tenemos un hijo --dijoDurotan, cuya voz profundaresonaba en su amplio torso.

    --S --contest Draka, conorgullo en la voz --. Un hijo sano yfuerte que l iderar al clan de los

  • Lobos de las Heladas cuando supadre encuentre una muerte nobleen la batalla. Dentro de muchosaos --aadi.

    --Soy responsable de su futuro.Draka volcaba en l toda su

    atencin. En ese momento, aDurotan le pareci de unahermosura exquisita, e intentgrabar a fuego aquella imagen ensu mente. La luz de la hoguera sereflejaba en su piel verde,otorgndole un marcado relieve asus poderosos msculos yconfirindole brillo a sus colmillos.Draka no le interrumpi, se limit aesperar a que continuara.

    --Si no hubiese alzado la vozcontra Gul'dan, nuestro hijo tendrams compaeros de juegos con losque crecer --continu Durotan --. Si

  • no hubiese alzado la voz contraGul'dan, habramos conservadonuestra posicin de prestigio dentrode la Horda.

    Draka sise, abri sus enormesfauces y ense los dientes,criticando a su compaero.

    --No habras sido la pareja a laque me hubiese unido --bram. Elbeb, sobresaltado, apart lacabeza del rico seno para mirar elrostro de su madre. Gotas blancasde leche y rojas de sangresalpicaban su barbilla, yaprotuberante--. Durotan del clan delos Lobos de las Heladas no podaquedarse sentado y permitir quenuestro pueblo fuese conduc ido ala muerte igual que las ovejas delas que cuidan los humanos. Con loque habas descubierto, tenas que

  • alzar la voz, compaero. Nopodras haber hecho menos yseguir siendo el jefe que estshecho.

    Durotan asinti con la cabezaante la verdad que en traabanesas palabras.

    --Y pensar que Gul'dan nosenta ningn aprecio por nuestropueblo, que no era ms que otramanera de aumentar su poder...

    Guard silencio, al recordar laestupefaccin y el horror (y larabia) que se haban apoderado del cuando s upo que se habaconstituido el Consejo de lasSombras, cuando descubri laduplicidad de Gul'dan. Habaintentado convencer a los demsdel peligro al que se enfrentaban.Los haban utilizado como a meros

  • peones para destruir a los draenei,una raza que D urotan comenzabaa pensar que, despus de todo, nonecesitaba ser exterminada. Y denuevo, transportados a travs delPortal Oscuro hacia un mundodesprevenido... no por decisin delos orcos, no, sino porque as lohaba querido el Consejo de lasSombras. Todo por Gul'dan, todopor el poder personal de Gul'dan.Cuntos orcos haban cado,peleando por esa insignificancia?

    Busc las palabras con las queexpresar su decisin a sucompaera.

    --Habl, y nos exiliaron. Atodos los que me siguieron aqu. Esun deshonor inmenso.

    --El deshonor es de Gul'dan--rebati Draka, con ferocidad. El

  • beb se haba sobrepuesto al sustoy volva a amamantarse --. Tu genteest viva, es libre, Durotan. Es unlugar inhspito, pero hemosencontrado a los lobos de lasheladas par a que nos hagancompaa. Tenemos carne frescaen abundancia, incluso en plenoinvierno. Hemos conservado lascostumbres, en la medida de loposible, y las historias que secuentan alrededor del fuego formanparte de la herencia de nuestroshijos.

    --Se mer ecen ms. --Durotanapunt a su hijo con una uarematada en punta --. l se merecems. Nuestros hermanos, los quecontinan engaados, se merecenms, Y yo voy a drselo.

    Se incorpor y se irgui cuan

  • alto era. Su enorme sombra seproyect sobre su esposa y su hijo.La expresin de abatimiento deDraka le dijo que ella saba lo queiba a decir aun antes de queabriera la boca, pero tena quepronunciar las palabras. Eso era loque las haca slidas, reales... lasconverta en un juramento que nose podra romper.

    --Hubo algunos que meprestaron atencin, aunque todavadudaban. Pienso regresar yencontrar a esos escasos caudillos.Les convencer de que mi historiaencierra la verdad, y ellos reunirna sus pueblos. No seguiremossiendo esclavos de Gul'dan,prescindibles y olvidados cuandomorimos en batallas que slo leconvienen a l. Lo juro, como que

  • me llamo Durotan, jefe del clan delLobo de las Heladas!

    Impuls la cabeza hacia atrs,abri la boca llena de colmillos deuna manera que pareca imposible ,puso los ojos en blanco y profiriun ensordecedor y ronco alarido defuria. El beb comenz arevolverse e incluso Draka seencogi. Era el Grito delJuramento; Durotan saba que,pese a la espesa capa de nieveque a menudo atenuaba lossonidos, todos l os miembros de suclan lo oiran esa noche. Encuestin de momentos searracimaran alrededor de sucueva, deseosos de conocer elcontenido del Grito del Juramentopara sumar sus propios gritos al del.

  • --No irs solo, compaero --dijoDraka; su voz apacible contrast engran medida con el ensordecedorGrito del Juramento de Durotan --.Te acompaaremos.

    --Te lo prohibo.Con una brusquedad que

    sobresalt incluso a Durotan, queya debera conocerla, Draka sepuso en pie de un salto. El beblloroso se cay d e su regazocuando apret los puos y los alz,estremecindolos con violencia. Unlatido ms tarde, Durotan parpadecuando sinti un aguijonazo dedolor y la sangre man de surostro. Draka haba cubierto ladistancia que los separaba y lehaba abierto la mejilla con lasuas.

    --Soy Draka, hija de Kelkar, hijo

  • de Rhakish. Nadie me prohibe quesiga a mi compaero, ni siquiera elmismsimo Durotan! He venidocontigo, estoy a tu lado, morir sies necesario. Pagh! --Le escupi.

    Mientras se enjugaba la mez clade sangre y saliva de la cara, elcorazn de Durotan se hinch deorgullo por aquella hembra. Habaacertado al elegirla comocompaera para que fuera lamadre de sus hijos. Habra unmacho ms afortunado en toda lahistoria de los orcos? Lo dudaba.

    * * *

    A pesar del hecho de que, siGul'dan llegaba a enterarse, OrgrimMartillo de Condena y su clanseran exiliados, el respetado seor

  • de la guerra dio la bienvenida a sucampamento a Durotan y a sufamilia. El lobo, no obstante, leinspiraba recelo. E l animal ledevolvi la misma mirada. La toscatienda que serva de refugio aMartillo de Condena fue evacuadapor los orcos de menor rango paraalojar a Durotan, a Draka y a suhijo an sin bautizar.

    La noche era demasiado frapara Martillo de Condena, q ueobserv con una mezcla deasombro e irona cmo sushuspedes de honor se despojabande casi toda la ropa y rezongaban apropsito del calor. Los lobos delas heladas, supuso, no deban deestar acostumbrados a aquel "climatan clido".

    Su guardia personal vigilaba en

  • el exterior. Con la lona que hacalas veces de puerta an abierta,Martillo de Condena observ cmose arrebujaban alrededor del fuegoy cmo extendan sus enormesmanos verdes hacia las llamas. Lanoche era muy oscura, iluminadatan slo por algunas estrellas.Durotan haba elegido una buenanoche para su visita clandestina.No era probable que aquellapequea partida formada por unmacho, una hembra y un chiquillohubiese sido divisada niidentificada por quines en realidaderan.

    --Lamento poneros en peligro atu clan y a ti --fueron las primeraspalabras de Durotan.

    Martillo de Condena desech elcomentario con un ademn.

  • --Si la muerte ha de venir a pornosotros, que nos encuentrecomportndonos con honor. --Lesinvit a sentarse y, con sus propiasmanos le entreg a su viejo amigola pata goteante de una presareciente. Todava estaba caliente.Durotan la acept con un cabeceo,mordi la carne jugosa y arrancun enorme bocado. Draka hizo lopropio, para luego ofrecerle al bebsus dedos ensangrentados. El niochup con fruicin el dulce lquido.

    --Es un chiquillo fuerte y sano--dijo Martillo de Condena.

    Durotan asinti.--Ser un digno lder para mi

    clan. Pero no hemos venido hastaaqu para que alabes a mi hijo.

    --Hace muchos aos, hablastecon palabras veladas.

  • --Deseaba proteger a mi clan, yno estuve seguro de que missospechas estuvieran fundadashasta que Gul'dan impuso el exilio.Su rpido castigo puso demanifiesto que lo que yo saba eracierto. Escucha, viej o amigo, yjuzga por ti mismo.

    En voz baja, de modo que losguardias sentados alrededor de lafogata a algunos pasos dedistancia no pudiera orlos, Durotancomenz a hablar. Le cont aMartillo de Condena todo lo quesaba: el pacto con el seor de losdemonios, la obscena naturalezadel poder de Gul'dan, la traicinque supona el Consejo de lasSombras para los clanes, elinevitable y deshonroso final de losorcos, que sean utilizados como

  • carnaza para las fuerzasdemonacas. Martillo de Condenaescuch, obligndose a mantenerimpasible su amplio rostro pero, enel interior de su pecho, su coraznmartilleaba igual que su infamearma sobre la carne humana.

    Sera verdad todo aquello?Pareca el delirio de un idiota,atontado por las batallas.Demonios, p actos oscuros... y aunas, era Durotan el que estabahablando. Durotan, que era uno delos jefes ms sabios, feroces ynobles. En boca de cualquier otro,aquellas palabras habran sidotildadas de mentiras o disparates.Pero Durotan haba sido exiliadopor sus palabras, lo que lesconfera credibilidad, y Martillo deCondena haba confiado su vida al

  • otro caudillo en numerosasocasiones.

    Slo caba extraer unaconclusin. Lo que le estabacontando Durotan era cierto.Cuando su viejo amigo huboterminado de hablar, Martillo deCondena agarr la carne y pegotro bocado. Mastic despaciomientras su mente intentabaencontrarle algn sentido a lo queall se haba dicho. Al cabo, trag yhabl.

    --Te cre, viejo amigo. Permiteque te asegure que no piensorespaldar los planes que Gul'danreserva para nuestro pueblo. Nosenfrentaremos a la oscuridad, a tulado.

    Durotan, sin poder ocultar laemocin, extendi la mano. Martillo

  • de Condena la asi con fuerza.--No puedes quedarte mucho

    tiempo en este campamento,aunque sera un honor tenertecomo invitado --dijo Martillo deCondena, al tiempo que seincorporaba--. Uno de mis guardiaspersonales os escoltar a lugarseguro. Hay un riachuelo cerca ymucha caza en los bosques enesta poca del ao, por lo que nopasaris hambre. Har lo que mesea posible en tu nombre y, cuandollegue el momento, t y yolucharemos hombro con hombrohasta aniquilar juntos al gran traidorGul'dan.

    * * *

    El guardia no dijo nada

  • mientras los conduca lejos delcampamento, hasta el bosque quese alzaba a varios kilmetros dedistancia. Como caba esperar, elclaro al que los llev estaba aisladoy era muy verde. Durotan poda orel rumor del agua. Se volvi haciaDraka.

    --Saba que poda confiar en miviejo amigo. No pasar muchotiempo antes de...

    En ese momento, Durotan sequed helado. Haba escuchadootro sonido sobrepuesto alchapoteo del arroyo cercano. Unarama se haba partido bajo laplanta de un pesado pie...

    Lanz su grito de batalla yalarg el brazo hacia su hacha.Antes de que hubiera podido asir laempuadura, los asesinos se le

  • echaron encima. Durotan oy elatenuado chillido de rabia deDraka, pero no poda perder ni uninstante para socorrerla. Por elrabillo del ojo, vio que DienteAfilado se abalanzaba sobre unode los intrusos y lo derribaba.

    Haban aparecido en silencio,sin mostrar trazas del orgullo de lacaza que formaba parte integral delhonor orco. Eran asesinos asueldo, lo ms mezquino, elgusano que se arrastraba bajo lospies. Mas esos gusanosabundaban por doq uier y, si bienmantenan las bocas cerradas demodo tan antinatural, sus armashablaban una lengua inequvoca.

    Un hacha se hinc en el musloizquierdo de Durotan, que sedesplom. La sangre borbot clida

  • en la herida cuando se dio la vueltay estir ambo s brazos, en unintento desesperado porestrangular a su posible asesino.Vio un semblante aterrador, entanto que desprovisto de la sana yhonesta rabia orca; desprovisto decualquier emocin, a la verdad. Suadversario volvi a levantar elhacha. Con cad a onza de fuerzaque le quedaba, las manos deDurotan se cerraron en torno algaznate del orco. Ahora s quemostr emocin el gusano, quesolt el hacha e intent apartar losgruesos y poderosos dedos deDurotan de su cuello.

    Un breve y penetrante aullido ,seguido del silencio. Diente Afiladohaba cado. A Durotan no le hacafalta mirar para saberlo. Oa cmo

  • su compaera grua una sarta deobscenidades al orco que, lo saba,iba a acabar con ella. En esemomento, un sonido que le produjoescalofros he ndi el aire: el gritode terror de su beb.

    No permitir que maten a mihijo! Aquella resolucin le confirienergas renovadas y, con unrugido, pese a la sangre de vidaque brotaba de la arteria cercenadade su pierna, se propuls paraconseguir que su enemigo sedesplomara bajo su inmensocorpachn. Ahora era el asesino elque se revolva, presa del genuinoterror. Durotan apret con fuerzacon ambas manos y sinti elsatisfactorio chasquido del cuelloentre sus palmas.

    --No! --La voz perteneca al

  • guardia desleal, al orco que loshaba traicionado. El miedo leconfera un dejo estridente, casihumano--. No, soy uno de losvuestros, ellos son el objetivo...

    Durotan alz la vista a tiempode ver cmo un enorme asesinotrazaba un arco preciso con unahoja casi tan grande como l. Elguardia personal de Martillo deCondena no tuvo ningunaoportunidad. La espada cercenlimpiamente el cuello del traidor y,al tiempo que la ensangrentadacabeza amputada pasaba volandojunto a l, Durotan an pudo ver elasombro y la sorpresa que sereflejaban en el semblante delguardia ejecutado.

    Se dio la vuelta para asistir asu compaera, mas ya era

  • demasiado tarde. Durotan profiriun atronador grito de furia y dolorcuando vio el cuerpo inerte deDraka, cortado en pedazos, tendidoen medio del sotobosque, sobre uncharco de sangre que no dejaba deextender sus orillas. Su asesino secerna sobre ella, y ya fijaba suatencin en Durotan.

    En justa lid, Durotan habrapodido rivalizar con cualquiera delos tres. Herido de gravedad comoestaba, sin ms armas que susmanos desnudas, saba que seenfrentaba a su muerte. No hizoademn de defenderse, sino que,por puro instinto, tendi los brazoshacia el pequeo hatillo que era suhijo.

    Y se qued mirando conexpresin ausente cmo naca un

  • manantial de sangre en su hombro.La falta de sangre ralentizaba susreflejos y, antes de que pudierareaccionar, su brazo izquierdo fue areunirse con el derecho en el suelo,entre espasmos. Los gusanos noestaban dispuestos a permitirle nisiquiera que sostuviera a su hijouna ltima vez.

    La pierna herida ya no eracapaz de sostenerlo por mstiempo. Durotan trastabill y secay de bruces. Su rostro qued ameros centmetros del de su hijo.Su poderoso corazn de guerrerose parti al ver la expresin delbeb, cuyo rostro era el reflej o dela confusin y el terror.

    --Coged... al nio --boque,asombrado ante el hecho de quean pudiera hablar.

  • El asesino se agach, de modoque Durotan pudiera verlo. Escupisobre el ojo del orco moribundo.Por un momento, Durotan se temique fuese a em palar al beb antelos mismsimos ojos de su padre.

    --El nio se quedar a mercedde las criaturas del bosque --roncel asesino--. A lo mejor eres testigode cmo lo devoran.

    Dicho lo cual, se alejaron, conel mismo sigilo con el que habanllegado. Durot an bizque confuerza, sintindose confuso ydesorientado mientras la sangreabandonaba su cuerpo en oleadas.Intent moverse de nuevo y no lefue posible. Slo poda observar laestampa de su hijo, cada vez conmenos nitidez; el pequeo torsoque resollab a al ritmo de sus

  • chillidos, los diminutos puosapretados, porfiando con el aire.

    Draka... mi amada... mi hijito...cunto lo siento. Os hecondenado...

    Su visin perifrica comenz aatenuarse. La imagen de su hijoempez a diluirse. El nicoconsuelo qu e le quedaba aDurotan, jefe del clan del Lobo delas Heladas, conforme leabandonaba la vida era el saberque morira antes de tener queasistir al horrible espectculo de suhijo siendo devorado vivo por lasensaadas bestias del bosque.

    * * *

    --Por l a Luz, menudoescndalo! --Tammis Foxton, de

  • veintids aos de edad, arrug lanariz ante el ruido que estabadespertando ecos por todo elbosque--. Ser mejor que nosdemos la vuelta, teniente. Sea loque sea lo que tenga esospulmones, sin duda habrespantado a todo lo que merecieraser cazado.

    El teniente AedelasBlackmoore regal a su ayudantepersonal con una sonrisa lnguida.

    --Es que no has aprendidonada de lo que he intentadoensearte, Tammis? --amonest,con voz afectada --. No se tratatanto de conseguir algo para lacena como de alejarse de esacondenada fortaleza. Que chillecuanto quiera, sea lo que sea.--Meti la mano en la alforja que

  • penda a su espalda. La botella erasuave y fra al tacto.

    --Copa de caza, seor?--Tammis, pese a los co mentariosde Blackmoore, haba sido bienaleccionado. Tendi una pequeacopa en forma de cabeza dedragn que haba guardado en sualforja. Las copas de caza estabandiseadas a propsito para tal fin, ycarecan de base sobre las queapoyarse. Blackmoore vacil, antesde rechazar la oferta con unademn.

    --Sobran los formalismos.--Quit el corcho con los dientes,sostuvo la botella con una mano yse llev el gollete a los labios.

    Ah, qu dulce que era aquello.Un reguero de fuego se extendipor su garga nta hasta alcanzar el

  • estmago. Tras limpiarse la bocacon la mano, Blackmoore volvi atapar la botella y la guard denuevo en la alforja. Ignor apropsito el gesto de preocupacinde Tammis que, a su vez, seapresur a enmendarlo. Qu leimportaba a un siervo lo quebebiera su seor?

    Aedelas Blackmoore habaascendido deprisa gracias a suincreble habilidad para abrirsecamino con la espada entre losejrcitos orcos en el campo debatalla. Sus superiores atribuansus logros a la pericia y al coraje.Blackmoore podra haberlescontado que su coraje se vendaembotellado, pero no lo habajuzgado necesario.

    Su reputacin no le perjudicaba

  • a la hora de merecerse lasatenciones de las doncellas, comotampoco lo haca su deslumbranteatractivo. Alto y apu esto, con elpelo negro largo hasta loshombros, de ojos azules como elacero y con una pequea perillaelegantemente recortada, era laviva imagen del heroico soldado. Elque alguna que otra mujer salierade su lecho tan afligida comoescarmentada y, no e n rarasocasiones, con alguna que otramagulladura, era algo que le traasin cuidado. Haba muchas ms dedonde haban salido las anteriores.

    El ensordecedor estruendocomenzaba a irritarle.

    --No se aleja --rezongBlackmoore.

    --Quiz se trate de un animal

  • herido, seor, incapaz de moverse--apunt Tammis.

    --En tal caso, busqumoslo ypongamos fin a su sufrimiento.--Hinc los talones en Cancin deNoche, un esbelto bruto castrado,tan negro como indicaba sunombre, con ms fuerza de l anecesaria y sali al galope endireccin a aquel ruido infernal.

    Cancin de Noche se detuvode forma tan abrupta queBlackmoore, experto jinete por logeneral, a punto estuvo de volarpor encima de la cabeza delcaballo. Profiri una maldicin ydescarg un puetazo contra elcuello del animal, antes deenmudecer al reparar en lo quehaba causado que Cancin deNoche frenara en seco.

  • --Luz bendita --dijo Tammis,que cabalgaba junto a l a lomosde su poni gris --. Menudoestropicio.

    Tres orcos y un enorme loboblanco yacan despatarrados sobreel lecho del bosque. Blackmooresupuso que haban muerto hacapoco. An no se apreciaba el hedorde la descomposicin, aunque lasangre ya se haba coagulado. Dosmachos, una hembra. Daba igual elsexo del lobo. Mal ditos orcos. Loshumanos como l se ahorraran unmontn de problemas si esasbestias se atacaran entre s ms amenudo.

    Algo se movi, y Blackmoorevio qu era lo que haba estadochillando con tanta violencia. Era lacosa ms fea que haba visto en su

  • vida... un beb orco, envuelto en loque sin duda deba de ser un paalpara aquellas criaturas. Sin apartarla vista de l, desmont y sedispuso a acercarse.

    --Cuidado, seor! --exclamTammis--. Podra morder!

    --Es la primera vez que veo uncachorro --dijo Blackmoore. Lo toccon la punta de la bota. Rod hastaescaparse de su paal azul yblanco, torci an ms el gesto desu carita verde y continulamentndose.

    A despecho de haber dado yacuenta del contenido de una botellade aguamiel y de haber merm adoen buena parte el de la segunda, lamente de Blackmoore seguadespierta. Comenz a germinaruna idea en su cabeza. Sin hacer

  • caso de las desdichadas splicasde Tammis, Blackmoore se agachy levant al pequeo monstruo,colocando en su sitio el paoblanco y azul. Casi de inmediato,ces el llanto. Unos ojos grisesazulados sostuvieron la mirada delos suyos.

    --Interesante. Sus bebs tienenlos ojos azules cuando sonpequeos, igual que los humanos.--Esos ojos no tardaran entornarse porcinos y negr os, o rojos,y miraran a los humanos cargadosde odio asesino.

    A menos...Durante aos, Blackmoore

    haba trabajado el doble paraobtener la mitad de reconocimientoque otros hombres de igual alcurniay categora. Haba porfiado por

  • desembarazarse del esti gma de ladeslealtad de su padre, y habahecho todo lo posible en aras deconseguir poder y prestigio. Eranmuchos los que an le miraban conescepticismo; "sangre de traidor",solan murmurar a sus espaldascuando crean que no los oa. Peroahora, tal v ez llegara el da en queno tuviera que soportar por mstiempo esos comentarios hirientes.

    --Tammis --dijo, pensativo, conla mirada clavada en elincongruente azul plido de los ojosdel beb orco --, sabas que tienesel honor de servir a un hombrebrillante?

    --Desde luego que s, seor--respondi Tammis, como era deesperar--. Os importa que inquierapor qu eso resulta particularmente

  • cierto en este momento?Blackmoore mir de soslayo a

    su sirviente, que an permanecamontado, y esboz una sonrisa.

    --Porque el teniente AedelasBlackmoore sostiene en sus manosalgo que va a hacer de l unhombre famoso, rico y, lo mejor detodo, poderoso.

  • _____ 2 _____

    Tammis Foxton se mostrabamuy agitado, debido directa einevitablemente al hecho de que suseor estaba terriblementedisgustado. Cuando haba llevadoal cachorro de orco a casa,Blackmoore se haba comportadoigual que en el campo de batalla:alerta, interesado, concentrado.

    Los orcos cada vez constituanun reto menor, y los hombresacostumbrados a la emocin de lasbatallas casi diarias comenzaban a

  • aburrirse. Los combates planeadosadquiran cada vez mspopularidad, puesto queproporcionaban una vlvula deescape para las energasalmacenadas, adems que ofrecerla oportunidad de que cambiarande manos algunas monedas.

    Ese orco iba a criarse bajoestricto control humano. Con lavelocidad y el poder de los orcos,pero con los conocimientos que leimpartira Blackmoore, serainvencible en los torneosorganizados que comenzaban aproliferar.

    El problema estribaba en que elfeo pequeajo se negaba a comer,y haba palidecido y enmudecidodurante el transcurso de los ltimosdas. Nadie deca nada, pero todo

  • el mundo lo saba. La bestia semora.

    Eso enfureca a Blackmoore.En cierta ocasi n, incluso haballegado a agarrar al pequeomonstruo y haba intentado meterlea la fuerza por la garganta carnetroceada. Lo nico que habaconseguido era que el orco, al quehaba bautizado como "Thrall",estuviera a punto de asfixiarse;cuando Thrall hubo escupido lacarne, haba tirado al orco sinmiramientos sobre el heno y sehaba alejado a largas zancadas,entre blasfemias, del establo queconstitua el hogar temporal de lacriatura.

    Tammis se conduca con lamayor discrecin en presencia desu seor, y elega sus palabras con

  • ms cuidado del habitual. Empero,en ms de una ocasin habaterminado su encuentro con elteniente Blackmoore con unabotella (a veces vaca, a veces no)volando detrs de l.

    Su esposa Clannia, una mujerde cabello pajizo y orondos carrillosque serva en las cocinas, pusoante l un plato de comida fra en lamesa de madera y se acarici elterso cuello mientras l se sentabapara comer. Comparado conBlackmoore, el vociferante y rollizococinero que regentaba las cocinasera un verdadero paladn.

    --Alguna noticia? --preguntClannia, esperanzada. Se senttorpemente a su lado, frente a lamesa de madera sin pulir. Hacaalgunas semanas que haba dado a

  • luz y sus movimientos seguansiendo algo vacilantes. Su hijamayor T aretha y ella habancomido haca ya horas. Sin servista por sus progenitores, lamuchacha, que dorma con suhermanito en una pequea cama allado del hogar, se habadespertado al sentir la presencia desu padre. Se haba sentado, conlos rizos rubios c ubiertos por elgorro de noche, observaba a losadultos y escuchaba suconversacin.

    --En efecto, y todas malas--respondi Tammis, abatido,mientras se acercaba a la boca unacucharada de sopa de patata fra.Mastic, trag, y continu: -- El orcose est muriendo. Se niega acomer todo lo que le ofrece

  • Blackmoore.Clannia exhal un suspiro y

    reanud sus zurcidos. La agujacentellaba arriba y abajo, hilandoun vestido nuevo para Taretha.

    --No es de extraar --dijo lamujer, en voz baja --. Blackmooreno tena derecho a traer algo as aDurnholde. Como si no tuvisemosbastante con soportar los gritos delos adultos durante todo el da. Noveo la hora de que terminen deconstruir los campos deinternamiento y dejen de serproblema de Durnholde. --Seestremeci.

    Taretha observaba en silencio.Tena los ojos muy abiertos. Habaodo vagos rumores acerca de unbeb orco, pero era la primera vezque tena ocasin de escuchar a

  • sus padres hablando de l. Sujoven mente estaba desbocada.Los orcos eran tan grandes y erantan amedrentadores, con esoscolmillos, la piel verde y sus vocesatronadoras... Slo los haba vistode refiln, pero haba odo todaslas historias. Un beb no poda sergrande ni dar tanto miedo. Mir desoslayo la pequea figura de suhermano. Ante sus ojos, Faralyn seagit, abri su boquita de pin y,con un grito ensordecedor, anuncique tena hambre.

    Clannia se aprest alevantarse, solt la tela, cogi a suhijo, desnud un pecho y sedispuso a amamantar al beb.

    --Taretha! --amonest--.Deberas estar dormida.

    --Lo estaba --repuso Taretha, al

  • tiempo que se levantaba y corrahacia su padre--. Me ha despertadopap.

    Tammis esboz una sonrisacansada y permiti que su hija seaupara hasta su regazo.

    --No volver a dormirse hastaque Faralyn h aya terminado --ledijo a Clannia --. Deja que lasostenga un momento. La veo tanpoco, y crece igual que la malahierba. --Propin un cariosopellizco en la mejilla a su hija, quesolt una risita --. Si el orco semuere, repercutir en perjuicio detodos nosotros.

    Taretha frunci el ceo. Larespuesta era obvia.

    --Pap, si es un beb, por quintentis que coma carne?

    Ambos adultos la miraron,

  • atnitos.--Qu quieres decir,

    pequea? --pregunt Tammis, conun hilo de voz.

    Taretha se al a su hermanolactante.

    --Los bebs beben leche, igualque Faralyn. Si la madre de esteorco est muerta, ya no puedebeber su leche.

    Tammis continu mirndola,hasta que una sonrisa comenz aextenderse despacio sobre surostro agotado.

    --Qu cosas ti enen estos crios--susurr, antes de abrazar a suhija con tanta fuerza que lamuchacha comenz a revolverse amodo de protesta.

    --Tammis... --La voz de Clanniaera tirante.

  • --Querida. --Sostuvo a Tarethacon un brazo y extendi el otro porencima de la me sa, hacia suesposa--. Tari tiene razn. Porbrbaras que sean sus costumbres,tambin los orcos amamantan asus bebs, igual que nosotros.Suponemos que la cra de orco nodebe de contar ms que con unospocos meses de edad. No es deextraar que no pueda comer carnetodava. Ni siquiera tiene dientes.--Vacil, pero Clannia palideci,como si supiera qu iba a decir acontinuacin.

    --No querrs que... no me irsa pedir que...

    --Piensa en lo que significarapara nuestra familia! --exclamTammis--, Hace diez aos quesirvo a Blackmoore. Es la primera

  • vez que algo suscita su inters deeste modo. Si ese orco sobrevivegracias a nosotros, no nos faltarde nada!

    --No... no puedo --tartamudeClannia.

    --No puede qu? --quisosaber Taretha, pero ambos laignoraron.

    --Por favor --rog Tammis --. Sislo ser durante una temporada.

    --Son monstruos, Tam! --gritClannia--. Monstruos, y t... tquieres que yo... --Se cubri elrostro con una mano y comenz asollozar. El beb sigui laclando,imperturbable.

    --Pap, por qu llora mam?--pregunt Taretha, ansiosa.

    --Pero si no lloro --repusoClannia, con voz pastosa. Se

  • enjug el rostro mojado y se obliga sonrer --. Ves, cario? No pasanada. --Mir a Tammis, y tragsaliva con dificultad --. Es slo quetu pap necesita que yo haga unacosa, eso es todo.

    * * *

    Cuando Blackmoore supo quela esposa de su ayudante personalhaba accedido a amamantar albeb orco moribundo, la familiaFoxton recibi muchos regalos.Ricas telas, las frutas ms frescasy las car nes ms selectas, lasmejores velas de cera de abeja...todo esto y ms comenz aaparecer con regularidad ante lapuerta de la pequea estancia queconstitua el hogar de la familia.

  • Esa habitacin no tard en sersustituida por otra, y aun poraposentos ms espaciosos.Tammis Foxton recibi su propiocaballo, una yegua bayaencantadora a la que llamDoncella de Fuego. Clannia, a laque ya se referan como a laseora Foxton, dej de servir en lacocina, pero dedicaba todo sutiempo a sus hijos y a atende r a lasnecesidades de lo que Blackmoorellamaba su "proyecto especial".Taretha se cubra con bonitosvestidos e incluso dispona de untutor, un hombre tan quisquillosocomo amable que responda alnombre de Jaramin Skisson, quehaba recibido el encargo deensearle a leer y a escribir, comoa una dama.

  • Pero no le estaba permitidohablar de la pequea criatura quevivi con ellos durante todo un aoy que, cuando Faralyn muri porculpa de las fiebres, se habaconvertido en el nico beb de lafamilia Foxton. Cuando Thrall huboaprendido a beber una repugnantecombinacin de sangre, leche devaca y papilla con sus propiasmanos, tres guardias armadosvinieron y se lo quitaron a Tarethade los brazos. La muchacha llor yprotest, y recibi una severaazotaina por sus lamentos.

    Su padre la abraz y laapacigu, mientras besaba laplida mejilla, all donde resultabavisible la impronta roja de unosdedos. La joven se tranquiliz, alcabo; como la nia obediente que

  • quera parecer, accedi a no volvera men cionar a Thrall, salvo en lostrminos ms indiferentes.

    Pero se jur que jamsolvidara a aquella extraa criaturaque haba sido casi como unhermano pequeo para ella.

    Nunca.

    * * *

    --No, no. As. --JaraminSkisson se coloc junto a supupilo--. Sost nlo as, con losdedos aqu... y aqu. Ah, eso estmejor. Ahora haz estemovimiento... como una serpiente.

    --Qu es una serpiente?--pregunt Thrall. Slo contaba seisaos de edad, pero ya era casi tangrande como su tutor. Sus torpes

  • manazas no consegu an asir eldelicado y fino estilo con propiedad,y la tablilla de arcilla se le escurrasin cesar. Pero era tozudo, yestaba decidido a dominar esa letraque Jaramin llamaba "ese".

    Jaramin parpade tras susenormes lentes.

    --Ah, claro --dijo, ms para sque para Thrall --. Una serpiente esun reptil sin patas. Se parece aesta letra.

    Thrall se entusiasm al caer enla cuenta.

    --Como un gusano. --A menudotomaba como piscolabis a esaspequeas golosinas que se abranpaso hasta su celda.

    --S, se parece a un gusano.Intntalo de nuevo, esta vez tsolo.

  • Thrall sac la lengua ycompuso un gesto deconcentracin. Una forma trmulaapareci sobre la arcilla, y supoque en ella se poda reconocer una"ese". Orgulloso de s mismo, se lamostr a Jaramin.

    --Muy bien, Thrall! Creo que yava siendo hora de que empiece aensearte los nmeros.

    --Pero antes, es hora deaprender a pelear, eh, Thrall?

    Thrall levant la cabeza paraver la esbelta figura de su se or, elteniente Blackmoore, de pie en elvano de la puerta. Entr. Thrall oycmo se cerraba el cerrojo al otrolado de la puerta. Nunca habaintentado huir, pero pareca que losguardias esperaban que lo hicieraen cualquier momento.

  • De inmediato, Thral l se postrcomo le haba enseadoBlackmoore. Una cariosapalmadita en la cabeza le indicque tena permiso para levantarse.Se incorpor con dificultad,sintindose de repente ms grandey torpe que de costumbre. Mantuvola mirada fija en las botas deBlackmoore, a la espera de lo quefuese que le tuviera reservado suseor.

    --Qu tal va con las clases?--le pregunt Blackmoore aJaramin, como si Thrall noestuviera delante.

    --Muy bien. No saba que losorcos pudieran ser tan inteligentes,pero...

    --No es inteligente porque seaun orco --interrumpi Blackmoore,

  • con un tono de voz tan agudo queThrall se encogi --. Es inteligenteporque los humanos le hemosenseado a serlo. Que no se teolvide, Jaramin. --Las botas segiraron en direccin a Thrall --. Y ati, que tampoco se te olvide.

    Thrall mene la cabeza, conviolencia.

    --Mrame, Thrall.Thrall vacil, antes de elevar su

    mirada azul. Los ojos deBlackmoore se clavaron en los delorco.

    --Sabes lo que significa tunombre?

    --No, seor. --Su voz resontosca y profunda, incluso a suspropios odos, comparada con laarmona musical de las voceshumanas.

  • --Significa "esclavo". Significaque me perteneces. --Blackmooreavanz un paso y clav un ndicetieso en el torso del orco--. Significaque soy tu prop ietario. Loentiendes?

    Por un momento, Thrall sequed tan perplejo que no atin aresponder. Su nombre significabaesclavo? Sonaba tan agradablecuando lo pronunciaban loshumanos que haba pensado quedeba de ser un buen nombre, unnombre digno.

    La ma no enguantada deBlackmoore salt para abofetear aThrall. Aunque el teniente habaimpulsado el brazo con vigor, la pielde Thrall era tan gruesa y tan duraque el orco apenas sinti el golpe.A pesar de todo, se sinti dolido.

  • Su seor le haba pegado! Conuna manaza se acarici la mejilla;las negras uas estabanrecortadas.

    --Responde cuando te hablen--espet Blackmoore --. Entiendeslo que acabo de decir?

    --S, maese Blackmoore--repuso Thrall; su profundovozarrn era apenas un susurro.

    --Excelente. --El rostrofuribundo de Blackmoore se relajhasta ofrecer una sonrisa deaprobacin. Sus dientes resaltabanblancos contra el marco negro desu perilla. As de repente, todovolva a estar en orden. Thrall sesinti inundado de alivio. Sus labiosse curvaron para aproximarse todolo que les era posible a la sonrisade Blackmoore --. No hagas eso,

  • Thrall. Pareces ms feo de lo queya eres.

    De golpe y porrazo, la sonrisadel orco se desvaneci.

    --Teniente --intervino Jaramin,en voz baja--, tan slo intenta imitarvuestra sonrisa, eso es todo.

    --Bueno, pues no debera. Loshumanos sonren. Los orcos, no.Has dicho que iba bien con laslecciones, verdad? As pues, yasabe leer y escribir?

    --Lee a un nivel bastanteavanzado. En lo que se refiere aescribir, s que sabe, pero esosdedos tan gruesos se las ven y selas desean con algunos caracteres.

    --Excelente --repitiBlackmoore--. En tal caso, ya nonecesitamos ms tus servicios.

    Thrall inspir una rpida

  • bocanada y mir a Jaramin. Elanciano parec a tan sorprendidocomo l por aquella declaracin.

    --Todava desconoce muchascosas, seor --balbuci Jaramin --.Sabe muy poco acerca de losnmeros, de la historia, del arte...

    --No hace falta que sea unhistoriador, y yo mismo sabrocuparme de que apren da lo quenecesite sobre los nmeros. Paraqu necesita saber nada de arte unesclavo, eh? Supongo que a ti esote parecer una prdida de tiempo,eh, Thrall?

    Thrall pens por un instante enaquella vez que Jaramin habatrado consigo una pequeaestatua y le haba explicado cmoestaba tallada; record laconversacin que haban tenido

  • acerca del tejido de sus paales,de brillantes colores azules yblancos. Jaramin haba dicho queaquello era "arte", y Thrall se habamostrado entusiasmado poraprender ms acerca de laconfeccin de cosas tan hermosas.

    --Los deseos de mi seor sonrdenes para Thrall --respondi,obediente, ocultando lossentimientos de su corazn.

    --Exacto. No te hace falta sabernada de eso, Thrall. Lo que tienesque hacer es aprender a pelear.--Con un afecto inusitado,Blackmoore extendi el brazo yapoy una mano sobre el enormehombro de Thrall. El orco seencogi y mir a su seor --. Queraque aprendieras a leer y a escribirporque tal vez algn da te confiera

  • ventaja sobre tu o ponente. Yo meocupar de que domines todas lasarmas que conozco. Voy aensearte lo que es la estrategia,Thrall, y la picarda. Sers famosoen la arena de los gladiadores.Miles de voces corearn tu nombrecuando aparezca. Qu tal suenaeso, eh?

    Thrall vio cmo Jaramin sedaba la vuelta y comenzaba arecoger sus brtulos. Sinti undolor extrao al ver cmodesaparecan el estilo y la tablillade arcilla dentro de la bolsa deJaramin, por ltima vez. Con unrpido vistazo por encima delhombro, Ja ramin lleg hasta lapuerta y llam con los nudillos. Leabrieron. Sali, y la puerta volvi aquedar cerrada y trancada.

  • Blackmoore aguardaba larespuesta de Thrall. El orcoaprenda deprisa, y no quera quevolvieran a golpearlo por nocontestar a tiempo . Tras obligarsea infundir a sus palabras unacerteza que no senta, le dijo a suseor:

    --Suena emocionante. Mealegro de que mi seor desee quesiga ese camino.

    * * *

    Por primera vez desde quetena uso de razn, Thrall el orcosali de su celda. Obse rvabamaravillado mientras recorra variosy sinuosos pasillos de piedra,precedido de dos guardias, conotros dos a su espalda, y con

  • Blackmoore caminando a la par del. Ascendieron unas escaleras,cruzaron un pasadizo y bajaron poruna escalera de carac ol, tanestrecha que pareca que secerniera sobre Thrall.

    Al frente se apreciaba unaclaridad que le hizo entornar losojos. Se acercaban a la luz, y eltemor a lo desconocido comenz ahacer mella en l. Cuando losguardias que tena delantetraspusieron la luz para adentrarseen la misma, Thrall se qued depiedra. El suelo que tena delanteera amarillo y marrn, no de piedragris, que era a lo que estabaacostumbrado. Unas cosas negrasque se parecan a los guardiasyacan en el suelo y seguan todossus movimientos.

  • --Qu haces? --espetBlackmoore--. Sal. Cualquier otroprisionero dara el brazo derechopor poder ver la luz del sol.

    Thrall saba lo que era eso. "Laluz del sol" era lo que entraba en sucelda a travs de pequeasrendijas. Pero haba tanta luz delsol ah fuera! Y, qu haba deesas cosas negras? Qu eran?

    Thrall seal a las figurasnegras con forma de hombre quehaba en el suelo. Para suvergenza, todos los guardiasempezaron a rerse. A uno de ellosincluso le corran lgrimas por elrostro. Blackmoore enrojeci.

    --Idiota, eso no es ms que...Por la Luz, me habr hecho de unorco que tiene miedo de su propiasombra? --A un gesto suyo, uno de

  • los guardias clav la punta de sulanza en la espalda de Thrall.Aunque su piel, gruesa de por s, loprotega, el empujn azuz a Thralla seguir adelante.

    Le escocan los ojos, y alz lasmanos para taprselos. Aun as, elcalor de la... luz del sol... sobre sucabeza y su espalda era agradable.Poco a poco, baj las manos yparpade, permitiendo que sus ojosse acostumbraran a la luz.

    Algo verde y enorme se cerniante l.

    Por instinto, se irgui cuan altoera y profiri un rugido. Losguardias volvieron a soltar la risapero, en esta ocasin, Blackmooreasinti complacido por la reaccinde Thrall.

    --Eso es un luchador de

  • mentirijillas. Est fabricado conarpillera, relleno y pintura, Thrall.Es un troll.

    Thrall volvi a sentirseabochornado. Ahora que lo veams de cerca, se daba cuenta deque aquello no era un ser vivo. Elpelele tena paja en vez de pelo, ylas puntadas que lo mantenanunido resultaban visibles.

    --Los trolls se parecen a eso?Blackmoore sofoc una risita.--Un poco. Lo que prima no es

    el realismo, sino el entrenamiento.Observa.

    Extendi un brazo y uno de losguardias deposit algo en suguante.

    --Esto es una espada demadera --explic Blackmoore --.Una espada es un arma, y las de

  • madera se emplean en losejercicios. Cuando hayaspracticado lo suficiente, pasaremosa las de verdad.

    Blackmoore sostuvo la espadacon ambas manos. Se afianz en elsuelo y corri hacia el troll deentrenamiento. Consigui golpearlotres veces; una en la cabeza, otraen el tronco y otra en el brazo quesostena un arma de trapo, sindetenerse. Con la respi racinapenas entrecortada, se dio lavuelta y regres al trote.

    --Ahora, intntalo t.Thrall tendi la mano hacia el

    arma. Sus gruesos dedos secerraron en torno a la empuadura.Encajaba en su palma muchomejor que el estilo. Tambin sesenta ms a gus to con ella, como

  • si le resultara familiar. Afianz supresa e intent repetir lo que habavisto que haca Blackmoore.

    --Muy bien --dijo Blackmoore.Dirigindose a uno de los guardias,aadi:-- Fjate, has visto eso? Lolleva en la sangre. Ya lo sab a yo.Ahora, Thrall... ataca!

    Thrall gir en redondo. Porprimera vez en su vida, su cuerpopareca ansioso por hacer lo que lepedan. Levant la espada y, parasu sorpresa, un rugido brot de sugarganta. Sus piernas comenzarona impulsarlo casi como siestuvieran dotadas de vida propia,conducindolo hacia el troll a granvelocidad. Alz la espada (ah, qufcil era), y la baj trazando unveloz arco en direccin al troncodel pelele.

  • Se escuch un tremendoestrpito y el troll sali volando porlos air es. Temiendo que hubiesecometido alguna equivocacin, lagracia de Thrall se torn de nuevotorpeza y se le enredaron los pies.Se cay de bruces y sinti que laespada de madera se parta bajosu cuerpo.

    Se puso de pie con esfuerzo yse postr, seguro de que iba arecibir un terrible castigo. Habaroto el troll de mentira y habadestruido la espada de prcticas.Era tan grande, tan torpe...!

    El aire se llen de sonorosvtores. Aparte de Jaramin, lossilenciosos guardias y lasocasionales visitas de Bl ackmoore,Thrall no se haba relacionadomucho con los humanos. Nadie le

  • haba enseado a discernir losmatices de sus onomatopeyas,pero tena la extraa sospecha deque aquel sonido no indicaba ira.Con cautela, levant la vista.

    Blackmoore ostentaba unaenorme sonrisa, al igual que losguardias. Uno de ellos bata laspalmas para crear estruendososchasquidos. Cuando repar enThrall, la sonrisa de Blackmoore seensanch an ms.

    --No os haba dicho quesuperara todas las expectativas?Bien hecho, Thrall! Bien hecho!

    Thrall parpade, inseguro.--No he... no lo he hecho mal?

    El troll y la espada... se han roto.--Y tanto que se han roto! La

    primera vez que empuas unaespada y el troll sale volando por el

  • patio! --La exaltacin deBlackmoore se fue apaciguando;rode al joven orco con el brazo, enademn de compaerismo. Thrallse tens al principio, luego serelaj--. Imagnate que estuvierasen la arena de los gladiadores.Imagnate que ese troll fuera real,que tu espada fuese autntica. Ysupon q ue la primera vez quecargases, lo golpearas con tantafuerza que lo enviaras igual delejos. No te das cuenta de queeso es bueno, Thrall?

    El orco supuso que deba deserlo. Sus enormes labios querantensarse sobre sus dientes parasonrer, pero contuvo el impulso.Blackmoore nunca se habamostrado tan satisfecho con l, tanamable, y no quera hacer nada

  • que empaara ese momento.Blackmoore le propin un

    apretn en el hombro, antes devolverse hacia sus hombres.

    --T! --le grit a un guardia --.Vuelve a clavar el troll en la estaca,y asegrate de afianzarlo de modoque resista las poderosasestocadas de mi Thrall. T,consgueme otra espada demadera. Demonios, trae cinco.Seguro que las rompe todas!

    Por el rabillo del ojo, Thrall notmovimiento. Se gir y vio a unhombre alto y cimbreo de pelorizado, vestido de rojo oscuro,negro y oro, lo que lo sealabacomo uno de los sirvientes deBlackmoore. Junto a l haba unpequeo ser humano de brillantepelo amarillo. No se parecan en

  • absoluto a los gu ardias queconoca. Se pregunt si eso seraun nio humano. Pareca msblando, y sus ropas no eran lospantalones y las tnicas con lasque se cubran los dems, sino untraje largo y vaporoso queacariciaba el polvo del suelo. Aspues, sera una cra hembra?

    Sus ojos se encontraron conlos azules de la nia. sta nopareca asustada en absoluto porsu fea apariencia. Al contrario, lesostuvo la mirada y, ante sus ojos,le dedic una radiante sonrisa y lesalud con la mano, como si sealegrara de verlo.

    Cmo poda ser eso?Mientras Thrall se quedaba parado,intentando encontrar la respuestaadecuada, el macho que la

  • acompaaba cogi a la hembra porel hombro y se la llev de all.

    Thrall, preguntndose an quacababa de ocurrir, se volvi hacialos ho mbres que seguanvitoreando y cerr su mano, verdey enorme, en torno a otra espadade madera.

  • _____ 3 _____

    No tard en establecerse unarutina; una rutina que Thrallseguira durante varios aos.Coma al amanecer, le colocabanunos grilletes en torno a lasmuecas y los tobillos, sala alpatio de Durnholde y se entrenaba.Al principio, era Blackmoore enpersona el encargado desupervisar los ejercicios,ensendole los movimientosbsicos y ensalznd olo conefusividad. En ocasiones, no

  • obstante, el humor de Blackmoorese agriaba y Thrall no conseguahacer nada para agradarle. Enesas ocasiones, la lengua del noblepareca algo lenta, susmovimientos torpes, y despotricabacontra el orco sin razn apa rente.Thrall lleg a aceptar el hecho deque no era digno. Si Blackmoore leamonestaba, sera porque se lomereca; cualquier halago se debatan slo a la magnanimidad de suseor.

    Transcurridos algunos meses,hizo su aparicin otro hombre yThrall dej de ver a Blackmoorecon regularidad. Este hombre, alque Thrall slo conoca por elsobrenombre de sargento, eraenorme para los estndareshumanos. Sobrepasaba el metro

  • ochenta de altura, y su poderosotorso estaba cubierto de rizos rojos.El pelo de su cabeza tambin eraanaranjado, y su enmaraadasgreas encontraban su igual en lalarga barba. Llevaba una bufandanegra anudada alrededor delcuello, y en una oreja exhiba ungran aro. La primera vez que habaacudido para dirigirse a Thrall y alos dem s luchadores que seentrenaban junto a l, les habadedicado a todos una penetrantemirada y haba propuesto su reto avoces.

    --Veis esto? --Seal con undedo achatado el reluciente aro desu oreja --. No me lo he quitado entrece aos. He entrenado a mi lesde reclutas como vosotros,cachorros, y a todos los grupos les

  • he dicho lo mismo: quitadme estependiente de la oreja y dejar queme apaleis a placer. --Sonri,mostrando varios huecos en sudentadura--. A lo mejor ahora no oslo parece, pero para cu ando hayaterminado con vosotros, venderaisa vuestra propia madre con tal detener una ocasin de ponerme lamano encima. Si alguna vez fuesetan lento que no consiguierazafarme del ataque de cualquierade vosotros, damiselas, mereceraque me arrancara n la oreja decuajo y que me obligaran atragarme los dientes que mequedan.

    Haba estado pasendosedespacio ante la hilera de hombres,y se detuvo de pronto enfrente deThrall.

  • --Aplcate el cuento, duendesuperdesarrollado --rugi elsargento.

    Thrall ag ach la cabeza,confuso. Le haban enseado quenunca, nunca, deba levantar lamano contra los humanos. Aun as,pareca que iba a tener que lucharcon ellos. Ni se le ocurrira intentarquitar el pendiente del lbulo delsargento.

    Una mano enorme agarr labarbilla de Thrall y le levant lacabeza de golpe.

    --Mrame cuando te hable,entendido?

    Thrall asinti, patidifuso.Blackmoore nunca quera que lomirara a los ojos. Ese hombreacababa de ordenarle que s lohiciera. A quin se supona que

  • deba obedecer?El sargento los dividi en

    parejas. Su nmero era impar, yThrall termin por quedarse solo. Elsargento se plant ante l y lelanz una espada de madera. Porinstinto, Thrall la cogi. El sargentosolt un gruido de aprobacin.

    --Buena coordinaci n demovimientos. --Al igual que losdems hombres, portaba unescudo y se cubra con una pesadaarmadura almohadillada que leprotega la cabeza y el cuerpo.Thrall no llevaba ninguna. Su pielera tan resistente que apenassenta los golpes, y creca tandeprisa que cualquier atuendo oarmadura que confeccionaran a sumedida se quedaba pequeoenseguida--. A ver cmo te

  • defiendes! --Sin ms aviso, elsargento carg contra Thrall.

    Por una fraccin de segundo,Thrall se encogi ante el ataque.Luego, algo e n su interior pareciencajar en su sitio. Dej demoverse con miedo y confusin, ygan una posicin de confianza. Seenderez, cuan alto era, y se diocuenta de que creca tan deprisaque era ms alto incluso que suoponente. Levant el brazoizquierdo, que saba que algn dasostendra un escudo ms pesadoque un humano, para protegersede la espada de madera, ydescarg su propia arma en unveloz arco. Si el sargento nohubiera reaccionado a unavelocidad sorprendente, la espadade Thrall se habra inc rustado en

  • su yelmo. Incluso con esaproteccin, Thrall saba que elpoder que impulsaba su estocadaprobablemente habra matado alsargento.

    Pero el sargento era gil, y suescudo detuvo el mortfero ataquede Thrall. El orco gru,sorprendido, cuando el sargentologr atizarle el abdomen desnudo.Se tambale, perdido el equilibrio.

    El sargento aprovech laabertura y presion, descargandotres rpidos golpes que habranterminado con la vida de cualquierhombre sin armadura. Thrallrecuper el equilibrio y sinti quese apoderaba de l un impulsoferviente y desconocido. Toda sufrustracin y su indefensin sedesvanecieron, suplantadas por un

  • objetivo letal: Matar al sargento.Profiri un grito sobrecogedor,

    el poder de su voz lo sobresaltincluso a l, y arremeti. Levant elarma y golpe, la levant y golpe,descargando una lluvia de golpessobre el hombretn. El sargentointent retirarse y su bota patinsobre una piedra. Se cay deespaldas. Thrall volvi a soltar unalarido, conforme el deseo dereducir a pulpa la cabeza delsargento lo empapaba igual queuna ola de fuego. El sargentoconsigui colocar la espada ante ly desvi la mayora de los golpes,pero Thrall ya lo haba inmovilizadoentre sus poderosas piernas. Tirla espada a un lado y e xtendi lasenormes manos. Si pudiera rodearcon ellas el cuello de Blackmoore...

  • Aturdido por la imagen que sehaba formado en su mente, Thrallse qued helado, con los dedos aescasos centmetros de la gargantadel sargento. Se protega con uncollar, s , pero los dedos de Thralleran poderosos. Si hubieraconseguido cerrar su presa...

    En ese momento, se le echaronencima varios hombres a la vez,imprecndole y apartndolo de lafigura rendida del instructor marcial.Ahora era Thrall el que seencontraba tendido de espaldas,con los poderosos brazoslevantados para zafarse de losgolpes de varias espadas. Oy unextrao sonido, un taido, y vioalgo metlico que atrapaba labrillante luz del sol.

    --Basta! --grit el sargento. Su

  • voz segua siendo tansobrecogedora e imperiosa como sino se hubiera encontrado aescasos centmetros de lamuerte--. Maldita sea, detente o tecorto ese condenado brazo!Guarda la espada enseguida,Maridan!

    Thrall oy un siseo. Un par defuertes brazos lo asieron y lolevantaron. Mir al sargento.

    Para su sorpresa, el sargentosolt una sonora risotada y dio unapalmada en el hombro del orco.

    --Buen trabajo, gan. Es loms cerca que ha estado nadie dequitarme el pendiente... y en elprimer combate, adems. Eres unguerrero n ato, pero se te olvidcul era el objetivo, no es as?--Seal el aro de oro --. ste era el

  • objetivo, no exprimirme como a unanaranja.

    Thrall pugn por hablar.--Lo siento, sargento. No s lo

    que ha ocurrido. Usted me atac, yentonces... --A punto estuvo demencionar la breve imagen deBlackmoore. Por si no fuera pocoque hubiese perdido la cabeza.

    --A algunos enemigos querrssometerlos a lo que acabas dehacer --dijo el sargento,sorprendindole--. Buena tctica.Pero a algunos oponentes, como atodos los humanos con los que tevas a enfrentar, querrs derribarlosy nada ms. Ah se acaba. La sedde sangre tal vez te salve la vida enuna batalla real pero, para loscombates de gladiadores, te harfalta tener ms de aqu --se toc la

  • sien con un dedo --, que de aqu--se palme el estmago --. Quieroque leas algunos libros sobreestrategia. Sabes leer, no?

    --Un poco --consigui articularThrall.

    --Tienes que aprender lahistoria de las campaas blicas.Todos estos cachorros la conocen--indic a los dems soldados conun gesto--. Durante una temporada,sa ser su ventaja. --Se gir parafulminarlos con la mirada --. Peroslo durante una temporada,gaanes. ste tiene fuerza ycoraje, y todava es un beb.

    Los hombres miraron a Thrallcon h ostilidad. El orco sinti unasbita calidez, una dichadesconocida hasta ese momento.Haba estado a punto de matar a

  • ese hombre, pero no se habamerecido una reprimenda por ello.En vez de eso, le haban dicho quetena que aprender, que mejorar,para saber cundo poda ir a matary cundo poda mostrar... qu?Cmo se llamaba cuando uno leperdonaba la vida a un oponente?

    --Sargento --comenz,preguntndose si sera castigadopor formular esa pregunta --, aveces... usted ha dicho que a vecesno se debe matar. Por qu no?

    El sargento lo mir,imperturbable.

    --Se llama clemencia, Thrall.Tambin aprenders lo quesignifica eso.

    Clemencia. Para sus adentros,Thrall envolvi la palabra con sulengua. Era una palabra dulce.

  • * * *

    --Permiti que le hiciera eso?--Aunque se supona que Tammisno debera atender a esaconversacin personal entre suseor y el hombre que habacontratado para entrenar a Thrall,la estridente voz de Blackmooreatravesaba las paredes. Tammisdej de limpiar el barro de las botasde Blackmoore y aguz el odo.Para l, eso no era espiar. Loconsideraba un mtodofundamental para proteger elbienestar de su familia.

    --Fue un buen movimientomarcial --replic el sargento, sinque pareciera que estuviese a ladefensiva--. Lo he tratado del

  • mismo modo que habra hecho concualquier otro hombre.

    --Pero es que Thrall no es unhombre, es un orco! O no se hadado usted cuenta?

    --S, desde luego --repuso elsargento. Tammis se coloc demanera que pudiera atisbar por larendija de la puerta entreabierta. Elsargento pareca fuera de lugar enel lujoso recibidor de Blackmoore --.Y no me corresponde a mpreguntarle por qu quiere quereciba una formacin tanconcienzuda.

    --En eso tiene razn.--Pero quiere que reciba una

    formacin concienzuda, y eso esexactamente lo que estoyhaciendo.

    --Dejando que casi lo mate?

  • --Alabando un buenmovimiento, y ensendole cundoemplear la sed de sangre y cundoconservar la cabeza fra! --gru elsargento. Tammis contuvo unasonrisa. Resultaba evidente que alsargento le costaba lo suyomantener su cabeza fra --. Perose no es el motivo de mi visita.Tengo entendido que usted leense a leer. Quiero que eche unvistazo a algunos libros.

    Tammis contuvo el aliento.--Cmo? --exclam

    Blackmoore.Tammis se haba olvidado por

    completo de su faena. Espiaba porla rendija de la puerta, con elcepillo en una mano y una botacubierta de barro en la otra,escuchando con atencin. Cuando

  • sinti el roce en el hombro , a puntoestuvo de caerse del susto.

    Con el corazn desbocado, sevolvi para ver a Taretha. Lamuchacha le dedic una sonrisatraviesa; sus ojos azules fueron desu padre a la puerta. Saltaba a lavista que saba lo que estabahaciendo.

    Tammis se sinti abochornado,pero esa emocin sucumbiarrollada por el apasionado deseode saber qu iba a ocurrir. Se llevun dedo a los labios y Tarethaasinti, cmplice.

    --A ver, por qu le ense alorco a leer si no quera que lohiciera?

    Blackmoore balbuci algu naincoherencia.

    --Tiene cabeza, por mucho que

  • usted piense lo contrario, y siquiere que aprenda tal y como mepidi, tendr que permitir queaprenda tcticas de batalla, mapas,estrategias, tcnicas de sitio...

    El sargento se serva de losdedos para enu merar los objetivos,con indolencia.

    --Est bien! --explotBlackmoore--. Aunque supongoque vivir para arrepentirme deesto... --Se encamin a la paredcubierta de libros y seleccion unoscuantos--. Taretha! --aull.

    Los dos sirvientes Foxton,padre e hija, dieron un respingo.Taretha se apresur a plisarse elcabello, adopt una expresincomplaciente y entr en laestancia.

    Hizo una reverencia.

  • --S, seor?--Toma. --Blackmoore le

    alcanz los libros. Eran grandes yaparatosos, y le ocuparon losbrazos. La muchacha lo mir porencima del ltimo, sobre el queslo asomaban sus ojos --. Quieroque se los lleves al guardia deThrall para que se los d al orco.

    --S, seor --respondi Taretha,como si eso fuera algo que lepidieran todos los das, y no una delas rdenes ms sorprendentesque Tammis recordara haber odode labios de su seor --. Pesan unpoco, seor... le importa que vayaa mi cuarto y coja una bolsa? Asser ms fcil transportarlos.

    Ofreca el aspecto de la criadaperfecta. Slo Tammis y Clanniaconocan la mente y la lengua tan

  • agudas que se ocultaba tras aquelengaoso semblante de dulzura.Blackmoore se apacigu un tanto yle dio unas palmaditas en su rubiacabeza.

    --Claro que no, nia. Pero no teentretengas, entendido?

    --Desde luego, seor. Gracias,seor. --Pareci que pensara enrealizar otra reverencia, se lo pensmejor, y se march.

    Tammis cerr la puerta trasella. Taretha se volvi hacia l,resplandecientes sus grandes ojos.

    --Ay, pap! --exhal, en vozbaja para que nadie ms la oyera --.Por fin voy a conseguir verlo!

    A Tammis se le encogi elcorazn. Haba rezado para que asu hija se le hubiera pasado eseperturbador inters por el b ienestar

  • del orco.--No, Taretha. Vas a darle los

    libros a los guardias, eso es todo.El rostro de la muchacha

    evidenci su tristeza, antes degirarse.

    --Es que... desde que muriFaralyn... es el nico hermano queme queda.

    --No es tu hermano, sino unorco. Un animal, carne decampamento o de gladiador. Queno se te olvide. --Tammis aborrecadesilusionar a su hija, pero lo hacapor su propio bien. Nadie debareparar en el inters que mostrabapor Thrall. Eso no acarreara msque desgracias si Blackmoor ellegara a enterarse.

    * * *

  • Thrall dorma profundamente,agotado por el ajetreo del da deentrenamiento, cuando la puerta dela celda se abri de golpe.Parpade sooliento, antes deponerse de pie cuando uno de losguardias entr acarreando unagran bolsa.

    --El teniente dice que esto espara ti. Quiere que hables con lcuando acabes. --Haba una notade desdn en la voz del guardia,pero Thrall no le prest atencin.Los guardias siempre se dirigan al con desprecio.

    La puerta se cerr y quedtrancada. Thrall mir la bolsa. Conuna delicadeza impropia de suenorme corpachn, desat el nudoy meti la mano. Sus dedos se

  • cerraron en torno a algo firme yrectangular, suave al tacto.

    No poda ser. Recordaba esasensacin...

    Sin atreverse apenas a soar,lo sac a la tenue luz de su celda ylo observ. S que lo era, en efecto,un libro. Ley el ttulo, en voz alta:"La historia de la alianza deLor-lordaeron ". Con avidez, cogiotro libro, y un tercero. Todos ellosversaban sobre historia militar.Cuando hoje uno, algo se cay alsuelo cubierto de paja de su celda.Era un trozo de pergamino,pequeo y doblado con esmero.

    Curioso, lo despleg,tomndose su tiempo con susenormes dedos. Era una nota.Movi los labios, pero ley para s:

  • Querido Thrall,Maese B. ha ordenado que

    tengas estos libros y me hacemucha ilusin por ti. No saba quete hubiese dejado aprender a leer.A m tambin me dej, y meencanta. Te echo de menos yespero que ests bien. Me pareceque lo que te obligan a hacer en elpatio debe de doler, espero que nolo pases mal. Me gustara seguirhablando contigo, quieres? Si esque s, escrbeme una nota en laotra cara del papel y dblala yponla en el mismo libro en que laguard yo. Procurar ir a verte, sino, bscame. Soy la nia q ue tesalud con la mano. Esperoque me escribas!!!!!

    Con cario,Taretha

  • P.D.: No le hables a nadie deesta nota o nos meteremos enPROBLEMAS!!!

    Thrall se sent de golpe. Nodaba crdito a lo que acababa deleer. Se acordaba de la pequeahembra, y se haba preguntado porqu le habra saludado con lamano. Estaba claro que loconoca... y que pensaba bien del. Cmo poda ser eso? Quinera?

    Estir un ndice y se quedmirando la ua roma. Tendra quebastar. Un araazo estabacicatrizando en su brazo izquierdo.Escarb todo lo que pudo, hastaque consigui reabrir la herida. Unaespesa gota escarlata recompens

  • sus esfuerzos. Empleando la ua amodo de estilo, escribi concuidado una sola palabra en eldorso de la nota:

    SI.

  • _____ 4 _____

    Thrall tena doce aos cuandovio a su primer orco.

    Se estaba entrenando en elexterior, en los campos de lafortaleza. Cuando hubo ganado suprimera batalla a la tierna edad delos ocho aos, Blackmoore accedia la peticin del sargento y le habaconcedido ms libertad al orco; almenos, en lo referente alentrenamiento. An conservaba ungrillete alrededor de un tobillo,sujeto a su vez a un inmensopeasco. Ni siquiera un orco con lafuerza de Thrall sera capaz de huir

  • con aquel peso aferrado a lapierna. Las cadenas eran gruesas yresistentes, difciles de romper.Despus del primer par de das,Thrall dej de prestarles atencin.La cadena era larga y le conferalibertad de movimientos. Ni siquierase le haba pasado por la cabeza laidea de esca parse. Era Thrall, elesclavo. Blackmoore era su seor,el sargento era su instructor,Taretha era su amiga secreta. Todoestaba en su sitio.

    Thrall se arrepenta de nohaber trabado amistad con ningunode sus compaeros de formacin.Todos los aos haba un gruponuevo, todos ellos cortados por elmismo patrn: jvenes,impetuosos, despectivos, y algoasustados del gigantesco ser verde

  • con el que se supona que debanentrenar. Slo el sargento lededicaba algn que otro halago;slo el sargento intervena cuandose metan con Thrall. En ocasiones,Thrall deseaba poder defenderse,pero tena muy presente elconcepto de la lucha honorable.Aunque aquellos hombres loconsideraban su enemigo, l sabaque no lo eran, y matarlos omalherirlos sera una equivocacin.

    Thrall tena buen odo ysiempre prestaba atencin a loschismorreos de los hombres. Dadoque para ellos l era un brutoirracional, no se mordan la lenguacuando lo tenan delante. Quinse preocupaba de medir suspalabras cuando el nico testigoera un animal? Fue as como Thrall

  • supo que los orcos, otrora elenemigo a temer, se estabandebilitando. Era cada vez mayor elnmero de ellos que era atrapado yhacinado en algo llamado "camposde internamiento". Durnholde era labase, y tod os los encargados deesos campos se encontraban allen esos momentos, mientras sussubalternos se ocupaban decontrolar la rutina diaria de loscampos. Blackmoore era el lder detodos ellos. Seguan producindoseescaramuzas, pero cada vez conmenos frec uencia. Algunos de loshombres qu acudan a losentrenamientos nunca haban vistopelear a un orco hasta que seencontraron con Thrall.

    Con el paso de los aos, elsargento le haba enseado las

  • argucias del combate cuerpo acuerpo. Thrall estaba versado entodas las armas que se empleabanen las peleas: espada, sable, lanza,mangual, pual, flagelo, red, hacha,garrote y alabarda; se supona que,cuanta menos proteccin llevaranlos combatientes, msemocionante sera para la multitudde espectadores.

    Se encontraba en el centro deun grupo de pupilos. La posicin leresultaba conocida; estabapensada para que redundara enbeneficio de los jvenes, ms queen el suyo. El sargento se refera aesta escena como al "cerco". Lospupilos eran (cmo no) humanosque se supona que habantropezado con uno de los escasosorcos renegados que an

  • quedaban, y que estaba decidido ano sucumbir sin plantar batalla.Thrall era (claro est) el orcodesafiador. El propsito era que elgrupo ideara al menos tres formasdistintas de capturar o matar al"orco renegado".

    A Thrall no le haca demasiadagracia ese marco hipottico.Prefera los combates uno contrauno antes que convertirse en elobjetivo de, en ocasiones, hastauna docena de hombres. El brilloen los ojos de los h umanos ante laidea de luchar contra l y sussonrisas siempre conseguandescorazonar a Thrall. La primeravez que el sargento habadispuesto el escenario, a Thrall lehaba costado trabajo reunir laresistencia necesaria para sacar

  • algn provecho de eseentrenamiento. El sargento tuvoque llevrselo aparte y asegurarleque no pasaba nada por actuar.Los hombres disponan dearmaduras y de armas reales; lslo tena una espada de madera.No era probable que Thrall fuese acausar ningn dao permanente.

    As pues, ahora que ya habarepetido la misma rutina ennumerosas ocasiones con el pasode los aos, Thrall se convirti deinmediato en una bestia rugiente yenfurecida. Las primeras veces lehaba costado distinguir la fantasade la realidad, pero mejor con laprctica. Nunca perda el control enese escenario y, si las cosas seponan feas de verdad, depositabasu vida en las manos del sargento.

  • Avanzaron hacia l. Como erade predecir, haban elegido elasalto sin tapujos como la primerade sus tres t cticas. Dos tenanespadas, cuatro esgriman lanzas,y el resto blanda hachas. Uno deellos salt hacia delante. Thrallpar con rapidez, levantando suespada de madera con unavelocidad asombrosa. Alz unapierna enorme y solt una patada,golpeando al atacante de pleno enel pecho. El joven sali disparadohacia atrs; no consegua ocultar elpasmo que senta. Se quedtendido en el suelo, respirando condificultad.

    Thrall gir en redondo,anticipando el acercamiento deotros dos. Se le echaron encimacon las lanzas por delante. Con la

  • espada, apart a uno de su caminocon la misma facilidad con que unhumano espantara a un insecto.Con la mano libre, puesto que nodispona de escudo, agarr la lanzadel segundo hombre, se la arrebaty le dio la vuelta, de modo que laafilada punta qued apuntando alque fuera su propietario haca tanslo unos segundos.

    De haber sido sa una batallareal, Thrall saba que habrahundido la lan za en el cuerpo delhombre; pero se era slo unentrenamiento, y l mantena elcontrol. Levant la lanza y a puntoestaba de arrojarla lejos de scuando un terrible sonido consiguique todo el mundo se detuviera enseco.

    Thrall se gir para ver una

  • pequea carreta que se acercaba ala fortaleza por el estrecho ysinuoso sendero. Esto ocurravarias veces al da, y los pasajerossiempre eran los mismos:granjeros, comerciantes, nuevosreclutas, dignatarios de uno u otrojaez que venan de visita.

    Mas no en esta ocasin.Esta vez, los esforzados

    caballos tiraban de una carretallena de monstruosas criaturasverdes. Estaban encerradas en unajaula de metal, y pareca quefueran encorvadas. Thrall vio quelos seres estaban encadenados alsuelo de la carreta. Eran tangrotescos que se sinti horrorizado.Eran enormes, deformes, exhibanunos caninos inmensos en lugar dedientes, sus ojos eran diminutos y

  • feroces...La verdad cay sobre l como

    un mazazo. Eran orcos. Suscongneres. se era el aspectoque ofrec a l a los ojos de loshumanos. La espada de maderaresbal entre unos dedos quehaban perdido la sensibilidad. Soyhorrendo. Soy aterrador. Soy unmonstruo. No me extraa que meodien tanto.

    Una de las bestias se volvi ymir a Thrall directamente a lo sojos. Quiso apartar la vista, pero nopudo. Sostuvo el escrutinio,respirando apenas. Ante sus ojos,el orco consigui liberarse, no sesaba cmo. Con un alarido queensordeci a Thrall, la criatura seabalanz sobre los barrotes de lajaula. Extendi l as manos

  • ensangrentadas a causa de laabrasin de los grilletes, agarr losbarrotes y, ante los atnitos ojos deThrall, los dobl lo suficiente paraescurrir su enorme corpachn entreellos. La carreta seguanavanzando, puesto que los caballoscorran ahora aterrorizados. El orcose estrell con fuerza contra elsuelo y rod varias veces pero, unlatido ms tarde, ya se habaincorporado y corra hacia Thrall ylos luchadores a una velocidad queno se corresponda con su tamao.

    Abri sus terribles fauce s yprofiri algo que parecan palabras:

    --Kagh! Bin mog g'thazag cha!--Atacad, estpidos! --grit el

    sargento. Desprovisto dearmadura, asi una espada yemprendi la carrera para

  • abalanzarse sobre el orco. Loshombres entraron en accin y seapresuraron a acudir en ayuda desu sargento.

    El orco ni siquiera se molesten mirar al sargento a la cara.Proyect su mano izquierda, con elgrillete an aferrado a la mueca,atiz al sargento de pleno en elpecho y lo envi lejos, volando porlos aires. Sigui avanzando,implacable. Sus ojos no seapartaban de Thrall; volvi a gritarlas palabras:

    --Kagh! Bin mog g'thazag cha!Thrall se estremeci,

    desembarazndose al fin delmiedo, pero no saba qu hacer.Levant la espada de madera yadopt una pose defen siva, peropermaneci en el sitio. Aquella

  • horripilante y fea cosa cargabacontra l. Sin duda, se trataba deun enemigo. Empero, era uno delos suyos, su misma carne ysangre. Un orco, del mismo modoque Thrall era un orco; noconsegua decidirse a atacar.

    Ante los ojos de Thrall, loshombres cayeron sobre el orco y elimponente corpachn verde sedobleg bajo el centelleo deespadas, hachas y negrasarmaduras. La sangre comenz aextenderse bajo la montaa dehombres; cuando al fin todo huboterminado, se apartaron paraobservar el amasijo verde y rojoque ocupaba el lugar en el queantes se alzara una criatura viva.

    El sargento se incorpor sobreun codo.

  • --Thrall! --exclam--.Llevoslo a la celda, enseguida!

    * * *

    --En el nombre de todo losagrado, qu es lo que habishecho? --grit Blackmoore, queobservaba atnito al sargento quese haba presentado ante l tanbien recomendado, y que se habaconvertido en la persona que mshaba odiado en su vida --. Sesupona que jams deba ver otroorco, ha sta que... ahora lo sabe,maldita sea. En qu estabaispensando?

    El sargento se crisp ante elreproche.

    --Estaba pensando, seor, enque si no querais que Thrall viera a

  • ningn otro orco, me lo podrashaber dicho. Estaba pensando,seor, en que si no q uerais queThrall viera a ningn otro orcopodras haber dispuesto que lascarretas que los transportanvinieran cuando Thrall estuviese ensu celda. Estaba pensando, seor,en que...

    --Basta! --aull Blackmoore.Inhal hondo y se recompuso --. Eldao ya est hecho. Ahoratenemos que pensar en cmorepararlo.

    Su tono de voz ms calmado,consigui apaciguar tambin alsargento. Con menos beligerancia,el instructor pregunt:

    --As pues, Thrall no sabaqu aspecto tena?

    --No. Nada de espejos. Nada

  • de bacines de agua. Se le hainculcado que los orcos sonescoria, lo cual es cierto, desdeluego, y que se le permite vivir tanslo porque me hace ganar dinero.

    Ambos hombres se sumieronen sus pensamientos. El sargentose rasc la barba roja,reflexionando, antes de volver ahablar.

    --As que ya lo sabe. Y qu?El que haya nacido orco no quieredecir que no pueda ser algo msque eso. No tiene por qu ser unbruto irracional. No lo es, por cierto.Si le animarais a pensar en smismo como en algo mshumano...

    La sugerencia del sargentoenfureci a Blackmoore.

    --No lo es! --estall--. Es un

  • bruto. No quiero que empiece acreerse que es poco menos que unhumano enorme de piel verde!

    --Entonces, disculpe, seor--dijo el sargent o, masticando laspalabras--, pero, qu quiere quecrea que es?

    Blackmoore no tena respuesta.No lo saba. No se haba parado apensar en ello hasta ese da. Todole haba parecido muy sencillocuando se tropez con el beborco. Cralo como a un esclavo ,ensale a luchar, ponlo de partede los humanos, colcalo al frentede un ejrcito de orcos derrotadosy ataca a la Alianza. Con Thrall a lacabeza de un ejrcito orcorevitalizado, comandando lascargas, Blackmoore obtendra unpoder que superara sus fantasas

  • ms exaltadas.Pero no estaba saliendo segn

    lo planeado. En el fondo, saba queel sargento tena razn en algunosaspectos. Thrall necesitabaaprender cmo pensaban yrazonaban los humanos si queraservirse de ese conocimiento paragobernar a los bestiales orcos.Mas, si aprenda, no se rebelara?Thrall tena que estar atado encorto, para que no se le olvidara sullaneza. Tena que estarlo. Por laLuz, qu hacer? Cmo tratar aesa criatura a fin de conseguir allder de guerra perfecto, sin permitirque nadie supiera que era algoms que un campen gladiador?

    Respir hondo. No debavenirse abajo delante de esesirviente.

  • --Thrall necesita una gua, ynosotros debemosproporcionrsela --dijo, con unatranquilidad envidiable --. Ya haaprendido lo suficienteentrenndose con los reclutas. Meparece que va siendo hora de quelo releguemos exclusivamente alcombate.

    --Seor, resulta muy til en losentrenamientos.

    --Ya casi hemos erradicado alos orcos --continu Blackmoore,pensando en los mile s de orcosque se hacinaban en los campos --.Su lder, Martillo de Condena, hahuido. Su raza se encuentradispersa. La paz se cierne sobrenosotros. Ya no hace falta queentrenemos a los reclutas parapelear con los orcos. Cualquier

  • batalla en la que part icipen sercontra otros hombres, no contramonstruos.

    Maldicin. Haba estado apunto de hablar demasiado.Pareca que el sargento tambinhaba reparado en el desliz, perono reaccion.

    --Los hombres necesitan unava de escape para su sed desangre en t iempos de paz.Confinemos a Thrall a las peleasde gladiadores. Nos llenar losbolsillos y aumentar nuestrohonor. --Esboz una sonrisaaviesa--. An est por nacer elhombre capaz de plantar cara a unorco.

    * * *

  • El ascenso de Thrall en las filasde los gladiadores haba sido pocomenos que fenomenal. Habaalcanzado su mxima altura siendomuy joven; conforme transcurranlos aos, comenz a aadircorpulencia a su constitucin. Erael orco ms grande que habanvisto muchos, o del que hubieranodo h ablar. Era el seor de laarena, y todo el mundo lo saba.

    Cuando no estaba peleando,permaneca encerrado a solas ensu celda, que pareca volversecada vez ms pequea con cadada que pasaba, a despecho deque Blackmoore haba ordenadoque lo trasladara n a una nueva.Thrall dispona ahora de unapequea zona cubierta para dormir,y otra mucho ms grande donde

  • entrenar. Ese foso cubierto por unareja dispona de armas de mentirade todo tipo, as como del viejoamigo de Thrall, el maltrecho trollde paja con el que practicaba.Algunas noches, cuando noconsegua dormir, se levantaba ydescargaba las tensiones sobre elpelele.

    Eran los libros que le enviabaTaretha, con sus preciadosmensajes e incluso una tablilla y unestilo, los que de verdad llenabanaquellas largas y solitarias horas.Haca tiempo que conversaban ensecreto al menos una vez a lasemana; Thrall se imaginaba elmundo como lo pintaba Tari: llenode arte, de belleza y decamaradera. Un mundo demanjares, lejos de la carne

  • putrefacta y de l as gachas. Unmundo en el que haba sitio para l.

    De vez en cuando, sus ojosreparaban en trozo de tela, cadavez ms rada, que ostentaba elsmbolo de una cabeza de loboblanco sobre fondo azul. Seapresuraba a apartar la mirada,pues no quera que su m entedivagara por esos derroteros. Dequ servira? Haba ledosuficientes libros (algunos de loscuales Blackmoore ni sospechabasiquiera que Tari se los hubieraentregado a Thrall) como paracomprender que el pueblo orcoviva en pequeos grupos, todosellos con su propio smbolodistintivo. Qu podra hacer,decirle a Blackmoore que ya estabacansado de ser un esclavo, hasta

  • luego, por favor djame salir paraque pueda ir a buscar a mi familia?

    Sin embargo, la idea le atraa.Su propia gente. Tari ten a la suya,su familia, Tammis y ClanniaFoxton. Era apreciada y querida.Se senta agradecido porque elladisfrutara de tanto afecto y apoyo,porque era gracias a ese entornoseguro que ella se haba sentido lobastante generosa como parapreocuparse por l.

    En ocasiones, se preguntabaqu pensaran de l los demsmiembros de la familia Foxton. Tariya no hablaba mucho de ellos. Lehaba contado que su madre,Clannia, le haba dado de mamarde su propio pecho para salvarle lavida. Al principio, Thrall se habasentido conmovido por ese gesto

  • pero, cuando creci y supo mscosas, entendi que Clannia no sehaba visto impelida a amamantarlopor amor, sino por el deseo demerecerse el favor de Blackmoore.

    Blackmoore. Todos loscaminos conducan a l. Tal ve z seolvidara de que no era ms queuna propiedad cuando escriba aTari y cuando lea sus cartas, ocuando buscaba su cabello doradoen la grada durante los combatesde gladiadores. Tambin podasumergirse en la excitacin de loque el sargento denominab a "sedde sangre". Pero esos momentoseran muy breves. Incluso cuando elpropio Blackmoore acuda a visitara Thrall para debatir sobre algunaestrategia militar que hubieraestudiado el orco, o para jugar a

  • linces y liebres, no exista ningnvnculo, nin guna sensacin defamiliaridad con ese hombre.Cuando Blackmoore se mostrabajovial, siempre mantena la aptitudde un hombre delante de unchiquillo. Cuando estaba irritable ofurioso, lo que ocurra la mayorade las veces, Thrall se senta tanindefenso como un nio.Blackmoore poda ordenar que loapalearan, o que no le dieran decomer, o que lo quemaran, o que lepusieran los grilletes, o (el peorcastigo de todos y que an, porsuerte no se le haba ocurrido aBlackmoore) negarle el acceso alos libros.

    Saba que Tari no disfrutaba deuna vida privilegiada, al contrarioque Blackmoore. Ella era una

  • criada, a su manera, estaba tansubyugada como el orco cuyonombre significaba esclavo. Perotena amigos, y nadie le escupa, ytena un hogar.

    Despacio, su mano se movi,como dotada de vida propia, hastacoger el paal azul. En esemomento, oy que se corran loscerrojos y se abra la puerta. Tir eltrapo como si se tratara de algosucio.

    --Vamos --dijo uno de losariscos guardias. Le tendi losgrilletes--. Es hora de pelear. Heodo que hoy te han encontradounos buenos oponentes. --Sonrisin ninguna gracia, enseando susdientes sarrosos --. MaeseBlackmoore est dispuesto aarrancarte la piel si no ganas.

  • _____ 5 _____

    Haba transcurrido ms de unadcada desde que un tal tenienteBlackmoore se encontrara a la vezcon un orco hurfano y con laposible respuesta a sus plegarias.

    Haban sido aos felices yfructferos para el seor de Thrall, ypara la humanidad en general.Aedelas Bla ckmoore, antesteniente, ahora teniente general,haba recibido algunas burlas apropsito de su "orco de compaa"cuando lo llev a Durnholde, sobre

  • todo cuando pareca que eldesventurado ser ni siquiera iba asobrevivir. Gracias a la seoraFoxton y a sus hinchadas ubres.Blackmoore no consegua concebirque una humana hubiera estadodispuesta a amamantar a un orcopero, aunque la oferta habaaumentado el desprecio que sentapor su criado y su familia, tambinle haba sacado las castaas delfuego. A eso obedeca el hecho deque no hubiera escatimado enbagatelas ni alimento y de quehubiera proporcionado la educacinde su vstago, aun cuando setratara de una nia.

    Era un da radiante, clido perono en demasa. El tiempo perfectopara pelear. El to ldo, brillante consus colores rojos y dorados,

  • proporcionaba una agradablesombra. Pendones de todos loscolores danzaban al son de laapacible brisa, y la msica y lasrisas flotaban hasta sus odos. Elolor de la fruta madura, la carnefresca y el asado agasajaba suolfato. Todo el mundo estaba debuen humor. Al trmino de loscombates, habra quien no sesintiera tan dichoso pero, en esepreciso instante, todos se sentanfelices y cargados de anticipacin.

    Su joven protegido, lordKarramyn Langston, se encontrabatendido en una tumbona junto a l.Langston tena un lustroso cabellocastao que haca juego con susojos oscuros, un cuerpo fuerte ygil, y una lnguida sonrisa.Tambin senta una devocin

  • absoluta hacia Blackmoore, y era elnico ser humano al que ste habahecho partcipe de sus planes.Aunque Langston era mucho msjoven que Blackmoore, compartasus ideales y su falta deescrpulos. Formaban una buenapareja. El clido clima habaadormecido a Langston, que emitadiscretos ronquidos.

    Blackmoore se estir paracoger otro pedazo de pollo a labrasa y una copa de vino tinto, rojocomo la sangre que no tardara enderramarse sobre la arena, paraayudarse a trasegar la carne. Lavida era buena y, con cada desafoque superaba Thrall, se volv a anmejor. Despus de cada pelea,Blackmoore se marchaba con labolsa llena. Su "orco de compaa",

  • el que fuera el hazmerrer de lafortaleza, era ahora su orgullo.

    Cmo no, casi todos los rivalesde Thrall eran meros humanos.Algunos de los humanos m sfuertes, astutos y desalmados, sinduda, pero humanos al fin y alcabo. Todos los gladiadores eranconvictos brutales y endurecidosque esperaban salir de prisinobteniendo fama y dinero para suspatronos. Algunos lo conseguan, yse ganaban su libertad . La mayoraiba a parar a otro tipo de crcel,con tapices en las paredes ymujeres en las camas, pero crcela fin de cuentas. Pocos patronosestaban dispuestos a ver cmo seesfumaban sus ganancias en formade hombres libres.

    Pero algunos de los

  • adversarios de Thrall no eranhumanos, y eso aada sal a laspeleas.

    Las ambiciones de Blackmooreno se resentan por el hecho deque los orcos constituyeran unacuadrilla derrotada y maltrecha enlugar de la sobrecogedora yamedrentadora fuerza blica queconstituyeran antao. Haca muchotiempo que la guerra habaterminado, y los humanos habanobtenido la victoria decisiva. Ahora,el enemigo era conducido acampos de internamientoespeciales casi con la mismafacilidad con que se guardaba elganado en los est ablos tras un daen los prados. Campos, se ufanBlackmoore, de los que