el refugio sagrado de los incas

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El refugio Sagrado de los Incas. El Imperio Inka Dicen los cronistas, que ya habían transcurrido más de dos largos años desde que se originara la más sangrienta guerra entre hermanos y de que se abrieran así todos los abismos del odio dentro del seno de una misma raza y cultura Inkaica. Los medio hermanos Atau Wallpa (Ata Hualpa) de Quito y Huáscar Yupanqui de Kuzco, combatían entre sí como si buscaran su recíproco aniquilamiento. Y el de los millares de fieles súbditos que lealmente los seguían. Ambos eran hijos del duodecimo Inka, Huayna-Kápac y a su muerte acaecida en 1525, se disputaban sangrientamente su trono. El Inka Huayna-Kápac había terminado sus días en Quito en donde había sido en su vejez padre de su predilecto hijo Ata

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El Refugio Sagrado de Los Incas, cuevas tayos.

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Page 1: El Refugio Sagrado de Los Incas

El refugio Sagrado de los Incas.

El Imperio Inka

Dicen los cronistas, que ya habían transcurrido más de dos largos años desde que se originara la más sangrienta guerra entre hermanos y de que se abrieran así todos los abismos del odio dentro del seno de una misma raza y cultura Inkaica. Los medio hermanos Atau Wallpa (Ata Hualpa) de Quito y Huáscar Yupanqui de Kuzco, combatían entre sí como si buscaran su recíproco aniquilamiento. Y el de los millares de fieles súbditos que lealmente los seguían.

Ambos eran hijos del duodecimo Inka, Huayna-Kápac y a su muerte acaecida en 1525, se disputaban sangrientamente su trono. El Inka Huayna-Kápac había terminado sus días en Quito en donde había sido en su vejez padre de su predilecto hijo Ata

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Hualpa, a quien nombró su sucesor antes de morir. Todo lo cual lo obligó a enfrentarse a su hermano mayor Huáscar Yupanqui.

Atahualpa (Atau Walpa) a la muerte de su padre invadió desde Quito el Kuzco para reclamar su trono a su hermano Huáscar Yupanqui.

La pasión por un éxito absoluto sobre el otro, infundía a cada hermano un mayor encono hacia su oponente y las represalias entre las partes se mostraron paulatinamente cada vez más inhumanas, cayendo diariamente su ira sobre indefensas comunidades, en forma cada vez más cruel. La tradición pacífica y benévola de los grandes emperadores del pasado se había quebrado para siempre y todo el Tawantinsuyu se había convertido en el teatro de operaciones de una sangrienta y diabólica matanza.

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Tawantinsuyu Nunca en los tranquilos campos del Kuzco se había escuchado el clamor de tantos y tantos que perecían por la refinada crueldad de sus verdugos. Nada fue respetado. Y los más elevados valores de la sociedad Inkaica fueron abatidos por los generales Quiteños de Ata Hualpa. Había que destruir el Kuzco, para simbolizar con ello que una nueva edad se abría en la historia del mundo. Así, fueron quemados los archivos del Imperio. Porque se hacía preciso borrar el pasado. Perseguida implacablemente la nobleza cuzqueña, después de la derrota de Huáscar, perecieron centenares de altos personajes y cuéntase que llegó a tal punto la saña de los invasores que se realizaban ritos para “matar dos veces” a las mujeres y a los hijos de Huáscar. No fuera que quedase vestigio alguno de su descendencia Imperial “en este mundo, o en el otro”.

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Y fue en aquellos momentos en que precisamente, Francisco Pizarro iniciaba la conquista del Perú apoyando a el bando de Huáscar Yupanqui quien al conocerlo lo consideró un “enviado” sino de los Dioses, de la providencia. Por ésta razón, la actitud de Atahualpa vencedor de Huáscar ante Pizarro, sigue siendo un enigma. Desechamos la hipótesis de que los españoles eran aún “considerados dioses” debido a sus cabalgaduras. Pues ya habían visto en combate los Inkas, que sus caballos eran tan vulnerables como sus jinetes.

Se cree que Ata Hualpa decidió adelantar su visita esperando que durante la noche los caballos fuesen inutilizables, y dado su mayor número de tropas, suponía que tendría una fácil victoria en caso de lucha. Pero igual es extraño. Tampoco se entiende bien como un guerrero experimentado como Pizarro pretendía conquistar el Kuzco con una cantidad de hombres tan absurdamente pequeña. Cosa de gallegos nomás. In entendible.

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Lo cierto es que los españoles llegaron a Cajamarca desde Túmbez con relativa tranquilidad y sin presentar batalla. Se ha pensado que Ata Hualpa, sabiendo que Pizarro apoyaba a su hermano Huáscar, quería conquistarlo para su favor. Pude ser. Pero el caso es que Pizarro, con su reducido número de 34 hombres llegó a Cajamarca el 15 de Noviembre de 1532. Ese mismo día, por la tarde, habiéndose establecido en los edificios públicos de la gran plaza central de Cajamarca, Pizarro envió como embajador a su hermano Fernando, y Atahualpa prometió devolverles la visita al día siguiente. Extrañamente, Ata Hualpa decidió ir por la noche; mandando a matar a todos los indios que sentían temor ante los Españoles; cuando Pizarro se enteró de tal hecho, dividió a su gente en dos grupos y envió al frente a un cura para recibirlo. Mientras hablaba Ata Hualpa con el cura, el propio Pizarro se acercó de a caballo con su pequeño grupo, y poniéndole encima su mano a Ata Hualpa, lo bajó de su trono y lo tomó prisionero. Era el 16 de noviembre de 1532. Se desencadenó entonces una batalla nocturna donde los españoles capturaron algunos otros jefes además de Ata Hualpa. Y luego de haber matado a algunos indios, se encerraron de inmediato en el Palacio Real. En el hecho, habían muerto gran parte de los Españoles. Ata Hualpa quedó así prisionero de Pizarro y durante su cautiverio, confraternizó con él, prometiéndole entonces enormes cantidades de oro como dijo “que siempre se había hecho con los Dioses Blancos Barbados”...

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Pizarro entonces consintió en esperar a que los Indios - recibiendo ordenes directas del propio Ata Hualpa - cumplieran lo pactado. Pero las ordenes de Ata Hualpa, junto con lo prometido a Pizarro, fueron las de perseguir y dar muerte a su propio hermano Huáscar Yupanqui así como a sus familiares y a sus hombres. Perseguido por los súbditos de Ata Hualpa, Huáscar Yupanqui cayó prisionero en camino de Andamarca a Ayacucho y cumpliéndose las ordenes impartidas por su propio medio hermano fue ahogado en el Río Misti, junto a sus hombres.

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Al ser Huascar Yupanqui aliado y amigo de Pizarro, éste increpó duramente la traición de Ata Hualpa. Y como aquel matara a su propio hermano para heredar el Tawantinsuyo, Pizarro luego de juzgarlo ordenó estrangularlo “por garrote vil”, luego de bautizarlo, indicándole que si no se bautizaba lo quemaría en una hoguera. Mientras tanto el Sol de los Incas del templo del Kuzco había sido suplantado por los Indios por otro… también de Oro para tranquilizar a los invasores perdiéndose para siempre el original.

Un tercer medio hermano de Ata Hualpa y Huascar Yupanquí era el Inca Tupac Paullu. Quienes ante la matanza fraticida de sus hermanos, la crueldad de Ata Hualpa para con Huascar y la llegada de los Españoles, sensatamente optó por huir del Kuzco. Hay quien opina que llevándose más de un secreto consigo.

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Lo cierto es que el Inca Tupac Paullu partió con sus familiares y servidores por los caminos del Inca rumbo a la tierra de sus ancestros. Los llamados “caminos del Inca” fueron célebres y aún hoy son causa de admiración. En su momento unieron las provincias de Catamarca con Santiago del Estero y Tucumán en la Argentina actual con la actual Santiago de Chile llegando incluso al Cuyo y hacia el norte Ecuador y Colombia. Son obras que además poseen acueductos, baños reales, puentes e infinitas obras de infraestructura que hablan por si solas de que el Inkanato del Tawantinsuyo fue la cultura más evolucionada que existía a la llegada de los Españoles, y posiblemente la heredera de una cultura anterior aún mucho más evolucionada. Los “Caminos del Inca”

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Muchos puentes, como el de la figura sobre el río Apurimac en Perú, que el explorador Ephraim George Squier del siglo IXX bosquejó en sus recorridos, sobrevivieron por siglos después de la caída del imperio del inca.

El puente sobre el rio Apurimac en 1968

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Como dijimos, algunas madres y princesas Incas junto a Paullu Inca y otros aristócratas lograron huir de Kuzco, escapando al exterminio de su regia estirpe. Por caminos extraviados, en horas de la noche, protegidos por gente leal, Paullu Inca y los suyos iniciaron su dolorosa evasión de las veneradas tierras del Kuzco. Ahí quedaban sus muertos queridos, el santuario del Sol, los palacios de sus reyes. Se eclipsaba todo el Imperio del Tawantinsuyu, mientras su último señor legítimo, el Inca Huáscar era tomado prisionero y asesinado por orden de su medio hermano Ata Hualpa. ¿Qué maldición pesaba sobre el linaje de Manko Kapaj ?

Paullu Inca contempló por última vez la puesta del sol desde lo alto del Wanakauri. Mientras negros nubarrones orlaban el

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horizonte por encima de la corona de nieve de la cordillera haciendo perder la cúspide del Sallkatay dentro del nebuloso Janan Pacha, como si este penetrara en el misterio celeste. Hasta aquí donde se hallaban no llegaba ya el rumor de las armas ni el alarido de los saqueos. En esta cumbre, donde los abuelos Ayar detuvieron su marcha en remotas épocas inmemoriales, oteando el horizonte, aquí donde Manko Kapaj y Mama Ojllo acamparon para proseguir la ruta providencial que los conduciría a la fundación del Tawantinsuyu, en el observatorio prodigioso del mundo nuevo que iba a salir por voluntad del sol, Paullu Inca oró largamente. El iba a desandar el camino de sus mayores con el peso a cuestas del dolor de su estirpe. El retornaría a la tierra de los orígenes, en busca del refugio sagrado de los Incas. La ultima visión del Kuzco puso lágrimas amargas en sus ojos. Con largas caminatas la caravana fue ganando las distancias y muy pocas leguas faltaban para llegar a la orilla del Gran Lago. Habían vencido en parte al dolor de las privaciones y las penurias y su animo, al sentirse lejos de sus enemigos recobraba la esperanza. Muy lejos estaban los invasores y pronto los acogería protector el Santuario Sagrado del Titikaka. Los nobles señores del Kuzco se detuvieron en el Templo de Wirakocha, dejando las acostumbradas ofrendas rituales, y al ascender hacia el Kollao, antes de pasar la linde que trazaron sus antepasados en el limite de las aguas y la tierra, así como de los más antiguos reinos subterráneos, elevaron sus plegarias al divino padre Sol, en el santuario principal de Willkan Uta. Entraron luego a la inmensa pampa, que se abrió ante ellos como un símbolo de acogimiento hospitalario, sin encrucijadas y sin dobleces. En los más humildes villorrios hallaron reconfortantes palabras amistosas y en ningún momento el pueblo les escatimó provisiones.

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No fue en vano que la política sabia de los emperadores de antaño se preocupara permanentemente en sembrar amor y comprensión entre sus súbditos.

Paullu Inca representaba al Imperial linaje, conservando la dignidad de la reyecía en desgracia. Los Kurakas de Paukar Kolla y Jatun Kolla le recibieron amistosamente, acompañando a la caravana hasta los límites de sus provincias. Akora, Sulli, Pumata, e infinidad de aldeas se alzaban a una y otra margen del camino a Umasuyu y en todas se detuvieron a recuperar fuerzas brevemente. La presencia solemne del horizonte sobre el Gran Lago llenaba de profunda religiosidad los espíritus. En la noche de la penúltima jornada, hicieron alto en Kopakawana y allí pernoctaron elevando un himno de acción de gracias: estaban a salvo. Ya al frente emergía la Isla de donde habían salido sus abuelos para fundar el imperio del Tawantinsuyu. Con las primeras luces de la madrugada reemprendieron la marcha a la península de Yampupata, y pocas horas después navegaban en balsas de totoras. Atravesarían el canal y las aguas

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del venerado Titikaka se interpondrían entre ellos y sus perseguidores. Hacía una lunación completa que habían salido del Kuzco y su éxodo encontraba un mágico final en la Pakarina de los Inkas. Paullu, sus hermanas, sobrinos y familiares recorrían la Isla entregándose a la contemplación mística en cada rincón en donde habían puesto sus plantas Manko Kapaj y Mama Ojllo. Extasiados adoraron las huellas del Sol, convirtiendo la huerta de Sajsamani en su protectora morada, sobrecogidos por la sublimidad del ambiente. Estaban seguros y felices. Luego volvería Paullu Inca a reynar su tierra Kuzqueña, tranquilizados los ánimos de la guerra entre hermanos y entre extranjeros. Su estirpe se mezclaría entonces con la de los Españoles.

Pasarían a formar parte de la nobleza Española, como el cronista Guaman Poma de Ayala, el Inca Ulloa, y el Inca Garcilazo de la Vega que recopilarían tanto la historia de sus antepasados Españoles que Conquistaron el Perú como la de sus antepasados Indios que los combatieron.

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Escudo de Armas otorgados por la Corona Española a Los Incas “en Igualdad de Nobleza” Museo de Sevilla.

El Inca Garcilaso fue bisnieto del Inca Túpac Yupanqui y sobrino

nieto del Inca Huayna Cápac, emperador del "reino de las cuatro

partes” o Tahuantinsuyo.

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Por tales hechos conocemos la genealogía Incaica por boca de los

propios príncipes Incas, mezclados con Españoles.

Existen muchos documentos de época que contienen los relatos escritos por los mismos Incas.

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Sin embargo muchos secretos se han perdido (o escondido?) ya que cuando llegaron los Españoles hemos visto que una guerra fratricida mermaba ya a el Tawantinsuyo.

Diferentes épocas en el trabajo de Piedras.

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La mayoría de las cosas visibles del Perú siguen siendo tan indescifrables e incomprensibles a los ojos del profano como las más invisibles realidades de su mundo espiritual. Es en el secreto de lo simple en donde sucumbe siempre la arrogancia del vanidoso especulador. arq. Carlos M Zavalla